Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La base de la Biología
© Los autores
© Proyecto Sur de Ediciones, S.L.
I.S.B.N.: 84-8254-139-0
Dep. Legal: GR-1454/2002
Diseño Portada: David Nesbitt
Diseño e Impresión: Proyecto Sur de Ediciones, S.L.
Telf.-Fax: 958 55 03 81
editorial@proyectosur.es
El título de este libro está basado en un hecho: la evolución es la base de la biología. Nada
tiene sentido en biología excepto bajo el prisma de la evolución. Esta frase del eminente
evolucionista Theodosius Dobzhansky es, seguramente, una de las más citadas en las ciencias
biológicas. Esta afirmación es aceptada en el ámbito mundial y España no es una excepción, los
biólogos españoles son conscientes de la importancia de la evolución. Citas como la menciona-
da del profesor Dobzhansky u otras parecidas, como por ejemplo: La teoría de la evolución ha
sido la principal idea unificadora de la biología (J. Maynard Smith), o, Ninguna otra idea en
biología es tan poderosa científicamente ni tan estimulante intelectualmente como la evolución
(M. Ridley), son resaltadas muy frecuentemente en conferencias y en las memorias que los
profesores de universidad españoles preparamos cuando pretendemos acceder a una plaza de
profesor titular o de catedrático de universidad. Sin embargo, a nivel académico, la importancia
que se le da a la evolución es prácticamente nula, hay muy pocas universidades que estén
impartiendo una asignatura de evolución, y en los pocos casos donde se hace, frecuentemente
se presentan programas muy sesgados hacia alguna especialidad concreta. Esta es la gran contra-
dicción de la biología española, mientras que en las universidades de la mayor parte de los países
civilizados, la evolución domina de una forma aplastante los planes de estudio de biología, en
nuestro país (y algún otro del ámbito mediterráneo), no se tiene prácticamente en cuenta a la
hora de diseñarlos. La tradición evolutiva de la biología española es tan escasa, que ni siquiera se
traducen los libros más clásicos y famosos, los que ya han sido traducidos a multitud de idiomas
(por ejemplo el de Douglas J. Futuyma (Evolutionary Biology).
Las dos contradicciones a las que me he referido: que la evolución es la gran olvidada de la
biología española, y que existen investigadores españoles que están trabajando sobre temas
evolutivos al más alto nivel, son los motivos que me decidieron a abordar el proyecto de prepa-
rar este libro. Era un libro necesario para llenar una laguna importante y en España existían las
personas capacitadas para llevar a cabo ese proyecto. El objetivo es muy simple pero también, al
mismo tiempo, muy ambicioso: me sentiría completamente satisfecho si con este libro se contri-
buyera a aumentar el interés por la evolución en España. Esto, posteriormente, posibilitaría el
dar a la teoría evolutiva la importancia que se merece y que tiene en otros países científicamente
más avanzados, lo cual implicaría promover la impartición de asignaturas como evolución o
biología evolutiva en la universidad española, promover, igualmente, la creación de departa-
mentos de evolución e invertir más en investigación en biología evolutiva.
El presente libro se puede considerar formado por tres grupos de capítulos, aunque no se
ha hecho ninguna separación entre ellos. En el primero, el más amplio (20 capítulos), se aborda
el estudio de los temas que podrían constituir un curso de evolución. En los cuatro primeros, a
modo de introducción, se hace un repaso histórico riguroso de la historia de las teorías evolutivas
(Capítulo 2), se destacan las razones que justifican el interés por el estudio de la evolución (Capí-
tulo 3) y las principales evidencias a favor de la evolución (Capítulo 4). El Capítulo 5 se dedica a
un tema polémico pero de gran importancia, en él se realiza una revisión sobre los niveles a los
que actúa la selección natural. La genética cuantitativa, una de las disciplinas que más han con-
tribuido al avance de la biología evolutiva durante el siglo XX, se estudia en el Capítulo 6, dedi-
cando el Capítulo 7 a la selección natural, el principal mecanismo de actuación de la evolución.
Los siguientes capítulos, desde el 8 hasta el 16, se dedican al estudio de las causas de la evolución
abarcando temas tan interesantes como las estrategias vitales, la evolución del sexo y el cuidado
parental, la selección sexual, los sistemas de apareamiento, etc. Temas como la biodiversidad, los
métodos de clasificación, la filogenia y los mecanismos de especiación, se estudian en los temas
17 y 18. Esta primera parte se completa con el estudio de los aspectos históricos de la evolución,
a la macroevolución se le dedica un amplio capítulo (el 19) y se le presta especial atención a la
evolución humana dedicándole un capítulo aparte, el número 20.
En el segundo grupo de capítulos, se incluyen tres que están dedicados a lo que podríamos
denominar evolución aplicada. En estos capítulos se destaca la importancia de tener en cuenta
la evolución a la hora de gestionar los cotos y las fincas dedicadas a la explotación de las especies
cinegéticas (Capítulo 21), de diseñar tratamientos más eficaces contra enfermedades e infeccio-
nes (Capítulo 22), y de promover planes y estrategias de conservación de la biodiversidad (Capí-
tulo 23).
El tercer grupo de capítulos, está constituido por un total de 12 que podríamos englobar
bajo el título de estudios tipo. Se trata de capítulos en los que los autores hacen una revisión de
un tema evolutivo interesante del que han publicado artículos en revistas científicas de elevado
prestigio internacional. Estas revisiones permiten hacer llegar a un público más amplio unos
estudios llevados a cabo por investigadores españoles, que fueron publicados en revistas interna-
cionales especializadas, y, por tanto, no asequibles a potenciales lectores interesados pero que
no sean expertos en el tema.
Tras esta breve descripción del contenido del libro, a continuación, quisiera especificar
algunas consideraciones importantes. En primer lugar, destacar que se ha pretendido que se
utilice un lenguaje claro y asequible incluso para aquellas personas no expertas en el tema. Para
facilitar la comprensión también se ha incluido un glosario al final del libro en el que se definen
muchos de los términos especializados utilizados. Además, se ha intentado que cada capítulo
sea comprensible por sí mismo, se ha preferido aceptar un cierto solapamiento (por ejemplo,
15
entre los capítulos 6 y 7, o entre los números 9, 10 y 13) con el fin de conseguirlo, de esta forma
no se obliga al lector interesado en un tema concreto a leer previamente los capítulos anteriores.
Por otro lado, también habría que explicar el hecho, poco frecuente, de incluir en cada capítulo
abundantes referencias bibliográficas (como si se tratase de un artículo en una revista científica
especializada) que después se recogen completas al final. Son varios los motivos que se podrían
destacar, por un lado, facilitar al lector novel interesado en alguno de los capítulos, el acceso a la
bibliografía especializada propia del tema; y por otro, puesto que los capítulos han sido escritos
con un nivel más que suficiente para que también sean utilizados por expertos en los temas, se
han incluido las referencias bibliográficas por los mismos motivos que se utilizan en la literatura
científica en general. Esto es, primero, reconocer públicamente el mérito a los autores que publi-
caron esos datos o emitieron la idea que se analiza, y segundo, dar referencia de la fuente de la
que se obtienen los datos utilizados o los argumentos esgrimidos, ya que la identidad del autor y
la revista o libro en que fue publicado el trabajo dará una idea al experto en el tema sobre la
fiabilidad de dicha fuente.
Este libro se ha publicado sin ánimo de lucro, es el resultado del trabajo desinteresado de
muchas personas, lo que ha permitido que su precio de costo esté muy por debajo de su precio
real. Para mí, como editor, es una necesidad y un placer, dar las gracias, en primer lugar, a los
autores que han escrito los capítulos que constituyen este libro, sin su trabajo concienzudo,
ilusionado y desinteresado, este proyecto no habría sido posible. Especialmente quiero dar las
gracias a los que accedieron a admitir más trabajo del que hubieran aceptado de buena gana y
a pesar de eso lo llevaron a cabo con ilusión y eficacia. También quiero destacar la inestimable
colaboración del profesor Francisco J. Ayala, un español que trabaja en Estados Unidos y uno de
los evolucionistas más prestigiosos a nivel mundial; no sólo por haber aceptado escribir un pró-
logo para este libro, sino también, y principalmente, por la ilusión que ha puesto en el proyecto
augurando que podría ser un paso importante para dar a la evolución biológica la importancia
que se merece en la ciencia española. Igualmente quiero dar las gracias a mi amigo David
Nesbitt que, también de forma desinteresada, derrochó ilusión, trabajo y talento en el diseño de
la portada del libro, basado en la utilización de imágenes de diversos organismos que han sido
utilizados como modelos en los estudios sobre evolución. Las figuras utilizadas en la portada y
contraportada fueron cedidas amablemente por José Luis Sanz (foto del Archaeopteryx) Juan
José Sanz (foto del papamoscas cerrojillo, Ficedula hypoleuca), Mauro Santos (foto de la mosca
Drosophila buzzatii), Juan Carlos Senar (foto del herrerillo común, Parus caeruleus), Tim Sharbel
(foto de Arabis drummondii), Alberto Tinaut (foto de la cabeza de hormiga) y David Nesbitt
(dibujo del cráneo humano). También quiero destacar mi agradecimiento a los numerosos inves-
tigadores que actuaron como revisores y que son citados en el apartado agradecimientos de
cada uno de los capítulos del libro. La Junta de Andalucía aportó una pequeña subvención para
la publicación de este libro.
PRÓLOGO
Francisco J. Ayala
UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, IRVINE
El gran genético y evolucionista del siglo XX, Theodosius Dobzhansky, tituló en 1973 su
discurso al congreso anual de profesores de biología de los Estados Unidos, de manera aforística:
Nada tiene sentido en biología excepto bajo el prisma de la evolución. En 1959, con ocasión
del centenario de El origen de las especies, de Charles Darwin, otro gran genético, el Premio
Nóbel H. J. Muller, había publicado su artículo, Cien años sin darwinismo son suficientes. Estos
dos títulos reflejan una transición intelectual importante en la investigación científica, principal-
mente la biológica, en el país americano. En unos 15 años se había pasado de la virtual ausencia
de la perspectiva evolucionista en las investigaciones biológicas a una presencia pervasiva. Esta
transformación se ha acelerado, extendido e intensificado durante las tres últimas décadas. En el
momento actual, publicaciones científicas en todas las disciplinas biológicas, desde la biología
molecular a la neurobiología, pasando por la biología celular, la embriología (ahora más frecuen-
temente designada como biología del desarrollo), la anatomía, la sistemática y todas las demás,
utilizan la evolución biológica como principio de explicación y fuente de hipótesis de trabajo, o
contribuyen a iluminar o comprender más profundamente la evolución de las especies.
evidencia más que suficiente para convencer a los científicos de su tiempo que los seres vivientes
son descendientes modificados de antepasados comunes. Los numerosos fósiles descubiertos
durante los previos cien años indicaban claramente que en el pasado habían existido organismos
muy diferentes de los actuales. En muchos casos, los fósiles demostraban sucesiones temporales
que implicaban cambios graduales, pero cumulativamente importantes, y sugerían claramente la
extinción de unas especies y la aparición de otras nuevas. Darwin usó, además, otros conoci-
mientos que corroboraban la evolución de los organismos; particularmente, comparaciones
embriológicas o anatómicas que sólo podían interpretarse racionalmente si las semejanzas ob-
servadas entre organismos de especies diferentes se debían a su descendencia de antepasados
comunes. La evidencia a favor de la evolución ha seguido aumentando desde 1859 derivada de
todas las disciplinas biológicas, incluyendo las que no existían todavía en tiempos de Darwin
como la biología molecular, cuya exuberancia no sólo ha aportado evidencia abrumadora del
hecho de la evolución sino que también ha contribuido opulentamente a iluminar muchos deta-
lles del proceso.
La teoría de la evolución va más allá de la simple demostración de que los seres vivos
evolucionan. Los evolucionistas están interesados en descubrir los detalles importantes de la
historia evolutiva. Por ejemplo, la sucesión de organismos particulares a través del tiempo, em-
pezando por el origen de los más primitivos que, como ahora sabemos, se remonta a más de
3.500 millones de años; cuándo aparecen los primeros animales sobre la superficie terrestre, a
partir de sus antepasados marinos, y qué tipo de animales eran; o si las aves descienden de
dinosaurios o de otro tipo de reptiles; o si el linaje que lleva al orangután se separa del que lleva
a los hombres y a los chimpancés antes de que estos dos linajes se separaran uno del otro. La
investigación histórica de la evolución incluye, además, precisar los ritmos de la evolución, la
multiplicación y extinción de especies, la colonización de islas y continentes, y muchas otras
cuestiones relacionadas con el pasado.
El tercer tipo de problemas de que se ocupan los evolucionistas concierne el cómo y el por
qué de la evolución; o, dicho de otra manera, las causas de la evolución. Se trata de descubrir los
mecanismos y procesos que causan y modulan la evolución de los organismos a través del tiem-
po. Darwin descubrió la selección natural, el proceso que explica la adaptación de los organis-
mos a su ambiente y la evolución de órganos y funciones. La selección natural explica por qué
los pájaros tienen alas y los peces agallas, y por qué el ojo está específicamente diseñado para ver
y la mano para coger. La investigación de los procesos de la evolución incluye las condiciones y
causas que llevan a la multiplicación de especies o a su extinción; las interacciones de unos
organismos con otros, por ejemplo como presas y depredadores, como competidores, o como
hospedadores y parásitos; las interacciones entre los organismos y su entorno y las condiciones
que permiten la coexistencia de más o menos especies en un ambiente dado. Otros procesos
evolutivos importantes son los genéticos: la herencia biológica, la mutación de genes y la organi-
zación del ácido desoxirribonucleico (ADN) subyacen la evolución de los organismos.
Los estudiosos de la evolución, durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras déca-
das del siglo XX, dedicaban gran parte de sus esfuerzos a buscar evidencias a favor y en contra de
la evolución. Los científicos actuales no se ocupan activamente de investigar tal asunto, puesto
que el hecho de la evolución está definitivamente establecido como consecuencia de la acumu-
lación más que suficiente de evidencia, aunque es el caso que los descubrimientos de las varias
disciplinas biológicas siguen aportando pruebas contundentes de que la evolución de los orga-
nismos es un hecho. Evolución: la base de la biología, por ello, dedica explícitamente sólo el
capítulo 4 a las Evidencias a favor de la evolución, revisando en particular aquéllas que son de
interés para los estudiosos en la actualidad.
19
Evolución: la base de la biología está escrito principalmente por españoles y para espa-
ñoles, o hispanoparlantes por usar un término más inclusivo. Pero es un libro de valor universal,
que merece compartir un primer puesto con los mejores libros sobre la evolución escritos en
inglés o cualquier otra lengua, tanto por su profundidad como por su claridad de exposición.
Aún más, este libro supera a la mayoría de otros dedicados a la evolución por lo comprensivo.
Los tratados sobre la evolución se centran frecuentemente en los procesos genéticos o moleculares
subyacentes a los cambios evolutivos, pero con tratamiento ligero de los procesos ecológicos y
comportamentales; o se enfocan en los procesos ecológicos, con atención limitada a los proce-
sos comportamentales; o, como los escritos por sociobiólogos, prestan gran atención a los com-
portamientos y las interacciones sociales entre organismos, pero dejan de lado otros aspectos
ecológicos y los procesos genéticos. Hay pocos libros sobre la evolución, si es que hay alguno,
comparables en lo amplio de su enfoque, al libro que tengo el honor de presentar con este
prólogo.
La teoría de la evolución ocupa, como la cita de Dobzhansky afirma, una posición central
dentro de la biología. Por ello, su enseñanza debe representar un papel importante en los planes
de estudios universitarios, como asignatura separada y, también, integrada en la enseñanza de
otras disciplinas como, por ejemplo, la genética, la biología molecular y la biología del desarrollo
como es el caso en las universidades estadounidenses, que son las que mejor conozco. La mul-
tiplicidad de planes de estudios (cada universidad diseña el suyo) hace difícil generalizar, pero en
todas las grandes universidades, la teoría de la evolución a varios niveles y desde puntos de vista
diversos, aparece exclusiva o, al menos, de manera muy significativa en varias asignaturas. En mi
20
universidad, por ejemplo, el plan de estudios incluye ocho asignaturas de licenciatura y siete de
doctorado dedicadas al estudio de la evolución, además de considerar la evolución en bastantes
asignaturas adicionales. Varias de las asignaturas son optativas, pero algunas son obligatorias para
quienes persiguen un título en biología, que incluye a todos aquéllos que, después de cuatro o
cinco años de carrera y un título universitario, entrarán en carreras de medicina, farmacia, vete-
rinaria y otras relacionadas con la salud. Una de las obligatorias es la asignatura Introducción a
la biología, dedicada a la evolución biológica, que yo he estado impartiendo durante más de
diez años consecutivos y que es tal vez la asignatura con más estudiantes matriculados en toda la
universidad pues incluye muchos estudiantes de humanidades y ciencias sociales que la eligen
voluntariamente, además de aquéllos para quienes es obligatoria. Evolución: la base de la bio-
logía bien pudiera ejercer una influencia favorable en la dirección de dar a la teoría de la
evolución biológica la importancia que se merece en los planes de estudios de las universidades
españolas.
Estoy muy agradecido al profesor Manuel Soler y al resto de los autores de Evolución: la
base de la biología por invitarme a escribir este prólogo. Hace ya 40 años que fui como estu-
diante a los Estados Unidos y decidí quedarme allí por las oportunidades de investigación que las
universidades americanas me brindaban, en un momento en que la investigación científica en
general, y la de la evolución en particular, eran muy limitadas en España y brillaban sólo en
algunos casos aislados de científicos que habían alcanzado eminencia a pesar de las condiciones
poco favorables. La situación actual es muy diferente. El libro presente es un ejemplo notable del
vigor, amplitud y excelencia de la investigación evolucionista en España. Permítaseme, pues,
saludar con respeto y orgullo a todos sus autores.
Capítulo 1: LA EVOLUCIÓN Y LA BIOLOGÍA EVOLUTIVA
Manuel Soler
DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA ANIMAL Y ECOLOGÍA, FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD DE GRANADA
18071-Granada. E-mail: msoler@ugr.es
La teoría de la evolución es, seguramente, la idea más importante e influyente desarrollada por la mente humana.
La evolución biológica se puede definir como el cambio en las características de las poblaciones de organismos a
través del curso de sucesivas generaciones. Dicho cambio es la consecuencia de la actuación de la selección natural
favoreciendo a los individuos portadores de ciertas características determinadas genéticamente (heredables) que
mejoran su éxito reproductor. Las ciencias biológicas, antes de Darwin, eran eminentemente descriptivas, el gran
mérito de la teoría evolutiva fue que suministró la herramienta adecuada, con una enorme capacidad predictiva, que
fue lo que convirtió a la biología en una ciencia experimental, es decir, en una verdadera ciencia. La importancia de
los estudios evolutivos es enorme ya que todos los organismos y sus características son productos de la evolución y,
la aplicación de la teoría evolutiva puede iluminar cualquier campo de las ciencias biológicas. Además, tiene un
enorme interés aplicado en temas como la conservación de la biodiversidad, la medicina, la agricultura, la ganade-
ría, etc. La biología evolutiva se ocupa de entender los senderos históricos y los procesos que han dado lugar a las
características actuales de los organismos, y de explicar por qué las características de esos organismos son las que
son y no otras diferentes. Por tanto, se trata de deducir hechos históricos y procesos tales como los mecanismos de
selección natural que produjeron la evolución de una cierta característica. La biología evolutiva es una ciencia
extraordinariamente compleja que ha creado relaciones entre gran parte de las ciencias biológicas.
La evolución y la ciencia que comenzó a venirse abajo cuando en 1669 Steno con-
firmó que los fósiles encontrados representaban animales
La teoría de la evolución de Darwin es, sin lugar a que existieron en el pasado y que no habían llegado hasta
dudas, una de las ideas más influyentes y revolucionarias nuestros días. Es decir, aunque los geólogos y paleontó-
de la historia de la ciencia, la única que puede estar a su logos fueron los primeros en darse cuenta de que a lo lar-
altura es la teoría de Newton que dio lugar a la física mo- go de la historia de la tierra se habían producido muchos
derna. Newton, en su libro “Principia Matemática” (casi e importantes cambios, otro gran mérito de Darwin fue
unánimemente aceptado como el libro científico más im- sugerir y demostrar que en los seres vivos, incluido el
portante jamás escrito), presentó sus leyes del movimien- hombre, el cambio era la norma y no el inmovilismo como
to, su teoría de la gravitación y muchas cosas más, rom- se creía con anterioridad.
piendo con la dependencia intelectual de los clásicos grie- A un nivel más general, se puede añadir otro mérito
gos y revolucionando el pensamiento occidental, ya que muy importante de la obra de Darwin. Antes de la publi-
evitando las explicaciones finalistas propias de la época, cación de “El origen de las especies” (Darwin 1859), los
ofreció explicaciones puramente mecanicistas para los filósofos, los científicos y la gente en general, contesta-
ban a la pregunta “por qué” con respuestas finalistas en el
fenómenos físicos (revolución iniciada por Galileo pre-
sentido del propósito divino. Por ejemplo, “¿por qué exis-
viamente). El mérito de Newton fue enorme, Alexander
ten mariposas de tan variados y maravillosos colores?” la
Pope, un importante filósofo de la ciencia escribió: “La
respuesta solía ser “porque Dios las ha creado para dis-
naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. frute humano; “¿por qué existen los parásitos?”: son un
Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz”. castigo de Dios por el pecado original de Adán y Eva.
Darwin continuó la revolución iniciada por Galileo y Darwin fue el primero en dejar claro que no es necesario
brillantemente continuada por Newton desarrollando ex- invocar ningún propósito divino en ninguna cuestión que
plicaciones mecanicistas para los fenómenos biológicos. nos podamos plantear desde el punto de vista científico.
Estas explicaciones cambiaron profundamente la visión En mi opinión, Newton, ha sido, sin lugar a dudas, el
del mundo que había prevalecido hasta ese momento. En científico más relevante que ha existido ya que su contri-
la cultura occidental era unánimemente aceptado que las bución fue abundante, de enorme importancia y variada
especies vivientes habían sido creadas en su forma ac- (con sus descubrimientos fundó la física moderna, las
tual, por tanto se trataba de algo estático. Incluso se asu- matemáticas superiores y la óptica moderna), pero pien-
mía que ninguna especie se había extinguido, creencia so, de acuerdo con filósofos de la ciencia como Dennett
22 Manuel Soler
(1995), que la idea más importante e influyente desarro- de esos descendientes modificados es la selección natu-
llada por la mente humana ha sido la teoría de la evolu- ral que actúa favoreciendo algunas de las variaciones he-
ción por medio de la selección natural, la de Charles redables. La primera hipótesis estaría dentro del campo
Darwin. de estudio de lo que se conoce como “macroevolución”
que está relacionada con patrones observados en la com-
paración de especies u otros taxones más amplios (fami-
¿Qué es la evolución?
lias, órdenes, etc.) que son descritos principalmente por
La palabra evolución, en sentido amplio significa cam- ciencias como la paleontología y la sistemática que con-
bio. No obstante, el término evolución implica dejar des- tribuyen de manera importante a la comprensión de los
cendientes con modificación y, casi siempre, con diversi- procesos evolutivos. La denominada “microevolución”,
ficación (Futuyma 1998). Utilizando la lengua española se encarga de estudiar en detalle los procesos que ocu-
hay que ser especialmente cuidadosos ya que la palabra rren en una determinada especie o población actual, lo
evolución es empleada en un amplio abanico de situacio- que permite diseñar experimentos para testar diferentes
nes; por ejemplo, cuando nos referimos a los cambios hipótesis.
consecuencia del desarrollo o crecimiento de un indivi- La conexión entre micro y macroevolución no está
duo o, incluso, al comentar la trayectoria profesional de nada clara, de hecho, existe una profunda separación en-
una persona. Aunque, por supuesto, esta utilización de la tre los científicos dedicados al estudio de los procesos
palabra evolución en español es correcta, cuando nos re- micro y macroevolutivos que frecuentemente entran en
firamos a la evolución biológica sería incorrecta, ya que, conflicto. Darwin partía de la base de que los procesos de
según la definición dada anteriormente, un sistema en selección natural estudiados en poblaciones actuales son
evolución implica que se dejan descendientes y que las suficientes para explicar los patrones observados en la
características de los individuos van cambiando en las diversificación de taxones a lo largo de los miles de mi-
sucesivas generaciones. Son las poblaciones las que pue- llones de años de vida sobre la tierra. No obstante, la ma-
den estar bajo el efecto del proceso evolutivo ya que la yor parte de los biólogos macroevolutivos defienden que
selección natural puede actuar diferencialmente sobre la los patrones evolutivos a gran escala, detectados a través
variabilidad genética existente entre sus individuos gra- del registro fósil, no pueden ser explicados sólo por los
cias a la transmisión hereditaria de características de los procesos microevolutivos (Carroll 1997). Por ejemplo, se
progenitores a sus descendientes. Por tanto, la evolución ha comprobado que generalmente se produce una rápida
biológica se puede definir como el cambio en las caracte- divergencia evolutiva al principio del origen de los
rísticas de las poblaciones de organismos, o grupos de taxones, y después, tienen lugar largos periodos durante
tales poblaciones, a través del curso de sucesivas genera- los cuales el diseño morfológico y el tipo de vida se man-
ciones (Futuyma 1998). tienen. Además, no se encuentran las numerosas formas
El mecanismo evolutivo está basado en tres puntos: intermedias que predice la teoría de la selección natural
(1) variabilidad heredable de ciertas características o ras- (Carrol 2000). Durante la explosión del Cámbrico, en
gos, (2) variabilidad entre individuos de una misma po- menos de diez millones de años aparecieron casi todos
blación en cuanto al éxito reproductor y, (3) la correla- los filos conocidos hoy día. Muchos autores piensan que
ción entre ambos tipos de variabilidad. Cuando existen la enorme velocidad de cambio anatómico y radiación
ambos tipos de variabilidad, la correlación entre ellos de- adaptativa durante ese corto periodo de tiempo no puede
termina el tipo de evolución que se está produciendo. Si ser explicada por los mecanismos conocidos a nivel
la correlación entre la variabilidad heredable y la variabi- microevolutivo (Carrol 2000). Estos argumentos, unidos
lidad en éxito reproductor es nula o muy baja, los cam- a conocimientos obtenidos recientemente, sobre todo el
bios que se producirán de una generación a otra fluctua- hecho de que la biología del desarrollo a nivel molecular
rán al azar, esto es lo que se conoce como “evolución neu- ha mostrado que se pueden producir cambios muy brus-
tral”. Si por el contrario, esa correlación es elevada, el cos en aspectos como la morfología y la fisiología de los
cambio evolutivo no será al azar sino en la dirección en la organismos y que la selección natural puede actuar sobre
que se incrementa el éxito reproductor, es decir en el sen- ellos (Arthur 1997), han llevado a Carroll (2000) a suge-
tido en que se mejora la eficacia de la adaptación. Esta es
rir que necesitamos una nueva síntesis evolutiva (ver Ca-
la denominada “evolución adaptativa”. El motor de la
pítulo 2) que permita enfocar tanto la docencia como la
evolución adaptativa es el mecanismo descrito por Darwin
investigación evolutiva durante el próximo siglo. No obs-
al que denominó “selección natural” (ver Capítulo 7), que
consiste en dos de los puntos mencionados anteriormente tante, esta sugerencia ha sido discutida defendiendo que
del mecanismo evolutivo: variabilidad en el éxito no es necesaria una nueva síntesis (Sandvik 2000). Estoy
reproductor y la correlación entre dicho éxito reproductor de acuerdo con esta apreciación, pero estoy convencido
y la característica que estemos considerando. La variabi- que sería muy positiva una relación más directa, e incluso
lidad heredable es responsable de que se produzca una una colaboración entre micro y macroevolucionistas.
respuesta evolutiva a la selección.
En el origen de las especies Darwin (1859) propuso Importancia de la evolución
dos hipótesis principales: primera, que las especies ac-
tuales son descendientes con modificaciones de antepa- La importancia de la evolución es enorme. No sólo
sados comunes; y segunda, que la causa de la formación porque ha dado lugar a la acumulación de una inmensa
CAPÍTULO 1: LA EVOLUCIÓN Y LA BIOLOGÍA EVOLUTIVA 23
cantidad de información que paulatinamente va contes- nivel mundial necesitan muchas más cosas además de la
tando a preguntas tan importantes como: ¿por qué existen biología evolutiva (recursos y el apoyo de muchas otras
tantísimas especies diferentes sobre la tierra?, ¿por qué ciencias), pero, un buen conocimiento y la aplicación de
todas son diferentes entre sí aunque comparten muchas la teoría evolutiva es indispensable (ver Capítulo 23).
características como un código genético universal?, ¿por La medicina, es otra disciplina que se está benefician-
qué muchas no han desarrollado un cerebro mientras que do enormemente del apoyo de la biología evolutiva. Mu-
otras sí?, ¿por qué en el hombre ese cerebro ha dado lugar chos organismos que causan enfermedades infecciosas han
a la aparición de una extraordinaria capacidad mental? El desarrollado resistencia a los antibióticos, unos produc-
mérito más importante de la teoría evolutiva no está en la tos que eran extraordinariamente eficaces. Han sido los
mera acumulación de información, sino en la gran revo- procesos evolutivos los que han favorecido la aparición
lución que supuso para la biología. Las ciencias biológi- de esa resistencia, los antibióticos ejercen una presión
cas, antes de Darwin, eran eminentemente descriptivas, selectiva enorme sobre los organismos, de manera que
fue la teoría evolutiva la que suministró la herramienta cuando aparece una mutación que convierte a su portador
adecuada, con una enorme capacidad predictiva, que fue en resistente, se extiende rápidamente entre la población.
lo que convirtió a la biología en una ciencia experimen- Aunque el tema es bastante más complejo (ver Capítulo
tal, es decir, en una verdadera ciencia. 22), lo que está claro es que los métodos de control o
La biología se ocupa del estudio integral de los orga- tratamiento de las enfermedades infecciosas sólo serán
nismos. Aunque hay muchas ciencias biológicas que se eficaces si se tienen en cuenta los principios evolutivos.
preocupan principalmente de responder cuestiones Otro ejemplo muy claro de la importancia de la aporta-
causales relacionadas con características o procesos que ción que la biología evolutiva puede hacer a la medicina,
tienen lugar a lo largo de la vida de los individuos, la lo constituye el trabajo realizado sobre el virus de inmu-
denominada biología evolutiva se ocupa de responder nodeficiencia adquirida que provoca el SIDA. Los biólo-
preguntas desde el punto de vista funcional, es decir, dan- gos evolutivos han utilizado métodos filogenéticos para
do una respuesta que explique el sentido adaptativo de la determinar su origen y su expansión y han colaborado
característica que estamos estudiando. con los investigadores médicos para estudiar los cambios
Todos los organismos y sus características son pro- evolutivos que sufren los virus en los individuos portado-
ductos de la evolución, la aplicación de la teoría evoluti- res en relación con la resistencia a las drogas.
va puede iluminar cualquier campo de las ciencias bioló- Otra aplicación más general de la teoría evolutiva está
gicas. Los análisis y los métodos evolutivos han contri- en su utilización en el estudio de las enfermedades pro-
buido de una forma muy directa y relevante a mejorar el pias de la tercera edad. Según los datos de que se dispone
conocimiento básico de que disponemos sobre el mundo actualmente no es posible aumentar la duración del tiem-
que nos rodea y, por supuesto, sobre nosotros mismos. po de vida; sin embargo, investigaciones sobre las causas
Este mérito sería más que suficiente para justificar el in- fundamentales de la senescencia, tanto en humanos como
terés de los estudios evolutivos (la investigación científi- en animales, siguiendo los principios de la teoría evoluti-
ca no necesita ser justificada sobre la base de su utilidad), va, permitirían conseguir una mejor calidad de vida.
pero, además, se pueden destacar importantes contribu- Las variedades de plantas cultivadas y de animales
ciones que la biología evolutiva está prestando a la cien- domesticados se han conseguido a lo largo de la historia
cia aplicada en campos como la conservación de especies de la humanidad por medio de la selección artificial que
amenazadas y medioambiente, la medicina, la agricultu- se basa, simplemente, en la utilización de los principios
ra, la ganadería, etc. de la adaptación y la selección para dirigir la evolución
La conservación de la biodiversidad es una de las prin- de esos organismos en la dirección adecuada para los in-
cipales preocupaciones de las sociedades humanas de los tereses humanos. No sólo se buscaba un rápido crecimien-
países ricos. Poco a poco los gobiernos se van concien- to, una máxima productividad y una óptima producción
ciando y, actualmente, se dedican enormes esfuerzos por de sustancias nutritivas, sino que también se tenía en cuen-
parte de innumerables organizaciones no gubernamenta- ta la capacidad de resistencia frente a enfermedades y
les e ingentes cantidades de dinero al intento de salvar de parásitos. Entender las adaptaciones que favorecen el de-
la extinción a tantas y tantas especies que están amenaza- sarrollo de estas características será sumamente impor-
das. La llamada biología de la conservación ha ido paula- tante en un futuro próximo, cuando las técnicas de inge-
tinamente consiguiendo más y más protagonismo y, poco niería genética sean utilizadas para transferir genes ade-
a poco, ha ido estrechando sus relaciones con la biología cuados incluso entre especies poco emparentadas
evolutiva. Los argumentos evolutivos son imprescindi- (Futuyma 1998).
bles a la hora de determinar prioridades en los esfuerzos
conservacionistas. Por ejemplo, los métodos evolutivos
son los que nos informan sobre cómo medir la biodiversi- Estructura de la biología evolutiva
dad, cómo reducir las posibilidades de deterioro genético
como consecuencia de la endogamia en poblaciones pe- La biología evolutiva se ocupa de entender los sende-
queñas, cómo identificar las especies con mayores proba- ros históricos y los procesos que han dado lugar a las ca-
bilidades de verse afectadas a consecuencia de la destruc- racterísticas actuales de los organismos, y de entender por
ción de hábitat, etc. Los esfuerzos conservacionistas a qué las características de esos organismos son las que son
24 Manuel Soler
Genéti olecular
vo lugar a estudios fascinantes en los que son capaces
e m l ut
st iv
Si a
m
de analizar cambios en la diversidad biológica a lo
ca y bio
Historia de la evolución
Causas de la evolución
largo del tiempo evolutivo y de determinar las tasas
logía
evolutivas.
Evolución Sistemática y paleontología constituyen la base
Pa
molecular
le o
Bi s lu
d
og o l o
e
ev
de
Fis orfo tiva
Ge
l
l
t
m olu
iol log s
evolutiva
Ecología
ev
og ía
llo el
g
evolutiv
Etología
rro d
ía
sa ía
y
de olog
Psicología
uro
ción que realizan los individuos de un sexo (normalmen- que incluso piensan de distinta manera. Así por ejemplo,
te las hembras) al emparejar con los individuos del otro para los taxónomos, su mayor problema es establecer las
sexo (selección sexual, ver Capítulo 13). Por último, se relaciones entre las especies, los paleontólogos piensan
puede destacar que la ecología evolutiva también se en- en una escala diferente de largos periodos de tiempo, ellos
carga de estudiar cómo evolucionan las características son capaces de ver la película a cámara rápida, lo que les
ecológicas de las distintas especies, tales como sus estra- permite tener un punto de vista distinto. Los que trabajan
tegias vitales, dieta, sistema de apareamiento, etc. Esto se en genética de poblaciones se preocupan por los cambios
lleva a cabo utilizando el llamado método comparativo. en las frecuencias de genes entre poblaciones, mientras
La ecología del comportamiento tiene como objetivo el que el interés de los ecólogos evolutivos se centra en cómo
estudio de todos los temas mencionados anteriormente, varía el diseño de los fenotipos y estrategias de los orga-
pero prestando especial atención a las estrategias nismos en el sentido adaptativo, consiguiendo incremen-
comportamentales, se preocupa de analizar por qué y cómo tar el éxito reproductor. Desgraciadamente, unos no se
han evolucionado los distintos comportamientos. preocupan por el campo de los otros, parecen existir unas
La fisiología y la morfología evolutivas estudian cómo fronteras imaginarias que se respetan escrupulosamente;
las características bioquímicas, fisiológicas y anatómicas los que se dedican a la genética de poblaciones no se pre-
de los organismos permiten la aparición y optimización ocupan por el diseño de los fenotipos, y los que trabajan
de adaptaciones al medio ambiente. Aunque estas disci- en ecología evolutiva no se interesan por los detalles
plinas suelen centrarse principalmente en describir siste- genéticos.
mas biológicos y cómo funcionan ahora, prestando poca Está claro que todos estos enfoques del estudio de la
atención a cómo han llegado a funcionar de esa manera, evolución son importantes y que ninguno de ellos por sí
un enfoque evolutivo, en el que se plantean preguntas solo está en posesión de toda la verdad. Aunque a veces
como por qué el sistema funciona como lo hace y cómo llegan a conclusiones contradictorias en algunos aspec-
ha evolucionado para hacerlo de esta manera, ha comen- tos, es evidente que todos contribuyen al avance de la
zado a enriquecer significativamente a estas ciencias. biología evolutiva. Las polémicas entre científicos de dis-
En la figura 1 también se representa la importancia tintas escuelas son frecuentes, a menudo tensas y fuertes,
relativa de una disciplina iniciada muy recientemente que y casi siempre estériles. Hasta ahora se han realizado bue-
nos estudios integradores que incluyen aspectos de la
es la evolución molecular. Los enormes avances produci-
ecología evolutiva y de la genética, pero casi siempre rea-
dos durante las dos últimas décadas en biología molecular
lizados por personas de uno de los campos. No cabe duda
han proporcionado herramientas extraordinariamente efi-
que el día en que se olviden las polémicas y se prodiguen
caces para estudiar muchas cuestiones relativas a la evo-
las colaboraciones entre investigadores de los distintos
lución de los organismos, lo que ha propiciado un gran
campos (principalmente entre ecólogos y genéticos), la
desarrollo de esta disciplina que se encarga de describir y
biología evolutiva saldrá ganando y se producirá un avan-
analizar la variación en el número, estructura y secuen-
ce importante en el desarrollo de esta ciencia.
cias de nucleótidos de los genes.
Curiosamente, aunque las relaciones entre las distin-
tas ramas y ciencias recogidas en la figura 1 son obvias Agradecimientos
(representadas por flechas), las relaciones entre los cien-
tíficos que trabajan en diferentes campos es prácticamen- José Angel Soler Ortiz realizó la figura 1. Mª Carmen
te nula. No sólo se preocupan de aspectos diferentes, sino Soler Cruz revisó el texto.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ARTHUR, W. 1997. The origin of animal body plans. Cambridge DENNETT, D.C. 1995. Darwin´s dangerous idea: evolution and the
University Press, Cambridge. meanings of life. Simon and Schuster, New York.
CARROLL, R.L. 1997. Patterns and processes of vertebrate evolution. FUTUYMA, D. 1998. Evolutionary biology (3ª edición). Sinauer,
Cambridge University Press, Cambridge. Sunderland.
CARROLL, R.L. 2000. Towards a new evolutionary synthesis. Trends SANDVIK, H. 2000. A new evolutionary synthesis: do we need one?
Ecol. Evol. 15: 27-32. Trends Ecol. Evol. 15: 205-206.
DARWIN, C. 1859. The origin of species by means of natural selection,
or the preservation of favoured races in the struggle for life. John
Murray, London.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DARWIN, C. 1859. The origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for
life. John Murray, London. Un libro impresionante que sigue de actualidad y que merece la pena leer.
(2) FUTUYMA, D. 1998. Evolutionary biology (3ª edición). Sinauer, Sunderland. Seguramente el mejor libro que se ha publicado
sobre evolución. Muy completo y muy bien documentado. Ideal como libro de texto y de consulta.
(3) RIDLEY, M. 1993. Evolution. Blackwell, Boston. Otro magnífico texto sobre evolución escrito por uno de los autores más presti-
giosos.
Capítulo 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS
Juan Moreno Klemming
DEPARTAMENTO DE ECOLOGÍA EVOLUTIVA, MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES-CSIC.
J. Gutiérrez Abascal, 2, 28006-Madrid. E-mail: jmoreno@mncn.csic.es
Desde tiempos remotos han existido mitos sobre el origen de los seres vivos que no han contemplado la evolu-
ción de unas formas a otras. Las teorías de Platón y Aristóteles sobre esencias inmutables de las especies fueron
posteriormente aprovechadas por el dogma cristiano para explicar la diversidad biológica. Hasta la revolución
científica de los siglos dieciseis y diecisiete en Europa no empiezan a acumularse evidencias sobre cambios histó-
ricos en flora y fauna que se enfrentan a mil años de dominancia del dogma creacionista. Durante la Ilustración,
naturalistas como Buffon y Linneo explican la diversidad de especies como resultado de su adaptación a distintas
condiciones ambientales. El concepto de la escala natural de perfección es la idea más establecida para explicar la
diversidad biológica, y en ella se basa Lamarck para proponer un mecanismo que haga llegar de una forma a otra.
Con la publicación de “El Origen de las Especies” (1859) de Darwin se ofrece por primera vez un modelo consis-
tente que explica la diversidad biológica como derivada de una ascendencia común y de un proceso histórico de
cambios, y propone como mecanismo la selección natural actuando sobre la variación beneficiosa heredable para
explicar la adaptación al medio y la especiación. La ascendencia común y la existencia de un proceso evolutivo son
rápidamente aceptados, pero la resistencia a aceptar a la selección natural como creadora de adaptación y diversidad
aún continúa. La genética inicialmente hace énfasis en la variación discontinua y en las grandes mutaciones como
fuente de diversidad, negando posibilidades a los cambios graduales. En las decadas de 1930 y 1940, la genética
avanzó lo suficiente como para compatibilizar el gradualismo darwinista con la evidencia de variación genética
continua. La síntesis de historia natural y genética abre camino al paradigma dominante en la biología evolutiva
hasta nuestros días.
Teorías sobre orígenes de la vida antes de la Ilustración en ofrecer explicaciones racionales de los fenómenos na-
turales que solo apelaran a fuerzas y materiales conoci-
En todas las culturas precientíficas que se han podido dos, como el calor del sol, el agua o la estructura de la
estudiar existen y existían cosmogonías particulares que materia. Aunque las teorías de filósofos presocráticos
intentaban explicar el origen de los seres vivos y final- como Tales de Mileto, Anaximandro, Empedocles o
mente de la humanidad como resultado de fuerzas sobre- Demócrito nos puedan parecer hoy simples o ingenuas,
naturales o grandiosos mitos de creación. El pensamiento constituyen la primera revolución científica al rechazar
sobre los orígenes de la vida es un fenómeno tan antiguo lo sobrenatural en favor de explicaciones materialistas.
como el ser humano. Pero si queremos concentrarnos en Sin embargo, aunque estuvieron obsesionados con los
el desarrollo de ideas y teorías basadas en fenómenos na- orígenes del Universo, de la Tierra, de la vida, de los ani-
turales y no en principios religiosos o míticos, hay que males y del ser humano, no prestaron atención a los cam-
rastrear en el pasado histórico evidencias de conceptos o bios subsiguientes y, por tanto, a una posible evolución.
teorías que no apelen a creencias en creadores conscien- Repartidos entre las enseñanzas de los filósofos
tes. En un principio, los pensadores cuyas obras han lle- presocráticos había prometedores aspectos para un futuro
gado de alguna forma hasta nuestros días intentaron ima- desarrollo del pensamiento evolucionista, como tiempo
ginarse los orígenes de los seres vivos, especulando sin ilimitado, generación espontánea, cambios ambientales y
trabas sobre primeros principios, generación espontánea un énfasis en cambios ontogenéticos en el individuo. Pero
o tendencias innatas. Como siempre en la historia del pen- pronto la filosofía griega abandonó estos derroteros para,
samiento, hay que remontarse a los filósofos griegos de bajo la influencia de Parménides y posteriormente de
los siglos séptimo a quinto antes de nuestra era (Guthrie Pitágoras y su escuela, moverse progresivamente hacia la
1965), cuyas originales teorías sobre el origen de la vida metafísica pura influida por las matemáticas. La obsesión
se caracterizan por desdeificar su surgimiento (no es ne- por la geometría llevó a la búsqueda de realidades inmu-
cesario un acto consciente de creación) y por prescindir tables o esencias bajo las apariencias cambiantes. Llevó
de cualquier fin o diseño para explicarlo (ausencia de con ello al desarrollo del esencialismo o creencia en ideas
teleología). Estos filósofos fueron sin duda los primeros inmutables y subyacentes a los fenómenos naturales, el
28 Juan Moreno Klemming
cual es totalmente incompatible con conceptos de varia- sus mínimos detalles por un creador inteligente y en el
bilidad o cambio necesarios en cualquier pensamiento concepto de un mundo estático e inmutable de corta dura-
evolucionista. Estos nuevos conceptos encontraron su más ción, ambas ideas contrarias a la posibilidad de cambios
brillante portavoz en Platón, el antihéroe del evolucionis- evolutivos. La reforma protestante posterior representó
mo (Mayr 1982). Cuatro dogmas platónicos tuvieron un un retroceso frente a ideas de filósofos y empiricistas in-
impacto especialmente desastroso sobre la biología y es- gleses contrarias al esencialismo platónico como Francis
pecialmente sobre el pensamiento sobre evolución en los Bacon, al reforzar la autoridad de la Biblia. Curiosamen-
siguientes 2000 años. Estos fueron el ya mencionado te, la llamada revolución científica de los siglos dieciséis
esencialismo, el concepto de un cosmos vivo y armónico y diecisiete, un movimiento confinado casi totalmente a
(armonía que no debía ser alterada por cambios), el con- las ciencias físicas, no provocó ningún cambio en el
cepto de un demiurgo o creador en lugar de la generación creacionismo imperante (Dijksterhuis 1961). Todos los
espontánea (sustituido con facilidad por una deidad om- físicos y matemáticos de la época (Descartes, Boyle,
nisciente) y el énfasis en principios incorpóreos o “alma”. Newton, Pascal) creían en un dios personal y eran
El primer gran naturalista conocido, Aristóteles, po- creacionistas estrictos. De hecho, su concepto de un mun-
dría parecer el sujeto ideal para desarrollar una teoría so- do creado una vez y mantenido por leyes universales era
bre la evolución. Era un excelente observador y el prime- totalmente incompatible con cambios históricos.
ro en ver una gradación en los seres vivos desde objetos Sin embargo, la propia revolución científica de los si-
inanimados a animales pasando por vegetales. Esta fue la glos dieciséis y diecisiete, al enfatizar la necesidad de un
base del posterior e importante concepto de la Scala tratamiento racional de los fenómenos naturales, hizo cada
Naturae o Gran Cadena del Ser (Lovejoy 1936). Además, vez más inaceptables las explicaciones sobrenaturales. La
fue un estudioso temprano de la adaptación, proponiendo creencia en un dios que estaba en todos los detalles fue
que la función de un objeto vivo era una causa de su exis- sustituida entre los científicos y filósofos por un dios crea-
tencia, la causa final o como se llamaría mas tarde dor (causa primaria) que dejaba el mundo a merced de
teleológica. Pero mantuvo demasiados conceptos irrecon- leyes universales (las causas secundarias). Hubo princi-
ciliables con la evolución como la constancia y eterna palmente tres desarrollos científicos que contribuyeron a
inmutabilidad de las especies (basada en las ideas socavar las bases de la ideología imperante y a preparar el
platónicas), sin necesidad de invocar orígenes de ningún terreno al desarrollo de teorías evolutivas. Uno, la cre-
tipo (“sin vestigio de un principio, ni perspectiva de un ciente percepción de la infinidad del espacio por los avan-
final”). Su fijación en la estabilidad y en un orden eterno ces de la astronomía, con una consiguiente aproximación
tuvo una importancia decisiva para el desarrollo de ideas a la idea del carácter también infinito del tiempo (Toulmin
en los siguientes dos milenios. Así al final del periodo y Goodfield 1965). Otro fue la comprensión por repre-
clásico, los pensadores griegos no contemplaban aún la sentantes de la nueva ciencia de la geología como Thomas
posibilidad de cambios históricos en el mundo orgánico Burnet (1635-1715) o John Woodward (1665-1728) de
debido a su carencia de un concepto de tiempo o a su que la Tierra había estado sometida en el pasado a pro-
obsesión con una eternidad inmutable o con un cambio fundos cambios. Todos los descubrimientos sobre los se-
cíclico perpetuo que siempre retornaba a los mismos orí- dimentos, el vulcanismo, los plegamientos o la erosión
genes, y debido a su esencialismo. Sin embargo, contribuyeron a reforzar la idea de la inmensa edad del
Aristóteles puso las bases de la historia natural, y solo la planeta (Albritton 1980). Por último, el descubrimiento
evidencia obtenida por la historia natural podría en un de faunas y floras extrañas y riquísimas durante los viajes
futuro permitir inferir la existencia de cambios evoluti- de navegantes europeos en los siglos dieciséis a diecio-
vos (Mayr 1982). cho, y sobre todo el estudio de los fósiles, pusieron en
Después de la caída del Imperio Romano, una nueva duda la literalidad del relato bíblico (Mayr 1982). El des-
ideología, el Cristianismo, se apoderó del pensamiento cubrimiento de fósiles de organismos extintos (¿cómo
en Occidente (por problemas de espacio no podemos abar- podían extinguirse seres diseñados por la mente divina?)
car a otras tradiciones culturales que tuvieron menor in- y la asociación de determinados fósiles con ciertos estra-
fluencia sobre la ciencia moderna). Suprimió la libertad tos (estratigrafía) llevaron a Robert Hooke (1635-1703) y
de pensamiento existente anteriormente e impuso el dog- a Steno (1638-1686) a la conclusión de que los estratos
ma bíblico, que evidentemente no permitía contemplar más bajos presentaban fósiles más antiguos que los estra-
cambios evolutivos (creador omnisciente, recientísima tos superiores. Había una secuencia temporal y se atisba-
creación). En los inicios se permitió una cierta especula- ba una historia de la vida sobre la Tierra desde un origen
ción dada la falta de amenazas ideológicas serias (así San remoto.
Agustín interpretó libremente la creación), pero pronto el
cuerpo dogmático se endureció y llevó durante la Edad
Media a un periodo de estancamiento intelectual depri- La Ilustración
mente. En las universidades escolásticas se establecía la
verdad por argumentos legalistas y deductivos, sin apela- El siglo dieciocho fue clave para la historia de las teo-
ción directa ninguna a los fenómenos naturales. La visión rías evolutivas, ya que fue el periodo en que el concepto
del mundo imperante e impuesta a finales de la Edad de evolución se abrió camino en las mentes de los pensa-
Media estaba basada en el diseño del universo hasta en dores más avanzados. Este periodo coincide a su vez con
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 29
al terreno científico, inició la disciplina de la anatomía les. La popular idea de que los animales extintos fueron
comparada que tantas pruebas daría a favor de la evolu- aniquilados por el diluvio universal se enfrentaba a la
ción, indujo la aceptación de una escala temporal evidencia de especies acuáticas extintas. Otra idea era que
vastísima y fundó la biogeografía, otra fuente de eviden- las especies presuntamente extintas habitaban en lugares
cias evolutivas. Como ha resaltado Mayr (1982) en su todavía inexplorados, solución cada vez menos plausible
historia de la biología, Buffon elevó la historia natural a ante el avance incontenible de la exploración científica.
la categoría de ciencia y ejerció una enorme influencia También se explicó la extinción como producto del ser
sobre su desarrollo posterior. También el gran naturalista humano, una explicación que ha resultado ser bastante
sueco Linneo (1707-1778) contribuyó a sustentar las teo- plausible en el caso de las faunas de grandes mamíferos.
rías evolutivas al desarrollar un sistema de clasificación Lamarck encontró una solución satisfactoria en el cam-
natural jerárquico, que en su momento forzaría la acepta- bio gradual de las especies, de forma que los organismos
ción del concepto de ascendencia común (Mayr 1957). no se habían extinguido realmente sino transformado gra-
Además, enfatizó la realidad de las especies y la impor- dualmente para convertirse en los organismos que actual-
tancia de las relaciones ecológicas entre ellas. En su “En- mente pueblan la Tierra, como propuso en su “Filosofía
sayo sobre la Economía de la Naturaleza” (1749) desa- Zoológica” (1809). De esta forma, el estudio de la evolu-
rrolló la idea de que cada especie está adaptada para cum- ción, al negar la extinción real, demostraba la armonía de
plir un papel en el ciclo natural de la existencia. Las espe- la naturaleza y la sabiduría del creador. Lamarck también
cies eran más que simples nombres en un catálogo, y su introdujo la evidencia de cambios geológicos y el factor
estructura estaba diseñada para un determinado tipo de tiempo en el estudio de la adaptación. Si las condiciones
vida en un ambiente geográfico concreto (había nacido la ambientales habían cambiado tanto a lo largo de la histo-
ecología y el nicho ecológico). ria de la Tierra y si los organismos estaban perfectamente
A finales del siglo ilustrado, existían una serie de pro- adaptados al medio como defendían los teólogos natura-
blemas científicos demandando soluciones como el ori- les como John Ray en su obra “La Sabiduría de Dios ma-
gen de la diversidad y su aparente organización en un sis- nifestada en los trabajos de la Creación” (1691) (la adap-
tema natural y la fascinante adaptación de todos los orga- tación perfecta era para ellos señal de diseño inteligente),
nismos a las condiciones de su medio. Además, estaban ¿cómo podían los organismos permanecer inmutables?
planteadas contradicciones con el concepto de la sabidu- Lamarck se enfrentó así al esencialismo reinante que ex-
ría y benevolencia del creador como la extinción de espe- plicaba los cambios faunísticos como producto de
cies y los órganos vestigiales. El creacionismo ofrecía extinciones periódicas (p. ej. Cuvier y sus seguidores),
soluciones poco satisfactorias a estos problemas. Era solo proponiendo cambios lentos y graduales en el transcurso
una cuestión de tiempo hasta que algún naturalista tuvie- de un vasto periodo de tiempo. Para explicar el origen de
ra la originalidad y el coraje de proponer una solución en nuevas líneas filéticas aceptó la posibilidad de la genera-
conflicto claro con el dogma aceptado. Esta persona fue ción espontánea de organismos poco complejos (aceptan-
el biólogo francés Lamarck. do la demostración de Spallanzani sobre la imposibilidad
de generación espontánea de organismos complejos), que
irían transmutándose en otros más complejos en el trans-
La evolución antes de Darwin curso de la evolución (Farley 1977). Los organismos más
complejos serían pues los que provienen de líneas más
Lamarck (1744-1829), protegido de Buffon y profe- antiguas, y los más sencillos los que más recientemente
sor de zoología en París, tuvo una conversión tardía a los se han originado (Fig. 2). En este sentido, Lamarck no
55 años que le hizo abandonar ideas establecidas sobre la percibió una ascendencia común de todos los seres vivos
inmutabilidad de las especies y abrazar una visión del como ramificaciones desde un tronco común como pro-
mundo totalmente innovadora. En los últimos años del pugnaría más tarde Darwin (Fig. 2). Lamarck fue sin duda
dieciocho, Lamarck estudió las colecciones de moluscos el primer evolucionista al sustituir un mundo estático por
del Museo de París, comprobando la existencia de series otro fluido y en cambio permanente (las largas listas de
filéticas con gradaciones casi imperceptibles que retroce- precursores propuestas en ciertas historias de la biología
dían en el tiempo desde formas del presente hasta estratos suelen ser intentos de restar importancia a la valentía in-
del Terciario (Burkhardt 1977). La conclusión sobre un telectual y originalidad tanto de Lamarck como de
cambio lento y gradual que llevó de unas formas a otras Darwin). Ni siquiera se paró ante el carácter único del ser
en el transcurso del tiempo debió hacerse inevitable para humano, considerándolo un producto de la evolución y
él. Lamarck también se enfrentaba como sus contempo- especulando abiertamente sobre su origen.
ráneos al problema de las extinciones, fenómeno que ne- Si actualmente las teorías de Lamarck son considera-
gaba la existencia de un universo regido únicamente por das como un paso en falso en el estudio de la evolución
leyes inmutables (Newton), el principio de plenitud por la mayoría de los científicos es sin duda por los meca-
(Leibniz) o la actualmente popular idea de armonía o equi- nismos que propuso para explicarla. La primera causa del
librio natural (o como se diría hoy ecológico), ya que un cambio evolutivo según Lamarck era la tendencia inma-
equilibrio con extinciones no sería tal (Lovejoy 1936). nente a un aumento de la complejidad organizativa en los
Durante los siglos diecisiete y dieciocho, se propusieron seres vivos, ley natural que no necesita explicación ya
tres explicaciones para la desaparición de especies fósi- que proviene directamente de la sabiduría del creador (de
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 31
desde los tiempos de John Ray. Si los físicos pretendían tigios de la Historia Natural de la Creación” publicada
explicar la naturaleza como producto de las leyes univer- anónimamente por el divulgador inglés Robert Chambers
sales presuntamente instituidas por una entidad divina, en 1844. Chambers provocó un gran revuelo al proponer
los naturalistas debían explicar las minuciosas y fascinan- que la fauna había evolucionado lenta y gradualmente en
tes adaptaciones de los organismos vivos a su medio como el transcurso del tiempo geológico sin asociación a suce-
producto del diseño detallista del creador. Si los físicos sos catastróficos ambientales. Sus especulaciones sobre
solo percibían una divinidad remota que abdicaba su con- mecanismos basados en la ontogenia y en la recapitula-
trol directo en favor de las leyes universales, la llamada ción fueron duramente atacados por los críticos al no te-
“Teología Natural” de los naturalistas ingleses de los si- ner base científica. Sin embargo, su obra convenció a
glos diecisiete a diecinueve era una forma de honrar al muchos de la realidad de la evolución y provocó todas las
creador estudiando las innumerables maravillas que ha- argumentaciones antievolucionistas que debería desmon-
bía diseñado (numerosos párrocos de provincias eran na- tar Darwin en su obra posterior. Herbert Spencer (1820-
turalistas aficionados en aquella época). La “Teología 1903) también ha sido citado como precursor de Darwin
Natural” de Paley (1802) es sin duda la obra cumbre de a pesar de su ignorancia en biología y su limitada asimila-
esta curiosa fusión de religión y ciencia, que tuvo pronto ción de los conocimientos científicos de su época. Las
que confrontar la evidencia sobre órganos vestigiales, ideas de Spencer solo sirvieron como fuente de confusión
sufrimientos infligidos por parásitos y enfermedades o posterior. Él propuso sustituir el termino “selección natu-
terribles catástrofes naturales y extinciones (ningún crea- ral” por la “supervivencia de los más aptos”, una expre-
dor benevolente diseñaría una naturaleza así). Aunque la sión fácilmente considerada circular o tautológica y fuen-
teología natural no se podía tener en pie desde el punto de te de innumerables críticas mal informadas del darwinis-
vista científico (Hume en su “Diálogos concernientes a la mo. También propugnó la herencia de caracteres adquiri-
Religión Natural” de 1779 realizó una crítica devastadora dos (algo en consonancia con las ideas lamarckistas), y
de su base filosófica), contribuyó una gran cantidad de fue el principal portavoz de una teoría social basada en
información sobre adaptaciones que demandaban una una lucha brutal por la existencia llamada erróneamente
explicación científica. En Paleontología, la evidencia so- “Darwinismo Social” (Hofstadter 1944), mas tarde utili-
bre sustitución de faunas fósiles hábilmente soslayada por zada por el nacionalsocialismo alemán (Schipman 1994).
Cuvier fue explicada mediante la invocación de periódi- Hay que resaltar que la misma ni fue respaldada por Da-
cas catástrofes planetarias seguidas de nuevas creaciones rwin ni tiene absolutamente nada que ver con el darwinis-
cada vez más perfectas. Esta es la doctrina progresionista, mo como conjunto de teorías científicas. Como señaló el
una nueva versión de la Scala Naturae (Bowler 1976). El propio Darwin, no se deben deducir principios morales
devoto naturalista suizo Louis Agassiz propuso que cada del funcionamiento de la naturaleza.
creación reflejaba una maduración progresiva del plan En Alemania existía a principios del siglo diecinueve
divino sin darse cuenta que ello implicaba la periódica la llamada “Naturphilosophie”, un movimiento románti-
reparación de errores e imperfecciones, algo bastante in- co de rechazo al mecanicismo newtoniano que no ha de-
consistente con cualquier idea religiosa seria. jado huella científica importante pero que aceptaba a la
El gran geólogo Lyell (1797-1875), campeón del uni- evolución como desarrollo de potencialidades preexisten-
formitarismo, ha sido propuesto como mentor de la teoría tes. En contraste con Inglaterra, en Alemania la acepta-
de Darwin, a pesar de ser un claro oponente de cualquier ción de la evolución como posibilidad era generalizada
posibilidad de evolución. El uniformitarismo defiende que entre los naturalistas antes de 1859. Sin embargo, y a pe-
las mismas causas han actuado siempre y con la misma sar del amplio elenco de zoólogos y anatomistas existen-
intensidad sobre la configuración de la superficie terres- te, nadie elaboró una teoría evolutiva genuina. Los biólo-
tre, y que no existen cambios direccionales en la historia gos alemanes parecen haber rechazado mas tarde el evo-
de la Tierra (Rudwick 1972). Hay, por tanto, que explicar lucionismo como algo especulativo, concentrándose en
los cambios del pasado por factores actualmente operan- trabajos de fisiología, citología y embriología, y abando-
tes. El gradualismo implícito en esta teoría, ya estaba plas- nando el campo de la historia natural hasta la llegada de
mado en los escritos de Buffon y Lamarck, por lo que Weismann y Haeckel (Mayr 1982). Fuera de Europa y
Darwin no necesitaba deducirlo de Lyell. Y, sin embargo, América (la ciencia postrenacentista es un producto de la
la negación por Lyell de cambios direccionales y su idea cultura europea) no existía antes de 1859 una comunidad
de un mundo estable o sometido a cambios cíclicos era científica preparada para asumir teorías evolutivas.
irreconciliable con cualquier teoría evolutiva (Ospovat Desde la publicación por Lamarck de la “Filosofía
1977). Aunque las ideas de Lyell fueron mas un estorbo Zoológica”, un acúmulo de evidencias hacía inevitable
que una ayuda para el desarrollo del darwinismo (Mayr confrontar la idea de un cambio evolutivo en la historia
1982), su énfasis en las causas de la extinción de especies de los seres vivos. La sucesión de faunas fósiles desvela-
y en el origen de las nuevas especies creadas para susti- da por Cuvier socavando la inmutabilidad de la creación,
tuirlas estimularon el interés inicial de Darwin al leer los la variación geográfica dentro de la misma especie des-
“Principios de Geología” de Lyell. Darwin se basó en Lyell bancando al esencialismo tipológico, la persistencia de
y en la realidad de las especies mas que en las ideas de ciertos organismos a través de las eras contradiciendo al
Lamarck al enfocar el desarrollo de su teoría. Otra obra catastrofismo universal, la fertilidad de ciertos híbridos
que se ha considerado precursora del darwinismo es “Ves- refutando las inalterables barreras entre especies, la exis-
34 Juan Moreno Klemming
tencia de órganos vestigiales o rudimentarios refutando (Darwin 1851) o conducta animal (Darwin 1871, 1872)
al diseño perfecto, las homologías descubiertas por la ana- entre otros, son un prodigio de finura en la observación,
tomía comparada (p.ej. la presencia de arcos branquiales profundidad en el análisis, experiencia naturalista e ideas
en los embriones de vertebrados terrestres y los huesos tan originales, que aún hoy son fuente de inspiración para
del oído interno de los mamíferos) desvelando la ascen- estudiosos de la naturaleza (recomiendo su lectura a cual-
dencia común y muchos otros hechos clamaban por una quier naturalista actual). Podría decirse que su mente en
explicación científica ajena a los caprichos arbitrarios de muchos aspectos se adelantó en más de un siglo a las de
un creador. Y, sin embargo, todas las autoridades científi- sus contemporáneos (Ghiselin 1969). Durante su estan-
cas reconciliaron esta evidencia con un mundo estable y cia en Argentina durante el periplo del Beagle adquirió
reciente o con un mundo cíclico sin dirección temporal o una enfermedad que le atormentaría para el resto de su
con una serie arbitraria de catástrofes. Hasta que el 24 de vida, convirtiéndole casi en un inválido. Al regreso de su
noviembre de 1859 se publicó un libro que cambiaría la viaje contrajo matrimonio y se retiró a una casa de campo
percepción humana de la naturaleza para siempre. cerca de Londres donde redactaría casi toda su obra sin
realizar ningún viaje más. Hay algunos datos erróneos
sobre su biografía pero ampliamente propagados en cier-
Darwin tos relatos divulgativos. Uno es que llegó a su teoría du-
rante su estancia en las Islas Galápagos durante el viaje
Aunque periódicamente periodistas, divulgadores y del Beagle. La prueba de que su idea sobre la especiación
científicos más o menos heterodoxos celebren la defun- no estaba aun madura en Galápagos es que no se preocu-
ción del darwinismo (llevan más de un siglo celebrándola pó en muchos casos de identificar en qué isla había reco-
por adelantado), la realidad es que las teorías enunciadas gido sus muestras. El carácter específico de las muestras
por Charles Darwin (1809-1882) en “El Origen de las de sinsontes de tres islas distintas en Galápagos (no de
Especies” (1859) y otras obras posteriores siguen plena- los famosos pinzones de Darwin) analizadas en Inglate-
mente vigentes, guían la investigación en un creciente rra por John Gould sí le permitieron posteriormente in-
número de especialidades de la biología y están influyen- terpretar el proceso de especiación geográfica (marzo de
do cada vez más a las ciencias sociales y las humanida- 1837) (Ruiz y Ayala 1999). En julio de 1837 inició la
des. La mejor prueba de su actualidad y vigencia es la escritura de sus cuadernos de notas sobre “Transmuta-
gran cantidad de detractores que aun sigue atrayendo, algo ción de Especies”. Esto nos lleva a otra falacia propaga-
que una teoría obsoleta raramente consigue. Lo que más da en numerosas publicaciones con el fin de despresti-
preocupó desde el principio y sigue preocupando a críti- giar a la teoría a través de su autor. Esta es que el natura-
cos que van desde profesionales de la religión a biólogos lista inglés Alfred Russell Wallace (1823-1913) fue el
no convencidos, pasando por estudiosos de las ciencias primero en desarrollar la teoría de la selección natural
humanas, es que dichas teorías han desmontado el artifi- pero fue obstaculizado en la publicación de la misma para
cio científico creado para demostrar un mundo estable y permitirle a Darwin ser el primero (Quammen 1996). Este
diseñado para el ser humano y han dejado en su lugar una relato suele basarse en que Wallace escribió al propio
naturaleza cambiante y caótica dominada por un meca- Darwin en junio de 1858 presentándole sus ideas y pi-
nismo algorítmico de cortas miras, sin previsión ni finali- diéndole comentarios. Darwin, que llevaba 20 años acu-
dad alguna, pero implacable e inevitable, lo que Darwin mulando datos para sustentar su teoría, se quedó anona-
llamó la selección natural (Jacob 1982). Una prueba de la dado ante la coincidencia en los planteamientos de am-
peligrosidad para ideologías reaccionarias y alienantes de bos sobre el mecanismo de la evolución. Para que el tra-
la idea básica de Darwin es que los gobernantes en los bajo callado de Darwin durante dos décadas no fuera
países islámicos o en ciertos estados conservadores de los menoscabado por la prioridad del artículo de Wallace, los
EEUU continúan poniendo trabas al darwinismo. ¿Y qué amigos de Darwin Lyell y Hooker presentaron en julio de
decir de la imposición brutal del paradigma neo- 1858 dicho artículo junto con un ensayo de Darwin escri-
lamarckista por Lysenko durante la dictadura de Stalin? to en 1844 ante la Sociedad Linneana de Londres. De esa
Pero antes de repasar los principales aspectos de la teoría manera no se dio prioridad temporal a ninguno de los
darwinista que serán tratados con detenimiento en otras autores. Pero el hecho es que dicha publicación académi-
partes del libro, es necesario repasar algunos puntos de la ca pasó desapercibida para el gran público (una teoría tan
biografía de uno de los, sin duda, mayores científicos que novedosa no se podía defender en un artículo). Darwin
han existido. tuvo que abreviar su recogida de información y redactar
Darwin fue un naturalista nato ya antes de embarcar en 9 meses un resumen de su obra (¡de 490 páginas!) que
por cinco años en el famoso viaje del Beagle (1831-1836). fue publicado mucho antes de lo que hubiera deseado su
Poseía un conocimiento asombroso sobre todo tipo de autor, el “Origen de las Especies”. Y esta obra sí que re-
organismos además de una excelente preparación en Geo- sultó ser noticia por el carácter aplastante de la evidencia
logía. Cualquier lector del relato de su viaje queda im- acumulada por Darwin y por la elaboración de sus argu-
presionado ante el detalle y acierto de sus observaciones mentos. Se publicaron de ella 6 ediciones que se agota-
sobre cualquier aspecto de la naturaleza y ante su insa- ron siempre en pocos meses. Ni Darwin copió nada de
ciable curiosidad (Darwin 1959, reedición). Sus libros Wallace como demuestran sus cuadernos de notas llenos
posteriores sobre lombrices (Darwin 1881), animales y de evidencias evolutivas desde 1837, ni impidió la publi-
plantas domésticas (Darwin 1868), polinización de orquí-
deas (Darwin 1862), formación de arrecifes de coral
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 35
cación del artículo de Wallace. Tampoco se puede com- cia de una ascendencia común de todos los seres vivos
parar un artículo breve presentando una teoría original hizo añicos a la posición separada del ser humano y de
con una obra monumental de acumulo de datos, defensa los supuestos antropocéntricos de todas las religiones y
articulada de argumentos y elaboración teórica como es de casi todas las escuelas filosóficas (Ruse 1979). Darwin
el libro de Darwin (Desmond y Moore 1991). El propio también refutó las llamadas “leyes de creación” en
Wallace lo reconoció al considerar siempre a Darwin biogeografía al demostrar que las faunas y floras no eran
como el principal artífice de la teoría y expresar siempre producto inmediato del clima (p.ej. la fauna patagónica y
su profunda admiración por él y su obra. Habría que aña- europea se parecen en poco). Según él, la distribución de
dir que Wallace nunca asumió todas las implicaciones de especies podía explicarse por las capacidades dispersoras
su teoría y se negó a aceptar que la inteligencia humana de los organismos en relación con barreras geográficas
tuviera un origen evolutivo (Wallace 1891). (mares, cordilleras, etc.), siendo las distribuciones sepa-
Hay dos grandes contribuciones de Darwin a la cien- radas recuerdos de distribuciones previamente continuas.
cia que conviene separar: una es su demostración de un Hasta bien entrado el siglo veinte no alcanzó la ciencia de
proceso histórico de desarrollo de nuevas formas de vida la biogeografía a los avances teóricos y conceptuales de
a partir de otras por cambios graduales, y la otra es su Darwin (Ghiselin 1969). En morfología, Darwin suplantó
propuesta sobre el mecanismo que determina dichos cam- el concepto esencialista de arquetipo ideal (la “unidad de
bios, es decir, la selección natural (Mayr 1982). En cuan- plan” de Aristóteles) de los morfólogos idealistas como
to a la primera, Darwin tuvo que enfrentarse al argumento Richard Owen (1804-1892) por el de ancestros comunes,
sobre una edad de la Tierra insuficiente para tantísimos explicándose así la diferencia entre homologías (deriva-
cambios graduales entre formas de vida. Acertó bastante das del mismo órgano o estructura en un ancestro común)
más que el insigne físico Lord Kelvin que se equivocó en y analogías (derivadas de una función común). Aunque la
un orden de magnitud y calculó una edad máxima de 100 morfología postdarwiniana aceptó el principio de ascen-
millones de años para el planeta (Burchfield 1975). dencia común y se concentró durante un siglo en la bús-
Darwin acertó en el orden de magnitud, es decir, algunos queda de homologías y la determinación de filogenias,
miles de millones de años. Existe consenso actualmente hasta muy recientemente apenas tuvo en cuenta a la se-
de que sí ha habido tiempo suficiente, sobre todo después lección natural como fuente de cambios morfológicos o
de haber estudiado tasas de evolución rapidísimas en po- utilizó principios lamarckistas como el de uso y desuso
blaciones actuales. Sobre las aparentes discontinuidades para explicarlos o principios geométricos y físicos
entre edades en el registro fósil, Darwin insistió en la im- (Thompson 1917). La embriología por último dio a
perfección de dicho registro, algo que nadie negaría hoy Darwin uno de sus argumentos anticreacionistas más po-
día (la radiación explosiva en el Cámbrico no es necesa- tentes. Si las especies habían sido creadas, su ontogenia
riamente problemática para una explicación gradualista, debería conducir desde el huevo hasta el adulto por la
Conway-Morris 1999). Los argumentos sobre cambios ruta más directa. ¿Por qué todas esas complicaciones como
bruscos en la estructura de los organismos se siguen utili- que los embriones de vertebrados terrestres desarrollen
zando hoy día por los partidarios del puntuacionismo en arcos branquiales o una notocorda? Según Darwin la úni-
evolución como una alternativa al modelo de evolución ca explicación plausible era que las adquisiciones evolu-
gradual de Darwin (Eldredge y Gould 1972, Eldredge tivas más recientes solían afectar al estado de adulto que
1985). Darwin siempre propuso explicaciones ecológicas era el que estaba sometido a mayores presiones selectivas
a fenómenos como las radiaciones adaptativas (conquista y dejaban en las formas embrionarias rasgos derivados de
de nuevos nichos ecológicos), y consideró únicos a los antepasados evolutivos. Las interpretaciones alternativas
patrones evolutivos de cada especie o grupo de especies. estaban basadas en la Scala Naturae, en que los organis-
Negaba, por tanto, cualquier sencilla regla aplicable a to- mos más complejos iban pasando por estadios adultos de
dos, algo inaudito para los físicos con sus leyes universa- formas más primitivas, algo descartado en embriología
les (los físicos tratan generalmente fenómenos de una sim- por los trabajos de Von Baer (Ospovat 1976). En definiti-
plicidad apabullante para un biólogo). Consideró que las va, la teoría de la ascendencia común enunciada por
extinciones eran la consecuencia ineludible de la evolu- Darwin resolvió los enigmas de muchas ramas de la bio-
ción al no poder ciertas especies adaptarse a cambios en logía (paleontología, taxonomía, biogeografía, morfolo-
su medio, incluyendo el medio a otras especies (p. ej. gía, embriología) que habían persistido durante genera-
muchas especies no podrán adaptarse a la explosión de- ciones. Es por ello que constituye la principal teoría uni-
mográfica humana). La teoría de la ascendencia común ficadora de la biología (Mayr 1982).
permitió comprender por qué era tan obvio clasificar a los No voy a comentar en detalle la otra aportación teóri-
seres vivos en un sistema natural como el linneano, con ca fundamental de Darwin, el mecanismo de la selección
agrupaciones de especies progresivamente más inclusivas natural, ya que se tratará en el Capítulo 7, aunque sí quie-
(Ghiselin 1969). Cuanto más baja o menos inclusiva era ro resaltar algunos detalles históricos sobre su génesis. Se
la jerarquía de clasificación (género por debajo de fami- ha hecho mucho hincapié en la influencia de la lectura de
lia, etc.), mas tardíamente se habían separado los linajes Malthus por Darwin en 1838 para su concepción del me-
originarios de dichas especies. Lamarck nunca pudo ex- canismo evolutivo (referencias en Ruiz y Ayala 1999).
plicar la jerarquía linneana al pensar en linajes separados En este sentido, algunos autores presentan al darwinismo
de creciente complejidad sin una ascendencia común (en como una mera adaptación al mundo natural de la revolu-
realidad nunca rompió con la Escala Natural). La eviden- ción industrial triunfante basada en una competencia ca-
36 Juan Moreno Klemming
pitalista feroz (Levins y Lewontin 1985). Estos análisis ampliamente aceptadas por la comunidad científica y hasta
historicistas no mencionan que el darwinismo resultó tre- por representantes del estamento religioso (Juan Pablo II
mendamente ofensivo para muchos miembros de las cla- ha llegado a aceptar la realidad de cierta evolución re-
ses dominantes de la época (Hodge 1974) y fue inicial- cientemente), el carácter gradual de la evolución y el me-
mente bien recibido por Marx y sus seguidores como con- canismo de la selección natural siguen encontrando una
tribución a una concepción materialista de la naturaleza. fuerte resistencia no siempre basada en datos científicos
Los marxistas, sin embargo, siempre trazaron una línea (Mayr y Provine 1980). Ni siquiera defensores acérrimos
divisoria entre la humanidad, que sólo se regía por las de Darwin como Thomas Huxley aceptaron la selección
leyes del desarrollo social, y el resto de los seres vivos, natural. Solo ciertos naturalistas como Wallace o Henry
cuya evolución se explicaba por el darwinismo (Singer Bates (descubridor del mimetismo batesiano, otra prueba
2000). Darwin ya conocía por otras lecturas el enorme elegantísima del poder de la selección natural) fueron
potencial reproductor de los organismos (Ghiselin 1969). seleccionistas a ultranza. Las críticas a la selección natu-
Lo que cristalizó en su mente al leer el “Ensayo sobre ral fueron generalizadas desde un principio (Hull 1973).
Población” (1798) de Malthus fue la comprensión de la En primer lugar la selección natural eliminó la necesidad
importancia de la competencia entre individuos de la mis- de un diseñador divino y la existencia de una teleología
ma especie, y lo diferente que era esta competencia a una cósmica o finalismo (Dennett 1995). Contribuyó también
competencia tipológica entre especies (curiosamente mu- a desbancar al esencialismo reinante al mostrar una in-
chos divulgadores piensan en la lucha por la existencia mensa variabilidad en la naturaleza y una casi infinita
enunciada por Darwin como la lucha entre el león y el posibilidad de cambios dado un suficiente periodo de tiem-
antílope cuando Darwin pensaba más en la competencia po (Mayr 1982). La objeción a menudo expresada por
entre leones o entre antílopes por generar descendencia). críticos de que las maravillosas adaptaciones del organis-
Desarboló la posibilidad del equilibrio natural enunciado mo no se pueden deber exclusivamente al ciego azar con-
por la Teología Natural que presuponía que los organis- funde la producción de nueva variación, que sí se debe a
mos se reproducían sólo hasta el punto necesario para fenómenos estocásticos según la teoría, con la dirección
mantener el presunto equilibrio (muchos ecologistas y impresa a los cambios por las presiones selectivas. La fal-
divulgadores de lo natural siguen hablando hoy como los ta de pruebas experimentales ha sido otra crítica muy uti-
teólogos naturales del diecinueve pero sin divinidad vigi- lizada, crítica que no se aplica con la misma saña a cien-
lante). Darwin aprendió más que de los economistas como cias como la cosmología o la geología de difícil compro-
Malthus de los criadores de animales domésticos, toman- bación experimental. En este tipo de ciencias se pueden
do de ellos un concepto de enorme importancia, el de la formular hipótesis basadas en observaciones, que pueden
individualidad de cada miembro de la manada. Gracias a ser luego comprobadas con nuevas observaciones (Hull
ese concepto, Darwin pasó de un pensamiento tipológico 1973, Hodge 1977). Esto es lo que en esencia llena las
a uno poblacional. Esta revolución de considerar a las casi 500 páginas de “El Origen de las Especies”. Discipli-
especies como formadas por poblaciones de individuos, nas enteras actuales como la ecología evolutiva, la
todos diferentes entre sí, es una contribución fundamen- ecología de la conducta o la sistemática utilizan el méto-
tal del darwinismo (Ghiselin 1969) que es totalmente aje- do comparado como herramienta científica al igual que lo
na a las ciencias físicas y que no ha sido aceptada aún en hizo Darwin (Harvey y Pagel 1991). Él también impuso
ciertos círculos científicos y filosóficos (p. ej. Lamarck la legitimidad de las preguntas de “por qué” ante fenóme-
nunca contempló a individuos diferentes dentro de una nos naturales (Gillespie 1979). Otro tipo de preguntas
especie). La selección natural es un concepto estadístico, suelen responderse con puras descripciones que acaban
ya que poseer un genotipo mejor adaptado a circunstan- llevando al por qué de así y no de otra manera (Dennett
cias inmediatas no garantiza el éxito reproductor, solo una 1995). Esta forma de abordar la naturaleza es una herra-
mayor probabilidad de obtenerlo. Se confunde a menudo mienta heurística de gran valor, como se podrá deducir de
el concepto de selección natural con el de eliminación de las páginas de este libro. Según el influyente filósofo de
las aberraciones o desviaciones del tipo característico de
la ciencia Karl Popper (1972), la teoría de la selección
una especie (p. ej. Zirkle 1941), una idea esencialista pro-
natural no es verdaderamente científica al no poder ser
pugnada por Maupertuis y muchos otros antes de Darwin.
falseada mediante pruebas experimentales. El argumento
Ambos conceptos, no tienen nada que ver, pues para
Darwin no hay tipo característico ni esencia alguna de la de Popper es erróneo ya que existen innumerables datos
que desviarse. Un proceso de simple eliminación no pue- imaginables que contradirían la generalidad de la teoría.
de crear nada nuevo, y solo fue propuesto para justificar P. ej. cambios saltacionistas que llevaran a organismos
la existencia de tipos inmutables. viables, o modificaciones fenotípicas inducidas directa-
mente por cambios ambientales en todos los miembros de
una población y transmitidos a generaciones siguientes, o
Darwin relegado y recuperado cualquier evidencia de generación espontánea, falsearían
la teoría al evidenciar mecanismos alternativos que pue-
La resistencia al darwinismo fue muy fuerte entre den determinar cambios evolutivos (intentos de falsear la
muchos coetáneos de Darwin y continúa hoy día entre teoría empíricamente llevan más de un siglo realizándo-
sectores académicos y ajenos a la ciencia. Si la evolución se). Otra fuente de resistencia procede del rechazo a cual-
como tal y la evolución por ascendencia común han sido quier base biológica del comportamiento humano bajo el
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 37
lema “todo en la conducta humana es cultural”, tradición et al. 1999). Paradójicamente, en ningún país de Europa
científica en ciencias humanas que probablemente pro- se aceptó con tanta facilidad la teoría de la selección na-
viene de la creencia en una capacidad de progreso social tural como en Rusia antes de la dictadura de Stalin (Ada-
ilimitado de la Ilustración. Esta escuela, como en el caso ms 1968). Una de las aportaciones más singulares al estu-
de la antropóloga Margaret Mead, ha llegado a falsificar dio de la evolución fue “Ayuda mutua” (1902) de Kropo-
información para justificar la infinita maleabilidad de los tkin. Kropotkin (1842-1921) fue el primero en resaltar que
patrones culturales humanos (Freeman 1983). Por último la derecha política había hecho demasiado hincapié en el
están las objeciones clásicas sobre la imposibilidad del individualismo y la competencia como consecuencias de
desarrollo gradual de nuevas estructuras u órganos (el ar- la selección natural, despreciando las importantes eviden-
gumento ya clásico de que un cuarto de ojo o media ala cias de cooperación entre animales o de simbiosis mutua-
no sirven para nada, o el “todo o nada” en evolución) lista entre organismos diversos. La cooperación y el mu-
(Gould 1980). Parece imposible convencer a algunos de tualismo estaban ampliamente representadas en la natu-
estos críticos con evidencias de que un inicio de ojo pue- raleza y eran también consecuencias de la selección natu-
de servir para percibir sombras y formas, lo que es sin ral. Actualmente las ideas de Kropotkin son reivindica-
duda mejor que nada o que alas imperfectas pueden ser- das entre otros por los defensores de la importancia de la
vir para planear entre arboles o escapar rápidamente de selección de grupo como mecanismo evolutivamente im-
un depredador torpe (p. ej. Nilsson y Pelger 1994 han portante (ver Capítulo 5). Durante el siglo diecinueve, solo
demostrado la plausibilidad de cambios graduales que August Weismann (1834-1914) hizo aportaciones sustan-
conduzcan a la evolución del ojo). Los opositores al cialmente nuevas a la teoría evolutiva al proponer la se-
darwinismo apoyaron en principio teorías alternativas a paración total de la línea germinal del soma durante el
la de la selección natural como las teorías saltacionistas o desarrollo embrionario (Weismann 1893, Mayr 1988).
mutacionistas, las teorías neolamarckistas como atajo para Con ello se negaba la posibilidad de la llamada herencia
explicar las adaptaciones sin esperar a la producción aza- blanda o de caracteres adquiridos (Darwin la aceptó como
rosa de la variación necesaria y las teorías ortogenéticas posibilidad al no tener una concepción clara sobre el fun-
que presuponen una tendencia y dirección inmanente a cionamiento de la herencia), dado que los cambios que
los cambios evolutivos (p. ej. Teilhard de Chardin propu- experimentaba el organismo no podían pasar a la línea
so una versión ortogenética compatible con el cristianis- germinal (Buss 1987). Weismann, además, fue el primero
mo). Aunque la evolución ha producido transiciones im- en comprender el extraordinario poder de la recombina-
portantes (p. ej. la fotosíntesis, la célula eucariota, la ción sexual para producir variabilidad genética, y el pri-
multicelularidad, ver Maynard Smith y Szathmary 1995) mero en desarrollar una teoría sobre las ventajas evoluti-
que han permitido un aumento de la diversidad y de la vas del sexo (Michod 1995), algo que no se retomaría
complejidad de los seres vivos (la complejidad es un mero hasta casi un siglo después. También se hizo preguntas
producto del tiempo transcurrido pues sólo puede ir sur- sobre la regulación de la longevidad por la selección na-
giendo gradualmente, Bonner 1988), no se vislumbra nin- tural o evolución de la senescencia, problema no retoma-
guna linealidad en las tendencias y sí una divergencia o do hasta después de 1950. Su impacto sobre la biología
diferenciación cada vez mayor en las mismas como pro- evolutiva fue muy fuerte al obligar a todos los biólogos a
puso Darwin en su principio de divergencia de caracte- tomar postura ante el problema de la herencia de caracte-
res. Como veremos, las teorías contrarias a la selección res adquiridos.
natural y al gradualismo darwinista acabarían dominando Después de la muerte de Darwin en 1882, los evolu-
el campo de la biología durante más de medio siglo des- cionistas comenzaron a divergir en cuanto a sus concep-
pués de la publicación de “El Origen de las Especies”. ciones. Por un lado los biólogos experimentales, especial-
En los ochenta años posteriores a la publicación de mente embriólogos, fisiólogos y genetistas, enfocaron el
“El Origen de las Especies” se produjo una gran diversi- problema de los cambios evolutivos o transformaciones
dad de opiniones entre los biólogos evolucionistas. En sin tener en cuenta el problema de la diversidad de espe-
Alemania, Ernst Haeckel (1834-1919) fue el principal cies y de la variación geográfica, que eran el foco de aten-
divulgador de la teoría de Darwin, pero su versión consti- ción de los naturalistas (zoólogos, botánicos y paleontó-
tuye sin duda una tergiversación al no contemplar la im- logos). Mientras los primeros daban primacía a experi-
portancia del azar en la producción de variación y consi- mentos de laboratorio, los segundos utilizaban el método
derar como lo mismo a variación y adaptación (una idea comparado de Darwin para obtener inferencias (Mayr
claramente lamarckista). En Inglaterra, Ray Lankester 1982). Unos estudiaban células y genes, mientras los otros
fundó una escuela seleccionista que mantuvo las posicio- trataban poblaciones, especies y taxones superiores. Una
nes hasta la aparición de Fisher y Haldane. En Francia la barrera de comunicación se estableció entre estas dos tra-
resistencia contra el darwinismo fue poderosísima (en diciones científicas que duraría hasta la síntesis neo-da-
parte por motivos nacionalistas) y el neo-lamarckismo no rwinista posterior a 1930.
cesó en su dominación de la biología evolutiva hasta des- El principal problema que les enfrentó fue el de la
pués de 1945 (Boesiger 1980). En España y Latinoaméri- importancia de la variación continua en caracteres y de
ca el darwinismo recibió una respuesta generalmente ne- los cambios graduales propugnados por Darwin con res-
gativa (se ignoró en muchos casos), aunque marcada por pecto a variación discontinua y saltos evolutivos. Contra
debates políticos entre conservadores y progresistas (Glick el lema darwinista de “Natura non facit saltum”, un nú-
38 Juan Moreno Klemming
mero creciente de evolucionistas concluyeron que la va- existe herencia de caracteres adquiridos; 4) La recombi-
riación gradual era insuficiente para explicar las ubicuas nación es la principal fuente de variación genética en las
discontinuidades observadas entre especies y entre taxo- poblaciones; 5) La variación fenotípica continua puede
nes superiores. Uno de los principales adalides de la im- ser explicada por la acción de múltiples genes con inte-
portancia de cambios discontinuos fue el zoólogo británi- racciones epistáticas y no están en conflicto con la heren-
co William Bateson (1861-1926). Según él, la variación cia mendeliana; 6) Un gen puede afectar a varios caracte-
que llevaba a la formación de nuevas especies era varia- res fenotípicos (pleiotropía); 7) La selección existe tanto
ción discontinua existente en muchas poblaciones, lleván- en el laboratorio como en el campo y funciona (Capítulo
dole a la conclusión de que la discontinuidad entre espe- 4). El saltacionismo mutacionista no se recuperó después
cies venía dada por la discontinuidad de la variación que de estas evidencias, aunque el genetista Goldschmidt con-
las había originado (Bateson 1894). El saltacionismo en tinuó proponiendo la especiación por génesis de “mons-
evolución recibió su principal apoyo de la teoría de la truos esperanzados” hasta la década de 1940. La posibili-
mutación del botánico holandés Hugo de Vries (1848- dad de herencia de caracteres adquiridos, que había indu-
1935), uno de los redescubridores de las teorías de Men- cido numerosos experimentos y hasta falsificaciones de
del. De Vries achacaba la especiación al origen espontá- datos (Kammerer 1924), sería principalmente defendida
neo de nuevas especies por la producción súbita de una por Lysenko en la URSS por medio del terror político. La
variante discontinua. Su argumento era totalmente circu- genética de poblaciones o disciplina que estudia el cam-
lar: Llamaba a cualquier variante discontinua una espe- bio de frecuencias génicas en poblaciones fue la principal
cie, por lo que las especies necesariamente se originarían artífice de las conclusiones de la síntesis evolutiva al zan-
por cualquier cambio que indujera una discontinuidad. En jar la controversia entre mendelianos (la única variación
su “Teoría de la Mutación” (1909), aceptada por todos los importante es discontinua) y los biométricos (que no con-
mendelianos hasta 1910, enunció las siguientes conclu- sideraban caracteres discontinuos). En su vertiente mate-
siones: 1) Todos los cambios evolutivos se deben a la apa- mática contó con las brillantes contribuciones de R. A.
rición de una nueva mutación, es decir, de una nueva dis- Fisher (1930), J.B.S. Haldane (1932) y Sewall Wright
continuidad genética. Por tanto, la fuerza determinante (1931, 1978), y en su vertiente naturalista con los trabajos
de la evolución es la presión de mutación; 2) La selección de Chetverikov, Dobzhansky, Cain, Sheppard y E. B. Ford
natural es una fuerza irrelevante en la evolución, que pue- entre otros (Provine 1971). Fisher (1890-1962) fue sin
de como mucho eliminar mutaciones deletéreas; 3) Ya que duda el más original en sus ideas, desarrollando lo que
la mutación puede explicar todos los fenómenos evoluti- sería mas tarde la genética cuantitativa (ver Capítulo 6),
vos, la variación individual y la recombinación genética, pero contribuyendo ideas novedosas en temas como la se-
al no producir nada nuevo, son irrelevantes. La variación lección sexual (variante de la selección natural propuesta
individual continua observada no tiene base genética. Los por Darwin en 1871, ver Capítulo 13), la evolución de la
naturalistas quedaron espantados al comprobar como su razón de sexos, del aposematismo y mimetismo o el valor
evidencia de variación geográfica gradual era tirada por reproductivo y las estrategias vitales (ver Capítulo 8) y
la borda por el mutacionismo. Ellos por su parte negaban siendo sin duda el promotor directo de muchos aspectos
importancia a la herencia de caracteres mendelianos, y de lo que se llamaría mas tarde ecología evolutiva. Fisher
sólo consideraban importantes a los caracteres cuantitati- y Haldane demostraron matemáticamente cómo alelos que
vos (Poulton 1908). Por otro lado apelaban a menudo al diferían muy ligeramente en valor selectivo podían reem-
neo-lamarckismo (uso y desuso, inducción directa por el plazarse muy rápidamente en el curso de la evolución.
medio y herencia de caracteres adquiridos) o a capacida- Los errores de muestreo que podían llevar a la deriva ge-
des ortogenéticas (tendencias inmanentes) para explicar nética (un mecanismo evolutivo ajeno a la selección natu-
lo que Darwin explicó por la selección natural (especia- ral) fueron contemplados por el genetista norteamericano
ción y adaptación). Así pues el darwinismo apenas conta- Wright (1889-1988) para poblaciones pequeñas, proble-
ba con partidarios a principios del siglo veinte ni entre los ma soslayado por Fisher. Para Wright (1931) la estructu-
mendelianos ni entre los naturalistas. Por otra parte, el ración de poblaciones en subpoblaciones pequeñas hacía
rechazo entre filósofos, sociólogos o humanistas era ge- de la deriva genética un mecanismo de cambio importan-
neralizado. te. Mas tarde se haría mucho hincapié en la existencia de
Una nueva generación de genetistas, con T.H. Morgan variación genética neutra para la selección (Kimura 1960),
como principal artífice, abrió posteriormente el camino a mientras Fisher siempre contempló a los polimorfismos
una nueva interpretación de la estructura del material ge- como evidencia de la ventaja selectiva de los heterozigo-
nético y de las mutaciones (Allen 1968), permitiendo una tos. El genetista ruso Chetverikov (1926) mostró como
fusión de las teorías de Mendel y de Darwin y dando al nadie antes, la cantidad de variación escondida en forma
darwinismo la sustentación genética que le faltó en sus de alelos recesivos en poblaciones naturales. También en-
inicios. Este proceso, que culminó en la llamada “Síntesis fatizó más que los genetistas occidentales la epistasis o
Evolutiva” de las décadas de 1930 y 1940, llevó a las si- interacción entre genes, resaltando que la expresión feno-
guientes conclusiones: 1) Sólo hay un tipo de variación, típica de cada gen viene determinada por el “ambiente
siendo macromutaciones y ligeras variantes individuales genético” o complejo de genes con los que interactúa.
extremos de un continuo; 2) No todas las mutaciones son En Sistemática se abrió camino progresivamente el
deletéreas: unas son neutrales y otras beneficiosas; 3) No enfoque poblacional darwinista entre los naturalistas. La
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 39
aplicación de una estadística que enfatizaba la varianza conclusión (Jablonka y Lamb 1995). La posibilidad de
más que la media (Fisher había desarrollado el análisis de que el ambiente pueda afectar directamente a la herencia
varianza) por naturalistas y criadores llevó al abandono de los organismos empieza a abrirse camino, vindicando
de conceptos tipológicos en evolución. Mientras los ge- en parte a algunas ideas de Lamarck (la herencia de ca-
netistas se concentraron en la sustitución de genes en po- racteres adquiridos). Esta variación influida por el am-
blaciones, los naturalistas abordaron el problema de la biente y, por tanto, no azarosa se vería posteriormente
especiación desde el punto de vista de las barreras al flujo sometida a procesos selectivos, lo que ampliaría el cam-
génico entre poblaciones (Mayr 1942). Moritz Wagner po de la selección natural darwinista (Jablonka y Lamb
(1813-1887) ya había debatido con Darwin acerca de la 1995). También permitiría tasas evolutivas más rápidas.
importancia del aislamiento geográfico para la especia- Es este sin duda uno de los enfoques más novedosos en la
ción, ya que Darwin no veía su necesidad al resaltar su biología evolutiva actual y al que se debe prestar una aten-
principio de divergencia para explicarla (lo que hoy lla- ción especial en los próximos años. El paradigma weis-
maríamos especiación simpátrica (ver Capítulo 18). Mayr maniano sobre el aislamiento del soma y de la línea ger-
en su “Sistemática y el Origen de las Especies” (1942) minal ha sido también revisado ya que solo afecta a cier-
planteó definitivamente el modelo alopátrico de especia- tos metazoos y deja fuera a la mayoría de los seres vivos
ción y el concepto biológico de especie como perfecta- (Buss 1987).
mente compatibles con el gradualismo y la selección na- Aunque inicialmente imbuida de escaso pensamiento
tural. Entre 1936 y 1947 se llegó por fin a un consenso evolutivo, los descubrimientos de la biología molecular
entre diversas ramas de la biología basado en dos conclu- en cuanto a la organización del material genético, la va-
siones: que la evolución es gradual y puede ser explicada riabilidad genética en poblaciones naturales, el reloj mo-
por la selección natural actuando sobre pequeños cam- lecular o tasa histórica de mutaciones y las diferencias
bios genéticos y su recombinación, y que considerando a genéticas entre especies están adquiriendo un creciente
las especies como conjuntos de poblaciones reproducti- peso en el estudio de la evolución (ver Capítulo 6). La
vamente aisladas entre sí y analizando su ecología se po- existencia de ADN repetitivo o que no es transcrito (neu-
día explicar el origen de la diversidad taxonómica como tro para la selección) ha sido interpretado como ADN
consistente con los mecanismos genéticos conocidos y parásito (Orgel y Crick 1980, ver Capítulo 27), concepto
con las evidencias de los naturalistas. Esta recuperación que está de acuerdo con la selección génica propuesta por
del paradigma darwinista iniciada con la publicación por Dawkins (1976). Crow y Kimura (1970) propusieron la
Dobzhansky de “Genética y el Origen de las Especies” neutralidad selectiva de la mayor parte de la variación
(1937) ha sido llamada la “Síntesis Evolutiva” (Huxley genética encontrada, planteando la posibilidad de que la
1942). Entre sus principales artífices se encuentran Do- evolución se debiera a la deriva genética. Sin embargo,
bzhansky, Huxley, Mayr, Simpson, Rensch y Stebbins, que mucho polimorfismo genético puede deberse a selección
publicaron obras clásicas en las décadas de los treinta y apostática, selección dependiente de la frecuencia (ver
cuarenta. Ellos consiguieron construir puentes entre ge- Capítulo 16), selección debida a la presión de parásitos,
netistas y naturalistas (Laudan 1977), haciendo a los pri- etc. El neutralismo parece haber perdido fuerza reciente-
meros abandonar sus ideas tipológicas y a los segundos mente como alternativa seria a la selección natural. Ac-
su fe en la herencia de caracteres adquiridos. La síntesis tualmente el estudio de la variación molecular es de im-
del darwinismo y la genética tuvo un impacto enorme en portancia decisiva en el estudio del desarrollo. Así el es-
muchas ramas de la biología y continúa siendo, pasado tudio de los genes homeobox está revolucionando a la
más de medio siglo, el paradigma científico dominante embriología y tiene importantes consecuencias evoluti-
en el estudio de la evolución (Mayr y Provine 1980). vas (Schwartz 1999). En ecología estudios sobre flujo
génico, endogamia, éxito reproductor, seguimiento de in-
dividuos, etc., se están beneficiando de la incorporación
Desarrollos recientes de técnicas moleculares. La sistemática ya no se realiza
sin ayuda de inferencia molecular.
Después de la síntesis evolutiva, y especialmente en En el estudio de la selección natural y de la adapta-
las últimas décadas, ha habido una auténtica explosión de ción ha habido una depuración de conceptos que ha per-
estudios con relevancia evolutiva en temas que van desde mitido un avance enorme en los campos de la ecología y
la conducta animal y las interacciones ecológicas hasta la de la etología (ver Capítulo 7). Se ha reconocido el carác-
antropología y la psicología. Una rama nueva de la biolo- ter estadístico o probabilístico de la selección natural
gía, la biología molecular, experimentó un rápido creci- (Mayr 1963), se ha incorporado la importancia de las cons-
miento después del descubrimiento de la estructura del tricciones a la evolución derivadas de la filogenia (en rea-
ADN en 1953. Dos conclusiones del darwinismo fueron lidad debidas a la cohesión del genotipo y a los procesos
confirmadas por la biología molecular: que todos los or- del desarrollo) (Brooks y MacLennan 1991) y se ha per-
ganismos vivos compartimos el mismo código genético feccionado el método hipotético-deductivo en su estudio.
(ascendencia común) y que cambios en las proteínas no El adaptacionismo es un riguroso método científico de
afectan al ADN (imposibilidad de herencia blanda). Sin enorme valor heurístico y de larga historia en fisiología
embargo, descubrimientos recientes con relación a heren- que consiste en plantear hipótesis sobre la posible fun-
cia epigenética están haciendo tambalearse esta ultima ción adaptativa de un órgano, conducta o patrón, deducir
40 Juan Moreno Klemming
predicciones y comprobar su veracidad de forma obser- la especiación simpátrica es importante. Parece que esta
vacional o experimental (Reeve y Sherman 1993). Si no vez también Darwin va a acabar teniendo más razón de lo
se comprueban las predicciones, se generan nuevas hipó- que se pensaba en un principio, ya que continuamente se
tesis hasta obtener una aproximación entre hipótesis y descubren nuevos casos de radiaciones explosivas o pro-
datos. De esta manera se exploran las posibles constric- cesos de especiación en los que el aislamiento geográfico
ciones evolutivas además de comprobarse la función o el no es necesario para explicarlos (Magurran y May 1999).
“por qué” evolutivo de fenómenos biológicos (Mayr La selección sexual se está revelando como una impor-
1983). Aunque ridiculizado por Gould y Lewontin (1979), tante fuente de especiación simpátrica. El debate sobre si
el enfoque adaptacionista ha permitido avances especta- las “novedades evolutivas” pueden surgir gradualmente
culares en ecología, fisiología y etología, y no tiene ac- (nuevos órganos, nuevas conductas, nuevas capacidades
tualmente una alternativa metodológica seria para expli- fisiológicas, etc.) continúa latente a pesar de que existen
car por qué determinados fenotipos existen actualmente explicaciones para su desarrollo basadas en cambios de
en lugar de otros muchos posibles (Reeve y Sherman función (serían exaptaciones, no adaptaciones en la ter-
1993). Otra depuración ha afectado a la propuesta de “se- minología de Gould y Vrba 1981), modificaciones de con-
lección de grupo” o selección que beneficia al grupo so- ducta (nuevos patrones de conducta crean nuevas presio-
cial, población o especie a costa de los individuos que los nes selectivas, como propuso Baldwin en 1896) y cam-
conforman (ver Capítulo 5). El estudio de la conducta bios graduales (Nilsson y Pelger 1994). La morfología
social ha recibido un fuerte empuje al recuperarse ideas busca ya funciones para explicar divergencias evolutivas,
de Fisher (1930) y Haldane (1932) sobre la evolución de constituyendo la disciplina de la ecomorfología (Wain-
conductas altruistas mediante los brillantes trabajos teó- wright y Reilly 1994).
ricos de Hamilton (1964). En ellos se estableció el con- En macroevolución (ver Capítulo 19) o evolución de
cepto de selección de parentesco y de eficacia biológica grupos taxonómicos superiores es en donde actualmente
inclusiva para explicar conductas altruistas, eliminando existe un mayor debate y en donde las tesis antigradualis-
con ello la necesidad de postular “selección de grupo” tas han encontrado su principal bastión (Stanley 1979).
(Wilson 1975). El potencial heurístico para las ciencias Eldredge y Gould (1972) han propuesto que la microevo-
humanas de las ideas de Darwin no ha sido explotado hasta lución o modificaciones graduales debidas a la selección
muy recientemente en el estudio evolutivo del lenguaje natural no pueden explicar la macroevolución o transi-
(Pinker 1994), de la medicina (Nesse y Williams 1994), ción entre grupos taxonómicos superiores, y que el mo-
de la psicología (Barkow et al. 1992), de la antropología delo gradualista no permite interpretar el patrón obtenido
(Betzig et al. 1988) o de la sociología (Runciman 1998). en el registro fósil consistente en largos periodos de esta-
Ello se ha debido más a prejuicios ideológicos que a la bilidad morfológica de las líneas filéticas interrumpidos
invalidez de estos modelos. Otro campo en donde se han o puntuados por bruscos cambios experimentados en cor-
recuperado en su totalidad las tesis originales de Darwin tos periodos de tiempo. Este debate sobre los llamados
planteadas en su “El Origen del Hombre y la Selección “equilibrios puntuados” continúa actualmente entre pa-
con relación al Sexo” (1871) es en el de la selección sexual leontólogos (ver Conway-Morris 1998 para una versión
o forma de selección natural en que se considera exclusi- crítica) sin que exista consenso actualmente sobre si ma-
vamente el éxito de apareamiento, aun a costa de otros croevolución y microevolución son realmente procesos
componentes de la eficacia biológica (Capítulo 13). La diferentes. Las transiciones importantes en la historia evo-
posibilidad planteada por Darwin de que las hembras pu- lutiva como el origen de la célula eucariota podrían de-
dieran escoger a sus parejas (algo negado sistemáticamen- berse a cambios bruscos o saltos al asociarse diversos
te hasta hace muy poco) y de que esta selección fuera microorganismos procariotas para formar por simbiosis
beneficiosa para ellas, ha obtenido una masiva confirma- un organismo radicalmente diferente (Margulis 1993).
ción en una auténtica explosión de trabajos en este campo Ello contradice hasta cierto punto el gradualismo implíci-
que está llevando a una mejor comprensión de los proce- to en el darwinismo, aunque pudiera también haberse pro-
sos de selección natural en su conjunto (Andersson 1994). ducido una interacción simbiótica gradualmente a partir
El debate sobre la función del sexo (Capítulo 9) iniciado de interacciones tróficas. Las conclusiones a extraer so-
por Weismann ha adquirido gran importancia, llevando a bre la generalidad de estos cambios no graduales son di-
trabajos de gran originalidad teórica que muestran una ferentes según el autor (Margulis 1993, Maynard Smith y
vez mas el gran valor heurístico de la pregunta “por qué” Szathmary 1995). Es poco probable que cambios evoluti-
(Williams 1975, Maynard Smith 1978, Michod 1995). vos importantes se deban a saltos sin red en el espacio
En biogeografía, los trabajos de la escuela de Hutchin- evolutivo como propuso Goldschmidt (1940). La reali-
son-MacArthur y especialmente el modelo de MacArthur dad es que nadie ha propuesto hasta la fecha un mecanis-
y Wilson (1967) sobre biogeografía de islas dieron nueva mo alternativo a la selección natural para explicar la enor-
vida a las ideas ecológicas de Darwin (1859) y Wallace me diversificación de los organismos y la complejidad de
(1880) y originaron un fuerte auge del estudio de las co- sus adaptaciones. Proponer que las extinciones debidas a
munidades ecológicas. En el estudio de la especiación (ver impactos de meteoritos u otras catástrofes naturales son
Capítulo 18) continúa el debate entre los que plantean la una alternativa a la selección natural (Gould 1985) es con-
primacía o exclusividad de la especiación alopátrica (Mayr fundir causas ambientales con mecanismos evolutivos (ver
1954) y los que siguiendo a Darwin postulan que también Archibald 1996 para una visión crítica de un paleontólo-
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 41
go sobre la popular teoría de los meteoritos y la extinción rando una teoría evolutiva más general y que incluya to-
de los dinosaurios). Al fin y al cabo las catástrofes plane- dos los procesos que han existido en la historia de la vida,
tarias como la destrucción humana de los ecosistemas desde aquellos inducidos por cambios graduales sobre
implican presiones selectivas muy intensas y cambios variación genética azarosa hasta los debidos a variación
cuantitativos en la escala temporal del funcionamiento de determinada por el ambiente, cambios bruscos o extin-
la selección natural, pero no algo radicalmente distinto. ción masiva. Parece dudoso, sin embargo, que se modifi-
La escalada entre presiones del ambiente y respuestas de que sustancialmente en el futuro la visión darwinista so-
los organismos es una de las conclusiones mas evidentes bre la importancia de la selección natural como proceso
del registro fósil y resalta los posibles factores selectivos productor de adaptación y de diversificación. Los deba-
que han modulado los procesos evolutivos (Vermeij 1987). tes abiertos actualmente demuestran que la biología evo-
Los grupos que han sobrevivido a las grandes extinciones lutiva está bien viva y goza de buena salud.
no lo han hecho por puro azar sino probablemente porque
se adaptaron mejor por selección natural a los cambios
ambientales y pudieron ocupar los nichos ecológicos de Agradecimientos
especies extintas (Vermeij 1987, Conway-Morris 1999).
El supuesto azar absoluto propuesto por Gould está reñi- A Manolo Soler por ofrecerme la posibilidad de refle-
do con los asombrosos ejemplos de convergencia adapta- jar mis lecturas sobre evolución en este capítulo, a Alber-
tiva observables hoy día y en el registro fósil. to Tinaut por sus constructivos comentarios y a Staffan
El debate macroevolutivo (Eldredge 1995) y la posi- Ulfstrand por revelarme la importancia de la evolución
bilidad de herencia de ciertos caracteres adquiridos tras 5 años en una facultad de biología española durante
(Jablonka y Lamb 1995) pueden modificar en el futuro los que no oí mencionar en clase a la selección natural ni
algunos de los supuestos básicos del darwinismo, gene- a Darwin.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ADAMS, M. 1968. The founding of population genetics: contributions COLEMAN, W. 1964. Georges Cuvier, Zoologist. Harvard University
of the Chetverikov School, 1924-1934. J. Hist. Biol. 1:23-29. Press, Cambridge-Mass.
ALBRITTON, C.C. 1980. Changing Conceptions of the Earth’s Antiquity CONWAY-MORRIS, S. 1998. The Crucible of Creation: The Burgess
after the Sixteenth Century. Freeman, Cooper, San Francisco. Shale and the Rise of Animals. Oxford University Press, Oxford.
ALLEN, G.E. 1968. Thomas Hunt Morgan and the problem of natural CONWAY-MORRIS, S. 1999. The evolution of diversity in ancient
selection. Ju. Hist. Biol. 1: 113-139. ecosytems: a review. En A.E. Magurran y R.M. May (eds.):
ANDERSSON, M. 1994. Sexual Selection. Princeton University Press, Evolution of Biological Diversity. Pp. 283-321. Oxford University
Princeton. Press, Oxford.
ARCHIBALD, J.D. 1996. Dinosaur Extinction and the End of an Era. CROW, J.F. y KIMURA, M. 1970. An Introduction to Population
Columbia University Press, New York. Genetics Theory. Harper & Row, New York.
BALDWIN, J.M. 1896. A new factor in evolution. Am. Nat. 30: 441- DARWIN, C. 1845. Journal of Researches into the Natural History and
451, 536-553. Geology of the Various Countries visited during the Voyage of
BARKOW, J.H., COSMIDES, L. y TOOBY, J. (eds.). 1992. The Adapted H.M.S. Beagle bound round the World. Murray, London.
Mind: Evolutionary Psychology and the Evolution of Culture. DARWIN, C. 1851. Geological Observations on Coral Reefs, Volcanic
Oxford University Press, Oxford. Islands and on South America. Smith, Elder, London.
BATESON, W. 1894. Material for the Study of Variation. MacMillan, DARWIN, C. 1859. On the Origin of Species by means of Natural
London. Selection or the Preservation of Favored Races in the Struggle for
BETZIG, L., BORGERHOFF-MULDER, M. y TURKE, P. (eds.) 1988. Life. Murray, London.
Human Reproductive Behavior: A Darwinian Perspective. DARWIN, C. 1862. The Various Contrivances by which Orchids are
Cambridge University Press, Cambridge. Fertilized by Insects. Murray, London.
BOESIGER, E. 1980. The state of evolutionary biology in France at the DARWIN, C. 1868. The Variation of Animals and Plants under
time of the synthesis. En Mayr, E. y Provine, W.B. (eds.): The Domestication. Vols. 1-2. Murray, London.
Evolutionary Synthesis. pp. 309-321. Harvard University Press, DARWIN, C. 1871. The Descent of Man, and Selection in Relation to
Cambridge-Mass. Sex. Murray, London.
BONNER, J.T. 1988. The Evolution of Complexity by means of Natu- DARWIN, C. 1872. The Expression of the Emotions in Man and
ral Selection. Princeton University Press, Princeton. Animals. Murray, London.
BOWLER, P.T. 1976. Fossils and Progress. Science History Publications,
DARWIN, C. 1881. The Formation of Vegetable Mould through the
New York.
Action of Worms. Murray, London.
BROOKS, D.R. y MACLENNAN, D.A. 1991. Phylogeny, Ecology, and
DAWKINS, R. 1976. The Selfish Gene. Oxford University Press,
Behavior. University of Chicago Press, Chicago.
Oxford.
BURCHFIELD, J.D. 1975. Lord Kelvin and the Age of the Earth.
Science History Publications, New York. DAWKINS, R. 1986. The Blind Watchmaker. Longmans, London.
BURKHARDT, R.W. 1977. The Spirit of System: Lamarck and DENNETT, D.C. 1995. Darwin’s Dangerous Idea. Allen Lane, The
Evolutionary Biology. Cambridge University Press, Cambridge. Penguin Press, London.
BUSS, L.W. 1987. The Evolution of Individuality. Princeton University DESMOND, A. y MOORE, J. 1991. Darwin. Michael Joseph, London.
Press, Princeton. DE VRIES, H. 1909. The Mutation Theory. Open Court Publishing Co.,
CHETVERIKOV, S.S. 1961. On certain aspects of the evolutionary Chicago.
process from the standpoint of modern genetics. Proc. Amer. Phil. DIJKSTERHUIS, E.J. 1961. The Mechanization of the World Picture.
Soc. 105: 167-195. Clarendon Press, Oxford.
42 Juan Moreno Klemming
DOBZHANSKY, T. 1937. Genetics and the Origin of Species. Colum- KUHN, T. 1962. The Structure of Scientific Revolutions. University of
bia University Press, New York. Chicago Press, Chicago.
ELDREDGE, N. 1985. Time Frames: The Evolution of Punctuated LACK, D. 1968. Ecological Adaptations for Breeding in Birds. Methuen,
Equilibria. Princeton University Press, Princeton. London.
ELDREDGE, N. 1995. Reinventing Darwin. Weidenfld & Nicolson, LAMARCK, J.B. 1809. Philosophie Zoologique. Paris.
London. LAUDAN, L. 1977. Progress and its Problems: Towards a Theory of
ELDREDGE, N. y GOULD, S.J. 1972. Punctuated equilibria: an Scientific Growth. University of California Press, Berkeley.
alternative to phyletic gradualism. En Schopf, T.J.M. y Thomas, LEVINS, R. y LEWONTIN, R. 1985. The Dialectical Biologist. Harvard
J.M. (eds.): Models in Paleobiology. Pp. 82-115. Freeman, Cooper, University Press, Cambridge-Mass..
San Francisco. LOVEJOY, A.O. 1936. The Great Chain of Being. Harvard University
FARLEY, J. 1977. The Spontaneous Generation Controversy from Des- Press, Cambridge-Mass.
cartes to Oparin. Johns Hopkins University Press, Baltimore. LYELL, C. 1830-1833. Principles of Geology. 3 vols. London.
FISHER, R.A. 1930. The Genetical Theory of Natural Selection. MACARTHUR, R. y WILSON, E.O. 1967. The Theory of Island
Clarendon Press, Oxford. Biogeography. Princeton University Press, Princeton.
FREEMAN, D. 1983. Margaret Mead and Samoa: The Making and MAGURRAN, A.E. y MAY, R.M. 1999. Evolution of Biological
Unmaking of an Anthropological Myth. Harvard University Press, Diversity. Oxford University Press, Oxford.
Cambridge-Mass. MALTHUS, T.R. 1798. An Essay on the Principle of Population, as it
GHISELIN, M.T. 1969. The Triumph of the Darwinian Method. affects the Future Improvement of Society. Johnson, London.
University of California Press, Berkeley. MARGULIS, L. 1993. Origins of species: acquired genomes and
GILLESPIE, N.C. 1979. Charles Darwin and the Problem of Creation. individuality. Biosystems 31: 121-125.
University of Chicago Press, Chicago. MAYNARD SMITH, J. 1978. The Evolution of Sex. Cambridge
GLICK, T.F., RUIZ, R. y PUIG-SAMPER, M.A. (eds.) 1999. El University Press, Cambridge.
Darwinismo en España e Iberoamérica. UNAM, CSIC y Doce Ca- MAYNARD SMITH, J. y SZATHMARY, E. 1995. The Major
lles. Transitions in Evolution. W.H. Freeman, Oxford.
GOLDSCHMIDT, R. 1940. The Material Basis of Evolution. Yale MAYR, E. 1942. Systematics and the Origin of Species. Columbia
University Press, New Haven. University Press, New York.
GOULD, S.J. 1980. The Panda’s Thumb: More Reflections in Natural MAYR, E. 1954. Change of genetic environment and evolution. En
History. Norton, New York. Huxley, J., Hardy, A.C. y Ford, E.B. (eds.): Evolution as a Process.
GOULD, S.J. 1989. Wonderful Life: The Burgess Shale and the Nature Pp. 157-180. Allen & Unwin, London.
of History. Hutchinson Radius, London. MAYR, E. 1957. Species concepts and definitions. Amer. Assoc. Adv.
GOULD, S.J. 1985. The paradox of the first tier: an agenda for Sci., Publ. No. 50: 1-22.
palaebiology. Palaebiology 11: 2-12. MAYR, E. 1963. Animal Species and Evolution. Harvard University
GOULD, S.J. y LEWONTIN, R. 1979. The spandrels of San Marco and Press, Cambridge-Mass.
the Panglossian paradigm: A critique of the adaptationis programme. MAYR, E. 1982. The Growth of Biological Thought: Diversity,
Proc. Roy. Soc. Lond. B 205: 581-598. Evolution, and Inheritance.Harvard Univ. Press, Cambridge-Mass.
GOULD, S.J. y VRBA , E. 1981. Exaptation: A missing term in the MAYR, E. 1983. How to Carry out the Adaptationist Programme. Am.
science of form. Palaebiology 8: 4-15. Nat. 121: 324-334.
GUTHRIE, W.K.C. 1965. A History of Greek Philosophy. Cambridge MAYR, E. 1988. Towards a New Philosophy of Biology. Harvard
University Press, Cambridge. University Press, Cambridge-Mass..
HALDANE, J.B.S. 1932. The Causes of Evolution. Longmans, Green, MAYR, E. y PROVINE, W. (eds.) 1980. The Evolutionary Synthesis.
New York. Harvard University Press, Cambridge-Mass.
HAMILTON, W.D. 1964. The genetical evolution of social behavior, MICHOD, R.E. 1995. Eros and Evolution: A Natural Philosophy of
pts. 1-2. J. Theor. Biol. 7: 1-52. Sex. Addison-Wesley, Reading.
HARVEY, P.H. y PAGEL, M.D. 1991. The Comparative Method in MONOD, J. 1970. Le Hasard et la Necessité. Seuil, Paris.
Evolutionary Biology. Oxford University Press, Oxford. NESSE, R.M. y WILLIAMS, G.C. 1994. Why We Get Sick: The New
HODGE, M.J.S. 1974. Darwinism in England. En Glick, T.F. (ed.): The Science of Darwinian Medicine. Times Books, New York.
Comparative Reception of Darwinism. Pp. 3-31. University of Texas NILSSON, D.E. y PELGER, S. 1994. A pessimistic estimate of the time
Press, Austin. required for an eye to evolve. Proc. Roy. Soc. Lond. B 256: 53-58.
HODGE, M.J.S. 1977. The structure and strategy of Darwin’s “long NISBET, R.A. 1969. Social Change and History: Aspects of the Western
argument”. Brit. J. Hist. Sci. 10: 237-246. Theory of Development. Oxford University Press, Oxford.
HOFSTADTER, R. 1944. Social Darwinism in American Thought. ORGEL, L.E. y CRICK, F.H.C. 1980. Selfish DNA: The ultimate
University of Pennsylvania Press, Philadelphia. parasite. Nature 284: 604-607.
HULL, D.L. 1973. Darwin and his Critics. Harvard University Press, OSPOVAT, D. 1976. The influence of Karl Ernst von Baer’s embryology,
Cambridge-Mass.. 1828-1859: a reappraisal in light of Richard Owen’s and William
HUXLEY , J. 1942. Evolution, the Modern Synthesis. Allen & Unwin, B. Carpenter’s paleontological application of von Baer’s Law. J.
London. Hist. Biol. 9: 1-28.
JABLONKA, E. y LAMB, M.J. 1995 Epigenetic Inheritance and OSPOVAT, D. 1977. Lyell’s theory of climate. J. Hist. Biol. 10: 317-339.
Evolution: The Lamarckian Dimension. Oxford University Press, PALEY, W. 1802. Natural Theology: Or, Evidences of the Existence
Oxford. and Attributes of the Deity, collected from the Appearances of
JACOB, F. 1970. La Logique du Vivant: Une Histoire de l’Heredité. Nature. R. Fauldner, London.
Gallimard, Paris. PINKER, S. 1994. The Language Instinct. Harper-Collins, New York.
JACOB, F. 1982. The Possible and the Actual. Pantheon Books, New POPPER, K. 1972. Objective Knowledge. Cambridge University Press,
York. Cambridge.
KAMMERER, P. 1924. The Inheritance of Acquired Characteristics. POULTON, E.B. 1908. Essays on Evolution. Clarendon Press, Oxford.
Boni & Leveright, New York. PROVINE, W.B. 1971. The Origins of Theoretical Population Genetics.
KIMURA, M. 1960. Optimum mutation rate and degree of dominance University of Chicago Press, Chicago.
as determined by the principle of minimum genetic load. J. Genetics QUAMMEN, D. 1996. The Song of the Dodo: Island Biogeography in
57:21-34. an Age of Extinctions. Random House, London.
KROPOTKIN, P. 1902/1972. Mutual Aid: A Factor of Evolution. Allen REEVE, H.K. y SHERMAN, P.W. 1993. Adaptation and the goals of
Lane, London. evolutionary research.Quart. Rev. Biol. 68: 1-32.
CAPÍTULO 2: HISTORIA DE LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS 43
RUDWICK, M.J.S. 1972. The Meaning of Fossils. MacDonald, London. WALLACE, A.R. 1880. Island Life. MacMillan, London.
RUIZ, R.G. y AYALA, F.J. 1999. El nucleo duro del darwinismo. En WALLACE, A.R. 1891. Natural Selection and Tropical Nature: Essays
Glick, T.F., Ruiz, R. y Puig-Samper, M.A. (eds.): El Darwinismo en on Descriptive and Theoretical Biology. MacMillan, London.
España e Iberoamérica. Pp. 299-323. UNAM-CSIC-Doce calles. WARD, P.D. 1997. The Call of the Distant Mammoths. Why the Ice
RUNCIMAN, W.G. 1998. The Social Animal. Harper-Collons, London. Age Mammals disappeared. Springer-Verlag, New York.
RUSE, M. 1979. The Darwinian Revolution. University of Chicago WEISMANN, A. 1893. The germ-plasm: a theory of heredity. Walter
Press, Chicago. Scott, London.
SCHIPMAN, P. 1994. The Evolution of Racism. Simon & Schuster, WILLIAMS, G.C. 1966. Adaptation and Natural Selection. Princeton
University Press, Princeton.
New York.
WILLIAMS, G.C. 1975. Sex and Evolution. Princeton University Press,
SINGER, P. 2000. Una izquierda darwiniana. Crítica, Barcelona.
Princeton.
SOBER, E. y WILSON, D.S. 1998. Unto Others: The Evolution and
WILSON, E.O. 1975. Sociobiology. Harvard University Press,
Psychology of Unselfish Behavior. Harvard University Press,
Cambridge-Mass..
Cambridge-Mass. WRIGHT, S. 1931. Evolution in mendelian populations. Genetics 16:
SCHWARTZ, J.H. 1999. Homeobox genes, fossils, and the origin of 97-159.
species. Anatomical Record 257: 15-31. WRIGHT, S. 1978. Evolution and the Genetics of Populations. IV.
THOMPSON, D. 1917. On Growth and Form. Cambridge University Variability within and among Natural Populations. University of
Press, Cambridge. Chicago Press, Chicago.
TOULMIN, S. y GOODFIELD, J. 1965. The Discovery of Time. Harper WYNNE-EDWARDS, V.C. 1962. Animal Dispersion in relation to So-
& Row, New York. cial Behaviour. Oliver & Boyd, Edinburgh.
VERMEIJ, G.J. 1987. Evolution & Escalation. An Ecological History ZIRKLE, C. 1941. Natural selection before the “Origin of Species”.
of Life. Princeton University Press, Princeton. Proc. Amer. Phil. Soc. 84: 71-123.
WAINWRIGHT, P.C. y REILLY, S.M. 1994. Ecological Morphology: ZIRKLE, C. 1946. The early history of the idea of the inheritance of
Integrative Organismal Biology. University of Chicago Press, acquired characterss and of pangenesis. Trans. Amer. Phil. Soc. N.S.
Chicago. 35: 91-151.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DARWIN, C. 1998. El origen de las especies. Espasa-Calpe, Madrid. (Traducción al castellano del libro originalmente publicado en
1859). Obra indispensable para entender no solo las teorías darwinistas sino a través de los argumentos expuestos, tanto el estado de
conocimientos en biología y geología a mediados del siglo diecinueve, como los fundamentos de las teorías sobre la historia de la
vida que Darwin logró desmontar. ¡Sigue siendo un texto de gran actualidad!
(2) DARWIN, C. 1987. El origen del hombre. Edaf, Madrid. (Traducción al castellano del libro originalmente publicado en inglés en
1871). Cualquier etólogo o ecólogo se quedará pasmado al comprobar cómo a Darwin se le habían ocurrido ya casi todas las ideas
en selección sexual y evolución humana que se están comprobando ahora mismo. ¡Un siglo por delante!
(3) DENNETT, D.C. 1999. La peligrosa idea de Darwin. Galaxia-Gutenberg y Círculo de Lectores, Barcelona. Uno de los mejores
filósofos actuales desmenuza aquí las implicaciones filosóficas generales del darwinismo, sus bases ontológicas y epistemológicas
y las causas de la rabiosa oposición a esta teoría. Una crítica acerada a los intentos por eludir la importancia de la selección natural
como mecanismo de adaptación.
(4) JACOB, F. 1973. La lógica de lo viviente: Una historia de la herencia. Laia, Barcelona. Un estudio de la historia del pensamiento en
evolución y herencia desde la revolución científica por un premio Nobel en bioquímica. Una discusión materialista de las ideas y de
su evolución realizado por alguien que conoce a la investigación desde dentro por lo que no necesita apelar a simplistas análisis
sociológicos.
(5) YOUNG, D. 1998. El descubrimiento de la evolución. Ediciones del Serbal, Barcelona. Un ameno recorrido por la historia de las
ideas sobre evolución desde el siglo XVII hasta nuestros días escrito por un profesional de la biología evolutiva.
Capítulo 3: INTERÉS DEL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN
Este capítulo es un resumen del documento titulado “Executive document: Evolution, Science and Society”,
elaborado por un grupo de biólogos evolutivos estadounidenses, liderados por Thomas R. Meagher y Douglas J.
Futuyma, y publicado en internet (http://www.rci.rutgers.edu/~ecolevol/fulldoc.html), en diciembre de 1998, y en la
revista American Naturalist, en 2001, suplemento de Octubre. Los autores pretenden con ello explicar a la sociedad
americana qué es la evolución, cuál es el cuerpo teórico que la sustenta, cómo se estudia y qué beneficios, de todo
tipo, proporciona su estudio a la humanidad. Contestan así a las fuertes corrientes antievolucionistas que azotan ese
país, con especial virulencia en los últimos años, donde los creacionistas tratan de confundir a la gente disfrazados
de científicos y han conseguido comprometer la enseñanza de la teoría de la evolución en algunos estados, resintién-
dose incluso la financiación de la investigación en biología evolutiva. Es paradójico que en ese mismo país convivan
los mejores evolucionistas con los creacionistas más acérrimos. Aunque esa situación no se da en Europa, debemos
no obstante estar preparados porque, con la globalización, no tardarán en florecer movimientos como el creacionismo,
o su última mutación, la teoría del diseño inteligente. Nuestra sociedad debería estar preparada para comprender y
desear los beneficios de todo tipo que obtenemos del estudio de la biología evolutiva, y eso incluye la respuesta a las
preguntas más trascendentales sobre la naturaleza humana. Mi contribución se ha limitado a la transcripción a
nuestro idioma de las ideas del texto que me han parecido más interesantes. Por razones de espacio, esta es una
versión parcial del documento original, por lo que recomiendo a quien tenga interés en los temas tratados que
consulte la versión íntegra en las fuentes mencionadas arriba.
tando al destino de esas variaciones; (3) la importancia biólogos evolutivos. Probablemente ninguna lección de
relativa de los diferentes procesos de cambio que ac- la biología evolutiva es más importante que la compren-
túan conjuntamente; (4) la velocidad con que se pro- sión de que no existen esencias platónicas, o propiedades
duce el cambio; (5) cómo los procesos tales como la verdaderas o normales. Casi todo carácter difiere algo
mutación, la selección natural y la deriva genética han entre los individuos de una población. El énfasis de los
dado lugar a las diversas características moleculares, biólogos evolutivos en la variación ha traído consigo avan-
anatómicas, de comportamiento, etc., de los diferentes ces metodológicos, y procedimientos estadísticos tales
organismos; y (6) cómo las poblaciones se convierten como el análisis de la varianza, que son ampliamente usa-
en especies diferentes. Virtualmente toda la biología dos en otros campos. La perspectiva evolutiva de la va-
se ocupa de este inmenso proyecto de comprender las riación tiene también implicaciones sobre cómo pensa-
causas de la evolución, y recíprocamente, comprender mos acerca de la “normalidad” y la “anormalidad”, y so-
los procesos de la evolución aporta información rele- bre las diferencias en las características humanas. El ser
vante a todas las áreas de la biología. consciente de la variación existente dentro de las pobla-
Disciplinas biológicas como la biología molecular y ciones es un poderoso antídoto contra el racismo y el afán
la fisiología se plantean preguntas sobre “cómo”: ¿Cómo estereotipador sobre los grupos étnicos y otros grupos
funcionan los organismos y sus partes? La biología evo- sociales.
lutiva añade la pregunta “por qué”: ¿Por qué unos orga- 3) Diversidad biológica. Los biólogos evolutivos no
nismos tienen rasgos particulares y otros no? Así, mien- sólo están intrigados por la diversidad de la vida, sino que
tras gran parte de la biología se ocupa de las causas inme- son también agudamente conscientes de las contribucio-
diatas de los fenómenos observados, la biología evoluti- nes a la biología provenientes del estudio de organismos
va se dirige hacia las causas últimas. Entre sus respuestas diversos. Es cierto que un avance inmenso de la biología
podríamos encontrar “porque esta especie heredó el ca- ha venido de los estudios profundos de organismos “mo-
rácter de sus antecesores lejanos”, o “porque la selección delo” tales como la levadura, el maíz, las ratas, la bacteria
natural favoreció este rasgo sobre otros”. El que un em- Escherichia coli y la mosca de la fruta Drosophila mela-
brión humano tenga aberturas branquiales sólo puede en- nogaster; en realidad, muchos biólogos evolutivos estu-
tenderse si las heredó de antecesores vertebrados remo- dian estos organismos modelo. Sin embargo, sin exami-
tos; el que caminemos erguidos puede entenderse como nar otras especies, no podemos saber cómo de amplia-
una adaptación, un carácter favorecido por la selección mente aplicables son los principios revelados por estos
natural en nuestros antecesores más recientes. Al enfati- sistemas modelo, y, de hecho, sabemos que muchos de
zar la historia, debemos, al mismo tiempo, reconocer que esos principios se aplican sólo con modificación, o de nin-
la evolución es un proceso activo y continuado que afecta guna forma, a otras muchas especies. La regulación géni-
a los humanos y a todos los demás seres vivos. ca, por ejemplo, fue desentrañada primero en bacterias,
El estudio de la evolución lleva consigo varias pers- pero es muy diferente en eucariotas. Necesitamos estu-
pectivas que han hecho importantes contribuciones con- diar organismos diversos para comprender las adaptacio-
ceptuales a la biología. nes fisiológicas a la escasez de agua en las plantas del
1) Azar y necesidad. Un principio fundamental de la desierto, los mecanismos por los que los parásitos com-
ciencia evolutiva es que los sistemas vivos deben sus pro- baten los sistemas inmunes de su hospedador, o la evolu-
piedades a una interacción entre sucesos estocásticos ción del comportamiento social, la comunicación, o el
(aleatorios) y determinísticos (estables, predecibles). Las aprendizaje en animales tales como los primates. Dife-
mutaciones aleatorias, los impactos de asteroides, y otros rentes organismos plantean diferentes cuestiones biológi-
sucesos semejantes han influido enormemente el curso cas, y algunas especies son más adecuadas que otras para
de la evolución de las especies. Por tanto, los biólogos buscar las respuestas.
evolutivos han desarrollado teorías probabilísticas que
describen la posibilidad de las diferentes trayectorias evo-
lutivas. Un corolario importante de los sucesos aleatorios Contribuciones del estudio de la evolución
es la contingencia histórica. Aunque algunas adaptacio-
nes a factores ambientales son razonablemente predeci- Entre los logros de los biólogos evolutivos en su estu-
bles, otras características de los organismos son conse- dio de la historia y los procesos de la evolución (Fig. 1),
cuencia de “accidentes históricos” que lanzaron la evolu- podemos destacar:
ción hacia un camino en vez de hacia otros. Las modifica- • el establecimiento de que todos los organismos han
ciones de los brazos delanteros para el vuelo, por ejem- evolucionado a partir de un antecesor común durante
plo, son muy diferentes en pájaros, murciélagos y ptero- más de tres mil quinientos millones de años de historia
dáctilos, presumiblemente debido a que diferentes muta- terrestre.
ciones en cada línea ofrecieron diferentes opciones a la • El desarrollo de métodos para inferir la filogenia, es
selección natural. decir, las relaciones genealógicas entre los organismos.
2) Variación. Mientras que los fisiólogos pueden ver • La descripción de los patrones de diversificación y ex-
la variación como “ruido” indeseable o error experimen- tinción en el registro fósil.
tal que oscurece el “verdadero” valor, la variación es el • Se han desarrollado y probado las teorías generales que
objeto de estudio más importante para la mayoría de los explican la evolución de los caracteres fenotípicos, in-
CAPÍTULO 3: INTERÉS DEL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN 47
GENERALES
- Origen común de todos los seres vivos.
- Desarrollo de métodos filogenéticos.
- Patrones de diversificación y extinción.
- Desarrollo de la teoría de la evolución.
- Comprensión de la evolución molecular.
- Evolución humana.
cluyendo los caracteres complejos tales como el com- molécula, que proporcionan la base para especificar las
portamiento cooperativo y la senescencia. porciones que mantienen su estructura secundaria median-
• Se ha progresado sustancialmente en la comprensión te apareamiento según el modelo de Watson-Crick. El
de la evolución al nivel molecular. análisis filogenético ha permitido también la reconstruc-
• Se han desentrañado muchos aspectos de la evolución ción y análisis funcional de secuencias proteicas
humana. ancestrales (Adey y col. 1994; Jermann y col. 1995), y el
descubrimiento del significado de los diferentes tipos de
DNA repetitivo, que ha fructificado en teorías como la
Contribuciones a la biología del gen egoísta (Dawkins 1976; Doolittle y Sapienza 1980;
Orgel y Crick 1980). Finalmente, la degeneración del có-
A comienzos del siglo XX los biólogos tenían una digo genético y la consiguiente existencia de más de un
formación bastante generalista, lo que facilitó la codón para un mismo aminoácido, produce un patrón de
interactividad entre las explicaciones mecanicistas y evo- uso preferente de unos codones de un aminoácido en de-
lutivas de los fenómenos biológicos. Pero con el avance trimento de otros. Este sesgo codónico implica la existen-
de la ciencia y el crecimiento explosivo de la informa- cia de una ligera selección natural sobre las mutaciones
ción, la biología se ha ido fragmentando en subdisciplinas sinónimas (las que cambian a un codón diferente del mis-
especializadas, y los biólogos han ido adquiriendo una mo aminoácido). Una selección tan suave, según la
formación cada vez más especializada. Por eso, muchos genética de poblaciones, sería más efectiva en poblacio-
biólogos que trabajan en áreas tales como la biología nes grandes. Esto explica que el sesgo codónico sea más
molecular y la neurobiología suelen tener poca base en pronunciado en organismos como bacterias y levaduras,
biología evolutiva y no son conscientes de las potenciales que constituyen poblaciones enormes, que en otros como
contribuciones de ésta a sus respectivas disciplinas. No mamíferos, que forman poblaciones más pequeñas. La
obstante, las influencias mutuas entre la biología evoluti- investigación evolutiva, por tanto, indica el camino que
va y las demás disciplinas biológicas han continuado, y debe seguir la investigación sobre los mecanismos
en algunas áreas han crecido. Veamos a continuación al- moleculares fundamentales.
gunos logros recientes a los que la biología evolutiva ha
contribuido significativamente. Biología del desarrollo
sarrollo, y la embriología se convirtió en una ciencia ex- los métodos, y los datos comparativos de la biología evo-
perimental, divorciada en gran medida de los estudios lutiva pueden hacer avanzar nuestra comprensión de la
evolutivos. No obstante, algunos biólogos del desarrollo anatomía funcional y los mecanismos fisiológicos, y pue-
reconocieron que algunos fenómenos embriológicos sólo den ser aplicados a áreas tales como la medicina, la agri-
podían entenderse a la luz de la historia evolutiva. La cultura y la ciencia veterinaria. La fisiología evolutiva
notocorda, por ejemplo, hace sólo una breve aparición en incluye el estudio de las funciones fisiológicas en espe-
el desarrollo de los mamíferos, y luego desaparece. Juega cies que ocupan ambientes diferentes. Se han descubier-
un papel esencial, pues induce el desarrollo del sistema to, por ejemplo, proteínas anticongelantes que impiden la
nervioso; pero su existencia sólo es explicable porque es formación de cristales de hielo en las células de peces
un rasgo estructural funcionalmente importante en los antárticos que viven en aguas a temperaturas cercanas al
vertebrados primitivos. El papel de la notocorda en el punto de congelación. El estudio de animales buceadores
desarrollo evolucionó pronto en la historia de los como las focas ha proporcionado información muy valio-
vertebrados, y debido a este papel, ha sido retenida en los sa sobre cómo funcionan estos animales sin respirar du-
embriones de mamíferos porque mucho después la fun- rante largos períodos y a altas presiones, que ha sido útil
ción estructural que tenía en los ancestros fue reemplaza- para perfeccionar las técnicas humanas de buceo. Otro
da por la evolución de la columna vertebral. ejemplo es la regulación del pH sanguíneo durante la ci-
Actualmente, se está produciendo una prometedora rugía a corazón abierto (White 1989). Normalmente, esta
interacción entre la biología del desarrollo y la biología cirugía se realiza enfriando el cuerpo para disminuir el
evolutiva, en parte por un renovado enfoque de los biólo- ritmo cardíaco. Pero al enfriar el cuerpo se eleva el pH, lo
gos evolutivos sobre el desarrollo y, en parte, como resul- que obligaba a ajustarlo a sus niveles en temperatura nor-
tado de la comparación, entre especies, de ciertos genes mal (37ºC). Sin embargo, los fisiólogos comparativos han
que juegan papeles críticos en el desarrollo (genes Hox; señalado que el pH sanguíneo se eleva normalmente con-
ver Capítulo 35). Por ejemplo, la aproximación compara- forme disminuye la temperatura en animales exotérmicos
tiva ha proporcionado información valiosísima sobre la tales como los reptiles, sin efecto adverso alguno. Esto ha
función de los genes implicados en el desarrollo del ojo y producido cambios en el manejo de la hipotermia en estas
en los mecanismos de la morfogénesis del ojo. Walter situaciones.
Gehring y su grupo en Suiza han descubierto recientemente
que en insectos y mamíferos existe un sistema similar de Neurobiología y comportamiento
control genético del desarrollo del ojo, que puede aplicar-
se a todos los animales. Encontraron que un gen que con- Desde sus comienzos, el campo del comportamiento
trola el desarrollo del ojo en los mamíferos puede inducir animal ha tenido una fuerte base evolutiva, pues sus ob-
el desarrollo de ojos tan diferentes como los de los insec- jetivos han incluido la comprensión del origen evolutivo
tos cuando es transplantado en Drosophila. El aspecto cla- de los caracteres de comportamiento y su adaptabilidad.
ve de este sistema genético es un único gen de “control Los estudios filogenéticos del comportamiento han pro-
maestro” que inicia la formación del ojo y parece regular porcionado ejemplos de cómo comportamientos comple-
la actividad de los muchos otros genes que contribuyen a jos, tales como el cortejo sexual de algunos pájaros, han
la formación del ojo (Halder y col. 1995). Esta correspon- evolucionado a partir de comportamientos ancestrales más
dencia tiene un beneficio práctico: los insectos y otras es- simples. El estudio evolutivo del comportamiento animal
pecies animales, que son más fáciles de manejar y menos se ha unido con la psicología comparativa en varias áreas
costosos de estudiar que los humanos, pueden usarse como de investigación, tales como el estudio del aprendizaje y
modelos para mejorar nuestra comprensión de las bases la búsqueda de mecanismos adaptativos en los procesos
genéticas y del desarrollo de las malformaciones congéni- cognitivos humanos. Las especies de pájaros, por ejem-
tas y hereditarias del ojo, así como a su diagnosis y posi- plo, difieren bastante en su capacidad para recordar los
ble tratamiento, con la esperanza de que el conocimiento sitios en que han guardado el alimento; esta capacidad es
derivado de estas especies pueda ser aplicado a los huma- extremadamente grande en las especies que suelen es-
nos. Sin duda, este tipo de estudios ayudará a identificar conder semillas u otros alimentos. Aunque los neurobió-
las funciones génicas reguladoras del desarrollo y condu- logos reconocen que los mecanismos que estudian son
cirá a una comprensión más profunda de los procesos que adaptaciones, generalmente no estudian los mecanismos
transforman un huevo fecundado en un adulto complejo. de comportamiento en términos explícitamente evoluti-
vos. Hasta ahora, la biología evolutiva ha contribuido
Fisiología y anatomía poco al esclarecimiento de los procesos moleculares neu-
robiológicos, y los puntos de contacto entre la neurobio-
La biología evolutiva ha influido mucho sobre el es- logía y la biología evolutiva han sido escasos. Existen
tudio de la fisiología y anatomía de animales y plantas, y excepciones notables en el campo de la neuroanatomía y
tiene el potencial para contribuir mucho más en aspectos los estudios comparados y evolutivos de los mecanismos
que se están desarrollando actualmente. Algunas de esas sensoriales. Por ejemplo, el tamaño de la región cerebral
contribuciones afectarán al estudio de la fisiología huma- que controla el canto en paseriformes varía entre pobla-
na, incluyendo áreas relacionadas como la medicina de- ciones y especies que difieren en el número de estrofas
portiva y la psicología clínica. Las perspectivas lógicas, diferentes que cantan.
CAPÍTULO 3: INTERÉS DEL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN 49
otro, R.A. Fisher, contribuyó enormemente al diseño y cesado de alimentos, cosmética, biotecnología, control de
análisis de los ensayos de cultivos. Desde entonces, mu- plagas y la industria, pero todavía quedan por probar e
chos genéticos han contribuido por igual a la genética incluso descubrir millones de productos potencialmente
evolutiva, a la genética básica y a la teoría fundamental útiles. Los combustibles fósiles, como el petróleo, proce-
del cultivo selectivo. Como anécdota, es de destacar que den de organismos que vivieron hace mucho tiempo, y su
cuando el dirigente del ministerio soviético de agricultu- búsqueda se basa, en gran medida, en las correlaciones de
ra, T.D. Lysenko, rechazó la teoría evolutiva en los años edad entre los depósitos sedimentarios y los restos
30, retrasó en décadas la mejora de plantas en ese país. fosilizados de protozoos, moluscos y otros organismos.
Conceptos tales como heredabilidad, componentes de Más de 20.000 plantas diferentes han sido usadas para
la varianza genética y correlación genética, así como el fines médicos. Por ejemplo, el taxol, obtenido del tejo del
esclarecimiento de fenómenos tales como el vigor híbri- Pacífico, ha mostrado ser efectivo contra el cáncer de
do, la depresión consanguínea, y la base de la variación mama; el caracol rosado de Madagascar contiene dos com-
poligénica (cuantitativa), juegan también papeles centra- puestos químicos que parecen ser útiles contra la leucemia
les en la genética agrícola y en la teoría evolutiva. El ejem- (y otros cánceres), incrementando la tasa de superviven-
plo más reciente de esta interacción mutualista entre cam- cia desde el 10% al 95% en los casos de leucemia infantil.
pos es el desarrollo y aplicación de técnicas que usan Los microorganismos proporcionan no sólo produc-
marcadores moleculares para localizar los múltiples genes tos, sino también procesos bioquímicos útiles en
responsables de los caracteres de variación continua, ta- biosíntesis (por ejemplo, de antibióticos, disolventes, vi-
les como el tamaño del fruto y el contenido en azúcar, y taminas y biopolímeros), biodegradación (por ejemplo,
para identificar la función metabólica de estos genes (los de los desechos tóxicos) y biotransformaciones (a
llamados “quantitative trait loci”, o QTL). En el pasado, esteroides deseados y otros compuestos). La biología
sólo unos pocos organismos modelo, tales como molecular moderna y la biotecnología dependen enorme-
Drosophila, eran suficientemente bien conocidos mente de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR),
genéticamente para proporcionar tal información. Ahora, un método basado en un enzima que es estable a altas
debido a la investigación de la genética de cultivos, temperaturas, que fue descubierta en bacterias que viven
genética de poblaciones, y el Proyecto Genoma de Plan- en fuentes termales.
tas, es posible mapear genes de interés en virtualmente Los principios evolutivos posibilitan una búsqueda
cualquier organismo, ya sea una especie domesticada o dirigida al predecir las adaptaciones a las presiones selec-
una especie salvaje usada para estudios evolutivos. tivas ambientales e identificar a los organismos relacio-
La variación genética, la moneda de cambio para los nados con aquellos que ya han proporcionado productos
biólogos evolutivos, es la condición sine qua non del éxi- naturales útiles. Por ejemplo, los neurobiólogos que bus-
to agrícola. Como todo biólogo evolutivo sabe, las cose- caban inhibidores de los neurotransmisores con fines in-
chas genéticamente uniformes son presa fácil de los vestigadores los encontraron en el veneno de ciertas ser-
patógenos. A pesar de ello, las cosechas genéticamente pientes y arañas, organismos que han evolucionado esos
uniformes aún se usan ampliamente por razones de efi- inhibidores para vencer a sus presas. Los hongos liberan
ciencia económica, pero es esencial mantener la diversi- antibióticos para controlar a sus competidores bacterianos,
dad genética creando “bancos de germoplasma” (centro y las plantas han desarrollado miles de compuestos para
que mantiene una colección de especimenes vegetales con combatir a sus enemigos naturales. La exploración de es-
fines de conservación ex situ de variedades genéticas e pecies relacionadas ha posibilitado también desarrollar
investigación aplicada a la producción agrícola) de las productos naturales a partir de parientes de las especies
diferentes cepas empleadas. raras donde se han encontrado y que son, sin embargo,
Los principios del cultivo de plantas y animales son más accesibles, como ocurrió cuando se encontró el taxol
muy paralelos a los mecanismos evolutivos naturales, y en el amenazado tejo del Pacífico.
hay una rica historia de interacción entre la biología evo-
lutiva y la ciencia agrícola. La perspectiva evolutiva jue- Salud humana y medicina
ga un claro papel en la comprensión de la evolución con-
tinuada de varios patógenos de cultivos y plagas de insec- Las enfermedades genéticas son causadas por varian-
tos, incluyendo la evolución de la resistencia a las medi- tes génicas o cromosómicas, aunque su expresión es in-
das de control de plagas. Los métodos de la genética evo- fluida con frecuencia por factores ambientales (incluyen-
lutiva pueden usarse para identificar diferentes acervos do factores sociales y culturales) y por la constitución
génicos de peces y otros organismos comercialmente im- genética del individuo para otros genes. Además, existen
portantes, sus rutas migratorias, y las diferencias en su muchas condiciones asociadas con la ancianidad,
fisiología, crecimiento y reproducción. discapacidades del lenguaje y desórdenes del comporta-
miento que contribuyen al sufrimiento humano y deman-
Búsqueda de productos naturales útiles dan servicios médicos, educacionales y sociales. Cada uno
de estos desórdenes genéticos es causado por los alelos
Los organismos pasados y presentes son una fuente de uno o más genes, con frecuencia que varía entre muy
de innumerables recursos naturales. Muchos miles de pro- raros hasta moderadamente frecuentes (tales como los
ductos naturales se usan en medicina, producción y pro- alelos para la anemia falciforme y la fibrosis quística, que
CAPÍTULO 3: INTERÉS DEL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN 51
son bastante frecuentes en algunas poblaciones). Las fre- pleta del árbol génico que lleva esa mutación debería
cuencias alélicas son asunto de la genética de poblacio- mostrar una asociación similar con la enfermedad.
nes, y pueden aplicarse fácilmente a dos tareas: determi- El análisis de árboles génicos ha sido usado ya con
nar la frecuencia del alelo deletéreo, y estimar la probabi- éxito para descubrir marcadores genéticos que son pre-
lidad de que una persona herede el alelo o desarrolle el dictivos del riesgo de enfermedades coronarias (Haviland
carácter. Por ejemplo, la elevada frecuencia de los alelos y col. 1997), del riesgo de la enfermedad de Alzheimer
para la anemia falciforme y otras hemoglobinas defectuo- (Templeton 1995), y de la respuesta de los niveles de co-
sas en algunas localizaciones geográficas indicó a los lesterol a la dieta (Friedlander y col. 1995). Además, el
genéticos que estos alelos se mantenían probablemente análisis evolutivo de los árboles génicos puede ayudar a
mediante algún agente selectivo. Su distribución geográ- identificar la mutación que causa realmente el efecto sig-
fica sugirió una asociación con la malaria, e investigacio- nificativo sobre la salud (Sing y col. 1995, Haviland y
nes posteriores confirmaron que estos alelos son frecuen- col. 1997), que es el primer paso crítico para entender la
tes porque los heterocigotos tienen mayor resistencia a la etiología de la enfermedad y para diseñar posibles trata-
malaria (ver Capítulo 22). mientos. Conforme se vayan identificando más genes can-
El proceso de identificar y localizar genes relaciona- didatos de enfermedades sistémicas comunes habrá ma-
dos con enfermedades se basa en buscar asociaciones en- yor necesidad de análisis evolutivos en el futuro.
tre el gen perseguido y marcadores genéticos ligados (por Las enfermedades infecciosas son causadas por orga-
ejemplo, genes adyacentes del mismo cromosoma). La nismos parásitos tales como virus, bacterias, protozoos,
consistencia de la asociación de un alelo con esos marca- hongos y helmintos (gusanos). El control y tratamiento
dores (la probabilidad de que el marcador en el cromosoma de las enfermedades infecciosas requiere no sólo accio-
de una persona señale la presencia de un alelo deletéreo nes médicas sino también investigación ecológica. Las
en su vecindad) viene dada por el desequilibrio de cuestiones críticas incluyen: ¿Cuál es el organismo cau-
ligamiento. La genética de poblaciones ha desarrollado sante de la enfermedad? ¿De dónde surgió? ¿Actúan otras
una teoría para predecir el grado de desequilibrio de especies hospedadoras como reservorios para ese orga-
ligamiento en función de factores tales como las frecuen- nismo? ¿Cómo se dispersa? Si es dispersado por un agen-
cias alélicas, las tasas de recombinación, y el tamaño de te vector como un insecto, ¿cuánto se dispersa el vector, y
población. Esta teoría fue instrumental en uno de los pri- qué otras propiedades ecológicas del vector podrían ex-
meros casos en que un alelo deletéreo (el que causa la plotarse para controlar su dispersión? ¿Cómo causa ese
fibrosis quística) fue localizado y posteriormente organismo la enfermedad, y cómo puede tratarse con dro-
secuenciado. Conforme avancen los esfuerzos por hacer gas y otras terapias? ¿Cómo se reproduce, asexualmente,
realidad los beneficios prometidos por el Proyecto sexualmente, o de ambas formas? ¿Es probable la evolu-
Genoma Humano, crecerá el papel representado por las ción de resistencia a drogas o a las defensas naturales del
teorías de la genética de poblaciones (Lander 1996). cuerpo y, si es así, cómo de rápido? ¿Es probable la evo-
Todas las enfermedades genéticas, en conjunto, afec- lución hacia mayor o menor virulencia en el futuro, y bajo
tan a sólo el 1% de la población humana. En contraste, qué condiciones ocurrirá? La biología evolutiva puede
cada vez más enfermedades y causas de muerte humanas proporcionar respuestas a cada una de estas cuestiones.
están asociadas con enfermedades sistémicas crónicas, Identificar un organismo causante de una enfermedad,
tales como las enfermedades coronarias, la apoplegía, la y su vector si lo hay, es un asunto de la sistemática. Por
hipertensión y la enfermedad de Alzheimer. Estas enfer- ejemplo, el progreso en el control de la malaria en la re-
medades emergen de un complejo conjunto de interac- gión mediterránea fue lento hasta que se descubrió que
ciones entre los genes y el ambiente. Esta complejidad existen seis especies casi idénticas de mosquitos Anophe-
hace difícil estudiar la relación entre los genes y la enfer- les (que son el vector del protozoo que produce la enfer-
medad. Los principios y aproximaciones evolutivas han medad), que difieren en hábitat y ciclo, sólo dos de las
tenido un impacto importante sobre el estudio de esta re- cuales transmiten normalmente el parásito.
lación (Weiss 1993). Por ejemplo, algunos genes, dado En los estudios de salud pública, los métodos de la
que sus funciones bioquímicas y fisiológicas son conoci- genética de poblaciones son indispensables para predecir
das, pueden identificarse como “genes candidatos” para las variaciones en patogenicidad o especificidad de hos-
pedador (Caugant y col. 1987). Los métodos de la genéti-
contribuir a una enfermedad sistémica. Sin embargo, en
ca de poblaciones permiten estimar las tasas y distancias
la población humana, en general, existe tanta variación
de movimiento de los vectores de enfermedades que afec-
genética molecular en esos genes candidatos que encon- tan tanto a la transmisión de la enfermedad como al po-
trar las variantes específicas asociadas con el riesgo de tencial para su control. El análisis molecular de un gen en
enfermedad es como buscar una aguja en un pajar. Las una especie de mosquito demostró que el gen se había
técnicas filogenéticas evolutivas pueden usarse para de- dispersado recientemente entre tres continentes, eviden-
ducir un árbol génico a partir de esta variación. Este árbol ciando la enorme capacidad dispersiva de los insectos
génico representa la historia evolutiva de las variantes (Raymond y col. 1991).
genéticas del gen candidato. Si durante la historia evolu- La potencial rapidez evolutiva de las poblaciones na-
tiva ha ocurrido alguna mutación que ha alterado el ries- turales de microorganismos, muchos de los cuales tienen
go de una enfermedad sistémica, entonces la rama com- tiempos de generación cortos y poblaciones enormes, tie-
52 Juan Pedro M. Camacho
CIENCIA BÁSICA
- Documentar completamente la biodiversidad y describir las relaciones filogenéticas entre todos los organismos.
- Comprender más completamente las causas de los cambios principales en la historia de la vida.
- Descubrir y explicar los procesos de evolución al nivel molecular.
- Comprender cómo evolucionan los mecanismos del desarrollo y dan lugar a nuevas estructuras anatómicas.
- Dilucidar los procesos que causan y restringen las adaptaciones en fisiología, endocrinología y anatomía.
- Deducir una comprensión más profunda del significado adaptativo y los mecanismos del comportamiento.
- Desarrollar una teoría predictiva de la coevolución entre especies, tal como la que se refiere a los patógenos y
parásitos con sus hospedadores, y de los efectos de la coevolución sobre las poblaciones y las comunidades ecológicas.
CIENCIA APLICADA
- Naturaleza humana. Uno de los aspectos más contro- de los de evolución biológica. No obstante, se ha usado la
vertidos es con respecto a lo que es “natural” en la espe- forma y contenido de los modelos evolutivos, con las
cie humana. Este asunto suscita enorme interés entre gen- modificaciones adecuadas, para desarrollar modelos del
te de todo tipo, sean cuales sean sus conocimientos acer- cambio cultural (Cavalli-Sforza y Feldman 1981). Algu-
ca de qué es la evolución. En contraste con otras especies, nos de estos modelos consideran la interacción entre el
es evidentemente natural para nosotros aprender y usar el cambio cultural y el cambio genético, puesto que existe
lenguaje, por ejemplo. El argumento suele derivar hacia evidencia de que ambos pueden influirse entre sí. Los
qué patrones de comportamiento humanos son producto modelos más prometedores son bastante recientes y aún
de la historia evolutiva, cuales son producto del ambiente no han sido probados con datos.
cultural, y cuales resultan de una interacción entre am- - La evolución en la cultura popular e intelectual. Nadie,
bos. Muchos biólogos evolutivos, antropólogos y psicó- desde el biólogo más dedicado al más apasionado crea-
logos son optimistas sobre la posible aplicación de mu- cionista, negaría que la idea de la evolución ha tenido una
chos principios evolutivos al comportamiento humano, y influencia enorme sobre el pensamiento moderno. Se han
han ofrecido explicaciones evolutivas para algunos com- escrito innumerables libros sobre el impacto del darwinis-
portamientos intrigantes que están ampliamente distribui- mo sobre la filosofía, la antropología, la psicología, la li-
dos por las poblaciones humanas, tales como los tabúes teratura y la historia política. Se ha usado (abusado, diría-
sobre el incesto y los papeles sexuales. Otros, sin embar- mos) la evolución para justificar tanto el comunismo como
go, son escépticos sobre esas interpretaciones y enfatizan el capitalismo, el racismo como el igualitarismo. Tal es el
los efectos del aprendizaje y la cultura. poder del concepto evolutivo sobre la imaginación.
- Modelos de cambio cultural. Se han señalado con fre- La fascinación por la evolución, sin embargo, no está
cuencia analogías entre el cambio cultural y la evolución limitada a los ámbitos etéreos del discurso intelectual. Un
biológica, que a veces han influido sobre los modelos de beneficio económico, no cuantificado pero probablemen-
antropología cultural. Algunas de las analogías del pasa- te grande, fluye indirectamente del papel de la biología
do eran ingenuas y erróneas, tal como la suposición de evolutiva en educar a los niños y a los adultos en concep-
que la complejidad incrementa necesariamente tanto en tos científicos y también en proporcionar entretenimiento
la evolución biológica como en la cultural. Hasta las me- popular. Los libros y las producciones televisivas sobre
jores analogías tienen severas limitaciones porque algu- biodiversidad, historia natural, orígenes humanos, y vida
nos mecanismos de “evolución” cultural difieren mucho prehistórica (incluyendo los dinosaurios) son extremada-
54 Juan Pedro M. Camacho
mente populares y proporcionan una introducción fácil- científicos con experiencia en biología evolutiva. Los bió-
mente asequible en el pensamiento científico abstracto. logos evolutivos han expandido su visión, enfrentándose
Muchos niños se interesan por la ciencia, la ingeniería y tanto a cuestiones básicas de las disciplinas biológicas
los asuntos ambientales primero a través de la historia como los problemas planteados por las necesidades so-
natural y luego por la introducción a los principios evolu- ciales. Como resultado del rápido crecimiento de esta
tivos que explican la unidad de la vida, la diversidad y las “fuerza de trabajo evolutiva” y de los avances tecnológi-
adaptaciones. Incluso entre la gente que no prosigue ca- cos en áreas tales como la metodología molecular, la in-
rreras en ciencia e ingeniería, el interés por la historia formática, y el procesamiento de la información, el pro-
natural y la evolución potencia el pensamiento crítico (la greso en biología evolutiva y áreas relacionadas es más
base del ideal jeffersoniano de una ciudadanía educada). rápido ahora que nunca. Con el apoyo apropiado y nece-
Este interés constituye también una fuerza económica sario en educación e investigación, las disciplinas evolu-
considerable, a través de la compra de libros y revistas, tivas proporcionarán contribuciones incluso mayores al
juguetes para los niños, y visitas a los museos e incluso al conocimiento básico y aplicado (Fig. 2).
cine. (La popular película “Parque Jurásico” no podría
haberse hecho sin la nueva comprensión de los dinosaurios
desarrollada por los biólogos evolutivos en los 20 años Conclusión
precedentes). Las multitudes de visitantes a las exhibi-
ciones de dinosaurios en los museos, la popularidad de la La biología evolutiva puede jugar un papel central en
ciencia ficción sobre temas evolutivos, el despliegue in- el avance de la investigación biológica, tanto básica como
formativo sobre cada descubrimiento importante de fósi- aplicada. Por tanto, el apoyo continuado potenciando este
les de homínidos y toda idea nueva sobre evolución, la campo es crítico para maximizar el progreso de la inves-
amplia preocupación pública sobre las teorías genéticas tigación. En términos de necesidades sociales para el si-
del comportamiento humano y sobre la posibilidad de glo que comienza, ha llegado la hora de invertir en biolo-
clonación, testifican la fascinación, los presentimientos y gía evolutiva, ahora que aún estamos a tiempo de cambiar
la esperanza de la gente sobre la historia evolutiva y el las tendencias actuales o de prepararnos mejor frente a
futuro de la humanidad y el mundo. sus consecuencias. Los niveles de población actuales, y
los que se prevén, tendrán como resultado un mayor im-
pacto ambiental, incrementando la presión sobre la pro-
Desafíos futuros ducción de alimentos, serán una amenaza para la diversi-
dad biológica, e incrementarán las oportunidades para la
Los investigadores en biología molecular y del desa- aparición de nuevas enfermedades. Una base científica
rrollo, psicología, ecología, comportamiento animal, psi- saludable en biología evolutiva es esencial para preparar-
cología, antropología, y otras disciplinas continúan adop- nos para afrontar estos problemas. La biología evolutiva
tando los métodos, principios y conceptos del armazón debe estar en el corazón de la agenda investigadora de
de la biología evolutiva. Igualmente, la investigación apli- biología, al igual que está en el corazón del campo de la
cada en agronomía, agricultura, acuicultura, genética hu- biología.
mana, medicina y otras áreas ha atraído a cada vez más
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografia
ADEY, N.B., TOLLEFSBOL, T.O., SPARKS, A.B., EDGELL, M.H. y EWALD, P.W. 1994. Evolution of Infectious Disease. Oxford University
HUTCHISON, C.A. 1994. Molecular resurrection of an extinct an- Press, Oxford.
cestral promoter for mouse L1. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 91: FRIEDLANDER, Y., BERRY, E. M., EISENBERG, S., STEIN, Y. y
1569-1573. LEITERSDORF, E. 1995. Plasma lipids and lipoproteins response
CAUGANT, D., MOCO, L., FRASCH, C., FROHOLM, L., ZOLINGER, to a dietary challenge – Analysis of four candidate genes. Clinical
W. y SELANDER, R. 1987. Genetic structure of Neisseria Genetics 47: 1-12.
meningitidis populations in relation to serogroup, serotype, and FUTUYMA, D.J. 1995. The uses of evolutionary biology. Science 267:
outer membrane protein pattern. J. Bacteriol. 169: 2781-2792. 41-42.
CAVALLI-SFORZA, L.L. y FELDMAN, M.W. 1981. Cultural Trans- HALDER, G., CALLAERTS, P. y GEHRING, W. J. 1995. Induction of
mission and Evolution. Princeton University Press, Princeton, NJ. ectopic eyes by targeted expression of the eyeless gene in
CAVALLI-SFORZA, L.L., MENOZZI, P. y PIAZZA, A. 1994. The Drosophila. Science 267: 1788-1792.
History and Geography of Human Genes. Princeton University HAVILAND, M.B., FERRELL, R.E. y SING, C. F. 1997. Association
Press, Princeton, NJ. between common alleles of the low-density lipoprotein receptor
COHEN, M.L. 1992. Epidemiology of drug resistance: implications for gene region and interindividual variation in plasma lipid and
a post-antimicrobial era. Science 257: 1050-1055. apolipoprotein levels in a population-based sample from Rochester,
DAWKINS, R. 1976. The Selfish Gene. Oxford University Press, Minnesota. Human Genetics 99: 108-114.
Oxford. JERMANN, T.M., OPITZ, J.G., STACKHOUSE, J. y BENNER, S. A.
DOBZHANSKY, Th. 1962. Mankind Evolving. Yale University Press, 1995. Reconstructing the evolutionary history of the artiodactyl
New Haven, CT. ribonuclease superfamily. Nature 374: 56-59.
DOOLITTLE, W.F. y SAPIENZA, C. 1980. Selfish genes, the LANDER, E. 1996. The new genomics: global views of biology. Science
phenotypic paradigm and genomic evolution. Nature 284: 601-603. 274: 536-539.
CAPÍTULO 3: INTERÉS DEL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN 55
MONTAGU, A. 1974. Man’s Most Dangerous Myth: The Fallacy of (eds.): Atherosclerosis X. Excerpta Medica International Congress
Race. Oxford University Press, London. Series. Pp: 638-644. Elsevier, Amsterdam.
NEI, M. y HUGHES, A. L. 1991. Polymorphism and evolution of the TEMPLETON, A.R. 1995. A cladistic analysis of phenotypic
major histocompatibility complex loci in mammals. En R. K. associations with haplotypes inferred from restriction endonuclease
Selander, A. G. Clark, and T. S. Whittam (eds.): Evolution at the mapping or DNA sequencing. V. Analysis of case/control sampling
Molecular Level. Pp: 222-247. Sinauer Associates, Sunderland, designs: Alzheimer’s disease and the apolipoprotein E locus.
MA. Genetics 140: 403-409.
NOWAK, M.A., MAY, R.M. y ANDERSON, R.M. 1990. The TRAVIS, J. y FUTUYMA, D. J. 1993. Global change: lessons from and
evolutionary dynamics of HIV-1 quasispecies and the development for evolutionary biology. En P. M. Kareiva, J. G. Kingsolver, and
of immunodeficiency disease. AIDS 4: 1095-1103. R. M. Huey (eds.): Biotic Interactions and Global Change. Pp: 251-
ORGEL, L.E. y CRICK, F.H.C. 1980. Selfish DNA: the ultimate parasite. 263. Sinauer, Sunderland, MA.
Nature 284: 604-606. WEISS, K.M. 1993. Genetic Variation and Human Disease. Cambridge
RAYMOND, M., CALLAGHAN, A., FORT, P. y PASTEUR, N. 1991. University Press, Cambridge.
Worldwide migration of amplified insecticide resistance gene in WHITE, F.N. 1989. Temperature and acid-base regulation. Adv. Anesth.
mosquitoes. Nature 350: 151-153. 6: 67-96.
SING, C.F., HAVILAND, M. B., TEMPLETON, A. R. y REILLY, S. L. WILLIAMS, R.J. y HEYMANN, D. L. 1998. Containment of antibiotic
1995. Alternative genetic strategies for predicting risk of resistance. Science 279: 1153-1154.
atherosclerosis. En F.P. Woodford, J. Davignon and A.D. Sniderman
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) LEWONTIN, R. 1984. La diversidad humana. Prensa Científica, Editorial Labor, Barcelona. Una introducción al conocimiento
genético de nuestra especie, donde se pone claramente de manifiesto la enorme variabilidad genética presente en nuestra especie, en
su mayor parte contenida en el seno de cada población y, minoritariamente, entre poblaciones o grupos raciales. Un buen antídoto
para la xenofobia y el racismo.
(2) MEAGHER, T.R. y FUTUYMA, D.J. (eds) 2001. Executive document: Evolution, Science and Society. Am. Nat. 158, Suplemento
de Octubre, 46 pp. Es el documento que ha servido de base para el presente capítulo. Su mayor extensión, y el ser la fuente original,
convierten su lectura en altamente recomendable. Se puede obtener, en formato html o pdf, en la dirección: http://www.rci.rutgers.edu/
~ecolevol/evolution.html
(3) WILLIAMS, G.C. y NESSE, R.M. 1991. The dawn of Darwinian medicine. Quaterly Review of Biology 66:1-22. Este artículo
marcó el nacimiento de una nueva disciplina, la Medicina Darwiniana, que trata de encontrar en la teoría darvinista las causas de las
enfermedades humanas. Se puede obtener más información en multitud de direcciones en internet como, por ejemplo, http://
www.chester.ac.uk/~sjlewis/DM/.
Capítulo 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN
La teoría de la evolución por selección natural de Darwin es la base del pensamiento evolutivo actual. En ella se
propone que la actual diversidad de especies se ha producido por descendencia con modificación a partir de un
antecesor común y que el principal mecanismo de cambio a lo largo del tiempo es la selección natural. En este
capítulo se describen brevemente algunas de las pruebas más claras que se conocen en la actualidad de la existencia
de la evolución de los organismos. Se exponen pruebas sobre la mutabilidad de las especies aportadas desde los
campos de la paleontología y la biogeografía; se desarrolla cómo el estudio de las homologías morfológicas y
moleculares aportan evidencias del origen común entre los organismos; y, por último, se describen algunos estudios
en los que se ha demostrado cambio poblacional mediante la selección natural.
Figura 1. Hipótesis para explicar la diversidad biológica: fijismo o creación independiente, transformismo y evolución (basado en
Ridley, 1993).
58 Carmen Zamora Muñoz
la evolución, pero se han descrito otros procesos, como la tura científica de evidencias que demuestran el hecho de
deriva genética, la migración y las mutaciones, que pue- la evolución. Las primeras evidencias que se encontraron
den dar lugar al cambio evolutivo (Endler 1986; Ridley sobre el hecho de que las especies cambiaban a lo largo
1993; ver Capítulos 6 y 7). del tiempo (la mutabilidad de las especies) provenían de
Antes de Darwin, las adaptaciones de los organismos los campos de la biogeografía y la paleontología, pero
a su ambiente se explicaban bajo una base no científica, pronto se encontraron que la anatomía y la embriología
atribuida a un perfecto diseño de un Dios Creador. Darwin comparadas ofrecían pruebas importantes de las relacio-
consigue dar una explicación natural, intrínseca a las ca- nes entre especies sólo explicables si procedían de un
racterísticas de los organismos, para explicar el diseño antecesor común. Otras disciplinas biológicas más recien-
funcional de los seres vivos: que las aves posean alas para tes como la genética, la bioquímica, la fisiología, la
volar y los peces aletas para nadar. ecología, la etología, y sobre todo la biología molecular
En su teoría de la evolución por selección natural, han confirmado con posterioridad que la evolución es un
Darwin rompió con la idea dominante en la época de que hecho.
las especies eran entidades fijas y que las diferencias en El concepto darwiniano de evolución postula que la
la forma, conducta y fisiología de los organismos no eran actual diversidad de especies se ha producido por “des-
más que imperfecciones en el ideal de una especie. Preci- cendencia con modificación a partir de un origen común”,
samente, esas variaciones individuales son esenciales para y que el principal mecanismo para ese cambio en las es-
que se produzca el cambio evolutivo y la materia prima a pecies, la selección natural, explica las adaptaciones que
partir de la que se crea la diversidad biológica. Basándo- presentan los organismos. A lo largo de este capítulo ex-
se en observaciones naturales y en la experiencia de ga- pondré mediante la explicación de varios estudios cientí-
naderos y agricultores que practicaban la selección artifi- ficos clásicos algunas de las pruebas más concluyentes de
cial, Darwin argumenta que ciertas variantes o caracterís- que se disponen en la actualidad a favor de estas premisas
ticas hereditarias de los organismos deben ser más venta- de la teoría evolutiva: que las especies cambian a lo largo
josas que otras, es decir, proveen a sus portadores de una del tiempo, que presentan antepasados comunes y que se
mayor probabilidad de supervivencia y reproducción que diversifican mediante la selección natural.
los organismos que carecen de ellas. Así, tras generacio-
nes, se llegará a un aumento de las variantes beneficiosas
y a la eliminación de las perjudiciales. Pruebas de la mutabilidad de las especies
La mayor dificultad a la que se enfrentaba la teoría
darwinista era el desconocimiento de una teoría sobre la Aportadas por la paleontología
herencia de los caracteres sobre los que actúa la selección
natural; problema que quedó solventado con la formula- Muchas de las pruebas de que los organismos evolu-
ción de la teoría sintética de la evolución, que integra la cionan nos las aportan los fósiles. El registro fósil nos
selección natural darwiniana y la genética mendeliana muestra que muchos tipos de organismos extintos fueron
(Dobzhansky 1937). Bajo este prisma, la selección natu- muy diferentes de las formas actuales y a pesar de que, en
ral es un proceso originado por la existencia de diferen- muchos casos, este registro es tremendamente incomple-
cias biológicas heredables entre los individuos y que pue- to, en otros los fósiles nos muestran la sucesión de orga-
de conducir al cambio genético en poblaciones o especies nismos en el tiempo e incluso los estadios intermedios en
(Endler 1986; ver Capítulos 6 y 7). Básicamente, si en la transición de una forma a otra.
una población existe variación fenotípica entre los indi- En general, el sustrato sobre el que vivían los orga-
viduos para un determinado carácter, la variación de ese nismos y el proceso de fosilización son de gran influen-
carácter es heredable y, además, proporciona a los indivi- cia para la posterior conservación de los fósiles, así como
duos una eficacia biológica diferencial (una mayor des- la presencia o no de elementos esqueléticos en sus cuer-
cendencia y/o supervivencia), en generaciones sucesivas pos. De hecho, los organismos que carecen de partes es-
se producirá una variación en la composición genética de queléticas duras están pobremente representados o mal
los individuos que forman la población hacia la variante conservados.
más eficaz, y esto es lo que se denomina selección natural Aunque los fósiles más antiguos conocidos (organis-
(ver Capítulo 7). mos semejantes a las bacterias y cianobacterias actuales)
Todas esas características que proporcionan una ven- datan de hace 3.000 millones de años (ma), los primeros
taja en la supervivencia o reproducción de los individuos fósiles animales se encontraron en materiales de hace
que las poseen frente a los que carecen de ellas se consi- aproximadamente 600 ma, la llamada fauna de Ediacara
deran adaptaciones. Las adaptaciones son, por tanto, un (Field et al. 1988, Conway Morris 1993), pero no será
producto de la selección natural. hasta el comienzo del período Cámbrico (hace unos 550
Darwin trabajó durante más de veinte años en sus ideas ma) cuando se detectan en el registro fósil la mayoría de
sobre la evolución de los organismos, que desarrolló en los distintos tipos de organización actuales (Conway
“The Origin of Species”, pero tras su publicación tanto el Morris 1989). El tiempo de divergencia estimado mediante
mismo Darwin como muchos evolucionistas siguieron análisis moleculares entre los distintos filos de Metazoos
investigando y descubriendo pruebas a favor de la evolu- pone de manifiesto que podría haber ocurrido bastante
ción, por lo que existen numerosos ejemplos en la litera- tiempo antes de lo que puede mostrarnos el registro fósil
CAPÍTULO 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN 59
Pleistoceno
Equus
Plioceno
Pliohippus
Mioceno
Merychippus
Oligoceno
Pastadores
Ramoneadores
Mesohippus
Eoceno
Hyracotherium
Figura 4. Relaciones evolutivas de los géneros pertenecientes a la familia Equidae mediante un esquema publicado por Simpson
(1951). La diversidad de los caballos fósiles fue tan amplia que su evolución no podría ser interpretada como una línea recta hacia
el caballo moderno (Equus). Acompañando a las relaciones evolutivas se ilustran las patas posteriores y anteriores así como las
vistas laterales y superiores de un molar en cinco de los muchos géneros de la familia Equidae (modificado de Young 1992 y Romer
1978).
(grupo de los laberintodontos). La principal característica recuerdan a un grupo de peces de aletas lobuladas
de los tetrápodos es la posesión de dos pares de extremi- (sarcopterigios), en concreto a los osteolepiformes (per-
dades con estructura constante, con cinco dedos, que se tenecientes al grupo de los ripidistios) que en la actuali-
conoce como “quiridio”, y que se encuentran articuladas dad son todos fósiles. Una de las características más rele-
con el esqueleto axial por sus correspondientes cinturas vantes de los osteolepiformes es la estructura esquelética
(pectoral y pelviana). La estructura básica de dichas ex- de sus aletas pares, que presenta grandes homologías con
tremidades puede observarse en el esqueleto de estos pri- las extremidades articuladas de los tetrápodos (Fig. 5B).
meros anfibios laberintodontos (Fig. 5A), aunque el nú- El estrecho parecido entre los ictiostegos (Fig. 5A) y los
mero de dedos sea superior a cinco, que es la condición osteolepiformes provee de un inusual buen ejemplo del
adoptada por todos los tetrápodos posteriores. origen de un taxón superior: los Amphibia, y a su vez, los
Estudiando el registro fósil se ha observado que algu- Tetrapoda (Fig. 5C). Las características esqueléticas de
nas de las características esqueléticas de los ictiostegos los ictiostegos, que se interpretan como adaptaciones para
62 Carmen Zamora Muñoz
Figura 5. (A) Ichthyostega, anfibio laberintodonto. Reconstrucción del esqueleto y miembro posterior. (B) Eusthenopteron, miem-
bro del grupo de los peces de aletas lobuladas (ripidistios) a partir de los que evolucionaron los tetrápodos. Esqueleto y reconstruc-
ción corporal y esqueleto de la cintura y aleta pelviana. (C) Cladograma en el que se reflejan las relaciones evolutivas entre los
peces sarcopterigios y los tetrápodos (A y B redibujados de Futuyma 1998; C modificado de Hickman et al. 1997).
sobrevivir en el agua durante el Devónico, bien porque meosáuridos son un grupo de dinosaurios bípedos, terres-
en esta época existían períodos alternantes de sequías e tre y ágiles corredores, pertenecientes a los terópodos (Fig.
inundaciones (Pough et al. 1996), porque habitaban áreas 6A). Muchos de los caracteres que se consideran típica-
pantanosas (Jameson 1981) o estuarios y deltas, como se mente aviares como, por ejemplo, ciertas fusiones esque-
han reinterpretado actualmente dichos paleoambientes léticas, la fúrcula, miembros anteriores alargados, forma
(Schultze 1999), preadaptaron a los vertebrados para la del pie y la posesión de plumas, evolucionaron en un gru-
vida sobre la tierra. po de dinosaurios (los terópodos) por razones no relacio-
Otro grupo animal cuya evolución ha sido reconstrui- nadas con las aves o con el vuelo (ver revisión en Padian
da con detalle es el de las aves. Las aves son los vertebra- y Chiappe 1998). Algunos dinosaurios terópodos presen-
dos terrestres de aparición más tardía (150 ma) y la hipó- taban formaciones tegumentarias que bien podrían corres-
tesis filogenética con más seguidores actualmente sobre ponder a la estructura más temprana en el desarrollo de
cuales fueron sus antecesores más directos apunta hacia una pluma, y haber tenido funciones en comunicación,
un grupo de dinosaurios, los dromeosáuridos (Pandian y defensa, aislamiento térmico o impermeabilización (en
Chiappe 1998; ver Capítulo 33). Concretamente, los dro- Padian y Chiappe 1998 y Capítulo 33). Las plumas, una
CAPÍTULO 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN 63
Figura 6. (A) Cladograma en el que se reflejan las relaciones de varios grupos de arcosaurios y las aves modernas. (B) Comparación
del esqueleto de Archaeopteryx y de un dinosaurio (Compsognathus) (A modificado de Hickman et al. 1997; B redibujado de
Carroll 1988 y C redibujado de Futuyma 1998).
de las principales características de un ave, podrían ade- midades anteriores que forman la superficie alar y el ta-
más no haber tenido una función aerodinámica hasta no maño del animal (ver más detalles en el Capítulo 33). Las
ser pinnadas (ver revisión en Prum 1999). extremidades anteriores de sus ancestros, aunque tuvie-
El primer ave conocida es Archaeopteryx lithographi- ran plumas, eran demasiado cortas para volar. Y además
ca (Fig. 6B) y data de finales del Jurásico. Se considera el sus plumas eran simétricas, la asimetría de las plumas es
mejor ejemplo de transición interclases entre vertebrados una característica imprescindible para un vuelo efectivo
de cuantos se conocen por presentar una mezcla de ras- (Feduccia y Tordoff 1979). Como se explica con detalle
gos reptilianos y aviares. En casi todos sus caracteres en el Capítulo 33 de este libro, la capacidad de volar ha
(dientes, esternón plano, larga cola, extremidades con sido la consecuencia de un proceso progresivo de mejo-
garras, etc.), excepto en la posesión de plumas pinnadas, ras que se iniciaron en un grupo de dinosaurios y se fue-
Archaeopteryx es un dinosaurio (Fig. 6B) y era capaz de ron perfeccionando a lo largo de la evolución de las aves.
volar.
Tanto la morfología de un ave como su fisiología es- Aportadas por la biogeografía
tán modificadas por la actividad del vuelo. Se conoce que
los dromeosáuridos eran incapaces de volar, y que las di- Las observaciones sobre la distribución geográfica de
ferencias estrictas entre Archaeopteryx y sus antepasados plantas y animales llevadas a cabo por Darwin, en su via-
consisten en tener proporciones diferentes entre las extre- je alrededor del mundo a bordo del Beagle, contribuye-
64 Carmen Zamora Muñoz
Gaviota argéntea
de Vega
División de
Gaviota de especies
Birula
Gaviota Gaviota
sombría
argéntea
siberiana Gaviota de Heuglin
americana
G. argéntea
Gaviota
sombría
Figura 7. Círculo de razas de las gaviotas sombría (Larus fuscus) y argéntea (L. argentatus) alrededor del Polo Norte. Si observamos
estas especies en torno al círculo vemos una serie completa de formas intermedias entre ambas especies. Sólo donde el círculo se
cierra, en Europa, son dos especies claramente diferenciadas (modificado de Ridley 1993).
ron en gran medida en el origen de sus ideas evolutivas. Fringílidos, habitantes de Centroamérica y Sudamérica,
Y fueron sobre todo sus observaciones de las islas como los parientes vivos más próximos a los pinzones
Galápagos las que más influyeron en ello. Darwin obser- de Darwin y de los cuales se originó este grupo monofi-
vó que la fauna y la flora de las Galápagos estaban rela- lético (Sato et al. 2001).
cionadas con las del continente sudamericano pero dife- Otros ejemplos de radiación adaptativa en islas los
rían en ciertos aspectos. En cada isla existían especies de tenemos en las moscas del género Drosophila, de las que
animales y plantas diferentes de una a otra isla, que a su más de 500 especies viven sólo en Hawai (de las 1.500
vez no existían en el continente americano. descritas en el mundo) o el caso de las lobelias hawaianas
La elevada diversidad de especies que se encuentra en (Cyanea) entre las plantas. A pesar de la gran radiación
algunos archipiélagos de origen volcánico se explica fá- mostrada por este grupo en la que las hojas han desarro-
cilmente por mecanismos evolutivos. Las islas volcáni- llado formas muy diferentes, el estudio de sus flores y las
cas están inicialmente desprovistas de vida y son coloni- secuencias de ADN muestran que todas las lobelias
zadas por plantas y animales provenientes desde un con- hawaianas (55 especies) descienden de un ancestro co-
tinente o islas cercanas. Las especies que llegan, muy mún (Givnish et al. 1995).
pocas en muchos casos como consecuencia de la lejanía a La principal razón por la que es difícil imaginar que
tierras pobladas, encuentran numerosos ambientes o ni- las especies tienen un origen común y derivan unas de
chos ecológicos desocupados, sin competidores ni otras reside en que existen numerosas especies bien defi-
depredadores. En respuesta, dichas especies se multipli- nidas morfológicamente en la naturaleza. Sin embargo,
can y diversifican con rapidez dando lugar a lo que se existen algunos casos en que la variación intraespecífica
denomina “radiación adaptativa”. puede ser lo suficientemente grande como para dar lugar
Los denominados pinzones de Darwin comprenden a dos especies bien diferenciadas. Estos casos se denomi-
en la actualidad a un grupo de 15 especies endémicas (14 nan “círculo de razas” y proporcionan una importante
se encuentran en las Islas Galápagos y 1 en la Isla de evidencia de evolución. Los círculos de razas se definen
Cocos) cuyas relaciones filogenéticas han sido objeto de como “una cadena de razas o subespecies que se hibridan
numerosos estudios. El estudio más reciente sobre la his- entre ellas, aunque en el punto donde los extremos se
toria evolutiva del grupo en base a análisis de ADN mito- solapan las formas no se hibridan y se toman como “bue-
condrial identifica al género Tiaris, de la familia de los nas” especies”.
CAPÍTULO 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN 65
Húmero
Húmero Húmero Húmero
Ulna Radio
Ulna Radio
Ulna Radio
Carpal
Carpal
Ulna
Carpal
Radio
Carpal
Figura 8. Plan básico de los huesos de las extremidades anteriores de algunos tetrápodos como ejemplo de homologías morfológicas
(modificado de Ridley 1993).
Los círculos de razas son también uno de los argu- 18). Si se estudia con detenimiento el rango de variación
mentos más fuertes contra la creación independiente de de cualquier forma natural, tanto en el tiempo como en el
las especies. Muestran que existe variación natural y que espacio, todos los límites establecidos se difuminan. La
esta variación puede ser tan grande que llegue a generar variación natural es suficiente para romper con la idea de
especies distintas, además de que existe un continuo en- límites estrictos para las especies.
tre la variación interindividual y la interespecífica.
Uno de los ejemplos más conocidos de este fenómeno
de distribución geográfica en forma de anillo es el caso Pruebas del origen común entre las especies
de las gaviotas sombría (Larus fuscus) y argéntea (Larus
argentatus) (Fig. 7). En Europa noroccidental estas dos El estudio de la anatomía y embriología comparadas
especies son perfectamente distinguibles (sobre todo por permitió a Darwin y a sus contemporáneos aportar prue-
el color del plumaje del dorso y de las patas), apenas pre- bas fehacientes del grado de parentesco entre organismos.
sentan híbridos y escogen zonas diferentes para nidificar. En ambas ramas de la biología se estudian las “homolo-
Sin embargo, a lo largo de las costas que rodean el océano gías” entre estructuras anatómicas o patrones de seme-
Ártico tiene lugar una sucesión de razas, con una varia- janza durante el desarrollo, para reflejar el grado de pa-
ción paulatina en sus caracteres, que hace imposible esta- rentesco entre organismos. El término homología, en un
blecer los límites para distinguir entre una y otra especie. sentido no evolutivo o pre-darwiniano, fue acuñado por
Las gaviotas argénteas presentes en América del Norte el zoólogo Richard Owen en el siglo XIX y hacía referen-
son muy parecidas a las europeas; sin embargo si conti- cia a una similitud entre organismos obedeciendo a que
nuamos alrededor del polo hacia Asia, el parecido con la compartían el mismo plan de organización. Owen, que
argéntea decrece y aumenta la semejanza con la gaviota era un morfólogo idealista, entendía las estructuras ho-
sombría europea. Entre Siberia y Europa, la coloración mólogas (las extremidades de un lagarto y de un mamífe-
de la gaviota cambia gradualmente hasta denominarse ro, por ejemplo) como partes correspondientes al mismo
gaviota sombría. En la mayoría del círculo de distribu- plan o arquetipo. Si queremos utilizar las homologías
ción hay sólo una especie, pero se distinguen dos donde como herramientas para evidenciar la evolución necesi-
los extremos del círculo se cierran. tamos aplicar el concepto en el sentido pre-darwiniano en
Los círculos de razas también se citan como ejemplo lugar de utilizar su significado evolutivo (ver Capítulo
de limitación al concepto biológico de especie, que es el 17) y así evitar un argumento circular.
concepto aceptado habitualmente por los zoólogos para Dentro de este mismo sentido pre-darwiniano, encon-
organizar en especies la inmensa variedad de formas na- tramos que existen otro tipo de similitudes entre organis-
turales que aparecen en la naturaleza (ver Capítulos 17 y mos, las “analogías”. Los ojos de los vertebrados y de los
66 Carmen Zamora Muñoz
Homologías morfológicas
BALLENA Isquión
Pelvis
Fémur
SERPIENTE
Miembros posteriores
rudimentarios
Ilion
Fémur
Figura 10. Las ballenas y las serpientes carecen de apéndices posteriores, sin embargo, en su esqueleto, presentan vestigios de
huesos homólogos a los miembros posteriores de otros tetrápodos (modificado de Ridley 1993).
distal con el metatarso (tarso-metatarso), por lo que los serpientes han evolucionado de los tetrápodos en lugar de
huesos de las extremidades posteriores de un pájaro adul- ser creados independientemente.
to no parecen corresponder con los de un cocodrilo. Algunas de estas homologías pueden ser además des-
El argumento de las homologías puede ser aún más ventajosas (costosas) para el organismo que las porta. Los
persuasivo a la hora de demostrar que el compartir carac- argumentos creacionistas, que defienden el origen inde-
teres es una prueba de que los organismos tienen el mis- pendiente de las especies y una perfecta adaptación de los
mo origen. Si no fuera de ese modo, y las especies hubie- organismos a su ambiente, no pueden explicar la existen-
ran sido creadas de forma independiente, ¿cómo podría- cia de tales caracteres. Estas estructuras u órganos son
mos explicar la existencia de órganos vestigiales, funcio- consecuencia del efecto que ejerce el pasado evolutivo
nalmente ineficaces, o la presencia de órganos que no pro- sobre los caracteres que observamos en las especies ac-
duzcan ninguna ventaja al organismo que las porta? tuales y que se conoce como “lastre filogenético”. Se tra-
Existen algunos miembros de tetrápodos que han per- ta de caracteres heredados que pudieron ser adaptaciones
dido las extremidades. Son, por ejemplo, las ballenas en un determinado momento para las especies que los
modernas, que no poseen las extremidades posteriores, o poseían pero que, a causa de que los cambios ambientales
las serpientes, que han perdido ambas. Sin embargo, si provocan nuevas presiones selectivas, pueden aparecer
observamos la estructura ósea en ambos grupos de orga- casos de maladaptaciones o imperfecciones en las espe-
nismos, a la altura de la columna vertebral donde debe- cies actuales. Un ejemplo clásico de estas imperfecciones
rían situarse los miembros posteriores, encontramos un es el último molar en humanos, las llamadas muelas del
conjunto de huesos claramente homólogos con los de la juicio, que generalmente deben ser extraídas porque no
pelvis de cualquier otro tetrápodo (Fig. 10). Son estructu- existe suficiente espacio en las mandíbulas para un com-
ras vestigiales (porque no se utilizan para que se articulen pleto desarrollo de las mismas, pero que fueron funciona-
con ellos los miembros posteriores, que sería su función les en nuestros antepasados que poseían mandíbulas más
original) cuya retención sugiere que tanto ballenas como grandes.
68 Carmen Zamora Muñoz
Figura 11. Formas typica (arriba) y carbonaria (abajo) de la polilla Biston betularia. Fotografía cedida por
Dr. Bruce S. Grant.
más difícil saber el porqué y el cómo podrían seleccionar- variedad dominante fueron notables. (2) El cambio ade-
se. Y (4), sencillamente, los rasgos morfológicos son exa- más estuvo asociado a un fenómeno ambiental compren-
minados más a menudo que los bioquímicos para probar sible, la contaminación atmosférica, que cubrió de hollín
predicciones de la selección natural. las cortezas de los árboles. Y (3) el agente de selección
Las actividades humanas se han convertido en los era simple y fácil de comprender; las aves depredaban
tiempos actuales en un estímulo importante para la selec- diferencialmente sobre las formas no miméticas (la forma
ción natural en muchas especies. Uno de los ejemplos más typica en este caso), que consecuentemente dejaron me-
citados en la bibliografía de evolución en acción es el caso nos descendencia, disminuyendo su frecuencia en la po-
del melanismo industrial en los lepidópteros, y más con- blación en las sucesivas generaciones. Este hecho de se-
cretamente el caso de Biston betularia, la geómetra del lección direccional (ver Capítulo 7) fue demostrado en
abedul. La forma typica de esta especie (fondo blanco con los años 50 por H.B.D. Kettlewell (1956) en su estudio de
jaspeado en negro) era la forma común en los bosques bosques de áreas contaminadas y no contaminadas.
caducifolios a principios del s. XIX y su coloración le La selección en una dirección puede, a veces, ser se-
permitía camuflarse con los líquenes de las cortezas de guida por la selección en la dirección contraria, como se
los abedules (Fig. 11). Con la revolución industrial en puede comprobar con el mismo ejemplo de esta polilla.
Inglaterra, la forma negra de B. betularia aumentó su fre- Actualmente la frecuencia de la forma melánica de B.
cuencia (hasta un 90% alrededor de 1960) debido a que betularia ha disminuido a menos del 20% con el descen-
estaba mejor camuflada en las cortezas de los árboles, que so de la contaminación en Inglaterra como consecuencia
ahora estaban ennegrecidas y habían perdido la cubierta de las leyes de mejora de la calidad ambiental, y se cono-
de líquenes. Hasta 1848, que se detectó por primera vez cen casos en el continente americano de cambios evoluti-
la forma carbonaria de esta especie (Fig. 11), las maripo- vos similares en diferentes subespecies de B. betularia
sas con mutación melánica asociada a los efectos de la ligados, como en el caso de Inglaterra y otros países euro-
contaminación industrial estaban prácticamente ausentes peos, a la aparición de formas melánicas tras los cambios
de las colecciones entomológicas y citas bibliográficas. ambientales producidos por la contaminación industrial
Aunque la aparición y mantenimiento del melanismo (Grant et al. 1996, 1998).
industrial en B. betularia es más complejo de lo que usual- Los pinzones de Darwin, que se hicieron famosos tras
mente se cita en la bibliografía (ver revisión en Majerus, las observaciones de Darwin en las Islas Galápagos refe-
1999), las razones para que el caso de esta polilla sea el rentes al tamaño y forma de sus picos y la relación con la
ejemplo clásico de actuación de la selección natural son selección de alimento, han seguido siendo objeto de estu-
fáciles de comprender: (1) Se trata de un proceso que tuvo dio durante años gracias a que son organismos muy ade-
lugar de forma relativamente rápida y fue fácilmente ob- cuados para investigación. Los rasgos morfológicos de
servable; en tan sólo 50 años los cambios en algunas po- sus picos son muy heredables y viven en un ambiente con
blaciones hacia la forma melánica de B. betularia como un clima muy cambiante. Durante muchos años, Peter
CAPÍTULO 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN 71
más de indeseable, por las frustraciones y efectos negati- selección natural en insectos. El más claro es el de la re-
vos, tanto sociales como económicos, que se llegan a pro- sistencia al DDT utilizado para combatir la malaria, en-
ducir. Son los casos de las resistencias de los organismos fermedad causada por un protozoo parásito sanguíneo que
a antibióticos y pesticidas. se transmite a los humanos mediante la picadura de mos-
Los antibióticos son “armas de guerra química” que quitos. Las zonas con epidemias de malaria eran tratadas
han evolucionado en los hongos y en las bacterias para con DDT, que es un veneno letal pues afecta al sistema
protegerlos de los agentes patógenos y de los competido- nervioso de los insectos. Cuando se usaba en un área por
res. El avance médico más importante del siglo XX fue primera vez, el DDT era efectivo durante varios años (unos
quizás el descubrimiento de que estas toxinas producidas 10 años). Sin embargo, a partir de entonces, comenzaban
por los hongos podían matar a las bacterias que causan a aparecer mosquitos resistentes y cada vez con más fre-
muchas de las enfermedades humanas. Actualmente se cuencia, tras nuevos tratamientos con el insecticida (des-
conoce una amplia variedad de productos fúngicos y pués de algunos meses en lugar de años). El que el DDT
bacterianos que son inocuos para la mayoría de las perso- haya llegado a ser ineficaz tan rápidamente es debido a
nas, pero que pueden destruir a las bacterias que causan que, cuando se usa, se crea una gran fuerza de selección
muchas infecciones. direccional a favor de los mosquitos resistentes al DDT.
Sin embargo, hoy en día muchas bacterias peligrosas Los insectos pueden desarrollar resistencias mediante
son más difíciles de controlar con los antibióticos que hace diferentes mecanismos. Algunos son de tipo comporta-
diez o veinte años. Dichas bacterias han desarrollado de- mental, como la aparición de una elevada sensibilidad al
fensas contra los antibióticos. Staphylococcus aureus cau- insecticida o el evitar los hábitats tratados. Otros meca-
sa peligrosas infecciones en humanos y es la causa más nismos llevan a la producción de enzimas detoxificado-
común de la infección de las heridas. En 1941 todos los ras, a la disminución de la sensibilidad de la zona afecta-
estafilococos eran vulnerables a la penicilina, que inhibe da por el insecticida o a impedir la penetración cuticular
la síntesis de la pared celular, pero tres años más tarde (Taylor 1986). A menudo la resistencia es controlada por
algunas cepas ya habían evolucionado por selección un único alelo “resistente”, como en el caso del mosquito
direccional, produciendo enzimas que podían descompo- Culex quinquifasciatus al permetrin, o las moscas domés-
nerla. Actualmente, el 95% de las cepas de S. aureus y ticas al DDT. En otros casos la resistencia no es debida a
otros estafilococos son resistentes a la penicilina y otros una mutación puntual sino a una amplificación genética.
antibióticos de estructura similar. Una mutación en un gen Este es el caso de Culex pipiens que, en condiciones ex-
cromosómico cambió la estructura de un elemento de la perimentales, desarrolló resistencia a un insecticida orga-
pared celular bacteriana por lo que estos antibióticos ya nofosforado debido a que algunos individuos desarrolla-
no les afectan. Los intentos con otros fármacos han pro- ron un gran número de copias de un gen para una enzima
vocado efectos similares como resultado de nuevas muta- con acción detoxificadora.
ciones (ver Nesse y Williams 2000 y Capítulo 22).
Muchos insectos transmiten graves enfermedades a los Agradecimientos
humanos y al ganado o son plagas en los cultivos agríco-
las por lo que se sintetizaron unas sustancias químicas A Manuel Soler, por su invitación a participar en este
conocidas como insecticidas (o pesticidas) para eliminar- libro. A Juan J. Soler y José L. Tellería, por sus valiosas y
los. Estos productos, antes de la intervención humana, constructivas críticas que mejoraron el texto. A Blackwell
nunca estuvieron presentes en los ambientes naturales. Sin Science Ltd y Cambridge University Press por permitir la
embargo, la utilización de estas sustancias selecciona a reproducción de las figuras obtenidas a partir de material
los individuos con algún tipo de resistencia a los insecti- editado por dichas editoriales. Al Catedrático de biología
cidas y, en relativamente pocas generaciones, los indivi- Dr. Bruce S. Grant, por la cesión desinteresada del mate-
duos resistentes se extienden en la población, haciendo rial fotográfico reproducido en este capítulo. A Beatríz
ineficaces estos tratamientos. La evolución de la resisten- Rodríguez-Huesca, por su inestimable ayuda al ofrecerse
cia a pesticidas es, pues, otro ejemplo de evolución por a dibujar algunas de las figuras de este capítulo.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BELL, M.A., BAUMGARTNER, J.V. y E.C. OLSON. 1985. Patterns DARWIN, C. 1859. On the origin of species. A facsimile of the First
of temporal change in single morphological characters of a Miocene edition, 1964. Harvard University Press, Cambridge.
stickleback fish. Paleobiology, 11: 258-271. DARWIN, C. 1983. El origen de las especies (versión abreviada e intro-
BERTHOLD, P. 1995. Microevolution of migratory behaviour illustrated ducción de R. E. Leakey). Ediciones del Serbal, Barcelona.
by the Blackap Sylvia atricapilla. Bird Study, 42: 89-100. DE BEER, G. 1959. Some unpublished letters of Charles Darwin. No-
CARROLL, R.L. 1988. Vertebrate paleontology and evolution. W.H. tes and Records of the Royal Society of London, vol. 14.
Freeman, New York. DOBZHANSKY, T. 1937. Genetics and the origin of species. Colum-
CONWAY MORRIS, S. 1989. Burgess Shale faunas and the Cambrian bia University Press, New York.
explosion. Science, 249: 339-346. ENDLER, J.A. 1986. Natural selection in the wild. Princenton University
CONWAY MORRIS, S. 1993. The fossil record and the early evolution Press, Princenton.
of the Metazoa. Nature, 361: 219-225. FEDUCCIA, A y TORDOFF, H.B. 1979. Feathers of Archaeopteryx:
CAPÍTULO 4: EVIDENCIAS A FAVOR DE LA EVOLUCIÓN 73
asymmetric vanes indicate aerodynamic function. Science, 134: MALMGREN, B.A., BERGGREN, W.A. y LOHMANN, G.P. 1983.
1021-1022. Evidence for punctuated gradualism in the Late Neocene
FIELD, K.G., OLSEN, G.J., LANE, D.J., GIOVANNONI, S.J., Globorotalia tumida lineage of planktonic Foraminifera.
GHISELIN, M.T., RAFF, E.C., PACE, N.R. y RAFF, R.A. 1988. Paleobiology, 9: 377-389.
Molecular phylogeny of the animal kingdom. Science, 239: 748- NESSE, R.M. y WILLIAMS, G.C. 2000. ¿Por qué enfermamos?
753. Grijalbo, Barcelona.
FUTUYMA, D.J. 1998. Evolutionary biology, 3ª ed. Sinauer Associates, OSTROM, J.H. 1979. Bird flight: how did it begin? American Scientist,
Inc., Sunderland. 67: 46-56.
GIBBS, H.L. y GRANT, P.R. 1987. Oscillating selection on Darwin’s PADIAN, K.y CHIAPPE, L.M. 1998. The origin and early evolution of
finches. Nature, 327: 511-513. birds. Biol. Rev., 73(1): 1-42.
GIVNISH, T.J., SYTSMA, K.J., SMITH, J.F. y HAHN, W.J. 1995. POUGH, F.H., HEISER, J.B. y MCFARLAND, W.N. 1996. Vertebrate
Molecular evolution, adaptive radiation, and geographic speciation life. Prentice-Hall, Inc., New Jersey.
in Cyanea (Campanulaceae, Lobelioideae). En W.T. Wagner y V.A. PRUM, R.O. 1999. Developmental and evolutionary origin of feathers.
Funk (eds): Hawaiian biogeography. Pp. 288-337. Smithsonian J. Exp. Zool., 285(4): 291-306.
Institution Press, Washington. RIDLEY, M. 1993. Evolution. Blackwell Science, Cambridge.
GRANT, B.S., OWEN, D.F. y CLARKE, C.A. 1996. Parallel rise and ROMER, A.S. 1978. La evolución animal. Tomo II. Ediciones Destino,
fall of melanic peppered moths in America and Britain. J. Hered., Barcelona.
87: 351-357. SATO, A., TICHY, H., O’HUIGIN, C., GRANT, P.R., GRANT, B.R. y
GRANT, B.S., COOK, A.D., CLARKE, C.A. y OWEN, D.F. 1998. KLEIN, J. 2001. On the origin of Darwin’s finches. Mol. Biol. Evol.,
Geographic and temporal variation in the incidence of melanism in 18(3): 299-311.
peppered moth populations in America and Britain. J. Hered., 89: SCHULTZE, H.-P. 1999. The fossil record of the intertidal zone. En
465-471. M.H. Horn et al. (eds) : Intertidal fishes: Life in two worlds. Pp.
HICKMAN, C.P., ROBERTS, L.S. y LARSON, A. 1997. Zoología. Prin- 373-392. Academic Press.
cipios integrales, 9ª ed. McGraw-Hill Interamericana, Madrid. SIMPSON, G.G. 1951. Horses. Oxford University Press, Oxford.
JAMESON, E.W. 1981. Patterns of Vertebrate Biology. Springer-Verlag, TAYLOR, C.E. 1986. Genetics and evolution of resistance to
New York. insecticides. Biol. J. Linn. Soc., 27: 103-112.
KELLOGG, D.E. y HAYS, J.D. 1975. Microevolutionary patterns in YOUNG, D. 1992. The discovery of evolution. Natural History Museum
Late Cenozoic Radiolaria. Paleobiology, 1: 150-160. Publications, London y Cambridge University Press, Cambridge.
KETTLEWELL, H.B.D. 1997. A résumé of investigations on the WANG, D.Y.C., KUMAR, S. y HEDGES, S.B. 1999. Divergence time
evolution of melanism in the Lepidoptera. Proc. R. Soc. Lond., B, estimates for the early history of animal phyla and the origin of
145: 297-303. plants, animals and fungi. Phil. Trans. R. Soc. Lond., B, 266: 163-
MAJERUS, M.E.N. 1999. Evolución y mantenimiento del melanismo 171.
industrial en los Lepidoptera. En A. Melic, J.J. De Haro, M. Méndez WRAY, G.A., Levinton, J.S. y Shapiro, L.H. 1996. Molecular evidence
e I. Ribera (eds.): Evolución y filogenia de Arthropoda. Pp: 637- for deep Precambrian divergences among Metazoan phyla. Science,
649. Sociedad Entomológica Aragonesa, Zaragoza. 274: 568-573.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DARWIN, C. 1998. El origen de las especies. Espasa-Calpe, Madrid. (Traducción del libro original publicado en 1859). Obra de
referencia obligada sobre evidencias de evolución. En concreto, Darwin dedicó los capítulos 10 al 13 para exponer importantes
argumentos (paleontológicos, biogeográficos, morfológicos y embriológicos) a favor de su teoría evolutiva.
(2) FUTUYMA, D.J. 1998. Evolutionary biology, 3ª ed. Sinauer Associates, Inc., Sunderland. Libro sobre biología evolutiva muy
completo, y denso en cuanto información. Describe con gran detalle los numerosos ejemplos que utiliza para ilustrar los diferentes
temas tratados. Es de destacar el capítulo dedicado al registro fósil en el que se exponen numerosas pruebas de los cambios evolu-
tivos sufridos por los organismos a lo largo del tiempo y que pueden ponerse de manifiesto a través del estudio paleontológico. En
el capítulo 5 desglosa varios tipos de argumentos, surgidos del estudio sistemático de los organismos, en contra de la creación
independiente. Cada uno de ellos son tratados en mayor extensión en otros capítulos.
(3) RIDLEY, M. 1996. Evolution, 2ª ed. Blackwell Science, Cambridge. Se trata de un libro de texto de fácil comprensión que repasa
todos los temas evolutivos, muy útil para estudiantes universitarios. En la primera parte del libro se dedica un capítulo completo a
exponer algunos ejemplos, más o menos conocidos, de la existencia de evolución.
Capítulo 5: ¿A QUÉ NIVEL ACTÚA LA SELECCIÓN NATURAL?
Manuel Soler
DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA ANIMAL Y ECOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE GRANADA.
18071-Granada. E-mail:msoler@goliat.ugr.es
Teóricamente la selección podría actuar sobre cualquier sistema en el que (1) exista variabilidad fenotípica, (2)
las distintas variables fenotípicas sean responsables de diferentes eficacias biológicas, y (3), la eficacia biológica
sea heredable. El nivel de selección ha sido un tema sumamente polémico en el que los defensores de la selección a
diferentes niveles (a nivel de individuo, de grupo o de genes, principalmente) han protagonizado debates tan vehe-
mentes e interminables como estériles desde el punto de vista científico. Actualmente se impone la idea de que
existe una jerarquía de interactores (entidades que interaccionan entre sí dando lugar a una replicación diferencial en
la creación de la siguiente generación) y replicadores (entidades que pasan con su estructura intacta a la siguiente
generación), y que la selección natural está actuando a distintos niveles (teoría de la selección multinivel). Sin
embargo, hay que partir de la base de que, aunque la selección puede tener lugar a otros niveles, lo general es que sea
bastante débil comparada con la que existe a nivel de organismo. Es importante no perderse en debates estériles, y en
el futuro próximo habría que prestar especial atención a dos cuestiones: primera, de qué manera la selección natural
entre unidades biológicas (interactores) de bajo nivel (por ejemplo, los individuos), crean unidades de más alto nivel
(por ejemplo, las sociedades); y segunda, partiendo de la base de que la selección natural actúa a múltiples niveles,
cómo la selección natural que está actuando a un nivel afecta a la selección natural que actúa a otros niveles (conflic-
to genómico).
temas evolutivos que era parte de lo que podríamos lla- presentan las tres propiedades mencionadas anteriormen-
mar la moda científica de la época. Todo el mundo parti- te (variabilidad, heredabilidad y diferencias en éxito
cipaba pero muy pocos habían leído las obras originales reproductor), en la práctica, la selección a estos niveles
de Darwin. Esto provocó que se extendieran ideas y argu- sería muy débil debido a la gran rapidez de la selección
mentos que nunca fueron expuestos en la teoría de la evo- entre individuos comparada con la que se daría entre es-
lución de las especies. De esta forma, durante el siglo XX, pecies o clados. De acuerdo con Stearns (1986), la fuerza
hasta los años 60 era muy frecuente hablar de “selección de la selección natural en un nivel determinado va a de-
por el bien de la especie” (revisado en Wilson 1983). In- pender de tres cosas: (1) la cantidad de variabilidad para
cluso prestigiosos científicos como Lorenz, Huxley, o el un carácter determinado entre unidades del nivel consi-
español Margalef utilizaban argumentos del tipo: “los sal- derado, relativo a la variabilidad en todos los niveles, (2)
mones, a pesar de que todos mueren, remontan los ríos la duración del ciclo de esas unidades, y (3), el grado en
para reproducirse por el bien de la especie”, o “los leones que el éxito reproductor de esas unidades está relaciona-
no se pelean porque muchos morirían y sería perjudicial do con la variabilidad entre unidades del carácter consi-
para la especie”. derado. Aunque es evidente que unas especies tienen un
En 1962, Wynne-Edwards publicó su famoso libro en nivel reproductor considerablemente mayor que otras, es
el que intentaba mostrar que el comportamiento social y obvio que la selección que puede actuar a nivel de espe-
reproductor de los animales estaba diseñado para contro- cie o de clado es muy débil, ya que la duración de su ciclo
lar el nivel de natalidad. El argumento era el siguiente: si es enormemente larga. Mientras que la duración del ciclo
una población o una especie está formada por individuos es de una generación para genes y para individuos, el tiem-
egoístas que tienden a reproducirse a la máxima tasa po- po que puede tardar en desaparecer una especie es mucho
sible, acabarán con los recursos y se extinguirán; por el más largo, y mucho más todavía para un clado.
contrario, la selección natural debe favorecer a aquellas
poblaciones o especies formadas por individuos no egoís- Selección a nivel de genes
tas que se reproducen a una tasa óptima para el grupo. En
otras palabras, Wynne-Edwards (1962) defendía que las Williams (1966) y más tarde Dawkins (1976) argu-
especies (o las poblaciones) son capaces de controlar la mentaron que la evolución actúa principalmente a nivel
tasa de natalidad de los individuos evitando la destruc- de genes. Dawkins, en su famoso libro al que puso el su-
ción total de los recursos. Esta idea resultaba sumamente gestivo nombre de “El gen egoísta”, proponía que la uni-
atractiva ya que coincide con lo que los humanos están dad fundamental de selección no era el individuo sino el
intentando en algunos países desde hace varias décadas. gen (Dawkins 1976). Destacó que los genes actúan como
Este intento de Wynne-Edwards de sintetizar y expli- replicadores y son duplicados y preservados a lo largo del
car la selección de grupo permitió a una serie de científi- tiempo, mientras que los organismos son simplemente los
cos encabezados por George Williams, formados tras la vehículos que portan los genes. Esta idea fue fuertemente
síntesis evolutiva entre genética, paleontología y sistemá- criticada acusándola de demasiado reduccionista y argu-
tica (ver Capítulo 2), desmontar las argumentaciones sim- mentando que la selección no puede actuar directamente
plistas a favor de la selección de grupo. Concretamente, sobre los genes sino sobre los envases en los que están
el argumento de Williams (1966) era el siguiente: imagi- incluidos que son los individuos (Gould 1984, Sober
nemos una población de petirrojos, Erithacus rubecula, 1984).
que está siendo controlada de la forma sugerida por
Wynne-Edwards. Esto implica que los recursos del hábitat
nunca son sobre-explotados y por tanto no hay escasez de Dos conceptos básicos: interactor y replicador
alimento; pero supongamos que aparece un individuo en
el que los mecanismos de control de su reproducción no Durante los años setenta, como consecuencia de la
funcionan adecuadamente, este individuo se reproduciría proliferación de trabajos teóricos que resultaban en mo-
egoístamente mientras que el resto lo harían de forma delos que predecían una jerarquía de niveles de selección
controlada. Por tanto, este individuo anormal produciría en los que no era posible utilizar la distinción entre
más descendientes, los cuales, en la siguiente generación fenotipo y genotipo en los distintos niveles, Hull (1980) y
volverían a tener un mayor éxito reproductor, con lo que Dawkins (1982), introdujeron los conceptos de interactor
en pocas generaciones los individuos egoístas predomi- y replicador. Hull definió replicador como la entidad que
narían en la población. Esto significa que la selección a pasa con su estructura intacta directamente en la
nivel de individuo rompería ese presunto control que exis- replicación, e interactor, como una entidad que es capaz
tiría a nivel de población. En la actualidad existe un con- de interaccionar como un todo con el medio ambiente de
senso sobre el hecho de que este tipo de selección de gru- manera que se produce replicación diferencial de los dis-
po no puede frenar la selección a nivel de individuo tintos interactores. Posteriormente, Dawkins amplió el
(Wilson 1983). concepto de replicador definiéndolo como “cualquier cosa
También se ha sugerido en diversas ocasiones que la en el universo de la que se producen copias” y quitó im-
selección a nivel de especies o incluso de clados, puede portancia al concepto de interactor comenzando por cam-
ser importante (Stanley 1975). Aunque esta afirmación es biarle el nombre por el de “vehículo”. Dawkins definió
teóricamente posible ya que ambos niveles taxonómicos vehículo como cualquier tipo de entidad (p. ej. los indivi-
CAPÍTULO 5: ¿A QUÉ NIVEL ACTÚA LA SELECCIÓN NATURAL? 77
asexual es el genoma (Tabla 1). En lo que respecta a la completos pueden ser cambiadas mediante selección arti-
selección de grupo también se pueden distinguir dos ti- ficial (Swenson et al. 2000). Para que exista selección a
pos, intra e interdémica, en ambas el interactor sería el nivel de comunidad tendría que actuar sobre propiedades
grupo, pero en la primera los replicadores son los genes, que sólo tuvieran incidencia a nivel de comunidad y que
mientras que en la segunda sería el grupo (Tabla 1). provocaran distintos niveles de reproducción y supervi-
En la jerarquía de replicadores e interactores conside- vencia de las distintas subcomunidades de un ecosistema
rada por Brandon (1990), también se incluye la denomi- (Johnson y Boerlijst 2002).
nada selección de avatar sugerida por Damuth (1985) al Actualmente, uno de los modelos de selección de gru-
defender que la unidad de alto nivel más adecuada para po más prometedor es el modelo “intradémico“ de David
que se produzca selección no sería la especie ni el clado, S. Wilson (1980), según el cual, selección individual y
sino el avatar, considerando como tal a las poblaciones selección de grupo podrían considerarse como los dos
locales de especies que se encuentran incluidas en una extremos de un continuo. Este modelo se basa en la selec-
misma comunidad ecológica. La selección de avatar y las ción que tiene lugar cuando una población reproductora
otras de nivel superior como la selección de especies y de es temporalmente dividida en varias subpoblaciones. Por
clado (ver Tabla 1), tienen en común con la selección de ejemplo, consideremos que hay dos tipos de individuos
grupo interdémica que el propio grupo actúa como en la población, el tipo 1 no influye sobre el éxito repro-
interactor y como replicador. ductor de sus vecinos mientras que el tipo 2 si influye.
Los individuos forman al azar pequeños grupos y se pro-
ducen interacciones que afectan a la eficacia biológica
Situación actual dentro de cada uno de los grupos. Los procesos de selec-
ción natural actúan dentro de los grupos, después los su-
De lo comentado en el apartado “Perspectiva históri- pervivientes se mezclan en grupos y el ciclo comienza de
ca” sobre la selección de grupo, se concluye que si se nuevo. Este tipo de modelos permiten hacer predicciones
considera selección de grupo, tal y como se planteaba en de las circunstancias que favorecen la evolución de los
la versión ingenua de Wynne-Edwards, frente a selección caracteres que afectan tanto al éxito reproductor dentro
individual, la selección individual siempre va a ser más de un grupo como entre grupos, sin embargo, se ha suge-
fuerte. Sin embargo, asumiendo que, teóricamente, cual- rido que estos modelos (selección de grupo intradémica,
quier entidad que cumpla las tres características necesa- ver Tabla 1), son matemáticamente equivalentes a los de
rias para que se produzca evolución adaptativa (variabili- selección a nivel de individuo (teniendo en cuenta la efi-
dad, reproducción y herencia) responderá a la selección cacia biológica inclusiva), por tanto no se puede conside-
natural, han ido surgiendo otros modelos de selección de rar como un tipo distinto de evolución (Dugatkin y Reeve
grupo con mayores probabilidades de funcionar. 1994). No obstante, no hay unanimidad, hay autores que
La selección de grupo, por analogía con la selección piensan que los procesos modelados por la selección in-
individual, se podría definir como la reproducción dife- tradémica constituyen casos reales de selección de grupo
rencial de grupos biológicos que es debida a la adapta- (Brandon 1990).
ción diferencial de esos grupos a un medio ambiente co- La importancia de la selección de grupo en la evolu-
mún. La selección de grupo sólo será eficaz si (1) la emi- ción de los comportamientos altruistas en humanos se
gración de individuos entre grupos es mínima, (2) los gru- merece un comentario aparte. Darwin (1871), ya sugirió
pos se mantienen durante poco tiempo y (3) se reprodu- que durante la prehistoria, aquellas tribus con individuos
cen dando lugar a otros grupos. De hecho, los grupos que dispuestos a sacrificarse por el bien del grupo podrían salir
no intercambian emigrantes y que se reproducen dividién- victoriosas sobre otras tribus con individuos menos
dose en dos podrían ser considerados como unidades de altruistas. En este mismo sentido Sober y Wilson (1998)
herencia, y por tanto, de selección (Leigh 1991; se co- muestran un ejemplo de cómo una tribu africana con una
rrespondería con la selección de grupo interdémica (ver gran predisposición a la asistencia mutua puede reempla-
Tabla 1)). zar o absorber a otras. Actualmente, por regla general, se
Normalmente se aceptaba que los potenciales niveles acepta que los comportamientos altruistas en humanos han
evolucionado porque durante la mayor parte de su histo-
de selección por encima del individuo no presentaban
ria evolutiva era crucial para los individuos ayudar a los
variabilidad heredable (Maynard Smith 1976). Sin em-
otros miembros de la tribu puesto que su propia supervi-
bargo, algunos estudios recientes han mostrado, no sólo
vencia dependía de la del resto de los miembros. En lo
que sí pueden existir características heredables a nivel de que no hay unanimidad es en la interpretación de este
grupo, sino que además, en algunos casos, la selección de hecho, por ejemplo, Sober y Wilson (1998) defienden que
grupo resulta en una respuesta a la selección mucho más se trata de selección de grupo mientras que otros autores
rápida de lo que se predecía teóricamente (Goodnight como Ridley (1998) opinan que se trata de cooperación
1990a, 1990b, Craig 1982). Incluso, recientemente se ha entre individuos que conlleva el interés propio de cada
demostrado, de manera experimental, que “microecosis- uno de ellos, y por tanto, no se puede considerar selec-
temas” iniciados en el laboratorio compuestos por miles ción de grupo. Según Ridley, para que se pudiera concluir
de especies y millones de individuos presentaban varia- que se trata de selección de grupo tendría que ocurrir que
ción fenotípica y que parte de esta variación era hereda- los individuos cooperaran por el bien del grupo en contra
ble, lo que permitía que las propiedades de ecosistemas de sus propios intereses.
CAPÍTULO 5: ¿A QUÉ NIVEL ACTÚA LA SELECCIÓN NATURAL? 79
ORGANISMO
Célula Célula
Núcleo Núcleo
Mt Mt Mt Mt
NUCLEO Mt
Cromosoma Cromosoma
Cromosoma
ADN ADN ADN ADN
ADN ADN
Figura 1. Un organismo visto como una jerarquía de distintos niveles de replicadores. Dibujada a partir
de Stearns y Hoekstra (2000).
Con respecto a la selección a nivel de genes, se sugi- cas estériles, puesto que parte de la base de que la selec-
rió que una forma de confirmar que la evolución puede ción puede actuar a varios niveles, y está favoreciendo el
ser dirigida a este nivel sería demostrar que ciertos ele- avance de la biología evolutiva. Merece ser tratada inde-
mentos genéticos (llamados egoístas (Doolittle y Sapienza pendientemente en el siguiente apartado.
1980)) son capaces de expandirse incluso, en contra de
los intereses del organismo. Se han descrito numerosos Teoría de la selección multinivel
casos donde esto ocurre (ver la revisión de Hatcher
(2000)). Por ejemplo, la acumulación y mantenimiento Según lo explicado en el apartado “Jerarquía de inte-
de transposones en las poblaciones de Drosophila ractores y replicadores”, hay varios niveles a los cuales
(Charlesworth 1987), los denominados alelos t en rato- puede actuar la selección natural (Tabla 1): entre los frag-
nes, cuyo mantenimiento supone un gran problema ya que mentos de ARN en la “sopa primordial” durante la etapa
provocan que muchos de los descendientes sean estériles del inicio de la vida, entre los fragmentos de ADN y entre
(Lacy 1978), y los denominados cromosomas egoístas que los cromosomas dentro de las células, entre las partes de
se han descrito en una especie de avispa, Nasonia los organismos dentro de los organismos, entre los orga-
vitripennis (Nur et al. 1988) y en algunas especies de sal- nismos dentro de poblaciones, entre grupos de organis-
tamontes (Camacho et al. 2000). Sin embargo, en estos mos dentro de poblaciones, entre poblaciones dentro de
casos también se puede distinguir entre replicador que es comunidades, entre especies dentro de grupos de espe-
el trozo de información genética, y el interactor, que es el cies competidoras, y finalmente entre clados. En la Figu-
trozo de ADN que contiene esa información genética. Por ra 1 se representa cómo un organismo eucariota multice-
tanto, incluso en estos casos, la selección estaría actuan- lular está formado por células que a su vez contienen nú-
do también sobre el interactor (Reeve y Keller 1999). cleos y mitocondrias. Los núcleos tienen cromosomas que
Como conclusión se puede decir que el gen (o más están constituidos por secuencias de ADN (genes) y las
concretamente la información contenida en él) es la uni- mitocondrias también tienen ADN aunque dispuesto en
dad de replicación, mientras que los individuos y posible- forma circular. Igualmente, también se puede considerar
mente otras unidades, serían los interactores sobre los que que una especie está formada por diferentes poblaciones
actúa la selección, pero no sobre los genes (Sober 1984). que a su vez están constituidas por individuos (Fig. 2).
Los genes cambian su frecuencia en la población de ge- Muchas de estas entidades tienen las tres características
neración en generación como resultado (salvo en la selec- necesarias para que se produzca evolución adaptativa (va-
ción génica) de la actuación de la selección natural, pero riación, heredabilidad y capacidad reproductiva), por tan-
la selección natural no “ve” genes, no puede actuar direc- to, se puede decir que un organismo multicelular está cons-
tamente sobre ellos, y éste es el motivo de que existan tituido por una jerarquía de replicadores que se continúa
tantos tipos de genes parásitos. a niveles superiores, esto es selección multinivel, que tam-
Lo más interesante de la situación actual del polémico bién se puede hacer extensiva a los niveles superiores.
tema del nivel de actuación de la selección natural, es que Selección adaptativa ocurre a un nivel determinado
paulatinamente va ganando adeptos (y apoyo) la teoría de si, y sólo si, (1) existe reproducción diferencial entre las
la selección multinivel que tiene varias ventajas impor- entidades en ese nivel, y (2), las características fenotípicas
tantes. Por ejemplo, evita la pérdida de tiempo en polémi- de las entidades a ese nivel son tan importantes en el éxi-
80 Manuel Soler
Bibliografía
BRANDON, R.N. 1990. Adaptation and environment. Princeton CRAIG, D.M. 1982. Group selection versus individual selection : an
University Press, Princeton. experimental analysis. Evolution 36: 271-282.
BUSS, L.W. 1983. Evolution, development, and the units of selection. DAMUTH, J. 1985. Selection among “species”: A formulation in terms
Proc. Natl. Acad. Sci. USA 80: 1387-1391. of natural functional units. Evolution 39: 1132-1146.
CAMACHO, J.P.M., SHARBEL, T.F. y BEUKEBOOM, L.W. 2000. B- DARWIN, C. 1871. The descent of man, and selection in relation to
chromosome evolution. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B 355: 163-178. sex. John Murray, London.
CHARLESWORTH, B. 1987. The population biology of transposable DAWKINS, R. 1976. The selfish gene. Oxford University Press, Oxford.
elements. Trends Ecol. Evol. 2: 21-23. DAWKINS, R. 1982. The extended phenotype. Freeman, Oxford.
82 Manuel Soler
DOOLITTLE, W.F. y SAPIENZA, C. 1980. Selfish genes, the phenotype MAYNARD SMITH, J. 1976. Group selection. Quarterly Review of
paradigm and genome evolution. Nature 284: 601-603. Biology 51: 277-283.
DUGATKIN, L.A. y REEVE, H.K. 1994. Behavioral ecology and level MAYNARD SMITH J. y SZATHMÁRY, E. 1995. The major transitions
of selection: Dissolving the group selection controversy. Adv. Stud. in evolution. W. H. Freeman Spektrum, Oxford.
Behav. 23: 101-133. NUR, U., WERREN, J.H., EICKBUSH, D.G., BURKE, W.D., y
EIGEN, M., GARDINER, W., SCHUSTER, P. y WINKLER- EICKBUSH, T.H. 1988. A “selfish” B Chromosome that enhances
OSWATITSCH, R. 1981. The origin of genetic information. its transmission by eliminating the paternal genome. Science
Scientific American April: 88-118. 240:12-514.
GILL, D.E. y HALVERSON, T.G. 1984. Fitness variation among ORGEL, L.E. y CRICK, F.H.C. 1980. Selfish DNA: The ultimate
branches within trees. En B. Shorrocks (Ed.) : Evolutionary Ecology. parasite. Nature 284: 604-607.
Pp: 105-116. Blackwell Scientific publications, Oxford. REEVE, H.K. y KELLER, L. 1999. Levels of selection: burying the
GOODNIGHT, C.J. 1990a. Experimental studies of community units-of-selection debate and unearthing the crucial new issues. En
evolution. I. The response to selection at the community level. L. Keller (Ed.): Levels of selection in evolution. Pp. 3-14. Princeton
Evolution 44: 1614-1624. University Press, Princeton.
GOODNIGHT, C.J. 1990b. Experimental studies of community RIDLEY, M. 1998. The origins of virtue: Human instincts and the
evolution. II. The ecological basis of the response to community evolution of cooperation. Penguin, New York.
selection. Evolution 44: 1625-1636. SEELEY, T.D. 1997. Honey bee colonies are group-level adaptive units.
GOODNIGHT, C.J. y STEVENS, L. 1997. Experimental studies of Am. Nat. 150: S22-S41.
group selection: what do they tell us about group selection in nature? SOBER, E. 1984. The nature of selection: evolutionary theory in
Am. Nat. 150: S59-S79. philosophical focus. Cambridge, MIT Press.
GOULD, S.J. 1984. Caring groups and selfish genes. En Sober, E. (Ed.) SOBER, E. y WILSON, D.S. 1998. Unto others: The evolution and
Conceptual issues in evolutionary biology: an anthology. Pp. 119- psychology of unselfish behavior. Harvard University Press,
124. Cambridge, MIT Press. Massachusetts.
HATCHER, M.J. 2000. Persistence of selfish genetic elements: STANLEY, S.M. 1975. A theory of evolution above the species level.
population structure and conflicts. Trends Ecol. Evol. 15: 271-277. Proc. Natl. Acad. Sc. USA 72: 646-650.
HULL, D. 1980. Individuality and selection. Annu Rev. Ecol. Syst 11: STEARNS, S.C. 1986. Natural selection and fitness, adaptation and
311-332. constraint. En D.M. Raup y D. Jablonski (Eds.): Patterns and
JOHNSON, C.R. y BOERLINST, M.C. 2002. Selection at the level of processes in the history of life. Pp. 23-44. Springer-Verlag, Berlin.
the community: the importance of spatial structure. Trends Ecol. STEARNS, S.C. y HOEKSTRA, R.F. 2000. Evolution, an introduction.
Evol. 17: 83-90. Oxford University Press, Oxford.
LACY, R.C. 1978. Dynamics of t-alleles in Mus musculus populations: SWENSON, W., WILSON, D.S. y ELIAS. R. 2000. Artificial ecosystem
review and speculation. Biologist 60: 41-67. selection. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 97: 9110-9114.
LEIGH, E.G. 1983. When does the good of the group override the WILLIAMS, G.C. 1966. Adaptation and Natural Selection. Princeton
advantage of the individual? Proc. Natl. Acad. Sci. USA 80: 2985- University Press, Princeton.
2989. WILSON, D.S. 1980. The Natural Selection of populations and
LEIGH, E.G. 1991. Genes, bees, and ecosystems: the evolution of a Communities. Benjamin/Cummings, Menlo Park, California.
common interest among individuals. Trends Ecol. Evol. 6: 257-262. WILSON, D.S. 1983. The group selection controversy: history and
LEIGH, E.G. 1999. Levels of selection, potential conflicts, and their current status. Annu. Rev. Ecol. Syst. 14: 159-187.
resolution: the role of the “common good”. En L. Keller (Ed.): WILSON, D.S. 1997. Introduction: multilevel selection theory comes
Levels of selection in evolution. Pp. 15-30. Princeton University of age. Am. Nat. 150 (Supplement): S1-S4.
Press, Princeton. WYNNE-EDWARDS, V.C. 1962. Animal dispersion in relation to so-
LEWONTIN, R.C. 1970. The units of selection. Annu. Rev. Ecol. cial behavior. Oliver and Boyd, Edinburgh.
System. 1: 1-18.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) BRANDON, R.N. 1990. Adaptation and environment. Princeton University Press, Princeton. Se trata de un buen libro sobre evolu-
ción (con un importante componente filosófico) en el que el capítulo 3, bastante extenso, está dedicado a los niveles de selección. El
tema es tratado ampliamente, y además, consiguiendo evitar la polémica y centrarse en un enfoque constructivo.
(2) KELLER, L. (Ed.) 1999. Levels of selection in evolution. Princeton University Press, Princeton. Incluye 12 capítulos, todos ellos
enfocados desde el punto de vista del papel de los distintos niveles de selección. Especial mención merece el primero de ellos
(“Levels of selection: burying the units-of-selection debate and unearthing the crucial new issues”).
(3) Suplemento especial al volumen 150 de la revista “American Naturalist” dedicado íntegramente a la selección multinivel en el que
se publican artículos firmados por los autores más prestigiosos que trabajan sobre el tema.
Capítulo 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES
La evolución biológica consiste en el cambio en las características hereditarias de grupos de organismos a través
de las generaciones. Ocurre como consecuencia de varios procesos fundamentales, tanto aleatorios como no aleato-
rios. La variación en las características de los organismos de una población se origina a través de la mutación al azar
de secuencias de ADN (los genes) que las determinan. Además, la variación genética aumenta por recombinación
durante la reproducción sexual, que produce nuevas combinaciones de genes, y también por el flujo génico, es decir,
la entrada de nuevos genes desde otras poblaciones. El cambio evolutivo dentro de una población consiste en un
cambio en las frecuencias génicas y genotípicas. Los dos principales procesos impulsores del cambio evolutivo son
la selección natural y la deriva genética. La selección natural resulta de cualquier diferencia heredable en la tasa de
supervivencia o reproducción entre organismos portadores de diferentes alelos o genotipos (diferencias en eficacia
biológica). En la mayoría de los casos, las circunstancias ambientales determinan qué variante tiene la mayor efica-
cia biológica, y una consecuencia común de la selección natural es la adaptación, una mejora en la habilidad media
de los miembros de la población para sobrevivir y reproducirse en su ambiente. La deriva genética resulta de la
variación al azar en la supervivencia y reproducción de los diferentes genotipos. En la deriva genética, las frecuen-
cias de los alelos fluctúan por puro azar. Ocasionalmente, un alelo reemplazará a los otros (es decir, se fijará en la
población). La deriva genética es la fuerza predominante cuando los alelos de un gen son neutros, esto es, cuando no
difieren substancialmente en sus efectos sobre la supervivencia o la reproducción, y actúa más intensamente cuanto
más pequeña es la población. La deriva genética resulta en cambio evolutivo, pero no en adaptación, aunque en
combinación con la selección puede favorecerla.
ción siguiente. Esta nueva generación tiene un acervo ción en ese locus, ya que las frecuencias alélicas no pue-
génico reconstruido, que puede diferir del de la genera- den cambiar de una generación a otra. Por el contrario, si
ción anterior. en otra población hay dos alelos en ese locus, sí puede
Las poblaciones son dinámicas; pueden crecer y ex- haber cambio evolutivo en ese locus porque la frecuencia
pansionarse o disminuir y contraerse mediante cambios de un alelo puede incrementar a expensas de la del otro.
en las tasas de nacimiento o mortalidad, o por migración Esto supone que cuanto mayor sea el número de loci va-
o fusión con otras poblaciones. Esto tiene consecuencias riables y más alelos haya en cada locus variable, mayor
importantes y, con el tiempo, puede dar lugar a cambios será la probabilidad de que las frecuencias alélicas cam-
en la estructura genética de la población. bien en algún locus.
Del examen fenotípico de los individuos de una po-
blación se deduce la existencia de variaciones fenotípicas,
Equilibrio Hardy-Weinberg
muchas de las cuales provienen de la diversidad genética
subyacente. Cuando existe correspondencia biunívoca e
En 1908, G.H. Hardy y W. Weinberg demostraron, por
inequívoca entre fenotipo y genotipo, podemos calcular
separado, que “en una población panmíctica (es decir,
las “frecuencias alélicas”. Por ello, primero es necesario
donde los individuos se aparean al azar), de gran tamaño
conocer la naturaleza genética de los caracteres variables,
y donde todos los individuos son igualmente viables y
mediante el análisis de los resultados de determinados
fecundos, el proceso de la herencia, por sí mismo, no cam-
apareamientos, y entonces podremos definir la población
bia las frecuencias alélicas ni genotípicas de un determi-
por el número relativo de genotipos de cada clase en los
nado locus” (Apéndice 2). En esencia, el principio de
adultos (frecuencias genotípicas) y el número relativo de
Hardy-Weinberg enuncia que, en ausencia de fuerzas, la
alelos de cada tipo en los gametos (frecuencias alélicas).
descripción del sistema no cambia en el tiempo una vez
Supongamos un gen con los alelos A y a, y sean nAA,
alcanzado el equilibrio, y que la consecución de éste pue-
nAa y naa los números de individuos con los genotipos AA,
de llevar una o más generaciones, dependiendo de las res-
Aa y aa, respectivamente, de modo que nAA+ nAa+naa=N,
tricciones físicas impuestas por la organización del
siendo N el nº total de individuos de la población. Si re-
genoma.
presentamos por X, Y y Z las proporciones de los genotipos
La relación general entre frecuencias alélicas y geno-
AA, Aa y aa en la población, las frecuencias genotípicas
típicas puede describirse en términos algebraicos: si p es
serán:
la frecuencia de A1 y q es la de A2, se cumple que p+q=1 si
n AA n Aa naa no existen más que esos dos alelos. Las frecuencias geno-
X AA = , YAa = y Z aa = , de forma que
N N N típicas de equilibrio vienen dadas por: p2 (A1A1), 2pq
XAA+YAa+Zaa=1. (A1A2), q2 (A2A2). Por ejemplo, si p=0.6 y q=0.4, las fre-
cuencias genotípicas son: p2= 0.36 (A1A1), 2pq=0.48
Las frecuencias alélicas (denominemos p a la frecuen- (A1A2), q2=0.16 (A2A2). Obsérvese que las frecuencias ge-
cia de A y q a la de a) se calculan a partir del número de notípicas resultan del desarrollo de (p+q) (p+q)= (p+q)2 =
individuos de cada genotipo: p2 + 2pq + q2. Con valores cualesquiera de p y q y con
apareamiento aleatorio, una generación es suficiente para
2nAA + nAa nAA + 12 nAa 2n + n naa + 12 nAa
p= = , y q = aa Aa = , alcanzar el equilibrio en las frecuencias alélicas y genotí-
2N N 2N N picas (Tabla 1). La Figura 1 muestra las frecuencias geno-
típicas de equilibrio para distintos valores de las frecuen-
o bien a partir de las frecuencias genotípicas:
cias alélicas. Obsérvese que la frecuencia de heterocigo-
tos no puede superar el valor 0.5.
n AA + 12 n Aa n AA 1 n Aa
p= = + = X AA + 12 YAa En una población en equilibrio, la frecuencia de hete-
N N 2 N rocigotos es relativamente más alta cuanto más raro sea el
n + 1n n 1 n Aa fenotipo recesivo (Tabla 2). Por ejemplo, una de cada
q = aa 2 Aa = aa + = Z aa + 12 YAa
N N 2 N 20,000 personas son albinas, por lo que, suponiendo equi-
librio para el carácter, q2 = 1/20,000= 0.00005, y q = 0.007,
Como p+q=1, basta calcular p para conocer q: q=1-p.
y p = 0.993. En ese caso, 2pq = 0.014. Puesto que 0.014/
Es decir, “la frecuencia del alelo A se determina su-
0.00005 = 290, en las poblaciones humanas hay 290 ve-
mando la mitad de la frecuencia de heterocigotos a la fre-
ces más heterocigotos que homocigotos recesivos para el
cuencia de homocigotos AA”, y “la frecuencia del alelo a
albinismo. Esto es una muestra de la dificultad de elimi-
es igual a la suma de la mitad de la frecuencia de
nar de las poblaciones los caracteres deletéreos recesi-
heterocigotos y la proporción de homocigotos aa” (Apén-
vos, ya que la mayoría se encuentran en estado heteroci-
dice 1).
gótico inexpresado y contra ellos no puede actuar la se-
A nivel genético, el cambio evolutivo en una pobla-
lección.
ción puede describirse como cambio en las frecuencias
de los diferentes alelos y en las frecuencias genotípicas.
Equilibrio Hardy-Weinberg para alelos múltiples
Si todos los individuos de una población son genética-
mente idénticos para un cierto locus, es decir, son homo- Para los genes con más de dos alelos se pueden adop-
cigotos para el mismo alelo (p=1), no puede haber evolu- tar tres soluciones:
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 85
0,8
+(A2A2)+ 2qr (A2A3)+ r2 (A3A3)
0,7
0,6 A1A1
Equilibrio Hardy-Weinberg para un gen
0,5 A1A2
ligado al sexo
0,4 A2A2
0,3
Si el determinismo cromosómico del
0,2
sexo es XX/XY, el número de genotipos
posibles aumenta a 5: A1A1, A1A2 y A2A2 en 0,1
hembras y A1 y A2 en machos. Si p es la 0
frecuencia de A1 y q la de A2, las frecuen- 0 0,2 0,4 0,6 0,8 1
2
cias genotípicas de equilibrio son p (A1A1), Frecuencia de A2
2pq(A1A2) y q2(A2A2) en las hembras, y p(A1)
y q(A2) en los machos. En éstos, las frecuen-
cias alélicas coinciden con las frecuencias Figura 1. Frecuencias genotípicas predichas por el principio de Hardy-Weinberg,
en función de las frecuencias alélicas. Obsérvese que la frecuencia de
genotípicas.
heterocigotos no puede sobrepasar el valor 0.5.
Si existe apareamiento aleatorio, las fre-
cuencias genotípicas serán estables tanto en
machos como en hembras (Tabla 3), siem- Tabla 2
pre que las frecuencias alélicas (p y q) sean Frecuencia relativa de alelos deletéreos enmascarados en los heterocigotos con
idénticas en ambos sexos. Si hubiese dife- respecto a la frecuencia de homocigotos recesivos
rencia en las frecuencias alélicas de machos
y hembras, la población no estaría en equi- q 2pq / q2 Observaciones
librio. Por ejemplo, en una población con 0.5 2 Hay 2 veces más heterocigotos que homocigotos recesivos.
las proporciones 0.2A1 : 0.8A2 en los ma-
chos y 0.2A1A1 : 0.6A1A2 : 0.2A2A2 en las 0.1 18 Hay 18 veces más heterocigotos que homocigotos recesivos.
hembras, la frecuencia de A1 es 0.2 en los 0.01 198 Hay 198 veces más heterocigotos que homocigotos recesivos.
machos y 0.5 en las hembras. ¿Cuáles se-
rían las frecuencias de equilibrio de los 5 0.001 1998 Hay 1998 veces más heterocigotos que homocigotos recesivos.
genotipos? ¿Cuánto se tardaría en alcanzar
esas frecuencias?
Como en los machos sólo hay un cromosoma X y en do al sexo en una población reproductora con el mismo
las hembras dos, los machos llevarán 1/3 de todos los número de machos que de hembras, será igual a 1/3 de la
alelos de genes ligados al sexo, y las hembras llevarán 2/ frecuencia en machos más 2/3 de la frecuencia en hem-
3. En consecuencia, la frecuencia media de un alelo liga- bras: peq= 1/3 pm + 2/3 ph= (pm+2ph)/3.
86 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
0,40 pm
En la siguiente generación: pm’’=0.35 y
’’ 0,35 ph
ph = (0.35+0.5)/2= 0.425.
’’’
En la siguiente: pm =0.425 y 0,30 pt
ph’’’=(0.35+0.425)/2= 0.3875. 0,25
En la 4ª: pmiv= 0.3875 y phiv= 0.40625. 0,20
En la 5ª: pmv= 0.40625 y phv= 0.396875.
0,15
En la 6ª: pmvi= 0.396875 y
vi 0 1 2 3 4 5 6 7
ph = 0.4015625.
Generaciones
Los valores de p se irán aproximando al
valor de equilibrio (0.4) a través de las ge-
neraciones (Fig. 2). El Apéndice 3 muestra Figura 2. Evolución de frecuencias alélicas desiguales en machos (pm) y hembras
al cabo de cuántas generaciones se alcan- (ph) para un gen ligado al sexo. Las diferencias se reducen a la mitad en cada
zan los valores de equilibrio. generación y tienden a igualarse en la media ponderada de ambas
(pt =1/3pm + 2/3ph).
Nótese que la relación entre la frecuen-
cia del fenotipo recesivo ligado al sexo en
los machos y en las hembras es q/q2, o sea, 1/q. Si q= 0.1, Equilibrio para dos loci
la frecuencia de machos recesivos es 10 veces mayor que
la frecuencia de hembras homocigóticas recesivas. Sin El alcanzar el equilibrio en las frecuencias genotípicas
embargo, si q= 0.0001, 1/q= 10,000, es decir, la frecuen- después de una generación de panmixia es cierto para to-
cia de machos recesivos es 10,000 veces mayor. De este dos los loci autosómicos al ser considerados separada-
modo, cuanto más pequeña es q mayor es, relativamente, mente, pero no es cierto cuando se consideran dos o más
la frecuencia del fenotipo recesivo en los machos. Por loci a la vez. Para dos loci, por ejemplo Aa y Bb, el núme-
ejemplo, la hemofilia ligada al sexo tiene una frecuencia ro de genotipos diferentes es 32 (Tabla 4).
fenotípica en los varones de 1/10,000. En contraste, la
frecuencia de mujeres homocigóticas sería 0.00012, o sea, Tabla 4
una de cada 100 millones, un valor esperado que está de Combinaciones genotípicas para dos loci dialélicos (A/a y B/b)
acuerdo con los poquísimos casos observados de mujeres AA Aa aa
hemofílicas.
El Apéndice 4 muestra algunos ejemplos prácticos BB AABB AaBB aaBB
para probar si las poblaciones naturales muestran equili-
Bb AABb AaBb aaBb
brio Hardy-Weinberg para loci autosómicos, ligados al
sexo y con alelos múltiples. bb AAbb Aabb aabb
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 87
• Procesos “direccionales”, que cambian las frecuencias El cambio en la frecuencia alélica, ∆q, en una genera-
de forma predecible en cantidad y dirección (las po- ción es:
blaciones se consideran de tamaño infinito). Analiza-
∆q= q1 - q0 = q0 - m (q0 - Q) - q0= - m (q0 - Q)
remos los efectos de la migración, la mutación y la se-
lección. Por tanto, el efecto de la migración sobre las frecuen-
• Procesos “dispersivos”, que se dan en poblaciones pe- cias alélicas (∆q) depende del índice de migración (m) y
queñas por efecto de muestreo. Los cambios de fre- de la diferencia genética entre las poblaciones (q - Q).
cuencia son predecibles en cantidad, pero no en direc- Después de una generación de migración, la diferen-
ción. Es el caso de la deriva genética y la consanguini- cia entre las frecuencias alélicas de las dos poblaciones
dad, aunque esta última puede darse también en pobla- será:
ciones grandes con apareamiento no aleatorio.
q1 - Q = q0 (1-m) + Qm - Q = q0 (1-m) - Q (1-m) =
La migración (flujo génico) = (1-m) (q0 - Q)
En la siguiente generación:
Las poblaciones raramente son sistemas cerrados. Por
q2= q1 (1-m) + Qm = (q0 - q0m + Qm) (1-m) + Qm
lo regular, se produce cierta cantidad de transferencia de
genes, lo cual es más probable cuando las poblaciones se y la diferencia genética entre las dos poblaciones:
hallan estrechamente relacionadas espacial y genética-
q2 - Q = (q0 - q0m + Qm) (1-m) + Qm - Q = q0 - q0 m +
mente. Entre las poblaciones adyacentes de una especie
Qm - q0 m + q0m2 - Qm2+ Qm - Q = q0 - 2q0 m + q0 m2 +
el flujo de genes puede ser grande, por lo que es de espe- 2Qm - Qm2 - Q = q0 (1 - 2m + m2) - Q (1 - 2m + m2);
rar que las poblaciones contiguas posean una composi-
ción génica más semejante que las que están más alejadas Por tanto,
geográficamente. Por ello, la migración entre grupos geo- q2 - Q = q0 (1-m)2 - Q (1-m)2 = (1-m)2 (q0 - Q)
gráficamente aislados es un suceso de gran importancia
porque los complejos génicos de adaptación se rompen, Al cabo de n generaciones de migración, la frecuencia
las frecuencias alélicas se alteran y, en general, todas las alélica vale:
diferencias genéticas entre las poblaciones se reducen. qn= qn-1 (1-m) + Qm
La eficacia del intercambio de genes depende de la y la diferencia genética entre las poblaciones es:
estructura de las dos poblaciones (emigrante y receptora)
y, más específicamente, de la cantidad de migración (ín- qn - Q = (1-m)n (q0 - Q)
dice de migración, m) y de la magnitud de la diferencia en Para conocer otros modelos sobre el flujo génico, con-
frecuencias génicas entre las dos poblaciones. sultar Fontdevila y Moya (1999).
Para considerar lo anterior en términos cuantitativos,
imaginemos un modelo más teórico. Para simplificar el
problema, consideremos que la migración efectiva es La mutación
unidireccional, es decir, que se da desde una población
grande (p. ej. continental) a otra menor y parcialmente Las mutaciones pueden ocurrir una sola vez (muta-
aislada (p. ej. insular). Supongamos un gen con dos alelos ciones “no recurrentes”) o bien darse con una cierta tasa
(A1 y A2) y un índice de migración m constante del conti- (“recurrentes”). Estas últimas pueden ser “reversibles” o
nente a la isla. La frecuencia del alelo A2 se representa por “irreversibles”. Las mutaciones génicas y cromosómicas
Q en el continente y por q en la isla. muestran una diferencia fundamental: las primeras sue-
Se considera constante el valor de Q, porque la frac- len ser recurrentes, mientras que las reordenaciones
ción que se pierde en cada generación (m) es muy peque- cromosómicas pueden considerarse como un suceso muy
ña en comparación con el tamaño de la población conti- raro y probablemente único. Las reordenaciones
nental. Sin embargo, el valor de q cambia en cada genera- cromosómicas provienen de dos fracturas que pueden pro-
ción porque al ser pequeña la población insular, una parte ducirse casi al azar a lo largo de los cromosomas, por lo
importante de su acervo génico estará formada por que es muy poco probable que se repita una reordenación
inmigrantes y sus descendientes. en dos ocasiones diferentes y por fracturas precisamente
En toda generación, una fracción de la población in- en los mismos puntos. Por eso, las reordenaciones
sular es de inmigrantes (m) y el resto de los individuos cromosómicas se suelen considerar como sucesos únicos.
son endémicos (1-m). El valor de q en cada generación es Como demostró Fisher (1930), las mutaciones no re-
la media ponderada de Q y q, es decir, el promedio de las currentes tienen una probabilidad de permanecer en las
frecuencias Q y q ponderado por las fracciones relativas poblaciones dependiendo, en principio, del número de
de la población insular que representan. Si denominamos descendientes que tenga el individuo mutante: a mayor
q0 a la frecuencia de A2 en la generación inicial, la fre- número de descendientes la probabilidad de permanecer
cuencia en la primera generación (q1) será: será mayor. No obstante, la probabilidad de permanecer
disminuye constantemente generación tras generación, lo
q1= q0 (1-m) + Qm= q0 - q0m + Qm= q0 - m (q0 - Q) que indica que una mutación única, sin ventaja selectiva,
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 89
Los efectos de la selección dependen del grado de crementos de q se dan pronto en los casos recesivo y adi-
dominancia tivo, y tarde en el dominante. En cada caso, el mayor cam-
bio se produce cuando la población alcanza la frecuencia
Si la desventaja de A2 es recesiva (h=0), la eficacia máxima de heterocigotos.
biológica media de la población valdrá w = 1-2pqsh- Por un razonamiento similar, se deduce que la selec-
sq2=1-sq2, la frecuencia de A2 en la generación siguiente ción elimina más rápido los alelos deletéreos raros cuan-
será do son dominantes que cuando son recesivos (ver aparta-
do siguiente), e incrementa más rápido la frecuencia de
q − pqsh − sq 2 q − sq 2 q (1 − sq ) , y el cambio un nuevo alelo beneficioso cuando es dominante, como
q1 = = =
1 − 2 pqsh − sq 2 1 − sq 2 1 − sq 2 se observa frecuentemente con los genes de resistencia a
insecticidas.
en frecuencia:
Tiempo necesario para los cambios en frecuencia
− spq[ q + h( p − q)] − spq 2 producidos por la selección
∆q = =
1 − 2 pqsh − sq 2 1 − sq 2
Cuando s es pequeño, la eficacia biológica media val-
De la misma forma, si la desventaja de A2 es dominan- drá prácticamente 1, por lo que las ecuaciones anteriores,
te (h=1): que miden el cambio en frecuencia por selección, pueden
resumirse al numerador simplemente:
q(1 − s ) − sp 2 q
w = 1 − s + sp 2 , q1 = 2 e ∆q = ∆q = − sq 2 (1 − q) , si la desventaja de a es recesiva,
1 − s + sp 1 − s + sp 2
∆q = − sq(1 − q) 2 , si es dominante, y
Si la desventaja de A2 fuese aditiva (h=½):
1
∆q = − sq(1 − q) , si la acción génica es aditiva.
q − 1 2 sq(1 + q ) − 1 2 spq 2
w = 1 − sq , q1 = e ∆q =
1 − sq 1 − sq Además, el fenómeno se puede tratar como un proce-
so continuo, por lo que para averiguar el número de gene-
Para cualquier tipo de acción génica, la selección es raciones necesarias para que se produzca un determinado
más eficaz, dado un valor de s, para valores intermedios cambio en la frecuencia alélica, desde un valor inicial q
de q, puesto que con valores de q próximos a 1 ó a 0, ∆q hasta el valor qn, podemos expresar las ecuaciones ante-
es pequeño. La Figura 3 muestra la evolución de la fre- riores en forma diferencial. Si la desventaja es recesiva,
cuencia de un alelo (A2), que confiere una desventaja se-
dq 1
lectiva (s= 0.1) y cuya frecuencia es inicialmente q= 1. Se = − sq 2 (1 − q ) , por lo que 2 dq = − sdt . Inte-
observa que su frecuencia disminuye rápidamente si la dt q (1 − q)
desventaja de A2 es recesiva o aditiva, pero tarda en dis- grando esta ecuación diferencial entre las generaciones 0
minuir si la desventaja de A2 es dominante. Para com- y n (Apéndice 7a) obtenemos:
prender esto, pensemos en una población con elevada fre-
cuencia de A2. El genotipo más frecuente será A2A2 y, en 1 1 1 q (1 − qn )
n= − +L 0
menor medida A1A2, siendo los homocigotos A1A1 muy s n
q q0 qn (1 − q0 ) . Usando el mismo procedi-
raros. Si la desventaja de A2 es recesiva, los valores de
eficacia biológica de los tres genotipos serán 1, 1 y 1-s 1 1 1 q (1 − qn )
miento, obtenemos n = − +L 0 , si
para A1A1, A1A2 y A2A2, respectivamente. s 1 − q0 1 − qn qn (1 − q0 )
Como los dos genotipos predominantes en
la población tienen diferente eficacia bio-
lógica, la selección actuará intensamente
1
desde el primer momento, por lo que el 0,9
cambio en la frecuencia de A2 es grande 0,8
desde el principio. En el caso aditivo, los 0,7
tres genotipos difieren en eficacia biológi- 0,6 h=0
ca, por lo que el cambio en frecuencia siem- 0,5 h=1
q
Eficacia biológica 1 1 0
Un interesante caso particular es cuan-
do el homocigoto recesivo (A2A2) es letal Frecuencia después de la selección p2 2pq 0 w = p2+2pq
(s=1) (Tabla 11). La frecuencia de A2 tras
una generación de selección es:
Tabla 12
pq pq q q Selección gamética
q1 = = = =
p + 2 pq
2
p( p + 2q) p + q + q 1 + q Genotipos
q A1 A2 Total
q1 1+ q q q Frecuencia inicial p q 1
q2 = = = =
1 + q1 1 + q 1 + q + q 1 + 2q
Eficacia biológica 1 1-s
1+ q
q Frecuencia tras selección p q (1-s) w = p+q-sq= 1-sq
qn =
1 + nq
De aquí podemos despejar n: Por lo tanto, qn disminuye tanto más deprisa cuanto
q mayor sea el valor inicial de q y menor el número de ge-
qn = ; qn (1 + nq ) = q ; qn + nqqn = q ; neraciones transcurridas. No obstante, como es de supo-
1 + nq
ner que los letales recesivos muestren una frecuencia baja
q − qn 1 1 en las poblaciones naturales, su eliminación es un proce-
n= = − so lento.
qqn qn q
0,4
Según esta expresión, cuando q es ma- 0,3
yor que qeq, ∆q es negativo y la frecuencia 0,2
de A2 disminuye tendiendo hacia qeq. Cuan- 0,1
0
do q es menor que qeq, ∆q es positivo y la
1 26 51 76 101 126 151 176 201 226 251
frecuencia de A2 aumenta tendiendo hacia
Generaciones
qeq. Por eso el equilibrio es estable.
La sobredominancia es un fenómeno
muy raro que provoca que los alelos de un Figura 4. Equilibrio estable causado por selección a favor de heterocigotos (lí-
locus lleguen al equilibrio estable (Fig. 4). nea continua gruesa) y equilibrio inestable debido a selección contra
También es aplicable en el caso de genes heterocigotos (línea discontinua).
letales. Si, por ejemplo, los genotipos A1A1,
A1A2 y A2A2 tienen eficacias biológicas 1-s, Tabla 14
1 y 0, respectivamente, por ser A2 un alelo Selección en contra de heterocigotos (subdominancia)
letal recesivo, pero el heterocigoto es supe-
rior al homocigoto normal, la frecuencia de Genotipos A1A1 A1A2 A2A2 Total
Frecuencia
una tasa u. El lastre genético es L=sq2. 0,5
Cuando existe equilibrio mutación-selec- 0,4
0,3
u
ción, qeq = , y entonces: 0,2
s 0,1
2 0
u
L= 2
sqeq = s = s u = u ; L = u. 0 20 40 60 80 100
Generaciones
s s
En los casos de desventaja aditiva y do- Figura 5. Incremento de la eficacia biológica media (línea gruesa) en una pobla-
minante de A2, el lastre (L=2u) es el doble ción donde está actuando la selección (s= 0.1) contra un alelo con acción
que cuando la acción génica es recesiva. génica aditiva, en paralelo con la disminución en frecuencia del alelo
El lastre segregacional se da en casos desfavorecido (línea fina).
de polimorfismo equilibrado en los que los
heterocigotos, favorecidos por la selección, 1
segregan constantemente homocigotos des- 0,9
favorables. El lastre segregacional se cal- 0,8
cula a partir de la eficacia biológica media 0,7
de una población donde está actuando la 0,6
Frecuencia
0,4
bios en las frecuencias alélicas y genotípi- 0,3
cas derivados de la actuación de la selec- 0,2
ción natural. Cabe preguntarse, a continua- 0,1
ción, cuáles son los efectos de la selección 0
sobre la eficacia biológica media de la po- 1 26 51 76 101 126 151 176 201 226
blación, ya que ésta puede ser un indicador Generaciones
del grado de adaptación de la población en
el ambiente donde vive. Según el “teorema Figura 7. Desaparición de un alelo por deriva genética en una población con
N= 100.
fundamental de Fisher”, el cambio en la
eficacia biológica media de una población
donde está actuando la selección natural, es proporcional de una población donde está actuando la selección (s= 0.1)
a la varianza genética aditiva en la eficacia biológica me- contra un alelo con acción génica aditiva. Se observa que
dia de la población. Como esta varianza no puede ser ne- la eficacia biológica media crece conforme decrece la fre-
gativa, se deduce que la selección incrementa la eficacia cuencia del alelo deletéreo. Esta es la forma en que la
biológica media de la población sobre la que actúa. La selección mejora la adaptación. Esto es cierto siempre que
Figura 5 muestra el cambio en la eficacia biológica media los valores de eficacia biológica asociados a cada genoti-
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 97
po se mantengan constantes. No lo es, por ejemplo, en el siquiera 600 caras y 400 cruces (frecuencia de cara= 0.6).
caso de selección dependiente de la frecuencia. En otros No nos sorprendería, en cambio, obtener 504 caras y 496
casos, existe un límite para el incremento en la eficacia cruces, en cuyo caso la frecuencia de caras sería 0.504 y
biológica media. Cuando existe sobredominancia, la efi- la diferencia con el 0.5 esperado de tan sólo 0.004. Por
cacia biológica media crece si las frecuencias alélicas no tanto, cuanto mayor es la muestra más cerca está la fre-
son las de equilibrio pero, cuando se alcanza éste, la va- cuencia observada de la esperada (0.5).
rianza aditiva es nula y la eficacia biológica media se es- En las poblaciones, cuanto mayor sea el número de
tabiliza en un valor inferior a 1 (Fig. 6). Esto es debido al individuos que dan origen a la siguiente generación más
lastre segregacional, es decir, a la generación de homoci- cerca estará la frecuencia observada (en la generación
gotos con menor eficacia biológica en cada generación. descendiente) de la frecuencia esperada (la de la genera-
El valor de la eficacia biológica media ( w ) de la po- ción parental). Por el contrario, si para comenzar una nue-
blación en el equilibrio puede calcularse sustituyendo los va generación se eligen tan sólo unos pocos progenitores,
valores de peq y qeq en la ecuación de la eficacia biológica esa muestra tan pequeña puede no ser representativa de
media: su generación y, por tanto, las frecuencias alélicas de la
generación siguiente pueden desviarse mucho de las de la
w = 1 − sp 2 − tq 2 = 1 − spe − tqe =
2 2 generación anterior.
Supongamos una población de N individuos diploides
st 2 ts 2 st 2 − ts 2 constituida por fecundación de 2N gametos tomados al
=1− − = 1 − = azar de un acervo infinito de gametos. La probabilidad de
(s + t )2 (s + t )2 (s + t ) 2
que la muestra de 2N gametos contenga i del tipo A1 viene
st (t + s ) st dada por la expresión binomial:
=1− =1−
(s + t) 2
s+t (2N )!
Pr(i) = pi q 2 N −i , donde p y q son las frecuencias
i!(2N − i)!
En el caso de la figura anterior, w = 0.933.
de los alelos A1 y A2, respectivamente, en el acervo
gamético completo (de forma que p+q=1), e i puede to-
Deriva genética mar cualquier valor entero entre 0 y 2N. La nueva fre-
cuencia alélica de A1 en la población (p’) es i/2N, es decir,
Las poblaciones de organismos constan de un número el cociente entre el número de alelos A1 (i) y el total de
limitado de individuos. Debido a que las poblaciones son alelos (2N). En la siguiente generación, se repite el proce-
finitas en número, las frecuencias génicas pueden cam- so de muestreo aleatorio, y la nueva probabilidad de que
biar por un puro proceso de azar conocido como “deriva la población contenga un número dado de alelos A1 (i)
genética”. viene también expresada por la probabilidad binomial
Supongamos que en cierta población existen dos anteriormente mencionada, ahora para las frecuencias p’
alelos, A1 y A2, con frecuencias 0.4 y 0.6. La frecuencia de y q’. Por ello, la frecuencia alélica puede cambiar al azar
A1 en la siguiente generación puede ser menor (o mayor) de generación en generación (Fig. 7).
de 0.4 debido simplemente a que, por azar, el alelo A1 esté
presente menos (o más) frecuentemente entre los gametos Modelo de Fisher-Wright
que forman los cigotos de esta generación.
La deriva genética es un caso particular de los errores Aunque es virtualmente imposible predecir los cam-
de muestreo. La magnitud de los errores de muestreo es bios en frecuencia alélica, debidos a la deriva genética,
inversamente proporcional al tamaño de la muestra: cuan- en una sola población, el comportamiento promedio de
to menor es la muestra mayores son sus efectos. En el las frecuencias alélicas en un número grande de poblacio-
caso de los organismos, cuanto menor es el número de nes sí puede predecirse. Supongamos que una población
reproductores en una población, probablemente mayores inicial infinitamente grande se divide en un gran número
serán los cambios en las frecuencias alélicas debidos a la de subpoblaciones de tamaño N y que se cumplen las si-
deriva genética. guientes condiciones: 1) Existe igual número de machos
Es sencillo ver por qué hay una relación inversa entre que de hembras, 2) el tamaño de cada subpoblación se
el tamaño de la muestra y el error de muestreo: Si tiramos mantiene constante, 3) el apareamiento es al azar dentro
una moneda una vez, la probabilidad de obtener cara es de cada subpoblación, 4) no existe migración entre
0.5, pero saldrá cara (en cuyo caso la frecuencia de caras subpoblaciones, 5) la mutación no afecta, y 6) la selec-
es 1) o bien saldrá cruz (en cuyo caso la frecuencia de ción no actúa. El modelo se refiere a un conjunto de
caras es 0). Si tiramos la moneda 10 veces, es probable subpoblaciones, conceptualmente infinito, que se com-
que obtengamos varias caras y varias cruces; nos sorpren- portan todas ellas de la misma forma y de las cuales sólo
deríamos si obtuviésemos 10 caras, pero no si, por ejem- una subpoblación, o varias, tienen existencia material.
plo, obtuviésemos 6 caras y 4 cruces. La frecuencia de Fisher (1930) y Wright (1931) consideraron las conse-
caras sería 0.6 en vez de la esperada 0.5. La diferencia cuencias del muestreo binomial que ocurre en poblacio-
observada es sólo 0.1 en este caso. Si lanzamos la mone- nes pequeñas a lo largo de muchas generaciones. El mo-
da 1000 veces, no esperaríamos obtener 1000 caras, ni delo que desarrollaron, conocido como “modelo de Fisher-
98 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
1 2
A1 hasta su fijación (0, , ,...,1) . Tabla 16
2N 2N
Los estados 0 y 2N (frecuencias 0 y 1) Evolución de la distribución de frecuencias de subpoblaciones con diferente
se denominan “absorbentes” porque, en au- número de alelos A1, con frecuencia inicial 0.5 y N=2. H es la heterocigosis
sencia de mutación, una población que se media de todas las subpoblaciones.
encuentre en ellos no puede cambiar a otro Número de alelos
estado. Si se encuentra en cualquier otro Generación 0 1 2 3 4 H
estado, sin embargo, puede cambiar a un
estado diferente, es decir, a otra frecuencia 0 0 0 1 0 0 0.5
alélica. Para cualquier cambio de estado, la 1 0.0625 0.2500 0.375 0.2500 0.0625 0.375
probabilidad es mayor para los cambios 2 0.1660 0.2109 0.2461 0.2109 0.1660 0.2812
pequeños (p. ej. pasar del estado 1 al 2) que 3 0.2490 0.1604 0.1812 0.1604 0.2490 0.2109
para los grandes (del 1 al 2N). La probabi- 4 0.3117 0.1205 0.1356 0.1205 0.3117 0.1582
lidad de que la población derive desde el
5 0.3587 0.0904 0.1018 0.0904 0.3587 0.1187
estado i al estado j se conoce como “proba-
bilidad de transición” (Tij), y se calcula, apli- n 0.5 0 0 0 0.5 0
cando la ecuación de la probabilidad
binomial, que vimos anteriormente, como:
T00 T01 T02 ... T0,2N
(2 N )! i
j
i
2N − j
Tij = 1 − T10 T11 T12 ... T1,2N
j!(2 N − j )! 2 N 2 N
X' = XT=(X0 X1 X2 ... X2N ) T20 T21 T22 ... T2,2N =
Las probabilidades de transición pueden ponerse en
... ... ... ... ...
una matriz T cuyos elementos Tij expresan la probabili-
dad de transición desde el estado i al estado j, pudiendo T
2N,0 T2N,1 T2N,2 ... T2N,2N
=(X'0 X'1 X'2 ... X'2N )
tomar i y j los valores 0, 1, 2, ..., 2N. Esta matriz contiene
todo lo necesario para predecir la distribución esperada
de poblaciones en los distintos estados a lo largo de las
donde X j = ∑ X iTij .
generaciones. Este tipo de modelo matemático, expresa- '
alelo. Las cadenas de Markov convergen hacia una distri- Fisher y Wright abordaron también la estimación del
bución estacionaria en que la probabilidad de estar en el tiempo esperado para la fijación. Fisher (1922) apuntó
estado i en la generación n permanece constante a lo lar- que este problema podría resolverse aplicando la ecua-
go de las generaciones. Este estado “estacionario” se ca- ción de difusión del calor a lo largo de una barra sólida,
racteriza porque la distribución de probabilidades se man- pero la solución tuvo que esperar a Kimura (1955). En
tiene uniforme, es decir, todas las poblaciones que man- esencia, Kimura estimó que el tiempo de fijación depen-
tienen variabilidad están en la misma frecuencia. En el de del tamaño de población y de la frecuencia alélica ini-
estado estacionario se debe cumplir, por tanto, que cial. Por ejemplo, si ésta es 0.5, en 2N generaciones se
π j = ∑ π iTij . Supongamos que la frecuencia inicial del alcanza el estado estacionario (quedando aún aproxima-
i damente la mitad de las poblaciones sin fijar), y en 2.8N
alelo A1 es π0. La única distribución de probabilidad esta- generaciones se habrán fijado todas las poblaciones. Si la
cionaria de la cadena de Markov que especifica el mode- frecuencia inicial de A1 es 0.1, sin embargo, se necesitan
lo de Fisher-Wright es: π=(1-π0, 0, 0, 0, ..., π0), donde el 4N generaciones para llegar a la fase estacionaria, con
número de ceros es 2N-1. Esta distribución estacionaria sólo un 10% de poblaciones sin fijar.
indica que, tras un tiempo suficientemente largo, la pro-
babilidad de estar en el estado 0 (eliminación del alelo Censo efectivo de población
A1) es 1-π0, y la probabilidad de estar en el estado 2N
(fijación del alelo A1) es π0. La consecuencia importante En poblaciones reales, donde el número de individuos
es que “la probabilidad de fijación de un alelo es simple- que se reproducen (transmitiendo sus genes a la siguiente
mente su frecuencia inicial”. generación) es finito, debemos introducir el concepto de
A modo de ilustración con un ejemplo práctico, ima- “censo efectivo” de la población (Ne), que representa “el
ginemos el juego de ‘cara o cruz’ entre dos jugadores con tamaño de una población ideal que experimenta el mismo
las siguientes reglas: 1) Si sale cara, gana el jugador A y descenso de heterocigosis que la población real en estu-
si sale cruz gana el jugador B; 2) si gana A recibe 1 euro dio”. Por tanto, la magnitud del censo efectivo viene de-
de B, y si gana B recibe 1 euro de A; y 3) el juego termina terminada por la intensidad de los efectos de la deriva
cuando un jugador pierde todo su dinero. Según la regla genética. En una población de organismos con reproduc-
3, el juego se acaba cuando se llegue a uno de los dos ción sexual, y sin posibilidades de autofecundación, com-
estados de absorción posibles: A pierde todo o B pierde puesta de Nm machos y Nh hembras reproductores, el cen-
todo. ¿Quién ganará? Si la cantidad de dinero total es nA so efectivo se calcula mediante la expresión:
+ nB = N, la probabilidad de que A gane todo es nA/N
4Nm Nh
(probabilidad de que se fije el alelo A) y la de que B gane Ne = .
todo es nB/N (fijación del alelo B). Por lo tanto, aunque Nm + Nh
el juego parezca ‘equitativo’ porque cada jugador tiene Por ejemplo, una población con 3 machos, que se aparean
una probabilidad 1/2 de ganar en cada lanzamiento, en con 300 hembras tendrá un censo efectivo, Ne, igual a 11.
realidad no lo es si nA es muy diferente de nB. Moraleja: Vemos que las proporciones de sexos no equilibradas re-
si B es un casino cuya banca dispone de una cantidad ducen considerablemente el censo efectivo poblacional,
‘ilimitada’ de dinero, lo más probable es que acabe ga- lo que incrementa la pérdida de heterocigosis por aparea-
nando siempre (sin necesidad de hacer trampas). Esto se miento aleatorio. La fórmula anterior siempre resulta en
conoce como ‘la ruina del jugador’. valores de Ne inferiores a la suma Nm + Nh, excepto cuan-
En el ejemplo de la Tabla 16 se observa que, para una do el número de machos es igual al de hembras, en cuyo
frecuencia inicial de 0.5 para el alelo A1, la mitad de las caso no se utiliza la expresión anterior y Ne se calcula
poblaciones terminan fijándose para ese alelo. También como Nm + Nh + ½.
se observa que la heterocigosis promedio de todas las
subpoblaciones va disminuyendo, según la ecuación Efectos de la deriva genética
n
1 1
H n = 1 − H 0 , donde es la velocidad de desin- El grado de desviación de las frecuencias alélicas (o la
2 N 2N divergencia en frecuencia entre subpoblaciones) puede me-
tegración, es decir, la pérdida de heterocigosis por apa- dirse matemáticamente mediante la desviación estándar
reamiento aleatorio (ver apartado “Consanguinidad en po- de la distribución binomial de las frecuencias alélicas:
blaciones finitas”).
pq
Fisher y Wright extendieron su modelo para incluir σ=
los efectos de la mutación y la selección. ¿Cómo afectan 2 N e . Por ejemplo, si comenzamos una población
estas fuerzas a la matriz de transición? Con mutación re- de organismos diploides con 2500 reproductores de cada
currente reversible, los dos estados absorbentes desapa- sexo, y p=q=0.5, la desviación de las frecuencia alélicas,
recen. La selección también afecta a los elementos de la
matriz de probabilidad de transición, pero continúan sien- 0.5 × 0.5
en una generación, será σ = = 0.005 . Esto sig-
do constantes y, por ello, la teoría de la cadena de Markov 10001
es aplicable también en este caso. No obstante, dada su nifica que, en la generación siguiente, las frecuencias alé-
complejidad, no consideraremos aquí estos modelos. licas de esa población(es) fluctuarán alrededor de ciertos
100 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
alélicas de muchos loci, en los pocos colonizadores, pue- babilidad de que se den apareamientos al azar entre pa-
den ser diferentes a las de la población de la que proce- rientes es muy baja en una población grande, pero au-
den, y ello puede tener efectos duraderos en la evolución menta considerablemente en una población pequeña.
de tales poblaciones aisladas. Por ejemplo, Carson (1983) Como veremos, si estos apareamientos se producen con
estudió los patrones de bandas de los cromosomas frecuencia, pueden tener poco efecto en el cambio de las
politénicos de las glándulas salivares de las especies de frecuencias alélicas conjuntas, pero pueden tener un efec-
Drosophila de la isla de Hawaii (la más joven del archi- to importante en aumentar la frecuencia de homocigotos.
piélago hawaiano) y demostró que las especies de esta Como regla general, la consanguinidad hará que los genes
isla deben haberse originado a partir de un solo individuo recesivos raros se presenten en homocigosis con una fre-
fundador (o muy pocos) procedente de la vecina isla de cuencia superior que si ocurriese apareamiento aleatorio.
Maui. Estos fundadores aislados portaban patrones de Con esto la selección tendrá una mayor oportunidad de
bandas únicos cuya pista puede seguirse en las especies actuar sobre los genes deletéreos poco frecuentes.
descendientes actuales.
Una demostración del efecto fundador fue realizada Medida de la consanguinidad
por Dobzhansky y Pavlovsky (1957). Iniciaron poblacio-
nes de laboratorio de Drosophila pseudoobscura a partir Para medir la consanguinidad es necesario determinar
de una población en que cierta reordenación cromosómica el grado en que los dos alelos de un individuo cualquiera
del tercer cromosoma (denominada PP) tenía una frecuen- son “idénticos por descendencia”, es decir, son copias de
cia de 0.5. Había dos tipos de poblaciones, unas grandes un mismo alelo ancestral presente en un antepasado de
iniciadas con 5000 individuos y otras pequeñas iniciadas ese individuo.
con 20 individuos cada una. Después de año y medio (unas En la última generación del pedigrí mostrado en la
18 generaciones) la frecuencia media de PP era aproxi- Figura 8, el individuo A1A1 lleva dos alelos idénticos por
madamente 0.3 tanto en las poblaciones grandes como en descendencia, ya que son copia del alelo A1 de su antece-
las pequeñas, pero el rango de variación de las frecuen- sor tres generaciones atrás. El individuo A1A2 también es
cias era considerablemente mayor en las poblaciones pe- homocigótico, pero sus alelos no son idénticos sino simi-
queñas. Al iniciar las poblaciones pequeñas con pocos lares (con la misma expresión fenotípica pero proceden-
fundadores se originaba una considerable variación entre tes de linajes diferentes), y el individuo A1a es heteroci-
poblaciones en la frecuencia de PP. gótico pues sus alelos son diferentes (con distinta expre-
Variaciones fortuitas en las frecuencias alélicas, simi- sión fenotípica).
lares a las del efecto fundador, ocurren cuando las pobla- La medida en que dos alelos de un individuo son idén-
ciones pasan por un “cuello de botella”. Cuando el clima ticos viene expresada por el “coeficiente de consanguini-
y otras condiciones son desfavorables, las poblaciones dad”, F, que es “la probabilidad de que dos alelos de un
pueden reducirse drásticamente en número y corren el ries- locus determinado de un individuo sean idénticos por
go de extinguirse. Tales poblaciones pueden recuperar su descendencia”.
tamaño más tarde, pero la deriva puede alterar considera- Veamos cómo se calcula el coeficiente de consangui-
blemente sus frecuencias alélicas durante el cuello de bo- nidad en genealogías, es decir, cuando se conocen con
tella. (Para más detalles sobre los efectos de la deriva ge- exactitud los árboles genealógicos familiares. En este caso,
nética, ver Hartl y Clark, 1989, y Fontdevila y Moya, puede calcularse con precisión el coeficiente de consan-
1999). guinidad de los descendientes de parejas con antepasados
comunes. Se basa en calcular la probabilidad de que se
Consanguinidad hereden alelos idénticos en cada etapa de la transmisión.
En la genealogía de la Figura 9, para averiguar el coefi-
En la mayoría de las poblaciones la movilidad de los ciente de consanguinidad de X (Fx) tendríamos que cal-
individuos, y en consecuencia la movilidad de sus cular cuál es la probabilidad de que X reciba alelos idén-
gametos, se halla generalmente restringida. Es decir, los ticos de su antecesor A a través de sus padres P y Q. Con-
individuos tienden a aparearse con individuos situados sideremos primero los ancestrales B y C. La probabilidad
en las proximidades. Ello implica que el apareamiento de que los dos reciban el mismo alelo de A (ya sea el de
entre todos los miembros de una población no se realiza origen paterno Ap o el de origen materno Am) es:
por lo general al azar, y el acervo génico de muchas po- prob. Ap y Ap + prob. Am y Am= ½ · ½ + ½ · ½ = ½
blaciones puede consistir en muchos subconjuntos peque-
y la probabilidad de que reciban alelos diferentes es:
ños (subpoblaciones), pudiendo desviarse algunos de ellos
de las características generales del conjunto total. prob. Ap y Am + prob. Am y Ap= ½ · ½ + ½ · ½ = ½.
La “consanguinidad” se produce por la “ocurrencia Pero, incluso si B y C reciben alelos diferentes de A,
de apareamientos entre parientes a una frecuencia supe- éstos podrían todavía ser idénticos si A tiene alguna con-
rior de la que cabría esperar si el apareamiento fuese alea- sanguinidad previa, es decir, si existe la posibilidad de
torio”. Puede haber consanguinidad en poblaciones gran- que los dos alelos de A sean idénticos, que viene dada por
des, como resultado de apareamiento no aleatorio, pero FA. Por tanto, la probabilidad total de que B y C reciban
también puede aparecer en poblaciones pequeñas, aun- alelos idénticos es la suma de la probabilidad de que reci-
que sean panmícticas (ver apartado 3.5.3), ya que la pro- ban copia del mismo alelo de A (Ap y Ap o Am y Am) (que es
102 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
1 −(
n
)
0,9 10 puede aproximarse a Pn = P0 e 2N , de don-
20 de podemos despejar n:
0,8
0,7 50
n
100 Pn −( ) P n P
0,6
= e 2N ; L n = − n = −2 NL n
F 0,5 P0 P0 2N ; P0
200
0,4
0,3
500 y resolver cuestiones como, por ejemplo,
0,2 1000 ¿cuántas generaciones serían necesarias para
reducir un cierto valor de heterocigosis a la
0,1
mitad? Para ello, se ha de cumplir la condi-
0 ción Pn= ½ P0. Sustituyendo,
0 50 100 150 200 250 300 350 400
Generaciones 1
2 P0
n = −2 NL = −2 NL 1 2 = 1.39 N
P0
Figura 10. Consanguinidad (F) en poblaciones finitas.
Homogamia y heterogamia
1
0,9 Los apareamientos consanguíneos son
0,8 un tipo de apareamiento no panmíctico cuya
0,7 consecuencia principal es el incremento de
0,6
autofecundación
la homocigosis para todos los genes. Pero
F 0,5 hermanos existen otros tipos de apareamientos no
0,4 medio hermanos panmícticos realizados, no en base a lazos
0,3 de parentesco, sino a la similitud fenotípi-
0,2
ca de los progenitores. Cuando el aparea-
0,1
miento se da preferentemente entre indivi-
0
0 10 20 30
duos más parecidos, hablamos de “homo-
Generaciones gamia”. Si es entre individuos más diferen-
tes, de “heterogamia”. Por ejemplo, para
cierto carácter monogénico, pueden darse
Figura 11. Evolución del coeficiente de consanguinidad (F) en tres clases de apareamientos preferentemente entre feno-
apareamientos sistemáticos: autofecundación, apareamiento entre hermanos y
tipos dominantes (AA×AA, AA×Aa,
apareamientos entre medio hermanos.
Aa×Aa), por un lado, y entre recesivos
(aa×aa), por otro. Si estos cruzamientos ho-
mogámicos continúan durante mucho tiem-
Todos los individuos de la misma generación tienen po, acabarán desapareciendo los heterocigotos y la po-
el mismo coeficiente de consanguinidad, puesto que per- blación quedará dividida en dos razas, una será AA y la
tenecen a la misma genealogía. Por ello, fAB=fBA= Fn-1, es otra aa. A diferencia de los apareamientos consanguíneos,
decir, el coeficiente de parentesco entre los individuos A donde la homocigosis se alcanza para todos los loci, la
y B es el coeficiente de consanguinidad de sus hijos de la homogamia no afecta a otros genes (Bb, Cc, ...), que no se
generación n-1. Puesto que FA=FB=Fn-2, se cumple que harán necesariamente homocigóticos. La heterogamia, por
fAA= ½ (1+FA)= fBB= ½ (1+FB)= ½ (1+Fn-2). El coeficiente el contrario, contribuye a mantener la heterocigosis. Para
de consanguinidad de la generación n, será: el gen A/a, los cruzamientos se darían preferentemente
entre dominante por recesivo. Muchos organismos han
Fx= fDE= ¼ (fAA+fAB+fBA+fBB)= desarrollado sistemas naturales heterogámicos que favo-
¼ [½ (1+Fn-2)+ Fn-1+ Fn-1+½ (1+Fn-2)]; recen los cruzamientos entre fenotipos diferentes, evitan-
Fx = ¼ (1+ 2Fn-1+ Fn-2) do así la pérdida de heterocigosis. Un buen ejemplo lo
106 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
constituyen los mecanismos que impiden la autofecunda- La mayor homeostasis de los híbridos se explica porque
ción en plantas hermafroditas (alelos de autoesterilidad, las dos líneas consanguíneas probablemente son
posición relativa del estilo y las anteras, etc.). homocigóticas para distintos alelos, el híbrido expresa el
genotipo dominante para muchos loci relacionados con
Depresión consanguínea la eficacia biológica. El vigor híbrido se ha utilizado mu-
cho para incrementar la producción en muchos cultivos
Cuando se fuerza el modo natural de reproducción de vegetales, tales como el maíz.
una población alógama para inducir artificialmente la con- Conviene precisar que el verdadero vigor híbrido siem-
sanguinidad, se observa que, al aumentar la consanguini- pre resulta en un incremento en la capacidad reproductora,
dad, hay una depresión de los caracteres relacionados con mientras que incrementos en caracteres que no mejoran
la eficacia biológica. La depresión consanguínea es la dis- directamente la eficacia biológica como, por ejemplo, el
minución de los valores fenotípicos medios de los carac- tamaño, se consideran más bien “exhuberancia”. Es el caso
teres relacionados con la capacidad reproductora o la efi- de la mula, el híbrido entre asno y yegua, que presenta
ciencia fisiológica. mucha exhuberancia porque es superior a sus progenito-
En numerosas investigaciones se ha demostrado que res en muchos aspectos físicos importantes, pero no vigor
la consanguinidad tiende a reducir la eficacia biológica. híbrido, ya que siempre resulta estéril.
¿Por qué? Puesto que la consanguinidad no cambia las
frecuencias alélicas sino las genotípicas, aumentando la
frecuencia de homocigotos en detrimento de los
Variabilidad genética
heterocigotos, la depresión consanguínea ha de estar li- La evolución desde los organismos primitivos hasta
gada con los cambios en las frecuencias genotípicas. Por los más de dos millones de especies descritas en la actua-
ejemplo, si una enfermedad causada por homocigosis para lidad, ha ocurrido gracias a numerosos cambios en la can-
un alelo recesivo (aa) tiene una frecuencia q2 en una po- tidad y calidad del material hereditario (ADN). Estos cam-
blación con apareamiento aleatorio, su frecuencia en una bios son las “mutaciones”, debidas a errores en el alma-
población consanguínea será q2 + pqF. Podemos medir la cenaje de la información genética y posterior propaga-
depresión consanguínea por el incremento relativo en la ción por replicación. Las mutaciones son la ‘fuente pri-
frecuencia de homocigotos: maria de variabilidad genética’. La variabilidad se origi-
na también por recombinación meiótica. Mientras que la
q 2 + pqF q + pF
= mutación introduce nuevos alelos en la población, la
q2 q recombinación genera nuevas combinaciones de genes
Cuanto menor sea la frecuencia del alelo recesivo que determinan la singularidad de cada individuo.
deletéreo mayor será la depresión consanguínea. Aplican- Podemos distinguir dos tipos principales de mutación:
do la ecuación anterior para distintos valores de q y con “génica” (o puntual), que afecta sólo a uno o a unos pocos
F=1/16 (apareamiento entre primos hermanos) compro- nucleótidos de un gen, y “cromosómica”, que afecta al
bamos la afirmación anterior (Tabla 21). Es probable que número de cromosomas, al número de genes de un cro-
sean los genes deletéreos recesivos “descubiertos” por la mosoma o a la ordenación de los genes dentro de un cro-
consanguinidad los responsables de la depresión consan- mosoma.
guínea Las mutaciones génicas pueden tener mayor o menor
efecto sobre los organismos, dependiendo de cómo afec-
Tabla 21 ten a las proteínas correspondientes. Una sustitución de
Incremento de la depresión consanguínea con la un par de bases que no origine cambios en la secuencia de
disminución de la frecuencia alélica aminoácidos de la proteína codificada, no tendrá efecto
sobre la capacidad del organismo para sobrevivir y repro-
q + pF ducirse. Las mutaciones que cambian uno o incluso va-
q q rios aminoácidos también pueden tener efectos pequeños
o nulos en el organismo, si no está afectada la función
0.5 1.06
biológica esencial de la proteína codificada. Sin embar-
0.005 13.40 go, las consecuencias pueden ser severas si la sustitución
0.0005 126.00 afecta al lugar activo de una enzima o modifica de alguna
manera la función esencial de la proteína.
Las líneas puras suelen mostrar variabilidad fenotípica Por otra parte, los efectos de las mutaciones dependen
debido a factores ambientales incontrolados, por lo que de las condiciones ambientales, es decir, puede ocurrir
se dice que tienen una baja “homeostasis genética”. En que una misma mutación resulte perjudicial o no a un in-
contraste con la depresión consanguínea, el cruzamiento dividuo dependiendo del ambiente en que viva. Por
de dos líneas consanguíneas diferentes generalmente pro- ejemplo, en nuestra especie, la fenilcetonuria se debe a la
duce una descendencia híbrida genética y fenotípicamente homocigosis de un alelo recesivo e imposibilita a los in-
uniforme, mostrando una mayor homeostasis genética y dividuos metabolizar la fenilalanina, lo que origina su
un mayor “vigor híbrido”, manifestado por un incremen- retraso mental. Pero estos individuos pueden vivir nor-
to de las características generales de la eficacia biológica. malmente con una dieta libre de fenilalanina.
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 107
Debido a la acción de la selección natural en el pasa- virus líticos y µg ∼ 0.1-0.2 para los retrovirus. Para cono-
do, podemos admitir que las poblaciones se encuentran cer las implicaciones evolutivas de las tasas de mutación
generalmente bien adaptadas en el ambiente donde viven. espontánea, ver Drake et al. (1998) y el capítulo 25 de
Por ello, las mutaciones nuevas suelen ser deletéreas. Sin este libro.
embargo, puede ocurrir que una mutación de origen re-
ciente resulte beneficiosa a sus portadores, si ocurren cam- Mutaciones inducidas y agentes mutagénicos
bios ambientales o la población emigra a un nuevo hábitat.
En estos casos, puede que la adaptación de la población Las mutaciones que ocurren en la naturaleza, se deno-
en el nuevo ambiente le lleve hacia una nueva constitu- minan mutaciones espontáneas y, en general, son debidas
ción genética óptima. a cambios aleatorios de la secuencia nucleotídica de los
genes durante el proceso enzimático de la replicación.
Tasas de mutación Pero las mutaciones también pueden ser el resultado de
cualquier factor ambiental y, en este caso, se denominan
La tasa de mutación de un gen indica su capacidad de mutaciones inducidas. La posibilidad de inducir las mu-
mutación. Podemos definirla como la probabilidad de que taciones, con el descubrimiento del poder mutagénico de
ocurra una mutación por entidad biológica (virus, célula, las radiaciones y ciertos agentes químicos, supuso un enor-
individuo) y por generación. me avance en la investigación genética. Con estas herra-
Las tasas de mutación son, en general, menores en mientas ya fue posible imitar a la naturaleza en la produc-
bacterias y otros microorganismos que en organismos plu- ción de variabilidad genética.
ricelulares. En Escherichia coli es del orden de 10-8 a 10-9. Entre los agentes mutagénicos, cabe destacar las ra-
En los seres humanos y otros organismos pluricelulares diaciones y los mutágenos químicos. La “radiación” es
la tasa de mutación está generalmente comprendida entre un proceso mediante el cual la energía se traslada en el
10-5 y 10-6 por locus, por generación y por gameto. Pero espacio. Las radiaciones pueden ser “ionizantes” o “no-
existe considerable variación de un gen a otro y de un ionizantes”. Las ionizantes producen iones que pueden
organismo a otro. No se conocen las razones exactas de reaccionar física y químicamente al ponerse en contacto
estas diferencias en las tasas de mutación, pero podrían con moléculas biológicas. Las radiaciones ionizantes pue-
ser un reflejo de la eficiencia relativa de los sistemas en- den ser ondulatorias o corpusculares, según estén com-
zimáticos cuya función es reparar los errores generados puestas por ondas electromagnéticas (rayos X y rayos
durante la replicación. gamma), o por partículas subatómicas que han adquirido
Al nivel molecular, la tasa de mutación se expresa “por una alta energía por su velocidad (rayos alfa y beta,
par de bases y ronda de replicación” (µb). Recientemente, protones acelerados, neutrones, etc.). Los pares iónicos
Drake et al. (1998) han realizado un interesante análisis inducidos por las radiaciones ionizantes dan lugar a radi-
comparativo de la tasa de mutación espontánea en diver- cales libres altamente reactivos que inducen transforma-
sos organismos. En microorganismos con ADN como ciones químicas en los genes (efectos genéticos), en los
material genético, µ b varía entre 7.2 × 10 -7 en el cromosomas (efectos citogenéticos), en los enzimas (efec-
bacteriófago M13 hasta 7.2 × 10-11 en el hongo Neurospora tos fisiológicos), etc. Los factores que determinan el efecto
crassa, pasando por 5.4 × 10-10 en Escherichia coli y de la radiación ionizante son: el tipo de radiación, la dosis
2.2 × 10-10 en la levadura. Este rango tan amplio se redu- utilizada, el material irradiado y factores externos como
ce si consideramos el tamaño genómico de estos organis- la temperatura, el agua y el oxígeno.
mos, es decir, expresando la tasa de mutación “por genoma La única radiación no-ionizante capaz de inducir mu-
y ronda de replicación” (µg), siendo todos los valores taciones con frecuencia superior a la tasa espontánea es la
próximos a 0.0034. En eucariotas superiores, mb también luz ultravioleta. El efecto más importante de la luz
tiende a ser menor en los genomas pequeños, variando ultravioleta se produce en las pirimidinas, formándose
entre 2.3 × 10-10 en Caenorhabditis elegans y 5 × 10-11 en dímeros, especialmente, entre dos residuos de timina, aun-
los seres humanos. La tasa por genoma (µg) es más varia- que también se pueden formar, pero con menor frecuen-
ble que en el caso anterior (entre 0.018 y 0.49). Teniendo cia, dímeros citosina-citosina y timina-citosina. Se cree
en cuenta que gran parte del genoma de los eucariotas que los dímeros distorsionan la conformación del ADN e
superiores es susceptible de sufrir mutaciones neutras (de- inhiben la replicación normal, siendo responsables, al
bido a la existencia de los intrones y los espaciadores menos en parte, de los efectos letales de la radiación
intergénicos, principalmente), y para una mejor compara- ultravioleta en los microorganismos.
ción con los microorganismos, es mejor expresar la tasa Nuestros genes se enfrentan continuamente a una ra-
de mutación por “genoma efectivo (la porción del genoma diación de fondo proveniente de elementos naturales, ta-
donde la mayoría de las mutaciones son deletéreas) y ron- les como el uranio y el torio del suelo, y el fósforo, potasio
da de replicación” (µeg). En ese caso, los valores difieren y calcio de nuestros huesos, y también de los rayos cós-
mucho menos entre los eucariotas analizados micos.
(0.004-0.014) y, a su vez, difieren poco de los observados Los “mutágenos químicos” tienen dos características
en microorganismos (µg= 0.0034). Los organismos con generales importantes: su efecto retardado en la produc-
ARN como material genético, sin embargo, son los que ción de mutaciones y su especificidad de acción. Algunos
tienen las mayores tasas de mutación: µg ∼ 1-2 para los agentes químicos mutagénicos son, por ejemplo, i) los
108 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
agentes alquilantes como el gas mostaza, el etilmetano- et al. 1988, Hall 1988, 1990). Cairns y sus colaboradores
sulfonato (EMS) y la nitrosoguanidina (NG), que ceden diseñaron un protocolo para detectar “mutaciones no alea-
grupos alquilo (etilo o metilo) a grupos amino o ceto de torias” que surgiesen en respuesta a factores del ambiente
los nucleótidos, alterando las afinidades de emparejamien- en el que se cultivaban las bacterias (E. coli). Los resulta-
to y provocando transiciones (sustitución de una base dos de estos experimentos sugirieron que algunas muta-
púrica por otra púrica, o bien una pirimidínica por otra ciones ventajosas podrían ser dirigidas por el ambiente
pirimidínica); ii) los análogos de bases (halouracilos y en condiciones de presión nutricional (ayuno). En este
derivados de la uridina, aminopurinas), que son molécu- caso, las bacterias podrían activar mecanismos que crean
las que pueden sustituir a las purinas o a las pirimidinas un estado hipermutable en genes que incrementan la su-
durante la biosíntesis de los ácidos nucleicos; iii) los deri- pervivencia. El experimento de Hall demostró una res-
vados del nitrógeno (hidrazina, hidroxilamina); iv) el pe- puesta adaptativa semejante. Estos fenómenos no se pue-
róxido de hidrógeno y peróxidos orgánicos; v) las sales den explicar aún de forma adecuada ya que se ignoran los
metálicas y vi) los ésteres del ácido fosfórico. mecanismos fundamentales y las tasas de mutación en las
células que no están creciendo. Sus interpretaciones han
Carácter preadaptativo de la mutación sido criticadas por otros investigadores y actualmente son
tema de debate entre los genéticos.
Muchas veces se oye decir, en el lenguaje común, que
cuando se hacen tratamientos continuados con insectici- Tipos de mutaciones génicas y sistemas de reparación
das contra alguna plaga, al cabo de cierto tiempo resultan
ineficaces, aceptándose la conclusión de que el propio Puesto que la lectura de la secuencia génica se reali-
insecticida había producido mutaciones en los individuos za en tripletes y cada secuencia de tres nucleótidos espe-
de la especie combatida, haciéndolos resistentes a la sus- cifica un único aminoácido en el polipéptido, cualquier
tancia utilizada como insecticida. Si eso fuera cierto, el cambio que modifique o interrumpa esta secuencia pro-
propio ambiente sería quien induciría la aparición de porciona una base suficiente para la mutación. El cambio
mutaciones beneficiosas, lo que implicaría un concepto más simple es la sustitución de un solo nucleótido, pero
lamarckiano: el carácter postadaptativo de la mutación, puede haber también inserciones y deleciones de uno o
ya que supone que la mutación surge como una conse- más nucleótidos. La Tabla 22 muestra una clasificación
cuencia “dirigida” por el propio ambiente. de las mutaciones puntuales indicando los principales ti-
Realmente el mecanismo adaptativo es al contrario: pos de cambio en el ADN y sus efectos funcionales en las
en la población existe variabilidad genética sobre la que proteínas.
actúa el ambiente favoreciendo o seleccionando a los que Los organismos disponen de diversos sistemas enzi-
mejor se adapten a él: es el carácter “preadaptativo” de la máticos para reparar los daños en el ADN de varias for-
mutación. En el caso de los insecticidas, en la población mas diferentes. Estos sistemas de reparación son esencia-
ya existía la mutación que proporcionaba la resistencia a les para la supervivencia de los organismos, y su fallo
la droga antes de aplicar los tratamientos. Al aplicar és- conduce a un aumento en la tasa de mutación. La repara-
tos, el ambiente favoreció a los individuos que ya eran ción puede llevarse a cabo mediante “sistemas que neu-
resistentes y, consecuentemente, éstos aumentaron en fre- tralizan la acción de mutágenos potenciales”. Por ejem-
cuencia. Podemos decir que la mutación es un proceso plo, las enzimas superóxido dismutasa y catalasa catali-
que ocurre al azar en dos sentidos: aunque podemos pre- zan la conversión del superóxido de hidrógeno en peróxi-
decir la probabilidad con que aparecerá una mutación, no do de hidrógeno y de éste en agua, respectivamente. Tam-
podemos predecir en qué copia ocurrirá. El proceso es bién puede realizarse por “reversión directa de la lesión”.
estocástico, no determinista, y en segundo lugar, la muta- Este sistema consiste en eliminar directamente el error y
ción ocurre independientemente de que al organismo le repararlo a continuación. Algunas lesiones pueden ser
resulte beneficiosa o perjudicial en ese ambiente. Es la reparadas de esta forma, como, por ejemplo, los fotodí-
selección natural quien, posteriormente, hará que la fre- meros mutagénicos producidos por la luz ultravioleta. En
cuencia de ese nuevo alelo mutante aumente o no, según este proceso de reparación está implicada una enzima, la
resulte beneficioso o perjudicial, en función de las condi- fotoliasa, que necesita un fotón de luz para revertir total o
ciones ambientales en que viva esa población. parcialmente la lesión (Fig. 12). Otras enzimas que elimi-
El carácter preadaptativo de la mutación quedó clara- nan errores de forma directa son las transferasas del gru-
mente demostrado por varios experimentos clásicos, como po alquilo, que retiran los grupos alquilo que se hayan
la prueba de la fluctuación (Luria y Delbrück, 1943), la añadido a las posiciones 0-6 de la guanina por acción de
prueba de la réplica en placa (Lederberg y Lederberg, mutágenos como la NG y el EMS.
1952) y la selección de moscas resistentes al DDT sin La reparación “por escisión” comienza con una
haber entrado en contacto con el insecticida (Bennet, endonucleasa que rompe un enlace fosfodiester a cada lado
1960). de la lesión, quedando un “hueco” que se rellena por sín-
Resultados recientes han sugerido la posibilidad de tesis de reparación y es sellado por una ligasa. Esta vía de
que algunos organismos, tales como las bacterias, puedan reparación es importante en humanos. Existe una enfer-
“seleccionar” un conjunto específico de mutaciones pro- medad, xeroderma pigmentosum, originada por la caren-
ducidas como resultado de presiones ambientales (Cairns cia de una de las enzimas de la reparación por escisión.
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 109
B Mutaciones cromosómicas
Inversiones y translocaciones
Figura 13. Reparación del ADN. La enzima glucosilasa elimina la base alterada y
deja un sitio AP. Las endonucleasas AP reconocen los sitios AP y cortan el enlace
fosfodiester. Una exonucleasa elimina el fragmento de ADN, dejando un hueco La “inversión” es una alteración estruc-
que es rellenado por la ADN polimerasa I. Posteriormente una ligasa sella las tural mediante la cual un segmento cromo-
muescas. sómico cambia de sentido dentro del pro-
110 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
I N
Figura 14. La inversión puede producir cambios en la relación del tamaño de los brazos cromosómicos. a) Debido a una inversión
pericéntrica, un cromosoma acrocéntrico pasa a ser metacéntrico. b) Metafase mitótica de un embrión del saltamontes Chorthippus
vagans, heterocigoto para una inversión pericéntrica en el cromosoma M7 (N, cromosoma normal, I, cromosoma invertido).
Figura 15. Consecuencias genéticas de la sinapsis y el sobrecruzamiento meióticos en individuos heterocigotos para inversiones
cromosómicas. a) Inversiones paracéntricas: Formación de un bucle de apareamiento en profase I (cigotene-paquitene) y un
puente dicéntrico más un fragmento acéntrico en anafase I. El fragmento acéntrico acabará perdiéndose, por no tener centrómero,
y los gametos que reciban las cromátidas participantes en el puente (una vez que éste se rompa) serán inviables por faltarles
algunos marcadores genéticos. b) Inversiones pericéntricas: El centrómero está incluido dentro del bucle de apareamiento y, en
anafase I y metafase II, pueden observarse cromosomas con cromátidas desiguales (si el segmento invertido no es simétrico
respecto al centrómero) debido a duplicaciones y deleciones en las cromátidas que participaron en el sobrecruzamiento. Los
gametos que reciban estas cromátidas serán, por tanto, inviables.
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 111
a b
Figura 17. Cambios en el número cromosómico originados por fusiones y disociaciones céntricas. a) La fusión céntrica, en sentido
estricto, se produce mediante la fusión de dos cromosomas telocéntricos a nivel de sus centrómeros, dando lugar a un único
cromosoma con dos brazos, que será más o menos dicéntrico en función de a qué nivel se produzcan las roturas centroméricas.
El proceso es reversible y, mediante la disociación céntrica, un cromosoma con dos brazos se divide transversalmente por su
centrómero originando dos cromosomas telocéntricos. b) Un resultado equivalente al de la fusión céntrica se produce mediante
una translocación recíproca entre dos cromosomas acrocéntricos, con puntos de rotura próximos a los centrómeros, pero en este
caso se produce un minicromosoma que generalmente se pierde.
Figura 18. Translocación recíproca y formación de la cruz paquiténica durante la profase I de la meiosis, por apareamiento de los
cuatro cromosomas que muestran homología parcial: 1, 12, 21 y 2. I= segmentos intersticiales.
Figura 20. Inviabilidad gamética causada por la formación de quiasmas en los segmentos intersticiales.
tación centromérica. Si los cuatro cromosomas permane- y 3) que los centrómeros orienten alternadamente. En rea-
cen asociados por la existencia de quiasmas en los cuatro lidad, es bastante improbable que se den las tres condi-
brazos, formarán un anillo que puede mostrar tres tipos ciones, por lo que las translocaciones recíprocas produ-
de segregación centromérica (Fig. 19): “adyacente I” (con cen severas reducciones de fertilidad en los heterocigotos.
los centrómeros homólogos segregando a polos opues- Estas reducciones son menores cuando se intercambian
tos) que produce el 100% de gametos inviables, “adya- brazos cromosómicos completos, como en el caso de la
cente II” (con los centrómeros homólogos segregando al fusión céntrica o translocación robertsoniana, porque, en
mismo polo) que también produce el 100% de gametos ese caso, no existen segmentos intersticiales.
inviables, y “alternada” (una configuración en zig-zag, Con la reducción que las translocaciones recíprocas
en forma de ocho, con los dos cromosomas translocados producen en la eficacia biológica de los heterocigotos, es
yendo al mismo polo y los normales al otro) cuyo resulta- difícil explicar cómo pueden aumentar en frecuencia y
do es el 100% de gametos viables. Pero esto sólo es cierto llegar a fijarse en una población, es decir, que todos los
si no hubo quiasmas en los segmentos intersticiales. Si individuos sean homocigotos para la translocación. Exis-
los hubiera, se esperaría un 50% de gametos genética- ten varios mecanismos que pueden ayudar a una translo-
mente desequilibrados (Fig. 20). cación a aumentar en frecuencia a pesar de su subdomi-
Para que un individuo heterocigótico para una nancia, entre los que destacan los procesos reproductivos
translocación recíproca no vea reducida su fertilidad alternativos a la reproducción sexual (que evitan la meio-
gamética, deben darse tres condiciones simultáneamente: sis), tales como diferentes modos de reproducción vege-
1) que se apareen los cuatro cromosomas implicados, 2) tativa. De esta forma, la translocación puede multiplicar-
que no se formen quiasmas en los segmentos intersticiales, se a partir del primer individuo heterocigótico y aumentar
114 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
1
2
3
4
Figura 21. Duplicación (cromátida número 2) y deleción (cromátida número 3) del marcador representado en negro, mediante
sobrecruzamiento desigual.
a) b)
C G C G C C C G C G C C
G C G C G C G C G C G C
C
G C G C G C G
G C G C
G C G C
G C G C G C C
G
C
G C G C G
C G C G C G
G C G C
G C G C G C C
G
Figura 22. Origen de duplicaciones y deleciones por deslizamiento de hebra. a) El deslizamiento de dos bases de la secuencia GC
repetida, en la cadena copia (deslizamiento de hebra en dirección 3'→5'), da lugar a la duplicación de una unidad GC. b) Si el
deslizamiento ocurre en la cadena molde, el resultado es la deleción de una unidad GC.
Aneuploidía y poliploidía
Figura 23. Doble segmento supernumerario (dos flechas) en
el cromosoma M6 del saltamontes Chorthippus jacobsi. Ob- En un individuo aneuploide, la dotación cromosómica
sérvese su ausencia en el M6 estándar (una flecha). aumenta o disminuye en uno o más cromosomas. Un in-
dividuo diploide normal, es disómico para cada
cromosoma del cariotipo. Si falta un cromosoma de un
Los segmentos duplicados pueden mantenerse intac- par, el individuo se denomina monosómico y si faltan los
tos, o bien divergir evolutivamente. Así, podemos consi- dos cromosomas de un par, nulisómico. Los polisómicos
derar cinco tipos de secuencias de ADN reconocibles tienen un cromosoma representado por más de dos
como duplicadas: homólogos: tres veces en los trisómicos (2n+1), cuatro
a) Duplicaciones de un único gen ancestral, seguidas de veces en los tetrasómicos (2n+2), y así sucesivamente.
la evolución divergente de los genes duplicados. Es el Casi un tercio de los abortos humanos espontáneos co-
caso de los genes de la mioglobina y los de las distin- rresponde a fetos con un número anormal de cromosomas,
tas cadenas de las hemoglobinas (Fig. 24). siendo la mayoría trisómicos o monosómicos.
b) Duplicaciones que permanecen idénticas en secuen- La aneuplodía se origina generalmente por no-disyun-
cia y función. De esa forma se consigue la producción ción cromosómica. La trisomía del par 21 de humanos
116 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
(Síndrome de Down), por ejemplo, se origina generalmen- polispermia (fecundación de un óvulo por más de un es-
te por no disyunción meiótica de este cromosoma y, en permatozoide), o bien, puede ser provocada por choques
algunos casos (aproximadamente un 10%), por transloca- térmicos, método usualmente utilizado para la obtención,
ción entre el cromosoma 21 y un cromosoma mediano. por ejemplo, de truchas triploides. La “aloploidía” se ori-
A veces los cromosomas adicionales son tan diferen- gina cuando se fecundan gametos de dos especies dife-
tes de los cromosomas normales (o cromosomas A), en rentes. El híbrido resultante generalmente es estéril debi-
naturaleza y comportamiento meiótico, que se les consi- do a dificultades en el apareamiento de los cromosomas
dera otra clase distinta de elemento genético. Son los homeólogos durante la meiosis. No obstante, si se logra
cromosomas supernumerarios, o cromosomas B, que se la tetraplodía, cada cromosoma poseerá su homólogo y
comportan como parásitos genómicos y se mantienen en podrán formarse gametos diploides viables. En la natura-
las poblaciones naturales de muchas especies merced a leza, la aloploidía parece haber sido un motor importante
sus mecanismos de acumulación que les confieren venta- en la formación de nuevas especies vegetales. Un
ja en la transmisión, aún ejerciendo efectos deletéreos aloploide natural interesante es el trigo de panadería
sobre los individuos portadores (ver Capítulo 27). Mu- Triticum eastivum (6n=42), que es un alohexaploide for-
chas veces, los cromosomas B podrían haber derivado de mado por dos dotaciones de cada una de tres especies
cromosomas A extra resultantes de aneuploidía. ancestrales.
Si los individuos poseen más de dos dotaciones
cromosómicas completas, se denominan “poliploides”. Cuantificación de la variabilidad genética
Pueden ser triploides (3n), tetraploides (4n), pentaploides
(5n) y así sucesivamente. En los grupos taxonómicos que La genética de poblaciones se ocupa necesariamente
normalmente son diploides, un individuo que posea una de la variación genotípica, pero sólo la variación fenotípica
sola dotación cromosómica (n) se denomina monoploide puede ser observada directamente. La relación entre
(por ejemplo, los machos de las abejas, avispas y hormi- fenotipo y genotipo varía en simplicidad de carácter a
gas) para distinguirlo de aquellas especies cuyos indivi- carácter. La mayoría de los estudios experimentales de
duos tienen normalmente un solo juego de cromosomas genética de poblaciones se han centrado en caracteres con
(haploides). relaciones sencillas entre fenotipo y genotipo y no en ca-
En los animales, la poliploidía es un fenómeno raro y racteres cuantitativos en los que no siempre es posible
sólo se conoce en especies hermafroditas, como las lom- emitir afirmaciones precisas sobre su variación genotípica.
brices de tierra, o en especies con hembras partenogenéti- Para poder realmente cuantificar la variabilidad de una
cas, como algunas polillas, escarabajos y salamandras. La población es necesario disponer de una muestra al azar de
poliploidía es rara en animales porque altera el equilibrio loci, y considerar tanto los invariables (monomórficos)
entre autosomas y cromosomas sexuales necesario para como los variables (polimórficos). La electroforesis en
la determinación del sexo y, en segundo lugar, porque los gel ha sido la técnica más utilizada, desde principios de
animales suelen presentar fecundación cruzada y, por tan- los años 60, para obtener estimas de la variación genética
to, un poliploide no puede cruzarse consigo mismo. En en poblaciones naturales de muchos organismos. En la
plantas, sin embargo, la poliploía puede ser frecuente en actualidad, su condición de marcadores genéticos neutros
poblaciones naturales presentando, los distintos grupos, hace a las isoenzimas, y otros marcadores moleculares,
varios niveles de ploidía. Las plantas poliploides suelen muy útiles para la construcción de filogenias.
ser de mayor tamaño y, por ello, son de interés económico Las técnicas electroforéticas proporcionan los
en agricultura. Las plantas tetraploides y, en general, con genotipos de los individuos de una muestra: cuántos son
un número par de dotaciones cromosómicas, no experi- homocigóticos, cuántos son heterocigóticos y para qué
mentan muchas dificultades durante la meiosis; pero las alelos. Con el fin de obtener una estima de la cantidad de
plantas con número impar de dotaciones cromosómicas variación en una población, se estudian 20 o más loci
(3n, 5n...) generalmente son estériles ya que durante la génicos. Es deseable resumir la información obtenida para
meiosis se originan univalentes que pueden dar lugar a todos los loci de forma que exprese el grado de variabili-
gametos desequilibrados. Esta esterilidad resulta venta- dad de la población y permita compararla con otras po-
josa, desde el punto de vista comercial, en el caso de los blaciones. Para ello, se utilizan dos índices de variación
árboles frutales, porque evita la formación de semillas no genética, el grado de polimorfismo y la heterocigosis. El
comestibles y la planta puede reproducirse vegetativamen- primero viene expresado por la “proporción de loci
te por esquejes. polimórficos” (P), en una población. Por ejemplo, si uti-
Se pueden distinguir dos tipos de poliploidía depen- lizando técnicas electroforéticas examinamos 30 loci
diendo de si los genomas extras son de la misma especie, génicos en cierto organismo, y no encontramos variación
es decir, homólogos (autoplodía), o bien de especies dife- en 9 loci, pero existe más de un alelo diferente en los
rentes, homeólogos (aloploidía). La “autoploidía” puede otros 21 loci. Podemos decir que 21/30 = 0.70 de los loci
originarse por fallos en la división reductora durante la son polimórficos en esa población, o que el grado de
gametogénesis, originando gametos diploides. Esto tam- polimorfismo en la población es 0.70. Para evitar que el
bién puede ser provocado por sustancias antimitóticas, tamaño de muestra pueda afectar al valor de P, se suele
como la colchicina. Otros posibles orígenes son la activa- adoptar un “criterio de polimorfismo”. Un criterio usado
ción y fusión al óvulo de los corpúsculos polares, la a menudo es considerar un locus como polimórfico úni-
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 117
camente cuando el alelo más frecuente tiene una frecuen- Para tener una idea del significado de las grandes can-
cia no superior a 0.95. Entonces, a medida que se exami- tidades de variación genética encontradas en las pobla-
nan más individuos, se pueden encontrar variantes adi- ciones naturales, consideremos nuestra especie, donde se
cionales, pero, por término medio, la fracción de loci ha detectado un 6.7% de heterocigosis por electroforesis.
polimórficos no cambiará. Si suponemos que tenemos 30 000 1oci génicos estructu-
Una medida mejor de la variabilidad genética es la rales, cualquier persona podría ser heterocigótica en 2010
frecuencia promedio de individuos heterocigóticos por de sus loci (30000×0,067) y podría producir, teóricamen-
locus, o simplemente la “heterocigosis” (H) de la pobla- te, 22010 (10605) clases de gametos diferentes. (Un indivi-
ción. Esta es una buena medida de la variación porque duo heterocigótico en un locus puede producir dos clases
estima la probabilidad de que dos alelos tomados al azar diferentes de gametos, uno con cada alelo; un individuo
de la población sean diferentes. La heterocigosis obser- heterocigótico en n loci génicos puede producir 2n game-
vada es un buen indicador de la variación genética en tos diferentes). Estos datos indican que casi todos los in-
poblaciones de individuos diploides con apareamiento al dividuos son únicos desde el punto de vista genético y
azar, pero no refleja bien la cantidad de variación genética que, por tanto, las poblaciones humanas son muy diver-
en poblaciones de organismos haploides o en las pobla- sas. No obstante, tras cuantificar las frecuencias alélicas
ciones en las que hay autofecundación, como en algunas de 7 sistemas de grupos sanguíneos y 7 enzimas del suero
plantas, o en organismos en los que los apareamientos sanguíneo en 7 razas: caucasianos, negros africanos, mon-
entre parientes son comunes. En una población que siem- goloides, aborígenes del sur de Asia, amerindios, oceáni-
pre se reproduce por autofecundación, la mayoría de los cos y aborígenes australianos, Lewontin (1972) observó
individuos serán homocigóticos, aunque diferentes indi- que la diversidad entre individuos de la misma población
viduos pueden llevar diferentes alelos si el locus es varia- (85.4%) es mucho mayor que la observada entre pobla-
ble en la población. Habrá también más homocigotos en ciones de la misma raza (8.3%), y que la observada entre
una población en la que los cruzamientos entre parientes razas (6.3%). Por tanto, la diferenciación genética entre
sean comunes que en una población donde no ocurran, razas humanas es mucho más pequeña que la que existe
aun cuando las frecuencias alélicas sean idénticas en am- dentro de ellas. De ahí que “el conocimiento racial de un
bas poblaciones. individuo proporciona poca información acerca de su es-
Esta dificultad puede ser superada calculando la “di- tructura genética. Cada persona tiene un genotipo único,
versidad génica” para el locus i (Di) a partir de las fre- que es diferente del de cualquier otra persona, sea o no de
cuencias alélicas y asumiendo equilibrio Hardy-Weinberg; la misma raza”.
la frecuencia de heterocigotos para un locus es: La desventaja de la electroforesis es que sólo detecta
m
variaciones de los genes estructurales que codifican para
h = 1 − ∑ pi2 proteínas solubles y no para otros genes como los regula-
i =1 dores o los que codifican para proteínas insolubles. Ade-
donde pi es la frecuencia de los i alelos de ese locus, m es más, las técnicas electroforéticas no detectan aquellas
2
el número de alelos observado en ese locus y pi es la sustituciones de nucleótidos en el ADN que no cambian
frecuencia de homocigotos. En una población diploide con las propiedades electroforéticas de las proteínas.
apareamiento aleatorio, h es la “heterocigosis esperada”
y coincide con la diversidad génica (Di). Variación al nivel del ADN
Estimas electroforéticas de la variación Durante muchos años, los genéticos evolutivos espe-
raron el momento en que fue posible medir la variación al
En 1966, con la publicación de un estudio en seres nivel último, es decir, en la secuencia de nucleótidos de
humanos y dos en moscas Drosophila, se aplicaron por los genes. Ese momento llegó al principio de los 80, cuan-
primera vez las técnicas electroforéticas para estimar la do los adelantos técnicos hicieron la secuenciación del
variación genética en poblaciones naturales. Desde en- ADN relativamente fácil. Otra técnica útil es la reacción
tonces se han estudiado numerosas poblaciones de mu- en cadena de la polimerasa (PCR), que se usa para ampli-
chos organismos. Se ha analizado por este método un gran ficar pequeños segmentos de ADN a partir de cantidades
número de especies, incluyendo bacterias, hongos, plan- pequeñas de tejido, a fin de obtener copias suficientes para
tas superiores, vertebrados e invertebrados. Los resulta- la secuenciación. Para analizar muestras grandes de genes,
dos son notablemente homogéneos entre las distintas es- tal como se requiere para estimar la variación genética de
pecies, e indican que aproximadamente un tercio de los una población, es útil otra técnica (RFLPs), en la que se
loci estructurales son polimórficos, y la heterocigosis usan enzimas de restricción para revelar polimorfismos
media de una población, teniendo en cuenta todos los loci para la longitud de los fragmentos de restricción genera-
estudiados, es alrededor del 10%. Esto significa que, ras- dos. Este método no proporciona una secuencia de
treando en el genoma de un individuo, deberíamos en- nucleótidos completa, pero en cambio revela si los genes
contrar que cerca de 1 de cada 10 loci está en condición difieren en la presencia o ausencia de las dianas de res-
heterocigótica, y que alrededor de 1 de cada 3 loci tiene 2 tricción específicas de las enzimas utilizadas. Permite
ó más alelos segregando en la población. Ello representa detectar variación para diferentes marcadores genéticos
un inmenso potencial de variación para la evolución. como las repeticiones en tandem en número variable
118 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
(VNTRs). Los loci VNTRs humanos, por ejemplo, están los 2721 sitios nucleotídicos, que constituían la región
formados por una unidad central de unos 15-100 secuenciada, variaba como para alterar el producto del
nucleótidos, repetida un número variable de veces (10- gen y potencialmente afectar la bioquímica y fisiología
1000) y que, a su vez, puede presentarse una, varias o del organismo.
muchas veces en el genoma, por lo que son muy variables Para cuantificar la variabilidad al nivel del ADN, se
de unos individuos a otros. Se habla de “minisatélites” si utiliza el parámetro de “diversidad nucleotídica” (p), que
se trata de secuencias de unos 50pb repetidas hasta 10kb- indica el número medio de diferencias nucleotídicas, por
20kb. Puesto que cada individuo posee un patrón caracte- sitio, entre dos secuencias de la población elegidas al azar.
rístico para estas secuencias, se considera cada patrón Es una medida de la divergencia media entre los alelos
como una identificación genética individual (se le deno- (haplotipos) de la población. Cuando se comparan k se-
mina huella genética, del inglés “fingerprint”). Este cuencias de una población, la diversidad nucleotídica vale:
polimorfismo tiene aplicación directa en estudios de me- k
dicina legal. π= ∑ f i f jπ ij
k − 1 i, j
Otro tipo de secuencias variables, de distribución más
general y más cortas que los minisatélites, son los donde fi y fj son las frecuencias de los haplotipos i y j en
“microsatélites”, constituidos por repeticiones en tandem esa población y πij es la divergencia nucleotídica entre los
de 1-5pb que se repiten hasta tramos de 200pb y localiza- haplotipos, que viene dada por:
das cada 10kb en eucariotas. Están flanqueadas por se- 2nij
cuencias conservadas que confieren especificidad a cada π ij =
ni + n j
locus microsatélite. También se pueden analizar otro tipo
de secuencias polimórficas, los RAPDs (del inglés donde ni y n j son el número de nucleótidos de cada
Random Amplified Polymorphic DNA). Los RAPDs se haplotipo, y nij es el número de nucleótidos diferentes.
generan amplificando ADN genómico con cebadores de Cuando se dispone de los patrones de restricción en
oligonucleótidos arbitrarios. Cada banda del gel indica un gel, el estudio de las bandas nos permite calcular I, el
un locus en el que se pueden detectar dos alelos; presen- “índice de semejanza de restricción”, que nos indica la
cia o ausencia del producto de amplificación. Los méto- proporción de bandas comunes entre dos secuencias:
dos de RFLPs y RAPDs originan fragmentos de diferente 2rxy
tamaño debido a la sustitución de bases en las dianas de I=
rx + ry
restricción o en los cebadores, respectivamente, pero el
método más preciso para medir variabilidad es la donde rx es el número de bandas obtenidas para la secuen-
secuenciación del ADN. Este método ha revelado que cia x, ry el número obtenido para la secuencia y, y rxy el
existe una gran variabilidad molecular en el genoma número de bandas comunes a ambas secuencias. A partir
(aproximadamente un 1% de sustituciones nucleotídicas de I, se puede calcular el índice de divergencia (D):
por genoma). 1
El primer estudio de la variación mediante secuencia- − I + I 2 + 8I f
ción de ADN fue llevado a cabo por Martin Kreitman D =1−
(1983), quién secuenció una región de 2721 pares de ba- 2
ses en Drosophila melanogaster, que incluye el sitio que
codifica para la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH). donde f es el número de nucleótidos de que consta la dia-
Las poblaciones de esta especie son polimórficas para dos na de restricción.
alelos electroforéticos: “rápido” (AdhF) y “lento” (AdhS). Este índice también es posible calcularlo a partir de
Kreitman secuenció 11 copias del gen, procedentes de tres otro parámetro, el “índice de semejanza nucleotídica” (S),
regiones del Viejo Mundo y tres regiones americanas. Seis que se puede obtener comparando los patrones de restric-
de las copias secuenciadas codificaban para el alelo AdhS, ción (número de dianas comunes) entre dos mapas:
y las otras cinco para el alelo AdhF. La región secuencia- 2n xy
da incluye los cuatro exones y los tres intrones del gen S=
nx + n y
para la ADH, así como las regiones no codificadoras flan-
queantes. La mayor parte de la variabilidad era causada donde nx y ny son el número de dianas en las secuencias x
por sustituciones, siendo mayor en los intrones (2.4% de e y, respectivamente, y nxy es el número de dianas comu-
sitios nucleotídicos variables) que en los exones (1.8%) y nes a ambas secuencias. Podemos expresar D en función
en las regiones flanqueantes (0.7%). Además, seis sitios de S:
en las regiones no codificadoras variaban para la presen-
− ln S
cia o ausencia de segmentos cortos de pares de bases (po- D=
limorfismos para inserción/deleción). El descubrimiento f
más llamativo fue que 13 de las 14 variaciones de la re- donde f es el número de bases reconocido por la restrictasa
gión codificadora eran sustituciones sinónimas, que no utilizada. Si consideramos una muestra de n individuos,
alteran la secuencia de aminoácidos de la enzima. Una el número de medidas de la divergencia entre secuencias
sola sustitución de reemplazamiento, treonina por lisina, es n(n-1)/2 y, promediando, se obtiene la diversidad
diferencia los alelos AdhS y AdhF. Por tanto, sólo uno de nucleotídica media.
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 119
Es posible calcular el polimorfismo (Pnuc) y la hetero- sidad en el caso de loci enzimáticos (el polimorfismo en-
cigosis (Hnuc) nucleotídicos cuando se tienen observacio- zimático se refiere a genes completos), no es comparable
nes de RFLPs. Para una muestra de n individuos, en los con la diversidad nucleotídica ya que hay sustituciones
que se estudia una secuencia determinada mediante res- que no afectan a la movilidad de la proteína y, por tanto,
trictasas, si m es el número total de dianas diferentes, k es no se pueden detectar por electroforesis. Actualmente se
el número de ellas que son polimórficas, y si el número de conocen datos de los polimorfismos para microsatélites
secuencias cortadas en una diana i (ci ) varía desde 1 hasta que dan valores de heterocigosis muy grandes. En huma-
n, el número total de lugares de corte es c=Σci · Sci. Si f es nos, por ejemplo, hay aproximadamente unos 50000 a
el número de nucleótidos reconocidos y suponemos que 100000 loci de microsatélites, que pueden mostrar hasta
el polimorfismo de restricción se genera por sustitución más de 10 alelos, con una heterocigosis del 80%.
de una sola base, entonces:
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Apéndices
Apéndice 1 Apéndice 2
En el saltamontes Caledia captiva, la síntesis de la Supongamos que analizamos un locus con dos alelos
enzima málica se encuentra controlada por un locus codominantes (A1 y A2) en una población que se inicia
autosómico (Me) con dos alelos codominantes (c y d). Al con las frecuencias 0.4 A1A1, 0.4 A1A2 y 0.2 A2A2. Las fre-
analizar una población natural de dicha especie se encon- cuencias alélicas serán: p(A1)= 0.4+1/2(0.4)= 0.6, y q(A2)=
traron 31 individuos de genotipo cc, 62 de genotipo cd y 0.2+1/2(0.4)= 0.4.
7 dd. Si consideramos que ncc es el número de individuos Si el apareamiento es al azar, ¿cuáles serían las fre-
cc, ncd el de individuos cd, ndd el de individuos dd y N el cuencias alélicas en la generación siguiente? Para calcu-
total de individuos de la población, podemos calcular las larlo, hemos de tener en cuenta que la frecuencia del apa-
frecuencias genotípicas (Xcc, Ycd y Zdd) del siguiente modo: reamiento al azar entre dos genotipos cualesquiera puede
ncc 31 predecirse en base a las frecuencias de dichos genotipos
X cc = = = 0.31 (31%) en la población:
N 100
ncd 62 Machos
Ycd = = = 0.62 (62%)
N 100 Hembras A1A1 (0.4) A1A2 (0.4) A2A2 (0.2)
ndd 7 A1A1 (0.4) 0.16 0.16 0.08
=Z dd == 0.07 (7%)
N 100 A1A2 (0.4) 0.16 0.16 0.08
Y las frecuencias alélicas se pueden calcular a partir A2A2 (0.2) 0.08 0.08 0.04
del número de individuos observados:
ncc + 12 ncd 31 + 12 62 Las frecuencias genotípicas en la descendencia serán
pc = = = 0.62 ,
N 100 0.36 A1A1, 0.48 A1A2 y 0.16 A2A2:
o bien de las frecuencias genotípicas:
Nº de cruces Proporción de descendientes
0.62
pc = X cc + 12 Ycd = 0.31 + = 0.62 , siendo la frecuen- Tipo de cruce por sexo Frecuencia A1A1 A1A2 A2A2
2
cia del otro alelo: qd = 1-p= 0.38. A1A1 x A1A1 1 0.16 0.16
A1A1 x A1A2 2 0.32 0.16 0.16
A1A1 x A2A2 2 0.16 0.16
A1A2 x A1A2 1 0.16 0.04 0.08 0.04
A1A2 x A2A2 2 0.16 0.08 0.08
A2A2 x A2A2 1 0.04 0.04
TOTAL 9 1.00 0.36 0.48 0.16
120 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
ción: χ = ∑
2
, donde o y e son el número de indi-
e
viduos observado y esperado, respectivamente, de un Y en cruces dominante × recesivo:
genotipo determinado. En el ejemplo que nos ocupa, el
valor de la χ2 experimental, que resulta de la aplicación
2 pq 3 pq 3
de la ecuación anterior (9.97), es mayor que el valor teó- = =
rico para una χ2 con un grado de libertad y nivel de signi- 4 pq 3 + 2 p 2 q 2 2 pq 3 + p 2 q 2
ficación del 5%, que es 3.84, por lo que rechazamos H0 y pq 3 q q
= = =
pq (2q + p ) p + 2q 1 + q
concluimos que la población no está en equilibrio H-W 2
para ese locus.
Si el carácter es dominante, sin embargo, no puede
distinguirse fenotípicamente el genotipo heterocigótico Así disponemos de dos proporciones de la población
(Aa) del homocigoto dominante (AA). Por ello no pueden cuyos valores teóricos esperados pueden compararse con
obtenerse directamente las frecuencias alélicas, como en las frecuencias observadas. Basándose en esto, Snyder lle-
el caso de codominancia, ya que se desconocen dos de las vó a cabo una prueba respecto al equilibrio de los alelos
frecuencias genotípicas. para la capacidad de gustar la feniltiocarbamida:
Como primera aproximación, podríamos calcular la
frecuencia q como la raíz cuadrada de q2, la frecuencia Frecuencia de no gustadores
del homocigoto recesivo. Pero este método sólo es válido Progenitores Descendencia en la descendencia
cuando la población está en equilibrio H-W, porque si no Apareamiento N gustadores no gustadores total observada esperada
lo está la mayor o menor proporción de heterocigotos
gust x gust 425 929 130 1059 0.123 0.122
(apartándose de su frecuencia genotípica de equilibrio)
gust x no gust 289 483 278 761 0.365 0.349
podría hacer que nuestra estima de las frecuencias alélicas
fuese errónea. Por ejemplo, imaginemos dos poblaciones no gust x no gust 86 (5) 218 223
donde el fenotipo recesivo constituye el 25% de los indi- Total 800 1417 626 2043
viduos, pero en una de ellas, que está en equilibrio, la
frecuencia de heterocigotos es el 50% y en la otra, que no Los cinco individuos entre paréntesis no serían de es-
lo está, es el 25%. Calculando q como la raíz cuadrada de perar del cruce de dos progenitores recesivos.
la frecuencia de homocigotos recesivos, obtendríamos una La hipótesis nula (H0) es que la población está en equi-
estima de q= 0.5 en ambas poblaciones. Esta estima sería librio, por lo que calculamos q como la raíz cuadrada de
correcta en la población que está en equilibrio, pero no en la frecuencia de homocigotos recesivos entre los progeni-
la segunda, donde q= 0.25+0.25/2= 0.375. tores. De los 1600 progenitores, 461 eran no gustadores,
Entonces, ¿cómo se investiga el equilibrio en estos luego q2= 461/1600= 0.288, y q= 0.2880.5= 0.537. Por tan-
casos? Snyder (1932) ideó un método que sirve para ave- to, la frecuencia esperada de descendientes recesivos en
riguar si una población está en equilibrio para un carácter los cruces gustador x gustador sería: q2 / (1+ q)2= 0.5372 /
dominante, cuando se tienen datos de los tipos de 1.5372= 0.122, y la de dominantes (gustadores) sería
apareamientos. La prueba se basa en la frecuencia espera- 1-0.122=0.878. En total, se esperarían 0.122×1059=129.2
122 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
a) A B AB 0 Total
número de individuos 63 31 6 92 192
frecuencia relativa 0.3281 0.1615 0.0312 0.4792
b)
Fenotipos N frec. (frec.)0.5 estima corrección frecuencia alélica
B+0 123 0.6407 0.8004 p=0.1996 0.1996/0.9933 p’= 0.2010
A+0 155 0.8073 0.8985 q=0.1015 0.1015/0.9933 q’= 0.1022
0 92 0.4792 0.6922 r=0.6922 0.6922/0.9933 r’= 0.6968
Total 192 0.9933 1.0000
s= =
[
a1 − an r 1 − (1 − c) n −1 (1 − c)
.
] peq =
v
=
4 x10 −5
= 0.4 , y
1− r 1 − (1 − c) u + v 10 x10 −5
Por tanto, rn = r - d0 [1 - (1 - c)n] y, por el mismo razona-
1 0.9 − 0.4
miento: n= −5
L = 2232 generaciones.
10 × 10 0.8 − 0.4
sn = s + d0 [1 - (1 - c)n]
tn = t + d0 [1 - (1 - c)n] De lo anteriormente expuesto se deduce que, con ta-
un= u - d0 [1 - (1 - c)n] sas normales de mutación (del orden de 10-4 a 10-8), los
cambios en frecuencias génicas debidos a mutación son
al crecer n indefinidamente obtenemos los siguientes va-
tan pequeños que sólo son importantes a una escala evo-
lores de equilibrio:
lutiva muy larga, y difícilmente serían detectables en ex-
r∞ = r - d0 perimentos a menos que se trate de microorganismos.
s∞ = s + d0
t∞ = t + d0
u∞ = u - d0
que son independientes de c.
124 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
1 1
dq
= − sq (1 − q) 2 ; dq = − sdt q =1→ B =
dt q(1 − q) 2 qeq − 1
Descomponemos la fracción: 1
q =0→ A=
qeq
1 A B C
= + + 1
q(1 − q) 2 q (1 − q) 2 (1 − q) q = qeq → C =
qeq (1 − qeq )
∀q ⇒ 1 = A(1 − q) 2 + Bq + Cq(1 − q)
1 1 1
q =1→ B =1 qeq qeq − 1 qeq (1 − qeq )
+ + =
q = 0 → A =1 q 1− q (qeq − q)
q = 0.5 → 1 = 0.25 A + 0.5 B + 0.25C = 1 1 1 1 1 1
= ⋅ + ⋅ + ⋅
= 0.25 + 0.5 + 0.25C → C = 1 qeq q qeq − 1 1 − q qeq (1 − qeq ) qeq − q
CAPÍTULO 6: FUNDAMENTOS DE GENÉTICA DE POBLACIONES 125
Hijos de hermanos:
1 n1 1 n 1 1 n 1
∫ dq+ dq+ dq = ∫0 (s + t)dt
n
∫ ∫ A B
Ancestrales comunes: A y B
qeq 0 q qeq −1 0 1− q qeq(1− qeq) 0 qeq − q Vías: C→A→D
n C→B→D
1 1 1 C D
Lq− L(1− q) − L(qeq − q) = (s + t)n
qeq qeq −1 qeq(1− qeq) 0
X Fx= (½)3·(1+FA) + (½)3·(1+FB)
1 1 1 FA= 0, FB= 0; Fx= (½)3+ (½)3 = 1/4
q Lqn − q −1 L(1− qn ) − q (1− q ) L(qeq − qn ) −
1 eq eq eq eq
n= Hijos de hermanastros:
s +t 1 1 1
− Lq0 + L(1− q0 ) + L(qeq − q0 )
qeq qeq −1 qeq(1− qeq) A B C El único ancestrales común
es B
1 1 qn 1 1− q0 1 qeq − q0 D E Vía: D→B→E
n= L + L + L
s + t qeq q0 qeq −1 1− qn qeq(1− qeq) qeq − qn
X Fx= (½)3·(1+FB) = 1/8
e) Subdominancia:
Con valores pequeños de s: Hijos de primos hermanos:
Ancestrales comunes:
∆q = spq ( 2q − 1); y por tanto A B
AyB
dq Vías:
= spq (2q − 1) = s (1 − q ) q( 2q − 1) F C D E G→C→A→D→H
dt
G→C→B→D→H
1 G H
dq = sdt ;
q (1 − q )(2q − 1) X Fx= (½)5 + (½)5 = 1/16
1 A B C
= + +
q (1 − q )(2q − 1) q 1 − q 2q − 1
Hijos de tío(a) sobrina(o):
∀q → 1 = A(1 − q )(2q − 1) + Bq( 2q − 1) + Cq (1 − q )
q =1→ B =1 A B Ancestrales comunes:
AyB
q = 0 → A = −1 Vías:
E C D
q = 0.5 → C = 4 F→C→A→D
F→C→B→D
Por tanto, F
X Fx= (½)4 + (½)4 = 1/8
1 1 4
− + + dq = sdt ;
q 1 − q 2q − 1
Hijos de dobles primos hermanos:
1 n 1 n 1
− dq + ∫0 dq + 4 ∫0 dq = ∫0 sdt ;
n n
∫0
q 1− q 2q − 1
A B E F
[− Lq − L(1 − q ) + 2 L(2q − 1)]0n = sn ;
[L(2q − 1) 2
]
n
− ( Lq + L(1 − q )) 0 = sn ;
C D G H
n I J
( 2q − 1) 2
L = sn ; X
q (1 − q ) 0
Antecedentes comunes: A, B, E y F
1 (2qn − 1) 2 (2q0 − 1) 2
n = L −L ; Vías: I→V→A→D→J
s qn (1 − qn ) q0 (1 − q0 )
I→C→B→D→J
1 q (1 − q0 )(2qn − 1) 2 I→G→E→H→J FX=(½)5 · 4 = 1/8
n = L 0
s qn (1 − qn )(2q0 − 1) 2 I→G→F→H→J
126 Josefa Cabrero y Juan Pedro M. Camacho
Apéndice 9 Apéndice 10
1 1
1 − Pn = + 1 − (1 − Pn−1 )
Pn = Pn −1 1 −
1
= Pn − 2 1 −
1
1 −
1
=
2N 2N 2N 2 N 2 N
2 n
1 1
− Pn = −1 +
1
+ 1 − Pn −1 +
1
Pn −1 −
1 = Pn − 2 1 − ; Pn = P0 1 −
2N 2N 2N 2N 2N
1
− Pn = − Pn −1 + Pn −1
2N
1
Pn = Pn −1 − Pn −1
2N
1
Pn = Pn −1 1 −
2N
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BENNET, J. 1960. A comparison of selective methods and a test of the HALL, B.G. 1990. Spontaneous point mutations that occur more often
pre-adaptation hypothesis. Heredity 15: 65-77. when advantageous than when neutral. Genetics 126: 5-16.
CAIRNS, J., OVERBAUGH, J. y MILLER, S. 1988. The origin of HARDY, G.H. 1908. Mendelian proportions in a mixed population.
mutants. Nature 335: 142-145. Science 28: 49-50.
CARSON, H.L. 1983. Chromosomal sequences and interisland HARTL, D.L. y CLARK, A.G. 1989. Principles of population genetics.
colonizations in Hawaiian Drosophila. Genetics 103: 465-482. 2nd ed. Sinauer, Sunderland.
DARLINGTON, C.D. y MATHER, K. 1949. The elements of Genetics. KIMURA, M. 1955. Solution of a process of random genetic drift with
Allen and Unwin, London. a continuous model. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 41: 144-150.
DEL CERRO A.L. y SANTOS J.L. 1995. Synapsis in grasshopper KING, M. 1995. Species evolution. The role of chromosome change.
bivalents heterozygous for centric shifts. Genome 38: 616-622. Cambridge University Press, Cambridge.
DOBZHANSKY, T. y PAVLOSKY, O. 1957. An experimental study of KREITMAN, M. 1983. Nucleotide polymorphism at the alcohol
interaction between genetics drift and natural selection. Evolution dehydrogenase locus of Drosophila melanogaster. Nature 304: 412-
11: 311-319. 417.
DRAKE, J.W., CHARLESWORTH, B., CHARLESWORTH, D. y LEDERBERG, J. y LEDERBERG, E.M. 1952. Replica plating and
CROW, J.F. 1998. Rates of spontaneous mutation. Genetics 148: indirect selection of bacterial mutants. J. Bact. 63: 393-406.
1667-1686. LURIA, S.E. y DELBRÜCK, M. 1943. Mutations of bacteria from vi-
ENDLER, J.A. 1986. Natural selection in the wild. Princeton University rus sensitivity to virus resistance. Genetics 28: 491-511.
Press, Princeton, N.J. MAYR, E. 1942. Systematics and the Origin of Species. Columbia Univ.
FISHER, R.A. 1922. On the dominance ratio. Proc. Roy. Soc. Edin. 42: Press, New York.
321-431. SNYDER, L.H. 1932. Studies in human inheritance. IX. The inheritance
FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. 1ª ed. of taste deficiency in man. Ohio J. Sci. 32: 436-440.
Clarendon, Oxford. WEINBERG, W. 1908. Über den Nachweis der Vererbung beim
FONTDEVILA, A. y MOYA, A. 1999. Introducción a la genética de Menchen. Jahresh. Verein f. vaterl. Naturk. in Wruttemberg 64:
poblaciones. Editorial Síntesis, Madrid. 368-382.
HALDANE, J.B.S. 1924-1932. A mathematical theory of natural and WRIGHT, S. 1931. Evolution in Mendelian populations. Genetics 16:
artificial selection. Proc. Camb. Phil. Soc. (Colección de artículos). 97-159.
HALL, B.G. 1988. Adaptive evolution that requires multiple
spontaneous mutations. I. Mutations involving an insertion
sequence. Genetics 120: 887-897.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) FONTDEVILA, A. y MOYA, A. 1999. Introducción a la genética de poblaciones. Editorial Síntesis, Madrid. El más reciente y
completo tratado en castellano sobre genética de poblaciones.
(2) HARTL, D.L. y CLARK, A.G. 1989. Principles of population genetics. 2nd ed. Sinauer Ass. Uno de los mejores libros de texto
sobre el tema.
(3) LI, W.-H. 1997. Molecular evolution. Sinauer, Sunderland. Excelente para profundizar sobre la variabilidad al nivel del ADN y la
evolución molecular, con una puesta al día muy reciente.
Capítulo 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN
Juan J. Soler
ESTACIÓN EXPERIMENTAL DE ZONAS ÁRIDAS (C.S.I.C.)
General Segura, 1- 04001 Almería. E-mail: jsoler@eeza.csic.es
La selección natural es el proceso que limita la tasa reproductora o la eficacia biológica de los seres vivos en
relación con características fenotípicas heredables, dando lugar a cambios en las frecuencias de los fenotipos de la
población en generaciones futuras (evolución). Tiene lugar siempre que exista: (1) variabilidad individual, (2) una
relación entre variabilidad en eficacia biológica y variabilidad fenotípica, y (3) una relación entre esas característi-
cas fenotípicas y el genotipo del individuo. La selección natural afecta al valor medio y a la varianza del carácter en
la población, dando lugar a los distintos tipos de selección (estabilizadora, direccional y disruptiva). En este capítulo
se exponen varias metodologías para detectar los procesos de selección natural y se estudian índices para comparar
la intensidad de selección en distintas poblaciones (oportunidad de selección y varianza genética aditiva de la
eficacia biológica), y estimar la intensidad de selección sobre un carácter (diferenciales de selección y gradientes de
selección). Las presiones selectivas (influencias del ambiente en la eficacia biológica) son las causas de que ocurran
procesos de selección natural. La consecuencia inmediata de estas presiones o agentes selectivos sobre las poblacio-
nes de seres vivos (selección natural) es una mejora en la eficacia biológica media poblacional, a lo largo de gene-
raciones, asociada a la evolución de caracteres (adaptaciones) que mejoran la adaptación de los organismos al
ambiente que los rodea. Los procesos evolutivos por selección natural son los únicos que pueden dar lugar a adap-
taciones y, en este capítulo, se exponen distintas metodologías para el estudio de las adaptaciones (método exploratorio,
experimental y comparativo). Para demostrar que un carácter es una adaptación no basta con exponer una hipótesis
adecuada sobre la funcionalidad del carácter, sino que esta hipótesis debe ser utilizada para proponer predicciones
que se puedan comprobar con datos.
suponemos que el número de descendientes de cada indi- bientales bruscos, se podría asumir que un organismo ac-
viduo es directamente proporcional a la cantidad de re- tual debe de estar muy cerca de poseer las características
cursos que consigue del medio, y que estas características óptimas para explotar su ambiente. Es decir, al menos las
son transmisibles a su descendencia, es fácil imaginar lo características más importantes que permiten a los indivi-
que ocurriría con la población en generaciones sucesivas, duos de una población acceder a los recursos que típica-
sobre todo si tenemos en cuenta que los recursos son fini- mente explota su especie deben de ser muy constantes y,
tos y que, por tanto, frecuentemente los recursos serán por tanto, también se puede utilizar esta teoría para expli-
limitantes. car la gran estabilidad de las características de las espe-
La consecuencia irremediable sería que, debido a que cies generación tras generación, o para explicar la ausen-
los organismos con características óptimas (relativas a las cia de evolución en algunas poblaciones.
que poseen los demás individuos en la población) dejan Además, basándose en que las características de los
más descendencia, la proporción de individuos con estas organismos deben de estar próximas a un óptimo, es posi-
características aumentaría progresivamente en nuestra ble predecir que muchas de las características de los seres
población. Es decir, las características más comunes en vivos han sido seleccionadas por realizar una función en
los individuos que la componen serían cada vez más ópti- el ambiente que explotan. Esto permite a los investigado-
mas para explotar los recursos existentes. res plantear hipótesis sobre el significado funcional de
El argumento anterior, aunque válido, plantea algu- algunos de los caracteres que presentan los organismos
nos problemas. Todo el proceso se basa en la existencia para, posteriormente, poder estudiar e intentar poner de
de una variabilidad en los individuos que forman la po- manifiesto las posibles ventajas que conlleva un determi-
blación. Si, como se había expuesto anteriormente, debi- nado carácter. Esta posibilidad de plantear hipótesis de
do al mayor éxito reproductor de algunos individuos, trabajo, que la teoría de evolución por selección natural
sólo parte de la población contribuye especialmente a las permite, es muy importante ya que estas hipótesis pueden
generaciones sucesivas, también este proceso llevaría con- ser probadas siguiendo el método científico y, por tanto,
sigo una reducción en la variabilidad existente entre los convierte a la biología en ciencia (ver Capítulo 2).
individuos que forman la población. Podríamos incluso Aunque existen varios procesos que dan lugar a cam-
pensar que en nuestra población se podría llegar a una bios evolutivos (por ejemplo la deriva genética, ver Capí-
uniformidad completa entre los individuos que la for- tulo 6), sólo el proceso darwiniano de selección natural
man. Esta reducción de la variabilidad implicaría que la produce adaptaciones, es decir, características que le per-
inmensa mayoría de los individuos alcanzarían un éxito miten a los organismos explotar el medio ambiente de
reproductor muy similar que, tras un número elevado de forma óptima. La selección natural, entendida como el
generaciones, se igualaría y, por tanto, no podrían ocurrir proceso que puede producir adaptaciones, es una de las
los procesos de selección natural. Si éste fuera el caso, bases fundamentales de la biología moderna. Si tenemos
los procesos de selección natural conseguirían uniformizar en cuenta las frecuencias génicas, el mayor éxito repro-
los caracteres que presentan los organismos de la pobla- ductor de un individuo inmerso en una población se tra-
ción y, al reducir la variabilidad individual, los procesos duce en una mayor frecuencia de sus genes en las genera-
evolutivos por selección natural desembocarían irreme- ciones futuras. En este proceso no es necesario un progra-
diablemente en una población de individuos exactamen- ma a priori de las futuras adaptaciones basadas en mejo-
te iguales sobre los que ya no podrían existir procesos de ras para la población o la especie, sino que estas posibles
selección. “mejoras” en la población aparecen irremediablemente en
Sin embargo, esto no ocurre gracias, sobretodo, a la un futuro debido a que los caracteres, o las frecuencias
existencia de mecanismos que aportan variabilidad a la génicas, de individuos de mayor éxito reproductor pasan
población. Estos mecanismos son esenciales para enten- a ser las más comunes en generaciones sucesivas. Por tan-
der los procesos evolutivos por selección natural ya que to, podríamos concluir que los procesos de selección na-
nos explican la aparición de caracteres nuevos en las po- tural y evolutivos no persiguen ningún fin, ni la evolu-
blaciones y, además, permiten que, aunque los procesos ción por selección natural tiene ninguna dirección.
de selección natural estén actuando durante largos perio-
dos de tiempo en ambientes bastante constantes, en la
mayoría de los casos exista suficiente variación entre los Selección natural y selección sexual
individuos de la población como para que la selección
natural pueda actuar, sobretodo, cuando se producen cam- La reproducción sexual es muy importante en los pro-
bios en el ambiente. Por tanto, la variación individual es cesos evolutivos como un mecanismo que produce varia-
un requisito indispensable para que ocurra selección. Ya bilidad genética y, aunque su aparición y mantenimiento
Darwin en su libro “The origin of species” dedica sus dos a lo largo de la historia evolutiva de los organismos pue-
primeros capítulos a explicar las variaciones existentes de ser explicada por procesos de selección natural
en las especies domésticas y en la naturaleza. (Maynard-Smith y Szathmáry 1995, ver Capítulo 9), exis-
Si los procesos de selección natural han estado o es- ten bastantes costos asociados a este tipo de reproduc-
tán actuando sobre los organismos durante largos perio- ción. Uno de los principales costos consiste en el hecho
dos de tiempo en los que no han existido cambios am- de necesitar de otro individuo para la reproducción, pero
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 129
quizás lo más importante sea el hecho de que estos costos miento y fertilización, y en su fertilidad, fecundidad, y/o
no son iguales para ambos sexos, dando lugar a lo que se supervivencia (variación en eficacia biológica); y (c) una
conoce como conflicto sexual (ver Capítulo 13). Esta di- similitud entre el carácter que presenten los padres y sus
ferenciación sexual en los costos asociados a la reproduc- descendientes, la cual debe de ser independiente, al me-
ción implica que los procesos de selección natural favo- nos parcialmente, del efecto de un ambiente común (ca-
rezcan distintos caracteres en machos y en hembras. En racteres heredables) (Endler 1986). Si esas tres condicio-
individuos del sexo con costos de reproducción inferio- nes se cumplen, uno o dos sucesos pueden ocurrir: (1)
res (generalmente machos) favorecerían características que la distribución de frecuencias del carácter en la po-
que maximicen la accesibilidad a individuos del sexo con- blación difiera entre clases de edad más allá de lo espera-
trario (generalmente hembras), mientras que en el sexo do por la ontogenia (crecimiento y desarrollo); (2) si la
con mayores costos reproductivos se favorecen las carac- población no esta en equilibrio, se podría predecir que la
terísticas que permiten distinguir y seleccionar caracteres frecuencia de distribución del carácter de todos los des-
de individuos del sexo contrario que impliquen benefi- cendientes en la población será diferente de la que mos-
cios directos o indirectos para su descendencia (Trivers traba la población de sus antecesores, más allá de lo espe-
1972; Andersson 1994, ver Capítulo 13). rado sólo por las condiciones (a) y (c).
La mayoría de las características que favorecen el ac- Las condiciones (a), (b) y (c) las cumplen todas las
ceso a individuos del sexo que más invierte en reproduc- poblaciones de organismos vivos, y los efectos (1) y (2)
ción (generalmente hembras) tienen en común que influ- son simplemente los resultados probabilísticos y estadís-
yen negativamente en la probabilidad de supervivencia ticos de las relaciones entre efectos y condiciones bioló-
de los individuos que las presentan. Este es el caso de gicas (Endler 1986). Por tanto, se puede concluir que to-
cualquier color o rasgo llamativo en los machos que, ade- dos los organismos vivos están sometidos a este tipo de
más de atraer a las hembras, también, por ejemplo, hará procesos cuyo resultado es el cambio en las frecuencias
más fácil su detección por parte de los depredadores, pa- fenotípicas de sus poblaciones.
rásitos, etc. Debido a que los procesos de selección no La definición anterior es quizá la más completa, pero
pueden favorecer caracteres que no estén asociados a un existen otras más sencillas que implican todo lo anterior-
éxito reproductor diferencial y a que, para organismos de mente citado. Por ejemplo, George C. Williams, en su li-
reproducción sexual cruzada, es indispensable el acceso bro “Natural selection: domains levels, and challenges”
a individuos de otro sexo, en los individuos deben existir (Williams 1992) la define como “un sistema de retroali-
caracteres que maximicen el acceso a individuos del otro mentación correctiva que favorece a aquellos individuos
sexo incluso cuando estos caracteres estén asociados con que más se aproximan a la mejor organización posible
una disminución en la supervivencia (ver ejemplos en los para su nicho ecológico”. Mark Ridley (1993) la define
capítulos 13 y 28). La evolución de estos caracteres se como “el proceso por el que las formas de organismos en
explican por procesos de selección sexual. una población que están mejor adaptadas al ambiente
La dicotomía selección natural/sexual es una conse- incrementan su frecuencia relativamente a las formas
cuencia de la historia y de cómo Darwin presentó sus menos mejor-adaptadas en un número de generaciones”.
ideas, pero básicamente es lo mismo, o sea, producir Stephen C. Stearns y Rolf F. Hoekstra (2000) la definen
más progenie. Se puede conseguir más progenie vivien- simplemente como “la variación en el éxito reproductor
do más, siendo más fecundo o maximizando el éxito de asociada a una característica heredable”. Aunque todas
emparejamiento existiendo costos y beneficios para cada ellas son válidas, y coinciden con que la selección natural
una de esas estrategias. El medio físico, ecológico y es un proceso que irremediablemente ocurre en las pobla-
social impone presiones que afectan a la probabilidad de ciones naturales, quizás la propuesta por Endler (1986)
conseguir progenie. El compendio de todas esas presio- sea la más completa al incluir las bases del proceso y las
nes es la selección natural, una de cuyas formas por condiciones necesarias para que ocurra selección de for-
razones históricas se denomina selección sexual. Ya que ma natural.
en este libro existe un capítulo dedicado a la selección
sexual (Capítulo 13), no voy a profundizar más en este Bases de la selección natural
tipo de caracteres.
Variabilidad individual y fuentes de variación
individuos con caracteres intermedios como ocurre con genéticamente idénticos pueden desarrollarse en fenotipos
la presencia o no de ornamentos. diferentes si son criados en ambientes distintos.
Un claro ejemplo de variación discreta en un carácter Principalmente son tres los procesos que generan va-
lo constituyen las llamadas especies polimórficas. Es de- riabilidad genética, los procesos de recombinación, de
cir, que podemos encontrar individuos de varios tipos o migración y las mutaciones. Dichos procesos son trata-
formas dentro de la misma especie, e incluso en una mis- dos con detenimiento en el Capítulo 6 y, por tanto, aquí se
ma población, como ocurre en las poblaciones inglesas describirán brevemente destacando su importancia en los
de la mariposa (Biston betularia) con tres tipos de colora- procesos de selección natural.
ción en sus alas (ver Capítulo 4), o en poblaciones de li- En eucariotas con reproducción sexual, durante la
bélulas (azul y rojo, ver Capítulo 32). meiosis, se forman gametos genéticamente variables como
Sin embargo, la variación no sólo se refiere a caracte- consecuencia de la segregación independiente de cromo-
res morfológicos. Si descendemos hasta un carácter celu- somas no homólogos y cruzamientos entre cromosomas
lar, como es el número y forma de estructuras cromosó- homólogos. Es lo que se conoce como procesos de re-
micas, de nuevo nos encontramos variación. Este es el combinación. Es decir, de los cromosomas existentes en
caso, por ejemplo, de cromosomas polimórficos debidos un individuo se producen nuevos cromosomas con una
a inversiones o de la existencia de cromosomas supernu- secuencia génica única. Es importante tener en cuenta que
merarios (también llamados cromosomas B, ver Capítulo para que los procesos de recombinación generen variabi-
27). Si seguimos descendiendo a un nivel bioquímico, lidad genética es indispensable que exista variación aléli-
como es el caso de las proteínas, seguimos encontrando ca, ya que la recombinación entre cromosomas idénticos
variación como se ha puesto de manifiesto en numerosas produce idénticos cromosomas. Durante la formación de
ocasiones con la técnica de electroforesis. Además, si exis- los gametos, los cromosomas heredados de los dos pro-
te una gran variación entre los individuos de una pobla- genitores se recombinan entre sí de manera que cada ga-
ción en cada uno de estos niveles, debe existir también a meto lleva como promedio un 50% de los genes de la
nivel del ADN, como han puesto de manifiesto numero- madre y el otro 50% del padre. Por tanto, la variación de
sos estudios de secuenciación de bases nucleicas. Por tan- gametos o de individuos posibles es prácticamente infini-
to, la variación existente en poblaciones naturales es tan ta. Por ejemplo, las moscas del vinagre (Drosophila spp.)
enorme que es de esperar que cada individuo sea genéti- presentan unos 10.000 loci funcionales, y un individuo
camente único. con un nivel de heterocigosidad normal de un 10% podría
Cualquier carácter se puede definir como el resultado producir 10300 gametos genéticamente distintos. Sin em-
de tres componentes, el componente genético o heredita- bargo, la persistente reorganización de los genes no cam-
rio, el componente ambiental y el componente materno bia su frecuencia, es decir, la herencia por sí misma no
(Falconer 1989). El componente genético se refiere al engendra cambio evolutivo. Es lo que se conoce como la
ADN heredado de sus progenitores y que codifica un de- Ley de Hardy-Weinberg y del equilibrio génico, que por
terminado carácter y su desarrollo. El ambiental se refiere medio de una ecuación sencilla determina la frecuencia
a la influencia del medio ambiente en el desarrollo del de los genotipos individuales en función de la frecuencia
fenotipo a partir de un genotipo determinado. Por último, de los alelos (ver Capítulo 6), e implica que, asumiendo
el componente materno se refiere a los efectos indirectos un emparejamiento aleatorio y en ausencia de selección,
que el genotipo materno puede tener sobre el fenotipo de las frecuencias génicas permanecen constantes de gene-
sus descendientes a través de la expresión fenotípica de ración en generación. Esta ley es muy importante ya que
caracteres relacionados con, por ejemplo, cuidados ma- permite establecer las frecuencias génicas teóricas en au-
ternos o cantidad y calidad de sustancias incluidas en el sencia de selección y, por tanto, unas frecuencias distin-
huevo junto al embrión. Los efectos maternos se inclui- tas a las esperadas implicarían la existencia de procesos
rían dentro de un grupo más amplio, denominado efectos de selección natural.
indirectos, ya que parte del ambiente que rodea a un indi- Los procesos de recombinación sexual pueden tam-
viduo puede tener una base genética cuando es debido a bién influir en la dispersión de mutaciones nuevas (favo-
otros organismos vivos y pueden influir tanto en el rables) en los distintos genotipos de la población y, por
fenotipo de otros individuos, como en la eficacia biológi- tanto, en la variabilidad de genotipos (con su eficacia bio-
ca de los organismos que lo provocan (Mousseau y Fox lógica asociada) en la que una determinada mutación está
1998, Wolf et al. 1998, Wolf et al. 1999). presente. Si imaginamos que una mutación aparece en un
genotipo con una eficacia biológica intermedia, esta mu-
Fuentes de variabilidad genética. Son varios los procesos que tación no puede pasar a los genotipos de máxima eficacia
pueden generar variabilidad en los individuos de una po- biológica a no ser que exista recombinación sexual con
blación. Algunas de las variaciones tienen una base gametos de estos genotipos. Además, si no existe recom-
genética, es decir, heredable, mientras que otras no. Este binación sexual, debido a la acumulación de mutaciones
es el caso de la variabilidad producida por la influencia deletéreas en estos genotipos intermedios, a lo largo de
ambiental durante el desarrollo o la ontogenia de un indi- generaciones, la eficacia biológica de los individuos con
viduo (excepto el ambiente producido por conespecíficos una mutación beneficiosa, pero no capaz de contrarrestar
que sí puede tener una base genética importante (ver apar- los efectos subóptimos de su genotipo, iría disminuyendo
tados de fuentes de variabilidad ambiental)). Individuos en la población, con lo que la mutación se perdería en
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 131
ciada a unos variantes genéticos, es irremediable que las – Segundo, el esfuerzo reproductor de un individuo
frecuencias génicas cambien en las siguientes generacio- durante una estación reproductora influye en el esfuerzo
nes hacia una mayor representación de los individuos con a realizar en la siguiente estación ya que quedaría debili-
características asociadas a una mayor eficacia biológica. tado por el gran esfuerzo realizado en la primera (ver
Entre los individuos que forman parte de una pobla- Capítulo 8). Además, el esfuerzo reproductor relativo a
ción existen diferencias en cuanto a su eficacia biológica, su condición física varía con la edad de los individuos y,
o número de descendientes que pasan a generaciones fu- por tanto, un mismo individuo no obtiene el mismo éxito
turas. Estas diferencias pueden tener una base genética y reproductor, ni realiza el mismo esfuerzo reproductor, a
ser debidas a diferencias en la esperanza de vida, en la lo largo de toda su vida. Existen muchos ejemplos de
probabilidad de sufrir depredación, en la disponibilidad este aspecto, algunos de ellos expuestos en el siguiente
de alimento para invertir en reproducción, en la fertili- capítulo.
dad, en la fecundidad, etc. Sólo en este caso una estima – El tercer problema radica en que, en muchas ocasio-
de la eficacia biológica de un genotipo determinado per- nes, el éxito reproductor varía con la edad. Por ejemplo,
mitirá una estimación del cambio de las frecuencias géni- un individuo joven que se reproduce por primera vez, es
cas en generaciones sucesivas. Por tanto, las estimas de mucho más probable que sufra depredación o que falle en
eficacia biológica son de gran importancia. su intento de reproducirse que otro individuo con más
En principio, cualquier medida de las variables que experiencia. Además, estos individuos jóvenes frecuen-
potencialmente pueden afectar a la eficacia biológica (por temente no están en su plenitud reproductora y normal-
ejemplo, fertilidad, número de cópulas exitosas, número mente su fecundidad también varía con la edad (ver p. ej.,
de hijos, eficacia en eludir depredadores o parasitismo, Møller y de Lope 1999). Este problema se puede contro-
eficacia en conseguir alimento, etc.) puede ser utilizada lar de forma estadística, proporcionando al análisis infor-
como medida aproximativa de la eficacia biológica. Sin mación sobre la edad de los individuos muestreados. De
embargo, debido a la importancia del parámetro, una bue- esta forma, sólo tendríamos en cuenta la variación en el
na estima de la eficacia biológica de los distintos fenotipos éxito reproductor para individuos de la misma clase de
de una población es esencial para estudiar procesos evo- edad. Otra posible solución consiste en tener información
lutivos por selección natural. del éxito reproductor durante varios años y, con estos da-
En poblaciones naturales la eficacia biológica se mide tos, construir curvas que reflejen la variación de este
como el número medio de descendientes producidos por parámetro con la edad. Después, bastaría con establecer
un fenotipo; descendientes que, a su vez, llegan a repro- la diferencia entre el éxito reproductor real y el esperado
ducirse, produciendo individuos fértiles. Sin embargo, en según esa curva para una determinada edad. De todas for-
muchas ocasiones existen problemas metodológicos aso- mas estas dos soluciones no son totalmente eficaces, so-
ciados a la especie estudiada para estimar este parámetro, bre todo debido a la imposibilidad de estimar la edad de
ya que hay que tener marcados a todos los individuos, los individuos en poblaciones naturales y a la adopción
reconocer a sus hijos, etc. Debido a estos problemas, qui- de otras variables que indirectamente reflejen la edad. Otro
zás la medida más utilizada como índice de la eficacia problema relacionado con la edad a la hora de estimar la
biológica sea el éxito reproductor de los individuos a cor- eficacia biológica de un individuo basándose en su éxito
to plazo. Sin embargo, esta medida puede tener serios pro- reproductor en un año, es que estamos asumiendo que la
blemas a la hora de extrapolarla a un índice de eficacia probabilidad de supervivencia a la estación reproductora
biológica debido a varias razones: siguiente es la misma para todos los individuos de la po-
– Primero, indicadores del éxito reproductivo a corto blación. Es decir, que los individuos que llegan a edades
plazo (p. ej. en una estación o intento reproductor) son avanzadas son una muestra aleatoria de la población. Si
muy sensibles a variaciones ambientales y, por tanto, pue- este no fuera el caso las soluciones anteriores al problema
den no estar directamente relacionados con la calidad de de que el éxito reproductor varía con la edad no serían
los individuos para explotar el ambiente más probable. válidas.
Diferencias importantes en la eficacia biológica de los Otra medida de la eficacia biológica sería el éxito re-
distintos fenotipos en la población pueden quedar enmas- productor de un individuo durante todo el período de vida.
caradas en determinadas condiciones ambientales, sobre Sin embargo, incluso esta medida tiene sus problemas, y
todo cuando son muy favorables. Por ejemplo, si en el es sólo válida bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, un
año de nuestra medición, algunos de los factores que pue- individuo puede tener un éxito reproductor más elevado
den afectar al éxito reproductor no son importantes (ali- que otro, pero la viabilidad de sus hijos puede que no sea
mento no limitante, reducción de las poblaciones de de- tan elevada como la de los hijos del segundo (con menor
predadores o de parásitos, etc.) los individuos con carac- éxito reproductor) y que este segundo llegue a tener ma-
terísticas que disminuyan la influencia de estos factores yor número de nietos que el primero. Este problema de la
en su eficacia biológica conseguirían un éxito reproduc- estima de la eficacia biológica se podría solucionar si se
tor muy similar al logrado por individuos que no poseye- determinara el número de nietos, biznietos, etc. que con-
ran esos caracteres. En este caso podríamos erróneamen- sigue cada fenotipo en la población. Sin embargo, el se-
te concluir que esos caracteres no conllevan un diferen- guimiento e identificación de líneas familiares a lo largo
cial en éxito reproductor y, por tanto, que la selección de muchas generaciones en condiciones naturales es una
natural no podría actuar. tarea prácticamente inviable, por lo que podríamos con-
134 Juan J. Soler
cluir que una buena estimación a la eficacia biológica se- en su eficacia, el valor de eficacia biológica medio de un
ría el número de nietos que produce cada uno de los feno- genotipo es el de todos los individuos pertenecientes a
tipos de la población. todos los fenotipos posibles a partir de ese genotipo. Para
una mejor comprensión de estos modelos vamos a seguir
La teoría de la selección natural un ejemplo hipotético con organismos haploides en el que
estimaremos la eficacia biológica como el número de des-
Darwin dedujo la teoría de selección natural basándo- cendientes que llegan a reproducirse. Con este índice te-
se, entre otras, en las ideas de Malthus sobre la relación nemos en cuenta dos de los principales componentes de
entre el crecimiento de las poblaciones humanas y el de la eficacia biológica (ver atrás), la “viabilidad de los des-
los recursos (ver Capítulo 2) y la aplicó para explicar la cendientes” y la “fecundidad de los progenitores”. La com-
evolución de las especies y sus adaptaciones. Después de binación de estos nos proporciona el valor del éxito
la muerte de Darwin la teoría de evolución por selección reproductor en número de descendientes viables (que lle-
natural pasó por un periodo en el que disfrutó de muy gan a reproducirse).
pocos seguidores. Entre otras razones, el bajo seguimien- La viabilidad media de un genotipo es igual a la pro-
to de esta teoría se debió a que Darwin no encontró una porción de individuos de un determinado genotipo que
solución satisfactoria que pudiera explicar los mecanis- llega a reproducirse. Por ejemplo una viabilidad de 0.08,
mos de herencia necesarios para su idea. Sin embargo, la indicaría que el 8% de los descendientes llegarían a re-
solución ya existía a finales del siglo XIX, cuando Mendel producirse. La fecundidad se puede definir como el nú-
publicó sus trabajos sobre herencia de caracteres, pero no mero de huevos, embriones, etc. (por ejemplo, 50). Estos
fue hasta los años treinta del siglo XX, cuando la teoría dos valores de fecundidad y de viabilidad nos proporcio-
de la herencia de Mendel se redescubrió y se utilizó como nan un valor de eficacia biológica de 4 (cuatro individuos
complemento de la teoría de evolución por selección na- llegarían a reproducirse). Para simplificar el modelo va-
tural de Darwin, dando lugar a lo que se conoce como mos a asumir que los individuos se reproducen sólo una
“teoría sintética de la evolución” o “neodarwinismo”. vez en su vida, que todos los individuos de la población
La síntesis de las dos teorías fue llevada a cabo princi- se reproducen a la vez (reproducción sincrónica) y que la
palmente por tres autores, R. A. Fisher, J. B. S. Haldane, reproducción es asexual. Además suponemos que sólo
y S. Wright, y sus conclusiones se podrían resumir en los existen dos genotipos en la población (A y B) cada uno
siguientes 5 puntos: (1) Las poblaciones contienen varia- de ellos con una frecuencia (p y q respectivamente) y una
bilidad genética generada “al azar”. (2) Las poblaciones eficacia biológica absoluta (RA y RB) determinada (en nues-
evolucionan mediante cambios en las frecuencias génicas tro ejemplo 4 y 5 respectivamente).
originadas por deriva genética, flujo génico y, sobre todo, Independientemente de la frecuencia de cada genotipo:
selección natural. (3) Las variaciones que producen ven-
tajas selectivas tienen efectos fenotípicos generalmente ( p + q) = 1
pequeños (las grandes generalmente son deletéreas), por
y, por tanto, el crecimiento medio por individuo en la po-
lo que el cambio adaptativo es normalmente gradual
blación (R) sería igual a la suma de los productos de la
(“gradualismo”). (4) La diversificación se genera por
frecuencia de cada genotipo multiplicada por su eficacia
especiación (evolución del aislamiento reproductivo en-
biológica asociada:
tre poblaciones). (5) Los procesos de diversificación lle-
R = ( pRA + pRB )
gan, con el tiempo, a producir cambios lo suficientemen-
te grandes como para que den lugar a taxones de orden
superior (género, orden, etc.). Si, por ejemplo, el 30% de los individuos de una po-
Estos autores fueron los primeros en realizar mode- blación son del genotipo A (p = 0.3), el 70% deben de ser
los matemáticos de selección natural. La mayoría de es- del genotipo B (q = 0.7). Por tanto, el número medio de
tos modelos siguen vigentes en la actualidad, o han sido descendientes reproductores producidos por cada indivi-
las bases de modelos más modernos y complejos. Debi- duo de nuestra población sería:
do a la complejidad matemática de estos modelos, y a
que se explican detalladamente en el capítulo 6 de este R = ( pRA + pRB ) = (0.3) 4 + (0.7) 5 = 4.7
libro, en este capítulo sólo expondremos algunos de los
más importantes y simples que intentan explicar los efec- Hasta ahora hemos utilizado un índice de eficacia
tos evolutivos de la selección natural con la ayuda de biológica absoluto, por el que se puede estimar el creci-
ejemplos numéricos para una mejor comprensión de sus miento de la población y de cada uno de los genotipos.
implicaciones. Sin embargo, el cambio evolutivo producido por selec-
ción natural se detecta por cambios en las frecuencias
Eficacia biológica absoluta vs. eficacia biológica relativas de los genotipos de las poblaciones y la razón
relativa de cambio genético en una población bajo selección de-
pende de la eficacia biológica relativa (W) de los
En estos modelos a cada genotipo se le asigna un va- genotipos, que es función de la eficacia absoluta de to-
lor medio de eficacia biológica. Debido a que un mismo dos los genotipos en la población. Lo cual se puede de-
genotipo puede dar lugar a distintos fenotipos que varíen mostrar matemáticamente:
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 135
La eficacia biológica relativa de cualquier genotipo tivamente hubiéramos utilizado 8 y 10, ó 12 y 15, el re-
en una población (Wi) es igual a la eficacia absoluta del sultado de cambios en las frecuencias genotípicas es siem-
genotipo (A) dividida por la eficacia absoluta de otro pre el mismo. Por tanto, podemos concluir que los cam-
genotipo de la población (B). Normalmente el segundo bios en las frecuencias génicas de una población depende
genotipo siempre es aquel con mayor eficacia biológica de la eficacia biológica relativa de los genotipos presen-
de la población y, de esta forma se consigue que, inde- tes en esa población.
pendientemente de la población que se esté estudiando,
los valores de eficacia relativa siempre variarán entre 0 y Modelo de selección en organismos haploides
1. Por tanto:
Los organismos haploides tienen sólo un alelo por gen
WA = RA y, por tanto, el incremento en la frecuencia relativa del
RB
alelo coincide con el incremento del genotipo que lo pre-
WB = RB senta. Si utilizamos el valor de la eficacia biológica rela-
RB
(En nuestro ejemplo WA = 4/5 = 0,8, y WB = 1) tiva al del genotipo más eficaz, la eficacia biológica de
cualquier genotipo en la población se podría expresar
La eficacia relativa media de los individuos de la po- como uno menos un valor (s). En el caso del genotipo
blación sería la de cada uno de los genotipos multiplicada más eficaz ese valor (s) sería igual a cero, y para cual-
por sus frecuencias en la población: quier otro genotipo variará entre cero y uno. A ese térmi-
no (s) se le llama “coeficiente de selección” e indica la
W = ( pWA + pWB ) intensidad de la selección en contra del fenotipo dado. Es
decir, valores altos del coeficiente de selección indican
(En nuestro ejemplo = 0,3(0,8) + 0,7(1) = 0.94)
que la selección en contra de ese genotipo es alta.
Las frecuencias de cada genotipo se pueden expresar Por tanto en nuestro ejemplo el coeficiente de selec-
como el número de individuos pertenecientes a cada uno ción del primer genotipo (A) es 0.2 (1 – 0,8) y el del se-
(NA y NB) dividido por el número total de individuos en la gundo (B) es de 0 (1 – 1).
población (N): Si ahora en nuestra ecuación sustituimos el valor ab-
soluto de la eficacia biológica (RA y RB) por su valor rela-
p = NA tivo ((1– s) y (1) respectivamente) obtenemos la ecuación
N
del modelo de selección en individuos haploides:
q = NB
N
pq(RA − RB ) pq((1 − s ) − 1) − spq
∆p = = =
En la segunda generación las frecuencias genotípicas, pRA + qRB p (1 − s ) + q 1 − sp
p y q cambiarían a p’ y q’, respectivamente, dependiendo
la eficacia biológica de cada genotipo en la generación De esta ecuación se pueden extraer algunas consecuen-
anterior y del número de individuos de cada genotipo. Es cias generales sobre el cambio de frecuencias génicas en-
decir: tre generaciones. (a) El cambio en la frecuencia del
genotipo (∆p) es siempre negativo ya que s, p y q son
NARA pNRA pRA
p' = = = positivos o, de otra forma, debido a que la eficacia bioló-
NARA + NBRB pNRA + qNRB pRA + qRB gica del genotipo A no es la mayor de la población, sus
Además, el cambio evolutivo en la población vendrá frecuencias irían disminuyendo a lo largo de sucesivas
dado por el cambio en frecuencia de A y de B (incremen- generaciones (Fig. 3a). (b) ∆p es directamente proporcio-
to de p (∆p), e incremento de q (∆q) respectivamente). nal al coeficiente de selección (s) y también al producto
de las frecuencias p y q, es decir el cambio en las frecuen-
pRA pRA − p( pRA + qRB ) cias genotípicas de una generación a otra es mayor cuan-
∆p = p'− p = −p=
pRA + qRB pRA + qRB do ambos genotipos presentan unas frecuencias similares
(p = 0.5, q = 0.5; (Fig. 3b)). Además (c) el cambio en las
sustituyendo en el numerador (dentro del paréntesis) p frecuencias génicas es inversamente proporcional a la efi-
por (1-q) tenemos que: cacia biológica media de la población (denominador de
pq(RA − RB ) la ecuación) y, por tanto, la razón de cambio disminuye
∆p = conforme p se aproxima a cero (Fig. 3); y (d) la población
pRA + qRB
dejará de cambiar sus frecuencias (deja de evolucionar)
y aplicando esta fórmula a nuestro ejemplo: sólo si las frecuencias génicas del primer genotipo (A) es
igual a cero (p = 0) (Fig. 3).
0,3 * 0,7(4 − 5)
∆p = = −0,045
0,3 * 4 + 0,7 * 5 Modelos de selección en organismos diploides con
reproducción sexual
Este resultado no varía independientemente de que RA
y RB varíen, siempre que mantengan la misma relación Para los modelos que exponemos a continuación asu-
entre sus valores. Es decir, que si en vez de utilizar 4 y 5 miremos que: (a) la población es lo suficientemente gran-
como valores de la eficacia biológica de A y de B respec- de como para poder ignorar los efectos de la deriva génica,
136 Juan J. Soler
Figura 3. Cambios en las frecuencias génicas de una población hipotética con dos genotipos (A y B) con una frecuencia inicial de
0.3 (p) y 0.7 (q) y una eficacia biológica relativa de 0.8 (WA) y 1 (WB) respectivamente para los genotipos A y B, a lo largo de 25 (A)
generaciones. En la segunda figura (B) se representan los cambios en las frecuencias génicas de los mismos genotipos, con las
mismas frecuencias iniciales, pero intercambiando el valor de eficacia biológica entre A y B (WA = 1 y WB = 0.8) durante 47
generaciones.
Figura 4. Relación hipotética entre fenotipo y eficacia biológica (a). Si el fenotipo presenta un fuerte componente genético, cada
genotipo (en el eje X) se expresará en distintos valores fenotípicos dependiendo de que los individuos sean homocigóticos o
heterocigóticos y de que los alelos sean dominantes, con efectos aditivos o sobredominantes (b1, b2 y b3, respectivamente). Si
existe una relación entre fenotipo y eficacia biológica (a) y entre fenotipo y genotipo (b), forzosamente existirá una relación entre
genotipo y eficacia biológica que variará dependiendo de que el alelo beneficioso sea dominante, de efectos aditivos o
sobredominante (c1, c2 y c3, respectivamente).
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 137
(b) los emparejamientos son aleatorios, (c) no existen góticos; W11 = W12 > W22), tengan efectos aditivos (mayo-
mutaciones nuevas ni flujo génico, (d) no existe selec- res efectos en homocigóticos; W11 = W12 > W22), o de so-
ción sobre otros loci, o si ocurre no afecta a la selección bredominancia (mayores efectos en heterocigóticos; W21
del locus que estamos estudiando. (d) Como en el aparta- > W11 > W22) (ver Fig. 4). Sustituyendo los valores de
do anterior utilizaremos la viabilidad de cada genotipo eficacia biológica relativa por su relación con el coefi-
como indicador de su eficacia biológica, que asumimos ciente de selección para cada uno de estos tipos de alelos
que es constante a lo largo de las generaciones. se pueden llegar a ecuaciones que nos describen su creci-
Para todos los modelos de reproducción sexual, la fre- miento en una población en generaciones sucesivas (ver
cuencia de un alelo (A1) en la siguiente generación (p’) es Capítulo 6 para una explicación detallada de los modelos
la proporción de todas las copias genéticas de ese alelo de selección para los distintos tipos de alelos).
transmitidas. Es decir, todas las copias transmitidas en
gametos por los homocigotos teniendo en cuenta su efi- Implicaciones de los modelos matemáticos
cacia biológica relativa (A1A1: p*p*W11) más la mitad de
los transmitidos por los heterocigotos teniendo también Estos modelos matemáticos implican que, especial-
en cuenta la eficacia relativa de los heterocigóticos (A1 mente en poblaciones de gran tamaño, una pequeña dife-
A2 + A2 A1: ½(p*q*W12 + p*q*W21)), dividido por la efi- rencia en el grado de selección de genotipos sería sufi-
cacia biológica media de la población (suma total de cada ciente para que un gen ventajoso invadiera y sustituyera
uno de los genotipos en la población transmitidos a la un gen menos ventajoso en la población (ver Fig. 3). Este
siguiente generación teniendo en cuenta la eficacia bioló- punto es muy importante y, además, plantea unos proble-
gica de cada uno). Luego: mas metodológicos relacionados con el estudio de proce-
sos de selección natural, ya que pequeñas diferencias en
p 2W11 + pqW12 la eficacia biológica (o en el coeficiente de selección) de
p' =
p W11 + 2 pqW12 + q 2W22
2 dos genotipos podrían pasar desapercibidos a los investi-
gadores (las diferencias entre genotipos en muchos casos
Si asumimos que los distintos tipos de gametos se no llegarían a ser estadísticamente significativas) y, sin
emparejan de forma aleatoria, las frecuencias genotípicas embargo, tener una importancia enorme en la evolución
en la siguiente generación cambiaran a p’2, 2p’q’ y q’2, de la población estudiada.
donde q’ = 1– p’. Las diferencias entre p y p’ reflejan los Además, estos modelos implican que la evolución por
cambios producidos en la población entre generaciones y selección natural está basada en el éxito diferencial de los
se podrían estimar como: individuos, y no de poblaciones o de especies. A todas
estas conclusiones ya llegó Ronald Fisher en 1930, cons-
p 2W11 + pqW12 truyendo la teoría genética de selección natural (Fisher
∆p = p '− p = − p=
p 2W11 + 2 pqW12 + q 2W22 1930), una teoría que podía ser probada en poblaciones
naturales. A pesar de que la realidad es mucho más com-
p ( pW11 + qW12 ) − pW pleja (ver Capítulo 6), ya que, por ejemplo, un gen puede
=
W suprimir los efectos de otro (epistasis) o puede tener más
de un efecto en el organismo (pleiotropía), etc., el razona-
Si sustituimos W por p2W11 + 2pqW12 + q2W22, des-
miento seguiría siendo válido aunque la selección traba-
pués de algunos cálculos algebraicos obtenemos la ecua-
jaría con mayor dificultad.
ción del modelo:
pq[p (W11 − W12 ) + q (W12 −W22 )] Efectos de los procesos de selección
∆p =
W
La selección natural puede afectar a las poblaciones
Esta ecuación indica que el incremento de un deter- de varias formas que, siguiendo a Endler (1986), se po-
minado genotipo depende de la relación existente entre la drían agrupar en seis tipos dependiendo de distintos as-
media de todos los fenotipos a los que puede dar lugar pectos a los que afecte el proceso: (1) puede afectar al
cada uno de los genotipos en la población y la eficacia valor medio y a la varianza del carácter, (2) al número de
biológica asociada a cada uno de ellos (Fig. 4a). Es decir, fenotipos equivalentes, (3) puede tener efectos indirectos
las relaciones entre genotipo y eficacia biológica vienen en otros fenotipos, (4) puede afectar a la diversidad y a la
determinadas por las existentes entre genotipo y fenotipo selección de hábitat, (5) a los niveles de selección y (6) al
(Fig.4b). En el caso de organismos diploides con repro- modo de herencia. Estos seis tipos son independientes y
ducción sexual distintos genotipos pueden dar lugar al varios de ellos pueden ocurrir simultáneamente en la mis-
mismo fenotipo si ambos presentan el alelo dominante y, ma población.
dependiendo del grado de dominancia del alelo ventajo-
so, la eficacia biológica de cada genotipo posible será más Efectos sobre la media y varianza poblacional (distribu-
o menos diferente (Fig. 4c). Es decir, que la relación entre ción de frecuencias). Tipos de selección.
genotipo y eficacia biológica va a depender de que uno
de los alelos del gen que estemos considerando sea domi- Debido a que los procesos evolutivos se detectan por
nante (fenotipo similar en heterocigóticos y en homoci- cambios en las frecuencias de distribución de caracteres
138 Juan J. Soler
Figura 5. Tipos de selección dependiendo de su influencia sobre la media y la varianza poblacional del carácter.
heredables entre generaciones, y estas frecuencias, cuan- selección direccional más fáciles de comprender son los
do se ajustan a una distribución normal, se pueden definir de selección artificial ya que, casi siempre, lo que el hom-
simplemente basándose en su media poblacional y su bre pretende es aumentar o disminuir un carácter deter-
varianza, la clasificación más extendida de los tipos de minado (tamaño de puesta en las gallinas, cantidad de le-
selección está relacionada con la forma en que los proce- che producida por vacas, tamaño y características de se-
sos de selección natural afectan a estos parámetros millas de cereales, etc.). Lo que ocurre es que los descen-
poblacionales. Estos caracteres pueden ser cuantitativos dientes que pasan a la siguiente generación se seleccio-
o cualitativos, y la distribución de frecuencias puede ver- nan artificialmente de los hijos de padres con las caracte-
se afectada de tres formas distintas, dando lugar a los tres rísticas que interesan.
tipos de selección (Fig. 5). En la naturaleza el proceso es muy similar, la diferen-
cia radica en que el diferencial reproductivo entre los in-
Selección direccional. Tiene lugar cuando los individuos de dividuos de una población viene determinado por agen-
uno de los extremos de la distribución de frecuencias tie- tes naturales y no por el hombre. Como ejemplo de selec-
nen mayor eficacia biológica y son favorecidos (Fig. 5). ción direccional se podrían citar entre otros la evolución
En este caso, en generaciones sucesivas, la media cambia del tamaño de cerebro en el género Homo, que ha ido
desplazándose hacia el valor de los individuos con menor aumentando durante toda su historia evolutiva (Arsuaga
coeficiente de selección, mientras que la varianza dismi- y Martínez 1998; Capítulo 20), la evolución del tamaño
nuye. del dedo corazón en el grupo de los équidos (ver Capítulo
Los componentes físicos y biológicos del ambiente 4), la evolución del mimetismo y reconocimiento de hue-
están cambiando continuamente y cuando estos cambios vos, respectivamente, en aves parásitas de cría y en sus
persisten durante largos períodos de tiempo pueden favo- hospedadores, o cualquier ejemplo de carrera de arma-
recer a individuos con unas características heredables de- mentos en procesos coevolutivos (ver Capítulo 12).
terminadas. Si tomamos como ejemplo el carácter tama-
ño corporal y suponemos que, en un ambiente determina- Selección estabilizadora. Aparece cuando los individuos con
do, los de menor tamaño producen más descendientes que caracteres intermedios son los que producen más descen-
los de mayor tamaño, estaríamos ante un caso de selec- dientes. Es decir, que existe un valor intermedio óptimo
ción direccional, ya que podríamos predecir que el valor para el carácter. En este caso la media no cambia y la
medio del tamaño corporal disminuiría en esa población varianza disminuye (Fig. 5). Es quizás el tipo de selec-
a lo largo de generaciones sucesivas. Quizás los casos de ción más común en la naturaleza, sobre todo en poblacio-
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 139
nes o especies de ambientes poco cambiantes. Es decir, si ya que estos no serían capaces de abrir las piñas de pinos
imaginamos un ambiente constante durante un largo pe- para llegar a su principal alimento, los piñones.
riodo de tiempo en el que existiera un óptimo de un ca- Como ejemplo hipotético, imaginemos una población
rácter determinado (por ejemplo un tamaño de puesta en en la que existe una elevada competencia por el alimento,
aves) asociado a un mayor éxito reproductor, al principio y en la que un gran tamaño corporal implica un mayor
existirían individuos con tamaños de puesta muy varia- éxito en la defensa de los recursos encontrados y, además,
ble, pero el paso del tiempo desembocaría irremediable- que el alimento aparece de forma impredecible (por ejem-
mente en un cambio de las frecuencias fenotípicas en las plo cadáveres). Esperaríamos que en esta población los
poblaciones haciéndose cada vez más comunes los indi- individuos de mayor tamaño obtuvieran mayor éxito
viduos con un carácter próximo al óptimo, y desapare- reproductor y, debido a que el alimento es limitante, en
ciendo de la población los fenotipos extremos. generaciones sucesivas las frecuencias de distribución de
Esta selección estabilizadora, como ya se ha expues- tamaño irían cambiando haciéndose más comunes los in-
to, llevaría consigo una disminución de la variabilidad dividuos de mayor tamaño (selección direccional). Sin
del carácter en la población. Sin embargo, esta disminu- embargo, normalmente un gran tamaño implica una me-
ción no tiene por qué llevar consigo una disminución en nor capacidad de desplazamiento y, por tanto, una menor
la variabilidad genética poblacional debido a que existen eficiencia en la búsqueda de recursos. Además, un mayor
mecanismos naturales que generan esta variabilidad (ver tamaño también implicaría una mayor necesidad fisioló-
apartados anteriores) y también debido a que, en muchos gica de recursos y, por tanto, menor cantidad de alimento
casos, el óptimo de un carácter no es el mismo para todos se podría emplear en reproducción. Si partiéramos de una
los fenotipos de la población, sino que depende de la población con una curva de distribución de frecuencias
expresión de otros caracteres relacionados entre sí, estan- de tamaño corporal que se aproximara a una distribución
do el óptimo de cualquier carácter relacionado con una normal en la que los fenotipos intermedios fueran los más
solución de compromiso con el de otros caracteres (ver comunes, muy pronto aumentarían las frecuencias de los
Capítulo 8). individuos de mayor tamaño por lo anteriormente expues-
Es importante tener en cuenta que la nula influencia to. Sin embargo, los individuos de menor tamaño serían
de la selección estabilizadora sobre la media poblacional más eficaces a la hora de localizar el alimento debido a su
del carácter haría imposible su detección en estudios en mayor capacidad de desplazamiento, y hasta el momento
los que no se tuviera en cuenta la varianza poblacional. en que llegaran los individuos de mayor tamaño podrían
Por tanto, la conservación evolutiva de fenotipos durante estar explotando el recurso. Los individuos intermedios,
largos periodos de tiempo no tendría por qué ser interpre- por su parte, no serían los más eficientes buscando ali-
tada como periodos en los que la selección natural no está mento, pero tampoco defendiéndolo. Por tanto, dependien-
actuando, sino que muy probablemente, la no-existencia do de la relación existente entre tamaño y estas dos varia-
de cambios fenotípicos aparentes durante largos periodos bles (eficacia en buscar alimento y en defenderlo) podría-
evolutivos (conservación evolutiva) podría ser consecuen- mos encontrar que después de varias generaciones los in-
cia de una continua y fuerte selección estabilizadora. Sólo dividuos menos frecuentes en la población fueran los in-
el estudio de una posible variación de la varianza dividuos con un carácter intermedio estando ante un tipo
poblacional de un carácter a lo largo de esos periodos nos de selección disruptiva.
permitirían distinguir entre la ausencia de selección o la
Efectos sobre el número de fenotipos equivalentes
presencia de selección estabilizadora durante esos perio-
dos de tiempo. En principio, se podría pensar que cada uno de los
fenotipos posibles está asociado a una diferente eficacia
Selección disruptiva o diversificadora. Tiene lugar cuando los biológica. Sin embargo, esto no es en absoluto realista.
individuos de los extremos de la distribución de frecuen- Es posible que dos fenotipos distintos sean igual de efica-
cias presentan una eficacia biológica mayor que la de in- ces. Por ejemplo, si existen dos ambientes distintos que
dividuos con valores intermedios del carácter. En este caso son explotados por la misma especie, un determinado fe-
la media no cambia pero la varianza aumenta (Fig. 5). notipo puede ser ventajoso en uno de ellos, pero otro dis-
Este tipo de selección, aunque puede parecer a prime- tinto puede explotar mejor el otro ambiente. Es lo que se
ra vista muy poco probable que ocurra, al menos en teoría conoce como “fenotipos selectivamente neutros o equi-
puede ser bastante común. Las distintas especies de pin- valentes”.
zones que Darwin encontró en las islas Galápagos, segu- En la naturaleza no hay una única solución a los pro-
ramente evolucionaron por selección disruptiva. Este tam- blemas que plantea un ambiente determinado (presiones
bién podría ser el caso de especies polimórficas en las selectivas, ver siguientes apartados) y, por tanto, pueden
que distintos fenotipos pueden ser favorecidos con la mis- existir fenotipos distintos que resuelven dicho problema
ma intensidad por procesos de selección natural (morfoti- de forma diferente y con una eficacia similar. Este parece
pos equivalente, ver más abajo). Este puede ser el caso de ser el caso de los picos de los piquituertos expuesto en el
los piquituertos (Loxia curvirostra), existiendo individuos apartado anterior, o el de compuestos químicos secunda-
con el pico curvado hacia la derecha o hacia la izquierda rios de plantas que afectan al sabor de las mismas para los
sin presentar este hecho ninguna ventaja aparente para herbívoros. Diferentes combinaciones de componentes
cada uno de ellos, pero no existen individuos intermedios químicos pueden dar lugar al mismo grado de mal sabor.
140 Juan J. Soler
En la mayoría de los casos cuando la selección natural influir en la eficacia biológica de los organismos que los
diera lugar a dos o más fenotipos equivalentes se trataría provocan (por ejemplo, si estos ambientes favorecen la
de una selección del tipo disruptiva, ya que la existencia supervivencia de sus descendientes) y, además, también
de estos fenotipos daría lugar a curvas de distribución de podrían influir en el fenotipo de sus descendientes (in-
frecuencias con varios picos coincidentes con los ópti- fluencia materna o paterna) y contribuir a los cambios
mos para cada uno de estos fenotipos equivalentes. Ade- evolutivos (Wolf et al. 1998, Wolf et al. 1999). Si existe
más, si existe o se produce un aislamiento genético entre una variabilidad en el ambiente que proporcionan los dis-
estos fenotipos podrían existir procesos de especiación tintos individuos de la población que covaría con la efica-
como parece que ha ocurrido con las especies de cia biológica de los mismos, la selección natural podría
gasterópodos del género Conus en relación con la diver- actuar sobre estos ambientes.
sificación de las toxinas propias para distintas presas Quizás los ejemplos más claros y mejor estudiados de
(Duda, Jr. y Palumbi 1999) (ver ejemplo en el apartado de estos efectos indirectos sean los relacionados con los efec-
“Efectos en la diversidad y selección de hábitats”). tos maternos o paternos (Mousseau y Fox 1998). Éste es
el caso de los cuidados parentales o de la inversión de las
Efectos indirectos sobre otros fenotipos hembras en la producción de huevos. Si un individuo adul-
to tuviera la oportunidad de contribuir al ambiente en el
Como ya se ha expuesto, la eficacia biológica de un que sus descendientes se van a desarrollar y existiera va-
fenotipo concreto depende, más que del valor absoluto de riación en ese componente ambiental, la selección natu-
sus caracteres, de su valor relativo frente al mostrado por ral favorecería a aquellos organismos capaces de propor-
otros fenotipos en la población. Es decir, la relación entre cionar a sus descendientes un ambiente óptimo para su
el valor absoluto de un carácter y la eficacia biológica desarrollo. Es decir, el genotipo de los progenitores in-
que le confiere al individuo portador no tiene por qué ser fluiría indirectamente en el fenotipo de su descendencia,
constante en todas las poblaciones, sino que depende del estando esta influencia mediada por el ambiente que sus
valor para el mismo carácter en los demás individuos en progenitores son capaces de producir.
la población. Por tanto, pequeños cambios en el genotipo de los pro-
Imaginemos el ejemplo de un carácter relacionado genitores relacionados con el ambiente que producen para
con la velocidad de escape frente a depredadores. Te- el desarrollo de sus descendientes, pueden provocar cam-
niendo en cuenta que los depredadores seleccionarían bios bruscos en el fenotipo de generaciones sucesivas.
como presas a las menos veloces (ya que también supon- Como estos cambios tienen una base genética que pasaría
dría para el depredador un menor gasto energético), una a sus descendientes, los cambios evolutivos que produ-
presa relativamente rápida en una población lenta tendría cen en las poblaciones son mucho más patentes y rápidos
muchas más probabilidades de supervivencia que si vi- que los que cabría esperar por la influencia directa del
viera en una población en la que la mayoría de los indivi- propio genotipo en el fenotipo. De ahí su importancia en
duos sean más veloces que él. En este sentido, Mark procesos evolutivos.
Ridley propuso un ejemplo muy ilustrativo para explicar Pongamos un ejemplo. En aves y en mamíferos es bien
la importancia de la eficacia biológica relativa: dos caza- conocido que las hembras proporcionan a sus crías sus-
dores se encontraron con un oso hambriento, mientras tancias energéticas para el desarrollo del embrión. Ade-
permanecían escondidos y el oso aún no los había detec- más, también proporcionan una serie de sustancias hor-
tado, uno de ellos se dispuso tranquilamente a abrocharse monales (testosterona, etc.) y otras relacionadas directa
bien las zapatillas mientras que el otro, muy nervioso, le (anticuerpos) o indirectamente (por ejemplo carotenoides)
preguntaba por qué perdía el tiempo en abrocharse las con el desarrollo de un buen sistema inmune. La influen-
zapatillas si el oso podía correr más que él con o sin cia de un parasitismo temprano tiene unos efectos muy
zapatillas, a lo que el primero respondió que para librarse patentes sobre el desarrollo de individuos adultos y su
del oso no tendría que correr más que el oso, sino que posterior eficacia biológica (Clayton y Moore 1997). Basta
simplemente debería correr más que el otro cazador. Es recordar los efectos dramáticos que muchas enfermeda-
decir, frente a una misma presión selectiva (el oso), la des como la meningitis, el sarampión, la rubeola, etc. pue-
selección natural tendría distintos efectos sobre un den tener en humanos. Por tanto, una variante que pro-
fenotipo dado dependiendo de los fenotipos de otros con- porcionara anticuerpos a su descendencia evitando el con-
géneres en la misma población. tagio de estas enfermedades rápidamente se seleccionaría
Por tanto, aunque la dinámica y el resultado de los y quedaría fijada en la población. Sin embargo, la selec-
procesos de selección dependen de las interacciones en- ción de este genotipo no tendría lugar por sus efectos di-
tre cada fenotipo y el ambiente, una parte importante de rectos en el fenotipo de la madre, sino por los efectos in-
este ambiente son los otros fenotipos existentes en la po- directos que implican en el fenotipo de la descendencia.
blación, por lo que podrían influir en la dinámica evoluti- Otros ejemplos, quizás más intuitivos, son los relacio-
va de la población. En general los “efectos genéticos in- nados con el tamaño corporal. En mamíferos la cantidad
directos” se podrían definir como las influencias ambien- de leche que una madre proporciona a sus crías, en gran
tales que son debidas a la expresión de genes de otro indi- medida, determina el tamaño de las mismas cuando lle-
viduo de la misma especie. Estos ambientes, provocados gan a la etapa adulta. Por lo que un cambio evolutivo en
por la expresión del genotipo de otros individuos, podrían la producción de leche provocaría un cambio evolutivo
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 141
en el tamaño de los individuos de la población en genera- la selección natural. Propone que la selección natural tie-
ciones sucesivas (Rossiter 1996). Es decir, el cambio en ne lugar a un nivel determinado si (1) las tres condiciones
las frecuencias fenotípicas de la población en producción expuestas anteriormente (variabilidad, diferencial repro-
de leche provoca un cambio en las frecuencias fenotípicas ductivo y herencia) se cumplen en dicho nivel, y (2) si la
de tamaño corporal en la siguiente generación debido a eficacia biológica esperada de entidades a un nivel expli-
los efectos indirectos de los genes que codifican esta pro- ca mejor la eficacia biológica observada que la eficacia
ducción de leche en las hembras. biológica esperada de entidades en cualquiera de los de-
más niveles posibles. Por ejemplo, si variaciones fenotí-
Efectos en la diversidad y en la selección de hábitat picas de un determinado genotipo pueden explicar la po-
sible variación en eficacia biológica de individuos geno-
La presión selectiva puede variar a lo largo del rango típicamente idénticos, la selección estaría actuando sobre
de distribución de una especie. Una especie puede el fenotipo y no sobre el genotipo. Por tanto, debido a que
distribuirse en una serie de hábitats que pueden variar en comúnmente existe una variabilidad en la eficacia bioló-
mayor o menor medida dependiendo de la especie. Puede gica de distintos fenotipos procedentes del mismo genoti-
ocurrir que distintos fenotipos varíen en sus capacidades po, la selección actuará en la inmensa mayoría de los ca-
para explotar los distintos tipos de hábitats y, por tanto, el sos a nivel del fenotipo, teniendo efectos a nivel del ge-
hábitat óptimo para cada fenotipo será distinto, y cada notipo. Sin embargo, un problema importante de este
fenotipo podría seleccionar el mejor hábitat para desarro- método es que no siempre la variable que mejor explica
llarse y reproducirse. otra es su causa, siendo éste el problema fundamental de
Si este fuera el caso, los procesos de selección po- distinguir causa y efecto de una correlación.
drían influir en el número y en la variedad de hábitats que Por otra parte, H. Kern Reeve & Laurent Keller (1999)
una especie, o un grupo taxonómico, puede explotar si defienden que el debate sobre los niveles a los que actúa
algunos fenotipos subóptimos en el hábitat original tu- la selección está claramente cerrado con la propuesta de
vieran alguna característica que les permitiera explotar R. Dawkins (1976) de que los genes son las unidades
otros hábitats. Además, cabría esperar que los distintos replicativas que pasan de generación a generación y la
individuos eligieran los hábitats más óptimos para su propuesta de Sober y de Lewontin (Sober 1984, Sober y
fenotipo, produciendo un aislamiento genético parcial Lewontin 1984) de que la selección actúa sobre el “vehí-
entre los distintos fenotipos y dar lugar a procesos de culo de transporte de estos genes”, el individuo (y posi-
especiación (ver Capítulo 18). Este parece ser el caso de blemente sobre niveles mas elevados de organización),
la evolución y diversificación de las más de 500 especies pero no sobre los genes. Sin embargo, existen también
existentes del género Conus. Todas las especies de este algunos fragmentos de ADN que actúan de forma inde-
género son depredadoras y capturan a sus presas inyec- pendiente (egoísta) maximizando su tasa de transferencia
tándoles unas toxinas que afectan al sistema nervioso de a generaciones futuras (Pomiankowski 1999, ver Capítu-
sus presas paralizándolas. Algunas de estas especies cap- lo 27). En este caso el vehículo de estos genes serían los
turan otras especies de gasterópodos, otras consumen propios genes y la selección natural podría directamente
poliquetos, otras hemicordados, otras peces, etc., existien- actuar sobre ellos (ver Capítulo 5 para una discusión más
do una asociación entre los tipos de neurotoxina utilizada profunda sobre el tema).
por cada especie y la presa para la que el veneno produci- Independientemente del nivel en que la selección esté
do es más eficaz. Esta especificidad de las toxinas permi- actuando, ésta puede tener efectos a muy distintos nive-
te explotar a distintas especies del mismo género diversos les. Puede tener efectos al nivel de comunidades (por ejem-
ambientes con una eficacia biológica similar provocando plo, algunos efectos indirectos comentados anteriormen-
la gran diversidad de hábitat (presas) que pueden ser ex- te); al nivel de especie, produciendo fenómenos de
plotados por el grupo. Además, estos distintos genotipos, especiación (ver Capítulo 18), o variando características
asociados a un aislamiento genético, pueden explicar la específicas (por ejemplo, la resistencia a parásitos y gra-
gran diversificación del género (Olivera et al. 1990) debi- do de inmunodefensa, ver Capítulo 31); al nivel de pobla-
do principalmente a que están sometidos a fuertes presio- ción, provocando que las variaciones dentro de poblacio-
nes selectivas (Duda, Jr. y Palumbi 1999). Por tanto, la nes respecto a un carácter sea menor que las variaciones
selección natural podría influir en la diversidad y selec- entre poblaciones (por ejemplo la variación en tamaño
ción de hábitat de los individuos de una población. corporal con respecto a la latitud (ley de Bergman), o la
variación en tamaño de puesta de muchas especies de aves
Efectos en los distintos niveles de organización con respecto a la latitud (Perrins y Birkhead 1983, ver
Capítulo 8)); al nivel de individuo, provocando un éxito
Teóricamente es posible que la selección natural ten- reproductor diferencial con respecto a la media pobla-
ga lugar a distintos niveles (genes, genotipo, grupos, po- cional; al nivel celular o de tejidos, si por ejemplo los
blación, especie, etc.) lo que conlleva una discusión muy individuos con mayor eficacia biológica son aquellos con
importante sobre el problema de las unidades de selec- una mayor diferenciación celular como parece que ha ocu-
ción (ver Capítulo 5). En este sentido Endler (1986) reco- rrido a lo largo de la historia evolutiva de los organismos
ge una metodología propuesta por R. N. Brandon (1982) (Maynard-Smith y Szathmáry 1995); al nivel molecular,
para ayudar a decidir a qué nivel o niveles está actuando produciendo la perduración, expansión, o desaparición de
142 Juan J. Soler
algunos genes; o, si la eficacia biológica de un individuo neraciones) y con organismos de ciclos de vida cortos
está, por ejemplo, asociada a la producción de una proteí- (virus, bacterias, hongos, moscas del vinagre, etc).
na, como es el caso de los tipos de hemoglobina y su rela- Otra aproximación al estudio de procesos de selec-
ción con la anemia falciforme (ver Capítulo 22). Por tan- ción natural es de forma indirecta, simplemente detectan-
to, aunque la selección natural puede ser considerada a do sus efectos. Esta aproximación, aunque no aporta in-
distintos niveles de organización, en la mayoría de ellos formación directa sobre el mecanismo de los procesos,
se detectan los efectos de esta selección, no su causa. tiene la gran ventaja de reducir en gran medida todos los
problemas metodológicos expuestos anteriormente. La
Efectos en el modo de herencia base de esta aproximación radica en la misma teoría de
evolución por selección natural, ya que los efectos que
La definición de selección natural no tiene por qué pueden provocar estos procesos están bien establecidos,
aplicarse a caracteres codificados genéticamente. Por así como sus causas, y pueden ser detectados en pobla-
ejemplo, en animales sociales en los que se transmite in- ciones naturales. En este apartado se revisan las principa-
formación de padres a hijos la condición de que los carac- les metodologías, tanto directas como indirectas, para
teres (información) deben ser heredables se cumple. Ade- detectar y, en algunos casos, cuantificar los procesos de
más, también existe variabilidad en la información trans- selección natural. Además, se discutirán los pros y los
mitida y ésta influye indudablemente en el éxito repro- contras de cada una de ellas, prestando especial atención
ductor de los individuos. Por tanto, podríamos concluir a aquellas que se emplean en sistemas naturales.
que puede existir selección natural de caracteres cultura-
les. Buenos ejemplos de esta actuación de la selección Métodos de detección
natural podrían ser la agricultura en humanos o también
el aprendizaje de abrir botellas de leche por los carbone- John A. Endler en su famoso libro “Natural selection
ros (Parus sp.) en Inglaterra (Sherry y Galef Jr. 1984). in the wild” (1986) exponía 10 métodos para detectar se-
Sin embargo, en este caso la transmisión no es exclusiva- lección natural en poblaciones naturales. Cada uno de ellos
mente de padres a hijos o entre individuos relacionados se puede definir en base a una hipótesis nula y una o más
genéticamente, sino que esa información puede ser apren- hipótesis alternativas, que aceptaríamos si rechazamos la
dida por otros individuos. hipótesis nula (Tabla 1). Sin embargo, muchos de estos
Esta transmisión cultural implica que, aunque el pro- métodos no son suficientes y una buena aproximación
ceso por el que se moldean las frecuencias fenotípicas es sería la combinación de más de uno.
el mismo, ocurre de forma mucho más rápida que lo que (1) El primer método se refiere a “explorar correlaciones
cabría esperar por una herencia genética, ya que es posi- entre caracteres y factores ambientales” ya que, si la
ble la transmisión de información entre individuos que selección natural existe, en diferentes ambientes se
no están relacionados genéticamente. Por tanto, si un ca- seleccionarán diferentes fenotipos (p. ej., variación
rácter se puede adquirir durante el periodo de vida, como en un carácter continuo a lo largo de un gradiente
ocurre con la información cultural, y confiere a los indi- ambiental (tamaño corporal-temperatura)). Éste es
viduos con ese carácter una ventaja (mayor eficacia bio- quizás el método más antiguo, pero tiene el gran in-
lógica), la selección natural favorecería la transmisión de conveniente de que es muy difícil extraer conclusio-
ese carácter de forma cultural o social. Aunque la heren- nes de causa-efecto de una correlación.
cia y transmisión cultural parece ser un fenómeno poco (2) También es posible “comparar especies distintas pero
generalizado en la naturaleza, excepto para la especie hu- filogenéticamente próximas que coexisten en el mis-
mana, podría tener su importancia en los procesos evolu- mo hábitat” (es decir especies simpátricas) y buscar
tivos (información sobre la evolución de la cultura se pue- relaciones entre el grado de desarrollo de caracteres
de encontrar en Bonner 1980). comunes (homólogos). Debido a que la selección na-
tural afectará de forma similar los caracteres ho-mó-
Métodos para la detección y estudio de la selección natural logos presentes en estas especies, se espera que estos
covaríen entre las distintas especies. Esta covariación
Estudiar los procesos de selección natural no es una podrá ser negativa o positiva dependiendo de las re-
laciones ecológicas que puedan existir entre esas es-
tarea sencilla. Necesitan un seguimiento durante un con-
pecies. Si son especies que no interaccionan entre sí,
siderable número de generaciones de las poblaciones na-
esperaríamos que los caracteres homólogos respon-
turales, y la identificación individual de cada uno de los
dan de modo similar al ambiente común. Sin embar-
genotipos y de sus descendientes. En organismos
go, si existe competencia entre las especies objeto de
pluricelulares con largos periodos de vida esta tarea re- estudio, los caracteres homólogos deberían de dife-
sulta, en muchos casos, imposible, ya que el tiempo nece- renciarse en zonas de simpatría para evitar compe-
sario para realizar el estudio superaría la esperanza de vida tencia, mientras que cuando se comparen zonas alo-
humana. Por ello, la inmensa mayoría de los trabajos en pátricas la similitud entre estos caracteres debería ser
los que se estudian directamente los procesos de selec- mayor.
ción se realizan en laboratorio (donde es posible marcar y Otra posibilidad, es “comparar especies relaciona-
hacer un seguimiento de distintos genotipos durante ge- das filogenéticamente, pero que vivan en ambientes
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 143
distintos” (alopátricas) y comparar o relacionar los (5) Otro método consiste en “estudiar cambios en las fre-
caracteres homólogos en función de las característi- cuencias fenotípicas poblacionales durante un eleva-
cas de los ambientes que explotan. El mayor proble- do número de generaciones”. Si el tipo de selección
ma de este método consiste en que procesos de deri- fuera estabilizadora deberíamos encontrar que las fre-
va genética sobre el mismo carácter también predi- cuencias fenotípicas del carácter objeto de estudio no
cen una divergencia en la evolución del carácter en- variarían a lo largo de las generaciones y, además,
tre poblaciones y, por tanto, no podríamos distinguir que la varianza del carácter disminuiría en ese perio-
los procesos de deriva genética de los procesos de do. Si por el contrario la selección fuera direccional,
selección natural. deberíamos encontrar un cambio continuo de las fre-
(3) El siguiente método consiste en “comparar especies cuencias fenotípicas hacia uno de los valores extre-
distantes filogenéticamente pero que tienen en común mos. Todos estos cambios se podrían probar frente a
la explotación de hábitats similares o equivalentes”. la hipótesis nula de que los cambios fueran aleatorios
Si los procesos de selección dependen del ambiente a lo largo de las generaciones estudiadas. Este méto-
que rodea a los organismos, en especies distintas que do es bastante más directo que los anteriores debido a
exploten el mismo tipo de ambientes deberían de apa- que implica la existencia de un diferencial reproduc-
recer analogías en sus caracteres (caracteres de dis- tivo entre los distintos fenotipos de la población.
tinto origen ontogenético pero con una función muy (6) El sexto método se refiere al “estudio de las perturba-
similar). Es decir, que este método se basa en la hipó- ciones que pueden darse en poblaciones naturales”.
tesis de que en organismos distintos que exploten un El método asume que, si la selección natural existe,
mismo tipo de ambiente pueden ocurrir fenómenos la frecuencia de distribución fenotípica de un carác-
de convergencia adaptativa (ver apartado Adapta- ter en la población no estaría en equilibrio inmediata-
ción). Por tanto, es muy importante utilizar especies mente después de una perturbación y, por tanto, en
muy distantes filogenéticamente para asegurarse que generaciones posteriores a la perturbación debería-
las posibles semejanzas que presentan no se deben a mos detectar un cambio continuo en estas frecuen-
un ancestro común que ya habitaba en los mismos cias en la misma dirección hasta alcanzar un equili-
ambientes. brio (distribución próxima a la original, antes de la
(4) El cuarto método consiste en “comparar modelos neu- perturbación, en el caso de que el ambiente fuera tam-
tros de evolución con lo que encontramos en pobla- bién similar).
ciones naturales”. Bastaría encontrar diferencias sig- Este método tiene la gran ventaja de que si encon-
nificativas entre las predicciones del modelo y lo que tramos un cambio en las frecuencias fenotípicas rela-
se encuentra en poblaciones naturales para poner de cionado con perturbaciones o cambios bruscos en el
manifiesto los efectos de la selección natural. Por ambiente, podríamos concluir que la causa de este
ejemplo, si el carácter que estamos estudiando es cambio es la perturbación. Es decir, se podría detec-
polimórfico, el principio de Hardy-Weinberg (ver más tar una relación causa-efecto. Las perturbaciones na-
atrás y en Capítulo 6) nos permite estimar las frecuen- turales pueden tener varias causas entre las que los
cias genotípicas esperadas en el caso de que no hu- efectos de las actividades humanas son las más co-
biera procesos de selección. Este modelo asume que: munes. Sin embargo, cuando estas perturbaciones son
(a) los organismos son diploides, (b) existe un sólo intencionadas y provocadas por los investigadores,
locus que sigue las leyes de Mendel de la herencia, es decir, provocadas experimentalmente, esta meto-
(c) podemos distinguir entre todos los genotipos po- dología constituye la herramienta más potente para
sibles, (d) la reproducción es sexual y el empareja- detectar procesos de selección natural, sobre todo,
miento es aleatorio, (e) el tamaño de la población es porque se puede controlar el efecto de la manipula-
suficiente como para poder desestimar los efectos de ción y las predicciones sobre los efectos de la pertur-
la deriva genética, (f) el número de mutaciones que bación son elaboradas con anterioridad a que presen-
ocurren durante el periodo de estudio es tan bajo que ciemos sus efectos.
se pueden obviar, (g) no existe selección natural, (h) (7) El siguiente método consiste en “obtener datos de in-
no existe flujo génico, (i) no existe epistasis o efectos dividuos de caracteres conocidos sobre su supervi-
asociados con otros loci, y (j) no existe solapamiento vencia, fertilidad, fecundidad, etc”. Además, datos
entre generaciones. Sin embargo, si encontramos di- sobre padres e hijos en varias generaciones pueden
ferencias entre las frecuencias génicas esperadas y las proporcionar información sobre la heredabilidad del
observadas, éstas no sólo se pueden deber a la exis- carácter. Con esta metodología no sólo se trata de es-
tencia de procesos de selección natural sino que tam- tudiar diferenciales reproductivos entre distintos fe-
bién se podrían deber a que nuestras poblaciones na- notipos, sino que también tiene en cuenta la hereda-
turales no cumplen algunos de los supuestos de estos bilidad del carácter. Por esta razón, con este método
modelos. Por ello, es muy importante evaluar estos es posible estimar coeficientes de selección y deter-
supuestos en las poblaciones estudiadas antes de con- minar la eficacia biológica de los distintos fenotipos
cluir que los procesos de selección natural son la causa de la forma más idónea (ver siguiente apartado). Sin
de las posibles diferencias entre las frecuencias embargo, tiene el inconveniente de necesitar un gran
génicas esperadas y observadas. esfuerzo de muestreo durante varias generaciones.
Tabla 1
144
Metodologías empleadas para la detección de procesos de selección natural. Se exponen la metodología, la hipótesis nula a testar y las diversas hipótesis alternativas a cada hipótesis nula. Modificada de Endler (1986)
MÉTODO HIPÓTESIS NULA HIPÓTESIS ALTERNATIVAS
1) Correlaciones con factores ambientales. Los caracteres no seleccionados por el ambiente variarán indepen- El grado de desarrollo de caracteres seleccionados por el ambiente
dientemente a la variación de factores ambientales. variarán en función de los factores ambientales (variación geográfica
en el grado de selección dependiente de la variación de factores am-
bientales).
2) Comparaciones entre especies simpátricas relacionadas filoge- Variaciones independientes entre caracteres homólogos de especies Los caracteres homólogos de especies simpátricas estarán afectados
néticamente. simpátricas. por los mismos factores de selección:
- Correlación geográfica en las distribuciones de caracteres homólo-
gos si las especies no interaccionan.
- Desplazamiento de caracteres si las especies interaccionan.
3) Comparaciones entre especies no relacionadas filogenéticamen- Variación independiente entre especies que viven en hábitats equiva- Caracteres análogos de especies que viven en hábitats equivalentes
te que explotan hábitats similares. lentes. están afectados por los mismos tipos de selección y por tanto deben
de dar lugar a convergencias:
- En alopatría debido a procesos de selección equivalente.
- En simpatría debido a las interacciones inter-específicas.
4) Desviación de los modelos nulos de selección. No existe selección. Existe selección.
Modelo (ejemplo): Hardy-Weinberg Dependiendo de los modelos testados:
- Los procesos de selección alteran las frecuencias genotípicas.
5) Estudios de larga duración de las distribuciones de frecuencias Las distribuciones de frecuencias de un carácter varía de forma alea- Al menos dos hipótesis alternativas:
de los caracteres. toria con el tiempo. - Una estabilidad en las frecuencias de distribución mayor de la que
cabría esperar por el azar (selección estabilizadora).
- Un cambio continuo y direccional en las frecuencias de distribu-
ción de un carácter.
6) Estudio de los efectos de perturbaciones naturales en las fre- Estas perturbaciones provocarían cambios en las frecuencias de dis- Después de la perturbación las frecuencias de distribución cambia-
cuencias de distribución. tribución en relación a la original (antes de la perturbación) y, des- rían rápidamente de las que había justo después de la perturbación,
pués de la perturbación, las frecuencias de distribución cambiarían pudiendo incluso llegar a una distribución de frecuencias similar a la
sólo por procesos aleatorios. que existía antes de la perturbación.
7) Estudios genéticos demográficos o análisis de cohortes. Cohortes que difieran en las frecuencias de distribución de un carác- Existe una relación significativa entre el valor del carácter y los
ter difieren en parámetros demográficos sólo por azar. parámetros demográficos.
8) Comparaciones entre clases de edad o etapas de estrategias vi- Diferentes clases de edad difieren de forma aleatoria en las frecuen- La selección natural provoca diferencias en las frecuencias de distri-
tales (life history). cias de distribución de un carácter. bución de un carácter entre clases de edad.
9) Predicciones sobre poblaciones que no están en equilibrio en La hipótesis nula es un modelo particular de selección. El modelo testado no es adecuado o no existe selección.
cuanto a las relaciones entre eficacia biológica y desarrollo de
Juan J. Soler
un carácter, o sus consecuencias.
10) Predicciones sobre poblaciones que están en equilibrio y, por Modelos de selección derivados de modelos de optimización o maxi- El modelo testado no es adecuado o no existe selección.
tanto, sobre resultados de los procesos de selección natural. mización de la eficacia biológica.
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 145
(8) Cuando no es posible llevar a cabo seguimientos de o estima de la eficacia biológica particular, y (b) una esti-
familias o cohortes, se pueden realizar “comparacio- ma de cómo influye el fenotipo de un carácter particular
nes entre distintas clases de edad o distintas etapas sobre la eficacia biológica individual (W(z): eficacia bio-
del ciclo biológico” (por ejemplo, juveniles-adultos, lógica esperada para un individuo con un valor de carác-
vivos-muertos, etc.). En este caso se deben tomar ter z). Para realizar estimas de selección natural se consi-
muestras de todas las clases de edad o etapas del ci- deran dos aproximaciones. Una de ellas intenta respon-
clo biológico al mismo tiempo, en el mismo ambien- der a la pregunta “¿cómo se pueden comparar intensida-
te y, posteriormente, se realizan comparaciones entre des de selección en distintas poblaciones?”, mientras que
las frecuencias de distribución de los caracteres en la otra intenta responder a la pregunta de “¿cómo influ-
las distintas etapas vitales. Si, por ejemplo, la proba- yen los valores particulares de un carácter en la eficacia
bilidad de supervivencia difiere entre clases de edad biológica de un individuo?”. La diferencia entre ellas ra-
y está asociada a la presencia o al desarrollo de un dica en que la primera no tiene en cuenta los distintos
carácter, podríamos concluir que existe una selección fenotipos de la población, mientras que la segunda se basa
natural sobre ese carácter. Además, la selección natu- precisamente en las ventajas que le confiere un carácter
ral será más intensa en aquella clase de edad cuya (o su valor) a un fenotipo determinado. A continuación
distribución de frecuencias del carácter difiera más expondré distintos índices utilizados para responder a las
de la curva de frecuencias para la población en gene- preguntas anteriores.
ral (sin tener en cuenta la edad de los individuos). Si
además se dispone de información sobre las caracte- Índices para comparar la intensidad de selección en distintas
rísticas de los padres, de la misma forma que en el poblaciones. En general, estos índices no tienen en cuenta
método anterior, podríamos estimar heredabilidad del la variación fenotípica de los individuos y su relación con
carácter y, por tanto, su eficacia biológica asociada la eficacia biológica de los mismos. Si estamos interesa-
(ver apartado siguiente). dos en cuantificar los procesos de selección natural exis-
(9) Otras metodologías para el estudio de la selección tentes en una población determinada, para poderlos com-
natural consisten en “analizar predicciones sobre el parar con los de otra población bastaría con explorar la
proceso”, es decir, sobre las frecuencias fenotípicas distribución de frecuencias de los valores de la eficacia
actuales de un carácter o adaptaciones, que los pro- biológica relativa en cada una de las poblaciones. Este es
cesos de selección natural deben de dar lugar. Con el caso del índice más utilizado, “Oportunidad de selec-
estas metodologías se intenta deducir propiedades de ción o índice de selección total”. Este índice es indepen-
los sistemas biológicos basándose en asunciones ge- diente de los caracteres que estén bajo selección, y se de-
neralizadas sobre la dirección y la velocidad de se- fine como la varianza en la eficacia biológica relativa en
lección. Intentan describir por qué los organismos han una población. Si la mayoría de los individuos de una
evolucionado en cierto sentido, pero no se ocupan de población presentan una eficacia biológica elevada y muy
cómo ha ocurrido el proceso. Es lo que se conoce similar (varianza pequeña), implicaría que esa población
como “programa adaptacionista” (ver apartados de está sometida a una gran intensidad de selección. Ade-
adaptación) e incluyen las metodologías 9 y 10 ex- más, cualquier cambio en la distribución de frecuencias
puestas en la Tabla 1. de la eficacia biológica causada por selección natural re-
presenta una oportunidad de cambio de las frecuencias
Estimas de coeficientes de selección fenotípicas dentro de una generación. Un problema a te-
ner en cuenta es que para poder comparar índices de opor-
En el apartado de teoría de selección natural ya defi- tunidad de selección estimados en distintas poblaciones
nimos el concepto de coeficiente de selección (s) como 1 debemos asegurarnos de que la eficacia biológica ha sido
menos la eficacia biológica relativa (W) así como su lógi- calculada de la misma forma, ya que distintas estimacio-
ca (para más información, ver Capítulo 6). Además, tam- nes de la eficacia biológica podrían influir en la varianza
bién expusimos algunos de los problemas metodológicos estimada de las mismas. Además, la media y la varianza
de las distintas estimas de la eficacia biológica. Este índi- de la eficacia biológica relativa no son independientes,
ce de selección, sin embargo, es muy difícil de estimar en por lo que las conclusiones sobre comparaciones entre la
condiciones naturales, sobre todo debido a la imposibili- oportunidad de selección de distintas poblaciones deben
dad de detectar el fenotipo de la población con mayor de tener en cuenta este aspecto.
eficacia biológica, estimar un índice de eficacia biológica El índice de selección natural que más se aproxima a
adecuado, realizar un seguimiento de las distintas cohortes un valor que resuma la intensidad de selección es el lla-
a lo largo de varias generaciones, establecer relaciones mado “varianza genética aditiva de la eficacia biológica”
genéticas entre los individuos de una población, etc. La (V2(w)), que se puede definir como el valor medio del in-
mayoría de estos problemas se reducen al realizar estu- cremento de la eficacia biológica media de una población
dios en laboratorio, pero éstos tienen el gran inconveniente entre generaciones. Este índice, aunque es bastante apro-
de no ser extrapolables a lo que ocurre en poblaciones piado para estimar el grado de selección a que están so-
naturales. metidas las poblaciones, tiene bastantes limitaciones para
Para intentar cuantificar cómo actúa la selección na- su aplicación en poblaciones naturales. No sólo es nece-
tural sobre fenotipos particulares se necesita: (a) un valor saria la estimación de la eficacia biológica con un índice
146 Juan J. Soler
Figura 6. Relación entre eficacia biológica relativa y la expresión de dos caracteres (Z1 y Z2). La varianza de la eficacia biológica en
las dos figuras es idéntica e igual a I.
adecuado, sino que también se necesita del seguimiento dos en función del grado de asociación entre eficacia bio-
de poblaciones durante un número considerable de gene- lógica y el valor del carácter. Es decir, la posibilidad de
raciones (periodos de estudio muy largos) y establecer las que los procesos de selección natural produjeran cambios
relaciones genéticas entre los individuos de una pobla- evolutivos en nuestra población depende de la correla-
ción y el reconocimiento y seguimiento de las distintas ción existente entre la eficacia biológica relativa y el ca-
cohortes durante todo el periodo de estudio. rácter que estemos considerando. Como en el caso ante-
Debido a estos problemas, en poblaciones naturales, rior, se utiliza la eficacia biológica relativa para poder
sólo existen unos pocos estudios de este tipo. Uno de ellos comparar los valores obtenidos en poblaciones distintas.
realizado en una población de papamoscas collarino (Fi- En la figura 6 se exponen unas relaciones hipotéticas
cedula albicolis) de la isla de Gotland (Suecia) seguida entre la eficacia relativa de los individuos de una pobla-
durante 17 años de estudio (Merilä y Sheldon 2000). Uti- ción (con una varianza dada e igual a I) y la expresión
lizaron como medida de eficacia biológica dos paráme- fenotípica de dos caracteres. En el primer caso encontra-
tros, la producción de volantones durante todo el periodo mos una relación muy fuerte entre ambas variables, lo
de vida y el número de éstos que sobreviven hasta su pri- que indica que en generaciones sucesivas las frecuencias
mera estación reproductora. En todos los casos, los valo- de distribución aumentarán principalmente en individuos
res de varianza genética aditiva estandarizada de la efica- con un elevado valor de Z1, mientras que la ausencia de
cia biológica (V2(w)) resultaron ser bastante bajos (meno- relación entre la eficacia biológica relativa y el valor de
res de 0,1) y sólo en un caso su valor era significativa- Z2 nos indica que la selección natural no influirá en las
mente distinto de cero. Esto sugiere que la selección na- frecuencias de distribución de Z2 en generaciones sucesi-
tural provoca un incremento en la eficacia biológica me- vas. Por tanto, se podría concluir que aunque ambos ca-
dia de la población en un pequeño porcentaje, en muchos racteres tienen la misma oportunidad de selección (= I),
casos no superando el 1% (Burt 2000). En otro estudio es el carácter Z1 el que cambiaría en generaciones sucesi-
realizado en una población escocesa de ciervos (Cervus vas. El principal problema de esta interpretación es la po-
elaphus) durante más de 30 años (Kruuk et al. 2000) en- sibilidad de que la relación encontrada sea fruto de una
contraron valores muy similares de V2(w), por lo que, aun- relación directa con otro carácter que no hayamos tenido
que son necesarios más estudios de este tipo en poblacio- en cuenta y que, a su vez, tenga una estrecha relación con
nes naturales, es bastante posible que ésta sea la norma y la eficacia biológica de los individuos de la población.
que los procesos de selección natural sean bastante lentos Si estamos interesados en estimar o cuantificar la in-
en poblaciones naturales (Burt 2000). fluencia de los procesos de selección natural en los cam-
bios en la distribución de frecuencias de los valores de un
Estimas de la influencia del fenotipo en la eficacia biológica de carácter, para poder predecir los cambios que ocurrirán
un individuo. Estas estimas deben venir dadas por la cuan- en generaciones futuras necesitaremos conocer las carac-
tificación de los patrones de asociación entre valores de terísticas genéticas de ese carácter. Al principio de la dé-
eficacia biológica y valores fenotípicos de los individuos cada de los 80 del siglo pasado se desarrollaron una serie
de una población. La asociación de estos valores indica- de metodologías para estimar la intensidad de los proce-
ría un diferencial reproductivo entre diferentes fenotipos sos de selección natural sobre múltiples caracteres en po-
asociado al valor del carácter y, por tanto, la existencia de blaciones naturales (por ejemplo, Lande 1979, Lande y
procesos de selección natural que podrían ser cuantifica- Arnold 1983, Arnold y Wade 1984a, Arnold y Wade
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 147
1984b). Estos métodos estiman la selección sobre un ca- gundo término en la ecuación (g) nos indicaría el grado
rácter en términos de los efectos sobre la eficacia biológi- de asociación entre la varianza poblacional y la eficacia
ca relativa en unidades de desviaciones (fenotípicas) biológica después de controlar ambas variables por el
estandarizadas de un carácter. Por tanto, permiten la com- valor del carácter. Si la varianza poblacional aumenta en
paración entre valores estimados para distintos caracte- relación con un incremento de la eficacia biológica, indi-
res, para diferentes componentes de la eficacia biológica caría que los individuos más lejanos a la media poblacio-
y para distintas especies. nal son los que presentan mayores valores de eficacia bio-
Se pueden clasificar en dos tipos: (a) aquellos que es- lógica y, por tanto, estaríamos ante un tipo de selección
timan “diferenciales de selección” (selección total sobre disruptiva. Si, por el contrario, la varianza poblacional
un carácter, directa e indirectamente a través de la selec- disminuye en relación con un aumento de la eficacia bio-
ción sobre otro carácter relacionado con el anterior) que lógica (relación negativa), indicaría que los individuos con
tiene el inconveniente de no poder diferenciar los efectos un valor del carácter más cercano a la media poblacional
directos y los indirectos de los procesos de selección so- serían los que presentan mayores valores de eficacia bio-
bre un carácter dado, pero permite la comparación entre lógica y, por tanto, estaríamos ante un tipo de selección
diferenciales de selección en distintas poblaciones o es- estabilizadora.
pecies; y (b) aquellos que estiman “gradientes de selec- Estos gradientes de selección son muy importantes en
ción” (intensidad de selección que actúa sobre un carác- los modelos genéticos cuantitativos que intentan explicar
ter dado) que sí permiten diferenciar entre los efectos di- la evolución de múltiples caracteres relacionados entre sí
rectos e indirectos de selección y, por tanto, se pueden (Lande 1979, Lande y Arnold 1983, ver Capítulo 24), y
utilizar para comparar la intensidad de selección sobre son los más usados para estimar índices de selección en
distintos caracteres de los individuos en una población. condiciones naturales. Recientemente Kingsolver y cola-
Dentro del primer tipo encontramos: (a1) el “diferen- boradores (2001) realizaron un trabajo de revisión de es-
cial de selección lineal estandarizado” (i) que es una me- tudios en los que se estimaban estos índices de selección
dida de selección direccional, y se estima como el cambio fenotípica en condiciones naturales. Después de revisar
de la media poblacional de un carácter entre generaciones 63 estudios en los que se estimaban índices de selección
dividido por la desviación estándar de ese carácter en la para 62 especies distintas, encontraron que los valores de
segunda generación; y (a2) el “diferencial de selección gradientes de selección lineal se distribuían de forma ex-
cuadrática estandarizado” (C), que es una medida de la ponencial con un valor medio de 0,16, lo que sugiere que
selección estabilizadora (en el caso de que el índice sea en la naturaleza, normalmente, no existen procesos de
negativo) o disruptiva (en el caso de que el valor del índi- selección direccional muy fuertes. Además, no encontra-
ce sea positivo), y se estima como el cambio en la varian- ron grandes diferencias entre las estimas de diferenciales
za poblacional de un carácter entre generaciones sucesi- y de gradientes de selección, lo que sugiere que la impor-
vas dividido por la varianza del carácter en la segunda tancia de componentes indirectos de la selección fenotí-
generación. pica es escasa. Con respecto a los gradientes cuadráticos
Existen también dos tipos de índices de gradientes de de selección encontraron que también se distribuían de
selección, ambos basados en que la selección direccional forma exponencial con un valor medio de sólo 0.1 y que
provoca una disminución en la varianza poblacional sus valores se distribuían de forma simétrica sobre el va-
(Falconer 1989), de forma que, un análisis de regresión lor 0, lo que sugiere que la selección cuadrática es bastan-
múltiple permite estimar, independientemente, la intensi- te escasa en la naturaleza y que la selección estabilizado-
dad de selección sobre la media y la varianza de un carác- ra no es más común que la selección disruptiva.
ter (Lande y Arnold 1983). Los dos índices, (b1) el
“gradiente de selección direccional estandarizado” (b) y
Presiones selectivas: causas de los procesos de selección
(b2) el “gradiente de selección cuadrática estandarizado”
natural
(g) coinciden, respectivamente, con los coeficientes de
regresión parcial de la eficacia biológica relativa y el va- Cualquier individuo que consiga reproducirse con
lor del carácter y el de la eficacia biológica relativa y la éxito ha tenido que vencer una enorme cantidad de obstá-
variación respecto a la media del valor del carácter en los culos para que, al menos, parte de su dotación genética,
individuos de una población. Por tanto, b nos indicaría pase a la siguiente generación. Para sobrevivir hasta la
los efectos de la selección direccional sobre la eficacia edad de madurez sexual ha tenido que ser eficaz prote-
biológica relativa, y g nos indicaría los efectos de la se- giéndose de condiciones ambientales desfavorables, tan-
lección estabilizadora o disruptiva. to abióticas (distintas variables climáticas, químicas y fí-
Una elevada pendiente en la ecuación de una línea sicas del ambiente) como bióticas (competencia con otros
que se ajuste a una relación hipotética entre el grado de organismos, depredadores, parasitismo, etc.). A estas va-
desarrollo de un carácter y la eficacia biológica de cada riables que pueden influir en la probabilidad de que un
fenotipo nos indicaría que pequeñas variaciones en un organismo sobreviva y llegue a reproducirse es lo que se
carácter están relacionadas con diferencias considerables conoce como “presiones selectivas” o “agentes de selec-
en su eficacia biológica, por lo que en generaciones suce- ción” debido a que cualquier diferencia entre individuos
sivas los procesos de selección provocarían un cambio en en la capacidad de superar esos obstáculos se traducirá en
la media poblacional del carácter. Por otra parte, el se- una diferencia en la eficacia biológica de los mismos.
148 Juan J. Soler
En este apartado vamos a repasar brevemente los prin- alimento, ha sobrevivido a depredadores, a parásitos y
cipales agentes de selección o presiones selectivas, y por enfermedades, ha sido competitivo en relación con los
qué pueden afectar a la eficacia biológica de los organis- demás organismos de su población o especie, ha sido ca-
mos. Posteriormente en el siguiente apartado se repasa- paz de acumular suficiente energía en su organismo para
rán algunas de las estrategias que aparecen en los orga- emplearla en la fabricación de gametos, ha encontrado
nismos vivos contrarrestando algunas de estas presiones pareja (en el caso de que se reproduzca sexualmente), ha
selectivas y que les permiten o facilitan llegar al estadio mostrado unos cuidados parentales adecuados (en el caso
adulto y reproducirse con éxito (adaptaciones) con la ayu- de que los tenga) para el correcto desarrollo de sus des-
da de varios ejemplos. cendientes, etc. En este sentido son muchos los factores
de selección que otros organismos vivos ejercen sobre
Factores abióticos cualquier individuo. Una forma de clasificarlos podría ser:
(1) “factores que afectan a la búsqueda y utilización de
En la mayoría de los casos la temperatura, humedad,
recursos necesarios para su crecimiento y reproducción”
pH, etc. dentro y fuera del cuerpo de un organismo son
(alimento, pareja, gametos, etc.); (2) “factores relaciona-
muy diferentes. Sin embargo, las funciones fisiológicas
dos con el hecho de que cualquier organismo vivo puede
se realizan más eficientemente en condiciones físicas
ser una fuente de alimento para otros”, y (3) “factores re-
(abióticas) más o menos constantes y con unos rangos de
lacionados con la probabilidad de supervivencia de la
variación más o menos estrechos. Por tanto, debido a que
descendencia”. Dentro del primer tipo se encuentran las
las reacciones químicas requieren de unas condiciones
presiones selectivas que suponen los “recursos limitantes”
ambientales para que tengan lugar a una velocidad ade-
(alimento, espacio, pareja, gametos, etc.), que a su vez
cuada, sólo aquellos organismos que presenten caracte-
dan lugar a los “fenómenos de competencia” (inter- e
rísticas que los aíslen del medio podrán sobrevivir y lle-
intraespecífica), “reparto de recursos” (selección de un
gar a reproducirse. Incluso, de aquellos que lleguen a re-
tipo de recursos), “selección de hábitat”, etc. En el segun-
producirse, los que consigan un medio (interno) más ade-
do tipo se encontrarían los agentes selectivos de “depre-
cuado para realizar sus funciones vitales (metabolismo,
dación” y “parasitismo”. Mientras que en el tercer grupo
división celular, etc.), serán los que tengan mayores pro-
se encontrarían todos los anteriores, pero actuando sobre
babilidades de llegar al estadio adulto en mejores condi-
la descendencia y cuyas consecuencias pueden ser mini-
ciones para reproducirse.
mizadas por estrategias de los progenitores (cuidados
Son muchas las presiones selectivas abióticas existen-
parentales, efectos paternos y maternos, etc.).
tes. Todas ellas tienen en común que, en la mayoría de los
casos, pueden variar el medio interno (celular) de los or-
ganismos y, por tanto, supondrían un nulo o mal funcio-
Adaptación
namiento de la actividad celular llegando a provocar la
muerte de los organismos vivos. Entre las más importan-
Cualquier carácter, o conjunto de caracteres, que per-
tes se pueden destacar la temperatura, por su influencia
mite a los individuos que los poseen superar con éxito
en el metabolismo (reacciones químicas); la humedad, ya
uno o más agentes de selección es lo que genéricamente
que, por ejemplo, en la mayoría de los organismos vivos
se denomina adaptación. Por tanto, una adaptación po-
terrestres, las células necesitan mayor contenido en agua
dría ser definida como un carácter de un organismo cuya
que el existente en el ambiente que las rodea y, por tanto,
forma es el resultado de procesos de selección en un con-
un aislamiento del medio facilita las funciones celulares.
texto funcional particular. En consecuencia, el proceso
La salinidad o más generalmente la composición química
adaptativo es la modificación evolutiva de un carácter bajo
del ambiente que rodea a los organismos, como puede ser
selección y que implica una mayor eficiencia o ventajas
concentración de sales dentro y fuera y los procesos de
funcionales (eficacia biológica) en un ambiente determi-
ósmosis asociados; la concentración de oxígeno y de CO2,
nado con respecto a poblaciones ancestrales (West
necesarios para la respiración celular, y para la fotosínte-
Eberhard 1992).
sis en plantas. Otros agentes de selección importantes son
Las adaptaciones pueden ser aspectos morfológicos,
el pH, debido a su influencia en las reacciones químicas y
fisiológicos o de comportamiento de un taxón, que apare-
estrecho margen en que las células pueden vivir; las ra-
cen en la mayoría de los individuos de la población como
diaciones por su importancia en los procesos fotosintéticos
resultado de procesos de selección natural, debido al di-
y el efecto letal y/o mutágeno de algunas de ellas sobre
ferencial en eficacia biológica que estos caracteres con-
las células y sus procesos de división; y las fuerzas físicas
fieren a los individuos que los poseen. Sin embargo, los
externas como la presión que soportan los organismos en
procesos de selección natural no pueden explicar el ori-
distintos ambientes (fondo de océanos, altas montañas,
gen o la aparición de caracteres adaptativos, sólo su ex-
zonas intermareales donde los organismos están expues-
pansión en las poblaciones. Es decir, la selección natural
tos a las fuerzas que generan las olas al romper, etc.).
explica el cambio en la distribución de frecuencias de un
carácter en una población, no su origen. Por tanto, no se
Factores bióticos
puede decir que un carácter (adaptativo) aparece en una
Cualquier individuo que llegue a reproducirse ha sido población debido a su funcionalidad, pero sí que se ex-
suficientemente eficiente en la búsqueda y asimilación de pande en dicha población debido a las ventajas selectivas
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 149
que implica su función (proceso adaptativo). En contra ral puedan explicar el origen de este cambio de función.
de esta idea, existe un resurgimiento de las ideas lamarc- Sin embargo, los cambios de función de un carácter, en la
kianas (Neolamarckismo) en las que se defiende una ma- mayoría de los casos sí que pueden ser explicados por
yor influencia de la variación epigenética (variación en procesos de selección natural. Por ejemplo, parece claro
los procesos que complementan las instrucciones genéti- que el desarrollo de las plumas en protoaves estuvo rela-
cas que contiene un huevo fertilizado, es decir, “la gené- cionado con una función termoaislante, pero a partir de
tica propone y la epigenética dispone”) en los procesos un umbral en el desarrollo de éstas, los individuos que las
evolutivos (Jablonka y Lamb 1995). Estos procesos epi- utilizaran para impulsarse en la carrera o incluso para rea-
genéticos indudablemente influyen en el fenotipo y pue- lizar pequeños planeos tendrían ventajas sobre otros (ver
den ser moldeados por el ambiente durante la vida de un Capítulo 33) y, por tanto, los procesos de selección natu-
organismo. Debido a que existen evidencias de que algu- ral explicarían, no sólo el desarrollo de las plumas en re-
nas de estas variantes pasan a la descendencia, la apari- lación con su función en el vuelo, sino también su origen.
ción de variaciones favorables debido a su funcionalidad Incluso en el caso de que la selección natural no pueda
en un ambiente determinado y que a su vez sean hereda- explicar el origen del cambio en funcionalidad, sí explica
bles (adaptaciones) es posible (ver Jablonka y Lamb la expansión de ese cambio en las poblaciones y la poste-
1995). Sin embargo, aún existen escasas pruebas a favor rior evolución del carácter en relación con su nueva fun-
de esta hipótesis, ya que es un campo muy reciente y rela- ción. En este sentido, es importante distinguir entre el pro-
tivamente poco explorado (ver Capítulo 2) en el que aún ceso adaptativo y la condición de que un carácter esté
no se conocen bien los mecanismos hereditarios de estos adaptado a realizar una función. Por tanto, de acuerdo con
caracteres adquiridos. la mayoría de los autores, un carácter se puede considerar
Desde el punto de vista histórico, es posible que las una adaptación si, al menos parcialmente, es fruto de pro-
ventajas funcionales que proporciona un carácter hayan cesos de selección natural y confiere al organismo venta-
sido las mismas durante toda su historia evolutiva. Sin jas (mayor eficacia biológica relativa) relacionadas con
embargo, también es posible que la función de un carác- la función actual que desempeña. Una vez que aparece la
ter cambie a lo largo de la historia evolutiva del grupo nueva funcionalidad, la selección natural podría actuar
como es el caso de las plumas de las aves, que en princi- sobre el carácter optimizándolo para el desarrollo de la
pio tendrían una función termorreguladora pasando des- nueva función y, por tanto, dando lugar a adaptaciones.
pués a tener un papel primordial en el vuelo (ver Capítulo Un carácter sólo podría ser definido como una exaptación
33). Debido a la importancia de distinguir entre el origen, en el caso de que la selección natural no actuara sobre ese
funcionalidad original y funcionalidad actual de cualquier carácter, al menos desde el cambio de función (Endler
carácter adaptativo, varios autores han sugerido una serie 1986), con lo que sería muy difícil de explicar la expan-
de términos muy relacionados con el de adaptación, pero sión de la nueva funcionalidad del carácter sólo por fac-
que tienen en cuenta el valor original del carácter y sus tores aleatorios actuando en toda la población al mismo
posibles funcionalidades a lo largo de su historia evoluti- tiempo. Volviendo al ejemplo de las plumas en aves, y a
va. Éste es el caso de los conceptos de “preadaptación” que en un momento de su historia evolutiva facilitaron
(Simpson 1944, Simpson 1949), “protoadaptación” (Gans pequeños desplazamientos aéreos (posible origen de una
1974) y el de “exaptación” (Gould y Vrba 1982). Pre- nueva función), a partir de ahí la selección natural favore-
adaptación y protoadaptación se refieren a caracteres que ció la exageración del carácter (plumas) y con formas de-
en su origen proporcionaron unas ventajas a los indivi- terminadas (por ejemplo, asimétricas con respecto a los
duos del grupo y que, a su vez, implican un potencial adap- cañones en las plumas más relacionadas con el vuelo, ver
tativo relacionado con otras posibles funcionalidades del Capítulo 33), por lo que las formas de las plumas de aves
carácter. Éste es el caso de la aparición del celoma en ani- actuales serían una adaptación al vuelo y no una exapta-
males cuya primera expansión se relaciona con las venta- ción. Los mismos argumentos se pueden aplicar a los tér-
jas que confiere al movimiento y como soporte muscular minos protoadaptación y preadaptación y, aunque el va-
(esqueleto hidrostático), pero que significó un potencial lor de estos últimos es sólo predictivo, las implicaciones
adaptativo enorme como prueba la gran radiación adapta- sobre el potencial adaptativo de un nuevo carácter depen-
tiva que han sufrido los animales celomados a lo largo de den del tipo de presiones selectivas a que estén sometidos
la historia evolutiva (Nielsen 2001). los organismos en los que aparece durante su historia evo-
El término “exaptación” se refiere a la nueva funcio- lutiva, las cuales no se pueden establecer a priori.
nalidad del carácter. Un carácter que, en su origen, desem-
peñaba distinta funcionalidad a la actual sería una adapta- Métodos para la detección y el estudio de adaptaciones
ción a la función original, pero una exaptación a la funcio-
Programa adaptacionista
nalidad derivada (actual). En el caso de las plumas de las
aves, se podrían considerar como una adaptación a la ter- El programa adaptacionista se podría definir como la
morregulación y una exaptación al vuelo (ver Capítulo 33). investigación dirigida a identificar y entender el signifi-
Todos estos términos complican un poco la termino- cado adaptativo de los caracteres de los organismos. To-
logía de procesos adaptativos y enfatizan la posibilidad dos los organismos presentan caracteres que les permiten
de que, simplemente por azar, un carácter pueda cambiar explotar los ambientes donde viven y la ciencia debe in-
su funcionalidad sin que los procesos de selección natu- tentar explicar cómo y por qué se desarrollaron en la his-
150 Juan J. Soler
toria evolutiva de los organismos. Esto fue lo que, princi- bargo, como ya hemos expuesto anteriormente, el progra-
palmente, intentó explicar Darwin con su teoría de evolu- ma adaptacionista no debería terminar aquí, sino que la
ción por selección natural. Para demostrar que un carác- hipótesis adaptativa tendría que servir para exponer suce-
ter es una adaptación, debemos determinar, primero, su sos que deberían ocurrir si nuestra hipótesis fuera cierta
utilidad (función) y, después, demostrar que los indivi- (predicciones). Una de estas predicciones podría ser que
duos que poseen ese carácter consiguen una mayor efica- los osos deberían cazar focas de forma que aprovecharan
cia biológica que los individuos que no lo poseen. No su camuflaje. De hecho algunas veces lo hacen, pero en la
basta con exponer una hipótesis adecuada sobre la fun- mayoría de los intentos de caza esperan pacientemente en
cionalidad del carácter, sino que esta hipótesis debe ser algún agujero en el hielo a que alguna foca emerja para
utilizada para proponer predicciones que podamos com- capturarla (Stirling 1974). Otras veces utilizan el olfato
probar con nuestros datos. Solamente cuando comprobe- para detectar a la presa en su guarida y matan a la foca
mos que las predicciones se cumplen podremos concluir aplastando la guarida (Smith 1980). Es decir, en la mayo-
a favor de la hipótesis adaptativa del carácter en cuestión. ría de los casos no utiliza su camuflaje para capturar sus
El estudio de las adaptaciones consta, por tanto, de presas y, por tanto, tendríamos que concluir que no exis-
tres etapas. La primera es “identificar, o postular, qué ti- ten evidencias a favor de que el color blanco sea una adap-
pos de variantes genéticas puede tener un carácter”. Es tación a facilitar la caza de focas. Existen otras hipótesis
decir, identificar las variaciones que existen en la pobla- adaptativas al color de los osos polares relacionándolo
ción con respecto a un carácter y, en el caso de que no con la capacidad de conseguir calor a partir de absorber
existan, establecer hipotéticos mutantes que no compar- todo el espectro de la luz ultra violeta (el color de los osos
tieran el carácter objeto de estudio. Por ejemplo, si nos polares en el espectro del ultravioleta es negro, no blan-
planteáramos el estudio de las ventajas adaptativas de la co), pero hasta el momento no se han demostrado.
reproducción sexual postularíamos un mutante que se re-
produjera asexualmente (ver Capítulo 9). El segundo paso Métodos para probar predicciones de hipótesis
consiste en “desarrollar hipótesis o modelos sobre la fun- adaptativas
ción de un carácter”. Una buena hipótesis podría predecir
con exactitud la funcionalidad de un carácter y establecer Debido a que las adaptaciones son el resultado de pro-
predicciones claras que puedan ser probadas para validar cesos de selección natural, los métodos para probar pre-
la hipótesis. El tercer y último paso sería “probar las pre- dicciones de hipótesis adaptativas coinciden con algunas
dicciones de la hipótesis”. de las metodologías expuestas anteriormente para la de-
Además de la importancia de utilizar las hipótesis tección de procesos de selección natural. Existen tres
adaptativas para plantear predicciones que se puedan pro- metodologías para estudiar y poner de manifiesto adapta-
bar, existen otras consideraciones que se deben tener en ciones que se exponen en los siguientes apartados.
cuenta cuando se estudian adaptaciones: (1) que existen
diferencias entre poblaciones y que estas diferencias no Método exploratorio. Consiste simplemente en “detectar si
siempre son adaptaciones, sino que puede ser la conse- la forma o función actual de un carácter coincide con las
cuencia de procesos de deriva genética o de un efecto fun- predicciones de nuestra hipótesis”. Un ejemplo sería el
dador (una de las manifestaciones de la deriva genética, estudio expuesto anteriormente sobre el color de los osos
ver Capítulo 6); (2) que no cualquier carácter de un orga- polares en relación con una función de camuflaje que fa-
nismo debe ser una adaptación; y (3) que no todas las cilitaría la captura de focas expuesto anteriormente. Si
adaptaciones son perfectas. estas predicciones no se cumplen la hipótesis de partida
Un ejemplo bastante conocido para exponer los posi- debería ser rechazada. Por el contrario, si se cumplieran
bles errores a los que puede llevar el mal empleo del pro- las predicciones, se deberían interpretar como evidencias
grama adaptacionista es el estudio del color blanco de los a favor de la hipótesis, pero otras metodologías deberían
osos polares como adaptación a ambientes polares (ver ser utilizadas para minimizar el error de aceptar la hipóte-
un ejemplo detallado en el Capítulo 30). Debido a que sis aun siendo falsa.
este color es único entre los osos podríamos concluir que
se trata de un carácter derivado, es decir, que los ances- Método experimental. La metodología más adecuada para
tros de los osos polares no eran de este color y que, por detectar adaptaciones es el “método experimental”. Con-
tanto, ha debido seleccionarse en relación con el ambien- siste en manipular experimentalmente el carácter objeto
te polar en el que viven este tipo de osos. Una hipótesis de estudio y determinar las consecuencias o los efectos
adecuada sobre la ventaja que confiere a los osos el color de la manipulación en variables relacionadas con la efica-
blanco en esos ambientes podría estar relacionada con el cia biológica de los individuos. En estos experimentos es
camuflaje. Los osos se alimentan principalmente de focas indispensable establecer un grupo control de individuos
y, debido a que los osos de color blanco serían más difí- no manipulados para poder determinar los posibles efec-
cilmente detectados por sus presas, tendrían más fácil su tos del experimento en la misma población y en el mismo
captura que, a su vez, se traduciría en un mayor éxito re- ambiente (si el efecto del experimento lo estimáramos por
productor. Por tanto, podríamos concluir que el color blan- diferencias entre individuos experimentales de un año y
co del pelo sería una adaptación para la caza de focas en controles de un año anterior, estas diferencias podrían ser
ambientes en los que predomine el color blanco. Sin em- debidas a diferencias anuales en el ambiente y no a los
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 151
efectos del experimento). Además, es importante dispo- alas de las aves, y tendríamos que lanzar predicciones
ner de un segundo grupo control con el que cuantificar sobre, por ejemplo, la relación entre largo/ancho de las
los posibles efectos de la manipulación y así poderlos dis- alas en distintas especies de aves y la velocidad media de
tinguir de los efectos del experimento, conocido como vuelo en cada una de ellas. Si esta relación es estadística-
grupo control de la manipulación. mente significativa apoyaría nuestra hipótesis.
Supongamos que en el ejemplo de los osos polares Al utilizar el método comparativo es muy importante
quisiéramos probar si el color blanco tiene una función tener en cuenta posibles hipótesis alternativas que pudie-
de camuflaje y es una adaptación que facilita la captura ran explicar la relación entre las variables estudiadas y,
de focas utilizando el método experimental. Una posibili- de esta forma, poderlas probar y, en su caso, descartarlas.
dad sería pintar a algunos de los osos del mismo color Además, es muy importante tener en cuenta las relacio-
que sus antepasados (pardo) (grupo experimental) mien- nes filogenéticas existentes entre los taxones que estemos
tras que a otros los dejaríamos sin pintar (grupo control) y utilizando en nuestra comparación. Esto se debe princi-
analizar las diferencias entre estos grupos con respecto al palmente a que los tests estadísticos que se utilizan asu-
número de presas que capturan o a la eficacia de sus in- men una independencia de los datos y, evidentemente, dos
tentos. Es importante tener en cuenta que sólo la captura especies muy cercanas filogenéticamente tienen mayor
de los individuos para la manipulación podría influir en probabilidad de tener caracteres similares que otras muy
los resultados y que, por tanto, los individuos del grupo distantes filogenéticamente. Cuando dos formas se sepa-
control también deberían ser capturados y mantenidos en ran de un antepasado común, ambas comparten con su
las mismas condiciones que los experimentales durante ancestro gran parte de su historia evolutiva y sólo los su-
el mismo periodo de tiempo. Otro problema es que la pin- cesos evolutivos que ocurran en cada una de ellas por se-
tura que usemos podría tener un efecto en la tasa de cap- parado serán independientes. Por ejemplo, la evolución
tura de presas independientemente del color (por ejemplo de la forma de las alas de dos especies de aves actuales
los compuestos químicos podrían ser detectados por las tiene en común toda la historia evolutiva de las aves hasta
presas facilitando su huída), por lo que necesitaríamos un su ancestro y, sólo a partir de la separación en los dos
tercer grupo (grupo control de la manipulación) a los que clados que dan lugar a las dos especies, se pueden consi-
pintaríamos con una pintura de un color blanco, idéntico
derar como eventos evolutivos independientes. Por tanto,
al color original de los osos polares.
los valores de velocidad de vuelo y de forma de las alas
La gran ventaja del método experimental radica en que
del ejemplo anterior, tomados de distintas especies, no
las predicciones al experimento son siempre claras y fáci-
serían datos independientes, sino que dependen (al me-
les de probar. En nuestro caso, si el color de los osos po-
nos en parte) de las distancias filogenéticas entre cada
lares fuera una adaptación a facilitar la captura de focas
una de ellas. Un halcón peregrino (Falco peregrinus) y
debido a su función de camuflaje, deberíamos encontrar
un alcotán (Falco subbuteo) (rapaces próximas filogené-
que la eficacia de los intentos de captura fuera mayor en
ticamente) tendrían valores de velocidad de vuelo y de
los dos grupos control, mientras que los individuos expe-
forma de las alas más próximos entre sí, mucho más que
rimentales deberían tener una tasa de capturas menor. Si
los de un gorrión común (Passer domesticus) y una abu-
nuestros resultados no se ajustan a las predicciones debe-
ríamos rechazar la hipótesis de partida y explorar otras billa (Upupa epops), simplemente porque los primeros se
hipótesis. separaron de su antepasado común más recientemente y,
además, es bastante posible que el ancestro ya tuviera una
Método comparativo. El tercer método consiste en compa- forma de alas y una velocidad de vuelo similar a la de sus
rar las formas de un carácter en especies o en poblaciones especies derivadas.
distintas de organismos intentando poner de manifiesto Actualmente existen técnicas estadísticas que nos per-
asociaciones evolutivas entre caracteres de los organis- miten tener en cuenta las relaciones filogenéticas de las
mos o entre características de los organismos y del am- especies utilizadas en un análisis comparativo (ver Harvey
biente. Es lo que se conoce como el método comparativo. y Pagel 1991). La más utilizada es la estima de los deno-
Con este método no sólo se pueden identificar adaptacio- minados contrastes (Felsenstein 1985), que son diferen-
nes sino que, en general, se identifican tendencias evolu- cias entre especies cercanas o entre valores estimados de
tivas comparando los valores de alguna variable o varia- nodos (ancestro a partir del cual aparecen dos clados nue-
bles en un conjunto de taxones (para una información vos) con respecto a cualquier variable. Estas diferencias
detallada sobre el método comparativo ver Harvey y Pa- sí son estimas independientes de la filogenia, ya que, las
gel 1991). Con el método comparativo se pueden identi- diferencias entre dos taxones con respecto a cualquier
ficar los factores responsables de, o que explican, la va- variable indican la divergencia entre ambos taxones des-
riación existente en otra variable. de su separación del ancestro común y, por tanto, no de-
Si, por ejemplo, nos planteamos el estudio de la forma penden de las relaciones filogenéticas entre ellas (ver Fig.
de las alas como adaptación al vuelo, podríamos plantear 7 para una breve descripción del método). Actualmente
la hipótesis de que alas más finas y largas representan una existen una serie de programas informáticos que permi-
adaptación que facilita una velocidad elevada durante el ten la estima de estos contrastes teniendo en cuenta las
vuelo. Para probar esta hipótesis no podríamos realizar relaciones filogenéticas de los taxones utilizados en el
experimentos, pues no es factible recortar o alargar las análisis, lo que facilita en gran medida su estima.
152 Juan J. Soler
Figura 7. Esquema del uso del método comparativo de contrates (o de comparaciones independientes). Se exponen las relaciones
filogenéticas de 4 especies hipotéticas (sp1, sp2, sp3 y sp4) con los valores para dos variables (X e Y), el cálculo de las diferencias
entre nodos (d1, d2 y d3) y sus valores en una tabla. Por último se representa la relación entre los contrastes estimados para cada
variable con la que probaríamos la hipótesis adaptativa.
Adaptaciones y presiones selectivas biente óptimo. En este apartado se expondrá como ejem-
plo la influencia de la temperatura como agente de selec-
En este apartado trataremos, con la ayuda de algunos
ción y algunas adaptaciones que contrarrestan los efectos
ejemplos, las adaptaciones a una serie de presiones selec-
negativos de su variación para organismos ectotermos.
tivas o agentes de selección.
Adaptaciones a la temperatura. Como ya se ha expuesto, la
Adaptaciones al medio físico
temperatura es un factor muy importante que influye en el
Como ya se expuso en un apartado anterior los princi- tiempo necesario para que se produzcan las reacciones
pales agentes de selección relacionados con el medio físi- químicas y, por tanto, afecta bastante a los procesos fisio-
co son la temperatura, fuerzas mecánicas, radiaciones y lógicos que tienen lugar en los seres vivos. Muchos orga-
algunos agentes químicos. Su influencia sobre los orga- nismos vivos consiguen mantener la temperatura de su
nismos vivos y su evolución radica en la variabilidad es- cuerpo dentro de unos rangos muy estrechos mediante ca-
pacial y temporal existente en los ambientes terrestres con pas aislantes del medio externo y reacciones químicas pro-
respecto a estas variables, por lo que cabe esperar que, ductoras de calor (entre otras). Son lo que se conocen como
por procesos de selección natural, aparezcan variantes que animales endotermos, y las características que le confieren
exploten de forma más eficaz estos ambientes (procesos esta propiedad serían, en principio, adaptaciones a mante-
adaptativos). Las adaptaciones podrían ser morfológicas ner la temperatura corporal constante permitiendo un ren-
si aparecen estructuras más eficaces para, por ejemplo, la dimiento óptimo de los procesos fisiológicos.
captación de oxígeno en ambientes poco oxigenados, fi- Sin embargo, la inmensa mayoría de los organismos
siológicas (desarrollo de hemoglobinas más eficaces en vivos son ectotermos, es decir, la temperatura corporal
el transporte de oxígeno en determinados ambientes) y está determinada por procesos externos al organismo. Si
comportamentales, como seleccionar activamente el am- nuestra hipótesis adaptativa plantea que el mantenimien-
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 153
Figura 8. Relación entre dos variables de rendimiento fisioló- Figura 9. Selección de piedras para pasar la noche por parte
gico y la temperatura. En el diagrama de barras se muestra las de la serpiente Thamnophis elegan. Datos de Huey y Peterson
frecuencia de individuos capturados a diferentes temperatu- 1989.
ras. Figuras modificadas de Huey & Kinsolver (1989).
to de la temperatura corporal más o menos constante fa- nos. Ray Huey y colaboradores (1989) estudiaron deta-
vorece un óptimo rendimiento fisiológico, esperaríamos lladamente el comportamiento termorregulador de la ser-
que en organismos ectotermos el rendimiento óptimo fi- piente Thamnophis elegans en California. Primero, de-
siológico aparezca a temperaturas similares a las de los tectaron que en el laboratorio el rendimiento fisiológico
endotermos, pero además, que presenten caracteres que de esta serpiente estaba relacionado con la temperatura,
les permitan regular la temperatura interna mediante, por de la misma forma que expusimos anteriormente para las
ejemplo, selección de hábitats apropiados a cada hora del iguanas. Posteriormente, en el campo, implantaron a al-
día. Estas predicciones se cumplen en la mayoría de los gunos individuos un radiotransmisor que informaba a los
estudios realizados, sobre todo en reptiles. investigadores no sólo del lugar donde se encontraban
Por ejemplo, Huey y Kingsolver (1989) encontraron sino también de su temperatura. De esta forma demostra-
que el rendimiento de distintas actividades fisiológicas ron que estos individuos lograban permanecer a tempera-
de la iguana Dipsosaurus dorsalis aumentaba desde los turas muy similares a las que preferían en el laboratorio
15ºC, presentando su máximo rendimiento a temperatu- durante las 24 horas del día, aún cuando la temperatura
ras próximas a los 38ºC (Fig. 8). A partir de ese punto el ambiental variaba bastante a lo largo del día. Estos inves-
rendimiento fisiológico disminuyó hasta alcanzar la tem- tigadores decidieron trabajar sobre la hipótesis de que la
peratura máxima que esta especie puede soportar. Ade- selección de piedras de grosor y tamaño adecuado para
más, a esta temperatura era a la que se encontraban la pasar la noche debería ser el carácter adaptativo. Esta
mayoría de los individuos capturados en su ambiente na- hipótesis, en principio, parecía bastante probable ya que
tural. Pero, ¿cómo consiguen los animales ectotermos esa la temperatura debajo de piedras durante la noche varía
temperatura óptima? dependiendo de sus características. Para piedras de igual
Debido a que cualquier característica que permita a tamaño, las más finas tardarían poco tiempo en enfriarse
un organismo ectotermo disfrutar más tiempo de tempe- durante la noche y, por tanto, no serían un buen cobijo
raturas óptimas sería rápidamente seleccionada en la po- para las serpientes. Por otro lado, las más gruesas no lle-
blación, cabría esperar encontrar adaptaciones a conse- garían a calentarse totalmente durante el día y debajo de
guir estas temperaturas del medio externo en cualquier ellas no llegaría a alcanzarse una temperatura óptima.
población en la que exista variación de la temperatura Por estas razones predijeron que las serpientes seleccio-
dentro del hábitat que explota. Es decir, estas característi- narían piedras de un grosor intermedio para pasar la no-
cas (adaptaciones) podrían ser comportamentales y los che. Después de medir las temperaturas de modelos de
individuos deberían seleccionar activamente los micro- serpientes colocados debajo de distintos tipos de piedras
hábitats más adecuados en relación con su temperatura. y su variación y comprobar lo anteriormente expuesto,
Esta predicción se ha comprobado varias veces en repti- demostraron que, de acuerdo con su hipótesis, estas ser-
les y también en insectos. pientes seleccionaban activamente las piedras de grosor
Es bien conocido que los reptiles seleccionan rocas o intermedio (Fig. 9). Una selección de piedras similar a la
hábitats de color oscuro para tomar el sol debido a que descrita para las serpientes también se ha demostrado en
estos lugares absorben la mayor parte del espectro de la una especie de hormiga (Proformica longiseta) que habi-
radiación solar y alcanzan mayores temperaturas. Qui- ta en las cumbres de Sierra Nevada (España) y que selec-
zás, uno de los ejemplos más claros de adaptaciones com- ciona las piedras para establecer allí su hormiguero en
portamentales a mantener la temperatura corporal cerca- función de sus características termorreguladoras (Tinaut
na al óptimo lo constituye la selección de hábitat noctur- et al. 1999).
154 Juan J. Soler
Por otra parte, también es posible que para algunos la coexistencia con conespecíficos (Wilson 2000; ver
organismos, debido a la imposibilidad de un movimiento Capítulo 11). A nivel interespecífico son muchos los ti-
activo y eficaz o a la constancia de la temperatura en el pos de interacciones que pueden ocurrir entre organismos,
hábitat en que viven, no sea posible una adaptación a con- de entre los que podríamos destacar la depredación en
seguir una temperatura corporal próxima al óptimo para sentido amplio (consumo de parte o de un individuo com-
un buen rendimiento de las actividades fisiológicas. En pleto, incluyendo procesos de depredación, herbivoría, y
este caso, y cuando el organismo habitara ambientes con parasitismo), los procesos de competencia y los de
temperaturas muy constantes y diferentes al óptimo de mutualismo. Aunque las adaptaciones al parasitismo y a
rendimiento fisiológico, esperaríamos que los procesos evitarlo son tratadas en otros capítulos (Capítulos 22 y
fisiológicos variaran adaptándose a la temperatura del 31), así como el fenómeno del mutualismo (Capítulos 12
ambiente. La velocidad de los procesos fisiológicos está y 31), y la depredación en un taxón particular (reptiles;
gobernada por reacciones enzimáticas y, por ejemplo, una Capítulo 29), en este apartado se expone la depredación
mayor o menor producción de enzimas podría adaptar las como ejemplo de agente selectivo biótico que actúa sobre
reacciones fisiológicas a una velocidad de reacción próxi- la inmensa mayoría de los organismos vivos, y a la evolu-
ma al óptimo. Es decir, existen mecanismos fisiológicos ción de las defensas inducidas por depredadores, con la
que permiten que las reacciones químicas se produzcan a ayuda de un ejemplo, que constituye una de las mejores
diferentes temperaturas y, por tanto, deberían existir adap- pruebas de la existencia de estos procesos adaptativos así
taciones a este nivel fisiológico que permitan un óptimo como de su funcionamiento.
rendimiento de los procesos fisiológicos. Estas adapta-
ciones fisiológicas a la temperatura como agente selecti- Adaptaciones a la depredación. La mayoría de los organis-
vo las demostraron claramente Albert Bennett y colabo- mos vivos son susceptibles de ser depredados por otros
radores (1992) en un experimento de laboratorio con la antes incluso de reproducirse y, por tanto, cualquier ca-
bacteria Echerichia coli. A partir de un cultivo de bacte- rácter que disminuya el riesgo de depredación se extende-
rias que mantuvieron más de 2.000 generaciones a una ría rápidamente en las poblaciones por procesos de selec-
temperatura de 37ºC, extrajeron un simple individuo y lo ción natural dando lugar a adaptaciones (ver Capítulo 29).
dejaron dividirse hasta producir una colonia. A partir de Un buen ejemplo de adaptación a la presión selectiva
esa colonia establecieron 6 cultivos a 32ºC, otros 6 a 37ºC, ejercida por depredadores lo constituye los estudios de
y otros 6 a 42ºC. Los investigadores predijeron que, por defensas inducidas por depredadores que aparecen en
mutaciones y selección natural, con el transcurso de ge- muchas especies presas (Tollrian y Harvell 1999). Este
neraciones en todos los cultivos de bacterias aumentaría tipo de defensas sólo se expresan en presencia de depre-
su tasa de crecimiento con respecto al fundador. Además, dadores (o parásitos) y evolucionan cuando: (1) las pre-
también esperaban que este incremento fuera mayor en siones selectivas de los agentes inductores (depredadores
los cultivos que no estaban expuestos a la temperatura o parásitos) no son predecibles, pero algunas veces son
óptima de su fundador (37ºC). Los resultados del experi- muy fuertes (si las presiones selectivas fueran constantes
mento confirmaron todas las predicciones descritas y, ade- se seleccionarían lo que se denomina defensas permanen-
más, en un experimento posterior (Bennett y Lenski 1993) tes, cuya expresión no depende de la presencia del agente
demostraron que, efectivamente, esos cambios estaban selectivo); (2) existe una señal fiable que indica la pre-
relacionados con las distintas temperaturas a las que se sencia del agente selectivo (depredadores); (3) la defensa
mantenían los cultivos. Por tanto, la temperatura era el es eficiente; y (4) la defensa debe ser costosa y, por tanto,
agente selectivo que explicaba los cambios (adaptacio- es beneficioso que no se exprese cuando el agente selecti-
nes) y las diferencias en tasas de crecimiento de los dis- vo no esté presente (Harvell y Tollrian 1999).
tintos cultivos. En concreto, vieron que, por ejemplo, las Muchos de los estudios sobre este tipo de adaptacio-
bacterias que habían sido cultivadas a temperaturas de nes se han realizado en organismos acuáticos del
42ºC crecían mejor que las bacterias ancestrales cuando zooplancton (ver algunos de estos trabajos en Tollrian y
eran cultivadas a temperaturas entre 40 y 42ºC, pero no Harvell 1999). En uno de ellos, publicado por C. Cousyn
crecían mejor cuando se ponían a 37ºC. y colaboradores (2001), estudiaron los cambios genéticos
y morfológicos ocurridos en una población de un peque-
Adaptaciones al medio biológico ño crustáceo (Daphnia magna) en relación con los cam-
bios ocurridos en la presión depredadora de los peces a lo
Una parte importante del ambiente que rodea a un or- largo de un periodo de casi 30 años. Este estudio fue po-
ganismo lo conforman el resto de los organismos vivos sible gracias a que estos crustáceos ponen unos huevos
con los que convive. Este ambiente biológico, a diferen- muy resistentes que pueden permanecer viables en los
cia del ambiente físico, depende a su vez de procesos evo- fondos, en los lodos, durante más de 100 años y, depen-
lutivos en los que cualquier cambio o adaptación que apa- diendo del estrato de lodos en el que se localicen, se po-
rezca o se encuentre en un taxón de la comunidad (o en dría datar el periodo en el que fueron puestos. En cada
un fenotipo de una especie determinada) puede afectar uno de estos estratos se puede cuantificar la abundancia
directa o indirectamente a la eficacia biológica en los de- relativa de individuos (en base al número de huevos en-
más taxones (o fenotipos del mismo taxón). A nivel contrados en cada uno). Posteriormente se puede inducir
intraespecífico pueden aparecer adaptaciones sociales a la eclosión de estos huevos y se puede medir su tamaño
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 155
Figura 10. Resultados del experimento realizado en una población de Daphnia sp. durante un periodo de 30 años. Se expone la
relación entre el tamaño corporal de los individuos de una población sometidos a distintas presiones de depredación en distintas
épocas (A), y las diferencias en un índice de migración cuando los individuos están o no en presencia de cairomonas (diferencias
positivas indican una mayor migración diurna a los fondos en presencia de cairomonas), y bajo tres magnitudes de presiones de
depredación en distintas épocas (B). Las líneas horizontales reflejan las media para los diez clones utilizados en cada tratamiento.
Datos de Cousyn et al. (2001).
corporal y extraer material genético a los individuos de nen lugar por la noche, cuando existen cairomonas en el
esa población en un momento determinado de su historia, ambiente que los rodean, estas migraciones se producen
con lo que se obtienen datos de variabilidad genética uti- durante el día, disminuyendo el riesgo de depredación
lizando marcadores neutros. (durante la noche migran a la superficie para alimentar-
Por otro lado, se conocía de otros trabajos con orga- se), y la concentración de estas sustancias o el grado de
nismos planctónicos que los depredadores producen unas presión selectiva ejercida por los peces está directamente
sustancias que, en general, se conocen con el nombre de relacionado con la amplitud de las migraciones de estos
cairomonas, que pueden ser detectadas por diversos orga- organismos. Por tanto, presentándole estas sustancias a
nismos presa, por ejemplo: algas (Van Donk et al. 1999); los individuos de distintos estratos se puede valorar su
rotíferos, (Gilbert 1999); protozoos ciliados (Kuhlmann comportamiento migratorio en presencia y en ausencia
et al. 1999), etc.) incluyendo distintas especies de de cairomonas. Otra ventaja metodológica adicional de
cladóceros del genero Daphnia (Tollrian y Dodson 1999). este estudio es que se realizó en una charca creada por el
En poblaciones de este crustáceo con distinto grado de hombre para la cría de peces y, por tanto, se conocía la
depredación por peces existía una diferencia en la con- densidad de peces (presión selectiva) para cada período
centración de cairomonas generadas por los depredadores (estrato) pudiendo clasificar los estratos en tres tipos (con
que inducían cambios en migraciones diarias relaciona- alta, media y baja presión de depredación).
das con el fotoperiodo (De Meester et al. 1999). Aunque Encontraron que el tamaño corporal y la densidad de
las migraciones de estos crustáceos a aguas profundas tie- dafnias procedentes de épocas con alta presión de depre-
156 Juan J. Soler
dación eran de menor tamaño que las procedentes de otras porque obtienen evidencias de que los depredadores (pe-
épocas (Fig. 10a). Además, las mayores diferencias en el ces) ejercen presiones selectivas muy fuertes disminuyen-
comportamiento migratorio diario entre dafnias, en pre- do el número de individuos de las poblaciones de presas
sencia y en ausencia de cairomonas, apareció en las pro- (dafnias). Segundo, porque encuentran una disminución
cedentes de estratos con alta presión selectiva, siendo del tamaño (cambio en las frecuencias fenotípicas) de las
mucho más patentes en algunos clones, lo que indica ma- poblaciones bajo fuertes presiones selectivas, y una res-
yores efectos en determinados genotipos (Fig. 10b), es- puesta adaptativa (cambio en las migraciones diarias) a
tando positivamente relacionada la densidad de peces que un estímulo experimental que contrarresta en gran medi-
había cuando se originó cada clon con su comportamiento da la presión selectiva de la depredación. Y tercero, por-
migratorio en presencia de cairomonas. En cuanto a la di- que encuentran evidencias de que el cambio en las fre-
ferenciación y variabilidad genética encontraron que, con cuencias fenotípicas de esta defensa ocurre a partir de
respecto al comportamiento de migración diaria, existían genotipos ya existentes en la población.
altos grados de diferenciación genética entre clones, tanto
en presencia como en ausencia de cairomonas, así como Agradecimientos
en la diferencia entre las dos situaciones. Sin embargo, al
utilizar marcadores neutros (microsatélites), el grado de Manuel Soler confió en mí para la elaboración de este
diferenciación genética entre clones era muy baja. capítulo, que no hubiera podido terminar sin los ánimos y
Estos resultados constituyen una de las mejores prue- el apoyo de Carmen Zamora. Juan Pedro Martínez
bas sobre evolución de poblaciones naturales mediada por Camacho y Juan Moreno aportaron valiosos comentarios
procesos de selección natural y dando lugar a la expan- que, indudablemente, mejoraron el capítulo.
sión de caracteres adaptativos en la población. Primero,
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ANDERSSON, M. 1994. Sexual selection. Princeton University Press, EBERT, D., HAAG, C., KIRKPATRICK, M., RIEK, M., HOTTINGER,
Princeton. J.W. y PAJUNEN, V.I. 2002. A selective advantage to immigrant
ARNOLD, S.J. y WADE, M.J. 1984a. On the measurement of natural genes in a daphnia metapopulation. Science 295: 485-488.
and sexual selection: applications. Evolution 38: 720-734. ENDLER, J.A. 1986. Natural selection in the wild. Princeton University
ARNOLD, S.J. y WADE, M.J. 1984b. On the measurement of natural Press, Princeton, New Yersey.
and sexual selection: theory. Evolution 38: 709-719. FALCONER, D.S. 1989. Introduction to quantitative genetics. Longman
ARSUAGA, J.L. y MARTÍNEZ, I. 1998. La especie elegida. La larga Scientific, New York.
marcha de la evolución humana. Ediciones Temas de Hoy, S. A. (T. FELSENSTEIN, J. 1985. Phylogenies and the comparative methods.
H.), Madrid. Am. Nat. 125: 1-15.
BENNETT, A.F. y LENSKI, R.E. 1993. Evolutionary adaptation to FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. Oxford
temperature. II. Thermal niches of experimental lines of Echericha University Press, Oxford.
coli. Evolution 47: 1-12. GANS, C. 1974. Biomechanics, an approach to vertebrate biology. J. B.
BENNETT, A.F., LENSKI, R.E. y MITTLER, J.E. 1992. Evolutionary Lippincott Co., Philadelphia.
adaptation to temperature. I. Fitness response of Echericha coli to GILBERT, J.J. 1999. Kariomone-induced morphological defences in
changes in its thermal environment. Evolution 46: 16-30. rotifers. En: R. Tollrian, C.D. Harvell (eds.): The ecology and
evolution of inducible defenses. Pp: 127-141. Princeton University
BURT, A. 2000. Natural selection in the wild. Trends Ecol. Evol. 15:
Press, Princeton, New Yersey.
306-307.
GOULD, S.J. y VRBA, E.S. 1982. Exaptation - a missing term in the
BONNER, J.T. 1980. The evolution of culture in animals. Princeton
science of form. Paleobiology 8: 14-15.
University Press, Princeton, New Jersey.
HARVELL, C.D. y TOLLRIAN, R. 1999. Why inducible defenses? En:
CLAYTON, D.H. y MOORE, J. 1997. Host-parasites evolution. Gene-
R. Tollrian, C.D. Harvell (eds.): The ecology and evolution of
ral principles and avian models. Oxford University Press, Oxford.
inducible defenses. Pp: 3-9. Princeton University Press, Princeton,
COUSYN, C., DE MEESTER, L., COLBOURNE, J.K., BRENDONCK,
New Yersey.
L., VERSCHUREN, D. y VOLCKAERT, F. 2001. Rapid, local
HARVEY, P.H. y PAGEL, M.D. 1991. The comparative method in
adaptation of zooplankton behavior to changes in predation pressure
evolutionary biology. Oxford University Press, Oxford.
in the absence of neutral genetic changes. Proc. Natl. Acad. Sci. U. HUEY, R.B. y KINGSOLVER, J.G. 1989. Evolution of thermal
S. A 98: 6256-6260. sensitivity of ectotherm performance. Trends Ecol. Evol. 4: 131-135.
DARWIN, C.R. 1859. The origin of species. Murray, London. HUEY, R.B., PETERSON, C.R., ARNOLD, S.J. y PORTER, W.P. 1989.
DAWKINS, R. 1976. The selfish gene. Oxford University Press, Oxford. Hot rocks and not-so-hot rock: retreat-site selection by garter snakes
DE MEESTER, L., DAWIDOWICZ, P., VAN GOOL, E. y LOOSE, and its thermal consequences. Ecology 70: 931-944.
C.J. 1999. Ecology and evolution of predator-induced behaviour of HUNT, J. y SIMMONS, L.W. 2000. Maternal and paternal effects on
zooplankton: Depth selection behavior and diel vertical migration. offspring phenotype in the dung beetle Onthophagus taurus.
En: R. Tollrian, C.D. Harvell (eds.): The ecology and evolution of Evolution 54: 936-941.
inducible defenses. Pp: 160-176. Princeton University Press, JABLONKA, E. y LAMB, M.J. 1995. Epigenetic inheritance and
Princeton, New Yersey. evolution. The Lamarckian dimension. Oxford University Press,
DUDA, T.F., JR. y PALUMBI, S.R. 1999. Molecular genetics of Oxford
ecological diversification: Duplication and rapid evolution of toxin KINGSOLVER, J.G., HOEKSTRA, H.E., HOEKSTRA, J.M.,
genes of the venomous gastropod Conus. Proc. Natl. Acad. Sci. U. BERRIGAN, D., VIGNIERI, S.N., HILL, C.E., HOANG, A.,
S. A 96: 6820-6823. GIBERT, P. y BEERLI, P. 2001. The strength of phenotypic selection
DYBDAHL, M.F. y LIVELY, C.M. 1996. The geography of coevolution: in natural populations. Am. Nat. 157: 245-261.
comparative population structures for a snail and its trematode KRUUK, L.E.B., CLUTTON-BROCK, T.H., SLATE, J., PEMBERTON,
parasite. Evolution 50: 2264-2275. J.M., BROTHERSTONE, S. y GUINNESS, F.E. 2000. Heritability
CAPÍTULO 7: SELECCIÓN NATURAL Y ADAPTACIÓN 157
of fitness in a wild mammal population. Proc. Natl. Acad. Sci. USA SMITH, T.G. 1980. Polar bear predation of ringed and bearded seals in
97: 698-703. the land-fast sea ice habitat. Can. J. Zool. 58: 2201-2209.
KUHLMANN, H.W., KUSCH, J. y HECKMANN, K. 1999. Predator- SOBER, E. 1984. The nature of selection. MIT Press, Cambridge, Mass.
induced defenses in ciliated protozoa. En: R. Tollrian, C.D. Harvell SOBER, E. y LEWONTIN, R.C. 1984. Artifact, cause and genetic
(eds.): The ecology and evolution of inducible defenses. Pp: selection. En: E. Sober (ed.): Conceptual issues in evolutionary
142-159. Princeton University Press, Princeton, New Yersey. biology: An anthology. Pp: 210-231. MIT Press, Cambridge, Mass.
LANDE, R. 1979. Quantitative genetic analysis of multivariate SOLER, J.J., MARTINEZ, J.G., SOLER, M. y MOLLER, A.P. 1999.
evolution, applied to brain: body size allometry. Evolution 33: Genetic and geographic variation in rejection behavior of cuckoo
402-416. eggs by European magpie populations: An experimental test of
LANDE, R. y ARNOLD, S.J. 1983. The measurement of selection on rejecter-gene flow. Evolution 53: 947-956.
correlated characters. Evolution 37: 1210-1226. SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., SOLER, M. y MOLLER, A.P. 2001.
MARTÍNEZ, J.G., SOLER, J.J., SOLER, M., MØLLER, A.P. y BURKE, Coevolutionary interactions in a host–parasite system. Ecol. Letters
T. 1999. Comparative population structure and gene flow of a brood 4: 470-476.
parasite, the great spotted cuckoo (Clamator glandarius), and its STEARNS, S.C. y HOEKSTRA, R.F. 2000. Evolution: an introduction.
primary host, the magpie (Pica pica). Evolution 53: 269-278. Oxford University Press, Oxford.
MAYNARD-SMITH, J. y SZATHMÁRY, E. 1995. the major transitions STIRLING, I. 1974. Midsummer observations on the behavior of wild
in evolution. W.H. Freeman Spektrum, Oxford. polar bears (Ursus maritimus). Can. J. Zool. 52: 1191-1198.
MERILÄ, J. y SHELDON, B.C. 2000. Lifetime reproductive success TINAUT, A., FERNANDEZ-ESCUDERO, I., RUANO, F. y CERDA,
and heritability in nature. Am. Nat. 155: 301-310. X. 1999. The relationship of nest rock dimensions to reproductive
MOUSSEAU, T.A. y FOX, C.W. 1998. The adaptive significance of success and nest permanence in a high-mountain ant, Proformica
maternal effects. Trends Ecol. Evol. 13: 403-407. longiseta (Hymenoptera:Formicidae). Sociobiol. 34: 99-117.
MØLLER, A.P. y DE LOPE, F. 1999. Senescence in a short-lived TOLLRIAN, R. y DODSON, S.I. 1999. Inducible defenses in Cladocera:
migratory bird: age-dependent morphology, migration, reproduction constraints, costs, and multipredator environment. En: R. Tollrian,
and parasitism. J. Anim. Ecol.163-171. C.D. Harvell (eds.): The ecology and evolution of inducible
NIELSEN, C. 2001. Animal evolution. Interrelationships of the living defenses. Pp: 177-202. Princeton University Press, Princeton, New
phyla. Oxford University Press, Oxford. Yersey.
OLIVERA, B.M., RIVIER, J., CLARK, C., RAMILO, C.A., CORPUZ, TOLLRIAN, R. y HARVELL, C.D. 1999. The ecology and evolution
G.P., ABOGADIE, F.C., MENA, E.E., WOODWARD, S.R., of inducible defenses. Princeton University Press, Princeton, New
HILLYARD, D.R. y CRUZ, L.J. 1990. Diversity of Conus Yersey.
neuropeptides. Science 249: 257-263. TRIVERS, R.L. 1972. Parental investment and sexual selection. En: B.
PERRINS, C.M. y BIRKHEAD, T.R. 1983. Avian ecology. Blackie & Campbell (ed.): Sexual selection and the descent of man. Pp: 139-
Son, Glasgow. 179. Aldine, Chicago.
POMIANKOWSKI, A. 1999. Intragenomic conflict. En: L. Keller (ed.): VAN DONK, E., LÜRLING, M. y LAMPER, W. 1999. Consumer-
Levels of selection in evolution. Pp: 3-14. Princeton University induced changes in phytoplankton: Inducibility, costs, benefits, and
Press, Princeton, New Jersey. the impact of grazers. En: R. Tollrian, C.D. Harvell (eds.): The
REEVE, H.K. y KELLER, L. 1999. Levels of selection. Burying the ecology and evolution of inducible defenses. Pp: 89-103. Princeton
unit-of-selection debate and unearthing the crucial new Issues. En: University Press, Princeton, New Yersey.
L. Keller (ed.): Levels of selection in evolution. Pp: 3-14. Princeton WEST EBERHARD, M.J. 1992. Adaptation: Current usages. En: E.F.
University Press, Princeton, New Jersey. Keller, E.A. Lloyd (eds.): Key words in evolutionary biology. Pp:
RICE, W.R. y CHIPPINDALE, A.K. 2001. Sexual recombination and 13-18. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts.
the power of natural selection. Science 294: 555-559. WILLIAMS, G.C. 1992. Natural selection: Domains, levels, and
RIDLEY, M. 1993. Evolution. Blackwell Scientific Publications, Inc., challenges. Oxford University Press, Oxford.
Oxford. WILSON, E.O. 2000. Sociobiology. The new synthesis. Harvard
ROSSITER, M.C. 1996. Incidence and consequences of inherited University Press, Cambridge, Massachusetts.
environmental effects. Ann. Rev. Ecol. Syst. 27: 451-476. WOLF, J.B., BRODIE III, E.D., CHEVERUD, J.M., MOORE, A.J. y
SHERRY, D.F. y GALEF Jr, B.G. 1984. Cultural transmission without WADE, M.J. 1998. Evolutionary consequences of indirect genetic
imitation: Milk bottle opening by birds. Anim. Behav. 32: 937-938. effects. Trends Ecol. Evol. 13: 64-69.
SIMPSON, G.G. 1944. Tempo and mode in evolution. Columbia WOLF, J.B., BRODIE III, E.D. y MOORE, A.J. 1999. Interacting
University Press, New York. phenotypes and the evolutionary process. II. Selection resulting from
SIMPSON, G.G. 1949. The meaning of evolution. Yale University Press, social interactions. Am. Nat. 153: 254-266.
New Haven, Conn.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) ENDLER, J.A. 1986. Natural selection in the wild. Princeton University Press, Princeton, New Yersey. Es el libro más importante
publicado sobre procesos de selección natural en sistemas naturales. Incluye una revisión de los métodos usados para la detección
y cuantificación de procesos de selección natural y adaptativos y, además, recopila todos los trabajos existentes hasta la fecha de su
publicación en los que se cuantifican estos procesos.
(2) HARVEY, P.H. y PAGEL, M.D. 1991. The comparative method in evolutionary biology. Oxford University Press, Oxford. Es un
libro indispensable que describe la mayoría de los métodos comparativos utilizados para el estudio de adaptaciones.
(3) STEARNS, S.C. y HOEKSTRA, R.F. 2000. Evolution: an introduction. Oxford University Press, Oxford. Aunque es un libro de
texto, se basa principalmente en ejemplos de trabajos de investigación reales con los que los autores repasan todos los temas
evolutivos, incluyendo los relacionados con los procesos de selección natural y adaptación.
(4) WILLIAMS, G.C. 1992. Natural selection: Domains, levels, and challenges. Oxford University Press, Oxford. En este libro, el
autor defiende la importancia de los procesos de selección natural a todos los niveles de la ciencia biológica y resalta con ejemplos
algunos de los temas de estudio más actuales, ofreciendo su punto de vista sobre la solución de los mismos.
(5) WILLIAMS, G.C. 1996. Adaptation and natural selection. A critique of some current evolutionary thought. Princeton University
Press, Princeton, New Jersey. El autor defiende la teoría de la selección natural como una explicación suficiente para explicar los
procesos evolutivos sin ayuda de mecanismos de selección de grupo o de bienestar poblacional.
Capítulo 8: LA EVOLUCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS VITALES
Juan Moreno Klemming
DEPARTAMENTO DE ECOLOGÍA EVOLUTIVA, MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES-CSIC
J. Gutiérrez Abascal, 2, 28006-Madrid. E-mail: jmoreno@mncn.csic.es
Las estrategias vitales son los conjuntos de rasgos asociados a la variación en fecundidad y supervivencia a lo
largo de la vida. La teoría evolutiva predice que las estrategias vitales han sido seleccionadas para maximizar la
eficacia biológica de los organismos. Hay dos enfoques teóricos principales para entender la variación existente en
estrategias vitales: los modelos de optimización y la genética cuantitativa. Las constricciones en los modelos de
optimización de estrategias vitales se deben a los compromisos existentes entre distintos caracteres en cuanto a la
disponibilidad de recursos. Dos metodologías se han utilizado para medir compromisos: manipulaciones experi-
mentales y correlaciones genéticas. El principal compromiso que moldea a las estrategias vitales es aquel entre
fecundidad presente y futura, llamado coste de la reproducción. Los modelos sobre evolución del tamaño de puesta
presuponen la existencia de un compromiso entre el número de descendientes y la calidad fenotípica de los mismos.
Muchos experimentos muestran que las crías de familias experimentalmente aumentadas sobreviven peor. El com-
promiso entre crecer o reproducirse también moldea a las estrategias vitales. La probabilidad de que un animal esté
vivo y pueda reproducirse a edades avanzadas llega a ser insignificante, por lo que la selección natural no actuará
para prolongar la vida. Ello dará lugar al envejecimiento. La estrategia vital de un organismo está constreñida por las
posibilidades de desarrollo disponibles y por tanto por su posición filogenética. La búsqueda de los mecanismos
subyacentes a los compromisos evolutivos constituye el principal reto futuro en el estudio de las estrategias vitales.
¿Qué son las estrategias vitales? antes o después pero no por sobrevivir al evento repro-
ductor. Es imposible en un solo capítulo presentar toda la
La vida de los organismos puede considerarse como enorme riqueza de modelos, aproximaciones experimen-
el transcurso fluido de procesos y cambios morfológicos, tales y datos empíricos que tratan de la evolución de es-
fisiológicos y comportamentales o diseccionarse en una trategias vitales, un campo que penetra en cualquier as-
serie de etapas y eventos que determinarán su contribu- pecto de la biología de poblaciones y de la ecología de la
ción genética a las futuras generaciones, o en otras pala- conducta y representa una buena parte de la ecología evo-
bras, su eficacia biológica. La duración de las etapas ju- lutiva. Sólo puedo esbozar aquí los modelos y aproxima-
venil y adulta, la duración e intensidad del crecimiento, el ciones, a mi entender, más importantes.
inicio del envejecimiento, o la secuencia temporal de su- La teoría evolutiva predice que las estrategias vitales
cesos y procesos como la reproducción, el almacenamien- han sido seleccionadas para maximizar la eficacia bioló-
to de reservas o la dispersión a nuevos lugares son carac- gica de los organismos. Nos referimos a organismos indi-
terísticas de cada especie, población o individuo, cuyas viduales, pues la eficacia biológica de grupos o especies
consecuencias se dejan sentir en el éxito reproductor y es difícil de modelar y no está claro si la selección natural
que por tanto tienen implicaciones evolutivas. Estas ca- opera normalmente sobre unidades de selección por enci-
racterísticas se pueden agrupar de infinitas maneras, mu- ma del individuo (ver Capítulo 5). Un vasto campo de la
chas de las cuales podemos observar en los organismos ecología evolutiva intenta explicar por qué determinados
actuales. Estos conjuntos de características son lo que lla- organismos, ya sean especies, poblaciones o individuos,
maré en adelante estrategias vitales (del inglés “life histo- presentan una determinada estrategia vital y no otra. La
ries”). He preferido el término estrategias al de historias teoría sobre evolución de estrategias vitales intenta ade-
por el énfasis que la teoría pretende dar a la multiplicidad más determinar las estrategias vitales óptimas en deter-
de opciones que se ofrecen a los individuos en muchos minadas circunstancias por medio de modelos de
momentos de la vida, y cuya “elección” tendrá consecuen- optimización. Este enfoque se restringe a explicar la va-
cias a largo plazo. Estas múltiples opciones están, por riación fenotípica observada, pero no considera los cam-
supuesto, circunscritas al marco que la morfología y fi- bios en frecuencias génicas subyacentes. Hay que obser-
siología de la especie, basadas en su historia evolutiva, var que el principio de optimización en sí no se cuestiona
permiten. P. ej., una hembra de papamoscas puede optar al contrastar las predicciones de modelos con los datos
por poner un huevo más o menos, pero no puede optar obtenidos observacional o experimentalmente (Maynard
por seguir creciendo pasado su primer mes de vida. Una Smith 1978). Si una predicción no es verificada, no se
hembra de salmón puede optar por intentar reproducirse debe interpretar como evidencia de que la eficacia bioló-
160 Juan Moreno Klemming
gica no se está maximizando, sino que implica que el gica, aunque de forma menos directa que los anteriores, y
modelo falla, por lo que se deben modificar los supuestos pueden también ser objeto de presiones selectivas mode-
del modelo hasta obtener congruencia con los datos. Una lables. La propiedad concreta que maximiza una estrate-
vez comprobada la predicción, cada uno de los nuevos gia vital óptima es la tasa de incremento en la población
supuestos debe ser independientemente verificado. Si las de un alelo o de un genotipo (r), una variable difícil de
predicciones del modelo se cumplen en determinada po- medir. Por ello en teoría de estrategias vitales se utiliza
blación, habremos captado algo de la esencia de las pre- una variable muy vinculada a r pero más fácil de estimar.
siones selectivas que han moldeado su estrategia vital. El valor reproductivo (Fisher 1930) de un individuo a una
Los modelos de optimización son una herramienta de tra- determinada edad se compone de la probabilidad de so-
bajo, no una concepción metafísica. La caricatura del en- brevivir hasta futuras ocasiones reproductoras y de su fe-
foque adaptacionista presentada por Gould y Lewontin cundidad en la presente y futuras ocasiones. Normalmen-
(1979) no es aplicable a la teoría de estrategias vitales, te el valor reproductivo incorpora un término que sopesa
que sí tiene en cuenta las interacciones y compromisos a los descendientes en función de cómo de alejados en el
entre distintos rasgos y las constricciones genéticas, futuro se producen; en una población en expansión la des-
filogenéticas, fisiológicas, mecánicas y ecológicas que cendencia producida ahora vale más que la que se produ-
afectan a los mismos (Roff 1992). ce en el futuro, porque representa una mayor proporción
Un enfoque distinto al de la optimización es el genéti- del “pool genético” (Fisher 1930). En poblaciones que no
co. La genética cuantitativa constituye una aproximación aumentan ni disminuyen, el valor reproductivo equivale
estadística a la variación genética de rasgos con variación al número medio de descendientes producidos a lo largo
continua, como lo son muchos componentes de estrate- de la vida o éxito reproductor vital. El valor reproductivo
gias vitales (Falconer 1989). Establecer los parámetros tiene la interesante propiedad de que puede ser comparti-
que describen la variación genética cuantitativa requiere mentado en componentes correspondientes a la reproduc-
datos difíciles de obtener en poblaciones naturales. Una ción a diferentes edades. P.ej. puede ser separado en dos
dificultad adicional del enfoque genético es la existencia términos correspondientes a la reproducción presente y
de rasgos cuya expresión fenotípica varía según el am- futura. Estos dos componentes del valor reproductivo, el
biente en que se desarrolle el organismo, lo que se deno- segundo de los cuales se denomina valor reproductivo
mina “plasticidad fenotípica”. La introducción de “nor- residual, son entre los que se establece el compromiso
mas de reacción” (que rigen cómo varía el fenotipo en llamado coste de la reproducción. Una idea central sobre
función de variación en el ambiente) y de las interaccio- la evolución de estrategias vitales es que el valor repro-
nes genotipo-ambiente complican la teoría genética de ductivo presente y el residual deben estar en un equilibrio
estrategias vitales considerablemente (Roff 1992). Esta en cada clase de edad que permita la maximización de la
se debe basar en una comprensión de cómo interactúan eficacia biológica. Calculando este compromiso para to-
los distintos componentes de una estrategia vital, lo que das las clases de edad, se predice la distribución de la
implica que se deben medir las covarianzas genéticas y proporción de recursos que se destinará a la reproducción
fenotípicas entre todos los rasgos de interés y suponer que (el llamado esfuerzo reproductor) a lo largo de toda la
la matriz de varianzas-covarianzas genéticas es constan- vida (Williams 1966).
te, un supuesto simplificador que puede ser incorrecto. Las restricciones en los modelos de optimización de
Aunque la teoría de optimización ha sido criticada por estrategias vitales se deben a los compromisos existentes
“esconder la arquitectura genética de los rasgos bajo la entre distintos caracteres en cuanto a la disponibilidad de
alfombra” (Rose et al. 1987), no está claro cuánta de esa recursos. Aunque podamos imaginar organismos que se
arquitectura es realmente sacada a la luz por la genética reproducen desde el nacimiento con gran intensidad, de-
cuantitativa (Roff 1992). Para un tratamiento exhaustivo dican muchos recursos a cada cría, tienen una elevada
de la genética cuantitativa ver el texto de Falconer (1989) supervivencia y resisten a los ataques de parásitos,
y el Capítulo 6. depredadores y competidores sin problema (los llamados
“demonios darwinianos”), el ejercicio no deja de ser in-
útil porque dichos organismos no pueden existir dado el
Los modelos de optimización de estrategias vitales carácter finito de los recursos disponibles. Los compro-
misos entre distintas funciones o rasgos de las estrategias
Cualquier modelo de optimización se compone de vitales se representan normalmente como funciones o
variables de decisión, una propiedad a maximizar y res- curvas de compromiso y deben medirse antes de elaborar
tricciones. Las variables de decisión en el caso que nos un modelo de optimización. Estos compromisos tienden
atañe son los rasgos de una estrategia vital cuya variación a generar correlaciones fenotípicas negativas: más repro-
estudiamos y que afectan a la eficacia biológica. Los ras- ducción implica menor crecimiento, cuanto más crías
gos con un efecto más inmediato sobre la eficacia bioló- menos recursos habrá para cada una, etc. Sin embargo, en
gica (son de hecho componentes de la misma) son la fe- ocasiones obtenemos correlaciones positivas entre rasgos
cundidad y la supervivencia dependientes de la edad. distintos, algo que puede erróneamente llevar a rechazar
Otros rasgos de una estrategia, p. ej. la tasa de crecimien- la existencia de compromisos. Estas correlaciones positi-
to, tamaño de las crías, tamaño en la madurez, tasa de vas entre rasgos fenotípicos suelen deberse a que los dis-
dispersión, etc., también contribuyen a la eficacia bioló- tintos individuos de una población difieren en cuanto a su
CAPÍTULO 8: LA EVOLUCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS VITALES 161
1.0
(a) (b)
Proporción que sobrevive
0.8
0.6
0.4
0.2
0.0
Reducida Control Aumentada Reducida Control Aumentada
Tamaño de nidada
Figura 2. Supervivencia (proporción de supervivientes + 95% intervalos de confianza) de cernícalos Falco tinnunculus adultos
hasta un año después de haber sacado adelante una nidada experimentalmente modificada. En (a) se considera la supervivencia
basada en recuperaciones locales de individuos en la población de estudio en los Países Bajos uno o más años después. En (b) la
supervivencia está basada en la fracción que sobrevive un año entre todas las recuperaciones de individuos hallados recientemen-
te muertos (Reproducido de Daan et al. 1996).
naturales pueden desaparecer en experimentos de selec- tes sería partir de la base de que éstos existen y explorar
ción debido a la erosión de la variabilidad genética del cómo la ecología y fisiología de los organismos se tradu-
rasgo seleccionado en el laboratorio (Sinervo y Svensson cen en los mecanismos que finalmente limitan la fecundi-
1998). El panorama no parece alentador para la detección dad (Sinervo y Svensson 1998). Las correlaciones fenotí-
de compromisos evolutivos a través de correlaciones picas tienen el problema anteriormente reseñado de que
genéticas o experimentos de selección en el laboratorio no controlan los distintos niveles de recursos disponibles
(Lessells 1991, Roff 1992). para distintos individuos, mientras las correlaciones ge-
néticas muestran un panorama confuso de resultados con-
tradictorios (ver apartado anterior). Por ello nos ceñire-
El coste de la reproducción mos en adelante a manipulaciones fenotípicas realizadas
en condiciones naturales.
El principal compromiso que constriñe y moldea las En la Tabla 1 se reseñan los estudios de manipulacio-
estrategias vitales es el que se produce entre fecundidad nes fenotípicas de esfuerzo en plantas y animales publi-
presente y valor reproductivo residual, que a su vez pue- cados entre 1995 y 1999 (para revisiones de publicacio-
de descomponerse en costes en términos de superviven- nes anteriores ver Lessells 1991, Stearns 1992, Roff 1992).
cia post-reproductiva o en términos de fecundidad futura. Se pueden extraer varias conclusiones de esta tabla, por
El origen de estos costes puede ser ecológico o fisiológi- ejemplo (1) Existen múltiples formas de manipular el es-
co. Costes ecológicos son aquellos derivados de una uti- fuerzo reproductor, tanto para aumentarlo como para re-
lización para funciones reproductoras de recursos nece- ducirlo; (2) Desafortunadamente existe un sesgo taxonó-
sarios (tiempo, energía, etc.) para evitar peligros y ries- mico a favor de las aves debido a su facilidad de estudio y
gos ambientales como la exposición a depredadores o manejo, que debe ser subsanado con experimentos en los
parásitos (Magnhagen 1991). Los costes fisiológicos sue- restantes taxones; (3) Un 78% de los 18 estudios en que
len derivarse directamente de la inversión de energía o se ha medido supervivencia adulta han dado costes para
nutrientes en procesos reproductivos, detrayéndose de algún sexo, población o categoría de individuos (Fig. 2).
funciones necesarias para el mantenimiento del organis- Éstos se han detectado bien como aumentos tras una re-
mo (Moreno 1993). Se ha destinado un gran esfuerzo en ducción del esfuerzo, bien como disminuciones tras un
las últimas décadas a comprobar la existencia de estos aumento (el signo de la tabla puede ser positivo o negati-
costes por medio de correlaciones fenotípicas, estudios vo para costes dependiendo del tipo de manipulación).
experimentales o correlaciones genéticas. Sin embargo la Para la fecundidad futura, dicha proporción ha sido del
existencia de algún tipo de costes no está en duda. Si no 71% (n=21), y por último, (4) los costes en supervivencia
los hubiera, no existiría freno alguno para un aumento son especialmente reseñables en estudios de aves. En fe-
ilimitado de la fecundidad premiada por la selección na- cundidad futura son especialmente prevalentes en plan-
tural. Más apropiado que determinar si existen o no cos- tas. En general, se ha comprobado un coste en supervi-
Tabla 1
163
Pachyptila belcheri por retirada primarias
164
Tabla 1 (continuación)
Experimentos de manipulación fenotípica de esfuerzo reproductor realizados entre 1995 y 1999 para comprobar costes reproductivos sobre adultos y costes intergeneracionales sobre la descendencia
Parental Descendencia Ref.
Sexo Condiciones Tipo de manipulación Crecimiento Condición Salud Supervivencia Fecundidad Crecimiento Condición Supervivencia Calidad
tratado Mantenimiento Inmunidad futura
Barnacla cariblanca Hembras Naturales Prolongar el período de Menos 0 0 Menos 17
Branta leucopsis incubación
Anade real Hembras Naturales Aumentar nº pollos Menos 18
Anas platyrhynchos
Cernícalo vulgar Ambos Naturales Aumentar nº pollos en 0 0 (machos) 0 Menos Menos 19
Falco tinnunculus nido ? (hembras)
Cernícalo vulgar Ambos Naturales Aumentar nº pollos en Menos 20
Falco tinnunculus nido
Cernícalo vulgar Ambos Naturales Alimento suplementario Menos (hembras) 21
Falco tinnunculus a pollos 0 (machos)
Cernícalo vulgar Ambos Naturales Aumentar nº pollos en Menos (machos) 22
Falco tinnunculus nido ? (hembras)
Gaviota tridáctila Ambos Naturales Aumentar nº pollos en Menos (h) Menos (hembras) Menos Menos 23
Rissa tridactyla nido 0 (m) 0 (machos) 24
Gaviota tridáctila Ambos Naturales Retirar puestas Más Más Más 25
Rissa tridactyla
Gaviota sombría Hembras Naturales Inducción de puesta de Menos Menos Menos 26
Larus fuscus huevo adicional
Frailecillo Ambos Naturales Alimento suplementario 0 Más 27
Fratercula arctica a pollos
Tiránido americano Ambos Naturales Aumentar nº pollos en Menos (h) Menos (hembras) Menos 28
Tyrannus tyrannus nido 0 (m) 0 (machos)
Papamoscas collarino Machos Naturales Aumentar nº pollos en Menos (m) 29
Ficedula albicollis nido (ornamento)
Papamoscas collarino Hembras Naturales Aumentar nº pollos en Menos (ind. en 30
Ficedula albicollis nido baja condición)
Papamoscas collarino Hembras Naturales Aumentar nº pollos en Menos 31
Ficedula albicollis nido
165
(41) Fargallo y Merino 1999 (42) Orell et al. 1996 (43) Richner et al. 1995 (44) Verhulst y Tinbergen 1997 (45) Verhulst 1998 (46) Ots y Horak 1996 (47) Deerenberg et al. 1996 (48) Deerenberg et al. 1997
(49) Mappes et al. 1995 (50) Koskela 1998
166 Juan Moreno Klemming
35
un 84% del nivel no reproductivo durante la gestación y
(a)
hasta un 61% durante la fase de transporte de crías y dis-
minuye con el tamaño de camada (Fig. 3, Shaffer y For-
30 manowicz 1996). En el ratón de campo Peromyscus ma-
niculatus, las hembras en celo son más susceptibles de
Velocidad transportando crías (cm/s)
13 8
0.3 te trabajo experimental con el lagarto Uta stansburiana:
13
0.25 la ablación de ciertos folículos en los ovarios durante la
0.2
vitelogénesis temprana redujo el tamaño de puesta pero
aumentó el tamaño de los huevos, mientras la administra-
0.15
ción de hormona FSH exógena durante la misma incre-
0.1 mentó el tamaño de puesta pero redujo el tamaño de los
0.05 huevos con respecto a puestas control. El análisis teórico
0
más influyente sobre la evolución del tamaño de puesta
Reducida Control Aumentada es el de David Lack (1947), que predecía que la selección
Tamaño de puesta experimental natural favorecería el tamaño más productivo en base a
interacciones denso-dependientes negativas entre herma-
Figura 4. Respuesta inmunitaria mediada por linfocitos T a la nos de una misma puesta. Puestas demasiado grandes con-
inyección del mitógeno Fitohemaglutinina (PHA) en hembras ducirían a descendientes de baja calidad y con escasas
de papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca, expresada como perspectivas de supervivencia. Se han realizado numero-
inflamación en mm, según el tamaño de nidada experimen- sos experimentos manipulando el número de pollos en
talmente modificado. Los puntos son medias, las cajas repre-
nidos de aves altriciales y unos pocos aumentando las
sentan errores standard y las barras desviaciones standard.
Las cifras representan el número de nidadas en cada trata- camadas de mamíferos (Tabla 1). La conclusión de mu-
miento experimental (Reproducido de Moreno et al. 1999b). chos de ellos es que los adultos podrían sacar adelante
más descendientes de los que producen. Estas conclusio-
nes, que aparentemente contradicen la predicción de Lack,
reproductor. Al asignar suficientes recursos al manteni- tienen en la mayoría de los casos serios errores de inter-
miento del organismo, los reproductores podrían sobrevi- pretación. No se incorporan casi nunca los costes reales
vir para reproducirse de nuevo más adelante. Esta estrate- para los padres de producir, gestar o incubar, por lo que se
gia se denomina “iteroparidad”. Si todos los recursos se ofrece una versión parcial de la competencia por recursos
destinan a la primera reproducción, no habrá superviven- entre hermanos. En un elegante experimento en el cha-
cia posterior a la primera reproducción, o “semelparidad”. rrán común Sterna hirundo (Heaney y Monagan 1995),
Cuando la supervivencia adulta es mayor que la juvenil se indujo la puesta de un huevo adicional retirando el pri-
(la mayoría de los casos), se favorece la iteroparidad (Horn mer huevo una vez puesto (el charrán es una especie de
y Rubenstein 1984). Varios modelos (p. ej. Pianka y Parker puesta indeterminada) y añadiéndolo posteriormente. En
1975) indican que la semelparidad puede surgir cuando otro grupo de nidos se añadió un huevo al finalizar la pues-
los costes previos al acto de la reproducción son muy ele- ta, incorporándose el coste de incubación, aunque no el
vados e independientes de la asignación reproductiva (ta- de puesta. En un tercer grupo se añadió un pollo, por lo
maño de puesta, tamaño de huevos). En ese caso será óp- que sólo se incluyó el coste de crianza como en casi todos
timo no reproducirse o reproducirse al máximo sin con- los experimentos de manipulación anteriores. El resulta-
servar recursos para el futuro. Así, las dificultades de mi- do fue contundente. La mortalidad fue mayor en los nidos
gración hasta las áreas de reproducción en los salmones donde las hembras hubieron de poner un huevo adicio-
del Pacífico Oncorhynchus spp. implicarían un drenaje nal, incubarlo y criar el pollo resultante, intermedia en
masivo de recursos que favorecería la semelparidad. En nidos donde los adultos hubieron de incubar y criar, y
principio, se debería esperar que individuos de especies menor, en aquellos donde sólo hubieron de criar el pollo
iteróparas destinaran menos recursos a la reproducción adicional (Fig. 5). Este resultado invalida todas las con-
que los de especies semélparas. Así, el peso de las clusiones derivadas de los experimentos incompletos de
inflorescencias como proporción del peso total de herbá- manipulación. Otro problema de dichos experimentos es
ceas anuales fue significativamente mayor que en que normalmente no suelen estimar la supervivencia has-
plurianuales (Wilson y Thompson 1989). También el ín- ta la edad adulta de las crías o pollos resultantes de fami-
dice gonadosomático (volumen de la puesta dividido por lias de distinto tamaño. Muchos experimentos muestran
volumen del progenitor) de gasterópodos iteróparos es que los pollos o crías de familias aumentadas son de peor
menor que el de especies semélparas (Calow 1978). calidad, lo que confirma la idea de Lack (en la Tabla 1 se
presentan abundantes casos en que el crecimiento, la con-
dición física, la supervivencia o el éxito futuro de las crías
El compromiso entre número y calidad de descendientes se resintieron al aumentarse el tamaño de nidada o cama-
da). Sin embargo, el principal problema de la hipótesis de
Todos los modelos sobre la evolución del tamaño de Lack es que no tiene en cuenta explícitamente los costes
puesta o camada suponen la existencia de un compromi- de la reproducción, como señaló Williams (1966). Si se
so entre el número de descendientes y la calidad fenotípi- incluyen dichos costes, el óptimo del tamaño familiar re-
ca de cada uno de ellos. Este compromiso se basa en que sulta ser más bajo que el que predice Lack (Charnov y
para un esfuerzo reproductor dado, a mayor número de Krebs 1973). Ello es consecuencia obvia de que lo que
crías corresponderá una menor cantidad de recursos para supuestamente maximiza la selección natural es el valor
168 Juan Moreno Klemming
(a) (b)
2.00 100
1.75
60
1.50
40
1.25
20
1.00 0
Coste Coste Coste Primer Segundo Tercer
crianza incubación completo pollo pollo pollo
Figura 5. El número medio de pollos críados con éxito por parejas de charrán común Sterna hirundo según el tratamiento experi-
mental (el tamaño de puesta normal es de dos huevos en esta especie). Las parejas con costes completos fueron inducidas a poner
un tercer huevo (retirando el primero y añadiéndolo después) que hubieron de incubar posteriormente y tuvieron que criar a los
tres pollos resultantes, mientras las de coste de incubación, recibieron un tercer huevo para incubar y hubieron de criar tres pollos.
Las parejas con coste de crianza, recibieron un pollo adicional al inicio del periodo de crianza (la manipulación más usual en
estudios de costes reproductivos en aves). Cuanto más realista es la manipulación, menor es la capacidad de los adultos para sacar
adelante a nidadas aumentadas (Reproducido de Heaney y Monaghan 1995).
reproductivo a lo largo de toda la vida, no la productivi- cambios en el ambiente pueden contrarrestar las ventajas
dad de una determinada puesta. La variación entre años selectivas de mayores puestas. Si el estado nutricional de
en las condiciones ambientales, los mayores riesgos de los individuos también afecta al tamaño de puesta y no
fracaso al exceder el óptimo que al quedarse por debajo sólo los genes, la selección favorecerá en todos los indi-
del mismo o los mayores riesgos de depredación de la viduos una mayor capacidad de adquirir recursos. Dado
puesta con un aumento del esfuerzo parental son otros el carácter finito de estos, la capacidad de cada individuo
factores que pueden inducir desviaciones respecto al óp- estará limitada por las capacidades de los demás, por lo
timo de Lack (Lessells 1991). que no se podrá mejorar el estado nutricional. La relación
Una serie de estudios a largo plazo de poblaciones de postulada entre nutrición y fecundidad está basada en la
aves han documentado un diferencial de selección positi- plasticidad fenotípica de la fecundidad. Esta plasticidad
vo a favor de mayores tamaños de puesta, pero ningún estaría moldeada por la selección natural, determinando
cambio sistemático en este rasgo (Boyce y Perrins 1987, la optimización individual del tamaño de puesta. Para
Rockwell et al. 1987, Gibbs 1988). Si estas persistentes demostrar que la variación en tamaño de puesta refleja la
presiones selectivas son reales (en varios estudios los di- capacidad de una hembra o pareja por sacar adelante el
ferenciales de selección no difieren significativamente de número de huevos puesto, se requiere que las puestas sean
cero) ¿por qué no resultan en respuestas evolutivas dada manipuladas incrementándolas o reduciéndolas, pero te-
la heredabilidad positiva del tamaño de puesta detectada niendo siempre en cuenta el tamaño de puesta original.
en varios estudios? Price y Liou (1989) han propuesto La mayoría de estudios de este tipo muestran que a cada
que la variación en tamaño de puesta observada refleja el pareja le iría peor en cuanto a productividad poniendo
estado de nutrición de las hembras que no es heredable más o menos huevos de los que la hembra pone realmente
como tal (depende de variación heredable en múltiples (Gustafsson y Sutherland 1988, (Fig. 6), Pettifor 1993).
funciones fisiológicas que interaccionan de forma com-
pleja). Aunque puede existir heredabilidad significativa
en tamaño de puesta, no habrá respuesta evolutiva ya que La evolución de la edad de maduración reproductiva
la variación observada no es genética. Esta misma expli-
cación se ha propuesto también para la evolución de la El primer problema de estrategias vitales con el que
fenología reproductora en aves (Price et al. 1988) y para se enfrenta un organismo es cuándo empezar a reprodu-
el tamaño de semilla en plantas (Giles 1990). Cooke et al. cirse. Antes los organismos deben crecer desde la fase de
(1990) han explicado la falta de respuesta evolutiva a la zigoto. Durante esa fase siempre habrá mortalidad. Cuan-
selección en favor de puestas mayores postulando que to más se retrase la maduración entendida como primera
CAPÍTULO 8: LA EVOLUCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS VITALES 169
(a) (b)
Supervivencia
Supervivencia
(c) (d)
Nº volantones
Nº reclutas
(e) (f)
Tamaño de puesta
Nº reclutas
Figura 6. Relación entre el grado de manipulación del tamaño de nidada en papamoscas collarino Ficedula albicollis y (a) supervi-
vencia del macho, (b) supervivencia de la hembra, (c) número de pollos volados (regresión lineal P<0.001), (d) número de pollos
reclutados a la población (regresión polinomial P<0.02), (e) tamaño de puesta de la hembra en el año siguiente (regresión lineal
P<0.001), y (f) fecundidad de los descendientes hembra expresada como número de pollos reclutados (regresión lineal P<0.05).
Todas los datos representan medias + error standard (Reproducido de Gustafsson y Sutherland 1986).
reproducción, menor será la probabilidad de alcanzar la vista de asignación optima de energía a crecimiento y re-
fase reproductiva. Una vez iniciada la reproducción, sin producción para maximizar el éxito reproductor vital.
embargo, habrá menos recursos para seguir creciendo. Hay Cuanto mayor es un organismo, más energía extra sobre
dos consecuencias negativas de reproducirse temprano, las necesidades de mantenimiento tendrá disponible para
la relación tamaño-fecundidad que afecta a muchas espe- reproducirse. Si no hubiera mortalidad, siempre sería ren-
cies sin importantes cuidados parentales, y la menor cali- table seguir creciendo. Como la expectativa de vida al
dad de cuidados parentales de individuos jóvenes en es- nacer es finita debido a la mortalidad, será óptimo inver-
pecies donde dicha calidad determina la supervivencia de tir cada unidad extra de energía en crecer, siempre que
la descendencia. Este dilema entre reproducirse ya o se- ello aumente la reproducción futura en más de una uni-
guir creciendo/adquiriendo experiencia, es un claro ejem- dad; y si ello no es así, cada unidad extra deberá ser des-
plo de compromiso. Como consecuencia del mismo, la tinada a la reproducción. Una vez alcanzada esta transi-
duración de la vida reproductiva estará negativamente ción o edad óptima de maduración no deberá haber más
asociada a la edad de maduración (Gadgil y Bossert 1970, crecimiento. Por tanto el modelo predice también el ta-
Stearns y Crandall 1981, 1984, Roff 1984). Los modelos maño óptimo de individuos maduros. La predicción ge-
de Kozlowski y Wiegert (1986) y Kozlowski (1992) con- neral de que el tamaño adulto permanece constante una
sideran este compromiso para hembras desde el punto de vez alcanzada la madurez, es violada por los organismos
170 Juan Moreno Klemming
Envejecen No envejecen
0.1
Aves
Mamíferos
0.01
0 S* S' 1 0.01 0.1 1
Inversión en mantenimiento somático, s Tasa de mortalidad de base (años -1)
Figura 8. Relación entre eficacia biológica medida como tasa Figura 9. Relación entre tasa de senescencia y mortalidad de
intrínseca de aumento r, y el nivel de inversión en manteni- base o previa al envejecimiento en poblaciones de aves (cír-
miento somático s. Para s>s, no hay senescencia o envejeci- culos rellenos) y mamíferos (círculos en blanco). La tasa de
miento. El óptimo s=s* debe ser menor que s según la teoría senescencia ha sido calculada como el parámetro w de la
del soma desechable (Reproducido de Kirkwood y Rose ecuación de Weibull (Reproducido de Ricklefs 1998).
1991).
por tanto será invisible para la selección natural. Cual- sos de reparación de daños en las células deben tener efec-
quier mutación deletérea que sólo opere a edades avanza- tos pleiotrópicos antagónicos, es decir que una mayor in-
das apenas será afectada por la débil selección natural y versión en reparación significará una menor inversión en
se mantendrá en la población. Ésta es la hipótesis de la crecimiento y reproducción. Cuando las fuentes externas
“acumulación de mutaciones” (Medawar 1946, 1952). de mortalidad adulta aumentan, la inversión en repara-
Otra consecuencia del debilitamiento de la selección na- ción de daños somáticos perderá valor, y se observarán
tural con la edad sería que alelos con efectos positivos a transiciones a menos reparación (envejecimiento más rá-
edades tempranas pero deletéreos a edades avanzadas (es pido) y a mayores esfuerzos reproductores. El soma será
decir de genes pleiotrópicos) serían seleccionados debido cada vez mas desechable en aras de una rápida e intensa
a la mayor contribución de la reproducción temprana a la reproducción.
eficacia biológica de los organismos. Además el mante- Existe una amplia bibliografía sobre experimentos en
nimiento de estas mutaciones implicaría la existencia de laboratorio con Drosophila en que se ha retrasado la re-
correlaciones genéticas negativas entre rasgos de estrate- producción o se ha acortado la esperanza de vida. En ge-
gia vital que se manifiestan temprano y tarde en la vida. neral el primer tipo de experimentos ha resultado en un
Esta idea propuesta por Williams (1957) se denomina la retraso del envejecimiento, y aunque de forma menos cla-
hipótesis de la “pleiotropía antagonista”. La maduración ra, el segundo ha resultado en el transcurso de las genera-
reproductiva es el momento de la vida a partir del cual ciones en un envejecimiento más rápido (Rose 1991). Se
empezarían a producirse los procesos de deterioro y antes han detectado pleiotropías antagónicas entre longevidad
del cual jamás se producirán. Así pues, el envejecimiento y fecundidad temprana, y entre longevidad y crecimiento
se expresará después de la madurez como una ubicua y larvario (Partridge y Fowler 1992). Tanto en Drosophila
difusa erosión de las funciones bioquímicas y fisiológi- (Rose 1991) como en el nemátodo Caenorhabdites ele-
cas causada por muchos genes de pequeño efecto, dete- gans (Friedman y Johnson 1988) se han identificado ge-
rioro que no será una adaptación sino la consecuencia de
nes pleiotrópicos. Ricklefs (1998) ha encontrado eviden-
un debilitamiento de la selección natural. Esta es la teoría
cias de la asociación entre mayor mortalidad extrínseca y
evolutiva del envejecimiento (Rose 1991).
envejecimiento más rápido en aves y mamíferos (Fig. 9).
La teoría del “soma desechable” (Kirkwood 1985)
Separar mortalidad extrínseca e intrínseca (debida a en-
establece una conexión entre la teoría evolutiva del enve-
jecimiento y los procesos tradicionalmente estudiados por vejecimiento) es muy difícil en poblaciones naturales,
los gerontólogos. Establece que la adquisición de una aunque existen evidencias de deterioro con la edad en
mayor longevidad es costosa en términos de éxito repro- funciones reproductoras en aves y mamíferos (Moreno
ductor y de eficacia biológica por lo que la inversión en 1993). Otra consecuencia de la existencia de envejeci-
funciones de mantenimiento del organismo siempre será miento es que el paradigma de tasas de supervivencia
menor que lo que permitiría una supervivencia indefinida constantes en poblaciones salvajes (Lack 1954, 1966) se
(Kirkwood y Rose 1991, Fig. 8). Predice que el envejeci- ha desmoronado (Finch 1990). Poblaciones de una mis-
miento será el resultado de la acumulación de daños no ma especie sometidas a distintas presiones de mortalidad
reparados en el soma y que especies con mayores longe- extrínseca pueden mostrar diferentes tasas de envejeci-
vidades mostrarán mayores niveles de mantenimiento y miento, lo cual puede deberse a diferencias genéticas o a
reparación somáticas. Los genes que afectan a los proce- plasticidad fenotípica (Sanz y Moreno 2000).
172 Juan Moreno Klemming
Estudios comparativos de estrategias vitales las provenientes de pastizales permanentes y con eleva-
das densidades muestran las propiedades opuestas (Law
Ciertos modelos de estrategias vitales pueden ser com-
et al. 1977). Otros ejemplos muestran disociación entre
probados experimentalmente en una determinada pobla-
caracteres del mismo extremo del supuesto gradiente. Así,
ción, especialmente si ofrecen predicciones cuantitativas.
en los moluscos Littorina rudis y L. nigrolineata, las po-
Los estudios comparativos interespecíficos son necesarios
blaciones de hábitats que favorecen una mayor fecundi-
cuando los modelos sólo ofrecen predicciones cualitati-
dad y un menor tamaño (r) producen pocos descendientes
vas. Rasgos que existen o no, como la semelparidad, los
pero de gran tamaño (K) (Hart y Begon 1982, Naylor y
hábitos migratorios, la presencia de diapausa o hiberna-
Begon 1982). El problema más grave de la clasificación
ción, etc., no pueden ser fácilmente manipulados ni las
de Pianka (1970) es que los investigadores comenzaron a
restricciones exploradas experimentalmente. Al relacio-
intentar encajar a las especies en el esquema en función
nar las estrategias vitales de distintas especies con facto-
de sus rasgos de estrategias vitales en lugar de en base al
res ecológicos (hábitat, dieta, estructura social, etc.) pue-
tipo de selección operante y sin considerar si existía o no
de discernirse cómo la selección natural puede haberlas
densodependencia. Los modelos logísticos solo son apli-
moldeado. Al comparar especies debemos tener en cuenta
cables para formalizar la definición de eficacia biológica
la filogenia para no inflar artificialmente los grados de li-
en poblaciones reguladas por la densidad, por lo que los
bertad introduciendo numerosas especies que proceden de
intentos de aplicar el concepto de selección r/K a pobla-
un único ancestro común que ya tenía determinado rasgo.
ciones reales sin tener en cuenta las complejidades en la
Uno de los primeros análisis comparativos de estrate-
evolución de estrategias vitales han sido más perjudicia-
gias vitales y sin duda el más divulgado es el dedicado a
les que beneficiosos (Boyce 1984, Roff 1992).
la selección r/K (MacArthur y Wilson 1967). Según la
La estrategia vital de un organismo está constreñida
idea original, en un ambiente no saturado los genotipos
por las posibilidades de desarrollo disponibles y, por tan-
con los mayores valores de r (tasa de incremento de la
to, por su posición filogenética. Por ejemplo, las aves no
ecuación logística) prevalecerían, mientras en un ambiente
pueden acortar sensiblemente el periodo de dependencia
saturado aquellos que mantuvieran los máximos tamaños
en el nido sin modificar los procesos de desarrollo em-
poblacionales o valores de K (la asíntota de la ecuación
brionario (Ricklefs 1979). Una consecuencia de estas res-
logística) serían favorecidos. Ha habido una serie de aná-
tricciones debidas a los procesos de desarrollo, que a su
lisis teóricos posteriores basados fundamentalmente en la
vez son una herencia de la evolución, es que los rasgos de
hipótesis de Gadgil y Bossert (1970) de que existe un com-
estrategias vitales están normalmente más asociados en-
promiso entre r y K. La conclusión es que en poblaciones
tre sí que con el ambiente. Estas asociaciones entre deter-
reguladas por la densidad, la selección maximiza el tama-
minados rasgos vitales pueden haber sido en su origen
ño poblacional a la capacidad de carga K (la asíntota de la
adaptativas, para más tarde permanecer como herencias
ecuación logística). Posteriores elaboraciones han conver-
filogenéticas difíciles de modificar sin alterar profunda-
tido este concepto teórico útil en una supuesta clasifica-
mente patrones de desarrollo ontogenético. Sin embargo,
ción de hábitats y estrategias vitales, clasificación que ha
al igual que las correlaciones genéticas constituyen des-
adquirido una enorme popularidad entre una comunidad
cripciones insuficientes de los compromisos en estrate-
de ecólogos ávidos de conceptos sencillos y generales.
gias vitales, así también las restricciones filogenéticas son
Así, las estrategias r y K corresponderían a los extremos
poco informativas como explicaciones de la ausencia de
de un continuo caracterizados por un lado por hábitats
cambios evolutivos en circunstancias en que los espera-
impredecibles y duros que seleccionarían a favor de altas
ríamos (Sinervo y Svensson 1998). Hay que indagar en
tasas de crecimiento poblacional, pequeño tamaño, repro-
los mecanismos fisiológicos que subyacen a dichas
ducción temprana y elevada fecundidad, y por otro lado
constricciones y mapear su variación sobre las filogenias,
por hábitats estables y favorables y selección a favor de
convirtiéndolas en hipótesis comprobables. Así, todos los
capacidad competitiva y gran tamaño, tiempo generacio-
lagartos Anolis comparten el poner puestas de un solo
nal largo y baja fecundidad (Pianka 1970). Esta clasifica-
huevo, a diferencia de otros iguánidos que ponen puestas
ción está plagada de problemas. Así, en ectotermos, el
mayores. Ello se debe a la falta de respuesta de los ova-
tiempo de desarrollo, el tamaño en la madurez y la fecun-
rios a la hormona FSH, que aparentemente ha sido
didad están intercorrelacionados, por lo que la maximiza-
reasignada a una nueva función (Jones et al. 1976). ¿Es
ción de r podría estar asociada a reproducción tardía. Para
ésta la base de la conservación filogenética del carácter?
apoyar la clasificación r/K, Pianka (1970) recurrió a com-
Una consecuencia de la historia evolutiva es que de-
parar vertebrados e insectos, pero eso es comparar grupos
terminados tipos de organismos tienen un margen limita-
filogenéticamente tan separados que cualquier diferencia
do de variación en tamaño por constricciones morfológi-
puede deberse a una multiplicidad de causas (Roff 1992).
cas y fisiológicas. Dado que el tamaño corporal está aso-
Un análisis correcto sería comparar diferentes genotipos
ciado a muchos rasgos de estrategias vitales, la filogenia
o al menos diferentes poblaciones de la misma especie.
puede ser determinante a través de su efecto sobre el ta-
Así, ciertas poblaciones de la hierba Poa annua se ajus-
maño. También hay que tener en cuenta en estudios com-
tan bien al esquema r/K. Aquellas provenientes de hábi-
parativos las relaciones alométricas de determinados ras-
tats alterados y con bajas densidades tienen plantas más
gos con el peso o volumen corporal (Peters 1983). Estas
pequeñas, que maduran antes y que realizan un mayor
relaciones se deben a que según aumenta el tamaño de los
esfuerzo reproductor a edades más tempranas, mientras
CAPÍTULO 8: LA EVOLUCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS VITALES 173
organismos pueden variar determinadas características lada por la arquitectura genética, pero sin conocer la base
físicas o fisiológicas que determinan cambios en las pro- funcional de los compromisos, no permitirán predecir
porcionalidades existentes entre estos rasgos y el tamaño. hacia dónde puede o no encaminarse la evolución. Su-
Si la variación en tamaño fuera isométrica (conservara pongamos que la correlación genética demuestra tener el
similitud geométrica), las razones de longitud-área, lon- signo opuesto a lo que se postularía en base a la restric-
gitud-volumen y área-volumen cambiarían en las estruc- ción funcional (p. ej., que un mayor esfuerzo reproductor
turas de un organismo, y de estas razones depende la efi- implica inmunosupresión). Esta contradicción indicaría
cacia de muchos procesos fisiológicos (transferencia de que otras restricciones funcionales deben estar operando
gases, calor, agua, nutrientes, resistencia de estructuras al y habrá que detectarlas mediante nuevas manipulaciones
peso, etc.). La selección natural ha favorecido las alome- experimentales. Un análisis de genética cuantitativa sin
trías para mantener la eficacia de los procesos vitales. Un estas restricciones funcionales sólo puede predecir res-
rasgo de estrategia vital afectado por una relación alomé- puestas evolutivas si se conoce perfectamente la matriz
trica puede afectar a otros rasgos a través de compromi- de covarianzas genéticas entre todos los genes que inte-
sos evolutivos, por lo que esta alometría afectará a toda la ractúan, un esfuerzo tan ímprobo que probablemente no
estrategia vital. Al comparar un determinado rasgo entre merezca la pena (Roff 1992). Las manipulaciones experi-
especies hay que conocer la relación alométrica de ese mentales en el campo permiten estimar las funciones de
rasgo para todo el taxón, a fin de estimar las desviaciones compromiso a nivel fenotípico en condiciones naturales
con respecto al patrón alométrico general. Por último hay y comprender la base funcional del compromiso. Han ofre-
que resaltar que las relaciones entre rasgos de estrategia cido hasta hoy un apoyo consistente a las teorías sobre
vital entre especies no pueden ser utilizadas para medir evolución de estrategias vitales. Los mecanismos detec-
compromisos, porque las especies difieren en cuanto a tados deben tener un importante sustrato genético, por lo
los recursos disponibles (es el mismo argumento que para que es de suponer la existencia subyacente de correlacio-
las comparaciones entre individuos, Fig. 1). Comparacio- nes genéticas negativas.
nes entre especies se han utilizado frecuentemente (Zam- La búsqueda de los mecanismos subyacentes a los
muto 1986, Read y Harvey 1989), p. ej., para investigar el compromisos evolutivos constituye el principal reto futu-
compromiso entre tamaño de puesta y tamaño del huevo ro en el estudio de las estrategias vitales. Además hay que
en aves (Lack 1968, Rohwer 1988), pero la ausencia de indagar en la base genética de los mecanismos mismos, y
asociación entre estos dos rasgos no demuestra la ausen- no limitarse a estudiar correlaciones genéticas entre ras-
cia de un compromiso, como no lo haría la ausencia de gos de historia vital. Debemos buscar el sustrato genético
una correlación fenotípica negativa entre individuos de de los mecanismos funcionales, no de la superestructura
una especie. Un problema adicional existe cuando se com- de caracteres complejos como longevidad o fecundidad
paran rasgos de fecundidad o supervivencia, ya que la re- sustentados por las interacciones entre muchísimos genes.
lación entre dichos rasgos está más o menos fijada en po- En definitiva, ¿cómo ha modulado la evolución a las es-
blaciones que no aumentan o disminuyen (Sutherland et trategias vitales en organismos con funcionamiento inte-
al. 1986, Bennett y Harvey 1988). grado? La comprensión de las fuentes de variación
genética en poblaciones naturales y de la importancia de
la plasticidad fenotípica en rasgos de estrategia vital cons-
Conclusiones y perspectivas tituye otro reto para el futuro. ¿Hasta qué punto la varia-
ción observada es debida a plasticidad fenotípica, y cómo
Los modelos de optimización de rasgos de estrategias ha sido dicha plasticidad modulada por la selección natu-
vitales dependen de la medición de compromisos y de la ral? ¿Por qué en determinados organismos, la adaptación
forma de las funciones de compromiso. Durante muchos ha operado por medio de plasticidad fenotípica, y en otros
años ha existido una confusión en la bibliografía entre vía diferenciación genética? ¿Cuáles son los límites de la
estas funciones de compromiso y correlaciones fenotípi- plasticidad fenotípica como sustento de adaptación? Las
cas basadas en comparar individuos de una población.
estrategias vitales que observamos han sido modeladas
Actualmente ya no existen excusas para seguir mantenien-
por la selección natural y, por tanto, pueden ser estudia-
do esta confusión, y se puede avanzar en la medición de
das desde la óptica de la maximización de la eficacia bio-
compromisos mediante manipulaciones experimentales o
lógica. Un vasto campo de modelización y experimenta-
estudiando correlaciones genéticas (Reznick 1985). El
debate entre los partidarios de estos dos métodos ha esta- ción espera al que se quiera adentrar en uno de los terre-
do marcado por la incomprensión de los diferentes fines nos más fructíferos de la ecología evolutiva.
de ambas aproximaciones. La medición directa de corre-
laciones genéticas es claramente superior a la determina-
ción experimental de funciones de compromiso si el fin Agradecimientos
es estudiar la variación genética y avalar la posibilidad de
evolución de estrategias vitales. Pero las correlaciones ge- A Manolo Soler por invitarme a escribir este capítulo
néticas no representan las restricciones funcionales que y expresar una visión indudablemente personal del tema
operan sobre las posibles combinaciones de rasgos. Su- y a Consuelo Corral y Juan José Sanz por sus comenta-
gieren, eso sí, que la evolución de los rasgos estará modu- rios que contribuyeron a clarificar la presentación.
174 Juan Moreno Klemming
Bibliografía
BALSHINE-EARN, S. 1995. The costs of parental care in Galilee St GIBBS, H.L. 1988. Heritability and selection of clutch size in Darwin’s
Peter’s fish, Sarotherodon galilaeus. Anim. Behav. 50: 1-7. medium ground finches (Geospiza fortis). Evolution 42: 750-762.
BELL, G. 1980. The costs of reproduction and their consequences. Am. GILES, B.E. 1990. The effects of variation in seed size on growth and
Nat. 116: 45-76. reproduction in the wild barley Hordeum vulgare spp. spontaneum.
BENNETT, P.M. y HARVEY, P.H. 1988. How fecundity balances Heredity 64: 239-250.
mortality in birds. Nature 333: 216. GOLET, G.H., IRONS, D.B. y ESTES, J.A. 1998. Survival costs of
BLONDEL, J., MAISTRE, M., PERRET, P., HURTREZBOUSSES, S. chick rearing in black-legged kittiwakes. J. Anim. Ecol. 67: 827-
y LAMBRECHTS, M.M. 1998. Is the small clutch size of a Corsican 841.
blue tit population optimal? Oecologia 117: 80-89. GOULD, S.J. y LEWONTIN, R.C. 1979. The spandrels of San Marco
BOULINIER, T., SORCI, G., CLOBERT, J. y DANCHIN, E. 1997. An and the Panglossian paradigm - a critique of the adaptionist program.
experimental study of the costs of reproduction in the Kittiwake Proc. Roy. Soc. Lond. B 205: 581-598.
Rissa tridactyla. Ecology 78: 1284-1287. GUSTAFSSON, L. y SUTHERLAND, W.J. 1988. The costs of
BOYCE, M.S. 1984. Restitution of r- and K-selection as a model of reproduction in the Collared Flycatcher Ficedula albicollis. Nature
dnsity-dependent natural selection. Ann. Rev. Ecol. Syst. 15:427- 335: 813-815.
447. GUSTAFSSON, L., QVARNSTRÖM, A. y SHELDON, B.C. 1995.
BOYCE, M.S. y PERRINS, C.M. 1987. Optimizing Great Tit clutch Trade-offs between life-history traits and a secondary sexual
size in a fluctuating environment. Ecology 68: 142-153. character in male collared flycatchers. Nature 375: 311-313.
BUSS, L.W. 1987. The evolution of individuality. Princeton University HART, A. y BEGON, M. 1982. The status of general reproductive-
Press, Princeton. strategy theories, illustrated in wrinkles. Oecologia 52: 37-42.
CALOW, P. 1978. The evolution of life-cycle strategies in fresh-water HEANEY, V. y MONAGHAN, P. 1995. A within-clutch trade-off
gastropods. Malacologia 17: 351-364. between egg production and rearing in birds. Proc. R. Soc. Lond. B
CHAPMAN, T., MIYATAKE, T., SMITH, H.K. y PARTRIDGE, L. 261: 361-365.
1998. Interactions of mating, egg production and death rates in HEMBORG, A.M. 1998. Costs of reproduction in subarctic Ranunculus
females of the mediterranean fruit fly, Ceratitis capitata. Proc. R. acris: a five-year field experiment. Oikos 83: 273-282.
Soc. Lond. B 265: 1879-1894. HEMBORG, C. 1998. Sexual differences in the control of postnuptial
CHARLESWORTH, B. y LEÓN, J.A. 1976. The relation of reproductive moult in the pied flycatcher. Anim. Behav. 56: 1221-1227.
effort to age. Am. Nat. 110: 449-459. HEMBORG, C. 1999. Sexual differences in moult-breeding overlap and
CHARNOV, E.L. y KREBS, J.R. 1973. On clutch size and fitness. Ibis female reproductive costs in pied flycatchers, Ficedula hypoleuca.
116: 217-219. J. Anim. Ecol. 68: 429-436.
CICHON, M., OLEJNICZAK, P. y GUSTAFSSON, L. 1998. The effect HORAK, P., OTS, I. y MURUMÄGI, A. 1998. Haematological health
of body condition on the cost of reproduction in female collared state indices of reproducing Great Tits: a response to brood size
flycatchers Ficedula albicollis. The Ibis 140: 128-130. manipulations. Funct. Ecol. 12: 750-756.
COOKE, F., TAYLOR, P.D., FRANCIS, C.M. y ROCKWELL, R.W. HORN, H.S. y RUBENSTEIN, D.I. 1984. Behavioural adaptations and
1990. Directional selection and clutch size in birds. Am. Nat. 136: life history. En: J.R. Krebs y N.B. Davies (eds.): Behavioural
261-267. ecology, an evolutionary approach, 1st edn. Pp. 279-298. Blackwell
CUSHING, B.S. 1985. Estrous mice and vulnerability to weasel Scientific Publications, Oxford.
predation. Ecology 66: 1976-1978. ILMONEN, P., TAARNA, T. y HASSELQUIST, D. 2000. Experimen-
DAAN, S., DEERENBERG, C. y DIJKSTRA, C. 1996. Increased daily tally activated immune defence in female pied flycatchers results in
work precipitates natural death in the kestrel. J. Anim. Ecol. 65: reduced breeding success. Proc. R. Soc. Lond. B 267: 665-670.
539-544. JACOBSEN, K.O., ERIKSTAD, K.E. y SAETHER, B.E. 1995. An ex-
DEERENBERG, C., DEKOGEL, C.H. y OVERKAMP, G.F.J. 1996. perimental study of the costs of reproduction in the Kittiwake Rissa
Costs of reproduction in the Zebra Finch Taeniopygia guttata: tridactyla. Ecology 76: 1636-1642.
Manipulation of brood size in the laboratory. J. Avian Biol. 27: 321- JONES, R.E., TOKARZ, R.R., LAGREEK, F.T. y FITZGERALD, K.T.
326. 1976. Endocrine control of clutch size in reptiles VI. Patterns of
DEERENBERG, C., APANIUS, V., DAAN, S. y BOS, N. 1997. FSH-induced ovarian stimulation in adult Anolis carolinensis. Gen.
Reproductive effort decreases antibody responsiveness. Proc. Roy. Comp. Endocrinol. 30: 101-116.
Soc. Lond. B 264: 1021-1029. KIRKWOOD, T.B.L. 1985. Comparative and evolutionary aspects of
DZUS, E.H. y CLARK, R.G. 1997. Brood size manipulation in mallard longevity. En C.E. Finch y E.L. Schneider (eds.): Handbook of the
ducks: Effects on duckling survival and brooding efficiency. biology of aging, 2ª edic. Van Nostrand Reinhold, New York.
Ecoscience 4: 437-445. KIRKWOOD, T.B.L. y ROSE, M.R. 1991. Evolution of senescence:
FALCONER, D.S. 1989. Introduction to quantitative genetics. late survival sacrificed for reproduction. Phil. Trans. R. Soc. Lond.
Longmans, New York. B 332: 15-24.
FARGALLO, J.A. y MERINO, S. 1999. Brood size manipulation
KORPIMÄKI, E. y RITA, H. 1996. Effects of brood size manipulations
modifies the intensity of infection by Haematozoa in female Blue
on offspring and parental survival in the European kestrel under
Tits Parus caeruleus. Ardea 87: 261-268.
fluctuating food conditions. Ecoscience 3: 264-273.
FINCH, C.E. 1990. Longevity, senescence, and the genome. University
KOSKELA, E. 1998. Offspring growth, survival and reproductive
of Chicago Press, Chicago.
FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. Clarendon success in the bank vole: a litter size manipulation experiment.
Press, Oxford. Oecologia 115: 379-384.
FRANKINO, W.A. y JULIANO, S.A. 1999. Costs of reproduction and KOZLOWSKI, J. 1992. Optimal allocation of resources to growth and
geographic variation in the reproductive tactics of the mosquito reproduction: implications for age and size at maturity. Trends Ecol.
Aedes triseriatus. Oecologia 120: 59-68. Evol. 7: 15-19.
FRIEDMAN, D.B. y JOHNSON, T.E. 1988. A mutation in the age-1 KOZLOWSKI, J. y UCHMANSKI, J. 1987. Optimal individual growth
gene in Caenorhabditis elegans lengthens life and reduces and reproduction in perennial species with indeterminate growth.
hermaphroditic fertility. Genetics 118: 75-86. Evol. Ecol. 1:214-230.
GADGIL, M. y BOSSERT, W.H. 1970. Life history consequences of KOZLOWSKI, J. y WIEGERT, R.G. 1986. Optimal allocation of energy
natural selection. Am. Nat. 104: 1-24. to growth and reproduction. Theor. Pop. Biol. 29: 16-37.
CAPÍTULO 8: LA EVOLUCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS VITALES 175
LACK, D. 1947. The significance of clutch size 1. Intraspecific variation. ORELL, M., RYTKONEN, S., KOIVULA, K., RONKAINEN, M. y
Ibis 89: 302-352. RAHIALA, M. 1996. Brood size manipulations within the natural
LACK, D. 1954. The natural regulation of animal numbers. Oxford range did not reveal intragenerational cost of reproduction in the
University Press, Oxford. Willow Tit Parus montanus. Ibis 138: 630-637.
LACK, D. 1966. Population studies of birds. Clarendon Press, Oxford. OTS, I. y HORAK, P. 1996. Great tits Parus major trade health for
LACK, D. 1968. Ecological adaptations for breeding in birds. Methuen reproduction. Proc. R. Soc. Lond. B 263: 1443-1447.
& Co., London. PÄRT, T., GUSTAFSSON, L. y MORENO, J. 1992. “Terminal
LAW, R., BRADSHAW, A.D. y PUTWAIN, P.D. 1977. Life history investment” and a sexual conflict in the Collared Flycatcher
variation in Poa annua. Evolution 31: 233-247. (Ficedula albicollis). Am. Nat. 140: 868-882.
LEHTILA, K. y SYRJANEN, K. 1995. Positive effects of pollination PARTRIDGE, L. y FOWLER, K. 1992. Direct and correlated responses
on subsequent size, reproduction, and survival of Primula veris. to selection on age at reproduction in Drosophila melanogaster.
Ecology 76: 1084-1098. Evolution 46: 76-91.
LESSELLS, C.M. 1991. The evolution of life histories. En: J.R. Krebs PARTRIDGE, L. y HARVEY, P.H. 1988. The ecological context of life
y N.B. Davies (eds.): Behavioural ecology, an evolutionary history evolution. Science 241: 1449-1455.
approach, 3rd edn. Pp. 32-68. Blackwell Scientific Publications. PETERS, R.H. 1983. The ecological implications of body size.
LOCHMILLER, R.L. y DEERENBERG, C. 2000. Trade-offs in Cambridge University Press, Cambridge.
evolutionary immunology: just what is the cost of immunity? Oikos PETTIFOR, R.A. 1993. Brood manipulation experiments. I. The number
88: 87-98. of offspring surviving per nest in blue tits (Parus caeruleus). J. Anim.
MacARTHUR, R.H. y WILSON, E.O. 1967. The theory of island Ecol. 62: 131-144.
biogeography. Princeton University Press, Princeton. PIANKA, E.R. 1970. On r- and K-selection. Am. Nat. 104: 592-597.
MAGNHAGEN, C. 1991. Predation risk as a cost of reproduction. Tr. PIANKA, E.R. y PARKER, W.S. 1975. Age specific reproductive tactics.
Ecol. Evol. 6: 183-186. Am. Nat. 109: 453-464.
MAIGRET, J.L. y MURPHY, M.T. 1997. Costs and benefits of parental PIÑERO, D., SARUKHAN, J. y ALBERDI, P. 1982. The costs of
care in eastern kingbirds. Behav. Ecol. 8: 250-259. reproduction in a tropical palm Astrocaryum mexicanum. J. Ecol.
MAPPES, T., KOSKELA, E. y YLÖNEN, H. 1995. Reproductive costs 70: 473-481.
and litter size in the bank vole. Proc. R. Soc. Lond. B 261: 19-24. PRICE, T. y LIOU, L. 1989. Selection on clutch size in birds. Am. Nat.
MAUCK, R.A. y GRUBB, T.C. 1995. Petrel parents shunt all 134: 950-959.
experimentally increased reproductive costs to their offspring. PRICE, T., KIRKPATRICK, M. y ARNOLD, S.J.1988. Directional
Anim. Behav. 49: 999-1008. selection and the evolution of breeding date in birds. Science 240:
MAYNARD SMITH, J. 1978. Optimization in evolution. Ann. Rev. 798-799.
Ecol. Syst. 9: 31-56. PRIMACK, R. y STACY, E. 1998. Cost of reproduction in the pink
MEDAWAR, P.B. 1946. Old age and natural death. Modern Quarterly lady’s slipper orchid (Cypripedium acaule, Orchidaceae): An ele-
1: 30-56. ven-year experimental study of three populations. Am. J. Bot. 85:
MEDAWAR, P.B. 1952. An unsolved problem of biology. H.K. Lewis, 1672-1679
London. RABERG, L., GRAHN, M., HASSELQUIST, D. y SVENSSON, E.
MERILÄ, J. y ANDERSSON, M. 1999. Reproductive effort and success 1998. On the adaptive significance of stress-induced immunosu-
are related to haematozoan infections in blue tits. Ecoscience 6: ppression. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 1637-1641.
421-428. RABERG, L., NILSSON, J.A., ILMONEN, P., STJERNMAN, M. y
MÍNGUEZ, E. 1998. The costs of incubation in the British Storm-pe- HASSELQUIST, D. 2000. The cost of an immune response:
trel: an experimental study in a single-egg layer. J. Avian Biol. 29: vaccination reduces parental effort. Ecol. Letters 3: 382-386.
183-189. READ, A.F. y HARVEY, P.H. 1989. Life history differences among the
MÖLLER, A.P. 1997. Parasitism and the evolution of host life history. eutherian radiations. J. Zool. 219: 329-353.
En: D.H. Clayton y J. Moore (eds.): Host-parasite evolution: Gene- REEKIE, E.G. 1998. An experimental field study of the cost of
ral principles and avian models. Pp. 105-127. Oxford University reproduction in Plantago major. Ecoscience 5: 200-206.
Press, Oxford. REZNICK, D. 1985. Costs of reproduction: an evaluation of the
MONAGHAN, P., NAGER, R.G. y HOUSTON, D.C. 1998. The price empirical evidence. Oikos 44: 257-267.
of eggs: increased investment in egg production reduces the RICHNER, H., CHRISTE, P. y OPPLIGER, A. 1995. Paternal
offspring rearing capacity of parents. Proc. R. Soc. Lond. B 265: investment affects prevalence of malaria. Proc. Natl. Acad. Sci. USA
1731-1735. 92: 1192-1194.
MORENO, J. 1993. Physiological mechanisms underlying reproductive RICKLEFS, R.E. 1979. Adaptation, constraint, and compromise in avian
trade-offs. Etología 3: 41-56. postnatal development. Biol. Rev. 54: 269-290.
MORENO, J., MERINO, S., POTTI, J., DE LEÓN, A. y RODRÍGUEZ, RICKLEFS, R.E. 1998. Evolutionary theories of aging: confirmation
R. 1999a. Maternal energy expenditure does not change with flight of a fundamental prediction, with implications for the genetic basis
costs or food availability in the pied flycatcher (Ficedula and evolution of life span. Am. Nat. 152: 24-44.
hypoleuca): costs and benefits for nestlings. Behav. Ecol. Sociobiol. ROCKWELL, R.F., FINDLAY, C.S. y COOKE, F. 1987. Is there an
46: 244-251. optimal clutch size in lesser snow geese? Am. Nat. 130: 839-863.
MORENO, J., SANZ, J.J. y ARRIERO, E. 1999b. Reproductive effort ROFF, D.A. 1984. The evolution of life history parameters in teleosts.
and T-lymphocyte cell-mediated immunocompetence in female pied Can. J. Fish. Aquat. Sci. 41: 984-1000.
flycatchers Ficedula hypoleuca. Proc. R. Soc. Lond. B 266: 1105- ROFF, D.A. 1992. The evolution of life histories. Chapman & Hall,
1109. New York.
MOUSSEAU, T.A. y ROFF, D.A. 1987. Natural selection and the ROHWER, F.C. 1988. Inter- and intraspecific relationships between egg
heritability of fitness components. Heredity 59: 181-198. size and clutch size in waterfowl. Auk 105: 161-176.
NAYLOR, R. y BEGON, M. 1982. Variations within and between ROSE, M.R. 1984. Laboratory evolution of postponed senescence in
populations of Littorina nigrolineata Gray on Holy Island, Anglesey. Drosophila melanogaster. Evolution 38: 1004-1010.
J. Conchol. 31: 17-30. ROSE, M.R. 1991. Evolutionary biology of aging. Oxford University
NILSSON, J.A. y SVENSSON, E. 1996. The cost of reproduction: a Press, New York.
new link between current reproductive effort and future reproductive ROSE, M.R. y CHARLESWORTH, B. 1981. Genetics of life history in
success. Proc. R. Soc. Lond. B 263: 711-714. Drosophila melanogaster. II. Exploratory selection experiments.
NORDLING, D., ANDERSSON, M., ZOHARI, S. y GUSTAFSSON, Genetics 97: 173-186.
L. 1998. Reproductive effort reduces specific immune response and ROSE, M.R., SERVICE, P.M. y HUTCHINSON, E.W. 1987. Three
parasite resistance. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 1291-1298. approaches to trade-offs in life-history evolution. En V. Loeschke
176 Juan Moreno Klemming
(ed.): Genetic constraints on adaptive evolution. Pp. 91-105 . TATAR, M. y CAREY, J.R. 1995. Nutrition mediates reproductive trade-
Springer Verlag, Berlin. offs with age-specific mortality in the beetle Callosobruchus
ROSE, M.R., NUSBAUM, T.J. y CHIPPINDALE, A.K. 1996. maculatus. Ecology 76: 2066-2073.
Laboratory evolution: the experimental wonderland and th Cheshire THORÉN, L.M., KARLSSON, P.S. y TUOMI, J. 1996. Somatic cost of
Cat syndrome. En: M.R. Rose y G.V. Lauder (eds.): Adaptation. reproduction in three carnivorous Pinguicula species. Oikos 76: 427-
Pp. 221-242. Academic Press, San Diego. 434.
SAIKKONEN, K., KOIVUNEN, S., VUORISALO, T. y MUTIKAI- TOMBRE, I.M. y ERIKSTAD, K.E. 1996. An experimental study of
NEN, P. 1998. Interactive effects of pollination and heavy metals incubation effort in high-Arctic barnacle geese. J. Anim. Ecol. 65:
on resource allocation in Potentilla anserina L. Ecology 79: 1620- 325-331.
1629. VAN NOORDWIJK, A.J. y de JONG, G. 1986. Acquisition and
SANZ, J.J. 1997. Clutch size manipulation in the Pied Flycatcher: Effects allocation of resources: their influence on variation in life history
on nestling growth, parental care and moult. J. Avian Biol. 28: 157- tactics. Am. Nat. 128: 127-142-
162. VERHULST, S. 1998. Multiple breeding in the Great Tit. II. The costs
SANZ, J.J. y MORENO, J. 2000. Delayed senescence in a southern of rearing a second clutch. Funct. Ecol. 12: 132-140.
population of the pied flycatcher (Ficedula hypoleuca). Ecoscience VERHULST, S. y TINBERGEN, J.M. 1997. Clutch size and parental
7: 25-31. effort in the Great Tit Parus major. Ardea 85: 111-126.
SHAFFER, L.R. y FORMANOWICZ, D.R. 1996. A cost of viviparity WARNER, R.R. 1984. Deferred reproduction as a response to sexual
and parental care in scorpions: Reduced sprint speed and selection in a coral reef fish: a test of the life historical consequences.
behavioural compensation. Anim. Behav. 51: 1017-1023. Evolution 38: 148-162.
SHELDON, B. y VERHULST, S. 1996. Ecological immunology: costly WEIMERSKIRCH, H., CHASTEL, O. y ACKERMANN, L. 1995.
parasite defences and trade-offs in evolutionary ecology. Trends Adjustment of parental effort to manipulated foraging ability in a
Ecol. Evol. 11: 317-321. pelagic seabird, the thin-billed prion Pachyptila belcheri. Behav.
SHITAKA, Y. y HIROSE, T. 1998. Effects of shift in flowering time on Ecol. Sociobiol. 36: 11-16.
the reproductive output of Xanthium canadense in a seasonal WERNHAM, C.V. y BRYANT, D.M. 1998. An experimental study of
environment. Oecologia 114: 361-367. reduced parental effort and future reproductive success in the puffin,
SIIKAMÄKI, P., HOVI, M. y RÄTTI, O. 1997a. Low male return rate Fratercula arctica. J. Anim. Ecol. 67: 25-40.
due to clutch enlargements in the pied flycatcher (Ficedula WIEHN, J. y KORPIMÄKI, E. 1998. Resource levels, reproduction and
hypoleuca). Ecoscience 4: 24-28. resistance to haematozoan infections. Proc. R. Soc. Lond. B 265:
SIIKAMÄKI, P., RÄTTI, O., HOVI, M. y BENNETT, G.F. 1997b. 1197-1201.
Association between haematozoan infections and reproduction in WIEHN, J., KORPIMÄKI, E. y PEN, I. 1999. Haematozoan infections
the Pied Flycatcher. Funct. Ecol. 11: 176-183. in the Eurasian kestrel: effects of fluctuating food supply and expe-
SINERVO, B. 1999. Mechanistic analysis of natural selection and a rimental manipulation of parental effort. Oikos 84: 87-98.
refinement of Lack’s and Williams’s principles. Am. Nat. 154: S26- WIGGINS, D.A., PÄRT, T. y GUSTAFSSON, L. 1998. Timing of
S42. breeding and reproductive costs in collared flycatchers. The Auk
SINERVO, B. y DENARDO, D.F. 1996. Costs of reproduction in the 115: 1063-1067.
wild: Path analysis of natural selection and experimental tests of WILLIAMS, G.C. 1957. Pleiotropy, natural selection, and the evolution
causation. Evolution 50: 1299-1313. of senescence. Evolution 11: 398-411.
SINERVO, B. y SVENSSON, E. 1998. Mechanistic and selective cau- WILLIAMS, G.C. 1966. Natural selection, the costs of reproduction
ses of life history trade-offs and plasticity. Oikos 83: 432-442. and a refinement of Lack’s principle. Am. Nat. 100: 687-690.
SOLIMAN, M.H. 1982. Directional and stabilizing selection for WILLIAMS, T.D., CHRISTIANS, J.K., AIKEN, J.J. y EVANSON, M.
developmental time and correlated response in reproductive fitness 1999. Enhanced immune function does not depress reproductive
in Tribolium casteneum. Theor. Appl. Gen. 63: 111-116. output. Proc. R. Soc. Lond. B 266: 753-757.
STEARNS, S.C. 1992. The evolution of life histories. Oxford University WILSON, A.M. y THOMPSON, K. 1989. A comparative study of
Press, Oxford. reproductive allocation in 40 British grasses. Func. Ecol. 3: 297-
STEARNS, S.C. y CRANDALL, R.E. 1981. Quantitative predictions 302.
of delayed maturity. Evolution 35: 455-463. ZAMMUTO, R.M. 1986. Life histories of birds: clutch size, longevity,
SUTHERLAND, W.J., GRAFEN, A. y HARVEY, P.H. 1986. Life history and body mass among North American game birds. Can. J. Zool.
correlations and demography. Nature 320: 88. 64: 2739-2749.
SVENSSON, E., RABERG, L., KOCH, C. y HASSELQUIST, D. 1998. ZERA, A.J., POTTS, J. y KOBUS, K. 1998. The physiology of life-
Energetic stress, immunosuppression and the costs of an antibody history trade-offs: Experimental analysis of a hormonally induced
response. Funct. Ecol. 12: 912-919. life-history trade-off in Gryllus assimilis. Amer. Nat. 152: 7-23.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) KIRKWOOD, T. 2000. El fin del envejecimiento. Tusquets, Barcelona. Una amena introducción a las teorías evolutivas sobre el
envejecimiento.
(2) ROFF, D.A. 1992. The Evolution of Life Histories. Chapman & Hall, Londres. La mejor obra general sobre evolución de
estrategias vitales. Presenta una gran cantidad de modelos de optimización y una visión crítica sobre las aportaciones de
la genética cuantitativa.
(3) SINERVO, B. y SVENSSON, E. 1998. Mechanistic and selective causes of life history trade-offs and plasticity. Oikos 83: 432-442.
Un artículo que resume una visión muy similar a la del autor sobre el futuro de los estudios sobre evolución de estrategias vitales.
(4) STEARNS, S.C. 1992. The Evolution of Life Histories. Oxford University Press, Oxford. Una obra general sobre el tema, que hace
más hincapié que el presente capítulo en la genética cuantitativa como base de la teoría sobre estrategias vitales.
Capítulo 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO
La selección natural favorece el predominio de aquellos genes que son más efectivos produciendo copias de sí
mismos. El sexo es uno de los grandes enigmas de la biología evolutiva porque, siendo todo lo demás igual, la tasa
reproductiva de un linaje sexual puede ser la mitad que la de un linaje asexual, al menos aparentemente. Esta
reducción en la tasa reproductiva se denomina coste del sexo y se debe a que los linajes sexuales emplean la mitad
de su presupuesto en la producción de machos que no contribuyen con recursos sino sólo con genes a la fabricación
de descendientes. Existen muchos casos de reproducción sexual donde no se da esta carencia de aporte de recursos
por parte de los machos, y por tanto en esos sistemas el doble coste del sexo se encuentra reducido o no existe. Sin
embargo para los sistemas con sexo costoso la explicación no es evidente. Desde que se reconoció la existencia del
problema, hace unos 40 años, se han aportado muchas y variadas posibles soluciones. En este capítulo se revisa
tanto la naturaleza del problema como las principales teorías existentes sobre posibles beneficios de la reproducción
sexual, que pudieran explicar su predominio sobre la asexualidad a pesar del doble coste aparente para los genes
cuyos portadores utilizan el sexo como modo de reproducción.
Figura 1. La reproducción sexual significa que un individuo (generalmente la hembra) dedica su presupuesto reproductivo a
producir descendientes en los que sólo puede poner copias de la mitad de su material genético; a la vez que otro individuo
(generalmente el macho) coloca en el mismo organismo hijo un 50% de un ADN diferente y por tanto competidor, incluso sin
contribuir a aportar los recursos necesarios.
viduo que contiene un genoma producto de la mezcla de individuo al que inyectó material genético, pero cabe es-
material genético procedente de dos o más replicantes perar que si las cosas no le han ido mal haya producido a
independientes (Shields 1988). El concepto de sexo in- su vez N hijos, en cada uno de los cuales va también el
cluye muchos tipos de intercambio génico. En procariotas 50% del genoma de nuestro protagonista hermafrodita,
hay multitud de procesos denominados parasexuales que de modo que son tan hijos suyos como los que ha produ-
incluyen distintos modos de intercambio génico, que pue- cido directamente. Entre unos y otros, cuenta con un total
den llevar o no a la producción de nuevos individuos a de 2N hijos con N/2 genomas lo cual es exactamente igual
partir de progenitores, es decir reproducción (Margulis y a los N hijos con N genomas que hubiese producido con
Sagan 1986). Tras la aparición de la célula eucariota, el reproducción asexual. Hay algunas diferencias, no obs-
sexo incluye procesos tales como la fusión nuclear, con- tante, y que habremos de tratar más adelante, como el
jugación, singamia, o sobrecruzamiento entre cromosomas hecho de que cada nuevo organismo ahora no es un clon
homólogos en seres diploides (Shields 1988). Histórica- de sus progenitores sino que se han producido nuevas
mente, el término “sexo” se ha utilizado preferentemente combinaciones génicas. Pero veamos de momento otra
para describir el tipo de reproducción biparental que se cuestión. Cuando hablamos de poner mitades exactamen-
da en animales y plantas superiores. Aunque éste no es, te iguales de un genoma estamos implicitamente asumien-
como vemos, el único proceso de tipo sexual, resulta el do que el organismo es diploide. ¿Cuál es el sentido de la
de mayor interés ya que es en él donde aparecen las des- diploidía?
ventajas que han hecho del sexo el principal enigma de la La diploidía y el sexo han tenido éxito en la naturale-
biología evolutiva, y en él centraremos nuestra discusión za. Aunque existe intercambio genético en organismos
en este capítulo. haploides, la recombinación en su forma más completa
Realmente el problema del sexo no es tan simple como parece estrechamente ligada a la diploidía. Podríamos
el hecho de que los descendientes sean portadores sólo de preguntarnos si fue antes la diploidía o el sexo, y de qué
la mitad del ADN. En su origen, el sexo es intercambio de modo se originaron una y otro. Parker et al. (1972) propu-
material genético, probablemente de modo similar a lo sieron que los primeros organismos diploides aparecie-
que hoy podemos ver en bacterias y otros microorganis- ron como producto de la simbiosis entre dos haploides.
mos (Margulis y Sagan 1986, Levin 1988), así como en Es probable que la doble dotación génica representase una
los animales hermafroditas y en las plantas monoicas. En ventaja, especialmente si el ADN primitivo era más pro-
un hermafrodita típico, un individuo inyecta ADN en otro penso a contener errores que pudiesen causar problemas
y recibe ADN de él. Como consecuencia produce N hijos de funcionamiento. El modo de actuación del material
en cada uno de los cuales ha colocado un 50% de su ge- genético permite que la presencia de una segunda copia
noma. Es posible que ya no tenga más contacto con el pueda suponer la reparación de muchos de esos proble-
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 179
mas. Es lo que conocemos como dominancia genética. mero con los gametos grandes. Una vez establecidas las
Si, por ejemplo, un trozo de ADN contiene un error que condiciones para la competencia entre los gametos pe-
impide la formación de una determinada enzima, el orga- queños, es esperable que hubiese diferencias en el éxito
nismo no acusará ningún problema si en la otra copia la entre unos productores y otros de estos gametos peque-
secuencia de ADN es correcta, ya que la enzima estará ños. Gracias a su alto número, es probable que las dife-
presente. Cabe pensar que éste y otros tipos de ventajas rencias en las cualidades para contactar con los gametos
pudieran haber favorecido a los primitivos diploides. grandes se tradujesen en que los gametos procedentes de
Aunque los haploides originales fuesen asexuales, el modo algunos individuos contactasen con la mayoría de los
de reproducción más parsimonioso para los nuevos gametos grandes. El aumento en la varianza en el éxito
diploides no es necesariamente el asexual. La réplica significa aumento en la intensidad de la selección sexual
asexual del simbionte como tal es probable que hubiese que favorece precisamente las cualidades competitivas de
requerido de nuevos mecanismos. Sin embargo, si ambas los gametos pequeños y por tanto de sus productores
mitades que formaron el simbionte se separan, cada una (Parker et al. 1972, ver también Randerson y Hurst 2001,
de ellas puede replicarse de modo asexual como antes lo para una revisión más reciente del problema).
hacía. Después, basta repetir el proceso de unión que dio Un mismo individuo podría producir gametos gran-
lugar al simbionte, sea con una réplica del mismo “com- des y pequeños, pero las diferencias entre ambas estrate-
pañero” anterior o de otro. gias pudieron llevar progresivamente a la especialización
Es probable que una vez establecidos los diploides la de los organismos en la producción de uno u otro tipo de
vuelta atrás evolutiva fuese difícil. La dominancia suple gametos. Si las diferencias en éxito son grandes entre los
los defectos de los alelos recesivos pero hace que se man- productores de gametos pequeños debido a la competen-
tengan fuera del alcance de la selección mientras están en cia entre ellos, un gen para mejorar la especialización
heterocigosis, con lo que su número puede aumentar. podría conferir más éxito a su portador que un gen para
Ahora un haploide procedente de esos diploides expresa- jugar a la vez a la otra estrategia. Por su parte, el produc-
ría todos los alelos recesivos defectuosos, en lo que sería tor de gametos grandes tendría pocas posibilidades de
el equivalente a un homocigoto para todos los loci del éxito produciendo también gametos pequeños en un am-
genoma. Es por tanto posible que las “mitades”del biente de especialistas. A los gametos grandes les llama-
diploide que se separan para replicarse pudiesen realizar mos óvulos y a los gametos pequeños espermatozoides.
pocas funciones antes de volver a fusionarse. El equiva- A los individuos productores de gametos grandes les lla-
lente a los gametos y a la singamia está servido. mamos hembras y a los productores de gametos peque-
ños, machos.
La evolución de la anisogamia, por lo tanto, es un
Evolución de la anisogamia
ejemplo de selección disruptiva en el cual dos estrategias
La reproducción mediante gametos plantea nuevos extremas tienen mayor éxito que cualquier otra estrategia
problemas. Un gameto es un envoltorio provisional que intermedia, pero con la peculiaridad de que el éxito de
contiene la mitad del genoma del organismo que lo pro- cada una de ellas depende de su frecuencia relativa. Así,
dujo y que sólo tiene éxito si encuentra a otro con el cual la situación ancestral de gametos de tamaño intermedio,
fusionarse. El éxito en la singamia puede aumentar con el o isogamia, no sería evolutivamente estable, siendo re-
tiempo de supervivencia de los gametos o con la cantidad emplazada por el equilibrio evolutivamente estable for-
de éstos. Debido a la probable incapacidad de realizar por mado por ambas estrategias, es decir la anisogamia.
sí mismos la mayoría de las actividades vitales, tales como
obtener nutrientes y procesarlos, la supervivencia de los
El coste del sexo
gametos puede estar relacionada con la cantidad de
nutrientes almacenados en ellos. La selección pudo favo- La anisogamia implica que la selección natural (o
recer a los individuos que colocaron nutrientes en los sexual) ha actuado de modo diferente en los productores
gametos, no sólo para aumentar su supervivencia y el éxi- de gametos grandes y pequeños, ya que su éxito
to en la singamia, sino también para los primeros estadios reproductivo se basa en estrategias diferentes. Aunque hoy
del desarrollo del embrión hasta que el nuevo individuo podemos ver que existe un gran abanico de situaciones
pudiera conseguirlos por sí mismo. A medida que los gran- entre las dos estrategias, al hablar de machos y hembras
des gametos con nutrientes eran más numerosos, la selec- nos referiremos por simplicidad a las dos estrategias bási-
ción favorecería la estrategia alternativa: producir un ele- cas extremas. Bajo esa premisa, la obtención de nutrientes
vado número de gametos pequeños. El éxito de esta estra- para fabricar descendientes es propia sólo de las hembras.
tegia depende de la abundancia de gametos grandes con Los machos compiten también por conseguir nutrientes,
los cuales contactar, pero depende también de la densi- pero no los dedican a la fabricación de hijos sino a la com-
dad de gametos pequeños de otros individuos, competi- petencia con otros machos para llegar a los óvulos. Los
dores, que llegarían a contactar primero con los gametos machos se diferencian de los primitivos organismos sexua-
grandes. Esta competencia entre los gametos pequeños les en que a la hora de realizar el intercambio genético,
favorece su incremento en número, a la vez que su pro- inseminan pero no aceptan ser inseminados. Cuando en
gresiva reducción en tamaño, así como las adaptaciones una población se establecen las dos estrategias típicas de
que mejoran su movilidad en la carrera por contactar pri- machos y hembras, aparece el llamado coste del sexo
180 Juan Carranza Almansa
(Williams 1975, Maynard-Smith 1978, Bell 1982, Stearns machos al tratar de inseminar múltiples hembras están li-
1987, Michod y Levin 1988, Hurst y Peck 1996). mitadas de algún modo, éstos aceptarán colaborar en el
El coste del sexo se refiere a la reducción en las pro- cuidado de las crías.
babilidades de dejar copias de los propios genes que su- Si la aportación del macho hace que la hembra pro-
friría un individuo sexual respecto a uno asexual. En al- duzca doble número de crías, el doble coste del sexo que-
gunos casos se incluyen en el coste del sexo diversos con- da anulado completamente. Los machos pueden contri-
ceptos que diferencian la reproducción sexual de la buir de diversas formas a la producción de crías, y su apor-
asexual, tales como encontrar y elegir pareja sexual, con tación puede suponer realmente un aumento en el número
los riesgos asociados como por ejemplo exponerse a los de descendientes que la hembra puede producir (Clutton-
depredadores, etc. Todos esos costes son muy variados Brock 1991).
entre especies y circunstancias y no son el objeto princi- Algunos autores se han referido al coste del sexo como
pal de debate cuando se habla del coste del sexo. Noso- el coste de producir machos que no colaboran en el cuida-
tros, a partir de ahora, nos referiremos al coste del sexo do parental (e.g. Maynard-Smith 1978, Hurst y Peck 1996,
como la reducción del 50% en las posibilidades de dejar West et al. 1999). Un modo de reducir este coste, por lo
copias de genes que sufren los individuos sexuales res- tanto, podría ser disminuir la producción de machos.
pecto a los asexuales, el llamado “doble coste del sexo”
(Williams 1975, Maynard-Smith 1978).
La proporción de sexos
El coste del sexo ocurre por dos hechos concurrentes.
Por un lado, los descendientes sexuales llevan sólo la Una población sexual en la que los machos no cola-
mitad de los genes, pero por otro, tan importante o más, boran en el aporte de los nutrientes necesarios para la fabri-
porque un linaje formado por machos y hembras produce cación de los cuerpos de las crías, experimenta una re-
la mitad de descendientes que un linaje de asexuales, ya ducción del 50% en su tasa de crecimiento respecto a una
que los machos no colaboran en la producción de crías. población asexual. Esto es así porque se dedica la mitad
Una hembra individual, si dedica su presupuesto a pro- del presupuesto a producir machos, cuando unos cuantos
ducir tanto hijos como hijas, a nivel de nietos obtendrá podrían ser suficientes para fecundar a todas las hembras
los descendientes de sus hijas y los de sus hijos (a través disponibles. Si esa población invirtiera, digamos, un 10%
de su apareamiento con otras hembras). La cantidad de del presupuesto en fabricar crías machos y el resto en hem-
nietos hubiera sido la misma si la hembra hubiese produ- bras, sólo experimentaría una reducción en el crecimien-
cido descendientes partenogenéticos, pero en cada des- to del 10% respecto a la asexual. ¿Por qué la población no
cendiente sexual va solo la mitad de genes (el 25% en reduce su gasto en machos? En primer lugar hemos de
cada nieto). Para evitar la reducción en las copias de genes enfocar un poco nuestra mirada, que en este párrafo he
se requeriría el doble de hijos/as (el cuádruple de nietos), tratado deliberadamente de desenfocar. La población
lo cual hubiese ocurrido si los machos también hubieran como tal no hace sino lo que hacen los individuos que la
aportado su presupuesto a la fabricación de crías (ver componen. Para una hembra individual, enfrentada a la
Apéndice 1). decisión de producir crías macho o hembra, la mejor es-
trategia es aquella que supone un mayor beneficio para
sus genes independientemente de lo que le pueda pasar a
Cuidado biparental y coste del sexo
la población. Los argumentos acerca de la evolución por
La selección ha favorecido a aquellos machos que eran el bien de una población se basan en selección de grupo
capaces de inseminar a muchas hembras. Las hembras, (Wynne-Edwards 1962), la cual en la mayoría de los ca-
por su parte, reciben ADN extraño sin poder inseminar al sos es anulada por la selección a nivel de los genes de un
macho. Una opción para no perder en el trueque es recibir individuo (ver Capítulo 5). Desde el punto de vista de los
ADN acompañado de los nutrientes necesarios para fa- genes de un individuo, el sesgo en la proporción de sexos
bricar las correspondientes crías. El problema es que si no es evolutivamente estable. Sir Ronald A. Fisher, en su
los machos deben aportar nutrientes para inseminar hem- libro sobre la teoría genética de la selección natural (Fisher
bras su potencial para múltiples apareamientos disminu- 1930) indicaba lo siguiente. Dado que todo descendiente
ye. Esta situación genera el llamado conflicto sexual en una población sexual diploide es hijo de un macho y
(Trivers 1972). Como se verá en el Capítulo 10 diversas de una hembra, cada cría contribuye por igual a incre-
circunstancias pueden influir en la forma final en que se mentar el éxito de ambos sexos, y por tanto el éxito glo-
resuelve este conflicto en cada especie. Las posibilidades bal del conjunto de los machos y del conjunto de las hem-
de los machos de inseminar a muchas hembras pueden bras en la población es exactamente el mismo. Entonces,
estar limitadas por el medio ambiente y por las estrategias el éxito a nivel individual será más alto para los indivi-
vitales de cada especie. Esto incluye también a las estra- duos del sexo menos numeroso. Una hembra reproductiva
tegias de las propias hembras que pueden ser selecciona- obtendrá un éxito promedio mayor produciendo indivi-
das en la dirección de controlar los apareamientos y exi- duos del sexo más escaso en la población.
gir nutrientes a los machos o bien en la de actuar de tal En realidad, a nivel poblacional, el equilibrio en la
modo que consigan aparearse con los machos más com- proporción de sexos no se establece en número sino en
petitivos sin que éstos aporten nutrientes (ver Capítulo inversión total en ambos sexos (Fisher 1930), lo que di-
10). En general, sólo si las posibilidades de éxito de los fiere del simple número si los individuos de un sexo cues-
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 181
tan más de producir que los del otro, por ejemplo porque 0.75
existe dimorfismo sexual (ver Capítulo 10 para una expli-
Tabla 1
Síntesis esquemática de las principales teorías sobre los beneficios de la reproducción sexual.
Teorías mutacionales
- Las poblaciones asexuales acumulan mutaciones deletéreas (trinquete de Müller)
- El sexo puede eliminar con más efectividad las mutaciones deletéreas si la tasa de mutación es alta y si hay epistasis (modelos mutacionales
deterministas)
- La selección sexual intensa sobre los machos elimina mutaciones deletéreas de la población.
- La reproducción sexual puede unir mutaciones favorables aparecidas en diferentes genomas
- El sexo hace más fácil la reparación del ADN dañado
- El sexo es promovido por elementos genéticos trasponibles (trasposones)
Teorías ambientales
- A un individuo le conviene producir una progenie variable (modelo de la lotería)
- El sexo proporciona variabilidad sobre la cual la selección natural puede actuar (Weismann)
- El sexo proporciona variabilidad para la carrera de armamentos con parásitos y patógenos (hipótesis de la Reina Roja).
Selección sexual: la progenie de las hembras sexuales se beneficia de los buenos genes obtenidos de los machos más competitivos (Trivers).
Estabilidad evolutiva: el sexo es evolutivamente estable a pesar del doble coste.
principales teorías puede verse en la tabla 1. En los si- naciones resultantes habrá algunas en las que hayan coin-
guientes apartados nos ocupamos de introducir las ideas cidido varias mutaciones deletéreas, pero habrá también
principales de cada una de ellas. algunas en las cuales se hayan reunido los genes más de-
seables sin los mutantes. La selección se encargará del
Teorías mutacionales resto: las combinaciones muy cargadas de mutaciones
serán penalizadas mientras que las combinaciones mejo-
Mutaciones deletéreas: el trinquete de Müller res serán favorecidas. El resultado es que el ADN habrá
sido purgado de las mutaciones deletéreas. En los asexua-
Cuando el ADN se duplica se pueden producir erro- les también opera la selección natural, pero el problema
res. Müller (1964) se dio cuenta de que un genoma ha- es que el modo de reproducción a base de clones no pro-
ploide con reproducción asexual acumularía sin remedio porciona a la selección ninguna combinación mejor que
las mutaciones que se fuesen produciendo a lo largo de su pueda ser seleccionada. La selección puede eliminar la
historia evolutiva. Pensemos en una cadena de ADN que línea donde la mutación es una desventaja, pero las líneas
se duplica para producir descendientes clónicos, éstos a restantes en algún momento mutarán también y, sin re-
su vez producen otros, y así sucesivamente. Cuando por combinación, no tendrán modo de volver atrás. El trin-
azar aparece un defecto en un gen (lo que llamamos mu- quete de Müller seguirá actuando.
tación deletérea), todo el conjunto de genes que acompa- La cuestión de hasta qué punto el trinquete de Müller
ñan al mutante, por muy eficientes que fuesen hasta ese es un problema real en los organismos asexuales, está aún
momento, a partir de ahora se encuentran condenados a sujeta a debate. Teóricamente, se deduce que puede supo-
compartir su destino con el mutante. Si la mutación no es ner un problema mayor para poblaciones pequeñas, don-
muy perjudicial, seguirán produciéndose descendientes de se suman los efectos de la deriva génica: cuando el
de ese organismo con copias de esa mutación. A lo largo balance entre selección y deriva está sesgado hacia la se-
de las siguientes reproducciones sólo podemos esperar gunda, los clones con menos carga de mutaciones no se
que no ocurran más errores, pero la mutación que tuvo ven tan favorecidos, pueden perderse por deriva génica y
lugar ya no volverá a su forma original. Es cuestión de la población acumula con más facilidad mutaciones
tiempo, pero en algún momento se producirá otra muta- deletéreas (Gabriel y Wagner 1988). Por otra parte, exis-
ción que hará que ese genoma deba ahora sobrellevar las ten algunos taxones que parecen haber mantenido repro-
dos, y así sucesivamente. Este proceso se conoce como el ducción exclusivamente asexual durante largos períodos
“trinquete” de Müller. El término hace referencia a que evolutivos (Judson y Normak 1996, Welch y Meselson
cada mutación que ocurre supone un punto de avance en 2000), lo que indica que debe haber otros mecanismos
ese trinquete que va hacia adelante pero nunca retrocede. por los cuales los asexuales pueden compensar los efec-
El trinquete de Müller es un problema inherente a la tos del trinquete de Müller (e.g. Wagner y Gabriel 1990,
asexualidad. El único modo por el cual un gen podría li- Mogie y Ford 1988, Kondrashov 1994). Gabriel et al.
brarse de su compañero mutante es inducir al organismo (1993) sugieren, además, que si el efecto del trinquete
portador a utilizar el sexo como modo de reproducción. fuese tan ineludible, no podría explicarse la existencia de
De ese modo, con un poco de suerte, puede resultar aso- orgánulos como mitocondrias o cloroplastos cuyo ADN
ciado a otros genes carentes de ese lastre. La recombina- se ha mantenido sin recombinación desde tiempos muy
ción produce combinaciones de genes. Entre las combi- remotos.
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 183
encuentra duplicado y sólo se ha dañado una de las molé- Una variación reciente a estas ideas es el modelo de
culas. Parece que la reparación del ADN requiere dupli- Doncaster et al. (2000). Estos autores muestran que una
cidad del ADN más que recombinación (Burt 2000). Fe- población asexual es más vulnerable a la invasión por
nómenos de este tipo se ha demostrado que ocurren tanto parte de individuos sexuales que al revés. Desde un punto
en células eucariotas como procariotas (en procariotas son de vista ecológico, los asexuales compiten principalmen-
posibles ya que la mayor parte del tiempo el único te con los miembros de su propio clon. Un asexual inva-
cromosoma se encuentra duplicado), y también puede re- sor de una población sexual tendría un efecto inhibidor
pararse el ADN durante la mitosis normal. El hecho de menor sobre los sexuales de lo que ellos ya tienen sobre
que durante la meiosis la recombinación ocurra entre ellos mismos. El modelo de Doncaster y colaboradores
cromátidas homólogas en lugar de entre cromátidas her- puede ayudar a entender las interacciones ecológicas que
manas no apoya que el objetivo sea la reparación del ADN hacen que las poblaciones sexuales, aunque menos pro-
sino más bien la mezcla entre cromosomas procedentes ductivas, no sean fácilmente invadidas por las asexuales.
de individuos diferentes (Burt 2000).
Hipótesis de Weismann
Trasposones
August Weismann (1889, 1904) propuso que el sexo
Existen fragmentos del ADN que producen copias de sirve para favorecer la variabilidad sobre la cual la selec-
sí mismos que se insertan en otras partes del genoma, es ción natural actúa. Esta idea según se formuló estaba cla-
decir, se trasponen (ver Capítulo 27). Estos elementos, ramente basada en selección de grupo. Sin embargo en su
conocidos como trasposones, están muy extendidos en las origen y en el contexto de la época en que fue formulada
células eucariotas (Doolittle y Sapienza 1980, Orgel y se aceptó sin problemas y permaneció durante más de 50
Crick 1980). Si la reproducción es asexual sólo pueden años. Cuando empezaron a criticarse los argumentos de
propagarse en la línea del clon en que han aparecido, pero selección a nivel de grupos o poblaciones, la idea de
si la reproducción es sexual pueden extenderse a toda la Weismann como explicación de la reproducción sexual
población (Hickey 1982, Crow 1988). Hickey y Rose se desvaneció en buena medida (Williams 1975). Sin
(1988) propusieron que esos elementos genéticos pueden embargo, se ha sugerido recientemente que muchos mo-
estar promoviendo, en su propio beneficio, la reproduc- delos posteriores incluyen, más o menos explícitas, las
ción sexual en los organismos. Sin embargo, si la repro- viejas ideas de Weismann (ver Burt 2000). La realidad es
ducción sexual no fuese ventajosa para el resto del genoma que muchos modelos recientes en el tema del sexo siguen
cabría esperar una situación de conflicto intragenómico basándose en gran medida en la selección a nivel de la
que hace difícil ver que los trasposones pudiesen real- competencia entre poblaciones, aunque este enfoque si-
mente ser los impulsores de la reproducción sexual (Crow gue siendo discutible. Las ideas de Weismann, en su sen-
1988). tido menos exigente, implican una relación entre variabi-
lidad e intensidad de selección, lo cual obviamente es cier-
Teorías ambientales to. El problema es que tomadas de ese modo carecen de
utilidad, y si se refinan para adaptarlas a los nuevos mo-
Modelo de la lotería delos dejan de ser realmente las ideas de Weismann.
bióticos, y son éstos últimos los que pueden protagonizar proporcione beneficios a nivel individual, el éxito de los
cambios más rápidos, especialmente si tenemos en cuen- descendientes variables producto del sexo debería ser del
ta que están sometidos a selección natural. En su doble al de los descendientes asexuales (Hamilton 1975),
interacción con nuestra población problema, estos elemen- lo cual parece improbable en la mayoría de los casos. El
tos bióticos se encuentran sometidos a un proceso de sexo puede producir variabilidad en el medio ambiente al
coevolución (ver Capítulo 12). Dentro de los procesos cual tienen que hacer frente los parásitos y patógenos, pero
coevolutivos, los que más claramente pueden afectar a los sistemas inmunológicos también hacen eso sin nece-
este problema son los denominados “carreras de arma- sidad de que cambie la composición genética del indivi-
mentos”, es decir aquellas interacciones coevolutivas en duo (Gemmill et al. 1997). Sin embargo, también es cier-
las cuales los avances adaptativos de un linaje perjudican to que los genes implicados en los sistemas inmunológicos
al otro (ver e.g. Redondo 1994 y Capítulo 12). En una son más variables que los de otras regiones del genoma,
carrera de armamentos evolutiva ambos linajes implica- lo cual podría indicar que parásitos y patógenos están pro-
dos están sujetos a un proceso de cambio inestable, ya vocando variabilidad genética en sus hospedadores (Hurst
que las adaptaciones de uno provocan contraadaptaciones y Peck 1996).
en el otro y viceversa. Ejemplos típicos son los sistemas
predador-presa o parásito-hospedador. En esa carrera evo- La selección sexual favoreciendo “buenos genes” y
lutiva son más peligrosos los que más corren. La veloci- el mantenimiento del sexo
dad de cambio evolutivo es mayor cuanto menor es el
tiempo de generación, por lo que parásitos y patógenos Robert Trivers en un trabajo sobre selección sexual en
pueden ser los principales a tener en cuenta. los lagartos Anolis garmani (Trivers 1976) apuntó una
La hipótesis más famosa dentro de los modelos am- posible ventaja para las hembras al aceptar la reproduc-
bientales es la denominada de la “Reina Roja”. El nom- ción sexual. Trivers sugirió que si la competencia sexual
bre procede del relato “Alicia a través del espejo”, en el entre los machos es fuerte, las hembras podrían estar inte-
cual Alicia y la Reina Roja debían correr sin parar, sim- resadas en conseguir para sus hijos los genes de los ma-
plemente para mantenerse en el mismo lugar. La relación chos más exitosos. Cuando la varianza en el éxito repro-
entre los linajes en una carrera de armamentos significa ductivo de los machos es alta, un hijo que se parezca a su
correr sin parar, simplemente para mantener el mismo ni- exitoso padre, podría conseguir doblar en éxito a un ma-
vel de éxito y el mismo grado de adaptación respecto al cho promedio. Incluso se podría esperar que la madre
otro linaje, que a su vez no para de correr. Los organis- sexual tuviese más éxito produciendo hijos especialmen-
mos de vida corta como parásitos y patógenos pueden estar te buenos para la competencia sexual que fabricando clo-
sometidos a selección a lo largo de muchas generaciones nes mediante partenogénesis. Esta idea lanzada por Tri-
en el tiempo que dura la vida de un individuo hospedador. vers plantea problemas que él no entró siquiera a consi-
Durante todas esas generaciones habrán afinado sus habi- derar, y que John Maynard-Smith criticó poco después en
lidades para explotar a ese hospedador. Si ahora el su libro sobre la evolución del sexo (Maynard-Smith
hospedador produce un clon, de nuevo proporciona a los 1978). La idea de Trivers asume que los hijos de una hem-
parásitos otro largo tiempo evolutivo en un medio am- bra que se aparea con un macho exitoso tendrán el doble
biente idéntico donde afinar aún más sus adaptaciones para de éxito que réplicas idénticas de esa hembra. Maynard-
explotarlo. Si por el contrario, el hospedador produce un Smith indica que una cierta influencia genética del ma-
hijo diferente a él, esto supone para los parásitos un cam- cho en el éxito del hijo es más que probable, pero que
bio en su medio ambiente, que puede frenar su velocidad desde luego no del doble. Más recientemente se ha pues-
de adaptación. A nivel poblacional, los parásitos se adap- to de manifiesto que la varianza genética asociada al éxi-
tan a los fenotipos más frecuentes, de modo que en la to de los machos puede ir reduciéndose progresivamente
siguiente generación esos fenotipos pueden ser los menos cuando la selección sexual es intensa hasta llegar a ago-
exitosos en favor de los que eran más raros en la genera- tarse de modo que el éxito del padre no sirva para prede-
ción anterior. Esto significa que la correlación entre el cir el éxito de los hijos. Esto es lo que se conoce como la
éxito reproductivo asociado a un genotipo de una genera- paradoja del lek (Borgia 1979, Taylor y Williams 1982,
ción a la siguiente es baja e incluso negativa. El resultado Kirkpatrick y Ryan 1991, Rowe y Houle 1996, Kotiaho et
puede ser una dinámica de fluctuaciones entre los al. 2001), ya que el problema se planteó para explicar la
genotipos predominantes a lo largo del tiempo. En ese evolución de este tipo de sistema de apareamiento en el
escenario la reproducción sexual parece crucial (Hamilton cual la estrategia de las hembras se supone impulsada por
1980, Hamilton et al. 1990). los beneficios de aparearse con un buen macho. Un nú-
Sin embargo, ni los modelos ni las evidencias empíri- mero creciente de estudios muestran que la varianza he-
cas son definitivas. Aún no hay acuerdo sobre cómo ocu- redable que afecta al éxito parece no agotarse, debido pro-
rriría realmente el proceso desde el punto de vista de la bablemente a que captura la mayor parte de la variabili-
genética de poblaciones (Barton 1995, Otto y Michalakis dad del genoma a través de caracteres sexuales cuya ex-
1998). Hay cierta evidencia correlacional, aunque no con- presión es dependiente de la condición general del indivi-
cluyente, entre la existencia de reproducción sexual y la duo (Houle 1992, Pomiankowski y Møller 1995, Rowe y
presión de parásitos a escala geográfica (Hamilton et al. Houle 1996, Kotiaho et al. 2001). Además, las hembras
1990, Ladle 1992). Para que la hipótesis de la Reina Roja de hecho se benefician de aparearse con machos genéti-
186 Juan Carranza Almansa
camente superiores (Petrie 1994, Hasselquist et al. 1996, menos beneficiosa que otras. Parece por tanto sorpren-
Sheldon et al. 1997; ver Capítulo 13). Sin embargo, no dente, que la teoría de juegos no haya sido aplicada al
parece posible asignarle a este tipo de beneficios una problema del mantenimiento de la reproducción sexual
magnitud tal como para mejorar el doble beneficio que se frente a otras estrategias reproductivas.
obtendría mediante la partenogénesis. Carranza (en preparación) ha analizado el problema
Kodrick-Brown y Brown (1987) retoman las ideas de de la estabilidad evolutiva considerando las siguientes
Trivers (1976) y discuten los posibles beneficios para las estrategias reproductivas: (S1) asexualidad o partenogé-
hembras de aparearse con machos portadores de buenos nesis, (S2) hermafroditismo, (S3) isogamia o cuidado bi-
genes para la competencia en el contexto de la selección parental, (S4) sexo costoso o poligínico. De ellas, tres son
sexual, indicando que éstos supondrían un beneficio com- sexuales, aunque sólo la última incluye el doble coste (ver
plementario a otros beneficios de la recombinación, de más arriba, en el apartado “coste del sexo”). Si imagina-
modo que globalmente podrían contrarrestar el doble coste mos una población hipotética donde los reproductores
del sexo. puedan mutar a cualquiera de estas cuatro estrategias, se
demuestra que la asexualidad (o partenogénesis, S1) no
Selección de grupo y selección individual es evolutivamente estable, porque siempre podría ser des-
en el problema del sexo plazada por cualquiera de las estrategias sexuales que no
incluyen el doble coste (S2 ó S3). El sexo sin el doble
En general se admite que los beneficios adaptativos a coste significa que existen los beneficios de la recombi-
nivel de grupos o poblaciones (Wynne-Edwards 1962) no nación, cualesquiera que sean, pero no requiere que éstos
suponen una importante fuerza selectiva comparada con sean tan elevados como cuando se necesita compensar el
los beneficios a nivel de individuos o genes (Maynard- doble coste. Una vez establecida la estrategia sexual no
Smith 1978, Hamilton 1967, Williams 1975; ver Capítu- costosa (S2 ó S3) será invadida por el sexo costoso (S4)
lo 5). En el problema del mantenimiento del sexo, sin siempre que el medio ambiente y las características de la
embargo, la mayoría de las ideas propuestas parecen re- especie en cuestión permitan que algunos individuos se
signarse a aceptar la selección a nivel de grupo. Algunos apareen con varios del otro sexo. Los beneficios deriva-
autores explícitamente argumentan que, en este caso, se dos de los apareamientos múltiples son especialmente al-
trata precisamente de una situación de competencia entre tos cuando la población está formada mayoritariamente
poblaciones sexuales y asexuales que debe ser abordada por individuos sexuales no poligínicos (S2 y S3), ya que
desde el punto de vista de la selección de grupo (Nunney asumiendo una cierta heredabilidad de las estrategias, los
1989). Otros, por el contrario, comparten las palabras de hijos de los estrategas S2 y S3 son menos competitivos
William Hamilton: “el sexo debe demostrarse beneficio- que los hijos de los estrategas S4 en la competencia intra-
so para el individuo sexual, no sólo para la población en sexual. La estrategia sexual costosa (S4) tampoco es EEE.
su conjunto” (Hamilton 1975). En este sentido, según Una vez establecida puede ser invadida por la asexuali-
hemos visto más arriba, algunas teorías (principalmente dad (S1). Pero de nuevo, las estrategias sexuales no cos-
de tipo ambiental) tratan de ver si los beneficios serían tosas (S2 y S3) podrían invadir la población asexual. Esta
tales en una sola generación, pero otras (fundamentalmen- dinámica sugiere ciclos en tiempo evolutivo. La simula-
te las mutacionales) necesitan de muchas generaciones. ción mediante ordenador muestra que estos ciclos ocurri-
Si se encuentran beneficios que a nivel poblacional com- rían siempre que se den dos condiciones: (1) el medio
pensan el doble coste del sexo, eso no será aún suficiente ambiente y las características de la especie favorecen a
para explicar por qué una hembra individual no opta por los individuos que consiguen apareamientos múltiples (es
una reproducción partenogenética si eso le supone bene- decir, puede aparecer el sexo costoso), y (2) las mutacio-
ficios a nivel de sus genes. Como se ha comprobado para nes entre estrategias son siempre posibles. Si no se cum-
otros muchos problemas en biología evolutiva (tales como ple la condición 1, las estrategias sexuales no costosas
la proporción de sexos, la cooperación, las estrategias (S2 y S3) son EEE y la asexualidad no puede invadirlas.
sexuales de los machos, etc.) los beneficios a nivel indi- Cumpliéndose la condición 1, los ciclos tendrían un final
vidual explican que determinadas estrategias sean favo- cuando los organismos alcanzaran cierta complejidad tras
recidas por la selección natural independientemente de períodos largos de evolución que hiciese imposible la
que eso suponga o no un declive a nivel poblacional. mutación hacia la partenogénesis, dejando de cumplirse
la condición 2. Lo interesante es que al considerar simul-
La estabilidad evolutiva del sexo táneamente la posibilidad del sexo no costoso, la asexua-
lidad no extingue a las estrategias sexuales, con lo que las
El modo más apropiado para analizar si la selección únicas soluciones posibles son los ciclos o la estabilidad
favorece a una estrategia frente a otras alternativas, en del sexo (Tabla 2).
base a los beneficios que reporta a los individuos que la Los resultados del análisis de la estabilidad evolutiva
practican y en función de las estrategias empleadas por del sexo suponen que el sexo costoso puede llegar a esta-
otros miembros de la población, es el uso de la teoría de blecerse en una población aunque los beneficios de la re-
juegos (Maynard-Smith 1982). La teoría de juegos per- combinación no sean del doble. Muchas de las teorías
mite explicar por qué una estrategia es evolutivamente expuestas más arriba muestran beneficios de la recombi-
estable (EEE), independientemente de que pueda parecer nación; muchos de ellos son convincentes y para algunos
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 187
vez, cuanto más pequeña es la masa de agua continental del sexo. Por otra parte, encontrar pareja es más fácil cuan-
mayores variaciones puede sufrir y de modo más impre- do la densidad es alta. No obstante, como indica Burt
decible. En los océanos, las variaciones físicas son mayo- (2000), es posible que el momento en que ocurre la repro-
res hacia la costa y la estabilidad es mayor en aguas pro- ducción sexual dentro de un ciclo de alternancia entre
fundas. En cuanto a la latitud, las áreas más cercanas a los ambos tipos de reproducción no tenga realmente que ver
polos experimentan condiciones más cambiantes y extre- con las razones evolutivas que mantienen el sexo, y pue-
mas que las zonas tropicales. Todo ello sugiere que el sexo de llevar por tanto a seguir pistas equivocadas.
no es una adaptación a la impredecibilidad de las condi- A lo largo de la sistemática, la asexualidad aparece de
ciones físicas sino que más bien se asocia a la existencia modo disperso, aunque hay ciertos grupos que claramen-
de intensas interacciones de tipo biótico (Trivers 1985). te carecen de ella (ver e.g. Maynard-Smith 1978, Burt
El sexo se relaciona con altas densidades y largo tiempo 2000 y las referencias incluidas en esta última). Disper-
de existencia de una población en un hábitat determina- sos por diferentes taxones existen grupos que se han man-
do, mientras que la asexualidad predomina en hábitats tenido durante largos períodos de tiempo evolutivo con
marginales y de reciente colonización (Trivers 1985, Peck reproducción asexual (Judson y Normak 1996). En gene-
et al. 1998). ral la asexualidad es más común en organismos más sim-
La asociación de la asexualidad con la competencia ples, pero no existe una relación clara. Por otra parte, es
biótica puede entenderse como evidencia en favor de la necesario no perder de vista que en organismos con cui-
hipótesis de la Reina Roja, ya que ambientes estables y dado parental, como aves y mamíferos, no es necesaria la
altas densidades se relacionan con alta presencia de pará- asexualidad para eludir el doble coste del sexo.
sitos y patógenos adaptados a explotar a la población En estos casos el cuidado biparental desempeña el
hospedadora (Hamilton 1980, Hamilton et al. 1990). No mismo papel que la partenogénesis desde el punto de vis-
obstante, la densidad poblacional y estabilidad ambiental ta de reducir el coste del sexo. Recientes trabajos mues-
no sólo incrementa las interacciones entre especies sino tran que a lo largo de la filogenia de vertebrados ocurren
también la competencia dentro de una población. En ge- casos de reducción de caracteres sexuales secundarios,
neral parece que la asexualidad predomina cuando el éxi- incluso con más frecuencia que los casos de aparición
to se basa en la fertilidad sin que sea muy importante la (Wiens 2001), lo que parece sugerir ciclos de más y me-
“calidad” del genoma (Trivers 1985). nos intensidad de selección sexual que podrían corres-
La distribución geográfica del sexo y la asexualidad ponderse con diferentes puntos a lo largo del gradiente
(partenogénesis geográfica) parece responder bien al mo- entre sexo costoso y cuidado biparental, aunque esta in-
delo propuesto por Peck et al. (1998), de modo que la terpretación no ha sido explorada de momento.
adaptación a un ambiente con alta densidad favorecería Por último, desde el punto de vista de la estabilidad
el sexo, mientras que la colonización reciente de áreas a evolutiva y de las ventajas de los apareamientos múlti-
las cuales los organismos están poco adaptados favorece- ples (Carranza, en preparación; ver más arriba), se espe-
ría la asexualidad debido a los costes que se derivarían de raría que cuando el potencial para la poliginia es bajo,
aparearse con inmigrantes maladaptados. Otros costes pudiesen coexistir o alternar la asexualidad con la repro-
secundarios del sexo, como es el encontrar pareja, tam- ducción sexual poco poligínica, es decir no costosa, ya
bién aumentan cuando la densidad de población es baja, que incluso una baja frecuencia de reproducción sexual
y podrían añadir ventajas a la asexualidad en áreas margi- permite los beneficios de la recombinación (Hurst y Peck
nales. La prevalencia del sexo en condiciones estables de 1996). Estas podrían ser las circunstancias de hábitats
alta densidad y competencia intraespecífica se puede ex- marginales con baja densidad. En cambio, cuando el po-
plicar también según el modelo de Doncaster et al. (2000, tencial para la poliginia es alto, no podrían coexistir el
ver más arriba), ya que en esas condiciones los clones sexo y la asexualidad, ya que los genomas de los especia-
competirían más con ellos mismos que con los organis- listas en apareamiento invadirían la población. Estas po-
mos sexuales, y por tanto difícilmente podrían invadir a drían ser las circunstancias de hábitats saturados. Esta
una población sexual adaptada a un medio ambiente de- explicación podría ser igualmente aplicable al hecho de
terminado, cuyo crecimiento esté limitado por la compe- que la asexualidad se encuentra con más frecuencia en
tencia intraespecífica. grupos con sexo no costoso (isogamia, cuidado biparental)
Muchas especies presentan alternancia de sexualidad que en grupos con sexo costoso (anisogaméticos,
y asexualidad. En esos casos, la interpretación clásica es poligínicos) (Hurst y Peck 1996). Cuando el medio pro-
que la reproducción asexual ocurre en la fase de creci- porciona potencial para la poliginia, los ciclos esperables
miento poblacional, cuando el éxito depende de la fertili- entre sexo costoso y asexualidad se mantendrían de modo
dad, mientras que el sexo aparece asociado a los períodos inestable hasta dar lugar a sexualidad obligada sin posibi-
de máxima densidad poblacional (Bell 1982, Trivers lidad de retorno a la asexualidad. Queda aún pendiente
1985). También el efecto de los parásitos es máximo jus- ver si las evidencias apoyan las ideas, antes de que el pro-
to después de las fases de alta densidad. Ambas razones, blema del sexo pueda dejar de ocupar un lugar preferente
alta competencia intraespecífica y genotipos de resisten- entre los enigmas de la biología evolutiva.
cia frente a los parásitos, podrían ajustarse a la ocurrencia
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 189
Apéndice
Apéndice 1: Estrategias reproductivas básicas.
Bibliografía
AGRAWAL, A.F. 2001. Sexual selection and the maintenance of sexual KEIGHTLEY, P.D. y EYRE-WALKER, A. 2000. Deleterious mutations
reproduction. Nature 411: 692-695. and the evolution of sex. Science 290: 331-333.
BARTON, N.H. 1995. A general model for the evolution of KIRKPATRIC, M. y RYAN, M.J. 1991. The evolution of mating
recombination. Genet. Res. 65: 123-144. preferences and the paradox of the lek. Nature 350: 33-38.
BELL, G. 1982. The Masterpiece of Nature: The evolution and Genetics KODRICK-BROWN, A. y BROWN, J.H. 1987. Anisogamy, sexual
of Sexuality. Univ. California Press., Berkeley. selection, and the evolution and maintenance of sex. Evol. Ecol. 1:
BERNSTEIN, H., HOPF, F.A. y MICHOD, R.E. 1987. The molecular 95-105.
basis for the evolution of sex. Adv. Genet. 24: 323-370. KONDRASHOV, A.S. 1988. Deleterious mutations and the evolution
BERNSTEIN, H., HOPF, F.A. y MICHOD, R.E. 1988. Is meiotic of sexual reproduction. Nature 336: 435-441.
recombination an adaptation for repairing DNA, producing genetic KONDRASHOV, A.S. 1993. Classification of hypotheses on the
variation, or both? En R.E. Michod y B.R. Levin (eds.), The advantage of amphimixis. J. Hered. 84: 372-387.
evolution of sex. pp. 139-160. Sinauer, Sunderland, MA. KONDRASHOV, A.S. 1994. Muller’s ratchet under epistatic selection.
BORGIA, G. 1979. Sexual selection and the evolution of mating systems. Genetics 136: 1469-1473.
En M.S. Blum, y N.A. Blum (eds.). Sexual Selection and KONDRASHOV, F.A. y KONDRASHOV, A.S. 2001. Multidimensional
Reproductive Competition in Insects. pp. 19-80. Academic, New epistasis and the disadvantage of sex. Proc. Nat. Acad. Sci. USA
York. 98: 12089-12092.
BURT, A. 2000. Sex and recombination, and the efficacy of selection. KOTIAHO, J.S., SIMMONS, L.W. y TOMKINS, J.L. 2001. Towards a
Was Weismann right? Evolution 54: 337-351. resolution of the lek paradox. Nature 410: 684-686.
CARRANZA, J. The evolutionary stability of sex. (en prep.) LADLE, R.L. 1992. Parasites and sex - catching the Red Queen. Trends
CORLEY, L.S, BLANKENSHIP, J.R. y MOORE A.J. 2001. Genetic Ecol. Evol. 7: 405-408.
variation and asexual reproduction in the facultatively parthenoge- LEVIN, B.R. 1988. The evolution of sex in bacteria. En R.E. Michod y
netic cockroach Nauphoeta cinerea: implications for the evolution B.R. Levin (eds.): The evolution of sex. pp. 194-211. Sinauer,
of sex. J. Evol. Biol. 14: 68-74. Sunderland, MA
CROW, J.F. 1988. The importance of recombination. En: The evolution MARGULIS, L. y SAGAN, D. 1986. Origins of sex: three billions years
of sex (R.E. Michod y B.R. Levin, eds.), pp. 56-73. Sinauer, of recombination. Yale Univ. Press, New Haven.
Sunderland, MA. MAYNARD-SMITH, J. 1978. The Evolution of Sex. Cambridge Univ.
CLUTTON-BROCK, T.H. 1991. The evolution of parental care. Press, Cambridge.
Princeton Univ. Press., Princeton. MAYNARD-SMITH, J. 1982. Evolution and the Theory of Games.
DONCASTER, C.P., POUND, G.E. y COX, S.J. 2000. The ecological Cambridge Univ. Press, Cambridge.
cost of sex. Nature 404: 281-285. MICHOD, R.E. y LEVIN, B.R. 1988. The Evolution of Sex. Sinauer,
DOOLITTLE, W.F. y SAPIENZA, C. 1980. Selfish genes, the phenotype Sunderland, MA.
paradigm and genome evolution. Nature 284: 601-603. MOGIE, M. y FORD, H. 1988. Sexual and asexual Taraxacum species.
FISHER, R.A. 1930. The Genetical Theory of Natural Selection. Biol. J. Linn. Soc. 35: 155-168.
Clarendon Press, Oxford. MÜLLER, H.J. 1964. The relation of recombination to mutational
GABRIEL, W. y WAGNER, G.P. 1988. Parthenogenetic populations advance. Mut. Res. 1: 2-9.
can remain stable in spite of high mutation rate and random drift. NUNNEY, L. 1989. The maintenance of sex by group selection.
Naturwissenschaften 75: 204-205. Evolution 43: 245-247.
GABRIEL, W., LYNCH, M. y BÜRGER, R. 1993. Müller’s ratchet and ORGEL, L.E. y CRICK, F.H.C. 1980. Selfish DNA: The ultimate
mutational meltdowns. Evolution 47: 1744-1757. parasite. Nature 284: 604-607.
GEMMILL, A., VINEY, M.E. y READ, A.F. 1997. Host immune status OTTO, S.P. y MICHALAKIS, Y. 1998. The evolution of recombination
determines sexuality in a parasitic nematode. Evolution 51: 393- in changing environments. Trends Ecol. Evol. 13: 145-151.
401. PARKER, G.A., BAKER, R.R. y SMITH V.G.F. 1972. The origin and
GHISELIN, M.T. 1974. The economy of nature and the evolution of evolution of gamete dimorphism and the male-female phenomenon.
sex. Univ. of California Press, Berkeley. J. Theor. Biol. 36: 529-553.
HAMILTON, W.D. 1967. Extraordinary sex ratios. Science 156: PECK, J. R., YEARSLEY, J.M. and WAXMAN, D. 1998. Why do
477-488. Asexual and Self Fertilizing Populations tend to occur In Marginal
HAMILTON, W.D. 1975. Gamblers since life began: barnacles, aphids, Environments. Nature 391: 889-892.
elms. Q. Rev. Biol. 50: 175-180. PETRIE, M. 1994. Improved growth and survival of offspring of
HAMILTON, W.D. 1980. Sex vs. non-sex vs. parasite. Oikos 35: peacocks with more elaborate trains. Nature 371: 598-599.
282-290. POMIANKOWSKI, A. y MOLLER, A.P. 1995. A resolution of the lek
HAMILTON, W.D., AXELROD, R. y TANESE, R. 1990. Sexual paradox. Proc. R. Soc. Lond. B 260: 21-29.
reproduction as an adaptation to resist parasites (a review). Proc. RANDERSON, J.P. y HURST, L.D. 2001. The uncertain evolution of
Nat. Acad. Sci. USA 87: 3566-3573. the sexes. Trends Ecol. Evol. 16: 571-579.
HASSELQUIST, D., BENSCH, S. y VON SCHANTZ, T. 1996.
REDONDO, T. 1994. Coevolución y carreras de armamentos. En J.
Correlation between male song repertoire, extra-pair paternity and
Carranza (ed.): Etología: Introducción a la Ciencia del Comporta-
offspring survival in the great reed warbler. Nature 381: 229-232.
miento. pp. 235-253. Publicaciones de la Universidad de
HICKEY, D.A. 1982. Selfish DNA: a sexually-transmitted nuclear
Extremadura, Cáceres.
parasite. Genetics 101: 519-531.
HICKEY, D.A. y ROSE, M.R. 1988. The role of gene transfer in the RICE, W.R. y CHIPPINDALE, A.K. 2001. Sexual recombination and
evolution of eukaryotic sex. En R.E. Michod y B.R. Levin (eds.): the power of natural selection. Science 294: 555-557.
The evolution of sex. pp. 161-175. Sinauer, Sunderland, MA. ROWE, L. y HOULE, D. The lek paradox and the capture of genetic
HOULE, D. 1992. Comparing evolvability and variability of quantitative variance by condition dependent traits. Proc. R. Soc. Lond. B 263:
traits. Genetics 130: 195-204. 1415-1421 (1996).
HURST, L.D. y PECK, J.R. 1996. Recent advances in understanding of SHELDON, B.C., MERILÄ, J., QVARNSTRÖM, A., GUSTAFSSON,
the evolution and maintenance of sex. Trends Ecol. Evol. 11: 46-52. L. y ELLEGREN, H. 1997. Paternal genetic contribution to
JUDSON, O.P. y NORMARK, B.B. 1996. Ancient asexual scandals. offspring condition predicted by size of male secondary sexual
Trends Ecol. Evol. 11: 41-45. character. Proc. R. Soc. Lond. B 264: 297-302.
CAPÍTULO 9: LA EVOLUCIÓN DEL SEXO 191
SHIELDS, W.M. 1988. Sex and adaptation. En R.E. Michod y B.R. Shipley (eds.): Essays upon heredity and kindred biological
Levin (eds.): The evolution of sex. pp. 253-269. Sinauer, problems pp. 251-332. Clarendon Press, Oxford.
Sunderland, MA. WEISMANN, A. 1904. The evolution theory. Edward Arnold, London.
SILLER, S. 2001. Sexual selection and the maintenance of sex. Nature WELCH, D.M. y MESELSON, M. 2000. Evidence for the evolution of
411: 689-692. bdelloidrotifers without sexual reproduction or genetic exchange.
STEARNS, S.C. 1987. Why sex evolved and the difference it makes. Science 288: 1211-1215.
En S.C. Stearns (ed.): The Evolution of Sex and Its Consequences. WERREN, J.H. 1980. Sex ratio adaptation to local mate competition in
pp. 15-31. Birkhäuser, Basel. a parasitic wasp. Science 208: 1157-1159.
TAYLOR, P.D. y WILLIAMS, G.C. 1982. The lek paradox is not resol-
WERREN, J.H. 1983. Sex ratio evolution under local mete competition
ved. Theor. Popul. Biol. 22: 392-409.
in a parasitic wasp. Evolution 37: 116-124.
TRIVERS, R.L. 1972. Parental investment and sexual selection. En B.
WEST, S.A. et al. 1999. A pluralist approach to sex and recombination.
Campbell (ed.): Sexual selection and the descent of man 1871-1971.
J. Evol. Ecol. 12: 1003-1012.
pp. 136-179. Aldine, Chicago.
TRIVERS, R.L. 1976. Sexual selection and resource accruing abilities WIENS, J.J. 2001. Widespread loss of sexually selected traits: how the
in Anolis garmani. Evolution 30: 253-269. peacock lost its spots. Trends Ecol. Evol. 16: 517-523.
TRIVERS, R.L. 1985. Social Evolution. Benjamin/Cummings Publ., WILLIAMS, G.C. 1966. Adaptation and Natural Selection. Princeton
Menlo Park. Univ. Press., Princeton.
WAGNER, G.P. y GABRIEL, W. 1990. Quantitative variation in finite WILLIAMS, G.C. 1975. Sex and Evolution. Princeton University Press,
parthenogenetic populations: what stops Müller’s ratchet in absence Princeton.
of recombination? Evolution 44: 715-731. WYNNE-EDWARDS, V.C. 1962. Animal dispersion in relation to so-
WEISMANN, A. 1889. The significance of sexual reproduction in the cial behaviour. Oliver and Boyd, Edimburg.
theory of natural selection. En E.B. Poulton, S. Schönland y A.E.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) MAYNARD-SMITH, J. y SZATHMÁRY, E. 2001. Ocho hitos de la evolución: del origen de la vida a la aparición del lenguaje.
Colección Metatemas, Ed. Tusquets, Barcelona. Versión divulgativa y en castellano del libro de Maynard-Smith y Szathmáry “The
major transitions in evolution” (Oxford Univ. Press 1995), pero que, a diferencia de su precursor inglés, incluye una interesante
sección introductoria al problema de la evolución del sexo.
(2) Trends in Ecology and Evolution. 1996, vol 11(2): 41-102. Número especial sobre “Ecology and Evolution of Sexual Reproduction”.
Es un fascículo especial de la conocida revista, dedicado a la reproducción sexual, a base de artículos de revisión.
(3) MICHOD, R.E. y LEVIN, B.R. 1988. The Evolution of Sex. Sinauer, Sunderland, MA. Colección de capítulos escritos por diversos
autores entorno al problema de la evolución del sexo.
(4) WILLIAMS, G.C. 1975. Sex and Evolution. Princeton University Press, Princeton.
(5) Maynard-Smith, J. 1978. The Evolution of Sex. Cambridge Univ. Press, Cambridge. Son los libros más clásicos que introducen el
problema y aportan las primeras ideas sobre la evolución del sexo.
Capítulo 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL
El cuidado parental es una adaptación evolutiva por la cual un organismo reproductor no se limita a producir
copias de su material genético, sino que además emplea parte de su presupuesto en aumentar las posibilidades
reproductivas de esas copias, incluso a costa de su propia reproducción futura. En los organismos con reproducción
sexual y existencia de sexos separados, se plantea una situación de conflicto entre el macho y la hembra respecto a
la magnitud de su aportación al cuidado parental. El resultado de este conflicto afecta a las tasas reproductivas
potenciales de machos y hembras y a la intensidad y dirección de la selección sexual. El cuidado parental plantea
decisiones sobre número frente a tamaño de las crías, así como acerca de cuánto invertir en una determinada cría a
costa de las reservas de presupuesto parental para otras crías presentes o futuras. La selección natural actúa a su vez
sobre las crías para obtener de los padres una cantidad óptima de cuidado parental que puede no coincidir con el
óptimo desde el punto de vista de ellos, lo cual provoca los conflictos paterno-filiales y entre hermanos. Los organis-
mos sexuales deben tomar una decisión acerca de cómo dividir su presupuesto reproductivo en la función masculina
y femenina. El reparto óptimo en ambas funciones depende del retorno de éxito esperado a través de cada una de
ellas, en lo que interviene tanto la situación poblacional como las condiciones del propio organismo reproductor.
Imversión parental
de las posibilidades de este capítulo. El lector interesado 1.5
puede encontrarla por ejemplo en Clutton-Brock (1991).
1
Definiciones 0.5
CUIDA
objeto de “negociación” entre ambos progenitores.
Los dos progenitores tienen un interés común en que
el hijo salga adelante, pero no olvidemos que el material
genético de ambos es diferente y no dejan por tanto de ser
wP2 WP1
competidores en la lucha por la reproducción. Cada uno
de ellos saldría ganando si el resto de materiales que se
necesiten fuera puesto por el otro. En esta situación de
DESERTA
conflicto, la hembra en principio se encuentra en desven- wP1 WP0
taja. Trivers (1972) sugirió que una vez que ella ha colo-
cado más recursos que el macho en cada gameto, la pérdi-
da para ella es mayor si el hijo muere. Sin embargo, es wP1(1+p) WP0(1+p)
necesario hacer una precisión. La idea de que se debe con-
tinuar invirtiendo para no perder la inversión ya realizada
es errónea. Dawkins y Carliste (1976) se refirieron a ella
Figura 2. Matriz de teoría de juegos que representa el conflic-
como la “falacia del Concorde”, utilizando el símil del
to entre ambos progenitores sobre cuidar o no de la descen-
avión supersónico, de cuyo proyecto los responsables ar-
dencia. Las casillas incluyen los beneficios para el padre y la
gumentaban que había que seguir adelante aunque no fue- madre, separados por la diagonal en cada casilla, según las
se rentable para que todo lo gastado no hubiese sido en opciones posibles. El número de crías producidas puede ser
vano. Dawkins y Carliste (1976) indicaron que la selec- mayor cuando la hembra no cuida (W) que cuando cuida
ción favorece en un animal las decisiones en función de (w). La supervivencia de las crías puede ser diferente según
expectativas de éxito futuro y no en función de recursos cuiden los dos miembros de la pareja (P2), sólo uno de ellos
gastados previamente. La relación entre ambos puede (P1), o ninguno (P0). Si deserta, el macho tiene una determi-
existir, no obstante, si el gasto pasado significa que queda nada probabilidad p de aparearse de nuevo. Según Maynard-
menos presupuesto para invertir en producir nuevos hi- Smith (1977).
jos. Por ese motivo los animales pueden actuar “como si”
siguieran la falacia del Concorde. Si a la hembra le queda ros apareamientos de los machos son muy altas y éstos
poco presupuesto para empezar a fabricar nuevas crías en siempre desertan, la selección se hace más fuerte sobre
caso de pérdida de las actuales, tendrá más interés que el las hembras para que sean capaces de sacar adelante a las
macho en que salgan adelante, lo cual favorecerá el cui- crías ellas solas. O por el contrario, si las hembras son
dado uniparental por parte de la hembra. capaces de condicionar su apareamiento a que el macho
El modelo clásico de Maynard-Smith (1978) aborda contribuya, las posibilidades de futuros apareamientos
el conflicto entre ambos progenitores y los factores que para los machos quedan muy reducidas. Un modelo más
pueden influir en su resultado (Fig. 2). En este modelo el reciente de Webb et al. (1999) incorpora nuevas interac-
problema se plantea en forma de dos opciones discretas ciones no contempladas en el modelo de Maynard-Smith
para cada miembro de la pareja: cuidar o desertar; y la (1977). Por ejemplo, las decisiones individuales, inclu-
situación se modela mediante una matriz de teoría de jue- yendo a los individuos no apareados, influyen sobre la
gos. Los pagos en las casillas de la matriz indican el éxito población y eso afecta a las posibilidades de futuros apa-
o beneficio de una opción en función de la opción adop- reamientos. Además, las decisiones sobre cuidado paren-
tada por el otro miembro de la pareja. El éxito depende tal pueden estar condicionadas no sólo por el sexo del
del número de crías producidas (W), de sus posibilidades individuo como en el modelo de Maynard-Smith (1977)
de supervivencia cuando reciben más o menos cuidados sino también por su calidad relativa en la población, lo
parentales (P), y de las probabilidades del macho de apa- cual afecta a sus posibilidades de aparearse de nuevo.
rearse de nuevo si deserta (p) (Fig. 2). Las cuatro opcio- Aunque las posibles interacciones entre los indivi-
nes posibles se pueden dar, es decir, que cuiden los dos, la duos de la población, los miembros de la pareja y los
hembra sola, el macho solo, o ninguno, en función de los demás parámetros en juego, pueden ser muy complejas,
valores relativos de los parámetros anteriores. En conse- ciertos rasgos generales del resultado del conflicto pare-
cuencia, la contribución del modelo de Maynard-Smith cen asociados a lo que llamamos en sentido amplio “es-
es que puede permitir entender el resultado del conflicto trategias vitales” (ver Capítulo 8). Los elementos de las
si se conocen los valores de los parámetros implicados. estrategias vitales no determinan exactamente el resulta-
El problema radica en conocer esos parámetros; e incluso do del conflicto entre machos y hembras pero pueden
así, los valores de las variables implicadas no tienen por influirlo. Por ejemplo, el modo de reproducción puede
qué ser algo estático, sino que la selección también los consistir en fecundación interna o externa. En los anima-
puede moldear como resultado de las interacciones entre les con fecundación interna, donde el macho deposita los
ellos. Es decir, por ejemplo, si las posibilidades de futu- gametos dentro de la hembra, resulta más fácil para él
196 Juan Carranza Almansa
40
Número de familias
20
10
0
20
ANFIBIOS 0
Peso al macho Control Peso a la hembra
10 Grupos experimentales
Quién cuida
apareamientos, defendiendo un buen lugar donde varias
Figura 3. Abundancia de taxones (número de familias en pe- hembras depositan sus huevos (Gale y Deustch 1985).
ces y en anfibios) en los cuales el cuidado de la descendencia En algunos casos, el cuidado uniparental por parte de la
corre a cargo del macho, de la hembra o de ninguno de los hembra ocurre en especies semelparas, o cuando la esta-
dos, según que la fecundación sea externa o interna.
ción de reproducción es muy corta, de modo que hay
Redibujado de Clutton-Brock y Godfray (1991).
muy pocas posibilidades de producir otra puesta y por
tanto los costes de cuidar son bajos para la hembra
desertar de las tareas de cuidado parental, dejando a la (Perrone y Zaret 1979, Gross y Sargent 1985).
hembra en la obligación de cuidar de la prole si quiere El conflicto entre ambos sexos no es sólo una cues-
que ésta salga adelante. Cuando la fecundación es exter- tión dicotómica de cuidar o no, sino que la cantidad de
na, los gametos femeninos son depositados en primer lu- cuidado parental se puede modular. Si ambos cuidan, el
gar y después los masculinos. Además, el macho puede conflicto se extiende sobre la cantidad de cuidado parental
controlar más fácilmente que sea él solo el que libera que dará cada miembro de la pareja. El ajuste puede estar
esperma sobre los gametos femeninos, asegurándose por haciéndose de modo continuo, de manera que si uno au-
tanto la paternidad de las crías. En estas circunstancias menta su esfuerzo el otro lo percibe y ahorra. Wright y
las hembras pueden optar más fácilmente por desertar y Cuthill (1989) realizaron un experimento con estorninos
dejar al macho con la decisión de cuidar a la prole en pintos (Sturnus vulgaris), en el cual aumentaban el coste
lugar de dejar que se pierda, decisión que se refuerza del aporte de alimento para alguno de los miembros de la
gracias a la confianza de paternidad. Así, tanto en peces pareja, simplemente colocándole un peso extra. Cuando
teleósteos como en anfibios, parece claro que el cuidado uno de los pájaros disminuía su aporte debido a la mani-
uniparental del macho predomina cuando la fecundación pulación experimental, el otro lo aumentaba; aunque su
es externa (Fig. 3). En la misma figura 3, sin embargo, se esfuerzo adicional, no conseguía compensar totalmente
observa que existe una gran variedad de resultados de- la disminución provocada en su pareja (Fig. 4). Houston
pendiendo de las situaciones. La solución del conflicto y Davies (1985) mostraron que si el éxito de la cría au-
entre sexos depende de múltiples circunstancias que afec- menta de modo asintótico con la cantidad de cuidado
tan a los costes y beneficios que para cada sexo represen- parental que recibe, cada miembro de la pareja tenderá a
tan las opciones de colaborar o no en el cuidado parental. reducir su esfuerzo si percibe aumentos en el esfuerzo de
Por ejemplo en algunos peces, un macho puede cuidar de su pareja. La forma precisa de la relación entre el esfuer-
la puesta como medio de aumentar su número de zo de uno de los miembros de la pareja y el máximo es-
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 197
bal de la pareja para producir hijos (disminuyendo el cos- hembras. Al fin y al cabo los machos son fabricados tam-
te del sexo, ver Capítulo 9). Esto debe traducirse, para la bién por las hembras. La competencia entre machos sue-
hembra, en un mayor número de hijos que si ella sola tu- le favorecer el tamaño corporal, ya que éste suele estar
viese que producirlos. asociado a ganar en los enfrentamientos agonísticos. Si
Este tipo de preferencia en las hembras hace que aho- un macho grande tiene más éxito reproductivo, las hem-
ra también el éxito de los machos esté basado en su capa- bras grandes serán favorecidas también ya que pueden
cidad de conseguir recursos materiales. Como consecuen- producir machos mayores. La selección sexual favore-
cia, el potencial reproductivo máximo de los machos tam- ciendo el tamaño en los machos, favorece también el ta-
bién se limita, ya que si bien alguno podría ser muy hábil maño en las hembras, aunque la intensidad en ellas es
en convencer y fecundar a un elevado número de hem- algo menor ya que la relación entre tamaño y éxito es
bras, ahora debería conseguir una cantidad proporcional- más indirecta (a través del hijo macho), por lo cual se
mente elevada de materiales para mantener ese éxito. mantiene la diferencia entre sexos, es decir el dimorfis-
Más aún, la habilidad persuasiva basada en un fenotipo mo sexual. La selección sexual no es el único factor que
no se ve disminuida tras una conquista, y el macho está favorece el aumento de tamaño corporal; no obstante,
listo inmediatamente para la siguiente. Por el contrario, existe una relación positiva entre tamaño corporal y di-
los “materiales de construcción” deben ser entregados morfismo que sugiere la asociación evolutiva entre am-
para la “fabricación de hijos” con lo cual el macho deja bos caracteres (Andersson 1994).
de ser atractivo tras cada entrega en tanto no consiga El tamaño corporal afecta a la cantidad de presupues-
rehacer su dote. to disponible para fabricar crías y a la manera en que éste
Con más materiales, la hembra puede fabricar más puede distribuirse en el tiempo. En homeotermos, la ca-
hijos. Sin embargo, cuando las condiciones son duras, si pacidad de fabricar materiales para producir hijos está
otros seres vivos tratan de explotar los cuerpos de los hi- relacionada con la tasa metabólica basal (Peters 1983).
jos, o si simplemente existe una alta competencia entre Esta tasa, por unidad de peso, disminuye al aumentar el
los machos por los apareamientos, el ADN de la hembra tamaño corporal. Esto significa que del total de recursos
puede tener mayores posibilidades de supervivencia si va que un linaje obtiene del medio, la proporción de ellos
acompañado de un ADN con instrucciones especialmen- que puede dedicar a reproducción es menor en las espe-
te valiosas para esa situación. Algunos machos pueden cies de mayor tamaño (Peters 1983). Esta relación puede
tener esas instrucciones, especialmente cuando la compe- apreciarse claramente en mamíferos: en las especies de
tencia entre ellos es alta. Si es así, tratarán de ofrecer el menor tamaño, el peso de la camada puede llegar a supe-
producto a la hembra, demostrándole esas cualidades. Si rar el 30% del peso de la madre, mientras que en las espe-
los parásitos son un problema, por ejemplo, será muy con- cies de mayor tamaño es sólo del 4-5% (Eisenberg 1981,
vincente para la hembra que un macho le muestre ciertas May y Rubenstein 1985).
estructuras (como plumas, colores, etc.) que reflejen au-
sencia de parásitos por tanto probable calidad de sus ins-
trucciones genéticas para evitarlos (ver Capítulo 13). Un Tamaño frente a número de crías
macho con un material genético especialmente apeteci-
ble para las hembras, podrá fecundar a una tras otra sin El presupuesto disponible para fabricar crías puede
que su valor para ellas disminuya. Si le exigieran recur- dedicarse a la producción de pocas crías de gran tamaño o
sos materiales, tras un apareamiento su valor cae y en ese a muchas crías pequeñas; tamaño y número constituyen
momento las hembras tendrían que optar entre ADN es- un compromiso en la decisión de los padres. El éxito de la
pecial sin recursos, o ADN mediocre con recursos. Bajo cría puede estar relacionado con el tamaño, con lo cual la
determinadas condiciones, la hembra puede tener menos selección actúa sobre los padres para dedicar cierta canti-
éxito a la larga sacando adelante un alto número de hijos dad de recursos a cada cría. Este tema es reconocido en
con material genético corriente, que optando por criar ecología evolutiva como la cuestión del tamaño del
menos pero con ADN extraordinario. propágulo (Smith-Fretwell 1974, Lloyd 1987). Por ejem-
En función de las condiciones ambientales, las hem- plo, si un propágulo de 1 gramo tiene algo más de la mi-
bras serán seleccionadas para optar por recursos materia- tad de éxito que un propágulo de 2 gramos, la selección
les o por machos genéticamente destacados. Estas prefe- favorecerá la producción de un número doble de
rencias de las hembras marcan a su vez las condiciones propágulos de tamaño 1 gramo en lugar de la mitad de
que determinan el éxito de los machos. Los cuerpos de propágulos de 2 gramos. Es decir, es fundamental la for-
los machos serán construidos para conseguir recursos ma de la relación entre tamaño del propágulo y su éxito
materiales o bien para mostrar calidad genética, según esperado. En la Figura 6 se muestran algunas de estas
cuáles sean los beneficios que las hembras buscan al posibles relaciones. Un modo de encontrar el tamaño óp-
aparearse con ellos. Esto afecta completamente a su dise- timo es seguir un procedimiento tipo “valor marginal”.
ño morfológico y funcional, a las estrategias que em- Asumimos que el progenitor pretende maximizar el éxito
pleen, a cuánto vivan, etc. (ver Capítulos 9 y 13). Pero a obtenido por unidad de inversión. Gráficamente esto es
su vez, la evolución de las características de los machos, lo mismo que maximizar la pendiente de una recta que
producida por las preferencias de las hembras, puede afec- pasa por el origen y por algún punto de la curva, lo cual
tar a la evolución de muchos parámetros en las propias nos lleva a la tangente. Si la curva es de tipo sigmoidal
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 199
W1
W2a
Is
Éxito de la cría
ol
ín
ea
s
de
a
éx
toi
a
lo
la
rg
o
W2b
de
la
vi
da
Gemelos Cría única
Gasto parental por cría
Beneficio o coste
miento en mamíferos (Fernández-Llario et al. 1999). No
obstante, el grado de asincronía es una cuestión de com- P C
promiso, porque una elevada asincronía no es ventajosa
por ejemplo cuando las condiciones de cría son
(b) 2B
estacionales y las crías tempranas tienen ventajas sobre
las tardías. Quizás como resultado de todo ello, el grado
de asincronía es muy variable entre especies (Clutton-
Brock 1991).
Conflicto paterno-filial B
C
Si recordamos que la selección natural favorece a los
individuos que hacen máximo su éxito reproductivo total
a lo largo de la vida, eso también significa que la selec-
ción favorecerá a aquellos que dejan de gastar en una cría
determinada en el momento adecuado para invertir en otra.
Esa misma selección natural, favorece también a aquellos P C
genes que hacen que cuando el cuerpo que los lleva está Gasto parental por cría
en desarrollo, sea eficaz en extraer de sus progenitores
toda la inversión parental posible. El óptimo desde el pun- Figura 10. Conflicto paterno filial sobre la cantidad de gasto
to de vista de los padres y de las crías puede no coincidir, parental en una cría. En (a) se representa la situación según
Trivers (1974), donde el beneficio para la madre y la cría es el
lo que origina el conflicto paterno-filial. El conflicto pa-
mismo (B) y los costes son la mitad para la cría (C/2) que para
terno-filial lo es en cuanto al modo de repartir el cuidado
la madre, ya que para la cría se trata de reducción de éxito de
parental entre una cría y las demás, ya sean presentes o hermanos con los que guarda un grado de parentesco de 0.5.
futuras. En los casos en que varias crías coexisten en el (b) La misma situación según Lazarus e Inglis (1986), donde el
mismo momento el conflicto paterno-filial lleva apareja- coste para ambas es el mismo ya que se refiere a hijos o her-
do un conflicto entre hermanos en cuanto a la cantidad de manos, como ocurre también con los beneficios para la ma-
inversión que cada uno espera recibir. dre (B), mientras que los beneficios desde el punto de vista
El conflicto entre progenitores y crías se evidencia en de la cría son el doble (2B) ya que en ese caso los beneficios
los comportamientos de carácter agresivo o de evitación los recibe ella misma. Los puntos P y C que representan las
que tienen lugar con frecuencia entre ellos. Por ejemplo cantidades óptimas de gasto bajo ambos puntos de vista son
durante la fase de destete en mamíferos o de pollos los mismos.
volantones en aves. Pero el conflicto comportamental tie-
ne su base en las diferencias genéticas entre progenitores diera significar para otras crías futuras (coste). Desde el
y crías y en la actuación de la selección a nivel de ambos. punto de vista de la cría esta situación es un poco diferen-
El conflicto paterno-filial fue descrito por Robert te. La cría está de acuerdo en que hay que tener en consi-
Trivers (1974). La idea de Trivers se basó en la teoría de deración a las crías futuras, ya que son sus hermanos y
selección por parentesco desarrollada previamente por hermanas. La diferencia es que para una cría, cada her-
William Hamilton (1964). Imaginemos una madre que está mano/a vale la mitad que ella misma, mientras que para la
invirtiendo en una cría. La inversión en la cría actual re- madre valen igual. Esta discrepancia se traduce en que la
duce sus posibilidades de inversión en otras crías futuras. cría, al contrario que la madre, espera más inversión en
Su preocupación debe ser dirigir cada unidad de inver- ella misma que en sus hermanos/as.
sión donde más renta le produzca. Para ella todas sus crías Trivers (1974) presentó un modelo gráfico para obte-
son equivalentes en términos de parentesco genético, lue- ner cuál debiera ser la cantidad optima de inversión
go la clave es que seguirá invirtiendo en la cría actual parental desde el punto de vista de la madre y de la cría
mientras el aumento en éxito que pueda proporcionarle (Fig. 10a). En él se representan costes y beneficios según
(beneficio) sea mayor que la reducción en éxito que pu- el punto de vista de ambos. Para madre y cría los benefi-
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 203
dencia de manipulación de los padres por parte de las crías. no sea capaz de dominar a la otra. Una posibilidad en
Trivers (1985) se refiere a los “comportamientos de tipo especies en las que existe dimorfismo en tamaño es pro-
regresivo” que se dan en muchos primates. Por ejemplo ducir primero la cría del sexo de menor tamaño y después
en babuinos (Papio anubis), las crías pequeñas son trans- la de mayor tamaño, de modo que las diferencias debidas
portadas por las madres recostadas sobre el lomo. Cuan- a la fecha de eclosión y al sexo se anulen mutuamente
do tienen unos tres meses de edad son ya capaces de “ca- (Bortoloty 1986). Este parece ser el caso por ejemplo de
balgar” sentadas sobre la madre. Sin embargo, al alcanzar algunas rapaces como el halcón Harris (Parabuteo
una mayor edad, incluso superior a un año y por tanto unicintus) o el águila real (Aquila chrysaetos), donde en
cercana a la independencia, vuelven a echarse sobre el las polladas en las que el sexo de menor tamaño (machos)
lomo de la madre. Trivers (1985) interpreta estos com- eclosiona primero es más difícil que ocurra fratricidio,
portamientos regresivos como un mecanismo de las crías tienen más éxito, y las madres las producen con mayor
para manipular a las madres haciéndoles percibir que la frecuencia en esa secuencia favorable (Bednardz y Hayden
cría tiene menor edad de la que realmente tiene, a fin de 1991, Edwards et al. 1988).
prolongar el período de cuidado parental. Es común que el fratricidio sea más probable cuando
Mucho más difícil resulta comprobar si realmente es- las condiciones son desfavorables. Las hembras del alca-
tos comportamientos producen en los padres un aumento traz de patas azules (Sula nebouxii) ponen habitualmente
en la cantidad de cuidado parental por encima de su ópti- dos huevos y los incuban desde la puesta del primero de
mo. Stamps et al. (1985) demostraron que los periquitos modo que eclosionan con unos cuatro días de diferencia.
(Melopsiltacus undulatus) manipulaban a sus padres Drummond y García (1989) realizaron un experimento
incrementando sus llamadas de petición. Los machos res- consistente en reducir la cantidad de alimento que reci-
pondían a estas llamadas aumentando su aporte de ali- bían los pollos, a base de colocarles una cinta adhesiva en
mento, aunque no ocurría así con las hembras que ali- el cuello que les impedía tragar. El pollo más grande au-
mentaban a los pollos más pequeños independientemente mentaba sus agresiones conforme su peso descendía por
del número de llamadas que realizasen. No se pudo de- debajo del normal, de modo que llegaba a matar a su her-
mostrar tampoco si esta manipulación afectaba realmente mano pequeño cuando su peso sufría una reducción del
al éxito de las crías o al éxito futuro de los progenitores, 25% respecto al peso normal.
por lo que la evidencia es muy parcial. En algunos insectos hay cierta evidencia de que las
El tamaño de la pollada o camada puede afectar al crías fuerzan las estrategias de los padres respecto al ta-
nivel esperado de conflicto entre padres e hijos. Si el nú- maño de puesta. En himenópteros parasitoides, las hem-
mero de crías es mayor, la extorsión de los padres por bras ponen huevos dentro de un hospedador. Algunas es-
parte de una cría en su propio beneficio tiene mayores pecies ponen un número alto de huevos mientras que otras
consecuencias negativas sobre su propia eficacia inclusi- ponen sólo uno (Le Mesurier 1987). Godfray (1986, 1987)
va, ya que afecta a un número mayor de hermanos. Al mostró que si el tamaño de puesta es pequeño, una larva
menos teóricamente, a medida que la manipulación in- puede incrementar su éxito eliminando a sus hermanas,
cluye un componente mayor de pérdida de eficacia inclu- cosa que no ocurre con tamaños de puesta grandes: elimi-
siva, la discrepancia de intereses entre padres y crías debe nar a algunas sirve de poco y eliminarlas a todas supone
disminuir (Harper 1986). un alto coste en eficacia inclusiva. En esas condiciones,
El conflicto entre padres e hijos incluye también dis- es posible que la estrategia de las madres se vea forzada a
crepancias respecto al tamaño de la pollada/camada. En consistir en puestas grandes o en crías únicas, evitando
época de escasez, menos hermanos significa mayor canti- los tamaños de puesta pequeños (Godfray 1994).
dad de alimento para los supervivientes. Los adultos esta- Un ejemplo típico de discrepancia entre padres e hijos
rían de acuerdo en reducir el número de crías si eso signi- es la cuestión del sexo de la descendencia en himenópteros
fica un aumento en calidad/cantidad de supervivientes, e sociales. Debido a la haplodiploidía, las obreras están más
incluso una cría de baja calidad estaría dispuesta a sacri- relacionadas con sus hermanas (0.75) que con sus herma-
ficarse por el conjunto si su pérdida es compensada por el nos (0.25), mientras que la reina guarda un grado de pa-
aumento en eficacia inclusiva derivada de la mejora de rentesco de 0.5 con sus hijos e hijas. La reina está intere-
sus hermanos (O’Connor 1978). Sin embargo, cada una sada en dividir su presupuesto parental equitativamente
de las crías de más calidad estará interesada en la reduc- entre ambos sexos, mientras que los genes de las obreras
ción de pollada más allá incluso del interés de los proge- se verían favorecidos si la producción de crías hembras
nitores (O’Connor 1978, Parker y Mock 1987). Si las crías se aumentase en la proporción 3:1 respecto a machos. En
son capaces de matar a sus hermanos, es posible que el muchas especies de himenópteros parece que las obreras
resultado de este conflicto sea un tamaño final de pollada ganan este conflicto (Trivers y Hare 1976). En avispas
más acorde con el óptimo de las crías que de los padres del género Polistes, sin embargo, el conflicto parece ga-
(Parker y Mock 1987). Los padres pueden entonces sim- narlo la reina, posiblemente porque se ocupa más del cui-
plemente tratar de sacar adelante el óptimo número de dado de huevos y larvas que en otros himenópteros y pue-
crías según los intereses de los hijos, o desarrollar proce- de ejercer más directamente un control sobre la distribu-
dimientos para evitar el fratricidio, como por ejemplo re- ción de los recursos en función del sexo de las crías
ducir las diferencias de tamaño entre crías para que una (Metcalf 1980).
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 205
Cuidado parental en función del sexo de la cría para el problema de la producción de crías de ambos sexos
como para organismos hermafroditas. En este último caso,
En los organismos con reproducción sexual, los la decisión sobre la inversión en uno y otro sexo se pro-
reproductores deben tomar una decisión sobre cómo re- duce en relación a cuántos recursos se dedican a ambas
partir sus recursos parentales en la producción de crías de funciones reproductivas dentro de un mismo organismo.
uno u otro sexo. El objetivo último de producir descen- Esto no es exactamente inversión parental sino más bien
dientes es que éstos puedan a su vez producir nietos. La una decisión dentro de la estrategia vital de un organis-
decisión de producir los descendientes de un sexo u otro mo, pero su desarrollo ha sido la base de toda la teoría de
estará basada en el número de nietos esperados. asignación de recursos en función del sexo, aplicable tam-
bién a la producción de crías macho y hembra.
El equilibrio de Fisher en la inversión en crías En los hermafroditas resulta más fácil entender que
macho y hembra aumentos en el éxito a través de una de las funciones no
tienen por qué significar necesariamente una reducción
En una población sexual diploide, todo descendiente equivalente en la otra función. Por ejemplo, muchas es-
es hijo exactamente de un padre y de una madre. Como tructuras pueden ser compartidas, o la efectividad de una
reconoció Fisher (1930), esta afirmación trivial tiene im- estructura dedicada a una función pudiera verse benefi-
portantes consecuencias. Por ejemplo, en una población, ciada si existe la otra función. Igualmente, el éxito de la
el éxito del conjunto de los machos es siempre exacta- función masculina puede estar limitado por característi-
mente igual al del conjunto de las hembras. Si existe el cas de las estrategias vitales. Por ejemplo, si existe una
mismo número de machos y de hembras, el éxito prome- determinada proporción de autofecundación, el éxito de
dio esperado para los individuos de ambos sexos es tam- invertir en la función masculina disminuye y no se cum-
bién el mismo. Evidentemente, si un sexo es más escaso ple el equilibrio de Fisher, como es el caso por ejemplo de
el éxito promedio de los individuos de ese sexo es mayor. muchas plantas monoicas (Campbell 2000) y animales
Por ese motivo, la selección favorece a los productores hermafroditas simultáneos (ambas funciones sexuales es-
del sexo escaso, lo cual tiende a mantener estable la pro- tán activas al mismo tiempo). En un animal de este tipo,
porción de sexos (Fisher 1930). el mejillón de agua dulce (Utterbackia imbecillis), se ha
¿Pero qué ocurre si por ejemplo los machos, para te- encontrado que existe variabilidad entre poblaciones en
ner éxito, necesitan el doble de recursos parentales que el grado de autofecundación, existiendo una correlación
las hembras? Para una madre, no sería interesante produ- negativa entre el grado de autofecundación y la propor-
cir un macho a menos que el éxito esperado (en nietos) ción de inversión que se dedica a la función masculina en
sea del doble que produciendo una hembra. Dicho de otro forma de tejido reproductivo y producción de esperma
modo, en una población en la que hubiese el mismo nú- (Johnston et al. 1998).
mero de machos que de hembras, si los machos cuestan el En hermafroditas simultáneos puede ocurrir que los
doble de producir, las madres ganarían más produciendo apareamientos sean siempre recíprocos, es decir que los
hembras que machos hasta que el número de machos sea individuos se unen en parejas de modo que cada uno in-
la mitad que el de hembras y entonces su éxito medio sea semina al otro y es inseminado por él. Si esto es así, la
del doble. Esta es la idea del equilibrio propuesto por inversión en la función masculina no tiene por qué igua-
Fisher (1930) para la asignación de recursos a crías ma- lar a la inversión en la femenina. Simplemente con pro-
cho y hembra. Como consecuencia de ello, en una pobla- ducir el esperma necesario para inseminar los huevos de
ción sexual diploide se espera que, en conjunto, los recur- la pareja es suficiente, y todo el esperma extra que se pro-
sos parentales se dividan por igual en la producción de dujese no significaría más éxito. En estos casos no se cum-
crías macho y hembra. ple el equilibrio de Fisher. Charnov (1982) revisa desde
este punto de vista el sistema de apareamiento en cirrípe-
Asignación de recursos a las funciones dos marinos y sugiere que el hermafroditismo y la reduci-
masculina y femenina da inversión en la función masculina en muchas especies
podría estar relacionada con limitaciones en el número de
El planteamiento teórico expresado por Fisher (1930) individuos a los que pueden fecundar. Sin embargo, hay
y que conduce a la conclusión del equilibrio poblacional organismos hermafroditas en los que cada individuo trata
en la inversión en machos y hembras, asume que las crías de inseminar a cuantos puede, sin aceptar esperma de to-
son liberadas a una población grande donde existe libre dos ellos (Michiels 1998). En estos casos la selección fa-
competencia por los apareamientos, de modo que a medi- vorece la inversión en la función masculina hacia el equi-
da que los padres asignan su inversión parental a uno u librio de Fisher.
otro sexo, las ganancias en éxito que obtienen a través de En las especies con sexos separados las predicciones
una de las funciones sexuales significan pérdidas propor- de Fisher son más robustas y generales. Hemos mencio-
cionales en la otra. En algunos casos estos supuestos po- nado para hermafroditas que si las posibilidades de
drían no ajustarse a la realidad, lo cual podría afectar al apareamientos se encuentran limitadas a una pareja por
equilibrio de Fisher. individuo la selección puede favorecer una reducción en
La teoría de asignación de recursos en función del sexo la inversión en la función masculina respecto a la femeni-
(“sex allocation”; Charnov, 1982) fue desarrollada tanto na, contraria al equilibrio de Fisher. A primera vista po-
206 Juan Carranza Almansa
dría parecer que en especies con sexos separados, un sis- población. Un bonito ejemplo es el trabajo experimental
tema obligadamente monógamo podría producir el mis- llevado a cabo con un pez típico de los acuarios, el platy
mo efecto. Sin embargo esto es falso. El equivalente, para (Xiphophorus maculatus), donde se muestra que líneas
una especie con sexos separados, a la limitación a una genéticas que comienzan el experimento con marcados
pareja en los hermafroditas, sería que todos los hermanos desequilibrios en la proporción de sexos corrigen hacia el
tuviesen que compartir una sola hembra. Aunque cada equilibrio en el plazo de tan sólo dos o tres generaciones
hijo en una especie monógama sólo pueda acceder a una (Basolo 1994).
pareja, la madre obtiene aumentos lineales en el éxito
conforme produce más hijos, con lo cual la estrategia Sexo de las crías en función de las condiciones de la madre
evolutivamente estable resultante es el equilibrio de
Fisher. Cuando una población está en equilibrio de Fisher, un
Las predicciones sobre estabilidad evolutiva asumen progenitor medio gana lo mismo produciendo hijos que
libre competencia entre los hijos de diferentes madres. hijas. Si la población es suficientemente grande, la pro-
Este supuesto no se cumple cuando hay competencia lo- porción de sexos producida por un determinado indivi-
cal por los apareamientos (Hamilton 1967). Veamos un duo reproductor tiene un efecto despreciable en la pro-
ejemplo. La avispa parasitoide Nasonia vitripenis pone porción de sexos poblacional. Es decir, a una madre le
huevos en larvas de mosca. Las larvas de la avispa se de- daría lo mismo emplear sus recursos sólo en hijas, sólo en
sarrollan y se aparean dentro de la larva de mosca hijos, o en cualquier combinación de hijos e hijas. Sin
hospedadora antes de salir al exterior. Si una sola avispa embargo, esto asume que todas las madres son igual de
parasita a una mosca, el apareamiento ocurre entre her- efectivas criando hijos o hijas. Si por alguna razón los
manos. En ese caso el éxito de la avispa madre puede hijos o hijas de diferentes madres difieren en sus posibili-
aumentar linealmente con la inversión en hembras pero dades de éxito, la selección favorecería una cierta “espe-
no con la inversión en machos. Esto se debe a que si uno cialización” de las madres en determinado sexo en fun-
o pocos machos son capaces de fecundar a todas sus hijas ción de sus posibilidades relativas de éxito.
no ganará nada produciendo un exceso de machos. En Trivers y Willard (1973) propusieron que la selección
esas circunstancias, el óptimo para la madre es una situa- natural debería actuar sobre las madres para influir, en
ción en la cual la inversión en ambos sexos es desigual. función de su condición, en el sexo de sus crías. El mode-
Conforme el número de avispas parásitas que ponen hue- lo verbal de Trivers y Willard (1973) se basa en tres su-
vos en un mismo hospedador es mayor, aumenta la pro- puestos: (1) Las madres en buena condición producen crías
porción de gasto en machos hasta llegar al equilibrio de en mejor condición que las producidas por las madres en
Fisher (Werren 1983; ver Fig. 1 en Capítulo 9). peor condición. (2) La condición de las crías a la inde-
Otros casos, además de la competencia local por el pendencia afecta a su condición de adultos. (3) Las crías
apareamiento, producen desviaciones en el equilibrio de de un sexo (generalmente machos) aumentan más su éxi-
igual inversión en ambos sexos (revisión en Hardy 1997). to que las crías del otro sexo (hembra) al aumentar ligera-
En general se trata de procesos en los cuales hay una es- mente su condición.
tructura social o poblacional que hace que no se cumpla Bajo estas circunstancias, las madres en buena condi-
el supuesto de que los descendientes son liberados a una ción relativa al resto de la población deberían producir
población suficientemente grande y panmíctica (es decir, preferentemente crías macho y las madres en peor condi-
los cruces reproductivos pueden ocurrir con probabilidad ción deberían producir preferentemente crías hembra.
similar entre todos los miembros de la población). Por Cuando enunciaron su modelo, Trivers y Willard pensa-
ejemplo, si un sexo se dispersa menos que el otro y com- ban en animales del tipo de un ciervo (mencionaban al
pite por los recursos de los padres, éstos pueden estar in- reno Rangifer tarandus). Uno de los ejemplos más claros
teresados en reducir su inversión en ese sexo (teoría de la en favor de la hipótesis de Trivers y Willard es precisa-
competencia local por los recursos: Clark 1978, Silk mente el ciervo (Cervus alaphus). En esta especie la con-
1984). Si por el contrario, uno de los sexos permanece dición de las madres afecta más al éxito de sus hijos que
junto a los padres colaborando en la cría de futuros her- de sus hijas (Fig. 12) y, de acuerdo con la predicción, las
manos, la inversión puede resultar sesgada hacia éste sexo madres en buena condición (dominantes) producen una
(teoría del aumento local de recursos o de la devolución descendencia más sesgada hacia machos que las madres
de la inversión parental: e.g. Lessels y Avery 1987). en peor condición (subordinadas) (Fig. 13; Clutton-Brock
Conviene recordar que el equilibrio en la inversión en et al. 1986). Para otras especies también se ha encontrado
machos y hembras se espera al final del período de inver- evidencia en favor de la hipótesis de Trivers-Willard, (ver
sión parental, es decir a la independencia de las crías. La revisiones en Clutton-Brock 1991, Gomendio 1994, Hardy
proporción de inversión en ambos sexos cercana a la con- 1997). Las especies de mamíferos poligínicos son quizás
cepción o al nacimiento no tiene por qué estar equilibra- las que mejor se adaptan a los supuestos de Trivers-Willard
da. A pesar de las dificultades para comprobar empírica- (Clutton-Brock y Iason 1986), aunque también hay evi-
mente las predicciones de Fisher, los datos existentes in- dencia para especies de aves (Clutton-Brock 1986). Las
dican que el equilibrio de Fisher puede ser la norma en predicciones de Trivers-Willard se han tratado de verifi-
especies con sexos separados donde se cumplen los su- car en una enorme cantidad de especies, y los resultados
puestos de libre competencia entre los individuos de la no son en absoluto unánimes. Algunos trabajos apoyan
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 207
12
Éxito reproductivo de las crías
100
10
6 60
4
40
2
20
0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1.0
Subordinada Dominante
Dominancia de la madre
Dominancia de la madre
Figura 12. Éxito reproductivo de las crías macho y hembra de Figura 13. Proporción de sexos al nacimiento (porcentaje de
ciervo en función de la dominancia de la madre (De Clutton- crías macho) producida por hembras de ciervo en función de
Brock et al. 1984). su dominancia (De Clutton-Brock et al. 1986).
las predicciones pero otros muchos no; y se ha sugerido, pa parasitoide gana más a través de sus hijos macho cuan-
que dado que los resultados positivos son más fáciles de do éstos se desarrollan en un hospedador grande y de bue-
publicar, es muy posible que la cantidad de casos en los na calidad, entonces la selección actuará sobre la avispa
que no se ha encontrado evidencia en favor de la hipóte- para que ajuste el sexo de la cría en función de la calidad
sis sea aún mayor (Festa-Bianchet 1996). del hospedador (Charnov et al. 1981). El efecto más radi-
Es posible que en muchos casos no se estén realizan- cal del ambiente sobre el sexo de la crías ocurre en mu-
do adecuadamente las predicciones porque no se conozca chas especies de reptiles donde el sexo de las crías no está
la relación entre las variables en juego. Por ejemplo en predeterminado genéticamente, sino que se diferencia en
los primates cercopitecinos las hembras dominantes tien- función de la temperatura que experimentan los huevos
den a producir más hijas que hijos (Altmann 1980, durante su desarrollo (Charnov y Bull 1977). Este meca-
Simpson y Simpson 1982, Gomendio 1990). Sin embar- nismo de determinación del sexo se da en cocodrilos, tor-
go, parece que el rango de las madres en estas especies tugas y algunos lagartos. Los patrones son muy variados:
puede influir más sobre el éxito de las hijas que sobre el en unas especies a más temperatura se desarrollan ma-
de los hijos, ya que las hijas heredan el rango de las ma- chos, en otras hembras, y en otras los machos aparecen a
dres (Clutton-Brock y Albon 1982). Por otra parte, no sólo temperaturas intermedias mientras que las hembras ocu-
los beneficios para las crías sino también los costes rren a temperaturas más extremas. En principio cabe su-
reproductivos para las madres, pueden ejercer una impor- poner que estos sistemas se han mantenido por selección
tante influencia en el ajuste de la proporción de sexos. natural debido a que debe existir una relación entre el éxito
Gomendio et al. (1990) mostraron que los resultados de un determinado sexo y la temperatura a la cual se desa-
opuestos en especies como el ciervo y el macaco rhesus rrolla. Sin embargo, aparte de esta idea obvia no existe
(Macaca mulata) podían explicarse en base a los costes aún una explicación general para estos patrones tan pecu-
reproductivos para las madres. En el caso del ciervo, las liares de determinación del sexo en reptiles (ver Charnov
madres subordinadas sufren mayores costes (en términos 1982, Bull 1983, Shine 1999).
de mortalidad y reducción de fertilidad futura) cuando Una pregunta recurrente, cuando se entra en contacto
crían un cervatillo macho. En el macaco rhesus, en cam- con hipótesis como la de Trivers y Willard (1973), es cómo
bio, aunque el coste fisiológico parece no ser muy dife- hacen las madres para influir en el sexo de la cría. En
rente en función del sexo de la cría, existen importantes especies haplodiploides el sexo puede controlarse fecun-
costes sociales: las hijas heredan el rango de sus madres y dando o no los huevos, como vimos más arriba. En repti-
las hembras dominantes se muestran muy agresivas hacia les, el mecanismo por medio del cual ocurre el ajuste está
las subordinadas con hijas, lo cual hace que a éstas les más claro que la explicación adaptativa sobre el modo en
resulte más rentable producir hijos macho (Gomendio et que la selección natural lo favorece. En aves y mamífe-
al. 1990). ros, por el contrario, las ideas adaptativas están experi-
Charnov (1979) generalizó la idea de Trivers-Willard mentando un fuerte crecimiento, pero se conoce muy poco
a los casos en que el ambiente en que se ha de desarrollar sobre los mecanismos por los cuales una madre puede
la descendencia puede influir de modo diferente en el éxito influir en el sexo de la descendencia (Clutton-Brock
de la cría según el sexo. Dentro de esa idea de “ambiente” 1991). En algunos mamíferos que producen varias crías
en sentido amplio están las condiciones de la madre, pero por parto, se ha visto que los abortos diferenciales en fun-
también otras circunstancias ambientales que afectan al ción del sexo podrían influir en la proporción de sexos
desarrollo de las crías, siempre que su efecto sea diferen- resultante al nacimiento (Clutton-Brock y Iason 1986,
te para las crías macho y hembra. Por ejemplo, si una avis- Gosling 1986). En el coipú (Myocastor coypus), las hem-
208 Juan Carranza Almansa
1.0 1
s(v)
0.8 .8
Éxito de la cría
Éxito de la cría
m(m*) m(r)
0.6 mk(r) .6 r(v)
f(f*) f(r)
0.4 .4
0.2 .2
f* m*
0.0 0
0.0 0.2 0.4 0.6 0.8 1.0 0 .25 .5 .75 1 1.25 1.5 1.75 2
Gasto parental por cría (r) Inversión parental por cría (v)
Figura 14. Relación hipotética entre el éxito de la cría y el Figura 15. Éxito de crías macho (σ(v)) y hembra (ρ(v)) en fun-
gasto parental que recibe. La función µ(r) representa el éxito ción de la inversión parental (v) que se dedica a ellas. La cur-
de crías macho y φ(r) el éxito de crías hembra. La línea vas se derivan de las dos de la Figura 19. Cada curva de la
discontínua µk(r) corresponde a la situación inicial para los Figura 19, expresada en función del gasto parental, da lugar a
machos que no es evolutivamente estable. Los valores de gasto varias curvas cuando se expresan en función de la inversión
parental f* y m* indican los óptimos que hacen máximo el parental, cada una de las cuales corresponde a madres dife-
éxito por unidad de gasto. La estabilidad evolutiva se alcanza rentes en función de su condición. La condición de las ma-
cuando las pendientes de las rectas que pasan por el origen y dres hace que un determinado valor de inversión correspon-
por ambos valores de gasto óptimo se igualan (ver texto). da a diferentes valores de gasto (que es lo que realmente re-
ciben las crías) y por tanto a diferentes éxitos asociados. El
equilibrio evolutivamente estable se alcanza cuando los pro-
bras en buena condición, abortan tempranamente las ca- medios de inversión en crías macho y hembra en la pobla-
madas con predominio de hembras, aparentemente para ción corresponden con la línea de puntos (ver texto).
aumentar sus posibilidades de producir otras con predo-
minio de machos (Gosling 1986). En las especies en que
las hembras producen un solo óvulo, como es el caso del de la cría es curvilínea y diferente para machos y hem-
ciervo para el cual además se cuenta con buena evidencia bras. Dado que relaciones curvilíneas, por ejemplo del
estadística sobre ajuste del sexo de las crías, los mecanis- tipo de la competencia local por los apareamientos, pue-
mos deben estar basados en algún tipo de ventaja para los den dar lugar a que no se cumpla el equilibrio de Fisher
espermatozoides portadores de los cromosomas Y o X. (Charnov 1979), Frank (1989, 1990) propuso que en es-
Una línea de estudios se está llevando a cabo en la direc- pecies con dimorfismo sexual y con bajo número de crías
ción de los procesos que tienen lugar alrededor de la fe- por evento reproductivo, tales como muchas especies de
cundación (e.g. Flint et al. 1997), aunque parece que por aves y mamíferos, las decisiones de los padres sobre la
el momento queda aún camino por recorrer hasta contar asignación de recursos a crías macho y hembra estarían
con una explicación probada. basadas en relaciones curvilíneas y por tanto no se espe-
El modelo de Trivers-Willard ha sido uno de los que raría el equilibrio de Fisher. Esto le llevó a concluir que,
más estudios han generado en biología evolutiva. Tras una en general, el equilibrio de Fisher es incompatible con las
gran cantidad de intentos de comprobación empírica y de condiciones de Trivers-Willard (Frank 1989, 1990), lo cual
modelos teóricos derivados de él, sigue siendo motivo de ha sido ampliamente aceptado en revisiones posteriores
controversia. Parte de las razones de la controversia radi- (Clutton-Brock 1991, Clutton-Brock y Godfray 1991,
can en las interpretaciones del modelo verbal de Trivers- Godfray y Werren 1996, Hardy 1997). Sin embargo, el
Willard (Carranza 2002), la confusión entre la situación a modo en que Frank (1989) aborda el problema está inspi-
nivel individual y poblacional (Frank 1989, Carranza y rado en la teoría de “sex-allocation” desarrollada por
Fernández-Toledo, en prep.), y sobre todo en la aplica- Charnov (1979, 1982) para hermafroditas y, como en aquel
ción directa de las predicciones a todos los casos, inclu- caso, utiliza las relaciones curvilíneas sin respetar la con-
yendo especies carentes de dimorfismo sexual o aquellas dición de igualdad entre el éxito poblacional de machos y
que producen varias crías por evento reproductivo hembras, y partiendo de curvas fijas para los machos que
(Williams 1979, Fernández-Llario et al. 1999). En los dos no se modifican dependiendo del éxito de la función fe-
apartados siguientes nos ocupamos de estos tipos de pro- menina. La extensión y objetivos de este capítulo no per-
blemas. mitirían una crítica en detalle de esos modelos, de modo
que me limitaré a presentar aquí la solución que hemos
Integrar Trivers-Willard con Fisher: niveles individual y propuesto para este problema basada en Carranza y
poblacional en la asignación de inversión en función del sexo Fernández-Toledo (en preparación).
de la cría Se trata de resolver si las condiciones del modelo de
Trivers-Willard a nivel del individuo, lo hacen incompa-
Las condiciones del modelo de Trivers-Willard supo- tible con el equilibrio de Fisher a nivel poblacional. La
nen que la relación entre la inversión parental y el éxito idea de Trivers-Willard no es más que una consecuencia
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 209
Proporción de machos
vimos más arriba, la selección natural favorece que los
reproductores dediquen una cantidad de inversión por
cada propágulo (cría) tal que maximice la tasa de éxito 0.5
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ALEXANDER, R.D. 1974. The evolution of social behaviour. Ann. Rev. CARRANZA, J. Sex allocation within broods: the intrabrood sharing-
Ecol. Syst. 5: 325-383. out hypothesis. (En preparación)
ALTMANN, S.A., WAGNER, S.S. y LENNINGTON, S. 1977. Two CHARNOV, E.L. 1979. The general evolution of patterns of sexuality:
models for the evolution of polygyny. Behav. Ecol. Sociobiol. 2: Darwinian fitness. Am. Nat. 113: 465-480.
397-410. CHARNOV, E.L., et al. 1981. Sex ratio evolution in a variable
ANDERSSON, M.A. 1994. Sexual selection. Princeton University Press, environment. Nature 289: 27-33.
Princeton. CHARNOV, E.L. 1982. The theory of sex allocation. Princeton
BASOLO, A.L. 1994. The dynamics of Fisherian sex-ratio evolution: University Press, Princeton.
theoretical and experimental investigations. Am. Nat. 144: 473-490. CLARK, A.B. 1978. Sex ratio and local resource competition in a
BATEMAN, A.J. 1948. Intra-sexual selection in Drosophila. Heredity prosimian primate. Science 201: 163-165.
2: 349-368. CLARK, A.B. y WILSON, D.S. 1981. Avian breeding adaptations:
BEDNARZ, J.C. y HAYDEN, T.J. 1991. Skewed brood sex ratio and Hatching asynchrony, brood reduction and nest failure. Q. Rev. Biol.
sex-biased hatching sequence in Harris Hawks. Am. Nat. 137: 56: 253-277.
116-132. CLUTTON-BROCK, T.H. 1984. Reproductive effort and terminal
BORTOLOTTI, G.R. 1986. Influence of sibling competition on nestling investment in iteroparous animals. Am. Nat. 123: 212-229.
sex ratios of sexually dimorphic birds. Am. Nat. 127: 495-507. CLUTTON-BROCK, T.H. 1986. Sex ratio variation in birds. Ibis 128:
BULL, J.J. 1983. Evolution of Sex Determining Mechanisms. Benjamin 317-329.
Cummings, Menlo Park, California. CLUTTON-BROCK, T.H. 1991. The evolution of parental care.
BURLEY, N. 1981. Sex ratio manipulation and selection for Princeton Univ. Press., Princeton.
attractiveness. Science 211: 721-722.
CLUTTON-BROCK, T.H., ALBON, S.D. y GUINNESS, F.E. 1984. Ma-
BURLEY, N. 1988. The differential-allocation hypothesis: An experi-
ternal dominance, breeding success, and birth sex ratios in red deer.
mental test. Am. Nat. 132: 611-628.
Nature 308: 358-360.
BUSKIRK, R.E., FROHLICH, C. y ROSS, K.G. 1984. The natural
CLUTTON-BROCK, T.H., ALBON, S.D. y GUINNESS, F.E. 1986.
selection of sexual canibalism. Am. Nat. 123: 612-625.
CAMPBELL, D.R. 2000. Experimental tests of sex-allocation theory in Great expectations: Maternal dominance, sex ratios and offspring
plants. Trends Ecol. Evol. 15: 227-232. reproductive success in red deer. Anim. Behav. 34: 460-471.
CARRANZA, J. 1996. Sexual selection for male body mass and the CLUTTON-BROCK, T.H. y GODFRAY, H.C.J. 1991. Parental
evolution of litter size in mammals. Am. Nat. 148: 81-100. investment. En J.R. Krebs y N.B. Davies, eds: Behavioural Ecology.
CARRANZA, J. 2002. What did Trivers and Willard really predict? An Evolutionary Approach. pp. 234-262. Blackwell, Oxford.
Anim. Behav. 63: F1-F3. CLUTTON-BROCK, T.H. y VINCENT, A.C.J. 1991. Sexual selection
CARRANZA, J. y P. FERNÁNDEZ-TOLEDO. Fisherian sex allocation and the potential reproductive rates of males and females. Nature
under Trivers-Willard conditions. (En preparación) 351: 58-60.
CAPÍTULO 10: LA EVOLUCIÓN DEL CUIDADO PARENTAL 211
DARWIN, C. 1859. On the Origin of Species by Means of Natural HOUSTON, A.I. y DAVIES, N.B. 1985. The evolution of cooperation
Selection, or the Preservation of Favored Races in the Struggle for and life history in the dunnock Prunella modularis. En Sibley, R.M.
Life. John Murray, Londres. y Smith, R.D. (eds.): Behavioural Ecology. pp. 471-487. Blackwell
DAWKINS, R. 1976. The Selfish Gene. Oxford University Press, Sci. Pub., Oxford.
Oxford. JOHNSTON, M.O., DAS, B. y HOCH, W.R. 1998. Negative correlation
DAWKINS, R. y CARLISTE, T.R. 1976. Parental Investment, mate between male allocation and rate of self-fertilization in a
desertion and a fallacy. Nature 262:131-133. hermaphroditic animal. Proc. Nat. Acad. Sci. USA 95: 617-620.
DRUMMOND, H. y GARCÍA, C.C. 1989. Food shortage influences KAPLAN, R.H. y COOPER, W.S. 1984. The evolution of developmental
sibling aggression in the blue-footed booby. Anim. Behav. 37: plasticity in reproductive characteristics: an application of the
806-819. “adaptive coin flipping” principle. Am. Nat. 123: 393-410.
EDWARDS, T.C. JR., M.W. COLLOPY, K. STEENHOF y KOCKERT KEENLEYSIDE, M.H.A. 1983. Mate desertion in relation to adult sex
M.N. 1988. Sex ratios of fledging golden eagles. Auk 105: 793-796. ratio in the biparental cichlid fish Heterotilapia multispinosa. Anim.
EISENBERG, J. 1981. The mammalian radiations. University of Behav. 31: 683-688.
Chicago Press, Chicago. LACK, D. 1947. Darwin’s Finches. Cambridge Univ. Press, New York.
FERNÁNDEZ-LLARIO, P., CARRANZA, J. y MATEOS-QUESADA, LACK, D. 1966. Population Studies of Birds. Clarendon Presss, Oxford.
P. 1999. Sex allocation in a polygynous mammal with large litters: LAZARUS, J. e INGLIS, I.R. 1978. The breeding behaviour of the pink-
the wild boar. Anim. Behav. 58: 1079-1084. footed goose: Parental care and vigilant behaviour during the
FESTA-BIANCHET, M. 1996. Offspring sex ratio studies of mammals: fledging period. Behaviour 65: 62-88.
Does publication depend upon the quality of the research or the LAZARUS, J. e INGLIS, I.R. 1986. Shared and unshared parental
direction of the results? Ecoscience 3: 42-44. investment, parent-offspring conflict and brood size. Anim. Behav.
FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. Oxford 34: 1791-1804.
University Press, Oxford. LE MESURIER, A.D. 1987. A comparative study on the relationship
FLINT, A.P.F., ALBON, S.D., LOUDON, A.S.I. y JABBOUR, H.N. between host size and brood size in Apanteles spp. (Hymenoptera:
1997. Behavioural dominance and corpus luteum function in red Bracoridae). Ecol. Ent. 12: 383-393.
deer Cervus elaphus. Hormones and Behaviour. 31: 296-304. LESSELS, C.M. and AVERY, M.I. 1987. Sex ratio in species with
FRANK, S.A. 1987. Individual and population sex allocation patterns. helpers at the nest: some modifications of the repayment model.
Theor. Popul. Biol. 31: 47-74. Am. Nat. 129: 610-620.
FRANK, S.A. 1990. Sex allocation theory for birds and mammals. Annu. LLOYD, D.G. 1987. Selection of offspring size at independence and
Rev. Ecol. Syst. 21: 13-55. other size-versus-number strategies. Am. Nat. 129: 800-817.
FUJIOKA, M. 1985a. Sibling competition and siblicide in MACNAIR, M.R. y PARKER, G.A. 1978. Models of parent-offspring
asynchronously hatching broods of the cattle egret Bubulcus ibis. conflict. II. Promiscuity. Anim. Behav. 26: 111-122.
Anim. Behav. 33: 1218-1242. MACNAIR, M.R. y PARKER, G.A. 1979. Models of parent-offspring
FUJIOKA, M. 1985b. Food delivery and sibling competition in conflict. III. Intrabrood conflict. Anim. Behav. 27: 1202-1209.
experimentally even-aged broods of the cattle egret. Behav. Ecol. MAGRATH, R.D. 1989. Hatching asynchrony and reproductive success
Sociobiol. 17: 67-74. in the blackbird. Nature 339: 536-538.
GALE, W.F. y DEUTSCH, W.G. 1985. Fecundity and spawning MAY, R.M. y RUBENSTEIN, D.I. 1985. Mammalian reproductive
frequency of captive tessellated darters - fractional spawners. Trans. strategies. En C.R. Austin y R.V. Short (eds.): Reproduction in
Amer. Fish. Soc. 114: 220-229. mammals; IV reproductive fitness. pp. 1-23. Cambridge Univ.
GODFRAY, H.J.C. 1986. The evolution of clutch size in parasitic wasps. Press., Cambridge.
Am. Nat. 129: 221-233. MAYNARD-SMITH, J. 1977. Parental investment - a prospective
GODFRAY, H.J.C. 1987. Genetic models of clutch size evolution in analysis. Anim. Behav. 25: 1-9.
parasitic wasps. Am. Nat. 129: 221-233. MAYNARD-SMITH, J. 1978. The Evolution of Sex. Cambridge Univ.
GODFRAY, H.J.C. 1994. Parasitoids, Behavioural and Evolutionary Press, Cambridge.
Ecology. Princeton University Press, Princeton. McGINLEY, M.A., TEMME, D.H. y GEBER, M.A. 1987. Parental
GODFRAY, H.C.J. and WERREN J.H. 1996. Recent development in investment in offspring in variable environments: theoretical and
sex ratio studies. Trends Ecol. Evol. 11: 59-63 empirical considerations. Am. Nat. 130: 370-398.
GOMENDIO, M. 1990. The influence of maternal rank and infant sex McNAMARA, J.M., SZÉKELY, T. WEBB, J.M., y HOUSTON, A.I.
on maternal investment trends in rhesus macaques: birth sex ratios, 2000. A Dynamic game-theoretic model of parental care. J. Theor.
inter-birth intervals and suckling patterns. Behav. Ecol. Sociobiol. Biol. 205: 605-623.
27: 365-375. METCALF, R.A. 1980. Sex ratios, parent-offspring conflict, and local
GOMENDIO, M. 1991. Parent/offspring conflict and maternal competition for mates in the social wasps Polistes metricus and
investment in rhesus macaques. Anim. Behav. 42: 993-1005. Polistes variatus. Am. Nat. 116: 642-654.
GOMENDIO, M. 1994. Estrategias individuales de inversión parental. MICHIELS, N.K. 1998. Mating conflicts and sperm competition in
En: J. Carranza, (ed.): Etología. Introducción a la Ciencia del Com- simultaneous hermaphrodites. En Birkhead, T.R. y Møller, A.P.
portamiento. pp. 443-465. Publ. Univ. Extremadura, Cáceres. (eds.): Sperm Competition and Sexual Selection. pp. 219-254. Acad.
GOMENDIO, M., CLUTTON-BROCK, T.H., ALBON, S.D., GUIN- Press, London.
NESS, F.E. y SIMPSON, M.J. 1990. Contrasting costs of son and O’CONNOR, R.J. 1978. Brood reduction in birds: Selection for fatricide,
daughters and the evolution of mammalian sex ratios. Nature 343: infanticide and suidice. Anim. Behav. 26: 79-96.
261-263.
PARKER, G.A. 1985. Models of parent-offspring conflict. V. Effects of
GROSS, M.R. y SARGENT, R.C. 1985. The evolution of male and
the behaviour of two parents. Anim. Behav. 33: 519-533.
female parental care in fishes. Am. Zool. 25: 807-822.
PARKER, G.A. y MACNAIR, M.R. 1978. Models of parent-offspring
HAMILTON, W.D. 1964. The genetical theory of social behaviour: I-II.
conflict. I. Monogamy. Anim. Behav. 26: 97-110.
J. Theor. Biol. 7: 1-52.
HAMILTON, W.D. 1967. Extraordinary sex ratios. Science 156: PARKER, G.A. y MACNAIR, M.R. 1979. Models of parent-offspring
477-488. conflict. IV Suppression: Evolutionary retaliation of the parent.
HARDY, I.C.W. 1997. Possible factors influencing vertebrate sex ratios: Anim. Behav. 27: 1210-1235.
an introductory overview. Applied Animal Behaviour Sc. 51: 217-241. PARKER, G.A. y MOCK, D.W. 1987. Parent-offspring conflict over
HARPER, A.B. 1986. The evolution of begging: Sibling competition clutch size. Evol. Ecol. 1: 161-174.
and parent-offspring conflict. Am. Nat. 128: 99-114. PARKER, G.A., BAKER, R.R. y SMITH, J. 1972. The origin and
HARPER, J.L., LOVELL, P.H., y MOORE K.G. 1970. The shapes and evolution of gamete dimorphism and the male-female phenomenon.
sizes of seeds. Annu. Rev. Ecol. Syst. 1: 327-356. J. Theor. Biol. 36: 529-553.
212 Juan Carranza Almansa
PERRONE, M. y ZARET, M. 1979. Parental care patterns of fishes. THORNHILL, R. 1986. Relative parental contribution of the sexes to
Am. Nat. 113: 351-361. offspring and the operation of sexual selection. En M. Nitecki y J.
PETERS, R.H. 1983. The ecological implications of body size. Kitchell (eds.): The Evolution of Behaviour. pp. 10-35. Oxford Univ.
Cambridge Univ. Press, Cambridge. Press, Oxford.
PIANKA, E.R. 1976. Natural selection of optimal reproduction tactics. THORNHILL, R. y ALCOCK, J. 1983. The Evolution of Insect Mating
Am. Zool. 16: 775-784. Systems. Harvard Univ. Press, Cambridge, Mass.
RANDERSON, J.P. y HURST, L.D. 2001. The uncertain evolution of TRIVERS, R.L. 1972. Parental investment and sexual selection. En B.
the sexes. Trends Ecol. Evol. 16: 571-579. Campbell (ed.): Sexual selection and the descent of man 1871-1971.
RALLS, K. 1977. Sexual dimorphism in mammals: avian models and pp. 136-179. Aldine, Chicago.
unanswered questions. Am. Nat. 111: 917-938. TRIVERS, R.L. 1974. Parent-offspring conflict. Amer. Zool. 14: 249-
RATCLIFFE, L.M. 1974. Nest defence behavior in the lesser snow 264.
goose. B. Sc. Thesis, Queens University, Kingston, Ontario. TRIVERS, R.L. 1985. Social Evolution. Benjamin Cummings, Menlo
REDONDO, T. y CARRANZA, J. 1989. Offspring reproductive value Park.
and nest defense in the magpie (Pica pica). Behav. Ecol. Sociobiol. TRIVERS, R.L. y HARE, H. 1976. Haplodiploidy and the evolution of
5: 369-378. social insects. Science 191: 249-263.
RUTOWSKI, R.L., NEWTON, M. y SCHAEFER, J. 1983. Interspecific TRIVERS, R.L. y WILLARD, D.E. 1973. Natural selection of parental
variation in the size of the nutrient investment made by male ability to vary the sex ratio of offspring. Science 179: 90-92
butterflies during copulation. Evolution 37: 708-713. VELANDO, A., GRAVES, J. y ORTEGA-RUANO, J.E. 2002. Sex ratio
RYDER, J.P. 1983. Sex ratio and egg sequence in Ring Billed gulls. in relation to timing of breeding, and laying sequence in a dimorphic
Auk 100: 726-729. seabird. Ibis 144: 9-16.
SANZ, J.J. 2000. Experimentally reduced male attractiveness increases WEBB, J.M., HOUSTON, A.I., MCNAMARA, J.M. y SZÉKELY, T.
parental care in the pied flycatcher Ficedula hypoleuca. Behav. Ecol. 1999. Multiple patterns of parental care. Anim. Behav. 58: 983-
12: 171-176. 993.
SHINE, R. 1999. Why is sex determined by nest temperature in many WERREN, J.H. 1980. Sex ratio adaptation to local mate competition in
reptiles? Trends Ecol. Evol. 14: 186-189. a parasitic wasp. Science 208: 1157-1159.
SILK, J.B. 1984. Local resource competition and the evolution of male- WILEY, R.H. y POSTON, J. 1996. Indirect mate choice, competition
for mates, and coevolution of the sexes. Evolution 50: 1371-1381.
biased sex ration. J. Theor. Biol. 108: 203-213.
WILLIAMS, G.C. 1966a. Natural selection, the costs of reproduction
SLAGSVOLD, T., SANDVIK, J., ROFSTAD, G., LORENTSEN, O. y
and a refinement of Lack’s principle. Am. Nat. 100: 687-690.
HUSBY, M. 1984. On the adaptive value of intraclutch egg-size
WILLIAMS, G.C. 1966b. Adaptation and Natural Selection. Princeton
variation in birds. Auk 101: 685-697.
Univ. Press., Princeton.
SMITH, C.C. y FRETWELL, S.D. 1974. The optimal balance between WILLIAMS, G.C. 1979. The question of adaptive variation in sex ratio
size and number of offspring. Am. Nat. 108: 499-506. in outcrossed vertebrates. Proc. R. Soc. Lond. B 205: 567-580.
STAMPS, J., CLARK, A., ARROWOOD, P. y KUS, B. 1985. Parent- WITTENBERGER, J.F. 1979. The evolution of mating systems in birds
offspring conflict in budgerigards. Behaviour 94: 1-39. and mammals. En P. Master y J. Vanderburgh (eds.): Handbook of
THORNHILL, R. 1981. Panorpa (Mecoptera: Panorpidae) Behavioural Neurobiology: Social behaviour and Communication.
scorpionflies. Systems for underestanding resource-defence pp. 271-349. Plenum Press, New York.
polygyny and alternative male reproductive effort. Ann. Rev. Ecol. WRIGHT, J. y CUTHILL, I. 1989. Manipulation of sex differences in
12: 355-386. parental care. Behav. Ecol. Sociobiol. 25: 171-181.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) CLUTTON-BROCK, T.H. 1991. The evolution of parental care. Princeton Univ. Press., Princeton. Es la revisión más completa
sobre cuidado parental. Recoge todas las teorías y evidencias hasta esa fecha.
(2) CARRANZA, J. 1994. Etología. Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publ. Univ. Extremadura, Cáceres. Es un libro
sobre comportamiento animal en español para estudiantes universitarios, que incluye dos capítulos de Montserrat Gomendio sobre
cuidado parental, además de otros relacionados con el tema.
(3) ANDERSSON, M.A. 1994. Sexual selection. Princeton University Press, Princeton. Es una revisión sobre selección sexual, que
puede ser de utilidad como marco dentro del cual comprender la evolución del cuidado parental.
Capítulo 11: LA EVOLUCIÓN DE LAS SEÑALES DE ESTATUS SOCIAL
En especies de aves sociales, las manchas de color negro en el píleo o babero pueden ser utilizadas como señales
de estatus social. De este modo, los distintos individuos reconocen el nivel de dominancia de sus oponentes y evitan
enfrentarse con individuos claramente superiores. Experimentos de manipulación, en que la mancha se agrandaba o
reducía, han permitido demostrar que el tamaño de estas manchas no solamente se correlaciona con la dominancia
del individuo, sino que además son utilizadas por sus congéneres como señales de estatus social. Estos experimentos
se realizan (1) introduciendo a los individuos manipulados en su grupo y analizando si el individuo aumenta su
rango social, o (2) mediante la utilización de modelos y tests de elección. El primer método presenta diversos
problemas conceptuales y de diseño. El segundo tipo de experimentos ha presentado resultados muy concluyentes
de que las señales de estatus existen. El hecho que las señales de estatus en las aves sean arbitrarias y no vayan
ligadas a ninguna habilidad física para la lucha (como puede ser por ejemplo las cornamentas de las cabras), plantea
el problema evolutivo de que no aparezcan individuos mentirosos que pretendan tener un mayor estatus social del
que realmente disfrutan. Existen varias hipótesis que intentan explicar la estabilidad evolutiva de las señales de
estatus: la hipótesis del receptor escéptico, la del control social, la del riesgo de depredación, la del coste de mante-
nimiento y producción, y la de las EEE mixtas. Ninguna de estas hipótesis es de aplicación general a todas las
especies, por lo que se sugiere que la estabilidad de los sistemas de señalización de estatus puede haber seguido
distintos caminos evolutivos.
Figura 1. Relación entre el tamaño del babero negro de los individuos de un grupo de lúganos cautivos y su índice relativo de
dominancia (basado en Senar et al. (1993)). Se distingue con círculos a los individuos adultos y con puntos negros a los individuos
jóvenes de primer año. Como puede observarse, existe una buena correlación entre dominancia y tamaño del babero indepen-
dientemente de la edad de los individuos.
han propuesto para explicar la estabilidad evolutiva de zando otras características no relacionadas con el pluma-
los sistemas de señalización de estatus. je, y que este fuera simplemente un carácter correlaciona-
do con la dominancia no utilizado como señal. Esto es
por ejemplo lo que sucede con el Cardenal (Wolfenbarger
La correlación entre la dominancia y el tamaño de 1999), en el que a pesar de que exista una correlación
las señales de estatus entre la intensidad del color rojo y la dominancia, la colo-
ración en sí misma no es utilizada como una señal de do-
Una de las primeras controversias sobre la señaliza- minancia. Para probar su funcionalidad como señal es
ción de estatus fue la cuestión sobre si la variabilidad en necesario llevar a cabo experimentos de manipulación.
la coloración del plumaje estaba relacionada con la domi-
nancia o simplemente era un mecanismo para facilitar el Manipulación del plumaje y cambios en la dominancia
reconocimiento individual (Shields 1977, Rohwer 1978).
Si bien algunos trabajos han mostrado que la coloración Varios autores han manipulado el plumaje de indivi-
del plumaje es utilizada para el reconocimiento indivi- duos subordinados pintándoles una apariencia de domi-
dual (Whitfield 1987), en otras especies se ha demostra- nantes, y los han introducido en su grupo original con la
do que existe una importante correlación entre esta colo- intención de comprobar si esta manipulación conllevaba
ración y el grado de dominancia (Senar 1999). En el un aumento en la dominancia (Senar 1999). El problema
lúgano Carduelis spinus, por ejemplo, y analizando
de este tipo de experimentos es que existen muchas otras
enfrentamientos en el campo en mesas comedero, los in-
variables que no controlamos. Por ejemplo, si los indivi-
dividuos con un mayor tamaño del babero negro ganaban
duos manipulados no incrementan su dominancia puede
un mayor porcentaje de enfrentamientos agresivos; en
ser porque han sido reconocidos como subordinados por
estudios con animales cautivos, existía una correlación
significativa entre el tamaño del babero y la dominancia sus antiguos compañeros de grupo (Ketterson 1979), por-
(Fig. 1, Senar et al. 1993). que ellos mismos reconocen a sus compañeros dominan-
tes y huyen de ellos (Shields 1977, Ketterson 1979), o en
el caso de que no haya ningún reconocimiento individual,
¿Señalización de estatus o simple correlación? los pájaros manipulados que reintroducimos en su jaula
pueden ser tomados por sus compañeros de grupo como
Que exista una correlación entre el color del plumaje individuos extraños que entran en su territorio y ser
y la dominancia sugiere que este puede ser utilizado como preferencialmente atacados (Fugle et al. 1984, Järvi et al.
una señal de estatus. Sin embargo, una correlación no 1987). Para evitar estos problemas, algunos investigado-
implica causación, por lo que podría darse el caso que los res han introducido a los individuos manipulados en jau-
animales valorasen la dominancia de sus oponentes utili- las neutrales en las que también colocaban a un grupo al
CAPÍTULO 11: LA EVOLUCIÓN DE LAS SEÑALES DE ESTATUS SOCIAL 215
Figura 2. Diseño experimental utilizado para comprobar si los lúganos reconocen el babero negro de debajo del pico de sus
compañeros como una verdadera señal de estatus social. Los diferentes pájaros experimentales se colocaban en la jaulita externa,
y mediante un mecanismo accionado por el observador, se hacían pasar al interior de la jaula experimental. El experimento
consistía en ver si el pájaro experimental prefería comer al lado del pájaro de mancha grande o con el de mancha pequeña,
instalados en cada una de las jaulitas.
que los individuos experimentales no conocían (Järvi et En este tipo de experimentos existe una confusión
al. 1987, Lemel y Wallin 1993). Una mejora adicional de adicional en relación a cual es el individuo test: ¿El mani-
este diseño experimental es que los individuos dominan- pulado o el que reacciona a la manipulación? Varios de
tes del grupo sean pintados de subordinados, a fin de que los experimentos comentados fueron diseñados para com-
el individuo experimental no los reconozca como domi- probar si el individuo manipulado aumentaba su estatus
nantes (Grasso et al. 1996). Sin embargo, pese a todos social, y aunque estos experimentos implícitamente asu-
estos refinamientos, la introducción de un individuo ma- men que el cambio en el comportamiento de los indivi-
nipulado dentro de un grupo no es un buen método para duos no manipulados responde al agrandamiento de la
comprobar si un carácter funciona como señal de estatus señal de estatus del oponente, un buen test de reconoci-
social. Por ejemplo, un mecanismo evolutivo para evitar miento de la dominancia a través de las señales de estatus
la aparición de individuos mentirosos que señalicen una habría de analizar si los pájaros muestran alguna prefe-
mayor dominancia de la que tienen podría consistir en rencia (o evitación) en relación al individuo que ha sido
que los animales se fijen no solo en el carácter sino tam- manipulado. En otras palabras, el individuo test no es el
bién en el comportamiento del oponente (ver después). manipulado, sino el que reacciona a la manipulación (Se-
En este caso puede suceder que el individuo manipulado nar 1999). Otro punto importante a la hora de diseñar un
no aumente de dominancia (Rohwer 1977, Rohwer y buen experimento para comprobar la señalización de es-
Rohwer 1978, Järvi et al. 1987, Møller 1987a), no porque tatus es que la toma de datos debería realizarse de modo
su plumaje no sea reconocido como de posible dominan- que pudiésemos comprobar si los individuos evitan a los
te, sino porque su comportamiento no coincide con el de presumibles dominantes (i.e. manipulados) en los prime-
un dominante y por tanto los receptores no lo toman como ros enfrentamientos (Geist 1966, Watt 1986); de otro
tal. Estos experimentos adicionalmente confunden el de- modo, otros factores podrían enmascarar la relación (ver
mostrar que el carácter es una verdadera señal con el de- más abajo). Esta inmediatez no se da en varios estudios,
mostrar la existencia de mecanismos que eviten la menti- especialmente porque la toma de datos de dominancia
ra a fin de que el carácter sea evolutivamente estable. Por debe basarse en varios enfrentamientos que tienen lugar
ejemplo, si un pájaro al cual le hemos agrandado la señal sobre un periodo de tiempo relativamente largo.
de estatus no gana sus enfrentamientos con sus compañe-
ros de bando que antes le dominaban (e.g. Rohwer 1977, Utilización de modelos
Rohwer y Rohwer 1978, Järvi et al. 1987, Møller 1987a)
no significa que el carácter no sea una señal, ya que pue- Los problemas anteriormente comentados pueden evi-
de suceder que estén operando mecanismos para evitar la tarse mediante la utilización de modelos, ya sean anima-
mentira, como por ejemplo que los individuos presten les disecados o modelos artificiales. Los primeros en uti-
atención no sólo al carácter sino también al comporta- lizar esta aproximación fueron los noruegos Järvi y
miento del individuo (ver después). Bakken (1984), que colocaron un ejemplar disecado de
216 J.C. Senar
Figura 3. Resultados del experimento ilustrado en la Fig. 2, en el que se hace escoger a diferentes individuos experimentales entre
comer al lado de lúganos con diferente tamaño de babero negro. Experimento 1: cuando las dos jaulitas contienen lúganos con
baberos pequeños, los diferentes lúganos no muestran ninguna preferencia. Experimentos 2 y 3: cuando por el contrario una de las
jaulitas contiene un lúgano de babero grande, ya sea natural o aumentado por el experimentador, los pájaros experimentales
muestran una clara preferencia por comer al lado del individuo de babero pequeño. Experimento 4: cuando a un lúgano de babero
grande le reducimos esta mancha, los diferentes individuos experimentales ya no lo evitan, y por lo tanto no muestran preferencia
entre comer con lúganos de babero pequeño o reducido. En cada figura la línea horizontal marca la altura esperada que habrían de
tener los rectángulos de frecuencia en el supuesto de que no aparecerían diferencias significativas. En cada figura se proporciona el
número de pájaros experimentales utilizados (n) y el valor de probabilidad (p) que indica si existen diferencias significativas cuando
los individuos experimentales tienen que escoger donde comer [N.S. indica que la diferencia no es significativa].
carbonero común Parus major, movido a control remoto, (Fig. 2). Son los llamados experimentos de elección (Senar
en un comedero al que asiduamente iban a comer ejem- 1999). Experimentos de este tipo realizados con lúganos
plares libres de esta especie. Utilizaron tres individuos (Senar y Camerino 1998), en el que los pájaros evitaron a
disecados que diferían en el tamaño de la corbata negra los individuos de babero grande o artificialmente agran-
del pecho, y comprobaron que si los individuos que se dado, pero no a los individuos de babero pequeño o cuyo
aproximaban tenían una corbata menor que el individuo babero había sido artificialmente reducido (Fig. 3), su-
disecado, realizaban sumisiones o no se atrevían a aproxi- gieren que algunas de las manchas en el plumaje funcio-
marse al modelo, mientras que los de mayor mancha lle- nan como verdaderas señales de estatus social.
gaban incluso a atacar al carbonero disecado. Posterior-
mente, esta aproximación se ha utilizado en diversas es-
pecies (Studd y Robertson 1985a, Møller 1987b, Jones Estabilidad evolutiva de los sistemas de señalización
1990, Procter-Gray 1991, Hogstad y Kroglund 1993), de estatus
comprobándose que los individuos test evitan a los indi-
viduos de mayores señales de estatus (manipuladas o na- La principal ventaja de la señalización de estatus es
turales) ya en los primeros enfrentamientos. que los pájaros con plumaje de dominantes son evitados
Todos estos experimentos, sin embargo, se realizaron antes de que exista un verdadero enfrentamiento agresi-
utilizando simultáneamente un solo modelo, con lo que el vo. Esto, presenta un grave problema evolutivo: si los
hecho de que los animales prefieran comer en compañía animales confían en la utilidad de está señal, sin compro-
que no solos (o al revés) puede estar interfiriendo los re- bar si el individuo portador de la señal no engaña, ¿cómo
sultados. Un mejor diseño, por tanto, es que el individuo se evita que aparezcan impostores que señalicen más ha-
test haya de escoger entre dos individuos, uno con señal bilidad para la lucha de la que realmente tienen? En el
supuestamente de dominante y otro de subordinado caso de otros caracteres, como en los carneros en los que
CAPÍTULO 11: LA EVOLUCIÓN DE LAS SEÑALES DE ESTATUS SOCIAL 217
los individuos con mayores cuernos son los dominantes, Rohwer y Rohwer (1978) propusieron la hipótesis del
la estabilidad de un sistema de este tipo es clara, ya que control social, que sugiere que si la mayoría de
tener cuernos grandes da una clara ventaja competitiva interacciones agresivas tienen lugar entre los dominan-
en los enfrentamientos (Geist 1966), pero esta claro que tes, que son los que luchan para mantener su estatus, todo
tener el plumaje de uno u otro color no aumenta la habili- animal que se haga pasar por dominante se verá inmerso
dad competitiva de un individuo. Para resolver este puzzle en este flujo de agresiones. Como que un subordinado
evolutivo se han propuesto diversas hipótesis. siempre tiene menos habilidades para la lucha y menos
recursos energéticos que un dominante, las constantes
La hipótesis del receptor escéptico luchas le representan un coste demasiado elevado que no
puede asumir, de manera que las ventajas que pueda ob-
Rohwer (1977), Rohwer y Rohwer (1978) y Järvi et
tener de ser dominante no le compensan. Con gorriones
al. (1987) propusieron que los pájaros deberían prestar
(Møller 1987a, Møller 1987b), carbonero sibilino (Ficken
atención no sólo al color del plumaje de sus oponentes
et al. 1990) y con lúganos (Senar et al. 1990), se ha com-
sino también a su comportamiento. Cuando plumaje y
probado que las agresiones tienen lugar mayoritariamente
comportamiento son inconsistentes, lo más adecuado es
entre los individuos dominantes, apoyando por tanto la
creerse la información sobre la dominancia proporciona-
hipótesis del control social (Møller 1987a). Pero con otras
da por el oponente que es de menor gradación, simple-
especies, como el gorrión de corona blanca Zonotrichia
mente por el hecho de que en principio nadie miente para
leucophrys y el verdecillo Serinus serinus, esto no es así,
decir que es menos de lo que realmente es (Caryl 1982).
sino que los dominantes dirigen la mayor parte de sus
Los receptores, por tanto y como propuso Caryl (1982),
agresiones hacía los individuos subordinados (Fugle y
deberían ser escépticos ante una determinada señal de
Rothstein 1987, Keys y Rothstein 1991, Slotow et al.
dominancia si no va acompañada por un comportamiento
1993). Esta hipótesis por tanto tampoco sirve para expli-
congruente con esa señal. Esta hipótesis fue apoyada por
car de forma general cómo se ha evitado que evolucionen
una serie de experimentos en los cuales los individuos
individuos mentirosos, o como mínimo, esta no se puede
subordinados del grupo (1) se les pintaba el plumaje para
aplicar a todas las especies.
darles apariencia de dominantes, (2) se les inyectaba
testosterona con el fin de que se comportaran de forma
Hipótesis de la predación diferencial
agresiva como si fueran dominantes, o (3) se les aplicaba
ambos tratamientos (Rohwer 1977, Rohwer y Rohwer
Varios autores han sugerido que los individuos que
1978, Järvi et al. 1987). Los subordinados sólo fueron
despliegan mayores señales de estatus pueden ser más
capaces de aumentar su nivel jerárquico y ganar a los do-
fácilmente detectados por los predadores, y que sólo los
minantes cuando se les aplicaba ambos tratamientos (i.e.
individuos verdaderamente dominantes pueden compen-
cuando tenían tanto apariencia como comportamiento de
sar este handicap con una mayor experiencia y habilidad
dominantes). Parece por tanto que los signos de domi-
para escapar de los predadores (Balph et al. 1979, Fugle
nancia deben ir apoyados por el comportamiento con-
et al. 1984, Fugle y Rothstein 1987, Slotow et al. 1993).
gruente con la supuesta señal de dominancia.
En el gorrión común, por ejemplo, existe una cierta ten-
Pese a los resultados bastante claros de este experi-
dencia a que los individuos con mayores señales de estatus
mento, existen sin embargo algunos aspectos que ponen
sufran una mayor predación (Møller 1989). Sin embargo,
en duda su credibilidad. En primer lugar, el inyectar
es difícil de creer que un centímetro más o menos de ne-
testosterona a fin de incrementar la dominancia de los in-
gro en el pecho haga que ese individuo sea mejor o peor
dividuos puede no tener mucho sentido en pájaros
detectado por un gavilán Accipiter nisus. Además, colo-
invernantes (Holberton et al. 1989), ya que no existe nin-
res altamente conspicuos como por ejemplo el blanco y
guna evidencia de que la agresión en aves invernantes
negro, pueden realmente ser muy crípticos en fondos con-
venga mediada por esta hormona (Belthoff et al. 1994), y
trastados (Götmark y Hohlfält 1995). Los resultados, por
su inyección en ese periodo puede forzar a que los pája-
tanto, se podrían explicar de forma alternativa como una
ros entren en estadio reproductor y se comporten como
consecuencia de que los individuos dominantes (con ma-
individuos territoriales y no como dominantes (Holberton
yores señales) son más activos (Møller 1990, Veiga 1993),
et al. 1989). Y en segundo lugar, el simple hecho de que
y por tanto, son más fácilmente localizados y predados
en trabajos posteriores con otras especies, se haya obser-
(Götmark et al. 1997). Adicionalmente, es difícil creer
vado cómo los subordinados pueden subir de jerarquía
que el gavilán vea mejor a un pájaro que tiene en el pecho
social con sólo pintarlos para que parezcan dominantes,
un centímetro más de negro que otro compañero, ni tam-
rechaza ya esta hipótesis del receptor escéptico (Parsons
poco existen datos de que los dominantes sean más “ex-
y Baptista 1980, Fugle y Rothstein 1987, Holberton et al.
perimentados” que los subordinados (Wiley 1991). En los
1989, Hogstad y Kroglund 1993, Grasso et al. 1996, Senar
casos en que las señales de estatus están ligadas con la
y Camerino 1998).
edad (con jóvenes más crípticos y con menores manchas
que los adultos), sí que la hipótesis podría funcionar, ya
La hipótesis del control social
que los adultos, debido a su mayor edad, son más experi-
Como alternativa a la hipótesis del receptor escéptico, mentados (Maccarone 1987, Enoksson 1988, Desrochers
también llamada de la incongruencia, Rohwer (1977) y 1992). Por tanto es factible que a los jóvenes con mucho
218 J.C. Senar
negro se les viera más, a la vez que su inexperiencia no sos relacionados con la reproducción (selección sexual)
les permitiese escapar del depredador. Experimentos si- pueden estar relacionados con los procesos de interacción
milares a los realizados por Götmark y Unger (1994) con social (selección social) (Senar 1999).
animales disecados podrían aportar importantes datos so-
bre el tema. Estratégias Evolutivamente Estables mixtas
Hipótesis sobre el coste de mantenimiento y producción Tradicionalmente se pensaba que ser dominante siem-
pre era ventajoso y que los subordinados estaban espe-
Maynard Smith y Harper (1988), mediante estudios rando algún día ser dominantes. Es por ello que los sajones
teóricos, han sugerido que la señalización honesta del denominaban a los subordinados “hopeful dominants”
estatus social podría ser estable siempre y cuando los in- (West Eberhard 1975, Ekman 1989, Hogstad 1989). Sin
dividuos mentirosos pagasen un importante coste cuando embargo, Maynard-Smith (1982a) y Rohwer (1982b) han
se enfrentan a individuos de mayor estatus. La presencia sugerido que esto no tiene por que ser siempre así, y que
de una mayor tasa metabólica en los individuos dominan- los individuos de distinto estatus pueden estar siguiendo
tes de varias especies (Roskaft et al. 1986, Hogstad 1987, distintas estrategias igualmente exitosas; son las llama-
Reinertsen y Hogstad 1994, Bryant y Newton 1994, das Estratégias Evolutivamente Estables mixtas (Maynard
Cristol 1995a), ha conducido a algunos autores a sugerir Smith 1982a). El estudio de los patrones de reproducción
que los costes de estas señales de estatus pueden estar de la dendroica amarilla Dendroica petechia sugiere que
relacionados con el metabolismo (Johnstone y Norris dominantes y subordinados siguen distintas pero igual-
1993). Sin embargo, otros trabajos sugieren que en espe- mente exitosas estrategias (Studd y Robertson 1985b, pero
cies con señales de estatus, la relación debería ser inver- ver Yezerinac y Weatherhead 1997). En este caso, si las
sa, con los individuos subordinados presentando una ma- dos estrategias son favorables ya no debemos ver a los
yor tasa metabólica que los dominantes. En estas espe- subordinados como individuos que desean ser dominan-
cies los dominantes no deben defender su estatus median- tes y son por tanto capaces de mentir para conseguir estas
te continuas agresiones sino que muchas veces disfrutan ventajas adicionales; bajo este punto de vista el problema
de su estatus y el acceso preferencial a los recursos sim- evolutivo de la mentira desaparece. Estudios teóricos
plemente señalizando la dominancia con el color de su adicionalmente muestran que en este contexto la apari-
plumaje (Senar y Camerino 1998); por el contrario, los ción de individuos mentirosos no afecta a la estabilidad
subordinados están continuamente atentos a la presencia del sistema (Számado 2000). Las especies con un tipo de
de dominantes, a los que activamente evitan, lo cual organización social de tipo “Feudal” (Rohwer y Ewald
incrementa su tasa metabólica (Senar et al. 2000). 1981, Senar et al. 1990, Wiley 1990, Cristol 1995b, Senar
Owens y Hartley (1991) y Johnstone y Norris (1993) et al. 1997) se adaptan perfectamente a este modelo. Una
sugirieron que el coste de estas señales podía aparecer predicción de esta hipótesis es que la distribución de fre-
durante su producción. En este sentido se ha sugerido que cuencias de los tamaños de las señales de estatus debería
si bien la testosterona está implicada en la producción de ser bimodal. Este es el caso del lúgano (Senar et al. 1993).
las señales de estatus (Evans et al. 2000), su efecto Sin embargo este patrón es simplemente uno de los posi-
inmunodepresivo (Zuk et al. 1990, Folstad y Karter 1992, bles, y esta claro que en muchas especies ser dominante
Saino et al. 1995, Silver et al. 1996, Saino y Møller 1996, es ventajoso (Senar 1994): la idea de que las jerarquías
Møller et al. 1996) determinaría que las señales de estatus sociales se conforman a una EEE mixta puede por tanto
pudieran ser solamente mantenidas por aquellos indivi- no ser de aplicación general.
duos de alta calidad, que pueden sobrevivir a pesar de la
asociada reducción en la actividad de su sistema inmune
(González et al. 1999a, Poiani et al. 2000). Sin embargo, Recapitulando
los datos de los que se dispone indican que el efecto de la
testosterona sobre el sistema inmune no esta del todo cla- Como hemos visto, existen varias hipótesis que inten-
ro y que la relación parece ser mucho más compleja de lo tan explicar la estabilidad evolutiva de los sistemas de
que hasta entonces se pensaba (Veiga 1993, Hasselquist señalización de estatus, pero ninguna de ellas esta plena-
et al. 1999, González et al. 1999b, Poiani et al. 2000, Evans mente apoyada por los datos. Probablemente no existe
et al. 2000). una única ruta evolutiva que explique todas las señales de
Experimentos con gorriones comunes han demostra- estatus, y por tanto no existe un único mecanismo que
do que los individuos a los que se les manipula el tamaño mantenga la honestidad y estabilidad de estas señales.
del babero aumentándolo, convirtiéndolos en mentirosos, Muy probablemente el tipo de organización social que
reducen su tasa de supervivencia, probablemente como caracteriza a una especie fuerza que algunos mecanismos
resultado de su mayor atractivo sexual y por tanto mayor puedan actuar en mejor o peor grado. Ya se ha comentado
esfuerzo reproductivo (Veiga 1995). Estos resultados son que en especies con una organización social de tipo feu-
muy sugerentes y parecen demostrar la existencia de un dal, tanto dominantes como subordinados pueden ser
verdadero handicap asociado a la presencia de señales de evolutivamente “exitosos”, permitiendo la estabilidad del
estatus, pero todavía no esta nada claro cómo los proce- sistema, mientras que en especies con una organización
CAPÍTULO 11: LA EVOLUCIÓN DE LAS SEÑALES DE ESTATUS SOCIAL 219
social despótica, esto no tiene por qué ser así. En algunas mar que las señales de estatus existen, que su honestidad
especies los procesos de se lección sexual pueden expli- es posible, y que existen diferentes maneras por las cua-
car en gran medida la evolución de las señales de estatus les la mentira se pueda controlar, pero no existe ninguna
social (Berglund et al. 1996), mientras que en otras, los razón obvia que permita decir que alguna de esas mane-
caracteres evolucionan solamente por selección social ras es la única (Senar 1999).
(Tanaka 1996). Por tanto, y de momento, podemos afir-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BALPH, M.H., BALPH, D.F. y ROMESBURG, H.C. 1979. Social sta- GÖTMARK, F. y HOHLFÄLT, A. 1995. Bright male plumage and
tus signalling in winter flocking birds: an examination of a current predation risk in passerine birds: are males easier to detect than
hypothesis. Auk 96: 78-93. females? Oikos 74: 475-484.
BELTHOFF, J.R., DUFTY, A.M.JR. y GAUTHREAUX, S.A. 1994. GÖTMARK, F., POST, P., OLSSON, J. y HIMMELMANN, D. 1997.
Plumage variation, plasma steroids and social dominance in male Natural selection and sexual dimorphism: sex-biased sparrowhawk
House Finches. Condor 96: 614-625. predation favours crypsis in female chaffinches. Oikos 80: 540-548.
BERGLUND, A., BISAZZA, A. y PILASTRO, A. 1996. Armaments GÖTMARK, F. y UNGER, U. 1994. Are conspicuous birds unprofitable
and ornaments: an evolutionary explanation of traits of dual utility. prey? field experiments with Hawks and stuffed prey species. Auk
Biol. J. Linn. Soc. 58: 385-399. 111: 251-262.
BRYANT, D.M. y NEWTON, A.V. 1994. Metabolic costs of dominance GRASSO, M.J., SAVALLI, U.M. y MUMME, R.L. 1996. Status
in dippers, Cinclus cinclus. Anim. Behav. 48: 447-455. signalling in Dark-eyed Juncos: perceived status of other birds
BUTCHER, G.S. y ROHWER, .A. 1989. The evolution of conspicuous affects dominance interactions. Condor 98: 636-639.
and distinctive coloration for communication in birds. Current HASSELQUIST, D., MARSH, J.A., SHERMAN, P.W. y WINGFIELD,
Ornithology 6: 51-108. J.C. 1999. Is avian humoral immunocompetence supressed by
CARYL, P.G. 1982. Telling the truth about intentions. J. theor. Biol. 97: testosterone? Behav. Ecol. Sociobiol. 45: 167-175.
679-689. HOGSTAD, O. 1987. It is expensive to be dominant. Auk 104: 333-
CRISTOL, D.A. 1995a. Costs of switching social groups for dominant 336.
and subordinate dark-eyed juncos (Junco hyemalis). Behav. Ecol. HOGSTAD, O. 1989. Social organization and dominance behavior in
Sociobiol. 37: 93-101. some Parus species. Wilson Bull. 254: 262.
CRISTOL, D.A. 1995b. The coat-tail effect in merged flocks of dark- HOGSTAD, O. y KROGLUND, R.T. 1993. The throat badge as a status
eyed juncos: social status depends on familiarity. Anim. Behav. 50: signal in juvenile male Willow tits Parus montanus. J. Orn. 134:
151-159. 413-423.
DESROCHERS, A. 1992. Age and foraging success in European HOLBERTON, R.L., ABLE, K.P. y WINGFIELD, J.C. 1989. Status
blackbirds: variation between and within individuals. Anim. Behav. signalling in dark-eyed juncos, Junco hyemalis: plumage
43: 885-894. manipulations and hormonal correlates of dominance. Anim. Behav.
EKMAN, J.B. 1989. Ecology on non-breeding social systems of Parus. 37: 681-689.
Wilson Bull. 101: 263-288. HUNTINGFORD, F. y TURNER, A. 1987. Animal conflict. Chapman
ENOKSSON, B. 1988. Age- and sex-related differences in dominance and Hall, London.
and foraging behaviour of nuthatches Sitta europaea. Anim. Behav. JÄRVI, T. y BAKKEN, M. 1984. The function of the variation in the
36: 231-238. breast stripe of the Great tit (Parus major). Anim. Behav. 32:
EVANS, M.R., GOLDSMITH, A.R. y NORRIS, R.A. 2000. The effects 590-596.
of testosterone on antibody production and plumage coloration in JÄRVI, T., WALSO, O. y BAKKEN, M. 1987. Status signalling by Parus
male house sparrows (Passer domesticus). Behav. Ecol. Sociobiol. major: an experiment in deception. Ethology 76: 334-342.
47: 156-163. JOHNSTONE, R.A. y NORRIS, K.J. 1993. Badges of status and the
FICKEN, M.S., WEISE, C.M. y POPP, J.W. 1990. Dominance rank and cost of aggression. Behav. Ecol. Sociobiol. 32: 127-134.
resource access in winter flocks of Black-capped Chickadees. JONES, I.L. 1990. Plumage variability functions for status signalling in
Wilson Bull. 102: 623-633. least auklets. Anim. Behav. 39: 967-975.
FOLSTAD, I. y KARTER, A.J. 1992. Parasites, bright males, and the KETTERSON, E.D. 1979. Status signaling in Dark-eyed juncos. Auk
immunocompetence handicap. Am. Nat. 139: 603-622. 96: 94-99.
FUGLE, G.N. y ROTHSTEIN, S.I. 1987. Experiments on the control of KEYS, G.C. y ROTHSTEIN, S.I. 1991. Benefits and costs of dominance
deceptive signals of status in White-crowned Sparrows. Auk 104: and subordinance in white-crowned sparrows and the paradox of
188-197. status signalling. Anim. Behav. 42: 899-912.
FUGLE, G.N., ROTHSTEIN, S.I., OSENBERG, C.W. y McGINLEY, LEMEL, J. y WALLIN, K. 1993. Status signalling, motivational
M.A. 1984. Signals of status in wintering white-crowned sparrows, condition and dominance: an experimental study in the great tit,
Zonotrichia leucophrys gambelii. Anim. Behav. 32: 86-93. Parus major L. Anim. Behav. 45: 549-558.
GEIST, V. 1966. The evolutionary significance of mountain sheep horns. MACCARONE, A.D. 1987. Age-class differences in the use of food
Evolution 20: 558-566. sources by European Starlings. Wilson Bull. 99: 699-704.
GONZÁLEZ, G., SORCI, G. y de LOPE, F. 1999a. Seasonal variation MAYNARD SMITH, J. 1982a. Evolution and the theory of games.
in the relationship between cellular immune response and badge Cambridge Univ. Press, Cambridge.
size in male house sparrows (Passer domesticus). Behav. Ecol. MAYNARD SMITH, J. y HARPER, D.G.C. 1988. The evolution of
Sociobiol. 46: 117-122. aggression: can selection generate variability? Phil. Trans. R. Soc.
GONZÁLEZ, G., SORCI, G., MØLLER, A.P., NINNI, P., HAUSSY, C. Lond. B 319: 557-570.
y DE LOPE, F. 1999b. Immunocompetence and condition- MØLLER, A.P. 1987a. Social control of deception among status
dependent sexual advertisement in male house sparrows (Passer signalling House sparrows Passer domesticus. Behav. Ecol.
domesticus). J. Anim. Ecol. 68: 1225-1234. Sociobiol. 20: 307-311.
220 J.C. Senar
MØLLER, A.P. 1987b. Variation in badge size in male house sparrows SENAR, J.C. 1999. Plumage coloration as a signal of social status. En
Passer domesticus: evidence for status signalling. Anim. Behav. N. Adams y R. Slotow (eds.): Proc. 22 Int. Ornithol. Congr., Durban.
35: 1637-1644. Pp. 1669-1686. BirdLife South Africa, Johannesburg
MØLLER, A.P. 1989. Natural and sexual selection on a plumage signal SENAR, J.C. y CAMERINO, M. 1998. Status signalling and the ability
of status and on morphology in house sparrows, Passer domesticus. to recognize dominants: an experiment with siskins (Carduelis
J. evol. Biol. 2: 125-140. spinus). Proc. R. Soc. Lond. B 265: 1515-1520.
MØLLER, A.P. 1990. Sexual behaviour is related to badge size in the SENAR, J.C., CAMERINO, M., COPETE, J.L. y METCALFE, N.B.
house sparrow Passer domesticus. Behav. Ecol. Sociobiol. 27: 1993. Variation in black bib of the Eurasian Siskin (Carduelis
23-29. spinus) and its role as a reliable badge of dominance. Auk 110:
MØLLER, A.P., KIMBALL, R.T. y ERRITZOE, J. 1996. Sexual 924-927.
ornamentation, condition, and immune defence in the house sparrow SENAR,J.C., CAMERINO,M. y METCALFE,N.B. 1990. Familiarity
Passer domesticus. Behav. Ecol. Sociobiol. 39: 317-322. breeds tolerance: the development of social stability in flocking
OWENS, I.P.F. y HARTLEY, I.R. 1991. “Trojan sparrows”: evolutionary Siskins (Carduelis spinus). Ethology 85: 13-24.
consequences of dishonest invasion for the badges-of-status model. SENAR, J.C., CAMERINO, M. y METCALFE, N.B. 1997. A
Am. Nat. 138: 1187-1205. comparison of agonistic behaviour in two Cardueline finches: feu-
PARSONS, J. y BAPTISTA, L.F. 1980. Crown coloration and dal species are more tolerant than despotic ones. Etología 5: 73-82.
dominance in the White-crowned Sparrow. Auk 97: 807-815. SENAR, J.C., POLO, V., URIBE, F. y CAMERINO, M. 2000. Status
POIANI, A., GOLDSMITH, A.R. y EVANS, M.R. 2000. Ectoparasites signalling, metabolic rate and body mass in the siskin: the cost of
of house sparrows (Passer domesticus): an experimental test of the being a subordinate. Anim. Behav. 59: 103-110.
immunocompetence handicap hypothesis and a new model. Behav. SHIELDS, W.M. 1977. The social significance of avian winter plumage
Ecol. Sociobiol. 47: 230-242. variability: a comment. Evolution 31: 905-907.
PROCTER-GRAY, E. 1991. Female-like plumage of subadult male SILVER, R., ZHUANG, X.X. y SILVERMAN, A.J. 1996. Immunocom-
American Redstarts does not reduce aggression from other males. petence, mast cells and sexual behaviour. Ibis 138: 101-111.
Auk 108: 872-879. SLOTOW, R., ALCOCK, J. y ROTHSTEIN, S.I. 1993. Social status
REINERTSEN, R.E. y HOGSTAD, O. 1994. Influence of social status signalling in white-crowned sparrows: an experimental test of the
on the nocturnal energy expenditure of the Willow Tit Parus social control hypothesis. Anim. Behav. 46: 977-989.
montanus. Fauna norv. Ser. C, Cinclus 17: 27-42. STUDD, M.V. y ROBERTSON, R.J. 1985a. Evidence for reliable badges
ROHWER, S.A. 1975. The social significance of avian winter plumage of status in territorial yellow warblers (Dendroica petechia ). Anim.
variability. Evolution 29: 593-610. Behav. 33: 1102-1113.
ROHWER, S.A. 1977. Status signaling in Harris sparrows: some STUDD, M.V. y ROBERTSON, R.J. 1985b. Sexual selection and varia-
experiments in deception. Behaviour 61: 107-129. tion in reproductive strategy in male yellow warblers (Dendroica
ROHWER, S.A. 1978. Reply to Shields on avian winter plumage petechia). Behav. Ecol. Sociobiol. 17: 101-109.
variability. Evolution 32: 670-673. SZÁMADO, S. 2000. Cheating as a mixed strategy in a simple model
ROHWER, S.A. 1982b. The evolution of reliable and unreliable badges of aggressive communication. Anim. Behav. 59: 221-230.
of fighting ability. Amer. Zool. 22: 531-546. TANAKA, Y. 1996. Social selection and the evolution of animal signals.
ROHWER, S.A. y EWALD, P.W. 1981. The cost of dominance and Evolution 50: 512-523.
advantage of subordination in a badge signaling system. Evolution VEIGA, J.P. 1993. Badge size, phenotypic quality, and reproductive
35: 441-454. success in the House Sparrow: a study on honest advertisement.
ROHWER, S.A. y ROHWER, F.C. 1978. Status signalling in Harris Evolution 47: 1161-1170.
sparrows: experimental deceptions achieved. Anim. Behav. 26: VEIGA, J.P. 1995. Honest signalling and the survival cost of badges in
1012-1022. the House Sparrow. Evolution 49: 570-572.
ROPER, T.J. 1986. Badges of status in avian societies. New Scient. 109: WATT, D.J. 1986. A comparative study of status signalling in sparrows
38-40. (genus Zonotrichia). Anim. Behav. 34: 1-15.
ROSKAFT, E., JÄRVI, T., BAKKEN, M., BECH, C. y REINERTSEN, WEST EBERHARD, M.J. 1975. The evolution of social behaviour by
R.E. 1986. The relationship between social status and resting kin selection. Quat. Rev. Biol. 50: 1-33.
metabolic rate in great tits (Parus major) and pied flycatchers WHITFIELD, D.P. 1987. Plumage variability, status signalling and in-
(Ficedula hypoleuca). Anim. Behav. 34: 838-842. dividual recognition in avian flocks. Trend. Ecol. Evol. 2: 13-18.
SAINO, N. y MØLLER, A.P. 1996. Sexual ornamentation and WILEY, R.H. 1990. Prior-residency and coat-tail effects in dominance
immunocompetence in the barn swallow. Behav. Ecol. 7: 227-232. relationships of male dark-eyed juncos Junco hyemalis. Anim.
SAINO, N., MØLLER, A.P. y BOLZERN, A.M. 1995. Testosterone Behav. 40: 587-596.
effects on the immune system and parasite infestations in the barn WILEY, R.H. 1991. Both high- and low-ranking white-throated sparrows
swallow (Hirundo rustica): An experimental test of the immuno- find novel locations of food. Auk 108: 8-15.
competence hypothesis. Behav. Ecol. 6: 397-404. WOLFENBARGER, L.L. 1999. Is red coloration of male Northern
SAVALLI, U.M. 1995. The evolution of bird coloration and plumage Cardinals beneficial during the nonbreeding season?: a test of sta-
elaboration. A review of hypotheses. Current Ornithology 12: tus signaling. Condor 101: 655-663.
141-190. YEZERINAC, S.M. y WEATHERHEAD, P.J. 1997. Extra-pair mating,
SCHJELDERUP-EBBE, T. 1922. Beiträge zur Sozialpsychologie des male plumage coloration and sexual selection in yellow warblers
Haushuhns. Z. Psychol. 88: 225-252. (Dendoica petechia). Proc. R. Soc. Lond. B 264: 527-532.
SENAR, J.C. 1994. Vivir y convivir: la vida en grupos sociales. En J. ZUK, M., JOHNSON, K., THORNHILL, R. y LIGON, J.D. 1990.
Carranza (ed.): Etología: Introducción a la ciéncia del comporta- Parasites and male ornaments in free-ranging and captive red jungle
miento. Pp. 205-233. Univ. of Extremadura, Cáceres fowl. Behaviour 114: 232-248.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
Existen tres trabajos en los que se ha revisado la distinta literatura sobre la señalización de estatus: Roper (1986), Whitfield (1987)
y Senar (1999). Los tres son de obligada lectura. Butcher y Rohwer (1989) presentan una buena revisión sobre la utilización comunicativa
del color del plumaje en distintos contextos. Johnstone y Norris (1993) discuten en un buen trabajo los problemas evolutivos de las
señales de estatus.
Capítulo 12: COEVOLUCIÓN
Manuel Soler
DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA ANIMAL Y ECOLOGÍA, FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE GRANADA.
18071-Granada. E-mail: msoler@goliat.ugr.es
La existencia de coevolución implica cambio evolutivo recíproco en las especies que interaccionan. Hay que ser
muy cauto a la hora de describir una interrelación entre especies como el resultado de un proceso coevolutivo, ya
que coadaptación no implica coevolución y, a veces, aunque la asociación entre dos especies sea aparentemente
perfecta, puede no haber existido un proceso coevolutivo. La coevolución está considerada como uno de los princi-
pales procesos responsables de la enorme biodiversidad existente en nuestro planeta, además, algunos de los acon-
tecimientos más importantes en la historia de la vida han sido el resultado directo de procesos coevolutivos (el
origen de las células eucariotas, el origen de las plantas, el desarrollo del sistema digestivo, etc.). Durante la última
década se ha puesto de manifiesto que existen diferencias importantes entre zonas en las adaptaciones desarrolladas
por las especies que están interaccionando, por lo que la estructura geográfica es un aspecto muy importante que
frecuentemente es el que dirige el proceso coevolutivo. Lo que ocurre a nivel local es sólo el material bruto para los
patrones que se desarrollan y los procesos que tienen lugar a escalas geográficas más amplias. A lo largo de este
capítulo, después de describir brevemente los tres tipos principales de interacción (competición, explotación y
mutualismo) en los que se puede producir coevolución, se comentan los modelos coevolutivos más importantes
incluidos los que se dan en las interacciones antagónicas, los que producen convergencia o divergencia evolutiva y
los responsables de procesos de especiación.
La coevolución esta ampliamente aceptada como uno rán adaptaciones locales que actuarán como fuerzas de
de los principales procesos responsables de la enorme diversificación entre ellas, pero la emigración de indivi-
biodiversidad existente en nuestro planeta, habiéndose duos de esas especies entre poblaciones provocará un flu-
sugerido que la especiación (ver Capítulo 18) producida jo de genes que tenderá a homogeneizar los fenotipos exis-
en las interacciones coevolutivas entre especies es la cau- tentes en cada una de ellas. Esta relación entre adaptacio-
sa básica de que en la Tierra existan millones de especies nes locales y migración es la responsable de que se pro-
en lugar de miles (Thompson 1994). Por otro lado, cada duzca el mosaico geográfico coevolutivo provocando que
vez queda más patente que algunos de los acontecimien- en distintas poblaciones se puedan encontrar diferentes
tos más importantes en la historia de la vida han sido el estados coevolutivos en las especies que interaccionan.
resultado directo de procesos coevolutivos (Thompson La mayor parte de los estudios sobre coevolución han
1999). Por ejemplo, el origen de las células eucariotas (a consistido en buscar selección recíproca entre parejas o
través de coevolución con organismos simbiontes que die- pequeños grupos de especies en una zona. Estos estudios
ron lugar a las mitocondrias), el origen de las plantas (me- locales, normalmente llevados a cabo durante un periodo
diante la simbiosis que produjo los cloroplastos), el desa- breve de tiempo, han aportado escasa evidencia de la exis-
rrollo del sistema digestivo (a través de simbiosis con di- tencia de cambio coevolutivo dando la impresión de que
ferentes tipos de microorganismos), etc. Además, una me- la coevolución es bastante rara, o incluso, aportando en
jor comprensión de los procesos coevolutivos está ayu- ocasiones resultados contradictorios. Por otro lado, los
dando a profundizar en temas de interés para el hombre estudios sobre sistemas más complejos en los que inte-
como la conservación de la biodiversidad, dinámica de raccionan numerosas especies (coevolución difusa) han
las epidemias, patología vegetal, mantenimiento de la re- sido bastante más frustrantes. La gran ventaja de la hipó-
producción sexual, dinámica de algunos polimorfismos tesis del mosaico geográfico coevolutivo es que explica
genéticos y a mejorar la eficacia de los programas de con- la obtención de datos contradictorios en diferentes pobla-
trol biológico y los esfuerzos conservacionistas. ciones y, además, ha conseguido desarrollar hipótesis es-
Existen varias posibilidades de proceso coevolutivo pecíficas sobre los procesos coevolutivos y sus efectos
(Thompson 1994, Futuyma 1998) que pueden dar lugar a ecológicos que puedan ser testadas en comunidades natu-
distintos conceptos de coevolución. Los dos tipos más rales evitando la frustración que provocaba el enfocar los
importantes son la coevolución específica y la coevolu- cambios evolutivos recíprocos bien como coevolución
ción difusa. La forma más sencilla se produce cuando específica o bien como coevolución difusa. Durante los
dos especies evolucionan recíprocamente una en respuesta últimos años se han publicado numerosos estudios que
a la otra. Se conoce con el nombre de coevolución espe- han puesto de manifiesto que las distintas poblaciones
cífica, y puede dar lugar a una carrera de armamentos difieren entre sí genéticamente y que los resultados de las
evolutiva (Dawkins y Krebs 1979) que puede provocar interacciones específicas son diferentes entre poblacio-
divergencia de rasgos en especies competidoras, o tam- nes dependiendo del rango geográfico.
bién se puede producir convergencia de rasgos en espe- La hipótesis del mosaico geográfico describe el proce-
cies mutualistas. Estos sistemas coevolutivos en los que so coevolutivo basándose en tres premisas (Thompson
sólo interaccionan dos (o unas pocas) especies son, al 1999): (1) existe una selección en mosaico que actúa entre
menos en teoría, los más adecuados para demostrar la las distintas poblaciones favoreciendo diferentes trayec-
existencia de coevolución, ya que si las presiones selecti- torias evolutivas en cada una de ellas, por tanto, el resulta-
vas son lo suficientemente fuertes, es de esperar que apa- do de las interacciones frecuentemente difiere entre las
rezcan adaptaciones y contra-adaptaciones detectables en poblaciones de las especies que están interactuando. (2)
ambas especies. Existen puntos calientes coevolutivos donde la frecuen-
La coevolución difusa es la que se produce cuando en cia de fenotipos adaptativos es elevada, y nutren, vía mi-
las interacciones participan un número elevado de espe- graciones (flujo de genes) a las comunidades en las cuales
cies. Es mucho más frecuente en la naturaleza que la la selección recíproca es menos patente o no tiene lugar. Y
coevolución específica, y sin embargo se han realizado
(3), existe una mezcla geográfica de las características o
muchos más estudios empíricos sobre ésta que sobre la
rasgos que están coevolucionando, que es el resultado de
difusa, seguramente como consecuencia de que la defini-
varios factores como la selección en mosaico, los puntos
ción de coevolución difusa es poco precisa y dificulta el
calientes coevolutivos, el flujo de genes, la deriva genéti-
diseño de estudios experimentales. Por esto se han produ-
cido intentos de ofrecer una definición más precisa (Iwao ca y la extinción local de algunas poblaciones.
y Rausher 1997) y/o una base teórica adecuada (como la La hipótesis del mosaico geográfico coevolutivo ha
hipótesis del mosaico geográfico (ver más abajo), Thomp- supuesto un avance importante, no sólo por lo ya especi-
son 1994) que permitan avanzar en el conocimiento cien- ficado, sino porque además, sugiere predicciones diferen-
tífico de este tema que, por los motivos especificados, ha tes a las aportadas por la coevolución considerada a nivel
estado bastante estancado durante demasiado tiempo. local. Actualmente se acepta la idea de que el mosaico
La hipótesis del mosaico geográfico coevolutivo fue geográfico de las interacciones entre especies es el que
propuesta por Thompson (1994) considerando las posibi- dirige el proceso coevolutivo (Thompson 1994). Por tan-
lidades dinámicas de la coevolución que puede estar ocu- to, si se quiere comprender realmente la dinámica evolu-
rriendo en distintas poblaciones. En cada una se produci- tiva de las relaciones entre especies que están interaccio-
224 Manuel Soler
nando, hay que intentar abordar el estudio abarcando un dencia) que para los depredadores (si fallan en su intento
número lo más elevado posible de poblaciones de las es- de captura sólo sufren un costo en términos de tiempo y
pecies que participan en la interacción. energía), por lo que es de esperar que las adaptaciones en
las presas para evitar a los depredadores aparezcan más
Tipos de interrelaciones entre especies rápidamente que las adaptaciones en los depredadores para
mejorar su eficacia capturando esa presa (Dawkins y Krebs
Antes de estudiar los principales modelos coevolutivos 1979).
que se pueden distinguir, conviene describir brevemente Otro tipo de explotación es la que tiene lugar entre
los diferentes tipos de interrelaciones que se pueden dar parásitos y hospedadores. Como consecuencia de la gran
entre especies. Las especies pueden interaccionar entre sí diversidad de organismos parásitos que existen, con ci-
de muy diferentes maneras, estas interacciones afectan a clos de vida que pueden ser muy simples o enormemente
su abundancia y distribución, y tienen importantes conse- complejos, dependiendo, entre otras cosas, del tipo de
cuencias evolutivas. Siguiendo a Maynard Smith (1998), dispersión entre hospedadores, estas interacciones son
aunque no existen límites precisos entre ellas, se pueden enormemente variadas. Además de los conocidos como
distinguir tres tipos principales de interacción: competi- parásitos externos e internos, existen otros organismos con
ción, explotación y mutualismo y, en todos ellos, se pue- modos de vida muy diferentes que también son conside-
de producir coevolución. rados parásitos; por ejemplo, los llamados parasitoides
que son himenópteros que ponen sus huevos sobre presas
Competición vivas (las larvas que eclosionan de esos huevos se desa-
rrollan en el interior del cuerpo y al emerger al exterior
Es una interacción entre dos o más organismos que
matan al hospedador); o los parásitos de cría, especies
afecta negativamente a la tasa de crecimiento o la tasa de
que ponen sus huevos en los nidos de otros individuos
reproducción. Cuando se produce entre organismos de la
que son los que crían la descendencia parásita. En los sis-
misma especie se habla de “competición intraespecífica”,
temas parásito-hospedador también se produce una carre-
y cuando se trata de especies diferentes se denomina “com-
ra de armamentos en la que puede variar la virulencia de
petición interespecífica”. Si dos especies compiten por
los parásitos y la resistencia ofrecida por los hospedadores.
los mismos recursos, la teoría predice que no pueden co-
Una de las claves del proceso coevolutivo es el tipo de
existir indefinidamente (“Principio de exclusión compe-
transmisión del parásito (Maynard Smith 1998) ya que si
titiva”); si están compitiendo por exactamente los mis-
pasa directamente sólo a la descendencia del hospedador
mos recursos, una de ellas se extinguirá, pero si la com-
(transmisión vertical) se puede predecir que evolucionará
petencia es por una serie más o menos variada de recur-
hacia el mutualismo ya que el éxito reproductor del pará-
sos se puede producir un reparto y ambas podrían sobre-
sito depende del éxito reproductor del hospedador. Por el
vivir. Hay dos tipos de competición intraespecífica en los
contrario, si la transmisión es horizontal, es decir a otros
cuales se ha destacado el papel de la coevolución: la com-
individuos de la población de hospedadores, se puede pre-
petencia entre machos y hembras por conseguir que el
decir que puede ser adaptativo incrementar la virulencia
otro sexo invierta más en cuidados parentales, y la com-
siempre que un mayor nivel de virulencia este relaciona-
petencia entre hermanos durante el desarrollo por los re-
do con el aumento de las posibilidades de transmisión,
cursos existentes (aportados por los padres o no) para su
sobre todo cuando un mismo hospedador puede ser
alimentación (ver Capítulos 9 y 10).
parasitado por distintos individuos que compitan entre sí
por los recursos aportados por el hospedador. La evolu-
Explotación
ción de la virulencia en diferentes sistemas parásito-
Se produce explotación cuando la presencia de una hospedador puede dar lugar a distintos resultados evolu-
especie A estimula el desarrollo de B y la presencia de la tivos (Toft y Karter 1990): (a) puede alcanzar y mante-
especie B inhibe el desarrollo de A (Maynard Smith 1998). nerse en niveles intermedios, (b) puede aumentar, (c) pue-
Son ejemplos de explotación las interacciones antagóni- de disminuir hasta cero (comensalismo), o (d), puede al-
cas que se producen en los sistemas depredadores-presas, canzar valores negativos (mutualismo). Por otro lado, la
plantas-herbívoros y parásitos-hospedadores. aparición de defensas eficaces en el hospedador puede
Las interacciones entre depredadores y presas impli- dar lugar a tres resultados evolutivos diferentes: (a) extin-
can que los individuos de la especie depredadora captu- ción local del parásito, (b) desarrollo de contra-defensas
ran, matan y devoran a los individuos de las especies pre- por parte del parásito, o (c) cambio a un nuevo hospedador
sa. Aunque existen casos de depredadores muy especiali- con defensas menos desarrolladas (Thompson 1994). Hay
zados que actúan sobre sólo una o unas pocas especies una serie de factores de gran importancia, por ejemplo,
presa, lo general es que una especie depredadora actúe densidad de hospedadores, colonialidad, periodo de vida
sobre un rango más o menos amplio de especies. El siste- relativo parásito-hospedador, evolución de la virulencia
ma depredador-presa está considerado como uno de los facultativa, etc., sobre los que se puede conseguir una in-
ejemplos más claros donde se produce una carrera de ar- formación más detallada en el Capítulo 31.
mamentos coevolutiva que, en este caso, es asimétrica ya Las interacciones entre plantas y herbívoros también
que las presiones selectivas son mucho más fuertes para son enormemente variadas como consecuencia de la gran
las presas (el depredador las mata y no dejan más descen- diversidad de sistemas plantas-herbívoros que existen,
CAPÍTULO 12: COEVOLUCIÓN 225
Tabla 1
Tipos de interacción y modelos coevolutivos que se pueden describir en cada uno de ellos.
Actualizado a partir de Thompson 1994 y Thompson 1999
donde la fuerza de las presiones selectivas involucradas polinizadores interaccionan con un elevado número de
es muy variable. Los herbívoros más importantes son los especies de plantas, pero hay casos donde la interacción
mamíferos y los insectos, y las plantas han desarrollado es mucho más especializada. Los casos extremos de espe-
mecanismos de defensa frente a estos animales que se ali- cificidad se dan en organismos simbiontes, especialmen-
mentan de ellas que incluyen espinas, pelos urticantes y te en los casos de microorganismos que viven dentro de
otros sistemas protectores como acumulación de sílice; un animal o planta hospedadora, en algunos casos las dos
pero sobre todo, defensas químicas, habiendo desarrolla- especies están tan íntimamente integradas que actúan
do sustancias químicas como terpenos, fenoles, alcaloides, como un solo organismo (caso de los líquenes que están
etc, que son tóxicos o actúan como repelentes o venenos formados por la asociación de un alga y un hongo).
para los herbívoros. Los herbívoros a su vez han desarro- En la mayoría de los casos de mutualismo una especie
llado contra-adaptaciones para contrarrestar las defensas interacciona con otra para obtener algún beneficio: las
de las plantas. Teniendo en cuenta que distintas especies plantas ofrecen néctar para conseguir que los insectos las
de plantas disponen de diferentes sistemas defensivos y polinicen; es decir, los insectos no visitan las plantas para
que la variedad es enorme, se explica el hecho de que favorecer que se reproduzcan sino para alimentarse. Esto
cada especie de herbívoro se alimenta de sólo algunas es- conlleva potencialmente la evolución del engaño y, de
pecies de plantas. Aunque algunos mamíferos son bas- hecho, se ha desarrollado en bastantes casos. Así por ejem-
tante generalistas y pueden incluir en su dieta un número plo, algunas plantas engañan a los polinizadores desarro-
relativamente elevado de especies de plantas, los insectos llando flores que se parecen a hembras de la especie
suelen estar mucho más especializados y cada especie se polinizadora, bien visualmente, reproduciendo colores y
alimenta de sólo una o unas pocas especies de plantas formas, o bien olfativamente, produciendo un olor simi-
(también hay insectos fitófagos generalistas como muchas lar al de la feromona producida por la hembra. Cuando el
especies de saltamontes). Distintos individuos de la mis- macho intenta copular con este “cebo” provoca la fecun-
ma especie de insecto fitófago pueden seleccionar distin- dación de la planta y ésta se evita tener que ofrecer un
tas especies de plantas, y distintos individuos de la misma recurso al insecto polinizador. Por otro lado, también se
especie de planta pueden estar siendo atacados por distin- han desarrollado casos en los que los polinizadores (tanto
tas especies de fitófagos. Esto varía considerablemente aves como himenópteros) roban el néctar rompiendo el
entre distintas poblaciones y, como Singer y Parmesan recipiente sin realizar la polinización, es decir, sin ofrecer
(1993) demostraron, la dieta de un insecto fitófago no es a la planta ninguna ventaja. Por todo esto se ha sugerido
una característica del herbívoro ni de la planta, sino de la que el mutualismo también podría ser considerado como
relación existente entre ambos. una explotación recíproca (Futuyma 1998).
Mutualismo
Tipos de modelos coevolutivos y evidencia de
Las interacciones entre dos especies son mutualistas
la existencia de coevolución
cuando ambas se benefician de esa interacción. Las rela-
ciones mutualistas varían considerablemente en su espe- En la Tabla 1 se especifican los principales modelos
cificidad, por ejemplo, muchas especies de insectos coevolutivos que han sido diferenciados según diversos
226 Manuel Soler
tipos de interacciones. A continuación voy a comentar La existencia de la coevolución gen a gen se ha pues-
brevemente (con la excepción de la carrera de armamen- to de manifiesto muy claramente en los estudios de Burdon
tos coevolutiva) cada uno de los tipos de modelos. y Jarosz (Burdon y Jarosz 1991, Jarosz y Burdon 1991)
en el sistema formado por una especie silvestre australia-
Co-especiación y cladogénesis paralela na de lino (Linum marginale) y el hongo del lino
(Melampsora lini), sobre el cual disponen de una detalla-
Co-especiación es la especiación correlacionada de
da información espacial de la estructura genética, tanto
dos linajes asociados (Futuyma 1998). Esta co-especia-
de la resistencia del hospedador como de la virulencia del
ción daría lugar a la existencia de cladogénesis paralela
patógeno. Esta especie de lino se encuentra en una gran
(cuando existe una clara relación entre los clados de dos
diversidad de hábitats que van desde vegetación costera
árboles filogenéticos correspondientes a grupos de espe-
hasta pantanos e incluso vegetación subalpina, pero siem-
cies de un sistema potencialmente coevolutivo, por ejem-
pre aparece como poblaciones pequeñas localizadas, casi
plo, depredador-presa, plantas-herbívoros, etc.) que se ha
siempre con sólo unos pocos cientos de individuos. El
demostrado en numerosas ocasiones; sin embargo, clado-
hongo del lino forma unas pústulas de color naranja sobre
génesis paralela y co-especiación pueden ocurrir sin que
las hojas que disminuyen significativamente la longevi-
se produzca evolución recíproca, y en este caso no sería
dad de la planta hospedadora. La resistencia del
coevolución, para que lo sea es necesario que la especia-
hospedador y la virulencia del patógeno varían conside-
ción en un linaje provoque la especiación en el otro.
rablemente, tanto dentro de las poblaciones como entre
poblaciones de una misma región o de diferentes regio-
Coevolución gen a gen
nes. Jarosz y Burdon (1991) encontraron que algunas po-
Este mecanismo coevolutivo ha sido sugerido en ape- blaciones eran susceptibles de ser atacadas eficazmente
nas treinta sistemas de plantas cultivadas-patógenos, pero por todas las razas de patógenos existentes, otras eran re-
se ha demostrado en apenas una docena de ellos, princi- sistentes a algunas razas de patógenos pero no a otras y,
palmente entre plantas y hongos, pero también con bacte- por último, también había poblaciones que eran resisten-
rias, virus, nematodos y un insecto (Mayetiola destruc- tes a razas del hongo que no existían en la zona. Sin em-
tor) que ataca al trigo (Futuyma 1998). Este concepto de bargo, encontraron escasa correspondencia entre los genes
coevolución está basado en la asunción de que las plantas de resistencia de los hospedadores y los genes de virulen-
y los hospedadores tienen loci complementarios para vi- cia de los patógenos de cada población, lo que sugería
rulencia y resistencia. Es decir, que para cada gen que que las relaciones entre estas especies dentro de cada po-
causa resistencia en el hospedador existe su correspon- blación, no estaban dirigidas por polimorfismos manteni-
diente gen en el parásito que provoca distintos efectos dos por selección dependiente de la frecuencia (ver Capí-
negativos. La mayor parte de los sistemas en los que se ha tulo 16), concluyendo que las interacciones evolucionan
demostrado este mecanismo coevolutivo son asociacio- a una escala espacial mayor, a nivel de meta-población
nes en las cuales el patógeno está especializado en ali- mediante una combinación de selección natural, deriva
mentarse de sólo una especie hospedadora, es decir se trata genética y flujo de genes entre poblaciones.
de casos extremos de coevolución específica.
La coevolución gen a gen da lugar a la existencia de Carrera de armamentos coevolutiva
unos polimorfismos genéticos según la resistencia del
hospedador y la virulencia del parásito. Estos polimorfis- Este mecanismo coevolutivo está ampliamente exten-
mos serían estables a nivel local y mantenidos por selec- dido entre sistemas de especies antagónicas, por ejemplo,
ción dependiente de la frecuencia (ver Capítulo 16) que depredadores-presas, parásitos-hospedadores, herbívoros-
actuaría contra el genotipo más frecuente en la población plantas, etc. Se caracteriza porque se suceden la aparición
de la especie hospedadora. Sin embargo, aunque algunos de adaptaciones y contra-adaptaciones en las especies que
de los modelos genéticos de la coevolución gen a gen pre- interaccionan. La claridad del proceso coevolutivo depen-
dicen polimorfismos cíclicos de resistencia a los genoti- derá del número de especies involucradas en la interrela-
pos virulentos en poblaciones concretas, la mayoría pre- ción ya que éste es el principal factor que influye sobre la
dicen fluctuaciones caóticas y pérdida de los polimorfis- fuerza de las presiones selectivas que están actuando en
mos; sobre todo, cuando en estos modelos matemáticos ambos sentidos. Los ejemplos son muy numerosos ya que
se incorporan aspectos ecológicos además de las caracte- son muchos los sistemas parásito-hospedador que se han
rísticas genéticas, se obtiene que los polimorfismos a ni- estudiado, y también se dispone de bastante información
vel local son inestables y que se mantienen sobre todo a sobre sistemas depredador-presa. Concretamente, el me-
través de una combinación de selección local, flujo de jor ejemplo de coevolución aportado por el registro fósil
genes y una dinámica de colonización y extinción entre es el de los mamíferos herbívoros y los carnívoros que
poblaciones (Thompson 1994). Es decir, que la evolución cazan a sus presas corriendo. En varias líneas evolutivas
gen a gen puede depender, en gran medida, de la estructu- independientes se aprecia que los herbívoros han desa-
ra geográfica y del marco ecológico de las poblaciones rrollado de una forma bastante rápida el mismo mecanis-
que están interaccionando incluyendo las relaciones ge- mo para aumentar su velocidad de huida (modificación
néticas existentes entre ellas (hipótesis del mosaico geo- de la morfología de sus extremidades), mientras que los
gráfico coevolutivo). carnívoros han desarrollado otros mecanismos a una ve-
CAPÍTULO 12: COEVOLUCIÓN 227
Tabla 2
Adaptaciones y contra-adaptaciones del críalo, un parásito de cría especialista y la urraca,
su principal especie hospedadora en los dos periodos iniciales del ciclo reproductivo: antes y durante la puesta.
Antes de la puesta:
Parásito: Selección de la pareja hospedadora.
Hospedador: Defensa del nido por los hospedadores.
Durante la puesta
Parásito: Los críalos destruyen los huevos de urraca al poner el suyo.
Hospedador: Aumentar número de huevos por nido.
Parásito: Consiguen poner el huevo.
Hospedador: Reconocimiento y expulsión del huevo parásito.
Parásito: Comportamiento mafioso (depredación del nido).
Hospedador: Expulsar o no expulsar según las condiciones de abundancia de críalos en la zona.
locidad evolutiva considerablemente más lenta (Bakker, mentar el número de huevos por nido. Soler et al. (2001a)
en Maynard Smith 1998). Bakker interpretaba esta dife- demostraron que en un área con un elevado porcentaje de
rencia en el cambio evolutivo con la idea clásica de que parasitismo, el tamaño de puesta era la variable que ex-
los carnívoros van un paso por detrás de los herbívoros plicaba el éxito reproductor de las parejas parasitadas.
en la carrera evolutiva. También demostraron, estudiando 15 poblaciones distin-
Voy a describir con más detalle un ejemplo concreto, tas de urraca distribuidas por toda Europa, que el tamaño
el de las relaciones coevolutivas entre un parásito de cría de puesta en las poblaciones parasitadas era significativa-
especialista, el críalo (Clamator glandarius) y su princi- mente superior al de las poblaciones no parasitadas, in-
pal especie hospedadora, la urraca (Pica pica). En este cluso después de controlar tanto la distancia geográfica
sistema se han detectado evidencias de la existencia de como la distancia genética entre poblaciones.
coevolución en varias fases del ciclo reproductor de am- El mecanismo de defensa más importante desarrolla-
bas especies (Tabla 2; Soler y Soler 2000). Así, por ejem- do por las especies hospedadoras de los parásitos de cría
plo, antes de la puesta del huevo parásito, los críalos se- es el reconocimiento y la expulsión del huevo parásito, y
leccionan a las parejas de urraca que más invierten en constituye uno de los ejemplos de coevolución más cla-
cuidados parentales (se demostró experimentalmente que ros que existen (Rothstein 1990). En el caso del sistema
las parejas de urraca parasitadas eran capaces de criar un críalo-urraca se ha demostrado que la expulsión de hue-
mayor número de pollos que las que no habían sido vos por parte de las urracas es el resultado de un proceso
parasitadas; J.J. Soler et al. 1995), y esto lo consiguen coevolutivo: primero, porque el porcentaje más elevado
interpretando las señales utilizadas en selección sexual de expulsión de huevos se produce en zonas con una tasa
por su especie hospedadora, concretamente seleccionan- elevada de parasitismo, mientras que los porcentajes de
do nidos de mayor tamaño. Como una respuesta adaptativa expulsión más bajos se registran en zonas donde no exis-
a esta presión selectiva del parásito las urracas reducen el ten los críalos, dándose valores intermedios en las zonas
tamaño del nido, ya que éste es un 33% menor en las zo- con una baja tasa de parasitismo (Soler y Møller 1990,
nas donde las urracas coexisten con los críalos (J.J. Soler Soler et al. 1999b); segundo, porque en un área que ha
et al. 1999a). Como una respuesta más general frente al sido parasitada por los críalos recientemente (hace sólo
parasitismo de los críalos, las urracas han desarrollado un unos 40 años), la expulsión de modelos de huevos mimé-
comportamiento específico de defensa activa del nido ticos y no miméticos ha aumentado significativamente
frente a los parásitos, y los críalos han respondido con desde 1984 hasta la actualidad (Soler et al. 1998a, 1998b).
una contra-defensa consistente en un comportamiento Considerando la enorme importancia que se le da ac-
muy especializado a la hora de poner el huevo parásito en tualmente a la aproximación meta-poblacional (ver lo
el que ambos, macho y hembra, colaboran para disminuir comentado anteriormente para la hipótesis del mosaico
la eficacia del mecanismo de defensa de las urracas (ver coevolutivo), J.J. Soler et al. (1999b) investigaron la in-
revisión en Soler y Soler 2000). fluencia del flujo de genes en la capacidad de reconocer y
Durante la puesta del huevo parásito, la hembra de expulsar huevos de las urracas en 15 poblaciones euro-
críalo destruye algunos de los huevos de la urraca, lo que peas distintas. Las diferencias genéticas entre poblacio-
es una adaptación, ya que este comportamiento aumenta nes se estimaron utilizando microsatélites como marca-
las posibilidades de que su huevo eclosione y disminuye dores. Los resultados mostraron que el porcentaje de ex-
la futura competencia que el pollo parásito tendrá que pulsión de huevos miméticos y no miméticos dependía
soportar en el nido (Soler et al. 1997; para una informa- del nivel de parasitismo de la zona, siendo mayor en las
ción detallada ver Capítulo 30). Las urracas, como una zonas de más parasitismo (Fig. 2). Además, ese porcenta-
contra-defensa frente a la destrucción de sus huevos por je de expulsión dependía de las diferencias genéticas en-
parte del parásito han desarrollado el mecanismo de au- tre poblaciones, mientras que el porcentaje de expulsión
228 Manuel Soler
Uno de los ejemplos mejor conocidos de este tipo de laciones entre córvidos y pinos se ha sugerido que ha exis-
proceso coevolutivo es el de las interacciones entre tido coevolución entre N. Caryocatactes y las especies de
córvidos comedores de piñones y pinos en el norte de pinos con las que coexisten (Tomback 1983). Marzluff y
Eurasia y Norte América. En esta interacción mutualista, Balda (1992), con respecto a las interacciones que se pro-
los córvidos consiguen un alimento fácil de recolectar y ducen en Norte América, han sugerido que seguramente
energéticamente muy rico que, además, puede ser fácil- la interacción comenzó entre G. cyanocephalus, o sus
mente almacenado para ser consumido durante las épo- antecesores, y dos especies de pinos (P. monophylla y P.
cas de escasez. Por su parte, los pinos, obtienen una efi- edulis) o sus antecesores. Partiendo de la base de que las
caz dispersión de sus semillas ya que los córvidos, a tra- especies más adaptadas a estas interacciones son las que
vés de su hábito de esconderlas, lo que están haciendo es están coevolucionando desde más antiguo, Marzluff y
sembrarlas puesto que un elevado porcentaje de ellas no Balda (1992) también sugirieron que N. Colombiana se
llegan a ser consumidas. Las aves presentan una serie de habría incorporado posteriormente a esta interrelación
adaptaciones a explotar este tipo de alimento que inclu- mutualista, y por último, también lo harían las otras dos
yen, por ejemplo, aspectos de su comportamiento (reco- especies de córvidos americanos (A. coerulescens y C.
lección y almacenamiento de los piñones), y de su ciclo stelleri).
de vida (comienzan a reproducirse muy temprano, cuan-
do todavía hace bastante frío, con lo que se consigue que Coevolución diversificadora
los pollos abandonen el nido a tiempo de almacenar sus
propios piñones para el siguiente invierno) y algunas ca- Hay varios modelos coevolutivos en los cuales algu-
racterísticas morfológicas, como un pico largo y puntia- nas poblaciones de una especie evolucionan especializán-
gudo, especializado en la extracción de piñones y una dose a nivel local como resultado de las adaptaciones re-
cavidad sublingual que les sirve para transportarlos. Sin cíprocas con otras especies. Si el flujo de genes entre po-
embargo, estas adaptaciones no están igual de desarrolla- blaciones es lo suficientemente escaso, y el proceso se ve
das en las distintas especies de córvidos (Marzluff y Bal- acompañado por el hecho de que los híbridos entre indi-
da 1992). Los pinos por su parte, también disponen de viduos de distintas poblaciones no sean viables, o se vean
otras adaptaciones a la dispersión de sus semillas por par- considerablemente desfavorecidos, se provoca el aisla-
te de las aves. Principalmente se puede destacar que los miento reproductivo, lo que produce la creación de nue-
piñones son largos y sin expansiones para ser transporta- vas especies sin necesidad de que tenga lugar ningún pro-
dos por el aire, y además, permanecen durante un largo ceso coevolutivo. Sin embargo, hay casos muy claros en
periodo retenidos en las piñas (Marzluff y Balda 1992). los que el aislamiento reproductivo puede ser una conse-
Las adaptaciones de las semillas de los pinos son más cuencia directa de la interacción entre dos especies. Esto
claras que las de los córvidos, lo cual no es de extrañar se produce cuando una especie ejerce un control directo
teniendo en cuenta que las presiones selectivas son más sobre el movimiento de los gametos de la otra especie o
fuertes para las plantas, ya que estas aves son los únicos sobre el éxito de emparejamiento de distintas sub-pobla-
agentes que actúan como dispersadores de sus semillas, ciones de la otra especie. Estos dos tipos de control del
mientras que los córvidos se alimentan de un abanico más apareamiento de otra especie puede dar lugar a coevolu-
amplio de recursos. ción diversificadora produciendo especiación en una o las
Hay varias especies de coníferas involucradas en es- dos especies que están interaccionando (Thompson 1989).
tas interrelaciones mutualistas todas ellas incluidas en el Hay dos tipos de interacciones que cumplen perfectamente
género Pinus, aunque pertenecientes a tres subsecciones estas condiciones para que se produzca coevolución di-
distintas, cuatro especies en Eurasia y tres en Norte Amé- versificadora, son las que se producen entre plantas y po-
rica (Tomback 1983). En Eurasia sólo existe una especie linizadores provocando especialización recíproca extre-
de córvido especializado en consumir piñones que es el ma, y las que ocurren entre hospedadores y organismos
cascanueces (Nucifraga caryocatactes), mientras que en simbiontes intracelulares que se transmiten vía materna.
Norte América existen cuatro especies: el arrendajo de
los piñones (Gymnorhinus cyanocephalus), el cascanue- Especiación en los sistemas polinizadores-plantas
ces de Clark (Nucifraga colombiana), el arrendajo de la
espesura (Apheloma coerulescens), y el arrendajo de Ste- Esta especiación se produce a través de procesos de
ller (Cyanocitta stelleri). Estos dos últimos, al contrario selección sexual (ver Capítulo 13) y control del movi-
que los tres primeros no disponen de picos especializados miento de los gametos. En este tipo de interacción los
que le permitan sacar los piñones de las piñas cuando es- polinizadores controlan directamente el movimiento de
tán cerradas (Fig. 5). Recolectan piñones pero sólo los los gametos de la planta ya que son ellos los que los trans-
que pueden conseguir de piñas parcialmente abiertas portan de una planta a otra seleccionando las flores en
(Tomback 1983, Marzluff y Balda 1992). Según Tomback base a determinadas características. Con frecuencia, las
(1983), el género Nucifraga probablemente se originó en poblaciones de polinizadores y plantas están subdividi-
Eurasia cruzando posteriormente el estrecho de Bering y das en diferentes subpoblaciones aisladas geográficamen-
extendiéndose por Norte América. Teniendo en cuenta las te. Si las preferencias de los polinizadores son claras, es
adaptaciones existentes en cada una de las especies de decir, eligen una característica determinada, independien-
córvidos y la historia evolutiva de cada una de las interre- temente de la frecuencia con que se encuentre en la po-
232 Manuel Soler
importante es el número de especies con los que la espe- que se alimentan diversas especies de insectos, por muta-
cie o clon asexual interacciona (Thompson 1994). Un ción o recombinación, podría producir un producto quí-
ejemplo muy claro para ilustrar esta afirmación es el caso mico de defensa nuevo que le permitiría desembarazarse
de las hormigas cortadoras de hojas de la tribu Attini. de la mayor parte de sus enemigos. Al conseguir escapar
Actualmente se conocen unas 190 especies y todas ellas del ataque de la mayor parte de sus insectos defoliadores
recolectan hojas de una gran variedad de plantas y las se produciría una radiación adaptativa que permitiría a la
utilizan para cultivar hongos. Según los taxónomos, to- planta diversificarse en numerosas especies que compar-
das las especies de hormigas cultivan la misma especie de tirían el nuevo compuesto químico defensivo. Pasado el
hongo, sin embargo, el problema taxonómico es impor- tiempo, alguna o algunas especies de insectos herbívoros
tante ya que estos hongos no forman esporangios. Estos desarrollarían los mecanismos adecuados de detoxifica-
hongos sólo viven en los hormigueros de estas hormigas, ción y resistencia que contrarrestaría la eficacia del com-
fuera de ellos no son capaces de aguantar la competencia puesto defensivo, y entonces experimentarían una radia-
de otros hongos o bacterias. Dependen totalmente de sus ción evolutiva apareciendo especies de insectos cuyas lar-
cuidadoras para sobrevivir y para dispersarse a otros hor- vas quedarían adaptadas a las nuevas especies de plantas
migueros; las jóvenes reinas antes de dispersarse recogen que se habían diferenciado.
micelio del hongo y lo transportan en su boca durante
todo el tiempo que dura el vuelo nupcial y la fecunda-
Conclusiones y futuro de los estudios sobre coevolución
ción, cuando llegan al nuevo nido lo regurgitan en el sue-
lo (Hölldobler y Wilson 1990). Esta interrelación entre
Durante la última década se ha puesto de manifiesto
los hongos y las hormigas cortadoras de hojas es obligada
que existen diferencias importantes entre zonas en las
para ambas partes y el resultado de la coevolución exis-
adaptaciones desarrolladas por las especies que están in-
tente entre ellas (Thompson 1994). Esta interrelación se-
teraccionando, por lo que la estructura geográfica es un
guramente comenzó al principio de la evolución de la tri-
aspecto muy importante que frecuentemente es el que di-
bu Attini, antes de que se produjera la radiación evolutiva
rige el proceso coevolutivo. Lo que ocurre a nivel local es
que dio lugar a las 190 especies conocidas en la actuali-
sólo el material bruto para los patrones que se desarrollan
dad. Realmente es difícil aceptar que en estas 190 versio-
y los procesos que tienen lugar a escalas geográficas más
nes de la interrelación entre una especie de hormiga y el
amplias. Está claro que el enfoque meta-poblacional pro-
hongo coevolucionando separadamente se trate de la mis-
ducirá importantes avances en el conocimiento de la evo-
ma especie de hongo que no ha evolucionado desde el
lución de las interacciones entre organismos. Este enfo-
inicio de la relación, a pesar de que las hormigas han su-
que geográfico se está imponiendo también en materias
frido una importante radiación evolutiva. Para que esto
más amplias como ecología, biología evolutiva y biolo-
fuera cierto habría que comprobar que los hongos culti-
gía de la conservación.
vados por distintas especies de hormigas son capaces de
Por otro lado, puesto que muchos aspectos del enfo-
sobrevivir exitosamente en los hormigueros de otras es-
que geográfico del estudio de la coevolución tienen im-
pecies diferentes, prueba que hasta el momento no se ha
portantes implicaciones en temas como epidemias huma-
realizado.
nas, control biológico, agricultura y conservación, es bas-
tante probable que, como consecuencia de estos estudios,
Coevolución de escape y radiación
la ecología evolutiva se convierta en una de las discipli-
nas más importantes de las ciencias biológicas aplicadas
Este tipo de coevolución se caracteriza porque inclu-
(Thompson 1999).
ye procesos de adaptación y especiación, y se diferencia
de cualquier otro tipo de coevolución en que se considera
como parte importante del proceso coevolutivo un perio- Agradecimientos
do durante el que las especies no interaccionan. Este me-
canismo coevolutivo fue definido en primer lugar por María Dolores García, Gregorio Moreno, Juan J. Soler
Ehrlich y Raven (1964) para explicar las relaciones entre y Mari Carmen Soler leyeron el manuscrito y aportaron
los insectos herbívoros y las plantas de las que se alimen- sugerencias que contribuyeron a mejorar considerable-
tan. Esta hipótesis parte de la base de que una planta de la mente este capítulo.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BROOKE, M. DE L. y DAVIES, N.B. 1988. Egg mimicry by cuckoos BURDON, J.J. y JAROSZ, A.M. 1991. Host-pathogen interactions in
Cuculus canorus in relation to discrimination by hosts. Nature 335: natural populations of Linum marginale and Melampsora lini. I.
630-632. Patterns of resistance and racial variation in a large host population.
BRONSTEIN, J.L. 1987. Maintenance of species-specificity in a Evolution 45: 205-217.
Neotropical fig-pollinator wasp mutualism. Oikos 48: 39-46. DARWIN, C. 1859. On the origin of species by means of natural
BROWN, J.S. y VINCENT, T.L. 1992. Organization of predator-prey selection, or the preservation of favoured races in the struggle for
communities as an evolutionary game. Evolution 46: 1269-1283. life. Facsimile of the 1st ed. Harvard University Press, Cambridge.
BROWN, W.L., Jr., y WILSON, E.O. 1956. Character displacement. DARWIN, C. 1862. On the various contrivances by which British and
Systematic Zoology 5: 49-64. foreign orchids are fertilised by insects, and on the good effects of
234 Manuel Soler
intercrossing. Facsimile ed. Earl M. Coleman, Standfordville, New SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., SOLER, M. y MØLLER, A.P. 1999a.
York. Host sexual selection and cuckoo parasitism: an analysis of nest
DAVIES, N.B. y BROOKE, M. de L. 1989a. An experimental study of size in sympatric and allopatric magpie Pica pica populations
coevolution between the cuckoo, Cuculus canorus, and its hosts. I. parasitized by the great spotted cuckoo Clamator glandarius. Proc.
Host egg discrimination. J. Anim. Ecol. 58: 207-224. R. Soc. Lond. B 266: 1765-1771.
DAVIES, N.B. y BROOKE, M. de L. 1989b. An experimental study of SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., SOLER, M. y MØLLER, A.P. 1999b.
coevolution between the cuckoo, Cuculus canorus, and its hosts. II. Rejection behavior of European magpie populations in relation to
Host egg markings, chick discrimination and general discussion. J. genetic and geographic variation: an experimental test of rejecter-
Anim. Ecol. 58: 225-236. gene flow. Evolution 53: 947-956.
DAWKINS, R. y KREBS, J.R. 1979. Arms races between and within SOLER, J.J. y SOLER, M. 2000. Brood-parasite interactions between
species. Proc. R. Soc. Lond. (B) 205: 489-511. great spotted cuckoos and magpies: a model system for studying
EHRLICH, P.R. y RAVEN, P.H. 1964. Butterflies and plants: A study in coevolutionary relationships. Oecologia 125: 309-320.
coevolution. Evolution 18: 586-608. SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., SOLER, M. y MØLLER, A.P. 2001a.
FLOR, H.H. 1955. Host-parasite interaction in flax rust -its genetics Life history of magpie populations sympatric or allopatric with the
and other implications. Phytopathology 45: 680-685. brood parasitic great spotted cuckoo. Ecology 82: 1621-1631.
FUTUYMA, D.J. 1998. Evolutionary biology. Sinauer Associates, SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., SOLER, M. y MØLLER, A.P. 2001b.
Sunderland. Coevolutionary interactions in a host-parasite system. Ecology
GRANT, P.R. 1994. Ecological character displacement. Science 266: Letters 4: 470-476.
746-747. SOLER, M. y MØLLER, A.P. 1990. Duration of sympatry and
IWAO, K. y RAUSHER, M.D. 1997. Evolution of plant resistance to coevolution between great spotted cuckoo and its magpie hosts.
multiple herbivores: quantifying diffuse coevolution. Am. Nat. 149: Nature: 343: 748-750.
316-335. SOLER, M., SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G. y MØLLER, A.P. 1995.
JANZEN, D.H. 1966. Coevolution of mutualism between ants and Magpie host manipulation by great spotted cuckoos: evidence for
acacias in Central America. Evolution 20: 249-275. an avian mafia? Evolution 49: 770-775.
JANZEN, D.H. 1980. When is it coevolution? Evolution 34: 611-612. SOLER, M., SOLER, J.J. y MARTÍNEZ, J.G. 1997. Great spotted
JAROSZ, A.M. y BURDON, J.J. 1991. Host-pathogen interactions in cuckoos improve their reproductive success by damaging magpie
natural populations of Linum marginale and Melampsora lini. II. host nests. Anim. Behav. 54: 1227-1233.
Local and regional variation in patterns of resistance and racia SOLER, M., SOLER, J.J. y MARTÍNEZ, J.G. 1998a. Duration of
structure. Evolution 45: 1618-1627. sympatry and coevolution between the great spotted cuckoo
MARZLUFF, J.M. y BALDA, R.P. 1992. The pinyon jay: Behavioral (Clamator glandarius) and its primary host the magpie (Pica pica).
ecology of a colonial and cooperative corvid. T. & A.D. Poyser, En S.I. Rothstein y S.K. Robinson S.K. (eds.): Parasitic birds and
London. their hosts. Pp: 113-128. Oxford University Press, Oxford.
MAYNARD SMITH, J. 1998. Evolutionary genetics. Oxford University SOLER, M., SOLER, J.J., MARTÍNEZ, J.G., PÉREZ-CONTRERAS,
Press, Oxford. T. y MØLLER, A.P. 1998b. Micro-evolutionary change and
NILSSON, L.A., JONSSON, L., RALISON, L., y RANDRIANJO- population dynamics of a brood parasite and its primary host: the
HANY, E. 1985. Angraecoid orchids and hawkmoths in central intermittent arms race hypothesis. Oecologia 117: 381-390.
Madagascar: specialized pollination systems and generalist fora- STOUTHAMER, R., LUCK, R.F. y HAMILTON, W.D. 1990. Antiobio-
gers. Biotropica 19: 310-318. tics cause parthenogenetic Trichogramma (Hymenoptera: Trichogra-
PELLMYR, O. y THOMPSON, J.N. 1992. Múltiple occurrences of mmatidae) to rever to sex. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 87: 2424-2427.
mutualism in the yuca moth lineage. Proc. Natl. Acad. Sci. USA THOMPSON, J.N. 1989. Concepts of coevolution. Trends Ecol. Evol.
89: 2927-2929. 4: 179-183.
PIMENTEL, D., FEINBERG, E.H., WOOD, P.W. y HAYES, J.T. 1965. THOMPSON, J.N. 1994. The coevolutionary process. The University
Selection, spatial distribution and the coexistence of competing fly of Chicago Press, Chicago.
species. Am. Nat. 99: 97-109. THOMPSON, J.N. 1999. Specific hypotheses on the geographic mosaic
RIDLEY, M. 1993. Evolution. Blackwell Scientific Publications, of coevolution. Am. Nat. 153: S1-S14.
London. TOFT, A. y KARTER, A.J. 1990. Parasite-host coevolution. Trends Ecol.
ROTHSTEIN, S.I. 1990. A model system for studying coevolution: avian Evol. 5: 226-229.
brood parasitism. Annu. Rev. Ecol. Syst. 21: 481-508. TOMBACK, D.F. 1983. Nutcrackers and pines: coevolution or
ROUGHGARDEN, J. y PACALA, S. 1989. Taxon cycle among Anolis adaptation? En M.H. Nitecki (ed.): Coevolution. Pp: 179-223.
lizard populations: Review of evidence. En D. Otte y J.A. Endler University of Chicago Press, Chicago.
(eds.): Speciation and its consequences. Pp: 403-432. Sinauer VAN VALEN, L. 1973. A new evolutionary low. Evolutionary Theory
Associates, Sunderland. 1: 1-30.
SCHLUTER, D. 1994. Experimental evidence that competition promotes VERMEIJ, G.J. 1994. The evolutionary interaction among species:
divergence in adaptive radiation. Science 266: 798-801. selection, escalation, and coevolution. Annu. Rev. Ecol. Syst. 25:
SINGER, M.C. y PARMESAN, C. 1993. Sources of variations in 219-236.
patterns of plant-insect association. Nature 361: 251-253. ZAHAVI, A. 1979. Parasitism and nest predation in parasitic cuckoos.
SOLER, J.J., SOLER, M., MØLLER, A.P. y MARTÍNEZ, J.G. 1995. Am. Nat. 113: 157-159.
Does the great spotted cuckoo chose magpie hosts according to their
parenting ability? Behav. Ecol. Sociobiol. 36: 201-206.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) THOMPSON, J.N. 1994. The coevolutionary process. The University of Chicago Press, Chicago. Es, sin lugar a dudas, el mejor
libro que se ha publicado sobre coevolución. Sin embargo no se trata de una revisión exhaustiva sobre el tema, sino que principal-
mente está dedicado a desarrollar la hipótesis del mosaico coevolutivo.
(2) FUTUYMA, D.J. 1998. Evolutionary biology. Sinauer Associates, Sunderland. Es de los pocos libros generales sobre evolución
que dedica un capítulo a la coevolución, concretamente el capítulo 18 (“Evolution of interaction among species”).
(3) Suplemento al volumen 153 de American Naturalist (Mayo 1999). Todo este fascículo está dedicado al estudio de la coevolución.
Tal y como se especifica en el primer capítulo, el volumen tiene tres objetivos principales: mostrar cómo se puede estudiar coevolución
en comunidades naturales, evaluar los conocimientos actuales sobre los procesos coevolutivos y sugerir hipótesis específicas sobre
el mosaico geográfico coevolutivo.
Capítulo 13: SELECCIÓN SEXUAL
El mayor potencial de los machos para aumentar su éxito reproductivo a través de la inversión en conseguir
apareamientos, determina que en la mayoría de las especies animales éstos hayan desarrollado numerosos caracteres
extravagantes que usan para competir por las hembras y que no están presentes en ellas. La extravagancia de esos
caracteres no es arbitraria, sino que los costes que implica su exageración, los convierten en señales honestas de
distintos tipos de calidad en los que están interesados tanto otros machos competidores como las hembras. Mediante
el estudio de la selección sexual podemos encontrar una explicación evolutiva a apreciaciones aparentemente subje-
tivas de la “belleza” de otros individuos, tanto en humanos como en el resto de los seres vivos. No sólo los animales
se ven afectados por la selección sexual, sino que tanto en plantas, como en otros organismos en los que se conjugan
los intereses de dos sexos en el momento de la reproducción, se dan las circunstancias que propician la aparición de
caracteres útiles en la competencia por el apareamiento. La selección sexual afecta a numerosas facetas de la vida de
los organismos en gran parte de su ciclo vital, promueve el aumento de la diversidad de los seres vivos, e influye en
el riesgo de extinción de las especies. La lucha por la obtención de (al menos una) pareja con la que reproducirse es
un condicionante fundamental de las estrategias de vida de los organismos.
exhibiendo sus abdómenes inflados como señal de fecun- en muchas especies. Los machos más competitivos (por
didad. Aquellas hembras con abdómenes más grandes, se- su tamaño, sus armas, etc.) tienen mayor éxito reproduc-
rán preferidas por los machos (Funk y Tallamy 2000). Otro tivo. En el ciervo Cervus elaphus, y tras dieciséis años de
famoso ejemplo lo constituyen algunas especies de aves estudio, Clutton-Brock et al. (1982, 1988) llegaron a la
limícolas árticas, en las que los machos se encargan de la conclusión, entre otras, de que los machos más grandes
incubación y el cuidado de los huevos, y de esta manera tenían más éxito en las luchas y, por tanto, mayor éxito
las hembras pueden realizar varias puestas que son cuida- reproductivo que los machos de menor tamaño. En ma-
das por varios machos (sistema de apareamiento míferos pinnipedos, cuanto mayor es el macho con rela-
poliándrico, ver Capítulo 15). En este caso, las hembras ción a la hembra, mayor es el número de hembras que
poseen coloraciones más brillantes que los machos y com- constituyen su harén. En el elefante marino Mirounga
piten entre ellas por el apareamiento. En otras ocasiones, angustirostris, los machos luchan violentamente y sólo
como ocurre en algunas especies de insectos ortópteros, los más grandes y agresivos son los dueños de los hare-
el comportamiento sexual depende de las condiciones nes. La intensa selección para la capacidad de lucha ha
ambientales (Gwynne 1990): si la comida es abundante, favorecido el gran tamaño en los machos que llegan a ser
el patrón de comportamiento sexual es el estándar (los hasta tres veces más pesados que las hembras. En cada
machos forman espermatóforos fácilmente y compiten por estación reproductora, sólo un tercio de los machos se
las hembras), pero si el alimento es escaso, o de mala ca- aparean y fecundan a casi todas las hembras. Pero las lu-
lidad, las hembras necesitan aparearse con varios machos chas conllevan un elevado costo: algunos machos dueños
para obtener suficiente alimento, y compiten entre ellas de harenes mueren inmediatamente después de la edad
para conseguir apareamientos. Entonces los machos se reproductora y pocos mantienen harenes más de dos o
hacen más selectivos a la hora de elegir pareja. tres años seguidos. Las hembras, sin embargo, se aparean
Es frecuente que las hembras desarrollen los mismos durante unos diez años y la mayoría de los machos no
caracteres sexuales secundarios que los machos, incluso llegan a aparearse nunca. Cuanto menor sea la propor-
en especies donde los papeles sexuales no están inverti- ción de machos que se aparean, mayor será la competen-
dos, aunque normalmente no llegan a ser tan exagerados. cia entre ellos, y por tanto, más intensa será la selección
Tradicionalmente este hecho se ha explicado por una co- para el mayor tamaño del cuerpo.
rrelación genética no funcional entre los sexos, aunque Existen otros tipos de competiciones por las hembras
recientemente se ha propuesto que esos caracteres podrían que no requieren necesariamente enfrentamiento directo
haber evolucionado por selección sexual en las hembras; entre machos, aunque sí ciertas cualidades: aquellos ma-
por ejemplo, si los machos que puedan permitírselo (por chos más rápidos o hábiles en localizar a las hembras,
ser preferidos o tener más o menos asegurado el aparea- tendrán ventaja sobre los demás, así como los más cons-
miento) rechazan a las hembras menos atractivas tantes en cuanto al tiempo de permanencia en los lugares
(Amundsen 2000). Sería el caso de especies en las que donde se llevan a cabo los apareamientos; en este caso, la
los dos sexos realizan una gran inversión y ambos, por persistencia de los machos puede afectar a su éxito en
tanto, son selectivos a la hora de elegir pareja (por ejem- conseguir hembras.
plo, aves monógamas que compartan las labores de los En general, el mayor éxito reproductivo de los ma-
cuidados y alimentación de las crías). Actualmente hay chos dominantes, no es debido sólo a su capacidad de
pocos estudios sobre este tema, y no está claro hasta qué competición con otros machos rivales, sino también a su
punto la existencia de señales en las hembras es resultado habilidad para controlar a las hembras. Esto es frecuente
de la selección sexual. en sistemas poligínicos. En el ciervo, por ejemplo, duran-
te la berrea, los machos, además de luchar con otros ma-
¿Cómo compiten los machos por las hembras? chos, guardan a las hembras manteniéndolas juntas.
Enfrentamientos. En algunas especies, los machos compi- Preferencias de las hembras. Otra forma de competencia en-
ten por conseguir recursos o territorios para atraer a las tre los machos por conseguir apareamientos, consiste en
hembras, o bien luchan directamente por ellas. La com- atraer la atención y la respuesta sexual de las hembras.
petición puede llevarse a cabo mediante exhibición de Compiten, entonces, en atractivo, de forma que aquellos
señales orales o visuales (exhibición territorial), cuyo machos cuyo aspecto o comportamiento se ajuste a las
objetivo es alejar a los intrusos, o, como ocurre en mu- preferencias de las hembras (selección intersexual), ten-
chos mamíferos, entablando luchas utilizando armas como drán más éxito en el apareamiento.
cuernos y astas. Los machos más fuertes conseguirán un En muchas especies hay datos que indican que los
mayor número de hembras y la selección sexual (intra- machos con ciertos caracteres son preferidos por las hem-
sexual) será muy intensa para caracteres como el tamaño, bras. En los pavos reales, por ejemplo, los machos que
armamentos, exhibiciones de fuerza y comportamiento atraen a más hembras son los que tienen colas más gran-
agresivo. Estos caracteres pueden cambiar direccional- des y completamente desarrolladas (el desarrollo se com-
mente hasta llegar a ser extremos. De esta manera se pue- pleta a los cuatro años y, a partir de ese momento, cada
de explicar la evolución de las astas de los ciervos ma- año adquieren un ocelo adicional), y los que tienen más
cho, los cuernos y el enorme desarrollo de las mandíbulas ocelos consiguen la mayoría de los apareamientos. Møller
de algunos escarabajos o el mayor tamaño de los machos (1988) demostró que las hembras de la golondrina euro-
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 239
pea Hirundo rustica, prefieren a los machos con plumas suelen ganar las confrontaciones y tienen mayor estatus,
caudales más largas aunque sean añadidas artificialmente. pero también son los preferidos por las hembras. En algu-
Los machos del estornino, Sturnus vulgaris, que en las nas especies de pájaros, sin embargo, los machos entonan
confrontaciones de canto entonan cantos más largos, tie- cantos diferentes dependiendo de si el contexto es de com-
nen mayor éxito con las hembras (Gentner y Hulse 2000). petencia intrasexual o intersexual: cambian el tipo de can-
También hay evidencias bien documentadas en muchos to, de forma que utilizan un canto variado (varios tipos de
insectos y en peces. estrofas, mezcladas) cuando se enfrentan a sus competi-
Por otra parte, algunos autores han sugerido que las dores, y un canto más repetitivo (estrofa repetida muchas
hembras pueden copiar la elección del apareamiento de veces) cuando buscan pareja o tienen una hembra cerca
otras hembras, es decir, elegir a los machos simplemente (Wiley et al.1994).
porque son preferidos por otras hembras. Se ha demostra-
do que las hembras del guppy Poecilia reticulata, un pez Alcance de la selección sexual
de agua dulce, en determinadas condiciones alimenticias,
copian con frecuencia la elección del apareamiento reali- La selección sexual no termina en el apareamiento
zada por otras hembras (Dugatkin 1998). Este comporta-
miento aparentemente es ventajoso para las hembras pues- Aunque de la definición de selección sexual enuncia-
to que reduce el tiempo utilizado en la elección de pareja. da por Darwin y del tratamiento que se suele hacer del
Aunque existen muchas tácticas posibles de elección concepto, normalmente se ha entendido que la variación
por parte de las hembras, basadas, por ejemplo, en com- en el éxito “de apareamiento” (número de parejas obteni-
paraciones secuenciales de machos u otras que requieren das) es la principal o única fuente de éxito de los distintos
decisiones extremas, en cualquier caso, la táctica más fa- fenotipos que compiten, algunos autores han remarcado
vorable depende, entre otras cosas, de la variación exis- la importancia de identificar muchas otras ventajas que
tente entre los machos y del costo de la elección de la pueden obtener los machos competidores a través de la
hembra. selección sexual (Fig. 2).
Todas las hembras de una población o especie, no ne-
cesariamente tienen que mostrar las mismas preferencias. Fecha de emparejamiento. En una estación reproductora,
Si existe variación entre hembras de una misma pobla- comenzar la cría pronto incrementa las posibilidades de
ción en sus preferencias por caracteres en los machos, esa realizar más de un intento reproductor, y la probabilidad
variación puede afectar a la evolución y mantenimiento de reclutamiento de los jóvenes a la población reproduc-
de esos caracteres (Widemo y Sæther 1999). Sin embar- tora depende también mucho de que se hayan criado en
go, hay pocos estudios que hayan investigado la posibli- fechas lo más próximas posible al momento óptimo de la
dad de preferencias individuales en las hembras, siendo estación. Los caracteres sexuales secundarios que dotan a
necesario comprobar explícitamente la variación y repe- los machos de ventajas a la hora de conseguir emparejar
tibilidad de la elección de pareja. Brooks y Endler (2001) les sirven también para obtener una hembra antes que in-
han encontrado, en guppies, que hay variación en las pre- dividuos menos competentes, por lo que los portadores
ferencias por algunos caracteres, pero no por otros, y que de esos caracteres producirán más hijos por estación y
esa variación puede tener un efecto importante en la in- con mayor probabilidad de llegar a reproducirse.
tensidad de la selección sexual, aunque para algunos de
los caracteres que han estudiado no es así. Cópulas fuera de la pareja y competición de esperma. El apa-
reamiento no implica fidelidad sexual. En la mayoría de
Relación entre selección intra e intersexual. ¿Son dos proce- las especies animales estudiadas, se ha comprobado que
sos realmente diferentes la selección intra e intersexual? muchas veces las hembras buscan, permiten o sufren en-
¿Tienen algo en común? La selección intra e intersexual cuentros sexuales con más de un macho. El éxito de los
deberían verse como manifestaciones diferentes de un machos con un fenotipo concreto para un carácter sexual
mismo proceso evolutivo: la competencia entre los ma- secundario se ve muy afectado por la competencia que
chos por obtener pareja, que en unas especies discurre a encuentren sus espermatozoides en el tracto genital fe-
través de luchas y en otras mediante el atractivo. Resulta menino (ver Capítulo 14). En muchos casos las hembras
interesante distinguirlas ya que el modo de evolución de realizan cópulas con individuos más atractivos que su pro-
cada una es diferente y por consiguiente, se originan se- pio compañero, por lo que el carácter que los hace atrac-
ñales también diferentes. Pero la distinción entre ambas tivos se ve muy favorecido a través de procesos de selec-
es algunas veces confusa porque pueden no ser claramen- ción sexual post-cópula (Møller 1998). Para un macho, el
te alternativas e incluso pueden operar sobre el mismo obtener una pareja o cópula no asegura el éxito de fertili-
carácter. zación, y el número de parejas sociales obtenidas tampo-
El doble papel de los caracteres seleccionados sexual- co impone un límite al número de descendientes que pue-
mente se ha demostrado en muchas especies. Por ejem- de producir. Los procesos de selección post-cópula pue-
plo, en los elefantes marinos, las hembras prefieren a los den afectar a los mismos caracteres que intervienen en la
machos dominantes y protestan cuando machos de bajo selección pre-cópula, reforzándolos, por ejemplo cuando
rango intentan montarlas; en el gorrión común, Passer las preferencias de las hembras al realizar cópulas fuera
domesticus, los machos con la mancha negra más grande de la pareja o al seleccionar eyaculados son las mismas
240 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
Cebas de cortejo
Inversión parental Fecundidad Mortalidad
por
Calidad de la pareja pareja
Inversión parental
diferencial Infanticidio
Aborto diferencial
Figura 2. Selección sexual como un proceso continuo desde la adquisición de pareja hasta la producción de hijos independientes
(según Møller 1994).
a) b)
160 10
C D
Producción anual de pollos
8
140
Fecha de puesta
6
120
4
100 2
80 0
0 200 400 600 800 0 200 400 600 800
Figura 3. Los machos de collalba negra (A), de entre 35 y 40 g, después de emparejar transportan a la cavidad del nido y a otras
cercanas cerca de 2 kg de piedras que no cumplen ninguna función en la estructura del propio nido (B; Moreno et al. 1994). Este
extraño comportamiento es una exhibición dirigida a la hembra, que decide cuándo comenzar la puesta fijándose en la cantidad
de piedras transportadas por el macho. Manipulando la actividad de transporte de piedras de los machos colocando o retirando
piedras artificialmente Soler et al. (1996), encontraron que las hembras de los que habían transportado más piedras comenzaron
la puesta antes (C). Esto determinó que los machos que transportaron más piedras obtuvieran un número mayor de pollos volantones
en la temporada (D). Las hembras se fijaron directamente en el número de viajes transportando piedras que realizó el macho, y no
en el número de piedras presentes en el nido.
que al seleccionar parejas sociales. Sin embargo, a través ha jugado un papel importante en la evolución de los ca-
de la competición de esperma la selección sexual puede racteres sexuales secundarios (medidos como nivel de
originar la evolución de caracteres que no intervienen dimorfismo sexual). Es interesante que la competencia
antes de la cópula (características de órganos copuladores espermática parece haber sido determinante en unos tipos
y órganos almacenadores de esperma; ver Capítulo 14). de caracteres sexuales secundarios (color y morfología
Aunque en algunas revisiones sobre selección sexual del plumaje) y no en otros (Owens y Hartley 1998).
se ha dedicado especial atención a los procesos que suce-
den antes de la cópula (Andersson 1994), varios estudios Diferencias en la calidad de las hembras e inversión diferencial
comparativos en aves han comprobado que la selección de las hembras. Los machos también pueden incrementar
sexual post-cópula a través de la competencia espermática su éxito reproductivo si consiguen hembras de mejor ca-
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 241
londrina y más recientemente en un invertebrado, una es- revisión de esos caracteres para poder plantear con mayor
pecie de araña en la que, además, las hembras sirven de perspectiva cómo han podido surgir y por qué son como
alimento a sus crías (Fig. 4). Incluso los machos pueden los observamos, ¿por qué tanta extravagancia?
provocar que las hembras preñadas aborten, consiguien-
do el mismo fin que con el infanticidio, bien por medio de Armas
cópulas forzadas, o a través de señales químicas (efecto
Bruce, comprobado en roedores, leones y otros animales; (Fig. 5-a). Quizás uno de los tipos de caracteres que
Bruce 1959). más claramente pueden asignarse a la selección sexual, y
En la golondrina común, el éxito derivado del infanti- en los que es más fácil de entender su aparición y su for-
cidio está relacionado con la longitud de las rectrices ex- ma actual, son las armas presentes en los machos de mu-
ternas de los machos, por lo que, claramente, el infantici- chas especies, y que utilizan para enfrentarse entre sí en
dio puede favorecer a individuos con caracteres sexuales los contextos sexuales, por conseguir hembras o territo-
secundarios más desarrollados (Møller 1994). rios. Existen armas de este tipo en numerosos grupos ani-
La golondrina común es una de las pocas especies en males y en algunos se ha comprobado que el tamaño de
que se ha evaluado el funcionamiento y la importancia de esas armas es un determinante del éxito en la contienda y,
todos los procesos que actúan en la selección sexual de por tanto, del éxito reproductivo del macho, aunque en
un carácter concreto. Anders Pape Møller, en una serie de muchos otros casos parece ser el tamaño corporal, que
experimentos, ha comprobado que la longitud de las normalmente va asociado a armas mayores, el que deter-
rectrices externas de los machos se ve favorecida por la mina el éxito en las peleas.
selección sexual en todos los episodios descritos anterior-
mente, y ha obtenido un valor del diferencial de selección Tamaño corporal
(el nivel en que el carácter se ve seleccionado) para cada
uno de ellos en ese carácter, lo que permite comparar la (Fig. 5-b). El dimorfismo sexual en tamaño es bastan-
importancia relativa de cada uno de ellos en la evolución te común en los animales, aunque existe una gran varia-
del carácter en esa especie. Este investigador encontró ción entre grupos taxonómicos en el signo de la diferen-
que los procesos de selección que más afectan a la longi-
cia y su magnitud. En la mayoría de las especies de ani-
tud de la cola son la obtención de cópulas fuera de la pa-
males las hembras son mayores que los machos, lo que
reja y la pérdida de paternidad en las puestas propias, se-
seguramente está relacionado con una mayor capacidad
guidos de las diferencias en la fecha de apareamiento (Ta-
bla 1). Ésto nos da una idea de la importancia que tienen reproductiva de hembras grandes, ya que hembras más
variables distintas al número de parejas obtenidas, al me- grandes pueden poner un mayor número de huevos. En
nos en las especies socialmente monógamas. En otros ti- otras muchas especies, sin embargo, (aves, mamíferos,
pos de sistemas de apareamiento la importancia relativa muchos reptiles, anfibios y también algunos peces e in-
de todas estas fases es diferente, aunque todas pueden ser vertebrados), los machos son mayores que las hembras.
un componente del proceso. En estas especies el mayor tamaño del macho parece es-
tar causado principalmente por la selección sexual, pues
Tabla 1 los machos más grandes consiguen vencer en las peleas
Diferenciales de selección direccional para la selección por hembras, harenes o territorios de reproducción, y en
sexual de la longitud de la cola en machos de golondrina consecuencia, logran mayor éxito reproductivo. Sin em-
(Møller 1994). bargo, hay que tener en cuenta que hay muchas presiones
Episodio de selección Diferencial de Selección selectivas actuando sobre el tamaño corporal, y que un
Éxito de apareamiento 0.08 dimorfismo acusado a favor de los machos puede tener
Fecha de apareamiento 0.23 otras causas distintas a la selección sexual. Por ejemplo,
Mortalidad 0.01 en algunas especies el tamaño pequeño de la hembra pue-
Consecución de cópulas extra pareja 0.96 de estar favorecido por otros motivos, por lo que los ma-
Pérdida de paternidad en puestas propias 0.80 chos son mayores que las hembras en ausencia de selec-
Calidad de la hembra 0.18 ción sexual por el tamaño grande.
Inversión parental diferencial de la hembra 0.10
Éxito en el infanticidio 0.10 Ornamentos estructurales: plumas, colas y otros órga-
Víctima de infanticidio 0.02 nos exagerados
va en las hembras), y que en los machos de muchas espe- ambientales que imposibilitan su consecución, de forma
cies se ha desarrollado de forma exagerada. Se ha com- que órganos que deberían ser simétricos son normalmen-
probado que ese alargamiento desmesurado dificulta el te asimétricos en mayor o menor medida. El nivel de asi-
vuelo, pero incrementa las posibilidades de reproducirse, metría fluctuante en estructuras que deberían ser simétri-
porque las hembras prefieren a los machos de colas lar- cas refleja un tipo de calidad de los individuos: su estabi-
gas, y también, en algunas especies, porque los machos lidad en el desarrollo (capacidad para desarrollar el
se ven atemorizados por los que tienen colas mayores (ver fenotipo simétrico codificado en su genotipo), y se ha
Capítulo 28). Las colas grandes como atractivos sexuales comprobado que los machos más simétricos normalmen-
no son exclusivas de las aves. También se han desarrolla- te son los preferidos por las hembras y los que vencen las
do esos ornamentos en peces como los guppies y en disputas intrasexuales (Møller y Swaddle 1997). En algu-
tritones (en este caso su anchura en lugar de longitud), y nos casos también se ha comprobado, mediante experi-
hay dimorfismo sexual en prolongaciones parecidas en mentación, que el nivel de asimetría fluctuante en los ca-
las alas de algunas mariposas. Otras partes del cuerpo tam- racteres sexuales secundarios es directamente objeto de
bién modifican su forma para servir de ornamentos: suce- la selección sexual, pues es el carácter en el que se fijan
de con muchos tipos distintos de plumas en las aves (de las hembras al elegir pareja (Møller 1992, Fiske y
las alas, pecho, garganta, cabeza), y con estructuras tan Amundsen 1997), aunque algunos otros estudios que han
especiales como largos pedúnculos de soporte para los intentado comprobar ese efecto directo en otras especies
ojos en un grupo de moscas asiáticas (Burkhardt y de la no lo han encontrado (Tomkins y Simmons 1998). Es
Motte 2001, Fig. 5c). importante distinguir la asimetría fluctuante de otros ti-
pos de asimetría que se dan en la naturaleza (asimetría
Otros ornamentos visuales: el color direccional y antisimetría) y que normalmente reflejan
algún tipo de adaptación. La asimetría fluctuante se dis-
(Fig. 5-d) Una de las formas más evidentes y llamati- tingue de las otras porque la distribución de las diferen-
vas de dimorfismo sexual en animales son las diferencias cias entre la estructura derecha e izquierda en una pobla-
en coloración. Se ha comprobado elección de pareja aten- ción de individuos, sigue aproximadamente una distribu-
diendo al color y, en muchos casos, influencia del color ción normal de media igual a cero (Møller y Swaddle
en la competencia directa entre machos en crustáceos, in- 1997, para una revisión reciente y recomendaciones
sectos, arácnidos, peces, algunos anfibios, muchos repti- metodológicas en español ver Cuervo 2000).
les, aves y algunos mamíferos. Las señales sexuales de
color pueden ubicarse en muy diversas partes del cuerpo Productos químicos
y estar determinadas por mecanismos muy distintos. Así,
muchas coloraciones son estructurales (producidas por el Muchas especies dependen de señales químicas para
efecto de la microestructura del tejido sobre la luz refleja- atraer a posibles parejas y repeler competidores (Penn y
da) como las verdes, azuladas o violetas con brillos metá- Potts 1998). Existe dimorfismo sexual en los órganos de
licos, y muchos matices ultravioletas no percibidos por la producción de feromonas, el comportamiento de marcaje
visión humana. Otras dependen de la deposición de con ellas y el tipo de feromonas producidas. El uso de
pigmentos en el tejido, como las rojizas y amarillentas este tipo de señales químicas (olores) como atractivos
producidas por los carotenos, o las negras por la melanina. sexuales se ha comprobado en insectos, crustáceos, pe-
Por último, existen incluso coloraciones adquiridas vo- ces, anfibios, reptiles y mamíferos, aunque los estudios
luntariamente del medio externo, a modo de maquillaje, más completos se han realizado en insectos y mamíferos
como es el caso de las plumas rojizas en el Quebranta- (sobre todo roedores). Por ejemplo, en un escarabajo de
huesos Gypaetus barbatus resultantes de tomar baños en la harina, Lewis y Austad (1994) demostraron, eliminan-
barros ferruginosos (Negro et al. 1999). Las señales de do otros posibles factores experimentalmente, que el olor
color producidas por distintos mecanismos son potencial- de machos distintos difiere en el poder de atracción de
mente distintas en su significación, y parecen funcionar hembras, y que los machos que producen el olor más atra-
de formas diferentes en los procesos de selección sexual. yente son, además, más exitosos en fecundar huevos cuan-
do las hembras copulan con más de un macho. En rato-
Asimetría fluctuante nes, varios estudios han comprobado que el olor de ma-
chos sanos es más atractivo para las hembras que el de
En los últimos años se ha comprobado en muchos es- machos infectados por patógenos, y con otros roedores,
tudios que un importante aspecto de los caracteres sexua- que el olor de machos dominantes es preferido sobre el de
les secundarios es su nivel de simetría, además del tama- los subordinados.
ño (Thornhill y Møller 1998). Los seres vivos se desarro-
llan de acuerdo con un patrón establecido por sus genes, Sonidos
que en la mayor parte de los órganos y estructuras deter-
mina morfologías simétricas bien radiales o bilaterales. (Fig. 5-e) En muchos animales los machos recurren a
Sin embargo, la simetría perfecta es difícil de lograr en el la producción de sonido (tanto de origen vocal como me-
desarrollo, existiendo gran cantidad de condicionantes cánico) cuando se disponen a buscar pareja. Tanto en in-
244 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
Figura 5. Ejemplos de algunos tipos de caracteres sexuales secundarios en varios grupos taxonómicos. (a) Armas. (b) Tamaño
corporal. (c) Estructuras morfológicas. (d) Color. (e) Sonidos. (f) Comportamientos de exhibición. Dibujos procedentes de Clutton-
Brock et al. 1982, Greenwood y Harvey 1982, Catchpole y Slater 1995, Huntingford y Turner 1987, Møller 1994, Andersson
1994.
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 245
sectos como anfibios, aves o mamíferos se han realizado Instrumentos de manipulación de la competencia
numerosos estudios que demuestran que determinadas espermática
características del sonido producido por diferentes ma-
chos de la misma especie son responsables de un mayor o La competencia de esperma produce selección sobre
menor éxito en emparejar, tanto por ser preferidas por las muchos atributos de los mencionados hasta el momento
hembras como por ser útiles para repeler a otros machos. si su expresión se relaciona con el éxito en la competen-
Aspectos como el tiempo que un individuo dedica a can- cia. Sin embargo, esta competencia también favorece la
tar durante el día, la duración de cada uno de sus cantos, evolución de otros caracteres no útiles en otras fases de
la cantidad de variaciones distintas que puede producir los procesos de selección sexual. Es el caso de herramien-
(repertorio), la longitud de las estrofas incluidas en el can- tas para extraer el esperma de otros machos del tracto ge-
to, el volumen de producción, o incluso el tono del soni- nital femenino, tapones depositados en las hembras para
do producido, son tenidos en cuenta por las hembras y los evitar nuevas cópulas por parte de otros machos, sustan-
machos receptores (revisado en Catchpole y Slater 1995, cias antiafrodisíacas, comportamiento de custodiar a la
y Kroodsma y Miller 1996 para aves, en Andersson 1994 hembra tras la cópula, o el propio diseño del tracto repro-
para otros grupos). ductor femenino que condiciona la forma en que los ma-
chos pueden desarrollar la competencia (ver Capítulo 14).
Otros comportamientos de exhibición: saltos, bailes
construcciones, regalos
Caracteres múltiples
(Fig. 5-f) En muchas especies los machos realizan es-
pectaculares exhibiciones sobre cuyas características las En la anterior revisión ha quedado patente la gran di-
hembras basan su elección y los machos su valoración versidad de caracteres que pueden funcionar en los pro-
del rival. Muchas veces las exhibiciones sirven para mos- cesos de selección sexual en distintos organismos, pero
trar atributos visuales ya mencionados, como colores u también es evidente que en muchos de ellos son varios
órganos elaborados como ornamentos, pero también hay los caracteres que funcionan simultáneamente. Por ejem-
casos en que son propiedades de la exhibición en sí lo plo, en los ciervos, tanto el tamaño corporal como la cor-
que se compara entre competidores. Es el caso de los namenta usada en la lucha, como el tiempo que pasan
bailes y saltos de varios grupos de aves que se exhiben de emitiendo su grito de celo (berrea) influye en su éxito en
forma individual, en agrupaciones de competidores o en la competencia (Fig. 5-a, 5-b, 5-e). En el guppy, tanto la
coaliciones, en los que dan volteretas y saltos, o pasan longitud de la cola como los patrones de color exhibidos
unos sobre otros de forma coordinada. En otros casos los en ella afectan a la elección de la hembra (Fig. 5-c, 5-d).
machos exhiben su capacidad para desarrollar activida- En el carbonero común, distintos parámetros del canto de
des que son de interés para la hembra por su utilidad para los machos tienen su efecto en el éxito de forma indepen-
la reproducción, como es la construcción del nido en aves diente (Fig. 5-e) y además, intervienen varios caracteres
y en peces. La construcción como exhibición alcanza ni- relacionados con el color. En muchos insectos, los ma-
veles excepcionales en algunas aves constructoras de chos producen sonido o entregan nutrientes durante la
grandes y elaborados “jardines”, en los que la hembra cópula y también tienen órganos copuladores especiali-
basa su elección de pareja, pero que no son utilizados zados en desplazar esperma de otros machos. El caso ex-
como nidos para depositar los huevos (Fig. 5-f). Final- tremo lo constituyen algunas aves del paraíso que des-
mente, los machos también hacen entrega a las hembras pliegan elaborados plumajes, de colores vistosos, que ex-
de regalos, normalmente consistentes en presas, como una hiben en danzas mientras producen variadísimos cantos.
manera de convencerlas para el apareamiento. Este com- Los estudios sobre la selección sexual revelan varie-
portamiento sucede en muchos insectos y también en aves. dad, gran extravagancia y aparente redundancia en los
Además de presas capturadas o robadas, estos regalos caracteres sexuales secundarios. En conjunto, el panora-
pueden ser nutrientes sintetizados por el propio macho y ma parece reflejar un gran derroche de inversión en este
que se transmiten en un espermatóforo (por ejemplo en tipo de caracteres, una gran parte del tiempo y la energía
ortópteros), o incluso órganos corporales del macho que de los seres vivos se utiliza para tratar de tener éxito en la
la hembra devora durante o después del apareamiento. competencia con individuos de la misma especie por de-
Lo más extraño es que, en algunos casos, los machos en- jar descendencia, que es evidente que no queda garanti-
tregan a las hembras durante el cortejo regalos que no zado con ser un individuo adulto fértil ni siquiera en las
son nutritivos, que se llaman regalos “vacíos”. Por ejem- especies socialmente monógamas. Pero ¿por qué esos ca-
plo, en un tipo de moscas, los machos se exhiben sobre racteres concretos otorgan ventaja en la competencia? Si
hojas o troncos sujetando con sus patas unas bolas de los hijos del macho exitoso heredan sus características
burbujas de saliva que las hembras tienen en cuenta para ¿por qué no todos los machos presentan el mismo desa-
decidir con quién emparejar. Tras un vuelo conjunto el rrollo para estos caracteres? ¿Cómo puede haber tantos
macho entrega la bola a la hembra, que la sostiene duran- tipos de caracteres tan distintos que aparentemente fun-
te la cópula, pero nunca se alimenta de ella (Sadowski et cionan para lo mismo? ¿Por qué utiliza el mismo indivi-
al. 1999). duo múltiples caracteres simultáneamente? Estas pregun-
246 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
Tamaño
el carácter y la preferencia. Algunos de los primeros mo-
delos resultaban en este tipo de selección, pero otros pos- 0.2
Tamaño
0.4
piedades de un carácter complejo. En los modelos se ob-
tiene un equilibrio en el que los niveles alcanzados por el
0.2
carácter y la preferencia dependen de los costes y benefi-
cios de cada uno. Altos costes de elección para las hem-
bras limitan la exageración de ambos (Pomiankowski et 2000 4000 6000 8000
Generación
al. 1991). Posteriores modelos teóricos dan como resulta- -0.2
do equilibrios estables parecidos al anterior, o sucesivos
ciclos de equilibrios inestables de la preferencia y el ca- -0.4
rácter (Figura 6). Otros modelos recientes muestran que
hay sólo unas condiciones restrictivas bajo las que puede
producirse el proceso sugerido por Fisher (Hall et al. Figura 6. Evolución teórica, por el proceso de Fisher, del ta-
2000). maño de un carácter sexual secundario (a) cuando el coste
La consideración de la evolución de las preferencias de la elección por la hembra es elevado, y (b) cuando el coste
por medio del proceso de Fisher no produce predicciones de la elección es bajo y existe un sesgo en las mutaciones
en cuanto a las características de las poblaciones actuales sobre el carácter. En el primer caso no se alcanza nunca un
que excluyan otros procesos propuestos, por lo que no equilibrio, sino oscilaciones de exageración y disminución del
está claro de qué manera se podría probar empíricamente carácter. En el segundo caso se llega a un equilibrio en el que
que realmente se haya producido. el carácter se mantiene exagerado (Iwasa y Pomiankowski
1995).
Modelo del Hándicap de Zahavi (Zahavi 1975)
(A) (B)
la actividad de tamborileo
1
- Grande NO 1
Esperado
Observado 1
- Pequeña SI 1
su actividad de tamborileo
(C)
Figura 8. Ejemplo de una señal sexual para la que se ha comprobado su funcionamiento como hándicap condicional. Los machos
de la araña Hygrolycosa rubrofasciata tratan de convencer a las hembras de que copulen con ellos mediante una exhibición en la
que golpean hojas secas del suelo con su opistosoma (abdomen) produciendo un potente sonido de tamborileo. Una serie de
experimentos ha permitido comprobar: (A) Que las hembras prefieren copular con machos que producen más tamborileos por
unidad de tiempo, y con tamborileos más largos (Kotiaho et al. 1996). (B) Que la diferencia entre machos en la actividad de
tamborileo determina el desenlace de un enfrentamiento entre ellos (Kotiaho et al. 1999). (C) Que la actividad de tamborileo
depende del estado nutricional del macho (estrellas: ración grande de comida; círculos: ración media y triángulos: ración peque-
ña, Kotiaho 2000). Estos autores también han comprobado que el coste energético del tamborileo es muy alto, superando el
máximo nivel sostenible de gasto metabólico; y que con la elección, las hembras consiguen un ligero incremento en la probabili-
dad de supervivencia de sus crías. Además, un aumento en la actividad de tamborileo incrementa la mortalidad y los machos con
mayor actividad de tamborileo sufren menos esa mortalidad.
expresión de caracteres sexuales secundarios de diversos Michael Ryan (Ryan 1990, Ryan y Rand 1993) ha llama-
tipos de medidas de calidad de los machos, (2) algunos do la atención sobre el hecho, ya sugerido previamente
que han comprobado que la producción del carácter es por otros autores, de que las capacidades sensoriales de
costosa, (3) que los costes de un nivel de señal son mayo- las hembras pueden estar predispuestas para responder a
res para machos de peor calidad que para los mejores determinados tipos de estímulos más que a otros por su
machos, (4) que las hembras obtienen beneficios directos constitución física o fisiológica, por la forma en que han
basando su elección en esas señales, y (5) también en al- evolucionado para responder a determinados estímulos
gunos casos, que con esa elección consiguen genes de no sexuales, o por las restricciones que les impone su his-
viabilidad o calidad para sus hijos (Fig. 8, Johnstone toria evolutiva. Ésto puede originar que las hembras se
1995a). Todos estos resultados empíricos están en conso- vean atraídas por determinadas señales sin que éstas ten-
nancia con la hipótesis de que las señales sexuales están gan ningún significado sobre la calidad de los individuos
funcionando como hándicaps y no como señales sin sig- que las envían. Bajo este punto de vista, los caracteres
nificado, como implica la hipótesis de Fisher. sexuales secundarios de los machos evolucionarían ex-
plotando las preferencias previas de las hembras por de-
Explotación de sesgos sensoriales en las hembras
terminado tipo de estímulos y producirían el mismo re-
Más recientemente se ha planteado un nuevo modelo sultado que los otros dos modelos: caracteres exagerados
para explicar la evolución de preferencias en las hembras. y preferencia por esos caracteres exagerados. Aparte de
250 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
A B
chuck
chuck
P+ P+
kHz T- T- T+ T- T+
3
P. petersi (norte)
P. coloradorum
P. pustulosus
P. pustulatus
1
P. petersi
0
0.2 0.4
Tiempo (segundos)
chuck
chuck
Figura 9. (A) Sonograma del canto de las ranas sudamericanas del grupo Physalaemus pustulosus, que en algunas especies incluye
un chuck final que es preferido por las hembras. (B) Filogenia del grupo, en la que se muestra el posible origen evolutivo de la
inclusión del chuck en los cantos, y de las preferencias en las hembras por el chuck. En todas las especies del grupo las hembras
prefieren el chuck, pero los machos producen ese sonido sólo en dos de ellas. Asumiendo que es más probable que haya
aparecido el chuck en dos especies, a que se haya perdido en tres (principio de parsimonia), se considera que la preferencia
existía en las hembras antes de que apareciera el carácter, y que el carácter se ha originado explotando esa preferencia preexisten-
te determinada por un sesgo sensorial del sistema auditivo de las hembras (Ryan y Rand 1993).
la argumentación teórica, varios estudios filogenéticos bras en especies sin el carácter y en las que la reconstruc-
parecen demostrar que ese escenario evolutivo puede pro- ción filogenética apunta a que la preferencia es anterior
ducirse. El modelo predice que la preferencia debe estar (ejemplo en Fig. 9, revisado en Ryan 1998).
presente en las hembras antes de la aparición del carácter,
por lo que si se conoce el momento en que se origina cada Inicio de las preferencias y los caracteres sexuales secun-
uno en un árbol filogenético, se puede establecer si existe darios en otros modelos. Compatibilidad de los modelos
o no un sesgo sensorial en las hembras afectando al ca-
rácter (Ryan y Rand 1993, Shaw 1995). No obstante, se Aunque la explotación del sesgo sensorial de las hem-
ha llamado la atención sobre los problemas de interpreta- bras, en algunos casos se ha invocado como responsable del
ción que tiene ese tipo de análisis, por la falta de indepen- proceso completo de evolución y mantenimiento de carac-
dencia del principio de parsimonia (aceptación de que la teres sexuales secundarios, muchos autores han considera-
hipótesis evolutiva que implica menor número de cam- do que su principal valor podría ser que explica el origen de
bios en la aparición y desaparición de un carácter es la las preferencias en la hembra. La mayoría de modelos teóri-
más probable) sobre la hipótesis a testar, y porque asume cos del hándicap y el proceso de Fisher muestran que para
velocidades relativas de aparición de preferencia y carác- que se desencadene la exageración de preferencia y carácter
ter que realmente no son conocidas, por lo que se reco- es necesario que exista ya un pequeño nivel de preferencia
mienda tomar sus conclusiones con precaución (Lotem de las hembras por un carácter del macho, y el sesgo senso-
1993, Endler y Basolo 1998). En varios estudios se ha rial de las hembras puede constituir la solución para que los
comprobado la existencia de la preferencia en las hem- procesos puedan desencadenarse desde el principio.
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 251
De hecho, muchos autores han llamado la atención reveladores, o la expresión del amplificador puede ha-
sobre la compatibilidad de los distintos modelos para ex- cerse dependiente de la calidad de una forma condicio-
plicar la evolución de diferentes caracteres sexuales se- nal (por ejemplo, a los machos peores les sería perjudi-
cundarios o incluso como sucesivas fases en la evolución cial desarrollar el amplificador, que desvelaría su mala
de uno concreto. Por ejemplo, la exageración de los ca- calidad, y entonces la sola presencia o ausencia del am-
racteres por cualquiera de los métodos causa el incremen- plificador funciona como un hándicap estratégico).
to de sus costes de producción y mantenimiento, lo que
supondría que no todos los individuos podrían desarro- Resistencia de las hembras y selección sexual de “huida”
llarlos igual y, por tanto, que funcionen como hándicaps (Holland y Rice 1998). Como alternativa a la coevolución
(Balmford y Read 1991, Lotem 1993). Bajo la visión del por correlación positiva de las preferencias de las hem-
hándicap, las formas de las señales pueden explicarse por bras y los caracteres sexuales secundarios de los machos
el tipo de calidad en la que están interesados los indivi- (proceso común a los modelos de Fisher y del hándicap),
duos que responden a ellas, y la relación entre señal y Holland y Rice (1998) proponen que la exageración de
calidad depende del coste asociado a la señal. En conse- estos últimos podría resultar como consecuencia de la
cuencia, investigando los costes de los caracteres sexua- resistencia de las hembras a responder a ellos. Esta idea
les secundarios podemos aprender mucho sobre su signi- se basa en que, en algunos casos, las hembras sufren cos-
ficado biológico (Zahavi 1987, Grafen 1990b). Por ejem- tes elevados al copular, que son mucho mayores al ha-
plo, en el estudio del significado de las coloraciones de- cerlo con varios machos (por ejemplo, el esperma de las
pendientes de carotenos en animales, se han sugerido va- moscas del vinagre es tóxico para las hembras). Si la
rias limitaciones relacionadas con la disponibilidad de atracción de las hembras se debe a un sesgo sensorial y
estos productos: (1) que sean escasos en la dieta, y por esa atracción conduce a las hembras a aparearse en una
tanto los colores indicarían una buena alimentación; (2) forma subóptima para ellas (por ejemplo demasiado a
que limiten la capacidad de desarrollar una respuesta in- menudo), éstas evolucionarían hacia una menor sensibi-
mune, y entonces indicarían una buena capacidad de de- lidad hacia el carácter, lo que llevaría a que éste tenga
fensa frente a parásitos; y (3) que funcionen como molé- que hacerse más exagerado para provocar una respuesta.
culas antioxidantes para proteger a las células de un exce- Este modelo se opone a otras visiones del apareamiento
so de radicales libres, y entonces indicarían una mayor múltiple de las hembras (que encuentran que es benefi-
capacidad individual para soportar el estrés ambiental. cioso para ellas), y ha propiciado polémica científica que,
Todavía hoy día no está claro cuál de las interpretaciones en cualquier caso, plantea un nuevo problema a resolver
es la correcta, aunque no hay por qué suponer que sean en el estudio de la selección sexual (revisado en Brooks
excluyentes, ya que existen evidencias a favor de todas y Jennions 1999).
ellas. Se trata de un campo de estudio muy activo y de
gran interés en la actualidad (Hill 1999, Møller et al. 2000, La explicación de la diversidad y aparente redundancia
Lozano 2001). de los caracteres sexuales secundarios
Otras hipótesis sobre la evolución y funcionamiento de Los modelos sobre la evolución y el mantenimiento
los caracteres sexuales secundarios de los caracteres sexuales secundarios deberían ser capa-
ces de explicar su enorme diversidad en la naturaleza, así
Amplificadores. En varios artículos, Hasson ha propuesto como el que organismos concretos utilicen varios simul-
que existen algunos caracteres que influyen en el éxito táneamente. Tanto bajo el punto de vista del modelo del
de apareamiento de los machos y que no son asimilables sesgo sensorial de las hembras (por la variedad de propie-
a los modelos de evolución que hemos descrito anterior- dades de los sistemas sensoriales de las hembras), como
mente (Hasson 1997). Se trata de los amplificadores, que del de Fisher (a causa de ciclos alternantes en la intensi-
consisten en diseños o comportamientos que ayudan a dad de las preferencias), puede explicarse la existencia de
los receptores a distinguir mejor las características de un variedad en los caracteres sexuales secundarios. No obs-
indicador de calidad al que amplifican. No son atractivos tante, puesto que la mayor parte de ellos, una vez estable-
para las hembras, no son honestos porque sean costosos, cidos, parecen funcionar como señales honestas de algún
pues son baratos de producir y mantener, pero ponen en tipo de calidad, debería ser en el contexto de las señales
evidencia la calidad de los individuos porque amplifican honestas donde se buscara la explicación. Según el
indicadores de esa calidad (Hasson 1989). Un ejemplo hándicap, los costes asociados a las señales están relacio-
de estos caracteres son contornos claros u oscuros de las nados con el tipo de calidad que expresan, por lo que dis-
plumas de las aves que ponen en evidencia su desgaste tintos tipos de señales encierran mensajes diferentes en
(Hasson 1991). Zahavi ya se refirió a este tipo de carac- los que los receptores de la señal (hembras o machos) es-
teres pero los consideró casos de hándicaps (Zahavi tán interesados. Hay muchos estudios que han encontra-
1987), aunque en ciertos estudios se distinguen amplifi- do relación entre señales sexuales y distintos tipos de ca-
cadores que son hándicaps reveladores de los que sólo lidad de los machos, lo que en parte da una explicación a
son amplificadores (Fitzpatrick 1998). En realidad los la diversidad de señales existentes.
amplificadores pueden exagerarse y terminar siendo in- Bajo esta visión, distintos tipos de señales en distintos
dicadores de calidad por lo que pasarían a ser hándicaps grupos animales reflejarían interés en diferentes tipos de
252 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
calidad (Owens y Hartley 1998), mientras que varias se- Parásitos y selección sexual
ñales distintas en una misma especie reflejarían distintos
mecanismos para evaluar diferentes aspectos que intere- Una de las informaciones más importantes que pue-
san sobre un mismo individuo (Johnstone 1995b). Otra den transmitir las señales sexuales es el nivel de infec-
posibilidad es que las señales múltiples en un mismo in- ción por parásitos (para evitar el contagio, es decir un
dividuo sean redundantes, es decir, que se utilicen en con- beneficio directo), o la inmunocompetencia del emisor
junto para evaluar un mismo tipo de calidad. Podría exis- (capacidad individual de defenderse de los parásitos, pro-
tir la necesidad de usar varias señales simultáneamente bablemente heredable en parte y, por tanto, un beneficio
para evaluar un solo tipo de calidad si utilizando un solo indirecto). Los efectos negativos de los parásitos consti-
tipo de señal se comete un cierto error y, con varios, se tuyen un componente ecológico muy fuerte que afecta a
obtiene una estimación global más real (Johnstone 1995b). la eficacia biológica de los animales, por lo que la presión
Por último, se ha argumentado que en algunos casos unas por conseguir parejas libres de parásitos o genes de resis-
señales son hándicaps indicadores de calidad mientras que tencia para los hijos se considera un importante compo-
otras presentes en el mismo individuo son señales arbitra- nente de la selección sexual (Hamilton y Zuk 1982). De
rias producidas por el proceso de Fisher (Møller y hecho, muchos estudios han comprobado que, con la elec-
Pomiankowski 1993). ción de pareja basada en señales sexuales, las hembras
Hay algunos estudios que demuestran que distintas consiguen esos tipos de beneficios. Muchos caracteres
señales sexuales del mismo individuo pueden tener signi- sexuales secundarios dependen de los niveles de determi-
ficados diferentes para una hembra y son utilizadas en nadas hormonas, y se ha sugerido que el efecto negativo
una secuencia temporal. Por ejemplo, en el pez de agua de las hormonas sobre el sistema inmune de los animales
dulce Europeo Rhodeus sericeus, las hembras deciden a puede ser el coste que haga a esas señales indicadores
qué macho acercarse e inspeccionar basándose en la ex- honestos de resistencia a parásitos (hipótesis del hándicap
hibición y el color, lo que les asegura un mínimo de cali- de inmunocompetencia, Folstad y Karter 1992). Se han
dad de la pareja, pero la decisión sobre realizar la puesta encontrado resultados a favor y en contra de la hipótesis
o no, la toman de acuerdo con la calidad del sitio de en distintas especies, por lo que aún falta mucho por des-
nidificación, lo que proporciona seguridad a sus huevos cubrir en cuanto al papel de la mediación de las hormonas
(Candolin y Reynolds 2001). en la honestidad de esas señales. Algo parecido sucede
La utilización simultánea (en el tiempo) de varios ca- con los carotenos, productos adquiridos en la dieta que se
racteres sexuales secundarios que indiquen calidades dis- cree que también median en señales de resistencia a pará-
tintas para tomar una misma decisión (por ejemplo elegir sitos, aunque aún está poco claro en qué consiste su papel
pareja), aunque en principio pudiera parecer igual de ló- real (Møller et al. 2000). Otra posibilidad es que los efec-
gica, tiene un problema importante: para un tipo de cali- tos negativos de los parásitos afecten directamente a la
dad un macho puede ser mejor que otro, pero para otro condición física que subyace a la señal, y por tanto, la
tipo de calidad puede ser cierto lo contrario, por lo que si infección quede reflejada en una reducción del nivel de
las hembras atendieran a los dos tipos de calidades no exhibición.
podrían establecer un orden de preferencia entre los ma-
chos. Así, la teoría predice que utilizando varias señales
sexuales simultáneamente lo que el receptor obtendría Selección sexual en plantas (y otros organismos)
sería una estimación del valor medio del emisor de las
señales, pero no de cada una de las calidades (Johnstone Las flores vistosas con diferentes formas y coloracio-
1995b, 1996). No obstante, en algunos estudios empíri- nes ¿son el equivalente botánico de las estructuras del
cos se ha comprobado que las hembras utilizan los distin- cortejo animal, como la cola del pavo real? La cuestión
tos caracteres sexuales secundarios de forma independien- de si la diversidad morfológica floral puede ser debida a
te simultáneamente. Por ejemplo, en el papamoscas ce- selección sexual, continúa siendo controvertida. Una de
rrojillo Ficedula hypoleuca, las hembras eligen pareja las razones por las que el concepto de selección sexual se
basándose en tres caracteres diferentes: el estatus ha aplicado menos en plantas que en animales, es que,
reproductor del macho (soltero o emparejado), su color, y aunque el dimorfismo sexual aparece ampliamente repre-
la calidad del nido que controla. En este caso, las hem- sentado en plantas monoicas y dioicas, los caracteres
bras basan su elección en el carácter en el que la diferen- sexuales secundarios en plantas o partes masculinas tien-
cia entre los machos disponibles es mayor (Dale y den a ser menos extravagantes que los de animales ma-
Slagsvold 1996). Por otra parte, distintas señales pueden cho y, en algunos casos, las flores femeninas son incluso
tener distinta importancia en contextos sexuales diferen- más llamativas que las masculinas. Tal vez la predomi-
tes, por ejemplo en competencia intrasexual y atracción nancia de taxones hermafroditas provoca la escasa diver-
de hembras (Marchetti 1998, Pryke et al. 2001). Las dis- gencia de caracteres secundarios. Todo esto hace que sea
crepancias entre los modelos teóricos y los estudios em- muy complicado, normalmente, distinguir entre las ca-
píricos en este aspecto dan una idea de la necesidad de racterísticas sexuales que han evolucionado por selección
avanzar en el conocimiento de cómo evolucionan y se sexual y las adaptaciones reproductivas en general. Al
mantienen las señales múltiples. igual que en animales, hay que tener en cuenta los aspec-
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 253
tos relacionados con la competencia por el apareamiento un mismo estigma. En ese caso, la germinación rápida del
(en este caso, polinización) para seguir el rastro de la se- polen y el crecimiento del tubo polínico deben ser crucia-
lección sexual. les para el éxito masculino. Cada grano de polen produce
Se ha demostrado que el éxito reproductivo femenino un tubo polínico que contiene la célula masculina que se
en plantas hermafroditas productoras de inflorescencias fusionará con el óvulo. Para crecer, el tubo polínico debe
cambia con el tamaño de la inflorescencia en menor me- interactuar con los tejidos femeninos y usar nutrientes del
dida que el éxito reproductivo masculino, por lo que se estigma. Los mecanismos que conducen a diferencias en
argumenta que la función masculina puede ser responsa- el éxito del polen podrían ser: diferencias en el tiempo de
ble de la evolución del tamaño de la inflorescencia. Plan- germinación, tasa de crecimiento del tubo polínico, inte-
tas e inflorescencias masculinas suelen producir más flo- racción con otros pólenes y con el estigma o el óvulo y/o
res que las femeninas, por tanto la donación de polen se la tasa de supervivencia de los embriones. Se ha demos-
incrementa con el número de flores, incluso para plantas trado que la velocidad de crecimiento del tubo polínico
con flores hermafroditas. Esto es indicativo de una pre- está controlada por genes del grano de polen. Por otra
sión de selección para incrementar la liberación de polen, parte, se ha sugerido que en las flores femeninas han evo-
que aumenta con el número y tamaño de la inflorescencia. lucionado los estigmas largos como mecanismo para se-
Las flores masculinas suelen ser mayores que las femeni- leccionar los genes masculinos “superiores” e incremen-
nas y, dado que hay correlación entre una mayor tasa de tar la calidad de la descendencia, aunque, por ahora, no
liberación de polen y el tamaño de la corola, es probable hay suficientes pruebas.
que la competición masculina contribuya directamente a
la evolución de mayores corolas de flores masculinas, Levaduras
especialmente cuando la disponibilidad de polen no es
En otros organismos, como la levadura Saccharomyces
limitante para el éxito reproductivo femenino.
cerevisiae, se ha propuesto un nuevo modelo, basado en
Aunque autores como Haldane, Huxley y Bateman
el principio del hándicap, para los mecanismos que afec-
sugirieron la selección sexual en plantas, ésta no adquirió
tan a la elección de pareja. Previamente a la conjugación
importancia hasta la década de los 80 y, a pesar de que
(fusión temporal de dos organismos unicelulares para el
aún quedan muchas cuestiones por aclarar, hay ciertos
intercambio de material genético), en la levadura existe
hechos de las plantas en los que la selección sexual ha
un estado de “cortejo” en el que las células de los dos
podido jugar un papel predominante.
tipos de apareamiento “a” y “α”, eligen preferentemente
Como en animales, los papeles sexuales pueden dife-
las células con las que aparearse. Las células “a” produ-
rir en plantas, debido a que la inversión masculina es,
cen feromonas “a”, que son péptidos cortos, así como los
básicamente, producción de gametos, mientras que el sexo
producidos por las células “α” (feromonas “α”). Las
femenino realiza casi toda la inversión parental. En gene-
feromonas son necesarias para la comunicación a distan-
ral, los mecanismos de competición masculina en plantas
cia, para advertir la existencia de una potencial pareja y
tienen lugar a dos niveles: competencia por el acceso a
su dirección, y las células que secretan más feromonas
los polinizadores y competencia entre granos de polen en
son preferidas en los apareamientos. Nahon et al. (1995)
el estigma femenino (equivalente a la competición de es-
propusieron que los propéptidos intactos de las feromonas
perma en animales).
“α” juegan un papel esencial en los procesos de aparea-
miento y que su conformación espacial y modificaciones
Competencia por el acceso a los polinizadores
postraduccionales (cambios que se producen en el
Los gametos masculinos han de ser transportados por polipéptido una vez finalizada la traducción) son impor-
el viento, el agua o por animales polinizadores, a las flo- tantes en la elección de pareja (las modificaciones
res femeninas. Las flores vistosas han evolucionado para postraduccionales de estas largas proteínas, requieren el
ser más atractivas, no para otras plantas, sino para los uso de rutas bioquímicas que necesitan una inversión es-
insectos o pájaros que las visitan y transportan el polen pecial, y por tanto, proporcionarían señales fiables acerca
de unas a otras. Pero los dos sexos necesitan exhibir sus de la calidad fenotípica de la célula que las posee). Sugie-
flores a los polinizadores. Los individuos más atractivos ren que en la elección final para el apareamiento están
para la polinización dispersarán más eficazmente el po- implicadas estas proteínas (propéptidos), que se encuen-
len que los individuos con caracteres “menos atractivos”. tran en la membrana nuclear y que interaccionarían con
Esta lucha ha favorecido, entre otros, los caracteres que receptores para feromonas del otro tipo de apareamiento.
incrementan la atracción de los polinizadores, como flo-
res exuberantes, perfumadas, néctar y grandes cantidades
Importancia de la selección sexual
de polen.
Importancia evolutiva
Competición entre granos de polen
La forma más obvia de competición masculina en plan- Reconocimiento de la especie y especiación
tas es la que llevan a cabo los granos de polen para alcan-
zar los estigmas femeninos y fecundar a los óvulos, ya Hay razones para creer que las señales favorecidas por
que pueden llegar granos de polen de varios individuos a la selección sexual pueden jugar un papel importante en
254 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
el reconocimiento entre sexos y en la especiación (ver llos taxones en los que la selección sexual parece ser in-
Capítulo 18). tensa y diversa, suele haber una gran riqueza de especies,
El sistema de comunicación entre machos y hembras lo que apoya la idea de que la selección sexual puede con-
es fundamental para que el apareamiento se lleve a cabo ducir a un cambio evolutivo muy rápido. Los peces
entre individuos de la misma especie y no de otras espe- cíclidos que comentamos anteriormente constituyen un
cies. Las ventajas selectivas del reconocimiento de la es- buen ejemplo de especiación rápida ya que, por ejemplo,
pecie juegan un papel importante en la evolución de los el lago Victoria que data de unos 500.000-750.000 años,
caracteres sexuales secundarios y las preferencias en el aloja a más de 170 especies de cíclidos, casi todas del
apareamiento. La selección sexual puede influir en la evo- mismo género y que difieren unas de otras en los colores
lución de los mecanismos de reconocimiento para el apa- nupciales o en el cortejo sexual. Otros ejemplos los pode-
reamiento. Puesto que la selección sexual puede favore- mos encontrar en las aves del paraíso (Paradiseaidae), de
cer la evolución de caracteres masculinos que no supo- las que sólo en Nueva Guinea existen unas 42 especies.
nen ventaja en términos de supervivencia, en presencia Pero quizás uno de los casos más ilustrados ocurre en la
de suficiente variabilidad genética, la evolución de las familia Drosophilidae, con sus 800 especies, en el archi-
preferencias de las hembras y de los caracteres sexuales piélago de las Islas Hawaii. Probablemente hubo allí gran-
masculinos podría variar de unas poblaciones a otras, pro- des oportunidades ambientales para la especiación geo-
duciéndose, entonces, una divergencia en el sistema de gráfica, como diferentes altitudes y hábitats con barreras
reconocimiento para el apareamiento específico. Se ha diversas (lava, islas), así como la ausencia de otros
sugerido que la selección sexual puede jugar, por tanto, taxones. Muchas especies son genéticamente similares y
un papel en la especiación, ya que el aislamiento deben haberse originado recientemente y evolucionado
precigótico se origina a menudo como un subproducto de de forma rápida.
la selección sexual. Los caracteres sexuales selecciona- En algunos casos, como en aves, se producen híbridos
dos actúan, en este caso, como barrera para el cruzamien- interespecíficos. Si los híbridos son inviables o estériles,
to interespecífico. Por ejemplo, en la mariposa Pieris estos apareamientos serán desfavorecidos por la selección
occidentalis, se ha demostrado experimentalmente que las natural. El resultado puede ser el reforzamiento o el des-
hembras eligen a los machos con mayor cantidad de plazamiento del carácter reproductivo (Howard 1993, ver
melanina en el primer par de alas, lo que reduce el riesgo Capítulo 12), de forma que la diferencia entre las dos for-
de apareamiento erróneo con otra especie simpátrica y mas se hace más fuerte en las zonas de contacto y solapa-
cercana evolutivamente, Pieris protodice. En la naturale- miento. Así se reduce el gasto de gametos en apareamien-
za no existen híbridos entre ambas especies. La divergen- tos infértiles, se reducen las señales de interferencia entre
cia en el patrón de coloración de las dos especies ha evo- las especies y éstas se hacen más efectivas. Aunque hay
lucionado por selección sexual, a través de la elección de evidencias positivas, no está claro en muchos casos si los
la hembra, de los patrones de melanina de los machos mecanismos de reconocimiento de especies que divergen
(Wiernarz y Kingsolver 1992). en simpatría, lo hacen principalmente por desplazamien-
La selección sexual puede haber sido crucial en algu- to del carácter reproductivo.
nas de las más destacadas divergencias taxonómicas co- El aislamiento sexual, por tanto, constituye una barre-
nocidas, como pueden ser las especiaciones masivas de ra más fuerte para el intercambio genético que el aisla-
Drosophila en el archipiélago de Hawaii y la de los peces miento postcigótico. En todos estos grupos de aves, las
cíclidos de los lagos africanos (Dominey 1984). En estos hembras de las distintas especies pueden ser casi indistin-
últimos, en algunas especies, la única distinción entre ellas guibles, pero los machos difieren en muchas característi-
es el patrón de coloración de los machos, siendo las hem- cas. Por ejemplo, los machos de aves del paraíso presen-
bras fenotípicamente similares. Las hembras eligen a los tan gran variedad de plumajes y ornamentos que exhiben
acompañados de comportamientos estrafalarios y fuertes
machos basándose en su patrón de coloración. Presumi-
vocalizaciones. No suelen tener lazos de pareja, lo que
blemente, la selección sexual ha jugado un papel impor-
facilita una gran variación en el éxito reproductivo de los
tante en la tasa de evolución de este grupo, aunque tam-
machos.
bién hay que tener en cuenta que la divergencia ecológica
Barraclough et al. (1995), basándose en estudios
es bastante común en estos casos. Tanto en los grandes
filogenéticos mediante hibridación ADN-ADN, compa-
lagos africanos como en el archipiélago hawaiano, las raron la diversidad de especies entre grupos cercanos de
posibilidades para la divergencia ecológica son grandes, aves y concluyeron que los clados con mayor proporción
lo que podría, secundariamente, conducir a diferencias en de especies dimórficas sexualmente, poseen mayor nú-
el sistema de apareamiento y favorecer la actuación de la mero de especies que otros clados relacionados. Estos
selección sexual. Por ahora es difícil, no obstante, distin- análisis sugieren que la selección sexual incrementa la
guir el papel que desempeña exactamente la diversidad tasa de especiación. En general, podemos concluir que la
ecológica y hasta qué punto influye la selección sexual en selección sexual y la divergencia de caracteres sexuales
estos procesos de divergencia. secundarios, junto con la divergencia ecológica, pueden
La tasa de especiación puede depender de las habili- jugar un papel importante en la profusa especiación de
dades sensoriales de las hembras y de la variación de los algunos taxones animales como los Drosophilidae, los
caracteres masculinos reconocidos por ellas y utilizados peces cíclidos o las paseriformes, así como en las plantas
como señal para el apareamiento. Es curioso que en aque- angiospermas.
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 255
Relación de sexos en el nacimiento parece que, en general, los caracteres sexuales secunda-
rios pueden ser bioindicadores sensibles (Hill 1995).
Cuando las hembras están emparejadas con machos
de buena calidad heredable, es de esperar que, si tienen Efectos de la selección sexual sobre la conservación de
capacidad para hacerlo, produzcan más hijos que hijas en las especies
su descendencia, pues un macho atractivo tiene más éxito
reproductor que una hembra. Esa relación de sexos La actuación de la selección sexual y su intensidad
adaptativa se ha encontrado en varias especies de aves afectan al riesgo de extinción de las poblaciones anima-
tanto poligínicas (por ejemplo el carricero tordal les con un tamaño poblacional pequeño. Este efecto pue-
Acrocephalus arundinaceus, Nishiumi 1998) como de deberse a varios factores distintos: bajo intensa selec-
monógamas (carbonero común Parus major, Kölliker et ción sexual (1) el nivel de endogamia es mayor, lo que
al. 1999). El mismo sesgo hacia machos en el nacimiento puede originar menor variabilidad genética (aunque tam-
sucede cuando el tamaño corporal es importante en su bién afecta a la variabilidad de forma positiva, ver revi-
éxito de apareamiento, y las hembras encuentran condi- sión en Møller, 2001), (2) la mortalidad es mayor (debido
ciones ambientales que permiten producir hijos grandes al coste de producción y mantenimiento de los ornamen-
(por ejemplo también sucede en el carricero tordal, tos, por ejemplo depredación de adultos y nidos), (3) el
Nishiumi 1998). tamaño poblacional efectivo (que se reproduce) es me-
nor, pues las hembras sólo se reproducen si encuentran
Bimaturismo sexual machos del fenotipo preferido (Fig. 10), y (4) el éxito
reproductivo de las hembras que se reproducen es menor
La ventaja del tamaño de los machos para el aparea- ya que invierten menos si, por no poder elegir entre va-
miento también es la explicación de la diferencia en la rios candidatos, emparejan con machos de baja calidad
edad a la que maduran sexualmente los machos y las hem- (revisado en Sorci et al. 1998, Møller 2000, Møller y
bras de las especies poligínicas. Los machos maduran más Legendre 2001). Varios estudios han comprobado que el
tarde pues necesitan crecer más para tener éxito (Carranza éxito de introducción/reintroducción es mucho menor para
1994). especies dicromáticas (intensa selección sexual) que para
especies monocromáticas (Sorci et al. 1998), y existen
Reducción del tamaño de camada numerosos casos en los que individuos en cautividad a
los que no se les permite elegir pareja, no se reproducen o
En mamíferos, el número de crías por parto depende lo hacen con bajo éxito, mientras que cuando se les deja
también de la importancia del tamaño de los machos en la escoger pareja se reproducen y lo hacen con mayor éxito
consecución de pareja: cuanto mayor es el dimorfismo (revisado en Møller y Legendre 2001). Por otra parte, tam-
sexual en tamaño, menor es el número de crías por parto, bién se ha sugerido que la selección sexual ayuda a elimi-
lo que permite invertir más en cada cría y que éstas sean nar genes deletéreos en poblaciones pequeñas (Whitlock
mayores (Carranza 1996).
Aplicaciones prácticas
calidad ambiental
2000). Todos estos estudios demuestran que el conoci- les o para relaciones más estables, en que se prefieren
miento de los procesos de selección sexual que actúan en facciones menos masculinas (Gangestad y Simpson 2000,
especies de interés puede ser muy importante para tener Johnston et al. 2001). Estas variaciones se interpretan
éxito en su cría en cautividad, reintroducción o manteni- como intereses en distintos tipos de beneficios en dife-
miento de poblaciones en riesgo. Al menos tres aspectos rentes contextos: buenos genes e inclinación a la inver-
se deben tener en cuenta: el número de individuos nece- sión parental respectivamente (Gangestad y Simpson
sarios para que una población sea viable parece ser ma- 2000, Johnston et al. 2001). No obstante, una parte im-
yor cuanto más intensa es la selección sexual, la posibili- portante de las preferencias de las mujeres (o de sus fami-
dad de elección de pareja por las hembras aumenta las lias) se basan directamente en la valoración del estatus
probabilidades de reproducción en cautividad, y se debe social, de los recursos poseídos, o de la disposición a in-
conseguir proporcionar a las hembras machos del fenotipo vertir recursos (incluidos tiempo y esfuerzo parental) de
preferido. los candidatos (Low 2000).
Los hombres prefieren universalmente en las mujeres
rasgos físicos relacionados con la juventud, la salud y la
Selección sexual en humanos fertilidad, entre otros: una relación de anchura de cintura
y caderas en torno a 7/10 (que entre otras cosas refleja
El estudio particular de la selección sexual en huma- edad joven), piel sin arrugas, pelo lustroso, pechos fir-
nos tiene varios puntos de interés. Indudablemente des- mes, y rasgos faciales considerados neoténicos, como ojos
pierta una curiosidad especial, porque trata de explicar grandes, barbilla corta y estrecha (en general huesos de la
nuestro propio comportamiento, pero además, tiene la cara poco marcados), y labios gruesos (Thornhill y Gan-
ventaja de que podemos preguntar directamente a los su- gestad 1999, Low 2000). No obstante, en algunas socie-
jetos estudiados sus valoraciones (como preferencias, o dades tradicionales de subsistencia, en las que la acumu-
atributos que asocian a los caracteres preferidos) respecto lación de reservas es esencial para el éxito reproductivo,
a variables concretas y en contextos delimitados (por las mujeres pesadas son preferidas frente a las delgadas o
ejemplo para una relación estable o una pasajera). El es- intermedias, lo que se traduce en que las relaciones de
tudio de la evolución humana presenta varias dificultades caderas y cintura más altas (entre 8/10 y 1/1) sean consi-
derivadas de características específicamente humanas, deradas más atractivas (Marlow y Wetsman 2001).
como son la consciencia de los propios comportamien- Tanto en hombres como en mujeres muchos de los
tos, la cultura (con distintas religiones, modas y costum- rasgos físicos preferidos son dependientes de hormonas
bres entre sociedades), y en particular los avances tecno- (andrógenos y estrógenos respectivamente), que además
lógicos modernos (sanidad, anticoncepción) que han mo- afectan al potencial competitivo y la capacidad de resis-
dificado notablemente las presiones “ecológicas” en las tencia a parásitos (hombres), y varían con la edad (muje-
que debemos desenvolvernos. La principal cuestión es si res), por lo que las hormonas podrían ser la conexión que
los caracteres sexuales secundarios que aparecieron en hace informativas algunas de estas señales (Johnston et
nuestra historia evolutiva pasada siguen siendo seleccio- al. 2001). El atractivo facial (como de otras zonas atracti-
nados en la actualidad bajo las nuevas circunstancias. vas, por ejemplo de los pechos, Møller et al. 1994) tam-
Hay evidencias de que las preferencias y los caracte- bién está relacionado con su asimetría, por lo que se in-
res sexuales secundarios varían en su importancia relati- terpreta que el atractivo refleja la calidad fenotípica y ge-
va de acuerdo con las diferencias ecológicas entre pobla- nética de los individuos (Hume y Montgomerie 2001).
ciones humanas y culturas (Low 2000), sin embargo, se En consonancia con ello, la importancia del atractivo fa-
ha encontrado un patrón muy constante en la importancia cial en la selección de pareja es mayor en regiones con
de algunos rasgos físicos de hombres y mujeres entre nu- mayor prevalencia de parásitos (Thornhill y Gangestad
merosas culturas tradicionales y modernas. La especie 1999).
humana es considerada moderadamente poligínica, y la En algunos casos los caracteres sexuales secundarios
competencia entre hombres por los recursos, es un impor- ya no originan diferencias en el éxito reproductor en las
tante determinante del éxito de apareamiento (Low 2000). sociedades modernas, aunque las preferencias aún se man-
Gran parte de la competencia se desarrolla entre coalicio- tienen a causa de nuestro pasado evolutivo (Thornhill y
nes, por lo que el componente social del éxito es muy Gangestad 1996).
grande, pero parece claro que algunos rasgos individua-
les tienen importancia: el tamaño corporal, rasgos de ca- Agradecimientos
pacidad física como anchura de hombros, exhibiciones
físicas (éxito en la caza, o competiciones deportivas); y Queremos agradecer a Manuel Soler que contara con
rasgos faciales de dominancia, como barbilla prominente nosotros para escribir este capítulo, así como sus comen-
y ancha, labios finos, huesos de las mejillas marcados, y tarios a la primera versión, que contribuyeron a mejorar-
cejas gruesas y prominentes (Mueller y Mazur 1997). Los lo, y su paciencia ante nuestros sucesivos incumplimien-
mismos caracteres son considerados atractivos por las tos de los plazos de entrega. Asímismo a Aart P. Noord-
mujeres (Johnston et al. 2001), aunque en su fase más man que nos enviara amablemente los originales de las
fértil y para relaciones esporádicas, esos caracteres de fotografías de Stegodyphus lineatus que ilustran la figura
dominancia son más valorados que en fases menos férti- 4. Las siguientes editoriales nos concedieron permiso para
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 257
reproducir tablas, figuras o gráficos de las que poseen el (Fig. 8a), Springer-Verlag (Fig. 8c), Blackwell Munks-
copyright: Elsevier Science (Tabla 3), Academic Press gaard (Fig. 10). Durante el tiempo dedicado a escribir el
(Fig. 3c,d), University of Chicago Press, Cambridge Uni- capítulo, MM-V disfrutó de una Beca Postdoctoral del
versity Press, Oxford University Press, Kluwer Acade- Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Programa
mic Publishers (dibujos Fig. 5), Nature (Fig 6), Evolution de Becas Postdoctorales en España y en el Extranjero).
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
AMUNDSEN, T. 2000. Why are female birds ornamented? Trends Ecol. DUGATKIN, L.A. 1998. Effects of hunger on mate-choice copying in
Evol. 15: 149-155. the guppi. Ethology 104: 194-202.
ANDERSSON, M. 1994. Sexual selection. Princeton University Press, ENDLER, J.A. y BASOLO, A.L. 1998. Sensory ecology, receiver biases
Princeton. and sexual selection. Trends Ecol. Evol. 13: 415-420.
BALMFORD, A. y READ, A.F. 1991. Testing alternative models of FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. Oxford
sexual selection through female choice. Trends Ecol. Evol. 6: 274- University Press, Oxford.
276. FISKE, P. y AMUNDSEN, T. 1997. Female bluethroats prefer males
BARRACLOUGH, T.G., HARVEY, P.H. y NEE, S. 1995. Sexual with symmetric colour bands. Anim. Behav. 54: 81-87.
selection and taxonomic diversity in passerine birds. Proc. R. Soc. FITZPATRICK, S. 1998. Birds Tails as Signaling Devices - Markings,
Lond. B 259: 211-215. Shape, Length, and Feather Quality. Am. Nat. 151: 157-173.
BATEMAN, A.J. 1948. Intra-sexual selection in Drosophila. Heredity FOLSTAD, I. y KARTER, A.J. 1992. Parasites, bright males and the
2: 349-368. immunocompetence handicap. Am. Nat. 139: 603-622.
BROOKS, R. y ENDLER, J.A. 2001. Female guppies agree to differ: FUNK, D.H. y TALLAMY, D.W. 2000. Courtship role reversal and
phenotypic and genetic variation in mate-choice behavior and the deceptive signal in the long-tailed dance fly Rhamphomyia
consequences for sexual selection. Evolution 55: 1644-1655. longicauda. Anim. Behav. 559: 411-421.
BROOKS, R. y JENNIONS, M.D. 1999. The dark side of sexual GANGESTAD, S.W. y SIMPSON, J.A. 2000. The Evolution of Human
selection. Trends Ecol. Evol. 14: 336-337. Mating - Trade-Offs and Strategic Pluralism. Behav. Brain Sci. 23:
BRUCE, H.M. 1959. An exteroceptive block to pregnancy in the mouse. 573-644.
Nature 184: 105. GENTNER, T.Q. y HULSE, S.H. 2000. Female European starling
BURKHARDT, D. y DE LA MOTTE, I. 2001. Big “antlers” are preference and choice for variation in conspecific male song. Anim.
favoured: female choice in stalk-eyed flies (Diptera, insecta), field Behav. 59: 443-458.
collected harems and laboratory experiments. J. Comp. Phys. 162: GRAFEN, A. 1990a. Biological signals as handicaps. J. Theor. Biol.
649-652. 144: 517-546.
CANDOLIN,U. y REYNOLDS, J.D. 2001. Sexual signaling in the GRAFEN, A. 1990b. Sexual selection unhandicapped by the Fisher
European bitterling: females learn the truth by direct inspection of process. J. Theor. Biol. 144: 475-516.
the resource. Behav. Ecol. 12: 407-411. GREENWOOD, P.J. y HARVEY, J. 1982. The ecology of sex. University
CARRANZA, J. 1994. Sistemas de apareamiento y selección sexual. of Chicago Press, Chicago.
En: J.Carranza (ed.): Etología: Introducción a la ciencia del com- GWYNNE, D.T. 1990. Testing parental investment and the control of
portamiento. Pp: 363-406. Universidad de Extremadura. Servicio sexual selection in Katydids: the operational sex ratio. Am. Nat.
de Publicaciones, Cáceres. 136: 474-484.
CARRANZA, J. 1996. Sexual selection for male body-mass and the HALL, D.W., KIRKPATRICK, M., y WEST, B. 2000. Runaway sexual
evolution of litter size in mammals. Am. Nat. 148: 81-100. selection when female preferences are directly selected. Evolution
CATCHPOLE, C.K. y SLATER, P.J.B. 1995. Bird song. Biological 54: 1862-1869.
themes and variations. Cambridge University Press, Cambridge. HAMILTON, W.D. y ZUK, M. 1982. Heritable true fitness and bright
CLARKE, G.M. 1993. Fluctuating asymmetry of invertebrate birds: A role for parasites? Science 218: 384-387.
populations as a biological indicator of environmental quality. HASSON, O. 1989. Amplifiers and the handicap principle in sexual
Environ. Pollut. 82: 207-211. selection: a different emphasis. Proc. R. Soc. Lond. B 235: 383-
CLUTTON-BROCK, T.H., GUINNESS, F.E. y ALBON, S.D. 1982. Red 406.
Deer: Behavior and ecology of two sexes. University of Chicago HASSON, O. 1991. Sexual displays as amplifiers: practical examples
Press, Chicago. with an emphasis on feather decoration. Behav. Ecol. 2: 189-197.
CLUTTON-BROCK, T.H., ALBON, S.D. y GUINNESS, F.E. 1988. HASSON, O. 1997. Towards a general theory of biological signaling. J.
Reproductive success in male and female red deer. En T.H. Clutton- Theor. Biol. 185: 139-156.
Brock (ed.): Reproductive Success Pp: 325-343. University of HILL, G.E. 1995. Ornamental traits as indicators of environmental
Chicago Press, Chicago. health. Bioscience 45: 25-31.
CUERVO, J.J. 2000. El estudio de la asimetría fluctuante. Etologuía 18: HILL, G.E. 1999. Is there an immunological cost to carotenoid-based
27-60. ornamental coloration? Am. Nat. 154: 589-595.
DALE, S. y SLAGSVOLD, T. 1996. Mate choice on multiple cues, HOLLAND, B. y RICE, W.R. 1998. Perspective - Chase-Away Sexual
decision rules and sampling strategies in female pied flycatchers. Selection - Antagonistic Seduction Versus Resistance. Evolution
Behaviour 133: 903-944. 52: 1-7.
HOWARD, D.J. 1993. Reinforcement: origins, dynamics and fate of
DARWIN, C. 1859. On the origin of species by means of Natural
evolutionary hypothesis. En R.G. Harrison, (ed.): Hybrid zones and
Selection, or the preservation of favored races in the struggle for
the evolutionary process. Pp: 46-69. Oxford University Press, New
life. John Murray, London.
York.
DARWIN, C. 1871. The descent of man and selection in relation to sex. HUBBELL, S.P. y JOHNSON, L.K. 1987. Environmental variance in
John Murray, London. lifetime mating success, mate choice and sexual selection. Am. Nat.
DOMINEY, W.J. 1984. Effects of sexual selection and life history on 130: 91-102.
speciation: Species flocks in African cichlids and Hawaiian HUME, D.K. y MONTGOMERIE, R. 2001. Facial attractiveness signals
Drosophila. En A.A. Echelle y I. Kornfield (eds.): Evolution of different aspects of “quality” in women and men. Evol. Hum. Behav.
Fish Species Flocks. Pp: 231-249. 22: 93-112.
258 Manuel Martín-Vivaldi y Josefa Cabrero
HUNTINGFORD, F. y TURNER, A. 1987. Animal conflict. Chapman MØLLER, A.P. y LEGENDRE, S. 2001. Allee effect, sexual selection
& Hall. and demographic stochasticity. Oikos 92: 27-34.
IWASA, Y. y POMIANKOWSKI, A. 1995. Continual changes in mate MØLLER, A.P. y POMIANKOWSKI, A. 1993. Why have birds got
preferences. Nature 377: 420-422. multiple sexual ornaments? Behav. Ecol. Sociobiol. 32: 167-176.
JOHNSTON, V.S., HAGEL, R., FRANKLIN, M., FINK, B., y MØLLER, A.P., SOLER, M., y THORNHILL, R. 1994. Breast
GRAMMER, K. 2001. Male facial attractiveness: evidence for asymmetry, sexual selection, and human reproductive success.
hormone-mediated adaptive design. Evol. Hum. Behav. 22: 251- Ethol. Sociobiol. 16: 207-219.
267. MØLLER, A.P. y SWADDLE, J.P. 1997. Asymmetry, developmental
JOHNSTONE, R.A. 1995a. Sexual selection, honest advertisement and stability, and evolution. Oxford University Press, Oxford.
the handicap principle: reviewing the evidence. Biol. Rev. 70: 1- MORENO, J., SOLER, M., MØLLER, A.P., y LINDÉN, M. 1994. The
65. function of stone carrying in the black wheatear, Oenanthe leucura.
JOHNSTONE, R.A. 1995b. Honest advertisement of multiple qualities Anim. Behav. 47: 1297-1309.
using multiple signals. J. Theor. Biol. 177: 87-94. MUELLER, U. y MAZUR, A. 1997. Facial dominance in Homo sapiens
JOHNSTONE, R.A. 1996. Multiple displays in animal communication: as honest signaling of male quality. Behav. Ecol. 8: 569-579.
“backup signals” and “multiple messages”. Philos. Trans. R. Soc. NAHON, E., ATZMONY, D., ZAHAVI, A. y GRANOT, D. 1995. Mate
Lond. B 351: 329-338. selection in yeast: A reconsideration of the signals and the message
KÖLLIKER, M., HEEB, P., WERNER,I., MATEMAN, A.C., encoded by them. J. Theor. Biol. 172: 315-322.
LESSELLS, C.M., y RICHNER, H. 1999. Offspring sex ratio is NEGRO, J.J., MARGALIDA, A., HIRALDO, F. y HEREDIA, R. 1999.
related to male body size in the great tit (Parus major). Behav. Ecol. The function of the cosmetic coloration of bearded vultures: when
10: 68-72. art imitates life. Anim. Behav. 58: F14-F17.
KOTIAHO, J.S. 2000. Testing the assumptions of conditional handicap NISHIUMI, I. 1998. Brood sex ratio is dependent on female mating
theory - costs and condition dependence of a sexually selected trait. status in polygynous great reed warblers. Behav. Ecol. Sociobiol.
Behav. Ecol. Sociobiol. 48: 188-194. 44: 9-14.
KOTIAHO, J.S., ALATALO, R.V., MAPPES, J. y PARRI, S. 1996. OWENS, I.P.F. y HARTLEY, I.R. 1998. Sexual dimorphism in birds:
Sexual selection in a wolf spider: male drumming activity, body why are there so many different forms of dimorphism? Proc. R.
size, and viability. Evolution 50: 1977-1981. Soc. Lond. B 265: 397-407.
KOTIAHO, J.S., ALATALO, R.V., MAPPES, J. y PARRI, S. 1999. PENN, D. y POTTS, W.K. 1998. Chemical signals and parasite-mediated
Honesty of agonistic signalling and effects of size and motivation sexual selection. Trends Ecol. Evol. 13: 391-396.
asymmetry in contests. Acta. Ethol. 2: 13-21. POMIANKOWSKI, A., IWASA, Y. y NEE, S. 1991. The evolution of
KROODSMA, D.E. y MILLER, E.H. 1996. Ecology and evolution of costly mate preferences I. fisher and biased mutation. Evolution
acoustic communication in birds. Cornell University Press, Ithaca. 45: 1422-1430.
LEWIS, S.M. y AUSTAD, S.N. 1994. Sexual selection in flour beetles: PRYKE, S.R., ANDERSSON, M. y Lawes, M.J. 2001. Sexual selection
the relationship between sperm precedence and male olfactory of multiple handicaps in the red-collared widowbird: female choice
attractiveness. Behav. Ecol. 5: 219-224. of tail length but not carotenoid display. Evolution 55: 1452-1463.
LOTEM, A. 1993. Secondary sexual ornaments as signal: the handicap RYAN, M.J. 1990. Sensory systems, sexual selection, and sensory
approach and three potential problems. Etología 3: 209-218. exploitation. Oxford Surv. Evol. Biol. 7: 157-195.
LOW, B.S. 2000. Why sex matters. A Darwinian look at human behavior. RYAN, M.J. 1998. Sexual selection, receiver biases, and the evolution
Princeton University Press, Princeton. of sex-differences. Science 281: 1999-2003.
LOZANO, G.A. 2001. Carotenoids, immunity, and sexual selection: RYAN, M.J. y RAND, A.S. 1993. Sexual selection and signal evolution:
comparing apples and oranges? Am. Nat. 158: 200-203. the ghost of biases past. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B 340: 187-195.
MARCHETTI, K. 1998. The evolution of multiple male traits in the SADOWSKI, J.A., MOORE, A.J. y BRODIE, E.D.I. 1999. The
yellow-browned leaf warbler. Anim. Behav. 55: 361-376. evolution of empty nuptial gifts in a dance fly, Empis snoddyi
MARLOW, F. y WESTMAN, A. 2001. Preferred waist-to-hip ratio and (Diptera: Empididae): bigger isn’t always better. Behav. Ecol.
ecology. Personality and Individual Differences 30: 481-489. Sociobiol. 45: 161-166.
MAYNARD SMITH, J. 1991. Theories of sexual selection. Trends Ecol. SCHNEIDER, J.M. y LUBIN, Y. 1996. Infanticidal male spiders. Nature
Evol. 6: 146-151. 381: 655-656.
MCCARTY, J.P. y SECORD, A.L. 2000. Possible effects of pcb SCHNEIDER, J.M. y LUBIN, Y. 1997. Infanticide by males in a spider
contamination on female plumage color and reproductive success with suicidal maternal care, Stegodyphus lineatus (Eresidae). Anim.
in hudson river tree swallows. Auk 117: 987-995. Behav. 54: 305-312.
MØLLER, A.P. 1988. Female choice selects for male sexual ornaments SHAW, K. 1995. Phylogenetic tests of the sensory exploitation model
in the monogamous swallow. Nature 332: 640-642. of sexual selection. Trends Ecol. Evol. 10: 117-120.
MØLLER, A.P. 1992. Female swallow preference for symmetrical male SHELDON, B.C. 2000. Differential allocation - tests, mechanisms and
sexual ornaments. Nature 357: 238-240. implications. Trends Ecol. Evolut. 15: 397-402.
MØLLER, A.P. 1993. Morphology and sexual selection in the barn SILLER, S. 1998. The epistatic handicap principle does work. J. Theor.
swallow Hirundo rustica in Chernobyl, Ukraine. Proc. R. Soc. Lond. Biol. 191: 141-161.
B 252: 51-57. SOLER, J.J., CUERVO, J.J., MØLLER, A.P. y DE LOPE, F. 1998a.
MØLLER, A.P. 1994. Sexual selection and the barn swallow. Oxford Nest building is a sexually selected behaviour in the barn swallow.
University Press, Oxford. Anim. Behav. 56: 1435-1442.
MØLLER, A.P. 1998. Sperm competition and sexual selection. En: SOLER, J.J., MØLLER, A.P., y SOLER, M. 1998b. Nest building, sexual
T.R.Birkhead y A.P.Møller (ed.): Sperm competition and sexual selection and parental investment. Evol. Ecol. 12: 427-441.
selection. Pp: 55-90. Academic Press, San Diego . SOLER, M., SOLER, J.J., MØLLER, A.P., MORENO, J. y LINDÉN,
MØLLER, A.P. 2000. Sexual selection and conservation. En: M.Gosling M. 1996. The functional significance of sexual display: stone
y W.J.Sutherland (ed.): Behaviour and conservation. Pp: 161-171. carrying in the black wheatear. Anim. Behav. 51: 247-254.
Cambridge University Press, Cambridge . SORCI, G., MØLLER, A.P. y CLOBERT, J. 1998. Plumage Dichroma-
MØLLER, A.P. 2001. Sexual selection, extra-pair paternity, genetic tism of Birds Predicts Introduction Success in New-Zealand. J.
variability and conservation. Acta Zoologica Sinica 47: 2-12. Anim. Ecol. 67: 263-269.
MØLLER, A.P., BIARD, C., BLOUNT, J.D., HOUSTON, D.C., NINNI, SUTHERLAND, W.J. 1985. Measures of sexual selection. Oxford Surv.
P., SAINO, N., y SURAI, P.F. 2000. Carotenoid-dependent signals: Evol. Biol. 1: 90-101.
indicators of foraging efficiency, immunocompetence or SUTHERLAND, W.J. 1987. Random and deterministic components of
detoxification ability? Avian Poult. Biol. Rev. 11: 137-159. variance in mating success. En J.W. Bradbury y M.B. Anderson
CAPÍTULO 13: SELECCIÓN SEXUAL 259
(eds.): Sexual Selection: Testing the Alternatives Pp: 209-219. WIERNASZ, D. C. y KINGSOLVER, J.G. 1992. Wing melanin pattern
Wiley, Chichester, U.K. mediates species recognition in Pieris occidentalis. Anim. Behav.
THORNHILL, R. y GANGESTAD, S.W. 1996. The evolution of human 43: 89-94.
sexuality. Trends Ecol. Evol. 11: 98-102. WILEY, R.H., GODARD, R.H. y THOMPSON, A.D. 1994. Use of two
THORNHILL, R. y GANGESTAD, S.W. 1999. Facial attractiveness. singing modes by hooded warblers as adaptation for signalling.
Trends Cognit. Sci. 3: 452-460. Behaviour 129: 243-278.
THORNHILL, R. y MØLLER, A.P. 1998. The relative importance of ZAHAVI, A. 1975. Mate selection-a selection for a handicap. J. Theor.
size and asymmetry in sexual selection. Behav. Ecol. 9: 546-551. Biol. 53: 205-214.
TOMKINS, J.L. y SIMMONS, L.W. 1998. Female choice and ZAHAVI, A. 1977. The cost of honesty (further remarks on the handi-
manipulations of forceps size and asymmetry in the earwig Forficula cap principle). J. Theor. Biol. 67: 603-605.
auricularia L. Anim. Behav. 56: 347-356. ZAHAVI, A. 1987. The theory of signal selection and some of its
WHITLOCK, M.C. 2000. Fixation of new alleles and the extinction of implications. Proc. Inter. Symp. Biol. Evol.V.P. Delfino. Ed.
small populations - drift load, beneficial alleles, and sexual selection. Adriatica.Editrica. 305-327.
Evolution 54: 1855-1861. ZAHAVI, A. 1991. On the definition of sexual selection, Fisher’s model,
WIDEMO, F. y SÆTHER, S.A. 1999. Beauty is in the eye of the and the evolution of waste and of signals in general. Anim. Behav.
beholder: causes and consequences of variation in mating 42: 501-503.
preferences. Trends Ecol. Evol. 14: 26-31.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) ANDERSSON, M. 1994. Sexual Selection. Princeton University Press. Princeton, New York. Amplia revisión del tema con abun-
dancia de ejemplos y datos experimentales. Discusión y planteamiento de cuestiones interesantes en relación a la selección sexual.
(2) LOW, B.S. 2000. Why sex matters. A Darwinian look at human behavior. Princeton University Press, Princeton. Revisión actuali-
zada de los conocimientos existentes sobre la evolución del comportamiento humano. Estudia los condicionantes ecológicos e
históricos que han determinado el comportamiento humano, analizando información proveniente de datos paleontológicos así
como de múltiples sociedades actuales, tanto tradicionales como modernas.
(3) MØLLER, A.P. 1994. Sexual Selection and the barn swallow. Oxford University Press, Oxford. Revisión de la teoría de la selec-
ción sexual y pormenorizada aplicación de la teoría a las especies monógamas, especialmente al caso concreto de la golondrina
común. Se presentan, bajo una secuencia comparable a los planteamientos surgidos durante el desarrollo de la investigación, los
resultados que han servido para probar un gran número de hipótesis referidas a la evolución de un ornamento en la cola de los
machos de golondrina.
Capítulo 14: COMPETICIÓN ESPERMÁTICA
Montserrat Gomendio
DEPARTAMENTO DE ECOLOGÍA EVOLUTIVA, MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES, C.S.I.C.
José Gutierrez Abascal 2, 28006 Madrid. E-mail: montseg@mncn.csic.es
Las hembras copulan con varios machos en un gran número de especies. Esto supone que los eyaculados de
machos rivales compiten entre sí dentro del tracto reproductor femenino para fecundar los óvulos disponibles,
fenómeno que se denomina competición espermática. Puesto que la competición espermática determina en gran
medida el éxito reproductor de los machos es una fuerza selectiva de gran potencia que ha moldeado características
comportamentales, fisiológicas y celulares en los machos, tanto a nivel inter-específico como a nivel intra-específi-
co. Las hembras promueven activamente la competición espermática en muchos casos, por lo que se cree que
derivan importantes beneficios de la poliandria entre los que se incluyen beneficios directos como la obtención de
nutrientes o de cuidado parental, e indirectos como mejorar la calidad genética de las crías y evitar la incompatibi-
lidad genética. La presencia de varios eyaculados en el tracto reproductor también podría permitir a las hembras
favorecer los espermatozoides de los machos preferidos, pero la evidencia no es aún concluyente. Puesto que ambos
sexos tienen formas diferentes de maximizar su éxito reproductivo, se da un conflicto de intereses que cuando existe
competición espermática incluye casos en los que los machos desarrollan sustancias tóxicas en los eyaculados que,
además de mejorar las posibilidades de fecundación de esos machos, tienen efectos letales sobre las hembras. Este
conflicto de intereses es dinámico pues cada sexo responde a los cambios evolutivos que desarrolla el otro sexo en
la lucha por mejorar la reproducción.
La competición espermática: animales las hembras copulan con más de un macho du-
significado evolutivo rante un ciclo sexual, es decir, son poliándricas (ver Capí-
tulo 15). Este hecho tiene implicaciones muy importantes
Darwin acuñó el término “selección sexual” para pues significa que la competición entre machos continúa
explicar la evolución de características conspicuas en después de la cópula en la forma de competición entre
machos, tales como los coloridos plumajes de algunas eyaculados de distintos machos, proceso que se conoce
aves o las elaboradas cornamentas de ciertos mamífe- como “competición espermática”. Esta forma de compe-
ros, que no se podían explicar a través de la selección tición determina en gran medida el éxito reproductivo de
natural por una mejora de la supervivencia. Dichos los machos por lo que es una fuerza selectiva de gran po-
rasgos confieren ventajas relacionadas con la repro- der que ha moldeado a lo largo de la evolución rasgos
ducción, ya sea porque mejoran las posibilidades de comportamentales, morfológicos, fisiológicos y celulares
los machos de vencer en encuentros agonísticos con (Fig. 1).
otros machos por el acceso sexual a las hembras (com- La promiscuidad de las hembras tiene otra implica-
petición intrasexual), o porque hacen a los machos ción a la que se ha prestado menos atención, pues nos
portadores más atractivos frente a las hembras (elec- descubre la posibilidad de que la elección de pareja por
ción por parte de la hembra; ver Capítulo 13). Durante parte de la hembra no se ejerza sólo a nivel comporta-
mucho tiempo los estudios de selección sexual han mental, sino que continúe después de la cópula en el trac-
asumido que las hembras copulan con un sólo macho, to reproductor femenino a nivel fisiológico y celular. Esto
por lo que se entendía que la competición entre ma- permitiría a las hembras influir sobre las posibilidades de
chos termina en el momento de la cópula, y que la elec- éxito que tienen eyaculados de diferentes machos a la hora
ción de pareja por parte de las hembras se limita al de fertilizar sus óvulos.
terreno comportamental, eligiendo con qué macho se Por lo tanto, la evidencia de que las hembras copulan
aparean. Dentro de este marco conceptual los ecólogos frecuentemente con más de un macho, ha revolucionado
evolutivos centraron pues sus esfuerzos en estudiar nuestra forma de pensar en las estrategias que machos y
procesos que ocurren antes de la cópula, y equipara- hembras desarrollan para maximizar su éxito reproducti-
ron la cópula con el éxito reproductor. vo, y ha abierto nuevos interrogantes que sólo podrán ser
En los últimos años esta visión ha cambiado radical- resueltos con un enfoque multidisciplinar que integre as-
mente al demostrarse que en la mayoría de los grupos pectos ecológicos, comportamentales y fisiológicos.
262 Montserrat Gomendio
tan en crías viables (“hipótesis de la llave y la cerradu- es aleatoria, sino que las barreras del tracto reproductor
ra”). Una hipótesis alternativa propone que la enorme di- femenino eliminan los espermatozoides con defectos por
versidad de genitalias ha evolucionado como consecuen- tener una morfología anormal, problemas de motilidad, o
cia de la preferencia de las hembras por machos de dificultades para atravesar las cubiertas del óvulo.
genitalia elaborada que proveen una estimulación mayor Las características del tracto reproductor femenino
durante la cópula (una forma de cortejo interno tras la definen la forma en que compiten los eyaculados de ma-
cópula denominado “selección críptica por parte de la chos rivales. En insectos, las hembras tienen unos órga-
hembra”), lo que promueve la evolución de genitalias cada nos de almacenamiento denominados “espermatecas”,
vez más complejas en los machos, lo que a su vez hace a donde los espermatozoides pueden mantenerse viables por
las hembras cada vez más discriminatorias (Eberhard períodos largos de tiempo. Dichas estructuras favorecen
1985, 1996). La evidencia a favor de esta hipótesis proce- que el último macho que copula con la hembra tenga más
de de un estudio comparativo de insectos (Arnqvist 1998). posibilidades de fecundar, pues el último eyaculado tien-
Si la hipótesis de la llave y la cerradura es correcta la de a desplazar a eyaculados anteriores de la espermateca,
predicción es que en especies monándricas es donde será o a empujarlos hacia el fondo del receptáculo, de forma
fundamental para las hembras asegurarse de que el ma- que son los espermatozoides del último macho los que
cho con el que copulan es de su misma especie, por lo que quedan situados más cerca de la salida y son los primeros
es en estas especies donde la genitalia será más elabora- en salir cuando hay óvulos que fecundar. Las estrategias
da. Sin embargo, la predicción derivada de la hipótesis de que desarrollan los machos para conseguir minimizar las
la selección sexual es la opuesta, puesto que es en espe- posibilidades de fecundar de eyaculados previos llegan a
cies poliándricas donde las hembras tienen la posibilidad ser muy elaboradas, como es el caso de una especie de
de elegir entre los diferentes machos con los que copulan. cangrejo en la que los machos al copular lo primero que
Los resultados de este estudio indican que en especies transfieren es una resina que aísla el semen de machos
poliándricas la genitalia es más elaborada que en espe- anteriores contra el fondo de la espermateca, y a conti-
cies monándricas, mientras que no había diferencias en nuación los machos transfieren su propio esperma (Diesel
características de otro tipo entre los dos grupos. Por lo 1990). Otra forma de deshacerse del eyaculado de ma-
tanto, la preferencia por parte de las hembras de genitalias chos rivales es mediante la aparición de espinas en los
elaboradas parece haber jugado un papel importante en la órganos genitales masculinos que permiten extraer el se-
evolución de los sistemas reproductores. men de machos anteriores de los órganos de almacena-
Para que la reproducción se lleve a cabo, el tracto miento de las hembras antes de despositar el eyaculado
reproductor de la hembra debe asegurar, por una parte, propio (Waage 1979).
que los óvulos se encuentren disponibles en el lugar de la En aves, las hembras poseen unos órganos de almace-
fecundación, y por otra, que los espermatozoides llegan namiento denominados túbulos de almacenamiento de
al mismo lugar en el margen de tiempo en el que el óvulo esperma, en los que los espermatozoides sobreviven por
está preparado para ser fecundado. Este delicado proceso periodos de semanas, que en general coinciden más o
requiere de la cooperación y sincronización entre machos menos con el tiempo que tarda una hembra en poner los
y hembras para conseguir un objetivo común, pero tam- huevos de una nidada. Se interpreta por tanto que la exis-
bién se ve afectado por conflictos de intereses entre los tencia de dichos túbulos permite a las hembras asegurar
dos sexos. que tienen suficientes reservas de esperma como para fe-
En especies con fertilización interna el tracto femeni- cundar en secuencia todos los óvulos necesarios para com-
no supone una entrada potencial de patógenos, por lo que pletar una nidada, y a la vez evita que los espermatozoides
la hembra ha desarrollado mecanismos para defenderse sean expulsados del tracto reproductor cada vez que la
de ellos. Entre estos mecanismos se encuentran un pH hembra pone un huevo. En la mayoría de las especies es-
ácido y un eficiente sistema inmune. Por otra parte, los tudiadas el último macho que copula con una hembra es
machos inseminan millones de espermatozoides de los el que tiene más posibilidades de fecundar el siguiente
cuales sólo se necesita uno por óvulo, lo cual supone un óvulo. El mecanismo que determina la precedencia del
riesgo adicional para la hembra, pues la polispermia ge- último macho es la pérdida gradual de espermatozoides
neralmente supone que el embrión no se desarrolla. Ello de los túbulos que hace que con el paso del tiempo los
hace que la hembra haya desarrollado estrategias para re- túbulos se vayan vaciando de esperma de forma pasiva,
ducir drásticamente el número de espermatozoides que lo que asegura una mayor representatividad en los túbulos
ascienden por el tracto. Todo ello supone una serie de del último eyaculado (Birkhead et al. 1995a).
barreras descomunales para los eyaculados. Esta situación La precedencia del último macho, en combinación con
se intensifica con la aparición de la competición otros factores, supone que una sola cópula extra-pareja
espermática, pues los machos responden desarrollando tiene un éxito desproporcionado en relación a las múlti-
eyaculados más competitivos que maximicen las posibi- ples cópulas realizadas con la pareja, lo que le permite a
lidades de fecundar óvulos, y las hembras podrían utilizar las hembras manipular la paternidad de las crías según
dichas barreras u obstáculos para discriminar los sus intereses. Para explicar el elevado éxito de las cópu-
eyaculados, o comprobar su habilidad competitiva. La las extra-pareja es necesario entender cómo los machos
drástica disminución del número de espermatozoides que producen y almacenan los eyaculados, así como el com-
sufre un eyaculado durante su trayecto hacia el óvulo no portamiento sexual de machos y hembras. Cuanto más
264 Montserrat Gomendio
vimientos musculares del tracto, y posteriormente por el Parker (1970, 1984) sugirió que la competición esper-
movimiento activo de los propios espermatozoides. Por mática se parece a una lotería, en el sentido de que el que
tanto, en mamíferos los eyaculados competitivos se ca- tenga un mayor número de billetes (es decir, espermato-
racterizan por tener una elevada proporción de esperma- zoides transferidos al tracto de la hembra) tiene mayores
tozoides de morfología normal, una buena motilidad, y la posibilidades de ganar. La competición espermática ha
capacidad de atravesar las cubiertas del óvulo. La forma favorecido un aumento en la producción de esperma en
en que compiten se asemeja más a una carrera, que a otras taxones con mecanismos de competición espermática muy
formas de competición que incluyen el bloqueo o ataque diferentes (insectos, anfibios, aves y mamíferos), lo que
directo a espermatozoides de eyaculados rivales. La evi- sugiere que el valor competitivo de transferir un mayor
dencia experimental que se presentó para apoyar esta úl- número de espermatozoides es universal. Tanto en aves
tima hipótesis ha sido totalmente desacreditada, y ade- como en mamíferos, los machos de especies donde se dan
más procede de estudios llevados a cabo con humanos, niveles elevados de competición espermática tienen testí-
una especie que desde todo punto de vista es considerada culos grandes en relación a su tamaño corporal, copulan
monándrica (Gomendio et al. 1998). con mayor frecuencia, y producen eyaculados con un nú-
mero mayor de espermatozoides (Birkhead y Møller 1992,
Gomendio et al. 1998).
La perspectiva del macho La competición espermática no sólo favorece un au-
mento en el número de espermatozoides, sino también una
En los años setenta Trivers propuso que el esfuerzo mejora de la calidad del eyaculado, que incluye un menor
que cada sexo pone en producir y criar a los descendien- polimorfismo espermático, y una mejor motilidad (Mø-
tes, determina la intensidad de la selección sexual (Trivers ller 1988). Además, la competición espermática debería
1972). En la mayoría de las especies las hembras invier- seleccionar espermatozoides capaces de vencer a los ri-
ten más que los machos en el cuidado de las crías, lo que vales. Gomendio y Roldán (1991) propusieron que en
supone que sus tasas de reproducción son más lentas. Por mamíferos la competición espermática debería de selec-
lo tanto, en una población siempre hay más machos que cionar espermatozoides más largos porque son capaces
hembras listos para reproducirse, lo que implica que las de nadar más deprisa y de vencer en la carrera por fecun-
hembras son un factor limitante para los machos. Esto dar los óvulos. Para comprobar esta hipótesis llevaron a
hace que los machos compitan entre sí intensamente por cabo análisis comparativos en primates y roedores que
fecundar al reducido número de hembras disponible en demostraron que los machos de especies poliándricas tie-
cada momento, y que exista mucha variación en el éxito nen espermatozoides más largos, lo que se consigue prin-
reproductivo de los machos, pues mientras que algunos cipalmente a través de un incremento de la longitud del
son muy exitosos otros machos de la población no produ- flagelo (Fig. 3). Este aumento de tamaño del flagelo no
cen ninguna cría. Por el contrario, las hembras de una va acompañado de un aumento proporcional de las reser-
población no presentan diferencias tan marcadas en el vas energéticas lo que implica que los espermatozoides
número de crías que producen, y las diferencias en su éxi- más largos sobreviven menos tiempo. Por tanto, los ma-
to reproductivo se deben en gran parte a las tasas de su- chos de especies poliándricas siguen la estrategia de rea-
pervivencia de las crías, y no al número de machos con lizar múltiples cópulas de espermatozoides rápidos pero
los que copulan. Todo ello implica que la selección sexual de vida corta. Estudios posteriores han demostrado que
actúa con mayor intensidad en machos que en hembras en mariposas (Gage 1994) y aves (Briskie et al. 1997)
(ver Capítulo 13), y que mientras en los machos la selec- también aumenta la longitud de los espermatozoides con
ción sexual favorece aquellos caracteres que facilitan con- la intensidad de la competición espermática, pero se des-
seguir un mayor número de fecundaciones, las hembras conoce cuál es el significado adaptativo de una mayor
desarrollan estrategias encaminadas a mejorar la calidad longitud espermática en estos grupos. Finalmente, en ne-
de sus crías lo que incluye ser selectivas respecto a los matodos sí se ha demostrado la ventaja competitiva de
machos con los que se aparean. espermatozoides más largos pues éstos avanzan más rápi-
La competición espermática podría minimizar las di- do y fertilizan más huevos (La Munyon y Ward 1998).
ferencias en éxito reproductivo entre machos, puesto que Los machos pueden intentar evitar o minimizar la com-
la poliandria en hembras podría conducir a acercar el nú- petición espermática defendiendo a la hembra de los in-
mero de fecundaciones de diferentes machos. Sin embar- tentos de cópula de otros machos. Dicha defensa puede
go, lo que ocurre es lo contrario, pues la competición adoptar distintas formas, desde la exclusión agresiva de
espermática marca aún más las diferencias entre machos, otros machos, hasta cópulas prolongadas con la hembra
exagerando la intensidad de la selección sexual en este que impiden físicamente la cópula por parte de otros ma-
sexo. En aves los machos que producen un mayor núme- chos, incluyendo también la producción de tapones del
ro de crías como consecuencia de las cópulas extra-pare- orificio genital que dificultan las cópulas. Dependiendo
ja, están emparejados con hembras que producen pocas de si hay ventajas o no según el orden de cópula, y cuan-
crías de otros machos, por lo tanto la competición do las hay, de si la ventaja es para el primer o el último
espermática aumenta el éxito reproductivo de los machos macho que copula, a los machos les convendrá defender a
más atractivos de la población, y disminuye el de los me- las hembras en diferentes momentos. Cuando la ventaja
nos atractivos (Møller 1998). es para el primer macho que copula, los machos compiten
266 Montserrat Gomendio
vencia de las crías de esos machos (Hasselquist et al. Algunos autores han propuesto que, dado que la se-
1996). En poblaciones de víboras en las que hay niveles lección sexual sobre los machos para conseguir aumentar
de consanguinidad elevados, las hembras que copulan con el número de crías producidas, es mayor que la selección
varios machos consiguen una mejor supervivencia de las sobre las hembras para mejorar la calidad de las crías, las
crías, pues producen menos crías deformes y muertas adaptaciones de los machos (en este caso a la competi-
(Madsen et al. 1992). Los autores del estudio propusieron ción espermática) prevalecerán sobre las adaptaciones de
que ello se debe a que en esta especie las hembras no las hembras (elección críptica) (Parker 1998). Sin embar-
pueden elegir machos de mejor calidad a nivel fenotípi- go, en especies con fecundación interna el eyaculado ter-
co, pero al copular con varios machos aseguran el ser fe- mina en el tracto genital femenino, fuera del control del
cundadas por el de mejor calidad que debería tener un macho. Es posible que los costes para las hembras de de-
eyaculado más competitivo. La interpretación más plau- sarrollar mecanismos para manipular la paternidad de las
sible es que, puesto que los machos más consanguíneos crías en esta etapa sean pequeños, por lo que el control
tienen una peor calidad de eyaculado (Roldán et al. 1998) por parte de las hembras podría evolucionar. Las enormes
(Fig. 4), la promiscuidad asegura que las hembras tienen barreras a las que se enfrentan los eyaculados en el tracto
pocas probabilidades de ser fecundadas por machos con- femenino podrían suponer una herramienta muy podero-
sanguíneos (de menos calidad genética) cuando éstos com- sa en este conflicto entre sexos (Roldan et al. 1992).
piten con eyaculados más competitivos de otros machos.
(c) Compatibilidad genética: propone que las hembras
El conflicto entre sexos
poliándricas disminuyen el riesgo de ser fecundadas por
machos incompatibles genéticamente, lo que daría lugar Como hemos visto, machos y hembras siguen dife-
a deficiencias en el desarrollo de las crías. En pseudoes- rentes estrategias para maximizar su éxito reproductivo,
corpiones se ha observado que las hembras que copulan por lo que en ocasiones entran en conflicto y lo que es
con varios machos tienen una menor tasa de abortos, lo ventajoso para un sexo es negativo para el otro. Quizás el
que se atribuye a este efecto (Zeh y Zeh 1997, Newcomer ejemplo más dramático estudiado hasta la fecha proviene
et al. 1999). de trabajos realizados con Drosophila. Se sabía desde ha-
Se ha propuesto que las hembras no sólo derivan be- cía tiempo que cuanto más copula una hembra, más corta
neficios de copular con varios machos, sino que una vez es su vida. Se pensaba que era por el coste de producir
que esto ha ocurrido, obtendrían importantes beneficios huevos, pero posteriormente se demostró que es debido
si pudiesen influir sobre la probabilidad que los diferen- al número de veces que es inseminada por machos, y en
tes machos tienen de fecundar. A esta estrategia se le ha concreto a los efectos nocivos del fluido seminal. El ma-
denominado elección críptica por parte de la hembra, y cho transfiere sustancias químicas que aceleran la ovopo-
aunque es el objeto de mucho interés en la actualidad aún sición, disminuyen la receptividad de la hembra y atacan
hay poca evidencia concluyente. Dicha elección críptica al esperma de machos rivales. Pero dichas sustancia son
podría adoptar varias formas como evitar la transferencia tóxicas para la hembra y aumentan sus tasas de mortan-
de esperma por parte de ciertos machos, regular la dura- dad (Chapman et al. 1995). Diversos experimentos han
ción de la cópula de forma que se manipule la cantidad de demostrado que se da una coevolución entre machos y
esperma recibida de diferentes machos, expulsar el esper- hembras (ver Capítulo 12). Cuando a las hembras se las
ma de machos concretos, y la ovulación o maduración de impide coevolucionar con los machos, el fluido seminal
huevos preferencial después de ser inseminadas por ma- del macho se vuelve aún más dañino para las hembras
chos particulares (Eberhard 1996). Los experimentos rea- (Rice 1996). Cuando se fuerza experimentalmente la mo-
lizados hasta la fecha son de difícil interpretación. nogamia, los eyaculados se vuelven menos peligrosos para
En un experimento llevado a cabo con Drosophila se las hembras, ya que los intereses de machos y hembras se
demostró que, cuando las cópulas de dos machos tenían tornan coincidentes en este caso y a los machos les intere-
una misma duración, el macho de mayor tamaño fertiliza- sa que las hembras se reproduzcan el mayor tiempo posi-
ba más huevos, lo que se interpretó como una prueba de ble (Holland y Rice 1999). Estos resultados nos indican
que las hembras facilitaban el ser fecundadas por machos que el conflicto entre machos y hembras es continuo y
de mayor tamaño corporal (Ward 1993). Sin embargo, que provoca una coevolución entre los dos sexos que en
Simmons et al. (1996) criticaron dichas conclusiones por- cierta forma se asemeja a los modelos de carrera de arma-
que estandarizar la duración de la cópula no significa con- mentos que se dan entre predador y presa (ver Capítulo
trolar el número de espermatozoides, ya que los machos 12). El conflicto entre sexos se mantiene dentro de los
de mayor tamaño transfieren esperma más deprisa duran- márgenes que aseguran la reproducción, y por tanto en la
te la cópula. Por lo tanto, la mayor tasa de fertilización coevolución a la que da lugar sería erróneo intentar dedu-
por parte de los machos de mayor tamaño es el resultado cir qué sexo ha vencido en el conflicto, pues se trata de
de que son más eficientes en términos de competición sistemas dinámicos en los que cada sexo experimenta cam-
espermática, y no de la elección críptica de la hembra. bios continuos en respuesta a los cambios del otro.
CAPÍTULO 14: COMPETICIÓN ESPERMÁTICA 269
Bibliografía
ARNQVIST, G. 1998. Comparative evidence for the evolution of KEMPENAERS B., VERHEYEN G.R., BROECK, M.V.D., BURKE,
genitalia by sexual selection. Nature 393: 784-786. T., BROECKHOVEN, C.V. y DHONDT, A.A. 1992. Extra-pair
BIRKHEAD, T.R. 1996. Sperm competition: evolution and mechanisms. paternity results from female preference for high-quality males in
Curr. Top. Develop. Biol. 33: 103-158. the blue tit. Nature 357: 494-496.
BIRKHEAD, T.R. 1998. Sperm competition in birds: mechanisms and LAMUNYON, C.W. y WARD, S. 1998. Larger sperm outcompete
function. En T.R. Birkhead y A.P. Møller (eds.): Sperm competition smaller sperm in the nematode Caenorhabditis elegans. Proc. Roy.
and sexual selection. Pp: 579-622. Academic Press, San Diego. Soc. Lond. Ser. B. 265: 1997-2000.
BIRKHEAD, T.R. y FLETCHER, F. 1995. Depletion determines sperm MADSEN, T., SHINE, R., LOMAN, J. y HÅKANSSON, T. 1992. Why
numbers in male zebra finches. Anim. Behav. 48: 451-456. do female adders copulate so frequently ? Nature 355: 440-441.
BIRKHEAD, T.R. y MØLLER, A.P. 1992. Sperm competition in birds. MØLLER, A.P. 1988. Ejaculate quality, testes size and sperm
Academic Press, London. competition in primates. Journal of Human Evolution 17: 479-488.
BIRKHEAD, T.R., WISHART, G.J. y BIGGINS, J.D. 1995a. Sperm MØLLER, A.P. 1998. Sperm competition and sexual selection. En T.R.
precedence in the domestic fowl. Proc. Roy. Soc. Lond. Ser. B. 261: Birkhead y A.P. Møller (eds.): Sperm competition and sexual
285-292. selection. Pp: 56-90. Academic Press, San Diego.
BIRKHEAD, T.R., FLETCHER, F., PELLATT, E.J. y STAPLES, A. MØLLER A.P. y BIRKHEAD T.R. 1994. The evolution of plumage
1995b. Ejaculate quality and the success of extra-pair copulations brightness in birds is related to extra-pair paternity. Evolution 48:
in the zebra finch. Nature 377: 422-423. 1089-1100.
BISSONDATH, C.J. y WIKLUND, C. 1995. Protein content of NEWCOMER, S.D., ZEH, J.A. y ZEH, D.W. 1999. Genetic benefits
spermatophores in relation to monandry/polyandry in butterflies. enhance the reproductive success of polyandrous females. Proc. Nat.
Behav. Ecol. Sociobiol. 37: 365-371. Acad. Sci. (USA) 96: 10236-10241.
CHAPMAN, T., LIDDLE L.F., KALB, J.M., WOLFNER, M.F. y PARKER, G.A. 1970. Sperm competition and its evolutionary
PARTRIDGE, L. 1995. Cost of mating in Drosophila melanogaster consequences in insects. Biol. Rev. 45: 525-567.
females is mediated by male accessory gland products. Nature 373: PARKER, G.A. 1984. Sperm competition and the evolution of animal
241-244. mating strategies. En Smith R.L. (ed.): Sperm competition and the
DAVIES, N.B., HARTLEY, I.R., HATCHWELL, B.J. y LANGMORE, evolution of animal mating systems. Pp. 1-54. Academic Press,
N.E. 1996. Female control of copulations to maximize male help: a Orlando.
comparison of polygynandrous alpine accentors, Prunella collaris, PARKER, G.A. 1998. Sperm competition and the evolution of ejaculates:
and dunnocks, P. modularis. Anim. Behav. 51: 27-47. towards a theory base. En T.R. Birkhead y A.P. Møller (eds.): Sperm
DIESEL, R. 1990. Sperm competition and reproductive success in the competition and sexual selection. Pp: 1-54. Academic Press, San
decapod Inachus phalangium (Majidae): a male ghost spider crab Diego.
that seals off rivals’ sperm. J. Zool. Lond. 220: 213-223. PETERSEN, C.W. y WARNER, R.R. 1998. Sperm competition in fishes.
EBERHARD, W.G. 1985. Sexual selection and animal genitalia. Harvard En T.R. Birkhead y A.P. Møller (eds.): Sperm competition and sexual
University Press, Cambridge, MA. selection. Pp: 435-463. Academic Press, San Diego.
EBERHARD, W.G. 1996. Female control: Sexual selection by cryptic RICE, W.R. 1996. Sexually antagonistic male adaptation triggered by
female choice. Princeton University Press, Princeton. experimental arrest of female evolution. Nature 381: 232-234.
GAGE, M.J.G. 1991. Risk of sperm competition directly affects ejaculate ROLDÁN, E.R.S., GOMENDIO, M. y VITULLO, A.D. 1992. The
size in the Mediterranean fruit fly. Anim. Behav. 42: 1036-1037. evolution of eutherian spermatozoa and underlying selective forces:
GAGE, M.J.G. 1994. Associations between body size, mating pattern, female selection and sperm competition. Biol. Rev. 67: 551-593.
testis size and sperm lengths across butterflies. Proc. Roy. Soc. Lond. ROLDÁN, E.R.S., CASSINELLO, J., ABAIGAR, T. y GOMENDIO,
Ser. B. 258: 25-30. M. 1998. Inbreeding, fluctuating asymmetry and ejaculate quality
GAGE, M.J.G. y BAKER R.R. 1991. Ejaculate size varies with socio- in an endangered ungulate. Proc. Roy. Soc. Lond. Ser. B 265: 243-
sexual situation in an insect. Ecol. Entomol. 16: 331-337. 248.
GAGE, M.J.G., STOCKLEY, P. y PARKER, G.A. 1995. Effects of SCHWAGMEYER, P.L. 1995. Searching today for tomorrow’s mates.
alternative male mating strategies on characteristics of spem Anim. Behav. 50: 759-767.
production in the Atlantic salmon (Salmo salar): theoretical and SHERMAN, P.W. 1989. Mate guarding as paternity insurance in Idaho
empirical investigations. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B. 350: 391- ground squirrels. Nature 338: 418-420.
399. SIMMONS, L.W., CRAIG, M., LLORENS, T., SCHINZIG, M. y
GOMENDIO, M. y ROLDAN, E.R.S. 1991. Sperm competition HOSKEN, D. 1993. Bushcricket spermatophores vary in accord
influences sperm size in mammals. Proc. Roy. Soc. Lond. Ser. B. with sperm competition and parental investment theory. Proc. Roy.
243: 181-185. Soc. Lond. Ser. B. 251: 183-186.
GOMENDIO, M. y ROLDAN, E.R.S. 1993. Co-evolution between male SIMMONS, L.W., STOCKLEY, P., JACKSON, R.L. y PARKER, G.A.
ejaculates and female reproductive biology in eutherian mammals. 1996. Sperm competition or sperm selection: no evidence for female
Proc. Roy. Soc. Lond. Ser. B. 252: 7-12. influence over paternity in yellow dung flies Scatophaga stercoraria.
GOMENDIO, M., HARCOURT, A.H. y ROLDAN, E.R.S. 1998. Sperm Behav. Ecol. Sociobiol. 38: 199-206.
competition in mammals. En Birkhead T.R. y Møller A.P. (eds.): TRIVERS R.L. 1972. Parental investment and sexual selection. En B.
Sperm competition and sexual selection. Pp. 667-751. Academic Campbell (ed.): Sexual selection and the descent of man, 1871-
Press, San Diego. 1971. Pp. 136-179. Aldine Press, Chicago.
HASSELQUIST, D., BENSCH, S. y VON SCHANTZ, T. 1996. WAAGE, J.K. 1979. Dual function of the damselfly penis: sperm
Correlation between male song repertoire, extra-pair paternity and removal and transfer. Science 203: 916-918.
offsrping suvival in the great reed warbler. Nature 381: 229-232. WARD, P.I. 1993. Females influence sperm storage and use in the yellow
HOLLAND, B. y RICE, W.R. 1999. Experimental removal of sexual dung fly Scatophaga stercoraria (L.). Behav. Ecol. Sociobiol. 32:
selection reverses intersexual antagonistic coevolution and removes 313-319.
reproductive load. Proc. Nat. Acad. Sci. (USA) 96: 5083-5088. ZEH, J.A. y ZEH, D.W. 1997. The evolution of polyandry II: post-
JIVOFF, P. 1997. Sexual competition among male blue crab, Callinectes copulatory defences against genetic incompatibility. Proc. Roy. Soc.
sapidus. Biol. Bull. 193: 368-380. Lond. Ser. B. 264: 69-75.
270 Montserrat Gomendio
Lecturas recomendadas
(1) BIRKHEAD, T.R. y MØLLER, A.P. (eds.) 1998. Sperm competition and sexual selection. Academic Press, San Diego. Este libro
constituye la revisión más completa que existe hasta la fecha del tema. Incluye capítulos generales sobre aspectos teóricos, modelos
basados en teoría de juegos, el papel de la hembra, y la relación entre paternidad y cuidado parental, así como 12 capítulos dedicados
a diferentes grupos taxonómicos que incluye uno dedicado a plantas.
(2) BIRKHEAD, T.R. 2000. Promiscuity. An evolutionary history of sperm competition and sexual conflict. Faber and Faber, London.
Es una buena introducción al tema escrita en un tono divulgativo y ameno, sin perder por ello rigor ni interés científico.
(3) GOMENDIO, M. y ROLDÁN, E.R.S. 1993. Mechanisms of sperm competition: linking physiology and behavioural ecology. Trends
in Ecology and Evolution 8: 95-100. Revisión cuyo objetivo es resaltar cómo un enfoque interdisciplinar que integre la ecología del
comportamiento y la fisiología reproductiva puede hacer avanzar éste campo.
(4) SIMMONS, L.W. 2001. Sperm competition and its evolutionary consequences in insects. Princeton University Press, Princeton.
Revisión actualizada y pormenorizada de competición espermática en insectos, haciendo especial énfasis en los mecanismos.
Capítulo 15: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE APAREAMIENTO
Diferencias entre especies con reproducción sexual en los sistemas de apareamiento pueden estar relacionadas
con diferencias en limitaciones o restricciones fisiológicas y ecológicas. En este capítulo se describe como algunas
de estas limitaciones han influido en la evolución de los distintos sistemas de apareamiento. Los sistemas de aparea-
miento se pueden clasificar de acuerdo al número de parejas que se obtienen de forma más o menos simultánea. Así
tenemos especies monógamas, en donde un macho se empareja con una sola hembra, especies polígamas (poligínicas
o poliándricas), donde un sexo se empareja con varios individuos del otro sexo, y especies promiscuas, que en
realidad sería una mezcla de poliginia y poliandria. Estos tipos de estrategias reproductoras se pueden encontrar en
distintas poblaciones de la misma especie o incluso en distintos individuos de la misma población. Sin embargo, no
debemos olvidar que estas son estrategias de apareamiento comportamental o social y puede ser que no se corres-
pondan con el sistema de apareamiento desde el punto de vista genético. Los principales factores ecológicos que
determinan los sistemas de apareamiento en especies con reproducción sexual son la distribución espacio-temporal
de los recursos y de uno de los dos sexos (generalmente las hembras). El conflicto sexual entre machos y hembras,
por el cual cada individuo pretende maximizar su eficacia biológica, ha sido una pieza clave en la evolución de los
distintos sistemas de apareamiento. Por último, destacar que el tipo de cuidado parental requerido para obtener la
mayor eficacia biológica influye en gran medida en el sistema de apareamiento realizado por los individuos.
de la hembra hacia un macho que le confiere un beneficio Restricciones fisiológicas en la evolución de los sistemas
directo (buenos genes para la descendencia) o indirecto de apareamiento
(por ejemplo, cuidado parental o territorio de calidad ade-
cuada) en su eficacia biológica, o por la competencia en- Las especies de animales que se reproducen sexual-
tre machos que favorece a determinados fenotipos mente presentan una inversión desigual en gametos por
(Andersson 1994, Møller 1994). Este es un primer con- parte de cada uno de los sexos (Trivers 1972). Este fenó-
cepto que debemos tener claro para comprender cómo han meno se ha denominado anisogamia. Esta restricción fi-
evolucionado los distintos sistemas de apareamiento. Des- siológica es importante para comprender la evolución de
de que esta idea fue propuesta, el desarrollo de la genética las estrategias de apareamiento en especies con reproduc-
ha permitido un mejor conocimiento de cómo han evolu- ción sexual. Por un lado, las hembras producen pocos
cionado los distintos sistemas de apareamiento (Fisher gametos inmóviles que se caracterizan por suponer una
1930, Williams 1966, Hamilton 1967, Trivers 1972). fuerte inversión desde el punto de vista energético o nu-
En especies con sexos separados, la fertilización del tricional. Por otro lado, los machos tienen una produc-
gameto femenino es el siguiente paso necesario en el pro- ción enormemente elevada de gametos muy móviles y de
ceso de apareamiento. Imaginemos una situación en la escaso tamaño, que son energética o nutricionalmente
que las hembras y los machos no presentan ninguna pre- mucho menos costosos de producir. Esta diferencia inter-
ferencia espacial o sexual a la hora de reproducirse. En sexual provoca la existencia de una competencia entre los
términos evolutivos, esta situación puede cambiar al apa- machos por obtener alguno de los gametos femeninos. El
recer individuos que varían su comportamiento para in- resultado es que los machos que puedan mejorar la bús-
tentar aumentar su eficacia biológica o éxito reproductor. queda y obtención de los gametos femeninos serán favo-
Estos individuos pueden hacerlo, bien por medio de un recidos por la selección natural, es decir, obtendrán po-
aumento del número de encuentros con individuos del tencialmente una mayor descendencia. Las estrategias de
sexo opuesto, bien por reducir la presencia de individuos las hembras, por el contrario, han evolucionado hacia un
de su mismo sexo en un área determinada (territorio), o aumento de las probabilidades de supervivencia del óvu-
bien, por un aumento de la protección hacia la pareja o la lo, huevo o embrión durante su desarrollo. Esto debe de
descendencia. El éxito reproductor de estos individuos, ser el resultado de la fuerte inversión realizada por las
que está directamente relacionado con su eficacia bioló- hembras en cada gameto producido. El resultado evoluti-
gica, dependerá en parte de la respuesta del resto de indi- vo es una diferencia entre sexos en la producción de ga-
viduos de su misma especie hacia su comportamiento, y metos debido a una selección divergente, es decir, para
en particular de la respuesta de los individuos del otro cada sexo un avance adquirido hace más beneficioso nue-
sexo. Bajo ciertas restricciones ambientales o filoge- vos cambios en la misma dirección ya abierta que en cual-
néticas, puede que alguno de estos comportamientos sea quier otra nueva.
más efectivo y que si es realizado por varios individuos Esta asimetría entre hembras y machos nos ofrece un
puede desplazar a los otros comportamientos presentes escenario de conflicto entre sexos (“la batalla de los
en la población. Maynard Smith y Price (1973) definie- sexos”) en el que las presiones selectivas difieren entre
ron tales comportamientos como estrategias evolu- ambos. Lo que puede maximizar la eficacia biológica de
tivamente estables. La clave de estas estrategias es su una hembra no tiene porque coincidir necesariamente con
dependencia del comportamiento de los individuos de la lo que es mejor para un macho emparejado con ella. Por
misma especie y de su resistencia a la invasión de indivi- un lado, la eficacia biológica que puede obtener una hem-
duos que utilizan comportamientos menos beneficiosos, bra está limitada por el número de gametos que es capaz
desde el punto de vista de la eficacia biológica. Podre- de producir, y por lo tanto las hembras han de elegir con
mos pues definir y categorizar los distintos sistemas de mucho acierto el o los machos que van a fertilizar a sus
apareamiento en términos de estrategias adoptadas por gametos. Por otro lado, la eficacia biológica que puede
obtener un macho esta limitada por el número de hembras
hembras o machos, porque estas estrategias son evolu-
que éste es capaz de fertilizar, y por lo tanto los machos
tivamente estables.
han de competir entre ellos para aparearse con tantas hem-
En especies que presentan reproducción sexual las
bras como sea posible. El objetivo último por parte de
estrategias utilizadas para maximizar la eficacia biológi-
cada sexo será obtener el máximo beneficio (aumento de
ca de los individuos pueden diferir entre ambos sexos. En la fecundidad y menor reducción de sus probabilidades
este marco evolutivo, el sistema de apareamiento de un de supervivencia) de cada apareamiento realizado. El be-
organismo ha sido definido como “cualquier estrategia neficio que se puede obtener en cada intento reproductor
comportamental empleada para conseguir una o varias dependerá de las condiciones ambientales e individuales
parejas con el fin último de obtener descendencia” (Emlen (por ejemplo: edad, estado de salud, etc.; ver Capítulo 8).
y Oring 1977, Davies 1991). El estudio de los sistemas de Cada individuo intentará obtener el máximo éxito repro-
apareamiento incluye la manera de obtener pareja, el nú- ductor con la mínima inversión y también intentará que el
mero de emparejamientos, la presencia y características individuo emparejado con él invierta lo máximo posible.
del vínculo de pareja que se establece y el tipo de cuidado Debido a que las hembras tienen una reducción en la po-
parental dado por cada uno de los miembros de la pareja sibilidad de producir descendientes, se ven obligadas a
(Emlen y Oring 1977, Davies 1991, Carranza 1994). conseguir que el macho invierta lo máximo posible en
CAPÍTULO 15: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE APAREAMIENTO 273
éstos. Este balance dependerá de los beneficios y costes Distribución espacial de los recursos
de la inversión realizada en la reproducción (Roff 1992,
Stearns 1992). Los beneficios de la reproducción descan- Cuando determinados recursos necesarios durante la
san en un aumento del crecimiento, supervivencia y futu- reproducción están distribuidos de manera uniforme en el
ro éxito reproductor de la descendencia presente. Por otro medio ambiente, existe una baja probabilidad de mono-
lado, los costes de la reproducción descansan en una re- polizarlos por parte de los individuos. Cuando estos re-
ducción de la probabilidad de supervivencia y fecundi- cursos son suficientemente abundantes y estables tempo-
dad futura de los adultos reproductores (ver Capítulo 8). ralmente se produce la defensa de los territorios. Con la
Las diferentes estrategias adoptadas por los individuos aparición de los territorios, los miembros de una pobla-
presentarán unos costes y beneficios cuantificables en tér- ción reproductora tienden a dispersarse en busca de otros
minos de eficacia biológica, pero no todos los individuos territorios no ocupados y esto conlleva un descenso en la
podrán adoptar la estrategia más beneficiosa debido a la probabilidad de aparearse con más de un individuo. Ade-
existencia de las restricciones fisiológicas. más, la selección sexual se minimiza y la eficacia bioló-
La mayor inversión por descendiente realizada por las gica de las hembras se maximiza por presentar un cuida-
hembras es aún más acentuada en aquellas especies en las do biparental de la descendencia. En esta hipotética situa-
cuales se da cuidado parental por parte de éstas durante el ción se dice que el potencial de monogamia es alto para
desarrollo del embrión (gestación) o tras su nacimiento esta especie (Fig. 1a).
(lactancia). Esta sería otra restricción fisiológica en la Sin embargo, cuando los recursos necesarios para la
evolución de las estrategias de apareamiento muy impor- reproducción están distribuidos de una forma más o me-
tante en el caso de los mamíferos. Como hemos visto, los nos agregada, generalmente los machos suelen ser capa-
machos pueden fecundar un mayor número de gametos ces de defender las zonas o parches con mejores recursos
femeninos de los que las hembras son capaces de produ- (Fig. 1b). En esta situación se potencia la posibilidad de
cir. Desde el punto de vista del macho, éste deberá estar monopolizar a varias hembras por parte de unos pocos
seguro que la descendencia que va a cuidar es realmente machos. Esto se produce porque algunos machos serán
suya para no invertir en individuos que no son sus hijos. capaces de controlar más y mejores recursos que otros, lo
Para ello, en muchas especies de animales, los machos cual afectará al proceso de elección de la pareja. En esta
realizan una vigilancia sobre las hembras durante el pe- situación la selección sexual y la varianza en éxito repro-
riodo fértil para evitar cópulas con otro macho ajeno a la ductivo entre los individuos de una población reproduc-
pareja. Por ejemplo, se ha podido comprobar que a nivel tora se incrementa. El resultado final bajo este escenario
específico en aves, los machos participan más en distin- es la poligamia. Estos recursos limitantes y necesarios para
tos aspectos del cuidado parental de la descendencia al obtener un adecuado éxito reproductor pueden ser el ali-
aumentar la certeza de paternidad de los pollos que cui- mento, lugares apropiados para dar un cuidado parental
dan (Møller y Cuervo 2000). En contrapartida, debido a adecuado a la descendencia (madrigueras o nidos), zonas
la mayor inversión que realizan las hembras en cada ga- de paso para los individuos en donde la probabilidad de
meto producido, se espera que éstas tiendan a desarrollar encuentros con individuos del otro sexo es mayor, o abun-
preferencias de apareamiento mucho más fuertes que los dancia de los recursos que el macho ofrece a la hembra
machos y a ser más selectivas a la hora de escoger un que actúan aumentando su “atractivo”.
macho para obtener descendencia. Las hembras reciben Los individuos que defienden estos recursos esencia-
no sólo beneficios directos, como puede ser la obtención les para la reproducción suelen ser los machos. La elec-
para su descendencia de unos genes de la mejor calidad ción de las hembras estará influida tanto por la calidad
posible, sino también beneficios indirectos (territorio o del macho que defiende los recursos, como por la calidad
determinado cuidado parental compartible o no), que po- de los recursos que éste defiende ante otros machos. La
tencialmente aumentan su supervivencia y/o fecundida- poligamia se verá favorecida por un aumento de la va-
des presente y futura. Las hembras que se aparean con un rianza de la calidad de los recursos defendidos por el
único macho, ya sea de forma monógama o poligínica, macho. Este sistema de apareamiento será una estrategia
son vulnerables al abandono por parte del macho una vez ventajosa para las hembras sólo si los beneficios directos
que la reproducción ya está en curso. Por esto la elección genéticos y de recursos defendidos por el macho son ma-
de un macho adecuado es fundamental para la eficacia yores que los costes que se producen por la generalizable
biológica de la hembra. falta de cuidado parental compartible por parte del ma-
cho. Otro coste importante de la poligamia se deriva de la
interferencia que puede producirse entre las hembras apa-
Restricciones ecológicas en la evolución de los sistemas readas con un mismo macho.
de apareamiento Cuanto menos uniforme y más concentrados se en-
cuentren los recursos en el medio, más frecuente será la
Las principales restricciones ecológicas que afectan a aparición de estrategias de poligamia (Orians 1969). La
la aparición de los distintos sistemas de apareamiento se calidad de estos recursos (alimento, territorio, nido, etc.)
pueden agrupar en dos tipos: la distribución espacial de será lo que determine el número de apareamientos que el
los recursos, y la disponibilidad o distribución espacial y sexo que los monopoliza puede realizar (Orians 1969).
temporal de los individuos con los que emparejarse. Una hembra que se aparea con el sexo que monopoliza
274 Juan José Sanz
Figura 1. Representación gráfica de la importancia de la dis- En algunas especies con reproducción sexual, no son
tribución espacial de los recursos en las estrategias de aparea- los recursos, sino los miembros de uno de los sexos, ge-
miento. Los puntos representan los recursos (alimento, luga- neralmente las hembras, los que se distribuyen de forma
res de nidificación) y los círculos representan el territorio de- agregada en el medio ambiente. En estos casos, la utiliza-
fendido por los machos. En la figura (A) se representa una ción del espacio por parte de las hembras no proporciona
distribución homogénea de los recursos que presenta un alto un lugar o recurso defendible para los machos, y éstos
potencial de monogamia, mientras que en (B) se representa optan por seguir o defender a varias hembras agregadas,
una distribución agregada de los recursos que favorece un que reciben el nombre de harenes. Por lo tanto, si las hem-
alto potencial de poligamia.
bras agregadas son defendibles por un macho, se debe
esperar que éste acumule hembras y las defienda activa-
mente ante otros machos. En definitiva, la distribución
Eficacia biológica de la hembra
directa o a través del control de los recursos (por ejemplo, contribución del macho durante estos periodos es menos
territorios o lugares de nidificación). En otras palabras, necesaria y como resultado se favorece el cuidado unipa-
monógamos serán aquellos individuos que no pueden ser rental y la deserción del macho, y como consecuencia, la
polígamos (ver después) y para los cuales un sistema de poligamia al estar el macho libre de la mayor parte del
cuidado biparental será indispensable para maximizar la cuidado parental requerido por la descendencia. Sin em-
eficacia biológica de ambos miembros de la pareja. La bargo, la monogamia, seguramente, es una estrategia de
monogamia aparece en aquellos grupos de especies de apareamiento más frecuente entre los mamíferos de lo que
animales en los cuales las expectativas de un aumento de normalmente se cree, sobre todo, en poblaciones en don-
los beneficios obtenidos por un macho apareado con va- de los individuos están muy dispersos sobre un relativo
rias hembras simultáneamente o viceversa son menores medio ambiente uniforme. En el caso de los cánidos, féli-
que para una hembra o macho monógamos. La monoga- dos o mustélidos, se presenta esta situación en la cual
mia es el sistema de apareamiento más frecuente en el además los machos tienen un papel importante en el cui-
grupo taxonómico de las aves (Lack 1968, Møller 1986; dado parental.
descrita en un 61% de las especies) y bastante más rara Resumiendo, la monogamia parece que ha evolucio-
(5%) en otros grupos taxonómicos, como es el caso de los nado en aquellas situaciones en las que bien el macho o la
mamíferos. La monogamia es más frecuente entre las aves hembra no son capaces por distintos factores ecológicos
que entre otros animales, principalmente debido a que las (distribución espacial y/o temporal de recursos o de hem-
hembras, en este grupo taxonómico no están equipadas bras) de aparearse con más de un individuo del sexo opues-
con un reservorio incorporado de alimento para la des- to, más que por el coste que le supondría aparearse con
cendencia. El ovoparismo y la falta de endotérmia duran- más de un individuo del sexo opuesto. En este sistema de
te los primeros días de vida han supuesto fuertes restric- apareamiento, la eficacia biológica de los individuos se
ciones fisiológicas en sus estrategias reproductoras, ya que maximizará al compartir el cuidado parental por ambos
los adultos tienen que aportar costosos cuidados parenta- sexos de forma conjunta.
les tanto a los huevos durante el desarrollo embrionario,
como a los pollos tras su nacimiento. En aves, además, el Poligamia
crecimiento de la descendencia es más rápido que en ma-
míferos, lo que hace necesaria la contribución del macho. En esta estrategia de apareamiento, un sexo establece
En especies de aves monógamas se han realizado distin- relaciones reproductoras de forma más o menos simultá-
tos experimentos en los cuales a determinadas parejas se nea con más de un miembro del sexo opuesto. Si es el
capturaba el macho y se le impedía que colaborara con la macho el que se aparea con varias hembras se habla de
hembra en el cuidado parental de la descendencia. Los poliginia, y si es al contrario se habla de poliandria. Exis-
resultados de estos experimentos sugieren que la asisten- ten dos requisitos previos para la aparición de un sistema
cia durante el cuidado parental aportada por el macho en de apareamiento polígamo: primero, los recursos necesa-
la fase de ceba de la nidada, incrementa sustancialmente rios para atraer varias hembras (alimento, territorio o lu-
el éxito reproductor de la hembra (Bart y Tornes 1989). gar de nidificación), o la potencialidad de acceso a más
Estos experimentos confirman la hipótesis presentada por de una de ellas, deben de ser energéticamente defendibles
Lack (1968), quien sugirió que la monogamia es el prin- por los machos. Varios factores ecológicos afectan al cum-
cipal sistema de apareamiento entre las aves, porque “cada plimiento de este requisito, como pueden ser los patrones
macho y cada hembra, en promedio, obtendrán un mayor de distribución espacial y/o temporal de los distintos re-
número de descendientes si presentan un cuidado bipa- cursos, ya sean alimento, territorio o individuos del sexo
rental de su descendencia”. Esta hipótesis parece explicar opuesto. El segundo requisito es la habilidad que deben
la monogamia obligada que presentan algunos grupos de presentar los individuos para explotar el potencial
aves, como es el caso de las aves marinas. ecológico para aparearse de forma polígama, la cual, de-
La monogamia se verá reforzada por las hembras al pende, en gran parte, del nivel de cuidado parental que
elegir machos que no se han apareado con otras hembras debe de aportar a su descendencia para maximizar su efi-
simultáneamente, pues en este caso el macho deberá re- cacia biológica. Con respecto a este punto, la mayoría de
partir el cuidado parental compartido entre estas hembras. las especies animales que presentan poligamia son aque-
En aves, la monogamia también se refuerza por la necesi- llas en las cuales uno de los dos sexos no suele ser nece-
dad del macho a la hora de asegurar y defender un territo- sario o estar libre de dar cuidado parental a la descenden-
rio de alimentación o un lugar de nidificación. Normal- cia (Clutton-Brock 1991).
mente, las hembras de las aves, a la hora de emparejarse, La poligamia será preferentemente una estrategia de
se mueven entre territorios defendidos por los machos y apareamiento en aquellas especies con reproducción
eligen aparearse con aquel que presenta un territorio con sexual en las que: 1) un sexo está predispuesto a dar la
las mejores condiciones o recursos suficientes para ase- mayor parte del cuidado parental necesario para la des-
gurar un buen éxito reproductor. cendencia (como es el caso de las hembras en la mayoría
En otros grupos de animales, como es el caso de los de los mamíferos), 2) los requerimientos desde el punto
mamíferos, el resultado evolutivo ha sido que gran parte de vista del cuidado parental son mínimos por parte de
de los cuidados a la descendencia son dados exclusiva- uno de los dos sexos (como es el caso de las aves nidífu-
mente por la hembra durante la gestación y lactancia. La gas), y 3) existe una gran abundancia de recursos enérge-
CAPÍTULO 15: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE APAREAMIENTO 277
ticos y nutricionales que permiten a uno de los dos sexos decir, qué parcelas son las mejores para obtener el máxi-
sacar adelante la descendencia sin la ayuda del otro sexo mo de alimento necesario para la descendencia. Las hem-
(Orians 1969, Trivers 1972). bras llegan al área de cría posteriormente y seleccionan el
territorio que les proporciona más alimento y un lugar
Poliginia propicio para la nidificación. Aparentemente, las hembras
seleccionan el macho más por las características de los
En esta estrategia de apareamiento, los machos tienen recursos del territorio que por las características del ma-
la capacidad de monopolizar a varias hembras de una for- cho. Así, potencialmente, el macho que ofrece los mejo-
ma más o menos simultánea, mientras que las hembras se res recursos en su territorio tiene mayores probabilidades
aparean únicamente con un macho. Un macho puede apa- de aparearse con más de una hembra. El resultado final es
rearse con varias hembras a la vez (poliginia simultánea) que las hembras se irán estableciendo en los territorios
o de forma secuencial durante la temporada reproductora dependiendo de la cantidad de recursos disponibles en
(poliginia sucesiva). En la poliginia, las hembras son las los mismos.
que suelen encargarse de dar el cuidado parental necesa- Orians (1969) elaboró un modelo denominado “um-
rio a la descendencia. En general, la poliginia aparece en bral de la poliginia”, en el cual se analiza este tipo de
especies que presentan un alto grado de dimorfismo estrategia de apareamiento. El modelo parte de tres su-
sexual. Esta estrategia está mucho más generalizada entre puestos: primero, la poliginia aparecerá más frecuente-
los mamíferos (94%) que entre las aves (7%), probable- mente cuando la calidad de los territorios defendidos por
mente debido a que en la mayor parte de las especies de los machos sea extremadamente variable, segundo, la ca-
mamíferos las hembras son las que se dedican al cuidado lidad de los territorios defendibles por los machos estará
parental de la descendencia. directamente relacionada con el éxito reproductivo de es-
La poliginia se produce, (a) porque los machos de- tos individuos, y tercero, las hembras apareadas poli-
fienden los recursos que las hembras necesitan, (b) por- gínicamente con un macho deben obtener al menos un
que defienden directamenta a las hembras, (c) porque las éxito reproductor tan alto como si lo estuvieran de forma
hembras prefieren seleccionar un macho de entre un gru- monógama.
po que se está exhibiendo (lek), o (d) porque las hembras El modelo del “umbral de la poliginia” (Orians 1969)
son engañadas por los machos. A continuación se va a se puede representar gráficamente (ver Fig. 2). En el eje
describir cada uno de estos mecanismos. de abscisas se representa la eficacia biológica de la hem-
bra, mientras que en el eje de ordenadas se representa la
Poliginia por defensa de los recursos. Muchas especies requie- calidad del territorio del macho. La eficacia biológica de
ren de ciertos recursos que se encuentran disponibles en la hembra incrementa en función de la calidad del territo-
unos pocos lugares. Estos recursos pueden ser limitantes, rio del macho con el que decide aparearse. La eficacia
sobre todo en la época del apareamiento y los machos biológica de una hembra apareada con un único macho
pueden sacar provecho a esta situación. En este caso, un (línea discontinua de la Fig. 2) incrementa con la calidad
macho que defienda e impida el acceso de otros machos a del territorio del macho, y siempre será mayor que la efi-
uno de estos lugares con el recurso limitante, puede con- cacia biológica de una hembra apareada con un macho
seguir fecundar a las hembras que pretenden utilizarlo. poligínico (línea continua de la Fig. 2). Para una misma
Estos recursos pueden ser parches ricos en alimento o lu- calidad del territorio, una hembra apareada con un macho
gares idóneos para la reproducción. El número de hem- poligínico tendrá una eficacia biológica menor debido a
bras con las que un macho es capaz de aparearse depen- que compartirá los recursos y/o cuidado parental por par-
derá tanto de los recursos defendidos por el macho como te del macho con otras hembras (flecha A con doble pun-
del número de hembras que sea capaz de atraer. Un lugar ta de la Fig. 2). Cuando una hembra de tordo de alas rojas
seguro para la adecuada maduración de los huevos es un llega tarde al área de reproducción y encuentra machos
recurso defendible para muchas especies de animales. Así, sin emparejar con territorios de baja calidad (flecha dis-
por ejemplo, en el cíclido africano Lamprologus ca- continua de la Fig. 2), tendrá la opción de aparearse con
llipterus, las hembras depositan los huevos en conchas este macho o pasar a ser una hembra secundaria de otro
vacías de caracolas, y permanecen dentro protegiendo los macho ya emparejado pero que defiende territorios de
huevos contra depredadores hasta su eclosión. En esta mejor calidad (flecha continua de la Fig. 2). Esta hembra
especie, los machos recolectan conchas que defienden aceptará la segunda opción (poliginia), sólo si su eficacia
activamente, cuantas más conchas defiende un macho mas biológica al aparearse con este macho es mayor que al
hembras es capaz de atraer incrementando así su éxito aparearse con el macho monógamo (Fig. 2). Esta hembra,
reproductor (Sato 1994). que ha llegado tarde al área de reproducción, aceptará ser
Un ejemplo clásico de este tipo de poliginia ha sido una hembra secundaria, a pesar del coste en el que incu-
descrito para el tordo de alas rojas (Agelaius phoeniceus) rre, solamente si la calidad del territorio de este macho
por Holm (1973). En esta especie, los machos llegan los esta por encima de un cierto “umbral de poliginia” (fle-
primeros al área de cría y se establecen en territorios que cha B con doble punta de la Fig. 2). Es decir, el modelo
defienden. Estos territorios se caracterizan por señalizar a del umbral de la poliginia asume que las hembras son
las hembras qué zonas son las que tienen más insectos, es poligínicas porque así lo han elegido.
278 Juan José Sanz
Poliginia por defensa de las hembras. En muchas especies con posibilidad de alcanzar la poliginia evitando que otros
reproducción sexual, las hembras puede preferir vivir en machos accedan a determinados sitios que las hembras
grupos más o menos homogéneos porque necesitan re- van a visitar temporalmente. Los machos defienden par-
cursos que están espacial o temporalmente agregados o ches pequeños en comparación con la extensión que es
porque obtienen beneficios (por ejemplo, defensa contra utilizada por las hembras, e intentan copular con ellas
depredadores) al vivir en grupos sociales. Cuando los re- cuando llegan a estos parches. Este tipo de poliginia se
cursos están espacial o temporalmente agregados, el gru- conoce como poliginia por defensa de recursos. Un ejem-
po de hembras puede ser monopolizado por un pequeño plo lo constituyen algunas especies de cebras (Owen-
grupo de machos. Un ejemplo de este tipo de poliginia Smith 1977), en las que los machos defienden pequeños
ocurre en el elefante marino (Mirounga angustirostris, Le parches con un alimento de alta calidad. En el caso de que
Boeuf 1972). Las hembras del elefante marino han de per- los patrones de movimiento de los grupos de hembras no
manecer en tierra firme para dar a luz a sus crías y ama- sean predecibles, los machos defienden a grupos reduci-
mantarlas. Las playas elegidas tienen que ser seguras con- dos de hembras, siguiendolas continuamente. Un ejem-
tra depredadores y resguardadas para evitar que las crías plo serían los babuinos (Papio hamadryas) en los que
se mojen por fuertes subidas del nivel del mar. Debido a existe una estructura social de un pequeño grupo de hem-
las características especiales que han de tener las playas, bras que vagan por grandes extensiones y que son defen-
las hembras se ven obligadas a agruparse en determina- didas por un macho ante los demás machos de la especie
dos lugares. El resto del año, tanto machos como hem- (Dunbar 1984).
bras, viven dispersos por el mar, lo que dificulta el en- Como hemos visto, en este sistema de apareamiento
cuentro entre los dos sexos, algo necesario para la repro- las hembras se reúnen en grupos sociales, que se denomi-
ducción sexual. Sin embargo, las hembras entran en estro nan harenes, que pueden ser al menos de dos tipos: harenes
tras el parto de la cría lo que significa que grupos de hem- estables y estacionales, en donde los machos defienden
bras fértiles con crías se encuentran agregadas en las dis- con gran intensidad el grupo de hembras solamente du-
tintas playas. Los machos, que llegan a las playas antes rante el periodo reproductor. Este sería el caso de los cier-
que las hembras den a luz a sus crías, establecen una je- vos europeos (Cervus elaphus) donde los machos se pe-
rarquía de dominancia por peleas. De esta forma, en cada lean y defienden los grupos de hembras con gran vigor
playa existe un macho dominante sobre todos los demás durante el periodo de apareamiento conocido como be-
que se encuentran en la misma y será el que tenga acceso rrea (Clutton-Brock et al. 1982). Harenes permanentes,
a la mayoría de las hembras presentes en la playa, ya que en los que los machos defienden al grupo de hembras
evita la aproximación de los otros machos. durante todo el año, principalmente debido a que el pe-
En otros casos, las hembras viven en grupos por el riodo de celo de las hembras no se concentra en una esta-
beneficio de vivir con otras hembras y no por el beneficio ción particular del año. Un caso especial de este tipo de
de recursos localizados. Este es el caso de los leones harenes que se presenta en, por ejemplo, los búfalos cafrés
(Phantera leo, Schaller 1972), en los que las hembras for- (Syncerus caffer; Sinclair 1977), es cuando varios ma-
man grupos sociales que defienden un territorio común. chos se asocian a un grupo de hembras y entre los machos
Las hembras de los leones cazan juntas y es indudable se establecen jerarquías sociales por medio de peleas para
que la caza cooperativa es la base ecológica de la vida acceder a las hembras que van entrando en celo.
social. Siempre están emparentadas (hermanas, hermanas-
tras, sobrinas, etc.), y todas las hembras dentro del grupo Leks. En ciertas especies, existe lo que se conoce como
entran en celo más o menos al mismo tiempo. En conse- leks (del sueco leka, jugar), que no es otra cosa que un
cuencia, todos los cachorros nacen más o menos a la vez conjunto de machos de diferente calidad fenotípica que
y las hembras amamantan los cachorros entre ellas sin exhiben sus ornamentos sexuales a las hembras. El térmi-
discriminación. Los machos del grupo son transitorios, no lek se refiere al conjunto de machos y no al lugar topo-
pues permanecen en el territorio fecundando a las hem- gráfico que recibe el nombre de arena (Oring 1982). Un
bras sólo durante algunos meses hasta que son expulsa- lek aparece cuando los machos defienden pequeños terri-
dos por otros machos más jóvenes. torios situados muy próximos unos a otros, donde no exis-
Dado que las hembras viven en grupos sociales, es ten recursos necesarios para las hembras durante la repro-
posible para un macho o grupo de machos defender el ducción, y que éstas visitan solamente para copular
territorio del grupo de hembras para impedir que otros (Höglund y Alatalo 1995). Una especie que tiene este tipo
machos tengan acceso a ellas. El que un macho pueda de sistema de apareamiento presenta una serie de caracte-
defender a un grupo de hembras depende, en parte, de la rísticas que son (Bradbury 1981): 1) el macho no aporta
extensión del territorio ocupado por ellas. La situación en ningún tipo de cuidado parental a la descendencia, 2) los
la que el territorio ocupado por las hembras es defendible machos se agregan en lugares más o menos concretos para
por un macho se da no sólo en los leones, sino también en llevar a cabo las exhibiciones sexuales, 3) el único recur-
muchas especies de primates poligínicos. Cuando el te- so que obtienen las hembras en los leks está constituido
rritorio ocupado por las hembras no es defendible, enton- por los gametos de los machos, 4) las hembras pueden
ces la poliginia depende en gran medida de que los patro- seleccionar al macho o machos con los que va a copular.
nes de movimiento de los grupos de hembras sea En los leks, los machos realizan algún tipo de exhibición
predecible o no; si son predecibles, los machos tienen la prenupcial muy llamativa que puede ser visual, acústica u
CAPÍTULO 15: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE APAREAMIENTO 279
olfativa con el fin de atraer a las hembras y fecundarlas. Esto se debe a que las características del lek permite a las
Las hembras sólo visitan los leks para elegir un macho hembras poder seleccionar a los machos de forma muy
con el que aparearse. Sin embargo, existen numerosas eficiente, lo cual se deriva en una mayor varianza en el
especies que presentan leks que no cumplen con las ca- éxito de apareamiento de los machos siempre que las hem-
racterísticas fundamentales de los leks “clásicos”. Un bras presenten preferencias similares (Höglund y Alatalo
ejemplo lo constituyen las aves de la familia Otididae, 1995). Por el contrario, en sistemas de apareamiento en
que tienen un lek de tipo disperso, que presenta un estado los que los recursos son muy importantes y en los que una
intermedio entre los leks clásicos y la poliginia (Morales adecuada elección del macho debe ser muy importante, la
et al. 2001). intensidad de elección hacia los machos se ha desarrolla-
Las especies que presentan este tipo de apareamiento do menos entre las hembras. Esta contradicción se cono-
se caracterizan porque los machos no ofrecen ningún tipo ce como la “paradoja del lek” (Borgia 1979). Esta para-
de cuidado parental. Las hembras visitan varios machos, doja ha sido enfatizada desde otro punto de vista: en los
e incluso varios leks, antes de elegir el macho o machos leks, las hembras generalmente eligen a los machos que
con los que copular. En general, la mayoría de las cópu- presentan los caracteres sexuales secundarios más exage-
las las realizan unos pocos machos, por lo que el éxito de rados. Sin embargo, si existe una selección muy fuerte, la
apareamiento de estos está bastante sesgado (Bradbury y varianza genética debería reducirse en un corto periodo
Gibson 1983). Este tipo de apareamiento ha sido regis- de tiempo y, por lo tanto, las hembras no obtendrían be-
trado en unas pocas especies de mamíferos (menos del neficio alguno al seleccionar un macho progenitor de su
0,2%, Clutton-Brock et al. 1988), algunas especies de aves descendencia (Kirkpatrick y Ryan 1991). Esta paradoja
(menos del 0,5%, Oring 1982), una especie de anuros del lek ha sido discutida ampliamente y el mecanismo que
(Wells 1977) y algunas especies de insectos (Thornhill y produce la aparición de los leks y su evolución aun no se
Alcock 1983). ha descifrado.
Se han propuesto numerosas hipótesis para explicar
el origen y evolución de los leks, unas basadas en las Poliginia por engaño de los machos. Como ya hemos visto, la
ventajas que supone este sistema de apareamiento para eficacia biológica de las hembras depende de la decisión
las hembras y otras en las ventajas que supone para los adoptada al aparearse con un macho de forma monógama
machos. Entre las del primer grupo hay varias hipótesis o con un macho previamente apareado con otra hembra
que destacan que este sistema permite a las hembras ele- (poliginia). Por otro lado, los machos obtienen un benefi-
gir al macho de mayor calidad fenotípica ya que pueden cio mayor al aparearse con más de una hembra porque así
comparar directamente (Emlen y Oring 1977, Bradbury y pueden tener un mayor número de descendientes. El mo-
Gibson 1983). También se ha sugerido que obligando a delo del umbral de la poliginia propuesto por Orians
los machos a reunirse en leks fuera de las áreas de cría (1969) fue un gran avance para comprender la evolución
consiguen que disminuya el riesgo de depredación en las de los sistemas de poligamia. Sin embargo, este modelo
zonas de reproducción (Phillips 1990, Clutton-Brock ignora la posible existencia de conflictos de intereses en-
1989), y también disminuiría el nivel de acoso hacia ellas tre los dos sexos a la hora de maximizar su éxito
por parte de los machos jóvenes (Clutton-Brock et al. reproductor. El modelo predice que las hembras apareadas
1993). poligínicamente con un macho deben obtener al menos
En lo que respecta a las hipótesis basadas en las po- un éxito reproductor tan alto como si lo estuvieran de for-
tenciales ventajas que los leks presentan para los machos ma monógama. Se ha podido comprobar que esto no es
se ha sugerido (1) que los leks aparecen cuando existen cierto en todos los casos estudiados (Alatalo et al. 1981,
altas densidades poblacionales que aumentan el coste de Catchpole et al. 1985). La poliginia puede haber evolu-
defensa de recursos o hembras (Clutton-Brock 1989), (2) cionado no sólo cuando las hembras se aparean con ma-
que los machos se concentran en zonas donde pueden chos previamente apareados, sino también cuando los
maximizar el número de encuentros con otras hembras machos son capaces de obtener una ventaja a expensas de
(Bradbury y Gibson 1983), o (3) que la competencia en- las hembras.
tre machos es el factor que determina el tamaño, estabili- En algunas especies de aves, como es el caso del pa-
dad y localización de los leks (Beehler y Foster 1988). pamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca, Alatalo et al.
Hasta la fecha no hay suficientes estudios detallados 1981), parece que las hembras tienen dificultades en co-
que nos permitan discriminar entre las distintas hipótesis nocer el estado de apareamiento de los machos y estos
propuestas. Los distintos estudios que se han realizado pueden engañarlas para que se emparejen poligínicamente
para contrastar la mayoría de estas hipótesis han propor- con ellos. En esta especie, una vez que el macho ya se ha
cionado resultados bastante ambiguos (Schroeder y White apareado con una hembra que seguidamente realiza la
1993). Esto es en parte debido al solapamiento y natura- puesta, éste puede desplazarse en busca de otro lugar pro-
leza circular de las predicciones de algunas de las hipóte- picio para nidificar e intentar atraer a otra hembra con la
sis (Beehler y Foster 1988, Bradbury et al. 1986). que aparearse de nuevo. Los machos seleccionan la se-
Los sistemas de apareamiento de tipo lek, han estimu- gunda oquedad a una distancia que puede variar desde
lado su estudio a muchos ecólogos evolutivos durante las los 100 m a los 3,5 km. Por ello, para las hembras secun-
últimas décadas, por ofrecer un adecuado escenario para darias es bastante difícil saber si ese macho ya tiene otra
comprender como opera la selección sexual (Trail 1990). hembra con la que ha realizado una puesta. Cuando la
280 Juan José Sanz
podría darse la situación en la cual hubiera machos que grandes. Estas dos estrategias parecen tener una base ge-
presenten una estrategia de apareamiento alternativa a la nética y esto es lo que determina el equilibrio estable.
realizada por la mayoría de los machos de la especie, y Cuando los machos territoriales y grandes se hacen muy
que en promedio ambas estrategias fueran igualmente numerosos, su éxito reproductor se reduce, ya que aumen-
exitosas. Cuando esto ocurre y existe un equilibrio entre tan las luchas entre ellos, lo que favorece la estrategia de
el número de individuos que adoptan las distintas estrate- los machos pequeños.
gias de apareamiento y además los beneficios que obtie-
nen se igualan, se habla de estrategias alternativas evolu-
tivamente estables. Un ejemplo de este tipo de estrategias Agradecimientos
lo encontramos en el salmón del Pacífico (Oncorhunchus
kisutch; Gross 1985). En esta especie de salmón existen Desde estas líneas, agradezco a M. Soler la invitación
dos tipos de machos, unos que maduran sexualmente a para escribir este capítulo, y a M. Soler y P. Veiga sus
los tres años de edad y otros más pequeños que maduran comentarios constructivos. Durante la elaboración del
al año de vida. Los machos primeros defienden territorios mismo disfruté de un contrato como investigador del Mi-
en los cuales las hembras realizan la puesta, mientras que nisterio de Ciencia y Tecnología (PB97-1233-C02-01).
los segundos se internan en los territorios de los machos La obtención del tiempo y la tranquilidad necesaria para
grandes y fecundan los huevos furtivamente con mayor escribir este capítulo ha sido posible gracias a las facili-
probabilidad cuando se producen luchas entre los machos dades dadas por Paloma e Irene.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ALATALO, R.V., CARLSON, A., LUNDBERG, A. y ULFSTRAND, CLUTTON-BROCK, T.H., DEUTSCH, J.C. y NEFDT, J.C. 1993. The
S. 1981. The conflict between male polygamy and female evolution of ungulate leks. Anim. Behav. 46:1121-1138.
monogamy: the case of the pied flycatcher Ficedula hypoleuca. Am. DARWIN, C. 1871. The descent of man, and selection in relation to
Nat. 117:738-753. sex. Appleton, New York.
ANDERSSON, M. 1994. Sexual selection. Princenton University Press, DAVIES, N.B. 1991. Mating systems. En J.R. Krebs y N.B. Davies
New Yersey. (eds.): Behavioural ecology: an evolutionary approach. Pp: 263-
BART, J. y TORNES, A. 1989. Importance of monogamous male birds 294. Blackwell, Oxford.
in determining reproductive success: evidence for house werns and DAVIES, N.B. 1992. Dunnock behaviour and social evolution. Oxford
a review of male-removal studies. Behav. Ecol. Sociobiol. 24:109- University Press, Oxford.
116. DAVIES, N.B. y HOUSTON, A.I. 1986. Reproductive success of
BEEHLER, B. y FOSTER, M.S. 1988. Hotshots, hotspots and female dunnocks Prunella modularis in a variable mating system. II.
preference in the organization of lek mating systems. Am. Nat. Conflicts of interest among breeding adults. J. Anim. Ecol. 55:139-
131:203-219. 154.
BORGIA, G. 1979. Sexual selection and the evolution of mating systems. DUNBAR, R.I.M. 1984. Reproductive decisions: An economic analysis
En M.S. Blum y N.A. Blum (eds.). Sexual selection and reproductive of gelada baboon social strategies. Princeton University Press,
competition in Insects. Pp: 19-80. Academic Press, New York. Princeton.
BRADBURY, J.W. 1981. The evolution of leks. En R.D. Alexander y EMLEN, S.T. y ORING, L.W. 1977. Ecology, sexual selection, and the
D. Tinkle (eds.). Natural selection and social behabiour. Pp: 138- evolution of mating systems. Science 197: 215-223.
169. Chiron Press, New York. FISHER, R.A. 1930. The Genetical Theory of Natural Selection. Oxford
BRADBURY, J.W. y GIBSON, R.M. 1983. Leks and mate choice. En University Press, Oxford.
P.P.G. Bateson (ed.) Mate choice. Pp: 109-138. Cambridge GROSS, M.R. 1985. Disruptive selection for alternative life histories in
University Press, Cambridge. salmon. Nature 313:47-48.
BRADBURY, J.W., GIBSON, R.M. y TSAI, I.M. 1986. Hotspots and HAMILTON, W.D. 1964. The genetical theory of social behaviour. J.
the dispersion of leks. Anim. Behav. 34:1694-1709. Theoret. Biol. 7:1-52.
CARRANZA, J. 1994. Sistemas de apareamiento y selección sexual. HAMILTON, W.D. 1967. Extraordinary sex ratios. Science 156:477-
En J. Carranza (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Com- 488.
portamiento. Pp: 363-406. Publicaciones de la Universidad de HÖGLUND, J. y ALATALO, R.V. 1995. Leks. Princeton University
Extremadura, Cáceres. Press, Princeton.
CATHPOLE, C.K., LEISLER, B. y WINKLER, H. 1985. Poliginy in HOLM, C.H. 1973. Breeding sex ratios, territoriality, and reproductive
success in the red-winged blackbird (Agelaius phoeniceus). Ecology
the great reed warbler, Acrocephalus arundinaceus: a possible case
54:356-365.
of deception. Behav. Ecol. Sociobiol. 16: 285-291.
KIRKPATRICK, M. y RYAN, M.J. 1991. The evolution of mating
CLUTTON-BROCK, T.H. 1989. Mammalian mating systems, Proc. R.
preferences and the paradox of the lek. Nature 350:33-38.
Soc. Lond. B 235:339-372.
KIRKPATRICK, M. 1996. Good genes and direct selection in the
CLUTTON-BROCK, T.H. 1991. The evolution of parental care. evolution of mating preferences. Am. Nat. 125:788.810.
Princeton University Press, Princeton. LACK, D. 1968. Ecological adaptations for breeding in birds. Mehauen,
CLUTTON-BROCK, T.H., GUINNESS, F.E. y ALBON, S. D. 1982. Londres.
Red deer: The behaviour and ecology of two sexes. University of LE BOEUF, B.J. 1972. Sexual behavior in the northern elephant seal,
Chicago Press, Chicago. Mirounga angustirostris. Behavior 41:1-26.
CLUTTON-BROCK, T.H., GREEN, D., HIRAIWA-HASEGAWA, M. MAYNARD SMITH, J. y PRICE, G.R. 1973. The logic of animal
y ALBON, S.D. 1988. Pasing the buck: resource defense, lek conflict. Nature 246:15-18.
breeding and mate choice in fallow deer. Bahav. Ecol. Sociobiol. MØLLER, A.P. 1986. Mating systems among European passerines: a
23:281-296. review. Ibis 128:234-250.
282 Juan José Sanz
MØLLER, A.P. 1994. Sexual selection and the barn swallow. Oxford SCHALLER, G.B. 1972. The serengeti lion: a study of predator-prey
University Press, Oxford. relations. University of Chicago Press, Chicago.
MØLLER, A.P. y CUERVO, J.J. 2000. The evolution of paternity and SINCLAIR, A.R.E. 1977. The African Buffalo. A study of resource
parental care in birds. Behav. Ecol. 11:472-485. limitation of populations. University of Chicago Press, Chicago.
MORALES, M.B, JIGUET, F. y ARROYO, B. 2001. Exploded leks: SCHROEDER, M.A. y WHITE, G.C. 1993. Dispersion of greater prairie
what bustards can teach us. Ardeola 48:85-98. chicken nests in relation to lek location: evaluation of the hot-spot
NUNN, C.L., GITTLEMAN, J.L. y ANTONOVICS, J. 2000. hypothesis of lek evolution. Behav. Ecol. 4:266-270.
Promiscuity and the primate immune system. Science 290:1168- STEARNS, S.C. 1992. The Evolution of Life Histories. Oxford
1170.
University Press, Oxford.
ORIANS, G.H. 1969. On the evolution of mating systems in birds and
THORNHILL, R. y ALCOCK, J. 1983. The evolution of insect mating
mammals. Am. Nat. 103:589-603.
systems. Harvard University Press, Cambridge.
ORING, L.W. 1982. Avian Mating systems.En D.S. Farner, J.R. King y
TRAIL, P.W. 1990. Why should lek-breeders be monomorphic?
K.C. Parkers (eds): Avian biology, volume VI. Pp: 1-92. Academic
Press, Orlando. Evolution 44:1837-1852.
OWEN-SMITH, N. 1977. On territoriality in ungulates and an TRIVERS, R.L. 1972. Parental investment and sexual selection. En B.
evolutionary model. Q. Rev. Biol. 52:1-38. Campbell (ed.): Sexual selection and the descend of man. Pp: 136-
PHILLIPS, J.B. 1990. Lek behaviour in birds: do displaying reduce nest 179. Aldine, Chicago.
predation? Anim. Behav. 39:555-565. WELLS, K.D. 1977. The social behaviour of anuran amphibians. Anim.
ROFF, D.A. 1992. The Evolution of Life Histories: Theory and Analysis. Behav. 25:666-693.
Chapman & Hall, New York. WILLIAMS, G.C. 1966. Adaptation and natural selection. A critique of
SATO, T. 1994. Active accumulation of spawning substrate: a determinat some current evolutionary thought. Princenton University Press,
of extreme polygyny in a shell-brooding cichlid fish. Anim. Behav. Princenton.
48:669-678.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) CARRANZA, J. 1994. “Sistemas de apareamiento y selección sexual”. En J. CARRANZA (ed.). Etología: Introducción a la
Ciencia del Comportamiento. Pp: 363-406. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres. En este capítulo de libro se
describen los distintos sistemas de apareamiento en animales desde una aproximación comportamental.
(2) DAVIES, N.B. 1991. “Mating systems”. En J.R. KREBS y N.B. DAVIES (eds.): Behavioural ecology: an evolutionary approach.
Pp: 263-294. Blackwell, Oxford. En este capítulo de libro se presentan una extensa revisión de los sistemas de apareamiento en los
distintos grupos animales.
(3) EMLEN, S.T. y ORING, L.W. 1977. Ecology, sexual selection, and the evolution of mating systems. Science 197: 215-223. Este
trabajo clásico presenta de forma concisa el marco ecológico para comprender la aparición de los distintos sistemas de apareamien-
to en especies con reproducción sexual.
Capítulo 16: SELECCIÓN DEPENDIENTE DE LA FRECUENCIA
Existe selección dependiente de la frecuencia cuando la eficacia biológica de una estrategia depende de la fre-
cuencia con que se encuentran esa u otras estrategias en la población. En este capítulo consideramos algunos de los
muchos ejemplos en los que la selección dependiente de la frecuencia afecta el resultado del proceso evolutivo.
Las estrategias seguidas por los depredadores pueden beneficiar a presas con apariencia similar o diferente de la
norma. Esto puede conducir a la aparición de mimetismos y polimorfismos, respectivamente. La selección depen-
diente de la frecuencia afecta el reparto de recursos tanto si los individuos que interactúan tienen intereses comunes
o divergentes. La distribución de individuos en un hábitat, el comportamiento durante encuentros agonísticos, los
sistemas de comunicación cuando el emisor y el receptor no tienen intereses idénticos y el mutualismo deben estu-
diarse dentro del marco de la selección dependiente de la frecuencia. El valor reproductivo de una hembra, relativo
al de un macho, depende de la proporción de hembras en la población. La proporción de hembras en una nidada o
camada puede, en algunos casos, ajustarse a las condiciones ambientales. Como la proporción de hembras en la
población depende de la frecuencia con que las nidadas individuales tienen muchas o pocas hembras, la proporción
de sexos es otro ejemplo de selección frecuencia-dependiente.
macho puede o no depender de las canciones utilizadas pueden formular y desarrollar modelos para estudiar pro-
por otros machos, pero depende sin ninguna duda de cómo blemas dependientes de la frecuencia. Nos limitaremos a
respondan las hembras a su canción. Es altamente impro- analizar las consecuencias que la selección dependiente
bable que los genes que determinan la canción utilizada de la frecuencia tiene en tres contextos. Empezaremos por
por el macho sean los mismos que determinan la respues- considerar las consecuencias evolutivas y ecológicas de
ta de la hembra, aunque pueden tender a evolucionar jun- la depredación frecuencia-dependiente. A continuación
tos (“runaway” de Fisher 1930). Con frecuencia, ambos veremos la importancia de la selección dependiente de la
mecanismos actúan en paralelo. frecuencia en sistemas competitivos y cooperativos, con-
El trabajo de D’Arcy Thompson (1917) dio una nue- tinuando con la importancia en la reproducción sexual,
va dimensión a los estudios evolutivos al aplicar técnicas particularmente la razón de sexos. El lector interesado en
inspiradas de la ingeniería. Thompson fue de los prime- aprender a formular y resolver problemas como modelos
ros en darse cuenta de que podemos explicar un gran nú- de teoría de juegos puede consultar Maynard Smith
mero de características de los animales y plantas respon- (1982), Vincent y Brown (1988) o Gomulkiewicz (1998).
diendo a la siguiente pregunta: ¿Cuál es el diseño óptimo Rodríguez-Gironés (1994) proporciona una introducción
para realizar cierta función? El problema puede ser crear en castellano al uso y desarrollo de este tipo de modelos.
una concha de caracol en etapas sucesivas (el caracol ne-
cesita primero una concha pequeña, más tarde una gran-
de, pero ¿le interesa agrandar la pequeña en lugar de tirar- Frecuencia-dependencia vía depredación: selección
la y empezar la grande desde cero?), producir un tronco apostática y permutación de presas.
de altura suficiente como para que el árbol reciba luz o
desplazar el peso enorme de un elefante. Podemos igual- La depredación puede generar selección frecuencia-
mente preguntarnos cómo conservar el calor en un clima dependiente cuando la mortalidad de un tipo de presas
frío, o cómo evitar la hipertermia en un ambiente árido. depende de la frecuencia relativa de dicho tipo en la po-
Cómo diseñar las alas de un ave para minimizar el coste blación de presas. Dos tipos de selección frecuencia-de-
de vuelo o para maximizar la maniobrabilidad o veloci- pendiente pueden producirse como resultado de la depre-
dad de vuelo. El principio básico de diseño óptimo puede dación: (i) selección frecuencia-dependiente positiva,
explicar mucha de la variabilidad presente en el mundo cuando la mortalidad de las presas es una función decre-
animal y vegetal (Alexander 1982). ¿Se puede decir lo ciente de su frecuencia, y (ii) selección frecuencia-depen-
mismo de la selección dependiente de la frecuencia? ¿De- diente negativa, cuando la mortalidad de las presas es una
termina ésta el comportamiento y la apariencia de los or- función creciente de su frecuencia. Ambos tipos de selec-
ganismos que observamos? Para contestar a esta pregun- ción pueden ser producidos por diferentes tipos de
ta, consideraremos algunos ejemplos. Los ejemplos ele- depredadores, incluyendo tanto depredadores vertebrados
gidos no pretenden ser una lista exhaustiva de las situa- como invertebrados (Allen 1988, Sherratt y Harvey 1993).
ciones en las que la selección dependiente de la frecuen- La ocurrencia de selección frecuencia-dependiente vía
cia tiene importantes implicaciones para la evolución. depredación ha sido estudiada tanto por genetistas de po-
Reflejan, más bien, nuestros intereses personales y no pre- blaciones como por ecólogos. Los primeros, interesados
tenden sino dar una idea de la diversidad de situaciones en la selección de diferentes fenotipos (morfos) de presas
en las que la selección dependiente de la frecuencia de- de una misma especie o población, llaman “selección
termina el resultado de los procesos evolutivos. Varios apostática” a la selección frecuencia-dependiente (Clarke
capítulos de este libro discuten en más detalle otros con- 1962), y los segundos, interesados en estudiar las prefe-
textos en los que la selección dependiente de la frecuen- rencias que muestran los depredadores hacia diferentes
cia va a delimitar los comportamientos y rasgos morfoló- especies de presas, la llaman “permutación de presas”
gicos que observamos en la naturaleza. Entre ellos caben (Murdoch 1969, ver después). Ambas definiciones se uti-
destacar la competencia espermática (capítulo 14), la se- lizan normalmente para describir casos de selección fre-
lección sexual (capítulo 13) y las relaciones entre miem- cuencia-dependiente negativa (Figura 1). Para clarificar
bros de una familia (cuidado parental –capítulo 10, com- el uso de dichas definiciones, se han generado términos
petencia entre hermanos y conflicto padre-hijo). que dejan explícito el signo (positivo o negativo) de la
La introducción de la teoría de juegos a la biología ha selección: (i) selección pro-apostática y permutación
permitido un desarrollo sistemático del estudio de los pro- (Greenwood 1984), se utiliza para el caso en que los
blemas dependientes de la frecuencia. Ronald Fisher depredadores consumen en menor proporción a su fre-
(Fisher 1930) y Bill Hamilton (Hamilton 1967) aplicaron cuencia relativa presas que son relativamente escasas (i.e.,
conceptos de teoría de juegos en el estudio de la propor- frecuencia-dependencia negativa), y (ii) selección anti-
ción de sexos, pero el formalismo fue introducido explí- apostática (Greenwood 1984) o permutación negativa
citamente por Maynard Smith y Price (1973). Desde su (Chesson 1984), para cuando los depredadores consumen
introducción a la biología evolutiva, la teoría de juegos en mayor proporción las presas que son relativamente más
ha experimentado un gran desarrollo. El presente capítu- escasas (i.e., frecuencia-dependencia positiva). Dado que
lo no pretende hacer una revisión exhaustiva de los mo- en la literatura se utiliza usualmente el término selección
delos usados. En realidad, no es nuestra intención expo- apostática para el caso específico de la selección frecuen-
ner la metodología usada, ni mostrar al lector cómo se cia-dependencia negativa (i.e., pro-apostática), en este
CAPÍTULO 16: SELECCIÓN DEPENDIENTE DE LA FRECUENCIA 285
Figura 1. Selección frecuencia-dependiente (a) negativa, y (b) positiva sobre un tipo de presa (relativa a otras presas), producida por
la depredación. La línea segmentada muestra selección frecuencia-independiente (i.e., proporcional a las abundancias relativas).
capítulo seguiremos dicha nomenclatura. La Figura 1 cambios en la velocidad de búsqueda de presas. Si la pro-
muestra los distintos tipos de selección frecuencia-depen- babilidad de detectar presas disminuye con la velocidad
diente que puede causar la depredación. de búsqueda del depredador, la velocidad óptima repre-
senta un compromiso entre la detección de presas y la
Selección apostática tasa de encuentro con ellas (Gendron y Staddon 1983).
Sin embargo, la distinción entre los efectos de la veloci-
Muchos depredadores consumen un determinado tipo dad de búsqueda y de la imagen de búsqueda puede com-
de presa en mayor proporción que la frecuencia relativa plicarse debido a los mecanismos de percepción (Endler
con que ocurre dicha presa en la población. Pollitos de 1991, Giraldeau 1997). Por ejemplo, ciertas presas (e.g.,
gallina (Gallus sp.) que depredan sobre presas con dos escasas y/o crípticas) pueden involucrar mayores tiempos
morfos diferentes (coloraciones verde y marrón) mues- de búsqueda para su detección, lo cual puede implicar
tran selección apostática (Fullick y Greenwood 1979). menores velocidades de desplazamiento, ya sea para au-
Cuando el morfo marrón representa menos del 20% de la mentar la probabilidad de detección y/o para la forma-
población de presas, los polluelos consumen preferente- ción de la imagen de búsqueda (Gendrom 1986, Endler
mente el tipo de presa alternativo. 1991). Otros mecanismos que pueden estar involucrados
Diversos mecanismos conductuales pueden ocasionar en la ocurrencia de depredación apostática son la aver-
depredación apostática. La utilización de una “imagen de sión a presas raras, y el aumento en la eficiencia de captu-
búsqueda” (representación mental que realiza un depre- ra, manipulación y/o digestión de las presas comunes
dador de un tipo particular de presa sobre la cual ha (Dawkins 1971, Endler 1988).
focalizado su atención y esfuerzo de captura), produce un
aumento transitorio en la capacidad de capturar un tipo Selección anti-apostática
particular de presas y puede generar depredación
apostática, ya sea a través de la formación (aprendizaje) Diversas especies de depredadores, tanto vertebrados
de la imagen, y/o a través de la interferencia que podría (Allen 1988), como invertebrados (Sherratt y Harvey
ocurrir en la capacidad de atención visual entre imágenes 1993), muestran también selección anti-apostática. Ge-
de diferentes tipos de presa (Endler 1991). El aprendiza- neralmente, este tipo de depredación ocurre cuando al
je, no de imágenes de búsqueda, sino de detección y reco- menos un tipo de presa se encuentra en altas densidades.
nocimiento de presas también puede producir depreda- Por ejemplo, John Allen y colaboradores (1998) estudia-
ción apostática. Los tipos de presas más comunes serán ron la depredación que ejercen aves silvestres de diferen-
encontrados con mayor frecuencia y en consecuencia, un tes especies sobre poblaciones de presas artificiales con
depredador sin experiencia (e.g., juvenil) tendrá una ma- dos morfos de coloración distintos y bajo diferentes con-
yor probabilidad de aprender y podrá detectar antes pre- diciones de frecuencia relativa y densidad poblacional
sas comunes que presas infrecuentes (Endler 1988). Esta total. Ellos encontraron que a bajas densidades totales de
selección apostática también puede ser el resultado de presas (menos de 100 presas por metro cuadrado) la de-
286 Miguel A. Rodríguez-Gironés y Rodrigo A. Vásquez
predación producía selección apostática, en tanto que a imágenes virtuales de ordenador de la mariposa nocturna
densidades altas (más de 1000 presas/metro cuadrado), Catocala relicta, una de las presas naturales de los
ocurría selección anti-apostática. Este estudio determinó arrendajos. Simulando imágenes con diversos grados de
que la transición desde selección apostática a selección cripsis, Bond y Kamil pudieron comprobar que la detec-
anti-apostática era gradual y predecible y en este sistema ción de presas crípticas involucra depredación apostática,
ocurría a una densidad aproximada de 131 presas/metro y que esta selección frecuencia-dependiente puede man-
cuadrado (Allen et al. 1998). tener polimorfismos dinámicos en poblaciones de presas.
La selección anti-apostática se produce porque a altas La selección apostática también juega un papel en la
densidades de presas, el fenotipo de presa más frecuente evolución y permanencia de los mimetismos (Endler
pasaría a ser percibido como parte del fondo visual (e.g., 1991). En la ocurrencia de “mimetismo Batesiano”, don-
sustrato), y entonces el fenotipo escaso sería más de una especie comestible se ha mimetizado evolutiva-
detectable (Allen 1988). Este fenómeno parece aumentar mente y se asemeja a una especie modelo venenosa o de
cuando las presas son altamente móviles, como lo demues- mal sabor (ocasionalmente “aposemática”), existe una
tran ejemplos del “efecto confusión” (sensu Landeau y ventaja frecuencia-dependiente que disminuye a medida
Terborgh 1986), donde un depredador en ataque inicial- que la frecuencia relativa de la especie mimética aumen-
mente se confunde por una alta cantidad de presas con ta. Cuando la especie mimética (comestible) es relativa-
movimientos independientes y no logra focalizar su cap- mente escasa, los depredadores aprenden rápidamente a
tura a ninguna presa particular, salvo a aquellas presas evitarla, ya que la mayoría de las presas con similar apa-
que difieren notoriamente. Por ejemplo, los cardúmenes riencia corresponden a la especie modelo (venenosa).
de pececillos, Hybognathus nuchalis, se benefician de este Cuando la especie mimética es relativamente abundante,
fenómeno, dado que el éxito de captura por parte de sus los depredadores experimentan un refuerzo positivo (pre-
depredadores (Micropterus salmoides) disminuye con el sa comestible) en la mayoría de los encuentros con pre-
aumento del tamaño del cardumen (Landeau y Terborgh sas. Por lo tanto, la supervivencia de la especie mimética
1986). Del mismo modo, la presencia de algunos indivi- es frecuencia-dependiente negativa (apostática) (Ridley
duos diferentes a la mayoría poblacional (individuos ra- 1996). Este tipo de selección parece explicar la ocurren-
ros o excéntricos) aumenta la probabilidad de captura de cia de polimorfismos en especies con mimetismo Bate-
dichos individuos (véase Mueller 1975, para un ejemplo siano, por ejemplo, en mariposas de la familia Papilioni-
con rapaces que depredan roedores). La disminución en dae (Mallet y Joron 1999).
el riesgo de depredación que experimentan las presas vía Por el contrario, en el “mimetismo Mülleriano”, don-
el efecto confusión podría ser una de las causas que favo- de un morfo o especie mimética venenosa se asemeja a
recen la vida en grupos altamente cohesivos (Curio 1976, otra especie también venenosa, la depredación produce
Landeau y Terborgh 1986, ver capítulo 11). selección frecuencia-dependiente positiva. La especie
mimética experimenta selección anti-apostática, ya que
Polimorfismos y mimetismos su supervivencia aumenta a medida que su frecuencia se
incrementa en la población (véase ejemplo con maripo-
La selección apostática, dado que confiere una venta- sas del género Heliconius en Ridley 1996). Los morfos
ja selectiva sobre los tipos de presas que son relativamen- comunes experimentan la ventaja de facilitar la evitación
te poco frecuentes en la población, favorece la permanen- por parte de los depredadores, mientras los morfos relati-
cia de polimorfismos (i.e., la existencia de dos o más vamente escasos tienen una desventaja en términos de
fenotipos (morfos) en la población de presas). Por ejem- supervivencia, i.e., la eficacia biológica de cada morfo es
plo, el isópodo acuático Odotea baltica presenta un mar- anti-apostática. Por lo tanto, la selección anti-apostática,
cado polimorfimo en coloración, con al menos seis morfos como lo demuestra el mimetismo Mülleriano, tiende a
diferentes determinados genéticamente (Jormalainen et al. eliminar los polimorfismos en las poblaciones de presas.
1995). Machos y hembras de esta especie difieren en su
selección de hábitat, lo cual conlleva diferencias inter- Permutación de presas
sexuales en la vulnerabilidad de los morfos a la depreda-
ción por peces. Esta depredación apostática desigual so- En 1969 Bill Murdoch introdujo el término (en in-
bre morfos machos y hembras contribuye a la permanen- glés) “switching”, el cual traducimos como permutación
cia de polimorfismos diferenciales a nivel local en pobla- de presas, para referirse a la tasa de captura preferencial
ciones naturales de la mencionada especie de isópodo que comúnmente ejerce un depredador sobre aquellas es-
(Jormalainen et al. 1995). pecies de presas que son relativamente más abundantes
Si bien existe consenso que la selección apostática (frecuencia-dependencia negativa). Por ejemplo, el por-
puede contribuir a la permanencia de polimorfismos en centaje de presas de larvas de Efemerópteros de la espe-
poblaciones naturales (Allen 1988, Endler 1988), su efecto cie Cloën dipterum es más baja en la dieta del depredador
sobre la dinámica temporal en sistemas depredador-presa invertebrado Notonecta glauca que la abundancia relati-
ha sido difícil de estudiar. Un estudio reciente, utilizando va de dichas presas cuando se encuentran en baja propor-
un sofisticado sistema semi-natural ha permitido explorar ción; en esa situación la presa alternativa Asellus aquaticus
dicha dinámica. Bond y Kamil (1998) han podido entre- es consumida en mayor proporción que su abundancia
nar a arrendajos azules (Cyanocitta cristata) a capturar relativa. Cuando la frecuencia relativa de Cloën dipterum
CAPÍTULO 16: SELECCIÓN DEPENDIENTE DE LA FRECUENCIA 287
agresivos, comunicación relacionada con la selección cia-dependientes que, a pesar de los costos potenciales
sexual, y peticiones de alimentación. En este apartado para el individuo, provocan un beneficio (en términos de
consideraremos brevemente este último tipo. En la mayo- eficacia biológica) para los miembros de un grupo, y cuya
ría de las aves nidícolas, los pollos reciben a sus padres ejecución requiere cierta acción colectiva (Dugatkin
con llamadas conspicuas. La intensidad de las llamadas 1998). El dilema del prisionero ejemplifica el altruismo
aumenta con el tiempo que los pollos llevan sin comer y recíproco haciendo explícitas las relaciones de costo y
los padres traen más comida al nido si los pollos pían con beneficio entre interactores (véase Dugatkin 1997, 1998,
más intensidad. Parece pues que estas llamadas son seña- para una explicación detallada de dicho juego). El resul-
les que transmiten información a los padres sobre el esta- tado esperado para el dilema del prisionero jugado en un
do nutricional de los pollos. Kilner y Johnstone (1997) único encuentro, es que ambos jugadores actúen egoísta-
han revisado la evidencia experimental que apoya esta mente. Si embargo, cuando los encuentros entre jugado-
hipótesis. Las peticiones de alimentación son costosas, res se repiten en el tiempo, otras estrategias pueden ser
ya que pueden aumentar (en algunas especies) el riesgo evolutivamente estables. Robert Axelrod y Bill Hamilton
de predación (Haskell 1994, Leech y Leonard 1997) y (1981) llevaron a cabo simulaciones en ordenador de en-
disminuir la tasa de crecimiento (Rodríguez-Gironés et cuentros repetitivos del dilema del prisionero, realizando
al. 2001). Este sistema parece, pues, ideal para aplicar el competencias entre diferentes estrategias teóricamente
principio del handicap. Efectivamente, Godfray (1991, posibles. La estrategia que resultó ganadora de esta com-
1995) ha demostrado que, si las peticiones de alimenta- petencia se denomina en inglés “Tit for Tat” (abreviada
ción son costosas, puede haber un equilibrio evolutivo en TFT), que podríamos traducir como “hoy por ti, mañana
el que los pollos piden comida con una intensidad que por mí”. Esta estrategia obtuvo resultados de largo plazo
refleja su estado nutricional. Esta interpretación, sin em- superiores a cualquier otra estrategia, y consiste en coo-
bargo, no está exenta de problemas. Por un lado, el mode- perar en el primer encuentro, y posteriormente repetir la
lo tiene gran número de equilibrios, incluyendo uno en el conducta mostrada por el interactor en el encuentro inme-
que los pollos se comportan de tal forma que no revelan diatamente anterior (Axelrod y Hamilton 1981).
su estado (Rodríguez-Gironés et al. 1996). Este equili- Un interesante caso de reciprocidad cooperativa, que
brio es evolutivamente estable, mientras que el equilibrio parece cumplir con los requerimientos del dilema del pri-
donde los pollos proporcionan información sobre su esta- sionero y la estrategia TFT, corresponde a las conductas
do interno no lo es (Rodríguez-Gironés et al. 1998). Para de acicalamiento en impalas (Aepyceros melampus), es-
estabilizar el equilibrio en el que se transmite informa- tudiadas por Hart y Hart (1992). Normalmente ocurre aci-
ción hay que añadir otros elementos. Por ejemplo, si su- calamiento recíproco cuando un impala espontáneamente
ponemos que los padres no controlan cómo se reparte el comienza a acicalar a un coespecífico. El acicalamiento
alimento entre los pollos, sino que cada uno tiene acceso reduciría los ectoparásitos en los individuos receptores
a una porción de la comida proporcional a la intensidad de la acción altruista. A su vez, en los individuos altruistas,
con la que solicita alimento, el equilibrio en el que no se aumentarían algunos costos tales como mayor gasto ener-
transmite información se desestabiliza y el equilibrio en gético, menor tiempo de asignación a vigilancia y/o pér-
el que se transmite información se hace estable (Rodrí- dida de electrolitos a través de la saliva. El acicalamiento
guez-Gironés 1999). En este contexto, la selección de- involucra normalmente una secuencia de unos pocos ac-
pendiente de la frecuencia influye en el proceso evoluti- tos recíprocos, en donde cada uno consiste en seis a doce
vo porque la cantidad de alimento que recibe un polluelo acciones de acicalamiento. La reciprocidad en esta con-
depende de la frecuencia con que cada estrategia se em- ducta ocurre entre parejas de individuos del mismo o di-
plea en el nido. ferente sexo, sin mediar parentesco genético, independien-
temente de la edad, y casi invariablemente involucra la
Cooperación misma cantidad de actos de acicalamiento por cada indi-
viduo interactor (Hart y Hart 1992).
Las conductas cooperativas altruistas pueden originar-
se entre individuos sin parentesco genético si ambos
interactores actúan recíprocamente, de modo que un indi- Frecuencia-dependencia y proporción de sexos
viduo receptor recibe un beneficio mediante un acto al-
truista de un individuo beneficiado anteriormente por el Como se explica en el capítulo 9 de este libro, la pre-
receptor. Este mecanismo, conocido como altruismo recí- ponderancia de la reproducción sexual es uno de los pro-
proco fue originalmente propuesto por Robert Trivers blemas más fascinantes en biología evolutiva. En gran
(1971), quien sugirió además que su formalización teóri- parte de las especies con reproducción sexual, los ma-
ca podía ser desarrollada utilizando teoría de juegos, par- chos aportan poco a la producción de crías. Su contribu-
ticularmente el juego conocido como “dilema del prisio- ción se limita, en la mayor parte de los procesos, a los
nero” (véase Von Newmann y Morgenstern 1944, Axelrod genes transmitidos en el espermatozoide. Nos pregunta-
y Hamilton 1981, Dugatkin 1997). mos, ¿por qué las hembras gastan tantos recursos en pro-
En biología evolutiva y ecología del comportamiento ducir machos que no parecen servir para gran cosa? Di-
se entiende por cooperación aquellas conductas frecuen- cho de otra forma, ¿constituyen los machos un gran des-
290 Miguel A. Rodríguez-Gironés y Rodrigo A. Vásquez
perdicio de recursos? En aquellas especies donde los ma- rio. Los territorios de mala calidad producen básicamente
chos no contribuyen a la producción de sus crías, ¿por machos, y una hembra puede cambiar de producir sólo
qué no se limitan las hembras a producir sólo unos pocos machos a producir sólo hembras si es trasladada experi-
machos? Si se produjesen tan sólo los machos necesarios mentalmente de un territorio malo a otro bueno.
para fertilizar a todas las hembras, no se desperdiciarían
tantos recursos en producir machos. Y, con poco que la Conclusiones y prospectos
reproducción sexual fuese ventajosa, entenderíamos su
casi ubiquidad. Pero no: por regla general, hay (más o Los fenómenos sujetos a selección dependiente de la
menos) el mismo número de machos que de hembras. frecuencia constituyen un factor importante en la evolu-
¿Por qué? ción de la diversidad a diferentes niveles de complejidad
Fisher (1930) fue probablemente el primero en darse biológica (Clarke y Partridge 1988). Por una parte, la de-
cuenta de que la solución al problema de la proporción predación apostática puede contribuir grandemente a la
de sexos se haya en la selección dependiente de la fre- permanencia de polimorfismos en las poblaciones de pre-
cuencia. Cada cría tiene un padre y una madre. El éxito sas. Por otra parte, la ocurrencia de estrategias mixtas en
reproductivo promedio de una hembra (un macho) es el las relaciones sociales entre individuos de una misma es-
número total de crías dividido por el número total de hem- pecie, también contribuye a la permanencia de variabili-
bras (machos) en estado reproductivo. Por tanto, si hay dad. Otras formas de selección frecuencia-dependiente
más hembras que machos, los machos tienen, en prome- también pueden generar y/o mantener la variabilidad
dio, más descendientes que las hembras. En una pobla- poblacional.
ción donde se producen muy pocos machos, una hembra El marco conceptual apropiado para analizar estrate-
que produzca más machos que las demás tendrá, en pro- gias fenotípicas frecuencia-dependientes es la teoría de
medio, más nietos. Producir pocos machos es como pa- juegos, propuesta originalmente por Von Newmann y
gar impuestos: ideal para la población pero no para el Morgenstern (1944). A partir de sus inicios, la teoría de
individuo. juegos evolutiva se ha desarrollado en diferentes direc-
Hamilton (1964) señaló que el argumento de Fisher ciones, con importantes refinamientos teóricos (e.g., Eshel
no es válido si la competencia por hembras es mayor en- et al. 1997), así como reveladoras aproximaciones expe-
tre hermanos que entre machos no emparentados. Esto rimentales (e.g., Milinski 1987, véase además Dugatkin
explica por qué, en algunos insectos y ácaros (especies en 1997). Estos desarrollos han puesto en evidencia la com-
las que las hembras son fecundadas casi sin excepción plejidad de las relaciones frecuencia-dependientes y los
por sus hermanos) se encuentran mayor número de hem- efectos que tienen las estrategias individuales a otros ni-
bras que de machos. Trivers y Willard (1973) extendieron veles de organización biológica (grupos, poblaciones,
el argumento de Fisher para incluir variabilidad en el es- comunidades).
tado de las madres. Estos trabajos constituyen la base de En este capítulo hemos hecho una revisión sucinta de
un gran número de estudios, teóricos y experimentales, modelos de teoría de juegos aplicados al estudio de algu-
sobre la variabilidad en la proporción de sexos. Godfray nas problemáticas frecuencia-dependientes en biología
y Werren (1996) ofrecen una revisión de los problemas evolutiva, etología, y ecología. Hemos dejado fuera o
investigados y resultados obtenidos. En esta sección nos abordado marginalmente diversas problemáticas, como
limitaremos a discutir un ejemplo reciente. por ejemplo, aspectos de selección sexual (véase capítu-
Uno de los ejemplos más impresionantes de modifi- los 13 y 28 de este volumen), forrajeo social de producto-
caciones adaptativas de la proporción de sexos es el rela- res y aprovechadores, sesgos reproductivos, aprendizaje,
tado por Jan Komdeur (Komdeur 1996, Komdeur et al. estrategias de vida (capítulo 8), y patrones de diversidad
1997). En el mosquitero de las islas Seychelles, Acroce- (capítulo 17), especiación (capítulo 18) y dinámica
phalus sechellensis, las hembras permanecen en el terri- adaptativa, entre otras. Salvo por un breve ejemplo, en
torio natal ayudando a criar nuevas nidadas y los machos este capítulo tampoco hemos revisado la extensa literatu-
dejan el territorio poco después de abandonar el nido. El ra sobre genética de poblaciones y modelos genéticos de
efecto de los ayudantes juveniles en el éxito de las futuras frecuencia-dependencia (capítulo 6).
nidadas depende de la calidad del territorio. En buenos La teoría de juegos, y particularmente el concepto de
territorios, donde la comida es abundante, uno o dos ayu- estrategia evolutivamente estable, ha sido posiblemente
dantes aumentan la probabilidad de sacar la nueva nidada la contribución teórica más significativa al estudio bioló-
adelante. En territorios donde la comida es escasa, por el gico del comportamiento animal. Además, los modelos
contrario, la probabilidad de sacar adelante una nidada es de estrategias evolutivamente estables han permitido es-
menor si los padres tienen “ayudantes” (ya que éstos con- tablecer un puente entre teoría y experimentación (e.g.,
sumen la comida necesaria para los pollos). Las hembras Milinski 1987). En este sentido, vislumbramos mayores
que crían en buenos territorios y que no tienen ayudantes desarrollos hacia el futuro, particularmente en áreas que,
producen casi exclusivamente hembras (que permanecen si bien ya han tenido un cierto avance, aún muestran la-
en el territorio), mientras que las mismas hembras empie- gunas de conocimiento. Entre éstas, se encuentran áreas
zan a producir una gran proporción de machos (que dejan tales como dinámica e inversión en sistemas cooperati-
el territorio natal) si tienen ya dos ayudantes en el territo- vos, comunicación, incluyendo la evolución del lenguaje
CAPÍTULO 16: SELECCIÓN DEPENDIENTE DE LA FRECUENCIA 291
Bibliografía
ABRAHAMS, M.V. 1986. Patch choice under perceptual constraints: a ESHEL, I., MOTRO, U. y SANSONE, E. 1997. Continuous stability
cause for departures from ideal free distribution. Behav. Ecol. and evolutionary convergence. J. Theor. Biol. 185: 333-343.
Sociobiol. 19: 409-415. FISHER, R.A. 1930. The genetical theory of natural selection. Oxford
ALEXANDER, R. McN. 1982. Optima for animals. Edward Arnold, University Press, Oxford.
London. FRETWELL, S.D. y LUCAS, H.J. 1969. On territorial behavior and
ALLEN, J.A. 1988. Frequency-dependent selection by predators. Phil. other factors influencing habitat distributions in birds. Acta
Trans. Roy. Soc. Lond. B 319: 485-503. Biotheor. 19: 16-36.
ALLEN, J.A., RAISON H.E., y WEALE M.E. 1998. The influence of FULLICK, T.G. y GREENWOOD, J.J.D. 1979. Frequency dependent
density on frequency-dependent selection by wild birds feeding on food selection in relation to two models. Am. Nat. 113: 762-765.
artificial prey. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 1031-1035. GENDRON, R.P. 1986. Searching for cryptic prey: evidence for optimal
ALLISON, A.C. 1954. Notes on sickle-cell polymorphism. Ann. Hum. search rates and the formation of search images in quail. Anim.
Genet. 19: 39-57 Behav. 34: 898-912.
AXELROD, R. y HAMILTON, W.D. 1981. The evolution of GENDRON, R.P. y STADDON, J.E.R. 1983. Searching for cryptic prey:
cooperation. Science 211: 1390-1396. the effect of search rate. Am. Nat. 121: 172-186.
BOND, A.B. y KAMIL, A.C. 1998. Apostatic selection by blue jays GIRALDEAU, L.A. 1997. The ecology of information use. En: J.R.
produces balanced polymorphism in virtual prey. Nature 395: 594- Krebs y N.B. Davies (eds.): Behavioural ecology: an evolutionary
596. approach, 4th edition. Pp. 42-68. Blackwell Science, Oxford.
BULMER, M. 1994. Theoretical evolutionary ecology. Sinauer, GODFRAY, H.C.J. 1991. Signalling of need by offspring to their parents.
Sunderland, Massachusetts. Nature 352: 328-330.
CHESSON, P.L. 1984. Variable predators and switching behavior. Theor. GODFRAY, H.C.J. 1995. Signalling of need between parents and young:
Pop. Biol. 26: 1-26. parent-offspring conflict and sibling rivalry. Am. Nat. 146: 1-24.
CLARKE, B.C. 1962. Balanced polymorphism and the diversity of GODFRAY, H.C.J. y WERREN, J.H. 1996. Recent developments in
sympatric species. En: Taxonomy and geography. D. Nichols (ed): sex ratio studies. Trends Ecol. Evol. 11: 59-63.
Systematics Association publication No. 4. Pp. 47-70. Oxford GODIN, J.G.J. y KEENLEYSIDE, M.H.A. 1984. Foraging on patchily
University Press, Oxford. distributed prey by a cichlid fish (Teleostei, Cichlidae): a test of the
CLARKE, B.C. y PARTRIDGE, L. (eds.) 1988. Frequency-dependent ideal free distribution theory. Anim. Behav. 32: 120-134.
selection. Cambridge University Press, Cambridge. GOMULKIEWICZ, R. 1998. Game theory, optimization and quantitative
CURIO, E. 1976. The ethology of predation. Springer-Verlag, Berlin. genetics. En: L.A. Dugatkin y H.K. Reeve (eds.): Game theory and
DAWKINS, M. 1971. Perceptual changes in chicks: another look at the animal behavior. Pp. 283-303. Oxford Univer. Press, Oxford.
‘search image’ concept. Animal Behaviour 19: 566-574. GREENWOOD, J.J.D. 1984. The functional basis of frequency-
DIECKMANN, V. y METZ, J.A.J. (en prensa). Elements of adaptive dependent food selection. Biol. J. Linn. Soc. 23: 177-199.
dynamics. Cambridge University Press. HAMILTON, W.D. 1964. The genetical evolution of social behaviour. I
DUGATKIN, L.A. 1997. Cooperation among animals: an evolutionary and II. J. Theor. Biol. 7, 1-16; 17-32.
perspective. Oxford University Press, Oxford. HAMILTON, W.D. 1967. Extraordinary sex ratios. Science 156: 477-
DUGATKIN, L.A. 1998. Game theory and cooperation. En: L.A. 488.
Dugatkin y H.K. Reeve (eds): Game theory and animal behavior. HART, B.L. y HART L. 1992. Reciprocal allogrooming in impala. Anim.
Pp. 38-63. Oxford University Press, Oxford. Behav. 44: 1073-1083.
DUGATKIN, L.A. y REEVE, H.R. (eds.) 1998. Game theory and ani- HASKELL, D. 1994. Experimental evidence that nestling begging
behaviour incurs a cost due to predation. Proc. Roy. Soc. Lond B
mal behavior. Oxford University Press, Oxford.
257: 161-164
ENDLER, J.A. 1988. Frequency-dependent predation, crypsis and
HASSELL, M.P. 1978. The dynamics of arthropod predator-prey
aposematic colorations. Phil. Trans. Roy. Soc. Lond. B 319:
systems. Princeton University Press, Princeton.
505-523.
HEINO, M., METZ, J.A.J. y KAITALA, V. 1998. The enigma of
ENDLER, J.A. 1991. Interactions between predators and prey. En: J.R. frequency-dependent selection. Trends Ecol. Evol. 13: 367-370
Krebs y N.B. Davies (eds.): Behavioural ecology: an evolutionary JORMALAINEN, V., MERILAITA, S. y TUOMI, J. 1995. Differential
approach, 3rd edition. Pp. 169-196. Blackwell Scientific Publica- predation on sexes affects colour polymorphism of the isopod Idotea
tions, Oxford. baltica (Pallas). Biol. J. Linn. Soc. 55: 45-68.
ENQUIST, M. 1985. Communication during aggressive interactions KACELNIK, A., KREBS, J.R. y BERNSTEIN, C. 1992. The ideal free
with particular reference to variation in choice of behaviour. Anim. distribution and predator-prey populations. Trends Ecol. Evol. 7:
Behav. 33: 1152-1161. 50-55.
ENQUIST, M., GHIRLANDA, S. y HURD, P.L. 1998. Discrete KENNEDY, M. y GRAY, R.D. 1993. Can ecological theory predict the
conventional signalling of a continuous variable. Anim. Behav. 56: distribution of foraging animals? A critical analysis of experiments
749-754. on the Ideal Free Distribution. Oikos 68: 158-166.
292 Miguel A. Rodríguez-Gironés y Rodrigo A. Vásquez
KILNER, R. y JOHNSTONE, R.A. 1997. Begging the question: are PULLIAM, H.R. y CARACO, T. 1984. Living in groups: is there an
offspring solicitation behaviours signals of need? Trends Ecol. Evol. optimal group size? En: J.R. Krebs y N.B. Davies (eds.): Behavioural
12: 11-15. ecology: an evolutionary approach, 2 nd edition. Pp. 127-147.
KOMDEUR, J. 1996. Facultative sex ratio bias in the offspring of the Blackwell Scientific Publications, Oxford.
Seychelles warblers. Proc. Roy. Soc. London B, 263, 661-666 REEVE, H.K. y DUGATKIN, L.A. 1998. Why we need evolutionary
KOMDEUR, J., DAAN, S., TINBERGEN, J. y MATEMAN, C. 1997. game theory. En: L.A. Dugatkin y H.K. Reeve (eds.): Game theory
Extreme adaptive modification in sex ratio of the Seychelles and animal behavior, pp. 304-311. Oxford University Press, Oxford.
warbler’s eggs. Nature 385: 522-525. RIECHERT, S.E. 1998. Game theory and animal contests. En: L.A.
LACHMANN, M. y BERGSTROM C.T. 1998. Signalling among Dugatkin y H.K. Reeve (eds.): Game theory and animal behavior,
relatives. II. Beyond the tower of Babel. Theor. Popul.Biol. 54: 146- pp. 64-93. Oxford University Press, Oxford.
160 RIDLEY, M. 1996. Evolution, 2nd edition. Blackwell Science, Oxford.
LANDEAU, L. y TERBORGH, J. 1986. Oddity and the “confusion RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A. 1994; Estrategias evolutivamente es-
effect” in predation. Anim. Behav. 34: 1372-1380. tables: el juego de la eficacia biológica. En: J. Carranza (ed.):
LAWTON, J.H., BEDDINGTON, J.R. y BONDER, R. 1974. Switching Etología: introducción a la ciencia del comportamiento. Pp. 181-
in invertebrate predators. En: M.B. Usher y M.H. Williamson (eds): 203. Universidad de Extremadura, Cáceres.
Ecological stability. Pp. 141-158. Chapman and Hall, London. RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A. 1999. Sibling competition stabilizes
LEECH, S.M. y LEONARD, M.L. 1997. Begging and the risk of signalling resolution models of parent-offspring conflict. Proc. Roy.
predation in nestling birds. Behav. Ecol. 8: 644-646. Soc. Lond. B 266: 2399-2402
MALLET, J. y JORON, M. 1999. Evolution of diversity in warning RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A., COTTON, P.A. y KACELNIK, A.
color and mimicry: polymorphisms, shifting balance, and speciation. 1996. The evolution of begging: signaling and sibling competition.
Ann. Rev. Ecol. Syst. 30: 201-233. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 93: 14637-14641
MAYNARD SMITH, J. 1982. Evolution and the theory of games. RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A., ENQUIST, M. y COTTON, P.A. 1998.
Cambridge University Press, Cambridge. Instability of signaling resolution models of parent-offspring
MAYNARD SMITH, J. 1994. Must reliable signals always be costly? conflict. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 95: 4453-4457
Anim. Behav. 47: 1115-1120. RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A., ZÚÑIGA, J.M. y REDONDO, T. 2001.
MAYNARD SMITH, J. y PRICE, G.R. 1973. The logic of animal Effects of begging on growth rates of nestling chicks. Behav. Ecol.
conflict. Nature, 246: 15-18. 12: 269-274.
McNAMARA, J.M. y HOUSTON, A.I. 1990. State-dependent ideal free SHERRATT, T.N. y HARVEY, I.F. 1993. Frequency-dependent food
distributions. Evol. Ecol. 4: 298-311. selection by arthropods: a review. Biol. J. Linn. Soc. 48: 167-186.
METZ, J.A.J., GERITZ, S.A.H., MESZÉNA, G., JACOBS, F.J.A. y VAN SUTHERLAND, W.J. 1996. From individual behaviour to population
HEERWAARDEN, J.S. 1996. Adaptive dynamics, a geometrical ecology. Oxford University Press, Oxford.
study of the consequences of nearly faithful reproduction. En: S.J. THOMPSON, D.W. 1917. On growth and form. Cambridge University
van Strien y S.M. Verduñ Lunel (eds.): Stochastic and spatial Press, Cambridge.
structures of dynamical systems. Pp. 183-231. North-Holland, TREGENZA, T. 1995. Building on the ideal free distribution. Adv. Ecol.
Amsterdam. Res. 26: 253-307.
MILINSKI, M. 1987. TIT FOR TAT and the evolution of cooperation TRIVERS, R.L. 1971. The evolution of reciprocal altruism. Q. Rev.
in sticklebacks. Nature 39: 989-991. Biol. 46: 35-57.
MILINSKI M. y PARKER, G.A. 1991. Competition for resources. En: TRIVERS, R.L. y WILLARD, D.E. 1973. Natural selection of parental
J.R. Krebs y N.B. Davies (eds.): Behavioural ecology: an ability to vary the sex ratio of offspring. Science 179: 90-92.
evolutionary approach, 3rd edition. Pp. 137-167. Blackwell VÁSQUEZ, R.A. 1995. Decision making in variable environments:
Scientific Publications, Oxford. individuals, groups, and populations. D. Phil. thesis, University of
MUELLER, H.C. 1975. Hawks select odd prey. Science 188: 953-954. Oxford, Oxford.
MURDOCH, W.W. 1969. Switching in general predators: experiments VÁSQUEZ, R.A. y KACELNIK, A. 2000. Foraging rate versus sociality
on predator specificity and stability of prey populations. Ecol. in the starling Sturnus vulgaris. Proc. Roy. Soc. Lond. B 267: 157-
Monogr. 39: 335-354. 164.
MURDOCH, W.W. y OATEN, A. 1975. Predation and population VINCENT, T.L. y BROWN, J.S. 1988. The evolution of ESS theory.
stability. Adv. Ecol. Res. 9: 1-131. Ann. Rev. Ecol. Syst. 19: 423-443.
MURDOCH, W.W., AVERY, S. y SMYTH, M.E.B. 1975. Switching in VON NEWMANN, J. y MORGENSTERN, O. 1944. Theory of games
predatory fish. Ecology 56: 1094-1105. and economic behavior. Princeton University Press, Princeton.
PARKER, G.A. y SUTHERLAND, W.J. 1986. Ideal free distributions ZAHAVI, A. 1975. Mate selection -a selection for a handicap. J. Theor.
when individuals differ in competitive ability: phenotype-limited Biol. 53: 205-214.
ideal free models. Anim. Behav. 34: 1222-1242.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) MAYNARD SMITH, J. 1982. Evolution and the theory of games. Cambridge University Press, Cambridge. Lectura obligatoria
para quienes quieran iniciarse en teoría de juegos evolutiva. Muestra los modelos iniciales sobre estrategias evolutivamente estables
(halcones y palomas), y además aborda diversos temas entre los que se incluyen estrategias mixtas, aprendizaje, modelos genéticos,
conductas sociales, dispersión, y rasgos de historia de vida. Este importante libro sentó las bases de lo que ha sido el desarrollo de
la disciplina.
(2) RODRÍGUEZ-GIRONÉS, M.A. 1994. “Estrategias evolutivamente estables: el juego de la eficacia biológica”. En: J. CARRANZA
(ed.): Etología: introducción a la ciencia del comportamiento. Pp. 181-203. Universidad de Extremadura, Cáceres. El capítulo es
una introducción escrita en castellano sobre modelos de teoría de juegos y estrategias evolutivamente estables.
(3) CLARKE, B.C. y PARTRIDGE, L. (eds.) 1988. Frequency-dependent selection. Cambridge University Press, Cambridge. Corres-
ponde a un simposio organizado por la Royal Society of London sobre selección frecuencia-dependiente, e incluye aspectos de
dinámica poblacional, interacciones biológicas y genética de poblaciones.
(4) DUGATKIN, L.A. y REEVE, H.R. (eds.) 1998. Game theory and animal behavior. Oxford University Press, Oxford. Excelente
compendio de aproximaciones recientes en el uso de modelos de teoría de juegos en etología y ecología del comportamiento.
Capítulo 17: BIODIVERSIDAD, CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA
En este capítulo se analizan una serie de aspectos que giran alrededor del concepto de especie. En primer lugar se
aborda el estudio de la biodiversidad, un tema de interés general debido fundamentalmente a que la flora y fauna del
mundo está desapareciendo a tasas demasiado elevadas. De las diferentes propuestas para solucionar de forma
rápida este problema, analizamos en este capítulo las posibilidades de realizar un inventario de todas las especies y
las ventajas e inconvenientes de conservar y proteger los ecosistemas y con ellos a sus especies. Otros aspectos
importantes que inciden en este problema es el papel de las especies clave y el de las especies bioindicadoras,
especies sensibles a determinadas alteraciones. Por último la detección de los puntos calientes de biodiversidad, es
decir áreas relativamente pequeñas pero que contienen un gran número de especies endémicas, puede ayudar a
dirigir las medidas de protección a estas áreas de especial interés y concentrar y rentabilizar los esfuerzos. Los
elementos en los que se basan todos los estudios sobre biodiversidad son las especies, entidades aparentemente
discretas y concretas pero de muy difícil definición. En este capítulo se estudian los conceptos de especie más
importantes y los criterios que, relacionados con cada uno de los conceptos, se han desarrollado para ordenar o
clasificar las especies.
Concepto y medida de la biodiversidad bargo, uno de los problemas principales del uso de índi-
ces de diversidad es que la riqueza específica conocida
Antecedentes del concepto de biodiversidad: para un ecosistema varía dependiendo del tipo y del es-
la diversidad ecológica fuerzo de muestreo, lo que dificulta la comparación de
diversidad de especies en comunidades diferentes. Para
La diversidad es un concepto ecológico medible, pre- esto se ha desarrollado una herramienta estadística que
vio al de biodiversidad, que incorpora los términos de ri- permite llevar a cabo medidas de diversidad utilizando
queza específica y constancia de abundancias relativas de procedimientos de aleatorización de los muestreos, tales
especies. El estudio de este concepto comenzó a abordar- como la rarefacción, para ajustar la abundancia y el es-
se en los años 40, cuando se comprobó que la diversidad fuerzo de muestreo en los ecosistemas que se comparan
de especies es baja cuando el número de especies crece (Gotelli y Entsminger 2001).
despacio con respecto al incremento en el número de in-
dividuos y alta cuando el número de especies crece rápi- Definición de biodiversidad
damente. A partir de los años 50 se propusieron modelos
para explicar cómo se comportaba la diversidad, y cómo El término biodiversidad es una simple contracción
se podía extrapolar en diferentes ecosistemas (Preston de las palabras diversidad biológica, que engloba la va-
1948, MacArthur 1957). Desde entonces una gran varie- riabilidad biológica a lo largo de todas las escalas, desde
dad de índices han sido presentados (para una revisión los genes, hasta las especies o ecosistemas, incluso los
ver Magurran 1989), hasta el punto que la diversidad de paisajes (Purvis y Hector 2000). La biodiversidad es el
especies corrió el riesgo de perder su sentido original. resultado, entre otros procesos, de la selección natural y
Debido a su dependencia del tamaño de muestreo y a la de la adaptación de las especies a condiciones de vida
pérdida de información biológica que se produce usándo- cambiantes y, en definitiva, de la evolución.
los, los índices de diversidad ecológica pueden conside- Algunos autores consideran que la definición de
rarse un descriptivo estadístico más, que por sí mismo no biodiversidad debe incluir los procesos ecológicos, tales
es muy informativo (Noss 1990). Purvis y Hector (2000) como interacciones interespecíficas, perturbaciones na-
recomiendan la intercorrelación de varios índices. Cuan- turales y ciclos de nutrientes (Noss 1990), sin embargo en
to mayor sea la correlación entre ellos más razonable será este punto no hay acuerdo entre los científicos, debido a
reducir las medidas múltiples a unos pocos componentes que los que proponen el estudio del funcionamiento del
principales, creando dimensiones de diversidad. Sin em- ecosistema como medida de biodiversidad, en muchos
294 Alberto Tinaut y Francisca Ruano
CORDADOS
OTROS PLANTAS
MOLUSCOS
BACTERIAS CRUSTACEOS
VIRUS PROTOZOOS
HONGOS
NEMATODOS
ARACNIDOS
ALGAS INSECTOS
Figura 1. Proporción estimada de especies descritas (en negro) y por describir (en blanco), en los diferentes grupos de seres vivos
(modificado de Purvis y Hector 2000).
casos se han limitado al estudio de factores o condiciones cer y describir el número total de especies existentes en la
abióticas, perdiendo de vista a los organismos (“species Tierra. Una nueva especie de mamífero es aún descubier-
approach”) (Ghilarov 1996). ta cada tres años (Pine 1994) y un gran vertebrado marino
Incluso hoy día sigue existiendo controversia sobre cada cinco (Paxton 1998). Basándose en las tasas de des-
qué conceptos deben incluirse en el término biodiversidad cubrimiento de nuevas especies (una media de 300 espe-
(http://www.gencat.es/ mediamb/bioassess/bacontr2.htm) cies/día) y teniendo en cuenta la variabilidad geográfica,
y si deben de prevalecer en su definición los organismos parece que el total de especies descritas hasta el momento
vivos (Goldstein 1998), o pueden ser incorporados inclu- (1,75 millones) son únicamente un 10% del total (Fig. 1)
so los procesos que se producen en el ecosistema (en el (Purvis y Hector 2000).
sentido de Noss 1990). Y no sólo se encuentran y describen nuevas especies,
Con un criterio integrador Bowen (1999) apunta que Cycliophora y Loricifera son filos animales que han sido
conservar especies sin ecosistemas tiene tanto sentido descubiertos para la ciencia en los últimos 20 años (Funch
como perpetuar ecosistemas sin especies y propone que y Kristensen 1995). Dentro del reino Archaea se produ-
cen nuevos descubrimientos al nivel de filo cada mes
no deben conservarse objetos (genes, especies o ecosiste-
(Fuhrman y Campbell 1998). Si además incluimos la pro-
mas), sino los procesos de la vida. Esta tarea supone la
blemática sobre el concepto de especie, que se analiza
identificación y protección de varias ramas del árbol de la
posteriormente, puede llegarse a la conclusión de que el
vida (filogenia), el mantenimiento de los ecosistemas conocimiento de todos los organismos vivos del planeta
como soporte de los organismos (ecología) y la continua es una tarea inabordable.
adaptación de los organismos al entorno fluctuante (evo-
lución) (Bowen 1999). El estudio de la biodiversidad: ¿genes, especies, ecosistemas?
El tema de la biodiversidad se ha convertido en un
tema de interés prioritario debido a que la flora y fauna Los científicos intentan responder a la inquietud de la
del mundo está desapareciendo a tasas superiores a las de sociedad y el apremio de los políticos, que desean evaluar
las extinciones en masa que recogen los registros fósiles fácil y rápidamente cuáles son las especies en peligro, y
(McCann 2000). qué zonas deben ser conservadas para evitar la pérdida
El objetivo de proteger los ecosistemas y especies en masiva de biodiversidad.
peligro, se convirtió en preferente a partir de finales de Las respuestas han sido múltiples, la primera es el es-
los 80. Sin embargo se trata de una tarea ingente e inabor- tudio concienzudo de todas las especies, o al menos de
dable a nivel específico, debido al gran número de taxones las que estén en peligro (Caughley 1993). Esta es una ta-
absolutamente desconocidos. Hoy día es imposible cono- rea que puede llevarse a cabo sólo a largo plazo y que no
CAPÍTULO 17: BIODIVERSIDAD, CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA 295
tiene mucho sentido, cuando diariamente están desapare- la biodiversidad y comparar sus valores en el espacio y el
ciendo especies que aún no han sido descritas. Además tiempo (Purvis y Hector 2000), son los llamados indica-
puede considerarse que esta tarea necesitaría, al ritmo dores de biodiversidad o especies bioindicadoras, que son
actual, décadas e incluso varios siglos de trabajo, depen- las especies más sensibles a ciertos procesos.
diendo de la estima que se haga del número de especies El mayor problema del uso de especies bioindicado-
que quedan por describir y del ritmo de descripciones ras, es que suelen ser grupos de especies bien conocidos
(Bellés 1998, Purvis y Hector 2000). (aves, mamíferos) (Landres et al. 1988), y se ha demos-
Otra idea es la de conservar los ecosistemas. Los eco- trado que los patrones de diversidad en estos grupos me-
sistemas se consideran formados por una parte composi- jor conocidos no siempre se corresponden con los de los
cional (las especies), una estructura (las relaciones entre grupos menos estudiados, por lo que no puede correlacio-
ellas) y una función (los procesos que se llevan a cabo en narse la presencia de una especie bioindicadora con la
el ecosistema) (Noss 1990). La aproximación conserva- riqueza específica de otros grupos (Reid 1998). Landres
cionista del ecosistema se ha llevado a cabo desde diver- et al. (1988) propone el uso de indicadores como parte de
sos puntos de vista, fundamentalmente desde dos pers- una estrategia de análisis de riesgos que se dirija a hábi-
pectivas ecológicas diferentes: la ecología de comunida- tats clave (incluyendo corredores, mosaicos y otras es-
des (que principalmente estudia la dinámica, evolución, tructuras del paisaje) así como a especies. Noss (1990)
diversidad y complejidad de los componentes biológicos propone incluir en esa estrategia indicadores de biodiver-
del ecosistema) y la ecología de ecosistemas (que trata sidad composicional, estructural y funcional a múltiples
del funcionamiento del ecosistema, de los organismos bio- niveles de organización.
lógicos y su entorno abiótico, fundamentalmente de los Muchos grupos animales de invertebrados tienen ca-
flujos de materia y energía entre los compartimentos fun- pacidad de comportarse como indicadores (ver trabajos
cionales). en Paoletti 1999), sin embargo para que su uso sea útil, es
En los últimos años existe una controversia sobre cómo preciso, en primer lugar, definir el objetivo del estudio a
afecta la pérdida de biodiversidad al mantenimiento de llevar a cabo, y el uso que se quiere dar al bioindicador,
las funciones del ecosistema. Por todo ello, se hace cada así como la escala de aplicación (McGeoch 1998).
vez más necesario el enfocar objetivos comunes entre es-
tas dos disciplinas (ecología de comunidades y ecología Puntos calientes de biodiversidad
de ecosistemas) y aportar nuevas interpretaciones, gene-
ralizaciones y predicciones de los resultados experimen- Los puntos calientes de biodiversidad (“hotspots”)
tales que nos aproximen al conocimiento de la relación fueron definidos por Myers (1989, 1990) como áreas re-
entre biodiversidad y los procesos del ecosistema y nos lativamente pequeñas que contienen un gran número de
conduzcan hacia una nueva teoría ecológica de síntesis especies endémicas, que se enfrentan a una amenaza sig-
(Loreau 2000). nificativa de pérdida de hábitats. De forma más general el
término punto caliente de biodiversidad es ahora aplica-
Especies redundantes y especies clave do a áreas geográficas que son particularmente ricas en
cuanto a número de especies que albergan, niveles de
Otra de las propuestas sobre cómo enfocar el estudio endemismo y número de especies raras o amenazadas
de la biodiversidad es la de Walker (1992, 1995) que pro- (Reid 1998).
pone el estudio, en vez de sobre especies particulares, Nuevamente, debido al desconocimiento de muchas
sobre los grupos funcionales o gremios, y analizando si especies, de su patrón de distribución y de sus poblacio-
en estos grupos funcionales se sitúan varias especies (es- nes, no se conoce en muchos casos qué zonas pueden ser
pecies redundantes) o una única especie (especie clave). más apropiadas para conservar el total (o la mayoría) de
De esta manera se tendría un criterio para decidir priori- las especies. Debido a esto se ha intentado utilizar susti-
dades de conservación, puesto que la equivalencia tutos (bioindicadores), de esta manera una buena parte de
ecológica de las especies pertenecientes al mismo grupo
los puntos calientes de biodiversidad se han definido se-
funcional permite que el ecosistema siga funcionando
gún grupos “indicadores”. Algunos autores han demos-
(Walker 1995). Desde este punto de vista es prioritaria la
trado que no se puede correlacionar el nivel de endemis-
conservación de las especies clave, aunque esto no quiere
mos con la riqueza específica de diferentes taxones en el
decir que las especies redundantes no tengan importan-
cia, puesto que la diversidad de especies funcionalmente mismo lugar (Reid 1998), por lo que el uso de sustitutos
equivalentes refuerza la resistencia y elasticidad del para la limitación de los puntos calientes de biodiversi-
ecosistema y su capacidad para mantener su funciona- dad es positiva a gran escala (Reid 1998), mientras que a
miento original (Walker 1995). escalas más finas, a menudo, hay poca correspondencia
en la riqueza específica de taxones (Balmford 1998). Por
Especies bioindicadoras otro lado se ha comprobado que en lugares heterogéneos,
en los que los diferentes taxones exhiben patrones bio-
Otro tipo de aproximación al funcionamiento del eco- geográficos comunes, la conservación de espacios com-
sistema es buscar especies correlacionadas con la modifi- plementarios asegura la protección de un mayor número
cación de procesos o especies sustitutas para cuantificar de taxones (Howard et al 1998).
296 Alberto Tinaut y Francisca Ruano
Muchos de estos puntos calientes de biodiversidad, temas más diversos. Knops et al. (1999) han demostrado
establecidos con los criterios expuestos anteriormente, se que la consideración de las variables: nitrato del suelo e
convierten en espacios protegidos. Se considera que mu- interceptación de la luz, eliminan a la riqueza de especies
cha de la biodiversidad tropical es improbable que sobre- como una variable significativa, sugiriendo que el meca-
viva sin protección efectiva (Myers et al 2000). Los nismo por el cual la diversidad influye sobre el crecimiento
conservacionistas están probando diferentes estrategias, de los organismos invasores, es a través del efecto sobre
que van desde establecer y mantener áreas estrictamente los niveles de recursos, lo que apoya de forma contun-
protegidas, a promocionar manejos sostenibles del bos- dente la hipótesis de la diversidad-estabilidad.
que y otros proyectos de conservación integrada y desa- En segundo lugar, una mayor diversidad disminuiría
rrollo. Sin embargo existe controversia sobre si los par- la importancia de las enfermedades (hipótesis de la enfer-
ques cumplen su función, o no pueden proteger los recur- medad-diversidad (Elton 1958)). Un principio de epide-
sos biológicos dentro de sus límites, y hay un sentimiento miología es que las tasas de transmisión son proporciona-
general de que los parques simplemente no funcionan les a la abundancia del hospedador (Antonovics et al.
(Bruner et al. 2001). En este trabajo se analizan datos de 1995). La mayor riqueza de especies conlleva una menor
93 parques en 22 países diferentes, y demuestran que la abundancia de la mayoría de especies, por lo que teórica-
mayoría de los parques en el trópico son efectivos a la mente, la severidad de las enfermedades descendería con
hora de frenar el clareo de los bosques, y en un menor el incremento de riqueza específica. Algunos estudios rea-
grado, evitan la tala, la caza, el fuego y la desertificación. lizados sobre agroecosistemas apoyan esta hipótesis, pero
La efectividad de un parque se correlaciona altamente con los estudios en ecosistemas más complejos son poco fre-
las actividades básicas de manejo (capacidad de hacer cuentes (Boudreau y Mundt 1997). Knops et al. (1999)
cumplir la ley, demarcación de límites y compensación han demostrado en ecosistemas experimentales comple-
directa a las comunidades locales), y especialmente con jos que la tasa de enfermedades foliares provocadas por
la densidad de guardas. Esto sugiere la necesidad de au- hongos estaba correlacionada negativamente de forma
mentar el presupuesto de los parques, para incrementar significativa con la riqueza de especies. Este resultado
su capacidad de proteger la biodiversidad. también apoya de forma experimental la hipótesis de la
enfermedad-diversidad.
Consecuencias de la pérdida de diversidad En tercer lugar, el aumento de diversidad incrementaría
la riqueza de los niveles tróficos superiores. Debido a que
La biodiversidad tiene efectos importantes sobre los la mayoría de especies de insectos herbívoros están espe-
ecosistemas. A corto plazo los ecosistemas deteriorados cializadas en una o unas pocas especies de plantas, el in-
realizan de forma diferente o menos eficiente los proce- cremento de diversidad de plantas, permitiría incremen-
sos que le dan entidad, si los comparamos con los siste- tar la diversidad de insectos herbívoros, lo que a su vez
mas más ricos en especies de los cuales derivan (Schulze incrementaría la diversidad de insectos depredadores, es-
y Mooney 1993). Esta hipótesis, sobre los efectos a corto pecies insectívoras y parásitas. Algunos estudios
plazo de la biodiversidad, ha sido comprobada experimen- observacionales muestran una correlación positiva entre
talmente en varios estudios recientes (Hector et al. 1999). la riqueza de plantas e insectos (Murdoch et al. 1972,
A largo plazo, la biodiversidad es importante a la hora Southwood et al. 1979). En este caso también Knops et
de mantener el ecosistema en condiciones cambiantes o al. (1999) han demostrado que la riqueza de herbívoros es
impredecibles. Las especies que son funcionalmente significativamente dependiente de la riqueza de plantas,
redundantes para los procesos de un ecosistema en un incluso cuando se controla por los cambios en la biomasa
momento dado, pueden no serlo en el caso de futuras fluc- total de plantas y por la abundancia de herbívoros.
tuaciones ambientales (Walker 1992). En conclusión, la mayor riqueza de plantas conduce a
Aunque existe controversia entre los científicos a la una mayor productividad, menores niveles de luz y de
hora de interpretar los resultados obtenidos recientemen- nutrientes libres en el suelo, así como a una menor pérdi-
te, podemos concluir que la biodiversidad tiene efectos da de nutrientes del suelo (Tilman et al 1996, 1997). La
importantes, a corto plazo, pues asegura el funcionamiento riqueza de plantas, por influencia sobre estos recursos,
de los ecosistemas, y a largo plazo, puesto que hace a los también actúa sobre las plantas invasoras, disminuye la
ecosistemas más resistentes y capaces de reorganizarse densidad de hospedadores enfermos y soporta un mayor
ante las fluctuaciones abióticas. número de insectos herbívoros, que son recurso para in-
Por otra parte, la biodiversidad parece tener otros efec- sectos depredadores, especies insectívoras y parásitas. Por
tos importantes. En primer lugar, una mayor diversidad tanto la diversidad debería situarse junto a la productivi-
parece incrementar la resistencia del ecosistema ante las dad, perturbaciones y composición de los ecosistemas
invasiones. Las posibilidades de invasión de un lugar de- como las variables que conjuntamente influyen la diná-
penderían de la disponibilidad de recursos que limitan el mica, estructura y funcionamiento de los ecosistemas
crecimiento de las especies invasoras. Debido a que los (Knops et al. 1999).
recursos excedentes son generalmente menores en los Existe un creciente reconocimiento de que los
ecosistemas más diversos dentro del mismo hábitat (Til- ecosistemas operan en una forma que produce bienes
man et al 1996, 1997), una menor cantidad de invasores (como comida) y servicios (como la asimilación de la
potenciales serían capaces de establecerse en los ecosis- basura) importantes a los humanos y que son críticos para
CAPÍTULO 17: BIODIVERSIDAD, CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA 297
Tabla 2
Autor (es), y definición de algunos conceptos de especie. Como información al lector se señala el año en el que se realizó cada
una de las descripciones. Salvo que se haya usado en el texto, estas referencias no se incluyen en la bibliografía
Concepto Biológico Dobzanskhy, 1937 Desde el punto de vista dinámico, la especie representa aquel estadio de divergencia evolutiva, en el cual la diversidad de
(primera versión) formas (entes) en algún momento real o potencial, llega a segregarse en dos o más grupos que son fisiológicamente
incapaces de entrecruzarse.
Concepto Biológico Mayr, 1942 Las especies son grupos de poblaciones actual o potencialmente reproductoras que están reproductivamente aisladas de
otros grupos similares.
Concepto Bioeconómico Ghiselin, 1974 Las especies, son las unidades más extendidas en la economía natural, de tal manera que la competencia reproductora
ocurre entre sus elementos.
Concepto Filogenético Cracraft, 1987 El mínimo cluster de organismos, dentro del cual hay un modelo parental de ancestro y descendiente, y que es
(versión 1) diagnosticablemente distinto de otros clústeres similares.
Concepto Filogenético Mishler y Brandon, 1987 Una especie es el menor taxón reconocido en una clasificación, en el cual los organismos son agrupados por la evidencia
(versión 2) de monofiletismo (usualmente, pero no solamente, por la existencia de sinapomorfias), que es considerado como especie
por ser el menor linaje importante merecedor de un reconocimiento formal. Importante se refiere a la acción de aquellos
procesos que son dominantes en la producción y el mantenimiento de linajes en un caso particular.
Concepto Filogenético Mishler y Theriot, 2000 Una especie es el menor taxón reconocido en una clasificación filogenética. En este tipo de clasificación, los organismos
(Versión 3) se agrupan en especies por evidencias de monofiletismo, en vez de a un nivel más alto porque son el menor grupo
monofilético que merece un reconocimiento formal a causa del grado de apoyo para su monofiletismo y/o a causa de su
importancia en los procesos biológicos que operan en el linaje en cuestión.
Concepto Filogenético Wheeler y Platnick, 2000 La especie es la más pequeña agregación de poblaciones (en organismos sexuales) o de linajes (en organismos asexuales)
(Versión 4) diagnosticables por una única combinación de caracteres.
Concepto Evolutivo Simpson, 1961 Una especie evolutiva es un linaje (una ancestro-descendiente secuencia de poblaciones) que evoluciona separadamente
(versión 1) de otros y con su propio papel y tendencias en la evolución.
Concepto Evolutivo Wiley, 1978 Una especie es un linaje no ramificado cuya secuencia de poblaciones u organismos ancestro descendiente, mantiene su
(versión 2) identidad frente a otros linajes y que tiene sus propias tendencias evolutivas y destino histórico.
Concepto Cohesivo Templeton, 1989 El mayor grupo posible de organismos que tienen potencial para un intercambio genético o demográfico.
CAPÍTULO 17: BIODIVERSIDAD, CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA 299
Figura 4. Las especies 1 y 2 representan especies filogenéticas. En el caso A: la especie ancestral 1 desaparece siendo substituida
por la especie filogenética 2. En el caso B: la especie ancestral permanece. Este proceso es independiente de que ambas especies
(1 y 2) estén en simpatría o en alopatría (modificado de Wheeler y Platnick 2000).
Taxonomía y Sistemática
Clasificación. Escuelas Tipológica o Linneana, Fenética o
Antes de profundizar en los criterios de clasificación Numérica y Cladística
vamos a revisar dos conceptos que han sido y van a ser
utilizados con mucha frecuencia: taxonomía y sistemáti- La tradicional subjetividad achacada a la taxonomía a
ca, pero que suelen utilizarse de forma equívoca, impre- la hora de establecer las agrupaciones de los organismos,
cisa o sinónima. Para complicar la situación, ambas disci- o incluso a la hora de la aceptación de nuevos taxones
plinas tienen el mismo objetivo final, que es reflejar la (una buena especie era todo aquello que un taxónomo
historia evolutiva de los seres vivos en una ordenación reputado consideraba que era una buena especie (Funk y
que sea una reproducción de ésta. Brook 1990)) impedía crear las bases adecuadas para que
CAPÍTULO 17: BIODIVERSIDAD, CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA 303
la taxonomía pudiera ser considerada como una discipli- operacionales que constituyen una taxonomía empírica,
na con un método riguroso. Esta situación dio lugar a que objetiva y reproducible por cualquier otro taxónomo.
se impusieran criterios más objetivos para determinar El método consiste básicamente en codificar median-
cuándo una especie pertenecía a un nuevo taxón o no, o te números, diferentes caracteres, cuantos más mejor. A
las relaciones que debían de existir entre diferentes estos caracteres codificados se les aplican varios proce-
taxones. Teniendo en cuenta los criterios actuales de cla- dimientos matemáticos, generalmente índices de afini-
sificación, la ordenación y la posición en la que se colo- dad, que dan como resultado unos dendrogramas que re-
can a las especies debe responder a criterios de parentes- flejan la similitud y por tanto la distancia fenética, lo que
co. Uno de los preceptos fundamentales es que el taxón se asume como una distancia genética y por tanto como
debe ser monofilético, lo que quiere decir que el conjun- una medida del parentesco filogenético entre los taxones
to de organismos que constituyen un determinado taxón utilizados.
debe tener antecesores comunes. Las relaciones filo- Esta escuela no duró más de un decenio. Uno de los
genéticas resultan de la historia evolutiva seguida por los mayores inconvenientes de este sistema de clasificación
organismos. Por ello una clasificación debe reflejar esta es que no tiene en cuenta tampoco las homologías y que
historia si pretende estar basada en relaciones filoge- las ausencias juegan a veces un papel más importante que
néticas. En este sentido y paralelamente con la evolución las presencias. Este método falla por no tener en cuenta el
del concepto de especie, nos encontramos con tres escue- hecho de que miembros de un taxón son similares entre sí
las de clasificación. porque tienen una herencia común, pero no pertenecen al
mismo taxón porque sean similares, ya que las similitu-
Escuela Tipológica o Linneana des pueden ser resultado de convergencias, lo que no es
detectado por el método fenético.
Los primeros criterios utilizados para la ordenación
de los animales se basaban en el principio de la jerarqui- Escuela Cladista
zación de los caracteres establecido por Linneo por lo que
eran independientes de las relaciones filogenéticas. Los Desarrollada por Hennig en 1950 (Hennig 1968), su
taxónomos clásicos se fijaban en los caracteres morfoló- aparición fue más o menos simultánea con la Taxonomía
gicos externos y en el parecido o semejanza y no se inten- Fenética, pero no se generalizó hasta hace unos veinte
taba reflejar ninguna historia evolutiva, puesto que tanto años, constituyendo actualmente una auténtica revolución
Linneo como buena parte de sus contemporáneos eran en el campo de la sistemática. La contribución más im-
creacionistas. Uno de los mayores problemas que tiene portante de Hennig es que él daba mucha importancia a la
esta ordenación es que no tiene en cuenta el valor de las reconstrucción filogenética tomando como base el segui-
homologías o de las analogías. miento de los caracteres derivados, pero además propor-
cionó un método para poder llevar a cabo estos análisis
Escuela Fenética o Numérica filogenéticos. Él denominó a su método como Sistemáti-
ca Filogenética y actualmente se conoce también como
Durante los años 60 surgió la Taxonomía Numérica o Cladística. Es el método más empleado hoy día, indepen-
también denominada Fenética y fue especialmente desa- dientemente de la naturaleza o cantidad de caracteres uti-
rrollada por Sneath y Sokal (1973). lizados. El desarrollo de las modernas técnicas computa-
Su argumento es que no es posible conocer con certe- cionales no han hecho más que potenciar la utilidad y efi-
za cuál es la filogenia más correcta. Por tanto, en lugar de cacia de este método. Se han desarrollado diferentes pro-
establecer las clasificaciones basadas en reconstruccio- gramas que permiten analizar caracteres morfológicos,
nes hipotéticas de la historia filogenética de un grupo ani- moleculares, estratigráficos, etc. (http://evolution.
mal, los organismos deben ser clasificados estrictamente genetics.washington.edu/phylip/software.htm) (ver tam-
de acuerdo con nuestra conveniencia, como los libros en bién Maddison y Maddison 1992).
una librería. Así los fenetistas dicen que si se evitan todas El problema con el que se encontraba la sistemática,
las consideraciones sobre la evolución de los taxones y hasta ese momento, era que una agrupación en base a si-
militudes no reflejaba necesariamente un parentesco o una
simplemente se miden tantos caracteres como sea posi-
historia evolutiva común ya que la similitud podía deber-
ble, entonces se pueden generar clasificaciones basadas
se a evoluciones convergentes o paralelas (homoplasias),
en similitudes, que serán los sistemas más útiles. El argu-
las cuales acarrean bastantes conflictos a la hora de esta-
mento principal es que si las similitudes fenéticas son un blecer las relaciones filogenéticas. Era necesario, por tan-
reflejo de la similitud genética, entonces una amplia mues- to, distinguir claramente entre caracteres análogos, que
tra de caracteres puede representar una larga muestra de no pueden utilizarse para deducir filogenias, y caracteres
un genoma. homólogos, los cuales evidencian siempre una historia
Las bases teóricas de esta escuela, expuestas muy so- evolutiva común. Además, según el momento de apari-
meramente, son las siguientes: (a) La similitud morfoló- ción del carácter utilizado, éste sería de utilidad para esta-
gica es un reflejo del parentesco filogenético y evolutivo, blecer filogenias o no, por ejemplo, la existencia de vér-
(b) La similitud morfológica es cuantificable y (c) La cuan- tebras dentro de los vertebrados no da ninguna informa-
tificación de esta similitud, y su tratamiento matemático, ción útil para clasificar a los vertebrados, pero sí a los
permite elaborar agrupaciones de unidades taxonómicas vertebrados con respecto al resto de los cordados.
304 Alberto Tinaut y Francisca Ruano
Bibliografía
ANTONOVICS, J., IWASA, Y. y M.P. HASSELL. 1995. A generalized GOTELLI, N.J. y ENTSMINGER, G.L. 2001. Ecosim: Null models soft-
model of parasitoid, venereal, and vector-based transmission ware for ecology. Version 7.19. Acquired Intelligence Inc. & Kesey
processes. Am. Nat. 145: 661-665. –Bear. http://homepages.together.net/~gentsmin/ecosim.htm.
AVISE, J.C. y WOLLENBERG, K. 1997. Phylogenetics and the origin HANKEN, J. 1999. Why are there so many new amphibian species when
of species. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 94: 7748-7755. amphibians are declining? Trends Ecol. Evol. 14: 7-8.
BALMFORD, A. 1998. On hotspots and the use of indicators for reser- HARVEY, P.H. y M.D. PAGEL. 1991. The comparative method in
ve selection. Trends Ecol. Evol. 13 (10): 409. evolutionary biology. Oxford University Press, Oxford.
BARRACLOUGH, T.G. y NEE, S.. 2001. Phylogenetics and speciation. HECTOR, A., B. SCHMID, C. BEIERKUHNLEIN, M.C. CALDEIRA,
Trends Ecol. Evol. 16: 391-399. M. DIEMER, et al. 1999. Plant diversity and productivity
BELLÉS, X. 1998. Supervivientes de la biodiversidad. Rubes Ed. Bar- experiments in European grassland. Science 286: 1123-1127.
celona. 142 p. HENNIG, W. 1968. Elementos de una sistemática filogenética.
BOUDREAU, M.A. y MUNDT, C.C. 1997. Ecological approaches to EUDEBA. Editorial Universitaria Buenos Aires.
disease control. En: Environmental Safe Approaches to Crop HEY, J. 2001. The mind of the species problem. Trends Ecol. Evol. 16:
Disease Control. Rechcigl, N.A. y J.E. Rechcigl. CRC Press, Boca 326-329.
Raton, pp. 33-62. HOWARD, P.C., VISKANIC, P., DAVENPORT, T.R.B., KIGENYI,
BOWEN, B.W. 1999. Preserving genes, species, or ecosystems? Healing R.W., BALTZER, M., DICKINSON, C.J., LWANGA, J.S., MA-
the fractured foundations of conservation policy. Molecular Ecology TTHEWS, R.A. y BALMFORD, A. 1998. Complementarity and
8 (S12): S5-S10. the use of indicator groups for reserve selection in Uganda. Nature
BRUNER, A.G., R.E. GULLISON, R.E. RICE, G.A.B. DA FONSECA. 394: 472-475.
2001. Effectiveness of Parks in Protecting Tropical Diversity. KNOPS, J.M.H., D. TILMAN, N.M. HADDAD, S. NAEEM, C.E.
Science 291: 125-128. MITCHELL, J. HAARSTAD, M.E. RITCHIE, K. M. HOWE, P. B.
CACCONE, A. y SBORDONI, V. 2001. Molecular biogeography of REICH, E. SIEMANN y J. GROTH. 1999. Efects of plant species
cave life: a study using mitochondrial DNA from bathysciine richness on invasion dynamics, disease outbreaks, insect abundances
beetles. Evolution 55: 122-130. and diversity. Ecology Letters 2: 286-293.
CARPENTER, J.M. y WHEELER, W.C. 1999. Towards simultaneous LANDRES, P.B., VERNER, J. V. y THOMAS, J.W. 1988. Ecological
analysis of morphological and molecular data in Hymenoptera. uses of vertebrate indicator species: a critique. Conservation Biology
Zoologica Scripta 28: 251-260. 2: 316-328.
CAUGHLEY, G.C. 1993. Directions in conservation biology. Journal LOREAU, M. 2000. Biodiversity and ecosystem functioning: recent
of Animal Ecology 63: 215-244. theoretical advances. Oikos 91: 3-17.
COSTANZA, R., D’ARGE, R., DE GROOT, R., FARBER, S. GRASSO, MAcCARTHUR, R.H. 1957. On the relative abundance of bird species.
M., HANNON, B., LIMBURG, K., NAEEM, S., O’NEILL, R.V., Proc. Natl. Acad. Sci. USA 45: 293-295.
PARUELO, J., RASKIN, R.G., SUTTON, P., VAN DEN BELT, M. MADDISON, W.P. y MADDISON, D.R. 1992. Mac Clade. Analysis of
1997. The value of the world’s ecosystem services and natural ca- phylogeny and character evolution. Sinauer Associates, Inc.,
pital. Nature 387: 253-260. Sunderland.
CRACRAFT, J. 1983a. Species concepts and speciation analysis. Curr. MAGURRAN, A.E.1989. Diversidad ecológica y su medición. Ed.
Ornithol. 1: 159-187. Vedrá. Barcelona. 200 p.
CRACRAFT, J. 1983b. Cladistic analysis and vicariance biogeography. MAYR, E. 2000. The biological species concept. En Wheeler, Q.D. y R.
Am. Sci. 71: 273-281. Meier (eds): Species concept and phylogenetic theory. Ed. Colum-
CRACRAFT, J. 2000. Species concept in theoretical and apllied biology: bia Uniervsity Press. New York (19-29).
A systematic debate with consequences. En: Wheeler, Q.D. y R. MAYR, E. y P.D. ASHLOCK. 1991. Principles of Systematic Zoology.
Meier (eds): Species concept and phylogenetic theory. Pp: 3-16. Segunda edición. MacGraw Hill Inc, New York.
Ed. Columbia Uniervsity Press. New York. McCANN, K. 2000. The diversity-stability debate. Nature 405: 228-
DE HARO, J.J. 1999. ¿Qué es una especie? Boletín Sociedad 233.
Entomológica Aragonesa 26: 105-112. McGEOCH, M.A. 1998. The selection, testing and application of
ELTON, C.S. 1958. The Ecology of Invasions by Animals and Plants. terrestrial insects as bioindicators. Biol. Rev. 73: 181-201.
Methuen & Co. London. MEIER, R. y WILLMANN, R. 2000. A defense of the Hennigian Species
FUHRMAN, J.A. y CAMPBELL, L. 1998. Marine ecology: microbial Concept. En Wheeler, Q.D. y R. Meier (eds): Species concept and
microdiversity. Nature 393: 410-411. phylogenetic theory Pp: 167-178. Ed. Columbia Uniervsity Press.
FUNCH, P. y KRISTENSEN, R.M. 1995. Cycliophora is a new phylum New York.
with affinities to Entoprocta and Ectoprocta. Nature 378: 711-714. MISHLER, B.D. y THERIOT, E.C. 2000. The phylogenetic species
FUNK, V.A. y BROOK, D.R. 1990. Phylogenetic systematics as the concept (sensu Mishler and Theriot): Monophyly, Apomorphy, and
basis of comparative biology. Smithsonian Institution Press. Was- Phylogenetic Species Concept. In Wheeler, Q.D. y R. Meier (eds):
hington. Species concept and phylogenetic theory. Pp: 44-54. Ed. Columbia
FUTUYMA, D.J. 1986. Evolutionary Biology. Sunderland, England: Uniervsity Press. New York.
Sinauer Associates. MURDOCH, W., EVANS, F. y PETERSON, C. 1972. Diversity and
GHILAROV, A. 1996. What does ‘biodiversity’ mean- scientific pattern in plants and insects. Ecology 53: 819-829.
problem or convenient myth? TREE 11: 304-306. MYERS, N. 1989. Threatened biotas: “Hotspots” in tropical forests.
GHISELIN, M.T. 1974. A radical solution to the species problem. Environmentalist 8: 1-20.
Systematic Zoology 23: 536-544. MYERS, N. 1990. The biodiversity challenge: expanded hotspots
GHISELIN, M.T. 1981. Categories, life, and thinking. Behavioral and analysis. Environmentalist 10: 243-256.
Brain Sciences 4: 269-313. MYERS, N., MITTERMEIER, R.A., MITTERMEIER, C.G., DA
GOLDSTEIN, P.Z. 1998. Functional Ecosystems and Biodiversity FONSECA, G.A.B., KENT, J. 2000. Biodiversity hotspots for
Buzzwords. Conservation Biology 13: 247-255. conservation priorities. Nature 403: 853-858.
306 Alberto Tinaut y Francisca Ruano
NOSS, R.F. 1990. Indicators for Monitoring Biodiversity: A Hierarchical SOUTHWOOD, T.R.E., BROWN, V.K. y READER, P.M. 1979. The
Approach. Conservation Biology 4: 355-364. relationships of plant and insect diversities in succession. Biol. J.
PAOLETTI, M.G. (Ed.) 1999. Invertebrate biodiversity bioindicators Linnean Soc. 12: 327-348.
of sustainable landscapes. Agriculture, Ecosystems & Environ- TILMAN, D., KNOPS, J., WEDIN, D., REICH, P., RITCHIE, M. y
ments, 74 (Special issue). Elsevier Science. SIEMANN, E. 1997. The influence of functional diversity and
PAXTON, C.G.M. 1998. A cumulative species description curve for composition on ecosystem preocesses. Science 277: 1300-1302
large open water marine animals. J. Mar. Biol. Assoc. 78: TILMAN, D., WEDIN, D. y KNOPS, J. 1996. Productivity and
1389-1391. sustainability influenced by biodiversity in grassland ecosystems.
PINE, R.H. 1994. New mammals not so seldom. Nature 368: 593. Nature 379: 718-720.
PRESTON, F.W. 1948. The commonness and rarity of species. Ecology WALKER, B.H. 1992. Biodiversity and Ecological Redundancy.
29:254-283. Conservation Biology 6: 18-23.
PURVIS, A. y HECTOR, A. 2000. Getting the measure of biodiversity. WALKER, B.H. 1995. Conserving Biological Diversity through
Ecosystem Resilience. Conservation Biology 9: 747-752.
Nature 405: 212-219.
WHEELER, Q.D. y MEIER, R. 2000. Species concept and phylogenetic
QUICKE, D.L.J. 1993. Principles and techniques of contemporary
theory. Ed. Columbia Uniervsity Press. New York.
taxonomy. Blackie Academic & Professional, London.
WHEELER, Q.D. y PLATNICK, N. I. 2000. The phylogenetic Species
REID, W.V. 1998. Biodiversity hostspots. Trends Ecol. Evol. 13 (7):
Concept. (sensu Wheeler and Platnick). En: Wheeler, Q.D. y R.
275-280.
Meier (eds): Species concept and phylogenetic theory. Ed. Colum-
SCHULZE, E.D. y MOONEY, H.A. 1993. Biodiversity and Ecosystem bia Uniervsity Press. New York. (55-69).
function. Springer, Berlín. WILEY, E.O. y MAYDEN, R.L. 2000. The evolutionary species concept.
SIMPSON, G.C. 1961. Principles of animal taxonomy. Columbia En: Wheeler, Q.D. y R. Meier (eds): Species concept and phylogenetic
University Press. New York. theory. Ed. Columbia Unierv. Press. New York. (70-92).
SIMPSON, G.C. 1990. Principles of animal taxonomy. Columbia WILLMANN, R. y MEIER, R. 2000. A critique from the Hennigian
University Press. New York. Species Concept Perspective. En: Wheeler, Q.D. y R. Meier (eds):
SNEATH, P.H.A. y SOKAL, R.R. 1973. Numerical taxonomy. Ed. W.H. Species concept and phylogenetic theory. Ed. Columbia Uniervsity
Freeman and Company. San Francisco. Press. New York. (101-118).
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) BELLÉS, X. 1998. Supervivientes de la biodiversidad. Rubes Ed. Barcelona. De forma sintética se tocan gran parte de los concep-
tos de biodiversidad, especialmente los de carácter más aplicado y con repercusión más directa en las sociedades humanas. Un libro
ameno que enfoca desde una perspectiva científica un problema social, la pérdida de biodiversidad.
(2) QUICKE, D.L.J. 1993. Principles and Techniques of Contemporary Taxonomy. Blackie Academic & Professional, London. Tiene
unos capítulos generales sobre concepto de especie, taxón, fenética y cladística, nomenclatura y clasificación, pero lo más útil son
los capítulos dedicados a revisar la utilidad y métodos de la citotaxonomía, quimiotaxonomía, inmunotaxonomía, taxonomía molecular
y paleotaxonomía, aspectos no tratados con esta amplitud en ninguna otra obra.
(3) MAGURRAN, A.E. 1989. Diversidad ecológica y su medición. Ed. Vedrá. Barcelona. En este libro se hace un repaso a los índices
de diversidad, explicando en qué aspectos son más adecuados unos u otros.
(4) HOWLETT, R. y R. DHAND (Eds.). 2000. Nature Insight. Biodiversity. Nature. 405: 207-253. Interesante y útil revisión de los
temas más estudiados con respecto a la biodiversidad. Indispensable para conocer las nuevas vías abiertas de investigación y los
resultados y conclusiones más recientes.
(5) WHEELER, Q.D. y R. MEIER. 2000. Species Concept and Phylogenetic Theory. Ed. Columbia University Press. New York.
Revisión de los conceptos de especie con una presentación, defensa y discusión de cada uno de ellos realizada por los propios
autores en la mayoría de los casos.
Capítulo 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS
Francisco Perfectti
DEPARTAMENTO DE GENÉTICA. FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE GRANADA.
18071-Granada. España. E-mail: fperfect@ugr.es
En este capítulo se estudian tanto los tipos de especiación como los mecanismos por los cuales aparecen nuevas
especies. Se analizan los diversos conceptos de especie y su relación con los eventos que se producen durante el
proceso de especiación, como la formación de barreras, tanto prezigóticas como postzigóticas, que producen aisla-
miento reproductivo, comentando brevemente la hipótesis del reforzamiento. Los tipos de especiación se han clasi-
ficado basándose en la distribución geográfica de las poblaciones que darán lugar a nuevas especies. Así, se distin-
gue entre especiación alopátrica, parapátrica y simpátrica. Para el primer caso se reconocen varios subtipos como la
especiación vicariante o la peripátrica. Las modalidades parapátrica y estasipátrica de especiación son tratadas a
continuación, reservando un apartado diferente para comentar su relación con las zonas híbridas. La especiación
simpátrica se ha subdividido atendiendo a las diferentes causas que promueven la aparición de este tipo de especiación,
como la especialización, la hibridación y el cambio de tipo de reproducción. El siguiente apartado hace referencia a
los cambios genéticos necesarios para que se produzca especiación, incidiendo en el modelo Dobhzansky-Muller de
incompatibilidad epistática entre genes complementarios y en la generalización de Haldane. Por último, se repasan
los factores que promueven la formación de nuevas especies, comentando algunos ejemplos de cómo la mutación, la
deriva genética, la selección natural, la selección sexual, los cambios cariotípicos, la hibridación, el conflicto genético
o los simbiontes intracitoplasmáticos pueden causar especiación.
La biosfera es rica en diversidad, en formas biológicas que identificamos como entes diferentes y que designa-
mos con el nombre de especies. El reconocimiento de éstas se basa en la constatación de que existen discontinuidades
dentro de esta biodiversidad. Cualquier proceso que implique la aparición de independencia genética o ecológica es
un factor de especiación, siendo estos factores los que en conjunto han generado la gran abundancia de categorías de
seres vivos que pueblan la Tierra. Los mismos procesos que actúan a escala micro-evolutiva parecen ser los respon-
sables de la divergencia entre poblaciones y de la generación de nuevos taxones específicos. Sin embargo, los
procesos de especiación tienen sus propias características, que serán analizadas en los siguientes apartados.
Conceptos de especie das para sus propias disciplinas, pero que no suelen ser
aplicables a toda la diversidad de los seres vivos.
Para comprender cómo se produce la especiación hay En todas las culturas se han dado nombres que agru-
primero que definir “especie”, puesto que el fenómeno de paban a los seres vivos en categorías fijas (especies). Esta
la especiación va a depender de los criterios empleados aproximación puede considerarse que es consustancial con
en su conceptualización (ver Capítulo 17). No es lo mis- el lenguaje humano. Los agrupamientos se hacen básica-
mo definir especie en base a criterios morfológicos que mente atendiendo a similitud morfológica y se tiende a
basándose en criterios reproductivos. En el primer caso, primar la homogeneidad frente a la diversidad. Quizás éste
poblaciones con diferencias fenotípicas producidas por sea el concepto de especie más antiguo, el denominado
adaptaciones locales serían consideradas especies, pero tipológico o esencialista, el cual establece categorías es-
si estas mismas poblaciones comparten un acervo genético pecíficas basándose en rasgos fijos de organismos patrón
común, no serían especies diferentes bajo el segundo tipo o tipo, sin recoger la variación y la adaptación local que
de criterios. pueden darse en las poblaciones. Frente al criterio
Aunque el concepto de especie es básico dentro de la tipológico han aparecido diversas definiciones de especie
biología, no hay un claro consenso para su definición, basadas en conceptos evolutivos (Tabla 1). Cada concep-
como se pone claramente de manifiesto por el gran núme- to de especie puede ser útil para determinados propósitos,
ro de intentos de definición de “especie” que han ido apa- y quizás no sea realista pensar que puede haber un único
reciendo a lo largo de los años (Tabla 1). Estos han sido criterio que funcione correctamente para todos los seres
propuestos por especialistas de muy diversos campos vivos. Sin embargo, hay ciertas características generales
(genética, taxonomía, biogeografía, paleontología, etc.), que recogen prácticamente todas las definiciones bioló-
con lo que reflejan definiciones que pueden ser adecua- gicas de especie: las especies consisten en grupos de po-
308 Francisco Perfectti
Tabla 1
Algunos conceptos de especie. Para una revisión más exhaustiva puede consultarse de Queiroz (1998).
Concepto Definición Referencia
Biológico Un grupo de individuos completamente fértiles entre si, pero aislados del intercruzamiento Dobzhansky 1937
con otros grupos similares por sus propiedades fisiológicas (debido a incompatibilidad
de los progenitores, esterilidad de los híbridos o ambas cosas).
Grupos de poblaciones con capacidad real o potencial de intercruzarse entre sí, que Mayr 1942
están aislados reproductivamente de otros grupos similares.
Evolutivo Una sola línea de poblaciones ancestro-descendientes que mantiene su identidad respec- Wiley 1978
to a otras líneas y que mantiene sus propias tendencias evolutivas y destino histórico.
Filogenético Un cluster basal de organismos que es diagnosticablemente diferente de otros cluster Cracraft 1989 de Queiroz
similares, dentro del cual hay un patrón de ascendencia-descendencia. y Donoghue 1990
El grupo monofilético más pequeño con ascendencia común.
Reconocimiento La población más inclusiva de organismos individuales biparentales que comparten un Paterson 1985
sistema de fecundación común (sistema de apareamiento específico).
Cohesivo La población más inclusiva de individuos con potencial para la cohesión fenotípica Templeton 1989
mediante mecanismos intrínsecos de cohesión (intercambiabilidad genética o demográ-
fica).
Genealógico Grupo de organismos que muestran exclusividad. La exclusividad aparece cuando todos Baum y Shaw 1995
los componentes de un grupo muestran mayor grado de relación entre ellos que con
cualquier otro organismo fuera del grupo.
Ecológico Un linaje (o conjunto de ellos) que ocupa una zona adaptativa mínimamente diferencia- Van Valen 1976
da de la de cualquier otro linaje de su rango, y que evoluciona separadamente de todos
los linajes externos a su rango.
Internodal Los organismos individuales son co-específicos en virtud de su pertenencia común a Kornet 1993
una parte de la red genealógica situada entre dos divisiones permanentes o entre dos
divisiones permanentes y un suceso de extinción.
Agrupamientos Grupo diferenciable de individuos que no tienen, o tienen pocos, individuos intermedios Mallet 1995
(clusters) genotípicos cuando se sitúan en contacto.
Los agrupamientos se reconocen por el déficit de individuos intermedios, tanto para un
único locus (déficit de heterozigotos) como para varios loci (correlaciones genotípicas y
desequilibrio de ligamiento que sean divergentes entre agrupamientos).
blaciones que se entrecruzan, que comparten una serie de diferenciar entre conceptos de “clados” y los “contempo-
rasgos distintivos y que evolucionan de forma separada. ráneos” de especie (Endler 1989). Entre los primeros se
Es lo que se ha dado en llamar “independencia evolutiva” agruparían los conceptos filogenéticos (más relacionados
y que implica que los procesos evolutivos (mutación, se- con patrones de ascendencia-descendencia y de cladogé-
lección, deriva y migración) operan de forma indepen- nesis). Por su parte, los conceptos contemporáneos basan
diente en cada especie. sus definiciones en criterios que pueden ser aplicados a
Los conflictos entre definiciones de especie aparecen especies actuales. A su vez, aquí podríamos englobar con-
básicamente al definir criterios operativos para identifi- ceptos basados en la reproducción (como el biológico de
car estos taxones. Por un lado tenemos los que podríamos especie o el de reconocimiento) o en la cohesión (el con-
denominar conceptos taxonómicos, que serían aquellos cepto cohesivo o el evolutivo).
cuyo objetivo es clasificar y que no asumen ningún tipo El concepto biológico de especie es el más utilizado
de hipótesis acerca del proceso de especiación. Frente a por los biólogos evolutivos interesados en los mecanis-
éstos aparecen los conceptos evolutivos, en los cuales las mos genéticos de especiación, puesto que establece un
especies se definen como unidades evolutivas. Los parti- criterio claro (reproducción sexual y fertilidad de la des-
darios de los conceptos evolutivos de especie están más cendencia) de especiación. Sin embargo, este concepto es
interesados en establecer filogenias, identificar grupos utilizable únicamente en organismos con reproducción
monofiléticos (Fig. 1) y determinar patrones y procesos sexual. Es fundamental entender que la reproducción
de especiación que en únicamente la clasificación de es- sexual provoca la homogeneización de los acervos
pecies. Dentro de las definiciones evolutivas se puede genéticos de las poblaciones a través de la recombinación
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 309
Tabla 2
Mecanismos de cohesión (Templeton 1989)
A B C D E F
I. “Intercambiabilidad” genética. Factores que definen los límites
de expansión de nuevas variantes genéticas a través del flujo
génico
A. Mecanismos que promueven la identidad genética a través
del flujo génico.
• Sistemas de fertilización. Los organismos pueden intercam-
biar gametos y producirse la fertilización.
• Sistemas de desarrollo. Los productos de la fertilización
pueden dar lugar a adultos viables y fértiles.
B. Mecanismos de aislamiento. La identidad genética se preser-
va gracias a los mecanismos que evitan el flujo genético con
otros grupos.
Figura 1. Grupos monofiléticos. De acuerdo con el concepto II. Intercambiabilidad demográfica (=ecológica). Factores que de-
filogenético de especie, cualquier taxón específico debe ser terminan el nicho ecológico y que limitan la expansión de nue-
monofilético. En la figura aparecen diversos agrupamientos vas variantes genéticas a través de deriva genética y selección
que forman grupos monofiléticos y podrían ser considerados natural.
especies, aunque es posible establecer otros agrupamientos A. “Reemplazabilidad”- La deriva genética promueve la identi-
diferentes, dependiendo de que nivel de diversificación se dad genética.
considere. Sin embargo, agrupar en la misma especie a las B. “Desplazabilidad”.
líneas B, C, D, E y F no sería adecuado, pues el resultado sería • Fijación selectiva. La selección natural promueve la identi-
una especie polifilética o parafilética con respecto a A. dad genética favoreciendo la fijación de algunos alelos.
• Transiciones adaptativas. La selección natural favorece adap-
taciones que alteran directamente la intercambiabilidad de-
genética, previniendo la excesiva divergencia entre indi- mográfica. Estas transiciones pueden estar restringidas por
viduos pertenecientes a la misma especie. Otro problema factores genéticos, ecológicos, históricos y de desarrollo.
adicional para el concepto biológico de especie es la hi-
bridación. Multitud de especies de plantas y de hongos y
algunas especies animales hibridan con éxito. En estos tivos de los conceptos filogenéticos y el interés por los
casos, la aplicación de esta definición de especie provoca procesos que dan lugar a la formación de especies de los
claros problemas. conceptos reproductivos de especie. Además, este con-
cepto es aplicable a la continuidad de situaciones que van
El concepto cohesivo de especie desde organismos asexuales a singameones (i.e., grupos
de “especies” que habitualmente hibridan con éxito, como
Dadas las dificultades de los conceptos reproductivos por ejemplo los robles).
de especie para ser aplicados en múltiples situaciones, han
surgido otras propuestas que intentan identificar los fac- Especiación y conceptos de especie
tores que causan que un grupo de organismos sean identi-
ficados como un grupo diferente y que hacen que sus in- La formación de nuevas especies puede ser conside-
tegrantes tengan características biológicas similares y rada como un proceso temporal por el que algunas pobla-
exclusivas. El concepto cohesivo de especie fue propues- ciones se diferencian y alcanzan independencia evoluti-
to por Templeton (1989) y tiene similitudes con el con- va. Harrison (1998) ha propuesto que durante el proceso
cepto evolutivo de Wiley (1978). Según este concepto, de especiación se van alcanzando varios grados de dife-
una especie es la unidad más inclusiva, que presenta co- renciación que quedan reflejados por distintos conceptos
hesión fenotípica y genotípica, mantenida por mecanis- de especie (Fig. 2). Una vez que las poblaciones interrum-
mos de cohesión (Tabla 2). Estos mecanismos mantienen pen el flujo génico entre si, se pueden fijar alelos diferen-
y promueven el parentesco genético (intercambiabilidad tes en cada una de las poblaciones, con lo que pasarían a
genética) y el uso de un mismo nicho fundamental (inter- tener caracteres diagnósticos propios, y se llegaría a las
cambiabilidad demográfica o ecológica) por parte de los especies filogenéticas (Fig. 2, rama izquierda). Más ade-
individuos de una misma especie. Para inferir un suceso lante, las diferencias pueden acentuarse al aparecer barre-
de especiación bajo el concepto cohesivo se deben recha- ras al intercambio genético o nuevos mecanismos de co-
zar estadísticamente tres hipótesis nulas: (a) las poblacio- hesión. En este punto se podría ya hablar de especies bajo
nes objeto de estudio forman un único linaje evolutivo el concepto cohesivo o bajo los conceptos de aislamiento
(i.e., el grupo es monofilético), (b) existe intercambiabili- reproductivo. Por último, las especies alcanzan ese nom-
dad genética y (c) existe intercambiabilidad ecológica o bre bajo el concepto genealógico cuando se alcanza la
demográfica. exclusividad, la propiedad por la cual las especies pre-
El concepto cohesivo de especie es una definición sin- sentan genomas exclusivos con características propias y
tética puesto que recoge el interés por los patrones evolu- únicas. Este proceso que acabamos de comentar, será el
310 Francisco Perfectti
Especie
GENEALÓGICA
Exclusividad
Especie
AISLAMIENTO/COHESIVA Especie
AISLAMIENTO/COHESIVA
= filogenética
Barreras al intercambio genético
Nuevos mecanismos de cohesión
Especie
FILOGENÉTICA
Caracteres diferenciadores
POBLACIÓN
más habitual en el caso de especiación alopátrica. Si la cies emergen desde la tierra, donde las larvas habitan con-
especiación se produce en simpatría, la ruta a seguir pue- sumiendo savia de árboles, cada 13 ó 17 años, dificultan-
de ser ligeramente diferente (Fig. 2, rama derecha), im- do la posibilidad de apareamiento entre ambas especies.
plicando que las poblaciones alcancen el status de espe- El aislamiento por diferenciación de hábitat ocurre fre-
cie bajo los conceptos de aislamiento/cohesivo y cuentemente entre especies que se han especializado en
filogenético al mismo tiempo. un determinado recurso o hábitat y cuando la fecunda-
ción se localiza en ese mismo hábitat. Por ejemplo, la sa-
lamandra Ambystoma texanum se reproduce en estanques,
Aislamiento reproductivo y barreras al flujo genético mientras que A. barbouri lo hace en arroyos (Kraus y
entre especies Petranca 1989), reduciendo de ese modo las posibilida-
des de hibridación.
Para algunos conceptos de especie, el impedimento al Una importante barrera para el flujo génico es el ais-
flujo génico entre poblaciones implica directamente la lamiento etológico, que se produce cuando individuos de
existencia de especiación. El aislamiento reproductivo sexo opuesto pero de especies diferentes se encuentran
puede estar producido por diversos tipos de barreras pero no se reconocen como potenciales parejas sexuales,
reproductivas que se pueden catalogar básicamente en como, por ejemplo, ocurre con las cigarras del género
prezigóticas y postzigóticas, dependiendo de en qué mo- Magicicada, en las cuales el sonido de la estridulación se
mento actúan. Las barreras prezigóticas implican impedi- emite a diferentes frecuencias si las especies aparecen en
mentos para la formación de zigotos. Las barreras simpatría (Marshall y Cooley 2000).
postzigóticas resultan de todas aquellas situaciones en las El aislamiento mecánico aparece cuando hay una im-
que los zigotos, y los individuos adultos si llegan a com- posibilidad morfológica para que se produzca la transfe-
pletar su desarrollo, tienen prácticamente anulada su efi- rencia de gametos, debido principalmente a que las geni-
cacia biológica. talias de ambas especies han divergido sustancialmente.
Dentro de las barreras prezigóticas tenemos todas Este tipo de barrera es frecuente en insectos y suele estar
aquellas situaciones que implican que las dos especies no ligada a casos de selección sexual.
puedan aparearse. Incluido en este apartado estaría el ais- Dentro de las barreras postzigóticas encontramos la
lamiento temporal, el aislamiento por diferenciación de mortalidad de los zigotos, la inviabilidad de los híbridos
hábitat o recursos y el aislamiento etológico. Además, las y la esterilidad de los híbridos. Los zigotos híbridos pue-
incompatibilidades mecánicas o fisiológicas entre los apa- den no desarrollarse y abortarse al poco de su formación
ratos reproductores de ambas especies también serían parte o bien durante alguna fase más tardía del desarrollo/me-
de las barreras prezigóticas. tamorfosis. Por ejemplo, los híbridos entre especies de
Un ejemplo de barrera prezigótica por aislamiento tem- avispas del género Nasonia suelen morir durante el desa-
poral lo encontramos entre las cigarras americanas del rrollo larvario. Sin embargo, algunos híbridos pueden pre-
género Magicicada, con especies con ciclos de vida de sentar heterosis o vigor híbrido, aunque por contra, fre-
trece años como M. tredecim y especies de 17 años de cuentemente son estériles. Un ejemplo claro se encuentra
ciclo como M. septedecim. Los imagos de ambas espe- en el híbrido entre asnos y yeguas. La inviabilidad y es-
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 311
Especiación alopátrica
Tipos de especiación
La especiación geográfica o alopátrica (Mayr 1942)
Existen diversos criterios para diferenciar los tipos de es el modelo que cuenta con un mayor número de ejem-
especiación (Tabla 3), siendo el más empleado el espa- plos ampliamente documentados. Básicamente consiste
cial. Dependiendo de los patrones de separación geográ- en la separación geográfica de un acervo genético conti-
312 Francisco Perfectti
a b c d
Figura 3. Principales modos de especiación. (a) Especiación alopátrica tipo I. Este proceso de especiación alopátrica implica la
separación física de las poblaciones, la evolución separada en dos acervos genéticos diferentes y la divergencia evolutiva; (b)
Especiación alopátrica tipo II. La divergencia se produce en poblaciones pequeñas y marginales con respecto a una población
principal; (c) Especiación parapátrica. Un gradiente ambiental puede implicar la formación de una clina y la posterior especiación
dirigida por selección disruptiva; (d) Durante la especiación simpátrica la divergencia se produce sin separación geográfica entre
las poblaciones.
nuo, de tal forma que se lleguen a producir dos o más aparición de esta barrera geográfica separó las poblacio-
poblaciones geográficas aisladas. La separación entre las nes de organismos acuáticos en lo que actualmente son
poblaciones puede ser debida a migración, a extinción de aguas de los océanos Pacífico y Atlántico. Knowlton et
las poblaciones situadas en posiciones geográficas inter- al. (1993) han encontrado que dentro del género Alpheus
medias, o mediada por sucesos geológicos. La barrera de langostas aparecen siete parejas de especies muy es-
puede ser geográfica o ecológica, como por ejemplo cum- trechamente relacionadas, con un representante a cada
bres que separan valles en las cordilleras o zonas desérticas lado del Istmo de Panamá. Éstas son consideradas espe-
que separan zonas húmedas. Este tipo de especiación pue- cies gemelas que difieren ligeramente en morfología y que
de a su vez ser dividido en tres clases: están aisladas genéticamente tanto por características
En el modelo I (especiación geográfica o vicariante) etológicas como por barreras postzigóticas. Las eviden-
la especiación se produce por la separación de una espe- cias moleculares (tanto isoenzimas como DNA) indican
cie ancestral en dos poblaciones relativamente grandes que la divergencia se ha producido tras la aparición del
que permanecen aisladas al menos hasta la aparición de Istmo de Panamá.
independencia evolutiva (Fig. 3a). La especiación es pro- En general, los animales grandes y de gran movilidad
ducto de procesos microevolutivos que producen diver- (e.g., vertebrados carnívoros, ciertas aves, peces) son can-
gencia gracias a la adaptación local y la diferenciación didatos para especiar por este tipo de especiación geo-
geográfica. La diferenciación puede ser debida tanto a gráfica.
factores estocásticos (deriva genética) como a procesos En el Modelo II (especiación mediante poblaciones
selectivos (adaptación). Sin embargo, puesto que se su- periféricas o especiación peripátrica), la nueva especie
pone que el tamaño de población no es pequeño, los fac- surge en hábitats marginales, habitualmente en los lími-
tores estocásticos no serán los más importantes en este tes de distribución de una población central de mayor ta-
modelo de especiación. maño (figura 3b). El flujo interdémico entre estas pobla-
Quizás el ejemplo mejor documentado de este tipo de ciones puede reducirse y finalmente ser inexistente, gra-
especiación es el producido por la formación del Istmo de cias a lo cual estas poblaciones periféricas pueden con-
Panamá hace aproximadamente tres millones de años. La vertirse en especies diferentes. Estaríamos ante casos de
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 313
aislamiento geográfico, y posterior especiación, produci- pesados en zonas contaminadas con estas sustancias. Los
dos por fenómenos de dispersión y colonización. Igual metales pesados representan un factor selectivo muy im-
que en el caso anterior, la adaptación a esos ambientes portante en estas áreas, y las plantas no tolerantes no pros-
puede ser el desencadenante de la divergencia, pero al peran adecuadamente. Las poblaciones tolerantes han
tratarse de poblaciones pequeñas, los factores estocásticos empezado a divergir frente a la especie “parental” no solo
pueden tener mayor importancia. en su capacidad de soportar altas concentraciones de es-
Como ejemplos de este tipo de especiación podemos tos metales, sino también en características fenológicas y
considerar la radiación evolutiva de las especies de en capacidad de autofecundación. Estas diferencias con
Drosophila en Hawai. El amplio número de especies de las poblaciones limítrofes no tolerantes implican la apari-
drosophilidos en este archipiélago (más de 500 especies), ción de mecanismos de aislamiento reproductivo de for-
parece haber surgido mediante especiación por migración ma parapátrica.
y diversificación. Muchas de estas especies son endémi- Las plantas, los moluscos terrestres, pequeños mamí-
cas de una isla, lo que sugiere que son productos de la feros, insectos no voladores y algunos anfibios y reptiles,
fundación de una colonia por muy pocos individuos, pro- son los organismos candidatos a este tipo de especiación.
venientes de una isla próxima, y de la posterior divergen- En general, se trata de organismos con hábitos sedenta-
cia evolutiva. Varias de las predicciones de este modelo rios y con poca capacidad de dispersión.
(las especies emparentadas deben estar en islas próximas, Un caso intermedio entre la especiación alopátrica y
y las especies más modernas en islas formadas más re- la parapátrica es la denominada alo-parapátrica. Básica-
cientemente) han sido confirmadas mediante técnicas mente la situación de especiación es alopátrica (modelo
moleculares (DeSalle y Hunt 1987). I), pero en este caso, las poblaciones entran en contacto
Los organismos que presentan una menor capacidad antes de que se haya producido una divergencia comple-
de dispersión y que se estructuran en pequeñas poblacio- ta (y la aparición de barreras de aislamiento eficientes).
nes son, en general, los mejores candidatos para este tipo La especiación puede producirse tras un periodo de con-
de especiación. tacto, donde el reforzamiento podría ser un factor deter-
El modelo III (Wiley 1981) recoge el tipo de especia- minante.
ción alopátrica aplicable a especies asexuales, donde no
Especiación estasipátrica
hay evidencias de flujo genético entre poblaciones y don-
de la identidad como especie está determinada por moti- La especiación estasipátrica (White 1978) se ha con-
vos históricos (e.g., estasis evolutiva). En estos casos, la siderado sinónima de la anterior y también como un tipo
deriva genética puede ser el factor evolutivo más impor- especial de la especiación alopátrica modelo III, impli-
tante y la especiación puede ser rápida. Pero si las pobla- cando la aparición de independencia evolutiva debida a
ciones originales están sometidas a variación geográfica, mutaciones cromosómicas.
la selección debida a presiones adaptativas locales tam- Este tipo de especiación puede aparecer cuando se
bién puede ser un factor importante en la especiación. produce una mutación o reordenación cromosómica (e.g.,
inversión pericéntrica, fusión o translocación) que posi-
Especiación parapátrica bilita a los individuos portadores colonizar con mayor
éxito un hábitat o área contigua al de la especie “madre”.
Según este modelo, la especiación se produce sin una Estas reordenaciones hacen que los individuos heteroci-
separación geográfica completa de las poblaciones. De gotos sean inviables o tengan su eficacia biológica muy
hecho, la especie hija puede compartir parte del rango de reducida al no estar adaptados a ninguno de los hábitat, ni
distribución con la especie madre e hibridar en las zonas al original ni al nuevo. Estas mutaciones pueden ser fija-
de contacto (Fig. 3c). Los demes suelen divergir debido das por deriva, consanguinidad o acumulación meiótica
tanto a factores estocásticos como a selección local. La en pequeñas poblaciones con poca migración, dando lu-
migración inter-démica y la hibridación pueden contra- gar a una nueva especie que se sitúa dentro del mismo
rrestar la divergencia, pero en determinadas circunstan- rango de distribución que la especie original, en situacio-
cias, la selección diversificadora (a favor de variaciones nes de parapatría. Las nuevas especies serán genéticamen-
locales) puede ser el factor más importante, implicando la te muy parecidas a la especie ancestral, diferenciandose
formación de clinas en la frecuencia de algunos loci. El en alguna característica cariológica, para la cual estarán
apareamiento clasificado y una reducción en eficacia bio- en condición homozigótica.
lógica de los híbridos conduciría al desarrollo final de la Los saltamontes australianos del género Vandiemene-
especiación. lla, compuesto por más de 240 especies, pueden ilustrar
En general, este tipo de especiación es difícilmente este tipo de especiación (White 1978). Todas estas espe-
distinguible de la especiación alopátrica seguida de un cies presentan distribuciones parapátricas, siendo raras las
contacto secundario posterior, lo cual ha conducido a zonas de simpatría. La distribución de especies parece ser
amplios debates acerca de la importancia (e incluso reali- estable desde el pleistoceno, contribuyendo a ello la poca
dad) de este tipo de especiación. movilidad de estos saltamontes no alados. El amplio nú-
La planta Anthoxanthum odoratum podría representar mero de especies puede ser debido a que éstas presentan
un candidato a este tipo de especiación. Varias poblacio- cariotipos exclusivos con un amplio espectro de variacio-
nes de esta especie han desarrollado tolerancia a metales nes cromosómicas estructurales interespecíficas.
314 Francisco Perfectti
Especiación parapátrica y zonas híbridas mo, como por ejemplo un insecto que se alimenta de una
planta. La especie ancestral pongamos por caso que tu-
Las zonas híbridas son regiones, habitualmente estre- viera genotipo A1A1, el cual le confiere adaptación a con-
chas, donde poblaciones que son genéticamente diferen- sumir eficazmente cierta planta “uno”. Una mutación A2
tes se unen e hibridan. Hewitt (1988) ha considerado a las confiere la capacidad de consumir eficazmente la planta
zonas híbridas como laboratorios naturales donde estu- “dos”, al menos cuando aparece en homozigosis, pero al
diar procesos evolutivos relacionados con la especiación, mismo tiempo reduce la adaptación a la planta 1. De igual
tales como el reforzamiento, la hibridación o la forma- forma, los homozigotos A1 presentan una menor adapta-
ción de barreras al flujo genético entre poblaciones. Las ción frente a la planta 2. Los heterozigotos A1A2 presen-
zonas híbridas pueden producirse de dos formas diferen- tan una menor eficacia biológica en cualquier planta. La
tes: por el contacto secundario entre dos especies que han selección favorecerá el incremento de A2, aunque debido
divergido en alopatría (se trataría de una zona híbrida se- al apareamiento aleatorio se producirán heterozigotos de
cundaria) y por la divergencia en el seno de una misma menor eficacia biológica. Si el locus C con dos alelos (C1
población que está sometida a un proceso de especiación y C2) controla el apareamiento, y estos alelos producen
parapátrica (zona híbrida primaria). apareamiento clasificado positivo (esto es, los apareamien-
El desarrollo final de una zona híbrida dependerá de tos se producen entre individuos de igual genotipo para
la eficacia biológica de los híbridos con respecto a las este locus), se dan las condiciones para que puedan apa-
especies parentales. Si los híbridos tienen una eficacia recer combinaciones A1A1 C1C1 y A2A2 C2C2 que preferi-
biológica reducida, la duración de la zona híbrida depen- rán individuos similares para aparearse y tendrán mayor
derá del grado de selección contra ellos. Si la selección es eficacia biológica en sus respectivos recursos preferidos
fuerte, la zona híbrida será estrecha y de corta duración, (plantas 1 y 2). El modelo plantea que si las diferencias
si la selección es débil, la zona híbrida será más amplia y en eficacia biológica fuesen amplias y estos genes estu-
tendrá un mayor intervalo temporal. Si los híbridos tie- vieran en desequilibrio de ligamiento (ligados), se podría
nen mayor eficacia biológica que los individuos “puros”, producir el aislamiento etológico necesario para que se
la zona híbrida tendrá varias alternativas: si la ventaja produzca la especiación. Por contra, la recombinación
adaptativa es dependiente de un entorno concreto, la zona rompe estas combinaciones y es la fuerza que impide que
híbrida puede perdurar en este entorno; si los híbridos tie- se desarrolle el aislamiento reproductivo.
nen ventaja en otros ambientes o si presentan innovacio- Una variante de este modelo implica que el locus C
nes genéticas ventajosas puede producirse especiación controle la “preferencia de hospedador” y que el aparea-
(Arnold 1997). Por último, si los híbridos tienen igual efi- miento se produzca en la planta preferida (Bush 1969).
cacia biológica que los parentales, la zona puede hacerse En esta situación los individuos C1 preferirán la planta 1,
más amplia con el paso del tiempo. La amplitud de esta y los C2 la planta 2. Los mutantes C2 serían seleccionados
zona dependerá de la capacidad de dispersión de los indi- puesto que hacen uso del recurso menos utilizado (redu-
viduos y del tiempo que ha pasado desde la formación de ciendo así la competencia intraespecífica). Si C2 se asocia
esta zona. con A2 se dan las condiciones para un verdadero aisla-
miento ecológico, ya que los apareamientos entre
Especiación simpátrica homozigotos diferentes serán poco frecuentes y el núme-
ro de progenie heterozigota se reducirá. Este modelo es
La especiación simpátrica implica la divergencia de más robusto en el sentido de que no es necesario un gran
algunos demes hasta conseguir independencia evolutiva desequilibrio de ligamiento entre ambos loci para que se
dentro de un mismo espacio geográfico (Fig. 3d). Habi- produzcan dos variedades aisladas ecológicamente.
tualmente conlleva que las nuevas poblaciones utilicen La mosca de la fruta Rhagoletis pomonella (Feder et
nichos ecológicos diferentes, dentro del rango de distri- al. 1988) representa un claro ejemplo del anterior modelo
bución de la especie ancestral, desarrollando mecanismos teórico. Estas moscas se aparean sobre la superficie de las
de aislamiento reproductivo. frutas de algunas especies vegetales (el hospedador) y,
La divergencia en simpatría puede estar impulsada por tras la ovoposición, las larvas se desarrollan dentro de la
la especialización ecológica de algunos demes, aunque fruta. Varias especies dentro del género Rhagoletis han
también existe la posibilidad de que la especiación se pro- cambiado de especie hospedadora recientemente. Rhago-
duzca por hibridación entre especies muy próximas. Otro letis pomonella pasó de utilizar su hospedador habitual,
tipo de especiación simpátrica implica la formación de un espino (Crataegus sp.), a utilizar una especie introdu-
una especie asexual a partir de una especie precursora cida, el manzano, en 1864 en el valle del río Hudson (Es-
sexual. tados Unidos). En Wisconsin, han aparecido razas de la
misma especie que han pasado de utilizar el manzano a
Especiación simpátrica por especialización preferir el cerezo. En otras especies del mismo género, se
han producido cambios de hospedador similares.
El escenario teórico más habitual (e.g., Maynard Smi- La especiación simpátrica parece haber sido frecuen-
th 1966) asume selección disruptiva implicando al menos te entre las especies parásitas tanto de animales como de
dos loci: uno (A) para la adaptación a un recurso y un plantas y entre los insectos fitófagos, donde la especiali-
segundo (C) que rige el comportamiento de un organis- zación puede haber sido el factor desencadenante de la
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 315
a b
AA BB Triticum monococcum
Trigo silvestre
Triticum sp.
Noidentificado
Especie 1 Especie 2 AA, 2n=14 BB, 2n=14
Endorreduplicación
AB
Híbrido Triticum turgidum
ssp dicoccoides
AABB, 2n=28
Endorreduplicación
Triticum turgidum
trigo tetraploide
cultivado Triticum tauschii
AABB, 2n=28 DD, 2n=14
AABB
Endorreduplicación
Triticum aestivum
trigo hexaploide
cultivado
AABBDD, 2n=42
Figura 4. Anfiploidía. a) Un híbrido entre dos especies, puede, mediante endurreduplicación duplicar el número de sus cromosomas,
estabilizando el proceso meiótico y consiguiendo independencia evolutiva de sus especies progenitoras. b) El trigo hexaploide
cultivado procede de un proceso de hibridación y endorreduplicación que ha implicado a tres especies diferentes.
especiación. También diversas especies de peces y orga- emparentadas. Quizás las diferencias en sistema de re-
nismos acuáticos que habitan lagos parecen ser candida- producción sea el problema principal que deben afrontar
tos típicos a fenómenos de especiación simpátrica. La gran los híbridos en el camino hacia la estabilización de sus
diversidad en especies de peces cíclidos que habitan la- genomas, y por lo tanto hacia la especiación por hibrida-
gos africanos situados en antiguos cráteres parece haber ción. La reproducción vegetativa, la agamospermia (pro-
surgido por especiación simpátrica, quizá propiciada por ducción de semillas sin necesidad de fecundación), la an-
apareamiento clasificado, según parecen indicar las filo- fiploidía y la poliploidía han sido las vías más utilizadas
genias de DNA (Schliewen et al. 1994). Estas filogenias por diversas especies vegetales originadas por hibrida-
indican que las especies que habitan un mismo lago son ción para estabilizar sus genomas y obtener independen-
monofiléticas, implicando sucesos de especiación simpá- cia evolutiva de sus especies ancestrales.
trica en un mismo entorno, donde no existen grandes di- La reproducción vegetativa y la agamospermia han
ferencias en microhábitats que pudieran provocar situa- permitido a ciertas plantas híbridas reproducirse sin ha-
ciones de micro-alopatría. cer uso de la meiosis, que en los híbridos suele ser anor-
mal al no aparear correctamente los cromosomas de las
Especiación por hibridación y poliploidía especies progenitoras. Ambos procesos permiten que se
formen especies híbridas, que habitualmente presentan
Si dos especies recientemente originadas, y con un ámbitos de distribución muy limitados (microespecies).
aislamiento genético aún no completado totalmente, en- El tipo de especiación híbrida más frecuente entre
tran en contacto (contacto secundario) pueden hibridar. plantas parece haber sido la anfiploidía o alopoliploidía
Estos híbridos pueden ser de baja eficacia biológica o, (Fig. 4). Al menos la mitad de todos los poliploides natu-
por el contario, mostrar rasgos característicos que sean rales son de origen alopoliploide. Este proceso implica la
ventajosos frente a las especies parentales. Así se pueden duplicación de todos los cromosomas de un híbrido para
crear zonas híbridas, donde según ciertos criterios de es- dar lugar a un individuo con un mayor grado de ploidía.
pecie, se identifican a estos híbridos como nuevas espe- Si una especie de genoma AA y 2n=10 hibrida con otra
cies. Incluso algunos de los híbridos pueden desarrollar especie de genoma BB y 2n=12, el híbrido poseerá una
independencia evolutiva y ser considerados como espe- composición genética AB y 11 cromosomas. Tras el pro-
cies bajo todos los criterios. En general, la especiación ceso de endorreduplicación de los cromosomas pasará a
por hibridación es un tipo de especiación ampliamente tener 22 cromosomas y ser AABB, con lo cual cada cro-
encontrada entre los vegetales (Grant 1981). mosoma tendrá su homólogo, se evitan problemas meió-
Los híbridos entre dos especies necesitan tener coa- ticos derivados de un mal apareamiento cromosómico -que
daptados los dos genomas de los que proceden, lo que habitualmente conducen a la esterilidad- y se restablece
implica que este tipo de especiación se reserve a especies la reproducción sexual. Como ejemplo, se puede citar a la
316 Francisco Perfectti
variedad “Golden yellow“ del azafrán de flor Crocus fla- aves adaptado a diferentes tamaños de semillas) y para
vus. Esta variedad es realmente una especie (2n=14) ori- las preferencias de apareamiento (apareamiento clasifica-
ginada por anfiploidía al hibridar C. flavus (2n=8) y C. do positivo dependiendo de un rasgo fenotípico, e.g., co-
angustifolius (2n=6). lor del plumaje en el caso de un ave), puede producirse la
especiación sin recurrir a una selección muy intensa con-
Especiación por cambio de tipo de reproducción tra los fenotipos intermedios. En estos modelos, la aso-
ciación (desequilibrio de ligamiento) entre preferencia de
La aparición de líneas asexuales a partir de poblacio- hospedador y el carácter adaptativo es incrementada por
nes sexuales conduce inmediatamente a la independencia selección, conduciendo al aislamiento sexual entre las
evolutiva y puede considerarse un tipo de especiación incipientes subpoblaciones. El ‘motor’ de la especiación
simpátrica instantánea. La reproducción asexual puede es la selección disruptiva, debida a la competencia intra-
producirse de diversas formas, básicamente mediante la específica por un recurso, y la selección sexual. Los ca-
generación de nuevos organismos a partir de células sos de especiación en peces que habitan en lagos de cráte-
somáticas (reproducción vegetativa), mediante el desa- res (Schliewen et al. 1994) y de radiación adaptativa pa-
rrollo de semillas a partir de óvulos no fecundados recen ajustarse a estos modelos.
(agamospermia) o mediante el desarrollo a partir del óvu- Gavrilets (2000) ha propuesto un modelo teórico don-
lo, con la necesidad del gameto masculino, pero sin que de la evolución de barreras reproductivas esta impulsada
éste aporte material genético (pseudogamia). La mayoría por conflicto sexual. El conflicto sexual puede aparecer
de las especies que utilizan estos sistemas, al menos en cuando existen características que incrementan el éxito
plantas, proceden de eventos de hibridación. Una vez que reproductivo en un sexo y al mismo tiempo disminuyen
se ha establecido una especie de este tipo, los individuos la eficacia biológica en el otro. En este modelo, la posibi-
pueden divergir vía mutaciones somáticas, formando gru- lidad de especiación incrementa con el tamaño de pobla-
pos de microespecies. ción. La especiación que sigue habitualmente a la coloni-
Especies asexuales aparecen tanto en animales como zación de nuevos hábitats (radiación adaptativa) y la ri-
en plantas, comprendiendo, sin pretender ser exhaustivos, queza de especies en ambientes ricos en recursos podría
algunos lagartos, salamandras, peces, planarias e insec- explicarse por la aparición de barreras reproductivas de
tos, pero sobre todo angiospermas y algunos helechos. tipo sexual provocadas por conflicto sexual en poblacio-
nes alopátricas o peripátricas de tamaño grande.
El estudio genético de la especiación se ha centrado El aislamiento postzigótico puede tener una base gé-
en el análisis del aislamiento reproductivo, ya que bajo el nica o cromosómica. El resultado en ambos casos es que
concepto biológico de especie, el aislamiento es el factor los híbridos tendrán disminuida su eficacia biológica con
clave. Además, una vez que el aislamiento se ha comple- respecto a los parentales. Pero si el proceso de especia-
tado, los siguientes procesos no formarían parte del pro- ción es un fenómeno continuo, ¿cómo no se forman ge-
ceso de especiación. Bajo esta perspectiva, el estudio de notipos intermedios?, ¿cómo se puede producir la espe-
la genética de la especiación debe centrarse en los proce- ciación, el salto de un pico adaptativo a otro, sin pasar por
sos que se producen durante el desarrollo de las primeras un estadio intermedio de menor eficacia biológica?
barreras que impiden el flujo genético. La respuesta fue encontrada por Dobzhansky (1937)
y Muller (1942) que observaron que si las incompatibili-
Aislamiento prezigótico dades dependen de dos o más genes, la esterilidad o
inviabilidad de los híbridos puede evolucionar sin pasar
Los estudios genéticos sobre el aislamiento prezigótico por pasos no adaptativos. Supongamos que una especie
han incidido básicamente en la aparición de aislamiento ancestral fuese de genotipo aabb para dos loci. Una mu-
sexual. Si en dos poblaciones hay divergencia para los tación puede hacer que aparezcan individuos Aabb y por
caracteres masculinos y para las preferencias mostradas deriva o selección que una población pase a ser AAbb
por las hembras, podría llegar a producirse aislamiento (Fig. 5). Igualmente, en otra población diferente puede
como un subproducto de la evolución de estas preferen- aparecer un nuevo alelo B que puede fijarse dando lugar a
cias. Así, por ejemplo, las hembras del pez Poecilia una población aaBB. Ambas combinaciones genéticas
reticulata prefieren a los machos de la misma población pueden ‘funcionar’ sin problemas en dichas poblaciones.
local antes que a machos de otras poblaciones. Sin embargo, si ambas poblaciones entran en contacto,
Recientemente se han propuesto varios modelos teó- los híbridos AaBb pueden sufrir esterilidad o inviabilidad,
ricos que recogen la posibilidad de especiación rápida puesto que esa combinación no ha estado nunca antes en
mediante apareamiento clasificado. Los modelos de Diec- contacto y no ha estado sometida a optimización por se-
kmann y Doebely (1999) y Kondrashov y Kondrashov lección. La característica fundamental de este aislamien-
(1999) se aplican a casos de especiación simpátrica y pro- to postzigótico es que está basado en la epistasis de “genes
ponen que si existen varios loci para los caracteres ecoló- complementarios”. Es decir, un alelo que en un acervo
gicos (adaptación a un recurso, e.g. tamaño de pico en genético concreto no produce ningún efecto deletéreo,
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 317
La Regla de Haldane
Aabb aaBb En 1922, J.B.S. Haldane propuso una generalización
que se ha confirmado en la mayoría de los casos estudia-
dos. A saber, cuando existe algún tipo de incompatibili-
dad genética entre especies manifestada como la esterili-
aabb dad o inviabilidad de algún sexo en la progenie híbrida,
ésta se produce preferentemente en el sexo heterogaméti-
co. La Regla de Haldane parece cumplirse en aves y lepi-
Figura 5. Diagrama describiendo el proceso de formación de dópteros (con hembras heterogaméticas) y en mamíferos
las incompatibilidades entre genes complementarios (Mode- y Drosophila (con machos heterogaméticos), que son los
lo Dobhansky-Muller). A partir de una población aabb pue- grupos de especies más estudiados con respecto a esta
den derivarse dos poblaciones diferentes que tengan genotipos generalización, aunque también se han encontrado en
AAbb y aaBB. En los individuos híbridos entre estas dos po- otros taxones (para un sumario puede consultarse Laurie
blaciones los genes A y B pueden ser incompatibles, puesto 1997).
que estos genes nunca han sido puestos a prueba anterior- La generalización de Haldane parece hacer referencia
mente. a un fenómeno causado por múltiples factores biológicos
y diferentes mecanismos genéticos (Orr 1997). Las teo-
rías más importantes que intentan explicarla son la del “X
puede producirlos cuando interacciona con genes de otro rápido”, la del “macho rápido” y la de la dominancia. La
fondo genético. La letalidad o esterilidad de un gen de- primera de estas teorías pone el énfasis en la existencia de
pende del fondo genético donde se exprese. un mayor número de loci relacionados con la esterilidad
Este tipo de inviabilidad híbrida se han encontrado en masculina en el cromosoma X. Estos genes evoluciona-
plantas de los géneros Mimulus (Cristie y Macnair 1984), rían más rápidamente que los loci relacionados con la es-
Crepis (Hollingshead 1930) y Gossipium (Gerstel 1954). terilidad femenina. La segunda teoría propone que la Re-
En animales, se han encontrado en los grupos de gla de Haldane refleja la evolución rápida de los factores
Drosophila repleta (Carvajal et al. 1996), Drosophila de esterilidad masculina como resultado de selección
virilis (Orr y Coyne 1989) y Drosophila melanogaster sexual o bien por una especial susceptibilidad de la esper-
(Cabbot et al. 1994), así como entre especies del género matogénesis comparada con la ovogénesis. Sin embargo,
Nasonia de avispas parasitoides (Gadau et al. 1999). los procesos que inciden en la espermatogénesis masculi-
Los genes involucrados en estas incompatibilidades na no pueden explicar la aplicabilidad de la regla a gru-
actúan como parcialmente recesivos, es decir, reducen la pos como las aves, con determinismo sexual ZZ/ZW. Por
eficacia biológica cuando aparecen en homozigosis o en último, la Regla de Haldane puede reflejar que la mayoría
hemizigosis, pero no en heterozigosis. En Drosophila por de los genes involucrados en la eficacia biológica de los
ejemplo, las hembras híbridas entre dos especies suelen híbridos sean parcialmente recesivos, por lo que única-
ser viables si portan los dos cromosomas X de ambas es- mente causarán efectos cuando se hallen en hemizigosis
pecies, pero son inviables cuando los dos cromosomas X en el sexo heterogamético. A esta hipótesis se la ha deno-
proceden de sólo una de las especies. minado teoría de la dominancia y parece explicar razona-
Aunque hay estudios que demuestran que los factores blemente bien los casos de inviabilidad híbrida.
implicados en la inviabilidad y/o esterilidad de los híbridos Aunque ninguna de las teorías puede explicar todos
pueden ser numerosos (e.g. Naveira y Fontdevila 1991), los patrones de esterilidad e inviabilidad que se han des-
muy pocos son los genes implicados en la especiación crito, los datos experimentales parecen indicar que la teo-
que han sido completamente caracterizados. El modelo ría de la dominancia junto con la del macho rápido pue-
Dobzhansky-Muller no indica nada acerca de la naturale- den ofrecer una explicación general de este patrón.
za de los loci implicados, pero, en principio, los genes
relacionados con el desarrollo y los genes reguladores
serán los mejores candidatos a ser genes de especiación. Las causas de la especiación
Así, OdysseusH, uno de los más de cien genes relaciona-
dos con la esterilidad de los machos en Drosophila y el ¿Qué causa la divergencia entre poblaciones y la apa-
único caracterizado, codifica para una proteína relaciona- rición de nuevas especies? En principio, las incompatibi-
da con factores de transcripción homeóticos (Ting et al. lidades de tipo Dobzhansky-Muller pueden aparecer bajo
1998). En peces de la especie Xiphophorus maculatus, la cualquier tipo de situación poblacional, siendo únicamente
expresión del gen Tumor, ligado al cromosoma X, está necesaria la separación entre las poblaciones debida a
regulada por un gen supresor autosómico. Sin embargo, barreras o mecanismos de aislamiento. Esta separación
318 Francisco Perfectti
puede ser tanto geográfica, como etológica o ecológica. jeros que coinciden con los genotipos que no pertenecen
El tipo más ampliamente documentado de especiación, la al grupo anterior de los bien adaptados. Gavrilets (1999)
geográfica, propone que la especiación es un subproducto ha demostrado mediante simulaciones teóricas que una
de la divergencia evolutiva entre poblaciones sometidas a rápida especiación puede producirse en estos paisajes
aislamiento en parajes geográficos diferentes y, en princi- adaptativos por la propia dinámica evolutiva de las po-
pio, tanto la mutación, como la deriva genética o la selec- blaciones subdivididas en muchas poblaciones pequeñas.
ción natural pueden causar esta divergencia. Más aún, La divergencia necesaria para producir independen-
todos estos factores pueden actuar al mismo tiempo. Ade- cia evolutiva también puede ser impulsada por selección
más, la divergencia puede estar acelerada si la adaptación natural. La selección disruptiva/diversificadora puede es-
a nuevos hábitats implica cambios genéticos importantes. tar implicada en prácticamente todos los tipos de
Diversos tipos de especiación, como por ejemplo la especiación, teniendo un papel preponderante en ciertos
peripátrica, requieren poblaciones pequeñas, y es conoci- tipos de especiación alopátrica y simpátrica. Cuando las
do que los efectos de la deriva genética son mayores en poblaciones quedan separadas geográficamente se dan las
este tipo de poblaciones. Así mismo, los eventos de colo- condiciones para que la adaptación al ambiente pueda
nización de nuevos parajes suelen implicar un número seguir un curso diferente en cada población, implicando
muy reducido de individuos, lo que supone una pequeña así la modificación de distintos genes. Como consecuen-
proporción de la diversidad genética de la especie origi- cia, la especiación sería un subproducto de la unión de
nal. En las pequeñas poblaciones originadas por estos dos factores: separación y adaptación.
sucesos de colonización o, en general, en poblaciones La evitación de la competencia por un recurso, la ex-
periféricas, no aparecen representados todos los alelos plotación de nuevos recursos, el evitar parásitos o com-
existentes en la población original. Estas situaciones pue- petidores interespecíficos, etc., pueden ser el motor de la
den conducir a una rápida divergencia con respecto a la divergencia y la posterior especiación. La especialización
población original. A este cambio en las frecuencias en nuevos recursos puede considerarse un caso particular
génicas con respecto a la población original (básicamente de selección disruptiva que puede conducir a especiación.
una reducción en la diversidad genética, pero también un Las poblaciones gallegas del bígaro Litorina saxatilis pro-
aumento en frecuencia de alelos raros) se la ha denomina- porcionan un ejemplo de especiación promovida por se-
do efecto fundador y puede ser un factor importante en la lección diversificadora. Dos ecotipos de esta especie ha-
especiación alopátrica de tipo II. bitan la costa. La parte superior de la zona intermareal
La deriva genética también ha sido involucrada en la esta ocupada por la forma más robusta, mientras que una
llamada especiación por cambio de pico (también llama- forma más pequeña y frágil habita la zona inferior, ambas
da revolución genética o transiliencia). Para que una po- adaptadas a las diferentes condiciones de la zona
blación cambie de un “pico adaptativo” a otro tiene que intermareal. Los dos ecotipos forman una estrecha zona
cruzar un valle que, en principio, implica una reducción híbrida de apenas un metro, donde aparecen algunos
en la eficacia biológica. La selección natural no podrá híbridos, aunque en general existe apareamiento clasifi-
conducir a una población a través de este valle adaptativo, cado positivo que mantiene la diferenciación entre las dos
pero la deriva genética si podrá cambiar la configuración formas (Rolán-Álvarez et al. 1997). Los dos ecotipos de
genética de una población hasta situarla al otro lado del una misma población son genéticamente más parecidos
valle, donde la selección la conducirá hasta un nuevo pico que los ecotipos similares de poblaciones diferentes se-
adaptativo. Sin embargo, este tipo de modelo de apari- paradas por pocos kilómetros. Ambos ecotipos pueden
ción de especies ha sido muy criticado por la dificultad haber surgido simpátricamente en diferentes localidades
que entraña cambiar de pico adaptativo. La metáfora de (por evolución paralela), o bien por divergencia alopátrica.
un paisaje adaptativo con valles y crestas (zonas de baja y En este último caso, la poca diferenciación genética entre
alta eficacia biológica respectivamente) ha contribuido al ambas formas se debería al flujo genético entre ambos
rechazo de este tipo de especiación y que el modelo de ecotipos en el posterior contacto secundario. Aunque aún
cambio de pico (la teoría del shifting-balance de Wright) no está completamente dilucidado si estamos frente a un
se considere posible, pero poco probable debido a las es- caso de especiación simpátrica o micro-alopátrica, lo que
trictas condiciones para su desarrollo. Nuevos modelos sí parece claro es que la divergencia promovida por espe-
que han substituido el simil de un espacio tridimensional cialización es el motor de la especiación en esta especie
por paisajes adaptativos de múltiples dimensiones están de bígaro.
cambiando nuestra percepción de la especiación, de he- La selección sexual puede ser un factor preponderan-
cho el problema de atravesar un “valle adaptativo” para ir te en la aparición de barreras etológicas de aislamiento y,
a otro pico adaptativo puede no existir cuando se consi- por tanto, ser un agente causal de especiación, como ha
deran múltiples dimensiones (Gavrilets 1997). Este mis- sido propuesto para explicar la divergencia en simpatría
mo autor ha descrito un “paisaje adaptativo agujereado” de varias especies de peces cíclidos en el lago Victoria,
como un paisaje adaptativo donde los genotipos bien adap- cuyos machos, aunque con casi idéntica morfología, pre-
tados (con eficacia biológica alta) son poco frecuentes sentan coloraciones nupciales distintivas (Seehausen y van
pero forman un continuo que se expande a través de todo Alphen 2000).
el espacio genotípico. Una imagen tridimensional de este Si las preferencias para el apareamiento difieren entre
paisaje sería el de una superficie plana con muchos agu- poblaciones animales, inmediatamente podríamos estar
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 319
ante un tipo de barrera etológica, y si, además, se produce que C. lingulata se ha originado a partir de C. biloba por
un cambio en la genitalia debido a estas preferencias, se un suceso muy rápido de “especiación catastrófica” al
trataría de un tipo de barrera mecánica. La selección sexual producirse esos cambios cromosómicos. Al ser especies
ha conducido en muchos insectos a diferencias poblacio- que pueden autofecundarse, la persistencia de estas nue-
nales en la genitalia masculina y/o femenina, así como en vas reordenaciones cromosómicas esta asegurada, y es por
el tipo de espermatozoides y de proteínas de la glándula esta razón por la que se piensa que este modo de
accesoria. Además de este tipo de barreras prezigóticas, especiación puede haber sido más común en plantas.
hay evidencias de que la selección sexual puede estar La hibridación, como se comentó anteriormente, es
implicada en la aparición de aislamiento postzigótico en un factor causal de especiación bien conocido y que ha
forma de esterilidad híbrida (Wu et al. 1996). Hay prue- producido multitud de especies, sobre todo en el reino
bas de que la esterilidad híbrida masculina ha evolucio- vegetal (Arnold 1997). Sin embargo, y si nos atenemos a
nado más rápidamente que la femenina en Drosophila, en los casos descritos, la hibridación ha producido un núme-
mosquitos del género Aedes y en sapos del género Xeno- ro reducido de eventos de especiación en animales. Para
pus, y de que, en general, los genes masculinos relaciona- que se produzca hibridación entre especies animales se
dos con la reproducción también evolucionan más rápi- requiere un alto grado de similitud genética y etológica,
damente gracias a la selección sexual y por tanto pueden de compatibilidad de los gametos y de concordancia de
estar implicados en un mayor número de incompatibili- las genitalia de ambas especies. Puesto que en animales
dades epistáticas del tipo Dobzhansky-Muller (Orr y Pres- las tasas evolutivas de estos rasgos son elevadas debido a
graves 2000). la acción de la selección sexual, cabe esperar que la
Un ejemplo de que la selección sexual puede ser un especiación por hibridación en animales no sea un fenó-
factor importante de especiación lo encontramos en el meno especialmente habitual y que esté restringido a es-
papamoscas Phylloscopus trochiloides, un pequeño pája- pecies donde no hay gran divergencia en caracteres rela-
ro que habita en los bosques de gran parte de Asia. Esta cionados con el apareamiento.
especie forma lo que se ha dado en llamar una especie en Los elementos genéticos egoístas también pueden es-
anillo. Las poblaciones de este pájaro parecen haber se- tar involucrados en el desarrollo de aislamiento entre po-
guido una expansión desde el sur de Asia en dos rutas blaciones. De entre estos elementos, los factores de im-
diferentes, hacia el nordeste y hacia el noroeste, rodeando pulso meiótico (meiotic drive) pueden ser considerados
la meseta tibetana. Actualmente ambas ramas se han en- los mejores candidatos (Frank 1991). Estos elementos no
contrado en Siberia, formando un contacto secundario, siguen las reglas mendelianas y suelen transmitirse a la
donde aparecen dos formas en simpatría que se diferen- progenie con mayor eficacia, consiguiendo así, por tanto,
cian en la estructura del canto y que están reproductiva- aumentar en frecuencia. Como contrapartida, suelen pro-
mente aisladas (Irwin et al. 2001). Ambas formas están vocar una disminución en la eficacia biológica de los por-
unidas por un continuo de poblaciones que muestran va- tadores, con lo que se crean las condiciones para que sur-
riación continua para diversos caracteres fenotípicos que jan genes supresores de su actividad. Cuando se produ-
son usados en el cortejo y defensa del territorio. La es- cen cruzamientos entre especies relacionadas, estos fac-
tructura del canto parece haber estado sometida a presio- tores de impulso meiótico pueden quedar “liberados” de
nes selectivas hacia una mayor complejidad, lo que ha la presencia de supresores y provocar la inactivación de
conducido a divergencia en los cantos, de tal forma que los gametos que no los portan, tal y como se ha compro-
las poblaciones siberianas en simpatría no se reconocen bado en cruzamientos entre individuos de diversas pobla-
entre sí como conespecíficas. La divergencia en el canto ciones de D. simulans. En los machos los gametos porta-
parece haber sido producida por selección sexual. Por dores del cromosoma X son inactivados por factores de
contra, otros rasgos, como el tamaño corporal, parecen impulso meiótico presentes en el cromosoma Y, y los ga-
haber seguido una evolución paralela o convergente sin metos portadores de este último cromosoma son inactiva-
acumular grandes diferencias. dos por factores presentes en el X, conduciendo así a la
La aparición de reordenaciones cromosómicas tam- esterilidad de los machos. Aunque el papel de estos ele-
bién ha sido propuesta como causa de especiación al ac- mentos en la especiación es aún hipotético, cada vez re-
tuar como barreras postzigóticas. En los individuos sulta más plausible su papel en el aislamiento postzigóti-
heterozigotos para estas anomalías (principalmente co (Orr y Presgraves 2000). Los elementos transponibles
translocaciones recíprocas) se induce la formación de también han sido candidatos a estar involucrados en el
multivalentes que habitualmente producen segregaciones aislamiento postzigótico. Sin embargo, no hay evidencias
anómalas durante la meiosis, reduciendo la fertilidad o claras de ello, más allá de la disgénesis híbrida que apare-
provocando que los híbridos sean estériles. El ejemplo ce en Drosophila al cruzar líneas con y sin elementos
clásico de especiación por reordenaciones cromosómicas transponibles P.
procede del mundo vegetal. Clarkia lingulata es una es- Otro elemento que puede promover la especiación es
pecie de primavera de muy restringida distribución, al la presencia de organismos endosimbiontes, como las bac-
habitar únicamente en un barranco en California. Esta terias del género Wolbachia que habitan dentro de células
especie difiere en la forma de los pétalos, en varias del tracto reproductivo de una gran variedad de insectos,
translocaciones y en una inversión de la que parece ser su crustáceos, nematodos y ácaros. Wolbachia puede produ-
especie progenitora, C. biloba. Lewis (1973) ha sugerido cir diversos efectos en sus hospedadores, desde feminiza-
320 Francisco Perfectti
ción a partenogénesis, pasando por incompatibilidad cito- medio o está causada por selección sexual o conflicto ge-
plasmática. Esta última parece estar relacionada con la nético? ¿A qué tasas se producen los diferentes procesos
aparición de barreras entre poblaciones, puesto que la in- de especiación? ¿Son procesos principalmente rápidos o
compatibilidad citoplasmática provoca que los aparea- lentos? ¿Cómo de importante es la especiación simpátri-
mientos entre machos infectados y hembras sin infectar ca? Conocemos aún muy poco de la arquitectura genética
no produzcan descendencia. Aunque la incompatibilidad que causa la letalidad o inviabilidad híbrida, y además
citoplasmática es habitualmente unidireccional, se han estos datos derivan de muy pocos organismos. El papel
descrito recientemente algunos casos de incompatibilidad de las zonas híbridas y del reforzamiento sigue siendo un
bidireccional, lo que implica la aparición de una barrera tema muy discutido. Sin embargo, nuevos y fascinantes
reproductiva total entre dos poblaciones. Uno de los ca- datos, como los proporcionados por el papel del conflicto
sos mejor estudiados implica a dos especies de la avispa genético, los elementos egoístas y los endosimbiontes,
parasitoide Nasonia: N. giraulti y N. longicornis, ambas están cambiando el modo de analizar y entender los pro-
infectadas por Wolbachia. Si se cruzan estas dos especies cesos de especiación. Aunque la imagen clásica de que
habitualmente no se produce progenie. Pero si estas avis- las especies surgen como el subproducto de la evolución
pas son tratadas con antibióticos que eliminen la bacteria, de poblaciones en alopatría sigue siendo dominante, otros
los cruzamientos producen progenie fértil, sin síntomas tipos de especiación, sobre todo la simpátrica, pueden
de inviabilidad de los híbridos, indicando que entre estas adquirir mayor preponderancia conforme se analizan más
dos especies de avispas, el aislamiento ha sido provocado profundamente los datos que nos brinda la naturaleza.
por esta bacteria endosimbionte antes que por otras barre-
ras pre o postzigóticas (Bordenstein et al. 2001). Agradecimientos
Todavía hay grandes lagunas en nuestro conocimien-
to de la especiación: ¿Cuánta especiación es causada por Agradezco a los Drs Alberto Tinaut, Josefa Cabrero y
la divergencia de las poblaciones sometidas a mutación y Manuel Soler sus comentarios y sugerencias.
deriva y cuánta se debe a los procesos de adaptación al
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ARNOLD, M.L. 1997. Natural Hybridization and Evolution. Oxford Berlocher: Endless Forms: Species and speciation. Pg: 57-75.
University Press. New York. Oxford University Press. New York.
BAUM, D.A. y SHAW, K.L. 1995. Genealogical perspectives on the DESALLE, R. y HUNT, J.A. 1987. Molecular evolution in Hawaiian
species problem. En P.C. Hoch y A.G. Stevenson (Eds.): Experi- drosophilids. Trend. Ecol. Evol. 2: 213-216.
mental and Molecular Approaches to Plant Biosystematics. Pg: 289- DIECKMANN, U. y DOEBELY, M. 1999. On the origin of species by
303. Missouri Botanical Garden, St. Louis, MO. sympatriuc speciation. Nature 400: 354-357.
BORDENSTEIN, S.R., O’HARA, F.P. y WERREN, J.H. 2001. DOBZHANSKY, T. 1937. Genetics and the Origin of Species. Colum-
Wolbachia-induced incompatibility precedes other hybrid bia University Press. New York.
incompatibilities in Nasonia. Nature 409: 707-710 ENDLER, J.A. 1989. Conceptual and other problems in speciation. En
BUSH, G.L. 1969. Simpatric host race formation and speciation in D. Otte y J.A. Endler (Eds.): Speciation and its Consequences.
frugivorous flies of the genus Rhagoletis (Diptera, Tephritidae). Pg:625-648. Sinauer, Sunderland, Mass.
Evolution 23: 237-251. FEDER, J.L., CHILCOTE, C.A. y BUSH, G.L. 1988. Genetics
BUTLIN, R. 1995. Reinforcemnet: an idea evolving. Trends Ecol. Evol. differentiation between sympatric host races of the apple maggot
10: 432-434. fly Ragholetis pomonella. Nature 336: 61-64.
CABBOT, E.L., DAVIS, A.W., JOHNSON, N.A. y WU, C.-I. 1994. FRANK, S.H. 1991. Divergence of meiotic drive-supresors as an
Genetics of reproductive isolation in the Drosophila simulans clade: explanation for sex-biased hybrid sterility and inviability. Evolution
complex epistasis underlying hybrid male sterility. Genetics 137: 45: 262-267.
175-189. FUTUYMA, D.J. 1998. Evolutionary Biology. 3ª ed. Sinauer Ass. USA.
CARVAJAL, A.R., GANDARELA, M.R. y NAVEIRA, H.F. 1996. A GADAU, J., PAGE JR, R.E. y WERREN, J.H. 1999. Mapping of hybrid
three-locus system of interspecific imcompatibility underlies male incompatibility loci in Nasonia. Genetics 153: 1731_1741.
inviability in hybrids between Drosophila buzzatii and D. Koepferi. GAVRILETS, S. 1997. Evolution and speciation on holey adaptative
Genetica 98: 1-19. landscapes. Trends Ecol. Evol. 12: 307-313.
COYNE, J.A. y ORR, H.A. 1997. “Patterns of speciation” revisited. GAVRILETS, S. 1999. A dynamical theory of speciation on holey
Evolution 51: 295-303. adaptive landscapes. Amer. Nat. 154: 1-22.
CRACRAFT, J. 1989. Speciation and its ontology: the empirical GAVRILETS, S. 2000. Rapid evolution of reproductive barriers driven
consequences of alternative species concepts for understanding by sexual conflict. Nature 403: 886-889.
GERSTEL, D.U. 1954. A new lethal combination in interspecific cotton
patterns and processes of diferentiation. En D. Otte y J.A. Endler
hybrids. Genetics 39: 628-639.
(Eds.): Speciation and its Consequences. Pg: 28-59. Sinauer,
GRANT, V. 1981. Plant speciation, 2ª ed. Columbia University Press,
Sunderland, MA.
New York.
CRISTIE, P. y MACNAIR, M.R. 1984. Complementary lethal factors HARRISON, R.G. 1998. Linking evolutionary pattern and process. En
in two North American populations of the yellow monkey flower. J D.J. Howard y S.H. Berlocher: Endless Forms: Species and
Hered. 75: 510-511. speciation. Pg: 19-31. Oxford University Press. New York.
DE QUEIROZ, K. y DONOGHUE, M.J. 1990. Phylogenetic systematics HEWITT, G.M. 1988. Hybrid zones -natural laboratories for
and species revisited. Cladistics 6: 83-90. evolutionary studies. Trends Ecol. Evol. 3: 158-167.
DE QUEIROZ, K. 1998. The general lineage concept of species, species HOLLINGSHEAD, L. 1930. A lethal factor in Crepis effective only in
criteria, and the process of speciation. En D.J. Howard y S.H. interspecific hybrids. Genetics 15: 114-140.
CAPÍTULO 18: ESPECIACIÓN: MODOS Y MECANISMOS 321
IRWIN, D.E., BENSCH, S. y PRICE, T.D. 2001. Speciation in a ring. ORR, H.A. y PRESGRAVES, D.C. 2000. Speciation by postzygotic
Nature 409: 333-337. isolation: forces, genes and molecules. Bioessays 22: 1085-1094.
KNOWLTON, N., WEIGT, L.A., SOLÓRZANO, L.A., MILLS, D.K. y PATERSON, H.E.H. 1985. The recognition concept of species. En E.S.
BERMINGHAM, E. 1993. Divergence in proteins, mitochondrial Vrba (Ed.): Species and Speciation. Pg: 21-29. Transvaal Museum,
DNA, and reproductive incompativility across the isthmus of Pretoria.
Panama. Science 260: 1629-1632. ROLÁN-ÁLVAREZ, E., JOHANNESSON, K. y ERLANDSSON, J.
KONDRASHOV, A.S. y KONDRASHOV, F.A. 1999. Interactions 1997. The maintenance of a cline in the marine snail Littorina
among quantitative traits in the course of sympatric speciation. saxatilis: The role of home site advantage and hybrid fitness.
Nature 400: 351-354. Evolution 51: 1838–1847.
KORNET, D. 1993. Permanent splits as speciation events: A formal SCHARTL, M. 1995. Platyfish and swordtails: a genetic system for the
reconstruction of the intermodal species concept. J. Theor. Biol. analysis of molecular mechanisms in tumor formation. Trends
164: 407-435. Genet. 11: 185-189.
KRAUS, F. y PETRANKA, J.W. 1989. A new sibling species of SCHLIEWEN, U.K., TAUTZ, D. y PÄÄBO, S. 1994. Sympatric
Ambystoma from the Ohio River drainage. Copeia 1989: 94-110. speciation suggested by monophyly of crater lake cichlids. Nature
LAURIE, C.C. 1997. The weaker sex is heterogametic: 75 years of 368: 629-632.
Haldane’s rule. Genetics 147: 937-951. SCHLUTER, D. 1996. Ecological causes of adaptive radiation. Am.
LEWIS, H. 1973. The origin of diploid neospecies in Clarkia. Amer. Nat. 148: S40-S64.
Nat. 107: 161-170. SEEHAUSEN, O. y VAN ALPHEN, J. 2000. Can simpatric speciation
MALLET, J. 1995. A species definition for the modern synthesis. Trends by disruptive sexual selection explain rapid evolution of cichlid
Ecol. Evol. 10: 294-299. diversity in Lake Victoria? Ecol. Lett. 2: 262-271.
MARSHALL, D.C. y COOLEY, J.R. 2000. Reproductive character TEMPLETON, A.R. 1982. Genetics architectures of speciation. En C.
displacement and speciation in periodical cicadas, with description Barigozzi (Ed.): Mechanisms of speciation. Pg: 105-121. Alan R.
of a new species, 13-years Magicicada neotredecim. Evolution 54: Liss, New York.
1313-1325. TEMPLETON, A.R. 1989. The meaning of species and speciation: a
MAYNARD SMITH, J. 1966. Sympatric speciation. Amer. Nat. 100: genetic perspective.En D. Otte y J.A. Endler (Eds.): Speciation and
637-650. its Consequences. Pg: 3-27. Sinauer, Sunderland, MA.
TING, C.T., TSAUR, S.C., WU, M.L. y WU, C.I. 1998. A rapidly
MAYR, E. 1942. Systematics and the Origin of Species. Columbia
evolving homeobox at the site of a hybrid sterility gene. Science
University Press. New York.
282: 1501-1504.
MAYR, E. 1963. Animal species and evolution. Harvard University
VAN VALEN, L. 1976. Ecological species, multispecies, and oaks.
Press. Cambridge, MA.
Taxon 25: 233-239.
MULLER, H.J. 1942. Isolating mechanisms, evolution, and temperature. WHITE, M.J.D. 1978. Modes of Speciation. W.H. Freeman. San Fran-
Biol. Symp. 6: 71-125. cisco, CA.
NAVEIRA, H. y FONTDEVILA, A. 1991. The evolutionary history of WILEY, E.O. 1978. The evolutionary species concept reconsidered. Syst.
Drosophila buzzatii. XXI. Cumulative action of multiple sterility Zool. 27: 17-26
factors on spermatogénesis in hybrids of D. buzzatii and D. WILEY, E.O. 1981. Phylogenetics. The theory and practice of
Koepferae. Heredity 67: 57-72. phylogenetic systematics. Wiley-Liss, New York.
ORR, H.A. 1997. Haldane’s rule. Annu. Rev. Ecol. Syst. 28: 195-218. WU, C-I, JOHNSON, N.A. y PALOPOLI, M.F. 1996. Haldane’s rule
ORR, H.A. y COYNE, J.A. 1989. The genetics of postzygotic isolation and its legacy: why are there so many sterile males? Trends Ecol.
in the Drosophila virilis group. Genetics 121: 527-537. Evol. 11: 281-284
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) ARNOLD, M.L. 1997. Natural Hybridization and Evolution. Oxford University Press. New York. El autor analiza el papel de la
hibridación y la introgresión en la evolución de plantas y animales. Se estudian las barreras naturales que existen frente a la hibrida-
ción, y el papel de esta en la aparición de nuevos linajes y de innovaciones evolutivas.
(2) OTTE, DANIEL y ENDLER, JOHN A.(Eds.). 1989. Speciation and its Consequences. Sinauer, Sunderland, MA. Este volumen
recoge revisiones sobre todos los aspectos del proceso de especiación, haciendo especial énfasis en los conceptos de especie, las
zonas híbridas, la biogeografía del proceso de especiación y sus consecuencias.
(3) HOWARD, DANIEL J. y BERLOCHER, STEWART H. 1998. Endless Forms: Species and speciation. Oxford University Press.
New York. Este libro reúne la más reciente aproximación a este campo. Con un enfoque parecido al anterior libro, el énfasis se
coloca en los conceptos de especie y tipos de especiación, la naturaleza de las barreras reproductivas y las fuerzas que promueven la
especiación.
(4) Trends in Ecology and Evolution. 2001. 16 (7, June). Special issue: Speciation. Número especial sobre especiación de la revista con
mayor índice de impacto en ecología y evolución. Reúne revisiones muy actualizadas.
Capítulo 19: MACROEVOLUCIÓN
Los fenómenos evolutivos que afectan a especies y taxones de nivel superior, que por su escala temporal se
estudian a través de los fósiles, se incluyen en la denominación general de macroevolución. Tras hacer un breve
resumen de cómo son las vías de fosilización más comunes, en este capítulo repasamos las ideas actuales sobre los
procesos evolutivos que sólo pueden ser interpretados a partir del registro fósil. Analizamos las pautas de cambio
morfológico que se observan a lo largo del tiempo geológico y las explicaciones alternativas sobre la estabilidad y el
cambio en la morfología que se aprecian en distintos ejemplos. También se tratan las variaciones reconocidas dentro
del incremento global de la diversidad taxonómica a lo largo de la historia de la vida, así como algunas pautas
generales observables en la historia evolutiva de los taxones superiores. En otro apartado resumimos los conoci-
mientos sobre los fenómenos de extinción, tan significativos desde el punto de vista evolutivo como los de aparición
de nuevos taxones. Se abordan las pautas de extinción observables en el registro fósil, la definición y reconocimien-
to de las extinciones en masa, su posible carácter selectivo y sus causas más probables, describiendo brevemente
algunos ejemplos concretos. Por último, resaltamos el carácter “positivo” de las extinciones en masa, ya que en las
etapas inmediatamente posteriores de la historia de la vida tuvieron lugar radiaciones adaptativas, es decir la apari-
ción de una gran variedad de morfologías, que han producido buena parte de la disparidad y diversidad del mundo
orgánico que conocemos. Muchos ensayos evolutivos que han generado diseños orgánicos radicalmente distintos de
los precedentes sólo han sido posibles en condiciones de baja intensidad de interacciones, debidas a la desaparición
de muchos componentes de las comunidades previas durante una extinción en masa.
ción. No obstante, si hay elementos del cuerpo resisten- el que vivieron. Más aún, los procesos de fosilización
tes, como los tejidos mineralizados o los formados por suelen conllevar períodos relativamente extensos previos
determinados compuestos como lignina, esporopolenina, al enterramiento, con transporte o simple permanencia en
etc., pueden acabar enterrados y, una vez incorporados en el lugar de origen, lo que implica en muchos casos que
algún tipo de sedimento, sufrir cambios de composición acaben enterrados y fosilizados juntos los restos de indi-
química o mineralógica hasta llegar a nosotros como com- viduos que vivieron en tiempos y espacios distintos. Si se
ponentes un tanto especiales de la corteza terrestre. Du- observan comunidades actuales, los porcentajes de orga-
rante un proceso de fosilización (llamado también proce- nismos con estructuras esqueletales con elevado poten-
so tafonómico), como el descrito, suele modificarse nota- cial de fosilizar no superan el 30-40 %. La gran mayoría
blemente la información sobre las características biológi- de los restos esqueletales producidos, por otra parte, se
cas del organismo productor de los restos fósiles. La de- destruye por actividad biológica o procesos físico-quími-
gradación de los tejidos más blandos supone su pérdida y, cos antes de ser enterrados.
al mismo tiempo, una disgregación de los elementos ana- En el conjunto del registro fósil tienen gran importan-
tómicos más resistentes que suelen estar unidos por los cia yacimientos (cuerpos de roca determinados) en los que
tejidos más fáciles de degradar. Los elementos más resis- por diversas causas se ha dado una preservación excep-
tentes pueden verse afectados por la acción de otros orga- cional y quedan conservados tejidos blandos que normal-
nismos, por procesos físico-químicos como meteorización mente se habrían descompuesto; es decir, la degradación
o disolución, arrastre por corrientes, etc., antes de ser en- de la materia orgánica (necrolisis) se vio interrumpida en
terrados. Por ejemplo, los huesos de un herbívoro cazado algún momento durante el proceso de fosilización. Entre
por un carnívoro son separados y mordidos por una se- los múltiples casos de preservación excepcional pueden
cuencia de carnívoros y necrófagos; pueden ser pisotea- citarse los mamíferos englobados en asfalto o hielo, o los
dos y rotos por éstos u otros animales; quedan a la intem- insectos englobados en resina (ámbar). No obstante, los
perie y sufren desecación, alteración y disolución; y, por yacimientos excepcionales de mayores dimensiones se
último, estos procesos pueden ir acompañados de despla- han producido por enterramiento rápido de los organis-
zamientos y los restos pueden acabar transportados por mos vivos o por la existencia de condiciones anaeróbicas
cursos de agua. No es infrecuente que, tras un primer en- en el fondo de un lago o del mar, sobre los sedimentos en
terramiento en los sedimentos de un río o en los del fondo los que se produce el enterramiento. Las asociaciones de
del mar, haya una posterior exhumación que deja expues- fósiles con preservación de tejidos blandos, a pesar de su
tos los restos a nuevos procesos de meteorización y arras- distribución esporádica sobre la superficie de la Tierra y a
tre. Cuando el enterramiento es definitivo, los restos su- lo largo del tiempo geológico, proporcionan una valiosa
frirán, como componentes de los sedimentos que los con- documentación sobre formas de vida del pasado, que hu-
tienen, los cambios petrológicos que conducen a la for- biese escapado a nuestro conocimiento a través de los pro-
mación de las rocas de las que finalmente son parte inte- cesos de fosilización más comunes.
grante. Esto último significa que puede variar su compo- A pesar de las limitaciones que todas las modificacio-
sición química y su composicón mineralógica, pueden nes que acabamos de reseñar brevemente pueden intro-
disolverse parcial o totalmente, cementarse a otras partí- ducir en la capacidad del registro fósil para darnos una
culas de la roca, etc. visión de la vida en el pasado, como señalamos en la in-
Muchos seres vivos generan y se desprenden de ele- troducción, los fósiles son la mejor fuente de información
mentos que pueden preservarse como fósiles sin que su sobre la historia evolutiva en la Tierra. Conocer las limi-
productor muera previamente. Es el caso, por ejemplo, taciones impuestas por su propia naturaleza, por cómo se
del polen, esporas, frutos, hojas, etc., de las plantas y de genera el registro fósil, es simplemente el camino más
las mudas de los artrópodos. Los restos así producidos adecuado para usar correctamente la información que pro-
seguirán procesos de fosilización similares a los arriba porciona.
descritos. En muchas circunstancias, la actividad de un
organismo queda registrada en los sedimentos o en los
restos de otros seres. Estas señales de actividad son fósi- La especiación desde la perspectiva del registro fósil
les muy comunes y de muy variada naturaleza, como por
ejemplo las huellas de pisadas de dinosaurios, las galerías Tal como se analiza en otros apartados de este libro
dejadas por crustáceos en los sedimentos del fondo del (ver Capítulos 17 y 18), una especie biológica, de acuer-
mar, o las muescas de descarnación dejadas en los huesos do con el concepto de Mayr (1942), está constituida por
por los carnívoros y carroñeros. grupos de poblaciones real o potencialmente interfecundos
Por lo anteriormente descrito en este esquemático re- y que están reproductivamente aislados de otros grupos.
sumen de cómo se desarrollan generalmente los procesos Este concepto, sólo aplicable a organismos con reproduc-
de fosilización, parece evidente que sólo una pequeña ción sexual, implica que la formación de nuevas especies,
parte de los componentes de una comunidad que haya la especiación, es el resultado del desarrollo de aislamiento
vivido en algún momento del pasado han tenido posibili- reproductivo entre poblaciones que anteriormente eran
dades de preservarse como restos en el registro fósil. Más interfecundas.
mermada aún es la información que nos puede llegar de Como señalan Erwin y Anstey (1995), dentro de la
sus interacciones y sus relaciones con el medio físico en biología evolutiva, el fenómeno de la especiación es par-
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 325
ticularmente difícil de abordar por su escala temporal, es largo del tiempo geológico a través del registro fósil. Es-
decir, por el tiempo involucrado en la formación de nue- tos autores plantearon que si las especies nuevas general-
vas especies. Por un lado, desde un punto de vista ne- mente se forman, de acuerdo con el modelo de Mayr
obiológico pueden estudiarse los procesos que tienen lu- (1963), en poblaciones relativamente pequeñas y perifé-
gar entre o en el interior de poblaciones y a partir de ellos ricas, aisladas geográficamente de las poblaciones mayo-
deducir cómo se puede alcanzar el aislamiento reproduc- res de la especie ancestral, las poblaciones intermedias,
tivo, sin que la consecución de dicho aislamiento sea di- aquellas que reflejan los cambios sufridos durante el pro-
rectamente observable en poblaciones naturales. Por otro ceso de especiación, difícilmente van a ser observables
lado, el registro fósil no suele tener ni la calidad ni la en el registro fósil, dado su escaso tamaño y lo reducido
resolución temporal necesarias para analizar los procesos de su distribución geográfica. Por el contrario, en dicho
poblacionales que llevan a la formación de una nueva es- registro serán perceptibles las nuevas especies una vez ya
pecie y únicamente permite observar la aparición de unas bien establecidas, con poblaciones de un cierto número
nuevas características morfológicas en un conjunto de de efectivos y una amplia extensión geográfica. Es decir,
ejemplares fósiles en un nivel estratigráfico determinado. las nuevas especies comenzarán a registrarse como fósi-
Desde la difusión de las ideas de Darwin, especial- les de un modo brusco, sin cambios morfológicos gra-
mente tras la reformulación de las teorías darwinistas en duales desde la especie predecesora.
la Síntesis Moderna en los años treinta y cuarenta del si- Hay que recalcar que el modelo de equilibrio interrum-
glo XX, en el mundo de la Paleontología se asumió que pido, al menos en su formulación original, se refiere ex-
los cambios morfológicos en un linaje de organismos a lo clusivamente a una escala de tiempo geológico, a cómo
largo del tiempo geológico se producirían poco a poco de se percibe la aparición de especies nuevas en las rocas de
manera gradual. Estos cambios reflejarían el resultado de la corteza terrestre. El modelo de ningún modo niega la
la selección natural sobre las poblaciones de dicho linaje, posibilidad de que en los procesos intra e interpoblacio-
en las que sucesiva y gradualmente se verían favorecidos, nales que conducen a la formación de nuevas especies
por las variaciones medio ambientales, determinados fe- haya cambios graduales, que están recogidos en el mode-
notipos. En contra de la clara delimitación que para las lo de Mayr (1963) que le sirve de partida. Es decir, una
especies coexistentes impondría el aislamiento reproduc- rápida aparición de las nuevas especies desde una pers-
tivo, que separaría y permitiría definir especies coetáneas pectiva geológica puede implicar intervalos de tiempo de
(Mayr 1942), el más prestigioso paleontólogo de la Sínte- miles a centenares de miles de años, en los que los cam-
sis Moderna, Simpson (1944), planteaba una continuidad bios evolutivos en el interior de las poblaciones han podi-
temporal de las especies de un mismo linaje. La diferen- do producirse de forma gradual. La aparición brusca de la
ciación de especies sucesivas sería puramente nominalis- nueva especie en el registro fósil es, por supuesto, tam-
ta, es decir un artificio taxonómico para poder manejar el bién compatible con otros modelos de especiación distin-
continuo de variación en el interior del linaje a lo largo tos del aislamiento geográfico de poblaciones periféricas
del tiempo geológico. Estos “segmentos” temporales, ar- (ver Capítulo 18). Modelos basados en el aislamiento eco-
tificialmente definidos cuando el cambio morfológico lógico o cambios genéticos bruscos, como la aparición de
acumulado es significativo para el taxónomo, recibieron poliploidías, pueden generar especies nuevas que se en-
el nombre de cronoespecie (Simpson 1961). cuentren como fósiles súbitamente sin formas de transi-
Las evidentes rupturas en las variaciones continuas ción previas.
dentro de un grupo de organismos fósiles, o si se quiere, Siguiendo con el modelo de Eldredge y Gould (1972),
la escasez de ejemplos en los que tales variaciones y de acuerdo con lo que según estos autores se puede ver
morfológicas continuas sean demostrables, se han expli- en especies fósiles, una vez que sus poblaciones se ex-
cado tradicionalmente por las rupturas y deficiencias del panden, la nueva especie no sufre cambios morfológicos
registro fósil. Las lagunas estratigráficas (ausencia de se- significativos a lo largo del tiempo geológico hasta su
dimentos de un intervalo temporal determinado) y la pre- extinción (“morphologic stasis”). Es decir, aunque la es-
cariedad de los procesos de fosilización serían responsa- pecie pueda presentar pequeños cambios o fluctuaciones
bles de que no se pueda ver un cambio morfológico gra- en su morfología, ésta será básicamente estable durante
dual y continuo cuando se estudian los restos fósiles de el tiempo en que la especie tenga representantes vivos.
especies relacionadas y sucesivas, incluso si pertenecen a Como señalan Erwin y Anstey (1995), el modelo del
grupos de organismos con abundantes representantes fó- equilibrio interrumpido que acabamos de exponer inclu-
siles. Estas rupturas debidas a las deficiencias del registro ye una serie de puntos, no necesariamente interdependien-
fósil, por otra parte, facilitarían la labor taxonómica por tes y con distintas posibilidades de ser contrastados. El
delimitar de un modo “natural” los segmentos incluidos punto más discutible es la estrecha relación que se plan-
en cada cronoespecie. tea entre cambio morfológico y especiación. Recordemos
A principios de los años setenta, intentando combinar que para que se forme una nueva especie el requisito fun-
observaciones paleontológicas con el modelo neobioló- damental es que se establezca aislamiento reproductivo
gico de especiación más aceptado, Eldredge (1971) y El- de una población con respecto a poblaciones ancestrales.
dredge y Gould (1972) propusieron el modelo del equili- El aislamiento reproductivo no tiene por qué ir acompa-
brio interrumpido (“punctuated equilibrium”) para des- ñado por diferenciación morfológica entre las poblacio-
cribir cómo se perciben las especies y la especiación a lo nes de las correspondientes especies. De hecho, en el caso
326 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
los escarabajos estudiados por Coope (1979), a lo largo metros tamaño medio (micras) tamaño medio (micras)
de
del Cuaternario. Durante aproximadamente los últimos Época sondeo 200 240 280 200 240 280
Tiempo
les van a estar restringidos a subconjuntos
de la especie y van a ser compensados o Anagénesis
amortiguados por cambios en otro sentido.
Cladogénesis Estabilidad
El conjunto de la especie presentará una es- Especiación Anagénesis
morfológica
tabilidad morfológica media resultante de
las múltiples variaciones en diversos senti-
dos de sus poblaciones componentes. Cambio morfológico
Además, la suposición de que debe ha-
Figura 3. Tipos de pautas de cambio morfológico asociado a especiación a lo
ber cambio evolutivo continuo porque hay
largo del tiempo geológico. Modificado a partir de Doyle (1996).
cambios continuos del medio físico puede
ser muy simplista. Los cambios físicos más
importantes en el pasado reciente de nuestra historia geo- estenotópicas y especializadas, pero la modificación y
lógica han sido los cambios latitudinales producidos por fragmentación de hábitats que causan pueden desencade-
cambios climáticos globales relacionados con las glacia- nar la formación de poblaciones aisladas que pueden su-
ciones en el Cuaternario, a su vez controladas por oscila- frir cambios morfológicos adaptativos junto a aislamien-
ciones de la insolación debidas a variaciones en la órbita to reproductivo, dando lugar a un pulso de especiación,
de la Tierra. Estos cambios han supuesto desplazamientos es decir a la formación rápida de nuevas especies.
latitudinales de los cinturones climáticos que han sido se- A modo de resumen, se puede decir que, aunque el
guidos por las especies variando su área de dispersión (sis- equilibrio interrumpido sea la pauta predominante, el re-
tema acordeón) o se han extinguido. Lo menos frecuente gistro fósil muestra ejemplos de varias modalidades de
ha sido un cambio evolutivo in situ para adaptarse a la cambio morfológico evolutivo que resulta en especiación.
“llegada” del cinturón climático que se está trasladando. Estas modalidades son: cambio rápido y posterior estabi-
Este seguimiento del hábitat, reconocible en muchos ejem- lidad morfológica (equilibrio interrumpido), sin y con ra-
plos de especies durante el Cuaternario (últimos 2 millo- mificación (cladogénesis), y cambios graduales (anagé-
nes de años) puede haberse producido en otro tipo de cam- nesis) o cambios graduales combinados con estabilidad
bios ambientales y no sólo en las modificaciones de los morfológica, con y sin cladogénesis (Fig. 3).
cinturones climáticos. Representa una selección estabili-
zadora frente a un cambio ambiental y puede ser, junto al
modelo del equilibrio cambiante (“shifting balance”), la Tría de especies
causa principal de estabilidad.
En definitiva, el cambio microevolutivo es común pero En el registro fósil es muy patente que la frecuencia
su acumulación en tiempo geológico no es inevitable, es de especiación cambia de unos grupos de especies a otros.
evanescente y no tiene por qué acabar en especiación. De acuerdo con Eldredge y Gould (1972), esta diferente
Lógicamente, para que un cambio termine en especiación tasa de especiación puede explicar las tendencias morfo-
debe darse aislamiento reproductivo que lo haga irrever- lógicas observables en el registro fósil de muchos grupos
sible. La formulación original del modelo del equilibrio de organismos, sin necesidad de que ocurran cambios gra-
interrumpido supone un escenario geográfico de la duales de larga escala temporal. Por ejemplo, la tenden-
especiación, por medio de pequeñas poblaciones aisladas cia de las especies de équidos a aumentar de tamaño du-
del resto de las poblaciones de la especie ancestral. Las rante el Cenozoico se debe a que se ha producido más
condiciones ambientales marginales pueden, a través de especiación de las formas de mayor talla a lo largo del
la selección natural, determinar cambios adaptativos para tiempo y las especies que han ido sobreviviendo son, por
esas poblaciones que acaben asociados a aislamiento tanto, más grandes. La acentuación de un determinado
reproductivo. En la práctica, dada la naturaleza de los pro- rasgo anatómico a lo largo de la historia evolutiva de un
cesos de fosilización, las posibilidades de preservación linaje puede deberse, por consiguiente, a la aparición di-
de restos de pequeñas poblaciones son mínimas, por lo ferencial de especies que presentan dicho carácter, lo que
que este supuesto no es contrastable desde un punto de en su momento fue denominado por Stanley (1975) como
vista paleontológico. Además del aislamiento de pobla- selección de especies. Se debe plantear, no obstante, qué
ciones geográficamente periféricas, Eldredge (1995) con- tipo de fenómenos subyacen tras una frecuencia diferen-
sidera que las rupturas ambientales mayores son otro con- cial de especiación.
junto de circunstancias que pueden promover especiación. En el ya clásico ejemplo de Vrba (1980, 1984), puede
De acuerdo con la hipótesis de los pulsos de renovación reconocerse que en dos grupos de bóvidos africanos di-
(“turnover pulse hypothesis” de Vrba 1985), la especiación rectamente relacionados entre sí, los Aepycerotini (impa-
va ligada a la extinción en los episodios de fuerte altera- las) y los Alcelaphini (ñus y afines), el número de espe-
ción de hábitats. Las grandes perturbaciones ambientales cies que han vivido en el Plioceno y Pleistoceno (últimos
producen extinción, principalmente de las especies más 5 millones de años) o continúan viviendo en la actualidad
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 329
crecemos o cambiamos al mismo ritmo. Así, el primer Aunque, por las razones antes aducidas, los ejemplos
diente les sale a unos niños antes que a otros, lo que esta- de gigantismo proporcionado son raros, el aumento de
blece heterocronías entre individuos de la misma pobla- tamaño relacionado con otros procesos heterocrónicos a
ción, y las mujeres, en general, alcanzan la madurez sexual lo largo del tiempo geológico, se puede observar en di-
y paran de crecer antes que los hombres, lo que es una versos linajes de organismos y es muy corriente entre los
heterocronía ligada al sexo entre dos grandes grupos o mamíferos, lo que indica que es bastante común que se
tipos de individuos. No obstante, desde el punto de vista seleccione el mayor tamaño como rasgo favorable
paleontológico se ha prestado atención especialmente a (McNamara 1990). Esta tendencia al aumento de tamaño
las heterocronías observables entre el desarrollo se denominó Ley de Cope y en su momento se consideró
ontogenético de taxones afines, del mismo linaje, parti- un fenómeno generalizado en los procesos evolutivos. La
cularmente entre posibles ancestros y descendientes. El tendencia al aumento de tamaño en el interior de un clado,
reconocimiento y caracterización de tales heterocronías no obstante, puede no deberse a ventajas directamente
se han utilizado para tratar de entender los procesos relacionadas con ese aumento, sino al hecho de que todos
involucrados en la evolución desde los ancestros a los los grandes grupos suelen originarse a partir de formas
descendientes y, sobre todo, para trazar las relaciones de pequeñas. El tamaño grande está normalmente asociado a
parentesco a lo largo del tiempo, es decir las relaciones un cierto grado de especialización y, en general, las for-
filogenéticas. Como señalan McKinney y McNamara mas iniciales de un clado tienen un tamaño medio menor
(1991), una gran cantidad de fenómenos evolutivos pue- que el conjunto de sus descendientes (Stanley 1973). Los
den explicarse por heterocronías y son muchos los ejem- sucesivos géneros de équidos en los últimos 60 millones
plos en la literatura paleontológica que describen pautas de años o las distintas especies de elefantes en el Plioceno-
de cambios en la aparición o modificación de caracteres a Pleistoceno (últimos 5 millones de años) son ejemplos
lo largo del desarrollo ontogenético de los sucesivos com- típicos de aumento de tamaño en un linaje a lo largo del
ponentes de linajes de los más diversos tipos de organis- tiempo geológico.
mos, desde protistas a vertebrados. Las heterocronías más frecuentes y más fáciles de re-
Para que tenga lugar una heterocronía debe producir- conocer con restos fósiles suponen cambios de forma junto
se un juego diferencial de tres componentes básicos del a los de tamaño y edad (Fig. 6). Si los adultos descendien-
desarrollo ontogenético: tiempo, tamaño y forma (Alber- tes tienen, en un determinado carácter, el aspecto de los
ch et al. 1979). El componente tiempo se refiere a la edad juveniles de sus ancestros ha tenido lugar una pedomor-
de los organismos comparados en el análisis de una deter- fosis. Suele ocurrir porque las tasas de modificación de
minada heterocronía y frecuentemente la edad de referen- un carácter se reducen o su tiempo de formación se acor-
cia suele ser la edad de la madurez sexual. En ejemplos ta. Si los adultos de los descendientes tienen modificacio-
fósiles, en algunos casos, es difícil saber la edad de los nes añadidas sobre un carácter determinado con respecto
individuos estudiados y sólo puede estimarse la edad por a los ancestros o tienen rasgos nuevos adicionales se ha
el tamaño, reduciendo a uno dos de los componentes de producido una peramorfosis. Generalmente se debe a que
las heterocronías antes mencionados (tiempo y tamaño). aumentan las tasas de cambio o se alarga el tiempo de
No obstante, en muchos otros casos, la edad relativa de formación del carácter (McNamara 1990).
los ejemplares que se comparan puede establecerse por Entre las pedomorfosis pueden, a su vez, distinguirse
líneas de crecimiento u otros rasgos de naturaleza perió- tres fenómenos (Fig. 6):
dica y dependientes del tiempo. 1.- Una progénesis ocurre cuando se acorta el tiempo
Si para una misma edad de madurez y sin modifica- de formación o cambio de un determinado rasgo, gene-
ciones en la forma se producen cambios en el tamaño, ralmente por una maduración sexual precoz. Los ejem-
éstos dan como resultado “gigantes proporcionados” y plos de progénesis son muy frecuentes entre los grupos
“enanos proporcionados”, es decir individuos más gran- de invertebrados con un buen registro fósil, como
trilobites, equinoideos, bivalvos o ammonites. Es parti-
des y más pequeños, respectivamente, que sus ancestros.
cularmente fácil de reconocer entre estos últimos: los in-
Dado que las relaciones de crecimiento entre distintas di-
dividuos de una especie progenética presentan menor ta-
mensiones o rasgos en los seres vivos suelen ser alomé-
maño que los de su potencial especie ancestral y, además,
tricas, los cambios en el tamaño raramente ocurren sin
sus conchas espiraladas son como las vueltas internas de
estar asociados a cambios de forma. Es decir, lo normal las conchas de éstos últimos.
es que los cambios de tamaño vayan acompañados de cam- 2.- Una neotenia se produce cuando se reduce la tasa
bios en las proporciones relativas entre caracteres que de cambio a lo largo del desarrollo ontogenético y se man-
cuando crecen lo hacen con tasas de crecimiento distin- tienen en el adulto, para uno o varios caracteres, los ras-
tas. No obstante, se conocen asociaciones de fósiles do- gos juveniles de los ancestros. Aunque no tiene necesa-
minadas por formas enanas de determinadas especies y riamente que ocurrir para que tenga lugar una neotenia,
suelen estar relacionadas con condiciones ambientales suele, además, retrasarse la edad de la madurez sexual y
desfavorables para dichas especies. Así, por ejemplo, aso- los adultos descendientes son de mayor talla que los an-
ciaciones de foraminíferos planctónicos enanos aparecen cestros. Un ejemplo muy conocido de neotenia son los
como resultado de condiciones oceanográficas anómalas rasgos físicos de los humanos con respecto a los del resto
(Naidu y Malmgren 1995). de los primates, incluidos nuestros ancestros (ver Capítu-
332 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
Pedomorfosis Peramorfosis
Progénesis Hipermorfosis
A B C A B C D E
Postdesplazamiento Predesplazamiento
A B C B C D E
Neotenia Aceleración
A B C A B C D E
edad edad
madurez del ancestro madurez del ancestro
Ancestro
A B C D
Figura 6. Tipos de heterocronías. A-F estadios del desarrollo ontogenético de un determinado carácter hasta su interrupción. La
longitud de las barras implica tanto edad como tamaño. Dibujado a partir de McNamara (1986).
lo 20). Los humanos presentamos características morfo- 3.- Un postdesplazamiento tiene lugar cuando el de-
lógicas de “mono joven”, tales como una elevada rela- sarrollo de un determinado carácter se inicia con retardo
ción de tamaño de la cabeza con respecto al del cuerpo, con respecto al ancestro. Este tipo teórico es muy difícil
bipedismo y una relativa escasez de pelo (Stanley 1981). de distinguir en fósiles ya que sus resultados son simila-
Los primates tienen estas características cuando son jó- res a los de otros procesos de pedomorfosis y la tempori-
venes, pero las van perdiendo por sufrir modificaciones a zación del inicio de la formación del rasgo analizado sue-
lo largo de su desarrollo ontogenético, conforme van cre- le ser irreconocible.
ciendo y madurando: el tamaño relativo de la cabeza dis- Las peramorfosis pueden producirse también por tres
minuye, pasan a utilizar las extremidades anteriores en la procesos distintos (Fig. 6):
marcha y la mayor parte de su cuerpo se cubre de pelo. 1.- Una hipermorfosis se produce cuando se retrasa la
Con respecto a nuestro ancestro primate, nosotros hemos edad de maduración y durante este tiempo adicional de
ralentizado estas modificaciones en el desarrollo ontoge- desarrollo se añaden caracteres nuevos o continúa la mo-
nético. Aunque el tamaño relativo de nuestra cabeza con dificación de un rasgo morfológico con respecto a los
respecto al de nuestro cuerpo disminuye desde que nace- ancestros. Los ejemplos de hipermorfosis son muy comu-
mos hasta que paramos de crecer, no lo hace tanto como nes en el registro fósil, especialmente entre los inverte-
en los otros primates; nuestro cuerpo se cubre también de brados cuyos esqueletos crecen principalmente por adi-
una cierta cantidad de vello según vamos envejeciendo, ción de estructuras nuevas a lo largo del desarrollo
pero es menos abundante y más localizado que en otros ontogenético, como ocurre en gasterópodos, bivalvos o
primates adultos y, por último, con más o menos fortuna, ammonites. En los ammonites las hipermorfosis son
mantenemos el bipedismo. Así, el proceso evolutivo que identificables porque, junto a un aumento de tamaño, los
ha dado lugar al Homo sapiens incluye, entre otros cam- individuos de la especie descendiente presentan conchas
bios, una neotenia con respecto a los posibles primates similares a las de sus ancestros pero con alguna nueva
ancestrales para determinados rasgos físicos. Este retraso estructura añadida al final de la espira.
de la madurez morfológica ha ido probablemente acom- 2.- Una aceleración supone un incremento de las tasas
pañado de un retardo en la madurez sexual y ha podido de cambio o formación de caracteres con una edad de
facilitar otros rasgos humanos, como los largos periodos madurez similar. Este incremento del ritmo de cambio o
de dependencia de los progenitores, que pueden estar en modificación implica que aparecen en los descendientes
la base de la evolución cultural. rasgos ausentes en los predecesores. De nuevo, los inver-
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 333
tebrados que forman su esqueleto por adición de estruc- na en especies de braquiópodos del Terciario, que sucesi-
turas proporcionan los mejores ejemplos. En el caso de vamente presentan en los individuos adultos un foramen
los ammonites, si se da una aceleración los individuos de más grande, característico de los juveniles de la especie
la especie descendiente tienen conchas similares a las de originaria, al tiempo que, durante millones de años, van
sus ancestros pero con algún rasgo añadido al final. La ocupando hábitats marinos más someros.
diferencia con respecto a los ejemplos de hipermorfosis, No obstante, en un linaje pueden aparecer conjunta-
como el anteriormente mencionado, es que la edad de mente, a lo largo del tiempo geológico, distintos tipos de
madurez, en este caso el tamaño de la concha, es la mis- heterocronías para diferentes caracteres. En una misma
ma para ancestros y descendientes. línea evolutiva pueden coexistir procesos de pedomorfis-
3.- Un predesplazamiento supone un inicio más tem- mo y peramorfismo y cualquiera de ellos ser el resultado
prano de la aparición de un carácter. Un ejemplo es el de los subtipos distintos anteriormente enumerados. Este
trazado de la primera sutura (sutura primaria) que corres- fenómeno se denomina heterocronía en mosaico (McNa-
ponde al primer septo de la concha de los ammonites tras mara 1990) y es un buen indicador de que los procesos
la cámara embrionaria. En los ammonoideos del Paleo- evolutivos ocurren sobre organismos cuyas morfologías
zoico (goniatites) dicha sutura es relativamente simple y resultan de la integración de muchos caracteres, que pue-
trilobulada. Las sucesivas suturas de la concha, corres- den cambiar en direcciones dispares y con un cierto grado
pondientes a los septos que va formando el ammonideo de libertad, aunque se mantengan unos límites de correla-
conforme crece, son más complejas y tienen más lóbulos. ción en su desarrollo o construcción y su funcionalidad.
En las formas del Triásico (ceratites) la sutura primaria
tiene cuatro lóbulos y en los ammonites del Jurásico y
Cretácico los lóbulos pasan a ser cinco. Es decir, en estos El origen de los taxones superiores
descendientes de los ammonoideos paleozoicos su pri-
mera sutura es como las suturas de estadios ontogenéti- Independientemente de cual sea su posición en la es-
cos más avanzados en los goniatites. El rasgo “sutura de cala taxonómica, en el mundo orgánico hay una serie de
más de tres lóbulos” se ha pre-desplazado a estadios on- grupos monofiléticos (filos entre los animales y divisio-
togenéticos más tempranos en los descendientes (Land- nes entre los vegetales, clases y ordenes, fundamental-
man 1988). No obstante, los predesplazamientos no son mente) que comportan una organización anatómica, un
fáciles de caracterizar y son relativamente raros los ejem- diseño de construcción (“bau-plan”) claramente diferen-
plos en el registro fósil. ciado del de otros grupos de rango similar. Esta clara se-
Como puede deducirse, las peramorfosis representan paración implica el que en la actualidad no haya formas
procesos de “recapitulación” ontogenética. La recapitu- intermedias entre grupos, ausencia que puede extenderse
lación fue considerada por Haeckel en el siglo XIX como al registro fósil. A estos grupos monofiléticos, morfoló-
un fenómeno generalizado y una regularidad del mundo gicamente bien diferenciados, los podemos denominar
orgánico, que este autor expresó en su Ley Biogenética, colectivamente taxones superiores. El origen de tales gru-
durante mucho tiempo aceptada como una ley evolutiva. pos ha sido, y es en la actualidad, uno de los problemas
La formulación más conocida de esta ley es que “la más controvertidos en todas las teorías evolutivas.
ontogenia recapitula la filogenia”. Como hemos descrito De acuerdo con las ideas neodarwinistas, los taxones
en las peramorfosis, los decendientes presentan las secuen- superiores aparecerían por múltiples procesos de
cias de desarrollo de los ancestros (su ontogenia los especiación normales y subsecuentes extinciones que, tras
recapitula) y añaden algo más. No obstante, tal como ya un apropiado margen temporal, darían lugar a suficiente
hemos señalado, actualmente se conocen numerosos ejem- diferenciación morfológica como para asignar las nuevas
plos de linajes en los que se observan fenómenos contra- especies a un taxón superior distinto del original. Esto es,
rios a la recapitulación ontogenética y, de hecho, en los la formación de taxones superiores sería un caso particu-
procesos de pedomorfosis los descendientes se ahorran lar, exagerado, pero no cualitativamente distinto de los
etapas presentes en los ancestros. Es, incluso, posible que procesos normales de especiación.
la pedomorfosis haya sido un proceso evolutivo más fre- No obstante, la ausencia de formas intermedias en el
cuente que la recapitulación (McNamara 1990). registro fósil y la dificultad de concebir, en muchos ca-
En el registro fósil, es relativamente común observar sos, la funcionalidad de estructuras o morfologías inte-
dentro de un linaje y a lo largo del tiempo geológico suce- gradas intermedias han hecho tradicionalmente dudar de
sivos fenómenos de peramorfosis o de pedomorfosis, de- la interpretación anterior. Dicho de otro modo, el origen
nominados peramorfoclinas y pedomorfoclinas, respecti- de los taxones superiores parece requerir procesos
vamente. Así, una pedomorfosis iniciada en el origen de sustancialmente distintos de la simple especiación.
una especie con respecto a su posible predecesora se acen- Simpson (1944) planteó que una “innovación clave”, una
túa con la aparición de especies sucesivas dentro de esa modificación particular de un carácter, podría abrir la po-
línea evolutiva. Se establecen así casos fácilmente reco- sibilidad de ocupar una nueva “zona adaptativa”, en la
nocibles de tendencias evolutivas que pueden, a veces, que se podrían rápidamente producir numerosas nuevas
relacionarse con el desplazamiento de los componentes adaptaciones para ocupar los diversos nichos de dicha
de la clina a lo largo de gradientes ambientales. Como zona. Este proceso, denominado “evolución cuántica” por
ejemplo, McNamara (1983) describe una pedomorfocli- este autor, permitiría alcanzar rápidamente una gran dis-
334 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
A 100 600
Diversidad de especies
de plantas vasculares
% especies
50
4 400
3 200
1 2
C O S D C P T J K Ce
D C P T J K Ce
400 300 200 100
B 100 Figura 11. Riqueza de especies de las plantas vasculares des-
de los primeros registros en el Silúrico. 1 a 4: Floras evoluti-
vas. Dibujados a partir de Niklas et al. (1983). Iniciales de los
periodos geológicos como en la Fig. 7.
50
(Ausich y Bottjer 1990). A lo largo del Paleozoico infe- 600 500 400 300 200 100
rior probablemente se produjo también una diversifica-
Figura 12. Variaciones en la diversidad de familias de las Faunas
ción del plancton, que pasó de estar compuesto principal-
Evolutivas según Sepkoski (1984). Iniciales de los periodos
mente por procariotas y protistas a incluir larvas y adul- geológicos como en la Fig. 7.
tos de metazoos, como graptolitos y cefalópodos (Signor
y Vermeij 1994). Este incremento de tipos de plancton,
sin duda, ayudó a aumentar el número de especies de mentación vertical antes comentada en los animales ben-
predadores nectónicos, suspensívoros y detritívoros en las tónicos) en el interior de las comunidades, y a una sucesi-
redes tróficas marinas. va explotación de recursos que eran extremos para floras
Además del incremento de diversidad producido por previas.
aumento del número de especies en el interior de las co- La diversificación de los animales marinos a lo largo
munidades, la riqueza global de especies pudo también del Fanerozoico fue descrita por Sepkoski (1981) como
ascender debido a un incremento en la provincialidad a una sucesión en el predomino de tres “faunas evolutivas”.
nivel global, en definitiva, a un aumento en el número de Una fauna evolutiva esta compuesta por un conjunto de
comunidades distintas sobre la superficie de la Tierra (Sig- taxones superiores que tienen una historia de diversifica-
nor 1985). El número de provincias biogeográficas en la ción similar (ver análisis de clados) y que dominaron la
Tierra depende de factores climáticos y oceanográficos, biota marina durante un determinado y largo tiempo geo-
que han cambiado a lo largo de la historia del planeta, lógico. Las faunas evolutivas se definen estadísticamente
pero está condicionado especialmente por la configura- por agrupación de las clases cuyo máximo de diversidad
ción y reparto de tierras emergidas, plataformas continen- de familias coincide en el tiempo. En las dos primeras,
tales y océanos en la superficie terrestre. Esta configura- Faunas Cámbrica y Paleozoica, las expansiones son más
ción ha dependido en la historia geológica de los movi- rápidas que los declives, que se extienden hasta el pre-
mientos relativos de las placas de la corteza terrestre. De sente (Fig. 12).
acuerdo con la distribución de mares y continentes en el La Fauna Cámbrica es la primera en alcanzar su máxi-
pasado geológico, la provincialidad ha aumentado nota- mo de diversificación, que tiene lugar en el Cámbrico
blemente desde el final del Mesozoico (Valentine et al. superior, tras comenzar a registrarse al final del Precám-
1978). Los movimientos de placas han condicionado tam- brico. Está compuesta por grupos ya extinguidos, como
bién la diversificación de los vertebrados terrestres por el los trilobites, hyolites o eocrinoides, y por otros que per-
aislamiento y episódico intercambio de faunas entre los sisten hasta la actualidad aunque con escasas especies,
continentes. como los braquiópodos inarticulados y los moluscos mo-
El incremento de las especies de plantas vasculares se noplacóforos. De hecho la diversidad de las clases impli-
debe sugún Niklas et al. (1985) a un mayor “empaqueta- cadas lleva en declive los últimos 500 millones de años
miento” y estratificación, es decir, a un reparto en distin- (Fig. 12A). Desde el punto de vista trófico, está compues-
tas alturas sobre el sustrato (equivalente a la comparti- ta por algunos suspensívoros pelágicos (algunos tipos de
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 339
Cenozoico
Bivalvia
Paleozoico
Cephalopoda
Precámbrico
Figura 13. Ejemplos de diagramas de huso de la riqueza de familas de algunos clados. El centro de gravedad de cada
huso define la época en que se sitúa la diversidad media del clado. Realizado siguiendo a Sepkoski y Hulver (1985).
trilobites), por epifáunicos suspensívoros, detritívoros y a la anterior tiene una tasa de diversificación inicial más
herbívoros y por infáunicos someros que pueden incluir baja y una diversidad máxima más alta (Sepkoski 1984).
anélidos carnívoros (Bambach 1983). Inicialmente los De modo análogo se han descrito tres faunas sucesi-
componentes de esta fauna se extienden por toda la plata- vas de tetrápodos terrestres (Benton, 1985) y cuatro flo-
forma continental, pero son relegados a los medios más ras evolutivas de plantas vasculares (Niklas et al. 1983)
profundos de las plataformas cuando se expanden las fau- (Fig. 11). En este último caso, la primera flora está cons-
nas siguientes (Sepkoski y Miller 1985). tituida por un grupo mal definido de plantas simples y
La Fauna Paleozoica empieza a diversificarse tímida- primitivas, originadas en el Silúrico y desaparecidas al
mente en el Cámbrico y alcanza su máximo número de final del Devónico. La segunda flora, que aparece en el
familias del Ordovícico al Devónico. La extinción en masa Devónico y tiene aún representantes vivos, como los
de final del Ordovícico (ver apartado de extinciones) afec- licopodios, los equisetos (colas de caballo) o los helechos,
ta su diversidad que, tras recuperarse, se ve muy reducida introduce innovaciones como el crecimiento de plantas
por las extinciones del Devónico superior y final del Pa- arbustivas y arbóreas o la heterosporía (en algunos gru-
leozoico (final del Pérmico, hace 250 millones de años). pos se producen micro y macrosporas que dan lugar a
Desde entonces ha oscilado, con altibajos, alrededor de gametofitos masculinos y femeninos, respectivamente).
unas 100 familias que persisten en la actualidad (Fig. 12B). La tercera flora, que surge también en el Devónico, está
Está formada principalmente por braquiópodos articula- constituida por las plantas con semillas pero sin flores (lo
dos, crinoideos, corales, cefalópodos, ostrácodos y algu- que puede denominarse gimnospermas) que, como es bien
nos tipos de briozoos, junto con graptolitos (grupo ya conocido, han llegado hasta el presente con un elevado
extinguido). Esta fauna está compuesta por una mayor número de especies (p. ej., coníferas como los pinos, los
diversidad de gremios, con formas pelágicas suspensívo- cipreses, etc.) pero cuyo esplendor tuvo lugar durante el
ras y carnívoras y especies epifáunicas con todas las va- Mesozoico. La cuarta flora, constituida por las plantas con
riantes tróficas reconocidas por Bambach (1983) (suspen- flor (angiospermas), empieza a registrarse en el Cretácico
sívoros con distintas alturas y movilidades, detritívoros, y en los últimos 100 millones de años ha pasado a domi-
herbívoros y carnívoros). Los infáunicos siguen siendo nar la vegetación de las tierras emergidas y de algunos
mayoritariamente someros. Incluye abundantemente por fondos marinos. La sucesiva aparición de las tres últimas
vez primera formas coloniales, predadores y nadadores floras, con sus respectivas novedades evolutivas, supone
activos. en cada caso un importante incremento de la riqueza de
La Fauna Moderna lleva diversificándose desde el especies que sigue, en conjunto, una pauta escalonada
Cámbrico, primero lentamente y luego, sobre todo en los (Niklas et al. 1985).
últimos 250 millones de años, de un modo más acusado.
Además de la gran extinción de final del Pérmico (ver
apartado de extinciones), sufrió notablemente la extinción Análisis de clados
del final del Cretácico hace 65 millones de años (Fig. 12C).
Sus componentes más importantes son los bivalvos y Junto a los análisis de la diversidad global durante el
gasterópodos, los peces, los equinoideos, los crustáceos Fanerozoico, un aspecto que ha atraído la atención de los
malacostráceos y algunos tipos de briozoos, junto a otros paleontólogos en las últimas décadas ha sido la variación
grupos como reptiles y mamíferos. Sus componentes ex- de la diversidad a lo largo del tiempo en el interior de los
plotan los modos de vida de las faunas previas y se ex- clados con buena representación fósil. Aunque se han
panden notablemente las formas infáunicas (carnívoras, hecho estudios analizando los cambios de diversidad a
suspensívoras y detritívoras) y, en general, las formas nivel genérico e, incluso, específico en algunos grupos,
predadoras (Bambach 1983). en la mayor parte de los casos se han analizado las varia-
En la diversificación secuencial de las tres faunas la ciones del número de familias en el interior de órdenes o
expansión de cada una de las dos más tardías coincide clases a lo largo del tiempo. Estas variaciones en riqueza
con el declive de la fauna previa. La fauna que reemplaza de familias (o géneros, o especies) suelen representarse
340 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
titivas de una especie con respecto a otra serían tan ex- dancia a veces, y luego desaparecen bruscamente. Según
traordinariamente pequeñas que el proceso, en su conjun- concluyen Brett y Baird (1995), sólo los cambios ambien-
to, podría perfectamente deberse al azar (Kemp 1999). tales grandes y rápidos parecen desequilibrar a las comu-
Una posible explicación para las geometrías de doble cuña nidades y favorecer la entrada de elementos exóticos.
fue propuesta por Rosenzweig y McCord (1991) con su En contraste con las observaciones anteriores, duran-
modelo de “reemplazamiento del ocupante”. El clado sus- te periodos geológicamente breves, menos de 500.000
tituido está compuesto por especies (ocupantes) que ex- años frente a los 5-7 Ma de cada subunidad de las antes
plotan una variedad de nichos a los que están adaptadas y mencionadas, se producen, más o menos simultáneamen-
no tienen por qué ser desplazadas competitivamente. En te, cambios faunísticos mayores en muchas biofacies. Al-
el clado triunfador, mientras tanto, aparece una novedad gunas sufren más cambios que otras: las arrecifales se ven
evolutiva que confiere ventaja a sus miembros y favorece muy afectadas mientras que las litorales siliciclásticas
la especiación en su interior. Estas especies disponibles experimentan variaciones más pequeñas. En general, sólo
irán sustituyendo a las ocupantes cada vez que alguna de el 10-30% de las especies atraviesan sin extinguirse estos
ellas se extinga por las razones que sean y, finalmente, su breves periodos, que son los límites de las subunidades
clado será sustituido por el innovador. El ritmo de reem- ecológico-evolutivas. En estos breves intervalos, además,
plazamiento lo marca, en definitiva, la tasa de extinción llegan muchas especies inmigrantes que se pueden insta-
de las especies del clado sustituido y puede durar millo- lar de modo permanente en la región estudiada.
nes de años. Tras el periodo de cambio se inicia una nueva subuni-
dad, en la que aparecen niveles de riqueza de especies,
dominancia y estructura gremial distintos a los previos.
Estabilidad coordinada
Estos nuevos niveles permanecerán constantes durante
Entre las múltiples cuestiones macroevolutivas deba- varios millones de años de estabilidad coordinada.
tidas en las últimas décadas se encuentra la de si pueden Los intervalos breves de ruptura están, en algunos ca-
reconocerse en el registro fósil pautas que indiquen la sos, relacionados con episodios de bajo nivel de mar que
existencia de fenómenos evolutivos en el nivel de la co- definen límites de secuencias estratigráficas, pero otros
munidad. Para Brett y Baird (1995) existe este tipo de episodios de este tipo no afectan a las biofacies. En otros
pautas y, en concreto, en los ejemplos que analizan, la casos, las rupturas están relacionadas con transgresiones
evolución de la mayoría de las especies individuales apa- que producen anoxia generalizada y, a veces, hay una re-
rece directamente relacionada con la de los otros miem- lación con cambios climáticos. En definitiva, los límites
bros de la comunidad a la que pertenecen. El cambio y la de las subunidades en el Silúrico-Devónico de los
estabilidad evolutiva de los componentes de una determi- Apalaches coinciden con fenómenos globales.
nada comunidad se realiza de modo coordinado. Las subunidades ecológico-evolutivas de Brett y Baird
De acuerdo con estos autores, en los depósitos mari- (1995) son similares a los “biomeros” de trilobites defini-
nos del Silúrico-Devónico de los Apalaches, pueden dis- dos por Palmer (1965) que reconocía mantenimiento y
tinguirse asociaciones de fósiles características de cada cambio simultáneos en las asociaciones de trilobites del
medio (biofacies). Durante largos y determinados inter- Cámbrico y Ordovícico Inferior. Algunos límites de estas
valos temporales, las especies de cada biofacies no sufren subunidades ecológicas-evolutivas coinciden con límites
o apenas sufren cambios morfológicos, menos del 10% de las unidades ecológico-evolutivas definidas por Boucot
se extinguen y hay muy pocos inmigrantes. En cada (1990). Este autor distingue a lo largo del Fanerozoico 12
biofacies, al menos el 65%, y generalmente más del 80%, unidades de este tipo en las cuales se pueden reconocer
de las especies están desde el comienzo hasta el final de grupos de comunidades que apenas sufren cambios evo-
cada uno de dichos intervalos, aunque a veces las propor- lutivos: se mantienen los taxones dominantes y sólo los
ciones relativas de dichas especies varían. Estos interva- géneros y especies más escasos aparecen y se extinguen
los definen subunidades ecológico-evolutivas y pueden en su interior. Los grupos de comunidades de cada uni-
reconocerse 14 subunidades de este tipo en el ejemplo dad surgen y desaparecen coetáneamente en periodos de
que estudian. Incluso las pautas generales de riqueza de ruptura, que Boucot (1990) ve coincidentes con grandes
especies, abundancia y estructura de gremios se mantie- extinciones y subsecuentes radiaciones adaptativas (ver
nen bastante constantes para cada biofacies en cada apartados posteriores). Para este autor, no hay una evolu-
subunidad. ción continua de especies y de la diversidad sino que los
Probablemente las faunas de cada biofacies sean ca- cambios se concentran en los límites de las unidades eco-
paces de seguir las fluctuaciones ambientales (las trans- lógico-evolutivas. Es decir, las comunidades son esencial-
gresiones y regresiones marinas son probablemente las mente estables en composición y estructura a lo largo del
más importantes en este caso), desplazándose tras sus tiempo geológico hasta que son completamente alteradas
hábitats preferidos. La selección estabilizadora en pobla- y dejan paso a otras radicalmente distintas.
ciones grandes también debe de ser importante para con-
dicionar la estabilidad morfológica reconocida en muchas
Extinciones
especies. Además, las comunidades se muestran resisten-
tes a la entrada de elementos nuevos, que no suelen que- Extinción, en su sentido más amplio, es la desapari-
darse como permanentes, ya que aparecen, en gran abun- ción, la muerte, de un grupo de organismos, entendiendo
342 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
especie, que desaparece así de una zona pero continúa exis- Vivos
tiendo en otras, teóricamente siempre es posible que la 100
especie vuelva a recuperar su antigua área de dispersión,
volviendo a vivir en dicha zona. En el contexto de la ma-
croevolución se pretende analizar las extinciones irrever-
sibles que afectan a especies o taxones de nivel superior.
Las extinciones son y han sido fenómenos muy im-
portantes en la naturaleza y han condicionado la historia
10
de la vida prácticamente tanto como la aparición de nove-
dades evolutivas. Raup (1991) estima que, a lo largo de
su historia, en la Tierra han existido de cinco a cincuenta
mil millones de especies, frente a los cuarenta millones
que, en un cálculo muy optimista, opina que viven en la
actualidad. Según tal estimación, aproximadamente sólo
una de cada mil habría sobrevivido. Evidentemente, estas
millones de años
cifras son muy especulativas pero, sean cuales sean las 200 400
cifras reales, apuntan a que las proporciones de especies
extinguidas son impresionantes. En cualquier caso, indi- Figura 15. Curvas de supervivencia a lo largo del tiempo
can que las extinciones no son, ni mucho menos, fenóme- geológico (millones de años) de géneros de bivalvos. Realiza-
nos secundarios y parece razonable preguntarse por qué do a partir de Van Valen (1973).
desaparecieron esas especies y cómo lo hicieron.
Darwin consideraba que las especies desaparecen por
interacciones, especialmente por competencia, con otras po no ha mejorado su adaptación o su capacidad de su-
especies próximas. Las extinciones tendrían lugar como pervivencia. La explicación de Van Valen (1973) fue que
consecuencia de la aparición gradual de nuevas especies los organismos que interaccionan en el interior de los
que conducirían a la desaparición, también gradual, de ecosistemas van evolucionando progresivamente, siguién-
especies previas peor adaptadas a las condiciones ambien- dose los pasos unos a otros: una mejora en las presas es
tales del momento. Las apariciones y desapariciones sú- respondida por una mejora en los predadores (ver Capítu-
bitas de especies en el registro geológico serían debidas a lo 12) y el estatus de las interacciones se mantiene más o
la imperfección del registro fósil. Estas ideas gradualistas, menos similar, manteniendo constante la probabilidad de
que dominaron la mayor parte del siglo XIX y más de la que una especie sea eliminada por otras. Esta interpreta-
mitad del XX, explicaban las importantes y evidentes con- ción, que supone que las interacciones bióticas son las
centraciones de extinciones en determinados intervalos que controlan fundamentalmente la extinción de las espe-
del registro geológico como incrementos del ritmo evolu- cies, es conocida como la Hipótesis de la Reina Roja, en
tivo. En un trabajo ya clásico, Van Valen (1973), anali- referencia al personaje de Alicia en el País de las Maravi-
zando las pautas de supervivencia de taxones de distintos llas de Carroll. Esta hipótesis es difícil de contrastar con
tipos de organismos, como bivalvos, ammonoideos o las posibilidades que ofrece el registro fósil, como lo son
mamíferos, observó que, en diagramas semilogarítmicos, también las mejoras en la competencia, predación, resis-
las curvas de supervivencia de un grupo dado a lo largo tencia a la predación, etc. Algunos análisis detallados de
del tiempo geológico son lineales (Fig. 15). Esta regulari- la supervivencia en el interior de grupos con buen regis-
dad fue denominada Ley de Extinción Constante (Ley de tro fósil, como los foraminíferos planctónicos, parecen
Van Valen). Según esta ley, en el interior de un grupo dado, demostrar una extinción constante (Hoffman y Kitchell
la probabilidad de extinción de un taxón permanece cons- 1984). Por el contrario, otros estudios con los mismos gru-
tante con el tiempo. Así, por ejemplo, las especies, géne- pos sugieren que la desaparición de taxones se concentra
ros o familias de distintos grupos que Van Valen analiza en determinados intervalos temporales. En este caso pa-
mantienen la misma probabilidad de extinción tanto si rece lógico pensar que son las alteraciones de las condi-
están recién aparecidas como si llevan viviendo desde hace ciones físicas del medio las que controlan los procesos de
cientos de millones de años. Dicho de otro modo, una extinción (Wei y Kennet 1983).
especie tiene la misma probabilidad de extinguirse que En los años sesenta, autores como Schindewolf o
cualquier otra del mismo grupo, independientemente del Newell comenzaron a describir episodios catastróficos en
tiempo geológico que lleve existiendo y el paso del tiem- la historia de la vida, recuperando un pensamiento
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 343
20
extinciones en masa, ya que es la mejor forma de denomi-
nar, por ejemplo, una desaparición de más del 80% de las
especies, como ocurrió al final del Pérmico, o del 65%,
como sucedió en el límite Cretáceo-Terciario.
10
De acuerdo con las pautas de extinción (y aparición) a
lo largo del tiempo de los taxones involucrados, pueden
reconocerse varias categorías en las extinciones en masa
C O S D C P T J K Ce
(Fig. 18) (Kauffman 1988):
500 400 300 200 100
Extinciones en masa catastróficas. Tienen lugar en un
Tiempo geológico-millones de años
intervalo temporal de días a centenares de años. Están
relacionadas con perturbaciones globales marcadas y pun-
B
tuales. La extinción del final del Cretácico puede ser un
Géneros
60 28856 ejemplo, aunque es más compleja de lo que se pensaba
inicialmente. En su conjunto se extiende a lo largo de 2-3
% extinción
del tiempo de evolución normal, así como la alta diversi- Resumiendo las distintas pautas observadas en el re-
dad y el predominio de los factores bióticos en esos me- gistro fósil, las extinciones en masa pueden tener distinta
dios. Determinados cambios en las condiciones físicas am- incidencia en los procesos evolutivos. En unos casos sim-
bientales podrían producir la extinción de algunos gru- plemente aceleran los procesos de las extinciones de fon-
pos, lo que induciría cambios profundos en el ecosistema do. Las especies que tienen mayor riesgo de extinción en
que conducirían a la extinción en masa. Las extinciones épocas normales son las que sufren mayor extinción en
afectarían especialmente a los sistemas arrecifales. La ex- las catastróficas, es decir los rasgos biológicos y la ads-
tensión de las zonas cálidas ha sido muy superior a la ac- cripción taxonómica que favorecen la extinción de fondo
tual hasta prácticamente la mitad del Cenozoico (hace facilitan también la extinción en masa. Este tipo de com-
unos 40 millones de años), por lo que las extinciones en portamiento frente a las extinciones fue denominado por
masa habrán tenido más incidencia de la que podríamos Raup (1991) “juego limpio” (“fair game”). Según este
suponer con la distribución actual de zonas climáticas. mismo autor, una “selectividad caprichosa” (“wanton
No obstante, las bases de datos utilizadas hasta el selectivity”) se da cuando los caracteres biológicos y la
momento son excesivamente pequeñas para que genera- pertenencia a un grupo de organismos favorecen de modo
lizaciones como las anteriores sean concluyentes (Raup distinto la supervivencia en las extinciones de fondo y en
1991). De hecho, la aplicación de modelos estocásticos, masa. Por último, una selectividad de “campo de tiro”
como los de “campo de tiro” (“Field of Bullets”) y el tiene lugar cuando en la extinción en masa se extinguen
“método de rarefacción inversa de especies”, sugieren que taxones al azar y la supervivencia es un asunto de suerte.
no hay selección taxonómica o de caracteres en las extin- Por lo expuesto en este apartado, es fácil entender que
ciones (Raup 1991). las extinciones en masa tengan consecuencias evolutivas
Supongamos que en una extinción los individuos des- transcendentales. Las adaptaciones que favorecen la su-
aparecen al azar, sin relación con las especies a las que pervivencia y diversificación en tiempos normales no ne-
pertenecen, en un supuesto de múltiplos de 10 (10 indivi- cesariamente tienen relación con las características bio-
duos por especie, 10 especies por genero, 10 géneros por lógicas que mejoran la supervivencia en las extinciones
familia, etc., en un único filo). Sería un modelo de “cam- en masa. Las extinciones en masa hacen desaparecer
po de tiro”, ya que los individuos “caen” al azar sin de- taxones que no son lábiles a la extinción de fondo, por
pender del grupo al que pertenecen. Si mueren el 75% de estar bien adaptados. Esta “selección no constructiva”
los individuos no desaparecerá ningún filo: sólo hay uno puede alterar significativamente los procesos evolutivos
y éste pierde el 75% de sus efectivos. Cada clase tiene de corta y larga duración y hacer desaparecer taxones que
100.000 individuos por lo que no es probable que se ex- estaban viviendo sin dificultades en las épocas normales
tinga ninguna. Según descendemos en la jerarquía la des- previas. Las extinciones en masa pueden eliminar espe-
aparición de taxones por azar es cada vez más probable y cies o clados más o menos endémicos y en vías de extin-
para las especies la probabilidad es del 5%. Este modelo ción, pero también a otros de éxito, con escasa o amplia
no es realista al suponer la uniformidad en el número de distribución geográfica, cuyo único defecto fue tener la
taxones incluidos en cada taxón de orden superior, que en “mala suerte” de estar en el sitio equivocado en el peor
la naturaleza es manifiestamente muy variado. Sin em- momento.
bargo, explica la mayor dificultad de la desaparición de
taxones de alto nivel, observada, en general, en las Causas de las extinciones en masa
extinciones en masa conocidas.
El método de rarefacción inversa sirve para estimar el Diversos fenómenos han sido propuestos como posi-
número de componentes de un determinado nivel bles causas de las extinciones en masa a lo largo de la
taxonómico afectados por una extinción si se conocen el historia de la Geología y Paleontología. En algunos mo-
número de desaparecidos de niveles taxonómicos supe- mentos, especialmente a principios de los años ochenta,
riores. La curva se basa en datos experimentales actuales en la estela de la aceptación de la hipótesis de Alvarez et
al. (1980) de que la extinción del final del Cretácico, po-
sobre el número de especies que corresponden a un deter-
pularizada como la extinción de los dinosaurios, había sido
minado número de géneros y familias y asume que las
causada por el impacto de un cuerpo celeste, se ha busca-
especies desaparecen al azar, sin dependencia de su afi-
do un único tipo de causa para explicar todas las grandes
liación taxonómica. La aplicación de este método a la
extinciones. En la actualidad, no obstante, la opinión ma-
extinción del límite Cretácico-Terciario genera unos va- yoritaria es que los factores desencadenantes han sido dis-
lores numéricos que coinciden con los datos que se cono- tintos en cada caso y que las extinciones en masa pueden
cen del registro fósil (Tabla 2). haberse producido por un entramado de fenómenos que
Dado que el método asume que la extinción de las actuaron conjuntamente en un intervalo determinado. Aún
especies es al azar y no depende del grupo al que pertene- así, conviene detallar cuáles son las causas que han sido
cen o del hábitat que ocupan, la buena coincidencia de propuestas para explicar las extinciones mayores. Se pue-
sus predicciones con los datos disponibles de la extinción den clasificar en causas terrestres y extraterrestres, en fun-
del final del Cretácico parece indicar que la desaparición ción de que impliquen procesos propios de la Tierra (man-
de los distintos taxones no fue selectiva, excepción hecha télicos, corticales, climáticos, etc.) o fenómenos origina-
de algunos grupos, como los dinosaurios, ya comentados. dos por el Sol u otros cuerpos extraterrestres.
348 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
Entre las causas terrestres se han diferenciado varios cambios globales del nivel del mar e incremento de la
tipos: (1) Cambios en el nivel del mar. A grandes rasgos, actividad volcánica, que provocan alteraciones atmosfé-
hay una buena coincidencia temporal entre episodios de ricas.
extinciones en masa y cambios importantes en el nivel Las anomalías geoquímicas de iridio y la presencia de
global del mar. Las cinco mayores extinciones, en con- cuarzo con metamorfismo de impacto que se registran
creto, acontecen en picos de bajo nivel del mar en la cur- coincidiendo temporalmente con la extinción en masa del
va de las variaciones del nivel del mar global a lo largo final del Cretácico renovaron a principios de los ochenta
del tiempo geológico (curva eustática global) (Hallam el interés por las causas extraterrestres de las grandes ex-
1984), aunque también es cierto que otros picos acusados tinciones. Históricamente ya se había aludido a fuertes
de bajo nivel del mar no corresponden con ninguna extin- alteraciones en la radiación solar o a flujos masivos de
ción notable. Las variaciones importantes de nivel del mar radiación cósmica para explicar la desaparición masiva
pueden tener dos consecuencias fundamentales para las de especies en episodios concretos de la historia de la Tie-
biotas marinas: a) Las bajadas de nivel del mar (regresio- rra. Los datos y las hipótesis de Álvarez et al. (1980),
nes) reducen los hábitats marinos someros (Newell 1967) Alvarez (1987), etc., se centran, sin embargo, en el im-
y pueden, por ello, promover la extinción de las especies pacto de un cuerpo extraterrestre (un asteroide o un co-
que viven en las plataformas continentales; y b) las subi- meta) y, desde entonces, se han estado buscando eviden-
das del nivel del mar (transgresiones) tras un periodo de cias de este tipo de impactos para interpretar las extincio-
nivel de mar bajo van acompañadas de formación de ma- nes en masa del Fanerozoico.
sas de agua anóxicas que pueden también ser letales para El choque de un asteroide grande, de unos 10 km de
las especies de las plataformas continentales. De hecho, diámetro, produciría enormes perturbaciones ambienta-
varias extinciones en masa van acompañadas de la for- les a escala global: las partículas generadas por el impac-
mación de arcillas negras (“black-shales”) y valores anó- to darían lugar a una nube de polvo que produciría prime-
malos de los isótopos estables de carbono, que indican ro oscuridad y enfriamiento y, posteriormente, un efecto
condiciones anóxicas en las aguas de los fondos marinos. invernadero con calentamiento global y lluvias ácidas. El
(2) Volcanismo. Además de por la desaparición brus- conjunto de estos fenómenos pudo haber provocado la
ca de numerosas especies de distintos grupos, la extin- extinción en masa del final del Cretácico, y haber partici-
ción de final del Cretácico está marcada en el registro pado en mayor o menor medida en otras extinciones.
geológico por una fuerte anomalía geoquímica. Hay un En algunos casos, como en el límite Eoceno-Oligoce-
pico de abundancia de iridio, elemento generalmente muy no, aparecen microtectitas (granos de vidrio) que pueden
escaso en la corteza terrestre. También aparecen granos atestiguar el choque de un cuerpo extraterrestre; en otros,
de minerales (cuarzo) con señales de impacto. Estos he- puede correlacionarse la formación de un cráter de im-
chos, que dieron lugar a la hipótesis del impacto de uno o pacto con el conjunto de evidencias relacionadas con la
varios cuerpos extraterrestres, según algunos autores pue- extinción en masa del Cretácico final (Cráter de Chixul-
den explicarse por una inusual actividad volcánica en la bub, Yucatán, Méjico).
Tierra en el periodo considerado (Hallam 1987). La En la búsqueda de regularidades en los fenómenos de
emisón de enormes masas de basaltos procedentes del extinción en masa del Fanerozoico, con el objeto de en-
manto terrestre podría explicar el enriquecimiento de iridio contrar una causa común a todas ellas, Raup y Sepkoski
y el volcanismo explosivo coetáneo las señales de (1984) analizaron el reparto temporal de las extinciones
metamorfismo de impacto en los granos de cuarzo. Como
mayores a lo largo de los últimos 250 millones de años,
puede suponerse por extrapolación de la actividad volcá-
desde la gran extinción del final del Paleozoico (final del
nica actual, las erupciones volcánicas pueden producir
Pérmico). Estos autores plantearon que los episodios ma-
grandes perturbaciones ambientales. En erupciones de
yores de extinción tenían lugar, con una marcada periodi-
gran magnitud, la emisión de grandes cantidades de gases
sulfatados provocaría lluvias ácidas, alteraciones de la cidad, cada 26 Ma. Los evidentes desajustes de los picos
química oceánica y, junto con las cenizas volcánicas, cau- registrados de extinción con dicha periodicidad fueron
sarían un enfriamiento global. atribuidos a los errores y lagunas en la escala geológica y
(3) Climáticas. Tanto los cambios de nivel del mar a las imprecisiones en la datación absoluta de algunas
como el volcanismo pueden, tal como hemos apuntado, extinciones. No obstante, en la actualidad la existencia de
producir transformaciones en el clima. No obstante, tam- tal periodicidad se considera, al menos, como dudosa.
bién han sido propuestos como causas de las extinciones En resumen, las extinciones pueden haber seguido
en masa enfriamientos globales de escala temporal diversas pautas y sus causas pueden haber sido complejas
geológica e independientes de los cambios de nivel del y de distinto origen. Parece claro, no obstante, que no to-
mar o de la actividad magmática (Stanley 1984). Sin em- das se produjeron del mismo modo ni hubo una causa
bargo, excepto para la extinción del tránsito Eoceno- común para todas ellas.
Oligoceno, los datos conocidos no apoyan esta hipótesis
Algunos ejemplos de extinciones en masa
en la mayoría de las grandes extinciones del Fanerozoico.
Sin duda las causas de origen terrestre pueden actuar Podemos ejemplificar distintas pautas y procesos en
conjuntamente y tener su origen último en determinados las extinciones en masa analizando someramente algunas
procesos tectónicos de gran escala que impliquen a la vez de las más importantes.
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 349
Extinción del final del Ordovícico Extinción del final del Cretácico
Esta extinción tuvo lugar hace unos 440 Ma y parece Es la más famosa, tanto por ser la extinción que acabó
ser la culminación de una serie de extinciones menores con los dinosaurios como por ser la que más evidencias
que ocurrieron a lo largo del Ordovícico. Fue una extin- ha tenido en las últimas dos décadas de estar causada por
ción escalonada con dos fases mayores (Brenchley 1990). el impacto de un cuerpo extraterrestre. Desaparecieron del
Desaparecieron hasta el 85% de las especies (28% de 65 al 75% de las especies preexistentes (en este sentido
familias) según Raup (1995), especialmente graptolitos, no es de las extinciones en masa más exageradas), espe-
trilobites pelágicos y conodontos (grupo de vertebrados cialmente de equinodermos, braquiópodos, ammonoideos,
ya extinguido del que se preservan piezas de fosfato/car- bivalvos, corales y foraminíferos, nanofósiles calcáreos y
bonato cálcico), así como braquiópodos, briozoos, cora- dinoflagelados, además de los populares dinosaurios.
les y poríferos. Es, en cuanto al porcentaje de taxones Aunque para la mayoría de los autores es el mejor ejem-
afectados, la segunda extinción más importante del plo de extinción en masa súbita, otros creen que tuvo un
Fanerozoico. cierto carácter escalonado (Kauffman y Hart 1996).
Pudo producirse por una secuencia de fenómenos que Las evidencias extendidas por localidades a lo largo y
alteraron sustancialmente las condiciones oceanográficas. ancho del planeta de la anomalía de iridio, los granos de
En una primera fase tuvo lugar un enfriamiento global cuarzo con metamorfismo de choque, las microtectitas y
que desembocó en una glaciación. El descenso del nivel algún ejemplo de cráter de impacto, indican que tuvieron
del mar relacionado con la glaciación redujo los hábitats lugar uno o varios impactos de cuerpos extraterrestres.
marinos someros, ya que emergieron las plataformas con- No obstante, en la misma época coincidió una fuerte acti-
tinentales. Con el calentamiento global posterior se pro- vidad volcánica de naturaleza basáltica (en el Deccan,
dujo un subida del nivel del mar que provocó condicio- India), el nivel del mar global bajó fuertemente, se obser-
nes anóxicas en las plataformas continentales, lo que con- van anomalías anóxicas en los océanos y hubo un enfria-
dujo a la segunda fase de extinción (Hallam y Wignall miento global. Es decir, probablemente hubo un conjunto
1997). de factores que contribuyeron a deteriorar los ecosistemas
y facilitaron la extinción en masa, incluso si ésta tuvo lu-
Extinción del final del Pérmico gar por un impacto.
predación, provocadas por la desaparición de múltiples nicho sólo cuando su ocupante previo se extingue, lo que
componentes de las comunidades precedentes durante la ocurre en gran cantidad de casos en las extinciones en
extinción en masa. Recuérdese que, típicamente, en una masa. El principal significado de este modelo es que su-
gran extinción desaparecen del orden del 65%, o más, de pone que los cambios en el medio físico han controlado
las especies. Es decir, pueden tener lugar cambios evolu- más la historia de la vida que las relaciones bióticas. Las
tivos escasamente adaptativos, en un periodo postextin- alteraciones medioambientales que desencadenan las ex-
ción más o menos largo en el que las interacciones tienen tinciones en masa cambian radicalmente el devenir de los
un papel reducido. La importancia evolutiva del “pre-va- procesos evolutivos. La selección natural y el resto de los
ciado” de los nichos ecológicos (“pre-emptive model” de mecanismos microevolutivos empiezan a adquirir impor-
Hallam 1990) ha sido ya considerada al tratar de los re- tancia con el tiempo, cuando la “normalidad” vuelve a
emplazamientos de clados. Una especie nueva alcanza un los ecosistemas.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ALBERCH, P., GOULD, S.J., OSTER, G.F. y WAKE, D.B. 1979. Size COOPER, P. 1995. Five new genera of Late Ordovician-Early Silurian
and shape in ontogeny and phylogeny. Paleobiology 5: 296-317. brachiopods from Anticosti Island, eastern Canada. Journal of
ÁLVAREZ, L.W. 1987. Mass extinctions caused by large bolide impacts. Paleontology 69: 846-861.
Physics Today Julio: 24-33. DE RENZI, M. 1988. What happens after extinction? Revista Española
ÁLVAREZ, L.W., ASARO, F., MICHEL, H.V. y ÁLVAREZ, W. 1980. de Paleontología No. Extra: 107-112.
Extraterrestrial cause for Cretaceous-Tertiary extinction. Science DOYLE, P. 1996. Understanding fossils. An introduction to invertebrate
208: 1095-1108. palaeontology. John Wiley & Sons, Chichester.
ANSTEY, R.L. y PACHUT, J.F. 1995. Phylogeny, diversity history, and ELDREDGE, N. 1971. The allopatric model and phylogeny in Paleozoic
speciation in Paleozoic bryozoans. En D.H. Erwin y R.L. Anstey invertebrates. Evolution 25: 156-167
(eds.): New approaches to speciation in the fossil record. Pp: 239- ELDREDGE, N. 1979. Alternative approaches to evolutionary theory.
284. Columbia University Press, Nueva York. Bulletin of the Carnegie Museum of Natural History 13: 7-19.
AUSICH, W.I y BOTTJER, D.J. 1990. Early diversification of major ELDREDGE, N. 1995. Species, speciation, and the context of adaptive
marine habitats. Infauna and epifauna. En D.E.G. Briggs y P.R. change in evolution. En D.H. Erwin y R.L. Anstey (eds.): New
Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 41-49. Blackwell, approaches to speciation in the fossil record. Pp: 39-63. Columbia
Oxford. University Press, Nueva York.
BAMBACH, R.K. 1977. Species richness in marine benthic habitats ELDREDGE, N. 1999. The pattern of evolution. Freeman, Nueva York.
through the Phanerozoic. Paleobiology 3: 152-167. ELDREDGE, N. y GOULD, S.J. 1972. Punctuated equilibria: An
BENTON, M.J. 1985. Patterns in the diversification of Mesozoic non- alternative to phyletic gradualism. En T.J.M. Schopf (ed.): Models
marine tetrapods and problems in historical diversity analysis. in paleobiology. Pp: 82-115. Freeman y Cooper, San Francisco.
Special Papers in Palaeontology 33: 185-202. ERWIN, D.H. 1994. The Permo-Triassic extinction. Nature 367:
BENTON, M.J. 1987. Progress and competition in macroevolution. 231-236.
Biological Reviews 62: 305-338. ERWIN, D.H. 1996. Understanding biotic recoveries: Extinction,
BENTON, M.J. 1995. Diversity and extinction in the history of life. survival, and preservation during the end-Permian mass extinction.
Science 268: 52-58. En D. Jablonski, D.H. Erwin y J.H. Lipps (eds.): Evolutionary
BENTON, M.J. 1996. On the nonprevalence of competitive replacement Paleobiology. Pp: 398-418. University of Chicago Press, Chicago.
in the evolution of tetrapods. En D. Jablonski, D.H. Erwin y J.H. ERWIN, D.H. 1996. La extinción en masa del Pérmico y su impacto
Lipps (eds.): Evolutionary Paleobiology. Pp: 185-210. University evolutivo. En J. Agustí (ed.): La lógica de las extinciones. Pp: 97-
of Chicago Press, Chicago. 117. Metatemas. Tusquets, Barcelona.
BOUCOT, A.J. 1990. Evolution of communities. En D.E.G. Briggs y ERWIN, D.H. y DROSER, M.L. 1993. Elvis taxa. Palaios 8: 623-624.
P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 391-394. ERWIN, D.H. y ANSTEY, R.L. 1995. Speciation in the fossil record.
Blackwell, Oxford. En D.H. Erwin y R.L. Anstey (eds.): New approaches to speciation
BOTTJER, D.J. 2001. Biotic recovery from mass extinctions. En D.E.G. in the fossil record. Pp: 11-38. Columbia University Press, Nueva
Briggs y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology II. Pp: 202-206. York.
Blackwell, Oxford. FISHER, D.C. 1990. Rates of evolution-Living Fossils. En D.E.G. Briggs
BRENCHLEY, P.J. 1990. Mass-extinction: Events. End-Ordovician. En y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 152-159.
D.E.G. Briggs y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Blackwell, Oxford.
Pp: 181-184. Blackwell, Oxford. FORTEY, R.A. y OWENS, R.M. 1990. Evolutionary radiations in the
BRETT, C.E. y BAIRD, G.C. 1995. Coordinated stasis and evolutionary Trilobita. En P.D. Taylor y G.P. Larwood (eds.): Major evolutionary
ecology of Silurian to Middle Devonian faunas in the Apalachian radiations. Pp: 139-164. Oxford University Press, Oxford.
Basin. En D.H. Erwin y R.L. Anstey (eds.): New approaches to GEARY, D.H. 1990. Patterns of evolutionary tempo and mode in the
speciation in the fossil record. Pp: 285-315. Columbia University radiation of Melanopsis (Gastropoda; Melanopsidae). Paleobiology
Press, Nueva York. 16: 492-511.
BRIGGS, J.C. 1994. Mass extinctions. Fact or fallacy? En W. Glen (ed.): GILINSKY, N.L. y BAMBACH, R.K. 1986. The evolutionary bootstrap:
The mass extinction debates: How science works in a crisis. Pp: A new approach to the study of taxonomic diversity. Paleobiology
230-236. Stanford University Press. 12: 251-268.
CHEETHAM, A.H. 1987. Tempo of evolution in Neogene bryozoans: GOULD, S.J. 1983. El pulgar del panda. Blume, Madrid.
are trends in single mophological characters misleading? GOULD, S.J. y CALLOWAY, C.B. 1980. Clams and brachiopods: Ships
Paleobiology 13: 286-296. that pass in the night. Paleobiology 6: 383-396.
COOPER, P. 1977. Paleolatitudes in the Devonian of Brazil and the GOULD, S.J., GILINSKY, N.L. y GERMA, R.Z. 1987. Asymmetry of
Frasnian-Famenian mass extinction. Palaeogeography, lineages and the direction of evolutionary time. Science 236:
Palaeoclimatology, Palaeoecology 21: 165-207. 1437-1441.
352 Juan Carlos Braga y Pascual Rivas
HALLAM, A. 1982. Patterns of speciation in Jurassic Gryphaea. McNAMARA, K.J. 1983. The earliest Tegulorhynchia (Brachiopoda:
Paleobiology 8: 354-366. Rhynchonellida) and its evolutionary significance. Journal of
HALLAM, A. 1984. Pre-Quaternary sea-level changes. Annual Review Paleontology 57: 461-473.
of Earth and Planetary Sciences 12: 205-243. McNAMARA, K.J. 1986. A guide to the nomenclature of heterochrony.
HALLAM, A. 1987. End-Cretaceous mass extinction event: Argument Journal of Paleontology 60: 4-13.
for terrestrial causation. Science 238: 1237-1242. McNAMARA, K.J. 1990. Heterochrony. En D.E.G. Briggs y P.R.
HALLAM, A y WIGNALL, P.B. 1997. Mass extinctions and their Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 111-119.
aftermath. Oxford University Press, Oxford. Blackwell, Oxford.
HOFFMAN, A. 1989. What, if anything, are mass extinctions. Phil. NAIDU, P.D. y MALMGREN, B.A. 1995. Monsoon upwelling effects
Trans. R. Soc. London B 325: 253-261. on test size of some planktonic foraminiferal species from Oman
HOFFMAN, A. y KITCHELL, J.A. 1984. Evolution in a pelagic planktic Margin, Arabian Sea. Paleocenography 10: 117-122.
system: a paleobiologic model of multispecies evolution. NEWELL, N.D. 1967. Revolutions in the history of life. Special Papers
Paleobiology 10: 9-33. of the Geological Society of America 89: 63-91.
JABLONSKI, D. 1986. Background and mass extinctions: The alteration NIKLAS, K.J., TIFFNEY, B.H. y KNOLL, A.H. 1983. Patterns of
vascular land plant diversification. Nature 303: 614-616.
of macroevolutionary regimes. Science 231: 129-133.
NIKLAS, K.J., TIFFNEY, B.H. y KNOLL, A.H. 1985. Patterns of
JABLONSKI, D. 1989. The biology of mass extinctions. A
vascular land plant diversification: an analysis at the species level.
paloentological view. Phil. Trans. R. Soc. London B 325: 357-
En J.W. Valentine (ed.): Phanerozoic diversity patterns. Profiles in
368
macroevolution. Pp: 97-128. Princeton University Press, Princeton.
JABLONSKI, D. 1996. La extinción de fondo frente a la extinción en
PALMER, A.R. 1965. Biomere-a new kind of biostratigraphic unit.
masa. En J. Agustí (ed.): La lógica de las extinciones. Pp: 65-91.
Journal of Paleontology 39: 149-153.
Metatemas. Tusquets, Barcelona. RAUP, D.M. 1976a. Species richness in the Phanerozoic: a tabulation.
JABLONSKI, D. 1996. Body size and macroevolution. En D. Jablonski, Paleobiology 2: 279-288.
D.H. Erwin y J.H. Lipps (eds.): Evolutionary Paleobiology. Pp: 256- RAUP, D.M. 1976b. Species richness in the Phanerozoic: an
289. University of Chicago Press, Chicago. interpretation. Paleobiology 2: 289-297.
JABLONSKI, D. 2001. Origin of evolutionary novelties. En D.E.G. RAUP, D.M. 1989. The case for extraterrestrial causes of extinction.
Briggs y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology II. Pp: 162-166. Phil. Trans. R. Soc. London 325B: 421-435.
Blackwell, Oxford. RAUP, D.M. 1991. Extinction: Bad genes or bad luck. W.W. Morton,
JABLONSKI, D. y BOTTJER, D.J. 1990. The origin and diversification Nueva York.
of major groups: Environmental patterns and macroevolutionary RAUP, D.M. 1995. The role of extinction in evolution. En W.M. Fitch
lags. En P.D. Taylor y G.P. Larwood (eds.): Major evolutionary and F.J. Ayala (eds.): Tempo and mode in evolution: Genetics and
radiations. Pp: 17-57. Oxford University Press, Oxford. paleontology 50 years after Simpson. Pp: 109-124. National
JABLONSKI, D., SEPKOWSKI, J.J., BOTTJER, D.J. y SHEEHAN, Academy Press, Washington DC.
P.M. 1983. Onshore-offshore patterns in the evolution of RAUP, D.M. y Sepkoski, J.J. 1984. Periodicity of extinctions in the
Phanerozoic shelf communities. Science 222: 1123-1124. geological past. Proc. Natn. Acad. Sci. USA 81: 801-805.
JACKSON, J.B.C. y CHEETHAM, A.H. 1994. Phylogeny RAUP, D.M., GOULD, S.J., SCHOPF, T.J.M. y SIMBERLOFF, D.S.
reconstruction and the tempo of speciation in cheilostome Bryozoa. 1973. Stochastic models of phylogeny and the evolution of diversity.
Paleobiology 20: 407-423. Journal of Geology 81: 525-542.
KAUFFMAN, E.G. 1988. The dynamic of marine stepwise mass ROSENZWEIG, M.L. y McCORD, R.D. 1991. Incumbent replacement:
extinction. Revista Española de Paleontología No. Extra: 57-71. Evidence for long-term evolutionary progress. Paleobiology 17:
KAUFFMAN, E.G. y HART, M.B. 1996. Cretaceous bio-events. En 202-213.
O.H. Walliser (ed.): Global events and event stratigraphy in the SEPKOSKI, J.J. 1978. A kinetic model of Phanerozoic taxonomic
Phanerozoic. Pp: 285-312. Springer, Berlín. diversity. I. Analysis of marine orders. Paleobiology 4: 223-251.
KEMP, T.S. 1999. Fossils and evolution. Oxford University Press, SEPKOSKI, J.J. 1981. A factor analytic description of the Phanerozoic
Oxford. marine fossil record. Paleobiology 7: 36-53.
LABARBERA, M. 1986. The evolution and ecology of body size. En SEPKOSKI, J.J. 1984. A kinetic model of Phanerozoic taxonomic
D.M. Raup y D. Jablonski (eds.): Patterns and processes in the diversity. III. Post-Paleozoic families and mass extinctions.
Paleobiology 10: 246-267.
history of life. Life Sciences Research Report 36. Pp: 69-98.
SEPKOSKI, J.J. 1993. Ten years in the library: New paleontological
Springer, Berlín.
data confirm evolutionary patterns. Paleobiology 19: 43-51.
LANDMAN, N.H. 1988. Heterochrony in Ammonites. En M.L.
SEPKOSKI, J.J. 1996. Patterns of Phanerozoic extinction: a perspective
McKinney (ed.): Heterochrony in Evolution. Pp: 159-182. Plenum,
from global data bases. En O.H. Walliser (ed.): Global events and
New York.
event stratigraphy in the Paleozoic. Pp: 35-51. Springer, Berlín.
LISTER, A. M. 1993. Patterns of evolution in Quaternary mammal
SEPKOSKI, J.J. y HULVER, M.L. 1985. An atlas of Phanerozoic clade
lineages. En D.R. Lees and D. Edwards (eds.): Evolutionary patterns diversity diagrams. En J.W. Valentine (ed.): Phanerozoic diversity
and processes. Pp: 71-93. Academic Press, Londres. patterns. Profiles in macroevolution. Pp: 11-39. Princeton University
MALMGREN, B.A. y KENNET, J.P. 1981. Phyletic gradualism in a Press, Princeton.
Late Cenozoic planktonic foraminiferal lineage; DSDP site 284, SEPKOSKI, J.J. y MILLER, A.I. 1985. Evolutionary faunas and the
southwest Pacific. Paleobiology 7: 230-240. distribution of Paleozoic marine communities in space and time.
MARSHALL, C.R. 1990. Confidence intervals on stratigraphic ranges. En J.W. Valentine (ed.): Phanerozoic diversity patterns. Profiles in
Paleobiology 16: 1-10. macroevolution. Pp: 153-190. Princeton University Press, Princeton.
MARSHALL, C.R. 1999. Missing links in the history of life. En J.W. SEPKOSKI, J.J., BAMBACH, R.K., RAUP, D.M. y VALENTINE, J.W.
Schopf (ed.): Evolution! Facts and fallacies. Pp: 37-69. Academic 1981. Phanerozoic marine diversity and the fossil record. Nature
Press, San Diego. 293: 435-437.
MAYR, E. 1942. Systematics and the origin of species. Columbia SHEEHAN, P.M. 1977. Species diversity in the Phanerozoic: a reflection
University Press, Nueva York. of labor by systematists? Paleobiology 3: 325-328.
MAYR, E. 1963. Animal species and evolution. Harvard University SIGNOR, P.W. 1985. Real and apparent trends in species richness
Press, Cambridge, Ma. through time. En J.W. Valentine (ed.): Phanerozoic diversity
MCKINNEY, M.L. 2001. Selectivity during extinctions. En D.E.G. patterns. Profiles in macroevolution. Pp: 129-150. Princeton
Briggs y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology II. Pp: 198-202. University Press, Princeton.
Blackwell, Oxford. SIGNOR, P.W. 1990. Patterns of diversification. En D.E.G. Briggs y
McKINNEY, M.L. y McNAMARA, K.J. 1991. Heterochrony: The P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 130-135.
evolution of ontogeny. Plenum Press, Nueva York. Blackwell, Oxford.
CAPÍTULO 19: MACROEVOLUCIÓN 353
SIGNOR, P.W. y VERMEIJ, G.J. 1994. The plankton and the benthos: VALENTINE, J.W., FOIN, T.C. y PEART, D. 1978. A provincial model
origin and early history of an evolving relationship. Paleobiology of Phanerozoic marine diversity. Paleobiology 4: 55-66.
20: 297-319. VAN VALEN, L. 1973. A new evolutionary law. Evolutionary Theory
SIMPSON, G.G. 1944. Tempo and mode in evolution. Columbia 1: 1-30.
University Press, Nueva York. VAN VALEN, L. 1994. Concepts and the nature of selection by
SIMPSON, G.G. 1961. Principles of Animal Taxonomy. Columbia extinction. Is generalization possible? En W. Glen (ed.): The mass
University Press, Nueva York. extinction debates: How science works in a crisis. Pp: 200-216.
SMITH, A.B. 1990. Analysis of taxonomic diversity. En D.E.G. Briggs Stanford University Press, Stanford.
y P.R. Crowther (eds.): Palaeobiology. A synthesis. Pp: 445-448. VRBA, E.S. 1980. Evolution, species and fossils: How does life evolve?
Blackwell, Oxford. South African Journal of Science 76: 61-84.
STANLEY, S.M. 1973. An explanation for Cope´s Rule. Evolution 27: VRBA, E.S. 1984. What is species selection? Systematic Zoology 33:
1-26. 318-328.
STANLEY, S.M. 1975. A theory of evolution above the species level. WARD, P.D. 1990. A review of Maastrichtian ammonite ranges. En
Proc. Natn. Acad. Sci. USA 72: 646-650. V.L. Sharpton y P.D. Ward (eds.): Global catastrophes in Earth
STANLEY, S.M. 1981. The new evolutionary timetable. Fossils, genes, history; an interdisciplinary conference on impacts, volcanism, and
and the origin of species. Basic Books, New York. mass mortality. Pp. 519-530. Geological Soc. America Spec. Paper
STANLEY, S.M. 1984. Marine mass extinction: A dominant role for 247, Boulder.
temperature. En M.H. Nitecki (ed.): Extinctions. Pp: 69-117. WEI, K.Y. y KENNET, J.P. 1983. Nonconstant extinction rates of
University of Chicago Press, Chicago. Neogene planktonic foraminifera. Nature 305: 218-220.
STANLEY, S.M. 1988. Paleozoic mass extinctions: shared patterns WILLIAMS, G.C. 1992. Natural selection: Domains, levels, and
suggest global cooling as a common cause. American Journal of applications. Oxford University Press, Nueva York y Oxford.
Science 288: 334-352. WILLIAMSON, P.G. 1981. Paleontological documentation of speciation
STRAUSS, D. y SADLER, P.M. 1989. Classical confidence intervals in in Cenozoic molluscs from Turkana Basin. Nature 293: 437-443.
Bayesian probability estimates for ends of local taxon renges. WRIGHT, S. 1931. Evolution in Mendelian populations. Genetics 16:
Mathematical Geology 21: 411-427. 97-159.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) BRIGGS, D.E.G. y CROWTHER, P.R. 2001. Palaeobiology II. Blackwell, Oxford. Es la continuación del manual de paleobiología
más influyente de la década de los noventa del siglo pasado (“Palaeobiology. A synthesis”, de los mismos editores y editorial), del
que a veces es una revisión y a veces, simplemente, complementario. Es una compilación de muchísimos (137) capítulos cortos que
van repasando y resumiendo el estado de conocimientos y las interpretaciones más aceptadas sobre distintos temas paleontológicos,
incluyendo, claro está, las hipótesis actuales sobre macroevolución.
(2) KEMP, T.S. 1999. Fossils and evolution. Oxford University Press, Oxford. Es un resumen bastante reciente de las ideas actuales
sobre la evolución y, especialmente, la macroevolución. Analiza la naturaleza del registro fósil y luego repasa críticamente las
interpretaciones sobre los procesos evolutivos que pueden derivarse de su estudio.
(3) HALLAM, A y WIGNALL, P.B. 1997. Mass extinctions and their aftermath. Oxford University Press, Oxford. Es un buen análisis
de la información existente hasta el año de su publicación sobre los datos e interpretaciones de las sucesivas extinciones en masa de
la historia de la vida. Tiene también una buena introducción sobre las ideas y terminología aplicables al conjunto de las extinciones
en masa.
(4) LÓPEZ-MARTÍNEZ, N. y TRUYOLS, J. 1994. Paleontología. Conceptos y métodos. Síntesis. Ciencias de la Vida, 19. Madrid.
Como su título indica, es un manual sobre principios generales de paleontología. Es interesante para familiarizarse con los concep-
tos y métodos paleobiológicos básicos. Trata brevemente algunos aspectos macroevolutivos recogidos en este capítulo.
Capítulo 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN
EN EL LINAJE HUMANO
Antonio Rosas González
DEPARTAMENTO DE PALEOBIOLOGÍA. MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES. CSIC.
José Gutiérrez Abascal, 2, 28006-Madrid. E-mail: arosas@mncn.csic.es
Se presenta una perspectiva de la evolución humana a la luz de los últimos avances. Nuevos fósiles y la interac-
ción de la paleoantropología con otras disciplinas de la biología hacen el momento actual especialmente interesante.
En la actualidad, se identifican 6 géneros y 16 especies de homínidos, si bien algunos de estos taxones están en fase
de discusión. La característica física que diferencia a los homínidos es la locomoción bípeda y las modificaciones
asociadas del complejo pélvico-femoral. No obstante, estos caracteres no son evidentes en los homínidos de edad
próxima a la divergencia del grupo (entre 7 y 5 millones de años). Hoy en día se prefiere una definición estrictamente
filogenética de lo que es un homínido: especies y organismos del linaje de H. sapiens surgidos desde su divergencia
con el linaje del chimpancé desde un hipotético antepasado común. La evolución humana se puede ordenar en tres
periodos. El período más antiguo, y más largo, corresponde a los llamados australopitecinos -un grupo diverso de
homínidos exclusivamente africanos. Entre los australopitecinos se distinguen al menos dos configuraciones cranea-
les: las formas gráciles y las formas robustas. El segundo periodo corresponde a la aparición del género Homo, evento
éste aún muy oscuro (entre hace 2.5 y 1.8 ma). Y por último, la subsiguiente evolución de Homo y el origen de
especies fuertemente encefalizadas como los Neandertales y las poblaciones humanas modernas. En los últimos años
se han detectado graves problemas en la reconstrucción filogenética de los homínidos mediante el uso de caracteres
esqueléticos debido a la aparición reiterada de homoplasia. Tal circunstancia está despertando un interés por la
comprensión de los rasgos morfológicos en términos de sus procesos generativos. En relación con esto, la investiga-
ción de los cambios en el ciclo biológico de los homínidos es también un campo de intensa actividad.
A) B)
Orangután Humanos
Gorila Chimpancé
Chimpancé Orangután
Humanos Gorila
Figura 1. Relaciones filogenéticas de los hominoideos vivos de gran talla según caracteres moleculares (A) y caracteres morfológicos
(B). Nótese en el cladograma A que el chimpancé es la especie más relacionada con los humanos. Por el contrario, en el cladograma
B los humanos se sitúan separados del resto de los hominioideos vivos. En este último esquema de relaciones filogenéticas se basa
el concepto antiguo que reconoce a las familias Pongidae y Hominidae. La clasificación actual, al margen de las categorías
taxonómicas empleadas separa por un lado al orangután (Pongo) y por otro a los hominoideos de origen africano: gorila (Gorilla),
chimpancé (Pan) y humanos (Homo).
nidos y en torno a esta disciplina se articula un ambicioso Gorilla y Pan, se incluían en la familia Pongidae, junto
programa de investigación multidisciplinar que trata de con el otro gran simio asiático: el orangután (Pongo). La
construir un modelo coherente de nuestra evolución. evidencia molecular sostiene, sin embargo, que chimpan-
cés y gorilas están evolutivamente más próximos al hom-
bre que al orangután (Sarich y Wilson 1973). A la luz de
¿Qué es un homínido? estos datos, la familia Pongidae resulta ser un grupo arti-
ficial, mientras que Homo, Gorilla y Pan sí forman un
Un “homínido” es un miembro del grupo zoológico grupo monofilético. Esta circunstancia, sobre la base de
que incluye a todos los organismos, vivos o extintos, que una sistemática filogenética, exige una reorganización de
están evolutivamente más próximos al ser humano (Homo las categorías taxonómicas previas (ver Cela-Conde
sapiens) que al chimpancé común (Pan troglodytes). 1998). Entre las varias soluciones propuestas, la más acep-
Fue T. H. Huxley quien, en 1863, estableció las bases tada reserva el taxón Pongidae para clasificar a Pongo y
anatómicas que permiten afirmar que los antropoides afri- su ascendencia, mientras que el clado formado por Gorilla,
canos -gorila y chimpancé- son las especies vivas más Pan y Homo, así como a sus más inmediatos antepasados,
próximas al ser humano. Con el desarrollo de las técnicas pasa formalmente a ser la familia Hominidae (Fig. 1). Así,
moleculares y el empleo de la sistemática filogenética (cla- humanos y chimpancés se agrupan en la subfamilia
dística) se puso de manifiesto la estrecha proximidad ge- Homininae y los homínidos (en el sentido clásico) pasan
nética del hombre y los grandes simios africanos. Duran- a la subcategoría de tribu (Hominini). No obstante, dada
te años, sin embargo, la tricotomía formada por Gorilla, la aceptación general del término homínidos en la litera-
Pan y Homo quedó sin resolver (Andrews 1992). Recien- tura y por razones de claridad, en lo sucesivo hablaremos
temente, diferentes estudios moleculares han concluido de homínidos para referirnos a los antepasados más di-
que la especie humana (Homo) y el chimpancé (Pan) es- rectos del hombre.
tán evolutivamente más relacionados entre sí que con cual- Desde el punto de vista anatómico, la característica
quier otro primate vivo, incluido el gorila (Goodman et esencial que distingue a los homínidos del resto de los
al. 1994, Ruvolo 1994), formando así un grupo monofilé- primates hominoideos es la posición erguida y la locomo-
tico. Como veremos, la resolución de esta tricotomía tie- ción bípeda obligada. Este nuevo modo de locomoción,
ne importantes consecuencias, entre otras de tipo taxonó- original en los primates, acarrea importantes modifica-
mico, a la hora de comprender nuestra evolución. ciones anatómicas en el plan corporal y muy en especial
La taxonomía tradicional, de base morfológica, clasi- en la cintura pélvica, las extremidades inferiores y la co-
fica a la especie humana como el único representante vivo lumna vertebral. En lo que concierne al cráneo, la carac-
de la familia Hominidae. Los grandes simios africanos: terización de los homínidos resulta menos evidente de lo
CAPÍTULO 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN EN EL LINAJE HUMANO 357
Tabla 1
Especies de homínidos primitivos distintas del género Homo. Incluye cinco géneros: Orrorin, Ardi pithecus, Australopithecus,
Paranthropus y Kenyanthropus. El género Orrorin, recientemente descrito, no es unánimemente aceptado
que pudiera parecer a primera vista, sobre todo si tene- nario cronólogico es, hoy por hoy, consistente con el re-
mos en mente la originalidad del cráneo humano. A me- gistro paleontológico disponible (ver, no obstante,
dida que se enriquece el registro fósil de hominoideos cro- Gibbons 2002).
nológicamente próximos al antepasado común Homo/Pan, Darwin fue el primer investigador en plantear la hipó-
la identificación de rasgos diagnósticos derivados resulta tesis de un origen africano para los homínidos. La mayor
cada vez más problemática dado el carácter esencialmen- similitud del hombre con los simios africanos que con la
te primitivo del cráneo de las primeras especies de homí- especie asiática indujo la idea de un origen geográfico
nidos (lo que, a su vez, ha derivado en una descripción común. A partir de los años sesenta, la larga lista de des-
estrictamente filogenética de lo que es un homínido). En cubrimientos paleoantropológicos en el este de África ter-
la actualidad, se acepta que los dos caracteres cráneo-fa- minaron por ratificar esta hipótesis.
ciales derivados comunes a todos los homínidos son: una
posición adelantada del foramen magnum y de los cóndi-
los occipitales, probablemente consecuencia de la esta- Origen y diversidad de los homínidos
ción erguida, y caninos incisiformes con reducido dimor-
fismo sexual (Aiello y Dean 1990). La subsiguiente evo- La evolución del linaje humano, como la de otros gru-
lución del grupo da lugar, en fases más o menos tardías, a pos de mamíferos, ocurrió mediante una serie de radia-
la diferenciación de configuraciones especializadas del ciones complejas, en las cuales muchas especies nuevas
cráneo y de la dentición propias de los diferentes taxones, evolucionaron y se diversificaron rápidamente (Lieber-
incluida nuestra propia especie. man 2001). Una de las principales preocupaciones en pa-
La aplicación de los relojes moleculares para el cál- leoantropología consiste en el esclarecimiento de las re-
culo de las edades de divergencia del linaje humano mo- laciones filogenéticas y los procesos evolutivos que han
tivó una de las grandes revoluciones en la concepción de modelado estas especies. La figura 2 recoge algunas de
la historia evolutiva del hombre. Sarich y Wilson (1973) las últimas propuestas filogenéticas donde se puede apre-
propusieron que la divergencia de Homo del linaje de los ciar acusadas diferencias entre los cladogramas.
grandes monos africanos tuvo lugar hace tan solo entre 3 De forma sencilla podemos ordenar la evolución del
y 4 ma. Hasta esa fecha, por el contrario, se manejaban linaje humano en tres grandes periodos. El periodo más
cifras de más de 14 ma para la raíz del linaje humano antiguo, y más largo, corresponde a los llamados
(ver Pilbeam 1984). Numerosos análisis recientes tien- australopitecinos –un grupo diverso de homínidos exclu-
den a converger en una edad de entre 5 y 7 millones de sivamente africanos– que abarca desde el origen del lina-
años para la divergencia Homo/Pan (Fig. 1). Este esce- je, hace unos 6 millones de años, hasta hace algo más de
358 Antonio Rosas González
Figura 5. Proyección sobre diferentes hipótesis filogenéticas (cladogramas moleculares y morfológicos) del tipo de locomoción de
las especies actuales de hominoideos africanos.
de este modelo generalizado surgieron diferentes espe- han dado lugar al concepto de antropoide bípedo (“bipe-
cializaciones en medios cada vez más secos y en mosaico dal ape” en inglés). Diferentes autores interpretan el bi-
(Wolpoff 1999). pedismo como una adaptación locomotora que surge en
A lo largo de los años se han propuesto un elevado medios forestales. La posibilidad de ocupar simultánea-
número de hipótesis para explicar la aparición de la pos- mente medios cerrados y medios más o menos abiertos
tura erguida. Estas incluyen: liberar las manos para el puede resultar una de las claves del proceso; pocos orga-
transporte y uso de instrumentos, la posibilidad de ver a nismos son capaces de abarcar este rango de hábitats. Por
largas distancias en ambientes abiertos, ayudar al trans- otro lado, llega incluso a plantearse la cuestión de si el
porte de comida y de las crías, incremento en la eficacia bipedismo es un rasgo diagnóstico de los homínidos ya
locomotora, mejora de la termorregulación, entre otras. que esta forma de locomoción podría haber ocurrido tam-
Desde una óptica bien distinta, autores de la escuela fran- bién en otros linajes de hominoideos extinguidos (An-
cesa (Anthony 1951, Dambricourt-Malassé 1988) han drews 1995, Köhler y Moyà-Solà 1997, Gee 2001).
propuesto que la locomoción bípeda sería un resultado
indirecto de la flexión de la base del cráneo en fases muy El género Australopithecus
tempranas del desarrollo embrionario. Dicha flexión del
basicráneo sería, a su vez, resultado de modificaciones en Con algo más de 4 ma aparece en el registro africano
el crecimiento del sistema nervioso central. la primera especie del género Australopithecus clasifica-
Hasta muy recientemente, la hipótesis más extendida da como A. anamensis. Sabemos poco de estos organis-
interpreta la aparición de la locomoción bípeda como una mos pero la anatomía de su esqueleto postcraneal parece
adaptación a un medio ecológico de tipo sabana. Este es- indicar que se trataría de animales bípedos.
cenario evolutivo se apoya en el cambio climático inicia- El bipedismo de los australopitecos tiene un soporte
do en el Mioceno medio hacia climas más fríos y secos, lo esquelético algo distinto al de H. sapiens, tanto en la con-
que trajo consigo la retirada de los bosques tropicales llu- figuración de la pelvis como en la proporción de las ex-
viosos y la extensión de espacios cada vez más abiertos. tremidades. Los datos disponibles en la actualidad sugie-
Estas condiciones ecológicas implicarían fuertes presio- ren que los australopitecinos tenían piernas más cortas en
nes de selección sobre las especies de medios forestales, relación a los miembros superiores. Además, diferentes
lo que impulsó a un grupo de primates hominoideos afri- detalles anatómicos de las extremidades y el tronco su-
canos a alejarse de su medio original y a conquistar nue- gieren una combinación de bipedismo y ciertos hábitos
vos hábitats. Desde mediados de los años 90 se ha produ- arborícolas (Aiello y Andrews 2000).
cido un profundo cambio en la percepción de la locomo- Muy próximos a los 4 ma se encuentran los primeros
ción bípeda como adaptación a medios más abiertos. El restos de Australopithecus afarensis, la especie mejor
descubrimiento de homínidos primitivos asociados a me- conocida del género (Fig. 6). Sus características más bá-
dios selváticos y de características anatómicas en el com- sicas son un complejo pélvico-femoral propio de la loco-
plejo cráneo facial esencialmente idénticas al chimpancé moción bípeda, cráneo primitivo y reducido volumen en-
CAPÍTULO 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN EN EL LINAJE HUMANO 361
A B
C D
Figura 6. Distintas vistas del cráneo, maxilar y mandíbula de Australopithecus afarensis. A) vista oblicua; B) vista lateral; C) vista
oclusal del maxilar y D) vista oclusal de la mandíbula y dentición inferior.
cefálico (similar al del chimpancé, 400-500 cm3) e incre- esta especie ha sido una auténtica peripecia. Tardó en re-
mento significativo del tamaño de la dentición. Se inter- conocerse su estatus de homínido casi 25 años; una vez
preta que A. afarensis fue la base de una radiación adap- reconocido como tal ocupó durante algunos años una po-
tativa durante el Plioceno, de la que surgirán al menos sición central en las reconstrucciones filogenéticas, pero
dos linajes: por un lado, las formas robustas clasificadas con el descubrimiento de A. afarensis fue destronado de
como género Paranthropus, y, por otro, los antepasados su privilegiada posición y paso a ser el hipotético antepa-
directos del género Homo. Sin embargo, si bien los dife- sado del clado de los australopitecos robustos (Paranthro-
rentes análisis cladísticos coinciden en situar a A. afaren- pus, ver más adelante). Más aún, con el descubrimiento
sis como el grupo hermano del resto de los homínidos del cráneo KNM-WT 17000 -interpretado como represen-
posteriores en el tiempo, no resulta del todo claro cómo tante de la especie basal del clado de los parántropos- su
se establecen las relaciones filogenéticas entre las espe- posición filogenética pasó a una clara indeterminación y,
cies derivadas. La figura 2E ilustra claramente esta situa- en la actualidad vaga sin posición fija en los análisis filo-
ción. En ella aparecen como especies más primitivas A. genéticos. Así, A. africanus aparece en algunas propues-
ramidus y A. anamensis, interpretados como antepasados tas como miembro de un clado heterogéneo formado por
sucesivos de A. afarensis, y a partir de esta especie se H. rudolfensis y parántropos (Fig. 2A), como grupo her-
detecta una politomía indicativa de la incertidumbre de mano de Homo (Fig. 2B) y en otras como grupo hermano
las relaciones evolutivas entre estas especies. de parántropos y Homo (Fig. 2C). Como se ve, no existe
Todas las especies hasta ahora mencionadas están con- acuerdo sobre la posición evolutiva de esta especie.
finadas al Este de África. Hace en torno a unos 3.5 ma se
asiste a una clara ampliación del área geográfica del gé- Las formas robustas: ¿monofilia o convergencia?
nero. A. bahrelghazali (Brunet et al. 1995, 1996) se en-
cuentra en el Chad, más de 2500 km al oeste del Rift, del Hace unos 2.5 millones de años aparece en el registro
mismo modo que comienzan a aparecer los primeros res- fósil el primer representante de lo que se conoce con el
tos de A. africanus en Sudáfrica. A. africanus fue descu- nombre informal de australopitecos robustos. En la ac-
bierto en 1925 y desde entonces el devenir académico de tualidad la mayoría de los autores coinciden en clasificar
362 Antonio Rosas González
Figura 7. Caracteres distintivos del complejo craneofacial del género Paranthropus (según McCollum, 1999b). 1.- Región infraorbital
alargada en la dimensión vertical. 2.- Posición baja del foramen infraorbital. 3.- Posición elevada de la cara sobre el neurocráneo.
4.- Presencia de trígono frontal. 5.- Cara posterior y rama de la mandíbula alargada en la vertical. 6.- Cresta sagital. 7.- Arco
zigomático en posición muy adelantada.
estas formas dentro del género Paranthropus. El mencio- gran volumen encefálico y una acusada reducción del es-
nado género se caracteriza por una marcada megadontia placnocráneo, serían los únicos representantes vivos del
post-canina y elevado desarrollo del esqueleto facial (Fig. género Homo. Entre tanto, los conocidos Neandertales
7). La especie más antigua, P. aethiopicus, conserva aún ocupaban una posición filogenética incierta. La intrigan-
características primitivas (por ejemplo, prognatismo acen- te combinación de caracteres de los Neandertales, tales
tuado y base del cráneo extendida), siendo sus hipotéticas como su acentuado prognatismo mediofacial asociado a
especies descendientes P. robustus en Sudáfrica, y P. boi- un volumen encefálico similar al de nuestra especie, pro-
sei, en el este de Africa (con marcada flexión de la base porcionaba una de las incógnitas más persistentes de la
del cráneo). paleoantropología. Para algunos, los Neandertales for-
El grupo de los parántropos suele considerarse como maban parte de la ascendencia directa de los humanos
un grupo monofilético. Sin embargo, algunos autores han modernos (Coon 1939, Wolpoff 1980). Para otros, los
cuestionado esta interpretación alegando que los caracte- Neandertales eran “algo” distinto a nuestra especie (Le
res derivados del clado, muy en particular la megadontia Gros Clark 1964), lo que dejaba su origen en un difuso
post-canina, puede ser convergente. De acuerdo con esta limbo a la vez que hacía difícil explicar los parecidos con
última posibilidad, P. aethiopicus habría originado a P. nuestra especie (p.ej. gran volumen encefálico).
boisei en el este de Africa, mientras que en Sudáfrica A. Dentro de este escenario, el problema consistía en
africanus habría dado origen a la especie P. robustus. identificar el límite inferior de nuestro propio género y el
Obviamente, en este caso el género Paranthropus no ten- criterio utilizado se basaba en asignar a Homo toda espe-
dría sentido filogenético. En opinión de McCollum cie asociada a instrumentos líticos. Más recientemente se
(1999a) el patrón repetitivo de magadontia postcanina en ha utilizado también el volumen encefálico como un cri-
homínidos ha frustrado los intentos de reconstruir su his- terio determinante. Según estos criterios, los primeros re-
toria filogenética. presentantes del género Homo hacen acto de presencia en
El estudio de las formas robustas pone de manifiesto torno a hace 2.5 ma, representados por la especie H.
la aparición convergente de características anatómicas rudolfensis, y poco después se encuentran los restos de
usualmente asociadas a adaptaciones del aparato masti- H. habilis (Fig. 9). En ambas especies se aprecia un signi-
cador a dietas duras. Por ejemplo, el cráneo KNM-WT ficativo incremento del volumen encefálico respecto a las
40000 recientemente descubierto y clasificado como nue- especies del género Australopithecus, aunque presentan
vo género y especie Kenyanthropus platyops parece ates- entre sí marcadas diferencias en el tamaño y forma de la
tiguar una cierta diversificación de los homínidos durante cara y la dentición.
el Plioceno medio. K. platyops presenta una combinación Wood y Collard (1999) han presentado una propuesta
de caracteres primitivos y derivados (Fig. 8). Entre los de redefinición de lo que significa ser Homo. Dos princi-
derivados se manifiesta una cara aplanada con una reduc- pios inspiran esta nueva propuesta. Por un lado, la consi-
ción del prognatismo de la región subnasal (orthognatia) deración de que un género debe ser un grupo monofiléti-
pero estas características no se acompañan de megadon- co; es decir, todas sus especies deben compartir un único
tia post-canina. En el extremo contrario, una especie tar- antepasado común. Por otro, que sus especies deben com-
día del género, Australopithecus garhi, aparece en el re- partir un mismo régimen adaptativo. En opinión de estos
gistro africano hace 2.5 ma, y manifiesta una peculiar autores, la inclusión de las especies H. habilis y H. rudol-
combinación de caracteres (megadontia post-canina jun- fensis en el género Homo hace que no se cumplan ningu-
to con dientes anteriores también grandes y marcado prog- no de los dos requisitos. Según sus resultados H. habilis
natismo pero sin hipertrofia de las superestructuras facia- aparece (Fig. 2A) en una politomía no resuelta junto con
les). Se ha interpretado que pudiera tratarse del antepasa- los parántropos (Fig. 2F). En la actualidad, diferentes au-
do directo del género Homo (Asfaw et al. 1999). Un tema tores aceptan esta propuesta y tienden a considerar a H.
candente en el actual debate de la evolución humana con- habilis como Australopithecus habilis (Collard y Aiello
cierne al origen y significado evolutivo del género Homo. 2000). Lo mismo ocurre con H. rudolfensis, cuya mega-
dontia postcanina en ocasiones lo agrega al clado de los
parántropos y denota, en opinión de estos autores, un ré-
El género Homo y los problemas de las filogenias gimen adaptativo similar a éste. El reciente descubrimien-
morfológicas to de K. Platyops, de edad más antigua y morfología si-
milar, hace pensar en una posible relación de antepasado
La evolución del género Homo ha sido entendida has- descendiente entre ambas especies. Así, H. rudolfensis
ta muy recientemente como un proceso lineal (o anagéne- pasaría a ser Kenyanthropus rudolfensis (Fig. 8). Por tan-
sis), mediante el cual nuestra especie se habría originado to, según la redefinición propuesta, el género Homo que-
a través de tres fases sucesivas (Tobias, 1982). Según este da restringido a las formas que comparten un origen afri-
modelo, la condición primitiva del género la define la es- cano desde hace unos 1.8 ma, con un claro incremento
pecie Homo habilis, de pequeño tamaño encefálico y ele- del encéfalo por encima de los 800 cm3 y una explotación
vado desarrollo de la cara. En calidad de intermedio se similar de los recursos alimenticios. Homo ergaster es la
sitúa la especie Homo erectus, caracterizada por un incre- especie más antigua que cumple estos requisitos y es con-
mento del encéfalo respecto a la anterior. Finalmente, las siderada, por lo tanto, la especie basal del género. Algu-
diferentes variedades de la especie Homo sapiens, con un nos autores diferenciaron a H. erectus como una especie
364 Antonio Rosas González
(Sacher 1975). Por ejemplo, Harvey y Clutton-Brock rrollo dental entre la expresión primitiva (“ape-like”) y la
(1985) han detectado una elevada correlación entre el ta- derivada de H. sapiens (Bermúdez de Castro et al. 1999).
maño del cerebro y la duración de las fases ontogenéticas La evolución subsiguiente del género Homo incluiría la
(periodo de gestación, edad de maduración sexual, longe- aparición de nuevas fases y un alargamiento del periodo
vidad) en los primates. La estrategia biológica parece es- de desarrollo (Bogin y Smith 1996, Leigh y Park 1998).
tar basada en la posesión de cerebros grandes, madura- Muy en particular, en la evolución de Homo sapiens apa-
ción lenta y comportamiento complejo. rece como novedad evolutiva la continuación de la fase
La evolución del ciclo biológico humano viene mar- intrauterina de rápido crecimiento del encéfalo durante
cada, entre otros aspectos, por la extensión del periodo de doce meses después del nacimiento.
crecimiento y por la aparición de nuevas fases ontogené- En opinión de Martin (1983), el patrón de crecimien-
ticas post-natales. Así, las estrategias vitales de Pan y to del cuerpo y el cerebro humanos se hizo necesario una
Gorilla, con un volumen encefálico de 400 cm3, se carac- vez que el tamaño del cerebro adulto alcanzó los 850 cm3.
terizan por una vida post-natal dividida en sólo tres fases: Teóricamente, este tamaño del cerebro adulto se podría
infantil, juvenil y adulta. En contraste, los 1400 cm3 del alcanzar mediante una prolongación del periodo de creci-
cerebro de H. sapiens se asocian a un patrón de estrate- miento fetal. Sin embargo, las modificaciones de la arqui-
gias vitales claramente derivado que se desarrolla en cin- tectura pélvica derivadas de la locomoción bípeda juegan
co fases post-natales: infancia, niñez, periodo juvenil, aquí un papel capital al reducir fuertemente las dimensio-
adolescencia y adulta (Bogin 1997) (Fig. 10) ¿Cómo y nes del canal del parto y representan una clara limitación
cuándo han evolucionado estas características? ¿Se pue- a como la naturaleza puede modelar los ritmos y el tama-
de establecer en los homínidos una relación entre el ta- ño de los órganos durante el periodo embrionario. Así,
maño del encéfalo y la duración y estructura de su ciclo con un cerebro de volumen superior a los 850 cm3 las
vital? dimensiones del canal del parto hacen inviable la exten-
Abordar el análisis del ciclo biológico desde el estu- sión del crecimiento fetal. Por lo tanto, para alcanzar el
dio de los fósiles puede resultar algo escurridizo a simple tamaño del cerebro adulto se necesita un nuevo periodo
vista. Sin embargo, las diferencias en la composición de post-natal de rápido crecimiento del cerebro acompañado
fases del ciclo vital encuentra una estrecha corresponden- de un bajo crecimiento somático. El hecho de que el hu-
cia en el desarrollo de la dentición, un sistema muy inte- mano nazca poco desarrollado, en comparación con otros
grado en el proceso de crecimiento del organismo. Por primates, representa una condición secundariamente de-
ejemplo, en primates aparece una alta correlación entre rivada para impedir que la cabeza del feto llegue a ser
los tiempos de formación de los dientes y algunas varia- demasiado grande y no pueda pasar por un canal del parto
bles del ciclo biológico tales como el tamaño del cerebro, evolutivamente constreñido. El inicio de estas importan-
la edad de inicio de la reproducción, la longevidad, etc. tes modificaciones del ciclo biológico y sus consecuen-
(Smith 1989). Más en concreto, se ha detectado una alta cias fisiológicas aparecen por vez primera en la especie
correlación entre el tamaño del encéfalo y la edad de erup- H. ergaster.
ción del M1. Este molar hace erupción a los 3.1 años en El incremento del cerebro tiene múltiples consecuen-
chimpancé y a los 5-6 años en humanos: a mayor volu- cias sobre la biología evolutiva de los homínidos. Entre
men encefálico más tarda en hacer erupción el primer otras, la relación de un cerebro grande con el tipo de dieta
molar (Smith 1989). Una regresión de la edad de erup- y ciclo biológico. Aiello y Wheeler (1995) han desarro-
ción del M1 sobre el tamaño del cerebro en antropoides llado la “hipótesis de los tejidos de alto coste” con la que
actuales predice una edad para la erupción del M1 para pretenden explicar cómo han gestionado los homínidos
los australopitecinos gráciles (con 400 cm3) de entre 3 y el alto coste biológico que supone el progresivo aumento
3.4 años, similar a los simios africanos, mientras que los del cerebro.
primitivos H. habilis y H. rudolfensis (con 800 cm3) y H. La posesión de un gran cerebro implica un elevado
ergaster (con 800-900 cm3) no tiene similitud con ningu- consumo metabólico (el 20% del metabolismo basal hu-
na especie viva. Por otro lado, en Pan y Gorilla la denti- mano lo consume el cerebro, en comparación con el 9%
ción anterior (incisivos y caninos) tarda más en formarse de un chimpancé). Ya hemos comentado que el tejido ner-
en relación a la dentición posterior (molares y premolares), vioso experimenta durante las primeras fases del desarro-
mientras que en humanos modernos se acorta el desfase llo una elevada tasa de crecimiento, lo que requiere gran
temporal en la formación de los dos campos dentales. cantidad de aportes nutricionales. Sería lógico suponer
Estos hechos hacen que la determinación de la secuencia que el incremento en la encefalización experimentado en
y edad de formación de las distintas piezas dentarias cons- la evolución del género Homo, llevase emparejado un
tituya una importante fuente de datos para el estudio de la mayor aporte energético para el desarrollo del embrión.
evolución del ciclo biológico de los homínidos. En la ac- Sin embargo, en los homínidos no se observa ningún au-
tualidad, después de un largo debate, se acepta que mento en la tasa metabólica que pudiera compensar el
Australopithecus, Paranthropus y primitivos Homo tenían coste de su gran cerebro ¿Qué se ha modificado para com-
un patrón de crecimiento y desarrollo más similar al cre- pensar el gasto? Aiello y Wheeler (1995), basándose en
cimiento rápido de los antropoides (chimpancé y gorila) un modelo de balances energéticos, han propuesto la re-
que al ritmo más lento de los humanos modernos. Por su ducción de la masa de los intestinos (el intestino es otro
parte, H. ergaster ocupa una posición intermedia de desa- de los tejidos de alto coste).
CAPÍTULO 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN EN EL LINAJE HUMANO 367
go de restos de H. ergaster en la República de Georgia, surge como evolución anagenética de una especie basal,
en lo que se ha denominado las puertas de Europa, suscita H. erectus en los distintos continentes donde habita (Áfri-
una pregunta inmediata ¿llegó la especie H. ergaster a ca, Asia y según este modelo también Europa) (Wolpoff
colonizar Europa? Al parecer no. A juzgar por los datos et al. 1989). Así, según esta forma de interpretar el regis-
disponibles en la actualidad, los primeros colonos del tro fósil, los diferentes grupos humanos actuales surgen
continente europeo formaban parte de una especie anató- de la evolución local de las distintas poblaciones de una
micamente más evolucionada: H. antecessor, de la que especie basal durante el último millón de años (Wolpoff
hablaremos más adelante. et al. 1989, 2001).
Otras evidencias que confirman la antigüedad del pri- Por el contrario, el modelo del origen único sostiene
mer gran éxodo de la humanidad proceden de Java. La que la especie Homo sapiens se habría diferenciado en
aplicación de técnicas de datación basadas en el paleomag- África, a través de un evento de especiación cladogenéti-
netismo afirman que los restos más antiguos de homíni- co, en un tiempo relativamente reciente (hace no más de
dos encontrados en la isla pueden alcanzar una edad de 300.000 años) y desde allí habría colonizado las restantes
1.8 ma. Por otro lado, el yacimiento chino de Longgupo áreas del planeta (Stringer y Andrews 1988), protagoni-
ha deparado restos de un primate interpretado como ho- zando el último de los grandes éxodos del hombre. Esta
mínido con una edad que asciende a más de 2 ma. De interpretación encuentra una base sólida en los análisis
confirmarse que estos restos pertenecen a un homínido, genéticos de ADN mitocondrial que han estimado un tiem-
no está claro a que especie deberían atribuirse. La mayor po muy corto (no más de 300.000 años) para la formación
parte de los autores coinciden en asignar los restos de de la variabilidad humana actual. La consecuencia más
homínidos encontrados en Asia anteriores a unos 200.000 inmediata de esta hipótesis es que los homínidos meso-
años a la especie H. erectus. Sin embargo, los caracteres pleistocenos de Asia (H. erectus) y de Europa (H. nean-
primitivos presentes en los restos de Dmanisi parecen derthalensis), se habrían extinguido sin dejar descenden-
encajar mejor con la diagnosis de la especie H. ergaster. cia. En este sentido, el significado de los Neandertales de
Al parecer, esta especie una vez que alcanza Asia, o en el Europa ha sido y es vital para esclarecer en que modo y
tránsito, sufre un proceso de especiación (ver Capítulo bajo que procesos se resuelve la evolución humana. De
18) y se convierte en H. erectus, que persiste en este con- este modo, las preguntas de cómo se relacionan filogené-
tinente hasta finales del Pleistoceno medio. Es este un tema ticamente la especie Homo sapiens y los Neandertales,
muy especulativo pendiente de una revisión profunda. En cuál es su grado de parentesco y cuál ha sido su último
Asia se han descubierto multitud de restos de homínidos, antepasado común son claves para el modelo de evolu-
incluidos los famosos restos de Trinil (Java) hallados por ción humana.
E. Dubois en 1891, interpretados en su día como el esla- Desde el punto de vista paleontológico, los defenso-
bón perdido; o los numerosos restos procedentes del ya- res de un origen único y reciente de H. sapiens han desa-
cimiento chino de Zhoukoudian, entre otros. Sin embar- rrollado un escenario evolutivo en el que los Neandertales
go, por diferentes circunstancias no es clara ni la proce- y los humanos actuales compartimos un antepasado co-
dencia precisa, ni la antigüedad de la mayor parte de los mún, representado por la especie H. heidelbergensis
fósiles recuperados en Asia, lo que dificulta sobremanera (Rightmire 1996, Stringer 1996) (Fig. 12). El análisis de
construir un esquema coherente de la evolución humana los restos del Pleistoceno Inferior y Medio ha llevado a
en ese continente. En este sentido, una de las cuestiones estos autores a considerar que en algún momento, hace al
que más debate ha suscitado se refiere al destino evoluti- menos 600.000 años, tuvo que producirse un evento de
vo de los homínidos asiáticos. La contestación a esta pre- especiación que modificó a los primitivos H. erectus y
gunta se incluye en un marco más general y que afecta al dio lugar a una especie nueva, intermedia entre H. erectus
modelo de evolución que pueda explicar nuestra propia y H. sapiens. Durante algunos años estas poblaciones in-
especie. Veamos por qué. termedias vinieron a llamarse H. sapiens arcaicos. El cam-
bio más espectacular experimentado en el tránsito H.
Dos modelos opuestos erectus - H. heidelbergensis reside en el incremento del
volumen encefálico, así como en una serie de detalles
Uno de los debates más enriquecedores de la paleoan- morfológicos relacionados en mayor o menor medida con
tropología en las dos últimas décadas ha sido la discusión este incremento del encéfalo.
sobre el origen de la especie humana actual. Su resolu- Según este modelo, H. heidelbergensis se habría ori-
ción pasa por la comprensión de la evolución del género ginado en África, a través de un cuello de botella genético
Homo en, al menos, el último millón de años. En este (Rightmire 1996). Desde este hipotético origen, esta nue-
sentido, los fósiles de Europa, y muy especialmente los va especie experimentó una nueva dispersión desde Áfri-
de Atapuerca, representan una pieza clave en la solución ca que colonizó Europa, alcanzando una distribución afro-
del problema. europea. Los restos de Bodo y Broken Hill son sus mejo-
El mencionado debate se ha centrado en dos modelos res representes en África, en tanto que el cráneo de
alternativos, hoy ya clásicos: el modelo multirregional y Petralona ha representado a los H. heidelbergensis de
el modelo del origen único, ampliamente debatidos en la Europa. Existen algunos restos en Asia, muy en particu-
literatura (Lahr 1994, Lieberman 1995) (Fig. 11). El mo- lar el cráneo fósil de Dali, con una antigüedad estimada
delo multirregional sostiene que la especie H. sapiens de unos 300.000 años, cuyos rasgos avanzados han lleva-
CAPÍTULO 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN EN EL LINAJE HUMANO 369
Figura 12. Esquemas filogenéticos de la evolución del género Homo. A la izquierda el modelo que propone a H. heidelbergensis
como antepasado común de Neandertales y hombres modernos. A la derecha, el modelo propuesto por el equipo investigador de
Atapuerca en el que H. antecessor pasa a ocupar la posición de antepasado común de H. neanderthalensis y H. sapiens.
do a proponer que podría tratarse de un representante asiá- una especie de Homo inédita, que fue denominada Homo
tico de H. heidelbergensis. antecessor (Bermúdez de Castro et al. 1997). La morfo-
El esquema que acabamos de resumir presenta, sin logía de la cara media es quizá el rasgo más importante de
embargo, algunos problemas. Una importante objeción al los que definen a H. antecessor ya que presenta la confi-
modelo de H. heidelbergensis es la presencia de caracte- guración propia de H. sapiens. La combinación de carac-
res Neandertales en algunos restos del Pleistoceno Medio teres detectada en los fósiles de TD6 ha llevado a plantear
de Europa, de edad comprendida entre 0.5 y unos 0.2 mi- la hipótesis de que H. antecessor representa al último an-
llones de años. A juzgar por estos datos, en los que los tepasado común de H. sapiens y Neandertales (Fig. 12).
fósiles de la Sima de los Huesos (Atapuerca) son funda- Según este modelo, H. antecessor se debió originar en
mentales (Arsuaga et al. 1993), la conclusión a la que se África hace alrededor de 1 millón de años, como descen-
llega es que los antepasados de los Neandertales ya exis- diente de poblaciones de H. ergaster. Una vez diferencia-
tían hace al menos 0.5 ma. Por tanto, el nombre H. heidel- do en África, algunas de las poblaciones de H. antecessor
bergensis debe usarse sólo para definir los antepasados abandonarían este continente para dirigirse a otros luga-
más directos de los Neandertales, y no debe ser aplicado res del planeta. Hasta la fecha conocemos su presencia en
para las poblaciones del Pleistoceno Medio de África Europa, aunque cabe la posibilidad de que alcanzara tam-
¿Cuál es entonces el origen de los Neandertales y de H. bién algunas regiones de Asia. De acuerdo con esta opi-
sapiens? nión, los primeros representantes de H. antecessor llega-
Los restos humanos recuperados en el nivel TD6 de dos a Europa evolucionaron a lo largo del Pleistoceno
Gran Dolina (Atapuerca) han permitido al equipo investi- Medio, en la línea que da origen a los Neandertales. Las
gador de Atapuerca proponer un escenario evolutivo que poblaciones de H. antecessor que permanecieron en Áfri-
ofrece una respuesta a esta pregunta. Los mencionados ca evolucionaron durante el Pleistoceno Medio para dar
restos, de una edad de unos 800.000 años, presentan una lugar a una especie, cuyo nombre debe corresponder a H.
combinación de características anatómicas única entre los rhodesiensis u H. helmei (Stringer 1996). Tiempo des-
homínidos. El conjunto de rasgos craneales, dentales y de pués esta especie daría lugar a H. sapiens. Todos estos
la mandíbula sugiere que estos homínidos pertenecen a aspectos abren un gran número de preguntas y ofrecen a
370 Antonio Rosas González
la paleoantropología europea un escenario de investiga- tura de industria lítica, lenguaje articulado, etc.) ha absor-
ción imprevisto. bido la necesidad del organismo a adaptaciones somáti-
Una vez que H. sapiens se diferencia en África, me- cas, haciéndose, por tanto, mucho menos necesaria su di-
diante lo que aparece como un evento de especiación rá- versificación.
pido, se asiste a un flujo de migración a través del cual La escasa diferencia genética entre el hombre y el
distintas poblaciones van colonizando las diferentes re- chimpancé sugiere que la evolución fenotípica de los
giones del planeta. En este proceso, H. sapiens desplaza a homínidos radica en los genes reguladores del desarrollo
las distintas poblaciones de homínidos originales allí don- (esta circunstancia esta siendo confirmada como una cons-
de las había. El caso más estudiado corresponde a Euro- tante en la evolución de los metazoos). Cuándo y por qué
pa. La llegada de H. sapiens al continente europeo hace se ha modificado esta información genética y cómo se
unos 45.000 años, los conocidos cromañones, desembo- expresa en las cualidades que identificamos como huma-
ca en el desplazamiento y extinción final, hace unos nas es el desafío de un vibrante campo de investigación.
30.000 años, de las poblaciones neandertales, habitantes Sin embargo, una cosa sí podemos constatar: la evolu-
de Europa desde su mismo origen evolutivo. La imparable ción humana, lejos de ser un proceso lineal y simple, es
expansión de los hombres anatómicamente modernos los un complejo entramado del que han surgido múltiples
ha llevado a ocupar las áreas más inhóspitas del planeta, especies y formas de relacionarse con la naturaleza. De-
desde los ambientes polares a los desiertos pasando por bemos tener claro que la humanidad actual es una de las
las selvas amazónicas. muchas que han sido posibles.
En este capítulo hemos tratado algunos de los aspec- Agradezco al Dr. Manuel Soler el ofrecimiento de
tos más importantes de la evolución de los homínidos publicar este trabajo y su cortesía y paciencia ante mis
aunque otros muchos los hemos dejado en el tintero. He- reiteradas demoras, además de sus sugerencias sobre el
mos explorado la historia evolutiva del linaje humano a manuscrito. A mis compañeros del Departamento de
lo largo de unos 6 ma a la vez que hemos constatado que Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales
la diversidad de los homínidos ha sido mucho mayor en con los que he tenido ocasión de discutir algunos aspec-
el pasado, a pesar de que H. sapiens sea la única especie tos de los temas aquí recogidos, especialmente a José M.
viva del grupo. Además, la diversidad de los australopite- Bermúdez de Castro, Markus Bastir y Cayetana Martínez-
cinos es apreciablemente mayor que la observada en el Maza. La investigación del autor se inscribe en el proyec-
género Homo. Se ha propuesto que la cultura (manofac- to BXX2000-1258-CO3-01.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
AIELLO, L.C. y DEAN, C. 1990. An Introduction to Human ASFAW, B., WHITE, T., LOVEJOY, O., LATIMER, B., SIMPSON, S.
Evolutionary Anatomy. Academic Press, London. y SUWA, G. 1999. Australopithecus garhi: a new species of early
AIELLO, L.C. y WHEELER, P. 1995. The expensive-tissue hypothesis. hominid from Ethiopia. Nature 284: 629-635.
Curr. Anthropol. 36: 199-221. BERMÚDEZ DE CASTRO J.M., ARSUAGA J.L., CARBONELL E.,
AIELLO, L.C. y ANDREWS, P. 2000. The Australipithecines in review. ROSAS A., MARTÍNEZ I. y MOSQUERA M. 1997. A hominid
Hum. Evol. 15: 17-38. from the Lower Pleistocene of Atapuerca, Spain: possible ancestor
AIELLO, L.C. y COLLARD, M 2001. Our newest oldest ancestor? to Neandertals and modern humans. Science 276: 1392-1395.
Nature 410: 526-527. BERMÚDEZ DE CASTRO J.M., ROSAS A., CARBONELL E., NICO-
ALEXEEV, V. P. 1986. The origin of the human race. Progress LÁS E., RODRÍGUEZ J. y ARSUAGA J.L. 1999. A modern human
Publishers, Moscow. pattern of dental development in Lower Pleistocene hominids from
ANDREWS, P. 1984. An alternative interpretation of the characters used Atapuerca-TD6 (Spain). Proc. Natl. Acad. Sci. USA 96: 4210-4213.
to define H. erectus. En P. Andrews y J.L. Frazen (eds.): The early BOGIN, B. 1997. Evolutionary hypotheses for human childhood. Yrbk
evolution of man, with special emphasis on Southeast Asia and Phys. Anthropol. 40: 63-89.
Africa. Courier Forschungsinstitut Senckenberg 69: 167-175. BOGIN, B. y SMITH, H. 1996. Evolution of the human life cycle. Am.
ANDREWS, P. 1992. Evolution and environment in Hominoidea. Nature J. Phys. Anthropol. 8: 703-716.
360: 641-646. BROMAGE, T.G. 1989. Ontogeny of the early hominid face. J. Hum.
ANDREWS, P. 1995. Ecological apes and ancestors. Nature 376: 555- Evol. 18: 751-773.
556. BROOM, R. y SCHEPERS, G.W. 1946. The South Africa fossil ape-
ANTHONY, J. 1951. L’influence des facteurs encéphaliques sur la man. The australopithecinae. Part I. The occurrence and general
brisure de la base du crâne chez les Primates. Ann. Paléont. 58: 3-11. structure of the South African ape-men. Transvaal Museum,
ARSUAGA, J.L., MARTÍNEZ, I., GRACIA, A., CARRETERO, J.M. y memoir 2.
CARBONELL, E. 1993. Three new human skulls from the Sima de BRUNET, M., BEAUVILAIN, A., COPPENS, Y., HEINTZ, E., MOUTA-
los Huesos Middle Pleistocene site in Sierra de Atapuerca, Spain. YE A.H.E., y PILBEAM D. 1995. The first australopithecine 2,500
Nature 362: 534-537. kilometres west of the rift valley (Chad). Nature, 378: 273-5.
CAPÍTULO 20: PAUTAS Y PROCESOS DE EVOLUCIÓN EN EL LINAJE HUMANO 371
BRUNET, M., BEAUVILAIN, A., COPPENS, Y., HEINTZ, E., LOVEJOY C.O., HEIPLE K.G. y MEINDL, R.S. 2001. Palaeoan-
MOUTAYE, A.H.E. y PILBEAM, D. 1996. Australopithecus thropology: Did our ancestors knuckle-walk? Nature 410: 325-326.
bahrelghazali, une nouvelle espece d’Hominide ancien de la region MARTIN, B.D. 1983. Human brain evolution in an ecological context.
de Koro Toro (Tchad). C.R. Acad. Sci. Paris, Earth and Planetary Fifty-second James Arthur Lecture. American Museum Natural
Sciences 322: 907-913. History, New York.
CELA-CONDE, C.J. 1998. The problem of hominoid systematics and McCOLLUM, M. 1999a. Response to “Cladistics and early hominid
some suggestions for solving it. S. Afr. J. Sci. 94: 255-262. phylogeny”. Science 285: 1211.
COLLARD, M. y WOOD, B. 1999. How reliable are human phylogenetic McCOLLUM, M. 1999b. The robust australopithecine face: a
hypotheses? Proc. Natl. Acad. Sci. USA 97: 5003-5006. morphogenetic perspective. Science 284: 301-305.
COLLARD, M. y AIELLO, L.C. 2000. From forelimbs to two legs. McKINNEY, M.L. y McNAMARA, K.J. 1991. Heterochrony: The
Nature 404: 339-340. Evolution of Ontogeny. Plenum Press, New York.
COON, C.S. 1939. The Races of Europe. Macmillan, Nueva York. PILBEAM, D. 1984. Origen de Hominoideos y Homínidos. Investiga-
CHARBERLAIN, A. y WOOD, B. 1987. Early hominid phylogeny. J. ción y Ciencia 92: 48-58.
Hum. Evol. 16: 118-133. PILBEAM, D. 2000. Hominoid systematics: the soft evidence. Proc.
DAINTON, M. y MACHO G.A. 1999. Did knuckle walking evolve Natl. Acad, Sci. USA 97: 10684-10686.
twice? J. Hum. Evol. 36, 171-194. RICHMOND, B.G. y STRAIT, D.S. 2000. Evidence that humans
DAMBRICOURT-MALASSÉ, A. 1988. Hominisation and foetalisation evolved from a knuckle-walking ancestor. Nature 404: 382-385.
(Bolk, 1926). C.R. Acad. Sci. Paris 307: 199-204. RICHMOND, B.G., BEGUN, D.R. y STRAIT, D.S. 2001. Origin of
DART, R. A. 1925. Australopithecus africanus: the ape-man of South human bipedalism: The knuckle-walking hypothesis revisited. Yrbk
Africa. Nature 115: 195-197. Phys. Anthropol. 44:70-105.
GEE, H. 2001. Return to the planet of the apes. Nature 412: 131-132. RIGHTMIRE, P. 1996. The human cranium from Bodo: evidence for
GIBBONS, A. 2002. In search of the first hominids. Science 295: 1214- speciation in the Middle Pleistoce? J. Hum. Evol. 31: 21-39.
1219. ROSAS, A. 1992. Ontogenia y Filogenia de la mandíbula en la evolu-
GOODMAN, M., BAILEY, W.J., HAYASAKA, K., STANHOPE, M.J., ción de los homínidos. Aplicación de un modelo de morfogénesis a
SLIGHTOM J. y Czelusniak J. 1994. Molecular evidence on primate las mandíbulas fósiles de Atapuerca. Tesis Doctoral. Universidad
phylogeny from ADN sequences. Am. J. Phys. Anthropl. 94: 3-24. Complutense, Madrid.
GOULD, S.J. 1977. Ontogeny and Phylogeney. Harvard University RUVOLO, M. 1994. Molecular evolutionary processes and conflicting
Press, Cambridge. gene trees: the hominoid case. Am. J. Phys. Anthropol. 94: 89-113.
GROVES, C.P. y MAZÁK, V. 1975. An approach to the taxonomy of SACHER, G.A. 1975. Maturation and longevity in relation to cranial
the Hominoidea. Casopis pro Mineralogii a Geologii 20: 225-247. capacity in hominid evolution. En R. Tuttle (ed.): Primate functional
HARVEY, P.H. y CLUTTON-BROCK, T.H. 1985. Live history variation morphology and evolution. Pp. 417-441. Outon, La Hague.
in primates. Evolution 39: 559-581. SARICH, V. y WILSON, A.C. 1973. Generation time and genomic
HAILE-SELASSIE, Y. 2001. Late Miocene hominids from the Middle evolution in primates. Science 179: 1144-1147.
Awash, Ethiopia. Nature 412: 178-181. SCHOETENSACK, O. 1908. Der Unterkiefer des Homo heidelbergensis
JOHANSON, D., WHITE, T. D. y COPPEN, Y. 1978. A new species of aus den Sanden von Mauer bei Heidelberg. W. Engelmann, Leipzig.
the genus Australopithecus (Primates; Hominidae) from the SENUT, B. PICKFORD, M., GOMMERY, D., MEIN, P., CHEBOI, K.
Pliocene of Eastern Africa. Kirtlandia 28: 1-14. y COPPENS, Y. 2001. First hominid from the Miocene (Lukeino
KING, W. 1864. The reputed fossil man of the Neandertal. Quartertly J. Formation, Kenya). C.R. Acad. Sci. Paris, Earth and Planetary
Sci. 1: 88-97. Sciences 332: 137-144.
KÖHLER, M. y MOYÀ-SOLÀ, S. 1997. Ape-like or hominid-like? The SKELTON, R.R. y McHENRY, H.M. 1992. Evolutionary relationships
positional behavior of Oreopithecus bambolii reconsidered. Proc. among early hominids. J. Hum. Evol. 23: 309-349.
Natl. Acad. Sci. USA 94:11747-11751. SMITH, B.H. 1989. Dental development as a measure of life history in
LAHR, M.M. 1994 The multiregional model of modern human origins: Primates. Evolution 43: 683-688.
a reassessment of its morphological basis. J. Hum. Evol. 26:23-56. STEARNS, S.C. 1992. The evolution of life histories. Oxford Univerty
LEAKEY, L.S.B. 1959. A new fossil skull from Olduvai. Nature 184: Press, Oxford.
491-493. STRAIT, D.S. y GRINE, F.E. 1999. Cladistics and early hominid
LEAKEY, L.S.B., TOBIAS, P.V. y NAPIER, J.R. 1964. A new species phylogeny. Science 285: 1210.
of the genus Homo from Olduvai gorge. Nature 209: 1279-1281. STRINGER, C.B. y ANDREWS, P. 1988. Genetic and fossil evidence
LEAKEY, M.G., FEIBEL, C.S., MCDOUGALL, I. y WALKER, A. for the origins of modern humans. Science 239: 1263-1268.
1995. New 4-million year old hominid species from Kanapoi and STRINGER, C.B. 1996. African Exodus: The Origins of Modern
Allia Bay, Kenya. Nature 376: 565-571. Humanity. Jonathan Cape, London.
LEAKEY, M.G., SPOOR, F., BROWN, F.H., GATHOGO, P.N., KIARIE, TOBIAS, P.V. 1982. The antiquity of man: Human Evolution. En Human
C., LEAKEY, L.N. y MCDOUGALL 2001. New hominid genus genetics, Part A: The Unfolding Genome. Pp 195-214. Alan R. Liss,
from eastern Africa shows diverse middle Pliocene lineages. Nature Inc, New York,
410: 433-440. VRBA, E.S. 1996. Climate, heterochrony, and human evolution. J.
LE GROS CLARK, W.E. (1964). The Fossil Evidence for Human Anthropol. Res. 52: 1-28.
Evolution, 2nd ed. Chicago University Press, Chicago. WALKER, A., LEAKEY, R., HARRIS, J.M. y BROWN, F.H. 1986. 2.5
LEIGH, S.R. y PARK, P.B. 1998. Evolution of human growth
myr Australopithecus boisei from west of Lake Turkana, Kenya.
prolongation. Am. J. Phys. Anthropol. 107: 331-350.
Nature 322: 517-522.
LIEBERMAN, D.E. 1995. Testing hypotheses about human evolution
WHITE, T.D., SUWA, G. y ASFAW B. 1994. Australopithecus ramidus,
from skulls: integrating morphology, function, development, and
a new species of early hominid from Aramis, Ethiopia. Nature 371:
phylogeny. Curr. Anthropol. 36: 159-197.
LIEBERMAN, D.E. 2001. Another face in our family tree. Nature 410: 306-307.
419-420. WOOD, B. 1992. The origin and evolution of the genus Homo. Nature
LIEBERMAN, D.E., MCBRATNEY, B.M. y KROVITZ, G. 2002. The 355: 783-790
evolution and development of cranial form in Homo sapiens. Proc. WOOD, B. 1996. Hominid Paleobiology: have studies of comparative
Natl. Acad. Sci. USA 99:1134-1139 development come to age? Am. J. Phys. Anthropol. 99: 9-15.
LINNAEUS, C. 1758. Systema Naturae. Laurentii Salvii, Estocolmo. WOOD, B. y BROOKS, A. 1999. We are what we ate. Nature 400: 219-
LOCKWOOD, C.A. y FLEAGLE, J.G. 1999. The recognition and 220.
evaluation of homaplasy in primate and human evolution. Yrbk WOOD, B. y COLLARD, M. 1999. The Human genus. Science 284:
Phys. Anthropol. 42: 189-232. 65-71.
372 Antonio Rosas González
WOLPOFF, M. 1980. Cranial remains of Middle Pleistocene European evidence from east Asia. En The Oringins of Modern Human: A
hominids. J. Hum. Evol. 9: 339-358. World Survey of the Fossil Evidence. Pp 411-483. Alan R. Liss,
WOLPOFF, M. 1999. Paleoanthropology, 2nd edition. McGraw-Hill, New York.
Boston. WOLPOFF, M., HAWKS, J., FRAYER, D.W. y HUNLEY, K. 2001.
WOLPOFF, M., WU XIN ZHI y THORNE, A.G. 1989. Modern Homo Modern human ancestry at the peripheries: a test of the replacement
sapiens origins: A general theory of hominids involving the fossil theory. Sicence 291: 293-297.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) ARSUAGA, J.L. y MARTÍNEZ, I. 1998. La especie Elegida. Temas de Hoy, Madrid. Se trata de un libro general de evolución
humana con una introducción a los primates. De fácil lectura, toca los diferentes aspectos de la anatomía humana en un marco
cronológico.
(2) BERMÚDEZ DE CASTRO, J.M. 2001. El chico de la Gran Dolina. Crítica, Madrid. Especialmente útil para los interesados en la
evolución del ciclo biológico de los homínidos. Con información actualizada sobre desarrollo de la dentición y su utilidad en la
reconstrucción de los patrones de crecimiento en especies fósiles.
(3) CARBONELL, E. Y SALA, R. 2000. Planeta humano. Barcelona. Aborda la evolución cultural del hombre y ofrece una crítica de
los fundamentos espistemológicos sobre los que se fundamenta el conocimiento del hombre sobre el hombre.
(4) BOYD, R. y SILK, J.B. 2001. Cómo evolucionaron los humanos. Ariel Ciencia, Barcelona. Útil en aspectos generales de ecología
y comportamiento de los primates, menos fundado en lo referente a la paleontología humana y fósiles humanos. Contiene CD con
vistas en 3D de reconstrucciones del cráneo de diferentes especies fósiles.
(5) SHREEVE, J. 1995. The Neandertal Enigma. William Morrow, New York. Texto de divulgación centrado en la investigación del
origen y fin de los neandertales. Combina los datos técnicos con anécdotas producidas alrededor de los científicos y los descubri-
mientos. Trata también la discusión de los datos cronológicos y moleculares del origen de H. sapiens.
Capítulo 21: CONSIDERACIONES EVOLUTIVAS
EN LA GESTIÓN DE ESPECIES CINEGÉTICAS
Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
CÁTEDRA DE BIOLOGÍA Y ETOLOGÍA. FACULTAD DE VETERINARIA. UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA.
10071-Cáceres. España. E-mail: carranza@unex.es
La caza representa una importante actividad humana en la sociedad moderna con consecuencias directas sobre el
curso evolutivo de las especies cinegéticas. Aunque la actividad básica de la caza es la extracción de individuos de
las poblaciones, actualmente las especies cinegéticas son objeto de una profunda gestión con el objetivo de conse-
guir aumentar la productividad o mejorar la calidad de los trofeos. Las actuaciones de gestión pueden dirigirse
directamente hacia las poblaciones cazadas o hacia el ecosistema en que se encuentran, y en ambos casos pueden
tener influencia sobre los cambios genéticos en las poblaciones. Las poblaciones de especies cinegéticas pueden o
no corresponderse con unidades ecológicas en función de su gestión, la cual además puede alterar aspectos de la
dinámica poblacional como la densidad, la tasa de crecimiento, la proporción de sexos o la estructura de edades.
Desde un punto de vista evolutivo la gestión cinegética puede afectar diversos parámetros genéticos. La variabilidad
genética puede verse afectada a través de varios procesos: la mortalidad debida a caza puede ser diferente de la
natural, potenciando el efecto de la deriva genética, y la gestión de las poblaciones puede interferir con procesos
necesarios para el mantenimiento de la variabilidad, como el flujo génico, así como ocasionar que los tamaños
efectivos de población sean muy reducidos. Todo esto puede ocasionar que muchas poblaciones cinegéticas sufran
problemas de consanguinidad. La gestión puede también ocasionar modificaciones comportamentales con conse-
cuencias en aspectos como las estrategias reproductivas de las especies cinegéticas. La introducción de individuos
en terrenos cinegéticos puede tener importantes consecuencias ecológicas y evolutivas, como la transmisión de
enfermedades o la hibridación. Finalmente, la gestión de la caza origina procesos de selección artificial cuando los
individuos no son extraídos al azar respecto a su fenotipo. La gestión de poblaciones explotadas cinegéticamente
debería estar basada en la sostenibilidad, lo cual significa no sólo preservar su abundancia sino también las caracte-
rísticas genéticas y los procesos evolutivos que las mantienen.
La caza y las especies cinegéticas para el depredador humano organizado en grupos coope-
rativos; quizás preferentemente grandes ungulados
La actividad de la caza ha tenido un papel central en
(Sahlins 1972). En tanto la presión cinegética era ejercida
la evolución de nuestra propia especie. Probablemente por
ello, el gusto por esa práctica ha permanecido hasta nues- con el objetivo de conseguir un recurso alimenticio, es
tros días aunque ya no suponga un beneficio adaptativo. probable que su efecto selectivo fuese equivalente al ejer-
La caza debe haber formado parte de la coevolución entre cido por otros depredadores, actuando sobre los indivi-
nuestra especie y sus presas, aunque en la actualidad es duos más vulnerables. Es posible, sin embargo, como su-
evidente que las relaciones entre el hombre y sus “pre- giere Hidalgo (1995), que las piezas de caza se utilizasen
sas” no se ajustan a lo que conocemos como un proceso para manifestar una habilidad que podría proporcionar al
de coevolución (ver Capítulo 12). Más bien, el hombre cazador prestigio social y, sobre todo, ventajas en la
afecta a las poblaciones de caza provocando cambios tan- competencia por las parejas sexuales. A partir de que la
to desde el punto de vista numérico como genético. Un caza proporciona símbolos asociados al estatus social
cierto número de especies de aves y mamíferos han atraí- aparece el concepto de trofeo. El trofeo es una parte del
do la atención del hombre como especies cazables en la animal que el cazador utiliza como indicador del mérito
sociedad moderna. El curso evolutivo de estas especies de su captura.
puede verse marcado por esa elección. En las especies de caza menor el objetivo suele ser
diferente. Se suele primar la calidad como recurso gastro-
Cuáles son las especies de caza
nómico, tanto en la caza primitiva como en la moderna.
Originalmente las especies objeto de caza debieron El objetivo perseguido en estos casos es más la cantidad
ser las que se ajustaban a un tamaño de presa adecuado de piezas que sus características individuales.
374 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
En la actualidad la catalogación de las especies como enfocarse hacia manejar el ecosistema con el fin de favo-
cinegéticas se encuentra sometida a las normativas de caza recer a las especies de caza, o hacia manejar directamente
y conservación de la naturaleza. En el fondo persisten los las poblaciones de caza. Ambos tipos de actuaciones pue-
mismos criterios básicos ya mencionados, pero una espe- den tener influencia sobre los cambios genéticos en las
cie deja de ser cazable si la caza puede poner en peligro el poblaciones.
mantenimiento de sus poblaciones, independientemente
de que tradicionalmente fuese considerada como pieza de Manejo del ecosistema
caza.
Los cambios en el ecosistema pueden ir encaminados
en dos direcciones básicas: por un lado la transformación
Explotación y gestión de las especies cinegéticas de los hábitats para aumentar la oferta de alimento, refu-
gio, lugares de cría, etc., y por otro lado la eliminación de
La relación del hombre con las especies de caza pue- los depredadores. La teoría de selección natural (ver Ca-
de consistir simplemente en la extracción de ejemplares, pítulo 7) predice que los cambios en los factores ecológi-
es decir, la caza. Esta era prácticamente la única actividad cos implican cambios en las presiones selectivas, ya sea
que se llevaba a cabo en tiempos históricos. Más recien- en dirección o en intensidad, que deben traducirse en cam-
temente, sin embargo, se ha aumentado la intervención bios evolutivos. Aunque estos cambios pueden ser predi-
del hombre sobre las especies de caza orientada no sólo a chos en teoría, lo cierto es que carecemos de evidencia
extraer individuos sino a favorecer su producción. empírica sobre ellos. Una razón puede ser la falta de in-
La extracción puede ser indiscriminada, es decir diri- vestigación orientada hacia esta cuestión, pero además,
gida hacia cualquier tipo de individuo de la población sin existen dificultades reales para que se produzcan cam-
criterio alguno. Este tipo de extracción es más frecuente bios detectables debido, por ejemplo, el poco tiempo trans-
sobre las especies de caza menor. El efecto inmediato es currido desde que las condiciones cambiaron o, de modo
un aumento en la mortalidad general, especialmente la de similar, a la falta de constancia en las condiciones im-
individuos jóvenes e inexpertos (Lucio & Purroy 1995; puestas por el manejo humano.
Rocha & Hidalgo 2001). Un tipo de alteración del hábitat muy frecuente es el
En las especies de caza mayor, la extracción suele es- aclarado de las áreas de bosque y matorrral, favoreciendo
tar selectivamente dirigida hacia los animales portadores las áreas herbáceas. El predominio de las áreas abiertas
de trofeos, es decir los machos. Los caracteres sexuales favorece un mayor tamaño de grupo y un grado de poligi-
secundarios de los machos de muchas especies se han nia más alto, como se ha descrito para el ciervo de cola
desarrollado a lo largo de la evolución como indicadores blanca (Odocoileus virginianus; Hirt 1977) o para el cor-
fiables de buena condición física del portador, utilizados zo (Capreolus capreolus; Andersen et al. 1998).
como señal en la competencia entre machos o en la elec- Una práctica común en la gestión cinegética es el su-
ción de pareja por parte de las hembras (Andersson 1994). ministro de comida en épocas de escasez. Al margen de
Estas estructuras, como los cuernos y astas de los ungula- consideraciones sobre la reducción en la presión selecti-
dos, son muy sensibles a cualquier problema que afecte al va que supone la escasez de comida, el alimento suple-
estado general del organismo, por lo que se dice que son mentario suele presentarse de acuerdo a un patrón de dis-
dependientes de la condición (Andersson 1994). La bús- tribución espacial más acumulado que la comida natural.
queda de trofeos por parte de los cazadores, supone por Esta distribución del alimento puede provocar la agrega-
tanto una presión orientada hacia un tipo de individuos ción espacial de los individuos. A su vez, la acumulación
que no son los más vulnerables sino todo lo contrario. En espacial de las hembras afecta al sistema de apareamien-
la medida en que esta presión sea muy fuerte, puede pro- to, favoreciendo la poliginia. Experimentos realizados con
vocar una selección contraria a la selección sexual que el fin de analizar los cambios en el sistema de aparea-
produce el trofeo, y por estar relacionada con ella, una miento del ciervo (Cervus elaphus) en condiciones de
selección en contra de los ejemplares más vigorosos. El suplementación de alimento, han puesto de manifiesto
jabalí (Sus scrofa) es una excepción a esta norma, proba- que la concentración espacial de la comida provoca la
agregación de las hembras, lo cual hace que los machos
blemente porque en el momento del lance resulta difícil
defiendan territorios en las zonas de alimentación en lu-
distinguir el sexo del animal y se admite la caza sobre
gar de defender harenes móviles y aumenten su tasa de
ambos, aunque son los machos los que portan trofeos. La
interacciones agresivas (Carranza et al. 1995). Además,
caza sobre los machos supone un aumento en la mortali- al reunirse las hembras en grupos mayores, algunos ma-
dad de éstos, provocando la desviación de la proporción chos consiguen grandes harenes aumentando la varianza
de sexos poblacional hacia las hembras. en el tamaño de harén, lo cual puede estar relacionado
A medida que la caza va cobrando protagonismo como con aumento en el grado de poliginia (Carranza et al.
actividad económica en ciertas áreas, se favorece una in- 1995; Sanchez-Prieto 2000). Estas circunstancias de ma-
tensificación de las actuaciones encaminadas a promo- nejo son por lo tanto apropiadas para favorecer el aumen-
verla, dando origen a la gestión cinegética. La gestión to intergeneracional en el nivel de consanguinidad así
puede perseguir como objetivo aumentar la densidad y como los cambios genéticos aleatorios (deriva genética)
productividad de las especies de caza, o mejorar la cali- debido a una disminución en el tamaño efectivo de po-
dad de sus trofeos. Las actuaciones de gestión pueden blación (ver más adelante).
CAPÍTULO 21: CONSIDERACIONES EVOLUTIVAS EN LA GESTIÓN DE ESPECIES CINEGÉTICAS 375
Figura 2. Evolución del tamaño poblacional de dos especies de ungulados, la oveja Soay (A) y el ciervo (B) en dos poblaciones
insulares. Modificado de Clutton-Brock et al. (1997).
claro que depende en gran medida de la especie y el am- densidad (Clutton-Brock et al. 1985; Albon et al. 1987;
biente en cuestión. Clutton-Brock et al. 1997).
La actividad cinegética puede ser uno de los factores También la tasa de natalidad, o fecundidad, puede es-
que determinan la dinámica poblacional a través de su tar controlada por factores dependientes e independientes
efecto primordial: aumentar la tasa de mortalidad de la de la densidad. Tanto en ovejas Soay (Ovis aries) como en
población, al eliminar más individuos de los que mueren el ciervo la edad de madurez de los individuos está positi-
en condiciones naturales. La magnitud de este efecto en vamente correlacionada con la densidad poblacional, pero
conjunto con los otros parámetros poblacionales determi- en ciervo además se ha mostrado que depende de condi-
na si la tasa de crecimiento en poblaciones gestionadas ciones climáticas (los días de nieve y la temperatura me-
cinegéticamente es positiva, negativa o nula. Existen ca- dia de Abril, Clutton-Brock et al. 1997). Las hembras de
sos bien documentados de extinción de especies o de su ciervo presentan tasas de gestación más bajas a altas den-
drástica reducción en número debido a la actividad cine- sidades que a bajas densidades, a la vez que la densidad
gética excesiva. La caza excesiva produjo un descenso retrasa la fecha de parto lo que aumenta las posibilidades
poblacional que puso al borde de la extinción al elefante de que las crías mueran (Clutton-Brock y Albon 1989).
marino Mirounga angustirostris, declive numérico que Los determinantes del éxito reproductor en ciervo son di-
además afectó severamente a la variabilidad genética de ferentes para machos y hembras; mientras el éxito repro-
la especie (Hoelzel et al. 1993). ductor total de una hembra esta influido por la densidad y
Una cuestión habitual de discusión es que la depreda- la temperatura primaveral en el año de su nacimiento en
ción es uno de los factores fundamentales en la regula- poblaciones del norte de Europa, el de los machos depen-
ción de las poblaciones, y que frecuentemente las espe- de de su peso al nacer independientemente de los otros
cies cinegéticas se encuentran libres de la presión de factores (Kruuk et al. 1999).
depredadores, por lo que podrían crecer sin control y afec- La actividad cinegética puede actuar manteniendo los
tar negativamente a otras especies silvestres, tanto de ani- niveles poblacionales en una determinada densidad. En
males como de plantas (Montoya Oliver 1999). Esto con- este sentido tiene a la vez un efecto en reducir la actua-
vierte a la actividad cinegética en una herramienta funda- ción de los factores dependientes de la densidad, pero no
mental para la regulación de estas poblaciones. afecta a los estocásticos o independientes de la densidad.
Recientes estudios a largo plazo de poblaciones de Por lo tanto, para evitar que la mortalidad sea excesiva y
especies de ungulados en ambientes total o casi totalmen- la tasa de crecimiento sea negativa, el nivel de presión
te libres de depredadores naturales (de forma que el efec- cinegética debe regularse constantemente en función de
to de la predación sobre la tasa de mortalidad no existe o la situación poblacional. En suma, no se puede pretender
es despreciable), han demostrado la importancia tanto de que la actividad cinegética reemplace el papel de la de-
los factores estocásticos como dependientes de la densi- predación sin tener en cuenta los factores tanto depen-
dad en la regulación de las poblaciones (Saether 1997). dientes como independientes de la densidad que regulan
En el ciervo algunas causas de mortalidad son inde- las poblaciones naturalmente.
pendientes de la densidad, como por ejemplo la tempera- Sin embargo, y dado el predominante papel de los fac-
tura invernal en áreas de la distribución de esta especie en tores dependientes de la densidad en la regulación de las
el norte de Europa, pero otras muchas causas son depen- poblaciones, son frecuentes los ejemplos en que la activi-
dientes de la densidad. Por ejemplo, la cantidad de comi- dad cinegética puede ser beneficiosa tanto para la diná-
da que afecta tanto a la condición de las madres como a mica poblacional como para el ecosistema. Por ejemplo,
las crías es un factor cuyo efecto se agrava cuando la com- las áreas donde la caza mantiene densidades moderadas
petencia intraespecífica es mayor en condiciones de alta del ciervo de cola blanca en Estados Unidos, son aquellas
378 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
en las que los individuos tienen una mejor condición físi- puede perderse activamente, a través de selección natu-
ca y una mayor fertilidad, y a la vez ejercen un menor ral, o de forma pasiva, a través de deriva genética. La de-
impacto sobre la vegetación natural (Swihart et al. 1998). riva es un resultado del tamaño finito de las poblaciones y
Con frecuencia la gestión cinegética no sólo consiste un caso particular de lo que se conoce generalmente como
en la retirada (cacería) de ejemplares sino también en la error de muestreo: las frecuencias alélicas varían de una
introducción de más individuos (ver más abajo) o la toma generación a otra porque los gametos que forman la si-
de medidas para que la supervivencia de las crías se guiente generación son sólo una muestra de todos los ale-
maximice, de forma que su efecto es el de aumentar el los presentes en la generación anterior (ver Capítulo 6).
tamaño de población. Esto puede ser negativo a dos nive- Cuanto menor sea el tamaño de la población más proba-
les: por un lado al provocar los fenómenos dependientes ble es que las frecuencias alélicas difieran en los dos gru-
de la densidad antes mencionados, y por otro, aunque re- pos. La deriva en sí misma puede ser responsable de la
lacionado, al comprometer la capacidad de regeneración fijación o pérdida de alelos en poblaciones de tamaño re-
natural de la vegetación con un exceso de forrajeo; si la ducido, provocando cambios no adaptativos en la consti-
vegetación natural no se regenera bien la capacidad de tución genética de las poblaciones, en contraposición a la
los ecosistemas para mantener las poblaciones cinegéticas selección natural que favorece o elimina variantes genéti-
disminuye. El efecto negativo del exceso de densidad cas en función de su eficacia biológica.
puede darse no sólo a nivel de la tasa de crecimiento La selección y la deriva provocan una pérdida de di-
poblacional sino también en las características fenotípicas versidad que sólo puede contrarrestarse mediante dos pro-
de los organismos, entre ellas el desarrollo de los trofeos: cesos: la mutación y el flujo génico. La mutación, es de-
la densidad afecta negativamente la longitud y el peso de cir la aparición de nuevas variantes genéticas, tiene un
las cuernas en ciervo (Clutton-Brock y Albon 1989), mien- efecto importante pero muy lento en las poblaciones, al
tras que en Ovis canadiensis influye negativamente en el ser las tasas de mutación muy bajas. El flujo génico intro-
crecimiento y tamaño de los cuernos de los machos, pro- duce cambios en las frecuencias alélicas de las poblacio-
bablemente debido a una intensa competencia intraes- nes a través del flujo o migración de individuos entre po-
pecífica durante sus primeros años de vida (Jorgenson et blaciones. Desde esta perspectiva el flujo génico puede
al. 1998). considerarse la fuerza que compensa la pérdida de diver-
sidad debida a la deriva.
Figura 3. Relación entre la heterocigosidad y (A) el peso al nacer y (B) la tasa de supervivencia en crías de Phoca vitulina. Las barras
negras y blancas en B corresponden a dos medidas diferentes de heterocigosidad. Modificado de Coltman et al. (1998).
a) Machos b) Hembras
Heterocigosidad
Figura 4. Éxito reproductor a lo largo de la vida en función de la heterocigosidad para machos y hembras de ciervo de la isla de
Rum. Modificado de Slate et al. (2000).
al nacimiento, aunque este efecto está mediado por la tem- rásitos intestinales en ovejas Soay elimina homocigotos
peratura en primavera, siendo sólo significativo con ba- con más probabilidad que heterocigotos. De hecho, uno
jas temperaturas durante Abril (Coulson et al. 1998). En de los mecanismos propuestos para explicar el manteni-
ciervo se ha demostrado además la existencia de una co- miento de la variabilidad genética en poblaciones peque-
rrelación entre el grado de heterocigosidad individual y ñas y aisladas como las insulares es la ventaja selectiva
el éxito reproductor de los individuos a lo largo de toda de los heterocigotos (Pemberton et al. 1996). La elimina-
su vida (Slate et al. 2000, Figura 4), siendo este efecto ción de individuos de la población al azar supone una tasa
independiente de las relaciones entre heterocigosidad y de pérdida de variantes genéticas mayor a la esperable en
peso al nacer. condiciones naturales y puede poner en peligro el mante-
El principal efecto de la caza sobre la variabilidad nimiento de niveles apropiados de variabilidad. En casos
genética de las poblaciones es a dos niveles. En primer extremos, como el del elefante marino, las poblaciones
lugar, la mortalidad producida por la caza es diferente de actuales cuentan con niveles extremadamente bajos de
la mortalidad natural: una gran proporción de estas muer- variabilidad genética tanto a nivel de proteínas como de
tes son al azar respecto al genotipo del individuo, tanto ADN mitocondrial debido a la eliminación indiscrimina-
más cuanto menos selectiva sea la modalidad de caza (por da y excesiva de individuos durante el siglo XIX, aunque
ejemplo las monterías de ciervos o jabalíes). Sin embar- la especie se ha recuperado numéricamente tras la prohi-
go, la mortalidad natural, debida a depredación o parasi- bición de su caza (Hoelzel et al. 1993).
tismo suele eliminar a los individuos en peor condición La caza selectiva de individuos también puede pro-
física, algo que puede tener al menos en parte una base vocar pérdida de diversidad genética. En el ciervo se ha
genética. Ya hemos visto cómo la mortalidad debida a pa- comprobado que la caza selectiva en contra de los indivi-
380 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
pequeño que en casos de igualdad de proporciones de taciones mediante mallas cinegéticas, pueden dificultar o
sexos y panmixia (ver Apéndice 1). eliminar el flujo génico entre poblaciones cercanas. Este
El coeficiente de consanguinidad poblacional, Fis (Avi- es un aspecto de especial relevancia en el caso de las es-
se 1994, Wright 1951, Apéndice 2) de las poblaciones de pecies de caza mayor en España como ciervos o gamos.
ciervo en fincas de caza en Extremadura es significativa- Estas especies se distribuyen por zonas de bosque medi-
mente mayor que cero y mayor en promedio que el calcu- terráneo, hábitat fragmentado en la mayoría de su exten-
lado para la población del Parque Nacional de Doñana sión en virtud del uso del territorio, infraestructuras etc.
(Martínez et al. en prensa). Los valores positivos de Fis Esto hace que muchas de las fincas de caza sean zonas
representan déficit de heterocigotos debido a consangui- discretas y relativamente bien delimitadas. Además de
nidad local y por lo tanto ponen de manifiesto de forma ello, y con el fin de independizar la gestión de los terre-
indirecta la existencia de cruzamientos entre individuos nos, en las últimas décadas se ha generalizado en muchas
relacionados con el consiguiente aumento de homocigo- zonas de España el cercado de las fincas cinegéticas con
sidad en los individuos y el riesgo de que se pongan de vallas metálicas que impiden el paso de los grandes
manifiesto alelos deletéreos recesivos. ungulados. Esto ha subdividido aún más las poblaciones,
ya que las cercas impiden la dispersión de los juveniles y
Flujo génico y estructura poblacional por lo tanto el flujo génico. Un estudio de la estructura
genética de poblaciones de ciervo en Extremadura ha de-
En la actualidad se acepta que muchas especies exis- mostrado un valor positivo y significativamente diferente
ten como conjuntos de poblaciones conectadas en mayor de cero de Fst (ver Apéndice 2) entre fincas valladas de la
o menor grado por procesos migratorios y de flujo génico misma zona geográfica, y la ausencia de correlación entre
(lo que se conoce en sentido amplio con el nombre de similaridad genética y proximidad geográfica, lo que in-
metapoblaciones), cuya magnitud es fundamental para dica que las distintas fincas funcionan como poblaciones
entender la dinámica tanto de las poblaciones individua- independientes a pesar de su cercanía, como resultado de
les como de la especie en conjunto. La tasa de flujo géni- la falta de flujo génico y probablemente otros factores
co está relacionada con la estructura genética de las po- (Martínez et al. en prensa). El caso del ciervo en la Penín-
blaciones, es decir el grado de diferenciación genética sula Ibérica no es el único ejemplo, otros trabajos tam-
entre poblaciones de la misma especie (Apéndice 2). Esto bién han mostrado la diferenciación genética de pobla-
es debido a que la deriva génica puede llevar, en ausencia ciones cinegéticas aisladas (Lorenzini et al. 1998).
de flujo génico, a la diferenciación genética y aislamiento Como ya se ha discutido anteriormente estas pobla-
de las poblaciones, mientras que el flujo génico actúa ciones sin el efecto del flujo génico y con su pequeño
como fuerza cohesiva que mantiene una cierta uniformi- tamaño están en serio peligro de perder diversidad alélica
dad entre las poblaciones (Slatkin 1987). En poblaciones y heterocigosidad y aumentar su grado de consanguini-
pequeñas, el flujo génico actúa como restaurador de la dad. Aunque no existen pruebas de una conexión directa
variabilidad que se va perdiendo debido a la deriva, pu- entre el grado medio de consanguinidad en una finca y la
diendo tener un importante papel en el mantenimiento de calidad de los individuos y sus trofeos, en algunos me-
la variabilidad genética global de la especie. En metapo- dios cinegéticos se alude a la necesidad de “renovación
blaciones sujetas a fuertes fluctuaciones estocásticas de de sangre” en las fincas, sobre todo en las cercadas, como
tamaño y variabilidad, unas poblaciones pueden actuar una forma de mejorar los trofeos (Montoya Oliver 1999).
como fuentes de variabilidad que permitan recuperarse a Para ello se introducen individuos de otras zonas, cuando
las que sufren los procesos de pérdidas de variabilidad quizás sería más apropiado permitir una restauración de
(por ejemplo Saccheri et al. 1998). Finalmente, el flujo los procesos naturales de flujo génico.
génico puede tener un papel opuesto, limitando la posibi-
lidad de adaptación a condiciones locales cuando la tasa
de migración es mucho mayor que el coeficiente de selec- Modificaciones comportamentales con efectos evolutivos
ción (ver ejemplos en Storfer 1999).
El efecto que la actividad cinegética puede tener so- La actividad relacionada con la caza puede provocar
bre la diferenciación genética de las poblaciones es a va- cambios comportamentales en las especies cinegéticas.
rios niveles, a través de diferentes tipos de procesos que Algunos de estos cambios están directamente relaciona-
facilitan de una forma u otra la subdivisión poblacional. dos con la caza de los individuos y otros con las medidas
En primer lugar la caza puede actuar como agente selecti- de gestión de las poblaciones o el hábitat. En el ciervo de
vo artificial favoreciendo la eliminación de determinados cola blanca los individuos cambiaban su selección de
fenotipos. Como ya hemos citado anteriormente existen hábitat en la época de caza con respecto al resto del año,
evidencias de que esta selección puede producir un cam- evitando en lo posible las áreas relacionadas de alguna
bio en las frecuencias alélicas entre poblaciones (Hartl et forma con la actividad cinegética, como carreteras o cen-
al. 1991). En segundo lugar la eliminación de individuos tros de actividad (Kilgo et al. 1998). Algo similar ocurre
en números elevados y al azar respecto a sus genotipos con algunas especies de aves acuáticas, que responden a
puede intensificar la pérdida de variabilidad y los efectos las molestias ocasionadas por la actividad cinegética con
de la deriva génica. Finalmente los usos humanos sobre cambios en los patrones espaciales y temporales de uso
las áreas de distribución de las poblaciones, o las delimi- del hábitat (Madsen 1998).
382 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
ya que en algunos casos los híbridos resultan superiores a mográfica y/o genéticamente, hay que prestar mucha aten-
los individuos puros en diversos aspectos, lo que se cono- ción a la procedencia de los individuos introducidos, ya
ce como vigor híbrido o heterosis, normalmente en casos que mezclar individuos de poblaciones diferentes puede
en los que la diferenciación genética entre los taxones tener efectos contrarios y a veces difíciles de predecir. Es
puros es pequeña (Rhymer y Simberloff 1996). decir, con el fin de paliar la pérdida de diversidad alélica
Las introducciones de individuos para su caza son en y el efecto de la consanguinidad, podemos estar impidien-
ocasiones masivas, por ejemplo en el caso de ánades rea- do o dificultando la adaptación local de la especie y
les en Norteamérica y diversas especies de peces en homogeneizando las diferencias genéticas favorables exis-
Norteamérica y Europa. En estos casos y en los anteriores tentes entre distintas poblaciones. Así, resulta más razo-
el riesgo de hibridación es no sólo con individuos nable desde un punto de vista evolutivo si hay que intro-
coespecíficos sino también con individuos de otras espe- ducir ejemplares en una población cinegética, usar indi-
cies, provocando con frecuencia la mezcla de genomas viduos de poblaciones cercanas, con historias evolutivas
que puede llevar a la desaparición de especies raras. Es el y condiciones ecológicas parecidas en lugar de individuos
caso por ejemplo de la malvasía (Oxyura leucocephala) de distintas subespecies o de áreas muy alejadas, ya que
cuya identidad genética se ha visto peligrar debido a la desconocemos los efectos que esta hibridación puede te-
hibridación con individuos de malvasía jamaicana (O. ner en la población, y en cualquier caso puede suponer
jamaicensis), aunque en este caso no introducidos sino una pérdida de la identidad genética local.
escapados de poblaciones en cautividad. En ocasiones, Otro problema diferente, y fuera del alcance de lo dis-
procesos como la destrucción de hábitat o reintroduc- cutido en este capítulo, es la introducción de especies exó-
ciones masivas (como en el caso de especies de peces ticas para su explotación cinegética. Esta bien documen-
sujetas a explotación) ponen en contacto poblaciones o al tado cómo las especies exóticas pueden ser superiores en
menos grandes números de individuos. Si una de las dos diversos aspectos (capacidad competitiva, tasa reproduc-
(sub)especies, razas o poblaciones presenta tamaños de tora) a las nativas, de forma que pueden desplazar a las
censo mucho menor que la otra, el riesgo de la pérdida de especies autóctonas y llevarlas a la desaparición.
identidad genética es grande (ver ejemplos en Rhymer y
Simberloff 1996).
La hibridación de individuos de diferentes especies o Selección artificial sobre las especies de caza
subespecies puede ser un problema, especialmente para
poblaciones pequeñas, incluso si no existe introgresión, La gestión de una población de caza mayor suele exi-
es decir, si los genomas de ambas (sub)especies no se gir la eliminación de un considerable número de ejempla-
mezclan debido a que los híbridos son estériles. En estos res al margen de los abatidos en los lances cinegéticos. Es
casos la hibridación representa un esfuerzo reproductor decir, además de los ejemplares trofeo, suele ser necesa-
perdido que compromete y dificulta la reproducción en- rio eliminar hembras y ciertos machos defectuosos que
tre individuos “puros”. Por ejemplo los visones america- supuestamente no llegarían a producir un buen trofeo.
nos (Mustela vison) han sido introducidos en Europa, Cuando esta extracción de animales no se realiza al azar,
donde están poniendo en peligro a los visones europeos se está introduciendo un factor de selección artificial en
(M. lutreola) debido a que las hembras de la especie euro- la población.
pea son frecuentemente cubiertas por machos de la espe- Las prácticas tradicionales de selección de machos de
cie americana, pero posteriormente los embriones se re- ciervo aconsejan eliminar a los portadores de ciertas ca-
absorben y las hembras no dejan descendencia esa tem- racterísticas en la cuerna. En concreto se trata de favore-
porada (Rhymer y Simberloff 1996). cer aquellos parámetros que puntúan en los baremos de
Los individuos introducidos pueden haber sido captu- homologación de trofeos de caza, es decir, tamaño, gro-
rados en otras poblaciones silvestres o bien provenir de sor, número de puntas, etc. Se suele eliminar a los anima-
cría en cautividad. Esto último plantea un problema adi- les que, para lo que sería esperable según su edad, presen-
cional. La cría en cautividad adolece con frecuencia de tan serias limitaciones en estas variables. Una recomen-
problemas genéticos, baja variabilidad genética y consan- dación muy extendida es eliminar a los que muestran es-
guinidad, debido a un número bajo de individuos funda-
casos desarrollos en la zona más distal de la cuerna, lo
dores, poblaciones pequeñas o selección por domestica-
cual se interpreta como un síntoma de agotamiento en la
ción. Muchos autores creen que la introducción de estos
capacidad de hacer crecer la cuerna.
animales en poblaciones silvestres conllevaría la impor-
tación de estos problemas genéticos y haría las introduc- La selección artificial realizada sobre características
ciones inútiles. Aunque no en especies cinegéticas, sí que de la cuerna puede tener efecto en función de la heredabi-
existe un buen número de ejemplos de la influencia des- lidad de los rasgos considerados como criterio selectivo.
favorable de la introducción de individuos criados en cau- Es importante matizar que aún si la heredabilidad es muy
tividad en poblaciones silvestres. En general, parece que baja, los gestores estarían interesados en llevar a cabo este
sólo las introducciones de individuos provenientes de tipo de selección por sus efectos en la población actual.
poblaciones silvestres tienen un porcentaje de éxito ade- Es decir, eliminar los animales que muestran un desarro-
cuado (Storfer 1999). llo deficiente favorece el valor promedio de los trofeos
Podemos concluir diciendo que cuando se necesite existentes en un momento dado. En general, el efecto in-
reintroducir individuos en poblaciones depauperadas de- tergeneracional de esta selección ha sido puesto en duda
384 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
con frecuencia (ver p. ej. Clutton-Brock & Albon 1991). cos, la reducción del tamaño relativo del esplacnocráneo,
Una razón posible, además de la heredabilidad, es la falta las orejas caídas y la disminución de la respuesta a estí-
de constancia en los criterios a lo largo del tiempo y de mulos sensoriales, entre otros (Craig 1981; Clutton-Brock
los diferentes gestores que intervienen en una población. 1987).
Sin embargo, hay evidencia de que la caza selectiva pro- La selección artificial, y en particular la reproducción
duce cambios genéticos (Hartl et al. 1995), y que ciertas dirigida, es inadmisible desde un punto de vista de con-
características de la cuerna son heredables y por tanto sen- servación. La conservación implica mantener las caracte-
sibles a la selección. En concreto, Harlt et al. (1995) de- rísticas originales de una especie adaptada a un medio.
mostraron que los portadores de determinados alelos de- “Construir” variedades cualquiera que sea el criterio que
sarrollan cuernas de mayor tamaño que la media a la edad se utilice, es destruir el patrón original producido por se-
subadulta aunque en la edad madura no llegan a portar lección natural.
grandes trofeos. Los portadores de otros alelos, en cam- En contra de estos argumentos se podría decir que la
bio, siguen un patrón de desarrollo diferente, producien- selección natural ya no actúa como antes lo hacía en las
do trofeos pequeños a edad temprana pero resultando en poblaciones de animales de caza. Sin embargo, las espe-
los mayores trofeos a la edad madura (Harlt et al. 1995). cies de caza en su ambiente natural están aún hoy someti-
Bajo una perspectiva productiva, la selección artifi- das en buena medida a los procesos de selección natural
cial puede suponer una ‘mejora’ genética. Bajo un punto que han modelado su morfología y comportamiento. En
de vista evolutivo, por el contrario, la selección artificial lo que respecta a las especies de caza menor, siguen so-
es la causa del proceso conocido como domesticación. La metidas a la presión de diferentes fuerzas selectivas, in-
domesticación suele llevar por una parte al favorecimiento cluida la acción de diversos depredadores (Lucio y Purroy
de determinados rasgos que son considerados como de- 1992). En el caso de las de caza mayor, los grandes
seables por el hombre. Pero también, al introducir una depredadores han desaparecido de muchas zonas; sin
fuente de mortalidad (o reproducción diferencial) basada embargo, las principales fuerzas selectivas que han mo-
en criterios selectivos, se reduce la importancia relativa delado los trofeos de caza en estas especies se incluyen
de la selección debida a otras causas. Simplemente la caza, en la selección sexual (Andersson 1994), la cual sigue
actúa en esta misma dirección, haciendo que otras causas actuando siempre que se permita la competencia natural
de mortalidad pasen a un segundo plano. La disminución entre los reproductores.
de la intensidad de selección sobre un carácter conlleva
aumento de la variabilidad y disminución de la adecua-
ción de ese carácter al pico adaptativo. En otros términos, La gestión evolutivamente adecuada de las especies
podríamos referirnos a este proceso como degeneración cinegéticas
del conjunto de caracteres no sometidos a selección.
La selección artificial en las especies de caza se puede Para finalizar el capítulo hay que destacar que la ges-
llevar a cabo mediante dos procedimientos que conviene tión de poblaciones explotadas regularmente como las
diferenciar. Uno es el ya mencionado, consistente en la cinegéticas, debería estar basada en la sostenibilidad de
eliminación selectiva de individuos con características no la población, lo que significa no sólo preservar su abun-
deseables. Otro, mucho más potente, es la elección de los dancia numérica, sino también sus características genéti-
reproductores y su uso en una reproducción dirigida. Este cas y los procesos evolutivos que la mantienen. De lo dis-
segundo caso es el típico de las granjas cinegéticas. La cutido anteriormente se pueden destacar una serie de me-
diferencia fundamental entre ambos es la fuerza relativa didas lógicas en la gestión poblacional. Por ejemplo, man-
de los dos tipos de selección, natural y artificial sobre el tener un tamaño de población razonable y una proporción
conjunto de la “población”. En el caso de la eliminación de sexos adecuada, que garantice un tamaño efectivo mí-
de ciertos individuos, la selección natural puede conti- nimo sin sobrepasar la capacidad de carga del medio y
nuar actuando sobre la población restante, de modo que que maximice los niveles de heterocigosidad y/o diversi-
los reproductores pueden haber estado sometidos a ella. dad alélica. Igualmente, evitar en lo posible la acumula-
En el segundo caso, los reproductores son elegidos por el ción de consanguinidad en la población y respetar los pro-
criterio humano directamente, con lo cual la selección cesos naturales de ganancia y pérdida de diversidad como
natural no participa en esta elección salvo en lo que pue- el flujo génico o la selección. Para ello, la caracterización
da suponer la mortalidad previa a la edad reproductiva. genética de las poblaciones debe ser un paso previo fun-
Obviamente, la capacidad de modificación genética es damental para la toma de decisiones en los programas de
muchísimo mayor cuando se usa este segundo modo de manejo compatible con su conservación.
selección. La selección artificial es un proceso muy bien Las especies cinegéticas forman parte de la fauna
conocido (Craig 1981; Clutton-Brock 1987) y ha sido uti- autóctona de una región y como tales son objeto de inte-
lizado por el hombre para producir todas las razas y va- rés desde el punto de vista de la conservación. Su apro-
riedades de animales domésticos (Clutton-Brock 1987). vechamiento económico como recurso natural debe ser
Sus efectos están bien documentados, y suponen el desa- compatible con su conservación, la cual hoy día no se
rrollo de ciertos tipos de rasgos ligados a los caracteres entiende si no implica la preservación de los procesos
objeto de selección. Por ejemplo, en los mamíferos pro- evolutivos que mantienen la composición genética de las
ducto de la selección artificial son típicos los pelajes blan- poblaciones.
CAPÍTULO 21: CONSIDERACIONES EVOLUTIVAS EN LA GESTIÓN DE ESPECIES CINEGÉTICAS 385
Apéndices
Apéndice 1: Tamaño efectivo de población Apéndice 2: Flujo génico y la estructura genética
de las poblaciones
El tamaño efectivo de una población real se refiere al
tamaño de una población teórica e ideal (sin mutación, El flujo génico se expresa normalmente como la tasa
migración o selección y con apareamiento al azar) que de migración m, definida como la proporción de alelos en
tendría las mismas propiedades genéticas (como la una población cada generación que es de origen externo.
varianza intergeneracional en las frecuencias alélicas de- La mayoría de los métodos para estimar flujo génico per-
bido a error de muestreo) de la población real (Avise 1994, miten alcanzar solo una estima de Nm, el número absolu-
Hartl y Clark 1997). Dicho de forma más sencilla, equi- to de emigrantes intercambiados entre poblaciones por
vale al número efectivo de individuos reproductores (Avi- generación, donde N es el tamaño poblacional. Esta es
se 1994, Falconer 1989). El tamaño efectivo de pobla- una estima conveniente, ya que bajo la teoría neutral el
ción se estima que es casi siempre inferior al tamaño de nivel de divergencia entre poblaciones depende del nú-
censo (en promedio la relación Ne/N se ha estimado en mero absoluto de emigrantes más que de las proporciones
0.11, Frankham 1995) por diversos motivos, entre otros de individuos intercambiados.
(Avise 1994): Hay varias formas de estimar el valor de Nm (Avise
a) sexos separados; en organismos con sexos separa- 1994). Una de ellas es a partir de los estadísticos o índices
dos Ne = 4NmNf /(Nm+Nf), siendo Nm el número de ma- F de Wright (1951). Estos describen la estructura genéti-
chos y Nf el número de hembras. Si un sexo es más co- ca poblacional como reducciones en heterocigosidad a un
mún que el otro (Nm¹Nf) Ne siempre será menor que el nivel dado de la jerarquía de poblaciones con respecto a
tamaño de censo (Nm+Nf). otro nivel superior. Los tres estadísticos Fis, Fit y Fst son
b) fluctuaciones en tamaño de censo; el tamaño efec- también llamados índices de fijación y se relacionan así
tivo debido a fluctuaciones en el tamaño de censo es la (1-Fit) = (1-Fst) (1-Fis). Fis se define como la correlación de
media armónica de la población a través de las generacio- alelos homólogos dentro de individuos con referencia a
nes. La media armónica está más cercana al menor que al la subpoblación, y Fit como la correlación de alelos ho-
mayor de una serie de números, por lo que Ne puede ser mólogos dentro de individuos con respecto a la población
mucho más pequeña que la mayoría de los tamaños de total. Ambos describen desviaciones de las frecuencias
censos para la población. En particular una corta pero se- genotípicas esperables según el principio de Hardy-Wein-
vera reducción en el tamaño censal (un “cuello de bote- berg, y por tanto valores positivos de Fis y Fit representan
lla”) tiene un gran efecto sobre Ne. déficit de heterocigotos debido a endogamia local (Fis) o
a endogamia local y subdivisión poblacional (Fit). Final-
c) variación en el número de crías por evento
mente Fst puede definirse como la correlación de alelos
reproductivo (fecundidad); incluso en poblaciones esta-
homólogos dentro de una subpoblación con respecto a la
bles con el mismo número de machos y hembras unos
población total, o la varianza de las frecuencias de alelos
individuos dejan más descendientes que otros. Solo si el
entre subpoblaciones, de forma que valores positivos de
número de descendientes sigue una distribución de
Fst indican diferenciación entre poblaciones. Este es pues
Poisson de media y varianza 2, Ne será igual a N. Ya que
el estadístico informativo para examinar el nivel medio
normalmente la varianza excede el valor de la media, Ne
de divergencia genética entre subpoblaciones y el que está
será más pequeña que N. Esto es particularmente cierto
relacionado inversamente con la tasa de flujo génico,
para especies con fecundidades muy altas o sistemas de
apareamiento polígamos. Fst = 1 / (1 + 4Nm), Wright (1951)
pudiendo estimarse la tasa de flujo génico a partir del va-
lor de Fst.
Otros métodos para estimar Nm son el de los alelos
privados (Slatkin 1985), que relaciona el número y la
frecuencia de alelos que aparecen en una sola población
(privados) con la tasa de intercambio génico entre pobla-
ciones, o los basados en la filogenia de alelos, para los
que es necesario conocer la filogenia de los alelos que se
usan como marcadores en el estudio de la estructura po-
blacional.
386 Juan Carranza y Juan Gabriel Martínez
Bibliografía
ALBON, S.D., CLUTTON-BROCK, T.H., y GUINNESS, F.E. (1987). JIMÉNEZ, J.A., HUGHES, K.A., ALAKS, G., GRAHAM, L. y LACY,
Early development and population dynamics in red deer. II. Density- R. C. (1994). An experimental study of inbreeding depression in a
independent effects and cohort variation. Journal of Animal Ecology natural habitat. Science, 266, 271-273.
56: 69-81. JORGENSON, J.T., FESTA-BIANCHET, M., y WISHART, W.D.
ANDERSSON, M.A. (1994). Sexual selection. Princeton Univ. Press, (1998). Effects of population density on horn development in
Princeton. bighorn rams. Journal of Wildlife Management, 62(3), 1011-1020.
AVISE, J.C. (1994). Molecular markers, natural history and evolution. KELLER, L.F. (1998). Inbreeding and its fitness effects in an insular
Chapman and Hall. New York. population of song sparrows (Melospiza melodia). Evolution, 52(1),
BEGON, M., HAPER, J.L., y TOWNSEND, C.R. (1988). Ecología. 240-250.
Individuos, poblaciones y comunidades. Ediciones Omega S.A. Bar- KELLER, L.F., ARCESE, P., SMITH, J.N.M., HOCHACHKA, W.M.,
celona. y STEARNS, S.C. (1994). Selection against inbred song sparrows
CARRANZA, J. (2000). Environmental effects on the evolution of during a natural population bottleneck. Nature, 372, 356-357.
mating systems in endotherms. En: Vertebrate Mating Systems KILGO, J.C., LABISKY, R.F., y FRITZEN, D.E. (1998). Influences of
(Apollonio, M., Festa-Bianchet, M. & Mainardi, D. Eds). World hunting on the behaviour of White-Tailed Deer: implications for
Scientific, Singapore. conservation of the Florida Panther. Conservation Biology, 12(6),
CARRANZA, J. (1995). Female attraction by males versus sites in te- 1359-1364.
rritorial rutting red deer. Animal Behaviour, 50, 445-453. KREBS, C.J. (1986). Ecología. Ediciones Pirámide, S.A. Madrid.
CARRANZA, J., GARCÍA-MUÑOZ, A. J., y VARGAS, J. D. (1995). KRUUK, L.E.B., CLUTTON-BROCK, T.H., ROSE, K.E., y
Experimental shifting from harem defence to territoriality in rutting GUINNESS, F. E. (1999). Early determinants of lifetime
red deer. Animal Behaviour, 49, 551-554. reproductive success differ between the sexes in red deer.
CARRANZA, J. y SÁNCHEZ-PRIETO, C.B. (2000). Proporción de Proceedings of the Royal Society of London B, 266, 1655-1661.
sexos al nacimiento en el ciervo en las fincas de caza. VIII Congre- LORENZINI, R., MATTIOLI, S., y FICO, R. (1998). Allozyme variation
so Nacional y V Iberoamericano de Etología, Granada (España). in native red deer Cervus elaphus of Mesola Wood, Northen Italy -
CLUTTON-BROCK, J. (1987). A Natural History of Domesticated Implications for conservation. Acta Theriologica, S5, 63-74.
Mammals. Cambridge University Press, Cambridge. LUCIO, A.I. y PURROY, F.J. (1992). Caza y conservación de aves en
CLUTTON-BROCK, T.H., MAJOR, M. y GUINNESS, F.E. (1985). España. Ardeola 39(2): 85-98.
Population regulation in male and female red deer. Journal of Ani- MADSEN, J. (1998). Experimental refuges for migratory waterfowl in
mal Ecology 54: 831-846. Danish wetlands. I. Baseline assessment of the disturbance effects
CLUTTON-BROCK, T.H. y ALBON, S.D (1989). Red deer in the of recreational activities. Journal of Applied Ecology, 35, 386-397.
Highlands. Oxford: BSP Professsional Books. MARTÍNEZ, J.G., CARRANZA, J., FERNÁNDEZ, J.L. y SÁNCHEZ-
CLUTTON-BROCK, T.H. y IASON (1986) Sex ratio variation in PRIETO, C.B. Genetic variation of red deer populations under
mammals. Quarterly Review of Biology 61: 339-374. hunting exploitation in South-Western Spain. Journal of Wildlife
CLUTTON-BROCK, T.H., ILLIUS, A.W., WILSON, K., GRENFELL, Management, En prensa.
B. T., MACCOLL, A. D. C., y ALBON, S. D. (1997). Stability and MONTOYA OLIVER, J.M. (1999). El ciervo y el monte. Manejo y con-
instability in ungulate populations: an empirical analysis. American servación (Cervus elaphus L.). Ediciones Munid-Presa. Madrid.
Naturalist, 149, 195-219. NEWMAN, D. y PILSON, D. (1997). Increased probability of extinction
COLTMAN, D.W., BOWEN, W.D. y WRIGHT, J.M. (1998). Birth due to decreased genetic effective population size: experimental
weight and neonatal survival of harbour seal pups are positively populations of Clarkia pulchella. Evolution, 51(2), 354-362.
correlated with genetic variation measured by microsatellites. PEMBERTON, J.M., SMITH, J.A., COULSON, T.N., MARSHALL,
Proceedings of the Royal Society of London B 265: 803-809. T.C., SLATE, J., PATERSON, S., ALBON, S.D., y CLUTTON-
COLTMAN, D.W., PILKINGTON, J.G., SMITH, J.A., y PEMBERTON, BROCK, T.H. (1996). The maintenance of genetic polymorphism
J. (1999). Parasite-mediated selection against inbred soay sheep in in small island populations: large mammals in the Hebrides.
a free-living, island population. Evolution, 53(4), 1259-1267. Philosophical Transactions of the Royal Society of London B, 351,
COULSON, T.N., PEMBERTON, J.M., ALBON, S.D., BEAUMONT, 745-752.
M., MARSHALL, T.C., SLATE, J., GUINNESS, F.E., y ROCHA, G. y HIDALGO DE TRUCIOS, S.J. (2001). La tórtola co-
CLUTTON-BROCK, T. H. (1998). Microsatellites reveal heterosis mún: análisis de los factores que afectan a su estatus. Publ. Univ.
in red deer. Proceedings of the Royal Society of London B, 265 de Extremadura. 252 pp.
(1395), 489-495. ROLDAN, E.R.S., CASSINELLO, J., ABAIGAR, T. y GOMENDIO,
CRAIG, J.V. (1981). Domestic Animal Behaviour. Prentice-Hall, New M. (1998). Inbreeding, fluctuating asymmetry, and ejaculate quality
Jersey. in an endangered ungulate. Proceedings of the Royal Society of
CUNNINGHAM, A.A. (1996). Disease risks of wildlife translocations. London B, 265: 243-248.
Conservation Biology, 10, 349-353. RHYMER, J.M. y SIMBERLOFF, D. (1996). Extinction by hybridiza-
tion and introgression. Annual Review of Ecology and Systematics,
FRANKHAM, R. (1995). Conservation genetics. Annual Review of
27, 83-109.
Genetics, 29, 305-327.
SACCHERI, I., KUUSSAARI, M., KANKARE, M., VIKMAN, P.,
HARTL, D.L. y CLARK, A.G. (1997). Principles of Population
FORTELIUS, W. y HANSKI, I. (1998). Inbreeding and extinction
Genetics. Sinauer Associates, Inc. Massachusetts.
in a butterfly metapopulation. Nature, 392, 491-494.
HARTL, G.B., LANG, G., KLEIN, F. y WILLING, R. (1991). Relatio- SAETHER, B.-E. (1997). Environmental stochasticity and population
nships between allozymes, heterozygosity and morphological cha- dynamics of large herbivores: a search for mechanisms. Trends in
racters in red deer (Cervus elaphus), and the influence of selective Ecology and Evolution, 12(4), 143-149.
hunting on allele frequency distributions. Heredity 66: 343-350. SAHLINS, M. (1972). Stone age economics. Aldine, Chicago.
HARTL, G.B., KLEIN, F., WILLING, R., APOLLONIO, M. y LANG, SÁNCHEZ-PRIETO, C.B. (2000). Efectos de la suplementación de ali-
G. (1995) Allozymes and the genetics of antler development in red mento en el sistema de apareamiento del ciervo (Cervus elaphus).
deer (Cervus elaphus). Journal of Zoology 237: 83-100. Memoria de licenciatura, Universidad de Extremadura.
HIDALGO DE TRUCIOS, S.J. (1995). Origen y evolución de los gus- SCANDURA, M., TIEDEMANN, R., APOLLONIO, M., y HARTL, G.
tos cinegéticos. Trofeo 304: 32-36. B. (1998). Genetic variation in an isolated italian population of
CAPÍTULO 21: CONSIDERACIONES EVOLUTIVAS EN LA GESTIÓN DE ESPECIES CINEGÉTICAS 387
fallow deer Dama dama as revealed by Rapd PCR. Acta STORFER, A. (1999). Gene flow and endangered species translocations
Theriologica, S5, 163-169. - a topic revisited. Biological Conservation, 87(2), 173-180.
SLATE, J., KRUUK, L.E.B., MARSHALL, T.C., PEMBERTON, J.M. SWIHART, R.K., JR., H.P.W., EASTER-PILCHER, A.L., y DeNICOLA,
y CLUTTON-BROCK, T.H. (2000). Inbreeding depression A. J. (1998). Nutritional condition and fertility of white-tailed deer
influences lifetime breeding success in a wild population of red (Odocoileus virginianus) from areas with contrasting histories of
deer (Cervus elaphus). Proceedings of the Royal Society of London hunting. Canadian Journal of Zoology, 76, 1932-1941.
B 267: 1657-1662. WRIGHT, S. (1951). The genetical structure of populations. Annals of
SLATKIN, M. (1987). Gene flow and the geographic structure of natu- Eugenics, 15, 323-354.
ral populations. Science, 236, 787-792.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) ALVARADO, E. et al. (eds.) 1991. Manual de Ordenación y Gestión Cinegética. IFEBA, Badajoz. Reúne las contribuciones de los
diversos ponentes que participaron en unas jornadas sobre gestión cinegética. Válido como introducción a diversos aspectos de la
gestión cinegética.
(2) ARENAS, A. & PEREA, A. (eds.) 1993. El ciervo en Sierra Morena. Publicaciones Universidad de Córdoba. Colección de contri-
buciones sobre diferentes aspectos de la gestión del ciervo.
(3) CARRANZA, J. 1999. Aplicaciones de la Etología al manejo de las poblaciones de ciervo en el suroeste de la Península Ibérica:
producción y conservación. Etología. 7: 5-18. Un artículo extenso sobre la problemática del manejo de las poblaciones de ciervo en
ambiente mediterráneo.
Capítulo 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA
La aplicación de la teoría evolutiva al estudio y al tratamiento de enfermedades es una línea de investigación que
ha dado lugar a la llamada medicina evolutiva y constituye un nuevo punto de vista desde el que estudiar las
enfermedades y poder luchar contra ellas. Son muchas las razones por las que los médicos deberían de tener en
cuenta este enfoque evolutivo. Desde este punto de vista se puede explicar fácilmente por qué los patógenos desa-
rrollan resistencia a fármacos y su virulencia es muy variable, por qué cuando se utilizan fármacos para disminuir
los síntomas de una enfermedad muchas veces lo que se consigue es agravar la enfermedad, por qué siguen existien-
do algunas enfermedades genéticas que deberían de haber desaparecido durante nuestra historia evolutiva, por qué
envejecemos, o por qué algunas células de nuestro organismo, en un momento dado, “deciden” no diferenciarse en
células del tejido en el que aparecen y se dividen sin control produciéndose un cáncer, etc. En este capítulo se intenta
dar respuesta a estas preguntas utilizando ejemplos de síntomas de enfermedades infecciosas como la fiebre, la
deficiencia en hierro, la pérdida de apetito, la diarrea, la tos, etc., y de enfermedades concretas como la miopía y la
anemia falciforme, y algunas otras relacionadas con la vejez (aterosclerosis), y el cáncer.
estrategias vitales, ver Capítulo 8). El hombre es el resul- 100%, por lo que mecanismos que disminuyan el riesgo
tado de los procesos evolutivos ocurridos en relación con de contraer infecciones (por ejemplo un sistema inmuni-
el ambiente que rodeó a sus ancestros y en el que actual- tario muy eficaz) se seleccionarían muy rápidamente.
mente se desenvuelve, y, por esto, el pensamiento evolu-
tivo debería estar más presente en la medicina actual Enfermedades infecciosas, síntomas y la evolución de
(Nesse y Williams 1994; Stearns 1999a). defensas frente a patógenos
Los médicos deberían tener en cuenta la teoría evolu-
tiva, al menos por las 8 razones que Stearns (1999b) enu- En los textos de medicina clásica se enumeran una
mera en su libro “Evolution of health and disease”: (1) serie de síntomas que son los que permiten identificar una
Cada individuo ha tenido una historia evolutiva que di- enfermedad. Estos síntomas incluyen tanto efectos direc-
fiere un poco de la de los demás y por tanto difieren en su tos de la enfermedad sobre el enfermo (“placas” de ori-
genotipo. Esto explica las diferencias existentes entre gen bacteriano o vírico, etc.) como reacciones defensivas
humanos en su respuesta a fármacos o enfermedades. (2) del cuerpo humano frente a esa enfermedad (fiebres altas,
Los microorganismos y células cancerígenas rápidamen- dolores localizados, etc.). Esto hace que frecuentemente
te desarrollan resistencia a los fármacos por medio de pro- se confundan los mecanismos de defensa del cuerpo fren-
cesos de selección natural. Esto tiene implicaciones muy te a una enfermedad con la enfermedad propiamente di-
importantes para el diseño de tratamientos. (3) La vacu- cha. Por ejemplo, si tenemos dolores intestinales, fiebre,
nación de una población humana frente a una enfermedad pérdida de apetito, etc., decimos que seguramente tene-
ejerce una presión selectiva muy fuerte sobre el patógeno mos una infección intestinal y rápidamente visitamos a
y, por tanto, es de esperar que muestre una respuesta evo- nuestro médico para que nos alivie el malestar y nos rece-
lutiva. (4) La teoría evolutiva nos explica por qué la viru- te analgésicos, antipiréticos, etc. Sin embargo, si debido a
lencia mostrada por distintos patógenos varía y nos indi- la toma de antipiréticos y analgésicos logramos reducir la
ca qué medidas se podrían adoptar para reducir esta viru- temperatura corporal a la normalidad, y recuperamos el
lencia de los patógenos. (5) El análisis evolutivo de con- apetito, ¿habremos eliminado la infección? Seguramente
flictos genéticos nos explica: a) la gran cantidad de esper- no, aunque nos sentiremos mucho mejor.
ma que se necesita para fecundar un solo óvulo, b) la gran Los signos directos de enfermedades infecciosas nor-
cantidad de óvulos desarrollados y perdidos en las malmente son difíciles de conseguir, ya que cuando una
menstruaciones, c) el aparente exceso de producción de infección es interna, sólo se puede detectar por cultivos
hormonas por parte de los ovarios y de la placenta duran- in vitro, endoscopias, o extirpación y estudio del tejido
te el embarazo, d) por qué algunas proteínas fetales deri- infectado. En general la mayoría de los síntomas debidos
van siempre del genoma paterno, mientras que otras deri- a enfermedades infecciosas, y que nos hacen visitar al
van del genoma materno, etc. La comprensión desde un médico, causan malestar y preferimos eliminarlos. Sin
punto de vista evolutivo de estos procesos (conflictos) embargo, desde el punto de vista evolutivo, estos sínto-
ayudará a alcanzar los objetivos de la ciencia médica re- mas deben tener una explicación adaptativa (ver Capítulo
lacionados con ellos. (6) Los comportamientos sexual, 7) y pueden formar parte de las defensas que hemos desa-
reproductor, etc., de los humanos están afectados directa- rrollado durante los miles de años de evolución junto a
mente por las fuerzas evolutivas. (7) Muchos de los sínto- nuestros patógenos (Ewald 1980, 1994). Si éste fuera el
mas de las enfermedades pueden ser adaptaciones defen- caso, la reducción de estos síntomas llevaría consigo una
sivas (por ejemplo, la fiebre, náuseas, tos, dolor, etc.) y, reducción de los mecanismos defensivos de que dispone-
por tanto, en muchos casos no deben tratarse como enfer- mos para luchar contra el agente patógeno. Otra posibili-
medades en sí. (8) El problema de la madurez y de la dad es que los síntomas sean el resultado de una manipu-
senescencia es el resultado de procesos de selección na- lación del agente patógeno sobre el enfermo para aumen-
tural actuando sobre el periodo de vida completo de los tar la probabilidad de dispersión y contaminación de otro
individuos. huésped. Una tercera posibilidad es que los síntomas sean
En este capítulo voy a intentar dar una aproximación beneficiosos tanto para el parásito como para el enfermo.
evolutiva muy general a algunos de los problemas actua- Independientemente del “por qué” de los síntomas de las
les que se plantea la medicina, principalmente las enfer- enfermedades, de lo que no cabe la menor duda es que
medades infecciosas, las enfermedades genéticas, las en- habría que tener en cuenta su función antes de decidir si
fermedades degenerativas no infecciosas relacionadas con debemos o no reducirlos.
los procesos de envejecimiento y el cáncer.
Los síntomas como adaptaciones defensivas frente a
patógenos
Enfermedades infecciosas
Actualmente se tiende a pensar que la mayoría de los
Sin lugar a dudas, uno de los agentes evolutivos más síntomas son adaptaciones de los hospedadores en la lu-
importantes para un ser vivo es la lucha contra las enfer- cha contra los patógenos debido a que son iniciados por
medades infecciosas (Haldane 1949). Esto se debe a que células de nuestro sistema inmune, y no directamente por
la probabilidad de tener contacto con agentes patógenos a los patógenos. Sin embargo, puede parecer que algunos
lo largo de la vida de un organismo es prácticamente del de estos síntomas son perjudiciales para el enfermo. Este
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 391
Fiebre. Desde el punto de vista evolutivo la mayor eviden- que algunos patógenos deben de haber podido superar esta
cia de que la fiebre es beneficiosa radica en el hecho de barrera en la carrera evolutiva (ver Capítulo 12) que man-
que esta respuesta aparece en taxones muy distintos del tienen con las especies que explotan. Un ejemplo claro de
reino animal, como algunos invertebrados, peces, reptiles este patrón evolutivo son los experimentos realizados en
y mamíferos. Además, la fiebre es un proceso metabólico laboratorio con polio virus. Estos virus no se reproducen,
muy costoso (el incrementar 1ºC la temperatura corporal o lo hacen de forma muy lenta cuando están expuestos a
supone un incremento del 13% en la tasa metabólica) que, temperaturas febriles humanas (38-40ºC) pero, cuando son
si no tuviera ventajas, muy probablemente hubiera sido cultivados en laboratorio a estas temperaturas, en pocos
eliminado por los procesos de selección natural. La de- días empiezan a reproducirse a una tasa similar a la que lo
mostración experimental de que la fiebre es una defensa hacían a temperaturas no febriles (Lwolff 1959). En la
frente a patógenos fue llevada a cabo por Kluger (1991a) carrera de armamentos evolutiva que mantienen los
en un estudio con lagartijas. Los reptiles regulan la tem- patógenos y sus huéspedes cabría predecir que las espe-
peratura corporal de forma comportamental, exponiéndo- cies hospedadoras deberían desarrollar mecanismos por
se más o menos a las radiaciones solares. Primero, de- los que reconocer específicamente a los patógenos resis-
mostró que una inyección experimental con bacterias tentes a las temperaturas febriles y no actuar con este tipo
muertas provoca en las lagartijas un cambio en su com- de defensa frente a ellos. De esta forma se podría emplear
portamiento, moviéndose hacia la parte más caliente del esta energía en otros tipos de defensas más eficaces frente
terrario causando un aumento de 2ºC en su temperatura a estos patógenos. Sin embargo, si tenemos en cuenta que
corporal con respecto a los individuos que no fueron in- el contacto con patógenos es constante y que las infeccio-
yectados. Posteriormente, para demostrar que este com- nes múltiples son muy comunes, una inhibición de la fie-
portamiento protege a los individuos infectados, inyecta- bre haría más vulnerable al enfermo frente a otros
ron a cinco grupos de lagartijas con Aeromonas para cau- patógenos a los que la fiebre inhibe su reproducción. Por
sarles una infección seria. A continuación, a un grupo lo esto, en general, y teniendo en cuenta los resultados de
pusieron en un terrario con una temperatura aproximada- experimentos realizados hasta ahora, se podría concluir
mente igual a la temperatura corporal normal de las lagar- que la fiebre constituye una defensa frente a patógenos
tijas (38ºC), a otros dos grupos en terrarios de temperatu- (Kluger 1991b), aunque en algunos casos no es así (Banet
ras superiores a la normal (40ºC y 42ºC, respectivamen- 1986, Blatteis 1986).
te), y a los dos restantes en terrarios de temperaturas me-
Deficiencia de hierro en el plasma sanguíneo. El hierro es un
nores (36ºC y 34ºC respectivamente). Los resultados
nutriente esencial para todos los organismos vivos. Por
mostraron que el 50% de los animales en temperaturas
tanto, una disminución del hierro disponible en el plasma
normales murieron por la infección en 24 horas, mientras
sanguíneo debe de ser considerada tanto desde la pers-
que este porcentaje disminuyó a temperaturas superiores pectiva del hospedador (infectado) como desde la del pa-
y aumentó a temperaturas inferiores (Fig. 1). Por tanto, rásito. Esta disminución podría interpretarse como una
concluyeron que los animales a temperaturas corporales estrategia del hospedador que conseguiría disminuir la
mayores de la normal se defendían mejor frente a la in- disponibilidad de hierro para su parásito. Sin embargo,
fección que los animales controles, o que los experimen- hasta muy recientemente, esta deficiencia en hierro era
talmente expuestos a temperaturas inferiores. interpretada como una patología (anemia provocada por
Sin embargo, la fiebre no tiene por qué constituir una infección) y era corregida con un aporte extra de hierro
defensa frente a cualquier patógeno y, a veces, puede in- en todos los pacientes. Actualmente, los médicos dudan
cluso ser beneficiosa para algunos (Lorin 1987). Si tene- en corregir o no esta deficiencia en hierro en pacientes
mos en cuenta la historia evolutiva entre especies hués- con infección ya que, como se ha demostrado en muchos
pedes y patógenas (virus y/o bacterias) es fácil suponer casos, no produce una mejoría en los pacientes.
392 Juan José Soler
Experimentalmente se ha demostrado que bajas con- Pérdida de apetito. La pérdida de apetito y la baja actividad
centraciones en hierro, junto a temperaturas febriles, dis- que experimentamos ante una enfermedad infecciosa tam-
minuyen el crecimiento bacteriano (Kluger 1991a). Ade- bién podría ser interpretada como una defensa frente a
más, existen evidencias de que una disminución de hierro patógenos ya que disminuirían la cantidad de recursos
en plasma, por sí misma, es una defensa frente a patóge- disponibles para los patógenos y su reproducción. Por
nos (Weinberg 1984) debido a varios factores: (i) las pro- ejemplo, si no se ingiere alimento durante periodos con-
teínas que enmascaran el hierro circulante se encuentran siderables de tiempo, la cantidad de nutrientes circulan-
en los fluidos corporales de las zonas del cuerpo más ex- tes en sangre disminuye bruscamente. Si además el meta-
puestas a infecciones (lágrimas, exudados nasales, moco bolismo corporal disminuye y, por tanto, necesita menos
bronquial, moco cervical y en fluidos seminales). (ii) energía, la cantidad de glucosa en sangre también dismi-
Cuando se produce una infección se activan los mecanis- nuye. Esta disminución de sustancias energéticas en nues-
mos de reducción de hierro en sangre (disminución de la tros fluidos corporales podría influir negativamente en las
absorción de hierro intestinal, incremento de la síntesis tasas reproductoras del patógeno y ayudaría en gran me-
de proteínas que enmascaran al hierro). (iii) La disminu- dida a la efectividad de nuestro sistema inmune (Long
ción experimental del hierro circulante en plasma protege 1996). Sin embargo, en este caso es muy difícil distinguir
contra las enfermedades infecciosas y disminuye la inci- entre causa y efecto, y entre los efectos que tienen sobre
dencia y severidad de las infecciones. (iv) Cuando expe- la evolución de la enfermedad los distintos aspectos fi-
rimentalmente se suprimen los mecanismos de reducción siológicos e inmunitarios que tienen lugar al disminuir el
del hierro disponible aumenta la incidencia y la severidad apetito y la actividad metabólica.
de las infecciones. (v) Finalmente, algunos microorganis-
mos patógenos han desarrollado mecanismos que les per- Los síntomas como resultado de manipulaciones
miten utilizar el hierro enmascarado por el organismo del patógeno sobre su hospedador
hospedador.
La importancia de una disminución de la concentra- La antítesis de las respuestas adaptativas expuestas
ción de hierro en sangre como defensa frente a patógenos anteriormente son ejemplos en que el hospedador es ma-
ha sido demostrada en humanos (Murray et al. 1978). En nipulado por el patógeno en su beneficio, perjudicando al
un campamento de nómadas somalíes detectaron que hospedador. Quizás el ejemplo más ilustrativo sea el efecto
aquellos que tenían unos niveles de hierro similares a los del virus de la rabia en los perros y en el hombre cuando
normales en Estados Unidos sufrían una mayor inciden- se contagia (Ewald 1980). Una vez que el virus ha llega-
cia de enfermedades infecciosas (malaria, tuberculosis y do al torrente sanguíneo del hospedador se mueve hacia
neumonía) que otros con unos niveles de hierro menores. el interior de neuronas del sistema límbico, de los nervios
Estos nómadas basan su alimentación en la leche, un ali- que inervan las glándulas salivares y empieza a replicar-
mento de pobre contenido en hierro, y pensaron que po- se. El virus también afecta a los músculos de la garganta
dría estar relacionado con una disminución del riesgo de causando parálisis. El resultado de estos patrones de in-
infección. A un grupo de adultos con déficit en hierro lo fección es un sistema ideal para la dispersión de los virus.
dividieron en dos: a uno de ellos le suministraron hierro La infección del sistema límbico causa en el perro un au-
extra mientras que al otro le suministraron una sustancia mento de la agresividad y de la probabilidad de que muer-
control. Después de 30 días los investigadores encontra- da a otro animal. El virus es segregado en la saliva y, por
ron una mayor incidencia de infecciones en el grupo tra- tanto, la parálisis de los músculos de la garganta impide
tado con el hierro extra. que sea tragado. De esta forma el virus consigue que el
Sin embargo, a pesar de las evidencias existentes so- perro acumule saliva contaminada con el virus en la boca
bre la importancia de una disminución en hierro como y que, cuando muerda a otro animal, lo infecte maximi-
barrera o defensa frente a patógenos, de la misma forma zando su probabilidad de dispersión a otros individuos.
que argumentamos con la fiebre, también cabe esperar Los síntomas de la infección por Vibrio cholerae (la
bacteria que causa el cólera) también podrían ser inter-
que algunos microorganismos hayan desarrollado estra-
pretados como beneficiosos para la bacteria y perjudicia-
tegias para disminuir o anular el efecto negativo que so-
les para el enfermo (Ewald 1994). La enfermedad se trans-
bre ellos tiene esta defensa. Este parece ser el caso de
mite por ingestión de agua o de alimentos contaminados
algunas bacterias que producen enfermedades humanas
por heces de individuos infectados. Los síntomas del có-
(Escherichia coli, Vibrio cholerae, Corynebacterium lera son la diarrea y la pérdida de líquidos y sales minera-
diphtheriae y Pseudomonas aeruginosa) y que al perci- les en las heces, y los provocan unas toxinas segregadas
bir una disminución en el hierro que circula en el plasma por la bacteria, que inducen la secreción de una gran can-
sanguíneo (normalmente asociado a un aumento en la tem- tidad de líquido en el intestino delgado. Esta pérdida de
peratura corporal) producen unas toxinas y aumentan su líquidos corporales no se podría interpretar como una de-
producción conforme disminuye la concentración de hie- fensa frente a la enfermedad ya que la deshidratación, y
rro (Miller et al. 1989, Schmitt y Holmes 1991). Esta pro- no la infección en sí, es la que puede causar la muerte de
ducción de toxinas hace que no sea rentable para el orga- estos enfermos. Además, la ingesta de líquidos y de ali-
nismo aumentar la temperatura corporal y disminuir la mentos, junto con productos antidiarreicos disminuyen o
concentración en hierro. eliminan el riesgo de muerte por esta enfermedad aunque
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 393
aumenta el número de bacterias del cólera en el intestino como el perjuicio para el resto de la comunidad al aumen-
(Hirschhorn y Greenough 1991). Por tanto, el síntoma de tar el riesgo de transmisión (Ewald 1994).
diarreas y, en general, de expulsión de líquidos del cuer- Con el reconocimiento actual de que sólo con fármacos
po se debe de interpretar como una manipulación de la no se pueden combatir las enfermedades infecciosas (pues-
bacteria al enfermo por medio de sus toxinas ya que esto to que aparecen cepas resistentes, ver más abajo), está cla-
aumenta la probabilidad de dispersión a otros hospeda- ro que una mejora en el conocimiento de los mecanismos
dores. de defensa frente a infecciones de nuestro cuerpo, y es-
fuerzos en reforzar las defensas que ayudan a evitar o eli-
Síntomas que benefician tanto al hospedador como al minar infecciones pueden ser herramientas muy valiosas
parásito en la lucha contra las enfermedades infecciosas.
rias a los antibióticos es uno de los ejemplos mejor docu- sión sobre este tema establecen un decálogo de predic-
mentados de evolución biológica (Baquero y Blázquez ciones prácticas basadas en la teoría evolutiva que ex-
1997). Un ejemplo lo constituye la evolución de la resis- pongo a continuación:
tencia de estafilococos a la penicilina (ver Nesse y (1) “La probabilidad de que aparezca una mutación
Williams 2000). Los estafilococos son la causa más fre- resistente durante un tratamiento es muy baja”. La apari-
cuente de infección de las heridas. En 1941 todos ellos ción de resistencias a antibióticos es muy rara cuando el
eran vulnerables a la penicilina, pero en 1944 aparecieron declive de la población bacteriana producido por los anti-
algunas cepas que producían enzimas que descomponían bióticos es comparable a la división o reproducción bac-
la penicilina y, por tanto, la hacían ineficaz. Actualmente, teriana. Por tanto, si se consigue estabilizar el tamaño de
el 95% de las cepas de estafilococos muestran algún tipo la población bacteriana con la ayuda de una dosis adecua-
de resistencia a este antibiótico. En 1950 se desarrolló da de antibióticos reduciríamos en gran medida la proba-
una penicilina artificial, la meticilina, capaz de matar a bilidad de que aparezcan mutantes resistentes al antibió-
los estafilococos resistentes, pero pronto volvieron a apa- tico. (2) “El mantenimiento prolongado de una población
recer cepas resistentes por lo que hubo que producir otros bacteriana expuesta a una concentración de antibióticos
fármacos nuevos. La ciproflaxina se desarrolló en la dé- subinhibidora debería seleccionar resistencia a esos anti-
cada de los 80 para combatir los estafilococos resistentes bióticos”. En general, concentraciones intermedias de
a la penicilina, pero en la actualidad mas del 80% de las antibióticos tienden a ser las que más seleccionan resis-
cepas de estafilococos de la ciudad de Nueva York son tencia. (3) “La aparición de resistencia en pacientes es
resistentes a este fármaco. En un hospital de Oregón la proporcional al número de tratamientos / año”. (4) “Altas
tasa de resistencia pasó de menos del 5% a más del 80% concentraciones de antibióticos pueden suprimir la apari-
en sólo un año. ción y evolución de mutantes resistentes a bajos niveles
La resistencia bacteriana a antibióticos está amplia- de concentración de antibióticos”. Por tanto, dosis eleva-
mente extendida y puede limitar gravemente el futuro das al principio del tratamiento son aconsejables para pre-
desarrollo de la medicina. Actualmente el uso masivo de venir la resistencia. (5) “La combinación de terapias (dos
antibióticos por las sociedades humanas (en algunos paí- o más antibióticos) en un mismo paciente puede retardar
ses de la Comunidad Europea se consumen una tonelada la aparición de resistencia, dependiendo de la actividad
de antibióticos diaria) impone unas presiones selectivas de cada antibiótico en contra de los mutantes resistentes a
enormes sobre las bacterias y, simultáneamente, contri- los demás antibióticos”. Esto se debe a que la probabili-
buye al incremento de la diversidad de fenotipos resisten- dad de que aparezca un mutante a varios antibióticos es
tes, a la selección del más resistente y a la dispersión de igual al producto de las probabilidades de que aparezcan
los genes resistentes. Por tanto, estas consecuencias del mutantes a cada uno de ellos. (6) “Una administración
uso indiscriminado de antibióticos implican una acelera- irregular de fármacos en los pacientes puede favorecer la
ción en la tasa de evolución microbiana hacia la resisten- aparición de resistencia, particularmente entre pacientes
cia a antibióticos y constituye un problema de salud pú- con problemas inmunitarios”. (7) “La diversificación de
blica actual muy importante. Los mayores avances de la fármacos en pacientes puede ser más eficaz en prevenir la
medicina en la última década están relacionados con la expansión de la resistencia que la administración cíclica
cirugía, transplantes de órganos, quimioterapias en pro- de distintos antibióticos”. (8) “La expansión de la resis-
blemas de cáncer, etc. Sin embargo, todos estos avances tencia debida al uso de fármacos será más rápida que su
han sido posible gracias al uso de antibióticos que elimi- declive después de quitar el agente selectivo (fármaco)”.
nan la posibilidad de proliferación de patógenos durante (9) “La frecuencia de resistencia está directamente rela-
y después de las operaciones, así como, durante un trata- cionada con la frecuencia a la que los enfermos son trata-
miento (quimioterapia) al reducir las defensas naturales dos y a la frecuencia con que la bacteria se transmite des-
de nuestro organismo. Si tenemos en cuenta que no se ha de los enfermos al ambiente”. (10) “La frecuencia de re-
desarrollado ninguna clase nueva de antibióticos desde sistencia está inversamente relacionada con los costos de
hace más de 20 años (Cohen 1994, Hancock 1997) y que resistencia y con la frecuencia con que la flora del hospe-
el incremento en la resistencia a antibióticos que mues- dador es sustituida por bacterias susceptibles procedentes
tran la mayoría de los patógenos es muy rápido, tenemos de ambientes libres de antibióticos”.
que concluir que nos enfrentamos a un grave problema. La situación actual de resistencia frente a los antibió-
ticos podría ser el anuncio del fin de la “era de los anti-
¿Cómo se podría prevenir la evolución de la resistencia bióticos”. La reciente incorporación de investigadores
a antibióticos? procedentes de los campos de la genética de poblaciones
y de la biología evolutiva al estudio de la resistencia a
Desde un punto de vista evolutivo, lo único que ten- antibióticos por microorganismos, está contribuyendo a
dríamos que hacer sería cambiar el balance ecológico (cos- la propuesta de estrategias para prevenir la aparición de
tos / beneficios) de cepas de bacterias resistentes y no re- resistencia a antibióticos. Sin embargo, hasta ahora la ma-
sistentes. Algunos biólogos evolutivos han desarrollado yoría de los datos en los que se basan estas aportaciones
modelos matemáticos que nos permiten predecir estrate- son de tipo teórico y es necesario el estudio de casos rea-
gias para prevenir la evolución de la resistencia a antibió- les en los que, por ejemplo, se realicen observaciones pre-
ticos. Baquero y Blázquez (1997) en un artículo de revi- cisas de las relaciones entre frecuencia de genes de resis-
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 395
tencia y la intensidad de selección provocada por antibió- se vea compensado por alguna ventaja en ciertos ambien-
ticos. Para ello es necesaria la utilización urgente de he- tes muy concretos, como en el caso del gen responsable
rramientas epidemiológicas y ecológicas específicas del de la anemia falciforme en humanos.
estudio de la resistencia a antibióticos. Un ejemplo es el En humanos, el cambio drástico que ha sufrido el
artículo publicado por Austin et al. (1999) en el que utili- ambiente en el que nos desarrollamos constituye quizás
zando métodos de genética de poblaciones y observacio- las causa más importante de la existencia de muchas de
nes epidemiológicas analizan la influencia de las presio- las enfermedades genéticas actuales. Nuestra especie y
nes selectivas ejercidas por el volumen de fármacos usa- sus antepasados han evolucionado en un ambiente, el de
dos en los cambios temporales de la resistencia bacteriana la edad de piedra, muy distinto al que nos rodea actual-
a esos antibióticos. Los análisis indicaron que el tiempo mente, y es a ese ambiente ancestral al que nuestro geno-
necesario para que aparezcan resistencias bajo una pre- tipo está adaptado como resultado de muchos miles de
sión selectiva constante es mucho más corto que cuando años de evolución. Teniendo en cuenta este cambio tan
se disminuye el volumen de fármacos usados en la comu- brutal en el ambiente que nos rodea, podría incluso darse
nidad. Además encontraron que una disminución signifi- el caso de que algunas de las enfermedades que sufrimos
cativa en la resistencia requiere de una disminución en el actualmente sean fruto de adaptaciones a los ambientes
consumo de fármacos. Estos resultados ponen de mani- en los que ha transcurrido la mayor parte de nuestra histo-
fiesto la necesidad de una intervención rápida para redu- ria evolutiva.
cir el consumo de un fármaco una vez se hayan detectado En este apartado voy a repasar dos de las enfermeda-
las primeras cepas resistentes. des genéticas más conocidas actualmente, la anemia fal-
En general, aunque actualmente la investigación so- ciforme y la miopía, las cuales serían explicables desde el
bre la resistencia a antibióticos se ha convertido en un punto de vista evolutivo.
campo multidisciplinar, sin una continua inversión en in-
vestigación básica sobre microorganismos, desarrollo de Anemia drepanocítica o falciforme y su relación con
fármacos y desarrollo de modelos matemáticos predicti- la malaria
vos del proceso en su conjunto, existe una seria preocu-
pación sobre la continuidad de la eficacia de los agentes La anemia de células falciformes se debe a una muta-
antimicrobionanos en medicina (Anderson 1994). ción en la molécula de hemoglobina. Una sustitución en
su secuencia de aminoácidos (valina, en lugar de ácido
glutámico) es responsable de la formación incorrecta de
Enfermedades genéticas la molécula de cuatro cadenas de hemoglobina. Este pe-
queño cambio provoca que las hemoglobinas defectuosas
En la actualidad se conocen bastantes enfermedades se unan formando bastones alargados que extienden los
genéticas o hereditarias. A priori, se podría pensar que la hematíes en forma de semiluna, y estos agregados de cé-
selección natural debería haber eliminado esas enferme- lulas falciformes no pueden atravesar algunos capilares.
dades humanas durante la historia evolutiva de nuestra Teniendo en cuenta los efectos deletéreos de este gen
especie y que, por tanto, la existencia de enfermedades (la mayoría de los individuos homocigóticos a esta muta-
genéticas en una considerable proporción de la población ción mueren antes de llegar a adultos) la selección natural
humana estaría en contra de la existencia de procesos de debería haberlo eliminado de la población muy rápida-
selección natural en humanos. Sin embargo, la realidad mente. Sin embargo, este gen también tiene efectos bene-
se aleja mucho de este argumento. ficiosos en poblaciones sometidas a fuertes presiones se-
Maladaptaciones, o genotipos que no están perfecta- lectivas producidas por parásitos que producen la enfer-
mente adaptados al ambiente donde se desarrollan, son medad de la malaria, ya que los individuos que lo poseen
bastante frecuentes en la naturaleza y normalmente se son resistentes a esa enfermedad. De acuerdo con este ar-
explican como un retraso evolutivo. Es decir, que debido gumento, el gen que causa esta anemia se da principal-
a un cambio reciente en el ambiente, la selección natural mente en personas de algunas zonas de África y de Asia
no ha tenido tiempo para eliminar esos genotipos de la donde la malaria ha estado o está muy extendida. Un in-
población, pero en un futuro más o menos próximo lo dividuo que sea heterocigótico para ese gen, aunque sus
hará. Otra explicación evolutiva de la existencia de geno- glóbulos rojos son deficientes en la captación de oxige-
tipos subóptimos radica simplemente en el hecho de que no, obtiene una importante protección frente a la malaria
el ambiente en que se desarrollan los individuos de una ya que el gen modifica la estructura de la hemoglobina de
especie es variable, y los procesos microevolutivos pue- una forma que acelera la eliminación de las células infec-
den conseguir la optimización de los individuos de una tadas. Sin embargo, los glóbulos rojos de los individuos
población a las características ambientales en las que vi- homocigóticos adquieren para esta mutación una forma
ven. Si tenemos en cuenta que por migraciones y disper- de hoz que les impiden circular correctamente, provocan-
sión los individuos de una población pueden pasar a otra do hemorragias, dificultades respiratorias etc. (anemia
y reproducirse, es perfectamente esperable encontrar fe- drepanocítica o falciforme) y, hasta hace muy poco tiem-
notipos subóptimos en cualquier población animal (Nuis- po, la mayoría de estos individuos homocigóticos no lle-
mer et al. 1999). También se puede dar el caso de que el gaban a reproducirse. Por otro lado, los individuos homo-
efecto deletéreo de algunos de estos genes “defectuosos” cigóticos para el alelo normal no padecen esta enferme-
396 Juan José Soler
dad pero carecen de una resistencia natural a la malaria y, lan el crecimiento del ojo y optimizan su funcionamiento
por tanto, en zonas endémicas de malaria la probabilidad general (Troilo y Judge 1993). El ojo de un recién nacido,
de reproducirse y el éxito reproductor de estos individuos durante la etapa de crecimiento, puede usar la informa-
“homocigóticos normales” será bastante menor que la de ción visual para determinar si crecer en la dirección de la
los individuos heterocigóticos. Según la teoría evolutiva, miopía (alargando el ojo) o en dirección de la hipermetro-
la presión relativa de estas dos fuerzas selectivas o enfer- pía (acortando el ojo). Una prueba de ello es que si en
medades (la malaria y la anemia drepanocítica) es la que pollos o en musarañas provocamos experimentalmente
determinaría la frecuencia alélica en las poblaciones hu- una mala visión poniéndoles unas gafas, el desajuste óp-
manas. De acuerdo con esta predicción se ha visto que la tico que provocamos con las gafas rápidamente desapare-
frecuencia del alelo de la célula falciforme en la pobla- ce (Irving et al. 1992, Siegwart y Norton 1993, Wallman
ción afroamericana (no expuestos a la malaria), en sólo 1994). Si a estos animales le quitamos las lentes experi-
diez generaciones ha disminuido por debajo de lo que mentales, después de que la vista se haya acomodado a la
cabría esperar por su mezcla con genes caucasoides. visión a través de las gafas, tenemos ojos miopes o con
Por tanto, no es que la selección natural no esté ac- hipermetropía dependiendo de los tipos de lentes utiliza-
tuando sobre el genotipo que regula esa enfermedad, sino dos en los experimentos. Además, en un estudio con mo-
que este genotipo, cuando aparece en heterocigosis, con- nos Rhesus jóvenes, también se demostró que el ojo se
fiere ventaja frente a los individuos que no lo tienen, y es adaptaba creciendo más o menos, dependiendo del tipo
el balance entre costos y beneficios de tener este gen así de lentes utilizadas en el experimento, de tal forma que
como la diferencia relativa en eficacia biológica con indi- compensaban los errores en la refracción de la luz produ-
viduos homocigóticos para el gen normal, lo que modula cidos por las lentes (Hung et al. 1995). Debido a la gene-
la frecuencia de aparición de este gen en las distintas po- ralidad de estos resultados en distintos taxones y sobre
blaciones humanas. todo a la similitud existente entre las características ópti-
cas de monos y de humanos, los resultados experimenta-
La miopía les anteriores se pueden considerar evidencias muy fuer-
tes que apoyan la idea de que llevar gafas en niños peque-
La miopía está causada por una falta de simetría en la ños puede influir en el nivel de miopía o de otros errores
forma del globo ocular, o por defecto, por la incapacidad oculares que el niño tenga cuando adulto. La corrección
de los músculos oculares para cambiar la forma de las total de errores refractarios en niños muy pequeños, por
lentes y enfocar de manera adecuada la imagen en la reti- tanto, puede impedir la reducción de estos errores que
na. La miopía se origina por un excesivo desarrollo del normalmente tiene lugar durante el crecimiento (Hung et
ojo. Cuando éste resulta demasiado largo desde el crista- al. 1995). Por otro lado, se sabe que la falta de imágenes
lino hasta la retina, el punto focal queda por delante de la nítidas en la retina también provoca miopía (Troilo y Jud-
retina, con lo que la imagen se hace borrosa. Este defecto ge 1993, Wallman 1994). Teniendo en cuenta ambos fac-
en el ojo parece ser que tiene un componente genético tores, actualmente se tiende a corregir la miopía sólo par-
muy importante, ya que con los datos actuales (más de un cialmente (Atkinson 1993). A favor del uso de esta técni-
80% de heredabilidad) se considera a la miopía como una ca se ha demostrado que la progresión del grado de mio-
enfermedad genética. pía en niños es mayor en aquellos a los que se les corrige
En la actualidad, aproximadamente un tercio de la totalmente este defecto de la visión (Goss 1994).
población humana necesita gafas para corregir su miopía Otro factor ambiental que influye en el desarrollo de
(Wallman 1994). Si ésta fuera la proporción de miopes en enfermedades relacionadas con una buena visión radica
las poblaciones de nuestros antepasados, cazadores- en el ambiente en que el niño o el joven se desarrolla. Si
recolectores, sería muy difícil imaginar cómo pudieron un niño a muy corta edad dedica mucho tiempo a la lectu-
sobrevivir en ambientes tan hostiles como aquellos. Si la ra, el ojo irá creciendo para favorecer el enfoque a corta
proporción de miopes en aquellas poblaciones fuera mu- distancia. Es decir, los mecanismos de retroalimentación
cho menor (como cabría imaginar en esas sociedades), negativa que regulan el crecimiento del ojo favorecerán
podríamos concluir que la proporción de estos genes en un crecimiento del ojo que facilite principalmente el en-
las poblaciones actuales ha experimentado un incremen- foque a cortas distancias, pasando la optimización del
to espectacular, sobretodo en los últimos años. ¿Por qué?, enfoque a largas distancias a un segundo plano. Como
¿es que acaso es ventajoso llevar gafas? consecuencia, se desarrollará un ojo más largo de lo nor-
Quizás la respuesta a esta pregunta radica en el hecho mal y aparecerá la miopía. Actualmente existen eviden-
de que la miopía, aunque tiene un componente genético cias correlacionales que apoyan esta interpretación y, por
bastante importante, el componente ambiental también tanto, la enorme incidencia de la miopía en nuestras so-
tiene una enorme importancia (Milinski 1999). En huma- ciedades modernas se puede deber a la pronta escolariza-
nos, como en otros animales, el desarrollo ocular tiene ción de los niños ya que la lectura o el enfoque a cortas
lugar desde un estado de hipermetropía en recién nacidos distancias es la actividad que los niños realizan durante la
a un estado en el que se igualan la distancia focal a la mayor parte del día (Wallman 1994). En los últimos años
distancia desde el cristalino a la retina (Norton 1994). Este esta situación se ha agravado debido al uso masivo de
estado óptimo entre retina y cristalino puede alcanzarse ordenadores personales. Es bastante normal que los ni-
por mecanismos de retroalimentación negativa que regu- ños, después de su jornada escolar, pasen algún tiempo
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 397
frente al ordenador y, por tanto, dediquen aun más tiempo mecanismo de corrección de la visión durante el creci-
del día al enfoque a cortas distancias. Esta nueva era de miento antes descrito tenía sobre los individuos de la po-
los ordenadores, siguiendo el argumento anterior, cabe blación. Si estos mecanismos ajustan el crecimiento del
esperar que desemboque en un nuevo aumento de la fre- ojo al tipo de enfoque más utilizado durante la niñez y
cuencia de miopes en nuestras sociedades “avanzadas”. otros periodos juveniles, es totalmente esperable que en
El desarrollo del ojo por tanto se puede considerar poblaciones actuales las frecuencias de miopes sean muy
como un carácter plástico, entendiendo la plasticidad fe- elevadas.
notípica como un mecanismo por el que se pueden regu-
lar pequeños defectos genéticos, o pequeñas maladapta-
ciones, a ambientes que, por ejemplo, cambian muy rápi- Enfermedades degenerativas no infecciosas relacionadas
damente. Un carácter plástico permite que el fenotipo varíe con procesos de envejecimiento
dependiendo de las condiciones ambientales, pudiéndose
adaptar a un óptimo, distinto para cada una de las situa- En el último siglo la esperanza de vida en países desa-
ciones posibles en que un genotipo se puede desarrollar. rrollados ha aumentado enormemente. Como ejemplo, en
En general, esta plasticidad fenotípica es considerada be- los Estados Unidos se ha pasado de una esperanza de vida
neficiosa ya que permite que el individuo se adapte a si- de 47 años en 1900 a 78 años en 1995 (Bloom 1999).
tuaciones diversas. En el caso del crecimiento del ojo Mejoras en hábitos de higiene y de nutrición han produci-
humano es posible que esta plasticidad fenotípica tam- do un descenso dramático en la mortalidad causada por
bién sea adaptativa ya que modularía la variación genéti- enfermedades infecciosas y, por tanto, la mayoría de la
ca existente con relación al crecimiento del ojo, que irre- gente llega a la llamada “tercera edad” y son potenciales
mediablemente daría lugar a miopía o hipermetropía. Por sufridores de una gran cantidad de enfermedades asocia-
tanto, esta plasticidad fenotípica modularía el crecimien- das a esta edad, como es el caso de enfermedades cardio-
to del ojo a un enfoque óptimo en las situaciones más vasculares, nerviosas, respiratorias, gastrointestinales, etc.
cotidianas de cada individuo, por supuesto dentro de los Actualmente, en países desarrollados, la mayoría de las
límites marcados por su genotipo (Milinski 1999). consultas médicas son de este tipo de enfermedades y,
Una plasticidad fenotípica en el desarrollo del ojo en por tanto, la medicina debe de prestarles un especial inte-
animales sería adaptativa si, por ejemplo, individuos de rés. Sin lugar a dudas, el estudio de la senescencia desde
distinto sexo, idénticos para el carácter genético “desa- el punto de vista evolutivo es básico si se pretende com-
rrollo del ojo”, realizaran actividades distintas durante su prender este fenómeno, pero además, ayudará a la medi-
vida ligadas a enfoques a corta distancia en un sexo y a cina a entender las consecuencias de los tratamientos de
enfoques a larga distancia en el otro sexo. Éste es el caso algunos signos de envejecimiento y de los intentos de pro-
de sociedades humanas ancestrales en las que los hom- longar la vida.
bres se dedicaban principalmente a la caza y las mujeres a La senescencia se podría definir como el proceso de
tareas de recolección (Milinski 1999). Para los hombres, deterioro corporal que se da en las edades más avanzadas.
una miopía tendría unos efectos desastrosos ya que su efi- No se trata de un proceso único, sino que se manifiesta en
cacia dependía totalmente de un buen enfoque a larga dis- un incremento de la susceptibilidad a numerosas enfer-
tancia. Para las mujeres sería al contrario ya que su fun- medades y en una disminución en la capacidad de reparar
ción requería una buena visión a corta distancia, pasando daños. Desde el punto de vista evolutivo, la senescencia
la visión a larga distancia a un segundo plano en impor- se puede definir como el deterioro de algunas propieda-
tancia. En estas sociedades la plasticidad fenotípica en el des precisas (adaptaciones) que la selección natural ha
crecimiento del ojo permitiría que hombres y mujeres con favorecido, o como el declive en la futura eficacia bioló-
un genotipo miope o hipermétrope, respectivamente, pu- gica de un individuo afectada por una reducción tanto en
dieran modular y corregir en gran medida este defecto la probabilidad de supervivencia como en fertilidad
durante su crecimiento. Además, hombres con hiperme- (Partridge y Barton 1996). Es evidente que la senescencia
tropía o mujeres miopes, dentro de unos límites, serían
es perjudicial para la eficacia biológica de los individuos
totalmente aptos para llevar a cabo sus funciones.
en una población ya que individuos en los que no apare-
Por tanto, teniendo en cuenta todo lo anterior, podría-
ciera este fenómeno y permanecieran en condiciones óp-
mos explicar la elevada frecuencia de miopes en nuestras
timas durante toda su vida, dejarían más descendencia que
sociedades “modernas”. En sociedades humanas ances-
trales cabría esperar una frecuencia de genotipos miopes otros. Sin embargo, la selección natural no ha sido capaz
relativamente alta. Estos defectos, al menos en parte, po- de eliminar los procesos de senescencia. Por tanto, la pre-
drían ser corregidos durante el crecimiento y permitir que gunta obvia es ¿por qué? Si para un organismo es perfec-
individuos con esos defectos se reprodujeran. Actualmente tamente posible regenerar algunas partes de su cuerpo que
la miopía se puede corregir totalmente con el uso de len- han sido dañadas, ¿por qué no es posible que un indivi-
tes pero puede ser que el uso de lentes correctoras totales duo reemplace las partes de su cuerpo que envejecen y
durante las etapas de crecimiento haya contribuido al in- poder ser eterno? La búsqueda de pócimas milagrosas o
cremento en la frecuencia de fenotipos miopes. Por úl- remedios a la vejez ha sido una línea de trabajo muy fruc-
timo, el cambio en los modos de vida con respecto a nues- tífera, aunque sólo desde el punto de vista literario, no del
tros antepasados, puede haber influido en el efecto que el científico.
398 Juan José Soler
Hipótesis evolutivas sobre el envejecimiento do, la senescencia podría incluso verse como consecuen-
cia de adaptaciones que, a edades tempranas, implican un
Las primeras explicaciones evolutivas a la senescen- aumento en el éxito reproductor. A continuación voy a
cia estaban basadas en hipótesis adaptativas que sugerían describir las cuatro hipótesis más importantes que inten-
que ésta sería beneficiosa al nivel de población, constitui- tan explicar el proceso del envejecimiento.
ría una forma de controlar el número de individuos y de
evitar superpoblación. Es decir, el fenómeno de senes- Hipótesis del envejecimiento por acumulación de
cencia sería beneficioso porque implicaría que los indivi- mutaciones (Medawar 1952)
duos de más edad dejarían paso a los individuos más jó-
venes. Sin embargo, actualmente estas hipótesis son poco Como ya hemos expuesto anteriormente, incluso si
creíbles por varias razones. Primero, porque las eviden- los procesos de senescencia no tuvieran lugar, muchos de
cias existentes a favor de que el número de animales en la los individuos de la población morirían debido a causas
naturaleza es regulado por la senescencia son práctica- externas como depredación, accidentes, enfermedades
mente nulas. Al contrario, la mayoría de las muertes se infecciosas, etc., y por tanto, la probabilidad de estar vivo
producen a edades juveniles debidas a causas extrínsecas iría disminuyendo con la edad. En este escenario, si apa-
como la depredación, enfermedades infecciosas, o com- rece una mutación que provoca una reducción de la efi-
petencia intraespecífica por el alimento (Lewis et al. cacia biológica a edades reproductivas tempranas, la in-
2001). Y segundo, porque estas hipótesis se basan en se- mensa mayoría de los individuos de la población sufri-
lección de grupo, una fuerza evolutiva muy débil para rían de los efectos de esta mutación y, por tanto, sería
explicar la contribución genética a la próxima generación rápidamente eliminada por procesos de selección natu-
si la comparamos con la selección al nivel de individuo ral. Por el contrario, si imaginamos una mutación con los
(Williams 1966, ver Capítulo 5). mismos efectos negativos que la anterior pero que se ex-
Las hipótesis evolutivas no adaptativas que explican presara a edades reproductoras tardías, esta mutación sólo
la senescencia son las más fiables, debido tanto a la ro- llegaría a expresarse en la proporción de individuos que
bustez de su base teórica como a la gran cantidad de evi- llegasen a alcanzar esa edad y, además, sólo tendría efec-
dencias que las apoyan. Se basan en que la selección na- to en la descendencia futura, no en la pasada, de dichos
tural opera sobre el ciclo de vida completo de un indivi- organismos. Es decir, la diferencia en la eficacia biológi-
duo, desde la fecundación hasta la muerte. Debido a que ca entre individuos con y sin esas mutaciones sería mu-
la evolución opera sobre el éxito reproductor, las presio- cho mayor para los individuos en que la mutación se ex-
nes selectivas disminuyen con la edad y desaparecen en presa a edades tempranas que para los que la mutación se
individuos de edad post-reproductiva. Incluso si no exis- expresa a edades tardías. Por tanto, la selección natural
tiera el fenómeno de senescencia, la probabilidad de estar sería mucho menos efectiva al eliminar mutaciones dele-
vivos disminuiría con la edad (simplemente debido a otras téreas que se expresen a edades avanzadas, por lo que se
causas de muerte como accidentes, enfermedades infec- espera que la frecuencia de esas mutaciones sea mucho
ciosas, etc.) y, por tanto, los procesos de selección natural mayor a edades avanzadas debido a que se irían acumu-
favorecerían fenotipos que alcanzaran su máximo rendi- lando al avanzar la edad.
miento (reproductivo) a una edad reproductora de míni- Algunas evidencias que apoyan esta hipótesis proce-
ma probabilidad de muerte. Además, no todos los hijos den de estudios con la mosca del vinagre (Drosophila spp).
tienen el mismo valor para la eficacia biológica de un in- En estas moscas existe suficiente variabilidad genética
dividuo. Si definimos la eficacia biológica de un organis- como para producir líneas de moscas que difieran en su
mo como su contribución al acervo genético de una po- esperanza de vida. Experimentalmente se recogen larvas
blación en generaciones posteriores (ver Capítulo 7), un de moscas que proceden de primeras puestas de indivi-
individuo que se reprodujera sólo una vez en su vida a los duos adultos, cuando estas larvas llegan a adultos y se
15 años de edad, su hijo se reprodujera a la misma edad, y reproducen la primera vez, se vuelven a recoger estos
así con los nietos, etc., supondría que a los 30 años de huevos, y así sucesivamente, con lo que obtenemos una
edad sería abuelo y a los 45 bisabuelo. Si ahora compara- línea de moscas que provienen siempre de la reproduc-
mos la eficacia biológica de este individuo con la de otro ción de moscas jóvenes. La segunda línea de moscas se
que se reproduce a los 50 años de edad tendríamos que, obtiene con el mismo procedimiento anterior, pero reco-
cuando estos individuos tuvieran 100 años, en la pobla- giendo, o pasando a la siguiente generación, sólo las lar-
ción existirían más genes del individuo que se reprodujo vas o huevos procedentes de reproducciones tardías de
antes, máxime si tenemos en cuenta que la probabilidad individuos que se habían reproducido con anterioridad.
de que cada uno de sus hijos llegue a la edad de reprodu- De esta forma sólo los individuos que llegan a vivir y a
cirse (15 y 50 años respectivamente) es mucho más alta reproducirse a edades tardías dejan descendencia para esta
para el primero debido a la inexorable acumulación de segunda línea experimental de moscas. El primer efecto
riesgos durante su vida. Por tanto, las presiones selecti- que encontraron con estos experimentos fue que los indi-
vas son mucho más importantes a edades reproductoras viduos de la línea de edad avanzada vivían más tiempo
tempranas, mientras que son inoperantes a edades que, en que los procedentes de líneas de jóvenes (p.e. Luckinbill
la naturaleza, implican una bajísima probabilidad de es- et al. 1984, Rose 1984), pero esto no constituye una de-
tar vivos (Medawar 1952, Hamilton 1966). En este senti- mostración concluyente. Sin embargo, cuando en la línea
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 399
de edad avanzada se cesaba de seleccionar sólo a las mos- hipótesis sobre la aterosclerosis, que es el estado patoló-
cas procedentes de reproducciones tardías y a la genera- gico caracterizado por el endurecimiento de los vasos san-
ción siguiente se pasaban moscas procedentes tanto de guíneos, indica que esta enfermedad aparece por una baja
reproducciones tempranas como tardías, esta relajación densidad en lipoproteínas que son retiradas por los ma-
en la selección artificial de moscas permitía que se fueran crófagos (Krieger et al. 1993). Se cree que los macrófagos
acumulando mutaciones deletéreas más fácilmente son las principales fuentes de grasa para un tipo de células
(Mueller 1987), lo que sí constituye una demostración de que acumulan lípidos y que son características de los pri-
la hipótesis de acumulación de mutaciones explicando el meros estadios de la aterosclerosis. En ratones salvajes
envejecimiento. esta enfermedad es muy rara, pero en ratones de laborato-
rio, homocigóticos para una mutación en un locus concre-
Hipótesis del envejecimiento por efectos pleiotrópicos o to, aparece una gran cantidad de esas células que acumu-
de compromiso (Williams 1957) lan lípidos y, además, desarrollan la aterosclerosis. Sin
embargo, cuando esos ratones también son portadores de
Esta hipótesis se basa en que la selección natural fa- mutaciones en un gen que codifica receptores de macrófa-
vorecería a caracteres que confieren ventaja (reproducto- gos, son más resistentes a la aterosclerosis, pero son más
ra) a edades tempranas, aunque tengan efectos pleitrópi- susceptibles a infecciones por ciertos patógenos (Suzuki
cos devastadores a edades tardías, cuando el potencial et al. 1997). Por tanto, de acuerdo con la hipótesis de efec-
reproductivo del individuo es muy bajo. Este razonamien- tos pleiotrópicos de Williams, la aterosclerosis podría apa-
to, como el anterior, tampoco depende de la existencia recer como un subproducto, o efecto pleiotrópico, de la
previa de la senescencia, pero además, tampoco depende evolución de mecanismos inmunitarios eficaces.
de un cese o descenso de la capacidad reproductiva con la
edad. Imaginemos que hay un gen que modifica el meta- Hipótesis del “soma desechable” (Kirkwood 1977)
bolismo del calcio, de modo que los huesos rotos suelden
con mayor rapidez, pero que el mismo gen provoca un Esta hipótesis plantea una forma particular de com-
lento y constante depósito del calcio en las arterias. Este promiso evolutivo y proporciona un enlace entre aspec-
gen podría resultar seleccionado ya que muchos indivi- tos evolutivos y fisiológicos de la senescencia (Kirkwood
duos se beneficiarían de él durante su juventud, pero sólo et al. 1999). Se basa en que, si los recursos metabólicos
unos pocos sufrirían sus enormes efectos perjudiciales de los que dispone un organismo en un momento dado
(aterosclerosis). son limitantes, la selección natural debe modular la dis-
En principio, sería muy difícil diferenciar entre evi- tribución de recursos metabólicos entre actividades de cre-
dencias que apoyen esta hipótesis o la anterior, ya que, cimiento, mantenimiento somático y reproducción. Por
por ejemplo, los efectos de acumulación de mutaciones tanto, cualquier individuo que invierta la mayor parte de
detectadas en individuos de edad avanzada en el experi- esos recursos en la preservación de su cuerpo (manteni-
mento expuesto en el apartado anterior podrían ser el re- miento somático) a lo largo del tiempo va a dejar menos
sultado de efectos pleiotrópicos de mutaciones que con- descendientes que otros que inviertan más en conseguir
fieren ventaja en estadíos más tempranos. Sin embargo, pareja y reproducirse (Austad 1997). De acuerdo con este
si estos efectos pleiotrópicos o de compromiso son im- planteamiento, en la naturaleza se ha demostrado en nu-
portantes para explicar la evolución de la senescencia de- merosas ocasiones que la reproducción es costosa ya que
beríamos de encontrar unos costos de aumentar el perio- disminuye la probabilidad de supervivencia (ver Capítu-
do de vida a edades reproductoras tempranas. De acuerdo lo 8). Por ejemplo, un aumento en el esfuerzo reproductor
con esta predicción, en varias ocasiones se ha demostra- lleva consigo una disminución en la eficacia del sistema
do que moscas del vinagre que artificialmente fueron se- inmunitario (Moreno et al. 1999, Nordling et al. 1998) y
leccionadas para un periodo de vida largo sufren unos por tanto en la resistencia a enfermedades infecciosas
costos de reducción de fecundidad en las primeras etapas (Nordling et al. 1998) y en supervivencia (Sgrò y Partrid-
de adulto (Luckinbill et al. 1984, Rose 1984). Sin embar- ge 1999).
go, este resultado no tiene por qué estar explicado sólo La hipótesis del “soma desechable” establece que la
por mutaciones que permiten maximizar el éxito longevidad requiere de una inversión en el mantenimien-
reproductor a edades tempranas pero que implican efec- to somático que reduce la disponibilidad de recursos dis-
tos pleiotrópicos deletéreos a edades tardías, sino que tam- ponibles para la reproducción. Varios experimentos en la
bién lo podría explicar “la hipótesis del soma desecha- mosca del vinagre indican que este compromiso existe
ble” (ver apartado siguiente) como demostraron Carla M. (Luckinbill et al. 1984, Rose 1984, Sgrò y Partridge 1999).
Sgrò y Linda Partridge en 1999. Estas autoras publicaron Además, también existen evidencias de que este compro-
los resultados de un experimento con moscas del vinagre miso ocurre en humanos. Westendorp y Kirkwood publi-
que indicaban que el envejecimiento aparece principal- caron un artículo en 1998 en el que analizaban la posible
mente debido a los efectos dañinos de reproducirse en interrelación existente entre longevidad y éxito reproduc-
edades más tempranas. tor en humanos usando datos históricos sobre la aristo-
Sin embargo, sobre la aterosclerosis, sí existen eviden- cracia británica. El número de descendientes era pequeño
cias, al menos en ratones, de que es un efecto pleiotrópico cuando la mujer o el hombre morían a edad temprana,
de un gen que, durante la juventud, confiere ventajas. Una incrementando con la edad de muerte, y alcanzando un
400 Juan José Soler
sería posible. Por ejemplo, en relación con la hipótesis tanto, para nosotros y actualmente, tener los vasos un poco
del “soma desechable” un individuo podría aumentar su mas delgados que los diseñados por la selección natural
esperanza de vida invirtiendo más recursos en el mante- es beneficioso.
nimiento somático, pero a expensas de una disminución Por otro lado, conociendo las causas de la vejez se
en el gasto reproductivo o en el crecimiento. Aunque la podría incluso abordar el estudio de si la edad máxima de
selección natural favorecería a aquellos individuos que vida de una especie está o no relacionada con los proce-
invirtieran lo mínimo en el mantenimiento somático y lo sos de envejecimiento en sí o, por el contrario, es el fruto
máximo en reproducción (Abrams y Ludwig 1995), si inevitable de la acumulación de enfermedades relaciona-
nuestros intereses fueran aumentar la esperanza de vida, das con la vejez. El conocimiento exhaustivo de estas cau-
una posible solución sería disminuir el esfuerzo repro- sas permitiría plantearse actuaciones para aumentar el
ductor, no sólo en número de hijos o de cópulas, sino en periodo de vida máximo. Por ejemplo, si hay muchos pro-
todo lo que acarrea (estrés, producción de hormonas, dis- cesos degenerativos independientes y sincronizados por
minución de la respuesta inmune, etc). En sociedades oc- selección natural, como parece que ocurre será muy difí-
cidentales actuales, principalmente por motivos sociales cil una substanciosa prolongación de la esperanza de vida
y económicos, se ha producido un retraso en la edad a la de humanos. Sin embargo, si hubiera una sola causa de
que se tiene el primer hijo y una disminución en el núme- todos los síntomas de la senescencia, sería razonable pen-
ro de hijos. Actualmente no es raro que la edad a la que se sar que la esperanza de vida humana podría incrementar-
tiene el primer hijo sobrepase los treinta años. ¿Podría se considerablemente (Maynard-Smith et al. 1999).
este retraso en la edad reproductora simular el experimento
que explicábamos anteriormente con la mosca del vina-
gre? En realidad, con este retraso en la edad reproducto- El cáncer
ra, las posibles presiones selectivas a las que estemos so-
metidos en las sociedades humanas serían ahora más fuer- El cáncer se podría definir como un elevado crecimien-
tes en edades comprendidas entre 25 y 35 años, ya que la to tisular producido por la proliferación continua de célu-
mayoría de los nacimientos actuales se producen cuando las anormales que invaden y destruyen otros tejidos. El
los padres tienen esa edad. En sociedades más “primiti- cáncer se puede originar a partir de cualquier tipo de célu-
vas” se comienza a tener hijos a partir de los 15 años y a la en cualquier tejido corporal, y se clasifican en función
edades de 30-35 ya es muy probable ser abuelo. Por tan- del tejido y de la célula que lo originó. El crecimiento can-
to, en sociedades occidentales, como en el caso del expe- ceroso se basa en la producción de copias idénticas de la
rimento de las moscas, sólo los individuos que llegan a primera célula madre. Esta primera célula aparece como
vivir 30 o más años son los que llegan a reproducirse y a consecuencia de errores o mutaciones genéticas que le
dejar descendencia en generaciones futuras. Este hecho confieren la capacidad de escapar al control de los meca-
hace posible pensar que la selección natural esté actuan- nismos de crecimiento y multiplicación celular que exis-
do sobre nosotros seleccionando mecanismos o adapta- ten en cada uno de nuestros tejidos. Como ocurre con las
ciones para poder llegar a estas edades en las mejores con- células embrionarias, las células cancerosas son incapa-
diciones para la reproducción en nuestra especie. Sin em- ces de madurar o diferenciarse en un estadio adulto y fun-
bargo, esto no se podrá saber hasta que pasen muchísimas cional por lo que son muy diferentes a las características
generaciones (Kirkwood et al. 1999). del tejido donde se producen. Las células cancerosas pue-
Para conseguir una mejor calidad de vida es impor- den desprenderse de los tumores y viajar por el interior de
tante llevar a cabo investigaciones sobre las causas fun- los vasos linfáticos o sanguíneos hasta detenerse en el
damentales de la senescencia, tanto en humanos como en punto en el que los vasos son demasiado estrechos para su
animales. De esta forma, no sólo se podría intervenir di- diámetro, lugares en los que forman nuevos núcleos can-
rectamente sobre las causas, sino que también permitiría cerosos, produciendo lo que se conoce como metástasis.
detectar con bastante antelación, y por tanto prevenir en Aunque el cáncer podría ser considerado como una
lo posible el desarrollo de enfermedades en individuos enfermedad genética (debido a su componente genético)
que, por su genotipo, condiciones de vida durante su de- o ligada a procesos degenerativos seniles (debido a que
sarrollo, etc., muy probablemente sufrirán graves enfer- es mucho más probable en personas que superan los 50
medades durante su madurez. De esta forma aumentaría años), he preferido tratarlo aparte debido a que la explica-
la calidad de vida hasta la edad máxima de nuestra espe- ción evolutiva más probable está relacionada con los lla-
cie. Por ejemplo, se sabe que tomando una pequeña dosis mados conflictos genéticos a un nivel celular.
de aspirina diariamente se reduce el riesgo de morir de un Para entender el funcionamiento del cáncer desde el
ataque cardiaco debido al efecto de disminuir el grosor de punto de vista evolutivo tendríamos que tener en cuenta
los vasos sanguíneos y por tanto de disminuir el riesgo de que cualquiera de nosotros está compuesto por billones
aterosclerosis. Sin embargo, esta medicación también tie- de células, que la inmensa mayoría de nuestras células
ne sus costos (Nesse y Williams 1999). El riesgo de morir tiene su material genético intacto y, por tanto, con capaci-
por hemorragias aumenta enormemente, ya que los vasos dad de reproducirse, y que todas ellas cooperan para
son mucho más frágiles. Sin embargo el riesgo de morir maximizar el éxito reproductor del individuo en conjunto
por hemorragias es poco probable en nuestros días debi- ya que es la única forma de que sus genes pasen a genera-
do a que existen tratamientos médicos específicos. Por ciones futuras a través de las células germinales donde se
402 Juan José Soler
encuentra el material genético necesario para formar otro este control. Por ejemplo, existen mecanismos muy com-
individuo completo. Esta cooperación celular es fácilmen- plejos que controlan la integridad de los procesos de mi-
te explicable ya que en todas las células de nuestro cuer- tosis o de división celular corrigiendo los errores produ-
po se mantiene la misma dotación genética. cidos, pero hasta un límite, superado el cual, los mismos
A lo largo de nuestra vida se producen billones de di- mecanismos permiten que la célula pierda viabilidad y
visiones celulares y, aunque los mecanismos de copia y muera en un proceso activo de apoptosis o suicidio celu-
reparación de ADN son muy sofisticados, es muy proba- lar. La activación o desactivación de estos mecanismos
ble que en alguna de esas mitosis se produzcan mutacio- que inducen al suicidio celular parece que tienen un papel
nes y, por tanto, aparezcan células que difieran parcial- muy importante en la evolución y en el tratamiento de
mente de las que las originaron. Si esto ocurriera, y esta procesos cancerosos (Lowe y Lin 2000). Por otra parte, el
célula mutante tuviera la capacidad de dividirse por enci- sistema inmune también constituye una barrera a la proli-
ma de la tasa de división de las células normales del teji- feración de células cancerígenas ya que reconoce este tipo
do donde se formó, podría invadir dicho tejido e incluso de células y puede actuar sobre ellas. Sin embargo, estos
el espacio ocupado por otros tejidos. El proceso sería idén- sistemas no son infalibles y, además, debido a que están
tico a la selección natural que tiene lugar al nivel de indi- basados en proteínas codificadas por genes, son suscepti-
viduo. Las células que mejor aprovechan o explotan el bles de mutación.
ambiente en beneficio propio y dejan más descendencia, Las células cancerígenas podrían ser consideradas
son las que terminan invadiendo y dominando el hábitat como parásitos endógenos (Charlton 1996) debido a que
que explotan. Imaginemos que una de estas mutaciones están utilizando recursos conseguidos por el resto de las
ocurre en un tejido determinado. Todas las células de este células del organismo en su propio beneficio para repro-
tejido realizan las mismas funciones y la inmensa mayo- ducirse. Por tanto, cabe esperar que si en una célula apa-
ría de los recursos que obtienen del medio (nuestro cuer- rece una mutación que de alguna manera evitara las ba-
po) los emplean en beneficio del individuo, como ente rreras del organismo a la proliferación de estos parásitos
capaz de pasar sus genes a la siguiente generación (o en endógenos, esta variante sería rápidamente favorecida por
beneficio de las células germinales), y no para reprodu- procesos tipo selección natural dentro del organismo
cirse. Si ahora aparece en el medio una célula capaz de (Alberts et al. 1994, Varmus y Weinberg 1993). El orga-
utilizar los recursos disponibles en reproducirse, y no para nismo por su parte no tendría la posibilidad de adquirir
realizar funciones para la “comunidad”, no es difícil de nuevas defensas durante su vida pero, debido a que la efi-
imaginar que este tipo de células invadiría muy rápida- cacia biológica de individuos con barreras o defensas más
mente el espacio ocupado por nuestro tejido produciendo efectivas frente a estos parásitos sería diferencialmente
lo que conocemos como tumores o cáncer. mayor que las de otros en las que estas células proliferen
Todo el argumento anterior implica que, al menos teó- con facilidad, en generaciones futuras los procesos de se-
ricamente, existe un potencial intrínsico de conflictos en- lección natural exógenos al individuo favorecerían la evo-
tre el organismo y las células que lo componen (Tauber lución de defensas más eficaces. Es una “suerte” que es-
1994, Maynard-Smith y Szathmary 1995). Sin embargo, tas células “parásitas” endógenas no puedan pasar de un
si una de estas células “gana” la batalla y logra dividirse individuo a otros ya que en ese caso la carrera de arma-
millones de veces sin cooperar con el resto de células del mentos entre parásito y hospedador estaría perdida debi-
organismo y aprovechándose del trabajo de las demás, lo do a que el tiempo de generación celular es muy corto en
que ocurre es que el organismo muere y, con él todas las comparación con el del individuo pluricelular. Existen
copias de la célula egoísta. Además, individuos con este algunos casos en los que el material genético de estas cé-
tipo de células, dejarían menos descendientes que indivi- lulas podría pasar a generaciones futuras. Esto, por ejem-
duos con mecanismos de detección y eliminación de es- plo, ocurriría cuando las mutaciones, que convierten a una
tas células, por lo que la selección natural favorecerá a lo célula normal en susceptible de reproducirse a sí misma
largo de la historia evolutiva de los organismos pluricelu- más de lo que lo hacen las células próximas (del mismo
lares complejos la aparición de mecanismos de detección tejido), tienen lugar en las células germinales (que dan
y de eliminación de estas células egoístas manteniendo lugar a los espermatozoides o a los óvulos), provocando
una armonía entre los distintos componentes de un indi- las llamadas predisposiciones genéticas al cáncer. Pero,
viduo (Buss 1987, Maynard-Smith y Szathmary 1995, afortunadamente, también existen mecanismos que, en la
Tauber 1994). De hecho, si tenemos en cuenta que la tasa inmensa mayoría de los casos, impiden que estos gametos
de mutación media en humanos y otros organismos mul- sean viables.
ticelulares es de 1 de cada 100 mil divisiones (Ayala 1999), Por tanto, el fenómeno del cáncer, desde un punto de
lo extraño es que el cáncer no sea aún más común y que vista evolutivo habría que verlo como el resultado inevi-
aparezca a edades mucho más tempranas (con menos di- table de la organización pluricelular (procesos de dife-
visiones celulares). renciación celular) y de los conflictos genéticos a nivel
La poca frecuencia de tumores, comparada con lo que celular. Buena prueba de ello es que este tipo de células
cabría esperar por el número de divisiones y la tasa de sólo aparece en organismos pluricelulares complejos en
mutaciones, se debe a que el organismo tiene mecanis- los que, sólo el material genético de unas pocas células,
mos defensivos frente a este tipo de mutaciones. Son va- las de la línea germinal, pasan a la siguiente generación
rios los mecanismos descritos por los que se lleva a cabo de organismos. Otra prueba muy importante es la gran
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 403
cantidad de mecanismos defensivos o barreras que exis- los que explican la alta incidencia del cáncer en la socie-
ten en los organismos para detectar y evitar la prolifera- dad actual (Greaves 2000).
ción de este tipo de células cancerígenas, y que estas ba- Aunque el futuro próximo no es muy halagüeño, esta
rreras son muy similares en taxones tan distintos como perspectiva evolutiva del problema del cáncer parece al-
Nematodos y Vertebrados (Lowe y Lin 2000). La existen- bergar algunas esperanzas. Por ejemplo, nos permite ex-
cia y similitud de estos mecanismos defensivos nos indi- plicar por qué los tratamientos con químio- o radioterapia
ca que la presión selectiva ejercida por estas células pará- no son efectivos en la mayoría de los casos (la frecuencia
sitas endógenas no es nueva sino el resultado de muchos de mutación y la tasa de reproducción de las células can-
millones de años de coevolución con este tipo de células cerígenas producen mutantes a los que no les afecta este
“erróneas”. En este sentido, se podría considerar al cán- tratamiento y, por tanto, los tumores proliferan de nuevo).
cer como un legado evolutivo de nuestros antepasados Si el problema consiste en un conflicto genético entre dis-
que por diversas razones se asociaron en organismos mul- tintos clones de células, es ahí donde las investigaciones
ticelulares con diferenciación celular (Greaves 2000). En al nivel genético se deben centrar. Si los mecanismos de-
el caso del hombre actual parece que la incidencia del fensivos más eficaces conocidos frente a estas células
cáncer es mayor de la que ocurre en otros animales. Si “egoístas” se encuentran en nuestro cuerpo, quizás se
tenemos en cuenta que la mayoría de los cánceres apare- puedan potenciar en individuos de riesgo.
cen en edades superiores a los 55 años, y los argumentos
utilizados en este apartado, podríamos decir que la efecti-
vidad de las defensas frente a la proliferación de estas Consideraciones finales
células ha sido total hasta esta edad.
Otra interpretación, desde el punto de vista de la célu- La aplicación de la teoría evolutiva al estudio y trata-
la, sería que al menos algunas células de nuestro organis- miento de las enfermedades infecciosas y no infecciosas
mo necesitan 50 años de divisiones para conseguir es una nueva línea de investigación que ha dado lugar a la
mutantes que eludan las barreras defensivas para su proli- llamada medicina evolutiva. Esta línea de investigación
feración en masa. Debido a que una célula mutante (egoís- es reciente y confiere un nuevo punto de vista desde el
ta) frente a un tipo de defensa podría ser controlada por que estudiar las enfermedades y poder luchar contra ellas.
otros mecanismos que impidan su replicación, ésta po- Sólo en 1999 se han publicado dos libros por la Oxford
dría seguir siendo funcional para el organismo y seguir University Press (Stearns 1999a, Trevathan et al. 1999)
dividiéndose a una velocidad similar a las del resto de resumiendo el impacto que el pensamiento evolutivo está
células del tejido que la originó. Sin embargo, el efecto teniendo en medicina y, en el año 2000 se publicó otro
de acumulación de mutaciones podría originar células aplicando estas ideas al problema del cáncer (Greaves
capaces de evitar todos los mecanismos defensivos, apa- 2000). Actualmente parece indudable que la teoría evolu-
reciendo la célula cancerígena. Por tanto, en este sentido, tiva puede aportar mucho al avance médico, no sólo en la
la probabilidad de que aparezca una célula cancerígena comprensión de las enfermedades y las reacciones defen-
depende de la tasa de mutación y del número de divisio- sivas de nuestro cuerpo desde el punto de vista evolutivo,
nes celulares que tenga lugar en cada una de las líneas sino también en la prevención y tratamiento de enferme-
celulares de nuestro organismo. La edad afecta al número dades, en las políticas de salud pública, etc.
de divisiones celulares en tejidos que, como la piel o el
hígado, tienen esa capacidad de división y regeneración Agradecimientos
durante toda la vida. Por otro lado, estaría el contacto con
agentes mutágenos que incrementan la probabilidad de A Manuel Soler, hermano y editor de este libro por
errores en la copia del material genético durante la divi- invitarme a escribir sobre un tema al que no me dedico
sión celular. Actualmente parece que el contacto con es- profesionalmente pero sobre el que tengo un especial in-
tos agentes mutágenos se ha incrementado debido a la terés. Juan Moreno, Manuel Soler y Carmen Zamora co-
exposición a contaminantes industriales, plaguicidas, ra- mentaron y sugirieron cambios a una versión previa del
yos ultravioleta, etc. Seguramente, son estos dos factores capítulo que indudablemente lo mejoraron.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ABRAMS, P.A., LUDWIG, D. (1995). Optimally theory, Gompertz law ATKINSON, J. (1993). Infant vision screening: prediction and
and the disposable soma theory of senescence. Evolution 49:1055- prevention of stravismus and amblyopia from refractive screening
1066. in the Cambridge photo refraction program. In: Simons K (ed) Early
ALBERTS B., BRAY, D., LEWIS, D., RAFF J., ROBERTS, M., visual development, normal and abnormal Oxford University Press,
WATSON J.D. (1994). Molecular biology of the cell. Garland New York, pp 335-348.
Publishing, New York. AUSTAD, S.N. (1997). Why we age: what science is discovering about
ANDERSON, R.M. (1994). Populations, infectious diseases and the body’s journey throughout life? J. Wiley & Sons, New York.
immunity: a very non-linear world. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B AUSTIN, D.J., KRISTINSSON, K.G., ANDERSON R.M. (1999). The
346:457-505. relationship between the volume of antimicrobial consumption in
404 Juan José Soler
human communities and the frequency of resistance. PNAS LUCKINBILL, L.S., ARKING, R., CLARE, M.J., CIROCCO, W.C.,
96:1152-1156. BUCK S.A. (1984). Selection for delayed senescence in Drossophila
AYALA, F.J. (1999). La teoría de la evolución. Ediciones Temas de melanogaster. Evolution 38:996-1003.
Hoy S.A. (T.H.), Madrid. LWOLFF, A. (1959). Factors influencing the evolution of viral diseases
BANET, M. (1986). Fever in mammals: Is it beneficial? Yale J. Biol. at the cellular level and in the organism. Bacteriol. Rev. 23:109-
Med. 59:117-124. 124.
BAQUERO, F., BLÁZQUEZ, J. (1997). Evolution of antibiotic MAYNARD-SMITH, J., BARKER, D.J.P., FINCH, C.E., KARDIA,
resistance. Trends Ecol. Evol. 12:482-487. S.L.R., EATON, S.B., KIRKWOOD, T.B.L., LEGRAND, E.,
BLATTEIS, C.M. (1986). Fever: Is it beneficial? Yale J. Biol. Med.- NESSE, R.M., PARTRIDGE, L. (1999). The evolution of non-
107. infectious and degenerative disease. In: Stearns SC (ed) Evolution
BLOOM, P.B. (1999). The future of public health. Nature 402:c63-c64. in health and disease Oxford University Press, Oxford, pp 267-272.
BUSS, L.W. (1987). The evolution of individuality. Princeton University MAYNARD-SMITH, J., SZATHMARY, E. (1995). The major
Press, Princeton. transitions in evolution. W.H. Freeman Spektrum, Oxford.
CHARLTON, B.G. (1996). Endogenous parasitism: a biological process MEDAWAR, P.B. (1952). An unsolved problem of biology. H.K. Lewis,
with implications for senescence. Evolutionary Theory 11:119-124. London.
CHARLTON, B.G., BRIERLY, E.J., TURNBULL, D.M. (1998). MILINSKI, M. (1999). Glasses for children - are they curing the wrong
Preferential amlpification of mutant clones as a mechanismof symptoms for the wrong reason? In: Stearns SC (ed) Evolution in
ageing. Q. J. M. 91:865-866. health and disease Oxford University Press, Oxford, pp 121.
COHEN, M.L. (1994). Emerging problems in antimicrobial resistance. MILLER, L.F., MELAKANOS, J.J., FALKOW, S. (1989). Coordinate
Ann. Int. Med. 24:454-456. regulation and sensory transduction in the control of bacterial
EWALD, P.W. (1980). Evolutionary biology and the treatment of signs virulence. Science 243:916-922.
and symptoms of infectious diseases. J. Theor. Biol. 86:169-176. MORENO, J., SANZ, J.J., ARRIERO, E. (1999). Reproductive effort
EWALD, P.W. (1994). Evolution of infectious disease. Oxford University and T-lymphocyte cell-mediated immunocompetence in female pied
Press, Oxford. flycatchers Ficedula hypoleuca. Proc. R. Soc. Lond. B. 266:1105-
GOSS, D.A. (1994). Effect of spectacle correction on the progression of 1109.
myopia in children: a literature review. J. Am. Optom. Assoc. MUELLER, L.D. (1987). Evolution of acelerated senescence in
65:117-128. laboratory populations of Drossophila. PNAS 84:1974-1977.
GREAVES, M. (2000): Cancer: the evolutionary legacy. Oxford MURRAY, M.J., MURRAY, A.B., MURRAY, M.B., MURRAY, C.J.
University Press, Oxford. (1978) The adverse effect of iron repletion on the course of certain
HALDANE, J.B.S. (1949). Disease and evolution. La Ricercha infections. Br. Med. J. 2:1113-1115.
Scientifica 19 (Suppl.):68-76. NESSE, R.M., WILLIAMS, G.C. (1994). Why we get sick: the new
HAMILTON, W.D. (1966). The moulding of senescence by natural science of Darwinian medicine. Times Books, New York.
selection. J. Theor. Biol. 12:12-45. NESSE, R.M., WILLIAMS, G.C. (1999). On darwinian medicine. Life
HANCOCK, R.E.W. (1997). The role of fundamental research and Science Research 3:1-17.
biotecnology in finding solutions to the global problem of antibiotic NESSE, R.M., WILLIAMS, G.C. (2000). ¿Por qué enfermamos?
resistance. Clin. Infec. Dis. 24:S148-S150. GRIJALBO, Barcelona.
HIRSCHHORN, N., GREENOUGH, W.B., III (1991). Progress in oral NORDLING, D., ANDERSSON, M., ZOHARI, S., GUSTAFSSON, L.
rehydratation therapy. Sci. Am. 264:50-6. (1998). Reproductive effort reduces specific immune response and
HUNG, L.F., CRAWFORD, M.L.J., SMITH, E.L. (1995). Spectacle parasite resistance. Proc. R. Soc. Lond. B. 265:1291-1298
lenses alter eye growth and the refractive status of young monkeys. NORTON, T.T. (1994). A new focus on myopia. J. A. M. A. 271:1363-
Nature Med. 1:761-765. 1364.
IRVING, E.L., SIVAK, J.G., CALLENDER, M.G. (1992). Refractive NUISMER, S.L., THOMPSON, J.N., GOMULKIEWICZ, R. (1999).
plasticity of the developing chick eye. Ophthal. Physiol. Opt. Gene flow and the geographically structured coevolution. Proc. R.
12:448-456. Soc. Lond. B. 266:605-609.
KIRKWOOD, T.B.L. (1977). Evolution of ageing. Nature 270:301-304. PARTRIDGE, L., BARTON, N.H. (1996). On measuring the rate of
KIRKWOOD, T.B.L. (1996). Human senescence. BioEssays 18:1009- ageing. Proc. R. Soc. Lond. B. 263:1365-1371.
1016. ROSE, M.R. (1984). Laboratory evolution of postponed senescence in
KIRKWOOD, T.B.L., MARTÍN, G.M., PARTRIDGE, L. (1999). Drossophila melanogaster. Evolution 38:1004-1010.
Evolution, senescence, and health in old age. In: Stearns SC (ed) SCHMITT, M.P., HOLMES, R.K. (1991). Characterization of a defective
Evolution in health and disease Oxford University Press, Oxford, diphteria toxin repressor (dtxR) allele and analysis of dtxR
pp 219-230. transcription in wild type and mutant strains of Corynebacterium
KLUGER, M.J. (1991a). Fever: role of pyrogens and cryogens. Physiol. diphtheriae. Infect. Immun. 59:3903-3908.
Rev. 71:93-127. SGRÒ, C.M., PARTRIDGE, L. (1999). A Delayed Wave of Death from
KLUGER, M.J. (1991b). The adaptive value of fever. In: Mackowiac P Reproduction in Drosophila. Science 286:2521-2524.
(ed) Fever: basic mechanisms and management Raven Press, New SIEGWART, J.T., NORTON, T.T. (1993). Refractive and ocular changes
York, pp 105-124. in tree shrews raised with plus or minus lenses. Invest. Ophthalmol.
KRIEGER, M., ACTON, S., ASHKENAS, J., PEARSON, A., PENMAN Vis. Sci. 34:1028.
M., RESNICK, D. (1993). Molecular flypaper, host defense, and STEARNS, S.C. (1999a). Evolution in health and disease. Oxford
atherosclerosis. Structure, binding properties, and function of University Press, Oxford.
macrophage scavenger receptors. J. Biol. Chem. 268:4569-4572. STEARNS, S.C. (1999b) Introducing to evolutionary thinking. In:
LEWIS, S., SHERRATT, T.N., HAMER, K.C., WANLESS, S. (2001). Stearns SC (ed) Evolution in health and disease Oxford University
Press, Oxford, pp 3-15.
Evidence of intra-specific competition for food in a pelagic seabird.
SUZUKI, H., KURIHARA, Y., TAKEYA, M., KAMADA, N.,
Nature 412:816-819
JISHAGE, K., UEDA, O., SAKAGUCHI ,H., HIGASHI, T.,
LONG, N.C. (1996). Evolution of infectious disease: How evolutionary
SUZUKI, T., TAKASHIMA, Y., KAWABE, Y., CYNSHI, O.,
forces shape physiological responses to pathogens. News Physiol. WADA, Y., HONDA, M., KURIHARA, H., ABURATANI, H., DOI,
Sci. 11:83-90. T., MATSUMOTO, A., AZUMA, S., NODA, T., TOYODA, Y.,
LORIN, M.I. (1987). Fever: pathogenesis and treatment. In: Feiging ITAKURA, H., YAZAKI, Y., HORIUCHI, S., TAKAHASHI, K.,
RD, Cherry JD (eds) Textbook of pediatric infectious diseases W. KRUIJT, JK., VAN BERKEL, T.H.J.C., STEINBRECHER, U.P.,
B. Saunder, Philadelfia, pp 148-154. ISHIBASHI, S., MAEDA, N., GORDON, S., KODAMA, T. (1997).
LOWE, S.W., LIN, A.W. (2000). Apoptosis in cancer. Carcinogenesis A role for macrophage scavenger receptors in atherosclerosis and
21:485-495. sucestibility to infection. Nature 386:296.
CAPÍTULO 22: LA TEORÍA EVOLUTIVA Y LA MEDICINA 405
TAUBER, A.I. (1994). Darwinian aftershocks: repercussions in late WALLMAN, J. (1994). Nature and nurture of myopia. Nature 371:201-
twentieth century medicine. Journal of the Royal Society of Medi- 202.
cine 87:27-31. WEINBERG, E.D. (1984). Iron withholding: a defense against infection
TREVATHAN, W.R., MCKENNA, J.J., SMITH, E.O. (1999). Evolu- and neoplasia. Physiol. Rev. 64:65-102
tionary medicine. Oxford University Press, Oxford. WESTENDORP, R.G.J., KIRKWOOD, T.B.L. (1998). Human longevity
TROILO, D., JUDGE, S.J. (1993). Ocular development and visual at the cost of reproductive success. Nature 396:743-746.
deprivation myopia the common marmoset (Callithrix jacchus). WILLIAMS, G.C. (1957). Pleiotropy, natural selection and the evolution
Vision Res. 33:1311-1324. of senescence. Evolution 11:398-411.
VARMUS, H., WEINBERG, R.A. (1993). Genes and the biology of WILLIAMS, G.C. (1966). Adaptation and natural selection. Princeton
cancer. Scientific American Library, New York University Press, Princeton.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) EWALD P.W. (1994). Evolution of infectious disease. Oxford University Press, Oxford. Es quizás el mejor y más completo libro
publicado hasta el momento sobre la importancia de la aplicación de la teoría evolutiva para entender las enfermedades infecciosas.
Para el autor, muchas de las enfermedades que actualmente son calificadas como no infecciosas pueden tener su origen en
infecciones.
(2) GREAVES M. (2000). Cancer: the evolutionary legacy. Oxford University Press, Oxford. Este es el primer libro dedicado exclusi-
vamente a explicar el cáncer desde un punto de vista evolutivo. No solamente relaciona entre sí los mecanismos de biología celular,
molecular e inmunológicos involucrados en el cáncer, sino que a su vez relaciona todos ellos con procesos evolutivos por selección
natural. Debido a la escasez de datos científicos en este campo, parte del libro se podría considerar especulativo, pero con una base
teórica muy fuerte.
(3) NESSE R.M., WILLIAMS G.C. (2000). ¿Por qué enfermamos? Grijalbo, Barcelona. Este libro es la traducción al castellano del
famoso “Why we get sick: the new science of Darwinian medicine” publicado en 1994. Es un libro muy ameno, dirigido a un
público no especializado, en el que los autores intentan dar una respuesta evolutiva al por qué de muchas enfermedades. Combinan-
do muchas historias anecdóticas, muchas veces ficticias, y resultados empíricos y experimentales de investigaciones logran conven-
cer de la importancia de la teoría evolutiva para entender las enfermedades.
(4) STEARNS S.C. (1999). Evolution in health and disease. Oxford University Press, Oxford. Este libro se compone de varios capítu-
los escritos por prestigiosos investigadores en el amplio campo de la biología evolutiva, en los que, partiendo de un capítulo
introductorio a la importancia de la teoría evolutiva en la medicina, escrito por el mismo editor, le siguen capítulos en los que se
revisan el impacto del pensamiento evolutivo en medicina.
(5) TREVATHAN W.R., MCKENNA J.J, SMITH E.O. (1999). Evolutionary medicine. Oxford University Press, Oxford. Este libro,
aunque podría parecer que es una repetición del anterior, más bien se trata de un complemento, ya que, aunque también revisa el
impacto del pensamiento evolutivo en medicina y comparte cuatro autores con el libro anterior, la mayoría de los autores son
antropólogos o médicos. Esto hace que trate más sobre aplicaciones clínicas de estas ideas que sobre trabajos de investigación
básica, como ocurre en el libro anterior.
Capítulo 23: LA EVOLUCIÓN Y LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD
qué algunas poblaciones y especies son más variables que revisión detallada de ninguno de ellos, ya que son trata-
otras). Purvis y Hector (2000) distinguen tres aproxima- dos en otros capítulos de este libro.
ciones diferentes para medir la biodiversidad: números
(especies, poblaciones, alelos, géneros…), igualdad en la Diversidad genética
distribución (de variantes genéticas, de abundancia de
especies, …), y diferencias, por ejemplo en caracteres, La variabilidad genética juega un papel fundamental
distancias genéticas, subespecies, etc. en los procesos evolutivos: si todos los individuos de una
Estamos por tanto ante un concepto intuitivamente población o especie fueran genéticamente idénticos y pro-
simple (la biodiversidad es algo así como “la suma total dujesen descendencia idéntica a ellos no habría cambio
de toda la variabilidad biológica desde el nivel de genes evolutivo y la diversidad (al menos a este nivel) sería 0.
al de ecosistemas”), pero que una vez analizado en deta- La evolución sólo es posible si existe variabilidad
lle resulta multidimensional y plantea consecuentemente genética, y por tanto, la biodiversidad, como resultante
problemas a la hora de definirlo y cuantificarlo, siendo de la evolución, depende de ésta en primera instancia. El
difícil encontrar un único índice de biodiversidad satis- origen de la variabilidad a este nivel se encuentra en la
factorio desde todos los puntos de vista (Purvis y Hector mutación y la recombinación (ver Capítulo 6), que origi-
2000). nan nuevas variantes genéticas (mutación), o nuevas com-
Hay pocas dudas de que la tasa de desaparición de binaciones de estas variantes (recombinación) o, lo que
especies actual es superior a la observada en el registro es lo mismo, diversidad en la composición genética de
fósil (Wilson 1992, Delibes 2001), y aunque a corto pla- individuos, poblaciones y especies.
zo la mayoría de las especies se encuentran amenazadas Hay varios tipos de procesos que afectan a la diversi-
por factores ambientales, los planes de conservación ne- dad genética disponible en una población o especie, que
cesitan incorporar una perspectiva evolutiva para ser efec- se pueden agrupar dentro de los conceptos de evolución
tivos. Independientemente de cómo la definamos, mida- adaptativa y evolución neutral (Stearns y Hoekstra 2000).
mos, o a qué nivel la estudiemos, desde un punto de vista Para que se de evolución adaptativa es necesario que exista
evolutivo la biodiversidad puede considerarse como el variabilidad heredable para un rasgo concreto, y que ese
resultado final de los procesos evolutivos; de hecho la rasgo este relacionado positiva o negativamente con la
teoría evolutiva surgió como una forma de explicar la eficacia biológica de los individuos. Si no existe correla-
diversidad de los organismos vivientes. Darwin con “El ción entre la eficacia biológica y la expresión de un rasgo
origen de las especies” (Darwin 1859) pretendía explicar heredable, éste aún puede evolucionar a través de evolu-
qué mecanismos eran responsables de la existencia de ción neutral, cuyo principal mecanismo es la deriva
diferentes especies, de su distribución y de la variación génica. La deriva es el resultado del tamaño finito de las
geográfica en las características de las especies; en defi- poblaciones: las frecuencias alélicas cambian de una ge-
nitiva, de la diversidad en todos sus niveles. Esto queda neración a otra porque los gametos que forman la siguiente
claro al leer algunos de los párrafos de su libro, como las generación representan una muestra de todos los alelos
últimas líneas, que presentan el proceso evolutivo como presentes en la generación anterior. Cuanto menor sea el
el responsable último de las “más bellas y maravillosas tamaño de la población más probable es que las frecuen-
formas de vida” ahora observables. Vamos a considerar cias alélicas difieran en los dos grupos. La deriva puede
pues que los procesos evolutivos y ecológicos que han originar la fijación o pérdida de alelos en poblaciones
originado y mantienen la diversidad biológica forman pequeñas, provocando cambios no adaptativos en la cons-
parte del concepto de biodiversidad en sí mismos, en es- titución genética de las poblaciones, en contraposición a
pecial en el contexto de la teoría y práctica de la conser- la selección natural que favorece o elimina variantes
vación, asumiendo la postura de que para conservar las genéticas en función de su eficacia biológica.
especies y variedades de animales y plantas necesitamos El nivel de diversidad genética puede explicarse como
conservar los procesos en que estos se encuentran inmer- el resultado opuesto de los procesos de pérdidas y ganan-
cias de variabilidad (Amos y Harwood 1998). En general,
sos. Dentro de la controversia conservacionista acerca de
los dos procesos mencionados acaban produciendo pér-
qué es prioritario conservar, apostamos por la idea de
didas de diversidad (existen casos en los que la selección
que son los procesos y no los objetos (genes, especies,
natural favorece la diversidad – por ejemplo la selección
ecosistemas; Bowen 1999) los que deben conservarse
direccional o disruptiva; ver Capítulo 7). Estas pérdidas
prioritariamente. sólo pueden contrarrestarse mediante dos procesos: la
mutación y el flujo génico. La mutación tiene un efecto
importante pero muy lento en las poblaciones, al ser las
Principales procesos evolutivos responsables de la tasas de mutación muy bajas. El flujo génico introduce
diversidad biológica cambios en las frecuencias alélicas de las poblaciones a
través del flujo o migración de individuos entre poblacio-
Retornando a los tres niveles de diversidad mencio- nes (Slatkin 1987), siendo la fuerza que compensa la pér-
nados en el apartado anterior, vamos a repasar brevemen- dida de diversidad debida a la deriva. Si el flujo es reduci-
te los principales procesos evolutivos responsables de la do, la deriva y la selección acabarán produciendo dife-
biodiversidad presente y pasada, sin ánimo de realizar una renciación entre poblaciones locales, aumentando la di-
CAPÍTULO 23: LA EVOLUCIÓN Y LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD 409
versidad en la especie. Si el flujo es elevado actúa como rísticas que las hacen especialmente susceptibles a la di-
una fuerza homogeneizadora que mantiene la cohesión versificación. Algunas de estas características podrían ser
genética de las distintas poblaciones de una especie. Tam- la evolución de rasgos que hacen a sus portadores espe-
bién puede representar un límite a la adaptación en pobla- cialmente competitivos a la hora de reproducirse o adqui-
ciones locales, cuando el intercambio de variantes rir recursos, o caracteres que faciliten el aislamiento
genéticas se produce entre poblaciones bien adaptadas a reproductivo, como la selección sexual o el uso de hábitats
ambientes muy diferentes, de forma que los genes fragmentados.
inmigrantes pueden resultar poco exitosos en las pobla-
ciones receptoras (Amos y Harwood 1998). La importan- Diversidad de comunidades
cia relativa de ambos efectos y por tanto el papel del flujo
génico en la evolución de las adaptaciones no está aún Sin entrar en detalles, algunos de los principales fac-
muy clara y necesita de una mayor evaluación de aspec- tores que determinan la diversidad a nivel de comunida-
tos como la heterogeneidad en el coeficiente de selección des y ecosistemas son los procesos que interrelacionan
entre poblaciones y el tipo de selección (ver revisión acer- las especies de una comunidad entre sí y con el medio que
ca de estos aspectos en Lenormand 2002). habitan. El medio físico ejerce una fuerte influencia en la
Cuando se trata de conservar la diversidad genética, comunidad biológica, pero lo contrario también es cierto,
debería de estudiarse qué factores pueden producir alte- la acción de determinadas especies puede modificar el
raciones de los niveles de diversidad a través de altera- medio en que se encuentran (citemos como espectacular
ciones en algunos de los procesos claves anteriormente ejemplo el comportamiento de los castores, que inundan
mencionados (mutación, selección, flujo, etc.), o en al- grandes áreas donde viven, modificando así la composi-
gún otro proceso básico que influya en la diversidad ción específica de las comunidades asociadas). La com-
genética, como el comportamiento reproductor de los in- petencia y la predación tienen la capacidad de modificar
dividuos en las poblaciones, los procesos de selección la diversidad de una comunidad (Primack 1993). Los
sexual, etc. (Stearns y Hoekstra 2000). depredadores pueden producir pérdidas de biodiversidad,
al eliminar especies, o incrementarla de forma indirecta
Diversidad específica al mantener densidades bajas de especies presa facilitan-
do la coexistencia entre ellas. Un ejemplo del papel de las
El principal proceso responsable de la diversidad en interacciones entre especies en la diversidad de las comu-
número de especies que habitan nuestro planeta es el pro- nidades lo encontramos en las llamadas especies clave,
ceso de especiación. Los fenómenos evolutivos que se aquellas que ejercen un papel fundamental sobre la abun-
dan a nivel subespecífico (como los mencionados en el dancia de otras, entre ellas algunos depredadores,
apartado anterior) se denominan procesos microevoluti- polinizadores o detritívoros. La ausencia de una especie
vos. Los procesos que se dan por encima del nivel especí- clave puede traer graves consecuencias sobre la presen-
fico se denominan procesos macroevolutivos (por ejem- cia y abundancia de otras.
plo, las radiaciones adaptativas) y el proceso de especia- Existen otros procesos de carácter evolutivo y ecoló-
ción actúa como puente entre estos dos tipos de procesos gico asociados a la interrelación entre especies que pue-
pudiendo considerarse el principal responsable de la di- den afectar a la biodiversidad. Uno de ellos es la coevolu-
versidad de la vida (Stearns and Hoekstra 2000). Inde- ción (ver Capítulo 12). En los últimos años ha comenza-
pendientemente de cómo definamos especie (Cracraft do a ser evidente el importante papel que los procesos
1983, Mayr y Ashlock 1991, Wiley 1978), la especiación coevolutivos juegan en la organización de la biodiversi-
puede verse como el producto resultante de la suma de dad (Thompson 1999). Parece claro que algunos de los
los procesos microevolutivos (ver Capítulo 18). más importantes acontecimientos en la historia de la vida,
El proceso de formación de nuevas especies es un pro- como el origen de la célula eucariota, han sido el resulta-
ceso histórico basado en la herencia, en el traspaso de do de interacciones coevolutivas, y muchas de las inte-
genes de una generación a otra. Cuando las poblaciones racciones específicas actuales parecen conducir a proce-
se diferencian y adquieren el rango de especies, aún si- sos coevolutivos, como la relación predador-presa, pará-
guen conectadas por la historia que las relaciona, su sito-hospedador, o la relación mutualista. Además de ello,
filogenia, que suele describirse mediante la construcción las interacciones entre especies no se dan de la misma
de árboles filogenéticos, con los taxones ancestrales en la forma en todas las poblaciones de cada una de las espe-
base y los descendientes en los extremos de las ramas. El cies, sino que existe un mosaico geográfico en los proce-
análisis de la diversidad de taxones (ya sean especies, sos coevolutivos que parece tener un fuerte impacto en la
géneros, familias…) dentro de los árboles filogenéticos distribución de la biodiversidad: las condiciones locales
revela patrones interesantes para el estudio y la conserva- pueden hacer que la interrelación entre dos especies (como
ción de la biodiversidad (Purvis y Hector 2000). Existen un parásito y su hospedador) origine diferentes presiones
taxones más diversos que otros dentro de un mismo gru- selectivas, produciendo resultados distintos (diferentes
po, por ejemplo, dentro de un género la diversidad en tipos de adaptaciones, mantenimiento o desaparición de
subespecies está repartida de forma desigual entre espe- una especie, etc.) en distintas poblaciones - lo que se co-
cies, algunas son muy diversas y otras muy poco. Esto noce como la teoría del mosaico geográfico coevolutivo
nos indica que algunos grupos de especies tienen caracte- (ver Capítulo 12). Una de las consecuencias de esta teoría
410 Juan Gabriel Martínez
es que puede facilitar la diversificación de taxones al pre- tamaño efectivo de población (poco diversas genéticamen-
sentar a las especies presiones selectivas diversas a lo lar- te) persistían durante menos generaciones que aquellas
go de su rango de distribución, y por lo tanto contribuir a de mayor tamaño efectivo (más diversas), a pesar de tener
la biodiversidad (Thompson 1999). todas el mismo tamaño de censo. A corto plazo, en pobla-
ciones pequeñas es posible observar algunos de los efec-
tos deletéreos de la pérdida de variabilidad, especialmen-
Principales procesos responsables de la pérdida de te la depresión por consanguinidad (la reducción en efi-
biodiversidad cacia biológica debida al cruce entre individuos genética-
mente similares). Por ejemplo, algunas poblaciones que
Aunque son muchos los problemas que acucian a la han sufrido cuellos de botella han perdido diversidad ge-
diversidad biológica actual, los principales se pueden ca- nética y sus individuos sufren depresión por consangui-
talogar dentro de unas pocas categorías, de las cuales nos nidad. Los leones del cráter de Ngorongoro son un buen
referiremos a la fragmentación y destrucción del hábitat, ejemplo (Packer et al. 1991): después de una epidemia en
la sobreexplotación, y la introducción de especies exóti- una población que ya de por sí era pequeña, el tamaño de
cas. Estos procesos afectan de forma diferente a las espe- censo se redujo muchísimo aunque posteriormente se re-
cies y los mecanismos evolutivos que determinan y man- cuperara. Los leones de esta población tienen menos va-
tienen la biodiversidad. riabilidad genética, presentan una mayor tasa de esper-
matozoides anormales y una tasa reproductora menor que
Destrucción y fragmentación del hábitat los individuos de la población del Serengeti, mucho ma-
yor. Incluso en poblaciones que no han pasado por cue-
Es evidente que la pérdida del hábitat y su fragmenta- llos de botella demográficos se pueden apreciar los efec-
ción es uno de los principales problemas de la biología de tos perniciosos de la consanguinidad (ver revisión en
la conservación (Primack 1993, Harrison y Bruna 1999), Keller y Waller 2002). Por ejemplo, en varias especies de
como consecuencia de la relación general entre tamaño aves la consanguinidad reduce la tasa de eclosión de los
de hábitat, distancia a otros hábitats similares y riqueza huevos, en algunas especies de ungulados está relaciona-
específica (MacArthur y Wilson 1967) y de la evidente da con la supervivencia durante el invierno o la suscepti-
estructuración geográfica de la dinámica de poblaciones bilidad a enfermedades, y en plantas provoca una reduc-
(dinámica de metapoblaciones, Hanski 1998). Desde una ción en la producción de semillas o en el éxito de germi-
perspectiva evolutiva, la fragmentación afecta a dos va- nación de éstas.
riables importantes en la dinámica poblacional: la capaci- Un efecto relacionado de la fragmentación es una dis-
dad de dispersión de los individuos (y por tanto la tasa de minución de la tasa de intercambio de individuos entre
flujo génico) y el tamaño de las poblaciones. subpoblaciones si éstas se encuentran muy alejadas y por
La fragmentación casi siempre conlleva una reducción tanto una reducción de los niveles de flujo génico, lo que
en el tamaño de las poblaciones, uno de los atributos tiene consecuencias a varios niveles. Si la especie en cues-
ecológicos que las definen y que puede predecir sus pro- tión tiene una dinámica metapoblacional marcada, con
babilidades de supervivencia. Las poblaciones de tamaño dinámica de poblaciones fuentes y sumidero, en las que
pequeño tienen mayores probabilidades de experimentar las poblaciones sumidero se mantienen gracias a la inmi-
fluctuaciones demográficas azarosas o fluctuaciones de- gración, o en algunos casos se extinguen y posteriormen-
bidas a cambios en la intensidad de factores como la te se recolonizan a partir de las poblaciones fuente, una
predación, competencia, enfermedades o disponibilidad fuerte restricción del flujo génico puede poner en peligro
de alimentos (Primack 1993), o de sufrir los efectos nega- el mantenimiento de la metapoblación. La mariposa Me-
tivos de cambios ambientales impredecibles, como un litaea cinxia es un buen ejemplo de una especie con mar-
incendio forestal o una fuerte helada. Pero además, las cada dinámica poblacional y sus consecuencias evoluti-
poblaciones pequeñas tienden a perder variabilidad vas: cuando la extinción de poblaciones es frecuente el
genética, uno de los componentes de la biodiversidad lo- efecto de la deriva se acentúa, perdiéndose alelos al des-
cal, con mayor rapidez (Amos y Harwood 1998). El gra- aparecer las poblaciones, y la pérdida de diversidad alé-
do de variabilidad que una población retiene con el paso lica en poblaciones locales está a su vez relacionada con
del tiempo depende de su tamaño efectivo de población sus probabilidades de supervivencia. Así, en Melitaea
(que no se corresponde con el tamaño de censo, siendo cinxia el grado de heterocigosidad de las poblaciones
normalmente más pequeño, Frankham 1995), ya que cuan- locales predecía significativamente su riesgo de desapa-
to menor es éste mayor es el efecto de la deriva genética. rición, incluso controlando por los efectos del tamaño de
El principal problema de la pérdida de variabilidad a población (Saccheri et al. 1998). En general, las especies
largo plazo es que las poblaciones se hacen más limitadas y sus interacciones pueden desaparecer a nivel local (de-
en su capacidad de responder a cambios ambientales, se bido a procesos de extinción) pero mantenerse a nivel
vuelven menos “flexibles” evolutivamente, y sus proba- regional gracias al flujo génico (Slatkin 1987, Avise
bilidades de extinción aumentan. Por ejemplo, Newman 1994), por lo que el flujo génico es uno de los procesos
y Pilson (1997) mostraron experimentalmente que en la fundamentales a tener en cuenta en las medidas de con-
planta anual Clarkia pulchella poblaciones de pequeño servación.
CAPÍTULO 23: LA EVOLUCIÓN Y LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD 411
conservacionistas o para su explotación económica. Es- tente por debajo de los niveles taxonómicos habituales
tas prácticas también pueden poner en peligro la (especie, subespecie). Aunque existe cierto consenso acer-
biodiversidad local. A nivel ecológico las introducciones ca de la utilidad del concepto, todavía se discute cómo
pueden ocasionar problemas sanitarios, al transmitir pa- definirlo de forma precisa. Waples (1991) definía una ESU
rásitos o variedades de estos desconocidas en la zona re- como un segmento de una población o grupo de pobla-
ceptora (Cunningham 1996). A nivel evolutivo la intro- ciones sustancialmente aisladas reproductivamente de
ducción de individuos de zonas lejanas, a veces de dife- otras poblaciones de la misma especie y que representan
rentes razas o subespecies, puede limitar la posibilidad de un importante componente del legado evolutivo de la es-
adaptación local, si se rompen complejos génicos pecie. Esta definición es excesivamente subjetiva para
coadaptados, facilitando la depresión por exogamia, el muchos autores al usar palabras como sustancialmente o
proceso opuesto a la depresión por consanguinidad, con- importante, conceptos que habría que precisar de forma
sistente en la pérdida de eficacia biológica debido a la cuantificable, pero aún así creemos que recoge bien la
hibridación de individuos provenientes de poblaciones filosofía de las ESUs. Con la llegada y generalización de
excesivamente diferenciadas, como sería el caso de indi- los marcadores genéticos neutrales como el ADN
viduos de distintas subespecies (Rhymer y Simberloff mitocondrial, los microsatelites, etc., que permiten cuan-
1996, Storfer 1999). tificar los niveles de variabilidad genética de forma preci-
sa, las definiciones de ESU se apoyaron más en estos
marcadores (Avise 1994). Una definición que se basa fun-
Consideraciones evolutivas en la conservación de
damentalmente en el estudio de la variabilidad genética
poblaciones y especies
es la de Moritz (1994) para quien una ESU es un grupo de
Definir la biodiversidad como el resultado final de los poblaciones recíprocamente monofiléticas para alelos de
procesos evolutivos tiene como consecuencia lógica asu- ADN mitocondrial y que muestran una divergencia signi-
mir que las medidas de conservación deben ir dirigidas al ficativa en las frecuencias alélicas de genes nucleares. Esta
mantenimiento de estos procesos, como ya se mencionó definición enfatiza el aislamiento histórico porque es el
al comienzo del capítulo (conservar los procesos y no los responsable de la aparición de combinaciones únicas de
objetos, ya sean genes, especies o ecosistemas; Bowen genotipos y permite a los biólogos de la conservación
1999). Sin embargo los procesos evolutivos se desarro- emplear marcadores genéticos sin tener que determinar a
llan en una escala temporal diferente a la que demandan priori cuanta variabilidad genética es suficiente para pro-
las medidas prácticas de conservación, lo cual puede en- teger una población, pero no está libre de críticos y de-
tenderse como una limitación para esta filosofía. No obs- tractores. Una revisión acerca de éstos y otros conceptos
tante, y aunque la teoría y práctica conservacionista se de ESU puede encontrarse en Fraser y Bernatchez (2001).
basan en gran parte en la teoría ecológica (Sutherland Fraser y Bernatchez (2001) defienden una definición
2000), el estudio de la evolución tiene mucho que aportar más flexible y práctica de las ESUs teniendo en cuenta
en cuanto a cuales son los aspectos que hay que cuidar y que el objetivo fundamental es conservar la variabilidad
qué procesos deben de mantenerse como generadores de genética adaptativa y que la mayoría de los autores están
la biodiversidad presente y futura. de acuerdo en que la acumulación de diferencias genéti-
cas a través de mecanismos de aislamiento reproductivo
Unidades de conservación: la conservación de unidades es un factor crítico para definir los linajes evolutivos que
evolutivamente significativas hay que conservar. Así una ESU sería un linaje que mues-
tre una tasa muy baja o nula de flujo génico con otros
En primer lugar la teoría evolutiva tiene algo que de- linajes dentro de la misma especie. Esto implica que estos
cir acerca de cómo organizar los esfuerzos de conserva- linajes han seguido trayectorias evolutivas independien-
ción, cuales son las unidades básicas sobre las que hay tes por un período variable de tiempo. Las ESUs pueden
que actuar. Por motivos fundamentalmente prácticos, la corresponderse con especies o una especie puede estar
conservación está enfocada hacia la preservación de las formada por múltiples ESUs, dentro de las cuales a su vez
especies a través de la actuación sobre las poblaciones pueden encontrarse una o más poblaciones conectadas por
que las componen, y casi todos los esfuerzos de conser- flujo génico en diverso grado (es decir, metapoblaciones).
vación de especies en peligro tienen como objetivo la pro- Cualquier criterio que demuestre la existencia de un flujo
tección de sus poblaciones (Primack 1993, Sutherland génico muy restringido o nulo sería suficiente para defi-
2000). Sin embargo, la teoría evolutiva nos enseña que nir una ESU, independientemente de que se trate de datos
hay variación por debajo del nivel de especie, dentro y genéticos o ecológicos, y aunque no todos los datos apun-
entre poblaciones, y que esa variación forma parte de la ten en ese sentido. Por ejemplo si los análisis moleculares
biodiversidad en sí y está en la base de los procesos evo- no muestran diferencias a nivel de haplotipos de ADN
lutivos que la generan y mantienen. mitocondrial o de frecuencias alélicas para marcadores
En respuesta a esta idea, en los últimos años ha surgi- hipervariables, pero existe una clara barrera ecológica al
do el concepto de unidades evolutivamente significativas intercambio de alelos entre una población y el resto de la
(evolutionarily significant units, ESU, Fraser y Bernatchez misma especie, esa población merecería la calificación
2001) en un intento por parte de los biólogos de la con- de ESU y las consiguientes medidas protectoras (ver un
servación de definir unidades prioritarias de conservación ejemplo de especialización en el uso de planta hospeda-
que incorporen la diversidad y el potencial evolutivo exis- dora por parte de un insecto en Legge et al. 1996).
CAPÍTULO 23: LA EVOLUCIÓN Y LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD 413
Principales medidas de gestión de poblaciones o especies duos fuera de su rango de distribución habitual. Storfer
(1999) da varios ejemplos de introducciones con la fina-
Cuando una población (ESU, metapoblación, varie- lidad de aumentar los tamaños poblacionales que acaba-
dad, …) está en franco declive y/o su tamaño es muy pe- ron produciendo un declive en la población objetivo, y
queño no queda más remedio que manipularla, aunque lo propone algunas recomendaciones en la gestión de rein-
más deseable desde algunas posiciones conservacionistas troducciones y translocaciones, entre las que cabe desta-
sería gestionar exclusivamente el hábitat (Sutherland car que hay que tener en cuenta las relaciones históricas
2000). Las técnicas utilizadas para gestionar las pobla- entre las poblaciones en cuestión para evitar mezclar po-
ciones incluyen el aportar alimento extra, proveer lugares blaciones sin conexión histórica previa, es decir diferen-
de nidificación, eliminar predadores o introducir indivi- ciadas, e intentar realizar las translocaciones usando po-
duos, en el caso de especies animales; y la polinización blaciones lo más similares histórica y genéticamente po-
artificial, eliminación de competidores, eliminación de sible, lo que incluye la identificación de las principales
herbívoros y reforestación en el caso de plantas. Todas presiones selectivas que afectan a las distintas poblacio-
ellas tienen sus pros y contras, y es particularmente inte- nes de la especie que se gestiona.
resante evaluar los posibles problemas derivados de su A pesar de ello, la translocación de individuos desde
utilización. Veamos algunos ejemplos: otras poblaciones puede ayudar a recuperar diversidad en
- Suplementación de alimento. El aporte de alimento poblaciones genéticamente depauperadas que sufren de-
extra puede tener consecuencias ecológicas negativas si presión por consanguinidad. Madsen et al. (1999) restau-
la concentración excesiva de individuos en los lugares de raron la variabilidad genética en una población de víbo-
alimentación facilita el contagio de enfermedades infec- ras (Vipera berus) de pequeño tamaño y que sufría de de-
ciosas, por ejemplo, o a nivel evolutivo, si por ejemplo, presión endogámica en forma de frecuentes malformacio-
se altera el sistema territorial o de emparejamiento de la nes y una reducida supervivencia juvenil. Introdujeron 20
especie. En el capítulo sobre gestión cinegética de este machos provenientes de otras poblaciones y 7 años des-
mismo volumen hay un buen ejemplo acerca de los efec- pués tanto el grado de variabilidad genética neutral de la
tos de la suplementación de alimento durante la berrea en población como la supervivencia de los juveniles eran
la estrategia reproductora del ciervo ibérico (Sánchez- mucho mayores.
Prieto 2000).
- Polinización artificial. La polinización a mano suele Tamaño de población y potencial evolutivo
llevarse a cabo mediante el cruzamiento al azar del mayor
número posible de individuos. Con frecuencia se desco- ¿Cuál es el tamaño mínimo de población necesario
noce el comportamiento del polinizador o características para que una población mantenga su potencial evolutivo
básicas del sistema reproductor de la planta en cuestión, y y diversidad? Esta es una pregunta de especial interés en
en estos casos esta práctica puede afectar radicalmente la conservación, aunque no tiene una fácil respuesta. Una
composición genética de las siguientes generaciones, y población o especie con un nivel dado de variabilidad
por lo tanto, sólo debería de ser llevada a cabo en casos genética tenderá a perderla a una tasa que depende funda-
de extrema necesidad, como cuando hay una tasa de pro- mentalmente de su tamaño efectivo (Frankham 1995). Los
ducción de semillas muy baja (Cropper 1993). especialistas suelen hacer referencia a la regla del 50/500,
- Introducción de especies o individuos. Ya hemos es decir, que un número mínimo de 50 individuos sería
visto en el apartado anterior los problemas que pueden necesario para la supervivencia a corto plazo, y un núme-
verse asociados a la introducción de especies exóticas, ro de alrededor de 500 sería el adecuado para que la po-
aunque en la práctica conservacionista las introducciones blación se mantuviese a largo plazo (Primack 1993). Sin
tienen un carácter marcadamente diferente: se introducen embargo no hay un acuerdo acerca de esto, entre otras
individuos en zonas donde existieron pero han desapare- cosas porque el tamaño de censo raramente equivale al
cido (lo que se denomina reestablecimiento y reintroduc- tamaño efectivo de población, que es el importante desde
ción), o se introducen individuos en poblaciones peque- el punto de vista evolutivo, y una gran cantidad de facto-
ñas para aumentar su tamaño y viabilidad (lo que se co- res pueden afectar al tamaño efectivo, como el número de
noce como reforzamiento o translocación). Cualquier tipo individuos adultos y reproductores, la proporción de sexos
de movimiento de individuos con estos objetivos presen- o la varianza en el tamaño de familia. Por ejemplo, igua-
ta problemas, algunos de los cuales son similares a los lar el tamaño de familia es una práctica habitual en pro-
citados en el apartado anterior para la introducción de gramas de cría en cautividad de especies en peligro para
especies exóticas o de individuos de diferentes varieda- reducir la pérdida de variabilidad genética. De la misma
des (razas, subespecies) de la misma especie, como la forma los sistemas de emparejamiento polígamos redu-
posibilidad de transmisión de nuevas enfermedades o pa- cen los tamaños efectivos de población respecto a los ta-
rásitos. El problema más destacado desde una perspecti- maños de censo, de forma que las prácticas que limiten de
va evolutiva es que conlleva el traslado de genotipos a alguna forma una extrema varianza en el éxito reproductor
través de amplias zonas geográficas, lo que puede supo- de los individuos evitarán al mismo tiempo una pérdida
ner la ruptura de complejos génicos coadaptados y acabar de variabilidad (ver Capítulo 21). Hay otras formas en
con adaptaciones locales (ver apartado anterior), por lo que las estrategias vitales de las especies puede influir en
que en general si la especie en cuestión tiene una marcada el tamaño efectivo de población. Por ejemplo, en el caso
variación geográfica es poco apropiado trasladar indivi- de los animales, diversos tipos de comportamientos pue-
414 Juan Gabriel Martínez
den reducir el tamaño efectivo de población, como la dis- (Woodroffe y Ginsberg 2000) y tiene además consecuen-
persión, el infanticidio o la elección de pareja (ver revi- cias en la tasa de dispersión efectiva y por tanto en la via-
sión en Anthony y Blumstein 2000). bilidad de las metapoblaciones (ver siguiente apartado).
De la misma forma en que se cuestiona la oportuni- En medios naturales ya fragmentados por la acción
dad de gestionar las poblaciones, se puede plantear la humana, tan importante como conservar hábitat es que
posibilidad de no alterar el hábitat en absoluto y permitir éste no este aislado de otros hábitats similares para per-
que los procesos naturales (fuego, erosión, inundaciones, mitir la dispersión de individuos entre ellos. Conservar
…) regulen la biodiversidad local. Esto no es aceptado los procesos dispersivos, y por tanto el flujo génico, es la
por muchos gestores y por buena parte de la opinión pú- principal manera de luchar contra la pérdida de variabili-
blica, y también presenta problemas ecológicos, deriva- dad en poblaciones pequeñas, y puede ser fundamental
dos del hecho de que los hábitats y paisajes se encuen- en el caso de especies con dinámica metapoblacional. Ya
tran ya profundamente transformados como resultado de hemos comentado que en estos casos, una fuerte restric-
la acción del hombre, por lo que una gran cantidad de ción del flujo génico puede suponer la desaparición a lar-
medidas conservacionistas consisten en gestionar de al- go plazo de muchas poblaciones locales, además de que
guna forma el hábitat (Sutherland 2000). De todas las si los hábitats disponibles en los que se mantienen en nú-
medidas de gestión del hábitat quizá la más popular sea mero adecuado poblaciones fuente se redujeran o perdie-
la creación de reservas naturales (Parques Nacionales o sen, la especie se vería en problemas para mantener esta
Naturales, Zonas de Especial Protección, Reservas Inte- dinámica y por tanto en peligro de desaparecer. Los mo-
grales, …) dentro de las cuales se mantiene el hábitat delos de metapoblaciones tienen la ventaja de reconocer
inalterado o la intervención humana es mínima. La elec- que las poblaciones locales son dinámicas y que hay un
ción de las zonas suele estar asociada con la diversidad flujo más o menos frecuente de individuos entre ellas, de
total, número de especies endémicas, rareza y estado de forma que la conservación no debe enfocarse en pobla-
conservación. A veces se usan algunos grupos taxonó- ciones concretas sino en la metapoblación y los procesos
micos como indicadores, y se protegen zonas que son que determinan su dinámica. Los esfuerzos de conserva-
buenas para las aves, por ejemplo, aunque no esté dema- ción deben de ir dirigidos a preservar los procesos disper-
siado claro si son tan buenas para otros grupos. Final- sivos, por ejemplo mediante la creación o mantenimiento
mente, en ocasiones se utiliza la presencia de una espe- de corredores entre fragmentos de hábitat, y mantener un
cie en serio peligro de extinción o bien de una ESU como número adecuado de fragmentos de hábitats apropiados
criterio fundamental para proteger un área. para la(s) especie(s) en cuestión. La teoría de metapobla-
El tamaño del área a proteger con frecuencia viene de- ciones y muchos estudios observacionales y experimen-
terminado por el tamaño de la zona considerada de interés tales muestran que una cantidad limitada de hábitat dis-
por su estado de conservación. Cuanto más grande sea el ponible puede provocar que las poblaciones locales sean
área más probable será que mantenga poblaciones viables, de tamaño reducido, con el resultado de un aumento en la
ya que como ya hemos visto, los fragmentos pequeños sólo probabilidad de extinción debido a estocasticidad ambien-
pueden sostener poblaciones pequeñas sujetas a la esto- tal (Fahrig 1997, Bender et al. 1998). Un número limita-
casticidad ambiental y demográfica, la pérdida de variabi- do de poblaciones locales también puede restringir la per-
lidad genética y todos los procesos que afectan típicamen- sistencia de las metapoblaciones si existe un desequili-
te a poblaciones pequeñas. Si se pretende proteger frag- brio entre la tasa de extinción de poblaciones locales y la
mentos de hábitat como medida para proteger especies tasa de recolonización (Hanski et al. 1996). Además, no
concretas, el tamaño de las áreas es decisivo y dependerá sólo la cantidad de poblaciones locales, sino su disposi-
de las especies en cuestión. En estos casos son necesarios
ción espacial puede influir en la persistencia de la meta-
estudios previos que nos permitan establecer qué tamaño
población, facilitando o dificultando la dispersión de in-
de fragmento necesitaríamos para sostener una población
dividuos entre poblaciones (Holyoak 2000). Además de
de tamaño razonable (ver apartado anterior). Además es
estas consideraciones ecológicas, la estructura metapo-
recomendable evitar el “efecto borde” en el diseño de las
reservas en el caso de los animales. Si éstas son más pe- blacional tiene profundas consecuencias a nivel evoluti-
queñas o similares al tamaño del área de campeo de la es- vo. La extinción local y recolonización a partir de pobla-
pecie de interés, una proporción importante de los indivi- ciones fuente es una forma de flujo génico con diferentes
duos vivirán cerca del o en el límite de la reserva, lo que efectos genéticos en función del modo de inmigración. Si
representa un peligro para la supervivencia. Por ejemplo, los propágulos son grandes y los individuos provienen de
la mayoría de los linces marcados con transmisores en el muchas poblaciones fuente, el flujo génico tendrá un efec-
Parque Nacional de Doñana fueron encontrados muertos to homogeneizador que prevendrá la diferenciación entre
por causas diversas (relacionadas con la actividad huma- poblaciones locales. Si el flujo es reducido, los propágu-
na) en zonas inmediatamente colindantes con el parque los son pequeños y provienen de una sola o pocas pobla-
(Ferreras et al. 1992). Este efecto borde parece ser uno de ciones fuente, se puede facilitar la diferenciación genéti-
los principales determinantes de mortandad en carnívoros ca entre poblaciones locales (Harrison y Hastings 1996).
CAPÍTULO 23: LA EVOLUCIÓN Y LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD 415
Regulación de la explotación de animales y plantas comenzadas con unos pocos individuos, o bien son de
tamaño pequeño y van perdiendo poco a poco variabili-
Si se introducen o se explotan especies hay que tener dad. Por ejemplo, las gacelas de Cuvier (Gazella cuvieri)
en cuenta todo lo comentado en los apartados correspon- se encuentran categorizadas como en peligro y las pobla-
dientes, pero además, la posibilidad de que se trate de es- ciones silvestres que aún existen son de pequeño tamaño
pecies clave dentro de la comunidad: la introducción de y se encuentran relativamente aisladas. En un esfuerzo
algunas especies, como lo castores, modificará profunda- por mantener una población de referencia a partir de la
mente el medio, la pérdida de otras, como algunas espe- cual realizar reintroducciones en su hábitat original, se
cies presa afectará fuertemente a sus predadores. La iden- estableció en 1975 una población en cautividad en la Es-
tificación de especies clave es fundamental en conserva- tación Experimental de Zonas Áridas (CSIC) de Almería,
ción ya que tienen fuertes influencias en la comunidad en consistente en dos machos y dos hembras. A pesar del
la que viven y en ocasiones aunque ellas no estén amena- éxito del programa, ya que la población cuenta ahora con
zadas, sí lo están otras especies de las que dependen de un gran número de ejemplares, y ya se están reintrodu-
alguna manera. La explotación debe respetar los procesos ciendo algunos en Africa, los machos presentan depre-
naturales como la selección natural, la selección sexual o sión por consanguinidad, consistente en una relación ne-
el flujo génico, y debe de ser sostenible en el sentido de gativa entre el coeficiente de consanguinidad individual
dejar a las poblaciones recuperarse numéricamente y no y diversas variables que miden la calidad del semen (Rol-
comprometer su potencial evolutivo (ver una discusión dan et al. 1998), y positiva con la susceptibilidad al para-
detallada sobre consideraciones evolutivas para una ex- sitismo por nematodos intestinales (Cassinello et al. 2001).
plotación racional de especies animales en el Capítulo 21). Estos y otros resultados apuntan a la necesidad de que los
niveles de consanguinidad deberían de ser tenidos en
cuenta a la hora de tomar decisiones en cuanto a qué indi-
Medidas de conservación ex situ viduos deberían ser usados en los programas de repro-
ducción y reintroducciones, así como en posibles bancos
Si las poblaciones de una especie en peligro presentan de recursos genéticos. Muchos autores creen que la intro-
tamaños de censo bajos y/o baja variabilidad genética, se ducción de animales criados en cautividad con este tipo
puede intentar actuar mediante la introducción de anima- de problemas en poblaciones silvestres conllevaría la im-
les provenientes de otras poblaciones en mejor estado y portación de estos problemas genéticos y haría las intro-
de una mejora del hábitat. Ya hemos discutido estos dos ducciones inútiles. Existe un buen número de ejemplos
tipos de medidas, pero con frecuencia y cuando las espe- de la influencia desfavorable de la introducción de indi-
cies se consideran en un grave peligro de desaparecer se viduos criados en cautividad en poblaciones silvestres.
recurre a lo que se conoce con el nombre de conservación En general, parece que sólo las introducciones de indivi-
ex situ, es decir a la captura de ejemplares para proceder a duos provenientes de poblaciones silvestres tienen un
su cría en cautividad en el caso de animales, o en el caso porcentaje de éxito adecuado (Storfer 1999).
de plantas a la recogida de semillas que se cultivan en Incluso en el caso de las plantas, en las que es relativa-
jardines botánicos o se mantienen en bancos de semillas. mente más sencillo mantener semillas en un banco genéti-
El principal objetivo de estas medidas es mantener un co a partir de las cuales restaurar las poblaciones natura-
banco genético de la especie en cuestión que asegure su les, estas medidas no son del agrado de todos los biólogos
supervivencia y permita en el futuro la reintroducción de de la conservación. En primer lugar, es necesario conser-
individuos en su hábitat natural. La cría en cautividad es var el hábitat y las condiciones ecológicas en que reintro-
una herramienta de conservación útil, en particular si se ducirlas; en segundo lugar sería necesario conservar aque-
ve acompañada de medidas in situ y se conocen sus pro- llas otras especies de las que las plantas dependen (o di-
blemas y limitaciones (Sutherland 2000). cho de otro modo, las interacciones), como polinizadores,
Hay varios tipos de problemas que pueden sufrir indi- hongos y otros simbiontes, lo cual puede resultar más com-
viduos o poblaciones mantenidos en cautividad, desta- plicado; y finalmente, la tarea sería prodigiosa en cuanto
cando en animales las pérdidas de variabilidad genética al número de especies, muchas de las cuales parecen re-
por deriva, endogamia, adaptación al ambiente en cauti- sultar especialmente difíciles de cultivar tras su almace-
vidad y pérdida de comportamientos naturales. En plan- namiento en bancos de semillas. Uno de los mayores es-
tas cultivadas es particularmente importante el peligro de pecialistas en biodiversidad, E. O. Wilson (1992), llegó a
hibridación, al mantenerse en cercanía especies de plan- la conclusión de que las medidas ex situ son importantes y
tas que normalmente no lo están (Sutherland 2000). En necesarias, pero nunca serán suficientes: salvarán proba-
animales criados en parques zoológicos o centros de cría blemente a unas pocas especies, pero el camino para la
en cautividad es casi inevitable la aparición de depresión preservación de la biodiversidad es la conservación de los
por consanguinidad, ya que o bien las poblaciones fueron ecosistemas naturales y sus procesos.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
AMOS, W. y HARWOOD, J. 1998. Factors affecting levels of genetic ANTHONY, L.L. y BLUMSTEIN, D.T. 2000. Integrating behaviour into
diversity in natural populations. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B 353: wildlife conservation: the multiple ways that behaviour can reduce
177-186. Ne. Biol. Conserv. 95: 303-315.
416 Juan Gabriel Martínez
AVISE, J.C. 1994. Molecular Markers, Natural History and Evolution. LENORMAND, T. 2002. Gene flow and the limits to natural selection.
Chapman and Hall. London. Trends Ecol. Evol. 17: 183-189.
BELLÉS, X. 1998. Supervivientes de la biodiversidad. Rubes Editorial S.L. MACARTHUR, R. y WILSON, E.O. 1967. The theory of island
BENDER, D.J., CONTRERAS, T.A. y FAHRIG, L. 1998. Habitat loss biogeography. Princeton University Press, Princeton.
and population decline: a meta-analysis of the patch size effect. MADSEN, T., SHINE, R., OLSSON, M. y WITTZELL, H. 1999.
Ecology 79: 517-533. Restoration of an inbred adder population. Nature 402: 34-35.
BOWEN, B.W. 1999. Preserving genes, species, or ecosystems? Healing MAYR, E. y ASHLOCK, P.D. 1991. Principles in Systematic Zoology.
the fractured foundations of conservation policy. Mol. Ecol. 8: S5- McGraw-Hill, New Yock.
S10. MORITZ, C. 1994. Defining “evolutionary significant units” for
CASSINELLO, J., GOMENDIO, M. y ROLDÁN, E.R.S. 2001. conservation. Trends Ecol. Evol. 9: 373-375.
Relationship between coefficient of inbreeding and parasite burden NEWMAN, D. y PILSON, D. 1997. Increased probability of extinction
in endangered gazelles. Conserv. Biol. 15: 1171-1174. due to decreased genetic effective population size: experimental
CRACRAFT, J. 1983. Species concepts and speciation analysis. En: populations of Clarkia pulchella. Evolution 51: 354-362.
Current Ornithology (ed. Johnson, R.F.), Plenum Press, New York. NOSS, R.F. 1990. Indicators for monitoring biodiversity: a hierarchical
CROPPER, S.C. 1993. Management of Endangered Plants. Common. Sc. approach. Conserv. Biol. 4: 355-364.
and Ind. Res. Org.. PACKER, C., PUSEY, A.E., ROWLEY, H., GILBERT, D.A., MARTEN-
CUNNINGHAM, A.A. 1996. Disease risks of wildlife translocations. SON, J. y O’BRIEN, S.J. 1991. Case study of a population bottle-
Conserv. Biol. 10: 349-353. neck: lions of the Ngorongoro crater. Conserv. Biol. 5: 219-230.
DARWIN, C. 1859. On the origin of species by means of natural selection PRIMACK, R.B. 1993. Essentials of Conservation Biology. Sinauer
or the preservation of favoured races in the struggle for life. John Associates, Inc., Sunderland.
Murray, London. PURVIS, A. y HECTOR, A. 2000. Getting the measure of biodiversity.
DELIBES, M. 2001. Vida. La naturaleza en peligro. Ediciones Temas de Nature 405: 212-219.
Hoy, S.A. Madrid. RHYMER, J.M. y SIMBERLOFF, D. 1996. Extinction by hybridization
ESTES, J.A., DUGGINS, D.O. y RATHBUN, D.G. 1989. The ecology of and introgression. Annu. Rev. Ecol. Syst. 27: 83-109.
extinctions in kelp forest communities. Conserv. Biol. 3: 252-264. ROLDAN, E.R.S., CASSINELLO, J., ABAIGAR, T. y GOMENDIO, M.
FAHRIG, L. 1997. Relative effects of habitat loss and fragmentation on 1998. Inbreeding, fluctuating asymmetry, and ejaculate quality in an
species extinction. J. Wildlife Manage. 61: 603-610. endangered ungulate. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 243-248.
FERRERAS, P., ALDAMA, J.J., BELTRÁN, J.F. y DELIBES, M. 1992. SACCHERI, I., KUUSSAARI, M., KANKARE, M., VIKMAN, P.,
Rates and causes of mortality in a fragmented population of Iberian FORTELIUS, W. y HANSKI, I. 1998. Inbreeding and extinction in a
linx Felis pardina Temminck, 1824. Biol. Conserv. 61: 197-202. butterfly metapopulation. Nature 392: 491-494.
FRANKHAM, R. 1995. Conservation genetics. Annu. Rev. Genet. 29: SLATKIN, M. 1987. Gene flow and the geographic structure of natural
305-327. populations. Science 236: 787-792.
FRASER, D.J. y BERNATCHEZ, L. 2001. Adaptive evolutionary SPENCER, C.N., McCLELLAND, B.R. y STANFORD, J.A. 1991. Shrimp
conservation: towards a unified concept for defining conservation stocking, salmon collapse, and eagle displacement. BioScience 41:
units. Mol. Ecol. 10: 2741-2752. 14-21.
GOLDSTEIN, P.Z. 1998. Functional Ecosystems and Biodiversity STEARNS, S.C. y HOEKSTRA, R.F. 2000. Evolution. An introduction.
Buzzwords. Conserv. Biol. 13: 247-255. Oxford University Press, Oxford.
HANSKI, I. 1998. Metapopulation dynamics. Nature 396: 41-49. STORFER, A. 1999. Gene flow and endangered species translocations - a
HANSKI, I., MOILANEN, A. y GYLLENBERG, M. 1996. Minimun via- topic revisited. Biol. Conserv. 87: 173-180.
ble metapopulation size. Am. Nat. 147: 527-541. SUTHERLAND, W.J. 2000. The Conservation Handbook. Research,
HARRISON, S. y BRUNA, E. 1999. Habitat fragmentation and large scale Management and Policy. Blackwell Science Ltd., Cambridge.
conservation - what do we know for sure? Ecography 22: 225-232. THOMPSON, J.N. 1999. Specific hypotheses on the geographic mosaic
HARRISON, S. y HASTINGS, A. 1996. Genetic and evolutionary of coevolution. Am. Nat. 153: S1-S14.
consequences of metapopulation structure. Trends Ecol. Evol. 11: WAPLES, R.S. 1991. Pacific Salmon, Oncorhynchus ssp. & the definition
180-183. of “species” under the endangered species act. Marine Fish. Rev. 53:
HOLYOAK, M. 2000. Habitat patch arrangement and metapopulation 11-22.
persistence of predators and prey. Am. Nat. 156: 378-389. WILEY, E.O. 1978. The evolutionary species concept reconsidered. Syst.
KAUFMAN, L. 1992. Catastrophic change in a species-rich freshwater Zool. 27: 17-26.
ecosystem: lessons from lake Victoria. BioScience 42: 846-858. WILSON, E.O. 1992. The diversity of life. Harvard University Press.,
KELLER, L.F. y WALLER, D.M. 2002. Inbreeding effects in wild Cambridge.
populations. Trends Ecol. Evol. 17: 230-241. WOODROFFE, R. y GINSBERG, J.R. 2000. Ranging behaviour and
LEGGE, J.T., ROUSH, R., DESALLE, R., VOGLER, A.P. y MAY, B. vulnerability to extinction in carnivores. En: Gosling, L. M. and
1996. Genetic criteria for establishing evolutionarily significant units Sutherland, W. J. (eds.), Behaviour and conservation. Cambridge
in Cryan’s Buckmoth. Conserv. Biol. 10: 85-98. University Press, pp. 125-140.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DELIBES, M. 2001. Vida. La naturaleza en peligro. Ediciones Temas de Hoy, S.A., Madrid. Un libro reciente en castellano en el que
se describe de forma amena y rigurosa la problemática de la conservación de la biodiversidad desde variados puntos de vista, con
especial énfasis en las causas de la pérdida de diversidad.
(2) PRIMACK, R.B. 1993. Essentials of Conservation Biology. Sinauer Associates, Inc., Sunderland. Este texto describe de forma
accesible los principales elementos de la biología de la conservación a nivel teórico, pero aportando numerosos ejemplos.
(3) SUTHERLAND, W.J. 2000. The Conservation Handbook. Research, Management and Policy. Blackwell Science Ltd., Cambridge.
Un libro multifacético y eminentemente práctico, ya que afronta la problemática de la conservación desde sus fases iniciales (reco-
gida de datos, técnicas de estudio de la diversidad), hasta cómo planificar las medidas políticas encaminadas a la conservación de
especies o ecosistemas y las campañas de educación ambiental.
(4) WILSON, E.O. 1992. The diversity of life. Harvard University Press. Uno de los textos clásicos sobre biodiversidad y conservación,
excelentemente escrito por uno de los mayores especialistas del mundo.
Capítulo 24: GENÉTICA CUANTITATIVA APLICADA A LOS ESTUDIOS
EVOLUTIVOS EN POBLACIONES NATURALES
Mauro Santos
DEPARTAMENT DE GENÈTICA I DE MICROBIOLOGIA, GRUP DE BIOLOGÍA EVOLUTIVA (GBE). UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA.
08193-Bellaterra (Barcelona). E-mail: mauro.santos@uab.es
La heredabilidad y el diferencial de selección son los conceptos básicos para predecir la respuesta a la selección
sobre un carácter cuantitativo. Cuando la selección actúa sobre más caracteres, como ocurre en las poblaciones
naturales, los conceptos claves son las varianzas y covarianzas genéticas aditivas así como los gradientes de selec-
ción. Las varianzas y covarianzas genéticas se pueden estimar a partir del parecido fenotípico entre parientes. Esto
limita considerablemente los estudios evolutivos en poblaciones naturales puesto que para la mayoría de especies la
única manera de estimar el grado de parentesco entre dos individuos es utilizar un número elevado de marcadores
genéticos polimórficos. Se discuten algunos métodos sencillos para estimar correlaciones genéticas que se puede
aplicar potencialmente a muchas especies. El utilizar los principios de la genética cuantitativa aplicados en las
poblaciones naturales nos permite entender y visualizar el modo de actuación de la selección natural. Es fundamen-
tal conocer el contexto ecológico porque no siempre es fácil incorporar todas las variables relevantes.
2,18
2,14
2,10
2,06
2,02
1,98
1,94
1,5 1,6 1,7 1,8 1,9 2,0 2,1 2,2 2,3
Longitud del ala del padre (mm)
Figura 1. Relación entre la longitud del ala en los padres e hijos machos de Drosophila buzzatii. Los círculos negros indican los
padres que tuvieron éxito al competir con aquellos representados por círculos blancos, aunque esta distinción no se ha tenido en
cuenta para calcular el coeficiente de regresión (0,09).
un incremento unitario en la longitud del ala en el padre Si nuestra predicción anterior es correcta, entonces
predecimos (aunque con error) un incremento de 0,09 tendría algunas consecuencias prácticas interesantes. Así,
unidades en la longitud promedio del ala en los hijos. No podríamos intentar aumentar la longitud promedio del ala
obstante, esta es una predicción puramente estadística que en generaciones sucesivas simplemente eligiendo aque-
requiere que se cumplan una serie de condiciones para llos individuos más grandes como padres (“criterio de
que se realice. Suponemos que lo único que comparten selección”). Por ejemplo, los círculos en negro de la Fig.
los padres y los hijos son los genes que aquellos transmi- 1 se corresponden con aquellos padres (machos-P) que
ten, y estos genes son los responsables de la relación que tuvieron éxito al competir con los padres representados
estamos observando. Pero esta relación no es totalmente por los círculos en blanco (machos-S). Aunque posterior-
perfecta ya que como acabamos de ver es de 0,09:1. Para mente volveré a referirme a este ejemplo, lo que me inte-
que lo fuera, tendría que ser de 0,5:1 (el valor 0,5 se debe resa indicar aquí es que la longitud promedio del ala de
al hecho de que en los hijos la mitad de los genes provie- los machos-P es de 1,90 mm, mientras que la longitud
nen del padre y la otra mitad de la madre). Por lo tanto, la promedio del ala en todos los padres es de 1,87 mm. La
relación 0,09:0,5 = 0,18 nos indicaría que de toda la va- diferencia 1,90 – 1,87 = 0,03 mm puede parecer pequeña,
riación que observamos en los hijos para el carácter lon- pero es estadísticamente significativa. Nuestra predicción
gitud del ala, los genes que transmiten sus progenitores anterior, que un incremento unitario en la longitud del ala
tan sólo dan cuenta del 18%. El 82% restante se debe a en los padres producirá un incremento de 0,09 unidades
otras causas no genéticas. A la relación entre la cantidad en la longitud promedio del ala en los hijos, nos induciría
de variación debida exclusivamente a los genes transmi- a concluir que esperamos una diferencia de
tidos [“varianza genética aditiva” o σ A ( z1 ) ] y la cantidad
2
0,03 × 0,09 = 0,0027 mm al comparar la longitud prome-
de variación total observada (varianza fenotípica o dio de los descendientes de los machos-P con la longitud
σ P2 ( z1 ) ) la denominamos heredabilidad, y se representa promedio de todos los descendientes. Pongamos todo esto
como h = σ A ( z1 ) σ P ( z1 ) . En nuestro caso,
2 2 2
en símbolos
_ para darle un aspecto más genérico. Llame-
mos ∆ z1 (“respuesta”) a la diferencia predicha en los hi-
σ P ( z1 ( padres) , z1 ( hijos) ) jos, y s (“diferencial de selección”) a la diferencia obser-
h 2 = 2 β1 = 2 = 0,18 .
σ P2 ( z1 ( padres) ) vada en los padres (s = 0,03 mm). Lo que relaciona ambas
cantidades es lo que denominamos el coeficiente de re-
El numerador es la covarianza fenotípica entre la lon- gresión, que en nuestro caso razonamos que era ½ h2. Por
gitud del ala en los padres (machos) y la longitud prome- _
dio del ala en los hijos, que se relaciona con σ A ( z1 ) (vol-
2 1
lo tanto: ∆ z1 = h2 s . (1)
veremos sobre esto posteriormente). 2
CAPÍTULO 24: GENÉTICA CUANTITATIVA APLICADA A LOS ESTUDIOS EVOLUTIVOS EN POBLACIONES NATURALES 419
fenotípica entre las longitudes del ala en padres e hijos aproximación conlleva algunos problemas porque no
con la varianza genética aditiva para el carácter. Como se siempre es justificable el suponer que la expresión del
indicó en la introducción, es en este tipo de correspon- carácter o caracteres que estemos analizando es indepen-
dencias donde reside la metodología básica de la genética diente del ambiente en donde se desarrollan los indivi-
cuantitativa. La segunda ecuación fundamental de la duos. Dicho en términos técnicos, puede existir una
genética cuantitativa, derivada por Fisher (1918) es: interacción entre genotipos y ambientes que origina una
componente adicional de variación. Si en la Fig. 1 los
Cov( parientes) = rσ A2 + uσ D2 + r 2σ AA + ruσ AD + u 2σ DD + ... (5) machos procedieran de una población natural, el coefi-
ciente de regresión estimaría lo siguiente (Riska et al.
en donde Cov(parientes) es la covarianza fenotípica entre 1989):
una serie de individuos emparentados (padres-hijos, her-
manos, hermanastros), r es la correlación genética entre γ σ A, L σ A, N
β ( hijos − L, padres − N ) = 2 , (6)
parientes (½ entre padres e hijos o entre hermanos, ¼ en- σ P,2 N
tre hermanastros), u es la probabilidad de que ambos alelos
de un locus sean idénticos entre dos individuos donde σ A, L es la raíz cuadrada de la varianza genética
emparentados (0 en el caso de padres e hijos, ¼ entre her- aditiva expresada en el laboratorio (hijos), σ A, N es la raíz
manos y 0 entre hermanastros), σ A es la varianza genética
2
cuadrada de la varianza genética aditiva expresada en el
aditiva, σ D es la varianza debido a la dominancia, y campo (padres), σ P,2 N es la varianza fenotípica en los pa-
2
σ AA, σ AD y σ DD son las covarianzas (“varianzas dres, y γ es la correlación genética aditiva entre la longi-
epistáticas”) aditiva × aditiva, aditiva × dominante y do- tud del ala en el campo y en el laboratorio. Esta correla-
minante × dominante, respectivamente. A pesar de su apa- ción genética depende obviamente de la covarianza
rente complejidad, los términos epistáticos en la ecuación genética aditiva entre los dos ambientes. Lo que supone-
(5) se suelen ignorar puesto que su contribución a la mos es que la longitud del ala medida en dos ambientes
covarianza entre parientes suele ser pequeña. Por lo tan- distintos es equivalente a considerar dos caracteres dife-
to, la ecuación (5) nos indica que el parecido fenotípico rentes, como hicimos en la ecuación (3). Si γ ≠ 1 enton-
entre parientes, si se excluyen los efectos ambientales, se ces existe interacción genotipo-ambiente. ¿Cómo saber-
debe a que éstos comparten genes (alelos) y, además, nos lo? Existen algunas posibilidades, pero permítaseme co-
permite cuantificar estas relaciones. Los diseños experi- mentar primero diversos aspectos generales asociados a
mentales y las herramientas estadísticas esenciales para la estimación de correlaciones genéticas.
estimar estos parámetros (fundamentalmente σ A2 y σ D2 ) Es habitual observar correlaciones fenotípicas entre
se basan en modelos lineales (regresión lineal, análisis de caracteres de un mismo individuo, como longitud y an-
la varianza, etc.) y se discuten con cierta profundidad en chura del ala en Drosophila. Estas correlaciones pueden
cualquier libro de genética cuantitativa (ver Capítulo 6). deberse a dos causas: ambiental y genética. Las correla-
Aquí me limitaré a considerar algunos problemas que sur- ciones genéticas, a su vez, pueden ser una consecuencia
gen cuando queremos aplicar toda esta metodología en de que algunos genes afectan simultáneamente a ambos
las poblaciones naturales. caracteres (“pleiotropía”), o bien a que existe una asocia-
ción estadística entre los alelos de genes que afectan de
Limitaciones prácticas en poblaciones naturales y posibles forma independiente a ambos caracteres (“desequilibrio
alternativas gamético”). Si suponemos, como es habitual, que los
desequilibrios gaméticos son transitorios y su contribu-
El primer problema es obvio: ¿cómo se puede deter- ción a la correlación genética es pequeña o nula, la corre-
minar el grado de parentesco entre individuos si éstos pro- lación genética debida a la pleiotropía se puede estimar a
vienen de una población natural? A excepción de algunas partir de diseños experimentales análogos a los utilizados
especies, por ejemplo las aves, en las que incluso es posi- para estimar la varianza genética aditiva. Pero ahora los
ble realizar experimentos intercambiando los huevos en- problemas son considerables porque las estimas que ob-
tre nidos, este es un problema insuperable a menos que tenemos están asociadas a importantes errores estadísti-
utilicemos una amplia batería de marcadores genéticos cos. Si a esto le sumamos los problemas de interacción
polimórficos (Ritland 1996) o bien trabajemos con espe- genotipo-ambiente comentados anteriormente, la situa-
cies en las que conozcamos la distribución espacial entre ción resulta ser muy poco alentadora. Por este motivo,
familias. En el primer supuesto la aproximación resulta algunos autores (Cheverud 1988, Roff 1995, 1996) han
costosa pues se requieren tamaños de muestra elevados propuesto utilizar los valores de la correlación fenotípica,
para estimar con cierta precisión los parámetros genéticos muy fáciles de obtener, como sustitutos de la correlación
de parentesco, mientras que en el segundo supuesto nos genética subyacente. Aunque existe cierta corresponden-
enfrentamos a una serie de problemas importantes debido cia entre correlación fenotípica y correlación genética,
a la presencia de covarianzas ambientales. suponer que ambos valores son coincidentes es ciertamen-
Una alternativa que se ha utilizado con cierta frecuen- te arriesgado (Willis et al. 1991), especialmente cuando
cia en Drosophila consiste en obtener una muestra de se consideran caracteres relacionados con la eficacia bio-
machos del campo y cruzarlos con hembras del laborato- lógica (tiempo de desarrollo, fecundidad, éxito en el apa-
rio para así conseguir una serie de familias. Pero esta reamiento, etc.).
CAPÍTULO 24: GENÉTICA CUANTITATIVA APLICADA A LOS ESTUDIOS EVOLUTIVOS EN POBLACIONES NATURALES 421
Lynch (1999) ha propuesto recientemente una aproxi- que no contengan parientes (Santos y Zintzaras 2001). El
mación experimental para estimar correlaciones genéticas Apéndice 1 detalla la lógica a seguir utilizando indivi-
en poblaciones naturales que se basa en obtener muestras duos D. buzzatii emergidos a partir de un sustrato natural
elevadas en las que aproximadamente el 20% o más de en una población de Almería (Santos 1994, Laayouni et
los individuos están emparentados. Imaginemos que tra- al. 2000). (He de indicar que los valores para longitudes y
bajamos con una especie en donde es posible conocer la anchuras en el Apéndice 1 fueron corregidos teniendo en
distribución espacial entre familias. Un buen ejemplo cuenta el sexo de cada individuo y el deterioro en calidad
puede ser el de algunos insectos en donde una (o muy del sustrato a lo largo del tiempo. Esto se realiza utilizan-
pocas) hembras depositan los huevos en un fruto y los do como nuevas variables a los residuos después de ajus-
individuos que se desarrollan en él son mayoritariamente tar los datos a un modelo de regresión lineal múltiple que
hermanos. En este caso, la propia ecología de la especie incluya el sexo y el día de emergencia de cada individuo).
nos permite inferir los parámetros genéticos de parentes- La estima obtenida para la correlación genética aditiva en
co de la ecuación (5). Siguiendo con este ejemplo, supon- el Apéndice 1 es de 0,788 (límites de confianza al 95%
gamos que se obtiene una elevada muestra de individuos aproximados: 0,734; 0,855), valor muy semejante al 0,883
emergidos de 4 ó 5 frutos. El procedimiento propuesto obtenido en el laboratorio por Loeschcke et al. (1999) a
por Lynch se basa en emparejar estos individuos al azar y partir de una población australiana de D. buzzatii y utili-
estimar la siguiente correlación: zando un proceso de estimación más estándar. La pregun-
ta obvia es: ¿hasta qué punto es preciso el procedimiento
y cuáles son sus restricciones? Lo que suponemos es que
1
{ Cov[z1 (i), z 2 ( j ) | r ] + Cov[z1 ( j), z 2 (i) | r ] } la covarianza ambiental entre los caracteres es 0, lo que
ρ• = 2 , (7)
Cov[z1 (i), z1 ( j ) | r ] × Cov[z 2 (i ), z 2 ( j ) | r ]
resulta aceptable en muchos casos. No obstante, incluso
si existe covarianza ambiental como ocurre en el ejemplo
real de D. buzzatii podemos corregir para las diferencias
en la que el numerador se refiere al promedio de la entre ambientes (sustratos) tal y como he indicado ante-
covarianza fenotípica para los caracteres z1, z2 en el par de riormente. La precisión de la estima depende de la
individuos i, j condicionada a la correlación genética r (½ heredabilidad del carácter, aunque para heredabilidades
si los individuos emparejados son hermanos) y el deno- extremas podríamos intentar corregir para el sesgo (San-
minador al producto de la covarianza para el carácter z1 tos y Zintzaras 2001). Como ejemplo, la Fig. 3 muestra la
en el par de individuos i, j y el carácter z2 en el mismo par relación a partir de simulaciones en ordenador entre el
de individuos, ambas condicionadas a r. La lógica de la valor real (“paramétrico”) y el estimado cuando las
expresión (7) es obvia a partir de la ecuación fundamen- heredabilidades están dentro del intervalo 0,65 – 0,35, lo
tal (5). Fijémonos en el primer término del denominador que es habitual para caracteres morfológicos tanto en el
que simplemente cuantifica la covarianza entre hermanos campo como en el laboratorio (Weigensberg y Roff 1996).
para el carácter z1 en nuestro hipotético ejemplo. De acuer- En resumen, el procedimiento detallado en el Apéndice 1
do con la ecuación (5) e ignorando la varianza debida a la puede resultar muy útil como un tanteo rápido y fácil de
dominancia y las varianzas epistáticas (lo que en térmi- realizar del valor de la correlación genética y, además, ser
nos técnicos equivale a suponer que la base genética del el único aplicable en muchas situaciones prácticas.
carácter es estrictamente aditiva), este término es simple-
mente una estimación de rσ A ( z1 ) . Utilizando la misma
2
Comparación entre los estudios de campo y de laboratorio:
lógica, se puede demostrar que el segundo término del Drosophila como organismo tipo
denominador es una estimación de rσ A ( z 2 ) y que el nu-
2
merador es una estimación de rσ A ( z1 , z 2 ) , con lo cual es A partir de la expresión (6), que estima la regresión
fácil deducir que la expresión (7) es una estimación de la entre la descendencia en el laboratorio y los padres del
correlación genética aditiva (ver la expresión (3)). No campo, es posible derivar una estima mínima de la
obstante, este procedimiento presenta serias limitaciones. heredabilidad en las poblaciones naturales (Riska et al.
En primer lugar, no siempre conocemos la distribución 1989):
espacial de familias en la especie objeto de estudio. Ade-
más, se precisan tamaños de muestra elevados y, lo que es σ P,2 N
(2 β ( hijos−L , padres− N ) ) 2 = γ 2 h 2N ≤ h 2N . (8)
más problemático, el procedimiento supone que no existe σ A,
2
L
covarianza ambiental. Este supuesto es probablemente
falso en la mayoría de los casos puesto que los hermanos Esta ecuación describe la forma en que el coeficiente
no sólo comparten genes sino que también suelen com- de regresión, la varianza genética aditiva estimada en el
partir el mismo ambiente. Por lo tanto, la correlación esti- laboratorio (lo cual es factible si cruzamos cada macho
mada a partir de la expresión (7) también dependerá de la con varias hembras y se obtienen familias de hermanos y/
correlación ambiental y en general será una sobrestima o hermanastros), la varianza fenotípica de los machos del
de la correlación genética. campo y la correlación genética entre ambientes ( | γ | ≤ 1)
No obstante, es posible rescatar la sencillez de la ecua- se relacionan con la heredabilidad en la naturaleza ( h 2N ).
ción anterior para obtener estimas de correlaciones Como puede apreciarse, la fidelidad depende de γ. Las
genéticas en poblaciones naturales incluso en muestras preguntas que nos hacemos son las siguientes: ¿hasta qué
422 Mauro Santos
Figura 3. Relación entre la correlación genética paramétrica y la estimada a partir del procedimiento detallado en el Apéndice 1.
En las simulaciones se parte de una muestra aleatoria de (a) N = 100 o (b) N = 500 individuos no relacionados genéticamente y
generados a partir de una distribución normal bivariante con media 0 y matriz de varianzas-covarianzas genéticas dentro de los
límites 1,90 ≥ σ A2 ( z1 ) ≥ 0,60, 1.90 ≥ σ A2 (z 2 ) ≥ 0.17, y
(+1) × min[ σ A2 ( z1 ) , σ A2 (z 2 ) ] ≥ σ A (z1 , z 2 ) ≥ (-1) × min[ σ A2 ( z1 ) , σ A2 (z 2 ) ],
obtenidos de una distribución uniforme. Los valores fenotípicos se obtuvieron sumando una componente ambiental con media 0
y varianza 1. Para cada tamaño de muestra se generaron 800 matrices aleatorias de varianzas-covarianzas genéticas y cada punto
en la figura se basa en 12.000 muestras independientes.
punto el valor resultante de (8) refleja la heredabilidad para su descendencia en el laboratorio. Al aplicarlo a los
real y cómo se relaciona con las estimas obtenidas en el datos de Leibowitz et al. (1995) resulta yˆ = 0,0509 (lí-
laboratorio?
mites de confianza al 95% aproximados: -0,0346;
Leibowitz et al. (1995) realizaron un experimento de
0,1389), por lo que la conclusión anterior parece correc-
campo en el que muestrearon individuos de D. buzzatii
ta. Como corolario, sería aconsejable aplicar este método
“in copula” (apareados) y machos solitarios (no aparea-
rápido de estimación antes de embarcarse en un experi-
dos). En ambos casos, los machos se cruzaron con hem-
mento mucho más costoso que produzca estimas de poco
bras de laboratorio y se obtuvo hasta un máximo de tres
o nada informativas. Es más, si estimamos el valor de γ
familias por cada macho. Este diseño permitió estimar la
resulta ser diferente de 0, podemos obtener una buena
heredabilidad del carácter “longitud del ala” tanto en el
estima de la heredabilidad en la población natural a partir
laboratorio ( h 2L ) como en el campo utilizando la expre-
de la expresión (6).
sión anterior. Aunque h 2L resultó ser ~0,5, la heredabili-
dad estimada para el campo no fue significativamente di-
ferente de 0 ( h 2N ≈ 0,04 ). Esto claramente sugiere que la Selección sexual sobre tamaño corporal en Drosophila:
correlación genética entre ambientes para la longitud del ¿aparente o real?
ala es aproximadamente 0. En otras especies de Droso-
phila (p. ej. D. melanogaster) parece haber una mayor En las poblaciones naturales el criterio de selección
correspondencia entre h 2N y h 2L , aunque aún es prematu- es la eficacia biológica, y el objetivo último del trabajo de
ro extraer conclusiones generales puesto que hay abun- Leibowitz et al. (1995) era averiguar si el diferencial de
dantes indicios en la literatura de que la correlación gené- selección para longitud del ala al comparar los machos
tica entre ambientes puede ser pequeña. “in copula” con los no apareados se traducía en una res-
He de indicar aquí que el procedimiento que ilustra el puesta a la selección (como predice la expresión (1)). La
Apéndice 1 también puede utilizarse para estimar la co- Tabla 1 resume una serie de trabajos realizados en pobla-
rrelación genética entre ambientes. En este caso, nuestra ciones naturales de Drosophila que indican que los ma-
matriz de datos consistiría en los valores del carácter para chos apareados son en general más grandes que los no
los individuos del campo y los correspondientes valores apareados, por lo que podemos concluir que un mayor
CAPÍTULO 24: GENÉTICA CUANTITATIVA APLICADA A LOS ESTUDIOS EVOLUTIVOS EN POBLACIONES NATURALES 423
Tabla 1
s
Diferencial de selección estandarizado ( i = ) para caracteres relacionados con el tamaño corporal
σ P2
al comparar machos “in copula” con machos solitarios en poblaciones naturales de Drosophila
tamaño corporal confiere una ventaja selectiva (selección ejemplo, la ventaja de ser grande a la hora de aparearse
sexual, ver Capítulo 13) aunque también hay algunas ex- puede traducirse en alguna desventaja sobre otro carácter
cepciones (ver Markow et al. 1996). Se pueden ofrecer al o componente importante del ciclo vital (p. ej., requeri-
menos tres posibles explicaciones para interpretar estos mientos energéticos y riesgo de depredación).
resultados: (a) que las poblaciones no están en equilibrio Lo comentado anteriormente no es simplemente hi-
y el tamaño corporal está aumentando; (b) que las pobla- potético y hay muchos indicios de que existe un compro-
ciones están en equilibrio pero existe un compromiso en- miso entre el tamaño corporal y el tiempo de desarrollo.
tre fuerzas selectivas antagónicas; y (c) que la selección Drosophila es un insecto con un desarrollo complejo y
es “aparente” y no produce ninguna respuesta. Intentaré que pasa por una fase juvenil de larva antes de alcanzar el
explicar a continuación en qué se basa cada una de estas estadio adulto. Esta fase no es constante y los individuos
posibilidades. genéticamente más grandes tardan más tiempo en alcan-
El primer supuesto se apoya en una interpretación sim- zar la madurez sexual y, además, son más sensibles a con-
ple de la ecuación (1) y no requiere de mayores comenta- diciones ambientales como la densidad. En términos más
rios. Simplemente decir que parece descartable pues la técnicos, existe una correlación genética negativa entre la
tendencia observada en la Tabla 1 se mantiene a lo largo velocidad de desarrollo larvario y el tamaño corporal (San-
del tiempo y no hay indicios de que en las poblaciones tos et al. 1994, Partridge y Fowler 1993, Betrán et al.
naturales de Drosophila el tamaño esté aumentando cons- 1998). Esto puede apreciarse en la Fig. 4, donde se ilustra
tantemente. El segundo supuesto es ligeramente más com- la relación entre ambas variables al comparar líneas de
plejo y podemos utilizar la expresión (4) para entenderlo. laboratorio de D. melanogaster seleccionadas artificial-
Imaginemos que z1 es el carácter relacionado con el tama- mente para un aumento de la longitud del tórax con las
ño corporal y z2 es otro carácter que no medimos pero correspondientes líneas control (no seleccionadas). El
_
sobre el cual también actúa la selección natural. ∆ z 1 es experimento se realizó a varias densidades larvarias y re-
función de dos coeficientes de regresión parciales, que a sulta obvio que a mayor densidad los individuos eran más
su vez son función de los diferenciales de selección sobre pequeños y también tardaban más en desarrollarse. Asi-
ambos caracteres. Es factible imaginar situaciones en las mismo, la probabilidad de supervivencia para las líneas
que los efectos de la selección se compensen de tal forma seleccionadas fue menor a altas densidades larvarias o, lo
que la respuesta neta observada sobre el carácter z1 sea 0. que es lo mismo, cuando los recursos fueron limitados
En estos casos hablamos de efectos selectivos antagóni- (Santos et al. 1992a, Partridge y Fowler 1993). Esta limi-
cos (compromisos o “trade-offs” en inglés) porque, por tación de recursos también ocurre en las poblaciones na-
424 Mauro Santos
Conclusiones
Figura 4. Relación entre la longitud del tórax y el tiempo de
desarrollo entre líneas de Drosophila melanogaster seleccio- Aunque a lo largo de este capítulo he utilizado ejem-
nadas para el primer carácter y las correspondientes líneas plos particulares para ilustrar algunos principios genera-
control. El experimento se realizó a varias densidades y se les, la conclusión anterior de que la selección sexual para
observa que la relación se mantiene aproximadamente igual tamaño corporal es aparente puede ser sólo aplicable a la
en ambostipos de líneas. Los círculos grandes indican los va- situación concreta de D. buzzatii y no debemos generali-
lores promedios para cada carácter, siendo la diferencia en- zar. Los estudios de selección en poblaciones naturales
tre estos valores de 0,105 mm para longitud del tórax y 10
horas para tiempo desarrollado.
son “locales” en el sentido de que sus inferencias depen-
den de la especie analizada y de las circunstancias del
momento. Es más, toda la metodología estadística que
turales (Grimaldi y Jaenike 1984, Santos et al. 1999). En utilizamos para estimar componentes de varianza y
resumen, bajo este escenario el tamaño corporal en las covarianza genéticas, así como para detectar la acción de
poblaciones naturales de Drosophila vendría determina- la selección natural, se basa en modelos lineales e implica
do por un balance entre efectos genéticos antagónicos que los análisis que realizamos son siempre locales
sobre diferentes componentes de la eficacia biológica (Lewontin 1974). Ciertamente, esto no significa que los
(tiempo de desarrollo y selección sexual). principios de la genética cuantitativa no se deriven de
Antes de seguir con el tercer supuesto, explicaré los supuestos “universales”. A partir de las leyes mendelianas
resultados obtenidos por Leibowitz et al. (1995). Breve- de la herencia se derivan los conceptos básicos de
mente, aún cuando en el laboratorio se relajaron las con- covarianza entre valor genético aditivo y valor fenotípico,
diciones de densidad larvaria, no se detectó ninguna res- y de la respuesta a la selección. Aunque en las poblacio-
puesta a la selección observada para tamaño corporal (Ta- nes naturales el criterio de selección es la eficacia bioló-
bla 1). En otras palabras, la longitud promedio del ala en gica, lo difícil es visualizar su efecto conjunto sobre los
los descendientes de los machos apareados era muy simi- caracteres que medimos. Es aquí cuando el álgebra de
lar a la de los descendientes de los machos no apareados. matrices nos ayuda a entender la lógica de las relaciones,
El experimento se repitió en el laboratorio “simulando” por lo que es un instrumento indispensable en la teoría de
las condiciones naturales y el resultado fue análogo (San- la genética cuantitativa y evolutiva.
tos 1996, 2001). Por lo tanto, la conclusión es que la se-
Agradecimientos
lección sexual para tamaño corporal es aparente, es decir,
sin consecuencias evolutivas sobre la variación genética Este capítulo es el resultado de mi interacción a lo
subyacente. En realidad, la Fig. 1 se ha obtenido a partir largo de los últimos 10 - 15 años con muchas personas
de este último experimento y los círculos negros repre- que han contribuido con su trabajo, sugerencias, discu-
sentan los machos que tuvieron éxito en el apareamiento siones y comentarios a mi percepción de los diversos as-
mientras que los círculos blancos representan los que no pectos relacionados con la genética cuantitativa y su apli-
lo tuvieron. Aunque obviamente existe variación genética cación al estudio de las poblaciones naturales. Mi agrade-
para el carácter longitud del ala (la heredabilidad calcula- cimiento por tanto a Antonio Barbadilla, Esther Betrán,
da a partir de la expresión (8), que produce una estima Karel Eisses, Antonio Fontdevila, Kevin Fowler, Agustí
mínima en el ambiente paterno, resultó ser ~0,25), no pa- Galiana, Esteban Hasson, Raymond Huey, Hafid Laa-
recen existir diferencias genéticas en cuanto a tamaño youni, Adam Leibowitz, Carlos López-Fanjul, Larry
corporal entre los dos grupos de machos. Mueller, Linda Partridge, Francesc Peris, Tim Prout, Jor-
Ahora quizás resulte más fácil entender el supuesto ge E. Quezada-Díaz, Michael Rose, Alfredo Ruíz y Elías
(c) anterior. En la naturaleza las condiciones ambientales Zintzaras. A. Fontdevila, H. Laayouni, Luis Serra y Ma-
no son constantes para todos los individuos, tal y como nuel Soler han aportado diversos comentarios muy útiles
suponen las ecuaciones (1) y (2). Por diversos motivos, a una versión preliminar del texto. El soporte financiero
unos individuos pueden desarrollarse bajo circunstancias por parte del Ministerio de Educación y Ciencia, la Gene-
más o menos óptimas mientras que otros pueden sufrir las ralitat de Catalunya, la Comisión Europea y la European
consecuencias de un ambiente menos favorable (como en Science Foundation ha sido indispensable para realizar
el caso de la Fig. 4). El éxito en el apareamiento de los nuestro trabajo.
CAPÍTULO 24: GENÉTICA CUANTITATIVA APLICADA A LOS ESTUDIOS EVOLUTIVOS EN POBLACIONES NATURALES 425
Apéndice
Apéndice 1: Procedimiento para estimular la correlación que es el mismo de la expresión (7) pero ahora las dife-
genética entre caracteres a partir de un ejemplo con la rentes covarianzas no están condicionadas a la correla-
especie Drosophila buzzatti. ción genética r puesto que no es necesario que los indivi-
duos estén emparentados. Los índices i, j se refieren a los
individuos de la primera y segunda matriz, respectivamen-
Longitud Anchura te. Denominemos las covarianzas del numerador y deno-
Individuo
del ala ( z1 ) en mm del ala ( z2 ) en mm minador de esta expresión como:
1 2,2191 1,2313 σº=
1
{ Cov[z1 (i), z2 ( j )] + Cov[z1 ( j ), z2 (i)] },
2
2 2,0335 1,1233
Matrizde datos
3 2,2197 1,1766
σ * = Cov[z1 (i ), z1 ( j )],
M M M
M M M
131
σ * * = Cov[z 2 (i ), z 2 ( j )].
1,6484 0,9106
132 1,6066 0,9232 Tanto σ* como σ** se distribuyen normalmente con
media 0 y varianza que es función de la varianza
fenotípica. Bajo determinadas condiciones se puede ob-
Se permuta al azar el orden de los individuos y estos
tener una buena estima de la correlación genética entre
se subdividen en 2 matrices con N/2 = 66 individuos cada
los caracteres z1 y z2 a partir de las distribuciones de σ º,
una. El proceso se repite R veces. Por ejemplo, el resulta-
σ* y σ** que se obtienen después de las R permutaciones
do de la primera permutación al azar ha sido el siguiente:
al azar como:
R=1
ρ g ( zˆ1 , z 2 ) = E ( ρ • | σ * ≥ 0, σ * * ≥ 0)
Individuo z1 z2 Individuo z1 z2
(σ º | σ * ≥ 0, σ * * ≥ 0)
=E
(σ * | σ * ≥ 0 ,σ * * ≥ 0) × (σ * | σ * ≥ 0 , σ * * ≥ 0)
118 1,6135 0,9915 17 2,1790 1,1376
106 1,7306 0,9114 38 1,9979 1,0040
donde E hace referencia al valor esperado. Esto se debe a
86 1,9512 1,0488 102 1,8181 1,0271 que en ausencia de covarianza ambiental se puede demos-
M M M M M M trar que el valor esperado del numerador de dicha expre-
48 sión es una estima de la covarianza genética, mientras que
1,9131 1,0264
6 1,9631 1,0865
el valor esperado del denominador es una estima propor-
cional a la raíz cuadrada del producto de las varianzas
… …
genéticas para ambos caracteres. El intervalo de confian-
A partir de cada emparejamiento al azar, se calcula el za se puede obtener a partir del método bootstrap para
coeficiente de correlación: percentiles (Efron y Tibshirani 1993).
1
{Cov[z1 (i), z 2 ( j )] + Cov[z1 ( j ), z2 (i)] }
ρ• = 2 ,
Cov[z1 (i ), z1 ( j )] × Cov[z 2 (i ), z 2 ( j ) ]
426 Mauro Santos
Bibliografía
BETRÁN, E., SANTOS, M. y RUIZ, A. 1998. Antagonistic pleiotropic RAUSHER, M. D. 1992. The measurement of selection on quantitative
effect of second-chromosome inversions on body size and early life- traits: biases due to environmental covariances between the traits
history traits in Drosophila buzzatii. Evolution 52: 144-154. and fitness. Evolution 46: 608-626.
CHEVERUD, J. M. 1988. A comparison of genetic and phenotypic RISKA, B., PROUT, T. y TURELLI, M. 1989. Laboratory estimates of
correlations. Evolution 42: 958-968. heritabilities and genetic correlations in nature. Genetics 123: 803-
EFRON, B. y TIBSHIRANI, R. J. 1993. An introduction to the bootstrap. 813.
Chapman & Hall, New York. RITLAND, K. 1996. A marker-based method for inferences about
FISHER, R. A. 1918. The correlation between relatives on the quantitative inheritance in natural populations. Evolution 50: 1062-
supposition of Mendelian inheritance. Trans. Roy. Soc. Edinburgh 1073.
52: 399-433. ROFF, D. A. 1995. The estimation of genetic correlations from
GRIMALDI, D. y JAENIKE, J. 1984. Competition in natural populations phenotypic correlations: a test of Cheverud’s conjecture. Heredity
of mycophagous Drosophila. Ecology 65: 1113-1120. 74: 481-490.
JAMES, A. C. y JAENIKE, J. 1992. Determinants of mating success in ROFF, D. A. 1996. The evolution of genetic correlations: an analysis of
wild Drosophila testacea. Anim. Behav. 44: 168-170. patterns. Evolution 50: 1392-1403.
LAAYOUNI, H., SANTOS, M. y FONTDEVILA, A. 2000. Toward a SANTOS, M. 1994. Heterozygote deficiencies under Levene’s
physical map of Drosophila buzzatii: used of randomly amplified population subdivision structure. Evolution 48: 912-920.
polymorphic DNA polymorphisms and sequence-tagged site SANTOS, M. 1996. Apparent directional selection of body size in
landmarks. Genetics 156: 1797-1816. Drosophila buzzatii: larval crowding and male mating success.
LANDE, R. 1979. Quantitative genetic analysis of multivariate Evolution 50: 2530-2535.
evolution, applied to brain: body size allometry. Evolution 33: 402- SANTOS, M. 2001. Fluctuating asymmetry is nongenetically related to
416. mating success in Drosophila buzzatii. Evolution 55: 2248-2256.
LANDE, R. y ARNOLD, S. J. 1983. The measurement of selection on SANTOS, M., EISSES, K. T. y FONTDEVILA, A. 1999. Competition
correlated characters. Evolution 37: 1210-1226. and genotype-by-environment interaction in natural breeding
LEIBOWITZ, A., SANTOS, M. y FONTDEVILA, A. 1995. Heritability substrates of Drosophila. Evolution 53: 175-186.
and selection on body size in a natural population of Drosophila SANTOS, M., K. FOWLER, y L. PARTRIDGE. 1992a. On the use of
buzzatii. Genetics 141: 181-189. tester stocks to predict the competitive ability of genotypes. Heredity
LEWONTIN, R. C. 1974. Annotation: The analysis of variance and the 69: 489-495.
analysis of causes. Am. J. Hum. Gen. 26: 400-411. SANTOS, M., FOWLER, K. y PARTRIDGE, L. 1994. Gene-environ-
LOESCHCKE, V., BUNDGAARD, J. y BARKER, J. S. F. 1999. ment interaction for body size and larval density in Drosophila
Reaction noms across and genetic parameters at different melanogaster: an investigation of effects of development time, tho-
temperatures for thorax and wing size traits in Drosophila aldrichi rax length and adult sex ratio. Heredity 72: 515-521.
and D. buzzatii. J. Evol. Biol. 12: 605-623. SANTOS, M., RUIZ, A., BARBADILLA, A., QUEZADA-DÍAZ, J. E.,
LYNCH, M. 1999. Estimating genetic correlations in natural HASSON, E. y FONTDEVILA, A. 1988. The evolutionary history
populations. Genet. Res. 74: 255-264. of Drosophila buzzatii. XIV. Larger flies mate more often in nature.
MARKOW, T. A. 1988. Reproductive behavior of Drosophila in the Heredity 61: 255-262.
laboratory and in the field. J. Comp. Psychol. 102: 169-173. SANTOS, M., RUIZ, A., QUEZADA-DÍAZ, J. E., BARBADILLA, A.
MARKOW, T. A., BUSTOZ, D. y PITNICK, S. 1996. Sexual selection y FONTDEVILA, A. 1992b. The evolutionary history of Drosophila
and a secondary sexual character in two Drosophila species. Anim. buzzatii. XX. Positive phenotypic covariance between field adult
Behav. 52: 759-766. fitness components and body size. J. Evol. Biol. 5: 403-422.
MARKOW, T. A. y RICKER, J. P. 1992. Male size, developmental SANTOS, M. y ZINTZARAS, E. 2001. Estimating genetic correlations
stability, and mating success in natural populations of three without genetics. Enviado.
Drosophila species. Heredity 69: 122-127. TAYLOR, C. E. y KEKIC, V. 1988. Sexual selection in a natural
MITCHELL-OLDS, T. y SHAW, R. G. 1987. Regression analysis of population of Drosophila melanogaster. Evolution 42: 197-199.
natural selection: statistical inference and biological interpretation. WEIGENSBERG, I. y ROFF, D. A. 1996. Natural heritabilities: can
Evolution 41: 1149-1161. they be reliably estimated in the laboratory? Evolution 50: 2149-
PARTRIDGE, L. y FOWLER, K. 1993. Responses and correlated 2157.
responses to artificial selection on thorax length in Drosophila WILLIS, J. H., COYNE, J. A. y KIRKPATRICK, M. 1991. Can one
melanogaster. Evolution 47: 213-226. predict the evolution of quantitative characters without genetics?
PARTRIDGE, L., HOFFMANN, A. y JONES, S. 1987. Male size and Evolution 45: 441-444.
mating success in Drosophila melanogaster and Drosophila YOUNG, S. S. Y. y WEILER, H. 1960. Selection for two correlated
pseudoobscura under field conditions. Anim. Behav. 35: 468-476. traits by independent culling levels. Journal Genetics 57: 329-33.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) FALCONER, D.S., y MACKAY, T.F.C. 1996. Introduction to quantitative genetics, 4ª ed. Longman, Essex. Cuarta edición del libro
clásico publicado por primera vez por Falconer en 1960. Sigue siendo muy útil y, como afirma Russell Lande, hay que estudiar
detalladamente todos los párrafos pues contiene más información de lo que pueda parecer a simple vista.
(2) LYNCH, M., y WALSH, B. 1998. Genetics and analyses of quantitative traits. Sinauer, Sunderland, Massachusetts. Primera de dos
entregas de lo que será por muchos años la Biblia en genética cuantitativa. Las abundantísimas referencias a trabajos originales nos
permite “bucear” en cualquier tema de interés. Bruce Walsh también mantiene una amplia información en genética cuantitativa en la
dirección http://nitro.biosci.arizona.edu/zbook/book.html.
(3) STEARNS, S.C. 1992. The evolution of life histories. Oxford University Press, Oxford. El ciclo vital de un organismo también
forma parte de su fenotipo y está sujeto a selección. Este es un libro muy instructivo del que se está preparando una segunda edición.
Capítulo 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DE DETERIORO
Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES
Aurora García-Dorado*, Carlos López-Fanjul* y Armando Caballero**
*
DEPARTAMENTO DE GENÉTICA. FACULTAD DE BIOLOGÍA. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.
28040-Madrid. E-mail: augardo@bio.ucm.es y clfanjul@bio.ucm.es
**
DEPARTAMENTO DE BIOQUÍMICA, GÉNETICA E INMUNOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE VIGO.
36200-Vigo. E-mail: armando@uvigo.es
En este capítulo se discuten los resultados experimentales disponibles acerca de los efectos de la mutación
espontánea sobre la eficacia biológica y los caracteres morfológicos cuantitativos, así como algunas de sus
implicaciones prácticas. Aunque existe aún considerable polémica, los datos acumulados indican que la mayoría de
las mutaciones espontáneas tienen efectos deletéreos inapreciables. Algunas de estas mutaciones afectan, sin em-
bargo, a la expresión de los caracteres morfológicos, siendo responsables de su variabilidad genética y del potencial
adaptativo de las especies. Las mutaciones con efectos deletéreos tenues, lo bastante pequeños como para poder
acumularse por deriva en una población relativamente pequeña, pero lo bastante grandes como para comprometer la
supervivencia de la misma, ocurren con tasa relativamente baja. Las mutaciones de efecto deletéreo moderado o
severo también ocurren con tasa baja, aunque no despreciable, pero terminan siendo eliminadas por la selección
natural incluso en poblaciones pequeñas. Sin embargo, debido a su escaso efecto en heterocigosis, pueden mante-
nerse bastante tiempo a frecuencias bajas en poblaciones grandes. En los programas de conservación debe evitarse
la depresión consanguínea, que ocurre como resultado del aumento de homocigosis, y también debe protegerse el
potencial adaptativo de las poblaciones. No obstante, la degradación atribuible a nueva mutación no es, probable-
mente, el factor limitante de la supervivencia a medio plazo de las especies en peligro de extinción.
nor es el censo efectivo de reproductores de la especie (Ne, selección, lo cual es inverificable. Si este supuesto resul-
definido como el número de reproductores que habría que ta no ser cierto para todo el genoma, el método puede
considerar para explicar las fluctuaciones de las frecuen- proporcionar estimas disparatadas. Por este motivo omi-
cias génicas que se producen en la población como conse- tiremos las conclusiones obtenidas por esta vía, y nos cen-
cuencia de dicho muestreo; Falconer y Mackay 2001). Por traremos en los resultados aportados por los dos métodos
su parte, la importancia de la selección aumenta con la siguientes:
magnitud del coeficiente de selección s. Considerando
conjuntamente deriva y selección, cuando s < 1/2Ne la fre- Información molecular
cuencia génica de la mutación oscilará por deriva casi
como si no hubiera selección (como si se tratase de genes Este método se basa en comparar secuencias codifica-
neutros), y m podrá fijarse o perderse por azar. Para 1/2Ne doras de distintos linajes evolutivos para estimar la tasa τ
< s < 10/Ne, el cambio en frecuencia de m tendrá aún un (por base y unidad de tiempo) a la que se fijan mutaciones
componente aleatorio, aunque la fijación ocurrirá con una en ellos. La estima puede obtenerse separadamente para
probabilidad considerablemente inferior a la correspon- mutaciones sinónimas de la tercera base (τs) y para posi-
diente a una mutación neutra. Finalmente, si s > 10/Ne la ciones no sinónimas (τns). Como las primeras son aproxi-
mutación terminará, casi seguro, por perderse debido a la madamente neutras, comparando ambas estimas puede
acción selectiva en su contra (Kimura 1962). inferirse qué proporción (π = (τs − τns) / τs) de las mutacio-
Así pues, las mutaciones deletéreas con efecto lo bas- nes no sinónimas tiene un coeficiente de selección lo bas-
tante pequeño como para escapar del control de la selec- tante grande (digamos s >10/Ne) como para que la selec-
ción natural (s < 10/Ne) podrían, en principio, acumularse ción natural determine su eliminación. Por tanto, cono-
en la población hasta poner en peligro su supervivencia. ciendo la tasa de mutación por gameto y generación a ni-
Por ello, la tasa de aparición de las mutaciones de esta vel molecular (µ), podremos estimar la tasa de aparición
“clase de riesgo” (s < 10/Ne) es un parámetro fundamen- de mutaciones con efecto deletéreo s >10/Ne, también por
tal en conservación, y también es básico para el desarro- gameto y generación, como λs >10/ Ne = π × µ. A estas mu-
llo de las teorías de la evolución del sexo, la recombi- taciones, cuyo destino evolutivo está determinado por la
nación o la senescencia. Desgraciadamente, su estudio es selección, las denominaremos “mutaciones sentenciadas”
particularmente escurridizo, debido a la pequeña magni- («constrained mutations» en inglés). Aún aceptando las
tud de los efectos deletéreos implicados. En la mayoría diversas premisas del método, debe tenerse en cuenta que
de las especies, el censo efectivo es al menos del orden de estos estudios se realizan comparando linajes cuyos cen-
104, lo cual significa que estaremos interesados en s < 10 -3. sos efectivos evolutivos pueden ser muy altos, a menudo
En poblaciones en peligro de extinción, con un censo efec- del orden de 105 ó 106. Por ello, el procedimiento no per-
tivo del orden de unas decenas o centenas, las mutaciones mite discernir la tasa de mutación para distintos valores
comprendidas en esta “clase de riesgo” serán aquellas con, de s mayores que, digamos, 10–4 ni, por tanto, establecer
digamos, s < 0,05. De ellas, las que tienen efectos mayo- la tasa de mutación deletérea tenue.
res serán las que más fácilmente podrán comprometer la
supervivencia de la población a medio plazo. Por este Experimentos de acumulación de mutaciones (AM)
motivo, desde el punto de vista de la conservación es de
gran interés el estudio de la tasa de mutaciones con efec- Se trata, por lo general, de permitir la acumulación de
tos en torno a unos pocos puntos de porcentaje (digamos mutaciones espontáneas durante un cierto número de ge-
0,005 < s ≤ 0,05), que nosotros llamaremos “tenues” neraciones en una población inicialmente carente de va-
(“mild” en inglés). Aún para efectos deletéreos de este riabilidad genética. El diseño debe impedir la acción de
orden, la tasa de mutación es difícil de evaluar. A conti- la selección natural durante el proceso en la mayor medi-
nuación presentaremos brevemente los diseños experi- da posible, de modo que las mutaciones se acumulen, a
mentales y métodos estadísticos de estimación utilizados efectos prácticos, al azar. En estas circunstancias, los cam-
hasta la fecha. bios genéticos observados de la eficacia biológica serán
atribuibles a la mutación. El método más directo para pa-
Métodos de estudio de la mutación deletérea liar los efectos de la selección es reducir al mínimo el
censo efectivo, puesto que las mutaciones con s < 1/2Ne
Dado que estamos particularmente interesados en co- se acumulan aproximadamente como si fuesen neutras.
eficientes de selección pequeños, la detección sistemáti- Por ejemplo, en el diseño experimental de López-Fanjul
ca de todas las mutaciones espontáneas que afectan a la y colaboradores con Drosophila melanogaster (véase
eficacia biológica y la evaluación directa de su efecto son Fernández y López-Fanjul 1996) se optó por dividir una
impracticables, y hay que recurrir a métodos indirectos. población isogénica (es decir, completamente carente de
Una alternativa es inferir las propiedades de la mutación variabilidad genética) en líneas que se mantienen con una
deletérea a partir de las propiedades de la variación sola pareja de padres por generación. De este modo el
genética para eficacia biológica que muestran las pobla- censo efectivo es alrededor de 2,5, así que las mutaciones
ciones naturales (véase, por ejemplo, Deng 1998). No obs- con s < 0,2 se fijan al azar en las líneas como si fuesen
tante, la aplicación correcta de este método requiere que neutras, aunque con cierta probabilidad podrá fijarse tam-
tales poblaciones se encuentren en equilibrio mutación- bién cualquier otra mutación no letal. En otros experi-
CAPÍTULO 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DEL DETERIORO Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES 429
Figura 1. Distribuciónes observadas (arriba) y predichas (abajo) para las viabilidades relativas medias de las líneas AM en los
experimentos de Fernández y López-Fanjul (1996) (izquierda, con estimas MD λ = 0,016, E(s) = 0,10) y de Mukai et al. 1972
(derecha, con estimas MD λ = 0,011, E(s) = 0,19). Las predicciones se obtuvieron mediante simulación utilizando las estimas MD
(véase García-Dorado 1997 para consultar detalles acerca de la distribución de s).
mentos con Drosophila se ha estudiado la acumulación ausencia de cambios genéticos, incluidos los atribuibles
de mutaciones en copias de un mismo cromosoma II, que a la acumulación de mutaciones, es técnicamente com-
se transmiten en heterocigosis de generación en genera- plicado. Muchos experimentos de acumulación de muta-
ción mediante un esquema adecuado de cruzamientos con ciones carecen de controles apropiados, proporcionando
una cepa marcadora (véase Mukai et al. 1972). En ambos por tanto estimas del declive de la media que podrían no
casos, al cabo de un periodo de acumulación de mutacio- ser fiables.
nes, las líneas mencionadas (que en adelante denomina- Una vez que las líneas AM, y en su caso la población
remos líneas AM) son evaluadas para la eficacia biológi- control, han sido evaluadas, pueden elaborarse modelos
ca o para caracteres directamente relacionados con ésta, de mutación más o menos sofisticados que den cuenta de
con objeto de estimar los cambios de la forma de la distri- los cambios observados. Dichos modelos estarán defini-
bución de las medias de las líneas AM y los ritmos de dos por la tasa de aparición de mutaciones con efectos
aumento de la varianza genética de dichas medias (∆V) y deletéreos de diferente magnitud. El método más sencillo
de declive de la media general (∆M). Todo ello será atri- consiste en utilizar sólo las estimas de ∆M y ∆V y, supo-
buido a la mutación deletérea, de modo que los valores niendo que todas las mutaciones deletéreas tienen el mis-
esperados de ∆M y ∆V son mo coeficiente de selección (s), estimar dicho coeficiente
E(∆M) = λ E(s), E(∆V) = λ E(s2), y el número medio de mutaciones deletéreas que ocurren
donde λ es el número medio de mutaciones deletéreas que por gameto y generación ( λ ) como λ = ∆M / ∆V ,
2
ocurren por gameto y generación y E designa el valor es- s = ∆V / ∆M . Este procedimiento es conocido como
perado. método de Bateman-Mukai (BM, véase Mukai y col.
Un diseño adecuado de acumulación de mutaciones 1972). Si s varía de unas mutaciones a otras estaremos
debe incluir el mantenimiento paralelo de una población subestimando λ y sobrestimando el valor medio del co-
control: una copia de la población original en la que no eficiente de selección E(s), de modo que las estimas BM
ocurran cambios genéticos importantes. La evaluación deben ser interpretadas como cotas, esto es,
de esta población control, simultánea a la de las líneas
λ ≥ ∆M 2 / ∆V , E ( s ) ≤ ∆V / ∆M .
AM, permitirá descontar de nuestra estima de ∆M la par-
te atribuible a alteraciones inadvertidas de las condicio- Otros métodos más elaborados se basan en encontrar
nes ambientales. Desgraciadamente, el mantenimiento de la tasa de mutación deletérea y la distribución de s que
tal población control en condiciones que garanticen la “explican mejor” los cambios observados en la distribu-
430 Aurora García-Dorado, Carlos López-Fanjul y Armando Caballero
ción de las medias de las líneas AM para el carácter eva- promediando todos los experimentos disponibles hasta la
luado. El criterio para decidir qué es “explicar mejor” fecha, se resumen en la Tabla 1.
puede ser de máxima verosimilitud (MV: Keightley y
Bataillon 2000) o de mínima distancia (MD: García-Do-
Tabla 1
rado 1997), aunque sólo el último ha resultado eficaz cuan-
Promedios de estimas de parámetros mutacionales obtenidos
do no se disponía de estimas fiables de ∆M debido a la
por MD o MV en distintos experimentos.
carencia de un control adecuado. La Figura 1 ilustra la
flexibilidad de este método, presentando la distribución Especie Carácter λ E(s) ∆M%
de la viabilidad media de las líneas AM observada en dos D. melanogaster Viabilidad 0,015 0,17 0,24
experimentos con Drosophila melanogaster (arriba), y las D. melanogaster Eficacia 0,030 0,26 0,80
distribuciones predichas obtenidas mediante simulación C. elegans Eficacia 0,004 0,33 0,13
usando las correspondientes estimas MD de la tasa y dis-
tribución de efectos mutacionales (abajo, véase García- Estimas MD para Drosophila (García-Dorado et al. 1999, utilizando
Dorado 1997 para más detalles). una distribución Gamma para los efectos) y MV para Caenorhabditis
(Keightley y Bataillon 2000, suponiendo efectos constantes).
Estimas de la tasa y efecto de la mutación deletérea
Los primeros datos acerca de la tasa de mutación La tasa de mutación deletérea para viabilidad en D.
deletérea proceden de los experimentos clásicos de acu- melanogaster resulta en todos los casos menor que la es-
mulación de mutaciones llevados a cabo por Mukai y co- tima obtenida por Mukai por el método BM a partir del
laboradores durante los años 60. El declive en viabilidad ∆M observado. Los correspondientes efectos mutaciona-
por generación resultó muy alto (∆M ≈1%), y las estimas les son, en promedio, bastante grandes, de modo que la
Bateman-Mukai sugerían una alta tasa de mutación tasa de mutación tenue es pequeña. Para la eficacia bioló-
deletérea con efectos tenues (λ ≈ 0,5, E(s) ≈ 0,02). Es gica, la tasa de mutación deletérea es aproximadamente
decir, cada cigoto llevaría, como media, una nueva muta- el doble que para viabilidad, y los efectos son algo mayo-
ción tenue, difícilmente eliminable por selección en es- res. Este resultado era esperable, pues las mutaciones pue-
pecies amenazadas, pero de efecto lo bastante grande den afectar a la eficacia biológica sin afectar a la viabili-
como para que su acumulación progresiva minase sensi- dad (lo que producirá una mayor tasa de mutación para
blemente la eficacia biológica de la población con el paso eficacia biológica), y es sabido que las mutaciones más
de las generaciones. Un resultado preocupante desde el deletéreas tienden a deteriorar simultáneamente distintos
punto de vista de la conservación. componentes de la eficacia biológica, teniendo por tanto
El análisis de estos datos usando técnicas MD, así mayores efectos deletéreos sobre ésta que sobre cada uno
como los resultados obtenidos en experimentos más re- de sus componentes por separado (Fernández y López-
cientes, sugieren, no obstante, que aquellas estimas po- Fanjul 1996).
drían estar sesgadas debido a que parte del declive en via- En Caenorhabditis elegans la tasa de mutación para
bilidad observado podría no ser de origen mutacional eficacia biológica es aún menor. La diferencia es, no obs-
(García-Dorado et al. 1998). Actualmente existe conside- tante, fácil de justificar. Por una parte, aunque las tasas de
rable polémica acerca de las causas del gran declive en mutación molecular por genoma y división de la línea
viabilidad apreciado por Mukai. Una de las posibles sería germinal son equivalentes en los dos organismos, en D.
una alta tasa de transposición, inducida por el sistema de melanogaster ocurren tres veces más divisiones por ge-
mantenimiento de los cromosomas de acumulación de neración en la línea germinal que en C. elegans, de modo
mutaciones en heterocigosis forzada (Keightley y Eyre- que se espera que la tasa de mutación por genoma y gene-
Walker 1999), aunque esta explicación requiere que tales ración en la primera especie sea el triple que en la segun-
transposiciones tuviesen efectos individuales tan peque- da. Por otra parte, las cepas de C. elegans utilizadas en
ños que no afectasen ni a la forma ni a la varianza de la estos experimentos no presentaban transposición, mien-
distribución de viabilidades de las líneas AM. Por otra tras que alrededor de la mitad de las mutaciones que ocu-
parte, el declive observado podría no deberse a la acumu- rren en D. melanogaster podrían deberse a ese fenómeno
lación de mutaciones, sino al uso de una población con- (Drake y col. 1998). En definitiva, la relación esperada
trol inadecuada. será λ (melanogaster) / λ (elegans) ≈ 6, que concuerda
En los últimos años se han llevado a cabo nuevos ex- aceptablemente con la observada (0,030 / 0,004 = 7,5).
perimentos de acumulación de mutaciones en Drosophila Un problema de los experimentos de acumulación de
y otras especies. Los resultados han sido revisados por mutaciones es que pueden no tener suficiente sensibili-
García-Dorado et al. (1999, 2002), quienes han encontra- dad para detectar las que tienen un efecto deletéreo de-
do una gran coherencia entre experimentos y especies masiado pequeño. Digamos que, si la reducción total de
cuando se utilizan métodos de análisis MD o MV. A la la eficacia biológica después de t generaciones de acumu-
vista de estos datos, los valores de λ y E(s) obtenidos por lación es menor del 5%, ésta será realmente difícil de es-
Mukai y colaboradores no parecen ser resultados genera- timar. Así pues, incluso después de 100 generaciones, la
les, ni siquiera para Drosophila. Las conclusiones refe- tasa de mutación para deletéreos que causen un
rentes a las dos especies más estudiadas, obtenidas ∆M < 5×10–4 por generación será difícilmente evaluable.
CAPÍTULO 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DEL DETERIORO Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES 431
Este problema puede paliarse utilizando datos reducción en viabilidad media estimada en heterocigosis
moleculares. Estos indican que en D. melanogaster la tasa y en homocigosis. Sin embargo, si estas reducciones no
de aparición de mutaciones por genoma haploide y gene- son únicamente debidas a mutación (lo cual puede ocu-
ración que causan un cambio de aminoácido en una se- rrir como consecuencia del uso de un control inadecua-
cuencia proteica es alrededor de 0,05 (Keightley y Eyre- do), la correspondiente estima del h medio puede sobres-
Walker 1999), lo que no deja lugar para altas tasas de timar el auténtico valor. Por otra parte, se puede estimar
mutación deletérea. No obstante, parte de la mutación también el grado de dominancia medio a partir de la re-
deletérea se deberá a otros cambios genéticos como las gresión de la viabilidad de las líneas AM evaluada en
inserciones. Los datos de evolución molecular disponi- heterocigosis sobre la viabilidad evaluada en homocigosis.
bles para C. elegans indican que ocurren aproximadamen- Esta estima es preferible en muchos casos, pues no está
te 0,03 mutaciones de cambio de base “sentenciadas” por afectada por la existencia de reducciones en viabilidad de
genoma haploide y generación, aunque el coeficiente de origen no mutacional. No obstante, ambas estimas son
selección en contra de tales mutaciones podría ser extre- delicadas de interpretar porque, en realidad, la estima del
madamente pequeño. De hecho, un estudio reciente utili- cociente (obtenida por comparación de descensos de la
zando mutación inducida muestra que los experimentos viabilidad) proporciona la media del h ponderado por s, y
de laboratorio con C. elegans detectan únicamente muta- la estima de regresión da la media del h ponderado por s2.
ciones con s > 7 × 10–4 (Davies et al. 1999), que represen- Por tanto, como a las mutaciones con mayor s suelen co-
tan tan sólo el 4% de las mutaciones sentenciadas. Según rresponder valores menores de h (es decir, las más
deletéreas son más recesivas), ambos métodos subestiman
este resultado, la tasa de mutación espontánea con
la media no ponderada del grado de dominancia.
s > 7 × 10–4 sería aproximadamente 0,03 × 0,04 = 0,0012.
Los primeros resultados fueron obtenidos por Mukai
Aunque este valor puede estar considerablemente sesga-
y Yamazaki (1968) en su clásico experimento de acumu-
do a la baja (García-Dorado et al. 2002), es del mismo
lación de mutaciones y sugerían un grado de dominancia
orden que el obtenido directamente en los experimentos medio de alrededor de 0,4, pero las estimas fueron con-
de acumulación de mutaciones (alrededor de 0,005), en tradictorias en varios aspectos, obteniéndose incluso va-
los que el efecto medio es elevado (0,22). lores negativos. Un estudio posterior comparó el declive
de la viabilidad evaluada en homocigosis y heterocigosis
Grado de expresión de los efectos mutacionales deletéreos en un conjunto de líneas AM (Ohnishi 1977), obtenién-
en heterocigosis dose de nuevo un valor aproximado de 0,4, cifra que fue
aceptada como válida. Este grado tan elevado de expre-
Hasta aquí hemos considerado sólo los efectos sión de los efectos deletéreos en heterocigosis era cohe-
deletéreos de mutaciones en homocigosis. Es de estos rente con las estimas disponibles hasta entonces de la tasa
efectos de los que depende fundamentalmente la probabi- y efectos de mutación deletérea, pues se requieren mu-
lidad de fijación final, y el consiguiente deterioro de la chas mutaciones deletéreas tenues con h ≈ 0,4 para expli-
eficacia biológica de la población. Sin embargo, cada car las altas tasas de depresión consanguínea observadas
nueva mutación se presenta durante un tiempo sólo en en las poblaciones naturales.
heterocigosis, de manera que sus cambios en frecuencia a Sin embargo, el reanálisis de los datos de Ohnishi por
corto y medio plazo dependen críticamente de la fracción el método de la regresión da valores mucho menores, que
de su efecto que se expresa en los heterocigotos, es decir, sugieren un E(h) ≈ 0,2. La discrepancia podría deberse a
del grado de dominancia h (las eficacias biológicas de los cierta reducción no mutacional de la viabilidad de las lí-
genotipos ++, +m y mm son, respectivamente, 1, 1–hs y neas AM que afectase a las evaluaciones en homo y hete-
1–s). El estudio de los valores de h para la mutación rocigosis. Debe notarse que el significado de E(h) depen-
deletérea es básico para entender la naturaleza de la va- de de la forma de la distribución de s: el valor E(h) ≈ 0,2
riabilidad genética de la eficacia biológica en las pobla- se asocia a una distribución estimada de los valores de s
ciones naturales, o la tasa a la que dicha eficacia biológi- en que la mayoría de las mutaciones tienen efecto deleté-
ca se reduce al aumentar la consanguinidad de los indivi- reo moderado (digamos 0,05 < s ≤ 0,2) y hay pocas muta-
duos (depresión consanguínea). Si el estudio de los efec- ciones deletéreas tenues (digamos 0,005 < s ≤ 0,05), en
tos deletéreos en homocigosis es complicado, es evidente concordancia con las estimas de parámetros mutaciona-
que el de su grado de expresión en heterocigosis lo será les presentados en la Tabla 1. Por ello representa básica-
aún más. García-Dorado y Caballero (2000) proporcio- mente el grado de dominancia esperado de las mutacio-
nan una exposición de estas dificultades y una revisión de nes con efecto deletéreo moderado, mientras que las mu-
las estimas disponibles, que se limitan a Drosophila, cu- taciones severas (s > 0,2) y tenues tendrán grados de do-
yas conclusiones se resumen a continuación. minancia menores y mayores que 0,2, respectivamente.
En algunos experimentos de acumulación de muta- Este nuevo valor de E(h) permite explicar tasas importan-
ciones, la eficacia biológica media de las líneas AM (o el tes de depresión consanguínea en poblaciones en que la
componente de ésta que se esté estudiando) ha sido eva- mutación deletérea tenue no es especialmente común y la
luada en homocigosis y en heterocigosis. En estos casos mutación deletérea moderada ocurre con tasa relativamen-
la media de h puede inferirse a partir del cociente entre la te pequeña (λ < 0,05).
432 Aurora García-Dorado, Carlos López-Fanjul y Armando Caballero
biental del atributo seleccionado (Hill 1982). Esta expre- describen la forma de la distribución de los efectos de las
sión pone de manifiesto que la respuesta a la selección mutaciones sobre los caracteres cuantitativos. En particu-
debida a mutaciones depende de la magnitud del censo lar se puede estimar el efecto medio E(a) (en unidades
efectivo, aspecto que ha sido comprobado experimental- σE), la proporción de mutaciones con efecto superior en
mente (Caballero et al. 1991, López y López-Fanjul valor absoluto a un determinado valor (Pa), o la de muta-
1993a). ciones con efecto positivo (P+). Estos datos también per-
Cualquiera de las predicciones reseñadas permite es- miten calcular el cambio por generación de la media de
timar experimentalmente σ m2 y, con objeto de permitir un carácter cuantitativo debido a mutación, que viene dado
comparaciones entre distintos caracteres y medios, el va- por ∆M = λ E(a). En la Tabla 2 (García-Dorado et al. 1999)
lor obtenido se expresa como fracción de la varianza am- se muestran las estimas pertinentes a tres rasgos
biental σ E2 (heredabilidad mutacional: hm2 = σ m2 σ E2 ) o de morfológicos en D. melanogaster (número de quetas ab-
la media M (coeficiente de variación mutacional: dominales y esternopleurales y longitud del ala), junto
CVm = σ m M ). Las estimas publicadas han sido analiza- con las de viabilidad y eficacia biológica. Se aprecia que
das por Houle et al. (1996). Si nos ceñimos a los datos de la semejanza entre los valores de un mismo parámetro
D. melanogaster que son, con mucho, los más abundan- correspondientes a distintos atributos es muy estrecha,
tes, los valores de CVm de los caracteres morfológicos (nú- exceptuando las quetas esternopleurales, de manera que
mero de quetas, longitud del ala, etc.; promedio: 0,004, los datos pueden resumirse como sigue:
rango: 0,001-0,012) son un orden de magnitud menores (1) Las tasas de mutación de todos los caracteres fueron
que los de los componentes de la eficacia biológica (fe- pequeñas.
cundidad, viabilidad, etc.; promedio: 0,021, rango: 0,009- (2) El efecto promedio en homocigosis de las mutaciones
0,045). Esta discrepancia pudiera deberse a la propia na- resultó ser siempre negativo y, en general, moderado.
turaleza de los atributos considerados y, también, a que la (3) La distribución de efectos siempre mostró asimetría
depresión consanguínea de la media de los rasgos próxi- negativa, comúnmente muy acusada, hasta el punto
mos a la eficacia biológica es mayor que la experimenta- de que la proporción de mutaciones con efecto positi-
da por los morfológicos y, por tanto, el cociente σm/M vo P+ fue, a efectos prácticos, nula en el caso de la
correspondiente a los primeros será también mayor. La eficacia biológica y menor del 10% en el de los res-
diferencia entre los dos tipos de caracteres se difumina tantes caracteres.
cuando se comparan los respectivos valores de la (4) Para los caracteres morfológicos, aproximadamente el
40% σ m debe atribuirse a mutaciones con efecto (en
2
heredabilidad mutacional ( hm2 promedio: 5 × 10–3, rango:
10–4-10–2). valor absoluto) menor que σE / 2, mientras que el 99%
de σ m para viabilidad o eficacia biológica se debe a
2
Hasta aquí hemos concentrado la información
mutacional sobre los caracteres cuantitativos en un solo mutaciones con efectos deletéreos importantes, ma-
parámetro σ m2 , pero éste es, a su vez, función de la tasa de yores que E(s) / 2.
CAPÍTULO 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DEL DETERIORO Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES 433
.8
Los datos disponibles se refieren, una vez más, a com- eficacia biológica. Esta variabilidad genética permitiría a
ponentes de eficacia biológica en D. melanogaster: pro- la población responder a un desplazamiento del valor óp-
ductividad (Fry et al. 1998), fecundidad y viabilidad timo del carácter, inducido por un cambio ambiental,
(Fernández y López-Fanjul 1997), evaluadas en el medio mediante un cambio adaptativo de la media.
normal de laboratorio y en otros (3-4) en los que la pro-
ductividad se redujo entre el 25 y el 80%. Aunque en nin- Mutación y conservación
gún caso se apreció un aumento de heredabilidad
mutacional con la disminución de la calidad del medio, el Efectos de la mutación sobre el riesgo de extinción
comportamiento de las covarianzas mutacionales (covm)
difiere de un experimento a otro. En este sentido, las covm En los últimos años se ha despertado un interés cre-
entre los efectos de las mutaciones en distintos medios ciente por cuantificar el posible impacto de las mutacio-
fueron altas y positivas en el caso de productividad nes deletéreas sobre el riesgo de extinción de especies,
(≅0,75), indicativas de mutaciones incondicionalmente particularmente el de aquéllas que se mantienen con cen-
deletéreas. Por el contrario, las correspondientes covm sos poblacionales reducidos en la naturaleza o en cautivi-
entre fecundidades o viabilidades evaluadas en medios dad. Diversos autores han considerado la definición de
diferentes resultaron ser bajas (≅0,3), apuntando a un ele- un censo efectivo crítico, por debajo del cual la viabili-
vado grado de especificidad ambiental de las mutaciones dad de la especie está comprometida. Los argumentos uti-
implicadas. La discrepancia puede deberse a que el tipo lizados están en discusión y han sido resumidos por Lynch
de mutaciones acumuladas siguiendo distintos diseños y Lande (1998).
experimentales es en parte diferente. Así, el último resul- Una de las ideas de partida consistía en suponer que
tado corresponde a mutaciones con efectos deletéreos las posibilidades de supervivencia de una población de-
moderados, que son las principales determinantes del las- penden, a largo plazo, del mantenimiento de una variabi-
tre mutacional, mientras que el primero se refiere en bue- lidad genética que le permita adaptarse a posibles cam-
na medida a mutaciones con efecto grande que alteran bios ambientales (desde cambios climáticos hasta la apa-
funciones vitales básicas y, por tanto, es de esperar que rición de nuevas plagas, etc.). Desde esta perspectiva se
sus efectos perjudiciales sean mayores en medios más supone que el censo efectivo mínimo preciso para que
hostiles. una población pueda persistir en el tiempo, es el que ex-
En lo que respecta a los efectos de las mutaciones plicaría la cantidad de varianza genética atribuible a los
sobre caracteres morfológicos evaluados a distintas tem- distintos caracteres cuantitativos que se observa en po-
peraturas (Wayne y Mackay 1998; Mackay y Lyman blaciones naturales. Se puede realizar un cálculo aproxi-
1998) o en diferentes momentos (García-Dorado y Marín mado mediante un modelo deriva-mutación, es decir, con-
1998), la interacción genotipo × medio fue, en general, siderando el equilibrio entre la generación de variación
baja (covm altas) aunque, como ocurrió con los compo- neutra por mutación y su eliminación por deriva. Recuér-
nentes de eficacia biológica, no se apreció un incremento dese que, en dicho equilibrio, la varianza genética puede
aproximarse por σ A2 = 2 N eσ m2 , donde σ m toma típica-
2
de la magnitud de la heredabilidad mutacional de un mis-
–3 σ 2
mo atributo cuando éste se evaluaba a temperaturas as- mente valores en torno a 10 E (Tabla 2). Tomando como
cendentes. Así pues, los efectos mutacionales sobre ca- referencia una heredabilidad típica para caracteres cuan-
racteres morfológicos no parecen mostrar considerable titativos del orden de 0,5, esto es,
especificidad ambiental. σ A2 = 2 N eσ E2 × 10 −3 = σ E2 ,
Los resultados discutidos hasta aquí tienen importan- el censo efectivo crítico debe ser del orden de 500. Este
tes repercusiones sobre la naturaleza de la variabilidad razonamiento, sin embargo, es muy limitado, ya que la
genética y la evolución adaptativa de los caracteres cantidad de varianza genética observada para cada carác-
morfológicos. Así, el hecho de que el cambio mutacional ter en poblaciones naturales es muy variable, y dependerá
de la media sea siempre negativo sugiere que, en pobla- en gran medida de la acción de la selección, la distribu-
ciones naturales, debe existir selección estabilizadora di- ción de frecuencias, efectos y grado de dominancia de los
recta (no pleyotrópica) sobre aquellos caracteres genes, y de las circunstancias demográficas particulares
morfológicos cuya media presenta cierta constancia es- de cada población. Además, si aceptásemos las altas tasas
pacio-temporal. Dicha acción estabilizadora directa ha de mutación deletérea tenue originalmente estimadas por
sido puesta de manifiesto por García-Dorado y González Mukai y colaboradores, sólo una pequeña fracción (diga-
(1996) con respecto al número de quetas abdominales. mos una décima parte) de la variación genética generada
No obstante, su intensidad fue reducida, de tal modo que por mutación para cada carácter cuantitativo sería neutra.
induciría efectos deletéreos diminutos (0 < s ≤ 0,005) so- En tales circunstancias, el mismo argumento anterior in-
bre mutaciones cuyo efecto sobre el carácter fuese dicaría que el censo efectivo crítico podría ser del orden
a < σ E /2, las cuales explican alrededor del 40% de σ m2 . de 5000 individuos. Por el contrario, aceptando las esti-
Por tanto, en poblaciones naturales, es de esperar que la mas más recientes resumidas en la Tabla 1, la mayoría de
la σ m de los caracteres morfológicos podría deberse a
2
varianza genética de estos caracteres morfológicos se
deba, en su mayor parte, a este tipo de mutaciones, que mutaciones neutras, o con efectos deletéreos diminutos,
podrán segregar a frecuencias intermedias siempre y cuan- con lo que los censos efectivos requeridos serían de nue-
do no presenten efectos pleyotrópicos colaterales sobre la vo del orden de 500. En todo caso, conviene recordar, que
CAPÍTULO 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DEL DETERIORO Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES 435
estas consideraciones tienen un valor probabilístico, y que res (que pueden corresponder a censos efectivos entre 10
existen poblaciones con escasa variabilidad genética que y 100), las mutaciones con efectos deletéreos tenues se-
parecen mostrar niveles adecuados de adaptación al me- rán precisamente aquéllas que tienen un efecto lo sufi-
dio. Tal es, por ejemplo, el caso de los guepardos, en que cientemente pequeño para comportarse como cuasineu-
son precisamente las poblaciones más numerosas y me- tras, pero lo suficientemente grande como para reducir
nos amenazadas las que parecen poseer menor variabili- sustancialmente la eficacia biológica poblacional.
dad genética a nivel molecular (Hedrick et al. 1996). Aunque se han podido documentar en el laboratorio
Otro planteamiento más directo se basa en el estudio casos de extinción por degradación mutacional de cepas
analítico y mediante simulaciones en ordenador del im- de levaduras que poseían tasas de mutación anormalmente
pacto de las mutaciones deletéreas sobre el riesgo de ex- altas (Zeyl et al. 2001), resulta extremadamente difícil eva-
tinción de las poblaciones (Lande 1994, Lynch et al. 1995 luar el fenómeno en la naturaleza. En la práctica, cuando
y Schultz y Lynch 1997). Para ello se han considerado una especie está en peligro de extinción y muestra una
diversos censos poblacionales, capacidades reproductivas eficacia biológica media reducida, resulta muy difícil dis-
de las especies y procesos demográficos estocásticos. En cernir la medida en que esto obedece a un deterioro
resumen, la selección natural elimina las mutaciones con genético y evaluar hasta que punto se debe a la acumula-
efectos deletéreos grandes, pero las mutaciones con efec- ción de mutaciones, la depresión consanguínea o la pér-
tos más pequeños pueden llegar a fijarse en la población. dida de variabilidad genética. Además, como hemos dis-
Este proceso de fijación conlleva una reducción progresi- cutido previamente, las evidencias experimentales más
va de la eficacia biológica. Cuando ésta se ha reducido recientes sugieren que la mayoría de las mutaciones tie-
tanto que el censo de la población empieza a declinar se nen, en el peor de los casos, efectos deletéreos diminutos.
inicia el fenómeno de “degradación mutacional” (deno- La frecuencia de aparición de mutaciones deletéreas te-
minado “mutational meltdown” en inglés), produciéndo- nues (< s ≤ 0,05), que comprometerían a medio plazo la
se un efecto interactivo de potenciación mutua entre deri- supervivencia de especies amenazadas, parece ser mucho
va y mutación. Como se expuso en la introducción, cuan- menor que la estimada por Mukai en Drosophila
to menor es el censo de la población mayor número de melanogaster (Tabla 1). Según estos datos, las mutacio-
mutaciones perjudiciales escaparán a la acción de la se- nes deletéreas de efectos moderados o severos (s > 0,05 )
lección y se podrán fijar por deriva. Esta fijación de mu- ocurren con una tasa baja aunque apreciable. Sin embar-
taciones producirá una creciente reducción del censo de go, estas serán fácilmente eliminadas por la selección na-
la población que acumulará, a su vez, un mayor número tural en poblaciones de censo efectivo entre 10 y 100, de
de mutaciones. De esta forma, la población llegará rápi- modo que, una vez que una población amenazada recupe-
damente a la extinción. La conclusión global de estos tra- rase un censo efectivo alto, no quedarían secuelas impor-
bajos es que se requieren poblaciones con un censo efec- tantes debidas a la acumulación de mutaciones. Cuando
tivo mínimo de 1000 individuos para garantizar que la una especie presenta durante un periodo de tiempo pro-
población persistirá durante largos periodos de tiempo. longado un censo efectivo tan bajo como para que tales
Teniendo en cuenta que el censo efectivo de una pobla- mutaciones puedan acumularse, su situación en poblacio-
ción puede ser del orden de sólo una décima parte del nes naturales es ya demasiado desesperada, debido a cau-
censo de reproductores (Frankham, 1995) y que, además, sas ecológicas, ambientales o estocásticas, como para con-
existen otros factores de riesgo (cambios demográficos, siderar que la acumulación de mutación deletérea sea un
ambientales, etc.), la recomendación práctica es que las factor crítico de riesgo.
poblaciones de especies en peligro de extinción deberían
mantenerse con censos muy superiores a los que se consi- La mutación en los programas de conservación
deran adecuados en la actualidad.
Los resultados mencionados con respecto a este últi- Aunque la mutación se considera como un factor de
mo planteamiento se refieren exclusivamente a modelos riesgo en la preservación de las poblaciones, su efecto ha
mutacionales que implican un número elevado de muta- sido generalmente ignorado en la propuesta y análisis de
ciones (del orden de una mutación deletérea por genoma estrategias específicas de conservación en condiciones de
diploide y generación), con efectos deletéreos tenues en cautividad y, como veremos a continuación, esta omisión
homocigosis (digamos 0,005 < s ≤ 0,05). Es decir, los puede ser importante.
resultados se refieren a los parámetros deducidos de los Los objetivos principales de los programas de conser-
resultados experimentales de Mukai en Drosophila mela- vación son: (1) evitar la consanguinidad, ya que un au-
nogaster (véase la primera sección de este capítulo). Este mento de ésta disminuye la eficacia biológica de la espe-
es, precisamente, el escenario más pesimista en el con- cie; (2) mantener la mayor variación genética posible, para
texto de poblaciones con censos reducidos. La razón es salvaguardar así la capacidad de adaptación de la pobla-
que, como se recordará, las mutaciones con efecto cerca- ción ante los nuevos retos ambientales; y (3) proteger a la
no o inferior a 1/2Ne pueden ser las más perjudiciales ya población de una adaptación a la cautividad que perjudi-
que se comportan como cuasineutras, es decir, van a es- que el éxito de una posible reintroducción al estado sil-
capar fácilmente de la eliminación por selección y pue- vestre (Loebel et al. 1992, Borlase et al. 1993). Puesto
den llegar a fijarse por deriva genética. En poblaciones que los recursos genéticos se mantienen generalmente con
naturales con censos del orden de 100 a 1000 reproducto- censos de población reducidos, tanto en el caso de los
436 Aurora García-Dorado, Carlos López-Fanjul y Armando Caballero
animales en cautividad como en el de los bancos de germo- aleatoria. El efecto de una capacidad reproductiva limita-
plasma vegetal (almacenes de semillas que sirven de re- da (un número reducido de descendientes por individuo)
serva de diversidad biológica), la deriva genética es la es el de acortar en mayor grado las diferencias entre mé-
fuente principal de pérdida de variación genética. Se han todos, puesto que el procedimiento de uniformización de
propuesto varios procedimientos prácticos para mantener las contribuciones fracasa en múltiples ocasiones, acer-
la máxima diversidad genética en programas de conser- cándose al método de contribuciones aleatorias.
vación (véase la revisión de Caballero y Toro 2000). Uno Por otra parte, los resultados de Schoen et al. (1998)
de los métodos usados más comúnmente es el de igualar consideran tasas elevadas de mutación con efectos
las contribuciones parentales. Es decir, cada uno de los deletéreos tenues. Sin embargo, con las tasas y efectos
individuos de la población debe contribuir exactamente mutacionales deletéreos resumidos en la Tabla 1, el decli-
con el mismo número de hijos a la generación siguiente ve mutacional en ausencia de selección es tan pequeño
(Gowe et al. 1959, Wang 1997). Si los apareamientos son que la reducción en la intensidad de selección producida
aleatorios, este régimen produce tasas de consanguinidad al igualar las contribuciones de descendientes tendría es-
y deriva genética que son aproximadamente la mitad de casas repercusiones sobre la eficacia biológica pobla-
las que se producirían si cada padre contribuyese con un cional. En resumen, la uniformidad de las contribuciones
número aleatorio de hijos (véase, por ejemplo, Caballero sigue siendo un método recomendable para controlar el
1994). En consecuencia disminuyen tanto la probabili- aumento de la consanguinidad y la pérdida de variabili-
dad de pérdida aleatoria de alelos como la depresión con- dad genética.
sanguínea de los caracteres reproductivos. Se poseen pocos datos experimentales que den luz
Sin embargo, la uniformidad de las contribuciones sobre las consecuencias de la mutación deletérea en po-
parentales tiene también el efecto de reducir la intensidad blaciones conservadas. Shabalina et al. (1997) observa-
de la selección natural, pues el número de hijos aportados ron caídas sustanciales de eficacia biológica en una po-
se hace independiente de la fecundidad del reproductor, blación con censo elevado (N = 200) mantenida con uni-
excepto en lo que se refiere a esterilidad completa de los formidad de las contribuciones durante 30 generaciones.
individuos. Así pues, el método hace más probable que se Sin embargo, existen razones para pensar que esta caída
acumulen mutaciones deletéreas en el genoma, particu- no se debió exclusivamente a las mutaciones ocurridas
larmente en poblaciones de censo reducido. Se podría durante esas generaciones (Keightley et al. 1998). Como
decir, por tanto, que los métodos tradicionalmente indi- la población de partida tenía la variabilidad genética ha-
cados para la conservación de especies en cautividad bitual en poblaciones naturales, existe la posibilidad de
maximizan la acumulación de tales mutaciones, y no es que parte de la caída en eficacia biológica se debiera a
evidente que el beneficio de preservar la variabilidad depresión consanguínea atribuible a genes deletéreos ya
genética y reducir la depresión consanguínea compense presentes en el inicio del experiménto y de que la pobla-
este efecto negativo. ción sufriera una adaptación a las condiciones benignas
Schoen et al. (1998) llevaron a cabo estudios teóricos de mantenimiento que fuera desfavorable en los ambien-
comparando la pérdida de eficacia biológica que ocurre tes extremos en los que se evaluó la reducción de la efica-
con igual o desigual contribución de descendencia. Su cia biológica. En un experimento similar al descrito, lle-
conclusión fue, en términos generales, que la igualdad de vado a cabo por Gilligan et al. (1997), se observó también
las contribuciones conduce a una mayor acumulación de una caída importante en eficacia biológica, aunque ésta
mutaciones y, por tanto, a niveles inferiores de eficacia no fue mayor en las poblaciones de censo reducido que
biológica. Este resultado tiene una gran importancia prác- en otras de mayor censo. Si las reducciones en eficacia
tica, puesto que el método de uniformizar las contribu- biológica se deben a la acumulación de mutaciónes nue-
ciones es el más ampliamente recomendado y empleado vas, es de esperar que dichas reducciones sean mayores
en la conservación de recursos genéticos. Sin embargo, el en poblaciones más pequeñas, donde la deriva es mayor.
alcance de dichos estudios es muy limitado, puesto que se Así pues, estos resultados se interpretaron en términos de
basan en modelos simplistas que suponen efectos adaptación a la cautividad.
mutacionales y de dominancia constantes, capacidad En ninguno de los experimentos anteriores se contaba
reproductiva ilimitada, selección que actúa exclusivamen- con líneas control sin uniformidad de las contribuciones
te sobre la fecundidad y ausencia total de selección de descendencia de las parejas, por lo que no se pudo com-
intrafamiliar. Fernández y Caballero (2001) han llevado a probar si la acumulación de mutaciones sería mayor en
cabo estudios mediante simulación que indican que la un caso u otro. Sin embargo, Loebel et al. (1992) y Borlase
modificación de estos supuestos puede afectar en gran et al. (1993) han realizado experimentos similares con cen-
medida las conclusiones obtenidas. En particular, cuando sos mucho más reducidos y durante un número mucho
los modelos consideran mutaciones con efecto sobre la menor de generaciones, comparando la evolución de la
viabilidad, la selección intrafamiliar (supervivencia dife- eficacia biológica entre líneas mantenidas con los dos pro-
rencial entre los descendientes de una misma pareja) es cedimientos. Los resultados de estas investigaciones in-
suficiente para eliminar una gran parte de las mutaciones, dican que no hay una reducción adicional de la eficacia
y la reducción de la eficacia biológica media en las líneas biológica cuando se usa el método de uniformidad de las
sometidas a uniformidad de las contribuciones no es mu- contribuciones. Sin embargo, al igual que los anteriores,
cho mayor que la que ocurre en líneas con contribución estos trabajos utilizaron poblaciones naturales con varia-
CAPÍTULO 25: LA MUTACIÓN ESPONTÁNEA: CAUSA DEL DETERIORO Y FUENTE DE ADAPTABILIDAD DE LAS POBLACIONES 437
ción genética inicial, por lo que no se puede comprobar la descripción de los parámetros mutacionales, los progra-
acumulación de mutaciones de forma directa. mas de conservación deberían centrar sus esfuerzos en
En resumen, el impacto de la mutación sobre el riesgo evitar la consanguinidad rápida y la adaptación a la cauti-
de extinción de las poblaciones depende fundamentalmen- vidad, y en preservar la variabilidad genética de los ca-
te del modelo mutacional asumido. Si los parámetros ob- racteres morfológicos. Aunque consideraciones ecológi-
tenidos por Mukai en sus experimentos con Drosophila cas o estocásticas hacen recomendable el mantenimiento
fueran correctos, el riesgo de “degradación mutacional” de censos grandes, cuando sólo se dispone de censos re-
sería elevado en poblaciones pequeñas, pero utilizando ducidos el método de igualar la contribución de descen-
datos más recientes, la acumulación de mutaciones no dientes puede resultar de gran utilidad desde el punto de
parece un factor crítico de riesgo. Aceptando esta última vista genético.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BORLASE, S. C., LOEBEL, D. A., FRANKHAM, R., NURTHEN, R. GARCÍA-DORADO, A., LÓPEZ-FANJUL, C. y CABALLERO, A.
K., BRISCOE, D. A. y DAGGARD, G. E. 1993. Modeling problems 1999. Properties of spontaneous mutations affecting quantitative
in conservation genetics using captive Drosophila populations: traits. Genet. Res. 74: 341-350.
Consequences of equalization of family sizes. Cons. Biology GARCÍA-DORADO, A., LÓPEZ-FANJUL, C. y CABALLERO, A.,
7: 122-131. 2002. Rates and effects of deleterious mutations and their
CABALLERO, A. 1994. Developments in the prediction of effective evolutionary consequences. En A. Moya y E. Font (ed): Evolution:
population size. Heredity 73: 657-679. From Molecules to Ecosystems. Oxford University Press, Oxford,
CABALLERO, A. y TORO, M.A. 2000. Interrelations between effective Reino Unido.
population size and other pedigree tools for the management of GARCÍA-DORADO, A., MONEDERO, J.L. y LÓPEZ-FANJUL, C.
conserved populations. Genet. Res. 75: 331-343. 1998. The mutation rate and the distribution of mutational effects
CABALLERO, A., TORO, M.A. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1991. The of viability and fitness in Drosophila melanogaster. Genetica 102/
response to artificial selection from new mutations in Drosophila 103: 255-265.
melanogaster. Genetics 127: 89-102. GILLIGAN, D. M., WOODWORTH, L. M., MONTGOMERY, M. E.,
DAVIES, E.K., PETERS, A.D. y KEIGHTLEY, P.D. 1999. High BRISCOE, D. A. y FRANKHAM, R. 1997. Is mutation accumula-
frequency of cryptic deleterious mutations in Caenorhabditis tion a threat to the survival of endangered populations? Conserv.
elegans. Science 285: 1748-1751. Biol. 11: 1235-1241.
DENG, H.W. 1998.Characterization of deleterious mutations in GOWE, R. S., ROBERTSON A. y LATTER, B.D.H. 1959. Environment
outcrossing populations. Genetics 150: 945-956. and poultry breeding problems. 5. The design of poultry control
DRAKE, J.W., CHARLESWORTH, B., CHARLESWORTH, D. y strains. Poult. Sci. 38: 462-471.
CROW, J.F. 1998. Rates of spontaneous mutation. Genetics 148: HEDRICK, W.P., LACY, R.C., ALLENDORF, F.W. y SOULÉ, M.E.
1667-1686. 1996. Directions in conservation biology: Comments on Caughley.
FALCONER, D.S. y MACKAY, T.F.C. 2001. Introducción a la Genética Conserv. Biol. 5: 1312-1320.
Cuantitativa. Editorial Acribia S.A., Zaragoza, España. HILL, W. G. 1982. Predictions of response to artificial selection from
FERNÁNDEZ, J. y CABALLERO, A. 2001. Accumulation of new mutations. Genet. Res. 40: 255-278.
deleterious mutations and equalisation of parental contributions in HOULE, D., B. MORIKAWA y M. LYNCH, 1996. Comparing mutation
the conservation of genetic resources. Heredity, 86: 480-488. variabilities. Genetics 143: 1467-1483.
FERNÁNDEZ, J. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1996. Spontaneous mutational KEIGHTLEY, P. D., CABALLERO, A. y GARCÍA-DORADO, A. 1998.
variances and covariances for fitness-related traits in Drosophila Surviving under mutation pressure. Curr. Biol. 8: R235-R237.
melanogaster. Genetics 143: 829-837. KEIGHTLEY, P.D. y EYRE-WALKER, A. 1999. Terumi Mukai and
FERNÁNDEZ, J. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1997. Spontaneous mutational the riddle of deleterious mutation rates. Genetics 153: 515-523.
genotype-environment interaction for fitness related traits in KEIGHTLEY, P.D. y BATAILLON, T. 2000. The distribution of
Drosophila melanogaster. Evolution 51: 856-864. mutation effects on viability in Drosophila melanogaster. Genetics
FRANKHAM, R. D., 1995. Effective population size / adult population 138: 1-8.
size ratios in wildlife: a review. Genet. Res. 66: 95-107. KIMURA, M. 1962. On the probability of fixation of mutant genes in a
FRY, J. D., HEINSOHN, S.L. y MACKAY, T.F.C. 1998. Heterosis for population. Genetics 47: 713-719.
viability, fecundity and male fertility in Drosophila melanogaster: LANDE, R. 1994. Risk of population extinction from new deleterious
comparison of mutational and standing variation. Genetics 148: mutations. Evolution 48: 1460-1469.
1171-1188. LOEBEL, D. A., NURTHEN, R. K., FRANKHAM, R., BRISCOE, D.
GARCÍA-DORADO, A. 1997. The rate and effects distribution of A y CRAVEN, D. 1992. Modeling problems in conservation
viability mutation in Drosophila: minimum distance estimation. genetics using captive Drosophila populations: Consequences of
Evolution 51: 1130-1139. equalizing founder representation. Zoo Biol. 11: 319-332.
GARCÍA-DORADO, A. y CABALLERO, A. 2000. On the average LÓPEZ-FANJUL, C. 1986. Los diversos conceptos de eficacia biológi-
coefficient of dominance of deleterious spontaneous mutations. ca. En J. Sanmartín, V Simón y M.L. García-Merita (eds.): La So-
Genetics 155: 1991-2001. ciedad Naturalizada. Pp 105-118. Tirant lo Blanch, Valencia.
GARCÍA-DORADO, A. y GONZÁLEZ, J. 1996. Stabilizing selection LÓPEZ, M. A. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1993a. Spontaneous mutation
detected for bristle number in Drosophila melanogaster. Evolution for a quantitative trait in Drosophila melanogaster. I. Response to
50: 2573-1578. artificial selection. Genet. Res. 61: 107-116.
GARCÍA-DORADO, A. y MARÍN, J.M. 1998. Minimum distance LÓPEZ, M. A. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1993b. Spontaneous mutation
estimation of mutational parameters for quantitative traits. for a quantitative trait in Drosophila melanogaster. II. Distribution
Biometrics 54: 1097-1114. of mutant effects on the trait and fitness. Genet. Res. 61:117-126.
438 Aurora García-Dorado, Carlos López-Fanjul y Armando Caballero
LYNCH, M. y HILL, W.G. 1986. Phenotypic evolution by neutral SANTIAGO, E., ALBORNOZ, J., DOMÍNGUEZ, A., TORO, M.A. y
mutation. Evolution 40:915-935. LÓPEZ-FANJUL, C. 1992. The distribution of effects of
LYNCH, M. y LANDE, R. 1998. The critical effective size for a spontaneous mutations on quantitative traits and fitness in
genetically secure population. Anim. Conserv. 1: 70-72. Drosophila melanogaster. Genetics 132: 771-781.
LYNCH, M., CONERY, J. y BÜRGER, R. 1995. Mutation accumulation SCHOEN, D. J., DAVID, J. L. y BATAILLON, T. M. 1998. Deleterious
and the extinction of small populations. Am. Natur. 146: 489-518. mutation accumulation and the regeneration of genetic resources.
MACKAY, T. F. C. y LYMAN, R.F. 1998. Polygenic mutation in Proc. Natl. Acad. Sci. USA 95: 394-399.
Drosophila melanogaster: genotype × environment interaction for SCHULTZ, S. T., y LYNCH, M. 1997. Mutation and extinction: The
spontaneous mutations affecting bristle number. Genetica 102/103: role of variable mutational effects, synergistic epistasis, beneficial
199-215. mutations, and degree of outcrossing. Evolution 51: 1363-1371.
MERCHANTE, M., CABALLERO, A. y LÓPEZ-FANJUL, C. 1995. SHABALINA, S.A., YAMPOLSKY, L.Y. y KONDRASHOV, A.S.
Response to selection from new mutation and effective size of 1997. Rapid decline of fitness in panmictic populations of
partially inbred populations. II. Experiments with Drosophila Drosophila melanogaster maintained under relaxed natural
melanogaster. Genet. Res. 66:227-240. selection. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 94: 13034-13039.
MUKAI, T. y YAMAZAKI, T. 1968. The genetic structure of natural WANG, J. 1997. More efficient breeding systems for controlling
populations of Drosophila melanogaster. V. Coupling-repulsion inbreeding and effective size in animal populations. Heredity 79:
effect of spontaneous mutant polygenes controlling viability. 591-599.
Genetics 59: 513-535. WAYNE, M.L. y MACKAY, T.F.C. 1998. Quantitative genetics of
MUKAI, T., CHIGUSA, S.I., METTLER, L.E. y CROW, J.F. 1972. ovariole number in Drosophila melanogaster. II. Mutational
Mutation rate and dominance of genes affecting viability in variation and genotype-environment interaction. Genetics 148: 201-
Drosophila melanogaster. Genetics 72: 333-355. 210.
OHNISHI. O. 1977. Spontaneous and ethyl methane-sulfonate induced ZEYL, C., MIZESKO, M. y de VISSER., J.A.G.M. 2001. Mutational
mutations controlling viability in Drosophila melanogaster. III. meltdown in laboratory yeast populations. Evolution 55: 909-917.
Heterozygous effect of polygenic mutations. Genetics 87: 547-556.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
Para obtener una idea general sobre los temas expuestos en este capítulo desde una perspectiva amplia, es recomendable la lectura
de tres artículos. En García-Dorado, López-Fanjul y Caballero (1999) y en Keightley y Eyre-Walker (1999) se pueden encontrar dos
revisiones complementarias, con el aliciente de que sus autores tienen enfoques distintos que, en ocasiones, pueden entrar en conflicto.
Posteriormente, García-Dorado, López-Fanjul y Caballero (2002) han actualizado las revisiones anteriores incorporando resultados
más recientes y discutiendo las implicaciones evolutivas.
Capítulo 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES
EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA
Santiago F. Elena
INSTITUT CAVANILLES DE BIODIVERSITAT I BIOLOGIA EVOLUTIVA. UNIVERSITAT DE VALÈNCIA.
Edifici d’Instituts d’Investigació. Apartado 22085, 46071-Valencia. E-mail: santiago.elena@uv.es
En este capítulo reviso evidencias experimentales que ayudan a entender los procesos evolutivos mediante los
cuales los virus de RNA (1) han llegado a ser unos parásitos celulares tan extendidos entre toda la diversidad
biológica y (2) son tan difíciles de controlar tanto desde un punto de vista epidemiológico como por el sistema
inmunitario de un individuo infectado. En el primer apartado describo algunas de las propiedades biológicas
comunes a todos los virus de RNA y que les distinguen de otros parásitos basados en DNA, recalcando sus enormes
tasas de mutación y elevadas frecuencias de recombinación. En el segundo apartado introduzco la noción de
evolución experimental como herramienta para comprobar in vitro los distintos mecanismos genético-poblacionales
que generan y mantienen la variabilidad genética que resulta en adaptación. A lo largo del siguiente apartado voy
describiendo distintos resultados experimentales, comenzando con aquellos que tienen que ver con la acumulación
de mutaciones deletéreas, sus propiedades biológicas y cómo afectan a la efectividad viral. Se continúa con las
dinámicas de adaptación y diversificación viral, ejemplificándolas con la adaptación a distintos hospedadores
simultáneos y la aparición de resistencias a fármacos antivirales. En el siguiente apartado se presentan las eviden-
cias sobre tres fenómenos relacionados con la competencia que ocurre entre variantes genéticas que transitoriamen-
te coexisten durante el proceso evolutivo: las dinámicas de Reina Roja, el principio de exclusión competitiva y la
interferencia clonal. Por último se infieren las conclusiones de todo lo expuesto en los apartados anteriores. Los
virus de RNA (ribovirus) constituyen el grupo más importante de parásitos celulares, ya que infectan organismos a
lo largo y ancho de toda la escala biológica, desde mamíferos hasta bacterias. Un análisis comparativo de su
estructura, organización genética y modo de replicación muestra que utilizan estrategias muy diferentes para llevar
a cabo con éxito su multiplicación intracelular así como asegurar su estabilidad como partículas libres en el medio
extracelular. Reflejo de este éxito son los problemas que existen para su erradicación mediante el diseño de nuevas
vacunas y la aplicación de planes de salud pública. Alrededor de 50 nuevos virus han sido reconocidos como
emergentes en las últimas décadas, la mayoría de ellos son de RNA y pertenecen a familias tan variadas como
Arenaviridae (virus de Lassa o de Machupo), Bunyaviridae (virus de Hantaan o de la fiebre del Rift Valley),
Filoviridae (virus de Ébola o de Marburgo), Flaviviridae (virus de la fiebre amarilla o del Dengue), Ortomyxoviridae
(virus de la gripe) y Retroviridae (virus de la inmunodeficiencia humana). La aparición de nuevos patógenos virales
se encuentra favorecida tanto por su variabilidad como por la colonización humana de nuevos hábitats, lo que
brinda la posibilidad a las especies virales de ponerse en contacto con multitud de potenciales nuevos hospedadores.
Virus, viroides, virusoides, satélites de RNA y retroelementos celulares constituyen un mundo de RNA dinámico
que depende y coexiste con un mundo de DNA mucho más estático. Al parecer, la especie humana tiene un enemigo
natural igual de destructivo y colonizador que ella misma, pero que evoluciona y se adapta mucho más rápidamente.
En este trabajo vamos a revisar algunas de las bases evolutivas que han permitido a los virus de RNA su enorme
éxito biológico.
Introducción: los virus de RNA como modelo los procedimientos que intentan impedir su replicación.
experimental para comprobar teorías evolutivas Esta capacidad de supervivencia debe incluir una prime-
ra fase de generación frecuente de mutaciones, seguida
El hecho de que muy pocos patógenos virales pue- por una competición intensa entre distintas variantes ge-
dan llegar a ser controlados de forma efectiva es una néticas y, por último, la selección de aquéllas mejor adap-
muestra evidente de la necesidad urgente de entender los tadas a cada situación. Por lo tanto, los estudios del com-
mecanismos que les confieren la capacidad de superar portamiento de las poblaciones virales resultan ser im-
440 Santiago F. Elena
portantes no solamente desde un punto de vista académi- VSV y 1,3×10-5 s/n/r para el poliovirus. Estos valores de
co sino también clínico. Desde el punto de vista adaptati- hipermutabilidad contrastan enormemente con los que se
vo, se ha comprobado que el grado de variabilidad obser- han estimado en organismos de DNA, que pueden variar
vado en ribovirus y retrovirus es órdenes de magnitud entre 10-7 y 10-11 s/n/r. La principal causa molecular res-
superior al detectado en organismos de DNA. Esto es ponsable de esta elevada tasa de mutación es la limitada
debido a su alta tasa de mutación y al mayor número de fidelidad de copia de las polimerasas virales. La ausen-
generaciones por unidad de tiempo. Estas características, cia, o baja eficacia, de las funciones de corrección y repa-
junto con los altos tamaños poblacionales obtenidos du- ración de estos enzimas ha sido demostrada tanto a nivel
rante los procesos infecciosos, nos permiten llevar a cabo bioquímico por Steinhauer et al. (1992) como estructural
estudios evolutivos que serían impracticables con otros por Sousa (1996). Este último autor, comparando estruc-
organismos clásicamente empleados en experimentos de turas cristalinas de transcriptasas reversas y RNA-
evolución, lo que nos revela a los ribovirus como una polimerasas dependientes de RNA, no encontró eviden-
herramienta de trabajo inmejorable para la Genética de cias de la presencia del dominio encargado de la activi-
Poblaciones. En el aspecto clínico, la variabilidad viral dad exonucleasa 3’ → 5’ que sí se encuentra en las DNA-
es un factor importante en la patogenia. Gracias a esta polimerasas bacterianas.
variabilidad, los virus consiguen evadirse del sistema in- Teniendo en mente lo arriba expuesto, supongamos
mune del hospedador y hacer frente a drogas antivirales un genoma viral de 10.000 nucleótidos que mutase con
y vacunas. Esta plasticidad también les permite invadir una tasa de 10-4 s/n/r. Esto implicaría que se producirá, en
nuevos tejidos, a medida que se va desarrollando la en- promedio, una mutación por cada nueva molécula de RNA
fermedad, y colonizar nuevos hospedadores, propiciando sintetizada. Esto quiere decir que si una célula infectada
la aparición de nuevas enfermedades. acumula alrededor de 105 moléculas de RNA viral prepa-
Dos son los mecanismos que generan y mantienen la radas para ser encapsidadas y salir de la célula, la mayo-
elevada variabilidad genética de estos organismos: la ría de ellas tendrá una mutación. Por supuesto, durante un
recombinación y la mutación. proceso infeccioso no es infectada una única célula, sino
La recombinación sirve dos propósitos: (i) Explora cientos de ellas. Si se asume una cascada de infecciones
nuevas combinaciones de regiones genómicas de origen celulares a partir de la progenie anterior, después de tan
distinto. Por ejemplo, el virus de la encefalitis equina del sólo 10 rondas de replicación tendríamos una población
oeste (WEEV) parece ser el resultado de la recombinación viral que contendrá, en promedio, 10 mutaciones por
entre un virus tipo Sindbis y una cepa del virus de la en- genoma. El resultado de esta elevada tasa de mutación
cefalitis equina del este (EEEV) (Hahn et al. 1988). (ii) acompañada de una rápida expansión poblacional es que
Recuperación de genomas viables a partir de genomas cuando hagamos referencia a un virus nunca nos referire-
parentales debilitados (Lai 1992). La recombinación ocu- mos a una entidad definida y concreta sino más bien a una
rre con una alta frecuencia en poliovirus; se han detecta- población altamente heterogénea caracterizada por una
do recombinantes después de la administración de la va- distribución de genomas distintos centrados en torno a
cuna oral trivalente, compuesta por virus atenuados de uno mayoritario.
los tres serotipos de poliovirus (Wimmer et al. 1993), y Las poblaciones virales se encuentran entre dos fue-
parece ser una fuerza evolutiva importante causante de la gos. Por un lado tienen que mantener un nivel de variabi-
rápida expansión de los virus de la inmunodeficiencia lidad genética suficiente como para optimizar su adapta-
humana (Robertson et al. 1995). Resulta significativo ción ante cualquier cambio en el entorno; por otro lado,
comprobar que muchos virus emergentes pertenecen a no deben comprometer su eficacia biológica en su entor-
grupos donde la recombinación juega un papel importan- no más habitual con una superproducción de mutaciones
te. Sin embargo, la ausencia de recombinación en virus deletéreas en su mayoría (como veremos a continuación),
con alto potencial adaptativo y variabilidad, incluidos los ya que esto llevaría a una pérdida de eficacia biológica
Rhabdoviridae como el virus de la estomatitis vesicular por efecto del trinquete de Müller (ver más adelante) (Mü-
(VSV), sugiere que la recombinación no es un requisito
ller 1964, Chao 1990, Duarte et al. 1992). Estudios de
imprescindible para la adaptabilidad y evolución de los
carácter teórico han mostrado que para mantener un mí-
virus de RNA.
nimo de nivel informativo en el mensaje genético codifi-
Sin embargo, el factor más significativo y que marca
cado en la secuencia de nucleótidos, es imprescindible
la diferencia entre los organismos de DNA y los genomas
de RNA, favoreciendo la gran adaptabilidad de los últi- una cierta fidelidad de copia por debajo de la cual se pro-
mos, es su alta tasa de mutación; entendida como el pro- duce el cruce del denominado umbral de error y la consi-
ceso bioquímico que tiene lugar durante la replicación guiente pérdida de la información genética en un proceso
enzimática del genoma y por el cual se incorpora un conocido como catástrofe de error (Eigen y Biebricher
nucleótido incorrecto a la cadena naciente. Esta tasa ha 1988). Evidencias experimentales (Holland et al. 1990)
sido estimada utilizando diversos métodos genéticos y sugieren que los virus de RNA se encuentran replicando
bioquímicos en un rango de 10-3 a 10-5 substituciones por cerca de su umbral de error y a pesar de la aparición de
nucleótido y ronda de replicación (s/n/r) (Drake y Holland genomas deletéreos, el tamaño poblacional elevado ga-
1999). A título informativo, podemos citar valores de rantizará la existencia de un suficiente número de geno-
1,5×10-3 s/n/r para el bacteriófago Qβ, 2,5×10-4 s/n/r para mas viables para el mantenimiento de la población.
CAPÍTULO 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA 441
1:1
wt MARM
- +
MARM
t=0 R(0)=
Total-MARM
t=1 MARM
R(1)=
Total-MARM
.
.
.
ln R
dlnR/dt = ln W
t
Figura 1. Esquema de un experimento de competencia entre dos variantes virales, una de las cuales es resistente al AcM I1 (MARM)
y la otra no (wt). El protocolo experimental se describe detalladamente en el texto.
Una aproximación experimental a la evolución viral tras que de la hecha en presencia de anticuerpo deducire-
mos la cantidad de virus MARM en la misma. La diferen-
Determinación de la eficacia biológica de un clon viral: ex- cia entre ambos recuentos nos dará el número de virus wt
perimentos de competencia en la mezcla.
3. Una vez completada la lisis celular en la botella, se
La variación de las frecuencias de dos alelos, a lo lar- tomará una muestra de la población viral resultante (t = 1)
go de un proceso de competencia entre ambos, nos servi- que se empleará para infectar una nueva botella y tam-
rá para estimar la eficacia biológica relativa de éstos. bién para cuantificarla en presencia y ausencia del AcM I1.
Holland et al. (1991) adaptaron este sistema de compe- 4. El paso 3 se repetirá un número variable de veces.
tencias al caso particular de los ribovirus, midiendo los Hay que hacer notar que con este método se miden
cambios en la proporción de dos variantes virales, una de diferencias totales en la eficacia de los competidores, in-
los cuales tenía un marcador fenotípico que le hacía fácil- dependientemente del momento en el ciclo vital del virus
mente distinguible del otro (MARM): la capacidad de cre- en el que aparezcan (entrada en la célula, replicación,
cer en presencia de concentraciones del anticuerpo encapsidado, estabilidad de las partículas…).
monoclonal I1 (AcM I1) que completamente neutraliza- A partir de los recuentos obtenidos a distintos pases
ban a la otra variante (wt). El protocolo seguido está de competencia se procedió de la siguiente manera para
esquematizado en la Figura 1. Brevemente se resume en estimar la eficacia de (por ejemplo) MARM relativa a wt.
los siguientes pasos:
En primer lugar, los datos de frecuencia de MARM en
1. Se mezclan, cuidadosamente, cantidades conocidas cada instante, p(t), se transformaron de acuerdo con la
de ambos competidores en una proporción lo más próxi-
p(t )
ma posible a 1:1. Para ello, previamente, se habrán cuan- expresión R(t ) = ln . Para organismos haploides,
tificado ambos competidores. Esta mezcla la considera- 1 − p(t )
remos como el tiempo cero de nuestro experimento de la relación entre R(t) y la eficacia biológica relativa (W)
competencia. de los competidores en el instante t viene dada por la ecua-
2. Se utilizará la mezcla t = 0 para, en paralelo, infec-
tar una botella que contiene una monocapa de células y ción R (t ) = R (0 ) + t ln W . De este modo, el antilogaritmo
cuantificarla en presencia y ausencia del AcM I1. De la de la pendiente de la recta de regresión de R(t) con el
cuantificación en ausencia de anticuerpo podremos infe- número de pase de competencia nos dará una medida de
rir el número total de partículas virales en la mezcla, mien- la eficacia de MARM relativa a wt. Nótese que este valor
442 Santiago F. Elena
W * = 1 + ln W ln D .
Consideraciones dinámicas
Eficacia biológica
tales como Drosophila, que habitualmente se han emplea-
do en investigaciones de la Genética de Poblaciones. Las
dos diferencias principales son que los virus de RNA se
reproducen asexualmente y que la variabilidad genética
inicial es nula ya que habitualmente los experimentos se
inician con clones. Así pues, la variabilidad tendrá que
ser generada de novo a lo largo del experimento.
Como una consecuencia de la asexualidad, dos o más
mutaciones que confieran cierto efecto beneficioso po-
drán ser incorporadas a la población en evolución única-
mente si ambas ocurren en el mismo linaje. Por el contra-
rio, en poblaciones de organismos sexuales, estas muta- MARM R
ciones podrán ocurrir en linajes distintos y sufrir un pro-
ceso de recombinación que las junte en un nuevo linaje
que se beneficiaría del efecto combinado de ambas. Cada
mutación selectivamente beneficiosa que se vaya a fijar
en una población asexual deberá eliminar en su camino
todas aquellas otras mutaciones (deletéreas, neutrales o
beneficiosas) que hayan aparecido en otros linajes, aun-
que otras mutaciones puedan ir acumulándose en el linaje
triunfador. Este proceso de eliminación de variabilidad
genética en poblaciones asexuales, producido por la subs-
titución de alelos beneficiosos, se le conoce habitualmen-
te como selección periódica.
Debido a la homogeneidad genética inicial y a los
Número de pases por cuello de botella
sucesivos eventos de selección periódica, la adaptación
por selección natural depende de la continua producción Figura 2. Cambios de eficacia asociados a la acumulación de
de variantes por mutación. En poblaciones grandes, cual- mutaciones deletéreas por efecto del trinquete de Müller en
quier mutación favorable es, por definición, rara y con poblaciones experimentales de VSV. Cada línea representa
una frecuencia 1/N. La selección natural es, esencialmen- un experimento independiente realizado con uno de tres
te, un crecimiento diferencial entre poblaciones y por tan- genotipos de VSV que diferían en su eficacia inicial. (Datos
to, al igual que el crecimiento poblacional en sí mismo, es recopilados en Elena y Moya 1999).
un proceso intrínsecamente exponencial. Sólo cuando el
alelo beneficioso alcance una cierta frecuencia en la po-
blación afectará de modo apreciable a la eficacia media Algunos resultados experimentales de evolución viral
de ésta. Así pues, se esperará que las dinámicas de adap-
tación en poblaciones asexuales tengan un aspecto esca- Deriva genética y acumulación de mutaciones deletéreas:
lonado a medida que sucesivos alelos beneficiosos au- el trinquete de Müller
menten su frecuencia por acción de la selección natural
(hasta ese momento, cada uno estará efectivamente ocul- Si la tasa de mutación es grande y el tamaño de la
to a nuestra percepción). No obstante, muchos de estos población pequeño o sufre colapsos periódicos (cuellos
alelos se perderán por acción de la deriva en los primeros de botella genéticos), los individuos cuyo genoma se en-
momentos tras su aparición. cuentra libre de mutaciones son escasos y pueden ser per-
CAPÍTULO 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA 443
Tabla 1
Efecto de la eficacia inicial en el tamaño del cuello de botella requerido para detener el efecto del Trinquete de Müller. Las eficacias
finales fueron medidas después de someter a la población viral a 20 cuellos de botella consecutivos y del tamaño indicado. (Datos de
Novella et al. 1995c). Los valores finales e iniciales se compararon mediante una prueba de la t de Student.
Genotipo VSV Eficacia inicial Tamaño de cuello de botella (PFU) Eficacia final P (1-cola)
X 3.05 ± 0.03 5 1.7 ± 0.2 0.001
30 3.0 ± 0.4 0.439
U 1.0 ± 0.2 5 1.3 ± 0.2 0.226
C 0.91 ± 0.03 5 1.2 ± 0.2 0.126
N 0.38 ± 0.01 5 0.55 ± 0.05 0.986
2 0.38 ± 0.01 0.398
Tabla 2
Parámetros describiendo la distribución de los efectos mutacionales deletéreos acumulados después de 20 pases por cuellos de
botella de tamaño 1. La tasa de mutación deletérea (U) y el efecto deletéreo promedio ( s ) se estimó asumiendo que la distribución
de efectos deletéreos se ajustaba a una función de probabilidad compuesta por un término gamma y otro uniforme en el intervalo
(0, 1). (Datos de Elena y Moya 1999).
Genotipo VSV Eficacia media Desviación típica Asimetría Aplastamiento U s
X 0.4287 0.2756 1.713 ± 0.564 5.101 ± 1.091 3.149 ± 1.118 -0.002 ± 0.001
C 0.7400 0.2565 -1.409 ± 0.472 1.437 ± 0.918 1.768 ± 0.108 -0.0018± 0.0001
R 0.6971 0.2811 -0.227 ± 0.717 -1.613 ± 1.400 2.320 ± 0.106 -0.0016 ± 0.0001
didos simplemente por deriva genética. En poblaciones das sufridas por el VSV o el MS2 oscilaban entre la total
asexuales esta pérdida será irreversible y el número pro- extinción y pérdidas menores del 1%, las pérdidas sufri-
medio de mutaciones por genoma aumentará con la suce- das por el FMDV fueron, en promedio, mayores, oscilan-
siva pérdida de los individuos portadores de los genomas do entre la extinción y el 14%. Tal vez el caso del HIV-1
menos mutados. Esta pérdida irreversible y paulatina es sea más particular, ya que las pérdidas promedio siempre
lo que se conoce como el trinquete de Müller (Müller fueron mucho mayores (entre la completa extinción y un
1964). Las condiciones necesarias para la puesta en mar- 89% de pérdida) pero con una varianza mucho menor.
cha del trinquete parecen ser comunes en las poblaciones No importa hasta donde se expandiese el tamaño de
de ribovirus: grandes oscilaciones en el tamaño poblacio- una población viral después de sufrir un cuello de botella
nal como consecuencia de los procesos de transmisión de de tamaño uno, el efecto negativo de la deriva genética
un número limitado de partículas virales entre hospeda- era suficientemente intenso como para reducir la eficacia
dores, grandes tasas de mutación y, generalmente, repro- biológica (Duarte et al. 1993). Ahora bien, ¿existe algún
ducción de tipo asexual. Luego, a priori, es de esperar tamaño mínimo de cuello de botella que garantice el man-
que el trinquete de Müller juegue algún papel en la evolu- tenimiento de la eficacia biológica inicial? Novella et al.
ción de estos virus. Chao (1990) proporcionó la primera (1995c) hicieron una observación de gran interés: el ta-
evidencia experimental de la acción del trinquete de Mü- maño mínimo de cuello de botella necesario para detener
ller en virus de RNA. Observó que al someter al bacterió-
el efecto del trinquete de Müller dependía del genotipo de
fago φ6 a una dinámica demográfica caracterizada por
VSV empleado en los experimentos. Mientras que para
consecutivos cuellos de botella, desde varios miles de in-
un genotipo que inicialmente presentaba una alta eficacia
dividuos a tan sólo uno, la eficacia de la población viral
biológica un tamaño de cuello de botella de cinco partí-
resultante se redujo en aproximadamente un 22%. Esta
culas virales aún producía pérdidas significativas de efi-
observación fue posteriormente extendida al VSV (Elena
et al. 1996) (Figura 2); al virus de la fiebre aftosa (FMDV) cacia, el mismo tamaño no tenía efecto negativo con
(Escarmís et al. 1996); al virus del SIDA (HIV-1) (Yuste genotipos de eficacia unidad o incluso ligeramente
et al. 1999) y al bacteriófago MS2 (De la Peña et al. 2000). deletéreos. Fue necesario aumentar el tamaño del cuello
En general, todos estos datos muestran un patrón común de botella hasta 30 partículas virales para detener el efec-
de pérdidas de eficacia biológica a igualdad de condicio- to del trinquete de Müller en genotipos de alta eficacia.
nes demográficas. Pero tanto la magnitud de la pérdida Por el contrario, para un clon que de partida mostraba
media como, más aún, la varianza entre las pérdidas ob- eficacias bajas o unitarias, incluso un cuello de botella de
servadas en distintas réplicas experimentales, dependía tamaño dos fue insuficiente para provocar pérdidas de
enormemente del virus estudiado. Mientras que las pérdi- eficacia biológica (Tabla 1).
444 Santiago F. Elena
Propiedades de la distribución de efectos deletéreos mentos entre distintos clones virales evolucionó como una
respuesta adaptativa a la acumulación de mutaciones
Recientemente, Elena y Moya (1999) analizaron to- deletéreas. De hecho, la segmentación del genoma viral
dos los datos de acumulación de mutaciones obtenidos en no es más que un caso particular de un problema evoluti-
los experimentos realizados con VSV y que se indicaban vo más general, el del origen y mantenimiento de la re-
arriba. El objetivo de estos nuevos análisis era triple; en producción sexual (Maynard Smith 1978). Se ha demos-
primer lugar estimar el efecto deletéreo promedio asocia- trado teóricamente que la reproducción sexual aporta una
do a una mutación, ¿cómo afecta a la eficacia biológica ventaja sobre la asexual únicamente cuando las mutacio-
de un virus algo tan frecuente como mutar? En segundo nes deletéreas interactúan de un modo sinergístico, ésto
lugar, estimar la tasa de aparición de mutaciones deleté- es, cuando el efecto conjunto de dos mutaciones deletéreas
reas, ¿cuál es la probabilidad de que un virus mute para es mayor que la suma de sus efectos por separado. Elena
empeorar? Y en tercer lugar, tener una idea de la distribu- (1999) analizó datos de acumulación de mutaciones obte-
ción de probabilidad de efectos deletéreos, ¿con qué pro- nidos por Escarmís et al. (1996) en FMDV con la inten-
babilidad aparecerá una mutación de un determinado efec- ción de inferir la presencia de interacciones sinergísticas
to sobre la eficacia biológica? Como era de esperar, la entre las mutaciones deletéreas acumuladas. Escamís et
forma de la distribución de efectos deletéreos dependió al. (1996) no solamente estimaron la eficacia de clones de
del genotipo de VSV examinado. No obstante, se pudo FMDV que habían sido sometidos al efecto del trinquete
observar un patrón común entre los distintos genotipos: de Müller sino que también secuenciaron aproximadamen-
las distribuciones de efectos estaban significativamente te un 40% del genoma de estos clones. Así pues, se dispo-
sesgadas hacia mutaciones con efectos pequeños, o dicho nía tanto de los datos de eficacia como de los cambios
en otras palabras, los efectos pequeños son mucho más moleculares responsables de estos cambios de eficacia.
frecuentes que los grandes (Tabla 2). Las distribuciones Los análisis mostraban que las pérdidas de eficacia au-
también eran significativamente leptocúrticas, o lo que es mentaban linealmente con la cantidad de mutaciones acu-
lo mismo, la mayoría de los efectos deletéreos son o bien muladas, lo que es un reflejo de la falta de interacciones
próximos a la media de la distribución o bien muy extre- sinergísticas entre estas mutaciones.
mos, pero se observan muy pocos valores intermedios. La conclusión que se puede sacar de estos trabajos es
La tasa de mutación deletérea que estimamos a partir de que la segmentación del genoma de RNA, común en al-
los datos fue de aproximadamente dos mutaciones por gunos grupos de virus (especialmente de plantas), no es
genoma y ronda de replicación (Tabla 2), un valor que posible que haya evolucionado únicamente como una res-
coincidía muy bien con las estimas de tasa de mutación puesta a la acumulación de mutaciones deletéreas, sino
genómica total obtenidas a partir de otros métodos (Drake que hay que tener en cuenta factores adicionales, tales
y Holland 1999). Por último, el efecto deletéreo prome- como la selección entre unidades coinfectantes (Nee
dio asociado a una mutación fue pequeño, alrededor del 1989). La falta de una tendencia hacia la existencia de
0,1% (Tabla 2). Como conclusión de este estudio se pue- fuertes sinergismos entre mutaciones deletéreas no pare-
de afirmar que las enormes pérdidas de eficacia observa- ce ser una peculiaridad de los genomas de RNA, sino que
das eran consecuencia de la acumulación de muchas mu- parece ser algo más profundo, propio de la arquitectura
taciones de efecto pequeño. ¿Cuáles son las implicacio- de los genomas, ya que resultados similares han sido tam-
nes evolutivas de este hallazgo? El influjo que la acumu- bién descritos para Escherichia coli (Elena y Lenski 1997),
lación de mutaciones tiene en la supervivencia a largo Chlamydomonas moewusii (de Visser et al. 1996),
plazo de una población es mucho más profundo cuanto Aspergillus niger (de Visser et al. 1997) o plantas supe-
menor sea el efecto deletéreo que éstas llevan asociado. riores (de Visser y Hoekstra 1998).
Evidentemente, la selección natural será muy eficiente
eliminando mutaciones de efecto grande, pero no lo será Dinámicas de adaptación y diversificación durante experi-
para eliminar aquellas mutaciones que afecten muy poco mentos de evolución a largo plazo
a la habilidad de un organismo para sobrevivir y reprodu-
cirse, transmitiéndolas a la siguiente generación. Así pues, La aparición de mutaciones beneficiosas y el despla-
las mutaciones tienden a acumularse en el genoma de VSV zamiento de un genotipo ancestral por otro portador de
en ausencia de selección y reproducción sexual, cuando alguna mutación beneficiosa dirige la evolución a largo
la dinámica demográfica imperante impone frecuentes plazo de los ribovirus. A pesar del carácter aleatorio de
colapsos poblacionales como consecuencia de los even- las mutaciones, un patrón de evolución común ha venido
tos de transmisión entre hospedadores. siendo observado en distintos experimentos realizados con
VSV (Novella et al. 1995b, Elena et al. 1998), FMDV
Aditividad y epistasia entre mutaciones deletéreas (Escarmís et al. 1999) y φ6 (Burch y Chao 1999). Como
se aprecia en la Figura 3a, este patrón se caracteriza por
Los experimentos anteriormente descritos muestran aumentos exponenciales de la eficacia biológica en pe-
como, en ausencia de selección, las mutaciones deletéreas ríodos relativamente cortos de tiempo (días). No obstan-
deben acumularse en las poblaciones virales, con la con- te, estos aumentos exponenciales no ocurrían uniforme-
siguiente pérdida de eficacia. Hace algún tiempo, Chao mente a lo largo del tiempo que duraban los experimentos
(1991) propuso que la segmentación y la mezcla de seg- sino que después de un período inicial de rápido aumen-
CAPÍTULO 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA 445
(A) (B)
Log-eficacia
Tiempo
Figura 3. Aumentos de eficacia en poblaciones experimentales de VSV sometidas a transmisión de un gran número de partículas
virales. El panel (A) muestra la trayectoria log-hiperbólica generalmente observada en varios experimentos de evolución hechos
con distintos virus (Novella et al. 1995b, Elena et al. 1998, Escarmís et al. 1999). El panel (B) muestra la explicación para la forma
hiperbólica de las curvas basándose en un modelo de paisajes adaptativos (Wright 1988).
to, siempre seguía una deceleración en la tasa de adapta- replicar en presencia de nuevos fármacos antivirales?
ción para, finalmente, alcanzarse una situación de equili- Obvia y desgraciadamente, la respuesta a ambas pregun-
brio en la que ya no se observaban más aumentos en la tas es afirmativa.
eficacia biológica (Figura 3a): el virus se había adaptado
perfectamente a la nueva situación. Una buena descrip- Adaptación a hospedadores celulares cambiantes
ción matemática de este proceso es una función hiperbó-
lica del tiempo en una escala logarítmica de eficacias bio- De nuevo, experimentos con VSV dieron algo de luz
lógicas. La razón para esta deceleración en la velocidad a estas dos cuestiones (Holland et al. 1991, Weaver et al.
de adaptación es fácilmente entendible en el contexto de 1999, Turner y Elena 2000). Clones de VSV mantenidos
los paisajes adaptativos de Wright (1988) y tiene que ver durante años en cultivos de fibroblastos de riñón de há-
con la disponibilidad de mutaciones beneficiosas, y la mster (células BHK) rápidamente se adaptaron a vivir en
magnitud del efecto beneficioso asociado con cada posi- nuevos tipos celulares de muy diversa procedencia, tales
ble mutación disponible. Al principio del proceso, cuan- como las células epiteliales caninas (MDCK), células can-
do la población viral se encuentra lejos del óptimo adap- cerosas humanas (HeLa), tejido conectivo de ratón (L929)
tativo (Figura 3b), existen muchas características fenotí- o incluso a células no de mamífero, como fueron las del
picas que mejorar y prácticamente cualquier cambio que mosquito Lutzomyia longipalpis (LL-5). Interesantemen-
ocurra provocará un aumento en la eficacia biológica, te, la adaptación a estos nuevos ambientes celulares, y el
conduciendo rápidamente a la población hacia el óptimo; consecuente aumento en eficacia biológica en ellos, no
son lo que podríamos definir como mutaciones para ajus- llevó asociado un aumento paralelo en la eficacia bioló-
tes groseros. A medida que la población se aproxima al gica en el hospedador original BHK, o en ningún hospe-
óptimo adaptativo, mutaciones cada vez más específicas, dador nuevo alternativo (Figura 4; Turner y Elena 2000).
las que podríamos denominar de ajuste fino (Figura 3b), Esta observación sugirió la existencia de un coste, en tér-
son necesarias y, obviamente, estas mutaciones son más minos de eficacia biológica, asociado con la ampliación
infrecuentes que las primeras (Burch y Chao 1999). Una en el rango de posibles hospedadores (Figura 4a).
vez que la población viral se encuentra perfectamente No obstante, si la evolución tenía lugar en un am-
adaptada a la nueva situación, no se producirán más cam- biente fluctuante, en el que la célula hospedadora podía
bios, a no ser, claro está, que ocurra alguna alteración cambiar con cierta periodicidad entre dos tipos distintos
ambiental que exija un reajuste en el fenotipo viral. posibles, se seleccionaban virus con eficacias biológicas
Todas las evidencias anteriores sobre la rápida evolu- aumentadas en ambos, como se demostró con el VSV
ción de los ribovirus plantean dos cuestiones importantes (Weaver et al. 1999, Turner y Elena 2000) y con el EEEV
desde el punto de vista epidemiológico: ¿será fácil que se (Weaver et al. 1999). Weaver et al. (1999) hicieron evolu-
adapten a nuevos hospedadores?, y ¿podrán adaptarse a cionar clones de VSV y de EEEV en cultivos celulares
446 Santiago F. Elena
(A) (B)
Eficacia en BHK Virus adaptado a HeLa
Eficacia en HeLa Virus adaptado a MDCK
Eficacia en MDCK Virus Adaptado a AFC
Virus Adaptado a AFA
Eficacia biológica
Eficacia biológica
Virus ancestral Virus adaptado Virus adaptado HeLa MDCK
a HeLa a MDCK Ambiente donde se mide la eficacia
Figura 4. Adaptación de VSV a distintos tipos celulares. El panel (A) muestra el coste de la adaptación a un nuevo tejido en términos
de la eficacia en el hospedador ancestral. El panel (B) muestra el compromiso al que se llega cuando el virus periódicamente
alterna el tipo de hospedador. Los tratamientos experimentales AFA y AFC se caracterizaron, respectivamente, por presentar
fluctuaciones aleatorias y correlacionadas en el hospedador. (Datos de Turner y Elena 2000).
Figura 5. Adaptación de VSV a replicar en presencia del α-interferón. Nótese el coste que en habilidad replicativa que suponen las
mutaciones que confieren resistencia al α-interferón. Cuando el fármaco se elimina el virus replica mucho peor que el virus
sensible al mismo. (Datos de Novella et al. 1996).
que diariamente alternaban entre células BHK y C6/36 lucionado a la vez en sendos tipos, mostraban valores ele-
originarias de Aedes albopictus. Ambos virus son vados de eficacia en ambos tipos celulares. Resultados
Arbovirus, lo que significa que emplean insectos como similares fueron obtenidos por Turner y Elena (2000)
vectores de transmisión entre sus hospedadores mamífe- cuando alternaban entre células MDCK y HeLa: mientras
ros. Así pues, este experimento refleja una propiedad bio- que, como vimos antes, el virus adaptado a cualquiera de
lógica inherente al ciclo vital de estos virus. Al final de su estos dos tipos celulares replicaba pobremente en el otro
experimento, midieron la eficacia biológica del virus re- (Figura 4b), el virus que evolucionó en un medio celular
sultante en BHK y en células de mosquito y compararon fluctuante alcanzaba altos valores de eficacia en ambos
estos resultados con los obtenidos para virus que habían tipos celulares (Figura 4b), independientemente de que
evolucionado en un tipo celular único. Mientras que los las fluctuaciones ocurrieran de un modo aleatorio o de un
virus evolucionados únicamente en un tipo celular mos- modo predecible. Tomados en conjunto, estos resultados
traban una alta eficacia biológica en ese tipo, pero una indican la falta de un compromiso en el grado de adapta-
muy baja en el tipo alternativo, los virus que habían evo- ción simultánea a más de un hospedador. Un compromiso
CAPÍTULO 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA 447
Una población viral residente en un determinado lu- lugar, la rápida evolución inicial es una consecuencia de
gar estará protegida contra la invasión por una variante una intensa selección desencadenada al poner un virus en
externa más beneficiosa simplemente por su ventaja nu- un ambiente arbitrario y esencialmente nuevo. La poste-
mérica. Si la variante viral invasora se encuentra inicial- rior deceleración implica que el virus ha alcanzado un
mente en una muy baja frecuencia, es probable que algu- conjunto de soluciones genéticas al problema impuesto
na mutación beneficiosa aparezca en el genotipo más fre- por este nuevo ambiente y que resulta cada vez más difí-
cuente, mejorando su eficacia e interfiriendo con el inva- cil de mejorar.
sor, con el potencial resultado final de la eliminación de
éste. Las dianas fenotípicas de la selección natural y las bases
moleculares de la adaptación
el contexto ecológico o genético hace difícil esclarecer la Así pues, la especificidad de la adaptación a un desa-
especificidad de la adaptación. fío ambiental puede alcanzarse a través de diversos cam-
bios genéticos, que pueden tener diferentes consecuen-
¿Cómo de reproducible es la adaptación viral? Paralelismo y cias en su éxito ecológico y evolutivo futuro. Algunas
divergencia entre réplicas experimentales poblaciones podrán, fortuitamente, estar preadaptadas a
futuros desafíos, mientras que otras (igualmente adapta-
La evolución depende de una mezcla de fuerzas alea- das a las condiciones presentes) pueden haber sido con-
torias y deterministas. Algunas veces, los biólogos evolu- denadas a una futura extinción debido a las circunstan-
tivos caemos en la trampa de pensar en estas fuerzas como cias genéticas, accidentales, responsables de su actual
en algo independiente, recurriendo a la deriva y la muta- adaptación. Esta combinación de fuerzas aleatorias y
ción para explicar la variación a nivel molecular mientras deterministas es lo que da a la evolución su carácter ca-
que invocamos a la selección natural para explicar las di- prichoso (la falta de correlación entre el éxito pasado y
ferencias fenotípicas. Los incrementos en la eficacia de futuro) pero hasta cierto punto predecible (el ajuste de los
las poblaciones virales que hemos repasado aquí clara- organismos a su ambiente), lo que en conjunto provoca la
mente indican el papel de la selección natural, pero estos singularidad de la historia evolutiva.
cambios adaptativos dependían de la generación de nue-
vas variantes genéticas por mutación (y en evitar su pér-
dida por deriva cuando aparecieron). A pesar de la espe- Agradecimientos
cificidad observada en la adaptación al ambiente impues-
to, las réplicas de los experimentos (iniciadas a partir del Los trabajos aquí presentados son el resultado de una
mismo antecesor y mantenidas en condiciones idénticas) larga cooperación con los doctores Andrés Moya, Este-
mostraron cierto grado de divergencia entre ellas que, ban Domingo y John J. Holland, quienes me introdujeron
aunque ciertamente no importantes en su ambiente inme- en este apasionante tema y de quienes todo lo aprendí.
diato, podrían tener profundas implicaciones si el ambien- Además, también quiero agradecer los buenos comenta-
te cambiase. Por ejemplo, no todas las poblaciones adap- rios e inestimable ayuda de los doctores Rosario Miralles,
tadas a células MDCK mostraban el mismo coste Paul E. Turner, Isabel S. Novella, Philip J. Gerrish y Fer-
adaptativo en BHK (Turner y Elena 2000), mientras que nando González Candelas. Esta investigación está ahora
algunas seguían replicando relativamente bien en BHK, siendo sufragada por los proyectos PM97-0060-C02-02
otras mostraban un coste mucho mayor. del MEC y FEDER 1FD1997-2328.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BURCH, C.L. y CHAO, L. 1999. Evolution by small steps and rugged ELENA, S.F., DÁVILA, M., NOVELLA, I.S., HOLLAND, J.J., DO-
landscapes in the RNA virus φ6. Genetics 151: 921-927. MINGO, E. y MOYA, A. 1998. Evolutionary dynamics of fitness
CHAO, L. 1990. Fitness of RNA virus decreased by Müller’s ratchet. recovery from the debilitating effects of Müller’s ratchet. Evolution
Nature 348: 454-455. 52: 309-314.
CHAO, L. 1991. Levels of selection, evolution of sex in RNA viruses, ELENA, S.F., GONZÁLEZ-CANDELAS, F., NOVELLA, I.S.,
and the origin of life. J. Theor. Biol. 153: 229-246. DUARTE, E.A., CLARKE, D.K., DOMINGO, E., HOLLAND, J.J.
CLARKE, D.K., DUARTE, E.A., MOYA, A., ELENA, S.F., DOMIN- y MOYA, A. 1996. Evolution of fitness in experimental populations
GO, E. y HOLLAND, J.J. 1995. The Red Queen reigns in the of vesicular stomatitis virus. Genetics 142: 673-679.
kingdom of RNA viruses. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 91: 4821- ELENA, S.F. y LENSKI, R.E. 1997. Test of synergistic interactions
4824. among deleterious mutations in bacteria. Nature 390: 395-398.
DE LA PEÑA, M., ELENA, S.F. y MOYA, A. 2000. Effect of ELENA, S.F. y MOYA, A. 1999. Rate of deleterious mutation and the
deleterious mutatio-accumulation on the fitness of RNA distribution of its effects on fitness in vesicular stomatitis virus. J.
bacteriophage MS2. Evolution 54: 686-691. Evol. Biol. 12: 1078-1088.
DE VISSER, J.A.G.M., HOEKSTRA, R.F. y VAN DEN ENDE, H. EIGEN, M. y BIEBRICHER, C.K. 1988. Sequence space and
1996. The effect of sex and deleterious mutations on fitness in quasispeciese distribution. En E. Domingo, J.J. Holland y P.
Chalmydomonas. Proc. R. Soc. Lond. B 263: 193-200. Ahlquist (ed.): RNA Genetics III. Pp. 211-245. CRC Press, Boca
DE VISSER, J.A.G.M., HOEKSTRA, R.F. y VAN DEN ENDE, H. Ratón.
1997. Test of interaction between genetic markers that affect fitness ESCARMÍS, C., DÁVILA, M., CHARPENTIER, N., BRACHO, M.A.,
in Aspergillus nidulans. Evolution 51: 1499-1505. MOYA, A. y DOMINGO, E. 1996. Genetic lesions associated with
DE VISSER, J.A.G.M. y HOEKSTRA, R.F. 1998. Synergistic epistasis Müller’s ratchet in an RNA virus. J. Mol. Biol. 264: 255-267.
between loci affecting fitness: evidence in plants and fungi. Genet. ESCARMÍS, C., DÁVILA, M. y DOMINGO, E. 1999. Multiple
Res., Camb. 71: 39-49. molecular pathways for fitness recovery of an RNA virus debilitated
DRAKE, J.W. y HOLLAND, J.J. 1999. Mutation rates among RNA by operation of Müller’s ratchet. J. Mol. Biol. 285: 495-505.
viruses. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 96: 13910-13913. GERRISH, P.J. y LENSKI, R.E. 1998. The fate of competing beneficial
DUARTE, E.A., CLARKE, D.K., MOYA, A., ELENA, S.F., DOMIN- mutations in an asexual population. Genetica 102/103: 127-144.
GO, E. y HOLLAND. J.J. 1993. Many-trillionfold amplification of HAHN, C.S., LUSTING, S., STRAUSS, E.G. y STRAUSS, G.H. 1988.
single RNA virus particle fails to overcome the Müller´s ratchet Western equine encephalitis virus is a recombinant virus. Proc. Natl.
effect. J. Virol. 67: 3620-3623. Acad. Sci. USA 85: 5997-6001.
ELENA, S.F. 1999. Little evidence for synergism among deleterious HARVEY, P.H. y PAGEL, M.D. 1991. The comparative method in
mutations in a nonsegmented RNA virus. J. Mol. Evol. 49: 703-707. evolutionary biology. Oxford University Press, Oxford.
CAPÍTULO 26: EVOLUCIÓN EN POBLACIONES EXPERIMENTALES DE VIRUS DE RNA 451
HOLLAND, J.J., DOMINGO, E., DE LA TORRE, J.C. y STEIN- NOVELLA, I.S., ELENA, S.F., MOYA, A., DOMINGO, E. y
HAUER, D.A. 1990. Mutation frequencies at defined single codon HOLLAND, J.J. 1995c. Size of genetic bottlenecks leading to virus
sites in vesicular stomatitis virus can be increased only slightly by fitness loss is determined by mean initial population fitness. J. Virol.
chemical mutagenesis. J. Virol. 64: 3960-3962. 69: 2869-2872.
HOLLAND, J.J., DE LA TORRE, J.C., STEINHAUER, D.A., NOVELLA, I.S., CILNIS, M., ELENA, S.F., KOHN, J., MOYA, A.,
CLARKE, D.K. y DUARTE, E.A. 1991. Quantitation of relative DOMINGO, E. y HOLLAND, J.J. 1996. Large-population passages
fitness and great adaptability of clonal populations of RNA viruses. of vesicular stomatitis virus in interferon-treated cells select variants
J. Virol. 65: 2960-2967. of only limited resistence. J. Virol. 70: 6414-6417.
LAI, M.M.C. 1992. Genetic recombination in RNA viruses. Curr. Top. ROBERTSON, D.K., SHARP, P.M., MCCUTCHAN, F.E. y HAHN,
Microbiol. Immunol. 176: 21-32. B.H. 1995. Recombination in HIV-1. Nature 374: 124-126.
MAYNARD SMITH, J. 1978. The evolution of sex. Cambridge SOUSA, R. 1996. Structural and mechanistic relationships between
University Press, Cambridge. nucleid acid polymerases. TIBS 21: 186-190.
MIRALLES, R., GERRISH, P.J., MOYA, A. y ELENA, S.F. 1999. STEINHAUER, D.A., DOMINGO, E. y HOLLAND, J.J. 1992. Lack
Clonal interference and the evolution of RNA viruses. Science 285: of evidence for proofreading mechanisms associated with an RNA
1745-1747. virus polymerase. Gene 122: 281-288.
TURNER, P.E. y ELENA, S.F. 2000. Cost of host radiation in an RNA
MÜLLER, H.J. 1964. The relation of recombination to mutational
virus. Genetics 156: 1465-1470.
advance. Mut. Res. 1: 2-9.
VAN VALEN, L. 1973. A new evolutionary law. Evol. Theory 1: 1-30.
NEE, S. 1989. On the evolution of sex in RNA viruses. J. Theor. Biol.
WEAVER, S.C., BRAULT, A.C., KANG, W. y HOLLAND, J.J. 1999.
138: 407-412.
Genetic and fitness changes accompanying adaptation of an
NOVELLA, I.S., CLARKE, D.K., QUER, J., DUARTE, E.A., LEE, arbovirus to vertebrate and invertebrate cells. J. Virol. 73: 4316-4326.
C.H., WEAVER, S.C., ELENA, S.F., MOYA, A., DOMINGO, E. y WIMMER, E., HELLEN, C.U.T. y CAO, X. 1993. Genetics of
HOLLAND, J.J. 1995a. Extreme fitness differences in mammalian poliovirus. Annu. Rev. Genet. 27: 353-436.
and insect hosts after continuous replication of vesicular stomatits WRIGHT, S. 1988. Surfaces of selective value revisited. Am. Nat. 131:
virus in sanfly cells. J. Virol. 69: 6805-6809. 115-123.
NOVELLA, I.S., DUARTE, E.A., ELENA, S.F., MOYA, A., DOMIN- YUSTE. E., SÁNCHEZ-PALOMINO, S., CASADO, C., DOMINGO,
GO, E. y HOLLAND, J.J. 1995b. Exponential fitness increases of E. y LÓPEZ-GALÍNDEZ, C. 1999. Drastic fitness loss in human
RNA virus fitness during large population transmissions. Proc. Natl. immunodeficiency virus type 1 upon serial bottleneck events. J.
Acad. Sci. USA 92: 5841-5844. Virol. 73: 2745-2751.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DOMINGO, E., WEBSTER, R. Y HOLLAND, J.J. 1999. Origin and Evolution of Viruses. Academic Press, London. Excelente
libro en el que expertos en distintos grupos de virus repasan las ideas que sobre su evolución se tienen. A diferencia de otros libros
con objetivos similares, este incluye unos primeros temas generales en los que se introducen conceptos teóricos básicos necesarios
para entender mejor las observaciones que se ilustran en los capítulos posteriores.
(2) EWALD, P.W. 1996. Evolution of Infectious Diseases. Oxford University Press, Oxford. El autor propone dar un enfoque evolutivo
al control de las enfermedades infecciosas en el que los virus no sean simplemente considerados como agentes patógenos sino
también como especies que luchan por sobrevivir. El autor sugiere que, en lugar de intentar simplemente detener las epidemias, los
científicos deberían entender como conducir la evolución de estos microorganismos hacia formas más benignas. Este es un libro
interesante para profesionales y estudiantes de ciencias de la salud, epidemiología y biología evolutiva, pero también, por lo claro de
su exposición, para el lector general.
(3) MORSE, S.S. 1996. Emerging Viruses. Oxford University Press, Oxford. En este libro se presentan los condicionantes ecológicos
y genéticos que justifican porqué estamos asistiendo a la aparición de nuevos, y cada vez más virulentos, virus. Al final del libro se
pretenden dar una serie de recomendaciones, basadas en criterios argüidos por un biólogo evolucionista, a seguir por las autoridades
para contener la aparición de estos patógenos.
(4) NOWAK, M.A. y MAY, R.M. 2000. Virus Dynamics. Oxford University Press, Oxford. Texto destinado a aquellos lectores espe-
cialmente interesados en el desarrollo de modelos matemáticos para describir las dinámicas poblacionales de los virus. También se
presentan modelos de la interacción de virus con el sistema inmunitario del hospedador. En algunos momentos recurre a un formu-
lismo matemático demasiado complejo que llega a obscurecer las ideas biológicas, generalmente básicas, subyacentes pero, la
mayor parte del tiempo, es perfectamente accesible para lectores con conocimientos básicos de cálculo diferencial y álgebra matricial.
Capítulo 27: EVOLUCIÓN DE CROMOSOMAS PARÁSITOS
Todos los sistemas biológicos son susceptibles de ser invadidos por parásitos. Existe una enorme diversidad de
relaciones parasíticas a los niveles inter- e intraespecífico. Este capítulo trata uno de los niveles inferiores de para-
sitismo, el intragenómico, que genera toda suerte de conflictos genéticos. Es el causado por los cromosomas B,
cromosomas adicionales a los del complemento normal que se han encontrado en muchos organismos. Los cromosomas
B pueden originarse de diversas formas, ya sea derivados de los autosomas o de los cromosomas sexuales en cruza-
mientos intra- o interespecíficos. Su evolución molecular subsiguiente se asemeja a la de los cromosomas sexuales,
ya que implica el silenciamiento génico, la heterocromatinización y la acumulación de ADN repetitivo y transposones.
La frecuencia de cromosomas B en las poblaciones es el resultado de diversas fuerzas interactuantes, entre las que
destaca su tasa de transmisión y sus efectos sobre la eficacia biológica del hospedador. Su evolución a largo plazo es
el resultado de la selección sobre el genoma hospedador para eliminar a los Bs o suprimir sus efectos, y sobre la
capacidad de los Bs para escapar de la eliminación mediante la generación de nuevas variantes. Puesto que los
cromosomas B interactúan con los cromosomas estándar, juegan un papel importante en la evolución del genoma y
pueden ser útiles para estudiar los procesos evolutivos al nivel molecular. El sistema de cromosomas B del salta-
montes Eyprepocnemis plorans ha iluminado las diferentes etapas del proceso evolutivo de estos cromosomas pará-
sitos, aumentando enormemente el nivel de detalle de nuestra comprensión de su papel evolutivo.
Introducción: los elementos genéticos egoístas y rante los últimos años, ha ido obteniendo cada vez más
el conflicto genético apoyo la idea de que la existencia de elementos genéticos
egoístas y el conflicto que crean puede ser una importan-
El genoma podría considerarse como el resultado de te fuerza en la evolución de los sistemas genéticos,
un mutualismo perfecto entre los genes que lo forman. ampliandose continuamente el grupo de fenómenos que
Pero los genomas pueden albergar también una enorme pueden ser considerados como el resultado de conflictos
variedad de elementos genéticos cuya principal función genéticos.
es procurar su propia transmisión y multiplicarse en los Los conflictos genéticos pueden ser de dos tipos, de-
genomas y en las poblaciones, generalmente a costa de pendiendo de la localización de los elementos genéticos
otros genes y a pesar de ser, a menudo, deletéreos para el implicados en el mismo. Así, podemos encontrar conflic-
organismo. Los genomas eucarióticos, por tanto, están to entre elementos genéticos nucleares (es el caso que nos
constituidos no sólo por genes cooperadores sino tam- ocupa), o entre elementos genéticos nucleares y citoplás-
bién por multitud de elementos genéticos egoístas que micos (para revisión, ver Hurst et al. 1996).
juegan con ventaja durante la transmisión sin obedecer Existen distintos tipos de procesos que permiten a un
las leyes mendelianas de la herencia. Entre éstos cabe determinado elemento genético egoísta conseguir una
destacar los transposones, los distorsionadores de la se- mayor representación en la siguiente generación, creando
gregación, muchos factores citoplásmicos y los cromoso- así un conflicto potencial. Entre los conflictos intranu-
mas B. Estos últimos fueron realmente los primeros ele- cleares, destacaremos los generados por la distorsión de
mentos genéticos egoístas en ser descubiertos (Wilson la segregación, los efectos maternos, la transposición y
1907), pero su naturaleza parasítica (Östergren 1945) y los cromosomas B.
egoísta (Jones 1985) sólo fue reconocida muchos años La reproducción sexual promueve la generación de
después. conflictos genéticos porque la asociación de los alelos de
La invasión de los elementos genéticos egoístas, y los cada locus es temporal y, dentro de ese proceso, la meiosis
posibles efectos deletéreos que ello conlleva, genera el es un momento idóneo para la actuación de un gen o un
contexto para la aparición, en el genoma hospedador, de cromosoma egoísta que promueva su propia transmisión
genes para la resistencia al parásito. Decimos entonces asegurándose una mayor presencia en los gametos produ-
que ha surgido un conflicto genético intragenómico. cidos por los individuos heterocigotos. A esta mayor tasa
En principio, cualquier sistema genético puede ser in- de transmisión se le llama, en general, distorsión de la
vadido por elementos genéticos egoístas, por lo que, du- segregación y, cuando la causa es claramente meiótica se
454 Juan Pedro M. Camacho
Figura 1. Neuroblasto de embrión de Eyprepocnemis plorans en metafase mitótica, sometido a la técnica de bandeo C. Obsér-
vese la tinción diferencial del cromosoma B2.
le denomina impulso meiótico, y ha sido observado en P” o el retrotransposón “gypsy” de Drosophila (ver Zeyl
muchas especies. y Bell 1996). Un proceso relacionado con la transposi-
La segregación desigual puede ocurrir porque el ele- ción (inserción no alélica) es el “homing” (inserción alé-
mento genético egoísta inhabilita los gametos portadores lica) llevado a cabo por intrones móviles e inteínas por el
de su alternativa alélica, tal como se ha demostrado en los que insertan una copia de sí mismos en alelos homólogos
sistemas mejor estudiados: “Segregation distorter” (SD) que carecen de éstos (Edgell et al. 1996).
en Drosophila melanogaster, y el “locus t” en Mus La existencia de elementos genéticos egoístas no sólo
musculus. Otra posibilidad es promover una conversión constituye un ejemplo de cómo la selección puede favo-
génica sesgada a favor de dicho elemento (ver Hurst et al. recer a determinados elementos genéticos (selección a
1992). nivel de gen) aunque sean deletéreos sobre los individuos
La manipulación del proceso meiótico es también una portadores, sino que además su presencia y el conflicto
de las estrategias utilizadas por otro tipo de elemento que crean podría explicar cuestiones fundamentales tales
genético egoísta, los cromosomas B, presentes en muchas como el tamaño del genoma y la estructura cromosómica,
especies de animales y plantas. En realidad pueden mos- así como el origen de la diploidía, el sexo y la recombina-
trar inestabilidad tanto mitótica como meiótica, acumu- ción, el determinismo y la proporción sexual e incluso la
lándose antes de la meiosis, durante o después de la mis- herencia uniparental y algunos casos de especiación. No
ma (Jones 1991). Suponen una carga para el genoma obstante, aún estamos bastante lejos de conocer la impor-
hospedador y se ha demostrado en algunos casos, como tancia cuantitativa que los elementos genéticos egoístas y
veremos después, un control genético sobre su acumula- el conflicto intracelular tienen en el cambio evolutivo. A
ción en varias especies de animales y plantas. continuación veremos el caso de un elemento genético
Un gen podría también adquirir ventaja eliminando egoísta, los cromosomas B del saltamontes Eyprepocne-
durante la embriogénesis la descendencia de hembras he- mis plorans, que ha iluminado con gran precisión los ava-
terocigóticas que carezcan del elemento egoísta a través tares evolutivos, a largo plazo, por los que discurren estos
de un efecto materno. Un caso bien conocido es el del cromosomas.
“factor Medea” en el escarabajo Tribolium castaneum.
Existen secuencias de ADN, los llamados “transposo-
nes”, que son capaces de replicarse e insertarse en distin- Cromosomas B: definición y naturaleza
tas localizaciones del genoma hospedador, el cual puede,
a su vez, responder a los mismos regulando dicha activi- Los cromosomas B, también denominados cromoso-
dad transposicional, tal como ocurre para los “elementos mas supernumerarios o accesorios, son cromosomas adi-
CAPÍTULO 27: EVOLUCIÓN DE CROMOSOMAS PARÁSITOS 455
cionales cuya presencia en el genoma es totalmente pres- repetitivo presentes tanto en los cromosomas A como en
cindible y que no recombinan con los cromosomas A, por los B. Por ejemplo, todas las secuencias de ADN repetiti-
lo que puede decirse que siguen su propio camino evolu- vo aisladas por microdisección del cromosoma B de la
tivo. Además, y esta es la característica que les hace egoís- planta compuesta Crepis capillaris están también presen-
tas, los cromosomas B muestran comportamientos mitó- tes en los cromosomas A, aunque no ha sido posible iden-
ticos y/o meióticos irregulares que suelen constituir la base tificar qué cromosoma fue el ancestral del B (Jamilena et
de su acumulación en la línea germinal determinando al. 1994, 1995). Esto sí ha sido posible en el caso del
modos de herencia no mendelianos que implican tasas de cromosoma B2 del saltamontes E. plorans, donde la orde-
transmisión superiores a la de los cromosomas normales nación de dos secuencias de ADN (un repetitivo de 180
(0.5). La Fig. 1 muestra, a modo de ejemplo, un cromoso- pb y ADN ribosómico) respecto al centrómero sólo coin-
ma B en el saltamontes E. plorans, un cromosoma B he- cide con la del cromosoma X (López-León et al. 1994),
terocromático que se encuentra en algunos individuos pero por lo que cabe pensar que, en esta especie, los
no en otros de una misma población, por lo que está claro cromosomas B derivan de la región paracentromérica del
que su presencia no es necesaria para el normal desarro- X y la posterior amplificación de los dos tipos de secuen-
llo de estos individuos. cia allí contenidos.
La mayoría de los cromosomas B son heterocromáti- En los últimos años, sin embargo, está cobrando fuer-
cos y contienen principalmente ADN repetitivo, lo que za una segunda hipótesis sobre el origen de los cromoso-
sugiere que son elementos genéticamente inertes. Ade- mas B, concretamente que algunos cromosomas B podrían
más, cuando se inyecta uridina tritiada a organismos vi- haber derivado de los cromosomas A de especies afines
vos con Bs, ésta se incorpora en los cromosomas A pero como resultado de hibridación interespecífica (Sapre y
no en los B, lo que indica que los cromosomas B no son Deshpande 1987). La existencia de secuencias de ADN
transcripcionalmente activos (Fox et al. 1974; Ishak et al. específicas de los cromosomas B de una especie, que se
1991). encuentran en una especie afín, proporciona la mejor evi-
Sin embargo, existen algunos cromosomas B que dencia en favor de esta hipótesis. Este podría ser el caso
muestran actividad transcripcional en el estado plumoso de los Bs de la planta asterácea Brachycome dichromoso-
en la rana Leiopelma hochstetteri (Green 1988) o en el matica (John et al. 1991) y de la avispa Nasonia vitripen-
estado politénico en el mosquito Simulium juxtacrenobium nis (Eickbush et al. 1992).
(Brockhouse et al. 1989). En otros casos se ha demostra- Una posible evidencia directa del origen de algunos
do que los cromosomas B son portadores de genes ribo- cromosomas B mediante hibridación interespecífica se ha
sómicos (para revisión, ver Green 1990, Beukeboom 1994 obtenido recientemente en el pez ginogenético Poecilia
y Jones 1995), aunque están casi siempre inactivos, e in- formosa, una especie híbrida entre P. mexicana y P. lati-
cluso existe un cromosoma B portador de un gen que con- pinna de la que sólo existen hembras cuya reproducción
fiere resistencia a un antibiótico (pisatina), producido por necesita de la inseminación por un macho de una de las
la planta hospedadora, en el hongo Nectria haematococ- especies parentales, tras de lo cual los genes paternos son
ca, favoreciendo así su patogenicidad (Miao et al. generalmente eliminados (Dawley 1989). En cruces de
1991a,b). Esto indica que no todos los cromosomas B son laboratorio entre individuos de P. formosa y machos de
genéticamente inactivos. una cepa de color negro, ambos carentes de cromosomas
Los primeros análisis realizados durante los años se- B, se obtuvieron algunos descendientes (frecuencia 10-3)
tenta y ochenta demostraron que los cromosomas B con- con manchas negras debido a la existencia de genes de
tienen ADN esencialmente similar al de los cromosomas pigmentación, localizados en cromosomas B originados
A (para revisión, ver Jones y Rees 1982). Las investiga- de novo, procedentes de la especie parental (Schartl y col.
ciones de los noventa han permitido aislar, clonar y 1995). Igualmente, Perfectti y Werren (2001) han obser-
secuenciar numerosos ADNs repetitivos localizados en vado el origen de novo de un cromosoma supernumerario
los cromosomas B de varias especies; algunos de estos en cruzamientos experimentales entre dos especies de
ADNs repetitivos son específicos de los Bs mientras que avispas del género Nasonia.
otros son compartidos con los cromosomas A.
Evolución molecular
Origen
En el momento de su origen, es de esperar que los
La teoría más ampliamente aceptada sostiene que los cromosomas B compartan suficiente homología estructu-
cromosomas B se originan a partir de los A (Jones y Rees ral y de secuencia con el cromosoma progenitor como para
1982). Bajo este prisma, podríamos considerar el origen aparearse y recombinar con él, sobre todo en el caso de
de los Bs como un simple subproducto de la evolución Bs originados intraespecíficamente. Sin embargo, su evo-
del cariotipo estándar: por ejemplo, los Bs podrían deri- lución y diferenciación independientes a través de proce-
var de cromosomas A polisómicos, de fragmentos céntri- sos análogos al trinquete de Muller (acumulación irrever-
cos resultantes de fusiones céntricas entre cromosomas sible de mutaciones deletéreas en ausencia de recombina-
A, o de la amplificación de la región paracentromérica de ción) requieren su aislamiento genético en el núcleo
un A fragmentado. La mejor evidencia del origen de los (Green 1990; Beukeboom 1994). De ahí se deduce que
Bs a partir de los As es la existencia de familias de ADN los Bs recién originados deben tener alguna predisposi-
456 Juan Pedro M. Camacho
ción para sufrir la rápida modificación estructural reque- que cromosomas B menos virulentos. Las condiciones
rida para que falle la sinapsis con el cromosoma A proge- ambientales de cada población particular juegan un papel
nitor. Aunque los mecanismos causantes son desconoci- determinante de la tolerancia a los Bs, por lo que suele
dos, los fenómenos de polisomía (presencia de algún cro- admitirse que los cromosomas parásitos, como los parási-
mosoma estándar extra) descritos en algunas especies de tos de otros niveles, son más frecuentes en las poblacio-
saltamontes (Peters 1981, Talavera et al. 1990) son parti- nes que se enfrentan a ambientes benignos. La selección
cularmente sugerentes. Estos cromosomas A adicionales, intragenómica deriva de la existencia de distorsión de la
que están restringidos a la línea germinal y no son here- segregación a favor de los cromosomas B (su denomina-
dados, se generan de novo cada generación a partir de los da acumulación). Diferencias en la intensidad de la acu-
autosomas mediante no-disyunción. Además son hetero- mulación del B entre poblaciones podrían explicar, en
picnóticos y no se aparean con el cromosoma A original. parte, las diferencias en la frecuencia de estos cromoso-
La ocurrencia de posibles mutaciones cromosómicas o de mas. La deriva genética actúa sobre las poblaciones de
algún mecanismo celular capaz de causar la heterocroma- tamaño finito, y será más importante en organismos que
tinización rápida de los elementos extra, podría ser básica constituyen poblaciones pequeñas. Finalmente, los facto-
para la diferenciación de los cromosomas B. En contras- res históricos están relacionados con el momento evoluti-
te, un fragmento cromosómico de origen interespecífico vo en que se encuentra el polimorfismo. La frecuencia de
sería lo suficientemente diferente de su nuevo comple- un B en una población puede ser alta porque se encuentra
mento cromosómico que sería propenso a evolucionar al final de la etapa invasiva, y en otra puede ser baja por-
fácilmente en un cromosoma B. que está comenzando la invasión o porque está próximo a
Tras su aislamiento sináptico, los cromosomas neo-B la desaparición. Frecuentemente, los cuatro tipos de fac-
seguirán una evolución molecular sujeta a los mismos pro- tores inciden simultáneamente y es muy difícil evaluar la
cesos que actúan sobre los cromosomas sin recombina- importancia relativa de cada uno de ellos aún a pesar de
ción (Charlesworth 1978), convergiendo así hacia la de- estudios intensivos.
generación cromosómica, como resultado de los proce- El número máximo de Bs que las especies son capa-
sos que actúan sobre ellos (Green 1990). Por ello, los cro- ces de tolerar, medido por el número máximo de Bs en-
mosomas B terminan siendo una especie de cementerio o contrados en individuos adultos, es muy variado, aunque
chatarrería de secuencias de ADN repetitivo, ADN ribo- depende de la intensidad de los cuatro tipos de factores
sómico, transposones y otros elementos genómicos (ver mencionados en el párrafo anterior. Es fácil comprender
detalles en Camacho et al. 2000). que en el maíz se hayan encontrado plantas con 34 Bs (lo
que supone un incremento del 155% en la cantidad de
ADN) (Jones y Rees 1982) puesto que es una planta cul-
Frecuencia
tivada y las condiciones de cultivo son indudablemente
Los cromosomas B son un fenómeno muy frecuente. más benignas que las de la naturaleza. En plantas salva-
La presencia de cromosomas B se ha descrito en más de jes, como por ejemplo Lolium peremne (Jones y Rees
1300 especies de plantas, en casi 500 especies de anima- 1982) y Brachycome dichromosomatica (Carter 1978), sin
les (para revisión, ver Jones y Rees 1982, Jones y Puertas embargo, no se han encontrado individuos con más de
1993 y Jones 1995) y en varias especies de hongos (Mills tres Bs. En el saltamontes E. plorans, igualmente, es muy
y McCluskey 1990; Miao et al. 1991a,b; Tzeng et al. 1992; raro encontrar individuos con más de tres Bs en las pobla-
Geiser et al. 1996). Son predominantemente frecuentes ciones naturales.
en ciertos grupos taxonómicos debido, probablemente, a
la intensidad con que cada grupo se ha estudiado y a la
Efectos
facilidad técnica de cada material. No es sorprendente,
por tanto, que se hayan descrito frecuentemente en Existen numerosas evidencias de que los cromosomas
Gramíneas, Liliáceas y Ortópteros, donde se unen ambas B pueden afectar, tanto en plantas como en animales, a
condiciones. De hecho, el descubrimiento de los Bs en multitud de procesos celulares y fisiológicos. Los efectos
hongos sólo ha sido posible tras el desarrollo de la técni- raramente son apreciables en el fenotipo externo, a ex-
ca de electroforesis de campo pulsátil para el cariotipado cepción de la planta Haplopappus gracilis, donde la pre-
de estos organismos. Por tanto, es probable que la mayo- sencia de un B cambia el color de los aquenios (Jackson y
ría de las especies posean cromosomas B si se analizaran Newmark 1960) y el maíz, donde las plantas con B mues-
con la suficiente intensidad. tran las hojas rayadas (Staub 1987).
La frecuencia de un cromosoma B en poblaciones na- En la mayoría de los casos, sin embargo, los cromoso-
turales depende de la interacción de un conjunto de facto- mas B no producen efecto alguno sobre los caracteres
res direccionales (selección fenotípica e intragenómica), exofenotípicos. Por ejemplo, en el saltamontes E. plorans,
dispersivos (deriva genética) y contingentes (historia del la presencia de cromosomas B no afecta a caracteres como
polimorfismo). La selección fenotípica actúa a través de el tamaño corporal o la condición somática basada en el
los efectos deletéreos de los cromosomas B sobre los in- peso (Martín-Alganza et al. 1997). Frecuentemente, sin
dividuos portadores. Ello puede producir, en el genoma embargo, los cromosomas B afectan negativamente a ca-
hospedador, adaptaciones que proporcionan una mayor racteres relacionados con la eficacia biológica, tales
tolerancia a la presencia de los cromosomas B, a la vez como el vigor, la fertilidad y la fecundidad. Estos efectos
CAPÍTULO 27: EVOLUCIÓN DE CROMOSOMAS PARÁSITOS 457
negativos sobre caracteres relacionados con la eficacia meiosis femenina de varias especies de plantas y anima-
biológica de los individuos portadores sugieren la natura- les, y se basa en la producción de sólo un óvulo a partir de
leza parasítica de los cromosomas B. cada oogonia; el B migra preferentemente al oocito se-
Los efectos de los B pueden derivar simplemente de cundario en vez de al primer corpúsculo polar. En el sal-
su presencia, como es el caso de los Bs de la planta liliácea tamontes Myrmeleotettix maculatus, la asimetría del
Scilla autumnalis que influyen en la expresión de un gen oocito primario determina que la probabilidad de que el
de los A que codifica para esterasas: las plantas con B B quede alojado en el polo que constituirá el oocito se-
expresan el gen E-1 que no está activo en las plantas sin B cundario sea mayor que la de que quede en el del primer
(Ruiz-Rejón et al. 1980; Oliver et al. 1982). corpúsculo polar; de ahí la tasa de transmisión del B ma-
En otros casos, los efectos de los Bs pueden ser yor de 0.5 (Hewitt 1976).
adscribibles directamente a los productos de genes pre- La acumulación post-meiótica es frecuente en plan-
sentes en ellos. Es el caso de los genes para la resistencia tas, donde la formación del grano de polen implica dos
a la roya (enfermedad causada por un hongo) presentes divisiones mitóticas post-meióticas que dan lugar a los
en los Bs de Avena sativa (Dherawattana y Sadanaga núcleos generativo y vegetativo; la no-disyunción del B
1973) y los genes para resistencia a antibióticos en los Bs en esas mitosis y la migración preferencial de las dos
del hongo Nectria haematococca (Miao et al. 1991a,b). cromátidas B al núcleo generativo son los fenómenos res-
Un efecto descrito en muchos casos es sobre la fre- ponsables de la acumulación del B.
cuencia de quiasmas de los cromosomas A y, por ende, la Un ejemplo de acumulación ameiótica de un B en ani-
frecuencia de recombinación del hospedador. En la ma- males se ha descrito en la avispa Nasonia vitripennis
yoría de los casos, la presencia de los cromosomas B está (Werren 1991): el B presente en los espermatozoides cau-
asociada con un incremento en la frecuencia de quiasmas, sa la condensación y pérdida de los cromosomas paternos
aunque se han descrito también casos de disminución y que le acompañan, determinando así que un zigoto
de ausencia de efecto (ver Jones y Rees 1982; Bell y Burt diploide, que estaba destinado a ser hembra, pase a ser
1990). En base a estos efectos, los cromosomas B se in- haploide y, por tanto, macho portador del B. Se consi-
terpretaron tradicionalmente como un fenómeno guen así tasas de transmisión cercanas a 1 y, por ello, este
adaptativo, porque el incremento en variabilidad genética B es considerado uno de los más egoístas.
capacitaría a la población para evolucionar más rápido Algunos cromosomas B muestran varios mecanismos
(John y Hewitt 1965; Hewitt y John 1967). Esta hipótesis de acumulación. Por ejemplo, el cromosoma B de L.
ha sido fuertemente criticada por Bell y Burt (1990) por- migratoria muestra acumulación premeiótica en los ma-
que implica que los parásitos (los Bs) son seleccionados chos y meiótica en las hembras (Pardo et al. 1994).
por sus efectos favorables sobre el hospedador, y porque Pero no todos los cromosomas B muestran acumula-
ello implica la acción de la selección de grupo. Estos au- ción. Es el caso de los descritos en las plantas Poa alpina,
tores propusieron, en cambio, que los cromosomas B, Poa trivialis, Centaurea scabiosa, Ranunculus acris,
como parásitos verticales de la línea germinal, inducen Allium schoenoprasum y Guizotia scabra y el saltamon-
una respuesta adaptativa en el genoma hospedador carac- tes E. plorans (ver referencias en Camacho et al. 2000).
terizada por el incremento en el número de quiasmas y, Como veremos después, los cromosomas B sin acumula-
por tanto, en la variabilidad genética de su descendencia, ción pudieron haberla tenido anteriormente y la han per-
alguna de la cual puede ser más resistente al parásito. dido como consecuencia de su coevolución (ver Capítulo
Recientemente hemos obtenido evidencias a favor de esta 12) con los cromosomas A.
teoría (denominada de la recombinación inducible), y de
la variación temporal de este efecto dependiente del esta-
Dinámica de poblaciones
do evolutivo del polimorfismo en cada población, ya que
el incremento en recombinación es tanto mayor cuanta Los dos modelos clásicos sobre la evolución de los
más acumulación tiene el cromosoma B (Camacho et al., cromosomas B son esencialmente estáticos. Tanto el mo-
en preparación). delo parasítico (Östergren 1945; también denominado
egoísta; Jones 1985; Shaw y Hewitt 1990) como el mode-
lo heterótico (White 1973), asumen que la frecuencia de
Transmisión
los cromosomas B está en equilibrio en las poblaciones
Frecuentemente, los cromosomas B muestran tasas de actuales. Se diferencian en las fuerzas que consiguen ese
transmisión netamente superiores a 0.5, es decir, poseen equilibrio. Según el modelo egoísta, el equilibrio es el
acumulación (ver Jones 1991). La acumulación puede te- resultado de la acción de la acumulación del B (que afec-
ner lugar antes de la meiosis, durante o después de ésta. ta positivamente a su frecuencia) y de sus efectos perjudi-
Un mecanismo pre-meiótico es la acumulación derivada ciales sobre la eficacia biológica de los individuos porta-
de la inestabilidad mitótica de los Bs durante el desarro- dores (que afectan negativamente a la frecuencia del B).
llo de la línea germinal masculina en la langosta Locusta El modelo heterótico, sin embargo, supone que el equili-
migratoria: en las mitosis embrionarias, el B sufre no- brio es el resultado del efecto beneficioso de los Bs (que
disyunción y las células resultantes con más Bs pasan a carecen de acumulación) sobre la eficacia biológica de
formar parte preferencialmente de la línea germinal. La los individuos portadores, cuando están en bajo número,
acumulación meiótica se ha descrito para el caso de la y de su efecto negativo cuando están en números eleva-
458 Juan Pedro M. Camacho
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BAKKALI, M., CABRERO, J., LÓPEZ-LEÓN, M.D., PERFECTTI, F. GREEN, D.M. 1988. Cytogenetics of the endemic New Zeland frog,
y CAMACHO, J.P.M. 1999. The B chromosome polymorphism of Leiopelma hochstetteri: extraordinary supernumerary chromosome
the grasshopper Eyprepocnemis plorans in north Africa. I. B variants variation and a unique sex-chromosome system. Chromosoma 97:
and frequency. Heredity 83: 428-434. 55-70.
BAKKALI, M., PERFECTTI, F. y CAMACHO, J.P.M. 2002. The B GREEN, D.M. 1990. Muller’s Ratchet and the evolution of supernume-
chromosome polymorphism of the grasshopper Eyprepocnemis rary chromosomes. Genome 33: 818-824.
plorans in north Africa. II. Parasitic and neutralized B 1 HENRIQUES-Gil, N. y ARANA, P. 1990. Origin and substitution of B
chromosomes. Heredity, 88: 14-18. chromosomes in the grasshopper Eyprepocnemis plorans. Evolu-
BELL, G. y BURT, A. 1990. B-chromosomes: germ-line parasites which tion 44: 747-753.
induce changes in host recombination. Parasitology 100: S19-S26. HENRIQUES-GIL, N., SANTOS, J.L. y ARANA, P. 1984. Evolution
BEUKEBOOM, L.W. 1994. Bewildering Bs: an impression of the 1st of a complex polimorphism in the grasshopper Eyprepocnemis plo-
B–Chromosome Conference. Heredity 73: 328-336. rans. Chromosoma 89: 290-293.
BROCKHOUSE, C., BAS, J.A.B., FEREDAY, R.M. y STRAUSS, N.A. HERRERA, J.A., LÓPEZ-LEÓN, M.D., CABRERO, J., SHAW, M.W.
1989. Supernumerary chromosomes evolution in the Simulium y CAMACHO, J.P.M. 1996. Evidence for B chromosome drive su-
vernum group (Diptera:Simulidae). Genome 32: 516-521. ppression in the grasshopper Eyprepocnemis plorans. Heredity 76:
BUGROV, A., WARCHALOWSKA-SLIWA, E. y VYSOTSKAYA, L. 633-639.
1999. Karyotypic features of Eyprepocnemidinae grasshoppers from HEWITT, G.M. 1976. Meiotic drive for B chromosomes in the primary
Russia and Central Asia with reference to the B chromosomes in oocytes of Myrmeleotettix maculatus (Orthoptera: Acrididae). Chro-
Eyprepocnemis plorans (Charp.). Folia biol. (Kraków) 47: 97-104. mosoma 56: 381-391.
CABRERO, J., LÓPEZ-LEÓN, M.D., BAKKALI, M. y CAMACHO, HEWITT, G.M. y JOHN, B. 1967. The B chromosome system of Myr-
J.P.M. 1999. Common origin of B chromosome variants in the meleotettix maculatus. III. The statistics. Chromosoma 21: 140-162.
grasshopper Eyprepocnemis plorans. Heredity 83: 435-439. HOLMES, D.S. y BOUGOURD, S.M. 1989. B-chromosome selection
CAMACHO, J.P.M., CARBALLO, A.R. y CABRERO, J. 1980. The B in Allium schoenoprasum II. Natural populations. Heredity 63:
chromosome system of the grasshopper Eyprepocnemis plorans sub. 83-87.
plorans (Charpentier). Chromosoma 80: 163-166. HURST, G.D.D., HURST, L.D. y JOHNSTONE, R.A. 1992. Intranu-
CAMACHO, J.P.M., SHARBEL, T.F. y BEUKEBOOM, L.W. 2000. B clear conflict and its role in evolution. Trends Ecol. Evol. 7: 373-
chromosome evolution. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B 355: 163-178. 378.
CAMACHO, J.P.M., SHAW, M.W., LÓPEZ–LEÓN, M.D., PARDO, HURST, L.D, ATLAN, A. y BENGTSSON, B. 1996. Genetic conflicts.
M.C. y CABRERO, J. 1997. Population dynamics of a selfish B Q. Rev. Biol. 71: 317-364.
chromosome neutralized by the standard genome in the grasshopper ISHAK, B., JAAFAR, H., MAETZ, J.L. y RUMPLER, Y. 1991. Absen-
Eyprepocnemis plorans. Am. Nat. 149: 1030-1050. ce of transcriptional activity of the B-chromosomes of Apodemus
CARTER, C.R. 1978. The cytology of Brachycome. 8. The inheritance, peninsulae during pachytene. Chromosoma 100: 278-281.
frequency and distribution of B chromosomes in B. dichromoso- JACKSON, R.C. y NEWMARK, K.P. 1960. Effects of supernumerary
matica (n=2), formerly in B. lineariloba. Chromosoma 67:109-121. chromosomes on production of pigment in Haplopappus gracilis.
CHARLESWORTH, B. 1978. Model for evolution of Y chromosomes Science 132: 1316-1317.
and dosage compensation. Proc. Natl. Acad. Sci. 75: 5618-5622. JAMILENA, M., RUIZ-REJÓN, C. y RUIZ-REJÓN, M. 1994. A mole-
DAWLEY, R.M. 1989. An introduction to unisexual vertebrates. En cular analysis of the origin of the Crepis capillaris B chromosome.
R.M. Dawley y J.P. Bogart (eds.): Evolution and ecology of uni-
J. Cell Sci. 107: 703-708.
sexual vertebrates. Pp: 1-18. Bull. 466. New York State Museum,
JAMILENA, M., GARRIDO-RAMOS, M., RUIZ–REJÓN, M., RUIZ–
Albany.
REJÓN, C. y PARKER, J.S. 1995. Characterisation of repeated se-
DHERAWATTANA, A. y SADANAGA, K. 1973. Cytogenetics of a
quences from microdissected B chromosomes of Crepis capillaris.
crown rust-resistant hexaploid oat with 42+2 fragment chromoso-
Chromosoma 104: 113-120.
mes. Crop Sci. 13: 591-594.
EDGELL, D.R, FAST N.M. y DOOLITTLE, W.F. 1996. Selfish DNA: JOHN, B. y HEWITT, G.M. 1965. The B chromosome system of Myr-
The best defense is a good offense. Current Biology 6: 385-388. meleotettix maculatus (Thunb.), I. The mechanics. Chromosoma
EICKBUSH, D.G., EICKBUSH, T.H. y WERREN, J.H. 1992. Molecu- 16: 548-578.
lar characterization of repetitive DNA sequences from a B chromo- JOHN, U.P., LEACH, C.R. y TIMMIS, J.N. 1991. A sequence specific
some. Chromosoma 101: 575–583. to B chromosomes of Brachycome dichromosomatica. Genome 34:
FOX, D.P., HEWITT, G.M. y HALL, D.J. 1974. DNA replication and 739–744.
RNA transcription of euchromatic and heterochromatic chromoso- JONES, R.N. 1985. Are B chromosomes selfish? En T. Cavalier–Smith
me regions during grasshopper meiosis. Chromosoma 45: 43-62. (ed.): The Evolution of Genome Size. Pp.: 397-425. Wiley, London.
GEISER, D.M., ARNOLD, M.L. y TIMBERLAKE, W.E. 1996. Wild JONES, R.N. 1991. B-chromosome drive. Am. Nat. 137: 430–442.
chromosomal variants in Aspergillus nidulans. Curr. Genet. 29: JONES, R.N. 1995. Tansley review no. 85: B chromosomes in plants.
293-300. New Phytol. 131: 411-434.
CAPÍTULO 27: EVOLUCIÓN DE CROMOSOMAS PARÁSITOS 461
JONES, R.N. y PUERTAS, M.J. 1993. The B–chromosomes of rye (Se- PARDO, M.C., LÓPEZ-LEÓN, M.D., CABRERO, J. y CAMACHO,
cale cereale L.). En K.K. Dhir y T.S. Sareen (eds.): Frontiers in J.P.M. 1994. Transmission analysis of mitotically unstable B
Plant Science Research. Pp.: 81-112. Bhagwati Enterprises, Delhi. chromosomes in Locusta migratoria. Genome 37: 1027-1034
JONES, R.N. y REES, H. 1982. B chromosomes. Academic Press, New PERFECTTI, F. y WERREN, J. H. 2001. The interspecific origin of B
York. chromosomes: experimental evidence. Evolution 55: 1069-1073.
LÓPEZ-LEÓN, M.D., CABRERO, J., CAMACHO, J.P.M., CANO, M.I. PETERS, G.B. 1981. Germ line polysomy in the grasshopper Atracto-
y SANTOS, J.L. 1992a. A widespread B chromosome polymor- morpha similis. Chromosoma 81: 593-617.
phism maintained without apparent drive. Evolution 46: 529-539.
RUIZ-REJÓN, M., POSSE, F. y OLIVER, J.L. 1980. The B chromoso-
LÓPEZ-LEÓN, M.D., PARDO, M.C., CABRERO, J. y CAMACHO,
me system of Scilla autumnalis (Liliaceae): Effects at the isozyme
J.P.M. 1992b. Random mating and absence of sexual selection for
level. Chromosoma 79: 341-348.
B chromosomes in two natural populations of the grasshopper
Eyprepocnemis plorans. Heredity 69: 558-561. SAPRE, A.B. y DESHPANDE, D.S. 1987. Origin of B chromosomes in
LÓPEZ–LEÓN, M.D., CABRERO, J., PARDO, M.C., VISERAS, E., Coix L. through spontaneous interspecific hybridization. J. Hered.
CAMACHO, J.P.M. y SANTOS, J.L. 1993. Generating high varia- 78: 191-196.
bility of B chromosomes in the grasshopper Eyprepocnemis plo- SCHARTL, M., NANDA, I., SCHLUPP, I., WILDE, B., EPPLEN, J.T.,
rans. Heredity 71: 352–362. SCHMIDT M. y PARZEFALL, J. 1995. Incorporation of subgeno-
LÓPEZ-LEÓN, M.D., NEVES, N., SCHWARZACHER, T., HESLOP- mic amounts of DNA as compensation for mutational load in a gy-
HARRISON, T.S., HEWITT, G.M. y CAMACHO, J.P.M. 1994. nogenetic fish. Nature 373: 68-71.
Possible origin of a B chromosome deduced from its DNA compo- SHAW, M.W. y HEWITT, G.M. 1990. B chromosomes, selfish DNA
sition using double FISH technique. Chromosome Res. 2: 87–92. and theoretical models: where next? En D. Futuyma y J. Antono-
MARTÍN-ALGANZA, A., CABRERO, J., LÓPEZ-LEÓN, M.D., PER- vics (eds.): Oxford Surveys in Evolutionary Biology, Vol. 7. Pp.:
FECTTI, F. y CAMACHO, J.P.M. 1997. Supernumerary hetero- 197-223. Oxford University Press.
chromatin does not affect several morphological and physiological STAUB, R.W. 1987. Leaf striping correlated with the presence of B
traits in the grasshopper Eyprepocnemis plorans. Hereditas 126:
chromosomes in maize. J. Hered. 78: 71-74.
187-189.
TALAVERA, M., LÓPEZ-LEÓN, M.D., CABRERO, J. y CAMACHO,
MIAO, V.P., COVERT, S.F. y VANETTEN, H.D. 1991a. A fungal gene
for antibiotic resistance on a dispensable (‘B’) chromosome. Scien- J.P.M. 1990. Male germ line polysomy in the grasshopper Chorthi-
ce 254: 1773-1776. ppus binotatus: extra chromosomes are not transmitted. Genome
MIAO, V.P., MATTHEWS, D.E. y VANETTEN, H.D. 1991b. Identifi- 33: 384-388.
cation and chromosomal locations of a family of cytochrome P-450 TZENG, T.H., LYNGHOLM, L.K., FORD, C.F. y BRONSON, C.R.
genes for pisatin detoxification in the fungus Nectria haematococ- 1992. A restriction fragment length polymorphism and electropho-
ca. Mol. Gen. Genet. 226: 214-223. retic karyotype of the fungal maize pathogen Cochliobolus hete-
MILLS, D. y MCCLUSKEY, K. 1990. Electrophoretic karyotypes of rostrophus. Genetics 130: 81-96.
fungi: the new cytology. Mol. Plant Microbe Int. 3: 351-357. WERREN, J.H. 1991. The paternal-sex-ratio chromosome of Nasonia.
MUÑOZ, E., PERFECTTI, F., MARTÍN-ALGANZA, A. y CAMACHO, Am. Nat. 137: 392-402.
J.P.M. 1998. Parallel effect of a B chromosome and a mite decrea- WERREN, J.H. y BEUKEBOOM, L.W. 1998. Sex determination, sex
sing female fitness in the grasshopper Eyprepocnemis plorans. Proc. ratio and genetic conflict. Ann. Rev, Ecol. Syst. 29: 233-261.
R. Soc. Lond. Ser. B. 265: 1903-1909. WHITE, M.J.D. 1973. Animal Cytology and Evolution. 3 rd ed.
OLIVER, J.L., POSSE, F., MARTÍNEZ-ZAPATER, J.M., ENRÍQUEZ,
Cambridge University Press, London.
A.M. y RUIZ-REJÓN, M. 1982. B chromosomes and E1 isoenzy-
WILSON, E.B. 1907. The supernumerary chromosomes of Hemiptera.
me activity in mosaic bulbs of Scilla autumnalis. Chromosoma 85:
Science 26: 870-871.
399-403.
ÖSTERGREN, G. 1945. Parasitic nature of extra fragment chromoso- ZEYL, C. y BELL, G. 1996. Symbiotic DNA in eukaryotic genomes.
mes. Bot. Notiser 2: 157-163. Trends Ecol. Evol. 11: 10-15.
PARDO, M.C., LÓPEZ-LEÓN, M.D., CABRERO, J. y CAMACHO, ZURITA, S., CABRERO, J., LÓPEZ-LEÓN, M.D. y CAMACHO,
J.P.M. 1994. Transmission analysis of mitotically unstable B J.P.M. 1998. Polymorphism regeneration for a neutralized selfish B
chromosomes in Locusta migratoria. Genome, 37: 1027-1034. chromosome. Evolution 52: 274-277.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) CAMACHO, J.P.M., SHARBEL, T.F. y BEUKEBOOM, L.W. 2000. B chromosome evolution. Phil. Trans. R. Soc. Lond. B 355:
163-178. La revisión más reciente sobre la evolución de los cromosomas B, con especial énfasis en la evolución de los cromosomas
parasíticos a largo plazo, cuyo paradigma es el sistema de cromosomas B del saltamontes Eyprepocnemis plorans.
(2) JONES, R.N. 1995. Tansley review no. 85: B chromosomes in plants. New Phytol. 131: 411-434. Puesta al día de los sistemas de
cromosomas B descritos en plantas, hasta 1995. Se revisan en profundidad todos los aspectos relevantes para estos cromosomas,
relativos a su naturaleza, herencia y evolución.
(3) JONES, R.N. y PUERTAS, M.J. 1993. The B–chromosomes of rye (Secale cereale L.). En K.K. Dhir y T.S. Sareen (eds.): Frontiers
in Plant Science Research. Pp.: 81-112.: Bhagwati Enterprises, Delhi. Revisión actualizada de uno de los sistemas de cromosomas
B más estudiados: el del centeno. Para introducirse en este sistema, nada mejor que comenzar leyendo esta completa monografía.
(4) JONES, R.N. y REES, H. 1982. B chromosomes. Academic Press, New York. Este libro constituye la lectura básica obligada para
conocer los cromosomas B. Es la obra más completa, escrita hasta la fecha, y constituye el manual de referencia para todos los
investigadores interesados en el estudio de los cromosomas B.
(5) SHAW, M.W. y HEWITT, G.M. 1990. “B chromosomes, selfish DNA and theoretical models: where next?” En D. FUTUYMA y J.
ANTONOVICS (eds.): Oxford Surveys in Evolutionary Biology, Vol.7. Pp.: 197-223. Oxford University Press. Este artículo incluye
una de las mejores y más profundas discusiones sobre la dinámica de poblaciones, origen y evolución de los cromosomas B. Su
lectura es muy enriquecedora en ideas y sumamente esclarecedora en conceptos.
Capítulo 28: SELECCIÓN SEXUAL VERSUS SELECCIÓN NATURAL:
EL EJEMPLO DE LA COLA DE LA GOLONDRINA
José Javier Cuervo
ESTACIÓN EXPERIMENTAL DE ZONAS ÁRIDAS. CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS.
General Segura 1, E-04001 Almería, España. E-mail: jcuervo@eeza.csic.es
El desarrollo exagerado de algunos caracteres puede ser debido a la selección sexual, a la selección natural o a
ambos procesos actuando en la misma dirección. En el caso de las rectrices (plumas grandes de la cola de las aves)
externas alargadas de los machos de golondrina común (Hirundo rustica) no está claro cual es el proceso evolutivo
implicado. Si la selección sexual favoreciese las colas de mayor longitud, las rectrices externas podrían ser más
largas que el óptimo según la selección natural. Esto parece ser así, ya que las hembras prefieren emparejarse con
machos de colas largas y la longitud de la cola está directamente relacionada con su coste aerodinámico. También se
ha propuesto que la porción apical de las rectrices externas sirve para aumentar la sustentación cuando se realiza un
giro, por lo que estas plumas podrían haberse alargado como consecuencia de la selección natural. Sin embargo,
queda por determinar qué relación existe entre la longitud de la pluma y su función aerodinámica. Uno de los
métodos más eficaces para comprobar qué factores han influido en el alargamiento de la cola de las golondrinas es
manipular experimentalmente su longitud, acortando la parte apical de las plumas en 10 mm o menos. Sería aconse-
jable medir la capacidad de vuelo de cada individuo antes y después de la manipulación.
Figura 1. Cola de macho de golondrina. Según la teoría aerodinámica, la resistencia que produce la cola es proporcional a su área,
pero la sustentación depende sólo de su anchura máxima continua. La máxima sustentación para una cierta resistencia se
consigue con una cola que tiene forma triangular cuando se extiende 120º. Las partes apicales de las rectrices externas, que se
encuentran fuera de dicho triángulo, aumentan la resistencia sin proporcionar sustentación, incrementando por tanto los costes
de vuelo.
toda la zona templada del hemisferio norte. Pueden dis- dos semanas exclusivamente por la hembra y el número
tinguirse seis subespecies que presentan pequeñas varia- de puestas por estación reproductora varía entre una y tres,
ciones morfológicas, pero vamos a referirnos principal- dependiendo de la latitud, siendo mayor el número de
mente a la subespecie que se reproduce en Europa (H. r. puestas en el sur. La estancia de los pollos en el nido dura
rustica). El dimorfismo sexual es pequeño a excepción aproximadamente tres semanas y a su alimentación con-
de las rectrices externas que son considerablemente más tribuyen tanto machos como hembras. El alimento de las
largas en los machos que en las hembras. A su vez, las golondrinas está constituido por insectos, fundamental-
rectrices externas de las hembras son más largas que las mente dípteros e himenópteros, que son capturados en
de los juveniles de ambos sexos. Al ser las rectrices exter- vuelo. El tipo de dieta explica la gran importancia que el
nas notablemente más largas que las centrales, la cola de vuelo y los caracteres morfológicos de los que éste de-
las golondrinas muestra una característica forma ahorqui- pende tienen para esta especie.
llada. Existen diferencias apreciables entre las distintas
poblaciones de golondrinas europeas, siendo los indivi-
duos de poblaciones más norteñas generalmente más gran- Breves nociones de aerodinámica
des y con un dimorfismo sexual más acusado en la longi-
tud de las rectrices externas. En las poblaciones del sur de Aunque se han propuesto varios modelos aerodiná-
la Península Ibérica el peso medio aproximado es de 18 g, micos para explicar el vuelo de las aves (por ejemplo
la longitud de las alas 120 mm, la longitud de las rectrices Pennycuick (1989)), la mayor parte de ellos no han teni-
internas 43 mm y la longitud de las rectrices externas do en cuenta la función de la cola (para una excepción
100 mm en los machos y 84 mm en las hembras. ver Thomas (1996)). Me centraré, por tanto, en explicar
Las primeras golondrinas llegan a sus lugares de re- la importancia aerodinámica de la cola. Cuando un ave
producción en Europa entre febrero y abril, dependiendo se encuentra en vuelo, su cola experimenta una serie de
de la latitud, después de haber pasado el invierno en el fuerzas debidas a la viscosidad y a los cambios de pre-
África subsahariana, donde han realizado su única muda sión del aire que la circundan. Estas fuerzas pueden divi-
anual. La reproducción se efectúa de forma colonial o dirse en fuerzas de sustentación, que son fuerzas perpen-
semicolonial y casi siempre asociada a construcciones diculares a la dirección del flujo de aire, que tenderán a
humanas. Generalmente el número de machos en una po- mantener el ave en el aire, y fuerzas de resistencia o arras-
blación sobrepasa al de hembras y el sistema social de tre, que son fuerzas de la misma dirección y sentido que
emparejamiento es monógamo, aunque se han registrado el flujo de aire y suponen un coste aerodinámico. Cuanto
algunos casos de poliginia. Los nidos se construyen con mayor sea la sustentación y menor la resistencia, menor
barro y fragmentos vegetales, formando una copa, y los será la potencia que el ave necesite para volar y, por tan-
dos sexos contribuyen a su construcción. La puesta cons- to, menor el gasto energético. Según recientes modelos
ta normalmente de 4-6 huevos que son incubados durante aerodinámicos (Thomas 1993, Thomas y Balmford 1995),
CAPÍTULO 28: SELECCIÓN SEXUAL VERSUS SELECCIÓN NATURAL: EL EJEMPLO DE LA COLA DE LA GOLONDRINA 465
la resistencia que produce la cola de un ave cuando ésta lastre durante el vuelo, creando resistencia sin proporcio-
se encuentra en vuelo es proporcional al área de esa cola, nar sustentación. Según la hipótesis de la selección sexual,
pero la sustentación depende sólo de su anchura máxima las plumas externas de la cola de los machos serían más
continua. Esto quiere decir que la máxima sustentación largas que el óptimo según la selección natural porque
para una cierta resistencia se produce cuando la cola ex- habría una selección sexual direccional a favor de rectrices
tendida tiene forma triangular, y cuando una cola de esas externas más largas. Las hembras preferirían emparejarse
características se repliega, presenta una forma de horqui- con machos de colas más largas y éstos tendrían un ma-
lla (Fig. 1). Para conseguir esta forma óptima es necesa- yor éxito de emparejamiento que se traduciría en un ma-
rio que las rectrices externas tengan una longitud un poco yor éxito reproductor. Las ventajas que obtienen las hem-
más del doble que la longitud de las rectrices centrales y bras al emparejarse con machos de cola más larga pueden
se consigue cuando la cola se abre unos 120°. Cualquier ser directas, ya que existe una relación inversa entre lon-
aumento de la longitud de las rectrices externas que ex- gitud de la cola de los machos y su carga parasitaria, o
ceda esta proporción óptima de dos sobrepasará el punto indirectas, ya que los machos de cola más larga pueden
de anchura máxima continua, aumentando la resistencia transmitir a su descendencia mayor resistencia a los pará-
de la cola sin aumentar la sustentación y, por tanto, incre- sitos (para una revisión amplia de los beneficios de la elec-
mentando los costes de vuelo. ción de pareja en la golondrina ver Møller (1994)). Por
Estas consideraciones no explicarían por sí solas la tanto, las rectrices externas serían caracteres sexuales se-
necesidad de la cola para el vuelo de las aves. De hecho, cundarios cuyo coste aerodinámico vendría compensado
si un ave estuviese seleccionada para conseguir la máxi- por los beneficios de la selección sexual. Para demostrar
ma sustentación para cierta resistencia y volara siempre la importancia de la selección sexual en la morfología de
en línea recta y a una sola velocidad, entonces no necesi- estas plumas habría que comprobar (1) que las hembras
taría tener cola, ya que esa máxima proporción se consi- prefieren emparejarse con machos de colas más largas,
gue con las alas. Evidentemente el vuelo no es algo tan (2) que las colas más largas suponen un coste para los
simple y la cola de las aves tiene una gran importancia, individuos que las portan y (3) que las colas más cortas
pudiéndose destacar dos funciones aerodinámicas princi- confieren ventajas desde el punto de vista de la selección
pales (Thomas y Balmford 1995). Por un lado, la cola natural.
puede contribuir de una manera importante a la sustenta- En primer lugar se comprobó que existía una prefe-
ción total. Para una cierta velocidad, las alas sólo pueden rencia de las hembras a emparejarse con machos de cola
generar una cierta cantidad máxima de sustentación, y la más larga. Para ello se manipularon experimentalmente
cantidad máxima de sustentación que un ave puede gene- las rectrices externas aumentando o disminuyendo su lon-
rar es muy importante para una serie de movimientos y gitud en 20 mm. y se comprobó que existía un claro efec-
maniobras que el ave debe efectuar, como por ejemplo la to de la manipulación en el tiempo que los machos tarda-
aceleración durante el despegue, los giros o la velocidad ban en emparejarse y en su éxito de emparejamiento (Mø-
mínima de vuelo. Por otro lado, la cola ayuda a mantener ller 1988). También se ha comprobado que la manipula-
la estabilidad y a controlar el ángulo de ataque de las alas, ción de la longitud de la cola tiene un efecto significativo
posibilitando a las aves volar a más de una velocidad. Por sobre la paternidad extra-pareja, haciendo así mucho más
tanto, las colas actúan como controladores de la estabili- intensa la selección sexual (Saino et al. 1997c). La longi-
dad y como superficies de sustentación para mejorar la tud de la cola en los machos muestra un efecto similar
maniobrabilidad, la agilidad y el vuelo a baja velocidad. cuando se estudian individuos sin manipular. Si la longi-
La importancia relativa de estas diferentes funciones de- tud de las rectrices externas fuera la óptima según la se-
terminará la forma y el tamaño óptimo de la cola en cada lección natural, esperaríamos que cualquier manipulación
especie de ave. de su longitud, bien sea un aumento o una disminución,
acarrease algún tipo de coste. Por el contrario, si debido a
la selección sexual su longitud fuese mayor que ese ópti-
La importancia de la selección sexual en la morfología mo, un aumento de la longitud supondría también un de-
de la cola terioro de su capacidad de vuelo, pero un acortamiento,
siempre que no fuese excesivo, supondría una ventaja
Desde que Andersson (1982) mostrara de una manera desde el punto de vista aerodinámico, porque acercaría la
experimental que las hembras de Euplectes progne, un longitud de las plumas a su óptimo. Existen varias mane-
paseriforme africano, preferían emparejarse con machos ras de poder medir si la variación de la longitud de la cola
de cola más larga, muchos estudios han resaltado la im- está asociada a algún tipo de coste, pero vamos a fijarnos
portancia de la selección sexual a la hora de explicar las solamente en aquellas características que están directa o
rectrices alargadas de muchas especies de aves (para una indirectamente relacionadas con costes aerodinámicos, es
revisión de la importancia de la selección sexual en las decir, con un mayor gasto energético o algún tipo de defi-
aves y en otros organismos ver Andersson (1994)). En el ciencia en el vuelo.
caso de la golondrina, como la longitud de las rectrices Una alteración de los costes aerodinámicos tendría
externas de los machos es más de dos veces la longitud de consecuencias, por ejemplo, en la obtención de alimento.
sus rectrices internas, la teoría aerodinámica predice que Se ha comprobado que los machos con la cola experi-
la porción apical de las rectrices externas constituirá un mentalmente alargada proporcionan menos alimento a los
466 José Javier Cuervo
Figura 2. Manipulación de las rectrices externas de la golondrina acortando o alargando en 20 mm la parte basal de las plumas. Por
claridad, las plumas se representan aisladas, aunque la manipulación se efectúa realmente con las plumas insertadas al cuerpo.
pollos que los machos con la cola acortada (de Lope y Møller 1999), que son más largas en los machos. Sin con-
Møller 1993). Sin embargo, este resultado podría deberse siderar el efecto de la cola, las hembras presentan mayo-
a que las hembras realizan una mayor inversión parental res costes de vuelo que los machos debido a su peso y
cuando están emparejadas con machos más atractivos envergadura (A. Barbosa, J.J. Cuervo y A.P. Møller, da-
(Burley 1986). Otro resultado más clarificador sobre los tos no publicados). Por lo tanto, no parece que las rectri-
costes de vuelo consiste en que cuanto mayor es la longi- ces se hayan alargado para reducir los costes de vuelo.
tud de la cola de los machos, más pequeños son los insec- También el mayor dimorfismo sexual en las poblaciones
tos con los que ceban a los pollos (Møller et al. 1995). del norte de Europa parece apoyar la importancia de la
Como la captura de insectos grandes es más provechosa selección sexual: en el sur, con temperaturas más eleva-
en términos energéticos que la de insectos pequeños das, los insectos son más difíciles de capturar y los ma-
(Turner 1982) y el único inconveniente para capturar in- chos no podrían tener unas rectrices externas tan alarga-
sectos grandes es que son más rápidos y, por tanto, más das como en el norte (Barbosa y Møller 1999a). Por últi-
difíciles de capturar, este resultado parece apoyar la idea mo, destacar que en muchas otras especies de aves muy
de que las rectrices largas suponen un coste aerodinámico dependientes del vuelo, como la mayoría de hirundíni-
que impide la captura de presas de un tamaño óptimo. dos, pero también los menos emparentados vencejos o
Otra manera de medir los costes de vuelo es mediante los charranes (géneros Apus y Sterna), la cola tiene forma
niveles de hematocrito. Si un individuo tiene que desa- ahorquillada coincidiendo con las proporciones óptimas
rrollar una mayor actividad muscular, requerirá un mayor establecidas por los modelos aerodinámicos, es decir con
consumo de oxígeno, lo que hará aumentar los niveles de rectrices externas proporcionalmente más cortas que los
hematocrito. Tanto las observaciones de individuos ma- machos de golondrina. Una revisión de las evidencias
nipulados como sin manipular indican que cuanto mayor existentes sobre la influencia de la selección sexual en la
es la longitud de las rectrices externas, mayor es el nivel morfología de la cola de la golondrina puede encontrarse
de hematocrito (Saino et al. 1997a, b). en Møller et al. (1998).
Existen otras observaciones que, aunque de una ma-
nera indirecta, también apoyan la influencia de la selec-
ción sexual en la morfología de las rectrices externas de La función aerodinámica de las rectrices externas
la golondrina, como por ejemplo la reducción de la an-
chura en la parte apical, que contribuiría a reducir los cos- Aunque hemos visto algunas evidencias de que la parte
tes asociados a esas plumas (Møller y Hedenström 1999). apical de las rectrices externas de los machos de golon-
Otra prueba indirecta sería el propio dimorfismo sexual drina suponen un coste cuando las aves están en vuelo,
en la longitud de las rectrices externas (Hedenström y otros autores (Norberg 1994) han propuesto que estas
CAPÍTULO 28: SELECCIÓN SEXUAL VERSUS SELECCIÓN NATURAL: EL EJEMPLO DE LA COLA DE LA GOLONDRINA 467
porciones de pluma sí que tienen una función aerodiná- pre que no fuese excesivo, supondría una ventaja al acer-
mica. Concretamente funcionarían como un mecanismo car la longitud de la pluma a su óptimo según la selección
de control para ajustar automáticamente el borde de ata- natural. En cambio, si la forma de estas plumas fuese con-
que de la cola cuando ésta sube o baja, teniendo como secuencia exclusivamente de la selección natural, cual-
efecto un aumento de la relación entre sustentación y re- quier modificación de su longitud supondría un coste ae-
sistencia. El mecanismo sería similar a los “flaps” de los rodinámico, e incluso el alargamiento experimental po-
aviones, piezas móviles que al ser desplegadas aumentan dría mejorar algún componente del vuelo (por ejemplo la
considerablemente la sustentación del aparato. La parte maniobrabilidad), tal como Norberg (1994) postula.
de la cola que genera la mayoría de la sustentación es el Esta forma de manipulación de la cola ha sido objeto
borde de ataque, que está formado precisamente por las de varias críticas. Para empezar, de las observaciones de
rectrices externas. El eje de estas plumas está ligeramente Norberg (1994) se desprende que toda la cola es un ins-
curvado hacia atrás, por lo que la parte apical se encuen- trumento cuidadosamente armonizado donde las distin-
tra detrás del eje de torsión de la pluma en su punto de tas partes han experimentado un proceso de coadaptación
inserción al cuerpo. Cuando la cola se baja, la resistencia y cualquier cambio experimental podría suponer una al-
de la parte apical, actuando detrás del eje de torsión, pro- teración de las funciones aerodinámicas. Es decir, la ma-
voca que la pluma gire sobre su eje y que el borde de nipulación podría destruir la integridad mecánica de las
ataque de la cola se incline hacia delante. Con la modula- rectrices externas. Otra objeción está relacionada con el
ción correcta del grado de torsión acorde a la curvatura hecho de que en las golondrinas es la parte apical la que
del eje de la pluma y al área de la parte apical, este meca- ha sufrido un alargamiento, mientras que la parte basal es
nismo proporciona automáticamente al borde anterior de similar a otras especies cercanas. Por lo tanto, para com-
la cola la inclinación adecuada sea cual sea el ángulo de probar la función de esa parte apical alargada, debería ser
ataque. La ventaja potencial de este sistema es enorme ya esa parte la que fuese manipulada (Evans y Thomas 1997,
que, según algunos cálculos (Norberg y Thomas, datos Thomas y Rowe 1997). En cambio, en los experimentos
no publicados, citado en Evans y Thomas 1997), la sus- de Møller y colaboradores se modificaba la longitud de la
tentación podría aumentar en un 30%. Sin embargo, hay parte basal de la pluma, mientras que la parte apical per-
que decir que este mecanismo sólo puede funcionar cuan- manecía intacta. El efecto de modificar la longitud de las
do el ave realiza un giro y la cola se encuentra extendida. plumas en su base o en su parte apical podría ser muy
En vuelo recto con la cola plegada el extremo de las rec- distinto, ya que los costes asociados a la manipulación de
trices externas sólo produce resistencia. Según Norberg la cola dependerán de la forma de las plumas, de su área y
(1994) las ventajas aerodinámicas de estas plumas serían de la distribución de la masa. Otro inconveniente es que
mayores que los inconvenientes, por lo que podrían haber el alargamiento experimental de las rectrices externas no
evolucionado exclusivamente como consecuencia de la es útil para determinar cuales son las fuerzas evolutivas
selección natural. que han conformado la cola, ya que sean cuales sean esas
fuerzas, un alargamiento siempre provocará un aumento
de los costes aerodinámicos. La única manipulación in-
¿Cómo comprobar la función de las rectrices externas? formativa en este sentido es el acortamiento: si provoca
una mejora en la eficacia de vuelo significará que las plu-
En los experimentos efectuados por Møller y colabo- mas son más largas que su óptimo según la selección na-
radores para estudiar la función de las rectrices externas tural, por lo que la selección sexual tendría que haber
en los machos de golondrina (Møller 1988, 1989, de Lope operado (Evans y Thomas 1997, Thomas y Rowe 1997).
y Møller 1993, Møller et al. 1995, Saino et al. 1997a), la Møller y colaboradores, sin embargo, defienden la
cola se manipulaba alargándola o acortándola 20 mm. El validez de sus experimentos. En primer lugar, no es fácil
proceso consistía (ver Fig. 2) en cortar la pluma en un determinar hasta qué punto la manipulación de las rectri-
punto de la zona basal para después realizar en el frag- ces externas puede estar destruyendo sus propiedades ae-
mento de pluma separada del cuerpo otro corte a 20 mm rodinámicas, aunque la igualdad encontrada entre los in-
del punto anterior, con lo que se obtenía un fragmento de dividuos con la cola manipulada pero sin variar su longi-
pluma de 20 mm de longitud. Los cortes se efectuaban tud y aquellos con la cola sin manipular (Møller 1988,
solamente sobre el raquis (eje córneo de las plumas de las 1989) apoyaría que la integridad aerodinámica de las plu-
aves), dejando las barbas intactas. Pegando la parte más mas no ha sido destruida con la manipulación. Por otro
apical a la que permanecía unida al cuerpo, se obtenía lado nos encontramos con que la función aerodinámica
una pluma 20 mm más corta que la inicial. En otro indivi- de las rectrices externas propuesta por Norberg (1994) se
duo se cortaba la rectriz también en la zona basal y el trata sólo de un mecanismo hipotético cuya importancia
fragmento que habíamos obtenido anteriormente se pe- es de magnitud desconocida. Aún no se ha determinado la
gaba entre las partes basal y apical, resultando en conse- relación funcional entre la longitud de la rectriz y el grado
cuencia una pluma 20 mm más larga que la original. Por de inclinación que puede alcanzar su borde de ataque, por
supuesto, algunos individuos no eran manipulados y ser- lo que sigue sin conocerse la longitud mínima necesaria
vían como control del experimento. Si la forma alargada para obtener la máxima inclinación (Barbosa y Møller
de las rectrices externas fuese consecuencia de la selec- 1999b). Existe la posibilidad de que este mecanismo sea
ción sexual, el alargamiento experimental produciría ma- independiente de la longitud de la cola, lo que difícilmen-
yores costes de vuelo, mientras que el acortamiento, siem- te podría explicar el notable alargamiento de las rectrices
468 José Javier Cuervo
externas en la golondrina. También está la cuestión sobre Estos experimentos mostraron que el alargamiento de la
la idoneidad de manipular la parte basal de las plumas. La cola que podría explicarse por procesos de selección
manipulación experimental tanto de la parte apical como sexual sería de 12 mm aproximadamente. Como alterna-
de la parte basal provocará un cambio en las proporciones tiva a este tipo de experimentos se ha propuesto la medi-
de la pluma, por lo que la manipulación de cualquiera de ción de la capacidad de vuelo de las aves antes y después
las partes puede alterar la función de la cola. La inexisten- de la manipulación de su cola (Barbosa 1999), lo que po-
cia de medidas cuantitativas sobre la relación entre la lon- dría determinar el efecto real de la manipulación.
gitud de la parte apical, la longitud de la parte basal y la Otra manera de entender la importancia relativa de la
magnitud del mecanismo propuesto por Norberg (1994), selección sexual y la selección natural en la evolución de
no permite aventurar que un tipo de manipulación sea las rectrices externas de las golondrinas es conocer cual
mejor que otro. En cuanto al hecho de que el alargamien- fue la presión selectiva que originó el alargamiento de
to experimental de las rectrices externas siempre es costo- estas plumas en los antecesores de la especie. Con este
so y de que sólo el acortamiento puede dar información propósito, varios investigadores han alargado experimen-
sobre la función de estas plumas, tampoco existe consen- talmente las rectrices externas en otras especies de
so. Barbosa y Møller (1999b) sostienen que el alargamien- hirundínidos que no poseen rectrices alargadas, concreta-
to sería beneficioso si el mecanismo propuesto por Nor- mente en el avión común (Delichon urbica) y el avión
berg (1994) estuviera relacionado con la longitud de las zapador (Riparia riparia) y han comprobado las conse-
plumas y si este carácter estuviese sometido a una presión cuencias de la manipulación. Unos estudios apoyan la idea
selectiva direccional. Incluso en el caso de que la selec- de la selección natural como causa original del alarga-
ción fuese estabilizante, el alargamiento podría ser bene- miento de la cola (Park et al. 2000, Rowe et al. 2001) y
ficioso cuando la longitud original de la cola fuese menor otros, en cambio, mantienen que la causa fue la selección
que el óptimo según la selección natural. sexual (Matyjasiak et al. 2000). A pesar de las discrepan-
Recientes investigaciones (Evans 1998) han mostra- cias, este procedimiento abre nuevas e interesantes posi-
do que las consecuencias aerodinámicas de manipular la bilidades de investigación.
parte basal o apical de las plumas son muy diferentes, por
lo que se reitera la necesidad de manipular la parte apical.
Conclusiones
Este estudio mostró también que tanto el alargamiento
como el acortamiento en 20 mm producía un deterioro en Actualmente la mayoría de investigadores (Møller et
la eficacia de vuelo de las golondrinas, por lo que se con- al. 1998, Buchanan y Evans 2000, Rowe et al. 2001) es-
cluyó que si las rectrices externas han sido alargadas más tán de acuerdo en que la longitud de las rectrices externas
allá del óptimo según la selección natural, ese alargamien- de los machos de golondrina común es mayor que el ópti-
to debe haber sido menor que 20 mm. En un experimento mo según la selección natural. Esto significa que la selec-
posterior (Buchanan y Evans 2000) se acortó la parte api- ción sexual ha tenido un efecto muy importante en la evo-
cal de las rectrices externas en porciones menores y se lución de este carácter. En cuanto al alargamiento de las
comprobó que la eficacia de distintos componentes del rectrices externas como consecuencia del mecanismo pro-
vuelo mejoraba cuando el acortamiento era menor que 10 puesto por Norberg (1994), también es probable
mm, pero empeoraba cuando se acortaba más de 10 mm. (Buchanan y Evans 2000, Rowe et al. 2001), pero las ob-
Por tanto esa longitud de 10 mm sería la que habría sido servaciones que lo apoyan son mucho menos claras, al
alargada a causa de la selección sexual y el resto del alar- menos mientras no se sepa de qué manera está relaciona-
gamiento sería debido a la selección natural. En estos ex- da la longitud de la pluma con dicho mecanismo. En el
perimentos las aves eran filmadas cuando llegaban o sa- caso de que tanto la selección sexual como la natural ha-
lían del nido, momento en el que estaría actuando el me- yan contribuido al alargamiento de estas plumas, todavía
canismo propuesto por Norberg (1994), ya que las aves estaría por dirimir cual de los dos mecanismos empezó a
giraban con la cola abierta. Sin embargo, no es probable actuar antes. Un tema que deliberadamente no he tratado
que en estas circunstancias estuviese operando presión es el de la evolución de las rectrices externas en las hem-
selectiva alguna. Además, las golondrinas del grupo con- bras de golondrina, ya que ha sido menos estudiado que
trol del experimento se consideraron como poseedores de
en los machos. De momento no existe consenso, y mien-
la morfología óptima, lo cual no parece muy apropiado
tras unos autores consideran que su longitud corresponde
vistos los valores subóptimos que mostraban para algu-
al óptimo aerodinámico (Møller et al. 1998, Hedenström
nas variables como la velocidad o la aceleración (Barbo-
sa 1999). Otras críticas al trabajo de Buchanan y Evans y Møller 1999), para otros serían estructuras alargadas
más allá de ese óptimo (Cuervo et al. 1996, Buchanan y
(2000) incluyen la falta de estandarización de las condi-
Evans 2000, Rowe et al. 2001). Aunque han sido nota-
ciones en las que se midieron las variables de vuelo en los
bles los avances en el estudio de los mecanismos evoluti-
distintos individuos y las pocas evidencias de que esos
vos que han dado forma a la cola de las golondrinas, mu-
parámetros aerodinámicos tengan realmente consecuen-
cias en su eficacia biológica (Møller y Barbosa 2001). cho es lo que todavía queda por saber.
Buchanan y Evans (2001) muestran argumentos para de-
fender la validez de su estudio, y además sus conclusio-
Agradecimientos
nes vienen apoyadas por experimentos similares realiza- Andrés Barbosa amablemente proporcionó informa-
dos en condiciones más estandarizadas (Rowe et al. 2001). ción e ideas para la realización de este capítulo.
CAPÍTULO 28: SELECCIÓN SEXUAL VERSUS SELECCIÓN NATURAL: EL EJEMPLO DE LA COLA DE LA GOLONDRINA 469
Bibliografía
ANDERSSON, M. 1982. Female choice selects for extreme tail length in MØLLER, A.P. y BARBOSA, A. 2001. Flight, fitness and sexual selection.
a widowbird. Nature 299: 818-820. Behav. Ecol. 12: 511-512.
ANDERSSON, M. 1994. Sexual selection. Princeton University Press, MØLLER, A.P., BARBOSA, A., CUERVO, J.J., DE LOPE, F., MERI-
Princeton. NO, S. y SAINO, N. 1998. Sexual selection and tail streamers in the
BARBOSA, A. 1999. Tail streamers and flight performance in barn barn swallow. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 409-414.
swallows: natural or sexual selection? Ardeola 46: 101-104. MØLLER, A.P., DE LOPE, F. y LÓPEZ-CABALLERO, J.M. 1995.
BARBOSA, A. y MØLLER, A.P. 1999a. Aerodynamic costs of long tails Foraging costs of a tail ornament: experimental evidence from two
in male barn swallows Hirundo rustica and the evolution of sexual populations of barn swallows Hirundo rustica with different degrees
of sexual size dimorphism. Behav. Ecol. Sociobiol. 37: 289-295.
size dimorphism. Behav. Ecol. 10: 128-135.
MØLLER, A.P. y HEDENSTRÖM, A. 1999. Comparative evidence for
BARBOSA, A. y MØLLER, A.P. 1999b. Sexual selection and tail streamers
costs of secondary sexual characters: adaptive vane emargination of
in the barn swallow: appropriate tests of the function of size-dimorphic
ornamented feathers in birds. J. Evol. Biol. 12: 296-305.
long tails. Behav. Ecol. 10: 112-114. NORBERG, R.Å. 1994. Swallow tail streamer is a mechanical device for
BUCHANAN, K.L. y EVANS, M.R. 2000. The effect of tail streamer self-deflection of tail leading edge, enhancing aerodynamic efficiency
length on aerodynamic performance in the barn swallow. Behav. Ecol. and flight manoeuvrability. Proc. R. Soc. Lond. B 257: 227-233.
11: 228-238. PARK, K.J., EVANS, M.R. y BUCHANAN, K.L. 2000. Assessing the
BUCHANAN, K.L. y EVANS, M.R. 2001. Flight, fitness, and sexual aerodynamic effects of tail elongations in the house martin (Delichon
selection: a response. Behav. Ecol. 12: 513-515. urbica): implications for the initial selection pressures in hirundines.
BURLEY, N. 1986. Sexual selection for aesthetic traits in species with Behav. Ecol. Sociobiol. 48: 364-372.
biparental care. Am. Nat. 127: 415-445. PENNYCUICK, C.J. 1989. Bird flight performance: a practical calculation
CRAMP, S. (ed.) 1988. Handbook of the birds of Europe, the Middle East manual. Oxford University Press, Oxford.
and North Africa: the birds of the Western Paleartic. Vol 5. Oxford ROWE, L.W., EVANS, M.R. y BUCHANAN, K.L. 2001. The function
University Press, Oxford. and evolution of the tail streamer in hirundines. Behav. Ecol. 12: 157-
CUERVO, J.J., DE LOPE, F. y MØLLER, A.P. 1996. The function of long 163.
tails in female barn swallows (Hirundo rustica): an experimental study. SAINO, N., CUERVO, J.J., KRIVACEK, M., DE LOPE, F. y MØLLER,
Behav. Ecol. 7: 132-136. A.P. 1997a. Experimental manipulation of tail ornament size affects
DARWIN, C. 1859. On the origin of species by means of natural selection, the hematocrit of male barn swallows (Hirundo rustica). Oecologia
or the preservation of favoured races in the struggle for life. John 110: 186-190.
Murray, Londres. SAINO, N., CUERVO, J.J., NINNI, P., DE LOPE, F. y MØLLER, A.P.
DARWIN, C. 1871. The descent of man, and selection in relation to sex. 1997b. Haematocrit correlates with tail ornament size in three
John Murray, Londres. populations of barn swallow (Hirundo rustica). Funct. Ecol. 11: 604-
DE LOPE, F. y MØLLER, A.P. 1993. Female reproductive effort depends 610.
on the degree of ornamentation of their mates. Evolution 47: 1152- SAINO, N., PRIMMER, C.R., ELLEGREN, H. y MØLLER, A.P. 1997c.
1160. An experimental study of paternity and tail ornamentation in the barn
EVANS, M.R. 1998. Selection on swallow tail streamers. Nature 394: 233- swallow (Hirundo rustica). Evolution 51: 562-570.
234. SIMMONS, R.E. y SCHEEPERS, L. 1996. Winning by the neck: sexual
EVANS, M.R. y THOMAS, A.L.R. 1997. Testing the functional selection in the evolution of giraffe. Am. Nat. 148: 771-786.
significance of tail streamers. Proc. R. Soc. Lond. B 264: 211-217. THOMAS, A.L.R. 1993. On the aerodynamics of birds’ tails. Phil. Trans.
HEDENSTRÖM, A. y MØLLER, A.P. 1999. Lenght of tail streamers in R. Soc. Lond. B 340: 361-380.
barn swallows. Nature 397: 115. THOMAS, A.L.R. 1996. The flight of birds that have wings and a tail:
MATYJASIAK, P., JABLONSKI, P.G., OLEJNICZAK, I. y BONIECKI, variable geometry expands the envelope of flight performance. J.
P. 2000. Imitating the initial evolutionary stage of a tail ornament. Theor. Biol. 183: 237-245.
Evolution 54: 704-711. THOMAS, A.L.R. y BALMFORD, A. 1995. How natural selection shapes
MØLLER, A.P. 1988. Female choice selects for male sexual tail ornaments birds’ tails. Am. Nat. 146: 848-868.
in the monogamous swallow. Nature 332: 640-642. THOMAS, A.L.R. y ROWE, L. 1997. Experimental tests on tail elongation
MØLLER, A.P. 1989. Viability costs of male tail ornaments in a swallow. and sexual selection in swallows (Hirundo rustica) do not affect the
Nature 339: 132-135. tail streamer and cannot test its function. Behav. Ecol. 8: 580-581.
MØLLER, A.P. 1994. Sexual selection and the barn swallow. Oxford TURNER, A.K. 1982. Optimal foraging by the swallow (Hirundo rustica,
University Press, Oxford. L.): prey size selection. Anim. Behav. 30: 862-872.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) MØLLER, A.P. 1994. Sexual selection and the barn swallow. Oxford University Press, Oxford. Amplia revisión del tema de la selec-
ción sexual tomando como especie modelo la golondrina común. Se enfatiza la importancia que los procesos de selección sexual y la
presencia de caracteres sexuales secundarios tienen sobre casi todos los aspectos de la vida de los animales.
(2) NORBERG, R.Å. 1994. Swallow tail streamer is a mechanical device for self-deflection of tail leading edge, enhancing aerodynamic
efficiency and flight manoeuvrability. Proc. R. Soc. Lond. B 257: 227-233. La parte apical de las rectrices externas de las golondrinas
contribuye a mejorar la maniobrabilidad, por lo que la evolución de esos caracteres podría explicarse por procesos de selecciónnatural.
(3) EVANS, M.R. y THOMAS, A.L.R. 1997. Testing the functional significance of tail streamers. Proc. R. Soc. Lond. B 264: 211-217. Se
discuten las consecuencias aerodinámicas de diferentes tipos de manipulación de las rectrices externas en la golondrina y se muestra
que el efecto de la selección sexual y la selección natural sólo puede distinguirse acortando estas plumas y comprobando la eficiencia
de vuelo durante los giros.
(4) MØLLER, A.P., BARBOSA, A., CUERVO, J.J., DE LOPE, F., MERINO, S. y SAINO, N. 1998. Sexual selection and tail streamers in
the barn swallow. Proc. R. Soc. Lond. B 265: 409-414. Revisión de todas las evidencias que apoyan la importancia de la selección
sexual en la evolución de las rectrices externas de la golondrina.
(5) BUCHANAN, K.L. y EVANS, M.R. 2000. The effect of tail streamer length on aerodynamic performance in the barn swallow. Behav.
Ecol. 11: 228-238. Estudiando la eficiencia de varios componentes del vuelo en golondrinas con las rectrices externas acortadas se
muestra que la selección sexual ha alargado estas plumas unos 10 mm más allá del óptimo aerodinámico.
Capítulo 29: EVOLUCIÓN DE ESTRATEGIAS
ANTIDEPREDATORIAS EN REPTILES
José Martín
DEPARTAMENTO DE ECOLOGÍA EVOLUTIVA, MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES, C.S.I.C.
José Gutiérrez Abascal 2, 28006-Madrid. E-mail: Jose.Martin@mncn.csic.es
El riesgo de depredación puede ser considerado como una de las fuerzas selectivas más influyentes. La necesidad
de evitar ser depredado mientras se atiende a otras actividades ha favorecido la evolución de una variedad de
estrategias antidepredatorias. Existe además una gran flexibilidad de comportamientos antidepredatorios dentro de
las mismas poblaciones que, además de con la habilidad de cada individuo, puede estar relacionado con la capacidad
de estimar los niveles de riesgo de depredación. Escapar corriendo de un depredador es una táctica antidepredatoria
común entre muchos animales. La decisión de cuándo y cómo escapar es crucial, y es de esperar que haya sido
optimizada por la selección natural, teniendo en cuenta que el huir tiene, aparte de los beneficios obvios de escapar,
una serie de costes, por lo que existiría una distancia óptima de huida entre el depredador y la presa. Las observacio-
nes y experimentos realizados en reptiles se ajustan a las predicciones: si se incrementan los costes de huida, la
distancia de huida disminuye, mientras que si se incrementa el riesgo de ser capturado la distancia de huida aumenta.
Además, una serie de estudios apoyan la idea de que algunos reptiles son capaces de señalar a los depredadores que
han sido detectados e indicar su habilidad para escapar y su condición física. Por otra parte, numerosos saurios son
capaces de desprenderse voluntariamente de su cola cuando son atrapados por un depredador. Sin embargo, los
costes asociados al periodo de regeneración pueden reducir la eficacia biológica de un individuo. El estudio de la
ecología y comportamiento de los individuos que han perdido la cola proporciona una oportunidad de analizar si son
capaces de modificar su comportamiento con flexibilidad para compensar los costes asociados al periodo de regene-
ración de la cola.
La depredación en sentido amplio afecta a todos los La depredación ha sido reconocida como una de las
organismos vivos. Estos requieren energía para su mante- causas de mayor mortalidad para muchos reptiles (Martín
nimiento, crecimiento y reproducción, y esta energía la y López 1990, 1996a, Wilson 1991), pero el impacto de
obtienen mediante la degradación de los componentes los depredadores ha sido ignorado en la mayoría de los
químicos de los cuerpos de otros organismos que por tan- estudios sobre ecología y comportamiento de estos
to se encuentran bajo el riesgo de ser depredados. Este vertebrados. Sin embargo, el riesgo de depredación es un
flujo de energía es una característica común de todos los factor esencial para una comprensión completa de la
ecosistemas y el escenario donde actúa el riesgo de de- ecología, comportamiento y evolución de los reptiles. Los
predación. Es decir, todos los organismos se enfrentan a saurios en particular utilizan una variedad de tácticas para
evitar la depredación que van desde la cripsis, pasando
limitaciones y oportunidades que se encuentran relacio-
por elaboradas estrategias de escape, y como última me-
nadas con la depredación. En este contexto, el riesgo de
dida la pérdida de la cola (Arnold 1988, Greene 1988). El
depredación ha sido considerado desde hace tiempo como
estudio de los mecanismos antidepredatorios de los repti-
la mayor fuerza selectiva para la evolución de algunas
les puede contribuir al avance de la biología evolutiva
características morfológicas y del comportamiento de los
(Greene 1988). Los reptiles, además, comprenden un gru-
animales (Sih 1987). Muchos organismos viven en un po de organismos lo suficientemente grande y diverso
conflicto permanente entre diferentes demandas ecológi- como para que su estudio permita establecer teorías gene-
cas, y deben optimizar la búsqueda del alimento y la re- rales y comprender los límites de la generalidad.
producción, al mismo tiempo que evitan ser atacados por
un depredador. Por lo tanto, la depredación debe de ser Decisiones sobre cuándo iniciar la huida
una fuerza selectiva muy fuerte para que evolucionen
adaptaciones que minimicen el riesgo de ser depredado Escapar corriendo de un depredador es una táctica
mientras se atiende a otras actividades (Ydenberg y Dill antidepredatoria común entre muchos organismos, pero
1986, Lima y Dill 1990, Lima 1998). la decisión de cuándo y cómo escapar es crucial para los
472 José Martín
animales. La razón de esta importancia radica en que cual- termorregular eficazmente, y además si se esconde en un
quier fallo en esta decisión resulta en la muerte del indivi- refugio situado en la sombra (una grieta en una roca, por
duo, lo que anula sus posibilidades de reproducción futu- ejemplo), su temperatura corporal empezará a disminuir
ra. Por eso hay una fuerte presión selectiva a favor de los por debajo de niveles favorables. Esto es importante ya
individuos que son capaces de escapar con éxito de un que un incremento en el uso de refugios con condiciones
depredador. Sin embargo, la selección natural favorece a desfavorables puede afectar negativamente a la condición
los individuos que además de minimizar su riesgo de corporal de las lagartijas (Martín y López 1999a). Por lo
mortalidad, son capaces de atender simultáneamente y de tanto, la decisión sobre el tiempo pasado dentro de un
forma satisfactoria otras demandas (Sih 1987, Lima y Dill refugio depende del nivel de riesgo de depredación y del
1990, Endler 1991, Lima 1998). estado térmico del individuo y del refugio (Martín y Ló-
Para huir, un animal tiene que interrumpir lo que está pez 1999b, 2001a).
haciendo, por ejemplo tiene que dejar de alimentarse, La pérdida de oportunidades para termorregular y los
termorregular, o defender un territorio. Además, los costes fisiológicos previsibles de uso de refugios pueden
depredadores no tienen por qué atacar siempre a todas ser considerados uno de los costes de la huida más impor-
las presas que encuentran. Así que una huida precipitada tantes para un reptil. En este contexto y de acuerdo con la
podría ser innecesaria y costosa, incluso podría llamar la predicción del modelo, la decisión de huir y esconderse
atención del depredador y provocar el ataque. Es decir, el de la lagartija serrana (Lacerta monticola) está también
huir tiene, aparte de los beneficios obvios de escapar, determinada por el estado térmico interno del individuo,
una serie de costes. Por tanto, sería de esperar que la y por la temperatura del posible refugio (Martín y López
selección natural haya tendido a que se optimice la deci- 2000a). Los individuos huyen más tarde (distancia de
sión de en qué momento escapar cuando se aproxima un huida menor) cuando la tasa de calentamiento en el exte-
depredador. Ydenberg y Dill (1986) han modelizado rior es más alta (se calientan más deprisa y por tanto tie-
cómo deberían los individuos evaluar los costes y bene- nen más que perder por huir), y también cuando la tasa de
ficios de la huida para decidir cuándo escapar. Frente a enfriamiento en el refugio es más alta (la temperatura cor-
un depredador que se aproxima gradualmente, la presa poral disminuirá más rápidamente) y por tanto el coste de
debería elegir huir cuando el coste de huida es menor uso del refugio es mayor. Una tasa de calentamiento más
que el de permanecer sin huir. De modo que, en cada alta podría indicar que el individuo tiene una temperatura
situación, existiría una distancia óptima de huida entre el corporal mayor y por tanto una velocidad de carrera aso-
depredador y la presa. Si se incrementan los costes de ciada mayor. Sin embargo, en este caso la temperatura
huida, la distancia disminuye (la presa debería huir más corporal per se no influye en la decisión de escape, que
tarde). Mientras que si se incrementa el riesgo de ser más bien depende de la posibilidad de alcanzar rápida-
capturado la distancia aumenta (la presa debería huir an- mente, y por tanto mantener con bajo coste, esta tempera-
tes). Este modelo asume, pues, que los animales son ca- tura. Esto sería similar a lo que le ocurriría a un animal
paces de estimar el nivel de riesgo de depredación en el que tuviera que interrumpir su tasa de ingestión de ali-
ambiente en cada momento. mento por huir a un refugio.
La respuesta de escape se mide generalmente como la Otro coste de la huida tiene que ver con la pérdida de
distancia a la que un observador humano puede aproxi- oportunidades para la reproducción. Un macho reproduc-
marse a la presa antes de que inicie la huida (distancia de tor que huya a esconderse puede ser incapaz de defender
huida o de aproximación). Vamos a analizar si las obser- su territorio. La presencia de un intruso en su territorio en
vaciones y experimentos realizados en reptiles se ajustan el pasado reciente incrementa los costes de la huida por-
a las predicciones derivadas de este modelo, y por tanto que existe un incremento en la probabilidad de intrusio-
apoyan la hipótesis de una optimización de las decisiones nes futuras. Así, los machos del iguánido Tropidurus his-
de escape. pidus huyeron más tarde cuando el depredador atacaba
inmediatamente después de un encuentro agonístico en-
La distancia de huida debe disminuir cuando los costes tre machos, que cuando el encuentro había tenido lugar
aumentan. hace más tiempo (Díaz-Uriarte 1999). Por otra parte, el
huir puede suponer el abandono de una hembra a la que el
Los reptiles son animales ectotermos que regulan su macho estuviera cortejando o custodiando, lo que podría
temperatura corporal a través del intercambio térmico con permitir la cópula a otros machos. Por ejemplo, en la la-
el medio. El mantenimiento de una temperatura corporal gartija colilarga (Psammodromus algirus), la distancia de
óptima es esencial para maximizar numerosos procesos huida de los machos que están guardando hembras es
fisiológicos como la digestión o la maduración de game- menor que la de los machos solitarios (Martín y López
tos, así como para maximizar comportamientos tan im- 1999c). En un experimento similar con el escíncido Eu-
portantes como la velocidad de carrera o la eficacia en la meces laticeps, los machos que custodiaban hembras tam-
búsqueda del alimento (Huey 1982). El tiempo pasado a bién iniciaron la huida más tarde que los machos solita-
temperaturas favorables se maximiza a través de una cui- rios. Sin embargo, después de la introducción experimen-
dadosa selección de pautas de comportamiento termorre- tal de una nueva hembra en su territorio, los machos que
gulador. Sin embargo, cuando una lagartija huye deja de antes estaban solitarios disminuyeron su distancia de hui-
CAPÍTULO 29: EVOLUCIÓN DE ESTRATEGIAS ANTIDEPREDATORIAS EN REPTILES 473
da (Cooper 1999). Estos trabajos sugieren que los ma- getación (Martín y López 2000b). Las decisiones de es-
chos aceptaron un incremento en el riesgo de depreda- cape de esta lagartija están basadas en lo conspicuos que
ción (menores distancias de huida) cuando los beneficios sean los individuos y en la seguridad del tipo de refugio
esperados para la reproducción aumentaban. utilizado, más que en la distancia al refugio per se. Los
individuos empiezan a huir antes en microhábitats donde
La distancia de huida debe incrementarse cuando son más visibles a un depredador potencial o cuando el
aumenta el riesgo de ser capturado refugio a ocupar es menos seguro.
En la lagartija colilarga, los machos dominantes exhi-
En muchos animales se ha encontrado que cuando la ben en las cabezas una coloración de celo anaranjada muy
distancia al refugio es mayor se incrementa la distancia conspicua que sirve para señalizar el estatus frente a los
de huida (Dill y Houtman 1989). Sin embargo, desde el machos más jóvenes que no presentan coloración (Martín
punto de vista de la presa, el parámetro crítico sería real- y Forsman 1999, ver Capítulo 11). La selección sexual
mente el tiempo necesario para llegar al refugio mas que (ver Capítulo 13) favorece la existencia de esta colora-
la distancia per se. De modo que una presa que se mueva ción en los machos. Sin embargo, la depredación podría
más despacio debería tener distancias de huida mayores estar impidiendo la evolución de ornamentos más elabo-
que los individuos más rápidos. Así, la lagartija serrana rados, ya que a medida que la coloración se hace más cons-
modula su respuesta antidepredatoria en función de la tem- picua, los machos serían más fáciles de detectar y se en-
peratura, dado que ésta determina a su vez la velocidad frentarían a un riesgo de depredación mayor (Andersson
de carrera. La velocidad es máxima con un valor óptimo 1994). Así, existen presiones selectivas contrarias, unas
de temperatura corporal, disminuyendo a temperaturas favorecidas por la selección sexual, y otras por la selec-
más bajas. Los individuos disminuyen el riesgo de depre- ción natural (ver Capítulo 28). La señal favorece el éxito
dación soleándose más cerca del refugio cuando la tem- de emparejamiento pero afecta a las posibilidades de su-
peratura es menor (Carrascal et al. 1992). Esto les permi- pervivencia del individuo, por tanto podría ser seleccio-
te disminuir el tiempo necesario para alcanzar corriendo nada en contra si los individuos no fueran capaces de com-
un refugio, maximizando por otra parte la duración de los pensar el aumento en el riesgo de depredación (Zuk y
soleamientos. En otros casos, la temperatura corporal in- Kolluru 1998). De hecho, esta hipótesis ha sido empleada
fluye directamente en la decisión de escape. Por ejemplo, para explicar la existencia de especies similares pero que
las lagartijas del género Anolis tienen distancias de huida no exhiben ningún tipo de coloración nupcial (Wiens
mayores cuando su temperatura corporal es más baja, para 1999, Martín y López 2001b). Sin embargo, en el caso de
compensar una velocidad de escape menor (Rand 1964). los machos de lagartija colilarga con coloración de celo,
Aunque esta tendencia no es general, y en otras especies parece que son capaces de compensar este incremento en
de reptiles la disminución de la capacidad de correr, debi- el riesgo de depredación con una modificación de sus dis-
do a una temperatura corporal baja, puede hacer que hu- tancias de huida. Los machos con coloración huyen antes
yan más tarde debido a que adoptan estrategias alternati- (distancia de huida mayor) de un depredador, que los
vas a la huida, como una defensa activa (Hertz et al. 1982) machos que no tienen coloración (Martín y López 1999c).
o la cripsis (Layne y Ford 1984, para una serpiente). La posibilidad de realizar esta estrategia antidepredatoria
La estructura del hábitat puede también influir sobre simple puede contribuir en parte al mantenimiento de la
la probabilidad de ser capturado (costes de permanecer coloración nupcial en esta especie de lagartija.
sin huir) y por tanto en la decisión de escapar. Este hecho
está relacionado con el riesgo de depredación percibido La distancia de huida cambia según la efectividad de otros
por los individuos en un microhábitat determinado. En sistemas de defensa alternativos
las poblaciones de la lagartija colilarga (Psammodromus
algirus) que ocupan matorrales caducifolios de roble La cripsis es una estrategia alternativa de defensa en
melojo (Quercus pyrenaica), la estructura del hábitat cam-
la que el patrón de coloración de la presa se asemeja a una
bia estacionalmente debido a la presencia-ausencia de
muestra aleatoria de su hábitat, o la presa en sí se parece a
hojas. Esta variación influye sobre los patrones de selec-
un objeto del hábitat que no es normalmente considerado
ción de los microhábitats más seguros frente a los
como una presa (Endler 1991). La cripsis puede ser lo-
depredadores (Martín y López 1998), pero también en las
grada mediante estructuras o coloraciones permanentes o
decisiones de escape (Martín y López 1995a). Durante el
verano, cuando las hojas proporcionan una mayor cober- por medio de cambios de color que hacen a la presa más
tura y protección, disminuyendo el riesgo de depredación, críptica cuando lo necesita. Mientras que muchas espe-
las lagartijas escapan más tarde y huyen a refugios más cies de saurios huyen a la carrera cuando detectan a un
cercanos que al comienzo de la primavera, cuando los depredador, otras confían más en su capacidad de cripsis
arbustos no tienen hojas. Además, las lagartijas se encuen- y permiten aproximaciones mayores. Esto podría ser in-
tran más cerca de refugios potenciales en primavera, pero terpretado como un retraso intencionado en la decisión
sin embargo huyen a refugios similares pero que se en- de cuándo escapar.
cuentran más lejos de los disponibles. El mismo efecto Así, por ejemplo, las especies menos crípticas del gé-
ocurre dentro de una misma estación cuando los indivi- nero Anolis tienen distancias de huida mayores que otras
duos están en microhábitats con mayor cobertura de ve- especies del mismo género cuyo color de piel les propor-
474 José Martín
dad de escape relativa. Para que el depredador fuera se- nución de la velocidad de carrera debido a restricciones
leccionado para responder a las señales de las presas, las biomecánicas (Ballinger et al. 1979, Punzo 1982, Martín
señales deben ser fiables, costosas y deben variar en rela- y Avery 1998). Esta disminución de la capacidad loco-
ción a la información trasmitida. motora de los individuos sin cola les hace más vulnera-
La mayoría de los estudios que demuestran la utiliza- bles a la depredación. Sin embargo, los individuos sin cola
ción de este tipo de señales por parte de las presas se han parecen ser capaces de compensar las desventajas de la
realizado con mamíferos, y en especial con ungulados autotomía, por ejemplo, mediante la modificación de su
(FitzGibbon y Fanshawe 1989, Caro 1995, Caro et al. comportamiento defensivo haciéndose más crípticos
1996), aunque hay ejemplos en otros taxones muy diver- (Formanowicz et al. 1990). La pérdida de la cola conlle-
sos y también en reptiles. Por ejemplo, el iguánido Co- va una disminución de las reservas de grasa allí almace-
phosaurus texanus y el lagarto de cola de cebra, Callisau- nadas, y esto puede conducir a una disminución de la su-
rus draconoides, poseen una cola con un diseño de ban- pervivencia o de las posibilidades de reproducirse (Dial y
das negras y blancas que frecuentemente elevan y mue- Fitzpatrick 1981, Fox y McCoy 2000). Además, la rege-
ven ondulatoriamente en respuesta a la aproximación de neración de la cola es un proceso energéticamente costo-
un depredador (Dial 1986; Hasson et al. 1989). La hipó- so que puede requerir un incremento del alimento ingeri-
tesis de que este comportamiento sirve para señalar su do o un desvío de energía de otras funciones como el cre-
habilidad de huida relativa ha recibido un considerable cimiento somático o la reproducción. La autotomía es pro-
apoyo. También en Anolis cristatellus la expansión del bablemente la condición primitiva de los saurios (Arnold
pliegue gular situado bajo la garganta, aparte de su fun- 1984). Se supone que la selección natural habrá favoreci-
ción en la comunicación intraespecífica, parece que sirve do que se mantenga en las especies donde los beneficios
para indicar al depredador que lo ha detectado y está aler- de perder la cola sean mayores que los costes, bien direc-
ta (Leal 1999; Leal y Rodríguez-Robles 1997). tamente o bien porque sean capaces de adoptar estrate-
En el caso de la lagartija colilarga durante las secuen- gias que compensen los costes asociados al periodo de
cias de escape de esta especie sobre la hojarasca (su regeneración de la cola (Vitt et al. 1977, Arnold 1988).
microhábitat preferido), algunos individuos huyen en re- A través de una serie de experimentos en los que se
lativo silencio y durante poco tiempo, mientras que otros manipuló la condición de la cola de individuos de la la-
huyen haciendo un gran ruido, corren durante más tiem- gartija serrana (Lacerta monticola) en el campo y en cer-
po y se esconden más lejos de lo que sería esperable por cados seminaturales, se estudiaron las consecuencias de
la disponibilidad de refugios potenciales en los alrededo- la autotomía, y por tanto, implícitamente los efectos de
res. (Martín y López 2001c). La producción de ruido no un aumento del riesgo de depredación, sobre la ecología
es enteramente dependiente de factores ambientales como de esta especie. Era un objetivo principal examinar sobre
la temperatura o el microhábitat. Es posible que estas la- todo los cambios en la ecología y el comportamiento que
gartijas estén señalando al depredador su capacidad de podían tener lugar con el fin de compensar las desventa-
escape relativa, lo que estaría relacionado con la intensi- jas de haber perdido la cola y el aumento del riesgo de
dad del ruido durante el escape, con la velocidad y con la depredación soportado, para así poder atender a toda una
longitud de la carrera. Los depredadores podrían apren- serie de demandas conflictivas (Fig. 2).
der que los individuos que señalan de este modo son más Se observó que los individuos sin cola restringían el
difíciles de capturar y podrían desviar su ataque hacia otros uso de microhábitats a las zonas con abundantes rocas
individuos que hacen poco ruido o corren durante menos grandes, que tienen una alta disponibilidad de refugios y
tiempo, beneficiándose de evitar los costes de perseguir a son más seguros, pero además donde debido a sus carac-
un individuo que es mas difícil o imposible de capturar. terísticas morfológicas podrían compensar mejor sus di-
ficultades para la locomoción (Martín y Salvador 1992).
Pérdida de la cola (Autotomía) Por otra parte, el estar activo es costoso, especialmente
para los reptiles, y se sabe que no todos los individuos de
Como último recurso defensivo numerosos saurios son una población están activos incluso cuando las condicio-
capaces de desprenderse voluntariamente de su cola cuan- nes ambientales son favorables. Por eso, los individuos
do son atrapados por un depredador (ver revisiones en sin cola redujeron sus niveles de actividad con lo que
Bellairs y Bryant 1985, Arnold 1988). La autotomía pare- posiblemente ahorrarían energía que puede ser dedicada
ce ser claramente una adaptación para incrementar las a regenerar la cola, y además se expondrían menos a los
posibilidades de supervivencia en un encuentro con un depredadores (Martín y Salvador 1995). Sin embargo, la
depredador, después de que otras tácticas no han sido efec- solución al problema de cuándo estar activo es más com-
tivas. La pérdida de la cola permite escapar de un depre- pleja, porque las hembras gestantes sin cola, en cambio,
dador que ha capturado a la lagartija por la cola, y además estuvieron más activas, probablemente para compensar
los movimientos de la cola autotomizada sirven para dis- la necesidad de obtener más energía para simultáneamen-
traer la atención del depredador mientras se escapa. Sin te desarrollar la puesta y poder regenerar la cola.
embargo, los costes asociados al periodo de regeneración Estas restricciones en el uso del tiempo y el espacio,
pueden afectar al futuro éxito reproductor de un indivi- sin embargo, podrían entrar en conflicto con otros reque-
duo. Entre estos costes se han identificado dificultades rimientos ecológicos, como por ejemplo, con la búsqueda
locomotoras como la pérdida del equilibrio o una dismi- del alimento. Las lagartijas sin cola buscaron alimento
476 José Martín
La pérdida de la cola en las lagartijas serrana y coli- ser capaces de compensar los costes de la pérdida de la
larga disminuye su capacidad de escape y supone una se- cola mediante las modificaciones de su comportamiento
rie de costes adicionales. En tales circunstancias, la selec- que se han observado, adoptando estrategias más crípti-
ción natural debería favorecer la retención de la cola y cas o conservadoras que incrementen su supervivencia
promover el uso de estrategias de escape alternativas, ya durante el periodo de regeneración. Por lo tanto, si estas
que los costes asociados a la pérdida de la cola son apa- modificaciones del comportamiento hacen que la eficacia
rentemente mayores que las ventajas de la autotomía (Vitt biológica disminuya menos de lo esperado, se favorecerá
et al. 1977). Sin embargo, la autotomía es una estrategia la utilización de la autotomía como una estrategia de es-
de escape usada frecuentemente como lo indican el alto cape evolutivamente estable.
número de individuos dentro de las poblaciones naturales
que presentan colas regeneradas, lo que indica que han Agradecimientos
perdido al menos una vez la cola y han superado con éxi-
to el periodo de regeneración. Se pueden considerar dos A Pilar López por su contribución a que nuestros es-
explicaciones diferentes. Primero, la presión de los de- tudios de las estrategias antidepredatorias de las lagarti-
predadores puede ser muy alta en estos hábitats medite- jas tuvieran éxito, y por sus comentarios críticos a este
rráneos (Martín y López 1990), de modo que la pérdida capítulo. Mariano Cuadrado y Manolo Soler mejoraron
de la cola, puesto que le permite salvar la vida, sería ven- este trabajo con sus detalladas correcciones y sugeren-
tajosa para el individuo incluso si la eficacia biológica cias. Este trabajo ha sido financiado con el proyecto
disminuye a largo plazo. Segundo, los individuos podrían DGESIC PB-98-0505.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ANDERSSON, M. 1994. Sexual selection. Princeton Univ. Press. ENDLER, J.A. 1991. Interactions between predators and prey. En: J.R.
Princeton, New Jersey: Krebs y N.B. Davies (eds.). Behavioural ecology: an evolutionary
ARNOLD, E.N. 1984. Evolutionary aspects of tail shedding in lizards approach Pp: 169-196. Blackwell Scientific Publications, Oxford.
and their relatives. J. Nat. Hist. 18: 127-169. FITZ GIBBON, C.D. y FANSHAWE, J. 1989. Stotting in Thomson´s
ARNOLD, E.N. 1988. Caudal autotomy as a defense. En C. Gans y gazelles: an honest signal of condition. Behav. Ecol. Sociobiol. 23:
R.B. Huey (eds.). Biology of the Reptilia. Vol. 16. Pp: 235-273. 69-74.
Alan R. Liss, New York. FORMANOWICZ, D.R., BRODIE, E.D. y BRADLEY, P.J. 1990
BALLINGER, R.E., NIETFELDT, J.W. y KRUPA, J.J. 1979. An expe- Behavioural compensation for tail loss in the ground skink, Scincella
rimental analysis of the role of the tail in attaining high running lateralis. Anim. Behav. 40: 782-784.
speed in Cnemidophorus sexlineatus (Reptilia: Squamata: FOX, S.F. y McCOY, J.K. 2000. The effects of tail loss on survival,
Lacertilia). Herpetologica 35: 114-116. growth, reproduction, and sex ratio of offspring in the lizard Uta
BELLAIRS, A.D’A. y BRYANT, S.V. 1985. Autotomy and regeneration stansburiana in the field. Oecologia 122: 327-334.
in reptiles. En C. Gans y F. Billet (eds.). Biology of the Reptilia, FOX, S.F. y ROSTKER, M.A. 1982. Social cost of tail loss in Uta
Vol. 15. Pp: 301-410. John Wiley and Sons, New York. stansburiana. Science 218: 692-693.
BRAÑA, F. 1993. Shifts in body temperature and escape behaviour of FOX, S.F., HEGER, N.A. y DELAY, L.S. 1990. Social cost of tail loss
female Podarcis muralis during pregnancy. Oikos 66: 216-222. in Uta stansburiana: Lizard tails as status-signalling badges. Anim.
CARO, T.M. 1995. Pursuit-deterrence revisited. Trends Ecol. Evol. 10: Behav. 39: 549-554.
500-503. GRAFEN, A. 1990. Biological signals as handicaps. J. Theor. Biol. 144:
CARO, T.M., LOMBARDO, L., GOLDIZEN, A.W. y KELLY, M. 1996. 517-546.
Tail-flagging and other antipredator signals in white-tailed deer: GREENE, H.W. 1988. Antipredator mechanisms in reptiles. En C. Gans
new data and synthesis. Behav. Ecol. 6: 442-450. y R.B. Huey (eds.). Biology of the Reptilia. Vol. 16. Pp: 1-152.
CARRASCAL, L.M., LÓPEZ, P., MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1992. Alan R. Liss, New York.
Basking and antipredator behaviour in a high altitude lizard: HASSON, O. 1991. Pursuit-deterrence signals: communication between
implications of heat-exchange rate. Ethology 92: 143-154. prey and predators. Trends Ecol. Evol. 6: 325-329.
COOPER, W.E. 1999. Tradeoffs between courtship, fighting, and HASSON, O., HIBBARD, R. y CEBALLOS, G. 1989. The pursuit
antipredatory behavior by a lizard, Eumeces laticeps. Behav. Ecol. deterrent function of tail-wagging in the zebra-tailed lizard
Sociobiol. 47: 54-59. (Callisaurus draconoides). Can. J. Zool. 67: 1203-1209.
CUADRADO, M., MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2001. Camouflage and HEATWOLE, H. 1968. Relationship of escape behavior and camouflage
in Anoline lizards. Copeia 1968: 109-113.
escape decisions in the common chameleon Chamaeleo chamae-
HERTZ, P.E., HUEY, R.B. y NEVO, E. 1982. Fight versus flight: body
leon. Biol. J. Linn. Soc. 72: 547-554.
temperature influences defensive responses of lizards. Anim. Behav.
DIAL, B.E. 1986. Tail display in two species of iguanid lizards: a test of
30: 676-679.
the “predator signal” hypothesis. Am. Nat. 127: 103-111.
HUEY, R.B. 1982. Temperature, physiology and the ecology of repti-
DIAL, B.E. y FITZPATRICK, L.C. 1981. The energetic costs of tail les. En C. Gans y F.H. Pough (eds.). Biology of the Reptilia. Vol.
autotomy to reproduction in the lizard Coleonyx brevis (Sauria: 12. Pp: 25-91. Academic Press, New York.
Gekkonidae). Oecologia 51: 310-317. LAYNE, J.R. y FORD, N.B. 1984. Flight distance of the queen snake
DÍAZ-URIARTE, R. 1999. Anti-predator behaviour changes following Regina septemvittata. J. Herpetol. 18: 496-498.
an aggressive encounter in the lizard Tropidurus hispidus. Proc. R. LEAL, M. 1999. Honest signalling during prey-predator interactions in
Soc. Lond. B.: 266: 2457-2464. the lizard Anolis cristatellus. Anim. Behav. 58: 521-526.
DILL, L.M. y HOUTMAN, R. 1989. The influence of distance to refuge LEAL, M. y RODRÍGUEZ-ROBLES, J.A. 1997. Signalling displays
on flight initiation distance in the gray squirrel (Sciurus during predator-prey interactions in a Puerto Rican anole, Anolis
carolinensis). Can. J. Zool. 67: 233-235. cristatellus. Anim. Behav. 54: 1147-1154.
478 José Martín
LIMA, S.L. y DILL, L.M. 1990. Behavioral decisions made under the MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2001b. Predation risk may explain the absence
risk of predation: a review and prospectus. Can. J. Zool. 68: 619- of nuptial coloration in the wall lizard, Podarcis muralis. Evol. Ecol.
640. Res. 3: 1-10.
LIMA, S.L. 1998. Stress and decision making under the risk of predation: MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2001c. Are fleeing “noisy” lizards signalling
recent developments from behavioral, reproductive, and ecological to predators? Acta Ethol. 3: 95-100.
perspectives. Adv. Stud. Behav. 27: 215-290. MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1992. Tail loss consequences on habitat
MARTÍN, J. 1996. Effects of recent feeding on locomotor performance use by the Iberian rock lizard Lacerta monticola. Oikos 65: 328-333.
of juvenile Psammodromus algirus lizards. Funct. Ecol. 10: MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1993a. Tail loss and foraging tactics of
390-395. Iberian rock-lizards, Lacerta monticola. Oikos 66: 318-324.
MARTÍN, J. y AVERY, R.A. 1997. Tail loss affects prey capture ‘decisions’ MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1993b. Thermoregulatory behaviour of
in the lizard Psammodromus algirus. J. Herp. 31: 292-295.
rock-lizards in response to tail loss. Behaviour 124: 123-136.
MARTÍN, J. y AVERY, R.A. 1998. Effects of tail loss on the movements
MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1993c. Tail loss reduces mating success
patterns of the lizard Psammodromus algirus. Funct. Ecol. 12:794-
in the Iberian rock-lizard. Behav. Ecol. Sociobiol. 32: 185-189.
802.
MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1995. Effects of tail loss on activity
MARTÍN, J. y FORSMAN, A. 1999. Social costs and development of
patterns of rock-lizards, Lacerta monticola. Copeia 1995: 984-988.
nuptial coloration in male Psammodromus algirus lizards: an
experiment. Behav. Ecol. 10: 396-400. MARTÍN, J. y SALVADOR, A. 1997. Effects of tail loss on the time
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1990. Amphibians and reptiles as prey of budgets, movements, and spacing patterns of Iberian rock lizards,
birds in southwestern Europe. Smithsonian Herp. Inform. Serv. Lacerta monticola. Herpetologica 53: 117-125.
82: 1-43. PUNZO, C.M. 1982. Tail autotomy and running speed in the lizards
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1995a. Influence of habitat structure on esca- Cophosaurus texanus and Uma notata. J. Herpetol. 16: 331-332.
pe tactics of the lizard Psammodromus algirus. Can. J. Zool. 73: RAND, A.S. 1964. Inverse relationship between temperature and shyness
129-132. in the lizard Anolis lineatopus. Ecology 45: 863-864.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1995b. Escape behaviour of juvenile SALVADOR, A., MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1995. Tail loss reduces home
Psammodromus algirus lizards: constraint of or compensation for range size and access to females in male lizards, Psammodromus
limitations in body size? Behaviour 132: 181-192. algirus. Behav. Ecol. 6: 382-387.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1996a. Avian predation on a large lizard SALVADOR, A., MARTÍN, J., LÓPEZ, P. y VEIGA, P. 1996. Long-
(Lacerta lepida) found at low population densities in Mediterranean term effects of tail loss on home range size and access to females in
habitats: an analysis of bird diets. Copeia 1996: 722-726. male lizards (Psammodromus algirus). Copeia 1996: 208-209.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1996b. The escape response of juvenile SIH, A. 1987. Predators and prey lifestyles: an evolutionary and
Psammodromus algirus lizards. J. Comp. Psychol. 110: 187-192. ecological overview. En W.C. Kerfoot y A. Sih (eds.). Predation:
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1998. Shifts in microhabitat use by the lizard direct and indirect impacts on aquatic communities. Pp: 203-224.
Psammodromus algirus: responses to seasonal changes in vegetation Univ Press of New England, Hanover.
structure. Copeia 1998: 780-786. VEGA-REDONDO, F. y HASSON, O. 1993. A game-theoretic model
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1999a. An experimental test of the costs of of predator-prey signaling. J. Theor. Biol. 162: 309-319.
antipredatory refuge use in the wall lizard, Podarcis muralis. Oikos VITT, L.J., CONGDON, J.D. y DICKSON, N.A. 1977. Adaptive strategies
84: 499-505.
and energetics of tail autotomy in lizards. Ecology 58: 326-337.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1999b. When to come out from a refuge: risk-
WIENS, J.J. 1999. Phylogenetic evidence for multiple losses of a
sensitive and state-dependent decisions in an alpine lizard. Behav.
sexually selected character in phrynosomatid lizards. Proc. R. Soc.
Ecol. 10: 487-492.
Lond. B. 266: 1529-1535.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 1999c. Nuptial coloration and mate guarding
WILSON, B.S. 1991. Latitudinal variation in activity season mortality
affect escape decisions of male lizards, Psammodromus algirus.
Ethology 105: 439-447. rates of the lizard Uta stansburiana. Ecol. Monogr. 61: 393-414.
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2000a. Costs of refuge use affect escape WOODLAND, D.J., JAAFAR, Z. y KNIGHT, M.L. 1980. The ‘pursuit-
decisions of iberian-rock lizards, Lacerta monticola. Ethology 106: deterrent’ function of alarm signals. Am. Nat. 115: 748-753.
483-492. YDENBERG, R.C. y DILL, L.M. 1986. The economics of fleeing from
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2000b. Fleeing to unsafe refuges: effects of predators. Adv. Stud. Behav. 16: 229-249.
conspicuousness and refuge safety on the escape decisions of the ZAHAVI, A. 1977. Reliability of communication systems and the
lizard Psammodromus algirus. Can. J. Zool. 78: 265-270. evolution of altruism. En B. Stonehouse y C.M. Perrins (eds.).
MARTÍN, J. y LÓPEZ, P. 2001a. Repeated predatory attacks and Evolutionary ecology. Pp: 253-259. MacMillan, London.
multiple decisions to come out from a refuge in an alpine lizard. ZUK, M. y KOLLURU, G.R. 1998. Exploitation of sexual signals by
Behav. Ecol. 12: 386-389. predators and parasitoids. Q. Rev. Biol. 73: 415-438.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) GANS, C. y HUEY R.B. (eds.) 1988. Biology of the Reptilia. Vol. 16. Defense and Life History. Alan R. Liss, New York. Revisión
general sobre algunos aspectos de las estrategias antidepredatorias así como su distribución taxonómica en todos los grupos de
reptiles. Capítulos dedicados a los mecanismos antidepredatorios en reptiles (por Greene H.W.), mimetismo y fenómenos relaciona-
dos (por Pough, H.F.) y autotomía caudal como defensa (por Arnold, E.D.).
(2) YDENBERG, R.C. y DILL, L.M. 1986. The economics of fleeing from predators. Adv. Stud. Behav. 16: 229-249. Formulación de
un modelo económico que predice cómo debe tomarse la decisión de escapar en función de los costes y beneficios de la huida. Se
revisa también la evidencia empírica que existía entonces para apoyar las predicciones del modelo.
(3) LIMA, S.L. y DILL, L.M. 1990. Behavioral decisions made under the risk of predation: a review and prospectus. Can. J. Zool. 68:
619-640. Revisión general de estudios de todos los grupos de animales que indican que los animales poseen la habilidad para
estimar el riesgo de depredación en cada momento e incorporar esta información a su toma de decisiones.
(4) LIMA, S.L. 1998. Stress and decision making under the risk of predation: recent developments from behavioral, reproductive, and
ecological perspectives. Adv. Stud. Behav. 27: 215-290. Revisión de trabajos teóricos y experimentales recientes sobre la toma de
decisiones antidepredatorias bajo el “stress” del riesgo de depredación. Esta revisión complementa al artículo anterior.
Capítulo 30: EL CRÍALO, UNA ESPECIE DE AVE PARÁSITA DE CRÍA,
ROMPE HUEVOS DE LA URRACA, SU ESPECIE HOSPEDADORA:
¿SE TRATA DE UNA ADAPTACIÓN O SIMPLEMENTE
DE UN ACCIDENTE?
Manuel Soler
DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA ANIMAL Y ECOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE GRANADA.
18071-Granada. E-mail: msoler@goliat.ugr.es
Los críalos (Clamator glandarius), al poner sus huevos en los nidos de su especie hospedadora, la urraca (Pica
pica), destruyen algunos de los huevos previamente puestos por el hospedador. A diferencia de otros parásitos de
cría ni los retira ni se los come, sólo los destruye. Este comportamiento se puede explicar por dos hipótesis diferen-
tes: (1) se trata de una adaptación del parásito, consecuencia directa de un proceso de selección natural (hipótesis de
la adaptación) o, (2) romper huevos no es una adaptación, sino el resultado indirecto de realizar la puesta de una
forma rápida como consecuencia de que el huevo parásito tiene una cáscara más dura que los huevos de urraca
(hipótesis del accidente). Para comprobar cuál de estas hipótesis era la acertada realizamos una serie de experimen-
tos en los que simulamos el comportamiento de puesta de los críalos y los resultados más importantes fueron los
siguientes: (1) el número de huevos de urraca que se rompieron por nido en nuestras manipulaciones experimentales
fue significativamente menor que en condiciones naturales, y (2) mientras que en condiciones experimentales el
número de huevos que se rompían no dependía del número de huevos existentes en el nido, en condiciones naturales,
el número de huevos rotos por los críalos aumentaba conforme mayor era el tamaño de puesta de la urraca. Estos
resultados apoyan las predicciones de la hipótesis de la adaptación, lo que implica que la rotura de huevos no es un
accidente sino una adaptación.
Introducción que existen entre los críalos y las urracas puede ser con-
sultada en Soler et al. (1998) y Soler y Soler (2000) (ver
Las aves parásitas de cría no construyen nido ni se también Capítulo 12).
encargan de criar a sus propios pollos. Lo que hacen es Las hembras de las especies parásitas de cría, frecuen-
poner sus huevos en los nidos de otras especies, conoci- temente suelen comer, retirar, o simplemente romper uno
das como hospedadoras, que son las que se ocupan de o más huevos del hospedador. Lo más habitual es retirar y
incubar los huevos parásitos y, posteriormente, de cuidar comer un huevo del hospedador al poner el suyo como
a los pollos. Se conocen algo más de un centenar de espe- hacen las hembras del cuco (ver una revisión en Sealy
cies parásitas pertenecientes a cinco familias distintas. En 1992). Esto se ha interpretado como una adaptación, ya
Europa sólo existen dos especies, ambas pertenecientes a que consiguen recursos para la formación de los huevos
la familia Cuculidae: el cuco común (Cuculus canorus) y siguientes; sin embargo, hay especies como el críalo, que
el críalo (Clamator glandarius). El comportamiento pa- sólo rompen los huevos, sin ingerirlos, y en este caso ya
rásito del cuco ha sido ampliamente divulgado, sin em- no esta tan claro que sea una estrategia adaptativa ya que
bargo el del críalo es menos conocido y su estrategia es los beneficios no son tan evidentes.
bastante diferente a la del cuco. El críalo utiliza como Otro aspecto general que conviene destacar es que las
hospedadoras a especies de mayor tamaño que él, princi- aves parásitas de cría ponen huevos con una cáscara más
palmente la urraca (Pica pica) y más raramente la corne- gruesa y dura que las especies hospedadoras (Brooker y
ja (Corvus corone) por lo que es considerado un parásito Brooker 1991), lo que se ha interpretado como una adap-
de cría especialista (Soler 1990). Las hembras de críalo tación ya que aumentando la dureza de la cáscara del hue-
ponen sus huevos con la colaboración del macho: mien- vo parásito dificulta que éste pueda ser roto por los
tras que él distrae a las urracas, la hembra realiza la pues- hospedadores (Spaw y Rohwer 1987). Los huevos de las
ta con una enorme rapidez, pone el huevo desde el borde especies del género Clamator son especialmente resisten-
del nido en sólo unos 3 segundos (Arias de Reyna et al. tes ya que su cáscara es más gruesa y más redondeada que
1982). Una información detallada sobre la estrategia la de sus especies hospedadoras (Gaston 1976, Brooker y
reproductora del críalo y sobre los procesos coevolutivos Brooker 1991).
480 Manuel Soler
Figura 1. Huevo de críalo (a la izquierda), huevo de urraca bollado por la caída del huevo parásito (centro) y huevo de
urraca picado por los críalos (derecha). Las grietas son casi siempre muy poco conspicuas por lo que prácticamente no
se verían en la foto.
En este capítulo voy a presentar unos trabajos experi- de los nidos parasitados no se encontraron huevos rotos,
mentales que llevamos a cabo para intentar contestar a la pero esto no quiere decir que no los hubiera ya que las
pregunta de por qué los críalos pican los huevos de sus urracas suelen expulsar los huevos más dañados (Soler
hospedadores si no se los comen. Partíamos de la base de 1990, Soler et al. 1999). De hecho, el tamaño de puesta
que se trataba de una adaptación, pero después obtuvi- en estos nidos fue significativamente menor que en los
mos resultados que no apoyaban el hecho de que se trata- nidos no parasitados (Soler et al. 1997), lo que implica
ra de un comportamiento adaptativo, e incluso, otros que que algunos huevos rotos habían sido expulsados antes
apoyaban la posibilidad contraria, que se tratara de un de que inspeccionáramos el nido. El 36,2% de los nidos
accidente, por lo que nos planteamos un estudio experi- (81) que presentaban huevos rotos tenían sólo uno, pero
mental para intentar contestar a la pregunta de si romper también había nidos con dos (55), tres (41), cuatro (27),
huevos es una adaptación o se trata simplemente de un cinco (11), seis (5) o más (4) huevos rotos (Soler et al.
accidente consecuencia de una puesta rápida del huevo 1997).
parásito. En los nidos de las urracas se encuentran tres tipos de
Este capítulo esta basado en tres trabajos publicados huevos rotos (Fig. 1): picados, que son los menos fre-
previamente (Soler et al. 1997, Soler et al. 1999, Soler y cuentes (14,1%), bollados, que son los más abundantes
Martínez 2000) que a su vez estaban basados tanto en (55,2%), y agrietados (30,7%). Estos datos se obtuvieron
estudios experimentales como en datos empíricos recogi- de un total de 157 nidos parasitados que contenían 241
dos a lo largo de más de cinco años de trabajo de campo, huevos rotos (Soler et al. 1997). Estos tipos de roturas
con unos tamaños de muestra elevados de más de 300 son la consecuencia de distintas actividades por parte de
nidos parasitados. Para intentar que la lectura de este ca- los críalos (Soler et al. 1999). Los huevos picados clara-
pítulo no se haga excesivamente árida voy a evitar pre- mente han sido el resultado de una acción directa, con su
sentar los resultados de los numerosos análisis estadísti- pico, por parte de los críalos; por tanto, se trata de una
cos realizados, sólo mencionaré los más importantes y si rotura selectiva, es decir, estos huevos en ningún caso se
eran significativo o no, citando la fuente original. rompen por accidente. Los huevos bollados son el resul-
tado del choque del huevo de críalo sobre los de urraca,
consecuencia de que las hembras parásitas ponen sus hue-
Destrucción de huevos de urraca por parte de los críalos vos desde el borde del nido, lo que supone una caída de
más de 10 centímetros. Por último, también se encuen-
De 360 nidos de urraca parasitados que se estudiaron, tran huevos agrietados, estas grietas se producen bien
aparecieron huevos rotos en 224 (62,2%) mientras que en como consecuencia de la caída del huevo de críalo sobre
los nidos no parasitados por los críalos no apareció nin- dos de los de urraca, o bien como consecuencia de gol-
gún huevo roto (Soler et al. 1997). En el restante 37,8% pear la hembra los huevos con sus patas al salir del nido
CAPÍTULO 30: EL CRÍALO, UNA ESPECIE DE AVE PARÁSITA DE CRÍA,... 481
mero de pollos que llegaron a volar fue menor en los ni- vos no dañados existentes en el nido. La predicción se
dos parasitados experimentalmente que en los parasita- cumplía claramente puesto que el número de huevos de
dos naturalmente por los críalos (Tabla 1). Esto quiere urraca no dañados disminuía significativamente con el
decir que cuando los críalos ponen tarde, el romper hue- número de huevos parásitos existentes en el nido (Soler y
vos es beneficioso debido a las dos hipótesis que se pro- Martínez 2000). Con respecto a la hipótesis adaptativa
ponían, porque favorece la eclosión exitosa y porque dis- alternativa, no se cumplía puesto que sólo esporádicamen-
minuye la competencia de los pollos de urraca. te se encontraron huevos de críalo rotos en los nidos de
urraca multiparasitados (6,3% de los nidos; Soler y Mar-
tínez 2000).
Resultados que no apoyan la hipótesis de que picar La segunda predicción se realizaba teniendo en cuen-
huevos es una adaptación ta las dos especies hospedadoras principales utilizadas por
los críalos, la urraca y la corneja. Puesto que los pollos de
El tercer experimento pretendía determinar si la re- corneja, la especie de mayor tamaño, suponen una com-
ducción de la competencia entre pollos explicaba tam- petencia más eficaz para los pollos parásitos que los po-
bién la rotura de huevos cuando los críalos realizan la llos de urraca, sería de esperar que los críalos rompieran
puesta del suyo pronto. Parasitamos nidos de urraca con más huevos al parasitar nidos de corneja. Por el contrario,
un huevo de críalo que había sido puesto entre 1 y 4 días si romper huevos no fuera una estrategia adaptativa, la
más tarde que el primer huevo de urraca. En este experi- predicción sería que romperían menos huevos en los ni-
mento, en el que simulamos la puesta temprana del huevo dos de corneja puesto que estos son más grandes y de
parásito, encontramos que el éxito de los críalos en los cáscara más gruesa, por tanto más difíciles de romper
nidos experimentales era tan elevado como en los nidos (Rahn y Paganelli 1989). Obtuvimos que el porcentaje de
parasitados naturalmente, tanto en lo que respecta a los huevos rotos encontrados en los nidos de corneja era
huevos que eclosionan como a los pollos que vuelan (Ta- significativamente menor que el registrado en los nidos
bla 1). No hay diferencias significativas con los nidos de urraca, resultado que apoya fuertemente la idea de que
control, lo que quiere decir que el picar huevos cuando la romper huevos no es una adaptación, sobre todo si tene-
puesta es temprana no resulta beneficioso. mos en cuenta que el éxito reproductor del críalo es
Si picar huevos fuera una adaptación se podría prede- significativamente menor cuando parasita a la corneja que
cir que debería de existir una correlación significativa cuando utiliza como hospedadora a la urraca (Soler y
entre el éxito reproductor del críalo y el número de hue- Martínez 2000), lo cual implica que las presiones selecti-
vos rotos por nido. Sin embargo, controlando el efecto vas para que evolucione la rotura de huevos son más fuer-
del número de huevos de críalo y el número de huevos de tes cuando parasitan a las cornejas que cuando parasitan a
urraca que quedan en el nido en una regresión múltiple, las urracas.
encontramos que la relación entre el número de huevos
de urraca destruidos y diversas variables del éxito repro-
ductor del críalo no era significativa (Soler y Martínez ¿Una adaptación o un accidente?
2000), por tanto no se cumplía la predicción.
Los resultados descritos junto con el hecho de que pi-
car huevos es la única rotura hecha directamente por la
Evidencia de que picar huevos no es una adaptación hembra del críalo (los huevos bollados y agrietados son
la consecuencia indirecta del comportamiento de puesta),
También testamos dos predicciones que se podían ha- plantean una pregunta clave: ¿realmente el comportamien-
cer en los dos sentidos, considerando que se trataba de to de romper huevos de urraca es una estrategia adaptativa
una adaptación o considerando que romper huevos es sólo o se trata simplemente de un accidente consecuencia de
un accidente. Primera, si destruir huevos es simplemente la puesta rápida y de la mayor dureza de la cáscara del
una consecuencia del mecanismo de puesta de la hembra huevo parásito? Por tanto partimos de dos hipótesis dife-
parásita, en los nidos multiparasitados (tres o más huevos rentes: (1) romper huevos es una estrategia del parásito
de críalo puestos por al menos dos hembras), se puede resultado de un proceso directo de selección natural (hi-
predecir que, cuantos más huevos parásitos sean puestos pótesis de la adaptación) y, (2) romper huevos no es una
por nido, tendría que aumentar el número de huevos ro- adaptación, sino el resultado indirecto de realizar la pues-
tos. Sin embargo, si romper huevos fuera un comporta- ta de una forma rápida teniendo un huevo con una cáscara
miento adaptativo, se puede predecir que en los nidos más dura. Por tanto, el proceso no ha sido dirigido por la
multiparasitados deberían de tender a romper los huevos selección natural para provocar rotura de huevos, sino para
puestos previamente por otras hembras parásitas, tal y evitar la rotura del huevo propio, por lo que no sería una
como se ha encontrado en el cuco (Davies y Brooke 1988; adaptación sino un accidente (hipótesis del accidente).
hipótesis de la competición entre cucos). Puesto que las ¿Cómo se pueden testar experimentalmente estas dos
urracas retiran del nido los huevos que resultan más da- hipótesis? Hay que partir de la base de que picar huevos
ñados, esta predicción la testamos analizando la relación no es un accidente, está claro que es el resultado de una
entre el número de huevos parásitos y el número de hue- actividad consciente, por tanto el problema puede estar
CAPÍTULO 30: EL CRÍALO, UNA ESPECIE DE AVE PARÁSITA DE CRÍA,... 483
Figura 2. Nido real de urraca en el que se llevaron a cabo los experimentos. Esta fotografía muestra la metodología con que se llevó
a cabo el experimento dejar caer (ver texto para una descripción detallada).
con los otros dos tipos de rotura: bollados y agrietados. puede provocar la hembra al salir del nido, también bajá-
La cuestión está en si se producen de una forma acciden- bamos los huevos a nuestro nido experimental e introdu-
tal o deliberada. Entonces, la forma de testar estas hipóte- cíamos un huevo de críalo real dentro del nido y, poste-
sis sería reproducir experimentalmente el comportamien- riormente, con el dedo o con un bolígrafo de plástico rea-
to de la hembra de críalo al poner los huevos. Si la rotura lizábamos un movimiento brusco simulando la sacudida
es accidental, el número de huevos que se rompan será que podría provocar el críalo con sus patas al salir del
equivalente al número que se rompe durante el parasitis- nido. Nos llamó la atención que en las primeras pruebas
mo natural, pero si la rotura es deliberada, sería de espe- tuvimos que ir aumentando la fuerza con que empujába-
rar que se rompieran más huevos durante el parasitismo mos los huevos porque no se rompía ninguno. Para que se
que durante nuestra reproducción del acto de la puesta de produjeran roturas de huevos había que empujar con bas-
los huevos parásitos. tante fuerza, hasta el punto de que los huevos subían casi
hasta el borde del nido. Así lo hicimos, y esto quiere decir
Diseño experimental y predicciones que los resultados de nuestras manipulaciones experimen-
tales son muy conservativos ya que empujábamos muy
Se realizaron dos tipos de experimentos, uno imitan- fuerte. Realizamos dos tipos distintos de pruebas: con uno
do el mecanismo de puesta de los huevos, y otro imitando o más huevos de críalo entre los de urraca, (que es como
la salida precipitada del nido por parte de la hembra de ocurre en condiciones naturales ya que la hembra prime-
críalo, lo que puede producir una sacudida más o menos ro pone el huevo y después sale del nido), y sin huevos de
brusca de los huevos. En el primero (experimento “dejar críalo.
caer”), se recogían todos los huevos existentes en el nido Para ambos experimentos la hipótesis de la adapta-
y se ponían en un nido real de urraca que llevábamos no- ción tiene dos predicciones principales: (a) si la rotura de
sotros. Después se ponía una tira de cartón sobre el borde huevos es intencionada por parte de los críalos, el parasi-
del nido y se dejaba caer un huevo real fresco de críalo tismo natural debería de romper más huevos de urraca
(no incubado) sobre los huevos de la urraca (ver Fig. 2). que nuestras manipulaciones experimentales imitando el
Como control también se hicieron pruebas en las que se comportamiento de puesta de la hembra de críalo. Por otro
dejaba caer un huevo de urraca sobre otros de urraca, y lado (b), en las manipulaciones experimentales no debe
también lo hicimos dejando caer un huevo de críalo sobre de influir el número de huevos de urraca existente en el
otros huevos de críalo. En el segundo experimento (“mo- número de huevos rotos, mientras que en el parasitismo
ver los huevos”), en el que reproducíamos la sacudida que natural, cuantos más huevos de urraca haya en el nido,
484 Manuel Soler
Tabla 2
Resultados de las manipulaciones experimentales durante el experimento “dejar caer”: número de huevos que se rompen y tipo
de rotura que se produce. Los valores entre paréntesis son los porcentajes. Información tomada de Soler y Martínez (2000).
Tabla 3
Resultados de las manipulaciones experimentales durante el experimento “dejar caer”: salida de álbumen por la cáscara y qué
huevo se rompe, el que cae o el que recibe el impacto de la caída. Los valores entre paréntesis son los porcentajes.
Información tomada de Soler y Martínez (2000).
Tabla 4
Resultados de las manipulaciones experimentales del experimento “mover los huevos”.
Información obtenida de Soler y Martínez (2000).
deberían de romper un mayor número de ellos ya que de urraca el que se dejaba caer, sólo se rompía uno, pero
mayor será la competencia del pollo. Evidentemente, la unas veces el que caía y otras el que recibía el golpe,
hipótesis de la no-adaptación estaría apoyada por las pre- aproximadamente al 50% (Tabla 3).
dicciones opuestas. En lo que respecta al segundo experimento (“mover
los huevos”), el número de huevos que se rompían varia-
Resultados ba considerablemente según hubiera un huevo de críalo
junto con los de urraca o no. Con un huevo de críalo, en
En el primer experimento, cuando se dejaba caer un todos los casos salvo en uno se rompió algún huevo, mien-
huevo de críalo sobre una puesta de huevos de urraca, lo tras que cuando no había huevo de críalo, en más del 50%
más frecuente era que se rompiera un solo huevo de urra- de los casos no se rompió ningún huevo de urraca (Tabla
ca (85,1%) y un porcentaje similar se obtenía cuando era 4). En cuanto al tipo de rotura que sufrieron los huevos,
uno de urraca el que se dejaba caer (89,2%); pero curiosa- encontramos que cuando incluíamos el huevo de críalo
mente, cuando se dejaba caer uno de críalo sobre otros de provocaba más frecuentemente bolladuras que grietas,
críalo, lo más frecuente era que no se rompiera ninguno mientras que cuando no estaba ambos tipos de roturas se
(Tabla 2). Esto seguramente es la consecuencia de que los producían al 50% (Tabla 4). Por otro lado, al igual que
huevos de críalo tienen una cáscara más gruesa y dura ocurría en el primer experimento, la manipulación expe-
que los huevos de urraca. En lo que respecta al tipo de rimental casi nunca provocaba la salida de clara al exte-
rotura que se produce, en todos los casos predominan los rior del huevo (Tabla 4).
huevos bollados, con porcentajes superiores al 85% (Ta- Para determinar si se cumple la primera predicción,
bla 2), y por regla general estas roturas no provocaban hay que comparar los huevos rotos durante nuestros ex-
salida de clara del huevo (Tabla 3). Por otro lado, se pue- perimentos (bollados + agrietados) con los huevos rotos
de destacar que cuando se dejaba caer un huevo de críalo por los críalos en los nidos parasitados naturalmente con
sobre los huevos de urraca, siempre se rompía el de aba- sólo un huevo (picados + bollados + agrietados). Se obtu-
jo, el que recibía el golpe, sin embargo, cuando era uno vo que se rompen significativamente más huevos durante
CAPÍTULO 30: EL CRÍALO, UNA ESPECIE DE AVE PARÁSITA DE CRÍA,... 485
el parasitismo natural (media±desviación típica = 2,3±1,4, que la selección natural no puede actuar tan rápido como
n = 25) que durante nuestras manipulaciones experimen- se producen los cambios en el medio ambiente o en las
tales en los nidos a los que se les hicieron los dos experi- especies, o también, porque las mutaciones que permiti-
mentos (1,6±0,3, n = 28) (Soler y Martínez 2000). Este rían una adaptación perfecta no se hayan producido
resultado apoya la primera predicción. (Ridley 1993).
En lo que respecta a la segunda predicción, en ningu- Seguramente estos problemas del método a priori de
no de los dos experimentos se encontró una correlación estudiar adaptaciones son los responsables del hecho de
significativa entre el número de huevos rotos y el número que nuestros resultados en algunas de las pruebas descri-
de huevos existente en el nido, mientras que en condicio- tas anteriormente no apoyaran las predicciones. Además,
nes naturales sí se obtenía esa correlación positiva y sig- esas pruebas estaban basadas en comparaciones entre in-
nificativa (Soler y Martínez 2000). Es decir, las dos pre- dividuos, que es el método menos fuerte de comprobar
dicciones que hacíamos correspondientes a la hipótesis hipótesis, por lo que los resultados no eran concluyentes.
de la adaptación se cumplen; por tanto, la conclusión es Para conseguir conclusiones más consistentes era nece-
que romper huevos por parte de los críalos cuando reali- sario un enfoque experimental. Es decir, aunque en el
zan la puesta del suyo es una adaptación resultado de la experimento para comprobar la hipótesis de la competen-
selección natural. cia entre pollos cuando la puesta del huevo parásito se
realizaba pronto no se apoyaban las predicciones (no cual-
quier detalle de una estrategia tiene que tener sentido
Discusión adaptativo), y una serie de pruebas de comparación entre
individuos (método menos fuerte de comprobar hipóte-
La adaptación es un concepto muy importante en la sis) no apoyaba la hipótesis de la adaptación, e incluso, se
teoría evolutiva (ver Capítulo 7). Las adaptaciones son apoyaba la hipótesis no adaptativa, al realizar las mani-
siempre, por definición, la consecuencia de la selección pulaciones experimentales, encontramos que cuando si-
natural. Si se producen beneficios independientemente de mulábamos el comportamiento de puesta del críalo, el
la selección natural no son adaptaciones, y todas las adap- número de huevos rotos era significativamente menor que
taciones conocidas se pueden explicar por procesos de cuando los críalos parasitaban naturalmente los nidos.
selección natural (Ridley 1993). Sin embargo, frecuente- Además, aunque en los experimentos el número de hue-
mente se ha sobreestimado el papel de la adaptación ya vos rotos no dependía del número de huevos de urraca
que se la considera como la única influencia de la evolu- existentes en el nido, durante el parasitismo natural el
ción, y los biólogos evolutivos tienden a considerar la número de huevos rotos sí incrementaba con el número
selección natural como el mecanismo evolutivo dominan- de huevos de urraca existentes en el nido. Es decir, estos
te, asumiendo que es capaz de explicar casi cualquier di- resultados sí apoyan la hipótesis de que picar huevos es
ferencia fenotípica, cosa que no es cierta (Ridley 1993, una adaptación y no simplemente un accidente.
Travisano et al. 1995). A lo largo de la historia de la biología evolutiva algu-
Las adaptaciones se demuestran comprobando que se nos caracteres han sido descritos como no adaptativos;
cumplen predicciones sobre beneficios elaboradas a priori sin embargo, en todos los casos, después de realizar el
(“método a priori” de detectar adaptaciones). Este méto- estudio experimental y los análisis adecuados se concluía
do consiste en determinar la razón por la que un carácter que el carácter que se estaba estudiando era una adapta-
es favorecido por la selección natural (Williams 1992, ción controlada por la selección natural (ver ejemplos en
Maynard Smith 1993). Este método de estudiar adapta- Ridley 1993). Esto es lo que ha ocurrido también en nues-
ciones funciona correctamente si se está estudiando una tro estudio sobre el comportamiento de romper huevos
adaptación, pero el problema estriba en que muchos ca- por parte de los críalos: aunque algunas pruebas de cier-
racteres pueden no ser adaptativos (Ridley 1993), y ade- tas predicciones no apoyaban la hipótesis de que se trata-
más, no todas las diferencias entre organismos pueden ser ba de una estrategia adaptativa, cuando se realizó el estu-
explicadas como adaptaciones (Maynard Smith 1993). Si dio experimental adecuado, la conclusión fue que se tra-
el carácter que se está estudiando es una adaptación, en- taba de un comportamiento adaptativo.
tonces, su existencia tiene que ser la consecuencia de la
selección natural y sería correcto insistir en la búsqueda
del motivo por el que ese carácter es favorecido. Sin em- Agradecimientos
bargo, si el carácter no es favorecido por la selección na-
tural, el método falla. (Maynard Smith 1993, Ridley 1993). Los datos utilizados en la redacción de este capítulo
Otro problema de este método de estudiar adaptación es fueron conseguidos gracias a la colaboración de Juan J.
que frecuentemente se asume que los animales siempre Soler, Juan G. Martínez y Tomás Pérez Contreras.
están perfectamente adaptados y que cualquier detalle de Gregorio Moreno Rueda, Mª Carmen Soler Cruz y María
una estrategia tiene sentido adaptativo (Ridley 1993). Sin Dolores García, leyeron el manuscrito y aportaron suge-
embargo, las adaptaciones pueden ser imperfectas por- rencias que contribuyeron a mejorarlo.
486 Manuel Soler
Bibliografía
ARIAS DE REYNA, L., RECUERDA, P., CORVILLO, M., y SOLER, M. 1990. Relationships between the great spotted cuckoo
AGUILAR, I., 1982. Reproducción del críalo (Clamator glandarius) Clamator glandarius and its magpie hosts in a recently colonized
en Sierra Morena Central. Doñana Acta Vert. 9: 177-193. area. Ornis Scand. 21: 212-223.
BROOKER, M.G. y BROOKER, L.C. 1991. Eggshell strength in SOLER, M., SOLER, J.J. y MARTÍNEZ, J.G. 1997. Great spotted
cuckoos and cowbirds. Ibis 133: 406-413. cuckoos improve their reproductive success by damaging magpie
DAVIES, N.B. y BROOKE, M. de L. 1988. Cuckoos versus reed host eggs. Anim. Behav. 54: 1227-1233.
warblers: adaptations and counter-adaptations. Anim. Behav. 36: SOLER, M., SOLER, J.J. y PÉREZ-CONTRERAS, T. 1999. The cost
262-284. of host egg damage caused by a brood parasite: experiments on
GASTON, A.J. 1976. Brood parasitism by the pied crested cuckoo great spotted cuckoos (Clamator glandarius) and magpies (Pica
Clamator jacobinus. J Anim. Ecol. 45: 331-348. pica). Behav. Ecol. Sociobiol. 46: 381-386.
MAYNARD SMITH, J. 1993. The theory of evolution. Cambridge SOLER, M. y MARTÍNEZ, J.G. 2000. Is egg-damaging behavior by
University Press. Cambridge great spotted cuckoos an accident or an adaptation? Behav. Ecol.
MOKSNES, A. y RØSKAFT, E. 1989. Adaptations of meadow pipits 11: 495-501.
to parasitism by the common cuckoo. Behav. Ecol. Sociobiol. 24: SOLER, M., SOLER, J.J. y MARTÍNEZ, J.G. 1998. Duration of
25-30. sympatry and coevolution between the great spotted cuckoo
MOKSNES, A., RØSKAFT, E. y KORSNES, L. 1993. Rejection of (Clamator glandarius) and its primary host, the magpie (Pica pica).
cuckoo (Cuculus canorus) eggs by meadow pipits (Anthus En S.I. Rothstein y S.K. Robinson (eds.): Parasitic Birds and their
pratensis). Behav. Ecol. 4: 120-127. hosts, studies in coevolution. Pp: 113-128. Oxford University Press,
RAHN, H. y PAGANELLI, C.V. 1989. Shell mass, thickness and density Oxford.
of avian eggs derived from the tables of Schönwetter. J. Orn. 130: SPAW, C.D. y ROWER, S. 1987. A comparative study of eggshell
59-68. thickness in cowbird and other passerines. Condor 89: 307-318.
RIDLEY, M. 1993. Evolution. Boston: Blackwell Scientific Publications. TRAVISANO, M., MONGOLD, J.A., BENNETT, A.F.y LENSKI, R.E.
SEALY, S.G. 1992. Removal of yellow warbler eggs in association with 1995. Experimental tests of the roles of adaptation, chance, and
cowbird parasitism. Condor 94: 40-54. history in evolution. Science 267: 87-90.
SOLER, J.J. y SOLER, M. 2000. Brood parasite interactions between WILLIAMS, G.C. 1992. Natural selection. Domains, levels, and
great spotted cuckoos and magpies: a model system for studying challenges. Oxford University Press, Oxford.
coevolution. Oecologia 125: 309-320.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) REEVE, H.K. y SHERMAN, P.W. 1993. Adaptation and the goals of evolutionary research. Q. Rev. Biol. 68: 1-32. Una magnífica
revisión sobre el primordial papel de la adaptación en los procesos evolutivos.
(2) DAVIES, N.B. 2000. Cuckoos, cowbirds and other cheats. Una magnífica monografía sobre los parásitos de cría. Aunque aborda el
estudio de todos los grupos, presta una especial atención a las especies de la familia Cuculidae y, sobre todo a las dos especies
europeas: el cuco y el críalo. Un libro imprescindible para quien quiera profundizar en el tema del parasitismo de cría.
(3) ORZACK, S. y SOBER, E. 2001. Adaptionism and optimality. Un estupendo libro en el que se analiza la importancia de la selección
natural comparada con otras fuerzas que afectan a la evolución. Los adaptacionistas defienden que la selección natural tiene, por sí
sola, la fuerza suficiente como para explicar todo el proceso evolutivo, mientras que los detractores de esta idea sugieren que las
adaptaciones no lo pueden explicar todo.
Capítulo 31: EVOLUCIÓN DE LA INTERACCIÓN PARÁSITO-HOSPEDADOR
Santiago Merino
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES. CSIC.
José Gutiérrez Abascal, 2, E-28006 Madrid. España. E-mail: santiagom@mncn.csic.es
fisiología y su interacción con otros factores (Folstad y Por un lado la mayoría de las poblaciones naturales man-
Karter 1992, Hillgarth y Wingfield 1997, Veiga et al. tienen una gran cantidad de especies de parásitos, lo cual
1998). En este capítulo repasaremos algunos de los últi- siempre deja abierta la posibilidad de que no estemos es-
mos avances de los conocimientos sobre la evolución de tudiando la especie que sea el verdadero regulador de la
las relaciones entre parásitos y hospedadores. población hospedadora o que alguna especie de parásito
no detectada influya sobre los efectos causados por otros
parásitos. El estudio conjunto de toda la fauna parasitaria
¿Virulencia o benevolencia? de una población hospedadora en la naturaleza es prácti-
camente inabordable. Esto ha llevado al estudio de los
La virulencia puede considerarse como el efecto neto niveles de defensa de las poblaciones en vez de los efec-
que los parásitos ejercen sobre sus hospedadores y se pue- tos de parásitos concretos. La capacidad de respuesta in-
de estimar de distintas formas. La tasa de reproducción mune o inmunocompetencia en una población reflejaría
del parásito, su infectividad o el daño que el parásito cau- la virulencia media de los parásitos a los que se ha enfren-
sa a su hospedador, es decir la enfermedad, son los méto- tado esa población y por tanto nos daría una idea de los
dos más habituales de medir virulencia (Toft y Karter costos infringidos por el parasitismo. En otras palabras,
1990). En muchas ocasiones la virulencia se mide como mayores defensas en los hospedadores implicarían una
la tasa de mortalidad del hospedador inducida por el pa- mayor virulencia, ya que no se invierte mucho en “arma-
rásito. Sin embargo, los efectos del parasitismo pueden mento” sino es para defenderse de un poderoso enemigo
ser de considerable importancia aunque no impliquen la (Merino y Møller 1999). Esto significa que la medida de
muerte inmediata del hospedador. Por ejemplo, la reduc- los niveles medios de defensa de una población
ción del éxito reproductivo o de la supervivencia hasta la hospedadora es en realidad el reflejo de la virulencia me-
edad reproductora de la progenie parasitada, o la nutri- dia de los parásitos en esa población (ver Martin et al.
ción poco adecuada debido a la infección que sufren los 2001, Fig. 1).
progenitores, pueden tener un efecto considerable sobre Por otro lado, frente a enfermedades crónicas, los hos-
la eficacia biológica del individuo. Evidentemente los pedadores pueden modular sus patrones de comportamien-
parásitos drenan recursos de sus hospedadores y de ahí to reduciendo su esfuerzo y redistribuyendo la energía
pueden surgir la mayoría de sus efectos. La pérdida de hacia la defensa, haciendo difícil la detección de efectos
peso es bastante común en individuos parasitados, aun- producidos por el parásito (Atkinson y Van Riper 1991,
que ésta puede deberse también, en parte, al consumo Weatherhead y Bennett 1991). Los costes impuestos por
energético derivado de la defensa frente a la infección el parasitismo podrían ser entonces pagados en términos
(Munger y Karasov 1994). Separar ambos componentes de una menor calidad de la descendencia (Merino et al.
del gasto energético en individuos parasitados es difícil y 1996; 1998). En conclusión, la demostración de los efec-
los primeros resultados parecen indicar que la respuesta tos reales causados por los parásitos sobre sus hospeda-
inmune es costosa al menos en ciertos momentos de la dores necesita de la alteración experimental de los nive-
infección. La inducción de una respuesta inmune en les de infección (Keymer y Read 1991, Merino et al.
hospedadores por medio de la inyección de sustancias 2000). Por ejemplo, los estudios en poblaciones naturales
antigénicas inertes de distinto tipo, ha ofrecido resultados no habían sido capaces de demostrar claramente la pato-
controvertidos con respecto a su efecto sobre el costo que genicidad de varias especies de parásitos sanguíneos en
suponen para el hospedador. Así, Williams y colaborado- aves, siendo estos considerados en general como no pató-
res (1999) no encontraron efecto de la inyección de genos (Fallis y Desser 1977, Bennett et al. 1993). Sin
eritrocitos heterólogos (es decir, de otra especie) sobre el embargo, algunas hipótesis de gran importancia descan-
éxito reproductivo de estorninos (Sturnus vulgaris), mien- san sobre la suposición de que estos parásitos sanguíneos
tras que la inyección de una vacuna para la difteria-téta- son patógenos para sus hospedadores, como por ejemplo,
nos en papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) redu- la que plantea que el dimorfismo sexual se mantendría
jo su esfuerzo y su éxito reproductor (Ilmonen et al. 2000). evolutivamente como una forma de señalización de la
Es muy posible que la activación antigénica por una sus- salud del individuo (Hamilton y Zuk 1982). Las infeccio-
tancia inerte solo revele consecuencias en casos de alta nes por parásitos sanguíneos son relativamente frecuen-
demanda energética por parte del organismo en cuestión tes en casi todas las especies de aves del mundo y las
(por ejemplo, organismos en crecimiento, o con dificul- excepciones suelen estar ligadas a la ausencia de vectores
tad para encontrar alimento) dado que el antígeno puede adecuados (Bennett et al. 1992, Merino et al. 1997a, Me-
ser fácilmente eliminado. La respuesta inmune frente a rino y Mínguez 1998). En España las poblaciones de pa-
un organismo vivo y dañino podría ser mucho más im- seriformes mantienen prevalencias (porcentaje de indivi-
portante. Por otra parte, la necesidad de una adecuada duos infectados) relativamente altas de varias especies de
nutrición se ha mostrado crucial en todos los casos puesto parásitos sanguíneos (Merino et al. 1997b), en algún caso
que influye en la capacidad de respuesta inmune por par- llegando a detectarse infecciones en más del 80% de los
te del hospedador (Lochmiller et al. 1993). individuos (Fargallo y Merino 1999). Esto permitió la
El estudio del efecto de los parásitos en poblaciones manipulación experimental de la carga de protozoos san-
naturales ha resultado especialmente difícil debido a la guíneos en una población de herrerillo común (Parus
ausencia de modelos adecuados para la experimentación. caeruleus) sin tener que determinar previamente el nivel
CAPÍTULO 31: EVOLUCIÓN DE LA INTERACCIÓN PARÁSITO-HOSPEDADOR 489
40 Mortalidad
Si
Inmunocompetencia
No
30
Frecuencia
20
10
0
CONTROLES MEDICADAS
Mortalidad inducida por parásitos Tratamiento
Figura 1. Relación entre la inmunocompetencia medida como Figura 2. Mortalidad de polluelos en los nidos de herrerillo
la respuesta a la inyección de una pequeña cantidad de un común (Parus caeruleus) atendidos por hembras medicadas
mitógeno (fitohemaglutinina) y la virulencia parasitaria medi- frente a parásitos sanguíneos o controles (inyectadas con sue-
da como mortalidad inducida por parásitos en polluelos de ro). La medicación redujo con éxito la parasitación por
varias especies de aves. Se muestra la relación corregida por Haemoproteus majoris y Leucocytozoon majoris (ver Merino
posibles efectos filogenéticos (tomado de Martin et al. 2001). et al. 2000).
de infección de cada individuo. La inyección de una me- de armamentos hasta alcanzar el equilibrio. Por ejemplo,
dicación contra protozoos sanguíneos redujo con éxito la se consideraba que la atenuación de la virulencia del vi-
cantidad de dos de ellos, Haemoproteus majoris y Leuco- rus de la mixomatosis en Australia era un buen ejemplo
cytozoon majoris, y esto se tradujo en un aumento del de la evolución benigna de una relación parásito-
éxito reproductor de las hembras medicadas frente a las hospedador. Sin embargo, tras una altísima virulencia ini-
controles inyectadas solo con suero. Las hembras medi- cial, el virus se ha estabilizado en una virulencia todavía
cadas perdieron menos peso durante la reproducción que muy alta, puesto que afecta al 50% de la población (Fenner
las controles reduciendo así el costo de criar a sus pollue- 1983). También se ha planteado la posibilidad de que los
los. Además, hubo menos mortalidad de pollos en nidos parásitos mantengan una virulencia facultativa que pu-
atendidos por hembras medicadas (Merino et al. 2000, diera llegar a disminuir en el caso de que el hospedador
Fig. 2, ver Capítulo 23). redujera sus niveles de defensa haciéndose susceptible
Sea cual sea el nivel de virulencia ejercido por un pa- (Soler et al. 1998).
rásito, la pregunta clave a resolver es: ¿Evolucionan los La densidad de la población hospedadora también
parásitos hacia niveles altos de virulencia? Modelos teó- puede influir considerablemente sobre el desarrollo de la
ricos controlando varias variables que potencialmente enfermedad. En general, la mayoría de los parásitos tie-
afectan la virulencia (ver después) indican que se pueden nen una distribución agregada en la que solo unos pocos
alcanzar dos equilibrios evolutivos distintos (van Baalen hospedadores mantienen la inmensa mayoría de la pobla-
1998). Por un lado, la consecución de un equilibrio en el ción parasitaria (Fig. 4). Todavía no esta claro si esto se
que los parásitos son escasos pero muy virulentos y los debe al azar de encontrarse con la infección, a la suscep-
hospedadores dedican una cantidad considerable de sus tibilidad de los portadores frente a la mayor resistencia de
presupuestos energéticos a defensa y, por otro, una situa- los hospedadores sanos o a una mezcla de ambas cosas.
ción con parásitos abundantes pero relativamente benig- En cualquier caso, cuanto mayor sea la densidad de po-
nos y hospedadores relativamente susceptibles con pre- blación, las dificultades para la transmisión se reducen y,
supuestos de defensa modestos (Fig. 3). Estos equilibrios como consecuencia, la extensión de la enfermedad es más
podrían ocurrir en la naturaleza a muy distintos niveles y sencilla y las posibilidades de recibir múltiples infeccio-
podrían variar en función de otros factores como la dis- nes aumenta (ver después). Igualmente, se entiende que
ponibilidad de recursos para defensa. Este modelo mate- es relativamente difícil que especies con baja densidad de
mático pone de manifiesto, no obstante, que la virulencia población se vean muy afectadas por epidemias con el
no depende exclusivamente del parásito sino también del consiguiente peligro de ser llevadas a la extinción. No
hospedador. Si la respuesta defensiva del hospedador au- obstante, poblaciones reducidas de especies en peligro
menta para defenderse del parásito, puede ocurrir que el pueden ser más susceptibles a enfermedades debido a que
parásito sea eliminado con éxito o que el parásito respon- otras causas estén produciendo un gran estrés, una reduc-
da evolutivamente adaptándose a ese aumento en defen- ción de la capacidad de respuesta inmune, etc., con lo cual,
sas del hospedador. Esto conlleva la generación de una las enfermedades podrían contribuir a la extinción del
mayor virulencia al tener que superar las barreras impues- hospedador. En cualquier caso, cabe destacar aquí que si
tas por el hospedador que a su vez puede volver a aumen- bien no es aconsejable la reintroducción de animales pa-
tar sus defensas continuando así con la carrera evolutiva rasitados en la naturaleza (ver Cunningham 1996), tam-
490 Santiago Merino
A3
Sociabilidad y parasitismo
Figura 5. Tipos de transmisión y virulencia. 1= explotación del hospedador por Si la transmisión horizontal de los pa-
el parásito, 2= transmisión a un nuevo hospedador. En la transmisión horizontal rásitos conlleva una mayor virulencia so-
el parásito puede explotar a su hospedador (A) hasta el punto de causarle la bre sus hospedadores, es lógico pensar, que
muerte (virulencia alta) y luego transmitirse a un nuevo hospedador (B). En la
la densidad de la población hospedadora se
transmisión vertical el nuevo hospedador (A1-3) es un descendiente del actual
(A) por lo cual el parásito no drena tantos recursos (virulencia baja) para permitir
acompaña de un aumento en los costes del
la reproducción del hospedador. parasitismo dado que las posibilidades para
ese tipo de transmisión aumentan y, con
ella, las posibilidades de infecciones mix-
mento en defensas por parte del hospedador, el parásito tas que también se relacionan con una mayor virulencia
cuenta con una gran capacidad de producir descendientes parasitaria. Esto tiene claras implicaciones de cara a la
y, por tanto, las probabilidades de que alguno de ellos evolución de la socialidad, puesto que los beneficios de
pueda portar una mutación que le permita sobrepasar esas la vida social han de ser mayores que sus costos para que
nuevas defensas es relativamente alta. Sin embargo, la esta ocurra. (Brown y Brown 1986, Merino y Møller 1999,
capacidad de respuesta por parte del hospedador para ge- Møller et al. 2001).
nerar nuevos genotipos que puedan combatir al parásito En general, parece claro que la socialidad implica un
es reducida. La manera de poder seguir en la carrera evo- mayor costo en términos de parasitismo. Las especies gre-
lutiva de lucha frente a los parásitos es una alta tasa de garias desarrollan niveles de defensa mayores como de-
recombinación genética que se consigue con la reproduc- muestran análisis comparativos entre especies. Así, espe-
ción sexual. Esta es una de las llamadas hipótesis de la cies que frecuentemente reutilizan sus nidos como las que
reina roja. En este caso se refiere a los efectos de la selec- crían en oquedades, o especies de cría colonial que sue-
ción dependiente de la frecuencia (ver Capítulo 16) y el len ocupar los mismos lugares de nidificación año tras
mantenimiento de la variación genética desde un punto año, tienen órganos de defensa inmune (bursa de Fabricio
de vista microevolutivo. La evolución “egoísta” de los y bazo) más desarrollados que aves que no reutilizan sus
genes (Dawkins 1988) no favorecería la reproducción nidos (Møller y Erritzoe 1996). Otro buen ejemplo lo ofre-
sexual frente a la asexual puesto que sólo la mitad del ce el trabajo de Brown y Brown (1986) mostrando que el
genoma de sus descendientes es compartido por el proge- tamaño de colonia estaba relacionado con la abundancia
nitor. ¿Por qué entonces una gran mayoría de seres vivos de la chinche hematófaga Oeciacus vicarius, que reduce
son fundamentalmente sexuados? El mantenimiento de la supervivencia y el peso de los polluelos de la golondri-
la variabilidad genética necesaria para combatir a los pa- na americana Hirundo pyrrhonota. Además, especies co-
rásitos podría haber dirigido a los seres vivos a la repro- loniales de golondrinas tienen mayores niveles de defen-
ducción sexual (Hamilton 1980, ver Capítulo 9). Todavía sa inmune que especies solitarias (Fig. 7; Møller et al.
no hay muchos ejemplos que muestren claramente la ven- 2001). Por otro lado, el hecho de que especies solitarias
taja evolutiva del sexo para combatir la enfermedad. Jo- no estén habituadas a soportar tantas presiones parasita-
kela y Lively (1995) estudiaron las relaciones entre sexo rias, implicaría que ante la eventualidad de la infección,
CAPÍTULO 31: EVOLUCIÓN DE LA INTERACCIÓN PARÁSITO-HOSPEDADOR 493
0.5
A)
Pocas 0.6
larvas
Inmunocompetencia (mm)
0.4
Peso medio residual de los pollos (g)
Muchas
0 larvas
0.2
Muchas
larvas
0.0
0 1000 2000 3000 4000
Tamaño de colonia (parejas)
B)
-0.5
3
Inmunocompetencia (mm)
Pocas
larvas
-1 1
0
Baja Alta 0 1000 2000 3000 4000
Figura 6. Efecto de la abundancia de dos especies de Figura 7. Relación entre la inmunocompetencia medida como
ectoparásitos (larvas de Protocalliphora azurea y ácaros la respuesta a la inyección de una pequeña cantidad de un
Dermanyssus gallinoides) sobre el peso medio de la nidada mitógeno (fitohemaglutinina) y el tamaño medio de colonia
en el papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca). La presen- en varias especies de golondrinas (Hirundinidae). (a) adultos
cia de gran número de ambos parásitos no implica un mayor y (b) polluelos. (tomado de Møller et al. 2001).
daño para los pollos. (tomado de Merino y Potti 1995).
podrán verse mucho más negativamente afectadas que eludir el parasitismo o como consecuencia directa de la
especies más habituadas. En principio, ante una nueva parasitación. Ambos casos han sido documentados. Va-
infección por un parásito, el resultado puede ser variable; rias especies de parásitos han evolucionado de forma que
por un lado podría no haber un gran efecto puesto que el son capaces de modificar el comportamiento de sus
parásito podría no adaptarse convenientemente al hospe- hospedadores para mejorar su transmisión al que general-
dador o este podría compensar un efecto reducido aumen- mente es su hospedador definitivo. Un ejemplo muy cla-
tando su nutrición o variando su fisiología. Por otra parte, ro de este tipo de sistema es el de la cercaria del trematodo
el efecto podría ser muy marcado si los niveles de defensa Dicrocoelium dendriticum, que migra dentro del sistema
del hospedador son reducidos en comparación con los que nervioso del hospedador intermediario, una hormiga del
se ha encontrado el parásito en otras especies. La infec- género Formica. La infección altera el comportamiento
ción experimental de nidos de una especie de golondrina de la hormiga que sube a lo alto de la vegetación donde se
de cría solitaria, la golondrina dáurica (Hirundo dauri- agarran con fuerza con sus mandíbulas. De esta forma el
ca), por un ectoparásito generalista que ataca fundamen- parásito consigue llegar a su hospedador definitivo, la
talmente a especies de cría colonial como el Avión co- oveja, que se comerá a la hormiga junto con la vegetación
mún (Delichon urbica) muestra que el efecto del parásito (Hohorst y Lämmler 1962). Existen muchos otros ejem-
es mayor en la especie solitaria produciendo mayor mor- plos de este tipo y siguen describiéndose más en la actua-
talidad, mientras que las respuestas fisiológicas son va- lidad (ver ejemplos en Barnard y Behnke 1990, Apanius
riables con respecto a las presentadas por especies más y Schad 1994, Moore 1995).
coloniales (Merino et al. 2001). También se conocen casos que describen ciertos com-
portamientos que pueden reducir el efecto de los parási-
tos. Los rebaños suelen agruparse cuando existen gran-
Conducta y parasitismo des cantidades de mosquitos para reducir, así, la superfi-
cie de cada individuo que queda expuesta a la picadura
El parasitismo puede modificar el comportamiento de (Mooring y Hart 1992). También parece que la postura
los hospedadores de muy distintas formas. Por un lado, que adoptan varias especies de aves para dormir escon-
los hospedadores pueden cambiar su comportamiento para diendo la cabeza debajo del ala y encogiendo una pata,
494 Santiago Merino
Bibliografía
ANDERSON, R. M. y MAY, R. M. 1979. Population biology of Haemoproteus. En J.E. Loye y M. Zuk (eds.): Bird-parasite
infectious diseases: Part I. Nature 280: 361-367. interactions: Ecology, evolution, and behavior. Pp: 19-48. Oxford
APANIUS, V. y SCHAD, G.A. 1994. Host behavior and the flow of Univ. Press, Oxford.
parasites through host populations. En M.E. SCOTT y G. SMITH BARNARD, C.J. y BEHNKE, J.M. 1990. Parasitism and host behaviour.
(eds.): Parasitic and Infectious diseases. Epidemiology and ecology. Taylor and Francis, Londres.
Pp: 115- 128. Academic Press, San Diego. BENNETT, G.F., MONTGOMERIE, R. y SEUTIN, G. 1992. Scarcity
ATKINSON, C.T. y VAN RIPER III, C. 1991 Pathogenicity and of haematozoa in birds breeding on the Arctic tundra of North
epizootiology of avian hematozoa: Plasmodium, Leucocytozoon and America. Condor 94: 289-292.
CAPÍTULO 31: EVOLUCIÓN DE LA INTERACCIÓN PARÁSITO-HOSPEDADOR 495
BENNETT, G.F., PEIRCE, M.A. y ASHFORD, R.W. 1993 Avian LIVELY, C.M. 1992. Parthenogenesis in a freshwater snail: reproductive
Haematozoa: Mortality and pathogenicity. J. Nat. Hist. 27: 993- assurance versus parasitic release. Evolution 46: 907-913.
1001. LIVELY, C.M. 1996. Host-parasite coevolution and sex. BioScience
BROWN, C.R. y BROWN, M.B. 1986. Ectoparasitism as a cost of 46: 107-114.
coloniality in cliff swallows (Hirundo pyrrhonota). Ecology 67: LOCHMILLER, R.L., VESTEY, M.R. and BOREN, J.C. 1993. Rela-
1206-1218. tionship between protein nutritional status and immunocompeten-
BULL, J.J. 1994. Virulence. Evolution 48: 1423-1437. ce in northern bobwhite chicks. Auk 110: 503-510.
CHENG, T.C. 1978. Parasitologia General. Editorial AC, Madrid. LYLES, A.M. y DOBSON, A.P. 1993. Infectious disease and intensive
CLARK, I.A. 2001. Heterologous immunity revisited. Parasitology 122: management: Population dynamics, threatened hosts, and their
S51-S59. parasites. J. Zoo Wildl. Med. 24: 315-326.
CLAYTON, D.H. y TOMPKINS, D.M. 1994. Ectoparasite virulence is MARTIN, T.E., MØLLER, A.P., MERINO, S. y CLOBERT, J. 2001.
linked to the mode of transmission. Proc. R. Soc. Lond. B 256: Does clutch size evolve in response to parasites and immunocom-
211-217. petence? Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 98: 2071-2076.
COX, F.E.G. 2001. Concomitant infections, parasites and immune MAY, R.M. y ANDERSON, R.M. 1979. Population biology of infectious
responses. Parasitology 122: S23-S38. diseases: Part II. Nature 280: 455-461.
COX, H.W. 1952. The effect of concurrent infection with the dog MERINO, S., y MINGUEZ, E. 1998. Absence of haematozoa in a
hookworm, Ancylostoma caninum, on the natural and acquired breeding colony of the storm petrel. Ibis 140: 180-181.
resistance of mice to Trichinella spiralis. J. Elisha Mitchell Sci. MERINO, S. y MØLLER, A.P. 1999. The coevolution of virulence and
Soc. 68: 222-235. immune defence in birds. En N.J. Adams y R.H. Slotow (eds.):
CUNNINGHAM, A.A. 1996. Disease risks of wildlife translocations. Proceedings of the 22nd International Ornithological Congress,
Conserv. Biol. 10: 349-353. Durban. Pp: 2158-2162. Birdlife South Africa, Johannesburg.
DAWKINS, R. 1988. El gen egoísta. Salvat Editores, Barcelona. MERINO S. y POTTI J. 1995. Mites and blowflies decrease growth and
FALLIS, A.M. y DESSER, S.S. 1977. On species of Leucocytozoon, survival in nestling pied flycatchers. Oikos 73: 95-103.
Haemoproteus, and Hepatocystis. En J.P. Kreier (ed.): Parasitic MERINO, S., POTTI, J. y FARGALLO, J.A. 1997b. Blood parasites of
protozoa. Pp: 239-266. Academic Press, New York. some passerine birds from central Spain. J. Wild. Dis. 33: 638-641.
FARGALLO, J.A. y MERINO, S. 2000 Brood size manipulation MERINO, S., POTTI, J. y MORENO, J. 1996. Maternal effort mediates
modifies the intensity of infection by Haematozoa in female blue the prevalence of trypanosomes in the offspring of a passerine bird..
tits Parus caeruleus. Ardea 87: 261-268. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 93: 5726-5730.
FENNER, F. 1983. Biological control as exemplified by smallpox MERINO, S., BARBOSA, A., MORENO, J. y POTTI, J. 1997a. Absence
eradication and myxomatosis. Proc. R. Soc. Lond. B 218: 259-285. of hematozoa in a wild chinstrap penguin Pygoscelis antarctica
FOLSTAD, I. y KARTER, A.J. 1992. Parasites, bright males and the population. Polar Biol. 18: 227-228.
immunocompetence handicap. Am. Nat. 139: 603-622. MERINO, S., MARTÍNEZ, J., MØLLER, A.P., BARBOSA, A., DE
FRANK, S.A. 1996. Models of Parasite virulence. Quart. Rev. Biol. 71: LOPE, F. y RODRÍGUEZ-CAABEIRO, F. 2001. Physiological and
37-78. haematological consequences of a novel parasite on the red-rumped
GEHLBACH, F.R. y BALDRIDGE, R.S. 1987. Live blind snakes swallow Hirundo daurica. Int. J. Parasitol. 31: 1187-1193.
(Leptotyphlops dulcis) in eastern screech owl (Otus asio) nests: a MERINO, S., MORENO, J., POTTI, J., DE LEÓN, A. y RODRÍGUEZ,
novel commensalism. Oecologia 71: 560-563. R. 1998. Nest ectoparasites and parental effort in pied flycatchers.
HALDANE, J.B.S. 1949. Disease and evolution. Ricer. Sci. 19, Suppl.: Biol. Cons. Fauna 102: 200-205.
68-76. MERINO, S., MORENO, J., SANZ, J.J. y ARRIERO, E. 2000. Are
HAMILTON, W.D. 1980. Sex versus non-sex versus parasite. Oikos avian blood parasites pathogenic in the wild? A medication
35: 282-290. experiment in blue tits. Proc. R. Soc. Lond. B, 267:2507-2510.
HAMILTON, W.D. y ZUK, M. 1982. Heritable true fitness and bright MØLLER, A.P. 1994. Parasites as a environmental component of
birds: A role for parasites? Science 218: 384-387. reproduction in birds as exemplified by the swallow Hirundo
HART, B.J. 1997. Behavioural defence. En D.H. Clayton y J. Moore rustica. Ardea 82: 161-172.
(eds.): Host-parasite evolution. General principles and avian models. MØLLER, A.P. 1998. Evidence of larger impact of parasites on host in
Pp: 59-77. Oxford Univ. Press, Oxford. the tropics: Investment in immune function within and outside the
HERRE, E.A. 1993. Population structure and the evolution of virulence tropics. Oikos 82: 265-270.
in nematode parasites of fig wasps. Science 259: 1442-1445. MØLLER A.P. y ERRITZØE, J. 1996. Parasite virulence and host
HILLGARTH, N. y WINGFIELD, J.C. 1997. Parasite-mediated sexual immune defense: Host immune response is related to nest reuse in
selection: endocrine aspects. En: D.H. Clayton y J. Moore (eds.): birds. Evolution 50: 2066-2072.
Host-parasite evolution. General principles and avian models. Pp: MØLLER A.P. y ERRITZØE, J. 1998. Host immune defence and
78-104. Oxford Univ. Press, Oxford. migration in birds. Evolut. Ecol. 12: 945-953.
HOHORST, W. y LÄMMLER, G. 1962. Experimentelle Dicrocoeliose- MØLLER A.P. y ERRITZØE, J. 2000. Predation against birds with low
Studien. Tropenmed. Parasitol. 13: 377-397. immunocompetence. Oecologia 122: 500-504.
ILMONEN, P., TAARNA, T. y HASSELQUIST, D. 2000. Experimen- MØLLER A.P., MERINO, S., BROWN, C.R. y ROBERTSON, R.J.
tally activated immune defence in female pied flycatchers results in 2001. Immune defense and host sociality: A comparative study of
reduced breeding success. Proc. R. Soc. Lond. B 267: 665-670. swallows and martins. Amer. Nat. 158: 136-145.
JOKELA, J. y LIVELY, C.M. 1995. Parasites, sex, and early reproduction MOORE, J. 1995. The behaviour of parasitized animals. When an ant...
in a mixed population of freshwater snails. Evolution 49: 1268- is not an ant. BioScience 45: 89-96.
1271. MOORING, M.S. y HART B.L. 1992. Animal grouping for protection
KEYMER, A.E. y READ, A.F. 1991. Behavioural Ecology: the impact from parasites: Selfish herd and encounter dilution effects.
of parasitism. En: C.A. Toft, A. Aeschlimann y L. Bolis, L. (eds.): Behaviour 123:173-193.
Parasite-Host Associations: Coexistence or Conflict? Pp: 37-61. MORENO, J., MERINO, S., POTTI, J., DE LEÓN, A. y RODRÍGUEZ,
Oxford Univ. Press, Oxford. R. 1999. Maternal energy expenditure does not change with flight
LAFFERTY, K.D. 1993. The marine snail, Cerithidea californica, costs or food availability in the pied flycatcher (Ficedula hypoleuca):
matures at smaller sizes where parasitism is high. Oikos 68: 3-11. costs and benefits for nestlings. Behav. Ecol. Sociobiol. 46: 244-251.
LIVELY, C.M. 1987. Evidence from a New Zealand snail for the MUNGER, J.C. y KARASOV, W.H. 1994. Costs of bot fly infection in
maintenance of sex by parasitism. Nature 328: 519-521. white-footed mice: energy and mass flow. Can. J. Zool. 72: 166-173.
496 Santiago Merino
PRICE, P.W. 1980. Evolutionary biology of parasites. Princeton VAN VALEN, L. 1973. A new evolutionary law. Evolut. Theory 1: 1-30.
University Press, Princeton. VEIGA, J.P., SALVADOR, A., MERINO, S. y PUERTA, M. 1998.
SMITH, N.G. 1968. The advantage of being parasitized. Nature 219: Reproductive effort affects immune response and parasite infection
690-694. in a lizard: a phenotypic manipulation using testosterone. Oikos
SOLER, J.J., MØLLER A.P. y SOLER, M. 1998. Mafia behaviour and 82: 313-318.
the evolution of facultative virulence. J. theor. Biol. 191: 267-277. WEATHERHEAD, P.J. y BENNETT, G.F. 1991. Ecology of red-winged
TOFT, C.A. 1991. Current theory of host-parasite interactions. En J.E. blackbird parasitism by Haematozoa. Can. J. Zool. 69: 2352-2359.
Loye y M. Zuk (eds): Bird-parasite interactions. Ecology Evolution WILLIAMS, T.D., CHRISTIANS, J.K., AIKEN, J.J. y EVANSON, M.
and behaviour. Pp: 3-18. Oxford Univ. Press, Oxford. 1999. Enhanced immune function does not depress reproductive
TOFT, C.A. y KARTER, A.J. 1990. Parasite-host coevolution. Trends output. Proc. R. Soc. Lond. B 266: 753-757.
Ecol. Evol. 5: 326-329. WINDSOR, D.A. Equal rights for parasites. Conserv. Biol. 9: 1-2.
VAN BAALEN, M. 1998. Coevolution of recovery ability and virulence.
Proc. R. Soc. Lond. B 265: 317-325.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) BARNARD, C.J. y BEHNKE, J.M. 1990. Parasitism and host behaviour. Taylor and Francis, Londres. En capítulos escritos por
expertos en cada tema se repasan las distintas alteraciones que parásitos y hospedadores inducen mutuamente sobre sus comporta-
mientos.
(2) CLAYTON, D.H. y MOORE, J. 1997. Host-Parasite Evolution. General principles and avian models. Oxford Univ. Press, Oxford.
Aunque centrado en modelos aviares la mayor parte del libro ofrece una revisión general sobre distintos aspectos de la evolución
entre parásitos y hospedadores. Los apéndices sobre recolección, identificación y cuantificación de parásitos pueden ser útiles para
el que se aproxime por primera vez al estudio de estos seres.
(3) LOYE, J.E. y ZUK, M. 1991. Bird-parasite interactions. Ecology, Evolution and Behaviour. Oxford Univ. Press, Oxford. Un tomo
que aporta una gran cantidad de ejemplos de estudios sobre la relación entre aves y sus parásitos. Organizado en secciones sobre
ecología, comportamiento y selección sexual.
(4) POULIN, R. 1998. Evolutionary ecology of parasites: from individuals to communities. Chapman and Hall, Londres. Este libro nos
ofrece el estudio de la evolución entre parásito y hospedador desde un punto de vista muchas veces olvidado; el del parásito.
(5) TOFT, C. A., AESCHLIMANN, A. y BOLIS, L. 1991. Parasite-Host Associations: Coexistence or Conflict? Oxford Univ. Press,
Oxford. Este volumen revisa los conocimientos generales sobre las relaciones entre parásitos y hospedadores tocando gran cantidad
de aspectos sobre los distintos factores que pueden influir en dicha relación.
Capítulo 32: INFLUENCIA DE LA SELECCIÓN SEXUAL SOBRE
EL COMPORTAMIENTO REPRODUCTOR DE LOS ODONATOS
Adolfo Cordero Rivera
DEPARTAMENTO DE ECOLOXÍA E BIOLOXÍA ANIMAL. UNIVERSIDADE DE VIGO
E.U.E.T. Forestal, Campus Universitario, 36005-Pontevedra. E-mail: acordero@uvigo.es
El comportamiento reproductor de los odonatos ha sido estudiado intensamente en las últimas décadas, ya que
estos insectos son relativamente grandes y fáciles de observar en condiciones naturales. Este capítulo revisa la
influencia de la selección sexual sobre la evolución de la conducta reproductora pre- y postcópula. La intensidad de
la selección sexual precópula es muy alta en las especies territoriales. En la mayoría de las especies, los machos de
mayor tamaño y con más reservas energéticas, consiguen mejores territorios y con ello mayor éxito. Sin embargo
también son comunes los casos de estrategias alternativas utilizadas por los machos de menor tamaño, más viejos o
con menores reservas energéticas. En las especies no territoriales, la longevidad es usualmente el factor más
correlacionado con el éxito en el apareamiento. Algunos estudios han sugerido que los machos más simétricos
tienen más éxito, pero los últimos trabajos no han corroborado esta relación. La selección sexual después del inicio
de la cópula se manifiesta en los complejos comportamientos que han evolucionado en el contexto de la competen-
cia espermática. Entre éstos destaca la habilidad para extraer el semen de los rivales usando la propia genitalia, una
doble función de la genitalia masculina ampliamente difundida en este orden. En otras especies el esperma de los
rivales no es completamente accesible a la genitalia del macho. La prolongada duración de la cópula podría ser en
algunos casos debida a elección femenina críptica. En al menos dos especies los machos son aparentemente capaces
de estimular a la hembra para que expulse esperma de la espermateca, y en una de ellas, la duración de la cópula está
correlacionada con el éxito en la fertilización. Estas observaciones sugieren que la elección femenina críptica es un
fenómeno relevante en los odonatos, que debe ser estudiado con mayor atención en el futuro.
Figura 1. Fases típicas del comportamiento reproductor en odonatos. La captura en tándem de la hembra (a) constituye el inicio de
la secuencia. En ocasiones las hembras rechazan al macho en esta fase. A continuación, si la hembra da muestras de receptividad,
el macho transfiere el esperma desde el extremo del abdomen hasta la vesícula seminal situada en la parte ventral del segundo
segmento abdominal (b). La cópula consta al menos de dos fases claramente diferenciadas. En la primera, denominada estado I (c),
se observan movimientos rítmicos del abdomen del macho. Su función es básicamente la extracción del esperma de los machos
que se aparearon anteriormente con la hembra. En el estado II (d) el abdomen del macho se pliega y se produce la inseminación.
Finalmente la pareja en tándem realiza la puesta (e).
conseguido asirlas, y esto no siempre se explica porque la den ser más o menos hábiles a la hora de localizar hem-
hembra sea inmadura sexualmente, ya que en ocasiones bras receptivas o bien defender territorios donde es más
la misma hembra acepta a otro macho al cabo de unos probable la reproducción, lo que implica selección
minutos. Después de la transferencia de esperma (Fig.1b), intrasexual (ver Capítulo 13). Las hembras por su parte
tiene lugar el apareamiento propiamente dicho, de dura- pueden o no aceptar el apareamiento, y en ese caso reali-
ción extremadamente variable tanto entre especies como zar elección de pareja (selección intersexual). También es
dentro de la misma especie (Fig. 1c y d). Finalizado el posible la acción de la selección sexual postcópula, ya
apareamiento algunas especies se mantienen en tándem que las hembras habitualmente se aparean con varios
durante (casi) todo el tiempo que dura la oviposición machos a lo largo de su vida. El objetivo de este capítulo
(Fig.1e), pero en otras especies la hembra realiza la pues- es realizar una revisión de los estudios sobre comporta-
ta en solitario. miento reproductor de los odonatos para establecer qué
Esta descripción del comportamiento reproductor de sabemos acerca de la importancia de la selección sexual
los odonatos pone de manifiesto que la selección sexual en este grupo. Para ello me basaré fundamentalmente en
puede ser intensa en varios momentos. Los machos pue- los estudios que mi grupo de investigación ha realizado
CAPÍTULO 32: INFLUENCIA DE LA SELECCIÓN SEXUAL SOBRE EL COMPORTAMIENTO REPRODUCTOR DE LOS ODONATOS 499
Tabla 1
Variables estudiadas en relación con el éxito reproductor (número de cópulas) de los machos de odonatos
Tabla 1
Variables estudiadas en relación con el éxito reproductor (número de cópulas) de los machos de odonatos (continuación)
músculos alares) (Tabla 1). A pesar de que en muchas ha observado un cambio de la mayoría de los machos al
especies el comportamiento territorial sea la norma, algu- sistema no territorial (Cordero 1999). Esto está de acuer-
nos machos utilizan una estrategia alternativa no territo- do con la teoría de optimización del comportamiento: sólo
rial, ya que son incapaces de defender el territorio, por puede mantenerse el comportamiento territorial cuando
tener bajas reservas energéticas (Forsyth y Montgomerie los beneficios son mayores que los costes, y a elevada
1987; Plaistow y Siva-Jothy 1996). Si la densidad pobla- densidad no compensa defender el territorio (Alcock
cional es muy elevada, en Calopteryx haemorrhoidalis se 1993).
502 Adolfo Cordero Rivera
Figura 4. Costes de la cópula: pareja de Ischnura elegans atacada por una araña, que ha conseguido capturar a la hembra.
Por su parte el macho, en el momento que inicia la final del abdomen (Fig. 5d). Aquí se sitúa un complejo
cópula, puede invertir más o menos recursos (tiempo, es- órgano donde el esperma es almacenado en una bolsa
perma, otras substancias del eyaculado, etc.) en ese apa- copuladora y una, dos o incluso más espermatecas. La
reamiento. Las hembras de odonatos se aparean usual- bolsa copuladora se comunica con la vagina, donde se
mente con varios machos a lo largo de su vida y almace- introduce el edeago (Fig. 5a) durante la cópula. El descu-
nan el esperma en la bolsa copuladora y la espermateca brimiento de Waage fue que los machos de algunas espe-
(Fig. 5d). Esto produce gran competencia entre los cies son capaces de extraer el esperma de los rivales, gra-
eyaculados de los diferentes machos (competencia cias a que su genitalia está provista de espinas orientadas
espermática, ver Capítulo 14; Parker 1970). En este apar- hacia atrás (Fig. 5c), que “atrapan” el semen y lo expul-
tado revisaré lo que conocemos acerca de estos compor- san con cada movimiento rítmico del abdomen que el
tamientos en odonatos. macho realiza durante la cópula.
Miller y Miller (1981) demostraron que la cópula se
Mecanismos de competencia espermática puede dividir en varias fases en odonatos, según la posi-
ción y los movimientos del abdomen de macho y hembra
En 1979 se publicó un estudio sobre el comportamien- (Fig. 1c, d). En la primera fase (estado I), que ocupa más
to reproductor de Calopteryx maculata, que ha determi- del 80% del tiempo total de cópula, se produce la extrac-
nado un antes y un después en la etología (Waage 1979). ción del esperma de los rivales. En la segunda fase (esta-
En dicho estudio Jonathan Waage demostró que el apa- do II) se inicia la inseminación, que continúa hasta el fi-
reamiento en los odonatos ha estado sometido a una in- nal de la cópula o bien finaliza en el estado III, de función
tensa selección sexual postcópula, y ello ha determinado poco conocida. Actualmente se sabe que la extracción del
la evolución de mecanismos para evitar la competencia semen de los rivales es común en odonatos, y constituye
espermática. En C. maculata, los machos dedican la ma- el mecanismo más difundido para evitar la competencia
yor parte de su breve apareamiento (70-80 s) a extraer el espermática en este orden.
semen de los machos que se habían apareado anterior- Si la mayor duración de la cópula tuviese un coste
mente con la hembra, y sólo al final realizan la insemina- para los machos (por ejemplo reducción de oportunida-
ción. El ingenioso método del que se valió Waage para su des para buscar nuevos apareamientos), la selección po-
descubrimiento fue estimar el volumen de esperma que la dría favorecer la optimización del tiempo de cópula si la
hembra almacena antes, durante y después de la cópula. hembra tiene poco o nada de esperma almacenado. Ba-
Comprobó cómo el esperma almacenado alcanzaba un sándonos en esta idea hemos predicho que los machos de
mínimo al cabo de unos segundos de iniciada la cópula. odonatos deberían ser capaces de “detectar” el estatus
El sistema reproductor femenino de los odonatos cons- reproductivo de la hembra con la que se aparean. Nues-
ta de dos oviductos que se unen en un conducto común al tros resultados demuestran que los machos de varias es-
504 Adolfo Cordero Rivera
Figura 5. Genitalia femenina y masculina en Ceriagrion tenellum. Vista lateral del edeago (A). La parte final (a la izquierda de la
imagen), plegada sobre si misma, se usa a modo de cuchara para la extracción del esperma de cópulas previas, almacenado en
la bolsa copuladora de la hembra. Para ello la parte interna de la cuchara está recubierta de espinas dirigidas hacia atrás (B), que
también se observan en los laterales del pene (C) y servirían para atrapar las masas de esperma. Fotografía al microscopio óptico de
la genitalia de una hembra cuya segunda cópula fue interrumpida al final del estado I (D). Se observa la espermateca (s), llena de
esperma, la bursa (b), completamente vacía después de la acción masculina, y los sensilios (e) que el macho podría estimular
durante la cópula.
pecies de odonatos son capaces de “distinguir” entre hem- “expulsar mediante lavado” el esperma de los rivales (algo
bras vírgenes y apareadas (Fig. 6). A diferencia de la ma- que aparentemente ocurre también en cefalópodos y tibu-
yor parte de insectos en los que los machos son capaces rones pero inyectando agua a presión; Alcock 1993) o
de “distinguir” el estado reproductivo de las hembras an- bien aumentar la proporción de esperma almacenado pro-
tes de la cópula, en los odonatos esta “distinción” se rea- veniente de su eyaculación. En ambos casos el resultado
liza una vez iniciada la cópula. El mecanismo fisiológico final sería el mismo: aumentar la probabilidad de fertili-
del que se valen es aparentemente una serie de sensilios zar los huevos.
presentes en la superficie del pene (Andrés y Cordero Otras especies de odonatos “empaquetan” el esperma
2000). rival hacia zonas lejanas del punto de fertilización (Waage
Cordero et al (1995) estudiaron el comportamiento 1984), y en Calopteryx haemorrhoidalis asturica la
reproductor de Coenagrion scitulum, una especie que estimulación genital induce a las hembras a expulsar el
manifiesta cópula cíclica. Esta especie realiza 2-7 cópu- esperma de los machos anteriores (Córdoba-Aguilar
las (con sus correspondientes estados I y II) en una sola 1999).
secuencia de apareamiento y repite la transferencia de Otro comportamiento que ha evolucionado como con-
esperma antes de cada una de estas cópulas. De los expe- secuencia de la competencia espermática, es el tándem
rimentos realizados se dedujo la existencia de otro meca- postcópula, del cual me ocuparé más adelante.
nismo adicional de competencia espermática: la insemi-
nación abundante. Aparentemente los machos de C. Mecanismos de elección femenina críptica
scitulum son incapaces de extraer la mayor parte del se-
men de los rivales (Cordero et al. 1995). Mediante una Una vez iniciada la cópula o incluso después de su
inseminación abundante y repetida, los machos podrían finalización, la hembra tiene variados mecanismos para
CAPÍTULO 32: INFLUENCIA DE LA SELECCIÓN SEXUAL SOBRE EL COMPORTAMIENTO REPRODUCTOR DE LOS ODONATOS 505
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
ALCOCK, J. 1987. The effects of experimental manipulation on the CAMPANELLA, P.J. 1975. The evolution of mating systems in
behaviour of two Calopterygid damselflies that exhibit resource- temperate zone dragonflies (Odonata: Anisoptera) II. Libellula luc-
defense polygyny. Can. J. Zool. 65: 2475-2482. tuosa (Burmeister). Behaviour 54: 278-310.
ALCOCK, J. 1993. Animal Behavior. Sinauer, Sunderland, CARCHINI, G., CHIAROTTI, F., DI DOMENICO, M. y PAGANOTTI,
Massachusetts. M. 2000. Fluctuating asymmetry, size and mating success in males
ANDRÉS, J.A. y CORDERO, A. 1998. Effects of water mites on the of Ischnura elegans (Vander Linden) (Odonata: Coenagrionidae).
damselfly Ceriagrion tenellum. Ecol. Entomol. 23: 103-109. Anim. Behav. 59: 177-182.
ANDRÉS, J.A. y CORDERO, A. 2000. Copulation duration and CONRAD, K.F. 1992. Relationships of larval phenology and imaginal
fertilization success in a damselfly: an example of cryptic female size to male pairing success in Argia vivida Hagen (Zygoptera:
choice? Anim. Behav. 59: 695-703. Coenagrionidae). Odonatologica 21: 335-342.
ANHOLT, B.R. 1991. Measuring selection on a population of CONRAD, K.F. y PRITCHARD, G. 1992. An ecological classification
damselflies with a manipulated phenotype. Evolution 45: of odonate mating systems: the relative influence of natural, inter-
1091-1106. and intra-sexual selection on males. Biol. J. Linn. Soc. 45: 255-269.
ARNQVIST, G. 1998. Comparative evidence for the evolution of CONVEY, P. 1989. Influences on the choice between territorial and
genitalia by sexual selection. Nature 393: 784-785. satellite behaviour in male Libellula quadrimaculata Linn.
ARNQVIST, G. y DANIELSSON, I. 1999. Copulatory behavior, geni- (Odonata: Libellulidae). Behaviour 109: 125-141.
tal morphology, and male fertilization success in water striders. CORBET, P.S. 1980. Biology of Odonata. Annu. Rev. Entomol. 25:
Evolution 53: 147-156. 189-217.
BANKS, M.J. y THOMPSON, D.J. 1985. Lifetime mating success in CORBET, P.S. 1999. Dragonflies. Behaviour and ecology of Odonata.
the damselfly Coenagrion puella. Anim. Behav. 33: 1175-1183. Harley Books, Essex, UK.
BATEMAN, A.J. 1948. Intra-sexual selection in Drosophila. Heredity CORDERO, A. 1989. Reproductive behaviour of Ischnura graellsii
2: 349-368. (Rambur) (Zygoptera: Coenagrionidae). Odonatologica 18: 237-244.
CAPÍTULO 32: INFLUENCIA DE LA SELECCIÓN SEXUAL SOBRE EL COMPORTAMIENTO REPRODUCTOR DE LOS ODONATOS 507
CORDERO, A. 1990. The adaptive significance of the prolonged FORBES, M.R.L., LEUNG, B. y SCHALK, G. 1997. Fluctuating
copulations of the damselfly, Ischnura graellsii (Odonata: asymmetry in Coenagrion resolutum (Hagen) in relation to age and
Coenagrionidae). Anim. Behav. 40: 43-48. male pairing success (Zygoptera: Coenagrionidae). Odonatologica
CORDERO, A. 1991. Estrategias reproductivas, polimorfismo y selec- 26: 9-16.
ción sexual en la libélula Ischnura graellsii (Rambur). Tesis Doc- FORSYTH, A. y MONTGOMERIE, R.D. 1987. Alternative reproducive
toral, Universidade de Santiago de Compostela. tactics in the territorial damselfly Calopteryx maculata: sneaking
CORDERO, A. 1994. Reproductive allocation in different-sized adults by older males. Behav. Ecol. Sociobiol. 21: 73-81.
Ischnura graellsii (Rambur) (Zygoptera: Coenagrionidae). GIBBONS, D.W. y PAIN, D. 1992. The influence of river flow rate on
Odonatologica 23: 271-276. the breeding behaviour of Calopteryx damselflies. J. Anim. Ecol.
CORDERO, A. 1995. Correlates of male mating success in two natural 61: 283-289.
populations of the damselfly Ischnura graellsii (Odonata: GRIBBIN, S.D. y THOMPSON, D.J. 1991. The effects of size and
Coenagrionidae). Ecol. Entomol. 20: 213-222. residency on territorial disputes and short-term mating success in
CORDERO, A. y ANDRÉS, J.A. 1999. Lifetime mating success, the damselfly Pyrrhosoma nymphula (Sulzer) (Zygoptera:
survivorship and synchronized reproduction in the damselfly Coenagrionidae). Anim. Behav. 41: 689-695.
Ischnura pumilio (Odonata: Coenagrionidae). Int. J. Odonatol. 2: GRETHER, G.F. 1996a. Sexual selection and survival selection on wing
105-114. coloration and body size in the rubyspot damselfly Hetaerina ame-
CORDERO, A., SANTOLAMAZZA CARBONE, S. y UTZERI, C. ricana. Evolution 50: 1939-1948.
1992. A twenty-four-hours-lasting tandem in Coenagrion scitulum GRETHER, G.F. 1996b. Intrasexual competition alone favors a sexually
(Ramb.) in the laboratory (Zygoptera: Coenagrionidae). Notul. dimorphic ornament in the rubyspot damselfly Hetaerina america-
Odonatol. 3: 166-167. na. Evolution 50: 1949-1957.
CORDERO, A., SANTOLAMAZZA CARBONE, S. y UTZERI, C. HAMILTON, L.D. y MONTGOMERIE, R.D. 1989. Population
1995. Male disturbance, repeated insemination and sperm demography and sex ratio in a Neotropical damselfly (Odonata:
competition in the damselfly Coenagrion scitulum (Zygoptera: Coenagrionidae) in Costa Rica. J. Trop. Ecol. 5: 159-171.
Coenagrionidae). Anim. Behav. 49: 437-449. HARVEY, I.F. y CORBET, P.S. 1985. Territorial behaviour of larvae
CORDERO, A., SANTOLAMAZZA CARBONE, S. y UTZERI, C. enhances mating success of male dragonflies. Anim. Behav. 33:
1997. Male mating success in a natural population of Ischnura ele- 561-565.
gans (Vander Linden) (Odonata: Coenagrionidae). Odonatologica HARVEY, I.F. y WALSH, K.J. 1993. Fluctuating asymmetry and lifetime
26: 459-465. mating success are correlated in males of the damselfly Coenagrion
CORDERO, A. 1999. Forced copulations and female contact guarding puella (Odonata: Coenagrionidae). Ecol. Entomol. 18: 198-202.
at a high male density in a Calopterygid damselfly. J. Insect Behav. JENNIONS, M.D. 1998. Tibial coloration, fluctuating asymmetry and
12: 27-37. female choice behaviour in the damselfly Platycypha caligata.
CÓRDOBA-AGUILAR, A. 1992. Comportamiento reproductivo y Anim. Behav. 55: 1517-1528.
policromatismo en Ischnura denticollis Burmeister (Zygoptera: KAISER, H. 1985. Availability of receptive females at the mating place
Coenagrionidae). Bull. Am. Odonatol. 1: 57-64. and mating chances of males in the dragonfly Aeshna cyanea. Behav.
CÓRDOBA-AGUILAR, A. 1995. Fluctuating asymmetry in paired and Ecol. Sociobiol. 18: 1-7.
unpaired damselfly males Ischnura denticollis (Burmeister) KASUYA, E., EDANAMI, K. y OHNO, I. 1997a. Territorial conflicts
(Odonata: Coenagrionidae). J. Ethol. 13: 129-132. in males of the dragonfly, Orthetrum japonicum japonicum
CÓRDOBA-AGUILAR, A. 1999. Male copulatory sensory stimulation (Odonata: Libellulidae): The role of body size. Zool. Sci. 14: 505-
induces female ejection of rival sperm in a damselfly. Proc. R. Soc. 509.
Lond. B 266: 779-784. KASUYA, E., EDANAMI, K. y OHNO, I. 1997b. Selection and
DALY, M. 1978. The cost of mating. Am. Nat. 112: 771-774. reproductive success in males of the dragonfly, Orthetrum
DANIELSSON, I. y ASKENMO, C. 1999. Male genital traits and mating japonicum (Odonata: Libellulidae). Res. Popul. Ecol. 39: 113-119.
interval affect male fertilization success in the water strider Gerris KASUYA, E., MASHIMA, Y. y HIROKAWA, J. 1987. Reproductive
lacustris. Behav. Ecol. Sociobiol. 46: 149-156. behaviour of the dragonfly Orthetrum japonicum (Odonata:
DARWIN, C. 1871. El origen del hombre. Edaf (edición en español de Libellulidae). J. Ethol. 5: 105-113.
1982), Madrid. KOENIG, W.D. 1990. Territory size and duration in the white-tailed
EBERHARD, W.G. 1985. Sexual selection and animal genitalia. Harvard skimmer Plathemis lydia (Odonata: Libellulidae). J. Anim. Ecol.
University Press, Cambridge, Massachusetts. 59: 317-333.
EBERHARD, W.G. 1996. Female control: sexual selection by cryptic KOENIG, W.D. y ALBANO, S.S. 1985. Patterns of territoriality and
female choice. Princeton University Press, Princeton. mating success in the White-tailed skimmer Plathemis lydia
EDVARDSSON, M. y ARNQVIST, G. 2000. Copulatory courtship and (Odonata: Anisoptera). Am. Midl. Nat. 114: 1-12.
cryptic female choice in red flour beetles Tribolium castaneum. Proc. KOENIG, W.D. y ALBANO, S.S. 1987. Lifetime reproductive success,
R. Soc. Lond. B, 267: 559-563. selection, and the opportunity for selection in the white-tailed
FINCKE, O.M. 1982. Lifetime mating success in a natural population skimmer Plathemis lydia (Odonata: Libellulidae). Evolution 41:
of the damselfly, Enallagma hageni (Walsh) (Odonata: Coenagrio- 22-36.
nidae). Behav. Ecol. Sociobiol. 10: 293-302. LEE, R.C.P. y McGINN, P. 1986. Male territoriality and mating success
FINCKE, O.M. 1986. Lifetime reproductive success and the opportuni- in Nannothemis bella (Uhler) (Odonata: Libellulidae). Can. J. Zool.
ty for selection in a nonterritorial damselfly (Odonata: Coenagrio- 64: 1820-1826.
nidae). Evolution 40: 791-803. LINDEBOOM, M. 1998. Post-copulatory behaviour in Calopteryx
FINCKE, O.M. 1988. Sources of variation in lifetime reproductive
females (Insecta, Odonata, Calopterygidae). Int. J. Odonatol. 1: 175-
success in a nonterritorial damselfly (Odonata: Coenagrionidae).
184.
En T.H.Clutton-Brock (ed.): Reproductive success. Pp. 24-43.
MARDEN, J.H. 1989. Bodybuilding dragonflies: costs and benefits of
University of Chicago Press, Chicago.
FINCKE, O.M. 1992. Consequences of larval ecology for territoriality maximizing flight muscle. Physiol. Zool. 62: 505-521.
and reproductive success of a neotropical damselfly. Ecology 73: MARDEN, J.H. y ROLLINS, R.A. 1994. Assessment of energy reser-
449-462. ves by damselflies engaged in aerial contests for mating territories.
FINCKE, O.M. 1997. Conflict resolution in the Odonata: implications Anim. Behav. 48: 1023-1030.
for understanding female mating patterns and female choice. Biol. MARDEN, J.H. y WAAGE, J.K. 1990. Escalated damselfly territorial
J. Linn. Soc. 60: 201-220. contests are energetic wars of attrition. Anim. Behav. 39: 954-959.
FORBES, M.R.L. 1991. Ectoparasites and mating success of male MCLACHLAN, A. y CANT, M. 1995. Small males are more
Enallagma ebrium damselflies (Odonata, Coenagrionidae). Oikos symmetrical: Mating success in the midge Chironomus plumosus
60: 336-342. L. (Diptera: Chironomidae). Anim. Behav. 50: 841-846.
508 Adolfo Cordero Rivera
MCVEY, M.E. 1988. The opportunity for sexual selection in a territo- ROBINSON, J.V. y FRYE, B.L. 1986. Survivorship, mating and activi-
rial dragonfly, Erythemis simplicicollis. En T.H. Clutton-Brock (ed.): ty pattern of adult Telebasis salva (Hagen) (Zygoptera: Coenagrio-
Reproductive success. Pp. 44-58. The University of Chicago Press, nidae). Odonatologica 15: 211-217.
Chicago. SAWADA, K. 1995. Male’s ability of sperm displacement during
MICHIELS, N.K. y DHONDT, A.A. 1991. Sources of variation in male prolonged copulations in Ischnura senegalensis (Rambur)
mating success and female oviposition rate in a nonterritorial (Zygoptera: Coenagrionidae). Odonatologica 24: 237-244.
dragonfly. Behav. Ecol. Sociobiol. 29: 17-25. SIMMONS, L.W., Tomkins, J.L., Kotiaho, J.S. y Hunt, J. 2000.
MILLER, P.L. 1983. The duration of copulation correlates with other Fluctuating paradigm. Proc. R. Soc. Lond. B 266: 593-595.
aspects of mating behaviour in Orthetrum chrysostigma (Burmeis- SIROT, L.K. 1999. Intersexual conflict and mating avoidance in the
ter) (Anisoptera: Libellulidae). Odonatologica 12: 227-238. damselfly, Ischnura ramburi. M.Sc. Thesis, University of Florida.
MILLER, P.L. 1987. An examination of the prolonged copulations of SIVA-JOTHY, M.T. 1999. Male wing pigmentation may affect
Ischnura elegans (Vander Linden) (Zygoptera: Coenagrionidae). reproductive success via female choice in a calopterygid damselfly
Odonatologica 16: 37-56. (Zygoptera). Behaviour, 136:1365-1377.
MILLER, P.L. y MILLER, C.A. 1981. Field observations on copulatory STOCKS, R. 2000. Components of lifetime mating success and body
behaviour in Zygoptera, with an examination of the structure and size in males of a scrambling damselfly. Anim. Behav. 59: 339-
activity of male genitalia. Odonatologica 10: 201-218. 348.
MOORE, A.J. 1990. The evolution of sexual dimorphism by sexual THOMPSON, D.J. 1997. Lifetime reproductive success, weather and
selection: the separate effects of intrasexual selection and intersexual fitness in dragonflies. Odonatologica 26: 89-94.
selection. Evolution 44: 315-331. THOMPSON, D.J. y BANKS, M.J. 1989. Short-term mating success of
NOMAKUCHI, S. 1988. Reproductive behaviour of females and its male Coenagrion puella (L.) (Zygoptera: Coenagrionidae).
relation to the mating success of two male forms in Mnais pruinosa Odonatologica 18: 65-73.
(Zygoptera: Calopterygidae). Ecol. Res. 3: 195-203. TSUBAKI, Y. y ONO, T. 1987. Effects of age and body size on the male
NOMAKUCHI, S. 1992. Male reproductive polymorphism and form- territorial system of the dragonfly, Nannophya pygmaea Rambur
specific habitat utilization of the damselfly Mnais pruinosa (Odonata: Libellulidae). Anim. Behav. 35: 518-525.
(Zygoptera: Calopterygidae). Ecol. Res. 7: 87-96. TSUBAKI, Y., HOOPER, R.E. y SIVA-JOTHY, M.T. 1997. Differences
PARKER, G.A. 1970. Sperm competition and its evolutionary in adult and reproductive lifespan in the two male forms of Mnais
consequences in the insects. Biol. Rev. 45: 525-567. pruinosa costalis Selys (Odonata: Calopterygidae). Res. Popul.
PLAISTOW, S. y SIVA-JOTHY, M.T. 1996. Energetic constraints and Ecol. 39: 149-155.
male mate-securing tactics in the damselfly Calopteryx splendens VAN BUSKIRK, J. 1987. Influence of size and date of emergence on
xanthostoma (Charpentier). Proc. R. Soc. Lond. B 263: 1233-1238. male survival and mating success in a dragonfly, Sympetrum
REHFELDT, G.E. 1985. Anti-predator strategies in oviposition site rubicundulum. Am. Midl. Nat. 118: 169-176.
selection in Pyrrhosoma nymphula (Zygoptera: Odonata). WAAGE, J.K. 1979. Dual function of the damselfly penis: sperm
Oecologia 85: 233-237. removal and transfer. Science 203: 916-918.
REHFELDT, G.E. 1991. The upright male position during oviposition WAAGE, J.K. 1984. Sperm competition and the evolution of odonate
as an anti-predator response in Coenagrion puella (L.) (Zygoptera: mating systems. En R.L.Smith (ed.): Sperm competition and the
Coenagrionidae). Odonatologica 20: 69-74. evolution of animal mating systems. Pp. 251-290. Academic Press,
REHFELDT, G.E. 1995. Natürliche Feinde, Parasiten und Fortpflanzung Orlando.
von Libellen. Aqua y Terra, Braunschweig. WATANABE, M. y TAGUCHI, M. 1990. Mating tactics and male wing
ROBERTSON, H.M. 1985. Female dimorphism and mating behaviour dimorphism in the damselfly Mnais pruinosa costalis Selys
in a damselfly, Ischnura ramburi: females mimicking males. Anim. (Odonata: Calopterygidae). J. Ethol. 8: 129-137.
Behav. 33: 805-809. WOLF, L.L., WALTZ, E.C., KLOCKOWSKI, D. y WAKELEY, K.
ROBERTSON, H. M. y PATERSON, H. E. H. 1982. Mate recognition 1997. Influences on variation in territorial tenures of male white-
and mechanical isolation in Enallagma damselflies (Odonata: faced dragonflies (Leucorrhinia intacta) (Odonata: Libellulidae).
Coenagrionidae). Evolution, 36:243-250. J. Insect Behav. 10: 31-47.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) CORBET, P.S. 1999. Dragonflies. Behaviour and ecology of Odonata. Harley Books, Essex. Una obra enciclopédica que revisa la
práctica totalidad de lo publicado sobre ecología y comportamiento de odonatos. Imprescindible para iniciarse en el estudio del
orden y como obra de consulta para cualquier estudioso de la evolución del comportamiento.
(2) THORNHILL, R. y ALCOCK, J. 1983. The evolution of insect mating systems. Harvard University Press, Cambridge, Massachusets.
Una revisión ya clásica del comportamiento reproductor de los insectos desde el punto de vista adaptativo.
(3) EBERHARD, W.G. 1996. Female control: sexual selection by cryptic female choice. Princeton University Press, Princeton. Esta
obra revisa la evidencia (escasa en general) de elección femenina críptica en todos los grupos zoológicos. Presenta abundantes ideas
para probar y será sin duda referencia obligada en el futuro.
Capítulo 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES
José Luis Sanz
UNIDAD DE PALEONTOLOGÍA, DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID.
28049 -Madrid. E-mail: jlsanz@inves.es
La paleontología estudia la historia de los organismos vivos y contiene dos componentes principales: modelos
(patrones que describen el orden de la naturaleza) y procesos (mecanismos que explican los modelos). La recons-
trucción filogenética moderna se basa en la metodología cladística. La morfología funcional estudia el uso o acción
de características fenotípicas. La evidencia actual es consistente con la hipótesis de que determinados grupos de
dinosaurios terópodos constituyen el grupo hermano de las aves, que forman un grupo monofilético. El taxón aviano
más basal es Archaeopteryx. La topología del cladograma que expresa las relaciones filogenéticas basales en aves se
configura mediante una serie de grupos hermanos que se acercan a la condición de las neornithes (aves actuales). El
registro fósil nos ofrece evidencia sobre los cambios morfológicos históricos producidos desde formas no voladoras
hasta las voladoras modernas, en una secuencia que puede interpretarse en términos de una mejora funcional del
aparato volador. La evidencia actual es más consistente con la hipótesis de que el vuelo se inició en las aves a partir
de ancestros corredores bípedos. Archaeopteryx sería un ave de hábitat fundamentalmente terrestre, aunque también
frecuentaría los ambientes arborícolas. La aparición de un foramen trióseo y una fúrcula derivada en géneros como
Iberomesornis, Concornis o Eoalulavis indican una mejora en la capacidad de batido del ala y de la aireación
pulmonar durante el vuelo. Iberomesornis representa un estadio intermedio en la capacidad voladora entre
Archaeopteryx y las aves modernas. En la transición entre las formas terrestres y voladoras se produjo una reducción
de la carga alar. El morfotipo primitivo de alargamiento de ala es el elíptico. Las alas modernas, dotadas de álula,
aparecieron por primera vez, al menos, hace unos 120 millones de años. Parece probable que las aves hayan desarro-
llado históricamente una capacidad estructural y fisiológica para producir formas capaces de volar a una mayor
altitud.
Figura 1. Tipos de taxones según la sistemática filogenética. (B + C): monofilético. (A + B): parafilético. (A + C): polifilético. 1 y 1
representan los estadios primitivo (plesiomórfico) y derivado (apomórfico) de un carácter. Véase texto.
Figura 2. Posibles relaciones de parentesco entre tres taxones. En la sistemática filogenética sólo las soluciones 1,2 y 3 son aceptables.
en una metodología operativa que deriva ideas y noveda- temprana de las aves durante el Mesozoico. Para ello, se
des teóricas a partir de la observación del registro fósil abordará primero el estudio de un modelo (hipótesis
(Gould 1995). Las hipótesis de selección por encima del filogenética). Estas hipótesis de relaciones de parentesco
nivel individual o la de los equilibrios intermitentes (“pun- constituyen uno de los objetivos inmediatos de la investi-
tuated equilibria”) son sólo dos de los diversos ejemplos gación paleontológica (López-Martínez y Truyols 1994)
que pueden citarse como aportaciones de la reciente teo- y suponen un punto de partida imprescindible para la com-
ría macroevolutiva paleobiológica. prensión de la historia evolutiva de cualquier linaje. A
La paleontología es una ciencia básicamente idiográ- continuación se abordará el estudio del origen y desarro-
fica, es decir, que investiga sucesos irrepetibles sujetos a llo del vuelo aviano, una temática propia de la morfología
un componente vectorial que es el tiempo. La compleja funcional con un alto perfil nomotético.
trama de antecesores y descendientes de cualquier linaje
animal, cuyo patrón trata de modelizar una hipótesis filo-
genética (cladograma) es un fenómeno irrepetible, de ca- Metodología
rácter idiográfico. No obstante la paleontología ha trata-
do durante las últimas décadas de potenciar su perfil no- Reconstrucción filogenética
motético (Gould 1980) (se conoce con el nombre de cien-
cias nomotéticas aquellas que investigan fenómenos re- La reconstrucción de la historia genealógica de los
petibles, atemporales). La aparición de las primeras aves organismos vivos ha sido una de las tareas más relevantes
con capacidad para un vuelo activo, hace unos 140 millo- y controvertidas desde los inicios del darwinismo. La es-
nes de años, es un fenómeno irrepetible. No obstante el cuela neodarwinista o clásica (teoría sintética) ha utiliza-
estudio de su biomecánica de vuelo puede servir para re- do básicamente tres criterios: 1) semejanza o desemejan-
futar hipótesis sobre un fenómeno atemporal, relativo a za total (distancia fenotípica), 2) grado de cercanía del
los condicionantes físicos que debe cumplir cualquier te- antecesor común y 3) zonas adaptativas (grado de espe-
trápodo volador. cialización de determinados caracteres para una forma de
Este artículo va a tratar de un área temática específica vida, por ejemplo, mamíferos acuáticos) (Simpson 1945,
de la paleontología de vertebrados: la historia evolutiva Mayr 1969). No obstante, la aplicabilidad de estos crite-
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 511
El análisis de la forma orgánica puede ser considera- malmente asociados a principios básicos de la Física (“es-
do desde diversos puntos de vista. La morfología descrip- tructura paradigmática”) que sean capaces de contestar a
tiva tradicional (Nachtigall 1991) ha sido potenciada re- la pregunta ¿cuál sería la estructura óptima que podría
cientemente por la introducción de los nuevos métodos haber evolucionado para desempeñar una función deter-
de la morfometría geométrica (Chapman y Rasskin-Gut- minada? (hipótesis de partida). La comparación de las
man 2001) y de la morfología teórica (McGhee 1999). propiedades de los diversos modelos y la estructura pro-
Estas nuevas aproximaciones no sólo han permitido una blema proporciona una herramienta de refutación.
descripción objetiva de la forma de los organismos sino El método paradigmático es un procedimiento inde-
también adentrarse en la comprensión de los modelos y pendiente del tiempo. La segunda aproximación que va-
procesos de los cambios morfológicos con el tiempo. A mos a comentar (“método filogenético”) es de tipo histó-
partir de comienzos de los años 70 la morfología cons- rico. Se trata de formular estructuras homólogas entre
truccional ha desarrollado una notable trama conceptual taxones actuales y extintos. Conocidas las funciones en
que relaciona básicamente tres factores: histórico (filoge- los representantes vivientes, esta información se infiere
nia), funcional (adaptación) y ontogénico (morfogénesis) para los taxones representados en el registro fósil (Raup y
(Thomas 1979, Smidt-Kittler y Vogel 1991). Stanley 1971). El método filogenético parte, obviamente,
La morfología funcional constituye un área de cono- de una hipótesis de relaciones de parentesco (Fig. 4). Los
cimiento que históricamente ha tenido una íntima co- taxones vivientes C y D y el extinto B, comparten una
nexión con la forma de los organismos. La dialéctica en- novedad evolutiva estructural (E3). La función de esta
tre cómo la forma condiciona la función y la manera en estructura (F3) ha sido analizada experimentalmente en
que la función influencia a la forma puede rastrearse has- C y D. Si la función es equivalente en ambos taxones ac-
ta los tiempos de Aristóteles (Padian 1995). Este debate tuales, se puede inferir también dicha función F3 para el
ha sido uno de los más relevantes en biología evolutiva, taxón B (Lauder, 1995). Por otra parte, E1 y E2 son sim-
aunque sigue sin existir un claro consenso sobre las rela- plesiomorfías del organismo problema B y de los taxones
ciones entre forma y función. La forma es definida en tér- actuales C y D. De esta manera también podemos estable-
minos de rasgos fenotípicos y sus partes anatómicas cons- cer la correlación funcional de las estructuras E1 y E2 en
tituyentes, mientras que el concepto de estructura se re- C, D y A como método de inferencia de B. Este artículo
fiere a la relación topológica entre características fenotí- utilizará básicamente en su análisis morfofuncional la
picas. Se conoce como función al uso o acción de carac- aproximación filogenética.
terísticas fenotípicas, el role mecánico de rasgos fenotípi-
cos (Lauder 1995).
Filogenia de las aves primitivas
La investigación morfofuncional en paleontología
implica la predicción de funciones determinadas a partir Cualquier hipótesis filogenética comienza a plantear-
de evidencia esquelética fósil procedente de un organis- se por un problema muy concreto: determinar cual es el
mo pretérito. Los paleontólogos han desarrollado históri- grupo ancestral del linaje de organismos que se está ana-
camente diversos métodos para desarrollar esta tarea, que lizando. En términos de las escuelas darwinista o
pueden resumirse en dos ámbitos principales: el denomi- neodarwinista la búsqueda es lineal, es decir, se trata de
nado paradigmático y el filogenético. El primero, amplia- encontrar el taxón antecesor. Dentro del contexto de la
mente discutido desde entonces por la literatura paleon- sistemática filogenética el problema se plantea en térmi-
tológica, fue propuesto por Rudwick (1964). Se trata de nos de hallar el grupo hermano (grupo externo) del grupo
generar diversos modelos o abstracciones mecánicas nor- interno analizado.
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 513
Multitud de grupos animales han sido propuestos his- Otros reptiles triásicos han sido sugeridos como ances-
tóricamente como posibles antecesores de las aves. Un tros de las aves. Cosesaurus es un minúsculo reptil (de
rápido repaso incluye linajes tan dispares como las tortu- unos 14 cm de longitud) procedente de los yacimientos
gas (Lamarck, en su famoso tratado “Filosofía Zoológi- de la Sierra de Prades (Tarragona). Este género fue pro-
ca”, 1809), los pterosaurios (propuesta defendida por dos puesto como antecesor de las aves modernas (Ellember-
paleontólogos de finales del siglo XIX, el inglés H.G. ger y Villalta 1974) pero, en realidad, presenta diversas
Seeley y el norteamericano E.D. Cope, véase Sanz, 1999) sinapomorfías con los prolacertiformes, un grupo de rep-
o los dinosaurios ornitisquios (Galton 1970). Los rasgos tiles diápsidos no arcosaurios (Sanz y López-Martínez
supuestamente compartidos entre las aves y cada uno de 1984). Algo parecido ocurre con el género italiano Mega-
los tres linajes citados arriba son diversos: pico (tortu- lancosaurus que, propuesto como ancestro de las aves por
gas); presencia de alas y huesos neumatizados (pterosau- Feduccia y Wild (1993), tiene que ser situado incluso fue-
rios); pubis retrovertido (dirigido hacia atrás) (dinosau- ra del antecesor común de prolacertiformes y arcosaurios
rios ornitisquios). Todas estas semejanzas son evaluadas (Renesto 1994).
actualmente como convergencias. Por último, el controvertido Protoavis, del Triásico
Durante las últimas décadas tres hipótesis se han dis- superior de Texas, ha sido propuesto como una forma avia-
putado el origen del linaje aviano: la del “tecodonto”, la na primitiva más emparentada con las aves modernas que
cocodriliana y la dinosauriana. Los “tecodontos” son un Archaeopteryx (Jurásico superior alemán) (Chatterjee
grupo basal de arcosaurios que dominaron los ambientes 1997). La combinación de caracteres de Protoavis es muy
terrestres durante el Mesozoico inferior. Se trata de un singular, con algunos rasgos compartidos con las aves
grupo parafilético y, por tanto, sin entidad real. Las pro- modernas y otros, como la estructura de la mano, seme-
puestas sobre el origen tecodontiano de las aves (Tarsita- jante a la condición arcosauriana primitiva. Esta combi-
no y Hetch 1980) siempre han sido imprecisas tanto en la nación de rasgos desafía claramente la secuencia de trans-
proposición de un antecesor concreto como en la indica- formación de caracteres actualmente conocida en el lina-
ción de una serie de novedades evolutivas compartidas. je aviano. Es posible que Protoavis sea una quimera (re-
514 José Luis Sanz
Figura 7. Iberomesornis romerali (Cretácico inferior, Las Hoyas, Cuenca, España). A- Fotografía de fluorescencia inducida mediante
luz ultravioleta. C: coracoides. F: fúrcula. P: pigostilo. B- Fotografía con luz normal. Ambas fotos de G. F. Kurtz.
mente refutada. Determinados autores (Martin 1991, Hou último clado se define como el conjunto de taxones que
et al. 1996, Kurochkin 1996) sostienen que Archaeopteryx incluye al antecesor común de Confuciusornis y neornites,
es el grupo hermano de las enantiornites (grupo extinto y todos sus descendientes. El género Confuciusornis es
de aves cretácicas que será comentado más adelante), for- un ave primitiva del Cretácico inferior chino del que se
mando el grupo Sauriurae. El clado aves estaría así cons- conocen multitud de ejemplares completos, con impre-
tituido por una dicotomía basal formada por los grupos siones de plumas (Chiappe et al. 1999). Confuciusornis
hermanos Sauriurae + Ornithurae (este último taxón esta constituye el taxón más basal del clado Pygostylia, diag-
formado por dos grupos de aves dentadas del Cretácico nosticado por la presencia de una fusión de las vértebras
superior más las neornites, aves actuales, véanse comen- caudales terminales (pigostilo) y otras sinapomorfías del
tarios posteriores). Pero las supuestas novedades evoluti- esqueleto axial y apendicular. Las aves pigostilias están
vas que comparten Archaeopteryx y las enantiornites tie- formadas por los grupos hermanos Confuciusornis +
nen que ser evaluadas, en realidad, como simplesiomorfías Ornithothoraces.
(Sanz et al. 1995, Padian y Chiappe 1998). En la definición y diagnosis del clado Ornithothora-
La topología alternativa del cladograma de relaciones ces ha jugado un importante papel la posición filogenéti-
filogenéticas dentro de las aves se caracteriza por una se- ca de Iberomesornis, hallado en el yacimiento del Cretá-
rie de grupos hermanos que, desde Archaeopteryx, se acer- cico inferior de Las Hoyas (Cuenca). Iberomesornis pre-
can a la condición de las neornites (Fig. 5). De esta for- senta una singular combinación de sinapomorfías (pre-
ma, las aves están constituidas por los grupos hermanos sencia de pigostilo, coracoides y fúrcula derivados) (Fig.
Archaeopteryx + Pygostylia (Chiappe, en prensa). Este 7) que lo situaban como el taxón más basal de las aves
516 José Luis Sanz
ornitotoracinas (Sanz et al. 1988, Sanz y Bonaparte 1992, ción desde formas no voladoras a voladoras (véase
Chiappe 1995). La introducción en el grupo interno avia- cladograma de la Figura 5).
no de taxones más primitivos como Confuciusornis, y la La mayor parte de las novedades evolutivas de la se-
reconsideración de determinados rasgos, parecen indicar cuencia de transformaciones morfológicas en la transi-
como hipótesis más probable que Iberomesornis es el gru- ción ancestros-aves se relacionan con el aparato volador
po hermano de las enantiornites (Sereno 2000, Chiappe (esqueleto, músculos y tendones, y faneras). El registro
en prensa). Las primeras evidencias del linaje de las aves fósil ofrece información sobre huesos y plumas aunque,
enantiornites fueron halladas en el Cretácico superior de como luego veremos, la morfología funcional filogenética
Argentina (Walker 1981, Sanz et al. 1995, Chiappe 1996). también permite extraer inferencias relativas a músculos
Posteriormente se han hallado enantiornites en diferentes y tendones. El análisis morfofuncional del aparato vola-
lugares del planeta, especialmente en España (Concornis dor esquelético, y plumas asociadas, ofrece información
y Eoalulavis, Sanz y Buscalioni 1992, Sanz et al. 1996) y sobre las etapas históricas del vuelo aviano. Desde el ave
China (Sinornis, Sereno y Rao 1992, Catayornis, Zhou más primitiva (Archaeopteryx) hasta las aves modernas
1995) (es posible que la denominación de esta última sea (neornites) fueron apareciendo una serie de novedades
una sinonimia de Sinornis). Las relaciones internas de evolutivas que refinaron las habilidades voladoras de este
parentesco dentro de las enantiornites están hoy día po- grupo de arcosaurios dinosaurianos (Sanz y Bonaparte
bremente conocidas, pero la mayoría de los autores están 1992, Sanz y Buscalioni 1992, Chiappe 1995, Padian y
de acuerdo en que se trata de un grupo monofilético. Las Chiappe 1998).
principales novedades evolutivas que diagnostican este La secuencia de modificaciones del aparato volador
clado se relacionan con la morfología coracoidal, hume- aviano tiene que ser analizada en términos físicos. El vuelo
ral y metatarsal (Chiappe y Calvo 1994, Sanz et al. 1995, requiere una combinación de dos fuerzas: sustentación e
Chiappe en prensa). impulso (propulsión). En las aves ambas fuerzas son pro-
En definitiva, las aves ornitotoracinas están constitui- porcionadas por las alas, mediante un complejo sistema
das por los grupos hermanos (Iberomesornis + Enantior- de movimientos arriba-abajo que constituyen el ciclo de
nithes) + Ornithurae. Este último clado está integrado por batido del ala. Para que un ave vuele es obvio que la
las aves actuales (Neornithes) con Ichtyornites y Hespe- sustentación tiene que ser mayor que su peso y el impulso
ronithiformes como grupos hermanos sucesivos. La mo- superar en magnitud a su vector opuesto (resistencia)
nofilia de Ornithurae está bien fundamentada, con nume- (Norberg 1990, Tennekes 1997). Además de las alas, hay
rosas sinapomorfías, como la reducción en el número de otros elementos del aparato volador aviano que también
vértebras torácicas, reducción del tamaño del acetábulo y son de gran relevancia durante el vuelo. Por ejemplo, la
la disposición paralela del ilion con respecto al isquion aparición de un abanico de plumas rectrices permite a las
(Chiappe 1995, Sanz et al. 1997, Chiappe en prensa). aves funciones de dirección (timón) y frenado, a la vez
Durante los últimos 140 millones de años las aves han que incrementa la superficie de sustentación. Por último,
transformado su sistema esquelético, especialmente los una novedosa combinación de sinapomorfías definen en
caracteres relacionados con el vuelo. La secuencia de las aves un sofisticado sistema respiratorio (pulmones y
transformación de caracteres ejemplificados por la hipó- sacos aéreos) que ha jugado un importante papel en la
tesis filogenética de la Figura 5, puede ser analizada en conquista del medio aéreo.
términos funcionales. Puede descubrirse así una aparición En definitiva esta sucinta historia del vuelo aviano
jerárquica de novedades evolutivas que configuran una comenzará con la problemática de las hipótesis actuales
capacidad de vuelo en incremento, desde el ave más pri- sobre su origen. Después de analizar la capacidad de vue-
mitiva, Archaeopteryx, hasta las sofisticadas máquinas lo de Archaeopteryx se abordará un análisis de los cono-
voladoras que son las aves modernas. cimientos actuales relacionados con el desarrollo históri-
co de las habilidades de vuelo en aves modernas, plantea-
do básicamente en cuatro términos: mecánica del batido
Origen y desarrollo del vuelo del ala, aparición del abanico rectricial, historia evolutiva
del ala y función del sistema respiratorio.
Introducción
El origen del vuelo
Un fenómeno constante en la historia evolutiva de
cualquier linaje es la aparición de grupos con modos de El origen del vuelo aviano es normalmente explicado
vida especializados. A partir de una condición ancestral en términos de un determinado número de factores
determinada aparece una serie de sinapomorfías asocia- bióticos y abióticos que configuran un complejo escena-
das al desarrollo de un modo de vida diferente. La histo- rio histórico. Desde el siglo XIX se han propuesto multi-
ria aviana ejemplifica perfectamente uno de estos casos. tud de estos escenarios (Witmer 1991, Sanz 1999). Du-
Desde los grupos ancestrales, formas corredoras terres- rante las últimas décadas dos hipótesis se han disputado
tres, aparecen descendientes con capacidades voladoras. la explicación del fenómeno del origen del vuelo en las
El registro fósil aviano conocido en la actualidad nos per- aves. Son denominadas como “de los árboles hacia aba-
mite tener una información general de los cambios jo” (también conocida como hipótesis arborícola) y “des-
morfológicos históricos producidos en esta transforma- de el suelo hacia arriba” (igualmente referida como hipó-
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 517
tesis del corredor). La primera está íntimamente relacio- dromeosáuridos) puede apreciarse una gran semejanza
nada con la escuela de pensamiento neodarwinista. Se entre ambos (como hemos visto en el apartado de filoge-
formula mediante una secuencia de antecesores-descen- nia). Vamos a ver un par de ejemplos cuyo análisis fun-
dientes que, de forma obligatoria, tienen que tener un or- cional ofrece información relevante a la hora de compren-
ganismo análogo actual de referencia: 1) un reptil ances- der la historia de la transformación de la extremidad ante-
tral terrestre, probablemente de locomoción cuadrúpeda, rior de las formas ancestrales al ala de un ave primitiva.
2) un bípedo terrestre, 3) un bípedo trepador que viviría Ambos grupos de organismos comparten la presencia de
parcialmente en los árboles pero también en el suelo, 4) un carpal semilunar, cuyo elemento homólogo en aves
un arborícola bípedo que sería capaz de saltar de rama en actuales permite una especial disposición de las alas en
rama o desde una rama o tronco hasta el suelo, estos reposo (flexionadas contra el margen lateral del brazo).
protoavianos hipotéticos desarrollarían con el tiempo ha- En los manirraptores no avianos el carpal semilunar per-
bilidades planeadoras cada vez más eficaces, 5) volado- mitía, durante la extensión de la extremidad anterior un
res activos (Feduccia 1980, Bock 1986). tipo de movimientos semejantes al del batido de alas de
La hipótesis del corredor fue reformulada por J. H. aves actuales. Ostrom (1995) propone que el complejo
Ostrom (1979, 1986). La condición ancestral es un bípe- sistema de movimientos de las extremidades anteriores
do obligatorio. Existirían estadios secuenciales de alarga- en estos dinosaurios terópodos (quizás con funciones rap-
miento de la extremidad anterior y crecimiento de esca- toras) puede ser considerado como un “fenómeno exapta-
mas o protoplumas que finalmente configurarían una tivo” (no adaptativo porque originalmente tenían otra fun-
protoala, incrementando gradualmente la capacidad de ción) del batido de alas para volar.
sustentación e impulso del animal. Durante la carrera el El género Unenlagia es un manirraptor no aviano re-
batido de estas protoalas se añadiría al impulso propor- cientemente descrito (Novas y Puerta 1997). Unenlagia
cionado por las extremidades posteriores. Finalmente se presenta una cavidad glenoidea (donde se articula la ca-
alcanzaría la capacidad de efectuar un vuelo batido cuan- beza humeral) de orientación lateral, en todo semejante a
do las protoalas se convirtiesen en alas es decir, propor- la de Archaeopteryx, mientras que en manirraptores más
cionaran no sólo impulso sino también la necesaria capa- primitivos (dromeosáuridos) se orienta posteroventral-
cidad de sustentación. mente, y en aves modernas se dirige en sentido dorsolate-
La contrastación de ambas hipótesis tiene dificultades ral. La orientación de la cavidad glenoidea es un carácter
actualmente difíciles de salvar. Se debe, obviamente, a su de gran importancia para el grado de eficacia del ciclo de
complejidad (estructuras narrativas). De hecho, algunos batido del ala. Cuanto más verticalizado sea el húmero
autores recientes (véase por ejemplo Elzanowski 2000) mayor será el recorrido del ala, aumentando de esta forma
proponen posturas intermedias (modelo del rescate desde la capacidad de propulsión. La orientación dorso lateral
las alturas). Según esta hipótesis Archaeopteryx y sus en aves actuales asegura un máximo de eficiencia biome-
ancestros serían esencialmente habitantes del suelo, y cánica. Este grado de efectividad sería menor en Ar-
corredores y trepadores para escapar de posibles chaeopteryx pero, en cualquier caso, la orientación de la
depredadores. Estos protoavianos habrían desarrollado cavidad glenoidea de este ave primitiva es semejante al
sistemas de “vuelta al suelo” cada vez más sofisticados de una forma no voladora como Unenlagia. Los tres esta-
hasta alcanzar el vuelo batido. Esta hipótesis es consis- dios de orientación de la cavidad glenoidea pueden ser,
tente con recientes análisis del hábitat de Archaeopteryx. por tanto interpretados en términos funcionales como un
Hopson y Chiappe (1998), basándose en un análisis incremento en la eficiencia del impulso en aves y una gran
biométrico de las dimensiones falangeales del tercer dedo versatilidad de movimientos del antebrazo en manirrap-
del pie en aves actuales (trepadoras/arborícolas y terres- tores no avianos cercanamente emparentados con las aves
tres) llegan a la conclusión de que el ave jurásica alemana (Sanz 1999).
es comparable a la condición de las palomas. Es decir, En definitiva, gran parte de los complejos movimien-
Archaeopteryx sería capaz tanto de posarse en una rama tos del ala de un ave (incluidos el plegado lateral y el
como de caminar en el suelo. ciclo de batido) estaban ya presentes en los manirraptores
En cualquier caso la hipótesis filogenética es más con- no avianos. De hecho, el esqueleto de Archaeopteryx no
sistente con la hipótesis del corredor, ya que los ancestros se diferencia de la condición ancestral por sinapomorfías
de las aves serían ágiles corredores bípedos terrestres. Esta decisivas sino básicamente por un menor tamaño corpo-
propuesta se ha visto recientemente desafiada por el ha- ral y diferencias en las proporciones de la extremidad an-
llazgo de Microraptor, un dromeosaurio del Cretácico terior. La transición hacia formas con capacidades vola-
inferior chino. Según Xu et al. (2000) la morfología doras en incremento, en la base del linaje aviano, se ca-
ungueal de este minúsculo terópodo indica hábitos trepa- racteriza por una disminución en tamaño. Este proceso se
dores. No obstante, este sería un caso particular dentro de explica mediante las ventajas biomecánicas que unas di-
los dromeosaurios, mayoritariamente representados por mensiones reducidas proporcionan a un tetrápodo vola-
formas corredoras. Por otra parte, la morfología ungueal dor (Sanz et al. 1988, Sanz y Bonaparte 1992). Estas ven-
es una evidencia problemática a la hora de postular hábi- tajas proporcionarían una mayor capacidad de atrapar a
tos arborícolas para un tetrápodo. sus presas y huida frente a posibles depredadores (ambos
Si se compara la morfología esquelética entre Ar- modelos “desde el suelo hacia arriba” y “rescate desde las
chaeopteryx y los manirraptores no avianos (como los alturas” hacen una referencia explícita a ambos factores).
518 José Luis Sanz
Figura 8. Carga del ala en diversos taxones primitivos del linaje aviano, en newtons/ m2.
De hecho, se sabe que las aves fueron presas de otros entidad, tendría una doble función de balance y timón
tetrápodos desde, al menos, hace unos 120 millones de durante la carrera. Por otra parte, existen determinados
años (Sanz et al. 2001). rasgos morfológicos que indican la incipiente aparición
El origen del vuelo es la zona más problemática de la en Archaeopteryx de un módulo locomotor pectoral, au-
historia de la evolución del aparato volador aviano. Nues- sente en terópodos no avianos. Por un lado, la elongación
tro conocimiento sobre los acontecimientos posteriores de las extremidades anteriores (dotadas de un sofisticado
es un poco más preciso. Vamos a comentar sucintamente sistema de plumas rémiges, véase Figura 9) constituye un
las capacidades voladoras de Archaeopteryx para pasar ala perfectamente operativa. Por otro, el ángulo formado
luego a analizar el origen del vuelo moderno. por la escápula y el coracoides es menor de 90º (como en
aves voladoras actuales). Este valor angular escapuloco-
Capacidad voladora de Archaeopteryx racoidal, junto con la orientación de la cavidad glenoidea
antes referida, podrían indicar una cierta capacidad de
El concepto de “módulo locomotor” define determi- vuelo en Archaeopteryx. No obstante, ambos caracteres
nadas zonas del sistema músculo-esquelético de un orga- aparecen en dromeosaurios (Norell y Macovicky 1999),
nismo con un elevado nivel de integración, de tal manera evidentemente no asociados a la función voladora. Por
que constituye una unidad funcional durante la locomo- otra parte, el ala del ave jurásica alemana carece de álula
ción (Gatesy y Dial 1996). En términos de capacidades (un recurso de aves actuales para poder frenar en el aire,
locomotoras Archaeopteryx representa un estadio inter- véase más adelante) por lo que parece evidente que ten-
medio entre la condición ancestral y los representantes dría dificultades para realizar vuelos a baja velocidad.
más basales del clado pigostilia (Fig. 5). La condición Otros rasgos de Archaeopteryx que han sido presenta-
ancestral se caracteriza por la presencia de un único mó- dos como argumentos que podrían indicar una desarrolla-
dulo locomotor corredor, formado por el acoplamiento da capacidad voladora (Olson y Feduccia, 1979) han sido
entre las extremidades posteriores y la cola. Esta condi- refutados. Por ejemplo, la presencia de una fúrcula es com-
ción esta presente en Archaeopteryx, pero este ave jurási- partida con terópodos no avianos, claramente no volado-
ca también tiene un módulo locomotor pectoral incipien- res. Dado el hecho de que la fúrcula juega un importante
te, que le permitiría realizar algún tipo de vuelo batido papel en el vuelo batido de aves actuales (véase más ade-
(Burgers y Chiappe 1999, Sanz et al. en prensa). El aco- lante) parece también muy probable la formulación de una
plamiento entre el apéndice caudal y las extremidades hipótesis exaptativa en la fúrcula a partir de la condición
posteriores en terópodos no avianos y Archaeopteryx se ancestral del linaje aviano. Por otra parte, las plumas
caracteriza por la presencia de una desarrollada muscula- rémiges de Archaeopteryx tienen un vano asimétrico
tura caudofemoral para la retracción de las extremidades (áreas diferentes a ambos lados del raquis) una condición
posteriores. Por otra parte el apéndice caudal, de gran presente en aves voladoras actuales (Feduccia y Tordoff,
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 519
Figura 9. El morfotipo de alargamiento elíptico como condición primitiva en el linaje aviano. A.- Vista ventral del ala de
un paseriforme actual. B.- Reconstrucción del ala de Eoalulavis hoyasi (Cretácico inferior, Las Hoyas, Cuenca, España)
(véase además Fig. 11). C.- Archaeopteryx lithographica (Jurásico superior, Solenhofen, Alemania). Ejemplar del Museo
de la Universidad Humboldt, Berlin.
1979). No obstante, Speakman y Thompson (1994, 1995) lo) modificadas frente a la condición de voladores inci-
demostraron que el valor de asimetría de las rémiges de pientes como Archaeopteryx, para pasar luego a un análi-
Archaeopteryx no es significativamente diferente del ran- sis de los conocimientos actuales sobre la historia tem-
go conocido en aves actuales no voladoras y menor que prana de la biomecánica y morfología del ala.
en voladoras. El coracoides de Archaeopteryx es corto, de contorno
En definitiva, el consenso actual sobre Archaeopteryx subcuadrangular. La condición derivada, un coracoides
es que se trataría de un ave de hábitat fundamentalmente en forma de “T” invertida, alargado, es típica de las aves
terrestre, aunque también frecuentaría los ambientes modernas, pero aparece ya en ornitotoracinas primitivas
arborícolas. Tendría una cierta capacidad de vuelo bati- como Iberomesornis (Sanz et al. 1988, Sanz y Bonaparte
do, aunque sería incapaz de realizar vuelos a baja veloci- 1992), Sinornis (Sereno y Rao 1992), Concornis (Sanz y
dad y sus habilidades para sofisticadas maniobras en el Buscalioni 1992, Sanz et al. 1995), Eoalulavis (Sanz et
aire serían limitadas. al. 1996), y en un ejemplar juvenil del Cretácico inferior
de El Montsec (Lleida) (Sanz et al. 1997). La morfología
El vuelo moderno
de este coracoides indica la presencia, como ocurre en
neornites, de un sofisticado recurso biomecánico (fora-
A partir de la condición ancestral, presente en Ar-
chaeopteryx, aparecen en el linaje aviano una serie de men trióseo) formado por la conjunción de la escápula,
novedades evolutivas que implican un refinamiento del fúrcula y coracoides. Esta estructura permite el paso del
aparato volador, hasta llegar finalmente a las sofisticadas ligamento del músculo supracoracoideo, que actúa como
capacidades de vuelo de las neornites. Estas sinapomor- un sistema de polea durante la fase de elevación del ciclo
fías asociadas a la función voladora están ya presentes en de batido del ala (Norberg 1990, Rayner 1991). Análisis
aves con una edad mínima de unos 120 millones de años, recientes indican que este recurso no sólo permite la
como el género chino Confuciusornis o las formas espa- abdución del ala, sino que también produce una rotación
ñolas Iberomesornis, Concornis y Eoalulavis. A conti- horizontal del húmero, permitiendo un reposicionamiento
nuación vamos a analizar la significación funcional de alar adecuado para la fase de depresión durante el vuelo
tres áreas esqueléticas (cintura pectoral, fúrcula y pigosti- batido (Poore et al. 1997). La presencia de foramen trióseo
520 José Luis Sanz
en aves del Cretácico inferior sugiere la existencia de un dos, o formas más derivadas, como Iberomesornis, pre-
mecanismo de batido del ala semejante al de las aves sentan una fusión de la serie de vértebras caudales para
modernas (Sanz et al. en prensa). dar lugar a una pieza única (pigostilo) (Fig. 7). La presen-
La morfología furcular de Archaeopteryx es primiti- cia de pigostilo implica la existencia de un obispillo o
va, semejante a la condición presente en terópodos no rabadilla muy probablemente dotado de un bulbo rectri-
avianos, con ángulos interclaviculares cercanos a los 90º. cial (que en aves modernas posibilita la apertura y cierre
Esta morfología primitiva es retenida por las aves pigos- del abanico de plumas timoneras). Este recurso es de gran
tilias basales, Confuciusornis y Changchengornis (Con- importancia durante el vuelo, puesto que permite incre-
fuciusornithidae, Chiappe et al. 1999). Iberomesornis pre- mentar la capacidad de maniobra, mejorando las funcio-
senta una fúrcula derivada, con un agudo ángulo intercla- nes de frenado y dirección, además de aumentar la capa-
vicular y un hipocleidio (proceso estiloideo desarrollado cidad de sustentación (Sanz y Buscalioni 1992, Sanz et
en la zona de fusión de las ramas claviculares) desarrolla- al. en prensa).
do. Este tipo de fúrcula moderna juega un importante pa- En conclusión, las habilidades voladoras de determi-
pel en las aves actuales, debido a la gran cantidad de oxí- nadas aves del Cretácico inferior, como Iberomesornis,
geno necesario durante las fases de vuelo batido. La prin- serían mayores que las de Archaeopteryx. No obstante,
cipal función de la fúrcula es la ventilación de sacos aé- este ave cretácica española no puede ser considerada como
reos y pulmones (Bailey y DeMont, 1991). En definitiva, un volador en el sentido moderno del término, en el grado
parece muy probable que determinadas aves primitivas, de las neornites. En aves recientes la capacidad locomo-
como Iberomesornis, tuvieran un sistema de ventilación tora está determinada por las relaciones entre tres módu-
del aparato respiratorio durante el vuelo semejante al de los locomotores: el de las extremidades posteriores, el
las neornites. caudal y el pectoral (Gatesy y Dial 1996). A diferencia de
El clado Pygostylia se caracteriza por una novedad la condición ancestral ya referida (acoplamiento de las
evolutiva que supone una modificación drástica de la con- extremidades posteriores y la cola para la locomoción te-
dición primitiva presente en Archaeopteryx. A diferencia rrestre) las aves modernas han desacoplado extremidades
de este, los pigostilios basales como los confuciusorníti- posteriores y la cola, mientras surge una nueva alianza
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 521
entre esta última y el módulo pectoral (alas y cintura sugerirse algunas ideas. Desconocemos la densidad del
escapular) para la ejecución del vuelo. Iberomesornis do- aire durante el Jurásico superior, pero todos los modelos
cumenta un estadio intermedio entre las aves modernas y citados para el origen del vuelo coinciden en situar este
la condición aviana ancestral presente en Archaeopteryx. evento a baja altitud, en densidades de aire semejantes al
La presencia en el ave del Cretácico inferior español de del nivel del mar en dicha época. Para incrementar la ve-
proporciones alares, fúrcula y coracoides derivados, se locidad del aire los voladores primitivos pudieron utilizar
correlaciona con un pigostilo que forma parte de un apén- algún tipo de recurso etológico, como dejarse caer desde
dice caudal acortado. Esta evidencia esquelética parece una zona elevada o encarar una brisa. En cualquier forma,
indicar que la alianza entre el módulo pectoral y el caudal la propulsión proporcionada por el batido de ala y las ex-
había comenzado a producirse. No obstante, el todavía tremidades posteriores parece suficiente para alcanzar una
enorme pigostilo sugiere algún tipo de relación del apén- velocidad de despegue en formas como Archaeopteryx
dice caudal con la locomoción terrestre, indicando que el (Burgers y Chiappe 1999). Parece probable que el sofisti-
desacoplamiento entre extremidades posteriores y cola cado patrón etológico responsable de la generación de un
todavía no se había completado. Este desacoplamiento ángulo de ataque adecuado apareciera en coordinación
parcial también está expresado por la presencia de nume- con otros complejos patrones de comportamiento en los
rosos caracteres primitivos en las extremidades posterio- voladores primitivos.
res y estructura pélvica de estas aves (ver curvas de carac- Desde los dinosaurios con plumas (como Caudipteryx
teres en Chiappe, 1996). La evidencia esquelética en o Protoarchaeopteryx) hasta Archaeopteryx, y desde este
Iberomesornis sugiere que la nueva alianza entre módu- último hasta voladores más eficaces, como Iberomesor-
los pectoral/caudal y el desacoplamiento extremidades nis o Concornis, es esperable una disminución en los va-
posteriores/cola son eventos sincrónicos y que este pro- lores de la carga alar. Para contrastar esta hipótesis espe-
ceso no se culmina hasta la aparición del sinsacro (fusión cífica necesitamos conocer tanto el peso como la superfi-
de vértebras caudales) en aves modernas. cie alar en una serie de taxones que representan nuestra
Los recursos biomecánicos para mover las alas, airea- fuente de información sobre el origen y desarrollo del
ción eficaz del aparato respiratorio durante el vuelo bati- vuelo. La estimación del peso se ha llevado a cabo me-
do o la aparición de un módulo caudal especializado son, diante un análisis de regresión entre la longitud femoral
evidentemente, de gran relevancia para comprender la (FL) y el peso (P) en 65 especies de aves modernas perte-
historia temprana del vuelo aviano. No obstante, los ras- necientes a 13 órdenes diferentes (Olmos 1988). El resul-
gos específicos de la geometría del ala y su tamaño tam- tado es la ecuación:
bién debieron jugar un papel de gran significación. La
FL = 0,5659 × P 0,3424
historia evolutiva de las alas es un campo de investiga-
ción todavía poco desarrollado, comenzado muy recien- con un coeficiente de correlación de 0,93.
temente. A continuación se van a tratar tres aspectos es- De esta manera se han hallado los pesos estimados
pecíficos de las alas en aves primitivas: la carga, el alar- para los siguientes taxones: Protoarchaeopteryx, Caudip-
gamiento y la aparición del álula. teryx, Archaeopteryx, Confuciusornis, Iberomesornis,
La sustentación de un ave en vuelo depende de varios Concornis, Cathayornis, Baptornis e Ichthyornis. Para
factores: el tamaño del ala, la velocidad y densidad del calcular la superficie del ala en estos taxones mesozoicos
aire y el ángulo de ataque (ángulo que forma el ala con se han utilizado los datos de Tennekes (1997), mediante
respecto a la trayectoria del vuelo) (Norberg 1990, un análisis de regresión entre el peso y la superficie alar
Tennekes 1997). El tamaño del ala es uno de los factores (S) en 120 especies de aves actuales. La ecuación resul-
más decisivos. El peso que un par de alas puede soportar tante es:
es directamente proporciona a su superficie (esto quiere
S = 0,052 + 0,008 × P
decir que un incremento doble del área alar implica un
aumento doble de la capacidad de sustentación). La rela- con un coeficiente de correlación de 0,86. Combinando
ción peso/superficie alar se conoce con el nombre de car- los valores de peso obtenidos por la primera ecuación y
ga alar, expresado normalmente en newtons/m2. Acaba- de superficie alar, mediante la segunda, se han calculado
mos de ver que en la historia evolutiva del aparato vola- los valores de carga de los taxones mesozoicos (Fig. 8).
dor aviano puede establecerse una transición, en térmi- Estos resultados confirman la hipótesis de reducción de
nos de capacidad voladora, del tipo: formas ancestrales carga alar desde las formas no voladoras hasta las aves
corredoras, no voladoras (terópodos no avianos) / vola- modernas (Sanz et al. 2000). Parece probable que, dadas
dores primitivos (Archaeopteryx y formas relacionadas) / las diferencias estructurales entre géneros como Protoar-
voladores intermedios (Iberomesornis y formas afines) / chaeopteryx y Caudipteryx, y las aves primitivas, las car-
voladores modernos (neornites). En este complejo proce- gas alares fueron realmente mayores en estos dinosaurios
so un fenómeno esperable es que se incrementase la capa- emplumados. En el caso de Baptornis (y probablemente
cidad de sustentación. Para contrastar esta hipótesis es en otros hesperornitiformes) el incremento de carga alar
necesario analizar los factores antes citados: densidad y está probablemente relacionado con sus hábitos buceado-
velocidad del aire, ángulo de ataque y tamaño del ala (ex- res, no voladores. Las neornites se caracterizan por una
presado por medio de la carga alar). La evaluación de al- amplia diversidad de sus cargas alares. Si la hipótesis plan-
gunos de estos factores es problemática, pero pueden teada es correcta, los valores más elevados de carga alar
522 José Luis Sanz
Figura 11. Fotografía de fluorescencia inducida mediante luz ultravioleta de Eoalulavis hoyasi (Cretácico inferior, Las Hoyas, Cuen-
ca, España). A: álula. RP: rémiges primarias. RS: rémiges secundarias. Fotografía de G.F. Kurtz.
en aves actuales pueden ser considerados como estadios es capaz de minimizar o eliminar el régimen turbulento
de carácter derivados a partir de los valores ancestrales, que se produce en la región posterodorsal del ala cuando
relacionados probablemente con los diferentes tipos de esta se verticaliza para frenar. De esta forma, se eliminan
vuelo. Por ejemplo, la velocidad de crucero depende de la los problemas de sustentación, evitando que el ave entre
carga alar. Cuanto mayor sea ésta, mayor será la veloci- en pérdida. Las álulas más antiguas que se conocen perte-
dad de vuelo (Tennekes 1997). necen a los géneros Eoalulavis (Sanz et al. 1996) (Fig.
Las características voladoras de un ave también de- 11) y Eoenantiornis (Hou et al. 1999), indicando que las
penden de la geometría del ala (alargamiento). En su aves habían conseguido un tipo de vuelo semejante al de
aproximación más simple se define como la relación en- las formas actuales hace, al menos, 120 millones de años.
tre la longitud (envergadura) y anchura (cuerda) del ala. No se conocen álulas fuera del clado ornitotoraces. Las
Pueden proponerse cinco morfotipos básicos de alarga- aves primitivas Archaeopteryx y Confuciusornis (Chiappe
miento: elíptico, (paseriformes y palomas), planeador lar- et al, 1999) carecen de álula. Por tanto, la hipótesis hoy
go (albatros y gaviotas), planeador corto (buitres, cigüe- día más probable es que este eficaz recurso volador del
ñas y águilas), de alta velocidad (golondrinas y vencejos) ala aparece como una novedad evolutiva de las aves
y de suspensión (colibríes) (Saville 1957, Norberg 1990). ornitotoracinas (Fig. 12).
Los morfotipos extremos van desde el elíptico (dimen- El vuelo de altura ha debido plantear grandes proble-
sión de la cuerda relativamente grande con relación a la mas funcionales en la historia de las aves. Por ejemplo, y
envergadura) al planeador largo (cuerda muy corta con como se ha referido anteriormente, la pérdida de densi-
relación a la envergadura). El registro fósil actual todavía dad del aire implica inmediatamente una disminución de
es escaso como para proponer una historia detallada del la capacidad de sustentación. Por otra parte, existe un
alargamiento. No obstante, parece evidente que el gradiente de disminución de la presión de oxígeno con la
morfotipo primitivo para aves es el elíptico (Fig. 9), pre- altura. Las aves modernas están caracterizadas por un
sente en Archaeopteryx y ornitotoracinas primitivas. El complejo tracto respiratorio formado por pulmones y sa-
alargamiento elíptico proporciona un vuelo versátil, con cos aéreos (McLelland 1989, Schmidt-Nielsen 1993) que
alta capacidad de maniobra. El resto de morfotipos pue- les permite un eficaz sistema de ventilación, incluso en
den considerarse como derivados, y aparecen por primera condiciones de baja presión de oxígeno. Parece probable
vez en neornites (Fig. 10), y probablemente en clados más que determinados sacos aéreos estuviesen ya presentes
inclusivos. Como en el caso de la carga alar la diversidad en la condición ancestral representada por terópodos no
de morfotipos de alargamiento puede asociarse a diferen- avianos (Perry 1989). También es probable que determi-
tes hábitos de vida relacionados con diversos tipos de nadas aves primitivas, como Iberomesornis, dotadas de
vuelo. un aparato esquelético volador derivado, hubieran
Ya se ha comentado brevemente que la fuerza de re- incrementado la eficacia funcional de sus sacos aéreos.
sistencia durante el vuelo es un efecto aerodinámico in- Pero estas aves primitivas carecen de forámenes neumáti-
mediato producido por el ala. Una de las características cos en el húmero (y otros elementos esqueléticos) que en
más importantes de la historia del vuelo aviano se refiere aves modernas están relacionados con un desarrollado sis-
a las tendencias para reducir los incómodos factores de tema de sacos aéreos. Si esta carencia implica una menor
resistencia. Una de las soluciones más eficaces es la apa- eficiencia del aparato respiratorio, es posible formular la
rición del álula, un pequeño penacho de plumas (3-4 en existencia de un gradiente en la historia evolutiva de las
neornites) asociadas al primer dedo de la mano. La exten- aves que produciría formas con una capacidad en incre-
sión del álula produce una corriente adicional de aire que mento para volar a mayor altitud.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
BAILEY, J.P. y DEMONT, M.E. 1991. The function of the wishbone. CHIAPPE, L.M. 1995. The first 85 million years of avian evolution.
Can. J. Zool. 69: 2751-2758. Nature 378: 349-355.
BARSBOLD, R. 1983. Carnivorous dinosaurs from the Cretaceous of CHIAPPE, L.M. 1996. Late Cretaceous birds of southern South America:
Mongolia. Sov.-Mon. Paleontol. Eksped. Trudy. 19: 1-117.
anatomy and systematics of Enantiornithes and Patagopteryx
BOCK, W.J. 1986. The arboreal origin of avian flight. En K. Padian
deferrariisi. En G. Arratia (ed.). Contributions of Southern South
(ed.): The origin of birds and the evolution of flight. Pp: 57-72.
America to Vertebrate Paleontology. Pp: 203-244. Münchner
California Academy of Sciences, San Francisco.
Geowis. Abh. (A), 30. Verlag Dr. Friedrich Pfeil, München.
BURGERS, P. y CHIAPPE, L.M. 1999. The wing of Archaeopteryx as
a primary thrust generator. Nature 399: 60-62. CHIAPPE, L.M. y CALVO, J.O. 1994. Neuquenornis volans, a new
CHAPMAN, R.E. y RASSKIN-GUTMAN, D. 2001. Quantifying Upper Cretaceous bird (Enantiornithes: Avisauridae) from
morphology. En D.E. Briggs y P.R. Crowther (eds): Paleobiology Patagonia, Argentina. J. Vertebr. Paleontol. 14: 230-246.
II. Pp: 489-492. Blackwell Science, Malden, Mass. CHIAPPE, L.M., JI, S.-A., JI, Q. y NORELL, M.A. 1999. Anatomy and
CHATTERJEE, S. (1997). The rise of birds. The John Hopkins Systematics of the Confuciusornithidae (Theropoda: Aves) from the
University Press, Baltimore. Late Mesozoic of the Northeastern China. Bull. Am. Mus. Nat. Hist.
CHEN, P., DONG, Z. y ZHEN, S. 1998. An exceptionaly well-preserved 242: 1-89.
theropod dinosaur from the Yixian Formation of China. Nature 391: CHIAPPE, L.M. (en prensa). Basal bird phylogeny: problems and
147-152. solutions. En Chiappe L.M. y Witmer L.M. (eds.): Mesozoic Birds:
524 José Luis Sanz
Above the Heads of Dinosaurs. The University of California Press, MCLELLAND, J. 1989. Anatomy of the lungs and airsacs. En A.S.
Berkerley. King y J. McLelland, (eds.): Form and Function in Birds. Pp: 221-
CHURE, D.J. y MADSEN, J.H., Jr. 1996. On the presence of furculae 279. Vol. 3. Academic Press, London.
in some non-maniraptoran theropods. J. Vertebr. Paleontol. 16: 573- NACHTIGALL, W. 1991. Functional Aspects on Morphology. En N.
577. Schmidt-Kittel y K. Vogel (eds): Constructional Morphology and
CLARK, J.M., NORELL, M.A. y CHIAPPE, L.M. 1999. An Oviraptorid Evolution. Pp: 31-40. Springer Verlag, Berlin.
Skeleton from the late Cretaceous of Ukhaa Tolgod, Mongolia, NORBERG, U.M. 1990. Vertebrate Flight. Springer-Verlag. Berlin.
Preserved in an Avianlike Brooding Position Over an Oviraptorid NORELL, M.A. y MAKOVICKY, P.J. 1999. Important features of the
Nest. Am. Mus. Novit. 3265: 1-36. dromaeosaurid skeleton II: information from newly collected
ELDREDGE, N. y CRACRAFT, J. 1980. Phylogenetic Patterns and the specimens of Velociraptor mongoliensis. Am. Mus. Novit. 3282:
Evolutionary Process. Columbia University Press. New York. 1-45.
ELLENBERGER, P. y VILLALTA, J.F. 1974. Sur la présence d’un NOVAS, F.E. y PUERTA, P.F. 1997. New evidence concerning avian
ancetre probable des Oiseaux dans le Muschelkalk supérieur de origins from the Late Cretaceous of Patagonia. Nature 387: 390-392.
Catalogne (Espagne). Note préliminaire. Acta Geolog. Hispan. 9: OLMOS, M. 1988. Investigaciones sobre la alometría funcional en las
162-168. extremidades de las aves. Tesis doctoral, Universidad de Barcelo-
ELZANOWSKI, A. 2000. Locomotion and habitat of Archaeopteryx: na, Facultad de Biología.
implications for the origins of avian flight. Vertebrata PalAsiatica, OLSON, S.L. y FEDUCCIA, A. 1979. Flight capability and the pectoral
suppl. vol. 38: 11. girdle of Archaeopteryx. Nature 278: 247-248.
FEDUCCIA, A. 1980. The Age of Birds. Harvard University Press. OSTROM, J.H. 1973. The ancestry of birds. Nature 242: 136.
Cambridge. OSTROM, J.H. 1975. The origin of birds. En F.A. Donath (ed.): Annu.
FEDUCCIA, A. y TORDOFF, H.B. 1979. Feathers of Archaeopteryx: Rev. Earth Planet. Sci. 3: 55-77.
asymmetric vanes indicate aerodynamic function. Science 134: OSTROM, J.H. 1979. Bird flight: how did it begin? Am. Scient. 67:
1021-1022. 46-56.
FEDUCCIA, A. y WILD, R. 1993. Birdlike characters in the Triassic OSTROM, J.H. 1986. The cursorial origin of avian flight. En K. Padian
archosaur Megalancosaurus. Naturwissenschaften 80: 564-566. (ed.): The origin of birds and the evolution of flight. Pp: 73-81.
GALTON, P.M. 1970. Ornithischian dinosaurs and the origin of birds. California Academy of Sciences, San Francisco.
Evolution 24: 448-462. OSTROM, J.H. 1995. Wing biomechanics and the origin of bird flight.
GATESY, S.M. y DIAL, K.P. 1996. Locomotor modules and the N. Jb. Geol. Paläont. Abh. 195: 253-266.
evolution of avian flight. Evolution 50: 331-340. PADIAN, K. 1995. Form versus function: the evolution of a dialectic.
GAUTHIER, J.A. 1986. Saurischian monophyly and the origin of birds. En J.J. Thomason, (ed): Functional Morphology in Vertebrate
En K. Padian (ed.): The origin of birds and the evolution of flight. Paleontology. Pp: 264-277. Cambridge University Press,
Pp: 1-55. California Academy of Sciences, San Francisco. Cambridge.
GOULD, S.J. 1980. The promise of paleobiology as a nomothetic, PADIAN, K. y CHIAPPE, L.M. 1998. The origin of birds and their
evolutionary discipline. Paleobiology. 6: 96-118. flight. Sci. Am. 278: 28-37.
GOULD, S.J. 1995. A task for Paleobiology at the threshold of majority. PERRY, S.F. 1989. Mainstreams in the evolution of the vertebrate
Paleobiology 21: 1-14. respiratory structures. En A.S. King y J. McLelland (eds.): Form
GRANDE, L. y RIEPPEL, O. 1994. Interpreting the Hierarchy of Nature. and Function in Birds, vol. 4. Pp: 1-67. Academic Press, New York.
From Systematic Patterns to Evolutionary Process Theories. POORE, S.O., ASHCROFT, A., SÁNCHEZ-HAIMAN, A. y GOSLOW,
Academic Press, New York. G.E., Jr. 1997. The contractile properties of the M. supracoracoideus
HENNIG, W. 1968. Elementos de una sistemática filogenética. Eudeba, in the pigeon and starling: a case for long-axis rotation of the
Buenos Aires. humerus. J. Exp. Biol. 200: 2987-3002.
HOLTZ, T.R. 1998. A new phylogeny of the carnivorous dinosaurs. En RAUP, D.M. y STANLEY, S.M. 1971. Principles of Paleontology. W.H.
B.P. Pérez-Moreno, T. Holtz, J.L. Sanz y J. Moratalla: Aspects of Freeman and company, San Francisco.
Theropod Paleobiology. Gaia 15: 5-61. RAYNER, J.M.V. 1991. Avian flight evolution and the problem of
HOPSON, J.A. y CHIAPPE, L.M. 1998. Pedal proportions of living Archaeopteryx. En J.M.V. Rayner y R.J. Wooton (eds.):
and fossil birds indicate arboreal or terrestrial specialization. J. Biomechanics in Evolution, Society for Experimental Biology,
Vertebr. Paleontol. 18: 52A. Seminar Series, 36: 183-212.
HOU, L., MARTIN, L.D., ZHOU, Z. y FEDUCCIA, A. 1996. Early RENESTO, S. 1994. Megalancosaurus, a possibly arboreal
adaptive radiation of birds: evidence from fossils from northeastern archosauromorph (Reptilia) from the Upper Triassic of northern
China. Science 274: 1164-1167. Italy. J. Vertebr. Paleontol. 14: 38-52.
JI, Q, CURRIE, P.J., NORRELL, M.A. y JI, S. Two feathered dinosaurs RIEPPEL, O.C. 1988. Fundamentals of Comparative Biology.
from northeastern China. Nature 393: 753-761. Birkhäuser Verlag, Basel and Boston.
KUROCHKIN, E.N. 1996. A new enantiornithid of the Mongolian Late ROBECK, H. E., MALEY, C.C. y DONOGHUE, M.J. 2000. Taxonomy
Cretaceous, and a general appraisal of the Infraclass Enantiornithes and temporal diversity patterns. Paleobiology 26: 171-187.
(Aves). Moscow Palaeontological Institute, Special Issue. Pp: 1-60. RUDWICK, M.J.S. 1964. The inference of function from structure in
LAUDER, G.V. 1995. On the inference of function from structure. En fossils. Br. J. Philos. Sci. 15: 27-40.
J.J. Thomason, (ed): Functional Morphology in Vertebrate SANZ, J.L. 1999. Los dinosaurios voladores. Historia evolutiva de las
Paleontology. Pp: 1-18. Cambridge University Press, Cambridge. aves primitivas. Mundo Vivo. Libertarias, Madrid.
LÓPEZ-MARTÍNEZ, N. y TRUYOLS SANTONJA, J. (1994). SANZ, J.L. y LÓPEZ-MARTÍNEZ, N. 1984. The prolacertid
Paleontología. Conceptos y Métodos. Ed. Síntesis, Madrid. lepidosaurian Cosesaurus aviceps Ellenberger and Villalta, a
MAKOVICKY, P.J., y CURRIE, P.J. 1996. Discovery of a furcula in claimed “protoavian” from the middle Triassic of Spain. Geobios.
tyrannosaurid theropods. J. Vertebr. Paleontol.. 16: 50A. 17: 741-753.
MARTIN, L.D. 1991. Mesozoic birds and the origin of birds. En H-P. SANZ, J.L., BONAPARTE, J.F. y LACASA, A. 1988. Unusual Early
Schultze, y L. Trueb (eds.): Origins of the higher groups of tetrapods. Cretaceous birds from Spain. Nature 331: 433-435.
Pp: 485-540. Comstock Publishing Associates, Ithaca and London. SANZ, J.L. y BONAPARTE, J.F. 1992. A new Order of Birds (Class
MARTIN, L.D., STEWART, J.D. y WHETSTONE, K.N. 1980. The Aves) from Early Cretaceous of Spain. En K.E. Campbell (ed.):
origin of birds: structure of the tarsus and teeth. Auk 97: 86-93. Papers in Avian Paleontology. Honoring Pierce Brodkorb. Science
MAYR, E. 1969. Principles of Systematic Zoology. McGraw-Hill. New Series. Natural History Museum of Los Angeles County, 36: 39-49.
York. SANZ, J.L. y BUSCALIONI, A.D. 1992. A new bird from the Early
MCGHEE, G.R., Jr. 1999. Theorethical morphology: the concepts and Cretaceous of Las Hoyas, Spain, and the early radiation of birds.
its applications. Columbia University Press, New York. Paleontology. 35: 829-845.
CAPÍTULO 33: HISTORIA TEMPRANA DEL VUELO EN LAS AVES 525
SANZ, J.L., CHIAPPE, L.M. y BUSCALIONI, A.D. 1995. The SERENO, P.C. y RAO, C. 1992. Early evolution of avian flight and
osteology of Concornis lacustris (Aves: Enantiornithes) from the perching: new evidence from Lower Cretaceous of China. Science
Lower Cretaceous of Spain and a reexamination of its phylogenetic 225: 845-848.
relatioships. Am. Mus. Novit., 3133: 1-23. SIMPSON, G.G. 1945. The principles of classification and a
SANZ, J.L, CHIAPPE, L.M., PÉREZ-MORENO, B.P., BUSCALIONI, classification of mammals. Amer. Mus. Nat. Hist. Bull. 85: 1-350.
A.D., MORATALLA, J.J., ORTEGA, F. y POYATO-ARIZA, F.J. SMITH, A.B. 1994. Systematics and the fossil record: documenting
1996. A new Lower Cretaceous bird from Spain: implications for evolutionary patterns. Blackwell Scientific Publications, Oxford.
the evolution of flight. Nature 382: 442-445. SPEAKMAN, J.R. y THOMPSON, S.C. 1994. Flight capabilities of
SANZ, J.L., CHIAPPE, L.M., PÉREZ-MORENO, B.P., MORATALLA,
Archaeopteryx. Nature 370: 514.
J.J., HERNÁNDEZ-CARRASQUILLA, F., BUSCALIONI, A.D.,
SPEAKMAN, J.R. y THOMPSON, S.C. 1995. Reply to Norberg’s
ORTEGA, F., POYATO-ARIZA, F.J., RASSKIN-GUTMAN, D. y
“Feather asymmetry in Archaeopteryx (1995)”. Nature 374:
MARTÍNEZ-DELCLÓS, X. 1997. A nestling bird from the Early
221-222.
Cretaceous of Spain: implications for avian skull and neck evolution.
Science 276: 1543-1546. TARSITANO, S.F. y HECHT, M.K. 1980. A reconsideration of the
SANZ, J.L., B.P. PÉREZ-MORENO & F.J. POYATO-ARIZA. 1998. reptilian relationships of Archaeopteryx. Zool. J. Linn. Soc. 69:
Living with dinosaurs. Nature, 393: 32-33. 149-182.
SANZ, J.L., ÁLVAREZ, J.C., MESEGUER, J., SORIANO, C., TENNEKES, H. 1997. The Simple Science of Flight. From Insects to
CARRASQUILLA, F. y PÉREZ-MORENO, B.P. 2000. Wing Jumbo Jets. The MIT Press, Gardiner (Maine).
loading in primitive birds. Vertebrata Pal Asiatica Suppl. Vol. 38: 27. THOMAS, R.D.K. 1979. Morphology, Constructional. En R.W.
SANZ, J.L., CHIAPPE, L.M., FERNÁNDEZ-JALVO, Y, ORTEGA, F., Fairbridge y D. Jablonski (eds): The Encyclopedia of Paleontology.
SÁNCHEZ-CHILLÓN, B., POYATO-ARIZA, F. y PÉREZ-MO- Pp: 482-487. Dowden, Hutchinson y Ross, Inc, Stroudsburg.
RENO, B. 2001. An early Cretaceous pellet. Nature 409: 998-999. WALKER, A.D. 1972. New light on the origin of birds and crocodiles.
SANZ, J.L., PÉREZ-MORENO, B.P., CHIAPPE, L.M. y BUSCALIONI, Nature 237: 257-263.
A.D. (en prensa). The birds from the Lower Cretaceous of Las Ho- WALKER, C.A. 1981. New subclass of birds from the Cretaceous of
yas (Province of Cuenca, Spain). En L.M. Chiappe y L.M. Witmer South America. Nature 292: 51-53.
(eds.): Mesozoic Birds: Above the Heads of Dinosaurs. The WITMER, L.M. 1991. Perspectives in avian origins. En H.-P. Schultze
University of California Press, Berkerley. y L. Trueb (eds.): Origins of the higher groups of tetrapods. Pp:
SAVILLE, D.B.O. 1957. Adaptative evolution in the avian wing. 427-466. Comstock Publishing Associates, Ithaca.
Evolution 11: 212-224. XU, X., ZHOU, Z. y WANG, X. 2000. The smallest known non-avian
SCHMIDT-KITTLER, N. y VOGEL, K. 1991. Constructional
theropod dinosaur. Nature 408: 705-708.
Morphology and Evolution. Springer Verlag, Viena, Londres, Nue-
ZHOU, Z. 1995. Discovery of a new Enantiornithine bird from the Early
va York.
Cretaceous of Liaoning, China. Vertebrata PalAsiatica.33: 99-113.
SCHMIDT-NIELSEN, K. 1993. Animal Physiology. Adaptation and
ZHOU, Z. y WANG, X. 2000. A new species of Caudipteryx from the
Enviroment. Fourth Edition. Cambridge University Press.
Cambridge. Yixian Formation of Liaoning, Northeast China. Vertebrata
SERENO, P.C. 2000. Iberomesornis romerali (Aves, Ornithothoraces) PalAsiatica. 38: 113-127.
reevaluated as an Early Cretaceous enantiornithine. N. Jb. Geol.
Paläont. Abh. 215: 365-395.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) DINGUS, L. y ROWE, T. 1998. The mistaken Extinction. Dinosaur Evolution and the Origin of Birds. W.H. Freeman and Company,
New York. Dingus y Rowe expresan la idea de que las aves son dinosaurios derivados, capaces de volar que, por tanto, no se han
extinguido. Después de una cuidadosa revisión de las posibles causas de la crisis biótica del límite Cretácico-Terciario se centran en
el origen y evolución de los dinosaurios, la transición dinosaurios-aves y la diversificación y extinción de las aves modernas.
(2) SANZ, J.L. (1999). Los dinosaurios voladores. Historia evolutiva de las aves primitivas. Mundo Vivo. Libertarias. Madrid. En este
libro se aborda la totalidad de la problemática relacionada con la historia evolutiva temprana de las aves: introducción al sistema
esquelético aviano, registro de aves mesozoicas, origen y filogenia, origen y desarrollo histórico del vuelo y morfología descriptiva
e historia evolutiva de las plumas. Además contiene una abundante bibliografía.
(3) SHIPMAN, P. (1998). Taking Wing. Archaeopteryx and the Evolution of Flight. Simon y Schuster. New York. Shipman propone un
detallado discurso sobre la investigación del ave jurásica alemana y la historia evolutiva del vuelo, que comienza por una descrip-
ción del material conocido hasta la fecha de Archaeopteryx y la mecánica del vuelo y filogenia aviana. Shipman analiza también el
vuelo desde la perspectiva de otros organismos, desde insectos a murciélagos y pterosaurios, para abordar finalmente el desarrollo
del vuelo en aves modernas.
Capítulo 34: LA DIVERSIFICACION DE LAS ALGAS ROJAS
INARTICULADAS (CORALLINALES, RHODOPHYTA)
Julio Aguirre, Juan C. Braga y Robert Riding
DEPARTAMENTO DE ESTRATIGRAFÍA Y PALEONTOLOGÍA, FACULTAD DE CIENCIAS. UNIVERSIDAD DE GRANADA.
Campus Fuentenueva s/n. 18071-Granada, España. E-mails: jaguirre@goliat.ugr.es y jbraga@goliat.ugr.es
La historia de diversificación de las algas coralinas no articuladas parece estar controlada por cambios globales
de temperatura y por la disponibilidad de nuevos hábitats. La familia Sporolithaceae, de ambientes tropicales, alcan-
zó el máximo de diversidad y dominó durante las condiciones invernadero del Cretácico superior y posteriormente
su riqueza de especies disminuyó según descendía la temperatura global. En la familia Corallinaceae, la subfamilia
Melobesioideae, de aguas frías y profundas, se diversifica en el Cretácico terminal y domina las asociaciones de
algas coralinas en el Paleógeno. Las subfamilias Lithophylloideae/Mastophoroideae se diversificaron en el Oligoceno
debido a un incremento de hábitats someros a nivel global. Este aumento estuvo causado por una mayor diferencia-
ción latitudinal de las bandas climáticas como consecuencia de la formación del casquete polar Antártico, y a un
incremento de hábitats en los arrecifes por la diversificación de los corales. Durante el Plioceno-Pleistoceno los
lithophylloides/mastophoroides superaron en número de especies a los melobesioides debido a un nuevo aumento
de la diferenciación latitudinal por el inicio de las glaciaciones del Hemisferio Norte. Los melobesioides, de latitu-
des altas, sufrieron más las glaciaciones que los lithophylloides/mastophoroides, de latitudes bajas-medias, donde
cambios más moderados de temperatura y de otros parámetros ambientales pudieron estimular la diversificación por
el efecto fisión. A lo largo de su historia las algas coralinas sufrieron extinciones en masa, especialmente al final del
Cretácico y durante el Mioceno-Plioceno. Cada extinción fue seguida de una aparición masiva de especies, produ-
ciéndose una renovación que mantuvo un continuo incremento en la diversidad.
Historia natural del grupo incluye a la anterior más las especies cuya distribución
estratigráfica no está resuelta a nivel de piso, ya que las
Las algas rojas inarticuladas pertenecientes al Orden especies están referidas, por ejemplo, a nivel de periodo o
Corallinales (denominadas coralinas en lo sucesivo) cons- época (“datos totales”).
tituyen uno de los grupos de organismos autótrofos del Dados los problemas taxonómicos que encierran las
bentos marino con mejor y mayor representación en el definiciones de especies y de géneros de algas coralinas
registro fósil. Las paredes celulares de estas algas están fósiles (Bosence 1991, Braga et al. 1993), el examen de
impregnadas de carbonato cálcico, lo que les confiere un la historia del grupo a nivel supraespecífico se ha realiza-
alto potencial de preservación. Por ello, desde que se en- do a nivel de familias y subfamilias, cuyas circumscrip-
cuentran los primeros restos atribuibles a este grupo en el ciones taxonómicas han sido históricamente más estables.
Cretácico inferior, hace unos 144 millones de años (Ma) Para ello, se han diferenciado los siguientes grupos: a)
(Arias et al. 1995), hasta la actualidad muestran un regis- Sporolithaceae. Los representantes de esta familia están
tro fósil continuo, cuya excelente calidad facilita analizar caracterizados por poseer las esporas en cámaras o cavi-
la historia evolutiva del grupo, ya esbozada en estudios dades calcificadas individuales, denominadas cámaras
previos (Maslov 1956, Poignant 1974, Steneck 1983). En esporangiales, las cuales se agrupan para dar una estruc-
este análisis se han excluido las algas rojas articuladas ya tura denominada sorus (sori en plural); b) Melobesioi-
que tienen un registro fósil muy deficiente e irregular. deae (familia Corallinaceae). Los miembros de esta subfa-
Como grupo, las algas coralinas tienen una distribu- milia se caracterizan por tener conceptáculos esporangia-
ción cosmopolita, ya que viven desde los trópicos hasta les con numerosos poros de salida (multiperforados); y,
las regiones polares, y desde la costa hasta profundidades c) Lithophylloideae y Mastophoroideae (familia Coralli-
superiores a los 200 m. Así mismo, son capaces de resis- naceae). Estas subfamilias incluyen algas con conceptá-
tir diferentes condiciones de energía hidráulica y salinidad. culos esporangiales que tienen un único poro de salida
En todo este rango de distribución geográfica y ecológica, (uniperforados). Se diferencian entre sí por la presencia
estas algas son importantes productores de sedimento (en Mastophoroideae) o ausencia (en Lithophylloideae)
carbonatado (Adey y Macintyre 1973, Bosence 1991) y de fusiones celulares. No obstante, este rasgo morfológi-
son uno de los principales organismos constructores de co no ha sido históricamente reconocido en la taxonomía
los arrecifes tropicales, en los que en muchas ocasiones de las coralinas fósiles, por lo que se tratan ambos grupos
superan volumétricamente a los corales (Round 1981). conjuntamente. Los miembros de otras subfamilias de la
A pesar del cosmopolitismo de las algas coralinas en familia Corallinaceae no han sido incluidos, ya que care-
conjunto, los representantes de las distintas familias y cen de representantes fósiles.
subfamilias muestran distribuciones latitudinales y
batimétricas diferentes (Adey y Macintyre 1973, Perrin
et al. 1995). La familia Sporolithaceae está casi exclusi- Origen y radiación temprana de las algas coralinas
vamente limitada a ambientes profundos en zonas de lati-
tudes bajas o a microhábitats crípticos de los arrecifes. La Hay numerosos ejemplos de fósiles paleozoicos atri-
subfamilia Melobesioideae no tiene una distribución lati- buidos a algas coralinas, pero hasta el momento estos an-
tudinal restringida, pero en latitudes medias-bajas suele tecedentes paleozoicos son muy inciertos y tienen una
ocupar ambientes profundos mientras que en regiones posición taxonómica muy dudosa. La única excepción es
templadas frías y circumpolares son las formas dominan- el género Graticula y algunos otros organismos relacio-
tes en aguas someras. Los miembros de las subfamilias nados presentes en el Ordovícico y en el Silúrico (Brooke
Lithophylloideae y Mastophoroideae suelen vivir en am- y Riding 1998, 2000). En el Jurásico superior se han cita-
bientes someros de latitudes bajas: los mastophoroides do también algas coralinas, pero hay serias dudas sobre
predominan en los trópicos y los lithophyloides en zonas su posición temporal y su circunscripción taxonómica
sub-tropicales o templado-cálidas. (Moussavian 1991).
El registro confirmado más antiguo de una especie de
alga coralina es el de Sporolithon rude Lemoine (familia
Sporolithaceae) del Hauteriviense (Cretácico inferior)
Metodología
(Arias et al. 1995). Se encuentra en sedimentos arrecifa-
les someros del Tetis occidental, en la Península Ibérica.
Los datos de la distribución temporal de las especies Las coralinas no permanecieron restringidas a medios arre-
de algas coralinas han sido obtenidos a partir de 222 refe- cifales y al final del Cretácico inferior (Albiense) ya ha-
rencias que citan especies fósiles de estos organismos, lo bían colonizado áreas más profundas de plataformas tro-
que constituye la práctica totalidad de la bibliografía exis- picales. En este sentido, las algas coralinas presentan una
tente. Se han registrado 655 especies desde el Jurásico pauta macroevolutiva de colonización y expansión desde
superior hasta el Pleistoceno. zonas próximas a la costa hacia mar adentro (“onshore-
Se han obtenido dos bases de datos distintas. Una in- offshore pattern”), similar al inferido para distintos órde-
cluye el número de especies (riqueza específica) para cada nes de invertebrados marinos (Jablonski y Bottjer 1990).
piso y la primera y última aparición (aparición y extin- Su rápida expansión geográfica y su capacidad para colo-
ción respectivamente) de cada una de las especies a nivel nizar rápidamente nuevos ambientes sugiere que las co-
de piso geológico (“datos a nivel de piso”). La segunda ralinas fueron generalistas durante el Cretácico inferior.
CAPÍTULO 34: LA DIVERSIFICACIÓN DE LAS ALGAS ROJAS INARTICULADAS (CORALLINALES, RHODOPHYTA) 529
0 Pleistoceno 0 Pleistoceno
Piacenziense Piacenziense
IS
Pl
IS
Pl Zanclianiense Zanclianiense
Messiniense Messiniense
A B
M S
Tortoniense
M S
10 Tortoniense 10
Mioceno
Mioceno
Serravaliense Serravaliense
Langhiense Langhiense
Burdigaliense Burdigaliense
20 20
I
I
Aquitaniense Aquitaniense
Oligoc.
Oligoc.
Chattiense Chattiense
I S
I S
30 Rupeliense 30 Rupeliense
Priaboniense Priaboniense
S
S
Bartoniense 40 Bartoniense
40
Eoceno
Eoceno
M
M
Luteciense Luteciense
50 50
Tiempo (Ma)
Ypresiense Ypresiense
I
I
Thanetiense Thanetiense
Paleoc.
Paleoc.
S
S
60 60
Daniense Daniense
I
I
Tiempo (Ma)
Maastrichtiense Maastrichtiense
70 70
Campaniense Campaniense
Superior
Superior
80 80
Santoniense Santoniense
Coniaciense Coniaciense
90 Turoniense
90 Turoniense
Cretácico
Cenomaniense Cenomaniense
100 100
Cretácico
Albiense Albiense
Inferior
110 110
Aptiense Aptiense
120 120
Inferior
Barremiense
130 Hauteriviense
Valanginiense datos a nivel de piso
140 Berriasiense
datos totales
Figura 1. A) Número de especies de algas coralinas no articuladas durante el intervalo Cretácico-Pleistoceno. B) Riqueza específica
corregida mediante el método de rarefacción, usado para calcular la diversidad esperada porque el número de publicaciones que
hacen referencia a las diferentes especies de algas coralinas es muy diferente en los distintos intervalos temporales. Paleoc.
= Paleoceno; Oligoc. = Oligoceno; Pl. = Plioceno; I = inferior; M = medio; S = superior. (Tomada de Aguirre et al. 2000a).
Diversificación de las algas coralinas En la historia evolutiva de las algas coralinas desde el
Cretácico inferior al Pleistoceno se puede reconocer un
Las variaciones de diversidad de las coralinas durante relevo en los grupos que dominan las asociaciones de es-
el intervalo Cretácico-Pleistoceno usando tanto los datos tas algas en tres intervalos temporales sucesivos (Fig. 2):
totales como los datos a nivel de piso se muestran en la Cretácico superior, Paleógeno y Neógeno. Como veremos
Figura 1. El número de especies primero aumenta desde a continuación, este relevo parece estar relacionado con
la base del Cretácico hasta el Mioceno inferior y luego la temperatura y la disponibilidad de hábitat.
disminuye hasta alcanzar un mínimo en el Plioceno supe- En los estadios iniciales, la familia Sporolithaceae y
rior; posteriormente, se produce una recuperación duran- los grupos de la familia Corallinaceae (Melobesioideae y
te el Pleistoceno (Fig. 1a). No obstante, estos datos mues- Lithophylloideae/Mastophoroideae) presentan niveles si-
tran un cierto sesgo ya que en nuestra base de datos, el milares de riqueza de especies. A partir del inicio del
número de publicaciones que citan especies de algas Cretácico superior la familia Sporolithaceae se hace do-
coralinas difiere de unos pisos a otros, por lo que los “ta- minante en las asociaciones de coralinas y su predominio
maños de muestra” son distintos (Aguirre et al. 2000a).
se extiende durante todo el Cretácico superior (Fig. 2).
Para corregir estas diferencias en los tamaños de muestra
Esta familia sufre importantes descensos de diversidad
se aplica un análisis de rarefacción. En este caso, la rique-
durante el Paleógeno y Neógeno, quedando con relativa-
za de especies corregida también aumenta progresivamen-
te hasta el Mioceno inferior pero sólo sufre un ligero des- mente pocos efectivos desde el Oligoceno inferior hasta
censo en el Mioceno superior-Plioceno y una suave recu- la actualidad (Fig. 2). Al final del Plioceno se detecta el
peración en el Pleistoceno (Fig. 1b). Como se puede ob- mínimo de riqueza de especies en toda la historia del gru-
servar, los resultados de riqueza específica corregida por po. En la actualidad, Sporolithon es un género tropical-
el análisis de rarefacción difieren de los datos en bruto, subtropical típico (Johnson 1963), y no existen eviden-
especialmente en el intervalo Neógeno-Pleistoceno (Fig. cias de que haya ocupado de forma permanente ambien-
1). Por tanto, se infiere que la disminución en el número tes de latitudes medias-altas. Tras su máximo desarrollo
de especies de coralinas durante el Neógeno está exage- durante las condiciones invernadero que reinaron a nivel
rada por la escasez de publicaciones referentes a las algas global durante el Cretácico superior, su preferencia por
de este intervalo temporal. ambientes cálidos parece ser la causa más probable de su
530 Julio Aguirre, Juan C. Braga y Robert Riding
20
10
Lithoph./Mastoph.
0
20
Número de especies
10
Melobesioideae
0
20
10
Sporolithaceae
0
P Z M To S L B A Ch Ru Pr Ba Lu Yp Th Da Ma Ca S C Tu Ce Al Ap
Pl Mioceno Olig. Eoceno Paleoc. Cretácico
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110 120
Tiempo (Ma)
Figura 2. Riqueza específica según los datos rarefactados de los tres grupos taxonómicos considerados en este trabajo. Durante el
Cretácico inferior, y de forma mucho más importante durante el Cretácico superior, las asociaciones de algas coralinas estuvieron
dominadas por representantes de la familia Sporolithaceae, la cual adquirió su máximo desarrollo en el Cretácico superior
(Coniaciense C). Durante el Paleógeno (Paleoceno-Oligoceno) se produce un reemplazamiento en las asociaciones de algas
coralinas, ya que pasan a estar dominadas por representantes de la subfamilia Melobesioideae. Este grupo adquirió su máxima
diversificación en el Oligoceno superior (Chattiense Ch). Desde el final del Paleógeno, y sobre todo a lo largo del Neógeno
(Mioceno-Plioceno), el dominio de los melobesioides en las asociaciones de algas está compartido con los representantes de las
subfamilias Lithophylloideae/Mastophoroideae. Este grupo se hace dominante en el Plioceno y Pleistoceno, cuando alcanza su
máxima abundancia. Abreviaturas de los periodos geológicos (unidades temporales de la escala geocronológica integrada por
épocas que, a su vez, forman parte de las eras) como en la Fig. 1. Los pisos (unidades temporales básicas de la escala cronoestratigráfica
cuyos límites están marcados por líneas isocronas. Sus equivalentes en la escala geocronológica son las edades) están indicados por
la primera o dos primeras letras del nombre (ver Fig. 1 para ver el nombre completo).
progresiva disminución en una Tierra en continuo enfria- extendió durante todo el Paleógeno hasta el máximo del
miento desde el Cretácico superior (Fig. 3). Oligoceno superior. Posteriormente, su número de espe-
La familia Corallinaceae, en conjunto, comenzó a cies se mantiene aproximadamente constante durante todo
diversificarse durante el Cretácico terminal, reemplazan- el Mioceno para descender de forma drástica al final del
do a la familia Sporolithaceae como el grupo dominante Plioceno y en el Pleistoceno (Fig. 2). A partir de la base
de las asociaciones de coralinas en el Paleógeno (Figs. 2 del Paleógeno los melobesioides relevan a los miembros
y 3). La expansión del grupo según descendía la tempera- de la familia Sporolithaceae y se hacen dominantes en las
tura global de la Tierra continuó hasta alcanzar el máxi- asociaciones de algas coralinas.
mo de diversidad durante el Mioceno inferior (Fig. 3). El grupo formado por las subfamilias Lithophylloi-
Dentro de esta tendencia general, los dos grupos diferen- deae/Mastophoroideae permanece como grupo minorita-
ciados dentro de la familia Corallinaceae siguen caminos rio durante prácticamente todo el Paleógeno (Fig. 2). De
distintos. Después del máximo térmico alcanzado en el hecho, la familia Sporolithaceae es más abundante que el
Cretácico superior, la temperatura global comenzó a dis- grupo de los lithophyloides/mastophoroides durante el
minuir progresivamente hasta la actualidad (Fig. 3). Los Paleoceno y la mayor parte del Eoceno. No obstante, en
miembros de la subfamilia Melobesioideae, adaptados a el Eoceno superior este grupo de coralináceas reemplaza
condiciones de aguas más frías y más profundas, empeza- a las sporolithaceas (Fig. 2). Durante el Oligoceno y Mio-
ron a diversificarse al final del Cretácico, proceso que se ceno inferior, el número de especies de lithophyloides/
CAPÍTULO 34: LA DIVERSIFICACIÓN DE LAS ALGAS ROJAS INARTICULADAS (CORALLINALES, RHODOPHYTA) 531
Tiempo (Ma)
0 20 40 60 80 100 120
25
20
Temperatura (°C)
15
10
40
Número de especies
Corallinaceae
30
20
10
Sporolithaceae
0 P ZM T S L B A Ch Ru P Ba Lu Yp Th D Ma Ca S C T Ce Alb Ap
P Pl Mioceno Oligoc. Eoceno Pale. superior inferior
Cenozoico Cretácico
Figura 3. Curvas de riqueza específica de las dos familias de algas coralinas, Corallinaceae y Sporolithaceae, comparadas con los
valores de temperatura global estimados a partir de la relación isotópica de oxígeno (δ18O) de las conchas de foraminíferos
bentónicos (datos de Savin, 1977). Mientras que las coralináceas experimentan un progresivo incremento en la diversidad, las
esporolitáceas disminuyen progresivamente según desciende la temperatura global del planeta. Este grupo alcanzó su máximo
desarrollo durante las condiciones invernadero reinantes en el Cretácico superior. (Abreviaturas como en la Fig. 2). (Tomada de
Aguirre et al. 2000a).
70
65
60
datos a nivel de piso
55
50 datos totales
45
Extinción (%)
40
35
30
25
20
15
10
5
0
P Z M To Se L Bu Aq Ch Ru Pr Ba Lu Yp Th Da Ma Ca S Co Tu Ce Al Ap
SI S M I S I S M I S I superior inferior
PLEIS
Figura 4. Porcentaje de extinción de especies de coralinas según datos rarefactados. Los valores de extinción están representados
al final de cada piso geológico, ya que los datos usados no ofrecen resolución dentro de piso. Las líneas verticales representan las
barras de error binomial (Abreviaturas como en la Fig. 2). (Tomada de Aguirre et al. 2000a).
75 datos totales
70 datos a nivel de piso
65
60
55
50
Apariciones (%)
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
P Z M To Se L Bu Aq Ch Ru Pr Ba Lu Yp Th Da Ma Ca S Co Tu Ce Al Ap
SI S M I S I S M I S I superior inferior
PLEIS
Figura 5. Porcentaje de aparición de especies de coralinas según datos rarefactados. Los valores de aparición están representados
al inicio de cada piso geológico, ya que los datos usados no ofrecen resolución dentro de piso. Las líneas verticales representan las
barras de error binomial. (Abreviaturas como en la Fig. 2). (Tomada de Aguirre et al. 2000a).
largo del Cenozoico (Fig. 4). Con los datos totales, única- marinos, vertebrados y plantas (Raup y Sepkoski 1984,
mente las extinciones del Cretácico terminal y del Eoceno Benton 1995, Sepkoski y Koch 1996).
superior (Ma y Pr respectivamente en Fig. 4) coinciden La extinción del final del Cretácico, la que mayor re-
con extinciones en masa que afectaron a invertebrados percusión tuvo en la historia de las coralinas, es similar
CAPÍTULO 34: LA DIVERSIFICACIÓN DE LAS ALGAS ROJAS INARTICULADAS (CORALLINALES, RHODOPHYTA) 533
(67%) a la estimada para las especies heterótrofas marinas va de especies después de cada extinción en masa. Estas
(63-77%, Sepkoski 1989) y algas verdes bentónicas per- apariciones masivas de especies pueden ser interpretadas
tenecientes al Orden Dasycladales (68%, Aguirre et al. como radiaciones evolutivas que conllevaron la ocupa-
2000b). Esta extinción afectó a otros organismos autótro- ción de hábitats liberados por las extinciones (Stanley
fos, como constituyentes del fitoplancton marino (Ma- 1979). El efecto combinado de extinciones y subsecuentes
cLeod et al. 1997) y plantas terrestres (Johnson 1992). La radiaciones se tradujo en una importante renovación
desaparición masiva de organismos autótrofos implica una (“turnover”) de especies.
considerable reducción de la intensidad de luz que afecte
por igual a toda la zona fótica, fenómeno común tanto a un
Herbivoría
intenso volcanismo (Officer y Drake 1983), como al im-
pacto de un asteroide contra la superficie de la Tierra (Al- Con una limitada base de datos, Steneck (1983) cons-
varez et al. 1980). Cualquiera de estos procesos desenca- tató un progresivo incremento de la diversidad de las
denaría una serie de fenómenos ambientales que, actuan- coralinas desde el Cretácico y sugirió que estas algas ha-
do de forma compleja y al mismo tiempo, pudieron pro- bían desarrollado una serie de rasgos anatómicos, ausen-
vocar la extinción del final del Cretácico (Archibald 1996). tes en otras, especialmente la fuerte calcificación, que les
La extinción del Eoceno (27,5%), relacionada con el conferían mayor resistencia a la presión de herbivoría. Por
impacto de varios asteroides contra la superficie de la Tie- ello, propuso que la diversificación de las algas coralinas
rra, tiene también una incidencia comparable a la del con- ha estado directamente controlada por la evolución de
junto de las especies marinas (22-35%, Sepkoski, 1989) diversos grupos de herbívoros, fundamentalmente
y de las algas verdes dasycladáceas (27,3%). gasterópodos pateloides, equinodermos y peces teleósteos.
Las extinciones de coralinas del tránsito Paleoceno- La aparición y desarrollo de estos herbívoros durante el
Eoceno (Th-Yp en Fig. 4) podrían considerarse como un Cenozoico habría producido un incremento selectivo de
doble pico aproximadamente coincidente con la extinción la presión de herbivoría sobre las algas blandas, lo que
de algas dasycladáceas, foraminíferos bentónicos, cora- habría generado un aumento del espacio disponible para
les scleractinios, y componentes de ecosistemas terres- las coralinas.
tres (Sepkoski 1990, Benton 1995) en el Paleoceno supe- No obstante, el aumento de los herbívoros y la radia-
rior-Eoceno inferior. ción de las coralinas no se ajustan temporalmente, como
La extinción en masa del Plioceno inferior, la más el mismo Steneck (1983) reconoció. Aunque numerosos
importante del Cenozoico y la segunda en importancia en estudios han demostrado que las algas coralinas se ven
la historia del grupo (58%), coincide con uno de los picos favorecidas en aquellas zonas donde la presión de
de extinción de organismos heterótrofos marinos (Raup y herbivoría es alta, la hipótesis de Steneck (1983) implica
Sepkoski 1984) pero que tuvo escasa repercusión. un efecto negativo sobre las algas bentónicas sin esquele-
to calcáreo difícilmente demostrable dada la ausencia de
Apariciones registro fósil.
Bibliografía
ADEY, W.H. y MACINTYRE, I. G. 1973. Crustose coralline algae: a ÁLVAREZ, L.W., ÁLVAREZ, W., ASARO, F. y MICHEL, H.V. 1980.
re-evaluation in the geological sciences. Geol. Soc. Am. Bull. 84: Extraterrestrial cause for the Cretaceous-Tertiary extinction.
883-904. Science, 208: 1095-1108.
AGUIRRE, J., RIDING, R. y BRAGA, J.C. 2000a. Diversity of coralline
ARCHIBALD, J.D. 1996. Dinosaur extinction and the end of an Era.
red algae: origination and extinction patterns from the Early
What the fossils say. Columbia Univ. Press, New York.
Cretaceous to the Pleistocene. Paleobiology 26: 651-667.
AGUIRRE, J., RIDING, R. y BRAGA, J.C. 2000b. Late Cretaceous ARIAS, C., MASSE, J.P. y VILAS, L. 1995. Hauterivian shallow mari-
incident light reduction: evidence from benthic algae. Lethaia 33: ne calcareous biogenic mounds. S. E. Spain. Palaeogeog., Palaeocli-
205-213. mat., Palaeoecol. 119: 3-17.
534 Julio Aguirre, Juan C. Braga y Robert Riding
BENTON, M.J. 1995. Diversification and extinction in the history of PERRIN, C., BOSENCE, D.W.J. y ROSEN, B. 1995. Quantitative
life. Science 268: 52-58. approaches to palaeozonation and palaeobathymetry of corals and
BOSENCE, D.W.J. 1991. Coralline algae: Mineralization, taxonomy, coralline algae in Cenozoic reefs. En D.W.J. Bosence y P.A. Allison
and palaeoecology. En R. Riding (ed.): Calcareous algae and (eds.): Marine palaeoenvironmental analysis from fossils. Geol. Soc.
stromatolites. Pp: 98-113. Springer, Berlin. Sp. Publ. Geol. Soc. London 83: 181-229.
BRAGA, J.C., BOSENCE, D.W.J. y STENECK, R.S. 1993. New POIGNANT, A.F. 1974. Les algues calcaires fossiles: leur intérêt
anatomical characters in fossil coralline algae and their taxonomic stratigraphique. Newsletter Stratigraphy 3: 181-192.
implications. Palaeontology 36: 535-547. RAUP, D.M. y SEPKOSKI, J.J., Jr. 1984. Periodicity of extinctions in
BROOKE, C. y RIDING, R. 1998. Ordovician and Silurian coralline the geologic past. Proc. Nat. Acad. Sci. USA 81: 801-805.
red algae. Lethaia 31: 185-195. ROUND, F.E. 1981. The ecology of algae. Cambridge Univ. Press,
BROOKE, C. y RIDING, R. 2000. Graticula and its derivatives, Cambridge.
replacement name for the alga Craticula Brooke & Riding non SAVIN, S.M. 1977. The history of the Earth’s surface temperature during
Grunow. Lethaia 33: 82. the last 100 million years. Annual Rev. Earth Planet. Sci. 5: 319-
COATES, A.G. y JACKSON, J.B.C. 1985. Morphological themes in 355.
the evolution of clonal and aclonal marine invertebrates. En J.B.C. SEPKOSKI, J.J., Jr. 1989. Periodicity in extinction and problem of
Jackson, L.W. Buss y R.E. Cook (eds.): Population biology and catastrophism in the history of life. J. Geol. Soc. London 146: 7-19.
evolution of clonal organisms. Pp. 67-106. Yale University Press, SEPKOSKI, J.J., Jr. 1990. The taxonomic structure of periodic
New Haven. extinction. En V.L. Sharpton y P.D. Ward (eds.): Global catastrophes
JABLONSKI, D. y BOTTJER, D.J. 1990. Onshore-offshore trends in in Earth history. An interdisciplinary conference on impacts,
marine invertebrate evolution. En R.M. Ross y W.D. Allmon (eds.): volcanism, and mass mortality. Geol. Soc. America, Boulder, Co-
Causes of evolution. A paleontological perspective. Pp. 21-75. Univ. lorado 247: 33-44.
of Chicago Press, Chicago. SEPKOSKI, J.J., Jr. y KOCH., C.F. 1996. Evaluating paleontologic data
JOHNSON, J.H. 1963. The algal genus Archaeolithothamnium and its relating to bio-events. En O.H. Walliser (ed.): Global events and
fossil representatives. J. Paleontol. 37: 175-211. event stratigraphy in the Phanerozoic. Pp. 21-34. Springer, Berlin.
JOHNSON, K.R. 1992. Leaf-fossil evidence for extensive floral SHACKLETON, N.J., BACKMAN, J., ZIMMERMAN, H., KENT,
extinction at the Cretaceous-Tertiary boundary, North Dakota. D.V., HALL, M.A., ROBERTS, D.G., SCHNITKER, D.,
Cretaceous Res. 13: 91-117. BALDAUF, J.G., DESPRAIRIES, A., HOMRIGHAUSEN, R.,
MACLEOD, N., RAWSON, P.F., FOREY, P.L., BANNER, F.T., HUDDLESTUN, P., KEENE, J.B., KALTENBACK, A.J.,
BOUDAGHER-FADEL, M.K., BOWN, P.R., BURNETT, J.A., KUMSIEK, K.A.O., MORTON, A.C., MURRAY, J.W. y
CHAMBERS, P., CULVER, S., EVANS, S.E., JEFFERY, C., WESTBERG-SMITH, J. 1984. Oxygen isotope calibration of the
KAMINSKI, M.A., LORD, A.R., MILNER, A.C., MILNER, A.R., onset of ice-rafting and history of glaciation in the North Atlantic
MORRIS, N., OWEN, E., ROSEN, B.R., SMITH, A.B., TAYLOR, region. Nature 307: 620-623.
P.D., URQUHART, E. y YOUNG, J.R. 1997. The Cretaceous- STANLEY, S.M. 1979. Macroevolution. W.H. Freeman, San Francisco.
Tertiary biotic transition. J. Geol. Soc. London 154: 265-292. STANLEY, S.M. 1986. Population size, extinction, and speciation: the
MASLOV, V.P. 1956. Iskopaemye izvestkovye vodorosli SSSR. Trudy fission effect in Neogene Bivalvia. Paleobiology 12: 89-110.
Instituta geologicheskikh nauk AN SSSR 160: 1-302. [U.S.S.R. STENECK, R.S. 1983. Escalating herbivory and resulting adaptive
Academy of Sciences Publishing House, Moscow (en ruso)]. trends in calcareous algal crusts. Paleobiology 9: 44-61.
MOUSSAVIAN, E. 1991. New aspects of the phylogeny of coralline ZACHOS, J.C., QUINN, T.M. y SALAMY, K.A. 1996. High-resolution
red algae (Rhodophyta): Cretaceous-Recent. 5th Internat. (104 years) deep-sea foraminiferal stable isotope records of the
Symposium on Fossil Algae, Capri, Italy, Abstracts 72-73. Eocene-Oligocene climate transition. Paleoceanography 11:
OFFICER, D.B. y DRAKE, C.L. 1983. The Cretaceous-Tertiary 251-266.
transition. Science 219: 1383.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) JOHNSON, K.G. y McCORMICK, T. 1999. “The Quantitative description of biotic change using palaeontological databases”. En
D.A.T. Harper (ed.): Numerical palaeobiology. Computer-based modelling and analysis of fossils and their distributions. Pp: 227-
247. John Wiley and Sons Ltd., New York. En este trabajo se discuten algunos aspectos relacionados con la adquisición de grandes
bases de datos taxonómicas y las técnicas cuantitativas adecuadas para describir los cambios faunísticos a través del tiempo. Así
mismo, se enumeran los errores potenciales existentes a la hora de interpretar los resultados, así como los problemas derivados de
las diferentes metodologías empleadas.
(2) SEPKOSKI, J.J., Jr. 1984. A kinetic model of Phanerozoic taxonomic diversity. III. Post-Paleozoic families and mass extinctions.
Paleobiology 10: 246-267. Clásico trabajo en el que se desarrolla la metodología para el análisis y estudio de la diversidad en el
pasado.
(3) WOELKERLING, W.J. 1988. The coralline red algae: An analysis of the genera and subfamilies of nongeniculate Corallinaceae.
British Museum (Nat. Hist.), Oxford Univ. Press, Oxford. Esta es una obra de consulta obligada para acercarse a la taxonomía
(niveles de género y de subfamilia) de las algas rojas no geniculadas. No obstante, la taxonomía del grupo ha avanzado
substancialmente en la última década, por lo que algunos aspectos taxonómicos de esta monografía resultan algo desfasados.
Capítulo 35: ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS EJES CORPORALES
Y LA SIMETRÍA BILATERAL EN ANIMALES
Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
DEPARTAMENT DE GENÈTICA, FACULTAT DE BIOLOGIA. UNIVERSITAT DE BARCELONA.
Diagonal 645, 08028-Barcelona. España. E-mail: bagunya@porthos.bio.ub.es
Los animales con simetría bilateral comprenden más de 30 filos del total de 35-36 que existen en la actualidad y
representan el 98 por ciento de las especies animales. La mayoría de los datos morfológicos, embriológicos,
paleontológicos y moleculares indican que estos organismos aparecieron hace unos 570 millones de años, a partir de
ancestros más simples con simetría radial, radiando explosivamente durante el período Cámbrico. La transición
entre radiales diploblásticos y bilaterales triploblásticos es aún el enigma más importante que tiene planteada la
evolución. ¿Cómo se originaron los ejes anteroposterior y dorsoventral, la simetría bilateral y el mesodermo a partir
de organismos con un solo eje axial, varios planos de simetría y dos hojas embrionarias? La morfología y la embriología
comparadas han generado numerosas hipótesis para explicar tal transición, sin alcanzarse aún una solución de
consenso. En los últimos 20 años, la genética del desarrollo y las técnicas moleculares aplicadas a la sistemática y la
filogenia, han aportado nuevos datos de interés para reevaluar y, eventualmente, solventar este enigma. En particu-
lar, se han descrito los genes clave que especifican los patrones axiales en bilaterales, los genes homólogos a estos
que se expresan axialmente en diploblásticos, y se ha avanzado en el conocimiento de los genes que se expresan en
el mesodermo. Al tiempo, la filogenia molecular ha generado nuevos paradigmas para desentrañar la naturaleza del
bilateral actual más cercano al ancestral y en determinar el grupo de diploblásticos más cercano a los bilaterales. La
resolución final de este gran enigma surgirá de aplicar conjuntamente filogenias multigénicas, estudios de expresión
génica y genética funcional comparada entre radiales y bilaterales basales, hallazgo de fósiles clave, y en iniciar
estudios de genética de síntesis.
El problema básico: cómo a partir de organismos con ponjas, Cnidarios (p.ej. anémonas de mar, corales, hi-
simetría radial y un eje corporal derivaron los dras, ...) y Ctenóforos. Su forma básica es cilíndrica u
organismos con simetría bilateral y dos ejes corporales oblonga con un único eje (denominado Oral-Aboral) al-
rededor del cual se disponen las distintas estructuras cor-
La geometría corporal es un aspecto fundamental de porales. Internamente están formados por sólo dos capas:
la estructura y la función de los organismos multicelula- ectodermo y endodermo, por lo que se les denomina dip-
res. Una de sus características clave es la simetría. Por loblásticos. Cualquier plano que pase a lo largo del eje
simetría entendemos la ordenación de las estructuras cor- Oral-Aboral genera dos partes simétricas. Este tipo de si-
porales con referencia a algún eje o plano corporal. Todo metría se denomina radial y a los organismos que la pre-
organismo que al ser dividido a lo largo de un plano cual- sentan radiales o Radiata (Fig. 1b). Algunos de ellos, sin
quiera resulte en dos partes iguales decimos que es simé- embargo, presentan claros indicios de bilateralidad, como
trico. La mayoría de organismos multicelulares presentan son la disposición de las aberturas bucales o sifonoglifos
un único plano de simetría que divide al cuerpo en dos y de los pliegues digestivos o mesenterios en cnidarios
mitades iguales, derecha e izquierda. Este tipo de sime- (Fig 1c) y de los denominados poros anales en ctenófo-
tría, denominada bilateral caracteriza a los organismos ros. A pesar de ello, no tienen signo externo alguno de
bilaterales o Bilateria (Fig. 1a). Sus estructuras corpora- diferenciación dorso-ventral.
les se disponen a lo largo de un eje que va desde la parte La simetría radial es más propia, aunque no exclusi-
más anterior (que denominamos cabeza) a la más poste- va, de especies sésiles o pelágicas. Su principal ventaja es
rior (que denominamos abdomen o cola). Un segundo eje, responder o confrontar al ambiente desde cualquier di-
ortogonal al primero, va desde la superficie superior (dor- rección. Su principal inconveniente es su falta de centra-
sal) a la inferior (ventral). Internamente, están formados lidad (cualquier parte es tan importante como la otra) y la
por tres capas o tejidos básicos: ectodermo, mesodermo y falta de direccionalidad de movimiento. Estas son las ven-
endodermo, por lo que se les denomina triploblásticos. El tajas de los organismos con simetría bilateral cuya motili-
resto de organismos multicelulares son más simples: Es- dad es unidireccional y controlada. La simetría bilateral
536 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
Figura 3. Desarrollo embrionario de un Cnidario tipo desde el estadio de zigoto hasta el estadio adulto de pólipo pasando por los
estadios de gástrula y larva plánula. Es interesante notar la correspondencia entre el eje animal-vegetal (An/Vg) del zigoto y el eje
Oral-Aboral (O/AB) del pólipo. Dicho eje lo define el lugar de inicio del primer surco de segmentación (flecha) que coincide con
el lugar de invaginación o inmigración unipolar durante la gastrulación. La parte anterior (A) de la larva plánula donde reside el
órgano apical corresponde a la región aboral (AB) del pólipo mientras la región posterior (P) de la plánula da lugar a la región oral
(O) del adulto. Ello implica la inversión axial entre larva y adulto. ec: ectodermo; en: endodermo; h: hipostoma; t: tentáculos.
pólipo (Fig. 3). En los Ctenóforos, que no poseen un mo como un paso crucial en la evolución de los bilatera-
estadio larvario definido como en Cnidarios, el lugar de les. De aquí que no pocos autores consideren que la evo-
inicio de la segmentación coincide también con la región lución de los dos ejes ortogonales (AP y DV) y la del
oral del adulto, y la zona más lejana con la región aboral. mesodermo están íntimamente relacionadas.
En resumen, el lugar de inicio de la segmentación en En los bilaterales actuales el mesodermo se origina
Cnidarios y Ctenóforos: 1) genera una polaridad global por mecanismos muy dispares. En los deuterostomados
oral-aboral (a menudo denominada posterior-anterior); 2) deriva del endodermo por evaginación de su parte distal
coincide con el lugar de gastrulación, lo que permite (p.ej. Equinodermos) o del ectodermo por inducción del
homologarla laxamente al blastoporo de bilaterales, y 3) endodermo (vertebrados Anfibios). En los protostomados,
se corresponde con la región oral del futuro pólipo deriva bien por invaginación de la parte vegetal (ventral)
(Cnidarios) y adulto (Ctenóforos). Sin embargo, es inte- del embrión (p.ej. Drosophila y otros Artrópodos), bien
resante resaltar que el polo oral del Cnidario adulto deri- del ectodermo (blastómero 2d u otros del segundo o ter-
va del polo posterior de la larva plánula y no del anterior. cer cuarteto) en Spiralia (Anélidos y Moluscos) dando
Esto indica la existencia de una “inversión” de las propie- lugar al ectomesodermo, o por inducción del ectodermo
dades axiales entre la larva y el adulto en Cnidarios, mien- sobre células endodérmicas muy específicas (4d en los
tras que dichas relaciones se mantienen entre el embrión Spiralia) dando lugar al endomesodermo. Esta extrema
inicial y el adulto (Fig. 3). diversidad justifica que el origen del mesodermo se con-
sidere polifilético. Pese a esta variedad, el ectomesodermo
se considera una estructura derivada propia de algunos
El origen del mesodermo en bilaterales grupos de protostomados, siendo el endomesodermo más
ancestral.
Además de los ejes AP y DV, la tercera característica
que distingue a los organismos bilaterales con respecto a
los radiales es la presencia, entre el ectodermo y el endo- La transición diploblásticos-triploblásticos y los ejes
dermo, de una tercera hoja embrionaria: el mesodermo. O/AB, AP y DV. Hipótesis
Los tejidos de origen mesodérmico constituyen el grueso
del volumen corporal de los bilaterales. Por otra parte, y a Las hipótesis acerca de la transición entre organismos
diferencia de las células epiteliales, las células mesodér- radiales diploblásticos y bilaterales triploblásticos se re-
micas se mueven, migran, y se segregan y agregan for- montan a Haeckel, Lankester y Metchnikoff entre otros
mando conjuntos sólidos o diversos epitelios internos. (ver revisiones y sus referencias en Willmer 1990; Niel-
Estas características tornan la ‘innovación’ del mesoder- sen 1995; Holland 2000; y Rieger y Ladurner 2001). Bá-
CAPÍTULO 35: ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS EJES CORPORALES Y LA SIMETRÍA BILATERAL EN ANIMALES 539
sicamente, podemos dividirlas en cuatro clases: 1) la teo- ciones pueden resumirse en dos mecanismos básicos (Fig
ría planuloide-aceloide, cuyo origen se retrotrae a Metch- 4; ver Holland 2000 y Rieger y Ladurner 2001 para revi-
nikoff, y defendida más recientemente por Hyman (1951) siones en detalle). El primer mecanismo (Fig 4a) postula
y Salvini-Plawen (1978). Supone al primer bilateral como en su origen un organismo diploblástico (el planuloide,
un organismo sólido, vermiforme, con un nivel de orga- por su presunta semejanza a la larva plánula). Este ances-
nización similar a la larva plánula de los Cnidarios actua- tro adoptaría una disposición béntica (giro de 90 grados),
les pero capaz de reproducirse. De ellos habrían derivado tal como sucede en no pocas plánulas actuales de loco-
el resto de diploblásticos y todos los bilaterales via Pla- moción béntica. Seguidamente, la región oral (ahora en
telmintos acelos. 2) La teoría de la gastrea-bilaterogas- posición posterior) se desplazaría hacia la región ventral
trea. Su origen está en la gastrea de Haeckel, sostenida para devenir boca y ano, o ambos a la vez, dando lugar a
por la escuela alemana (ver Remane 1963), y en su refor- un organismo denominado aceloide, similar a los Platel-
mulación como bilaterogastrea por Jagersten (1959). Es- mintos acelos actuales. En esta modalidad, el eje O/AB
tas teorías suponen un endomesodermo derivado, como coincide ya con el eje AP y es el eje DV el de nuevo cuño.
en los deuterostomados actuales, a partir de evaginacio- En el segundo mecanismo (Fig. 4b) el ancestro sería si-
nes del arquenteron (endodermo) en un organismo del milar en organización a la gástrula del desarrollo embrio-
nivel de organización de un diploblástico actual. De esta nario (gastrea). Dicho ancestro, adoptaría una vida bénti-
manera, sea en un ancestro pelágico (Haeckel, Remane) o ca comprimiendo su eje O/AB. Seguidamente, la placa
béntico (Jägersten) las evaginaciones endodérmicas die- neural apical se desplazaría hacia la futura región anterior
ron lugar simultáneamente al mesodermo y al celoma. En coetáneamente a una elongación del blastoporo que, al
ambos casos el primer bilateral (o ‘Urbilateria’) sería ce- cerrarse posteriormente por su región central, daría lugar
lomado originando el concepto de arquicelomado. Un a la boca y el ano (Fig. 4b). En este esquema el eje O/AB
corolario importante de este concepto es que los acelo- coincidiría con el futuro eje DV y el eje AP sería de nue-
mados y pseudocelomados actuales se habrían originado vo cuño generado por la elongación. Este tipo de cierre
por simplificación a partir de ancestros celomados. Una blastoporal dando lugar, más o menos simultáneamente a
variante reciente de esta teoría, basada en datos embrio- boca y ano, es similar al cierre blastoporal de algunos
lógicos y moleculares, es la hipótesis de las ‘set-aside protostomados actuales (p.ej. algunos anélidos y artrópo-
cells’ (Peterson et al. 1997). Según esta hipótesis los bila- dos). El mecanismo de la Fig. 4b es similar al imaginado
terales actuales procederían de larvas microscópicas, si- por Remane (1963) y otros autores para formar, a partir
milares a la trocófora y a la dipléurula, que habrían elabo- de Cnidarios adultos con simetría bilateral o biradial, un
rado los planos corporales macroscópicos a partir de gru- bilateral celomado, segmentado, y con intestino comple-
pos de células ‘apartadas’ (‘set aside’) para este menes- to (boca y ano). En este caso, el cierre de los mesenterios
ter. 3) La teoría de la Trochaea (ver Nielsen, 1995 para daría lugar al mesodermo y cavidades celomáticas, mien-
una revisión general) se basa en las ideas de Jägersten tras que la elongación y cierre central de la faringe daría
sobre un ancestro con un ciclo vital bifásico: una larva lugar al intestino con la boca y el ano derivando de los
pelágica microscópica dando lugar a un adulto macroscó- sifonoglifos.
pico. De la larva de tipo acelomado o pseudocelomado Finalmente, ambos mecanismos postulan que el pri-
habrían derivado, por progénesis, los filos actuales de mer bilateral sería protostomado, siendo los deuterosto-
acelomados y pseudocelomados, mientras que del adulto mados derivados de estos a través del fenómeno de ‘in-
arquicelomado derivarían los fila actuales de celomados versión DV’ (Holland 2000), hoy en día muy discutido.
(Rieger, 1985; Tyler, 2001). Por último, 4) la hipótesis Variantes del segundo mecanismo, planteados a partir de
del ‘Urbilateria’ o primer Bilateral, versión molecular de ancestros tipo Cnidarios o tipo Ctenóforos, han sido dis-
la hipótesis del arquicelomado, (De Robertis y Sasai 1996; cutidos por Martindale y Henry (1998).
Kimmel 1996; De Robertis 1997; Holland et al. 1997)
basada en expresión génica comparada y en la semejanza
entre las redes genéticas que especifican la segmentación La aproximación genético-molecular al origen de
AP y la regionalización DV en bilaterales. Según esta hi- los bilaterales. Patrones de expresión de genes AP y DV
pótesis, el bilateral ancestral sería un organismo macros- en bilaterales y en diploblásticos
cópico, segmentado, celomado, y que poseería algún tipo
de apéndices o extremidades y aparato circulatorio. Esta Superar el impasse de más de 125 años transcurridos
teoría es claramente de corte arquicelomado ya que pos- desde las hipótesis de Haeckel y Metchnikoff requiere
tula además que acelomados y pseudocelomados son fila nuevas estrategias. Una de ellas es identificar marcadores
derivados. Cómo un organismo tan complejo pudo surgir genéticos y moleculares de los ejes AP y DV y del
de un radial diploblástico mucho más simple, es un as- mesodermo, homólogos entre todos los bilaterales, y ana-
pecto clave soslayado por todos sus defensores. lizar su expresión temporal y espacial. Una vez detecta-
En la mayoría de las hipótesis expuestas anteriormen- dos, y bajo la premisa que los genes han evolucionado
te, el origen de los ejes AP y DV a partir del eje O/AB o antes que la estructura a la que prestan su función, po-
no se plantea, o las soluciones aportadas son en general dríamos preguntarnos dónde se expresan y cúal es su fun-
argumentos ad hoc con escaso fundamento. Dichas solu- ción en organismos con un solo eje y sin mesodermo: los
540 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
Figura 4. Diagrama de los presuntos cambios y correspondencias axiales necesarios durante la transición diploblásticos-triploblásticos
(modificado substancialmente de Rieger y Ladurner 2001). En la parte superior (a) se representan los cambios acaecidos según la
teoría planuloide-aceloide, a partir de un organismo de complejidad similar a una plánula actual. La parte inferior (b) representa
los cambios necesarios según la teoría del arquicelomado-gastrea partiendo de un organismo similar a una gástrula actual. La
flecha quebrada en 4a indica desplazamiento de la región blastoporal desde la región posterior a una posición más ventral
coetáneamente a su elongación dando lugar posteriormente (1) por cierre de la línea media blastoporal o (2) a partir de un
intestino ciego, a la formación de un tubo digestivo completo con boca (b) y ano (a). La línea quebrada en 4b indica el movimiento
hacia la región anterior de la placa apical. La flecha abierta de 4b a 4a (3) indica el paso, según la hipótesis del arquicelomado, de
un organismo celomado y segmentado con un intestino completo (p.ej. Anélidos) a un organismo acelomado y no segmentado
con un intestino ciego (p.ej. Platelmintos). Para más detalles, ver texto.
diploblásticos. De esta manera podríamos inferir su fun- determinan directamente morfologia alguna; sólo deter-
ción ancestral y, a la vez, trazar la evolución de la propia minan posición axial que se traduce, a través de la regula-
estructura. ción posterior de una miríada de genes estructurales, en
En todos los organismos bilaterales estudiados hasta morfologias distintas a distintos niveles axiales para cada
la fecha, el patrón estructural a lo largo del eje AP lo es- grupo de organismos. Recientemente (Brooke et al. 1998),
pecifican los genes del complejo Hox (genes Hox) y los se ha descrito un nuevo complejo de genes, hermano del
genes que se expresan en las regiones terminales (extre- complejo Hox, denominado ParaHox, ambos presunta-
mos) del eje AP: la cabeza, y el abdomen/cola. La carac- mente derivados de un complejo Hox ancestral o Proto-
terística más destacada de los genes Hox es su posición Hox. El complejo ParaHox, descrito por vez primera en
contigua en el genoma y sus patrones espaciales de ex- el anfioxo (Branchiostoma floridae), lo forman 3 genes
presión colinearmente solapados. Individualmente, cada contiguos cuya expresión es colinear y aparentemente
gen Hox se expresa desde un límite anterior muy definido endodérmica. En otros organismos (Drosophila, C. ele-
en el eje AP, con o sin un límite posterior definido. Los gans,…) los genes ParaHox no permanecen contiguos.
límites anteriores de expresión de los genes Hox conse- La función ancestral del complejo ParaHox, presente ya
cutivos en el complejo se ordenan en el embrión de ante- en Cnidarios (Finnerty y Martindale 1999; Finnerty 2001),
rior a posterior en idéntico registro (colinear) al de sus es desconocida.
posiciones 3' a 5' a lo largo del genoma (Duboule 1994). Los genes Hox en bilaterales no se expresan en sus
Sin embargo, es importante resaltar que los genes Hox no estructuras corporales terminales. En la región terminal
CAPÍTULO 35: ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS EJES CORPORALES Y LA SIMETRÍA BILATERAL EN ANIMALES 541
Figura 5. Patrones de expresión embrionarios de los genes del desarrollo que controlan la diversificación de los ejes AP y DV en
Drosophila (parte superior) y en el ratón (parte inferior). Para una mejor comprensión se representa el adulto en lugar del embrión.
El patrón de cada gen se representa por un barra que corresponde aproximadamente al intérvalo AP o DV donde se expresa. Se
representan los genes terminales anteriores, los genes terminales posteriores, los genes Hox y los genes Dorso-Ventrales. En estos
últimos, su expresión decrece en forma de gradientes opuestos entre sí. Anteriores: otd, Otx, orthodenticle; ems, Emx, empty
spiracles; bth, buttonhead; Dlx, Distalless. Posteriores: Bra, Brachyenteron (Drosophila), Brachyury (ratón); cad, Cdx, caudal; fkh,
HFN-3, forkhead. Genes Hox: lab, labial; pb, proboscipedia; zen, zerknült, Abd-B, Abdominal-B; Hox 1 a Hox 13 representan los
genes Hox del ratón. Dorso-ventrales: dpp, decapentaplegic; sog, short gastrulation; chordin; Wnt, Wingless; BMPs, Bone
Morphogenetic Protein factors.
anterior, que comprende la parte más anterior de la ‘cabe- nes de una ámplia gama de filos, tanto protostomados
za’, se expresa otro tipo de genes descritos inicialmente como deuterostomados (Holland 2000; Technau 2001).
en Drosophila y hallados posteriormente en otros bilate- La expresión básica de los genes Hox y los genes termi-
rales. En la región terminal posterior, que comprende la nales AP se resume en la Fig. 5.
región posterior del abdomen y del intestino posterior (a La determinación del eje DV en Drosophila/Vertebra-
la que cabe añadir la cola en Cordados) se expresa otro dos depende de grupos de genes de expresión comple-
grupo de genes, descritos también inicialmente en Droso- mentaria (dorsal o ventral) e inhibición mútua pertene-
phila y más tarde en el resto de bilaterales. Tanto los ge- cientes a familias de factores de crecimiento y de sendas
nes terminales anteriores como los posteriores presentan de traducción de señales (DeRobertis y Sasai 1996) (Ver
patrones de expresión relativamente similares en embrio- Fig. 5). Sorprendentemente, mientras en Drosophila dpp
542 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
Figura 7. Patrones de expresión a lo largo del eje O/AB en hidras y otros Cnidarios de genes homólogos a los genes AP y DV de
bilaterales. a) Genes anteriores: Cn-budhead; Cn-ems, Cnidarian- empty spiracles; CnOtx, Cnidarian orthodenticle. b) Genes
dorso-ventrales: HyBra1, Hydra Brachyury 1; Hyß-cat, Hydra ß-catenina; HyWnt, Hydra wingless; c) Genes Hox: Cn-lab/pb,
Cnidarian labial/proboscipedia; Cn-AbdB, Cnidarian Abdominal-B. Para más detalles, ver texto.
prano del mesodermo y del endodermo posteriores o cau- actuales bilaterales es ortogonal entre sí. Si asumimos que
dales. En el pólipo del Cnidario Antozoo Nematostella el eje O/AB se corresponde al AP, parece claro que la
vectensis, Bra se expresa en los mesenterios de dos regio- expresión de los genes DV habría de devenir ortogonal
nes opuestas de la cavidad digestiva (Technau 2001). De con respecto a la de los genes AP durante la transición
aquí se ha postulado que el mesodermo pudo originarse a diploblásticos-triploblásticos. En un diploblástico Ctenó-
partir de un subconjunto de células de la región blastoporal foro, un gen NK, de expresión ventral en bilaterales, se
que expresarían Bra y que adquirieron la capacidad de expresa en dos regiones opuestas de la línea media esofá-
segregarse, migrar, y extenderse entre ectodermo y gica (M. Q. Martindale, comunicación personal). De aquí,
endodermo a lo largo del eje O/AB, formando la tercera podría postularse un posible mecanismo de génesis de
capa u hoja embrionaria. Según este esquema, el eje O/ asimetrías DV: inhibir la expresión de este gen en una de
AB de diploblásticos sería paralelo al eje AP de bilatera- estas dos regiones mediante la expresión de novo en ella
les, siendo su región oral (O) equivalente a la región pos- de un nuevo gen, inhibidor del primero. Esta nueva distri-
terior (P). Este esquema encajaría bastante con la hipóte- bución delinearía una región (a la que podemos llamar
sis del planuloide-aceloide (Fig. 4a) ya que la región Dorsal o D) complementaria a otra a la que podríamos
blastoporal del embrión de Cnidarios homóloga a la re- denominar Ventral (V), generando un nuevo eje, el eje
gión oral del pólipo coincide a su vez con la región poste- DV. Una vez formado el eje DV, la simetría bilateral sería
rior (Aboral) de la plánula que se correspondería con la una de sus consecuencias, tal como sucede en los bilate-
región posterior del aceloide. Sin embargo, los datos so- rales actuales (ver párrafo final del segundo apartado)
bre Brachyury pueden interpretarse también según la teo-
ría enterocélica (del arquicelomado) de Remane (1963)
tal como recientemente ha propuesto Holland (2000). La necesidad de una sólida filogenia previa de
Pese al avance que estos datos suponen sobre el ori- los bilaterales. Estado actual
gen evolutivo del mesodermo, queda por dilucidar el ori-
gen del eje DV y de la concomitante simetría bilateral. Si Disponer de un marco filogenético sólido que una los
nos atenemos a las especies actuales mejor estudiadas, es bilaterales a sus ancestros radiales es un aspecto clave, y
evidente que la expresión de los genes AP y DV en los en cierto modo previo, para interpretar los datos sobre
544 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
a) b)
Figura 9. Esquemas clásicos de la filogenia de los Metazoos (a) según el concepto de complejidad creciente desde diploblásticos a
triploblásticos acelomados y de estos a pseudocelomados y finalmente a celomados. c: aparición del celoma; y (b) según la teoría
del arquicelomado. En este último caso, el primer bilateral sería ya celomado y muy probablemente segmentado, dando lugar a
los dos grandes clados, Protostomados y Deuterostomados. A partir de los primeros, y por pérdida del celoma (X) y de la segmen-
tación, habrían derivado al menos una docena de filos de organismos acelomados y pseudocelomados. Si el origen del celoma
fuera difilético (lo más probable; Willmer 1990; Nielsen 1995), el celoma se habría originado independientemente en
Deuterostomados y en Protostomados (c).
Figura 10. Nuevo esquema filogenético de los Metazoos derivado de las secuencias del gen ribosomal 18S y de los genes Hox. A
diferencia de los esquemas clásicos (Ver Fig 9), los bilaterales están formados por tres grandes superclados: Lophotrochozoa y
Ecdysozoa equivalentes a los antiguos Protostomados+Lofoforados, y Deuterostomia (estos últimos sin los Lofoforados). Nótese la
nueva posición de los Platelmintos en la base de los Lofotrochozoa y al antiguo clado de los Asquelmintos (pseudocelomados y
acelomados) ahora en la base de Ecdysozoa y Lophotrochozoa.
546 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
nicas en curso son la secuenciación total del genoma mi- La cuarta y última estrategia radica en pensar en todo
tocondrial para deducir la ordenación de sus genes, y pro- aquello (conceptos, métodos, …) en lo que nadie ha pen-
ducir genotecas con BACs (cromosomas artificiales bac- sado a pesar de estar delante de nuestros ojos. Entre otros,
terianos) para analizar el número, diversidad y ordenación en nuevas moléculas, en nuevas sinapomorfias morfoló-
de los genes del cluster Hox y de los genes ParaHox en gicas y moleculares, en métodos novedosos de inferir fi-
grupos selectos de diploblásticos y triplo-blásticos. logenias, en información histórica oculta en la propia es-
En segundo lugar, es conveniente estudiar la expre- tructura del genoma (diversidad de secuencias en cis, di-
sión de genes clave del desarrollo en aquellos grupos de versidad, tipos, y número de elementos de las redes géni-
bilaterales presuntamente basales. Si acelos y nemerto- cas, número de entradas por gen, etc.), o en llevar a cabo
dermátidos son aceptados como tales, aislar sus genes lo que Sydney Brenner denomina genética de composi-
Hox, ParaHox, D/V, y aquellos específicos del sistema ción (Brenner 1993), es decir, introducir, activar o forzar
nervioso y del endomesodermo, es el paso previo para la expresión de nuevos genes en especies que carecen de
estudiar su expresión durante el desarrollo embrionario y ellos o no los activan en determinados períodos o lugares
comparado con la conocida (o en curso de estudio) en para ver cómo se altera su desarrollo y, eventualmente, su
diploblásticos basales (p.ej. Cnidarios Antozoos y Ctenó- fenotipo final. Esta ha sido sin duda, la manera como la
foros) y en los presuntos clados basales de ecdisozoos, evolución ha procedido a lo largo de los tiempos. Tres
lofotrocozoos y deuterostomados. Un problema potencial ejemplos factibles para finalizar. Primero, si según la ver-
de esta estrategia es que los genes aislados, especialmen- sión moderna de la teoría planuloide-aceloide, un ances-
te los expresados en el sistema nervioso y el endomesoder- tro tipo larva plánula originó por progénesis un bilateral
mo, pueden tener funciones distintas entre ancestros y ancestral tipo acelo, ¿qué sucedería si se indujera prema-
descendientes. Hay numerosos casos en evolución en los turamente la madurez sexual en una plánula activando los
que genes o redes enteras han sido co-optados para ejer- genes de su línia germinal? Segundo, ¿qué sucedería si
cer funciones distintas. Para solventar este problema se- activásemos asimétricamente alguno de los genes DV en
ría interesante iniciar estudios funcionales empleando un sector de la columna gástrica de un pólipo adulto o,
nuevas metodologías como el ‘RNA interference’ (RNAi) mejor aún, en una plánula? ¿Produciríamos ‘de golpe’ un
para generar fenotipos de falta de función de genes deter- organismo bilateral? Finalmente, si tal como postula la
minados del desarrollo.
hipótesis del arquicelomado/’Urbilateria’ los acelomados
La tercera aproximación, que si fuera exitosa sería la
con intestino ciego como los Platelmintos son organis-
mejor, es la paleontología. Al igual que en el estudio de la
mos derivados por progénesis a partir de celomados seg-
evolución humana, o en las series fósiles conocidas de
mentados con intestino completo como un Anélido, ¿qué
varios mamíferos y numerosos invertebrados (Moluscos,
Trilobites,…), el hallazgo de fósiles que documentaran sucedería si se activara en una trocófora de Anélido los
detalladamente la transición entre radiales y bilaterales, genes de su línea germinal? Generaría ‘de golpe’ algo
sería la respuesta definitiva a las hipótesis planteadas, al parecido a una larva de Platelminto con una sola abertura
menos en lo que refiere a su morfología externa (y quizás digestiva, sin celoma y sin segmentos? O ¿daría, más pro-
interna). De aquí el interés renovado en estudiar las faunas bablemente, una trocófora celomada y parcialmente seg-
del Precámbrico y el Cámbrico inicial. Sin embargo, la mentada, a partir de la cual derivarían por reducciones
dificultad en obtener fósiles de estos períodos, aunada a progresivas acelomados no segmentados? Y si esta últi-
su presunto pequeño tamaño, y a la escasez de las deno- ma opción fuera correcta, ¿qué programa genético ha de
minadas faunas de transición, tornan este objetivo como implementarse y que presiones selectivas han de operar
altamente improbable aunque no imposible. para llevarlo a cabo?
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Bibliografía
AGUINALDO, A.M.A., TURBEVILLE, J.M., LINFORD, L.S., RIVE- CARRANZA, S., BAGUÑÀ, J. y RIUTORT, M. 1997. Are the
RA, M.C., GAREY, J.R., RAFF, R.A. y LAKE, J.A. 1997. Evidence Platyhelminthes a monophyletic primitive group? An assessment
for a clade of nematodes, arthropods and other moulting animals. using 18S rDNA sequences. Mol. Biol. Evol. 14: 486-497.
Nature. 387: 489-493. BROOKE, N.M., GARCÍA-FERNÁNDEZ, J. y HOLLAND, P.H.W.
ARENDT, D. y NÜBLER-JUNG, K. 1994. Inversion of dorsoventral 1998. The ParaHox gene cluster is an evolutionary sister of the Hox
axis? Nature 371: 26 gene cluster. Nature 392: 920-922.
ARENDT, D., TECHNAU, U. y WITTBRODT, J. 2001. Evolution of DE ROBERTIS, E.M. 1997. The ancestry of segmentation. Nature. 387:
the bilaterian larval foregut. Nature. 409: 81-84. 25-26.
BALAVOINE, G. 1998. Are the Platyhelminthes coelomates without a DE ROBERTIS, E.M. y SASAI, Y. 1996. A unity of plan for dorsoventral
coelom? An argument based on the evolution of the Hox genes. patterning in the development of animal species. Nature 380:37-40.
Amer. Zool. 38: 843-858. DE ROSA, R., GRENIER, J.K., ANREEVA, T., COOK, C.E.,
BRENNER, S. 1993. Thoughts on genetics at the fin de siècle. TIG. 9: 104. ADOUTTE, A., AKAM, M., CARROLL, S.B. y BALAVOINE, G.
BRIDGE, D.M., STOVER, N.A. y STEELE, R.E. 2000. Expression of 1999. Hox genes in brachiopods and priapulids and protostome
a novel receptor tyrosine kinase gene and a paired-like homeobox evolution. Nature. 399: 772-776
gene provides evidence of differences in partterning in the oral and DUBOULE, D. 1994. Temporal colinearity and the phylotypic
aboral ends of Hydra. Devel. Biol. 220: 253-262 progression: a basis for the stability of a vertebrate Bauplan and
548 Jaume Baguñà, Iñaki Ruiz-Trillo, Jordi Paps y Marta Riutort
evolution of morphologies through heterochrony. Development KIMMEL, C.B. 1996. Was Urbilateria segmented? TIG. 12: 329-331.
(Suppl): 135-142. MARTINDALE, M.Q. y HENRY, J.Q. 1998. The development of ra-
FINNERTY, J.R. 2001. Cnidarians reveal intermediate stages in the dial and biradial symmetry: the evolution of bilaterality. Amer. Zool.
evolution of Hox clusters and axial complexity. Amer. Zool. 41: 38: 672-684.
608-620. NIELSEN, C. 1995. Animal Evolution: Interrelationships of the Living
FINNERTY, J.R. y MARTINDALE, M.Q. 1999. Ancient origins of axial Phyla. Oxford University Press, Oxford.
patterning genes: Hox genes and ParaHox genes in the Cnidaria. NIELSEN, C. 1999. Origin of the chordate central nervous system and
Evolution & Development. 1: 16-23. the origin of chordates. Dev. Genes Evol. 209. 198-205.
GALLIOT, B. y MILLER, D. 2000. Origin of anterior patterning. How PETERSON, K.J., CAMERON, R.A. y DAVIDSON, E.H. 1997. Set-
old is our head? TIG 16: 1-5. aside cells in maximal indirect development: evolutionary and
GERHART, J. 2000. Inversion of the chordate body axis: are there developmental significance. Bioessays. 19: 623-631.
alternatives? Proc. Natl. Acad. Sci. USA. 97: 4445-4448. REMANE, A. 1963. The enterocoelic origin of the coelom. In: The
GIRIBET, G., EDGECOMB, G.D. y WHEELER, W.C. 2001. Arthropod Lower Metazoa (ed. E.C. Dougherty). Pp 78-90. University of
phylogeny based on eight molecular loci and morphology. Nature. California Press, Berkeley.
413: 157-161. RIEGER, R. 1985. The phylogenetic status of the acoelomate
GOLDSTEIN, B. & FREEMAN, G. 1997. Axis specification in animal organisation within the Bilateria: a histological perspective. In S.
development. BioEssays, 19: 2; 105-116. Conway Morris., R. Gibson y H.M. Platt (eds), The Origin and
HALANYCK, K.M., BACHELOR, J., AGUINALDO, A.M.A., LIVA, Relationships of Lower Invertebrates. Pp. 101-122. Oxford
S., HILLIS, D.M. and LAKE, J.A. 1995. 18SrDNA evidence that University Press, Oxford.
the lophophorates are protostome animals. Science. 267: 1641-1643. RIEGER, R. y LADURNER, P. 2001. Searching for the stem species of
HOBMAYER, B., RENTZSCH, F., KUHN, K., HAPPEL, C.M., VON the Bilateria. Belg. J. Zool. 131 (Suppl): 27-34.
LAUE, C.C., SNYDER, P., ROTHBÄCHER, U y HOLSTEIN, T.W. RUIZ-TRILLO, I., RIUTORT, M., LITTLEWOOD, D.T.J., HERNIOU,
2000. WNT signalling molecules act in axis formation in the E.A. y BAGUÑÀ, J. 1999. Acoel flatworms: earliest extant
diploblastic metazoan Hydra. Nature 407: 186-189. metazoan, not members of Platyhelminthes. Science. 283:
HOLLAND, P.W.H., KENE, M., WILLIAMS, N.A. y HOLLAND, N.D. 1919-1923.
1997. Sequence and embryonic expression of the amphioxus SALÓ, E., TAULER, J., JIMÉNEZ, E., BAYASCAS, J.R., GONZÁLEZ-
engrailed gene (AmphiEn): the metameric pattern of transcription LINARES, J., GARCÍA-FERNÁNDEZ, J. y BAGUÑÀ, J. 2001.
resembles that of its segment polarity homolog in Drosophila. Hox and ParaHox genes in flatworms: characterization and
Development. 124: 1723-1732. expression. Amer. Zool. 41: 652-663.
HOLLAND, L.Z. 2000. Body-plan evolution in the Bilateria: early SALVINI-PLAWEN, L. Von. 1978. On the origin and evolution of the
antero-posterior patterning and the deuterostome-protostome lower Metazoa. Z. Zool. Syst. Evol. 16: 40-88.
dichotomy. Curr. Opin. Genet & Dev. 10: 434-442. SAMUEL, G., MILLER, D. y SAINT, R. 2001. Conservation of a DPP/
HYMAN, L. H. The Invertebrates. 1951. The Invertebrates. Vol II. BMP signalling pathway in the nonbilateral cnidarian Acropora
Platyhelminthes and Rhynchocoela. McGraw-Hill Book Company, millepora. Evolution & Development 3: 241-250.
New York, pp 1-550. TECHNAU, U. 2001. Brachyury, the blastopore and the evolution of
JAGERSTEN, G. 1959. Further remarks on the early phylogeny of the mesoderm. BioEssays. 23: 788-794.
Metazoa. Zool. Bidr. Uppsala. 33: 79-108. TYLER, S. 2001. The early worm: Origins and relationships of the lower
JENNER. R.A. 2000. Evolution of animal body plans: the role of flatworms. In: Interrelationships of the Platyhelminthes (D.T.J.
metazoan phylogeny at the interface between pattern and process. Littelwood & R.A. Bray, eds). Pp. 3-12. Taylor & Francis, London.
Evolution & Development. 2: 208-221. WILLMER, P. 1990. Invertebrate Relationships. Patterns in Animal
JONDELIUS, U., RUIZ-TRILLO, I., BAGUÑÀ, J y RIUTORT, M. Evolution. Cambridge University Press, Cambridge. 400 Pp.
2002. The Nemertodermatida are basal bilaterians not members of
Platyhelminthes. Zool. Scr. 31: 201-215.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Lecturas recomendadas
(1) CARROLL, S.B., GRENIER, J.K. & WEATHERBEE. 2001. From DNA to Diversity. Molecular Genetics and the Evolution of
Animal Design. Blackwell Science, Malden. La versión más reciente, y a la vez más simple y clara, de las interelaciones entre genes,
moléculas, células, y patrones morfológicos para explicar cómo los cambios en la expresión de genes del desarrollo generan diver-
sidad morfológica. Aborda también cómo surgieron las transiciones clave en la evolución de los Metazoos, asi como sus más
diversas adaptaciones. Esquemas de gran calidad.
(2) RAFF, R.A. The Shape of Life. Genes, Development, and the Evolution of Animal Form. 1996. University of Chicago Press,
Chicago. El primer intento serio y reciente, heredero del pionero ‘Embryos, Genes and Evolution’ (1983) del propio Raff y T.C.
Kaufman, de unir genes, evolución y desarrollo. Conceptualmente muy rico aunque algo denso y muy escaso en material gráfico. A
pesar de ello es un libro de lectura muy recomendada. La parte molecular está ya un poco anticuada.
(3) WILLMER, P. 1990. Invertebrate Relationships. Patterns in Animal Evolution. Cambridge University Press, Cambridge. Segura-
mente el libro más completo y crítico sobre las hipótesis filogenéticas clásicas basadas en caracteres morfológicos y embriológicos.
Esencial para los que desean entender lo que dijeron autores clásicos como Haeckel, Metchnikoff, Lankester, Graff, Hyman, y
Remane entre otros muchos. La filogenia que propone al final (una gran politomía) es quizás decepcionante, pero el libro merece
leerse.
Glosario
Adaptación: Cualquier característica de un organismo que con- Cladogénesis: Proceso de formación de cada rama definida en
tribuye a que deje más descendencia que si no la tuviera. el árbol genealógico de los seres vivos.
También recibe este nombre el proceso por el que se de- Clina. Gradiente en frecuencias génicas o fenotípicas a lo largo
sarrolla esa característica. de un transecto geográfico.
Alelo: Uno de los diferentes estados alternativos de un gen, di- Coadaptación: Interacción beneficiosa entre diferentes partes
ferente de otros alelos por sus efectos fenotípicos. de un organismo. También puede aplicarse a otros niveles
Alometría: Relación no lineal entre la variación de distintos cuando la interacción es entre organismos pertenecientes
caracteres de un organismo debido a cambios de forma a especies distintas o entre genes distintos dentro de un
con variación de tamaño corporal. organismo.
Alopatría: No coexistencia en el mismo territorio. Codominancia: Situación en la que los efectos fenotípicos de
Alozima: Forma alélica de una proteína que puede distinguirse los alelos de un gen se expresan total y simultáneamente
de otras formas por electroforesis. en el heterocigoto.
Altricial: Tipo de desarrollo en que la descendencia nace y se Codón: Grupo de tres nucleótidos adyacentes de una molécula
desarrolla muy dependiente de cuidados parentales. de ARNm que codifica para un aminoácido específico o
Altruismo: Cuando un individuo, A, sufre un costo al actuar en la terminación de una cadena polipeptídica en la síntesis
beneficio de otro individuo B se dice que A ha ejecutado de proteínas.
un comportamiento altruista. En el altruismo recíproco A Coevolución: Evolución en dos o más especies en la que el cam-
y B se alternan en la ejecución de actos altruistas. bio evolutivo producido en una de las especies provoca
Anagénesis: Evento evolutivo que modifica un taxón sin que otro cambio evolutivo en la otra especie.
dé lugar a especiación. Suele asociarse a la evolución Creacionismo: Explicación de los fenómenos naturales como
morfológica gradual de una especie a lo largo de un pe- resultado del diseño por un ser superior externo a la pro-
riodo de tiempo más o menos extenso. pia naturaleza.
Anfiploidía: Proceso que implica la formación de individuos Cromosomas homólogos: En organismos diploides, pareja de
diploides para dos genomas completos. cromosomas (uno de origen materno y otro de origen pa-
Anisogamia: La existencia de gametos en dos formas morfoló- terno) que contienen la misma secuencia lineal de genes y
gicas diferentes (ejemplo, óvulos y espermatozoides) que que se aparean durante la meiosis formando bivalentes.
necesitan una inversión distinta por parte de cada sexo al Cuidado parental: Cualquier comportamiento realizado por los
producirlos. progenitores con el fin de incrementar la eficacia biológi-
Antropocentrismo: Visión de la realidad en función de carac- ca de su descendencia.
terísticas humanas. Darwinismo: La teoría de Darwin sobre la evolución como des-
Apomorfía: presencia de un carácter derivado o también llama- cendencia con modificación; normalmente se refiere a
do carácter apomórfico. Este atributo es relativo pues un aquella parte de la teoría que trata el mecanismo del cam-
carácter apomórfico puede ser plesiomórfico dependien- bio evolutivo, es decir la selección natural de variación
do del grupo con el que se le compare. heredable.
Aposemático: Se dice que un individuo tiene coloración Deme: Población de una especie que habita una zona geográfica
aposemática si sus colores y marcas conspicuos sirven concreta
para disuadir depredadores. Generalmente, el individuo Denso-dependencia: Variación de cualquier carácter en función
aposemático es además venenoso o de mal sabor. de la densidad de individuos de una misma especie en un
Apostasis: Selección en función de la frecuencia en que rasgos territorio.
presentes con baja proporción resultan favorables. Depresión consanguínea: Disminución de la eficacia biológi-
Árbol filogenético: Representación gráfica de las relaciones ca en líneas consanguíneas debido a la homocigosis de
evolutivas entre clados o especies y su orden de ramifica- genes deletéreos provocada por la consanguinidad.
ción a partir de ancestros comunes. Deriva genética: Cambios aleatorios en las frecuencias génicas
Asimetría fluctuante: diferencias aleatorias entre la parte dere- debidos al pequeño tamaño de la población reproductora.
cha e izquierda en órganos bilaterales, debidas a pertur- Diapausa: Interrupción temporal del desarrollo o actividad de-
baciones durante el desarrollo. bido a cambios ambientales estacionales.
Asinapsis: Fallo en el apareamiento de los cromosomas Dimorfismo sexual: Existencia de diferencias morfológicas
entre machos y hembras de una especie.
homólogos durante la meiosis.
Dominancia: Fracción del efecto homocigótico que se expresa
Autoapomorfía: presencia de un carácter derivado exclusivo
en los heterocigotos (cero en el caso recesivo, uno en el
para un taxón terminal.
dominante, 0.5 en el aditivo, etc.).
Caracteres sexuales secundarios: Caracteres en los que difie- Ecotipo: Variedad dentro de una especie que está adaptada a
ren los dos sexos de una especie, excluyendo las gónadas, determinadas condiciones ambientales.
los conductos y sus glándulas asociadas. Ectotermos: Animales cuya temperatura corporal depende de
Carotenoides o carotenos: Pigmentos de origen vegetal o ani- la temperatura del medio.
mal de color rojo, anaranjado o amarillo. Eficacia biológica: capacidad de un individuo de producir co-
Cebador: En relación con los ácidos nucleicos, un fragmento pias viables de sus propios genes, es decir, descendientes
corto de ARN o ADN de cadena sencilla que es necesario que son capaces de sobrevivir y reproducirse.
para el funcionamiento de las polimerasas. Electroforesis: Técnica utilizada para separar una mezcla de
Clado. Grupo de especies que descienden de una especie ances- moléculas por su migración preferencial en una fase esta-
tral. Conocido también como grupo monofilético. cionaria sometida a un campo eléctrico.
550 GLOSARIO
Empiricismo: Teorías sobre la ciencia que destacan la obten- Haplotipo: Grupo de alelos de loci íntimamente ligados que se
ción de datos de la realidad como actividad científica fun- encuentran en un individuo y normalmente se heredan
damental. como una unidad.
Endogamia: Apareamiento entre individuos genéticamente re- Haren: Conjunto más o menos grande de hembras defendido
lacionados, que a menudo resulta en un aumento de la por uno o varios machos durante la estación reproductora
homocigosis entre la descendencia. Sinónimo de consan- o durante todo el año.
guinidad. Hematocrito: Proporción de un volumen de sangre constituido
Endonucleasa de restricción: Cualquiera de las muchas por elementos celulares. A veces se considera solamente
enzimas que cortan las moléculas de ADN en sitios de la proporción constituida por eritrocitos (glóbulos rojos).
reconocimiento específicos. Heredabilidad: En sentido amplio, fracción de la varianza
Epigénesis: Relativo a procesos del desarrollo por medio de los fenotípica total que es debida a variación genética. En sen-
cuales se expresa o no la información genética. tido estricto, la proporción entre la varianza genética
Epistasis. En sentido amplio, la interacción entre diferentes loci aditiva y la varianza fenotípica total.
para dar lugar a alguna característica fenotípica. Heterocigoto: Individuo que porta alelos distintos en sus dos
Epistasis. Un efecto de la interacción no recíproca entre genes cromosomas homólogos, para uno o más genes.
en el fenotipo o en la eficacia biológica, de tal manera que Heterocronía: Modificación evolutiva de la ontogenia de una
un gen interfiere o evita la expresión de otro. especie mediante la alteración de los tiempos y/o tasas de
Esencialismo: Teorías científicas que parten de la existencia de desarrollo. Dependiendo de la naturaleza de la modifica-
esencias inmutables que permiten la clasificación y estu- ción ontogenética se distinguen diferentes procesos de
dio de los fenómenos naturales. heterocronía (ver neotenia e hipermorfosis).
Especiación: Procesos que dan lugar a la formación de espe- Hipermorfosis: Proceso de heterocronía consistente en la pro-
cies. longación del proceso de desarrollo en la especie descen-
Estocástico: Relativo a procesos sometidos a variación produ- diente más allá del estadio final alcanzado en la especie
cida por azar. antepasada. Cuando el fenómeno afecta a todo el organis-
Estrategia evolutivamente estable: Se dice que una estrategia mo se asocia a un retraso en la maduración sexual.
(un rasgo fenotípico) es evolutivamente estable si, al ser Homocigoto: Individuo que lleva alelos similares en los dos
adoptada por la mayoría de la población, cualquier indi- cromosomas homólogos, para uno o más genes.
viduo que adopte una estrategia distinta puede esperar una Homología: Semejanza de partes u órganos de organismos di-
eficacia biológica menor al promedio. ferentes debida a un mismo origen embrionario a partir
Estrategias alternativas: se aplica a las conductas diferentes de un mismo antecesor.
que pueden observarse simultáneamente en una población Homoplasia: Similitud de un carácter debida a cambio evoluti-
con relación al mismo fenómeno biológico. vo independiente (no heredado de un antepasado común).
Exón: Segmento o segmentos de ADN de un gen que se Bajo este término se agrupa un conjunto de fenómenos
transcriben y traducen a proteínas. evolutivos tales como evolución paralela y convergencia.
Familia multigénica: Grupo de genes descendientes de un gen Imágen de búsqueda: Representación mental que realiza un
ancestral común por duplicación y posterior divergencia depredador de un tipo particular de presa sobre la cual ha
evolutiva. focalizado su atención y esfuerzo de captura, producien-
Fenología: Relativo a cambios estacionales en el ciclo anual. do un aumento transitorio en la capacidad de capturar di-
Filético: Relativo a secuencias de formas debidas a procesos cho tipo de presa.
evolutivos. Impulso meiótico: Cualquier mecanismo meiótico cuyo resul-
Filo, filos (Phylum, phyla): categoría taxonómica entre reino y tado es la recuperación en proporciones desiguales de los
clase que agrupa a los organismos con ascendencia co- dos tipos de gametos producidos en un heterocigoto.
mún y un mismo modelo de organización Inmunocompetencia: Medida de la habilidad de un organismo
Filogenia, filogenético: Relativo a relaciones entre grupos para minimizar, por cualquier medio, los costes en térmi-
taxonómicos debidas a los procesos evolutivos que los nos de eficacia biológica producidos por una infección,
originaron. después de controlar la exposición previa a antígenos apro-
Finalismo: Teorías científicas que contemplan a los fenóme- piados.
nos naturales como tendentes a un objetivo final Intragenómico: Conflicto genético entre dos elementos del
preestablecido. mismo genoma.
Fósil: Fragmentos de animales y plantas petrificados que se en- Isometría: Relación lineal entre variación de distintos caracte-
cuentran en terrenos geológicos antiguos. res debido a ausencia de cambios de forma con el tamaño
Genes Hox: Genes homeóticos con caja homeótica (‘homeo- corporal.
box’) agrupados (‘cluster Hox’) en el genoma de todos Lamarckismo: La teoría evolutiva de Lamarck que propone que
los bilaterales, y probablemente en Cnidarios. el cambio evolutivo resulta de una tendencia inherente
Genes ParaHox: Pequeña agrupación (‘cluster’) de genes deri- hacia una mayor complejidad y de adaptaciones adquiri-
vados de una duplicación inicial de un cluster génico de- das que son transferidas a las siguientes generaciones.
nominado Proto-Hox. Actualmente se utiliza para describir teorías basadas en la
Ginogenético Que se reproduce mediante ginogénesis, un tipo herencia de caracteres adquiridos.
de reproducción partenogenética en la que el desarrollo Lek: Un sistema de apareamiento en el que los machos se re-
del óvulo es inducido por el estímulo de un espermato- únen en grupos que son visitados por las hembras con el
zoide (de una especie afín) cuyos genes no llegan a for- único propósito de aparearse.
mar parte del individuo desarrollado. Línea germinal: Los linajes de células que dan lugar a gametos
Gradualismo: Teorías sobre cambios evolutivos que destacan durante el desarrollo.
la constancia en su tasa y su escasa entidad en relación Locus: Lugar de un cromosoma donde se localiza un determi-
con la escala temporal. nado gen.
GLOSARIO 551
Macroevolución: Los procesos evolutivos que dan lugar a gru- Pico adaptativo. Una zona de alto valor de eficacia biológica
pos taxonómicos amplios. en un paisaje adaptativo que representa un máximo local,
Meiosis: Proceso de la gametogénesis o esporogénesis en el que de tal forma que cualquier movimiento desde este pico
la replicación de los cromosomas viene seguida de dos hacia zonas adyacentes implica una disminución en la efi-
divisiones nucleares para dar lugar a cuatro células cacia biológica.
haploides. Pleistoceno: Época geológica comprendida entre hace 1.8 ma y
Mendeliano: Herencia de caracteres discontinuos debida a genes 8000 años. Junto con el Holoceno, forman el Cuaternario.
con alelos dominantes y recesivos. Plesiomorfía: Existencia de un carácter presente en el ancestro
Metapoblación: Una población subdividida en varias o carácter original (plesiomórfico).
subpoblaciones. Plioceno: Época geológica, la última de las cinco que compo-
Microevolución: Los procesos evolutivos que conducen a mo- nen el Terciario, comprendida entre hace 5.3 y 1.8 ma.
dificaciones en poblaciones naturales de una misma es- Poliandria: Estrategia de apareamiento por la cual una hembra
pecie. establece relaciones reproductoras de forma más o menos
Mimetismo Batesiano: Semejanza de una especie a otra, en simultánea con varios machos.
donde la especie que es copiada (especie modelo) es ve- Polifilético: Grupo de especies procedentes de dos o más
nenosa o de mal sabor, y la especie que se asemeja a ella ancestros
es comestible. Debe el nombre a W. H. Bates, naturalista Poligamia: Estrategia de apareamiento por la cual un sexo esta-
inglés, el primero que describió este tipo de mimetismo. blece relaciones reproductoras de forma más o menos si-
Mimetismo Mülleriano: Semejanza de una especie (o morfo) a multánea con más de un miembro del sexo opuesto.
otra, en donde ambas especies son venenosas o de mal Poliginia: Estrategia de apareamiento por la cual los machos
sabor para los depredadores. Debe el nombre al zoólogo tienen la capacidad de monopolizar a varias hembras de
alemán F. Müller, el primero que describió el fenómeno. una forma más o menos simultánea, mientras que las hem-
Mioceno: Cuarta de las cinco épocas del Terciario, comprendi- bras se aparean con un único macho.
da entre hace 23.7 y 5.3 ma. Se divide en tres subperiodos: Polimorfismo: Existencia de dos o más fenotipos (morfos) en
inferor, medio y superior una población.
Monofilético: Grupo de especies que incluye una especie an- Poliploidía: Cualquier situación que implica un número de jue-
cestral y a todos sus descendientes. gos cromosómicos mayor de dos.
Monogamia: Estrategia de apareamiento por la cual una hem- Polisomía: Presencia de más de dos copias de alguno de los
bra y un macho establecen una única relación reproductora cromosomas de la dotación normal, en individuos
durante al menos una estación reproductora. diploides para el resto de los cromosomas.
Mutacionismo: Teorías evolutivas que destacan la importancia Pool genético: Conjunto de genes de una población entre cuyos
de la creación de variación genética por encima de la se- miembros puede haber intercambio genético.
lección de dicha variación. Prevalencia de parásitos: Número de casos de una afección
Neotenia: Proceso de heterocronía consistente en la reducción registrados por número de individuos estudiados en una
de la tasa de desarrollo somático en la especie descen- población en un momento determinado.
diente. El resultado morfológico se manifiesta como un Principio del handicap: Según el principio del handicap si una
aspecto juvenil en el adulto de la especie descendiente. señal es honesta es porque el emisor de la señal, si quisie-
Notocorda: Estructura, en forma de bastón, situada desde la se manipular al receptor proporcionándole información
cabeza hasta el otro extremo del embrión, en los Cordados, falsa, incurriría un costo superior al beneficio derivado
que induce la diferenciación de los tejidos del sistema de la manipulación.
nervioso. Progénesis: Mecanismo heterocrónico que genera, por deten-
Ontogenia: Desarrollo o la historia de la vida de un individuo, ción temprana del desarrollo somático y aparición de ca-
tanto en el embrión como en el desarrollo postnatal pacidad reproductora, una forma evolucionada juvenili-
Optimización: Consecución de la solución más ventajosa entre zada respecto a su antepasado.
varias alternativas en relación con algún fin predetermina- Prognatismo mediofacial: Proyección anterior de las estructu-
do (normalmente con el aumento de la eficacia biológica). ras faciales localizadas en el plano sagital del cráneo. Es
Órganos vestigiales: Órganos rudimentarios que pueden haber característico de los Neandertales y da lugar, entre otras
estado desarrollados en el embrión o en un antecesor co- consecuencias a un cambio en la orientación de la región
mún. malar del maxilar.
Ortogénesis: Conjunto de varias teorías evolutivas enunciadas Progresionismo, progresionista: Teorías evolutivas que desta-
a principios del siglo XX que proponían que la variación can un progreso inmanente en la evolución hacia un fin.
que gobierna el cambio evolutivo estaba dirigida hacia Puntuacionismo, puntuacionista: Teorías evolutivas que des-
una dirección determinada, que no era al azar.
tacan en contraposición al gradualismo la discontinuidad
Parafilético: Grupo de especies con un único ancestro pero que
en la tasa de cambio fenotípico, con cambios importantes
no incluye a todos los descendientes de ese ancestro.
en cortos períodos de tiempo intercalados entre períodos
Parasitoides: Insectos que ponen sus huevos dentro de los hue-
vos, larvas o pupas de otras especies de insectos, matan- sin cambios.
do al hospedador cuando se desarrollan sus larvas dentro Quiasma: Cruce de los filamentos de cromátidas no hermanas
de éste. que se observa en la diplotene de la primera división
Parsimonia: Acuerdo científico por el que la explicación más meiótica. Manifestación citológica del sobrecruzamiento
simple (la que implica el menor número de pasos o com- o intercambio de material genético.
ponentes) de entre un número de explicaciones posibles, Quiridio: Miembro pentadáctilo común a todos los vertebrados
es aceptada preferentemente sobre otras. terrestres y que consta de una serie de segmentos articula-
Permutación de presas: Tipo de depredación frecuencia-de- dos: el estilopodio (húmero vs. fémur); el zeugopodio (ra-
pendencia negativa (véase selección apostática), en don- dio y ulna vs. tibia y fíbula) y el autopodio (muñeca y
de los tipos de presas corresponden a especies distintas. mano vs tobillo y pie).
552 GLOSARIO
Radiación adaptativa: Producción de especies ecológicamente Sinapomorfías: Presencia del mismo carácter apomórfico en
distintas a partir de un origen ancestral común. diferentes taxones.
Radiolarios: Nombre que se le da al conjunto de tres clases de Singameone: Grupo de especies que hibridan con éxito.
protozoos marinos planctónicos con seudópodos y capa- Sistemas de apareamiento: Cualquier estrategia comportamen-
razones de formas muy complejas (Superclase tal empleada para conseguir una o varias parejas con el
Actinopoda). fin último de obtener descendencia viable.
Rectrices: Plumas de la cola de las aves. Sobrecruzamiento: Intercambio de material cromosómico en-
Reforzamiento: Proceso evolutivo de consolidación del aisla- tre cromosomas homólogos, que constituye la base de la
miento reproductivo entre poblaciones, debido a la selec- recombinación genética.
ción natural a favor de un mayor aislamiento. Soma: La parte de un organismo no conducente a formación de
Saltacionismo, saltacionista: Teorías evolutivas que destacan gametos.
la importancia de cambios fenotípicos importantes pro- Subdominancia: Desventaja selectiva del heterocigoto con res-
ducidos de forma casi instantánea. pecto a ambos homocigotos.
Selección apostática: Selección producida por depredación so- Superdominancia: Ventaja selectiva del heterocigoto con res-
bre distintos tipos (morfos de una misma especie) de pre- pecto a ambos homocigotos.
sas en donde se consumen en menor proporción a su fre- Supergen: Segmento cromosómico protegido del entrecruza-
cuencia relativa las presas que son relativamente escasas. miento que contiene varios genes que afectan a un único
También se conoce con selección frecuencia-dependen- carácter o a un conjunto de caracteres interrelacionados.
cia negativa. Taxón: Un grupo de seres vivos caracterizado por la existencia
Selección direccional: Selección que provoca que el fenotipo de caracteres comunes y jerarquizado a través de un siste-
de un carácter se desplace hacia uno de sus fenotipos ex- ma basado en la mayor o menor abundancia de éstos.
tremos. Teleología, teleológico: Teorías científicas que describen a los
Selección equilibradora: Tipo de selección que mantiene el fenómenos naturales basándose en los fines u objetivos
polimorfismo genético a frecuencia estable, debido a la que aparentemente persiguen.
superioridad del heterocigoto frente a los homocigotos. Terópodos: Grupo de dinosaurios saurisquios.
Selección estabilizante: Selección que tiende a mantener la for- Tetrápodos: Vertebrados terrestres con cuatro extremidades que
ma de una población constante. Los individuos con valo- presentan la categoría taxonómica de Clase.
res medios de un carácter tendrán alta eficacia biológica y Tipología, tipológico: Visión de los fenómenos naturales como
aquellos con valores extremos tendrán baja eficacia bio- pertenecientes a una clase o tipo sin tener en cuenta la
lógica. variación dentro de las mismas.
Selección fenotípica: Selección que se produce al nivel indivi- Tokogenia: desarrollo genealógico de un grupo de individuos
dual. interconectados genéticamente.
Selección intersexual: Selección originada de la variación en- Trinquete de Muller: Teoría que explica la irreversibilidad del
tre individuos del mismo sexo (normalmente los machos) proceso de acumulación de mutaciones deletéreas en au-
en términos de competencia para atraer y estimular sencia de recombinación.
sexualmente a miembros del otro sexo. Sinónimo: selec- Uniformitarismo, uniformitarista: Teorías científicas que con-
ción epigámica. templan los procesos de la historia de la Tierra como de-
Selección intragenómica: Selección entre partes diferentes del bidos a las mismas causas operantes y observables en la
genoma. actualidad.
Selección intrasexual: Selección originada de la variación en- Variación poligénica: La que muestra un carácter cuantitativo
tre individuos del mismo sexo(normalmente los machos)
variable que resulta de la interacción de numerosos genes.
en términos de competencia directa (ejemplo, luchas) por
Varianza genética: Varianza fenotípica debida a la presencia de
acceder a las hembras.
distintos genotipos en la población.
Seleccionismo, seleccionista: Teorías evolutivas que, en con-
Varianza genética aditiva: Varianza genética asociada al efec-
traposición al mutacionismo, destacan la importancia de
los procesos de selección sobre los de orígen de variación to medio de sustituir un alelo por otro.
fenotípica. Vestigial: Características de órganos o propiedades en proceso
Sensilio: Órgano mecanorreceptor de forma habitualmente có- de desaparición por procesos evolutivos.
nica, que se encuentra en la cutícula de muchos artrópo- Vigor híbrido: También llamado heterosis, es la superioridad
dos. Detecta cambios en la posición del cuerpo y modifi- que suelen mostrar los híbridos de cruces entre líneas con-
caciones debidas a presión sobre los tegumentos. sanguíneas con respecto a uno o más caracteres relacio-
Simpatría, simpátrico: Coexistencia en el mismo territorio. nados con el crecimiento, la supervivencia y la fertilidad.
Simplesiomorfías: Presencia del mismo carácter plesiomórfico Vitelogénesis: Formación de la reserva de nutrientes necesarios
en diferentes taxones. para el desarrollo ontogenético.