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Amber Kell - Club BDSM 01 - Cortejando - Al - Amo - Jones PDF
Amber Kell - Club BDSM 01 - Cortejando - Al - Amo - Jones PDF
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Sum: abreviatura de sumiso.
—¿Puedo pedirte un favor, Ralph? —Stephen levantó
la vista dándole al guardia su más ventajosa mirada con
sus ojos celeste. Una mirada que nunca había fallado en
lograr que alguien hiciera lo que él quería.
El guardia se veía nervioso. —Si puedo y no causa
que me despidan…
—¿Podrías darle esto al Amo Jones? No le des mi
nombre. Solo dile que es de un admirador.
Ralph se rió. —¿No del misterioso hombrecito? Dame.
Voy a lograr que me despidan por esto. —Extendió la mano
y Stephen le dio el sobre.
Minutos después Stephen veía con anticipación cómo
Ralph se aproximaba a la mesa.
—Amo Jones.
Víctor levantó la vista y vio a uno de los guardias del
club acercarse.
—¿Hay algún problema?
El guardia sonrió. El hombre era diabólicamente
hermoso pero definitivamente no era su tipo. A él le
gustaban sus hombres más delgados y delicados.
—Se me indicó que te diera esto; de un admirador.
Víctor aceptó el sobre, ante el murmullo y ruido de
besos de sus compañeros. El guardia se fue
inmediatamente, dejando a Víctor preguntándose qué
escondía.
6 Con una mirada a sus amigos en la mesa, Víctor se
encogió de hombros. Abrió el sobre, sacó la hoja de papel y
la observó.
Dentro estaba un dibujo de Víctor tan real, que a
pesar de estar hecho a lápiz, casi creía que era capaz de
sentir las puntas de la barba en su mentón.
—Wow, quiero uno, —dijo Carlyle inclinándose para
ver la pintura.
—Consíguete tu propio admirador. —Víctor revisó el
lugar, tratando de ver si alguien lo estaba mirando o estaba
sosteniendo un cuaderno de dibujo. La hoja obviamente
había sido arrancada de uno.
Todo el mundo lo estaba mirando, como de
costumbre, pero no había extraños, y él estaba muy seguro
de que ninguno tenía ese tipo de habilidades.
—Déjame ver. —Como el propietario de varias
galerías, Lindi se consideraba un experto en arte. Dejó salir
un bajo silbido cuando vio el dibujo—. Me pregunto lo que
esta persona podría hacer con más tiempo. Esto
obviamente es solo un rápido dibujo. Me encantaría que
quien sea que hizo este dibujara a William.
William era el sumiso de Lindi desde hacía mucho
tiempo.
Lindi inclinó la pintura para que su sum, sentado en
el suelo, pudiera verla.
—¿Qué piensas?, mascota.
—Es muy real, —comento el sum, dándole a su amo
una amorosa mirada.
—No la arrugues, —dijo Víctor molesto, tomando el
dibujo. Extrañamente no quería que sus amigos tocaran su
regalo. Lo sentía demasiado personal para compartir.
Alisando las invisibles marcas, Víctor deslizó la pintura de
regreso al interior del sobre—. ¿Alguien vio hacia donde fue
el guardia?
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Sus amigos sacudieron la cabeza.
—Bueno, él es un guardia, —dijo Carlyle
lógicamente— Probablemente esté en la puerta del frente o
donde quiera que sea su lugar.
Víctor chasqueó sus dedos ante el camarero que
pasaba. Él usaba unos ajustados short blancos de piel, unos
interesantes remolinos de pintura corporal y nada más.
—Estoy buscando a un guardia. El que tiene cabello
castaño largo, tatuajes y un piercing en la ceja.
—Ese es Ralph. Se fue ya por esta noche.
—Mierda.
Víctor dejó ir camarero después de pedir una orden
de bebidas.
—Supongo que tendrás que preguntarle la próxima
vez que vengas, —dijo Carlyle, antipáticamente.
—Sí. Supongo. —La noche había perdido algo de su
glamour. Ahora todo lo que quería era descubrir algo más
de ese admirador locamente talentoso.
Al sábado siguiente por la noche Stephen regresó al
club de su hermano. Ese era uno de los pocos días de la
semana en que no tenía clases, y a Greg le gustaba usar
ese tiempo para ponerse al día sobre lo que estaba
haciendo Stephen.
Greg era su bueno aunque controlador hermano y le
daba a Stephen alimentación y alojamiento mientras su
beca cubría la escuela, libros y accesorios. Ese sistema
estaba funcionando para ambos.
Después de ponerse al corriente sobre los eventos de
sus vidas, Greg dejó a Stephen solo en su oficina con todas
esas encantadoras cámaras de seguridad. Stephen
generalmente pasaba la mayoría de los sábados
terminando su tarea y cenando con su hermano. Él nunca
iba a fiestas como sus compañeros de clases. Trabajó
demasiado duro para conseguir su beca para arruinarla por
una novatada de alcohólicos. Si tuviera una cita, eso sería
8 totalmente diferente, pero actualmente estaba soltero y el
único hombre que le interesaba estaba justo aquí en el club
de su hermano. Stephen distraídamente veía los monitores
de vez en cuando, mientras hacía su tarea de inglés.
Cuando finalmente vio de nuevo a Víctor, Stephen estaba
listo.
Él había pasado toda la semana con su amigo, Eddie,
que se especializaba en trabajos de piel, para que le
ayudara a hacer un apropiado látigo. Su amigo disfrutó el
desafío y Stephen le pagó haciendo un retrato de la novia
de Eddie que le granjeó mega puntos de novios, si la
sonrisa en su cara era una indicación.
Sacando la bolsa de terciopelo de su mochila,
Stephen llamó al teléfono del bar y preguntó por Ralph.
El guardia se oía jadeante cuando contestó el
teléfono; debió apresurarse a contestar la llamada. —Sí,
compañero.
—¿Puedes venir a la oficina de Greg?
—Seguro.
Un momento después el guardia estaba en la puerta.
—¿Qué sucede?
—Le hice otro regalo a Víctor. ¿Podrías dárselo por
mí?, por favor.
Ralph aceptó la bolsa. —¿Puedo verlo?
Stephen se ruborizó. —Seguro, puedes decirme si
crees que es suficientemente bueno.
El guardia abrió la bolsa y deslizó fuera el látigo. —
Joder, esto es una hermosa cosa. Víctor se va a correr en
sus pantalones. Se la voy a dar ahora mismo. —Ralph le dio
una curiosa mirada—. ¿Cómo sabes que Víctor es el Amo
del látigo?
Stephen se ruborizó. —Oí a alguna gente decirlo
cuando me iba la semana pasada.
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—No dejes que Greg te vea hablando con Víctor, —
advirtió el guardia.
Stephen dejó salir un suspiro. —Dudo que pueda ser
un problema. —¿Cuáles eran las probabilidades de que un
hermoso hombre como ese quisiera a un escuálido artista?
—Prométeme que no le dirás quién soy, —suplicó.
—Lo prometo, —dijo Ralph solemnemente—. Ahora
mantén tus ojos en el monitor. No vas a querer perderte
esto.
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—¿Crees que te enviará algo está semana? —
Preguntó Carlyle, viendo a Víctor morderse sus uñas.
—No sé, pero estoy cansado de esta mierda. Mejor
que se muestre pronto o voy a ir a cazarlo. —Víctor no
quería admitir el esfuerzo extra que se tomaba para verse
mejor esa noche, esperando finalmente encontrarse con su
admirador secreto. ¿Cuánto más iba a tardar? ¿Nunca
conocería a este chico? Él ni siquiera había tocado a otro
hombre desde que empezó a recibir regalos. Sentía que
estaba mal el tener sexo con alguien más mientras su
admirador secreto estaba mirando. No quería romper el
corazón del hombre, al menos no hasta que lo conociera en
persona.
Un camarero llegó a la mesa con un vaso de whiskey
y lo dejó sobre una perfectamente blanca servilleta y se
alejó. No fue hasta que el camarero se fue que Víctor notó
que había un pequeño dibujo de un hombre sosteniendo un
látigo en una esquina. Estaba caprichosamente hecho e
hizo que se riera mientras tomaba su bebida.
Carlyle vio la servilleta. —Bueno no es tan elaborado
como los otros regalos pero es dulce.
—Amo Jones.
Ralph estaba de pie frente a él sosteniendo el más
exquisito florero que él hubiera visto. El guardia lo dejó
antes de sacar una hoja de papel.
—Él está preocupado de que creas que las flores sean
muy de chicas así que me instruyó a que te dijera el
significado de las mismas.
Víctor escuchó el discurso del guardia mientras
tocaba el suave vidrio. El florero era transparente en la
base pero tenía remolinos mezclados de azul y verde y una
amplia franja de dorado que resplandecía incluso con la
amortiguada luz del club. Víctor no tenía ninguna pieza de
cristal artístico y nunca pensó tener alguna, pero sabía que
este tendría un lugar en su casa, justo en la entrada.
—¿Él lo hizo? —Eso era importante para Víctor.
15 Cualquiera podía ir y comprar algo, pero su admirador
secreto se había esforzado para hacer personalmente todos
sus regalos. Su devoción al hacer los regalos a Víctor hacía
que se sintiera especial incluso con lo frustrado que estaba
por el secreto de su admirador.
Ralph se rió. —Sí, y tiene quemaduras para probarlo.
—¿Está lastimado? —La preocupación se disparó en
Víctor—. Llévate esto de aquí y déjame verlo.
—Él está bien —dijo Ralph—. Y aun no está listo para
encontrarse contigo.
—¿Por qué no? ¿Qué está mal con él?
—No hay nada mal con él, Amo Jones. ¿No lo
entiendes?
—¿Entender qué?
—Él te está cortejando.
Víctor apenas resistió la urgencia de golpear en la
cara al guardia. —Estoy cansado de ser cortejado. Estoy
listo para una reunión cara a cara.
—¿Hay un problema aquí? —Greg, el propietario del
club se acercó a la mesa. El hombre era enorme con los
brazos más grandes que los muslos de la mayoría de la
gente. Sus ojos se iluminaron cuando vio el florero—. Wow
esto es hermoso. —Se rió—. Es en cierta manera mejor que
las cosas que hace mi hermanito y lleva a casa. No sé por
qué lo hace si no es su medio, pero últimamente el chico ha
estado en todos los lugares. Infiernos, las semanas pasadas
él ha estado bordando, dice que quiere ‘expandir sus
conocimientos’. —Dijo Greg marcando las comillas en el
aire.
Ralph se congeló a su lado.
Víctor sonrió.
—¿Y qué edad tiene tu hermanito? —Preguntó
Carlyle.
Aparentemente Víctor no fue el único que imaginó
16 que era él.
—Acaba de cumplir veintidós. Es asombroso. Logró
entrar a una esnob escuela de arte con beca completa, el
único de la familia con algún talento.
—¿Cuál es su especialidad? —Víctor trató de sonar
calmado mientras su corazón se aceleraba en su pecho.
—¿Huh? —preguntó Greg. Sus ojos pegados al
caliente trasero de un chico que pasó en ajustados
pantalones de piel.
—Tu hermano, dices que el vidrio y el bordado no es
su especialidad, —le recordó Víctor—. ¿Cuál es?
—Oh, el dibujo. Es un asombroso artista. Él prefiere
lápices de colores, pero puede usar cualquier cosa, incluso
pintura. Va a ser famoso algún día. Sé eso. —Greg casi
brillaba por el orgullo que le provocaba su hermano
mientras una sonrisa se formaba en su cara.
—¿Tu hermano viene a menudo al club? —Preguntó
Lindi en un tono casual que para nada engañó a Víctor.
—¡Señor, no! Ni siquiera lo dejo entrar. —Greg frotó
su mentón—. Bueno, los sábados viene a hacer su tarea,
pero no lo dejo entrar al club, propiamente dicho. Él solo
entra a mi oficina. Nuestros horarios realmente no se
conectan bien durante la semana, va a clases muy
temprano en las mañanas y él ya se fue para cuando yo
regreso. —Greg sacudió la cabeza recordando lo que había
estado hablando antes—. Pero suficiente acerca de mí. ¿Por
qué tienes flores?
—Un regalo de un admirador, —dijo Víctor con una
sonrisa. Un admirador que él iba a conocer muy pronto.
—Bueno, son hermosas. —Greg se giró hacia Ralph—.
Regresa a trabajar, chico.
—Sí. Señor. —Ralph se dio media vuelta y se fue.
Greg inclinó la cabeza cortésmente, dijo buenas
noches y se fue a revisar a otros clientes.
17 Víctor levantó su vaso hacia las cámaras de
seguridad.
—Ahora que sabes quién es el niño, ¿cómo vas a
hacer para atraparlo? —Preguntó Carlyle.
—Fácil. —Víctor le sonrió a Lindi—. ¿No quieres
arreglar una exhibición con los estudiantes de arte locales?
Lindi casi se ahoga con su bebida. —Advierte la
siguiente vez. —Sucumbió a la mirada de Víctor—. Bien,
pero solo una galería y habrá un concurso o algo así. No
voy a llevar mierda.
—Muy justo. Sé que debe de haber asombrosos
artistas locales porque alguien con talento le enseña a mi
niño.
—¿Quién dice que él es tu niño? —Preguntó Carlyle—.
Quizás ni siquiera lo quieras después de todo esto.
Víctor no podía explicar cómo sabía que tenía la
intención de estar con el asombroso hombre que le había
enviado tan detallados regalos. —Confía en mí, cualquiera
que se tome tanto esfuerzo para hacer feliz a un Dom, que
ni siquiera es el suyo, te aseguro que será un asombroso
sum.
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í
3
También llamada estufa en Latinoamérica.
El sonido de un sollozo lo sacó de sus reflexiones. —
Tú me advertiste que te distraías cuando cocinabas, —le
recordó Víctor besando el cabello color caramelo.
—Quizás deberías mantener tu creatividad en el arte
y conseguir una pila de comidas a domicilio. —Frotó su
mejilla contra el cabello de Stephen. Se sentía agradable
acurrucar al hombre.
Nada se había sentido tan bien antes.
Levantó el mentón de Stephen y depositó un beso en
su suave boca.
El fuego lo recorrió igual que un tsunami o un
incendio.
Gimiendo contra los labios de Stephen, Víctor
envolvió sus brazos alrededor del pequeño hombre,
acercándolo más. Las delgadas formas se fundían contra él,
aceptando el dominante beso de Víctor y haciendo su pene
tan duro como una roca.
Quería arrancarle los jeans al hombre y tomarlo en el
mostrador. Respirando duro, Víctor se apartó complacido al
ver que Stephen también tenía los mismos problemas para
tomar aire. El estómago de Stephen gruñó causando que
ambos rieran.
—Voy a ordenar pizza.
Stephen le dio una gran sonrisa. —Lamento lo de la
comida, aunque tengo otra sorpresa después de la pizza.
Afortunadamente esta es una que no se puede quemar.
Víctor se rió. Le gustaba el humor en los ojos de
Stephen. Cuanto más miraba al artista, más atractivo le
parecía. El rubio tenía rasgos ordinarios, pero eso era antes
de ver sus ojos. Sus ojos, eran de un sorprendente azul,
brillaban con inteligencia y una etérea sabiduría, como si
33 tuviera la habilidad de ver cosas que estaban fuera para
todos los demás. Eso le recordó a Víctor.
—¿En qué estabas trabajando?
—Oh. —El rubor de Stephen era encantador—. Pensé
que tus paredes se veían un poco desnudas. Solo estaba
haciendo los bosquejos de algunas ideas para pintarlas.
—¿Puedo verlos? —Víctor no sabía si Stephen era uno
de esos que no quería que su trabajo fuera visto hasta que
estuviera terminado, pero tenía curiosidad por ver lo que
había dibujado.
Stephen se encogió de hombros. —Seguro.
Víctor notó que Stephen no lo veía a los ojos cuando
le dio el cuaderno de dibujo.
Le tomó un momento entender el abstracto dibujo.
Dos hombres abrazados, sus rasgos borrosos, sus cuerpos
mezclados. Eso no era erótico, eso era mucho más
romántico y le decía a Víctor todo lo que él necesitaba
saber acerca de su nuevo amante.
Stephen era un romántico.
Por primera vez en su vida Víctor sintió la presión de
no dejar a la otra persona. Él era un solitario que cambiaba
de amantes a la velocidad de la luz. No atarse a sus parejas
sexuales significaba que ninguno podría lastimarlo.
Viendo la pintura, Víctor conocía a Stephen. Con su
tímida sonrisa y sus soñadores ojos podría destruirlo
completamente, porque no solo quería sexo con Stephen.
Quería ser el foco de esos hermosos ojos, ser el centro del
universo de Stephen.
El impulso de prometerle cualquier cosa sacudió a
Víctor hasta su centro.
—Yo… Yo ordenaré la pizza. ¿Hay algo que no te
guste?
—Realmente no me gustan los champiñones —
34 confesó Stephen.
—No champiñones, lo tengo. —Le devolvió el
cuaderno de dibujo a Stephen—. ¿Por qué no sigues
trabajando en tu pintura mientras esperamos la pizza? ¿Te
gustaría algo de vino?
Stephen sacudió la cabeza. —No soy bueno con el
alcohol. Me vuelve tonto.
—Me gustaría verte tonto alguna vez, —dijo Víctor
con una sonrisa—. Ve al sofá. Me uniré a ti en un minuto.
El artista asintió tristemente y antes de alejarse dijo:
—Lamento lo de la cena.
—Ya dijiste eso. Puedes limpiar el lío después de
comer nuestra pizza. Ahora no hagas que te lo diga de
nuevo. —Usó su mejor voz de Dominador y se complació
cuando Stephen obedeció inmediatamente.
Tomando una profunda respiración, marcó el número
de sus pizzas favoritas. Sirvió unos vasos de vino, se aflojó
la corbata y se dirigió a la sala. Por primera vez el ver a un
atractivo hombre no le hacía pensar inmediatamente en
sexo. Cuando vio a Stephen en el sofá, en todo lo que
podía pensar era que su casa ahora se sentía un hogar.
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í
-D espierta, dulzura.
Una rica voz murmuraba al oído de Stephen. El suave
sonido llegaba profundamente a su interior. El hombre que
hablaba representaba todo lo que Stephen quería en un
hombre. Solo tenía que ser cuidadoso de no mostrarlo. Era
demasiado pronto para estar tan apegado. Solo habían
pasado unos meses desde que Stephen vio por primera vez
al sexy Dom y solo unas semanas desde que Víctor sabía
acerca de él.
No debería de sentirse de esta manera.
Le gustaba estar en casa de Víctor.
Tragando sus nervios, Stephen lentamente abrió un
ojo. La imagen que llenó su vista hizo que su media
erección matutina se llenara completamente.
—Buenos días.
—Buenos días. Es tiempo de ir al gimnasio.
Stephen gruñó lo que le valió una palmada en el
trasero. —Sin excusas. Cuerpo sano, mente sana.
—¿Eso es lo que dices para levantarte a esta
espantosa hora de la mañana? —Murmuró Stephen. Un
terrible pensamiento invadió su mente—. Eres una persona
matutina, —le acusó.
Víctor se rió. —No te veas tan horrorizado, eso no es
el fin del mundo.
43
Stephen subió los cobertores hasta su cabeza. Estaba
casi consolado al descubrir que su amante perfecto tenía
una incorregible falla.
—¿Por qué sigues en la cama?
Mierda. Víctor estaba usando su voz de Dom.
Gruñendo, Stephen bajó los cobertores y vio a Víctor
a los ojos. —¿No vas a dejarlo ir?
—No.
Víctor se inclinó y le besó la nariz. —No y tampoco
trates de seducirme con esos hermosos ojos.
—¿Qué con una mamada?
Víctor se rió. —Con lo tentador que eso es, tengo algo
de control. Vístete.
—Bien. —Stephen no disfrutaba ese juego. Odiaba el
ejercicio. Era aburrido y siempre lo dejaba dolorido por
días.
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4
Esch =hcm = el que ilumina.
—Rain, si arruinaste mi relación, voy a flagelar tu
trasero y no será para revivir viejos tiempos.
Rainier Lemmon le dio una acongojada mirada. —No
tenía idea de que estuvieras en una relación de ningún tipo.
—El sum se sentó en la silla de lado—. ¿Cómo sucedió eso?
—Él le enviaba presentes, —intervino Carlyle—. Es un
asombroso artista.
—Deberías ver sus pinturas, —agregó Lindi.
—Cállense. —Víctor vio a sus amigos.
—¿Ahora me dirán que eres un romántico?
La mirada de asombro hizo que Víctor quisiera
empujar a su amigo al suelo de nuevo. Su corazón dolía al
recordar los ojos de Stephen.
—Sí, creo que lo es.
—Puedes enviarle flores, —sugirió Lindi—. Es un
romántico. Eso puede gustarle.
—O dulces. Sé de un lugar con buenos dulces, —dijo
Carlyle.
Sus amigos se burlaban de las varias cosas que
podría enviarle a su joven amante. Desde ropa interior,
comestible, hasta condones de sabores. Algunas de las
sugerencias hacían que girara los ojos aun cuando la
preocupación oprimía su estómago. Él no tenía dudas que
podía recuperar a su joven y bien agraciado amante, pero
el dolor que le causó a Stephen le dolía profundamente. Ni
siquiera quería ver esa expresión de nuevo.
Greg llegó a la mesa y lo vio fijamente. —¿Qué le
hiciste a mi hermano? Acaba de llamarme para decirme que
no me moleste en reunirme contigo porque todo se acabó y
que yo tenía razón. No puedo decirte cuánto quería no
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tener razón. —El musculoso hombre sacudió el teléfono
ante Víctor—. Dime qué jodidos vas a hacer ahora para
arreglarlo o lárgate al infierno de mi club.
La rabia en los ojos del otro hombre los hacía brillar.
Oyó a Rainier suspirar a su lado justo antes de que el sum
se pusiera de pie y se acercara a Greg.
—Lo siento, puedo decir que yo causé toda esta
conmoción, —Rain hizo pucheros, con su gracia se arrodilló
perfectamente frente al propietario del club—. Estaba
arrodillado al lado de Víctor, conversando de los viejos
tiempos. Solo un segundo antes Vic me estaba diciendo que
había encontrado a alguien. Iba a irme y hablar con él más
tarde cuando tu hermano llegó y me vio en su lugar.
Asumió lo peor, probablemente a causa de la reputación del
Amo Jones. —Rainier destelló una provocadora mirada
agitando sus pestañas antes de bajar la cabeza en una
falsa sumisión.
Greg se inclinó y levantó la cabeza de Rain. —Te
gusta causas problemas, ¿no es así?, hermoso.
—Algunas veces, —admitió el sum.
—Bueno, esta vez has ido demasiado lejos. —Greg
envolvió su mano alrededor del brazo de Rainier y lo
levantó para que se pusiera de pie. Jones estaba seguro de
que le dejaría un hematoma y estaba igualmente seguro
que a Rain no le importaba—. Porque la única persona que
amo en este mundo es mi hermanito. La angustia puede
ser buena para los artistas, pero no necesita este tipo de
dramas. Tú vas a venir conmigo y le dirás a mi hermano
todo acerca de tu mal puesta sumisión y si eres buen chico
nalguearé tu culo hasta que te arrepientas apropiadamente
de tus pecados. —Greg se giró a ver a Víctor—. Te llamaré
cuando todo esté arreglado. Él probablemente no necesite
verte hasta entonces. Estará avergonzado.
Víctor asintió. —Le explicaré la virtud de confiar en su
Dom. Dile que lo veré en mi apartamento, que lleve todas
sus pertenencias. Quiero que se mude y se acomode
55 cuando regrese.
Greg le dio una sonrisa de aprobación. —Podría
haberlos cuestionado a los dos duramente pero puedo decir
que él tiene fuertes sentimientos por ti. Stephen nunca
hace nada a medias.
—Lo sé. —Víctor señaló el collar que su amante le
había lanzado—. Yo inusualmente también soy devoto a él.
Cuando su niño se había quitado el collar y se lo
había lanzado a la cabeza, una parte de su corazón se
había roto. Él no quería que reaccionara de esa forma de
nuevo. Stephen conocería su lugar en la vida de Víctor, de
una u otra manera.
Asintiendo el mutuo entendimiento, Greg se llevó a
rastras a un voluntario Rain, quien iba a tener una noche
interesante si la expresión del propietario del club decía
algo.
—¿Qué vas a hacer? —La expresión de Carlyle era
seria, pero Víctor podía ver la diversión curvando su boca—.
Creo que finalmente conseguiste tu merecido castigo.
—A veces sucede.
Víctor suspiró. —Quizás tengas razón pero no voy a
renunciar a él. Él es mío. Empezó esto entre nosotros y
estoy más que listo para terminarlo. —Si el futuro es a su
manera eso involucrará anillos que combinen… incluso en
sus dedos.
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A Amber le gusta pasar su día soñando con calientes
hombres haciendo cosas calientes a otros hombres. Con
eso en mente ella ha escrito varios libros m/m en la
fantasía y de géneros contemporáneos. Ella vive en Texas
con su marido, dos hijos, dos gatos y un extremadamente
estúpido perro. Para más información de otros libros de
Amber, visita el sitio oficial del autor:
http://www.AmberKell.WordPress.com.
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Esther
Gaby