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Abraham Aguilar Gutiérrez Exp.

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Dra. Ester Bautista Botello Tópicos de literatura comparada

La lucha del Nuevo Cine Latinoamericano y la "hipermercantilización" del cine de siglo XXI

El peor enemigo del manifiesto es la vigencia. Los documentos que dieron luz al Nuevo Cine
Latinoamericano pretendían separarse rotundamente de la construcción estética y económica del
cine Hollywoodense, no obstante, la situación en la que se encontraban ambas industrias en ese
momento es muy distinta de la actual. Si bien la evolución de la obra de los integrantes de dicho
movimiento ya es un tema denso, la evolución de las ideas no se queda atrás. Éstas parecen
difuminarse en la atomización y en la vasta oferta a la que hoy se enfrenta el espectador.
Partiendo de la revisión de los textos de Javier de Taboada, María Alzuguir Gutiérrez y el propio
Julio García Espinosa, se contrastarán el Tercer cine y el "cine desinteresado" contra la
hipercompleja y multiplataforma industria cinematográfica del siglo XXI.

El tropiezo del autor

La propuesta semiótico-estética del Tercer Cine brilló por su contundencia. En los manifiestos de
Solanas y Getino, así como el de García Espinosa y los textos de Glauber Rocha, se pregonaba
una distinción integral de las estructuras imperantes en el séptimo arte. Las formas de
producción, distribución, proyección y crítica del primer y segundo cine ejercían (y ejercen) una
hegemonía irresistible al resto de las formas fílmicas. De tal situación, nace el Tercer Cine.

La descripción de un cine colectivo, clandestino, evasor de la perfección para evitar su distinción


y por tanto su aristocratización, habría sido una propuesta utópica si no fuera por su puesta en
práctica. Aventuras de Juan Quinquín, así como el épico documental La hora de los hornos son
brillantes ejemplos de esa manera de hacer cine. Sin embargo, la figura de autor fue el lastre que
hizo gravitar al Nuevo Cine Latinoamericano de vuelta al cine de autor.

El artículo “Tercer Cine: Tres Manifiestos” de Javier de Taboada presenta un detalle del proceso.
Si bien el agente gravitatorio fue distinto para cada cineasta, tanto sus figuras como sus obras
relucen en la actualidad con ese matiz.

En el caso de Glauber Rocha, sus propias publicaciones claman por el reconocimiento de su


trabajo desde una figura autoral. Por la parte de Solanas, Getino y García Espinosa, fue la
recepción la que los lanzó a esa categoría. En el primer cuadro de La hora de los hornosse lee
“ESTE FILM HA OBTENIDO EL GRAN PREMIO DE LA IV MOSTRA
INTERNAZIONALE DEL NUOVO CINEMA PESARO 1 - 9 – JUNIO 1968”(Solanas). El
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reconocimiento por un festival de cine ya se considera una marca de elitismo y de producción


técnica bien lograda generada por un grupo de individuos determinado. El galardón termina
adjuntando la cinta al canon y distinguiéndola en los términos del sistema que el manifiesto pedía
distanciarse. El premio se vuelve su condena.

La misión hecha mercancía

Dentro de las características mencionadas en los manifiestos se encuentra la pertinencia. El papel


del cineasta revolucionario descrito por Solanas y Getino en "Hacia un tercer cine: Apuntes y
experiencias para el desarrollo de un cine de liberación en el tercer mundo" se ve saboteado por
la mercantilización y la estetización de sus obras. En el cuarto apartado del manifiesto, los
integrantes de Cine Liberación describen una de las trampas de la hegemonía cinematográfica
estadounidense:

Una de las tareas más eficaces cumplidas por el neocolonialismo ha sido la


dedesvincular a sectores intelectuales, sobre todo artistas, de la realidad
nacional,alienándolos en cambio detrás del “arte y los modelos universales”.(9)

La propuesta del tercer cine pretendía romper de manera integral con ese esquema. Valiéndose de
la cámara como "la inagotable expropiadora de imágenes-municiones"(13), el cine de Solanas y
Getino buscó crearse a sí mismo y denunciar las injusticias de la realidad inmediata. Sin
embargo, unas décadas más tarde el sistema neocolonial no falló en regular la divergencia
latinoamericana y enriquecerse de ella.

En el siglo XXI la hegemonía en la industria cinematográfica ha logrado hipercomplejizarse en


pos de su comercialización. Bajo los estandartes de "inclusión", "tolerancia", y "proactividad", ha
logró capitalizar toda forma artística, haciendo necesario su consumo desde el deber social y el
capital simbólico. En el caso de los textos de Solanas, Getino, Espinosa y Rocha su lectura se
retoma para "conocer" (porque uno debe hacerlo) y "apreciar" en tanto obra de arte. La revisión
del Nuevo Cine Latinoamericano en el siglo XXI (así como el resto de las alternativas artísticas)
cae en una categoría de consumo esnob que sofoca la misión revolucionaria del Tercer Cine.
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La revolución en tiempos de streaming

La hipermodernidad es el acabose del capitalismo. El tiempo entre el nacimiento de un discurso


alterno y su capitalización es casi instantáneo. La oferta artística se ha subdividido en millones de
perfiles de consumo que abarcan todos y cada uno de los gustos. Las nuevas plataformas alentan
a los consumidores a producir contenido sin la necesidad de integrarse al sistema artístico de
élite, presentando una muy bien regulada ilusión de arte democrático. Hasta los manifiestos
tienen la moneda de por medio.

La vigencia de los Manifiestos reside en la problemática que denuncian. El neocolonialismo y las


injusticias que implica se muestran más vigentes que nunca. La inmediatez de la información
erradica cualquier posibilidad de incertidumbre. No obstante, las propuestas de Cine Liberación y
“Por un cine imperfecto” se verían rápidamente coartadas por la hipercompleja plataforma
capitalista del arte. Si en los sesentas fue el star system y la producción hollywoodense la que
ejercía la hegemonía, hoy es la multiplicidad de los servicios de streaming. Un manifiesto como
el del Nuevo Cine Latinoamericano en el Siglo XXI sería una categoría más de Netflix para
consumir.

A pesar de todo lo dicho, la situación no es del todo terrible. La profusión del contenido garantiza
un aparato crítico en constante renovación. Si bien las estructuras del cine contemporáneo
fomentan el consumo frenético, éste implica una metacognición cada vez más activa. La barrera
entre productor y espectador se va difuminando en un ritmo dramático, el capital sigue regulando
el quehacer, pero los elementos sobre los que se ciñe son cada vez más periféricos. Estamos en la
era del cine digital, del cine por kilo, ¿será que también nos estamos acercando al imperfecto?
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Bibliografía

Alzuguir Gutierrez, Maria. «De lo imperfecto a lo popular.» Cinema Comparat/ive Cinema


(2016): 55-61.

De Taboada, Javier. «Tercer Cine: Tres Manifiestos.» Revista de Crítica Literaria


Latinoamericana (2011): 37-60.

García Espinosa, Julio. «Por un cine imperfecto (veinticinco años después).» García Espinosa,
Julio. La doble moral del cine . Madrid: S.L. OLLERO Y RAMOS EDITORES, 1996.
146-154.

La hora de los hornos. Dir. Fernando Solanas. 1968.

Solanas, Fernando y Octavio Getino. «Hacia un tercer cine: Apuntes y experiencias para el
desarrollo de un cine de liberación en el tercer mundo.» Octubre de 1969.

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