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Se llama disfunción sexual a la dificultad durante cualquier etapa del acto sexual (que

incluye deseo, excitación, orgasmo y resolución) que evita al individuo o pareja el disfrute de la
actividad sexual.
Las disfunciones sexuales pueden manifestarse al comienzo de la vida sexual de la persona o
pueden desarrollarse más adelante. Algunas de ellas pueden desarrollarse paulatinamente
con el tiempo, y otras pueden aparecer súbitamente como incapacidad total o parcial para
participar de una o más etapas del acto sexual. Las causas de las disfunciones sexuales
pueden ser físicas, psicológicas o ambas.

Causas[editar]
Los factores emocionales que afectan a la vida sexual incluyen tanto problemas
interpersonales (como problemas de pareja o falta de confianza y comunicación) como
psicológicos del individuo (depresión, miedos y culpa, traumas, entre otras).
Los factores físicos incluyen drogas (alcohol, nicotina, narcóticos, estimulantes,
antihipertensivos, antihistamínicos y algunos medicamentos psicoterapéuticos), lesiones de
espalda, hiperplasia prostática benigna, problemas de riego sanguíneo, daños nerviosos
(como heridas en la médula espinal), diversas enfermedades (neuropatía diabética, esclerosis
múltiple, tumores y, raramente, sífilis terciaria), fallos en varios sistemas orgánicos (como el
corazón y los pulmones), desórdenes endocrinos (problemas en tiroides, pituitaria o glándula
suprarrenal), deficiencias hormonales (déficit de testosterona, estrógeno o andrógenos) y
algunas enfermedades congénitas.

Clasificación[editar]
Las disfunciones sexuales suelen clasificarse en cuatro categorías:123

1. Trastornos del deseo sexual o anafrodisia. Puede deberse a una bajada del nivel
normal de producción del estrógeno (en las mujeres) o la testosterona(en los
varones). Otras causas pueden ser la edad, la fatiga, el embarazo, la medicación
(como los ISRS) o enfermedades psiquiátricas, como depresión o ansiedad.
2. Trastornos de la excitación sexual, previamente llamados «impotencia» en los
hombres y «frigidez» en las mujeres, aunque ahora se usan términos menos críticos:
para los hombres, se emplea el de «disfunción eréctil» y para las mujeres se utilizan
diferentes alusivos a los diversos problemas. Estos desórdenes se manifiestan como
aversión o elusión del contacto sexual con la pareja. Puede haber causas médicas
para estos problemas, como insuficiente riego sanguíneo o falta de lubricación
vaginal. Las enfermedades crónicas también contribuyen, así como la naturaleza de la
relación entre las partes.
3. Trastornos del orgasmo, como el retraso persistente o la ausencia de orgasmo tras
una fase normal de excitación sexual. Estos trastornos ocurren tanto en hombre como
en mujeres. De nuevo, los antidepresivos ISRS son con frecuencia culpables.
4. Trastornos de dolor sexual, que afectan casi exclusivamente a las mujeres y se
conocen como dispareunia (intercambio sexual doloroso) y vaginismo(espamos
involuntarios de los músculos de la pared vaginal que dificultan o impiden el coito). La
dispareunia puede ser provocada en las mujeres por una lubricación insuficiente
(sequedad vaginal).
La lubricación inadecuada puede deberse a una excitación o estimulación insuficiente, o bien
a cambios hormonales provocados por la menopausia, el embarazo o la lactancia. La irritación
debida a cremas y espumas anticonceptivas puede también provocar sequedad, así como
también el miedo y la ansiedad por el acto sexual.
No están claras cuáles son las causas exactas del vaginismo, pero se cree que un trauma
sexual anterior (como una violación o abusos) pueden desempeñar un papel importante. Otro
trastorno sexual femenino doloroso se denomina vulvodinia o vestibulitis vulvar, que parece
estar relacionado con problemas en la piel de las zonas vaginal y vulvar. Se desconocen sus
causas.


 Disfunción Sexual Marital: Se caracteriza por la presencia de algún
tipo de disfunción sexual en uno o ambos miembros de la pareja.
Con frecuencia cuando uno solo de los individuos está alterado, el
miembro sano, después de cierto tiempo, suele enfermarse.
 Síndrome de Pobre Ajuste Coital (Apraxia Coital): Es la
situación que presenta una pareja cuando hay deficiencia en el
acoplamiento entre sus miembros durante el ejercicio de la función
sexual, aún cuando no esté presente ningún tipo de disfunción sexual
en algunos de sus miembros (se puede decir que se trata de una
disfunción mecánica).
 Síndrome de incompatibilidad de Frecuencia: Explicada en una
de mis entradas, es la situación en que existe una diferencia
significativa entre los miembros de la pareja con respecto a la
frecuencia (él es de alta frecuencia y ella excesivamente baja o
viceversa).
 DISFUNCIÓN ORGÁSMICA FEMENINA
 ansiedad, ausencia, orgasmo
 La disfunción orgásmica femenina se caracteriza por la ausencia o el
retraso recurrente del orgasmo en la mujer después de una fase de
excitación normal. El orgasmo es un reflejo y posee distintos umbrales
dependiendo de las personas, en las mujeres hay algunas que necesitan
poco estímulo para obtenerlo, en cambio otras necesitan una excitación
mucho más intensa. La etiología de la disfunción orgásmica femenina
puede relacionarse con el desconocimiento de la propia anatomía y de la
función genital, particularmente de la función del clítoris, y de la eficacia de
la estimulación y de las técnicas del compañero sexual. Este
desconocimiento y la ansiedad se refuerzan mutuamente, el umbral para
que se dispare el orgasmo se ve muy afectado por estados de angustia,
hay mujeres que tienen orgasmos en situaciones de baja tensión pero no
logran alcanzarlo en situaciones de estrés. La falta de orgasmo a través del
coito es muy habitual para una gran mayoría de mujeres, solo es posible
alcanzar el orgasmo si existe una estimulación clitorídea, no existen datos
de que la imposibilidad de alcanzar el orgasmo coital sea algo patológico
hay que destruir el mito del orgasmo vaginal. Se debe averiguar si la
paciente que presenta anorgásmia es poco excitable o tiene un umbral
orgásmico alto, a veces los obstáculos para alcanzar el orgasmo están
relacionados con la propia pareja, centrando más la atención en dar placer
al otro o en una educación sexual deficiente. También tienen un papel
causal fundamental las primeras experiencias sexuales traumáticas o las
creencias irracionales sobre las relaciones sexuales. La ansiedad como
factor desencadenante de la disfunción orgásmica es la que interfiere en el
funcionamiento normal del reflejo orgásmico lo que puede provocar la
instauración de un círculo vicioso que anticipe al fracaso. En la terapia se
enseña a la pareja a depender más del juego erótico y no tanto en la
excitación directa para llegar pronto al coito, se debe maximizar la
estimulación clitorídea y identificar y eliminar cualquier obstáculo
intrapsíquico que pueda haber entre la pareja.


DETERMINACIÓN DEL PROBLEMA
La disfunción orgásmica es un problema que puede presentarse en diversos
grados y tipos. “Las mujeres que nunca han sentido un orgasmo en su vida
sexual presentan anorgasmia primaria, y las que lo han tenido pero pierden
la capacidad de tenerlos, secundaria. Asimismo, cuando hay orgasmo sólo
a través de la masturbación, es disfunción tipo 1, y cuando no hay respuesta
ni con masturbación ni coito, es tipo 2”, según explica el sexólogo
Rubén Hernández.

Según su experiencia profesional, la anorgasmia puede generarse a cualquier


edad, más su detección y diagnóstico surge sólo cuando la mujer afectada inicia
su vida sexual, que es cuando comienza a explorar los límites de su placer
erótico y puede buscar ayuda al respecto.
“Las causas están dadas generalmente por factores orgánicos o
psicológicos, que en más de una oportunidad se juntan y retroalimentan,
ubicándose en el extenso campo de las afecciones psicosomáticas” acota el
especialista.

Por otro lado, entre las causas orgánicas más frecuentes se encuentran:
factores hormonales, neurológicos, vasculares, ciertos tipos de medicación,
enfermedades y trastornos que afecten la salud general o el interés sexual.
Entre las psicológicas: antecedentes de abuso sexual o violación,
inhibiciones sexuales, discordia marital, y hasta el no reconocimiento del
clímax, por la magnitud de las expectativas asociadas a esta respuesta
fisiológica.

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