Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lunes
Yo.
Martes
Yo.
Miércoles
Yo.
Jueves
Yo.
Viernes
¡Si pudiera oírse en ese reino de la ficción pasajera una voz real! Pero no, son, o bien ecos de
hace quince años, o bien cantilenas aprendidas de memoria. La prensa del país, al cantar del modo que
le obligan a hacerlo, calla como un sepulcro, un abismo, un misterio, y la prensa de la emigración es...
bonachona. Sin duda nuestro espíritu se nos ha vuelto más bonachón en el exilio. La prensa de la
emigración recuerda un hospital, donde a los convalecientes sólo se les sirven las sopitas más
digestivas. ¿Para qué desgarrar las viejas heridas? ¿Por qué añadir severidad a la que nos ha sido
impuesta por la vida?, y además, ¿no deberíamos portarnos bien, puesto que acabamos de recibir un
buen sopapo...? De modo que lo que reina en esta prensa son todas las virtudes cristianas: bondad,
humanidad, piedad, respeto hacia el hombre, moderación, modestia, decencia, sentido común, pero
sobre todo lo que se escribe en ella es de carácter bonachón. ¡Cuántas virtudes! No éramos tan
virtuosos cuando nos teníamos mejor de pie. No me fío de la virtud de los que han fracasado, de la
virtud nacida de la desgracia, y toda esa moralidad me recuerda las palabras de Nietzsche: “La
moderación de nuestras costumbres es consecuencia de nuestro debilitamiento.”
Al contrario que la voz de la emigración, la voz del País resuena tan dura y categórica que se
hace difícil creer que no sea la voz de la verdad y de la vida. Aquí al menos sabemos de qué se trata -lo
blanco y lo negro, lo bueno y lo malo-, aquí la moralidad grita a voz en cuello y golpea como un palo.
Esta cantilena sería magnífica si no horrorizara a los propios cantantesy si en sus voces no se percibiera
un temblor que da lástima... En medio de un gigantesco silencio se está formando nuestra inconfesada,
muda y amordazada realidad.
Jueves