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EQUILIBRIO MACROECONÓMICO

I. CONCEPTO
En principio, una economía se encuentra en situación de equilibrio cuando
las principales variables macroeconómicas tienden a mantenerse estables
en el tiempo si no se producen shocks externos. Sin embargo, las
condiciones que debe cumplir este equilibrio difieren en función del plazo
en el que estemos analizando la economía.

1. Equilibrio a corto plazo


En cualquier economía, la producción, la renta y el gasto agregado
coinciden. Sin embargo, esto no puede ser la condición de equilibrio, ya
que se trata de una identidad. Para que se pueda decir que la economía ha
alcanzado el equilibrio la condición que se requiere es que la producción y
la renta sean iguales al gasto planeado. La diferencia entre el gasto
planeado y el gasto efectivo es la inversión no planeada en existencias, que
forma parte también de la demanda agregada. Por tanto, otra forma de
definir el equilibrio es que la inversión no planeada en existencias es igual
a cero.

Si, por ejemplo, el gasto agregado planeado fuera inferior a la producción


que están llevando a cabo las empresas, éstas verían cómo se incrementan
sus existencias por encima de lo que habían previsto. Como esta
acumulación de existencias se computa dentro del gasto total, se cumpliría
que el PIB es igual a la demanda, pero el nivel de producción no sería de
equilibrio. De hecho, en los siguientes periodos las empresas ajustarían a la
baja su producción para dar salida al incremento no deseado de existencias.
El equilibrio se alcanzaría cuando la producción acabase situándose en un
nivel igual al gasto planeado.

Este ejemplo ilustra una característica importante del equilibrio


macroeconómico a corto plazo, y es que el nivel de producción está
determinado por el lado de la demanda, como señaló J.M. Keynes con la
publicación de la Teoría General en 1936. Otra característica del equilibrio
a corto plazo, que es también una de las principales ideas del pensamiento
keynesiano, es que es compatible con situaciones de desempleo. Si la
demanda agregada se sitúa por alguna razón por debajo del nivel de pleno
empleo, las empresas no contratarán a los trabajadores sobrantes,
sencillamente porque no podrían vender la producción que estos
trabajadores contribuirían a generar.
2. Equilibrio a medio plazo
Esta situación no puede mantenerse a medio plazo, ya que la situación de
desempleo acabaría provocando con el tiempo una bajada de los salarios y
los precios, o al menos una moderación de su tasa de crecimiento en
relación con la productividad. Y la menor tasa de inflación daría lugar a un
incremento de la renta hasta el nivel que se denomina “renta potencial”.
Esta renta se define como aquella que es compatible, dados los recursos
disponibles, la tecnología y el funcionamiento de los mercados, con una
tasa de inflación constante. Es la renta de equilibrio a medio plazo.

La tendencia de la economía hacia este nivel de renta podría producirse


mediante dos vías posible. Una de ellas tendría lugar si el banco central
adopta una política pasiva, por ejemplo manteniendo constante el
crecimiento de la oferta monetaria. La moderación de la tasa de inflación
acabaría dando lugar a un crecimiento mayor de la oferta monetaria en
términos reales, una bajada del tipo de interés real y un aumento de la
demanda agregada. Sin embargo, es más realista considerar que, en la
actualidad, los bancos centrales desarrollan una política monetaria más
activa, y que la reducción de la inflación les llevaría a adoptar medidas para
bajar el tipo de interés y estimular la demanda hasta el límite que les
permita la estabilidad de la inflación. Es decir, hasta la renta potencial. Por
supuesto, si la renta se situase por encima de este nivel de equilibrio a
medio plazo, la inflación se aceleraría y los bancos centrales subirían el
tipo de interés para reducir la renta.

Podemos comparar las características de este equilibrio a medio plazo con


las del equilibrio a corto plazo de la sección anterior. A corto plazo, la
producción de equilibrio está determinada por la demanda, pero a medio
plazo son las condiciones de oferta las que se imponen. Efectivamente, los
únicos factores que hemos mencionado para definir la renta potencial son
factores de oferta, y hemos mostrado también un mecanismo que ajusta a
medio plazo el nivel de demanda agregada a este nivel de renta de
equilibrio. Por otro lado, el equilibrio a corto plazo es compatible con
cualquier tasa de desempleo, mientras que a medio plazo la tasa de paro
será aquella que es compatible con la estabilidad de la inflación, que suele
denominarse tasa natural o, simplemente, NAIRU (Non-Accelerating
Inflation Rate of Unemployment, en sus siglas inglesas). Pero esta tasa no
tiene por qué ser reducida en todas las economías.
3. Equilibrio a largo plazo
En la descripción del equilibrio a medio plazo se ha mencionado el nivel de
renta potencial como si se tratara de una constante. Sin embargo, la
evidencia empírica muestra que, en realidad, el PIB crece a una tasa
determinada a lo largo del tiempo. Esta tasa de crecimiento de la economía
a largo plazo se analiza a través de la teoría del crecimiento, y la conclusión
principal es que las economías crecen a este plazo en función de dos
factores principales: la acumulación de factores (capital y trabajo) y el
progreso técnico. La teoría del crecimiento muestra también que las
economías tienden hacia un estado estacionario, que es aquel que se
alcanza cuando la economía está creciendo a una tasa constante a largo
plazo. Esta tasa de crecimiento será igual a la suma de las tasas de
crecimiento de la población y del ritmo de progreso técnico.

Es importante señalar que esta diferenciación que hemos establecido entre


el corto, medio y largo plazo no se observa de forma tan radical en las
economías reales. Lo que se observa en realidad es un ritmo de expansión a
largo plazo (el crecimiento potencial, determinado por factores de oferta)
alrededor del cual se producen fluctuaciones a corto plazo determinadas
por las variaciones de la demanda agregada.

II. DESEQUILIBRIOS: EXCESO DE OFERTA O EXCESO DE


DEMANDA
Tanto a nivel macroeconómico como a nivel de un mercado individual
pueden presentarse situaciones en las que se esté produciendo un exceso de
oferta o un exceso de demanda.

En los mercados individuales, esto se resolverá mediante una variación en


el precio del mercado. En condiciones normales, los precios deberán
reducirse si hay exceso de oferta, y esto incentivará que los consumidores
aumenten la demanda de este tipo de bien, reduciendo la de otros bienes
sustitutivos. A la vez, la bajada en los precios disminuirá la cantidad
óptima que desean producir las empresas, cerrándose la brecha. Por
supuesto, ocurrirá lo contrario si la situación es de exceso de demanda.

Desde el punto de vista macroeconómico, las expresiones exceso de oferta


o exceso de demanda pueden interpretarse de distintas formas, según cuál
sea el contexto.

Por ejemplo, de acuerdo con nuestra definición de equilibrio


macroeconómico a corto plazo, una situación de exceso de oferta sería
aquella en la que las empresas están produciendo una cantidad mayor que
la que se demanda en el conjunto de la economía, por lo que se estará
produciendo una acumulación no planeada de existencias, hasta que la
empresa ajuste su nivel de producción a la demanda. En los casos de
exceso de demanda, las empresas verían cómo se reduce su stock de
existencias por debajo del nivel planeado, y esto será una señal para que
incrementen la producción.

Fijándonos ahora en el medio plazo, se registraría una situación de exceso


de demanda cuando la producción se sitúa por encima del nivel potencial,
aunque no esté teniendo lugar la reducción no planeada de existencias a la
que antes nos referíamos. En este caso, el ajuste tendría lugar a través del
aumento de la tasa de inflación que estaría generándose. Al contrario, las
situaciones de exceso de oferta supondrían que no se está alcanzando toda
la producción potencial, o lo que es lo mismo, no se están utilizando los
recursos disponibles al nivel compatible con la estabilidad de la inflación,
sino por debajo. Hay recursos productivos sin utilizar que podrían ser
empleados en generar más producción sin provocar desequilibrios
macroeconómicos.

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