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CHARLAS CUARESMALES 2005

EUCARISTÍA Y BANQUETE

Ayer ya dijimos que la Eucaristía es banquete, banquete fraterno. Así es como aparece
en los textos fundacionales de Mc 14,22-25; Mt 26,26-29; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25: el
relato de la institución de la Eucaristía.

El texto más antiguo es el de 1 Cor 11,23-25, escrito por Pablo, hacia el 56 d.C., es
decir, poco más de veinte años después de los acontecimientos. No se trata de una invención
de Pablo, sino que él transmite lo que recibió de la tradición que se remonta al Señor (1 Cor
11,23).

Estos textos describen la Última Cena de Jesús, el Jueves Santo, antes de los
acontecimientos de su pasión, muerte y resurrección.

Se trata de unos relatos de la liturgia cristiana de la Iglesia primitiva. Todos estos


relatos ponen la institución de la Eucaristía al interior de un banquete, el banquete pascual que
Jesús come con sus discípulos antes de sufrir su pasión (Mc 14,12-18a; Mt 26,17-20; Lc 22,7-
14; 1 Cor 11,23).

Juan no cuenta la institución de la Eucaristía, pero, al interior del banquete pascual (Jn
13,1-2), relata un gesto simbólico de Jesús: el lavatorio de los pies (Jn 13,1-20). Este relato
tiene dos interpretaciones al interior del mismo: uno salvífico (Jn 13, 4-11), el otro parenético,
es decir, ejemplar (Jn 13,12-20). El primero pone de relieve el carácter purificador del gesto
de Jesús. Es un acto simbólico de tipo profético que anticipa el acto humilde y humillante,
pero purificador y salvífico de su muerte en cruz.

Esta Última Cena de Jesús es la culminación de todas sus comidas con sus discípulos y
con los hombres, en particular con los pecadores (Mc 2,13-17; 6,30-44 y paralelos).
Comiendo el cuerpo de Cristo y bebiendo su sangre nos unimos a Él, nos identificamos con
Él, recibimos su Espíritu que nos vivifica (Jn 6,51-58). Por eso, "la eficacia salvífica del
sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor.
De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con
Cristo mediante la comunión: le recibimos a Él mismo… Jesús mismo nos asegura que esta
unión, que Él pone en relación con la vida trinitaria, se realiza efectivamente. La Eucaristía es
verdadero banquete, el cual Cristo se ofrece como alimento"1. La Eucaristía es pues un
banquete y banquete de acción de gracias, como indica la misma palabra "Eu-caristía".

Podemos observar que en este banquete de acción de gracias se pronuncia una


bendición por los dones del pan y del vino, a semejanza de la pronunciada por Jesús en la
Última Cena (Lc 22,19; Mc 14,22). Contiene un canto de alabanza a la obra salvadora de
Dios, realizada en la creación por medio del Logos (Palabra eterna de Dios) y, sobre todo, en
la redención por medio de Jesús. Luego sigue el relato de la institución. La cena (Misa) tiene
así el carácter de recuerdo y al mismo tiempo de aplicación de la salvación de Dios en la
ofrenda sacrificial de Cristo.

Esta comida tiene un carácter sacrificial, pues anticipa, como en el gesto del lavatorio
de los pies, la muerte redentora de Jesucristo. En la celebración del banquete eucarístico, la
Iglesia, por mandato de Cristo (Lc 22,19; 1 Cor 11,24), hace presente el misterio de la pasión,
muerte y resurrección del Señor. En la celebración del banquete eucarístico tenemos acceso
directo a ese acto supremo de amor por que somos reconciliados con Dios: "Bebed todos de
ella, porque ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón
de los pecados (Mt 26,27b-28).

En sus comienzos, la Iglesia primitiva celebraba la Eucaristía al interior de un


banquete, como refleja la tradición paulina (1 Cor 11,20-22). Pero, debido a los abusos de los
que nos habla el apóstol, se fue disociando paulatinamente la celebración de la Eucaristía del
contexto de cena o banquete. Los relatos evangélicos, más tardíos, aunque reflejen tradiciones
muy antiguas, presentan unas formulaciones litúrgicas de las celebraciones de estas
comunidades cristianas. Quizá esto nos impide hoy, en nuestras celebraciones de la Eucaristía,
ver el aspecto de banquete, teniendo en cuenta también la disposición de nuestras iglesias con
un altar que tímidamente nos recuerda una mesa.

Lo que sí es cierto, es que debemos participar en este banquete eucarístico comiendo el


cuerpo de Cristo y bebiendo su sangre dignamente. ¿Qué significa "dignamente"? El texto de
1 Cor 11, 17-34 nos lo explica.

* Preguntas sobre las exigencias de la participación en la Eucaristía.

1
JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucaristía, nº 16.
2

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