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1.

Cosméticos de higiene e hidratación facial y corporal

Los cosméticos de higiene, tanto facial como corporal, son posiblemente los más demandados.

Prácticamente todo el mundo utiliza este tipo de cosméticos, generalmente varias veces al día, se

trata de un producto de consumo habitual y presente permanentemente, en alguna de sus formas

cosméticas, dentro de nuestros hogares.

Es conveniente saber que la suciedad facial y corporal que acumula la piel y el cabello, tiene dos

orígenes:

Origen exógeno

Son las sustancias con las que nos ponemos en contacto, como contaminantes, polvo, humo,
etc.

Origen endógeno

La suciedad proviene de nuestra propia piel, mediante su actividad diaria aporta componentes
que la ensucian o colaboran en el aumento de la suciedad.

Los cosméticos de higiene tienen como función limpiar y dejar en buen estado la piel y en su caso el

cabello y cuero cabelludo. Para ello, deben ser capaces de arrancar la suciedad que se acumula

sobre la superficie. Esta se encontrará adherida por fuerzas electrostáticas relativamente débiles,

pero muy abundantes, lo que hace que la suciedad sea difícil de arrancar.

Para eliminar la suciedad de la superficie de la piel se usarán sustancias denominadas detergentes.

Y las sustancias usadas por su capacidad de detergencia son los tensoacivos.

A. Emulsiones

Se trata de cosméticos de limpieza formulados en emulsión, generalmente aceite en agua (O/A) para

que la fase externa y más abundante pueda ser fácilmente eliminada con el agua durante el

aclarado. Poseerán, por lo tanto, una fase acuosa y una fase grasa. Presentan la ventaja de que son

capaces de eliminar tanto suciedad de naturaleza grasa como de naturaleza acuosa, además de

poder actuar por detergencia y por disolución, ya que parte de la suciedad puede disolverse bien en

la fase acuosa bien en la oleosa.


Poseen, por lo tanto, un buen poder de limpieza y lo consiguen sin necesidad de cantidades

excesivamente elevadas de detergentes. Además, pueden incorporar con facilidad reengrasantes.

Por lo tanto, no resultan agresivos para la piel, siendo tolerados por todas las tipologías cutáneas.

Principio activo

El principio activo es un detergente sintético, normalmente un derivado sulfonado de un ácido graso,

en general tensoactivos aniónicos (el más habitual es el lauril sulfato sódico). Aunque también

pueden incorporar otro tipo de tensoactivos, no iónicos y anfóteros.

Además del detergente, muchas emulsiones limpiadoras presentan activos cosméticos para el

tratamiento específico de algún tipo de piel. Por ejemplo, las leches limpiadoras para pieles secas

incorporarán mayor cantidad de lípidos que repongan las grasas cutáneas eliminadas por

detergencia. En cambio, las leches para pieles grasas incorporan mayor cantidad de detergentes y

pueden llevar activos astringentes, es decir, activos que frenen las secreciones, como los extractos

vegetales ricos en taninos. Para pieles sensibles podrán incorporar activos calmantes, como

extractos de tilo o extractos de manzanilla, o α‐bisabolol. Para pieles desvitalizadas se añaden

estimulantes, como extractos animales, o vitaminas. En limpiadores para pieles seniles se suelen

incorporar más hidratantes, humectantes, revitalizantes y tensores.

Excipientes

Al tratarse de una emulsión, tendremos unos excipientes que nos conformarán la fase oleosa, otros

que nos conformarán la fase acuosa y una serie de sustancias que actuarán como emulsionantes

entre ambas fases.

Dentro de la fase acuosa, que suele suponer más de un 70% del total del cosmético, el componente

más abundante es el agua. Se incluirán en esta fase todos los componentes hidrosolubles.

Dentro de la fase oleosa, encontraremos una serie de aceites o grasas líquidas que compondrán el

excipiente. Existen gran variedad de lípidos con estas características, tanto naturales, como

minerales, sintéticos o semisintéticos.

En la interfase nos encontraremos los emulsionantes. Generalmente se usan emulsionantes

tensoactivos no iónicos como alcoholes grasos de cadena larga y esteres grasos, como el estearato
de glicerilo y otros derivados del ácido esteárico.

Aditivos y correctores

En la fase acuosa suelen incorporar humectantes, que evitan que se pierda parte de la fase acuosa

por evaporación del agua y aportan capacidad de retener agua a la piel.

Para controlar el pH suelen presentar cantidades pequeñas, generalmente de bases débiles como la

trietanolamina, incorporados siempre a la fase dispersante.

También deben aparecer en la fase acuosa los conservantes antimicrobianos, y dada la presencia de

grasas, podría requerirse la presencia de antioxidantes.

Si su viscosidad no fuese la adecuada, podrían incorporarse polímeros acrílicos o vinílicos para

gelificar la fase acuosa. Sin embargo, dado que suelen formularse con un exceso de emulsionantes

en forma de tensoactivos no iónicos, estos actuarán aumentando la viscosidad y no se necesitarán

otros espesantes.

B. Jabones

Los jabones son los cosméticos de higiene facial más clásicos, fueron los primeros en ser fabricados

y desarrollados y aún tienen una amplia difusión. Aparecen como formas cosméticas sólidas, en

pastilla. Para su utilización, se frota la cara y las manos con la pastilla para desprender la superficie

del mismo, que actuará limpiado la piel. Suelen poseer colores llamativos y perfumes de olor

marcado y característico. También se caracterizan por su moldeado. Podemos igualmente encontrar

algunos jabones en forma líquida.

Principios activos

Los jabones son cosméticos de higiene cuyo principio activo detergente se ha obtenido por una

reacción química, denominada saponificación, entre una grasa, es decir, un triglicérido y una base

fuerte, generalmente hidróxido sódico o potásico, pudiendo usarse en ocasiones bases orgánicas,

como la trietanolamina. Se obtienen de esta forma sales de ácidos grasos, que actuarán como

detergentes.

Dependiendo de los ácidos grasos que compongan la grasa, obtendremos diferentes tipos de

detergentes. Y también obtendremos diferentes tipos de detergentes en función de la base utilizada,


con diferentes propiedades.

Normalmente no se emulsiona con un solo tipo de álcalis, sino con una mezcla. Cuanto mayor sea la

proporción de hidróxido de potasio, más blando será el jabón. A mayor cantidad de hidróxido sódico,

mayor dureza. Las sales potásicas resultan más irritantes para la piel que las sódicas. Sin embargo,

con las sales potásicas conseguimos jabones que generan una mayor cantidad de espuma que las

sales sódicas.

Dado que hemos usado para su consecución un alcalinizante, el pH del cosmético suele ser muy

elevado. Esa es una de las razones de que los jabones sean cosméticos en general agresivos y no

tolerados por pieles sensibles.

También influye en las propiedades del jabón los ácidos grasos que componían la grasa inicial. Estos

varían en función de su tamaño, es decir, del número de carbonos presentes en la molécula de ácido

graso. Y de los dobles enlaces que presente esta cadena, o lo que es lo mismo, el número de

instauraciones, hablándose de ácidos grasos saturados si no poseen ningún doble enlace.

En cuanto al tamaño de la molécula, cuantos más carbonos presente, es decir, cuanto más larga sea

la cadena, menos irritantes resultan para la piel (o lo que es lo mismo, los ácidos grasos de cadena

corta suelen ser más irritantes). Pero por otro lado, los ácidos grasos de cadena corta suelen tener

mejores propiedades espumantes que los ácidos grasos de cadena larga.

Excipientes

Los jabones suelen aparecer en forma sólida y su excipiente es el propio principio activo, es decir,

las propias sales de los ácidos grasos actúan como activos y como soporte al resto de componentes

del jabón.

Los jabones suelen ser cosméticos anhidros, es decir, al solidificar expulsan el agua, apareciendo

como cosméticos en pastilla (se moldean tras la formación) y sin presencia de agua.

Aditivos y correctores

Los jabones son productos muy desengrasantes, por lo que producirán excesiva deslipidización de la

piel, con su posible consiguiente resecamiento. Por eso, entre los aditivos, suelen incorporarse

reengrasantes, que devuelvan parte de las grasas a la piel. Éstos pueden ser de origen animal,
vegetal, sintético o semisintético.

Para mejorar su aspecto, suelen llevar opacificantes, sustancias que los hacen más opacos.

Y colorantes y perfumes, para aportarles color y olor agradables. El perfume es especialmente

importante, caracterizando la mayor parte de estos cosméticos y llegando a suponer un componente

muy abundante.

Las sales metálicas bivalentes, como las de calcio y magnesio, suelen provocar la precipitación de

los principios activos (las sales del ácido graso), por lo cual pueden ser muy inadecuados para su uso

en lugares donde las aguas son muy duras. Y en su formulación pueden incluir secuestrantes de

iones metálicos, como sales de EDTA, para evitar este tipo de fenómenos.

C. Geles

Geles de limpieza

Los geles de limpieza son soluciones acuosas o hidroglicólicas, es decir, formadas por agua y algún

glicérido como la glicerina o el propilenglicol, al que se le añade algún detergente parcialmente

hidrosoluble (aniónico o no iónico) y un gelificante que aumente la viscosidad y lo transforme en un

gel. Carecen de grasas en su composición, por lo que son especialmente recomendados para pieles

grasas.

Gel de baño y gel de espuma

Los geles de baño y los baños de espuma presentan formulaciones muy similares. Y en cualquier

caso, se trata de cosméticos en general en forma de emulsión y cuyos principios activos son

tensoactivos, generalmente tensoactivos aniónicos del tipo del lauril sulfato sódico y lauril éter

sulfato sódico. La diferencia es que en el primer caso se busca en los tensoactivos principalmente su

propiedad detergente, mientras que en los segundos se busca realzar su propiedad espumante. En

cualquier caso debe buscarse que sean lo más inocuos posible para la piel y que no resulten

excesivamente desengrasantes, añadiéndoseles en muchos casos emolientes y reengrasantes.

Resultan muy importantes en su formulación los perfumes, que los hacen más atractivos para el uso

y los espesantes, que los hacen más cómodos de manejar. En el caso de que se formulen con

tensoactivos tales como el lauril sulfato sódico y el lauril éter sulfato sódico, basta con añadir

electrolitos para que la viscosidad aumente.


En cualquier caso, la composición final de los geles de baño y de los baños de espuma no difiere en

exceso de la de un champú, cosmético que analizaremos con más detalle en el apartado de los

cosméticos capilares.

D. Mascarillas

Las mascarillas son un grupo de cosméticos muy variado. La característica común de todas las

mascarillas es su forma cosmética. En todos los casos se trata de un cosmético que, directa o

indirectamente, se acabará comportando como un sólido deformable aplicado sobre la piel.

En este caso, existen diferentes mascarillas, dependiendo de los principios activos que tengan, que

van a servir como un cosmético de limpieza facial.

E. Otros

Sales de baño

Se trata de mezclas de sales inorgánicas en forma sólida, es decir, cristalizadas. Aunque su función

original era neutralizar la dureza del agua para permitir el uso de jabones, se han convertido en

cosméticos accesorios cuya función es mejorar las condiciones del baño. Para ello, además de las

sales, suelen incorporarse compuestos aromáticos y colorantes que dan a los cristales tonos

exóticos. Es decir, son más decorativos que efectivos. En ocasiones se bañan los cristales de sal con

algún tipo de aceite o grasa que le aporte emoliencia al agua (nunca en cantidades elevadas, solo

aporta una cubierta superficial a los cristales, ya que estos son insolubles en las grasas).

Las sales más habituales son el cloruro sódico, carbonatos (sobre todo el sódico, también potásico),
bicarbonatos (sódicos y potásicos) y sulfatos (sódicos, potásicos y magnésicos, capaces de formar

cristales muy llamativos).

También se pueden incorporar otros activos, como alginatos, ácidos cítrico y tartárico (que

funcionan como efervescentes), almidón (calmante), azufre (queratoplástico), incluso leche en polvo

para simular baños de leche.

Aceites de baño

Los aceites de baño tienen como función principal aportar emoliencia a la piel para evitar el

resecamiento excesivo al que la someten los detergentes. También se usan para lubrificar la

superficie cutánea y dejarla en buenas condiciones. Suelen incorporar colorantes para hacerlos más

atractivos y cantidades relativamente altas de perfumes, para que sean más agradables de usar y

aromaticen el agua de baño.

Existen varios tipos de aceites de baño en función de su composición y las características de los

lípidos. Por un lado, pueden formularse como mezclas de aceites insolubles en agua (serán mezclas

de aceites animales, vegetales, minerales, sintéticos o semisintéticos). De esta forma, el aceite

formaría una película superficial sobre el agua (para ello deben usarse lípidos con coeficientes de

extensibilidad adecuados).

Otra posibilidad son los aceites dispersables para baño, formulados con tensoactivos y que

emulsionarán al entrar en contacto con el agua. Puede darse la circunstancia de que en lugar de una

mezcla de aceites que emulsionen con el agua, se formulen directamente como una emulsión para

añadir al baño, aunque en este caso no debería hablarse de aceites de baño en sentido estricto.

La última posibilidad es que se formulen aceites de baño solubles en agua. Se trata, normalmente,

de aceites de diversos orígenes tratados para que aumente su solubilidad, por ejemplo mediante

sulfonación, o añadiendo algún tipo de solubilizante.

Aceites para después del baño

Son relativamente frecuentes las mezclas oleosas que se aplican sobre la piel después del baño y

cuya función es reponer las grasas eliminadas por los detergentes. Se suelen formular como mezclas

de aceites de baja viscosidad y diferente procedencia. En cualquier caso, deben poseer una gran
absorbencia por la piel, para hidratar evitando dejar un tacto graso.

Estas mezclas de aceites pueden venir envasadas tal cual, o aparecer en forma de pulverizador o

incluso de aerosol.

Polvos adsorbentes

Los polvos adsorbentes más usados son, con diferencia, los polvos de talco. El talco es un silicato de

magnesio hidratado. Los polvos de talco de alta calidad presentan la sal en forma de talco muy fino.

Cuanto más fino sea el grano de talco mayor es su capacidad adsorbente y menos mancha las

prendas que entran en contacto con él.


2. Cosméticos exfoliantes

Los exfoliantes o descamantes son cosméticos encargados de eliminar las capas de células más

superficiales de la epidermis, es decir, parte del estrato descamativo del estrato córneo. Al eliminar

las capas superficiales, logramos que la piel quede más fina al tacto, eliminando rugosidades

superficiales, y por otro lado, logramos que el estrato basal se vuelva más activo, para reponer las

células eliminadas actuando por lo tanto como tonificante o revitalizante.

Conseguimos que la piel esté más receptiva a la acción de otros cosméticos, al aumentar la

permeabilidad cutánea. Su acción debe ser exclusiva sobre las capas superficiales, no pudiendo

actuar sobre capas profundas ni resultar irritantes para la piel.

A. Físicos

Exfoliantes físicos:
Los exfoliantes físicos son los que se utilizan comúnmente. Son cosméticos en forma de gel o crema,
que contienen pequeñas partículas rugosas, que son las encargadas de arrastrar las impurezas
superficiales de la piel. Estas partículas son las encargadas de remover las células muertas de la
piel, hasta eliminarlas.
Se aplica una pequeña cantidad sobre los dedos y se aplica en las distintas zonas faciales a través de

pequeños masajes circulares. La aplicación de este tipo de cosméticos es de unos minutos, ya que

una aplicación excesiva puede irritar y levantar la piel.

La granulación que contienen va disminuyendo de tamaño, conforme se va aplicando el masaje,

hasta su completa eliminación.

La frecuencia de aplicación oscila de una o dos veces a la semana, dependiendo de la cantidad de

impurezas que presente la piel.

B. Químicos

Exfoliantes químicos:
Los exfoliantes químicos son los cosméticos que actúan sobre las células, estimulando al mismo
tiempo las vivas.

No es necesario masajear el masaje una vez aplicado, únicamente es necesario aplicar el producto y

dejar que sus principios químicos actúen sobre la piel.


Se utilizan cuando la piel presenta muchas impurezas y se necesitan productos de gran eficacia

como son este tipo de productos.

Su principio activo son los denominados ácidos frutales o alfahidroxiácidos, que ayudan al proceso

de descamación natural de la piel, dejando aflorar las impurezas.


3. Cosméticos hidratantes y tonificantes

La piel seca es debida a una pérdida de agua por el estrato córneo como causa de una actividad del

recambio epidérmico o una piel dañada. Para ello, las sustancias hidratantes tienen la función de

mantener el agua de la piel, retrasar el envejecimiento cutáneo y dar soluciones a las pieles

problemáticas.

El estrato córneo es una capa que junto con la capa granulosa, la espinosa y la basal, conforman la

epidermis. Y ésta, junto con la dermis y el tejido subcutáneo, conforman la piel.

El estrato córneo tiene como función el proteger la piel frente a la deshidratación, las radiaciones,

los factores físicos y químicos, ya que en la epidermis tiene lugar la queratinización (las células

migran hacia capas más externas de la piel convirtiéndose en corneocitos, caracterizados por el cese

de la actividad celular).

Esta función la determinan los queratinocitos, los corneocitos y los lípidos y los lípidos

intracelulares, constituidos por ceramidas, colesterol y ácidos grasos poliinsaturados; estos lípidos

tienen una función hidratante, ya que previenen la pérdida del factor de hidratación natural (NMF).

Éste forma parte del manto ácido hidrolipídico (película epicutánea) junto con los lípidos de la

superficie, cuya composición está determinada por los productos de secreción de las glándulas
sudoríparas y sebáceas, proteínas de los corneocitos, y productos de los queratinocitos.

Por tanto, podemos decir que el objetivo principal de un cosmético hidratante es mantener el nivel

hídrico superficial, lo cual se consigue aportando lípidos de calidad, humectantes y agua.

Existen dos grandes sistemas clásicos de mantener la hidratación de la epidermis y cada uno se

adaptará mejor a determinados tipos de piel.

Sistemas clásicos de mantenimiento de la hidratación cutánea

El primer sistema es la inclusión de sustancias hidratantes pertenecientes o similares a las que

componen el factor natural de hidratación (NMF, Natural Moisturizing Factor). Se trata de una serie

de sustancias con propiedades higroscópicas, es decir, sustancias capaces de retener el agua sobre

la piel y captar agua ambiental.

El segundo sistema es la inclusión de sustancias lipídicas que recubran la piel y evite pérdidas de

agua por evapotranspiración, al formar una capa más o menos impermeable al agua. Se denominan,

genéricamente, sustancias emolientes.

Hoy en día aparecen sustancias que tratan de evitar la deshidratación y que poseen propiedades

similares a lípidos y grasas aunque su naturaleza química es bastante diferente. Evitan los efectos

más indeseables de los lípidos (tacto graso, poca absorción), sustituyendo por ello parte de las

mismas en la formulación del cosmético.

Los cosméticos incorporarán, en cualquier caso, sustancias que traten de reponer otras que nuestra

piel debería poseer de forma natural. Y lo harán añadiendo las mismas sustancias que falten o

escaseen en la piel, o sustancias diferentes pero capaces de realizar funciones similares.

Las sustancias grasas, además de evitar la deshidratación, forman una barrera protectora muy

importante. Por eso buena parte de estos activos, además de hidratantes, actúan como protectores

de la piel.

A. Emulsiones

Las emulsiones hidratantes constituyen el principal y más habitual cosmético de mantenimiento para

la piel, encontrando en el mercado productos adaptados a cada tipo de piel y circunstancia.


Su composición básica se basa en una emulsión, bien A/O, bien O/A, siendo estas últimas las más

frecuentes. Poseen, por lo tanto, una fase acuosa y una fase grasa unidas por un emulsionante,

generalmente algún tensoactivo no iónico.

Dependiendo del tipo de piel al que va destinado, puede convenir que la fracción grasa sea más o

menos abundante. Una crema hidratante o protectora para pieles grasas o grasas deshidratadas no

debe contener grandes cantidades de grasas, mientras que si es destinada a pieles secas o alípicas sí

que contendrán proporciones altas de estos componentes. En ocasiones, para aportar oclusividad y

extensibilidad sin aportar tacto graso se sustituyen parte de los componentes grasos por siliconas.

Por lo demás, el tipo de grasas y resto de componentes se ajustan a los estudiados entre los

principios activos hidratantes y protectores. Dependiendo del tipo de piel al que van destinados, se

usa un tipo u otro de activos y en mayor o menor proporción.

Las emulsiones pueden aparecer envasadas tal cual, es decir, como una leche, una crema o incluso

una mantequilla, o aparecer en otras formas. Es bastante habitual encontrarlas envasadas a presión.

El cosmético puede ser expulsado al exterior directamente o bien mezclado con el gas formando una

espuma.

B. Mascarillas

Las mascarillas hidratantes y tonificantes se usan normalmente como cosméticos de mantenimiento,

tratando de que la piel se encuentre en el mejor estado posible y corrigiendo, sobre todo, pequeñas

variaciones en las secreciones. Por eso son frecuentes las mascarillas específicas para determinados

tipos de piel.

Pero su composición es extraordinariamente variable, tanto en cuanto a los principios activos que

incorpora y que se adaptarán en cada caso al tipo de piel al que están destinadas, como a los

excipientes que usan o su modo de actuación.

Como indicábamos, existen muchos tipos de mascarillas, destinadas a diferentes tipos de piel, a

corregir diferentes desviaciones, sobre todo del nivel de secreciones y por lo tanto existen muchos

tipos de principios activos que podremos encontrar en estos cosméticos.

Además, aunque el común denominador a todas las mascarillas es tratarse de sólidos deformables,

existen varios tipos de excipientes o mezclas capaces de obtener esta forma cosmética.
Podemos, por lo tanto, clasificar las mascarillas atendiendo a dos criterios:

Según el tipo de piel al que van destinadas.

Según sus excipientes.

Pero ambos aspectos están a su vez entrelazados, ya que determinados tipos de excipientes que

forman mascarillas son más apropiados para una tipología cutánea concreta.

Por una parte, podemos hablar de dos tipos diferentes:

Mascarillas de aplicación en frío.

Mascarillas de aplicación en caliente.

Mascarillas de aplicación en frío

Se aplican directamente. Existen muchos tipos de mascarillas de aplicación en frío. Todas ellas son

formas cosméticas más o menos espesas, semisólidas, aunque pueden obtener esta viscosidad de

diversas formas.

Por un lado encontramos las mascarillas en crema. Se trata de emulsiones, bien A/O con una

cantidad elevada de productos grasos densos y ceras, bien O/A con algún tipo de espesante, bien

polímeros acrílicos o vinílicos, bien sustancias espesantes inertes como la bentonita, bien la

presencia de sustancias inorgánicas en polvo como el óxido de cinc.

Cuando aparecen como emulsiones A/O con espesantes pueden ser útiles para cualquier tipo de piel,

variando las indicaciones en función de los principios activos que incorporen. Si el espesante está

compuesto por polvos inertes, bien de bentonita, bien de polvos inorgánicos, pueden hacerse

especialmente adecuadas para pieles grasas, aprovechando las propiedades adsorbentes de estas

sustancias.

En cambio las emulsiones A/O, en general, no suelen resultar adecuadas para pieles grasas, siendo

más recomendables para pieles secas, sobre todo pieles alípicas.

Otra opción son las mascarillas en gel. Suelen presentarse como mezclas acuosas, o como

emulsiones con alto contenido en agua, a las cuales se les añade un gelificante y sustancias
humectantes para evitar pérdidas de agua. En muchas ocasiones se formulan con concentraciones

relativamente elevadas de alcohol, de forma que al evaporarse el alcohol y el agua, es decir, los

disolventes más importantes, la mascarilla se vuelve más viscosa, adquiriendo la característica

textura semisólida. Son mascarillas muy adecuadas para pieles grasas, incluso grasas deshidratadas,

ya que pueden incorporar activos hidrosolubles (o pequeñas cantidades de liposolubles si se tratase

de una emulsión O/A gelificada, con alto contenido en agua) y no aportan grasas extra a la piel.

Un tipo particular de mascarillas en gel son las ricas en alginatos. Se trata de proteínas derivadas de

algas rojas, con propiedades cosméticas interesantes (se usan como rejuvenecedoras y antiarrugas).

Un tercer tipo de mascarillas en frío son las arcillosas o terrosas. Su componente fundamental es,

como su nombre indica, algún tipo de arcilla o tierra, presentando componentes como caolín,

bentonita, o arcillas varias. De este tipo son las derivadas de peloides y peloses. En cualquier caso

son sustancias con gran capacidad absorbente o adsorbente de las secreciones cutáneas, resultando

por ello muy adecuadas para pieles grasas.

Mascarillas de aplicación en caliente

Deben ser calentadas antes de ser aplicadas, como su nombre indica. De entre las mascarillas de

aplicación en caliente podemos dividirlas en dos grandes grupos, las autotérmicas y las que

necesitan ser calentadas externamente antes de su aplicación.

Las autotérmicas poseen productos químicos que, al mezclarse o entrar en contacto con otra

sustancia, habitualmente el agua, producen algún tipo de reacción exotérmica que desprende calor.

El calor, por otro lado, hará que los componentes líquidos de la mascarilla (que generalmente será el

agua) se evaporen, resecándose y endureciéndose de este modo la mascarilla. El producto más típico

para formular mascarillas autotérmicas es el yeso, que aumenta su temperatura al mezclarse con el

agua y se fragua con rapidez.

C. Fluidos

Los fluidos tienen las mismas características que las emulsiones fluidas. Su composición básica se

basa en una emulsión, bien A/O, bien O/A, siendo estas últimas las más frecuentes.

Poseen, por lo tanto, una fase acuosa y una fase grasa unidas por un emulsionante, generalmente

algún tensoactivo no iónico.


D. Geles

En ocasiones, a la hora de formular un cosmético de mantenimiento, en lugar de realizar una

emulsión, se realiza una loción o una emulsión de muy bajo contenido en agua y se le añaden

gelificantes, fundamentalmente polímeros acrílicos o vinílicos como el carbopol.

Los principios activos hidratantes serán, en su mayoría, hidrosolubles, fundamentalmente

componentes del NMF. Su fracción grasa es muy escasa, resultando por ello muy adecuados para

pieles grasas. Pueden aparecer directamente como geles o con otras formas cosméticas, envasadas a

presión y formando espumas.


4. Cosméticos de mantenimiento y protección de la piel

Los cosméticos de mantenimiento y protección tienen la finalidad de ayudar a mantener las

condiciones fisiológicas de la epidermis y la protegen de las agresiones del medio externo cuya

consecuencia más grave es la deshidratación. En este apartado, se tratarán las cremas de día o

cremas bases, los cosméticos protectores (antisolares) y las cremas barreras o pantalla.

Cremas de días o cremas bases: compensan la posible disminución del grado de hidratación

del estrato córneo. La mayoría son emulsiones de fase externas acuosa cuyas fórmulas están

adaptadas a los distintos tipos de piel.

Cosméticos protectores del sol: o preparados solares protegen la piel de las radiaciones

solares evitando de esta forma las quemaduras y la deshidratación.

Cremas barrera o pantalla: protegen totalmente la piel de todas las radiaciones solares, pues

no dejan pasar ningún tipo de radiación.

Centrándonos en los protectores solares, un componente destaca sobre el resto: el filtro solar. Es el

encargado de filtrar o detener las radiaciones solares dañinas, es decir, las radiaciones ultravioleta.

Se pueden distinguir los filtros solares en dos grandes grupos: filtros físicos y filtros químicos.
Filtros físicos: son aquellos que forman una película sobre la piel que rechaza físicamente las

radiaciones solares. No consiguen atravesar en absoluto la barrera formada por estas

sustancias.

Filtros químicos: no reflejan la radiación, sino que la absorben. En este caso la radiación

solar cambia de longitud de onda (generalmente se transforman en radiaciones de longitud de

onda mayor y por lo tanto menos energética) debido a la interacción con estos productos

químicos.

El factor de protección solar o FPS es una medida de la capacidad de protección que presenta un

cosmético protector solar concreto. Viene expresado con un número y puede ir desde el 1 hasta el 60

ó más, considerándose valores por encima de estos como “protección total”.

El FPS mide la diferencia entre exponerse al sol con y sin el filtro solar. Se basa en la capacidad de

la radiación solar de provocar eritema actínico, es decir, enrojecimiento cutáneo derivado de la

acción inflamatoria que se lleva a cabo en la piel, como respuesta a los daños producidos por las

radiaciones UV.

Lo que se hace es medir el tiempo que la radiación solar UV tarda en provocar la aparición de

eritema actínico (dosis mínima eritematosa o DME) con y sin el filtro aplicado sobre la piel,

comparando posteriormente ambas medidas. El FPS resulta de la división de ambos valores. Es

decir, que un filtro con FPS 10 es aquel que, una vez aplicado, aumenta diez veces el tiempo que la

piel puede estar expuesta a la radiación solar para que se provoque respuesta eritematosa (si en una

persona la dosis sin el protector fuese de diez minutos, con el protector pasaría a cien minutos, por

ejemplo). Lógicamente esta prueba se lleva a cabo sobre la piel de varios voluntarios, con diferentes

tipologías cutáneas y el valor final es una ponderación estadística de los datos.

Por otro lado, muchos cosméticos solares incluyen en su composición antioxidantes, ya que parte de

los efectos nocivos de la luz UV es la generación de radicales libre y de sustancias oxidantes que

deterioran la piel.

La mayor parte de los filtros solares químicos son marcadamente liposolubles y en general no se

disuelven con facilidad en el agua (es un criterio importante, ya que si los activos fuese

hidrosolubles se disolverían en el agua al bañarnos, por ejemplo). Por eso la mayor parte de los
filtros deben poseer una fracción grasa importante.

Los filtros físicos, en cambio, no se encuentran en disolución, sino en suspensión. Podrán

encontrarse suspendidos tanto en una fracción acuosa como en una oleosa, siendo en cualquier caso

imprescindible una cierta viscosidad que evite que se depositen en el fondo. Esta viscosidad no tiene

por qué ser muy elevada, ya que al tratarse de sustancias en polvo muy fino apenas tienen tendencia

a depositarse, ya que poseen muy poco peso. No obstante, conviene agitar el cosmético antes de

usarlo para homogeneizar el suspendido.

La forma cosmética más habitual de los protectores solares es la emulsión, es decir, incorporar una

fracción acuosa y una fracción oleosa emulsionadas mediante algún tensoactivo, generalmente

tensoactivos no iónicos. Las emulsiones más frecuentes son las O/A, ya que no se precisa una

fracción grasa demasiado abundante y estas emulsiones suelen poseer mejor extensibilidad (se

aplican con más facilidad). No obstante, debemos pensar que la mayor parte de los principios activos

se encuentran disueltos en la fase oleosa (los filtros químicos).


5. Criterios de selección de los cosméticos en función del tipo
de piel

La piel está cubierta por el manto hidrolipídico o emulsión epicutánea, que se forma debido al agua

de transpiración y del sudor y por los componentes de la secreción sebácea. Sin la existencia de esta

emulsión natural, la descamación continua de la piel le daría a esta un aspecto áspero y blanquecino.

Por eso los tratamientos de hidratación y nutrición tienen como finalidad corregir y mantener la

citada emulsión epicutánea.

Los mejores productos hidratantes son aquellos que dejan una finísima película protectora sobre la

epidermis, y mantienen la cantidad necesaria de agua en la piel, que es de aproximadamente un

13%, y que disminuye con el paso del tiempo hasta llegar a 5-7%.

Dependiendo del tipo de piel la emulsión de la crema hidratante debe ser distinta, ya que no todas

necesitan la misma cantidad de hidratación:

Piel normal

Se utilizarán emulsiones denominadas aceite/agua (O/A) que además de aumentar la


humedad de la capa córnea prolongan el tiempo de contacto del producto con la misma.
Suelen tener un porcentaje de lípidos alterador del 25% y contienen predominantemente
agua, aceite mineral, propilenglicol con cantidades pequeñas de vaselina o lanolina.

Piel seca

También se utilizan emulsiones aceite/agua (O/A) formuladas con agua, aceite mineral,
propilenglicol y mayores cantidades de vaselina o lanolina y otros aditivos para
reconstruir, renovar o rellenar la piel (colágeno, proteínas, vitaminas). Es decir, llevan
generalmente líquidos minerales en alta proporción y lípidos semejantes a los de la piel,
de tal forma que sean más oclusivas. Se aconseja utilizar tónicos emolientes,
desmaquilladores de naturaleza oleosa y exfoliantes en crema. A la vez que se debería
evitar; sustancias muy detergentes, jabones, lociones que contengan alcohol y aguas
duras.

Piel grasa

Se utilizarán productos con poder oclusivo, emulsiones agua/ aceite (A/O), que al formar
una película sobre la superficie de la piel, le dan la hidratación a la piel porque frenan la
pérdida de agua por evaporación, y que contienen sobre todo agua y propilenglicol.

Se recomienda emulsiones con una proporción de fase grasa del 15%. En este caso se deben evitar

las sustancias con actividad comedogénica, como son el miristato de isopropilo, los derivados de

lanolina, los alcoholes grasos y los esteres grasos.

Los principios activos más usados para las pieles grasas son los derivados del azufre, aminoácidos

azufrados y extractos vegetales ricos en taninos.

Por tanto, se aconseja utilizar soluciones detergentes suaves, desmaquillantes de ojos de naturaleza

acuosa, tónicos astringentes suaves y exfoliante en gel o líquido. Y se deben evitar sustancias muy

detergentes que puedan irritar la piel.


6. Cosméticos utilizados en la aplicación de electroestética

La electroestética enseña la correcta aplicación sobre el cuerpo humano de los diferentes aparatos

que existen en el mundo de la estética. Todos estos aparatos se dividen en cuatro grandes grupos,

que son:

Aparatos que utilizan la corriente para producir efectos en el cuerpo humano,

Aparatos que utilizan los efectos mecánicos (que son tres: succión, presión o movimiento),

Aparatos que utilizan el calor.

Aparatos que utilizan las radiaciones electromagnéticas.

Algunos de los cosméticos utilizados en este tipo de técnica, persiguen un aumento de la hidratación

de la piel.

Cosméticos en técnicas de efecto mecánico

Los instrumentos de efecto mecánico tienen la finalidad de realizar una limpieza profunda de la piel,

mejorando los resultados estéticos.

En las técnicas de efecto mecánico, se utilizan una serie de equipos o instrumentos específicos,

utilizados para ayudar a que los distintos productos aplicados sobre la piel, penetren y sean

absorbidos perfectamente por la piel.

Uno de esto aparatos es el denominado vibrador, que se componen de un cabezal con ruedas

giratorias, que realizan un efecto masajeador sobre la piel, estimulando y favoreciendo la absorción

de los cosméticos.

Algunos de los cosméticos aplicados a través de este tipo de técnicas son: soluciones jabonosas,

hidratantes, tónicos y leches limpiadoras, entre otros.

Cosméticos en técnicas con corrientes eléctricas

Cuando en electroestática se aplican corrientes eléctricas, es necesaria la utilización de cosméticos

adecuados para su tratamiento.

Concretamente la corriente galvánica o continua, son corrientes de bajo voltaje y baja intensidad,
del orden de miliamperios, teniendo su acción tres aplicaciones estéticas: iontoforesis, galvanización

y desincrustación.

Cosméticos para iontoforesis o electroforesis

La electroforesis es el transporte de sustancias a través de la piel en forma iónica mediante la

corriente continua. La carga eléctrica hace que las moléculas se desplacen.

Para la aplicación de este tipo de tratamientos, se utilizan sustancias que permitan el paso de la

corriente, para producir el efecto deseado.

El agente activo es la sustancia o cosmético introducido a través del electrodo y la corriente

galvánica es la que actúa como medio de trasporte para conseguir una completa penetración en la

piel.

El aspecto fundamental de este tipo de terapia es que la sustancia que se introduzca en la piel se

disocie en iones, que permitan el paso de la corriente.

Cosméticos para la desincrustación

La desincrustación es el empleo la corriente galvánica para obtener una limpieza en profundidad. Se

basa en la reacción de saponificación de los ácidos grasos del sebo facial con el álcali de la solución

desincrustante. Se obtiene por tanto, una limpieza profunda de la piel con eliminación de la

secreción sebácea. Indicado en pieles muy grasas no acnéicas y contraindicado en pieles secas y/o

sensibles.

Es decir, su finalidad es eliminar el exceso de agua que se transforma en una sal sódica, soluble en

agua, al paso de la corriente continua.

El electrodo activo se impregna con una solución desincrustante, que es la encargada de limpiar

todas las impurezas y acido del sebo facial.

Cosméticos para la aplicación de pulverizaciones

Los cosméticos utilizados en pulverización, son todos aquellos que se aplican después de las

distintas técnicas de cosmética facial, para evitar irritaciones de la piel, calmándola e hidratándola

después de la aplicación de los distintos tratamientos.

Otra de sus funciones, es aplicar estancia limpiadoras superficiales de la piel, para proceder al

maquillado.

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