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Molokanes-Rogelio Ruiz Chapter2 PDF
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contexto binacional
Introducción
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Investigador y director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad
Autónoma de Baja California (iih-uabc). Correo electrónico: aukaroger@uabc.edu.mx.
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Una exposición detallada del surgimiento de los grupos cismáticos derivados de la
Raskol se encuentra en Klibanov, 1982.
Rogelio Everth Ruiz Ríos
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Para ampliar la información sobre el tema, véase Znamenski, 2007.
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En Estados Unidos, durante la primera y segunda guerra mundial, los molokanes
también apoyaron materialmente los esfuerzos bélicos, aunque algunos creyentes se
declararon objetores de conciencia y por ello fueron encarcelados.
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Por comunidad refiero a lo que la academia anglosajona designa como formas primor-
diales de organización de lo social constituidas históricamente. Lo primordial se usa en
el sentido que Clifford Geertz otorga al tipo de vínculos “dados” que se asumen de “la
existencia social: contigüidad inmediata y vinculaciones de parentesco primariamente
pero más allá de ellos, lo dado que surge del haber nacido en una comunidad religiosa
singular, hablar una lengua en particular, o inclusive un dialecto de una lengua, y de
seguir prácticas sociales singulares” (citado por Aguilar, 2007, pp. 17-18). Por su parte,
para Miguel Lisbona el término comunidad “está instalado en las ciencias sociales como
mención obligada a una forma de vivir en sociedad que los seres humanos construimos”
(Lisbona, 2005, p. 25). Tengo en cuenta la advertencia de Martin Albrow acerca de que
la realidad social nunca parece corresponderse exactamente con los significados de las
ciencias sociales y, en cambio, proveen ilimitados argumentos para la controversia. Por
ejemplo, el pueblo y los políticos hacen que se pierda y se reconstruya la comunidad
como uno de sus temas principales. Sin embargo, los sociólogos analizan e identifican
características recurrentes en este tipo de organizaciones sociales, como el sentido
de pertenencia, seguridad y familiaridad, mentalidad, símbolos compartidos y normas
de comportamiento, clasificaciones de estatus, celebraciones periódicas. La fuerza de
estas características variará de comunidad a comunidad, y tampoco son exclusivas de
ellas, pero cualquier comunidad manifestará la mayoría. Los sociólogos conceptuali-
zarán la comunidad proveyendo una clara imagen de la misma, a menudo desarrollada
por una idea sobre ésta, la cual resaltará las características que la hacen diferente de
otros tipos de organización social, como la clase o la etnia. Sin embargo, pocas veces
la realidad coincide con estas definiciones verbales, al encontrarse con disensos y di-
ferencias marcadas al interior de las comunidades (Albrow, 1999).
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Para una síntesis histórica que cubre de los orígenes del culto Nueva Israel hasta su
emigración a Uruguay, véase Shubin, 2005 (pp. 152-160) y Petrov (s. f.). Un estudio de
larga duración sobre esta colonia se localiza en Martínez, 2013.
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Un recuento de esta experiencia migratoria puede consultarse en Hardwick (1993b,
pp. 89-103) y Berokoff (1969).
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De 1845 a 1925 alrededor de 50 millones de personas cruzaron el Atlántico, mientras
que en el periodo que va de 1900 a 1913 hicieron el viaje 20 millones (Martínez, 2005,
p. 21).
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En un estudio realizado sobre los cantos religiosos de los molokanes, Margarita Mazo
sostiene que estos son el soporte identitario de la comunidad. Es a través de los can-
tos como se comunican directamente con Dios y tienen el poder de evocar al Espíritu
Santo; son tan importantes para ellos que, a decir de Mazo, la llaman “una religión
cantada” (Mazo, 2005, pp. 84-119).
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detrás de los cuales se sitúan las casas de techo de dos aguas ubica-
das en un lote con un amplio patio trasero habilitado como huerto y
granja para la cría de aves (Schmieder, 1929, pp. 417-418).
En opinión de Hardwick, las prácticas agrícolas de los moloka-
nes nunca se integraron de manera exitosa en California a causa de
las diferencias climáticas, la disponibilidad de agua, el tipo de cultivos
y la persistencia de numerosos vestigios de su sistema de creencias,
lo cual es indicador de que la religión y la cultura rusas continuaron
siendo importantes para ellos. Desde un punto de vista dicotómico
entre tradición y modernidad, Hardwick sostiene que la experiencia
de los molokanes es un enlace cultural y económico que conecta los
sistemas de pasado y presente entre los inicios de la Unión Soviética
y la modernización de los Estados Unidos (Hardwick, 1993a, p. 128).
Al respecto, cabe destacar que el distrito residencial de Boyle Heights,
en Los Ángeles, California, en particular en el área de un cañón de-
nominado Fickett’s Hollow, donde a principios del siglo XX se asentó
una parte importante de la diáspora molokana, años más tarde sería
calificada por los trabajadores sociales del área como la comunidad
más recluida y endogámica, pese a su vecindad con mexicanos y otros
grupos étnicos (Wallis, 2010, p. 131).
En diversos estudios realizados sobre los molokanes establecidos en
Los Ángeles se han enfatizado sus dificultades para adaptarse al entorno
urbano. Conviene preguntarse entonces ¿cómo estaba constituido ese
entorno urbano? Desde el decenio de 1880, Los Ángeles incrementó
su población de manera considerable. Ese año se registraron 11 183 ha-
bitantes (hab.), y una década después el número había aumentado a 50
000, lo que da una proporción mayor a la de cualquier otra ciudad de los
Estados Unidos. Entre 1900 y 1920 la población angelina creció cinco
veces más; hacia 1930 su área metropolitana doblaba en habitantes al
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Los datos demográficos de Los Ángeles, California, han sido retomados de Wallis
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(2010, p. 2).
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Sobre este tema es oportuno citar a Breyfogle (2001, pp. 732-733): “Por otra parte,
en la Transcaucasia multicultural, la afiliación de los sectarios hacia la etnicidad rusa
aumentó en la interacción cotidiana con vecinos étnica y confesionalmente distintos;
su sentido de identificación como rusos y sujetos rusos se fortaleció junto a la religio-
sidad derivada de sus autodefiniciones, y los inclinó a ayudar a los militares rusos [el
autor se refiere a los conflictos contra el Imperio otomano en la segunda mitad del siglo
XIX]. Esta ayuda en tiempos de guerra reforzó recíprocamente su sentido ruso del Ser”
(la traducción es de mi autoría).
Son diversas las experiencias de emigración de Los Ángeles a zonas rurales. Hardwick
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(1993b, pp. 95-97), siguiendo a Berokoff (1969), menciona que anterior al grupo que
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se mudó al valle de Guadalupe hubo uno que se dirigió a Hawái, aunque no da mayores
datos al respecto. En otra fuente, sustentada en la tradición oral de una vertiente de
los molokanes llamada Postoyannie, asentados en el área de San Francisco, California,
se menciona un pequeño grupo que se estableció durante la década de 1910 en la zona
de Potrero Hill cercana a esa ciudad, tras haber fracasado en su intento por cultivar
caña de azúcar en Hawái. Véase Ethel Dunn y Stephen Dunn (1983). Leonor Gómez H.
(1991, pp. 16-17, 19) registró el testimonio de María Rudametkin Novikoff, quien re-
memoraba la trayectoria de su padre, Moisés Rudametkin, en el periodo comprendido
desde su salida de la región de Kars (en la actualidad territorio turco) en alguna fecha
inmediata a 1903, hasta el establecimiento de su última morada en el puerto de En-
senada, a partir de 1914. La experiencia transmitida por Moisés Rudametkin a su hija
María —centrada en ese lapso— incluye una corta estadía en San Francisco, California,
donde alrededor de 1910 se integró a un reducido número de familias molokanas que
fueron enganchadas por un grupo de estadounidenses que los invitaron a ir a Hawái
como colonos, pero luego de un breve tiempo decidieron mudarse a Los Ángeles, Ca-
lifornia. En esta versión la aventura colonizadora en esa isla del Pacífico aparece con
fecha posterior a la emigración de Los Ángeles al valle de Guadalupe.
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Mead propuso estas categorías a inicios del decenio de 1970, influida por las movili-
zaciones contestatarias de los jóvenes estudiantes en el mundo y por la emergencia de
identidades juveniles manifiestas en la cultura popular.
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Aunque Trevignani suscribe ciertos postulados principales del giro lingüístico en tor-
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y “memoria histórica”, que matiza como “historia viva” e “historia escrita”, corres-
pondiéndole a la primera una mayor cercanía con lo que actualmente designamos
como “memoria”, mientras que la segunda se desarrollaría hasta desembocar en la
noción académica de “historia”. Para el mencionado autor, la diferencia entre historia
y memoria es de tal magnitud que incluso halló contradictorio el término “memoria
histórica”.
Sahlins (1987), definido en un primer momento como: “La realización práctica de las
categorías culturales en un contexto histórico específico, expresada en la acción inte-
resada de los agentes históricos, incluyendo la microsociología de su interacción” (Sa-
hlins, 1987, p. XIV). Más adelante, al retomar una cita de su anterior obra, Historical
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realizado en 1910, aunque publicado seis años más tarde, se dio cuen-
ta del matrimonio entre dos molokanes —él de 19 años de edad, ella,
de 15—, arreglado por las familias de los contrayentes. El periodista
narró cómo la pareja legalizó su unión a escondidas de sus parientes
luego de que estos no aceptaran su decisión. Un reverendo estadouni-
dense los apoyó para contraer nupcias por la vía civil en días previos
a la ceremonia religiosa que celebraron en su comunidad. El acto de
casarse por lo civil significó una transgresión a las costumbres de los
molokanes, ya que estos rechazan la intervención de cualquier otra
figura o autoridad que no sea la religiosa en lo que constituye uno de
los eventos más relevantes de la vida, el matrimonio (Cokey, 1916, p.
11). A decir del reportero, los consortes habían manifestado su deseo
de casarse sólo a la manera “americana”. La petición generó el rumor
entre la comunidad de que los futuros cónyuges estaban poseídos por
el diablo; por este motivo, dos días después se realizó el enlace bajo el
ritual molokano, y con ello dijeron haber expulsado al maligno.
Sin embargo, hubo algunos casos extremos de rebeldía ante las decisio-
nes de los padres en asuntos matrimoniales, de los que se ocupó la prensa
con cierto escándalo. En 1909, un diario de Los Ángeles informó de una
pareja de molokanes —él de 28 años de edad, trabajador de una granja;
ella, de 16, sin especificarse su oficio— que se hallaban gravemente heri-
dos luego de que ambos pactaran suicidarse, disgustados porque el padre
de la joven se oponía a que se casaran (Shoots girl and himself russian…,
1909). Por su parte, en 1912 un diario de San Francisco, California, publicó
el caso de una joven molokana de Los Ángeles que había huido de su casa.
La muchacha fue localizada en la casa de una mujer “americana” (es decir,
anglosajona), donde se había refugiado y de cuyo hijo ella estaba enamorada.
La joven declaró ante las autoridades que escapó de su casa porque su padre,
siguiendo las costumbres molokanas, la había vendido por $500 dólares a
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Los contrayentes eran Earl Shubin y Jennie Potapoff, él probablemente hijo de Philip
Shubin, el líder principal de la comunidad e interlocutor entre la colonia molokana y
los agentes externos (First marriage american fashion solemnized, 1912).
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Un comparativo histórico entre la población del estado de California y el entonces
Distrito Norte de la Baja California permite ver las abismales diferencias en número de
habitantes entre una y otra entidad, de acuerdo con los datos censales disponibles para
los siguientes años: 1900, Baja California: 7 583 hab., California: 1 485 053 hab.; 1910,
Baja California: 9 760 hab., California: 2 377 549 hab.; 1921, Baja California: 23 537
hab.; 1920, California: 3 426 861 hab.; 1930, Baja California: 48 327 hab., California: 5
677 251 hab.; 1940, Baja California: 78 907 hab., California: 6 907 387 hab.; 1950, Baja
California: 226 965 hab., California: 10 586 223 hab. (Censos generales de población
del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [inegi] —para Baja Califor-
nia—; Forstall, 1995 —para California—).
Yaroslav J. Chyz y Joseph Slabey Roucek (1939, p. 650) mencionaron que antes de la
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segunda guerra mundial 92% de los inmigrantes rusos en Estados Unidos era de origen
campesino, esto incluye a las comunidades sectarias como molokanes y dukobores.
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caba hallar un refugio en los límites de un mundo cada día más peque-
ño del que intentaban escapar (Young, 1932, pp. 2-3). Young describió
este fenómeno como un deseo de “volver a la tierra”, algo que los
molokanes denominaban con el vocablo pakhod, curtido durante sus
constantes migraciones. Para Young, esta pretensión constituía parte
de la estructura social de los molokanes, en tanto que representaba
la posibilidad latente de construir el paraíso en este mundo (Young,
1932, pp. 252-253).
En opinión de Young, la práctica del pakhod trajo experiencias
nada gratas que generaron fenómenos inversos, puesto que más tarde
los hijos de los colonos que habían regresado a la tierra emigraron del
campo a la ciudad para vivir con sus parientes que permanecieron en
la urbe. Entre las razones por las que las nuevas generaciones dejaron
las comunidades agrícolas se cuenta el zafarse del control patriarcal
y de su bucólico estilo de vida, guiados por la necesidad de acceder
a otros medios de subsistencia en la ciudad. Young también obser-
vó que numerosas y variadas experiencias del pakhod fracasaron por
causas relacionadas con la condición inmigrante de los molokanes,
quienes fueron timados o hicieron contratos desventajosos para ellos
en bienes raíces, por su estatus migratorio en Estados Unidos, o bien
debido a otros problemas legales, pues sólo en raras ocasiones fueron
asesorados por expertos en la materia.
El éxodo molokano de Los Ángeles a zonas rurales era notorio
hacia 1912. Aunque la socióloga Lilian Sokoloff indicó que ese año al-
rededor de 2 000 miembros vivían en zonas rurales de la Unión Ame-
ricana —entre California, Nuevo México, Arizona, Utah, el estado de
Washington; además de Baja California, México— (Sokoloff, 1918,
p. 13), la cantidad parece exagerada, pues no hay mayores registros al
respecto. Es más prudente considerar que las comunidades moloka-
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En una investigación arqueológica sobre la comunidad rusa de la colonia Guadalupe,
Therese Muranaka se basó en un conjunto de autores para plantear que la etnicidad
es un resultado inmediato de la emigración y que se fortalece en ella. Los principales
autores en los que basa su perspectiva son Shmuel Eisenstadt, Simon Charsley, Eme-
rick Francis, Milton Yinger, Frank Salamone, Raymond Firth y Frederik Barth. Mura-
naka indicó que estos tres últimos autores aportaron elementos para considerar que
la etnicidad, la aculturación y la asimilación eran un contínuum que no progresó en
una dirección, pero operó como una regla de cálculo en la que los miembros de un
grupo étnico tal vez se mueven hacia atrás o hacia adelante ostentando, negando o
cambiando a voluntad lo que ellos consideran apropiado para manifestar su etnicidad
(Muranaka, 1988, pp. 26-29).
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La traducción es mía.
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estar solos, pacíficos, que nadie los molestara, ellos trabajaban y vi-
vían así. Estar sosteniendo su cultura, su religión y todo eso, pero
con el tiempo que iba creciendo la juventud, pues empezaron a ver
cosas que era el futuro para ellos, el que llevaban, pues, no era futuro
para ellos, sino tenían que buscar otra manera de vida más diferente,
y esa fue la razón que empezaron a irse otra vez de aquí [de Guadalu-
pe] a Estados Unidos, y luego después de 1932, o el 31, empezaron a
casarse. Porque ellos [los jóvenes] no querían que se mezclara la raza,
ellos querían preservarla todavía, seguir, y como todo el tiempo esta-
ban bajo el mando del papá y de la mamá, ellos eran los jefes aunque
estuvieran casados [los jóvenes], ellos eran los jefes (G. Kachirisky,
comunicación personal, 13 de agosto de 1996).22
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Entrevista a Gabriel Kachirisky Kotoff, Archivo de la Palabra del Instituto de Inves-
tigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California (en lo sucesivo ap
iih-uabc), PHO-E/1/1/(1).
Vale aclarar que el informante contrajo nupcias con una mexicana ajena al grupo
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molokano.
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Era una vida muy sujeta, porque yo recuerdo que mi papá decía que
ellos trabajaban para el abuelo, para el papá de ellos, y el abuelo, pues
él compraba comida, les compraba ropa y todo, estaban bajo el man-
do de él, aunque ya estaban casados, y no podían hacer nada sin él.
No había libertad, y ya después, como en mi caso, pues fue ya más
diferente, la vida más liviana para cada uno, y yo me salí de 13 años
de la casa, yo dije no, pues yo, para mí la vida es trabajar y vivir y a
ver que hay más pa’delante y ahí empecé a abrir el camino de mi vida,
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Entrevista a Pedro Kachirisky Salticoff, ap iih-uabc PHO/E/12(1).
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San Antonio de las Minas se sitúa a medio camino entre la colonia Guadalupe y En-
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Entrevistas a María Agalsoff Saroken ap iih-uabc PHO-E/1/3(1) y Petra Pablov Samarin,
ap iih-uabc PHO-E/1/4(1).
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La fuente de Pauline Young es Peter Alexander Speek (1921).
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Andrés Pivovaroff hijo de Juan del mismo apellido, Ensenada, 1944, Archivo Judicial de
Ensenada (en lo sucesivo aje) en iih-uabc.
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Véase en Gómez (1991, pp. 16-19) el testimonio de María Rudametkin Novikoff.
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nas a Estados Unidos, lo que hizo difícil conseguir esposas rusas, y por
ese motivo desposaron mexicanas (P. Kachirisky, comunicación per-
sonal).31 Si querían mantener la práctica endogámica, los molokanes
en edad casadera tenían que trasladarse a Estados Unidos. Sin embar-
go, para las familias esto significaba el riesgo de perder mano de obra
en las actividades agropecuarias, ya que las jóvenes molokanas que
residían en Estados Unidos difícilmente estaban dispuestas a regresar
o mudarse a la colonia Guadalupe y otros asentamientos rurales.
En Los Ángeles, California, el matrimonio fuera del círculo mo-
lokano ocasionaba un cisma familiar, como lo plantea la siguiente his-
toria familiar recabada por Young:
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Luego de visitar la localidad en diciembre de 1928, Schmieder percibió que la co-
lonia Guadalupe acusaba un notable descenso demográfico y dificultades económicas
(1928, p. 419).
La autora consideró que era un fenómeno vivido por los jóvenes molokanes en Los
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rísticos de los grupos inmigrantes en transición de una cultura vieja a una más nueva.
Esto iba acorde con la apreciación de Young sobre los molokanes, a quienes veía como
una “secta primitiva” confrontada al dilema de desaparecer en el contexto de la so-
ciedad urbana moderna.
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Juicio ordinario civil sobre divorcio promovido por Antonio Maldonado como tutor
de la menor Nadezda Popoff de Kozareff en contra de Joe Kozareff, Ensenada, 1942,
aje en iih-uabc.
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Conclusión
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