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CAPÍTULO II
Los derechos fundamentales en los inicios
del Estado Constitucional
I. INTRODUCCIÓN
1
SANTAMARÍA IBEAS, Javier. “Los textos ingleses”, en Historia de los derechos
fundamentales. Volumen III, tomo II. Ob. cit., p. 8.
2
Una amplia revisión del surgimiento, consolidación y decadencia del
Estado absolutista puede verse en ANDERSON, Perry. El Estado absolutista.
Décimo séptima edición. México: Siglo XXI editores, 2002.
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3
Ídem, pp. 11, 24.
4
MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del constitu-
cionalismo moderno. Madrid: Trotta, 1998, p. 29.
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5
PECES-BARBA, Gregorio. “Tránsito a la modernidad y derechos fundamen-
tales”, en AA. VV. Historia de los derechos fundamentales. Tomo I. Madrid:
Universidad Carlos III, Editorial Dykinson, 1998, p. 39.
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6
MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del constitu-
cionalismo moderno. Ob. cit., p. 30.
7
PECES-BARBA, Gregorio. “Tránsito a la modernidad y derechos fundamen-
tales”. Ob. cit., p. 21. Más adelante en su mismo ensayo el autor reitera
esta idea de que la existencia del Estado absoluto “es una condición
previa” para la existencia de los derechos fundamentales (p. 34).
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8
Ídem, pp. 53-54. Matteucci escribe sobre este tema lo siguiente: “En el
quinientos, sin embargo, la paz social no se identifica ya con la recta
administración de la justicia por el Rey, sino con la necesidad de superar
una guerra civil surgida por motivos religiosos. Era necesaria la primacía
de la política y del Estado (una unidad superior y neutral), y del orden
mundano que éste representaba, sobre sectas religiosas intolerantes
que provocaban desórdenes en nombre de la primacía de la religión;
se necesitaba crear un campo de acción racional en el que todo —de la
religión a la economía— fuese juzgado con base en la utilidad del Es-
tado, con base en un frío cálculo racional de las consecuencias de cada
acción”; MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del
constitucionalismo moderno. Ob. cit., p. 31.
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9
MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del constitu-
cionalismo moderno. Ob. cit., p. 37.
10
PECES-BARBA, Gregorio. “Tránsito a la modernidad y derechos funda-
mentales”. Ob. cit., p. 21.
11
MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del constitu-
cionalismo moderno. Ob. cit., p. 36.
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LOS INICIOS DEL ESTADO CONSTITUCIONAL 61
12
PECES-BARBA, Gregorio. “Tránsito a la modernidad y derechos funda-
mentales”. Ob. cit., p. 62.
13
MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad. Historia del constitu-
cionalismo moderno. Ob. cit., p. 25.
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14
Tomo la idea de FURET, Francois. La revolución a debate. Madrid: Ediciones
Encuentro, 2000, p. 50.
15
Organización del poder y libertad. Ob. cit., pp. 25-26.
16
Ver, en este sentido, MATTEUCCI, Nicola. Organización del poder y libertad.
Historia del constitucionalismo moderno, pp. 38 y ss., así como PÉREZ-PRENDES
MUÑOZ-ARRACO, José Manuel. “Derechos y libertades en la Edad Media”.
En la obra colectiva Derechos y libertades en la historia. Valladolid: Uni-
versidad de Valladolid, 2003, pp. 9 y ss.
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17
Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las constituciones. Tercera
edición. Madrid: Trotta, 2000, pp. 27 y 30
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18
DE PÁRAMO, Juan Ramón y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los
derechos en la revolución inglesa”, en AA. VV. Historia de los derechos
fundamentales. Tomo I. Ob. cit., p. 758.
19
SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of the American
Bill of Rights. Nueva York: Rowman and Littefield, 2002, p. 7.
20
DE PÁRAMO, Juan Ramón y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los dere-
chos en la revolución inglesa”. Ob. cit., p. 758.
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21
DORADO PORRAS, Javier. La lucha por la Constitución. Las teorías del Funda-
mental Law en la Inglaterra del siglo XVII. Madrid: CEPC, 2001, p. 120.
Ver también las observaciones de SCHMITT, Carl. Teoría de la Constitución.
Madrid: Alianza, 1992, pp. 67-68.
22
SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of the American
Bill of Rights. Ob. cit., p. 5.
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23
DORADO PORRAS, Javier. La lucha por la Constitución. Las teorías del Funda-
mental Law en la Inglaterra del siglo XVII. Ob. cit., p. 121.
24
Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las constituciones. Tercera
edición. Madrid: Trotta, 2000, p. 32. Cursivas en el original. En el mismo
sentido, SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of the
American Bill of Rights. Ob. cit., pp. 6-7.
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25
KRIELE, Martin. Introducción a la teoría del Estado. Traducción de Eugenio
BULYGIN. Buenos Aires: Depalma, 1980, p. 209.
26
DE PÁRAMO, Juan Ramón y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los dere-
chos en la Revolución Inglesa”. Ob. cit., p. 762.
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27
Ídem, p. 749.
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28
SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of the American
Bill of Rights. Ob. cit., p. 7.
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29
La referencia a “la libertad de las conciencias” quizá es el primer antece-
dente de lo que con el paso del tiempo será uno de los más importantes
derechos fundamentales.
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30
“El Edicto de Nantes”, en AA. VV. Historia de los derechos fundamentales.
Tomo I. Ob. cit., p. 704.
31
PECES BARBA. “El Edicto de Nantes”. Ob. cit., p. 711.
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32
DE PÁRAMO, Juan Ramón y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los dere-
chos en la Revolución Inglesa”. Ob. cit., p. 775.
33
Ídem, p. 776.
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34
Una parte de las disputas entre el parlamento y el rey Jacobo II tenían origen
religioso, como tantos conflictos del Antiguo Régimen; al respecto es muy
útil el recuento que hace CELADOR ANGÓN, Óscar. Religión y política en el Reino
Unido en el siglo XVIII. Madrid: Dykinson, Universidad Carlos III, 1999.
35
CELADOR ANGÓN. Religión y política en el Reino Unido en el siglo XVIII. Ob.
cit., pp. 4-5.
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36
“Que la pretendida potestad de suspender las leyes, o de ejecutarlas,
por la autoridad real, sin el consentimiento del Parlamento, es ilegal”.
37
“Que imponer tributos para la Corona o para el uso de ella, bajo la
pretensión de prerrogativas, sin acuerdo del Parlamento, durante más
tiempo, o de manera diferente de cómo se los haya otorgado o se los
otorgue, es ilegal”.
38
“Que es un derecho de los súbditos presentar peticiones al Rey, y que
todos los autos de prisión y enjuiciamiento a causa de tales peticiones
son ilegales”.
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39
Sobre el tema, CARBONELL, Miguel. Los derechos fundamentales en México.
Ob. cit., pp. 405-408.
40
DE PÁRAMO, Juan Ramón y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los dere-
chos en la revolución inglesa”. Ob. cit., p. 789.
84 MIGUEL CARBONELL
41
SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of the American
Bill of Rights. Ob. cit., p. 67.
42
ASÍS ROIG, Rafael y Francisco Javier ANSUÁTEGUI ROIG. “Los derechos
humanos en las colonias de Norteamerica”, en AA. VV. Historia de los
derechos fundamentales. Tomo I. Ob. cit., p. 817.
43
Los derechos fundamentales. Ob. cit., p. 78.
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44
Citado en SCHWARTZ, Bernard. The Great Rights of Mankind. A History of
the American Bill of Rights. Ob. cit., p. 68.
45
“I. Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e inde-
pendientes y tienen ciertos derechos innatos, de los que, cuando entran
en estado de sociedad, no se pueden privar o desposeer a su posteridad
por ningún pacto, a saber: el goce de la vida y de la libertad, con los me-
dios de adquirir y poseer la propiedad y de buscar y obtener la felicidad
y la seguridad”.
46
“II. Que todo poder público es inherente al pueblo y, en consecuencia,
procede de él; que los magistrados son sus mandatarios y sus servidores,
y en cualquier momento, responsables ante él”.
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52
Ver, en este sentido, las observaciones de FIORAVANTI. Los derechos fun-
damentales. Ob. cit., pp. 81 y ss.
53
El desarrollo del sistema de derechos fundamentales en Estados Unidos
se aborda en el capítulo cuatro, infra.
54
APARISI MIRALLES, Ángela. “Los derechos humanos en la Declaración de
Independencia de 1776”, en BALLESTEROS, Jesús (editor). Derechos humanos.
Concepto, fundamento, sujetos. Madrid: Tecnos, 1992, p. 225.
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55
Ídem, p. 226.
56
Ver sobre este tema, FERRAJOLI. “Los fundamentos de los derechos fun-
damentales”. Ob. cit., pp. 358 y ss.
57
APARISI MIRALLES, Ángela. “Los derechos humanos en la Declaración de
Independencia de 1776”. Ob. cit., p. 233.
58
HABERMAS, Jürgen. “Derecho Natural y revolución”. En el libro del mismo
autor, Teoría y praxis. Estudios de filosofía social. Cuarta edición. Madrid:
Tecnos, 2002, p. 92.
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59
APARISI MIRALLES, Ángela. “Los derechos humanos en la Declaración de
Independencia de 1776”. Ob. cit., p. 238.
60
Ver, sin embargo, las observaciones sobre el tema de REY MARTÍNEZ,
Fernando. La ética protestante y el espíritu del constitucionalismo. Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, 2003, pp. 49 y ss.
61
Ambas frases se encuentran citadas en APARISI MIRALLES, Ángela. “Los
derechos humanos en la Declaración de Independencia de 1776”. Ob.
cit., p. 225.
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62
Citado en APARISI MIRALLES, Ángela. “Los derechos humanos en la De-
claración de Independencia de 1776”. Ob. cit., p. 227.
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63
APARISI MIRALLES, Ángela. “Los derechos humanos en la Declaración de
Independencia de 1776”. Ob. cit., p. 231.
64
Ídem, pp. 235-236.
65
Ídem, p. 236.
94 MIGUEL CARBONELL
66
Ídem, p. 237.
67
Quizá en esta frase se encuentre un antecedente del artículo 39 de la
Constitución mexicana de 1917, que también se refiere a la posibilidad
que tiene el pueblo de cambiar su forma de gobierno.
68
El texto del párrafo es el siguiente: “Sostenemos por evidentes, por sí
mismas, estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que
son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; entre los
cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para
garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos,
que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los goberna-
dos; que siempre que una forma de gobierno se haga destructora de
estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o a abolirla,
e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a
organizar sus poderes en la forma que a su juicio sea la más adecuada
para alcanzar la seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, enseña
que no se deben cambiar por motivos leves y transitorios gobiernos de
antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado
que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males
sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está
acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones,
dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de
someter al pueblo a un despotismo absoluto, tiene el derecho, tiene el
deber, de derrocar ese gobierno y establecer nuevas garantías para su
futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias;
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