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La familia Sanders

Por Javier Vivanco 30-enero 2020


-Yo creo en una juventud informada, crítica, con valores e ideas propias, que no se deje
manipular. Todos debemos tener voz y voto. Espetó Peter
-Aquí las decisiones las tomo yo. Replicó Joseph. Si no llega a ser por mí esta familia
hace mucho tiempo hubiera desaparecido.
- Pues yo creo que debemos cambiar la forma de organizarnos, dijo Sarah con calma.
En aquella casa reinaba la confusión.
Peter, el hermano mayor, era de izquierdas y, fiel a sus ideas, defendía la igualdad de
todos los miembros.
Joseph, el padre, era de derechas y defendía que las jerarquías son inevitables e
imprescindibles para que la familia llegase a buen puerto.
Sarah, la hermana de Peter, era partidaria de reformarlo todo.
Margaret, la tía abuela, era consciente del caos. Sabía que la familia Sanders,
preocupada por cómo tiene que ser una familia, había olvidado hacía ya mucho qué era
una familia.
El tiempo pasaba para ellos repleto de grandes consignas sobre cuál es el mejor modelo
de familia y cómo debe llevarse a cabo. Inevitablemente, vivían juntos, sabían que
dependían de ellos mismos, pero irremediablemente vivían en la contradicción.
Un día Margaret falleció consciente del caos que supone vivir rodeada de gente
preocupada por evitar el caos.
Peter murió sabiendo que, aunque la familia no estaba bien organizada, había hecho
todo lo posible porque fuera mejor.
Joseph murió pensando que lo había dejado todo atado y bien atado para que las cosas
funcionasen.
Sarah murió pensando que sería inmortal.
El grupo de investigadores de la Universidad de Michigan que estudiaban, desde hacía
tres generaciones, el comportamiento social de las personas ante circunstancias vitales
puso una nueva pestaña en el apartado “Otros que se perdieron, otros que se
olvidaron.”

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