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¿Pueden aprender

matemáticas los insectos?


Un grupo de investigadores 'enseña' a una colmena de

abejas a sumar y restar


Artículo de investigación de SCARLETT HOWARD, ADRIAN DYER, JAIR GARCIA

La revista Science Advances publica hoy los resultados de una


investigación que muestra que las abejas europeas son capaces de usar
representaciones simbólicas para resolver operaciones matemáticas
simples como sumas y restas.

A pesar de poseer un cerebro con poco menos de un millón de neuronas,


estos insectos son capaces de resolver problemas complejos como la
comprensión del concepto de cero.

Las abejas son un gran modelo para investigar en neurociencia. Por eso en
nuestro más reciente experimento decidimos probar la capacidad de este
insecto para resolver operaciones aritméticas simples.

Sumas y restas
De niños aprendemos que el símbolo más (+) significa que debemos sumar
dos o más cantidades, mientras que el símbolo menos (-) indica que
debemos sustraerlas. Para resolver este tipo de problemas, necesitamos
usar nuestra memoria a corto y a largo plazo. Una vez hemos aprendido y
almacenado las reglas de adición y sustracción en nuestra memoria a largo
plazo, la memoria a corto plazo nos permite manejar las cantidades
involucradas en cada operación que realizamos.

A pesar de que no es fácil resolver operaciones aritméticas como sumar y


restar, esta habilidad ha sido fundamental para las sociedades humanas.
Por ejemplo, la evidencia arqueológica muestra que los egipcios y
babilonios ya usaban operaciones aritméticas alrededor del año 2000 a.C..
Estas habrían sido útiles para contar ganado y recalcular el número de
cabezas restantes después de una venta.
Uno podría preguntarse si el desarrollo del pensamiento aritmético requiere
un cerebro tan grande como el que poseemos los primates o si otros
animales también son capaces de realizar operaciones aritméticas cuando
se enfrentan a problemas similares. Hemos intentado responder a esa
pregunta usando como modelo a la abeja europea.

¿Cómo se entrena una abeja?


Las abejas son forrajeadoras centrales, lo que significa que una obrera
volverá al mismo sitio siempre y cuando exista una fuente de alimento.
Usamos una solución concentrada de azúcar durante todo el experimento
para asegurarnos que regresaran de manera continua.

Cada vez que una abeja escogía el número correcto (ver detalles más
adelante) recibía una recompensa de agua azucarada. Por el contrario, si la
abeja realizaba una elección equivocada, recibía un castigo en forma de
una solución amarga hecha a base de quinina.

En nuestro experimento utilizamos este sencillo método para enseñar a las


abejas a sumar o restar durante sesiones de cuatro a siete horas por
individuo. Cada vez que una abeja se saciaba con la solución azucarada,
regresaba a la colmena y más tarde volvía para continuar con el
entrenamiento.

Adición y sustracción en abejas


Las abejas fueron entrenadas de manera individual con un laberinto en
forma de Y.

Durante el experimento, los insectos volaban hasta la entrada, donde veían


un grupo de entre uno y cinco elementos. Estos representaban formas
geométricas (por ejemplo, un cuadrado) que podían ser de dos colores
diferentes según la operación aritmética a entrenar: azul para sumar un
elemento (+ 1) o amarillo para restarlo (- 1).

A partir de esta información, la abeja tenía que volar a través de un orificio


hacia la cámara de decisiones, donde debía escoger uno de los brazos del
laberinto. Un brazo contenía un elemento más del visto en la entrada y el
otro uno menos. En cada ronda del experimento el animal tenía que escoger
el brazo hacia el cual debería volar según el número inicial de objetos vistos
a la entrada y la operación para la cual estaba siendo entrenada.

La posición del grupo correcto se cambiaba aleatoriamente en el laberinto,


para evitar que las abejas relacionaran uno de los lados con la respuesta
correcta. Al comienzo del experimento, las abejas escogían al azar el brazo
del laberinto al cual se dirigían. Después de cien ensayos aprendieron a
escoger la solución correcta al problema.

Al terminar el entrenamiento, les presentamos a las abejas un número de


elementos que nunca habían visto. Las abejas escogieron la respuesta
correcta entre el 64 y el 72 % de las veces. Esta proporción es
estadísticamente diferente a lo que se esperaría si hubieran elegido las
respuestas al azar. Por lo tanto, los insectos de nuestra escuela de
abejas aprendieron a usar operadores aritméticos para sumar y restar.

¿Por qué es esto difícil para las abejas?


Sumar y restar es difícil porque requiere procesar la información a dos
niveles y de manera simultánea. Por un lado, la comprensión de los
atributos numéricos; por el otro, su manipulación para operar.

Las abejas también usaron su memoria a corto plazo. Como el número 1 a


ser sumado o restado no estaba presente al realizar la operación, los
insectos tuvieron que aprender este concepto abstracto durante el
entrenamiento.

Al demostrar que las abejas pueden combinar un aprendizaje aritmético y


simbólico simple, identificamos nuevas áreas del conocimiento para
explorar, como, por ejemplo, la capacidad de otros animales para sumar o
restar.

Inteligencia artificial y neurobiología


La inteligencia artificial y cómo los ordenadores pueden aprender a resolver
nuevos problemas de manera autónoma son dos temas de gran interés en
la actualidad.

Nuestros descubrimientos muestran que cerebros pequeños son capaces


de aprender operadores aritméticos simbólicos, lo que sugiere nuevas
maneras de incorporar interacciones entre la memoria a corto y largo plazo,
para así reducir los tiempos de aprendizaje en los sistemas de inteligencia
artificial.
Asimismo, nuestros resultados demuestran que hay varias maneras de
entender los símbolos matemáticos como un lenguaje de operadores. Esto
podría ayudar a entender cómo diferentes culturas desarrollaron de manera
independiente habilidades numéricas.

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