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La educación en Colombia deja mucho que desear, otros países dirán que se debe al hecho
de ser un país subdesarrollado y efectivamente es así. El afán de competir con las grandes
potencias le ha dado el último lugar a la educación, lo cual es una estupidez ya que si se
crean mentes mediocres, se seguirá siendo un país mediocre. Se le ha dado el primer lugar a
los negocios y al querer acumular riquezas, mas lo que debería importar es el implementar
métodos eficaces para que los futuros negociantes sean profesionales “entrenados” para el
éxito, si esto fuera así el país por consecuente también seria exitoso.
Las escuelas e instituciones están creadas para ayudar y fomentar el crecimiento personal,
emocional, cognoscitivo e intelectual de cada estudiante. La pregunta es: ¿en verdad esto
está sucediendo en la educación colombiana?. En las instituciones por un salón de clases
hay un promedio de 40 estudiantes, los cuales permanecen 8 horas sentados viendo a un
maestro enseñar a medias lo que a él le enseñaron, y peor aun en una infraestructura
deplorable. Una sola persona no puede estar pendiente de 40 alumnos a la vez y menos en
un lugar en donde no se sienta a gusto. En Colombia la profesión de educador es denigrada,
y con razones, puesto que para ser maestro solo se necita un cartón que lo certifique. Lo
cruel en este hecho es la ignorancia que esto significa; qué puede enseñar alguien que no ha
estudiado con fundamento y que sinceramente esta a medias en lo que debería conocer y
hacer; muchos solo van a calentar silla junto con los alumnos.
El 90% de los estudiantes está conformado por niños, jóvenes y adultos jóvenes, no es
difícil ver como estos estudiantes rechazan y toman como una tortura el asistir al colegio y
a la universidad; en realidad es comprensible, ya que los métodos que se utilizan
contemporáneamente como son los premios, castigos, notas, valoraciones, exámenes etc, en
la antigüedad eran usados para crear soldados, prisioneros y trabajadores obedientes,
sujetos a normas y direcciones. El educar mentes jóvenes con métodos para la milicia, el
trabajo y la prisión no es algo factible, pues es recurrir a la represión para “meter”
conocimiento y moldear como plastilina las mentes de los estudiantes para crear maquinas
obedientes.
Antes de ahora el hombre americano no había tenido necesidad de una cultura que le
fuese propia, cómodamente había vivido a la sombra y de la sombra de la cultura
europea. Tan sólo algunos americanos se habían hecho problema de esta falsa
situación, de la necesidad de que América tuviese una cultura propia, ya que tenía
problemas que sólo el hombre americano podía resolver en la misma forma como
los europeos resolvían sus problemas; pero tal manera de pensar fue intrascendente.
El americano se sentía seguro al abrigo de una cultura que se le presentaba con el
carácter de universal validez.
Nuestro tiempo ha sido el encargado de demostrar al americano su error. Un buen
día este hombre se ha encontrado con que la cultura, en la cual había puesto su
seguridad, se desmorona destruyéndose a sí misma. (Zea, L., 1945: 16).
La mala educación es excusada por la pobreza que se dice que hay; el gobierno aumentó en
un 50% los ingresos para mejorar la educación, no obstante solo “metieron” más alumnos
en las aulas de clases y nada mejoro. Un resultado obvio que surgió de esta medida es el
lugar que ocupo Colombia en las pruebas PISA del 2000, de los 65 países que participaron
en esos exámenes, Colombia quedó en el penoso puesto 61, lo relevante aquí, es que conto
con el ingreso por persona más alto del mundo. Muchos alumnos, poca calidad educacional.
La pobreza no mejora, por ende muchos niños han dejado de estudiar y se dedican al
trabajo, lo cual también es de cuestionar debido a que existen diversas conjeturas cuando se
ve a un joven o niño robar; el estar en una esquina esperando a su próxima víctima para
tomar sus posesiones es para algunos deplorable, pero el hambre no tiene conciencia ni
vergüenza. La verdadera pregunta es: ¿cómo se estudia con hambre y el estomago vacio? El
gobierno “regala” educación a personas de bajos recursos, pero la necesidad y la
incapacidad para asistir clases hacen de este “salvavidas” o idea un intento fallido de salir
de la ignorancia.
CARTAGENA DE INDIAS D. C. Y T.
13/11/2015