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Exaltación

Coróname esta noche con tus brazos morenos;


quiero otra vez el filtro de tu caricia infiel;
aún percibo en mis manos el olor de tus senos
y en mis labios el gusto salobre de tu piel.

Tu cuerpo es el resumen de los goces terrenos;


mi ardor, como una llama, vibrará sobre él;
dame tu boca -estuche de cálidos venenos-,
dame tu lengua -pétalo de enervadora miel-.

Tiéndeme como rútilo manto tu cabellera


y déjame en tus flancos degollar la quimera;
verás que este espasmo de pura exaltación

perpetrará en tu vientre mi inquietud y mi hastío;


como guerrero exangüe sobre el escudo, ansío
yacer descoyuntado sobre tu corazón.

JOSE EUSTASIO RIVERA (Colombia, 1888 - 1928 )

POEMA DE LA AUSENCIA

césar cando mendoza

Amor mío.
Tu ausencia no ha conseguido vencerme.
Sólo ha hundido su bisturí en mis ojos
negándome el sueño
y la luz de tus cabellos.

A tientas toco
la sombra de tu cuerpo,
palpo,
tus raíces de carne marina
Y si acaso me olvidas,
mis olas cubrirán
la playa de tu cuerpo
abriéndote la arena de tus senos
con mi pleamar erecto de espuma.

Amor mío.
Y si dejo de amarte
y tu dejas de amarme
escapará el día
para morir en los ojos de los pájaros.

Amada mía.
Sé que vendrás desnuda
cabalgando sobre miércoles
con el ocaso de la golondrina
a beber de mi cántaro,
posando
tu cadera de sandía
en mis piernas.
Y mi lengua moverá
tu cuello de gaviota
Y mis pies
besarán tus pies.
Y tu torso,
crepitará
con las ranas recelosas
de la tarde.

Textura de sueño
No he visto el día
más que a través de tu ausencia
de tu ausencia redonda que envuelve mi paso agitado,
mi respiración de mujer sola.

Hay que están hechos para morirse o para llorar,


días poblados de fantasmas y ecos
en los que ando sobresaltada,
pareciéndome que el pasado va a abrir la puerta
y que hoy será ayer,
tus manos, tus ojos, tu estar conmigo,
lo que hace tan poco era tan real
y ahora tiene la misma
textura del sueño.

Gioconda Belli

http://amediavoz.com/belli.htm

AUSENCIA

Cuando pienso en ti el dolor regresa y me aplasta como hacen los niños con las hormigas. Tu
ausencia es mi castigo. Aunque sé que no puedo encontrarte, recorro día y noche el laberinto.
Y dentro de mi estúpido corazón el deseo de verte crece y crece como un tumor de terciopelo.
Tu ausencia marca el ritmo de mis horas e insomnios. He olvidado mi nombre, he olvidado
cada cosa que no se relaciona contigo. La muerte me desgasta incesante y no quisiera morir
sin ver en tus ojos el nivel del invierno. La vida es corta pero las horas son infinitas. Tu ausencia
me rodea, me ahoga, me desgarra. Tu ausencia es mi único pecado y mi mayor condena. Tu
ausencia es el beso invisible del ansia, el verano oscuro, las caricias invisibles. Las nubes pasan,
las palabras se apagan y el dolor permanece. El dolor es mi perro fiel, el guardián implacable
de esta cárcel atroz, de esta celda sin paredes a la que estoy confinado. Siento tu boca que
roza la mía y huye hasta el fin del mundo. Tu imagen se forma y deforma en mi mente, las
fuerzas me abandonan y sólo el dolor me sostiene. El dolor es mi único alivio. Busco el dolor
como los insectos buscan la luz que les quema el alma. La vida te destruye en algún remoto
lugar y mi memoria perfecciona cada uno de tus rasgos. Eres como siempre el resplandor y la
lágrima, la dueña imposible de mis emociones. Antes de soñar el amor ya te soñaba a ti. Estás
hecha de mi sangre y de mi nombre. Sé que aunque grite no vendrás, que tu ausencia invadirá
mis huesos y borrará mi imagen de la mente de quienes me conocieron y juraron recordarme.
Hoy es un día soleado, estoy a la deriva en un bosque de pinos. No sé cómo llegué aquí. Estoy
esperando una señal, un evento secreto. Inmóvil sobre la hierba.

Efraim Medina Reyes

LA ÚLTIMA VEZ

Soy, en la oscura noche, como un salvaje pájaro sediento de amor. Las palabras zumban como
abejas asesinas y luego llega el silencio, tus ojos me observan y logran intimidarme, pero el deseo
es una joya absurda que destruye los espejismos. Te levantas de la banca y caminas por un
sendero del parque, te sigo, respiro el olor de tu pelo. Sabes que no puedo escapar, que durante mil
años esperé este momento. Dejas atrás el parque y te detienes frente a un edificio, el portero abre y
le hablas al oído. Te sigo por las brillantes escaleras de madera. Tus piernas se mueven dentro de
la estrecha falda, tus senos se agitan, y de repente te detienes, te sientas en uno de los peldaños,
recoges la falda y abres las piernas. Me miras desafiante. En la delgada tela del oscuro calzón tu
sexo se marca como un sed antigua. Me inclino lentamente y te beso en los labios, abro la bragueta
y saco mi sexo, tu boca se libera de la mía, me aferras de la cintura y chupas mi sexo. Te abro los
broches de la blusa y las puntas de tus senos se clavan en mi pecho, siento el olor de tu pelo, te
lamo la nuca, dibujo con la lengua tus vértebras. Mi sexo se expande dentro de tu boca, tu garganta
es caliente y profunda, mis dedos apartan el calzón y acarician tu sexo que se moja lentamente. Mi
lengua lame tus senos. Me aferro a tus muslos, a la amplia curva de tus caderas. Meto las manos
bajo tus nalgas y te levanto un poco de la superficie fría de la escalera. Durante un breve instante
permanecemos suspendidos y luego mi sexo escapa de tu boca y busca tu sexo, te penetro con
fuerza, la madera cruje bajo el peso de nuestros cuerpos, mi boca se come tu boca. Y golpeo una y
otra vez dentro de ti, tu corazón late contra el mío y el tiempo se eterniza. Giramos, mi espalda se
apoya en el borde de aquel peldaño, pero el deseo borra el dolor. Me aferro a tus nalgas y acerco tu
sexo a mi boca y lo lamo lentamente, lamo cada hendidura, aprendo formas y sabores mientras tu
boca susurra palabrotas cerca de mi oído. Nuestros sudores se confunden. Y luego te sientas en
mis piernas y mi sexo entra de nuevo en el tuyo, y subes y bajas. Mi sexo vibra a punto de estallar y
te aprieto las nalgas y hundo mi dedo en tu culo y te beso la cara, te lamo el cuello y tu sexo me
aprieta más y más... Y entonces giras y me pides gimiendo meterlo atrás y penetro tu culo húmedo y
estrecho y te quejas bajito y luego te mueves clavada allí, te mueves cada vez más frenética, tus
nalgas golpean contra mi pelvis, el placer destruye el último fragmento de lucidez y me pierdo dentro
de ti...

Efraim Medina Reyes

Fuente: http://www.resonancias.org/content/read/778/cinco-textos-cortos-ineditos-de-
efraim-medina-reyes

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