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La axiología jurídica es uno de los fragmentos más importantes que tiene el

ordenamiento jurídico, ya que ella es la rama de la filosofía del Derecho que


trata el problema de los valores jurídicos, explicando, a su vez, sobre cuáles
serán los valores que harán correcto un modelo de Derecho.

Esta existencia de la axiología es significativa ya que muestra el papel que


tienen los valores dentro del sistema jurídico. La formación de valores de una
sociedad va a determinar la proyección de su sistema de derecho.

Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al ser humano a preservar
y crecer en su dignidad de persona.

La esencia de este trabajo está encaminada a establecer un análisis de la


axiología jurídica desde la filosofía del derecho, teniendo en cuenta que esta
(la Axiología jurídica) es el enjuiciamiento crítico del derecho positivo desde
un determinado sistema de valores; pero también es la confrontación
racional y análisis crítico de los diferentes sistemas de valores que, de modo
sucesivo y simultáneo, tratan de presentarse como legítimos o justo.

En ese sentido, la axiología aparece como una parte de la ética, ética jurídica
o análisis crítico de los valores jurídicos, teoría de la justicia principalmente,
pero incluyendo también a los demás valores como los de libertad, paz,
igualdad, seguridad, etcétera. Entendemos entonces que la justicia se
considera el valor más importante dentro de la axiología jurídica: la justicia
no es dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le
pertenece esa cosa por derecho.
“La interpretación del derecho, también conocida como hermenéutica, es
una de las cuestiones técnicas y teóricas de la acción del jurista, es una
cuestión esencial también en la práctica del derecho. Podría decir sin temor a
error que la correcta interpretación consigue la correcta aplicación, de ahí la
salvaguarda de los derechos subjetivos, incluso el principio de legalidad”.

La justicia es ética, equidad y honradez. Es aquel sentimiento de rectitud que


gobierna la conducta y hace acatar debidamente todo los derechos de los
demás”. La justicia juega el papel de ser el valor que encabeza el plexo
axiológico y lo hace porque los valores precedentes están subsumidos por la
justicia como supremo valor”.

El “ideal de justicia”, o sea ese conjunto de condiciones protegidas por el


derecho, se puede considerar desde una perspectiva absoluta iusnaturalista
dentro de lo cual todo derecho es justo y si no es justo es derecho. Pero
desde una perspectiva iuspositivista el derecho es condición de la justicia y a
la vez ésta es una medida de valoración del derecho, por lo que se puede
decir que un derecho positivo determinado es justo o es injusto de acuerdo a
un ideal de justicia subjetivo.

Todas las virtudes están comprendidas en la justicia. En definitiva, la


verdadera justicia es el arte de dar lo justo o hacer dar lo justo a un individuo,
basándose en los principios del arte del derecho, sin tener ningún tipo de
discriminación o preferencia hacia ninguna persona. Ya que todas las
personas deben ser tratadas sin tal discriminación para no caer en una
justicia falsa y no sería dar a cada uno lo suyo, sino determinar ciertas
características de la persona, dependiendo de su clase social, raza, religión y
hasta género.

La relación entre la axiología y la filosofía del Derecho

Como se explicó, la axiología jurídica no es más que la parte del derecho


relacionada con los valores, la moral, la ética, etc. De todos los valores del
Derecho el más importante es el de justicia. Tiene tanta importancia que
algunos autores designan a la axiología jurídica como Teoría de la Justicia.

La paciencia se puede considerar también como un valor jurídico, ya que de


ésta nace el respeto, aceptando que existen otras personas, con otras formas
de ver las cosas con relación a la nuestra.

La filosofía del derecho es una rama de la filosofía que estudia los


fundamentos filosóficos que rigen la creación y aplicación del Derecho,
comprendiendo todo el acercamiento al hecho jurídico, un fenómeno que ha
acompañado a la humanidad desde su aparición, puesto que la ley y el
derecho constituyen una constante histórica que ha incidido de manera
general y constante en las personas y en los modelos sociales y políticos.

Las grandes cuestiones de la filosofía del derecho

Dentro de la filosofía de derecho destacan dos componentes de la misma: la


ontología jurídica, que determina el ser del derecho, es decir cuál será el
objeto sobre el que se va a examinar. La ontología jurídica logrará un
concepto del derecho, el cual servirá como fuente de conocimiento para los
que le sucedan a estas investigaciones. El otro elemento importante es la
axiología jurídica, que se encarga del problema de los valores jurídicos, es
decir, aclara sobre los valores que harán correcto un modelo de derecho.

La filosofía jurídica existencial tiene su razón de ser en el marco de la


antropología, es decir trata de poner de relieve la relación entre el humano y
la realidad jurídica; no podemos prescindir del ser humano en la realización
del derecho porque la humanidad es la que crea y aplica el derecho, aún más,
crea y se aplica a sí misma el derecho. Al hablar del término valor, cuyo uso
se extiende hoy a todos los campos de la actividad humana, incluyendo la
moral, corresponde a Marx el mérito de haber analizado el valor económico
ofreciendo con ello los rasgos esenciales del valor en general.

El valor, respecto a un objeto económico como la mercancía, es en primer


lugar un objeto útil, satisface determinada necesidad humana. Tiene una
utilidad para nosotros y posee un valor de uso. La mercancía vale en cuanto
puede ser usada. Para que un objeto tenga un valor de uso se requiere
simplemente que satisfaga una necesidad humana, sea natural o producto
humano.

Cuando estos productos se destinan no sólo a ser usados, sino ante todo a
ser cambiados se convierten en mercancías, y, entonces, adquieren un doble
valor, de uso y de cambio. El valor de cambio de la mercancía es indiferente a
su valor de uso; o sea, es independiente de su capacidad para satisfacer una
necesidad humana determinada, sólo un objeto útil puede tener un valor de
cambio. “El derecho tiene que ser reconocido y pensado como normativa que
expresa no simplemente intereses económicos, sino como condición de los
valores económicos, sociales y espirituales que se interpretan como voluntad
política”.

Los valores y la moral

En tiempos antiguos los problemas axiológicos fueron interesando a los


filósofos, algunos se preocuparon por explicarse la presencia y contenido de
los valores, a partir de las preferencias en la esfera ética y en estrecha
relación, por tanto, con las selecciones morales, hablaban de valores como
dignidad, virtud.

Hasta este momento de la historia de los valores y luego en la axiología


burguesa, se expresa el significado externo de los objetos para el hombre, se
hace un análisis idealista subjetivo y, desde este punto de vista, los valores se
reducen a propiedades naturales. Durante la segunda mitad del siglo xix, con
la aparición de las contradicciones propias de la sociedad capitalista, el
estudio de los valores ocupó un lugar propio e independiente en la filosofía
burguesa convirtiéndose en una de sus partes integrantes.

Los filósofos burgueses aumentaron su interés por los problemas axiológicos.


Lo cual estuvo dado por las condiciones concretas de esa nueva sociedad,
que conducía a sus ideólogos a justificar el ficticio sistema de valores de la
burguesía. Así se aprecia que la necesidad del estudio de los valores ha
existido siempre a través de las diferentes etapas históricas, aunque
respondiendo a los intereses de clase y a las condiciones concretas
existentes.
Max Scheler es otro filósofo para el cual los valores son cualidades de orden
especial que descansan en sí mismos y se justifican por su contenido. El
sentimiento de valor es una capacidad que tiene el hombre para captar los
valores. Para Scheler, “el hombre es hombre porque tiene sentimiento de
valor”.

En similar marco histórico se desenvolvieron los clásicos del marxismo, pero


no analizaron de los valores de forma independiente, aunque sí crearon las
bases para una solución científica de este problema.

Entre algunas de ellas se encuentra un profundo análisis crítico de todo el


sistema de valores de la sociedad capitalista, que sirve de fundamento para
el reconocimiento de los verdaderos valores de la humanidad. El estudio del
papel del factor subjetivo para el desarrollo social es la base para
comprender el significado de la valoración. En la teoría marxista del capital se
analizan los valores económicos y la doctrina leninista es acerca de la
coincidencia de los valores subjetivos de clase del proletariado con las
necesidades objetivas del desarrollo social.

Estos señalamientos y postulados constituyen guía o fundamento


metodológico para la teoría marxista general de los valores. Los valores
morales son aquellos que perfeccionan al hombre en lo más íntimamente
humano, haciéndolo mejor hombre, con mayor calidad como persona. Estos
surgen principalmente en el individuo por influjo y en el seno de la familia y
son valores como el respeto, la tolerancia, honestidad, lealtad, trabajo,
responsabilidad, etc.
La moral y su relación con el Derecho

En las posibilidades de relaciones en la vida real, encontramos que el hombre


tiene diversidad de formas de conocer su realidad y entorno social, ya que de
manera cotidiana manipula, redescubre, reconstruye, contempla, etc., esto
responde a la variedad específica de sus necesidades humanas reales. Va
enriqueciendo su conducta con modos de comportamiento que, con el
tiempo, adquieren rasgos propios y específicos.

Se cree que la ética y el derecho son comunes como parte de la conducta


social del hombre, ya que estos comportamientos se encuentran sujetos a
normas que regulan las relaciones entre los individuos. Se afirma que la
moralidad deviene o se transforma en derecho, es decir, las prácticas
morales de importancia y trascendencia social, llegan a convertirse en
derecho, en normatividad de conductas de observancia obligatorias. Desde
un punto de vista más académico, se afirma que el derecho, la normatividad
jurídica, no solamente no tiene que ver con la moral práctica, sino que
inclusive se opone a ella.

Así, se asegura que una cosa es la conducta moral y otra la conducta jurídica;
en tanto que el derecho opera al margen y, a veces, en contra de la moral
practicada.

En la aplicación de las normas del derecho, encontramos que no exigen un


convencimiento interno por parte del individuo, el sujeto debe cumplir la
norma jurídica, aun sin estar convencido de que es justa; la aplicación de ésta
es externa, ya que dispone de un mecanismo o aparato estatal capaz de
imponer la observación de la norma o de obligar al sujeto a comportarse en
cierta forma.

Las normas jurídicas están codificadas formal y de manera oficial, mediante


códigos, constituciones, reglamentos, leyes etc. La esfera del derecho la
encontramos en la regulación de las relaciones entre los hombres dentro del
estado. El derecho está relacionado a un aparato coercitivo, ligado
necesariamente a la aparición del estado.

Sólo existe un derecho o sistema jurídico único para toda la sociedad, aunque
dicho sistema no tenga el respaldo moral de todos sus miembros, así pues,
en la sociedad dividida en clases antagónicas sólo existe un derecho, ya que
sólo existe un estado, “por consiguiente, la coacción legal no es más que el
intento, supuestamente bona fide por parte de aquellos grupos organizados
que respaldan una proposición social para proporcionarles a otros sectores
del público un motivo (o un motivo adicional) para apegarse al
comportamiento que se prescribe en la proposición. Por supuesto, también
son posibles otros motivos para cumplir con las normas (aparte del consenso
y de la coacción). Una lealtad abstracta hacia cierto concepto de la ley como
derecho positivo, proveniente ya sea de la tradición formalista del derecho
común o de la tradición del positivismo legal de la jurisprudencia europea”.

La aplicación de las normas morales es diferente, ya que se cumplen a través


del convencimiento interno de los sujetos y, por tanto, exigen adhesión muy
personal a estas normas, nadie ni nadie puede obligarnos a cumplir la norma
moral, lo que quiere decir que no existe ningún mecanismo coercitivo
externo que pueda pasar por encima de la voluntad personal, aunque la
sanción de la opinión pública, con su aprobación o desaprobación, nos
mueve a actuar en cierto sentido.

Las normas morales no se encuentran formalmente codificadas, ya que éstas


pasan de generación en generación con sus respectivas modificaciones e
innovaciones, se considera que la esfera de la moral es la más amplia de
todos los diversos comportamientos, ya que si se quebrantan las normas de
otros tipos de comportamiento también son quebrantadas las normas
morales.

“Existe una vieja polémica acerca de las diferencias entre el derecho y la


moral en torno a las relaciones entre ambas esferas de la normatividad
cultural, teniendo en cuenta un pensamiento marxista rejuvenecido, debe
quedar claro que si de algo está urgida una percepción iusfilosófica marxista
es precisamente de levantar con toda fuerza el contenido axiológico del
derecho, es su riqueza como normatividad que consagra con fuerza política
superior un conjunto de principios morales”.

Se puede anexar que el derecho y la moral regulan las relaciones que surgen
entre los sujetos, mediante sus respectivas normas; postulando una conducta
obligatoria o debida, las normas de ambas tienen el carácter de imperativos,
exigen que se cumplan, que los individuos se comporten en cierta forma, ya
que responden a una misma necesidad social, regular las relaciones de los
hombres con el fin de asegurar la unidad y el orden social.
La moral y el derecho tienen cambios al cambiar históricamente el contenido
de su función social, así como varía la moral de una época a otra o de una
sociedad a otra, así también sucede con el derecho.

Conclusiones

Por ejemplo, varias sociedades latinoamericanas actuales demandan una


sólida comprensión de la naturaleza de los valores, toda vez que las
distinciones teóricas se convierten por sí mismas en orientadoras de la
actuación social de los individuos y grupos humanos. En este sentido, es
oportuno insistir en la necesidad de la investigación consecuente y el estudio
sistemático de la problemática de los valores, abarcando las perspectivas
filosóficas, jurídicas, psicológicas, pedagógicas, filológicas y económicas de la
cuestión.

La naturaleza del valor suscita el debate entre teóricos de diferentes


disciplinas. Tratándose de un problema complejo que precisa de una
especificación filosófica. La axiología es la ciencia que estudia los valores y
estos poseen una connotación dentro de la filosofía y desde nuestro análisis
en la Filosofía del Derecho.

En este trabajo se expusieron las relaciones conceptuales de la axiología y su


estrecha relación con la filosofía del Derecho y se presentaron diversas
interpretaciones del concepto valor, analizando éstos desde la perspectiva
del Derecho. Destacamos la respuesta dialéctico-materialista con respecto al
valor, planteando que éste es un fenómeno social que posee significación en
el contexto de la relación sujeto-objeto y que expresa las necesidades e
intereses humanos. Es un fenómeno que sintetiza lo ideal y lo material y
surge en el proceso de conversión recíproca entre éstos.

Uno de los aspectos teóricos que suscita el debate entre filósofos, sociólogos,
psicólogos y juristas es el problema de la naturaleza del valor. Alrededor del
concepto valor se mueven disímiles concepciones y enfoques, en
dependencia de la filiación filosófica del pensador, su cultura, experiencias
vitales y concepción científico particular teniendo en cuenta que la axiología
jurídica es aquella disciplina filosófica que estudia los valores y su evolución
histórica, mostrando los elementos sujetivos que determinan en el individuo
la creación de juicios de valor en su conciencia a la hora de actuar ante
determinadas situaciones en la sociedad.

Del principio de justicia distributiva presentado por Aristóteles se desprende


una nueva definición de la política social, la cual tiene como meta igualar las
circunstancias sociales y naturales que atañen a cada individuo de la
sociedad, de tal manera que las desigualdades entre los individuos no sean
producto del azar o de una situación anterior abiertamente injusta.

El propósito es minimizar las diferencias que no provengan directamente de


la elección individual, proveyendo de las capacidades básicas a todos los
individuos de la sociedad a través de la creación y la protección de los valores
sociales, prescindible sólo si el derecho existe en beneficio de la persona.

Lo que subyace a este criterio distributivo es caracterizar el papel de la


axiología en la sociedad, partiendo de que se encuentra en condiciones de
definir y proveer el bienestar individual a través de derecho y de ahí una
correcta aplicación de la justicia en relación con los valores sociales, políticos,
económicos y culturales que son protegidos en la norma de cada país.

Sócrates (en griego antiguo, Σωκράτης, Sōkrátēs; Alopece, Atenas, Antigua
Grecia, 470 a. C. - ib., 399 a. C.) fue un filósofo clásico griego considerado
como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la
universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo,
siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de
la Antigua Grecia.

Sócrates fue figura principal de la transformación de la filosofía griega en un


proyecto continuo y unificado. Luego, sabemos que pasó gran parte de su
vida generando discusiones con todo el mundo en Atenas, tratando de
determinar si alguien tenía alguna idea de lo que estaba hablando,
especialmente cuando el tema tratado era importante, como la justicia, la
belleza o la verdad. No dejó ningún escrito, pero inspiró a muchos discípulos.
En su vejez, se convirtió en el foco de la hostilidad de muchos de la ciudad
quienes veían a los sofistas y a la filosofía, intercambiablemente, como los
destructores de la piedad y moral de la ciudad; y fue ejecutado en 399 a. C.
Detalles de la vida de Sócrates son conocidos gracias a tres fuentes
contemporáneas: los diálogos de Platón, las obras de Aristófanes y los
diálogos de Jenofonte. No hay ninguna evidencia de que Sócrates haya
publicado algún escrito de su autoría.

Sócrates fue el padre de la filosofía política y de la ética y es la principal


fuente de todos los temas importantes de la filosofía occidental en general;
quizás su contribución más importante al pensamiento occidental es su
modo dialéctico de indagar, conocido como el método socrático o método de
«elencos», el cual aplicaba para el examen de conceptos morales clave, tales
como el bien y la justicia.

Legado

El principal legado de Sócrates es quizá su propia muerte: un filósofo


condenado a muerte por la democracia de Atenas, por introducir nuevos
dioses.

La base de sus enseñanzas y lo que inculcó fue la creencia en una


comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud; y el
conocimiento de uno mismo. Sócrates describió el alma (psique) como
aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o
malos, una combinación de inteligencia y carácter.

Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego


poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le
denominó «ironía socrática», la cual queda expresada con su célebre frase
«Solo sé que no sé nada» (Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα, hèn oîda hóti oudèn oîda).

A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener
que el conocimiento es virtud y la ignorancia vicio. Su inconformismo lo
impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se
decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno
de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había
alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún
griego más sabio que él (Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates
dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los
personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en
realidad creían saber más de lo que realmente sabían.

Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio,
Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la
suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el
conocimiento real que tenían sobre las cosas.

Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona


desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen
el bien actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión
racional y la búsqueda de definiciones generales. En este sentido influyó en
su discípulo Platón y, a través de él, en Aristóteles.

Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó


la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de
Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera
escucharle, a quienes solía responder mediante preguntas.

La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de


conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de
ahí construir conocimientos más sólidos.

El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para


conseguir la atención de las personas. Otro pensador y amigo influenciado
por Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela cínica de filosofía.
Sócrates también fue maestro de Aristipo, que fundó la filosofía cirenaica de
la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro.
Tanto para los estoicos como el filósofo griego Epicteto, Sócrates representó
la personificación y la guía para alcanzar una vida superior.

Tuvo gran influencia en el pensamiento occidental, a través de la obra de su


discípulo Platón.

Aristóteles, discípulo de Platón, señala los dos grandes aportes de Sócrates:

Dos cosas hay que atribuir con justicia a Sócrates, por un lado el argumento
inductivo (επακτικοί λόγοι)12 y por otro la definición general (ορίζεσθαι
καθόλον) 13

 Sócrates (Atenas, c. 469 a. C.-399 a. C.) filósofo griego, considerado el


fundador de la filosofía moral o axiología. Sócrates no dejó escritos, por lo
que las siguientes citas le fueron atribuidas por sus
discípulos Antístenes y Platón. El hombre que no piensa sino en vivir, no
vive».[10]

 «El malo lo es por ignorancia, y por tanto se cura de ello con la


sabiduría».[sin fuentes]

 «El mayor de todos los misterios es el hombre».[sin fuentes]

 «El orgullo divide a los hombres, la humildad los une». [sin fuentes]

 «El pasado tiene sus códigos y costumbres».[sin fuentes]

 «El saber es la parte principal de la felicidad»


El pensamiento de este autor está deternimado por Friedrich, dentro del
título de “El Derecho como fundamento y supremacía de la ley”.
 

Sócrates[1], era un filósofo que creía en la supremacía de la ley. Esta debería


estar por sobre todas las cosas para que existiese el orden necesario en la
vida. Además, para este pensador el fundamento principal de nuestro
conocimiento se encontraba en la razón del hombre.

El origen de sus raciocinios pueden haber sido producto de su condición de


versador, argumentador, comentador y crítico de las tradiciones.
Permanentemente deambulando por las calles[2] se ponía a conversar con
cuanta persona lo escuchara, haciendo de la palabra uno de sus mejores
vicios; su filosofía coloquial consistía en jugar con las palabras del otro, no
confrontaba directa y bruscamente las concepciones de los demás, sino que
utilizando el pensamiento y razonamiento de los otros, les daba forma, las
ordenaba, de tal forma que pareciera que ellos mismos habían descubierto la
verdad que antes contradecían. Es por esta cualidad que se le consideró
como partero, es decir quien hacía parir las concepciones.

La trascendencia de Sócrates[3] es su peculiar capacidad para atreverse a


contradecir los antiguos conceptos de la vida y de las relaciones sociales. Sus
especulaciones y discursos proponían la rebeldía de los hombres contra los
conceptos aprendidos acríticamente. Pensaba que cada hombre debía
someter a examen los conceptos por los que se conducía en la vida y no
aceptarlos como verdades incólumes e irrefutables, así instigaba a los
hombres a dudar de los viejos conceptos que no habían pasado por previo
examen crítico. Este planteamiento era peligrosísimo para el régimen
vigente, puesto que todo régimen se basaba en reglas y conceptos ya
aceptados que se manejaban como una especie de dogmas con carácter
social. Fue por esta causa que Sócrates -según cuenta Platón- fue acusado de
pervertor[4] de la juventud, sometido a juicio y sentenciado a muerte.
Sócrates sin embargo, habiendo podido apelar de esta decisión o huir
eludiendo así la sentencia, no lo hizo. ¿Porqué? La explicaciones que dan casi
la mayoría de los autores es que prefirió morir -ingiriendo la cicuta- a faltar a
las leyes de Grecia, porque era un convencido de la necesidad del respeto de
las leyes y de las decisiones jurídicas para el buen gobierno y convivencia de
la gente en una sociedad civilizada. La decisión de este filósofo determinaba
algo: el convencimiento en la supremacía de la ley y del rigor que esta
revestía como elemento imprescindible. Sócrates creía en la ley griega, en el
orden jurídico, y en la importancia de someterse a esta ley y orden. Pensaba
que la ley no era el problema sino los hombres.

Su concepción del respeto a la organización social jurídicamente establecida,


al imperio de las leyes y al develamiento de la capacidad de errar del hombre
investido de autoridad, el tratamiento que le dio a su caso, la determinación
con que aceptó el fallo injusto, nos sorprende aún hoy. Sócrates planteó una
reflexión filosófica jurídica, esta es la certeza de que la corrupción no está en
las leyes, sino en los hombres.

 
Así el orden, la disciplina y la organización se lograría sólo a través del
cumplimiento dogmático de las leyes, -parece discernir- ¿aun a costa de la
vida? Sócrates responde -con su muerte- que sí. Y falleció creyendo que era
lo mejor para su sociedad, para el orden, para la Ley. Su sacrificio valió para
que muchos filósofos, juristas, etc, argumentaran la necesidad del apego y
respeto a la ley en forma dogmática y absoluta. Esto exponía la idea de que la
forma vale más que la sustancia o la verdad. Con la muerte de Sócrates
prevaleció la norma y no la vida. El carácter de su filosofía tenía en este
referente un carácter de subordinación.

Sócrates habría obedecido a una cuestión moral, al principio de seguridad


jurídica, cree en el Derecho Natural y en su superioridad, pero al acatar la
sentencia se ha inferido el Derecho Positivo. “Sócrates en el Critón, hace del
respeto de las leyes el fundamento místico de la moral cívica”[5] escribe
Claude Du Pasquier parafraseando a René Hurbert.

Ahora bien, el principio de seguridad jurídica por la que ha muerto Sócrates


explica que la justicia no puede existir si no se obedecen las decisiones de los
tribunales. Pero Sócrates explica que la teoría jurídica no es la que ha fallado,
no es la ley la incorrecta, sino la aplicación, la injusticia es característica y
dominio de los hombres no de las leyes. Las leyes no pueden ser justas o
injustas, sino sólo preceptos normativos. La intermediación entre el hombre
y la Ley es “la interpretación”, este es el punto clave de todo sistema jurídico.
Así que lo que ha fallado no son las leyes -dice- sino los hombres y su forma
de interpretar las leyes.

Una nota de la trascendencia de la fundamentación del pensamiento en


Sócrates es el sentido positivista que se le da a las leyes actualmente. El
imperio de la ley, es desde este pensador, un argumento válido y necesario
para la efectivización de una sociedad civilizada. Así que, especulando,
podríamos decir que tal vez el argumento descrito en la frase “La ley es la
ley” como mecanismo de validez y legitimidad de los actos humanos y la
determinación de estos a la autoridad, puede devenir desde Sócrates.

Por otro lado, la preocupación por la ley, estaba engajado también en el fin
filosófico. La filosofía designaba la categoría legislativa, su función y
justificación; como lo expone Claude Du Pasquier que “La filosofía asignaba a
la legislación el fin más elevado: las leyes debían conducir al hombre a la
virtud oponiendo a las pasiones malsanas una sólida barrera.”[6]

Otro de los fundamentos trascendentales del pensamiento socrático era la


proposición que hizo a los hombres de gobernarse así mismos. Esta era la
base para lograr la virtud. Pensaba que si lográramos que nuestros
complejos, resentimientos y demás emociones negativas, no afectaran a
nuestros sentidos, y capacidad de actuar o no actuar, lograríamos en realidad
la base de toda la vida humana: el autogobierno. Además, agregaba, que
aquellos que lograran esto -el autogobierno- mostrarían indicativos de que
son mejores que el resto y por lo tanto serían los más indicados para
conducir a la sociedad. Es decir, serían, según este enfoque, los mejores los
llamados a gobernar. En conclusión el principio fundamental era el
autogobierno que determinaba el bien.

"El verdadero ser busca su perfección interior, el autogobierno, el


aprendizaje continuo. En eso y solo en eso consiste el bien."[7]

Otra de sus contribuciones al pensamiento y razocinio occidental fue su


método de reflexión: la Mayéutica, es decir aquel método por la cual
utilizando el diálogo y las preguntas se llega a la verdad. Llega a esta
conclusión porque cree que las personas tienen el conocimiento de la verdad
última dentro del alma, y que esta verdad para comprenderse, tenerse, sólo
necesita de someterse a la reflexión consciente para salir a la luz. Para
demostrar esto Sócrates plantea a través de una ficción la forma en que un
esclavo ignorante puede llegar a la formulación del teorema de Pitágoras,
demostrando así que el conocimiento está innato en el alma, en vez de ser
implícito o inseparable de la experiencia.

Sócrates, por otro lado, creía en la existencia de normas absolutas y


universales sobre lo que es correcto o no, "pensaba que la capacidad de
distinguir entre lo que está bien y lo que está mal se encuentra en la razón, y
no en la sociedad". Creía en la existencia de un orden absoluto e universal
que podía ser descubierto por medio de la razón, para el buen gobierno.

Resumiendo, la filosofía de Sócrates, proponía por un lado la búsqueda de un


autogobierno; que en todo caso, los gobernantes deberían ser los mejores; el
respeto a las leyes; y la creencia de la existencia de un orden absoluto y
universal.

- Platón - Aristóteles

Estos autores están dentro del título:“El Derecho como participación en la


idea de justicia”[8]

" El hombre es la medida de todas las cosas" dice Protágoras y con esto


empieza otra revolución en el pensamiento occidental y otra visión del
hombre, el mundo y sus normas.

Los sofistas, que eran errantes filósofos o profesores -Protágoras era un


sofista -, criticaban los mitos tradicionales. El hombre sería el centro de todo.
Sin embargo no creían en lo absoluto, por el contrario opinaban que todo
podía ser discutido, efecto erróneo "señalando que no habían "normas
absolutas" sobre lo que es correcto o erróneo"[9].

"El hombre es el centro de todas las cosas", y el hombre es cambiante,


variable, por lo que lo bueno y malo no podrían ser actos estables, tal vez
conceptos, pero no actos absolutos. Por lo tanto no pueden haber normas
absolutas. Este tipo de pensamiento viene a romper la filosofía de la
naturaleza que explica la existencia de normas absolutas y universales
conocidas por todos por la razón. Además si el hombre es el centro de las
cosas la valorización del bien y el mal estaban en relación directa con las
necesidades del hombre.

Si el hombre es la medida de todas las cosas, entonces, él también es el


centro de todo, y por lo tanto el centro de donde parten las normas. Sin
embargo escribe[10] Melquiades Castillo, Protágoras “Afirma que la
formación de las normas jurídicas no depende del arbitrio humano, sino que
se apoya en el sentimiento de la justicia. No reconoce ni un derecho natural
ni un derecho divino; y corresponde a la asamblea del pueblo, de acuerdo
con las circunstancias del momento, el mejor ordenamiento jurídico
conforme a lo justo.”[11]

Hay aquí una ruptura con las estructuras anteriores del orden. Este ya no
vendría de la naturaleza, ni de la divinidad, sino del sentido de justicia, y es el
pueblo el que decide el ordenamiento jurídico. Este pensamiento no surgió
del azar, sino que se produjo por una especie de gran revolución, que luego
de una serie de cuestionamientos dio como resultado la elaboración de una
determinada forma de orden jurídico.

Como el hombre era el centro de todo, y el orden lo abarca todo, aparece la


“idea de que el derecho como el orden de la comunidad, es una creación del
hombre y una creación conforme con su naturaleza de que todos los
hombres son iguales”[12]. Habían sin embargo otros argumentos más, pero
una que caracterizaba a todos estos: la relatividad de las normas: “Lo que
para Platón era característico de todos estos argumentos y que, desde su
punto de vista, resultaba decisivo, era la tendencia general a hacer relativas
las normas mismas que debían poseer una absoluta obligatoriedad.

La Filosofía del Derecho es aquella rama de la filosofía que concierne al


Derecho. Ahora bien, Filosofía es el estudio de lo universal, luego en cuanto
la Filosofía tiene por objeto el Derecho, lo toma en sus aspectos universales.
La Filosofía práctica estudia los primeros principios del obrar y se divide en
Filosofía moral y Filosofía del Derecho. A menudo se adopta también para la
denominarla la palabra ética: mas, conviene advertir que a veces se entiende
en sentido lato, en cuyo caso es sinónima de Filosofía práctica; y a veces en
sentido estricto, en cuyo caso es sinónima de filosofía moral.

El estudio del Derecho en sus ingredientes universales constituye el objeto de


la filosofía jurídica. Pero el Derecho puede ser estudiado en sus aspectos
particulares: en este caso es el objeto de la ciencia jurídica o jurisprudencia
en sentido estricto.

La diferencia entre ciencia y filosofía del Derecho radica en el respectivo


modo como una y otra consideran al Derecho: la primera en particular, la
segunda en universal. En todo tiempo y en todos los pueblos se da un
sistema positivo de Derecho.

La ciencia del Derecho tiene por objeto los sistemas particulares


considerados singularmente para cada pueblo en una época determinada.
Además, una ciencia jurídica no suele comprender propiamente todo un
sistema, sino que procede con ulteriores especificaciones y distinciones,
considerando una parte singular del sistema en cuestión (Derecho público o
Derecho privado).

Ninguna ciencia jurídica en sentido estricto puede explicar que sea derecho
en universal, sino únicamente lo que es el Derecho (o una parte del Derecho)
en un determinado tiempo. La definición del Derecho  in genere es una
investigación que trasciende de la competencia de todas y cada una de las
ciencias jurídicas particulares: y constituye precisamente el primer tema de la
Filosofía del Derecho. Como lo dijo con gran justeza Y. Kant, las ciencias
jurídicas no responden a la cuestión “¿quid juris?” (qué es lo que debe
entenderse  in genere por Derecho), sino únicamente a la pregunta “¿quid
juris?” (qué ha sido establecido como Derecho por un cierto sistema).

Si queremos conocer el Derecho en su integridad lógica, esto es, saber cuáles


son los elementos esenciales comunes a todos los sistemas jurídicos,
debemos forzosamente superar las particularidades de estos sistemas y mirar
al concepto universal del Derecho.

Sócrates

Sócrates (470-399 a.C.) fue un filósofo griego considerado uno de los más
grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue el maestro
de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo; estos tres son los
representantes fundamentales de la filosofía griega. Nació en Atenas, donde
vivió los dos últimos tercios del siglo V a.C., la época más espléndida en la
historia de toda la antigua Grecia. Desde muy joven, llamó la atención por la
agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina
ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes
aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en
opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna
enseñanza.

El punto de partida de la investigación filosófica socrática es el propio ser


humano: “Conócete a ti mismo”, y la primera condición para ello es el
reconocimiento de la propia ignorancia: “Sólo sé que no sé nada”. Para
Sócrates, al contrario que los sofistas, el más sabio es quien sabe que no
sabe, pues el que se cree en posesión de la sabiduría ignora hasta su propia
ignorancia y no es capaz de investigar, permaneciendo en la ignorancia, lejos
de la verdad y la virtud, ya que Sócrates identifica el saber con la virtud
(intelectualismo moral.)
Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al
conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se
consideraba un sabio Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener gran
sabiduría, en cambio Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le
rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la
gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas.
Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego
poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le
denominó “ironía socrática”, la cual queda expresada con su célebre frase. Su
más grande mérito fue crear la mayéutica, método inductivo que le permitía
llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por
medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según
pensaba, el conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la
relación entre el ser humano y la naturaleza.

La mayéutica, es una técnica que consiste en interrogar a una persona para


hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. Se basa en la dialéctica, la
cual supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada ser
humano. La técnica consiste en preguntar al interlocutor acerca de algo y
luego se debate la respuesta dada por medio del establecimiento de
conceptos generales.

La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de


conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tiene y a partir de
ahí construir conocimientos más sólidos. Esto le convierte en una de las
figuras más extraordinarias y decisivas de toda la historia; representa la
reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, es singular ejemplo de
unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. Fue capaz de
llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es
conocimiento y el vicio ignorancia. Fue el verdadero iniciador de la filosofía
en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el
interior del ser humano. Sócrates describió el alma como aquello en virtud de
lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación
de inteligencia y carácter. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la
búsqueda de definiciones generales

Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates


criticará ese relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran
un elemento común respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si
decimos de un acto que es “bueno” será porque tenemos alguna noción de
“lo que es” bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir
que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos?

Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro


concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de
una definición universal: son el resultado de una convención, lo que hace que
lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates está convencido de
que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha
de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal según
conceptos se presenta como la solución del problema moral y la superación
del relativismo.

Sócrates y el Derecho
Según Sócrates, el buen ciudadano debe obedecer aun las malas leyes, para
no estimular al mal ciudadano a violar las buenas. Fue obediente con las
leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su
país dedicándose a la filosofía. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una
escuela regular de filosofía.

Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona


desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el
bien actuarán de manera justa. Puso en práctica este principio, cuando
acusado de haber introducido nuevos dioses y de haber corrompido a los
jóvenes, y condenado a muerte por estos supuestos delitos, quiso que se
ejecutara la sentencia, y sufrió serenamente la muerte que tuvo a su alcance
evitar. Establece la libertad de hombre como el triunfo de la voluntad sobre
sus propias pasiones, el hombre sólo es libre cuando logra controlar sus
instintos, si no lo logra será presa de sus propios instintos y estos lo llevarán a
hacer el mal, lo que se atribuye a la propia ignorancia del hombre. Esto
debido a que afirmaba que sólo un loco podría querer hacer el mal teniendo
conocimiento del bien.

Fue así el iniciador del intelectualismo, pues establece una relación entre el
saber y el actuar, y la dependencia del actuar con el conocimiento. Principios
aplicados inclusive en el Derecho actual al establecer la culpabilidad de las
personas. El pensamiento socrático no define la libertad como la capacidad
de realizar cualquier conducta que se desea, esto debido a que el hombre no
es considerado por Sócrates como racional, sino que tiene la capacidad de
llegar a serlo, pero para esto necesita redescubrir sus conocimientos y
conocer el bien.

Los conceptos como el bien, la justicia, la belleza, etc., son para Sócrates de
carácter universal, subsisten de manera idéntica para todas las personas en
todas las épocas, en oposición radical al relativismo y convencionalismo de
los sofistas. Constantemente investiga en el ámbito de la Ética acerca de
conceptos generales o universales, tratando de alcanzar determinación y
definición de los mismos, de su esencia permanente, de aquello en lo que
consiste lo bueno, lo bello, lo justo en sí.

El intelectualismo moral

Sólo quien sabe en qué consiste el bien es capaz de practicarlo. Quien no es


virtuoso y no obra el bien es porque no lo ha conocido, es ignorante, ya que
el bien incide en el entendimiento y determina a la voluntad con tal fuerza
que, una vez conocido, no puede evitarse amarlo y practicarlo. El malvado es
un ignorante.

Platón

Platón (428/427 a.C.-347 a.C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y


maestro de Aristóteles, de familia noble y aristocrática. Platón (junto a
Aristóteles) es quién determinó gran parte del corpus de creencias centrales
tanto del pensamiento occidental como del hombre corriente (“sentido
común” del hombre occidental) y pruebas de ello son la noción de “Verdad” y
la división entre “doxa” (opinión) y “episteme” (ciencia). Demostró (o creó) y
popularizó una serie de ideas comunes para muchas personas, pero
enfrentadas a la línea de gran parte de los filósofos presocráticos y al de los
sofistas (muy populares Grecia) y que debido a los caminos que tomó la
historia de la Metafísica, en diversas versiones y reelaboraciones, se han
consolidado. Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable
en la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó
identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Alfred North Whitehead
comentó: La caracterización general más segura de la tradición filosófica
europea es que consiste en una serie de notas al pie a Platón.

Pensamiento jurídico y político

La principal preocupación de Platón es el valor de la justicia. La justicia ejerce


su función en la vida política o de convivencia del hombre, es decir en
tiempos actuales de las personas. Compara el hombre individual y la ciudad.
Polis ideal-hombre concreto. El alma del hombre impulsa tres operaciones
según lo plantea en su obra La República y para ilustrarlo se conoce el cuadro
de las virtudes. Platón plantea la Doctrina de las Ideas. Las presenta en dos
dimensiones: Mundo de las realidades que se percibe por los sentidos y
mundo de las ideas que se perciben por la razón. La verdadera realidad es la
de las ideas. Quienes se conforman con las realidades (sentidos) adquieren
sólo opinión, doxa. Quienes captan racionalmente las ideas (sabios o
filósofos) adquieren lo verdadero, epísteme.

Los gobernantes serán filósofos, para conocer el bien, la verdad y la justicia y


aplicarlo. Pensó que si gobernaban sabios no harían falta Leyes. (Aplicación
de la IDEA de Justicia) “La República”. En la ancianidad sostiene la necesidad
de que existan leyes positivas, “El Político” incluso que los propios
gobernantes se sometan a ellas “Las leyes”.

Las formas de gobierno

Plantea cinco formas de gobierno y tipos humanos que las encarnan. “La
República”.

a) aristocracia: sabios (Minoría intelectual-hombre justo- equilibrado)


sistema paternalista.

El más estable; pero se destruirá con el tiempo por los errores en las uniones
sexuales, dará paso a:

b) timocracia o timarquía: guerreros (hombre ambicioso, atesoran riquezas y


honores).

Se hacen amantes de la riqueza, el negocio. Establecen Ley censal según


fortuna y dan paso a:

c) oligarquía: ricos (Gobierno basado en el Censo, los pobres no tienen acceso


al gobierno).

La acumulación de riquezas los lleva a los placeres y remisión a trabajar. La


mayoría sometida da paso a:

d) democracia: todos (libertad, todos iguales, esclavos libres etc. Visto con
recelo por Platón).
Se corrompe por sus excesos, por la licencia y el libertinaje, y da paso a su
antónimo:

e) tiranía: tirano (Hombre audaz y violento rodeado de aduladores que


elimina a los discrepantes).

Someterá finalmente a todos al Gobierno más despótico y aborrecible. Grado


máximo de injusticia en la vida política. (Aristóteles le recriminará no cerrar
el ciclo y no dar fin a esta forma de gobierno).

Esquema estático de formas o “constituciones políticas”. Número


gobernantes y Legalidad “El Político”.

e.1) perfectas: (Se gobierna de conformidad con las leyes) monarquía,


aristocracia, democracia

e.2) imperfectas. (Y si van contra las Leyes, respectivamente) tiranía,


oligarquía, demagogia.

e.3) mixta. (Sistema de mutuas compensaciones de las tres formas


perfectas).

El mito de la caverna (República, VII)

El libro vii de la República comienza con la exposición del conocido mito de la


caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la
que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría
explicada al final del libro vi.
El mito de la caverna

I –Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que,


con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga


entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y
unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el
cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia
adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la
luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los
encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha
sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los
titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus
maravillas.

– Ya lo veo -dijo.

– Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que


transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y
estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda
clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que
vayan hablando y otros que estén callados.

– ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

– Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que
están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las
sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está
frente a ellos?

– ¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener


inmóviles las cabezas?

– ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

– ¿Qué otra cosa van a ver?

– Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar
refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?

– Forzosamente.

– ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas


que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo
que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?

– No, ¡por Zeus!- dijo.

– Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna
otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

– Es enteramente forzoso -dijo-.

– Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y


curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo
siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse
súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer
todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver
aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le
dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora
cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más
reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos
que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada
uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había
contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le
mostraba?

– Mucho más -dijo-.

II. –Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían
los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede
contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los
que le muestra?

– Así es -dijo-.

– Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y


escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del
sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez
llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni
una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?

– No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.


– Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de
arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las
imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde,
los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil contemplar de noche
las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y
la luna que el ver de día el sol y lo que le es propio.

– ¿Cómo no?

– Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las
aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal
cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.

– Necesariamente -dijo-.

– Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce


las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en
cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

– Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.

– ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí


y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz
por haber cambiado y que les compadecería a ellos?

– Efectivamente.

– Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas


que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor
penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre
ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más
capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees
que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran
de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es
decir, que preferiría decididamente “trabajar la tierra al servicio de otro
hombre sin patrimonio” o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en
aquel mundo de lo opinable?

– Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que
aquella vida.

– Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el
mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a
quien deja súbitamente la luz del sol?

– Ciertamente -dijo-.

– Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido


constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que,
por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy
corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no
se diría de él que, por haber subido ha vuelto con los ojos estropeados, y que
no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían;
si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara
desatarles y hacerles subir?

– Claro que sí -dijo-.


III. - Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo
Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada
por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en
ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la
contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma
hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo
que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo
cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último
que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay
que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas
las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al
soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad
y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder
sabiamente en su vida privada o pública.

– También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.

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