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Unidad 20

• Trabajos especiales que regula nuestra


legislación laboral positiva

“Nuestra legislación laboral hace referencia a los trabajadores


especiales en un título singular, en donde establece normas especificas
para los mismos, dejando por disposición de la propia Ley Federal del
Trabajo, la aplicación de normas generales, únicamente en cuanto no las
contraríen.”
Trabajos especiales.

El título sexto de la Ley Federal del Trabajo en vigor se refiere a trabajos


especiales que han sido regulados en forma singular.
Dichos trabajos especiales son los relativos a los trabajadores de confianza,
a los trabajadores de los buques, de las tripulaciones aeronáuticas, el trabajo
ferrocarrilero, el trabajo de autotransportes, el trabajo de maniobras de servicio
público en zonas bajo jurisdicción federal, el trabajo de campo, el trabajo de
agentes de comercio y otros semejantes, el trabajo de los deportistas
profesionales, el trabajo de los autores y músicos, el trabajo a domicilio, el relativo
a los domésticos, el de los hoteles, restaurantes, bares y otros establecimientos
análogos, el de la industria familiar, el de los médicos residentes en periodo de
adiestramiento, y finalmente el del trabajo en las universidades e instituciones de
educación superior autónomas por ley.
Posiblemente en un futuro próximo también se reglamente el trabajo de las
instituciones de crédito para sustituir el reglamento bancario vigente que tanto se
ha impugnado de inconstitucional.
Nuestra legislación laboral al referirse a todos los trabajos especiales
anteriormente mencionados, establece normas específicas para los mismos,
dejando por disposición del artículo 181 de la ley, la aplicación de las normas
generales, únicamente en cuanto no las contraríen.
En cuanto al trabajo de los buques se exige, por ejemplo, que los
trabajadores de los mismos deben de tener la calidad de mexicanos por
nacimiento.
Los capitanes que son patrones de los trabajadores o marineros son a su
vez trabajadores de los dueños de los barcos.
A pesar de que los marineros siempre están a disposición del capitán en los
barcos, no todo dicho tiempo se reputa como jornada de trabajo, por razones
obvias.
En el caso del trabajo de las tripulaciones aeronáuticas, se previene que el
tiempo efectivo de vuelo no excederá de 8 horas en la jornada diurna, 7 horas
para la nocturna y 7.30 horas para la mixta, salvo que se le conceda un periodo de
descanso horizontal, antes de cumplir dichas jornadas, igual al tiempo volado.
La denominación de “descanso horizontal”, pensamos que puede prestarse
a malas interpretaciones.
Los tripulantes tienen derecho a un periodo anual de vacaciones de 30 días
de calendario no acumulables.
El escalafón de las tripulaciones aeronáuticas se basa en la capacidad y no
en la antigüedad, lo cual resulta de lo más tranquilizador.

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Cuando los trabajadores de autotransportes aleguen prolongación o retardo
de la jornada, les corresponde desde luego la carga de la prueba.
En el salario que se estipule por viaje puede incluirse el que corresponda
por tiempo extraordinario, manifestándose que previamente se hizo el cálculo
respectivo.
Con la reglamentación de trabajo de maniobras de Servicio Público en
Zonas de Jurisdicción Federal, se termina la vieja discusión que existía sobre si
había o no relación de trabajo entre los estibadores y los usuarios, misma que se
regulaba por el artículo 124 reformado, de la Ley de Vías Generales de
Comunicación.
El Sindicato Nacional de Estibadores y Alijadores ha sido ejemplo en
nuestra legislación de cómo se pueden proteger adecuadamente y en forma
técnica las labores que desempeñan los trabajadores que recibían el nombre de
“macheteros”.
En el caso de la reglamentación de los agentes de comercio nuestra ley
incurre, a nuestro juicio, en una generalidad imperdonable al referirse textualmente
a “otros semejantes”.
El artículo 285 de la Ley nos indica que: Los agentes de comercio, de
seguros, los vendedores, viajantes, propagandistas o impulsores de ventas y otros
semejantes, son trabajadores de la empresa o empresas a las que presten sus
servicios, cuando su actividad sea permanente, salvo que no ejecuten
personalmente el trabajo o que únicamente intervengan en operaciones aisladas.
Como ya se dijo, la expresión “otros semejantes” resulta oscura y
conflictiva. En la exposición de motivos se expresa que si se comprueba que una
prestación de servicios no satisface los requisitos de servicio personal y de
subordinación, la legislación de trabajo no tendrá aplicación.
El nombre que se dé a los contratos no determina su verdadera naturaleza,
por lo que no basta que exista un contrato de “comisión” para que a un trabajador
se le considere comisionista, sino se hace necesario que se encuentre establecido
y que cuente con elementos de trabajo. La calidad de este tipo de trabajadores
requiere: a) una subordinación jurídica; b) servicio personal directo, y c) que su
actividad sea permanente.
Esta disposición afecta a muchos comisionistas que en realidad no desean
tener el carácter de trabajadores para no desempeñar un servicio subordinado, ya
que si bien es cierto que gozan de las ventajas de esta Ley, también lo es que se
encuentran sujetos a las obligaciones impuestas a los trabajadores.
Últimamente los propios comisionistas están formando asociaciones en
participación para que no sean considerados como trabajadores. Estimamos que
esta medida es inútil, ya que sus derechos no son renunciables.
El salario a comisión puede comprender una prima sobre el valor de la
mercancía vendida o colocada, sobre el pago inicial o sobre los pagos periódicos,
o dos o las tres de dichas primas.

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Para determinar el momento en que nace el derecho de los trabajadores a
percibir las primas, se observarán las normas siguientes:
I. Si se fija una prima única, en el momento en que se perfeccione la
operación que le sirva de base, y
II. Si se fijan las primas sobre los pagos periódicos, en el momento en que
éstos se hagan.
La operación queda perfeccionada hasta que la acepte el patrón o
cualquiera de sus representantes o apoderados.
Las primas que correspondan a los trabajadores no podrán retenerse ni
descontarse si posteriormente se deja sin efecto la operación que le sirvió de
base.
Para determinar el monto del salario diario se tomará como base el
promedio que resulte de los salarios del último año o del total de los percibidos si
el trabajador no cumplió un año de servicios.
Se considera más justo este criterio que el de los últimos treinta días
efectivamente trabajados a que se refiere el art. 89 de esta Ley.
Los trabajadores no podrán ser removidos de la zona o ruta que se les haya
asignado sin su consentimiento.
El consentimiento puede ser antes o simultáneamente al cambio, pues
donde el legislador no distingue, no hay que distinguir.
Es causa especial de rescisión de las relaciones de trabajo la disminución
importante y reiterada del volumen de las operaciones, salvo que concurran
circunstancias justificativas.
El artículo 292 previene que son deportistas profesionales los jugadores de
futbol, beisbol, frontón, box, lucha y “otros semejantes”.
Al igual que cuando nos referimos a los llamados agentes de ventas,
consideramos sumamente desafortunado el término y “otros semejantes”, en virtud
de que, como ya se expresó, la ley debe ser siempre clara y precisa para evitar el
que se alegue oscuridad de la misma para evadir su cumplimiento.
Las características propias del “trabajo” que desempeñan los deportistas
profesionales hacen que el cumplimiento de las disposiciones de este capítulo
sean de aplicación dudosa.
En la práctica la mayoría de los profesionales perciben prestaciones muy
superiores a las “mínimas” que consagra la Ley, incluso en sus disposiciones
generales, ya que por ejemplo casi ninguno de ellos percibe el salario mínimo o
trabajan la jornada máxima.
Por otra parte, el trabajo que desempeñan no es igual, a pesar de que se
practique el mismo deporte, y menos en condiciones de eficiencia igual, por lo que
el principio de que a trabajo igual corresponde salario igual, es de suyo inaplicable.
Los estrellas de cada actividad deportiva, convertidos en “ídolos”, doblan o

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triplican las prestaciones que reciben en comparación con los jugadores “del
montón”. Los toreros tendrían cabida en este concepto.
En el caso de los beisbolistas, en lugar de habérseles beneficiado al
aplicarles las disposiciones de la ley laboral, se les ha perjudicado, ya que la
ANABE o sea la Asociación Nacional de Beisbolistas, logró únicamente como
“conquista” que sus afiliados tuvieran que pagar impuestos y seguro social que
antes no pagaban.
Los beisbolistas se rigen ahora más que por la ley del trabajo, por la ley de
la oferta y la demanda.
El trabajo a domicilio es el que se ejecuta habitualmente por un patrón en el
domicilio del trabajador o en un local libremente elegido por él, sin vigilancia ni
dirección inmediata de quien proporcione el trabajo.
El artículo 313 expresa que el trabajador a domicilio es la persona que
trabaja personalmente o con la ayuda de miembros de su familia para un patrón.
Además la simultaneidad de patrones no priva al trabajador a domicilio de
sus derechos, ya que efectivamente la pluralidad de patrones no excluye por ese
sólo hecho la categoría de trabajador.
La ley distingue a los trabajadores domésticos de las personas que prestan
sus servicios en hoteles, restaurantes, bares y otros establecimientos análogos,
manifestando que son los que prestan los servicios de aseo, asistencia y demás
propios o inherentes al hogar de una persona o familia.
Los jardineros y choferes particulares son considerados como trabajadores
domésticos.
El artículo 334 de la ley indica que, salvo lo expresamente pactado, la
retribución del doméstico comprende, además del pago en efectivo, los alimentos
y la habitación, y que los alimentos y la habitación se estimarán equivalentemente
al 50% del salario que se le pague en efectivo.
Se establece que las comisiones regionales fijarán salarios mínimos
profesionales para los trabajadores domésticos, lo cual consideramos inoperante,
ya que por lógica jurídica se tiene que sostener que los salarios mínimos
profesionales tienen que ser superiores a los salarios mínimos generales ya que
en caso contrario carecerían de objeto.
A los domésticos ni siquiera se les paga un salario mínimo general, menos
se les va a poder pagar un salario mínimo profesional.
En la vida práctica los domésticos no tienen celebrados contratos de
trabajo, y tampoco reciben la prima dominical.
El artículo 346 de la ley expresa que las propinas son parte del salario de
los trabajadores.
El artículo 351 previene que son talleres familiares aquellos en los que
exclusivamente trabajan los cónyuges, descendientes y pupilos.
Consideramos que el término de “pupilos” no tiene un significado exacto.

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Finalmente, en octubre de 1980, se reglamentó el trabajo en las
universidades e instituciones de educación superior, autónomas por ley,
dividiéndose en 13 artículos, del 353-J al 353-U, y dos transitorios.
Su objeto se afirma en el artículo 353-J, es conseguir el equilibrio y la
justicia social en dichas relaciones de trabajo, de tal modo que concuerden con la
autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines propios de estas
instituciones.
El 353-K define al trabajador académico como a la persona física que
presta servicios de docencia o investigación a las universidades o instituciones de
referencia, conforme a los planes y programas establecidos “por las mismas”.
Pensamos que sale sobrando decir “por las mismas”, ya que
frecuentemente dichos planes y programas son elaborados precisamente por el
propio trabajador académico.
Por lo tanto, debe suprimirse dicho párrafo.
Se da una definición negativa del trabajador administrativo cuando en este
mismo precepto se dice que es la persona física que presta servicios no
académicos a tales universidades o instituciones.
Sería preferible que se dijera que dichos trabajadores son los que prestan
cualquier otro servicio distinto al docente o de investigación.
Nos parece bien que el artículo 353-L faculte exclusivamente a las
universidades o instituciones autónomas por Ley, la regulación de los aspectos
académicos.
Resulta indispensable que los trabajadores académicos aprueben las
evaluaciones académicas que lleven a cabo las universidades e instituciones, ya
que en caso contrario se vulneraría el nivel académico requerido.
El 353-M se refiere a la forma de contratación de los trabajadores
académicos, por jornada completa o media jornada, o a los docentes por hora
clase.
Las demás reglas generales sobre duración de los contratos prevista por la
legislación laboral siguen siendo aplicables.
En el 353-N se prevé la posibilidad de que se fijen diversos salarios para
trabajo igual, si éste comprende a diferentes categorías académicas, lo cual es
correcto.
El 353-Ñ previene que los sindicatos o directivas que se constituyan
deberán de estar formados únicamente por trabajadores que presten sus servicios
en cada una de ellas y que serán: a) de personal académico; b) de personal
administrativo, o c) de instituciones, si comprende a ambos tipos de trabajadores.
Estimamos que es correcto este precepto lo mismo que el 353-P, que
determina que para los efectos de la contratación colectiva, se seguirán las reglas
generales fijadas en el artículo 388 y que el sindicato de instituciones recibirá el
mismo tratamiento que el sindicato de empresa y que los sindicatos del personal

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académico o del personal administrativo tendrán el tratamiento de sindicatos
gremiales.
No podría ser de otra manera. Un Sindicato Único de Trabajadores
Universitarios acabaría con la autonomía universitaria y estaría, en muchas
ocasiones, inmiscuido en problemas que le serían ajenos.
Cada universidad, precisamente por ser única y distinta de las demás, debe
tener, en todo caso, su propio sindicato, ya que sus problemas también son muy
peculiares y sus necesidades muy específicas.
La Universidad Nacional Autónoma de México tiene características y
problemas muy diferentes de los que tiene la Universidad de Coahuila.
Con toda lógica jurídica el artículo 353-0 exige que los sindicatos que se
formen deberán ser registrados ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social o
en la Junta de Conciliación y Arbitraje que corresponda, según sea federal o local
la Ley que creó a la universidad o institución de que se trate.
El 353-Q nos indica que las disposiciones de los contratos colectivos
relativos a los trabajadores académicos no se extenderán a los trabajadores
administrativos, ni a la inversa, salvo que así se convenga expresamente.
Se aduce, con toda precisión, que no es procedente ni la cláusula de
admisión o de exclusión para el personal académico, lo cual es sumamente
razonable, ya que a dichos trabajadores se les contrata por sus merecimientos
científicos y no por preferencias de orden sindical.
Al personal administrativo tampoco se le puede aplicar la cláusula de
exclusión, aunque sí puede estar sujeto a la cláusula de admisión, ya que se trata
de trabajadores que no requieren una previa evaluación científica.
El artículo 353-R exige que el aviso para la suspensión de labores en caso
de huelga, debe de darse por lo menos con 10 días de anticipación a la fecha
señalada para suspender el trabajo, equiparándose así a las universidades con los
servicios públicos.
Creemos que este precepto es omiso, ya que sólo se refiere a un plazo
mínimo y no a un plazo máximo, dejándose abierta la posibilidad para que un
sindicato emplace a huelga, por presión, y conceda un plazo de seis a ocho meses
de prehuelga con los consiguientes perjuicios e incertidumbre que ello acarrea.
Se prevé también en este precepto la posibilidad de señalar lo que se
conoce con el nombre de “personal de emergencia” para evitar que la suspensión
pueda perjudicar irreparablemente la buena marcha de una investigación o un
experimento en curso.
Al respecto pensamos que se debe de agregar una disposición que por
razones obvias declare improcedentes las huelgas por solidaridad en las
universidades o instituciones, ya que de no hacerse así, se puede hacer negativo
el espíritu de toda esta iniciativa.

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Sería absurdo que si el Sindicato de Trabajadores Administrativos de la
Universidad de Puebla emplaza a esta universidad por cualquier violación de su
contrato, se emplace también, por solidaridad, a la Universidad Nacional, a la
Universidad Iberoamericana, al Politécnico Nacional y al Tecnológico de Monterrey
y suspendan las labores en dichos centros de cultura.
Pensamos que se debe reconocer expresamente el derecho de huelga de
los trabajadores académicos y de los administrativos, pero que para su
procedencia se le dé el mismo tratamiento que se da a los Trabajadores al
Servicio del Estado en la fracción X del artículo 123 constitucional, apartado B, o
sea que sólo sea procedente cuando se violen de manera general y sistemática
los derechos que la Constitución consagra.
El artículo 353-S amerita una aclaración, ya que como está redactado
puede dar a pensar que está creando tribunales especiales que jurídicamente
serían anticonstitucionales.
Se dice que: “Las Juntas de Conciliación y Arbitraje o las de Conciliación
Permanentes cuando deban conocer de algún asunto de las universidades, e
instituciones de educación superior autónomas por ley, se integrarán con el
presidente respectivo, el representante de cada universidad o institución y el
representante de los trabajadores o académicos o administrativos que
corresponda”.
Sería más fácil que las actuales Juntas fueran las competentes para
conocer los conflictos que se susciten y que las mismas se auxiliaran, en todo
caso, por una representante de cada universidad o institución y otro de los
trabajadores académicos o administrativos, o simplemente que se cree otro grupo
o Junta Especial dentro de las juntas ya existentes, que se aboque en exclusiva a
esta clase de controversias.
El 353-T nos dice que para la elección de los representantes anteriormente
mencionados se expedirá una convocatoria, ordenándose la celebración de
sendas convenciones para tal efecto.
Finalmente, el artículo 353-U establece que: Los trabajadores de las
universidades e instituciones a las que se refiere este capítulo disfrutarán de
sistemas de seguridad social en los términos de sus leyes orgánicas, o conforme a
los acuerdos que con base en ellas se celebren. Estas prestaciones nunca podrán
ser inferiores a los mínimos establecidos por la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y esta Ley.
Por su parte el segundo transitorio previene que: “La convocatoria para la
elección de los representantes a que se refiere el artículo 353-T, se llevará a cabo
dentro de los treinta días siguientes a la fecha de publicación del presente
Decreto. En la misma se fijará la fecha en que se efectuarán las convenciones
respectivas que será anterior al 15 de diciembre de 1980 y se señalará que los
representantes que resulten electos durarán en su cargo hasta el 31 de diciembre
de 1982. A partir de esa fecha la designación de representantes se efectuará
conforme a las disposiciones generales de la Ley”.

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En lo particular siempre hemos pensado que en materia de huelgas en las
universidades o instituciones de educación superior autónomas por Ley, incluso
mejor, que darles el mismo tratamiento que a los trabajadores al servicio del
Estado que ya propusimos, sería preferible establecer el arbitraje obligatorio, ya
que no es justo para el estudiantado que por cualquier problema, se suspendan
las clases en perjuicio irreversible de la cultura.
Las universidades siempre deben estar abiertas; los empleados de ella
deben de trabajar ininterrumpidamente; son la esencia de lo mejor que el hombre
ha producido.
Una universidad cerrada es una sepultura, es un auténtico cementerio.
Todos estamos de acuerdo con ello, sólo nos falta decidirnos y reglamentar este
derecho de huelga en dichos centros de cultura.
Sin demagogia, sería la mejor herencia que se pudiera dejar a las
generaciones futuras que tanta necesidad tendrán de prepararse para que puedan
sobrevivir con decencia y dignidad.

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