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La discapacidad intelectual se entende como la adquisición lenta e incompleta de

las habilidades cognitivas durante el desarrollo humano que conduce finalmente a


limitaciones sustanciales en el desarrollo corriente. Se caracteriza por un
funcionamiento intelectual muy variable que tiene lugar junto a circunstancias
asociadas en dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas:
comunicación, cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización
de la comunidad, autogobierno, salud y seguridad, habilidades académicas
funcionales, ocio y trabajo.
La AAIDD (Asociación Americana de Discapacidad Intelectual y Discapacidades del
Desarrollo) desde su fundación en 1876 ha sido un referente mundial en la
comprensión y clasificación de la discapacidad intelectual. Para definir el concepto,
utiliza como referencia «las limitaciones en el funcionamiento intelectual y en la
conducta adaptativa producidas antes de los 18 años». (Grau y Gil, 2012).

El alumno con discapacidad

En cuanto al alumno con niveles mentales por debajo de la media significativos


debemos hacer unas consideraciones especiales. Tarde o temprano el chico
deficiente se da cuenta de que sus límites son diferentes, y las metas que puede
alcanzar están por debajo de las del resto de la gente. Llegados a este momento la
autoestima del alumno puede, y suele, reducirse. El chico se siente inútil, no podrá
desarrollar una serie de funciones o actividades comunes para el resto de la gente,
o le costarán más; entonces, es consciente de ello y se hunde, piensa que no sirve
para nada. Ante estos casos el entorno de la familia y la escuela debe actuar con
rapidez y profesionalidad. Las terapias y charlas que informan a los niños acerca de
sus capacidades y el alcance de estas resultan muy interesantes y pueden ser
realmente fructíferas. Debemos hacer saber al alumno que con tiempo, ayuda y
constancia, podrá llegar a realizar actividades cotidianas sin mayor esfuerzo (resulta
primordial señalar que el grado de deficiencia debe tenerse muy en cuenta en este
aspecto para conocer las posibilidades y limitaciones). No obstante, la práctica
puede resultar mucho más interesante y beneficiosa. Debemos proponer actividades
que el chico pueda realizar, así como otras que le cuesten más para ir avanzando y
trabajar la superación, teniendo especial delicadeza con la posible frustración.
Mediante trabajos del día a día el alumno debe ser consciente de que puede realizar
funciones que le permiten llevar una vida más o menos normal; teniendo siempre
presente la cuestión de los distintos grados de deficiencia. No obstante,
independientemente de cada caso, se puede llevar a cabo una labor de crecimiento
de la autoestima favorable.
Por otra parte, es significativo que se potencie y anime al alumno a realizar ciertas
actividades en las que podría destacar; nos gusta que nuestros padres y profesores
se interesen por nuestras aficiones, intereses, proyectos, ilusiones… Alabando
cuando las cosas salen bien, y empleando adecuada y delicadamente las malas
críticas, siempre de la mano de la motivación y de la vista de una mejora futura,
para no retroceder en esta labor.
No menos importante es concientizar al resto de los alumnos sin discapacidad
acerca de la misma con la finalidad de evitar que haya casos de bullying (acoso
escolar), de lo cual el alumno con discapacidad es víctima frecuentemente. 3
Todos somos iguales, todos somos distintos. Cada persona es importante en su
esencia, independientemente de su estado físico o psíquico. Resulta esencial que
nos aceptemos y queramos para poder llevar a cabo una vida óptima y feliz. En esta
labor, muchas veces se necesita ayuda del exterior, y es ahí donde los padres y
profesores entran en juego para facilitar la llegada a la cumbre de la autoestima: me
siento bien, estoy contento.

La discapacidad intelectual implica una serie de limitaciones significativas en las


habilidades que la persona aprende para funcionar en su vida diaria, comprender, e
interactuar con el entorno. En otras palabras, las personas con discapacidad
intelectual tienen limitaciones a nivel intelectual y a la hora de mostrar conductas
adaptativas, lo que implica que sea más complicada la interacción con un entorno
generalmente poco adaptado a las mismas.

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