Está en la página 1de 9

“Momentos Cruciales”

Commented [1]: Interesante título.

Etnografía

Valentina Sandoval & Valentina Torres


Sección 2
09 de marzo de 2019

Facultad de Ciencias Sociales


Departamento de Psicología
Antropología
.

Introducción

La siguiente etnografía surge inicialmente a partir de la motivación por sacar el máximo


provecho de la experiencia de familiarización (Montero, 2006) con la organización del
Comedor 421 de Valparaíso, correspondiente al trabajo en terreno realizado por nosotras en
el ramo de Taller de Observación de la Organización, profundizando en la interacción con lxs
participantes de ella, a la vez que optimizando tiempo y recursos para el desarrollo de este
trabajo pertinente al ramo de Antropología.
Sin embargo, cabe rectificar que el verdadero motivo de este estudio responde al interés
por conocer la historia de vida de algunxs de lxs pertenecientes a la organización
anteriormente mencionada y descubrir la relación que esta guarda con el quehacer de
voluntarixs en la organización que subsiste bajo la Corporación La Matriz.
Lo anterior, con el propósito de poder reconocer los factores presentes en el trayecto vital
de las personas que permiten transformar su visión entorno al mundo y acoger las demandas
sociales desde el trabajo personal y/o colectivo. Es decir, responder a la problemática de
¿Qué experiencias nos hacen tomar acciones ante la desigualdad? Commented [2]: La pregunta está bien, pero no sería
mejor acciones (en plural) que acción
Inicialmente pretendíamos recopilar la mayor cantidad de relatos posibles de diferentes
voluntarixs, pero en apremio del breve tiempo que tuvimos para generar instancias de diálogo
en un contexto más tranquilo, nos limitamos a realizar este estudio a partir del testimonio de
una sola voluntaria: la señora Sonia.

Descripción del lugar y sujeta de estudio

De acuerdo a las observaciones que obtuvimos al visitar el lugar elegido, -y también en


base a nuestras anotaciones-, identificamos al comedor 421 como un espacio medianamente
pequeño. Al ingresar al lugar se pueden apreciar inmediatamente las largas mesas que
recorren toda la sala y las sillas que las acompañan. En este lugar la gente que llega se
dispone a servirse. Más adelante, un pequeño pasillo de patio con algunas plantas, se
encuentra una mesa con bandejas de jugos y un lava platos para lavar estos últimos. A mano
derecha un par de baños, y a la izquierda la cocina.
La cocina no tiene un encargado específico, puesto que la mayoría circula constantemente
sirviendo platos y lavando los que van saliendo. Aún así, pudimos observar que la señora
Pascualita es la que cocina casi todas las veces y uno de los hombres (también adulto mayor)
la ayuda llenando los platos. Esta habitación cuenta con dos lavaplatos, grandes repisas de
loza, un estante con ollas y servicios y por supuesto, la cocina.
Al lado de esta misma, pero en una habitación separada, se encuentran unas duchas para el
que desee disponer de ellas. Son los visitantes del comedor quiénes solicitan a la
coordinadora poder hacer uso de ellas, siempre en un tono de respeto y con el único fin de
satisfacer una necesidad básica: la higiene. Por último y al fondo del pasillo, una pequeña
sala con una mesa y sillas, en dónde los participantes voluntarios del comedor se sirven once
e interactúan entre ellos.
En este lugar conocimos a la señora Sonia, una mujer sencilla y de voz fuerte pero dulce,
vistiendo su característico delantal cuadrillé blanco y verde, de aproximadamente de 55-60
años de edad. Lamentablemente, no se dio la instancia de preguntar su apellido, sin embargo
producto de conversaciones casuales pudimos dar cuenta de que vive en la zona de Quilpué y
que además, comenzó a asistir hace unos seis años aproximadamente como voluntaria al
comedor 421, tal decisión que nos contó a grandes rasgos, se debió más que nada a la
necesidad de ayudar a las personas que se encuentran vulnerables y que tienen pocos o nulos
recursos. (conversación personal, enero de 2019).
Observamos que la señora Sonia desempeña sus labores en conjunto con el grupo de
voluntarios encargados del funcionamiento del lugar, el cual opera los días martes en la tarde
y de vez en cuando asiste en otros horarios por falta de voluntarios. Ella se especializa
principalmente en el área del aseo y ornato del lugar, también ayuda en el área de cocina
preparando alimentos, en el lavado de loza en el comedor, y según escuchamos comentar a
otra voluntaria, también ayuda dentro del Ropero 421 (departamento que se encuentra dentro
de las dependencias de la organización y que cumple la función de entregar vestimenta a
quien lo necesite) ejerce la labor de clasificar donaciones, lavar y mantener en buen estado las
prendas que permanecen en el lugar y de asesorar beneficiarixs.
De su vida personal, la señora Sonia señaló en la mesa de interacción grupal, que tiene dos
hijos y una hija, todos adultos, quienes en conjunto con sus sobrinos, conviven en diferentes
paseos que realizan en algunas cabañas y comidas familiares. (comunicación personal, 8 de
enero de 2019). Su amabilidad y buena disposición en el voluntariado y con sus compañeros
de grupo, nos hizo decidirnos basarnos en ella, su vida y funciones dentro del comedor para
realizar el estudio.
En los capítulos siguientes abordaremos en profundidad los conocimientos que tenemos
acerca de la vida de la señora Sonia que pudimos desprender de algunas conversaciones con
ella, por ejemplo qué eventos de su vida o aspectos en general que quizás fueron
significativos y guarden relación con la ayuda que presta en espacios como el comedor, su
comienzo y sobre todo, cuáles fueron las grandes razones por las que ésta constante
necesidad de personas vulnerables, -como en situación de calle o ambiente inseguro-, la llevó
a tomar consciencia social y decidirse definitivamente a ejercer este voluntariado. Cada uno
de estos temas serán abordados en diferentes capítulos con el fin de responder a nuestra
pregunta de investigación.

El relato de un momento crucial

La señora Sonia nos contó sobre un suceso que le tocó vivenciar y que resultó ser muy
significativo para su vida.
Habló acerca de una inundación que ocurrió hace muchos años atrás en Valparaíso en el
Cerro Cordillera producto de un temporal, menciona que se encontraba con su hija y con una
compañera de colegio de esta última, que aún nadie había ido a buscar. Es por esto que
decidió llevársela, la lluvia era muy intensa y le preocupaba dejar a la pequeña sola. Nos
contó que prefirió ir ella misma a dejarla su casa pero que al llegar no había nadie en el lugar.
Pese a que esperó por mucho tiempo no habían respuestas y para cuando al fin llegó un
familiar a la casa, las calles estaban completamente inseguras e inundadas.
El problema es que cuando retornó a su hogar, quedó “atrapada” con el agua hasta las
rodillas por mucho tiempo mientras el agua de la lluvia corría como un río por las calles.
Quedó inmovilizada producto del miedo a avanzar y resbalar cayendo calle abajo.
Esperó y “suplicó al cielo” que apareciera alguien, hasta que se encontró con un caballero,
“un choro del puerto”, según dijo, que logró divisar moviéndose valientemente por la calle.
Fue él quién la ayudó a cruzar hacia un lugar donde podría pasar locomoción, luego de
haberse quedado empapada e impotente por largo tiempo. A pesar de éste insistirle en que
“bajara al plan” porque en el cerro no iba a encontrar ayuda, Sonia insistió en que no podía
irse a ninguna otra parte que su casa. Le agradeció y le insistió al hombre en que “se fuera
para su casa no más” porque andaba desabrigado y se iba a resfriar.
Posterior a eso, el caballero la dejó en la esquina de una vereda y, debido al agua, la
locomoción era nula, ya que posiblemente se encontraba desviada.
Se estaba haciendo oscuro, la desesperación que sintió, nos contó, fue muy grande puesto
que tenía a su hija en la casa sola, cosa que fue necesaria para poder venir a dejar a su
compañerita sin exponerla, y ante lo que, nos aseguró, no se arrepentía.
Después de angustiosos minutos, logró ver a lo lejos a una mujer, y de un momento a otro
apareció un auto que bajaba a duras penas. Sin haberse puesto de acuerdo con ella, pero de
manera cómplice, hicieron parar el auto que pasaba, corriendo a duras penas para quedar en
frente del vehículo y evitar que este bajara ignorándolas. Dice que de milagro ninguna se
cayó.
Finalmente, cuando se subieron al auto, se dieron cuenta de que vivían en lugares muy
cercanos dentro del mismo cerro. Ambas fueron llevadas sin problema, así llegando cerca de
sus respectivos hogares a salvo.
Cuenta que, “gracias a Dios” cuando llegó a su casa, estaba la luz cortada, pero su hija no
se encontraba sola. Coincidentemente, su hermano había pasado a su casa al no haber podido
irse a la suya, debido a la lluvia y la inundación que lo dejaron sin locomoción. Para su
tranquilidad, ambos se encontraban tomando once. (comunicación personal, 31 de enero de
2019).

La decisión de entrar a la organización: Una mirada consciente

Esta historia resulta muy significativa para ella, la angustia que sintió fue mayor, y el
hacerse cargo de las niñas en un contexto que le jugaba en contra es algo que aún recuerda.
De alguna manera, según dijo, comprendió que existen circunstancias en las que hay cosas
que “si no haces tú, no las hace nadie”. (Sonia, comunicación personal, 31 de enero de 2019)
Destaca la gratitud que sintió por la gente que se le presentó en el camino, y suponemos que
el pensar que hay quienes están completamente solos y que no exista la persona que los ayude
es algo que le conmovió profundamente.
Quisimos preguntar respecto al motivo específico por el cual decidió unirse al Comedor
421, sin embargo, a pesar de habernos confiado una historia sumamente personal, cabe
destacar que esto sucedió en un contexto en el cual nos encontrábamos casi la totalidad del
grupo de trabajo en un contexto de “once”, estando presentes los miembros más antiguos con
quienes ella ha compartido y gracias a quienes se debió haber sentido en confianza.
Posteriormente, únicamente compartimos instancias muy breves fuera del contexto de las
labores que nos correspondía realizar.
Ante esto, y considerando que no se dieron nuevas oportunidades de poder hablar más
profundamente con ella, pudimos desprender que probablemente esta fue una de las
instancias que contribuyeron a que la señora Sonia haya decidido formar parte de esta
organización, aunque naturalmente existe la gran posibilidad de que hayan otras que
desconocemos.
Creemos que su historia personal dentro del mismo espacio territorial (Valparaíso), en
conjunto con su participación religiosa dan sentido al trabajo voluntario que Sonia desempeña
al menos dos veces a la semana.
La sensación de que nos deja y que pretendemos plasmar en este trabajo, es que su
trayectoria de vida, de alguna forma la ha llevado hasta el lugar “mental” o de consciencia
desde el cual aporta a la sociedad con su contribución en el comedor solidario, ya que como
mencionan Cornejo, Mendoza & Rojas (2008) “en ciencias sociales, la utilización del relato
de vida ha mostrado importantes desarrollos, permitiendo articular significados subjetivos de
experiencias y prácticas sociales.”

Su rol dentro del comedor: Parte de la familia

Dentro de nuestras anotaciones, producto de la observación constante del movimiento y


ambiente que se genera en el comedor, pudimos dar cuenta lo que significa cada integrante de
este espacio tanto como para la misión de la organización, como para la comunidad que
conforma el voluntariado ese día específico.
La señora Sonia realiza diferentes tareas dentro del comedor. En este espacio que tiene
como función aportar un servicio sin fines de lucro, acciones directas y prácticas tales como
cocinar, ordenar, ayudar a cocinar, barrer, lavar loza, entre otras, son requeridas y totalmente
necesarias. Como espectadoras podemos dar cuenta de que ella realiza prácticamente todas
esas tareas dependiente del día o de lo que demande el momento.
Nos llama la atención el nivel de familiarización que existe dentro de este grupo de
voluntarios. Cada uno realiza sus funciones del día pero en todo momento interactúan unos
con otros entablando conversaciones personales entre ellos. En el caso de Sonia, la mayor
parte de las tareas que realiza son dentro de la cocina en conjunto de otras voluntarias, y entre
ellas siempre dialogan acerca de sus familias, hijos, sobrinos, paseos familiares, etc. Con
nosotras también se vivió ese tipo de comunicación, con la particularidad de que nuestro rol
en estos casos era predominantemente de oyente. “El fin de semana pasado fuimos a unas
cabañas, tenían un patio con parrilla donde mi hijo cocinó la carne y había mucho espacio
para que mis sobrinos, que son muchos, jugaran todo el día. Las mujeres nos encargamos del
resto de la cocina, hacer las ensaladas y lo demás y luego comimos todos juntos. La cabaña
era grande”(Sonia, comunicación personal, 31 de enero de 2019).
La interpretación que rescatamos del conjunto de nuestras anotaciones y experiencias de
observación, es que en primer lugar no sólo ayudas a las personas que asisten al comedor a
alimentarse, si no también es una buena compañía de grupo dentro de los voluntarios
tomando en cuenta que la mayoría son de la tercera edad, de alguna forma les resulta
reconfortante conformar un grupo en donde existen intereses similares o iguales, estilo de
vida etc. Lo segundo, -relacionado con lo interior-, llevar a cabo esta necesidad de ayudar al
otro sin esperar nada a cambio, no sería igual de enriquecedora si entre los mismos
voluntarios no existiera un ambiente de armonía, colaboración, simpatía, respeto y familiar
como el que ya hay actualmente. Se observa en la señora Sonia grandes amistades con otros
integrantes del grupo y siempre se le ve muy feliz ayudando.

Conclusiones

A modo de conclusión de este trabajo, resulta necesario señalar que existieron grandes
expectativas respecto a la información que esperábamos adquirir a partir de los relatos de lxs
voluntarixs. Sin embargo, a pesar de que no pudimos entablar conversaciones muy largas ni
tan fuera del contexto de trabajo debido a la formalidad entre nosotras como observadoras y
lxs voluntarixs del grupo en los encuentros, la fluida relación entre ellxs mismxs permitió que
pudiésemos aprender un poco sobre cada unx, especialmente de Sonia, quien al parecer no se
sintió incomodada de referirse a su historia de vida en nuestra presencia, hecho que nos honra
y ante lo cual nos sentimos agradecidas.
Sin duda su relato permitió hacernos una idea de la manera en que su operar como actora
social responde a elementos presentes en su personalidad que se han manifestado a lo largo
de su transcurso vital, muy posiblemente siendo el evento relatado uno de tantos momentos
cruciales que han forjado su carácter. Las constantes referencias religiosas hacen que su
participación en una organización predominantemente católica cobre un sentido lógico, al
igual que el haber vivido hace años en los cerros de Valparaíso concuerda con su
colaboración al bienestar de las personas más desfavorecidas del sector.
Creemos sin embargo, que la inquietud que sentíamos al comienzo de esta investigación
aún no está completamente satisfecha, puesto que hubiese sido interesante el poder haber
conocido en mayor profundidad las motivaciones y la percepción del trabajo realizado por la
señora Sonia, su visión del mundo y sus ideales, al igual que del resto del equipo de
voluntarixs.
Creemos que el haber podido lograr mayor cercanía y fluidez en la comunicación con la
organización y sus miembros hubiese sido una experiencia aún más enriquecedora de lo que
ya fue, habiendo podido así dar paso a encuentros más coloquiales y proclives para el
diálogo. Es por esto que esperamos volver a participar de instancias similares con el Comedor
421 o con alguna otra agrupación, con la esperanza de ahondar más en los relatos de las
personas que nos resultaron de gran interés debido a la admiración que despertaron en
nosotras, como en este caso resultó ser la extraordinaria mujer de delantal verde con blanco:
Sonia.

Anexos

A continuación se presentan imágenes de la entrevistada, realizando las diversas labores


que desempeña en la organización, extraídas de la página de Facebook del Comedor 421.
Sra Sonia realizando labores de aseo

Distribuyendo las donaciones del Ropero 421


Ayudando en las labores de cocina junto con Pascualita, su compañera desde hace años en la
organización.
Referencias

Cornejo, Marcela, Mendoza, Francisca, & Rojas, Rodrigo C. (2008). La Investigación con
Relatos de Vida: Pistas y Opciones del Diseño Metodológico. Psykhe (Santiago), 17(1), 29-
39.
Montero, Maritza (2006) Hacer para transformar. El método en la psicología comunitaria.
Editorial Paidós. Buenos Aires.

También podría gustarte