Está en la página 1de 19

Prólogo

Transcurría 1976, y en Argentina se vivía uno de los peores golpes militares de nuestra historia.
Personas desaparecían, gente moría en las calles, el miedo invadía a la población; pero esto no fue
obstáculo para lograr desarrollar una historia donde el amor y el poder se relacionen entre sí.

Este libro relata como el amor va de la mano de la valentía y gracias a él las personas pueden lograr
grandes cambios, los personajes se enfrentarán al poder buscando ser libres de vivir, de amar y de
tomar sus propias decisiones.

Dos historias, diferentes lugares y circunstancias, un mismo tiempo, distintas personas pero un mismo
sentimiento que unirá a los personajes y les hará darse cuenta que las personas son capaces de
conseguir cualquier cosa gracias al amor.

Viajaremos al pasado donde notaremos cómo la literatura y la realidad son cosas muy parecidas o,
incluso, la misma. Descubriremos las distintas formas en las que se ejerce el poder y las distintas formas
en las que se manifiesta el amor.

Te invitamos a leer, y podrás ver como cosas tan contradictorias como son el amor y el poder pueden
mezclarse sin importar la época, ni el lugar, ni las circunstancias.

1
Introducción

Despertó, confundida, sin ningún recuerdo, estaba asustada en una habitación oscura y desconocida,
intentó levantarse pero el dolor no se lo permitió, observó los hematomas, cortes y la sangre que
provenían de su cuerpo. La situación la desconcertaba. Se levantó a las rastras, sosteniéndose de una
pared deteriorada por los años y la humedad, pero que en ese momento fue de suma utilidad para no
caer. Salió de la habitación haciendo el menor ruido posible. La vieja casa de madera y sus crujidos se
lo hicieron casi imposible, bajó por unas escaleras en forma de caracol y tropezó perdiendo el equilibrio
en el último escalón. Sintió un sonido y una sombra en la penumbra le permitió descubrir la dirección en
que se movía, venia directamente hacia ella. Se levantó tan rápido como su cuerpo lo soportó y salió de
ese lugar, dejando atrás al sujeto y a los desagradables sentimientos que le generaba toda la secuencia
de hechos.

Corrió, corrió lo más rápido que sus piernas pudieron. No sabía hacia donde se dirigía, vagaba sin
rumbo rodeada de numerosos árboles de gran tamaño. A pesar de su perturbación y sus ganas de
escapar, pudo notar la belleza y paz de aquel lugar. La desesperación que cargaba hacía que el tiempo
corriera a su paso, pero al calmarse notó como todo seguía su curso con total normalidad, lo que le
parecían horas fueron en realidad unos pocos minutos. Su pulso se regularizaba conforme los pájaros
cantaban y los rayos de luz penetraban las hojas de los gigantescos árboles. Un estruendoso ruido
detrás de ella rompió la armonía del paisaje, los pájaros habían dejado de cantar y reinaba una mordaz
tensión… de repente la oscuridad la cegó.

Despertó por sonidos provenientes de una habitación del piso superior, no recordaba el momento en el
que había caído en tan profundo sueño. Otro ruido más cercano irrumpió sus pensamientos y le dio la
señal de que debía buscar la causa de éstos, se acercó a las escaleras con dicha intención cuando vio
que una joven de estatura mediana con numerosas heridas se levantaba con pesadez y salía corriendo
tan de prisa como podía. Reaccionó tardíamente al quedar desconcertado por la muchacha y sus
atributos, eso y los numerosos árboles de gran grosor que poblaban el lugar le dificultaron aún más su
búsqueda. Sin embargo luego de unos pocos minutos pudo verla admirando el paisaje, ahora que la
veía más de cerca notó cuán bella era. A pesar de no querer hacerle ningún daño, era su primer día de
trabajo en ese sitio y no podía dejarla escapar una vez más ya que le traería graves consecuencias con
el Sargento Torres. Se acercaba a ella sigilosamente cuando su pie cayó en una de las trampas
colocadas, por si algún prisionero llegaba a escapar, provocando un estruendoso ruido que rompió con
la tranquilidad de la situación y lo forzó a actuar utilizando sus habilidades de militar de forma rápida y
audaz.

2
Despertó por la luz del sol que atravesaba las numerosas ventanas de su cuarto en el convento, tenía la
habitación más amplia y bien conservada del lugar gracias a su padre que era el sacerdote del pueblo, el
padre Amador. Miró a su costado donde el Sargento Torres dormía profunda y tranquilamente, se quedó
admirando su belleza y el tiempo se congeló. Podría haber seguido admirando a ese hombre que la
llenaba de amor y cariño todas las noches desde que se conocieron en una de las tantas reuniones que
mantenía con su padre en su oficina, de las cuales nunca quisieron contarle el más mínimo detalle y
tenía prohibido preguntar. Se enamoró de él desde el momento en que sus miradas se cruzaron, sus
hermosos ojos azules parecían un inmenso y profundo océano donde se le hizo costumbre navegar y
sus brazos fuertes en los que se sentía protegida y contenida.

La alarma sonó sacándola de sus pensamientos y despertando a Torres, marcando el final de este
encuentro. Era la hora en que todos dormían y él podía retirarse sin que nadie lo viera o sospechara de
su relación, ya que si eso sucedía podría traerles severos problemas según decía Cristina, una monja
del convento que ayudó a su padre en su crianza y a la cual le confiaba todos sus secretos.

3
ǀ

“Otoño”

Otoño, la época del año en que las hojas caen de los árboles, el clima se vuelve más fresco y moderado
y los días y las noches parecen tener la misma duración. Esta estación tiene una duración promedio de
ochenta y tres días cortos.

La vieja casa funcionaba como campo de concentración, constaba de varias habitaciones enumeradas
donde se encontraban las camas en las que se obligaba a los secuestrados a permanecer acostados.
Cuando llovía, el agua caía a chorros inundando la casa y empapando a los cautivos por culpa de su
inmovilidad. El piso de las habitaciones era de madera, con huecos y roturas; las paredes amarillentas
cubiertas con tapices ajados por el tiempo. Las ventanas altas, con rejas de un color gris oscuro como
en las prisiones. Sus ojos estaban continuamente vendados pero, cuando se les era posible, espiaban
por debajo de la venda y podían observar desde las camas la inscripción A.A.A. (Alianza Anticomunista
Argentina) en la pared de una de las piezas.

También había una habitación alejada con una cama para el prisionero que hiciera el intento de escapar
o que no obedeciera las órdenes de los militares; una reja clausuraba aquella parte de la casa. Luego de
un pasillo, venían las habitaciones de los guardias, la cocina y el baño (donde a veces se duchaban los
secuestrados). Se cruzaba una puerta para salir al patio, donde estaba la "sala de tortura", la letrina
adonde los llevaban a hacer sus necesidades y un aljibe que utilizaban para torturar colgando a las
personas durante horas con el cuerpo sumergido allí. También había una casilla rodante donde dormían
algunos guardias.

Tita se despertó atada a una cama, con los ojos vendados y en un alto estado de confusión. Se retorció
para liberarse pero estaba tan fuertemente amarrada que sus intentos fueron en vano, el ruido que
provocaron éstos despertó a una muchacha que se encontraba al otro lado de la habitación:

- Guarda silencio niña o vas a meternos en problemas- susurró la chica preocupada.

- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?- dijo en tono de desesperación Tita.

- Solo calla, por favor- dijo con voz, esta vez, más elevada.

4
El tono de súplica de sus palabras hizo dudar a Tita acerca de volver a hablar. No obstante a eso, la
desesperación y desconcierto que cargaba no la dejaron guardar silencio –quería entender por qué y
cómo estaba allí-:

- Dime, te lo suplico ¿Qué es este lugar? ¿Dónde estamos? ¿Por qué estoy atada?- bombardeó
con preguntas a la chica.

- Shhhh!- volvió a susurrar.

- Libérame!- dijo Tita gritando.

El grito de Tita hizo que uno de los guardias se acercara a la habitación. Las jóvenes sintieron sus pasos
y de repente la puerta se abrió. Tita no entendía que pasaba ni quién estaba allí enfrente.

- ¡No, por favor! Le dije que mantuviera silencio y no me hizo caso, yo no hice nada, por favor- dijo
la chica con voz quebrada.

- ¡Calla mujer estúpida!- dijo el soldado.

- Yo, y…- no alcanzó a terminar la frase ya que fue interrumpida por el hombre.

- ¿A caso ibas a volver a dirigirme la palabra?- dijo él y se notaba el enojo en sus palabras.

El soldado se llevó de la pieza a la mujer, que atinaba a caer al suelo por la debilidad que cargaba en su
cuerpo. Tita sentía el ruido de botas o el sonido sordo del golpe de puño chocando contra su compañera
de cuarto, sus gemidos y sus gritos agonizantes la llenaron de miedo y aún más desesperación; era el
comienzo de algo horroroso que ella nunca hubiese podido imaginar. De algo estaba segura, la gente
que la puso allí había perdido su humanidad y no debía desobedecer de nuevo a cualquier cosa que le
dijeran aunque fuese muy difícil para ella; no volvería a hacerlo ya que no podría soportar meter a otra
persona en problemas.

Luego de lo ocurrido aquel día no había vuelto a romper una regla, la habían llevado para interrogarla a
la cocina donde militares le apuntaban con un arma en la sien y apretaban el gatillo numerosas veces
amenazándola. La golpearon y luego cínicamente le leyeron el testimonio de su compañera a la que
habían torturado salvajemente por su culpa.

5
Los días en su pesadilla continuaron. La venda en los ojos era fuertemente ajustada, aunque en
oportunidades pasaban guardias que no se las ajustaban pero era usado como excusa en la guardia
siguiente para pegarles por no avisar; frecuentemente les tapaban también los oídos con la venda.

A veces se les permitía hacer sus necesidades una sola vez por día y luego de varias horas de pedirlo.
Otras veces los guardias les ofrecían llevarlos al baño pero eran tantos los golpes, empujones y malos
tratos que recibían en el trayecto que preferían no ir, en una de esas idas al baño le rompieron un diente
a Tita empujándola contra una mesita del pasillo.

Muchas veces les hacían formar un "trencito"; entraban a gritos en las habitaciones, golpeándolos con
un garrote de goma y apurándolos para que se pusieran los zapatos, que buscaban a tientas alrededor
de la cama. Seguidamente los hacían formar en hileras de 4 o 5 personas, tomadas de las ropas de los
otros o tomados de la mano de alguien. Su propósito parecía ser humillar a los cautivos y reírse de ellos,
pero en ese contacto con una mano solidaria encontraban apoyo y esperanza.

El baño en cuestión no poseía puertas por lo que eran observados por los guardias que se burlaban y
carcajeaban. Estaban tan debilitados que se desmayaban constantemente cuando se levantaban para ir
al baño o comer. En días muy fríos solían bañar a los hombres con una manguera en el patio, como a
los animales.

Estaban muy sucios, podían bañarse cada quince días y en el transcurso no se les permitía lavarse las
manos que utilizaban para comer a falta de cubiertos. Además, les echaban polvos insecticidas tóxicos
sobre el cuerpo y el cabello con el fin de "combatir pulgas y chinches".

Mientras se bañaban las mujeres eran observadas por los guardias encapuchados, luego del baño, se
volvían a colocar la misma ropa sucia. En ocasiones, cuando saqueaban las casas solían llevarles
algunas ropas. Siendo su objetivo torturarlos, una vez obligaron a todos los hombres a vestir camisones
de mujer y vestidos mientras se secaban sus pantalones.

La comida consistía en el almuerzo a las trece horas y la cena a las diecinueve horas, dejándolos sin
consumir alimentos durante dieciocho horas seguidas y es por ello que vivían con hambre
permanentemente. Tita adelgazó diez kilogramos y su compañera, diecisiete. La comida que consumían
era escasa y faltante de azúcares y frutas. Si les tocaba sopa o guisos líquidos los golpes eran
permanentes porque los guardias pretendían que mantuvieran el plato derecho, cosa que se les hacía
imposible con los ojos vendados. Cuando tenían sed podían pedir agua durante horas sin obtener más
respuesta que amenazas o golpes.

En esta época del año los árboles pierden sus hojas y su verdor, la energía que antes se concentraba en
las hojas se recoge hacia las raíces para mantenerse durante los meses fríos. Las hojas de los árboles

6
cambian y su color verde se torna amarillento hasta que se secan y caen con ayuda del viento que sopla
con mayor intensidad.

La sequedad en su boca y el malestar que le provocaba el resfrío a su cuerpo provocaron que se


levantara en busca de un vaso de agua a la cocina, donde se encontraba su padre, el sacerdote del
pueblo y un hombre uniformado de aspecto robusto cuyos ojos llamaron la atención de Rosario. Sus
miradas se conectaron por un segundo y ambos juraron nunca haber visto unos ojos tan hermosos y
transparentes. El padre Amador interrumpió el momento sacándolos de sus pensamientos:

- Rosario, ¿qué haces aquí a esta hora? Deberías estar durmiendo, hija mía- dijo con un tono
levemente autoritario.

- El resfrío me despertó y quise venir a tomar un poco de agua- dijo ella inocentemente.

- Sargento, será mejor que continuemos nuestra charla en privado, vayamos a mi oficina- dijo
ignorando la respuesta de la joven.

- Por supuesto, como lo desee- dijo el Sargento Torres con neutralidad.

Ambos se retiraron de la cocina. Rosario volvió a su habitación sin poder sacar de su cabeza aquel
hombre con tan hermosa mirada y rasgos turcos, no podía dejar de preguntarse quién era y por qué
estaba allí a esa hora de la noche. Al paso de unos minutos, un papel se deslizó bajo su puerta, saltó de
la cama ante la curiosidad y la idea de que podía ser un mensaje del hombre que la había dejado tan
anonadada. Sonrió al descubrir que había acertado su idea y un sentimiento totalmente nuevo para ella
la invadió haciendo temblar sus piernas. En el papel blanco, se encontraba escrito un mensaje con una
letra desprolija que indicaba que el enunciado había sido escrito rápidamente:

“El otoño, su tiempo húmedo y templado es propicio para el desarrollo de virus y bacterias que
aumentan el peligro de infecciones; especialmente del aparato respiratorio.

El ácido cítrico que contiene la granada, alimento típico de la estación, ejerce una acción desinfectante
que hará que la mujer con los ojos más lindos que jamás haya visto pueda dormir sin que nada
interrumpa sus sueños. “

Aquella noche Rosario no pudo conciliar el sueño, no logró quitar esas palabras de su mente. Supo que
ese sería el comienzo de algo mágico, que nada ni nadie podría evitar tras ningún intento. Sentimientos
7
que no podía explicar y que nunca antes había experimentado la recorrían de pies a cabeza, nunca se
había sentido tan infinita y poderosa como en aquel momento.

Esa noche durmió sobre la luna, rodeada de estrellas que danzaban y brillaban para ella. Nada podría
sacarla de allí, solo aquel chico que la hizo volar.

8
ІІ

“Invierno”

Invierno, la época del año en donde los días son más cortos, las noches más largas y las temperaturas
más bajas a medida que nos alejamos del Ecuador. Los árboles se encuentran desnudos, transcurre
entre otoño y primavera. Esta estación disminuye los niveles de violencia y agresión y aumentan la
creatividad abstracta en las personas.

Santiago llegó a la casa donde debía trabajar el resto del año ya que esa era la tarea que el Sargento
Torres le había asignado tras haberse deshecho su lugar de trabajo anterior a causa de un gran incendio
provocado por las chispas de ira que desprendían los cautivos. En la nueva casa, también vieja y
deteriorada, había más personas y las torturas y maltratos eran más severos.

En su primer día tuvo que ayudar a los demás soldados a sacar los cuerpos sin vida de los
secuestrados, en invierno la mayoría de los cautivos morían gracias al frío y a la debilidad sin tener una
atención médica adecuada. Por ende, la entrada y salida de personas era constante y prolongaba el
encuentro entre Tita y Santiago, pero por más atrasos que pudiera haber sus caminos estaban
destinados a cruzarse nuevamente siendo inevitable no verse al menos una vez viviendo bajo el mismo
techo y recorriendo el mismo piso.

Los días y las noches estaban transcurriendo de una forma casi calma por las consecuencias que traía
el invierno. Al morir muchos de los cautivos ingresaba mucha cantidad de gente nueva y cuando
detenían a gente nueva solían darles buena comida, diciéndoles que: "debían estar contentos" en esas
oportunidades. Además, los guardias habían sido reemplazados y algunos eran incluso hasta buenos y
parecían tenerles compasión.

Una noche, mientras Tita trataba de conciliar el sueño, sintió como el motor de un vehículo se detuvo en
el patio. Se escucharon distintas voces totalmente irreconocibles para ella, tener los ojos tapados todo el
tiempo había hecho que su oído fuera más sensible a los sonidos pudiéndolos percibir mejor. El miedo le
provocaba a Tita y a su compañera escalofríos que les ponían la piel crespa. Gritos agonizantes
provenientes de la cocina hizo que Tita rompiera el silencio, estaba cansada de ser tan sumisa y solo
escuchar cómo la gente sufría para no volverla a ver más luego de esas noches. Cuando su turno
llegara quería al menos saber el nombre de la muchacha que compartía habitación con ella, con suma
valentía o por su terquedad Tita decidió hablar:

9
- ¿Cómo es tu nombre?- preguntó pero su voz salió casi inaudible gracias a la deshidratación y a
las largas horas que llevaba sin emitir palabra, por lo que tuvo que volver a preguntar.

Tras varios minutos de duda de su compañera, ésta finalmente le respondió:

- Soy Emilia y tengo diecinueve años, ¿y tú?- preguntó con una dulce voz que Tita no había
logrado apreciar en el primer día allí.

- Soy Tita y tengo veinte años- sonrío, hacía mucho tiempo no hablaba con nadie- Dime, ¿cómo
llegaste a este sitio?

- Los militares me detuvieron en mi domicilio, se me trasladó a una comisaría cercana y de allí a


un campo de concentración: "La Escuelita"- su voz se tornó gélida- Cuando llegué a la
"Escuelita", había allí alrededor de una docena de jóvenes de 17 años, todos alumnos de un
curso de una Escuela Nacional. Habían sido secuestrados de sus domicilios en presencia de sus
padres. Algunos llegaron a estar un mes allí, siendo duramente golpeados y obligados a yacer en
el piso con manos atadas a la espalda. Por lo menos dos de ellos fueron torturados con picana
eléctrica. Luego fueron liberados. El motivo de su secuestro fue un incidente que habían tenido
con un profesor (militar de la Marina): siendo fin de clases, había un clima de alegría en la
escuela; el citado profesor los apercibió por el bullicio y los alumnos no se sometieron a sus
órdenes. Por ese motivo los expulsó de la escuela. Los padres de los alumnos elevaron protestas
a las autoridades militares y pidieron la reincorporación de los estudiantes. Las autoridades les
"advirtieron" que finalizaran con sus pedidos "o se arrepentirían". Días más tarde grupos de
encapuchados fuertemente armados irrumpieron en los domicilios de los estudiantes,
secuestrándolos.

Antes de que Tita pudiera siquiera emitir un sonido, la puerta se abrió y entraron dos guardias muy
alterados. Hablar estaba prohibido y era castigado con golpes de cachiporra de goma, puñetazos o
quitándosenos el colchón.

A Tita la llevaron a los empujones hasta la cocina, la obligaron a desnudarse y a colocarse bajo una gota
de agua que caía por un agujero del techo, ya que estaba lloviendo. Estuve media hora parada allí y
luego le dieron una fuerte golpiza. A Emilia se le aplicó fundamentalmente picana eléctrica en distintas
partes del cuerpo: interior de muslos y brazos, genitales, senos, la boca; zonas de alta sensibilidad.
Estaban cerca por lo que escuchar los gritos, una de otra, era también otra forma de torturarlas.

10
El silbido del viento en invierno, la clave se encuentra cuando éste sopla con gran intensidad. Esta
fuerza hace que, en el caso de encontrar un obstáculo a su paso, la zona del aire en movimiento se
estrecha y se acelera, provocando ese particular sonido silbante. Ya sea la rendija de una puerta o una
persiana, el viento se colará por sus pequeños huecos y producirá su sonido.

Así fue desde esa noche, cada noche de los días siguientes, luego de las reuniones con el padre
Amador, antes de retirarse dejaba una nota debajo de la puerta de la habitación de Rosario, las cuales
ella leía detenidamente y con una sonrisa interminable en su rostro. Sus palabras comenzaron a
enamorarla, era algo tan hermoso y aterrador a la vez. Comenzó a escribirle ella también y en el
momento que se deslizaba el trozo de papel por su puerta, inmediatamente pasaba el suyo para él.

Luego de varias semanas tomaron la decisión de encontrarse, no aguantaban más la idea de no poder
verse, intercambiar palabras frente a frente y sentirse uno con el otro. La noche que intercambiaron
miradas por segunda vez ocurrió fuera del convento mientras todos dormían, el aire congelado invadía el
lugar. Apenas se vieron corrieron a su encuentro rápidamente, había ocurrido, después de tantos días,
de tantos mensajes, al fin estaban juntos. Las manos del Sargento Torres tomaron las de la muchacha.
Rosario bajó la mirada y sonrió antes de llevar los brazos en torno al cuello de él. El soldado se acercó
más, buscando su mirada. Ella levantó el rostro y lo miró fijamente. Fue un instante interminable en el
que el Sargento se sintió perdido. Alrededor de ellos ya no existían calles, casas ni ciudades. Sólo eran
ellos los únicos en el vacío. Los labios de acercaron, se rozaron, los dedos se entrelazaron.
Comenzaron a besarse, mientras el aire gélido enrojecía las mejillas de ella y punzaba el rostro de él.

Rosario y el Sargento se alejaron del convento y echaron a caminar a paso rápido, de la mano,
escapándose del qué dirán. Para ambos aquel contacto significaba la seguridad de que lo que estaban
viviendo era real y no producto de su imaginación, eran sus dedos entrelazados los que se comunicaban
entre sí. De pronto el soldado se volvió hacía Rosario y la miró intensamente.

- He esperado mucho tiempo para poder mirarte a los ojos sin que tu imagen se me escapara, sin
despertarme de mis sueños en los que estamos juntos.

Rosario sonrió con los ojos relucientes. Le tocó la cara con la mano y siguió sus rasgos.

- Creía que estaba loca, sentir lo que siento tan fuertemente- dijo-. Ahora ni siquiera me importa. Si
esto es lo que se siente al estar loco, me encanta.

Ambos guardaron silencio unos segundos, mirándose intensamente.

- No sé cómo será nuestra vida ahora…- reflexionó Torres-. No sé qué debemos esperar.

- No esperemos nada. Estemos juntos. Era todo lo que quería, lo demás no me importa.

11
Él sonrió, le gustó escuchar esas palabras de la boca de Rosario. Le cogió la mano y juntos continuaron
su camino. Después de recorrer la plaza que se encontraba a dos calles del convento, regresaron. Se
despidieron con un abrazo intenso y un beso de esos que te dejan con ganas de más.

Entró a su habitación sigilosamente para que nadie la escuchara. Aún no podía creer lo que había
sucedido, lo que estuvo esperando por mucho tiempo ocurrió, ese encuentro hizo que se diera cuenta
que estaba enamorada y que haría lo posible para estar con él y no pasar un día sin verlo.

Pensó en que lo mejor era que su padre no se enterara, al menos por ahora, Amador era un hombre
poco comprensivo, rígido y duro, no sería capaz de entender este amor tan especial que tenían el
Sargento Torres y Rosario, podía llegar a terminar de la peor manera si alguien se enteraba y en
especial si ese era su padre o los demás militares.

12
ІІІ
“Primavera”

Primavera, la época del año donde los árboles recuperan sus colores y las plantas a florecer.
Comienzan los días cálidos, y el día y la noche tienen la misma duración. Se califica a ésta como la
estación del amor, del romance, porque así como las mariposas revolotean y las flores ofrecen sus
mejores colores, de la misma manera existe la creencia de que surge el amor en las personas.
La soledad y tristeza colmaba los días de Tita. Luego de haberla encontrado hablando con su
compañera de cuatro las habían castigado, a Emilia le dieron un castigo más severo que a Tita por ser la
segunda vez que se la pillaba desobedeciendo órdenes, al cual no sobrevivió por innumerables factores.
Su muerte había destrozado aún más a Tita, se sentía vacía y sin nada que perder. Eso la convertía en
alguien peligrosa.
Santiago Nasar entró a la habitación de Tita en la madrugada cuando todos dormían. Él había
reconocido a Tita como la muchacha que trató de escapar en la anterior casa, la noche en que las
descubrieron hablando y gracias a él no habían seguido torturando a Tita que estaba muy debilitada al
igual que Emilia. Ella dormía tan profundamente que no lo oyó entrar, Nasar la observó un largo tiempo,
había algo en esa chica que hacía su cabeza volar. Debía hablarle, no había podido sacársela de la
cabeza desde el día en que se la llevaron de la otra casa, preguntándose que había sido de ella y ahora
que el destino los había vuelto a unir no perdería la oportunidad. Sacudiéndola levemente, ella despertó
desconcertada y Santiago habló:
- Voy a sacarte esa venda pero debes prometer que permanecerás en silencio ya que esto podría
traernos graves consecuencias a ambos.-dijo él con la voz más tierna y serena que pudo.
Luego de ese día sus encuentros fueron constantes, él la liberaba de todas sus ataduras y le llevaba
obsequios como frutas, chocolates y flores. Tita se enamoró de Santiago, de sus pequeños detalles que
pintaban su vida con colores hermosos y extraños que jamás había visto antes, de cómo esos
momentos del día la hacían olvidar todo lo feo de aquel lugar, de sus miradas que no podía descifrar
pero que la miraban con un cariño sincero, la admiraba como si fuera algo perfecto y frágil que debía
proteger; la miraba como nunca nadie la había mirado. Su amor la fortalecía, la llenaba y la hacía aún
más poderosa de lo que siempre fue.
Para el cumpleaños de Tita, Santiago le había regalado un pequeño cuaderno con una lapicera y le
había pedido algo sumamente peligroso:
- Tita, debemos escaparnos de aquí a un lugar donde podamos ser sin ningún otro limite que lo
que nosotros mismos queramos. Escapémonos Tita, antes de que sea demasiado tarde para los
dos- dijo con voz firme- Juro que todo saldrá bien si estamos juntos, “soy hombre de pocas, pero
firmes palabras”.

- Yo… yo no lo sé- dijo dudando Tita- Debemos pensarlo bien, no podemos dejar a todos aquí e
irnos.

- “Necesito una respuesta en este momento, el amor no se piensa, se siente o no se siente”- le dijo
Santiago a Tita- al igual que esto.

13
Fue una noche lluviosa, cuando los atraparon en la habitación de Tita y se llevaron lejos a Santiago
amenazándolo con matarla si no obedecía las ordenes. Esa noche el corazón de Tita se rompió en mil
pedazos, la habitación se inundó no solo por la lluvia sino, en su mayoría, por las lágrimas de la joven.
¿Por qué no había escapado con Santiago cuando pudo? La vida le había dado una única oportunidad
que dejo pasar, y se arrepentiría eternamente de eso. Tic, toc… el tiempo pasa, los recuerdos se
desvanecen, los sentimientos cambian y las personas se van; el pasado no vuelve y el futuro se nos
echa encima.
Comenzó a leer el cuaderno que le había obsequiado Santiago el día de su cumpleaños. Recorrió varias
páginas, pero dos llamaron especialmente su atención:

Recuerdo que mi padre dijo: “Los milicos son gente de reglas claras”. La primera de esas reglas
establecía: “El superior siempre tiene razón, y más aún cuando no la tiene”. Recuerdo que me
dijo que entendiera bien eso, porque si entendía eso, entendía todo.

¿A partir de qué edad se puede empesar a torturar a un niño?

El término prima proviene de “primer” y vera de “verdor”. Las precipitaciones en la primavera tienden a
ser más irregulares y menos generalizadas, descargando en forma de chubasco y tormentas más
probables a mediados y finales de la estación, cuando el verano está próximo.
La mañana siguiente se preparó para asistir a la Iglesia con su padre. Al llegar se dirigió al segundo
asiento del final y se sentó. Pasados cinco minutos pudo sentir que se sentaron a su lado y al observar a
su derecha era él, el Sargento Torres, la miró, sonrió y continuó dispuesto a prestar atención de la
celebración de la misa. Era el momento del evangelio.

- Lectura del santo evangelio según San Mateo (23,1-12):


En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, dicien...

Era imposible para Rosario, prestar atención y concentrarse en lo que su padre leía en la misa, no si el
Sargento estaba junto a ella. Sólo pensaba en la noche de su encuentro, en sus labios, su piel y sus
hermosos ojos azules conectados con los suyos, sus manos acariciando su rostro y lo mágico que fue a
esas horas de la noche.
Al finalizar la ceremonia, mientras el padre Amador guardaba y organizaba todo para irse, se acercaron
los vecinos de enfrente del convento a platicarle de lo buena que estuvo la homilía del Evangelio, lo que
le dio tiempo al Sargento de tomar de la mano a Rosario y salir de ahí. Nunca se percataron que en
realidad el cura notó que salieron juntos del lugar. Corrieron tres calles desde la Iglesia al convento,
entraron y se encaminaron a la habitación de Rosario, cerraron la puerta y le dieron dos vueltas a la
llave desde adentro.
Rosario se dirigió a la mesita de luz junto a su cama y encendió el estéreo. La música de difundió por la
habitación. Era un tema de Sandro que adoraba: Porque yo te amo.

14
Torres se acercó a ella, la abrazó por la cintura y comenzó a cantar en su oído casi susurrando la letra
de la canción. Rosario se dio vuelta quedando frente a él, no lo pensó dos veces y colocó sus labios
contra los suyos y lentamente comenzaron a besarse cayendo sobre la cama de la muchacha, mientras
sonaba de fondo la canción:

“Por ese palpitar


que tiene tu mirar
yo puedo presentir
que tu debes sufrir
igual que sufro yo
por esta situación
que nubla la razón
sin permitir pensar
en qué ha de concluir
el drama singular
que existe entre los dos
tratando simular
tan solo una amistad
mientras en realidad
se agita la pasión
que muerde el corazón
y que obliga a callar
yo te amo.... yo te amo...
Tus labios de rubí
de rojo carmesí
parecen murmurar
mil cosas sin hablar
y yo que estoy aquí
sentado frente a tí
me siento desangrar
sin poder conversar

15
tratando de decir
tal vez será mejor
me marche yo de aquí
para no vernos más
total que más me dá
ya sé que sufriré
pero al final tendré
tranquilo el corazón
y al fin podré gritar
yo te amo! ... yo te amo!...”

16
ІV
“Verano”

Verano, la época de año más calurosa del año con las marcas térmicas más elevadas. Durante este
periodo los días se alargan y las noches duran menos horas. Las altas temperaturas facilitan la vida al
aire libre y despierta la diversión pero también la violencia y la agresividad.
El día en que me llevé a Tita pude notar su dolor y sufrimiento, sin embargo, puedo decir que la
muchacha tenía una de las almas más valientes y poderosas que he tomado.
Su día comenzó prácticamente con un ritual al que ella estaba acostumbrada, pero a medida que
recorría el trayecto hacia la cocina sus pensamientos susurraban que sabía que no iba a ser como los
demás y menos después de que vieran la escritura en su cuarto que le había llevado toda la noche
escribir.
- Dime la verdad, ¿qué ocurrió entre Nasar y tú?- dijo enfadado uno de los militares que nunca
había visto antes.

- Mi hermana Gertrudis decía: “la mera verdad es que la verdad no existe”.

- Te ordeno que contestes mi pregunta, no volveré a repetirla.

- No.- dijo con total serenidad.

- ¡¿No?! ¿Por qué?- respondió alterado.

- “Porque no quiero.- Tita con esas tres palabras había dado el primer paso hacia la libertad”.

Seguidamente una bala acarició su cabeza atravesándola y quitándole la existencia, transportándola a


un lugar sin sufrimiento ni dolor. Antes de irme revisé la escritura en la que ella había estado pensando
en su camino hacia mí, me acerqué a su habitación y pude notar la inscripción que cubría
completamente una de las paredes de la habitación:

“Prefiero morir parada


defendiendo mi libertad,
que vivir arrodillada,
sufriendo sin piedad.

Prefiero que intentando


salir de este infierno,
me acribille un militar;

17
yo moriré sonriendo.
Prefiero seguir mis ideales
y aunque no me lleven lejos,
me sacaran de esta realidad,
que ahora estoy sufriendo.”
(Tita)

Es importante resaltar que las estaciones: otoño, invierno, primavera y verano, no se presentan de la
misma forma en todo el mundo, pues cada región puede tener un clima diferente.

“Desde que te vi,


supe que ya nada volvería a ser igual.

Nuestros ojos se encontraron y es


como si nos hubiéramos estado
esperando desde toda la vida.

No hizo falta decir palabra alguna,


ambos sabíamos lo que estaba por comenzar,
nuestros labios, nuestra piel, nuestras almas
se pertenecían desde el principio de los tiempos
y nos lanzamos a este amor,
seguros uno del otro,
sin importar nada ni nadie más.

Fue un amor tan íntegro, tan sincero


y a la vez tan fugaz,
tan repentino y tan intenso,
tan fuerte y tan mortal.

Nos amamos sin ataduras ni remordimientos,

18
sin pasado ni futuro,
el presente nos acunó y nos acarició
y el destino nos unió eternamente.”
(Sargento Torres)

No pudo evitar derramar lágrimas tras leer dichas palabras que esta vez estaban escritas delicadamente
sobre la hoja. Los recuerdos atacaron su mente de golpe y las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro
cada vez más rápido. No podía aceptar la idea de que no volvería a verlo ni a sentirlo nunca más, ya no
volvería a mirar esos ojos que una vez la habían hecho recorrer el mundo. Sabía que nadie podría
hacerla sentir de la misma forma que él, nunca más podría tener de nuevo la sensación de estar a tres
metros sobre el cielo. Desde ese día que él me fue arrebatado luego de aquel último encuentro en el que
fui tan suya como el mío, mientras se alejaba pude ver como mi mundo se derrumbada lentamente
frente a mí.
¿A quién le importa si una luz más se apaga?
En un cielo con un millón de estrellas,
que parpadean, parpadean.
¿A quién le importa si el tiempo se acaba?
Si un momento es todo lo que tenemos,
somos más rápidos, más rápidos.
¿A quién le importa si una luz más se apaga?
¿Y si son dos?

Llegué por Rosario cuando entendió que el secreto de la existencia humana no consiste sólo en poseer
la vida, sino también en tener un motivo para vivir y ella decidió que no quería vivir una vida en la que él
no estuviera a su lado. Mientras subía al campanil del convento, el lugar más cercano al cielo y allí
contempló las estrellas por última vez.
¿Por qué tirarse de una elevada altura? Simple, tienes la sensación de volar antes de irte…

19

También podría gustarte