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Karen Ui
Karen Ui
DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
FACULTAD: Ingeniería (Civil) ASIGNATURA: Preseminario
A pesar del incesante avance de las poblaciones, que buscan dar espacios de vida a casi 50 millones de habitantes,
en su mayor parte concentrados en ciudades de las montañas de los Andes y la costa del Atlántico, el millón largo
de kilómetros cuadrados de territorios y sus mares asociados todavía cuentan con inmensas zonas que no han
sido tocadas por el hombre o que conservan vestigios importantes de los antiguos nichos ecológicos del país.
No se han distinguido los habitantes de Colombia por sus prácticas conservacionistas o respetuosas con el medio
ambiente y con los preciosos tesoros naturales que inundan los territorios del país. Un terrible sino destructivo
ha existido desde siempre, una particular pasión por acabar con pájaros, patos, venados, ardillas, nutrias, tigres,
perezosos, serpientes; un instinto por pescar hasta la extinción utilizando métodos terribles como la dinamita o
venenos o redes que no dan espacio para la continuidad de las especies. Pero es tan inmenso el territorio, tan
diverso, tan misterioso, tan acogedor, que aún en las montañas que rodean a Medellín, la ciudad de casi tres
millones de habitantes donde vivo se dan avistamientos de pumas, mientras que vistosas, aunque limitadas,
bandadas de guacamayas surcan sus cielos urbanos. Y si esto ocurre en zonas urbanas, es absolutamente
espectacular el desfile de especies únicas que habitan las selvas, las llanuras, los páramos, las costas, los ríos y las
altas montañas.
Y parece que la conciencia colectiva ha ido evolucionando y hay esperanzas
de una nueva era de espíritu generoso y conservacionista, jalonado en buena parte por la separación de grandes
extensiones de territorio en la forma de parques nacionales y regionales, y de áreas de reserva de fauna y flora. A
esto seguramente va a contribuir esta película, con sus mensajes sugerentes y decididamente comprometidos con
el mundo natural. Su éxito ha sido notable, ya se ha convertido en la película colombiana de mayor número de
espectadores en la historia del cine nacional.
La verdad es que mucho de esto nos llega desde afuera, como se aprecia en la película misma, en la cual es
evidente la influencia de visiones conservacionistas, claramente bienvenidas, pero poco comunes en la esfera
popular local. La narración misma que acompaña al desarrollo del filme, si bien está leída en español, por un
gran lector de voz agradable y bella, deja una sensación constante de que se está leyendo una traducción y no un
escrito original en español. Es una lástima, pues se pierde, al menos en parte, el gran sentido poético de la
fotografía, que pudiera haber sido resaltado por algún bello texto que aportara cadencias literarias y musicales.
Colombia Magia Salvaje es un momento de gloria para la naturaleza. Existe el riesgo de que represente
glorias en deterioro y extinción. De ahí su importancia para inspirar nuevas tendencias y nuevos
comportamientos, que hagan que la belleza continúe, cada vez más prevalente e integrada al hombre mismo en
muchos aspectos; cada vez más libre, separada, equilibrada y abundante en otros.
El vistoso y brillante vuelo del colibrí samurái es el primer golpe de color de una película que derrocha, como un arcoíris, coloración,
matices y tonalidades. El combate en defensa de su territorio de estos pequeños pájaros nos asombra y nos habla de su arrojo. La toma
estática de uno de ellos mientras bate sus alas 60 veces por segundo nos maravilla. Este es solo el comienzo de una cinta que nos
conmoverá, hasta la raíz, con cada imagen, cada sonido, cada descripción.
Con la maestría con que una elegante y pausada mariposa Morfo bate sus alas, o el armonioso planear de un cóndor, el lente de los
camarógrafos de Colombia Magia Salvaje nos lleva de viaje por una majestuosa y muchas veces desconocida Colombia.
A través de sus cámaras vamos descubriendo la geografía colombiana y su fantástica fauna. Las nieves eternas de nuestra tierra se abren
ante nuestros ojos con todas las tonalidades de sus blancos azulosos, los secretos de sus cráteres, lagunas, hondonadas y cúspides. Volamos
sobre el Nevado del Cocuy, al sur del país, y al norte, a escasos 80 kilómetros del Caribe, sobre la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los suaves verdes, amarillos y plateados de los frailejones y otras plantas de los páramos, guardianes de nuestras aguas, nos desgranan gota
a gota su historia en peligro. Y las múltiples selvas del país nos arropan con sus húmedos verdes, sus altas palmas de cera y sus ríos.
Disfrutamos oyendo el excitante ronquido del cocodrilo del Orinoco cuando llama a su dama, el grito del mono aullador, el delicado
llamado, casi como un trino, del tití cabeciblanco y el silencioso, pero amenazante, deslizarse de una enorme anaconda.
Acompañamos varias cacerías; la de la diminuta rana dorada, la más venenosa del mundo, cuando, escondida entre la hojarasca de su selva,
dispara su pegajosa lengua y atrapa arañas y hormigas; la del ágil arawana, pez amazónico que salta fuera de las aguas, hasta dos metros,
para capturar su presa, y cuyo macho esconde sus alevinos entre la boca para protegerlos. Pero la más extraordinaria es la de un soberbio
jaguar, el felino más grande de América, que pacientemente persigue una manada de cerdos salvajes, o chácharos, hasta lograr cazar uno.
En el Pacífico, en la isla de Malpelo, aprendemos sobre las extrañas costumbres de los piqueros y nadamos con escuelas de tiburones
martillo y, en la Bahía de Utría, visitamos un paridero, donde las gentiles yubartas vienen a parir sus ballenatos. La invasión de cangrejos
negros en la Isla de Providencia, en el Caribe, nos sorprende por su número y el juego de los delfines rosados en el Amazonas nos deleita.
Recorremos las extensas llanuras, los caudalosos ríos, el color de las algas del Caño Cristales y el misterio de los tepuyes y de las pinturas
rupestres de la Serranía de Chiribiquete. Poco de nuestro extraordinario mundo salvaje se queda por ver en esta cinta.
Pero todo, absolutamente todo esto está en peligro de desaparecer. La ambición e idiotez del hombre está por destruirlo y así queda muy
claro en esta película. Por eso, debería ser vista por todos, colombianos o no, para que dolorosamente comprendamos lo que estamos
destruyendo.
En 90 minutos, los realizadores invitan a descubrir o reencontrar el "paraíso que aún existe"14 en el país con un recorrido que
va por la Sierra Nevada de Santa Marta y explora las tierras de los Llanos Orientales, el Chocó, las islas
de Malpelo y Gorgona, el Caribecolombiano, la serranía de Chiribiquete, la isla de Providencia y la región andina.
El objetivo de la película es mostrar diversas escenas de la biodiversidad colombiana: el vuelo del cóndor de los andes, ave
insignia de Colombia de más de tres metros de envergadura; el apareamiento y nacimiento de los cocodrilos en peligro de
extinción en el río Orinoco; el vuelo y metamorfosis de la mariposa morfo azul; la dieta del oso perezoso; la apariencia de
la anaconda, que puede superar los 100 kilos de peso; la caza del pez arawana, que atrapa a su presa saltando fuera del
agua del río Amazonas; y el jaguar, el tercer felino más grande del mundo.3
Se trata, según la productora ejecutiva Ellen Windemuth de Off the Fence, de una cinta con una minuciosa investigación
científica nunca antes vista en el cine colombiano, sobre la multitud de hábitats pero también sobre las amenazas
ambientales masivas a las que están expuestos.3
Además contiene un mensaje de conservación: “la película retrata los ecosistemas más propensos a la degradación por la
mano del hombre, incluidos aquellos que habitan el jaguar y la rana dorada, dos de las especies más amenazadas del país.3
El filme retrata especies que, como los colibrís y los osos perezosos, hasta hoy forman parte integral del paisaje nacional. Su
existencia pende de un hilo, particularmente como resultado de la eliminación de los delicados ecosistemas que hasta ahora
les han dado hogar y sustento. En ese sentido, la película y su masiva reproducción notifican a los colombianos de la enorme
responsabilidad que tienen de resguardar esos espacios irrecuperables.15
Además, propone un llamado a la acción, según Martín Nova, vicepresidente de Mercadeo del Grupo Éxito: “Si no cambiamos
la actitud depredadora actual, estos paisajes, parques, nevados o fauna en vía de extinción podrían no existir en algunos
años y estas imágenes serán solo un testimonio de lo que fue, de lo que existió”.3
Según el director Mike Slee, el objetivo de la película era encantar al público local, lograr en ellos una reacción y al final una
actitud de protección frente a la naturaleza: “cuando uno tiene una audiencia enamorada, y ve que eso está en peligro, es
más fácil reaccionar para proteger lo que ama. Por eso construí ese guion: que esos animales, esos seres que aparecen ahí,
generen una emoción. Y luego, una reacción”.15
Según el documental, nos expresa la magia y mas que todo como los beneficios de la naturaleza
colombiana tiene ocultos y nos han sido revelados hasta la actualidad. Para algunas personas el
documental atrae al extranjero para que invierta y ha si acabar con la naturaleza colombiana que
para algunos nunca existió; ¿por que digo eso?, por que hay mucha gente que no es consiente
de que estamos acabando con nosotros mismos y hacia la nueva generación que viene a seguir.
“Dado que el hombre no hace reflexión al pensamiento de la naturaleza hacia un futuro necesario
para la humanidad…”