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Alabanza, responsabilidad

y cuidado.

teología
Premisas para una espiritualidad ecológica

María Clara Bingemer


Profesora de Teología Fundamental y Dogmática
Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro (PUC), Brasil
E-mail: agape@puc-rio.br

Recibido 24 de agosto de 2015


Aceptado 31 de agosto de 2015

RESUMEN: Tres son las notas que pueden provocar un acorde armonioso: la alaban-
za, la responsabilidad y el cuidado. Estamos hablando del acorde en una vida “espi-
ritual” que atiende lo ecológico, es decir, la vocación humana a ser habitantes de una
casa común. La reciente encíclica del papa Francisco apela a este sentido y bajo estas
tres notas construyen una vocación humana y cristiana cada vez más apremiante para
nuestras vidas.
PALABRAS CLAVE: Creador y Creación, alabanza, responsabilidad, cuidado, Fran-
cisco de Asís, “espiritualidad ecológica”.

Actualmente, en la Iglesia e inclu- «Si tenemos en cuenta la comple-


so en el mundo, no se habla de otra jidad de la crisis ecológica y sus
cosa. La encíclica Laudato Si’ (LS) múltiples causas, deberíamos re-
del papa Francisco está en la orden conocer que las soluciones no pue-
del día. Su claridad y fundamen- den llegar desde un único modo
de interpretar y transformar la
tación a la vez que su precisión en
realidad. También es necesario
informaciones está fascinando, de
acudir a las diversas riquezas cul-
forma respetuosa y con interés, a turales de los pueblos, al arte y a
numerosos expertos en cuestiones la poesía, a la vida interior y a la
relacionadas con la ecología. espiritualidad. Si de verdad que-
remos construir una ecología que
La encíclica tiene afirmaciones au-
nos permita sanar todo lo que he-
daces con el objetivo de provocar
mos destruido, entonces ninguna
no sólo una conversión ecológica rama de las ciencias y ninguna
sino asentar una serie de bases que forma de sabiduría puede ser de-
constituyen lo que podemos deno- jada de lado, tampoco la religiosa
minar una espiritualidad ecológica. con su propio lenguaje. Además, la
Así nos parece que se puede enten- Iglesia Católica está abierta al diá-
der el siguiente número de LS: logo con el pensamiento filosófico,

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y eso le permite producir diversas ¡Alabado sea! El poverello anheló


síntesis entre la fe y la razón. En alabar a Dios, el Creador de to-
lo que respecta a las cuestiones so- das las cosas, con tanta devoción
ciales, esto se puede constatar en y entusiasmo, quien ofrece en he-
el desarrollo de la doctrina social
rencia la tierra como habitación,
de la Iglesia, que está llamada a
vivienda, casa, para disfrutarla y
enriquecerse cada vez más a partir
cuidarla. Así, la encíclica, ya en
de los nuevos desafíos» (LS 63).
su primer párrafo, desconcierta a
quienes esperaban una reflexión a
Según lo propuesto, para entender modo de denuncia o de exhorta-
la crisis ecológica y combatirla, es ción –dos características, en gene-
imprescindible la recurrencia a las ral, de los documentos sociales de
riquezas mencionadas (ciencia, la Iglesia–. En cambio, Francisco
culturas, arte, poesía, vida interior –el obispo de Roma– toma el grito
y espiritualidad). A partir de ello, de júbilo de su tocayo, el de Asís,
el papa Francisco arguye cómo como primera inspiración para
el cristianismo ofrece las bases alabar al Señor, quien es capaz de
para una verdadera espirituali- crear tanta belleza y poner a nues-
dad ecológica. Toda la encíclica, tra disposición nuestra casa co-
al mismo tiempo que proporciona mún, don mayor del Creador com-
los elementos para la reflexión en parable, «ora a una hermana, con
profundidad sobre diversas áreas la que compartimos la existencia,
del conocimiento, apunta, en últi- ora a una buena madre, que nos
ma instancia, a la construcción de acoge en sus brazos» (LS 1).
esta espiritualidad. Esto será aún
objeto de sus palabras en el capí- El cuidado de esta casa común es
tulo sexto, como colofón del docu- la prioridad. Y aquí, los dos Fran-
mento. Es de nuestro interés, aquí, ciscos están en perfecta sintonía.
traer a colación esta perspectiva El de Roma no cesa de citar el de
espiritual enraizada en una teolo- Asís, poniéndolo como ejemplo
gía fundamentada. de lo que es una actitud contem-
plativa y de alabanza delante de
la creación (cf. LS 11). La alabanza
Primero, lo primero: alabar es, por lo tanto, la premisa que el
a Dios texto propone para desarrollar la
invitación a una ecología integral,
El punto de partida reside en una tal como fue vivida por Francisco
exclamación de alabanza de otro de Asís. Todas las cosas creadas,
Francisco, el de Asís: Laudato Si’, todas las criaturas, deben ser tra-

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tados y calificadas como herma- fundamentales estrechamente co-


nos y hermanas provocando en nectadas: la relación con Dios, con
nosotros actitudes de devoción, de el prójimo y con la tierra. Según
afecto y de cuidado. Actitudes, por la Biblia, las tres relaciones vitales
otra parte, que subyacen del cora- se han roto, no sólo externamente,
zón humano que contempla desde sino también dentro de nosotros.
esa alabanza jubilosa: «Loado seas, Esta ruptura es el pecado» (LS 66).
mi Señor, por todas tus criaturas».
La Palabra creadora de Dios (dabar,
Sin embargo, esta alabanza debe
en hebreo) es un elemento consti-
ir acompañada de una actitud de
tutivo de la naturaleza en su ori-
responsabilidad ante la maravilla
gen y actividad tan presente en la
que sale de las manos del Crea-
literatura profética y sapiencial de
dor.
la Biblia (cf. Is 40, 26; Jb 37, 6; Sal
147, 15). Y el cosmos es la fuente
Responsabilidad: una llamada de la Revelación de Dios. Es Dios,
propia de la fe por lo tanto, quien hace que todo
exista. Es Él quien llama las cosas
que no son para sean. Y lo hace
El texto de la encíclica recordará
por su Palabra. Sólo Dios es Dios,
la luz que la fe cristiana arroja so-
como se repite una y otra vez en
bre la relación entre el ser huma-
la Sagrada Escritura porque sólo
no y la tierra inclusive el resto de
Él puede crear de la nada, el uni-
los seres vivos. No es ni puede ser
verso y todo lo que existe (cf. Is 40,
una relación predatoria, sino que
25-30; Jb 38).
debe ser una relación de respon-
sabilidad. El papa Francisco ancla En la Creación, Dios ordena, es
su reflexión sobre la ecología en la decir, su Palabra estructura el caos
Escritura. Nos dice, entonces, que a la vez que el Creador habla a su
en la Biblia «el Dios que libera y criatura humana desde un inmen-
salva es el mismo que creó el uni- so respeto. Es sorprendente que
verso [...]. En él se combinan el ca- exista una absoluta ausencia de
riño y el vigor» (LS 73). Al respec- violencia a favor de una especie de
to, el relato de la creación deviene dulzura fundante que, posterior-
el modelo fundamental para com- mente, en el Nuevo Testamento
prender las relaciones que se tejen y la Nueva Alianza llevada a su
entre la tierra, el ser humano y el cumplimiento por Jesucristo, es
resto de criaturas: «Estas narra- baluarte para el sermón de la mon-
ciones sugieren que la existencia taña cuando es proclamada la per-
humana se basa en tres relaciones fección del Padre (cf. Mt 5). En esta

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creación, “en el principio”, el relato interpretaba esta consigna divina


bíblico no opone la eternidad del como la dominación arrogante del
mundo creado con la eternidad ser humano sobre la naturaleza,
de Dios. Sólo Dios es el principio en nombre del Creador. Sin duda
y el inicio de todo lo que existe y alguna, esta perspectiva continúa
el mundo adviene más tarde. La presentando problemas a la hora
perspectiva es más teleológica (la de confrontar incluso hoy en día,
finalidad) que cronológica (en fe- el problema ecológico con el cris-
chas). Este “principio”, “origen sin tianismo. Mientras que las razo-
origen”, encuentra su fuente única nes son la primacía absoluta y sin
en la paternidad divina inefable, límites del hombre y de la mujer
comprensible por su fin o fina- sobre la naturaleza, sus graves con-
lidad el cual es desconocido del secuencias residen en la sospecha
mismo Hijo, que deja este secreto de una concepción del ser humano
al Padre (cf. Mt 24, 36). equivocadamente individualista,
En cierto modo, la encíclica LS re- combinada con un omnipotente
coge el esfuerzo que se ha estado determinismo económico y tecno-
haciendo por parte de la teología lógico. A esto debe añadírsele: la
cristiana, en los últimos tiempos, visión del ser humano separado de
para volver a la cuestión de la la naturaleza, la naturaleza como
Creación. Esta actitud denota, de objeto de conquista y su destruc-
entrada, una conciencia notable ción en nombre de un progreso
por parte de los cristianos, que erróneamente concebido y la lucha
muestra la preocupación por las humana por conseguir una vida
relaciones entre el hombre, la na- transformada en amenazador ins-
turaleza y Dios. En definitiva, lo tinto de muerte que pesa sobre to-
que está en juego es el mismo con- das las demás formas de vida.
cepto de Dios como Padre, autor
Teológicamente, las consecuen-
de la vida, Creador y Salvador.
cias no son menos graves. Optar
El mandato de “someter la tierra” por esta tendencia y asumir esta
(cf. Gn 1, 28) puesto en boca de Dios interpretación es introducir una
Creador dirigiéndose al hombre re- división irreparable en la idea
cién moldeado del barro y anima- misma de Creación, separando el
do con el soplo de la vida divina, ser humano del cosmos. De igual
ha sido objeto de muchas interpre- manera, el cosmos como teofanía
taciones a lo largo de la tradición –manifestación del misterio divi-
cristiana. Una de ellas, más im- no que pide reverencia y respeto–
perante en círculos no cristianos, se expulsa de la fe cristiana, de su

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teología y, por ende, de su espiri- lia universal, [...] que nos impulsa
tualidad. Precisamente, la encícli- a un respeto sagrado, amoroso
ca insiste en este punto: el ser hu- y humilde» (LS 89). Ahora bien,
mano no es el dueño del universo conviene apostillar que la Crea-
lo cual «no significa igualar todos ción para el cristianismo no es una
los seres vivos y sacar del ser hu- grandeza en sí misma armoniosa.
mano su valor peculiar» ni tampo- Ella deviene una grandeza dividi-
co supone una divinización de la da, conflictiva, que sufre por en-
tierra que nos privaría del llamado contrarse atravesada por el mal y
a colaborar con ella y a proteger su por su sometimiento a la voluntad
fragilidad» (LS  90). En este senti- del hombre. En esta coyuntura,
do, «toda ferocidad contra cual- todas las criaturas gimen juntas
quier criatura es contraria a la dig- esperando su liberación (cf. Rm 8,
nidad humana» (LS  92), pero «no 19-22). Sin embargo, la fe cristia-
puede ser real un sentimiento de na, por su parte, afirma que sólo
íntima unión con los demás seres pasando a través del mesianismo
de la naturaleza si al mismo tiem- de Jesucristo, inaugurado con su
po en el corazón no hay ternura, Encarnación, vida, muerte y resu-
compasión y preocupación por los rrección, se puede decir, después
seres humanos» (LS  91). He aquí de todo, que el mundo es gracia. La
la llamada que el papa Francisco LS reconoce esta dimensión agóni-
lanza a toda la humanidad: la res- ca que vive la Creación y apunta
ponsabilidad por la Creación y por hacia la responsabilidad humana
la alteridad, corazón de una espiri- como el modo de relacionarse con
tualidad ecológica (cf. LS 68-69). la tierra y todos los seres creados.
Esta Creación atravesada por el
El principio de responsabilidad pecado exige a todos una actitud
nace al considerar que todas las de cuidado y dedicación, para que
criaturas merecen respeto y aten- pueda seguir siendo, como Dios lo
ción porque son buscadas, desea- quiere, la morada de la vida.
das y creadas por Dios, testimonio
del amor fecundo y abundante
del Creador. Por lo tanto, es fun- El cuidado de una creación que
damental para una verdadera es- es frágil
piritualidad ecológica la concien-
cia de una comunión universal: La encíclica Laudato Si’ llama la
«creados por el mismo Padre, es- atención sobre el hecho de que
tamos unidos por lazos invisibles la Creación, a pesar de ser bella,
y formamos una especie de fami- loable y traer toda ella el sello de

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Dios, es frágil y vulnerable. Por lo constitutivo de la vocación cristia-


tanto, necesita de su cuidado. Así na: «Vivir la vocación de ser pro-
se refiere: tectores de la obra de Dios es parte
esencial de una existencia virtuosa,
«[…] el pensamiento judío-cris-
no consiste en algo opcional ni en
tiano desmitificó la naturaleza.
Sin dejar de admirarla por su es-
un aspecto secundario de la ex-
plendor y su inmensidad, ya no periencia cristiana» (LS  217). A su
le atribuyó un carácter divino. De vez, la encíclica enfatiza cómo, en
esa manera se destaca todavía más la actualidad, la humanidad dispo-
nuestro compromiso ante ella. Un ne de una abundancia de medios
retorno a la naturaleza no puede pero que, sin embargo, le escasean
ser a costa de la libertad y la res- los fines por lo que, en consecuen-
ponsabilidad del ser humano, que cia, a menudo no cae en la cuenta
es parte del mundo con el deber de «la seriedad de los desafíos que
de cultivar sus propias capacida-
se presentan». Además, «la posibi-
des para protegerlo y desarrollar
lidad de que el hombre utilice mal
sus potencialidades. Si reconoce-
mos el valor y la fragilidad de la
el poder crece constantemente»
naturaleza, y al mismo tiempo las cuando no está «sometido a norma
capacidades que el Creador nos alguna reguladora de la libertad,
otorgó, esto nos permite termi- sino únicamente a los supuestos
nar hoy con el mito moderno del imperativos de la utilidad y de la
progreso material sin límites. Un seguridad» (LS 105).
mundo frágil, con un ser humano
a quien Dios le confía su cuidado, Siguiendo estas líneas de carác-
interpela nuestra inteligencia para ter pastoral, el papa Francisco re-
reconocer cómo deberíamos orien- cuerda que «el ser humano no es
tar, cultivar y limitar nuestro po- plenamente autónomo. Su libertad
der» (LS 78). se enferma cuando se entrega a
las fuerzas ciegas del inconscien-
En efecto, el cuidado de nuestro te, de las necesidades inmediatas,
mundo, don y gesto de la gracia del egoísmo, de la violencia. En ese
infinita de Dios, como casa común, sentido, está desnudo y expuesto
requerirá todo un trabajo ascético frente a su propio poder, que sigue
en el ejercicio de las virtudes que creciendo, sin tener los elementos
nos hagan libres y responsables en para controlarlo. Puede disponer
la realización de este tipo de cuida- de mecanismos superficiales, pero
do. Afirmando que la crisis ecoló- podemos sostener que le falta una
gica exige una profunda conver- ética sólida, una cultura y una es-
sión, dice que ésta es un elemento piritualidad que realmente lo limi-

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ten y lo contengan en una lúcida pilar residía en la educación cons-


abnegación» (LS 105). tante para una alianza entre los se-
res humanos y el medio ambiente.
Por lo tanto, la responsabilidad se Esto debería tener como objetivo
ejercita en el cuidado de la tierra y la recuperación de los diferentes
de las criaturas. Por esta razón, el niveles de equilibrio ecológico: el
último capítulo de la encíclica se propio interior, la solidaridad con
construye bajo una serie de aspec- los demás, lo natural a todos los
tos prácticos enumerando los pasos seres vivos, lo espiritual con Dios.
a seguir para poder vivir realmente Y, al respecto, la encíclica expone:
una espiritualidad ecológica cuyos «La educación ambiental debería
dos pilares residen en un cambio disponernos a dar ese salto hacia
en el estilo de vida y una necesa- el Misterio, desde donde una ética
ria educación ambiental. En lo que ecológica adquiere su sentido más
concierne al primer pilar, el pontí- hondo» (LS 210).
fice con palabras claras y convin-
centes denuncia una sociedad de A partir de aquí, el Papa realiza
consumo que empuja, actualmente, una serie de recomendaciones
al individuo a la acumulación de claras y de exhortaciones directa-
bienes que no son necesarios y que mente espirituales a sus lectores y,
dañan a la comunidad humana a sobre todo, a los cristianos. Cons-
la cual pertenece. En esta óptica, se ciente, sin embargo, que la mag-
señala que «la obsesión por un es- nitud del problema al que nos en-
tilo de vida consumista, sobre todo frentamos no se resuelve sólo con
cuando sólo unos pocos puedan un cambio individual, apela a una
sostenerlo, sólo podrá provocar conversión comunitaria. Dicho de
violencia y destrucción recíproca» otra manera, a los problemas so-
(LS 204). Y añade: «un cambio en ciales se responde, no con la mera
los estilos de vida podría llegar a suma de los bienes individuales,
ejercer una sana presión sobre los sino, especialmente, mediante
que tienen poder político, econó- unas sinergias comunitarias: «Las
mico y social» (LS 206). Ante esta exigencias de esta tarea van a ser
situación, el texto ejemplifica los tan enormes, que no hay forma de
movimientos de consumidores que satisfacerlas con las posibilidades
boicotean ciertos productos con el de la iniciativa individual y de la
fin de presionar las empresas para unión de particulares formados en
que asuman su responsabilidad en el individualismo. Se requerirán
un tipo de producción más soste- una reunión de fuerzas y una uni-
nible. Decíamos que el segundo dad de realización» (LS 219).

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Se dibuja, en consecuencia, una Nuestra corporeidad está formada


llamada tanto a nivel personal por los elementos que componen
como comunitario para que todos el planeta: la arcilla de la que Dios
hagamos crecer una serie de acti- formó a Adán, el agua que quita la
tudes espirituales que favorezcan sed, el aire que llena los pulmones
la conversión ecológica a la cual y nos mantiene vivos. Somos tie-
se nos insta: el reconocimiento y rra y barro sobre el cual sopla el
la gratitud por el mundo que es espíritu divino que anima e inspi-
un don de Dios; la conciencia de ra. Y ante ello, estamos llamados
formar parte de este mundo y en a maravillarnos por nuestra voca-
comunión con todos los seres que ción común como habitantes de la
lo componen; un estilo de vida casa que compartimos con todos
sobrio –que genere alegría y paz los seres creados. Sin embargo,
frente el rechazo a la dictadura inseparable a esta visión maravi-
del consumismo y la aberración llada de la creación, está la adver-
del lujo–; la recuperación de la tencia del texto pontificio contra la
armonía refrenando la ansiedad actitud consumista y depredadora
y el frenesí del ritmo de la vida con la que el planeta es tratado
moderna; la realización de actos por las superpotencias y gobier-
más simples en la vida cotidiana, nos irresponsables. La principal
tales como la oración antes de las preocupación del Papa versa en la
comidas. Finalmente se exhorta inseparabilidad del compromiso
a crear una cultura del cuidado por la causa ambiental del de los
que incluya desde la intervención pobres.
política en términos partidistas
que defiendan las causas del bien El documento es casi exhaustivo al
común como la más humilde par- enumerar todos los sufrimientos
ticipación en las acciones de la y miserias que la destrucción del
comunidad para cuidar de la pre- medio ambiente causa en las per-
servación del medio ambiente (cf. sonas más vulnerables, los pobres.
LS 220-232). De ello da fe la extensa y minu-
ciosa reflexión acerca de la conta-
minación del agua con la que los
Conclusión: los pobres y la pobres sufren su contaminación
atención o cuidado de la tierra y sus consecuencias (epidemias,
muertes) por los peces con los que
Desde el principio, la encíclica se alimentan o la agricultura y los
identifica la tierra con la huma- cultivos que les permite vivir. De
nidad. Somos tierra, polvo, barro. igual manera, se sigue la cuestión

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de la contaminación del aire que vilización. El papa Francisco, con


causa graves daños a la salud y su mirada inspirada por la fe, ve
la degradación de las condiciones a la humanidad como una familia,
de vida de las poblaciones lo que “la única familia humana”. Esta
fuerza a muchos habitantes a emi- visión excluye cualquier tipo de
grar e instituyendo un círculo vi- aislamientos, alienaciones o una
cioso que conduce a la destrucción indiferencia globalizada ante el
de las familias y a la pérdida fatal gran problema que la degradación
de la calidad de vida y de la super- del medio ambiente representa
vivencia. para las generaciones futuras. Sólo
de una mirada y de una actitud
Por eso, el documento pontificio “franciscana”, es decir, de cuidado,
propone una nueva idea de pro- de responsabilidad, de respeto por
greso, no centrado en una omni- nuestra casa común, puede condu-
potencia arrogante del hombre, cir a la alabanza del Señor Creador
que se atribuye el derecho de da- de todas las cosas. Sólo así, se pue-
ñar el planeta que habita, olvidan- de exclamar “Alabado sea”, con los
do que es la casa común de todos. ojos puestos hacia lo alto como el
Al contrario, hay que avanzar ha- poverello de Asís quien miró a su
cia un desarrollo integral y ecoló- alrededor y se inclinó para cuidar
gicamente sostenible, que sea el a las más humildes criaturas sali-
acto fundacional de una nueva ci- das de las manos de Dios. n

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ELIZABETH A. JOHNSON
«Pregunta a las bestias»
Darwin y el Dios del amor

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P.V.P.: 37,50 €
Durante milenios, las especies vegetales y animales han recibido escasa
atención sostenida como temas de la teología y la ética cristianas por dere-
cho propio. Al concentrarse en el dilema humano del pecado y la gracia
redentora, la teología ha considerado que la doctrina de la creación era
ante todo una obertura al drama principal, el de la relación de la huma-
nidad con Dios. ¿Qué valor tiene el mundo natural en el marco de la fe
religiosa? Elizabeth A. Johnson sostiene que el mundo natural es un ele-
mento intrínseco de la fe en Dios y que el cuidado ecológico, lejos de ser
un añadido extrínseco, ocupa el centro de la vida moral.

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