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En este tema nos ocuparemos de los cambios cuantitativos que experimentan los
reflejos, cuando se repiten los estímulos desencadenantes (EDs): aprendizaje
preasociativo.
Se trata de reacciones desencadenadas automáticamente por algún evento
ambiental, sin necesidad de que intervengan procesos asociativos o aprendizaje
previo, se habla de “conducta provocada”. Pueden sufrir cambios con la
experiencia.
Aprendemos a modificar la intensidad de la respuesta (modificaciones
cuantitativas), tenemos la respuesta, por eso es preasociativo. Es dicha respuesta
que se desencadena a través de la experiencia vamos a aprender a modificarla en
.
intensidad. Son desencadenadas por estímulos reflejos.
REFLEJOS
Unidad de conducta innata más simple. Conductas innatas modificadas por el
condicionamiento.
Consiste en reacciones automáticamente disparadas, sin necesidad de
entrenamiento previo, por elementos ambientales específicos: los “estímulos
desencadenantes”.
Constituyen ajustes comportamentales rápidos, de naturaleza adaptativa. En los
humanos recién nacidos los reflejos constituyen una parte muy importante de su
repertorio conductual (reflejo palmar, de succión, etc.)
Los etólogos han puesto de manifiesto la existencia en animales de reflejos más
complejos: pautas fijas de acción; integradas por secuencias estereotipadas de
respuestas, como los rituales de cortejo.
Desde el punto de vista neurológico, en los reflejos de los vertebrados suelen
intervenir tres tipos de neuronas como mínimos:
- Neuronas aferentes o sensitivas: transmiten el mensaje sensorial al sistema
nervioso central.
- Neuronas motoras o eferentes: transmiten los impulsos para la ejecución
de la reacción.
- Interneuronas: conectan entre sí las dos anteriores.
Estos tres elementos constituyen el arco reflejo, que, al estar integrado por células
sensorio- motoras específicas, hace que las distintas reacciones reflejas únicamente
sean desencadenadas por un conjunto limitado de estímulos. Además de los tres
tipos de neuronas mencionados, otras estructuras nerviosas que transmiten los
mensajes aferentes al cerebro pueden modular la reacción.
Descartes suponía que los reflejos “reflejan” directamente los estímulos
desencadenantes, son proporcionales al vigor de la intensidad de sus
desencadenantes y no varían de una ocasión a otra. Pero esto no es así, los reflejos
SÍ varían.
El hecho de que los reflejos sean innatos no quiere decir que no puedan cambiar
con la experiencia. Uno de los hechos más llamativos de la conducta es su
plasticidad. Prácticamente todos los organismos vivos están dotados de
mecanismos que hacen que sus reacciones
HABITUACIÓN
Se aprende a no responder. Se produce ante la presencia reiterada de estímulos
que no resultan dañinos. La respuesta tiende a atenuarse de forma progresiva.
Si tenemos un estímulo que es persistente y repetitivo, que no es dañino, nos habituamos a él.
- Experimento Ornith y Guthrie (1989): se propone un grupo de universitarios
en el que te llevan a una sala y te ponen a ver una película. Te enganchan
un pinganillo y de vez en cuando te dan un ruido blanco. La respuesta a ese
estímulo (de parpadeo) se va modificando con las sesiones. El primer día
tenemos una reacción con una intensidad alta, pero va bajando en
intensidad en el mismo día. La respuesta de sobresalto disminuye en el día y
a través de los días. Se observa la recuperación de la respuesta, lo que
produce la restauración de la respuesta tras un periodo de tiempo sin
estimulación.
¿Qué pasaría si, una vez habituado un individuo a un determinado tono se le
administra otro tono? ¿Volvería a responder? Características de la habituación:
- Especificidad: desarrollada habituación a un estímulo, la atenuación de la
responsividad resulta específica solo para ese elemento u otros muy
similares.
- Generalización: emisión de una respuesta aprendida ante estímulos
parecidos a los presentes durante el desarrollo del aprendizaje.
La habituación, por tanto, no es la adaptación sensorial de los receptores, sino un
proceso de aprendizaje. No puede ser una adaptación sensorial porque el estímulo
enciende la neurona de entrada, por lo que no es el receptor el que no se adapta,
la información llega, pero no se adapta. Por un proceso de aprendizaje el sujeto
aprende a no pasarla por el receptor, sino que se adapta la neurona eferente. El
receptor se enciende con la misma intensidad, es el efector el que modifica su
intensidad. Parámetro importante de los elementos desencadenantes de
reacciones reflejas es su intensidad: cuanto más débil es un desencadenante, más
rápidamente disminuye la respuesta que provoca, es decir, más fácilmente se
habitúa.
APRENDEMOS A NO RESPONDER A TRAVÉS DE LA REPETICIÓN DE LOS ESTÍMULOS.
SENSIBILIZACIÓN.
Si estamos activados, el mismo estímulo provocador. No es tan específica y
restringida como la habituación en cuanto a los estímulos que la desencadenan. Se
caracteriza por la agudización de la reacción refleja ante una amplia variedad de
elementos, y no sólo ante el desencadenante original.
Pseudocondicionamiento: se puede manifestar como un incremento de esa
reacción ante otros estímulos diferentes a su desencadenante original. Los
estímulos nunca se dieron juntos, parece un condicionamiento clásico y no lo es, ya
que no se han emparejado ambos estímulos y, por lo tanto, no han podido
asociarse.
Un estímulo que ordinariamente produce habituación puede dar lugar a
sensibilización en individuos que padecen trauma o están excitados. ¿Habituación
o sensibilización? Depende de los atributos de la estimulación y del estado de los
individuos. Cuando un estímulo no es dañino nos habituamos, pero podemos
sensibilizarnos porque el nivel previo de intensidad es alto. También es verdad que
ante estímulos que inicialmente generan sensibilización finalmente suele acabar
apareciendo habituación si se repiten muchas veces seguidas.
La sensibilización normalmente requiere de menos exposiciones. Además, la
sensibilización es más abierta.
Salomon y Corbit. Patrón estándar de la dinámica afectiva (PEDA): vemos que la aparición de
un estímulo afectivamente potente suscita un estado emocional conocido como
reacción afectiva primaria, que rápidamente alcanza su nivel más alto. A este pico
máximo le sigue una
fase de adaptación, en la que el estado emocional se va suavizando, hasta alcanzar
un nivel más o menos estable. Cuando cesa el estímulo el estado emocional original
se transforma rápidamente en el sentimiento contrario, lo que se experimenta
cuando desaparecen los efectos directos del desencadenante emocional inicial.
La cosa cambia al tornarse rutinarios. Cuando la experiencia del objeto es muy
extensa, se producirá una ligera satisfacción, mientras que cuando se pierde, se
produce malestar y frustraciones mayores debido a que estábamos acostumbrados
a disponer de dicho objeto.
Los niños con hiperactividad tienen un nivel arousal alto, por lo que son tratados
con medicamentos depresivos. Tienen un nivel de activación muy bajo, su
organismo pone en marcha muchas conductas encaminadas a obtener
estimulación, para subir el nivel de activación a un nivel medio.
Cuando llevo mucho tiempo viendo a ese chico, debido a la repetición del estímulo
mi organismo aprende a dispararse desde el inicio y a recuperar la emoción.
Cuando le pillo, como tengo el proceso B muy bajo, me cuesta más volver al valor
medio.
Esto quiere decir que siento lo mismo cuando le acabo de conocer que cuando
llevo mucho tiempo conociéndole, en el proceso A (emoción positiva). POR TANTO,
EL PROCESO A SIEMPRE ES EL MISMO.