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PRESENTA:
Fuente: Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2015). Informe de la Situación del
Medio Ambiente en México. Semarnat, México.
Factores directos
Pérdida del hábitat: la vegetación original ha sido transformada y utilizada
como unidades independientes de producción o de desarrollo urbano, que
en conjunto constituyen sistemas completos de cambio en el uso de suelo
(Hernández, 2014). En México la expansión de las actividades
agropecuarias en los últimos cincuenta años, ha sido el motor principal de
la pérdida de vegetación natural y la principal amenaza para la
biodiversidad. La expansión histórica de la agricultura hasta los años
setenta había alterado más de 26 millones de hectáreas que equivalen al
13.3% de la superficie total, para 2011 alcanzó cerca de 31 millones de
hectáreas afectando selvas, matorrales, bosques templados y pastizales
(Semarnat, 2015).
En cuanto a la ganadería, su expansión ha afectado extensas porciones de
ecosistemas incluidos los pastizales naturales; de 1970 a 2011 la cantidad
de tierra ocupada pasó de 11.4 millones de hectáreas a 19.1 millones de
hectáreas (9.7% de la superficie total). No obstante, la tasa de expansión
anual de la frontera agropecuaria ha disminuido gradualmente, de 2007 a
2011 fue de 0.24% anual. En 2012 la superficie ocupada por la actividad
pecuaria era de casi 110 millones de hectáreas (56% de la superficie total)
lo cual indica que al menos 91 millones de hectáreas de superficie
ganadera están fuera de los pastizales inducidos o cultivados, es decir,
sobre superficies ocupadas por vegetación natural (Semarnat, 2015)
La construcción de infraestructura en el país también ha contribuido a la
pérdida del hábitat. La mayor parte de la densidad carretera dentro de
ecosistemas naturales corresponde a vías pavimentadas y terracerías. Las
presas han sido una solución para cubrir la creciente demanda de agua
dulce, así como una alternativa importante para la generación de energía
eléctrica, sin embargo, los impactos de su construcción y puesta en
operación afectan a la biodiversidad por los cambios en el volumen y la
calidad de los flujos de agua. La construcción y el uso de los puertos tiene
importantes efectos para los ecosistemas costeros y marinos; su
construcción implica necesariamente el cambio del uso del suelo. En
México la construcción de algunos de los puertos más importantes del país
implicó la remoción de superficies importantes de humedales, como en los
casos de Lázaro Cárdenas en Michoacán o Tuxpan en Veracruz.
Especies invasoras: Se considera que una especie es invasora cuando ésta
se encuentra fuera de su rango de distribución original como resultado de
haber sido transportada o liberada por el ser humano en ambientes distintos
al original. Su presencia pone en riesgo la estabilidad de las especies
residentes así como el funcionamiento de los sistemas biológicos; las
especies invasoras algunas veces son más competitivas y desplazan a las
especies residentes, son vectores de enfermedades y pueden formar
híbridos al reproducirse con las especies residentes vulnerando la
diversidad genética de las poblaciones (Hernández, 2014). En 2015 se
reportaron en México 1,789 especies invasoras nativas y no nativas, de las
cuales el 53.7% correspondía a plantas (960 especies), 21.7% a
invertebrados (388 especies), 8.8% tanto para peces como para algas (158
especies, en ambos casos) y 3.1% a reptiles, entre otras (Semarnat, 2015).
Gráfica 2: Especies invasoras nativas y no nativas en México, 2015
Fuente: Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2015). Informe de la Situación del
Medio Ambiente en México. Semarnat, México.
CONCLUSIÓN
La humanidad depende de la diversidad de la vida para obtener aire, agua y
alimento, elementos necesarios para su sobrevivencia, por lo tanto, la
conservación de la naturaleza es indispensable para avanzar en el mejoramiento
de la calidad de vida de las personas, sin embargo, la acción del hombre ha
contribuido con frecuencia a la pérdida irreversible de biodiversidad.
Nuestro país encara numerosas e importantes amenazas que afectan el capital
natural y ponen en riesgo su futuro, junto con los servicios ambientales que son
indispensables para la vida y el desarrollo de la sociedad. El problema se agravó a
partir de la segunda mitad del siglo pasado y a pesar de que algunas tendencias
se muestran favorables como las tasas de pérdida de ecosistemas que han
disminuido en los últimos veinte años, es evidente que los efectos negativos de la
acción antropogénica seguirán persistiendo por largo tiempo. Los organismos
gubernamentales se han mostrado conscientes sobre el problema y han diseñado
diversos mecanismos que tratan de proteger, conservar y recuperar la
biodiversidad nacional.
El campo de acción del economista en esta problemática es muy amplio; se
requiere de la investigación científica dotada del análisis económico para la
correcta valoración de los recursos naturales y los servicios ambientales que
proporcionan; la determinación de incentivos económicos para la conservación; la
promoción de la eficiencia en los sectores productivos, entre otros.