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Tres ensayos de una teoría sexual. Cap.

II: La sexualidad infantil (1905)

¿Qué es la sexualidad? En la experiencia y en la teoría psicoanalítica, la palabra sexualidad no designa solamente


las actividades y el placer dependiente del funcionamiento del aparato genital, sino toda una serie de
excitaciones y de actividades, existentes desde la infancia, que producen un placer que no puede reducirse a la
satisfacción de una necesidad fisiológica fundamental (respiración, hambre, función excretora, etc.), y que se
encuentran también a título de componentes en la forma llamada normal del amor sexual. Como es sabido, el
psicoanálisis atribuye una gran importancia a la sexualidad en el desarrollo y la vida psíquica del ser humano. Lo
sexual no puede reducirse, en psicoanálisis, a lo genital.

Dentro de la obra freudiana, las nociones de Inconsciente y Sexualidad Infantil son dos pilares, dos piedras
angulares en la constitución psíquica y en el desarrollo normal de cualquier individuo. La Sexualidad Infantil sale
del campo de las perversiones y son parte del desarrollo normal, es la sexualidad propia del niño hasta los cinco
o seis años, antes de la instauración del superyó que sigue al complejo de Edipo. La sexualidad infantil aparece
como un plus de placer sobre la satisfacción de la pulsión de autoconservación y luego se va diferenciando
paulatinamente de ésta. Es básicamente -aunque no totalmente autoerótica (ya que sus zonas erógenas se
despiertan en el vínculo con el objeto) y predominan en ella, según los diversos períodos, diversas zonas
erógenas. Apuntalamiento, zona erógena y autoerotismo constituyen para Freud las tres características,
íntimamente ligadas entre sí, que definen la sexualidad infantil.

El descuido de lo infantil:
Forma parte de la opinión popular acerca de la pulsión sexual la afirmación de que ella falta en la infancia y solo
despierta en el periodo de la vida llamado pubertad.
En la bibliografía se hallan sólo ocasionales noticias acerca de una práctica sexual temprana en niños pequeños,
acerca de erecciones, masturbación o de acciones parecidas al coito. Pero se las menciona siempre como
procesos excepcionales, como curiosidades o como horrorosos ejemplos de temprana corrupción.
La razón de este descuido se encuentra:
 en los reparos de la época a causa de su propia educación
 y en arte a la amnesia que en la mayoría de los seres humanos cubre los primeros años de su infancia
hasta el sexto u octavo año de vida.
Esas mismas impresiones que hemos olvidado dejaron las más profundas huellas en nuestra vida anímica y
pasaron a ser determinantes para todo nuestro desarrollo posterior. No puede tratarse entonces de una
desaparición real de las impresiones infantiles sino de una amnesia semejante a la que observamos en los
neuróticos respecto de vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un mero apartamiento de la CC.
La amnesia infantil que convierte la infancia de cada individuo en un tiempo anterior, prehistórico y le oculta los
comienzos de su propia vida sexual, es la culpable de que no se haya otorgado valor al periodo infantil en el
desarrollo de la vida sexual.
En ella ve Freud el resultado de la represión que afecta a la sexualidad infantil. El campo cubierto por la amnesia
infantil tendría su límite temporal en la declinación del complejo de Edipo y la entrada en el período de latencia.
El periodo de latencia de la infancia y sus rupturas:

El neonato trae consigo gérmenes de mociones sexuales que siguen desarrollándose durante cierto lapso, pero
después sufren una progresiva sofocación, está a su vez puede ser quebrada por oleadas regulares de avance del
desarrollo sexual o suspendida por peculiaridades individuales. Casi siempre hacia el tercer o cuarto año de vida
del niño, su sexualidad se expresa en una forma asequible a la observación.
Periodo de latencia: Comprendido entre la declinación sexual infantil y la declinación del complejo de Edipo (5,6
años) y el comienzo de la pubertad. Etapa de detección de la evolución de la sexualidad. Disminución actividades
sexuales, desexualizacoin de objetos. Predominio de sentimientos de ternura.
Complejo de Edipo: Deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta contra sus padres. La forma positiva es
deseo de muerte al rival, ósea contra el padre del mismo sexo y deseos sexuales con el sexo opuesto. Y la forma
negativa es al revés. Se da entre los 3 a 5 años. Es el complejo nuclear de la Neurosis.

Las inhibiciones sexuales:


Durante este periodo de latencia total o parcial se edifican los poderes anímicos que más tarde se presentaran
como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostaron su curso a la manera de unos diques (asco,
sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y en lo moral). En el niño civilizado se tiene la
impresión de que el establecimiento de estos diques es obra de la educación y ella contribuye mucho, pero en
realidad este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijo hereditariamente y llegado el caso puede
producirse sin ninguna ayuda de educación.

Formación reactiva y sublimación:


A expensas de las mociones sexuales infantiles, cuyo aflujo no ha cesado pues ni siquiera en el periodo de
latencia para, su energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines.
Mediante esta desviación de las fuerzas pulsionales sexuales de sus metas y su orientación hacia nuevas metas,
proceso que recibe el nombre de Sublimación se adquieren poderosos componentes para todos los logros
culturales.
Las mociones sexuales de estos años infantiles son:
 por un aparte inaplicables pues las funciones de la reproducción están diferidas, lo cual constituye el
carácter principal del periodo de latencia.
 y por otra son perversas porque parten de zonas erógenas y se sustentan en pulsiones que dada la
dirección del desarrollo del individuo solo provocan sensaciones de displacer.
 por esta razón se suscitan fuerzas anímicas contrarias Mociones Reactivas, que construyen para la eficaz
sofocación de ese displacer los mencionados diques psíquicos (asco, vergüenza, moral)
Es importante destacar que de tiempo en tiempo irrumpe un bloque de exteriorización sexual que se ha
sustraído a la sublimación, o cierta práctica sexual se conserva durante todo el periodo de latencia hasta el
estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad.

Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil:

El chupeteo: es el modelo de las exteriorizaciones infantiles (mamar con fricción). Este aparece en el lactante y
puede conservarse hasta la madurez o persistir toda la vida, consiste en un contacto de succión con la boca (los
labios) repetido rítmicamente, que no tiene como fin la nutrición. Una parte de los propios labios, la lengua, un
lugar de la piel que esté al alcance, aun el dedo gordo del pie, son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta
la acción de mamar. La acción de mamar con fricción cautiva por entero la atención y lleva al adormecimiento o
incluso a una acción motriz en una suerte de orgasmo. No es raro que el mamar con fricción se combine con el
frotamiento de ciertos lugares sensibles del cuerpo, el pecho o los genitales externos. Por esta vía muchos niños
pasan del chupeteo a la masturbación.

Autoerotismo

Es el carácter más llamativo de esta práctica sexual, la pulsión no está dirigida a otra persona, se satisface en el
propio cuerpo, es autoerótica. La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado
y ahora recordado, la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o mucosa. Su primera
actividad, la más importante para su vida, mamar del pecho materno (o de sus subrogados) no pudo menos que
familiarizarse con ese placer. Diríamos que los labios del niño se comportan como una Zona erógena y la
estimulación por el cálido aflujo de leche fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo, la satisfacción de
la zona erógena se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse. Por ello el quehacer sexual se
apuntala en una de las funciones que sirven a la conservación de la vida y sólo más tarde se independiza de ella.

La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento, un


divorcio que se vuelve inevitable cuando aparecen los dientes y la alimentación ya no se sume más
exclusivamente mamando sino también masticando. El niño no se sirve de un objeto para mamar, prefiere una
parte de su propia piel porque le resulta más cómodo, porque así se independiza del mundo exterior al que no
puede aún dominar y porque de esa manera se procura, una segunda zona erógena de menor valor.
En el chupeteo se observan los tres caracteres esenciales de una exteriorización sexual infantil:
 apuntan talándose en una de las funciones corporales importantes para la vida. (Apoyo, apuntalamiento
o análisis: Término introducido por Freud para designar la relación primitiva de las pulsiones sexuales con
las pulsiones de autoconservación: las pulsiones sexuales, que sólo secundariamente se vuelven
independientes, se apoyan sobre las funciones vitales que les proporcionan una fuente orgánica, una
dirección y un objeto. Así, por ejemplo, la libido oral surge a partir de la satisfacción de la necesidad
orgánica (de autoconservación) de alimentarse. En consecuencia, se hablará también de apoyo para
designar el hecho de que el sujeto se apoya sobre el objeto de las pulsiones de autoconservación en su
elección de objeto amoroso: esto es lo que denominó Freud el tipo de elección de objeto por apoyo).
 Todavía no conoce un objeto sexual porque es Autoerótica (no depende del objeto sino del estímulo de la
zona erógena) (cualidad de un comportamiento sexual en el cual el sujeto obtiene satisfacción
recurriendo únicamente a su propio cuerpo, sin objeto exterior).
 Su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una Zona erógena.
La meta sexual de la sexualidad infantil:

 Caracteres de las zonas erógenas: una Z.E es toda región del revestimiento cutáneo-mucoso susceptible
de ser asiento de una excitación de tipo sexual. De un modo más específico, ciertas regiones que son
funcionalmente el asiento de tal excitación: zona oral, anal, uretra-genital, pezón. Existen Z.E
predestinadas como lo muestra el chupeteo, pero cualquier otro sector de piel o de mucosa puede
prestar los servicios de una Z.E, para lo cual es forzoso que conlleve una cierta aptitud.
 Meta sexual infantil: la meta sexual infantil de la pulsión consiste en producir la satisfacción mediante la
estimulación apropiada de la Z.E que de un modo u otro se ha escogido. Para que se cree una necesidad
de repetirla, esta satisfacción tiene que haber vivenciado antes.
La necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por dos cosas:
1. Un peculiar sentimiento de tensión, que posee más bien el carácter de displacer.
2. Y una sensación de estímulo o de picazón condicionada centralmente y proyectada a la Z.E periférica.
La meta sexual puede formularse así: procurará sustituir la sensación de estímulo proyectada sobre la Z.E, por
aquel estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de satisfacción.

Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias

Activación de la zona anal:


Esta zona a semejanza de la zona de los labios es apta por su posición para proporcionar apuntalamiento de la
sexualidad en otras funciones corporales. El valor erógeno de este sector del cuerpo es muy grande.
Los trastornos intestinales tan frecuentes en la infancia se ocupan de que no falten excitaciones intensas en esta
zona. Los niños que sacan partido de la estimabilidad erógena de la zona anal se delatan por el hecho de que
retienen las heces hasta que la acumulación de estas provoca fuertes contracciones musculares y al pasar por el
ano pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la mucosa.
El contenido de los intestinos además tiene otros significados importantes, el niño lo trata como una parte de su
propio cuerpo, representa el regalo por medio del cual el pequeño ser puede expresar su obediencia hacia el
medio circundante exteriorizándolo y su desafío rehusándolo.

Activación de las zonas genitales:


Entre las zonas erógenas del cuerpo infantil se encuentra una que no desempeña el papel principal ni puede ser
portadora de las mociones sexuales más antiguas pero que está destinada a grandes cosas en el futuro. Tanto en
los varones como en las niñas se relaciona con la micción (glande, clítoris). Las activaciones sexuales de esta zona
erógena que corresponde a las partes sexuales reales son el comienzo de la posterior vida sexual normal.
Por su situación anatómica, por el sobre flujo de secreciones por los lavados y frotaciones del cuidado corporal y
por ciertas excitaciones accidentales, es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son
capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su periodo de latencia despertándole una necesidad de
repetirla.
Mediante el onanismo del lactante al que ningún individuo escapa, se establece el futuro primado de esta zona
erógena para la actividad sexual.
Aquí es preciso distinguir tres fases de la masturbación infantil:
1. Corresponde al periodo de latencia
2. Corresponde al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el cuarto año de vida: después de la
latencia y antes del cuarto año de la pulsión sexual suele despertar de nuevo en esta zona genital y durar
un lapso hasta que la nueva sofocación la detiene o proseguir sin interrupción. Todos los detalles de esta
segunda activación sexual infantil dejan tras de sí las más profundas huellas inconscientes en la memoria
de la persona determinan el desarrollo de su carácter si permanece sana, y la sintomatología de sus
neurosis si enferma después de la pubertad.
3. Responde al onanismo de la pubertad.

Disposición perversa polimorfa:

Bajo la influencia de la seducción, el niño puede convertirse en un perverso polimorfo siendo conducido a
practicar toda clase de transgresiones posibles. En su disposición trae consigo su aptitud para ello, tales
transgresiones tropiezan con escasas resistencias porque según sea la edad del niño no se han erigido todavía o
están en formación los diques anímicos contra los excesos sexuales: la vergüenza, el asco y la moral.
El niño es entonces Perverso (porque la sexualidad no tiene como fin la reproducción) y Polimorfo (porque
adquiere muchas formas, el niño puede satisfacerse mediante varias zonas erógenas a la vez).

Pulsiones parciales:
La vida sexual infantil muestra componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de
objetos sexuales. De esta índole son la pulsión de ver, de exhibir y la crueldad. Aparecen independizadas de las
zonas erógenas y más tarde entran en estrecha relación con lo genital, tienden a unirse en las diferentes
organizaciones libidinales. Las pulsiones parciales predominan sobre todo en la sexualidad infantil, nacen
apuntaladas en un principio en las pulsiones de autoconservación. En la maduración normal, quedan como
componentes de la sexualidad adulta subordinadas a la genitalidad, cuando pasan a formar parte del juego y
placer preliminar del acto sexual genital. Ejemplos de pulsiones parciales: orales, anales, exhibicionistas,
escoptofílicas (voyeristas), de dominio, sádicas, masoquistas, etc.
Al carecer de vergüenza el niño muestra su cuerpo desnudo (en especial los genitales) y tiene curiosidad por ver
los genitales de otras personas. La capacidad de compadecerse y la inhibición en virtud de la cual la pulsión de
apoderamiento se detiene ante el dolor del otro se desarrollan más adelante. La ausencia de compasión
establece un enlace peligroso entre las pulsiones crueles y las erógenas y es por esto que debe evitarse el castigo
corporal.
La investigación sexual infantil

Las Teorías sexuales infantiles son "hipótesis" o "fantasías" que elabora el pensamiento infantil movido por la
pulsión de saber y la curiosidad sobre cuestiones como la sexualidad, la diferencia de los sexos y los orígenes del
ser humano:

1. La pulsión de saber: entre los tres y cinco años se inicia la actividad que corresponde a una manera
sublimada de apoderamiento y trabaja con la energía de la pulsión de ver. Pulsión de saber ligada a la
pulsión sexual infantil. Hay un punto de anudamiento entre la sexualidad y el saber y esto se plasma en el
campo de las teorías sexuales infantiles. Freud afirma que son teorías falsas pero que contienen un
fragmento de verdad. Apunta a la pregunta por el origen de los niños, se inventan teorías. ¿Es una
pregunta sobre su propia existencia “De dónde vienen los niños?”
2. El Enigma de la Esfinge: lo que pone en marcha la actividad investigativa del niño son fines prácticos,
quiere saber de dónde vienen los niños y supone que todos los seres poseen un genital como el suyo.
3. Complejo de castración y envidia del pene: el varoncito se aferra con energía a esta convicción, la
defiende frente a la contradicción que muy pronto la realidad le opone y la abandona tras serias luchas
interiores (complejo de castración). Las formaciones sustitutivas de este pene perdido de la mujer
cumplen un importante papel en la conformación de múltiples perversiones. El supuesto de que todos los
seres humanos poseen idéntico genital (masculino) es la primera de las asombrosas teorías sexuales
infantiles.
Teoría de la cloaca: son concebidos por la boca y paridos por el ano. Anuda algo del orden de la
satisfacción pulsional del comer con la satisfacción pulsional de la zona erógena anal. Esta teoría va de la
mano de que no existe diferencia entre hombres y mujeres (es solidaria con la ausencia de los sexos).
4. Teoría del nacimiento: ante la pregunta de dónde vienen los niños, el niño supone que los hijos se
conciben por haber comido algo determinado y se los da a luz por el intestino, como la materia fecal
(teoría de la cloaca).
4. Teoría sádica del comercio sexual: si los niños son espectadores del comercio sexual entre adultos
concibe el acto sexual como una especie de maltrato o sojuzgamiento en el sentido sádico. Los niños se
preguntan qué es estar casados y buscan la respuesta en las funciones de micción y defecación.
4. El tipo fracaso de la investigación sexual infantil: las teorías sexuales infantiles son producto de la
constitución sexual del niño y dan prueba de la gran comprensión sobre los procesos sexuales. Ignora dos
elementos: el papel del semen fecundante y la existencia de la abertura sexual femenina. Esta
investigación sexual es siempre solitaria, e implica un primer paso hacia la orientación autónoma del
mundo, y establece un fuerte extrañamiento del niño respecto de las personas de su contorno, que antes
habían gozado de su plena confianza.

Fases del desarrollo de la organización sexual

Características de la vida sexual infantil:


1. Autoerótica: el objeto se encuentra en el propio cuerpo.
2. Las pulsiones parciales aspiran a conseguir placer cada una por su cuenta sin conexión entre sí.
Al llegar a la vida sexual adulta la consecución del placer se ha puesto al servicio de la reproducción, y las
pulsiones parciales -bajo el primado de una única zona erógena- han formado una organización sólida para el
logro de la meta sexual en un objeto ajeno.

Organizaciones pregenitales: son aquellas organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía no
han alcanzado su papel hegemónico.
1. Canibalica u oral: la actividad sexual no se ha independizado de la nutrición y la meta sexual consiste en
la incorporación del objeto (más adelante corresponderá a la identificación). El chupeteo es la resignación
del objeto ajeno a cambio de uno situado en el cuerpo propio.
2. Sádico- anal: ya se desplegó la división en opuestos, no masculino y femenino sino activo y pasivo. La
actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura y como órgano de la
meta sexual pasiva se constituye la mucosa erógena del intestino. En esta fase son pesquisables la
polaridad sexual y el objeto ajeno. Aún falta la organización y subordinación a la función de reproducción.

Ambivalencia: esta forma de organización sexual puede conservarse a lo largo de toda la vida y atraer hacia sí
buena parte de la práctica sexual. Predomina el sadismo y la zona anal en papel de cloaca. Los pares de opuestos
pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual, estado de cosas que se designa con el término
introducido por Bleuler: ambivalencia.
Para completar el cuadro de la vida sexual infantil, Freud agrega que en la niñez ya se elige el objeto como la que
se supone se realiza característicamente en la pubertad, siendo este el máximo acercamiento posible durante la
infancia a la conformación definitiva de la vida sexual luego de la pubertad.
La unificación de las pulsiones parciales y su subordinación a los genitales al servicio de la reproducción es la
última fase que atraviesa la organización sexual.
Freud agrega en 1924 una tercera fase genital donde muestra un objeto sexual y las aspiraciones que se tienen
sobre ese objeto y se diferencia en un punto esencial de la organización definitiva de la madurez genésica: solo
reconoce el órgano sexual masculino, es la fase fálica. (La vagina es genital y el falo es sexual).

Los dos tiempos de la elección de objeto:


La elección de objeto se realiza en dos tiempos o dos oleadas:
 El primer tiempo se da en la infancia (entre los 2 y 5 años) para luego detenerse o retroceder en el
periodo de latencia y se caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas sexuales.
 La segunda etapa sobreviene en la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual.
Los resultados de la elección infantil del objeto son inaplicables para la pubertad. Ello se debe a que entre ambas
fases se sitúa la represión.
Las metas sexuales se han atemperado y solo pueden figurar en lo que se llama la corriente tierna de la vida
sexual.
La elección de objeto en la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y empezar de nuevo como
corriente sensual. La no confluencia de las dos corrientes hace que se pueden unificar todos los anhelos en un
objeto (siendo uno de los ideales de la vida sexual).

Fuentes de la sexualidad infantil


La excitación sexual nace:
a. Como calco de una satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos orgánicos.
b. Por una apropiada estimulación periférica de las zonas erógenas.
c. Como expresión de pulsiones (pulsión de ver y pulsión a la crueldad).

Excitaciones mecánicas: excitación sexual mediante sacudidas mecánicas del cuerpo (juegos de movimiento
pasivo, hamacados o arrojados al aire), paseos en tren y la sensación de movimiento.
Actividad muscular: la actividad muscular constituye para el niño una necesidad que cuya satisfacción extrae un
placer extraordinario. El placer provocado por las sensaciones de movimiento pasivo es de naturaleza sexual o
genera excitación sexual. La inclinación a trabarse en lucha con determinada persona mediante la musculatura
(más adelante en disputas por la palabra) son buenos signos de que se ha elegido objeto a esa persona. El enlace
infantil entre juegos violentos y excitación sexual es codeterminante de la orientación preferencial que
imprimirán más tarde a su pulsión sexual.
Procesos afectivos: los procesos afectivos más intensos, aún las excitaciones terroríficas, desbordan sobre la
sexualidad. Muchos afectos displacenteros (miedo, angustia y espanto) se vinculan a la sexualidad, así como las
sensaciones de dolor provocan efecto erógeno constituyendo las raíces de la pulsión sadomasoquista.
Trabajo intelectual: la atención en una tarea intelectual, el esfuerzo mental, tienen por consecuencia una
excitación sexual en personas jóvenes o maduras, de aquí deriva las perturbaciones nerviosas de “un exceso de
trabajo” mental.
Rasgos generales: varios son los reaseguros que ponen en marcha los procesos excitatorios sexuales, sobre todo
las excitaciones de las superficies sensibles (piel y órganos de los sentidos) y las estimaciones de las zonas
erógenas. La cualidad y la intensidad de estímulo es decisivo. La excitación sexual se genera como efecto
colateral de una serie de procesos internos, para lo cual basta que la intensidad rebase cierto límite. Las
pulsiones parciales de la sexualidad derivan de las fuentes internas de excitación sexual o se compone de aportes
a esas fuentes y de las zonas erógenas.
Diversas constituciones sexuales: no en todos los individuos existe la misma intensidad de la fuente de
excitación sexual.
Vías de influencia recíproca: todas las vías de conexión que llegan hasta la sexualidad desde otras funciones
tienen que poderse transitar también en la dirección inversa (los labios cumplen dos funciones: satisfacción
sexual y nutrición. Se ve perturbada la nutrición cuando son perturbada las funciones erógenas de la misma).

Capítulo III: La metamorfosis de la pubertad.

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan a la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva. Hasta ese momento se actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas
singulares que independientemente una de otras buscaba cierto placer en calidad de una única meta sexual.
Ahora es dada una nueva meta sexual, donde todas las pulsiones parciales cooperan a la par a la par que las
zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital.
La nueva meta sexual consiste en el varón en la descarga de productos genésicos. la pulsión sexual se pone al
servicio de la reproducción.

Pulsión sexual en la pubertad:


Una única pulsión
meta: reproducción sexual
fuente: soma (organismo)
objeto: halla objeto externo

El primado de las zonas genitales y el placer previo:


Lo esencial del proceso de la pubertad es el crecimiento de los genitales externos. Al mismo tiempo los internos
han avanzado en su desarrollo hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos para la
gestación.
Los estímulos pueden alcanzarse por tres caminos, desde el mundo exterior por la excitación de zonas erógenas,
desde el interior del organismo siguiendo vías que investigar, y desde la vida anímica. Por estos tres se llega a un
estado de EXCITACIÓN SEXUAL y se da a conocer por dos signos que son anímicos y somáticos.

Mecanismo del placer previo:


Las zonas erógenas cumplen un papel claro, proporcionar mediante su adecuada estimulación un cierto monto
de placer, de este arranca el incremento de tensión, a la cual a su vez tiene que ofrecer la energía motriz
necesaria para llevar a término el acto sexual.
Diferenciación entre placer previo y placer final:
Placer previo es provocado por la excitación de zonas erógenas, en una escala reducida lo podía ofrecer la
pulsión sexual.
Placer final: Producido por el vaciamiento de sustancias sexuales. Placer de satisfacción de la vida sexual.
Dependerá de las condiciones que se instalan en la pubertad.

Peligros del placer previo:


Ese peligro de presenta cuando, en cualquier punto de los procesos sexuales preparatorios, el placer previo
demuestra ser demasiado grande, y demasiado escasa su contribución a la tensión. Falta entonces, la fuerza
pulsional para para que el proceso sexual siga adelante; todo el camino se abrevia y la acción preparatoria
correspondiente reemplaza a la meta sexual normal.

Teoría de la libido:

Libido: Es la energía de la pulsión, es la que alimenta la pulsión.


Energía postulada por Freud como substrato de las transformaciones de la pulsión sexual en cuanto al objeto
(desplazamiento de la investidura), en cuanto a la meta (p.ej., sublimación) y en cuanto a la fuente de la
excitación sexual (diversidad de las zonas erógenas). Dice Freud: "Libido es una expresión tomada de la teoría de
la afectividad. Llamamos así a la energía, considerada como una magnitud cuantitativa (aunque actualmente no
pueda medirse) de las pulsiones que tienden relación con todo aquello que puede designarse con la palabra
amor". La libido puede ser del yo u objetal.
La excitación sexual no es solo brindada por las partes genésicas sino también por órganos del cuerpo. Así se
llega a la representación de QUANTUM DE LIBIDO, libido yoica.
La producción de esta, su aumento o su disminución, su distribución y su desplazamiento están destinados a
explicar los fenómenos psicosexuales observados.
La libido yoica se vuelve accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico en la investidura de
objetos sexuales, cuando se ha convertido en LIBIDO DE OBJETO.
La libido YOICA también es llamada libido NARCISISTA y se opone a la libido de objeto.
Libido Yoica gran reservorio desde la cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse.
Con la libido de objeto se produce un reencuentro al objeto externo que supuestamente está con la carga
libidinal, tiene algún detalle que hace que la energía se vuelque a él.
Investidura de objeto, investidura interna que permite que la pulsión se dirija a un objeto externo que algún
rasgo tiene, es el reencuentro con el objeto de que produjo placer.

Diferencia entre placer y satisfacción:


Pulsión autoconservación: la satisfago no le doy placer.
Pulsión sexual: placer
Cuando se divorcia la pulsión de autoconservación y la pulsión sexual: se pierde el objeto específico, comida,
agua, desaparece y aparece objeto contingente. Se pierde la función orgánica.

Diferencia entre hombre y mujer:


Con la pubertad se establece separación tajante entre el carácter masculino y femenino. El desarrollo de las
inhibiciones se cumple antes en la niña que en el varón. En ella parece mayor la represión sexual.
La excitabilidad del clítoris (carácter masculino) se reprime y se muda a la vagina, la meta sexual será entonces la
reproducción. La homosexualidad era considerada como perversión porque no cumple con la meta de la
sexualidad que es la reproducción.

El hallazgo de objeto:
Durante la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, (el miembro masculino erecto remite a la nueva
meta sexual, la penetración) desde lo psíquico se consuma el hallazgo de objeto.
Cuando la satisfacción sexual estaba dada por la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo el
pecho materno. Luego la pulsión pasa a ser autoerótica cuando se le da representación total a esa persona. El
mamar el pecho se constituye como acto de amor y el hallazgo de objeto de la pubertad ese reencuentro. Dos
caminos para el encuentro de objeto: por apuntalamiento de los modelos de la temprana infancia. O el narcisista
que busca el propio yo y lo encuentra en otros.

Objeto sexual del periodo de lactancia:


El niño aprende a amar a los que satisfacen sus necesidades y cuidados. Los cuidados maternales son fuente de
excitación y satisfacción sexual a partir de zonas erógenas. La pulsión sexual no es despertada solo por excitación
sino también por ternura.

Pulsión sexual: presión interna que es mucho más extenso que acotarse a las actividades sexuales. Tiene varias
modalidades de satisfacción, ligadas a las diferentes zonas erógenas.

Angustia infantil:
La angustia en los niños es la añoranza por la persona amada por eso responden a todo extraño con angustia,
tienen miedo de la oscuridad porque no está la persona amada, y se calman si pueden tomarle la mano.
Los niños con pulsión sexual hipertrofiada por mismos excesivos padecen angustia, tan pronto como no se pueda
satisfacer su libido la muda en angustia.

La barrera del incesto:


Cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la pulsión sexual prematuramente
-vale decir, antes que estén dadas las condiciones corporales propias de la pubertad [que le permitirán una
descarga adecuada]-, y despertarla con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de manera inequívoca
hasta el sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este niño, llegado a la madurez,
hasta la elección del objeto sexual.
Por cierto, lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas a
quienes desde su infancia ama, por así decir, con una libido amortiguada. Pero, en virtud del diferimiento de la
maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto, y
para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresamente de la elección de objeto, por su calidad
de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez.

El respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad: tiene que impedir que la familia
absorba unos intereses que le hacen falta para establecer unidades sociales superiores, y por eso en todos los
individuos, pero especialmente en los muchachos adolescentes, echa mano a todos los recursos para aflojar los
lazos que mantienen con su familia, los únicos decisivos en la infancia

Elección de objeto:
Ni siquiera quien ha evitado felizmente la fijación incestuosa de su libido se sustrae por completo de su
influencia. El hecho de que el primer enamoramiento serio del joven, como es tan frecuente se dirija a una mujer
madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco de esta fase del
desarrollo: pueden revivirlos, en efecto, la imagen de la madre y del padre. Quizá la elección de objeto, en
general, se produce mediante un apuntalamiento, más libre, en estos modelos. El varón persigue, ante todo, la
imagen mnémica de la madre, tal como gobierna en él desde el principio de su infancia; y armoniza plenamente
con ello que la madre, aún viva, se revuelva contra esta renovación suya y le demuestra hostilidad. Dada esta
importancia de los vínculos infantiles con los padres para la posterior elección del objeto sexual, es fácil
comprender que cualquier perturbación de ellos tenga las más serias consecuencias para la vida sexual adulta; ni
siquiera los celos del amante carecen de esa raíz infantil o, al menos, de un refuerzo proveniente de lo infantil.
Desavenencias entre los padres, su vida conyugal desdichada, pueden condicionar la más grave predisposición a
un desarrollo sexual perturbado o a la contracción de una neurosis por parte de los hijos.
La inclinación infantil hacia los padres es sin duda la más importante, pero no la única, de las sendas que,
renovadas en la pubertad, marcan después el camino a la elección de objeto. Otras semillas del mismo origen
permiten al hombre, apuntalando siempre en su infancia, desarrollar más de una serie sexual y plasmar
condiciones totalmente variadas para la elección de objeto

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