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Juan Gervás subraya que la práctica clínica actual necesita empatía, compasión, cortesía,

piedad y ternura, no sólo con los pacientes y sus familiares, sino también con compañeros,
gestores, políticos, y con los propios médicos. Gervás, (2012)

Se entiende que la dimensión humana es la más extensa y completa y no se puede dividir o


fragmentar. Según Rogers (2000) entendía esta dimensión conforme a unas categorías: 1. El
respeto de los puntos de vista del paciente y la consideración de cada una de sus opiniones en
la toma de decisiones respecto a su salud. 2. El atender el bienestar psicológico del paciente. 3.
Recordar que el paciente es único e individual. 4. Tratar al paciente en su contexto familiar y
ambiente social y físico. 5. Poseer buenas cualidades de comunicación y para escuchar. 6.
Proporcionar confidencialidad y confianza. 7. Demostrar calidez y compasión 8. Ser empático.

Básicamente la dimensión humana es lo que va a formar al individuo. Dependiendo del


desarrollo de las categorías que se han citado antes se tendrán un comportamiento diferente.
Por ello, si el médico no posee una dimensión humana desarrollada se produciría lo que se
entiende por frialdad terapéutica. Esto ocurre porque el médico al realizar su práctica clínica
ejerce una distancia terapéutica como un seguro ante el sufrimiento del paciente. La distancia
terapéutica es el medio para que el médico afronte de forma serena frente al sufrimiento. Esto
no quiere decir que la distancia terapéutica impida que el propio profesional trabaje con
compasión, ternura, piedad. Gervás y Fernández (2012). Hay que tener especial cuidado
cuando se utiliza la distancia terapéutica ya que puede desembocar en la frialdad terapéutica.

Según Gervás y Fernández (2012) entienden que la frialdad terapéutica mal entendida cosifica
al paciente y al profesional lo entiende como una máquina. Entonces en la práctica clínica se
pierde los valores clínicos y sociales esenciales como es la implicación, el compromiso con los
pacientes, la ternura del trato al paciente.

Según Blasco (2004) afirma que: El humanismo es una actitud innata a la profesión médica. Un
médico sin humanismo es un “ente” muy próximo a lo que se podría denominar “mecánico de
personas” por muchos títulos que posea. El conocimiento científico no le habilita
automáticamente para cuidar a quien —por ser vulnerable a causa de la enfermedad— posee
especial sensibilidad para juzgar estas actitudes. (p.32)

Según Nizama-Valladolid (2002) definió el humanismo médico como: Es el quehacer médico


desarrollado con sumo respeto, amor y abnegación en bien del ser humano necesitado de
ayuda en el campo de la salud integral. Es un comportamiento de servicio continuo, pletórico
de valores humanos y éticos, que se brinda con un compromiso personal, profesional e
institucional idóneo; generando confianza y gratitud en el paciente, su familia y la comunidad.
De este modo el médico logra un sólido prestigio y liderazgo social.

Si queremos que la práctica médica sea más humanizada, tenemos que humanizar al médico.
Formar al profesional a través de un modelo que contemple los cuatro pilares de la medicina
familiar que son atención primaria, educación médica, humanismo y liderazgo. (Aparicio,
Cerda, Fernández, 2015, p. 106)

La iatrogenia, también mencionada como yatrogenia, es una alteración –sobre todo negativa–
que se produce en el estado de una persona a partir de la intervención de un médico. El
concepto, por lo tanto, se emplea para nombrar a un daño en la salud que fue provocado por
la acción de un profesional de la medicina.
Según Gervás y Fernández entendían que: La Medicina Armónica busca la concordancia con el
paciente, de forma que el médico y el paciente analicen las ventajas e inconvenientes de las
alternativas posibles (eficacia), y elijan las más adecuadas al paciente y a su situación y que
causen menos daño (efectividad), sin olvidar siempre el punto de vista de la 10 sociedad
(eficiencia). Se trata, pues, de ejercer una Medicina Armónica, con moderación, sin hacer daño
(o el mínimo posible, en cumplimiento del primum non nocere) y con sentido común. Es decir,
el objetivo es ofrecer una atención clínica clemente (moderada), segura (decente, con
prevención cuaternaria) y sensata (sentido común). (p.18)

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