Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Síle O’Shaughnessy
sile@oshaugh.com
Jude Turner
9 Main Street
Ireland, ON
L5S 3T9
Canadá
De: irelandmuseum@interweb.ca
Para: sile@oshaugh.com
Fecha: 22 de febrero 11.22
Asunto: Saludos
Querida Sile (¡disculpa que no sepa cómo
poner el acento en la i de tu nombre!):
Tomate cono un cumplido que éste sea el
primer e-mail que envió por una cuestión
que no sea de trabajo. Simplemente
quería decir hola y que te debo un
desayuno. Si alguna vez vienes a Toronto
me podría plantar allí por la autopista, si
tienes un rato entre vuelos y quieres
«cerner como un animal».
17 Stoneybatter Place
Stoneybatter
Dublin 2
Irlanda
14 de febrero
Pues hola, Jude la Oscura. Espero que
mi caligrafía te parezca legible, porque,
aunque te parecerá irónico que algo así
suceda a una tecnófila como yo (puedo
presumir de haber visto el primer
nacimiento en vivo en la Red en el 98), mi
impresora acaba de autodestruirse
dejando una nube de humo, así que voy a
tener que copiar esta carta de la pantalla
A MANO. Sólo el hecho de que el
transbordador a mi vuelo de Boston lleva
media hora de retraso justifica el
derroche de energía. No doy crédito a lo
primitivo que es esto de hacer garabatos
en el papel con gotitas negras que salen
de un tubo…
Esperé seis semanas para ver si te
rendirías y me contactarías primero, pero
ya veo que eres de las fuertes, silenciosas
y testarudas con quienes una chica jamás
debería meterse a competir por ver quién
aguanta más. ¿O quizá hay una razón más
prosaica? Podrías haber extraviado mi
tarjeta, ya que las cosas siempre se
pierden cuando uno viaja; a lo largo de
los años he perdido la mayor parte de mis
pendientes favoritos por los desagües de
los lavabos de los hoteles (en mis ratos
libres no me importa llevar pendientes
diferentes, pero para el trabajo tengo que
ir arreglada hasta extremos ridículos).
Nuestro amigo George L. Jackson
resultó ser pentecostal [mi corrector
ortográfico desconoce esta palabra]
setenta y cinco años, divorciado y con
cuatro hijos adultos (la investigación fue
un horror, pero por lo menos no me
echaron del trabajo). ¿Piensas mucho en
él? Yo sí, especialmente durante vuelos
nocturnos, cuando las luces se
amortiguan y muchos pasajeros se ponen
a dormir. Llevaba su propia compañía de
plásticos, y se dirigía a Inglaterra para
vender muestras en una feria. No tenía
historial de enfermedad cardiaca, pero de
eso murió. La línea aérea pagó tanto el
vuelo de su hija mayor para recogerlo
como el embalsamamiento. Ahora ya
sabes tanto como yo.
La mano se me ha cansado ya, voy a
tener que parar antes de haber dicho gran
cosa. Me pregunto cuánto va a tardar en
llegarte la carta, en mida, en alce, o con
lo que utilice la Policía Montada hoy en
día. Intento imaginarme la aldea de
Irlanda, Ontario, y enseguida me doy
cuenta de que las imágenes que se me
forman en la cabeza me vienen todas de
Doctor en Alaska, que ahora que lo
pienso no pasa en Canadá. Vaya. La vida
de aldea siempre me hace estremecer, no
hay cines (estoy tan colgada del cine que
vería dos películas al día si tuviera
tiempo) ni locales para escuchar música,
o zumerías… ¿Cómo te las arreglas
cuando te apetece un zumo de fresa y
pera?
Cállate, Síle, tus modales dejan
mucho que desear… Igual soy yo: las
ciudades me ponen. Necesito sentirme
libre como una cometa… Aunque mi base
está en Dublín, podría estarlo en
cualquier sitio (¡bueno, en cualquier sitio
con más de un millón de habitantes!); la
vida es una merienda campestre, por
decirlo de alguna manera. Kathleen (mi
amiga) no está de acuerdo; dice que los
emigrantes siempre le dan algo de pena.
Al otro lado de mi ventana, en la calle
de casas sencillitas en la que vivo,
empiezo a ver que los tulipanes violetas
más aguerridos empiezan a asomarse (yo
no sé cultivar nada, pero mi vecina
Deirdre y yo tenemos un AMB, y utiliza mi
alféizar para las macetas que le sobran).
Sin duda la primavera (mi estación
preferida) se acerca.
Hmm, la caligrafía es un poco como el
código Morse, lenta y seria. Es mucho
más táctil que el ordenador, sin duda.
Aquí hay una mancha, por ejemplo, de
restos de mi tarta de frambuesa:
Síle
P. D.: Feliz día de San Valentín.
Querida Síle:
Recibí tu carta después de enviar mi
e-mail… ¡Ajá!
Me encantó tener noticias tuyas.
Ya sé que el correo postal tarda un
poco: si nuestros antecesores no se
hubieran comunicado con algo tan
duradero como el papel en los últimos mil
años, no quedaría gran cosa de ellos.
Jude intentaba un estilo reflexivo, pero aquello
sonaba a sermón. Hora de cambiar de tema.
Re: Cuáqueros
Sigo imaginándote con un gorrito
Victoriano gris, Jude, resulta bastante
irritante. Pero la cosa cuáquera ayuda a
explicar las rarezas puristas que tienes.
Me encanta cuando dices «Construimos
la casa de congregación en Coldstream en
1859» cano si hubieras estado ahí…
¡viajera en el tiempo! Mamá era hindú,
pero la Iglesia la presionó para que se
convirtiera al cristianismo y poder
casarse con papá (que, ya que estamos,
era todo un descreído, ironía de ironías),
y él siempre ha dicho que le era «más
fácil cambiar todo» (país, trabajo,
lengua, religión y estado civil) al mismo
tiempo. Eh… ¡mejor ella que yo!
Elegí mi casa en Stoneybatter porque
me venía bien para el aeropuerto, pero la
verdad es que ahora me encanta (nací en
la parte sur, pero los encantos algo más
bastos del norte de Dublín han llegado a
atraparme, mientras que Kathleen, que
creció con cinco hermanos en una
vivienda de protección oficial al norte del
Liffley, dice que mi calle es «sórdida» y
prefiere que me pase los días libres en su
piso, en el tranquilo Ballsbridge). En
realidad Stoneybatter es un ejemplo
perfecto de pueblo dentro de la ciudad:
pequeños habitáculos construidos en la
década de 1870 junto a viviendas de
protección oficial que hoy en día han sido
tomadas por jóvenes profesionales hasta
tal punto que se conoce cono Pijolandia.
El contraste entre la población indígena
(palitos de pescado y cocido) y los
«colonos del pijerío», como se nos conoce
en estos parajes, (que compramos queso
de cabra y cilantro) contribuye a que todo
esté muy animado.
Respecto a lo de volver a ser «tú
misma», venga ya, sólo hace seis
semanas. Cuando la madre de mi ex, Ger,
murió, ella pasó una crisis que le duró un
año. Mierda, igual no viene bien que diga
esto. Pero en fin, que tranquila, Jude,
¿vale?
PASCAL, «Pensées»
JEREMÍAS, 42:10
Querida Síle:
Declaración Universal
de los Derechos
Humanos, artículo 13.2
((((((((((((jude)))))))))))))
(Si frecuentaste los chats, sabrás que
eso significa un fuerte abrazo).
Un niño con un chándal psicodélico
juega con su yoyó y me mira como si
supiera que estoy escribiendo a una mujer
a la que doblo en edad (ok, una mujer con
el 64% de mi edad) que por algún motivo
me ama a pesar de que mis frases (si es
que las quieres llamar así) se prolongan
hasta el infinito. En LAX[1] el otro día vi
un anuncio de vitaminas, con el lema
«Una manzana cada día», que decía:
«Cuando no tenga tiempo o posibilidad de
cernerse una manzana, tome los
nutrientes equivalentes en una tableta
fácil de tragar». Casi podía oírte
partiéndote de risa con eso, diciéndome
que a quien no tenga tiempo o posibilidad
de comerse una manzana le podrían dar
un tiro directamente y evitarle el
sufrimiento.
Quiéreme (es una orden).
Proverbios, 27:8
¡Urgente!
Se precisan en Canadá miles de niñas
bien educadas. Decenas de miles de
hombres suspiran por lo que no pueden
conseguir… ¡esposas!
¡Es una lástima!
No dudéis un instante… VENID
ENSEGUIDA.
Si no podéis venir, enviad a vuestras
hermanas. La demanda es tan grande que
cualquiera que lleve faldas tiene una
buena oportunidad. Estos hombres son
todos tímidos, pero tienen buena
voluntad. ¡Y cada uno de ellos un trofeo!
No hay ni una manzana podrida. Venga,
chicas, no perdáis la ocasión porque
algunas de vosotras ya no tendréis otra.
ROBERT BROWNING,
«¡Ahora!»
«MARTINUS
SCRIBLERUS»
(ALEXANDER POPE),
«El arte de hundirse en la
poesía»
Re: Añoranza
Ahora ya tengo una buena colección
(fondos, como decimos en mi trabajo):
fotos enmarcadas, un archivo de cartas o
e-mails, un pintalabios que se llama
Fruta Magullada que te dejaste en julio…
pero me temo que la documentación y los
artefactos no me ayudan, Síle.
Aquí está tu cita del día. Ésta es de
una mujer llamada Catherine Talbot a
otra llamada Elizabeth Carter, en los
tiempos (1744) en que las mujeres que se
sentían atraídas por otras tenían que
quedarse en casa con mamá y escribir
muchas cartas En fin, aquí va:
Debemos conformamos con amar y
estimar a la gente constantemente y
afectuosamente entre una gama de
circunstancias que son difíciles y
asfixiantes, que anulan cualquier
posibilidad de que pasemos la vida
juntas.
La otra noche estaba yo haciendo de
canguro con Lia para que Cassie y
Anneka pudieran ir a la cama, en fin, que
dijo una frase que yo juraría que era en
japonés. Cassie me dijo algo interesante,
que el lenguaje es un efecto secundario
del amor. Aparentemente, el hambre o el
cansancio no serían suficientes para
motivar a Lia a hablar, porque podría
simplemente hacer un gesto o llorar.
Resulta que el lenguaje es simplemente
diversión, un juego que compartes con
quienes amas.
Por supuesto desde mi perspectiva
actual el lenguaje empieza a parecer un
efecto secundario de la pérdida. Supongo
que la ausencia hace que el corazón
proteste a gritos. Escribirte me recuerda
que estás lejos, pero también tiende una
especie de puente sobre el abismo. Es un
hecho triste: las parejas que pasan vidas
dichosas juntos no dejan mucho rastro en
los archivos. Mientras que una carta de
amor nos sobrevivirá, suponiendo que se
escriba en papel sin ácido y se mantenga
en un lugar seco.
ELIZABETH BOWEN
Re: Cueva
Mi cueva tiene varias entradas,
adorable Síle, y puedes elegir.
Creo que tengo síndrome de
abstinencia. No puedo dormir, no tengo
hambre, me quedo sentada en el museo
respirando el polvo y hablándote en mi
cabeza. Es más duro tras cada visita,
extrañamente. Definitivamente esto es
peor que dejar de fumar.
Re: Salir
Lo sé, lo sé, cuando decimos adiós es
cano un cambio de marchas terriblemente
brusco, y mientras pasan las semanas el
coche acaba por detenerse. La
coordinadora de personal de tierra
mencionó que había oído que yo «estaba
saliendo con una canadiense». Me
pareció no sólo un coloquialismo, sino
que de repente me di cuenta de lo extraño
del concepto, «salir», como quien abre
una puerta…
Yana Petronis
«Hermanitas malas: un caso de
censura internacional»
Estudios Feministas n.º 253 («Temas
Lésbicos»)
Hora de marchar a casa. Jude intentó
intercambiar una mirada y una sonrisa con la
joven, pero no lo consiguió.
Mientras la extensión de nuevos barrios se
disolvió en el campo abierto, se encontró
imaginándose otra vida. Una relación sin
distancias. Conoces a tu chica en el mercado, la
vuelves a ver para cenar, duermes a un milímetro
de distancia toda la noche. Una vida contabilizada
en minutos y horas, en lugar de semanas y meses;
los planes no tendrían que ir más allá que una
excursión en moto al día siguiente o un festival de
música el sábado. No tenía por qué ser perfecta,
pero se centraría en el día a día.
Pero ¿por qué aquello nunca le había sucedido
a Jude entre el momento en que dejó a Rizla y
cuando conoció a Síle? ¿Por qué, a pesar de todos
sus «encuentros genitales», no se había quedado
prendada de nadie de los alrededores? Si una lo
pensaba con pragmatismo, tenía que haber en cada
pueblo alguien a quien Jude pudiera amar y que
pudiera amar a Jude. ¿Qué perversión le había
hecho caer en aquella fijación por una extranjera?
Era como un cuento siniestro en el que el príncipe
acababa perdiéndolo todo: «Anhelo el fruto del
árbol en el fin del mundo. Nada sino ese fruto
satisfará mi ansia: sólo su jugo puede salvarme».
«PIENSA GLOBAL, COMPRA LOCAL», rezaba un
anuncio en la ventana de un comercio mientras
Jude entró en Irlanda; al leerlo le rechinaron los
dientes.
Re: Ocupada
Hoy he estado en Londres ¡Sí, otro
sitio cuyo nombre viene de emigrantes
nostálgicos! Tienen un extraño castillo en
miniatura construido en 1826, que era
tribunal de justicia y cárcel, y resulta que
es una copia del castillo Malahide, cerca
de Dublín (¿me llevarás la próxima vez?).
Antes de que nadie se estableciera en
Londres, hubo una ejecución pública a la
que acudió la gente desde el norte de
Canadá. La soga se rompió, así que
tuvieron que volver a ahorcar al tipo, y lo
peor es que era francófono, pero su
confesión está en un inglés perfecto, lo
cual sugiere que le tendieron una
trampa…
En el mercado vi a una mujer en una
cafetería y me pregunté: ¿por qué no
puedo amar a alguien como a ella en
lugar de a ti?
RALPH HODGSON,
«Tiempo, viejo gitano»
ANÓNIMO, La doncella
de hermosos cabellos
castaños
El cuadragésimo cumpleaños de Síle empezó
bien, en su casa y en la cama, cuando abrió el
paquete con el matasellos canadiense y encontró
un minúsculo cuaderno japonés en el que Jude
había escrito, a una entrada por página,
cuatrocientas cosas que amaba de Síle.
ANÓNIMO, La dama de
Ámsterdam
LEWIS CARROLL,
«Alicia en el país de las
maravillas»
SUSANNA MOODIE, «A
la intemperie en la
pradera australiana»
PASCAL, «Pensées»
***