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La idea principal del texto es la regulación de los matrimonios mixtos, es decir, aquellos que se

realizaban entre la población visigoda y la población romana o hispanorromana. La ley de


matrimonios mixtos es muy anterior a la publicación del Liber Iudiciorum, y en realidad no se trata
de una ley de nuevo cuño, sino que se trata de la derogación de la ley que prohibía los matrimonios,
que fue llevada a cabo durante el reinado de Leovigildo (572-586) y recogida en el Código de
Leovigildo y posteriormente en el Liber Iudiciorum.

En el primer párrafo se afirma la legalidad de los matrimonios mixtos. En el segundo párrafo, se alude
a la incoherencia de una ley, que coarta la libertad de las personas y divide a los ciudadanos, a pesar
de tener un mismo estatus social o una misma dignidad, no existiendo en el texto alusión alguna a los
sentimientos personales, al amor o al afecto.

En el tercer párrafo se explicita la derogación de la antigua ley y se promulga la actual que permite
los matrimonios mixtos, con un valor perpetuo, así cualquier hombre será libre de pedir en
matrimonio a cualquier mujer, siempre que tenga el consentimiento, como viene siendo costumbre
de su familia.

COMENTARIO:

El Liber Iudiciorum (o Lex Visigothorum) fue un cuerpo de leyes visigodo, de carácter territorial,
dispuesto por el rey Recesvinto y promulgado probablemente el año 654. También es conocido como
Código de Recesvinto, Libro de los Jueces, Liber Iudicum, Liber Gothorum, Fori Iudicum, Forum
Iudicum y Forum Iudiciorum. Ha pasado a la historia como la gran obra legal del reino visigodo.

En 1241 fue traducido, con algunas modificaciones, del latín al castellano por orden del rey de Castilla
Fernando III para ser concedido como fuero a ciertas localidades de la zona meridional de la península
ibérica, siendo denominado Fuero Juzgo. Fue impreso por vez primera en lengua latina en París en
1579 bajo el título "Codicis Legum Wisighotorum Libri XII" y su primera impresión en traducción
castellana, por Alfonso de Villadiego, se publicó en Madrid en el año 1600.

CONTEXTUALIZACIÓN

La conquista visigoda de la península Ibérica se forjó en el ámbito territorial, y tuvo poco calado en
lo cultural debido a la existencia de una población de tradición romana de muchos siglos. Así, en los
primeros años, hubo una división entre los grupos visigodos e hispanorromanos en todos los aspectos.
En lo religioso los visigodos eran devotos de la heterodoxia arriana, mientras los hispanorromanos
profesaban el cristianismo. En el terreno legislativo, los visigodos se regían por el Código de
Leovigildo, mientras que la población hispanorromana se regía por el Breviario de Alarico, también
conocido como Lex Romana Visigothurum, en el terreno artístico los visigodos también crearon un
estilo propio con características diferentes al arte paleocristiano.

A partir del reinado de Leovigildo (572-586), las tradiciones hispanorromanas y las visigodas,
comienzan a converger dando lugar a una única tradición cultural. Debido a la diferencia en número,
entre hispanorromanos y visigodos, fueron estos últimos los que terminaron por asimilar la mayoría
de rasgos culturales, como la religión, la lengua o el derecho, en lugar de imponer a la población
hispanorromana aquellos de tradición germana.

Uno de los primeros acercamientos llevados a cabo fue precisamente, la ley que derogaba los
matrimonios mixtos, objeto de este comentario, también obra de Leovigildo fue la conversión de gran
parte de los godos al catolicismo, quedando patente en el III concilio de Toledo en el 589. Por último,
el Liber Iudiciorum, obra a la que pertenece el fragmento, supone la unificación en un único cuerpo
legislativo del ordenamiento jurídico de hispanorromanos y visigodos.

La población visigoda, a pesar de mantener el dominio territorial y hegemonía política y militar,


terminó asimilando muchas de las formas, usos y costumbres de tradición hispanorromana, mucho
más que imponer las suyas a una población mayoritaria de tradición romana. La legalización de los
matrimonios mixtos fue la primera medida que permitió el acercamiento de ambos grupos culturales.
Con los siglos, ambas culturas terminaron unificadas, el Liber Iudiciorum, constituye por tanto, el
punto culminante de esta asimilación cultural.

Este cuerpo legislativo ha tenido una gran influencia posterior, siendo adoptado por el reino de
Castilla bajo el nombre de Fuero Juzgo, siguió estando vigente en su mayor parte hasta el primer
Código Civil, redactado en el siglo XIX. Siendo uno de los legados más importantes del pueblo
visigodo a nuestra cultura.

LA MAL LLAMADA RECONQUISTA

En su España invertebrada, José Ortega y Gasset afirmaba que “Una reconquista de seis siglos no es
una reconquista” (Ortega y Gasset, 1922). La historiografía tradicional española ha venido
identificando el concepto de Reconquista con el proceso histórico durante el cual los reinos cristianos
peninsulares lucharon por el control del territorio contra los musulmanes. Este proceso se desarrolló
entre los años 722 –fecha probable de la revuelta de Pelayo– y 1492 –cuando tuvo lugar la ocupación
del reino nazarí de Granada–. Desde el punto de vista académico, el término Reconquista es
históricamente inexacto, debido a que los reinos cristianos reconquistadores se formaron con
posterioridad a la invasión musulmana. El concepto, originario de la historiografía nacionalista
decimonónica, encuentra su justificación en las crónicas cristianas medievales, donde la idea de
pérdida y recuperación –presente en textos como la Crónica Albeldense, del año 881, o la Crónica de
Hernando del Pulgar, redactada en época de los Reyes Católicos– fue una constante (Torre, 2018).
Esta noción se fue repitiendo y consolidando en la cronística de siglos posteriores hasta nuestros días,
cargada de matices ideológicos, y ha quedado recogida en grandes referentes de la historiografía
hispana como Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal o Ladero Quesada (Moa, 2018). En contrapartida,
hay historiadores que sostienen que no existió una invasión militar árabe a gran escala, por lo que la
creación de al-Ándalus fue el resultado de la conversión de la población de origen hispana al islam
(Olagüe, 2017). El profesor Marín Ríos Saloma ha dedicado gran parte de sus investigaciones a
analizar el concepto de Reconquista y su influencia en la configuración de un sentimiento nacionalista
de identidad hispana, insistiendo en lo incorrecto e inexacto del término (Ríos, 2013). Esta situación
ha provocado que algunos historiadores hayan propuesto el término alternativo de conquista cristiana,
como sustituto de Reconquista. En cualquier caso, parece claro que debemos desterrar la idea
tradicional de un periodo de casi ocho siglos de luchas constantes entre moros y cristianos.
Probablemente, la Reconquista tuviera que ver más con la expansión física del crecimiento
económico y social de un conjunto de pueblos cristianos sobre el territorio anteriormente ocupado
por los musulmanes y arrebatado a los visigodos, que con una gesta de cariz ideológico. Cuestiones
conceptuales al margen, el proceso de expansión de los reinos cristianos sobre territorio andalusí se
puede dividir en una serie de fases o etapas, que iremos detallando a lo largo del tema:

 Un primer momento de consolidación previa, que abarcaría desde la estructuración política y


militar de los primeros núcleos de resistencia en el norte peninsular, aprovechando la crisis
del califato (1009), hasta la conquista de Calahorra (1045), fecha tomada como referencia para
el inicio de la conquista cristiana.
 Una primera etapa de avance cristiano sobre los reinos de taifas y los dominios almorávides,
que se concreta en la conquista de los valles del Ebro y del Tajo, entre los años 1045-1145.
 La conquista de los cursos alto y medio de los ríos Júcar, Turia y Guadiana, a costa de la
debilidad generada por los segundos reinos de taifas y la invasión almohade, entre los años
1145-1212, con la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
 Una fase definitiva, encabezada por las conquistas de Fernando III el Santo [reinados 1217-
1252] y Jaime I el Conquistador [reinados 1213-1276], con la ocupación de los últimos
señoríos almohades y los terceros reinos de taifas (1212-1266).
 El punto final tuvo lugar tras el largo paréntesis del reino nazarí de Granada, definitivamente
conquistado en 1492.

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