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Yo no quiero volverme tan loco

Se acuerdan que en “1984”, la novela de George Orwell, Winston Smith, el personaje principal,
trabajaba como censor del “Ministerio de la Verdad” y que por tanto, se encargaba de la revisión,
corrección y adecuación de la historia a los intereses del “Gran Hermano”. Bueno, si están a tono,
quisiera que me acompañen en estas absurdas cavilaciones.

Hay días que me asaltan las dudas sobre la “verdad”. Debo vivir en una realidad paralela, por que
yo veo y experimento cosas, que a otras personas les parecen distintas. Entonces recuerdo que yo
soy un cumulo de determinaciones sociales que me hacen la ficción que soy. Debo estar mal en mis
creencias. Recuerdo la breve parábola de Zhuangzi, donde el maestro taoísta se encontraba
soñando con una mariposa y en algún punto del sueño se pregunta: ¿no será que yo soy el sueño
de la mariposa?, pienso mucho en ello, pero lejos de encontrar consuelo en esta “apertura”,
encuentro desazón.

Para tratar de aterrizar un poco, trasladémonos a los sucesos del lunes en la noche. Ante la
expectativa nacional, un líder cruceño, se propone el imperioso deber de lograr la renuncia del
Presidente y promete un éxito rotundo. Sus armas: la biblia en una mano y su corazón henchido de
fe en Dios. ¿El mundo se ha vuelto loco? O ¿solamente yo? Evidentemente, la bella fantasía
eclesiástica acabo la madrugada del martes, cuando el cívico, se topó con un impenetrable muro
humano que se había formado para repudiarlo. La versión oficial sobre la inesperada visita de este
señor, ha sido catalogada como “golpe de estado”, pero me pareció ver como un grupo de
“comunarios” impedían violentamente el tránsito por el Aeropuerto Internacional del Alto, no solo
al personaje mencionado, sino a todo aquel que osara tener un viaje programado en esa hora
fatídica. Al final, estos “defensores” y “anti-racistas”, optaron por revisar los papeles y los boletos
de los viajeros, para dejarlos abordar su vuelo; agredieron a las personas que filmaban los eventos
y a los periodistas, incluso hicieron arrodillar a ciudadanos cruceños y bloquearon cualquier acceso
a la terminal durante horas. Claro, el racismo es el que practican otros. La cereza de la torta, la puso
el Presidente en la tarde cuando salió a agradecer estas muestras de apoyo “espontaneo”, mientras
tanto las redes sociales mostraban un despliegue logístico sospechoso. Al parecer, la espontaneidad
es un asunto que se remunera. Pero debo estar equivocado, las cosas no sucedieron como las vi,
pues igual hay gente que dice que no es así y elaboran sofismas complejos para dar cuenta de la
perversidad de estas logias cruceñas. Es más, me atrevería a decir algo, a la larga esta versión
prevalecerá y ante los ojos del mundo, se recordará la frustrada tentativa de derrocamiento,
aplacada por el clamor popular. Los poderosos venderán pirita como si se tratara de oro. Ni hablar
del fraude, al que algunos anteponen el “supuesto”, electoral.

¿No es un panorama en el cual uno pierda la cabeza fácilmente? Es la locura al alcance de todos.
Lacan decía que la verdad solo podía ser medio dicha, ya que faltaba un elemento esencial para
completarla. ¿Que nos puede salvar del caos social y psicológico del que somos presa? Por lo menos,
tenemos la certeza de que jamás controlaran nuestra subjetividad. Podrán arrestarnos, callarnos o
asesinarnos, pero estoy seguro de que mi deseo prevalecerá. Con esta “confortante” tranquilidad,
escucho a lo lejos el estribillo de una famosa canción “yo no quiero volverme tan loco, … yo no
quiero morir en el mundo hoy”, mientras dudo si tomarme el arsénico o empuñar el revolver: hey,
un tiro en el corazón es una cosa romántica.

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