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República bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la educación superior


Universidad Bicentenaria de Aragua
Escuela de Psicología
San Joaquín, Turmero Estado Aragua´

Artículo Geoeconomía y Globalización

Tutor: Autor:
Dr. Benny Márquez Yelimar Rosendo
Intr. A La Geopolítica C.I.V-23.785.481

Marzo 2020
Introducción

Desde un punto de vista académico cobra vigencia el análisis de los temas


geopolíticos y económicos dentro del proceso globalizador que han sufrido las
Naciones en los últimos 60 años, es por eso, que en la presente investigación se
tiene como objetivo analizar aquellos aspectos de tipo geopolítico que han influido
en el Siglo XXI desde un punto de vista del unitarismo y la multipolaridad, así
como aspectos del regionalismo e interregionalismo económico que han tocado
aspectos geográficos importantes dentro del proceso globalizador.

Por su parte, se expone vehementemente la organización geopolítica y


escenarios del proceso globalizador por regiones en donde a través de las
siguientes páginas se dará una mirada algunos escenarios futuros para el sistema
globalizador, y de esta forma poder acceder a un proceso de comprensión sobre lo
que es el complejo panorama Global en el que vivimos, a través de la
identificación y comprensión de diferentes aspectos económicos políticos y
culturales que influyen definitivamente en la tarea social, y en el rol fundamental
de la interacción entre las premisas e intereses de los Estados como empresas
transnacionales y organizaciones multilaterales.

A lo largo de la exposición que se realizará en este documento se debe


aclarar que la sucesión cronológica de acontecimientos no es el eje central de la
obra, por tanto, cobra mayor relevancia destacar aquellos aspectos que han
incidido en el paso de la bipolaridad y la unipolaridad a la multipolaridad, y que en
esencia, se imponen en el mundo actual.

Por otro lado, la organización de procesos globalizadores por regiones va a


permitir entender geopolítica y estratégicamente cómo se ha delimitado la
naturaleza de los Estados para entender el desplazamiento de las capacidades e
intereses políticos en las negociaciones en todas las regiones del mundo.
Del unilateralismo hacia la multipolaridad y el regionalismo

Partiendo de la identidad marcada por la guerra fría, el regionalismo de los


años sesenta, como el de los años noventa, han respondido tradicionalmente al
propósito de ampliar los márgenes de autonomía de los países de la región.,
donde en sus inicios, el regionalismo se planteó solo en el plano económico y de
las políticas de desarrollo, a través de las propuestas de integración (Giacalone,
2016).

En contraste, en el nuevo regionalismo los objetivos de autonomía


regional se han extendido también al plano político, económico, ambiental, social
y de seguridad. Esta búsqueda de autonomía en las relaciones exteriores de las
regiones fue más visible desde mediados de los años ochenta. Hechos como el
descrédito de la OEA y el TIAR, meros instrumentos anticomunistas de Estados
Unidos durante la Guerra Fría, la Guerra de las Malvinas, o la política agresiva de
Reagan en América Central, dieron origen a iniciativas latinoamericanas al margen
de la OEA, que condujeron a la aparición del Grupo de Río, por citar un ejemplo
(Giacalone, 2016). Con ello, el regionalismo adquirió una dimensión política
multidimensional como uno de los rasgos característicos del nuevo regionalismo
de la posguerra fría, mientras que en el viejo regionalismo, la dimensión
económica se ubicaba en organizaciones distintas, y esta última implicaba una
relación de subordinación estratégica con Estados Unidos principalmente (Guerra-
Borges, 2008).

Cabe señalar que el nuevo regionalismo de los noventa se explica una


estrategia más amplia de inserción internacional, al tiempo que pretendía
consolidar las capacidades de gobernanza interna de los Estados en una
dinámica más amplia, que se observa en el conjunto del sistema internacional de
la Posguerra Fría. Frente a este aspecto señalaría Sanahuja (2009) mencionando:

“Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y la mayor importancia de los


mercados asiáticos, y en particular de China. Respecto a Estados Unidos,
tanto el periodo de repliegue de la posguerra fría en los años noventa, como
su redespliegue de la “Guerra Global contra el Terror” han significado que
América Latina esté cada vez más alejada de las preocupaciones de esa
gran potencia. En una aparente paradoja, el marcado unilateralismo de
Estados Unidos y su actuación tras los atentados del 11-S ha creado tanto
los incentivos como las condiciones para alentar una actuación más
autónoma de América Latina, en particular de los países sudamericanos
(Serbin, 2010). Con la atención puesta en Irak y en Afganistán, Washington
ha descuidado una región en la que no percibía ninguna amenaza terrorista.
Ese vacío político ha sido rápidamente ocupado por líderes y proyectos
regionalistas cuya búsqueda de autonomía se justificaba, en parte, por el
rechazo al unilateralismo de la era Bush (p. 119).”

Sanahuja (2012) por su parte acota además que otros países han optado
por mantener los esquemas de integración vigentes, buscando acuerdos con los
países del Norte y con Asia a partir de esas plataformas regionales. En ese marco,
en América Latina se observa una reinterpretación del regionalismo y el
multilateralismo que podría caracterizarse como “postliberal”, por tratar de
trascender el modelo del regionalismo abierto.

En contraste se puede hablar de un regionalismo internacionalismo


económico da la existencia de las posibilidades de proyección geográfica se
plantea una serie de capacidades dentro del proceso globalizador en donde se
pierde la jerarquía unilateral y comienza un dominio Bipolar visto sobre los años
ochenta especialmente por la influencia de los Estados Unidos Rusia y Asia, y de
igual manera, Japón ha hecho lo propio pero no ha tenido la influencia que han
tenido otros países en este aspecto (Montenegro, 2010).

Desde luego la posición económica de estos países han cambiado en los


últimos 20 años atendiendo sobre todo a que la pluralidad de actores han
generado una multipolaridad dejando el escenario abierto incluso a la ciudadanía a
organizaciones no gubernamentales y a Estados en vía de desarrollo en su
pretensión de hacer un papel protagónico en el regionalismo, constituyéndose así
una forma de perdurar la intencionalidad de los Estados frente a las políticas
subnacionales y nacionales para proteger sus intereses particulares (Quiliconi &
Salgado-Espinoza, 2017).

No obstante, el regionalismo no ha jugado el mismo papel en todos los


tiempos desde luego los cominos de la Unión Europea y la debilidad de los
Estados Unidos en ese tiempo habían convertido a Asia en especialmente a China
en el principal protagonista, sin embargo, el contrapeso que realizaron los Estados
Unidos en los años ochenta y noventa sobre todo en su intervención en Medio
Oriente hizo que la acción sobre el tema petrolero le diera un valor preponderante
a los Estados Unidos en temas de petrodólares (Saxe-Fernández, 2015).

En este mismo aspecto de la unilateralidad podemos ver que el dominio


tecnológico ha estado de la mano no sólo Estados Unidos, sino especialmente de
China, Europa y Japón, quienes han puesto en el escenario mundial un sin
número de artefactos tecnológicos así como de avances en ciencia y tecnología,
que han dado lugar a la construcción de un mundo diferente a un mundo que se
mueve en un ecosistema de negocios, y en donde el sentir geopolítico ha quedado
atrás de la perspectiva geoeconómica en el proceso globalizador (Saxe-
Fernández, 2015).

Podría entenderse que existen economías emergentes de las cuales se


constituyen unos sistemas internacionales multipolares, pero la pregunta del
regionalismo es si esto fortalecerá o debilitará a quienes ya tenían un lugar en el
sistema geoeconómico el mundo, pues de esta manera, los Estados-Naciones
como actores principales de muchas de las economías emergentes podrían tener
en este momento una escalada en los poderes regionales como en el caso de
Latinoamérica o en el caso de Centroamérica (Sanahuja, 2009).

De igual forma, el multilateralismo regional busca una estabilidad al sistema


global desde las acciones regionales en problemas tales como las crisis
financieras, las deflexiones económicas, el cambio en los precios del petróleo, y el
cambio climático.
En este sentido, algunos autores (Cuéllar-Laureano, 2012), (Giacalone, 2016),
(Sanahuja, 2009), han mencionado que no sólo se trata de una multipolaridad
centralizada, es decir, en donde se tiene una serie de actores como grandes
potencias mundiales, los cuales actúan a nivel global con una posición
geoestratégica que les permite dar cuenta de una estabilidad económica financiera
de empleabilidad y de indicadores económicos, que llevan por encima a países de
renta media alta.

Así pues, algunos autores hablan de la multipolaridad descentralizada en


donde las economías emergentes dan una autonomía política y de poder regional
no se desarrollan intereses regionales, sino que solo se busca que la accesibilidad
a acuerdos de cooperación internacional, y de aquellos de cooperación económica
con los que se pretendan cursar de manera natural a nuevos mercados que no
necesita el apoyo de otras regiones ni organizaciones multilaterales.

De esta forma se abre paso a una nueva dimensionalidad del poder en el


mundo, supeditada ya no solo a un orden de jerarquías mundiales lideradas por
las potencias económicos y militares, sino que en efecto, se hace presente en el
escenario la comunidad de todos los países del mundo, en la que la emergente
economía de países pequeños llega a su cúspide, y en la que países que tenían la
peor crisis económica llegaron a establecerse como economías sólidas y
representativas a nivel global.

Organización geopolítica y escenarios del proceso globalizador

Luego de hacer una exploración asociada a los acontecimientos de la


posguerra fría se hace una identificación de los elementos de continuidad y
cambio geopolítico y económico en el Siglo XXI como se describió en el título
anterior. En este momento, las siguientes páginas van a permitir organizar una
información sobre los aspectos geopolíticos por regiones más relevantes en el
escenario mundial, y aunque la identificación no pretende hacer una
caracterización de cada una de las regiones, si se hace necesario describir y
hacer comprensible como los aspectos políticos y económicos del mundo actual
han actuado en las posibilidades futuras de determinadas regiones en las que su
historia económica ha desempeñado un papel fundamental en la interacción de
intereses de muchos Estados y Naciones, frente a las organizaciones
multilaterales, bilaterales y unilaterales (Giacalone, 2016).

En adición, no se pretende responder a una pregunta de la situación actual


bajo una fórmula, pero si se busca dar respuesta al sentido de la multipolaridad, y
como a través del ejercicio que han realizado muchas regiones se puede hacer
tangible el pensar en que existe unos escenarios que se organizan
geopolíticamente como estrategia globalizadora por regiones, de esta forma, la
pregunta que puede acaecer en estas líneas está relacionada sobre cómo el
mundo globalizado ha generado una posibilidad a diferentes regiones del mundo a
ocupar una posición geopolítica y geográfica, que desde luego atendiendo al tipo
explicativo de la economía, no se llega a considerar que economías emergentes
puedan ocupar un lugar preponderante en el mundo actual, pero desde luego, así
sucede y sorpresivamente puede llegar a suceder que la identificación de
elementos que dan continuidad y cambio a nivel económico puedan ser las
probabilidades de que en el futuro a mediano y largo plazo, sean el derrotero de la
polaridad del mundo económico, político y social (Saxe-Fernández, 2015).

En la era de la tecnología la información y la comunicación nos hemos visto


abocados a ver en diferentes medios como las crisis económicas en diferentes
regiones del mundo han significado el acabose de economías que se
consideraban estables. Asimismo, otras que han mantenido su estabilidad lo han
hecho a costa de un precio social, y de un precio ambiental supremamente alto, y
es por eso que también algunas de las noticias que llegan por diferentes medios
de comunicación, han enterado al mundo de las diferentes guerras civiles que se
han librado en Medio Oriente y en Oriente lejano (Montenegro, 2010).

También la influencia islámica, y la de los grupos disidentes en los Balcanes


en la antigua Unión Soviética, han generado un sin sabor en la comunidad
internacional en donde geopolíticamente la posición de las regiones ha sido la
restablecer el orden y la paz. Desde otra óptica, el escenario internacional ha
dibujado que existen regiones las cuales están intentando generar unos cambios
transnacionales en el caso de la Unión Europea ha sido el referente para América
Latina y Centroamérica y el Caribe, para establecer acciones en la ruta
metodológica de la cooperación entre naciones de los acuerdos bilaterales, y de
los acuerdos multilaterales, los cuales se han constituido en premisas para la
construcción de una arquitectura más sólida en cuanto a la estrategia
geoeconómica de la región frente a la integración con otras regiones del
hemisferio (Giacalone, R, 2016).

Saxe-Fernández (2015) sobre el particular expresa:

“El mundo ha experimentado profundas transformaciones en los


últimos veinte años. El socialismo se derrumbó en la Unión Soviética y
Europa Oriental; las naciones capitalistas industrializadas, tras el corto
respiro que les procuró la aplicación de políticas neo liberales, aún no salen
totalmente de la crisis y no existen perspectivas claras de crecimiento
sostenido en el mediano plazo. Las economías del Tercer Mundo,
agobiadas aún por la crisis de la deuda y las políticas de ajuste,
abandonaron sus viejas estrategias de desarrollo de corte proteccionista y
se abrieron al exterior. El mundo avanza hacia la globalización económica,
aunque sin un proyecto claro de reforma de la institucionalidad política y
económica heredada de la posguerra y del mundo bipolar. Ese proceso
descansa en el acelerado desarrollo científico y tecnológico, en particular en
las comunicaciones y los transportes, lo que facilita la operación mundial de
las corporaciones, y su impulso proviene de las fracciones más poderosas
del capital de las naciones desarrolladas y del Tercer Mundo, así como de
los grupos gobernantes de esas economías y de los países otrora
socialistas. Estos grupos demandan un espacio económico internacional
abierto, de preferencia sobre bases multilaterales (p. 112-113).”
En cierta medida cuando se ha hablado de la geopolítica y la geoeconomía
en el proceso globalizador parece que se habla de dos cosas diferentes. Sin
embargo, si se presta atención desde el punto de vista conceptual tienden a tener
puntos de convergencia históricos y teóricos, lo cual lleva a la instalación de un
modelo paradigmático que hace entender que la organización geopolítica es un
escenario en donde el proceso regional tiene gran importancia atendiendo a las
perspectivas y necesidades del orden económico, social, y cultural
primordialmente (Quiliconi & Salgado-Espinoza, 2017).

De igual forma, se debe hablar de lo que podría considerarse la


globalización como un tema pasado de moda, pero que sin embargo, sigue siendo
un tema vigente y latente en toda la sociedad, en el hecho de considerar que hay
una economía globalizada y que funciona a escala mundial generando una
realidad distinta a la del capitalismo, pues desde ella se evoca una especie de
operación regional en la cual cada una de las Naciones tiene un papel importante
dentro de la diversidad de la propiedad a la que puede tener acceso o que le
corresponde dentro de las matrices que se gestan a nivel geopolítico, y que se
difunden como especie de ventajas competitivas.

En este sentido, el principal freno globalizador en la constitución de un


orden económico mundial en el que sólo se está esperando que los sistemas
productivos de los estados comiencen a apalancar la autenticidad de sus regiones,
pues frente a este aspecto hay que decir, que la globalización no puede constituir
un nuevo orden, ya que en esencia, << la globalización es el orden>>, y no de
manera lineal sino de manera paralela y secuencial generando un marco de
obstáculos que marchan en contravía de los factores que impulsan los procesos
tradicionales, y es por esta razón, que se debe intensificar los procesos que
tienden al proteccionismo y a contrarrestar las acciones económicas fragmentadas
de otros Estados en el que la visión regional y transnacional va a permitir superar
estas barreras pero la carencia de un eficaz liderazgo en este aspecto
geoeconómico podría tener serias consecuencias (Giacalone, 2016).
En el aspecto regional de influencia, de acuerdo con Giacalone (2016) en la
actualidad se perfilan tres bloques principales: el que forman Estados Unidos,
México y Canadá, con la perspectiva de incorporar a otros países de América
Latina; el europeo, encabezado por Alemania e integrado por los países de la
Unión Europea (UE) que se ampliaría con la Asociación Europea de Libre
Comercio (AELC), y al que podrían incorporarse las economías de Europa
Oriental, así como las de la otrora Unión Soviética, y el bloque asiático, bajo la
égida de Japón , que incluye a Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán y Singapur; y a
la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) formada por Tailandia,
Malasia, Indonesia y Filipinas; y cuya esfera de influencia podría extenderse a
Australia, Nueva Zelandia, tradicionales socios comerciales del Reino Unido y
China. Es preciso decir, que la formación de bloques no significa que se crearán
sistemas productivos regionales, sino que los sistemas nacionales en crisis se
articularán y en muchos casos quedarán subordinados a la lógica del sistema
hegemónico de los Estados Unidos, Alemania y Japón (Sanahuja, J, 2012),
(Giacalone, R, 2016).

Así pues, la integración de bloques no responde exclusivamente a la


voluntad política de los gobiernos, pues es resultado de procesos de integración
en espacios naturales tejidos a lo largo de las últimas décadas. No obstante, con
la existencia de fuerzas predominantes hacia los bloques regionales no se
constituirán en zonas económicas cerradas, ni que obstaculicen los avances hacia
los arreglos multilaterales. Todo ello, dependerá de que se supere la crisis de
regulación y de que se logre controlar las tendencias económicas en las regiones,
así como los conflictos que en ellas se suceden (Saxe-Fernández, 2015).

Por último, es preciso recordar en este artículo, que las regiones son desde
el punto de vista geopolítico complementarias, y que estratégicamente todos ellas
tienen un punto a favor de los países dominantes, y que la interdependencia
siempre existirá en este entorno económico, el cual debe intentar permanecer al
margen de la obligatoriedad y de la marginación de los pueblos con menores
capacidades económicas
Conclusión

En el proceso globalizador que hay una unidad de análisis en el binomio


geopolítica geoeconomía, el cual debe ser empleado en un marco interpretativo de
las sociedades de consumo de las sociedades culturales y de las
intencionalidades de los estados y de las Naciones, a través del juego evolutivo de
la transnacionalidad y del proceso regional.

Es evidente que existen aspectos comprensibles en el mundo actual que a


pesar de tener el rótulo de globalizado siguen teniendo elementos que la historia
ha dejado como rol fundamental de la interacción entre los estados en el cual la
paz, la lucha contra la miseria, el favorecimiento de crecimiento económico, y el
apoyo a los estados con menores posibilidades económicas, sigue estando en el
derrotero de las regiones y de los países que lideran. De igual forma, se hace
comprensible que la historia social económica y política desempeña un papel
fundamental en la concepción de los nuevos intereses geopolíticos y de las
expectativas geopolíticas que tienen las organizaciones multilaterales alrededor de
todo el mundo.
Referencias

Cuéllar-Laureano, R. (2012). Geopolítica. Origen del concepto y su


evolución. Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, 113, 34-49.

Giacalone, R. (2016). Organización geopolítica y escenarios del proceso


globalizador por regiones. En R. Giacalone, Geopolítica y geoeconomía en el
proceso globalizador (págs. 139-197). Bogotá: Acontecer Mundial.

Giacalone, R. (2016). El siglo XXI: Del unilateralismo hacia la multipolaridad


y el regionalismo.

En R. Giacalone, Geopolítica y geoeconomía en el proceso globalizador


(págs. 107-139) Bogotá: Acontecer Mundial.

Guerra-Borges, A. (2008). Regionalismo y multilateralismo en su laberinto.


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Quiliconi, C., & Salgado-Espinoza, R. (2017). Latin American Integration:


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Sanahuja, J. (2012). Regionalismo post-liberal y multilateralismo en


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Sanahuja, J. (2009). Del regionalismo abierto al regionalismo post-liberal.


Crisis y cambio en la integración regional en América Latina. Anuario de la
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Saxe-Fernández, J. (2015). La globalización: aspectos geoeconómicos y


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