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Menta y Chocolate

Elva Martínez

IS BN-13:
978-1522726166
IS BN-10:
1522726160
Ami abuelorro, que me enseñó a siempre poner “alma, corazón y vida”.

Amis tres: Javier, Eric y Gabo.

ALili, que dejó un poco huérfana a la notaria mientras mentachocolateábamos.


Agradecimientos: Son tantas y tantas las personas a las que he de agradecerles algo por su implicación directa y/o indirecta a lo largo del proceso de esta historia, que espero no olvidar a nadie. ¿Por
quién comenzar?
Ejem…ejem… por una vez comenzaré por el principio. Gracias a Las Chicas de las Braguitas Color Caca , especialmente a un par de ellas que tras quedar atrapadas en el relato breve de Jara
insistieron e insistieron “hasta el infinito y más allá” para que alargara la historia y, así, tras aquella petición surgió Menta y Chocolate .

En segundo lugar he de darle las gracias a la notaria, que da fe de cada uno de mis actos, ja ja ja, Amparo, primero por haberme presentado a esta maravillosa raza perruna: Vizsla. Segundo por estar ahí
cada día, animándome con cada uno de sus comentarios y publicitando mis historias. Y como no hay dos sin tres, también he de agradecerle haberme prestado sus ojitos, siendo una de las personas que han leído el
manuscrito detectando mis meteduras de pata. ¡Mil gracias notaria! Ya sabes que volveré a explotarte, ja ja ja ja…

En tercer lugar a Carmen, que llegó a mi vida de manera casual, ella descubrió a mi querido pirata cazador de estrellas enAmazon y, luego me buscó a mí. No, no he de darle las gracias por ser lectora, eso
ya lo haré luego, sino por haberme regalado el nombre de su terrier, Jara, que dio pie a un relato y luego a esta divertida y romántica historia. ¡Gracias Carmen! ¡Gracias Jara!

Yseguimos con la vice de Las chicas de las braguitas color caca, mi Paz, porque siempre está ahí dispuesta a hacer mil y una maravillas para las lectoras. ¡Gracias Paz! Ah, y gracias por ponerle caras a
los hombres de mis historias, ja ja ja ja. Ypor tus ojos.
Ami presi, Valeria, porque siempre está ahí, haciendo por mí y mis historias todo lo imaginable e inimaginable.

A Silvia, por tomar café leyéndome y regalarme sus comentarios. A Ness y a cada una de las braguitas: Jelly, Mileth, Adriana, Vivian Raquel, Dannays, Ruth, Nika, Belinda, Elisa, Vanesa (una de las
mujeres más fuertes y valientes que conozco),Evelyn, Mikita Ruth, Nuria, Marta, Verónica, Carmina…chicas, perdón por no nombrarlas a todas pero, al final, escribo otra novela más solo con los
agradecimientos, ja ja ja…

Gracias a todas las lectoras que se implicaron regalándome cada semana fotos de este curioso sabor, y a las que les he creado una pequeña pero sana adicción a la menta y chocolate.

Y,por último, gracias a Loli, Maribel y a Lucía por haberme endulzado la vida con unos deliciosos chocolates de menta y chocolate.

Ah, y gracias a ti por estar leyéndome, espero que disfrutes página a página, cucharada a cucharada, porque he de decirte que antes de empezar a leer mejor vas a por tu tarrina de helado.

Muaaaackis…muaaaaackis

Elva

Menta y Chocolate

Elva Martínez
Nota de la autora: Si no tienes helado de menta y chocolateen casa corre a por uno, parece ser que la historia crea adicció n .
Prólogo.-

Me llamo Eva y pertenezco a una familia peculiar. No, no vayáis a imaginar nada extraño, en realidad, lo curioso de nuestra familia es el motivo por el cuál somos conocidos en el pueblo de mi familia
materna: cinco generaciones de preciosas bracas húngara o vizlas, como prefieras llamar a esta maravillosa raza.

¡Me encanta ser reconocida por este motivo! Sí, porque en Bonn, ciudad de mi familia paterna, donde he vivido parte de mi vida, debo ser conocida como la díscola de la familia; como la oveja negra
no ha querido seguir la tradición familiar de grandes y prestigiosos abogados.

¿Qué le vamos a hacer? Osé abandonar mis estudios de Derecho en el segundo año de carrera para dedicarme a mi verdadera vocación profesional: las lenguas.

¡Eh! Hablo de idiomas y no de la “sin hueso”, je je je.

Desde el principio fue un error, no debí ingresar en Derecho, pero mi padre, mis tíos y mi abuelo paterno insistían, y yo me dejé llevar por ellos… hasta volver de vacaciones a Valencia y mi sabía abuela
materna decirme:

―Cariñet[1], no has de hacer lo que se espera de ti sino lo que tú quieras. ¿Quieres vivir amargada toda la vida por hacer lo que se espera de ti o seguir tus deseos?

Y yo, que adoro a mi abuela Clotilde, no se me ocurre ninguna abuela mejor en el mundo, le hice caso a ella y a mi corazón. Hoy soy traductora de alemán, inglés, francés e italiano, claro está sin
olvidarnos de mi lengua materna: el español. Ah, ahora estoy recibiendo un curso intensivo de Valenciano pero ya llegaremos ahí. Comencemos la historia, mi historia y las de mis cinco primas caninas desde el
principio…
Xena
(1990-1994)
Capítulo 1.-

En un lugar de Valencia…

Risas, carreras, gritos y ladridos invadían el jardín, dando fe que a Xena y a sus ocho primos humanos poco o nada les importaba los casi cuarenta grados y el viento de poniente. María, Pedro, Víctor,
Vicente, Sara, David,Alejo y Eva entraban y salían de la piscina al grito de bomba va; Xena no se quedaba atrás y los acompañaba con un ladrido saltando junto a ellos en la piscina de sus abuelos.
Clotilde y Vicente no podían estar más dichosos, sus rostros mostraban la satisfacción de tener a todos sus nietos en casa. Sí, los fines de semana era imposible encontrar un solo minuto de silencio en la
casa, pero les encantaba tener aquella alegre algarabía que desaparecía durante la semana, salvo en los meses de verano que casi tenían a toda la troupe afincada allí. Más ahora tras la llegada de Xena, con la que todos
querían estar, no se separaban de la juguetona y cariñosa braca húngara ni un instante.

―Xena… Xena… quita―medio imploraba entre risas Eva―, si me chupas no puedo nadar.

Xena no llevaba mucho en la familia pero su llegada estaba haciendo las delicias de los primos, quienes la habían adoptado como prima. Ninguno quería separarse de ella, peleándose para colarla en su
cama cuando los abuelos no se enteraban, ejem… o hacían como tal.
―Xena, ven conmigo―gritó Alejo salpicando a la que sin duda era su prima favorita, Eva. ―. Eva es una pequeñaja y no sabe nadar bien. ―dijo con aire burlón, sabiendo que eso molestaría a la más
pequeña de la familia.
―¡Eso no es verdad! Yo nado muy bien―se quejó Eva―, y no soy pequeña. ¡En noviembre cumplo ocho años!
―¡Una pequeñaja!
―¡No es verdad!
―Sí, que lo eres, yo soy más mayor que tú que ya tengo diez años―aseveróAlejo―, lo que me hace ser más responsable que tú.
―¿Tú responsable? ―era Víctor el que hablaba, el mayor de los primos― Tú eres un nano [2]como Evita.
―¡Yo no soy un nano! ―se quejóAlejo, quien no podía soportar que sus primos mayores lo vieran como a un pequeño.
―Nano… nano… nano…Alejo es un nano…― coreaban sus primos mayores al unísono, haciéndolo rabiar.

EnfurruñadoAlejo salió de la piscina tropezándose con su tía Rosa, la madre de Eva, que iba en busca de su hija.

―¿Qué pasaAlejo? ―preguntó Rosa al ver la cara de enfado de su sobrino pequeño.


―Nada tía, estos que son unos tontos. ―respondió buscando su toalla entre la maraña de toallas que había sobre la hamaca.
―Eva, sal del agua ya.
―Pero mami, yo no quiero salir, el agua está muy buena.
―Venga que te terminará por salir escamas, como si fueras una sirenita.
―Mami, eso no es posible, esas cosas no ocurren en la realidad. ―rio Eva enseñando el par de dientes que Pérez se había llevado con él.
―Anda, sirenita, ¿no quieres ir a casa deAna?
―¡Sí! ―exclamó dándose prisa por salir del agua, como si hubiese escuchado la palabra mágica, seguida por Xena.
―Xena ni se te ocurra sacudirte a mi lado―comentó Rosa alejándose de la cachorrita. ―. Venga Eva, una ducha rápida y te vistes que los padres deAna nos están esperando.
―Voy mami.
―Eva, no corras que te resbalas.―apostilló su madre al verla correr por el borde de la piscina.

*****

―Mami, ¿vamos a comer en casa deAna?


―Sí, es el aniversario de Cristina y Andrés, y nos han invitado a comer.
―Mami, ¿desde cuándo conoces a los papás deAna?
―Uff, a Cristina de siempre, estábamos juntas en el cole y aAndrés en el instituto cuando empezó a salir con Cristina.
―¿Ytú, papi?
―Yo menos―respondió Hans―, primero conocí aAndrés, ya sabes que él fue quien me presentó a mamá.―sonrió Hans acariciando la cabeza de su desdentada hija.

Un par de minutos más tarde abrían el portón de entrada del chalet de los padres deAna, hasta ellos llegaba ya el olor de la leña y de la paella queAndrés comenzaba a preparar.

―Eh, familia, pasad―decíaAndrés nada más ver a sus amigos entrar al jardín de su casa. ―. ¿Qué pasó Eva? ¿Cómo está la niña que va a romper más de un corazón como siga así de guapa?

Eva sonrió, dejando ver los hoyuelos que se le formaban en la comisura de los labios.

―Hola, tío, ¿dónde estáAna? ―preguntó Eva tras darle un par de besos al padre de su amiga, al que quería como si fuera un tío más.
―Está dentro conAndrés, que acaban de salir de la piscina hace un momento―contóAndrés―, a veces me pregunto si mis hijos no serán medio pez.
―Esta es igual―comentó Rosa, dándole un par de besos a su amigo―, y felicidades por esos doce años ya.
―Mamá, me voy conAna.―dijo Eva corriendo rumbo a la casa.
―Hola, Eva, cariño.―la saludó Cristina que salía con unos aperitivos.
―Hola, tía Cristina―le devolvió el saludo Eva―, voy conAna―dijo entrando en la casa y dando en seguida marcha atrás. ―. Felicidades, tía―dijo dándole un par de besos.
―Gracias, cariñet.Anda corre con tu amiga y dile aAndrés que traiga las servilletas y los cubiertos que he dejado sobre la mesa de la cocina.
―Vale―contestó entrando en la casa.

Eva sonrió al entrar en la casa y escuchar a su amigaAna cantando la canción que sonaba en la radio, It must have been love de Roxette; con un cepillo que hacía las veces de micrófono,Ana cantaba en
particular inglés, la canción que aquel verano sonaba en todas las emisoras de radio.
―Hola, hoyuelos―el inesperado saludo deAndrés, el hermano deAna, la hizo dar un salto. ―. Ja ja ja, ¿te has asustado?
―Sí, ¡tonto!
―Eh, solo te he saludado, pequeñaja.
―¡Yo no soy ninguna pequeñaja!
―Eres como mi hermana, una pequeñaja de siete años que canta con un cepillo en la mano.
―¡En noviembre cumplo ocho! ―agitada se quejó Eva enseñándole la lengua aAndrés, él le hizo el mismo gesto de vuelta.
―¡Tonto!
―¡Pequeñaja!
―Tú… tú… tú…
―¿Estás comunicando? ―se burlóAndrés, que se creía mayor por tener ya los diez años.
―Tu madre que saques lo que ha dejado sobre la mesa. ―con cara de enfado terminó por decir Eva.
―Vale, pequeñaja.
―Deja de meterte con mi amiga―Ana se metió en la conversación. ―. Pasa del tete, se cree muy mayor por tener diez años. No sabes la suerte que tienes de no tener un hermano mayor, los chicos so
tontos.
―Yo tengo a mi primo Alejo, a veces se pone tonto pero yo lo quiero mucho. Bueno, aAlejo y a los otros siete―aclaró Eva―.Todos son más mayores que yo, ¡Víctor ya tiene quince años! ¡Va al
instituto!
―Jo, ¡qué mayor!Anosotras aún nos falta mucho para ir al insti, pero lo guay es que iremos juntas. ―aseguróAna abrazando a su inseparable amiga
―Sí, ¡juntas para siempre! ¡Nada ni nadie nos separará!

―¿Ysi cuándo seamos mayores nos enamoramos del mismo chico? ―de pronto preguntóAna.
―¿Ypor qué nos vamos a enamorar del mismo?

Eva terminaba de hacer la pregunta cuando Andrés entró en el salón plantándose delante de ellas. Sus miradas se cruzaron durante unos breves segundos que a ambos se les hicieron eternos, sin ser
capaces ninguno de los dos de apartar la vista del otro; ellos no eran conscientes pero acababa de realizarse el primer nudo en el largo hilo rojo del destino.

―Pequeñajas a comer. ―terminó dando el recado que su madre le había dado, apartando la vista de las pupilas de Eva.

*****

―¿Ycuándo os vais aAlemania? ―preguntó Cristina.


―La próxima semana.―contestó Hans.
―¿Os quedareis lo que queda de mes de agosto? ―siguió preguntando Cristina.
―Sí, estaremos hasta final de mes, que se casa mi hermano pequeño.
―¿Eva, ya te entiendes con tus primos alemanes? ―esta vez eraAndrés padre el que preguntaba.
―Bueno, algo.
―¿Algo? La verdad es que está aprendiendo alemán más rápido de lo que esperaba, la destreza que tiene mi hija con los idiomas es increíble. ―orgullosa respondió Rosa.
―Mamá, ¿podemos sacar el postre ya? ―interrumpióAndrés.
―Sí, cariñet,Ana ayuda a tu hermano a traer los helados.Andrés, en el segundo cajón está el de menta y chocolate para Eva y para ti. ―aclaró Cristina―. Creo que son los dos primeros niños, que
conozco, a los que les vuelve locos el helado de menta y chocolate.
―QuédateAna, ya ayudo yo a tu hermano con los helados. ―dijo Eva levantándose de la mesa y siguiendo aAndrés a la cocina.
―Así que te vas aAlemania.
―Sí, casi tres semanas.
―¿Ysabes decir menta y chocolate en alemán?
―Sí, claro.
―¿Cómo se dice? ―preguntóAndrés clavándole la mirada.
―Minze und schokolade.
―Uhm, me gusta más en español. ―sonrióAndrés.
―Ya mí―en baja voz respondió Eva cogiendo las tarrinas que le dabaAndrés.

*****

Xena la esperaba detrás de la puerta, dando saltos de alegría a su alrededor, pareciera que hiciese siglos que no se viesen y solo había pasado unas cuantas horas.

―Eh, prima, ya estás de vuelta. ¿Te vas a quedar esta noche?


―No lo sé―contestó Eva levantando los hombros―. ¿Mami, me puedo quedar esta noche en casa de los iaios[3]?
―Eva, cielo, mañana he de preparar las maletas que nos vamos en un par de días.―explicó Rosa.
―Anda mami, que no volveré hasta final de verano, porfa. ―con voz mimosa imploró Eva.

Eva ponía ojitos suplicantes a sus padres, que se miraron cómplices dándose una respuesta entre ellos. Imposible resistirse a la cara de su hija.

―Anda tía, que no veré a la prima en tres semanas y hoy se pueden ver las estrellas. ¡Nos vamos a quedar todos en el jardín para ver las perseidas!
―Vale, muy bien, con vosotros dos no hay quien pueda.
―¡Ni quien los entienda! Igual se están peleando que defendiéndose mutuamente. ―rio Hans.

Alejo y Eva salieron corriendo seguidos por Xena que iba en el medio de ambos, dando saltos a un lado y al otro haciendo reír a sus primos humanos.
Tumbados hombro contra hombro formando un círculo, en cuyo centro estaba tumbada Xena patas para arribas, imitando a sus ocho primos que tenían la vista clavada en la infinidad de un espectacular
cielo despejado de nubes. Cielo en el que de cuando en cuando se dejaba ver una de las célebres lágrimas de San Lorenzo para regocijo de los primos.

―Otra… otra―gritó emocionadoAlejo a quien una alborotada Xena le chupaba la cara.


―Xiquets[4], creo que va siendo hora de irnos a dormir. Casi son las cuatro de la mañana.―comentó Clotilde levantándose del círculo al que ella y Vicente se habían incorporado por petición de sus
nietos.
―Un poquito más, iaia.―era Sara, la hermana mayor deAlejo, quien hablaba.
―Cinco minutos más y nos vamos a la cama. ―Vicente concedió.

No fueron cinco, ni diez…una hora más tarde los ocho primos desfilaban con una imborrable sonrisa rumbo a sus camas.Alejo y Eva se acomodaron en el sofá cama, dejando subir a Xena nada más salir
sus abuelos.

―Ssh, no hagas ruido y quédate aquí.―murmuróAlejo a Xena para que se colocara en el medio, la juguetona perrita les lamió la cara a ambos y enseguida su cadenciosa respiración se unió a las de sus
compañeros de cama.
En Bonn…

Eva miraba a todos lados, sin lugar a dudas aquel era su sitio favorito de Bonn. El parque Rheinaue, ubicado en pleno centro de la ciudad, era como estar en medio del monte. Sus ojos se perdieron en el
verdor de la húmeda hierba, por la fina lluvia de la noche anterior, pasando por los coloridos setos de flores para terminar topándose con la impresionante cascada cayendo sobre el lago Rheinaue.

―¡Quiero cruzar al otro lado, papá! ―excitada gritó Eva.


―Muy bien, vamos al otro lado. ―respondió Hans tomándola de la mano antes de empezar el recorrido sobre los pilares de piedra, que parecían estar flotando sobre el lago.

Eva rodeó entre maravillada y asombrada cada una de las “cucharas” en el “bosque de las cucharas”, atenta escuchó las explicaciones de su padre frente a las lápidas romanas. Encantada estaba con aquel
lugar. Sí, año tras año desde su nacimiento había visitado Bonn pero nunca se había percatado de lo bonito que era hasta ahora.

―Mamá, Valencia es muy bonita pero la ciudad de papi también es muy bonita.
―Sí, cariño, Bonn es muy bonita.―confirmó su madre.
―¿Te gustaría vivir aquí?
―Bueno…papi―dudó Eva―, la tarta de chocolate de esa pastelería, que está cerca de casa de los abuelos, está deliciosa. ¡La mejor tarta del mundo! Y ese pastel que tiene trocitos de manzana dentro
también. ―explicó relamiéndose al recordar los deliciosos pasteles.
―El strudel.―aclaró el padre.
―Ese… ese… pero aquí no están los iaios, ni los primos― Eva empezó a enumerar―, ni Xena… niAna, que es mi amiga para toda la vida.

Rosa asistía en silencio a la conversación padre-hija, tenía claro que Hans echaba de menos su tierra, su familia y que en Bonn su futuro laboral era muchísimo mejor que en Valencia. Rosa sabía que su
suegro le insistía para trabajar con él, su hermano, tío y primos en el bufete de abogados, que un día sería parte de su herencia.

Hans y ella nunca habían hablado directamente sobre el tema aunque sí de manera indirecta, sin querer había escuchado la conversación de su suegro y marido; no la había entendido del todo pero sí lo
suficiente para saber cómo Hans padre tentaba a Hans hijo.

―Bueno, pero aquí también tienes abuelos y primos. ―comentó Hans.


―Sí, claro.―respondió no muy convencida Eva.

En aquel momento Eva no lo sabía pero, cuatro veranos más tarde, ella y sus padres, una tarde de agosto como aquella estarían llegando a su nueva casa en Bonn.

―Pero no estáAna niAndrés. ―puntualizó.


―¿Andrés? ―preguntó sorprendido Hans― ¡si siempre os estáis peleando! ―rio ―, creo que en lo único que coincidís es en vuestra pasión por el helado de menta y chocolate. Por cierto, hay un
heladería muy cerca de aquí donde lo hacen muy bueno, ¿te apetece?
―Sí―respondió sin dudarlo Eva.

Eva caminaba inspeccionándolo todo a unos pocos pasos por delante de sus padres, que paseaban en silencio cogidos de la mano.

―¿Pasa algo, Rosa? Estás muy callada.


―No, nada.
―¿Seguro?
―Seguro.
―Nunca te fíes de un “seguro” como respuesta de una mujer―bromeó Hans mirando a su mujer―, nos conocemos desde hace años como para saber que eso no es cierto. ¿Qué ocurre?
―Te escuché hablar con tu padre.
―Rosa.
―No, espera, no digas nada―continuó Rosa―. Entiendo perfectamente que tu padre quiera tenerte aquí, y que tú te sientas tentado.
―Rosa, ni me lo he planteado.
―Por eso, le preguntabas a la niña. ―sonrió Rosa―. Cariño, es normal, yo también querría volver a casa en tu situación.
―No te equivoques Rosa, mi casa no está ni en Bonn ni en Valencia, sino donde tú y Eva estéis. Vosotras sois mi familia y mi hogar.

Eva sonrió picaronamente al girarse y ver a sus padres besándose acaramelados a unos pasos de ella.

―¿De qué te ríes, pequeñaja? ―preguntó Hans.


―Jopetas, ¡qué manía tenéis todos de llamarme pequeñaja! ―se quejó Eva.
―¿Quién te llama así? ―quiso saber su padre.
―Alejo y Andrés.
―Están bonitos los dos para decirte “pequeñaja”. ―rio su madre.
―Parece que estoy escuchando mucho el nombre deAndrés. ―comentó su padre haciendo reír a Rosa. ―.Aver si voy a tener que hablar con él.
―¿Por qué, papá? ―inocente y sin entender a su padre preguntó Eva.
―Nada, cariño, tonterías.
Capítulo 2.-

Y como bien dice la canción: el otoño duró lo que tard a en llegar el invierno , y un invierno llevó a otro…y a otro más. Pocas semanas atrás Eva soplaba sus diez velas de cumpleaños, en sus oídos
seguía resonando el pequeñaja en boca deAlejo y Andrés. A su primo lo daba por imposible, sabía que la seguiría llamando así de por vida, al fin y al cabo, ella seguía siendo la pequeña de la familia, y no parecía
que sus padres y tíos tuvieran intención de aumentar la familia.
Sin embargo, lo deAndrés le molestaba más…

―¡Ya tengo 10 años! ―se quejó en el patio al cruzarse en el recreo con él.
―Sigues siendo una pequeñaja como mi hermana.
―¡Ytú sigues siendo igual de tonto! ―exclamó alejándose de él y acercándose a sus amigas que jugaban a la comba.
―Ves, una pequeñaja―insistióAndrés―, juegas a cosas de pequeñajas. ―repitióAndrés para desesperación de Eva.

Eva se giró enseñándole la lengua al hermano de su amiga del alma, notando el corazón acelerado por la rabia y, las mejillas encendidas.

―¡Andrés! ¿Vienes? ―escuchó Andrés tras él mientras contemplaba absorto y con una imborrable sonrisa a Eva hablar con sus amigas, entre ellas estaba su hermana, quien le enviaba una mirada
recriminatoria por meterse con su mejor amiga.
―Seguro que me está criticando. ―reflexionó en voz alta sin darse cuenta.
―¿Qué dices,Andrés?
―¿Qué? Nada, nada…vamos a jugar al balón o ¿qué?
―¿Me lo preguntas? Tú eres el que estás pasmado observando a la amiga de tu hermana, la verdad es que es muy bonita y tu hermana también.
―Ojito, con lo que dices de ellas. ―casi amenazóAndrés mirando a su amigo a los ojos.
―¿Tío, te has enamorado de una pequeñaja?
―No digas chorradas y vamos a jugar antes de que suene el timbre. Eva es como si fuera mi prima. ―puntualizóAndrés sin terminar de entender por qué sentía aquella necesidad de justificarse.

*****

Timbrazo a timbrazo, los recreos fueron pasando. El patio del colegio vio caer hojas de otoño, tuvo charcos en invierno; desolado y triste sin risas, secretos, carreras y juegos se quedó un verano tras
otro, viendo crecer a aquellos que se divertían en él recreo tras recreo.
Yasí llegó un nuevo verano. Unas nuevas vacaciones cargadas de diversión, días de playa, risas compartidas con los amigos, secretos contados a escondidas para que ningún adulto se enterase de ellos.
En casa de los Vidal seguía la misma costumbre.A pesar de ir cumpliendo años, de ir haciéndose cada vez más mayores, los primos seguían reuniéndose allí; los mayores ya no saltaban como locos en la
piscina, aunque a veces se dejaban llevar por las locuras deAlejo y Eva, que seguían saltando al grito de “bomba va” seguidos por su inseparable Xena. Cierto que cada vez eran menos los que se quedaban a
dormir, la adolescencia no perdona y, en algún momento, todos nos sentimos más mayores de lo que somos para hacer determinadas cosas aunque nos sigan gustando…

―Este año ya has entrado en la segunda etapa del cole, y este es mi último curso en el colegio, el año que viene ya pasaré al insti ―dijoAlejo a su prima―.Ati aún te faltan dos cursos más, sin conta
este, para dejar de ser una pequeñaja. Yluego iremos al mismo insti, no como ahora que estamos en coles distintos; podré presentarte a mis amigos, porque yo ya tendré amigos mayores.

Eva sonrió, le hacía ilusión pensar que cada vez faltaba menos para terminar el colegio, tenía ganas de abandonar su horroroso uniforme de colegiala y entrar en el instituto; soñaba con poder ponerse la
ropa que le apeteciera y, no ir vestida siempre con la misma falda de cuadros y aquel polo verde al que odiaba con todas sus ganas.
Eva y Ana hacían planes con su entrada en el instituto, era como una meta, sin lugar a dudas, la entrada en el instituto marcaba un antes y un después. Ya no serían unas niñas de EGB sino estarían en
BUP, igual Andrés cuando deje de verme con el uniforme ya no me verá cómo a una pequeñaja. Puaff, seguro que para entonces ya se habrá pillado por alguna chica mayor , la misma Eva se sorprendió c
sus pensamientos.

―¿Adónde vas? ―preguntóAlejo al ver salir a su prima de la piscina.


―Voy a tomar un poco el sol, quiero secarme, he quedado conAna.
―Creía que pasaríamos el fin de semana juntos, ¡he dejado de ir con mis amigos para pasarlo contigo!―se quejóAlejo.
―No te enfades, volveré enseguida, solo estaré un rato fuera. ―explicó acariciando a Xena que le lamía las gotitas de agua de las piernas. ―. Xena, me haces cosquillas. ―rio Eva. ― . Por cierto, me ha
dicho la iaia que te ha salido un novio, ¿nos vas a regalar perritos? ¡Van a ser tan monos!

Xena no dejaba de mover el rabo de un lado a otro, adoraba a Eva, aquel cariño era mutuo. Eva pasaba todos los días por casa de sus abuelos, sus padres vivían muy cerca y, cada tarde tras hacer los
deberes pasaba por allí para jugar un rato con ella. Sin duda alguna, Eva y Xena tenían una relación especial.
Eva besó en los morros a Xena, tras vestirse le dijo a sus abuelos que salía un rato a casa de su amiga, dejando aAlejo medio enfurruñado por quedarse solo con Xena.Aquel fin de semana solo estaban
ellos, ninguno de sus primos había ido ni siquiera su hermana Sara. YaAlejo, a pesar de la invitación de su prima, no le apetecía ir a pasar el rato con Eva y su queridaAna.

―¿Vienes? ―gritó Eva desde la puerta.


―No, paso. Me quedo con Xenita. ―respondióAlejo acariciando a la vizsla.

Nada más comenzar a pedalear, Eva se percató de no llevar el calzado más adecuado para ir en bici, los pies no se aferraban a los pedales con las chanclas.
Tenía que haberme puesto las deportivas , pensaba Eva sin dejar de pedalear rumbo a casa de su amiga atravesando el camino de tierra que separaba ambas casas.
―Hola, pequeñaja―la saludóAndrés acercándose con la bici junto a ella―, ¿vas a mi casa?
―Sí―sonrió Eva.
―Siempre se te hace dos hoyitos junto a la boca―comentó devolviéndole la sonrisa haciéndola tambalearse sobre la bici. ―. Cuidado, no te vayas a caer.

No, no…por favor delante de Andrés no , se decía Eva a sí misma mientras notaba que el mundo comenzaba a moverse a sus pies, terminando de bruces en el suelo. Las ruedas de la bici giraban sin parar
mientras Eva intentaba afrontar con dignidad la situación, no sabía si le dolía más la rodilla izquierda de la que un hilillo de sangre comenzaba a salir o su dignidad.
Andrés dejó caer su bicicleta, recogió las chanclas de Eva, que habían salido disparadas en la caída y se acercó a ella en seguida.

―¿Estás bien, Eva? ―se interesó preocupado observando la sangre de su rodilla.


Eva sintió un hormigueo recorrerle el cuerpo al sentir la mirada deAndrés y escucharlo llamarla por su nombre, si no era la primera vez que la llamaba Eva, sí lo era en mucho tiempo.
¿Qué me está pasando? ¿Qué es lo que siento en mi barriga? ¿Será por el golpe?, se preguntaba al sentir un nada tímido revoloteo de mariposas en su estómago. Nunca había sentido una sensación
similar, aquello era una auténtica novedad para ella, no estando segura de lo que significaba pero imaginaba queAndrés tenía la culpa de todo.
No sabía por qué pero el hermano deAna siempre le había producido un cúmulo de sensaciones, y en aquel momento no era capaz ni de mirarlo a los ojos.

―¿Estás bien Eva? ―insistióAndrés a sabiendas que no era así porque Eva comenzaba a llorar.
―Eh, no llores, déjame ver la rodilla.

Andrés le secó las lágrimas mientras le dedicaba una sincera sonrisa. Un latigazo de corriente eléctrica le hizo apartar rápidamente sus dedos de las húmedas mejillas, ambos se contemplaron sorprendidos
sin entender que acababa de pasar. Durante unos largos segundos se quedaron en silencio, mirándose, sin entender muy bien que era todo aquello. Sin imaginarse el nuevo nudo que acababa de hacerse en el invisible
hilo que los unía.

―¿Puedes ponerte de pie?Apóyate en mí―se apresuró a decirAndrés rompiendo el silencio que se había producido entre ellos. ―.Vamos a casa, allí te curaré. Toma ―Andrés colocó las zapatillas de
Eva a sus pies―, será mejor que te calces, Cenicienta. ―bromeó.

Andrés levantó las dos bicicletas, acercándole a Eva la suya.

―Será mejor que vayamos caminando hasta que te cure la rodilla.


―No, creo que puedo pedalear sin problemas. ―logró decir Eva.
―Mejor no, no vaya a ser que te vuelvas a caer. Solo a ti se te ocurre salir con las chanclas.
―No es la primera vez que lo hago, nunca me había pasado nada. ―explicó Eva que caminaba cojeando.
―¿Te duele? ―quiso saberAndrés al verla cojear.
―Un poco.

Sin darse cuentaAndrés se acercó a ella besándola en la mejilla. Eva notó que el rubor se apoderaba de ella, ahora sí que no podía mirarlo a los ojos.

―Supongo que no será igual de mágico que los besos de las madres, los de ellas quitan los dolores, imagino que el mío no lo será. ―casi musitóAndrés que ni él mismo entendía por qué acababa de darle
aquel tímido beso en la mejilla.

Eva no contestó. No podía hablar. Caminaron en silencio uno junto al otro, sintiendo el roce del brazo del otro en el suyo y percibiendo el inconfundible aleteo de las mariposas anidando en sus
estómagos.

―Eh, ¡eres una tardona! ―gritóAna nada más ver a su amiga y a su hermano dejando las bicicletas en el jardín. ―¿Qué te ha pasado? ―preguntó al ver la rodilla de Eva pero dirigiendo de inmediato su
mirada a las caras de su amiga y hermano confirmando algo que para ella no había pasado desapercibido.
―Eva, se ha caído, solo a ella se le ocurre salir en chancletas para ir en bici. ―explicóAndrés―. Voy a por el botiquín.

Eva se sentó en una de las hamacas junto a la piscina,Ana no le quitaba la vista de encima.
―¿Cómo te has caído?
―La zapatilla se me ha salido del pie, igual estaba un poco húmedo porque había estado en la piscina. No sé, he manejado la bicicleta mil veces llevando chanclas.
―¿Desde cuándo te llamaAndrés por tu nombre? ―con cierto retintín preguntóAna a su amiga.
―¿Qué tiene de raro? ―disimuló Eva.
―No, nada, es curioso siempre te ha llamado “ pequeñaja” como a mí.

Las amigas se callaron al ver llegar aAndrés con el botiquín.Andrés se sentó en el césped, Eva lo observaba sacar su contenido mientrasAna no les quitaba la vista de encima a su hermano y amiga.
Eva se quejó al sentir el chorro de agua oxigenada caer sobre su herida,Andrés sopló sobre su lastimada pierna al tiempo que pasaba con sumo cuidado una gasa sobre la herida, limpiando la sangre y los
restos de suciedad.Ana no terminaba de creerse lo que estaba pasando, era verdad que su hermano, a pesar de estar todo el día metiéndose con ella, era encantador pero nunca lo había visto comportarse de aquella
manera tan dulce.

―¿Mejor?

Eva asintió con un suave movimiento de cabeza.

―Me alegro, te has dado un buen golpe. No vuelvas a usar chanclas con la bici.
―No―solo acertó a decir mirándolo casi sin pestañear con miedo a que los latidos de su corazón pudieran ser oídos porAndrés y Ana.
―¿Qué ha pasado? ―La madre deAndrés y Ana preguntó nada más entrar en casa.―¿Os dejo un momento solos y la liais?
―No, no ha sido nada. Me caí cuando venía en la bici.Andrés me ha curado la herida.
―Aver ―Cristina observó con cuidado la rodilla de Eva. ―, te has dado un buen golpe.

Eva asintió sin dejar de observar aAndrés que entraba en la casa.

―Hala, las dejo tranquilas. ¿Te quedas a comer, Eva?


―No, vuelvo a comer con mis abuelos y mi primo oAlejo se enfadará conmigo y, dejaré de ser su prima favorita . ―sonrió Eva.
―Como quieras―contestó Cristina sonriendo al ver salir a su hijo con una tarrina de helado y tres cucharitas.
―El final del tratamiento, ya con esto se te olvidará que te duele la rodilla―explicóAndrés repartiendo las cucharitas y mostrando a Eva la tarrina de helado de menta y chocolate. ―.Tu favorito.
―Yel tuyo. ―con una tímida sonrisa contestó casi sin poderle mirar directamente a los ojos.
―Vaya, iré a por algo para mí. No sé cómo os puede gustar ese helado. ―se quejóAna levantándose para ir en busca de helado para ella.
―Gracias―dijo Eva aAndrés que se había sentado a su lado.

Andrés no dijo nada, solo sonrió mientras cogía la primera cucharada de helado.

―Sin duda alguna el mejor helado del mundo.


―Sí―corroboró Eva.

Ana los observaba desde la puerta, teniendo claro que su amiga le ocultaba el secreto más valioso de todos: estaba enamorada de su hermano. Ysi su instinto no la engañaba su hermano le correspondía.
¿Por qué no me habrá contado Eva lo de Andrés? Yo siempre le he dicho los chicos que me gustan, ¿no querrá decírmelo porque es mi hermano?, reflexionabaAna. Ella no lo sabía pero años más
tarde se reiría recordando aquel momento y confesando que ella siempre supo aquel secreto.

*****

Corto se hace el verano cuando te lo estás pasando bien, a Eva le resultó que había sido visto y no visto. Julio se fue en un abrir y cerrar de ojos,Agosto aún se fue sin casi pestañear. Pronto se vio yendo
y viniendo de visitar a su familia paterna, descubriendo que las clases de alemán y, el hablar en casa en la lengua de su padre, estaba dando sus frutos.

―¡Vamos a ser tíos! ―gritóAlejo nada más ver a Eva y a sus tíos entrar en la casa de sus abuelos.

Los padres de Eva se quedaron paralizados intentando adivinar cuál de sus sobrinas iba a ser tía de manera precoz o cual de sus sobrinos sería padre.

―¿Cómo que vais a ser tíos?


―Sí, tía. ¡Xena está embarazada!

Rosa y Hans comenzaron a reírse, Eva comenzó a saltar de alegría.

―¡Qué bien! ¡Qué ganas de ver a sus cachorritos! Xena… Xena…

Xena se tumbó patas para arriba, Eva le acariciaba con cariño su barriga intentando notar alguna diferencia en la tripa de su querida Xena.

―¡Vas a tener los cachorritos más bonitos del mundo! ¿Cuándo nacerán?
―No sé si enfadarme―se quejó su abuelo ocultando una sonrisa―, casi veinte días sin verme y aun no me has dado un abrazo sino estás con tu Xena del alma.
―Iaio, no te enfades, sabes que te quiero y a ti iaia pero Xena va ¡a ser mamá! ¡Voy a ser tía canina! ―exclamó abrazando a sus abuelos.
―Casi juraría que has crecido en estas semanas, ¿se ha quedado bien tu rodilla? ―preguntó Clotilde.
―Sí, bueno, una pequeña cicatriz ―comentó mostrando la rodilla. ―. ¿Cuándo nacerán los cachorritos? ―volvió a preguntar.
―Antes de tu cumpleaños.
―¡Qué bien! ¿Nos quedaremos con uno? ―quiso saber Eva.
―Yo estoy intentando convencer a los iaios.
―No, no lo creo. Ya tenemos a Xena, quizás si la volvemos a montar en unos años. ―explicó Vicente.

*****

Pronto el uniforme volvió a ser su vestimenta habitual y en sus oídos volvió a resonar el “pequeñaja” en boca deAndrés, regresando a su eterna lucha que solo llegaba a una tregua frente a una tarrina de
helado de menta y chocolate. Ana asistía divertida a aquellas batallas campales entre sus dos personas favoritas del mundo: su hermano y su amiga del alma, quedándole cada vez más claro el dicho que siempre
resonaba en los recreos:

¡los que se pelean es porque se desean!

En más de una ocasión estuvo a un tris de gritárselos abiertamente, prefiriendo callar al ver que ninguno de los dos decía nada.

―Mamá, voy a casa de los iaios, quiero ver cómo está Xena.
―Vale, pero ponte una chaqueta que ha refrescado.
―Sí, mamá―rezongó Eva.

Eva no salía de su asombro, no podía cerrar la boca ni apartar la vista. No imaginó asistir en primera línea de fuego al parto de Xena, con los ojos abiertos de par en par y una sonrisa de felicidad en el
rostro se la encontró su madre cuando preocupada se acercó en su busca.
Aquel momento lo recordaría siempre, aquel parto se quedaría grabado para siempre en su memoria.Aquel sería uno de los momentos imborrables de su infancia, no todos los días se asiste a un parto.
No sería la única vez que viera nacer cachorritos pero aquella vez siempre sería recordada por Eva.
Ver a Xena ayudar a sus cachorritos salir de dentro de ella, lamerlos para quitarles parte de la sangre con la que nacían; descubrir en sus ojos aquella devoción maternal la marcó para siempre. En ese
momento, Eva no era consciente de lo mucho que marcaría su vida y la de su primo aquel momento; primo al que había corrido a llamar nada más ponerse de parto Xena para que pudiera estar presente.
Primo que presionó a sus padres para que lo llevaran a casa de sus abuelos y poder asistir al milagro de la vida, al nacimiento de los hijos de su Xena; la vizsla que sin querer trazó su destino profesional.
No hubo día de la semana que Eva no pasara antes y después del colegio a ver a Xena y sus cinco cachorritos, menos aun cuando el veterinario advirtió que Xena estaba muy débil. Su madre casi tenía
que arrancarla del lado de Xena cada día, Eva no quería alejarse de ella, nunca antes se había sentido preocupada por nadie. Nunca antes había sentido terror por perder a alguien, ahora el miedo a perder a Xena la
tenía sin comer.
Al saber lo débil que estaba Xena, Eva y Alejo se turnaban para no dejarla sola, pernoctaban en casa de sus abuelos y allí cada mañana sus padres los recogían para ir al colegio. Para ellos no existía nada
más, poco les importaba lo que ocurría en el resto del mundo, Xena era lo más importante para ellos en aquel momento.

―Se pondrá bien, Xena es fuerte. Es normal estar débil tras un parto.
―¿Me lo prometes?―lloriqueo Eva.
―Cariño, no te lo puedo prometer, pero seguro que sí. ―Su madre intentó consolarla secándole las lágrimas.

Xena no parecía mejorar, cada día estaba más débil, y a pesar de ello siempre dedicaba unos cariñosos lametazos a sus cachorritos y a sus inseparables y queridos:Alejo y Eva, que la acariciaban, besaban
e intentaban hacerla comer para que repusiera fuerzas, pero nada sirvió de ayuda.
Aquel primer sábado de noviembre, veinticuatro horas después de Eva celebrar su cumpleaños, el corazón de Xena se pararía haciendo detener el tiempo en la casa de los Vidal. Alejo lloraba
desconsolado abrazado a Eva, que no era capaz de romper el llanto. Ninguno de los dos podía creérselo, ningún miembro de la familia podía hacerlo.
La tristeza se olía en cada rincón de la casa, hasta los cachorritos habían dejado de hacer sus graciosos ruiditos e intentaban trepar por las piernas deAlejo y Eva, que seguían abrazados arrodillados en el
suelo en medio del salón.

―¡Es injusto! ¿Por qué ha tenido que pasarle esto a Xena? Yo…yo la quería con toda mi alma.―gritó antes de salir corriendo de casa de sus abuelos.
Nadie dijo nada. La casa se quedó en silencio, solo se oía el llanto desgarrador deAlejo, que seguía sin poder levantarse y el portazo de la puerta del jardín dado por Eva en su huida.

―Déjala―Hans agarró a Rosa, que se secaba las lágrimas e intentaba ir en busca de su hija. ―. Necesita desahogarse, es su primer contacto con la muerte.
―¡Xena no ha muerto! ―gritó entre hipidosAlejo―Nunca lo hará, siempre estará entre nosotros. ―Aquel díaAlejo decidiría ser veterinario.

Eva no paró de correr hasta quedarse sin aliento, ni siquiera se había percatado que una fina lluvia la acompañaba desde hacía rato.
―Eh, ¿a dónde vas con tanta prisa? ―preguntóAndrés, Eva acababa de tropezarse con él sin darse cuenta. ―Eva…Eva, ¿te ha pasado algo?
―Xena…Xena―fue lo último que dijo antes de romper en un llanto desconsolado y abrazarse al hermano de su amiga del alma.
―Ssh…tranquila.―murmuróAndrés acariciando su espalda.
―Era la mejor perra del mundo.―entre lloriqueos recordó Eva.
―Lo sé, pero ahora tienes que cuidar de sus cachorros. ―intentó consolarlaAndrés que no sabía qué decirle. ―. Ven, vente a casa. En casa siempre hay helado, ¿te apetece que compartamos men
chocolate? ―le preguntó con una tímida sonrisa.
Capítulo 3.-

Andrés y Ana no se separaron de ella ni un momento, Ana abrazó a su amiga y compartió su llanto; conocía a Xena, más de una vez había jugado con ella y sabía la devoción que su amiga sentía por
aquella locuela perrita que acababa de dejar huérfanos a cinco cachorritos.

―Creo que he de regresar a casa de mis abuelos. ―Medio serena y con los ojos rojos de tanto llorar, comentó Eva.
―Te acompaño.―se apresuró a decirAndrés.

Eva le dedicó una sonrisa secándose las lágrimas que durante días, semanas… en realidad toda la vida derramaría cada vez que se acordara de Xena.

―Eva, mañana nos vemos.―comentóAna quien prefirió quedarse y dejarlos a solas.


―Andrés coge el paraguas que está lloviendo. ―comentó Cristina presenciando la escena desde la puerta de la cocina. Horas antes había llamado a casa de los abuelos para advertir que Eva estaba con
ellos.

El trayecto entre las dos casas era corto, aquella tarde-noche se hizo más largo.Aquel día se le estaba haciendo eterno, ni siquiera estar junto aAndrés, sentirlo tan cerca de ella, la reconfortaba. En silencio,
agarrados del mango del paraguas caminaron bajo la suave lluvia otoñal hasta la casa de los abuelos de Eva.
De cuando en cuando sus dedos se rozaban por la cercanía produciendo un chispazo de emociones de las que ambos habían oído hablar en las películas y, a algún compañero de clase, precoz en temas
del amor; y de la que ellos mismos comenzaban a ser conscientes al estar al lado del otro.
―Gracias―susurró Eva con una tímida sonrisa, notando que el rubor alcanzaba sus mejillas, al llegar a casa de sus abuelos.

Andrés le devolvió la sonrisa acercándose y dándole un beso en las mejillas, que terminó de volver locas a las mariposas que revoloteaban en la barriga de ambos.

―Si necesitas más helado, sabes que en casa de mis padres siempre hay. Yo soy el único que se lo come―explicóAndrés―, y tú.
―Gracias―solo acertó a repetir Eva antes de entrar en casa de sus abuelos.

Alejo se abrazó a ella nada más verla entrar en la casa, ambos volvieron a romper en un mar de lágrimas.

―Tenemos que cuidar de los cachorritos―hipando comentóAlejo―, se lo debemos a Xena.


―Sí―contestó Eva.

Durante semanas se turnaron entre todos los primos, los mayores se habían sumado desconsolados al duelo deAlejo y Eva. Ningún miembro de la familia olvidaría jamás a Xena, que se había adueñado
del corazón de todos nada más llegar a aquella casa. Ella había sido el primer perro de la familia y la fundadora de la larga saga que los acompañaría siempre…

*****

―Zsa Zsa no corras, vuelve aquí.― gritóAlejo al ver como la cachorrita elegida para quedarse con ellos corría de un lado a otro sin parar.

No tuvieron que insistir para que sus abuelos se quedaran con uno de los cachorros, la única hembra había sido la elegida. Tras barajar nombres y nombres, decidieron ponerle Zsa Zsa en honor a la actriz
de origen húngaro.

―Es tan bonita como Zsa Zsa Gabor.― confirmó su abuela.


―Yo no la conozco―respondió Eva―, pero me gusta el nombre y a ella parece gustarle.―rio repitiendo el nombre viendo a la perrita dando vueltas a su alrededor moviendo el rabo sin parar.
―Eres una monada, como tu madre.―clamóAlejo corriendo detrás de la cachorrita.

El otoño pasó, dando paso al invierno y a un nuevo verano. Eva y Ana estaban emocionadas, el curso siguiente terminaban la EGB, dejarían de ser colegialas de uniforme y pasarían al instituto donde
Andrés y Alejo ya se encontraban, compartiendo centro pero no aula. Ninguno de los dos sabía que había un nexo de unión entre ambos y, que un día serían buenos amigos.

―Mi hermano está insoportable desde que está en el instituto. ―se quejóAna mientras paseaban a Zsa Zsa.
―Hace mucho que no lo veo. ―en baja voz, casi con vergüenza, contestó Eva sintiendo el irremediable cosquilleo que la sola mención deAndrés le producía.
―Mejor para ti, no hay quien lo aguante. Se cree tan mayor por tener quince años y…―Ana se calló al recordar el secreto que Eva nunca le había revelado.
―¿Por qué te callas? ―quiso saber―¡Zsa Zsa no tires!Aquí, ¡a mi lado! ―Eva reprendió a la cachorrita que intentaba ser ella la que llevara el mando.
―Mi primoAlejo también está tontito, ¿crees que nosotras nos volveremos así al cumplir quince?
―No lo sé, mi madre dice queAndrés tiene el pavo subido. ―rioAna.
―Yo no entiendo lo del pavo, pero mis abuelos siempre están diciendo que mis primos están en la edad del pavo.

Ana y Eva comenzaron a reírse por el comentario y, porque Ana aprovechó para desvariar y empezar a decir tonterías sobre los pavos desviando el tema de conversación; Zsa Zsa se divertía,
pareciendo querer involucrarse en las risas de las dos chicas.

―No te alejes―advirtió Eva a Zsa Zsa que esperaba sentada, meneando el rabo sin parar, a que Eva la soltara; tal y como era costumbre al llegar al parque.
―¿Yeste verano no te vas aAlemania?
―No, este año vienen mis abuelos, que hace tiempo que no vienen a Valencia. Iremos en Navidad.
―Debe ser bonito.
―¿Alemania? Sí, lo que he visto es muy bonito. ―afirmó Eva a la que de golpe se le había congelado la sonrisa.

Allí, frente a ellas, estabaAndrés con un grupo de amigos, sobre sus rodillas había sentada una chica, que debía ser de la edad deAndrés. Eva sintió como su sangre se iba congelando por momentos, el
estómago acababa de estrujársele y el corazón parecía bombear la sangre muy rápido, como si él mismo tuviese miedo a que el fluido sanguíneo llegara a helarse.
Su mirada y la deAndrés se cruzaron un momento, él disimuladamente empujó a la chica, que tenía sentada encima.

―¿Qué haces? ―hasta ella llegó la voz aflautada de la chica.

Eva sentía que el mundo acababa de darle un nuevo traspiés.A pesar de ser una auténtica novata en temas del corazón, no le era desconocido los sentimientos queAndrés le producía. En aquel momento
tenía ganas de salir corriendo de allí, no quería ver aquella escena, no podía soportar la idea de verAndrés con una chica.
¿Qué esperabas Eva? Andrés tiene quince años, le gusta las chicas más mayores que tú, para él siempre serás la amiga de su hermana pequeña , se decía bajo la atenta mirada deAna, cuyos ojos
pasaban de su amiga a su hermano como si estuviera en medio de un partido de tenis.

―Puaff, no la aguanto . ―terminó por decirAna.

Eva no podía escuchar las palabras de su amiga, un fuerte zumbido se había apoderado de sus oídos, al igual que notaba sus piernas comenzar a flojear. La tierra parecía estar moviéndose más rápido de lo
normal bajo sus pies, solo quería marcharse de allí pero ¿cómo hacerlo sin levantar sospechas de lo que le estaba pasando?
―De verdad, no sé qué le ve mi hermano a esa chica, yo estaba segura que le gustabas tú―Ana hablaba y hablaba. Eva seguía sin oírla―, aunque sigo convencida que es así. Esa manera de mirarte no es
ni medio normal, a Marta no la mira de la misma manera.

Ana se percató que su amiga no estaba enterándose de nada, la notaba cada vez más pálida, asustándose al pensar que su amiga podía desmayarse de un momento a otro.

―Eva, ¿me estás oyendo?


―¿Qué? ―De pronto preguntó Eva.
―¿Estás bien? Te noto pálida.
―No, la verdad, es que estoy un poco mareada. ―confesó Eva dirigiéndose a un banco porque sentía que las fuerzas le fallaban―. ¿Dónde está Zsa Zsa?
―No te preocupes por Zsa Zsa, la tengo controlada, está al lado del imbécil de mi hermano.

Eva sonrió, no sabía qué era lo que intuíaAna pero, su sexto sentido le advertía que su amiga conocía su secreto. Una oleada de calor la invadió de pronto al ver acercarse aAndrés con Zsa Zsa hasta
donde estaban ellas sentadas.

―Hola―saludóAndrés―, ¿estás bien?


―Sí, claro―contestó Eva con una mirada desafiante.
―¿Por qué no iba a estar bien Eva? ―preguntó con rabiaAna.
―Eh, ¡no te pongas así! ¿Qué pasa contigo? ¿Estás imbécil?
―No, el único imbécil aquí eres tú.―Indignada contestóAna.
―¡Serás niñata! ―gritóAndrés ―¡Hala, me voy! No sé para qué me preocupo por vosotras, sois dos pequeñajas inmaduras.
―Ytú, un idiota presuntuoso que se cree mayor por tener quince años.

Eva se había quedado muda viendo discutir aAna y Andrés, no entendía nada de nada, nunca los había visto discutir y, lo peor es que sabía que ella era la causante de la disputa.

―¡Ya vale! ―no sabía de dónde había sacado fuerzas pero le dolía verlos pelearse―¿Os habéis vuelto locos los dos? ¿Por qué estáis peleando? ¿Esto es normal entre hermanos? ¡Pues me alegro de no
tener ninguno!

Ana y Andrés se quedaron callados de golpe al ser interrumpidos por Eva.

―Gracias por preocuparte,Andrés, estoy bien. ―dijo mirándolo a los ojos―. Ya puedes volver con tu novia y tus amigos.
―Marta no es mi novia.
―Pues con lo que sea, a mí me da igual que sea tu novia o no. ―respondió mirándolo fijamente a los ojos―. Zsa Zsa ven aquí, ya nos vamos.

*****

Eva y Ana nunca hablaron sobre lo ocurrido aquella tarde. Eva siguió guardando su secreto, Ana siguió ocultando conocerlo, aunque ambas intuían lo que la otra sabía. Eva intentaba pasar lo menos
posible por casa deAna, prefería que su amiga fuera a su casa o verse fuera, evitando en todo lo posible encontrarse conAndrés. Él diría que Marta no era su novia, pero ella sabía que si no era Marta sería otra; ella
y las chicas de la edad deAndrés jugaban en ligas diferentes.

―¡Eva! ―gritó su abuelaAnette nada más entrar en casa y ver a su nieta a la que hacía casi un año no veía. ―¡Eres toda una mujer! ―exclamó en alemán.

Eva luciendo su eterna sonrisa se quitó los auriculares, en los que sonaba Danza Invisible, dejó el walkman sobre el sofá y salió corriendo a saludar a sus abuelos.

―¡Imposible tener una nieta más guapa! ―la saludó su abuelo abrazándola. ―La última vez que te vi eras una pequeñaja y ahora eres toda una mujercita.

Si el claro desarrollo de su cuerpo los había dejado asombrados, oír su perfecto alemán ya los dejó con la boca abierta. ―¿Cómo es posible que hayas aprendido tan rápido? ―preguntó asombrado su
abuelo. ―¡Yese acento perfecto!

La visita de sus abuelos le dio a Eva la excusa perfecta para no pasar por casa de su amiga, no cruzándose conAndrés en todo el verano.
Ana, por su parte, no se lo nombraba; era consciente de la estrategia de su amiga. Ella no iba a interferir aunque tuviese claro que su amiga y su hermano eran unos cabezotas porque ante sus ojos era
obvio que la atracción era mutua.

―¿Los abuelos de Eva siguen aquí? ―preguntó Cristina a su hija una mañana de finales deAgosto.

Ana vio a su hermano levantar la vista del libro, en el que llevaba enfrascado en la lectura toda la mañana, nada más escuchar el nombre de Eva.

―Sí, creo que ya se van mañana. ―respondióAna.


―Vale, pensaba invitar a Eva y sus padres a cenar o a comer pero, no estaba segura si seguían aquí los abuelos, como hace tiempo que Eva no pasa por casa. ―comentó Cristina mirando a sus hijos. ―.
¿Ha pasado algo?
―No, nada. En su casa estamos más tranquilas, sin intrusos por medio. ―contestóAna mirando a su hermano.
―¿Se puede saber que os pasa a vosotros dos? ―Cristina los señaló a ambos que la miraron con cara de no entenderla. ―No, no me miréis así, sé perfectamente que algo no va bien. Y me niego a tener
a dos adolescentes insoportables en casa, así que, sea lo que sea, lo vais arreglando, ¿me habéis oído?

Tres días más tarde, Eva y sus padres iban a cenar a casa deAna. Eva intentaba disimular sus nervios por estar a punto de volver a ver aAndrés casi dos meses después de su desgraciado encuentro. Con
una sonrisa de oreja a oreja entró en el jardín de los Ferrer, donde ya olía a las brasas queAndrés padre había encendido hacía rato.
―¡Eva! ¿Pero, cómo es posible que hayas crecido tanto en este par de meses que no te has dignado a pasar por casa? ―Asombrado preguntó el padre de su amiga, que parecía no percatarse de aquel
cambio en su propia hija.
―Andrés, en breve, nos vemos apartando a los moscones de la puerta de casa. ―divertido comentó Hans a su amigo.
―¡Papá! ―se quejó Eva antes de ir en busca de su amiga. ―¿Ana está dentro?

Eva no esperó la respuesta del padre de su amiga, que se había enfrascado en una conversación con sus padres.

―Perdón―solo acertó a decirAndrés al tropezarse con Eva en la puerta.


―Hola―respondió Eva con el corazón latiendo a más velocidad de lo normal.
―Hacía mucho que no venías.
―Sí, es que estaban mis abuelos.
―Lo sé, me lo contó Ana. ―respondió rozando sus dedos por la cara de Eva para quitarle un mechón de pelo que se había soltado de su coleta. ―. Estás muy guapa. ―sin darse cuenta comentó
Andrés.
―Gracias―susurró Eva que creía haber llegado al paraíso hasta que la voz aflautada de Marta la hizo volver en sí.
―Marta ya se va. ―dijoAndrés.
―Amí me da igual, como si se quiere quedar. No es mi casa.
―Solo le estaba explicando matemáticas porque la suspendieron y ha de examinarse ahora. ―se apresuró a explicarAndrés.
―Ya te he dicho que me da igual. ―De manera cortante respondió Eva camino a la habitación de su amiga donde sonaba The Police y su Every breath you take.
―Me encanta esta canción.―escuchó aAndrés hablar detrás suya sin esperárselo, pues, no se había dado cuenta que la había seguido hasta allí para desesperación de Marta.
―Ya mí.
―¿Me puedes explicar por qué estás enfadada conmigo?
―Yo no estoy enfadada contigo.
―Pues, lo disimulas muy bien, pequeñaja. ―casi en un imperceptible susurro dijoAndré s .
―Andrés, ya he terminado esto, ¿puedes ver si está bien? ―Desde la mesa del comedor Marta reclamaba la atención deAndrés.Atención perdida con la llegada de Eva.

Media hora más tarde Marta se marchaba a regañadientes, la presencia de Eva no era de su agrado. Andrés solo tenía ojos para ella desde su aparición, y no le apetecía tener una competidora metida en
casa del que ella pretendía fuera su novio.

―Menos mal que se ha ido, no la soporto.


―¿Por qué? ―preguntó Eva
―Es imbécil, no sé qué le ve mi hermano. Bueno, sí―contestó contoneándose.
―Eres mala―rio Eva levantándose de la hamaca donde estaban sentadas para ir a cenar, que ya las estaban llamando.

*****

―Evita, nos ha contado un pajarito que ya dominas el alemán. ―comentó el padre de su amiga cuando terminaban de cenar.
―Bueno, dominar… no sé.
―Cariño, no seas modesta. Mis padres han alucinado cuando la han oído hablar estos días, la verdad es que tiene una soltura con los idiomas increíble.

Eva notaba que un color le iba y otro le venía escuchando los piropos que, sus padres y los padres de su amiga, decían de ella. Ana le guiñó un ojo, sabía que a su amiga no le gustaba ser el tema de
conversación.

―Andrés, ¿traes el postre?


―Vale―contestóAndrés a su madre―, ¿ menta y chocolate? ―sugirió en baja voz al levantarse.
―Sí.

Cinco minutos más tarde compartían una tarrina de menta y chocolate, ambos saboreaban cucharada a cucharada mientras sus brazos se rozaban tímida y disimuladamente. SoloAna era consciente que
Eva y Andrés compartían mucho más que un helado.
Cucharada a cucharada sus brazos se rozaban y las golosas mariposas parecían vivir una lucha por devorar aquellas sabrosas cucharadas de helado. Sus miradas se cruzaban hablando sin necesidad de
abrir la boca para hacerlo. No oían nada, hacía rato que los oídos de ambos solo escuchaban lejanos murmullos tapados por los latidos de sus propios corazones. Andrés le sonrió y ella le dedicó la mejor de sus
sonrisas.
Eva se sentía flotando en una nube, si su sexto sentido no le engañaba aAndrés le gustaba, no podía borrar una tonta sonrisa de sus labios.
AAna le corroía aquel secreto, no entendía tanto secretismo por parte de su hermano y de su amiga.
Estos dos están idiotas, ¿por qué no me dicen nada? ¿Ypor qué no quedan entre ellos? ¿De verdad, uno se vuelve tan tonto cuando se enamora? , se preguntaba mirándolos sin disimulo por parte
ella a ver si reparaban en su existencia.

―Eva… Eva… ¿nos vamos? ―la voz de su madre la hizo volver a la realidad. ―Por dios, estos dos tienen un vicio con ese lado que no es ni medio normal, si están ahí abducidos desde hace una hora
comiendo helado.
―Voy, mami―respondió Eva sin borrar su sonrisa del rostro, dándose cuenta en aquel momento que ella y Andrés llevaban un buen rato solos en la mesa y, ninguno había sido consciente de ello. ―.
Me voy, gracias por el helado.
―Un placer compartirlo contigo. ―respondió en baja voz para que solo ella lo oyera. ―. Contigo siempre sabe mejor. ―soltó Andrés en baja voz, para que solo ella lo oyera, mirándola a los ojos.
―Dulces sueños.
―Igualmente. ―solo acertó a decir Eva.

En silencio y con una imborrable sonrisa recorrió el camino de vuelta a casa Eva. Sus padres hablaban entre ellos y con ella, pero Eva estaba totalmente ausente de aquella conversación.

―Eva, ¿a dónde vas? ―entre risas preguntó su padre al verla pasar de largo de su casa. ―Uy… uy… uy… este atontamiento no me está gustando. ―bromeó Hans. ―. ¿Conozco al chico?
―¡Papá! ¡No digas tonterías! ―con el corazón latiendo a toda máquina contestó Eva ante las miradas cómplices de sus padres, que imaginaban quien era el chico.
Zsa Zsa
(1994-2004)
Capítulo 4.-

Durante mucho tiempo Eva recrearía aquella cena en sus pensamientos antes de dormir, estremeciéndose con el simple recuerdo del roce del brazo deAndrés. ¿Mi presentimiento será cierto y le gusta
a Andrés?, se preguntaba una y otra vez. Era incapaz de comer una sola cucharada de su helado favorito sin pensar en él, sin rememorar las palabras deAndrés: ―contigo siempre sabe mejo r .
Los días siguientes a la cena intentó encontrarse con él en casa de su amiga, pero era misión imposible: Marta siempre estaba presente. Él seguía ejerciendo de profesor y Marta parecía estar
apoderándose de él.

―Entre más la conozco menos me gusta―soltó como la que no quiere la cosaAna, esperando que Eva dijera algo al respecto.
―No puedo opinar, no he hablado con ella aunque parece un poco tontita.
―¿Un poco? No me hagas reír.
―No, con lo que te vas a reír es cuando te cuente la locura de sueño que tuve anoche. ―sin poder evitar la risa contó Eva.

El sonido de su risa llegó hasta el salón, dondeAndrés intentaba hacerle entender las derivadas a Marta,Andrés notó un intenso cosquilleo producido por la contagiosa risa de Eva.

―Ahora vengo―dijo a Marta que lo miraba disimulando la rabia porque intuía el motivo por el que se levantaba. ―. Voy a decirles a mi hermana y su amiga que no hagan tanto ruido.

Andrés se acercó a la puerta de la habitación deAna, apostándose junto a ella en silencio. Desde allí contemplaba divertido aAna y Eva, muriéndose de ganas por estar con ellas.

―¿Cabras?

Ana no paraba de reírse con el sueño que Eva le contaba mientras Eva sin parar de reír corroboraba su historia.

―Sí, estaba en medio de un prado rodeada de cabras que balaban sin parar y entonces veía aparecer…
―¿APedro, el cabrero? ―interrumpióAndrés.
―¿Qué haces espiándonos? ―Ana saltó como un resorte en su cama recriminando a su hermano por su intromisión.

Las miradas de Eva y Andrés se cruzaron por unos segundos, Eva tragó saliva notando que el corazón se le aceleraba.

―Yo no las estoy espiando, solo venía a deciros a tu amiga Heidi y a ti que bajarais el volumen, que fuera hay gente estudiando.
―Pues, que hubiese estudiado en su momento.―en voz alta dijoAna asegurándose que Marta la oyera.

Andrés le dedicó una mirada reprobatoria a su hermana y acto seguido volvió a posar su mirada en los ojos de Eva, que se había quedado callada.
Andrés regresó junto a Marta, que intentaba por todos los medios atraer la mirada deAndrés al que se le había ocurrido una idea al ver la pequeña mochila de Eva sobre el sofá.

―Haces la siguiente y ahora corregimos.

Andrés volvió a desaparecer unos minutos creando incertidumbre en Marta, que era incapaz de centrarse en realizar las operaciones matemáticas. Pocos minutos tardó en salir Andrés de su habitación,
Marta lo miraba disimuladamente viendo como colaba una nota en la mochila de Eva.
Aquel gesto terminó por descentrarla, Marta necesitaba saber qué ponía en aquella nota, ella no iba a permitir que una mocosa de trece años le robara al que ella quería como novio.

―¿Me puedes traer un vaso de agua?

Marta observó los pasos deAndrés, nada más verlo entrar en la cocina se levantó sigilosa a por la nota que asomaba en la mochila. Rápida y con cuidado de no ser pillada cogió la nota guardándola entre
sus cosas.

―Aquí tienes―solícitoAndrés le dio el vaso de agua a Marta―, ¿te ocurre algo? ¿Te noto acalorada?
―No, nada… bueno, sí ―titubeó Marta ―, estoy cansada de tanto número. Yo creo que lo vamos a dejar.
―Como quieras.
―Sí, mejor me voy.
Andrés la miró sorprendido. No entendía nada, hacía unos instantes parecía estar loca por pasar el tiempo con él y ahora sin más se marchaba.

―¿Yel agua, no te la bebes? ―Extrañado preguntó al verla recoger sus cosas y marcharse con prisas.
―Sí, claro.

Marta se bebió sin ganas el vaso de agua y se marchó casi sin despedirse, lo cual aún le resultó más raro aAndrés.

―No hay quien entienda a las mujeres.―profirió viendo a Marta cerrar la puerta del jardín.

Marta casi corriendo se alejó de la casa de los Ferrer, al girar en la esquina siguiente a la casa se paró un momento para leer la nota:

Hola, Heidi
¿Te han dicho alguna vez que tienes una risa contagiosa? ¿Te apetece quedar conmigo mañana en la heladería y tomarnos un helado de los nuestros? Por cierto, tú me gustas mucho más que la menta y choc
Te espero a las seis.
Andrés

La rabia se había apoderado de ella, mientras ella pudiera evitarlo, Eva no quedaría con Andrés, rompió en mil pedazos la nota que la incriminaba y la tiró en la primera papelera que se encontró en su
camino.

*****
Dos horas esperoAndrés fútilmente por Eva. Eva no aparecería, ella no sabía que él la esperaba. Nunca lo supo niAndrés conoció el motivo por el que ella no había aparecido. Muchos años tendrían que
pasar para conocer el motivo de aquella fallida cita.
Por su parte, Eva terminó por desistir. No volvió a pasar por casa deAna el resto de las vacaciones, al lado de Marta se sentía poca cosa, demasiado niña paraAndrés. Además, estaba segura que sus
padres pondrían el grito en el cielo si les hablara de novios.

¿No sé por qué? Hay niñas de mi clase que ya tienen novio, claro que son de nuestro mismo curso y no tienen quince años como Andrés. Pero… mis padres conocen a Andrés y saben cómo es… Eva
no sé para qué le das tantas vueltas al asunto, Andrés pasa de ti cuando está con Marta, seguro que lo de la otra noche lo imaginaste y él no siente nada por ti.

Entre pensamiento y pensamiento Eva desistió en su intento de hacerse la encontradiza conAndrés.


Por su parte, Andrés se sintió perdido, él también era novato en temas de amor. No entendía muy bien lo que sentía cuando estaba junto a Eva pero, menos aún comprendía las señales de ella. A veces
creía que existía una atracción especial entre ellos y, otras que todo era imaginación suya. Sin olvidar lo dolido que estaba porque no había asistido a su cita, ni siquiera se había excusado por no ir.

No hay quién entienda a Eva, ¿por qué parece ignorarme a veces y otras es realmente encantadora? No entiendo a las mujeres. ¿Mujeres? Bah, el problema es que ella es solo una niña . ¡Una
pequeñaja!
Y así, el hilo rojo, que según cuenta la mitología oriental une a dos personas, destinadas a estar juntas, desde el mismo momento del nacimiento, se fue enredando y enredando hasta el punto que los dos
extremos eran incapaces de encontrarse por estar perdidos en la madeja de sus propios pensamientos.
En medio de tanto pensamiento enmarañado los días fueron pasando, el verano dio paso a un nuevo otoño. Otoño que los alejó un poco más, pues, ya no hacían el mismo camino al colegio y no
compartían patio en el recreo.
Eva dio carpetazo al temaAndrés y Andrés hizo lo mismo con Eva. Marta fue la beneficiada en aquella separación, aquella distancia entre ellos sumada a las clases de matemáticas, queAndrés seguía
dándole, la unieron a él poco a poco.
Desde una cercana lejanía y, como si de una película se tratase,Ana seguía los pasos de aquel trío. No entendía a su amiga, quien no había compartido con ella su secreto, ni tampoco a su hermano quien
no solo dejaba pasar la oportunidad de estar con Eva sino se liaba con Marta.
Definitivamente, debe ser verdad que el amor nos vuelve idiotas porque estos dos cumplen con el dicho , en más de una ocasión, se decíaAna cuando los veía ignorarse.

Día a día, semana a semana, mes a mes…pasó 1995 y entró 1996, año que marcaría un cambio importante en la vida de Eva. En primavera, cuando ella se encontraba en medio de los exámenes, exaltada
con el cada vez más cercano viaje de fin de curso y, la consecuente entrada en el instituto, su padre se fue por unos días aAlemania. Su padre, el abuelo de Eva, había sufrido un infarto y, aunque había salido bien de
él, todos se habían asustado.

―Papá, ¡ya estás en casa! ―contenta saludó Eva a su padre al llegar del colegio y verlo charlando con su madre en el salón.
―Hola, cariño, solo he estado fuera diez días pero te veo mayor.
―¡No seas exagerado, papá! ―rio Eva abrazando a su padre al que adoraba. ―¿Cómo está el abuelo?
―Bien, ya está repuesto del todo aunque en casa.Ahora no podrá seguir el mismo ritmo de trabajo.
―Bueno, como es su propio jefe no pasa nada. ―comentó Eva con una sonrisa bajo la cómplice mirada de sus padres.

Los días posteriores al regreso de su padre Eva tuvo la sensación que sus padres le ocultaban algo, llegando a pensar que igual su abuelo no estaba tan bien como su padre le había dicho.

―Papá.
―Dime―contestó Hans levantando la vista del periódico que leía mientras desayunaba en la terraza.
―¿Va todo bien?
―Claro―contestó sorprendido su padre bajo la atenta mirada de Eva.
―Papá, ya no soy una niña, me he dado cuenta que tú y mamá tenéis muchos secretitos últimamente. ―confesó Eva―. ¿El abuelo Hans está bien?
―Sí, claro que está bien. ¿Por qué no iba a estarlo?
―No sé, estáis muy raros vosotros dos. ―terminó por decir antes de levantarse de la mesa. ―. Bueno, me voy a mi cuarto a terminar de hacer el trabajo de Sociales.

Eva se fue a su habitación a sabiendas que sus padres le ocultaban algo pero no sabía qué. Media hora más tarde salía en busca de unos libros que había dejado en el salón y necesitaba para terminar su
trabajo. Sus padres seguían sentados en la terraza charlando animadamente, ella se acercó a la puerta sin ser vista.

―La niña no es tonta y se está dando cuenta de todo. ―oyó decir a su madre que no se había percatado que estaba en la puerta del salón. ―. Por mucho que queramos evitar decírselo hasta que termine
el curso, ella se huele algo, creo que deberíamos decirle que nos vamos aAlemania.

Eva no daba crédito a lo que acaba de escuchar. ¿Irse a vivir aAlemania? ¿Por qué? Los dos tomos de la enciclopedia cayeron al suelo. Rosa y Hans sobresaltados miraron a la puerta encontrándose con
una Eva que los miraba perpleja.

―Cariño, tenemos que hablar.―Su madre fue la primera en hablar.


―¿Irnos aAlemania? ¡Yo no quiero irme aAlemania! ―gritó Eva.
―Eva, no te vayas. Ven y siéntate.

A Eva no le servían las explicaciones de sus padres, estaba enfadada con ellos por no haber contado con ella para tomar aquella decisión. No atendía a razones, por mucho que su padre le dijera que su
abuelo ya no podía seguir con el mismo ritmo de trabajo y, él se iba a hacer cargo del prestigioso bufete de abogados familiar, ella replicaba que no se iría.

―Lo siento mucho Eva, pero esta vez no vamos a complacerte. Tú te vendrás con nosotros, somos tus padres y no te vamos a dejar aquí.
―Pero…pero…yo tengo aquí mi vida, a mis amigos…a…a…―Desconsolada una vez más terminó por echarse a llorar y esquivando los abrazos que sus padres le intentaban dar.

*****

―Alemania…ufff…prima, te voy a echar mucho de menos.―dijoAlejo mientras Zsa Zsa daba vueltas alrededor de los dos primos, que sentados bajo el árbol en el que tantas veces se habían subido
charlaban de sus cosas.
―Es injusto,Alejo, yo no quiero marcharme pero he de ir con mis padres. ―contestó notando que las lágrimas volvían a escapársele.
―Bueno, piensa queAlemania no está tan lejos―intentó consolarla su incondicional primo―, podrás venir en verano, en navidad y cuando cumplas los dieciocho podrías venir a estudiar aquí.
―Pero estaré lejos de ti, deAna, de Zsa Zsa―comentó acariciándole la cabeza a la perrita que trataba de chuparle las saladas lágrimas―, y de…
―¿De quién?
―Nada, eso da igual.
― Vaya, creía que entre tú y yo no había secretos. ―Un tanto ofendido respondióAlejo. ―. Yo siempre te cuento todo lo que me pasa y sabes quién es la chica que me gusta.
―No te enfades,Alejo. ―se apresuró a decir Eva entre hipidos.
―No me enfado pero me siento traicionado. ―replicó haciéndose el ofendido.
―Jopetas,Alejo, de verdad, no es nada. Es solo que…―titubeó Eva secándose las lágrimas. ―me gustaba un chico, pero eso da igual ahora.
―¿Lo conozco? ―se interesóAlejo.
―No, no lo conoces.
―¿Del cole?
―Bueno, antes estaba en mi colegio.Ahora ya no y bueno, en breve, ya dará igual porque me iré a Bonn. ―comentó mientras las lágrimas regresaban.―. Yo no quiero irme,Alejo.
―No llores más. ¿Te apetece ir a la heladería? ―preguntó invitándola a levantarse. ―Te invito a un irresistible helado de menta y chocolate. ―dijoAlejo dedicándole una sincera sonrisa a su prima.

*****

Los días pasaron a ritmo de cassette girando alrededor de un bolígrafo bic, cuando Eva se quiso dar cuenta no solo había terminado con un magnifico expediente académico la EGB sino que tras volver de
su viaje de fin de curso se encontró su casa medio desmontada. Cajas y cajas invadían el salón, ni un solo libro lucía en las estanterías, poca cosa quedaba por embalar en poco menos de dos semanas se subirían en
el coche de su padre rumbo al que sería su nuevo hogar.
Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas, no terminaba de hacerse a la idea de aquel cambio, soñaba con un nuevo cambio de planes y no tener que irse aAlemania. Sí, en Bonn vivían sus abuelos, sus
tíos y primos paternos pero la relación no era ni la mitad de estrecha que con su familia materna, junto a la cual había crecido.
Allí no tendría ni una sola amiga con la que compartir sus pensamientos, sus sueños, sus secretos…ni a nadie con quien saborear una tarrina de menta y chocolate. La imagen deAndrés le vino al
pensamiento, borrándola automáticamente al aparecer junto a él Marta, quien siempre estaba con él para su pesar.

―Cariño―Su madre dijo acariciándole el pelo―, sé que es duro. Yo también dejo a toda mi familia y amigos pero piensa que es lo que ha hecho papá durante muchos años, ahora tenemos que estar a
su lado, él nos necesita. Ven, sécate esas lágrimas que papá ya nos está esperando en el coche. Ya verás lo bien que lo pasamos estos días de acampada con Ana y su familia. Por cierto, al final, ¿por qué no se ha
venidoAlejo?
―Porque tiene la tontería subida desde que tiene novia. ―se quejó Eva que en las últimas semanas poco había visto a su primo favorito.

Dos noches y tres días iban a pasar fuera de casa, acampando en un paraje incomparable por su frondosa naturaleza y la cercanía del Turia. Dos noches y tres días que Eva veía como su última
oportunidad de acercamiento aAndrés.

La risa de Eva había vuelto a aparecer, no podía parar de reír viendo a su padre montar la tienda donde supuestamente ella y Ana dormirían. Zsa Zsa, a la que Eva había llevado con ellos, corría entre ellos
haciéndole más difícil el montaje de la tienda a Hans.
―¡No te rías de tu padre! ―Hans dijo en alemán sin poder evitar una carcajada, porque él mismo reconocía su oxidada destreza con aquellos tubos que no sabía cómo colocar.

Padre e hija se enfrascaron en una animada conversación en alemán para alegría de su madre, que no recordaba cuando había sido la última vez que había visto reír a su hija. Ella entendía perfectamente la
situación de Eva, comprendía que aquel era un cambio muy radical pero inevitable.
Ana, sus padres,Andrés y su inseparable Marta asistieron en silencio a aquella charla.Andrés la oía maravillado nunca la había escuchado hablar en alemán y, por unos instantes creyó que aquella era la
lengua habitual hablada por Eva.

―Evita, nadie diría que no has nacido hablando alemán.―Maravillada la felicitó Cristina.

Eva se giró para dar las gracias, la sonrisa desapareció de su rostro al tropezarse con la cara de Marta, a quien Zsa Zsa comenzó a ladrar nada más verla, declarando abiertamente su animadversión hacia
ella para divertimento deAna y la propia Eva.

―Gracias, he tenido a mi padre como profe―dijo abrazando a su padre por la cintura. ―.Zsa Zsa―llamó a su fiel amiga para que dejara de declararla la guerra a Marta. ―, no le ladres a Marta.

Una hora más tarde el campamento estaba montado, Eva se había enterado que no solo compartía tienda con su amiga sino con Marta. Aquel fin de semana había dejado de ser los tres días idílicos
dibujados por su madre.
Eva y Andrés se evitaban, sin embargo, al mismo tiempo sus ojos buscaban al otro.Andrés seguía dolido por el platón recibido por parte de Eva, por su parte a Eva le dolía verlo junto a Marta, que era
peor que su sombra y se pegaba más aún aAndrés cuando Eva estaba cerca.

―Tu hermano es único.―soltó de pronto Marta aAna cuando las tres estaban en la tienda.
―Sí, claro, no tiene copia.―rioAna guiñándole un ojo a Eva.
―No me entiendes, claro, vosotras sois aún demasiado pequeñas aunque yo a vuestra edad ya tenía novio.
―¡Qué ilusión! ―Eva no pudo evitar la ironía en su tono de voz.
―Sí, ya ves. Siempre he sido muy popular entre los chicos.

Las miradas de Eva y Ana se cruzaron, ambas hicieron auténticas proezas para no reírse.

―PeroAndrés es único, es el amor de mi vida, por él estaría dispuesta a vivir bajo un puente si fuera necesario y cuando cumpla los dieciséis me voy a tatuar un corazón con su nombre.Aún no estoy
segura en dónde.
―Me parece absurdo.―comentó Eva sin darse cuenta que hablaba en alto.
―No es absurdo, es mi novio.
―Me parece estúpido tatuarte el nombre de una persona, ¿qué pasará cuando deje de ser tu novio? ¿Solo saldrás con chicos que se llamenAndrés?
―¿Y por qué lo vamos a dejar? ―elevando la voz e indignada se quejó Marta―Andrés está absolutamente enamorado de mí, y a mí: ¡no hay chico que me deje!A mis novios anteriores los he dejado
yo, soy demasiado perfecta para que me dejen.
―Genial. Mejor me duermo―contestó Eva tumbándose en su saco y girándose para no verla.
―Yyo―se sumóAna.

*****

―Es peor que una garrapata―le cotilleó al oídoAna paseando por la orilla del río―, no se separa deAndrés ni un instante.
―Bueno, son novios. Imagino que es lo normal.
―No tengo yo claro que sean novios.
―¿Por qué dices eso? ―se interesó Eva.
―Porque yo creo que aAndrés no le gusta, yo creo que mi hermano no está enamorado de ella.
―Pues, lo disimula muy bien. ―puntualizó Eva indicándole con la mano la acaramelada imagen deAndrés y Marta.
―Bah, tendrá sus motivos pero yo no me lo creo. ―dijoAna intentando que su amiga se abriera por fin y le contara su secreto, pero no había forma de ello.
―Pues, sé de una que en breve llevará un corazón con su nombre en el culo. ―comentó sin poder evitar la risa, haciendo reír aAna con el comentario.
―Tu hermano es único ―intentando imitar a Marta dijoAna―, soy demasiado perfecta para que me dejen . ¡Por favor queAndrés abra los ojos y la deje! ¡Yo no quiero esa cosa de cuñada!

Al llegar la noche el cielo les regaló un espectáculo sin igual, la luna brillaba majestuosa en un cielo completamente despejado de nubes y con cientos de brillantes estrellas reluciendo para ellos.
Eva recordó las noches de verano tumbada en el jardín de sus abuelos, cabeza contra cabeza de sus primos con la loca y añorada Xena en medio de ellos, mientras buscaban estrellas fugaces a las que
pedirles deseos. El recuerdo de Xena la hizo ponerse melancólica tumbándose en la hierba para contemplar las estrellas,Ana hizo lo mismo, rozando su cabeza con la de su amiga y tomándola de la mano derecha.
Andrés las vio y se acercó a ellas, a él le apetecía estar junto a Eva, a la que pronto tendría a miles de kilómetros de distancia; imitando a su hermana se tumbó al otro lado de Eva. Cabeza contra cabeza,
tomándola de la mano izquierda, por unos instantes ninguno de los dos miró a las estrellas para mirarse a los ojos dedicándose una sincera sonrisa mientras notaban el cosquilleo que les producía aquella cercanía.
Un intenso hormigueo recorría sus cuerpos, aquella intima cercanía los hacía olvidarse que no estaban solos. Frente con frente, con las pupilas clavadas en el otro, mientras sus entrelazados dedos jugaban
entre ellos.
El corazón de Eva parecía estar a punto de descarrilarse, el deAndrés no se quedaba atrás. Sus respiraciones se confundían en una acompasada aceleración.
―Echaré de menos compartir contigo nuestro helado favorito. ―casi musitóAndrés.
―Yyo.
―Ya no será lo mismo. ―comentóAndrés notando los lametazos de Zsa Zsa, que sentía debilidad por él. ―. Para Zsa Zsa…―rioAndrés bajo la cómplice mirada de Eva.

Ya no eran tres, tras babearle la cara a Andrés, Zsa Zsa hizo lo mismo con Eva, quien no podía parar de reír, y tras ella llegó el turno de Ana. Una Ana, que había asistido en silencio a aquel íntimo
momento entre su hermano y su amiga.

―Para Zsa Zsa, yo también te quiero. ―dijoAna que no podía parar de reír con los lametazos de la vizsla.

Zsa Zsa dio por zanjada la ronda de besos tumbándose junto a la cabeza de los tres amigos, colocándose patas para arriba como si también quisiera contemplar las estrellas.

―Fiel hija de tu madre―dijo Eva mientras Zsa Zsa volvía a chuparle la cara.

La proximidad entreAndrés y Eva no había pasado desapercibida por Marta, a quien le mataba la complicidad existente entre ellos; de ninguna de las maneras estaba dispuesta a aquel acercamiento entre
el que ella consideraba su novio y Eva.

―Aparta―en tono despectivo dijo Marta intentando colocarse entre Eva y André s .

Zsa Zsa se sentó, gruñéndole nada más verla interponerse entre Eva y Andrés, para diversión de los dos implicados y Ana. Marta la miró con cara de desprecio.

―Ahí, tienes un hueco―señalóAndrés sin soltar la mano de Eva.

Zsa Zsa le ladró…

―Esta perra me tiene manía. ―se quejó Marta.


―Tú te lo has buscado. ―soltó con aire triunfalAna.

A regañadientes Marta se tumbó entreAndrés y Ana, unió su mano a la deAndrés pero no hizo lo mismo conAna. Poco o nada le importó a Eva, que Marta se hubiese unido al grupo; sus sentimientos
estaban a flor de piel notando los dedos deAndrés juguetear con los de ella olvidando por completo que no estaban solos.

―Me resulta increíble que en unas semanas estarás a miles de kilómetros. ―comentóAna que la simple idea de estar alejada de su amiga la angustiaba.
―Lo sé―fue lo único que contestó Eva mientras notaba la fuerza con la queAndrés apretaba su mano.
―Andrés, esto comienza a ser aburrido y noto un cosquilleo de bichos subiendo por mis piernas, mejor nos levantamos. ―dijo Marta pasado un rat o.

Sin dar opción de lo contrario Marta se levantó tirando deAndrés, quien irremediablemente soltó su mano de la de Eva, dejando que Marta y la distancia se interpusiera entre ellos.
Eva y Ana siguieron durante un buen rato tumbadas en silencio, Ana tenía claro que su amiga necesitaba aquel silencio. Pocos minutos o, tal vez, muchos porque a veces el paso del tiempo es
indeterminado, una guitarra y la voz deAndrés rompieron el silencio de la noche. Los grillos dejaron de cantar para escuchar aAndrés intentando no desafinar cantando No puedo evitar pensar en ti , Eva sonrió de
algún modo sintió que aquella canción le pertenecía, les pertenecía uniéndolos de alguna manera con el paso de los años.

*****

―¡Eres idiota! ―gritó Eva aAndrés quien le había metido una lagartija por la camiseta ―¿Por qué no le haces lo mismo a tu novia?
―Porque tu cara es más divertida, pequeñaja.
―¿Pequeñaja? ¿Ahora vuelvo a ser una pequeñaja? Eres…eres…eres…
―¿Qué soy, pequeñaja?―burlándose preguntóAndrés.
―¡Un imbécil!―respondió Eva empujándolo al río.

Andrés se tambaleó cayendo de lleno en el río para su sorpresa.

―¡Esto me lo pagarás!―exclamó sin borrar la sonrisa―¿Ysabes lo que te digo?


―¿Qué?
―Me alegro que te largues, así ya no tendré que aguantarte más por casa. ―soltóAndrés sin creerse el mismo sus propias palabras.

El rostro de Eva se tornó serio, conteniendo las lágrimas que estaban luchando por salir y ella se negaba a mostrar.

―Ya somos dos, si yo me alegro de irme es por no volver a verte jamás.


―¡Genial!
Capítulo 5.-

Eva se abrazó a su abuela con fuerza, no pudiendo reprimir las lágrimas al estar las dos abrazadas y notar a Zsa Zsa trepar por sus piernas.

―No llores, cariñet, en navidad estarás aquí.


―Yo no quiero venir en vacaciones, iaia―entre hipidos se quejó Eva―, yo quiero vivir en Valencia. ¡No quiero vivir enAlemania!―decía entre llantos.

Clotilde tuvo que hacer un verdadero acopio de fuerzas para no llorar delante de su nieta; ella quería a todos sus nietos por igual pero Eva, además de ser la más pequeña, era la más alegre y la que siempre
estaba en su casa. Ella y Vicente sabían perfectamente lo mucho que echarían de menos a su nieta, atreviéndose a decir que sentían más pena por su marcha que por la de su hija.

―Iaia, por favor, dile a mamá que me deje quedar contigo y el iaio.

Eva no podía parar de llorar, se había prometido no hacerlo, se había resignado a su inminente marcha pero le había sido imposible no derrumbarse abrazada a su abuela.

―Por favor, iaia…déjame quedar contigo. ―lloraba desconsolada.


―Eva, ven, siéntate aquí conmigo. ―le indicó Clotilde llevándola hacia el sofá. ―. Cariñet, sabes que te quiero con toda mi alma y que no me importaría tenerte en casa pero has de ir con tus padres.
¿Cómo crees que se sentirían ellos si tú te quedaras con el abuelo y conmigo? Tú eres su hija y has de estar con ellos.

Clotilde le secó las lágrimas a su nieta. Rosa las observaba desde la puerta, se había quedado paralizada al ver el amargo llanto de su hija y oír la petición que le había hecho a su abuela.

―Cariñet―retomó su discurso Clotilde bajo la atenta mirada de su hija desde la puerta―, ¿cómo crees que se sentirían tus abuelos al enterarse que no quieres vivir a su lado? El abuelo y yo te hemos
disfrutado desde tu nacimiento, ellos solo en periodos de vacaciones. Ahora toca el cambio, sin olvidarnos de tu padre―siguió Clotilde sin dejar de acariciarle el pelo a su nieta―, ¿no crees que él también tiene
derecho de volver a su ciudad? Eres lo suficiente madura, incluso mucho más que otras niñas mayores que tú, para entender el motivo por el que tus padres han decidido irse a Bonn. Tu abuelo, Hans, los necesita
y tú, cariñet, eres parte de la medicina que su corazón necesita.

El padre de Eva acababa de llegar, se había quedado junto a su esposa, le dolía ver a su hija en aquel estado, entendía que no quisiera irse a Bonn. Toda su vida estaba en Valencia y en la adolescencia los
cambios parecen un mundo, más aún un cambio tan radical como aquel, pero sabía que terminaría por acostumbrarse y le gustaría la vida en su nuevo hogar.
Un agitado Alejo entró corriendo en el salón, creía que llegaba tarde, la noche anterior había estado con su prima pero quería volverla a abrazar antes de su partida. Eva soltó a su abuela, quien tragaba
nudos para no llorar delante de su nieta, de su propia hija y yerno, para abrazarse a su primo.

―Te voy a echar de menos, me encargaré de pasear con Zsa Zsa, como tú lo has hecho todo este tiempo. Prométeme que me escribirás cada semana.
―Te lo prometo pero tú también has de hacerlo, no vayas a olvidarte que últimamente solo piensas en Julia.
―Prometido―contestóAlejo abrazado a su prima. ―, tú no te olvides de mí cuando te eches un novio alemán.
―No digas tonterías, ¡no quiero novio!
―Sí…sí―rioAlejo haciéndola reír a ella para satisfacción de todos.

Acalorada y faltándole la respiraciónAna llegó junto al coche de Eva.Ana y Eva se abrazaron, las lágrimas volvieron a aparecer.A Eva le escocía las mejillas de tanto llorar. Ninguna de las dos recordaba un
solo momento de su vida en el que no hubiese estado la otra, y aquella separación les dolía en lo más profundo de su ser.

―Te voy a echar muchísimo de menos―se quejó entre sollozosAna―, siempre serás mi amiga del alma. Nunca te olvidaré.
―Ni yo a ti.―respondió Eva.
―No dejes de escribirme, de contarme todo lo que te pasa.
―Ni tú.
―Eva, cariño, nos tenemos que marchar ya. Nos espera un largo camino. ―indicó su padre acariciándole el pelo.

Eva los contempló a todos en silencio, con las lágrimas recorriéndole las mejillas buscó al fondo de la calle sin encontrar a quien buscaba.

No seas tonta, Eva, no va a venir. Él te lo dejó bien claro, se alegra de tu marcha , se dijo así misma secándose las lágrimas.

Eva se subió al coche, donde sus padres la esperaban desde hacía un buen rato, de rodillas con la cara pegada a la luna trasera vio alejarse ante sí a sus abuelos, a Zsa Zsa, aAlejo, aAna. Eva apoyó sus
manos en el cristal al ver llegar corriendo aAndrés, quien tarde había decido ir a despedirse.
Alejo y Andrés se miraron de reojo mientras Zsa Zsa chuperreteaba las heladas manos deAndrés, no se conocían y ninguno de los dos sabía quién era el otro, y cuál era su relación con Eva. Ninguno de
los dos imaginaba que años después serían grandes amigos sin conocer el vértice que los unía. Ninguno de los dos podía imaginar que en unos años bromearían con la prima, que sentía debilidad por la menta y
chocolate.

Las lágrimas volvieron a inundar el rostro de Eva al ver como se alejaba deAndrés. Eva no lo sabía pero a pesar de que volvería cada verano y cada navidad a Valencia, muchos años tendrían que pasar
antes de volver a ver al que fuera su primer amor, convirtiéndose el uno para el otro en una verdadera asignatura pendiente.
Eva no veía nada. Sus ojos bañados por un mar de lágrimas se lo impedía. Eva se sentó bien en su asiento, se colocó los auriculares para aislarse de todo. No quería ni escuchar sus propios pensamientos,
sus padres respetaron su silencio, ellos mismos necesitaban hacerse a la idea de aquel cambio de vida.
La imagen deAndrés tocando la guitarra e intentando no desafinar le vino a la mente al comenzar a sonar No puedo evitar pensar en ti. Tras escuchar tres veces seguidas la canción buscó un bolígrafo
su mochila y rebobinó el cassette girando y girando mientras notaba como su corazón se arrugaba con aquella sensación de vacío, que estaba apoderándose de ella.

Largo viaje, largas horas de carretera, las primeras en el más absoluto de los silencios por parte de Eva. Sus padres no dieron importancia a su mutismo, respetando su duelo. Rosa y Hans hablaban entre
ellos sobre la nueva casa, el nuevo instituto de Eva y sobre lo que se iban encontrando en su camino, intentando de manera indirecta involucrarla pero fracasando en su intento. Muchas fueron las paradas realizadas
en el camino, la más larga ya en Francia, donde pernoctaron.

Bonn los recibiría con una suave lluvia y un agradable olor a tierra y hierba mojada. Por aquellos entonces Bonn seguía manteniendo cierto aire institucional al continuar albergando las sedes
gubernamentales, las cuales terminarían de trasladarse a Berlín en 1999.

Eva abrió los ojos, en aquel momento no lo reconocería pero le encantaba la ciudad que había visto nacer a Beethoven, hijo predilecto de aquella pequeña ciudad que respiraba historia por los cuatro
costados. El apacible paisaje de la ciudad fundada por los romanos a orillas del Rin en el siglo X a.c junto a una antigua población celta: Bonna, la encandilaba.
El verde de su hierba, el colorido de sus árboles, las tranquilas aguas del Rin, grandes responsables del afable carácter de los bonnenses, sumado a la belleza de sus históricos edificios la harían enamorarse
de ella. Eva no lo sabía pero acababa de mudarse a la que se convertiría sin lugar a dudas la capital alemana del arte.
Derrotados por el largo trayecto llegaron a casa de sus abuelos, por primera vez en las últimas veinticuatro horas Eva sonrió recordando las palabras de su abuela Clotilde: eres parte de la medicina qu
abuelo necesita. Sus abuelos no merecían ver la tristeza en sus ojos, Eva arrinconó su pena en un huequito de su corazón para darle una oportunidad a su nueva vida.
El verano no tardó en pasar, en Bonn el otoño se daba más prisa por llegar que en Valencia. Los días pronto comenzaron a acortarse, y poco a poco Eva se sintió como una más en su nueva ciudad, en su
nuevo instituto. Su día a día parecía normalizarse, como normal se había vuelto la correspondencia de ida y vuelta entre Valencia y Bonn…

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¡Hola, Ana!
¿Qué tal todo por Valencia? Aquí parece estar lloviendo todos los días, hace más frío que en Valencia pero, por el momento, se puede soportar.
Ya he comenzado las clases en el instituto y he hecho amistad con una chica llamada Helga, te caería muy bien, es muy agradable y vive cerca de mi casa. Te echo mucho de menos, estas navidades
iremos a casa de mis abuelos y quiero verte ¡cada día!
¿Cómo te va a ti en el instituto?
Besitos
Eva
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¡Hola, hola, Eva!


¡Cuánto te echo de menos! El instituto no es lo mismo sin ti. Hay varias chicas del cole conmigo en clase pero no estás tú. ¡Tengo unas ganas tremendas de que vengas en Navidad!
¡No soporto a Marta! Creo que mi hermano comienza a agobiarse de tenerla todo el día alrededor.
¿Qué tal los chicos alemanes? En mi clase hay un chico ¡¡¡guapísimo!!! Se llama Félix y me mola muchísimo.
Besitos
Ana

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¡Hola, Ana!
¿Félix? ¿Quiero saber más sobre ese chico? ¿Cuánto te gusta? ¿Te has enamorado de él? ¡Cuéntame más cosas!
Mi padre me ha regalado un MP3 por mi cumple, ¡es una maravilla! ¡Ya no tengo que cargar con el walkman! Es alucinante que en una cosita tan pequeña quepan tantas canciones.
En mi clase no hay ningún chico mono, de todos modos, no quiero novios. Eso es un rollo…
Besitos
Eva
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¡Hola, hola!
Félix es encantador, nos llevamos muy bien. Ahora nos sentamos juntos en clase y muchas veces me acompaña a casa.
¡Mañana vamos a ir al cine! ¡Es la primera vez que voy a ir con un chico al cine! ¡Ya te contaré!
Marta cada vez viene menos por casa, creo que en breve desaparecerá de nuestras vidas. ¡Qué bien! Cada día la aguanto menos.
¿Seguro que no quieres novio? ¿No te gusta ningún chico…alemán o valenciano?
Besitos
Ana
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¡Hola, Ana!
Estoy impaciente por saber qué ha pasado en tu salida con Félix. Puafff…esto del correo es un rollo. No me entiendas mal, me encanta escribirte pero cuando yo leo una noticia ya han pasado días que
ha ocurrido.
¡Menos mal que en unos días voy para Valencia! ¡Qué ganas de verte a ti y a mi primo Alejo! Por cierto, Alejo está en tu instituto, es curioso que no os conozcáis, vosotros sois mis dos personas
favoritas.
Besitos
Eva
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Hola, Eva
Estoy poff…mi gozo en un pozo. Resulta que le gusto muchísimo a Félix pero como amiga, Félix es homosexual. Bueno, ¿qué le voy a hacer? He ganado un amigo, ya verás cuando lo conozcas.
¡Contando los días para Navidad! Ah, creo que mi hermano le ha dado dos patadas en el culo a la del tatuaje, ja ja ja.
Besitos
Ana
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Las cartas entraban y salían del buzón de los Bauman Vidal semanalmente, Eva escribía sin faltar a su amiga del alma y a su primoAlejo cada semana. Eva conocía cada detalle de la vida de ambos y, ellos
sabían lo que sucedía en la suya; entre ellos no existían los secretos, salvo uno: sus sentimientos porAndrés.
Eva no se había olvidado de él, tampocoAna se lo permitía. No había carta en la que no hablará sobre el hermano, a la espera infructuosa que Eva confesara sus sentimientos. Eva calló para siempre sus
sentimientos por Andrés, ¿para qué hablar sobre un amor imposible? ¿Para qué contarle a su amiga que las mariposas seguían revoloteando en su estómago cada vez que el nombre de Andrés aparecía en sus
cartas?
Poco a pocoAndrés fue quedándose anclado en su recuerdo, un recuerdo vivo pero perdido en su pasado. En ninguno de sus viajes se vieron, ni siquiera un minuto. Eva solo sabía de su vida a través de
Ana, quien seguía hablándole de él, de sus entradas y salidas, de las chicas con las que salía…de su marcha a Madrid, pues, a pesar de poder estudiar en Valencia había preferido marcharse a Madrid.

Las cartas también se quedaron poco a poco en el recuerdo de ambas amigas no porque se separaran sino todo lo contrario.A finales de los años 90 Eva y Ana se sintieron un poco más cerca, las nuevas
tecnologías y la llegada del Messenger acortó la distancia entre Bonn y Valencia. Ya no era necesario esperar la llegada del cartero para tener noticias de la otra, Internet les permitía comunicarse cada día y ellas
estaban como locas con aquel adelanto. No era como estar una junto a la otra, pero ahora podían verse y oírse cada día a través de la pantalla.

*****
Eva lucía una sonrisa de oreja a oreja cuandoAna entró en casa de sus abuelos, ambas corrieron al encuentro de la otra. La distancia y los años no había podido con su amistad, todo lo contrario, se había
afianzado aún más.
―Clotilde, tenemos en casa a las dos chicas más guapas de Valencia.
―¡Iaio, siempre tan exagerado! ―rio Eva mostrando sus inconfundibles e imborrables hoyuelos junto a su boca.

Ambas se habían acostumbrada a aquella cercana lejanía, a sus charlas diarias, a sus confidencias nocturnas a través del Messenger invadiendo con sus carcajadas sus respectivas habitaciones al leer lo qu
la otra le contaba.Así fue como Eva conoció los primeros amores deAna, mientras ella se negaba a sí misma enamorarse. No quería volver a sentir aquellas mariposas por nadie más.

―Eso es porque no has encontrado a un chico que te guste de verdad―le dijoAna mientras tomaban el sol en la piscina de los abuelos de Eva. ―, a no ser que no me hayas dicho nada.
―¿Nada de qué? ―preguntó Eva acariciando a Zsa Zsa, que no se separaba de ella cuando volvía a Valencia.
―Pues, de eso, de chicos. ¿Cómo es posible que no te hayas enamorado de ningún chico en dieciocho años? ¿No hay ningún chico que te guste, de verdad?
―No, ninguno. Los chicos de mi clase son todos unos niñatos.
―Bueno, veremos con que te encuentras ahora en la universidad, futura señora letrada. ¿Pasa algo? ―preguntóAna a su amiga, que había notado un cierto mohín en la cara de Eva.
―Nada, ¿qué va a pasar? ¡Estás tú muy tiquismiquis!
―No, de eso nada, pero he visto un gesto un tanto peculiar en tu cara. ¿Qué pasa?
―Nada, solo que no estoy convencida de haber acertado con la carrera. No estoy segura de querer seguir la tradición familiar. No sé yo si estoy hecha para ser abogada.
―¿Entonces?
―No sé, no estoy convencida pero seguro que es una buena elección.Además, trabajo no me faltará en Bauman & Bauman ―dijo con solemnidad haciendo reír a su amiga.
―La verdad es que suena un tanto aburrido lo de ser abogado.
―Bueno, porque lo de ser matemática es la alegría de la huerta. ―en tono burlón comentó Eva.

Ana y Eva empezaron a reírse para alegría de Zsa Zsa que empezó a corretear alrededor de ambas chicas.

―Mi hermano viene en unos días.―soltó como quien no quiere la cosaAna a la espera de ver la reacción de su amiga.

Eva no dijo nada. No preguntó nada. No quería saber nada deAndrés, a quien había dejado anclado en sus recuerdos de la infancia y preadolescencia. Eva y Andrés tampoco se encontraron aquella vez,
ambos hicieron todo lo posible por no encontrarse con el otro.

*****

Imponente, majestuoso eran algunos de los adjetivos que pasaban por la cabeza de Eva contemplando el edificio de la universidad. Por unos momentos se sentó en medio de la verde pradera que
envolvía el edificio, necesitaba respirar, serenarse. Eva estaba agobiada con las clases, intentaba sentir en ella ese gen de letrado, que parecía estar afianzado en los Bauman, pero por mucho que lo buscaba no lo
encontraba en su interior; tras meses de intensa búsqueda comenzaba a desesperarse por aquel destino profesional poco atractivo ante sus ojos.

Eva soltó su mochila, buscó en ella su inseparable MP3 y cerró los ojos un momento.

―¿Molesto?

Eva abrió los ojos encontrándose frente a ella al chico con los ojos azules más bonitos que jamás hubiese visto, a los que su perfecta sonrisa de anuncio de pasta de dientes, acompañaba para cerrar aquel
perfecto rostro.

―No, claro que no―replicó Eva quitándose los auriculares.


―Estamos juntos en la clase de Hoffman.
―¿Ah, sí?
―Sí―sonrió ―, te sientas en primera fila justo tres filas por delante de donde me suelo sentar yo.
―Vaya, sí que te has fijado.
―Sí, eres demasiado bonita para no verte.
―Gracias―contestó notando que el rubor asomaba en sus mejillas.
―Me preguntaba si te apetecería salir conmigo el sábado.
―¿Siempre eres tan directo?
―No, solo cuando me gusta algo―contestó con un guiño.―. Por cierto, me llamo Yohanne.
―Eva.
―Bonito nombre, como su dueña.
―Gracias otra vez.
―¿Ybien? ¿Qué respondes a mi pregunta?
―No salgo con desconocidos.
―No soy un desconocido, ya sabes que me llamo Yohanne y sufrimos juntos a Hoffman cada mañana. ―explicó con una sonrisa.
―Ya.
―¿Entonces aceptas? ―volvió a preguntar ―aunque igual tienes novio, eso sería lo más normal y, aquí estoy yo haciendo el imbécil.
―No, no quiero novio.
―¿Ypuedo saber el motivo? ¿Un corazón roto? ¿Quién ha sido el osado de romperle el corazón a alguien como tú?

Eva guardó el Mp3 en su mochila e hizo ademán de levantarse.

―Perdona, llego tarde.

Yohanne se levantó y la sujetó por la muñeca.

―Perdóname tú a mí, no quería molestarte. Lo siento, pero es que llevo desde septiembre observándote y hasta ahora no había hecho acopio de valor para hablar contigo.

Eva se quedó mirando aquellos ojos impresionantes, aquel azul que le recordaba el color del cielo de su tierra, y de pronto sintió un ligero revoloteo en su barriga. ¿Era posible que después de tanto
tiempo las mariposas volvieran a mover sus alas?
―¿Te gusta el helado? ―preguntó dejándolo desconcertado.
―¿Qué? ―rio.
―¿He de explicarte que es un helado?
―No, no, claro que no. Solo me ha parecido una pregunta extraña.
―Tú intentas quedar conmigo, yo ahora mismo me voy a clase de francés y en la calle de la academia hay una heladería muy buena.
―Vaya, sí…sí que me gusta el helado, creía que no quedabas con desconocidos.
―Precisamente por eso, si quieres salir conmigo el sábado esta es tu oportunidad de hablarme de ti.
Capítulo 6.-

Eva reconoció aquel cosquilleo olvidado, aquella sensación de mariposas revoloteando en su barriga que solo Andrés había hecho anidar en su interior. Poco o nada tenían en común Yohanne y Andrés,
cierto que ella también había cambiado, ya no era una niña de trece años, ahora iba camino a los diecinueve, eso sí, seguía siendo una inexperta en temas del amor.
Yohanne dejó de sentarse en tercera fila, ahora se sentaba a su lado e intentaba transmitirle la pasión que él sí sentía por aquella carrera.

―¿De verdad, eres una Bauman? ―entre risas preguntó Yohanne―, es increíble que siendo nieta, sobrina e hija de los abogados más prestigiosos de Bonn no sientas ese gusanillo corriendo por tu
sangre.
―Pues no, no lo siento. No noto nada especial leyendo estos soporíferos apuntes.
―Sí, pero algo debe haber en tus genes porque tus notas son impresionantes.
―Sí, pero Yohanne, ¿de qué me sirve las notas?
―¿Para tener un expediente inmejorable?
―Sí, pero solo eso. Lo único que me atrae de venir a clase es verte a ti. ―sonrió antes de besar al que ya todos conocían como su novio.
―Bueno, quizás el destino de la tercera generación de Bauman fuese conocerme a mí. ―rio abrazándola―. Y…¿no crees que deberías pensar qué hacer si esto no te atrae?
―Debería…―observó Eva recostando su cabeza sobre su pecho. ―…sabes, desde pequeña este fue mi sitio favorito de la ciudad, recuerdo cuando veníamos cada verano de vacaciones. Me
encantaba venir a este parque, por llamar al Rheinauensee parque. En Valencia no tenemos un lugar como este, aunque el antiguo cauce del río va camino de ser nuestro Rheinauensee particular.
―¿Antiguo cauce del rio? ―preguntó interesado Yohanne que se podía pasar las horas escuchando las historias de su novia.
―Sí, tras la riada de 1957 se desvió el cauce del Turia y un par de décadas después se decidió convertir el antiguo cauce en lugar de esparcimiento, he estado un par de veces por allí cuando vamos a
Valencia y la verdad es que cada vez está más bonito.
―Sigues echando de menos Valencia. ―dijo Yohanne acariciándole la cara.
―Ahora ya no tanto―con una sincera sonrisa comentó―, pero sí, no lo puedo negar sobre todo a mis amigos.
―AAna.
―Sí, aAna.
―¿Ya alguien más? ―preguntó Yohanne que había notado un brillo especial en los ojos de su chica.
―Amis abuelos, a mis primos, mis tíos, a Zsa Zsa, a mi primoAlejo…
―¿Ya ningún chico?
―No, a ningún chico―puntualizó Eva sin poder evitar pensar enAndrés―, te recuerdo que cumplí los catorce aquí. ¿Crees que pensaba en tonterías de novios?
―¿Tonterías de novios? ―rio―¿Eso soy yo, una tontería? ―preguntó haciéndose el ofendido.
―Sabes que no, pero también sabes que eres mi primer novio.
―Uhmmm…he tenido el placer de ser el primero en besar esos labios.―comentó antes de volver a besarla.

*****

―¿Cuándo llega Eva? ―preguntó Cristina aAna.


―Dentro de dos días―respondióAna dejando los cubiertos sobre el plato y mirando disimuladamente aAndrés. ―, tengo unas ganas tremendas de verla y que me cuente todo sobre su nuevo novio.
―con cierto retintín comentóAna sin apartar la vista de su hermano.
―¿Seguirás por aquíAndrés? ―quiso saber su madre.
―No lo sé, ¿por qué?
―Me gustaría hacer una comida en casa, hace mucho que no nos reunimos todos como cuando erais pequeños. ¿Os acordáis?
―¿Cómo no se van a acordar, Cris? ―dijoAndrés padre― Hace nada que estos eran unos pequeñajos y se chinchaban unos a otros, especialmenteAndrés a Evita, no hacía más que meterse con ella.
Yo creo que solo se tranquilizaban ante una tarrina de menta y chocolate.
―Ja ja ja, es verdad, por cierto, cariño, tienes una en el congelador.
―Gracias―contestóAndrés levantándose de la mesa a por el helado.
―¿Le pasa algo a tu hermano? ―pregunto Cristina a su hija nada más alejarseAndrés.
―Ni idea―contestó mientras imaginaba el motivo de la cara de su hermano.

Dos días después Eva y su familia llegaba a Valencia, dispuestos a disfrutar de unas merecidas vacaciones con la familia y amigos. Valencia se había convertido en su paraíso particular, en el lugar al que
volver cada verano…cada navidad…el lugar al que a pesar de todo Eva seguía soñando en volver.
―¿Cómo está la pequeña de mis nietas? ―por sorpresa preguntó Clotilde a su nieta, que estaba sentada en el borde de la piscina jugando con su inseparable Zsa Zsa.
―Bien, iaia, feliz de estar aquí. ―contestó abrazando a su abuela y apoyando la cabeza en su hombro.
―¿Yqué tal ese noviete?
―Muy bien, es encantador. Seguro que te caería muy bien.
―Si te hace feliz a ti lo tiene fácil conmigo. ―Clotilde acarició la cara de su nieta.
―¿Si estás feliz me puedes explicar por qué tienes esa cara? ¿Qué es lo que te preocupa?
―Iaia…creo que no estoy hecha para ser abogada.
―¿Por qué lo dices?Amí un pajarito me ha dicho que tus notas son impresionantes.
―Sí, lo sé pero solo son notas. Yo no creo haber nacido para ser abogada pero todos esperan que yo sea una más en Bauman & Bauman.
― Cariñet, no has de hacer lo que se espera de ti sino lo que tú quieras. ¿Quieres vivir amargada toda la vida por hacer lo que se espera de ti o seguir tus deseos?

Eva sonrió a su abuela, estaba claro que su abuela siempre tenía la palabra justa en el momento adecuado. Si alguien la convenció de que su marcha a Bonn era lo adecuado era ella y, ahora volvía a estar en
lo cierto. Ella no quería ser abogada, el miedo a defraudar a su padre y a su abuelo no iban a abocarla a vivir una vida que no le gustaba.

Abrazos, besos y más abrazos la esperaban en casa de los Ferrer nada más verla entrar en la casa.Andrés y Cristina eran parte de su familia sin serlo, la habían visto crecer junto a su inseparable amiga del
alma, alegrándose de sus triunfos y arropándola cuando lo necesitaba. Sí, sin duda alguna aquella siempre sería una casa a la que acudir en sus visitas a tierras valencianas.

―Ypensar que eras solo una niña cuando te fuiste y mírate ahora―comentó el padre de su amiga nada más verla entrar en el salón de su casa. ―. ¿Acuántos alemanes me traes de cabeza?
―Me ha contado un pajarito que por lo menos a uno. ―intervino Cristina abrazando a Eva.
―Creo que ese pajarito se llamaAna, ¿me equivoco? ―rio Eva sin dejar de observar a su alrededor sin encontrar a quien buscaba.
―¿Te quedas a cenar con nosotros? ―preguntó Cristina.
―Eh, no sé…
―Sabes que en esta casa siempre tenemos tu helado favorito de postre―le recordó Cristina―, lo había comprado paraAndrés, pero se ha ido de viaje con unos amigos esta misma mañana.
―Ah―decepcionada respondió Eva, sorprendiéndose a sí misma.
―¿Cuánto tiempo hace que no coincidís vosotros dos? ―Andrés padre preguntó.
―No lo sé―mintió Eva.
―No se han vuelto a ver desde que Eva se fue aAlemania. ―indicóAna observando la cara de su amiga.
―¿En serio? ¿No os habéis visto en los últimos cinco años? ―sorprendida preguntó Cristina.
―No, creo que no. ―comentó Eva.
―Pues, ríete pero yo siempre pensé que mi hijo y tú terminaríais siendo novios. ―soltó el padre de su amiga para sorpresa de Eva.
―¡Yyo! ―exclamó Cristina sin poder evitar la risa. ―Una pena, Eva me gusta más que muchas de las chicas con las que ha salido.―comentó con un guiño.
―Bueno, vamos Eva que hemos de ponernos al día.

Ana estaba viendo la cara que su amiga estaba poniendo, y a pesar de la rabia interior porque su amiga nunca le hubiese contado su gran secreto con el paso de los años, no le gustaba verla en aquel aprieto.

―¿Qué tal con Yohanne? ―preguntóAna cuando ya estaban a solas en el jardín.


―Muy bien―contestó sin más detalles―, ¿y tú? ¿Cómo se llamaba ese chico con el que estás saliendo?
―Andrés.
―¿Andrés? ¡No fastidies! ¿OtroAndrés más en la familia?
―Ya ves, debe ser que losAndrés son irresistibles para las féminas de mi familia. ―con un guiño sonrió.
―¿YFélix, tengo muchas ganas de conocerlo?
―Y él a ti, pero se ha marchado a Londres este verano. Estoy segura que os vais a llevar muy bien y te caerás de culo cuando lo veas. El cabrón es guapo como él solo, es el hombre perfecto. Guapo,
simpático, inteligente, gran conversador y…
―¿Le gusta el helado de menta y chocolate?
―No, ese es mi hermano―dijo sin más mirando a su amiga―, a Félixle encanta el de turrón, tengo unos amigos con unos gustos peculiares por el helado.
―AYohanne tampoco le gusta el de menta y chocolate. ―murmuró ―.Pero salvo eso es perfecto―sonrió.―¿Yvoy a ver aAndrés?
―¿Ami hermano?
―No, no hablo de tu hermano.
―Como hablabas de helados y él y tú…
―¿Él y yo, qué? ―la interrumpió Eva.
―Nada, sois peculiares en vuestro gusto.
―No, creo que seamos tan peculiares.
―Bueno, eso lo dirás tú.
―¿Por qué dices eso?
―No sé, a veces creo que os estáis evitando.
―¿Qué? ―sorprendida preguntó.
―Sí, es muy raro que en cinco años no hayáis coincidido ni una sola vez.
―¿Ypor qué íbamos a evitarnos?
―No lo sé. Vosotros sabréis.

Los días de las vacaciones se colaron entre los dedos, Eva y Ana salían cada día. Eva conoció al chico deAna y Ana tuvo todos los detalles sobre Yohanne.

―¡Hombre, el desaparecido! ―gritó Eva al ver entrar aAlejo en casa de sus abuelos.
―Perdona, prima, quería haberme venido antes de Madrid pero no pude.
―¿No pudiste? ¿Qué te tenía tan entretenido?
―Unas prácticas―rioAlejo.
―No voy a preguntar de qué. ―rio abrazando al que había sido su inseparable compañero de aventuras.―¿Aqué tengo razón Zsa Zsa y Alejo nos ha tenido abandonadas?
―Yeso lo dice la que vive a mil seiscientos kilómetros de distancia. ―la provocóAlejo.
―No, por voluntad propia, lo sabes.
―Eso sería antes, cuando te fuiste pero recuerdo a alguien que en cada carta me decía que a los dieciocho se vendría y, claro como ahora anda enamoriscada de un alemán.
―Mira que eres tonto―rio Eva―, además, tú estás en Madrid. ¿Qué tal por allí?
―Bien, no tengo queja. La verdad es que me va muy bien en la carrera, con los compañeros de piso.
―¿Ynovias? ¿Qué ha pasado con Julia?
―Los kilómetros nos ha separado, ella no entendía que no viniera cada fin de semana a verla y bueno…
―¿Hay otra chica?
―Ni sí ni no.
―Los tíos sois la leche. ―rio.
―No, no quiero líos.Ahora mismo estoy bien así. ¿Yqué tal ese Yohanne? ¿Cuándo vendrá por aquí?
―Pues, no sé. ¿Cuándo irás tú para allá? Bonn te gustaría.
―¿Más que Valencia?
―No, más que Valencia nunca…
―¿Volverás algún día para quedarte, prima?
―No lo sé,Alejo, lo primero he de aclarar mi vida y luego veré…pero me gustaría. Bonn me gusta, me he enamorado de la ciudad, de su gente pero no es como Valencia. Bonn es como cuando voy a la
heladería y no hay menta y chocolate y me conformo con…
―Un helado de chocolate―interrumpió su primo sin poder evitar una sonrisa. ―, pues, ya sabes lo que has de hacer.
―Supongo…
―Sabes, ya no eres la única persona del mundo a la que le gusta el helado de menta y chocolate.
―¡Claro! ―rio Eva.
―Tengo un compañero de piso al que le encanta, cuando está con exámenes la menta y chocolate vuela por casa―explicó entre risas―. Vosotros dos juntos acabaríais con las reservas.
―Ja ja ja, mira que eres tonto. Ya me lo presentarás y nos daremos una orgía de menta y chocolate.
―¿Orgía? ―rioAlejo.
―Bacanal, quería decir bacanal.

*****
―¿Tú estás segura de esto, Eva? ―preguntó su padre.
―Del todo, papá, no me gusta. No me atrae para nada, me aburre soberanamente el derecho, yo no veo ejerciendo de abogada.

Rosa asistía en silencio a la conversación entre su marido y su hija, aquella conversación no la había cogido por sorpresa, hacía tiempo que imaginaba que su hija no estaba hecha para ser abogada.

―¿Yqué vas a estudiar?


―Quiero inscribirme en Traducción, sabes que se me da bien aprender otras lenguas. Ya hablo alemán, español, inglés y me manejo en francés… quiero encauzar mi vida por ahí.
―¿Ypor qué no lo habías dicho antes?
―No quería defraudarte, estabas tan ilusionado con que siguiera tus pasos y fuera la tercera generación de Bauman en el mundo del derecho.
―Cariño, tú no me podrías defraudar nunca.

Eva dejó aparcados sus estudios de Derecho, sus profesores no la entendieron; Eva era una de las alumnas más brillantes de los últimos años. Muchos de sus compañeros tampoco entendieron su
cambio, no comprendían que teniendo su futuro resuelto en la prestigiosa firma de su familia truncara una carrera de éxito seguro por los idiomas.

Eva volvió a disfrutar entre sus apuntes, sin lugar a dudas, ella había nacido para estar entre diccionarios, libros de gramática y reírse con chistes idiomáticos que casi nadie entendía. Yohanne reía de la
absurdez de los chistes que le contaba su novia, ella escuchaba atenta a su novio explicar los casos prácticos que los profesores planteaban en clase.
La distancia provocada por el cambio de estudios de Eva los había acercado mucho más, ya no pasaban tantas horas juntos, no se sentaban juntos en clase pero se encontraban en el silencio de la
biblioteca.

―Este fin de semana mis padres se van fuera―dijo Yohanne en la puerta de la casa de Eva―, ¿te apetece quedarte conmigo?

Eva notó un pinchazo en la boca del estómago, su cabeza asintió mientras los nervios se apoderaban de ella.Aquello era mucho más que una cita, aquello era mucho más que un fin de semana de estudios
compartidos. Yohanne sonrió, él también era un manojo de nervios, dio un beso de buenas noches a su novia despidiéndose hasta el día siguiente.

*****

Desconcentrado. Total y absolutamente incapaz de centrarse en lo que estaba haciendo,Andrés comenzaba a tener claro que aquella noche poco o nada iba a avanzar en el trabajo que tenía entre manos.
Soltó los libros sobre su mesa de estudio y salió de la habitación rumbo a la cocina.
Andrés rebuscó en el congelador, entre las múltiples bolsas de comida congelada encontró lo que buscaba.Allí oculto entre un paquete de Nuggets y otro de patatas congeladas estaba su tesoro. Helado
en mano buscó inútilmente una cucharita de postre limpia.

―Dios, o fregamos esta cocina o cualquier día viene sanidad y nos la precinta. ―dijo en voz alta.
―Justo lo mismo le decía a Iván esta tarde.―confirmóAlejo entrando en la cocina.
―Joder,Alejo, me has asustado.
―No era mi intención―dijo―¿atacando a la menta y chocolate? ―rioAlejo al ver el bote de helado en las manos de su compañero, sin poder evitar venirle la imagen de su prima a la mente.
―Sí, me he quedado bloqueado y he venido en busca de inspiración.
―En el helado―rio― sabes, este verano le estuve hablando a mi prima de ti. Ella es otra apasionada de ese helado.
―¿Hay reunión en la cocina? ―preguntó Iván integrándose en la conversación. ―Ya que estamos los tres podríamos adecentar la cocina que da asco.
―¿Tú has visto la hora? ―incrédulo preguntóAndrés―¡Son las tres de la mañana! ¿Quieres que los vecinos nos fusilen? Yo me voy en busca de la inspiración y,Alejo ya me tendrás que presentar a tu
prima.
―Eso mismo me dijo ella. ―comentóAlejo―. De hecho, me dijo algo así como: preséntamelo y nos daremos una orgía de helado.
―¿Una orgía de helado? ―preguntó sin poder evitar soltar una carcajadaAndrés. ―¡Quiero conocer a tu prima ya!
―No te ilusiones, fue un error léxico, lo cual es extraño viniendo de ella―rioAlejo―, corrigió por bacanal.
―Bueno, tampoco es mala idea. No es tan sugerente como lo de la orgía de menta y chocolate.—bromeó mientras a la mente le venía irremediablemente la imagen de Eva.
―¿De qué prima habláis? ¿Tienes una prima que está buena y no has dicho nada? ¿Qué rollos son esos de orgías y bacanales con helado por medio? Si es necesario empiezo a disfrutar con esa masa
verde.
―Tú no te metas por medio, yo estoy primero. ―rioAndrés―. Hala, me voy a seguir con lo mío. Ya ver cuándo me montas una cita con tu prima. ―bromeóAndrés.
―No sé yo si al novio le haría gracia.
―Joder, ahora tiene novio…para una que le gusta la menta y el chocolate , tú dile que conmigo no le faltara helado.
―Ja ja ja, se lo diré.

*****

Ninguno de los dos levantaba la vista de sus respectivos apuntes, ambos parecían concentrados pero nada más lejos de la realidad. Llevaban horas sentados frente a los libros pero no habían sido capaces
de pasar de la primera página, los nervios hacía tiempo que habían ganado la partida.
Yohanne despegó la vista de sus indescifrables apuntes cruzándose con la de Eva, nerviosos se sonrieron antes de volver a bajar la mirada.

―Esto es absurdo―declaró Yohanne un par de minutos después, lanzando su bolígrafo sobre sus apuntes, levantándose y acercándose a Eva que lo observaba desde el otro extremo de la mesa del
comedor.
―¿Qué es absurdo? ―preguntó notando las manos de Yohanne invitándola a levantarse.
―Intentar concentrarme en unos apuntes que parecen estar escritos en chino, no he sido capaz de pasar de la primera página desde hace dos horas.

Eva sonrió, sintiéndose de alguna manera aliviada por no ser ella la única en estar hecha un flan.

―Pues, Chino no hablo.


―No me sorprendería que lo hicieras, ¿cuántos idiomas hablas? Alemán, Español, Inglés, Francés…―Yohanne fue enumerando despacio cada uno de los idiomas mientras iba besándola despacio
bajando por su cuello hasta llegar al pronunciado hueco entre sus clavículas impregnándose del suave aroma afrutado de la colonia de Eva. ―¿subimos a mi habitación?
―Sí―asintió Eva notando los dedos de Yohanne buscando los de ella.
Tímidos, nerviosos, asustados, ansiosos, expectantes…un cúmulo de sensaciones invadían los cuerpos de ambos en aquella que para ambos era su primera vez. Los veinte escalones que los separaba de
su destino se hicieron eternos, el reloj parecía haberse ralentizado, todo giraba a su alrededor a una velocidad casi inexistente.
Yohanne abrió la puerta de su habitación invitándola a pasar, la tenue luz que llegaba del comedor a través del hueco de las escaleras era la única luz que los iluminaba. Fuera la luna parecía haberse
escondido tras las oscuras nubes, que amenazaban con descargar el diluvio universal sobre ellos.
Poco les importaba a ellos la tormenta que se desataba en el exterior, en aquel momento solo existía la búsqueda del cuerpo del otro. Los dedos de Yohanne, torpes e inexpertos, comenzaron a
desabrochar lentamente los botones de la blusa de Eva mientras sus labios se buscaban, sus bocas se besaban pausadas permitiendo a sus lenguas bailar al compás de las infinitas caricias inexpertas de sus dueños.

Y como en un gotero, la blusa cayó al suelo, tras ella fue la camiseta de Yohanne, los zapatos y los pantalones de ambos. Nerviosos sonrieron al verse semidesnudos uno frente al otro, ataviados solo con
su ropa interior y con una carga de sentimientos deseosos de colarse en el cuerpo del otro.
Eva sintió el rubor apoderarse de sus mejillas al notar los dedos de Yohanne desabrochar su sujetador para luego juguetear con los tirantes, bajarlos lenta y suavemente hasta deslizarlos por sus brazos y
terminar junto al remolino de ropa.

Minutos después sus cuerpos desnudos se dejaban caer sobre la cama de Yohanne, sus labios y sus dedos recorrerían el cuerpo del otro mientras una sonora tormenta se desencadenaba en el exterior.
Aquella no sería la mejor de sus experiencias pero sí una inolvidable primera vez.
Capítulo 7.-

Corría la primavera del 2003 cuando la relación de Yohanne y Eva comenzó a enfriarse, tres años había durado la que había sido la primera relación para ambos.Ante los ojos de todos formaban la pareja
perfecta, sin embargo, Eva notaba que algo fallaba, no necesitaba ver fuegos artificiales al sentir las caricias de Yohanne, ni buscaba el más que perdido revoloteo de mariposas pero tampoco le gustaba la monotonía
que se había asentado entre ellos.
¿Cómo será nuestra vida a los treinta si no hemos cumplido veintiuno y parecemos seguir las directrices de una agenda? , se preguntaba a sí misma Eva. Eva, tú no querrás romper con Yohanne
porque acabas de enterarte por boca de Ana que Andrés ha roto con su última novia, se recriminaba Eva haciéndose una coleta frente al espejo. No, no digas tonterías Eva, hace mucho tiempo que Andrés se
quedó anclado en tu pasado, Andrés es tu pretérito pluscuamperfecto y Yohanne…Yohanne ha de seguir como amigo pero solo eso, además estoy segura que él siente lo mismo que yo. Imposible que no esté
aburrido de nuestras rutinas diarias. ¡Si hasta el sexo se ha vuelto tedioso!

Aquella misma tarde de primavera paseando bajo el impresionante túnel de cerezos en flor, que como cada año por aquella época regalaban su esplendoroso colorido y dulce aroma convirtiendo
Heerstraβe en la más bonita y romántica de las avenidas alemanas; Eva y Yohanne dejaron de ser pareja.
No hubo enfado, ni siquiera dejaron de verse, para asombro de sus amigos y familiares seguían estudiando juntos y riéndose de los chistes del otro, logrando el regreso de la chispa que se había perdido en
el camino.
Yohanne siempre sería para Eva su primer novio, su primera relación, su primera vez en las lides del amor pero no su primer amor; ese puesto había sido conquistado porAndrés muchos años atrás.

―¿De verdad te vas a ir a Francia?


―Sí, en septiembre estaré allí y me quedaré todo un año. ―le confirmó Eva a Yohanne.
―Pero, ¿te veré antes de irte?
―Sí, claro, pasaré las vacaciones en Valencia y me vuelvo para aquí.
―¿Sabes que te echaré de menos, verdad?
―Igual también te vendrá bien, estamos siempre juntos y así no vas a conseguir que ninguna chica se te acerque. ―rio Eva.
―Puaff, ahora mismo paso de novias, hace meses rompí con mi primera novia y no me apetece liarme con nadie. ―bromeó.

El verano del 2003, como cada verano, Eva disfrutaría de sus vacaciones en Valencia. Sus abuelos disfrutaban teniéndola en casa, porque la casa se veía impregnada de sus risas, de sus interminables
conversaciones, de los juegos con Zsa Zsa, que comenzaba a estar mayor pero les había regalado una nueva generación: Hera.
Hera, como su abuela y su madre, era juguetona, cariñosa, y enseguida sintió una atracción especial por la pequeña de los Vidal. Eva alternaba juegos y cariños con la madre y con la hija, dando largos
paseos con ambas por las inmediaciones e intentando inconscientemente un encuentro con el hermano de su amiga del alma, pero parecía no estar predestinados a encontrarse. Siete años hacía que se había
marchado y los mismos años hacía que no se veían.

―Zsa Zsa, ¿de verdad es posible que no vuelva a verlo nunca más? ¿Nunca más volveremos a compartir una tarrina de menta y chocolate? ―le preguntaba a su fiel amiga mientras Hera intentaba me
el hocico en la tarrina que Eva saboreaba. ―No es que yo quiera algo con él, pero sí me gustaría pedirle perdón por haberlo tirado al río y por haber dicho algo que no sentía. ¿Tú crees que mi estúpido deseo de no
querer volverlo a ver terminará por convertirse en real?Ati te gustaba tanto como a mí―dijo acariciándola―, ¿a qué sí? No disimules que sé estar en lo cierto .
―Y como siempre mi primita deleitándose con un helado de menta y chocolate mientras le suelta un discurso a Zsa Zsa y Hera. ―la sorprendióAlejo que se había acercado hasta el árbol bajo el que
estaba sentada junto a las dos vizslas. ―. Hera, ve acostumbrándote a las largas charlas de mi prima. ―rioAlejo.
―¿Para qué cambiar? ―con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando sus célebres hoyuelos, lo saludó Eva levantándose para abrazar a su primo favorito.―¿Cómo está el veterinario más guapo del
planeta?
―Prima, deberías estar más por aquí y hacerme esa propaganda entre las féminas.—rioAlejo robándole un poco de helado a su prima y manchándole la punta de la nariz con él.
―Yo te piropeo y tú me pringas de helado, no sé yo si eso es justo.
―¿Para qué cambiar como dices tú?Además, hasta con la nariz llena de helado estás guapa. Mira, si estuviera por aquí mi compañero de piso te convertirías en la mujer de su vida.
―Ja ja ja… tú y tu famoso amigo, ¿cuándo me lo vas a presentar?
―Pues, es increíble que nunca coincidáis. Se ha ido a Irlanda a hacer un curso de inglés este verano, así que nuevamente no os voy a poder presentar.
―¿Tú no te lo estarás inventando, verdad?
―No, de verdad, te lo prometo, existe―rio Alejo― y estoy seguro que os caeríais muy bien. ―puntualizó―. Él también tiene muchas ganas de conocerte, pero dejemos de hablar de mi amigo.
―comentóAlejo―. Yahora cuéntame que es eso de que te vas todo un año a Francia.
―Bueno, será que no estamos destinados a encontrarnos. Igual sería sobredosis de menta y chocolate de estar juntos. ―comentó entre risas Eva, sin poder imaginar quien era el famoso amigo de su
primo. ―.Ysí, me voy a Paris.―rio Eva.

El verano llegó a su fin, Eva y Ana se pusieron al día, aunque poco o nada desconocía la una de la otra. La tecnología las mantenía cerca en la distancia física, no había un día en el que no hablaran aunque
solo fuera unos minutos.

―Mira que tenía ganas de conocerte―confesó Félixabrazando a Eva la última tarde que pasaría aquel verano en la costa levantina.
―Pues, mira que yo. Llevo años escuchando hablar maravillas de Félix, el hombre perfecto.
―Ja ja ja ja…tu amiga que es muy exagerada.
―¡No seas modesto! ―lo interrumpióAna entre risas. ―¿Es o no es perfecto?
―Félix, eres perfecto.―corroboró Eva―. ¿Cómo es que no tienes pareja?
―Porque los que me gustan prefieren aAna―soltó con una sonora carcajada―, y si estuvieras tú pues seríais dos contra las que luchar.
―Deberíais veniros a Paris a verme ahora que estaré allí todo un año.
―¿Dónde te vas a quedar? ―quiso saber su amiga.
―Compartiré piso, la chica que se va para Bonn me deja su habitación en Paris. ¡Aver que me encuentro! ¡Tengo tantas ganas de irme! ¡Un año fuera de casa!
―Ya podrías haberte venido todo un año a Valencia. ―se quejóAna.
―Anita, es que quiero perfeccionar mi francés.
―¿Serán tan buenos amantes los franceses como dicen? ―preguntó riendo Félix.
―Ja ja ja, a saber, mi experiencia se resume a los alemanes y puedo asegurarte que Johanne no es ni frío ni cuadriculado.

*****

La ciudad de la luz la enamoró nada más poner sus pies sobre sus calles, ¿cuántas veces había recorrido sus calles a través de la pequeña pantalla? ¿Cuántas veces había soñado con visitar el Louvre, de
subir a la torre Eiffel, visitar el campanario del jorobado más famoso? Eva no dejó rincón por visitar en las primeras semanas de su llegada a Paris, aprovechando que las clases aun no comenzaban no paraba de
recorrer sus calles, de deleitarse recorriendo los Campos Elíseos, atravesar elArco del Triunfo…
En dos semanas había hecho un recorrido turístico por la ciudad del amor, paseado junto al Sena y tarareado La vie en rose observando a las acarameladas parejas de recién casados paseando junto al r

―Il me dit des mots d’amour ,―sin darse cuenta comenzó a cantar en bajita voz Eva.
― Des mots de tous les jours, it ça me fait quelque chose… ―escuchó junto a ella en perfecto francés.

Sorprendida, Eva se giró hacia su acompañante que le sonreía sin dejar de cantar. Eva le devolvió su inconfundible sonrisa y durante un buen rato siguieron canturreando la célebre canción.

―…et d’es que je l’aperçois, alors je sen en moin, mon coeur qui bat… ―terminaron de cantar al unísono sin poder evitar sonreír con cara poro de su piel.
―Dominique.
―Eva―susurró.
―Un placer conocer a la mujer que ha dado origen a la humanidad, o por lo menos sentido a mi vida.
―¿Sois así de peliculeros los franceses? ―preguntó sintiendo un escalofrío Eva al notar la profunda e intensa mirada de Dominique.
―Si así conseguimos la atención de la chica a la que hemos estado observando durante varios días sí.
―¿Observando durante varios días, eso no es acoso?
―No, solo el caprichoso destino que nos ha querido acercar.
―No creo en el destino.
―Ya somos dos. ¿Yahora que ya he hecho el ridículo y, cantado para ti, puedo invitarte a un café?

*****
Ana no podía parar de reír escuchando a su amiga contarle como acababa de conocer a Dominique.Ambas amigas se reían sin parar por aquel encuentro de comedia romántica con canción incluida.Ana
no se había dado cuenta queAndrés acudía en silencio desde la puerta a su conversación,Ana solo oía las locuras de su amiga a través de los auriculares mientras observaba sus gestos en la pantalla del ordenador.

―Ja ja ja, pues ya nos aclararás a Félixy a mí si es verdad lo de la fogosidad de los franceses, ja ja ja, lo que está claro es que película le ha echado el colega. ―comentabaAna sin parar de reír. ―. Ya me
hubiese gustado haberlos visto a los dos cantando la cancioncita. ¿Es guapo? Dime cómo es, ―preguntó Ana siendo escuchada por su hermano que no sabía muy bien el motivo pero seguía atento aquella
conversación, a la parte que podía oír.―Joder, pues porque mi hermano está aquí porque diría que me lo estás describiendo a él, ¿le gusta el helado de menta y chocolate?

Andrés no pudo evitar una sonrisa al escuchar aquel comentario. Hay que joderse que la pequeñaja me siga produciendo las mismas sensaciones a pesar de no habernos visto desde hace una
eternidad, se dijo así mismo, siendo consciente que seguía sintiendo algo muy especial por Eva. No podía dejar de escuchar a su hermana, sabía que estaba mal espiar las conversaciones ajenas pero no podía
moverse de allí, intentaba poder ver a Eva en la pantalla sin ser visto pero estaba siendo misión imposible.
― Ja ja ja ja…no te mosquees, pero es que la descripción coincide con la deAndrés pero no me imagino yo a mi hermano cantando La vie en rose aunque nunca se sabe, ja ja ja. Vale, ya me contará
mantenme al día de las novedades. ¿Dominique no tendrá un amigo, verdad?

Ana se quitó los auriculares tras terminar la conversación con su amiga, solo entonces escuchó un ruido a sus espaldas,Andrés salía de su habitación sin decirle nada.

―Vaya,Andrés, así que te sigue gustando Eva…―susurró con una sonrisa en los labios.

*****

Aquellas navidades Eva no las pasaría en Valencia, para decepción deAndrés que se había decidido a volver a verla, a intentar un acercamiento o, al menos, poder recuperar la amistad perdida.

―¿Ycómo es que Evita no ha venido estas navidades? ―preguntó Cristina a Rosa mientras disfrutaban de un café.

Justo en aquel momentoAndrés entraba en casa llegando a tiempo de escuchar la respuesta que no quería oír.

―Según ella porque quiere aprovechar todo el tiempo posible de su estancia en Paris, esa es la versión oficial―rio dejando la taza sobre la mesa del salón. ―. La oficiosa es que se nos ha enamorado de
un francés.
―¿Entonces ya no está con aquel chico alemán? ―preguntó Cristina viendo a su hijo.―Hola, cariño, no te había visto llegar.
―Acabo de llegar ahora mismo―contestó acercándose a Rosa para darle un par de besos. ―. Hola, Rosa, tanto tiempo sin verte.
―¡Andrés, no me lo puedo creer! ¡No te veía desde hace años! ¡Mira que estás guapo! ―comentó Rosa abrazando al que ella recordaba como un mocoso y ya era todo un hombre de veinticuatro años.
―Mira que te haces difícil de ver, a tu hermana la veo siempre que vengo pero a ti no te había vuelto a ver.
―Coincidencia ―respondió con una sonrisa bajo la atenta mirada de su hermana que regresaba al salón con una taza de café para ella.
―No te voy a preguntar si tienes novia, porque imagino que las has de tener a pares.
―No, no tengo novia. Paso, estar en pareja es un rollo.
―Eso mismo decía Eva y mira, ahí está con un francés. Espero que ahora no se nos vaya a quedar en Francia.
―¿En Francia? ¿Crees que Eva se puede quedar en Francia? ―preguntó Cristina.

Andrés, sin él mismo saberlo, esperaba una respuesta negativa por parte de Rosa.Ana no le quitaba ojo, intentando averiguar los pensamientos de su hermano.

―Pues, no lo sé. Espero que no, no me haría ninguna gracia que mi única hija se quedara en Francia. Ya bastante lejos estoy de mi familia, como para también tenerla a ella en otro país. Imagino que lo de
Dominique será solo un amor pasajero, Eva es comoAndrés, yo creo que no está hecha para estar en pareja.
―Eso es porque no está con el adecuado.―interrumpió Ana sin dejar de mirar a su hermano.
―¿Tú crees, Rosa?―preguntó Cristina absorta en la conversación.
―No sé, su novio anterior, Yohanne, es encantador, estaban muy bien y ella se aburrió. ¿Sabes lo que me dijo la muy loca? ―divertida preguntó a su amiga bajo la atenta mirada deAndrés y Ana.―Yo
no entendía que dejara a Yohanne, sobre todo porque siguen siendo amigos, Yohanne entra y sale de casa incluso más que cuando estaban juntos. Bien, pues, la muy loca de mi hija―decía Rosa viendo aAna
reírse―.Sí, sí, no te rías que hablo de tu querida amiga.―comentó mirando aAna.
―¿Qué dijo Eva? ―preguntó sin darse cuenta de hacerloAndrés para diversión de su hermana.
―Ríete, porque igual tú usarías la misma explicación―aclaró Rosa―me dice: mamá, Yohanne es como un helado de chocolate, el más sabroso para la mayoría de la gente, pero a mí me gusta la m
chocolate, así que no me voy a quedar con el chocolate si puedo conseguir un delicioso helado de menta y chocolate.

Cristina no podía parar de reírse con las caras que ponía su amiga mientras contaba la anécdota.Ana soltó una sonora carcajada sin apartar la mirada de los ojos de su hermano, que sonreían sin disimulo.
―Y yo que siempre he pensado, que tu Eva y miAndrés serían la pareja perfecta, sin pensar en los nietos tan guapos que tendríamos. ―medio en broma medio en serio dijo Cristina. ―. ¿A dónde
vas? ―preguntó a su hijo al ver que se marchaba.
―A saludar a Hans y a papá antes de que vosotras dos concertéis mi matrimonio. ―comentóAndrés con una sonrisa. ―. Y sí, Eva está en lo cierto por qué quedarse solo con el chocolate, que está al
alcance de todo el mundo, si puedes optar a tu sabor favorito.

Las miradas deAna y Andrés se cruzaron durante unos breves instantes, comunicándose sin necesidad de decirse una sola palabra.

*****

Eva sabía perfectamente que no estaba enamorada de Dominique, a su lado descubrió todos aquellos rincones que ella nunca hubiese conocido por sí sola en Paris, pero solo eran amigos. Amigos
especiales pero solo amigos.

―¿Te apetece ir conmigo unos días a Madrid? ―preguntó Eva entre beso y beso.
―¿AMadrid? Creía que tu familia era de Valencia. ―observó Dominique sin dejar de besarla.
―Sí, pero hace tiempo que me apetece ir a Madrid y estoy pensando en ir directa para allí y luego seguir hacia Valencia a pasar el verano. ¿Te apetece?
―Me parece un plan estupendo.―contestó quitándole la camiseta.

*****

Eva no se lo pensó dos veces, nada más ver que Duncan Dhu daba un concierto en Madrid compró las entradas para ella y Dominique. Nunca había podido verlos en directo, y siempre había sido uno
de sus grupos favoritos. Su música la había acompañado desde su infancia y le evocaba momentos inolvidables, en ellos siempre estabaAndrés por medio.

―¿Yhas quedado con tu prima aquí dentro? ¿De verdad crees que la vas a localizar entre tanta gente? ―preguntóAndrés una vez dentro de Las Ventas donde se celebraba el concierto de Duncan
―Teniendo en cuenta que estábamos cinco días aquí, podías haber quedado cualquier otro día y no en medio de esta locura.
―Ya, pero hoy es el único día que coincidimos en Madrid, luego ella sigue para Valencia y nosotros no.
―Tío, no puedo creer que vayamos a conocer a tu famosa prima. ―comentó Iván.
―¿Y cómo la vas a localizar? ¿Mide dos metros y lleva una sirena en la cabeza? ¿Has visto cómo está esto de gente? ―insistióAndrés casi a voz en grito porque el griterío no le dejaba ni escucharse a sí
mismo.
―¿Para qué están los móviles? ―preguntó sacando su móvil para enviarle un mensaje a Eva.

La voz de Mikel casi ni se oía en medio de los gritos de las miles de personas que coreaban cada una de sus canciones.

―Mi prima acaba de enviarme mensaje, ¿venís?


―Ve tú, que este sitio es inmejorable y si nos movemos lo perdemos. ―aclaróAndrés.
―¿No quieres conocerla? Creía que te apetecía conocer a tu mujer ideal. ―bromeóAlejo.
―¿Mi mujer ideal? Si tú mismo dijiste que tenía novio.Así que mejor me quedo aquí, no vaya a ser que sea tan ideal y tenga que meterme por medio. ―rioAndrés.
―Vale, vale…tú mismo. ¿Vienes Iván?
―Ve tú, te esperamos aquí, que este sitio es cojonudo.
―Muy bien, ahora vuelvo. ―dijoAlejo alejándose de sus amigos mientras intentaba divisar a su prima.

Los primeros acordes de No puedo evitar pensar en ti comenzaron a sonar para alegría del público, que empezó a gritar nada más escuchar el principio de la canción.Andrés no pudo evitar una sonrisa,
siempre que escuchaba aquella canción una persona muy especial le venía a la mente, bajó la mirada a las gradas inferiores y entonces la reconoció entre la multitud. Nueve años hacía que no la veía. Nueve años
hacía que evitaba encontrarse con ella y ahora, por arte de magia escuchando la canción que siempre le traía su recuerdo, aparecía sin más.
¿Ysi consiguiera atraerla con el pensamiento? , se preguntó así mismo sin poder apartar la mirada de ella. ¿Ysi me acerco a saludarla, esto no puede ser una simple coincidencia? No, no es una buena
idea, concluyó al ver el brazo de Dominique alrededor de la cintura de Eva.
No podía apartar la vista de ella, percibiendo que Eva dejaba de cantar, ¿por qué no cantas Eva, te trae recuerdos la canción como a mí?
¡No me lo puedo creer! ¡Eva es la prima de Alejo! , se dijo así mismo al ver aAlejo acercarse a ella y abrazarse a su prima. Ella es la famosa chica de la menta y chocolate . ¡No me jodas, Alejo es su
primo! Joder, ahora que lo pienso Alejo era el chico que estaba frente a la casa de sus abuelos cuando Eva se marchó a Alemania.

El escenario había perdido por completo su atención, en aquel instante solo le interesaba lo que ocurría unas cuántas filas más abajo. No podía apartar de mirarla mientras un ejército de mariposas
emprendía vuelo en su estómago.

―Mis amigos están allí, cinco filas más arriba.―señalóAlejo tras saludar a su prima y Dominique.

Eva miró al lugar donde le indicaba su primo, el corazón le dio un vuelco cuando sus ojos se tropezaron con los deAndrés. Ambos mantuvieron la mirada unos segundos, sin pestañear mientras hasta
ellos solo llegaba la inconfundible voz de Mikel Eretxun diciendo:

Hay que ser un tonto para recordar


Pero yo no puedo evitar pensar en ti,
Pensar en ti…
Capítulo 8.-

Andrés no terminaba de creérselo, ¿cómo iba él a imaginar que Eva era la prima deAlejo? Estaba paralizado, sabía que debía ir a saludarla pero… ¿de qué le serviría? ¿Para qué iba a molestarse en saludar a
una chica que solo era parte de su pasado más dulce?
Eva tampoco terminaba de creer queAndrés fuese el famoso amigo deAlejo. ¿Cuántas veces habían podido bromear sobre su compañero de piso? ¿Cuántas veces ella le había dicho que su amigo no
existía, que él se estaba inventando a ese chico que asaltaba la nevera en busca de menta y chocolate?

¿Cómo es posible que nunca hayamos coincidido los tres en Valencia?, se preguntaban al unísono Eva y Andrés.

―Eva, ¿estás bien?―le preguntó Dominique al observarla mirar de vez en cuando a su espalda, notando su pérdida de interés por lo que ocurría en el escenario.
―Sí, me había parecido ver a alguien conocido.
―¿Seguro que es solo eso? ―le preguntó al oído.

Eva le sonrió asintiendo con un ligero movimiento de cabeza mientras Dominique volvía a besarla para disgusto deAndrés, que lo observaba todo desde su privilegiada posición.

―Yo que quería liarte con mi prima y ella con un franchute. ―rioAlejo ya de vuelta junto a sus amigos.―. Y joder, con el francés me están dando ganas de bajar y decirle que se meta las manos en sus
bolsillos.
―Es su novio y no la veo a ella quejarse. ―contestó de manera secaAndrés.
―Está claro que tu prima prefiere el croissant y el café au lait a la menta y chocolate.―bromeó Iván haciendo reír aAlejo,Andrés ni lo había oído. Sus sentidos estaban totalmente perdidos, ni siquiera o
la música; el griterío de la multitud enfervorecida había enmudecido para él desde el mismo momento en el que su mirada se hubo cruzado con la de Eva.

Andrés, ya es hora de pasar página, de olvidar a tu amor platónico de la adolescencia y seguir con tu vida , meditaba mirándola de reojo. Eva siempre formará parte de tu vida, pero ya no será más
la amiga de tu hermana. Además, recuerda que en su momento te dejó esperando por ella.

Solo en ti…y despertar a tu lado en cada amanecer…hacer rodar mis labios sobre tu piel…creo en ti…

Las voces de Mikel y Diego volvían a llegar hasta él. Mierda de canciones, yo no soporto esto más , se decía a él mismo porque no había letra que no lo hiciera pensar en Eva…

Yhasta hoy he aguantado sin hablar, estoy en ti, solo en ti…

¿Y si me acerco junto a mi primo y lo saludo? , Eva estaba desesperada. No se entendía así misma, estaba completamente segura queAndrés se había perdido en su pasado y, sin embargo, verlo allí la
había removido por dentro.
Eva sintió las manos de Dominique recorriendo su espalda, se giró hacia él encontrándose con su profunda y sincera mirada, quedándose perdida en ella al tenerla cada vez más cerca. La cálida voz de
Dominique comenzó a susurrarle al oído, un ligero cosquilleo recorrió su cuerpo al tenerlo tan cerca, sentir sus caricias en su espalda mientras sus labios buscaban los de ella.
El mundo dejó de existir para ella, solo escuchaba a Dominique tararearle al oído, La vie en rose, mientras la acercaba hacia él haciéndola bailar al ritmo de su melodía.

―No sé qué ha pasado pero no vuelvas a alejarte de mí, me ha dado terror pensar en perderte.―le murmuró Dominique antes de volver a besarla sin saber que aquellos besos estaban haciendo agonizar
a un espectador unas filas más arriba.

*****

El verano, como cada uno de los veranos pasados en Valencia, pasó rápido. Familia, amigos, playa, risas y, eso sí, un enorme hueco dejado por Zsa Zsa quien había dejado de corretear por casa de los
Vidal a finales del 2004. Hera ocuparía su lugar, como antes su madre había ocupado el vacío dejado por su abuela.
Hera, al igual que en su día pasaría con su abuela y su madre, sentía predilección por Eva. Nada más atravesar Eva el umbral de la casa de los Vidal se pegó a ella y no se despegó hasta que Eva y
Dominique regresaron a Francia.

Un par de semanas estuvo Eva en Francia, el tiempo suficiente para recoger todas sus cosas, que estaban instaladas en casa de Dominique. Bonn la esperaba, debía regresar a las clases, el año de
intercambio había llegado a su fin.

―Te voy a echar de menos. ―Dominique le dijo mientras sus dedos recorrían el desnudo cuerpo de Eva.
―Yyo a ti, si pudiera acabaría la carrera aquí, pero he de volver aAlemania.
―¿Te olvidarás de mí? ―preguntó sin dejar de besarla.
―Nunca.
―No estoy yo muy seguro de eso.―sonrió Dominique.
―¿Por qué dices eso?
―Eva, sé que solo hay una persona a la que nunca olvidarás pero… no sé quién es.
―No te entiendo―confundida contestó mientras se sentaba en la cama. ―, ¿te explicas?
―Eva, sé que hay alguien de tu pasado a quien no olvidas, alguien que viste en el concierto de Duncan Dhu. ―explicó para sorpresa de Eva, que no salía de su asombro―. Sé que me has querido, que
has disfrutado conmigo pero también sé que nunca podrás enamorarte de nadie como de ese chico.

Eva estaba atónita, no salía de su asombro escuchando el discurso de Dominique.

―¿Me equivoco?

Eva negó con la cabeza, sin estar segura de lo que hacía.

―¿Ypor qué no estás con él? ¿Me lo puedes explicar?


―Dominique, la vida no es de color de rosa como en la canción.
―¡Será porque no quieres! Para mí este año ha estado pintado de rosa, solo hubo un momento en que el color cambió y, sin embargo, a pesar de que algo me decía que en aquel mismo instante te perdía
no fue así…porque te quedaste a mi lado, aunque tu pensamiento no lo estuviera…
―Dominique…
―¿Quién es?
―En realidad, no es nadie…―confesó Eva quien nunca antes había hablado con nadie deAndrés. ―, solo es un chico al que conocí siendo una niña, me enamoré de él y en algún momento pensé que
había algo especial entre nosotros…pero no era así.
―¿Estás segura de eso? ¿Él te lo ha dicho?
―¡No, nunca! Yo me fui aAlemania y nunca más nos vimos hasta…
―El día del concierto―la interrumpió Dominique.
―Sí, hasta el día del concierto. ―repitió Eva―. ¿Queda helado?
―Sí, tu menta y chocolate está en el congelador. ¿Huyes de mí? ―preguntó Dominique agarrándola de la mano cuando Eva se levantaba en busca del helado.
―No, de…Andrés―dijo en alto su nombre, sintiendo el pesado lastre que arrastraba aquel invisible hilo que parecía unirlos y a la vez enredarlos por los vericuetos de la vida. ―, de su recuerdo…

*****

La vuelta a Bonn le devolvió a la vida apacible de aquella ciudad, que la volvió a acoger en su seno con los brazos abiertos, tal y como lo había hecho casi una década atrás. Eva se centró en sus estudios,
dejado los amores a un lado. Su amistad con Yohanne era lo más cercano a un novio, aunque ella mantenía las distancias para no confundir al que se había convertido en uno de sus mejores amigos.
Los días se pasaban entre las páginas de sus diccionarios, largos paseos por el Rheinauensee, risas con los amigos, interminables charlas conAna, quien le contaba con todo detalle sus aventuras amorosas
y le informaba de cada nueva relación de su hermanoAndrés.

―Andrés…―musitó Eva acariciándose la rodilla izquierda tumbada bajo un árbol en su parque favorito.

En los últimos meses la imagen deAndrés la perseguía, no podía escuchar a Duncan Dhu sin que se lo trajera a la mente. El encuentro conAndrés la había trastocado por completo, poniendo su vida
patas para arriba.
Ella creía olvidado del todo al chico, que con tanto mimo le había curado su rodilla. Rodilla que lucía la pequeña cicatriz recordándole por siempre aquella tarde de agosto y, sobre todo a su enfermero
particular.

Dicen que el primer amor nunca se olvida , reflexionaba acariciándose la rodilla, pero yo necesito hacerte a un lado. Necesito seguir mi camino, dejarte atrás y continuar con mi vida…Tú y yo somos
como la menta y el chocolate, se puede tomar juntos o por separado y nosotros…estamos destinados a estar separados…Nunca fui más que la amiga de tu hermana pequeña, nuestro único nexo en común era
el helado…, se decía sin poder evitar las lágrimas. A veces creí que sentías algo especial por mí pero no era así, igual me querías pero como querías a Ana. Si no nos hubiésemos venido a Bonn…tal vez hubieses
dejado de verme como a una pequeñaja pero…Eva, olvídalo, Andrés y tú no estáis destinados a estar juntos…céntrate en tu vida…

*****

El verano del 2006 Eva emprendía una nueva aventura, Londres la esperaba. Sus padres comenzaban a hacerse a la idea que su hija les había salido viajera, entendiendo que quisiera poner a prueba sus
habilidades lingüísticas. Eva no se lo pensó dos veces cuando le surgió la oportunidad de marcharse a la ciudad del Támesis.
¿Cómo perder la oportunidad de trabajar como guía turística en Londres? Nada más llegarle la oferta, Eva se puso las pilas, estudiando con sumo detalle cada monumento, rincón, calle, parque, museo…
casi conocía mejor aquella ciudad que más de un londinense.

Paris tenía fama de ser la ciudad del amor pero Eva no tenía duda alguna, Londres le parecía una ciudad increíble. Su luz al atardecer sobre el Támesis no tenía nada que envidiarle a los rosáceos atardeceres
a orillas del Sena, allí no sonaba La vie en rose pero siempre podías sorprendente al escuchar la melodía de un saxofón en un rincón de Hyde Park o en la entrada del metro.
Poco le hizo falta a Eva para dejarse llevar por aquella ciudad, por sus gentes, sintiéndose una más en el nutrido y cosmopolita número de habitantes. Paris la había enamorado pero Londres no se estaba
quedando atrás. Sus días pasaban rápidos, entre excursión y excursión.
Nunca antes había conocido a tanta gente en tan poco tiempo, nunca se le había ocurrido pensar lo divertido que podía llegar a ser el trabajo de guía turístico. Cada grupo de excursionista era una nueva
aventura: gentes de todas partes, de todas las edades, unos llegaban por primera vez a la capital inglesa, otros lo hacía por segunda o tercera vez y su sorpresa fue descubrir el nutrido número de parejas que elegía
Londres para celebrar su luna de miel.

Está claro que el romanticismo no lo pone la ciudad sino los ojos de quien la mire , reflexionó escuchando a una pareja de recién casados que le contaba que Londres era la ciudad más romántica del
mundo.

―Bueno, y ahora hacemos parada en el museo británico, los que vayan a hacer la visita esperen en la puerta para hacerles entrega de auriculares y folletos.Al resto que tengan una buena tarde.

…mientras tanto…

―¿De verdad te apetece entrar en el museo?Amí los museos me aburren.―se quejó Inés.
― Venir a Londres y no entrar en el museo Británico me parece hasta pecaminoso―dijo sonrienteAndrés a su novia acariciándole la cara. ―. Ya verás que te gusta, es espectacular, además de ser como
la cueva deAli Babá.
―No entiendo.―lo interrumpió Inés.
―Pues, porque aquí muestran los saqueos que durante siglos han hecho los ingleses en Egipto, Grecia... ―ironizóAndrés.
―Ah―rio Inés volviendo a besar aAndrés. ―pero mañana iremos a algunos de los mercadillos, que yo tengo ganas de ir de compras por Londres, podríamos ir al de Camden. Creo que he visto que
mañana están los puestos callejeros, ¿trato hecho? ―comentó Inés sin recibir respuesta alguna―¿Andrés, estás aquí? ¿Me has oído?―preguntó Inés al ver aAndrés con la mirada perdida en un grupo de gente
que entraba en el museo. ―¿se puede saber qué miras?

Andrés no salía de su asombro. Un año hacía que la había visto en medio del concierto de Duncan Dhu desmoronándole toda su vida y, ahora que comenzaba a encauzarla volvía a tropezarse con ella e
medio de Londres.

¿Cómo es posible que la vida esté jugando conmigo de esta manera? ¿Por qué tienes que aparecer en mi vida cuando logro situarte en mi pasado? ¿Es algún tipo de broma? , se preguntabaAnd
escuchando la inconfundible risa de Eva.

Alejada de su presencia Eva repartía los auriculares y los folletos al grupo de turistas, que iban a realizar la visita al museo antes de despedirse de ellos hasta el día siguiente.Allí acababa su trabajo, ella no
los acompañaba por las salas del museo sino que pasaría el resto del día paseando con Dominique, que había ido a visitarla y conocer la ciudad.

―Andrés, ¿estás bien? ―una preocupada Inés preguntó.


―Sí…sí―titubeóAndrés sin poder apartar su mirada de la sonriente cara de Eva, quien no se había percatado de su presencia.
―¿Seguro? ―insistió Inés.
―Seguro.
―¿Entramos entonces?

¿Y si esto es algún tipo de señal? Igual debería acercarme y saludarla, ¿no pasa nada porque salude a una vieja amiga? , se preguntaba a sí mismo con el corazón a punto de salirse de su pecho,
mientras Inés tiraba de su mano.

―Sí, claro―contestó sin estar seguro de su respuesta. ―. Un momento, voy a saludar a una amiga.

Andrés se encaminaba hacia el grupo donde estaba Eva cuando vio a Dominique acercarse y abrazarla por la espalda, Andrés retrocedió sobre sus pasos. Nada más verlo lo había reconocido como el
francés que la acompañaba el día del concierto. El francés que disfrutaba de los besos de Eva mientras él se retorcía de dolor ante aquella imagen. Seguís juntos…, se dijo erróneamente al ver a Dominique con Eva.

―¿No ibas a saludar?


―No, no era ella. ―respondió―. Vamos o se nos hará tarde.

Andrés vio a Eva y Dominique alejarse calle abajo, hasta él llegaba la risa de aquella chica que lo tenía encandilado desde que tenía uso de razón. La risa de Eva tintineaba en sus oídos, nada la apagaba, su
cálida y contagiosa risa sobresalía entre el tráfico y las voces de la gente.
―Andrés, ¿de verdad estás bien? ―una más que preocupada Inés preguntó.
―No, Inés. No estoy bien.
―¿Quieres que volvamos al hotel?
―No, vamos a algún sitio a tomarnos un café. ―respondió serio―. Tenemos que hablar.
―Me estás asustando.

Aquellas no fueron las vacaciones planeadas porAndrés y, mucho menos por Inés. No llevaban juntos más de medio año, pero no pasarían juntos ni un solo día más. Inés no se lo pensó dos veces, no
seguiría ni un minuto más en Londres. No quería pasar sus vacaciones junto a un chico que estaba enamorado de otra mujer. Incrédula y enfadada por lo ocurrido se despidió de Andrés, haría su maleta y se
marcharía al aeropuerto en busca de un vuelo.Andrés prefirió quedarse. No le apetecía dar explicaciones a su familia y amigos de aquella inesperada ruptura.

Eva no sé cómo lo voy a hacer pero necesito que salgas de mi vida, yo no puedo seguir así. No puedo sentir que la respiración se me para cada vez que te tengo cerca. ¿Cómo lo hago? Ni siquiera el
tiempo me ha hecho olvidarte, ¿qué demonios es lo que tienes para haberme atrapado de esta manera?

Eva no podía imaginar lo cerca que había estado de Andrés, no fue consciente de aquella cercanía, del intento de acercamiento de Andrés. Entre risas se alejó del museo y de Andrés, haciendo que el
invisible y caprichoso hilo rojo se enredara un poco más…

―Amis padres les va a dar algo, especialmente a mi madre pero no voy a perder la oportunidad. ―le confesó Eva a Dominique mientras paseaban por la bulliciosa Picadilly Circus.
―¿De verdad te vas a ir a Roma?
―Sí, no voy a perder la oportunidad, cuando la empresa me lo propuso no me lo pensé dos veces, sin duda alguna, es la mejor manera de mejorar mi italiano y si no lo hago ahora ¿cuándo lo voy a
hacer?
―No, desde luego es una estupenda oportunidad. Ya podía haber sido Francia y haberte vuelto a tener por allí― Dominique le dio un suave empujón haciéndola tambalearse sobre sus tacones. ―. Eva,
¿puedo hacerte una pregunta?
―Sí, claro.
―¿Has vuelto a ver a aquel chico?
―¿Aqué chico?
―Al del concierto, ¿cómo se llamaba?
―Andrés―respondió borrando la sonrisa de su cara.
―¿Lo has vuelto a ver?
―No.
―¿Por qué?
―Dominique,Andrés es solo parte de mi pasado. Yo me enamoré de él siendo una niña, pero nada más, es solo un amor platónico. Solo eso.
―Entonces, él no sabe que tus besos saben a menta y chocolate la mayor parte de las veces.―bromeó rodeándola por la cintura y besándola suavemente.

Eva comenzó a reír, llamando la atención de los transeúntes y, de uno muy especial que tomaba un café sentado a los pies de la concurrida fuente de Eros.

―¿A menta y chocolate? ―preguntó sin poder parar de reír―Fíjate que igual de haberlo sabido me hubiese hecho caso. ―puntualizó Eva colgándose del brazo de Dominique para seguir rumbo a
Covent Garden bajo la atónita mirada deAndrés.

Trazos de la conversación habían llegado hasta él. Nunca he dudado que tus besos sepan a menta y chocolate, ¿a qué iban a saber si no? Eva… ¿no vas a dejar de aparecer por mi vida? Si tuviera
valor de acércame y probar esos besos. Eva, ¿qué soy yo para ti? ¿Solo el hermano de Ana? ¿Tanto me equivoqué en su día al pensar que sentías algo por mí?
Hera
(2002-2012)
Capítulo 9.-

Pasear por Roma era como estar en una clase de historia al aire libre. Eva no sabía a donde mirar: monumentos, edificios, restos arqueológicos…todo competía por llamar su atención y la de los miles de
visitantes que disfrutaban de su esplendorosa y monumental belleza. La ciudad eterna no se había ganado su título en una tómbola, ni mucho menos, el tiempo no parecía pasar por ella y su incombustible belleza.
En Roma, el tiempo se paraba para disfrute de sus habitantes y visitantes. Bueno, tampoco hay que exagerar que pararse es mucho decir porque hay que estar hecho de una pasta especial para atreverse a conducir
por sus calles y callejuelas.
Motos y coches se lanzaban a la calle, peleándose sin importarle el color de la luz del semáforo. Eva asistía asombrada a aquel caos circulatorio acostumbrada a la apacibilidad de Bonn, Roma le parecía
una jungla automovilística. Los gritos de los conductores la hacían sonreír, era todo tan distinto a Bonn.

Es curioso he vivido en Paris y Londres, sin olvidarme de mi Valencia, y nunca había notado tanta diferencia con Bonn. ¡Ni loca cojo un coche aquí !, se planteaba mientras saboreaba un cremoso he
de su sabor favorito. Uhmm…sin dudarlo, los italianos son los mejores heladeros del mundo, esto está de fábula. El mejor helado de menta y chocolate que jamás he comido , como hubieras disfrutado
Andrés…, se dijo así misma sorprendiéndose con el simple recuerdo del hermano de su amiga, que seguía estando presente en ella por mucho que intentara negarlo.
Eva callejeaba sin rumbo fijo, llevaba un mes viviendo en la capital italiana pero hasta el momento no había tenido un día de descanso. Nada más llegar había comenzado a trabajar, a recorrer monumentos,
plazas, museos y un sinfín de lugares…osando a mostrar la ciudad sin haber pisado anteriormente sus calles. Paseaba, cotilleando escaparates, recibiendo los innumerables olores a la deliciosa comida italiana
mientras disfrutaba de su helado.

La Piazza di Spagna , se dijo nada más llegar a ella, creo que es la primera vez que no la veo abarrotada de gente, pensó sentándose en la célebre escalinata a saborear su cucurucho.

―Menta e cioccolato―escuchó a su lado.

Eva se giró topándose de lleno con unos intensos ojos azules que le sonreían.

―Sí
―Nunca me ha gustado ese sabor, mi favorito es Stracciatella.
―Uhm… está bueno pero no como este. ―sonrió limpiándose la comisura de los labios con la lengua porque el helado huía por ella.
―¿De dónde eres?
―España aunque hace años que no vivo allí.
―¿Vives en Roma y nunca había tenido la suerte de encontrarme contigo? ―preguntó clavando su mirada en la de ella.
―Eh…sí…no…―titubeó Eva notando que hasta su helado se derretía bajo aquella penetrante mirada. ―Solo llevo un mes en Roma.
―Bueno, entonces solo he perdido un mes de tu presencia, estando en la ciudad eterna no es mucho, aunque a mí ahora mismo me parece haber perdido demasiadas horas sin ti.

Eva estalló en una sonora carcajada, estando a punto de hacer caer su helado. A la mente le venían las palabras de su primo Alejo por teléfono: Roma, cuidado con los italianos, no creo que haya tíos má
ligones en la faz de la tierra. Ya los estoy viendo babear nada más aterrices en Fiumicino. Por favor, prima, pasé que te liaras con un gabacho pero no te enrolles con un italiano, vente para Valencia y ya te
buscamos a alguien aquí. Mi amigo sigue libre, anda vente que te lo presento, le había dichoAlejo haciéndola estremecerse con aquella idea.

―¿Qué te parece gracioso? ―preguntó con su perfecta sonrisa el italiano.


―Tú y tu zalamería. Los italianos sois…
―¿Qué somos los italianos? ―interrumpió limpiándole una gota de helado de los labios.
―¿Tratas de ligar conmigo? ―preguntó risueña Eva.
―Si has de preguntármelo debo estar perdiendo facultades…o no, te he hecho reír y ahora me estás regalando la sonrisa más bonita que jamás he visto. Sabes que se te hacen unos hoyuelos muy
graciosos―dijo tocándole nuevamente la comisura de los labios. ―. ¿Qué me dirías si te invitase a cenar?
―¿No te rindes nunca?
―¿Ytú eres siempre tan exigente? Por cierto, me llamoAngelo.

Sus miradas se quedaron clavadas la una en la del otro. Eva seguía disfrutando de su helado, haciendo aAngelo desearla aún más viéndola disfrutar con el helado.

―Me está dando envidia.


―¿Quieres un helado?
―No, no te confundas…es del helado de quien tengo envidia. ―replicó haciéndola ruborizar. ―. ¿No vas a decirme tu nombre?
―Eva.
―Eva de España un placer conocerla, ¿y dónde vivías ya que no lo haces en España?
―Alemania.
―¿Yqué hace una cálida española viviendo en la fríaAlemania?
―Es una historia muy larga.
―Razón de más para aceptar mi invitación.
―¿No te vas a rendir?
―Nunca.
―Eso implica demasiado tiempo.
―Estamos en la ciudad eterna, no lo olvides.
―No, no lo olvido.
―¿Cenamos?
―Muy bien, acepto.

Angelo se convirtió en el mejor de sus guías por la ciudad y alrededores, Eva recorría las calles a su lado en su tour particular aprendiendo lugares que recomendar a sus grupos de turistas. A su lado
conoció lugares que no aparecían en las guías turísticas y merecían ser conocidos tanto como muchos de los famosos rincones de aquella impresionante ciudad.

*****
―Nena, ¿piensas seguir coleccionando novios por Europa? ―preguntóAna sin poder evitar la risa mientras hablaban por Skype.
―¡No seas exagerada!
―¿Exagerada? Un alemán…
―Te recuerdo que vivo enAlemania.―la interrumpió.
―Eso será porque tú lo digas en los últimos años has vivido enAlemania, Francia, Inglaterra y ahora Italia con sus respectivos líos amorosos.
―Dicho así suena fatal―rio Eva. ―. ¿Qué tal todo por ahí?
―Bien, bueno, hasta las narices de las oposiciones pero todo sea por intentar conseguir una plaza aunque casi sería como llegar y tocar la campana pero si no lo intento no lo conseguiré.
―¿Félix?
―Igual, dando clases en una academia y preparándose las oposiciones. Está saliendo con un chico, pero no me gusta nada para él.
―¿YAndrés?
―Nada, mi hermano es otro como tú, hoy está con una y mañana con otra. Los dos estáis cortados por la misma tijera.
―No preguntaba por tu hermano― contestó sin evitar ponerse seria―, la vida sentimental de tu hermano me da igual. Hablaba de tuAndrés.
―Vale, vale.Andrés nada, todo igual.
―¿Pasa algo?
―No sé, creo que algo va mal. Igual llevamos mucho tiempo y nos aburrimos juntos.
―No puedo opinar, mi relación más larga fue con Yohanne y justo pasó eso.
―Ya, pero yo creo que lo tuyo y lo mío es diferente.
―¿Por qué dices eso?
―No sé, tengo la impresión que tu problema es que no estás con la persona adecuada como…
―Ana, te tengo que dejar.Angelo debe estar a punto de llegar, voy a bajar para esperarlo en la puerta. Hablamos.
―Hablamos.
―Un besito, ¿sabes que te quiero, verdad?
―Yyo a ti. Cuídate y no te nos quedes en Italia, por favor.

¿Quedarme en Italia? La verdad es que no entraba en mis planes aunque ahora ya hasta dudo , pensaba bajando las escaleras tropezándose de golpe conAngelo.

―¿Subes, no salíamos a cenar? ―preguntó regalándole una sonrisa mientras él le daba un beso.
―No me apetece callejear, he traído para hacerte un plato de pasta que es manjar de dioses, te vas a chupar los dedos…―explicóAngelo antes de volver a besarla.
―Uhm…no sigas besándome así o saldrán las vecinas cotillas.
―Ytambién te he traído esto.―comentó mostrándole una tarrina de su helado favorito.
―Angelo eres irresistible.―dijo caminando delante de él.
―Irresistible eres tú.
―Adulador. ―rio antes de abrir la puerta de su pequeño apartamento. ―.Aquí mi humilde morada.
―Ya era hora que me invitaras.
―Cariño, yo no te he invitado, lo has hecho tú solito ―declaró pasándole los brazos por el cuello. ―, pero porque me has traído helado y vas a hacerme la cena. ―continuó antes de besarlo.
―Si me distraes así poca cena voy a preparar. ―confesó besándola y dejando las bolsas en el suelo.
Poco tardaron sus labios en dejar de conformarse con los labios del otro.Angelo recorría con sus labios el cuello de Eva mientras ella intentaba desabrocharle la camisa, haciéndosele complicado al notar la
incipiente barba de tres días deAngelo acariciarle sus brazos produciéndole un intenso cosquilleo que la desarmaba y provocaba unos deliciosos e involuntarios temblores por todo su cuerpo.
Los hábiles dedos deAngelo habían conseguido su objetivo, la blusa de Eva hacía rato que estaba en el suelo esperando la compañía del resto de la ropa, que poco tardaría en estar junto a la blusa.

―Mucho has practicado tú ―le susurró Eva siendo empujada porAngelo hacia el sofá mientras él terminaba de despojarse de toda su ropa.
―He nacido con los dedos hábiles.
―Sí, solo fueran tus dedos―continuó antes de ser callada por la boca deAngelo.
―Ssh…he nacido para complacer a mi Eva.

El helado era una auténtica crema cuando lo sacaron de la bolsa, casi una hora después, ninguno de los dos había recordado meterlo en el congelador.

―Yo te traigo tu helado favorito, tú me distraes y mira lo que pasa. ―dijo viendo la crema verde en la que se había convertido el helado.
―Ahora será culpa mía.―se quejó recogiendo su ropa del suelo.
―¿De quién si no?Anda, voy a preparar la cena que ahora sí que tengo hambre―comentó besándola en el hombro. ―. Sabes que me gustas de verdad.

Eva le dedicó una sonrisa enseñándole la lengua.

―¡Eres única! Estás logrando que me enamore de ti. ―confesó abrazándola―. ¿De verdad en un par de meses te volverás a Bonn? ¿No preferirías quedarte conmigo en Roma?
―Eres muy tentador.
―No, no debo serlo tanto cuando llevo un par de meses diciéndotelo y no cambias de opinión.

Era cierto, no era la primera vez queAngelo le hacía aquella propuesta pero a pesar de ser muy tentadora, Eva no se planteaba quedarse en Roma. Sí, le gustaba aquella ciudad, en los últimos meses se
había acostumbrado a su clima, su gente, incluso a su loco tráfico pero quería volver a Bonn.
Angelo no lo sabía pero ella ya había comenzado a buscar trabajo en Bonn. Roma solo le había servido para mejorar su italiano, para ponerlo en práctica las veinticuatro horas del día, hasta llegar el
momento de soñar en italiano.

*****

―Cariño, ¿cuándo vuelves entonces? ―le preguntó su madre que ya tenía ganas de volver a tener a su hija en casa.
―La próxima semana me tienes ahí.
―Bien, justo a tiempo, a la siguiente nos vamos a Valencia por todo el mes, ¿vendrás con nosotros?
―Mami, espero que no. Tengo concertada una entrevista de trabajo e igual ya estaré trabajando.
―¿Yno vas a coger ni un solo día de vacaciones? Llevas todo el año trabajando.
―Ya lo sé, pero es una oportunidad muy buena para trabajar como traductora, les ha interesado por la variedad de idiomas que hablo y están dispuestos a esperar mi llegada. Bueno, eso y porque la
empresa editorial es de un amigo de un profesor de la universidad.
―Bueno, siendo así los abuelos lo entenderán.
―Ayer hablé con ellos, los echo mucho de menos.
―Lo sé, cariño, y ellos a ti. ¿Qué tal conAngelo? ¿Es por fin tu menta y chocolate? ―rio Rosa preguntándole a Eva.
―Ja ja ja…mami,Angelo es fantástico pero no, sigue sin ser como la menta y el chocolate .
―Hija mía, me parece a mí que me has salido muy exigente.
―Mami es que…no sé…es verdad que me gusta, me encanta estar con él…me hace sentir…
―Eva, hay cosas que prefiero no saber, soy tu madre. ―interrumpió Rosa.
―Ja ja ja…no mami, no iban por ahí los tiros. Me hace sentir especial pero no sé… ¿no se supone que debería sentir mariposas en el estómago? Cuando conocí a Yohanne me pareció notarlas, igual me
pasó con Dominique y ahora conAngelo, pero creo que no eran mariposas sino…no sé igual unas simples mariposillas de la luz, esas que revolotean alrededor de las bombillas cuando están encendidas pero nada
más. No tiene nada que ver con esas mariposas, que casi parecen seres mágicos al desplegar sus alas regalándonos esos maravillosos y delicados colores pintados con sumo cuidado por las hadas. ―explicó Eva
haciendo sonreír a su madre―. No sé, mami, igual sueño con un amor imposible, con un amor de película, de esos que cuando te besa flexionas la pierna izquierda y sientes estar a nada de desvanecerte. ¿Tú
sentiste algo de eso con papi?
―Lo de la pierna no―rio Rosa―, eso debe ser puro invento de los directores de cine porque queda bonito en pantalla, pero el revoloteo de mariposas sí. Te confieso que aún hoy tras treinta años
juntos sigo sintiendo ese cosquilleo en el estómago cuando lo pillo mirándome creyendo que no le veo.
―Es que papi es único, es tu helado de frambuesa. ―dijo haciendo estallar en carcajadas a la madre.
―Tú y tus comparaciones con los helados.
―Mami, te dejo. Te vuelvo a llamar esta semana, dale un besito a tu gelato al lampone y otro para ti.

*****

Eva recostaba su cara sobre la espalda deAngelo, sus ojos intentaban captar por última vez la belleza de aquella ciudad, que durante un año la había acogido como en su día la célebre loba acogió a los dos
hermanos fundadores de Roma. Eva levantó la vista al rodear el Coliseo, volvió a maravillarse al pasar junto el Palatino, el templo de Vesta.

Uhmm…Vesta sería un buen nombre para una nueva generación canina , pensaba rodeando con fuerza la cintura deAngelo.

Eva perdió la noción del tiempo que llevaban sobre la moto haciendo aquel recorrido nocturno de la ciudad.

Llevo un año viendo los mismos lugares y no dejan de sorprenderme, Roma algún día volveré a recorrer tus calles , pensaba cuandoAngelo paró un momento.

―¿Hay algo que quieras hacer en esta última noche? ―preguntóAngelo nada más bajarse.
―Pues, ¿no te reirás de mí si te lo digo?
―No, ¿por qué iba a reírme? Dime.
―Quiero ir a lanzar la moneda a la fontana de Trevi.

Angelo sonrió antes de besarla cálidamente y volver a ponerse en marcha.

―A Trevi.

Impresionante. Sin lugar a dudas, aquella fuente la había dejado sin palabras nada más verla en sus primeros días en Roma. Sus veintiséis metros de altura y sus veinte metros de ancho la hacían sentir
diminuta ante aquella descomunal obra de arte. Eva no sabía si le gustaba más de día o de noche iluminada con aquella cálida luz, que no marchitaba su belleza.

―Es increíble, de verdad que una se siente invisible ante tanta belleza.
―Tú nunca eres invisible, Eva, Roma estaría dispuesta a adoptarte entre sus monumentos.
―Angelo, está claro que los italianos os habéis ganado vuestra fama a pulso. ―sonrió besándolo. ―. Y ahora voy a lanzar mi moneda. ―dijo sacando una moneda de su cartera y poniéndose de
espaldas a la fuente siguiendo con la tradición.
―¿Solo una?
―Sí, solo una. ¿Es lo correcto para volver, no?
―Sí, y dos para enamorarte de un italiano o tres…
―Para casarte con el italiano. ―se adelantó Eva.
―Sí.
―Conozco la tradición, la he repetido muchas veces en el último año.
―¿Ysolo vas a echar una? ―preguntó casi traspasándola con la mirada.
―Angelo.
―Lo sé, muy bien, echa tu moneda y vuelve a Roma, siempre serás bienvenida.
―¿Sin rencor? ―preguntó Eva apoyando su frente en la de él.
―Imposible tenerte rencor Eva, me hubiese gustado que te quedaras pero no siempre se gana. ―respondió antes de rozar sus labios suavemente.
―Hora de pedir mi deseo.

Eva volvió junto a la fuente, de espaldas a ella tomó la moneda con la mano derecha, cerró los ojos y lanzó su moneda de los deseos sobre su hombro izquierdo, tal y como la tradición indicaba. Eva abrió
los ojos topándose con los azules ojos del que había sido su más fiel compañero durante el último año.

―¿Un helado?
―Sabes que nunca digo que no a un helado.
―Uhm, igual debería tentarte con ellos y tendría más suerte.

*****

―Cariño, ¿de verdad vas a estar bien sola en casa todo el mes?
―¡Mamá, llevo todo un año viviendo en Roma! Yanteriormente pasé casi medio año en Inglaterra…
―Yotro año en Francia―la interrumpió el padre―, nos ha salido una hija viajera.
―Además, los abuelos viven a dos calles y está Yohanne, Helga y el resto de mis amigos. Mamá, no estoy sola, ve tranquila a Valencia.
―Eva, de verdad que me alegro de tenerte de vuelta a casa y con un trabajo prometedor.
―Sí, pero no te acostumbres mucho a tenerme por aquí.
―¿No me digas que estás pensando en volver a irte? ―preocupado y sorprendido preguntó Hans, que aun entendiendo lo bien que le había venido a su hija aquellos viajes: experiencia, madurez,
independencia, soltura con los idiomas…no le gustaba volver a tenerla fuera de casa de nuevo.
―No, no os asustéis. Solo hablo de buscar piso propio. Creo que ya tengo edad para ello.
―Pero, cariño, la casa es muy grande para los tres. ―se quejó su madre.
―Mamá, no me iría de Bonn y no ibas a dejar de verme. Entiende que me he acostumbrado a tener mi propio espacio y si encuentro a esa menta y chocolate no la iba a traer a casa.

Rosa no pudo evitar la risa al escuchar la explicación de su hija.

―¿Encontrar a la menta y chocolate? ¿De qué estáis hablando?


―De chicos, cariño, aquí tu hija compara a los hombres con helados. Tú eres mi―dudó Rosa a la que se le había olvidado cómo se decía en italiano.
―Gelato al lampone. ― replicó Eva con un inmejorable acento.
―¿Lampone?
―Frambuesa, papi, el helado favorito de tu señora esposa.
―Lo sé―sonrió el padre―, entonces imagino que mi hija favorita.
―¡Yúnica! ―exclamó Eva.
―Única e inigualable―añadió Hans―, busca su helado de menta y chocolate. ―terminó sin ocultar una sonrisa.
―Exacto.

*****

―¿Cómo está Evita? ―preguntó Cristina mientras se servía un poco más de vino.

Andrés soltó los cubiertos en el plato nada más escuchar el nombre de Eva,Ana enseguida se percató del discreto movimiento de su hermano que prestaba toda su atención a Rosa.

―Guapísima, Roma le ha sentado de maravilla, la verdad es esa, e igual de loca que siempre.
―Eva siempre ha sido muy guapa. ―contestóAndrés padre―.Anita no te pongas celosa que tú también eres guapísima.

Ana le enseñó la lengua a su padre sin apartar la vista de la cara de su hermano.

―La verdad que estamos encantados con tenerla por fin de vuelta en casa, lleva unos años que no para de viajar. Ya tocaba tenerla con nosotros, aunque ahora quiere buscar piso. ―siguió explicando
Rosa.
―Me dijoAna que estaba con un italiano.―dijo Cristina.
―No, no me digas que nuestra Eva está con un italiano. ―se apresuró a decirAndrés padre.
―No, tampoco es su menta y chocolate.―rio Rosa.
―Solo a Eva se le ocurre compararnos a los hombres con helados.―rio Hans.
―Ja ja ja…entonces no ha encontrado su menta y chocolate.―Cristina no podía dejar de reír―.Andrés está igual.
―Mamá, no te confundas―Andrés interrumpió a su madre―, yo no estoy buscando a nadie.
―Claro que no hermanito, el amor no se busca―explicóAna―, es él quien te encuentra.
―Sea como sea, me da igual, yo estoy muy bien como estoy. Entro y salgo con quien quiero, sin tener que dar explicaciones.
―Lo que tú digas―respondióAna―, pero eso es porque aún no has llegado al extremo del hilo.
―¿Se puede saber qué locuras estás diciendo? ―preguntóAndrés mientras todos prestaban atención a las palabras deAna.
―Del hilo rojo del destino―aclaróAna bajo la atenta mirada de sus padres, su hermano y los padres de su amiga. ―, según cuenta una leyenda oriental, todos nacemos agarrados a un hilo rojo invisible a
los ojos humanos. Hilo que nos conecta a la persona con la que estamos destinados a encontrarnos. El hilo puede seguir un camino recto o, como en este caso―dijo bajando la voz hasta el punto de nadie oírla―,
liarse y liarse por los caminos de la vida como si un gato estuviese jugando con el ovillo; en algún momento el gato se aburrirá de dar vueltas con la bolita de hilo y los dos cabos se volverán a encontrar.
―Bonita leyenda―respondió Rosa―, imagino que Eva andará perdida en esa maraña de hilo, ―sonrió― pero seguro que terminará por encontrar a…
―Su menta y chocolate―soltóAndrés padre haciendo reír a todos.
Capítulo 10.-

Andrés se despertó sobresaltado, estaba empapado en sudor y con el corazón latiendo como si no hubiese mañana. Una vez más los dichosos gatos habían invadido sus sueños. ¿Cuántas veces había
tenido la misma pesadilla? ¿Cuántos años hacía que su hermana había contado aquella leyenda oriental metiendo por medio la figura del minino jugando con el dichoso ovillo de lana roja? Ya había perdido la cuenta:
¿cuatro? ¿Cinco? No, ya hacía más de cinco años de aquella comida en casa de sus padres. Cinco años con la misma pesadilla recurrente, en la que los solo veía gatos y más gatos enredando una madeja de hilo rojo.

―¿Estás bien, cariño? ―una somnolienta Sofía preguntó tras despertarse con el grito de su novio.
―Sí, sí, ha sido una pesadilla. No pasa nada. ―contestó un sudorosoAndrés dándole un cálido beso antes de levantarse. ―. Voy a por agua, sigue durmiendo, ahora vuelvo.

Andrés se levantó a oscuras, comenzaba a poder recorrer a oscuras su nueva casa, la luz de la nevera era la única que iluminaba la cocina mientras él daba un largo y refrescante trago de agua.

¿Cómo es posible que siga obsesionado con el dichoso gato y su ovillo de lana?, pensaba caminando rumbo a su pequeña terraza. Necesitaba tomar algo de aire fresco, aunque poco corría en Valencia a
aquellas alturas del verano. Ya sé, esto ha sido por oír a Ana hablar de su próximo viaje a los países nórdicos. Sí, seguro, se ha pasado toda la tarde hablando de las ganas que tenía de estar con Eva. ¡Mierda,
Eva! ¡Te has convertido en una dichosa asignatura pendiente para mí!, reflexionabaAndrés recostándose en la tumbona. No corría mucho aire pero sí el suficiente para sentirse un poco mejor.
¿Cómo es posible que tu recuerdo me atormente tanto?, meditaba volviéndose a levantar para regresar a la cocina. La sola mención del nombre de Eva le hacía necesitar una buena dosis de menta y
chocolate.Aquel helado se había convertido en su refugio, en la medicina que le calmaba la ansiedad producida por aquellas pesadillas gatunas y la sensación de vacío posterior.
Sofía es perfecta, tiene todo para que cualquier hombre la desee como pareja , se decía a sí mismo en un intento de autoconvencerse de sus palabras mientras saboreaba el helado. Andrés, el problem
que no estás enamorado de ella. Eres incapaz de enamorarte. Acabas de cumplir treinta y dos años y puedes decir que nunca has estado enamorado de ninguna de las chicas que han formado parte de tu vida.
No, nunca te has enamorado o, por lo menos, no de esa manera descrita en las comedias románticas. ¿Y, por qué? Porque sigues obsesionado con un recuerdo. Y, lo peor, es que es el recuerdo de una niña…de
unos niños…porque solo éramos unos críos cuando disfrutábamos compartiendo un helado. Total, gilipolleces mías porque Eva no acudió a la cita, no solo no fue sino tampoco se molestó en decirme algo,
haciendo como si nada hubiese pasado.

―¿Marta? ―se preguntó en baja voz soltando la cuchara en el helado. ―¡Mierda, Marta! ¿Sería capaz de quitar aquella nota?

El recuerdo de la que fuera su primera novia le vino a la mente. Uff, Marta, mira que podías llegar a ser pesada y celosa pero…¿hasta el punto de quitar una nota de una mochila? Las imágenes de
aquella lejana tarde de verano pasaban una a una como si hubiese ocurrido la tarde anterior en vez de diecisiete años atrás.Andrés no pudo evitar sonreír al recordar las risas deAna y Eva, mientras Eva contaba un
loco sueños con cabras.
Vaya, ahora que lo pienso nunca supe quién aparecía entre las cabras porque me echaron de la habitación .AAndrés le era del todo imposible no sonreír con el recuerdo.

Una a una, las imágenes de aquella tarde siguieron apareciendo.Andrés recordó la repentina marcha de Marta. Joder, Marta, no puedo creer que por tu culpa Eva no asistiera a aquella cita.
Andrés terminó de comerse el helado, la simple idea del robo de la nota le hizo necesitar hasta la última cucharada de aquella tarrina. Mierda, todo hubiese sido tan diferente de habernos visto aquella ta
Eva y yo. No implica que hubiésemos sido pareja pero yo no hubiese estado obsesionado con su recuerdo. Eva no se hubiese colado cual fantasma en medio de cada una de mis relaciones. ¡Joder!

Sofía dormía plácidamente acurrucada en su lado de la cama, con cuidado de no despertarlaAndrés se metió en la cama, sabiendo que aquella era la última noche que pasarían juntos.

*****

Sin lugar a dudas el verano del 2013 se convertiría en un verano inolvidable, no solo para Eva y Ana, sino también para Félixque junto a las dos amigas inseparables pasarían cerca de un mes recorriendo
rutas vikingas, siguiendo las huellas de Hans Christian Andersen, casi sintiendo la presencia de los seres mágicos de sus historias al pasear por los bellos rincones de la península de Jutlandia. Ana, Eva y Félix se
enamoraron de Dinamarca, de sus paisajes y su repostería; se maravillaron navegando por los fiordos noruegos y cayeron rendidos a los pies de Suecia y sus gentes.

―La verdad, estoy derrotado pero los días se me han ido entre los dedos, me quedaría muy a gusto unos días más. ―comentó Félixcallejeando por las adoquinadas callejuelas del Gamla Stan (el c
antiguo) en Estocolmo.
―Amí me pasa lo mismo―confesó Eva―, da igual el número de ciudades que visite siempre me enamoro de ellas queriendo más y deseando volver cuando aún no me he ido.
―Cariño, tú no solo te enamoras de las ciudades que pasas sino te enamoras de algún lugareño.―rioAna.
―Eh, ¡no te pases! ―se quejó entre risas Eva.
―Aver nena, en Bonn tenemos a Yohanne, en Paris a Dominique, en Roma aAngelo. Bueno, vale, en Londres no dejamos a nadie, al menos reconocido. ―bromeóAna.
―Nena, tú no sabes que la mejor manera de aprender un idioma es dándole a la lengua―sin poder evitar una carcajada explicó Félix―, pues Eva ha mejorado su destreza lingüística de la mejor de las
maneras.
―Tres novios en trece años no son tantos novios. ―comentó Eva haciéndose la indignada. ―. Ytú, bonita, no te quedas atrás. Tú has salido con más chicos que yo, así que no metas fueguillo.
―Sí, nena, pero es que lo tuyo es más exótico.
―¿Qué tienen de exótico un alemán, un francés y un italiano? Joder, casi parece de chiste. ―rio Eva.
―¿Yquién es mejor amante? ―cotilleó Félix― Los alemanes, los franceses o los italianos.
―¿Nos sentamos aquí? ―preguntó Ana señalando una terraza.

Félixy Eva asintieron mientras reían de la pregunta del primero.

―¿Ybien? ―insistió Félixuna vez acomodados.


―Pues, no sé.Aver, por mi experiencia los italianos pero porqueAngelo es único e irrepetible, casi diría que el hombre perfecto.
―¿Ysi es el hombre perfecto por qué no estás con él? ―preguntó su amiga.
―Porque no es mi hombre perfecto. ―respondió Eva mientras a la mente le venía la imagen de alguien en particular.
―¿Yquién es ese hombre perfecto para ti? ―quiso saberAna, que creía tener clara la respuesta así como también sabía que su amiga no lo diría.
―No lo sé, no es una persona en concreto―mintió―, cuando lo encuentre te lo diré.
―Ah, creía que hablabas de alguien en particular, pensaba que tenías claro quién era esa menta y chocolate.―soltóAna mirándola fijamente mientras Félixno entendía qué pasaba.
―No, no lo sé. ¿Crees que de saberlo estaría ahora mismo aquí con vosotros dos en vez de con…con él?
―¡Asaber! ―exclamóAna―Tú eres como mi hermano.―de pronto dijoAna.
―¿Qué pinta tu hermano en esto? ―sorprendida preguntó Eva bajo las atentas miradas de Félixy Ana.
―Oye, pues, haríais buena pareja vosotros dos―comentó un inocente Félix―. Anda, nena, podrías venirte a Valencia y liarte con el hermano deAnita, porque le gustan las mujeres sino lo intentaba
yo―bromeó Félix. ―.Además, a los dos les une el dichoso helado ese que no sé cómo os gusta.
―Porque está muy bueno.
―Sí, la verdad es queAndrés está muy bueno. ―respondió divertido Félixque encontraba en los ojos deAna cierta complicidad de cuyo significado no estaba muy seguro.
―¡No hablo deAndrés sino del helado!Además, yo…yo aAndrés no lo veo desde hace diecisiete años.―explicó omitiendo el furtivo encuentro en el concierto de Duncan Dhu.
―¡Dichoso gato! ―de pronto dijoAna.
―¿Gato? ―preguntaron al unísono Eva y Félixsin entender nada.
―Nada, tonterías mías―respondióAna―, brindemos por nosotros y porque se repitan viajes como este.
―¡Por nosotros! ―brindaron los tres con una amplia sonrisa en los labios.

Eva y Ana estaban acostumbradas a las despedidas pero no por ello se les hacía menos duro separarse. Demasiados años llevaban reencontrándose y separándose en las vacaciones de verano y navidad,
sin embargo, aquella lejanía no había logrado separarlas sino todo lo contrario; su amistad se había afianzado con el paso de los años aunque siguiera existiendo un secreto entre ellas.
Un secreto queAna compartió con su amigo, porque nada más quedarse a solas Félixpreguntó a su amiga lo que él había creído intuir de la conversación del día anterior.

―¿Ydices tú que Eva y Andrés se molan desde pequeños?


―Sí, ninguno de los dos me ha dicho nunca nada pero estoy segura de ello.
―¿Ypor qué estás tan convencida?
―Uff…no sé, tenías que haberlos visto cuando estaban juntos y ¿no te has dado cuenta los nervios de Eva cuandoAndrés sale en la conversación? Pues, tú prueba a hacerlo a la inversa, nómbrale a mi
hermano a Eva y ya verás cómo se pone.
―¿En serio?
―Ytan en serio.
―Me resulta increíble, pero…¿cómo es posible que no se hayan visto en todos estos años?
―Félix, llámame loca.
―Loca―la interrumpió Félix.
―Mira que eres tonto.―rioAna.
―Solo te he obedecido. ―respondió con un guiño. ―. ¿Por qué debía llamarte “locaa”?
―Porque estoy segura que estos dos se han evitado por miedo a sus propios sentimientos.
―¿Hablas en serio?
―Como que me llamoAna.
―¿Puedo hacerte otra pregunta?
―Sí, claro.
―¿Por qué dijiste ayer lo de “dichoso gato”?

Ana se rio, estaba claro que su amigo había captado todas sus indirectas.

*****

Eva se dejó caer en el sofá nada más llegar a casa, descubriendo lo cansada que estaba tras estar casi tres semanas fuera de casa. Hogar, dulce hogar , pensó mientras a la mente le venían flashes de aque
días junto a Félixy Ana. Vente a Valencia , las palabras de Félixrepiqueteaban en su cabeza. Irme a Valencia…
En más de una ocasión Eva había pensado en hacer sus maletas y volver a la tierra de su madre. Sí, Bonn se había convertido en su ciudad pero algo la ataba a Valencia, nunca había olvidado sus raíces, la
tierra de su niñez, soñando con volver algún día pero ella misma borraba aquel deseo de su mente porque no quería alejarse de sus padres.

No, Valencia ya no es mi ciudad. Mi ciudad es Bonn, aquí están mis padres, mis amigos, mi trabajo… se decía a sí misma intentando convencerse de sus palabras.

Pocos días más tarde Eva volvía a la realidad del día a día, las vacaciones llegaron a su fin, la rutina volvió a asentarse en su día a día. Sin casi darse cuenta la cálida temperatura del verano pronto los
abandonaría dando paso a la lluvia, la suave brisa otoñal y un frío que cada vez se iba haciendo más presente entre ellos hasta sin darse cuenta verse metida de lleno en el invierno.

―Hola―escuchó junto a ella mientras esperaba por un café para llevar en una cafetería junto a la editorial, donde trabajaba desde hacía ya cuatro años.
―Hola―devolvió el saludo Eva ―, ¿nos conocemos? ―preguntó una dudosa Eva escudriñando la cara del desconocido que la saludaba.
―No, bueno, tú no me conoces pero yo a ti sí.
―Ah, ¿y de qué me conoces? ―se interesó sonriente Eva.
―Porque cada mañana nos cruzamos aquí, pero tú siempre vienes ensimismada en tus pensamientos, con los auriculares enchufados escuchando música.
―¿Yllevas mucho tiempo espiándome? ―bromeó Eva.
―Un par de meses ―reconoció el desconocido.
―Vaya, pues, te aseguro que nunca te había visto. Eres buen espía o, yo muy despistada.
―Siempre vas corriendo, lo cual es curioso porque aquí la gente es más tranquila. ¿Eres de Bonn?
―Sí, bueno no pero sí…perdona, suelo explicarme mejor.
―¿Yme lo explicarías tomándote algo conmigo a la salida del trabajo?
―¿Crees que salgo con el primero que me lo pide? ―preguntó sin borrar su sonrisa.
―Tocado y hundido, ¿quedamos mañana aquí media hora antes y nos tomamos un café tranquilamente?

Eva sonrió a aquel chico de mirada grisácea y labios carnosos que parado frente a ella parecía suplicarle un café.

―Mañana, a las siete.―contestó disponiéndose a salir con su café en la mano.


―Esperaré ansioso.
―Hasta mañana.
―Espera…un momento―dijo recogiendo su café y corriendo tras de ella.
―Dime―contestó percatándose que la lluvia volvía a hacerles compañía.
―No sé tu nombre, y me gustaría saber el nombre de la chica con la sonrisa más bonita de la ciudad.
―Eva.
―Eva, corto y bonito.
―Gracias, ahora sí que me voy.
―Vaya, ¿no quieres saber cómo me llamo?
―Derek, te llamas Derek. ―lo sorprendió Eva.
―¿Cómo lo sabes?
―La chica de la cafetería te ha llamado por tu nombre, es más diría que acabo de granjearme una enemiga.
―¿Por qué?
―Porque ha oído que quedas a tomar café conmigo y yo nunca había reparado en ti, sin embargo, ella sabe tu nombre, cómo te gusta el café y se muere por verte fuera de su trabajo.
―¿Has deducido todo eso en un momento?

Eva levantó los hombros a modo de respuesta y se despidió hasta el día siguiente, debía correr para no llegar tarde.

*****

La cafetería estaba casi vacía. Nada más entrar Eva percibió la mirada triste de la camarera, que se moría por ser ella la que hubiese quedado con Derek. Derek la saludó desde una mesa junto a la cristalera,
levantándose para darle un par de besos.

―Hueles muy bien. ―dijo Derek viéndola desprenderse de todas sus prendas de abrigo.
―Gracias, ¿sabes que me he ganado una enemiga por tu culpa, verdad?
―¡No digas tonterías! ―rio.
―No son tonterías, si muero envenenada será porque me han echado algo en el café. ―bromeó.
―Voy a por los cafés. ¿Quieres algo más?
―No, gracias.

Aquel fue solo el primero de muchos cafés. En un par de días compartían risas, charlas y café antes de entrar en sus respectivos trabajos, y disfrutaban de una copa a la salida.

―Eva.
―¿Cenas conmigo esta noche? ―le preguntó Derek el viernes, cuando ya llevaban quince días de cafés compartidos. ―Sé que igual tienes planes para hoy viernes.
―No, no tengo planes―sonrió Eva. ―. ¿Por qué no me habías dicho nada? ―preguntó mientras miraba de reojo a la camarera que parecía hundirse junto a la cafetera.
―¿Cenamos entonces?
―Ahora hablamos. ―contestó para sorpresa de Derek.
―¿Pasa algo? ―preguntó Derek una vez en la calle.
―No, solo que me daba pena la cara de la camarera. No, no te rías, hablo en serio.
―¿He de sentirme culpable por quererte invitar a cenar en mi casa e intentar enamorarte con mi destreza culinaria?
―¿Qué? No, claro que no. ¿Enamorarme con tu destreza culinaria? ¿Vas a cocinar para mí?
―Sí. ¿Nunca te había hecho la cena un chico?
―Para ser sincera he de decirte que sí.
―Oh, yo quería ser el primero―dijo sonriente acercándose y sorprendiéndola con un beso. ―. ¿Te recojo a la salida y vienes conmigo?
―¿Qué? No, si no te importa prefiero pasar por casa, ducharme y cambiarme de ropa.
―Uhm…¿te vas a poner guapa para mí? Bueno, si es posible ponerse más guapa. ―comentó volviéndola a besar.
―Derek, he de irme o llegaré tarde. Envíame luego un whatsapp con tu dirección y allí estaré.
―Vale. ¿Te he dicho que me estoy enamorando de ti? ―le susurró al oído haciéndola estremecer.

*****

La ropa salía y entraba de su armario. Vestidos, faldas, pantalones desfilaban frente al espejo sin terminar de decidirse por ninguno de ellos. No tenía claro qué ponerse. Por décimo quinta vez Eva se miró
detenidamente en el espejo, no estaba segura si la ropa elegida era la más adecuada.

¿Adecuada? ¿Adecuada para qué?, se preguntó girándose frente al espejo, mirándose de arriba abajo a la vez que se colocaba las medias. Uff…aunque no lo reconozcas, estás nerviosa, hace mucho
que no tienes una cita porque tus salidas y entradas con Yohanne no cuentan, y de eso hace ya casi un año porque Yohanne vuelve a tener novia. ¿Quién me iba a decir que Helga estaba enamorada de Yohanne y
que terminarían juntos? La verdad es que me alegro, hacen muy buena pareja.

Eva no paraba de hablar consigo misma mientras terminaba de arreglarse. ¿YDerek, qué espera Derek de nosotros? Eva, ¡pareces tonta! Ya te ha dejado bien claro sus sentimientos, ¿no te ha dicho hace
unas horas que se estaba enamorando de ti? Uff…¿y yo? ¿Qué espero yo de esta relación? ¿Seré capaz de enamorarme esta vez?

Insegura, así se sentía Eva, sin tener claros sus propios sentimientos hacia Derek. Sí, le gustaba estar con él, en realidad no podía quejarse, Derek era lo que podría llamarse un buen partido.

Derek es perfecto, lo tiene todo para enamorarte de él. Es atractivo, inteligente, simpático, atento, buen conversador, Eva enumeraba mientras conducía todas las características reunidas por Derek,
dándose cuenta que Yohanne, Dominique y Angelo, también las reunían, sin embargo, no se había enamorado de ninguno de ellos.

Suerte en tu cita. Espero que ese chico logre alcanzar tu corazón. Un beso.

Eva sonrió al ver el whatsapp de Yohanne, le contestó con un gracias mientras corría hacia el portal de Derek para no mojarse.

―Bienvenida―la saludó Derek rozando sus labios con los de ella―, pues sí, sí podías estar más guapa. ―murmuró junto a su oído ayudándola a quitarse el abrigo. ―. Siéntete como si estuvieras en tu
casa.
―Huele muy bien.
―Tú sí que hueles bien.
―Vas a conseguir que me ruborice. ―contestó Eva mirándolo a los ojos.
―Eva.
―Dime.
―Perdóname.
―¿Por?
Eva ya no pudo decir nada más, sus labios se encontraron con los de Derek, notando como su lengua se abría paso entre ellos y sus manos jugaban con su pelo. Cinco minutos más tarde, con el pulso
acelerado y la respiración entrecortada ante Eva se pasaban las imágenes de Yohanne, Dominique y Angelo. No estaba muy segura de lo que le estaba pasando pero no podía seguir con aquellos besos, aquellas
caricias.
―Derek, no puedo.
―Perdona, igual voy muy rápido. Lo siento.
―No, Derek, no es eso. Tú no eres el problema, el problema soy yo.
―¿Por qué? ¿Qué te pasa?―preguntó preocupado acariciándole los brazos.
―No quiero que te enamores de mí.
―Para eso ya es tarde.―sonrió Derek.
―Derek, yo no estoy enamorada de ti y no sé si lo podría llegar a estar. Será mejor que no nos volvamos a ver.
―Pero, no entiendo nada―se apresuró a decir Derek―. Creía…creía que estábamos bien juntos.
―Derek, me encanta pasar el tiempo contigo pero entiéndeme como amigos, yo no estoy enamorada y no quiero hacerte daño. Ya bastantes corazones he fastidiado como para seguir alargando la lista.
―Pero, ¿por qué?
―Porque soy idiota e incapaz de enamorarme.
―¿Cómo vas a ser incapaz de enamorarte? Eva, invéntate otra excusa pero no esa estupidez.
―Derek, no es una estupidez, hablo en serio. Dime una cosa, ¿qué sientes tú cuando estás conmigo? ¿Sientes como mariposas revoloteando en tu estómago? ¿Te pones nervioso con la simple de idea de
encontrarte conmigo? ¿Imaginas nuestras vidas? ―preguntaba mientras Derek asentía a todas sus preguntas―Yo nunca he sentido eso, ya he cumplido los treinta, ¡qué digo treinta hace unos meses cumplí los
treinta y uno!, y no sé lo que es estar enamorada. Yeso que he tenido la suerte de conocer a unos chicos fantásticos, tú entre ellos. Derek, lo siento.
―Pero, déjame intentarlo.
―Derek, sería una egoísta si siguiera contigo. Si tú no estuvieras enamorado de mí sería diferente pero yo no quiero perderte como amigo.
―Yo no puedo ser amigo tuyo, Eva.

Sus miradas se lo dijeron todo. Eva cogió su bolso y su abrigo del sofá y sin ponérselo abrió la puerta.

―Adiós, Derek, lo siento. No te preocupes, no tendrás que verme, yo cambiaré de cafetería.

Eva cerró la puerta al salir, respiró profundamente poniéndose el abrigo. A pesar de lo ocurrido se sentía bien, aquella no era la noche planeada pero ella había sido coherente consigo misma y sus
sentimientos.

*****

―¿Por qué? ―le preguntaron al unísono Yohanne y Helga mientras disfrutaban de un chocolate.
―No estoy enamorada y no quiero que se haga ilusiones conmigo. ―explicó calentándose las manos con la humeante taza de chocolate.
―Eva, ¿puedo hacerte una pregunta? ―esta vez era Helga quien hablaba.
―Sí, claro.
―Nos conocemos desde hace una eternidad, eres la primera amiga que hice al entrar en el instituto―recordó Helga―. Tú recién habías llegado a Bonn.
―Sí, me acuerdo perfectamente, fuiste mi primera amiga. Gracias a ti superé haber dejado atrás a mi familia, a mis amigos, aAna, a…―Eva se calló de golpe.
―¿A? ―preguntaron a coro Helga y Yohanne dedicándose una sonrisa.
―Pues todo, fue un cambio radical. ―contestó Eva intentando escabullirse de la situación.
―No, Eva, hay un “a”. Debes dejar de engañarte, tú tienes una asignatura pendiente que no va a permitir que te enamores de nadie hasta que no…
―¿Hasta que no qué? ―interrumpió Eva a su amiga― Helga, estás hablando de algo que ocurrió cuando era una niña, estás hablando de la Eva que recién cumplía catorce años y no de la Eva de ahora.
―Sí, pero es algo que te sigue pesando. Una situación no resuelta.
―¿Quién es? ―quiso saber Yohanne. ―¿Quién es el afortunado?
―Yohanne, ¿también tú?
―Sí, también yo, merezco saberlo, ¿no crees?
―El hermano de mi amigaAna―confesó en baja voz Eva. ―, pero solo es alguien de mi pasado y nada más.
―No puedes decir que solo es alguien de tu pasado cuando hasta tus ojos brillan de una manera diferente con su sola mención. ―respondió Yohanne―. ¿Alguna vez has hablado con él de tus
sentimientos? ―preguntó Yohanne sorprendiéndose con la respuesta negativa de Eva. ―¿Puedes explicarme por qué?
―Porque no nos hemos vuelto a ver.
―¿En todos estos años no os habéis vuelto a ver? ¿Cómo es posible si cada año vas a Valencia? ―extrañada preguntó Helga.
―Ya ves.
―¿Ni una sola vez en diecisiete años? ―volvía a preguntar Yohanne.
―No, bueno coincidimos en un concierto en Madrid pero solo nos vimos de lejos.
―¿Yqué sentiste?

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Eva, desde la punta de los pies hasta su cabeza con el simple recuerdo de aquel cruce de miradas, viniéndole a su mente todas esas sensaciones que nunca había sentido.
Indudablemente,Andrés era el único que hacía anidar las mariposas en su interior.
Jara
(2010-…)
Capítulo 11.-

Meses llevaba dándole vueltas al tema sin terminar de decidirse. No lo había comentado con nadie, ni siquiera conAna, no quería que su decisión se viera mediatizada por nada ni nadie.Aquella decisión la
afectaba a ella y, por eso, lo había mantenido en secreto. Secreto que ya le pesaba demasiado sobre los hombros. Su silencio la estaba matando, por eso, Eva terminó por soltar la bomba en medio de la comida en
casa de sus padres.
Sus padres se quedaron callados, perplejos con la noticia de Eva, ninguno reaccionaba. Eva pasaba su mirada de su madre a su padre y viceversa, esperando que alguno dijera algo.

―Eva, ¿te has vuelto loca? ―Hans fue el primero en hablar tras el largo minuto de incómodo silencio.―Yo he sido el primero en apoyarte en todas tus decisiones. ―explicó su padre―. Fui el primero
en entender que decidieras cambiar de carrera, que abandonaras el derecho por los idiomas. Te animé cuando decidiste echar la beca para irte a Francia, aplaudí tu decisión de irte a Inglaterra y, por supuesto, te
apoyé cuando nos contaste que te ibas todo un año a Roma.

Eva atendía a su padre casi sin pestañear, olvidando por unos instantes que hacía mucho ya que ella tomaba sus propias decisiones, sin embargo, para ella seguía siendo muy importante la opinión de sus
padres.

―Eva, ¿tú estás segura de lo que vas a hacer? ¿Tú crees que con la que está cayendo en el mundo es momento de dejar el trabajo y ponerte por tu cuenta? Sé que eres muy buena, y que has hecho
trabajos para particulares pero y ¿si no te sale nada una vez que estés por tu cuenta?
―Papá, sé que es un riesgo que he de correr pero hasta el momento he tenido que rechazar muchos trabajos por estar atada a la editorial―explicó Eva―, y los de la editorial quieren seguir contando
conmigo.Ahora no me tendrán en exclusiva pero seguiré haciendo cosas para ellos. ¿Mamá, tú también crees que es una locura?
―Cariño, ¿qué quieres que te diga? No entiendo que te quieras poner por tu cuenta, no veo cuál es la ventaja. ¿Trabajar desde casa en vez de ir a la oficina? Estar por tu cuenta implica riesgos, como que
de pronto un día dejen de contar contigo. ¿Por qué quieres correr este riesgo? ¿Cuál es el motivo real?

Eva dio un trago de agua, estaba claro que su madre se había percatado que la historia no era tan simple como pasar de ser la asalariada de una editorial a una traductora freelance. Su madre la conocí
perfección, a veces creía que tenía el poder de leer sus pensamientos.

―¿Nos lo vas a contar? ―inquirió su madre mirándola fijamente a los ojos. ―Porque estoy segura que aquí no acaba la historia.
―Está claro que es imposible tener secretos para ti.
―¿Ybien? ―un preocupado Hans insistió.
―He pensado que si durante los próximos seis meses todo va bien me trasladaré a Valencia.
―¡Eva! ―gritaron los dos al unísono.
―Definitivamente, te has vuelto loca. ¿Cómo te vas a ir para España con la que está cayendo? Eva, esto es una auténtica locura. Todo el mundo se viene paraAlemania y tú, por tu cuenta y riesgo,
decides marcharte a España. Tú, mejor que nadie sabes cómo está la situación allí, y ahora vienes con esto. Eva, no voy a apoyarte en esto. No te entiendo, de verdad, no comprendo que quieras arriesgar tu
bienestar de esta manera.
―Pero, papá, entiende que me iré si me va bien. Yo puedo realizar mi trabajo aquí, en Valencia o en Singapur. Todo lo que necesito es estar conectada a internet para estar en contacto con los clientes.
¿Acaso no he trabajado ya para empresas españolas estando aquí?
―Pero, Eva, ¿por qué? ¿Por qué quieres marcharte a España? ―esta vez era Rosa quien necesita respuestas de su hija.
―Mamá, porque siempre he sentido un gran vacío. Yo he estado muy bien en Bonn todos estos años pero siento que necesito volver a Valencia. ¿Acaso tú no volverías?

Rosa se quedó en silencio, no hacía falta que respondiera. Hans miró a su mujer, nunca habían hablado sobre el tema pero él sabía que si su mujer estaba en Bonn era por él, sin embargo, aquel silencio lo
hizo darse cuenta del enorme sacrificio que Rosa había hecho por estar a su lado.

―Cariño, estamos en julio, ¿me estás diciendo que a principios del próximo año te irás a Valencia? ―quiso saber su madre.
―Bueno, no exactamente, si estoy en medio de algo esperaré a terminar antes de irme pero el próximo verano quiero estar viviendo en Valencia.

*****

―¿Estás hablando en serio? ―una más que emocionadaAna preguntaba a su amiga soltando las tazas del desayuno sobre la mesa para fundirse en un abrazo―¿De verdad, voy a tenerte de vuelta en
Valencia?

Una sonriente Eva asintió con un ligero movimiento de cabeza mientras Félixtambién se fundía en un abrazo con ella.

―Mira que Bonn y los alrededores me estaban gustando pero esto es lo mejor del viaje―confesóAna volviéndola a abrazar―.Ah, pero…pero eres una cabrita.
―¿Por qué?
―¿Por qué? Vale, que quisieras darme la sorpresa en persona. Vale, que no hubieses dicho nada porque no querías verte influencia pero…¡llevamos una semana en tu casa y no habías dicho nada!
―¿Ysi te digo que ya ni me acordaba?

Félixy Ana soltaron una carcajada, Eva se sumó a sus risas.

―¿Yesta decisión a qué se debe?―un tanto suspicaz preguntóAna.


―¿Cómo que a qué se debe? Siempre dije que volvería a Valencia, he tardado más de lo que pensaba porque no había surgido la oportunidad pero ahora todo está a mi favor.
―¿Qué es ese todo?
―El trabajo, puedo permitirme el lujo de hacerlo aquí o allí sin problemas, si todo sigue como ha empezado allí me tendrás en menos de un año.
―¡No me lo puedo creer! ―exclamó Eva volviendo a abrazar a su amiga―Más de uno va a alucinar cuando se entere.
―¿Quién va a alucinar? ―preguntó Eva queriendo escuchar una respuesta determinada.
―Pues, no sé―respondió adredeAna a quien le dolía en el alma que su amiga nunca le hubiese confesado sus sentimientos por su hermano. ―, mis padres por ejemplo.
―Tus padres―repitió Eva bajo la atenta mirada de sus amigos―, seguro que a estas alturas ya los míos los ha puesto al corriente. ―. Bueno, ¿desayunamos?

*****

El mes de agosto pasó en un abrir y cerrar de ojos. Septiembre también tuvo prisa en darle paso a octubre, y octubre estaba a nada de dejar caer su hoja del almanaque. Eva estaba contenta en cómo le iba
todo. Sí, siempre estuvo segura que no le faltaría trabajo, en más de una ocasión había rechazado más de un proyecto pero, sin lugar a dudas, le estaba yendo mucho mejor que sus mejores expectativas.
―Me alegro que todo te vaya bien.―le comentó Yohanne mientras paseaban por el Rheinauensee.

Eva lo había acompañado a comprar un regalo para Helga, con quien ya llevaba un año saliendo, como uso y costumbre habían terminado paseando por el rincón favorito de Eva.

―Te voy a echar de menos. ―confesó Yohanne.


―Yyo a ti―respondió Eva colgándose del brazo de su amigo. ―. Yohanne…
―Dime―contestó Yohanne parándose al notar que su amiga se ponía seria. ―, ¿pasa algo?
―No, solo necesitaba que supieras que aunque tú y Helga digan que tengo una asignatura pendiente, que aunque penséis que no voy a ser capaz de enamorarme hasta que…―titubeó Eva a quien le
costaba hablar deAndrés.
―Hasta que hables conAndrés. ―la ayudó Yohanne viendo que a su amiga le costaba hasta decir el nombre de “Andrés”.
―Sí, eso.
―Eva, ¿eres consciente que no puedes decir su nombre sin ponerte nerviosa?
―Bueno, eso no es lo importante ahora.―lo interrumpió Eva que no quería que el temaAndrés se volviera en el punto central de su conversación.
―¿Entonces qué necesitas decirme?
―Yohanne, yo necesito que sepas que de alguna manera sí estuve enamorada de ti. Te aseguro que mis sentimientos eran reales.
―¡Eva! ¿Eres tonta? ¿De verdad crees que necesito que me digas eso? ―rio Yohanne despeinándola.
―No lo sé, tenía miedo que dudaras.
―Eva no tengo ninguna duda―contestó Yohanne abrazándola―. Tú sabes, como Helga también lo sabe, que siempre serás especial para mí.
―Ytú para mí. ―contestó con una sincera sonrisa.
―Mira que lo pasé mal aquella noche, no era capaz de centrarme en los apuntes.
―¿Ycrees que yo sí?
―Mira que ha llovido desde entonces. Yafortunadamente, ya no soy tan torpe desabrochando sujetadores.―comentó riendo Yohanne.
―¡Mira que eres tonto!―respondió Eva volviéndose a colgar del brazo de su amigo para retomar la marcha. ―, espero que Helga y tú me visitéis a menudo.
―Seguro.

Eva y Ana hablaban más que nunca, ambas estaban eufóricas con la cada vez más cercana mudanza de Eva. Yen la vida deAna también había habido muchas novedades en los últimos meses.

―Entonces ya no estás con José, ¿qué ha pasado?


―Pues sencillo prefería estar con sus amigos y el fútbol más que estar conmigo.
―Será imbécil.
―Imbécil no, gilipollas, eso es lo que es.
―Pero, ¿estás bien?
―Sí…sí…pero creo que me voy a unir a tu club.
―¿Ami club? ¿Aqué club pertenezco?
―Al de pasar de los tíos aunque…
―¿Aunque?
―Nada, tonterías mías.
―No, ahora no me dejes a medias.

¿Qué no te deje a medias cuando llevo media vida esperando que me cuentes algo?, se dijo así mismaAna mirando fijamente la pantalla del ordenador donde veía la sonriente cara de su amiga.

―Nada que en el supuesto caso que Félixdecida cambiar de gustos sexuales me lío con él.―bromeóAna―. No sé si probar a hacerle cambiar de apetencias.
―¡Mira que eres burra!
―No, es que el muy jodido es el hombre perfecto, ¿no me lo irás a negar?
―No, claro que no, Félixlo tiene todo. No entiendo que le vaya tan mal en el amor, igual deberíamos montar de verdad ese club.
―Estaría bien, también podríamos meter a mi hermano, que tampoco parece levantar cabeza y no quiero que se me lie con alguna en medio de sus viajes. ―comentóAna analizando la cara de su amiga.
―Ana, te dejo que he de terminar de vestirme para ir a la cena a casa de mis abuelos. Felicita las navidades a tus padres de mi parte.
―Está hecho, ¿incluyo a mi hermano en las felicitaciones?
―Sí, claro. ―contestó sintiendo cierto nerviosismo.

Aquellas navidades Eva y sus padres se quedaron en Bonn. Clotilde y Vicente entendieron sin necesidad de explicaciones que pasaran las navidades con la familia paterna. Ambos estaban encantados
con la idea de tener en unos meses por allí a la pequeña de sus nietos, hasta Jara, la última en incorporarse en la larga dinastía perruna parecía estar más contenta de lo habitual con la cercana llegada de Eva.

*****

―Gracias―dijoAna al vecino del primero que le mantuvo la puerta abierta para que ella entrara.

Ana miró las escaleras, aún le quedaba algo de energías tras la hora larga que llevaba corriendo y, si no era así tenía que sacarlas. Un tercero sin ascensor, no eran demasiados escalones pero lo suficiente para
terminar agotada tras una larga sección de running. Con un ligero movimiento de barbilla y una tímida sonrisa saludó a la vecina del segundo derecha sin aminorar el ritmo, si lo hacía terminaría tumbada en las
escaleras entre el segundo y tercer piso. La voz de Adele dejó de escucharse en los auriculares, una llamada entraba,Andrés estaba llamándola.

―Hola,Andrés―dijo con voz entrecortada mientras terminaba de subir a su casa. ―.Corriendo, me has pillado subiendo a casa. ¿Qué pasa? ―preguntó mientras se quitaba la cinta que llevaba al cuello
con las llaves de su casa. ―Un favor, ¿por qué tengo la impresión que solo te acuerdas de mí para pedirme favores? No, no soy mala, es la verdad. Dime.―dijo entrando en casa.

Ana dejó las llaves sobre la mesa de la entrada y siguió rumbo a la cocina, necesitaba un buen vaso de refrescante agua. Se sirvió el vaso de agua sin dejar de prestar atención a su hermano,Andrés no hacía
más que alabarla y decirle lo maravillosa que era.

―A ver, ¿qué me vas a pedir? ―preguntó saliendo de la cocina y dirigiéndose a su habitación. ―¿Titán? ¿Qué le pasa a Titán? No,Andrés, no me líes―contestó quitándose la ropa. ―. Te lo advertí,
¿para qué demonios te compraste un perro? Sí, sí, todo lo que tú quieras.Andrés, a mí no me permiten tener mascotas en casa y lo sabes. Y aunque así fuera, ¿cómo iba a meter a un dóberman en mi casa, si apenas
quepo yo? ―comentó mientras buscaba en el cajón destinado a la ropa interior. ―En tu casa, veo que lo tenías todo pensado. Joder,Andrés, ¿por qué siempre me metes en tus líos?
―Ana sabes que no te lo pediría si no lo necesitara. No puedo dejarlo solo. Papá y mamá están fuera este fin de semana si no lo dejaría con ellos.Además, tú te llevas muy bien con Titán.
―Ya, yo me llevo muy bien con Titán.Andresito, sabes que tras esta me vas a deber un favor muy grande.
―Anda, te traeré un regalito de Londres.
―Ja, ya serán unos Manolos.
―Joder, ¡me va a salir caro el favor! ―bromeóAndrés.
―Muy bien, está bien, pasaré estos días en tu casa. Te salvas porque a última hora se anuló lo que tenía. Sí, pesado, iré para tu casa cuando termine las clases. Hala, te dejo que necesito una ducha y luego
he de preparar la maletita. ¡Buen viaje!

Ana, eres tonta, siempre te dejas liar por tu hermano. Hala, pues, Anita por no saber decirle que no a Andrés te vas a pasar el fin de semana cuidando de Titán, pensaba mientras se hidrataba la piel.

―Bah, tampoco tenías nada mejor que hacer. Bueno, siempre podía llamar a Félixe irnos al cine. Jo, tengo ganas de tener ya aquí aAna, esto de tener a todas las amigas emparejadas es un horror.

Cargada con su pequeña maletaAna llegó a casa deAndrés, Titán la recibió como si hiciera siglos que no la viera cuando no hacía más de una semana que ella,Andrés y Titán habían coincidido en el río.

―Sí, guapo, ahora mismo salimos. Titán, tu dueño tiene un rostro que se lo pisa. Él en Londres y yo aquí contigo. No, no me digas que se ha ido por trabajo. No, no me vale―dijo mientras terminaba de
abrocharse las zapatillas de deporte. ―.Bueno, Titán, ¿dispuesto a ir a correr?

Titán salió de la habitación tras de ella.Ana le puso la correa, comprobó que tenía todo lo que necesitaba y, salió seguida por Titán de casa deAndrés. Craig David comenzó a sonar en sus auriculare
Estaba a los pies de la escalera preparada para comenzar su carrera cuando recordó que estaba en casa deAndrés. ¿Ascensor? Sí, mejor el ascensor que son nueve pisos , pensaba observada por Titán.
Una vez en la calle comenzaron su trote. No era la primera vez que salía a correr con su sobrino canino, muchas veces salía a correr con su hermano y Titán, quien estaba acostumbrado a seguir el ritmo.
En pocos minutos estaban bajando al río.Atrás había quedado el ruido de los coches para correr atravesando el antiguo cauce del río Turia, aquella era casi la misma ruta que hacía cada día ya queAndrés y
ella vivían cerca.Ana paró un momento sin dejar de trotar, Titán tenía necesidades que cubrir.

―Puaff, esto es lo peor de cuidarte. Titán, ya podrías recoger tus caquitas tú mismo―dijo acariciándole aquella impresionante cabeza negro azabache. ―.Hala, Titán, seguimos.

Ambos retomaron la marcha. La verdad es que correr con Titán da una seguridad increíble , pensabaAna mirando de reojo a su compañero de trote. Media hora llevaban corriendo cuando Titán
empezó a moverse haciendo círculos a su alrededor haciéndola tambalearse y casi caerse.

―¿Qué pasa Titán? ―preguntó mirando a sus oscuros ojos que le pedían algo.
Ana miró a su alrededor hasta ver a un par de perros corriendo entre los árboles mientras sus dueños charlaban tranquilamente.

―¿Quieres ir con ellos? No sé para qué te pregunto ―Ana lo obligó a sentarse antes de soltarlo. ―. Titán ni se te ocurra meterme en un lío. Ojo, solo jugarás un rato que tenemos que seguir corriendo.

Ana siguió con la mirada a aquel locuelo dóberman de un año, lo veía tan grande que a veces olvidaba que aún era un cachorro. Titán enseguida corrió tras el imponente pastor alemán y el dálmata que
jugaban en medio de los árboles.
Ana se acercó a donde estaban los dueños de los perros sin quitarle la vista de encima a Titán.

―Hola―la saludaron al unísono los que imaginaba eran los dueños de los perros.
―Hola―devolvió el saludóAna quitándose los auriculares.
―¿Es Titán?
―Sí, es él. ¿Lo conoces? ―preguntóAna mientras se fijaba en su interlocutor. ¡Mare de Deu, cómo está y yo con estas pintas!, pensaba recogiéndose los mechones que se le habían salido de la coleta.
―Sí, claro, colega de Boss.
―De Boss, ¿hablas de Bruce Springsteen? ―bromeóAna con un guiño.
―No, muy aguda, je je je. Hablo del pastor alemán. Son casi de la misma edad y se conocen desde que tenían un par de meses. ¿YAndrés?
―Bueno, me retiro que ya llevo aquí más de una hora. ¡Pongo!

Ana no pudo evitar sonreír al escuchar el nombre del dálmata.

―Sí, mi sobrina cuando lo vio dijo que era igual que el de la película y así se quedó. Venga, Pongo, nos vamos. Bueno, chicos, un placer. Saludos aAndrés.
―Se los daré.
―Hasta mañana, Pedro. Sí, Pongo, a ti también te veo mañana.

Ana acarició la cabeza del dálmata que la invitaba a hacerlo.

―Bueno y ¿Andrés? ¿Dónde anda?


―De viaje, así que me ha tocado cuidar de su “hijo canino”.
―Es un buen perro. No te dará mucha guerra. Por cierto, me llamo Iván.
―Ana. Soy Ana.
―EncantadoAna―dijo clavándole sus negras pupilas en las de ella. ¡Qué calladito te lo tenías, Andrés!, pensaba sin dejar de sonreírle. ―¿Ycuántos días vas a estar de canguro?
―Se supone que el lunes regresaAndrés de Londres así que tengo por delante un fin de semana como canguro. ―rioAna sin poder evitar tocarse el pelo.
―Entonces nos veremos por aquí.
―Sí, supongo.
―¿Yte lo has llevado a casa? ―siguió preguntando Iván mientras se preguntaba qué le estaba pasando al notar que su corazón se aceleraba.
―No, me quedaré en casa deAndrés. En mi casa imposible o entra él o entro yo.
―Ja ja ja, ¡ya será para menos!
―Hablo en serio. Mi piso es pequeñín, bueno, lo suficientemente grande para mí.
―La casa deAndrés está muy bien y, bueno, si necesitas algo estos días yo estoy justo encima.
―Así que eres vecino deAndrés.
―Sí, bueno, más que vecino, somos amigos desde hace mucho.
―Nunca hemos coincidido.
―No, nunca. ― No, nunca hemos coincidido, me acordaría de ti de haberte visto antes. ¡Qué oculta la tenías, Andresito!
―Bueno, yo voy a seguir corriendo un poco más.
―Bien, nos vemos mañana.
―Sí―contestóAna mientras sentía la penetrante mirada deAndrés. ―. ¡Titán, aquí!

Titán enseguida obedeció.Ana le puso nuevamente la correa, se enchufó los auriculares y tras despedirse de Iván continuó su marcha mirando un par de veces para atrás disimuladamente para volver a
ver a Iván llamando a Boss que iba detrás de ella.

―Eh, Boss, ve con tu dueño―dijo acariciándole la cabeza―. Mañana nos vemos―continuó agachándose y dejándole un beso en la cabeza. ―, Boss podrías decirme si tu dueño está saliendo con
alguien. Hala, ve con él.

Ana le dio una palmadita a Boss que obediente salió corriendo junto a Iván, quien no les quitaba la vista de encima.Ana se incorporó saludó con la mano a Iván y retomó su camino junto a Titán.

―¡Qué envidia me das Boss! Te ha moladoAna, eh. Colega hemos llegado tarde, Titán y Andrés se nos han adelantado.

*****

―¡Qué! ―gritó Eva haciendo a su amiga fingir que se quitaba los auriculares por su grito. ―¿Me estás diciendo que no hablamos en una semana y que de pronto has conocido al hombre perfecto?

Ana sonrió a la cámara, Eva le devolvió la sonrisa, nunca había visto a su amiga así de ilusionada con un chico.

―Vaya, parece que el club se va vaciando.Ahora me dices que Félixtambién se ha enamorado y ya me hundes.
―Ja ja ja…Félixse ha enamorado de Iván, ja ja ja, pero no olvides que mi hermano también está en el mismo club.
―Ya, pero no es lo mismo. No me veo reuniéndome en un club secreto con tu hermano. ―disimuló Eva.
―Bueno, siempre pueden reunirse para comer un helado de los vuestros.
―Ya. ―contestó notando un leve hormigueo recorrerle el cuerpo. ―.Ana, voy a estar un tanto desaparecida pero es que para poder organizarme bien y poder irme en verano he de cerrar unos cuantos
trabajos.
―Vale, ¡qué ganas de tenerte aquí!
―Pero, mantenme al día de tu historia con Iván, ya tengo ganas de conocerlo. Es más, ahora tras escuchar tu historia del bailecito de Hugh Jackman tengo ganas de verlo.―rio
―Búscalo en internet, ahora mismo te envío el enlace ―dijo entre risasAna―, y si quieres ver babear a Félixnómbrale la cancioncita, que se le pone la misma cara de tonto que a mi hermano cuando oye
el no puedo evitar pensar en ti de los Duncan Dhu. No sé qué demonios tendrá esa cancioncita. ―comentóAna percibiendo como la cara de Eva cambiaba por momentos, casi notando que hiperventilaba. ―.
¿Estás bien?
―Sí, sí, la calefacción que está muy alta. Bueno,Ana, un beso muy fuerte. Hablamos.
―Hablamos.

Nada más terminar de hablar conAna, Eva buscó un video en internet pero no el que su amiga le había dicho; no quería ver bailar a Hugh Jackman al ritmo del Get Lucky. No, ella necesita oír una ca
que hacía años había desterrado de su vida.
Los primeros acordes comenzaron a sonar y la imagen de Andrés le vino a la mente, recordaba perfectamente su rostro: sus ojos oscuros, sus labios perfectos, su sonrisa… Un escalofrió recorrió su
cuerpo, sintiendo de pronto auténtico pánico con la idea de volver a encontrarse con él.

¿Ysi después de tanto tiempo ya no existe esa conexión especial que había entre nosotros? ¿Ysi todo se quedó en un amor de adolescencia?

*****

Clotilde y Vicente no podían estar más felices con tener allí a su nieta, poco les importaba la invasión de cajas y maletas que invadían una de las habitaciones, en la que décadas atrás se llenaba con las risas
nocturnas de sus nietos. Sin duda alguna, aquella era lo mejor que les había pasado en muchos años aunque ello no evitó sentir lástima al ver las caras de su hija y yerno despidiéndose de Eva al regresar a Bonn al
finalizar julio.

―Cariñet, acabo de darme cuenta que llevas un mes en casa y no has quedado conAnita, ¿ha pasado algo? ―preguntó Clotilde que estaba extrañada porque sabía lo unidas que estabanAna y su nieta.
―No, iaia, este mes estaba fuera de vacaciones, ya la llamo esta misma noche o mañana que imagino debe haber llegado de vuelta o estar a nada de hacerlo.
―Ah, ya me extrañaba a mí.
―Bueno, ¿os venís con Jara y conmigo a ver al primo o nos vamos solitas?
―No, lleva tú a esta gordinflona―comentó la abuela acariciando la cabeza de Jara, que estaba a nada de tener cachorritos. ―, que voy a acercarme con tu abuelo a hacer unos recados.
―Vale―respondió Eva besando a su abuela antes de ponerle la correa a Jara. ―, futura mami, nos vamos a ver aAlejo.

Esta noche he de llamar a Ana, al final se enfadará conmigo cuando se entere que llevo un mes aquí y no le he dicho nada , pensaba Eva aparcando el coche en una calle cercana a la clínica veterinaria d
Alejo. Uff…Eva, reconoce que te da terror lo que implica ver a tu amiga, ahora ya no vas a tener excusas para no ver a Andrés. ¡Mierda, Eva! ¿Quieres o no quieres ver a Andrés? ¿Quieres o no quieres
saber qué sentirás al verlo? Eva, mejor dejas de pensar en Andrés y te centras porque vas a terminar de los nervios, se dijo al notar el incesante cosquilleo producido por sus pensamientos.
Eva miró a ambos lados, ningún coche a la vista. La falta de tráfico era inusual un miércoles a las siete de la tarde en aquella zona, salvo enAgosto, aunque no lo pareciera la ciudad no tenía el mismo ritmo.
Jara estaba pendiente de todos los movimientos de la nieta de sus dueños, nada más sentir el ligero tirón de Eva la elegante Vizsla se puso en marcha. Poco trato había tenido Eva con aquella perra, que ya era la
cuarta generación de braco húngaros de sus abuelos, pero en las últimas semanas se habían hecho inseparables.
Al igual que le había pasado con sus antecesoras, en aquellas semanas Eva y Jara conectaron a las mil maravillas, Jara se había convertido en la sombra de Eva, siguiéndola por toda la casa.

―Jarita, estuve en tu nacimiento y ahora voy a estar en el de tus cachorritos. Tú tendrás muchas ganas de tenerlos, pero yo estoy encantada de poder asistir a este nuevo nacimiento. ―Eva iba hablando
por la calle con Jara, haciendo sonreír a los pocos transeúntes con los que se toparon en su camino. ―. Sabes, Jara, yo estuve en el nacimiento de Zsa Zsa, en el que no estuve fue en el de Hera pero ahora voy a
estar en este y me encanta la idea…―Jara, ¿qué prisa te ha entrado? ―preguntó Eva al observar el aumento de velocidad en su amiga canina. ―¿Tienes ganas de ver aAlejo?

Eva no pudo evitar sonreír al ver a Jara mover el rabo al escuchar el nombre deAlejo.

―Ya hemos llegado.

Jara empujó la puerta con su hocico haciendo sonar las campanillas de la puerta de la clínica veterinaria. Varios de los perros, que se encontraban en la sala de espera, se pusieron de pie para observar a las
recién llegadas.

―Hola, Jara―saludóAlejo que salía de la consulta. ―. Hola, prima.


―Hola―respondió al saludo Eva sin poder apartar la vista del chico que salía de la consulta junto a su primo.
Eva notó que el corazón se le aceleraba. Su pulso se volvía loco por momentos, sus manos empezaban a sudarle haciendo resbalar la correa de Jara. Estaba petrificada, se había quedado muda, ni siquiera
podía acercarse junto a su primo, mucho menos saludarlo a él.

Andrés, ¿cómo es posible que sigas produciéndome esta sensación a pesar de los años que han pasado?

Eva notó el rubor cubrir sus mejillas al verse observada por el que había sido su amor platónico en la infancia y adolescencia, notaba que le faltaba el aire, casi creía haber olvidado respirar y sus piernas
seguían sin responderle.

Eva, se dijo mentalmenteAndrés sin apartar la vista de ella. Sí, cierto que desde hacía años sabía que ella y Alejo eran primos y, sí, sabía que Eva volvía a Valencia pero no se había imaginado encontrarse
con ella allí. No estaba preparado para hablar con ella. Andrés, habla con ella, dile algo, el puto gato ha dejado de liar la madeja y vas tú y te quedas mudo por primera vez en tu vida. Andrés, reacciona, ¿qué te
está pasando?
―Andrés, ya te llamo y quedamos. ―escuchó Eva decir aAlejo. ―.Andrés, ¿me has oído? ―preguntóAlejo pasando su vista deAndrés a Eva sin poder evitar una sonrisa.
―Sí, perdona―contestóAndrés que no podía apartar los ojos de Eva. ―. Hala, Titán, nos vamos.

Eva notaba su acelerado pulso mientras mentalmente se enfadaba consigo misma por no ser capaz de saludar aAndrés. No podía vocalizar ni una sola palabra, ni siquiera para preguntarle porAna, quien
era su excusa perfecta.

―Jara, creo que la prima se ha enamorado―le susurróAlejo a Jara acariciándole la cabeza. ―. Tendremos que hacer algo con los menta y chocolate.
―¿Decías algo,Alejo? ―preguntó Eva. Las campanillas de la puerta parecían haberla traído de nuevo al mundo.
―Nada, le decía a Jarita que tendréis que esperar un poco. ―mintióAlejo.
―No pasa nada.

Tres cuartos de hora más tardeAlejo cerraba la puerta de la clínica, ya no le quedaban más pacientes, solo Jara esperaba por él.

―Ybien, ¿has encontrado algo que te guste? ―quiso saberAlejo mientras palpaba la panza de Jara.
―Nada de nada. Mañana he quedado para ver un par de apartamentos, por cierto, muy cerquita de aquí.
―Genial, me encantará tenerte de vecina. ―afirmóAlejo―. ¿Cómo es lo de vivir con los abuelos? Yo los adoro, lo sabes. En realidad, es imposible que ninguno de nosotros diga lo contrario, pero no sé
si podría vivir con ellos.
―Bien, lo llevo bien, aunque la abuela no hace más que alentarme a buscar pareja―rio Eva―, y el abuelo no para de decirle que me deje en paz. Ya sabes como son.
―Sí, lo sé. ―rioAlejo. ―. Todo va bien, calculo que la próxima semana aumentamos la familia. Ya le voy a solucionar yo la papeleta a iaia , pensóAlejo sin poder disimular una sonrisa.
―¿De qué te ríes?
―No, de nada en particular, me estaba acordando de una cosa, por cierto, tenemos que quedar para que conozcas a Helena.
―Sí, yo quiero conocer a esa santa que te aguanta. ―bromeó Eva empujando suavemente a su primo.
―Prima, ¡qué ganas tenía de tenerte de vuelta! ―terminó por decirAlejo abrazando a su prima. ―Mira que te he echado de menos.
―Yyo a ti, aunque no entiendo el motivo. ―bromeó Eva.

*****

Casi no había dormido, su cabeza no podía pensar en otra cosa que no fuera:Andrés. Hacía rato que el sol se colaba por las cortinas, Eva seguía con los ojos clavados en el techo, intentando dilucidar si
Andrés la había reconocido o no la tarde anterior. Sin ser capaz de entender que a pesar de las dos décadas pasadas desde sus tonteos infantiles,Andrés siguiera produciéndole el mismo revoloteo de mariposas en el
estómago.
Jara la había escuchado atenta a todas sus explicaciones, pareciendo estar de acuerdo en todos sus razonamientos.A Eva le hacía gracia ver los movimientos de cabeza de Jara, como si realmente supiera y
entendiera de lo que estaba hablando.

―Jara, hora de ponerme en marcha, hoy he de ir a ver un par de pisos. Sabes Jarita, ahora que llevamos un mes juntas, te voy a echar de menos. ¿Quién va a escuchar mis locuras? Creo que tú eres mejor
que cualquier psicólogo―rio Eva acariciando la cabeza de la vizsla. ―, has escuchado atentamente todo mi rollo sobreAndrés, claro que también eres un poco culpable de que lo haya visto. Joder, Jara, ¿verdad
que es guapo? Su mirada es tan condenadamente sexy. Jara, de esta acabo en el psiquiátrico, te lo digo yo, que como alguien esté oyendo la parrafada que te he echado me ponen hasta camisa de fuerza.

He de llamar a Ana o me matará , se decía así misma de camino al piso que iba a ver aquella mañana, se va a enfadar con toda la razón. Podría preguntarle por Andrés, ¿estará saliendo con alguien?
Bueno, Ana decía que Andrés sería un buen socio para nuestro club aunque en este último mes puede ser que haya conocido a alguien… ¿te estás oyendo, Eva? ¿Qué estás diciendo? Ayer no fuiste capaz ni de
saludarlo. ¿Cómo es posible perder tanto el control sobre ti misma por el simple hecho de ver a una persona?

Eva señalizó que iba a aparcar, aquella no era la calle de su posible nuevo apartamento pero, si no recordaba mal era justo la paralela.

Luego le enviaré un whatsapp a Ana, la verdad es que tengo muchas ganas de verla , se decía así misma mientras buscaba el número de la calle.Allí había quedado con la propietaria.

―¿Eva? ―preguntó con aire escrutador la propietaria nada más abrir la puerta.
―Sí, soy yo―contestó sonriente Eva―. Usted debe de ser Reme ―dijo agachándose para acariciarle la cabeza del yorkshire que se había abalanzado sobre su pierna nada más abrir la puerta su dueña.

Al otro lado del descansillo se oyeron un par de gruñidos tras escuchar los continuos ladridos del yorkshire.

―Calla Cuqui, ya te ha escuchado Boss. No lo provoques.


―¿Boss? ―preguntó Eva que no estaba segura por qué le sonaba tanto el nombre.
―Sí, es el pastor alemán del piso de enfrente. Ya lo conocerás si te quedas con el piso, es muy guapo y un santo, Cuqui está siempre provocándolo y él aguanta estoico a esta tontuela. ¿Verdad, Cuqui?
Cuqui, deja en paz a Eva, no seas pesada.
―No se preocupe, no pasa nada. Debo olerle a perro.
―Por favor, no me trates de usted. ¿Tienes perro?
―No, mis abuelos, pero como ahora mismo estoy quedándome con ellos, debo tener el olor de Jara impregnado por todas partes.

Eva recorrió el piso con detenimiento. No era grande pero lo suficiente para ella. Aquel piso reunía todas las características buscadas por Eva: dos habitaciones, una de ella para utilizarla como centro de
trabajo, exterior, luminoso, bien situado, incluso tenía una pequeña terraza perfecta para trabajar en sus traducciones con el buen tiempo. Sí, sin duda alguna se veía viviendo allí.
―Me gusta.
―Me alegro―contestó Reme―. Sergio, mi marido, y yo en principio no sabíamos si vender o alquilar…
―Reme, perdona que te interrumpa, pero yo no quiero comprar. Apenas acabo de volver de Alemania y no me apetece meterme en la compra de un piso. Primero necesito establecerme y ver si
verdaderamente quiero vivir en Valencia.
―No, no me interpretes mal. Eso era en un principio, luego tuvimos claro lo de alquilar pero no queríamos meter a cualquiera.
―Imagino.
―No puedes ni imaginar la cantidad de gente a la que se lo he enseñado y nada.A unos no les interesaba porque buscaban algo más grande, y otros no me gustaban a mí. Sin embargo, no me preguntes el
motivo pero tú, nada más verte, me has gustado. Bueno, y a Cuqui ―rio al verla jugar con su perra.
―Me alegra que así haya sido.
―Pero, ¿cómo es eso que no tienes claro si te vas a quedar en Valencia?
―Bueno, no sé, es un decir―comenzó a aclarar Eva―. Me he lanzado a la aventura al volverme de Bonn pero creo que aquí me quedaré―continuó con la imagen deAndrés en el pensamiento―,
nunca debí marcharme de Valencia.
―¿Ypor qué no vivías aquí? Perdona que me entrometa.
―No, no pasa nada. ―solícita respondió Eva.

Media hora más tarde Eva entraba en el ascensor despidiéndose de Reme y Cuqui. Uff…mira que habla esta mujer, menos mal que tampoco será necesario verla a menudo, porque llevo la cabeza de
revés. Imposible ser más cotilla, solo le ha faltado preguntarme si prefiero tanga o braguita, reflexionaba saliendo del ascensor.

―Perdón―se disculpó al salir despistada y tropezar con el chico que esperaba para entrar en el ascensor.
―Nada, no pasa nada―oyó decir mientras sus ojos se clavaban en aquellos ojos marrones que tanto la habían obsesionado en su adolescencia. ―.Eh, ¡yo te conozco!
―Sí―sonrió Eva al ser reconocida porAndrés, notando un cierto hormigueo en el cuerpo por la ilusión de aquel tropiezo y por ser reconocida.
―Eres la prima deAlejo. ―disimulóAndrés haciendo que no sabía quién era.
―Ah, sí ―respondió un tanto decepcionada―, la misma.
―¿Vives aquí? ―preguntó haciendo acopio de valorAndrés.
―Casi.
―¿Casi? ―rio―¿Cómo “casi” se vive en un sitio?
―Porque aún no vivo, me mudaré en breve.
―Me alegra saberlo.
―Ah, ¿sí? ¿Por qué? ―preguntó Eva sintiendo la adrenalina subir como cuando estás en lo alto de la montaña rusa y estás esperando la veloz bajada.
―Siempre le alegra a uno la mañana tropezarse con una cara bonita nada más salir de casa. Por cierto, me llamoAndrés.

Eva no tuvo tiempo de responder,Andrés y ella dieron un salto al escuchar la voz de sorpresa que la llamaba desde la puerta.
―¿Eva? ―dudabaAna desde la puerta de la calle―Pero…pero, ¿de verdad eres tú?
―¡Ana! ¡No me lo puedo creer!
―Pero, ¿vosotras os conocéis? ―disimulóAndrés al ver a su hermana y a Eva fundidas en un abrazo.
―¿Cómo que si nos conocemos? ¿Acaso no os estabais saludando? No puedo creerme que no os hayáis reconocido. ―contestó Ana mirándolos a ambos recriminatoriamente porque sabía de
antemano que ambos sabían a la perfección quien era el otro.
―No, bueno, la prima deAlejo.Ayer nos vimos en la clínica. ―respondió mirando fijamente a Eva como si buscara una respuesta.
―¿Eres prima deAlejo? Ostras, claro, si alguna vez lo vi en tu casa. Joder, ¡el mundo es pequeño! Mira que uno de los mejores amigos deAndrés sea tu primo. ¿Andrés, de verdad, no recuerdas a Eva?
―Ana se giró hacia su hermano sin terminar de creer nada de nada. ―¿De verdad no sabes quién es? Es Eva, mi amiga de la infancia.
―¿Eva? Espera… ¿La misma Eva que se destrozó la rodilla al caerse de la bici? ―preguntó Andrés, como si verdaderamente estuviera recordando quien era, con una amplia sonrisa mirando a Eva
directamente a los ojos, haciéndola estremecerse con cada mirada, con cada palabra…― ¿La misma Eva que al reírse se le hacían dos hoyuelos a ambos lados de la boca? ¿La misma Eva cuya risa contagiaba a
todo el mundo?

Eva no salía de su asombro, escuchar todos aquellos recuerdos de boca deAndrés la hacía sentir un intenso cosquilleo por todo el cuerpo.

―¿La Eva a la que le gustaba el helado de menta y chocolate como a mí?


―Sí, esa soy yo.―acertó a decir Eva con una amplia sonrisa.
―Sí, sin duda alguna eres tú, los hoyuelos siguen estando ahí. ―confirmóAndrés acariciando sus mejillas haciéndola ruborizar bajo el contacto de sus dedos.

Ana los observaba divertida. Cada vez lo tenía más claro, sin duda alguna, su amiga y su hermano se gustaban de siempre.Aquellas miradas, aquellas sonrisas tontas, incluso podría jurar que si se fuera
sin decir nada ellos no se enterarían de su partida de los ensimismados que estaban.

―¿Vas a seguir ligando con mi amiga o puedo hablar con ella un momento? ―preguntóAna divertida y emocionada.
―¿Qué? ―preguntóAndrés que por un momento se había olvidado de la presencia de su hermana.
―¿Cuándo has venido? ¿Por qué no me has avisado y qué haces aquí?
―Llevo casi un mes. No te enfades, iba a llamarte pero no he parado.Además cuando llegué tú estabas fuera, y yo intenté pasar todo el tiempo con mis padres. Imagina como están con la idea de que su
hija se instale en Valencia. ―se excusó Eva. ―.Ellos se han vuelto para Bonn hace apenas unos días y, luego está que mis abuelos me tienen acaparada, y sin olvidarnos que Jara está a nada de parir.
―¿Quién es Jara? ―preguntóAna, olvidando por un momento que ella la conocía.
―Su braca húngara, es preciosa.
―¿Tú, cómo lo sabes?
―Ayer nos vimos en la clínica deAlejo.
―¿Yno os reconocisteis? ―inquirióAna mirando a su amiga y a su hermano, transmitiéndoles con su mirada que lo sabía todo.
―No, coincidimos unos minutos. ―se defendió Eva.
―Ya―respondió con cierto tono irónicoAna. ―¿Qué estás haciendo aquí?
―He venido a ver un piso, en breve me mudo.
―Vaya, ¿no es lo suficientemente grande Valencia que mi hermano, mi chico y ahora mi mejor amiga viven en el mismo edificio? ¿Aqué piso te mudas?
―Al décimo.
―Ja ja ja, la leche, vas a ser la vecina de Iván y justo debajo tendrás aAndresito. Mira que el gatito es juguetón.
―¿El gatito? ―preguntó Eva.
―Yo me entiendo. ―contestóAna mirando a su hermano que no había podido disimular una sonrisa al recordar al gato de sus pesadillas.
―Ahora que lo pienso―soltó Eva―, Boss es el perro de Iván, con razón me sonaba el nombre. ―se explicó a sí misma ante las miradas deAndrés y Ana―. No, es que antes Reme me dijo que el
perro de enfrente se llamaba Boss y no recordaba de qué me sonaba. Chicos, yo los tengo que dejar, quedé en pasar por la clínica y Alejo debe de estar esperándome desde hace un buen rato. Ana, te llamo y
quedamos.
―Vale, pero no tardes. Tenemos mucho de lo que hablar.
―No, ya te mando luego un mensaje y quedamos.
―Vale, lo esperaré.
Los ojos de Eva y Andrés se cruzaron por unos largos segundos. Eva volvió a quedarse sin saber qué decir.

―Nos vemos.
―Sí, nos vemos.
―En casa siempre tengo helado de menta y chocolate. No me importará volver a compartirlo contigo.
―Ni a mí.

Ana sonrió, sintiendo una ilusión inmensa al imaginar juntos a su hermano y a su amiga del alma.

―Cuando te apetezca, ya sabes dónde encontrarme.


―De acuerdo.

Ana y Andrés entraron en el ascensor nada más ver a Eva salir a la calle.Ana no podía evitar lucir una sonrisa socarrona en su rostro.

―¿Por qué me miras así?


―¿Siempre tienes helado de menta y chocolate? ¿Esa es tu manera de ligar?
―¿Qué dices?
―Andrés nos conocemos. No puedes negarlo. ¡Te gusta Eva! ¡Me encanta!
―¿Te has vuelto loca?
―No, cariñet, reconócelo hermanito te gusta Eva. Dime la verdad, esto no es un flechazo repentino, reconoce que Eva siempre te ha gustado. Si es que mi Evita siempre tuvo mucho éxito con los chicos.
―Ana, deja de imaginar cosas.
―¡Andrés! Reconócelo, ¿qué tiene de malo que te guste una chica?Además… ―Ana se calló, no le parecía leal revelar el secreto de su amiga.
―¿Qué? ―preguntó saliendo del ascensor.
―Me gusta Eva para ti, hacéis buena pareja. ―contestó empujando a su hermano que no podía disimular la sonrisa.
Capítulo 12.-

Andrés eres mi perdición, tú y este helado , pensaba Eva saboreando cada cucharada de su helado favorito. No había podido resistirlo, tras el encuentro conAndrés, la ansiedad iba a matarla, teniendo que
comprar una tarrina de helado. Poco quedaba de ella, casi la había devorado en su intento de calmar a las locas mariposas que se estrellaban contra las paredes de su estómago. El helado parecía calmarlas,
permitiéndole respirar con normalidad.

¿A quién se le ocurriría la metáfora de las mariposas? De verdad, yo ahora mismo dudo tener mariposas en mi estómago, a no ser que sean ciegas porque no hacen más que estamparse contra las
paredes de mi estómago, igual van borrachas. ¿Mariposas borrachas? No, más bien deben tener una sobre dosis de menta y chocolate, igual el helado las vuelve así. ¿El helado, Eva? Bien sabes quién las ha
puesto así, el mismo que a ti te hace pensar en tonterías porque llevas una hora zampando helado y pensando sandeces.

Eva no lograba pensar en otra cosa que no fuera Andrés, sin saber muy bien qué pensar. No estaba segura del significado de aquella conversación, nunca imaginó que Andrés recordara tantos detalles
suyos cuando hacía tanto tiempo que no se veían, que no hablaban ni compartían el helado que los había unido de pequeños. Estaba desconcertada y emocionada.

Sin contar cuando nos encontramos en aquel concierto, porque yo juraría que Andrés sabía quién era yo, nunca nos habíamos vuelto a ver en los últimos veinte años. ¡Veinte años!
Tan absorta estaba en sus propios pensamientos que no había visto acercarse a su abuela.

―Xiqueta[5], no me has contado cómo te ha ido con los pisos que ibas a ver.

Eva se sobresaltó al escuchar la voz de su abuela.

―Iaia, no te oí llegar―dijo incorporándose en la hamaca donde estaba recostada.


―Eva, aquí estás cogiendo toda la humedad de la noche. ¿Pasa algo?
―No, nada, iaia.
―¿Seguro? ―preguntó desconfiada Clotilde.
―Seguro.
―No te veo muy convencida―sonrió la abuela sentándose a su lado y acariciando a Jara. ―. ¿Qué tal el piso?
―Muy bien, en un par de semanas te libras de mí.
―¡No digas eso! ―rio Clotilde― Nosotros te vamos a echar de menos, pero a Jara le va a dar algo.
―No vamos a estar tan lejos y vendré a veros a menudo, yo también os voy a echar de menos.
―Cariñet, sabes que te puedes quedar en casa. Es demasiado grande para tu abuelo y para mí.
―Iaia, lo sé pero entiende que necesito mi propio espacio.
―¿Lo conozco?―de pronto le preguntó Clotilde tomándola de la barbilla para que la mirase a la cara.
―¿Aquién? ―con cara de sorpresa preguntó Eva.
―Al chico que te tiene así.
―¿Qué?
―Aver, cariñet, desde ayer estás ausente y a mí esa miradita tuya me recuerda a cuando yo andaba enamoriscada de tu abuelo.

Eva sonrió, besó a su abuela antes de que Clotilde la abrazara.

―Iaia, a veces se me olvida que a ti no se te escapa una.


―¿Yquién es ese chico?
―El hermano de mi amigaAna.
―¿Anita? ¿DeAnita, tu amiga del alma? ¿Cómo es posible que no me acuerde de su hermano? ¿El no venía por casa, no?
―Normal, yo no lo había vuelvo a ver desde hacía muchos años. Yno, no venía por casa. ―contestó con los ojos clavados en la piscina.
―¡No me digas que te gustaba entonces! ―exclamó Clotilde obligándola a mirarle a los ojos. ― ¡Mare de Deu[6]! ¿Eva, ese chico es el motivo que te ha traído de vuelta a Valencia?

Eva hizo un mohín, Clotilde lo entendió como un sí y abrazó a su nieta.

―Eva…Eva…así que la locura que ha traído a tus padres de cabeza tiene nombre y apellidos, pues, nena, ¿sabes qué te digo?
―¿Qué?
―Que me alegro que te me hayas enamorado de un valenciano, con tener a tu madre en donde la Merkel tengo de sobra. ―medio en serio medio en broma concluyó su abuela dándole un par de besos

El sonido del móvil interrumpió la conversación.

―¿Es él? ―preguntó Clotilde con una sonrisa.


―No, iaia―rio Eva.
―Hala, me voy para dentro, te dejo hablar tranquila.
―Hola,Ana, justo hablaba con mi abuela de ti. Sí, de ti―repitió Eva―, ¿de tu hermano? ¿Ypor qué iba yo a hablar deAndrés con mi abuela? ¿Qué?Ana no inventes.
―Ja ja ja…sí, me rio porque justo eso me respondióAndrés.A ver vosotros podréis decirme lo que queráis pero Eva, a mí no puedes negarme que siempre te gustó mi hermano. No, no, no…Ni se te
ocurra desmentírmelo, nos conocemos desde que llevábamos pañales. ¿Qué? Sí, puedes haber salido con todos los chicos que te dé la gana pero lo cortés no quita lo valiente.A ti te molabaAndrés, siempre lo supe,
y lo mejor es que te sigue gustando y…me callo…ya os arreglareis vosotros. ¡Pero me encanta la idea!
―Ana, siempre has sido una lianta. ―contestó sintiendo una punzada en el estómago al escuchar las palabras de su amiga.
―Lianta no, los conozco a ambos y ese rollito que os traíais los dos esta tarde decía mucho.Ah, y no me creo que no lo hubieras reconocido. ¿Qué? ¿Ypor qué no se lo dijiste? Bah, déjalo. Escúchame, el
sábado tenemos barbacoa en casa de mis padres. Bien, pero ellos no están. No, de vacaciones. Te quiero allí.Así te presento a Iván, que tiene muchas ganas de conocerte.
―Yeso, ¿por qué? Ya…ya… a saber qué rollo le has contado hoy.
―YAndresito también estará. ¡Ay, qué ilusión me hace!
―Ana, no seas fantasiosa, anda.
―De fantasiosa res de res [7], sé lo que me digo.

Eva no era la única que cucharada a cucharada acabó con la tarrina del helado,Andrés sentado en la terraza de su piso con un atento Titán a sus pies raspaba los bordes de la tarrina sin poder quitarse de la
cabeza su encuentro con Eva.

―Y en unos días, la tendré a unos veinte escalones de distancia. Joder…Titán, ¿quién nos iba a decir que cambiaríamos a Cuqui por Eva? Tú no la conoces pero Eva…Eva…Titán, entre nosotros Eva
me obsesiona más que el helado que me acabo de zampar. Por dios, me va a salir menta y chocolate hasta por los ojos…Titán, el sábado tendré que ponerme las pilas porque ayer y hoy me he lucido, pero esa
mujer tiene la culpa de todo, pone mi mundo del revés y, lo peor, es que ha tenido ese poder desde pequeña. Titán, ¡podrías hablar y decirme algo! Bueno, mejor no que ya no nos queda helado e igual de la
impresión lo necesitaría.

Titán dejó caer su cabeza sobre las piernas deAndrés.


―¡No me mires así! ¡Ya sé que debes pensar que no estoy muy bien de la cabeza! Pero, bien tontito que te pones tú cuando ves a Sira. ¿Creías que no sé qué te mola la bóxer deAlejo? Pero, macho,
entiende que lo tuyo con Sira no tiene futuro, ¿imaginas que podría salir de un cruce entre vosotros dos?

*****

Nerviosa sería quedarse corto, Eva era un puro manojo de nervios, la simple idea de encontrarse conAndrés no le permitía respirar con propiedad. Ella siempre había sido habladora, espontanea, sociable
pero tenía terror a estar con él.Ano saber cómo actuar, a volverse a quedar petrificada con su sola presencia.

Eva miró su cama, no se veía más que la montaña de vestidos descartados. Será mejor que recoja esta locura de ropa, casi parece Zara en rebajas.

Eva dio un par de vueltas frente al espejo bajo la atenta mirada de Jara, que parecía estar un tanto cansada.

―¿Te gusta cómo me queda? ―le preguntó a Jara como si pudiera contestarle.

Cinco minutos más tarde las dos salían de la habitación.

―Iaia, me voy, si Jara se pusiera de parto me llamas.Además, seguro queAlejo también está.
―Sí, no te preocupes. ―respondió su abuela.
―¡Qué guapa está mi nieta! ―dijo Vicente interrumpiendo a su mujer y su nieta.
―Gracias, iaio.

Eva se despidió de sus abuelos y Jara, que se había tumbado en su cama con cara de estar a punto de parir, y salió rumbo al chalet de los padres de su amiga.

―Eva―la llamó su abuela desde la puerta.


―Dime―contestó girándose hacia ella escudriñando los ojos, la luz del sol le molestaba pero no podía apartar la mirada del cielo. El atardecer les estaba regalando unas bellísimas tonalidades anaranjadas.
―, ¿has visto que bonito está el cielo, iaia? ―Clotilde asintió con un ligero movimiento de cabeza.―¿Qué me querías decir?
―Nada, solo desearte suerte.
―¿Suerte?
―¿Acaso no va el hermano deAna?
―Sí, pero…
―No hay pero que valga, Eva, en esta vida hay que luchar por lo que se quiere. No lo olvides nunca. Tú has dado un gran paso viniéndote pero aun te falta el más importante.
―Pero iaia y… ¿si él no siente lo mismo? ―casi musitó Eva.
―Estoy segura que si tú has dado este paso es por algo.Ahora vete, estoy segura que todo va a ir bien. Disfruta de la noche.
―Pero si Jara…
―No te preocupes si Jara decide ponerse de parto te llamamos.

Eva volvió a darle un par de besos a su abuela antes de emprender su camino.Al pasar por su antigua casa, se paró un momento al escuchar voces de niños correteando por su antiguo jardín.

―Andrés―escuchó a la que imaginó era la madre llamar al niño. Solo escuchar aquel nombre hizo acelerar su pulso.

Pues, guapa, a ver cómo lo haces si te pones nerviosa solo por oír su nombre. Uff…, se dijo retomando la marcha.

Los ladridos de un perro llegaron hasta ella nada más llamar a la puerta.

Debe ser el perro de Andrés, el elegante dóberman que estaba en la consulta de Alejo. Respira Eva…respira , pensaba escuchando la voz deAndrés hablando con su perro al otro lado de la valla.

―Hola, vecina.―la saludó sonriente, disimulando su nerviosismo.

Andrés no era el único que la saludaba, Titán subido sobre sus patas traseras intentaba lamerle la cara.

―Titán, bájate inmediatamente, no seas pesado. No seas maleducado, no conoces a Eva de nada.
―No, no pasa nada. ―respondió Eva dedicándole una sonrisa―. Hueles a Jara, eh. ―comentó Eva acariciándole la cabeza a Titán.
―Le has gustado. Claro, no me extraña.―dijo sonriente clavando su mirada en la de ella, haciéndola perderse en ella.
―Toma―dijo Eva intentando controlar la situación.
―¿Qué es esto?
―Un par de botellas de vino.
―No tenías que haberte molestado.
―¡Qué menos! No iba a venir con las manos vacías. Y si traía el postre podría haber mosqueo general porque creo que somos de los pocos seres en este planeta que disfrutamos con el mismo sabor de
helado. ―comentó guiñándole un ojo.
―¡Eva! ―la llamó Alejo que acababa de enterarse queAna y Eva eran amigas de toda la vida, que laAna por quien su prima lo abandonaba muchas veces era justo la hermana de su mejor amigo, del
chico con el que más de una ocasión había querido liarla.
―Mejor será que entremos.―comentó Eva.
―Sí, porque fugarnos estaría mal. ―bromeóAndrés.
―¿Fugarnos? ¿Por qué?
―Porque mi hermana está un poco insoportable desde el otro día, ahora le ha dado por hacer de casamentera. Hace un mes intentó liarme con la que ahora es la novia de tu primo y ahora―Andrés miró
fijamente a Eva cómo intentando comprobar su reacción.―intenta liarme contigo.
―Atu hermana no hay que hacerle mucho caso, eso lo deberías saber. ―contestó Eva evitando su mirada.
Eva estás tonta, ¿por qué le has dicho eso?, se recriminaba mentalmente.

―Lo sé, lo sé―respondióAndrés―.Además, seguro que habrás dejado a algún alemán echándote de menos.

Eva, me lo vas a poner difícil, lo estoy viendo venir , pensabaAndrés sin dejar de mirarla.

―¿Pensáis quedaros en la puerta? ―preguntóAlejo abrazando a su prima― ¿Cómo sigue Jara?


―Me huelo que de un momento a otro nos llama la abuela. ―comentó Eva percatándose queAndrés no apartaba la vista de ella.
―Ven, quiero presentarte a Helena.

Tras conocer a Helena, Eva siguió con las presentaciones, aun no conocía a Iván aunque tenía la impresión de conocerlo por todo lo que su amiga le había hablado de él en los últimos meses. Pedro y
Cristina fueron los siguientes en ser presentados, al único que conocía era a Félix.

―Ydices queAna intenta liarte con su hermano.―le murmuró con cierto tono sarcástico Félixen un momento que se habían quedado asolas.
―Tu amiga está loca.
―¿Loca? ¿Por qué? ―preguntó dándole un sorbo a su copa―Ati te gustaAndrés, no lo puedes negar y a él le gustas…
―¿Qué dices?
―¿Qué digo?A ver, guapa, no ha dejado de mirarte en toda la noche. Conozco desde hace mucho a estos dos y aAndrés nunca lo había visto mirar así a una chica y…le he conocido a unas cuantas... Y
tú―Félix se rio acercándose un poco más a Eva para que nadie los oyera. ―, tú estás coladita por él también. Y te entiendo perfectamente, Andrés es perfecto salvo que al muy jodido le gusta las mujeres.
―terminó diciendo soltando una carcajada.
―¡Mira que eres tonto!―rio Eva empujándolo suavemente.
―Seré tonto pero tengo ojos. ―comentó empujándola. ―.Yel de tu amiga no se queda atrás, joder, y que yo no encuentre a alguien así.
―Félix―dijo Eva sin parar de reír―, estás como una cabra. Tú sí que eres perfecto, si no fuera por qué ahora mismo usaría la táctica deAna para dar celos y te morreaba.

Eva y Félixno paraban de reír,Ana no pudo resistir la curiosidad acercándose a sus dos amigos.

―¿Qué secretitos os traéis? ―quiso saberAna acercándose a ellos y colgándose de los cuellos de ambos― ¡Me encanta! Por fin voy a poder disfrutar de mis dos mejores amigos al mismo tiempo.

Félixno era el único en haberse percatado en las miradas que Eva y Andrés se habían dedicado a lo largo de la noche.

―Me gusta Eva, es muy guapa y simpática.


―Iván, ¿he de recordarte que soy el hermano de tu novia? Mejor no me hables de otras mujeres. ―bromeóAndrés.
―No, imbécil, me gusta para ti y, tú no puedes negar que te gusta.
―¿Qué dices?
―Tío, las miraditas te delatan. Bueno, os delatan. Ella no se ha quedado atrás.
―¿Tú crees?
―¡Ajá! Entonces sí que te gusta, y lo que yo creía que eran desvaríos deAna es cierto―murmuró ―, si es que no hay más que miraros. No paráis de buscaros con la mirada.
―Iván, a ti mi hermana te está haciendo mucho daño. ―rioAndrés.
―¿Qué secretitos os traéis aquí vosotros dos? ―quiso saberAlejo.
―Aquí al colega le mola tu prima.
―Hala, publícalo en las redes sociales. ¡Seréis panda de marujas!
―Sí es que yo sabía que estabais hechos el uno para el otro, Evita es la prima que siempre te quise presentar.A ella es a la que le gusta tu helado favorito, a la que no conociste en aquel concierto porque
no quisisteis acercaros adonde estaba con el alemán.
―Francés―corrigióAndrés sin darse cuenta dejando perplejos a Iván y Alejo.
―Andrés, ¡no me jodas! Tú la conocías eso lo tengo claro porque ella y Ana se conocen de siempre pero ¿a ti te molaba mi prima? ¡No me jodas! ¡Qué fuerte!
―Pero…pero…¿qué dices? ¡No inventes! Vosotros dos sois tal para cual, ni que hubieseis compartido piso. Sois unos marujas, deberíais dedicaros a escribir guiones porque vuestra imaginación…
―No, no, no. ¿Cómo recordabas que era francés? Porque es cierto mi prima salía con un francés pero de eso hace ya una eternidad y tú te has acordado.
―Porque tengo buena memoria, tú no dejabas de hablar del francés, si hasta estabas mosqueado porque le estuviera metiendo mano a tu prima.
―Espera un momento―dijoAlejo―¡No, no me lo puedo creer! ―casi vociferó, dándose cuenta y bajando inmediatamente el tono de voz. ― Recuerdo que a mi prima le molaba un chico, que antes
de marcharse a Bonn yo me mosqueé con ella porque no me contaba quién era y―Alejo abría sus ojos mostrando el asombro de su propio descubrimiento. ―, recuerdo a un chico, que llegó corriendo casi
jadeando, el día que mi prima y mis tíos se fueron. ¡Joder! ¿De verdad, eras tú? ¡Tú eras ese chico!

Alejo e Iván se miraron estallando en un sonora carcajada viendo la cara deAndrés.

―¡Paso de vosotros dos!

La voz deAndrés se escuchó sobre las demás, haciendo que todos dirigieran su mirada a él. Eva le sonrió, algo en su interior la hacía imaginar qué había pasado.

―Habla con ella, mi prima no se come a nadie. ―le dijoAlejo.


―Mira que sois pesaditos. ―se quejóAndrés mientras veía a Eva acercarse a donde estaban hablando por el móvil. ―Eva, ¿podemos hablar? ―preguntó al verla colgar la llamada.
―¿Es urgente?
―No―respondióAndrés sin entender la pregunta y sentándole como un jarro de agua fría.
―Alejo, me acaba de llamar el abuelo, Jara está de parto. Voy para allá, ¿vienes?
―Sí, claro. ―contestóAlejo dejando el vaso sobre la mesa y acercándose a su prima. ―.Helena, luego vengo, si la cosa se alarga te aviso.
―Vale―respondió Helena.

Alejo y Eva se despidieron de todos, ya estaban junto a la puerta acompañados por Titán, quien casi no se había separado de Eva en toda la noche.

―Alejo, adelántate, ahora voy yo. ―comentó Eva acariciando la cabeza de Titán.
―Ok.

Eva lo buscó con la mirada, haciéndole señas para que se acercara. Sorprendido por aquel inesperado gestoAndrés se acercó a Eva.

―Perdona que haya sido tan cortante antes. No quería ser borde.
―La verdad es que me diste un planchazo―contestóAndrés―, pero lo entiendo yo también acudiría junto a Titán si estuviera de parto.
―Eso sería digno de ver.―rio Eva.
―¿Por?
―¿Titán embarazado?
―Era un suponer, ¿también me vas a dar caña tú?
―Ja ja ja. No, yo no te voy a dar caña, al menos hoy no―contestó mirándolo a los ojos―, tal vez…
―¿Mañana? ¿Te apetece comer conmigo mañana? Esta noche me voy a quedar aquí, ¿te apetece si paso a por ti y nos vamos a la playa?
―¿Tú y yo?
―Tú y yo, sin casamenteros.
―Perfecto. ―contestó antes de darle un par de besos en las mejillas. ―. Nos vemos mañana.
―Hasta mañana, pequeñaja.―le susurró al oído mientras sus dedos bajaron por su brazo derecho hasta tocar los de ella.
―Hacía mucho que no me llamaban así―contestó Eva jugando con los dedos deAndrés. ―, nos vemos mañana.

El primero de los cachorritos había nacido, Jara lo lamía mientras una segunda cabecita comenzaba a asomar. Eva se abrazó a su abuela, ella había visto nacer a la que ahora estaba de parto y, tal como
entonces, ver nacer a aquellos pequeños le parecía un auténtico milagro de la naturaleza. Alejo, al igual que el resto de la familia, contemplaba alumbrar a Jara; su intervención no era necesaria. Hora y media más
tarde, nietos y abuelos observaban con una sonrisa en la cara a los cinco cachorritos mamar de su madre.
¿Cuántos perros habían visto nacer aquellas cuatro paredes? Muchos y, sin embargo, aquel momento les seguía pareciendo igual de intenso y emocionante. Incluso aAlejo, que por su profesión había
vivido muchas situaciones como aquellas.

―Ya no habrá más nacimientos en esta casa.―comentó en voz alta Clotilde.


―¡Iaia! ―clamaron al unísono Eva y Alejo.
―Aver, bisnietos espero ver pero ya no vamos a tener más cachorritos.
―Pero, ¿os vais a quedar con uno, no? ―casi suplicó Eva.
―No lo tengo tan claro.―respondió su abuela mientras su abuelo hacía un leve movimiento de hombros.
―Pero, iaia, no podemos romper el árbol genealógico. Nosotros hemos disfrutado con Xena, Zsa Zsa, Hera, Jara, ¿con quién van a jugar tus bisnietos?Anda iaia .―dijoAlejo besando a su abuela.
―Vosotros dos sois los peores, sois ambos unos aduladores―rio Clotilde ―, habéis sido consentidos por vuestros primos mayores y por todos nosotros.
―Venga, iaia, sabes que nosotros te ayudaremos con―Eva se calló un momento―, ¡tenemos que buscarle un nombre! Jara eres una campeona. ―Eva se acercó a la Vizla para acariciarle la cabeza.

*****

Casi no había dormido en toda la noche, demasiadas emociones concentradas en poco espacio de tiempo. Primero los recién nacidos, no podía dejar de observarlos, le parecía mágico haberlos visto nacer
y verlos mamar de su madre, que no dejaba de lamerlos. Sin embargo, Jara y su camada no era el principal motivo de su desvelo. No, su insomnio llevaba nombre pero el deAndrés.
¿Voy a ser capaz de hablar con Andrés? , se preguntaba removiendo y removiendo su café con leche bajo la atenta mirada de su abuela, que la observaba en silencio imaginando a qué se debía el
nerviosismo de su nieta pequeña.

―Entonces, no vienes a comer.―Clotilde interrumpió los pensamientos de su nieta.


―No, no sé adónde vamos pero no vendré a comer. Bueno, a no ser que me necesites aquí.
―Cariñet, ¿para qué iba a necesitarte? ¿Cómo es posible que estés tan nerviosa? ―sonrió Clotilde levantándose de su sitio y sentándose junto a su nieta― ¿Tanto te gusta ese chico? ―preguntó
subiéndole la barbilla con sus manos― Ni respondas, no hace falta.
―Iaia, en realidad, me gustaba cuando era una niña.Ahora casi me da miedo a decepcionarme, aunque creo que eso es imposible.
―Eva…Eva―la llamó su abuelo entrando en la cocina―, hay un chico en la puerta preguntando por ti.
―¿Qué hora es? ―preguntó mirando la hora en el reloj de la cocina―Uff…se me ha ido el santo al cielo. ¿Puedes decirle que salgo enseguida?

Eva corrió al cuarto de baño, estaba preparada, solo necesitaba cepillarse los dientes y coger su bolso con sus cosas. Diez minutos más tarde se despedía de sus abuelos, y no podía marcharse sin antes
echarle un vistazo a Jara y sus inseparables cinco.

―Perdón―se disculpó nada más sentarse en el coche―, siento mi retraso. Juro que no soy una tardona. No me gusta hacer esperar por mí.
―No pasa nada. Si he esperado veinte años para volver a verte, podía esperar diez minutos más.
Eva no dijo nada, solo sonrió. Sin palabras se había quedado. No estaba segura del significado de aquellas palabras. Desconcertada por el comentario se colocó el cinturón, costándole más de la cuenta
abrochárselo.

―¿Necesitas ayuda? ―preguntó mirándola de reojoAndrés, teniendo cada vez más claro el porqué de la falta de destreza de Eva.
―No, gracias. No es necesario. Ya está. ―contestó Eva. ―. He dormido poco y ando un tanto torpe esta mañana. ―se apresuró a decir.
―Ya―sonrió― ¿Qué tal Jara y sus cachorros?Alejo me dijo que todo había ido perfecto.
―Sí, todo bien.

El silencio se apoderó del coche, ambos parecían estar escuchando a The Corrs, cuando en realidad tenían la cabeza puesta en el otro. La letra de la canción les taladraba a ambos en el cerebro:

I haven’t slept at all in days


It’s been so long since we’ve talked
And I have been here many times

What can I do to make you love me…

―Este silencio comienza a hacerse insoportable―de pronto dijoAndrés cuando ya llevaban media hora larga en silencio. ―. No te recordaba tan calladita.
―¿Ycómo me recordabas? ―quiso saber Eva.
―Sonriente, siempre parloteando…una de las chicas con más admiradores de todo el colegio.
―Ja ja ja. Sí, claro, con club de fans y todo.
―De haberlo sabido me hubiese hecho el presidente. ―aseguróAndrés volviéndola a sorprender con sus indirectas confesiones.
―¿Adónde vamos?
―Eso es una salida por la tangente en toda regla―se rioAndrés―.Ala Granadella en Xábia.
―¿No se te ocurrió nada más lejos? ―bromeó Eva.
―Sí, pero no era plan para ir y volver en el mismo día aunque siempre estamos a tiempo y pasar la noche. ¿Te apetece?
―¿Qué?
―Por mí no hay problema, estoy de vacaciones, ¿y tú?
―Yo…yo…también estoy de vacaciones pero no he traído ropa y ¿tu perro?
―Llamo aAna y ya.
―Pero…¿estás hablando en serio? ―preguntó viendo comoAndrés asentía con un movimiento de cabeza sin apartar la vista de la carretera.

Eva no daba crédito a lo que estaba sucediendo. No sabía qué contestar, le apetecía estar conAndrés pero tampoco quería precipitarse, lanzarse al vacío aunque comenzaba a darse cuenta que había una
amplia red de seguridad.

A pesar de serAgosto y domingo, la playa estaba casi vacía, lo cual la hacía más apetecible aún si aquello era posible. Eva no había estado nunca allí y estaba impresionada con el color de su arena, sus
aguas cristalinas. Escudriñaba cada rincón, no quería perderse nada de aquel paisaje costero increíble.

―Es muy bonita.


―Me alegro que te guste porque si te traigo hasta aquí para que me digas que no te gusta tendría delito―contestóAndrés soltando sus cosas en la arena para quitarse la ropa. ―. Yo no sé tú pero yo ya
necesito meterme en el agua.
―Yo también―respondió Eva mientras doblaba con cuidado el veraniego vestido antes de meterlo en su capazo.
―¿Vamos? ―preguntóAndrés tendiéndole la mano.

Eva sintió cada uno de los dedos de aquella mano entrelazándose a la suyos mientras caminaban la poca distancia que los separaba de la orilla del mar.Al llegar a la orillaAndrés hizo amago de soltarse, los
dedos de Eva se lo impidieron. Sus miradas se cruzaron un instante.Andrés levantó su mano izquierda, subiendo con ella la derecha de Eva.

―Pequeñaja, voy a meterme en el agua, necesito mi mano. ―sonrió más con la mirada que con los propios labios.
―Perdona, tienes razón.―contestó sonrojándose.

El agua estaba fresquita, Eva lo agradecía, necesitaba refrescarse para poder pensar con claridad.
Andrés no se lo pensó dos veces, nada más tener liberada su mano se lanzó al mar. Eva no podía evitar sonreír viéndolo sumergirse en el agua, nadando bajo el mar durante un largo rato y salir a una
distancia más que considerable de la orilla. Sin dudarlo y verlo hacer gestos para que fuera hasta él, Eva se tiró haciendo el mismo recorrido realizado anteriormente porAndrés; saliendo justo delante suya.

―¡Está fresquita!―dijo nada más salir frente a él.


―Sí, pero se agradece.
―Sí.
―Me estaba acordando que la última vez que nos vimos, no me acuerdo dónde estábamos, habíamos ido al campo de excursión con tus padres, mis padres y más gente, que no recuerdo ahora, pero lo
que sí recuerdo es que me tiraste al agua.
―Sí, cierto, ¡Al río! ¡Lo había olvidado! ―exclamó riéndose.
―¿Río? ¿Aqué llamas tú “río”?Aquello era una charca inmunda, ¡ni las ranas vivían en aquellas aguas asquerosas! ―se quejó entre risas apartándole un mechón de pelo, que se le había pegado en la cara.
―Buena memoria la tuya aunque insisto que era el río.
―Normal, es el último recuerdo que tenía tuyo.Alos pocos días te fuiste aAlemania y no volví a verte.
―Pero, yo he venido cada verano.
―Lo sé.
―No me has visto porque no has querido.
―También lo sé.
―Bueno o porque Marta no te dejaba. ―con cierto tono sarcástico contestó Eva.
―¿Marta? ¿De qué Marta hablas?
―De tu Marta, de la que tú no recuerdas estaba ese día de campo. De la misma Marta que me echaba miradas asesinas cada vez que me acercaba a ti. De la misma Marta que decía se iría a vivir bajo un
puente contigo de ser necesario, y que se iba a tatuar una rosa en el culo con tu nombre. ¿Se la tatuó, por cierto?
―Ah, esa Marta. No me acordaba de ella. ―mintióAndrés salpicándole agua. ―. Yno sé si se lo tatuaría, hasta donde yo sé no lo hizo.
―Eh, ¿qué haces?
―Vengarme por lo de la charca inmunda, y porque por tu culpa me lie con la loca de Marta para que la amiguita de mi hermana me hiciera caso. ―explicó agarrándola y hundiéndola en el agua.
―Andrés―a modo de súplica dijo Eva sacando la cabeza del agua antes de queAndrés volviera a sumergirla. ―¡No es justo! ―se quejó mientrasAndrés divertido volvía a realizar la misma operación.
―No, lo que no es justo es que yo terminara liado con la psicótica de Marta y que aún hoy en día me acojone cuando me la tropiezo por la calle. ―rioAndrés. ―. Eso no es justo.
―Para…para―suplicó intentando aguantar la risa Eva―, una tregua, por favor. Deja que me explique.
―¿Qué me vas a explicar? ¿Por qué la señorita me tiró a aquella charca contaminada de residuos tóxicos?
―Ja ja ja, creo que no recordamos la historia de la misma manera y no seas quejica, el agua no estaría cristalina pero no estaba como tú dices. Y te lo merecías por decirme que por fin te librabas de mí, que
ya no tendrías que aguantar las tonterías deAna y mías.
―¿Yo dije eso?
―Sí, tú dijiste eso.
―¡Qué mala es la adolescencia! ―casi susurró a su lado.
―¿Por qué no te acercaste nunca a verme cuando venía?
―Porque no quería verte. ―confesó mirándola a los ojos. ―. ¿Sabes que sigo esperando una respuesta?
―Alo de quedarnos a pasar la noche.―murmuró Eva sin apartar la vista de él.
―Ejem… pues, entonces a dos preguntas.
―Ah, ¿cuál es la otra?
―Si dejaste a algún alemán echándote de menos.
―¿Crees que me importa si algún alemán me echa de menos?
―¿Siempre respondes con preguntas?
―¿Te molesta?
―¡Dios! ¿Cómo me puedes gustar tanto con lo borde que eres?
―¿Porque soy irresistible? ¿Porque tú eres más borde que yo? ¿Porque me gusta el helado de menta y chocolate?
―No callaras.
―¿Seguro? ―preguntó teniendo la cara deAndrés apoyada en la suya.
―Si vuelves a hacer una sola pregunta más…
―¿Qué? ―preguntó a modo de provocación Eva―¿Se lo dirás a Marta? ¿Aesa Marta de la que no te acordabas a pesar de ser tu peor pesadilla?
―Cállate, anda―dijo antes de saborear sus salados y húmedos besos. ―. Entonces, no hay ningún alemán que te soportara.―comentó entre beso y besoAndrés.
―¿Crees que he aprendido a besar en un espejo? ―se rio Eva.
―Eres un auténtico bicho pero me lo merecía. ―dijo volviéndola a besar. ―.Ysé perfectamente que no aprendiste a besar en los espejos.
―¿Yeso cómo lo sabes?
―Porque te vi con cierto francés mientras te metía la lengua hasta la campanilla. ―confesóAndrés volviéndola a hundir.
―Me viste en el concierto.―dijo Eva.
―Sí, señorita, nos vimos en el concierto. Tú y el francés me jodieron el concierto. ―gruñóAndrés volviéndola a hundir mientras Eva intentaba hacer lo mismo con él.―¿Crees que vas a poder conmigo?
―Andrés―se quejó entre risas Eva―, esto no vale, ¿me has traído hasta aquí para ahogarme? ¿Este era tu plan? ―preguntó una sonriente Eva.
―No, en realidad quería comprobar si el francés de las narices tenía razón y tus besos sabían a menta y chocolate.

Eva se quedó paralizada al oír aquello, ¿cómo sabíaAndrés que Dominique decía eso de sus besos? Ella nunca se lo había comentado aAna, y ella era la única fuente de información deAndrés.

―¿Qué dices? ¿Cómo sabes eso?


―Verano del 2006, pasaba mis vacaciones en Londres con mi novia y te vi en las escaleras del museo británico.
―¿Estás hablando en serio?
―Sí, pequeñaja―contestó acariciándole la cara―y entonces entendí que yo no la quería. Dos horas más tarde ella volvía a Valencia acordándose de mis muertos y yo estaba sentado junto a la fuente de
Eros en Picadilly Circus cuando te volví a ver y él te dijo…
―Que mis besos sabían a menta y chocolate.
―Exacto. Yno, no tenía razón el francés. Tus besos saben mejor que la menta y chocolate. ―comentó antes de volver a besarla.
―¿Solo oíste eso?
―Sí, ¿por qué? ―preguntó sonriente al sentir las piernas de Eva rodeándole la cintura. ―Mi francés no es muy bueno, y eso es lo que pude entender.
―Porque en realidad hablábamos de ti, el día del concierto Dominique se dio cuenta que a mí me pasaba algo.
―¿Yqué te pasaba, pequeñaja?
―Que tú también me jodiste el concierto.
―Pues, parecías pasarlo muy bien.―bromeó.
―Eres igual de idiota que hace veinte años.―rio Eva.
―Pero te sigo molando, pequeñaja.
―¡Serás creído! ―rio intentando zafar sus piernas sin lograrlo.
―No te escabullas, has de contarme qué hablabas con el gabacho.
―Pues, le decía a Dominique que igual si tú supieras que mis besos sabían a menta y chocolate me hubieses hecho caso.

Andrés soltó una sonora carcajada al escuchar las explicaciones de Eva, comprendiendo que los dos habían estado dando círculos alrededor del otro sin darse cuenta.

*****
―¿En media hora?― preguntóAndrés entre beso y beso ante la puerta de los abuelos de Eva.
―¿Media hora? Necesito ducharme, quitarme la arena y el salitre del cuerpo.
―Lo puedes hacer en mi casa―dijo volviéndola a besar.
―Pero…¿vamos a tu casa? ¿No ibas a quedarte en casa de tus padres?
―Tecnicismos…en casa de mis padres, señorita especifícame todo. ―se burló.―¿Media hora? ―insistió volviéndola a besar.
―Andrés, así no nos vamos a despedir nunca. Ya me hubiese duchado. ―comentó separándose deAndrés. ―. Enseguida me tienes allí.
―No tardes, pequeñaja.
―¿Vas a seguir llamándome “pequeñaja”?
―Siempre―contestó volviéndola a besar.

Nada más verla llegar Clotilde percibió la sonrisa de su nieta, quedándole claro la felicidad de su nieta.

―¿Qué tal el día?Aunque veo que es una tontería preguntar. ―comentó su abuela dándole un par de besos.
―Increíble, iaia, hemos estado en La Granadella, es preciosa.
―Sí, sí que lo es pero no preguntaba yo por la playa.
―Mejor imposible, iaia―respondió volviendo a besar a su abuela―, nunca hubiese imaginado que esto iba a pasar. ¿Cómo está Jara? ―preguntó observando a su fiel amiga canina acercarse a ella para
saludarla. ―Hola, Jarita, ¿te han dejado levantarte tus tragoncetes?

Eva acarició a Jara, que parecía estar fuerte a pesar de estar amamantando a cinco cachorros.

―Alejo ha pasado esta tarde con Helena, muy maja, ha estado viendo a Jara y a sus cinco, nos ha dicho que están todos muy bien.
―Es que Jara es una madre estupenda, ¿verdad, Jara? Bueno, me voy a dar una ducha rápida que he quedado en ir a cenar conAndrés.

Poco más de media hora tardó Eva en ducharse, arreglarse y salir rumbo a su cita tras despedirse de sus abuelos, Jara y sus cinco.

―¿Vienes a dormir? ―preguntó su abuela.


―Cloti, deja a la niña, no seas preguntona.

Eva no sabía qué responder, ni se había planteado la posibilidad de pasar la noche conAndrés. De pronto, volvió a sentir a las dichosas mariposas acaparándose de su estómago.
A paso ligero se dirigió a casa de los padres deAndrés. La calle parecía desierta, pocas familias debían quedar por allí, la mayoría se iban a pasar el verano a la playa, entre ellos los padres deAndrés y Ana,
que el mes deAgosto preferían pasarlo a pie de playa.
Titán fue el primero en recibirla, nada más entrar en la calle de los padres deAndrés y Ana, Titán alertó a su dueño que Eva estaba llegando.

―Eres una tardona―la recriminóAndrés antes de besarla―, y decías que no lo eras.


―Necesitaba darme una ducha, total, solo me ha servido para quitarme la sal del cuerpo porque con este poniente insoportable estoy nuevamente muerta de calor.
―Luego nos refrescamos en la piscina. ―comentó pasándole el brazo por la espalda mientras subían por el pequeño sendero que llevaba a la casa.
―¿Piscina?Andrés, eso se avisa. No me he traído bikini.
―Mejor―le susurró al oído haciéndola estremecerse.

La cena pasó entre risas. No paraban de hablar. Veinte años, aunque el tango nos diga que no son nada, son muchos años; muchas historias que contar.
―Entonces eres traductora y buena, si te puedes permitir vivir dónde quieras. ―dijo llenándole nuevamente su casi vacía copa.
―Bueno, es que no necesito estar en una oficina. Trabajo en casa y mi trabajo lo podía hacer en Bonn, aquí o en Madagascar. ―sonrió ―. Y deja de llenarme la copa que a este paso acabo a cuatro
patas.
―¡No seas exagerada!Además, ¿a dónde vas a ir? Tienes mucho que contarme.―observó guiñándole un ojo y brindando con ella.
―¿Yqué más quieres saber?
―¿Qué lenguas hablas?
―Español, obviamente,Alemán, Inglés, Francés e Italiano.
―¡Joder, y yo contento porque hablo inglés! ¿No se te olvida alguna otra?
―Bueno, el Valenciano no lo cuento porque no tengo el título, ja ja ja ja, y estoy aprendiendo Ruso. ¿Qué más quieres saber? ―preguntó dando un sorbo a su copa.
―¿Cuántos novios has tenido?Al francés ya lo conozco―rioAndrés―. El día del concierto tu primo quería ir a partirle la cara por estar metiéndole mano a su primita.
―Estás de coña, ¿verdad?
―No, totalmente en serio. Ybien, ¿cuántos novios?
―¿De verdad es algo que quieres saber?
―¿Por qué no? Es por saber a quiénes he de darle las gracias por haberte enseñado a besar. ―bromeóAndrés.
―Ah, bueno, siendo así, a un par de alemanes, a un inglés. Bueno, el inglés no fue novio solo un rollete sin importancia. ―comentó enseñándole la lengua Eva―. El famoso francés… uhmm… un
italiano, a ese especialmente has de agradecérselo, puedes llamarlo habla un perfecto español―rio Eva―es lo que tiene darle a la lengua. ¿Te paso sus números y los llamas? ―preguntó estallando en carcajadas
ante los ojos deAndrés que la miraban con una supuesta cara de enfado.
―¿Para qué habré preguntado yo? ¿Ycon un ruso no? ―continuó la broma con cierto tono sarcástico.
―No, una pena es como mejor se aprende el idioma.

Andrés dejó su copa en la mesa antes de levantarse, Eva lo contemplaba divertida acercarse a ella.

―¿Qué haces? ―preguntó al quitarle la copa, dejarla en la mesa junto a la suya y levantarla de la silla.
―Poco Ruso vas a aprender, ha llegado la hora que te saques no el Mitjà sino el Grau Superior de Valencià.― explicóAndrés con su cara a menos de medio palmo de la de Eva.
―¿Ah, sí? ¿Yeso, cómo?
―Ya empezamos con las preguntitas. ―sonrió besándole el cuello―. Ya me encargaré yo de ello.
―¿Ahora eres profesor? Creía que eras ingeniero.
―Lo que tengo claro yo es que no eres capaz de estar calladita un segundo. ―replicó empujándola suavemente mientras la besaba.
―¿Se puede saber qué haces? ―preguntó Eva.
―Besarte―respondió―, ¿qué pasa el italiano era mejor?
―Uhm…déjame pensarlo― replicó mirándole a los ojos―. No, ni el italiano, ni el francés, ni los alemanes y mucho menos el inglés.
―Me alegro―respondióAndrés―pero, lo siento, eso no te salva.
―¿Salvarme? ¿De qué? ―preguntó Eva empezándose a dar cuenta de lo que iba a hacerAndrés. ―No, no, ni se te ocurra,Andrés.
―Tarde, pequeñaja, te has dado cuenta tarde. Veinte años he esperado devolvértela y aun así sales ganando.

Encogiéndose de hombros y con un suave empujónAndrés la tiró a la piscina.

―Me las vas a pagar, como Eva que me llamo que me las vas a pagar.

Andrés se quitó la ropa antes de meterse en la piscina sin darle tiempo a Eva a salir.

―Esto te va a costar muy caro.―volvió a repetir Eva mientrasAndrés le quitaba el vestido de tirantes dejándolo junto a las sandalias al lado de la escalerilla.
―¿EnAlemania la gente se mete vestida en las piscinas?
―Eres muy gracioso, ¿ahora cómo me voy yo?
―¿Irte? ¿De verdad pensabas irte? ―le preguntó clavando su oscura mirada acorralándola contra la pared de la piscina. ―Su curso de Valencià ya ha comenzado, ¿no pensarás fugarte de clase?
Eva se sintió perdida en aquella mirada, siempre se había sentido atraída por aquellos ojos oscuros. Eva se estremeció al sentir los dedos de Andrés recorrer sus brazos, su espalda, parándose en las
presillas de su sujetador. Hábil, era realmente habilidoso.

―¿Por qué te ríes? ―extrañado preguntóAndrés dejando el sujetador junto al resto de la ropa mojada.
―Nada, pensaba que debes haber practicado mucho para ser tan hábil.
―Sí, con un par de alemanas, una francesa, una inglesa, una italiana…uhmmm… la italiana. ―bromeó.

Andrés le sonrió, ella le devolvió la sonrisa antes de posar sus labios en los de él. Sus bocas se buscaban lenta y acompasadamente, la prisa no existía para ellos.

―¿Yno aprovechaste para aprender idiomas?


―No, no eran tan parlanchinas como tú.―le murmuró al oído antes de besarla junto a la oreja.

Aburrido de contemplar los juegos de su dueño y Eva en la piscina, Titán terminó por dormirse escuchando el cric cric de los grillos que se mezclaba con los gemidos, las respiraciones, las risas nervios
y el vaivén del agua de la piscina.
Capítulo 13

Andrés no podía dejar de contemplarla, se frotó los ojos para comprobar que estaba despierto, necesitaba demostrarse a sí mismo que aquello era real. ¿Quién le iba a decir a él que necesitaría veinte años
para estar junto a la chica que siempre le había gustado?

Veinte años, dicen que quién la sigue la consigue, pero ¿cómo imaginarse que iba a necesitar veinte años para cumplir mi sueño?, pensabaAndrés acariciando la espalda de Eva con la clara intención
despertarla. Tampoco es que hace veinte años fuera esto lo que yo soñaba, si acaso imaginaba un beso furtivo , sonrió. Yquien dice un beso, dice compartir un helado.
Veinte años, se repitió como un mantra , mira que has sido imbécil, Andrés, lo decidido que eres para algunas cosas y lo patoso que has sido con Eva. Eva…Eva…Eva, mira que te colaste con fuerza
en mi vida, se decíaAndrés que no podía dejar de contemplarla dormir. Ahora me habrá costado recuperarte pero que al gatito ni se le ocurra volver a enredarnos con sus juegos porque me encargaré yo
mismo de cargármelo.

Andrés recorrió con el dedo índice de su mano derecha la desnuda espalda de Eva. Ella se movió ligeramente, sonriendo en sueños,Andrés desistió Eva dormía plácidamente. Nada, la pequeñaja está
más dormida que la Bella Durmiente, se dijoAndrés dando por perdida su misión de despertarla. Titán que dormía junto a la cama enseguida se acercó a su dueño.

―Buenos días, Titán, no hagas ruido que la pequeñaja sigue en brazos de Morfeo. ―acariciándole la cabeza le comentó a Titán, que se sentó atento a los movimientos deAndrés. ―.Voy a preparar el
desayuno, ¿te vienes o te quedas con la pequeñaja?

Titán caminó alrededor de la cama hasta tumbarse junto al lado en el que Eva dormía.

―Eres listo, colega, te quedas con ella pero te advierto, esto te lo tendré en cuenta, ya te tendrá que sacar Eva de paseo. ―rio al tiempo que se enfundaba unos boxers y una camiseta antes de salir con
cuidado de no despertar a Eva.

Titán con las orejas tiesas escuchaba atento las palabras deAndrés, cerrando los ojos tras verlo salir de la habitación.

Poco tardaría Eva en dar señales de vida, comenzando a moverse en la cama con el casi imperceptible ruido producido por la puerta. Eva abrió los ojos, se sentía confundida, no reconocía aquella
habitación; no recordaba donde estaba. Los lametones de Titán la hicieron recordar que estaba en la cama deAndrés, sonriente se giró hacia el otro lado en su busca tras acariciar al cariñoso dóberman, que no paraba
de darle lametazos.Andrés no estaba en la cama, su hueco estaba vacío pero aún estaba caliente.
No pudo evitarlo, Eva se acurrucó en el hueco queAndrés ocupaba hasta hacia unos pocos minutos, olía a él. La almohada estaba impregnada del aroma de su amaderado perfume, Eva aspiró su olor
estremeciéndose al recordar cada caricia, cada beso de la noche anterior, resultándole increíble estar en aquella cama, en la cama de Andrés. En la cama que tantas veces y a hurtadillas lo había visto tumbado
enchufado a su walkman escuchando música y, ahora ella estaba allí, acostada en aquella cama sin poder borrar una tonta sonrisa.

¿De verdad esto es real o en unos momentos sonará el despertador y me daré cuenta que todo es un sueño? , pensaba abrazándose a la almohada deAndrés. ¿Cómo es posible que hayamos sido t
idiotas? ¿Idiotas? Eso es por llamarnos de manera suave, porque nos hemos estado negando nuestros propios sentimientos durante veinte años. Y eso, a los quince es perdonable, pero pasados los veinte ya
comienza a ser hasta delictivo, rio con sus reflexiones y los lametazos de Titán, que de manera abierta le demostraba que ya formaba parte de su vida.

―Titán, los perros sí que sois listos, demostráis vuestros sentimientos de manera abierta y no os comportáis de manera estúpida como los humanos. ¡Para que luego nos creamos superiores!
¡Deberíamos aprender tantas cosas de vosotros!

Titán la miraba sin perder detalle de su conversación, parecía estar asintiendo a la disertación de Eva. Eva le acarició la cabeza antes de volver a besarlo.

―Eres un amor, Titán. ―dijo Eva volviéndolo a besar.―Mira que eres guapo, pero no te mosquees tu dueño me gusta más. Uhmm…ahora que lo pienso, vosotros dos juntos sois un peligro, seguro
queAndrés contigo liga más. ―comentó Eva. ―. ¡Qué tontería aAndrés no le hace falta un perro para ligar! ― exclamó Eva siendo observada por Titán, que movía la cabeza de un lado a otro sin dejar de perder
detalle de lo dicho por Eva. ―. Titán, perdona, vaya charla te estoy dando. Lo siento, al final va a ser verdad lo que dice tu dueño y no sé estar callada. Por cierto, Titán, ¿dónde estáAndrés? ―le preguntó Eva al
dóberman que la observaba con la cabeza apoyada en la cama. ―Creo que mejor me levanto y lo busco por mí misma, ¿tienes idea de dónde está mi ropa?

Ala mente le vino la noche anterior, el baño en la piscina, los besos, las caricias deAndrés sintiendo estremecerse con el simple recuerdo. Tendida, mi ropa está fuera en la terraza , se dijo así misma
sentada en la cama.Ana recorrió con la mirada la habitación intentando localizar algo para vestirse ya que como acababa de recordar su ropa la había dejado secándose sobre una silla de la terraza. Sus ojos localizaron
una camiseta deAndrés a los pies de la cama.

―Algo es algo―dijo poniéndose la camiseta que le llegaba a medio muslo antes de salir acompañada de su inseparable nuevo amigo canin o . ―Buenos días―dijo aAndrés abrazándose a su espald
―Bon dia ―contestóAndrés girándose y besándola. ―, ¿has dormido bien?
―De maravilla―respondió volviéndolo a besar. ―, bueno, lo que me has dejado dormir.
―¿Lo que te he dejado dormir yo? Seré mala persona, mira que no dejarte dormir. Quédate esta noche conmigo y te dejo dormir toda la noche.
―Muy listo tú pero para eso mejor me quedo en casa de mis abuelos, ¿no crees? Yasí nos aseguramos que dormimos tanto tú como yo. ―se burló Eva guiñándole un ojo.
―¿Desayunamos? ―preguntó Andrés apagando la cafetera― Por cierto, bonita camiseta. ―sonrió apartando la cafetera del fuego. ―. Hay que ver cómo eres, pequeñaja, llegas me dejas el mínimo
espacio en mi propia cama y ahora me robas la ropa.
―¿Perdona?—rio Eva ―¿Quién insistió para que me quedara anoche? ¿Quién es el culpable que mi ropa esté mojada?
―Minucias―dijoAndrés besándola.
―Minucias…minucias ―parecía quejarse Eva―, ¿mi vestido está seco?
―¿Ypara qué quieres tu vestido ahora? Por el momento, no te voy a reclamar mi camiseta. ―sonrióAndrés.
―Muy amable pero en algún momento tendré que vestirme e ir por casa de mis abuelos, ¿no crees?
―¿Es necesario?
―¡Andrés!
―Nada, nada. No he dicho nada.―rio viéndola salir en busca de sus cosas. ―. Eva…
―Dime―respondió al regresar con su vestido, su ropa interior y sandalias.
―No alquiles el piso. ―dijo borrando la sonrisa de su rostro.
―¿Qué? ¿Por qué? Me gusta ese piso. ¿Qué pasa no me quieres de vecina? ¿Te da miedo tenerme tan cerca? ¿Quieres que busque algo más lejos? ¿No me decías el otro día que fuera a comer helado a
tu casa? ¿Prefieres que regrese aAlemania? ¿Ya te has saturado de mí?

Eva encadenaba una pregunta con otra sin dejar de sonreír viendo las caras que le poníaAndrés.
―¿No callarás? ¿Esto va a ser siempre así?
―¿Cómo? ―rio Eva.
―Leches, que no paras de hacer preguntas y de hablar. ¡Eres peor queAna!
―Es que necesito saber por qué no quieres que alquile ese piso, es el único que me ha gustado de todos los que he visto. El único que se acopla a mis necesidades.
―Eso es porque no has visto el mío. ―comentóAndrés mirándola a los ojos.
―No, no lo he visto pero ¿me lo vas a cambiar? ¿Harías eso por mí? ―preguntó dedicándole una sonrisa y volviéndolo a besar. ―¿Hacemos un trueque?
―Veo que estás corta de reflejos. Mucho idioma pero no entiendes una indirecta.
―¿Corta de reflejos? ¿Indirectas? ¿Por qué? ¿Qué se me escapa?
―Vas a volverme loco con tanta pregunta―bromeóAndrés―. Calla un momento, pequeñaja, estoy intentando proponerte que vivas conmigo.
―¿Te has vuelto loco?
―Tal vez pero múdate a mi casa.
―Andrés, eso es una auténtica locura
―Las mejores historias comienzan siendo una locura y, terminan convirtiéndose en lo mejor de tu vida. Yeste, pequeñaja, es solo el principio de la nuestra. ¿Qué me dices? ¿Café?
―Sí, por favor, que he dormido bien pero poco.―sonrió Eva mientras su cabeza daba vueltas a la propuesta deAndrés.
―¿Yeso? ¿Qué estuviste haciendo que no dormiste? ―preguntóAndrés con una sonrisa sirviéndole el café.
―Ati te lo voy a contar para que luego lo digas por ahí. ―bromeó Eva.
―Te recuerdo que la panda de marujas son otros, no yo. ―rioAndrés―. ¿Galletas?
―Vaya, yo pensaba que me ibas a hacer un delicioso desayuno.
―Eso, si te mudas a mi casa, ¿verdad Titán? Hablo en serio, pequeñaja. ―dijoAndrés antes de dejarle un suave beso en los labios. ―. ¿Azúcar?
―Sí, gracias.

Solo el piar de los pájaros en el jardín rompía el silencio que se había hecho entre ellos. Eva giraba y giraba la cucharilla en su café con leche, como si en vez de dos cucharaditas de azúcar hubiese echado un
par de docenas.Andrés la observaba atento esperando alguna respuesta por su parte.

―¿No piensas darme respuesta?


―Andrés es una auténtica locura.
―No, lo que es un auténtica locura es que durante veinte años hayamos estado pensando en el otro y nunca nos atreviésemos a hacer nada. Eso sí es de locos, por no decir otra cosa.
―Andrés, escúchame, no quiero que te enfades conmigo. ―empezó a decir Eva―. Negar que tu oferta me tienta es intentar mentirte a ti y a mí misma, juro que ni en el mejor de mis sueños creí que
esto fuera posible. Me gustas desde que tengo uso de razón, a estas alturas no te descubro ningún secreto, lo que no sé es cómo no te diste cuenta.
―De la misma manera que tú no te percataste que era recíproco.―la interrumpióAndrés acariciándole la mano que tenía sobre la mesa.
―Sí, supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver.Ambos éramos pequeños e inexpertos―sonrió Eva―.Ahora ya no somos unos niños ni inexpertos…
―Ya, algunas con amplia experiencia internacional. ―rioAndrés.
―¡Serás!
―¿Acaso miento, pequeñaja? ―preguntó dándole un sorbo a su café sin apartar la mirada de ella.
―Vale, vale…pero hasta mis oídos también han llegado rumores de tu no menor experiencia.
―EstaAnita siempre tan bocazas.
―No te metas con mi amiga.―rio Eva.
―¡Dios! ¡Qué dos!
―Bueno, no me interrumpas más o no acabaré nunca.
―Eva, no te esfuerces. Sé que me vas a decir que no.
―Andrés, pero quiero que entiendas el motivo. Llevo toda la vida soñando con estar contigo―se apresuró a decir Eva sin darle tiempo a replica aAndrés. ―. Johanne, mi…
―Sé quién es, le dijiste a tu madre que era como un helado de chocolate y tú…tú querías encontrar tu menta y chocolate.
―¡Joder! ¿Pero no es posible tener secretos?
―Me temo que no.―fingiendo resignación contestóAndrés.
―Bueno, pues, Johanne que terminó convirtiéndose en mi mejor amigo me dijo que yo no lograría saber lo que era enamorarse hasta que no resolviera mi asignatura pendiente, la cual resulta que eres tú.
―terminó de explicar Eva―. Sin embargo, yo me he dado cuenta que tú eres mucho más que una asignatura pendiente, que no sé por qué he estado enamorada de ti toda mi vida y ahora que todo se ha aclarado
entre nosotros quiero una relación normal.
―¿Una relación normal? ―preguntó con una medio sonrisa, que lo hacía irresistible ante los ojos de Eva,Andrés.
―Sí, quiero lo que hacen los novios normales. ―contestó aguantándose las ganas de levantarse y besarl o .
―¿Lo que hacen los novios normales? ―sin poder aguantar la risa preguntóAndrés antes de dar un nuevo sorbo a su café.
―¡No te rías de mí! ―se quejó Eva intentando poner cara de enfado.
―Nunca osaría tal cosa, pequeñaja. ¿Puedo saber de qué hablas? ¿Qué son esas cosas normales?
―No sé, pues, cosas simples como: ir al cine, salir a cenar, pasar un fin de semana juntos perdidos de todo y de todos, conocernos, descubrir todo lo descubrible del otro… y entonces después de todo
eso, sí que aceptaría lo de vivir juntos.

Andrés se levantó de su sitio, se acercó a Eva, la tomó de la mano para que se levantara.

―Entonces, ahora tú y yo ¿somos novios? ―preguntó sin ocultar una sonrisa.


―Ah, ¿querías una compañera de piso con la que pagar a medias el alquiler?
―Exacto, eso es lo que quería.―contestó burlón.
―Pues, entonces perdone usted el mal entendido―contestó Eva mientrasAndrés le besaba el cuello. ―, ¿cuándo compartías piso con mi primo e Iván también les dabas besos en el cuello?
―¡Ni de coña!
―¿Yqué te ha hecho pensar que conmigo sería diferente?
―Eva, Eva no juegues conmigo. ―comentó besándola. ―. Sabes que hay quien se va a poner insoportable cuando se entere que estamos juntos. ―le susurró al oído antes de volver a besarla.
―Lo sé―respondió notando un fuerte escalofrío recorriendo su cuerpo con el contacto deAndrés.
―Así que novios―dijo entre beso y besoAndrés―, pero digo yo que novios de los que pasan la noche juntos.
―¿Viendo la tele?
―¡Serás puñetera!, si quieres dejamos la tele encendida―respondió subiendo la camiseta hasta quitársela mientras la iba empujando hacia su habitación. ―, así que somos novios, esto habrá que
celebrarlo.
―¿Yendo al cine? ¿Acenar?
―No pensaba yo en eso―le susurró volviéndola a besar. ―. Titán, quédate ahí, sé bueno. ―dijo al verlo seguirles hacia la habitación.

Obediente Titán se tumbó junto a la puerta del dormitorio deAndrés, hasta él llegaban las risas de su dueño y Eva, muriéndose de ganas de entrar y participar en aquello que parecía ser tan divertido…
*****

Eva no podía dejar de contemplar a los cinco cachorritos que mamaban desesperados, ver a Jara alimentar a sus hijos la llevaba hasta su infancia cuando asistió por primera vez a un parto; a una postal
como aquella y al desgraciado desenlace final de Xena. Sus ojos se humedecieron al asaltarle a la mente el triste final de Xena, su posterior enfado, su fuga y Andrés convirtiéndose en su refugio junto a una tarrina de
helado.

―Si es que siempre ha estado ahí, Jara, pero no nos dimos cuenta. Seguro que tu bisabuela, Xena, sí que se dio cuenta de mi predilección porAndrés y tu abuela…bueno, estoy segura que a Zsa Zsa le
molabaAndrés, ella lo buscaba cuando la llevaba a pasear al parque. ¿Crees que lo haría porque presentía algo? ¿Tenéis vosotros esa destreza? Tu madre no lo conoció,Andrés y yo no coincidimos ni una sola vez
estando con ella…y tú, bueno, tú sabes perfectamente de quién te hablo. Creo que he hablado contigo más que con nadie sobre Andrés. ―rio Eva acariciándole la cabeza a la atenta vizsla que seguía quieta
amamantando a sus cachorros.

―Eva, ¿con quién estás hablando? ―preguntó su abuelo al entrar en el salón y escuchar la voz de su nieta.
―Con Jara, debe estar aburrida de oírme hablar―contestó sintiendo el cálido beso de su abuelo en la cabeza. ―. ¿Ya se ha convencido iaia? ¿Nos va a dejar quedarnos con la única hembra?
―¿Cuándo te ha dicho tu abuela a ti y a tu primo que no? ―sin poder ocultar una sonrisa preguntó Vicente.
―¿Cuándo le supliqué que hablara con mis padres para poder quedarme en Valencia con vosotros?

Clotilde sonrió, llevaba un rato escuchando a su nieta hablando con Jara. Sin querer había asistido a la confesión de Eva sobre sus sentimientos, pensaba en entrar cuando su marido se adelantó, prefiriendo
seguir oyéndolos desde su nada secreto escondite.

―Cierto que iaia tenía razón, como siempre. No sé cómo lo hace pero siempre tiene la palabra justa, siempre te dice lo que necesitas oír aunque no sea lo que quieras. ―explicó Eva acariciando a la
cachorrita que intentaba trepar por sus piernas. ―. Mira que son fuertes y listos los animales, luego nosotros nos la damos de estar por encima de ellos, pero fíjate solo tienen un par de días de vida y ya intenta
trepar por mis piernas y justo Vesta.
―¿Vesta? ―preguntó Vicente―¿Ya le has puesto nombre?

Eva sonrió levantando ligeramente los hombros y a Vesta entre sus manos.

―Yo creo que es un buen nombre, es la diosa romana del hogar y simboliza la fidelidad. Ydudo mucho que nada ni nadie pueda ser mejor abanderado de la fidelidad que un perro. ¿Aqué sí Vesta?
―Me gusta el nombre y su significado. Yo apruebo tu elección sin lugar a dudas. ―dijo mientras su nieta se levantaba con Vesta entre sus manos para besar a su abuelo. ―. Iaio, que no se entere e
abuelo Hans pero tú sin duda alguna eres el mejor de los abuelos.
―Ytú una tramposilla, ¿crees que no sé que a Hans le dices lo mismo? ―sonrió Vicente.
―¿Interrumpo vuestras confabulaciones a mis espaldas? ―Clotilde preguntaba entrando en el salón―Así que parece ser que ya tenemos nueva diosa en la casa, ¿verdad, Vesta? Me gusta la elección,
hemos tenido una princesa guerrera, una actriz húngara, una diosa griega, homenajeamos a Víctor Jara con nuestra Jarita y ahora una nueva divinidad clásica, Vesta.
―¿Eso es que nos la vamos a quedar? ¿Has oído Jara nos quedamos con tu chiquitina, seremos tres en nuestros paseos?
―¿Tres? ¿Seguro? ―preguntó con cierto tono burlón Clotilde. ―Creo que alguien no ha pasado la noche en casa.
―Vale, igual dejamos queAndrés se sume a nuestro paseo, ¿te importará Jara?
―¿Andrés? ¿Ese es el chico deAndrés y Cristina? ―preguntó su abuelo.
―¿Tú lo conoces?―se sorprendió su mujer―Yo es que no lo recuerdo, y seguro que en algún momento habrá pasado por aquí o, me lo he tropezado porque el pueblo no es tan grande.
―Luego lo conocerás―sonrió Eva dejando a Vesta junto a Jara―, eso me recuerda que he de ducharme y vestirme que en un rato hemos quedado y a este paso terminará por creer que soy una
tardona.

Eva no tenía ni la más remota de las ideas de adónde iban a ir.Andrés solo le había dicho que la recogería a las ocho, así que poco más de media hora le quedaba para ducharse y decidir que ropa ponerse.
No tenía que haberme entretenido tanto con los cachorritos , se decía así misma mientras se enjabonaba la melena, pero cómo no hacerlo. Eva se apresuró en la ducha, no quería queAndrés esperara por ella
aunque casi lo veía como misión imposible.

―Puaaff, ¿qué ropa me pongo? ―se preguntaba parada frente el armario abierto.

La ropa, como uso y costumbre en ella, comenzó a salir y entrar del armario sin terminar de decidirse por nada. A su mente le vinieron todas las primeras veces anteriores, sus nervios aquella tarde de
sábado antes de ir a casa de Yohanne.

―Yohanne, nunca me olvidaré de ti, has sido alguien muy importante en mi vida. He de llamarte. ―musitó probándose un vestido.

Con Dominique y Angelo, todo había sido diferente, la espontaneidad había reinado en ambas relaciones, y los nervios casi no habían aparecido. Sí, volvieron a aparecer con Derek, Eva recordaba la noche
en la que habían quedado y como aquella cita no había acabado de la manera planeada.

―¿Qué habrá sido de Derek? ¿Le daría una oportunidad a la chica del café? Espero no haberle hecho demasiado daño. Eva deja de pensar en todas tus relaciones anteriores y céntrate en el ahora, o llegará
Andrés y tú sin saber qué ponerte.

Mierda, Eva, ¿cómo es posible que estés tan nerviosa? , pensaba viendo su reflejo frente al espejo con un nuevo vestido que volvía a la percha, porque no era el seleccionado para la ocasión. ¿Cómo
posible que esté más nerviosa hoy que ayer por salir con Andrés? Andrés…
El móvil comenzó a sonar devolviéndola a la realidad. ―¿Dónde demonios está mi móvil? ― se dijo mientras el móvil sonaba y sonaba bajo la montaña de ropa acumulada sobre la cama. ―Aquí
estás―clamó Eva mientras veía el nombre deAna en la pantalla.

―Muy buenas desaparecida, ¿se puede saber dónde te has metido?Ayer te llamé varias veces pero fue misión imposible localizarte en el móvil y no me acordaba del teléfono de casa de tus abuelos. Los
móviles han hecho mucho daño, ya casi soy incapaz de memorizar los números. ―Ana hablaba sin parar mientras Eva seguía en su empeño de encontrar el vestido adecuado. ―. De hecho, por no saberme no
me sé ni mi propio número.
―Eso es normal―la interrumpió Eva dejando el teléfono sobre la cama tras conectarle el manos libre y así poder probarse otro vestido.
―Bueno, ¿me vas a decir dónde has estado? Porque ayer nada de nada, ni por la mañana ni por la tarde ni por la noche.
―Cierto, culpa míaAna, vi tus llamadas perdidas pero me despisté por completo, perdona.
―¿Despistado? ¿Con qué te habías despistado si puede saberse?
―Pues… ―comenzó a decir guardando parte de la ropa que se había quedado acumulada sobre la cama.
―Bueno, me da igual. Ya me lo contarás luego. ―la interrumpióAna. ―. ¿Te apetece si nos vemos en un rato y salimos a cenar?
Eva escuchaba a su amiga hablar y hablar mientras se decidía por un corto vestido rojo, que acababa de descubrir entre el montón de vestidos guardados.

―¿Eva, se puede saber qué estás haciendo? ¿Me estás oyendo?


―Sí, te oigo pero es que…
―Pero es que nada, a ver…―interrumpió de nuevo Ana―si vosotros no os decidís, yo tendré que actuar. Ahora mismo llamo a mi hermano y quedamos los cuatro para ir a cenar así que vístete y
vente para Valencia. Te espero en casa deAndrés.
―¡Anaaaa! Escúchame, por favor, tu hermano no está en su casa. ―se apresuró a contar Eva cogiendo el móvil y desconectándoleel manos libr e.
―¿Ytú, cómo lo sabes?
―Porque ahora mismo debe de estar llegando a casa de mis abuelos y está claro que terminará por creer que siempre llego tarde. Con esta es la segunda vez que le toca esperar por mí.
―¿Cómo que la segunda? ¿Cómo que mi hermano va a buscarte? ¿Qué es lo que me he perdido? ―emocionada preguntabaAna.
―Ana, hablamos mañana, te lo prometo pero ahora he de terminar de vestirme y coger…―Eva iba a decir ropa para el día siguiente pero prefirió omitir más información o su amiga no soltaría el
teléfono. ―, mañana hablamos te lo prometo. ―.Hasta mañana, un besito. ―dijo cortando la llamada y dándose cuenta que en menos de cinco minutosAndrés estaría allí.
―Eva―la llamó su abuela desde la puerta de su habitación―, ¿puedo pasar?
―Pasa, iaia ―contestó Eva subiéndose la cremallera del vestido.
―Andrés ha llegado, está en el salón con el abuelo. Nena, pero que guapo es, ahora te entiendo.―rio su abuela.
―¿Aqué sí? Pues es más encantador que guapo, ¿sabes que él fue quien me curó la rodilla cuando me caí aquella vez de la bici?

Clotilde sonrió, le encantaba ver la cara de felicidad de su nieta mientras hablaba deAndrés.

―¿Te falta mucho, cariñet? ―quiso saber Clotilde.


―Cinco minutos, es que me ha llamadoAna y me ha tenido un buen rato al teléfono. ¿Le puedes decir que salgo enseguida?
―Sí, claro.

Media hora más tardeAndrés, Eva y Titán subían al coche poniendo rumbo a Valencia,Andrés necesitaba pasar por su casa para dejar a Titán. Él no entraba en los planes para aquella noche. La música
comenzó a sonar al ponerse en marcha el coche, Eva sonrió.Aquello no era una casualidad, aquella canción había sido seleccionada porAndrés, de eso estaba bien segura.Aquella canción se lo traía a la mente cada
vez que la escuchaba, hasta el punto que había terminado por desterrarla de su vida.
Eva miró de reojo aAndrés, quien no podía esconder una sonrisa, al escuchar la canción y tenerla a ella a su lado:

No sé qué hago aquí algo debe de recordarme a ti

Cantaron los dos al unísono con una clara complicidad en sus gestos y miradas:

Que pronto se puede olvidar
Hay que ser un tonto para recordar
Pero yo no puedo evitar pensar en ti…

―Ymuchos fueron los amores que entraron y salieron de la vida de la señorita, ¿verdad, Titán?
―Habló el que ha estado encerrado en un monasterio. Ninguno es un santo, así que mejor mantenemos la boquita cerrada o tendré que hablar seriamente con Titán, seguro que conoce a más de uno de
tus ligues.
―Aalguna ha conocido, pero nada importante.―rioAndrés.
―¿Ypuedo saber cuál es el plan para esta noche? ― cambió de tema Eva.
―Cosas de novios―respondióAndrés estallando en una carcajada, indicando que iba a aparcar.
―Puaaaff…no sé yo si tú y yo vamos a aguantar juntos mucho tiempo. ―señaló Eva dubitativa.
―Pequeñaja―dijoAndrés―, el gatito ya ha dejado de jugar con el dichoso ovillo así que ahora ya no tienes escapatoria.
―¿El gato? ¿De qué me estás hablando? ¿Tienes un gato además de a Titán?
―No, no me gustan especialmente los gatos. ―comentóAndrés. ―.Veo que a ti no te ha soltado el rollo del hilo rojo mi hermana.
―¿Del hilo rojo? ¿Hablas de la leyenda del hilo rojo? Conozco esa leyenda oriental―respondió Eva saliendo del coche. ―, pero no sé qué pinta el gato. ―continuó rodeando el coche hasta llegar junto a
Andrés. ―. Ves como tenemos mucho de lo que hablar antes de invadirte tu casa. ―Terminó de decir antes de besarlo.
―Uhm…no empieces con los besos que anulo los planes. ¿Subes conmigo o te esperas aquí?
―Mejor me espero―sonriente contestó―, no vayamos a cambiar los planes. Tengo muchas ganas de saber qué has planeado. ¿Subes mi bolsa?
―Sí, señorita, subo su bolsa.

Eva se apoyó en el coche, desde su posición vio entrar en casa a Andrés y Titán, siguió sus pasos hasta el ascensor clavando su mirada en la puerta al cerrarse tras ellos entrar. Eva estaba nerviosa,
ilusionada, sentía unas ganas locas de tener aAndrés ya a su lado; de recorrer las calles de Valencia, la que nunca había dejado de ser su ciudad, agarrada de su mano.
Eva vio abrirse la puerta del ascensor y a un sonrienteAndrés salir de él, ninguno de los dos podía borrar la sonrisa de su cara desde el día anterior.

―¿Vamos, pequeñaja? ―preguntó tras darle un beso.


―Sabes que he dejado de ser pequeñaja hace mucho, ¿verdad?
―Ya te dije que para mí siempre serás “pequeñaja”. ―se reafirmó tomándola de la mano para ponerse en marcha.
―¿Me vas a decir a dónde vamos?
―No seas impaciente, ya lo verás.

Durante un buen rato caminaron por la Gran Vía, la cual a pesar de ser lunes tenía menos tráfico del habitual, ventajas de pasar el verano en la ciudad.A Eva siempre le había gustado aquella gran avenida,
siempre que regresaba de Bonn paseaba por ella, hasta eso le resultaba curioso ahora, que estando tan cerca de la casa deAndrés nunca se hubiesen tropezado. Al llegar a la calle Russafa giraron rumbo a la calle
Colón.Ambos paseaban en silencio, dedicándose miradas y sonrisas cada dos por tres, Eva había intentado sonsacarle a dónde iban peroAndrés no había abierto la boca.

―¡Al cine! ―exclamó sin poder evitar reír Eva.


―La niña quería ir al cine y yo la traigo al cine, y llegamos a la película por los pelos, porque señorita es usted un tanto tardona.
―No ha sido culpa mía, tu hermana me ha llamado y no paraba de hablar.
―Tal para cual, lo que no sé es cómo lo hacéis para cederos la palabra en una conversación. ―bromeóAndrés.
―¿Qué vamos a ver?
―Una película.
―Pero, ¿ya tienes las entradas?
―Sí, las he comprado por internet. Las recojo y vamos a por las palomitas, porque imagino que quieres el pack completo.
Eva asintió con un movimiento de cabeza mientras cotilleaba la cartelera intentando averiguar qué película verían.

―¿No vas a decirme cuál va a ser nuestra primera película juntos?


―Toma, impaciente.

Andrés le dio las entradas a Eva, quien no pudo evitar comenzar a reírse al leer el título de la película.

―¿Nuestra primera película va a ser Los Minions? ¿Esto es en serio?


―Del todo. No sabía qué película te gustaría, no sé si tienes algún tipo de cine favorito y bueno, con Los Minions nos reiremos dentro de unos años cuando se lo contemos a nuestros hijos.
―¿Anuestros hijos? ―con cierto nerviosismo preguntó Eva.
―Sí, a nuestra hija, Menta, y nuestro hijo, Chocolate. ―soltó riendoAndrés.
―¡Mira que eres tonto!

Decir que Eva y Andrés estaban atentos a la pantalla sería mentir, decir lo contrario tampoco sería cierto.Ambos seguían la película pero sin perder de vista al otro, sus manos se buscaban y de cuando en
cuando sus labios se encontraban en la íntima oscuridad de la repleta sala de cine.

―¿Yahora tenemos plan? ―quiso saber Eva una vez fuera del cine.
―Todo depende de si estás cansada o no.
―No, no estoy cansada a pesar de la falta de sueño.
―Vaya, ¿no has dormido? ―Andrés la acercó hacia él―¿Ypiensas dormir esta noche?―le murmuró al oído.
―Creo que Morfeo se ha ido de vacaciones.
―Me alegro―contestó volviéndola a besar. ―.Uhm…vamos a hacer que esos labios sepan a menta y chocolate.

Diez minutos de paseo agradable recorriendo las calles del centro de la ciudad.A Eva le pareció más bonita que nunca la plaza del ayuntamiento y las fachadas de los edificios que tantas veces había visto.
Los puestos de las flores ya estaban cerrados, pero la plaza estaba invadida por transeúntes, niños que corrían tras las palomas y turistas que se fotografiaban en medio de la plaza.
Las terrazas repletas de gente que reía, una mezcla idiomática llegaba hasta ella, cogiendo retazos de conversaciones de un lado y del otro mientras sus dedos se aferraban a los deAndrés que la observaba
sonriente.

―¿Adónde me llevas? ¿Ala catedral?


―No, ¿qué se nos ha perdido en la catedral?
―Eh, pues, nunca he visto el Santo Grial, he de verlo aunque no hoy. ―comentó Eva―. Ydigo yo, Indiana Jones no sabía que el Santo Grial está en la catedral de Valencia. ―rio
―Parece ser que no.

Nada más desembocar en la calle, Eva se dio cuenta de su destino.

―Uhmm, ¡ahora lo entiendo! ―exclamó―Vamos a Llinares a por un helado de menta y chocolate.


―Premio para la señorita. ¿Cucurucho?
―Sí, por favor.

Helado en mano siguieron su paseo por las concurridas calles, dejaron un lado la catedral, encaminándose hacia la plaza de la virgen, donde se sentaron junto a la fuente de las Ocho Acequias del Tur
para terminar de comerse el helado.

―¿Yhas traído a muchas novias aquí?


―No, señorita, usted es la primera.
―Vaya, un honor ser la primera en algo. ―comentó colgándose de su brazo y dejando caer su cabeza sobre su hombro.
―Tú siempre serás la primera, pequeñaja. Por cierto, también has sido la primera y la única en no aparecer a una cita.
―¿De qué hablas? ―quiso saber Eva, incorporándose y mirándolo a la cara.
―No acudiste a nuestra cita.
―¿Anuestra cita? ¿De qué cita hablas? Yo no recuerdo haber quedado nunca contigo y, mucho menos de no haber acudido.
―Hace veinte años, te invité a un helado y no apareciste.
―Eso no es cierto. ―contestó Eva mirándolo a los ojos sin terminar de entender. ―. Nosotros nunca hemos quedado, te confundes de chica.
―Yo no me confundo de chica, pequeñaja, a ninguna otra le he escrito yo una nota.
―No sé de lo que me hablasAndrés, lo digo en serio.
―¿Tú no te encontraste con una nota mía en tu mochila?
―¿Qué dices? ―preguntó Eva―Andrés, yo no recuerdo haber encontrado una nota tuya en mis cosas. De verdad que no sé de qué me estás hablando.
―Un día que estabas en casa conAna, para variar, y yo estaba con Marta explicándole matemáticas, te dejé una nota en tu mochila.
―Yo jamás encontré una nota tuya, de haber sido así hubiese acudido.
―¿Seguro?
―Seguro.
―Entonces se confirman mis sospechas. Marta quitó la nota, ella me vio dejarla.
―Grrr…como la vea le arranco los pelos, me quitó mi puesto.
―Ella no te quitó ningún puesto, pequeñaja. ―dijoAndrés antes de besarla. ―. Uhmm…ahora sí saben a menta y chocolate―le susurró―, ¿nos vamos a casa? Me apetece seguir investigando en
estas cosas que hacen los novios.―dijo haciéndola estremecer.
―Vamos, entonces. ―dijo tomándolo de la mano y poniéndose en marcha. ―. Como vea a Martita le cantaré las cuarenta.
Capítulo 14.-

Eva observaba expectante a Andrés, acababa de abrir los ojos topándose de lleno con un Andrés que parecía atareado escribiendo algo en su móvil. Pronto Andrés sintió la penetrante mirada de su
compañera de cama, desvió la vista de la pantalla de su Smartphone para lanzarle un beso antes de seguir con su tarea.
Eva acarició la cabeza de Titán, que nada más notar que la novia de su dueño se había despertado acudió a su lado para darle su personal buenos días.

―¿Para mí no hay besos y caricias? ―le murmuróAndrés al oído tras dejar el teléfono sobre la mesilla de noche y acurrucarse a su lado.
―No sé, parecías tan ocupado que no quería interrumpirte. ―respondió Eva girándose hacia él y topándose de lleno con la cara deAndrés sobre la suya.
―Tú nunca interrumpes, pequeñaja ―contestó besándola―. Buenos días, me encanta tenerte en mi cama.
―Uhm…no decías eso hace veinte años, que te enfadabas con tu hermana y conmigo si nos sentábamos en ella.
―¿Vas a tenerme en cuenta las tonterías que pude haber dicho de adolescente? ―preguntó acorralándola debajo suya―Usted, señorita, no se quedó atrás así que esto es de parte y parte.
―Sí, pero yo era más pequeña.
―Bueno, ahora me vas a salir con esa nimiedad, ¿qué son dos años?
―¿Dos años?, no me hagas reír. Bien que nos los restregabas por la cara aAna y a mí. ―comentó antes de queAndrés volviera a besarla. ―. Hablando deAna, tenemos que llamarla o nos mata.
―Bueno, pero eso puede esperar un ratito.Además, aún es temprano y―Andrés paró su discurso para volver a besarla ―ya le he enviado mensaje para comer con ella e Iván.
―Así que eso es lo que estabas haciendo tan entusiasmado hace un momento.
―No, no era eso. El mensaje se lo envié anoche.
―Ah.
―¿Quieres saber qué hacía?
―¿Quedar con la otra? ―preguntó poniendo cara de burla Eva.
―No, no―rioAndrés―, eso ya lo hice antes de despertarte. Intuyo que te pica la curiosidad.

Andrés se dejó caer en la cama, acarició la cara de Eva, quien negaba tajantemente que le importara saber a quién le escribía hacía solo unos minutos. Andrés estiró su mano derecha hasta alcanzar el
teléfono, divertido rebuscó en él y se lo pasó a Eva.

―Ahí tienes lo que hacía, ya puede mitigar su curiosidad.

Eva apoyó la almohada en el cabecero de la cama, estiró bien la revuelta sábana para taparse y se incorporó para leer lo que parecía un listado:

Cosas a hacer con la pequeñaja para que se mude a casa: Pasear cogidos de la mano (hecho). Ir al cine (hecho). Cena romántica (ya tuvimos una pero le daremos otra, pensar en el sitio). Decírselo a
la chiflada de mi hermana (ya he quedado con Iván). Fin de semana (he de pensar en dónde). Saber todo y más sobre ella, contarle todo lo que necesite saber sobre mí que la cotilla de Ana no le haya contado ya.
Comprobar si sigue teniendo la cicatriz en la rodilla porque a pesar de tenerla desnuda en mi cama no me he dado cuenta.

Eva no pudo contener la risa al leer el último punto de la lista deAndrés, menos aún al verlo colarse bajo las sábanas hasta llegar a la altura de sus rodillas.

―¿Qué haces?
―Intentar tachar un punto más de la lista de condiciones para que te vengas a vivir conmigo.
―¿Yquién te ha dicho a ti que me vendré a vivir contigo cuando cumplas estos requisitos?

Andrés salió de debajo de la sábana, sentándose a su lado. Eva le devolvió el móvil y él lo volvió a dejar en la mesilla de noche.

―¿Ya has firmado el contrato?


―No, hemos quedado a principios de septiembre, se iban de vacaciones y dijimos de firmar a la vuelta.
―¿Ysi cumplo todos los requisitos antes de septiembre? Tengo dos semanas enteras para conseguirlo―adelantóAndrés―, y aún estás a tiempo de añadir alguna petición más.
―Andrés.
―¿Qué? ¿Aqué tienes miedo Eva?
―No, no es eso. No es miedo, es que estamos comenzando.
―Eva, esto no es un comienzo, estamos retomando algo que debió comenzar hace mucho y no hablo de hace veinte años; igual de haber sido novios de pequeños ya hubiésemos estado peleados, pero
sí debí hablar contigo el día que te vi en el concierto, noté fallar la respiración y sentí unas ganas tremendas de cargarme al francés. No, no te rías. Hablo en serio y sé que tú sentiste lo mismo, lo vi en tus ojos, aunque
tus acercamientos con el francés dijeran lo contrario. ―continuó mirándola fijamente a los ojos. ―. Eva, no podemos dar marcha atrás, igual era necesario vivir separados y saber del otro de sus idas y venidas, para
llegar al punto en el que estamos hoy…para tenerte en mi cama. No, para tenerte en mi cama no, para que formes para de mi vida aunque sin estar a mi lado ya estuvieras en ella.

Eva no podía dejar de mirarlo, ¿cómo negarle algo aAndrés cuando ella misma se moría por pasar cada instante a su lado?

―¿Crees que estando tan cerca íbamos a dormir cada uno en su cama? ―continuó Andrés que no cesaba en su intento de convencerla. ― ¿De verdad ibas a preferir dormir sola a hacerlo conmigo?
Cumplamos la lista y vente a vivir conmigo, aquí hay espacio de sobra para los dos, y si nos va bien ya podremos buscar algo más grande si quieres. Puedes invadir mi despacho, yo es raro que lo use, en el armario
haremos sitio para tus vestiditos y Titán me ha dicho en secreto que estará encantado de tenerte con él todo el día. ¿Qué me dices? ―Terminó por preguntarleAndrés. ―No digas nada, cumpliremos la lista y en
dos semanas me dices si te quedas conmigo. ―Andrés cerró su alegato con un beso antes de acercarse a su oído para susurrarle. ―. Tienes dos semanas para comprobar si yo soy tu menta y chocolate o solo soy
con quien te gusta compartirla.―terminó de decirAndrés desarmándola por completo, dejándola sin palabras ante tal comentario. ―.Y ahora pequeñaja, voy a comprobar si curé bien tu herida hace veinte años o
te quedó alguna cicatriz. ―concluyóAndrés antes de perderse bajo la sábana.

*****

―¡Qué bien hueles! ―dijoAndrés agarrando a Eva y acercándola hasta él mientras esperaban el ascensor.

Las horas casi se les habían echado encima,Andrés había salido a pasear con Titán. Eva no había ido con ellos, se había quedado para ducharse y vestirse para que no se les hiciera tarde. No querían llegar
tarde al restaurante dondeAna e Iván los esperaban.

―El francés se equivocaba, no sabe diferenciar el sabor de la menta y chocolate del de tus besos. ―comentó tras besarla.
―Mira que se la tienes jurada al pobre Dominique.
―¿Yo? ¡Qué va!
―No, apenas, ¿quién lo dijo? ―rio Eva―Además, has de saber que no le gustaba nuestro helado.
―No sé qué hacías con un tipo al que no le gustaba nuestro helado.
―¿Qué dices? ¿Atus novias les gustaba?
―Aninguna―contestó volviéndola a besar―, solo a ti―dijo volviéndola a besar. ―. Uhm…estoy pensando que tú mezclada con menta y chocolate debes de estar para comerte. ―le comentó en
baja voz haciéndola ruborizar.―. ¿Te ruborizas, pequeñaja? ―preguntó besándola al tiempo que la puerta del ascensor se abría ante ellos.
El ascensor no venía vacío,Ana e Iván los contemplaban divertidos y en silencio desde el interior.

―¿Pensáis entrar o seguimos esperando?

La voz deAna los sobresaltó. Ninguno de los dos había escuchado el sonido de la puerta del ascensor al abrirse.Andrés tomó a Eva de la cintura y entraron en el ascensor.

―Hola―saludaron al unísono Eva y Andrés.


―¿Hola? ¿Solo se os ocurre decir “hola”? ―se quejó Ana. ―¡Tendréis poca vergüenza! ―clamó bajo la sonriente mirada de su hermano. ―Sí, tú ríete, aun lo tuyo tiene un pase porque solo te
acuerdas de mí para pedirme favores.
―Eh, ¡no te pases! ―se quejóAndrés.
―No, no me paso. ―rioAna―. ¿Acaso digo mentiras? “Ana vente y quédate con Titán que me voy a Londres y, papá y mamá no están”. ―dijo cambiando la voz.
―¡Para un favor que te pido!
―Ejem…ejem…―lo interrumpióAna mientras Eva e Iván seguían en silencio la conversación entre los dos hermanos.

Las puertas del ascensor se abrieron y los cuatro salieron de él.Ana seguía recriminando aAndrés, recordándole los múltiples favores que le había hecho en el último año.

―Anita, no seas quejica que si no llega a ser por uno de esos favores no hubieses conocido aquí al colega.
―Amí no me metáis en vuestros líos. ―se adelantó a decir Iván. ―.Eva, un beso que estos dos creo que tienen para largo. ―comentó dándole un par de besos a Eva.
―No, con mi hermano ya he acabado―rioAna―, pero tú…lo tuyo tiene delito. Lo de mi hermano tiene un pase, pero tú, mi amiga del alma, no haya sido capaz de llamarme para decirme que por fin
estaba con el amor de su vida.
―¿El amor de mi vida? ―preguntó entre risas Eva.
―Oh, pequeñaja, ¿soy el amor de tu vida? ―rioAndrés besándola en el cuello.
―Tú no disimules, que tú estás en la misma situación. Sois tal para cual. ―rioAna abrazando a su amiga. ―. ¡Por fin mi hermano tiene una novia de mi agrado! ¡Qué ilusión me hace!
―Puaff…no sé yo hasta qué punto esto es una buena idea. ―bromeóAndrés.

*****

La comida, el café y la posterior sobremesa en una terraza de la Malvarrosa pasó de lo más animada. Eva y Ana se pusieron al día de su vida. Sí, ellas mantenían una conversación fluida vía Skype
Whatsapp pero nada podía sustituir a una auténtica conversación cara a cara.

―De verdad, no imaginas lo feliz que me hace que tú y mi hermano estéis juntos, si es que debería haber sido así desde siempre, porque a mí me podréis cantar misa en latín pero sé perfectamente que
entre ambos ha habido siempre una conexión especial. ―comentóAna volviendo a abrazar a su amiga mientras paseaban por la avenida de la playa.
―Imagino que no dejas de tener razón. ―respondió Eva.
―No, no imagines porque sabes que es así.

Eva sonrió, diciéndole todo y nada a su amiga, que le devolvió la sonrisa.

―Me encanta Iván―le contó Eva aAna―, solo conocí a uno de tus novios pero Iván le da veinte patadas.
―Ja ja ja…es perfecto, pero que no se entere. ―comentó soltando una risotada a la que Eva le acompañó.
―¿Se puede saber qué secretitos os traéis vosotras dos? ―preguntóAndrés abrazándose a la espalda de Eva mientras caminaba.
―Cosas de chicas, no seas cotilla, no te vayas a creer que por ser el novio de mi mejor amiga te vas a poder enterar de todo.
―Puaff, solo a mí se me ocurre liarme con la mejor amiga de mi hermana.―comentó besando el cuello de Eva.
―¿Tenéis planes para estos días? ―preguntóAna.
―Sí y no―se apresuró a responderAndrés.
―¿Ah, sí? ―Eva preguntó apoyando su cabeza en el pecho deAndrés para verle la cara.
―Sí, pequeñaja ―afirmóAndrés besándola en la punta de la nariz.―, tenemos una lista por cumplir.
―¿Una lista? ¿Qué lista? ¿No será una lista de boda? ―preguntó riendo Iván.
―¡Qué dices! Tú aún estás más loco que tu amigo.
―¿Qué lista es esa? ―se interesóAna.
―Tu hermano ha hecho una lista.
―No, no me eches a mí todo el rollo. Tú querías hacer cosas de novios. ―divertido comentóAndrés volviéndola a besar en el cuello.
―¿Yqué cosas son esas? ―volvió a preguntar Iván. ―No, mejor no me lo digas que ya veo a Eva poniéndose colorada. No quiero saber vuestros líos.
―¡Yo sí!
―¡No seas cotilla, hermanita! ―rioAndrés. ―Pero, te digo que seguro en unos días no nos encuentras por aquí.
―¿Adónde os vais? ―preguntaronAna e Iván.
―Eso, ¿a dónde nos vamos?
―No seáis cotillas, ya te enterarás a su debido momento, pequeñaja.

*****

Clotilde y Vicente estaban encantados con Andrés, les gustaba aquel chico y sobretodo ver la felicidad que desprendía la mirada de su nieta y del mismo Andrés. Su nieta siempre se había caracterizado
por su alegría pero nunca antes sus ojos habían emanado tanta felicidad como en aquellos momentos.
Imposible había sido rechazar cenar con su abuelos, se habían acercado a su casa a por ropa y habían terminado quedándose a cenar con ellos.

―Tus abuelos son encantadores. A tu abuelo lo conocía, alguna vez habíamos hablado pero a tu abuela solo la conocía de vista. Es curioso que siendo vecinos de mis padres de toda la vida nunca
hubiésemos coincidido. ―le comentóAndrés a Eva recostados en el sofá de su casa.
―Sí, como curioso es que en veinte años tú y yo no nos hubiésemos visto―dijo Eva.
―Bueno, pequeñaja, sin contar con esas dos veces que te vi, creo que en parte te evité. He de confesar que me marchaba cada vez que venías.
―¿Hablas en serio? ―preguntó Eva incorporándose.
―Ytanto, durante mucho tiempo no quise verte. Primero porque me daba rabia que no hubieses asistido a nuestra cita y luego porque siempre tenías novio.
―Ytú tenías novia.
―Bah…
―¿Cómo que va?Aver si ahora voy a ser yo la única culpable.
―No…―contestó haciéndola caer en el sofá y tumbándose sobre ella. ―, háblame de ti.
―¿Qué quieres saber?
―¿Comida favorita?
―Arroz negro.
―¿Película?
―Uff…no sabría decir una película en concreto. Tengo muchas pero puedo decirte que me encanta el cine argentino.
―El cine argentino. ¿Darín?
―Me encanta Darín, ¿te gusta?
―Alguna película suya he visto, muy buen actor.
―Sí.
―¿Tu lugar favorito?
―Uff…no sé, tengo muchos―contestó bajo la penetrante mirada deAndrés―. ¿El tuyo?
―Aquí y ahora, donde tú estés―respondió antes de besarla. ―. ¿Te vale?
―Me vale―contestó con una tonta sonrisa en los labios.
―¿Por qué decidiste volver a Valencia? ―quiso saberAndrés.
―Por ti―se sinceró Eva ante la atónita mirada deAndrés―. Sí, he de reconocerlo, si estoy aquí es por ti. Necesitaba volver a verte y comprobar qué pasaba al encontrarnos.
―¿Ya pesar de eso no quieres vivir conmigo?
―Yo no he dicho tal cosa.
―¿Te vas a quedar entonces? ―quiso saberAndrés volviéndola a besar.
―Lo estudiaremos. ¿Adónde vamos a ir?
―Lo sabrás a su debido momento. ―contestó Andrés bajando por su cuello. ―. La pequeñaja quería un fin de semana alejados de todos y eso haremos. Sabes que me queda poco por cumplir de la
lista.
―De eso nada, ¿y mi cena romántica?
―Todo a su debido momento, no te apresures. ―respondióAndrés desabrochándole la blusa.
―Háblame de ti.
―¿Qué quieres saber?
―Todo, puedes ahorrarte el tema novias porque creo que las conozco a todas. Tu hermana me ha hablado de todas ella, ahora me doy cuenta que lo hacía adrede la muy bicho.
―Bueno, ya sabes que tengo una hermana, conoces a mis padres, a Titán―dijo haciendo que Titán levantara las orejas y los mirase, pero teniendo claro que no estaba invitado a participar en los juegos
de su dueño y aquella chica que se había colado en la vida de ambos. ―. Sabes que estudié en Madrid, allí coincidí conAlejo e Iván, nos hicimos amigos de inmediato.Alejo siempre hablaba de una prima suya a la
que le encantaba el mismo helado que a mí, pero no recuerdo que mencionara tu nombre en un solo momento. ―Andrés paró un momento sus explicaciones para volver a besarla. ―. ¿Qué más te cuento? Me
encanta leer, como ya habrás visto por el número de libros que hay por casa.
―Amí también, lo cual me recuerda que si me viniera aquí no habría espacio para mis libros. ―lo interrumpió mientras un escalofrío recorría su cuerpo por las suaves caricias deAndrés.
―Ya buscaremos una solución―comentóAndrés―, todas las noches salgo a correr con Titán.
―Vaya, Titán no debe de estar muy contento con mi llegada. ―comentó sin poder evitar un suave gemido.
―Titán, está encantado con tu presencia. Mañana volveremos a salir. ¿Tú corres?
―Aveces, pero no muy a menudo.
―Me gusta el fútbol.
―Algún fallo debías tener―rio Eva.
―Eh, ¿por qué es un fallo?
―Porque yo paso del fútbol, pero me parece estupendo. ¿Del Valencia?
―Del Valencia―repitió besándola suavemente junto a su ombligo.―¿Algo más?
―Ahora mismo no se me ocurre nada.―contestó Eva sintiendo que una oleada de placer la invadía.
―¿Canción?
―¿De verdad necesitas que te la diga?
―No―respondióAndrés terminando de desnudarla y desnudarse.

Las palabras desaparecieron del salón. Eva y Andrés pronto dejaron de ser dos, sus extremidades se mezclaban, el comienzo del cuerpo de uno se confundía en el del otro. Titán entendiendo que estaba
de más, se levantó y salió a la terraza, regalándoles la intimidad que les había faltado en las últimas dos décadas.

―¿Helado? ―preguntó un sudorosoAndrés a Eva un buen rato después.


―Sí, no vendría mal ―contestó Eva.
―¿En la terraza o en la cama?
―No quiero saber qué ha pasado por tu mente―dijo Eva al ver la mirada deAndrés―, casi mejor en la terraza que hace calor.
―Cobarde.
―¿Cobarde? ¿Estás intentando provocarme?
―¿Yo? ¡Nooo! ―rio mientras se ponía la ropa interior e iba en busca del helado.

No corría ni pizca de aire, el calor se adueñaba de la ciudad a pesar de estar en plena madrugada. En silencio, medio recostados en la tumbona y, con Titán a los pies, saboreaban su helado favorito.

―Pequeñaja, hay algo que hace mucho tengo curiosidad por saber.
―¿Yde qué se trata?
―En realidad, es una tontería de la que igual ya no te acuerdas.
―Si no me lo dices no lo sabrás. ―comentó Eva ladeando la cabeza para poder mirarlo.
―El famoso día que te dejé la nota en la mochila…
―Grrr…no me lo recuerdes que como pille a tu amiguita la voy a tatuar yo misma.
―Ja ja ja…pues te la puedes encontrar fácilmente, sus padres siguen viviendo por casa de mis padres aunque yo hace mucho que no la veo. ―dijoAndrés pellizcándole la punta de la nariz.
―Bueno, dejemos a Martita, que ya me pica la curiosidad. ¿Qué pasó ese día?
―Seducido por tus risas y las de mi hermana…
―Uy, seducido. ―lo interrumpió Eva.
―Deja de interrumpirme, y sí de algún modo, señorita puntillosa, fui seducido por vuestras risas como los niños fueron atraídos por la melodía del flautista de Hamelin. ―puntualizóAndrés.
―Vale, vale...sigue.
―Me acerqué a la habitación de mi hermana, tú le contabas un sueño en el que estabas rodeada de cabras. Yo no pude evitar reírme.
―¡Sí, me acuerdo! ―rio Eva casi sin poder parar. ―¿Yqué es lo que quieres saber? ¿Por qué soñaba con cabras?
―No, eso está claro, tú y mi hermana sois dos auténticas cabras.
―Eh―se quejó Eva bajo los burlones ojos deAndrés. ―, ¿así es cómo intentas persuadirme para que viva contigo?
―No―dijoAndrés acercándose a su oído―, mi método era otro bien distinto, tenía más que ver con el helado, tú y yo―le musitó al oído―pero no te has atrevido.

Eva se estremeció con los susurros y caricias deAndrés, siéndole del todo imposible no besarlo.

―Creo que ya sé cuál es tu pregunta―dijo en baja voz Eva―, eras tú. Tú eras el que aparecías en medio de aquel rebaño.
―Vaya―respondióAndrés besándole la frente―, ¿y eso se lo contaste a tu amiguita y no te dijo nada?
―No, tú nos interrumpiste y cambiamos de tema.
―Así que tú, yo y muchas cabras en medio del monte―rioAndrés―, si Freud te escuchara…
―Si Freud me escuchara vería cualquier connotación sexual, pero él las veía hasta en el palo de una escoba. ―puntualizó levantándose tirando de la mano deAndrés.
―¿Adónde me llevas?
―No ha nacido quien me pueda llamar cobarde ―aclaró mirándolo a los ojos. ―, pero te advierto que el cuenco para el helado no seré yo. ―advirtió con un guiño sorprendiendo a Andrés que
enseguida se levantó.
―Titán, mejor te quedas aquí esta noche, colega, aquí estarás más fresquito. ―dijoAndrés a Titán acariciándole la cabeza al adormilado dóberman antes de seguir a Eva, que se adentraba en el dormitorio
helado en mano…
Capítulo 15.-

―Andrés, ¿has visto un sujetador mío? ―preguntó Eva mientras miraba debajo de cada uno de los cojines del sofá bajo la atenta mirada de Titán. ―Titán, en vez de estar mirándome ahí quieto podrías
ayudarme.
―¿Quitado o puesto?―preguntó desde la puerta del dormitorioAndrés, que acababa de salir de la ducha.

Eva le enseñó la lengua y siguió en su ardua búsqueda, llevaba días buscando aquel sujetador, que era uno de sus favoritos, pero no era capaz de encontrarlo por ninguna parte.

―Eva me puedes explicar ¿qué va a hacer el sujetador detrás de ese sofá?


―¿De verdad he de explicártelo? ―preguntó Eva burlona mientrasAndrés la rodeaba con sus brazos. ―Si no te dedicaras a quitarme la ropa…
―Espera, ahora resulta que la culpa va a ser mía. ―dijo apoyando su frente en la de ella.
―De Titán va a ser que no es y yo no suelo ir desnudándome por toda la casa, no entraba dentro de mis costumbres.
―Mucho italiano, mucho francés―rioAndrés―, pero al final la fuerza se les va por la boca.
―Mira que eres tonto―comentó Eva besándolo―, ve a vestirte y no me distraigas que quiero encontrarlo.
―Aver, pequeñaja, ¿y no estará en casa de tus abuelos?
―Igual, pero eso no te exime de ir a vestirte. Te conozco y esto comienza a ser peligroso.
―Muy bien, pequeñaja, solo llevamos dos semanas juntos y ya me niegas tus besos.
―¡Serás cuentista!Anda Titán, vamos a seguir buscando tú y yo, que tu dueño tiene más película que…
―Porque has de pasar por casa de tus abuelos, y hemos de llevar a Titán con mis padres porque si no te iba a dar yo película. ―rioAndrés de camino a su habitación.

*****

Los ojos de Eva hablaban por ella, Clotilde sonreía mirando a su nieta acariciando a Jara, observando maravillada la evolución de su prole. Clotilde sabía a la perfección que a pesar de la alegría sentida por
su nieta pequeña al estar con la nueva generación de vizslas, aquel brillo en su mirada se debía a algo más, a un sentimiento más profundo que luchaba por salir a la superficie desde hacía un par de décadas.
La vida nunca dejará de sorprenderme , pensaba Clotilde mirando a su nieta parlotear con los cachorritos, estos dos se conocen de toda la vida, desde antes de nacer estaban unidos por la amistad de
sus madres y fíjate tú, que a pesar de la distancia y de no haberse visto en dos décadas estaban más que destinados a acabar juntos.

―Iaia, de verdad, es increíble cómo han crecido en unos días que no los he visto.
―¿Yte extraña? No dejan a la pobre Jara ni un minuto, la están exprimiendo. ―comentó una sonriente Clotilde.
―¿Ya tienen familia? ―se interesó Eva, a quien nunca le había gustado ver partir a los hijos de sus primas caninas.
―Sí, tu primoAlejo los ha colocado a todos. Bueno, a todos menos al que se va a quedar tu primo David.
―¡Qué bien! ¿Has oído Jara? Dos de tus cachorritos se quedan en la familia. Vesta y… ¿sabes cómo va a llamar David al suyo?
―Hamlet.
―Hamlet―repitió Eva―, David no puede negar que es profe de literatura.

Eva acarició la cabeza de Jara antes de levantarse, era hora de ir a casa de los padres deAndrés.Allí la estaba esperandoAndrés, que aprovechando el regreso de sus padres había ido a dejar a Titán ya que
al día siguiente saldrían a cumplir uno de los requisitos de la lista: escapada romántica.

―¿Ya dónde vais? ―se interesó Clotilde al ver a su nieta tirando de su pequeña maleta.
―Iaia, no tengo ni la más remota idea. Esto es cosa deAndrés, y no quiere decirme adónde vamos. Mi maleta es un poco de locos, porque no sabía lo que guardar. Por cierto, ando como loca buscando
un sujetador que no encuentro por ningún lado. No lo he encontrado en el armario y tampoco lo veo por casa deAndrés, ¿tú has visto un sujetador negro?
―No, no he visto ninguno, cuando menos te lo esperes aparecerá. Esto es como todo, seguro que está a la vista pero no lo ves.
―Seguro―respondió Eva―, recuerdo una vez que me volví loca buscando un bolígrafo, con el que no recordaba me había recogido el pelo. ―rio Eva.

Clotilde se acercó a su nieta, no podía contenerse las ganas de abrazarla con fuerza.
―No sabes lo que me alegra verte así de feliz, creo que nunca había visto tus ojos brillar tanto como ahora. ―comentó su abuela mirándola a los ojos. ―. Creo que cuando vea aAndrés le voy a dar un
súper achuchón porque él tiene mucha o toda la culpa de ello.
―Mejor no le digas nada, no vaya a ser que se le suba a la cabeza. ―bromeó Eva. ―.Además, igual―Eva se calló.
―¿Igual qué, cariñet? ¿Qué ibas a decir?
―Que igual le das pie para intentar convencerme.
―¿Convencerte? ¿De qué?
―Quiere que me vaya a vivir con él, dice que es una tontería ser vecinos.
―Razón no le falta. ―rio su abuela.
―¡Iaia!
―Eva, piensa una cosa, el piso que has elegido está justo encima del suyo. ¿Crees que ambos van a pasar las noches cada uno en su casa?
―Ya, iaia, eso es lo mismo que él argumenta pero me da miedo a meter la pata. Esto está yendo tan rápido.
―Bueno, cielo, no todo lleva un mismo tiempo de cocción. Y no por ir rápido va a ser peor que ir con calma, además, lo vuestro lleva esperando mucho tiempo y…―Clotilde sonrió a su nieta. ―para
que algo vaya mal o vaya bien no depende de tiempos, sino de las personas implicadas y lo que yo percibo es a unAndrés haciendo todo lo indecible por complacerte. Eva, los ojos son el espejo del alma y en los
suyos se ve que está absolutamente enamorado de ti. No tengas miedo de arriesgar, cariñet, quien no arriesga no consigue nada en esta vida. El mundo no está hecho para los cobardes o, por lo menos, no está
hecho para que ellos triunfen y, sé de buena tinta que mi nieta nunca se ha caracterizado por no saber enfrentarse a los retos.
―Iaia, a veces se me olvida que eres psicóloga además de mi abuela―bromeó Eva besando a su abuela. ―. Estoy pensando que mejor dejo la maleta aquí y antes de marcharnos paso y la recojo, para
no ir con ella ahora a casa de los padres deAndrés.
―Casi mejor ―contestó Clotilde acariciando las bronceadas mejillas de su nieta.
―¿Te puedes creer que estoy nerviosa?
―Eva, eso es normal, ahora Cristina y Andrés han pasado de ser los padres deAna, los mejores amigos de tus padres a ser los padres de tu novio. ―explicó Clotilde―.Ahora, sabes que es una tontería
estarlo porque ellos te adoran y seguro que estarán encantados de tenerte en su familia.

Eva le dio un par de besos a su abuela, se despidió de Jara y su prole, y salió rumbo a casa de los padres deAndrés. Tranquila, sin prisas, disfrutando de la ligera brisa que les regalaba aquella veraniega
tarde.

Uff…ya era hora que corriera algo de aire, ya no estaba acostumbrada a pasar tanto calor en verano , se decía así misma Eva ante la puerta de su antigua casa. ¿Cuántas veces habré hecho este m
camino?
Nada más girar y entrar en la calle de los padres de Andrés, Eva vio a Andrés con Titán hablando con una señora. Titán enseguida delató su presencia al percibirla nada más entrar en la calle, Andrés
aprovechando la tranquilidad, que reinaba en la urbanización en agosto, lo soltó para que fuera en su busca. Eva tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no acabar en el suelo, la cariñosa efusividad de Titán podía
más que ella.

―Baja, Titán―casi parecía implorar entre risas Eva mientras Titán subido a dos patas sobre de ella le chupaba la cara.

Obediente, Titán se bajó, Eva acarició su cabeza y su lomo antes de indicarle que retomaban el camino.

―¿Con quién hablaAndrés, lo sabes, Titán? ―le preguntó Eva al dóberman, como si el perro pudiera darle una respuesta.

Andrés había perdido todo el interés en la conversación nada más ver a Eva, cuando la tenía cerca todo lo demás dejaba de importarle, y en aquellos momentos ya no oía lo que le decían.
―¿Me estás oyendo,Andrés?
―Perdona, me había despistado.
―Te decía que ahora que vuelvo a estar soltera podríamos quedar algún día.
―¿Qué? ¿Tú y yo?
―Sí, tú y yo, podríamos recordar viejos tiempos. ―comentó intentando acariciarle la cara.
―¿Qué haces, Marta?
―¡Hola! ―saludó Eva nada más llegar― Titán, no gruñas, eso está muy feo. ―reprendió Eva a Titán intentando reconocer la cara de la que le había parecido una mujer mucho más mayor que ellos
desde lejos, percatándose que no era mucho más mayor que ella aunque lo pareciese. ―.Tengo la impresión que nos conocemos, aunque no estoy segura―comentó Eva―. Soy Eva, por cierto.
―¿Eva? ¿Es la amiga deAnita?
―¿Anita? Vaya, a mí me mataría si le dijeraAnita y se supone que soy su mejor amiga, ¿tú eres? ―insistió Eva que escrutaba aquel rostro sin terminar de adivinar quién era.
―Marta, fui el primera amor deAndrés. ―comentó colgándose del brazo de un asombradoAndrés, que no entendía a qué venía aquello.
―Sí, cierto, te recuerdo perfectamente. ¿Ya has logrado entender las matemáticas? Se te daban fatal ―comentó Eva mirándola a los ojos mientras Andrés no podía ocultar una sonrisa porque imaginaba
que Eva no se iba a callar. ―. Mira queAndrés te explicaba y explicaba y tú nada, recuerdo que dos años después me reía en clase cuando el profesor de matemáticas explicaba las derivadas, yo ya las entendía a la
perfección de escuchar de lejos las explicaciones deAndrés. ―explicó Eva con una medio sonrisa de triunfo. ―. Sí, y…¿cómo era lo que decías? Sí, que ibas a tatuarte su nombre, ¿te lo tatuaste?Andrés no supo
decirme cuándo le pregunté, porque claro llevar el nombre de alguien que ya no es nada tuyo es un rollo, a no ser que te hayas buscado novio con el mismo nombre. ―continuó con una irónica sonrisa en el rostro.
―No, no me lo tatué aunque siempre existe la posibilidad de hacerlo ahora. ―respondió aferrándose al brazo deAndrés, quien intentaba soltarse y alejarse de ella.
―También tenías problemas con respetar la intimidad y las cosas de los demás. Bueno, tenías y tienes―recalcó Eva―, aunqueAndrés no es ninguna propiedad, él es libre aunque… estemos juntos.
―Con aire triunfal comentó.―. Otra cosa es aquella mochila…
―¿Qué? ¿Aqué viene eso? ―casi poniéndose a la defensiva quiso saber Marta.
Andrés se soltó de ella mientras seguía aquella conversación, como si de un partido de tenis se tratara.

―¿No sabes de lo que hablo? Tal vez deba refrescarte la memoria aunque ahora que lo pienso, la jugada al final no te salió bien.
―¿De qué hablas? No te entiendo nada, además tú y yo nunca tuvimos trato.
―No, es verdad, y seguramente el motivo era simple y lógico.
―Sí, eras una niña.
―Tal vez, pero creo que el problema no eran esos…―Eva detuvo su discurso, miró a Marta de arriba abajo, como quien analiza los detalles de un cuadro―, ¿dos años de diferencia? ―cierto tono
sarcástico se notó en sus palabras, haciéndole aAndrés cada vez más difícil no estallar en carcajadas―, sino que al meter las narices en mi mochila y, leer una nota dirigida a mí―enfatizó―, descubriste que tú no
eras ese… ¿cómo dijiste hace un momento? Ah, sí, el primer amor de Andrés, sino que él estaba enamorado de esa niña a la que él le mandaba notas de amor, a la que tomaba de la mano para mirar las
estrellas.―recordó Eva aludiendo a la noche que pasaron junto al rio. ―.Así que esta que está aquí puede ser que sí se tatúe su nombre. ―comentó acercándose aAndrés y besándolo hasta casi dejarlo sin aliento.
―. Yahora, si nos disculpas―volvió a hablar Eva dirigiéndose a Marta ―, los padres deAndrés nos están esperando.

Marta estaba petrificada, muda, rabiosa. ¿Qué iba a decir? No podía alegar nada en su favor. Enrojecida por la vergüenza de algo que había hecho hacía veinte años, indignada por no ser capaz de articular
palabra hasta que reaccionó con rabia:
―¿Yacaso crees queAndrés ha estado esperándote todos estos años? Sé de buena tinta que ha estado con unas y con otras, y no sentado llorando tu ausencia. ¿O acaso te crees tan especial?
―¿Y quién te ha dicho que yo he emulado a Penélope? ―respondió Eva.― ¿Quién te ha dicho que yo no he estado con unos y otros? ¿Quieres que te dé el listado? ¿Quién te ha dicho queAndrés no
sabe cómo ha sido mi vida y yo la de él? Yte equivocas, sí, soy especial, eso no lo pongo en duda. Me tengo en muy alta estima.

Andrés no era capaz de intervenir en aquella batalla dialéctica, tampoco entendía por qué Marta se había metido en aquel berenjenal sin salida, intentando hacerle daño a Eva y saliendo trasquilada por la
afilada y rápida lengua de Eva.

―Y como ya no soy una niña de trece años, sino una mujer de treinta y tres años, paso de seguir discutiendo contigo, entre otras cosas porque esto no tiene sentido alguno. Y me aburre soberanamente
enfrascarme en una lucha que de antemano tengo ganada.

El sonido de la puerta de la casa los sorprendió,Andrés padre salía de ella.

―¡Eva! ―exclamó abrazándose a Eva ante los indignados ojos de Marta que se marchó sin despedirse. ―¡No sabía que estabas aquí! ¿Ya has venido para quedarte?

Eva se sorprendió, estaba convencida que Andrés y Cristina ya se habían enterado de que ella y su hijo estaban juntos. Sin embargo, o lo disimulaba muy bien oAndrés padre no sabía nada. Eva miró a
Andrés, quien negó con un casi imperceptible movimiento de cabeza.

―¿Entras? Cristina estará encantada de verte, hace mucho que no disfrutamos de tu compañía y, como ahora la loca de mi hijaAna ya no vive aquí poco te tendremos por casa. Tiro lo basura y entro.
―Te acompaño―respondió Eva bajo la atenta y sonriente mirada deAndrés.

Andrés y Titán entraron en la casa mientras Eva acompañaba aAndrés padre a tirar la basura.

―Hombre, ya decía yo cuándo ibas a venir, hace más de tres cuartos de hora que te esperábamos. ―le reclamó Cristina a su hijo nada más verlo llegar. ―.Hola, Titán, te vas a quedar con los abuelos
unos días. ―saludó Cristina a Titán que comenzó a lamerle las manos al tiempo que su rabo parecía estar a punto de salir disparado. ―.Por cierto―Andrés notó cierto retintín en la voz de su madre. ―, alguna
amiguita tuya se ha dejado olvidado un sujetador en tu habitación.

Andrés no pudo contener la risa al escuchar a su madre contar lo del sujetador, porque justo hacía unas horas Eva le había comentado que no encontraba aquella prenda.Al final no estaba ni en su casa ni
en la de los abuelos de Eva sino en casa de sus padres.
―¿Eva es la que viene con tu padre? ―preguntó Cristina intentando adivinar en los ojos de su hijo el significado de aquel brillo. ―Espera, ¿es de Eva? ¿Tú y Eva? ―casi gritó Cristina bajo los divertidos
ojos de su hijo.
―¿Se puede saber qué pasa? ¿Aqué se debe tanto alboroto? ―preguntóAndrés al ver a su mujer abrazando a su hijo emocionada. ―¿Alguien puede explicarme qué sucede? ¿Tú entiendes algo, Eva?
―Creo que sí―contestó sonriente antes de ser abrazada por Cristina.
―No sabes lo feliz que soy, me encanta que seas parte de mi familia.
―¿Parte de tu familia? ―Andrés padre seguía sin entender. ―Espera, que mi hijo y tú…¿estáis juntos? ¿Y tú te preguntabas de quién era el sujetador? ―comentóAndrés viendo como su hijo estallaba
en carcajadas y Eva se encendía más que un semáforo buscando refugio en la espalda deAndrés. ―¡No te escondas y ven a darme otro abrazo! ¿Cómo es posible que nadie nos haya dicho nada de esto?
―Si es que esto se veía venir, si de pequeños había un feeling especial entre vosotros. ―comentó Cristina―. Si aún los veo a los dos sentados ahí compartiendo un helado de menta y chocolate.
―¿Desde cuándo estáis juntos y por qué no sabíamos nada? ―preguntóAndrés padre.

Las preguntas se encadenaban una tras otra, estaba claro que aquella tarde no irían a ninguna parte. Eva había olvidado sus nervios, en realidad, los había dejado en la puerta de la calle tras su catártica
conversación con Marta.

―Por cierto, la que hablaba con vosotros era Marta, ¿no? ―se interesóAndrés padre haciendo aflorar una sonrisa en el rostro de Eva por su clarísima victoria.

Cuando se lo cuente a Ana va a estar riéndose una semana, con las ganas que le tenía a Marta , pensó Eva nada más escuchar el nombre de Marta en boca deAndrés padre.

―Hacia mucho que no la veía por aquí, pero está muy envejecida, ¿no?
―¡Cómo va a estar envejecida si es de la edad deAndrés! ―exclamó Cristina.
―Porque no la has visto, pero parece mucho más mayor.
―Yluego decís que nosotras somos cotillas.―bromeó Cristina tras el comentario de su marido.
―Sí, sí que parece mayor.Amí me costó reconocerla cuando se me acercó nada más llegar a casa, llevaba cerca de una hora en la puerta hablando con ella, por eso, tardé.―explicóAndrés a su madre.
―Siempre fue muy pesada. ―comentó Cristina haciendo sonreír a Eva.
―Cierto, la verdad es que nunca entendí que le veías a esa chica. ―dijoAndrés padre mirando a su hijo.
―Mejor cambiemos de tema. ―se quejó Andrés que no tenía ganas de estar dando explicaciones de los motivos para haber salido con Marta. ―. Y será mejor que nos vayamos porque mañana nos
tocará levantarnos temprano y aún hemos de pasar a por la maleta de Eva.
―¿Yadónde os vais? ―se interesó Cristina.
―Ya os enterareis a la vuelta.
―¡Cuánto misterio! ―rio Cristina.
―Tu hijo que no quiere que lo sepa, ya me temo lo peor. ―comentó Eva dándole un leve empujón con el hombro aAndrés.
―Eh, un poco de confianza para conmigo. ―reivindicóAndrés.

*****

―Así que te vas a tatuar mi nombre. ―De pronto dijoAndrés acorralándola contra la pared del ascensor cuando subían a su casa.
―Mucho habías tardado en sacar a relucir el tema. ―Eva no podía disimular una sonrisa burlona al recordar la cara de Marta cuando ella había soltado aquella perlita.
―¿Ypuedo saber dónde te lo vas a tatuar? ―insistió antes de besarla.
―¿De verdad crees que voy a tatuarme tu nombre?
―Así que la señorita solo se echaba un farol para tocarle un poco, ¿qué digo un poco? Mucho no, muchísimo las narices a Marta.
―Ella se lo había ganado a pulso. ―comentaba al abrirse las puertas del ascensor.

Eva salió arrastrando su pequeña maleta mientrasAndrés sacaba las llaves de su bolsillo.

―¿Me lo vas a negar? ―preguntó Eva entrando en casa. ―Nadie la manda a fisgonear en mochilas ajenas, sin contar que te estaba intentando meter mano delante de mis narices.

Andrés estalló en carcajadas siguiéndola por el pasillo hasta el salón, Eva dejó la maleta pegada a una de las librerías que ocupaban gran parte del salón antes de acercarse aAndrés mirándolo fijamente.

―¿También me vas a negar que estaba intentando ligar contigo? ―preguntó intentando poner cara de enfado.
―Conmigo no tiene nada que hacer, pequeñaja, y bien que lo sabes. ―dijo besándola―. ¿Entonces te vas a hacer el tatuaje?
―Estás tú muy pesadito con el tatuaje, ¿no?
―Hombre, Marta se lo haría y tú que eres mi menta y chocolate―comentó mientras la besaba―, ¿no te lo harías?
―Nunca ha entrado en mis planes hacerme un tatuaje. ―respondió Eva mientras sentía un escalofrío recorriendo su cuerpo con el contacto de los labios deAndrés en su cuello.
―¿Yyo, entraba en tus planes, pequeñaja?
―¿Acaso lo dudas?
―Deberíamos descansar, mañana nos tenemos que levantar temprano. ―decía sin dejar de besarla empujándola hacia la habitación.
―Creo que tu concepto de descansar difiere del mío―explicó Eva entre beso y beso―. Ir a la cama no implica descanso.
―La noche es larga―susurróAndrés junto a su oído―, y yo he de seguir convenciéndote a mi manera.
Capítulo 16.-

Eva miró de reojo a un sonrienteAndrés, Andrés no se percataba de cómo lo contemplaba encandilada conducir en silencio, concentrado en la carretera y en tomar la salida que debía coger para poner
rumbo a su destino. Eva se restregó con cuidado los ojos, estaba somnolienta, las agujas del reloj apenas marcaban las siete de la mañana. ¿Cómo es posible que estés tan fresco y yo esté muerta de sueño? , pensaba
mientras se fijaba en alguna señal que le diera una pista, porqueAndrés mantenía el lugar de destino en secreto.
Una casi desierta Gran Vía quedó atrás, dando paso a la avenida deAragón y, posteriormente a la avenida de Cataluña… V21, ¿y esto a dónde nos lleva? No me ha dado tiempo a leer el cartel, ¿y si sa
el móvil y busco en internet? No seas desesperada, Eva, ya te enterarás cuando lleguemos, se decía volviendo a mirar a un más que concentradoAndrés.

―¿Yvamos directos? ―Rompiendo el silencio preguntó Eva.


―Sí, directos al paraíso. ―bromeóAndrés mirándola unos segundos. ―.No seas cotilla, pequeñaja, y antes de que vayas a empezar con el “¿falta mucho?”, como cuando éramos pequeños, te advierto
que tenemos un largo camino.
―Dame una pista, solo una―insistió con voz mimosa. ―. ¿Vamos a la playa?
―Te doy una pista, nos quedamos en España, es más nos quedamos en la península. ―rioAndrés.
Eva fingió cara de enfado, al tiempo que se tapaba la boca con una mano al venirle un bostezo. Eva no aguanto despierta mucho tiempo, los ojos le pesaban, intentaba mantenerse despierta. No quería
dormirse mientrasAndrés conducía, sin embargo, a pesar de sus esfuerzos el sueño podía más que ella.

―Pequeñaja, si quieres dormir puedes hacerlo, a mí no me importa. ―aclaróAndrés mirándola de reojo y dándose cuenta que su comentario llegaba con retraso.

Andrés sonrió al verla plácidamente dormida, soltó su mano derecha del volante para acariciarle la rodilla.Andrés será mejor que te concentres en la carretera o terminarás por equivocarte de desvío, se dijo
así mismo apartando la vista de una dormida Eva.

―¡Ajá, vamos a Teruel! ―musitó Eva, que nada más abrir los ojosAndrés tomaba el desvío de Teruel.
―Sí, pero no. Vamos a parar en Teruel pero no es nuestro destino. ―señalóAndrés―. ¿Ya estás despierta del todo? ―preguntó dejando caer su mano derecha sobre su muslo izquierdo.
―Creo que sí, no quería dormirme pero los ojos se me han cerrado. Si fuera conduciendo sería otra cosa, si quieres te puedo relevar luego.
―No, va a ser que no. No voy a caer en tu trampa.―rio adentrándose en Teruel.

Eva se incorporó en el asiento, observaba por la ventanilla aquella pequeña ciudad, entendiendo el motivo por el que había sido reconocida patrimonio de la humanidad. Aún era temprano y las calles
presentaban poco movimiento, por lo que aún más podía disfrutar de la centenaria belleza de sus edificios.

―¿Nos dará tiempo de ver algo?


―Sí, señorita, tenemos preparada parada para desayunar y recorrer el centro histórico.

Eva estaba maravillada, aquella había sido su primera visita a Teruel, no habían entrado en todos los edificios importantes de la ciudad pero había podido descubrir la impresionante belleza arquitectónica
de la ciudad. Sus solemnes edificios de estilo mudéjar la habían hecho enamorarse de la ciudad de los archiconocidos amantes, a los que si había podido ver en su mausoleo.

―¿Crees que compartirían gusto por el mismo helado? ―le susurró al oído Eva aAndrés cuando estaban junto a los célebres amantes.

Andrés le revolvió el pelo mientras se contenía la risa. Tras el mausoleo, visitaron la iglesia de San Pedro, recorrieron en silencio extasiados por su belleza su única nave de ábside poligonal, disfrutando del
singular estilo mudéjar aragonés. Tras la iglesia tocó una visita rápida al claustro de San Pedro, antiguo lugar de reposo Isabel Segura y Juan Martínez de Marcilla; nombre de los célebres amantes.

―Pequeñaja, nos tenemos que ir o se nos hará tarde.


―Tenemos que volver.
―Hecho, cuando te tatúes mi nombre volvemos. ―con una sonrisa socarrona contestóAndrés.
―No me voy a tatuar tu nombre.
―¡Qué decepción! ¿Ypensar que Martita lo haría? ―rio dándole un suave empujón para acto seguido acercarla hacia él. ―Cuando tú quieras volvemos, pequeñaja. ―le susurró antes de besarla.
―¿Yahora ya vamos directos a nuestro destino? ―preguntó disimuladamente Eva esperando que un despistadoAndrés dijera el sitio.
―No, pequeñaja―respondió volviéndola a besar. ―, volveremos a hacer una parada técnica para comer.
―¿Ypuedo saber dónde?
―Aunos ciento setenta kilómetros de aquí. ―puntualizóAndrés, dejándola tal y como estaba. ―. Vamos para el coche, tenemos que ponernos ya en marcha.

Recorrer las calles de Zaragoza la hacía entender a la perfección por qué Zaragoza es conocida como la ciudad de las cuatro culturas ; la cultura íbera, romana, musulmana y cristiana conviven en las
fachadas de palacios, iglesias y plazas en perfecta armonía. Poco tiempo tenían para disfrutar de la ciudad, solo habían parado para comer, pero no querían dejar de visitar una de las joyas zaragozanas por
excelencia: la basílica del Pilar.
Cámara en mano los turistas se agolpaban en la plazoleta, Andrés se acercó a un grupo de turistas japoneses para pedirles que les sacara una foto ante la puerta de una de las grandes representantes del
barroco español. Un buen rato estuvo el japonés buscando la posición adecuada para tomar la foto de la pareja, haciéndolos sonreír viéndolo poner las posturas más inverosímiles hasta encontrar la correcta.

―Sabes, recordaba haber venido con mis padres de pequeña, pero no de lo pequeñito que se siente uno aquí dentro. Yte lo digo yo, que a pesar de mi nula relación con la religión…
―¿Tu nula relación con la religión? ―Interrumpió aguantando la risaAndrés―, eso es un eufemismo en toda regla, pequeñaja.
―Bueno, tú ya me entiendes―sonrió Eva―, lo que quería decir es que he estado en Notre dame, en San Pedro, en San Pablo, entre otras, y esta basílica no tiene que envidiarles su belleza.
―Pequeñaja, hace unas horas en Teruel decías lo mismo. ―le susurróAndrés al oído.
―Entonces será la compañía. ―contestó Eva sonriente.
―No me tientes, que aun pecamos y vamos de cabeza al infierno. ―bromeóAndrés.
―¿Crees que en el infierno tendremos helado? Porque con el calor, que debe desprender tanta caldera encendida, no sé yo. ―Continuó la broma Eva.
―Si estoy contigo lo demás me da igual. ―susurróAndrés.

Eva sintió los dedos deAndrés buscando los suyos, sus ojos se miraron, hablándose sin necesidad de las palabras. Cogidos de la mano salieron a la plaza, caminaron despacio, sin prisas, disfrutando de la
belleza arquitectónica que los rodeaba.Ante sus ojos pasaron la seo, el ayuntamiento, la lonja, el monumento a Goya, la fuente de la hispanidad. Sin duda alguna solo aquella plaza merecía mucho más tiempo del
que ellos disponían.

*****

―Yo no sé, cuál será ese misterioso lugar al que vamos pero los lugares de paso están siendo impresionantes. ―comentó Eva una vez en el coche.
―Eso quiere decir que estoy cumpliendo bien los requisitos.―respondióAndrés con un guiño.
―Tú y tu lista de requisitos.
―No, no es mi lista de requisitos, señorita, yo no he puesto ninguno. ―respondióAndrés―. Es tu lista de requisitos. Yya los he ido tachando uno a uno.
―¿Yahora vamos ya directos?
―Esto es un cambio absoluto de tema de conversación y lo demás son tonterías―respondióAndrés―. Ysí, ahora ya vamos directos.

Eva no dijo nada, solo sonrió. Su decisión estaba tomada, en realidad, siempre había sabido la respuesta pero le encantaba ver aAndrés hablar de aquella famosa lista de requisitos. Durante un rato ambos
se quedaron en silencio, de vez en cuando el navegador avisaba del desvío a tomar, aunqueAndrés creía recordar el camino, lo había conectado en el último tramo, no fuera a equivocarse a las puertas de llegar a su
destino.Aquella no era la primera vez que iba a aquel pequeño pueblo del pirineo aragonés. Dos años atrás había descubierto Tramacastilla de Tena en una escapada que Iván,Alejo y él habían hecho a Formigal.
Aquel pequeño pueblo de menos de doscientos habitantes situado a más de mil doscientos metros de altitud y rodeado de pinares, robledales y prados le pareció el lugar idóneo para la escapada que Eva
quería. Sí, la bucólica imagen de sus casas de piedras con el pantano de Bubal a sus pies le asaltó a la cabeza nada más pensar en un lugar al que ir con Eva. No había sido fácil conseguir habitación, estando a punto
de tener que cambiar sus planes, pero una anulación de reserva en el que, probablemente, fuera el mejor hotel de la zona, le permitió seguir con su idea.
Eva no volvió a preguntar cuál era su destino, no sabía el sitio exacto, pero comenzaba a hacerse una idea. Huesca, Sabiñánigo y Biescas habían ido quedando atrás, dándole una clara pista del lugar al que
se dirigían, algún pueblo del pirineo aragonés.
Andrés no dejas de sorprenderme. ¿De verdad eres tan perfecto como pareces? Digo yo que algún defecto has de tener, pero ¿cuál?, se decía así misma Eva mirando de soslayo aAndrés, que parecí
estar concentrado en la carretera. Menos mal que a última hora metí calzado deportivo en la maleta , pensó Eva viendo las montañas de fondo e imaginándose caminando por senderos de piedras.

―¿Qué piensas, pequeñaja? ―preguntóAndrés.


―Pues, que la próxima vez tendrás que darme pistas del lugar elegido, porque he metido zapato deportivo de casualidad. Creo que nunca he hecho una maleta más extraña en mi vida.
―Hecho―rioAndrés.
―Digo yo que a estas alturas podrías decirme el lugar exacto a dónde vamos.
―ATramacastilla, ya nos queda poquito.
―¿Tramacastilla? ¿No encontraste un lugar con un nombre más complicado?
―Tramacastilla de Tena para ser más exactos. ―explicó sonriente.
―¿Yconoces el lugar o lo has elegido por su nombre?
―Lo conozco, lo conozco ―repitióAndrés―. Pasé por aquí con tu primo e Iván hace un par de años.
―¿Yqué se os había perdido aquí arriba?
―Vinimos a esquiar a Formigal.
―Ahora lo recuerdo, fue unas navidades, hace dos años.
―Sí, exacto. Veo queAlejo te mantiene informada.
―Siempre hemos tenido buena relación.
―Pues, ya te podría haber hablado de mí.―se quejóAndrés entrando en el pequeño pueblo.
―Ya sabes que lo hizo, siempre hablaba de su amigo el del helado―comentó Eva―, lo raro es que ni dijera tu nombre ni yo le preguntara, solo supe que eras tú…
―En el concierto de Duncan Dhu―la interrumpióAndrés―, mientras te morreabas con el francesito.

Eva iba a contestarle a Andrés cuando ante ellos apareció la vertical figura del edificio nacido como abadía en el siglo XV. Sus impresionantes muros de piedra y madera competían con la belleza del
majestuoso enclave en el que se encontraba. Sin palabras se había quedado Eva, pareciéndole una falta de respeto hasta respirar ante tanta belleza,Andrés sonrió al ver la anonada cara de Eva.

―No te voy a preguntar si te gusta. ―comentóAndrés tras aparcar el coche.

Eva se quitó el cinturón de seguridad, acercó su cara a la suya para dejarle un suave beso. No hubo palabras, eran innecesarias. En silencio bajaron del coche, una suave brisa les dio en la cara, solo se
escuchaba el alegre piar de los pájaros y los pasos de una pareja saliendo del hotel.
Tan concentrada estaba en el paisaje queAndrés casi tuvo que tirar de ella para entrar en el hotel.

―Creo que no vas a poder negarte a mi petición, pequeñaja.―le susurróAndrés al oído invitándola a entrar en el hotel.
Eva iba a responder cuando el recepcionista los saludó por sus nombres, en un principio se impresionó que supiera quiénes eran hasta comprender que no era difícil; no era un hotel enorme así que
aprenderse los nombres de los huéspedes entraba dentro de la lógica.

―Uauh―solo dijo Eva dejando su maleta y adentrándose en la habitación de techos abuhardillados. La piedra, la madera y un selecto papel pintado decoraba las paredes dándole calidez, sobriedad y
romanticismo a la habitación.

No había ni un solo detalle fuera de lugar, casi deseaba que fuese invierno en vez de agosto para poder encender la chimenea. Eva recorría la habitación, disfrutando con cada detalle, dejando el ventanal
para el final. Casi era necesario contener la respiración ante aquel espectacular panorama.

―Soy urbanita al cien por cien pero creo que podría acostumbrarme a ver esto cada mañana.―confesó Eva al sentir los brazos deAndrés rodeándola.
―Definitivamente he cumplido la lista con creces, solo falta la cena y tendrás todas las que quieras ―dijo junto a su oído―. Empezando por la de esta noche.
―¿De verdad crees que era necesario todo esto para aceptar tu proposición?
―¿Esta es tu forma de decir que te vienes a vivir conmigo? ―preguntóAndrés girándola para tenerla frente a frente.
―Titán es demasiado encantador para decir que no.
―Titán, claro, como no. No vienes a vivir conmigo sino con Titán.
―Claro, ¿acaso lo dudabas?
―¿Ycompartirás cama conmigo o con él?
―Su cama tiene pinta de ser cómoda pero si tú me hicieras el favor de dejarme un huequito pequeño, tampoco me hace falta mucho espacio.
―Eso será porque tú lo digas, pequeñaja, porque no paras de moverte en la cama; siempre termino arrinconado en mi propia cama. Bueno, ahora nuestra cama.
―Uy, si ya vamos a empezar así, mejor me quedo con Titán.
―¡Ni de coña! Mucho lo quiero pero no pienso compartirte con él. ―comentó mientras sus labios bajaban por su cuello.
―¿Ya qué hora tenemos la cena?
―En poco más de una hora, hay tiempo.―contestó quitándole la camiseta.

*****

Eva abrió los ojos encontrándose con el dormido rostro deAndrés, no estaba segura de la hora pero debía ser temprano; poca luz entraba por la ventana. Con cuidado de no despertarlo intentó levantarse
de la cama, sobresaltándose al notar los dedos deAndrés agarrándole la mano.
―¿Adónde crees que vas?
―¿Al baño? ―dijo Eva acercándose para dejarle un beso. ―Buenos días.
―Buenos días, pequeñaja.
―¿Te importa soltarme o darás tú las explicaciones de por qué me he orinado en la cama?
―Ve pero no tardes.

Un par de minutos más tarde Eva regresaba a la cama, acurrucándose junto aAndrés.
―¿Crees que en algún momento recuperaré el sueño perdido? ―bromeó Eva mirándolo a los ojos. ―Creo que llevo dos semanas sin saber lo que es dormir toda la noche.
―Mira que me has salido quejica―rioAndrés apoyando su frente en la de ella―, hace un rato no te oí decir que tuvieses sueño.
―¿Yqué planes tenemos para hoy? ―preguntó antes de devolverle el beso―Digo yo que no me has traído hasta aquí para no salir de la habitación.
―No me tientes―bromeóAndrés. ―. Había pensado en hacer alguna ruta caminando o si prefieres pasear por el pueblo.
―Pero, el pueblo se verá en nada, ¿no?
―Sí―sonrióAndrés sin poder apartar la vista de los expresivos ojos de Eva. ―. Hacemos alguna ruta caminando y luego vamos a comer al pueblo, creo que tiene una pequeña iglesia muy bonita.
―Te ha dado a ti por hacerme un recorrido eclesiástico ―bromeó Eva ―, pero me parece perfecto.
―Te quiero―le susurróAndrés al oído haciéndola estremecerse al oír aquellas dos simples palabras casi innecesarias pero no por ello dejaban de emocionarla. ―.Te quiero, pequeñaja. ―repitió.

Eva notaba su pulso acelerarse, a pesar deAndrés no haber sido el primer hombre en su vida, jamás había escuchado aquellas dos palabras. El aire le faltaba, el corazón le iba a mil, no podía apartar la
mirada deAndrés, mientras un ejército de aguerridas mariposas comenzaba a aletear con fuerza sus alas. Eva respiró con energía, cerrando la boca porque estaba segura que en cualquier momento, como por arte de
magia, coloridas mariposas atravesarían su esófago en busca del camino de salida invadiendo la habitación hasta encontrar una ventana por la que salir en busca del oxígeno que no les llegaba dentro de ella.
Eva tomó la mano derecha de Andrés poniéndola sobre su pecho, no podía hablar, seguía teniendo la sensación de que una revolución de desconocidas sensaciones y sentimientos forjándose en su
interior. Por primera vez en su vida no era capaz de hilvanar palabras, al menos concordantes unas con otras.Andrés la miraba sonriente, escuchando los alocados latidos del corazón de Eva. Sin apartar la mano de
su pecho acercó sus labios a su oreja para volver a susurrarle aquellas dos palabras causantes de la revolución de las mariposas.

―Yo, aunque no entiendo el porqué, también te quiero. ―Finalmente dijo Eva antes de besarlo.
―Así que no sabes el motivo, entonces estamos igual, pequeñaja. ―bromeóAndrés besándole la punta de la nariz.
―Sabes.
―¿Qué?
―Es la primera vez que me dicen Te quiero.―confesó Eva mirándolo a los ojos.
―Claro, te lo habrán dicho en alemán, francés, italiano, in…
―No, no me lo han dicho en ningún otro idioma. Nunca antes sin contar mis padres o mis abuelos, ellos no cuentan, me lo habían dicho.
―Así que soy el primero en algo. ―bromeóAndrés.
―Eres el primero en muchas cosas,Andrés.

Andrés se acercó a ella, hasta tener su cara tan cerca de la suya que sus alientos se mezclaban.
―Pequeñaja, nunca antes se lo dije a nadie. Tú eres la primera y espero que la única. ―dijo besándola.

*****

Atrás habían dejado una inmensa pradera antesala al barranco del Gorgol, donde pararon un momento para sacar fotos antes de seguir rumbo al bosque del Betato. Pronto el rumor del agua dejó de oírse
con el insistente piar de los pájaros y del crujir de las hojas bajo sus pies. Poco a poco se fueron adentrando en un impresionante bosque de hayas, el mágico bosque del Betato se mostraba en todo su esplendor
ante ellos.

―Así que me traes, nada más y nada menos, al bosque prohibido, al bosque donde se reunían las brujas.
―Siendo tú una de ellas no tendrás miedo ahora, ¿no?
―¡Eh! ¿Ahora soy una bruja?
―¿Acaso no me tienes hechizado desde que éramos pequeños? ―rio Andrés abrazándola―Yo estoy por creer que le echaste algo al primer helado que compartimos. ―dijo besándola. ―. ¡Cierto!
Ahora me viene a la mente que el primer helado de menta y chocolate que probé era tuyo. Tú me lo diste a probar porque mi hermana decía que era muy malo.
―¿Hablas en serio? Yo no me acuerdo de eso.
―Sí, sí, tus padres te habían traído a casa porque ellos iban a ir a no sé dónde y tú venías comiéndote un cucurucho.
―¿Me estás tomando el pelo?
―No, hablo en serio.
―¿Cómo es posible que te acuerdes de eso?
Andrés levantó los hombros y tiró de ella para seguir caminando, si querían llegar al ibón de Piedrafita no podían estar parándose en el camino.

―Seguro que le pusiste algo a ese helado.


―Vaya, me has descubierto―rio Eva―. De todos modos, no me negarás que no da un poco de cosita saber que aquí se reunían las brujas. Yo ya me las imagino a todas con sus escobas apoyadas en
los troncos de los árboles, incluso igual hacen los palos con madera de las Hayas, porque son mágicas.
―Seguro, seguro.―contestó entre risasAndrés.

Durante un buen rato caminaron en silencio disfrutando del paisaje, la tranquilidad y la magia que envolvía aquella senda. Andrés se soltó un momento de la mano de Eva, había visto algo a un lado del
camino.

―¿Qué es eso? ―preguntó Eva indicándole aAndrés justo al lado opuesto al que él se dirigía.

Andrés y Eva se dieron la espalda un momento, caminando hacia ambos extremos del camino, agachándose casi al mismo tiempo para comprobar de cerca qué era lo que a cada uno les había llamado la
atención.Andrés no salía de su asombro al coger del suelo una pequeña bolita roja de hilo de seda, se giró en busca de Eva percatándose que Eva tenía en sus manos una bolita igual que enlazaba con la de él por un
finísimo hilo rojo que atravesaba el camino de lado a lado.

―Esto es pura casualidad.―comentóAndrés.


―Me está empezando a dar miedo este bosque, a ver si lo de las brujas va a ser verdad. ―dijo Eva medio en serio medio en broma y dando un salto al escuchar unos pasos tras de ellos.
―Gracias, habéis encontrado el ovillo de hilo―agradeció la chica que acababa de llegar junto a ellos. ―. Mi hija lo llevaba en la mano para atar las flores en un ramillete y no lo encontrábamos, pero mira
que ha rodado hasta lejos.
Eva y Andrés tendieron sus manos haciéndole entrega de los dos extremos de aquel ovillo rojo que de alguna manera estaba ahí esperando por ellos.

*****

Las risas deAna resonaron en el despacho, no podía parar de reír escuchando a Eva contarle el encuentro con Marta.

―¡Eres mi héroe! ¡Lo que hubiera dado por estar ahí! ¿Yte vas a tatuar el nombre de mi hermano? ¿De verdad lo vas a hacer? ―preguntó divertida.

Andrés se apostó junto a la puerta del despacho esperando la respuesta de Eva, que terminaba de colocar sus diccionarios, libros, carpetas, portátil en el que iba a ser su nuevo lugar de trabajo.

―Sí, claro, en el culo.―contestó Eva a sabiendas queAndrés la escuchaba porqueAna le había hecho gesto con la mirada.
―Cuando lo vea lo creeré―se apresuró a decirAndrés rompiendo su silencio―, pero es lo mínimo que deberías hacer ya que otras estarían dispuestas a hacerlo.
―¿Vas a estar sacando a relucir siempre el temita? ―preguntó Eva.
―¿Acaso lo dudas?
―¡No! ―exclamaron al unísono Eva y Ana.

*****

Agosto no se despedía con un efímero amor de verano. No, septiembre se habría paso con una nueva aventura en sus vidas, comenzaba su vida en común. Atrás quedaban los días de compartir
veinticuatro horas de risas, besos, abrazos, confidencias… septiembre no solo marcaba el inicio de la vuelta al trabajo sino de descubrirse como una pareja real.
Amitad de septiembre Eva se quedó sola con Titán porqueAndrés había tenido que viajar un par de días por trabajo, y así una tarde paseando por el centro con su nuevo amigo canino se quedó mirando
el escaparate de una tienda.

―¿Quieres uno? ―le preguntó un chico que fumaba un cigarrillo junto a la puerta. ―Bonito perro, ¿puedo acariciarlo?
―Sí, claro.
―¿Eso responde a la primera o la segunda pregunta?
―Ala segunda―contestó Eva―, lo de la primera no lo tengo claro.
―¿Tienes pensado algo?
―Sí.
―Si lo tienes pensado háztelo, no lo dudes. ―dijo apagando el cigarro. ―¿Quieres pasar?
―¿Ahora? ¿YTitán?
―No hay problema que pase contigo, yo cierro la puerta y ya está.

Eva no se lo pensó dos veces, no estaba muy segura del motivo pero aquel chico le daba confianza.

―¿Ydónde lo quieres? ¿Yqué es lo que tenías pensado?

Eva empezó a explicarle su idea al chico, que la escuchaba atento mientras esbozaba en un folio lo que Eva le describía y, así sin más, sin saber cómo ni por qué Eva se vio tumbada boca abajo en una
camilla escuchando el penetrante ruido de aquella máquina mientras Titán la vigilaba desde su privilegiada posición.

―Gracias―dijo Eva viendo el resultado final en el espejo.


―De nada―respondió―, espero que le guste.
―¡Más le vale! ―exclamó Eva poniéndose la camiseta.
―Ponte la crema que te dije, en un par de días podrás ver mejor el resultado.
―Genial, justo cuandoAndrés está de vuelta.

Aquellos dos días se le habían hecho eternos, a pesar de sus largos paseos con Titán y haber comenzado con un par de nuevos trabajos, echaba de menos a Andrés. En las últimas semanas se había
acostumbrado a su eterna presencia.Ahora contaba las horas que faltaban para tenerlo de vuelta.
Eva estaba concentrada en el ordenador cuando Titán levantó las orejas y salió corriendo de debajo de la mesa hacia la puerta. Andrés llegaba antes de lo esperado. Eva no pudo ocultar una sonrisa
mientras notaba un insistente cosquilleo en su interior, se moría de ganas por imitar a Titán y correr a la puerta, pero esperaría allí aAndrés.
―Yyo que pensaba que mi chica saldría a saludarme pero no―comentóAndrés desde la puerta. ―, solo mi fiel Titán ha corrido a saludarme. ―dijo soltando sus cosas a un lado de la mesa.

Eva se levantó para fundirse en un abrazo conAndrés.

―Te he echado de menos.―dijo tras besarlo.


―Y yo a ti, pequeñaja―contestó Andrés acariciando su espalda. ―. Uhm, qué ganas tenía de besar estos labios―comentó Andrés volviéndola a besar mientras sus manos recorrían su espalda. ―.
Espero que hayas recuperado el sueño en estos dos días porque hoy no voy a dejarte dormir―le susurró al oído empujándola hacia la puerta y llevándola al dormitorio mientras le quitaba la camiseta.
―He de enseñarte algo. ―comentó Eva entre beso y beso mientras caminaba de espaldas hacia el dormitorio.
―¿Urgente?
―No
―Pues, entonces puede esperar ―respondió despojándola de los shorts y quitándose él su propia ropa.

El pasillo era un reguero de ropa cuando entraron en el dormitorio, Titán los miraba tumbados desde el salón, comenzaba a comprender que en aquellos juegos él estaba de más.

―No imaginas cuánto te he echado de menos, pequeñaja.―susurróAndrés mientras se fundían para ser uno solo.
―Yyo a ti―casi gimió Eva.

Fundidos en un abrazo, enredados por sus propias piernas se contemplaban risueños.

―¿Yqué era eso que querías enseñarme?


―Un regalo.
―¿Un regalo? ¿Para mí?
―Sí, para ti. No tendría sentido si no fuera para ti.
―Vaya, me pica la curiosidad, ¿qué es? ¿Puedo verlo?
―En realidad lo has tenido a la vista todo este tiempo.

Andrés miró a su alrededor pero no veía nada diferente en la habitación.

―No veo nada, ¿qué es?


―No buscas en el sitio correcto.―rio Eva.
Andrés se quedó mirándola, empezando a entender cuál podría ser su regalo.
―No, ¿te has hecho el tatuaje? ―sorprendido preguntó. ―¿De verdad te has tatuado mi nombre?
―No―respondió Eva recogiéndose el pelo y dándose la vuelta.

Andrés se quedó mirando aquella espalda, que tan bien conocía, sus ojos se quedaron clavados en el nacimiento del cuello de Eva donde se podía leer: mi menta y chocolate . Los dedos deAndrés
recorrieron con delicadeza cada una de las diecisiete letras de aquella pequeña frase notando como la piel de Eva se erizaba con el contacto de sus dedos. Eva se giró, quedando frente a frente, mirándose a los ojos.

―Porque al fin encontré mi menta y chocolate.


La autora:

Bloguera, escritora y sobre todo mamá "full time", como todas las mamás. Siempre me ha gustado escribir. No recuerdo ni un solo momento de mi vida en el que no estuviera leyendo o escribiendo.

Hace ya un par de años, y más de un par, ¡el tiempo pasa muy rápido!, me lancé al mundo de la blogosfera. En un principio comencé con mi blogmaternal, Cuando olía a vainilla , bueno, má
maternal diría el blogen el que narro mis aventuras y desventuras con mi comando piojo.Aventuras tocadas con unas gotitas de humor, porque la vida hay que tomársela así, si no malo sería.

Unos meses después y con el gusanillo del tecleo metido en la sangre me atreví a abrir otro blog, El diario de una pija , y así nació la que sería mi primera novela publicada bajo el nombre de El
de Lucía, primer libro de la saga: Amigas y Treintañeras . A esta saga también pertenecen: Lola, mamá en apuros y Silvia deshoja la margarita . Ahora mismo me encuentro escribiendo el que será el
cuarto y último libro de esta saga.

Sin duda alguna he de decir que el "pirata cazador de estrellas" es quien me ha dado a conocer, Diego "el pirata" es uno de los personajes centrales de Tres no son multitud . Con ella se produjo
fenómeno curioso, las lectoras me pedían saber el "antes" y el "después" y tras recibir no uno, ni dos, ni tres...sino más correos pidiéndome lo mismo pensé: "Elva, los deseos de los lectores son órdenes para ti.
¿Por qué no complacerlos?" Ybueno, Tres no son multitud se ha convertido en una trilogía.

En medio de las dos novelas he escrito varios relatos que han sido recogidos en Un chico afortunado y seis historias más , una colección de historias de amor, desamor, erotismo. Este libro de rel
ahora mismo lo puedes leer de manera gratuita en Wattpadbajo el nombre de Siete historias de amor . En Wattpad también encontrarás De perros y sus dueños , de donde surgió Menta y Chocolate .

Tenías que ser tú ha significado para mí todo un reto, al haber osado meter a un par de lectoras como personajes de la historia.

Además de crear historias y escribir en Cuando olía a vainilla mis locas aventuras con mi comando favorito escribo para PHB en El rincón de las pequeñas sonrisas , y pueden leerme tamb
en Afilando mi pluma, donde encontrarán a mí yo más crítico con el mundo de las letras y todo lo que le rodea, así que ya ven siempre ando con los dedos sobre las teclas.
Otros libros de la autora:

Trilogía Tres No son multitud:

La trilogía Tres no son multitud cuenta la historia de Amanda y Alejandro, dos amigos muy especiales que llegado un momento cada uno quiere cosas
diferentes. Amanda se enamora de su amigo, él no lo está de ella, al menos eso cree. Ese amor se convierte en su mayor enemigo y los separa. Sin embargo, algo hará que
sus vidas estén unidas para siempre. Ese algo es un alguien, Diego. Un pequeño que surca los mares de la imaginación pidiendo deseos a las estrellas. Deseos no, deseo.
Siempre es el mismo, él quiere tener un padre, a su padre.

La trilogía está compuesta por Nunca fuimos dos, Libro 1, comedia ligera que ha nacido de los dedos de esta que les escribe con la única idea de hacerles pasar
el rato, disfrutar de la lectura y alejarlos de los posibles quebraderos de cabeza. Amor, desamor, humor, amistad… son algunos de los ingredientes que en ella
encontrarás.

Dos amigos, Amanda y Alejandro, que se quieren y respetan, que disfrutan el uno con la otra y viceversa pero, un buen día uno de ellos siente más que cariño
por el otro.
Amanda se enamora perdida y locamente de Alejandro, algo que para todos era algo más que evidente a ella le costó verlo pero, ¿qué siente él? En principio,
nada, amistad es lo único que le puede dar.
Cuatrocientos kilómetros los separan. Cinco años los separan. Sin embargo, hay algo que los va a unir de por vida, un pequeño pirata que pide deseos a las
estrellas y nos arrancará más de una sonrisa.

Tres no son multitud, Libro 2, (el libro que da nombre a la trilogía) Amanda nunca pudo imaginar que el regreso a su ciudad natal, Valencia, le traería tantos
cambios en su vida. Atrás dejaba M adrid y en ella a Alejandro, su mejor amigo, el chico que le había robado el corazón. Alejandro y Amanda tenían una relación
especial, “amigos con derecho a roce”, pero a veces el que juega con fuego se quema. Amanda no sólo se quemó sino que ardió en las brasas encendidas por ella misma.
Huyendo de las llamas llega a Valencia y allí descubre que no lo hace sola. Está embarazada. Nuevo trabajo. Nuevo rol en la vida. M adre soltera. Consigue conciliar su
vida laboral y familiar gracias a su familia si no imposible triunfar en su profesión siendo madre y criándolo sola.
Cinco años han pasado desde el comienzo de su nueva vida junto al mediterráneo. Cinco años de silencio. Cinco años de búsquedas y comparaciones. Cinco
años en los que su hijo ha crecido y ya comienza a reclamar esa figura que nunca ha conocido. Ahora, el destino o simplemente la fusión de sus dos empresas Alejandro
y Amanda vuelven a encontrarse. La llama no apagada vuelve a encenderse pero Amanda sabe que entre ella y Alejandro hay una asignatura pendiente. Una asignatura
llamada Diego.

Siendo ¿De Verdad somos tres? el final de la historia. Este tercer libro da fin a la historia de Diego, el niño que soñaba con su padre, creía en estrellas de deseos
y jugaba a ser pirata. El niño que, soñando y deseando, se convirtió en un auténtico “cazador de estrellas”.
¿De verdad somos tres? También es la culminación de la historia de Amanda y Alejandro, o M andy y Ale, dos amigos que siempre fueron, incluso sin saberlo,
mucho más que dos.

Saga Amigas y Treintañeras :

El Diario de Lucía es el comienzo de una saga, Amigas y Treintañeras, en las cuales sus protagonistas son un grupo de amigas: Laura, Lola, Patricia y Silvia.
Las cuatro en los treinta y tantos. Las cuatro mujeres independientes, profesionales de más o menos éxito. Las cuatro con sus propias historias de amor y desamor. Las
cuatro unidas por su amistad forjada a lo largo de los años. En El Diario de Lucía conocemos a Laura y empezamos a saber algo sobre Lola, Patricia y Silvia.

¿Quién es Laura?

Traductora y correctora en el mundo editorial, Laura siempre había soñado con escribir. Siempre había sido su sueño pero el miedo al fracaso, a enseñar sus
escritos en público la frenaba. Con las cajas invadiendo el salón de su nuevo y flamante apartamento decide abrir un blog. Así en medio de la mudanza, en medio de su
reciente salida del nido paterno Laura crea a su alter ego, Lucia. Comienza a escribir su diario, escudándose en la figura de Lucía nos muestra sus propias expectativas en
la vida, sus aventuras y desventuras amorosas. Así conocemos a Juan y Ricardo o Lucas y Daniel, el primero un escritor novel al que acaba de conocer y con el que
Lucía comienza a sentir algo. Al otro lado de la balanza está Ricardo, el que fuera su novio, un eterno Peter Pan, su miedo a madurar, al compromiso, al ir más allá… tiró
su relación por la borda.
¿Quién le iba a decir a Laura que su blog iba a tener tan buena acogida? ¿Quién le iba a decir a Laura que en tan poco tiempo las lectoras se multiplicaran día a
día? ¿Quién le iba a decir a Laura que una conocida revista femenina se interesaría por las aventuras de Lucía? ¿Quién le iba a decir que aquella mudanza sería el
comienzo de un gran cambio en su vida? ¿Quién le iba a decir que de pronto se encontraría eligiendo entre dos hombres?

Lola, mamá en apuros es la segunda de las novelas de la S aga Amigas y Treintañeras, iniciada de la mano de El diario de Lucía, la primera de mis
novelas publicadas. Con Lola, mamá en apuros damos un giro de estilo, pues, sin abandonar la comedia romántica nos centramos más en el puntito de comedia y,
menos en el enfoque romántico, aunque no lo abandonamos del todo.

¿Quién es Lola?
Lola es una treintañera moderna, urbanita (su filosofía de vida dice que "el campo es para los pájaros"), amiga de sus amigas (Laura, Silvia y Patty), periodista (como bien dice su amiga Laura es periodista
"Freelance" que no "Autónoma", ante todo hay que echarle glamour y humor a la vida).

Lola es una profesional como la "copa de un pino" es realmente buena en lo suyo y le llegará una oferta irrechazable. ¿Irrechazable?
Lola acaba de ser madre por partida doble: el mayor de sus "cachorros" corretea a cuatro patas moviendo el rabo sin parar, un cachorro de labrador color azabache. El pequeño, su cachorro humano,
Mario, le tiene robado el corazón (ni más ni menos que como a todas las madres). Con Mario aprenderá que ser mamá y profesional es toda una aventura... Sí, porque como adelantamos en el párrafo anterior,
Lola recibirá una importante oferta de trabajo. Lola se verá en la tesitura de elegir entre familia y trabajo.
¿Puede ser una mujer, madre y profesional al mismo tiempo? ¿Nos sentimos apoyadas por los que nos rodean si queremos ser buenas profesionales y madres? Lola adora su papel de madre, siempre
quiso serlo, pero sobre todas las cosas le gusta ser mujer.
Sentimentalmente está unida a Manu. Manu está rodeado de un peculiar trío de mujeres, a las que Lola se ve irremediablemente unida. ¿Quiénes son estas mujeres? La madre, Teresa, que sigue soñando
con ver a su hijo casado con su anterior novia. La hermana, Raquel, vegetariana radical y que siempre encuentra pegas a Lola... La tercera mujer a la que Lola está unida de alguna manera es Virginia, la ex novia de
Manu…, con quien parece estar en una eterna competición.

Silvia deshoja la margarita es el tercero de los libros de esta saga, de la que a principios del próximo año saldrá el libro de la cuarta amiga. Una saga de cuatro mujeres independientes, con profesionales
liberales, que ríen, lloran, aman y, sobre todo, viven. Cuatro mujeres, que luchan por lo que quieren sin miedo a enfrentarse a las posibles adversidades.

¿Quién es Silvia?

Silvia es profesora universitaria, y cree tener su vida resuelta: un buen trabajo, la casa de sus sueños con vistas al mar, el novio perfecto... ¿perfecto? Perfecto
hasta que el tedio, la monotonía, la costumbre se acomoda en medio de su relación.
Las dudas se instalan en su vida, no estando segura de querer seguir con su compromiso decide hacer un "kit kat", aplazando su compromiso con Roberto.
En medio de esta "pausa", Silvia comienza un curso de especialización en Arte M oderno en M adrid y, M adrid le devuelve una antigua obsesión: Víctor. No
siendo él el único en llegar a su vida gracias a sus viajes, en sus visitas mensuales al Reina Sofía conocerá al profesor Ángel M iller y a David, compañero de televisión de
su amiga Lola.
Roberto, David, Víctor y Ángel serán cuatro pétalos a deshojar de su margarita...

Tenías que ser tú es una comedia romántica, en la que amor, amistad, humor y magia se entremezclan para dar forma a esta historia. La historia de un
triángulo amoroso, el cual nunca fue triángulo, ya que uno de sus vértices sólo pasaba por allí y pensó, creyó o, quiso creer que podía quedarse. La historia de una
pareja, Raquel y Roberto, que se conocen de una manera peculiar y se sentirán atraídos desde el minuto uno, pero algo tan simple como la distancia kilométrica los hará
separarse.
Una historia que te hará revisar tu ropa interior para comprobar su color. ¿M aquillaje o caca? Je je je je, ya lo entenderás. Una historia que te hará ver las hojas
secas de otra manera porque igual no siempre las hojas son movidas por el viento…

[1] Cariñet:, en valenciano escrito “carinyet”. Cariño.


[2] Nano: expresión típica de Valencia.
[3] Iaios: abuelos
[4] Xiquets: niños
[5] Xiqueta: nena, niña.
[6] Mare de Deu: madre de Dios.
[7] Res de res: nada de nada.

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