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X
PAPAS,
TOMO L
MADRID.
Imprenta a cargo db Montero.
Plaza del Cáimin, ni.n. 5.
1869.
Es propiedad del editor.
AL HOMBRE.
FIN DE LA INTRODUCCION.
HISTORIA
DI LOS PIPIS.
HISTORIA DE LOS PAPAS.
SIGLO PRIMERO.
SAN PEDRO.
PRIMER OBISPO PE ROMA.
SAN LINO.
SEGUNDO PAPA.
¡ Emperadores.
Era de 67 á 78 de J. C.)
SAN CLETO.
TERCER PAPA.
Emperadores.
(Era fe 75 á 91 de J. C.)
PAPA CUARTO.
Emperadores.
HISTORIA POLITICA.
SIGLO PRIMERO.
TRAJANO, EMPERADOR.
i'»i'ri L " ••
Opiniones diversas sobre los papas Cleto y Anee' oto —Nacimiento de Anacleto.
Deflende á los presbíteros en el uso de la barba y de la cabellera.—Incertidum-
bre acerca de la época de su muerte. _ »
SAN EVARISTO,
ALEJANDRO PRIMERO,
PAPA SETIMO.
ADRIANO, EMPERADOR.
SÍSTO PRIMERO.
OCTAVO PAPA.
SAN TELESFORO.
NOVENO PAPA.
Antonino, emperador.
SAN HIGINIO,
DECIMO PAPA
.ANTONINO EMPERADOR.
ONCENO PAPA.
Emperadores.
Los padres de' la Iglesia, en contradiccion sobre el órden de sucesion de Pjo I —Su
nacimiento.—Su martirio. — Decretales que se le atribuyen. —Hermas.— Sus
obras.—Decretales.
ANICETO,
Emperadores.
ELETUTERIO:
SAN VICTOR,
PAPA DECIMO-QUINTO.
Son mas ciertos desde esta época loa datos histéricos —Eleccion de San Víctor. —
. Heregía de Albion.—Cisma de Montano.—Condenacion de Praxias.
HISTORIA POLITICA.
SIGLO SEGUNDO.
SIGLO TERCERO.
Emperadorares.
«
Usurpan los Papas una autoridad despótica sobre la Iglesia católica.—Nacimiento
de Severino.—El Papa, hereje. —Nueva persícucion. — Excomunion de los mon
tañistas.—Indulgencia para las mujeres adúlteras. —Historia notable de un he
reje azotado por los ángeles —Falsedad evidente del martirio de Severino.
CALIXTO PRIMERO.
PAPA DECIMOSESTO.
Emperadores
Kstado de la Igesia —EL Papa edifica un templo en el lugar en que antes había
existido un lupanar.—Cementerio de Calixto.—Depósito general de reliquias
para toda la cristianidad.—Indulgencia del Papa hacia los clárigos hartos de crí
menes.—Muerte de Calixto.
'
DE LOS PAPAS. 71
de haber estado largo tiempo en prision, fué precipitado por una
ventana á un patio profundo, y que los fieles obtuvieron permi
so para recoger su cuerpo, que fué enterrado en el panteon Cale-
podo sobre la Via Aurelia.
Se supone, pero sin certeza, que murió en 226, . despues de
haber gobernado la Ig esia por espacio de cinco años y un mes.
Nada es menos auténtico que el martirio de este Pontífice; por
el contrario está probado que bajo el reinado del Emperador
Alejandro no hubo persecucion alguna, y que este monarca pro
tegió á Calixto, á quien otorgó autorizacion para fundar la pri
mera Iglesia cristiana que se consagró en Roma.
Alejandro era sirio de nacimiento, y el sobrenombre injurio
so de Archisinagogo que los romanos le daban, atestigua que
protegia la secta judia y muy en particular la nazarena. Oríge
nes afirma que Mammea, madre del Emperador, era cristiana, y
que pasaba los dias leyendo las ve dades anunciadas por los
Apóstoles. De esta manera los autores del martirologio, no pudien-
do establecer de una manera incontestable el martirio de Calix
to, han pretendido que el prefecto de Roma persiguió á este
Pontífice sin saberlo el Emperador. Mas para manifestar la fal
sedad de este aserto, basta recordar que aquel magistrado, que
se llamaba Ulpiano, era un modelo de equidad; y por otra parte,
que una ac ion de esta naturaleza no hubiera podido estar oculta
mucho tiempo, puesto que Alejandro habia prohibido por un
• decreto á los gobernadores de las provincias y á los demás oficia-
es del imperio, que ejercieran ningun acto de violencia contra
sus subditos por motivos de religion, cualesquiera que fuesen el
rango, fortuna ó creencia de los acusados. Consta del mismo
modo, que mientras él reinó no hubo ningun mártir, y que por
el contrario dos sectarios de la nueva religion fueron altamente
protegidos.
Ya las ideas cristianas espresadas en numerosos escritos y
72 . HISTORIA
difundidas por el infatigable celo de los Pontífices, habian pe
netrado en la sociedad pagana; muchos ricos ciudadanos del im
perio admitían algunos de los nuevos dogmas, y profesaban
grande veneracion á los ministros del culto. Se cita especial
mente á Ambrosio, de familia consular, que dirigia públicamen
te á Alejandro cartas cristianas, y que ocupaba á sus expensas
un considerable número de escribientes para que hiciesen copias
de los libros eclesiásticos. Solamente para Orígenes costeaba
siete notarios que escribian á su dictado; veinte libreros en
cuadernaban sus obras, y doncellas calígrafas las trascribian en
seguida para las demás Iglesias.
DE LOS PAPAS. 73
URBANO PRIMERO.
PONGIANO.
PAPA DECIMO-ÑOÑO-
Emperadores.
ANTERO-
PAPA VIGESIMO.
MAXIMINO, EMPERADOR.
FABIANO.
PAPAVIGESIMO-PRnEBO.
Emperadores.
SEDE VACANTE.
PAPA VIGESIMO-SEGUNDO-
Emperadores.
LUCIO.
PAPA VIGÉSIMO-TERCERO.
Emperadores.
ESTEBAN PRIMERO,
PAPA VIGÉSIMO-CUARTO.
N'icinUeuto de Esteban.—Faltaste este Papa. -Su proteccion á dos obispos aeusados de grande!
i-rimanas.—Su arabio on.—Coicliio congregado por San Cipriano, donde se condena el Papa.—
11areza de Estéban.— Kinniliano le echa publicamente en cara sus crímenes.—Acusaciones atro
ees, formuladas por Sun Cipriano contra el Pontífice.—Singulares querellas entre los Santos.—
Martirio de Esteban.—Despotismo papal.
SIXTO SEGUNDO,
PAPA VIGESIMO-QUINTO.
(Era 257 de J. C )
SEDE VACANTE.
DIONISIO.
FELIX PRIMERO.
PAPA VIGESIMO-SEPTIMO-
EUTIQUES,
PAPA VIGÉSIMO-OCTAVO.
Emperadorares.
CAYO.
PAPA VIGESIMO-NOVENO.
Emperadores.
MARCELINO,
PAPA-TRIGESIMO-
HISTORIA POLITICA.
SIGLO TERCERO.
ciado al gobierno.
De los tres Gordianos, el mas anciano, fué proclamado empe
rador por el ejército que él mandaba en nombre del Senado;
su hijo, Gordiano segundo, habiendo vencido y matado en una
batalla á todos los enemigos del imperio; se estranguló de
desesperacion. Elegido en su lugar Gordiano el joven, hijo
menor de Gor iiano segundo, mostró este príncipe que poseía
las necesarias condiciones morales y físicas para gobernar equi
tativamente; alcanzó grandes victoriis, que parecían presa-•
giar un reinado feliz para los pueblo?; pero no faltó en su ejér
cito un traidor que le asesinase para apoderarse de la autoridad
suprema.
El Senado no consintió reconocer á Filipo emperador, mien
tras no confirmase su eleccion, para evitar disturbios en las
legiones.
A su vez Decio vino a seducir á los soldados, y estos mataron
á Filipo en su mismo campamento de Verona.
Mesio Quinto Trajano Decio, despues de haberse deshecho de
Filipo, obfaivo el imperio por el sufragio del ejército. Se señaló
su reinado por la violenta persecución que movió contra los
cristianos.
A la cabeza de sus legiones marchó contra él Treboriano Galo,
y habiéndole sorprendido en una emboscada, le persiguió hasta
un pantano, en donde pereció Decio, sin que jamás se haya
vuelto á encontrar su cuerpo.
Hizo en seguida Vibio Treboriano Galo una vergonzosa
alianza con los godos, y á pesar de su debilidad, fué saludado
emperador por una religion; pero poco despues le degollaron los
SIGLO CUARTO-
SEDE VAGANTE.
MARCELO PRIMERO,
PAPA TRIGÉSIMO-PRIMERO.
MAGENCIO, EMPERADOR.
Eleccion de Marcelo.—Se hace odioso a los fieles.—Mueve sediciones en Roma.—El Papa llena
las funciones de palafrenero por úrden de Mageneio.—Muerte del Pontifice.
EUSEBIO,
PAPA TRIGÉSIMO-SEGUNDO.
MAGENCIO,
EMPERADOR.
MELQUIADES,
PAPA TRIGÉSIMO-TERCERO.
MAGENCIO, CONSTANTINO,
EMPERADORES.
SILVESTRE,
PAPA TRIGÉSIMO-CUARTO.
CONSTANTINO, EMPERADOR.
MARCOS,
PAPA TRIGÉSIMO-QUINTO.
CONSTANTINO, EMPERADOR.
JULIO PRIMERO.
PAPA TRIGÚSIMO-SESTO.
Emperadores.
Eleccion rio Julio—Bautismo rio Constantino antes de su muerte.—Es canonizado por la Iglesia grie
ga.—San Atanasio es acusado de muchos crimenes.— Concilio de Antioquia.—El Papa es maltrata'
do por los obispos de Oriente.—Estado deplorable de la Iglesia—Querellas ridiculas.—Muerto del
Papa Julio.—Su infalibilidad puesta a prueba.
LIBERIO.
PAPA TRIGESIMO-SETIMO.
Emperadores.
FÉLIX SEGUNDO,
PAPA TRIGÉSIMO-OCTAVO.
,ó
ANTI-PAPA.
(Era de MI de J. C.)
DAMASO,
PAPA TRIGÉSIMO-NOVENO.
Emperadores*
Nacimiento de Dámaso.—Abraza el partido del antl-papa.—Sedicion violenta movida por los dos
papas, Dámaso y Ursino.—Dámaso victorioso.—Prende fuego á la basílica.—Se encuentran
ciento trece cadáveres bajo los escombros de la Iglesia.—Lujo de los obispos de Roma.—Debí*
lidades de los caras —Dámaso persigne á sus enemigos.—Hipocresía del Papa.—Hace matar á
los fieles congregados en una Iglesia. —Vergonzoso escándalo dado por el Papa.—Se le acusa
de adulterio.— Ley contra la insaciable avaricia del clero.—Odiosos robos de los curas.—Los
arrianos persiguen á los ortodoxos—Pretende Dámaso imponer su autoridad á San Basilio.—
Es maltratado por este obispo.— Muerte de San Atanasio.—Los luciferianos.—Los donatistas .
—Ambicion de los Papas.—Heregía de los priscilianistas.-Laa mujeres se entregan con en
tusiasmo al culto de la nueva secta.—Liviandades cometidas en sus asambleas.—Nueva acu
sacion de adulterio contra el Papa Dámaso.—Su muerte.
.
DE LOS PAPAS. I8S
SIRIGIO
PAPA CUADRAGÉSIMO.
Eleccion de Slricio.—Celibato de los curas.— Loa frailes y los curas debieran ser eunucos —
Corrupcion del clero de Roma. —Avaricia de loa esclesiásticos.—San Geronimo llama al Papa
mujer vestida de escarlata —Infames costumbres de la clerecía —Doctrina de Jovinlano —
Muerte de Sirlcio.
48S HISTORIA
Espíritu Santo; entonces fué cuando escribi mi obra que dediqué
al Pontífice. Pronto comprendi la olla hirviente de Jeremías, que
comenzaba á inflamarse del lado del Aquilon: el senado de los
fariseos se puso á gritar contra mí, - y todos, hasta el pequeño
clero, conjuraron mi perdicion. Entonces salí de aquella ciudad
maldita y vuelvo á Jerusalem; abandoné las. cabanas de Rómulo,
lugares infames, y preferí el portal de María y el pesebre de Jesús. »
Por aquel mismo tiempo condenó un concilio, celebrado en
Roma, la herejía, de Jovíniano. Este monje habia pasado los
primeros años de su vida en las austeridades de los conventos,
ayunando, viviendo á pan yagua, marchando con los piés des
nudos, llevando un vestido áspero y grosero y trabajando siem
pre alguna obra con sus manos; pero en seguida que salió de su
monasterio, cerca de Milán, vino á Roma para estender sus
doctrinas. Pretendia que los que habian sido regenerados por el
bautismo no podian ser vencidos por el Demonio; afirmaba que
las vírgenes hacían menos méritos á los ojos de Dios que las viu
das y las casadas; y por último, enseñaba que los hombres de
bían comer toda clase de alimentos, y gozar todos los bienes que
la Divinidad puso á sus alcances.
Joviniano vivia conforme á los principios que profesaba: ves
tía con mucho lujo; llevaba túnicas blancas y finas, de lienzo y
de seda, peinaba con esmero sus cabellos, frecuentaba los baños
públicos, gustaba de los juegos, de comidas espléndidas, de pla
tos delicados y de vinos esquisitos, como se veia por su cútis
fresco y encendido y por su crasitud. Entretanto pensaba hacer
se fraile y se guardaba del matrimonio, solo por evitar las con
secuencias fatales de este estado. Su herejía encontró muchos par
tidarios en Roma; otras muchas personas despues de haber vivi
do largo tiempo en una perfecta continencia y en la mortifica
cion, adoptaron sus opiniones y abandonaron la austeridad del
ckiustro para volver á la vida ordinaria de los ciudadanos,
DE LOS PAPAS. 189
Despues de cumplir su coadena Joviniano volvió á la ciudad
de Milán; pero el papa Siricio envió tres presbiteros para que
instruyesen al Obispo de la excomunion de aquel hereje y para
rogarle que le arrojase de la Iglesia.
La historia no nos dice nada particular tocante á la vida y
, hechos de Siricio. Se supone que murió en el año 338.
Bajo su reinado la reputacion de San Agustin comenzaba á
estenderse por todos los paises cristianos, y las-numerosas obras
que habia escrito contra los maniqueos y los donatistas le hacia
mirar ya como una de de las columnas de la Iglesia. Era enton
ces bastante distinto que aquel jó ven Agustin de las escuelas
de Tagasta, su pátria, á quien los condiscípulos citaban como
ejemplo vivo de la desaplicacion y de la inquietud entre los es
tudiantes, porque nosotros debemos advertir que la primera
.parte de la existencia de este santo Padre, trascurrió en medio
de los mayores desórdenes, y que su falta de conducta fué tal,
que su madre dudó de si debería arrojarlo de su casa.
En otro tiempo habia abrazado las doctrinas de Manes sobre
el culto de la naturaleza, y profesó públicamente aquella here-
gía. Por último, habiéndose fatigado de su vida desarreglada,
se casó y abandonó el Africa para establecerse en Milán. En esta
ciudad trabó amistosas relaciones con el venerable Ambrosio,
que le convirtió á la religion cristiana, y le suministró el bau
tismo, así como á un hijo suyo de corta edad, llamado Adeodato.
Algunos años despues, vuelto al Africa, fué preconizado y se le
consagró cura de Hipona, y mas tarde llegó á ser Obispo titular
de la misma ciudad africana. Desde entonces se manifestó into
lerante, perseguidor, pues con un rigor y severidad en él ines
perado acosó á todos los cristianos que profesaban diferentes ,
doctrinas que las suyas.
Entre las numerosas obras de San Agustin, se coloca en pri
mera linea su tratado sobre el trabajo, obra basada en las pala
190 HISTORIA .
bras del Apóstol San Pablo, que dice: que el que no quiere traba
jar, nopuede comer. Igualmente se cita su libro sobre el bautis
mo*, otro titulado Mística ciudad de Dios ó Defensa de la Iglesia
contra los hijos del siglo; un tratado sobre Trinidad, donde se
establece la igualdad de las tres divinas personas, y finalmente,
diferentes opúsculos sobre el pecado original, sobre el alma, so
bre la gracia y el libre albedrío, sobre la predestinacion de los
santos, sobre la perseverancia y otros. Sería difícil enumerar el
largo catálogo de las obras que dejó escritas este Santo Padre,
porque despues de las que comprendió en el suyo el diligente
Posídio, su número se eleva á mas de mil. Todos aquellos escri
tos fueron compuestos en el intervalo de cuarenta años que me
diaron entre la conversion y la muerte de San Agustín.
DE LOS PAPAS. 191
HISTORIA POLITICA.
SIGLO CUARTO.
I.
n.
DE IOS PAPAS. m
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•;: ' - '" •,•'•.: . , . "V/i .. .;'•.]'
SIGLO QUINTÓ.
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.'" u'í1 (i-¡-.'i •';
INOCENCIO PRIMERO.
PAPA CÜADKAGÉSIMO-SEGUNDO.
Emperadores.
ZÓSIMO,
PAPA CUADRAGESIMO-TERCERO.
PAPA CUADRAGÉSIMO-CUARTO.
Cisma en la Iglesia.— Eulalio y Bonifacio —Los dos papas escitan grandes revueltas en la
Ciudad Santa.—Simaco gobernador de Roma, favorece & Eulalio —El emperador se declara
contra Bonifacio.—El oficial encargado de las ordenes de Honorio es maltratado por los
facciosos.- Los partidarios de Bonifacio escriben al emperador contra Eulalio.—Concilio de
Ravena.—El Emperador nombra un tercer papa —Temeridad de Eulalio.—Vuelve a Roma a
pesar de la prohibicion de Honorio.—Rescripto del emperador.—Eleccion de los papas enjel
siglo V.—Sesto concilio de Cartago.—Ambicion de los pontífices-reprimida por Teoioslo.—
Mendiga Bonifacio la proteccion de Honorio.—Su muerte.
CELESTINO PRIMERO
PAPA CUADKAGESIMO-QÜINTO.
SIXTO TERCERO.
PAPA CUADRAGÉSÍMO-SESTO.
Fanatismo de Sixto antes de su pontificado.— Persigue á los herejes —El emperador termina
las querellas entre Cirilo y Juan de Antioquía —El Papa ea acusado de violacion de una
monja y de cometer incestos — Fixto nace envenenar ii su acusa ,or.— Él mismo entierra el
cadáver para ocultar aquel horrible crimen á la justicia .le ios hombres.— Ambicion de los
papas.—Muerte de Sixto.—l.onoede á las Iglesias inmensas riquezas, arrancadas á los "les-
ffTaciados pueblos.
LEON PRIMERO
PAPA CUADRAGESIMO-SETIMO.
HILARIO,
PAPA CUADRAGÉSIMO-OCTAVO.
SIMPLICIO,
PAPA CUADRAGÉSIMO-NOVENO.
I '
GELASIO,
PAPA. QUINCUAGÉSIMO-PRIMERO.
PAPA QUINCUAGÉSIMO-SEGUNDO.
SIGLO QUINTO.
H0RMID4S,
PAPA GiXJUSrOTJAa-ÍJSIMO-CXJAUTO.
EUGENIO II.
MIGUEL EL TARTAMUDO,
EMPERADOR DE ORIENTE.
• *
LUISI,
Eleccion de Eugenio II —Viaje de I.otario á Roma.—Obliga al Papa á devolver las riquezas que
bus predecesores hablan arrebatado a los ciudadanos.—Coastitucion de Lotarlo —Reprime la
avaricia y ambicion de los Pontifices.—Carta del emperador Miguel sobre la supersticion de
lss imágenes.—Los obispos franceses reunidos en concilio, rechazan el culto de las imágenes
y rehusan someterse á la autoridad del Papa.—Desordenes y profunda ignorancia del clero.—
Concilio de Roma.—Muerte del Pontifice.
VALENTIN
PAPA CENTESIMO CUARTO.
MIGUEL EL TARTAMUDO.
EMPERADOR DE ORIENTE.
LUIS I.
. En» de 997 de J. O.
SILVERIO.
PAPA SEXAGÉSIMO.
j-
VIGILIO
PAPA SEXAGESIMO-PRIMEKO.
HISTORIA PROFANA.
. I.
11.
>
DE LOS PAPAS. 375
en que los males de una libertad perdida sobreviviau junta
mente con los horrores de una servidumbre real; y los mi
llares de esclavos esperaban con ánsia la hora de ver humi
llados á sus orgullosos señores, y de lanzar á su rostro la?
cadenas que hasta entdnces habian llevado. Los campesinos,
sometidos á la enorme capitacion, y sugetos á excesivos ser
vicios corporales, ofrecían sus brazos á todo el que les pro
metía algun descanso, ó á lo menos alguna mudanza de males,
y el ciudadano se revolvia para desembarazarse de aquella
inmensa red de tiranía que envolvía á todos, desde el empe
rador hasta el último esclavo
En esta situacion ¿cómo despertar el patriotismo? Y fuera
de este, ¿qué resorte quedaba para moverlas antiguas socie
dades?
La religion nacional había decaído hácia los últimos tiem
pos de la república, y los esfuerzos de Augusto para restable
cerla como eleménto de drden, fueron en vano. Una religion
fundada en la creencia de un solo Dios, puede, aunque se
extravíe, volver á sus principios, teniendo un punto de par
tida fijo. La latina, careciendo de una base única y sólida,
sin moralidad interior, en contradiccion con la razon y con
las necesidades espirituales y de la época, no podia volver á
restaurarse apenas se descompusiese el edificio. Los Antoni-
nos intentaron purificarla, introduciendo en ella la filosofía
estóica, y en efecto salieron ilustres reyes y vigorosos ma
gistrados; pero aquella escuela además de sus defectos inte
riore?, tenia el de que nunca podia llegar á ser popular, co
mo debe serlo una religion.
El cristianismo tenia en sí el verdadero remedio; las virtu
des civiles y las privadas estaban refugiadas en el santuario;
y el clero se encontraba por Ja ley romana, libre de tributos
y de las tan odiosas cargas curiales, y por la ley cristiana se
le vedaba embrutecerse en el ócio y en el orgullo; pero los
- austeros monjes en el desierto, y los sacerdotes en las ciu
dades, lejos de amparar al mundo antiguo, invocaban el nue
376 HISTORIA
vo. Porque decir que una sociedad se disuelve, significa que
otra se anima en su seno, cuya fermentacion descompone los
elementos de la anterior, para que entren en nuevas combi
naciones. Así tambien el primer diente del niño se mueve y
cae cuando el segundo, mas robusto, le empuja para hacerse
camino: operacion que no se efectúa sin dolores y padeci
mientos de todo el cuerpo. Otro tanto se vió en el imperio,
en el cual la nueva doctrina, aunque vital y santa, debia
descomponer para insinuarse el órden que subsistía en la
apariencia, aunque en realidad estaba destruido. La uni
dad, carácter ó deseo de la política romana, pereció cuando
se hizo doble el interés de esta; esto es, cuando tuvo que mi
rar á la pátria y al cristianismo, por lo cual, no pudiendo re
sistir el nuevo desarrollo, se deshizo.
Al principio, los emperadores declararon la guerra á una
parte cada vez mayor de subditos, la cual se vió reducida á
mirar como enemigo á un gobierno, que con desapiadados
medios quería encadenar la mas libre de las cosas, la reli
gion. Cuanto mas se le atropellaba, mas se separaban de él.
y mas se unian entre sí. «Si se vive bajo un régimen inicuo
(dice Orígenes contra Celso), y no es posible librarse de él
emigrando, resulta que aquellos que se encuentran unidos
por un mismo interés espiritual, se agrupan para defenderlo
contraías leyes existentes. Así los cristianos se han coaligado
en un imperio pagano, cuya constitucion es mas insensata
que la de los Escitas; pero como su union tiene por objeto la
verdad, aunque se oponga á las leyes, no se opone a) derecho
moral ni á la razon.» Desobedecían, pues, y . con esto se re
bajaba la disciplina; los magistrados esperimentaban la dura
lucha entre la conciencia y la legalidad; una misma pobla
cion y aun en una misma casa, se encontraba en un ciudadano
enemigo del otro, y se aflojaban todos los lazos de la socie
dad y de la familia.
Prevaleció por fin, la verdad, pero un gran número se mantu
DE LOS PAPAS. 377
vo aferrado á las antiguas prácticas, y cada nueva revolucio
religiosa causaba un daño seguro al Estado.
Aunque al parecer se hubiesen reconciliado la sociedad civil
y la religion, en el fondo estaban todavía apartadas y en con
tradiccion, como diversas que eran en su origen y en su esen
cia. La nueva fé no habia descendido del cielo tan solo para
el romano, como el Paladio y los Anciiios, sino que abarcando
en su justicia y su caridad á todo el género humano, sustituía
el amor al estrecho patriotismo antiguo. Comprendian los
Cristianos, y no tan solo los Cristianos, que para regenerar el
Estado no bastaba mudar las costumbres y el habla romana,
sino que era preciso cambiar la direccion en el gobierno;
siendo esta la única salvacion, no del imperio, sino de la so
ciedad cuando ya los bárbaros combatían en sus filas y gober
naban, ó á veces tambien se sentaban en el trono. Lejos, pues,
de llorar ta ruina de una sociedad que excluía toda otra
veían en la invasion de los godos una ostension de los dere
chos comunes, un rejuvenecimiento necesario, y en las des
dichas de Roma, el justo castigo de sus sangrientas iniquidades.
No trataban, pues, de fortificar de nuevo el patriótico
egoísmo y el ódio contra todas las naciones, antes bien ful
minaban contra la nueva Babel las amenazas de los profe
tas contra la antigua; y comprendiendo que en su caida se
manifestaban el triunfo de la verdad y la ley de la Providen
cia, parecían gozarse en los males de la ciudad terrena que
venían áser la glorificacion de la ciudad celeste.
Las instituciones introducidas, y las abolidas por el cristia
nismo, llevaban en pos de sí la ruina de otras: los municipios
cayeron en la miseria cuando Constantino aplicó sus bienes á
las Iglesias; la milicia y la magistratura, no eran ya la única
mira de los fuertes y de los pensadores, porque tambien les
llamaba la atencion el monasterio ó la escuela; y las exencio-
HlSTOMA DB LOS PaPAS, TOMO I 28
378 H18T0B1A •
nes, concedidas al clero, redundaban en perjuicio del lego.
Cuando arreciaba el peligro, ambos partidos, mostrándose
exagerados, los unos ponían toda su confianza en los mártires
y en los milagros y los otros en los antiguos ritos: en vez de
buscar las razones de los presentes males y sus remedios, los
Cristianos no veian en ellos mas que el aviso ó el castigo de
Dios, y los Gentiles, la venganza de los númenes abandonados.
Devasta Radagasta la Italia, y se alegran los paganos, espe
rando que sus ruinas sepulten el culto de sus adversarios.
¿Qué vemos, pues, en Roma, en sus últimos tiempos? En el
trono una magnificencia afeminada: usurpadores que se dis
putan las provincias sin saberlas defender: las cosas públicas
en manos de esclavos, de extranjeros y de eunucos; cortesa
nos que suscitan intrigas; obispos en lucba y cisma entre sí;
generales bárbaros, y soldados bárbaros en los ejércitos; de
curiones obligados por la fuerza á desempeñar los gravísimos
bonores municipales: magistrados que, como en un naufragio
procuran salvar algun resto de poder y de riqueza; una plebe
ignorante, sin costumbres, inerme, que oprimida por las des
gracias, pretende siempre y espera del porvenir lo que el
presente no le puede dar, y con ódio no pocas veces injusto,
despedaza á los que con desconsiderado entusiasmo elevó al
trono; basta que sumida en la postracion de ánimo que nace
de la servidumbre y de la continuacion de los males, mira
impasible cómo se desbace un órden de cosas que ni teme ni
ama, y para librarse de los males duraderos que la oprimen,
desea hasta los pasajeros desastres de la guerra.
Con gente semejante se encontraban cara á cara los bárbaros
numerosas, de espíritu guerrero, ricos en virtudes domésticas
y en los vicios de la fuerza. Sus jefes, elejidos por su mérito
y en la flor de la edad, contrastaban con los negligentes
Augustos; sus asambleas generales, celebradas á cielo descu
DE LOS PAPAS. 3"?9'
bierto con las intrigas de los gabinetes romanos; sus ejérci
tos desnudos y atrevidos, con las tropas compradas, enemi
gas de la disciplina. Los Germanos deseaban conquistar una
patria; los Romanos no se curaban de defender la suya; ani
maba á los primeros una religion sanguinaria que concedia
al paraiso en premio de los estragos; á los segundos una cor
rompida y voluptuosa que iba pereciendo, d una nueva que
no teniendo su reino en este mundo, enseñaba á presentar
una mejilla á quien habia sido berido en la otra. Los Germa
nos eran fuertes por la organizacion de sus tribus; los roma
nos, débiles por haber muerto su patriotismo: los unos tenían
un gobierno sencillo y nuevo; los otros uno de fiscales y legu
leyos, que como el vampiro, no tenia fuerza sino para desan
grar. Entre los primeros, las mujeres estimaban el valor y las
empresas; entre los segundos, les apartaban de los cargos
públicos y á veces tambien les hacían traicion, como se cuen
ta hicieron la mujer de Estilicon invitando á Alarico, flono-
ria llamando á Atila, y Eudosia á Genserico.
Roma no pudo hacer con los germanos lo que con los demas
pueblos europeos, porque cuando vino con ellos á las manos;
la plebe no era arrastrada toda en pos de todos los patricios
como antiguamente, sino que se movia á impulsos de unos
cuantos ambiciosos ó avaros, que no combatían por la patria
sino por la idea de una monarquía universal. Debieron, pues,
prevalecer los germanos, porque si el pueblo de Marte quería
retardar su caida, no podia hacerlo sino renovando su ele
mento primitivo, la fuerza. Y esto se vió claramente, cuando
estuvieron á la cabeza del imperio una série de héroes forma
dos entre los ejércitos, y elevados por su valor; pero en una vez
vestida la púrpura, d bien deponían las armas, ó ignorantes
de todo otro conocimiento á excepcion de la guerra, empeo
raban á cual mas la administracion.
380 HISTORIA
En cuanto á los ciudadanos, habiendo desaparecido el amor á
la patria y la pasion por la gloria ¿qué otra cosa podia llevarlos
á tomar las armas? EL pueblo bajo huia de ellas y eran muchos
los que por librarse se cortafian el dedo pulgar. En un principio
el que por sus méritos habia alcanzado el mando del ejército, es
cogía sus oficiales, y consagrado enteramente á los soldados
participaba con ellos de las fatigas, del premio, de la gloria, a
ellos se confesaba deudor del consulado si por este camino . lo al
canzaba, y al salir de él volvia.á militar como subalterno en las
tegiones que habia mandado. A la caida de la república el Em
perador quedó por general supremo; de modo que los comanda li
tes no se reputaron ya mas que ejecutores de sus órdenes él
vencia con su brazo y su talento, él alcanzaba ios triunfos, él
tomaba su sobrenombre de los pueblos vencidos.
Nada, pues, estimulaba á emprender la peligrosa y no nece
saria carrera de las armas; y mucho menos cuando Galieno,
quizá con la mira de impedir las frecuentes sediciones, prohi
bió á los senadores acaudillar los ejércitos. Entonces los pa
tricios cayeron completamente en el ócio y huyendo de Italia
se iban á establecer en la Macedonia, en la Demalcia, en la
Tracia, para librarse de las dignidades y de la milicia, de mu
cho peso y escaso honor.
La disciplina, la fuerza de Roma, relajábase en el ejército,
alistado por la fuerza, con las frecuentes sediciones, para im
pedir ó premiar, las cuales se veia el emperador obligado á
consentir todas las exigencias caprichosas de los soldados. Si
este queria trasladar todas las legiones á un punto apartado
á donde las llamaba la necesidad, desobedecian, estando pron
tas á proclamar Augusto al primero que les prometiese des
canso y donativos. Quejábanse del peso de las armas y depu
sieron primero la coraza, despues el casco: preferian la co
modidad de los caballos á la firmeza de la infantería; dejaron
DE LOS PAPAS. 381
de fortificar enteramente los campamentos, de suerte que ex
puestos al enemigo, sin defensa, no pudieron confiar mas que
en los torpes recursos de la. fuga.
Si el deseo de pasar desde la clase de los oprimidos á la de
los opresores, podia hacer ambicionar ó desear á algunos la
condicion de soldado, en la cual pudiese saquear las provin
cias, obligar á los emperadores á hacerles pingües donativos,
deponerlos y elevarlos á su antojo, desde Diocleciano -no fué
ya esto así. Entonces una severa disciplina redujo al ejército
á su verdadera condicion de máquina obediente, al mismo
tiempo que la- fastuosa corte concedia los grados dela mili
cia, no á quien los habian merecido ea acciones de guerra,
sino á los que habian prestado servicios al príncipe. Vióse,
pues, que era mas cómodo intrigar en palacio que combatir
en el campo, y necesariamente hubo que recurrir á auxilia
res y extranjeros.
Roma sostuvo sus primeras guerras con sus armas propias
y las de los pueblos vencidos, á quienes obligó á título de tri
buto, a mantener cierto número de soldados de infantería y
de caballería, naves y marineros. Obedecían estos á jefes de
su nacion; y aunque algunas veces igualaron y otras excedie
ron en número al ejército romano, quitábales la fuerza el estar
escojidos cada uno entre pueblo diverso, separados de las legio
nes, y dependientes del general supremo.
César fué el primero que tomó á sueldo á los bárbaros. Au
gusto imitó y extendió este ejemplo y para seguridad de su
persona los introdujo en las guardias pretorianas. Andando el
tiempo, viéronse Italia exhausta de' fuerzas, y los socios redu
cidos á provinciales y privados del uso de las armas; de donde
vino la necesidad de recurrir á los bárbaros. Los Germanos,
gente robusta y aguerrida, por la constitucion de sus bandas
guerreras, ponían gustosos su valor al servicio de otro, con
tentos con un pequeño sueldo y una escasa racion. Fueron por
esto preferidos por los emperadores, á quienes parecia tambien
muy ventajoso el diezmar do este modo á tan formidables
enemigos .
3SS / HISTORIA
Pero la tiranía se devofa á sí misma con excluir de los ejér
citos á los provinciales y á los ciudadanos, se separaba la fuer
za del interés de emplearla; conseguíase acaso la quietud, pero
se mataba el valor, y mientras tanto se hacían, mas formidables
los enemigos añadiendo la disciplina a su valor natural.
Caracalla, extendió la ciudadanía á toda el imperio, parece
que debió despertar en los provinciales el espíritu guerrero,
adormecido por la conquista: pero las continuas revueltas di
suadieron á los emperadores del propósito de hacer guerreros á
los ciudadanos y alguno se alegró de exceptuar de la milicia á
los provinciales, manteniendo á sueldo á los Germanos con el
precio que por ello recibia.
Estos en un principio, inferiores en número á las legiones,
estuvieron fácilmente en sujecion, pero muy en breve entraron
tambien en las privilegiadas filas legionarias. Despues no fue
ron ya bandas, sino poblaciones enteras las que estuvieron á
sueldo: é insconstantes aliados rehusaban trabar el combate con
sus propios hermanos; codiciosos preferían el saqueo á la bata
lla: caprichosos, obligaban al general á marchar cuando y á
donde menos convenia, y por último, volvían las armas contra
sus propios gefes.
Como los escuadrones estaban formados de esta clase de tro
pas, tuvo tambien que confiarse el mando á los bárbaros que por
este medio llegaron á las mas elevadas dignidades y aun al con
sulado. Roma sacó grandes Capitanes de entre los bárbaros: pero
como no les guiaba el amor pátrio, ni aquel celo, padre del ver
dadero valor, sino mas buen el deseo de grados ó tesoros, ó tal
vez ambiciosas rivalidades, daban los consejos contrarios á los
que convenían. Rufino levantó á los vándalos y godos para con
trariar á Estilicon: este dejó escapar á los godos para continuar
siendo necesario; Aeoio no exterminó á Atilapara impedir los pro
gresos de Turismundo. Así, pues, los emperadores no confiaban
enteramente en aquellos héroes asalariados: los cortesanos en
DE LOS PAPAS. ' 383
vidiaban y aborrecían á unos hombres cuyo poder se fundaba tan
solo la espada: la vanidad latina se veia ultrajada por la supe
rioridad de aquellos á quienes todavía llamaba bárbaros, y Ks-
tilicon, Aecio, Romano, Bgidio, cayeron bajo el puñal de pérfi
dos eunucos ó de cobardes émulos.
Sin embargo, en la extrema ruina del imperio, el único
remedio habría sido el procurar amalgamar á los romanos
con los godos como habian intentado hacerlo algunos empe
radores precedentes. Esíe pueblo, no enervado por los vicios
do la civilizacion y capaz de recibir sus ventajas, como lo
prueban los reinos en que se estableció, acaso hubiera reno
vado el arruinado inperio ó cuando menos le hubiera defen
dido de nuevas invasiones. Pero se opusieron á ello por una
parte la antipatía nacional; aumentada con las diferencias re
ligiosas, y por otra parte una desleal política que creia sagaci
dad y sutileza el sembrar la discordia entre los pueblos invaso
res: é irritándolos con la violacion de los pactos y con torpes
traiciones, desvanecía la esperanza de una avenencia hon
rosa..
Disgustados los bárbaros volvían sus armas contra aquellos
á quienes antes habian defendido; y de regreso á su pátria
revelaban á los suyos las riquezas y delicias de los paises roma
nos y la facilidad de conquistarlos. Muchos soldados del Niger
proscriptos por Severo se refugiaron entre los Partos y les ense
ñaron á fabricar y usar armas á la romana.
Tampoco Roma tenia entonces que combatir como en to
das las demás guerras que habia tenido fuera de Italia, contra
enemigos unidos en monarquía ó en federacion, de acuerdo
por lo mismo en la empresa, y los cuales destrozada la cabe
za, quedasen abatidos pudiendo Roma en la sucesiva paz re
cobrar las perdidas fuerzas. La Germania estaba dividida en
tre cien poblaciones, no unidas en la empresa por ningun la
zo ó interés comun, apenas las águilas latinas habian clavado
en unas sus garras, cuando se presentaba otra con fuerzas in
384 HISTORIA
tegras y diverso método de guerra: de modo que puede de
cirse que durante cuatro siglos, desde Basilea hasta las bocas
del Rhin y del Danubio, hubo abiertas hostilidades ó paz ar
mada sin que las guerras sirviesen mas que para repeler el
ataque.
¿Qué valiarj, pues, las barreras puestas por la naturaleza ó
por la mano del hombre, cuando por todas partes invadian
los bárbaros el imperio, guiados por el natural deseo de
aventuras y peligros, por la codicia del botin, por la vengan
za, por el empuje de otros bárbaros ó por la invitacion de al
gun ambicioso?
«Caprera 1869.
Páginas.
Al hombre T
lutroduccion TU
Historia do los Papas. . : **
Siglo primero.—San Pedro.—Tiberio, Claudio, Callgula y Neron, empera
dores '
San Lino.—Neron, Galba, Vithelio y Othon t4
San Cleto. —Vespasiano, Tito y Domiciano 18
SanJClemente 1.—Domiciano, Neron y Trajano . . 30
Historia política. —Siglo primero 24
Siglo segundo.— Anacleto.—Trajano, emperador, 31
San Evaristo.—Trajano y Adriano. ... 38
Alejandro I. —Adriano 35
Sixto I. — Adriano y Antonino " 31
San Telesforo.—Antonino 39
San Higinio. —Antonino *4
San Pio (. —Antonino Marco Aurelio y EHoVero 43
Anioeto. —Marco A urelio y Elfo Vero 4*
Soler—Marco Aurelio 49
Eleuterio.—Marco Aurelio y Cómodo 51
San Victor.—Pertrinax y Severo. . . . 55
Historia política. —Siglo segundo 57
Siglo tercero.— Severino, papa.—Septimio Severo, Caracal la, Maorino y
Eliogábalo, emperadores 65
Caliste I.—Eliogábalo y Alejandro Severo 69
Urbano I. —Alejandro Severo • '3
Ponciano.—Alejandro Severo y Maximino W
Antero.— Maximino "
Fabiano. '-Maximino, Gordiano, Pilipo y Decio
Sede vacante , • • 81
San Cornelio.—Decio Gala y Voluoiano 83
Lucio.—Gala, Voluoiano y Emiliano 89
Esteban 1.—Valeriano y Galieno. "... 9*
Sixto II.—Valeriano y Galieno " , 95
Páginas.