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BáyerquéMonsanto

No quiero escuchar el crimen de turno

Ni cuántos disparos, o con qué cuchillo

Si ella era él o si fue bajo un pacto

Porque al fin de cuentas

Nunca me nombran el domicilio que yo espero.

Con libreta en mano y un lápiz viejo,

se me van arrugando los ojos

¿cuál es la dirección de los grandes dueños del mundo?

que digan en qué horario fue, cómo lo hicieron

que muestren sus caras en las pantallas

con grandes carteles de ALERTA

que nombren a sus víctimas y filmen sus huesos

que digan los pactos que tienen entre ellos

Porque mi casa fue marcada desde un avión

y sé que no van a robarme en medio de la noche,

ellos lanzaron el veneno

sobre el paredón de nuestros cuerpos

y los cuerpos de nuestros hijos

luego nos ofrecen el alimento y el remedio

con el mismo desprecio

y el mismo virus.

No fue el paraguayo que mató al cuñado

ni el boliviano, ni el que llegó de México

No fue el Senegalés, ni fue el peruano

ni siquiera fue la mechera o el panadero

que vende unos gramos mientras amasa su presente.

Sé bien que no fueron ellos

los asesinos de cada estómago pegado

cada 90 minutos un muerto


cada 90 minutos un muerto

¿cuántos muertos entran en 24 horas?

Tienen piernas pequeñas

y manos pequeñas y ojos pequeños

tal vez por eso entren tantos muertos en estas cuentas

esos detalles que olvida el perito de turno

cada 90 minutos un muerto

cada 90 minutos un niño

Digannos dónde vive el asesino

Digánnos con nombre y apellido

para que no endulcemos la lengua con sangre

ni construyamos casas y escuelas con cadáveres

ni pretendamos calmar el dolor de nuestra espalda

en menos de 90 minutos, con un muerto.

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