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La Imaginación
del Unicornio
(Fenómeno Mundial)

Por
Cristóbal Echevensko

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LA IMAGINACIÓN DEL UNICORNIO
Cristóbal Echevensko

Copyright © 2018 por Cristóbal Echevensko.


Todos los Derechos Reservados.

Edición: Rodrigo Muñoz Cazaux.


Diseño de Portada: PD BOOKS.
Maquetado: PD BOOKS.

Todos los derechos reservados. Ninguna sección de este material


puede ser reproducida en ninguna forma ni por ningún medio sin la
autorización expresa de su autor. Esto incluye, pero no se limita a
reimpresiones, extractos, fotocopias, grabación, o cualquier otro
medio de reproducción.

Publicado en Chile por Editorial PD BOOKS


Registro de Propiedad Intelectual N° XXXXXXXXXX
ISBN: N° XXXXXXXXXXXX

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http://www.cristobalechevensko.com

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Dedicatoria

A mi familia completa.

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Prefacio

Soy escritor y hago películas, pero también


hago algo que me gusta mucho; doy charlas
motivacionales. Una de las partes que más le
gustan a la gente, ya sea esté en Chile, Perú o
Estados Unidos, es cuando hago que el público
conozca a “La Curandera”, aquella maga que
tiene el poder para curarnos de todos los males
y de conectarnos con el Universo. Si bien es
tan sólo un ejercicio de visualización para
demostrar como nuestra propia imaginación
puede hacernos sentir bien, es una experiencia
poderosa que pareciera ser digna de un show
de magia, ya que hay una preparación previa
que la hace más vívida. Por esta razón mucha
gente me motivó a escribir un libro no sólo con
esta técnica sino con todas las que enseño,
como el botón STOP o el Planeta Aquí y Ahora.

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Fue así como nació “La Imaginación del
Unicornio”.

Entre sus páginas, encontrarás útiles y


entretenidos consejos que pueden transformar
tu vida para mejor, sobre todo la mágica y
mística experiencia de “La Curandera”.

Espero que puedas experimentar, así como


miles de personas alrededor del mundo, el
poder de la característica más extraordinaria
que posees: tu Imaginación Positiva, la que
puede incluso transformarte en Unicornio.

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Capítulo 1

¿QUÉ TIENE DE
ESPECIAL ESE LIBRO?

Todo el mundo está hablando de éste


libro. Lo leen en Japón, Filipinas, España, Chile,
Alemania, Brasil, etc. ¡Es un fenómeno global!
Muchas personas se sienten atraída con la
historia de Greta Reyez y sus descubrimientos
para mejorar la vida y disfrutar cada momento.
Pero ¿Qué tiene de especial? ¿Acaso no es el
terrible y desgarrador testimonio de una mujer
que fue víctima del negocio de trata de
personas?

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Algunos testimonios

GRECIA

Soy refugiada Siria y me llamo Amani. Vivo en


Grecia con mi papá y hermanos. Mi mamá no
pudo sobrevivir el viaje, estaba muy enferma
cuando tuvimos que salir. Nos estamos
quedando en un campamento montado por el
ayuntamiento de la ciudad, ubicado en la
carretera, todavía no encontramos un lugar fijo
donde vivir.
Por las noches miles de pensamientos
atormentan mi cabeza. En el día, hay que estar
pendiente de mis hermanos y de hacer las filas
para conseguir comida, tramitar las visas, etc.,
lo que me sirve porque me mantiene distraída.
Por eso odio las noches: me acuerdo de mi
mamá, de nuestra vida en Siria, del futuro que
nos espera y de cómo avanza la enfermedad

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de mi hermano menor.
No recuerdo cómo llegó el libro “LA
IMAGINACIÓN DEL UNICORNIO” a mis manos,
pero lo leí y me ha ayudado un montón: cada
vez que tengo un pensamiento malo, pienso en
la increíble hazaña de Greta Reyez y sus
inventos.
Hoy en la tarde le conté a Hassan, mi hermano
mayor, del libro.
—El libro te cambia la vida en las primeras
páginas.
—Eso es imposible.
—Te juro. Lo hace a través de un ejercicio
¿Quieres que te lo haga?
—¿Cómo puedes creer todo lo que lees?
—Cierra los ojos e imagina un botón grande
con la palabra STOP escrita sobre él.
—No lo voy a hacer, es estúpido.
—Velo como un juego, después puedes pensar
lo que quieras. ¡Vamos no seas aburrido!
—De acuerdo —dijo y cerró los ojos e imaginó
un botón grande con la palabra STOP escrita
en él.
—Obsérvalo bien, fíjate en las curvas de cada
letra de la palabra, el grosor, el color del botón

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¿Lo tienes?
—No es muy difícil.
—Ahora abre los ojos y piensa en algo que no
te guste pensar.
—En Mamá.
—Piensa en ella.

Hassan puso la imagen de su madre en la


mente. Al hacerlo también trajo recuerdos de
buenos momentos que pasaron juntos y luego
del día en que ella murió en la playa. Todo lo
pensó en una fracción de segundo.
—Ya estoy pensando en ella y no me hace bien
—dijo Hassan empezando a desanimarse.
—Ahora cierra los ojos y pon la imagen del
botón sobre ese pensamiento, di en tu mente
STOP y abre los ojos.
Hassan lo hizo y se sintió mejor.
—Resulta —dijo algo sorprendido.
—Y es sólo el comienzo. Ahora pon ese
pensamiento en una nube negra y aléjalo de ti.
Hassan cerró los ojos y puso el pensamiento de
su madre en una nube y la alejó.
—Pero no quiero dejar de recordarla.
—Sólo haz lo que te digo —dijo Amani—. Hazlo

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de nuevo.

Hassan pensó en su madre, apretó STOP y la


alejó en la nube.
—Ahora abre los ojos y respira hondo tres
veces.
Hassan lo hizo y comenzó a sentirse mejor.
—Ahora vas a estar en el Planeta Aquí y Ahora.
—¿Planeta Aquí y Ahora?
—Mira a tu alrededor, sin juzgar ni calificar lo
que ves. Sólo obsérvalo, fíjate en los colores,
las formas, los olores, lo que tocas.
Hassan miraba todo a su alrededor. Se dio
cuenta que habían cosas interesantes en el
campamento y que nunca había visto, más allá
de todo lo que le hacía su vida desagradable,
como el hacinamiento y la angustia de la
incertidumbre. Sintió olores agradables y otros
no tanto. Sintió el mundo a su alrededor.
Empezó a sentirse vivo. Se sumergió en el
momento presente.
—Estás despertando. Los pensamientos
negativos te tenían dormido.
Hassan se sintió en verdad despierto. Sintió la
esencia de su ser sin ser molestada por

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pensamientos.
—Ahora piensa en que mamá está “Aquí y
Ahora” contigo. No pienses en recuerdos de
mamá, siéntela ahora contigo.
Hassan lo hizo y lloró.
—No lloro de pena, es de alegría. Por primera
vez siento que mamá está aquí.
—Ahí lo tienes —dijo Amani pasándole el
pequeño libro del Unicornio a Hassan—. Lo que
te he dicho es sólo el principio.

BRASIL

En Brasil, Río de Janeiro, conversan dos amigas


en la playa.
—Te noto diferente.
—¿Mejor?
—Te ves más bonita, ¿Adelgazaste?
—Es que he estado leyendo “La Imaginación
del Unicornio”
—¿Un libro de dietas?

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—Una nueva actitud. Verás, el arte de la vida
tiene que ver en como nos representamos
mentalmente a nosotros mismos.
—¿En cómo nos vemos?
—Exacto. Esa es la clave de la felicidad. Si te
ves como una persona víctima, andarás así por
la vida. Uno es el resultado de su imaginación.
—¿Y tu cómo te imaginas?
La amiga sacó de su bolso una copia del libro y
se lo pasó.
—Léelo, no te demorarás nada. Es corto.
—Está bien, pero ¿Cómo te imaginas?
—Como la más bonita de toda esta condenada
playa.

ESPAÑA

Alejandro, un pintor de veinticuatro años de


Madrid, habla con su amigo Javier.
—Vives quejándote de que no has cumplido
todavía tus sueños —dijo Javier.
—Me quejo de mi mala suerte.
—La culpa no es lo que te ha sucedido.

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—Han rechazado mi trabajo más de veinte
veces en casi todas las galerías posibles,
¿Quieres que piense que tengo buena fortuna?
—El problema no son los rechazos, son tu
atención a los pensamientos negativos, son
ellos los que te tienen lejos de tu sueño y tú, si
tú, los escuchas todo el tiempo.
—¿De donde sacaste eso?
—Lo leí en un libro de unicornios. Dice que los
pensamientos negativos necesitan
desesperadamente tu atención, que es la única
forma que tienen para sobrevivir en tu mente.
Si tú no los escuchas ellos desaparecen. Ellos
crecen con tu atención hasta convertirse en
monstruos que pueden llegar a paralizarte.
—¿Y cómo se llama ese libro? —preguntó
Alejandro.
—“La Imaginación del Unicornio” —dijo Javier.
—Mi problema no son los pensamientos
negativos, son los rechazos.
—Tus pensamientos negativos te tienen sin
energía para seguir luchando hasta encontrar
que alguien vea tu trabajo. Ellos te tienen
quejándote todo el tiempo y te quitan energía.
Para que puedas alcanzar tus sueños necesitas
perseverar con fuerza, sin importar que
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vengan otros veinte rechazos. Pero si estás con
energía y crees en ti, en algún momento lo
lograrás, aunque sea después de cien
rechazos.
—¿Y si no lo logro nunca?
—¿Te das cuenta que escuchas a tus
pensamientos? No los escuches, esa pregunta
es un pensamiento que quiere
desesperadamente tu respuesta. No
respondas, ni siquiera escuches esa pregunta.
—No creo que pueda soportar otros veinte
rechazos.
—Ahí lo tienes de nuevo: otro pensamiento
negativo que escuchas. Ellos no tienen idea
quién eres, cuanto puedes soportar y hasta
donde puedes llegar. Sólo te repiten “Soy un
fracasado, no voy a aguantar más” y tú les
haces caso. No te identifiques con la historia
que te cuentan.
—Pero es verdad, ya no tengo ganas de seguir
luchando por mis sueños.
—Otro pensamiento que te dice de qué tienes
ganas y de qué no: ellos no tienen idea de
nada ¡No los escuches!
—Pero es que…

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—¡STOP! —gritó interrumpiendo—. Tu problema
no son los rechazos, es tu atención a tus
pensamientos negativos.
—Es difícil no prestarles atención.
—Aquí tienes el libro. Léetelo y transfórmate.

El libro "La Imaginación del Unicornio" se ha


transformado en un fenómeno mundial. Todos
lo leen, pero pocos lo están aplicando. Ahora
tú, querido lector, estás a punto de entrar en
una historia que habla del poder de la
imaginación y de cómo ésta puede transformar
tu vida para siempre.

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Capítulo 2

EL LIBRO

Parte primera:
¿Quién arruina la fiesta?

1
Hola a todos, mi nombre es Greta Reyez y
para no perder más tiempo, les contaré la
historia de mi transformación. A veces, verán
anotaciones en letra más grande. Eso lo hice
para reforzar algunas ideas que me parecían
importantes.
Bueno, a lo nuestro: Aquel martes 16 de
febrero, me acosté a las cuatro de la mañana
después de un agotador día de trabajo.

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Llevaba dos años acostándome a esa hora y
como siempre, lo hacía sufriendo. Pero ese
martes algo ocurrió en mí. Ese martes empezó
mi transformación a Unicornio. Esa madrugada,
decidí terminar con mi sufrimiento y ser feliz
de una buena vez. Llevaba dos años inmersa
en un dolor intolerable, sin pausa, sin tregua y
pensé que si seguía así iba a morir. A veces no
me importaba dejar de existir, incluso podía
sonar a una buena idea, pero ¿Y si mi pequeña
hija de seis años estuviera viva? No, no podía
morirme, tenía que seguir viva por ella.

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¿Pero cómo alguien en mi situación iba a ser
feliz? Llevaba en cuativerio dos años y tres
semanas. Había sido secuestrada para trabajar
como esclava sexual en Nueva York, Estados
UNidos, alejada de mi madre y de mi Penélope.
Todos los días, Johnny me obligaba a tener al
menos treinta clientes. Al principio, los clientes
iban al Nido —así le decían al edificio donde
nos mantenían encerradas—, luego, al ir
probando mi lealtad hacia Johnny, salía “a
domicilio”. Iba a visitar clientes a sus casas o
lugares designados como aquellos sucios
tugurios en barrios alejados de la cuidad.
Sé lo que están pensando: ¿Porqué no me
escapaba cuando hacía las visitas fuera del
Nido? Cuando te amenazan todos los días con
quemar viva a tu madre o a tu pequeña hija
por si haces algo estúpido, no intentas nada
que haga enojar a nadie. Además, te
mantienen sin autoestima: En esos dos años
me habían transformado en un gusano y
siendo gusano no podía ni siquiera elaborar un
plan de escape. Los gusanos no se escapan, los

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gusanos no logran grandes cosas, no luchan
por lo que quieren. Los gusanos hacen lo que
les dicen.

Los gusanos están


destinados a

sufrir .

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3
Yo era un gusano.
Así me veía y así me sentía. Mi autoimagen
era ser una víctima de la crueldad del mundo.
La representación mental de mí misma era la
de este sucio, miserable y pobre gusano sin
nada de amor propio. Fue entonces cuando
descubrí que esa imagen de mí misma estaba
en mi mente. Pensar eso fue una revelación. Es
decir, no había un ser superior que define
quién eres. No había nadie que dijese: “Desde
ahora eres un gusano y vivirás como tal”. Me di
cuenta que nadie ni nada puede definir mi
propia forma de verme, excepto yo misma.
Descubrí, aquel martes 16 de febrero, que
ese gusano estaba en mi mente y que yo
misma lo había construido. Fue revelador para
mí pensar que, si yo misma había creado ese
gusano como mi representación mental, yo
misma podría crear otra representación mental
de mí misma. Es decir, una autoimagen
diferente, una que yo quisiera. Y lo que yo
quería era verme como alguien que iba a dejar
de sufrir. Cerré los ojos y lo primero que se me

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vino a la cabeza fue la figura de un fuerte
unicornio.

El arte de la vida
está en la
representación
mental que
hacemos de
nosotros
mismos.
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De mi padre tengo pocos, pero muy buenos
recuerdos. Murió cuando yo estaba a punto de
cumplir siete años. Lo amaba con locura y yo
era para él la mejor hija del mundo. Vivíamos
en Playa del Carmen, México. Cuando pienso
en mi padre, lo primero que se me viene a la
mente es una conversación que tuvimos
cuando aún era muy niña:
—¿Qué es eso papá? – Le pregunté
apuntando un vistoso tatuaje que llevaba en su
brazo
—Un unicornio.
—¿Y porqué lo tienes?
—¿Quieres uno? —preguntó con esa dulce y
potente voz.
—No.
—Lo tengo porque quería tener un tatuaje
que me hiciera sentir bien.
—¿Y porqué un unicornio?
—Porque el unicornio es único, original,
fuerte y fabuloso. ¿No crees?
—Si —respondí mirando el tatuaje del
unicornio en su brazo.

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—Te apuesto que te gustaría tener un
tatuaje así —dijo, como siempre, sacándome
una sonrisa.
Mi padre era un simple obrero de la
construcción, pero para mí era un Unicornio.
Era alto y fuerte y caminaba siempre erguido
como si fuera el dueño del mundo. No era
arrogante ni nada parecido, era bondadoso,
generoso y siempre con la frente en alto.
Siempre me decía que llegaría un día en que
me enseñaría a ser alguien único, original,
fuerte y fabuloso. Ese día nunca llegó. Fue
asesinado por unos narcotraficantes de poca
monta en un bar. Solo por estar en el lugar y
momento equivocado.

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Después de la muerte de mi padre, mi
mamá se fue apagando de a poco. Cayó en las
drogas y el alcohol. Yo quedé sola intentando
buscar una imagen paternal en los lugares
equivocados. Muchos hombres se
aprovecharon de mi vulnerabilidad. A mis
diecisiete años me violaron y quedé
embarazada. Sí, lo sé, la posibilidad es mínima
pero a mí me pasó.
Así fue como nació mi dulce Penélope, ella
era el amor de mi vida, una niña dulce y
hermosa desde que la sentí por primera vez en
mi vientre. Pero yo seguía buscando a mi
padre. Seguía buscando el amor de un hombre.
Pero por otra parte, ver a mi madre morir en
vida fue lo que acabó con mi autoestima.
—Tu no eres nadie —decía mi madre con
una botella de ron en la mano—. Te violaron
porque tú te lo buscaste.
—Quizás deberías acostarte, mamá.
—¿Quién eres tú para decirme lo que tengo
que hacer? ¿Cómo vamos a mantener ahora a
tu hija? ¡No tenemos dinero!

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—Yo puedo trabajar como camarera en
algún bar en la Quinta.
—No sirves para nada y menos lo harás
como madre de una criatura.
En ese tiempo odiaba a mi madre. Después
comprendí que sólo estaba asustada y sola.

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Ese frío martes en Nueva York estaba
decidida a dejar de ser un pobre gusano. Iba a
transformarme en un Unicornio. Cerré los ojos
y me imaginé siendo única, original, fuerte y
fabulosa. De pronto, pasó lo que yo llamé “el
momento mágico”: me sentí bien. Fue como
si sintiera la energía recorrer todo mi cuerpo. El
solo hecho de modificar mi autoimagen me
hizo sentir bien. Muy bien.
De pronto no estaba sufriendo. Por primera
vez en años, no sentía dolor alguno y lo único
que había hecho era mantener en mi mente
una representación mental de mí misma
diferente a un gusano.

El solo hecho de
modificar tu autoimagen
produce bienestar.

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¡Pruébalo
ahora!

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“Desde ahora dejaré de ser un gusano”.
“Desde ahora seré un fuerte y fabuloso
Unicornio” me dije a mí misma. Me puse de
pie, me sentí empoderada como nunca lo había
hecho y todo se fue a la mierda al mirar la
pequeña, fría, húmeda y sucia habitación en la
que me tenían encerrada. Volví a sentirme
abatida. Fue como si hubiera teNido solo una
muestra ínfima de lo que sentía ser un
Unicornio. En sólo un instante volví a ser un
gusano. ¿Pero qué sucedió? Me estaba
sintiendo bien y todo se fue al carajo. ¿Fue
mirar mi horrible habitación y darme cuenta de
mi situación? ¿Fue darme cuenta de que por
más que modifique la representación mental
de mí misma, igual seguiré estando encerrada,
siendo una esclava sexual, sin poder abrazar y
besar a mi pequeña Penélope? Para peor, me
puse a pensar en mi pequeña hija, dos años sin
su madre y viviendo con una mujer alcohólica y
drogadicta. ¿Qué será de ella? ¿Y si está
muerta? ¿Si Johnny la mandó a matar? No
podría soportar saber que mi hija fue

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asesinada. Me senté en la cama y pensé que
mi vida era un infierno y que no tenía cómo
salir de él. Mis energías se habían acabado.
Volví a sufrir como todas las noches.
De pronto, como si un rayo hubiese caído
sobre mi, lo entendí todo. Fue un momento de
iluminación total. (¡Música por favor!) Lo que
me había abatido no era mi terrible situación
actual. Lo que me había dejado sin energía y
sufriendo no era lo que me estaba sucediendo.
Lo que había arruinado mi momento mágico no
era mi encierro.

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Como ya les había contado, quedé
embarazada de Penélope a mis diecisiete años
producto de una violación. Fue una noche de
vuelta a mi casa. Dos hombres en una
camioneta empezaron a molestarme
preguntándome cuanto cobraba. Me
arrinconaron en una calle y me subieron a su
vehículo. Dijeron que no me harían nada y que
me llevarían a mi casa.
Mintieron.
Me dejaron tirada en la carretera, a una hora
de mi casa después de violarme. Para
mantener a mi hija y a mi madre continué
trabajando de sol en sol como camarera de
diferentes bares en la avenida más turística de
Playa del Carmen; la Quinta Avenida. A mis
veintiún años, con Penélope de cuatro años y
mi madre cada vez más enferma, apenas
teníamos dinero. No alcanzaba para fin de
mes.
—¿Eres de aquí? —dijo desde su mesa aquel
atractivo hombre.
—Vivo en Playa del Carmen.

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—Yo soy de Estados Unidos.
Debo decirles que muchos hombres, la
mayoría borrachos, me hablaban para después
acostarse conmigo. Yo los evitaba como podía,
no confiaba en nadie.
—No puedo hablarle ahora señor, tengo
otras mesas que atender.
—Ya casi no hay nadie, ¿cómo te llamas?
—Greta.
—Yo me llamo Johnny.
—Tengo a mi hija esperando en casa, debo
terminar mi turno.
—¡Una hija! ¿Cuántos años tiene?
—Cuatro.
Johnny sacó de su maletín un oso de
peluche.
—¿Quizás le guste esto?
En esta parte tengo que decir que nunca un
hombre había hecho un gesto así para mi hija.
—¿Anda trayendo un oso de peluche en su
maletín?
—Se lo compré a mi hijo. Tiene cinco años,
vive en Nueva York. Sólo somos él y yo.
—Lléveselo, le gustará.
—Puedo comprarle otro ¿Cómo se llama tu
hija?
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—Penélope.
—Qué hermoso nombre.
Yo no dejaba de mirar al oso y pensar lo
mucho que a Penélope le iba a gustar.
—Le va a gustar, muchas gracias señor —le
dije.
—Voy a quedarme unos días acá —dijo
Johnny sacando dinero de su billetera para
pagar la cuenta—. Quizás mañana podríamos
vernos de nuevo, así me cuentas si a tu hija le
gustó el oso.
—Trabajo aquí todos los días.

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Johnny se quedó toda la semana siguiente y
todas las noches fue a verme con un regalo
para mí y otro para Penélope y mamá.
Finalmente salimos varias veces durante un
mes y terminé enamorándome.
—Me encantaría que tú y Penélope
conocieran Nueva York.
—No tenemos dinero para irnos de viaje, mi
amor. Además, no podría dejar a mi madre
sola.
—¿Estás loca? Yo pagaría todo, y también
podríamos ir con tu madre —dijo Johnny
apoyándose en el respaldo de la cama—. Vivo
sólo con mi hijo, estoy seguro que a él le
encantaría conocer a Penélope.
—Me encantaría, pero no puedo.

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Johnny se fue a Estados UN
nidos y por casi dos meses estuvimos
manteniendo contacto por Whatsapp y
Facebook. El seguía insistiendo en lo feliz que
sería Penélope en Nueva York y yo no dejaba
de imaginármelo. Su dedicación por mi
bienestar y el de mi hija y mamá me
enamoraban cada vez más. Era un buen
hombre y yo estaba desesperada por creer que
de verdad lo era. De verdad me sentía
valorada y querida, como con papá.
—Acabo de comprarte un pasaje a Nueva
York, amor.
—¿Porqué hiciste eso?
—Viene un fin de semana largo y te quiero
ver, estoy desesperado sin ti. Necesito
abrazarte.
—Yo también.
—Serán solo tres días. Mi hijo estará con su
madre y me quedaré solo.
—Pero no puedo dejar a mi madre y
Penélope solas.

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—Greta, te necesito. Eres lo mejor que me
ha pasado en mi vida.
—Yo también te he extrañado mucho y
Penélope pregunta siempre por ti, pero…
—Casémonos.
—¿Qué dices?
—Casémonos este fin de semana y luego
volvemos por tu hija y tu madre. Greta, amor
mío, quiero vivir para siempre contigo.
—Pero…
—Te va a encantar Estados Unidos, mi
departamento no es muy grande pero voy a
cuidar de ti, tu hija y tu mamá, ya verás.
—No tengo visa.
—Yo viajaré para allá y arreglare todo.
Tal como dijo, Johnny llegó y arregló los
papeles de la visa. Le pedí a mi mejor amiga,
Paulina, que se quedara por tres días cuidando
a mi pequeña y a mamá. Abracé con todas mis
fuerzas a mi hija y le prometí un vestido rojo y
la más grande muñeca que encontrara.
—¿Cuándo volverás?
—Son solo tres días, te traeré tu vestido rojo
que tanto quieres y una muñeca.
—La más grande que encuentres.
—La más grande.
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—¿De mi porte?
—Cuida mucho a tu abuela y hazla caso a la
tía Paulina.
—¿Y cuando voy a ir yo?
—Ya vamos a ir todas juntas, te lo prometo.
Te quiero con todo mi corazón mi vida.
—Yo te quiero mucho más, mamá.
—Mentira, yo más —le dije y la abracé
fuerte.

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La llegada a Nueva York fue alucinante.
—Dejaremos las cosas en el departamento
de un amigo y luego te invitaré a mi
restaurante favorito.
—Lo que tu digas, amor.
Llegamos a un lugar que me pareció sucio y
peligroso. El edificio era feo. No dije nada.
Pensaba que después iríamos al de Johnny.
Recuerdo que más que conocer la ciudad o el
restaurante favorito de Johnny, lo único que
quería era comprar el vestido y la muñeca.
Subimos por unas oscuras escaleras hasta el
tercer piso. No había buen olor. Era un oscuro y
estrecho pasillo. Entramos a una habitación
que sólo tenía una cama y un velador. Johnny
cerró las cortinas y pidió que me sentara.
—Vas a trabajar de prostituta y partirás hoy
mismo.
No sé si en ese momento entendí bien lo
que me dijo, pero recuerdo perfectamente que
me extrañó su cambio de tono: distante y duro,
muy diferente al que yo conocía.

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Si hubiese sido una película, sería en ese
momento cuando comenzaría la música de
terror.
—¿Qué dices?
Johnny se acercó a mi y me dio un golpe tan
fuerte que me botó de la cama. Luego me
agarró del brazo, me subió de nuevo y volvió a
golpearme en la cabeza con fuerza. Mi cerebro
no era capaz de asimilar lo que estaba
pasando. Fue tan abrupto que mi cerebro
pareció apagarse para no asimilar aquel
momento casi surrealista.
—Si no haces lo que te digo voy a mandar a
cortarle los pies a Penélope y mataré a tu
madre, ¿entiendes?
—¿Pero no entiendo? —le dije, con mi nariz
llena de sangre, todavía sin comprender la
situación como para llorar.
—Desde hoy vas a trabajar para mí. Este
será tu hogar para siempre. Te vendrán a ver
clientes a esta habitación los primeros meses y
si te portas bien podrás hacer visitas a
domicilio. Cobrarás cuarenta o cincuenta
dólares, dependiendo de lo que se te pida
hacer. Todo el dinero es para “El Nido”. Aquí te
daré alojamiento y comida. Bienvenida a los
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Estados Unidos. Hoy mismo tendrás tus
primeros clientes.
¿Clientes?, ¿Prostituta?... la verdad nada de
eso importaba mucho. Lo único que pensaba
en ese momento era en Penélope.
—¿Y Penélope? ¿Dónde está? ¿Está bien?
Johnny, si Johnny, aquel dulce hombre que
me hizo sentir valorada, querida y con quién
quería pasar el resto de mi vida, me agarró del
cuello y me dijo “Te juro que si no haces lo que
te digo o si llegas a hacer cualquier estupidez
como querer escapar de aquí, tengo el poder
para mandar a violar a Penélope tantas veces
que morirá desangrada.”
Apaguen la música por favor.
En ese momento sentí que me desmayaba,
incluso creo que vomité, no recuerdo bien. Era
en una pesadilla. ¿Estaba en una pesadilla?
Ojalá lo hubiese sido. En ese momento,
después del primer golpe en la nariz, me
transformé cien por ciento en un gusano, un
gusano destinado al más terrible de los
sufrimientos. Aquel día, en esa pequeña
habitación, mi mundo se vino abajo y cayó
hasta el mismo infierno. Mis fuerzas
desaparecieron: la sola imagen de mi Penélope

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muerta o torturada quitaba toda intención de
querer hacer algo. Estaba paralizada. Después
supe que estos hombres siempre operan igual;
enamoran pobres mujeres por dos o tres
meses, las llevan a Estados Unidos, Holanda,
Francia o al país que sea y las golpean
inmediatamente diciéndoles que trabajarán
como prostitutas, de esa forma, la poca
autoestima que hay, se destruye por completo
en un segundo. ¿Entienden? ¡Por completo!
En ese momento estaba aterrada al pensar
que podía estar algunos días encerrada sin ver
a mi hija. Jamás pensé que serían más de dos
años.

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Llevaba tres meses encerrada, cuando un
día no podía parar de llorar y no quería recibir
a un cliente. Unos días después, Johnny me
mostró en su celular la fotografía de Paulina,
mi mejor amiga, asesinada. Fue entonces
cuando toda idea de escape o de pedir ayuda a
algún cliente se acabaron. Entendí que
realmente podían asesinar a mi hija, si es que
ya no lo habían hecho. Johnny me decía todo el
tiempo que de mí dependía la vida de
Penélope. Así y todo, nunca me contaban nada
de ella. No tenía idea de la salud de mi
pequeña, de la evolución de mi madre. No
sabía nada. Vivía en una rutina del infierno.
Todos los días atendía a treinta o hasta
cuarenta clientes, muchos de ellos eran visitas
fuera del Nido y en otras ocasiones iban a
nuestras habitaciones. Me llevaban donde los
clientes en un auto que manejaba un hombre
que se llamaba Oscar, un mexicano que me
decía que yo era la más bella de todas las que
él llevaba. A veces, veía a otras chicas entrar y
salir por los pasillos o los baños, pero teníamos

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prohibido hablar entre nosotras. Las escuchaba
llorar o gritar en habitaciones continuas. A
todas nos golpeaban. En algunas ocasiones,
Johnny me golpeaba en el suelo tan fuerte que
me dejaba inconsciente. Era su manera de
mantener mi autoestima por el suelo. Siempre
me decía que él tenía acceso a Penélope y que
estaba esperando a que yo hiciera cualquier
cosa para asesinarla o torturarla.
Siempre lloraba, todos los días, pero
después de los primeros siete meses era cada
vez menos. Al año y medio tuve una crisis
nerviosa y luego simplemente empecé a
perder las esperanzas de salir y volver a ver a
mi hija.

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Es increíble como estando en una situación
como en la que me encontraba, el cerebro
empieza a apagarse, al igual que el corazón y
el alma. Todos los días son iguales. Un cliente
más o uno menos dan lo mismo. Es lo mismo
que estar muerta en vida. Es la vida de un
gusano.
Durante todo ese tiempo me enfermé varias
veces y nunca fui a un hospital. Un doctor, que
era cliente del Nido, me daba medicamentos.
Me hicieron abortar cuatro veces y en una
ocasión me desangré hasta casi morir.
Llega un momento, en este encierro, en que
sabes que no vales nada, en que casi no eres
una persona, en que te ves y te sientes
insignificante. Sin embargo, como dije, todos
los días lloraba pensando en mi máximo
tesoro: Penélope.

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51
14
Creo que ese martes mi sufrimiento había
llegado a su limite y cuando llegas a ese punto,
o te mueres o te iluminas.
Yo me iluminé.
Había tenido una revelación mágica: Había
descubierto que yo no era un gusano por lo
que me había sucedido o por lo que me hacían
o por lo que me querían hacer sentir, sino que
era un gusano porque yo misma me veía así.
Comprendí que era yo quién tenía el poder
para dejar de serlo. Entendí que si cambiaba la
forma de verme a mí misma, mi autoimagen,
iba a dejar de sufrir: Yo tenía el poder para ser
quién quisiera ser. Yo tenía el poder para
construir mi nuevo yo. ¿Qué pasaría si desde
esa madrugada, me tatuará en mi alma la
imagen de un único, original, fuerte y fabuloso
unicornio? ¿Me estaba volviendo loca? Daba lo
mismo, me vi a mí misma como el Unicornio
que había inspirado a mi padre y de forma
inmediata crecí de porte, de corazón, de
cerebro y de alma. Entonces me sentí de
maravillas.

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Bueno, como ya les había contado, algo
apareció que arruinó todo ese momento.
Cuando me empezaba a sentir bien conmigo
misma, apareció algo que volvió a
desanimarme por completo. ¿Qué era?, ¿Qué
podía tener tanto poder sobre mí para hacerme
sufrir de forma tan extrema?, ¿Acaso era el
hecho de que no estaba con mi hija o de que
era una esclava sexual sin esperanza de volver
a tener una vida normal?... No, no era eso. ¡Lo
descubrí!
Ese martes descubrí algo que cambió mi
vida.

53
Parte segunda:
Pensamientos del Pasado,
Presente y Futuro

15

Lo que había arruinado mi momento


“Unicornio” habían sido mis pensamientos. Lo
que me hacía sufrir era pensar en mi hija. No
era mi hija lo que me hacía sufrir, eran mis
pensamientos sobre ella. Mis pensamientos
creaban mis preocupaciones sobre si mi hija
estaba bien o no, si la habían matado o si me
extrañaba con locura como yo a ella. Eran mis
pensamientos quienes me decían todo eso. Yo
pensaba en lo mucho que me debe extrañar.
Otras veces pensaba que quizás ya no me
extrañaba y que tal vez estaba enojada
conmigo por haberme ido. Pensaba que quizás
estaba muerta y me imaginaba como la habían

54
asesinado y lo que debió haber sufrido. Luego
pensaba en que estaba viva y que ocurriría un
milagro que me haría volver a ella y
abrazarnos otra vez. Pensaba que si estuviera
viva ¿Quién la cuidaba ahora? ¿Mi madre?,
pero ella estaba muy enferma. Quizás en estos
dos años, mi mamá ya había muerto y
Penélope estaba sola en las calles vagando o
quizás vivía con desconocidos quienes la
hacían sufrir todo el día. O quizás mi madre se
había mejorado y habían ido a la policía para
reportar mi desaparición. Pensaba todo el día y
dolía. Me dolía el alma pensar. Pensar me tenía
sufriendo sin misericordia. Pensar me tenía
viviendo como un gusano. No era mi situación
actual de vida, sino que mis pensamientos.

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16
La revelación fue darme cuenta que ninguno
de mis pensamientos tenía la menor idea de lo
que había pasado con Penélope o mi mamá.
Que mis pensamientos no tenían cómo saber si
yo era un gusano o no. Ellos no tenían idea de
si algún día iba a poder volver a reunirme con
mi hija. Descubrí que mis pensamientos no
eran la verdad. Mis pensamientos solo llegaban
y me atacaban con sus recuerdos del pasado,
distorsiones del presente y suposiciones del
futuro. Pero la verdad es que no había forma de
que cualquiera de esos pensamientos tuviera
la más remota idea de lo que iba a pasar. No
era mi realidad la que me hacía sufrir, era lo
que yo pensaba de ella o como yo la
interpretaba: yo pensaba que estando
encerrada jamás vería a mi hija, que iba a
pasar toda mi vida encerrada hasta morir.
Pensaba y pensaba cosas que sólo ocurrían en
mi mente. Eran mis pensamientos quienes me
llevaban hacia las culpas del pasado: del
porqué había confiado en Johnny, de cómo
había sido tan idiota de enamorarme de él o de

56
haber dejado a mi hija sola. Eran mis
pensamientos quienes me hacían imaginar un
presente totalmente ficticio: mi hija muerta, mi
hija viva, mi hija siendo torturada, mi hija
enojada conmigo, etc. Mis pensamientos eran
los que me llevaban a un futuro terrible donde
jamás saldría de ese inmundo Nido. Incluso
eran mis pensamientos quienes me daban un
poco de esperanza a veces y me imaginaba un
milagro que me sacara de ahí. Todo eran mis
pensamientos, ellos eran los que me hacían
sufrir y los que me tenían casi muerta Los que
me tenían como un gusano. Eso era todo: la
raíz de mi sufrimiento eran mis pensamientos.
¿Me estaba volviendo loca?

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17
Aquel martes me pregunté a mi misma: “¿Y
si no les hago caso?”, es decir ¿Qué sucedería
si a partir de este momento dejo de prestarle
atención a mis pensamientos? Si simplemente
los dejo de escuchar ¿Qué podría pasar dentro
de mí? (música de “The White Stripes: Seven
Nation Army”, ¡Gracias!)
Señores y señores, ábranle la puerta a la
depresión para que se vaya al carajo.

¿Qué sucedería si
dejas de escuchar tus
pensamientos?

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59
18
Antes de probar no hacerle caso a mis
pensamientos decidí, por primera vez en mi
vida, de forma deliberada, observarlos, es
decir, darme cuenta de su presencia.
Así fue como entablé conversación con el
primer pensamiento que me llegó. La mayoría
de mis pensamientos reforzaban, a través de
las historias que me cuentan, la representación
mental que yo hacía de mí como un miserable
gusano. El primer pensamiento que llegó fue
de esos que te llevan de viaje al pasado para
hacerte sentir lo peor de lo peor.
—Estás aquí por estúpida —dijo el
pensamiento.
—¿Quieres que reconozca que todo es culpa
mía? —le dije.
Antes de seguir, una observación: a los
pensamientos les encanta contarte historias y
que tú te identifiques con ellas.
—Déjame contarte una historia —dijo el
pensamiento del pasado—. Tú eres una pobre
madre soltera que por querer lo mejor para tu

60
hija terminaste secuestrada en Estados Unidos
por estúpida, es decir, eres un pobre gusano.
Antes, le hubiera respondido algo así: “Lo
que dices es la verdad. No soy más que un
pobre gusano que por estúpida e ingenua
terminó en este infierno” y luego me hubiera
hundido en una tortura mental terrible.

A los pensamientos
les encanta contar
historias

malas.

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19
Me di cuenta que cuando le encontraba
razón a ese tipo de pensamientos sucedían dos
cosas: 1) El pensamiento crecía y crecía hasta
incrustarse para siempre en mi mente como un
monstruo y, 2) Me quitaba tanta energía que
afectaba mi salud y me hacía estar con el alma
sin vida, sin verle sentido a nada y siempre con
miedo. Pero ese martes fui capaz de
responderle:
—No soy un pobre gusano, de hecho,
¿Porqué no te callas?
Entonces el pensamiento del pasado
recurrió a su más efectiva arma: su
reproductora de imágenes y empezó a
reproducir mis recuerdos. Los pensamientos
del pasado siempre reproducen recuerdos que
muchas veces vienen distorsionados de como
realmente fueron. Es decir, los pensamientos
no reproducen el pasado tal cual fue, sino que
lo distorsionan para que ellos puedan afectarte
aún más e, incluso, algunos llegan a inventar
cosas del pasado que nunca sucedieron.

62
En ese momento mi pensamiento reprodujo
el momento de mi último abrazo con Penélope.
Golpe bajo.
Antes, hubiera reproducido la escena
completa, pero no lo hice. Me imaginé un
botón STOP en mi mente y detuve la
reproducción.
—Recuerda el último abrazo de tu hija —me
dijo el pensamiento—. Recuerda su calor y sus
brazos pequeños llenos de amor.
—¡Stop! —dije sosteniendo en mi mente la
imagen de un botón que decía STOP y la
reproducción se detuvo. Stop es como decirle
al pensamiento ¡Cállate, no tienes idea!

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20
Entonces me di cuenta de que estos
pensamientos empiezan a llamar a otros para
vencernos y ganar su batalla. Como mi
estrategia del STOP había sido efectiva, el
Pensamiento Pasado llamó a un Pensamiento
del Presente, aquellos que te cuentan la
historia de que tu presente es nefasto. ¡Muy
poco original, lo sé!
—Probablemente a tu hija la están
asesinando en este momento —dijo el
Pensamiento Presente—. Y tú no puedes hacer
nada porque estás en estas horribles cuatro
paredes.
—Pon atención a esta historia —dijo otro
Pensamiento Presente—. Eres un gusano que
no vale nada y que abandonó a su hija.
Los pensamientos presentes inventan un
presente que no existe. Es pura ficción. Por
primera vez era capaz de preguntarme:
“¿Cómo puede saber este pensamiento si de
verdad a mi hija la están asesinando ahora? y
¿Porqué me hace ver lo malo de mi presente y
no el hecho de que todavía siguiera con vida

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albergando la esperanza de volver a ser libre?,
aparte, yo no abandoné a mi hija: Los
Pensamientos dicen muchas tonteras y la
mayoría no vale la pena escucharlas.
—Quizás ya está muerta —dijo otro
Pensamiento Presente— y ahora mismo está
enterrada en alguna parte.
—No tienes idea —le dije—. ¿Porqué no te
callas? ¡Stop!
Otra vez, al igual que el Pensamiento del
Pasado, el del Presente recurrió a su más
efectiva arma: la reproductora de imágenes.
Esta vez me puso de Penélope siendo torturada
por los secuaces de Johnny.
—¿Te cuento otra historia? —preguntó el
Pensamiento Presente—. Tú eres la madre de
una niña que le están haciendo cosas atroces
ahora mismo.
—¡STOP! —volví a decir y automáticamente
las imágenes dejaron de reproducirse.
(Agradecería en esta parte poner la canción
“If You Can´t Give me Love” de Suzi Quatro, es
que le gustaba mucho a papá)
Lo único que hacía era imaginarme un botón
en mi mente con la palabra STOP y que lo
apretaba. Imaginaba en detalle el botón y las
65
letras en grande y de color negro formando la
palabra STOP. Imaginaba el alto y el ancho de
cada letra.
Haciendo eso el pensamiento se detenía o
perdía mucha fuerza.
Antes, en vez de apretar el botón STOP
seguía prestándole atención a lo que decían
estos pensamientos y reproducía sus imágenes
en mi cabeza. Haciendo eso los hacía crecer
hasta que se transformaban en desagradables
monstruos que me tenían “dormida”. Esa era la
principal raíz de mi sufrimiento.
Pero aquel martes había inventado mi botón
STOP. Sin embargo, no era suficiente para
transformarme completamente en Unicornio.

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21
Al ver que sus tácticas no funcionaban esa
madrugada, el Pensamiento Presente llamó al
más despiadado y cruel de todos los tipos de
pensamientos. Llamó al que más afecta e
inmoviliza a los seres humanos. Llamó al que
más me tenía enferma, estresada, triste,
angustiada y deprimida: Llamó al Pensamiento
Futuro. Este era el principal causante de que yo
me viera a mi misma como un gusano y de que
mi vida fuera ansiedad pura.
—No vas a salir nunca de aquí y jamás
sabrás realmente lo que le pasó a tu hija —dijo
el Pensamiento Futuro apareciendo con todo su
poder adivino.
El sólo hecho de prestarle atención a lo que
había dicho me paralizó: es decir, no saber
nunca más de mi hija, ni siquiera saber si está
viva o muerta y además estar toda mi vida
encerrada en este agujero sin poder ser libre,
era una historia terrorífica. Pensar en eso hacía
que no valiera la pena seguir viviendo. Hacía
que me sintiera cansada y sin fuerzas para
nada.

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—No tienes idea de nada —le dije volviendo
a sentirme Unicornio.
El pensamiento Futuro iba a empezar a
perder fuerza sobre mí, pero ¿Qué creen que
pasó? Así es: el maldito ocupó el estúpido
reproductor en mi cabeza y puso en mi mente
imágenes de un futuro desolador.
—¿Te cuento una historia? —preguntó el
Pensamiento Futuro como si importara mi
respuesta—. Tu eres un gusano que jamás
podrá volver a ser libre y tu hija vivirá para el
resto de su vida sin saber nada de su madre,
pensando quizás que la abandonó para irse a
vivir a Estados Unidos.
Hay que reconocer que era una historia
corta pero efectiva. A veces las historias que
nos cuentan los pensamientos, sobre todo los
del futuro, son tan efectivas e interesantes - ya
que todo lo que sea sobre nosotros es
interesante - que ni siquiera tendemos a
detenerlas en nuestra cabeza, las escuchamos
como si estuviéramos adictos a ellas. Esa vez
me costó concentrarme en el botón STOP y me
quedé preocupada pensando en la idea de que
Penélope creciera sin madre y creyendo que

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ésta la abandonó para irse con un hombre.
¡Que horror de pensamiento!
Lo que hay que hacer en ese minuto es
entender que se trata de un pensamiento
absurdo del futuro ya que no hay forma de que
éste realmente sepa qué va a suceder: NO HAY
FORMA. Es un pensamiento que se cree
adivino. Entendí que si seguía escuchando su
historia iba a seguir haciendo crecer otro
monstruo en mi mente, corazón y alma. Hay
que parar la reproducción de imágenes y no
permitir que se transforme en ese despiadado
monstruo.
Yo llevaba dos años prestándole atención a
todos esos pensamientos y no tenía más que
enormes monstruos en mi cabeza que me
atormentaban todo el tiempo: Tenía que
apretar el botón STOP rápido. ¡No más!

El Pensamiento de
Futuro no tiene idea de
lo que realmente va a
suceder.

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Apretar el botón STOP era genial, pero no
era suficiente. Necesita ver como estos
pensamientos se alejaban de mí. Cada vez
entendía que era mi propia mente, mi propia
imaginación la encargada de hacer que yo
dejara de sufrir. Fue entonces cuando se me
ocurrió la idea de imaginar a estos
pensamientos dentro de nubes negras. Cada
vez que les decía STOP, inmediatamente
visualizaba en mi mente nubes negras que se
alejaban para dejar mi cielo mental despejado.
Me gustaba la sensación de estar con el cielo
despejado.
Para probar mi idea invité a un
pensamiento:
—Jamás serás libre —dijo un pensamiento
que dejé entrar en mi mente.
—STOP —le dije. Se detuvo, luego cerré los
ojos, metí la frase “Jamás serás libre” en una
nube negra y lo vi alejarse hasta perderse.
También inventé La Escoba Dorada.
Apretaba STOP y luego barría el pensamiento
con mi escoba mental. Muy efectivo.

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Aquellos pensamientos que llevaban años
atormentándome y diciéndome que era un
gusano se esfumaban mediante el sólo uso de
mi imaginación. Era un descubrimiento
magnífico. Era el poder de mi imaginación
positiva. Me sentí igual como se tuvo que
haber sentido Edison cuando inventó la luz
eléctrica. Había descubierto que mi sufrimiento
no era mi situación actual de vida, sino que
mis pensamientos. Había descubierto también
cómo deshacerme de esos pensamientos. Volví
a sentir ese “momento mágico”, aquel
momento que yo definí como cuando te sientes
en paz y liviano. Ahora podía crear mi
autoimagen tal como yo quisiera. Podía ser un
Unicornio y no tendría pensamientos -o nubes
negras- que me arruinaran el momento como
lo habían hecho hace un rato.

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24
Me entretuve un tiempo metiendo mis
pensamientos negativos en nubes negras o
barriéndolos: al fin tenía yo el poder sobre
ellos. Entendí que los pensamientos sobreviven
si le ponemos atención. Ellos querían mi
atención de forma desesperada, ya que si no la
tienen dejan de existir. Ellos necesitan de
nuestra atención para sobrevivir. Escucharlos
es como alimentarlos hasta transformarlos en
monstruos capaces de causarnos depresión.
Todo ese tiempo, quizás yo no estaba
deprimida, sino que estaba distraída
poniéndole atención a los pensamientos del
pasado, presente y futuro. Pero ya no estaba
dispuesta a darle vida a esos bastardos. Iba a
dejar que se murieran, no me servían para
nada más que hacerme sentir mal.

Los pensamientos
quieren y adoran tu

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atención, si no se la
das, se mueren.

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Parte tercera:
El Planeta Aquí y Ahora

25

Para que mi transformación de gusano a


Unicornio fuera profunda y real y generar
CAMBIOS CONCRETOS en mi vida; el botón
STOP, las nubes negras o la Escoba, por muy
poderosas técnicas que fueran, no eran
suficientes. Sin duda que eran lo más
importante, ya que tener el cielo despejado,
limpio y azul es fundamental, pero como dije,
no era suficiente: Debía REALMENTE dejar de
ser un gusano y transformarme en una Greta
Reyez única, original, fuerte y fabulosa. Ya
había hecho la peor parte. Ya había despejo los
cielos. Había entendido que no podía ser Greta
Unicornio con mi cielo poblado de nubes
negras que me decían al oído que era gusano.

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No puedes ser la
mejor versión de ti si
tienes el
cielo nublado.

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26

Entonces mi pregunta fue: ¿Qué hacer una


vez que has despejado el cielo? Y la respuesta
me llegó clara como el agua: EMPEZAR A VIVIR,
despertar a la vida. Los pensamientos me
tenían durmiendo en mi pasado, en mi
presente ficticio y en mi futuro. Los
pensamientos me tenían todo el tiempo con
miedo a lo que podría suceder. Ya había estado
mucho tiempo durmiendo en las penas y
culpas del pasado y en las incertidumbres del
futuro. Era hora de despertar y entrar en el
verdadero planeta. El verdadero planeta es el
único lugar donde realmente se VIVE, el único
lugar que realmente existe. El verdadero
planeta es el único lugar donde se puede bailar
con el Universo. Señoras y señores, una vez mi
cielo estuvo despejado, era tiempo de entrar
en el “Planeta Aquí y Ahora”.

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27

Descubrí que el Unicornio sólo vive en el


Planeta Aquí y Ahora, un lugar donde los
pensamientos, de cualquier especie, no se
escuchan. Un lugar donde se disfruta del único
momento que importa, el momento presente.
Es el lugar más importante porque es el único
lugar que realmente existe. Por ejemplo, el
momento en el que me subí al avión con
Johnny no existe, es sólo un distorsionado
recuerdo. La sonrisa de mi pequeña de cuatro
años, no existe, de hecho, si está viva, hoy
tendría seis. El momento en el que nunca más
pueda salir de este edificio tampoco existe, es
más nadie sabe si va a llegar ese momento
algún día. El Unicornio no existe en el pasado,
ni en un presente ficticio ni en el futuro. El
Unicornio sólo puede existir en el aquí y en al
ahora. El Unicornio, a diferencia del gusano, es
REAL y pertenece al Planeta Aquí y Ahora. El
gusano se alimenta de momentos inexistentes,
por eso es falso. Por eso el gusano es falso. Me

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di cuenta que todo ese tiempo había vivido a
través de un falso yo.
El Unicornio solo EXISTE aquí y ahora, por lo
tanto, tenía que aprender a vivir el aquí y el
ahora.

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28

¿Qué hacer después de ver las nubes irse o


de barrer los pensamientos? Debía tomar
noción total de mi momento presente entrando
en el “Planeta Aquí y Ahora”. Cuando eran casi
las cinco de la mañana, después de que vi las
nubes irse, abrí los ojos y lo primero que hice
fue respirar tres veces de manera lenta y
profunda. Fue muy relajante. Me di cuenta que
al respirar profundo y lento, automáticamente
hay una sensación de relajo y el estrés
disminuye. (Háganlo ahora mismo, no sean
tímidos) Una vez que lo hice decidí entrar en el
Planeta Aquí y Ahora ¿Cómo? Utilicé mis cinco
sentidos: primero observé donde estaba. Miré
todo a mi alrededor y observé en detalle mi
sucia y pequeña habitación. Para que sea una
positiva observación, descubrí que no hay que
“encasillar” lo que se ve, es decir, en vez de
prestar atención a mi sucia y pequeña
habitación, le presté atención a mi habitación.
Ahora ya no era la habitación pequeña, sucia y
maloliente donde yo estaba encerrada; no,

86
ahora era sólo una habitación. Y aunque no me
crean, vi cosas que por dos años no había
visto, y como no, si estaba por primera vez
despierta. Vi las curiosas y sicodélicas figuras
del papel mural color amarillo (perdón, vi el
papel mural y sus flores), unas flores azules en
el cubrecama que me recordaban a una manta
que mi padre me había regalado cuando
pequeña, un adorno de piedra botado detrás
de una cómoda con forma de pirámide, vi la
forma de la lámpara del velador que se parecía
a la estatua que dan en los premios Oscar. A
veces, el universo te da señales que sólo
puedes verlas con el cielo despejado: una de
las cosas más increíbles que observé fue una
mancha de hongos que había en la pared al
lado de la puerta. La mancha tenía, sin duda, la
forma exacta de un unicornio. Antes vivía
dormida en el “Planeta Sufrimiento” entre el
pasado y el futuro. Ahora, estaba despertando,
y el universo finalmente podía hablarme. Había
llegado la hora de danzar con Dios en el mejor
de los planetas.
Mirar sin encasillar era como despertar a la
vida. Ya no estaba sujeta a mi estado de ánimo
o a mis negativos pensamientos. Era empezar
87
a estar en paz con la vida, al darme cuenta que
ya no estaba en una sucia e inmunda
habitación, sino que estaba en una habitación
llena de figuras y colores donde Dios podía
comunicarse conmigo.

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Luego, me concentré en mi sentido auditivo.
Preste atención a todos los ruidos, incluso a los
ruidos debajo de los ruidos. Otra vez, lo hice
sin encasillar: Escuché unas sirenas en la calle
e incluso, cuando me concentré plenamente,
escuché las sonrisas de unos niños pasar.
Escuché breves momentos de silencio.
Descubrí que, escuchando de forma
concentrada, era una manera de no dejar que
los pensamientos negativos llamarán mi
atención. Incluso, para vivir más profundo el
momento presente, intentaba descubrir
sonidos nuevos como conversaciones en la
calle o los que hacían mis jugos gástricos, por
ejemplo.
De igual manera, durante este proceso,
debo reconocer que los pensamientos,
impertinentes como siempre, aparecían sin
previo aviso, sin embargo, estaba preparada:
aparecían, apretaba STOP y los veía alejarse
como nubes negras hasta que desaparecían y
luego volvía a concentrarme en los sonidos,
volvía al Planeta Aquí y Ahora. Haciendo esto y

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comprobando el estado de tranquilidad que me
causaba escuchar u observar lo que había a mi
alrededor, me di cuenta lo simple que es estar
en paz. Y gratis.

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Para continuar en el “Planeta Aquí y Ahora”,


usé mi sentido del gusto y presté atención en
el sabor que había en mi boca en ese
momento. Después me concentré en mi olfato
y olí todo a mi alrededor. Antes, dormida entre
el pasado y futuro, sentía que no tenía
privilegios. Ahora, en el ahora, tuve el
privilegio mágico de oler un exquisito aroma a
vainilla. Descubrí que los olores me hacían
recordar momentos, personas o cosas, como el
olor a vainilla que me transportó a los queques
que hacía mamá. Eso hizo que me acordara de
ella y de pronto me hizo sentir triste: STOP,
nubes y para afuera. Ahora sabía cómo volver
a mi momento presente. El olor a vainilla se
mezclo con el fuerte olor a humedad que había
en la habitación. Era un olor fuerte y
desagradable. No era inmune a ello. Sentirlo
me hizo sentir viva, me hizo sentir que yo era y
estaba presente en el aquí y ahora. Luego me
concentré en el tacto y toqué el cubrecama de
flores azules, el frío y áspero adorno de piedra

92
con forma de pirámide, el piso y lo helado que
estaba, mis piernas, estomago, pechos. Noté
que hace mucho tiempo no me tocaba. Recorrí
mi cuerpo entero y sentí cada relieve y textura.
Lo acaricié y mientras lo hacía iba
deshaciéndome de todos los pensamientos que
llegaban a mi cielo. Mientras tocaba mi cuerpo
en el aquí y el ahora no había espacio para
pensar en mi pasado o futuro. Cada cierto
tiempo volvía a respirar lento y profundo.
Créanme: hace años no me sentía tan bien. Al
tocar mi cuerpo lo aceptaba tal cuál era. No lo
encasillaba ni sentía lástima por él. Lo quería.

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31
Ya había usado todos mis sentidos para
acceder a mi momento presente y sentir paz.
Pero sentía que no era suficiente. Faltaba algo,
todavía faltaba sentir la magia en su totalidad,
todavía sentía que la danza con Dios no estaba
completa. Al cabo de unos minutos cerré mis
ojos y lo descubrí; tenía que viajar al interior de
mi cuerpo y más allá (“What a Wonderful
World”, por favor DJ). Cerré mis ojos y puse mi
atención al interior de mi cuerpo, imaginé
como la sangre fluía armónicamente por todo
mi cuerpo, imaginé los destellos de electricidad
que producían mis redes neuronales en mi
cerebro y los colores que se producían, imaginé
una luz de color brillante y blanca a la que
llamé “Luz Sanadora” e hice que recorriera
todo mi cuerpo reparando y fortaleciendo todo
lo que encontrara dañado. Quizás fue “efecto
placebo”, pero yo creo que activé mi poder de
autocuración y fui testigo de cómo mi mente
empezó a sanar no solo mi cuerpo, sino que mi
alma y espíritu. Luego, me vi a mí misma,
frente a mí. Me abracé. Hace años que nadie

94
me daba un abrazo así, lo necesitaba. Me hice
una sola; mi transformación de gusano a
Unicornio había sucedido. Mi danza con Dios y
con el universo era un hecho. Por dentro,
sentía como mi espíritu no dejaba de bailar. Ya
no estaba sola en esa habitación. Tenía al
universo y a Dios conmigo. Mi entrega hacia la
vida fue completa. Ya no deseaba querer
escapar o ver a mi hija. Sólo vivía el momento
presente confiada en que Dios estaba conmigo.
El sufrimiento ya había dejado el edificio.

Entrégate al
universo y danza
con Dios.

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32
Me puse de pie, en el centro de la
habitación, a las cinco de la mañana, y dije:
“Me acepto y me quiero tal como soy, y yo soy
Greta Reyez, única, original, fuerte y fabulosa.
Soy un unicornio.” Al mismo tiempo que decía
eso, me imaginaba a mí misma tal cuál soy
físicamente, pero contenta, alegre, fuerte y
segura. Me había transformado en un
Unicornio, ya no era un gusano. Abrí los ojos y
me sentía despierta y aunque seguía
encerrada me sentía libre y con vida, una vez
que era el Unicornio, con cielo despejado,
sentía que danzaba con Dios. Danzar con Dios
significa estar con el cielo despejado para
recibir su amor incondicional, y cuando se está
con el cielo sin nubes las ideas buenas pueden
llegar en cualquier momento, directamente y
sin estorbos. Es como si el Universo quisiera
ayudarte y no puede porque no encuentra
espacio en tu negro cielo lleno de nubes. Pero
si está claro entonces la ayuda divina llega sin
problemas. Si mi cielo estaba despejado, el
baile con Dios se consumaba y podría

96
escucharlo susurrar en mis oídos. Y así fue
como se me reveló mi gran propósito de ese
momento, como si fuera una misión divina de
vida: ¡Yo tengo que salir de este lugar! Ese era
mi propósito, mi nuevo sentido de la vida al
cuál llamé “Propósito Real”. Y me sentí llena de
energía. Antes, como es obvio, ya había tenido
ganas de escaparme, pero eran las ganas de
escaparse de un gusano, es decir, de alguien
lleno de nubes negras. Cuando un gusano tiene
un propósito, éste se pierde entre un mar de
dudas y pensamientos negativos y confusos: “Y
si no resulta”, “y si me matan”, “y si matan a
mi hija y a mi mamá”, “y si mi sufrimiento
crece”, “y si…”, “y si…”, “y si…” y así, como
gusano, el miedo terminaba por paralizarme.

97
33
Pero ahora era un Unicornio, era la gran
Greta Reyez y no me iba a permitir prestar
atención a pensamientos como esos, además
no tenía sentido pensar si Penélope estaba viva
o no, no lo iba a saber nunca pensando. Lo que
sí tenía sentido era que si amaba tanto a mi
hija debía correr algún riesgo y cumplir mi
Propósito Real era la única certeza que tenía.
No podía seguir viviendo paralizada por el
miedo. Tenía que actuar. Desde ese martes,
decidí ser un Unicornio de verdad. UNICO, es
decir, no se deja abatir por los pensamientos
porque no los escucha. ORIGINAL porque ocupa
su imaginación para ser feliz. FUERTE, porque
es la mejor versión de si mismo y FABULOSO
porque hace cosas fabulosas, como tener un
“Propósito Real”.
La pregunta que seguía era ¿Cómo salir de
ahí? Descubrí que, al tratar de responder esas
preguntas, todos los pensamientos del pasado,
presente y futuro llegan para responderlas:

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—Nunca has hecho nada en tu vida, mira tu
pasado, ahora tampoco podrás. Eres un gusano
—dijo mi Pensamiento Pasado.
—Si intentas escapar, Johnny matará a tu
hija y a tu madre y luego volverá por ti para
que seas un gusano hasta el día de tu muerte.
No va a resultar tu escape —dijo mi
Pensamiento Futuro.
—No tienes idea de cómo salir, mejor
acuéstate y no hagas nada —dijo mi
Pensamiento del Presente ficticio.
Les dije a todos que se callaran y les puse
STOP. A algunos los barrí y a otros los vi
alejarse como nubes negras. Cerré mis ojos y
volví al Planeta Aquí y Ahora. Luego, como
buen Unicornio, me repetí: “Me acepto y me
quiero tal como soy, y yo soy Greta
Reyez, única, original, fuerte y fabulosa”,
y me representé mentalmente como una Yo
Fuerte, como el Unicornio que mi papá tenía en
su brazo.
—Mientras tenga mi cielo despejado, ya me
llegará la forma en que cumpliré mi “Propósito
Real” —dije entregándome a la danza de la
vida.

99
Cuando no sepas qué
hacer, despeja tu
cielo y la respuesta
llegará.

100
34

En eso, la puerta de mi habitación se abrió y


entró Johnny.
—¿Qué haces despierta a esta hora?
—No puedo dormir.
—¿Qué te hiciste?
—¿Porqué?
—¿Estás maquillada?
—No me he hecho nada.
—¿Segura?
—¿Cuándo voy a saber algo de Penélope?
—Mañana quiero cincuenta clientes, ni uno
menos.
—Pero eso es mucho.
Johnny se acercó y me pegó una bofeteada.
—Que sean cincuenta y uno, hace tiempo no
te doy una probada —dijo saliendo cerrando la
puerta de un fuerte golpe.
Cuando pasa algo así, es el mejor escenario
para los pensamientos. Se aparecen por hordas
a atacar. Apenas Johnny cerró la puerta, mi
cielo se volvió a nublar.

101
—¿Cincuenta clientes?, vas a terminar
muerta —dijo un pensamiento.
—Esta es la vida que te espera hasta el día
en que mueras —dijo otro.
—Ya te lo había dicho, nunca vas a salir de
aquí —dijo otro.
—Aunque seas el estúpido Unicornio más
poderoso del mundo, igual estarás encerrada
ofreciendo tu cuerpo hasta que no des más —
dijo otro.
Todos los pensamientos no paraban de
sonar en mi cabeza y de reproducir imágenes.
Cerré los ojos e imaginé el más grande botón
STOP del mundo y lo apreté. Luego puse todos
esos pensamientos en una gran nube negra y
la alejé lo que más pude. Puse la cabeza en mi
almohada y me dije: “Me acepto y me
quiero tal como soy, y yo soy Greta
Reyez, única, original, fuerte y fabulosa.”
Cerré los ojos y puse mi atención en los
sonidos, las formas de las cosas, los colores
que tenía a mi alrededor y para terminar
visualicé la luz sanadora dentro de mi cuerpo.
Me sentí mejor. No quería pensar en el día que
me esperaba en unas horas más: “Cincuenta
clientes era demasiado…”, “voy a querer

102
morirme…”, “¿donde estará mi hija?...”, “¿me
echará de menos?...”, “yo creo que…¡STOP!.
Me di media vuelta y dormí.

Parte cuarta:
El primer cliente del día

35

Desperté un par de horas después. Como


todas las mañanas, en el suelo, alguien dejaba
una bolsa con tres o cuatro hamburguesas con
queso. Es verdad, por muy insólito que
parezca, no nos moríamos de hambre como en
las películas. El gusano se lo comía todo, de
ansiedad supongo. Tanto pan me tenía algo
gorda y eso, aunque era infinitamente más
insignificante que el hecho de no estar con mi
hija, también me tenía mal, al fin y al cabo,

103
nadie quiere sentirse ni verse mal. Pero ese
martes, a las ocho de la mañana, era un
Unicornio. No era alguien que quería ser
Unicornio, sino que lo era y como tal, no
necesitaba comerme todo ese pan, ahora ya
estaba en paz conmigo misma. Me quería y
aceptaba y la comida ya no significaba un
sedante frente a mi sufrir: “Un Unicornio no
necesita comer eso”, me dije.
Unos golpes en la puerta casi la tumban. Era
el chofer que me llevaría a hacer los
“deliveries”, como le decían.
—Abre la puerta, mierda.
Abrí la puerta y ahí estaba Oscar, el chofer,
de seguro narcotraficante, de unos treinta
años, bajo, moreno, feo. Me escoltó hasta el
baño a mitad del oscuro pasillo donde me lavé
como pude con él sin dejar de mirar. Debía
apurarme, mi primer cliente era a las ocho y
treinta de la mañana.
—¿Puedo tener un momento de privacidad?
—pregunté con una seguridad inusual en mí.
Oscar cerró la puerta y quedé sola frente al
espejo. Me miré y me dije “Hoy me acepto y
me quiero tal como soy. Soy Greta Reyez,
única, original, fuerte y fabulosa. Soy un

104
Unicornio y viviré este día como tal” Cerré
mis ojos y me vi a mí misma fuerte. Salí del
baño y caminé por el pasillo hasta las
escaleras y luego hasta la salida -la calle-
donde estaba el viejo Subaru. Antes, habría
hecho este mismo recorrido, con la cabeza
agacha y limpiándome las lágrimas, viéndome
a mí misma como la peor y más desafortunada
escoria del mundo. Como un gusano. No ese
día, ese martes, a las ocho y cuarto de la
mañana, caminé con la frente en alto, la
espalda derecha y paso seguro. Antes de
subirme al auto, Oscar me agarró la
entrepierna.
—Estás muy buena hoy.
Sentí asco. Me senté en la parte de atrás y
el Subaru tomó la ruta más expedita hacia
Queens.

105
106
36
El auto llegó a su destino, era un
departamento peor que el Nido. Oscar me
escoltó hasta el piso siete. Antes de tocar la
puerta, tuve que sentir el apestoso aliento del
chofer.
—Te diré lo que siempre te digo, puta: si
haces algo raro tu hija muere hoy mismo
después de ser violada diez veces —dijo Oscar
dejándome sola frente a la puerta del primer
cliente del día.
La puerta se abrió y un gordo sudoroso,
blanco, medio pelado, de unos cincuenta y pico
años apareció.
—En la foto te ves peor –dijo el hombre.
—El tiempo ya está corriendo —dije con
seguridad: Era “Greta Unicornio”.
Entré al departamento, el gordo aspiró un
poco de cocaína en una mesa llena de botellas
y platos sin lavar y se sentó en un pequeño e
inmundo sofá. El ruido de sirenas y bocinazos
entraban por la ventana.
Muchas veces había estado en la misma
situación: de pie frente al cliente sin otra

107
opción que desnudarme y dejar que me
trataran como un gusano. Pero ese día era mi
primer día como Unicornio y como tal, no iba a
permitir que los pensamientos me arruinaran
mi estado de ánimo. Apreté STOP a todo lo que
pasaba en ese momento por mi cabeza, e
imaginé, ahí mismo, parada en ese living, una
escoba dorada que barría con los
pensamientos que me llegaban. Luego respiré
profundamente tres veces y entré al Planeta
Aquí y Ahora: sin encasillar, observé, olí y
escuché todo a mi alrededor. ¿Se acuerdan que
les dije que si uno vive en el Planeta Aquí y
Ahora, la ayuda llega? Bueno, les tengo que
contar que cuando la ayuda llega, surge lo que
denomino “La Buena Acción”, aquella acción
que se tiene que realizar en el momento
presente, no en el futuro, sino que ahora. Sin
embargo, debo aclarar que no hay que entrar
en el Planeta Aquí y Ahora solo para que llegue
la ayuda. Si esta no llega, está bien igual. Hay
que estar tranquilo y disfrutar el ahora. En la
observación plena de mi presente, noté que el
gordo era policía (vi una placa en la mesa), olí
humo de cigarro y pollo frito y escuché una

108
buena canción desde la ventana proveniente
de algún auto.
–Sácate la ropa –dijo el policía bajándose sus
pantalones.
Y justo en ese momento llegó la ayuda: Dios
se acercó a mi oído y me dijo lo que tenía que
decir -o eso creí yo-. Había llegado la hora de
“La Buena Acción”, la única acción que vale la
pena, aquella que sólo se puede hacer en el
momento presente.
—¡Y tú déjatela puesta gordo maricón! —dije
ejecutando “La Buena Acción”.
El hombre se acercó y me dio un puñetazo
en el ojo que me dejó inconsciente por unos
cinco minutos.

109
Parte quinta:
La Curandera

37

Desperté cinco minutos después y el gordo


policía me tenía atada de brazos y pies en su
habitación. No podía moverme: estaba atada
con cuerdas a los extremos de la cama. Yo
estaba completamente desnuda boca abajo y
el cerdo estaba sobre mi haciendo lo suyo.
¿Planeta Aquí y Ahora? Ese era un lugar donde
no quería estar. ¿Algo andaba mal en todo lo
que había descubierto? Ni cerca: Mientras el
gordo se movía y jadeaba como un cerdo, me
prometí no ser un gusano y seguir siendo Greta
Unicornio. Ciertamente no tenía nada que
hacer ni nadie a quién pedirle ayuda. Pero
confiaba en “La Buena Acción”. Cerré los ojos y
barrí con todo lo que en ese momento apareció

110
en mi cabeza. Entré en el Planeta Aquí y Ahora,
pero como mi aquí y ahora “concreto” era tan
espantoso, se creó ahí mismo un universo
paralelo en mi mente: manteniendo mis ojos
cerrados me transporté, a través de mi
imaginación, a las tierras de una “Curandera”.
No sé de donde vino ni de donde pude haber
sacado todo aquello, pero lo que viví en mi
imaginación, en aquel momento, fue mágico.
Me visualicé estando en lugar con mucha
naturaleza parecido a la sabana africana.
Sentía estar ahí. Comprobé que mi cerebro es
un órgano que no tiene noción de qué es real y
qué no. Fue como decirle a mi cerebro que lo
del policía sobre mí no era real, pero estar en
África sí. Para engañar totalmente a mi
cerebro, utilicé todos mis sentidos para
transportarme en cuerpo y alma a ese lugar.
Poco a poco, oliendo los árboles, sintiendo la
fresca brisa en mi rostro, escuchando el viento,
empecé a perder noción del espacio y tiempo.
Había entrado en un universo paralelo. En el
universo de “La Curandera Maga”. Mi cerebro,
entendió que lo real era la maga y no el gordo.
Esa fue la más increíble “Buena acción” que
pude haber tenido en ese momento. Yo no
111
estaba amarrada en una cama siendo violada.
Estaba de pie, descalza, pisando el suave
pastizal. Frente a mí había una choza hecha de
troncos de madera. Cada tronco tenía tallado
un animal de la selva; serpientes, elefantes,
leones, iguanas. Era una obra de arte. Caminé
llena de paz hacia la puerta de la choza. Nada
me daba miedo, sentía que todo estaba bien.
El sol pintaba todo el cielo de color naranjo y
quedaba poco para que se escondiera en el
horizonte y ya se podían ver algunas brillantes
estrellas. Estar ahí, era el mejor lugar donde
podía yo estar. Mientras caminaba hacia la
choza, miraba los árboles y me sentía unida a
todo. El paisaje y yo éramos uno solo. Yo era
los árboles, la choza, las piedras, el sol y las
estrellas. Sentía como era parte de todo y todo
era parte de mí, no había separación. La puerta
de la choza se abrió y salió una tierna anciana
con los ojos brillantes llenos de sabiduría y
amor. Su mirada no era de este mundo. Era la
mirada de un ángel. Estaba vestida con un
hermoso atuendo de su tribu. Era “La
Curandera”. Mientras me acercaba cada vez
más a ella, sentía un alivio en todo mi cuerpo,

112
era como estar volando. Estaba viviendo una
experiencia mística y metafísica.

113
38
—Bienvenida Greta, pasa —dijo La
Curandera con su voz dulce y cálida.
Entré a la choza. El lugar era aún más
mágico. El techo era alto y estaba iluminado de
forma tenue por muchas lámparas formadas
por cientos de pequeñas velas. Me sentía
protegida ahí adentro. Sentía también una
conexión con el universo. Era como un portal
maravilloso. En el centro de la choza había un
sillón hecho de bambú y hojas de árboles que
parecía ser el más cómodo del mundo.
—Puedes sentarte —dijo La Curandera.
Yo estaba totalmente entregada a la
experiencia. Me senté y ella se puso a un
costado. Levantó sus brazos y sobre sus manos
se formó mágicamente una esfera de luz
brillante y blanca que parecía tener vida
propia. Era como la mezcla entre el sol y la
luna.
—Primero te daré un baño —dijo.
La esfera flotaba sobre mí. La Curandera
movía sus manos alrededor de ella y de pronto
comenzó a salir luz líquida de ésta y empezó a

114
caer gentilmente sobre mí. Cuando la luz
líquida tocó mi cabeza sentí “la pureza misma”
entrar y recorrer todo mi cuerpo. No sentía
como si fuera un líquido normal, sino que era
una sensación más parecida a brisa fresca que
recorría el cuerpo.
—Todo tu sufrimiento se va —dijo La
Curandera señalando mis pies.
Miré mis pies y vi como me salía un barro
negro y espeso por debajo de ellos. Me estaba
purificando. Empecé a sentir como mi cuerpo
perdía peso y se sentía liviano.
—¡Entra! —dijo La Curandera.
Miré hacia arriba y la esfera, llena de
energía cósmica y divina, lentamente, bajó
hasta mi cabeza y entró, suavemente, en ella.
—Reparación de cuerpo, alma y espíritu —
dijo.
La esfera de luz recorrió todos los rincones
de mi cabeza y reparó todas las redes
neuronales, tejidos, arterias, venas, limpió mis
ojos, boca, dientes. Eliminó posibles tumores y
bajó por mi cuello hasta el corazón. Lo reparó
completo y lo fortaleció. Lo mismo hizo con
cada órgano que la luz encontraba a su paso:
eliminaba lo malo, reparaba y fortalecía. Podía
115
sentir cada órgano de mi cuerpo fuerte y
saludable. La luz le daba amor infinito a todo
mi cuerpo, fortalecía huesos, destapaba y
limpiaba arterias y relajaba cada músculo
haciéndolos más fuertes. Empecé a sentir
como la sangre corría por mis venas como un
alegre manantial. La luz armonizaba todas y
cada una de las millones de células de mi
cuerpo. Todas mis defensas se hicieron
poderosas. La espalda la llenó de cariño y la
liberó totalmente de toda su tensión. La luz
bajó hasta mis pies y luego volvió a mi centro.
—Ahora tu alma y espíritu.
La esfera de luz se puso en el centro de mi
cuerpo y pude sentir mi alma. ¿Alguien de los
que está leyendo, ha sentido alguna vez el
alma? Es sentir la vida misma dentro de uno,
es sentir que uno no es un cuerpo, sino que
parte del todo. La esfera empezó a crecer y así
también lo hacía mi alma, abarcando todo a su
alrededor. Mi alma no respetaba los límites del
cuerpo y se conectó con la vida. Cubrió a La
Curandera, la choza, y salió para ser una sola
con el todo; árboles, animales, gente, edificios,
ciudades, estrellas, luna, sol, Dios. Mi alma

116
pertenecía al universo y yo no era un cuerpo
sino que era todo, incluso era parte de Dios.

117
118
39
Durante esa experiencia, comprendí que yo
no era una mujer que estaba siendo víctima de
una banda de degenerados. No, yo era parte
de todo. Yo era todo: las montañas, el océano,
los volcanes, los planetas, las otras millones de
personas que habitan el mundo. Comprendí
que todos éramos uno. Comprendí que mi alma
y espíritu eran los mismos que los de Penélope
y mamá y me conecté con ellas. Y vi como
Penélope sonrió porque yo también lo hacía.

Si nosotros
sonreímos, aquellos
que no están
también lo hacen.
—Perdona a tu mamá —dijo La Curandera—.
No sabía como hacerlo.
Me conecté con mi mamá y fuimos una sola.
La perdoné, la abracé. Daba lo mismo si nos
119
íbamos a ver físicamente alguna vez, yo ya
estaba conectada a sus almas, incluso si mi
pequeña estuviese muerta, su espíritu era el
mío.
Poco a poco la esfera volvió a ser pequeña,
volvió a mi corazón y se quedó dentro de él.
—Es mi regalo. La puedes hacer crecer
cuando quieras. Jamás estarás sola ahora.
Cuando necesites fuerzas, ella estará para ti,
siempre.
No lo podía creer, ahora iba a tener la luz
conmigo toda mi vida.
—Ahora sabes quién eres, eres todo y tienes
el poder para curarte y curar a los demás. Ya
nada podrá afectarte nunca más.
—¿Es usted Dios? —le pregunté.
—Así es y tú también y todo el mundo lo es,
todos somos parte de la inteligencia divina, lo
que pasa es que la mayoría no lo sabe.
Me puse de pie y salí de la choza junto a La
Curandera.

120
40
Afuera ya estaba de noche. Había una
amigable tribu que estaba celebrando porque
bailaban alegremente. Habían antorchas por
todos lados y una mesa con mucha comida.
—Vamos por acá, te quiero presentar a
alguien —dijo La Curandera llevándome por un
solitario sendero rodeado de árboles.
Llegamos a una pradera en la cima de un
pequeño monte. La luz de la luna iluminaba el
paisaje. Y nunca antes había visto tantas
estrellas en el cielo.
—Ahí viene —dijo La Curandera.
A lo lejos vi una silueta acercarse. A medida
que avanzaba hacia mí me di cuenta que era
yo misma. Caminaba segura y alegre. Me veía
en paz, irradiaba paz.
—Desde este día, estarás tranquila y en paz.
Vas a entregarte a la vida. Vas a soltar. Desde
ahora serás quién quieras ser ¿Un Unicornio?
Sé lo que quieras ser. Todo va a estar bien.
Desde ahora sabrás que, para siempre, y como
siempre lo ha sido, pero ahora lo sabes porque
estás despierta, Dios estará contigo y el

121
Universo conspirará, aunque lo creas o no,
siempre a tu favor. Lo único que tienes que
hacer es tener tu mente despejada —dijo mi
otra yo y luego me abrazó—. Entrégate al amor
del Universo, confía en él.
—¿Volveré a ver mi hija? —pregunté.
La Curandera sonrió y formó en el aire unos
destellos de luz que nos rodearon e hicieron
que yo y mi otro yo nos fusionáramos hasta ser
una sola. La luz que tenía en mi corazón lanzó
un rayo blanco y brillante hacia el cielo, se
conectó con la Inteligencia Divina y Dios entró
en mi corazón. ¿Han sentido alguna vez su
corazón lleno? Multiplíquenlo por un millón; así
se sentía. Era tener a Dios y su amor infinito
dentro de mí.
—No te abandonaré jamás—dijo Dios.
Luego experimenté la sensación de ver el
mundo en su totalidad sin estar yo presente.
Yo, como Greta Reyez, con mi cuerpo y todo,
desaparecí y al mismo tiempo era todo.
Contemple el mundo sin mí. Dejé de sentir el
peso de ser yo. Fui el viento, la noche, la
oscuridad y la luz.
—Ya puedes volver. —dijo La Curandera en
mi oído— Estás lista para vivir la vida.

122
—Gracias por todo —dije abrazando a la
maravillosa maga.
—Está bien —sonrió dulcemente—. Y nunca
te olvides de ayudar al resto, es ese el
propósito que te llenará el alma siempre, el
verdadero Propósito Real.
—¿La volveré a ver?
—Tienes tu imaginación y si la usas bien,
podremos vernos todas las veces que quieras.
—Lo haré.
—Y recuerda; cuando te sientas angustiada,
confundida, ansiosa o deprimida tendrás la luz
en tu corazón para siempre.
—La usaré.
Nos dimos el último abrazo. Ya estaba lista
para vivir.

123
124
41
Antes de abrir los ojos, entendí el verdadero
poder de la imaginación y cómo ésta puede
curar nuestro cuerpo, nuestra alma y
conectarnos directamente con Dios. Comprendí
que Dios nos dio el don de la imaginación para
que pudiéramos hablar con él, es decir, la
imaginación es nuestro sistema de
comunicación para conectarnos con el
Universo entero y su divinidad. ¿Y mis
pensamientos de Penélope? Daban lo mismo,
ella y yo éramos una y si yo estaba bien, ella
también.
—¡Puedes vestirte! —dijo el gordo después
de aspirar otro poco de cocaína.
Abrí los ojos y fui al baño a limpiarme.
Mientras orinaba, visualicé la esfera de luz en
mi corazón y me sentí en paz. Me miré en el
espejo y tenía el ojo cerrado. El maldito me lo
había dejado en tinta. Salí del baño y el gordo
estaba en su uniforme de policía. Me tiró
cincuenta dólares en el suelo y me echó. Me
quedaban cuarenta y nueve clientes ese día.

125
126
Parte sexta:
La Buena Acción

42

—Te voy a contar una historia y quiero que


te sientas identificada con ella —dijo un
pensamiento que apareció mientras bajaba las
escaleras del edificio—. Tu hija ya no piensa en
ti, es más, te odia porque cree que la
abandonaste. Todo eso de la imaginación y tu
conexión con Penélope no es más que tu forma
de no afrontar la realidad.
Apreté STOP y barrí ese pensamiento:
¡Magia! La vida, después de todo, no es tan
mala.
—¿Porqué te golpearon? —dijo Oscar.
—No sé, solo lo hizo.
—¡Nos quedan más de cuarenta clientes, no
puedo llegar así contigo a ninguna parte! —dijo
Oscar enojado.

127
—Sólo llévame y terminemos este día. Me
pondré anteojos.
—¡Tienes el ojo morado, sangre narices y
estás llena de moretones en las piernas!
¡Llamaré a Johnny!
Oscar llamó y nos dijeron que volviéramos al
Nido.
—Está furioso —dijo Oscar poniendo en
marcha el Subarú.
—Que novedad —pensé.

128
43
—Ahora Johnny no solo te golpeará hasta el
cansancio, sino que irá por tu hija. Tú te lo
buscaste. Fuiste advertida a que no hicieras
nada estúpido —dijo un Pensamiento Futuro
mientras miraba los moretones en mis piernas.
Apreté STOP y entré al Planeta Aquí y Ahora:
observé el paisaje por la ventana del auto y vi
la gente pasar, los negocios, algunos perros
vagos y me di cuenta que empezaba a llover.
Estaba despierta. Quería estar despierta. No
me quería dormir en las angustias de mi futuro
cercano. No me iba a distraer con las nubes
negras.
—Algo tuviste que haber hecho para que te
golpearan así —dijo Oscar—. Ahora te van a
golpear en serio, estúpida puta. ¿Cómo vamos
a saber que no le dijiste nada a ese cliente?
Yo ya estaba entregada y me importaba una
mierda lo que me dijeran. Recordé a La
Curandera y confié en Dios: Un Unicornio
confía.
—¿Tienes algo de Suzi Quatro en tu playlist?
—¿Qué dices? —preguntó Oscar.

129
—Tengo ganas de escuchar buena música —
respondí poniéndome mis anteojos de sol.
—No estás entendiendo lo que te va a pasar
ahora ¿Cierto?
—¿O algo de Michael Jackson?
Llegamos pasado las nueve de la mañana.
Johnny estaba en la calle, con un paraguas,
esperándonos.

130
44
—¡Sácate los anteojos! —dijo Johnny apenas
me bajé del auto.
¿Acaso creen que en ese momento tenía un
plan? Para nada. Sólo era yo, el Unicornio,
viviendo en el Planeta Aquí y Ahora, y si
llegaba “La Buena Acción”, pues habría que
hacerla. Pero estaba entregada. ¿Me iban a
golpear? A mí no, a la Greta de unos minutos
más sí. Yo estaba en la calle conversando con
Johnny. Así era de comprometida con el
momento presente. Me saqué los anteojos.

Los problemas del futuro


son de tu Yo del futuro. Tu
Yo del AHORA no tiene de
qué preocuparse.
—Sólo dime qué vamos a hacer con los
clientes que nos quedan —dijo manteniendo la
calma.

131
—No fue mi culpa, Johnny, el bastardo me
golpeó sin razón alguna.
—¿El bastardo? ¿Por qué estás hablando de
ese modo?
—Era un desgraciado policía, no fue mi
culpa.
—¿Un policía? ¿Y qué importa? ¿Acaso no
entiendes que tengo un negocio que mantener
y que necesito esos clientes?
—Me importan una mierda tú y tu negocio —
dije sin pensar.
Desde que Johnny me conoció jamás me
había escuchado decir algo así ni menos con
ese tono. Él estaba acostumbrado a Greta
Gusano, una mujer sumisa y paralizada por el
miedo. Ahora era Greta Unicornio, y aunque
seguía con miedo, no estaba paralizada, ¡Ya
tenía la imaginación de un Unicornio!
—Repite eso que dijiste por favor —dijo
Johnny a punto de explotar.
No le respondí, pero en mi rostro no mostré
una cuota de arrepentimiento. Mis ojos,
perdón, mi ojo estaba clavado en Johnny.
—Llévala a su habitación —dijo Johnny a
Oscar mientras encendía un cigarrillo.

132
La lluvia se hacía cada vez más fuerte y el
cielo se ponía oscuro.

45

Subimos al tercer piso y vi en el baño del


pasillo a una chica, de rodillas, vomitando.
Tenía cadenas en sus pies. Yo también tuve
alguna vez. Un hombre de pelo largo la
custodiaba. Al hombre ya lo había visto antes,
pero ella tuvo que haber sido nueva porque
nunca antes la había visto. Lloraba
desconsoladamente. Oscar abrió la puerta de
mi habitación y me empujó. Caí al suelo. Me
senté en la cama y me saqué los zapatos taco
de aguja que me obligaban a usar. Estaba
empapada. Al rato, apareció Johnny, fumando,
y le pidió a Oscar que nos dejara solos. El
chofer cerró la puerta y Johnny se quedó
parado ahí mirándome sin decir nada.

133
—Acabas de matar a tu hija —me dijo un
pensamiento mientras miraba a Johnny con mi
ojo bueno.
—Ahora te van a golpear hasta dejarte
paralítica —me dijo otro pensamiento.
—Si te hubieras quedado callada no estarías
en este problema —dijo otro—. Vaya ayuda que
recibiste de arriba.
A todos les puse STOP, los barrí y entré al
Planeta Aquí y Ahora. Observé la habitación.
Todo estaba igual; el papel mural, las cortinas,
los estampados del cubrecamas, el adorno de
piedra y la mancha de hongos en la pared.
¿Llegaría “La Buena Acción”? No tenía idea y
no me importaba: ¡Entregada total!
—Ya me cansaste, Greta —dijo Johnny
expulsando el humo del cigarro—. Mañana te
mostraré un video de cómo violan a Penélope
hasta matarla.
Mis pensamientos se pusieron a trabajar
inmediatamente con lo que dijo Johnny.
Empezaron a reproducir imágenes en mi mente
de mi pequeño tesoro siendo abusada y
quemada. Pero no lo olviden, era Greta
Unicornio: ninguno de esos pensamientos o
imágenes decía la verdad. De todos modos,

134
quizás ya habían asesinado a mi hija. Las
posibilidades eran infinitas. En ese momento
necesitaba tener mi cielo despejado y estar
fuerte: Stop, escoba, Planeta Aquí y Ahora y
transformación en Unicornio.

135
46
—Dijiste que me ibas a probar —dije
recordando lo que Johnny me había pedido en
la mañana. ¿Había sido eso “La Buena Acción”?
—¿No me escuchaste? Violaremos a tu hija
por tus estupideces —dijo Johnny
acostumbrado a que yo llorara en estas
ocasiones, le pidiera perdón y me dejara
golpear.
—Te escuché perfectamente, pero de verdad
quiero que me pruebes y hagas lo que quieras
conmigo, te juro que no te vas a arrepentir —le
dije con un tono capaz de desarmar a cualquier
degenerado—. Hace tiempo me tienes caliente.
Johnny se acercó a mi, me agarró el pelo con
fuerza y me puso de rodillas en el frío piso. Se
bajó los pantalones. De pronto, como si fuera
una película, me imaginé todo en cámara lenta
y de fondo la canción “Don´t Stop Me Now” de
Queen. Al parecer, había llegado “La Buena
Acción”. ¡La Ayuda había llegado señoras y
señores y había que actuar!

136
No esperes por “La Buena
Ayuda” pero si llega ¡ACTUA!

137
47
Paren la música. Antes de contarles la
monumental estupidez que hice, déjenme
explicarles algo sobre “La Buena Acción”. La
Buena Acción surge cuando estando en el
Planeta Aquí y Ahora se presenta un problema
real. Un problema real es aquel que lo tienes
en tu aquí y en tu ahora. Por eso no vale la
pena amargarse con los problemas que se
“supone” que vamos a tener. No te preocupes
por problemas irreales. Si suceden, surgirá en
ese aquí y ahora “La Buena Acción”. Cuando el
problema es real, “La Buena Acción”, aquella
acción correcta para solucionar el problema,
surge como si el universo conspirara a tu favor.
Pero para que esa ayuda llegue “el cielo
mental” tiene que estar limpio y azul. Ok,
ahora volvamos a poner de nuevo la canción.

138
139
48
—¡Trágatelo! —dijo Johnny.
Abrí la boca y al mismo tiempo barrí con
todo lo que estuviera en mi mente y Dios envío
su gran idea. El universo estaba conspirando a
mi favor y me seguía enviando “La Buena
Acción”: Mordí su miembro con todas mis
fuerzas. El grito fue tan desgarrador que por un
segundo me hizo sentir lástima. Acto seguido
me golpeó en la cabeza y me tiró lejos.
—¡¿Pero que hiciste, puta de mierda?! —
gritó llorando y cayendo al piso.
Me puse de pie. En ese momento era el
Unicornio más único, original, fuerte y fabuloso
del mundo. Busqué el adorno de piedra y lo
tomé con las dos manos. Johnny no lo vio venir
y se lo estrellé en su cabeza. Quedó inmóvil,
como si fuera de acero. Lo golpeé de nuevo y
de pronto, su cabeza empezó a escupir sangre,
chorros que manchaban las paredes, la cama y
a mí. La mancha de hongos de la pared quedó
borrada por la sangre. Johnny cayó al suelo.
Nunca voy a olvidar los sonidos que hacía: era
como un bebé recién nacido. Sin meditar las

140
acciones que estaba tomando vi que en su
bolsillo de atrás del pantalón tenía un arma.
Justo en ese momento la puerta se abrió y
entró Oscar. Saqué la pistola y sin saber cómo
funciona lo apunté. Johnny, tirado en el suelo
arriba de un enorme charco de sangre, ya no
se escuchaba.
—¡Muévete o disparo! —dije con el dedo en
el gatillo.
Disparé el arma. No le di a Oscar pero sirvió
para que se asustara. Levantó sus manos y se
quedó inmóvil; un cobarde. Salí al pasillo, miré
hacia el baño y la chica del vómito estaba
ahora de pie mirándome, en shock. El hombre
que estaba con ella debió haber salido
arrancando asustado por el disparo porque no
estaba.
Si yo hubiese estado en una película, de
esas de acción donde una chica mata a todo el
mundo, habría encontrado varios tipos malos
tratando de detenerme, pero era la vida real:
bajé las escaleras con la “chica vómito” y abrí
la puerta de la calle. No encontramos a nadie
en el camino. Así de simple. Estaba afuera,
libre.

141
49
La lluvia había parado. El día estaba
maravilloso. El cielo estaba despejado. Lo
increíble era que esperaba a que aparecieran
pensamientos del tipo: “Pero ¿qué hiciste?” o
“Vas a ir presa” o imágenes terribles de
Penélope, pero nada de eso apareció.
—Perdón señor, me podría prestar su
teléfono —le dije a un tipo negro, mayor, que
caminaba por el sector con un bastón.
El señor me miró: una mujer con la nariz
rota, el ojo hinchado, semidesnuda, manchada
con sangre, todavía mojada por la lluvia y
portando un arma.
—¿Se encuentra bien? —me dijo.
—He estado secuestrada en este edificio por
dos años y quiero ver si mi hija está viva —dije
empezando a sentir que las piernas se me
doblaban.
—Vamos a tomar un taxi. Necesitas ir al
hospital.

En el hospital no me encontraron lesiones


graves. A la detective Rose Steward, una cálida

142
mujer americana de unos cuarenta y seis años,
le conté toda mi historia y lo que más le pedí
fue que encontraran a mi hija.
—Ya nos comunicamos con la policía del
municipio de Solidaridad, Quintana Roo y están
revisando la dirección de tu casa.
—Muchas gracias, señora, muchas gracias
—le dije empezando a llorar.
—Tranquila, ya todo pasó —dijo
abrazándome.
—Encontramos a doce mujeres y tres
hombres, uno de ellos está muerto —dijo un
agente que acababa de entrar a la habitación
—. Se llamaba Johnny Winsted.
—Lo mejor es que duermas —dijo la
detective.
—Sólo quiero saber si mi hija está viva.

143
50
Desperté un par de horas después. La
detective Rose, que después supe que era la
encargada del departamento social de
Manhattan, entró a la habitación. La miré con
nerviosismo. En mi cabeza pasaba todo tipo de
pensamientos. A veces un Unicornio no aprieta
STOP. La detective Rose se puso a mi lado y me
tomó fuerte la mano, señal que no me gustó.
—Le tengo muy buenas noticias, Greta.
Me puse a llorar. Literalmente exploté en
llanto. Noté que a la detective también se le
llenaron los ojos de lágrimas
—Su hija está viva y está bien.
Lloré aún más. Me tomé la cara con las dos
manos y seguí llorando. La detective Rose me
abrazó.
—Tu hija está bien Greta y quiere hablar
contigo —me dijo.
Yo lloraba y reía al mismo tiempo. Estaba
muy nerviosa: temblaba entera.
—Ella nos dijo que quería hablar con su
mamá.

144
Sin parar de llorar, abracé lo más fuerte que
pude a Rose.
—¿Quieres hablar ahora con ella? —dijo la
detective
No sabía qué responder, estaba muy
nerviosa.
—¿Me recuerda? —pregunté.
—La oficial Gutierrez está con ella ahora, en
su casa en Playa del Carmen —dijo Rose
marcando su teléfono.
La detective Rose se llevó el celular a su
oreja y esperó a que contestaran del otro lado.
Nadie contestaba. El sonido del tono marcando
se podía escuchar en toda la habitación. De
pronto, contestaron.
—Oficial Gutierrez, soy la detective Rose.
Estoy con la madre ahora.
—Un momento detective, aquí está la niña
—escuché que dijeron del otro lado.
Después de un tiempo que me pareció
eterno, Rose me pasó su celular.
—Ahí está, puedes hablar con ella —dijo.
Yo seguía temblando sin parar. Lentamente
tomé el teléfono y me lo llevé a la oreja. Había
una parte de mi que no podía creer lo que
estaba sucediendo. Habían sido dos años sin
145
saber nada de mi pequeña. Dos años que
habían sido un infierno.
—¿Bueno? —dije tímidamente
—¿Bueno? —dijo la voz más dulce y
hermosa del universo.
—¿Penélope? —dije conteniendo el llanto—.
Soy tu mamá.
—¡Es mamá!, ¡Es mamá! —gritaba a todo
pulmón mi tesoro de seis añitos—. ¡Es ella!, ¡Es
ella!, ¡Abuela, es mi mamá, ¡ Es mi mamá!

146
Parte séptima:
El Propósito Real

51

Dos días después estaba en el aeropuerto


de La Guardia acompañada de la detective
Rose.
—Están en el salón American Airlines junto a
las puertas 1 y 2.
—Estoy muy nerviosa.
—Tu hija y madre están vivas, Greta.
Disfruta este momento.
Subimos las escaleras y llegamos al salón. A
través del vidrio pude ver a las dos. Penélope
estaba preciosa, con un moño cola de caballo.
¡Como había crecido! Apenas me vio corrió
hasta la mampara del salón Nos dimos el
abrazo más fuerte y lleno de amor de toda la
historia del mundo. ¿Se acuerdan cuando les
dije lo que se siente tener a Dios adentro? Así
fue, mi corazón iba a explotar de amor.

147
Deberían habernos vistos: Le di tantos besos.
Había soñado tanto tiempo con este momento.
Las dos llorábamos mucho. Me puse de pie y
miré a mi mamá.
—Perdón, hija mía, perdón.
—Te quiero mucho mamá —dije y la abracé
como jamás lo había hecho.
—Y yo más, hija querida, yo más.

El gobierno de Estados Unidos nos dio visa


y residencia a las tres. Penélope y mi mamá
querían vivir en Nueva York y a mi me
encantaba la idea. Después de salir en varios
medios de comunicación, decidí escribir el libro
“La Imaginación del Unicornio”, el mismo que
estás leyendo en este momento y que espero
mis descubrimientos te sirvan a mejorar tu
situación actual de vida. Sin dejar de ser un
sólo día un Unicornio, mi nuevo “Propósito
Real” llegó a mi vida y conectó toda mi
historia: comencé no solo a ayudar a cientos
de víctimas del negocio de tráfico de personas,
sino de toda clase de abusos. Lo hago a través
de “Unicorn Imagination Worldwide” una
fundación fabulosa que sirve para hacer

148
eventos que reúnen dinero. He conocido a
cientos de personas que están dispuestos a
ayudar con ideas creativas que pueden hacer
alguna diferencia. Sin embargo, mi verdadero
Propósito Real es cuidar, amar y educar a
Penélope con todo el amor del mundo y lo
mismo con mi mamá.
Hoy, disfruto más que nunca el Planeta Aquí
y Ahora, gozando cada risa, cada llanto, cada
momento que la vida me regala junto a mi hija
y mi madre. Siento que Penélope ahora es un
Unicornio más fuerte que yo y mejor preparada
para lo que venga.
Termino diciendo que estoy feliz en la
relación más increíble que he tenido en mi
vida: la que tengo conmigo misma.
Para terminar, mi última petición musical:
“Thunderstruck” de AC/DC. Gracias a todos.

El verdadero
“Propósito Real” es
cuidar, amar y ayudar a

149
tusseres
queridos.

150
Capítulo 3

UNICORNIOS
WORLDWIDE

Miles de personas han sido influenciadas por el


testimonio de Greta Reyes. Estos son algunos
casos alrededor del mundo.

NEW YORK V.I.P

Soy prostituta de Nueva York y a diferencia del


personaje del libro, Greta, yo elegí este trabajo
y lo hago de forma independiente. Estoy
orgullosa de ser una prostituta de elite. Lo que
me gustó del libro fue la parte de la
autoimagen. Yo me sentía fea y creía que no
valía, hasta que este libro me hizo darme
cuenta que todo está en cómo te ves a ti
mismo y en la historia que nos contamos. La
historia que me cuento yo es que soy la mujer
más deseada de Nueva York, me levanto y me

151
acuesto de ese modo. Soy un Unicornio. Y si
aparece un pensamiento que me diga lo
contrario, lo mando a joderse a si mismo.

PORTUGAL CHAMAN

Soy de Lisboa, Portugal y tengo treinta y un


años. Pesaba ciento veinte kilos. Toda mi vida
fui gordo y siempre me molestaron por eso. Mi
autoimagen estaba por el suelo y eso me tenía
deprimido y me hacía comer aún más.
Finalmente descubrí que la razón de mi
adicción a la comida es mi ansiedad. En el
libro, Greta va a visitar a “La Curandera” y yo
utilizo esa técnica de imaginación para que
esta maga me relaje y me calme la ansiedad.
También, estando en el Planeta Aquí y Ahora
no estoy todo el tiempo pensando en el futuro,
lo que me producía bastante ansiedad. Ahora
vivo el momento presente, me calmo visitando
a “La Curandera” y he reducido bastante mi
peso. Ahora puedo controlar cuando y qué
comer. Reducir toda mi existencia en el ahora y
no pensar en el futuro ha sido clave para estar

152
mejor.

153
PERU FIGHT CLUB

Soy un boxeador peruano de veintiséis años.


Es fundamental para mi carrera entrenar todos
los días para ser el mejor. “Unicornio” me sirvió
para construir mi propia autoimagen. Ahora la
representación mental que hago de mí es la de
un campeón que no se deja intimidar por
nadie. De esa manera salgo entrenar duro y
subo al cuadrilátero sin miedo. Soy un
Unicornio fuerte y campeón. Repito ese mantra
todo el tiempo y no escucho cosas en mi
cabeza que digan lo contrario, simplemente no
lo hago.

154
NO THANKS PRAGUE

Soy un ama de casa de República Checa,


Praga. Me encantó el botón STOP. El libro me
hizo darme cuenta no solo que la raíz de mi
sufrimiento radica en la atención que le estaba
dando a mis pensamientos, sobre todo los
negativos, sino que podía dejar de hacerlo y el
botón STOP es una técnica muy fácil y efectiva.
Desde que la utilizo ya no me duele pensar
tanto y he aprendido a relajarme y vivir más en
paz. Sin embargo, le he hecho mi propia
modificación a la técnica y le agregué la frase
NO GRACIAS, por eso cuando llega un
pensamiento, por ejemplo, uno que me habla
del futuro, de esos “No me va a resultar lo que
quiero”, le digo STOP, NO GRACIAS, y veo como
se aleja de mi cielo. En cierto modo trato de
ser cortés. También ocupo mucho “La Escoba
Dorada”. Gran libro.

155
BERLIN DELIVERY BUSINESS

Hace un año dejé mi trabajo en una fabrica en


Berlín para emprender mi propio negocio de
comida a domicilio y ha sido muy difícil. Me he
encontrado con una infinidad de obstáculos.
Este libro me hizo darme cuenta que los
obstáculos dan lo mismo si uno tiene y
mantiene la energía de seguir luchando todos
los días. Al igual que lo que le sucede a Greta,
el principal obstáculo que tenía eran mis
propios pensamientos, sobre todos aquellos
que me decían que mi proyecto no iba a
funcionar. Gracias al libro dejé de escucharlos,
me lleno de energía cada mañana con “La
Curandera” y su luz blanca y mantengo todo el
día mi autoimagen de un emprendedor que no
se rinde hasta conseguir los sueños. También
he mejorado la relación con mi novia, ya que
me ve más alegre y en paz.

156
TORONTO UNIVERSE CONECTION

Soy de Toronto, Canadá. No creo en Dios, sin


embargo, cuando Greta se conecta con él, me
gustó mucho. Para mí existe una inteligencia
divina en el universo que va más allá de mi
comprensión. No creo que sea Dios, pero
definitivamente hay algo. Hacer lo de “La
Curandera” ha llenado, de alguna manera, ese
vacío que siempre he sentido. Ahora cierro los
ojos y me imagino estar frente a esa
Inteligencia Divina. Me imagino conectarme
con ella y ser uno solo. Es una experiencia
mística y maravillosa y creo firmemente que de
verdad se produce una conexión cósmica. Creo
que la imaginación es una maravillosa
herramienta que poseemos los humanos para
conectarnos con la energía divina del universo.
Cuando termino me siento conectado con todo
lo que me rodea. Supongo que así se siente un
Unicornio.

157
PLANET BUENOS AIRES

Mi nombre es Rogelio y soy de Buenos Aires,


Argentina. Este libro me cambió la vida. Yo era
de los que siempre estaba pensando qué hacer
para mejorar mi vida. Siempre he sido una
persona que me cuesta tomar decisiones.
Definitivamente pienso mucho y eso hace que
tenga muchas dudas. Desde que leí el libro he
practicado lo que Greta habla sobre el cielo
despejado y “La Buena Acción”. Aquella parte
en que dice que para que llegue la acción
correcta hay que liberarse de los
pensamientos. Cierro mis ojos, aprieto STOP y
utilizó la escoba, es decir, barro todo lo que
tengo en mi mente. Antes tomaba decisiones
con mi cabeza llena de ideas, creencias,
opiniones, imágenes, preguntas y me costaba
mucho saber QUÉ hacer. Ahora, barro con todo
y simplemente me quedo en lo que en el libro
llaman Planeta Aquí y Ahora. Ni siquiera lo
hago para esperar una idea de acción, tan solo
me quedo disfrutando de mi momento
presente y de repente, tal como cuando Greta
ataca a Johnny, se me ocurre algo casi por
instinto. De seguro que esa idea clara en mi

158
mente es una ayuda divina desde arriba. Ya no
tengo mi cabeza llena de cosas. Ahora voy con
mi escoba para todos lados mientras intento
estar lo que más pueda en el Planeta Aquí y
Ahora.

159
SANTIAGO SMALL PURPOSES

Soy Bernarda de Santiago de Chile. No me


gustó mucho el libro. Hay mucha violencia y el
tema de trata de personas lo encuentro fuerte.
Además, hay varios conceptos que ya muchos
otros autores los han tratado hasta el
cansancio, pero debo decir que lo que me gustó
y me sirvió fue la parte en que Greta define su
“Propósito Real” y eso le da sentido a su vida.
Yo misma me he sentido sin ninguna
motivación, incluso para vivir, pero entiendo
ahora la importancia de un propósito. No tenía
idea de cómo buscarlo así que apliqué lo
mismo que ella hace: despejé el cielo para que
me llegara de alguna parte el propósito de mi
vida. Finalmente llegó: Estudiar medicina y
servir a los demás. Igual, en varias partes del
libro, me sentí identificada con Greta.

160
SOUTH KOREAN MONSTERS

Soy Kai, un chico de corea del sur. Al leer el


libro me he dado cuenta que yo mismo he
creado un enorme monstruo en mi cabeza: la
idea de que soy un perdedor. Igual que Greta
cuando ha creado el monstruo de verse a si
misma como un gusano. Me di cuenta que yo
le prestado mucho tiempo, demasiada
atención, a ese pensamiento que siempre está
en mi cabeza y que constantemente me dice
que soy perdedor. Él busca imágenes del
pasado para demostrarme que he sido un
perdedor antes y me lleva a un futuro
angustiante donde seguiré siendo un perdedor.
Al principio, fue solo una idea, pero fui
alimentándolo con mi atención y lo transformé
en un monstruo encargado de definir mi
autoimagen. Hice todo lo que Greta hace en el
libro y construí una nueva representación
mental. Ahora soy un Unicornio y me lo repito
todo el día. A mi modo de ver, ahora he creado
otro monstruo, uno bueno que ha vencido al
otro. Tengo una novia que me encanta y ahora
trabajo como DJ: ¡Un asombroso monstruo de
Corea!

161
SUPER BEIJING

Mi nombre es Xia. Trabajo en una fabrica de


partes de auto en Beijing. Leí “La Imaginación
del Unicornio” y puedo deducir que Greta y sus
descubrimientos han traído paz en mi vida. No
es que ya no piense cosas negativas, porque
siguen llegando, sobre todo al ver las noticias
del día, pero ya no las escucho. Es como poner
una llamada entrante en silencio. Antes
contestaba todas las llamadas que recibía en
mi mente. Ahora dejo que el teléfono suene
hasta que la nube se cansa y se va. Siempre
tenía un pensamiento que me decía que no iba
a encontrar a un buen hombre para formar una
familia y eso me angustiaba. Ahora no contesto
esa llamada y en cambio cierro los ojos y me
veo a mi misma alegre y confiada y tal como
Greta, me quiero y me acepto. Luego me
abrazo y me transformo en una sola, una mujer
que vale mucho. Esa es mi autoimagen.
¿Unicornio? No sé, ¿Una Súper Xia?, de todas
maneras.

162
CALIFORNIA TRANSFORMATION

Soy Cindy, de Los Angeles, California. Tenía


problemas de peso y utilizando las técnicas de
la Autoimagen he podido estar mucho mejor y
mi salud ha mejorado. Cada mañana, antes de
levantarme, cierro los ojos y me veo como
alguien que ama comer poco y sano, que ama
hacer alguna actividad física y que ama a sus
seres queridos. Me transformo en esa persona
y así ando todo el día. Me he dado cuenta que
efectivamente, igual como dice Greta, el
universo SIEMPRE conspira a nuestro favor,
pero para que funcione es necesario estar con
el cielo despejado y con una autoimagen que
te haga sentir bien contigo misma, que te haga
quererte y aceptarte. Ahora soy un Unicornio
feliz y eso ha hecho que sea mucho más
amable con los demás. Me encanta contarle al
resto lo de la autoimagen y como cambiándola
pueden cambiar su vida.

163
GREATEST BARCELONA

Soy Iván de la ciudad de Barcelona. Leer “La


Imaginación del Unicornio” me hizo darme
cuenta de que el gran propósito de mi vida, el
real, es el de ayudar y junto con cambiar mi
autoimagen de un ser que sólo se preocupaba
por mí a un individuo capaz de hacer una
diferencia en este mundo. Reuní a varios
amigos y creamos el Proyecto Vida, una
iniciativa que reúne fondos para ayudar a los
necesitados de nuestra comunidad. Hacer esto,
me ha llevado a viajar y conocer gente
maravillosa, pero sobre todo a descubrir que
en los corazones de la gente hay mucha más
bondad de la que jamás imaginé. La
Imaginación del Unicornio está más latente de
lo que yo creía. El libro me encantó, por la
simpleza de su historia, las fáciles y
entretenidas técnicas de Greta y lo rápido que
se lee.

164
¡PETICIÓN ESPECIAL!

Si en algo te gustó este libro, sus enseñanzas,


ejercicios, historia o lo que sea, por favor, te
agradecemos evaluarnos en Amazon, Kindle (o
la plataforma que sea) y ponernos estrellas o
escribir una buena reseña, para así inspirar a
otros a conocer la “Imaginación del Unicornio”
y ayudar a muchos, que hoy, en su aquí y su
ahora, no lo están pasando bien.

Gracias de verdad.

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PD Books Ediciones
Santiago de Chile
2018

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