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fundamento del orden social. Hasta ese momento, de la religión emanaban los postulados que
legitimaban y explicaban los procesos históricos. Los reyes eran los representantes de la
autoridad divina. Los valores religiosos impregnaban la economía, la política y el conocimiento.
La religión era la única legitimada para proporcionar un significado coherente y sistemático del
mundo. Era la moral religiosa la encargada de definir el bien, el mal, lo correcto, lo incorrecto,
además del origen de la humanidad y el sentido de la vida humana.
En tanto actividad social, el campo científico se compone de hombres y mujeres que han
confrontado ideas, ideologías y posiciones en torno a cuáles son los criterios a adoptar y
procedimientos a seguir para ser reconocida una producción científica.
Distintas corrientes epistemológicas han dejado su huella en los debates de cómo hacer
ciencia. Algunos parten de la experiencia (el mundo empírico, los datos de la realidad) para
arribar a afirmaciones teóricas. El mundo empírico sería interpelado objetivamente y
susceptible de ser aprehendido por medio de la percepción sensorial. Otros invierten la
ecuación: solo desde un andamiaje teórico es posible abordar criteriosamente aspectos de la
realidad social. Quienes la investigan no captan esa realidad a modo de reflejo, sino elaboran
lecturas, interpretaciones de esta a partir de un marco conceptual.
Klimovsky plantea que para que haya conocimiento científico debe existir una relación entre
tres elementos importantes: creencia, verdad y prueba. Con respecto a la creencia nos
referimos a que cuando un científico presenta una teoría realmente cree en ella; en otras
palabras, formula sus conjeturas como afirmaciones acerca de aquello que sucede en la
realidad. En segundo término, la palabra verdad alude a que la afirmación o teoría elaborada
por el científico pretende realizar una descripción correcta de un fragmento de la realidad.
Finalmente, la idea de prueba remite a las demostraciones, testimonios o evidencias que una
determinada teoría brinda acerca de su descripción de una porción del mundo. Este último
elemento es sumamente importante para la diferenciación entre la ciencia y otros campos de
conocimiento, porque precisamente el saber mítico-religioso carece de recursos para probar
sus suposiciones acerca del mundo, ya que se funda en la presencia de entidades metafísicas,
es decir, situadas por definición, más allá de la física, la realidad aprehensible por el ser
humano. Por su parte, el conocimiento proveniente del sentido común, si bien puede
brindarnos saberes prácticos, observa un carácter excesivamente parcial y fragmentario y, en
muchos casos, no puede brindar pruebas de sus afirmaciones. Los debates que han
acompañado el desenvolvimiento de la ciencia como disciplina han desplazado la búsqueda de
la verdad de entre sus objetivos, por considerar este término como una pretensión excesiva,
que potencialmente deriva en una forma dogmática. Es por ello que hoy los científicos
prefieren hablar de teorías o hipótesis sólidas, que mediante la continua presentación de
pruebas a su favor, brindan provisionalmente explicaciones certeras sobre la realidad social o
natural. De esta manera podemos sostener que los tres elementos distintivos del
conocimiento científico son: la creencia, la orientación hacia la certeza y la presentación de
pruebas acerca de aquello que se afirma.
Klimovsky plantea que para algunos epistemólogos lo que resulta característico del
conocimiento que brinda la ciencia es el llamado método científico, es decir, el procedimiento
(o el conjunto de ellos) que permite a los científicos obtener dicho conocimiento y al mismo
justificarlo; en otras palabras, dar pruebas acerca de su validez. Actualmente existen
importantes debates al interior del campo científico sobre la existencia de un único método
científico o varios, de acuerdo a las características de los diferentes objetos de estudio o
fragmentos de la realidad que se pretenden estudiar.
Estas últimas apreciaciones nos introducen a la idea que la ciencia también comprende una
actividad social. Ello significa que en su desarrollo interviene un grupo social definido: los
científicos, cuya tarea primordial es la producción de ideas acerca del mundo. Como todo
emprendimiento humano, la ciencia posee una historia propia que se caracteriza por los
debates continuos entre diferentes corrientes o escuelas acerca del status científico o no de
algunas ideas, la demarcación de los objetos de estudio y la construcción de mecanismos que
permitan establecer bajo qué condiciones una teoría puede ser considerada científica y
cuando no, entre otras discusiones.
Una de las divisiones más extendidas al interior de la ciencia como disciplina es la que se
establece entre las denominadas ciencias formales (o ideales) y ciencias fácticas (o empíricas).
Las ciencias formales se ocupan de entes abstractos que solo existen en la mente humana, la
matemática y la lógica son ciencias formales ya que tratan con entidades abstractas como
números, figuras geométricas o tablas de verdad. Mientras que las ciencias fácticas estudian
los procesos, los objetos y sucesos que conforman la realidad natural y social.
Esta primera división se produce a partir de la consideración del objeto o tema en el cuál se
concentra cada una de estas partes. Paralelamente también es posible dar cuenta de
diferentes especies de enunciados que utiliza cada una: mientras los enunciados formales
consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las ciencias fácticas se refieren a
entidades, “cosas” que tienen existencia más allá de la ciencia: sucesos, objetos, personas y
procesos. Finalmente esta división también observa una diferenciación metodológica por la
que se ponen a prueba los enunciados: mientras las formales utilizan exclusivamente la lógica
para demostrar sus teoremas que nada informan sobre la realidad; las fácticas necesitan del
experimento y la observación, testeo y comprensión de la realidad para aceptar o rechazar sus
conjeturas.
A su vez, las ciencias fácticas, pueden subdividirse en dos sectores importantes, de acuerdo al
recorte de la realidad que analizan. Por un lado se encuentran las ciencias naturales (también
denominadas ciencias duras), que estudian los fenómenos de la naturaleza y el universo, tanto
a los seres vivos como los inertes. La física, la química, la astronomía, la biología y cada una de
sus particiones internas son ejemplos de ciencias duras. Por otro lado, se encuentran las
ciencias sociales, también denominadas ciencias del ser humano, y se ocupan de estudiar las
acciones, proyectos, motivaciones e intenciones de los seres humanos a través del tiempo. Son
ejemplos de ciencias sociales la sociología, la historia, la ciencia política, la antropología, la
economía y cada una de sus divisiones internas.
Entre los objetos de estudio de las ciencias naturales y las ciencias sociales se registra una
diferencia radical, a partir de la inclusión de estas últimas en la dimensión subjetiva de los
seres humanos, con sus deseos e intenciones más profundos. Este contraste ha provocado un
intenso debate que continúa hasta nuestros días en torno a la existencia posible o no de un
único método para todo el campo científico. Profundizaremos sobre estas controversias en la
Unidad 3.
Tras la consolidación del pensamiento científico, una vez concluida su etapa de emancipación
del tutelaje religioso, comienzan a desarrollarse diferentes modelos de explicación de la
realidad. Uno de los que alcanzó mayor preponderancia al interior de la comunidad científica a
comienzos del siglo XX es el método inductivo.
El inductivista ingenuo sigue estos pasos: observa la naturaleza, registra y analiza los casos
observados (que son siempre particulares), establece una ley o una hipótesis general que
después somete nuevamente a la experiencia. Esa es la manera general en la que el
inductivismo ingenuo considera el fenómeno científico, parte de la experiencia y vuelvo luego
a la experiencia, observa casos particulares, los analiza, los generaliza y pone a prueba
empírica esa misma hipótesis que ya obtuvo a partir del registro de la experiencia, por lo tanto
es circular la manera en la que funciona el inductivismo ingenuo.
Por un lado, se plantea que la ciencia no comienza con la observación ya que cuando alguien
observa tiene que saber que observar entonces tiene una idea previa atrás, por lo tanto el
primer paso para generar una hipótesis no es la observación, es la hipótesis misma, la idea
previa. La observación no es el primer paso porque tiene carga teórica detrás.
Por otro lado, los enunciados observacionales no constituyen una base firme sobre la que
pueda descansar el conocimiento científico porque son falibles.
Para superar estas dificultades que plantea el inductivismo ingenuo, el inductivismo sofisticado
va a plantear su propia perspectiva que se apoya en una estructura hipotético deductiva, esto
quiere decir que primero el científico va a inventar una hipótesis fundamental que por ser de
un grado de generalidad tal no puede someterse a prueba empírica; entonces lo que hace es
obtener hipótesis de menor grado de generalidad (llamadas hipótesis derivadas) a través de
deducciones; de estas hipótesis derivadas también de forma deductiva se obtienen
consecuencias observacionales, enunciados empíricos básicos que son los que se van a
someter a prueba empírica. Y por último, se valida la hipótesis por medio de la lógica, a partir
de un método inductivo o invalido.
Hempel, que es uno de los representantes del inductivismo sofisticado, crítica que se use la
inducción (un esquema que va de lo particular a lo general) para generar hipótesis, critica que
se use la inducción como método de descubrimiento de hipótesis, ya que dice que las hipótesis
no surgen de la observación sino que se inventan para explicar lo que se observa. Pero
defiende el uso de la inducción en el contexto de justificación, el cree que la observación de
hechos particulares permite concluir que una hipótesis general es verdadera, esta es una
forma falaz, es una forma inductiva. Por eso el hipotético deductivismo de Hempel sigue
llamándose inductivismo, no en sentido ingenuo ya que esto es lo que Hempel critica, el que
admite y alienta la inducción como método de descubrimiento y de justificación. Hempel
plantea que la inducción como método de descubrimiento no, pero como método de
justificación sí, a eso él lo llama confirmación, cuando uno confirma está usando la
probabilística, cuando se usa la probabilística siempre tenemos atrás un razonamiento
inductivo (va de lo particular a lo general).
Por un lado, es un problema de tipo formal. Es un problema de tipo formal porque confirmar
implica incurrir en una falacia (falacia de afirmación del consecuente.), una falacia es un
razonamiento lógicamente inválido, un razonamiento en el que las premisas no apoyan la
conclusión.
Por otro lado, es un problema de tipo empírico, porque las hipótesis solamente obtienen cierto
grado de apoyo inductivo, cierto de grado de probabilidad en que vamos a poder sostener esa
hipótesis o la confirmación de esa hipótesis.
Hempel plantea que una hipótesis va a ser científica siempre y cuando esté enunciada en un
lenguaje observacional. Hempel acepta términos teóricos y términos observacionales, pero
esos términos teóricos para que sea científica tienen que ser pasados a términos
observacionales para poder observar si esa hipótesis es verdadera o falsa.
Progreso...
Falsacionismo (Popper).
Al contrario que Hempel que acepta la inducción como método de justificación, Popper
rechaza la inducción en todas sus formas. La rechaza como método de descubrimiento por eso
es hipotético deductivista y en esto es cercano a Hempel; pero también la rechaza como
método de justificación y para esto se basa en varias cuestiones pero la primera y principal es
que la inducción está basada en un razonamiento inválido, que es la falacia de afirmación del
consecuente. Popper plantea que no podemos confiarnos en razonamientos inválidos. La
inducción es la inferencia que se hace de enunciados particulares a enunciados universales,
esto es el paso de las observaciones a la formulación de hipótesis. Popper afirma que por más
observaciones que se tengan, un día cualquiera las teorías pueden resultar falsas. La verdad de
los enunciados particulares no garantiza la verdad de los enunciados universales.
Popper explota al máximo la asimetría lógica entre refutación y verificación, esta asimetría
tiene que ver con que a la hora de confirmar se usa una falacia de afirmación del consecuente
o sea un razonamiento inválido, mientras la hora de refutar se usa un razonamiento válido que
se llama modus tollens. Esta asimetría tiene una consecuencia fundamental: el hecho de que
las refutaciones serían en principio concluyentes, esto quiere decir que si refuté una hipótesis
entonces es falsa porque el carácter es válido ya que si las premisas son verdaderas entonces
la conclusión va a ser verdadera seguramente. Mientras que la confirmación tendría un
carácter probable por lo tanto provisorio. Por esto, Popper considera que la refutación es
válida y la confirmación no.
Falsable o refutable quiere decir exista algo que sí eventualmente sucediera, potencialmente
sucediera, invalidaría ese enunciado.
Para Popper no solo enunciado para ser científico tiene que ser falsable sino que cuanto más
falsable mejor. Y en este sentido hay dos principales elementos que hacen al grado de
falsabilidad de un enunciado, esos dos elementos son por un lado su universalidad o
generalidad y por otro lado la exactitud y la precisión con la que está formulado un enunciado
e hipótesis o la teoría. Estos dos elementos son los que van a aumentar o no la falsabilidad de
una teoría.
Cuanto más universal, esto significa cuanto más abarcadora, sea una hipótesis o enunciado o
teoría más falsable es (tiene más riesgo de ser refutada), es mejor en términos popperianos.
La otra caracteristica es la precisión o exactitud; cuando una teoría afirma algo muy impreciso
es muy difícil refutar, es infalsable por ser poco precisa.
Entonces en conclusión para cumplir con la falsabilidad debe haber universalidad pero al
mismo tiempo precisión.
Ahora bien, para que una hipótesis sea científica dijimos que la falsabilidad es una condición
necesaria pero no suficiente, esto quiere decir que para que hablemos de ciencia tiene que
haber falsabilidad pero además las hipótesis no deben haber sido falsadas. Hay una
combinación que es la siguiente: tener un alto grado de falsabilidad y que no haya sido
refutada, eso es lo que hace que una hipótesis sea científica.
Desde este punto de vista, Popper plantea que el psicoanálisis es una pseudociencia porque
pretende ser una ciencia y, además, es irrefutable. El criterio que propone Popper para
discriminar si una teoría es científica o no es que dicha teoría tiene que ser refutable; de ese
modo, si una teoría es irrefutable no puede ser científica; y, por tanto, si una teoría afirma ser
científica pero es irrefutable, miente sobre su propio estatuto científico: de ahí
lo falso, pseudo en griego, de la «pseudociencia».
Popper plantea que quedó impresionado por el aparente poder explicativo del psicoanalisis.
Esta teoría parecía poder explicar prácticamente todo lo que sucedía dentro de los campos a
los que se refería.
Popper plantea que “todo caso” concebible puede ser interpretado a la luz de la teoría de
Freud, con caso se refiere a la conducta humana. Popper plantea que tanto la conducta de un
hombre que empuja a un niño al agua con la intención de ahogarlo como la de un hombre que
sacrifica su vida en un intento de salvar al niño, los dos casos pueden ser explicado con
facilidad por la teoría de Freud. De acuerdo con Freud, el primer hombre sufría una represión
(por ejemplo, de algún componente de su complejo de Edipo), mientras que el segundo había
hecho una sublimación.
Popper cree, por lo que explica en conjeturas y refutaciones, que el psicoanálisis es una teoría
que interpreta casos, y estos casos parecen poder reducirse, siguiendo sus ejemplos, a
conductas humanas. Su argumento, en lo que concierne al psicoanálisis, consiste en que no es
«imaginable» «ninguna conducta humana que no pueda ser interpretada en términos de» esa
teoría.
Ahora bien: ¿es realmente el psicoanálisis, como afirma Popper, una teoría que interpreta la
conducta humana? Esta pregunta revestirá suma importancia, puesto que la parte crucial de la
crítica popperiana al psicoanálisis —al menos en cuanto al aspecto de irrefutabilidad de su
calificación de «pseudociencia según Popper»— se apuntala, precisamente, en ese único
supuesto.
Si fuese cierto que el psicoanálisis interpreta las conductas humanas, y si fuese cierto
también que cualquier conducta humana puede ser interpretada en términos de la teoría
psicoanalítica, entonces, efectivamente, el psicoanálisis sería irrefutable, siguiendo la
definición popperiana de irrefutabilidad. Sin embargo, no es cierto que el psicoanálisis
interprete la conducta humana, por lo que no es posible sostener que Popper haya
demostrado, en CRCR, que el psicoanálisis es irrefutable.