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Textos medievales: Bestiarios

Literatura universal

Isidoro de Sevilla, Etymologiae

‘El nombre búho, bubo, se forma del sonido que este hace. Es un pájaro que
se lo asocia con la muerte, pesado por su plumaje, pero siempre cargando el
peso de su pereza. Vive día y noche alrededor de lugares de entierro y
siempre se lo encuentra en cuevas‘. Es clasificado como una criatura sucia en
Leviticus y como consecuencia el búho representa cualquier tipo de pecador
(…) Cuando otros pájaros ven al búho, lo señalan con fuertes gritos y asaltos.
De la misma manera, si un pecador se acerca a la luz, se transforma en objeto
de burla por parte de los virtuosos. Y si se lo sorprende en el acto de pecar,
sus orejas son llenadas de reproche del mismo modo que los pájaros sacan las
plumas del búho y lo atacan con sus picos.”

Adomnan de Iona, Vita Columbae (Vida de San


Columba).

SOBRE ALEJAR UN CIERTO MONSTRUO DE AGUA POR LA VIRTUD DE LA ORACIÓN DEL HOMBRE
BENDECIDO.
 

En otra ocasión, una vez más, cuando el hombre bendito estaba quedándose por unos días en la
provincia de los pictos, él encontró necesario cruzar el río Ness, y cuando llegó a la orilla del
mismo, vio a algunos de los habitantes enterrar a un pobre infeliz pequeño, a quien, como le
informaron los que le estaban enterrando, un poco antes un monstruo agua lo había arrebató
mientras nadaba, y mordido con una mordida más salvaje, y cuyo cadáver desventurado
agarraron con ganchos algunos hombres que llegaron en un barco para dar asistencia, aunque
demasiado tarde. Sin embargo el hombre bendecido, al oír esto, ordenó que algunos de sus
compañeros nadaran y lo llevaran a coble que está en la otra orilla, navegando a través de él.

 Al oír estas indicaciones del hombre santo y famoso, Lugne Mocumin, obedeciendo sin demora,
se quitó toda su ropa excepto su ropa interior, y se arrojó al agua.

 Ahora el monstruo, que antes no estaba saciado y estaba ávido de presa, yacía escondido en el
fondo del río, pero dándose cuenta de que el agua de arriba fue perturbada por el que estaba
atravesando, surgió de repente y, nadando hacia el hombre cuando cruzaba en medio de la
corriente, se precipitó con un gran rugido y la boca abierta.

 Entonces el hombre bendecido miraba, mientras que todos los que estaban allí, también los
paganos, e incluso los hermanos, fueron golpeados con terror muy grande, y, con su mano santa
levantada en alto, él formó el signo salvífico de la cruz en el aire vacío, invocó el nombre de
Dios, y ordenó al monstruo feroz, diciendo: ‘No penséis en ir más lejos, ni tocar este hombre.
¡Rápido! ¡Regresa!’

 Entonces la bestia, al oír esta voz del Santo, quedó aterrorizada y “huyó hacia atrás más
rápidamente de lo que venía, como arrastrada por cuerdas, aunque antes había llegado tan
cerca de Lugne mientras nadaba, que no estaba a más que el longitud de una patada de despeje
polos entre el hombre y la bestia. Entonces los hermanos, al ver que la bestia se había ido, y que
su compañero Lugne se les devolvía sano y salvo en la barca, glorificaron a Dios en el hombre
bendecido grandemente maravillados. Por otra parte también los paganos bárbaros que estaban
allí presentes, limitados por la grandeza de ese milagro, que ellos mismos habían visto,
magnificaron al Dios de los cristianos.

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