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GEORG LUKACS y LA CATEGORtA DE

TOTALIDAD *

A. PérezEstébez
Universidad de Maracaibo
VenezueJa

I. INTRODUCCIÓN

PODRÍAMOSINTENTAR DEFINIR "TOTALIDAD" como la unidad


de lo múltiple o la multiplicidad de lo uno. Es decir, ~~tota-
lidad" viene a expresar esa armonía de los opuestos de
que habló por primera vez el viejo y malhumorado Herá-
cUto. Fue efectivamente el filósofo de };:feso quien desen-
trañó en sus andanzas por el Asia Menor el misterio de la
multiplicidad única y de la unicidad múltiple, o dicho en
otros términos, el descubridor de la categoría de totalidad.
El uno, el ser era -para Heráclito- el fuego. Pero así
como el fuego subsiste consumiendo el elemento que arde,
así en el universo de Heráclito el ser se conserva a través
precisamente de una transformación incesante de un ele-
mento en otro. Recordemos el camino de subida y de ba-
jada de que habla Diógenes Laercio y según el cual la
tierra se cambia incesantemente en agua y ésta a su vez
en fuego y viceversa, para cerrar un circuito circular. 1
Mientras cada momento de la circunferencia se transforma
sin cesar en el siguiente, la circunferencia como tal se
mantiene estática y justamente, la circunferencia permanece
cerrada por el equilibrio irrompible entre los distintos mo-
mentos que la integran. Sin los momentos particulares en
o Este artículo intenta reflejar el espíritu del pensamiento .Iukac-
siano en tomo a la "totalidad", aunque muchas veces las cosas dichas
en él no se encuentren textualmente en sus obras. Frecuentemente
hemos leído lo dicho entre líneas, lo no dicho directamente, lo im-
pensado del que nos habla Heideggeren Der Satz vom GrUM.
1 Di6genes Laercio, IX, 8-9.

67
...,
1"

68 Georg Lukács y la categoría de totalidad


continuo cambio no se explicaría la totalidad de la circun-
ferencia. Sólo en esta concepción circular del todo, del
ser, podemos entender el aforismo aparentemente contra-
dictorio de Heráclito, que reza: "A medida que algo se
aleja del fuego se va acercando a ér'. 2 En este universo la
totalidad existe en y por lo particular, y viceversa lo par-
ticular existe en y por la totalidad. El ser, lo uno se realiza
en el devenir de lo múltiple, y el devenir, el cambio, lo
múltiple no se da sino dentro del ser y de lo uno. Los
momentos particulares no pueden aislarse y separarse, ya
que son en la totalidad; fuera de ella no serían. Por otra
parte, los momentos particulares no pueden ser absorbidos
por la totalidad; ésta, por el contrario, se afirma y se
realiza justamente en todos y cada uno de los momentos
particulares. Este equilibrio, armonía y relación de lo uno
a lo múltiple y viceversa, es esencial para entender la cate-
goría heraclitiana de totalidad. De aquí que frecuente-
mente se interprete mal el pensamiento de Heráclito, al
hacer hincapié solamente en lo múltiple, en el devenir, y
se olvide en la sombra la totalidad permanente, el ser
estático y circular del Logos. Así lo interpretaron Spengler
y Bergson, para llevar el agua a su molino, y, al hacerlo,
descuartizaban la categoría de totalidad; categoría que,
como hemos visto, es el fundamento último, la realidad
pirética de todo el pensamiento heraclitiano. Igualmente
erróneo sería destacar exclusivamente la permanencia del
Uno o Logos y transformar este mundo en universo par-
menídeo. Heráclito es el filósofo del ser y del devenir, de
10 uno y de lo múltiple; o mejor, del ser en el devenir y
del devenir en el ser, de lo uno en lo múltiple y de lo
múltiple en lo Uno: el filósofo en fin de la totalidad.
Muchos siglos más tarde Hegel va a retomar en su
pensamiento la categoría heraclitiana de la totalidad casi
abandonada en el olvido. En su Lógica, al hablarnos de la
filosofía como desarrollo de la idea y del absoluto, nos
dice que ~'el todo se presenta como un círculo de círculos

Diels (H.), Die Fragmente del' Vorsokratiker (9.&edic. revisada


2
por W. Kranz), Berlín, 1960, fragmentos 103 y 76.
Georg Lukács y la categoría de totalidad 69
en donde cada círculo menor es un momento necesario". 3
Cada filosofía particular tiene sentido sólo y en cuanto
momento de la Filosofía; cada momento particular es un
momento de la Idea general que avanza en círculos con-
céntricos, cada uno englobando y superando al anterior.
Cada círculo no tiene justificación ni verdad sino en cuanto
absorbe al anterior y se abre hacia el siguiente, es decir,
en cuanto forma parte de la totalidad. Y esta totalidad
infinita no es algo trascendente, opuesto y negación de lo
finito, como había vislumbrado Platón y había dogmatizado
el cristianismo a partir de San Agustín; esta totalidad infi-
nita se realiza por medio de círculos sigzagueantes cada
vez más abiertos y englobantes. Cada uno de ellos aislado
es infinito, pero enlazados son eldesarrollo de lo Infinito. 4
He ahí la totalidad hegeliana manteniendo la relación
original heraclitiana de lo Uno y la múltiple, de lo nece-
sario a lo contingente. Pero algo muy importante ha cam-
biado: mientras en Heráclito el Uno, Lagos, es un círculo
estático, en Hegel este Uno, Logos o Idea es algo en
desarrollo, en un continuo despliegue, en una espiral ascen-
dente. Y el origen de esta diferencia entre Heráclito y
Hegel radica en que Hegel ha echado al aire una realidad
que Heráclito estaba muy lejos de otear: la historia. La
Historia o realización ascendente del Absoluto se relevan
para entregarse sucesivamente el aliento del Absoluto, que
ellos a su vez había recibido. Dios se encarna en la Historia
como proceso sin retorno y sin repetición. El mundo de
Heráclito era un mundo de vueltas cíclicas y de incesantes
retornos y repeticiones; más que el filósofo del devenir,

3 Hegel (G. W. F.), Encyclopédie des sciences philosaphiques. La


science de la logique (traducción francesa de Bemard aourgeois), Pa-
rís, 1970, p. 157.
4 Hegel, o. e., P. 357. Es interesante la descripción hegeliana del
falso infinito como lo opuesto y la supresión de lo finito.
Gouliane (C. l.), en Hegel (]U la philosophie de la crise, París,
1970, p. 342, nos dice textualmente: C< dans la pensée de Hegel, le
fini et l'infini sont inséparables, immédiatement pénetrés l'un de l'autre,
immédiatement déterminés l'un par l'autre... 11 n'ya pas de raisons
de séparer ces catégoI1ieset de les opposer l'une a l'autre. En ré,alité
elles sont inséparables et ne font qu'un".
j: 70 Georg Lukács y la categoría de totalidad
Heráclito es el filósofo del "revenir», como dice acertada-
mente Jean Brun. 5 El mundo hegeliano es un mundo en
espiral ascendente y englobante, sin repeticiones posibles;
i' Hegel es el filósofo del auténtico devenir. La totalidad de
Heráclito, su Logos es permanente y estático; lo cambiante
son los momentos de esta totalidad. La totalidad hegeliana
por histórica es tan cambiante como sus momentos. Sólo
lo inerte es estático, pero la Idea hegeliana posee vida e
impulso, es decir, historia, y, por tanto, se mueve y deviene
constantemente.
He ahí dos modelos dialécticos de totalidad inmanente.
Ambas totalidades se realizan en y dentro de este mundo.
Cada cosa particular, aparentemente pasajera y contingente,
encierra un momento de la totalidad eterna y necesaria.
Estas totalidades de Heráclito y Hegel se hacen en y con
los objetos diarios: en y con el agua y las rocas, en y con
los mares y las estrellas, en y con los hombres y los
pueblos.
Contrapuesta a estas totalidades inmanentes y dialéc-
ticas, podemos suponer otra totalidad trascendente, eterna
y estática. Esta totalidad la pensó por primera vez Platón
y la eternizó Agustín en el Cristianismo. Esta totalidad
platónica trascendente encierra la auténtica realidad, en la
que se identifican la verdad, la bondad y el ser. El ser
eidético e inteligible es verdaderamente, mientras los seres
de este mundo no-son sino sombras o imágenes pasajeras,
que se esfuman y se desvanecen. Y son imágenes por par-
ticipar de alguna manera del ser verdadero de las Ideas
que constituyen la única realidad y la totalidad del ser.
El árbol tembloroso, el río transparente, las montañas enca-
necidas y el hombre de la ciudad o del desierto no tienen
más realidad que las imágenes de una pantalla de televisión;
y la poca que tienen la reciben de ese otro transmundo
auténtico, perfecto e infinito. Cada objeto finito y esfu-
mante es la huella de lo infinito y permanente. Esta tota-
lidad platónica es el modelo de toda totalidad ideal tras-

5 Brun (Jean), lIéraclite (philosophes de tous les temps), París>


1969, p. 46.

- - -
Georg Lukács y la categoría de totalidad 71
cendente, llámese ésta Ideas, Dios o Uno. Nuestro mundo
sensible o puro devenir se cierra y se completa en un trans-
mundo perfecto que es.
Trascendente e inmanente, ser y devenir, Platón y Herá-
dito, dos arquetipos de concebir una totalidad. El cristia-
nismo, a partir de Agustín y del Pseudo-Dionisio buscarán
la perfección y la totalidad en una transvida que se iden-
tificará con la intuición de la divinidad eterna, infinita e
inmutable. Hegel -ya lo hemos visto-, y con él Marx,
seguirán las huellas de Heráclito y rastrearán el Infinito,
el Logos, la Idea en este mundo, en la sociedad de los
hombres, en la historia.
dCuál es la totalidad que Lukács abrazará: la estable,
esencial y trascendente de Platón o más bien la resbaladiza
e inmanente de Heráclito? He ahí el objetivo de este
trabajo; objetivo que definiremos en la medida en que el
mismo Lukács lo vaya haciendo en el curso y transcurso
de algunas de sus obras y de su vida.

11. TOTALIDAD EN LUKÁCS

A. Totalidad en la "Teoría de la novela"


Comencemos por Teoría de la novela, escrita bajo la
influencia de sus recientes estudios en Berlín y Heidelberg
y a la sombra de sus maestros Windelband, Rickert, Dilthey,
Husserl y Simmel. Lukács escribe esta obra probablemente
en Budapest en 1916, cuando los tambores y trompetas
llamaban a la muerte por los cuatro costados de Europa
y cuando su alma comenzaba a sentir el vértigo de la
revolución. Es, por tanto, una obra ambigua con fuerte
olor a clasicismo esencial y a nostalgia helénica y con pre-
sentimientos de una temporalidad convulsiva. Adentrémonos
en esta obra y analicemos su concepto de "totalidad", que
ya aparece como el fundamento último de todo su pensar.
La totalidad la descubre en el mundo helénico, cerrado'
y perfecto, en la polis tal como es descrita por Hornero.
Allí el hombre se sentía cómodo porque era un mundo
pequeño, hecho a su medida, sin que grandes amenazas

- -
I

1"
72 Georg Lukács y la categoría de totalidad
turbaran este ambiente de intimidad. En este mundo ce-
rrado y cómodo nace la epopeya. Escuchemos a Lukács:
"Tal es la edad de la epopeya. No es la ausencia de dolor
o seguridad del ser lo que revista a hombres y hechos de
contornos alegres, sino esta perfecta conformidad de lo~
actos a las exigencias interiores del alma". 6 La primera
característica de este mundo helénico es "la perfecta con-
I formidad de los actos (humanos) a las exigencias interiores
I
del alma". Los hombres no palpan todavía el desgarre
I interior, la soledad ante el mundo. Son hombres de una
I
II sola pieza sin dobleces o duplicidades subjetivas; sus accio-
nes responden perfectamente a los imperativos del espíritu.
En este mundo griego, ser y deber-ser se identifican, axio-
logía y ontología son una misma realidad. Los dioses se
presentan a los hombres como próximos o prójimos y cono-
cidos. Por esto concluye Lukács cCsery destino, aventura y
acabamiento, existencia y esencia son nociones idénticas". 7
Los héroes de la epopeya homérica, de Aquiles a Ulises,
pasando por Agamenón y Menelao, Héctor y Andrómaca?
son la hechura consumada de su propio destino, la perfecta
actualización de su esencia. Ellos no conocen la quebradura
interna de no-poder-ser lo que se-debe-ser, la angustia del
no poder realizarse, el latigazo del sentirse frustrado; ellos
se realizan completamente y su vida es exactamente lo
que debía ser. Los héroes conocen la alegría del deber
siempre perfectamente cumplido. Nacen, aman, odian, matan
y mueren sin remordimientos en los repliegues de su alma.
y esto porque su alma no posee repliegues ni transfondos
oscuros; su alma es tersa y transparente como las aguas
del mar de Corinto o los cielos del Parnaso o del Pentélico.
El universo de la epopeya griega es un cosmos, un
mundo ordenado y hermoso, limitado y cercano, en el cual
el hombre no puede sentirse solo. El griego no sabe de
amenazas insidiosas, ni de enigmas inquietantes; c, él conoce

respuestas, pero no preguntas; soluciones, pero no enigmas;

6 Lukács (G.), Tearía de la novela, Buenos Aires, 1966, p. 30.


7 lbíd.

--- - --
Georg Lukács y la categoría de totalidad 73
fonnas, pero no caos". 8 Este cosmos puede tener sombras
y oscuridades, pero solamente en una proporción tal que
contribuyan a equilibrar la totalidad; como en un cuadro,
las sombras y las oscuridades del mundo helénico se hallan
siempre limitadas y coadyuvan al equilibrio total, y a
hacer destacar las formas. Es un universo, por tanto, homo-
géneo y circular; en él no pueden darse ni acciones insos-
pechadas ,ni trampas imprevisibles; todo sucede y deviene
dentro de los carriles del destino más perfecto y más impla-
cable. Y nadie tiene ni puede tener la menor intención de
romper ese círculo o de remontar la corriente de las parcas.
Todo es orden, forma, mundo platónico-aristotélico, per-
fección consumada y satisfacción de saberse realizado con
justeza. La infancia es la edad de la compañía; el niño,
aun durmiendo, se cree acompañado y protegido por sus
padres e incluso el hecho de recibir un castigo es producto
de la protección general que lo rodea. De manera semejante,
el griego se siente siempre acompañado. El destino no
deja jamás de guarecerlo bajo sus alas, y todo, incluso la
muerte, llega como algo esperado, sin violencias ni estri-
dencias, porque está dentro de lo planificado. La soledad
llega con la juventud, con la necesidad de elegir y con la
duda que la libertad conlleva. El mundo ya no está orde-
nado; yo debo iInprimirle forma, yo debo hacer mi vida,
dando por seguro que difícilmente podré realizarme a per-
fección. Este es nuestro mundo, abierto, con posibilidades
infinitas e inmensidad es ilimitadas, sin horizontes a la vista,
en donde cada hombre se ve en la obligación de arar su
propio sendero, aún a sabiendas de que será torcido e
imperfecto. Nadie puede buscar ayuda ni darla. Este
hombre de nuestro mundo -nacido a partir del renaci-
miento- es esencialmente solitario en medio de un uni-
verso amenazante. El cuadro del mundo griego es, por el
contrario, acogedor, con horizontes definidos; las distancias
apenas existen y por eso el hombre duerme confiado y
acompañado.

8 Lukács (G.), Teoría de la novela, pp. 30-31.


74 Georg Lukács y la categoría de tatalidad
Este cosmos homogéneo vuelve a darse en la Edad
Media, al decir de Lukács: "En Giotto y Dante, en Wolfram
de Eschenbach y Pisano, en Santo Tomás y San Francisco,
el mundo vuelve a ser una circunferencia cerrada, una
totalidad captada de una sola mirada... Vemos surgir una
nueva Grecia, una Grecia paradojal: la estética es nueva-
mente metafísica".9 El hombre medieval se siente seguro
porque toda su vida la camina de la mano de la divinidad.
Guiado por Dios -o por el diablo, pero siempre llevado
de la mano- desanda y desmadeja el ovillo enrollado de
su existencia. Las vidas no se hacen porque ya están
1
l.
1
: perfectamente planificadas y ovilladas; el hombre más bien
dehace y desovilla su esencia particular, conocida por Dios
desde toda la eternidad. La Providencia es el fiel guardián
de toda la humanidad medieval; a ella el hombre entrega
por completo su existencia desde los pasos titubeantes de
la primera niñez a las horas amargas de la muerte. El
hombre medieval carece, como el griego, de interioridad,
y el terror de la soledad todavía no ahoga su garganta.
II ¡ Pero este mundo homogéneo se desvanece en el momento
mismo en que la divinidad decide alejarse de él, en el
Renacimiento, para no regresar jamás. En ese mismo mo-
mento comienza a desarrollarse la juventud de la humanidad
y la soledad comienza a hincar sus dientes en la vida. El
hombre deja de ser peregrino con destino fijo -en la Edad
~1ec1iase peregrina a Jerusalén y a Santiago de Compos-
tela y todos los caminos conducían a Roma-, para trocarse
en un errabundo y vagabundo, en un hombre que deam-
bula sin dirección fija, ya que no existen ni caminos ni
metas establecidas; cada uno tiene que abrirlos a medida
que camina. El mundo dejó de ser cosmos, forma para
devenir enigma, interrogante, misterio impenetrable. El
hombre moderno dejó de escuchar respuestas y soluciones
para transfonnarse él mismo en esencial e indescifrable
problema.

9 Teoría ck la no-()ela,p. 37.

----
Georg Lukács y la categoría de totalidad 75
y lo grave, apunta Lukács, es que "rota esta unidad,
no hay lugar para ninguna totalidad espontánea del ser". 10
Rota la unidad homogénea del orbe medieval, jamás podrá
rehacerse de nuevo. Al correr de los siglos la soledad del
hombre, y con ella la inseguridad existencial, aumentarán
en la proporción en que se vaya ocultando la divinidad
y la trascendencia. Las sombras en la tarde se alargan más
y más a medida que el sol se acerca al horizonte; de igual
manera la soledad angustiosa del hombre se estira a me-
dida que la trascendencia de la divinidad se esconde en
el horizonte con la decidida voluntad de no aparecer jamás.
"La estética es nuevamente metafísica por primera vez, pero
también por última~'. 11El mundo griego, perfecto y acaba-
do, queda para Lukács en los albores de la civilización
como una Idea platónica, como un recuerdo imposible
de hacerse de nuevo realidad. El mundo "arrancado de su
paradojal anclaje en el más allá actualmente presente, está,
de ahora en adelante, librado a la inmanencia de su propio
sentido~~12El hombre jmás podrá ver claro, pues su vida,
sin asidero de la trascendencia cercana, se ha vuelto oscu-
ridad tenebrosa. La epopeya desaparece también con la
seguridad humana y dará paso, dice Lukács, a la novela
en la que la existencia no volverá a ser esencia realizada,
en la que el mundo es una totalidad quebrada y en la que
el héroe gustará el amargor del fracaso; Aquiles y Ulises
darán paso al generoso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
El pensamiento de Lukács en este libro es marcada-
mente idealista. La nostalgia de un mundo griego perdido
y el dolor de una totalidad rota asaltan al escritor en
todos los recodos de la obra. Marx todavía no ha logrado
cautivado, y él como hombre moderno se siente solo, angus-
tiosamente solo. La única forma organizadora y unificadora
de nuestras vidas cree atisbada en el tiempo. La tempo-
ralidad "suprime el carácter accidental de las vivencias y
el carácter aislado de los acontecimientos" para ser el hilo

10 Ibíd.
11 Lukács (G.), Teoría de la novela, P. 37.
12 o. c., p. 99.
1111,

76 Georg Lukács y la categoría de totalidad


que liga y religa todas las existencias solitarias de los
hombres. Lukács se nos presenta en esta obra como el
acongojado buscador de una TOTALIDAD perdida.
.~ "

I li
B. Totalidad en ~~Historiay conciencia de clase"
II '
I
I
Entre el año 1916 en que aparece Teoría de la novela
y el 1923 en que publica Historia y conciencia de clase, su
(. vida da un vuelco definitivo. En 1918 se inscribe en el Par-
tido Comunista Húngaro y en 1919 es nombrado ministro
de la Cultura en el gobierno revolucionario de Bela Kun.
I! /,
Perseguido por los blanquistas y exilado en Austria y
Alemania, aprovecha las horas de soledad para repensar
el marxismo, que definitivamente había abrazado. En 1916
lo dejamos buscando y añorando la totalidad perdida para
siempre jamás en el medievo, y en 1918 lo hallamos anclado
,
I
en una nueva totalidad. La totalidad del mundo griego y
I I medieval aparece de nuevo en el horizonte con Hegel y
III

Marx. Lukács abandona la soledad, su soledad, y se une


I
al movimiento hegeliano-marxista, y a su filosofía de pueblos
I .

! I
y de clases. El hombre se siente nuevamente acompañado
e incorporado a un pueblo o a una clase, y de esta manera
I se siente otra vez partícipe y guiado de la mano de h
divinidad, de la Idea, del Espíritu. Pero detengámonos a
analizar la categoría de totalidad tal como aparece el)
Historia y conciencia de clase.
La categoría de totalidad se presenta a Lukács como
la distinción más radical y profunda que separa la expli-
cación burguesa de la explicación marxista, "el punto de
vista de la totalidad, la categoría de la totalidad, la domi-
nación del todo sobre las partes constituye la esencia del
método que Marx pidió prestado a Heger'. 13 Opuesta a la
dominación del todo sobre las partes, la filosofía burguesa-
empirista defiende la dominación de las partes aisladas y
artificialmente disecadas; y el todo no es más que una
suma mecánica de las partes que lo integran. El método

Lukács (G.), Histoire et conscience de classe (trad. francesa de


13
K. Axelos y J. Bois), París, 1960, pp. 47-48.

-----
Georg Lukács y la categoría de totalidad 77
mecanicista es el polo opuesto del método hegeliano-
marxista que Lukács defiende. Las partes deben conside-
rarse como lo que son, como momentos del todo, que se enra-
cinan y cobran vida sólo en función de la totalidad. Y
esta totalidad -a la manera de la de Heráclito- no hace
desaparecer sus momentos, sino que justamente ella existe
en sus momentos y por sus momentos. El hecho particular
deja de serlo para transformarse en momento de paso hacia
la totalidad. 14 No son, por tanto, los motivos económicos
los que distinguen en última instancia la explicación bur-
guesa de la marxista, no; es la categoría de la totalidad,
el considerar "el proceso histórico como unidad de pensa-
miento y de historia, el conocimiento de la sociedad como
totalidad». 15 Esta categoría mental de la totalidad responde
a una realidad concreta. La historia es eso: una totalidad
que encierra y supone distintos momentos. Y estos mo-
mentos, para bien conocerlos deberemos injertarlos en el
proceso real de la totalidad histórica. Separarlos, aislarlos
es disecarlos y darles muerte.
El método hegeliano-marxista es dialéctico, es decir,
la totalidad se realiza a través de momentos contrarios.
La contradicción inten1a, la lucha y oposición de los mo-
mentos permiten precisamente el paso a la totalidad. Y
estas contradicciones son reales. Marx las descubre en la
sociedad capitalista, representadas en la lucha de clases.
Toda sociedad se halla escindida, y en concreto la sociedad
capitalista, en la que vivió Marx, estaJ:>adividida en clases
opuestas: una opresora o capitalista y otra oprimida o
proletaria. El motor de la sociedad capitalista, como tota-
lidad, es la lucha de clases, y, por tanto, lo único que
puede penetrar esa totalidad y modificarla es una clase,
en concreto, el proletariado. Jamás un individuo desar-
ticulado y aislado puede inHuir en la sociedad como tota-
lidad, "sólo un sujeto que sea a la vez una totalidad
puede hacerlo..., sólo la clase puede, con su acción, penetrar
la realidad social y transformarla en su totalidad". 16 Sin,
14 Lukács (G.), Histoire et conscience de classe, p. 212.
15 o. c., p. 48.
16 o. c., p. 60.
78 Georg Lukács y la categoría de totalidad
la clase, el hombre reducido a mónada con las ventanas
cerradas, no puede asumir ante el mundo y la sociedad
otra actitud que "la contemplación puramente especulativa
y fatalista". El mundo y la sociedad, según esta concepción
individualista, recogida por la mayoría de las ciencias par-
ticulares, gira de acuerdo a unas leyes eternas e inmutables
ante las cuales el hombre siente el estupor de la impotencia
y de la fataJidad. Sólo la clase del proletariado, sujeto
que es a su vez totalidad, es capaz de penetrar y modificar
la totalidad social. Lukács ha estado siempre en contra
del hombre solitario, del Robinson Crusoe, de la inseguridad
existencial y a la vez en contra de la contemplación pura,
a la manera cartesiana o kantiana. En Teoría de la novela
evocaba la seguridad del hombre helénico y medieval y
!1

I ahora defiende el hombre inmerso en una clase. El hombre


i I
del desierto sólo puede dedicarse a la contemplación, mien-
11 tras que el hombre dentro de la clase proletaria, como
motor de la historia contemporánea, puede a la vez conocer
!

11
I

y actuar logrando de esta manera la unión indisoluble de


II
I I
la teoría y la praxis; unión capaz de cambiar el ritmo de
la historia como totalidad. Sin la praxis el conocimiento es
11
pura especulación; teoría y praxis, unidos en el p~oletariado,
I
, !
,
son el arma decisiva para penetrar y alterar la totalidad
I ' social.
I I
I '
La dialéctica histórica es, pues, una visión de la historia
como totalidad, totalidad que se realiza a través de los
momentos particulares opuestos. El método cientificista,
objetivador y disecador de parcelas exclusivas del saber,
es contrario a este método dialéctico de la totalidad. Las
ciencias, como parcelas del saber, tienen lugar y razón
de ser tan sólo como medios que nos ayudan al conoci-
miento del todo, como eslabones de una cadena, como
elementos de un conjunto. En el momento en que las cien-
cias se cierran sobre sí mismas y se aislan autonómicamente
del conjunto de la totalidad limitan su posibilidad de
conocer a una parcela fragmentada artificialmente. ~~Para
el marxismo no hay, en último análisis, ciencia jurídica,
economía política, historia, ete., autónomas; hay solamente
una ciencia histórica y dialéctica, única y unitaria, del des-

--
Georg Lukács y la categoría de totalidad 79
arrollo de la sociedad como totalidad". 17 El objeto último
de toda ciencia es «el conocimiento de la totalidad del
proceso histórico'''. 18 Toda expresión incluso literaria y cientí-
fica viene a ser en última instancia la expresión de una
totalidad social. La filosofía, arrinconada y despreciada por
una corriente positivista, renace en Lukács, como la ciencia
de la totalidad en la que todas las demás deben injertarse.
La filosofía como sabiduría o ciencia universal, de la que
había hablado en el medievo Roger Bacon y más tarde
Renato Descartes, se encarna nuevamente en la dialéctica
histórico-hegeliana retornada por Georg Lukács.
Hemos visto que la visión de la totalidad es esencial
al método dialéctico histórico. Pero esta totalidad no es
una totalidad circular a semejanza de la de Heráclito.
Esta totalidad, por histórica y hegeliana, es a su vez dia-
léctica y dinámica. La totalidad o realidad social "está
ahí, se produce y se reproduce ella misma"', es decir, se
halla en una continua realización.19 Recordemos que la
totalidad de Hegel, como esta de Lukács, es una totalidad
que avanza en espirales englobantes y en círculos concén-
tricos: cada círculo o época histórica encierra en sí, supe-
rándolo al círculo o época anterior. La totalidad de Lukács,
al igual que la de Hegel, no es la totalidad del revenir
heraclitiano, sino la totalidad del auténtico y eterno devenir.
Si en 1916 describíamos a Lukács como el buscador
angustiado de una totalidad perdida, en 1923 había ya
encontrado una totalidad, no ciertamente la helénica o
medieval añorada en Teoría de la novela, sino otra totalidad
sembrada de contradicciones, luchas y revoluciones. En
ella el descanso es imposible y Lukács lo sabe. Por eso
hace profesión de luchador revolucionario, que quiere decir
que la lucha tiene un sentido de masa y de clase. Lukács
desde siempre tiene terror a la soledad, y ahora con más
razón, en medio de la lucha; deben luchar no los individuos,
sino las clases y los pueblos.

17 Lukács (G.), Histoire et conscience de classe, p. 48.


18 o. e., p. 55.
19 Lukács (G.), Histoi-re et ecm8GÍencede clas8e, p. ,35.

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80 Georg Lukács y la categoría de totalidad
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c. La totalidad en sus obras posteriores
A partir de 1918, con ligeras variantes accidentales,
Lukács hace su pensamiento inmerso en la totalidad hege-
liano-marxista. Por los años 30 escribe La novela histórica.
Novelas objetivas y realistas las de Walter Scott, intentan
reproducir la totalidad histórico-social de una época. El
héroe o personaje principal es un pretexto para describir
la historia como movida por el pueblo. El protagonista,
más que un individuo, es la vida misma en una época y
un momento limitados. Producto de las tendencias sociales
en el seno de una crisis histórica, el "individuo mundial-
mente histórico" es el representante de una de las múltiples
clases en lucha. El protagonista es un elemento particular
y fortuito en sí mismo, pero necesario dentro del engranaje
de la totalidad histórica. En realidad toda su teoría estética
en torno a la novela histórica y objetiva no es más que
I la aplicación a un campo determinado del general enten-
I
dimiento de la historia como unidad y totalidad que se
I
hace en y con los momentos particulares. Siguiendo su
I ancestral terror y temblor de la soledad humana, se opone
i
I
al hombre agustiniano que se realiza hacia y desde dentro,
,
I al héroe dotado de una psicología fuerte y complicada a
partir de la cual pueda explicarse su actividad; no gusta
del genio o del héroe con una vida interior intensa en la
que bullen y se originan los grandes motivos del quehacer
exterior. El hombre de Lukács se hace desde afuera, es
producto de la historia y de una época encuadrada en unas
coordenadas muy concretas; sin vida interior, su vida más
que suya pertenece al pueblo o a la clase que representa.
Es el medio histórico el que hace los hombres, hasta el
punto que toda encrucijada histórica produce necesaria-
mente su caudillo o guía. El hombre de Lukács más que
un "individuo", indiviso y distinto de los demás, es 11'-'
momento dentro de un proceso necesario y dinámico. Y
como momento existe tan sólo en y por la totalidad socia]
e histórica de una época. La totalidad a su vez no se
realiza sino en y por sus momentos. La misma relación
heraclitiano-hegeliana del todo y la parte la encontramos

--
Georg Lukács y la categoría de totalidad 81
otra vez repetida entre el hombre particular y la historia.
Producto necesario de la historia, ésta necesita a su vez del
individuo particular para poder realizarse y desarrollarse.
He ahí, pues, que La n(jf)ela histórica describe la tota-
lidad como "una fase de la evolución histórica de la sociedad
humana". 20 Esta fase está constituida por la "vida social
del hombre (costumbres, instituciones, hábitos, usos...) en
su interacción continua con la naturaleza que lo rodea. 21
Así entendida la totalidad, se mueve y se desarrolla a
través de la radical contradicción interna de las clases
sociales. Clases sociales que necesariamente encuentran Sl'
representante o jefe en cada momento crucia!.
Por los mismos años 30, el Nacional-Sindicalismo alemán
echa también mano de la idea de totalidad. Spann, uno de
sus más destacados teóricos, habla de la sociedad como
totalidad. Pero la diferencia de la totalidad lukacsiana la
señalará el propio Lukács, al decimos "que la totalidad
(de Spann) significa supremacía absoluta del orden y de
la jerarquía, lo que quiere decir que la totalidad excluye
la causalidad y más todavía la evolución. Esta sociedad
no sabe existir sino inmutable. La sociedad fascista es
eterna". 22 En donde hay exceso de orden y de jerarquía
difícilmente puede haber evolución, y al no haberla, la
sociedad se torna estática, inmutable y eterna. Eterna y
esencial en franca contradicción con la totalidad lukacsiana
que, como queda dicho, es dinámica, histórica e inmanente.
Las sociedades fuertemente jerárquicas -la Iglesia cató-
lica, por ejemplo- desarrollan una idea totalidad platónica
con los ingredientes de esencialidad y de eternidad. A
medida que la jerarquía y el orden se ablandan, las socie-
dades se sumergen con mayor facilidad en el remolino
de la historia y de la evolución, hasta llegar al extremo
opuesto del anarquismo, totalmente sin orden y sin jerar-
quía, y por tanto sin posibilidad de una sociedad consti-

20 Lukács (G.), Le roman historique (trad. francesa de Robert Sail-


ley), París, 1965, p. 101.
21 o. c., p. 154.
22 Lukács (G.), Existentialisme ou 11Wrxisme?(trad. francesa de
E. Kelemen), París, 1961, P. 274.

6
82 Georg Lukács y la categoría de totalidad
tuida. A la totalidad de Spann, Lukács llama ~~ caricatura
fascista" de la totalidad. El pensamiento burgués moderno
-para Lukács- en torno a la sociedad pendula de la
totalidad fascista, eterna y estática, a la falta absoluta de
totalidad, al liberalismo, al hombre solitario perdido en
un mundo caótico a la manera de Jaspers y el existencia-
lismo. La primera totalidad estática y esencial es imposible
continuar manteniéndola hoy, en este mundo cambiante e
histórico; por otra parte, ya conocemos el temor atávico
de Lukács a la soledad existencial del hombre. La totalidad
hegeliano-marxista es la gran solución; la totalidad diná-
I li mica en continuo desarrollo. "La filosofía, al decir de Lenin,
es un círculo cuya circunferencia está hecha de círculos";
en realidad ésta fue la concepción de Hegel para expre-
sarnos que toda totalidad es relativa y abierta hacia otras
totalidades más englobantes, pero igualmente abiertas y
relativas.

I 111. CONCLUSIÓN
I
I
I
I .

1\ Echando una mirada atrás podemos darnos cuenta que


Ii
,I I ¡ en Lukács existió a lo largo de toda su obra una preocu-
¡
I
i pación constante y una atracción permanente hacia la cate-
goría de ~~totalidad". Ésta, sin embargo, no fue entendida
siempre de igual manera: mientras en Teoría de la novela
esta totalidad se realiza dentro de un mundo pequeño, cer-
cano y acogedor, en el cual el hombre actualiza su esencia
perfectamente sin angustias ni desajustes subjetivos, a partir
de Historia y conciencia de clase la totalidad se torna his-
tórica, inmanente y dinámica. La totalidad primera, con
sabor helénico y olor a esencias, era una idea platónica
perdida en el tiempo, de la que la realidad del siglo xx
no era más que una sombra deleznable. La segunda, hege-
liana e histórica, es un continuo hacerse, es una tempora-
lidad caminante y envolvente; avanza y se desarrolla mo-
vida por unas contradicciones internas que Marx y Lukács
van a llamar clases sociales.
Georg Lukács y la categoría de totalidad 83
Esta sugestión de totalidad nace en Lukács originada
por un angustioso pánico a la soledad y a la inseguridad
humanas en medio de un mundo caótico. En Teoría de
la novela el tema de la solitud existencial se vislumbra
siempre en el horizonte como una pesadilla. Al contacto
con el mundo griego y con el ambiente helenizante de
las universidades alemanas, nació en él como primera reac-
ción la nostalgia de un "cosmos", de una polis organizada,
de un universo en donde la trascendencia se torna inma-
nente, en donde las parcas desovillan nuestras vidas, en
donde la existencia es la plasmación exacta de las esencias,
en donde ser y deber-ser se identifican. Pero la guerra
del 14-18 lo despertó de este sueño platónico para sumer-
gido en la tremenda realidad convulsionada de nuestro
siglo xx. El historicismo de Rickert se hizo revolucionario
y marxista. La historia devino totalidad racional y social
movida por clases. El individuo aislado ni puede compren-
der ni menos penetrar y modificar esta totalidad. Sola la
clase -el proletariado- podrá, como sujeto que es también
totalidad, penetrar y modificar la historia. El hombre, para
Lukács, no puede ser jamás un solitario; producto de una
época histórica, su acción y su pensamiento toman sentido
inmersos en una clase social. Sólo hombro a hombro con
el proletariado, sintiéndose en compañía de multitudes, el
hombre llega a ser el auténtico conocedor y motor de la
historia.
Terminemos este trabajo analizando las distintas dimen-
siones de la totalidad lukacsiana. Esta totalidad tiene, en
primer lugar, una dimensión epistemológica, de manera
que es la raíz última del método dialéctico como expli-
cación de la historia. En este sentido posee una realidad
lógica o mental entresacada del universo. La hemos extraído
del mundo, ya que antes que nada esta categoría es onto-
lógica y está inmersa en la realidad. Inmersa en la realidad
no es, sin embargo, "inmediatamente'" visible y empírica,
como sucede con las cosas y los momentos particulares, y
en este sentido podemos considerada -así lo hace Mann-

- - -- -
84 Georg Lukács y la categoría de totalidad
heim- como entidad metafísica. 23 Además de estas dos
dimensiones, Lukács atribuye una tercera sumamente im-
portante -dejada ex profeso de lado en este trabajo-
y que podríamos denominar cCtotalidad humana". Consiste
en considerar al hombre como un CCtodo",como un indi-
viduo completo e independiente en contra del hombre
unilateral, dividido y manco, surgido del cientificismo y
la tecnología liberales. Como tantas otras ideas, Lukács
hereda esta totalidad humana de Hegel, quien -al decir
de Roy Pascal- la entendía cccomo el pleno cumplimiento
de la vida y como la característica esencial del arte". 24
Por supuesto, la realización de este hombre total, cabal
e independiente puede lograrse tan sólo dentro de una
totalidad social englobante, es decir, dentro de una sociedad
sin clases; en nuestra sociedad capitalista y clasista, frag-
mentada por intereses contrapuestos y dominada por la
axiología del dinero, ese hombre total y auténtico es incon-
cebible. "La meta del humanismo proletario es el hombre
111 ,
ti: 1
en su totalidad, la restauración de la existencia humana
I
en su totalidad en la vida real, la verdadera abolición
I I
práctica de la mutilante fragmentación de nuestra existencia
I 1
causada por la sociedad de clases". 25
La categoría de la "totalidad" es, por todo lo expuesto,
I I el concepto matriz de todo el pensar lukacsiano. La lucha
de clases, los aspectos económicos derivan, según Lukács,
I I de esta primera categoría. En contra de la concepción
¡I "11
1
economicista y cientificista del marxismo, Lukács levanta
I
su concepción historicista, humanista y hegeliana.
I
I

I
I
23 Mannheim (K.), Ideología y utopía, Madrid, 1958, pp. 335-336.
No estamos de acuerdo con Ríu (F.) al intentar negar esta "entidad
ontoIógico-metafísica". Toda metafísica es "metaempírica", en el sen-
!I tido dicho de no inmediatamente empírico, pero no necesariamente es
dogmática. La idea de mediación es en Lukács inherente a la de
totalidad y es por eso que podemos considerarIa metafísica. Ríu (F.),
Historia y totalidad, Caracas, 1968, pp. 22-23.
24 Parkinson (G. H. R.), Georg Lukács: el hombre, su obra, sus
ideas (trad. castellana de Carda Borrón), Barcelona-México, 1973.
p. 177.
25 o. e., P. 180.

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