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1.

- ¿Durante la circulación extracorpórea en la operación de Don Fallo se modificó


la forma en que circula sangre a través de él?

R= Sí

Hall J. Guyton y Hall: Tratado de Fisiología Médica. 13ª ed. España: Elsevier; 2016. p. 109

El corazón está formado realmente por dos bombas


separadas: un corazón derecho que bombea sangre
hacia los pulmones y un corazón izquierdo que
bombea sangre a través de la circulación sistémica
que aporta flujo sanguíneo a los demás órganos y
tejidos del cuerpo. A su vez, cada uno de estos
corazones es una bomba bicameral pulsátil formada
por una aurícula y un ventrículo. Cada una de las
aurículas es una bomba débil de cebado del
ventrículo, que contribuye a transportar sangre
hacia el ventrículo correspondiente. Los ventrículos
después aportan la principal fuerza del bombeo que impulsa la sangre: 1) hacia la circulación pulmonar
por el ventrículo derecho, o 2) hacia la circulación sistémica por el ventrículo izquierdo. Mecanismos
especiales del corazón producen una sucesión continuada de contracciones cardíacas denominada
ritmicidad cardíaca, que transmite potenciales de acción por todo el músculo cardíaco y determina su
latido rítmico.

Barrett K, Barman S, Boitano S, Brooks H. Ganong. Fisiología médica. 24ª ed. México, D.F.: McGraw-
Hill Interamericana; 2013. p. 555

El sistema circulatorio aporta oxígeno y las sustancias absorbidas en el tubo digestivo a los tejidos,
regresa dióxido de carbono a los pulmones y otros productos del metabolismo a los riñones; participa en
la regulación de la temperatura corporal, y distribuye hormonas y otros agentes reguladores de la función
celular. La sangre, portadora de estas sustancias, circula por un sistema cerrado de vasos sanguíneos
bombeada por el corazón. Desde el ventrículo izquierdo, la sangre se bombea por arterias y arteriolas
hacia los capilares, donde se equilibra con el líquido intersticial. Los capilares drenan a las venas y la
sangre regresa a la aurícula derecha. Parte del líquido de los tejidos entra en otro sistema de vasos
cerrados, los linfáticos, que vacían la linfa por el conducto torácico en el conducto linfático derecho y de
allí al sistema venoso. La circulación está controlada por múltiples sistemas reguladores que en general
mantienen el flujo sanguíneo adecuado en todos los órganos cuando es posible, pero en particular en
corazón y cerebro. La sangre fluye sobre todo a causa del movimiento anterógrado que le imparte el
bombeo cardiaco, aunque en el caso de la circulación sistémica, la recuperación diastólica de las paredes
arteriales, la compresión de las venas por los músculos esqueléticos durante el ejercicio y la presión
negativa en el tórax en el curso de la inspiración también empujan la sangre al frente. La resistencia al
flujo depende en menor grado de la viscosidad sanguínea, pero sobre todo del diámetro de los vasos, en
particular de las arteriolas. El flujo sanguíneo en cada tejido está controlado por mecanismos locales
químicos y generales, nerviosos y humorales, que dilatan o constriñen los vasos en el tejido. Toda la
sangre fluye por los pulmones, pero la circulación sistémica se compone de múltiples circuitos distintos
en paralelo. Esta disposición permite amplias variaciones en el flujo sanguíneo regional sin cambiar el
flujo sistémico total.

Fox S. Fisiología Humana. 12ª ed. México: McGraw Hill; 2011. p. 418

La sangre cuyo contenido de oxígeno ha quedado


parcialmente agotado, y cuyo contenido de dióxido de
carbono ha aumentado como resultado del metabolismo
tisular, regresa a la aurícula derecha. Esta sangre a
continuación entra en el ventrículo derecho, que la bombea
hacia el tronco pulmonar y las arterias pulmonares. Las
arterias pulmonares se ramifican para transportar sangre hacia
los pulmones, donde ocurre el intercambio de gases entre los
capilares pulmonares y los sacos aéreos (alvéolos) de los
pulmones. El oxígeno se difunde desde el aire hacia la sangre
capilar, mientras que el dióxido de carbono se difunde en la
dirección opuesta. Por consiguiente, la sangre que regresa a la aurícula izquierda por medio de las venas
pulmonares está enriquecida en oxígeno y parcialmente desprovista de dióxido de carbono. La vía de
sangre desde el corazón (ventrículo derecho), a través de los pulmones, y de regreso al corazón (aurícula
izquierda) completa un circuito: la circulación pulmonar. La sangre rica en oxígeno en la aurícula
izquierda entra al ventrículo izquierdo y es bombeada hacia una arteria elástica de calibre muy grande:
la aorta. La aorta asciende una distancia corta, hace una vuelta en U, y después desciende a través de las
cavidades torácica y abdominal. Las ramas arteriales provenientes de la aorta suministran sangre rica en
oxígeno a todos los sistemas y, así, forman parte de la circulación sistémica. Como resultado de la
respiración celular, la concentración de oxígeno es más baja y la de dióxido de carbono es más alta en
los tejidos que en la sangre capilar. Así, la sangre que drena desde los tejidos hacia las venas sistémicas
está parcialmente desprovista de oxígeno, y tiene contenido aumentado de dióxido de carbono. Dichas
venas finalmente se vacían en dos venas grandes —las venas cava superior e inferior— que regresan la
sangre con bajo contenido de oxígeno a la aurícula derecha.

Tortora G, Derrickson B. Principios de Anatomía y Fisiología. 13ª ed. México D.F.: Editorial Médica
Panamericana; 2006. p. 768-769

Después del nacimiento, el corazón bombea sangre dentro de dos circuitos cerrados: la circulación
sistémica (o general) y la circulación pulmonar. Los dos circuitos están dispuestos en serie: la salida de
uno es la entrada del otro, como ocurre al unir dos mangueras. El lado izquierdo del corazón es la bomba
de la circulación sistémica; recibe sangre desde los pulmones, rica en oxígeno, roja brillante u oxigenada.
El ventrículo izquierdo eyecta
sangre hacia la aorta. Desde la
aorta, la sangre se va dividiendo
en diferentes flujos e ingresa en
arterias sistémicas cada vez más
pequeñas que la transportan hacia
todos los órganos, exceptuando
los alvéolos pulmonares, que
reciben sangre de la circulación
pulmonar. En los tejidos
sistémicos, las arterias originan
arteriolas, vasos de menor
diámetro que finalmente se
ramifican en una red de capilares
sistémicos. El intercambio de nutrientes y gases se produce a través de las finas paredes capilares. La
sangre descarga el O2 (oxígeno) y toma el CO2 (dióxido de carbono). En la mayoría de los casos, la
sangre circula por un solo capilar y luego entra en una vénula sistémica. Las vénulas transportan la sangre
desoxigenada (pobre en oxígeno) y se van uniendo para formar las venas sistémicas, de mayor tamaño.
Por último, la sangre retorna al corazón, hacia la aurícula derecha. El lado derecho del corazón es la
bomba del circuito pulmonar; recibe la sangre desoxigenada, rojo oscuro, que retorna de la circulación
sistémica. Esta sangre es eyectada por el ventrículo derecho y se dirige al tronco pulmonar, que se divide
en las arterias pulmonares, las que transportan sangre a ambos pulmones. En los capilares pulmonares,
la sangre libera el CO2 y capta el O2 inspirado. La sangre oxigenada fluye hacia las venas pulmonares y
regresa a la aurícula izquierda, completando el circuito.

Tresguerres J. Fisiología Humana. 3ª ed. Madrid: McGraw-Hill Interamericana; 2005. p. 442-443

La circulación está formada por dos circuitos conectados en serie: la circulación mayor o sistémica y la
circulación menor o pulmonar, cuyas bombas son el corazón izquierdo y el corazón derecho,
respectivamente. La sangre venosa con un bajo contenido en O2 y un alto contenido en CO2 regresa a la
aurícula derecha a través de las venas cavas superior e inferior y del seno coronario. Desde aquí pasa al
ventrículo derecho, que la bombea a través de la arteria pulmonar hacia el pulmón, donde tiene lugar el
intercambio de gases (O2 y CO2) entre los capilares y los alvéolos pulmonares. Desde los pulmones la
sangre enriquecida en O2 y con un bajo contenido en CO2 retorna a la aurícula izquierda a través de las
venas pulmonares. La contracción del ventrículo izquierdo impulsa la sangre oxigenada hacia la aorta y,
posteriormente, a través de las arteriolas y capilares, a todos los tejidos del organismo. A nivel capilar
tiene lugar el intercambio de O2 y nutrientes, que pasan a los tejidos, mientras que éstos ceden a la sangre
el CO2 formado durante la respiración celular. La sangre rica en CO2 drena a las venas, que desembocan
en la aurícula derecha. El trayecto de la sangre desde el ventrículo derecho, a través de los pulmones,
hasta la aurícula izquierda constituye la circulación pulmonar, mientras que el comprendido entre el
ventrículo izquierdo y la aurícula derecha constituye la circulación general o sistémica. El que los
corazones derecho e izquierdo trabajen en serie permite que la oxigenación de la sangre se realice con
una elevada eficacia, ya que toda ella tiene que pasar obligatoriamente por los pulmones. Por otro lado,
el hecho de que el sistema circulatorio sea un circuito cerrado implica que toda la sangre que sale del
corazón hacia la circulación sistémica debe volver otra vez al corazón y, por otro lado, que el flujo total
de sangre sea el mismo en la circulación sistémica que en la pulmonar.
Costanzo L. Fisiología. 5ª ed. Barcelona: Elsevier; 2014. p. 114

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