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La XXXIV Convención Nacional Extraordinaria Dr. Pedro A. Franco Badía del 3 de diciembre de 2017 reeligió a Miguel
Vargas presidente del PRD.
Manuel Figueroa
Santo Domingo
El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la más antigua organización del sistema político
nacional, enfrenta un difícil desafío jurídico-político que lo coloca contra el tiempo para seleccionar
sus candidatos, y amenaza con impedir la participación en el proceso electoral de 2020, llevando al
fondo su diezmada popularidad.
La nueva crisis de la agrupación fundada en 1939 y convertida en el más importante aliado del
gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ha estallado a solo 54 días para iniciarse los
plazos fatales que permitirán elegir los candidatos presidenciales.
Su principal valladar a vencer ahora es la sentencia del Tribunal Superior Electoral (TSE) emitida la
semana pasada, la cual representa un duro golpe para la organización, y vuelve a dimensionar el
enfrentamiento por el control de la organización que mantienen los grupos liderados por Miguel
Vargas y Guido Gómez Mazara.
Esta lucha se prolonga desde 2017, cuando los magistrados de la máxima autoridad en materia
contenciosa electoral emitieron su primer controversial fallo, que al igual que ahora anuló el proceso
de reforma estatutaria y declaró ilegal la dirigencia del PRD.
La repercusión de la sentencia exasperó a sectores del poder que intentaron presionar a los
magistrados del TSE y llevaron al presidente del Senado, miembro del Consejo Nacional de la
Magistratura y secretario general del PLD, Reinaldo Pared, a amenazar con un juicio político contra
los tres magistrados que votaron a favor, incluyendo al presidente Román Jáquez.
En esta ocasión, en lo que sí hay que estar de acuerdo, es que la realidad del partido adquiere una
connotación altamente dramática para los perredeístas.
Se plantea inclusive, con real asidero, la eventualidad de una forzosa abstención electoral del PRD,
si su dirigencia vuelve a embarcase en una maraña de tecnicismos jurídicos y no logra con premura
convocar su Comisión Política, Comité Ejecutivo Nacional, Convención Nacional o Convención de
Delegados como establecen las legislaciones, para poder renovar los puestos de dirección.
O sea, que el PRD está bajo la camisa de fuerza que imponen las leyes de Partidos Políticos (33-18)
y de Régimen Electoral (15-19), con la impronta de que sus órganos de dirección quedaron anulados,
incluyendo las decisiones de la presidencia de Miguel Vargas, cuando los plazos electorales
comienzan a correr sin pausas en junio próximo.