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Rae I
Rae I
“Somos un eslabón más del proceso evolutivo” bajo la anterior premisa se alcanza un
cambio radical en el enfoque del estudio sobre el ser humano, y este ha de ser el paradigma
que asume la antropología, ver al hombre como resultado de un proceso evolutivo
aleatorio, al igual que el resto de las especies animales. A partir del presupuesto
darwiniano, la pregunta por el ser humano y su definición frente a sí mismo y frente al
resto de la realidad, ya no puede estar alejada de su condición biológica y evolutiva.
El proceso evolutivo del hombre puede ser explicado a partir de dos vertientes: la
filogenética y la ontogenética. La primera de ellas revela un proceso largo y progresivo,
conjuntándose factores genéticos, morfológicos y conductuales. Por su parte la segunda
vertiente, la ontogenética, muestra cómo se da el salto entre lo pre-humano y lo humano,
cuyas características lo hacen singular. El ser humano es fruto de la confluencia de dos
herencias, la biológica y la cultura.
Esta condición biocultural ubica a la especie humana en un lugar especial dentro del
conjunto de la biósfera, y aunque entre los humanos y el resto de la biósfera se da un
proceso de continuidad, al mismo tiempo aparece una ruptura emergentista, mediante la
cual es posible justificar la singularidad humana. El paradigma emergentista parte de la
concepción unitaria del ser humano, conjugando la continuidad de la especie humana con
el resto de las demás especies vivas emergidas del proceso evolutivo, con su condición de
especie singular, consecuencia de un salto emergentista específico. Este salto específico
posee unas características especiales: novedad, impredecibilidad e irreductibilidad. Zubiri
considera que el proceso de conformación de la especie humana es el resultado de una
elevación, consecuencia de un proceso de hiperformalización.