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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE

MÉXICO

FACULTAD DE INGENIERÍA

MATEMÁTICAS AVANZADAS

MD. CYNTHIA LISSETH VELAZCO VELASCO

ARANZÚA CHÁVEZ CÉSAR OCTAVIO

GRUPO: 6

IDENTIFICADOR: A3

REPORTE DE LECTURA:

“A SANGRE FRÍA”, TRUMAN CAPOTE, 1966.

21 de febrero del 2020


Semestre: 2020 – 2
Truman Streckfus Persons, mejor conocido como Truman Capote (1924 – 1984),
fue un escritor, poeta y periodista prolijo, cuyas obras egregias son “Desayuno en
Tiffany” (1958) (misma que fue llevada a la pantalla grande en 1961) y “A sangre
fría” (1966), siendo esta última su novela más exitosa. Es destacable mencionar que
fue amigo de la escritora Harper Lee, autora de la obra “Matar a un ruiseñor”.

El libro en cuestión, pertenece a un género pionero en aquella época, mismo


que sentó las bases del periodismo contemporáneo en Estados Unidos, y cuyas
prácticas se replicaron a lo largo del continente. En específico, Truman y Rodolfo
Wash, tienen noticia de los acontecimientos, respecto de los cuales, se iniciaron
sendas investigaciones para poder crear un relato a partir de propias indagaciones.

Capote fue incitado por Lee a profundizar en el caso y relatar los


acontecimientos, para lo cual ambos se trasladaron a Holcomb, Kansas, días
después de que se supiera sobre los hechos. Desde entonces, los escritores
comenzaron a interactuar con todas las personas que pudieran proporcionar
información sobre los occisos, los detectives y, llegado el momento, con los propios
autores del crimen. Esta hazaña los ocupó desde el año de 1959 hasta el cierre del
caso en 1965, luego de lo cual, Capote trabajó para compilar toda la investigación
y publicar su trabajo.

Este género fue definido como “novela de no ficción”, debido a la recopilación


de los hechos verídicos y a la intervención de Capote, mediante un narrador
omnisciente y omnipresente que alterna el relato entre los hechos previos al
homicidio y hasta la mañana siguiente en que ha ocurrido, y la vida de dos sujetos
que, luego de reencontrarse, han viajado a México y han vuelto a su país,
esperanzados en poder disfrutar de una vida cómoda y placentera luego del “gran
golpe” que asestaron aquella noche de noviembre. Así pues, se presenta al lector
una clara muestra entre una descripción de los hechos adaptados del mismo
expediente y del juicio consiguiente, y una diluía narrativa de detalles, actitudes y
personalidades que el propio autor pudo constatar y reflejó en cada uno de los
personajes que involucran la historia.
En conciso, la trama revela al leyente -indirectamente- los acontecimientos
en las primeras páginas: 4 disparos fueron realizados una noche de noviembre de
1959, con un costo de 6 vidas.

La lectura continúa con el relato de la vida de la familia asesinada durante la


mañana de ese día y la intercala con dos sujetos con sus propios asuntos. Herbert
William Clutter, un hombre alto, delgado, cuarentón, esposo y padre de 4 hijos (2
mujeres independientes, una de ellas en vísperas de bodas, una adolescente a
punto de ingresar a la universidad, Nancy Clutter -occisa-, y el menor de la estirpe,
Kenyon -occiso), se levantó una mañana de sábado de noviembre como cualquier
otro sábado de su vida; procuró a su inestable esposa, preparó el desayuno para
sus hijos y atendió en su despacho a su mano derecha, el Sr. Elm, encargado de la
granja de los Clutter; más tarde, se dispuso acudir a la congregación de la iglesia
metodista de la que él era un adepto altamente respetado y, en conjunto, se planeó
la despedida de una de las familias de la congregación y de la comunidad debido a
que el padre tenía prospectos de una mejor oportunidad de trabajo. Terminada la
sesión, el próspero, acaudalado y humilde Herbert, llevó a aquella madre y a sus
hijos de vuelta a su respectiva casa, para luego volver a su hogar, donde todos
estaban reunidos a excepción de Nancy y su novio, quienes más tarde se les
unieron y vieron una película, luego de lo cual, el pretendiente se marchó y la familia
se fue a dormir.

Kenyon, un adolescente de 14 años aproximadamente, era un joven un tanto


distante, siempre “en su mundo”, pero atento y cordial con la familia, estudiante
promedio y destacable atleta, de una formidable apariencia y una tranquilidad
incomparable. Aquél sábado, el muchacho se levantó a desayunar con su padre, se
ocupó del huerto de su incapacitada madre, trabajó en la remodelación del sótano
en la que, junto con Nancy, había estado atareado mayormente; acompañó a su
padre a la congregación y de regreso, cuando su hermana regresó a casa junto con
Bobby Rupp y vieron aquella película, se fue a dormir tranquilo… hasta que una
mordaza lo despertó.
Nancy, una niña prodigio en aprovechar su tiempo, diestra para todo aquello
en lo que quisiera utilizar su tiempo y, espléndida, delicada y bella en cuanto hacía
y con quien estuviera, despertó aquél día tan temprano como su padre para cumplir
con su agenda. Luego de su atento aseo personal matutino, una llamada cambió
sus planes y no podría acompañar a su papá a la sesión de la iglesia metodista, en
cambio, ayudó a una vecina de menor edad para poder preparar una tarta de
cereza, luego de lo cual paseó a su potra Babe hasta el arroyo a donde le gustaba
ir, dio una lección de tuba a una compañera de la escuela y después se reunió con
Bobby, con la sola idea en su cabeza de terminar por la paz (porque claro, siendo
él ajeno a su religión, ¿qué otra resolución podría esperarse de esa relación, en
especial, cuando la insistencia de su padre no cesaba y, desde luego, cuando
ambos fueran a universidades distintas), sin embargo, ante los ojos de aquél
muchacho, a quien se le había prometido en un futuro no tan lejano, una vida juntos;
una vida que resplandecía a futuro como el anillo que siempre portó ella en señal
de su cariño, no pudo sino pasar una tarde alegre junto a él, hasta que volvieron a
la casa Clutter, donde, en lugar de despedirlo de buenas a primeras, Nancy lo invitó
a pasar a ver una película, a cuyo término él se marchó en su auto y ella se dispuso
a dormir.

La Sra. Clutter sufría de desvaríos constantes, salidas y entradas recurrentes


del hospital de Garden City (distrito en donde se localiza el pueblo de Holcomb, en
Kansas), no obstante, luego de varios días a prueba en casa, aquél sábado parecía
ser “uno de esos días buenos”, en el cual se levantó de su cama y desayunó lo que
su esposo le dispuso, intentó entender las controversias que le planteó el Sr. Elm
en ausencia de Herbert y, cuando su esposo regresó por la noche, acompañó a los
demás a ver una película, luego de lo cual, regresó a la reclusión de su habitación,
luego de lo cual, no volvió a salir viva.

Por otro lado, Perry Smith y Dick Hickock, se reencuentran luego de que el
segundo hubiera por fin salido de la cárcel estatal; éste, le había dicho a Perry que
estuviera presto a su llamado, pues en cuanto recuperara su libertad, quería que lo
acompañara a dar un “gran golpe”, luego de lo cual, cada uno podría materializar
toda esa palabrería que una vez como reos, se contaron para matar el tiempo.
Después de unos malentendidos con unas medias y unas sogas, ambos sujetos
viajan a México con deseos de establecerse y disfrutar de la buena vida, pero sus
planes se vuelven de subsistencia cuando el poco dinero que tenían y los
benefactores -difíciles de hallar-, se acaban y caen en vista de que en las playas de
Acapulco y Cancún sólo se puede nadar y no vivir de ellas, ni de los tesoros
ahogados en el mar. Luego de probar suerte en la capital, ambos se desaniman y
concluyen por regresar a sus hogares.

A la par de su periplo, ambos rememoran los dichos y vericuetos de sus


vidas: Perry, en especial, aprehensivo y desdeñoso de cualquier persona que
pudiera presumir de mejor educación académica que él, no podía contemplar al
mundo sino como enemigo suyo, mientras que Dick, niño cuidado en una familia de
cuatro a quienes, aunque difícil para el padre, jamás les faltó comida en la mesa,
pero frustrado por las insuficiencias y carencias de su vida, buscó una salida que le
permitiera subsistir, de manera que para él, todo a su alrededor era un medio para
satisfacerlo o digno de ignorarlo.

Aproximadamente un año y medio después, ya de vuelta en EE. UU., hacen


una parada en Las Vegas para que Perry recoja unas pertenencias que se había
enviado desde México, luego de lo cual, una pareja de policías los señalan y
arrestan como sospechosos por el asesinato de la familia Clutter. Richard Eugene
“Dick” Hickock fue el primero en hablar e inculpó a Perry Edwards Smith como autor
intelectual y material de todo lo ocurrido en aquella noche de noviembre.

Uno de los aspectos más interesantes de esta obra -y muy a mi placer- es la


intercalación de historias y la narrativa que se hace de las reacciones de los
personajes, no ahonda tanto en detalles de indumentaria o escenografía, pero
puede apreciarse la personalidad de los sujetos a lo largo de toda la historia.
Otro aspecto propio del análisis literario, es la manera en que se enfoca al
protagonista, pues en un principio son la familia, cada uno en diversos momentos
de aquél día, pero se interpone en ella la historia de dos exconvictos con planes
poco claros y, más adelante en la narración, el detective a cargo del caso, para
concluir con la perfilación completa de los asesinos, cuyos interrogatorios, juicio,
encarcelamiento y múltiples postergaciones de ejecución de la máxima sentencia,
permitieron adoptar la historia desde esas perspectivas, lo cual permite analizar las
acciones de los asesinos y su reacción ante su esperada muerte; un debate poco
profundo pero totalmente apreciable en la última parte del libro en donde el derecho
y la ética personal, aunque no en disputa, no tienen ninguna necesidad de
traslaparse para poder decidir sobre la vida de alguien.

El descubrimiento del hilo que condujo al desenlace de ese caso, fue gracias
a un “soplón” y a los agentes de la “Agencia de Investigación de Kansas” y, desde
luego, al nivel mediático que este acontecimiento causó, pues tratándose de un
poblado menor, opacado por el centro del distrito de población; una familia
respetada por la comunidad y por la congregación de su credo, con nulos nexos a
cualquier motivo de odio o venganza, fuera posible que haya terminado bajo tales
circunstancias.

Referencias:

Capote, T. (1966). A sangre fría. México: Debolsillo.

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