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Crítica Congreso
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Línea temática:
1. La Formación Docente y Práctica educativa en Instituciones de Educación
Superior: Retos y perspectivas
Institución de procedencia:
Escuela Normal de Sultepec
rocasta4@hotmail.com
Contexto
1
Investigador educativo de la Escuela Normal de Sultepec
programas de curso insisten a través de la propuesta de actividades en el análisis, el
reconocimiento de resultados, la reflexión y la mejora permanente en el ámbito de la
práctica docente que realizan los estudiantes normalistas en las escuelas secundarias.
La reflexión crítica se puede acuñar como la valoración metódica de una realidad, que
concluye en un juicio como antecedente a la toma de decisiones encaminadas a mejorar la
realidad o una situación particular. Se ubica en objetos de la experiencia que se objetivan
con este ejercicio intelectual. Lo realmente pedagógico es que la reflexión crítica
transforma la inconciencia en conciencia, es la esencia de la formación docente, no la
práctica con interés técnico que ensalza la razón instrumental. El ejercicio crítico reflexivo
es personal, por lo tanto, es autoreflexión que se encamina a la autonomía docente, así el
docente no necesita que le digan cómo hacer las acciones referidas a su tarea docente. El
ejercicio de valoración autónoma camino a la toma de decisiones pareciera sencillo, sin
embargo, puede ser didácticamente mediante el cuestionamiento, hacer un alto y revisar
sistemáticamente el conjunto de acciones, ello justamente pone en entre dicho lo que se
hace, logra mover, desestabilizar la certidumbre o la creencia de que lo que se hace está
bien. Este movimiento intelectual hace del proceso de formación un acto con conciencia
pedagógica y su beneficio más evidente es la mejora de la calidad de la formación. Sólo es
cuestión de cuidar que la reflexión crítica no se reduzca a conductas o actitudes de
denuncia, ello elimina la posibilidad de que sea un acto intelectual que transforma y forma
sujetos, que a la vez se refleja en mejores resultados al realizar una acción.
El “interés emancipatorio posee un estatus derivado, garantiza la conexión del saber teórico
con la práctica de la vida, es decir con un ámbito objetual que sólo surge bajo las
condiciones de una comunicación sistemáticamente distorsionada y de una represión
aparentemente legitimada”. (Habermas 1982). El interés emancipatorio se basa en la
autorreflexión crítica, concepto fundamental dentro de la teoría de los intereses
constitutivos del saber, ya que a partir del acto de autorreflexión, el sujeto se aprehende a sí
mismo como fuente de conciencia y como fuente del mundo. Es un interés fuera de lo
sensible, centrado en la razón crítica antecedente a la razón práctica. Se observa con
claridad que hay un proceso de formación del espíritu. El juego dialéctico supera al
consumismo dogmático de los contenidos curriculares para dar paso a la formación de una
autonomía producto de la reflexión.
Impulsar una reflexión crítica tiene beneficios evidentes: sujetos más conscientes,
comprometidos con sus acciones, capacidad para leer la realidad, librar una batalla contra el
dogmatismo curricular, tener autonomía, en suma, una transformación subjetiva. En esta
dirección el aula de clase y los contenidos curriculares es una oportunidad para un
conocimiento producto del consenso, situación que demanda actos de habla orientados al
entendimiento donde los sujetos anteponen pretensiones de validez, en ambos cooperan
lingüísticamente para lograr un éxito ilocucionario. El dilema es crucial ¿cuál pedagogía y
metodología es la adecuada para orientar la reflexión crítica?, dilema que no se da por
inspiración, sino por discusión y revisión académica; la plataforma es amplia, algunos
académicos señalarán como posibilidad el constructivismo (Ausubel, Piaget, Vygotsky) que
han realizado aportaciones sustantivas a los procesos de aprendizaje, esta es una tendencia
cognitiva, pero hay otras posibilidades como las pedagogías críticas con influencia de la
Escuela de Frankfort (Freire, Kemmis, Giroux, Mc Laren), o bien la escuela activa (Freint,
Montesori, Wallon), también es posible recurrir a las pedagogías clásicas (Comenio,
Herbart, Pestalozzi, Luis Vives); se puede recuperar propositivamente a la corriente crítica
de la Pedagogía.
Para crear un aula que gestione la reflexión crítica, es condición pensar diferente, romper
con inercias cotidianas, imaginarios pedagógicos que no se comprenden; el primer esfuerzo
es un cuestionamiento de lo ordinario establecido, de los rituales; así inicia una actitud de
indagación que ubica al docente ya como intelectual que pone en tela de juicio hábitos,
formas de pensar y actuar; hay una problematización que desestabiliza representaciones
patológicas que han guardado por tiempo certezas incuestionables. La tarea del docente
como intelectual consiste en develar, des-aprender y re-aprender del mismo
adoctrinamiento; su rol es de alta responsabilidad: diseñar estrategias para romper con la
domesticación, el adoctrinamiento que viene de lo establecido. Se requiere de una
pedagogía crítica radical. En particular la didáctica ha de desarrollar posiciones críticas a
los conceptos académicos. Si se logra esta tarea didáctica los estudiantes normalistas ya no
serán público, son integrantes de una conciencia social que asume propósitos y metas
compartidas. La inclusión tiene un beneficio personal: la comprensión crítica de las
representaciones de formar docentes. El compromiso del formador es que él “mismo se
capacita para diseñar y rediseñar símbolos culturales y así atenuar algunos de los síntomas
negativos de la tecnocracia moderna (Mc Laren 2003).
La pregunta es apertura para iniciar el camino comunicativo entre los interlocutores, en esta
relación los actos de habla orientados al entendimiento conforman una dialéctica de
preguntas y respuestas, de donde se van tejiendo juegos de lenguaje que terminan en
acuerdos, consensos. Esto es posible gracias a que los interlocutores están en condiciones
desde su saber horizonte o disciplinario de realizar, con la pretensión de apropiarse de
saberes y reconocerse cada uno de ellos en el diálogo intersubjetivo.
En la dialéctica de la pregunta y la respuesta los actores como hablantes y oyentes al
interactuar lingüísticamente refieren a algo existencial, que puede ser el mundo objetivo, el
mundo social o bien el mundo subjetivo, al hacerlo se ven obligados a poner frente a esta
referencia pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o enjuiciarse, esto marca la
posibilidad de un acuerdo. El acuerdo de los actores a que se refiere Habermas no estriba en
las conclusiones del intercambio simbólico, sino que se apoya en la reciprocidad de la
acción y su orientación al entendimiento.
“ (…) los actores no se refieren sin más intenciones a algo en el mundo objetivo, en el
mundo social o en el mundo subjetivo, sino que relativizan sus emisiones sobre algo en el
mundo teniendo presente la posibilidad de que la validez de ellas pueda ser puesta en
cuestión por otros actores”. (Habermas 1990, 493). El planteamiento de la pregunta resulta
ser el eje coyuntural de apertura al diálogo intersubjetivo que descansa en acuerdos,
consensos y negociaciones de significados en donde los sujetos se apropian de aprendizajes
significativos y se reconocen como sujetos con capacidad de lenguaje y acción.
El efecto de este sistema es que el alumno no se formule preguntas para saber, entonces los
alumnos no tienen amor por el saber, dependen del saber del profesor. La pregunta pone al
alumno en estado de abierto de la razón y del argumento, es un desaprender para aprender,
es conformar un sistema cognitivo siempre en acto y potencia.
“Un educador que no castra la curiosidad del educando, que se inserta en el acto de
conocer, jamás es irrespetuoso con pregunta alguna. El papel del educador, es de ayudarlo a
rehacer la pregunta con lo que el educando aprende, en la práctica, cómo preguntar mejor”.
(Araujo 2005, p. s/p ). La dinámica de la pregunta ayuda a que el alumno aumente su
interés por la clase porque hay presencia de discusión, vivencias, experiencias, ejemplos,
equivocaciones. Para que esto suceda la pregunta ha de incluir dos variables que muevan la
capacidad de pensar del alumno, lleven en efecto una búsqueda de la esencia; es
conveniente que la pregunta no guarde una estructura psicologista, es decir memorista con
pocas posibilidades de comprensión.
Referencias bibliográficas
Mc Laren, P. (1989). La vida en las escuelas. Una introducción a la pedagogía crítica en
los fundamentos de la educación. México, Siglo veintiuno.