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Felicines. Quiero ser más feliz! Pero… ¿cuánto? By A. Moar


La tercera semana de octubre se celebraba en Madrid el primer congreso internacional de
la felicidad organizado por el Instituto de la felicidad de Coca-Cola. Al final fuimos.

Allí expusieron sus ideas filósofos, médicos, escritores, Punset con su inclasificable
genialidad, investigadores y hasta el primer ministro del país más feliz del mundo: Bután. Se
habló de en qué consiste ser feliz, de quienes son los más felices, de qué factores depende la
felicidad… y al final aparecía una conclusión clara y recurrente: La clave está en compartir.
Ya saben: hacer vacaciones del “yo” y orientarse a los demás.

Déjenme pues compartir una idea con ustedes.

Cuando uno tiene la cabeza cuadriculada de ingeniero, es difícil analizar una variable como la
felicidad sin medirla cuantitativamente. Por ello, decidí hace unos años bautizar las unidades
de felicidad como “Felicines” y esforzarme en cuantificar y valorar mis sensaciones-
emociones de forma numérica. Me siento más cómodo trabajando con cantidades, así me he
relacionado siempre con los precios, con los años, con las calorías…

Así, cuando hago algo relevante por un desconocido “recibo” 500 Felicines, cuando saboreo
unos percebes anoto en mi Happiness-Balance 400, las buenas películas me reportan unos
300 y coger la gripe me resta unos 2000. Por supuesto saber que tengo una familia
extraordinaria me genera de forma continua 1000 Felicines diarios y no por ser algo diario
hay que olvidarse de contabilizarlo.

Un ejemplo: supongamos que usted y su pareja deciden si ir al cine o quedarse en casa un


domingo: En el método tradicional cada uno prefiere una cosa y el resultado final es
impredecible. Permítame que lo analicemos: para Ud. ir al cine son 300 Felicines y quedarse
en casa 50, sin embargo, su pareja obtiene del cine 100 pero al quedarse recibiría 500. La
pareja debería quedarse en casa sumando 550 y no ir al cine 400 si quiere obtener la
máxima felicidad conjunta.

También sería recomendable que estudie la cantidad de Felicines que recibe por euro
gastado cuando deba elegir entre dos opciones de un producto o servicio. Ahora ya sé que el
jamón serrano me trae 200F y el queso manchego 150. Solo tengo que mirar los precios y
dividir.

Sin embargo nos empeñamos en pensar que nuestra carta-menú de Felicines coincide con la
de los demás. Y yo discrepo. Intento vivir entendiendo como funciona mi contabilidad de
Felicines, qué me los da, que me los quita y en qué cantidad. Y sobre todo, cuando me
relaciono con personas que empiezan sus frases con un “tienesque…”, las invito a leerse
primero mi carta-menú.

Soy consciente de que estas cuentas son subjetivas. Lo que importa es que al final esta
mecánica contable, me permite ser más eficaz en entender lo que me hace feliz y como debo
elegir para maximizar matemáticamente el contenido de mi cajón de Felicines. Y ese es mi
objetivo vital: llenarlo al máximo en el tiempo que voy a vivir.

Escribir esta pequeña reflexión me añade 250 Felicines, si además me lo publican y lo


comparto con ustedes, serán 1000.

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