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En Hispanoamérica, la prensa resultó un actor político fundamental en los procesos abiertos tras
la crisis de la monarquía en España y el vacío de poder que esta genera. La prensa intervino de
una manera u otra sobre las distintas posturas sobre el rumbo que debían tener las colonias. En
una primera etapa, que es en la que está situada este trabajo, se caracteriza por la difusión de
ciertos principios revolucionarios, y también el intento de construcción de una Opinión Pública
como eje articulador y legitimador de un nuevo concepto de soberanía. De todas maneras, este
asunto es demasiado general como para abarcar la totalidad de la problemática. Cada publicación
tiene sus particularidades, dado que cada una consta con sus editores, los cuales actúan con
intencionalidades específicas en cada caso particular. Ello implica que la prensa se involucra en
el debate público con “acciones” que se emiten desde sus líneas. Por ello, el objetivo de esta
monografía es tratar las particularidades del caso chileno a través del hito que viene a ser su
primera publicación periódica: La Aurora de Chile, cuya duración fue de poco más de un año,
desde el 13 de febrero de 1812 hasta el 1 de abril del año siguiente, que consta de más de sesenta
ejemplares, entre las publicaciones regulares semanales (salía una vez por semana los días
jueves), el prospecto, las ediciones extraordinarias y los suplementos, y estuvo a cargo de su
editor y principal figura, el sacerdote Camilo Henríquez. Dentro de esta publicación, interesa ver
la práctica misma del periódico a través de un eje principal que resalta por la agitación que
genera al interior de la sociedad política local: el planteo de la necesidad de la Independencia
absoluta con respecto a España, de una manera que rompe con un cierto “tabú” existente en la
palabra, parafraseando a Guerra1. La lucha por la independencia que se realiza desde este
periódico, debe problematizarse, en tanto hay un cambio en el discurso y en la relación con el
gobierno que le da origen, y se aleja de algunos de los principios ilustrados que guiaron su
creación, especialmente el de “construir” una Opinión Pública. Para entender esta ruptura
“radical” que se plantea en este punto desde la Aurora de Chile, va a ser necesario profundizar o
al menos indicar ciertas cuestiones: la particular relación de Henríquez y de su publicación con el
Gobierno Provisorio al mando de José Miguel Carrera, el contexto político que engloba el
surgimiento del periódico a la vez que las dificultades que atraviesa. Dado esto, se intentará
mostrar que la noción de Independencia que expresa la Aurora representa un salto cualitativo
fundamental dentro de su trayectoria. Asimismo, también resulta interesante situar en qué
1 Guerra, François Xavier Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, FCE, México, 1993. p. 235
coyuntura es que surge ese reclamo, y dado ese contexto, dimensionar el carácter político de
dicha intervención y qué repercusiones reales tiene en el seno de la sociedad política chilena.
Debemos situar brevemente el contexto en que surge la Aurora de Chile, pues esto permite
darnos la perspectiva de qué sector político impulsa su publicación, de qué manera, y dado esto,
qué objetivos está llamado a cumplir. Lo primero que debe decirse, es que esta publicación surge
de manera relativamente tardía en el contexto americano, ya que hacía más de tres años que
había comenzado la guerra napoleónica y uno y medio desde la conformación de Juntas de
Gobierno locales. La razón primaria es la ausencia de imprentas adecuadas para hacer una tirada
de ejemplares de importante alcance. Por tanto, la decisión de traer y aportar una, ya constituye
en sí una decisión política bastante fuerte, dado sus altos costos y su dificultad para conseguirla.
Se esperan muchos beneficios del tener un “instrumento” como la prensa. De esta manera, la
publicación va a estar muy asociada con una facción particular de la sociedad, el sector de los
exaltados, liderados por José Miguel Carrera (en Buenos Aires, la clasificación similar sería la de
“jacobinos”), quienes están en control del gobierno, tras acceder mediante un golpe de estado y
reformado las instituciones mismas (controló el Congreso, lo cerró y estableció un triunvirato,
que posteriormente derivó casi en un unicato). Dado este escenario, se comprende que una de las
principales preocupaciones del Gobierno Provisorio va a ser el de construir y edificar una
Opinión Pública favorable para estas transformaciones que piensan emprender. Ésta debe ser el
sostén de sus acciones y medidas, y su principal fuente de legitimación, en un contexto de
permanente acefalía monárquica, frente al peligro realista siempre latente, pero sobre todo a otras
corrientes políticas (sobre todo las “monarquistas” y moderadas que resultan bastante fuertes aún
en el espacio público). La visión exaltada tiene como característica distintiva la idea de que los
criollos están capacitados para gobernarse por sí mismos y retomar el sendero de las “luces”
oscurecido por tres siglos de dominación colonial. Por ende, tiene una posición patriótica y
antiespañola. Asimismo, el ideal de Opinión Pública es marcadamente ilustrado, y apunta a la
“educación” e instrucción del ciudadano: su formación política, cívica, sus derechos y
obligaciones, entre otras, teniendo en cuenta que el círculo de elite chileno es bastante escaso y
estos sectores lo ven como inculto en materia de teorías formas políticas, desconociendo los
contextos y las ideas de las revoluciones internacionales.2 Dentro de este ideal es que se hace
2 Bushnell, David. “La independencia de la América del Sur española”, en Leslie Bethell (comp.) Historia de América Latina,
tomo V, ed. Crítica, Barcelona, 1985, p. 84
imperante el establecimiento de un periódico, de la prensa, como también de escuelas e
instituciones de diverso tipo.
La imprenta se consigue a fines de 18113. Hasta entonces, había sido un tema problemático,
sobre todo, a partir de que se veía su importancia y potencialidad en la Península como en
América. Ya en 1789 había existido una petición a la Real Audiencia en Madrid, la cual
solicitaba “que hubiera imprenta capaz de producir escritos extensos, «lo que el vulgo llama
libros», y tal vez «una gaceta periódica que informara al público lector de las ocurrencias del
mundo»” pero la misma quedó en la nada.4 Para 1810, en un nuevo contexto, quien realiza la
petición a la Junta, fue Juan Egaña: “Convendrá en las críticas circunstancias del día costear
una imprenta, aunque sea del fondo más sagrado, para unificar la opinión pública a los
principios de Gobierno. Un pueblo sin mayores luces, y sin arbitrios de imponerse en las
razones de orden, puede seducirlo el que tenga más verbosidad y arrojo”.5 En ese mismo año,
Bernardo O´Higgins, escribía a sus contactos en Inglaterra para conseguir una imprenta y un
tipógrafo, “advirtiendo que no era fácil conducir la opinión, y que la palabra por muy
enfervorizada y constante no era capaz de reducir la terquedad de tantos”6. Se ve la alta
expectativa que se tenía de este elemento y su capacidad para instruir, fijar y conducir la naciente
Opinión Pública.
De todas formas, aunque no existiese hasta el momento una imprenta apta para producir y hacer
circular un periódico, había circulación de escritos por otros medios. Para 1808, con el estallido
del problema en la Península, en Chile se dispara la circulación de escritos en soportes
rudimentarios7. Esto resulta un fenómeno nuevo, porque si bien los soportes ya estaban, no se los
utilizaba para emitir materiales de discusión política, ya que los círculos de discusión política
eran elitistas y restringidos. Luego de 1808, se difundieron muchos manuscritos, bandos,
proclamas y sobre todo pasquines (carteles fijados en sitios públicos). Piwonka dice:
3 En época colonial existieron prensas artesanales, la más importante pertenecía a la Orden de los Jesuitas (Véase Piwonka
p.1024). Sin embargo, también se habían traído otras de ese estilo: Lastarria en 1777, de Rezábal y Ugarte en 1778 (Véase
Hernández Cornejo p.25-26) Para 1789, José Camilo Gallardo, había montado un taller muy precario en la Universidad de San
Felipe. Sin embargo, sus posibilidades eran muy limitadas, como mucho se podían imprimir esquelas.
4 Soto Veragua, Jorge. Historia de la imprenta en Chile, Editorial El Árbol azul, Santiago de Chile, 2009 p. 46
5 Silva Castro, Raúl. Fray Camilo Henríquez. Fragmentos de una historia literaria de Chile en preparación, Ed. Universitaria.
“La aparición de los impresos sin permisos previos constituyó una explosión, ante la casi total ausencia de
impresos locales en el siglo precedente. [Constituyen] otras formas de conformación de espacio público
político prácticas como la de los impresos volantes, al igual que el inexplorado campo de la circulación de
manuscritos. Se recurrió al espacio público operante localmente: el de la oralidad en espacios abiertos, a
formas de comunicación tradicional, como los bandos y arengas militares. Las proclamas, bandos y
relaciones en hojas sueltas de pequeño formato o en folletos de no más de veinte páginas, de 10 x 20 cm,
fáciles de distribuir, baratos y rápidos de producir(…)Las proclamas tienen por sello dar voces a una
multitud en un lenguaje que, si bien solemne, transmite señales inequívocas de afecto y pasión, un género
adecuado para mover las pasiones en una ambiente revolucionario”.9
Entonces, el contexto del espacio público en el que se desarrolla el movimiento exaltado es claro.
La expulsión del trono y prisión de Fernando VII, las distintas posturas sobre qué es lo que debe
hacerse, generan un estallido de publicaciones de distinto signo, bastante precarias. De esa
manera, se da una circulación de ideas, imposible de ser controlada por ningún organismo ni
entidad, como hemos visto. La preocupación que va a tener el gobierno de Carrera aparece de
manera más nítida: no sólo difundir los preceptos liberales e ilustrados y las medidas del
gobierno, sino que también es el de generar una opinión pública “unánime”, imponiéndose sobre
toda la parafernalia de difusión en pequeña escala (sobre la cual se habían apoyado mucho para
agitar y hacerse notar previamente). A través de la gestión de Mateo Hoevel, se consigue una
"No debiendo esperar con solidez el Gobierno las incalculables ventajas que se ha propuesto en la
apertura de la prensa sin que sobre los reglamentos meditados se elija un redactor que adornado de
principios políticos, de religión, talento y demás virtudes naturales y civiles, disponga la ilustración
popular de un modo seguro, transmitiendo con el mayor escrúpulo la verdad que sola decide la suerte y
10 Esta capacidad le vale a Hoevel, tiempo después, la posibilidad de ser embajador chileno en Estados Unidos. Junto con la
máquina, además, debieron venir tres técnicos para trabajar en la imprenta: Johnston, Garrison y Burbridge. (en Hernandez
Cornejo pp.28-30) Los mismos trabajaron en cooperación con el anteriormente mencionado José Camilo Gallardo, debido al
desconocimiento generalizado de cómo funcionaba este elemento (en Soto Veragua, op. cit. pp. 49-50).
11 González Bernaldo, Pilar. “Literatura injuriosa y opinión pública en Santiago de Chile durante la primera mitad del siglo
Congreso Nacional. La proclama fue publicada en El Español, de Londres, y en la Gaceta de Buenos Aires. En Hernández
Cornejo, Roberto. 200 años de la Aurora de Chile, ed. Gutenberg, Talca, 2012, pp. 61
crédito de los gobiernos, y recayendo estas en el presbítero fray Camilo Henríquez, de la orden de la
Buena Muerte, se le confiere desde luego este cargo. Carrera, Cerda, Monso. Vial, secretario".14
La confianza que se pone en Henríquez está en gran parte justificada por su diestro manejo de
técnicas de oralidad y de escritura de panfletos y proclamas. En ese sentido, no hay una ruptura
clara entre la prensa moderna y las formas de difusión “tradicionales”. Si bien la prensa se
pretende como una instancia superadora, Henríquez ante las dificultades, vuelve a apelar a una
retórica más encendida y menos pedagógica. La visión que tienen tanto él, como el Gobierno
Provisorio de la utilidad de la publicación periódica y de su función es bastante idealizada,
imitativa y en algún punto desmedida. Por otro lado, la iniciativa de establecer una imprenta, está
dada “desde arriba”, incluso más que en otros casos, porque ante la ausencia del soporte, es el
gobierno quien hace las gestiones, por lo cual se evidencia que espera beneficios para sí. Para el
Gobierno Provisional, Henríquez es una suerte de empleado y el periódico un instrumento de
formación y difusión (que en parte es lo mismo). Desde el primer número de la Aurora de Chile
aparece aclarado, que el periódico es una “Gaceta Ministerial y Política”. Sin embargo, quizás
apremiados por la urgencia de los tiempos que impide cierta planificación específica, se confía
en que sea el criterio del fraile quien establezca las directrices y aquellos contenidos e ideas
susceptibles de ser expresadas para ilustrar, conducir y fijar la opinión pública. Al principio
parece no haber problema pues tanto editor como Gobierno tienen pensamientos afines. Sin
embargo, en la práctica, con el tema de la Independencia, esto va a traer sus problemas y
desaveniencias.
En febrero de 1812, sale el primer número de la Aurora de Chile. Tanto Henríquez como su
publicación, buscaron estar a la altura de las expectativas generadas. En ese sentido, el éxito es
total.15 Poco tiempo después de su publicación, se alcanza la tirada semanal de 500 ejemplares16.
14 Medina, José Toribio. Bibliografía de la Imprenta en Santiago de Chile desde sus orígenes hasta febrero de 1817, Fondo
Histórico y Bibliográfico, Santiago de Chile, 1961. P.29
15 Una crónica de época, escrita por Fray Melchor Martínez apunta que: “No se puede encarecer con palabras el gozo que
causó su establecimiento. Corrían los hombres por las calles con una Aurora en la mano; y deteniendo a cuanto encontraban,
leían y volvían a leer su contenido, dándose los parabienes de tanta felicidad, y prometiéndose en que hasta ahora habían
vivido, sucediendo a éstas la ilustración y la cultura que transformarían a Chile en un reino de sabios” Ya en el tercer número,
Henríquez publica una “oda a la Aurora”, escrita por un “distinguido extranjero”, que si bien su difusión pudo haber sido una
estrategia del editor, muestra la rápida identificación que generó la publicación. En Hernández Cornejo, op.cit. p.31
Dicho esto, analizar el Prospecto resulta una herramienta clave a la hora de marcar muchos de los
objetivos, las expectativas y las ideas iniciales del periódico que se ponen en práctica. En él,
Henríquez despacha muchos elogios a la imprenta como material de difusión, a la prensa como
elemento de Ilustración y pretende mostrar cuál será el curso de acción. Asimismo, también tiene
interesantes puntos de vista sobre la opinión pública, la dominación española en América, la
importancia política e ideológica de la Ilustración, la relación con el gobierno, y sobre el rol
mismo del periódico y su editor.
En primer lugar, el rol que se le asigna a la imprenta y a la potencialidad de los discursos que se
pueden transmitir. Serán muy importantes en los primeros números la problemática del derecho,
la soberanía y el pacto de dominación:
“ESTÁ ya en nuestro poder, el grande, el precioso instrumento de la ilustración universal, la Imprenta.
Los sanos principios el conocimiento de nuestros eternos derechos, las verdades sólidas, y útiles van â
difundirse entre todas las clases del Estado. Todos sus Pueblos van â consolarse con la frecuente noticia
de las providencias paternales, y de las miras liberales, y patrióticas de un Gobierno benéfico, próvido,
infatigable, y regenerador.”17
Por otro lado, se explicita el principal objetivo exaltado: el autogobierno. La misma está
legitimada por una visión proveniente de la Ilustración y que será prácticamente un leitmotiv del
periódico: durante los tres siglos de dominación colonial, Chile estuvo sumido en la “oscuridad”.
Por el contrario, las miras liberales del Gobierno Provisional revierten ese proceso trayendo las
“luces”, dando lugar a una “regeneración”:
“La pureza, y justicia de sus intenciones, la invariable firmeza de su generosa resolución llegará, sin
desfigurarse por la calumnia hasta las extremidades de la tierra. Empezará â desaparecer, nuestra nulidad
política; se irá sintiendo nuestra existencia civil: se admirarán los esfuerzos de una administración, sagaz,
y activa, y las maravillas de nuestra regeneración. La voz de la razón, y de la verdad se oirán entre
nosotros después del triste, é insufrible silencio de tres siglos.”18
16 Santini, Benoit. “Traducciones y difusión de las ideas liberales, emancipadoras e ilustradas en los escritos del chileno
Camilo Henríquez (1769-1825): defensa de las libertades, lucha por la independencia”, en Histoire(s) de Amérique Latine,
vol.7, 2012, p. 12
17 Camilo Henríquez, “´Prospecto”. La Aurora de Chile, prospecto, febrero 1812, p.1
18 Camilo Henríquez, “´Prospecto”. La Aurora de Chile, prospecto, febrero 1812, p.1
La Aurora de Chile se sitúa como portavoz en ese propósito, por lo cual cumple funciones
claves. Una de ellas es la de “consolidar la opinión” y “combatir los errores”. También deben
actuar como difusor de ideas liberales, haciéndolas accesibles al común del espacio público:
“¿Quién esperaba en efecto, que la opinión, y el sentimiento llegasen al estado en que actualmente se
hallan entre nosotros? Sin embargo interesa consolidar la opinión, disipar infundados recelos, y
perseguir, combatir los errores hasta en sus últimos atrincheramientos.(…) En medio de tantos bienes, en
medio de este aparato consolador de grandes cosas, altos designios, y dulces esperanzas se echaba [de]
menos un Periódico, que las anunciase, y difundiese, que generalizase las ideas liberales; consolidase la
opinión, y comunicase â todas las Provincias las noticias del día, nunca más interesantes, que en un
tiempo en que el antiguo mundo muda de aspecto, y la América recobra su dignidad, se ilustra, se
engrandece, se regenera. Estas consideraciones prometen el agrado del Publico â este Periódico, cuyo
título anuncia frutos mas sazonados, y días más brillantes, prósperos, y serenos.” 19
“Venid pues, oh sabios de Chile, venid, ayudad, sostened con vuestras luces, meditaciones, libros, y
papeles, nuestros débiles esfuerzos, y trabajos. La Patria os invoca. Toda la América espera algo bueno de
nosotros. (…) Todo se reúne para excitar vuestro celo patriótico. La sublime idea de la libertad civil, los
esfuerzos de una administración bienhechora, la sabiduría de sus miras, la presencia de la Imprenta de esta
fiel conservadora del pensamiento, cuantas circunstancias nos rodean deben excitarnos al trabajo,
encender la imaginación, y dar un nuevo tono â nuestra literatura. Se ha notado en efecto, que los grandes
acontecimientos políticos, las revoluciones, la variación de las leyes, la gloria de los Estados han
comunicado vigor, y elevación à los espíritus”.21
Otro gran tema, es su posicionamiento con respecto a Fernando VII. La idea de autogobierno
criollo no puede ser negociada, debido a la identificación de la publicación con la facción
exaltada. La misma será acompañada con fuertes alusiones a la patria y a los derechos de los
“Cuando pues, sin embargo de los pasos inciertos, y vacilantes de un sistema naciente, se ofrecen à los
ánimos atónitos tantas, y tan grandes cosas, que no nos atrevíamos ni aun à esperar: ¿Que fantasía no se
inflama, que corazón no se abre â esperanzas mayores, y más halagüeñas? La fluctuación, y tal vez
variedad de opiniones, que tenían por principio un sentimiento acendrado de lealtad, que se alarmaba con
varios recelos, y no una divergencia de intereses, ni anticuados odios, cede à la consideración reflexiva de
que un Pueblo en las actuales circunstancias no compromete su vasallaje por buscar su conservación, y su
seguridad en sí mismo de que no es inherente à la idea de la Monarquía la de la arbitrariedad, y
despotismo: De que los miembros de una Monarquía moderada, cual debía ser la Española en fuerza de
las antiquísimas, y venerables leyes de la Nación, son libres ; y de que en fin no es compatible con la
dignidad de los vasallos de un gran Rey la degradante servidumbre.”22
En principio la Aurora de Chile no sostiene una visión independentista radical, a pesar de que su
editor, Camilo Henríquez, ya la había expresado en proclamas anteriores23. Se sigue sosteniendo
el apoyo al rey depuesto, aunque denunciando severamente la “arbitrariedad”, el “despotismo” y
la “servidumbre” que sufren los criollos. La Aurora pone en su encabezado: “Viva la Unión, la
Patria y el Rey”. También dice: “Los habitantes de los cuatro Utralmapus, los Indios nos
prometen una cooperación activa para repeler los insultos extranjeros, y sostener los derechos
del desgraciado Fernando.”24. Sin embargo, se intenta romper con su herencia cultural,
desligando a España de la modernidad, y ligando el liberalismo chileno y sus nociones de razón y
verdad con Francia, Inglaterra, Estados Unidos y los pensadores antiguos25. Aparte de ello, son
fuertes las visiones que sostiene de la patria y las miras futuras del gobierno, tanto en materia
(1810) y Prospecto de la Aurora de Chile (1812) de Camilo Henríquez”, en Revista Iberoamericana, Vol. LXXII, n°264, Enero
–Marzo 2006, p.128
organizativa como en planes ya de más largo plazo, como la educación y la planificación
económica:
Ya entonces, mediante el prospecto, se ven algunas de las características que pretende tener ese
periódico: su carácter arraigado en la idea ilustrada, la cual emparenta con el Gobierno, en
contraposición clara a la oscuridad que representa tanto la dominación colonial en sí, como lo
que de ella deriva, incluso, los mismos españoles. Se contrapone el beneficio de la información y
de las luces a la oscuridad, ignorancia y sujeción. Asimismo, la conformación de una opinión
pública es tarea de “sabios” que deben formarla, fijarla y consolidarla. No hay espacio para el
debate. Igualmente, la visión que sostiene es bastante radical. La Aurora de Chile, representa a
una facción cuya legitimidad no es total en el seno de la sociedad. De hecho con su golpe de
estado, alteró su disposición. Muchos de los desplazados guardan sus reservas y recelos, los
cuales Henríquez tilda de “infundados” y trata de “disiparlos”. Los mismos todavía seguían
activos y continuaban su difusión, a través de los medios “tradicionales” que ya mencionamos
anteriormente. A su vez, este periódico busca llamar a la unidad detrás de José Miguel Carrera,
27 Las noticias internacionales, publicadas con meses de retraso, daban cuenta generalmente de la guerra en Europa, y de algunos
puntos en América. No eran las de mayor repercusión, salvo en ocasiones particulares, como por ejemplo, las críticas al sistema
económico de España (Aurora n°4 y 5), el proceso independentista de Venezuela (Aurora n° 6,7y 8), al que se saluda con fervor.
Posteriormente, este inciso va a aparecer menos referido, quizás por la falta de noticias semana a semana, pero también por una
decisión de Henríquez, pues lo que es referente a las noticias sobre Napoleón y los problemas de la Corona Española, se sostienen.
En las noticias locales de actualidad, el objetivo es difundir medidas de distinto tipo del Gobierno Provisorio e incentivar otras
dándoles notoriedad y publicidad: la formación de una junta de entrenamiento militar(Aurora edición extraordinaria del 2 de marzo
de 1812), la excepción del arancel de importación a productos educativos(Aurora n°4), , un reglamento de policía(Aurora n°7 y 8),
el nombramiento de funcionarios de salud pública(Aurora n°11), prohibición de juegos de azar (Aurora n°12), campañas de
vacunación (Aurora n°14)
28 Agustín Vial, “´¿El gobierno debe sustentarse en las armas?”. La Aurora de Chile, n°5 (pp3-4) y n°6 (p.4), 12 y 19 de marzo
de 1812 y “Pensamiento político religioso”. La Aurora de Chile, n°8, 2 de abril de 1812, pp.2- 3
29 Juan Egaña, “Educación”- La Aurora de Chile, n°9, 9 de abril de 1812, pp.1-2 y n°10, 16 de abril de 1812, p.4.
30 Joaquín de Villarreal “Observaciones sobre la población del Reino de Chile”. La Aurora de Chile n°3, 27 de febrero 1812, pp.1-4
establecimientos acordes. Además de esto, también se trabajan distintos problemas organizativos
que detienen el crecimiento de Chile pero que buscan ser corregidos por el Gobierno Provisorio.
En orden cronológico, podemos ver tratadas: las “nociones fundamentales de los derechos de los
pueblos”31, (donde explica la idea del pacto social y de la retroversión de la soberanía al pueblo,
con el objetivo de sustentar el derecho a la organización en ausencia del Rey, para procurarse los
derechos de los que carecen), tema que retoma unos meses más adelante32; los deberes de la
sociedad y la administración, la duración que tiene que tener un sistema de gobierno (explica que
los sistemas deben adecuarse a las realidades, con el objetivo de elevar la felicidad de los
pueblos. Es en ese sentido, que el gobierno provisorio es el conveniente)33; las condiciones que
deben ofrecerse para el progreso, (esencialmente referido a la agricultura y a la producción de
alimentos)34 la salud pública y el rol que debe cumplir la policía;35 la organización militar y si es
conveniente recostarse en ella como sostén de gobierno36; libertad civil y religión, (las cuales no
se ven como algo contrapuesto, sino que la segunda legitima la primera y la hace necesaria)37; la
importancia de establecer un sistema educativo (el tema amplio de la educación siempre está
presente y se difunden mucho las noticias tendientes a la formación de distintos institutos)38 ; el
catecismo como sostén de la revolución (no se trata de un liberalismo “ateo” o que reniega de la
religión, sino que por el contrario, el mismo es quien posibilita los movimientos revolucionarios,
en nombre de la felicidad y la igualdad cristiana que encuentran gran parte de legitimidad) 39;
sobre la esclavitud y su abolición40; la necesidad de ilustrar al pueblo, de introducir la razón, para
que pueda apreciar las transformaciones y asi alcanzar su felicidad41; la posibilidad del desarrollo
de la agricultura y la vitivinicultura42 y sobre los sistemas de gobierno43.
31 C. Henríquez “Nociones fundamentles sobre los derechos de los pueblos”. La Aurora de Chile, n°1, 13 febrero 1812, pp. 1-3
32
C. Henríquez “Nociones fundamentales de derecho público”. La Aurora de Chile, n°14, 14 mayo 1812, pp. 3-4
33 C. Henríquez “Idea del gran objeto de la Sociedad y la Administración”. La Aurora de Chile, n°2, 20 febrero 1812, pp. 2-3
34 Joaquín de Villarreal, op. cit.
35 C. Henríquez “Policía”. La Aurora de Chile, n°4, 5 marzo 1812, pp. 1-4
36 Agustín Vial “¿El gobierno debe sustentarse en las armas? Op. cit.
37 Agustín Vial “Pensamiento político religioso” Op.cit.
38 Juan Egaña “Educación”, op.cit.
39 C. Henríquez “De la religión católica considerada con respecto a los cuerpos políticos”. La Aurora de Chile, n°10, 16 abril
1812, pp. 3-4. Frecuentemente despega el rol de la Iglesia durante la conquista, de un verdadero sentido religioso, y lo asocia con la
misma oscuridad que toca a todo lo concerniente a lo colonial.
40 C. Henríquez “El editor acerca de la sesión de las cortes sobre la esclavatura”. La Aurora de Chile, n°12, 30 abril 1812, p. 4
41 C. Henríquez “De la influencia de los escritos luminosos sobre la suerte de la humanidad”. La Aurora de Chile, n°13, 7
“Estas «luces», también dichas por las gacetas como «opiniones», germinarán como labor de los editores
y de la difusión de artículos y cartas de colaboradores esporádicos. Contrayéndonos a nuestro objeto, es
factible concluir que la llamada opinión pública que se maneja tanto en La Aurora de Chile, como en otras
expresiones difundidas, no existe como actor protagónico en los inicios del proceso revolucionario
independentista chileno, sino la «intención» de formarla, pues era preciso que se diesen ideas políticas,
siendo insuficientes los que las tenían; era necesario que se percibiese la utilidad de las nuevas
instituciones”44
Este carácter pedagógico inicial tenía un fuerte anclaje histórico: son comunes las menciones a
Grecia, Roma, Francia, por sobre todo, pero también Estados Unidos, el gran modelo a seguir de
los exaltados y a cuyo análisis exhaustivo Henríquez dedica tres números45:
“Estas y otras grandes ventajas, se deben principalmente à una ilustración casi universal, obtenida por una
educación patriótica, fruto de desvelos paternales de los ciudadanos acomodados, y de la sabiduría del
gobierno: todos alcanzan allí à conocer los horrendos males que la ambición, y el despotismo han traído à
la Europa, constituida en morada de las pasiones destructoras y de la miseria. Allí todos aman una
constitución que ha convertido à su patria en asilo de la libertad, y de la humanidad perseguida; todos
aprecian los derechos sagrados del hombre, asegurados por la ley; instruyen á sus hijos en la obligación de
defenderla con celo, aun á costa de sus fortunas y vidas.”46
En definitiva, el esquema que hemos trabajado es, a grandes rasgos, cómo funciona la Aurora
durante su publicación, hasta que se altera con los sucesos de Concepción. Realiza una intensa
agitación marcada por una idea pedagógica de la construcción de la opinión pública. No hay en
estos primeros números una especial moderación en lo que se dice, a diferencia de los periódicos
de la península, que tienen la premisa de una instrucción cuidadosa, para generar una exaltación
44 Piwonka, Gonzalo, “Opinión Pública – Chile” en Javier Fernández Sebastián (Director) Diccionario político y social del
mundo iberoamericano, CEPC, Madrid, 2009, p. 1027
45 Las relaciones entre ambos territorios estarán bien aceitadas con las gestiones de Hoevel como embajador en Estados Unidos
–abril de 1812- y de Poinsett como cónsul en Chile –marzo de 1812- Henríquez traduce del inglés un texto del presidente
Madison. Luego, realiza en los números 12, 13 y 14 (30 de abril al 14 de mayo) un análisis detallado de los recursos de aquel
país en distintas materias tales como organización política, comercio, industria, agricultura, impuestos, obras públicas,
organización militar, ciencia y educación.
46 C. Henríquez “Continuación de las noticias relativas a Norteamérica”. La Aurora de Chile, n°13, 7 mayo 1812, p.1
revolucionaria, pero contenida solo a ciertos principios.47 Los reparos vienen después, y no
tienen tanto que ver con la intención de Henríquez o un miedo a una insurrección, sino con el
temor que tiene Carrera y el gobierno provisorio a esa indiscriminada radicalidad y agitación
independentista que se realiza desde la Aurora. Asimismo, la opinión pública no se condice con
una esfera de debate, sino con una de fijación de ideas y búsqueda de legitimidades para las
acciones de gobierno. Este sentido se va a trastocar tras Concepción: el rumbo de acción no
parece tan claro y Henríquez adopta una postura más radical que el Gobierno Provisorio.
47
Guerra, Francois X. Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, FCE, México, 1993, p.251
48 Respecto a cómo aparece el conflicto mencionado: ya en el número 4 se reproduce un manifiesto del Gobierno Provisorio
llamando al orden y anunciando el envío de milicias. En el siguiente, una proclama de Carrera a sus tropas y la mencionada
editorial de Vial sobre la posibilidad de sustentar un gobierno por las armas. En el número 15, cuando el conflicto alcanza el
punto álgido, se reproducen tres cartas de Carrera que llaman a la unidad. En los números 20 y 21 ya llegan las noticias de la
insurrección sofocada
mostrándose como vencedor (que lo fue), pero conciliador. Valdivia está pacificada, y a favor de
la causa patriótica carrerista, por lo cual se vuelve a la normalidad:
“¿Qué tenemos que desear si imbuidos los Valdivianos en nuestros principios, de que aun no han podido
formar concepto, por falta de noticia, y de correspondencia, se nos unen en sistema y enmiendan su
opinión? (…) Estamos muy prontos á perdonar, y provocamos á avenencia. Todos somos unos los
soldados de la LIBERTAD: y no deben durar más tiempo los sesgos tiranos, con que hipócritamente se
proclamó el patriotismo, no negamos nuestro auxilio, nuestra unión, y toda la influencia, y alcances de
nuestros bienes al Europeo que se decida por la causa de la justicia, y obre por beneficio del suelo, que lo
sustenta, y en que ha formado su mejor vida. Todos somos hijos de una madre, y estamos prevenidos en
favor de nuestros hermanos.”49
De todas maneras, para esta coyuntura, Camilo Henríquez toma una posición clara, la
radicalización de su discurso, de manera incluso contraria a esta pretensión pacificadora del
Gobierno. Su idea principal es la necesidad de declarar la Independencia, sin ningún tipo de duda
ni condicionamiento, rompiendo con el “tabú” que cubre a la palabra, ya que el siempre fue un
tema ambiguo, que en el periódico había sido evitado. En el número 17, retoma un discurso dado
en Boston, previo a la independencia estadounidense y lo reproduce para sentar su posición:
“Os llaman rebeldes porque queréis ser hombres: que vuestro esfuerzo demuestre que lo sois, ó sellad la
pérdida de vuestra dignidad con vuestra sangre. Ya es tarde para deliberar. Cuando la mano sanguinaria
os está forjando cadenas, el silencio fuera un crimen, y la inacción una infamia. La conservación de los
derechos de la república es la ley suprema. (…)Sea nuestro primer paso una constitución que nos una.
Este es el momento de formarla. Más tarde se expondría á un porvenir incierto, y á los caprichos del
acaso. (…)Comencemos declarando nuestra independencia. Ella sola puede borrar el título de rebeldes
que nos da la tiranía. Ella sola puede elevarnos á la dignidad que nos pertenece, darnos aliados entre las
potencias, é imprimir respeto á nuestros mismos enemigos; y si tratamos con ellos será con la majestad
propia de una nación. Demos en fin este paso ya indispensable; la incertidumbre causa nuestra debilidad,
y nos expone á desórdenes, y peligros.”50
Este sería el puntapié inicial de una radicalización independentista, que se va haciendo más
notoria número a número. En principio, no se puede diferenciar la idea de independencia de un
autonomismo radical, en el sentido que pretende accionar para dar todo el poder a los criollos.
49 Decreto del Gobierno Provisorio, 6 de junio de 1812, reproducido en La Aurora de Chile, n°22, 9 julio 1812, p. 1
50C. Henríquez “Ejemplo memorable”. La Aurora de Chile, n°17, 4 junio 1812, pp. 1-2
Pero cada vez más, el autogobierno sin declaración de independencia, deja de ser una opción,
según Henríquez, no tanto porque siga aceptando de hecho el reinado de Fernando VII, sino
porque es una posición que empieza a ser abrazada por sectores que buscan más la consolidación
pacífica de las reformas que la avanzada sobre los sectores contrarrevolucionarios. En el número
19, aparece un texto contra la dominación española. Ya pasaron los tiempos en que se podrían
conformar con una monarquía más justa o una constitución más inclusiva a los criollos:
“Digamos ya lo que repetiremos muchas veces y lo que han demostrado hasta la evidencia consumados
POLITICOS: Una monarquía de inmensa extensión no puede ser bien gobernada. (…)No decimos que
hubiera sido acertado, ni oportuno desmembrar la monarquía, ni romper unos vínculos sagrados que
formaron nuestros padres á costa de tanta sangre ; pero podía haber oído el parecer de sus vasallos, y
conservando su trono como centro de unidad, adoptar una sistema y una constitución menos incompatible
con la dicha de los pueblos.(…) No nos equivoquemos ¿qué nos importa pertenecer á una inmensa
monarquía gobernadas por unos ministros, ya pérfidos, ya devorados por una codicia insaciable y siempre
déspotas, si todos somos infelices? Si a lo menos nuestros abuelos y nuestros hermanos que quedaban en
el seno de la patria, hubiesen sido felices a la sombra del trono! si a lo menos los tesoros de la América les
hubiesen proporcionado comodidades y abundancia..! Mas hay! Qué había al pie del trono sino bajeza,
miseria, opresión, contribuciones bajo mil nombres y formas?51
En el 23, una editorial de Henríquez apela a identificación con los indígenas, para construir una
especie de nacionalidad, sentido patrio o un carácter nativo propio, en oposición a lo español. Por
otro lado, también está la fuerte intención de ganarlos a la causa patriótica52. En ese mismo
número, también redactó un himno patrio, aunque no es posible determinar su repercusión.53
También se preocupa por establecer en un contexto revolucionario, qué cosas hay que modificar
del anterior régimen, evidenciando una clara intención de ruptura. Si bien el artículo versa sobre
esas transformaciones y reformas, en materia de policía, educativa, económica (temas tratados en
los primeros números de la Aurora) lo más interesante son los ejemplos con los que concluye, y
la enseñanza que pretende dejar:
51C. Henríquez “Reflexiones acerca del derecho que tienen a las Américas los Españoles Europeos, y Americanos que
actualmente las habitan; y acerca de la conducta de la Metrópoli para con ellos”. La Aurora de Chile, n°19, 18 junio 1812, pp.
2-3
52 “Y si por sostener la lucha con los opresores de América, no hemos podido todavía establecer un sistema de igualdad entre
los Naturales y nosotros, por qué no les damos á conocer siquiera con el trato la disposición en que estamos de realizar este
gran proyecto en el momento mismo que nos desembaracemos de los tiranos? Llamémonos todos indios desde ahora, para que
nuestros hermanos conozcan el digno aprecio que hacemos de ellos.” en La Aurora de Chile, n°23, 16 julio 1812, p.4
53 C. Henríquez “Himno Patriótico”. La Aurora de Chile, n°23, 16 julio 1812, pp. 3-4
“La república de Polonia fue desmembrada por que el pueblo era esclavo è infeliz, y no tenia interés en
defender su actual Constitución. Esa frialdad que se nota en algunos pueblos por los intereses nacionales;
es en diferencia por cualquiera forma de gobierno; por la libertad y la servidumbre; por la independencia y
la sujeción colonial; debe su principio no solo á la ignorancia de sus derechos, sino muy principalmente a
su actual miseria, que no les permite elevar el ánimo ni concebir mejores esperanzas. Ellos creen que
siempre han de ser infelices y miran con indiferencia todos los sucesos.(…) Cada uno se interesa por
defender una constitución, un sistema que lo hace dichoso: cada uno defiende un país donde goza de
consideración, y comodidad. Por esta razón los Soldados de la libertad, las milicias de las Republicas bien
constituidas derrotaron, destrozaron siempre à las tropas mercenarias de los gobiernos despóticos”54
Una declaración de Independencia tiene como riesgo principal la declaración de guerra abierta a
los realistas. Es una situación delicada. Henríquez, por el contrario, intenta atizar el fuego: las
milicias republicanas vencen a las tropas mercenarias de los gobiernos despóticos, un
razonamiento muy cercano a Maquiavelo en El Príncipe. En el número siguiente se publica la
siguiente nota, donde se continúa trabajando esta idea:
“ASI es como el fuego patriótico está cada día más vivo, se difunde más, y con los obstáculos adquiere
más fuerza. No se esperaba tanta energía en unos pueblos, que por tantos años vivían bajo un gobierno
indolente, y sin luces; cuya ciencia consistía en conservarse por medio de una tiranía lenta, y un sistema
mezquino. Las revoluciones despiertan, encienden à las almas, y descubren por todas partes genios
republicanos, virtudes fuertes, y corazones libres. El Alto Perú tiene en pie una fuerza increíble; tiene
armas; y sus recursos, y entusiasmo le prometen un éxito feliz. Las riveras del Rio Magdalena han sido un
teatro de combates entre liberales, y serviles; el honor del triunfo coronó á los patriotas. Estas
contradicciones, esta oposición eran necesarias para darnos actividad después de tanta inacción,
indolencia, y placeres. Convenía que se nos amenazase, y que la tiranía expirante nos mostrase su
semblante espantoso, y su aptitud devoradora, para que nos uniésemos, meditásemos, y nos
acostumbrásemos à la fatiga, y los peligros”55
En ese mismo número publica lo siguiente, empleando términos como “libertad nacional”, a la
vez que se destaca que ya las “provincias americanas” no están sujetas al imperio Español:
54 C. Henríquez “En busca del progreso”. La Aurora de Chile, n°23, 16 julio 1812, p.3
55 C. Henríquez “Nota”. La Aurora de Chile, n°24, 23 julio 1812, pp. 4
“En las provincias Americanas, sujetas antes al imperio Español, se abre en la época actual una escena
muy brillante. El valor, la resolución de los héroes, el entusiasmo de los Republicanos antiguos, y
modernos, se han desplegado gloriosamente por la gran causa de la libertad nacional. La espada de la
tiranía expirante ha inmolado en algunas partes muchas víctimas; pero de su sangre se han levantado
nuevos héroes. El genio de la libertad presenta en aquellas regiones una frente amenazadora y terrible: el
ardimiento y la confianza llenan el corazón de los patriotas; el terror y los remordimientos ocupan el de
sus tiranos. Las crueldades con la dominación antigua se despide del nuevo mundo, su desesperación y
rabia sanguinaria aun en sus últimos alientos, la han hecho más odiosa, han descubierto todo su carácter,
han puesto à los hombres en la necesidad de vencer ó morir.”56
En el número 25 utiliza las noticias internacionales como medio de agitación: no parece haber fin
a la guerra en España y Cartagena se declara como una república independiente a Cádiz57
También es frecuente en esta materia, sobre todo un par de meses luego, el seguimiento de los
sucesos de Buenos Aires, la campaña de Belgrano y el Ejército del Norte58. Asimismo,
Henríquez publica una serie de artículos sobre la libertad y en el número siguiente, sobre el amor
a la patria. En el número 28 se da uno de los textos más encendidos y claros mensajes
independentistas:
“LA dependencia colonial, y la nulidad política son una misma cosa. Un pueblo que depende de una
metrópoli, no figura entre las naciones; y si es una colonia, no es más que un fundo, un patrimonio de la
metrópoli, destinado á enriquecerla. (…)Como el trono tenia igual interés en que todos los vasallos le
prestasen una ciega obediencia, no se omitió medio alguno para que toda la inmensa monarquía
permaneciese envuelta en una noche tenebrosa de ignorancia.(…) La América era un fundo Español, de
aquí ese monopolio de Cádiz, ese cuidado en que no conociese los procederes de la industria. La América
debía obedecer siempre (…) Estas y otras observaciones nos manifiestan que sin la gran revolución de la
España la América hubiera sido miserable eternamente. La ilustración, la industria, el comercio sólo
florecen bajo la dulce influencia de la libertad civil. Pero es un absurdo creer que exista en algún punto la
libertad civil sin la libertad nacional. Ya se ha repetido innumerables veces: las metrópolis son siempre
opresoras de sus posesiones distantes: aspiran al imperio; y el vasallaje jamás se unió con la libertad.”59
56
C. Henríquez “En búsqueda de la libertad”. La Aurora de Chile, n°24, 23 julio 1812, pp. 1-2
57 C. Henríquez “Guerra de España” y “República de Cartagena”. La Aurora de Chile, n°25, 30 julio 1812, pp. 2-3
58 Véanse números 22 (pp.2-4), 26 (p.4), 27 (pp 2-3), 31 (p.4), 33 (p.3) , 36 (pp.2-3). Estos tres últimos ya referidos a la
campaña de Belgrano.
59 C. Henríquez “Independencia requisito indispensable para el progreso”. La Aurora de Chile, n°28, 20 agosto 1812, pp. 1-2
En los números 29, 30 y 33 vuelve con este mensaje con una vehemencia rayana en lo agresivo
hacia la inacción e incertidumbre del Gobierno Provisorio a sus reclamos de Independencia, a la
vez que sintetiza los riesgos que para él implican no declararla:
“LA energía de la virtud republicana, y el celo de la verdad deben crecer en proporción del furor del
crimen, y de la obstinación del yerro. Con todo hay hombres que caen de ánimo al momento en que
reciben alguna nueva infausta. Estos hombres no son para estos tiempos. Las revoluciones piden almas
más grandes. La constancia y la magnanimidad deben aumentarse con los infortunios, y los peligros. La
libertad es la recompensa de la constancia; la servidumbre y la eterna deshonra son el premio de la
cobardía”61
“LA revolución americana lleva en todas partes como dos años; y en las más de ellas ofrece un aspecto no
muy diferente del que tuvo en sus principios; riesgos que pudieron haberse aniquilado; una marcha lenta é
incierta; fluctuación entre esperanzas y temores; irresolución, y à las veces frialdad. En muy pocos puntos
se presenta robusta y majestuosa. ¿Cuál fue el blanco de estos grandes movimientos? Parece que la
libertad y la prosperidad nacional. ¿La libertad está proclamada, sancionada? ¿La majestad del pueblo está
reconocida? ¿El entusiasmo por la gran causa; la opinión pública, sobre cuyas bases estriban altos fines; se
han difundido universalmente? ¿Son bien conocidos de toda la masa del pueblo los derechos inapreciables
del hombre y del ciudadano, y los verdaderos intereses de la patria? Se ha disipado ya esa estólida
indiferencia por el bien común? ¿Se entiende bien el sentido de estas palabras: patria, libertad, sistema
americano; y hacen en el ánimo una impresión profunda? Si ello es así bastante se ha hecho; si no lo es,
nada se ha logrado en estos años.”62
60 C. Henríquez “Nunc animis opus, Aenea, nunc pectore firmo”. La Aurora de Chile, n°29, 27 agosto 1812, p.3
61 C. Henríquez “Los hombres se habitúan a la esclavitud”. La Aurora de Chile, n°30, 3 septiembre 1812, p.4
62 C. Henríquez “El estado revolucionario”. La Aurora de Chile, n°33, 24 septiembre 1812, p. 1
En el 35 escribe con seudónimos (Julio Publio y Cayo Horacio) un artículo que ocupa toda la
publicación. Este artículo resulta ser muy polémico y es quizás el que termine de definir la
censura, dada la agitación que realiza:
“Tiempo es ya de que cada una de las provincias revolucionadas de América establezca de una vez lo que
ha de ser para siempre: que se declare independiente y libre, ó que proclame la justa posesión de sus
eternos derechos.(…) No nos liga pacto alguno; ni hay convención, que esclavice indefinidamente à todas
las generaciones ; ni hay ceremonia religiosa, prescrita por la violencia del despotismo, que anule los
derechos de la naturaleza(…). En cuanto à lo segundo, infelices de nosotros si salvada la España por un
acaso insólito, nos hallasen sus triunfos en el estado de colonos! Al principio ella publicará constituciones,
hermosas proclamas, fingiera apreciar y conocer nuestros derechos; pero teniendo suficiente fuerza, nos
oprimiera con un cetro de bronce más pesado que el que hemos sufrido. ¿Hay cosa más escandalosa, y
más a propósito para abrirnos los ojos que el espíritu que han manifestado las cortes de Cádiz contra las
Américas?(…) Grandes son pues los males que nos amenazan, si no nos aprovechamos de la actual
coyuntura. Ahora es cuando la inconstante fortuna se nos sonríe, y nos extiende una mano favorable. En
efecto, una de las circunstancias que mas no convida á dar el paso necesario de la declaración de la
independencia, es la actual impotencia de los poderes de Europa para oponerse á nuestra libertad. Esta
impotencia es bien conocida, y bien visible. Entre aquellas potencias la España, si merece todavía este
nombre, y sus inmediatos aliados son los únicos, que en el momento presente mirarían con un disgusto
infructuoso nuestra libertad. Pero ellos están empeñados en la desigual contienda contra el coloso del
poder. Necesitan de todas sus fuerzas, de todos sus recursos para alargar su vida algunos momentos; á lo
menos en su actual crisis, debilidad, peligros, y desordenes en sus gobiernos, y negocios domésticos, son
muy poco temibles(…)Amada patria mía! Ya es tiempo de que des el gran paso que te inspira la
naturaleza y la fortuna, y que ha preparado tan de antemano y tan felizmente el orden de los sucesos.
Proclámate independiente. La independencia te librará del título de rebelde, que te dan tus opresores con
insolencia.(…) Ya no es tiempo de pensar : demasiado hemos pensado. La fortuna nos condujo à la orilla
de un rio, que es necesaria ò pasar ò perecer, y nosotros damos el espectáculo ridículo de quedarnos á la
orilla mirándonos las caras unos á otros, dando oídos ya à unos sofistas despreciables, que llaman
prudencia al extremo de la imprudencia, de la cobardía, y la locura ; sin advertir que en las grandes
deliberaciones en que solo hay un partido que tomar, la demasiada circunspección solo sirve para perderlo
todo, y de que en tales casos solo la audacia salva à los pueblos: ya á unos enemigos encubiertos, que solo
pueden darnos consejos pérfidos(…)El pueblo se acostumbrará que no tiene más magistrados que los que
eligió él mismo(…); y ya electos, esa es legítima autoridad, esa es la magistratura sacrosanta de la patria.
Entonces el gobierno se ocupará en el gran objeto de la ilustración publica; y haciéndose ésta universal (lo
que ha demostrado la Aurora ser muy fácil) se opondrán todos con otro espíritu á la invasión de sus
naturales derechos”63
Lo cierto es que esta coyuntura genera la primera gran controversia entre Henríquez y el
Gobierno Provisorio, relación que hasta entonces se había mostrado sólida y funcional. El editor
toma en sus manos la publicación, emite una gran cantidad de artículos de opinión, agita el tema
de Concepción y la disidencia aún cuando aparece resuelto. Si en los primeros números es
común la colaboración de distintas personas, aquí, por el contrario, Henríquez toma el control,
usufructúa la libertad de imprenta de la que goza su publicación, quizás con demasiado
atrevimiento, o al menos así será considerado. Aquí es cuando la ambigüedad y el
apresuramiento por sacar la Aurora juegan una mala pasada. Si bien las notas son afines al
Gobierno Provisorio, el excesivo personalismo, y la falta de consulta que de aquí en adelante
toma el periódico, comienza a generar malestar. José Miguel Carrera se maneja como el guía de
la autonomía chilena. El independentismo para él aparece recién a final del camino, si bien es
una idea sobre la cual tiene simpatías. Sin embargo, su pretensión es la de encolumnar todas las
tendencias tras de sí en primer lugar. El camino es a través de reformas liberales, algunas
inmediatas (liberación de vientres, por ejemplo: medida que tiene más impacto discursivo y de
intenciones, que real, dada la escasa relevancia de los esclavos en la sociedad chilena), pero por
sobre todo, medidas de largo plazo como la educación, el establecimiento de una estrategia
agrícola. Esa es su forma de pensar Chile, y por ello, se puede apreciar que las escarapelas y los
emblemas patrios son para él los aglutinantes de este proceso.64 El conflicto de Concepción para
él representó solo eso, un hito peligroso pero neutralizado. Sin embargo, la radicalización de
Henríquez, expresada en un vocabulario rudo, confrontativo e inflexible, alborota todo ese
esquema: este conflicto es un llamado de atención, que marca que la independencia debe
declararse de urgencia, o cuanto mínimo, radicalizar las rupturas con la metrópoli y sus grupos
de influencia, pues la oposición interna sigue activa y cada vez junta más fuerzas. Nada bueno
puede hacerse ni sostenerse ante el peligro de un nuevo ataque metropolitano que los encuentre
aún sujetos a Fernando VII. Henríquez nunca critica la figura de Carrera en sí, de hecho realiza
63C. Henríquez “Ya es tiempo de hablar libremente”. La Aurora de Chile, n°35, 8 octubre 1812, pp. 1-4
64
C. Henríquez “Artículo de oficio”. La Aurora de Chile, n°24, 23 julio 1812, p. 2 y “Órdenes del gobierno”, n° 26, 13 de
agosto de 1812, p.2
un artículo sumamente elogioso sobre él.65 Pese a esto, en el tema independentista son de distinto
signo.
Tanto el Gobierno Provisorio como la Aurora, empiezan a mantener un discurso y una acción
manifiestamente más patriótica. Lo “chileno” (y en parte, lo americano), retoma el centro de la
escena, lo español es cada vez más criticado. Para Carrera, esta es una estrategia para aunar las
fuerzas antiespañolas tras de sí, hecho que se torna cada vez más necesario y que hacia finales de
1812 tal urgencia torna en una serie de medidas de corte autoritario: la censura previa, la
administración pública reservada a los sectores afines, el castigo del delito de sedición. Aún así,
sobre la sujeción a Fernando VII, no se pronuncia en contra, en parte por el ya sabido respeto
general y valor aglutinante de su figura, pero también porque los sectores no exaltados no están
de acuerdo con ello y Concepción ha revitalizado sus voces. Por el contrario, para Henríquez, ese
sentido chileno, está acompañado de la necesidad de cortar todo vínculo colonial. Esto también
impacta sobre el “estilo” de la Aurora. De esta manera, tenemos que entender esta radicalización
en el periódico, no como el fruto de un exitoso proceso de “pedagogía política” llevado a cabo
por el editor, en donde se instruye a los lectores para crear la Opinión Pública. Es decir, no es el
resultado de una planificación meticulosa que acercó la terminología revolucionaria que
justificara las acciones a emprender por el Gobierno, como en otros casos de este período, sino
que la radicalización de la Aurora, y su discurso abiertamente independentista, se da de manera
casi exclusiva por la presión que impone la coyuntura, por la cual este cambio debe verse como
una decisión abrupta, arriesgada y polémica de Camilo Henríquez, ya que entra en conflicto con
la posición del gobierno de Carrera. Por otro lado, esta agitación que se emprende en los números
subsiguientes, tienen un vocabulario que lo acerca más a las tradicionales arengas y proclamas y
lo alejan un tanto de la noción pedagógica que da origen al periódico.
Dijimos que la Aurora, a través de su editor, lanzó consignas afines al Gobierno Provisorio y a
Carrera, pero si bien compartían la mayoría de los aspectos, también es cierto que toda la
coyuntura que se desató desde la revuelta de Concepción generó notorias rispideces, dada la
manera en que Henríquez tomó la publicación, valiéndose de la libertad que se le había asignado,
65 C. Henríquez “El aire estaba en calma”. La Aurora de Chile, n°26, 6 agosto 1812, pp. 1-2
pero de manera inconsulta, y desmedida para un gobierno que se mostraba más moderado en los
pasos a seguir. Si bien no llevan a la ruptura, pues Henríquez es miembro activo de los exaltados,
y ratifica este vínculo siendo senador tras la nueva Constitución, los problemas existen y se
manifiestan. Gonzalez Bernaldo lo expresa de la siguiente manera:
“Sin embargo, las diversas disposiciones adoptadas no dejan de ser equívocas, pues no tratan sólo de
garantizar una de las principales libertades públicas, como lo entiende Camilo Henríquez desde las
columnas de La Aurora de Chile en 1812, sino también de limitar el principio de publicidad y, en general,
la utilización de la prensa a ciertas esferas, conservan do el gobierno el control sobre el mundo del impreso,
a fin de que se lograra ‘la uniformidad de la opinión pública a los principios de Gobierno’”66
66González Bernaldo, Pilar. “Literatura injuriosa y opinión pública en Santiago de Chile durante la primera mitad del siglo
XIX”, en Estudios públicos, n°76, primavera 1999 pp. 241-242
integrantes como el antiguo colaborador Egaña o un adalid de la adhesión a Fernando VII como
Manuel de Salas)67 alcanza una resolución, pero Henríquez se niega a publicarla y en su lugar
decide reproducir un extracto de un discurso de John Milton, el cual señala:
“Sofocada la literatura renace siempre bajo la influencia de la libertad republicana. Si Roma hubiese
conservado la independencia del pensamiento, no habría sufrido el yugo de los monstruos que la
envilecieron, si la servidumbre intelectual no hubiese preparado la servidumbre política. Llegaron los siglos
de opresión en que el despotismo extendió sus atentados hasta los pensamientos, encadenando las almas.
(…)Que vais à hacer? Suprimiréis esa brillante mies de luces, que nos promete una cosecha tan feliz? Vais
à cortar el curso de vuestra beneficencia.(…) Podemos todavía volver á la ignorancia, al embrutecimiento,
à la servidumbre; pero antes, lo que no es posible, es necesario que os hagáis opresores, déspotas, tiranos,
como aquellos de cuyo poder nos librasteis: (…) Quitadnos todas las libertades, pero dejadnos la de pensar
y de escribir.”68
Luego de este primer cruce, la publicación sigue con su curso exaltado. Para el número 36, la
censura se oficializa, y la Aurora debe ser revisada antes de cada publicación. Como primer signo,
Henríquez se ve obligado a publicar el decreto. En el mismo se ratifica la idea de que el Gobierno
Provisorio, especialmente Carrera, consideró que el editor se tomó demasiadas atribuciones
personales en lo que se supone una “gaceta ministerial y política”. Se evidencia también cómo los
escritos de la Aurora tienen fuerte impacto en la sociedad al mostrar las quejas y malestar que
provocan en distintos sectores:
“DEBIENDO conciliarse el libre ejercicio de las facultades del hombre con los derechos sagrados de la
religión y el estado, cuyo abuso funesto è inconsiderable puede envolvernos en desgracias, que no calcula
la animosidad afogada de los amantes exaltados de la libertad; y deseando cortar todo motivo de queja
entre los estados amigos y decididos protectores de la Nación, como que no se equivoquen los sentimientos
del Gobierno con las producciones personales de los genios fuertes, al abrigo de una Gaceta que aun que
se titula Ministerial, separa los artículos dictados por el epígrafe de oficio ; se nombra internamente, y hasta
que se publique el respectivo reglamento, para que revea y censure previamente, cuanto se imprima al
Tribunal de Apelaciones, que designará por turno el Ministro revisor especial de la Aurora, sin cuyo pase
67
Para comparar el pensamiento de Manuel de Salas con el de Henríquez, véase Bistué, Noemí. “Manuel de Salas y Camilo
Henríquez: dos miradas ante el proceso independentista chileno ”, en Revista de Historia Americana y Argentina, vol 46, n°1,
Mendoza, junio de 2011
68 C. Henríquez “Extracto del célebre discurso de Milton sobre la Libertad de la Prensa, pronunciado en el Parlamento de
Ambos lados tienen visiones distintas del rol que debe cumplir la publicación y los recursos que
debe usar. Desde el Gobierno se concibe como un portavoz de las ideas del gobierno. Por
consiguiente, se prefiere la difusión de noticias, de decretos oficiales, y columnas de “ilustración”,
es decir, a lo que fueron los primeros números; y no tanto el espacio de opinión personal de
Henríquez, de tono radical y de agitación, y menos en un contexto de búsqueda de mantener filas
homogéneas frente al renovado peligro realista. Aún así, el editor recoge el guante y responde con
otra traducción propia de Milton70. El mismo versa sobre la libertad de expresión y Henríquez
realiza una introducción biográfica donde lo toma como su reflejo, identificándose con su labor.
Vuelve a tomar el tema de la República, ya que la posición de establecer una monarquía
constitucional es la predominante en el debate por el Reglamento:
“ESTE hombre célebre nació en Londres en 1608. Todos saben que es uno de los genios más bellos que ha
producido la Inglaterra, y uno de los mayores defensores de la libertad, que ha conocido el mundo (…)
Creyó servir à su patria más útilmente ilustrándola. El es uno de los grandes hombres à quienes debe la
Inglaterra la libertad de la opinión, la libertad domestica y la civil(…)publicó con valor heroico una obra,
en que presentaba un plan de Republica, y se esforzaba en manifestar á sus Paisanos cuán peligroso,
nocivo, é indecente era el proyecto de restablecer el antiguo sistema (MONARQUÍA).”71
Si bien el Gobierno termina imponiendo su voluntad sobre la de Henríquez, este último desliza
críticas a aquellos mediante recursos velados, pero poco disimulados. Ya en el número siguiente,
reproduce una carta al editor del sacerdote José María de Bazaguchiascúa (de la orden seráfica)
que defiende el accionar de la Aurora, a la vez que hace mención a la repercusión positiva y
agitadora que a su entender ha tenido el ya mencionado artículo del número 35:
“CON que majestuosa bizarría se nos van presentando sucesivamente cada día los más felices momentos
de nuestra exaltación! Que semblantes tan halagüeños, con los que nos prometen la seguridad eterna de
nuestra fortuna!(…) Sobre todo dígnese Vmd. Sr. Autor de la Aurora, predicarles, y aun conjurar à
nuestros paisanos en sus escritos no ya con tanta contemplación, y política como hasta aquí su prudencia le
69 Artículo de Oficio del 12 de Octubre de 1812, reproducido en La Aurora de Chile, n°36, 15 octubre 1812, p. 4
70 Para ver la influencia de los textos de Milton en Henríquez, véase SANTINI, op. cit. pp. 8-10
71
C. Henríquez “Especies finas – Extracto de Milton”. La Aurora de Chile, n°36, 15 octubre 1812, pp. 1-2
ha dictado, y bien practicado según las circunstancias ocurrentes ; sino en un tono de maestro político-
civil general del Reino, como lo es por su empleo. (…)Del mérito sobresaliente de ambos está satisfecha la
Patria: por lo mismo agradece sus oficiosidades cerca de ella. En estos héroes tiene afianzada su esperanza.
La Aurora próxima del 8 de Octubre número 35 ha inflamado demasiado la nación, para que no se decida à
este oportuno tránsito. Por lo mismo será importantísimo inspire Vmd. nuevas convincentes
demostraciones à tan amable objeto”72
Asimismo, a través de recursos como notas al editor o seudónimos, critica falencias puntuales del
gobierno en materias de: alumbrado público, escaso aseo de la ciudad, falta de hospitales, crítica a
ciertas medidas grandilocuentes pero de poco éxito y a las deficiencias en educación73. El número
43 de la Aurora es muy ilustrativo de toda la situación en Chile con respecto a la opinión pública,
el enfrentamiento de Henríquez con el Gobierno Provisorio, pero también del avance de las
corrientes opositoras (monarquistas y moderadas), sobre todo tras los hechos de Concepción, y
luego el Reglamento Constitucional que no los deja conformes y les da pie a volver a ocupar el
espacio público con proclamas y medios “tradicionales”. Lo primero a destacar es la extrema
dureza del decreto gubernamental que se reproduce: amenazas de cárcel y exilio a quien difunda
noticias nocivas a la sociedad:
“La libertad de opinar y de discurrir no debe extenderse hasta ser nociva á la sociedad. Los que discorden
del resto del Pueblo acerca del sistema de Gobierno establecido para la seguridad de la Patria, se deben
abstener de impugnarlo, y sembrar noticias que lo combatan. La primera vez que se les justifique en una
semiplena prueba haber quebrantado este precepto, serán amonestados: en la segunda serán expulsados de
la Capital, ó lugar de residencia: y á la tercera, del Reyno. Prado.=Portales.=Carrera.=Vial Secretario”74
A partir de eso, en ese mismo número, Henríquez vuelve a apelar a la respuesta de una carta al
Editor como medio para expresar su opinión, aunque es conciliador, ya que por un lado manifiesta
su descontento por ser tratado como si fuera enemigo, pero a continuación expresa su
conformidad con la sanción a toda la agitación que sí es contraria. De todas formas, Henríquez ya
había manifestado en dos ocasiones previas en la Aurora la necesidad de una “Sociedad de la
72
José María de Bazaguchiascúa “Sr. Editor de nuestra Aurora chilena”. La Aurora de Chile, n°37, 22 octubre 1812, pp. 3-4
73 C. Henríquez “SIN TITULO”. La Aurora de Chile, n°41, 19 noviembre 1812, pp. 1-2 y “Carta al Editor” pp.3-4
74 Decreto del 24 de noviembre de 1812, reproducido en La Aurora de Chile, n°43, 3 diciembre 1812, pp. 1-2
Opinión” que se encargara de dejar la formación de la opinión pública en manos de una elite
calificada y evitar, mediante la persecución, a las desviaciones y las propagandas contrarias75:
“He recibido un anónimo a favor de la tolerancia civil, escrito con elegancia y filosofía. Lástima que tan
liberales principios no puedan adoptarse por un estado naciente, y que dos años de tolerancia hayan
demostrado ineficacia para reunir las opiniones, y la hayan manifestado funesto à la seguridad pública!
Cuando son de una misma opinión millares de hombres, poco importa que dos ò tres tengan ideas
particulares: hay asuntos en que no es peligrosa la divergencia de opiniones: pero cuando su difusión y
promulgación forman indiferentes à los intereses más graves de la patria y dan nacimiento ó fortifican una
facción sanguinaria, que anhela por un momento favorable à sus miras atroces, y dispuesta á unirse con los
enemigos exteriores, debe caer sobre los disidentes la espada de la autoridad (…) El decreto acerca de este,
inserto en la presente Aurora, es conforme à la práctica de los países más liberales y cultos, y à los consejos
de los escritores mas celosos por la libertad de la opinión ¿Qué cosa hay más justa que publicar
solemnemente que los que no estén contentos con el sistema político del país, salgan de su territorio? Esto
estaba prevenido implícitamente. Nada hay más equitativo que amonestar por la primera vez, y en caso de
reincidencia expeler del país á los que simulando adoptar su sistema gubernativo, lo combaten è intentan
destruir cautelosamente, aumentan el numero de sus enemigos interiores, introducen en los ánimos la
indiferencia y otros sentimientos perjudiciales”76
De todas formas, la censura que vimos, no fue el único medio que utilizó el Gobierno Provisorio
para intentar mantener a raya al editor del diario. El otro fue la incorporación a la Aurora de
Antonio José de Irisarri, de origen guatemalteco, cercano a la tradicional familia Larraín, más
moderado que exaltado, afín con el Gobierno Provisorio (años después, será un destacado político
y uno de los principales intelectuales de la vuelta al “orden”)77. A partir de él, sobre todo en el
segundo año del periódico, se genera una suerte de “doble comando” de la Aurora de Chile, con
75 En La Aurora de Chile n° 25: “La opinión pública ni puede formarse o fortalecerse; mientras se esparzan en lo interior
principios serviles, ideas contrarias al Gobierno, y proposiciones destructoras del sistema patriótico. Los males que causa el
partido de oposición secreta son incalculables: el amor ardiente de la libertad se entibia en unos, en otros se extingue el
entusiasmo y no se difunde por toda la masa del pueblo. (…) Es indispensable una magistratura, que vele sobre los enemigos
interiores, sobre los emisarios de la tiranía, y sobre los subversores del orden, no lo es menos el establecimiento de una
Sociedad de la Opinión, compuesta de pocos y escogidos individuos, cuya función única fuese formar la opinión popular por
todos los medios imaginables.” En La Aurora de Chile n°31: “La opinión de la generación actual se rectifica separando
valerosamente aquellas causas, que comunican en secreto el error: ò reduciéndolas a la imposibilidad de dañarse y difundiendo
al mismo tiempo la instrucción. La generación futura se forma por la educación política de la juventud.(…)La instrucción se
comunica de muchos modos. Los discursos patrióticos, la lectura de los papeles públicos, las canciones, la representación de
dramas políticos y filosóficos, deben ocupar el primer lugar. Si existiese algún día la Sociedad de la opinión, de que ya se ha
hablado, ella se ocupara con prudencia en la adopción de estos medios, cuya eficacia está tan comprobada.”
76 C. Henríquez “El redactor”. La Aurora de Chile, n°43, 3 diciembre 1812, p.2
77Stuven, Ana María. “Una aproximación a la cultura política de la elite chilena: concepto y valoración del orden social (1830-
“No podía ser menos exacta la idea que estos Pueblos tenían de su Gobierno (COLONIA), ni tampoco
podía esperarse que diesen un salto desde la ignorancia à la sabiduría. Era preciso que se les diesen ideas de
política; y no era menos necesario que viesen por experiencia la utilidad de los nuevos establecimientos.
Solo de esta manera se puede contar con la opinión pública en favor del sistema gubernativo. (…)Tenemos
sentados dos principios que no pueden disputarse: el uno es la falta de conocimientos en la masa de los
pueblos, y el otro la propensión innata de todos los hombres à buscar su felicidad, ó los medios de
adquirirla en cuantos objetos chocan à sus sentidos(…)La voz del interés individual, para la que no hay
sordera ni en los brutos, esa es la mejor y mas enérgica elocuencia que deben emplear los Gobiernos para
con los pueblos(…).79 Siendo la seguridad individual, la libertad civil, y el derecho de propiedad, los lazos
que nos unen á todos los hombres en sociedad, es preciado que el Gobierno los respete como la cosa más
sagrada que hay para el hombre moral; y como hasta ahora no tenemos un reglamento justo y equitativo,
que nos ponga á cubierto de la arbitrariedad de los Jueces, debe formarse si se quiere conseguir la opinión
publica. (…)¿Qué cuesta formar todas estas instituciones por el modelo de los países ilustrados? ¿Qué
cuesta establecer varias sociedades de hombres de letras, que mediten proyectos útiles á la agricultura, al
comercio y a las artes? ¿y qué menos se puede exigir de un Gobierno que solo se formó con este
objeto?(…) Ya hemos visto varias veces que nuestro magistrados se han inclinado à hacer todas estas bellas
instituciones ; pero por desgracia aun no ha llegado el día feliz en que las veamos ejecutadas”.80
Las ideas que expresa Irisarri son claras y nuevas: la mayoría de la población es inculta, y la
posibilidad de formar una opinión viene no tanto de los conocimientos teóricos e históricos como,
en la gran mayoría, de las cosas que se ven. Una opinión pública favorable se construye no a
través de declamaciones sino a través de hechos concretos y beneficiosos. De esa manera se puede
evitar la influencia de la propaganda contraria. Por otro lado, cada individuo persigue su interés
(felicidad) individual. Su visión pretende mediar en el conflicto de Henríquez con el Gobierno. Al
segundo se le cuestiona, o se le señala que aún no ha ejecutado las instituciones que favorecerían
la estabilidad del sistema, que permitirían consolidar las reformas que ganen a la opinión pública,
78 Silva Castro, Raúl. Op.cit. p. 30
79 A. Irisarri “Artículo comunicado”. La Aurora de Chile, n°33, 24 septiembre 1812, pp. 3-4
80
A. Irisarri “Continuación del artículo comunicado del número precedente”.La Aurora de Chile, n°34, 1 octubre 1812, pp. 1-2
para lo que se necesita un “reglamento justo y equitativo”. El mismo, no casualmente, es el
Reglamento, que verá la luz tres semanas más tarde, y es probable que esté tratando de influir
sobre él. Sin embargo, hacia el fray, las críticas pasan por otro lado: si para conseguir el apoyo de
la opinión pública hay dos caminos, el único que puede cumplir una publicación como la Aurora
es el de dar ciertas ideas de política para atacar la ignorancia. Es decir, volver a su rol
“pedagógico” inicial. La declamación política y los discursos encendidos, son prácticamente
inútiles, en comparación con las transformaciones que se pueden obrar. Es comprensible que un
rol adecuado para la Aurora de Chile sea el de acompañar este proceso desde una postura menos
crítica. En esta editorial, Irisarri señala que lo que urge en el momento no es la declaración de
independencia y avecinarse a la posibilidad de una guerra, como quisiera Henríquez, sino que el
camino es a través de la consolidación de las transformaciones que el Gobierno Provisorio intenta
llevar a cabo, mediante la conciliación y un retorno a la normalidad.
Luego, Irisarri sigue publicando artículos de interés y de opinión, marcando fuerte su presencia81.
Coincide esta participación con el peor momento de la relación entre Henríquez y el Gobierno
Provisorio, el cual había cambiado en parte el rumbo. A partir de esto, la publicación no puede
volver a seguir siendo la misma. El fin del primer año de la Aurora termina casi sin noticias
locales ni editoriales críticas de peso de Henríquez, evitando la conflictividad y buscando la
armonía. Incluso traduce un texto de George Washington que tiene como aspecto central el tema
de la moderación de los ámbitos de la esfera pública para evitar la lucha facciosa, y los
individualismos extremos82.
En el segundo año, en el que sólo salieron 12 ejemplares (hasta el 1 de abril de 1813), es más
notoria la presencia de Irisarri en un principio. Se lo nombra encargado de la imprenta, por sobre
Henríquez83, y también es uno de los miembros más importantes de la novel Sociedad Económica
de Amigos del País, que será fuertemente difundida en la Aurora84. Al interior, como bien explica
Silva Castro, la relación entre ambos editores es decididamente mala y empeora constantemente.
Después de finalizada la Aurora de Chile, las hostilidades alcanzan un alto nivel de publicidad.85
81 Escribe sobre varios temas: qué es ser patriota (n°37), sobre los enemigos (n°38); se lo anuncia como nuevo miembro del
Cabildo (n°39).
82 C. Henríquez “Discurso sobre la traición, rebelión, revolución”. La Aurora de Chile, n°46, 24 diciembre 1812, pp. 1-3
83 C. Henríquez “Especies finas – Extracto de Milton”. La Aurora de Chile, n°49, 15 octubre 1812, pp. 1-2
84 Véanse los ejemplares 48, 50 y 51 de La Aurora de Chile
85 Silva Castro, Raúl. Fray Camilo Henríquez. Fragmentos de una historia literaria de Chile en preparación, Ed.
“CARACAS ha sufrido un golpe terrible en su naciente libertad, porque aquel gobierno se descuidó en
uniformar la opinión publica creyendo que la verdad de sus principios y las ventajas consiguientes a la
jerarquía á que había ascendido aquel pueblo, eran tan palpables que no habría alguno tan necio, que no las
apeteciese, y no estuviese dispuesto á sostenerlas á costa de cualquier sacrificio(…)Habían centenares de
fanáticos, habían crédulos, habían egoístas. Unos sostenían la causa de los opresores, figurándose que
encontrarían en ellos un apoyo seguro á sus fortunas. Otros se mantenían en una taimada neutralidad,
reservando declararse á favor del que triunfase(…) Los de Venezuela se entregaron á un nuevo Colón, y
han sido tratados á la Española(…) Cuán duras medidas se adoptarían para reduciros á la imposibilidad de
sacudir las cadenas, cuyo peso crecería inmensamente! Estas medidas de seguridad comprehenderían á
todos, ni se exceptuarían los hijos y parientes de los nuevos autores de la esclavitud. No estudiéis en
engañaros: la división fue siempre la vanguardia de la tiranía; y la seducción su precursora”86
Posteriormente, reproduce una carta de Bartolomé de las Casas sobre la crueldad de la colonia87 y
también se anuncia una medida de que sólo los partidarios del gobierno pueden trabajar en la
administración pública (dos números después se anunciará la pena de muerte para los
conspiradores), a la vez que también hay un discurso del realista Vigodet que explica cómo fue
derrotado en Montevideo por los insurgentes88. Este es quizás, el número más álgido de retórica
antiespañola. En los números subsiguientes, se va a mantener, aunque no con esta intensidad pero
sí con constancia.89 Los problemas que persisten en la Aurora que en este contexto llevan a su fin
son los siguientes: la relación interna está descompuesta por completo, Henríquez tomó el control
86 Patricio Curiñacu (C.Henríquez) “Artículo Comunicado”. La Aurora de Chile, n°52, 11 febrero 1813, p. 3
87 C.Henríquez, “Sin Título”. La Aurora de Chile, n°53, 25 febrero 1813, pp. 1-2
88 C.Henríquez, “Proclama del General Vigodet al pueblo de Montevideo luego del descalabro que padeció en su salida”. La
tiranos”, que es una reproducción de un texto sobre la masacre de San Bartolomé, que será opinada por Henríquez (54-55); un
decreto que establece la pena de muerte para los conspiradores (n°57), una elegía a los “mártires de Venezuela” (n°57), una
traducción del enciclopedista Raynal (n°57), y una proclama de la Iglesia que prohíbe estar en contra de la causa
independentista, y otra del Gobierno que anuncia la partida de las tropas hacia el sur, donde es la amenaza realista (n°58).
de la publicación. Irisarri mostró sus reparos, dado su perfil más “político”, lo cual no será
olvidado por el fraile cuando posteriormente lo tilde de cobarde90. Asimismo, si bien la calma de
los primeros números del segundo año ya es reemplazada en mayor medida por noticias,
editoriales y extractos de agitación patriótica, el gobierno considera que no es suficiente: si el
periódico surgió con el objetivo de consolidar una opinión pública, es evidente que, con todas las
idas y vueltas y experimentos, no lo ha hecho todavía: se necesita redoblar la intensidad y el
“unanimismo”. Un periódico con tanto trajín como la Aurora no está en condiciones de hacerlo.
La decisión que se toma desde el gobierno es asignar a Henríquez la publicación del Monitor
Araucano (cuyo título referencia a los indígenas, de los cuales el Fray asocia los valores de lo
local, nacional y antiespañol), cuya frecuencia de publicación será de tres veces por semana y su
fin será casi exclusivamente el de la agitación patriótica. A Irisarri le permiten publicar recién en
agosto el Semanario Republicano (cuyo nombre da muestra de la ruptura total de Chile con
España y Fernando VII), con una impronta mucho más elitista y literaria91, pero en noviembre de
1813 es desplazado por Henríquez. Estas publicaciones finalizan con la Reconquista.
CONCLUSIÓN
El trabajo que se lleva a cabo en la monografía se centra en dar cuenta del rol político de que
lleva a cabo La Aurora de Chile. Su estudio permitió constatar un punto principal: su
participación es activa, da cuenta y participa de los sucesos que conmueven a la sociedad
chilena. Por este motivo, la misma publicación va mutando sus estrategias tanto en el plano
discursivo como en el político. Si en un principio, podemos verla como un instrumento
dependiente del movimiento exaltado y de la dirección de Carrera, esta situación se complejiza.
De esta manera, se pueden comprender ciertos sucesos que en una primera lectura resultaran
disonantes: un Gobierno que decide censurar la publicación a la que él mismo da origen, y que
tiene un editor de confianza; un periódico surgido con el casi exclusivo fin de “unificar la
opinión pública” que aparece renegando de su capacidad transformadora en esa materia,
aduciendo que son las acciones y no los discursos los que operan en tal sentido.
90 Silva Castro, Raúl. Fray Camilo Henríquez. Fragmentos de una historia literaria de Chile en preparación, Ed.
Universitaria. Santiago de Chile, 1950 pp. 31-34
91 Silva Castro, Raúl, op.cit. p.13
Las visiones teóricas y programáticas iniciales que tenía la Aurora, expresadas en su Prospecto,
no pudieron llevarse a cabo en su totalidad, o sufrieron alguna transformación en el camino, y
la razón de esto se encuentra en la misma coyuntura política en la que la gaceta está llamada a
intervenir. Es necesario, entonces, dar cuenta de tales cambios y de la dimensión conflictiva en
la relación del periódico con las autoridades y al interior del movimiento exaltado. La
insurrección llevada a cabo en la ciudad de Valdivia, región de Concepción, resulta un suceso
trascendental que altera la política del carrerismo e introduce divisiones, de las cuales la
Aurora de Chile no sólo será testigo, sino también actor protagónico.
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