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COMENTARIOS

DE UN
PROCESO KARMICO

CAPRINO
2006
Índice

PRESENTACION………………………………………
El inicio…………………………………………………
Empieza el proceso……………………………………………
Viaje a centros de poder………………………
Segundo viaje a centros de poder…………………
La recuperación……………………
El cuerpo mental de T. R………………
Oposición de fuerzas……………………
Segunda visita a Malinalco…………………
Purificación del fuego………………………………………
Visita al Estado de Morelos……………………………
Preparando las cosas para la liberación…………………………
Destrucción de un daño terrible………………………………
El viaje al nevado de Toluca……………………………………
Destrucción de más daños..................................................
Visita al Iztacíhuatl... la terrible mujer dormida……………
De nuevo a la bella Pachuca y sus alrededores……………
Tollan, el sitio de los Atlantes……………………………
Viaje al bello puerto de Veracruz y Catemaco……
Recorrido por el puerto de Acapulco…………………
Palabras finales……………………………………………

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PRESENTACION

L a idea principal del presente trabajo fue compartir el trabajo que se inició
con una chica. Una mujer fuerte y de gran carácter, dedicada a la
educación como orientadora en una de tantas escuelas del Estado de México.
Persona con dedicación a su trabajo, pero llena de grandes problemas, como
ha sucedido con tantas gentes.
Llegó a mí buscando alivio a sus problemas. Anhelando una vida
tranquila y feliz al lado de su hijo y del hombre que amaba; pero, por la
persistencia del que fue su esposo, no podía vivir en paz debido a que la
acosaba y amenazaba constantemente. Entonces nos dimos a tarea de
ayudarla, primero, alejando al que fue su esposo, y luego liberándola de una
terrible situación emocional que no la dejaba estar en paz.
Al paso del tiempo y conforme íbamos adentrándonos en su vida, y
pudimos acceder a los anales akashicos, pudimos conocer su existencia y
saber de quien se trataba. Supimos quién era en verdad, lo que había hecho, lo
que estaba haciendo en la presente vida, el por qué estaba así y hacia donde se
podía dirigir sin mayores problemas.
Entendimos porque estaba cerca de su actual compañero, cuáles eran los
lasos que los unían y cuál era su labor principal. Pero también ella pudo
despertar muchas de sus capacidades dormidas y empezó a experimentar con
ellas de manera totalmente libre sin limitaciones ni restricciones de ninguna

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índole, al grado que empezó a darse cuenta de muchas cosas que podía hacer y
hasta la podían llevar.
Conocer una existencia no es algo fácil de entender y ni determinar. A
veces cometemos errores serios que hacen de esa vida un terrible malestar.
Mientras estuvo cerca y pudimos dirigirla, orientado sus acciones y
pensamientos, fue bueno para todos aquellos que estaban cerca de ella. Pero
algo paso que se alejó de pronto y ya no la volví a ver. Me perdí de ella y pude
ver como su camino se alejó del mío, porque ella no quería limitaciones ni
obstáculos en el suyo. Deseaba hacer lo que consideraba adecuado para su
caminar, de acuerdo a sus necesidades y deseos humanos, más que
espirituales.
Paso un poco de tiempo y volvió a verme el que era su compañero actual
(lo llamaremos el Sr. X). Me dijo tantas cosas que nos dimos a tarea de
indagar en los anales akashicos acerca de ellos para poder establecer lasos de
relación y hasta donde llegaría toda esa relación, y entender si era para bien o
hacia donde se dirigía.
Una vez que establecimos el marco total posible de su relación que lo que
sería, determinamos acciones para liberar muchos lasos ocultos y cosas que
estuvo haciendo la chica para someter la voluntad del Sr. X con la finalidad de
tenerlo a sus deseos y pretensiones. La labor no fue fácil. Debemos entender
que cuando podemos movernos en el astral, las distancias no son obstáculo ni
barrera para dañar o mantener obligado a nadie. El problema es que a veces
cuesta trabajo ubicar lo que se hace y donde se oculta, cuando se tienen que
recorrer distancias para llegar a donde se encuentra lo que se hizo, y
determinar donde se halla, para poder ubicarlo, ya sea en el astral o en lo
físico, y poder destruirlo.
Ahí empezó nuestra aventura. Conforme íbamos ubicando las cosas que
había hecho para dañar, algunas de ellas en el astral y otras en lo físico, nos
teníamos que desplazar a distintos lugares para ir liberando al Sr. X de los
malestares que presentaba. La mayoría de ellos en su cuerpo físico, aunque su
cuerpo emocional lo manejaba al antojo la mujer. Por increíble que parezca, en
la chica T. R. fueron despertando muchas de sus capacidades y las utilizaba a

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ton y son sin medir consecuencias ni el daño que pudiera causar. A veces
teníamos que hacer muchas cosas para poder liberar al Sr. X de los malestares.
A veces no sólo era eso, aparecían muchas cosas raras que no nos podía
explicar el Sr. X, y a pesar de todo ello, debíamos tratar de atenderlo de alguna
manera para que llegaran a desaparecer y se sintiera lo mejor posible.
De lo que tuvimos que ir realizando en variaos lugares del país, me di a
la tarea de hacer una especie de diario de campo. La idea fue tener elementos
frescos para ir haciendo el recuento y determinar las acciones que seguían.
Luego me di cuenta que fue tan amplio el proceso, hasta que se fue el Sr. X,
que la redacción final termino en el escrito que ahora se tiene en las manos.
Pasaron cosas increíbles y momentos de miedo, de incertidumbre, de
alegría y de muchas cosas agradables, recuerdos que son valiosos como para
que se pierdan en el olvido.
Ahora los muestro tal y como sucedieron, sin quitarle ni agregarle nada.
Sólo Dios porque fue así.

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EL INICIO

T odo comenzó cuando nos dimos a la tarea de indagar qué estaba suce-
diendo con un problema que no podía resolverse. Llevábamos ya varias
curaciones y no podíamos darle salida. Era algo raro y curioso a la vez. En
algún momento quise revisar la situación a fondo y con mucho cuidado, pero
siempre hubo algún obstáculo que no permitía analizarla.
Entonces llegó un jueves y realice el proceso de curación como siempre.
Cuando llegó M... ya casi había terminado y le comenté que íbamos a revisar
el problema porque no entendía muchas cosas y quería saber, además cómo
estaba todo para saber qué hacer. ¡Cuál fue mi sor-presa al darme cuenta que
se trataba de un asunto sumamente delicado! Estaba enfrentando una situación
que venía de mucho tiempo atrás, casi de forma inimaginable, desde épocas
tan remotas como el Egipto Antiguo. ¡Dios! No lo podía creer; eso era
demasiado. Empecé a entender muchas cosas y el por qué no podía resolverse
tan fácilmente como lo estaba haciendo.
A T. R. la protegían demonios, seres diabólicos en verdad capaces de
hacer cosas que nadie puede siquiera imaginar. Tal vez conforme avancemos
en el relato nos daremos cuenta de muchas cosas. Algunas veces creímos que
eran coincidencias, pero nos dimos cuenta que no era así, sino que todo
obedecía a un plan maestro maquinado para interferir con el proceso evolutivo
del mundo y de las razas que lo habitaban.

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M... y T. R., vienen de otro sistema planetario. Llegaron a este mundo
hace aproximadamente hace varios miles de años, más exactamente en los
albores de la Atlántida. M... es descendiente de sacer-dotes y maestros,
conocedores de los secretos del cosmos, capaces de hacer avanzar o destruir a
la humanidad. ¡Todo tenía sentido! En ese tiempo se llamaba Ecbeq y servía
en el Templo de la Sabiduría. Por encargo de los maestros regidores del
avance de los mundos, le fue encargado escribir siete libros donde se reunía un
importante conocimiento que iba a servir para hacer avanzar a la raza humana
hasta los albores de la Era Dorada. Sin embargo, fueron extraídos del Templo
donde se encontraban resguardos y empezó un serio problema, porque esos
conocimientos han servido para hacer mucho daño a la raza y detener su
evolución.
Ahora, en ésta vida volvemos a encontrar el mismo problema y tenemos
la necesidad de llegar a solucionarlo lo más pronto posible.
T. R. hizo un terrible pacto con seres diabólicos en donde se comprometió
a entregar los libros a cambio de poder. Hemos descubierto que todo fue un
ardid para tener los libros. Cuando se descubrió el robo de dos o tres de los
libros, se mandaron resguardar en la Cuarta Dimensión en un Templo de Luz
custodiado por seres terriblemente divinos capaces de acabar con alguna
posibilidad de robo. Ahí están desde muchas eras. Ahora vamos a pelear con
todo para recuperar los libros perdidos que están todavía en manos de seres
demoníacos. Tenemos una pista, sabemos que los contenidos no son fáciles de
descifrar debido a que se encuentran escritos en un lenguaje esotérico
complejo que no permite que cualquier ser tenga acceso a esos conocimientos
y los pueda usar para hacer mal a la humanidad.
Cuando los seres diabólicos se dieron cuenta que no podían entender los
contenidos de los libros, usaron el desarrollo de la entonces sacerdotisa del
templo de los cosmocreatores divinos para tratar de descifrar los secretos. No
fue fácil y tampoco pudieron hallar información. Con el paso del tiempo, fue
necesario que usaron otros ardides para saber los contenidos, entonces,
valiéndose de las conexiones que existen en M... y T. R., los demonios
tramaron que ésta persona se abocara a interrogar mediante engaños a M... en
el Astral y extraer algunos datos valiosos.
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M..., siendo sacerdote del Templo de la Luz, fue desmembrado en el
Astral de su cuerpo Mental Superior y colocado en un templo de oscuridad,
resguardado por un Ser Oscuro; su cuerpo físico se hizo vulnerable
seccionándolo en siete partes colocadas en lugares diversos. Su cuerpo
emocional quedó sujeto en forma esclavizada a T. R., a lo que ella quisiera y
decidiera hacer.
A T. R. le dieron poder absoluto para poder utilizar sus poderes sobre
cualquier Ser no desarrollado, vulnerable, capaz de servirle en alguna forma.
Mientras a M... le dejaron absolutamente vacío, hueco, sin nada en su interior,
sujeto a las decisiones y caprichos de T. R.
Supimos por qué le han sucedido tantas atrocidades a M... (enfermedades
raras, problemas emocionales, su divorcio, inestabilidad en la personalidad,
etcétera); nos enteramos de los motivos que impidieron que en esta
encarnación estuviera con sus capacidades completas. Poco a poco se han ido
atando cabos que han permitido entender las terribles vicisitudes que lo han
acompañado a lo largo se su vida.
A cada paso han ido brotando datos que se hemos incorporado a lo
conocido y con ello establecemos el por qué de los huecos y las mellas de su
existencia. M.... ha sido capaz de entender muchas de las causas de sus
problemas y limitaciones u obstrucciones en su camino, así como el terrible
papel que ha desempeñado T. R. en cada momento de su vida, no sólo desde
que la conoció nuevamente en esta encarnación, sino desde antes.
Saben ambos Seres que son almas gemelas y que se han encontrado en
muchas ocasiones en la vida terrestre para seguir el proceso evolutivo, pero
siempre ha habido un obstáculo que ha sido terrible para que puedan tener
siquiera pequeños logros. Actualmente T. R. sabe de las consecuencias que
puede tener esta situación, donde ha arrastra-do a varias gentes. Yo, por
ejemplo, la conocí también en la Atlántida, cuando servía en el Templo de la
Luz como sacerdotisa. En Egipto fue sacerdotisa en el Templo de Luxhor. Era
hermosa, una mujer atractiva, llamaba la atención su belleza; pero sabíamos
que no era posible des-posarla ni poseerla debido a su misión de sacerdotisa.
En otros tiempos la encontré vagando sin tener conciencia de lo que era y sin

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saber siquiera hacia dónde ir. En otra ocasión fue parte de mi familia: una hija
muy inteligente, sagaz, imperiosa, deseosa de triunfar y saber mu-chas cosas
respecto a la existencia; era una mujer muy bella capaz de desatar las más
terribles pasiones y desgracias. Siempre fue alguien muy especial para mi. En
una ocasión me hizo jurarle protección eterna y ayuda incondicional, sin
importar donde estuviéramos. Yo lo acepté; y así lo he cumplido sin saber
entonces el terrible problema en el cual me había involucrado y del cual debo
ahora ayudarla hasta librarla del mal y sus consecuencias.
Empecé a ayudarla nuevamente, pero ella dejó de asistir porque se dio
cuenta que ya sabía yo del problema en que se había metido y de que estaba
indagando a través de T. R. en niveles del astral. Encontramos un pacto terrible
donde están en juego muchas cosas, entre ellas, nuestras propias existencias;
sin embargo, aquí estamos al frente, sin dejarla sola, tratando de resolver el
problema sin importar su complejidad, el esfuerzo, ni el tiempo que nos lleve
hacerlo.
Hemos realizado muchas acciones, increíbles algunas de ellas, incluso
hasta para nosotros mismos, para ir desbaratando la madeja y conocer los
hechos. Han resultado cosas terribles, diabólicas en su mayor parte, casi como
cuentos de terror, pero muy ciertos. A partir de todo eso, hemos establecido
parámetros y acciones que nos lleven poco a poco a destruir el pacto diabólico
y traer a la Luz nuevamente a ese espíritu que ha cometido tantas fallas y
errores. No podemos dejarla ahí; es más no queremos hacerlo. Sabemos de las
consecuencias que todo eso traería si lo dejamos así. Tenemos claro que
representa un terrible karma que debemos resolver de alguna forma. Hasta el
momento hemos sido certeros y oportunos al realizar las acciones pertinentes
que nos permitido detener los actos malévolos de los demonios. Nos han
atacado mucho, es cierto; pero no hemos cedido a sus golpes, a pesar de que
nos han dejado maltratados y casi en el piso.
Siempre que hemos hecho algo en contra de ellos para romper sus planes
destructivos, hemos recibido golpes que se sienten en el cuerpo material.
Algunas veces hemos recibido ataques en el astral, durante el sueño, tratando
de amedrentarnos para que cesemos en la determinación de acabar con sus
planes. Debo decir que no ha sido fácil ni hemos salido bien librados; sin
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embargo, a pesar de todo ello, paso a paso, se ha logrado un avance importante
que nos ha colocado en posiciones decisivas para el triunfo.
Creo que a pesar de todo lo que hasta el momento hemos pasado, recibido
y visto, tenemos mucho que hacer y un largo camino que seguir para cumplir
con el cometido. De antemano sabemos que no es fácil ni que vamos a tener
muchas trabas; pero no tenemos miedo y queremos enfrentarlo con todo el
tesón del mundo para acabar con la situación en el menor tiempo posible.
Tenemos una gran ayuda. Sabemos que no estamos solos. Recibimos el
auxilio de seres terriblemente divinos con gran poder. A ellos nos hemos
acogido para llegar al triunfo. Tenemos la seguridad que pronto habrá de
terminar toda esta pesadilla.

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EMPIEZA EL PROCESO

D espués de proteger a toda costa a T. R., decidimos empezar por conocer la


situación con toda claridad e ir paulatinamente desbaratando los planes de
los seres diabólicos. Para ello, primeramente, tuve que revisar profundamente
el problema a nivel astral. Ahí conocí muchos datos y pude ver cómo se
encontraba T. R. y M... A partir de ahí determinamos contra quién pelearíamos;
de quién se trataba. Además de saber quiénes eran los seres diabólicos en el
astral, definimos claramente quien era su representante en el plano terrenal: un
sacerdote católico, obviamente disfrazado de apóstol de la fe cristiana, pero
que realizaba exorcismos y tratos con seres demoníacos para mantener sujetos
a quienes a le convenía.
Definimos entonces cómo iniciar, cuándo y con qué medios.
Además de amarrar al sacerdote católico en el astral, iniciamos la tarea de
conocer cómo era su lugar de operaciones terrenal. Nos dirigimos, entonces, al
lugar donde oficiaba. Dejamos una protección luminosa en el Templo de Luz,
según las indicaciones recibidas de los Seres Espirituales de Luz, esto es con
la finalidad de no tener contratiempos en el camino ni tropiezos en los lugares
que pretendíamos visitar.
Temprano en la mañana salimos rumbo a su parroquia. Entramos sin
problemas, curiosamente cuando llegamos no había nadie. Pero cuando
entramos al recinto, nos sorprendió que dentro hubiera una pirámide trunca
(sin la punta) en la pila bautismal. En el interior se percibían sensaciones
desagradables, no solo yo las sentí sino también las personas que me
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acompañaban. Me acerqué sigilosamente a la pirámide y la inspeccioné
rápidamente. Tuve tiempo para cerrarla y dejarla bloqueada por varios días.
Era una pirámide de unos 60 cm, aproximadamente, de base, por 40 cm de
altura; su color semejante al mármol, pero sin la punta. Se encontraba encima
de una especie de pila bautismal. Alrededor se sentía algo desagradable; nos
invitaba a irnos de ahí. La pesadez resultaba sumamente molesta y no la
soportamos mucho tiempo.
Cuando terminé de trabajar en la pirámide, de pronto de la nada salió un
su-puesto sacerdote llevando en la mano derecha un libro de pasta negra. Se
mostraba muy nervioso. No me dirigió la mirada, pero a M... a cada momento
trataba de verlo de reojo. Se sentía preocupado. Contaba con unos treinta y
tantos años. Se dirigió a una banca de la primera fila frente del altar y empezó
a rezar en forma preocupada. Estaba muy nervioso. Mientras tanto me dirigí
hacía atrás del pasillo y me detuve frente a un cuadro de la Divina
Providencia; le pedí a Dios ayuda y su luz para poder hacer lo correcto.
Cuando termine de cerrar la pirámide, de pronto entró por una ventana
circular un rayo de sol muy brillante, ahí se encontraba un cris-to crucificado,
la ventana era circular de gran tamaño, tenía un vitral con la figura de Jesús en
actitud de descendimiento. Parece un sueño o una fantasía, pero yo sentí, y vi
al cristo en el vitral, sonriente y muy contento. No se, probablemente sea mi
imaginación; pero nos sucedieron varias cosas que nos dicen que no fue así,
sino que se trató de un hecho real.
Yo observaba todo desde la entrada principal de la iglesia. M...
permaneció sentado detrás del sacerdote que aparentemente rezaba quién sabe
qué o a quién. Su inquietud no desaparecía. En momentos se rascaba la nuca
con cierta desesperación o inquietud. Como que quería levantarse e irse
rápidamente. Pero permaneció ahí hasta que salimos de la iglesia.
Cuando salimos al patio central del recinto, de momento, sin saber por
qué, comenzaron a salir gentes de todos lados y se movían nerviosamente. Le
pedí a otro de mis acompañantes que entrara nueva-mente a la iglesia para que
prendiera en el altar donde se encontraba la Santísima Trinidad, una veladora

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blanca. A los pocos minutos la terrible neblina que habíamos encontrado en el
lugar, y que permaneció por varios minutos, se disipó como por arte de magia.
Más adelante fuimos a colocar el amarre del sacerdote en un lugar
apropiado en donde difícilmente podrán encontrarlo o destruirlo.
Después de hacer todo eso, nos sentimos relativamente tranquilos.
Fuimos en busca de un lugar donde almorzar. Por cierto, que estuvo suculento
el almuerzo.
El regreso a casa fue tranquilo, no hubo contratiempos.
En la noche, cuando revisamos la situación, nos dimos cuenta que se
percataron de nuestra presencia; pero también pudimos ver que no supieron
cuántos fuimos y qué hicimos. Tal vez unos días después se dieron cuenta y
buscaron safar el amarre. El sacerdote se sentía muy mal, enojado, intranquilo
y sumamente molesto. Por medio de un Ser espiritual pedimos que se
reforzara el amarre en el astral. Por desagracia T. R., que ya estaba al servicio
de los demonios, o que se encontraba subyugada (sabíamos que la obligaban a
cumplir la parte del pacto a que se había comprometido a base de hacerle creer
que con su hijo se iban a cobrar si no lo hacia), los llevaba o guiaba hasta
donde nos encontrábamos para que nos identificarán y nos atacaran. M... era
quién más estaba merced de los ataques y tenía que sufrir las consecuencias en
forma física. Los demás sentíamos malestares y tuvimos algunas dificultades
en lo que hacíamos diariamente, pero de ahí en fuera, todo marchaba más o
menos bien. Por desgracia donde más atacan es en la cuestión de dinero o en
desequilibrar emocionalmente.
Detectamos también que T. R. jalaba en el astral a M... para cuestionarlo
acerca de lo que hacíamos y en donde. En algunas ocasiones pudieron sacarle
información, pero como lo empecé a poner al tanto y le ayude en sus sueños
para que no comentara nada de lo que hacíamos, las relaciones con T. R. se
vieron tambaleantes en alguna forma. Primero, M... ya no confiaba como antes
en T. R. y comentaba del asunto lo menos posible. Poco a poco fue cambiando
M..., mientras que a T. R. le era imposible saber lo que pensaba o no podía
identificar dónde se encontraba. Aunque el trato con T. R. fue más irascible

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eso nos ayudó sobremanera para mantener un cierto control de los hechos y
poder seguir con el plan establecido.
También detectamos que muy cerca de T. R. se encontraba una vigía que
se comunicaba con el sacerdote para informarle qué sucedía con ella, qué
hablaba, con quién, además de poder llamarle la atención cuando fuera nece-
sario. T. R. se vio en esos momentos en condiciones emocionales deprimentes
terribles, al grado que se entregó de lleno a la iglesia. Supimos que al
confesarse con el sacerdote le dijo todo acerca de ella y M..., de mi como
curandero espiritual, como le ayudé, qué hice, cómo hacia las curaciones, con
quién, qué usaba, y si había o no resultados. Con ello estuvimos en ciertas
desventajas, aunque no minó el proceso.
También supimos que el sacerdote y otros de sus compinches cercanos
pertenecieron a una secta antigua que realizaba rituales ne-gros, que vivieron
en la Edad Media y fueron parte de los inquisidores, que siempre ha habido
una terrible pugna contra M... y que estaban decididos a acabar con él a toda
costa, sobre todo por oponerse a los designios malignos de someter a T. R.
Con M... determinamos que fue templario en el medievo, seguidor de
Santiago de Compostela, que estuvo en la orden de los masones por muchos
años. Que han querido que sea parte de la orden negra para acabar con los
designios divinos. Pero siendo su origen de otro universo, tiene ideas y
pensamientos diferentes a lo que la humanidad quiere: destruirse. Supimos
también, al revisar los registros akásicos, que ha servido a la Luz en diferente
forma: como maestro, filósofo, alquimista, o poniendo sus conocimientos
cósmicos al servicio de la humanidad para su bien. En la Atlántida sirvió en el
Templo del Conocimiento instruyendo al pueblo y a futuros maestros. En
Egipto enseñó el conocimiento de Dios, de la Verdad y de la Evolución en el
Templo de Luxhor; aunque poco se entendió lo que decía y lo que en verdad
pretendía con sus enseñanzas. Allá por el siglo XVIII (17...) llevó sus trabajos
de enseñanza superior a universidades de gran prestigio (por ejemplo, La
Sorbona), ahí en Europa, trabajo incansablemente en la alquimia y preparando
la gente en una mejor forma de pensar, ideando formas para acabar con las
guerras, en la verdadera hermandad; sin embargo tuvo una muerte trágica que
no le permitió seguir adelante con su importante labor: fue asesinado
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brutalmente. Pero, debido a la terrible obstrucción que ponía a las actividades
de T. R. aplicaron los demonios una barrera en él para que no hiciera nada en
esta vida, a pesar de haber acordado con T. R. seguir incansablemente hasta
que consiguieran la ascensión definitiva. Para conseguirla se requiere un
trabajo extenuante y difícil que no sabemos cuanto nos lleve, porque tenemos
que recuperar muchos de sus elementos vitales para que pueda seguir ade-
lante a partir de donde se quedó.
Una vez que conocimos todo esto, nos dimos a tarea de ir avanzando por
pasos para obtener buenos logros: primero, recuperar el cuerpo mental de M;
después tratar de obtener nuevamente su cuerpo emocional; y, finalmente ir en
busca de la integración de su cuerpo físico.
El siguiente paso, bloquear a T. R. hasta donde se pudiera para evitar que
siguiera siendo el contacto con los demonios y se dedicara a guiarlos hasta
donde nos encontrábamos. Para ello nos dirigimos a buscar una iglesia gótica
para intentar detener momentáneamente su avance; queríamos que los diablos
se sintieran desconcertados sin que supieran qué hicimos o qué paso
pretendíamos dar. Tal vez no logramos mucho, pero si los destanteamos
considerablemente. T. R. estaba cada vez más desequilibrada; no sabía qué
hacer ni hacía donde moverse. Durante el trabajo espiritual en el templo
gótico, hicimos una regresión al pasado medieval. Una vez ubicados en el
tiempo y espacio, establecimos el momento preciso cuando ella se encontraba
orando y la sorprendí sin darle tiempo de defenderse y logré desfasarla de la
relación temporal que existía con los demonios. La imagen de una virgen ves-
tida de túnica blanca y un manto azul cielo, con el pelo dorado, la cara tierna y
los ojos llenos de amor, me tendió la mano haciéndome la señal que me
ayudaría. Dijo: Ahora déjala en mis manos, yo la cuido, sigue tus pasos y
cumple con la siguiente fase.
Hasta este momento ya habíamos quitado de T. R. muchos amarres y
daños que había en su Ser espiritual y que afectaba seriamente su Cuerpo
Físico. Con ello se sentiría en mal estado: muy molesta o deprimida. Pero no
fue así. Ahora se podía ver más alerta y decidida. Tenía algunos instantes de
lucidez y calma. En ciertos momentos hablaba con M... para saber qué cosa
pasaba. Aunque era poco lo que M... le decía y, en algunas ocasiones, con
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pistas falsas. Por las noches continuamente jalaba a M... en el astral para
cuestionarlo, pero no tuvo resultados. Muchas veces vimos a T. R. al borde de
la locura, incluso visitando continuamente templos oscuros, creyendo que eran
recintos de Luz y que la voz que escuchaba venía de Dios. Pensaba que estaba
en lugar correcto, sin saber que sólo se trataba de falsas realidades que le crea-
ban los demonios como distractores. ¡Un grave error sin duda!
Ahora íbamos a proseguir con la protección de M... para poder safarlo de
donde estaba su cuerpo mental y emocional, primeramente.
Preparamos todo y nos lanzamos a la consecución del siguiente paso:
visitar varias iglesias y un recinto antiguo. M... en algunas ocasiones se veía
muy pensativo; no creía lo que vivíamos, todo cuanto nos sucedía era
fantasioso, demasiado para ser real. Llegó a decir que si no fuera porque lo
está viviendo, lo ha visto y sentido en él, no me creería nada o pensaría que
estoy chiflado. Incluso llegó a comentarme que no entendía muchas cosas; que
no creía que fuera eso que le decía; pero luego de reflexionar mucho en el
asunto, y de recordar hechos de su vida, llegaba a concluir el por qué le había
sucedido tales cosas. Por ejemplo, decía que anteriormente no entendía por
qué se sentía como atado a T. R.; que la seguía como su sombra y todo lo que
le decía hacía. Entendió por qué se divorcio. Comprendió el por qué no es
dedicado a la lectura, pero entendió también el por qué sus inclinaciones por la
paz, por ayudar a los demás, por enseñar, por los minerales y el cosmos, entre
otras cosas. De hecho, luego de varios cuestionamientos, ha llegado a entender
muchas facetas de su vida y el por qué han pasado así. Comprendió también el
por qué ciertas cosas le atraían sobremanera y otras las detestaba.
Debo decir que el viaje no fue fácil. En algunos momentos tuvimos
contratiempos y algunas averías no sólo al cuerpo físico sino también al medio
de transporte. Sin embargo, cumplimos con el cometido, como se verá
enseguida

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VIAJE A CENTROS DE PODER

L a bitácora que seguimos se planeo de acuerdo a las instrucciones que


recibimos de los seres espirituales. Siempre hemos contado con Cipriano,
José Santiago, San Miguel Arcángel y otros arcángeles, indios curanderos y
destructores de daños, entre otros. Con ellos a nuestro lado pudimos cumplir
satisfactoriamente con el trayecto y lo que debíamos hacer en los centros de
poder (las iglesias).
Salimos de casa luego de limpiar el transporte y visualizar cómo ve veía
en camino. No encontramos problemas y decidimos iniciar el trayecto. El
recorrido fue agradable y sin problema alguno. Algo o alguien, o no se qué,
nos iba ayudando para que las cosas salieran como nos lo habían pedido. El
auto se sentía ligero y corría tranquilamente. Disfrutábamos del aire y el
hermoso paraje arbolado lleno de pinos. Las montañas se veían imponentes y
al mismo tiempo nos sentíamos tranquilos, como protegidos.
Llegamos a la primera iglesia sin contratiempos, en un tiempo de 40
minutos a una hora, aproximadamente. Esta vez sin neblina o bruma alguna.
El camino fue rápido, de fácil acceso, agradable y sin tropiezos tampoco.
Llegamos a la primera iglesia. Entramos en calma, la observamos y
tratamos de percibir su energía. Era una sensación de paz, calma, sosiego,
llenaba completa-mente el cuerpo. El estilo de la construcción era totalmente
románico. No había mucha gente; uno que otro entraba, pero eran muy pocos.
Dejamos la protección e iniciamos el proceso de visualización astral para
tratar de identificar donde se encontraba exactamente el cuerpo mental de M...
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Determiné que se encontraba en una jaula metálica negra, dentro de ella estaba
una caja de madera de color rojo oscuro, casi marrón; la jaula estaba protegida
por un ser infernal femenino cubierto de negro; ambos estaban como en un
cuarto muy oscuro. La jaula estaba iluminada por una luz blanquecina que
salía de la parte del techo. El Ser Infernal estaba lejos de la Luz, solamente el
cofre de madera y parte de la jaula de hierro se iluminaban con ella. La jaula
se veía cerrada herméticamente. Por más que intente descubrir la puerta, algún
cerrojo o chapa, a su alrededor se veían solamente los hierros forjados y
pintados de negro. El espacio parecía una especie de cámara mortuoria,
semejante a lo que se puede ver en una pirámide egipcia. Daba la impresión de
tratarse de una pirámide invertida, porque las sensaciones energéticas eran
sumamente pesadas y negativas. Al instante vi que se acercó un cuerpo
femenino cubierto con una manta negra. Algo me dijo y quiso retirarse
burlonamente, pero logré sujetarla y le obligué a decirme cuándo y cómo se
iba a sacar dicho cuerpo. A regañadientes y con dolor contesto que sería en la
noche, en el Templo de Luz y con una protección especial bajo ciertas condi-
ciones, según indicara el Ser Espiritual encargado del trabajo de rescate. Todo
el proceso me llevó alrededor de 30 minutos. Después Salimos
tranquilamente.
Antes de salir recorrimos la iglesia y nos limpiamos con agua bendita del
lugar. Nos sentimos relativamente agradables y en paz, aunque un poco
cansados. Todo.
Salimos de la iglesia, de estilo románico-gótico, muy antigua, tal vez del
siglo XVI, luego de haber realizado la primera parte del proceso. El patrono
era el Arcángel Miguel. Se sentía agradable la energía que ahí circundaba.
Acto seguido buscamos un sitio donde tomar algo caliente y líquido,
hacía algo de frío y queríamos también recuperar un poco de las energías
perdidas en la acción anterior.
Después de varios minutos, decidimos continuar el viaje rumbo a la
siguiente iglesia.
Llegamos en un tiempo aproximado de una hora y fracción o dos horas,
con algo de problemas (mareos y malestares físicos) y cierto trabajo. No hubo

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problema en localizar la iglesia, que también era muy vieja, pero muy
agradable. El tiempo decía que era muy vieja (mil quinientos y tantos, tal vez),
probable-mente desde los inicios de la Colonia en México.
Ahí se sentía el sincretismo que nos llevó al mestizaje: dos culturas en
oposición que de alguna manera se complementan. Vimos en la parte superior
del pueblo, sobre una enorme montaña, restos arqueológicos de culturas anti-
guas prehispánicas (pirámides). El ambiente era muy agradable, pero también
muy caluroso.
Dentro de la iglesia nos acercamos al altar y tuve la necesidad de visua-
lizar los hechos: T. R., pedía ayuda, pero no sabía a quién y qué debía hacerse.
Sólo quería terminar con la situación, pero no sabía cómo salir de ella ni hacía
donde dirigirse. Se mostró tranquila y en paz. M... se acercó a una figura que
dijo, le hablaba para que acercara y lo escuchara (se trataba de San Martín...),
ahí dejó, en sus plantas, la protección y salimos del lugar algo incrédulos por
lo que había pasado. Habían transcurrido alrededor de 35 minutos, aproxima-
damente. Miramos el lugar y lo recorrimos en parte; resultó ser un convento
muy viejo pero agradable. En sus paredes había pinturas que representan la
flora del lugar (su nombre el náhuatl). Era una construcción muy antigua pero
llena de regocijo y paz que todo lo inundaba.
Nos causó pena ver la falta de cuidados y la poca atención al inmueble,
por cierto, muy devastado por el tiempo, pero muy agradable.
Independiente de todo eso, nos sentimos muy bien, al grado que decidi-
mos comer algo en ese lugar.
Después de la comida, nos dirigimos al otro recinto ubicado en una gran
montaña donde a su alrededor se encuentra cruces. Hicimos el recorrido en un
tiempo de unos 30 minutos aproximadamente. Había mucha gente en el lugar.
Era casi imposible caminar. Había autos por dondequiera y el gentío que no
nos dejaba movernos. Aun así, lo hicimos con mucha dificultad.
Visitamos al Santo Patrono del lugar. Pusimos una protección más entre
el gentío que se dirigía con gran afán hacia el crematorio de veladoras con
increíble fe. También nos deleitamos con los colores del lugar, con el increíble
gentío que lo visitaba, con lo agradable del templo, con sus aires purificadores
19
y con el canturreo de las aguas del río. Era en verdad un sitio lleno de paz y
alegría. Vimos, por cierto, ejecutar unos breves instantes de la danza de los
machetes.
Pasado unos minutos, decidimos regresar a casa. Eran casi las 16:30 de la
tarde. Habían pasado ya alrededor de media hora o cuarenta minutos desde
que llegamos. Hacía un calor insoportable, el sol caía como plomo. Llevá-
bamos algunos dulces de la región. A pesar del gen-tío, no nos costó trabajo
salir del lugar.
En cambio, el regreso fue un poco problemático porque no supimos bien
el camino de retorno y nos costo algo de trabajo entroncar con la autopista.
Pasaron minutos que se hicieron eternos porque la salida no llegaba. Sola-
mente veíamos carretera, algunas casas en las orillas de esta, árboles, parajes,
sembradíos, pero del entronque nada. Luego de cierto tiempo (más o menos
como una hora) llegamos al entronque de la autopista y nos dirigimos a casa
con ciertas precauciones, teníamos que completar el proceso.
Eran casi las ocho de la noche cuando llegamos a la última iglesia pro-
gramada para poner ahí la protección del final de recorrido. La encargada de
cerrar las puertas de la iglesia casi nos echa porque quería irse a su casa. Nos
instó para apurar la visita e irnos. Para despistar un poco, le pedí que me
regalara algo de agua bendita. Accedió sin mayor problema, solamente me
pidió una botella en donde la pudiera depositar. Acto seguido salimos y nos
dirigimos a casa para atender a la gente que iba para curación espiritual.
Ya en casa, descansamos un poco y empezamos el trabajo de curación.
Había gente esperando y no perdimos tiempo.
Cuando terminamos de atender a la gente, iniciamos la revisión de lo que
habíamos hecho. Comentamos lo que pasó, lo que vimos y sentimos. Debía-
mos poner todo en orden a partir de lo que habíamos logrado durante el pro-
ceso de esa terrible procesión.
Finalmente nos abocamos a realizar el ritual para traer de regreso
totalmente el Cuerpo Mental Superior de M... Las condiciones fueron apro-
piadas y todo se realizó sin contratiempos. M... dijo sentirse raro, sobre todo
cuando el Ser Espiritual le hizo entrega de su cuerpo mental; que al recibirlo
20
sintió como si algo pesado le cayera encima. Se sentía muy raro; no entendía
muchas cosas. Sentía la fortaleza, pero no comprendía aun el por qué tenía
esas sensaciones.

21
SEGUNDO VIAJE A CENTROS
DE PODER

R evisamos nuevamente los logros adquiridos y el avance del proceso.


Sabíamos que los logros eran muy buenos porque M... se sentía diferente,
aunque no lo entendía del todo. Ahora íbamos por el siguiente y definimos la
bitácora a seguir: tendríamos que llegar a una iglesia-catedral de Querétaro y
dejar ahí una protección; seguiríamos después con otras cuatro iglesias de
cierta periferia que M... ya había definido y que en el trayecto nos diría cuáles
eran.
La catedral de Querétaro tiene un estilo arquitectónico románico. Al
llegar en la entrada me sorprendió sobremanera encontrarme con la imagen de
San Pedro a mi izquierda, a la derecha, al voltear, vi a San Pablo con su
enorme libro de la vida en las manos; ambas talladas en mármol. Me llamó
mucho la atención encontrarme en al altar la enorme figura de Santiago
apóstol.
Para M... no fue tarea difícil lo que debía realizar. Mientras iba en busca
de la imagen adecuada, me dirigí a una pequeña capilla de la izquierda. Ahí
me encontré con varias casualidades, como la imagen de San Martín de
Porres, la Divina Providencia y un enorme libro, que por cierto me llamó po-
derosamente la atención y me dirigí a leerlo. Era como algo que me resultaba
conocido, como una manera de mostrarme algo que ya había vivido o que en
algún momento debí haber revisado. Me sentí algo raro. De pronto algo me
instó a ponerme de rodillas ante la figura de un cristo colocado en una vitrina
circular en el centro de la capilla.

22
Cerré los párpados y vi ante mi una enorme habitación oscura. En el
centro se mostraba una jaula de hierro forjado. Dentro de la jaula estaba algo
que debía sacar. También puede ver nuevamente, como había sucedido en
Toluca, la imagen de una mujer vestida de negro que custodiaba algo y que me
iba a dejar extraer fácilmente. No me habló, simplemente me veía con cierto
coraje, decidida a pelear conmigo. Voltee y me dirigí a T. R., el hable y acudió
a mi lado. En forma discreta me dijo que había, cómo estaba y cuando y de
que forma podría extraerla. Di las gracias a la Luz que me recubría; entonces
entendí el por qué me había llamado tan fuertemente la atención el ejemplar
de la Biblia que observé en la capilla. Abrí los párpados y salí del recinto,
agradecí a Dios su ayuda.
Me dirigí a la entrada donde estaba la estatua de Pedro. Sentí su tibieza y
suavidad. A mi llegó una sensación de paz y tranquilidad. Algo me dijo que
todo iba bien y que pronto se resolverían los problemas.
M... concluyó su labor. Lentamente se reunió con nosotros. Salimos del
recinto dando las gracias nuevamente. Caminamos un poco y nos dirigimos a
desayunar. Eran casi las 12 horas. No comentamos nada, hablamos del lugar,
de lo agradable que era y su apariencia. En unos instantes estábamos desayu-
nando tranquilamente.
Luego de desayunar apresuradamente nos dirigimos a Teolo. Ahí nos
encontramos con otra sorpresa: la iglesia estaba resguardada por San Miguel
Arcángel y el párroco era ferviente adorador de San Benito. No fue mucho
trabajo, salimos pronto. Al dirigirnos hacia el otro centro de poder, sentimos
algo raro y realizamos la labor de protección del vehículo en donde viajaba-
mos. La iglesia de Teolo nos resultó algo desagradable. Hubo sensaciones no
muy gratas para ninguno de nosotros, al grado que nos apresuramos con la
labor para salir de ahí lo más rápido posible.

23
Imagen de la Iglesia de San Francisco Javier, Tepotzotlán

Sin perder el tiempo nos dirigimos a la iglesia de Melchor Ocampo. Ahí


percibimos una construcción vieja de piedra volcánica rojinegra, en estilo
gótico-románico. El altar era un bellísimo cilindro cubierto de una cúpula
blanquecina y pilares pulidos. A diferencia de la anterior iglesia, esta nos dio
cierta paz y tranquilidad. Nos recubrimos con agua bendita y respiramos la
paz que ahí emanaba. Rezamos y en breves instantes nos dirigimos a
Cuautitlán.
La iglesia de Cuauti es grande. Cuando llegamos estaba cerrada, tuvimos
que esperar a que nos abrieran las puertas.

24
Vimos a Juan Diego. La imagen de la virgen María cubría el re-cinto. La
construcción era también en estilo románico. En los muros vimos algunas
pinturas que narran los hechos prodigiosos de Juan Diego. Recorrimos la
iglesia. Nos recubrimos también con agua ben-dita. Nos acercamos al Santo
Sacramento y le pe-dimos Luz y Fuerza para concluir la labor sin
contratiempos y tan pronto como nos fuera permitido. Creo que la virgen nos
oyó porque terminamos sin problemas, aunque si con un cansancio especial.
Sin embargo, dimos las gracias por el avance obtenido hasta esos momentos.
Salimos de Cuauti y nos dirigimos a una iglesia ubicada en una
comunidad llamada Magú. El trayecto fue relativamente rápido. Yo, como de
costumbre iba cuidando el trayecto porque sentía algo raro, una presencia que
vigilaba todos nuestros movimientos. Ahí hubo algo muy raro: encontramos
una estrella de cinco puntas pero al revés (con la punta hacia abajo*)
exactamente colocada debajo del altar donde el sacerdote oficia la misa. Otro
detalle eran los horribles colores con que estaban pintadas las paredes del
recinto, interior y exteriormente (amarillo mostaza). En vez de sentir
tranquilidad allí dentro, daba una sensación muy desagradable, así me lo hizo
notar el acompañante que llevábamos: qué sensación tan rara y desagradable
se siente en ésta iglesia, nos comentó. Ninguno de los dos había notado el
detalle de la estrella de cinco puntas al revés. Ya en el camino les hice notar el
detalle, a lo cual quedaron sorprendidos, no se si más o menos que yo.
Sin mayores preámbulos salimos rumbo a la última iglesia: Tepo. Eran
casi las ocho de noche, había una terrible travesía. Pensamos que el regreso de
Magu iba a ser dificultosa, casi lo fue así, porque a diferencia de la ida, esta
vez si había mayor trafico de autos, sobre todo carros pesados que entorpecían
el movimiento vehicular retrasándonos considerablemente. Sin embargo, de
una u otra forma, pudimos llegar a nuestro destino terminal de la jornada.

*
La estrella de cinco puntas hacia arriba representa al hombre, Ser de Luz, al Christus.
Algunos dicen que se refiere al Ser Ascendido. Cuando se encuentra con la punta hacia
abajo, se dice que representa al Macho Cabrio (llámesele Satanás, Diablo, etcétera).
¡Algo muy raro! ¿no creen?
25
Ya en Tepo estábamos muy cansados, en cierta medida por el viaje y
también porque desde que estuvimos en Querétaro no habíamos comido nada
más.
Entramos a la iglesia. Había misa. Esto es algo muy curioso, pero en
varias iglesias encontramos misa. Creo que por ese hecho se nos hizo más
tranquilo el viaje. Siento que algo o alguien nos hacia saber que estaba con
nosotros. Que no íbamos solos y que terminaríamos bien la tarea.
El estilo, para variar románico también, bellamente iluminado por todos
lados. El interior blanco, en el fondo la imagen de un arcángel y nuevamente
San Pedro. Hubo sensaciones raras para M..., según me dijo nunca le había
gustado entrar a esa iglesia, aunque llegó a ir en diversas ocasiones, siempre le
resultó algo desagradable. Acompaño a su papá y en otras ocasiones la visitó
en compañía de personas no muy gratas, aunque tenía que hacerlo.
Mientras M... cumplía con su labor. Escuchamos la misa y nos llenamos
con la tranquilidad que ahí se guardaba. Fue algo rápido y tranquilo. Me
acerqué a la pila donde se deposita el agua bendita y me recubrí. Sentí paz y
alegría. A mi llegó la sensación de una caricia divina. De un hermoso y
reconfortante baño de luz que me llenaba, que me hacia sentir muy bien,
aunque también mucho muy cansado.
M... colocó la protección y terminó la misa. Cuando llegó el momento de
recibir la bendición, en mi sentí un velo luminoso que venía de la imagen del
arcángel. Un enorme regocijo me llenó por todos lados. Sentí que todo había
salido como se dispuso, no se por quién y de momento no quise analizar nada,
solamente quería respirar en paz de nueva cuenta. La tarea había concluido,
algo tarde por cierto y con mucho esfuerzo, pero cumplimos con el objetivo.
Dimos gracias a Dios.

26
LA RECUPERACIÓN

U na vez realizado todo el proceso de protección, las fuerzas indicaban que


podía procederse a llevar a cabo el proceso de recuperación emocional.
Probablemente pueda sonar algo fantasioso todo esto, pero es una terrible
verdad. Veremos por qué.
Cuando el Cuerpo Emocional es mantenido cautivo por fuerzas oscuras,
el sujeto es presa de desordenes emocionales que son controlados y
dominados por seres oscuros. Así era y M... no me dejará mentir porque las
sensaciones que tenía antes de recuperar su cuerpo emocional no eran las
mismas. Cuando ya lo tuvo en sí mismo los cambios que ha sufrido hasta para
él mismo han resultado increíbles.
Por ejemplo, ahora ya es capaz de controlar sus emociones. Ya no es
presa de ninguna situación emotiva que le involucre y que sea arrastrado en el
torbellino. Eso ha quedado atrás.
Ahora su forma de pensar es más firme y menos apegado a condiciones
emocionales. Ahora ha entendido como era posible que lo movieran o que
cualquier chantaje lo obligara a ceder a diversas motivaciones impuestas.
Bueno el proceso de recuperación fue raro para él, según dijo. De primero
no entendía qué pasaba. No podía explicarse nada, aunque empezaba a tener
reacciones muy diferentes a las acostumbradas. Poco a poco ha sido capaz de
permitir que la conciencia vaya teniendo el control de los procesos mentales,
del pensamiento y de los sentimientos. Ahora ya nos tan vulnerable a

27
cualquier estado aní-mico circundante; ya no se involucra ni lo manejan así
nada más.
¿Qué se hizo?
Primeramente, se extrajo el cuerpo emocional de donde se encontraba
preso. Ahí precisamente, en la jaula.
La mujer de negro era una vigía que cuidaba el cofre donde estaba
aprisionado el cuerpo emocional. El cuarto oscuro era el interior de un templo
negro, tenía la forma de una pirámide con la intención de engañar a los
incautos, y una vez dentro, nadie podía salir. Ahí se esclavizaban adeptos para
cumplir las más infames tareas del mal.
Con mucho trabajo la mujer vigía fue llevada al abismo junto con otros
seres oscuros. Para abrir la jaula se hizo toda una terrible proeza porque no
tenía puerta ni cerrojo. Solamente mediante un tipo de conjuro negro pudo
hacerse materia dúctil y maleable, con la cual poder jugar para sacar el cofre
sin problemas.
Otro terrible problema fue salir del cuarto oscuro. En el astral resulta un
proceso raro, como un sueño, pero sin embargo fue tan real, tal y como lo
narro.
Avance a través de un pasillo oscuro y de pequeñas dimensiones, a penas
cabía una persona. El movimiento en el pasillo era sumamente difícil.
Tuve que hacerlo de prisa. Me moví tan rápido como me fue posible, con
cierto sigilo, pero al mismo tiempo con cuidado extremado. Sentía la
presencia de Adonai+, ese maravilloso ser angélico que tanta ayuda nos ha
brindado. En alguna forma, cuando salí del recinto negro llevando en las
manos el cofre de madera que contenía el trabajo de aprisionamiento del
cuerpo emocional de M..., me dirigí a un Templo de Luz para buscar fuerzas.
Alguien me seguía presuroso. Algo me dijo en un idioma muerto que creí
*
+
Se trata de un Ser Angélico que sirve a la Luz en contra del mal. Su aspecto varía. Se
puede presentar como un Ser de Luz de color rojizo cuya forma representa a una Gárgola
con garras, alas enormes, un rostro que infunde terror (ojos y pico de águila),
curiosamente su voz es gruesa y muy potente. Infunde mucho miedo y terror a las fuerzas
del mal porque con sus ejércitos de ángeles demoníacos lleva a los seres oscuros al
“Abismo negro” que es la prisión donde se resguardan hasta su juicio.
28
interpretar como latín antiguo, o algo parecido. Me instó a moverme, que
hacía señas para seguir y creo que me decía que me apresurara porque en un
momento a otro iban a venir sobre de mi, los demonios que custodiaban el
Templo oscuro. Tomé aliento, me sentía cansado, pero con ciertas fuerzas para
continuar. Alcé la vista y creo que respiré profundamente o tomé aliento, no se
como llamarle porque en el astral no se respira, ya no hace falta porque no se
tiene aparato respiratorio ni digestivo, la energía vital se obtiene para el Ser
por medio de los centros de energía.
Bueno, me moví con cierta rapidez. Logré ver detrás de mi que venían
custodiándome algunos seres de luz que de momento no supe quienes eran,
pero que entendí que me cuidaban y me ayudarían a salir bien librado si se
tenía que librar alguna batalla.
En pocos instantes me sentí de nuevo en mi cuerpo físico. Estaba muy
cansado. Antes de llegar a donde reposaba mi cuerpo físico, vi un Ser de Luz,
muy brillante y cubierto de un color Rojo, pero no de ese tipo de rojo
desagradable, sino que desprendía poder y mucha fuerza. Me sonrió
complacido por el trabajo al tiempo que extendía su diestra indicándome que
pusiera el cofre ahí. No vi que moviera sus labios, pero escuché en mi cabeza
algo así: Hasta aquí tu labor hermano, lo demás ya corre por mi cuenta.
Todos estamos muy complacidos contigo por tu decisión y astucia. Como que
respiré tranquilo y me sonreí también satisfecho. Después me señalaron hacia,
donde debo entender estaba mi cuerpo físico, eran varios Seres de Luz,
algunos de un color muy brillante en sus auras que hasta podían deslumbrar.
Entendí lo que me querían dar a entender, que mi cuerpo ya llevaba bastante
tiempo en estado de reposo o concentración y que era necesario tomarlo
nueva-mente para fortalecerlo. Asentí esbozando una sonrisa y me dirigí a él.
Instantáneamente me sentí en mi cuerpo físico, muy cansado, por cierto.
Habían pasado ya casi una hora y minutos. Nuevamente había sido algo
increíble.
De hecho, todo esto no lo recordé de inmediato, tuvieron que pasar varios
días para que pudiera escribir el relato como lo hice ahora.

29
M... no sabía qué decir ni que hacer. Estaba tan incrédulo como yo. Creo
todos nos sentíamos raros; al parecer no podíamos dar crédito a lo que había
pasado porque en verdad no sabíamos qué era. Sin embargo, dejamos todo
como estaba, sin comentarios dimos por terminado el proceso.

30
EL CUERPO MENTAL DE T. R.

C on el trabajo anterior ahora seguía preparar todo para recuperar el cuerpo


mental de T. R. De antemano sabíamos que no iba a ser algo sencillo y que
tendríamos muchos problemas. Y así sería; sin embargo, no nos desanimamos.
Esta ocasión nos pudo acompañar otro hermano más. Ahora nos
sentíamos mejor de alguna forma. Ya no tendría toda la carga yo solamente.
Seguimos la bitácora que nos había preparado el hermano espiritual para
llevar a cabo el recorrido: Tepo, Texcoco, Cholula, Chalco y Amecameca.
De alguna forma veíamos todo esto muy raro. Mientras para M... todo era
dirigido al norte, para T. R. era dirigido al sur. Las coincidencias dejaron de
serlo y nos mostramos más objetivos que nunca.
Salimos alrededor de las ocho de mañana. Preparamos todo: limpiar el
carro por dentro y fuera, nos desalojamos de impurezas personales, dejamos la
protección en el Templo de Luz y por fin salimos hacia el primer centro de
poder, nuevamente empezábamos en Tepo; no era coincidencia, todo tenía un
importante lugar en el proceso.
En un tiempo estimado de 30 minutos estábamos ya en Tepo. Entramos
nuevamente, nos recubrimos con agua bendita. Ahí tuvimos el primer
percance: se nos había olvidado algo. No sentimos mayor problema,
solamente que debíamos tener mayor precaución.

31
El proceso fue rápido y en cuestión de minutos dejamos Tepo para
dirigirnos a Texcoco.
Hicimos alrededor de una hora y minutos a Texcoco. La carretera no
presentó problemas de tráfico. El vehículo como siempre respondía muy bien,
como que quería cooperar con nosotros, tal parecía que tenía vida y estaba
ayudándonos de alguna manera.
En Texcoco vimos una iglesia vieja, pero agradable. Mientras M... hacía
su labor, yo sentí la necesidad de rezar en silencio. Se hinque y trate de hallar
comunión con Dios. Vi a T. R., lloraba amargamente; algo quería de mi. Yo le
dije que cooperara que porque era para su bien. Ella me dijo qué que podía
hacer; que cómo podía ayudarme. Le dije que simplemente cooperara no
interviniendo y, cuando menos, que me diera pistas acerca de lo que íbamos a
realizar. De momento parece que accedió, pero más adelante nos dimos cuenta
que solamente era una patraña que no pensaba cumplir, sabíamos de antemano
que las fuerzas oscuras la tenía sometida y que ella tenía que cumplir con su
promesa para con ellos porque no quería que algún ser querido sufriera las
consecuencias de su desobediencia. Nosotros seguimos adelante. Yo lo único
que hice fue hacerle un amarre en el astral con la finalidad que tuviera
contratiempos y, mientras lograba romperlo (desde luego con ayuda de sus
amigos malos), podíamos avanzar en el trayecto.
Concluimos en la iglesia, nos recubrimos nuevamente con agua bendita y
salimos rumbo a Cholula. El viaje sería largo y lleno de problemas.
La carretera que nos llevaría a la salida a la pista rumbo a Puebla iba muy
cargada, hicimos alrededor de una hora casi. Equivocamos la salida porque
tomamos la federal a Cuautla. Tuvimos que preguntar y buscar el entronque a
Puebla. Por cierto, eso no resultó mucho problema. En cuestión de minutos
íbamos rumbo a Cholula.
El viaje era tranquilo, no se sentía nada raro. Tuvimos que pasar la salida
a San Martín cuando, delante de la caseta de cobro, a unos cuantos kilómetros,
los valeros de las llantas traseras del auto fallaron. Eso nos restó alrededor de
una hora y minutos. Como se pudo seguimos adelante. Era necesario llegar a
Cholula para revisar con cuidado el problema. M... fue de la idea que se

32
compraran los valeros y se cambiaran. Al respecto nos sucedió que cuando
estábamos en la autopista estacionados M... y otro hermano, revisaron la llanta
derecha trasera y no encontraron el valero, no nos explicábamos cómo pudo
esconderse, pasar oculto. En Cholula, cuando bajaron la llanta para cambiar
los valeros ahí apareció el dichoso perdido. Casi nos morimos de la risa, no
entendíamos qué había pasado. En cuestión de minutos todo quedó
nuevamente listo y seguimos el trayecto hacia la iglesia.
Llegamos a las faldas del cerro y vimos una enorme escalita de piedra,
por cierto, que nos costó trabajo subir. Al llegar arriba estábamos muy
cansados. Vimos un recinto lleno de Luz, nuevamente aparecieron los rasgos
románicos de la construcción. En el fondo un altar circular donde reposaba la
virgen de los Remedios. M... realizó su labor de inmediato. Los demás
observamos el panorama y nos deleitamos con la paz y tranquilidad que ahí se
respiraba. Algo me dijo que pusiéramos una protección en ese recinto para
evitar algún posible contratiempo; así lo hicimos.
Nos sentíamos extasiados, muy cansados y con hambre. Decidimos
comer algo en el lugar. Por desgracia escogimos el lugar menos indicado.
Primero, tardaron en servirnos mucho tiempo, la comida fue más o menos
regular. Segundo, la perdida de tiempo se prolongo hasta más allá de una hora
y media, además del tiempo que se perdió en los valeros, fue sensiblemente
requisitado para no poder cumplir con el trabajo en una sola visita.
Pasaban ya las cuatro de la tarde cuando salimos a la carretera México-
Puebla. Fue imposible llegar a tiempo y no pudimos completar el proceso esa
ocasión.
El primer problema fue que no vimos, o no quisimos ver, la salida a
Chalco; nos pasamos de largo. Nos dimos cuenta del error porque estábamos
llegando a la entrada de la ciudad de México, la avenida Zaragoza. El tráfico
era terrible. Se circulaba a muy baja velocidad. Era claro el obstáculo. Decidí
dejarlo para el siguiente día y nos enfilamos nuevamente por la carretera de
Texcoco hacía la casa. También había muchos autos y tardamos bastante
tiempo en llegar a la autopista el Peñón-Texcoco. Afortunadamente M... pudo

33
hacer algunas maniobras y pudimos llegar con relativa rapidez a la vía
Gustavo Baz, y de ahí el tiempo fue menos corto para llegar a casa.
Teníamos que volver a Chalco y Amecameca al siguiente día. Así fue.

34
DE REGRESO NUEVAMENTE

A l otro día, alrededor de las siete a m, iniciamos nuevamente el recorrido.


Limpiamos el auto y nos recubrimos. Habíamos dejado nuevamente la
protección en el Templo.
Nos enfilamos directamente hacia la carretera de Puebla. El trayecto fue
rápido y sin contratiempos. Nos sentimos tranquilos y muy animados. En
pocos minutos llegamos a la caseta de cobro y en cuanto menos lo esperamos
estábamos entrando a Chalco. Tuvimos que hacer un rodeo al llegar al centro,
lo más cerca posible de la catedral. Llegamos al centro sin dificultades.
Tuvimos tanta suerte que hallamos un espacio a un lado del mercado, justo
enfrente de la iglesia. M... estacionó el auto. Bajamos del coche y buscamos
un sitio donde conseguir una candela que nos hacia falta. Nos dirigimos a la
iglesia. Vimos a Santiago Apóstol. M... hizo su labor sin mayores problemas.
La iglesia era muy antigua, tal vez del siglo XVI, así la percibimos, estaba
llena de luz. Llegamos y había misa. Nos llenamos con la paz y tranquilidad.
Eso nos agrado mucho porque percibimos que Dios estaba nuevamente cerca
de nosotros y ayudaría para llevar a cabo la misión sin mayores problemas.
Esperamos un poco mientras escuchábamos la misa. M... entró para ver
qué hacer y donde colocar la protección. Nos tardamos un poco. Miré atento la
fachada, se veían rasgos de templarios. Había detalles que hacían sentir la
oposición de fuerzas externas a lo que existía en estos parajes antes de la
invasión y conquista de los crueles españoles. El lugar era agradable, se sentía

35
algo que llenaba los corazones y apaciguaba el pensamiento, nos hacía
sentirnos bien.
Salimos de la iglesia y nos dirigimos al mercado para comer algo. Eran
poco más de la doce del día y sentíamos hambre en las tripitas. El almuerzo
fue tranquilo, ingerimos los alimentos con calma, saboreándolos, disfrután-
dolos, sintiendo en nosotros como nos llenaban de energía.
Pasó algo así como una hora aproximadamente. Nos sentíamos muy bien.
Luego de un breve reposo, iniciamos nuevamente el camino hacia
Amecameca.
En el camino encontramos un pequeño tropiezo debido a las obras de
ampliación de la carretera federal; sin embargo, en unos minutos pudimos
seguir adelante sin mayores problemas.
El camino fue agradable, aunque muy caluroso y seco. Si acaso durante el
camino encontramos algunos sitios arbolados y nos llenamos con el oxigeno
que nos brindaban. Eso nos llenó de gozo y fuerzas. También nos deleitamos
con los hermosos paisajes llenos de árboles, campo y algunos poblados donde
había cosas de la región. El tiempo pasó y en breve llegamos a Amecameca.
Nos encontramos con una ciudad ya. Hacía mucho tiempo que la había
visitado y ya no era como entonces. Había un terrible cambio. Sin embargo,
resultó muy agradable, sobre todo por la inmensidad de los volcanes que se
percibían en todo su esplendor.
Buscamos un sitio donde estacionar el auto. Nuevamente no fue muy
difícil. Hacía un calor atroz, asfixiante, muy bochornoso. Encontramos un
espacio cerca del jardín, casi enfrente de la catedral. Ahí estaba un estacio-
namiento en una calle que cuidaba un viejo. Salimos del auto y nos estiramos
un poco. Disfrutamos del aire y de la sombra cercana. Juntos a nosotros había
uno tipos que tomaban pulque, ni a ellos ni a nosotros nos importó nada; ellos
a lo suyo y nosotros a lo nuestro.
Caminamos hacia la catedral. Había misa nuevamente. Entramos sigilosa-
mente y vimos una nave muy antigua también. Sentimos paz en el lugar,
calma, tranquilidad. M... colocó la protección y decidimos subir a la capilla

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del Santo milagroso que se encuentra en una montaña algo alta, como unos
mil metros aproximadamente de donde estábamos.
Subimos con el carro porque el camino era muy terroso y empedrado,
además de considerablemente lejos.
Llegamos arriba. Había bastante gente. Para variar un poco había misa.
La capilla es chica, como de seis metros cuadrados, pero llena hasta afuera en
una parte donde se encuentra una extensión construida con piedra y arcos. El
lugar resultó ser muy agradable. El aire resoplaba con cierta fuerza, como se
alegraba de todo lo que habíamos logrado hasta el momento. El espacio que
comprende la meseta donde se encuentra la capilla es grande. En una parte,
lado derecho de la puerta principal de la capilla, podemos encontrar tumbas de
muchas gentes, los años de entierro varían. La vista es impresionante.
Pudimos deleitarnos con la visita de la capilla, su bella construcción y la
energía magnifica que aire se percibe.
Estuvimos alrededor de 30 a 40 minutos. Cerca nosotros, al frente de la
capilla, admirábamos el Iztacíhuatl, su imponente porte, su majestuosidad, el
poder energético que desprende, el miedo que representa, su hermosura.
Luego de llenarnos la vista, el espíritu y el cuerpo, regresamos a México.
El regreso fue fácil y agradable. Nos sentíamos algo cansados, pero también a
gusto, contentos y satisfechos de la misión: había sido un éxito.
En el trayecto de regreso comentamos lo ocurrido, desde el día anterior
hasta haber completado el proceso de la visita ese día. Sabía de antemano que
todo obedecía a una lógica, así me lo habían hecho saber. Teníamos que haber
cerrado un círculo muy fuerte, y era precisamente su completación en ese
momento, a la hora indicada y en el día preciso. Me decían que por qué se
hicieron, así las cosas. Mi respuesta fue que así de dispuso y solamente nos
quedaba entender que para que los hechos se cumplan deben realizarse cuando
se disponen por la voluntad divina y no porque a nosotros así nos dé la gana.
Todo sigue un curso y debe cumplirse con toda precisión para que tenga
sentido y sirva al propósito que lo ha originado.
La prueba, de hecho, era sumamente difícil y pesada, así lo en-tendía de
antemano. Sabía que ella iba a servir para proyectar nuestra personalidad hacía
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otros rincones del país, que nos fortalecería y les llenaría de confianza para
posteriores movimientos a otros sitios de la república. También les dije que no
serían los únicos viajes que haríamos, que tendríamos que realizar otros, pero
con finalidades diversas, que serían a lugares de poder donde adquiriríamos
algo, ¿qué sería?, eso no lo sabía en realidad pero que sería algo bueno para
todos porque así convenía y así se había dispuesto de antemano por la mano
de Dios.
Parece que quedaron conformes con mi exposición y seguimos adelante
sin mayores contratiempos. En breve llegamos a casa y nos sentimos
tranquilos. Algo nuevo nos esperaría más adelante.

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OPOSICIÓN DE FUERZAS

S alimos un día viernes a las 9:30 de la mañana de la ciudad de México con


rumbo a San Luis Potosí. Ya de antemano habíamos establecido en itinerario
que pretendíamos seguir en el recorrido: las ciudades y lo que debíamos hacer
en cada una de ellas.
El viaje fue rápido y tranquilo. Revise el camino y no había nada malo ni
problemas enfrente. El tiempo pasó rápido, de hecho, no sentí que hubiera
sido largo en trayecto. Cuando menos lo esperé estábamos llegando a la
ciudad. El calor era muy desagradable, torturante, asfixiaba.
Eran como las 14 horas del viernes cuando llegamos a San Luis Potosí.
Hacía un calor endiablado; resultaba insoportable.
Al descender del autobús foráneo, nos dirigimos hacía el sitio de taxis.
Solicitamos a uno de ellos que nos llevara al centro de la ciudad, exactamente
lo más cercas posible de la catedral. Llegamos en unos 20 minutos al centro y
de inmediato nos dirigimos a la catedral. Entramos en ella, vimos una nave en
estilo románico, llena de arcos y bóvedas, bellamente adornadas, en los
laterales había figuras de santos. Nos deleitamos recorriéndola por dentro. Al
fondo se veía un altar en estilo románico y dentro la figura de un santo. Las
bancas amplias hechas en madera de pino y barnizadas al tinte en color nogal
oscuro. La iglesia presentaba en el exterior una fachada en estilo
churrigueresco. La construcción estaba hecha en piedra y acabados en color
natural.

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A penas habíamos entrado cuando el encargado nos pidió que nos
diéramos prisa porque iban a cerrar. Era cerca de las tres de la tarde.
M. se apresuró con su labor y yo con la mía. El ambiente era muy
tranquilo. Se respiraba paz. Es un sitio donde se albergan condiciones
agradables que permiten descansar y hallar recogimiento espiritual. La mente
se aquietaba rápidamente y se llena el cuerpo con las condiciones energéticas
vigorizantes que circundan en el interior.
No lo pudimos disfrutar porque pensamos que solamente nos estaban
esperando para que pudiéramos hacer el laborio encomendado y nada más.
Nos salimos tan rápido como pudimos porque el encargado nos apresuraba a
cada momento.
Recorrimos brevemente la ciudad, en realidad no se podía caminar
porque el calor era insoportable. Decidimos buscar algún sitio adecuado donde
comer. Ya eran las 15:30 y el estómago nos exigía alimento.
Terminamos de comer, salimos del restaurante y nos dirigimos hacía la
terminal de autobuses para dirigirnos al otro sitio: Aguascalientes. Tomamos el
autobús a las 17:00 hrs.
El viaje fue algo rudo e incomodo. El autobús no resultó ser el que nos
habían dicho. Además, tuvimos ciertos contratiempos. Primero: salimos algo
retrazados de la terminal; segundo: el transporte no correspondía al autobús
que nos habían dicho; tercero: el viaje fue algo difícil, por diversos motivos,
entre ellos, el camino pedregoso y la forma tan irracional de conducir del
chofer.
Eran poco más de 19 horas cuando llegamos a Aguascalientes. Antes de
entrar a la ciudad se veían luces, un lugar tranquilo, hacía un poco de calor.
Tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara al centro; aprovechamos que
nos recomendara un hotel agradable y no muy caro. Nos propuso visitar un
hotel cercano al centro, sobre todo para no tener que cargar las cosas.
En efecto, resultó ser un sitio agradable y muy caro. Dejamos las cosas y
nos dirigimos al centro, pero nos equivocamos, era la primera vez que íbamos
a Aguascalientes. En el camino encontramos una persona que había sido

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arrollada por un auto. Ya los policías de transito se hacían cargo del problema
y esperaban que llegara la ambulancia. Parece que el accidente no había sido
fatal, aunque sí delicado, al menos eso percibimos cuando vimos a la persona
tirada en el asfalto y su motocicleta derrumbada más adelante. Nosotros
seguimos caminando. Llegamos a una iglesia que pensamos que era la
catedral. De igual forma como ocurrió en San Luis, llegamos a la iglesia,
entramos, la recorrimos. Era una construcción románica, para variar, decorada
en dorado y blanco. Ya no había nadie dentro, solamente nosotros.
Preguntamos a los jóvenes que cuidaban que dónde se podía dejar encendida
una can-dela. Nos dijeron que, en capilla de la derecha, junto al altar mayor.
Nos limpiamos con la candela y la prendimos. Nos sentimos muy
tranquilos, cansados sin duda, pero en paz. En el enorme portón de la entrada
de la iglesia nos esperaban los jóvenes en actitud de apúrense que ya nos
queremos ir a casa. Así lo entendimos y nos salimos del recinto.
Salimos de la iglesia llenos de alegría y con mucha hambre. Teníamos
más de cinco horas que habíamos probado alimento. Preguntamos de algún
lugar agradable para comer algo. Eran cerca de la nueve de la noche. Las
calles estaban casi desérticas, y por cierto larguísimas. Llevábamos caminado
ya varios minutos y no termina la calle. Optamos por tomar un taxi, que nunca
apareció. De pronto vimos un autobús, pero se nos atravesó el cambio del
semáforo y tuvimos que esperar porque el chofer siguió su camino sin
hacernos el menor caso. Al poco tiempo pasó otro autobús. Le preguntamos
acerca de la Purísima, un sitio donde según nos dijeron había comida. Y en
verdad que la había. Llegamos en pocos minutos. Encontramos varios puestos
de comida. A un costado de los puestos estaba una iglesia con rasgos góticos,
imponente y algo lúgubre también. Pero no representó nada malo. Co-mimos
unos enormes tacos al pastor en tortillas de harina de trigo. Fue una cena
suculenta y bastante pesada también.
Ya era poco más de las diez de la noche cuando regresamos en taxi al
hotel. Dormimos con cierta dificultad debo suponer que por motivo la cena.
Durante el sueño, ya entrada la madruga del siguiente día, alrededor de las dos
o tres de mañana, tuve un acercamiento en el astral con T. R. Estaba muy
enojada, entre preocupada y molesta, quería saber cosas; yo nada le dije y me
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limite a poner barreras por si acaso. Traté de tranquilizarla pero ella no
entendía razones, entonces, pretendió acosarme con chantajes emocionales, en
los cuales no caí, obviamente.
Terminamos la entrevista con un cierto resentimiento de ella para
conmigo. Pero eso, por el momento, no importaba. Para mi era algo que no
tendría trascendencia alguna, claro, si no le hacíamos caso y lo tomábamos
como algo circunstancialmente pasajero.
Nos levantamos alrededor de las nueve de la mañana. Nos bañamos y
cambiamos de ropa. Preparamos las cosas para dirigirnos a la catedral.
En efecto, la iglesia que habíamos visitado la noche anterior no era la
catedral; sin embargo, también había sido un momento agradable y necesario,
si recordábamos que nada pasaba por que sí.
Salimos del hotel con las cosas que íbamos a ocupar en la catedral. Nos
dirigimos al centro. Llegamos a la catedral, una hermosa nave con una fachada
en estilo churrigueresco, en el interior los detalles románicos la hacían lucir
con una belleza indescriptible. Nos deleitamos con ella, la gozamos, nos
llenamos con su energía maravillosa. Pudimos sentir paz y tranquilidad en
nuestro interior. Allí se sentía una luz que cubría todo nuestro Ser de calma y,
al mismo tiempo, de alegría. M... realizó su labor sin contratiempos. Yo recé
en una capilla y pedí a Dios fuerzas para seguir adelante. Me sentí muy bien,
algo me llenó y pude percibir como la Luz Divinal de Dios estaba conmigo.
Personalmente para mi fue una experiencia única y mucho muy grata, irre-
petible, llena de gozo y alegría en mi Ser.
Salimos de la iglesia, dimos gracias a Dios por la oportunidad de visitarlo
en otra de sus maravillosas casas. Afuera, en la enorme plaza se llevaba a cabo
una competencia de bandas de guerra; eran niños y jóvenes que tocaban por
todos lados y otros mostraban sus habilidades frente a representantes del
ejército mexicano. Vimos el reloj y ya era algo tarde. Buscamos en los
alrededores algún sitio para comer. Caminamos pero no encontramos ningún
sitio. Optamos por regresar a un Sanborns que encontramos en el camino, en
el centro precisamente. Almorzamos bien, fue algo agradable.

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Ya cerca de las 13 horas nos regresamos al hotel para recoger nuestras
pertenencias y dirigirnos a la terminal de autobuses, nuestro siguiente destino:
Guadalajara. Ahí sería la penúltima fase del proceso. Tomamos un autobús de
lujos. Salimos para Guadalajara a las 14 horas. Hacía mucho calor, y a no ser
por aire acondicionado del vehículo yo no se que hubiera pasado.
El viaje fue agradable, tranquilo, ligero. Casi a la mitad del trayecto
tuvimos un contratiempo: una terrible volcadura de un trailer que al parecer se
había impactado con otro vehículo, pero aquel había quedado desecho de la
cabina y a mitad de la autopista. La labor de los salvaguardas de la carretera
era tenaz y aunque hacían todo lo posible por desbloquearla, tuvimos que
esperar más de media horas parados en el camino.
El trayecto siguiente ya no tuvo contratiempos, aunque llegamos poco
más de media hora retrazados a Guadalajara.
De inmediato, al bajar del autobús, nos dirigimos a sacar los boletos de
regreso a México para esa misma noche a las 24 horas. Acto seguido dejamos
el equipaje sobrante en la guardería de la línea y sola-mente tomamos lo que
íbamos a necesitar en la ciudad.
Nos dirigimos a la salida y abordamos un taxi en las afueras de la
terminal porque el costo que nos cobraban los taxis de la misma para llevarnos
al centro era sumamente excesivo. En unos treinta y cinco minutos llegamos al
centro de la ciudad. El calor era fuerte, muy agresivo, insoportable.
El taxi nos dejó al frente de la catedral. Entramos sin problemas. El
ambiente era raro. Había un bautizo. Se percibía algo desagradable en ese
sitio. No entendimos cómo siendo una iglesia, una catedral don-de acudía
tanta gente en busca de paz, resultara ser un sitio donde la energía era
negativa. Posteriormente lo entenderíamos claramente.
Nos persignamos y nos dedicamos a inspeccionar el lugar. Se sentía muy
raro el ambiente, como cuando alguien nada te vigila, que no te quita la
mirada. Nos-otros nos sentamos mientras M... buscó el lugar adecuado para
hacer deposito. Nos sorprendió que el cirio amarillo prendiera con toda su
fuerza y formando unos terribles remolinos, como si no hubiera sido una
buena idea haberlo encendido precisa-mente en ese lugar. A todo el mundo le
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llamó la atención la enorme flama de más de 10 cm de altura formando
remolinos y lanzando fuma-rolas negras que empapaban todo el ambiente. Fue
algo increíble y terrible a la vez.
Luego de depositar el cirio salimos del lugar. Nos sentíamos raros.
Caminamos un poco tratando de entender todo lo que había ocurrido.
Hablamos un poco, comentamos lo ocurrido. No lo entendíamos muy bien, era
como un mal presagio o el aviso de que algo no andaba bien en ese sitio. ¿Qué
pasaba ahí? ¿Por qué había ocurrido aquello? En realidad, no lo
comprendíamos y mejor lo dejamos por la paz. En cambio, caminamos un
poco por el centro de la ciudad. El calor era fuerte, pero como eran poco más
de las cinco de la tarde, se sentía también el fresco de la tarde. Había mucha
gente en los jardines. Unos niños jugando con globos, muchos vendedores,
gentes que se movían de un lado a otro. En una parte de la explanada una
estudiantina entonaba canciones románticas que la gente aplaudía llena de
gozo. Seguimos el camino casi hasta una enorme construcción que era antaño
un orfanato; ahí se encuentran en las paredes y plafones pinturas de Alfaro Si-
queiros.
Después decidimos regresar al jardín del centro, junto a la catedral. Poco
a poco la temperatura fue bajando y la noche caía. En un momento casi eran
ya las siete de la noche. Decidimos tomar un café, pero nunca se nos atendió
en el negocio al aire libre. Oímos un grupo interpretar algunas canciones, por
cierto no muy agradablemente, más bien resultaba una ejecución musical no
muy buena, faltaba calidad.
Como nunca se nos atendió, decidimos ir mejor a otro lado. Habíamos
decidido cenar birria, así que buscamos algún lugar donde hubiera. Pensamos
dirigirnos a Tlaquepaque, aunque fue una mala elección. Un taxista nos llevó,
pero al llegar no encontramos nada, todo era desolación, no había ambiente.
Solamente encontramos los establecimientos que vendían bebidas alcohólicas
y los televisores encendidos, todos por cierto en un canal que transmitía un
partido de fútbol. Recorrimos el lugar y no encontramos nada de birria. Como
ya era algo tarde, decidimos cenar lo que se pudiera. Alguien nos sugirió los
tacos de la esquina. Así es que nos dirigimos ahí y nos deleitamos como ne-
gros. Después nos fuimos a tomar un café en un establecimiento. Ahí nos
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dieron poco más de las once de la noche. Tuvimos que salir porque nos lo
pidieron los empleados; ya iban a cerrar.
Abordamos un taxi y nos dirigimos a la terminal, nuestro autobús ya iba a
salir cuando llegamos, así nos lo hizo saber el sujeto que nos había vendido
los boletos.
A las 24 horas de esa noche regresamos a México, cansados, confusos,
pero contentos. Algo había pasado y eso nos hacía sentirnos bien.
Llegamos a la ciudad de México alrededor de las siete de la mañana. Se
sentía un poco de fresco, en comparación de los climas calurosos que sentimos
en los estados que visitamos.
Abordamos un taxi que no nos quiso llevar porque me di cuenta que nos
quería robar cobrándonos otra tarifa. El sujeto se molesto y nos invito a bajar
de su vehículo argumentando que estaba mal y que no podría llevarnos.
Entonces abordamos otro que nos llevó a la Basílica de Guadalupe con calma
y mejor trato. Ahí terminaría nuestra travesía del viaje.
Llegamos a la basílica. Entramos. Se sentía algo agradable. Había poca
gente. Entramos al recinto, pasamos cerca de la estatua de bronce del Santo
Padre, Juan Paulo II. Llegamos al pie de la escalinata que nos conduce a la
capilla del cerrito, como le dicen. No nos costo trabajo subir. Me sentí aliviado
y muy tranquilo. Hacía tanto tiempo que no había subido que me sentí algo
raro, pero muy a gusto. M... inspeccionó el recinto y busco el lugar preciso
para dejar la siguiente ofrenda. Tardo un poco. Nosotros mientras tanto
mirábamos el lugar. No creía que hubiera cambiado tanto; sin embargo, seguía
siendo agradable, tranquila, llenaba el espíritu con su Luz, con la paz que
irradiaba. Era como haber cumplido la misión tal y como nos la habían
planeado. Algo me decía que la morenita y Dios Padre estaban contentos con
nosotros y eso me alegraba.
Salimos del recinto y nos dirigimos a tomar algún alimento. Eran ya las
nueve de la mañana de otro día. Desayunamos en paz y calma. Cerca de las
once de la mañana llegamos a casa, cansados, pero contentos. Algo bueno
habíamos logrado, aunque la batalla no terminaba ahí y mucho menos los
problemas.
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SEGUNDA VISITA A MALINALCO

E ran como las 7:45 de la mañana cuando salimos rumbo a Malinalco. Se


respiraba cierta tranquilidad. El trayecto no se hizo pesado. La carretera se
veía despejada. El paisaje gobernado por las montañas vestidas de pinos y lo
agradable de los aires, nos hacían sentir bien. Íbamos llenos de entusiasmo y
optimismo.
Llegamos a Malinalco alrededor de las 9:45 a 10 de la mañana. El calor
era exasperante, no se toleraba. El lugar estaba tranquilo. Estacionamos el auto
a un costado de la Iglesia. Nos despojamos la caminata rumbo a la entrada de
las ruinas. De la iglesia (el centro del pueblo) a la entrada de las ruinas es una
distancia aproximada de 500 a 600 metros. Las calles son chicas y
empedradas. Cerca de la entrada de las ruinas hay varios estacionamientos. A
un costado se encuentra el museo (auspiciado por la UAEM).
Las ruinas se encuentran en una meseta de una enorme montaña. Ahí
esculpieron en la roca las pirámides y las recubrieron con rocas y cal.
Para llegar ahí se suben 358 escalones dispuestos en una brecha de poca
más de un metro de ancho. Los escalones fueron construidos con piedras del
lugar.
El ascenso es algo pesado, sobre todo por calor agobiante.
Al ir ascendiendo, se sienten vibraciones diversas, algo que te cubre
desde los pies hacia la cabeza. De hecho, subir no es muy difícil, nos e siente
pesado; pero, la bajada es algo cansada.

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En algunos descensos estratégicos se colocaron unas placas explicativas
que permiten tomar un respiro y admirar la belleza natural, además del vuelo
de las águilas moradoras del lugar. Es un terrible sitio de poder. El cielo,
alrededor de las 11 de la mañana se mostraba lleno de luz y forma.
Tardamos unos veinte minutos en ascender y llegar hasta donde se
encuentra una de las pirámides que debió haber servido de adora-torio. Nos
orientamos, sentimos la energía circular en nosotros, con toda su fuerza. Era
unificante, nos sentíamos llenos, nada nos hacia falta.
Recorrimos las ruinas con la intención de sentir su energía. Entendimos
que ahí se llevaron a cabo ceremonias de iniciación sacerdotal guerrera. El
lugar fue un importante centro de preparación donde se practicaba magia
sexual. Logramos ver el recinto donde se estudiaban los libros y las pinturas,
donde los sacerdotes enseñaban a ver los cielos y a leer los designios de los
astros, donde se bailaba y cantaba, donde se aprendía a ser hombres
verdaderos.
Bajamos un poco cansados. Nos resultó increíble darnos cuenta que las
pirámides habían sido esculpidas y recubiertas con rocas. Nos admiramos y
comentamos la grandeza humana, el poder crear del hombre mexicano.
Teníamos que encontrar el lugar adecuada para realizar la ceremonia a la
madre tierra. M... halló, como hasta el momento había sucedido, el sitio
apropiado. Bajó unos metros a un costado del camino, curiosamente rumbo al
este. No tardó mucho en realizar la ceremonia. En unos 30 minutos M... ya
estaba de nuevo con nosotros.
Descansamos unos instantes. Es curioso, pero durante el tiempo que M...
bajo a efectuar la ceremonia, subía gente vestida de blanco. Esperábamos
paciente-mente a M..., nos sentíamos tranquilos, llenos de energía, era una
sensación agradable.
M... comentó que se había sentido con mucha pesadez, que apenas tuvo
las fuerzas necesarias para realizar la ceremonia. Durante el pro-ceso tuvo
visitas y sintió que todo el tiempo lo observaban atentamente.

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Era algo raro, pero nos sentíamos muy cansados. Salimos de las ruinas,
visitamos el museo. En unos instantes nos dirigimos a la iglesia para poner la
ofrenda. El lugar era tranquilo y agradable. Sentí como que algo se cayó, algo
pesado que traía cargando. Di las gracias y pedí por todo y todos, después salí
de la iglesia y me fui a parar junto a la cruz de piedra que sen encuentra en el
pasillo central del patio. Los in-mensos jardines son engalanados con la
majestuosidad de los eucaliptos y su agradable sombra.
Salimos de la iglesia, más tranquilos y llenos de energía. M... había
escuchado ruidos extraños en la llanta trasera izquierda (precisamente atrás del
volante) y sintió algo raro al frenar. A petición suya bajaron la llanta para
revisar el tambor, los valeros y las balatas. No había nada anormal, todo estaba
en su lugar. Luego de limpiar bien, colocaron todo en su lugar. En breves
momentos íbamos rumbo a Chalma, Malinalco quedaba atrás.
El trayecto a Chalma fue tranquilo, sin contratiempos y rápido.
Llegamos al santuario sin problemas, entramos y nos llenamos con su
luminosidad. El sol caía como plomo. En el atrio un grupo de jovencitas
entonaban un canto religioso y hacían movimientos corporales al ritmo de la
canción.
Cada uno de nosotros colocamos la ofrenda y le dedicamos un presente
de luz a San Miguel. Nos sentimos mejor, como despojamos de una terrible
carga. Eran casi las dos de la tarde y no habíamos comido, el hambre no arre-
ciaba junto con el terrible calor. Tardamos alrededor de una hora en la comida.
Luego de reposar los alimentos iniciamos el regreso. El reloj marcaba poco
más de las cuatro de la tarde.
El camino de regreso resultó más difícil. Tuvimos dos contratiempos con
unos diablillos que pretendían hacer estragos con el auto; y casi lo logran si no
nos ponemos listos. Desalojamos el vehículo y realice un movimiento
estratégico para retirarlos de la cercanía. Después de unos minutos todo fue
calma y tomamos la autopista a la ciudad de México, ya no veían problemas.
En casa atendimos a la gente que venía a curación; ya nos esperaban
varias personas. Eran casi las ocho de la noche. Las pasamos rápido y
seguimos con la siguiente parte del proceso.
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Habíamos decidido mandar al abismo a los otros demonios que nos
perturbaban constantemente. Realizamos la ceremonia, los mandamos traer y
mediante la intervención de Adonai fueron mandados al abismo, luego que les
exigimos saber cual era el motivo de su presencia.
Ese sábado terminamos pronto y nos propusimos descansar. No
comentamos gran cosa de lo ocurrido.
El domingo estuvo tranquilo, algo cansado y lleno de pesadez, pero
tolerable. Al llegar la noche para dormir tuve la presencia del amigo malo en
persona. Según me dijo, quería saber quién era yo, deseaba conocerme. Su
presencia era muy desagradable, el ambiente era terriblemente oscuro y se
sentía un miedo aterrador, como cuando se presiente algo muy malo. Sin
embargo, nada sucedió, solamente me miró con desprecio y cierto respeto, así
lo sentí. Yo mientras tanto llamé la presencia de Jesús, mi guía espiritual y al
Arcángel Miguel Ángel. Debo decir que sentí un miedo terrible y,
sinceramente, esperaba lo peor para mi; entendí que no estaba muy conforme
con todo lo que hasta el momento había hecho y no sola-mente venía a
pedirme cuentas, sino a cobrárselas.
Me sentí tranquilo, sabía que no estaba solo. Quiero creer que escucho mi
pensamiento y, al igual que yo, también sintió la presencia de una inmensidad
de seres espirituales protectores que me ayudarían en caso de peligro. Su
presencia fue breve, actuó sabiamente (sabemos que no es ningún tonto; es,
aunque se oiga mal que lo diga, todo un señor, respetable y muy inteligente),
termino retirándose sin decirme absolutamente nada. Pero yo sabía que lo
volvería a ver, que su actitud no era conformista, que me estaría vigilando
todo el tiempo, tal esperando el momento oportuno para atacarme o para
mandarme a alguno de sus servidores. Yo lo esperaré, se que Dios y sus
ejércitos están conmigo, que voy a pelear por la Luz y por destronarlo. Se
también que voy a estar en su juicio y que lo voy a ver caer, así como he visto
caer a tantos otros de sus miserables servidores.

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PURIFICACIÓN DEL FUEGO

S alimos a las 8:00 de la mañana rumbo a Teotihuacan. Yo sentía la


temperatura alta. Antes de salir revisamos el auto y nos protegimos. El día
iba a ser difícil, pesado y muy caluroso, por cierto. Estábamos por salir cuando
M... se dio cuenta que la llanta trasera izquierda (precisamente atrás del
chofer) estaba ponchada. Así nos fuimos, pero dos calles más adelante
tuvimos que bajarnos a cambiarla porque era imposible seguir adelante. Nos
dimos cuenta que tenía una tachuela metida; la cámara de la llanta había sido
perforada.
Tardamos unos minutos en cambiar la llanta y pudimos seguir adelante
sin problema. Sobre la carretera, a unos 20 minutos de haber iniciado el viaje
encontramos una vulcanizadora, nos detuvimos para que repararan la llanta y
nos cambiaran la refacción. Eso fue rápido y seguimos rumbo a Teotihuacán.
Tomamos la carretera a Texcoco. Ya habíamos recorrido varios
kilómetros, de hecho, vimos varios letreros que decían:

TEXCOCO - LOS REYES

No nos habíamos percatado, pero al parecer la desviación para tomar la


autopista de cuota Teotihuacan-Tulancingo, la pasamos sin darnos cuenta.
Tuvimos que regresar porque habíamos llegado hasta las instalaciones de la
Universidad de Chapingo. Más de 10 kms recorridos equivalían a perder
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alrededor de 20 minutos! El retorno se hizo eterno, sólo veíamos una enorme
carretera y letreros que señalaban:

LECHERIA-TEXCOCO LECHERIA-TEPEXPAN

Luego de algunos minutos que se hicieron eternos, llegamos a una desviación


que decía:

PIRÁMIDES-TULANCINGO-TUXPAN

Era algo indescriptible: autos, cientos de autos, una enorme fila que avanzaba
muy lentamente hacia la caseta de cobro.
Luego de unos minutos de espera, ingresamos a la autopista rumbo a Juan
Teotihuacán. En poco tiempo llegamos al pueblo y nos topamos con un mar de
autos que abarataban los estacionamientos. En la entrada, aproximadamente
unos dos kilómetros de las ruinas, había policías estatales, se seguridad
pública municipal, de caminos y soldados que resguardaban el orden y la
seguridad del lugar. Habíamos dejado el auto en una casa con un enorme patio
que la hacía de estacionamiento. Nos cobraron 50 pesos, según porque el
coche iba a estar seguro y no tendríamos ningún problema. No tuvimos otra
opción más que dejarlo ahí, porque además no había forma de seguir con él.
Los policías no permitían que entraran más autos, no había forma.
Para llegar a las ruinas y a las pirámides recorrimos a pie alrededor de
dos kilómetros. En parte de la carretera y en toda la calle empedrada había
comercios que ofrecían todo tipo de artículos y comida. Había un mar de
gente. El caminar era a paso lento porque las enormes multitudes no dejaban
avanzar con rapidez. Durante el camino sentimos la presencia de algo

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desagradable, así es que tuvimos que protegernos utilizando cuarzos. Luego
que los tuvimos con nosotros dejamos de sentir las sensaciones desagradables.
No tuvimos miedo, pero sí nos alertamos más y seguimos caminando, pero
ahora con mayor cuidado. Tardamos dos horas en llegar a la entrada de las
ruinas. No se podía entrar porque las multitudes se aventaban en contra de las
puertas de reja y los guardias impedían el paso. Gritaban a todo pulmón:
¡Boletos o credenciales en la mano! Pero pudimos entrar con muchos trabajos,
empujones y los gritos de inconformidad de muchas gentes.
En las explanadas de las ruinas había cientos de gentes, en su gran
mayoría vestidas de blanco. Encontramos visitantes nacionales y extranjeros a
más no poder, no se podía caminar. Muchos en sus cabezas traían amarradas
unas cintas rojas o rojiblancas, otras traían en la cintura otra cinta un poco más
ancha, como de cinco centímetros. Fue sumamente difícil llegar a la explanada
que está frente a la pirámide del Sol. Quisimos subir, pero vimos soldados
apostados en sitios estratégicos que no dejaban pasar sino a cierto número de
personas. Era casi las doce del día. El calor asfixiaba, caía como plomo
derretido encima de nosotros, no se soportaba.
Como divisamos una fila de gentes a un costado de la pirámide, la
seguimos pensando que era corta; pero cuál fue nuestra sorpresa que seguía y
seguía sin terminar. Dimos la vuelta por el lado este de la pirámide y la fila no
terminaba. En la cara sur (trasera) de la pirámide encontramos una fila que
daba tres vueltas. ¡Eran más de dos mil gentes esperando para poder subir a la
cima de ese monstruo colosal mexica-no! Nos quedamos atónitos al ver todo
eso. Decimos esperar en la parte Sur observando detenidamente lo que
ocurría. ¿De dónde salía tanta gente? Era algo sorprendente y al mismo tiempo
increíble. Arriba, en la cima, se veía cubierta de gentes; al parecer no cabía ni
un alma, pero era un espectáculo de verse, muy impresionante. M.. sacó sus
binoculares y pudimos constatar el gentío en la cima de la pirámide del Sol: no
cabía ni un alfiler. Algo parecido pudimos ver en la pirámide de la Luna.
Faltaban unos minutos para que el reloj marcara las 12:00 pm. Nos per-
catamos que poco a poco las gentes comenzaron a levantar los brazos y dirigir
las palmas hacia el Astro Rey, Tonatiuh, el Sol. Dimos inicio entonces al ritual
llamado: Purificación de fuego.
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Dispusimos todo con calma. Nos colocamos en el centro de la cara Sur de
la pirámide del Sol. Se preguntaron que ¿cómo supimos donde era
exactamente la mitad? Era muy sencillo: todos sentimos la energía en el
mismo sitio.
Nos colocamos en cada punto: Norte, Sur, Este y Oeste. Indique que cada
quien absorbiera la energía como se sintiera mejor. No les dije en ese
momento que cada uno de nosotros tendríamos una forma particular de
percibir las sensaciones del cosmos. Acto seguido les indique que tomáramos
cada quien cuatro inciensos de romero y los encendiéramos. Curiosamente el
cerillo que utilizamos para querer encender los inciensos se apagaba cuando lo
acercábamos a estos, pero después de varios intentos logramos que
encendieran. Procedimos a limpiarnos con ellos en forma de cruz, después los
colocamos en el piso, enfrente de cada quien. Enseguida tomamos la piedra de
fuego en la mano derecha, la palma estaba abierta y dirigida al sol mientras
manteníamos los párpados cerrados y tratábamos de recibir algo. Las
sensaciones de cada quien fueron particulares. Nos les pregunté nada en ese
momento y les pedí que callaran. Le dije a M... que nos recubriera alrededor
con el agua preparada que había realizado. Después colocamos las piedras en
el piso y nos pusimos de rodillas. Hicimos una reverencia y A... colocó las
piedras en un hoyo que hizo en el centro. Hicimos otra reverencia y nos
pusimos de pie, mientras M... nos recubría nuevamente con el agua. Por unos
instantes nos contemplamos en actitud serena y tranquila, quería que vieran
como se recibían las bendiciones divinas. Nos alejamos del lugar sintiéndonos
renovados, tranquilos, con una paz indescriptible.
Caminamos rodeando la pirámide. Mis acompañantes no se per-cataron
que formamos un círculo en su base cuadrangular. Íbamos a subir a la
pirámide de la Luna, pero ya no lo considere necesario y decidimos seguir
adelante. Como faltaba completar esa parte del proceso, M... llevó las otras
piedras al paraje que le habían indicado para completar el proceso. No tardó
mucho. En unos minutos ya estaba de regreso con nosotros. Ya reunidos nos
dirigimos a la salida. El gentío era avasallador, no nos podíamos mover y el
calor era terrible e insoportable.

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Con mucho trabajo salimos de las ruinas. Iniciamos el retorno muy
lentamente, la multitud no nos permitía avanzar rápido. De repente la calle
empedrada resultaba de difícil circulación. El calor no bajaba su intensidad.
Por todos lados encontrábamos puestos que ofrecían comida y diversos
artículos. Pasaron dos largas horas para poder salir. La calle empedrada nos
hizo sentir muy cansados. Eran casi las tres de la tarde.
Llegamos al auto y salimos a toda prisa, íbamos en busca de algo de
comida por en toda la mañana no habíamos probado alimento y sólo nos
mantuvimos con agua.
Fue una experiencia única, cada quien tuvo la oportunidad de percibir
sensaciones particulares del evento. Por ejemplo, para mi resultó ser algo que
nunca antes había presenciado ni experimentado en todo su esplendor. De
hecho, no creo en las casualidades, pero sigo pensando que nada ocurre al azar
ni sin in propósito. Así que cada movimiento que hicimos, los pasos del ritual,
lo que vi en cada uno de nosotros y lo que nos envolvía llenándonos de Luz,
era como la significación exacta de lo que habíamos realizado. ¿Por qué se
desarrolló todo así? Creo que la respuesta está en cada uno de nosotros, y así
lo sentimos.
Casi al llegar al lugar donde íbamos a comer, algo pasó en nos-otros. Mis
acompañantes sintieron una pesadez terrible, yo percibí una fuerza oscura,
maligna, que se dirigía hacia mi. A ése Ser no le había gustado lo que ocurrió,
algo le cayó como bomba y se sentía contento. En su rostro había coraje, odio,
deseos terribles de hacernos daño. Tuvimos que realizar un desalojo en el auto
para poder deshacernos de la energía negativa. A mi se dirigió amenazándome
de la peor forma, de igual forma lo hizo con M...; entre otras cosas dijo que no
se iba a quedar eso así, que se la íbamos a pagar y muy caro, que se iba a
desquitar con que más quisiéramos, allí donde duele, etcétera. En realidad no
me dio miedo ni le tome importancia, porque en muchas ocasiones había
pasado lo mismo: amenazas, palabrería, querernos asustar, entre otras cosas.
Entramos a comer sin problemas. Comimos con calma, disfrutando cada
bocado, no teníamos prisa alguna, así es que le dimos todo el tiempo que
quisimos.

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No comentamos nada del tema. Nos abocamos a comer; teníamos un
hambre de aquellas...
Sentimos que había calma, cierta tranquilidad, aunque mucho cansancio.
No entendíamos que había pasado, por qué nos sentíamos tan cansados, como
cuando trabajamos una terrible jornada. Sin embargo, llegamos a casa sin
contratiempos.

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VISITA AL ESTADO DE MORELOS

T eníamos ahora un terrible predicamento. Se nos comunicó que teníamos una


labor que realizar en breve tiempo: visitar algunos sitios del estado de
Morelos. El viaje sería delicado, pero saldríamos bien librados si teníamos
cuidado.
Planeamos todo y salimos el domingo 2 de abril de 2006 a las 8:00 am,
ya con el cambio del nuevo horario.
Como de costumbre se revisó el auto y se protegió. Dejamos la
protección en la choza bendita. Ya todo listo, enfilamos por el periférico sur
hasta la avenida insurgentes sur, y de ahí hasta la salida de la carretera
Cuernava-Acapulco, de cuota y libre.
El trayecto hacia la autopista a Cuernava fue rápido y seguro, sobre todo
por el “bendito” segundo piso del periférico. En una media hora estábamos
entrando a la autopista. Disfrutamos el paisaje, respiramos la pureza del aire
que nos ofrecía la zona boscosa, nos sentíamos bien dentro de todo.
En breve llegamos a la desviación Oaxtepec-Cuautla; nos dirigíamos a
Tepoztlán. De hecho, no tardamos mucho en llegar a la primera caseta y tomar
la desviación al poblado, que por cierto estaba a pocos metros de la caseta.
Todo se veía tranquilo, apenas empezaba a despertar la gente, el mercado
estaba abriendo sus puertas. En breve nos dirigimos a la catedral. El portal
estaba bellamente decorado con las semillas que se cosechan en la zona. Ahí
se representan escenas de la historia del lugar.

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En poco tiempo M... realizó su parte y yo me dedique a hurgar las
condiciones del lugar y a preparar el terreno para cumplir con la última fase.
De pronto, al encontrarme orando hincado en una banca, me encontré en
un templo oscuro. En el centro del mismo, había una caja negra, a su alrededor
cuatro columnas sostenían la cubierta de un nicho. Dos seres negros vigilaban
la caja y no dejaban que nadie se acercara. Antes de poderme acercar se me
presentó un rostro maligno en actitud desafiante, me dijo que no iba a poder
lograr mi propósito, y que le hiciera como quisiera. Luego se retiro lanzando
carcajadas burlonas que invadieron de terror y espanto el lugar. Al irse dejó
tras de sí una terrible oscuridad que me llenó de temor y dudas.
Me sentí cansado de pronto y me abrí los párpados. Veía algo borroso y la
luz me lastimaba. Salimos del recinto con desconcierto. Mis acompañantes
dijeron haber sentido algo pesado y muy malo; no en-tendían nada y no sabían
qué era, aunque se sentían también muy cansados.
Llegamos al auto, salimos del poblado en silencio y nos dirigimos hacia
la ciudad de Cuernavaca. Hicimos una media hora, aproximadamente, para
llegar a la ciudad. El no conocer bien el lugar nos hizo equivocarnos y tomar
la carretera libre rumbo a México; rectificamos la dirección hacia el sur.
Enfilamos rumbo a Acatlipa. Llegamos en poco tiempo, pasamos por
Temixco, vimos la famosa hacienda. A un lado de la carretera muy
congestionada por cierto (como es la libre que llega a Taxco, Iguala y
Acapulco, ya nos podemos imaginar como iba cargada de autos), estaba la
iglesia. Como era muy raro el pueblo de Acatlipa, nos pasamos un poco del
sitio donde se encontraba la iglesia, de hecho, ni siquiera pensamos que era la
que habíamos pasado anteriormente, ya estábamos saliendo del lugar porque
vimos el letrero que indicaba Taxco-Iguala... Nos regresamos y preguntamos
donde estaba la iglesia, nos confirmaron cual era y nos dirigimos a ella.
Llegamos a la iglesia, a un costado habíamos dejado estacionado el auto.
Entramos al atrio, se estaban preparando las cosas para celebrar la misa. Nadie
nos tomó en cuenta; ni caso nos hicieron. Seguimos adentro de la iglesia. M...
colocó la protección; nosotros nos limpiamos con unas candelas y las
prendimos en una pequeña capilla. Los santos, incluyendo el altar mayor,

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estaban cubiertos con la acostumbrada tela morada en señal de luto por la
próxima pasión de Jesús.
Me senté un momento dentro de la capilla. Se respiraba paz y
tranquilidad. Me sentí muy a gusto, sin molestias. Algo me instó a cerrar los
párpados y a entrar en comunión con lo divino. Vi luces, a lo lejos unas figuras
que me hacían señas, algo así como sigue adelante no hay problemas, por los
colores de las luces pude interpretar que se trataba de el Arcángel Miguel
Ángel. Con ellos me sentí más tranquilo aún y menos cansado. Algo escuche
dentro de mi que dijo: Sigan adelante, no hay obstáculos.
Tardamos ahí alrededor de veinte minutos a una media hora. Salimos del
recinto y abordamos el auto. Tomaríamos una desviación para llegar a un
poblado algo raro y un poco lejos:........................... Pero, a pesar de preguntar
a varias gentes de una supuesta desviación que nos llevaría por una ruta más
corta al mentado poblado, llegamos a Alpuyeca y tuvimos que retornar rumbo
a las ruinas de Xochicalco. Hicimos cerca de una hora para llegar a las ruinas
y seguir la carretera, muy maltratada por cierto, rumbo a -------------------.
En breve llegamos, durante el trayecto encontramos una patrulla de la
policía estatal aparentemente haciendo una revisión rutinaria con unos
campesinos, pero de antemano se veía que lo que querían eran extorsionarlos.
No nos detuvimos; seguimos nuestro camino. En unos treinta minutos
llegamos al poblado. La gente se veía muy humilde, sus formas de vestir nos
decían que eran indígenas, y su lengua nos lo confirmó: eran hablantes de una
variante del náhuatl.
Bajamos del auto. El centro no estaba lejos de la entrada del poblado.
Había plaza. Todo se veía tranquilo. Nos estacionamos a un costado de la
iglesia, muy vieja y demasiado descuidada. Unos pobladores jóvenes estaban
haciendo el aseo del interior. El patrono era San Sebastián. Al lado derecho
del altar mayor estaba nuevamente la figura enorme y autoritaria del Arcángel
Miguel Ángel, como que nos esperaba. A la izquierda nos encontramos la
imagen del Señor Santiago. Algo me dijo que ahí dejara mi protección. M...
puso la suya en la imagen del Arcángel. Los otros las colocaron también en el
Santiago y Miguel.

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Salimos del lugar con cierta paz y algo de cansancio. Me había sentido
tranquilo. Me hizo pensar que los santos no sólo están con los que tienen
dinero o poder, o con aquellos que tienen casas y vestidos elegantes, sino
también con la gente humilde, con quienes en verdad necesitan su apoyo,
consuelo y ayuda para que puedan estar bien. Me sentí raro, hacia mucho
tiempo que no pisaba un lugar tan necesitado y tan humilde. La gente nos vio
como alguien más, nadie nos preguntó a qué íbamos a su pueblo. Una niña, a
quien le preguntamos si podíamos dejar una veladora, nos dijo que la iglesia
estaba abierta para todos, que podíamos dejar la veladora a quien quisiéramos
porque era la casa de Dios y no se nos prohibiría nada. Eran sencillas gentes y
sociables, a diferencia de otros poblados donde no quieren a los capitalinos y
hasta les llegan a temer.
Nos despedimos, dimos las gracias y abandonamos en lugar. Nos
dirigimos nuevamente de regreso hacia Xochicalco. Antes de llegar vimos
como a unos tres kilómetros, sobre una montaña, las ruinas. La pirámide se
asomaba majestuosa. Se podía apreciar como la energía emanaba poder,
fuerza, luces destellantes que llamaban, que nos atraían. Como dice don Juan,
el que puede ver y maravillarse con esa belleza, pasa más allá del puro deleite.
Eran casi las tres de la tarde. Hacia un calor asfixiante; no se soportaba.
Estábamos llegando a Xochicalco. Nos sentíamos algo cansados.
Estacionamos el auto. Nos bajamos y caminamos rumbo a la entrada de
las ruinas. Entramos lentamente, el calor no nos permitía caminar a prisa.
Empezamos a subir lentamente. Las pirámides y otras construcciones se
encontraban en una meseta, sobre una montaña de poder. La vista dejaba ver
un paisaje increíble. En el espacio se veían aves planeando. Como que no
invitaban a llenarnos con toda esa maravillosa energía que se desprendía del
lugar.
Subimos lentamente. Respirábamos con algo de dificultad, tal sería por el
caos y la enorme carga energética que se recibía.
Luego de caminar unos metros y observar las ruinas (restos de templos y
pirámides, un lugar maravilloso donde se preparaban sacer-dotes y guerreros),
llegamos a un sitio de descanso cubierto con palma. El viento soplaba con
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fuerza. En la sombra se sentía maravillosamente bien. No había nadie en el
lugar. Preparé las condiciones para realizar el trabajo.
Limpiamos el lugar y aromatizamos con inciensos. Se sentía paz,
tranquilidad, armonía. Cerré los párpados y de inmediato pude ver la caja
negra nuevamente. Los ojos desafiantes seguían mis pasos con atención. La
oscuridad anterior ya era menos. Los guardianes quisieron oponerse para que
pudiera tomar la caja, pero con astucia y poder me hice de ella. Alcance a ver
que algunos seres de luz me asistían para luchar duramente con los guardianes
oscuros. Sin mayores problemas abrí la caja y saqué su contenido; se destruyó
sin preámbulos y a toda prisa. Mientras se hacia añicos el contenido, se podían
escuchar blasfemias, palabras obscenas, gritos, chillidos y maldiciones en mi
contra. Nada me importo. Salimos de ahí tan rápidamente como habíamos en-
trado. Atravesamos un túnel oscuro y angosto llevando con nosotros la caja
negra. El contenido había sido destruido.
Había pasado poco más de media hora. En el lugar había varias gentes.
Descansaban tranquilamente, nadie me molestó. Los que llega-ron se sentaron
o recostaron disponiéndose a descansar, y se olvidaron de mi. De momento
sentí el deseo de abrir los ojos. Me sentía algo can-sado. Espere unos
momentos y luego me incorpore. Camine hacia los restos de una pirámide. A
los lados se veían restos de habitaciones y salas enormes donde puede ver que
se estudiaba, meditaba y se practicaba la magia sexual dirigida por sacerdotes
de la Orden Sagrada de Quetzalcoátl. También llegaron a mí recuerdos de
cantos, música y danzas rituales. El uso de los alucinógenos se hacia para
poder tener algo que los ayudara a meterse en el mundo de los seres de luz. Se
consideraba algo sumamente sagrado, secreto, que solamente los iniciados
podían conocer. Hubo espacios delimitados donde solamente podían entrar
gentes puras y preparadas. Otros espacios donde se descansaba o se meditaba.
Algunos lugares donde se leían los libros sagrados (pinturas) o donde se
observaban y estudiaban los astros.
Pudimos ver a un grupo de gentes vestidas con ropa blanca realizaban
procesos de sensibilización energética, mientras un guía explicaba cosas que la
verdad eran poco interesantes y tenían muy poco de verdad. Mejor seguimos
nuestro camino hacia la salida.
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Llegamos al auto y nos dirigimos hacia el próximo entronque con la
autopista a México. Al parecer no nos habíamos dado cuenta, pero no
habíamos comido y eran casi las cuatro de la tarde. Llegamos al entronque y
nos dirigimos hacia Cuernavaca para comer algo.

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PREPARANDO LAS COSAS PARA LA LIBERACIÓN

E ran las 8: 00 de la mañana del sábado aquel cuando salimos rumbo a Toluca
nuevamente. El camino se veía tranquilo. Con calma pusimos las
protecciones, salimos tranquilamente, protegimos el auto, lo abordamos y nos
dirigimos a la ciudad mexiquense.
Hicimos aproximadamente unos 45 minutos en llegar a Toluca. Había un
poco de tráfico en la carretera, pero eso no impidió que avanzáramos a
velocidad regular.
Llegamos a la ciudad, el calor ya arreciaba. Buscamos un estacio-
namiento cercano a la catedral. Dejamos ahí el auto, salimos a la superficie y
nos dirigimos a la iglesia a toda prisa.
Se respiraba cierta incomodidad. Algo había ahí que nos molestaba. De
hecho, vimos a un sacerdote que de forma muy grosera y pedante no nos quiso
dar un poco de agua bendita. Sin hacernos el menos caso siguió su camino;
tras una pequeña puerta desapareció. Ya no lo vimos más.
La enorme catedral en estilo románico-gótico ofrece una increíble
majestuosidad; más bien parece un palacio de reyes que una morada para
hallar tranquilidad, regocijo o algún consuelo. Es fría y seca, sorda, no tiene
buena acústica; no se siente aquello agradable de muchas iglesias donde
percibes la paz divina.
Hicimos lo que habíamos planeado y salimos a toda prisa del lugar.
Llegamos al estacionamiento, abordamos el auto y salimos de la ciudad en

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busca de un lugar donde tomar algún alimento. Nos sentíamos cansados y
molestos, como cuando llevas encima una carga sumamente pesada y
desagradable. Increíblemente ya era algo tarde, casi medio día.
Almorzamos tranquilamente. Queríamos deshacernos de toda esa mala
energía que habíamos recibido en la catedral y, al mismo tiempo, relajarnos
para seguir tranquilamente con el resto del viaje hasta la ciudad de Querétaro.
Pasando la una de la tarde salimos del restaurante. Tuvimos un poco de
problemas para encontrar la carretera hacia Atlacomulco. Por alguna extraña
razón nos equivocamos al tomar la desviación y volvimos a entrar a la ciudad.
Pedí calma y nos protegimos espiritualmente para que todo saliera lo mejor
posible.
En poco menos de 30 minutos íbamos rumbo a Atlacomulco. El viaje fue
tranquilo, pero un poco pesado y retirado. La carretera iba algo cargada de
autos y en ciertos tramos teníamos que avanzar a baja velocidad, sobre todo
porque debíamos cuidar cualquier aviso de peligro, por muy pequeño que
fuera.
Luego de más de una hora y media de recorrido, pasamos la desviación a
la Ciudad de Morelia. Más adelante no encontramos con un reten, el cual ni
caos nos hizo y nos indicaron seguir adelante. La sorpresa era que algunos
metros más adelante había sucedido un terrible accidente donde un trailer con
pipa tanque se había volcado y llevaba ya bastante tiempo entorpeciendo el
movimiento vehicular. Ahí tardamos alrededor de 40 minutos. No había forma
de avanzar ni de retroceder. Muchos automovilistas trataban de regresar con
muchas dificultades. Incluso hasta un autobús que iba a Querétaro tuvo que
regresarse y, creemos que iba a tomar la desviación por Aculco para salir a la
autopista a Querétaro, al menos, unos 60 kilómetros más atrás. Nosotros lo
pensamos también, pero al ver el enorme retroceso, creímos más conveniente
esperar.
Luego de una desesperante espera, porque de hecho el accidente estaba
como a dos kilómetros delante de nosotros, avanzamos lentamente. El tráfico
era increíble. A vuelta de rueda nos dimos cuenta de la volcadura del trailer:
estaba regado el contenido del tanque en un pequeño barranco, la cabina

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destrozada y el parabrisas hecho añicos. No se veían rastros del chofer, pero,
así como se apreciaba el accidente, creímos muy difícilmente que se haya
salvado.
Ni modo, supimos que teníamos guardada una sorpresa muy des-
agradable, pero no tuvimos temor, solamente pedimos a Dios el consuelo para
los familiares de los presuntos muertos que pudieron haber habido ahí.
Seguimos nuestro camino con mucho cuidado y atención, protegimos
espiritualmente el auto, M... se sentía tranquilo, aunque algo molido.
A pesar de todo, la llegada al entronque con la autopista a Querétaro no la
encontrábamos, se nos hacía demasiado largo el recorrido. Por fin, luego de
una media hora de camino, pudimos ver a lo lejos, como a uno 10 kilómetros,
la autopista. Nos sentimos tranquilos, ya teníamos algo de desesperación.
Al llegar a la autopista, M... le piso el acelerador, era algo tarde ya (poco
más de las 14: 00 horas) y teníamos que recorrer aún alrededor de 75
kilómetros para llegar a la ciudad; debíamos estar ahí antes de la 15:00 horas.
Era toda una proeza, complicada, ¡es cierto!, pero necesaria.
A pesar de los esfuerzos, esa cantidad de kilómetros eran demasiados
para recorrerlos en tan poco tiempo. Llegamos algunos minutos después de las
tres de la tarde a Querétaro y, primero nos sentíamos de la patada, segundo
teníamos que dejar la protección en la catedral. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?
La catedral ya estaba cerrada y dejarían pasar a la gente hasta después de las
cinco de la tarde.
Nos apresuramos a buscar la iglesia catedral. Sus puertas estaban cerradas
y nadie nos daba razón acerca de la hora en que abrirían. Unos nos decían que
no sabían, otros que después de la cinco y hubo algunos que dijeron que hasta
las cinco y media. En fin, nos sentimos muy mal y lo único que hicimos fue
tranquilizarnos.
Caminamos unos minutos por unas calles. Vimos algunas iglesias y nos
acercamos, todas ellas tenían las puertas cerradas. Llegamos a un jardín,
enfrente había una capilla chica, pero al fin una pequeña iglesia abierta. Nos
acercamos a su portón y entramos. Vimos en el altar un Cristo crucificado y
algunas imágenes, entre ellas la de San Martín de Porres. Nos sentamos un
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momento, queríamos descansar un poco. Trate de calmarme y eleve mi
pensamiento a Dios. A veces hay acciones que no entendemos claramente y es
preciso calmarse un poco y pedir claridad a Dios. Vi una luz; para mi fue tan
convincente, pero me hizo sentir tranquilo. Entendí que no habían salido las
cosas como se habían planeado, pero debíamos tratar de completar la misión
en la medida que nos fuera posible. M... tampoco quedó convencido, aunque
trate de explicarle que era necesario dejar la protección aun cuando fuera
directamente en la catedral. De antemano sabía que debíamos volver en el
futuro a completar el proceso. Por el momento debíamos dejar las cosas así;
no había de otra.
Hicimos cada quien una pequeña oración. Nos sentimos algo re-
confortados, aunque, sinceramente, no del todo muy bien; como que algo
faltaba, así como cuando haces algo y no completas. Sabíamos que habíamos
hecho todo lo posible por llegar a tiempo y entrar a la catedral, pero por
alguna extraña razón solamente pudimos llegar a la ciudad. Pensé muchas
cosas y me sentí algo mal; sin embargo, les dije a mis acompañantes que
siguiéramos adelante y nos preocupáramos por nada, que saldríamos bien. Me
oyeron y, al parecer, me hicieron caso.
Salimos de la capilla y nos dirigimos al auto. Lo abordamos en silencio y
nos enfilamos hacia la autopista México-Querétaro. Estábamos muy cansados
y solamente queríamos regresar a la ciudad de México.
Eran poco más de las seis de la tarde, casi las siete, el hambre ya nos
apretaba y todavía estaba algo lejos para llegar a nuestro destino. Pasamos la
caseta de cobro de Tepozotlán y decidimos comer algo. Sobre la autopista no
había ningún sitio donde comer, así es que decidimos ir a Cuautitlán para
cenar, ya estábamos pasando las siete.
Comimos tacos en un establecimiento cercano a la iglesia del centro de la
población. Tardamos como media hora. Salimos de ahí ya mejor confortados y
con fuerzas. Abordamos el auto y nos dirigimos a casa, de hecho, ya nos
esperaba la gente para la curación. A las ocho de la noche sonó mi celular y la
voz de una de mis hijas me preguntaba si ya íbamos en camino. Le hice saber

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que llegaríamos en poco tiempo, que no se preocupara. Habíamos terminado
una terrible experiencia.

DESTRUCCIÓN DE UN DAÑO TERRIBLE

E l siguiente paso era salir hacia el lugar preciso para destruir el daño. Nos
pusimos de acuerdo y en breve tiempo dispusimos todo para ir en busca del
sitio donde debíamos destruir el mal que aquejaba a M...
Salimos a las 8:00 am rumbo a la central de autobuses para dirigirnos a
Morelia y de ahí a la ciudad de Guadalajara. Dejamos la protección en el
Templo de Luz, nos cercioramos que lleváramos lo re-querido, tomamos cada
quien sus objetos personales en una mochila y subimos al taxi que habíamos
contratado para que nos llevara a la central de autobuses de observatorio.
Llegamos a la terminal poco después de la 10:00 am. El autobús de las 10:20
ya estaba lleno, de hecho, iba saliendo cuando llegamos, así que la chica que
nos atendía nos sugirió abordar el que saldría a las 10:40. Íbamos a la ciudad
de Morelia.
El viaje fue agradable, tranquilo, sin problemas; nos sentíamos bien. El
único inconveniente fue que nos tocaron los últimos cuatro lugares del
autobús. ¡Ni modo! Era necesario llegar a toda costa y lo abordamos sin
rechistar nada.
El trayecto era agradable, el clima un poco elevado, platicábamos
tranquilamente mientras veíamos una película. Llegamos a Toluca sin
contratiempos, en breve tiempo tomamos la desviación hacía Atlacomulco-

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Morelia. El viaje fue rápido sin problemas y cerca de las tres de la tarde ya
estábamos en Morelia.
De inmediato nos dirigimos en taxi al centro de la ciudad. Llegamos en
casi treinta minutos a la catedral. El edificio se sentía frío, vació, como que
algo le faltaba. La gente deambulaba dentro del espacio, veían aquí y allá,
otros caminaban pensativos; había veladoras apagadas en los altares de los
santos. Algunas gentes las dejaban prendidas pero un anciano de aspecto
desagradable y boca suelta las apagaba alegando que ensuciaban el piso o el
altar, que solamente debían dedicarlas. Hizo lo mismo con las que dejamos:
cuando vio las veladoras encendidas, con coraje dijo que quién las había
prendido; le conteste que no sabía. Entonces dijo molesto: “No se encienden,
no entienden que solamente se dedican, ensucian el altar.” No le dije nada y
sola-mente lo vi; pensé: “¡Pobre diablo, no se da cuenta que es un títere de sus
propios demonios!” Lo dejé ahí parado y me fui de ahí rápida-mente, la
verdad no quise discutir con él.
De hecho, como las veladoras ya habían estado prendidas unos diez
minutos, pudo ver que habían hecho su labor. Le dije a M..., que se quedó
preocupado al ver que las había apagado el anciano, que no le diera mayor
importancia a lo que veía, que ellas ya habían hecho lo suyo. No le dimos
mayor importancia y nos salimos del recinto. Todos habíamos sentido
sensaciones desagradables. Decidimos entonces, ir en busca de algún sitio
donde comer; eran casi las cuatro de la tarde y debíamos llegar a Guadalajara
antes de las nueve de la noche.
Buscamos en varios lugares al tiempo que recorríamos las calles de la
ciudad. Hacía calor, estábamos sudando. Un policía amablemente nos indicó
que calles más abajo había como fondas donde se comía bien; o si queríamos,
podríamos ir en busca del mercado donde había mayor variedad. Decidimos
buscar un sitio cercano porque el tiempo avanzaba rápido y nos estaba
ganando.
Llegamos a la calle donde anteriormente estaba ubicada la terminal de
autobuses de la ciudad, ahí encontramos un sitio donde nos metimos a comer.
Todo estaba tranquilo, esperábamos pacientemente que la mesera nos trajera

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los platillos que habíamos ordenado. Habían pasado unos minutos cuando se
acercó un sujeto de aspecto desagradable y nauseabundo, nos dijo algo
ininteligible, nadie contestó; nuevamente de dirigió a nosotros pidiendo una
limosna, pero como no le dimos nada nos insulto con improperios:
“¡Mendigos! No me pueden dar una moneda. ¡Cabrones! Ojalá nunca
necesiten.” Se fue echando maldiciones.
A nosotros nos pareció gracioso y nos reímos como algo gracioso que nos
sucedió. No le dimos mayor importancia y comimos tranquilamente.
Después de una hora, con calma salimos del lugar. Afortunadamente
pasaba un taxi que abordamos y le pedimos que nos llevara a la central de
autobuses lo más rápido posible.
En veinte minutos ya estábamos en la central. Ahora venía el terrible
problema que ya no había salidas para Guadalajara sino hasta el horario
nocturno. Nos daba el patatus. Pregunte en una línea y me dijo la señorita que
atiende que a las 5:40 había cuatro lugares. Se me hizo un horario muy tarde.
Lo increíble fue que mientras preguntábamos en otras líneas y no había
salidas, cuando llegamos a la anterior los lugares ya se habían vendido. No
sabíamos que hacer. Preguntamos en todas las líneas y en ninguna había
salidas. Había risas no sé si de nerviosismo o de lo ridículo que era esa
situación. A M... se le ocurrió preguntar en ATN, y, por increíble que parezca,
había cuatro lugares disponibles; el inconveniente era que los lugares estaban
hasta atrás del autobús. Ni modo; no podíamos ser exigentes ni teníamos
tampoco el tiempo suficiente para rechazar nada, así es que abordamos el
autobús y, con o sin agradado, salimos rumbo a Guadalajara. De hecho, el
viaje fue agradable y los distraíamos viendo la película dl Sr. y la Sra. Smith.
Hicimos un recorrido de tres horas. A las 9:30 pm llegamos a Guadalajara.
De inmediato nos dirigimos en taxi al centro de la ciudad. La catedral ya
estaba cerrada. Nos dirigimos entonces a descansar y buscamos un hotel. En el
hotel que llegamos estaban hospedando a un grupo de turistas, así es que
tuvimos que esperar a que terminaran con ellos. Pasaron alrededor de 20
minutos y seguimos nosotros. Se hicieron los trámites correspondientes y nos
dieron una habitación con vista a la calle principal. Dejamos las maletas,

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preparamos todo para iniciar más tarde el trabajo para quitar el daño. Nos
sentíamos algo cansados.
Habíamos decidido a caminar un poco por las calles. Eran las 10 de la
noche. También debíamos comer algo y buscar alcohol.
Deambulamos por las calles. Buscamos un café para tomar algo, pero no
encontramos nada. Seguimos caminando llegamos a un jardín que tenía
enfrente una taquería donde había diversos antojos y platillos. Decidimos
comer ahí. Estuvimos tranquilos, cenamos unos tacos y bebimos refresco.
Poco más de las 11: 30 pm salimos del lugar y regresamos al hotel. Debíamos
iniciar el trabajo a las meritas doce de la noche.
Llegamos al hotel. En el lobby encontramos café y tomamos un poco.
Noté que había nerviosismo, algo de preocupación, al mismo tiempo como
miedo o temor a que pudiera pasar algo malo.
Limpiamos la habitación con bálsamo e inciensos de canela. Dispusimos
todo, y cuando en el reloj las manecillas marcaban las doce la noche,
iniciamos el trabajo. En las afueras, los corredores eran tranquilidad y sosiego,
como si también estuvieran cooperando con el trabajo; así como si supieran de
qué se trataba.
No tardamos mucho, tal vez una hora o menos, en estar terminar. Me
sentí muy cansado. M... decía sentirse raro, como que algo se le había caído
del cuerpo y, al mismo tiempo, algo había recuperado. Era una sensación muy
extraña, dijo. Había cosas que no entendía fácilmente y le costaban trabajo
razonarlas; sin embargo, cuando le dije que siguiera los acontecimientos tal
como se habían suscitado, sin que tratara de razonarlos con la lógica
aristotélica, entendió que existen hechos o acciones que no pueden ser
analizados bajo una perspectiva lógica. Deben verse tal cual son y así como
los presenciamos, nada más. Cuestionar a veces es un terrible proceso que
solamente nos lleva a descompensaciones sin sentido.
Comentamos lo sobresaliente del trabajo. Hubo pesadez y acciones
incomprensibles. Algunas cosas se entendieron, pero otras pasaron sin
entenderse. Recogimos todo, limpiamos el lugar y acomodamos las camas y
muebles tal como se encontraban, la intención era que nadie de diera cuenta
69
que había pasado algo. Pasaron algunos instantes, nos recostamos cada quien
en una cama; de momento, cuando ya nos empezamos a relajar, entramos en el
sueño. El calor era insoportable. Yo sentí el sueño más allá de las tres de la
mañana, no recuerdo claramente a qué hora dormí.
Por la mañana, desperté al escuchar ruidos. M... se estaba bañan-do.
Cuando terminó entré yo al baño y después los demás. Eran alrededor de las 9:
00 am, y la intención era salir rumbo a México a más tardar a las 12: 00 pm.
Salimos del hotel a las 10: 00 am en busca del mercado para des-ayunar
algo. Después de una hora, nos dirigimos a una estación del tren subterráneo
para dirigirnos a la terminal de autobuses. Luego de un largo trayecto en el
tren y otro más en un recorrido algo molesto en un autobús, llegamos a la
terminal.
Bajamos rápidamente del autobús y nos dirigimos a la estación. Nos
dirigimos a una edecán y le preguntamos acerca de las salidas a México. La
más pronta que encontramos era a las 13: 40 pm, y decidimos tomarlo. Lo
curioso es que en esa corrida había cuatro lugares al frente del autobús, de
forma contraria a los viajes anteriores.
Durante la espera tuvimos sensaciones raras. Nos protegimos y
limpiamos. Acomodamos nuevamente nuestras cosas. Subimos al autobús y
regresamos a la ciudad de México en un viaje algo cansado, lento, algo
aburrido. En tiempo pasaba y nos veíamos que avanzáramos. Dormitamos
algunas veces, veíamos la película, mirábamos a través de las ventillas.
Con muchos contratiempos llegamos a México. Nos sentíamos cansados,
aburridos y con deseos de descansar. El conductor del autobús,
afortunadamente, nos permitió bajar en un sitio muy cercano a la casa y en
minutos llegamos al Templo; era martes y nos esperaban gentes para recibir el
bálsamo. Habíamos completado una parte valiosa e importante en el proceso
de M... y T. R.

70
EL VIAJE AL NEVADO DE TOLUCA

S alimos temprano rumbo a Toluca. Sabíamos que no sería fácil el viaje, que
tendríamos eventualidades, y así fueron.
Habíamos preparado todo. Teníamos todo listo y salimos con destino al
Nevado de Toluca, un volcán que curiosamente tiene el cráter cubierto de roca
sólida y una enorme laguna.
A pesar de estar ligeramente cargada la carretera, llegamos a Toluca en
unos 45 minutos. Tuvimos algunas contrariedades para encontrar la carretera
que nos llevaba al Nevado. Varias gentes, a quienes preguntamos como llegar,
nos dijeron versiones diferentes y equivocamos el camino. Pero, luego de
perder casi media hora, enfilamos en la carretera correcta. En breve llegamos a
la desviación que lleva al volcán.
Dejamos la carretera de asfalto y entramos en la enorme montaña a través
de un camino de terrecería. A los alrededores del camino había hielo. Poco a
poco subimos a través del camino, un tanto resbaladizo por el deshielo y
tenebroso. El sol calentaba y derretía el hielo. Se podía apreciar que había
llovido muy fuerte porque el suelo estaba muy húmedo y con el calor del sol
podíamos ver claramente el proceso de evaporación del hielo. En algunos
lugares corrían hilos de agua, en otros brotaba de las entrañas de la tierra. en
ciertos lugares del camino había pequeños charcos de agua que hacían el
avance un poco difícil y peligroso.

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Al entrar a esos parajes pedimos ayuda y protección a los señores de la
tierra, los Gnomos. Sentí su presencia y, a pesar de encontrar seres oscuros
que constantemente nos veían como escudriñando nuestros movimientos,
seguimos el ascenso con cuidado y paciencia.
El tiempo pasaba y el camino no terminaba. Pasamos por una zona
enormemente boscosa, muy hermosos parajes y árboles enormes que nos
hablaban de majestuosidad portentosa. Conforme avanzábamos el frío se
incrementaba; en algunos momentos se sentían ventiscas heladas que nos
hacían temblar. Por muchos minutos sentimos la presencia de seres negros que
nos seguían paso a paso, no nos dejaban; pero a pesar de su desagradable
presencia, seguimos adelante.
Había pasado casi media hora cuando llegar a un sitio parecido a las
casetas de cobro de las autopistas. Ahí nos exigieron un pago de 30 pesos para
seguir hasta el cráter del volcán, no nos quedó otra más que pagarlos. Les
preguntamos a los vigías de la distancia que aun faltaba; ellos dijeron que para
llegar al cráter eran alrededor de 12 kilómetros, nos miramos desconcertados
porque la distancia que apreciábamos no coincidía con lo que nos habían
dicho. Yo agregué que de menos eran unos veinte kilómetros lo que nos
faltaba. Pudimos constatar que evidentemente si fueron un poco más de los 20
kilómetros; nos tardamos en llegar alrededor de media hora.
Ya en la cima del volcán, el camino era muy pedregoso, podíamos ver las
laderas, el enorme valle, desfiladeros que empezaban a un par de metros, no
podíamos avanzar a gran rapidez porque en algunos lugares encontramos hielo
y pequeñas corrientes de agua que salían de la tierra debido al deshielo. En
una parte encontramos una zona árida y pedregosa, el sol pegaba con fuerza, y
no había ventiscas.
Y breves minutos llegamos a un albergue. Ahí pagamos el derecho para
poder entrar hasta el cráter. Nos dijeron que la carretera nos llevaría hasta él,
que nos faltaban alrededor de seis kilómetros.
El camino rodeaba la boca del volcán. El calor era alto. A pesar de todo
queríamos llegar a la boca y seguimos adelante. Encontramos hielo, pequeños

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charcos de agua, en algunos sitios la carretera solo permitía pasar a un auto.
Curiosamente encontramos varios vehículos y bastante gente.
Increíblemente, ya en el cráter, al calor disminuyó y el frío aumentó con
ligeras corrientes de viento helado. Tuvimos que abrigarnos bien porque,
además de percibir sensaciones desagradables, sentíamos la presión del lugar
y algo nos instaba a irnos de ahí lo más pronto posible.
Hicimos lo que habíamos planeado M... y yo, mientras los otros
acompañantes vigilaban. No nos llevó mucho tiempo. Probablemente
tardamos algo así como media hora. Regresamos al auto y decidimos regresar.
Vimos la enorme laguna en el cráter, más o menos tiene alrededor de unos dos
kilómetros de largo por unos quinientos metros de ancho. No se puede
apreciar la profundidad. El agua se ve y se sien-te muy salitrosa, en el interior
de la laguna encontramos vegetación, había mucha pesadez en el lugar.
Mientras estábamos ahí, sentíamos algo desagradable debajo de nosotros y las
miradas de alguien. La incomodidad nos impacientó y, luego de llenar una
botella con el agua de la laguna, abordamos el auto y bajamos tan rápido como
nos fue posible.
Conforme íbamos hacía abajo, parecía que el aire se hacia más ligero y
puro; el oxigeno nos llenaba y nos tranquilizaba. Poco a poco sentimos el
calor nuevamente en nosotros y el aire frío despareció. Creo que nos sentimos
contentos con todo lo que hicimos, que fue bien hecho. Llegamos a la
desviación en un lapso de veinte minutos. Seguimos el camino rumbo
Acatlipa. Habíamos decidido comer algo ahí en ese pueblo antes de dirigirnos
a Ixtapa de la Sal.
Luego de más de una hora de viaje llegamos a Acatlipa y buscamos de
inmediato la iglesia. Hicimos nuestra labor y buscamos algo de comida. Eran
alrededor de las cuatro de la tarde y teníamos un hambre de niño de hospicio.
Pero la desgracia nos seguía y ya no encontramos nada agradable de comer ni
en el mercado ni el pueblo; cuando menos vimos algunos establecimientos
donde vendían tacos que, con inconformidad, tuvimos que comer a disgusto.
Tardamos como una hora, eran poco más de las seis de la tarde. M...
estaba dudoso de seguir debido a que al pasar una curva encontramos un tope

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donde no pudo frenar, dice que piso el pedal de freno y éste no respondió. Para
no quedarnos con la duda, decidimos revisar la llanta y cuál fue nuestra
sorpresa que nos encontramos con que nos habíamos quedado sin líquido de
frenos en la llanta trasera izquierda. Debido a ese problema perdimos casi una
hora. Tuvimos que tener paciencia y cierta conformidad. Nos quedamos a
cuidar el auto mientras M... fue en busca de un mecánico, que en una media
hora pudo encontrar. Ya había hecho los arreglos necesarios, pero tenía que
llevarle el carro a su taller, así es no nos quedó otra más que llevárselo.
El mecánico fue preciso y realizaba su trabajo con calma y acierto. En
eso estábamos cuando escuchamos truenos que avisaban lluvia y pudimos ver
unas enormes nubes negras precisamente en el rumbo hacia donde nos
dirigíamos. Nos miramos unos a otros y nos calmamos mientras los rayos
hacían estragos más adelante.
Al fin acabó su trabajo, abordamos el auto y seguimos nuestro camino
rumbo a Ixtapa de la Sal. Increíblemente encontramos la carretera llena de
granizo, eran como treinta centímetros de hielo en la carretera, mientras en los
campos se veía una enorme capa blanquizca también.
Conforme avanzamos y tomamos la desviación para Ixtapa, después de
una media hora de viaje, pudimos ver como en ciertas partes había caído una
tormenta aparatosa llena de granizo, la tierra y en algunas partes de la
carretera corrían arroyuelos de agua, en la mayoría de los campos se veía una
extensión interminable de granizo. Por el contador del kilometraje del auto
pudimos constatar que fueron más de veinte kilómetros de hielo que cubrió la
tormenta. Pero, afortunadamente, el auto respondía muy bien al acelerador y
los frenos, lo que nos tranquilizó mucho.
Comentamos lo increíble de todo. ¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos
revisado los frenos? ¿Qué nos habría pasado si caemos exactamente en la
tormenta? Porque íbamos directamente al centro de ella; forzosamente
teníamos que pasar por donde estaba lloviendo a cantaros para llegar a la
desviación que nos llevaría a Ixtapa. ¿Fue el destino o la casualidad? ¿Alguien
nos protegió, nos aviso o nos hizo alguna travesura para obligarnos a
quedarnos ahí hasta que pasara la tormenta? De hecho, veíamos los rayos y

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escuchábamos los truenos pero con miedo, con cierto temor. Tal vez por eso
no teníamos mucha prisa en irnos.
La carretera a Ixtapa se nos hizo un poco lejos. Veíamos el mapa de
carretera y esperábamos con ansía llegar al poblado marcado. En el mapa se
ve cerca pero no es así, tardamos alrededor de una hora y media en llegar a
Ixtapa, eran casi las ocho de la noche. Nos sentíamos cansados y queríamos
terminar con esa aventura para poder regresar a casa.
Llegamos al pueblo y buscamos un sitio donde estacionarnos. Por fortuna
encontramos un lugar cercano a la iglesia. Nos bajamos del auto, estábamos
molidos y el caminar un poco nos hizo sentirnos bien. Estaba chispeando un
poco, en el jardín central había una rondalla que entonaba boleros populares y
algunas canciones. La gente, a pesar de estar lloviendo, permanecía en el
lugar. Había mucha gente en el jardín, la noche caía y las luces daban un
aspecto de fiesta y alegría. Por dondequiera encontramos gente caminando,
platicando, escuchando, riéndose, divirtiéndose plenamente, viviendo a sus
anchas. A mi me preocupaba el llegar tarde, esperaba, de un momento a otro,
la llamada de cada para indagar donde estaba y en qué momento llegaría.
M... hizo lo que debía en la iglesia y nosotros lo esperamos fuera. Entré la
iglesia y sentí sensaciones raras, aunque tranquilas. Me preocupaba el regreso.
No me sentía tranquilo.
M... terminó pronto y regresamos al auto, antes pasamos al sanita-rio.
Luego de unos veinte minutos íbamos de regreso a México. La carretera
México-Toluca-Ixtapa estaba muy poco cargada de autos. De hecho, en unos
40 minutos llegamos a Toluca, no entramos a la ciudad porque encontramos
una desviación que decía a México por la Marquesa. De inmediato pensamos
que sería la mejor opción y la tomamos. Nos llevó a salir a la carretera que
lleva a Chalma. El trayecto fue rápido y sin contratiempos. En breve tiempo
pasamos por varios poblados (Tenancingo y otros), la carretera estaba
transitada, pero había movimiento continuo. En un promedio de unos 35
minutos estábamos llegando a la autopista México-Toluca. No había mucho
tráfico de autos, nos movíamos rápidamente y en cuestión de minutos

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llegamos a la caseta de cobro que divide la entrada a la ciudad México y el
entronque con la autopista México-Querétaro.
Luego de una media hora llegamos al templo. Increíblemente des-de
Ixtapa a nuestro destino de partida habíamos hecho un tiempo de dos horas
exactamente. No había habido tropiezos ni problemas en llegar. El trayecto de
regreso fue rápido y agradable. Nos sentíamos cansados, el ir a varios lugares
y las distancias recorridas cansan mucho. Pero también podemos pensar que lo
que habíamos hecho en el volcán no fue agradable para los seres oscuros y de
alguna manera se iban a desquitar de nuestra osadía.
Eran las diez de la noche con algunos minutos, pero ya estábamos en
casa. Así es que ya no había gente a quien curar y nos dedicamos a preparar
todo para sacar el daño que habíamos preparado.
Una vez dispuesto todo, hizo acto de presencia el ser oscuro guardián del
mal que buscábamos. A pesar de sus remilgos y amenazas, fue trabajo de
destrucción resultó fácil, aunque cansado. Dicho guardián fue llevado al
abismo por sus conexiones con el mal y por no acceder a redimirse para ser
nuevamente un ser blanco.
Eran un poco más de las once de la noche. Nos sentíamos muy cansados,
así es que comentamos poco y hablamos concretamente de lo que seguía y
para cuando debía hacerse.
Nos despedimos y cada quien se retiro a su casa.

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DESTRUCCIÓN DE MAS DAÑOS...

S egún con todo lo que ya habíamos hecho, los daños de M... habían sido
destruidos totalmente, aunque de hecho él mismo sentía que había algo más.
Sin saberlo claramente podía intuir que todavía no había terminado todo y que
teníamos que seguir en la lucha por algo de tiempo más.
Así es que en una sesión de curación se le advirtió a M... que aún había
seis daños que se tenían que destruir bajo ciertas condiciones.
Primero, cuatro de ellos tenían que ser destruidos en los lugares donde se
encontraban resguardados. Y aunque parezca absurdo, en el astral se pueden
cubrir muy bien cosas malas y, para aquellos cuya videncia aún no existe, es
un serio problema determinar en qué consiste el mal que aqueja a la persona y
cómo destruirlo.
El ser espiritual dejó precisas instrucciones de cómo había de hacerse el
trabajo de destrucción. Lo planeamos todo y dispusimos las cosas para llevar a
cabo la tarea según lo señalado.
Al terminar las curaciones nos despedimos temprano y cada quien se fue
a su casa a descansar. Quedamos de acuerdo en donde y a qué hora nos
encontraríamos para dirigirnos a los lugares.
El martes preparamos las cosas para salir el miércoles temprano hacia los
sitios donde tendríamos que destruir los males de M...

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Como de costumbre salimos el miércoles, eran como las ocho de mañana.
Enfilamos el cuto por el periférico para dirigirnos hacia la salida a
Cuernavaca. Nuestro destino eran varios lugares de Morelos: Tepoztlán,
Oaxtepec, Cuautla, Amecameca y Chalco.
Las condiciones para llegar a Tepoztlán, fueron un poco difíciles, debido,
primeramente, al tráfico de autos. Para llegar a tomar la carretera a
Cuernavaca fue un triunfo, pero después de casi una hora y media, pudimos
dirigirnos a nuestro primer destino.
En Tepoztlán pude encontrar un daño resguardado en un templo negro. Al
parecer todas las iglesias son centros de luz, lugares donde hay armonía y
deben habitar seres divinos. Pero, créanme en verdad que no es así. Hay
templos negros guarecidos bajo la imagen de construcciones aparentemente
habitadas por santos o ángeles. Bueno, ahí encontramos bajo el templo un
cuartel oscuro donde se encontraba un mal que costo un poco de trabajo
destruir debido a que era resguardado por magos negros. Bajo la ayuda de T.
R. pudimos destruirlo sin mayores problemas. Con remilgos y una actitud
despreciativa, T. R. no tuvo otra opción que ayudarme a quitar el daño. Los
magos negros se rindieron cuando se percataron que iba conducido por uno de
sus allegados (T. R.), cuando quisieron aprestarse para defender el tesoro ahí
oculto, ya era demasiado tarde porque ya lo tenía en mi poder y era hecho
añicos. A T. R. la vieron con rencor y coraje, sentí que la sentenciaron por
haberse prestado al engaño.
Destruido el daño, agradecí la asistencia de los seres de luz por haberme
ayudado a penetrar en sitios tan negros y llenos de maldad. Les pedí su auxilio
para seguir adelante sin que tuviéramos mayores inconvenientes.
Salimos del lugar y nos dirigimos al siguiente sitio: Oaxtepec.
Hicimos alrededor de 40 minutos para llegar al siguiente punto. Hacía
mucho calor; era asfixiante. Encontramos un sitio sombreado donde dejamos
el auto. M... se veía algo cansado, y yo también.
Bajamos del auto y nos dirigimos a la iglesia. Nos sentíamos muy
pesados; no queríamos seguir, aunque sabíamos que era necesario. En la
escalinata de piedra de la entrada principal de la iglesia había un terrible
78
hormiguero; eso no nos decía nada bueno. También era el resguardo de un
terrible templo oscuro. De hecho, la iglesia se siente fría y desagradable, como
que dan ganas de salir de ahí, de no entrar, se respira algo que molesta.
Entramos a la iglesia con trabajos y casi en contra de nuestra voluntad,
pero como teníamos que realizar una importante labor, ni modo entramos. M...
se dirigió a realizar su cometido, mis acompañantes hacían lo suyo, mientras
yo abrí nuevamente las puertas para sacar el siguiente mal. Hubo paz y no se
presentaron mayores inconvenientes, más que entrar a sitios oscuros, fríos y
muy desagradables. Nuevamente pedí la asistencia y de inmediato la sentí.
Como siempre, Miguel Arcángel estaba cerca, cuidando e iluminando con su
luz azulada para guiarnos en ese laberinto negro y llegar hacia donde yacía el
daño y poderlo sacar. Llamé a T. R. para que guiara nuevamente hacía en sitio
exacto donde se encontraba lo que íbamos a destruir y, con remilgo, berrinches
y malos modos, lo hizo aún en contra de su voluntad.
Tomé el paquete, lo examiné rápidamente y lo abrí. La sensación era muy
desagradable y el olor peor. Pero aun así lo destapé y lo hice añicos. Debido al
tiempo que ya tenía ahí resguardado no fue difícil hacerlo pedazos. T. R. salió
despavorida llorando amargamente, algo balbuceaba que no se entendía muy
bien, pero debo entender que era como la amargura de haber perdido algo
valioso e importante.
Habían pasado como 20 minutos y el daño ya había sido destruido.
Salimos del lugar muy cansados. Eran casi las doce del día; ya teníamos
hambre. Abordamos el auto y nos dirigimos a Cuautla. Era el último sitio.
Llegamos en cuestión de minutos. Buscamos un sitio cercano al centro de la
ciudad para estacionar el auto y de inmediato nos dirigimos a la catedral.
Hacia un calor infernal, no se soportaba, en la sombra sudábamos, en el vil sol
sentíamos la muerte.
Entramos a la catedral y realizamos el trabajo siguiente. Fue algo fácil
pero cansado. Pasaron como 15 minutos para poder entrar al sitio donde
estaba el daño y poderlo destruir. En este sitio no fue necesario ayudarme de
T. R., creí que ya había tenido suficiente con todo lo anterior, así que de dirigí

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yo solo a sacar el daño con la ayuda inseparable de Miguelito, el arcángel
maravilloso que nunca nos deja y en todo nos ayuda incondicionalmente.
Luego de haber destruido el daño, nos dirigimos a nuestro siguiente
destino: Amecameca. Eran poco más de las 13: 00 horas y habíamos pensado
comer allá cuando llegáramos, ya nos moríamos de hambre.
Tardamos poco más de una hora. Salimos rumbo a Amecameca por la
carretera libre. El camino fue agradable; no hubo contratiempos ni obstáculo
alguno. De hecho, la carretera fue casi únicamente para nosotros. Pasó
alrededor de una hora cuando estábamos llegando a nuestro destino. El calor
había menguado y ahora se sentía frío, incluso había señas de lluvia; y,
efectivamente, nos llovió.
Al llegar nos dirigimos a la iglesia de inmediato para realizar el siguiente
trabajo. No nos tardamos mucho porque el trabajo ya estaba visualizado y no
encontré obstáculo alguno. Pedí la asistencia acostumbrada y se destruyó todo
sin mayores problemas. De hecho, no había resguardo alguno ya; estaba casi
solo el lugar y fue fácil acceder al daño, tomarlo y poder destruirlo sin
problema alguno. Terminamos lo más rápido posible y nos dirigimos a buscar
algo de comer.
Era ya tarde cuando llegamos a Chalco, pero como era necesario lo
hicimos rápidamente.
Llegamos al centro y entramos a la catedral sin problemas. No hubo
inconvenientes no tardanza. El proceso de destrucción fue rápido y sin
obstáculos. Todo estaba listo, sin vigías ni nadie que interviniera para nada.
Después de unos 15 a 20 minutos salimos de ahí sin mayores problemas. Eran
casi las tres de la tarde. Me sentía sumamente cansado, como cuando realizas
una tarea muy esforzada; pero también me sentía tranquilo.
Salimos tranquilamente de la iglesia. Abordamos el auto y Salimos de la
población ya con rumbo a casa. Ahora sí estaba pesado el tráfico, había
muchos autos, se nos dificultó salir del lugar para abordar la autopista hacia
México.

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Luego de un trayecto de varias horas llegamos a casa sumamente
cansados. Ya era tarde, algo así como las siete de la tarde. Nos despedimos y
cada quien se dirigió a descansar, había sido una tarea sumamente pesada y
necesitaba tomar nuevamente fuerzas para lo que venía más adelante.

VISITA AL IZTACIHUATL... la terrible mujer dormida

Y a se nos había comunicado que teníamos que ir a sacar un daño y bloquear


ciertas acciones en el Iztacihuatl. Yo veía al volcán con mucho respeto y
temor. Se que ahí se resguardan cosas que nadie, o muy pocos saben que
existen y qué son. Sin embargo, me arme de valor y planeamos todo para
dirigirnos ahí sin problemas.
Hablamos de los detalles, ultimamos todo con sigilo y cuidados extremos.
Yo se que ahí hay peligros terribles, que es una de las zonas más terribles que
existen en México, que, por estar cerca del coloso, el Popo, es un sitio oscuro.
Preparamos todo y salimos temprano. Había un cielo nublado y algo
lluvioso. Se sentía cierta vigilancia, ojos y miradas de todos lados. Seres que
te veían y querían saber todo de nosotros.
A diferencia del Nevado, para acceder a éste otro volcán nos costo más
trabajo. Hubo serias dificultades. Sentíamos temores, cierto miedo. Como que
esperábamos algo desagradable. Sin embargo, iniciamos el recorrido sin
miramientos y con cierta decisión.
Dejamos el auto en el estacionamiento, en la entrada de donde está el
camino que nos lleva a las faldas del volcán. Había pesadez en el ambiente y

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se sentían las miradas terriblemente malignas, como que esperaban un error de
nuestra parte para que nos agredieran y pudieran acabar con nosotros o nuestra
voluntad.
Bajamos lo que nos íbamos a llevar e iniciamos la marcha por un camino
abierto que nos adentrada en el bosque. M... nos dijo que por ahí llegaríamos
como en unas tres horas a las faldas del volcán. De pronto sentí la presencia de
alguien agradable, de momento no sabía quien era, pero no sentía nada raro.
Al avanzar unos quinientos metros de la entrada, me di cuenta que se trataba
de Oliver, mi amigo el troll y su esposa, la coquis (le decimos así por lo
coqueta que se ve y es).
Iban jugueteando entre los árboles y ramas, brincando, jugando, gritando,
divirtiéndose de lo lindo. Varias sentí que iban cerca y se veían las ramas de
los árboles moverse, mis acompañantes se ponían serios y algo preocupados
porque veían moverse las ramas y oían ruidos como cuando alguien mueve
ramas. Les tuve que decir lo que pasaba para que dejaran de preocuparse y se
sintieran seguros.
Conforme avanzábamos, el camino se hacía más estrecho, hasta que llegó
un momento en que el camino se acababa y seguíamos ascendiendo por el
riachuelo. Conforme subíamos el frío aumentaba y el cielo se nublaba más. No
había viento. Sentíamos que algo nos veía y seguía atentamente. Pero también
de vez en cuando veíamos moverse las ramas y oíamos risitas juguetonas.
Entendíamos que Oliver se divertía a todas sus anchas, estaba en sus dominios
y se explayaba a todas sus anchas. También me hizo saber que estaba ahí para
brindarnos ayuda y protección. Que siguiéramos adelante sin miedo, que
estaba cerca de nosotros y que nos cuidarían, él y su compañera. Seguimos sin
temor.
Ya habían pasado como dos horas y no llegábamos. M... nos hizo saber
que había equivocado el camino. Yo le dije que no era posible porque todo
estaba previsto, que si habíamos tomado ese sendero era porque así debía ser.
Decidimos seguir adelante hasta donde fuera posible o se nos permitiera. Así
lo hicimos. Ascendíamos como mucho esfuerzo. Cada paso, sorteo de

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obstáculos, nos costaba en serio. Calculo que habíamos subido bastante
porque la presión era cada vez mayor.
Luego de casi dos horas, decidimos parar debido a que el camino se hacia
más estrecho y difícil. Teníamos también el inconveniente del equipo.
Necesitábamos herramientas y accesorios especiales para poder ascender. El
terrero se ponía más escabroso, muy difícil subir; además, ya nos sentíamos
muy cansados. Otro problema era que la amenaza de lluvia era cada vez más
cercana. Así es que llegamos a un paraje donde M... consideró que era el lugar
apropiado para realizar ahí el rompimiento del daño. Sin perdida de tiempo
preparo todo porque el tiempo lluvioso amenazaba y algo me avisaba que
estábamos en un serio peligro si no nos dábamos prisa y salíamos del lugar lo
más pronto posible.
De momento si me preocupo porque empezó a lloviznar muy tupido. Le
pedí a M... que se diera prisa porque estábamos muy alto y si la lluvia
arreciaba corríamos el peligro de quedar atrapados; podíamos tener algún
percance serio. Teníamos que evitar algún problema.
Luego de unos minutos, que se hicieron eternos, M... terminó su obra. La
lluvia escurría sobre nuestras cabezas y cuerpo copiosamente. Todos
cuidábamos los alrededores. Al voltear me quedé sorprendido porque de
pronto vi un hombrecillo como de un metro y medio de alto, vestido con un
traje plateado y de complexión delgada. Fue rápido, porque cuando lo quise
visualizar nuevamente, ya no estaba ahí. No se para donde se fue.
Simplemente ya no estaba ahí. Voltee nuevamente hacia donde estaba M..., ya
había terminado. De repente la lluvia arreció y algo me dijo que nos
apresuráramos porque se avecinaba una tormenta y estábamos en un sitio muy
peligroso.
Nos cercioramos que todo estuviera en orden. M... ya había terminado y
todo estaba concluido. Escuchamos ruidos extraños. Nos miramos fijamente.
Vi a Oliver preocupado al tiempo que me indicaba con su mano derecha que
nos diéramos prisa y bajáramos ya de ese lugar. Sin perdida ya de tiempo, les
dije que bajáramos de inmediato. Todos asintieron con la cabeza e iniciamos el
descenso.

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M... no guiaba rápidamente porque de pronto la lluvia arreció y el instinto
de conservación nos indicaba bajar lo más rápido posible.
A pesar de lo accidentado del terrero, bajábamos a toda prisa.
Cruzábamos el río sin problema, accedíamos a las veredas sin tropiezo alguno,
hasta que llegamos al camino. Habíamos encontrado algunas gentes
acampando que vimos resguardadas en tiendas iluminadas con lámparas de
gas. Ya en el camino, bajamos con mayor seguridad, a pesar de que el terreno
estaba mojado y algo lodoso. Habían pasado poco más de treinta minutos y la
lluvia paro, pero nuevamente escuche la voz de Oliver que me dijo no se
detengan, sigan adelante. No sabía por qué, pero hice caso a lo que decía. Tal
vez sería por miedo o no se por qué motivo, tuvimos necesidad de orinar.
Todos los hicimos casi al mismo tiempo. A penas habíamos terminado,
estábamos como a quinientos metros de la entrada del campamento, cuando la
tormenta arreció con mayor fuerza. Tuvimos que correr a toda prisa rumbo al
auto. Cada quien tomó el camino más rápido. Como es un sitio boscoso, la
tierra es negro y fácilmente se hace lodo, queríamos llegar al carro lo más
pronto posible. En cuestión de minutos cayó una tormenta increíble, a dos o
tres metros de distancia no se veía nada, la lluvia no nos permitía ver.
Estábamos escurriendo de agua, nos limpiamos con papel sanitario, casi nos
acabamos un rollo grande. Esperamos unos minutos a que pasara la tormenta
para poder salir de ahí. Fueron unos 15 a 20 minutos y poco a poco ceso la
lluvia. Hacia mucho frío; la temperatura había descendido hasta casi cero
grados, así lo sentíamos.
En cuanto se pudo, M... encendió en auto y salimos del lugar.
Increíblemente el ascenso lo habíamos hecho en casi tres horas, mientras el
descenso había durado alrededor de 40 minutos, si acaso. No lo creíamos;
pensamos casi al mismo tiempo que algo o alguien nos había ayudado para
que bajáramos como velociraptores. Fue algo inaudito, y todavía cuando lo
pienso, o cuando he llegado a platicarlo con alguien que ya conoce el terreno,
no da crédito a mis palabras porque dice que, de menos para bajar por ese
sendero, se necesita de una hora y media. ¿Qué pasó? No lo sé. ¿Cómo fue
que bajamos tan rápido y sin problemas? Tampoco nos lo explicamos. A veces
son suena increíble porque estuvimos expuestos a alguna posible caída,

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tropiezo, en fin, a alguna eventualidad o circunstancia adversa y sin embargo
nada se nos atravesó y pudimos salir ilesos y rápidamente.
Ya en las afueras casi de San Rafael, llegamos precisamente a su
parroquia en donde se encontraban niños y las instructoras que nos invitaron a
pasar. Lo hicimos con gusto. Llegamos hasta donde se encontraba la estatua de
Rafael, el arcángel de la medicina, le dimos gracias por su asistencia y porque
nos ayudó a llegar a su casa. Pusimos una candela en su lugar, rezamos un
Padre Nuestro, descansamos junto a él; yo me sentía como en su regazo, era
una sensación muy agradable. Pero tuvimos que salir de ahí y dirigirnos
rumbo a Amecameca. Increíblemente ahí no llovía como allá arriba; de verdad
que fue una tormenta como pocas veces se pueden presenciar.
Llegamos a Amecameca en una media hora, aproximadamente. Lo
primero que hicimos fue buscar algo para comer. Por cierto, que fue una
comida muy desagradable y cara, además.
Pusimos la protección en la iglesia y salimos de ahí rumbo a Chalco. Ya
en Chalco dejamos la protección con el Señor Santiago. En cuanto pudimos
salimos del lugar, había sido una experiencia increíble y nos dirigimos rumbo
a casa.

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DE NUEVO A LA BELLA PACHUCA
Y SUS ALREDEDORES

S e había planeado ir a Pachuca y algunos pueblecillos de visita y para


recolectar también tezontle para fabricarle su cueva a Oliver y a la
Coquetona, la chica de Oliver (dos nomos que nos ayudaban en varias tareas y
nos cuidaban en los peligros).
Se preparó todo y un sábado temprano, como a las siete de la mañana
enfilamos rumbo a la autopista a Querétaro, luego nos desviaríamos para
tomar la avenida López Portillo hasta la avenida Morelos y de ahí, por
Ecatepec, hasta la autopista México- Pachuca.
Llevábamos buen tiempo y teníamos la intensión de llegar a un pueblito
llamado Huasca de Ocampo para almorzar barbacoa. Así lo dispusimos.
Llegamos a Pachuca en una hora aproximadamente. Todo el camino
tranquilo sin problemas, el aire fresco y el calorcito característico de ese lugar.
Enfilamos hacia la autopista que va hacia Poza Rica. Valles, empinados,
montañas, curvas y mucha vegetación. Nos llenamos los pulmones con ese
aire maravilloso que nos provee la naturaleza. Yo veía como Oliver y su chica

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La coquetona iba jugando a un lado de nosotros disfrutando también del
maravilloso paisaje.
En breve tiempo pasamos Mineral del Monte y nos dirigimos hacia
Omitlan de Juárez, más adelante la carretera hacia una Y griega y tomamos la
de la derecha, íbamos con muy buen tiempo, pero el hambre ya empezaba a
hacernos mella en las tripitas. En seguida pasamos un pueblito de nombre San
José Ocotillos y estamos pronto a llegar a Huasca de Ocampo. No tardamos
mucho, eran como las diez y media de la mañana y ya estábamos en el pueblo.
Un lugar agradable, muy lindo, tranquilo, con un mercadito en un lado del
Palacio Municipal. En un lado del mercado estaba un enorme puesto de
barbacoa. Nos vieron bajarnos del auto chevy, y caminamos hacia el puesto.
El señor encargado nos dio una enorme prueba que sabía a gloria. Nos
acomodamos y almorzamos a cuerpo de dioses. Ahí estuvimos como una hora.
Terminamos de almorzar y caminamos un poco en los alrededores. Ya
hacia calorcito sabroso. Nos despejamos un rato de la enorme tragadota que
dimos y regresamos al chevy. Calentó el motor y enfilamos hacia un bello y
pintoresco lugar conocido por una especie de esculturas naturales llamados
prismas, se trata de San Miguel Regla.

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Entramos al lugar, caminamos por los espacios, bajamos al fondo del barranco
natural donde están los prismas, cruzamos un puente colgante, nos llenamos
con la brisa que nos proporcionaba una cascada de agua natural deliciosa. Ahí
había como un balneario donde unos chiquillos se divertían alegremente
mojándose y jugando en sana diversión.
Fue un momento increíble, lindo, nunca había visto algo semejante. Un
guía de turistas del lugar nos dijo que esas formaciones rocosas se han hecho
en forma natural debido al desgaste de la roca y que con los rayos del sol
brillan y muestran el aspecto que podíamos apreciar desde cualquier ángulo.
Estuvimos ahí un buen rato hasta como las tres o cuatro de la tarde. La
verdad es que no te dan ganas de irte, es un lugar tan hermoso y lleno de
energía que te llena, te hace sentir bien, te agasaja, te apapacha, es muy
energético.
Nos sentimos de mil maravillas. Y creo que también nos cargamos de
mucha energía porque las palmas de las manos aprecian que brotaban sangre.
Luego salimos del lugar agradeciendo la oportunidad de haber conocido
tan hermoso y valioso lugar. La verdad que valió la pena y la distancia que
recorrimos para disfrutar y aprovechar sus maravillosas aportaciones
energéticas.
Salimos del lugar y abordamos el auto para dirigirnos más adentro del
pueblo, pues en la salido hacia más al norte existen montañas de tezontle
virgen, ahí íbamos a recoger lo necesario para hacerle su casita a Oliver, que
no nos dejaba.

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Llegamos a donde estaba el tezontle y llenamos tres costales grandes.
Apenas y pudimos subirlos al auto. Eran las cinco de la tarde y la estaba
cerrando el día. Había sido una expedición maravillosa. Ese lugar del tezontle
era virgen y había mucha vegetación y fauna diversa en libertad. Encontramos
algunos animalitos que se nos acercaron como pidiéndonos comida. M… no
dijo que no les diéramos nada porque podría hacerles mal, ellos no tienen
costumbre de comer lo que comemos en la ciudad y su alimentación es más
sana y silvestre.
Nos limpiamos del polvo rojo y sacudimos nuestros zapatos que tenían
polvo hasta por donde no. Luego subimos al carro y tomamos la carretera
nuevamente para regresar a casa con el tezontle y con la experiencia que
vivimos en los prismas de San Miguel Regla.
Pasamos a Huasca por unos refrescos y para comer algo porque ya hacia
hambre. La tardea caía, y la noche se acercaba, y el viaje sería algo retirado
para llegar.
Compramos algo de comer, chicharrón, tortillas, nopalitos y salsita con
unos aguacates y queso de cabra. Nos detuvimos unos instantes para comer
bajo un enorme árbol sentado en sus raíces que tenía de fuera.
No paso mucho tiempo y regresamos al auto para tomar la carretera hacia
casa. Había tráfico, hicimos el regreso en el doble tiempo, estábamos algo
cansados. Entramos a Pachuca en dos horas aproximadamente y regresamos
por la autopista hacia México, llegamos a la desviación a Ecatepec y nos
metimos por ahí hasta la vía Morelos y de ahí tomamos nuevamente la
avenida López Portillo. Me sentía cansado, pero estaba ligero, como que nos
habíamos limpiado de muchas impurezas en San Miguel Regla.
Llegamos a casa como a las 9 de la noche luego de la enorme travesía.
Bajamos los costales de tezontle y quedaron en espera de ser utilizados en la
casita para Oliver y su chica La coquetona.
Oliver y su chica estaban radiantes y se veían sumamente contentos
porque en breve tiempo iban a tener su casa y en un lugar del jardín junto a las
plantas de mi madre y viendo frente a la entrada de la casa. Ellos también
habían disfrutado de la visita a esos lugares y se divirtieron como nunca lo
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habían hecho antes. Así me lo hizo saber Oliver en un sueño que tuve esa
misma noche del sábado. Yo le agradecí su compañía y le pedí que me
esperara para hacerle su casita, pero le pedí que me indicara en el mismo
sueño como la quería para que quedara a gusto y se sintiera muy bien en ella.
Y así lo hizo.

TOLLAN, EL SITIO DE LOS ATLANTES

H abíamos preparado todo porque teníamos que llegar temprano a Tula, en el


Estado de Hidalgo, muy temprano si es que queríamos hacer la destrucción
del daño y enterrar los desechos sin ser vistos y sin tener problemas de
ninguna índole.
Salimos como a las 8 de la mañana luego de haber revisado el carro y de
habernos aprevenido de todo lo necesario, incluyendo las protecciones. No
queríamos sorpresas.
Antes de tomar la autopista a Querétaro, pasamos por una gasolinera para
llenar el tanque con combustible. Se le revisaron la presión del aire de cada
llanta y que tuviera bien el nivel de aceite, tampoco hubo problemas con el
agua del radiador. Así es que enfilamos por la autopista a una velocidad
moderada de 100 kms por hora.
El recorrido fue tranquilo, sin contratiempos. Llegamos alrededor de una
hora. El calor arreciaba cuando entramos por la desviación a Huehuetoca y
90
Santa Teresa. Se sentía bochorno, pero aún así nos dirigimos a Tula (la gran
Tollan, ciudad de los Atlantes) sin problemas. Llegamos pasando las nueve de
la mañana. No se veía gente en la entrada, el lugar parecía desértico, con la
impresión de ser un día de entre semana y no precisamente un fin de semana.
Dejamos en auto bajo una rica sombra. No queríamos encontrarlo muy
caluroso cuando regresáramos.
Bajamos una mochila donde llevábamos las cosas que íbamos a ocupar.
Como no nos imaginábamos el terrible calor que haría, ninguno llevábamos
sombrero o alguna protección para el ardiente sol que caía como plomo sobre
todo el paraje.
Se veía desolado. Para ser sábado, no había mucho turismo. Eso nos
favorecía y nos animaba a seguir adelante. Llegamos a la entrada. Nos dijeron
que no podíamos pasar con cámaras. Nos esculcaron la mochila y, al
percatarse el guardia que no tenía nada peligroso, nos dejó pasar con ella. Por
ser fin de semana no cobran el derecho de entrar. Así es que pasamos sin
problema.
Caminamos un largo trecho hasta donde se encontraban las ruinas. En el
trayecto nos encontramos puestos donde vendían artesa-nías y recuerdos de las
ruinas arqueológicas, y una que otra baratija. Nos llamo la atención las
playeras con motivos de la zona y trabajos en piedra, así como en vidrio, que a
los que no saben distinguir les hacen creer que se trata de obsidiana.
Seguimos caminando bajo el ardiente sol. Como el calor aumentaba, nos
compramos unos sombreros porque el calor era sofocante y no se aguantaba.
En poco tiempo, alrededor de unos veinte minutos, llegamos a las primeras
ruinas. Ahí vimos algunos descubrimientos nuevos de murales y parte de
alguna pirámide. En realidad, al ver todo eso y al sentirme en ese lugar, me
llegaron muchos recuerdos de la vida prehispánica ahí. Me sentía como en
casa y, a pesar del calor intenso, se respiraba una cierta tranquilidad en el
lugar; pero también me llegaba el coraje de alguien, algo así como váyanse de
aquí, no los quiero en este sitio, me desagradan, etc. Sin embargo, seguimos
adelante por-que teníamos que buscar el sitio preciso para llevar a cabo la
destrucción del mal y buscar donde enterrar lo que se sacara.
Caminamos un poco tratando de reconocer el lugar, que de alguna manera
se identificara con nosotros, que nos proveyera de la sensibilidad suficiente
91
para ubicar el sitio preciso y que nos dijera también donde enterrar lo que
sacáramos.
Luego de un breve recorrido, encontramos un sitio donde la vegetación
era suficiente y permitía hacer el trabajo. De hecho, no nos costó nada y
tampoco tuvimos problema para hacerlo. Como que todo estaba protegido y
bien preparado. Luego de unos cuarenta minutos, buscamos donde enterrar los
desechos. Tampoco implico problemas, todo fue rápido y sin contratiempos.
Se hizo un hoyo cercano a un hormiguero y ahí se dejaron las cosas. Luego
nos fuimos de ahí a la brevedad. Me sentía un poco cansado, pero al mismo
tiempo ligero, como que nos habíamos liberado de mucha suciedad.
Aprovechamos para subir a la pirámide donde se encuentran los Atlantes.
Nos limpiamos ahí. Disfrutamos de la vista magnifica del paisaje. De pronto
empezó a sentirse un aire tranquilo y fresco que aligero considerablemente el
calor. Y, como por arte de magia, el cielo se tapizo de nubes y la temperatura
bajo casi de súbito en unos pocos minutos. Curiosamente, y como algo
irrisorio, se nublo el cielo y empezó a caer una llovizna que nos empapo en
cuestión de minutos porque no nos dio tiempo de bajar de la pirámide.
Tuvimos que descender lentamente porque los escalones son chicos de planta
y de 30 cms. de altura aproximadamente; y eso dificulta el descenso, al tiempo
que lo hace muy peligroso. Y, como no había donde cubrirse de la lluvia,
mejor dejamos que nos mojara completamente y bajamos muy despacio
siguiendo el ritmo de la gente que bajaba delante de nosotros.
Se sentía rica la lluvia en el cuerpo. Era casi medio día. El cielo estaba
tapado de nubes y la lluvia que no paraba. Nos dirigimos rumbo a los puestos
de mercancías porque en donde estaban haciendo las excavaciones, a pesar de
encontrarse tapado con lonas, no se tenía acceso. Sufrimos la lluvia y luego un
increíble frio con una ventisca que duro algunos minutos. Como no teníamos
con que cubrirnos tuvimos que aguantar a que pasara el mal tiempo. Ahí nos
dieron las dos de la tarde y se calmo la lluvia, pero el aire y el frio no cesaban.
Tuvimos que dirigirnos a la entrada para guarecernos un poco. Se sentía
terrible por la mojada y el aire, además del bajón de temperatura.
No nos fue posible recorrer todas las ruinas y solamente caminamos por
un pequeño tramo. Debo suponer que a alguien no le agrado lo que fuimos a
hacer ahí y prefirieron corrernos a la brevedad.
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Antes de irnos, quisimos tomar alguna bebida caliente, pero curiosamente
la cafetería estaba cerrada y solamente en la entrada vendían bebidas frías en
un puesto improvisado, que nadie apetecía, desde luego.
Entonces decidimos entrar al museo. Se trata de una pequeña área donde
se exhiben algunas piezas arqueológicas y se encuentran breves datos de la
zona explorada. Se explica con brevedad lo que es Tula, además de algunos
datos históricos y su significado. En realidad, no hay mucho que ver ni
tampoco mucho que leer. El pequeño museo deja mucho que desear y no tiene
gran atractivo. Tienen una tienda donde venden recuerdos y algunos libros a
precios muy elevados, que, realmente, no se ven muy llamativos.
Luego de unos minutos, ya eran las tres de la tarde, por cierto, decidimos
regresar al auto y salir de la zona arqueológica. Nos dirigimos entonces a la
ciudad para ir en busca de la catedral donde dejaríamos una veladora blanca a
nombre de todos. La iglesia la encontramos como a unos veinte minutos de
trayecto, y más que representar una construcción religiosa, parecía una
fortaleza medieval, un castillo concretamente, que daba la sensación de
malestar y cierto desagrado. Estuvimos de hecho lo indispensable ahí y
salimos en busca del mercado donde hubiera comida. El hambre ya nos comía
las tripas. Curiosa-mente el sol de nueva cuenta ya empezaba a calentar, la
temperatura subía rápidamente.
Llegamos al mercado y, en un espacio, dejamos el auto estacionado.
Seguimos a pie el trayecto. En unos instantes encontramos un sitio donde
comer. Se trataba de un puesto donde vendían barbacoa. Esperamos a que nos
atendieran y comimos como desesperados. Luego de unos minutos,
regresamos al carro y nos dirigimos a la ciudad de México. El clima era frío y
nos llovió en el camino.
Cuando llegamos había llovido fuerte en casa y el clima se sentía frío y
algo desagradable. Yo me sentía muy cansado, como si hubiera hecho un gran
esfuerzo.
Pero, a pesar de todo, pude dormir, aunque no descanse gran cosa.

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VIAJE AL BELLO PUERTO DE VERACRUZ Y
CATEMACO

E ra urgente acabar con ciertos malestares, así es que, luego de una


escrupulosa auscultación de la situación que vivíamos, nos percatamos que
algo había en Veracruz. Revisamos las condiciones, hicimos el trabajo de
análisis para establecer el momento, los tiempos y la forma como iríamos a los
lugares indicados por los indios (Mazahua, Pluma Blanca, Cuauhtémoc, entre
otros), para destruir aquello que nos causaba cierto estupor y desagrado.
Habíamos establecido la ruta Norte-Sur del Estado: llegaríamos a
Papantla (El Tajín), pasaríamos a Poza Rica, de ahí llegaríamos al Puerto en la
noche, para que, finalmente, termináramos en el sur del Estado, hablamos de
Catemaco.
Las condiciones parecían apremiantes. Así es que decidimos salir un
viernes en la noche. Llegaríamos al Tajín en la mañana. De ahí pasaríamos a
Poza Rica en el transcurso del medio día. Luego de comer algo, iríamos al

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Puerto de Veracruz. Al llegar ahí, buscaríamos donde hospedarnos. Ahí
pasaríamos la noche. En la mañana siguiente nos dirigiríamos a Catemaco
para hacer lo que nos correspondía.
Bueno, M. llegó en la tarde con un chevy monza que había alquilado para
el viaje. No queríamos contratiempos, así es que se buscó la comodidad y
seguridad del viaje. Había traído un auto de color oro. Se veía muy lindo y
hasta parecía que el carro estaba listo y ansioso para viajar.
El tanque estaba lleno de gasolina, revisamos que todo estuviera en orden
y subimos las cosas a la cajuela. Solamente nos llevamos ropa cómoda para el
viaje y algo para cubrirnos. Era tiempo de lluvia, estábamos en el mes de
mayo.
Salimos como a las 9 de noche de un día viernes pasado el 15 de mayo.
Las condiciones del viaje eran tranquilas. M. llevaba cambio para las casetas.
Echamos algo de comida y agua para el viaje. Enfilamos por la autopista hacia
Querétaro, íbamos Manuel, mi hijo, Alex, el compañero de aventuras y
trabajos fuertes, M. y yo. Nos sentíamos tranquilos, íbamos escuchando la
radio, en ciertos momentos platicábamos anécdotas o hacíamos comentarios
para hacer del viaje un recorrido agradable.
Salimos en la desviación hacia la avenida López Portillo y enfilamos
rumbo a Texcoco, íbamos a seguir la ruta de Tulancingo para llegar a
Huachinango y de ahí a Papantla- El Tajín, y luego Poza Rica.
Avanzamos sin problemas. Llegamos a la caseta que desvía a San Juan
Teotihuacán (San Martín de las pirámides) y Tulancingo, Hidalgo. Eran como
las 10 de la noche cuando cruzamos la caseta y nos dirigimos rumbo a
Tulancingo. La noche era tranquila, no se veía contratiempo alguno. Habíamos
preparado todo con el mayor cuidado a fin de no recibir sorpresitas. El auto se
movía sin problemas, íbamos a unos 130 a 140 kms por hora, tranquilo el
asunto.
Llegamos a Tulancingo y pasamos de largo. Hasta ahí llegaba la autopista
de cuota, después era camino federal, y tuvimos que lidiar con una carretera
estrecha de dos carriles (uno de ida y otro de vuelta) llenos de carros pesados
(tortón y tráileres, hasta con doble remolque) que nos hicieron retrasar el
avance por barias horas. De antemano sabíamos que no iba a ser tan fácil el

95
recorrido, así es que ya nos habíamos terapiado para llevar el viaje
tranquilamente sin enojos.
Pasamos por un recorrido lleno de curvas hasta el poblado de
Huachinango. Por cierto, que tuvimos la suerte de encontrarnos tramos en
reparación y ampliación de la carretera, que también nos hizo que el viaje se
retrasara aún más.
Llegamos a Papantla sin mayores contratiempos alrededor de las 9 o 10
de la mañana. Teníamos hambre, pero primero nos dirigimos a la entrada de la
zona arqueológica. De verdad que es una enorme belleza que no hay palabras
para describir su enormidad. Solamente podemos admirarla y sentirnos
orgullosos de que sea parte de nuestro legado ancestral.

Zona arqueológica de El Tajín

Entramos a la zona. Iniciamos el recorrido tranquilamente. Eran como las 11


de la mañana. Primero recorrimos toda la zona y después buscamos el sitio
apropiado para realizar el trabajo de rompimiento del mal que habíamos
preparado. Todo salió bien, sin problema alguno. Si acaso tuvimos un poco de
calor excesivo, un calor seco, muy desagradable. También me puede percatar
96
de la visita de seres oscuros que me vigilaron todo el tiempo hasta que termine
de sacar el mal que ahí había sido depositado para M.
En verdad que me tarde como una hora y cacho en terminar el trabajo de
destrucción. No fue nada fácil encontrar las cosas ocultas en los rincones más
inaccesibles, y sobre todo cuando están bien resguardados por negritos (seres
oscuros que han sido destinados por el amigo malo para cubrir los males que
hacen sus allegados llamados brujos y hechiceros). Termine como chachalaco,
bien maleado y sin energía. Cuando hago todo esto me acuerdo mucho de los
pasajes que narra Carlos Castaneda en sus libros cuando describe los trabajos
que pasó al lado de su maestro, el brujo, Juan Matus. Pero no me amedrenta ni
me hace desistir en el proceso de destrucción.
Luego del recorrido y terminado el trabajo, decidimos ir a comer algo.
Tenía una sed de aquellas y anhelaba un sorbo de agua o, cuando menos, una
coca cola bien fría. Es increíble, pero solamente cuando tomaba la coca cola
bien fría, sentía como me subían los niveles de azúcar y me recuperaba
rápidamente.
Bueno, salimos de la zona arqueológica de El Tajín, y nos dirigimos
hacia el poblado de Papantla. Un lugar muy hermoso, lleno de vegetación
tropical, aires llenos de pureza y muy típico del México provincial.
Llegamos al poblado y buscamos una fonda donde comer algo. Pedimos
la carta y un refresco bien frío. Recuerdo que tome un titán de toronja y los
demás coca cola bien fría. Pedimos milanesa con ensalada y papas. Nos
llevaron tortillas de maíz blancas y recién hechas. ¡Qué sabroso se come en la
provincia! ¡Eso es algo que voy a echar de menos cuando ya no esté en este
mundo: la comida mexicana!

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Papantla, los voladores famosos
Eran ya como la una de la tarde cuando enfilamos rumbo a Poza Rica. Ahí
debíamos dejar una protección. Hicimos cuando mucho una hora, porque eran
como las dos cuando llegamos a la ciudad. Entramos y buscamos una iglesia,
ahí debíamos dejar una luz encomendándole a Dios que nos ayudara en lo que
seguía.
Como es costumbre de la iglesia católica, entre ciertas horas cierran las
iglesias y no dejan pasar a nadie. Tuvimos un poco de problemas para
encontrar una iglesia abierta. Queríamos que fuera la catedral, pero no
pudimos dejar ahí la luz debido a que estaba cerrada. Así es que donde
encontráramos abierto, ahí se quedó la luz en una iglesia donde, curiosamente
estaba de patrona la virgen María de Guadalupe. Interpretamos que con eso
nos decía que iba con nosotros en el recorrido.
Ya eran como las tres de la tarde cuando enfilamos al Puerto de Veracruz.
En verdad que el recorrido fue muy hermoso porque no creo haber visto
pasajes llenos de vegetación en un marco de luz que iluminaba un sol
bellísimo, en un cielo azul despampanante y unas cuantas nubes que
engalanaban en marco.

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Fue algo lindo de ver y que guardo en mí para siempre. A lo mejor puedo
sonar egoísta, pero no lo pienso compartir con nadie, y creo que cada quien de
nosotros tuvo una apreciación personal única y que no van a compartir
tampoco.
Al entrar en la costera se nos hizo sumamente largo el recorrido. Pasamos
a ponerle algo de gasolina al auto porque, curiosamente ya llevábamos más de
medio tanque vació y no quisimos tener alguna sorpresita desagradable.
En el trayecto al Puerto no comimos nada, hacía un calor infernal. Vimos
playas casi vírgenes a la salida de Poza Rica, en la costera disfrutamos de la
brisa y escuchamos el canto del mar que nos animaba a seguir con el asunto
que nos traía a Veracruz. Así llegamos al Puerto alrededor de las nueve de la
noche. Buscamos un hotel con estacionamiento. Lo encontramos cerca de la
central de autobuses, a un costado del centro de la ciudad. Sin remilgos nos
quedamos ahí hospedados. Nos dimos un baño, el cansancio nos agobiaba,
además del hambre feroz. Salimos como a las once de la noche rumbo al
Puerto para cenar algo. Encontramos un puesto de tacos muy famoso en la
ciudad veracruzana, ahí comimos hasta saciarnos (tacos de suadero, cochinita
pibil, tripa y otros más). Luego nos dirigimos al famoso café La Parroquia.
Ahí estuvimos hasta como las dos de la mañana. El clima era agradable y la
brisa nos acariciaba suavemente. Estábamos muy cansados del viaje, así que
decidimos irnos a dormir, al día siguiente debíamos salir temprano para
Catemaco a completar el resto del asunto.
Dormimos como piedras, no sentimos nada, hasta el televisor se quedó
prendido hasta por las cuatro de la mañana en que me paré al baño y me
percate que estaba encendido y los demás dormidos profundamente. La
habitación tenía tres camas. Una fue para M., otra para Alex y en la otra nos
quedamos Manuel y yo. Dormimos plácidamente hasta por las siete de la
mañana del día siguiente.
Nos despertamos y nos metimos a bañar. La tarea no iba a ser fácil y
requeríamos de todo el tiempo posible. Salimos y nos dirigimos al centro de la
ciudad. Ahí debíamos dejar también una luz para cada quien. Le pedimos a
Dios su ayuda para que todo saliera bien. Curiosamente estaba haciendo frío y
estaba lluvioso el día.

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Sin pensarlo más agarramos camino a Boca del Rio, más adelante
llegamos a Alvarado, luego pasamos por Lerdo, llegamos luego a los Tuxtla
(Primero Santiago y después San Andrés) y finalmente Catemaco.
El camino se me hizo algo largo, difícil de llegar, muy transitada la
carretera federal. El aire y la lluvia no dejaban avanzar fácilmente. En algunos
lugares veíamos el camino muy pesado, remolinos de aire, el mar enfurecido
elevando olas hasta de diez metros. Con muchos trabajos llegamos a los
Tuxtlas. En San Andrés quisimos descansar un poco un pasamos a visitar la
famosa cascada El Salto de Eyipantla. Hermosa en verdad. Se trata de un
pueblecito muy pobre donde la gente vive al día en muy malas condiciones.
Bajamos a ver la cascada. Ahí estuvimos por más de una hora disfrutando de
esa belleza natural…

100
…Luego salimos del pueblo para dirigirnos nuevamente a nuestro destino en
la famosa ciudad de los brujos de Veracruz. Entramos a Catemaco y el tiempo
no cambiaba. Eran como las dos de la tarde cuando llegamos. Como es
costumbre de la gente, muchos piensan que al visitar ese pueblo es porque
vamos a ver a los brujos y no falta quien le haga a uno la invitación o la
sugerencia del mejor del lugar para limpias o trabajos efectivos de todo tipo.
Nos concretamos solamente a escuchar y no entablamos comunicación con
nadie. Uno de ellos me dio una tarjeta de un tal Francisco, como el mejor de
los brujos de Catemaco. Por ahí debe de andar.
Entramos a la iglesia donde estaba la virgen del Carmen. En la entrada
conseguimos una luz. Distribuí a mis acompañantes en forma de triángulo
dentro de la iglesia. Se sentía muy desagradable el lugar. Yo subí al altar y
realicé mi cometido, después que bajé completé todo con el mayor sigilo y
rapidez posible. Mis acompañantes estaban nerviosos y muy cansados, como
con enojo o desagrado, me decían que querían salir de ahí.

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Centro de Catemaco al fondo la iglesia

Laguna de Catemaco

Pasaron como 45 minutos y ya había yo terminado de mi laborío en la iglesia.


Bajamos al embarcadero pensando en hacer un recorrido en el enorme lago,

102
pero sucedió que apenas me había yo parado la orilla, las aguas se empezaron
a agitar bruscamente incrementando su furia de manera graciosa, como que
me invitaban a irme de ahí. No habían pasado ni cinco minutos cuando la
agitación de las aguas era furiosa, las barcas de hacían de lugar a otro sin
control. A lo lejos se habían ido hacer del baño mi hijo Manuel y Alex, cuando
vi en el cielo un nubarrón negro como serpiente que se acercaba velozmente
hasta donde nos encontrábamos. Apenas me dio tiempo de llamarlos para que
regresaran al auto, cuando mucho creo que pasaron unos diez minutos cuando
se soltó una tormenta con granizo que nos hizo salir del lugar a toda prisa. Se
veía de película. La lluvia a penas nos dejaba ver a unos cuantos metros. La
velocidad del auto era muy lenta, no se podía avanzar debido a la nula
visibilidad.
Nos llenaba de risa porque pensábamos comer algo y ni siquiera eso
pudimos.
Ya de regreso pasamos a San Andrés a dejar otra luz y agradecimos al
Santo que nos hubiera permitido llegar al lugar y hacer el laborío. Ahora le
pedíamos que nos ayudara a regresar al Puerto sin problemas mayores.
El trayecto fue difícil porque encontramos algunos contratiempos en el
camino. Primero la gasolina se gastaba más rápidamente: con medio tanque
habíamos llegado al Tajín y casi llegamos al Puerto con el otro medio tanque,
y en el recorrido del Puerto a Catemaco ya llevábamos un tanque y medio y no
podíamos llegar de regreso. Además, encontramos traileros que quisieron
chocarnos el carro y varios carros pesados que nos obstruyeron el paso
pretendiendo volcarnos en el mojado asfalto, porque no dejo de llover durante
todo el regreso. El mar en las cercanías de Alvarado se veía muy furioso y el
aire remolineaba formando torbellinos, que más que brisa eran aironasos
semejantes a los huracanes. Los árboles y la vegetación era golpeada con furia
por los vientos que nos obligaban a movernos con el más extremoso cuidado
debido a la carga vehicular del terrible regreso.
De nueva cuenta llegamos al Puerto alrededor de las 11:30 de la noche.
Cansados, sin haber comido nada y llenos de fastidio.
En vez de llegar al hotel, fuimos a comer algo en el Vips de la costera,
ahí donde está el famoso acuario en la plaza acuario, precisamente. Salimos de
ahí porque nos indicaron que iban a cerrar, eran las 12 pm. Entonces pensamos
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en ir nuevamente al café de la Parroquia, pero nos encontramos con que ya no
había servicio porque también estaban cerrando ya. Entonces fuimos a buscar
café un OXO y luego nos dirigimos al hotel para intentar descansar un poco.
El día había sido muy agitado y sumamente pesado. Ya mañana sería otro día.
Llegamos al hotel y prendimos el televisor. Tomamos el café
acompañado de un panecillo cada quien. Comentamos lo sucedido mientras
tomábamos el café y veíamos el televisor. Ya poco el cansancio nos venció
hasta nos dormimos mientras otra vez se quedaba encendido el televisor en
quién sabe qué programa. Esta vez nadie lo desconecto y así lo encontramos
en la mañana siguiente cuando nos despertamos como a las ocho.
Luego de bañarnos con agua de tiempo, salimos rumbo al centro para
comer algo. Entramos al Portón y comimos algo ligero porque teníamos
pensado estar en el mar un buen rato para salir a México como a las cuatro de
la tarde. No queríamos llegar muy tarde porque debíamos entregar el auto el
lunes temprano.
Comimos rápido y nos fuimos al hotel para liquidar la cuenta y dirigirnos
a la playa. El día estaba, a comparación del anterior, muy caluroso, perfecto
para ir a la playa.
Así que garramos nuestras cosas y nos dirigimos a la playa. El hotel
vencía a las doce y no nos dio chance de que las dejáramos ahí. Y como
traíamos el carro dejamos todo en él y bajamos a la playa. Alquilamos una
sombrilla para descansar y aclimatarnos. Poco a poco nos metimos en el agua.
Se sentía agradable y tibia. Ahí estuvimos hasta como las dos tres de la tarde.
El agua se sentía un poco inquieta, como resistente a nuestra presencia. Al
principio me resultó muy desagradable al sentirla en mi piel, la textura del
agua no me hacía sentir bien. Tardé algo de tiempo en acostumbrarme y en
que el mar me aceptara. Tomamos líquidos, muchos, por cierto. No comimos
nada. Luego nos quitamos la arena en las regaderas de la playa.
Nos pasamos un medio día muy bien, sumamente agradable. Ya cerca de
las cuatro de la tarde empezó nuevamente a llover tupidamente. El ambiente
se tornó desagradable y consideramos mejor salirnos del agua, quitarnos la sal
del cuerpo, vestirnos y regresar a México.
Exactamente a las cuatro de la tarde íbamos saliendo del Puerto y
tomábamos la carretera a Córdoba-Orizaba. Pasamos Orizaba muy nublado,
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exageradamente nublado, no podíamos movernos a más de 40 kms por hora.
Ya que pasamos un tramo de más de 20 kms, entramos a la carretera de
Tehuacán-Puebla. De ahí ya fue más fluido y en breve pasamos a un lado de
San Martín Texmelucan, ya de ahí a México en auto se hace un promedio de
una hora máximo.
Eran como las 11 de la noche cuando llegamos a México.
Ya en casa di gracias a Dios por todo lo pasado y que hubiera salido bien
el propósito del viaje.

RECORRIDO POR EL PUERTO DE ACAPULCO

T eníamos que ir al Puerto de Acapulco. Ahí había daños que debían ser
destruidos. Planeamos todo con calma. Era necesario tener mucho
cuidado. No podía haber errores porque podía llevarnos a fatales
consecuencias.
Se planeó el recorrido y M… iba a rentar una camioneta tipo jeep. La
salida sería un sábado a las 10: 00 pm. Estábamos listos. Era periodo
vacacional de julio-agosto de los chicos de la escuela. M… llegó a tiempo.
Sacamos nuestras mochilas y las echamos en la parte de la cajuela. Estaba el
tiempo con un poco de vientos y probables lluvias. Aun así, nos decidimos a
105
salir. Desalojamos la camioneta y nosotros también nos limpiamos para prever
cualquier contratiempo. ¡Terribles sorpresas nos esperaban, mejor no
hubiéramos salido!
M… arranco confiado y enfilo por el periférico pasando por Santa
Mónica, luego Mundo E, ciudad satélite, Echegaray, el Toreo de cuatro
caminos, Ejercito Nacional, cruzamos la avenida Constituyentes y luego
subimos al segundo piso del periférico rumbo al sur. En poco más o menos de
media hora llegamos a la avenida Insurgentes sur y nos dirigimos a través de
ella hacia la salida a la autopista Cuernavaca-Acapulco. Pero oh desgracia,
tuvimos la mala fortuna que había llovido muy fuerte y había agua anegada en
la carretera. No era posible avanzar. Ahí estuvimos parados hasta casi la una
de la madrugada. No se podía avanzar debido al tráfico y a la lluvia. Con
muchos problemas salimos del atolladero y tomamos la autopista hacia
Cuernavaca. Debido a la lluvia iba bastante cargada de autos y carros pesados
con carga. El trayecto hasta tres Marías fue algo lento, llegamos a Cuernavaca
casi una hora y media, después, el camino fue más fluido. M… trataba de
avanzar a una velocidad de 120 kms por hora. Se veía cansado y con fastidio.
Yo iba sentado en el asiento del copiloto. Aguante hasta como por la una de la
madrugada hasta que el cansancio me venció y me quede dormido.
Abrí los parpados y estábamos llegando a Chilpancingo. Iba tendida la
camioneta. Se veía que le urgía llegar.
Pasamos el túnel a toda velocidad y en breves momentos estábamos en
Acapulco junto al famoso parque llamado Papagayo. Llegamos desperté a los
otros acompañantes y buscamos un alojamiento. Encontramos un hotel
cómodo y barato frente al Papagayo. M… estaciono la camioneta y nos
dispusimos a dormir. Eran las dos de la madrugada.
A la mañana siguiente desayunamos y comenzamos a las tareas asignadas
para los dos días que teníamos como itinerario. Lo primero fue buscar la
catedral. Ahí llevamos una ofrenda floral y unas veladoras para abrir el
camino y empezar a buscar los daños que se percibían de M…

106
Playa de Acapulco en apogeo

Los clavados en la quebrada, Acapulco

107
El proceso no fue muy pesado, aunque si laborioso porque tuve que buscar los
males en astral mediante la concentración dentro de la iglesia. Me llevo cerca
de una hora, pero logre desbaratar varios daños que tenía M…; le pregunte
como se sentía y me dijo que el cansancio y el mal humor están
desapareciendo.
El día se fue rápido y por la tarde nos dirigimos hacia el mirador que se
encuentra a un lado de donde se avientan los clavados famosos: la quebrada.
En ese lugar, el mirador, me senté a divisar el atardecer. Tomé una
guitarra y empecé a tocar algunas melodías. Luego me puse a cantar. Cerré los
ojos y me di cuenta que tenía a mi alrededor un enorme auditorio. Empezaron
a pedir otras canciones y ahí estuvimos en una animada velada hasta más allá
de las diez de la noche. El calor ya había bajado. Dejamos el lugar y nos
dirigimos a buscar algo de cenar. Nos encontramos con un sitio donde
vendían, entre otros platillos, pozole. Así que nos recetamos un plato de
pozole guerrerense con tostaditas, crema y un refresco bien frio.
Salimos del lugar casi a la media noche. Debemos de saber que en
Acapulco la diversión empieza en la noche, y la media noche, es el inicio de la
juerga, la diversión, la algarabía, el desmoche.
Nos dirigimos a la camioneta y regresamos al hotel a darnos un buen
baño y tratar de descansar. Me puse a revisar cómo se veía todo y que seguía
para el siguiente día.
Eran como las dos de la madrugada cuando me tire en una cama a dormir.
Me sentía exhausto y con mucho sueño. Dormí muy bien. no amanecí
cansado.
Al otro día desayunamos en una fonda cercana al centro, a un lado de la
Catedral. Todo estuvo delicioso, muy apetitoso, riquísimo. Se puede decir que
nos dimos un agasajo de comida.
Entonces volvimos al hotel y nos dirigimos a una de las playas cercanas a
la zona esmeralda, donde se encuentran las casonas y departamentos de gente
adinerada. No hubo problemas para llegar y meternos al agua.

108
Empezamos a remojarnos los pies. El oleaje era tranquilo. El calor no se
sentía intenso. Todo estaba tranquilo y muy delicioso.
Y de repente, sin aviso, se dejó venir a donde estábamos, una ola como
de a metro que nos golpeó con tal fuerza que casi nos derriba. En vez de
molestarnos o asustarnos, nos dio risa y hubo carcajadas por un rato. Entonces
el oleaje se volvió brusco. No dejaba que entráramos al agua. las olas eran
como de un metro y de repente hasta un metro y medio subían. El calor se
tornó agobiante, quemaban los rayos del sol, era muy desagradable. Tuvimos
que cambiar de zona. Nos movimos más al sur.
Llegamos y nos mojamos los pies. Pero vimos cangrejitos en la playa que
venían hacia donde estábamos, como queriendo mordernos con sus tenazas.
Entramos en pleito por unos instantes y tratamos de meternos al agua. El
oleaje volvió a subir de repente golpeándonos con fuerza, no nos dejaba
mojarnos o tratar de nadar ni en la orilla. Las olas se levantaban con furor y
coraje para golpearnos. Varias veces estuvimos a punto de caer al piso, pero
como estábamos tomados de las manos nos ayudábamos para no caer.
Decidimos salir y nos subimos a la camioneta para dirigirnos a la zona
comercial del puerto. Llegamos y el mar estaba tranquilo, agradable, bonito.
En un área daba un poco de sombra. Ahí decidimos quedarnos y mojarnos.
Teníamos que hacernos limpieza con el agua de mar.
Pero, cuando entramos, de nueva cuenta el oleaje subió hasta un metro y
medio y a mucha gente la tiro. Los salvavidas tuvieron que entrar al agua para
ayudar a muchas gentes a levantarse y mejor les indicaron que salieran del
agua. Nosotros todavía nos quedamos un rato más, pero no se podía meter al
agua porque el mar estaba muy brusco y el oleaje empezó a levantarse hasta
casi dos metros. Nadie se explicaba porque fue todo de repente si estaba
tranquilo el mar y la brisa era muy agradable, entonces el aire se tornó como
cuando es un tifón o inicia un huracán. Mejor nos salimos. Apenas y pudimos
medio mojarnos porque era algo increíble y muy desagradable. Mucha gente,
incluso, agarraba agua con recipientes o charolitas para mojarse. El calor ceso
y de repente se nublo con rasgos de tormenta. Nos mojamos también con agua
de mar que agarrábamos con una base de una botella rota.

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Ya no le intentamos y mejor decidimos salirnos. Eran como las cinco de
la tarde. Nos metimos en unas regaderas que había en una orilla. Teníamos que
quitarnos la poca sal del mar. Y bien remojados volvimos al hotel para
bañarnos y cambiarnos.
Después del baño decidimos ir por la costa para llenarnos de aire fresco.
Ya no nos metimos al mar. Al otro día regresaríamos a nuestro origen como al
medio día o la una de la tarde.
Ya entrada la noche regresamos al hotel, eran como las doce de la noche.
Habíamos cenado en una famosa pozolería de Acapulco. Todo estuvo bien y
decidimos dormir para levantarnos temprano y disponernos a regresar.
Dormimos como troncos. La noche estuvo muy fresca como cuando
avisa que viene el huracán. Dormí a pierna suelta y muy agradablemente.
Nos levantamos, nos aseamos, recogimos las cosas, bajamos al lobby del
hotel para entregar las llaves y salir a almorzar. Eran como las diez de la
mañana. Decidimos que nadie quería café y optamos por desayunar
sándwiches de jamón y queso de puerco, y pasamos a un Oxxo a comprar
varios refrescos. Buscamos un lugar apropiado cerca de alguna playa. Nadie
quiso mojarse en el mar. Sólo estuvimos cerca de la playa.
Terminamos de almorzar y acomodamos todo para iniciar el regreso a la
ciudad de México. Era como medio día ya.
Nos acomodamos cada quien en su asiento e iniciamos la marcha hacia
México. Gran parte de la carretera estaba vacía, pero de repente empezó a
nublarse y en algunos tramos se dejó caer la lluvia. Tuvimos varios
contratiempos que nos obligaron a viajar despacio y con mucho cuidado. La
lluvia, algunos choques muy barbaros y estruendosos, el tráfico, unos autos
que se fueron a un voladero y que no podía rescatar, incluso tuvimos que
rodear en un tramo de la autopista rumbo a Cuernavaca debido a derrumbes de
la noche anterior porque había llovido a mares. Un atropellamiento que
encontramos en la entrada a Cuernavaca.
Total, que llegamos a Cuernavaca y estaba lloviendo en forma tremenda,
no se veía adelante del auto a más de un metro, íbamos moviéndonos a vuelta

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de rueda. Tardamos como una hora en salir de esa ciudad. El camino se tornó
pesado al pasar Tres Marías, había mucho tráfico y la enorme fila de autos
para llegar a la caseta de cobro de la ciudad de México tenía varios
kilómetros. Ahí duramos mucho rato, como dos horas en salir.
Entramos a la ciudad y seguimos el viaje por la calzada taxqueña y luego
Tlalpan hasta el centro de México. Luego seguimos por el eje central hasta
entroncar con la avenida cien metros para llegar a la autopista a Querétaro y
de ahí llegar a la casa.
Eran cerca de una doce de la noche cuando estábamos llegando a casa.
Fue una expedición muy tremenda y bastante curiosa, porque, primero no nos
dejaban salir y luego, en el regreso, no nos dejaban llegar.

PALABRAS FINALES

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