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piedad y ternura, no sólo con los pacientes y sus familiares, sino también con compañeros,
gestores, políticos, y con los propios médicos. Gervás, (2012)
Según Gervás y Fernández (2012) entienden que la frialdad terapéutica mal entendida cosifica
al paciente y al profesional lo entiende como una máquina. Entonces en la práctica clínica se
pierde los valores clínicos y sociales esenciales como es la implicación, el compromiso con los
pacientes, la ternura del trato al paciente.
Según Blasco (2004) afirma que: El humanismo es una actitud innata a la profesión médica. Un
médico sin humanismo es un “ente” muy próximo a lo que se podría denominar “mecánico de
personas” por muchos títulos que posea. El conocimiento científico no le habilita
automáticamente para cuidar a quien —por ser vulnerable a causa de la enfermedad— posee
especial sensibilidad para juzgar estas actitudes. (p.32)
Si queremos que la práctica médica sea más humanizada, tenemos que humanizar al médico.
Formar al profesional a través de un modelo que contemple los cuatro pilares de la medicina
familiar que son atención primaria, educación médica, humanismo y liderazgo. (Aparicio,
Cerda, Fernández, 2015, p. 106)
La iatrogenia, también mencionada como yatrogenia, es una alteración –sobre todo negativa–
que se produce en el estado de una persona a partir de la intervención de un médico. El
concepto, por lo tanto, se emplea para nombrar a un daño en la salud que fue provocado por
la acción de un profesional de la medicina.
Según Gervás y Fernández entendían que: La Medicina Armónica busca la concordancia con el
paciente, de forma que el médico y el paciente analicen las ventajas e inconvenientes de las
alternativas posibles (eficacia), y elijan las más adecuadas al paciente y a su situación y que
causen menos daño (efectividad), sin olvidar siempre el punto de vista de la 10 sociedad
(eficiencia). Se trata, pues, de ejercer una Medicina Armónica, con moderación, sin hacer daño
(o el mínimo posible, en cumplimiento del primum non nocere) y con sentido común. Es decir,
el objetivo es ofrecer una atención clínica clemente (moderada), segura (decente, con
prevención cuaternaria) y sensata (sentido común). (p.18)