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Una terapeuta, su terapeuta
y vidas develadas.
Lori Gottlieb
2019
— RICHARD BENTALL,
JOURNAL OF MEDICAL ETHICS, 1992.
1
Idiotas
Observaciones, JOHN:
Ten compasión.
Respira hondo.
—John— intento decir, pero él empieza a contar una historia sin sentido
sobre su esposa. No puedo decir ni pío, aun cuando él ha recurrido a mí
por ayuda. A propósito, yo soy su terapeuta. (Su terapeuta anterior, con
quien duró solo tres sesiones, era «amable pero un idiota»).
Sonríe y es una gran sonrisa. Trato de trabajar con la sonrisa —lo que
sea para cambiar su monólogo en un diálogo y poder hacer contacto
con él:
Su sonrisa se hace más grande. Tiene los dientes más blancos que
jamás haya visto. Brillan y fulguran como si fueran diamantes:
Gracias al eructo, mi boca empieza a querer abrirse otra vez. Junto mis
labios y los aprieto tan fuerte que mis ojos empiezan a lagrimear. Claro,
John no parece darse cuenta. No para de hablar sobre Margo: «Margo
esto, Margo aquello. Dice esto, dice aquello… y luego le dije…»
«Oh, sí», quería decir. «Súper gracioso». Aun así, mientras escuchaba
reír a John a su salida, me sentía segura de que podía crecer en mí una
simpatía hacia él. Debajo de esa irritante presentación, algo agradable
—incluso bello — estaba seguro de surgir.
Pero eso fue la semana pasada. Hoy parece un imbécil. Un imbécil con
una espectacular sonrisa. Ten compasión, ten compasión, ten
compasión. Me repito mi mantra en silencio y me concentro de nuevo
en John. Está hablando ahora de un error que cometió uno de sus
compañeros en su show (un hombre cuyo nombre, dentro de la historia
de John, es simplemente El Idiota). Entonces, algo me pasa: todos sus
despotriques sonaban extrañamente familiares. No la situación que
describía, sino los sentimientos que evocaban en él —y en mí. Yo sé
cuán reafirmante resulta echarle la culpa al mundo por mis
frustraciones, para negar cual fuese el rol que me correspondería en
esta obra existencial llamada Mi increíblemente importante vida. Yo sé
lo que es tener el papel de santurrona indignada, en la certeza de que
esté en lo correcto y me haya equivocado, porque es así como me he
sentido todo el día.
paciente la vio por casualidad, por lo que canceló su cita y nunca más
volvió.