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Resumen

La desnutrición calórico-proteica (DCP), antes llamada malnutrición calórico-proteica,


es una deficiencia energética causada por el déficit de todos los macronutrientes. Suele
estar acompañada de deficiencias de muchos micronutrientes. La DCP puede ser súbita
y completa (inanición) o gradual. La gravedad varía desde deficiencias subclínicas hasta
una emaciación evidente (con edema, alopecia y atrofia cutánea) y la inanición. Con
frecuencia, afecta a varios sistemas orgánicos. Para el diagnóstico, suelen realizarse
pruebas de laboratorio, entre ellas, la medición de la albúmina sérica. El tratamiento
consiste en corregir los déficits de líquidos y electrolitos con soluciones por vía IV y
luego reponer, de manera gradual, los nutrientes por VO siempre que sea posible. En los
países industrializados, la DCP es frecuente en adultos mayores.

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Cuestionario
1. ¿ Como ocurre la DCP primaria y secundaria?
En todo el mundo, la DCP afecta sobre todo a niños y adultos mayores que no tienen
acceso a los nutrientes, si bien una causa frecuente en este último grupo es la depresión.
La DCP también puede ser resultado de ayuno o de anorexia nerviosa. El maltrato
también puede ser una causa en estos grupos etarios. En los niños, la DCP crónica
primaria tiene dos forma comunes: el marasmo y el kwashiorkor. La forma en que se
presenta depende del equilibrio entre las fuentes de energía no proteicas y proteicas. La
inanición es una forma aguda y grave de DCP primaria. En los niños, la DCP primaria
crónica tiene dos formas frecuentes: marasmo y kwashiorkor. El marasmo (también
llamado forma seca de la DCP) causa pérdida de peso y depleción de la grasa y de la
masa muscular. En los países industrializados, el marasmo es la causa más frecuente de
DCP en los niños. El kwashiorkor (también llamado la forma edematosa o húmeda de la
DCP) es un riesgo que se observa luego del abandono temprano de la lactancia materna,
que suele suceder cuando nace un hermano menor que desplaza al otro del pecho. Los
niños con kwashiorkor tienden a ser mayores que los afectados por marasmo. El
kwashiorkor también puede ser resultado de una enfermedad aguda, con frecuencia
gastroenteritis u otra infección (probablemente, en estos casos es secundario a la
liberación de citocinas), en un niño que ya tiene DCP. Una dieta más pobre en proteínas
que en calorías es más probable que cause kwashiorkor que marasmo. El kwashiorkor es
menos frecuente que el marasmo y tiende a limitarse a regiones específicas del globo
terrestre, como el África rural, el Caribe y las islas del Pacífico. En estas áreas, los
alimentos autóctonos (p. ej., batata, mandioca, patatas dulces, plátanos verdes) tienen
bajo contenido proteico y son ricos en hidratos de carbono. En el kwashiorkor, las
membranas celulares dejan extravasar los líquidos, y esto hace que se pierdan líquido
intravascular y proteínas; en consecuencia, aparece un edema periférico. Tanto en el
marasmo como en el kwashiorkor, la inmunidad mediada por células está alterada, con
lo que aumenta la predisposición a las infecciones. Las infecciones bacterianas (p. ej.,
neumonía, gastroenteritis, otitis media, infecciones urinarias y sepsis) son frecuentes.
Las infecciones causan liberación de citocinas, que a su vez llevan a anorexia, empeoran
la pérdida de masa muscular y causan una marcada disminución de los niveles séricos
de albúmina.
DCP secundaria
Este tipo suele ser resultado de:
 Trastornos que afectan la función gastrointestinal: estos trastornos pueden
interferir con la digestión (p. ej., insuficiencia pancreática), la absorción (p. ej.,
enteritis y enteropatías) o el transporte linfático de nutrientes (p. ej., fibrosis
retroperitoneal y enfermedad de Milroy).
 Trastornos consuntivos: en este tipo de trastornos (p. ej., sida, cáncer y EPOC) y
en la insuficiencia renal, el catabolismo causa un exceso de citocinas, que a su
vez ocasionan desnutrición por mecanismos como la anorexia y la caquexia
(pérdida de masa muscular y de grasa). Una insuficiencia cardíaca en fase final
puede producir una caquexia cardíaca, que es una forma grave de desnutrición;
la mortalidad es particularmente elevada. Los factores que contribuyen a la

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caquexia cardíaca son la congestión hepática pasiva (que causa anorexia), el
edema en el tracto gastrointestinal (que afecta la absorción) y, en la enfermedad
avanzada, el aumento de los requerimientos de O2 debido al metabolismo
anaerobio. Los trastornos consuntivos pueden disminuir el apetito o alterar el
metabolismo de los nutrientes.
 Condiciones que pueden aumentar las demandas metabólicas: infecciones,
hipertiroidismo, feocromocitoma y otros trastornos endocrinos, quemaduras,
truamatismos, cirugías y otras enfermedades críticas.

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2. ¿Cuáles son los principales tratamientos en niños y adultos?
 En general, alimentación por vía enteral
 Es probable que sea útil evitar la lactosa (p. ej., la diarrea persistente sugiere
intolerancia a la lactosa)
 Tratamiento de sostén (p. ej., modificaciones ambientales, asistencia en la
alimentación, fármacos orexígenos)
 En los niños, retrasar la alimentación durante 24 a 48 h
La DCP leve o moderada, incluido un ayuno total breve, puede tratarse con una dieta
equilibrada, de preferencia por vía oral. Pueden utilizarse suplementos alimentarios
líquidos por vía oral (en general, libres de lactosa) cuando no se toleran bien los
alimentos sólidos. La diarrea suele complicar la alimentación por vía oral debido a que
la inanición hace que el tubo digestivo movilice bacterias hacia las placas de Peyer, lo
que facilita la diarrea infecciosa. Si la diarrea persiste (lo cual sugiere intolerancia a la
lactosa), se indican fórmulas basadas en yogur (no en leche), porque las personas con
intolerancia a la lactosa pueden tolerarlo. Los pacientes también deben recibir
suplementos multivitamínicos. Los pacientes con DCP grave o inanición prolongada
requieren tratamiento en un hospital y una dieta controlada. La prioridad es corregir
las anomalías hidroelectrolíticas y tratar las infecciones. (Un estudio reciente sugiere
que los niños pueden beneficiarse con la profilaxis antibiótica.) La próxima pioridad es
administrar macronutrientes por vía oral o, de ser necesario (p. ej., cuando hay
trastornos de la deglución), mediante una sonda de alimentación, una sonda nasogástrica
(lo más habitual) o un tubo de gastrostomía (nutrición enteral). La nutrición
parenteral está indicada cuando la malabsorción es grave. Pueden ser necesarios otros
tratamientos para corregir deficiencias específicas, que se vuelven evidentes a medida
que el paciente aumenta de peso. Para evitar las deficiencias, los pacientes deben ingerir
macronutrientes en dosis del doble de los requerimientos diarios recomendados hasta su
recuperación completa.
Niños
En los niños con diarrea, se demora 24 a 48 horas la alimentación para evitar el
empeoramiento de la diarrea; durante este intervalo, los niños requieren rehidratación
por vía oral o IV. Las comidas se administran con cierta frecuencia (6 a 12 veces/día),
aunque para evitar saturar la limitada capacidad de absorción intestinal, se sugieren
pequeñas cantidades ( 100 mL). Durante la primera semana, suelen administrarse
fórmulas lácteas con suplementos en cantidades progresivamente mayores; luego de una
semana, pueden administrarse las cantidades recomendadas de 175 kcal/kg y 4 g de
proteínas/kg. Se indica el doble de los RDA para micronutrientes, con suplementos
multivitamínicos comerciales. Después de 4 semanas, se puede reemplazar la fórmula
con leche entera con aceite de hígado de bacalao y alimentos sólidos, incluidos huevos,
fruta, carne y levaduras.
Adultos
Debe indicarse un fármaco orexígeno como el dronabinol, un extracto del cannabis, en
los pacientes con anorexia cuando no se detecta la causa o en pacientes terminales
cuando la anorexia afecta su calidad de vida. Los esteroides anabólicos (p. ej., enantato
de testosterona, nandrolona) o la hormona de crecimiento pueden beneficiar a los
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pacientes con caquexia por insuficiencia renal y, tal vez, a los adultos mayores (por
aumento de la masa muscular o por mejoría en su función). La corrección de la DCP en
los adultos suele ser similar a la de los niños; el alimento se ofrece en pequeñas
cantidades. No obstante, en la mayoría de los adultos no debe demorarse la
alimentación. Puede indicarse una fórmula comercial para la alimentación por vía oral.
Se administra un suplemento nutricional con 60 kcal/kg y 1,2 a 2 g de proteínas/kg. Si
se administran suplementos líquidos por vía oral junto con los alimentos sólidos, deben
hacerse por lo menos 1 hora antes de las comidas, de manera que no disminuya la
cantidad de alimento ingerido en el momento de comer.

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3. ¿Cuál es el pronóstico en niños y adultos?
Niños
En los niños, la mortalidad varía entre 5 y 40%. La mortalidad es más baja en los niños
con DCP leve y en aquellos que reciben cuidados intensivos. La causa de muerte
durante los primeros días de tratamiento suele ser el déficit de electrolitos, sepsis,
hipotermia o insuficiencia cardíaca. Los signos de mal pronóstico son alteración de la
conciencia, ictericia, petequias, hiponatremia y diarrea persistente. La resolución de la
apatía, el edema y la anorexia son signos favorables. La recuperación es más rápida en
casos de kwashiorkor que de marasmo. No se han comprobado en detalle los efectos de
la DCP en el largo plazo. Algunos niños desarrollan malabsorción crónica e
insuficiencia pancreática. Los niños muy pequeños pueden desarrollar discapacidad
intelectual leve, que puede persistir al menos hasta la edad escolar. Puede haber
alteraciones cognitivas permanentes, según la duración, gravedad y edad de aparición de
la DCP.
Adultos
En los adultos, la DCP puede causar morbilidad y mortalidad (p. ej., la pérdida
progresiva de peso aumenta la mortalidad en un 10% en adultos mayores que viven en
residencias). En los adultos mayores, la DCP aumenta el riesgo de morbilidad y
mortalidad debidas a cirugía, infecciones u otros trastornos. Excepto cuando se produce
insuficiencia de algún órgano, el tratamiento es casi siempre eficaz.

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1. Objetivo
1.1. Objetivo general
Conocer las diferentes formas de la enfermedad, establecer cuáles son las causas y sus
diferentes tipos de tratamiento
1.2. Objetivo Especifico
 Identificar las principales características de la enfermedad
 Reconocer las formas de la enfermedad tanto primaria como secundaria
 Determinar las causas y sus diferencias

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2. Marco Teórico
La desnutrición es consecuencia de las enfermedades infecciosas, principalmente, y de
una ingestión alimentaria inadecuada. Además de los aspectos fisiológicos, la
desnutrición se asocia con otros muchos factores interrelacionados entre sí, como son
los de índole social, política, económica, ambiental, psicológica y cultural. Hace mucho
tiempo que se tiene conciencia de que la desnutrición tiene su origen en la pobreza, y
resulta cada vez más evidente que una también es causa de la otra. La pobreza conduce
a una baja disponibilidad de alimentos y a un desequilibrio en su distribución dentro de
la familia. La ignorancia acerca de los patrones adecuados de alimentación y la baja
escolaridad de los padres, por sí mismos o asociados a la pobreza, conducen a que la
introducción de alimentos en el niño durante el primer año de vida sea tardía, con malas
condiciones higiénicas, baja en cantidad, de poca variación y dependa de creencias
erróneas o desconocimiento acerca del uso de ciertos alimentos. Por tanto, el niño no
recibe suficiente cantidad de energía, proteínas, vitaminas y nutrimentos inorgánicos
para poder crecer, sus reservas se agotan y la susceptibilidad a presentar infecciones se
incrementa, lo que se asocia con un aumento en la frecuencia de la DEP. Lo anterior se
complica aún más cuando durante las enfermedades, como la diarrea, se limita la
variedad y cantidad de alimentos, se diluye la leche que se le ofrece al niño, o se
suspende el amamantamiento. El problema de la DEP se inicia con frecuencia desde la
vida fetal, ya que si la madre no mantiene un estado nutricio adecuado antes y durante el
embarazoo padece ciertas enfermedades que disminuyen el flujo placentario, se
incrementa la posibilidad de que el bebé presente un bajo peso al nacer, lo que también
aumenta las probabilidades de que el niño tenga retraso del desarrollo cognoscitivo, así
como desnutrición.
2.1. Ciclo de desnutrición- infección
Se ha demostrado que el niño desnutrido es más susceptible a las infecciones. Éstas
constituyen uno de los factores que más contribuye a incrementar la morbilidad y
mortalidad cuando se asocia a la DEP. Tal es el caso de la diarrea, el sarampión y las
enfermedades respiratorias. Por otro lado, la presencia de las infecciones promueve el
desarrollo de la desnutrición, lo que implica que por lo general ésta y las infecciones
aparecen juntas y se retroalimentan entre sí El ciclo desnutrición-infección-desnutrición
se debe a la presencia e interacción de varios factores, entre los que destacan: el
abandono temprano de la lactancia, la ablactación prematura (antes del segundo mes) o
tardía (después del sexto mes), el uso inadecuado de sucedáneos de la leche humana y la
falta de higiene en su preparación, que provocan infecciones gastrointestinales
frecuentes y merman el estado nutricion del niño Por sí mismas, las infecciones
desencadenan anorexia, disminución de la absorción de nutrimentos –como en el caso
de la diarrea o la parasitosis–, incremento de las pérdidas urinarias de nitrógeno y
electrólitos, así. como un aumento del gasto energético basal. Si durante el episodio de
infección no se aportan la energía y los nutrimentos necesarios para crecer y compensar
el gasto por la enfermedad, el niño utilizará sus propias reservas y dejará de crecer, sus
mecanismos inmunitarios se verán comprometidos y se repetirán nuevamente las
infecciones, lo que conducirá a las presentaciones graves de la DEP. El espectro clínico
de la DEP comprende desde deficiencias de energía y proteínas –que se manifiestan
como pérdidas de las reservas del tejido proteínico y de grasa– hasta deficiencias

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específicas de una o más vitaminas y/o nutrimentos inorgánicos. Las deficiencias
energéticas y proteínicas son de magnitud variable: leves, moderadas y graves, donde
las últimas se manifiestan mediante cuadros clínicos muy característicos, llamados
marasmo y kwashiorkor. A pesar de esta magnitud variable en su espectro, los signos y
síntomas de la DEP pueden agruparse en tres categorías: a) los signos universales, que
son la dilución, la disfunción y la atrofia, que en la clínica se manifiestan como una
disminución de los incrementos normales del crecimiento y el desarrollo, los cuales se
encuentran siempre presentes en la desnutrición, sin importar su etiolo-gía, intensidad o
variedad clínica; b) los signos circunstanciales, que se desencadenan como una
expresión exagerada de los signos universales; por ejemplo, el edema, la caída del
cabello, las petequias, la hipotermia. la insuficiencia cardiaca, la hepatomegalia,
etcétera, y c) los signos agregados, los cuales determinan en buena parte la terapéutica,
así como la mortalidad del desnutrido; entre ellos están la diarrea, la esteatorrea, la
anemia o la anorexia. Entre los signos agregados se incluyen aquellos determinados por
el ambiente social y cultural, así como los rasgos afectivos que prevalecen en el hábitat
del pequeño (falta de atención y cuidado). Todos ellos son concomitantes a la DEP, pero
no consecuencia directa de la misma. Estas manifestaciones forman parte importante de
lo que ha sido llamado el síndrome de privación social.) Dentro de ello cabe destacar lo
que corresponde a una grave alteración emocional e intelectual. En general, en la DEP
de magnitud leve el niño se muestra llorón, descontento, con diarreas poco frecuentes,
sin vómitos u otros accidentes de las vías digestivas. Se caracteriza principalmente
porque el peso no muestra los incrementos esperados en las últimas cuatro a seis se-
manas. En la DEP moderada, los síntomas y signos ante-riores se exacerban; el niño se
torna irritable y duerme con los ojos entreabiertos, la pérdida de peso se acentúa, las
diarreas y las infecciones son frecuentes (rinorrea, faringitis, otitis), la fontanela y los
ojos se hunden, la piel y el tejido subcutáneo pierden turgencia y elasticidad, se presenta
hipotrofia muscular y a veces comienza a aparecer edema. Las variedades clínicas
graves de la DEP –el marasmo y el kwashiorkor– tienen factores etiológicos y
manifestaciones al parecer diferentes. En general, el marasmo predomina en los
lactantes de entre seis y 18 meses de edad, y es el resultado de una ingestión deficiente y
crónica de energía, proteínas, vitaminas y nutrimentos inorgánicos. En la historia
dietética del maras-mo existe una falta de amamantamiento o el empleo de sustitutos de
la leche humana muy diluidos que conducen a una situación de pérdida de peso
continua. Está caracterizado por una grave reducción de peso, el edema no es detectable
y existe adelgazamiento del tejido muscular y subcutáneo. es decir, emaciación, que se
acompaña de hipotonía, extremidades flácidas y "bolsas" en los glúteos. Cuando la
privación continúa, se presenta desmedro, o sea, alteración sobre el crecimiento lineal o
retardo del crecimiento. El niño con marasmo presenta también cambios en la piel y,
ocasionalmente, en el pelo, y se muestra muy irritable y apático al medio ambiente. El
kwashiorkor es consecuencia también de una deficiencia de energía y micronutrimentos,
a la cual se suma una ingestión inadecuada aguda de proteí-nas. Se presenta con mayor
frecuencia en la etapa posterior al destete, en lactantes mayores o preescolares. La
característica clínica es el edema, que comienza en los miembros inferiores y cuando
llega afectar la cara del niño le da aspecto de "luna llena", además de lesiones en la piel,
cambios de textura y coloración en el pelo, apatía, anorexia, hepatomegalia por
infiltración de grasa (falta de síntesis de lipoproteínas) y albúmina sérica disminuida. La
fisiopatología del edema es compleja y no del todo conocida. Sin embargo, se ha
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postulado la interacción de los siguientes mecanismos: disminución de la albúmina
sérica, reducción del potasio total del organismo, aumento de la permeabilidad capilar,
elevación de las concentraciones de cortisol y de la hormona antidiurética,
hipoinsulinismo, formación de radicales libres debida a la disminución de antioxidantes
como las vitaminas A, C, E y el zinc, así como por la presencia y canti-dad de hierro
libre y de los mediadores de la respuesta inflamatoria.
2.2. Características fisiopatológicas
Desde el punto de vista fisiopatológico, la desnutrición es un estado de adaptación
nutricia para sobrevivir a dos agresiones sinérgicas: la carencia de nutrimentos y las
frecuentes infecciones. En ella, el organismo modifica sus patrones biológicos de
normalidad y crea nuevas condiciones homeostáticas (homeorresis), con un costo
fisiológico muy elevado. Existen cambios en el metabolismo energético y en el de los
nutrimentos, así como en la composición corporal, por lo que se ven alterados todos los
órganos y sistemas. Por definición, la DEP es un estado de balance negativo de
nutrimentos, y debido a la disminución en la ingestión de éstos, el gasto energético se
reduce. Al perdurar la falta de aporte, la grasa del cuerpo se moviliza, lo que resulta en
la concomitante disminución del tejido adiposo y en pérdida de peso. Si a esta deficiente
ingestión energética se le suma el consumo deficiente de proteínas, existirá entonces
pérdida de las reservas proteínicas. Este descenso en el gasto energético no sólo obedece
a la disminución de la actividad física y a la detención del crecimiento, sino que se
produce en parte como consecuencia del uso más eficiente de las proteínas de la dieta y
de la reducción de la síntesis proteínica hasta en 40 por ciento. Esta disminución del
recambio proteínico condiciona, a su vez, diversos ahorros de energía, ya que se
requieren menos transportes y recambios iónicos; por ejemplo, la bomba de sodio tiende
a funcionar en forma más lenta. Por tanto, para mantener el metabolismo basal, el niño
desnutrido utiliza 15 por ciento menos energía por kilogramo de peso, en comparación
con el niño con un adecuado estado nutricio. A consecuencia de la pérdida de tejido
adiposo, además de ciertas alteraciones hormonales, el niño con DEP pierde la
capacidad para mantener la temperatura corporal y disminuye su tolerancia al frío
(hipotermia) y al calor (fiebre). A pesar de que el cuerpo defiende el balance del
nitrógeno en forma muy efectiva frente a una reducción marginal del aporte energético,
con una restricción más acentuada de las proteínas de la dieta éstas no se utilizarán de
manera eficiente y se producirá un balance negativo del nitrógeno. En la DEP existe una
adecuada digestión de las proteínas de la dieta, pero su absorción se ve reducida de 10 a
30 por ciento. En el caso del kwashiorkor, la tasa de degradación y de síntesis proteínica
está disminuida como una respuesta de adaptación a la carencia de aminoácidos y de
energía. En la DEP, además, existen pérdidas adicionales de nitrógeno a través de
diferentes vías: cutáneas, gastrointestinales, síntesis aumentada de proteínas de fase
aguda a partir de la movilización de proteínas musculares, hepáticas y de otras proteínas
estructurales como la albúmina. Esta última es muy sensible al cambio, y sus niveles se
reducen hasta en 50 por ciento en una desnutrición grave, lo cual parece estar
relacionado de manera directa con el aporte de aminoácidos de cadena ramificada. Por
lo anterior, a la albúmina se le ha propuesto como un indicador bioquímico de la DEP,
junto con otras proteínas plasmáticas como la prealbúmina, la transferrina, la proteína
ligada al retinol y la fibronectina.

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2.3. Anemia
Por lo general, este padecimiento y la DEP se presentan al mismo tiempo. La anemia
puede adoptar diferentes formas en función de los factores que estén relacionados con
ella, como son las deficiencias de proteínas, hierro, vitaminas y nutrimentos inorgánicos
y las infecciones (parásitos). Sin embargo, se asocia de manera principal con las
carencias de proteínas y hierro. Los elementos causales de la anemia se relacionan con
otros factores, como aquéllos capaces de limitar la hematopoyesis, disminuir la
adaptación a la demanda de la reducción de oxígeno y el aumento de los eritrocitos, y
provocar las infecciones crónicas. En general, el niño desnutrido presenta anemia
normocítica normocrómica moderada, con hemoglobina de entre ocho y 10 gramos por
decilitro, glóbulos rojos de tamaño normal con un contenido de hemoglobina también
normal o algo reducida, con una médula ósea donde puede haber una eritropoyesis
normal o encontrarse con datos hipoplásicos, y con una mayor proporción de grasa.
2.4. Sistema nervioso central
La falta de nutrimentos durante los periodos de maduración del cerebro se asocia tanto a
cambios bioquímicos como a modificaciones en la mielinización y disminución de los
neurotransmisores, del número de células y del ácido desoxirribonucleico neuronal. Esta
situación altera las estructuras y funciones del cerebro. Los cambios estructurales
dependen del momento en que se presenten, así como de su duración e intensidad. En la
infancia temprana, la DEP puede provocar una disminución del crecimiento y del peso
del cerebro, y alteraciones en la velocidad de la conducción de los estímulos nerviosos.
Los estudios de tomografía computarizada demuestran que los niños con DEP tienen
una reducción del área de corte en comparación con los niños testigo; en este caso, el
menor con marasmo presenta el área más pequeña, seguido del niño con kwashiorkor
marasmático y después por el que padece kwashiorkor. Las implicaciones a largo plazo
de estas alteraciones estructurales no necesariamente están correlacionadas con el
comportamiento y el nivel de inteligencia posteriores. En cuanto a las alteraciones
funcionales, durante la DEP se presentan apatía e irritabilidad. En el marasmo aparece
una reducción del tono muscular, sobre todo en los miembros inferiores, y puede haber
movimientos estereotipados de cabeza y manos. Por lo general, hay retraso para sentarse
y mantenerse de pie, con escasa fijación visual y falta de reacción a los estímulos
externos.
2.5. Diagnostico
El diagnóstico de la DEP debe derivarse de una historia y evaluación clínica completas,
en donde se incluya la antropometría, la detección de los signos y síntomas propios de la
DEP. y de las deficiencias nutricias asociadas, la historia dietética (ver el capitulo
Evaluación del estado de nutrición), así como las características sociales, culturales y de
comportamiento y actitud de los adultos responsables del niño). La evaluación clínica
básica de un paciente con DEP, sobre todo en los casos más graves, debe comprender,
además del examen físico, los siguientes indicadores: temperatura corporal, frecuencias
cardiaca y respiratoria, pulso, tensión arterial, radiografías de tórax, abdomen y huesos
largos, biometría hemática completa con plaque-tas, química sanguínea, proteínas

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totales, albúmina, electrólitos séricos (sodio, potasio, cloro, calcio y magnesio), análisis
general de orina, urocultivo, coproparasitoscópico, coprocultivo, patrón de evacuaciones
(características y número) y diuresis.
La información sobre alimentación durante los periodos de enfermedad debe incluir los
cambios que se sucedieron a partir de este estado, es decir, qué alimentos se excluyeron
o se agregaron; si la leche se quitó, diluyó o cambió; la forma de preparación y las
modificaciones en las cantidades ingeridas, así como el posible uso de suple-mentos y/o
medicamentos. Además, la historia dietética necesita tomar en cuenta las condiciones
sanitarias y de higiene generales, la selección y preparación de los alimentos, así como
las técnicas propias de alimentación. Durante el interrogatorio es imprescindible que el
clínico (médico, nutriólogo) utilice su sensibilidad al máximo para poder correlacionar
la información vertida por la persona encargada del niño con la información clínica del
menor con DEP.
2.6. Tratamiento
Para que sea exitoso, el tratamiento del niño con DEP tiene que ser integral, es decir, no
sólo deben resolverse los problemas médicos y nutricios, sino que es indispensable que
el niño reciba estimulación emocional y física, y la familia, educación alimentaria, y en
muchos de los casos ayuda económica y empleo. En México existen programas de
apoyo a la nutrición, que incluyen despensas o complementos diseñados para los
menores con DEP. A pesar de que durante los últimos años se ha puesto mayor énfasis
en el apoyo nutricio de los niños con DEP, las tasas de mortalidad continúan siendo
muy altas durante los primeros días de tratamiento. En los niños con desnutrición leve,
la mortalidad no se relaciona con el estado de nutrición, sino que depende de la causa de
hospitalización y se estima que va de seis a 10 por ciento. Para el caso de los menores
con desnutrición moderada, las cifras aumentan a 20 por ciento y en la desnutrición
grave van de 30 por ciento hasta 50 o 60 por ciento en algunas series, sobre todo en los
casos que pre-sentan edema junto con otros padecimientos, como diarrea y
enfermedades respiratorias. A pesar de que durante los últimos años se ha puesto mayor
énfasis en el apoyo nutricio de los niños con DEP, las tasas de mortalidad continúan
siendo muy altas durante los primeros días de tratamiento. En los niños con desnutrición
leve, la mortalidad no se relaciona con el estado de nutrición, sino que depende de la
causa de hospitalización y se estima que va de seis a 10 por ciento. Para el caso de los
menores con desnutrición moderada, las cifras aumentan a 20 por ciento y en la
desnutrición grave van de 30 por ciento hasta 50 o 60 por ciento en algunas series, sobre
todo en los casos que pre-sentan edema junto con otros padecimientos, como diarrea y
enfermedades respiratorias. El objetivo del apoyo nutricio de los niñee con DEP leve y
moderada es aumentar de manera gradual la cantidad de alimento hasta proporcionar
cada día cerca de 150 a 200 kilocalorías por cada kilogramo de peso del menor, con un
contenido diario de proteínas de alto valor biológico de entre dos y tres gramos por
kilogramo de peso. Todo ello a fin de que el pequeño gane peso cada día, hasta que
abandone la fase aguda de la desnutrición (al menos arriba de 80 a 90 por ciento del
peso para la estatura) y alcance su percentil normal de crecimiento. En todos los
pacientes con DEP grave, el apoyo nutricio se debe iniciar en cuanto sea posible, ya sea
por vía oral o enteral, y evitar los periodos de ayuno, y si las condiciones del tracto
gastrointestinal no permiten que así sea, se debe comenzar con nutrición parenteral. Hay

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que señalar que es importante que la alimentación sea gradual y lenta, sobre todo en los
primeros días, puede desarrollar lo que se conoce como síndrome de realimentación.
Éste incluye a la hipoglucemia, la hipocalemia, la hipofosfatemia, la hipomagnesemia y
la insuficiencia cardiaca aguda. El apoyo nutricio en general requiere de una ingestión
de al menos 150 kilocalorías por kilogramo de peso al día. Sin embargo, durante los
primeros días el manejo de los menores con marasmo y con kwashiorkor es diferente.
3. Conclusión
Es importante conocer cómo se manifiesta cada una de las causas y como se
interrelaciona con otros, para que al final del proceso se beneficie al menor. Por
ejemplo, si una madre por su educación, creencias y costumbres heredadas mantiene
una relación cercana y de afecto con su hijo, será capaz de reconocer las necesidades del
menor, no sólo en cuanto a la alimentación, sino también las emocionales y de
seguridad personal, y así promoverá su crecimiento y desarrollo. Conocer cómo ocurre
este proceso de divergencia positiva es el interés de múltiples investigaciones, debido a
que de ello se pueden derivar programas, acciones y políticas para mejorar la condición
de los pequeños que viven en comunidades marginadas. La DEP es el resultado de
muchos factores que se influyen entre sí, que por desgracia afectan a quienes menos
tienen. Por ello, su tratamiento y prevención es compromiso de los padres, de la
comunidad, de los diferentes sectores políticos, económicos y sociales y del personal de
salud. En síntesis, es responsabilidad de toda la sociedad, porque, al final, ella misma
será la que sufra los efectos de la desnutrición a corto, mediano y largo plazos.

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