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La relación médico-enfermo a través de la historia*

The doctor-patient relationship in history*

J. Lázaro1, D. Gracia2

RESUMEN ABSTRACT
En las últimas décadas del siglo veinte la forma de In the final decades of the XX century the way
relacionarse los médicos y los enfermos cambió más doctors and patients related to each other changed
que en los veinticinco siglos anteriores. El paso del more than in the twenty-five preceding centuries. The
modelo paternalista al autonomista supuso una trans- change from a paternalistic to an autonomous model
formación con escasos precedentes históricos. La evo- represented a transformation with few historical
lución de este fenómeno a lo largo del tiempo afectó a precedents. The evolution of this phenomenon over
los tres elementos involucrados: 1. El enfermo, que tra- time affected the three elements involved: 1. The
dicionalmente había sido considerado como receptor patient, who had traditionally been considered as a
pasivo de las decisiones que el médico tomaba en su passive receiver of the decisions that the doctor took in
nombre y por su bien, llegó a finales del siglo veinte his name and for his benefit, was transformed at the end
transformado en un agente con derechos bien defini- of the XX century into an agent with well-defined rights
dos y amplia capacidad de decisión autónoma sobre and a broad capacity for autonomous decision-making
los procedimientos diagnósticos y terapéuticos que se on the diagnostic and therapeutic procedures, which
le ofrecen, pero ya no se le imponen. 2. El médico, que were offered to him and no longer imposed on him. 2.
de ser padre sacerdotal (como correspondía al rol tra- The doctor, from being a priestly father-figure (as
dicional de su profesión) se fue transformando en un corresponded to the traditional role of his profession)
asesor técnico de sus pacientes, a los que ofrece sus was transformed into a technical adviser to his patients,
conocimientos y consejos, pero cuyas decisiones ya no to whom he offered his knowledge and advice, but
asume. 3. La relación clínica, que de ser bipolar, verti- whose decisions were no longer taken for granted. 3.
cal e infantilizante, se fue colectivizando (con la entra- The clinical relationship, from being bipolar, vertical and
da en escena de múltiples profesionales sanitarios), se infantilising, became more collective (with the
fue horizontalizando y se fue adaptando al tipo de rela- involvement of numerous health professionals), more
ciones propias de sujetos adultos en sociedades demo- horizontal and better adapted to the type of relationship
cráticas. appropriate to adult subjects in democratic societies.
Palabras clave. Médico. Enfermo. Relación clínica. Key words. Doctor. Patient. Clinical relationship.
Historia clínica. Autonomía. Clinical history. Autonomy.

An. Sist. Sanit. Navar. 2006; 29 (Supl. 3): 7-17.

1. Profesor de Historia y Teoría de la Medicina. Correspondencia:


Universidad Autónoma de Madrid jose.lazaro@infornet.es
2. Catedrático de Historia de la Medicina. Uni-
versidad Complutense de Madrid
* Este texto es una versión revisada del publi-
cado con el título La nueva relación clínica.
En: Laín Entralgo P. El médico y el enfermo.
Madrid: Triacastela; 2003: 9-36.

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J. Lázaro y D. Gracia

Puede afirmarse que, en el último ter- Laín Entralgo ha desarrollado de forma


cio del siglo veinte, la forma de relacionar- clara en varios textos la tesis de Víctor von
se los médicos y los enfermos cambió más Weizsäcker según la cual la medicina del
que en los veinticinco siglos anteriores1. Y siglo veinte está profundamente marcada
para justificar esta llamativa afirmación es por la introducción en ella del sujeto
necesario analizar brevemente el cambio humano, por el reconocimiento y la toma
que se ha producido en cada uno de los en consideración de la persona concreta
polos de la relación (el enfermo y su médi- que el paciente es. Entre los siglos dieci-
co), así como en la relación misma. nueve y veinte se habría producido una
auténtica “rebelión del sujeto” que obligó a
los médicos a introducir en su pensamien-
EL ENFERMO: DE PACIENTE A to y en su práctica los aspectos sociales,
AGENTE psíquicos y personales de la enfermedad:
es la denominada “introducción del sujeto
A lo largo de la historia se ha pensado en medicina”.
siempre que el enfermo está incapacitado
desde el punto de vista biológico porque la
enfermedad le pone en una situación de La rebelión del sujeto
sufrimiento e invalidez, de dependencia y,
en definitiva, de infantilización2. Pero, ade- Esta rebelión del sujeto, que provocó
más, desde los escritos hipocráticos los su introducción en el pensamiento y en la
médicos antiguos han defendido una y práctica médica, tiene dos aspectos dife-
otra vez la tesis de que el desvalimiento rentes: el social y el clínico.
del enfermo no afecta sólo al cuerpo sino
también al alma, a la voluntad y al sentido El primero se refiere a la lucha del pro-
moral. Las pasiones oscurecen el entendi- letariado contra las condiciones misera-
miento; los deseos acuciantes, las sensa- bles en que se desarrollaba su vida a raíz
ciones de placer intensas, las tentaciones de la revolución industrial. En las minas,
irresistibles han sido siempre enemigas de en los altos hornos y en las grandes indus-
la serenidad y del recto juicio moral. Las trias se producía una elevada morbilidad,
grandes emociones enturbian la concien- que se veía agravada por el exceso y la
cia y relajan la voluntad y el control de los dureza del trabajo, junto a las deficiencias
impulsos. Lo mismo ocurre con las pasio- en la alimentación, en la higiene y, en gene-
nes negativas: la angustia, el miedo, el ral, en todas las condiciones de vida. En el
sufrimiento o la desesperación resultantes terreno sanitario, estas condiciones supo-
de una enfermedad grave son malas con- nían una distancia abismal entre la “medi-
sejeras a la hora de realizar juicios de rea- cina para ricos” y la “medicina para
lidad y llegan a incapacitar al sujeto para pobres”, a cada una de las cuales corres-
actuar con lucidez y prudencia. Es difícil, pondía un tipo diferente de relación médi-
por tanto, que un enfermo pueda tomar co-enfermo. Frente a esta situación
decisiones complejas, como es difícil que (denunciada inicialmente por algunos
pueda hacerlo un niño. Y así como el niño médicos y reformadores sociales) se pro-
confía en que su padre elegirá siempre lo ducirá una rebelión social, unida a la his-
mejor para él, el enfermo ha de confiar en toria del movimiento obrero, que luchará
su médico, que con sabiduría, rectitud contra la desigualdad asistencial e impul-
moral y benevolencia elegirá siempre el sará la aparición y el desarrollo de siste-
mejor tratamiento posible. El médico ha de mas colectivos de asistencia sanitaria de
decidir en lugar del paciente y por el bien carácter público, basados en la idea de
del paciente. La concepción clásica de un que la atención médica a los trabajadores
“buen enfermo” es la de un enfermo sumi- no puede seguir siendo lo que ha sido a lo
so, confiado y respetuoso; lo mismo que largo de los siglos (un acto de beneficencia
un niño bueno, no es reivindicativo, man- otorgado por los poderes públicos en con-
tiene una actitud dócil, obedece puntual- diciones precarias), sino que ha de enten-
mente las indicaciones del padre/médico y derse como un derecho exigible por razo-
no hace demasiadas preguntas. nes de justicia.

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LA RELACIÓN MÉDICO-ENFERMO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Junto a este amplio movimiento social La rebelión de los pacientes


que se desarrolla en el escenario histórico
europeo a lo largo de más de un siglo, hay Pues bien, el año 1973 puede tomarse
otro movimiento mucho menos ruidoso como símbolo de una nueva rebelión, la
que se desarrolla en la intimidad de los “rebelión de los pacientes”. En esa fecha,
consultorios y que, en un plano completa- la Asociación Americana de Hospitales
mente distinto, tiene sin embargo un pro- aprobó la primera Carta de Derechos del
fundo paralelismo: la rebelión del paciente Paciente, que supone el reconocimiento
que quiere ser reconocido en su condición oficial del derecho del enfermo a recibir
de sujeto personal, que quiere ser escu- una completa información sobre su situa-
chado en su condición de sujeto lingüísti- ción clínica y a decidir entre las opciones
co y quiere ser comprendido en su condi- posibles, como adulto autónomo y libre
ción de sujeto biográfico. que es. La época en que apareció este
documento es también la del desarrollo de
una serie de nuevas técnicas sanitarias
En este aspecto clínico, la patología (diálisis renal, unidades de cuidado inten-
positivista que pretendía reducir al enfer- sivo, técnicas de soporte vital, trasplantes,
mo a puro “objeto natural” se vio invadi- etc.) destinadas a pacientes muy graves y
da por la práctica diaria que evidenciaba de las cuales dependía su supervivencia, a
los múltiples elementos subjetivos y per- veces en condiciones precarias. La deci-
sonales que influían, e incluso determina- sión sobre cuándo y a quién aplicarlas era
ban, la aparición y las características de tan compleja como trascendental (sobre
cada caso clínico3. El ejemplo paradigmá- todo cuando el número de plazas disponi-
tico es el de los trastornos neuróticos; bles era menor que el de candidatos a
leyendo desde esta perspectiva los Estu- ocuparlas) y no es extraño que los intere-
dios sobre la histeria, publicados por sados quisiesen participar en semejante
Freud y Breuer en 1895, se ve la forma en decisión. A partir de este momento, el
que Freud es obligado por sus propias enfermo deja de ser paciente (es decir,
pacientes (rebeldes hasta convertirse en pasivo) para convertirse en agente. Deja
agentes) a renunciar a los distintos méto- de ser un niño dependiente y asume su
dos de diagnóstico y tratamiento vigentes condición de adulto responsable que
en la época (baños calientes, masajes, (salvo en determinados casos excepciona-
sugestión hipnótica, etc.), y es orientado les) tiene que tomar las decisiones que
después hacia otra forma de practicar la afectan a su propio cuerpo.
medicina: una escucha atenta de cuanto
La influencia de esta primera Carta de
las pacientes quieren decir (y, sobre todo,
Derechos del Paciente ha sido grande,
de cuanto dicen sin querer); una com-
quizá porque recoge de forma concreta
prensión profunda de sus recuerdos, sus
una mentalidad que se ha convertido en
frustraciones, sus deseos, sus fantasías;
hegemónica en las sociedades democráti-
una reconstrucción, en suma, de su bio-
cas desarrolladas: la mentalidad autono-
grafía subjetiva capaz de iluminar el sen-
mista. La idea ahora predominante es que
tido simbólico de los síntomas4. En defini-
cada uno ha de asumir las decisiones que
tiva, una auténtica introducción en la
le afectan, ha de regirse por su propio sis-
patología de la subjetividad, la personali-
tema de valores y, por tanto, la beneficen-
dad y la biografía del enfermo (o, como en
cia tradicional ya no puede aplicarse sin
este caso, de la enferma) capaz de llegar a
conocer la voluntad del enfermo porque
dar cuenta de la psicogénesis y las pecu-
antes de hacerle al prójimo el bien hay que
liaridades de su enfermedad. De aquí deri-
preguntarle si tiene la misma idea del bien
varán la medicina antropológica de
que tenemos nosotros.
Weizsäcker, la medicina psicosomática
anglosajona y, en definitiva, la conciencia Lo que resulta históricamente más cho-
creciente entre los médicos del siglo vein- cante de esta irrupción de los derechos de
te de que la atención a los aspectos per- los pacientes es que haya sido tan tardía.
sonales y sociales es parte inexcusable de Es como un último paso del movimiento
cualquier práctica clínica. emancipatorio que se inició, en el ámbito

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religioso, con la vindicación de la libertad minar (por el rol social que le correspon-
de conciencia por parte del protestantis- de) “médico-sacerdote”. Existe, con varia-
mo, y en el ámbito político con las revolu- ciones locales y temporales, desde que
ciones democráticas del mundo moderno. existen sociedades humanas.
Esa emancipación fue definida por Kant En la cultura israelí es a veces difícil
como “la salida de los hombres de su cul- distinguir la función sacerdotal y la médi-
posa minoría de edad”. Las revoluciones ca. Múltiples textos bíblicos muestran que
liberales emanciparon a los ciudadanos la religión, la moral y la medicina se entre-
del absolutismo y los hicieron mayores de lazaban hasta confundirse: un diagnóstico
edad al proporcionarles los derechos civi- de lepra era a la vez la constatación de una
les y políticos básicos: el derecho a la vida, impureza; la curación se identificaba con
a la integridad física, a la libertad de con- el perdón del pecado y las normas morales
ciencia y a la propiedad5. se superponían con las prescripciones
Fuese por el prestigio del médico, por médicas.
la eficacia de las estructuras de poder pro- Frente a la figura del médico-sacerdote
fesional o por el estado de real desvali- aparece también desde la antigüedad la
miento en que se encuentra el enfermo, lo del médico-artesano, de formación pura-
cierto es que transcurrieron doscientos mente empírica y practicante de manio-
años desde la eclosión de los derechos bras curativas elementales en los niveles
humanos fundamentales hasta la aparición inferiores de la sociedad. Se trataba de un
formal de los derechos de los enfermos. simple práctico que curaba heridas, redu-
Sólo al iniciarse el siglo veinte, como ya cía fracturas o administraba hierbas,
hemos dicho, el paciente pidió claramente desde una posición social similar a la de
la palabra para que su subjetividad perso- un carpintero o un herrero. Carente de
nal fuese tenida en cuenta por el médico. Y poder y autoridad, estaba sometido a una
sólo en el último tercio del siglo pidió algo reglamentación tan estricta que en algunos
más: el poder de decidir (o al menos de casos (como en el Código de Hammurabi o
participar en la decisión) sobre las técni- en el antiguo Israel) era una auténtica ley
cas diagnósticas y terapéuticas de las que del talión.
va a ser objeto y de las que quiere también
ser sujeto.
La profesionalización del médico
La forma en que se concretó la res-
puesta médica a esta demanda de los De ambas figuras van a proceder los
enfermos fue el consentimiento informado. dos tipos de clínicos que se mantienen
Pero para llegar a él tuvieron que produ- estrictamente diferenciados a lo largo de la
cirse antes muchos cambios en el otro historia: por un lado, el profesional médico
polo de la relación (el médico) y en la rela- de alto nivel intelectual y social; por otro
ción misma. lado, el practicante sin formación teórica
que realiza actividades clínicas de carácter
manual (como lo fue el cirujano hasta que
EL MÉDICO: DE PADRE en el siglo dieciocho se integró en la medi-
SACERDOTAL A ASESOR cina académica). El papel del primero
DEMOCRÁTICO corresponde sociológicamente a una de
En las culturas primitivas y arcaicas la las formas más arquetípicas de profesión.
figura del médico se confundía con la del El segundo, en cambio, a una ocupación u
chamán o sacerdote, y muchas veces con oficio artesanal.
la del gobernante y el juez. Bullough6 ha En este sentido sociológico, una profe-
escrito que “en una sociedad sin especiali- sión tiene tradicionalmente unas caracte-
zar, el chamán era el único especialista”. rísticas bien definidas:
Éste es el origen remoto de la profesión
médica: un personaje privilegiado, respe- -– Preparación específica y estrictamente
tado, poderoso e impune ante la ley reglamentada.
común, ya que él mismo era, en el fondo, la – Pruebas de ingreso en el grupo (que
Ley. Es el tipo de figura que se puede deno- solían culminar con el ritual del jura-

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mento y permitían controlar el número Las profesiones prototípicas de la socie-


de nuevos miembros). dad antigua son la de sacerdote, la de
gobernante o juez y la de médico (no es, por
– Posibilidad universal de acceso a estos
tanto, casual que en las primeras universi-
procedimientos específicos de forma-
dades medievales la tres Facultades Mayo-
ción y entrada en la profesión, que no
res fuesen las de Teología, Derecho y Medi-
está condicionada a la pertenencia a
cina). La pertenencia a una profesión
una cierta familia o grupo social.
supone el ejercicio de un cierto poder. El
– Monopolio en la realización de las acti- sacerdote es el representante de Dios,
vidades que le son propias (y renuncia señor del macrocosmos (universo); el rey,
a otros tipos de actividades). el gobernante y el juez rigen el mesocosmos
(la nación, la sociedad); el médico tiene
– Liturgia propia (rituales codificados en poder sobre el microcosmos (el cuerpo).
lugares especiales, vestuario específi-
co, etc.) que aunque se atenúe con el Toda esta tradición, hoy en gran parte
tiempo sigue expresándose en algunos desaparecida, o al menos profundamente
elementos simbólicos. transformada, es lo que permite hablar, en
un sentido estrictamente sociológico, del
– Fuerte cohesión interna del grupo pro- “rol sacerdotal del médico”7.
fesional y lucha enérgica contra el
intrusismo.
El médico-filósofo
– Relación profesional con los clientes o
usuarios no supeditada a los vínculos En la medicina hipocrática se produce
personales o afectivos. una espectacular evolución de médicos
que parten de la situación típicamente
– Altruismo y sentido social del trabajo. artesanal para ascender intelectual, social
– Privilegio social y económico dentro de y profesionalmente, si no a la categoría de
la comunidad (el profesional no cobra médicos-sacerdotes (que existen de forma
un salario sino unos “honorarios” que pura en los templos de Asclepio) sí al
tienen un sentido simbólico de honor). menos a la de médicos-filósofos. El médico
hipocrático se separa del sacerdote (ya no
– Código deontológico propio, que esta- considera ni pretende utilizar fuerzas
blece una serie de deberes y derechos, sobrenaturales) elaborando una teoría
pero otorga de hecho impunidad jurídi- lógica y natural de la salud y la enferme-
ca. Las profesiones tradicionales tenían dad, y aplicándola en su práctica. Conser-
capacidad legislativa, ejecutiva y judi- va, sin embargo, rasgos típicamente sacer-
cial autónoma. dotales, como lo es el de no estar sometido
Una profesión supone siempre un al derecho ordinario y disponer de su pro-
determinado papel social; no hay profesio- pio código ético, plasmado, entre otros
nes privadas. El propio término “profe- textos, en el célebre juramento, que impo-
sión” y el verbo correspondiente (“profe- ne la beneficencia (dos veces aparece en el
sar”), con expresiones como la de “hacer texto del Juramento hipocrático la norma
profesión de fe”, tienen el sentido de con- de actuar en beneficio del enfermo), la
fesar o declarar públicamente un compro- conservación de la pureza y santidad en la
miso; sólo es profesional el que está social- vida y en el arte, la obligatoriedad del
mente reconocido como tal. Por eso, para secreto profesional, etc.
profesar, es decir, para acceder a una pro- El médico-filósofo hipocrático es por
fesión, es necesario realizar un cierto rito tanto el heredero del antiguo médico-
que tiene un sentido de asunción social del sacerdote. Su elevada posición social fue
compromiso y de las atribuciones propias lograda mediante un extraordinario proce-
de la profesión. Mediante el rito de la orde- so de superación cultural, a partir de la
nación se accede al sacerdocio y mediante cirugía artesanal que ejercían los primeros
la ceremonia solemne del juramento hipo- hipocráticos. Pero no todos los practican-
crático se accedía tradicionalmente a la tes de la medicina alcanzaron en Grecia
profesión médica. ese elevado nivel: en las capas sociales

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inferiores había también, como es habi- sidades, y por la promulgación de normas


tual, una gran cantidad de empíricos dedi- (inicialmente en Sicilia) que regulan la
cados a realizar curas de forma artesanal, práctica profesional (a la que sólo se podía
mediante la cirugía o, a veces, también acceder tras superar un examen en la pres-
mediante ceremonias de fondo supersti- tigiosa Escuela de Salerno).
cioso.
En la Europa moderna aparecen nuevas
instituciones profesionales, como el Royal
La medicina monástica College of Physicians inglés, que en sus
Con las invasiones germánicas se pier- estatutos incluye unos “preceptos mora-
de para Europa Occidental la tradición gre- les” que son todavía herederos de la ética
corromana y se inicia la Alta Edad Media, hipocrática. Sus planteamientos irán evo-
que supone una profunda regresión cultu- lucionando hacia la formación de los
ral. Los saberes médicos quedan reduci- modernos códigos deontológicos de los
dos a los manuscritos que se conservan en colegios médicos. En estos códigos, así
los monasterios. Los monjes van a ser, en como en la mentalidad predominante
este período, los que conservan los esca- entre los profesionales de la medicina, el
sos restos de la medicina clásica; se habla rol sacerdotal del médico se refleja en la
por ello de “medicina monástica”. Y serán firmeza con que se mantiene que la medi-
también los monjes quienes, en las enfer- cina no es una ocupación más, que no
merías anexas a los monasterios, se encar- tiene un carácter mercantil ni artesanal, y
guen del cuidado de los enfermos que, que por su naturaleza altruista y la impor-
según la regla benedictina, “debe ser ante tancia de su misión exige un estatuto espe-
todo practicado como si, dispensándolo a cial y un rígido monopolio. Con estos argu-
los enfermos, al mismo Cristo se le dispen- mentos se enfrentarán los médicos, en el
sase”. Medicina y religión vuelven a cruzar siglo dieciocho, a los defensores del libe-
su desarrollo histórico. ralismo que ponían en cuestión todos los
monopolios corporativos en nombre del
La Baja Edad Media va a suponer un ini-
libre mercado y la libre iniciativa.
cio de recuperación de la cultura grecorro-
mana, fundamentalmente a través de la En el siglo diecinueve, médicos genera-
traducción de textos clásicos. Con ellos se les, especialistas y cirujanos se integran en
desarrolla la profesión médica, a la vez que la clase burguesa y asumen los valores tra-
se va haciendo más laica; en los siglos dicionales de la profesión (lo que hemos
doce y trece la Iglesia trata de restringir las llamado, tan solo en sentido sociológico,
prácticas clínicas de los clérigos8. “Varios su “rol sacerdotal”). El médico, conside-
concilios prohibieron a los monjes el rándose un árbitro de la vida del hombre,
aprendizaje de la medicina, la asistencia cree que ha de ejercer en régimen de
fuera de sus propios monasterios o la dedi- monopolio la alta misión que le fue confia-
cación de mucho tiempo a esta ciencia da, regido por sus propios códigos de ética
laica (y lucrativa); estas prohibiciones se profesional, obligado a respetar el secreto
repitieron con frecuencia (y se violaron médico y cobrando por su actuación unos
con frecuencia)”9. Las prohibiciones ecle- honorarios que él mismo fija libremente.
siásticas fueron particularmente dirigidas Es muy característica del siglo diecinueve
hacia la realización de técnicas quirúrgi- esta concepción de la medicina como una
cas, quizá por el riesgo de que los monjes profesión de ejercicio liberal (y no como
se vieran involucrados en intervenciones un oficio propio de asalariados, ni tampo-
con resultado de muerte. co, salvo excepciones, de funcionarios).
Este espíritu se recoge en el primer
La secularización de la medicina gran código de ética médica, Medical Ethics
Las reticencias de la jerarquía eclesiás- de Thomas Percival, publicado en 1803. Y
tica coinciden con una tendencia más en la misma línea se van situando los códi-
general a la secularización de la práctica gos de ética elaborados por los colegios y
clínica, favorecida por la inclusión de la las asociaciones profesionales. Las institu-
enseñanza médica en las nacientes univer- ciones de este tipo se convertirán en el

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LA RELACIÓN MÉDICO-ENFERMO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

principal instrumento de defensa de los cina general, higiene y prevención sanita-


valores y los privilegios tradicionales de la ria; un nivel secundario, de consultas espe-
clase médica. cializadas en régimen ambulatorio, y un
nivel terciario que es el que corresponde a
La medicina al servicio de la los grandes centros hospitalarios. En
éstos, por otro lado, la complejidad de las
comunidad
técnicas que se aplican y de la propia
El siglo veinte supone para la profesión estructura hospitalaria requiere también
médica una profunda transformación, que una forma de trabajo organizada en equi-
va a poner en cuestión definitivamente su pos sanitarios.
ejercicio liberal.
Esta colectivización de la medicina
La aparición de los seguros sanitarios actual ha acabado casi por completo con
de carácter público y ámbito nacional la concepción tradicional de la medicina
había sido precedida por las “sociedades como profesión liberal y con lo que hemos
de socorros mutuos” que florecieron en llamado el “rol sacerdotal del médico”. El
Inglaterra, tras la revolución industrial, ejercicio libre de la profesión es hoy excep-
como una tercera vía entre la costosa asis- cional (al menos como dedicación exclusi-
tencia privada y las misérrimas institucio- va) y el médico ha pasado a estar, en la
nes de beneficencia10,11. Pero fue en la Ale- mayoría de los casos, al servicio de las
mania de Bismarck donde apareció el compañías de seguros o de los grandes sis-
primer sistema moderno de seguridad temas sanitarios de asistencia colectiviza-
social, concebido como un seguro obliga- da. Ha dejado también de gozar de impuni-
torio, unificado y centralizado. Con parti- dad jurídica, y cada vez es más frecuente
cularidades diversas, los sistemas colecti- que tenga que responder de su práctica
vos de asistencia sanitaria con carácter profesional ante los tribunales. De hecho,
público surgieron también en la Rusia las demandas judiciales de pacientes insa-
zarista y en otros países europeos, hasta tisfechos han crecido de forma exponen-
culminar a mediados del siglo veinte en el cial en las últimas décadas, precisamente
National Health Service inglés, considerado cuando la formación científica de los médi-
ejemplar durante mucho tiempo por la cos y su eficacia diagnóstica y terapéutica
amplitud y la universalidad de sus presta- es muy superior a la de cualquier otra
ciones. Obviamente, los médicos que se época de la historia12. El secreto médico se
fueron integrando en todos estos sistemas ha diluido entre los múltiples miembros
sanitarios perdieron (en gran medida) el del equipo sanitario que reciben informa-
estatuto tradicional de profesionales libe- ción del enfermo. En definitiva, la figura
rales para acercarse al de funcionarios o del médico ha dejado de estar socialmente
asalariados distinguidos. privilegiada para pasar a ser la de un pro-
Pero además, y en parte como conse- fesional más entre otros muchos análogos.
cuencia de la proliferación de especialida-
des, se va a imponer el trabajo en equipo. El médico como asesor
El médico general ya no puede hacerse
cargo de enfermedades muy específicas y Sin embargo, puede decirse que el rol
ha de recurrir al especialista. Pero éste, a sacerdotal del médico no ha desapareci-
su vez, al no tener competencia más que do sino que se ha transformado y, en cier-
sobre una parcela de la persona enferma, to sentido, se ha potenciado incluso.
precisará de otros especialistas que se Mientras que los sacerdotes de las reli-
encarguen de las enfermedades intercu- giones tradicionales han ido perdiendo
rrentes, sin olvidar tampoco al médico de influencia en unas sociedades cada vez
familia que ha de ocuparse del control ruti- más laicas y pluralistas, el médico ha ido
nario del enfermo, del tratamiento de las asumiendo funciones que le confieren un
enfermedades más habituales y de la coor- nuevo tipo de rol sacerdotal, sociológica-
dinación con los especialistas. Se va mente hablando. Los valores de virtud y
estructurando así un sistema de atención pecado han ido perdiendo terreno, a la
en tres niveles: un nivel primario, de medi- vez que lo han ganado los valores de

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salud y nocividad. Como consecuencia de cho a la confidencialidad de sus datos


ello puede decirse que el médico se ha sanitarios.
ido convirtiendo en el nuevo sacerdote de En el riguroso respeto a la autonomía
la sociedad del bienestar. Muchos hom- del enfermo competente, e incluso en el
bres, que no siguen ningún tipo de pre- estímulo de esa autonomía, tiene el médi-
ceptos religiosos, tienen en cuenta las co actual el mejor recurso para evitar que
opiniones del médico a la hora de decidir los rasgos autoritarios del viejo sacerdote
lo que deben o no deben comer, las sus- recaigan ahora también sobre él.
tancias que pueden consumir y las que
deben evitar, las costumbres higiénicas y
actividades físicas que deben cultivar o LA RELACIÓN CLÍNICA: DE LA ISLA
las precauciones que deben tomar en sus DESIERTA AL EQUIPO SANITARIO
relaciones sexuales. En la práctica profe- Laín Entralgo15 ha comentado la frase
sional, el médico se ha ido encontrando del clínico decimonónico Schweninger:
con que las decisiones técnicas que debe “Cuando yo veo a un enfermo, él y yo esta-
tomar están indisolublemente unidas a mos como en una isla desierta”. Hoy no se
decisiones éticas. Se ha dicho muchas le ocurriría a nadie una metáfora semejan-
veces que el psicoanalista y el psiquiatra te. Hoy un enfermo no se relaciona tan solo
han sustituido al sacerdote como figura a con su médico, sino también con otros
la que se consulta ante conflictos o crisis especialistas, personal de enfermería,
existenciales. No es menos significativo el auxiliares, asistentes sociales, administra-
hecho de que la decisión de un juez sobre tivos, etc. Si a algo no se parece un centro
un acusado pueda depender de un dicta- sanitario actual es a una isla desierta. Ésta
men forense. es una de las razones por las que ha perdi-
do vigencia la expresión tradicional “rela-
En la medida en que la sociedad actual ción médico-enfermo”, pues habría que
ha ido sustituyendo el valor de la virtud hablar más bien de “relación sanitario-
por el de la salud, y la búsqueda de la per- enfermo”.
fección se ha ido concretando para
muchos en la búsqueda de la perfecta Pero también el otro término de la rela-
salud, el médico ha ido dejando de ser una ción es inadecuado. No todas las personas
figura sociológicamente análoga a la del que acuden al sistema sanitario están
sacerdote para transformarse en el gran enfermas; muchas van precisamente a
regulador de la vida de muchos hom- descartar que lo estén (las primeras con-
bres13,14. Quizá sea el enorme poder que sultas, de hecho, suelen dedicarse a deter-
esto pone en sus manos lo que ha hecho minar si hay o no una enfermedad identifi-
que la bioética actual insista en recordar al cable) o a prevenir la posibilidad de
médico que además del principio de no- estarlo. El término alternativo de “pacien-
maleficencia (lo primero es no hacer te” también es criticable, pues como antes
daño), el de justicia (no discriminar por quedó apuntado, el debate se produce
factores extrasanitarios) y el de beneficen- precisamente en el momento en que éste
cia (actuar en bien del enfermo) hay tam- está dejando de ser pasivo para convertir-
bién un principio de autonomía según el se en sujeto agente de la relación. Se ha
cual el médico no debe tomar las decisio- propuesto el término “cliente”, de cierto
nes que puedan ser tomadas por sus éxito en Estados Unidos pero totalmente
pacientes, sino informarles de cuanto inapropiado en la tradición médica euro-
necesiten saber para que ellos mismos pea. Hay quien se inclina por el término
decidan con el mayor fundamento posible. “usuario” (con lo que se habla de “relación
Debe renunciar definitivamente a su mode- usuario-sanitario”, RUS), pero tiene tam-
lo histórico de padre sacerdotal para bién connotaciones que parecen reducir
transformarse en algo más parecido a un al enfermo a consumidor de servicios
asesor democrático. Debe asumir el hecho sanitarios.
de que el secreto tradicional, que era un En un polo de la relación ya no está
deber profesional más, ha pasado a ser sólo el médico y en el otro no hay acuerdo
uno de los derechos del paciente: el dere- sobre la forma adecuada de denominar al

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LA RELACIÓN MÉDICO-ENFERMO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

que está. Pero además se ha criticado el fragmentado, pero no ha llegado a manos


hecho de concebir la relación como bipo- del paciente, que sigue siendo pasivo. Con
lar, pues en ella no intervienen dos únicos respecto al modelo paternalista, tiene la
elementos sino también las llamadas ter- ventaja de que las decisiones no se toman
ceras partes: familia, amigos, relaciones desde una única perspectiva, con lo que
laborales, administración del hospital, suelen ser más contrastadas, pero tiene
asistentes sociales, psicólogos, consejeros también el inconveniente de que es más
espirituales, la sociedad misma personifi- conflictiva (como siempre que se fragmen-
cada por el juez en caso de conflicto, etc. ta el poder) y de que la confidencialidad y
Se ha llegado así a hablar de “relación discreción tradicionales se relajan irreme-
clínica” (o de “relación sanitaria”), quizá el diablemente.
término menos inadecuado, ya que es el La relación clínica “democrática” es la
que mejor responde a la mayoría de estas que ha supuesto la auténtica (y polémica)
críticas al evitar con su carácter abstracto innovación del último tercio del siglo vein-
los personalismos de las anteriores deno- te. Con la consolidación de los derechos de
minaciones16. los enfermos, la relación se ha horizontali-
zado. Ha triunfado la tesis de que todo
La estructura de la relación clínica (con
usuario de servicios sanitarios (que no sea
todas sus variantes) ha sido ilustrada con
declarado incompetente) puede y debe
diversas metáforas, como la parental, la de
tomar libremente las decisiones que se
camaradería, la contractual, la de amistad,
refieren a su cuerpo, de acuerdo con el sis-
la técnica17 y con diversos modelos, como
tema de valores en que se basa su proyec-
el paternalista, el informativo, el interpre-
to de vida. Si antes regía en exclusiva el
tativo o el deliberativo18. Sintetizando
código ético que el médico aplicaba para
mucho el problema, se pueden distinguir
actuar en beneficio del enfermo, ahora rige
tres grandes tipos: la relación clínica
el sistema de valores que el paciente ha
“paternalista”, la “oligárquica” y la “demo-
asumido para orientar su existencia. La
crática”.
toma de decisiones no resulta de un diálo-
La relación clínica “paternalista” esta- go entre iguales, pues la relación no es per-
ba ya formulada en el juramento hipocráti- fectamente simétrica, ni horizontal siquie-
co: “Haré uso del régimen dietético para ra (sólo se ha horizontalizado con respecto
ayuda del enfermo, según mi capacidad y a la vertical paternalista). La decisión final
recto entender: del daño y la injusticia le resulta de un proceso (a veces largo y con-
preservaré”. Son la capacidad y el recto flictivo) en el que convergen y se ajustan la
entender del médico los que tienen que información técnica que el médico propor-
preservar del daño y la injusticia al pacien- ciona con los deseos y valores personales
te; nada nos dice el célebre texto de la del paciente (dentro del marco formado
capacidad y el recto entender del enfermo. por las terceras partes). Ambos polos son
Se establece así una relación vertical y asi- ahora activos, pero de diferente manera.
métrica en la que el médico ordena como Uno aporta conocimiento científico, expe-
un padre benévolo y el paciente se deja lle- riencia clínica, información técnica, conse-
var hacia el bien (que él no ha elegido) jos. El otro escucha cuanta información
como un niño sumiso. recibe y la contrasta con sus creencias, sus
La relación clínica “oligárquica” es la proyectos, sus deseos... El médico propone
consecuencia de la medicina en equipo y, por primera vez en la historia, el enfermo
que se ha ido generalizando en el siglo dispone.
veinte. Es una relación vertical, como la En treinta años, por tanto, en las socie-
anterior, pues el paciente sigue estando dades democráticas desarrolladas, el
sometido a decisiones que se toman sobre enfermo ha reivindicado (y obtenido) el
él. La diferencia está en que ahora ya no es derecho a la autonomía, el médico se ha
un sólo médico, sino todo un equipo sani- visto desposeído de su tradicional poder
tario, el que las toma. De la monarquía se de decisión y la relación entre ambos se ha
ha pasado a la oligarquía (por seguir utili- transformado profundamente. El procedi-
zando la metáfora política) y el poder se ha miento concreto en que se ha plasmado el

An. Sist. Sanit. Navar. 2006 Vol. 29, Suplemento 3 15


J. Lázaro y D. Gracia

cambio es lo que se denomina “el consen- Entre el paternalismo más tradicional, el


timiento informado”19. autonomismo más extremo y la burocrati-
zación más rígida se encuentra un amplio
abanico de posibilidades en las que se desa-
CONCLUSIÓN rrolla, de hecho, la práctica clínica. No es
frecuente encontrar hoy textos teóricos
El bioeticista norteamericano Mark Sie- que defiendan abiertamente el paternalis-
gler ha establecido, con sorprendente pre- mo, aunque no es raro escuchar en privado
cisión, que la era del paternalismo (o era opiniones de clínicos de amplia experiencia
del médico) se extendió “desde el año 500 que lo justifican o lo añoran. Hay teóricos
a.C. hasta el año 1965”. Tras ella vendría la de la medicina –como Thomas Szasz21– y
era de la autonomía (o era del paciente), pensadores sin actividad clínica que defien-
que a su vez desembocaría (en los Estados den el autonomismo radical como la única
Unidos, desde luego, pero también en otros opción adulta en una sociedad democráti-
países desarrollados) en la actual era de la ca. Pero en la práctica diaria de ambulato-
burocracia (o de los contribuyentes). Esta rios y hospitales son muchos los factores
última se caracterizaría, según Siegler, por que intervienen en la relación clínica (el
una serie de obligaciones: 1. Contener el nivel cultural, la actitud y el carácter del
gasto y administrar con eficiencia los enfermo; la personalidad más rígida o más
recursos sanitarios; 2. Analizar los riesgos dialogante del médico; la intervención cada
y posibles beneficios de cada intervención vez mayor de otros profesionales sanita-
clínica en un marco social, y 3. Equilibrar rios; las condiciones impuestas por las “ter-
las necesidades y los deseos del paciente ceras partes”: familia, juez, administración,
con la justicia social de la comunidad de la compañías de seguros; la disponibilidad de
que forma parte. “El paternalismo del recursos y de tiempo...). Cada día, el médi-
médico y la autonomía del paciente, parti- co y el enfermo dialogan, condicionados
cularmente con respecto a las decisiones por todos estos factores22. A lo largo de ese
médicas, se verán reemplazados por consi- diálogo, el médico, con sus cualidades y sus
deraciones sobre la eficiencia y convenien- deficiencias (profesionales y personales),
cia a nivel social e institucional, basadas se va moviendo entre la intención de ayu-
principalmente en razones económicas y dar el enfermo y la convicción de respetar-
necesidades sociales. [...] En contraste con lo como sujeto adulto que es. El logro de un
las dos etapas anteriores, los deseos tanto equilibrio entre ambos polos depende en
de médicos como de pacientes estarán cada caso de la amplitud de su formación y
subordinados a los deseos de los adminis- de su criterio (para el manejo riguroso de
tradores y burócratas”. Ésta sería la nueva los hechos biológicos desde luego, pero
relación de médico y paciente en la era también para el reconocimiento de los valo-
actual de la “medicina gestionada”20. res personales). A veces el médico añora en
secreto aquellos viejos tiempos en que al
El planteamiento de Siegler es un enfermo se le podía guiar como a un niño;
esquema teórico útil, siempre que se las cosas eran entonces ciertamente más
entienda con la necesaria flexibilidad. Los sencillas. Pero la infancia del enfermo ha
fenómenos sociales de la complejidad de concluido, tras haberse prolongado duran-
los que aquí se analizan no pueden esque- te muchos siglos. Acabó de forma brusca
matizarse demasiado sin caer en un reduc- hace tan sólo unas décadas. Y a veces no es
cionismo empobrecedor. El respeto a la fácil para el enfermo asumir su nuevo
autonomía del paciente es una conquista poder. Y a veces no es fácil para el médico
histórica de las sociedades más avanzadas asumir su reciente pérdida de poder. A
que no implica el que en ellas los médicos veces no es fácil, ni es cómodo, ser adulto.
hayan renunciado a promover el bien de
los pacientes. El debate en el interior del
equipo sanitario sobre la toma de decisio- BIBLIOGRAFÍA
nes clínicas no se produce nunca al mar-
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