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Ps Alex Donnelly
1 CORINTIOS 3:5 - 15
Introducción
Habiendo presentado un análisis de la condición humana, en 1 Cor 2:14 – 3:4, Pablo ahora pasa
a una sexta sección en este discurso acerca de las divisiones en la Iglesia. Vuelve a tratar el
tema del ministerio cristiano, pero esta vez enfocando sobre ciertas distinciones humanas que se
hacían en el ministerio, y la forma correcta de evaluar la obra de los siervos de Dios.
Habiendo establecido que detrás de las divisiones en la iglesia, estaba la ‘carnalidad’ de los
hermanos (v.4), Pablo ahora procede a explicar en qué consiste el ministerio cristiano, y cómo
deben evaluar a las personas que trabajan en ello. Usa el ejemplo de Apolos y de sí mismo, para
ayudarles a reflexionar.
Pablo comienza hablando en forma casi despectiva de sí mismo y de Apolos: “¿Qué, pues, es
Pablo, y qué es Apolos?” (v.5a). No dice, ‘Quién’, sino ‘Qué’; casi dando a entender, ‘¿Qué
cosa es Pablo…?’ Podemos comparar lo que dice en el v.8 – “el que planta y el que riega son
una misma cosa…”
La palabra es ‘diakonos’, que significa ‘un siervo que atiende a las mesas’. Era alguien de poca
importancia en la casa; su tarea era atender a los comensales. Lo que Pablo está diciendo es que
las personas importantes son aquellas que están en la iglesia – los que necesitan el alimento
espiritual. Los ministros son llamados a servirles a ellos.
En 1 Cor 4:1 Pablo vuelve a enfatizar esto, cuando dice, “téngannos los hombres por servidores
de Cristo”; aunque aquí la palabra en griego es ‘juperetes’ (‘siervo’, ‘subordinado’).
En vez de estar jactándose que uno sigue a Pablo, y otro sigue a Apolos, todos los creyentes en
la iglesia debían haber reconocido que Pablo y Apolos eran solo siervos de Dios; no gente de
gran importancia, como para estar siguiéndoles.
La RV traduce este verso, como si Pablo estuviera diciendo que los ministros son colaboradores
de Dios; es decir, que estaban al mismo nivel de Dios, y trabajaban juntamente con Él. Pero ese
concepto sería totalmente equivocado. Lo que Pablo está diciendo es que él y Apolos son
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colaboradores entre sí; es decir, no están en competencia, sino que quieren trabajar juntos,
apoyándose mutuamente en la obra. Se podría traducir, ‘trabajamos juntos en la obra de Dios’.
Pablo y Apolos estaban en la obra simplemente porque el Señor los había llamado a ello.
Es más, los ministerios que desarrollaban, lo hacían bajo la providencia de Dios. Pablo
‘plantaba’, y Apolos ‘regaba’, pero solo porque Dios así lo había determinado. Por eso,
Pablo llega a la conclusión, que “ni el que planta es algo, ni el que riega” (v.7a); los dos son
“una misma cosa” (v.8a).
Si los ministros no son importantes, entonces ¿de donde viene el éxito en la obra? Pablo es muy
claro – viene única y exclusivamente de Dios. Por eso Pablo enfatiza en los dos versos: “el
crecimiento lo ha dado Dios…Dios, que da el crecimiento”.
La palabra en griego se usa del crecimiento de plantas (Mat 6:28); algo que evidentemente Dios
da, no los hombres. También del crecimiento de los seres humanos (Lucas 1:80), que de igual
modo está bajo el control de Dios. Pero Pablo usa la palabra aquí del crecimiento del
evangelio, en el corazón de las personas (comparar Hch 6:7; 12:24; 19:20). ¡Eso también es
obra de Dios, no de los hombres!
Al seguir unos a Pablo, y otros a Apolos, lo que los creyentes estaban haciendo era dar a
entender que uno era mejor en la obra que el otro; es decir, que tenía mejores resultados. “Eso”,
dice Pablo, “es un error fundamental”. No es el hombre que da el crecimiento, sino Dios.
a. La iglesia es una casa, donde la tarea de los ministros es servir las mesas (v.5).
b. La iglesia es una chacra, donde la tarea de los ministros es plantar y regar (v.6-9a).
Podemos notar que en ambos casos, tanto la ‘comida’ que se sirve, como la ‘semilla’ que se
planta, son dadas por Dios; no vienen de los ministros.
En este caso, solo Dios puede dar el fundamento (v.11); el fundamento es el mensaje de ‘Cristo
crucificado’. La primera tarea de los ministros es colocar este fundamento.
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PERO, una vez que el fundamento está en su lugar (es decir, una vez que se ha predicado el
evangelio, y la iglesia se ha establecido), los ministros tienen la responsabilidad de
seguir construyendo; esta tarea es el discipulado.
Ésta, sí, es la responsabilidad de los ministros, y ellos deben tener cuidado como hacen esta
labor (v.10b). En esta tarea, los ministros tienen que hacer una elección bastante sencilla - ¿qué
material van a usar?
Hay dos posibilidades: material ‘noble’ o material ‘rústico’ (v.12). Uno cuesta más que el otro,
y por ende, la obra avanza con lentitud. ¿Cómo escoger?
Por ende, la recomendación de Pablo es clara (aunque implícita): “Trabaja con material ‘noble’.
No te preocupes tanto por la cantidad de obra que se hace, sino por la calidad de ella”.
Conclusión
Los hermanos en Corinto, por su ‘carnalidad’, estaban evaluando mal a los siervos de Dios, y
por ende se estaban peleando entre ellos, y parcializándose tras uno u otro ministro espiritual.
Pablo enseña que todos los ministros están al mismo nivel ante los ojos de Dios, y que lo
importante no es tanto la cantidad de obra que se hace, sino la calidad de ello.
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