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Querido papá:

Hoy desde el fondo de mi corazón,


te escribo estas palabras:
Papá Son cuatro letras comunes, pero que significan mucho.

Papá: Una palabra que trae recuerdos especiales e inolvidables momentos.


Un ser humano especial y único que da amor, que comparte lo mejor de él y sobretodo, que aparta tiempo para sus más queridos tesoros: sus hijos.

Papá: Un hombre inigualable que desea el bien de sus hijos, que da los mejores consejos y trabaja para los que ama; eres lo mejor que me ha
pasado, has sido especial para mí, has luchado para hacer de mí la persona que ahora soy, y tu amor se asemeja al amor de nuestro padre celestial.

Tus consejos me hacen reflexionar y tener seguridad de lo mucho que me amas, pues has tomado tiempo para jugar y hablar conmigo, a pesar de lo
cansado que has podido estar.
Recuerdos de ello son los mejores momentos que hoy recuerdo.

Papá: Hoy se celebra tu día, el día del padre, para mí el día del mejor hombre de la tierra, gracias por todo lo bueno, lo maravilloso y lo especial que
has sido para mí, gracias a Dios por porque has sido, eres y serás siempre una bendición en mi vida.

Gracias padre, ¡eres el mejor!


¡Feliz día del padre!

25 maneras de amar a un niño

Préstele atención.
Búsquelo.
Escúchelo.
Juegue con él.
Sea espontáneo.
Tómelo de las manos.
Haláguelo más, critíquelo menos.
Maravíllese de sus logros.
Agradézcale.
Sea flexible.
Confíe en él.
Mírelo a los ojos.
Comparta su entusiasmo.
Anímelo.
Espere lo mejor de él, más no la perfección.
Sea consistente.
Esté a su disposición.
Disciplínelo en su momento.
Aprecie sus diferencias.
Conteste sus preguntas.
Crea en él.
Pida su opinión.
Escuche su música.
Pídale disculpas cuando usted se equivoca.
¡¡Ámelo a pesar de todo!!!

ABUELOS
Tener una persona mayor en casa es un privilegio, una gracia, un don de Dios.

El abuelo es un testigo de nuestro pasado, es una raíz de nuestro ser.

Cuando un abuelo es rodeado de cariño y afecto por sus nietos, toda la casa se  llena de luz.

No importa que al abuelo se le olviden las cosas, que nos cuente la misma  historia varias veces,

Lo importante es que si le miramos a los ojos, ojos sin brillo, veamos en ellos, la sabiduría
remansada  por el tiempo.

Tenemos que recordar que , tal vez, un día, nosotros ocuparemos su sillón...nos querrán si hemos
querido.

Nos harán felices si hemos repartido felicidad.

Fabricando un padre
En el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron los grandes arquitectos, los afamados
carpinteros y los mejores obreros celestiales que debían fabricar al padre perfecto:
"Debe ser fuerte", comentó uno.

"También, debe ser dulce", comentó otro experto.

"Debe tener firmeza y mansedumbre: tiene que saber dar buenos consejos".

"Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los momentos tiernos".

"¿Cómo es posible, interrogó un obrero, poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo"?

"Es fácil", contestó el ingeniero. "Sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza del hierro y que
tenga corazón de caramelo".

Todos rieron ante la ocurrencia y se escucho una voz (era el Maestro, dueño del taller del cielo):
"Veo que al fin comienzan, comentó sonriendo. No es fácil la tarea es cierto, pero no es imposible si
ponen interés y amor en ello".

Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma.

"¿Tierra?, preguntó sorprendido uno de los arquitectos. ¡Pensé que lo fabricaríamos de mármol, o
marfil o piedras preciosas!.

"Este material es necesario para que sea humilde, le contestó el Maestro.

Y extendiendo su mano sacó de las estrellas oro y lo añadió a la masa.

"Esto es para que en pruebas brille y se mantenga firme".

Agregó a todo aquello, amor, sabiduría, le dio forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero...
faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.

"¿Y qué pondrás ahí?", preguntó uno de los obreros.

Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sacó su corazón, y
le arrancó un pedazo, y lo puso en el centro de aquel hueco.

Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado.

¿Por qué has hecho tal cosa?", le interrogó un ángel obrero.

Y aún sangrando, le contestó el Maestro:


"Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija
con paciencia, y sobre todo, que esté dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos
con su ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre allá
en la tierra, regresará hasta mí. Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un lugar aquí en mi
reino. Le extenderé mi mano, descansará en mi pecho y tendrá Vida Eterna.

Pues yo también soy Padre y por él, por su bien, para otorgarle vida, me arranqué del corazón un
pedazo de amor y lo puse en su pecho. Para que a mí regrese, guiado por la sangre que derramé
por él en una cruz, para darle perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando
extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.

¿Qué nos hace mejores padres?


Los buenos padres no le dan a su hijo todo lo que necesita,
Le enseñan que él es capaz de conseguir lo que quiere.
 
Los buenos padres no buscan hacer feliz a su hijo,
Le enseñan que la felicidad depende de cada uno.
 
Los buenos padres no le dan oportunidades a su hijo,
Le enseñan a buscarlas, a crearlas y a aprovecharlas.
 
Los buenos padres no le dan a su hijo lo mejor para que sea feliz,
Le enseñan a disfrutar y a encontrar lo mejor, aún en lo más sencillo.
 
Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás,
Le enseñan a superarse a sí mismo.
 
Los buenos padres no le enseñan a su hijo a decir todo lo que piensa,
Le enseñan que lo que pensamos no es la verdad absoluta y que debemos
ser cautelosos al expresar nuestras opiniones, teniendo en cuenta los
sentimientos de los demás.
 
Los buenos padres no le resuelven los problemas a su hijo,
Le enseñan a asumir responsabilidad y a aprender de sus errores.
 
Los buenos padres no le enseñan a sus hijos a evitar los fracasos,
Le muestran que el fracaso es parte del camino hacia el éxito.
 
Los buenos padres no convencen a su hijo de su importancia en la sociedad,
Le enseñan que sirviendo se volverá importante para ella.
 
Los buenos padres no le enseñan a su hijo a ser crítico y resentido ante las injusticia

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