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SOCIEDAD

11 de febrero de 2019

Once personas muertas y casas arrasadas por el barro en Tacna y Moquegua

Avalanchas de barro en el sur de Perú

Dos niños murieron tras ser


arrastrados en los poblados de
Mirave y de Ubinas. Los aludes
ya provocaron al menos 11
víctimas. La ruta Panamericana
quedó cortada por lo que el
sur del país quedó aislado.

Las intensas lluvias caídas en la


zona cordillerana sur de Perú,
causaron decenas de
avalanchas de lodo que
mataron al menos a 11 personas, dañaron cientos de casas y dejaron aislada la región por la
caída de un puente en la ruta Panamericana, según informaron ayer las autoridades.

Los cuerpos de dos niños fueron recuperados tras aludes de lodo o crecidas de ríos en las
regiones de Moquegua y Tacna. Uno de los pequeños murió en el poblado de Mirave, próximo
a la ciudad de Tacna, fronteriza con Chile, país que también ha sufrido estragos por las lluvias,
lo mismo que Bolivia.

“Mirave es un pequeño pueblo que ha sido arrasado completamente”, declaró el presidente


peruano Martín Vizcarra este domingo a la televisión, tras visitar la aldea en la que todos los
habitantes perdieron sus viviendas.

“Son aproximadamente 2.000 personas que vivían en Mirave” en precarias casas levantadas
“en el centro de una quebrada” por donde corren las torrentosas aguas cuando caen de las
montañas, agregó el mandatario.

Otro niño de 12 años falleció en el municipio Ubinas al tratar de salvar a un hermano


arrastrado por el desborde del río Moquegua, en la región homónima. “Era el más estudioso y
destacado de todos mis hijos. Todos sus profesores siempre me felicitaban”, dijo a periodistas
su desconsolado padre, Rubén Quicos.

Vizcarra también inspeccionó los daños en las regiones de Arequipa y Moquegua, próximas a
Tacna, y dijo que las 430 familias damnificadas de Mirave tendrán que “ser reubicadas” en otro
lugar.

Además de arrastrar al niño de 12 años en Ubinas, el desborde del río Moquegua derribó el
puente Montalvo, en el kilómetro 1.091 de la ruta Panamericana Sur, lo que dejó aisladas a las
ciudades de Moquegua y Tacna del resto del país.
“Su destrucción es total y nos va a llevar al menos un mes restablecer un puente provisional”,
expresó Vizcarra, quien aclaró sin embargo que el tránsito será restablecido en dos días
aprovechando otro puente sobre el mismo río.

Además de los niños de Mirave y Ubinas, cinco personas perecieron en los últimos días en dos
aludes en Arequipa: dos hombres y una adolescente en el poblado de Aplao y dos mineros en
un socavón de Río Grande, según el balance oficial.

Estas víctimas se suman a los cuatro miembros de una familia (un padre y sus tres hijas
pequeñas) que fallecieron hace 10 días al derrumbarse un cerro sobre su casa en el poblado de
Suchimán, en la región de Ancash, 400 kilómetros al norte de Lima.

Las autoridades no han proporcionado un balance nacional actualizado del número de


damnificados.

Los meses del verano austral son la temporada de lluvias en los Andes de Perú, Bolivia y el
norte de Chile, y cada año causan avalanchas e inundaciones que, a veces, alcanzan ciudades y
pueblos costeros peruanos y chilenos.

Mil soldados fueron desplegados para ayudar a los damnificados en el sur de Perú, informó el
Ministerio de Defensa.

Además, el gobierno ordenó el envío de suministros de emergencia a bordo del buque de


transportes “Pisco’”, que zarpará el lunes desde el puerto del Callao (vecino a Lima) rumbo al
puerto de Ilo, en Moquegua.

Este buque de la Marina de Guerra peruana llevará camiones militares y vehículos anfibios, así
como personal médico que puede atender pacientes en la propia nave, pues dispone de un
hospital con salas de cirugía.

“Hemos visto las necesidades, muchas de las cuales están siendo atendidas; por ejemplo Indeci
(el Instituto de Defensa Civil) ha llegado con cinco camiones de ayuda humanitaria, con agua,
alimentos, carpas, frazadas, para repartir a los más afectados” en Aplao, dijo el ministro de
Defensa, José Huerta.

https://www.pagina12.com.ar/174191-avalanchas-de-barro-en-el-sur-de-peru
Los incendios en el Amazonas se extienden por cuatro países

Solo en Bolivia, el fuego ha calcinado desde mayo unas 700.000 hectáreas.

Los efectos de los incendios en el Amazonas están causando graves problemas en las regiones
colindantes y del norte de Brasil, donde la niebla está afectando a la navegación en los ríos y
cancelando vuelos. El hollín que se respira también está provocando problemas de salud,
especialmente entre niños y ancianos.

Brasil ha registrado 75.300 incendios entre el 1 de enero y el 21 de agosto, según datos el


Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe), un 84% más que en el mismo período del
año pasado. Y el fuego se ha extendido también por Perú, Bolivia o algunos puntos de
Paraguay. Solo en Bolivia, la cifra de hectáreas arrasadas asciende a 700.000.

Los agricultores y ganaderos de Brasil incendian la selva para «limpiar» los terrenos y expandir
su negocio. A principios de agosto, el diario amazónico «Folha do Progresso» informó de que
esos grupos de productores habían prometido incendios en protesta contra la fiscalización a
las que los someten las organizaciones ambientales. Esos grupos, apoyados por el presidente
brasileño, Jair Bolsonaro, ausan a esas entidades de impedir el desarrollo de sus negocios.
Bolsonaro no cree en los datos del cambio climático, ni en la preocupación internacional sobre
la Amazonia, que considera un ataque a la soberanía brasileña. Brasil tiene dos tercios de esa
selva tropical en su territorio.

«Ese avance es tan voraz que se talan los árboles amazónicos, hay una extinción de la selva
para el avance de la soja», apunta la geógrafa Larissa Mies Bombardi, especialista en la
geopolítica de la agricultura y el uso de agrotóxicos de la Universidad de São Paulo. «La
expansión del cultivo de soja en la Amazonia ya invadió cinco Portugales y medio y una
Alemania», compara.

El diario «Estado de São Paulo» publicó relatos de habitantes de esas regiones, como la ama de
casa Raimunda Costa, que vive en Cuiabá, una ciudad cercana al Parque Nacional Chapada dos
Guimarães, que en nueve días perdió el 13% de su área de 326 km². «Mi nieto de 6 años
comenzó a sentirse enfermo y estaba sin aliento, sin aliento», contó sobre el pequeño, que es
alérgico.

Efectos directos

Los incendios están liberando monóxido de carbono y partículas (hollín), sustancias que causan
tos, cansancio, ardor en los oídos o dificultad para respirar. Los impactos pueden ser aún más
graves en niños, ancianos y personas con enfermedades pulmonares y cardiovasculares.

En el estado amazónico de Acre, en la frontera con Bolivia, el gobierno registró casi 30.000
consultas de enfermedades respiratorias. Según el diario, en ciudades como Río Branco y Sena
Madureira, las tasas de concentración de partículas ya están muy por encima de lo
recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), un límite de 25 microgramos por
m³, que en estos lugares ha llegado a 170 microgramos por m³.
En Rondonia, el registro de hospitalizaciones por problemas respiratorios se triplicó. En el
Hospital Estatal de Niños Cosme e Damião en Porto Velho, por ejemplo, 130 niños fueron
atendidos en los primeros diez días de agosto, pero la semana pasada hubo un registro de más
de 350 casos con problemas respiratorios.

Bolsonaro reacciona

En medio a la mala repercusión que han causado internacionalmente los incendios en el


Amazonas, y diez días después del comienzo de los incendios, el presidente brasileño, Jair
Bolsonaro, pasó el viernes en reuniones para dar una respuesta. Después de culpar a las ONGs
y ambientalistas, declaró que su Gobierno hará todo lo que esté a su alcance.

Al contrario de lo que hace todas las mañanas, cuando da declaraciones casi siempre
polémicas, en la que ha atacado incluso a dirigentes europeos por la crisis, Bolsonaro huyó de
la prensa, pero su equipo informó que prepara el anuncio de ley de garantía de orden para que
el Ejército ayude a combatir los incendios. Rápidamente, Bolsonaro informó apenas que no
tenía fondos financieros para resolver el asunto.

La prensa local también informó que el presidente preparaba un discurso para la cadena
nacional sobre sus planes para controlar el desastre ambiental. La declaración debe ocurrir en
la noche, simultáneamente con una serie de actos preparados por los brasileños en redes
sociales para salir a la calle a protestar en defensa de la Amazonia.

Entre las acciones está prevista una amplia reunión con representantes de los ministerios de
Defensa, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente, Secretaría General de la Presidencia y la Casa
Civil. El jueves por la noche, tras sentir el daño de la repercusión contra su Gobierno,
Bolsonaro firmó un documento ordenando a los jefes de todos los ministerios a adoptar
medidas de combate a los incendios amazónicos.

https://www.abc.es/sociedad/abci-incendios-amazonia-extienden-cuatro-paises-
201908240230_noticia.html

El incendio que afecta a gran parte de la selva brasileña y su posible destrucción


total como consecuencia no sólo amenaza a las miles de especies de plantas y
animales y a los cientos de comunidades indígenas que habitan allí, sino que
representa una amenaza para todo el planeta ya que entre otras cosas, contribuye a
frenar el cambio climático.

La Amazonia es considerada el pulmón del mundo porque absorbe millones de


toneladas del dióxido de carbono presente en la atmósfera. Al reducir la cantidad
mundial de este gas de efecto invernadero que calienta el planeta, contribuye a frenar
el cambio climático.

https://www.cronista.com/internacionales/Por-que-el-incendio-de-la-Amazonia-pone-
en-peligro-a-todo-el-planeta--20190823-0014.html
Déficit en las precipitaciones, extensión de los períodos de sequía y aumento de la
temperatura

El desierto avanza silenciosamente sobre Santiago

No es la prioridad en la agenda ambiental del Gobierno, pero sus consecuencias son


devastadoras para el país. La desertificación es producida por el humano y golpea
directamente a la población más pobre. La tierra pierde riqueza, disminuye la agricultura,
aumenta la sequía, la deforestación y la migración campo-ciudad. Todo esto ocurre en
Santiago y sus alrededores. Una problemática para la que hay ciertos fondos internacionales,
además de medidas a corto y mediano plazo ejecutadas por la Conaf, pero que exige
planificación hacia el futuro, según los expertos. En la capital, donde vive más de la mitad de la
población de Chile, este fenómeno ya comienza a sentirse en el prolongado calor del verano y
la falta de lluvias en invierno.

El desierto avanza sobre la tierra. La zona más golpeada es África subsahariana y quienes las
sufren son aquellos que viven en pobreza. La desertificación no solo produce guerras
territoriales por el control del agua, con sus respectivas matanzas y violaciones, sino que
también hambruna y enfermedades. “Sus víctimas se convierten en refugiados, desplazados
internos y emigrados forzosos”, dice el informe La desertificación, esa invisible línea de frente
(2014), de la Convención de las Naciones Unidas en la Lucha contra la Desertificación (CNULD).

Una realidad aparentemente lejana hacia la que Chile y Santiago caminan ciegamente. O bien,
la desertificación avanza en silencio sobre las regiones del país y amenaza a la capital. Lo hace
lento, entre 0,4 a 1 km por año, según informes de expertos. “Es difícil dar una cifra, pero en
uno de los peores escenarios de cambio climático el desierto podría avanzar unos 50 km2 (de
superficie) por año. Eso es bastante. En mi opinión, el desierto avanza más por causas
humanas que por causas climáticas”, señala el doctor en Geografía y académico de la
Universidad de Chile, Pablo Sarricolea.

Tres causas la producen y dos son antrópicas, o sea, directamente producidas por el hombre:
la deforestación y el mal manejo del suelo. La tercera es por la reducción de las lluvias que
produce sequía. En este punto se introduce la variable del cambio climático, donde el humano
también tiene incidencia. “Es decir, estamos deforestando, manejando mal el suelo y en parte
incidiendo en el cambio climático”, señala el experto en suelos y académico de la Pontificia
Universidad Católica de Chile (PUC), Mauricio Calderón.

Si Santiago llega a un grado de desertificación avanzado, la postal no sería la de una capital


cubierta por dunas y arena, como Dubai, pero sí la de una capital sobrepoblada en un valle
devastado, inhóspito, erosionado y con vegetación espinosa. ¿Por qué vamos hacia allá?
Porque para desarrollar las ciudades, en particular Santiago, el modelo ha sido la extracción de
recursos naturales y eso tiene un costo, explica Leonardo Vera, doctor en Ciencias de los
Recursos Naturales, Ordenamiento Territorial y Ruralidad y académico de la UNAB.

“Para desarrollar un territorio te cargas otros territorios y pierdes la percepción de lo que estás
haciendo. Lo que hace el hombre es que cosecha, pero el suelo necesita un tiempo para volver
a cargarse, sea naturalmente o con su ayuda. Estamos acostumbrados a sacar más de lo que se
vuelve a cargar. Si no sabes sumar y restar no puedes defenderte contra la desertificación.
Tienes que saber el costo de tu sistema”, agrega.
Las ciudades como Santiago no tienen límites ni término, dice Vera. “Nadie sabe hasta dónde
llegan, nadie tiene conciencia real de lo que significa, por ejemplo, traer a Santiago fierro para
las construcciones. Por eso la mejor definición de desertificación es la pérdida de información
de un ecosistema. Si no sabes dónde estás parado, ¿cómo la detienes?, ¿cómo entiendes hasta
dónde estás desertificado?, ¿cuál es la información que se te perdió?, ¿cómo ordenamos
Santiago?, ¿por dónde partimos?”, se pregunta.

Menos lluvia, más sequía

El escenario es complicado y la escasez de agua, factor crítico que influye en la desertificación,


es una de las razones. Las cifras de los últimos años demuestran que en Santiago, y en Chile,
hay déficit en las precipitaciones, extensión de los períodos de sequía y un aumento,
proyectado, de la temperatura.

Hace un mes la Dirección Meteorológica de Chile señaló que al considerar el acumulado de


precipitaciones entre enero y junio de 2015, era “el período más seco de los últimos 50 años".
A lo que se suma la simulación del clima realizado por el organismo. La proyección para el
período 2030 y 2059 es que la temperatura media máxima de Santiago aumentará en 2°C en
2050.

Por su parte, el doctor en Geografía, Pablo Sarricolea, elaboró un modelo de índice


termopluviométrico que muestra la disponibilidad de agua y permite ver cómo avanza el
desierto climático por la cantidad de lluvias y temperaturas. “Lo que indican todos los datos es
que en Santiago el recurso agua se va a ir agotando. Se habla que vienen sequías que van a ser
de mayor longitud temporal, ya no de 10 o 15 años, sino que multidecadales, de 20 años. Si no
se toman medidas, eso favorece los procesos de desertificación”, dice Sarricolea. En uno de
sus trabajos estableció que en 10 de las 15 capitales regionales de la zona centro-sur las
precipitaciones disminuirán en el futuro.

Desde la CNULD coinciden en que cada vez habrá menos agua en la capital. El coordinador
para América Latina y el Caribe del programa, Heitor Matallo, cree que la tendencia en
Santiago se va a agravar en los próximos años y señala que hay un desbalance entre consumo y
'producción' de agua. “El consumo tiende a aumentar por distintos factores, incluyendo el
aumento de población. Mientras la 'producción' tiende a disminuir debido a cambios en el
clima y en el ambiente, lo que hace que el balance hídrico se vuelva permanentemente
negativo. Claro que esto en un escenario de que no haya medidas para revertir el proceso.
Todavía hay espacio para tomar medidas que puedan revertir la tendencia. Por cierto, se
necesita tecnología, recursos financieros y mucha coordinación institucional”, dice Matallo.

Pero la incidencia del cambio climático sobre la disminución de precipitaciones es un tema


complejo para Mauricio Calderón, de la PUC, ya que “no tenemos la certeza que se deba al
proceso de desertificación o al Calentamiento Global. Esto es que en una determinada época
geológica la tierra cambia de clima, donde llega una era glaciar en unos sectores y en otros una
etapa de desierto”. Chile estaría más cerca de la segunda opción, según los antecedentes.

Menos árboles, más erosión

La marcha del desierto sobre la capital tiene otra arista devastadora: la erosión. Esta es un
fenómeno natural pero que se agrava considerablemente por las acciones del hombre, como
deforestación, incendios y mal manejo del suelo.
Cuando se devasta el suelo la posibilidad de recuperarlo es menor, según el académico
Leonardo Vera, “porque te escapas de la escala humana y pasas a escalas geológicas. Teniendo
un buen suelo puedes restaurar de forma efectiva con distintas técnicas, como forestación o
praderas, y tienes cierta probabilidad de éxito. Pero cuando ya rompes el suelo y lo echas a
perder, es difícil”.

El problema es que las cifras, una vez más, no son alentadoras: en la zona central la superficie
con problemas de erosión –moderada, severa y muy severa– supera el 50,3% de su territorio
(CIREN, 2011).

¿Cómo se controla la erosión? Para Calderón el tema pasa por las plantaciones forestales de
especies de crecimiento rápido como el pino, eucalipto, ciprés y álamo. “Los gobiernos han
abordado parte del problema, dentro de lo que ellos conocen. Se han dado cuenta de que con
el bosque nativo se demoran 300 años para controlar la erosión. Entonces, hay algunas críticas
que son injustificadas a los servicios públicos. ¿Por qué se ha plantado pino y eucalipto en
Chile? Para tratar de reducir la erosión”, señala.

“No reforestas cuando pones eucalipto o pino”, critica Vera, sino que “reforestas cuando
restableces el bosque nativo, que no tiene nada que ver con un cultivo forestal. Como ejemplo,
es muy distinto un barrio con historia, identidad y cultura a un lugar con casas iguales y
simétricas”.

https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2015/07/27/el-desierto-avanza-
silenciosamente-sobre-santiago/
DORIAN

Bahamas se enfrenta a la tragedia tras el azote del huracán Dorian

El Gobierno de las islas advierte de que el número final de fallecidos será “estremecedor”

Conforme las aguas empiezan a bajar, los cadáveres emergen en Bahamas. Así ocurrió hace
dos años con el huracán Harvey en Texas, hace 14 con Katrina en Nueva Orleans, y ahora con
esta antigua colonia británica, uno de esos paraísos del Caribe, que afronta un desastre
descomunal. La cifra oficial de fallecidos como consecuencia del ciclón Dorian se sitúa en la
cuarentena, pero el Gobierno advierte de que el balance final será “estremecedor” y que el
número de desaparecidos en las islas más azotadas se cuenta por “centenares, hasta miles”.
Ahora convertido en tormenta, Dorian ataca Estados Unidos.

El huracán se cebó con las islas noroccidentales del Caribe durante dos días eternos para una
población acostumbrada a las tormentas propias de la época, pero que no había visto en la
historia reciente un ciclón tan potente. Tocó Bahamas el domingo con categoría 5, la máxima
en la escala Saffir-Simpson, que clasifica estos fenómenos, lo que supone vientos de al menos
252 kilómetros. Arrasó las islas de Ábaco y Gran Bahama, con unos 70.000 residentes, y
destruyó alrededor del 45% de los hogares, según las cifras aportadas por Cruz Roja.

Las ayudas han empezado a llegar a la zona. También montones de bolsas mortuorias. “El
público debe empezar a prepararse para una información inimaginable de cifras de muertos y
sufrimiento humano”, dijo el ministro de Sanidad de Bahamas, Duane Sands, en unas
declaraciones a Guardian Radio 96.9 recogidas por la cadena de televisión CNN. Antes, el
director general de Turismo y ministro de Transporte, Joy Jibrilu, ya había advertido de que
“literalmente, centenares, hasta miles de personas se encuentran aún desparecidas”.

Las imágenes aéreas mostraban un paisaje devastado allá donde el imaginario colectivo sitúa
un paraje de ensueño. Ábaco está formado por dos islas y múltiples cayos dedicados
esencialmente a la pesca y con tan solo 13.000 habitantes, entre los que se encuentra un gran
número de haitianos refugiados de sus propios desastres naturales. Gran Bahama, con 52.000
habitantes, sí es un enclave turístico y alberga la segunda mayor ciudad del archipiélago,
Freeport.
Los ciudadanos se movilizan para tratar de encontrar a sus seres queridos, en buena parte a
través de las redes sociales. Una página web, DorianPeopleSearch.com, fue creada el domingo
para poner en contacto a esas personas que no saben nada de otras desde el fin de semana y
se han multiplicado las búsquedas a través de Facebook. Al mismo tiempo, cunde el pavor.
“Hueles los cuerpos descomponiéndose a medida que caminas por Marsh Harbour [una de las
ciudades de Ábaco]”, declaró Sandra Sweeting, de 37 años, en una entrevista con AFP.

El chef español José Andrés, desplazado a la zona con su organización de ayuda alimentaria
World Central Kitchen, que prevé repartir 20.000 comidas diarias, describía por teléfono a este
periódico lo que veía. “La destrucción está en todas partes, las carreteras han sido barridas y
los barcos han sido expulsados fuera del agua, un agua que ahora cubre todo, hasta las casas”.

Los testimonios que recogen las agencias de noticias sobre el terreno son pavorosos. Una
estación de radio local recibió más de 2.000 llamadas con mensajes de auxilio. Uno suplicaba
ayuda para un niño de cinco meses atrapado con su madre en un tejado. Un agujero en el
tejado salvó la vida de una abuela y seis de sus nietos tras inundarse su hogar.

Bahamas es más rica y desarrollada que otros archipiélagos del Caribe, pero el azote de un
huracán de esa magnitud durante dos días, concentrado en el mismo punto, ha destrozado
muchas de sus infraestructuras, como centros médicos, lo que agrava las dificultades. En la
mañana del viernes tocó tierra en Estados Unidos ya muy debilitado, en categoría 1, pero aún
con capacidad de destrucción. Dorian elegía el cabo Hatteras como el punto terrestre donde
aterrizar, exactamente el mismo lugar que utilizaron los hermanos Wright para realizar los
primeros vuelos exitosos y sostenidos con motor a principios del siglo XX y dotar así al Estado
de Carolina del Norte del apodo del “primero en volar”.

Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, siglas en inglés), el ciclón avanza con vientos de
155 kilómetros por hora y ha aumentado a categoría dos de camino a Canadá. La tormenta
desató varios tornados en el sureste estadounidense que redujeron a escombros algunos
hogares, pero que no produjeron víctimas mortales. Sin embargo, al menos cinco personas han
muerto en EE UU como consecuencia de los preparativos para enfrentarse a Dorian. Se trata
de hombres en Florida o Carolina del Norte que fallecieron por caídas o electrocutados
mientras cortaban árboles o preparaban sus casas para protegerlas del desastre.

La mayoría de los residentes de la costa de los Estados afectados por el paso de Dorian
acataron las órdenes de evacuación mientras que aquellos que eran demasiado mayores para
abandonar sus hogares o tenían miedo de hacerlo decidieron resistir el asalto de la naturaleza
protegiendo sus viviendas con tablones y refugiándose en zonas seguras.

“Estábamos preparados para lo peor y eso no ha sucedido”, declaró un vecino de Wilmington


(Carolina del Norte), Ross Page, a la agencia Associated Press mientras paseaba esta mañana a
sus perros. En Bahamas sí tienen asumido que se enfrentan a lo peor, pero aún no saben
siquiera cuál es la magnitud de ese desastre.

https://elpais.com/internacional/2019/09/06/estados_unidos/1567795119_838793.html

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